el delincuente por culpa del honor perdido - schiller

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  • 5/14/2018 El Delincuente Por Culpa Del Honor Perdido - Schiller

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    litera'graAleMana

    19

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    Fr ied rich S ch ille r

    El delincuente por culpa del honor perdido

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    Narraciones completasFriedrich Schiller

    - ._ traduction y nowIsabelHernandez

    ALBA EDITORIAL, S.L.U.

    . . / r-- Chka MlIlotCoIocd6n d I r f s I d a pe w Lub ~

    TItu.Ios mfJInales: Eint I"'Jrritip H.....u.."1' l h r ~ . _ . . .itI...Mtrboo1 " ,. . . ~ rI_wlli_ &6s I to legal: M:l 56MeI m pt n l6 n ' l .l bom lOp h :l I. JJ .

    ~.19I)IlOHa....Ion.

    Impreo mEspana

    Qdo""_..poo Io IIid&. . . Il..__ . 1 0 0 0 . _ " '1 ~bojo"--,..-Iom,I o . . . , . . , ._ . . . . . . . . . . . . . . . . _ . . . . . . .~-.,,_....,..._I o . . , . . . . . . r" _ _r l o _ . ~ _ ". . , _ .. . - , . . . , . . . .

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    EI delincuente por culpa del honor perdidoUna historia real26

    2tI Efectivamente.la hilItoria eati buada en 1avida del cabeci ll a de una banda de de lin-cuentes, Friedrich Schwan, eonocido C(l1IlO -el tabcmem Del Sol~.ejecutado en la ruedael !O dejulio de 1760 en V'alhlngen, Suabia.

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    Lamediclna y 1a dletetica, si los medicos han de ser sinceros,han heche sus mejores descubrimientos y fijado sus precep-tos mas sagrados en los lechos de enfennos y moribundos.Disecciones de cadiveres, hospitales y manieomios han alum-brado la s luces mas clams de la fisiologia. La psicologla, lamoral y el poder legislativo.deberian segu i r con raz6n esteejemplo, y aprender de manera similar en la s ca rce le s , los tri-bunales y la s aetas criminales (en las aetas de las autopsias dela perversidad).

    En toda la historia de 1a humanidad no hay un capitulomas instructivo para el corazon y la mente que los anales deSu s errora En cada uno de los grandee delitos ha habidosiempre una fuerza relativamente intensa en movimiento. Siel misterioso juego de las fuerzas del deseo se oculta tras laluz opaca de los afeetos corrientes, resulta tanto m a s supe-rior, m as colosal, m as fuerte , en un estado de violenta pasion ;el m a s mtil inveStigadOT del hombre, que sabe hasta quepunto se puede contar en realidad con 1a mecanica de lalibertad humana y basta que punto esti pennitido conduirunjuicio de manera anal6gica, tendra que traspasar algunasexperiencias de este campo a su psicologia y reeJaborarlaspara Ia vida corriente,

    Es algo tan simple y . por otro lado, tan complicado, elcoraz6n humano ...Una y precisamente la misma volubilidado el mismo deseo pueden manlfestarse en miles de formas ydirecdones, pueden dar Iugar a miles de fen6menos contra-

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    dictorios, pueden aparecer entremezclados con otra formaen mil caracteres, y miles de caracteres y hechos desigualespueden, a.su vez, haber surgido de una sola inclinacion, auncuando al hombre. del que se hablari aqui, se Ie presupon-ga nada menos que un parentesco tal . Si t a 1 igua l que paralos demas reinos de la naturaleza, surgiera tambien para elgenero humane un Linne0f7 que clasificara los impulsos einclinaciones, cwinto nos asombnuiamos si a alguien, cuyosvicios han de sofocarse ahora en una estrecha esfera bur-gue sa y en el estrecho mar co de la s leyes, s e Ie colocara en elmismo orden que a 1 monstruo de Borgia l8 , incluso si ta l vels e Ie colocara en es e mismo.orden con m a s raz6n de la quetuvo el caballero para incluir al cisne delicado y al venenosoen una misma categoria.Obse rvando lo desde esta perspectiva es posible haeera lguna objeci6n contra el manejo habitual de la Historia yaqui, supongo yo , radica la dificu1tad de por que el estudiode esta sigue siendo atin ta n infructuoso para la vida bur-guesa. Entre las violentas emociones del hombre que ac t :6 .ayel ammo tranquilo del lector al que se le presenta la acdon,reina un contraste tan enojoso, hay un espacio tan amplio,que a este Ultimo le resulta dificil, incluso imposible , supo-ner siquiera una re lacion, Queda un hueco entre el sujetohist6rico y el lector que recorta toda posibil idad de compa-rad6n 0de aplicaci6n, y . en lugar de aquel susto saludable

    17 Se rdlere aqul al bolinko. nawraliata y cxplorador meco Qui \"On lJnneo(1707-1778) . ru e e l p r im er o e n c re ar u n m ll!m a u n lf un ne para n011limr. ordena r ycluiftcar 101organi smos viros Y lUI Ideas han comtituido J a bue del es t udi o paramuchu genendonelll de - bi61ogo1. Se le conJidera el padre de '- lalI:onomia y lam-biEn de m bodnlca modem a. .18 &! rdlere a Cesare Bo r g ia ( 1 47 6 0 15 0 7) . hijo del papaAlt;jandro V I. m o de le d elp ol lu co c an :n te d e aa i i :puJos d el R en a dm ie n to I ta li an o .

    .l5.-,__~ ._~ ~4 .:

    ildelfncueD.te por cuIpII del honor penlido 81

    que indica si uno tiene una robusta salud, despierta un gestode sorpresa. Consideramos a 1 infeliz, que justo en la hora enque comedo el delito, a t igua l que en la hora en que penapor el , era un hombre como nosotros, como si fuera unacriatura de una especie extraiia, cuya sangre corre de formadistinta a la nuestra, cuya voluntad obedece a otras reglasque la nuestra; 10 que le acontece n05 torunueve poco, pues1a compaskin se basa tan 8610 en el oscuro conocimiento deun peUgro similar. y estamos muy lejos de sofiar siquiera conuna parecido ta l. L a enseiianza que aporta se..pierde conestas alusiones,. y la Historia, en Iugar de ser una escuela deformacion, ha de contentarse con el misero merito de nues-tra curiosidad. Si ha de llegar a tener para nosotros algo m a sde valor y aumentar < W su vasto radio de accion, tendri nece-sariamente que elegir entre estos dos metodos; 0bien el lec-tor ha de acalorarse tanto como el protagonis ta , 0el prota-goniBta , s b n t i r s e tan impasihle como ellector.

    seque de entre los mejores historiadores de tiempos re-cientes y de la Antigiiedad. algunos han optado por el pri-mer metodo y seducido el corazon de su lector con un dis-curso arrebatador. Pero este metodo es una usurpacion delmetodo del escritor y ofen de 1a libertad republican a delpublico lector al que compete juzgar por sl mismo; al mismotiempo, es una vulneraci6n de la justicia marginal, pues esemetodo pertenece (mica y exclusivamente al orador y alpoeta. AI historiador sOlo le resta la Ultima posibil idad.

    El protagonista tiene que enfriarse, igual que ellector, 10que aqui es tanto como decir que tenemos que conocerloantes de que acme, tenemos que verle no sOlo perpetrar laaccion, sino tambien desearla, En SWI pensamientos hay paranosotros infinitamente m a s que en sus hechos, y atin mucho

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    m a s en las fuentes de esos pensamientos, que en las conse-cuencias de aquellos hechos. Se ha analizado la tierra delVesuvio para explicar el origen de su incendio, ~por que sele va a prestar menos atencion a una manifestaci6n moralque a una fisica? cPor que no se atiende en igua1 grade a lanaturaleza y allugar de la s cosas que rodean a un individuo,basta que toda 13.mecha prende en su fuego interior? AIsoiiador que adora 10 maravilloso le atrae precisamente 10extraiio y 10 fabuloso de ta l manifestaci6n; el am i g o de la ver-dad busca una madre para esos hijos perdidos, La busca en1 a estructuIa invariable del alma humana y en la s condicio-nes variables que 1a detenninan por fuera, y en ambas segu -ro que la encuentra. Entonces y a . no le sorprende ver que enel mismo bancal en el que nonnalmente lorecen plantasmedicinales, crece tambien la venenosa cicuta, encontrarsabiduria y necedad, vido y virtud en una misma cuna.

    lCu3ntas j6venes de exquisita educaci6n habrian salvadosu inocencia de haber aprendido antes a no juzgar con tanpoca consideracion a sus bermanas venidas a menos en losburdelesl I Cw in ta s f am ilia s, arruinadas por un miserabledeliria de honor politico. estarian alin en 10 mejor si Iehubiera preguntado por la historia de su vida a un presoqu~~ pagar par sus derroches, limpia las callesl Aunqueyo no incluya en esta enumeraclon ninguna de las ventajasque la psicologia saca de esta forma que 1a Historia tiene 'detratar los casas, esta no renuncia a sus prioridades & 6 1 0 porel heche de erradicar el espantoso escamio y la orgullosaseguridad con la que, por 1 0 general, la virtud que Be man-tiene improba mira a la que ha caido, ni tampoco por difun-d . i T el dulce espiritu de la tolerancia sin eI que ningftn fugit i-vo puede regresar, ninguna conciliacion de la le y con su

    El deUncueu. te por cu lpa del bonor perdido 85

    infractorpuede tener lugar, ningun miernbro infectado de lasociedad puede saIvarse de la quema final.

    (Que el delincuente del que voya hablar ahora podrlahaber tenido tambien derecho a apelar a ese esplritu de tole-rancia? ,0mas bien estaba en realidad perdido sin remediopara el cuerpo del Estado? No quiero anticiparme a 10 quediga el lector. Nuestra benevolencia ya no le sirve, puesmurio a rnanos del verdugo, pero la disecci6n de su delito talvez ilustre a la humanidad y , posiblemente, tambien a la j u s -ticia.

    Christian Wo~ era el hijo de un tabernero de una peque-na ciudad de 1a region de*** (cuyo nombre, por los motivosque se explicarin a continuation. he tenido que silenciar) yayud6 a 3U madre. pues el padre habia fallecido, a llevar lataberna basta que tuvo veinte afios, La taberna iba mal, yWolff tenia horas en las que no hacia nada. Ya en la escuelarer a conocldo como un chico m uy discoio. La s chicas mayo-res se quejaban de 1 0 descarado que era, y los chicos de laciudad veneraban su ingeniosa cabeza. La naturaleza habfadescuidado su cuerpo. Una figura pequefta e insignificante,un cabello rizado de una negrura desagradable, una narizchata y un labio superior muy gordo que, adernas de eso,habia cambiado de direccion por culpa de la coz de un caba-llo, daban a su aspecto una repugnancia que espantaba atodas la s mujeres y ofrecia rico alimento a las bromas de suscamaradas. Eldesprecio a s u fisieo hiri6muy pronto su almay , finaImente, acab6 por encender en BU coraz6n un perni-cioso despecho, que no se apag6 ya jamas,illB~o este nombrc , SchWer oculta la figura del mencionado Johann Friedrich

    S chwan ( 1729 - 1760 ), natural de Ebel'llbac::h, e n l as c er omr as de GOppingen.

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    Queria conseguir con amenazas 10 que le habia sido nega-.do, y asi , porque resultaba desagradable, se propuso agrada r .E r a sensual y se indujo a s i mismo a amar. Lamuchacha queescogio 10 maltrataba, y eI tenia motivos para temer que susr ivaIes fueran m a s afortunados; pe ro la chica er a pobre. Uncorazen cerrado a los juramentos tal vez se abrirla a los rega-108. pero a el mismo 10 ap rem iab a la necesidad, y el vanidosointento de irnponerse a las apariencias acabO por completecon 10 poco que habia adquirido con su mala economia.Demasiado comodo y demasiado ignorante para ayuda r a suarruinada. hacienda con la especuladon, demasiado orgu-I lo so , demasiado debil inc1uso para cambiar el senor quehasta entonces habra sido por un campesinoy renunciar conello a su adorada libertad, 5 6 1 0 vio ante s i una sa l ida -a1a quemiles antes y despues de e l h a n recurrido con mejor suerte-,la sa l ida de robar honradamente. Su ciudad natal lindabacon un bosque del soberano: Be convirt ia en cazador furtive,y el importe de sus robos siempre acababa fielmente en lasmanos de s u amada.

    Entre los pretendientes de Hannchens estaba Robert, elMontero del forestal. Muy pronto, este se dio cuenta de laventaja que la genemsidad de su rival habia ganado sabre el ,y con envidia investig6 la s fuentes de esa transformacion, Sedej6 ver can mayor frecuencia en El Sol -ese era el nombrede la tabema-; su ojo acechante, agudizado por los celos y laenvidia, le descubrio pronto de donde manaba aquel dine-ro o No hacia mucho que se habia renovado un estricto edio-to contra los cazadores furtivos, e l cual condenaba a prisiana todo aquel que 1 0 transgrediera. Robert fue infatigable

    !Ill Hannc:hen et eldimlnutivo deJohll llDe.el nom~ de su anu.da.

    . . . . . ~ .- . . .

    espiando 109 caminos secretes de BU enemigo, y a1 final con-siguio tambien pillar a aque1 insensate en plena faena, Wolffue reducido y sOlo sacrificando toda su fortuna consiguiocon esfuerzo conmutar el castigo impuesto por una multa enmetalico,

    Robert sali6 triunfante. Su contrincante estaba vencido yperdido el caritio que profesaba Hannchen a1 mendigo.Wolf conoda a su enemigo, y este enernigo era el feliz dueiiode su Johanne. Un opresivo sentimiento de necesidad seuni6 a su orguUo herido: la penuria y los celos-arremeten aun tiempo contra su sensibllldad, el hambre 10 empuja alancho Mundo. la venganza y la pasi6n 1 0 retienen. Se con -vierte en cazador furtivo por segunda vez, pero la atencionredoblada de Robert 10 sorprende tambien por vez segunda.Ahora sufre todo el rigor de la ley, pues ya no tiene nada m a sque dar ren pocas sernanas es trasladado a la prisi6n de laResidenciJ!51

    Supero el afio de castigo, su pasion aument6 con la dis-tancia y su obstinaci6n aument6 b.yo el peso de la desgrada.Apenas adquirida la libertad, se apresura a llegar a su pueblonatal p ar a p r es e nt ar s e ante su Johanne. Aparece: huyen deel . La apremiante necesidad a1 final ha doblegado su arro-ganda y superado su debilidad;: se presenta ante el rico dellugar y esti dispuesto a trabajar a sueldo, El campesino seencoge de hombres ante aquel debit afeminado; la robustaconsdtucion del otro solicitante 1 0 aventaja a los ojos deaquel patron insensible. Se atreve a un Ultimo intento. HayaUn un cargo vaeio, un iiltimo puesto Infimo, pero de nom-bre honrado: se ofrece como porquerizo, pero el campesino

    '1Del cutillo del principe.

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    no quiere confiar sus cerdos a un tunante. Burlado en todoss u s proyectos, rechazado en todos los sitios, se convierte enfurtivo por tercera vez, y por vez tercera 1 0 alcanza la desgra-cia.de caer en manoa de su vigilante amigo.

    La dobIe recaida. habia agravado su culpa. Losjueces con-suItaron los libros de leyes. pero no habia ning(m caso de lascaracterfsticas del del acusado. La orden contra los cazado-r es f ur tiv os e xig la u n d es ag ra vio ejemplar. y Wolf fue conde-nado a trabajar durante tres anos en la fortaleza con la seiialde la horea marcada a fuego en su espalda.

    Tambien transcurrlo todo ese tiempo y sali6 de la fortale-za, pero completarnente diferente a como habia llegado.Aqu i comienza una nueva epoca en su vida; oigamoslo a elmismo tal como reconoci6 despues ante su asistente religio-so y ante el tribunal:

    -Entre en la furtaleza -dijo-como un hombre extraviadoy la abandone como un bribon. En eI mundo habia tenidoalgo que me era querido y mi orguUo se arrebujaba bajo lavergf tenza. Cuando m e llevaron al a fortaIeza m e encerraronjunto con v ei nt it re s p r es o s , entre ellos d o s a s es l no s , y el restoeran todos famosos ladrones y vagabundos. Se mofaban demf cuando hablaba de Dios y me acosaban para que dijeraignomin iosa s calumnias contra el Redentor. Me cantabancanciones de prostitutas que yo. un muchacho licencioso, noera capas de escuchar sin asco y horror, pero 10 que velaptacticar alli aumentaba atin m a s mi pudor. No pasaba undfa sin que se repitieran estas vergonzosas escenas, donde nose tramara alg6n golpe perverso. AIprincipio yo hula de estagentnza, y huia de sus conversaciones en tanto me era posi -ble, 'perc necesitaba a alguna criatura a miIado y la barbariede m is guardianes habia acabado tambien can mi perro. El

    EI dellncaente pot cWpa del houor perdido 87

    trabajo era duro y t ir inico, mi cuerpo enfermizo, necesitabaapoYOJ~ s i he de decirlo con franqueza, necesitaba compa-s ion, y es ta tuve que comprarla con 1 0 Ultimo que me que-daba de concienda. As! que, al final, me acostumbre a 10 m a srepugnante y , en el i il timo cuarto de afio, habiaconseguidosuperar a mis maestros ...A p ar tir d e entonces tan sOlo anhele el r n a de m i liber-tad. igua1 que anhelaba la venganza. La humanidad enterame habia of end ido, pues todos eran mejores y m a s felicesque yo. Me veia como el martir del derecho natural y comouna victima de las leyes. Castafte teando los dientes arrastra-ba las cadenas cuando el sol saUa tras la montana de mi for-taleza: un panorama tan amplio es un doble infiemo para unprisionero. La libre corriente de aire que silbaba a traves delos respiraderos de mi torre y la golondrina que se instalabaen el barrote de hierro de mi reja paredan burlarse de .micon su litenad y hacian que la pri s ian me resultara muchomas terrible. Por aquel entonces jure un odio implacable yferviente a todo 1 0 que se pareciera a un hombre, y 1 0 quejure, 1 0 he cumplido fielmente.

    ..Mi pruner pensamiento a1 verme libre fue para mi pue-blo natal. Cuanto menos esperaba encontrar alll rni futurosustento, tanto m a s se promena mi sed de venganza. Micora-z o n comenzo a latir can m a s furia cuando, desde lejos, vialzarse 1 a torre de la iglesia por encima del bosque. No eraya aquella alegria cordial que habia .sentido la primera vezque yoM. EI recuerdo de todas las desgracias, de todas laspersecuelones que habia sufrido a m antaiio, desperto derepente de un terrible letargo,todas las heridas volvieron as angra r . las cicatrices a abrirse. Acelere el p a s o , pues deen t rada me reconfortaba la idea de dar un huen susto a mis

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    enemigos cuando me vieran de repente, y ahora. tenia tantase d de nuevas humillaciones como antafio habra tembladoante eUas.

    -Las campanas tocaban a visperas cuando me encontreen medio del mercado. Aquello builla de gente que se diri-gia a la iglesia. Me reconocieron nipidamente. ~o el quetropezaba c6nmigo retrocedla asustado. Desde Slempre mehabfan agradado mucho los ninos pequefios, y ahora tam-bien aquel sentimiento me venci6 involuntariamente, demodo que ofred una moneda a un chico que andaba brin-cando a mi lado. El chico me mir6 fijamente durante unmomento y me tir6 la moneda a 1 a cam. Si ml sangre nohubiera estado tan alterada, habria recordado que la harbaque Ilevaba afut de la fortaleza deformaba los rasgos de miC a m hasta un extremo monstruoso; pero mi malvado. cora-z6n habfa contagiado a mi raz6n. Unas lagnmas como no. la shabi'a llorado jamas corrieron par rnis mejillas. -

    -Elchico no sabe quien s oy ni de d6nde vengo -me dijeami mismo en voz alta-, y , sin embargo. me evita como a unanimal ignominioso. lEs que llevo una marca en la fre~te 0es que he dejado de parecerme a un hombre, porque sientoque - y a no puedo amar a ninguno? El desp~o de aquelchico me doli6 m a s amargamente que tres anos de galeras,pUe! yo le habia heche bien, y no podia culparle de ningtinodio personal.- -Me senre en un aImacen frente a laiglesia: que queria en

    realidad, no 10 s e : pero s f s e que me levanre enojado cuandode todos los conocidos que pasaron por delante de mi ningu-no se dign6 saludanne, ni siquiera uno. Indignado abandonemi posici6n para buscar un albergue; cuando ~ por Iaesquina de una calle, me di de bruces con miJohanne.

    ,~--

    El deI fDcUenle ~ culpa del hoDar perdido 89

    -IDel Soli -dijo en voz alta at tiempo que hacia un movi-miento para abrazanne-. Yaestas aqui, querido Del Sol, 19ra-cia s a D io s que has vuelto!

    ..Sus ropas delataban hambre y miseria, su rostro una ver-gonzosa enfermedad, su mirada pregonaba la viIcriatura a laque habia sido denigrada. Rapidamente me imagine 1 0 quedebfa haber ocurrido: algunos dragones reales que acababade encontranne me hacfan suponer que en la ciudad habrauna guarnici6n.

    -IPuta de soldadosl -exclame y , riendo, h:'y~lvf la espal-da. Me sent6 bien que hubiera aiin una criatura por debajode mi en fa jerarqufa de las casas de la vida. Nunca lahabiaamado.

    , .M i madre habia muerto. Con mi pequefia casa se habiapagado a los acreedores. No tenia nl nada ni a nadie. Todoel mundo hula de mf como de un apestado, pero al finalhabra apr~~dido a no avergonzarme. Antes me habia retira-do de la vista de la gente porque el desprecio me resultabainsoportable. Ahora sentia dentro de mf Ia necesidad y meregocijaba espantarlos. Me sentia bien porque ya no tenianada que perder, y tampoco nada que proteger. Ya no nece-sitaba ninguna cualidad buena porque nadie sospechaba enmi ninguna. Me hacian pagar por viIezas que no habra come-tido ann: todavfa tenia muchas ofensas a la humanidad a mifavor , porque habia pagado por ellas de antemano. Mi infa-mia era el capital que habia dejado en deposito y de sus redi-tos podia darme la gran vida ann por mucho tiempo.

    Tenfa todo el mundo ante mi: en una provi":cia extrar1ata l vez hubiera pasado por un hombre honorable, perchabra perdido el valor de parecerlo siquiera. La desespera-ci6n y la vergiienza habian acabado por imponerme aquella

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    forma de pensar. Era el Ultimo subterfugio que me quedabapara aprender a renunciar a mi honor, porque ya no podiapretenderlo. S i mi vanidad Y mi orgullo hubieran visto aque-Ua i n f amia . habria tenido que suicidarme.

    -Lo que en realldad habia decidido p a r a el futuro, no 1 0sabia aUn niyo mismo. Queria hacer el mal, eso 10 recuerdovagamente. Queria merecerme midestine. Las leyes, pensaba,eran beneficiosas para el mundo, asi que me propuse trans-gredir las ; antes habi'a pecado por necesidad e imprudenda,ahara 10 bacia por propia elecdon, para mi propio deleite.

    -1..0 primero que hice fue continuar con la caza furtiva.La caza se habia ida convirtiendo para ml poco a poco enuna pasi6n, y ademas tenia que vivir. Pero aquello no fue 1 0Unico; sentia el gusanillo de burlarme del edicto real y per~judicar ami seftor can todas mis fuerzas, Ser atrapadoya nome preocupaba, pues ahora tenfa preparada una bala parael que me descubriera, y yo sabia que mi disparo no iba afallar su blanco. Acabe can todas la s piezas con que me tope.5610 unas pocas las convertia en dinero en la frontera, lamayoria las dejabapudrirse, VIViamiserablemente, 8010paracubrir los gastos en plomo y p6lvora. Los estragos que baciaen la caza mayor se hicieron publicos, pero las sospechas norecaian sobre mi. M i apariencia la s barraba. M i nombre esta-ba obridado.

    -Ueve aquel tipo de vida varios meses, Una manana aca-baba de recorrer el bosque como era mi costwnbre siguien-d~ el rastro de un ciervo. En vano me habia fatigado duran-te dos horas y ya comenzaba a dar por perdida mi presa,cuando de repente la descubri al alcance de un tiro. Me dis-pongo a apuntar y a apretar el gatillo, pero, de repente, measusta 1a vision de un sombrero en la tierra, a pocos pasos de

    !ldeJhmumte par aJJp. d e l hoaor penlldo 91mi. Inspecdono u n poco mas y reconozco a1 montero Ro-bert, que, tras el ancho tronco de un roble, esta apuntandojusta a la misma pieza que yo me habia detenninado a dis-parar. Un frio mortal recorre todos mis huesos ante esavisi6n.Justo aquel era el hombre a 1 que yo odiaba can mayorrencor de entre todos los seres vivos, y aquel hombre estabaal alcance del poder de mi bala. En ese momento me pare-cio como si tado el mundo estuviera contenido en el dispa-ro de mi escopeta, y el odio de toda mivida se acumulara enla punta del Unito dedo con el que podia hacer aquel movi-miento mortal. Una terrible mana invisible se movia sobrem l, la manecilla del reloj de midestino sefialaba inexorable-mente aquel negro minute. El brazo me temblaba, porquepennitia ala escopeta la terrible election; mis dientes casta-fieteaban como en un acceso de fiebre, y el aliento se ence-rraba sofocante en mis puhnones. Inseguro, durante todo~ minutp-_.el recorrido de mi escopeta se qued6 oscilandojusto entreel hombre y el ciervo, un minuto, y luego otro, yotro m a s . La venganza y la condencia discutlan de maneraobstinada y dudosa, pero la venganza gano y el monteroyacia muerto en el suelo.

    El anna carO al suelo despues de disparar ... "Asesino ...",balbucee despacio; el bosque estaba tranquilo como uncementerio, escuche con c1aridad que yo decia "asesino". AIacercarme a el de puntillas, el hombre murio, Durante unbuen rata me quede sin decir palabra delante del muerto;una sonora risa acabO por despejarme.-,Ahora tendnis la boca callada, mi buen amigol -dije, y

    Ie di una patada can arrojo volviendo hacia arriba el rostrodel fallecido. Tenia los ojos muy abiertos. Me puse serio y , derepente, volvi a callarme. Comence a sentirme raro.

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    Hasta ese momento habia delinquido a cuenta de mideshonra, ahora habfa sucedido algo por 10 que yo aUn nohabia pagado. Una hora antes; creta yo, ningiin hombre mehabrfa convencido de que habia en el Mundo a 1 g o pear queyo; ahara empezaba a soepechar que hacia una hora yo eraaUn envidiable.

    No reeorde los castigos divines, aunque Iiecords con-fusamente no se que de una espada y una horca, y la ejecu-ci6p de una infanticida que vi cuando aUn iba a la escuela.No obstante, en Ia idea de que a partir de esc momento mivida estaba perdida, habfa algo singuIarmente espantoso, Nome acuerdo de mcU.Justo despuCs desee que Robert sigule-ra vivo. Me esforzaba por recordar nltidamente todo 10 maloque el muerto me habia hecho en v ida , pero Ique curiosol,mi memoria estaba como muerta. No era capaz de saearnada de todo aquello que un cuarto de hora antes me habiallevado a 1a locura. No entendia en absoluto c6mo habfa lle-gado a aquel asesinato.

    Todavfa estaba de1ante del cactaver. El chasquido dealgunos !atigos y el traqueteo de algunos caches de cargaque atravesaban el bosque me hider on volver en mi.No esta-ban a m a s de un cuarto de milia del camino militar en el quehabia orurrido aquello. Tenfa que peruar en mi seguridad

    l tAutoma t icamen te !De perdi en el interior del bosque.Por el camino recorde que el difunto antes tenia un reloj debolsil lo, Yonecesitaba dinero para alcanzar 1a frontera y , sinembargo. me faltaba valor pam volver al silio en el que yadae1muerto. Entonces me sobresalt6 un pensamiento sobre eldiablo y algo as{ como la omnipresencia de Dioa, Junre todomiarrojo; decidido a hichar con todas I~ fuerzas del infier-no regrese at sitio, Encont:d 10 que habia esperado, yen una

    bolsa verde algo m a s de un t.3.Ieroen dinero. JWlto cuandoiba a guardanne ambas cosas, me detuve de repente y pense.No fue un arrebato de pudor, tampoco fue miedo a aumen-tar aOOnnb mi delito con un saqueo; despecho, creo yo; fue10 me hizo tirar otra vez el reloj y guardarme sOlo la mitaddel dinero. Queria que me tuvieran por enemigo personaldel mue r t o , pero no po r s u ladr6n .

    Entonces hui bosque adentro. Sabia que el bosque seex tencU'a cuatro millas alemanasa hacia el nor te y alli linda-ba con los limites de la region. C om sin aliento hasta bienentrada el mediodfa, La precipitaci6n de 1ahuida habia dis-trafdo rnis temores, pero regresaron de forma mucho m a sterrible a medida que la s fuerzas se me iban agotando m a s ym a s . Miles de espantosas figuras pasaban a mi lado y traspa-saban mipecho como afilados cuchillos. Me quedaba ahora1a terrible elecci6n entre una vida cargada de incesantetemor a 12(~uerte y un brutal suicidio, y tenia que elegir. Notenia coraje para dejar este mundo suicidindome y mehorrorizaba la perspectiva de quedarme en H Aprisionadoentre los seguros tonnentos de la vida y los inciertos temoresde la eternidad, igual de capax de vivir que de morir agote lasexta hora de mi huida, una hora completamente oprimidapor tormentos de los que todavia no es capax de hablar nin-gun hombre v iv o , y de los que la caridad divina me va a dis-pensar en el patibulo.

    l t En s imi smado y despacio, con el sombrero muy caidohacia delante sin saberlo, como si quisiera volverrne irreco-nocible a los ojos de la naturaleza muerta, habfa seguido sindanne cuenta un estrecho sendero a t raves de la mas oscura

    52 La mllla a1emana equivaHa entonces a 1.420.4 m.

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    espesura , cuando de repente una bronca voz de mandogrit6: "IAltol" delante de mi. Lavoz estaba muy cerca, mi dis-tracci6n y el sombrero caido me habian impedido ver pordon de iba. Abri los ojos Yvi venir bacia rni a un hombre deaspecto montaraz que llevaba una gr.m maza llena de nudos.Su figura se pareda a 1a de un gigante -a1menos mi perple-jidad inicial me nev6 a creerlo asf- y el color de su piel erade-un negro amarillento de mulato, por 10 que el blanco deun ojo bizco sobresali'a hasta el espanto. En lugar de un cinto'llevaba enrollada en dos vueltas alrededor de una chaquetade lana verde una gruesa cuerda, en la que guardaba unancho cuchillo de monte allado de una pistola, El grito serepiti6 y un fuerte brazo me sujet6. El grito de un hombreme habia asustado, pero 1 a visi6n de un malvado me da ba 'coraje. En la situad6n en la que me encontraba.ahora, teniamarlvos para temblar ante cua1quier hombre honrado, peroen absolute ante un brib6n.

    -lQuien va ? ~jo la aparici6n.- Tu igual-fue mi respuesta-, s i es que de verdad eres 10

    que pareces.-El camino no va por ahi. lQue andas buscando por

    aqw7-eVa ti que te importa? -repuse altivo ..F d hombre me ~ dos veces de los pies a 1a cabeza.

    Pareda como si quisiera medir mi cuerpo con el s u yoy s i mirespuesta se ajustaba a mi fisico.. -Hablas brutalmente,igual que un mendigo -dijo porfin,-Esposible. Ayer aun 10 era.El hombre se r io ..-Podrfajurarse -exc1am6- que ahora tampoco quisieras

    pasar por alga mejor.

    EI dellucuesue pot' tWpa del booor perdido 95

    --Por algo peor entonces ... -decidi afiadir,-Mi huen amigo, lque es 1 0 que te hace correr de esa

    manera? e Q u e t iempo tienes que perder?Reflexione un memento, No s e como me salieron estas

    palabras.-Lavida es breve -dije lentamente- y el infiemo esti ahi

    para siempre ...Me mir6 boquiabierto,-QUe me condenen ~jo finalmente- si no has desfila-

    do ante la horca,-Esc puede .que este aun por llegar. As { que [hasta lavista , compaIierol-IMas que compaiiero ...1 -exclam6 mientras sacaba de

    su chaqueta de caza una botella de estaiio, se echaba unbuen trago y me la ofrecia.

    ..Lahuida Yel miedo habian devorado mill fuerzas yen todoaquel hoqjble ilia no me habia metido nad.a en la boca . atemfa d~iyanne en aquella zona del bosque, donde en tresmillas a la red.onda no podia esperarme ningfuI refiigerio.Juzguen ustedes con cuanta alegrla acepte la fuente de saludque me ofredan. Con aquella bebida recanfortante llegaronnuevas fuerzas a rnis huesos, y un nuevo valor a mi corazon, yesperanza y arnor a la vida . Empece a creer que a 10 mejor noera tan miserable, tanto pudo 1a grata bebida. Si , 1 0 reconozco,mi es tad o vo Ma a lim itar o t r a vez con el de la felicidad, puesfinalmente, despues de miles de esperanzas f r aca sadas , habraencontrado a una aiatura que se me semejaba. En el estado enque me habia sum ida habria bebido colegialmente basta cone l m is m is im o e sp ir it u in fe rn al s O lo para tener un compafiero.

    El hombre se habia tumbado en la hierba, yo hice 10mismo.

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    _1\1 trago me ha sentado bien -dije-. Tenemos queconocernos m a s .

    Hizo fuego p3Ia prender su pipa."-lHace mucho qu e te dedicas a esto?M e mir6 fijamente.-lQue quieres decir can eso?-tHan sido muy sangrientos? -saque el cuchillo de su

    cinto.-eQuien eres tU ? -dijo can espanto apartando 1a pipa de sf ._Un asesino como w . .. pero 5610un principiante.E l hombre me mir6 inflexible._No eres de aqui -dijo por fin._A tres miDas de aqui. El Del Sol de"''''''' por si has oido

    hablar de mi."ID hombre se levanto de un salto comb un poseso.-lWolf '? lEl cazador fur t ivo? -grit6 precipitadamente._Elmismo._IBienvenido camaradal lBienvenidol -exclamo a1 tiem-po que me apretaba la mano can fuerza-. Que bien tenerte

    por fin aquf, Del Sol. Haee ya tiempo que pienso en hacer-me contigo rna y noche. Te ccnozco muy bien. Lo s e todo.Haee mucho que contaba contigo.

    """lQue contabas corunigo? (p~ que?_ Toda la comarca habla de d. Tienes enemigos, un fun-donario te ha casdgado, Wolf. Te han denigrado, te han tra-

    tado de una manera attoz -el hombre se iba aca1orando-.SOlo porque has matado un pa r de jabalfes de los que elprincipe alimenta en nuestros prado! y campos te han teni-do tres alios enteros en la circel y en la fortaleza, te hanrobado tu casa ytu tabema. y te han convertido en un men-digo. Hermano, le B que hemos llegado ya al extrema de que

    EIde~.,..eut .. par culpa del hol1or peNido 97

    el hombre no vale m a s que una liebre? lEs que un subditodel principe ha de servir de rehen del principe a cambio deun cerdo salvaje? ~Es que no somas mejores que el ganadodel campo? ,Yun tipo como tU ha podido aguantar eso?- , E s que acaso podi'a hacer otra cosa?-Eso ya 1 0 veremos, Pero, dime, lde donde vienes ahora,y que esw planeando?

    "Le conte todami historia. El hombre. sin esperar a queterminara, se levan to de un brinco con alegre impacienda yme arrastro consigo.

    -Ven, hermano Del Sol -dijo-, ahora ya esw a punta.ahora te tengo justo donde te necesito. Voy a conquistar lau-reles contigo. Sfgueme.

    -lAd6nde me Hews?-No preguntes m a s . ISlguemel -y me arrastro con fuer-za tra.s de si,-HabiarQ.ps andado un escaso cuarto de milla, El bosque

    se fue haciendo cada vez m a s escarpado, inaccesible y salva-je, ninguno de los dOB dijo una palabra hasta que finalrnen-"te un silbido de mi gufa me despert6 de mis pensamientos.Abri los ojos, estabamos ante el brusco corte de una roea quedescendia ocu1tando a la vista una profunda hendidura. Unsegundo silbido respondi6 desde 10 m a s profunda de la rocay , despacio, desde las profundidades, apared6 como par sfsola una escalera. M i " gu ia baj6 prirnero; a mi me dijo queesperara hasta que el regresara.

    ..-Primero tengo que ponerle el collar al perro -aiiadi6-,eres aqui un extrafto y la hestia podria destrozarte - : - y dicien-do eso se fue.

    Ahora estaba solo ante el precipicio y sabia mu y bien queestaba solo. La falta de precaucion de mi guia no se me habia

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    98N~~

    pasado par alto. 5610 me habria costado un minima de valory de decision tirar de 1a escalera, asi estaria libre y mi huidagarant izada. Confieso que esto 10 vi con claridad. M ir e haciaaquella garganta que iba ahora a acogenne: me record6vagamente a ios abismos del infierno, de los cuales ya no ha yposibilidad alguna de escapar. Comence a temblar ante elcamino por el que iba a andar ahora, tan 5010una cipidahuida podia salvanne. Me decido a huir, estoy ya extendien-do el brazo hacia 1a esca1era cuando alga asi como un eco de. sonrisas burlonas resuena desde el infierno: IItQu e t iene queperder un asesino?", y mi brazo retrocede paralizado. Micuenta estaba sa ld ada , la hora del arrepentimiento habiapasado, el asesinato cometido estaba a mis espaldas tan altocomo una roca, y me impedia el retorno para siempre. Ene s a s volvi6 a aparecer mi guia y me anuncio que ya podiabajar. Ahoraya no habia eleccien, Baje los peldaiios.

    -No hablamos dado muchos pasos desde 1a pared de laroca cuando el suelo se ensanch6 y se hicieron visibles a lgu-nas cabanas. En medio de elIas se abria una pradera circular

    . en 1 a que descansaban en tomo a un fuego de carbon unasdieciocho 0veinte personas.-IAqul. camaradasl-dijo miguia poniendome en mediodel circulo-. INuestro Del Soli IDadle la bienvenidal.It=IDel Soil -gritaron todos a un tiempo. y todos se pusie-

    ron en pie y Be apretujaron en torno a mi, hombres y muje-res.. "tHe de confesarlo? La alegrla fue sincera y cordial; laconfianza, incluso el respeto, Be manifestaban en cada ros-tro, este me daba la mano, aqua me tiraba de la ropa conconfianza, la escena parecia el reencuentro con un viejoconoddo al que uno aprecia. Mi llegada habla interrumpi-

    .. .~

    El delincueDte par culpa del bOD1)rpenUdo 99

    do el festin que iba a dar comienzo en aquel momento. 1. 0continuaron al instante y me instaron a echar un trago debienvenida. La comida estaba cornpuesta por caza de todotipo, y la botella de vino pasaba infatigable de vecino en veci-no. Toda la banda parecia insuflada de un espfritu de vidaplacentera y de unidad, y todos competian por demostrardesenfrenadamente su a l eg r fa por mi llegada.

    ,.Me habian sentado entre dos mujeres, en el sitio de honorde la mesa. Yo me esperaba 10 peor de aquella espede, perccuan grande fue mi asombro al descubrir entre aquella igno-miniosa cuadril la la s f igura s femeninas m a s hennosas quehabia visto en mi v ida. Marga re te , la mayor y m as bella de lasdos, se bacia Damar solterona, y apenas debia tener veinticin-co mos. Hablaba con mucho descaro y sus gestos decian aunmucho m a s . Marie, 1a m a s joven , estaba casada , pero s e habiaescapado de un marido que la maltrataba. Era de constituci6nI p3s delicada, pero pareda palida y delgada. y llamaba menosla atenci6n que su fogosa vecina. Ambas mujeres se esforzabanpor encender m i deseo, mi estupidez preferia a 1 a bella Mar-garete can sus descaradas brornas, pem la mujer en su con-junto me resultaba repugnante, y mi corazon encerr6 en elpara siempre a la tfmida Marie.

    -Hermano Del SoI-empez6 a decir entonces el hombreque me habia llevado hasta alli-, ya yes como vivirnos aquitodos juntos, y todos los was son igual a este. tNo es cierto,camaradas?-Un alegre s i sali6 de todas las gargantas a modo de res-puesta, .

    Me ardia 1acabeza, tenia el cerebro embotado, mi san-gre hervia de vino y placer. El mundo me habia expulsadocomo a un apestado, aqui hallaba una acogida fraternal,

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    buena vida Yhonor. Eligiera 10 que eligiera, 1a muerte meesperaba; pero aqui , at menos, podia vender mi vida a unalto precio. La buena vida era mim a s ferviente deseo, el ottosexo 5610 me habia mostrado desprecio hasta ese memento,aqui me esperaban favores y placeres sin limite. Me costOpoco tomar una decision.

    _Me quedo con vosotros, camaradas -dije con decisionen vo z alta eolodndome en medio de 1a banda-, me quedocon vosotros -wlvi a dedr-, sime entreg;iis a mi linda vedna.. ,.Todos estuvieron de acuerdo en acceder a m is deseos, yas{ me eonverti en propietario declarado de una prostimta yen cabeza de una banda de ladrones.Paso por alto todo el capitulo siguiente de la historia,

    pues r ela ta r 5 61 0 c os as desagradables no t iene nada de ins-trucnvo para el lector, Un infeliz capaz de descender a talesabismos tenia que acabar por pennitirse todo aquello queirrita a la humanidad; p er o j ama s comed.6 u n s eg un do ase-sinato, ta l como el mismo testimoni6 en el tormento.

    La fama de aquel hombre se extendi6 en poco tiempopor toda la comarca. Los caminos se volvieron i n segu ro s . losrobes noctumos intranquilizaron a los ciudadanos, el nom-bee de Del Sol se convirti6 en el horror del pueblo. la justi-cia 10 buscaba y se 6.jo una recompensa por su cabeza. E 1 erafeliz de poder frustrar cualquier golpe contra su libertad y 10suficlentemente astuto para utilizar para su propia seguridadla supersticion de los campesinos ividos de milagros. Suscompinches habian de difundir que habia hecho un pactocon el diablo y que sabia hacer hechizos . EI distrito en el queactuaba no perteneda por aquel entonces a laAlemania Ilus-t rada , de manera que 1 a gente se c r ey6 los chismes y su per-sona fue puesta a salvo. Nadie mostraba deseo alguno de

    _ . --':'-.'.

    Fl dellDcaeatc por adpa del honor perdido 101

    unirse a aquel tipo tan peligroso que estaba at servicio deldiablo.

    Ya hacia un afio que praeticaba tan triste oficio cuandocomenz6 a resultarle msoportable , La cuadrilla a cuya cabe-za se habia colocado no cumplia sus esplendidas expectati-vas. Una seductora apariencia 1 0 habia cegado entonces enel delirio del vino, ahora percibia con horror cuan repug-nantemente 10 habian embaucado. El hambre y las penasaparedan en Iugar de la abundancia con la que 10 habianarrullado; m uy a menudo tuvo que arriesgar ]a_yi~apor unacomida que apenas alcanzaba a salvarlo de morir de hambre.La silueta de aquella concordia fraternal desapareci6; envi-dia y recelo, dos despreciables arpias, bramaban en el cora-za n de la depravada banda. La justicia habia prometido unarecompensa a quien 1 0 entregara vivo, y si era uno de suscompinches, ademas un solemne perdon, [poderosa tenta-clon para 10Jde se cho s de 1a tierral E l infeliz conoda s u p eli-g ro . L a honradez de quienes traicionaban a los hombres y aDios era una mala garantia para su vida. A partir de esemomento !IU suefio se acabo, el etemo miedo a la muertedev0r6 8U calma, el horrible fantasma de la desconfianzaconia tras e l a ll a donde huyera , 10 acosaba sin descansocuando estaba despierto, se acostaba a su lade cuando iba adormir, y 10 atonnentaba en terrorificos suefios, AI mismotiempo !IU acallada conciencia volvio a recobrar la lengua. yla vibora donnida del arrepentimiento vigilaba 1 a enormetonnenta que se abatia en su pecho. Todo 5U odio Be apartoentonces de los hombres y vo1vio BU temible filo' contra sfmi smo , Perdono entonces a toda la naturaleza y no encon-tr6 a nadie a quien maldecir m a s que a si mismo.

    E1delito habia conduido su instrucci6n en aquel infeliz;

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    su entendimiento, bueno por naturaleza, logr6 veneer alfinal sobre el triste engano. Ahora sentia cwin bajo habi'acaido, y una profunda melancolia ocup6 ellugar de la rabio-sadesesperaci6n. Uorando dese6 que volviera el pasado,ahora sabfa con seguridad que 10 repeliria de manera com-pletamente diferente. Comenz6 a esperar que pucliera vol-verse alln honrado, porque sentia en su interior que podiahacerlo. Enla cima m a s alta desu destruccion estaba m a scerca del bien de 10 que ta l vez 10 habia estado antes de 8U'pruner paso en false ,

    Justo por aquel tiempo comenz6 la Guerra de los SieteAiiosas y aumentaron los alistamientos, El infeliz se hizo ilu-siones can aquella situaci6n y escribi6 una carta a 8U senor, .de la que reproduzco aqui algunos fragment os:

    Si vuestra grada real no mente asco de descender a mi nivel,si los delincuentes como y o no Be hallan al margen de vues-tra compasion, concededme el honor de oirme, serenisimosefior, Soy asesino y l ad rOn , la le y me condena a mue r t e , la

    . justicia me busca, y yo me ofrezco a entregarme voluntaria-mente. Pero at mismo tiempo llevo ante vuestro trono unruego poco comiin. Desprecio mi vida Yno temo la muerte,pero me horroriza morir sin haber vivido. Quisiera vivir para

    . -poder enmendar una parte de 10pasado; quisiera vivir parareconciliarme can el Estado al que he ofendido. Mi ejecu-

    JS La Guerra de 101Siete MOl (1756-17&!) et el nombee par el que ae cenoee elWIlIJic;to Wco que enfrent6 pr indp8lmente a F ra n da y Grm Bn!1l II ia con I l I O t i Y ode dirimir Ia IIIpremada en el none del conlinente americano. LualiamaI te fna.guaron entre wglaterra y PruaIa conlra Fra nd a Y AtutrIa. Por 10qu e III de 101UQntecimientoi de Ia obn. ae refiere, e1 duque de Wi i l ' t tem berg. que rqfa poreoioncet aquellOi terrltoriOl, ae al i6 wlun ta ri amente con Franc ia pan. ap rovedmrIaocu16n y corobatir a Pnuia, ~tada por Fede rico D.

    EI dellDc:uea te por c u I p I a del bDQO . . perdido 103

    don sera un ejemplo pan el mundo, pero no sustituir3. mishechos, Odio el delito y anhelo fervientemente lajusticia y lavinud. He demostrado tener capacidades para resultarleodioso a mi patr ia; espero que a6n me resten algunas panserle de provecho.

    Be que pido algo inaudito. Mi vida esti acabada, no mecorresponde negodar con 1 a justida. Pero no me presentoante vos atado y encadenado (alm so y libre) y mi miedo tienemuy poco que ve r con mi r uego .

    E! piedad 10 que os pido. Derecho a justicia, si es queacaso tengo alguno, no me atrevo ni a hacerlo valer, Pero sique puedo recordar algo a mis jueces: EI computo de misdelitos comienza con la sentencia que me rohO para siempreel honor Si entonces lajusticia no me hubiera fallado hastaesc extremo, tal vez ahora no necesitaria de piedad ninguna.

    Administrad piedad en vez de justicia, mi principe. Si estaen vue.~ real poder hacer la le y flexible para mi. regaladme1 a vida. A partir de este momento estara dedicada a vuestroservicio. Si es posible, hacedme saber vuestra amabUlsimavoluntad. a t raves de hojas publicaa y yo me presentare en lacapital a vuestra real palabta. Sidecidis otra cosa para mi, quelajusticla haga 1 0 suyo.yo hare 1 0 mio,

    Ese escrito de stiplica quedo sin respuesta, igual que unsegundo y un tercero, en el que el suplicante pedfa un pues-to como soldado de caballeria al servicio del principe. Suesperanza de perd6n se apag6 por completo, as! que tomo ladecisi6n de huir del pais y morir como un buen soldado a1servicio del rey de Prusia.

    Consigui6 escaparse de au banda sin dificu1tad, y empren-clio aquel viaje. El camino 10 llev6 a t raves de una pequeiia

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    ciudad, en la que se dispuso a pasar la noche. Hacia pocoque se habian promulgado nuevas 6rdenes ~as restric~p a r a inspeccionar a los viajantes. porque el senor, un pnnci-pe imperial, habia tornado partido en la guerra. Una deaquellas 6rdenes la tenia tambien el guarda de la torre de laciudad, que se hallaba sentado en un banco delante de laportezuela, .cuando el Del Sol lleg6 a caballo. El po~ deaquel hombre tenia a lgo ridicule, pero a Ia ve~ terrible eind6mito. El delgado jamelgo que montaba y laJocosa eleo-.ci6n de sus ropas, en la que probablemente se habia aeon-sejado menos de su gusto que de la cronologia de sus robes,creaba un conttaste 10 suficientemente extrafio con un ros-tro por el que se extendian tantas furiosas pasiones, igualque cadiveres mutilados en un cam~ de ~~talla. El~se qued6 perplejo al ver a aquel extrano wgero. Habia cna-do canas al lado de la barrera y desempefiar aquel cargodurante cuarenta anos 10 habia convertido en un fisonomis-ta infal ible ante cUalqu ier vagabundo. La m i r a d a de halconde aquel rastreador tampoco engafl6 aquf a su duefio. C e r r ode inmediato lapuerta de la ciudad y pidi6 al j inete el salvo-condueto mientras le mjetaba las riendas, Wolf estaba pre-parado pa ra casas as{ y . eiertarnente, llevaba consigo un sa l -voconducto que habia conseguido no hacia mucho de uncomerciante al que habia saqueado. Pero aquel Unieo docu-mento no fue suficiente pa r a derribar una vigilancia de cua-renta aftos y mover al ori.cu1o de la barrera a una retracta-ci6n. El gua rda creia a sus ojos m3s que a aquel papel y Wolfse vio obligado a seguirlo basta el consistorio.

    El superior dellugar revis6 el salvoeonducto y 10 dio porbueno. Adoraba por encima de todo las novedades y leencantaba en especial hablar de las notieias diarias mientras

    se tomaba un trago. El salvoconducto Ie decia que lIU pro-pietario procedia justo de los territories enemigos, dondeestaba el escenario de la guerra. Esperaba sacar al extraiioalguna primida y envi6 de vuelta con el salvoconducto a unsecretario para, invitarlo a una botella de vino.

    Entretanto eIDel Sol se detiene del ante del consistorio; elridfculo espectaculo ha congregado en torno a el aI popula-cho de la ciudad. Se susurran unos a otros al oido, sefialanaltemativamente aI rodn y al j inete, la petulanda del popu-laeho aumenta finalmente hasta convertirse en-un escanda-1080 tumulto. Desgraciadamente, el caballo al que todosseiialan ahora con el dedo era robado; el Del Sol se imagineque e1 caballo apareda descrito en las ardenes requisitoriasy 10 habian reconocido. La inesperada amabilidad del supe-rior complete sus sospechas. Ahara cia par hecho que se hadescubierto la falsedad de su salvoconducto y que esa invita-cion tan sl , le es ellazo para atraparlo vivo y sin ofrecer resis-tencia. La mala conciencia 16 convierte en un tonto. picaespuelas a 1 caballo y se larga de a U f a galope sin d a r una res-puesta.

    Esa huida repentina desata la rebelion . Un ladron, gri-tana coro, y todos se precipitan tras el. Para eljinete es cues-tion de vida 0muerte, n e v a ventaja, sus perseguidores correnjadeantes y sin aliento, esti proximo a su salvaclon ... perouna pesada mana lie posa invisible sabre el t la hora de su des-tino ha Ilegado, la implacable venganza detiene a su deudor.La calle a Ia que se habia confiado no tiene salida. tiene quevolve r se hacia SUS perseguidores.

    EI ruido del suceso habla aIborotado entretanto a toda laciudad, se amontonan unos con otros, todas las calles estancortadas, un ejercito de enemigos marcha contra el. Saca

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    106 NundoDcI ~

    una pistola, el pueblo retrocede, quiere abrirse un camino ala fuerza por entre el tumulto.

    -Este disparo -grita- es para aquel que ose detenerrne.El miedo le concede una pausa general; por finun valien-

    te mozo de cerrajero le cae por detnis sobre el braze, Ie aga-rra el dedo con el que aquelloco esti a punto de disparar yse 10 aprieta sujetindolo por la mufieca, La pistola cae, elhombre indefenso es apeado del caballo yarrastrado de ma--nera triunfal de vuelta al consistorio.

    -~Qui(:n es usted? -pregunta eljuez en un tono bastantebrutal.

    -Un hombre que esta decidido a no responder a ningunapregunta hasta que se Ie trate con mas amabilidad.

    -~Quien es usted?-Cualquiera por el que quisiera hacerme pasar. He atra-

    vesado toda Alemania y en ningtm Iugar he encontrado atantos desvergonzados como aqui.

    -Su rapida huida Ie hace muy sospechoso. ~Por que huyOusted?

    -Porque estaba cansado de ser el hazmerreir de su popu-lacho.

    -Amenaz6 usted con abrir fuego.-Mipistola no estaba cargada .. fuspeccionaron la pistola . Habia una bala dentro.- ,Por que lleva consigo arrnas escondidas?-Porque llevo conmigo cosas de valor y porque me han

    advertido de un tal Del Sol que anda robando por estos luga-res.

    -Sus respuestas dan muy buena muestra de su imperti-nencia, pero no de su buena causa. Le doy tiempo hastamanana para que me diga la verdad. . .

    Eldeliacueute por c:u lpa del hODorperdido 107

    -Mantendre 10 que he dicho,-Que 10 l leven a la torre.- c _ A la torre? Seiior juez, espero que haya aun justitia en

    esta tierra. Exigire una reparaci6n.A la manana siguiente, el j uez pens6 que el extranjero a

    10 mejor SI era inocente, que aquel tono militar no se impon-dria sobre su terquedad, que tal vez seria mejor tra tarlo conrespeto y con mesura. Congreg6 a los miembros del juradodellugar y mando conducir hasta all{ al preso.

    -Disculpe- esta primera indignation, mi sefior; si ayer Ietrate con algo de dureza.

    -COn mucho gusto. si 10 considera asi,-Nuestras teres son estrictas y su caso ha annado mucho

    barullo, No puedo dejarle fibre sin infringir mis obligacio-nes. las apariencias apuntan en su contra. Desearia que medijera al~ can que poder contradecirlas.. -eY s i n6-supiera que?-Entonces tengo que infonnar al gobiemo del suceso y

    mientras tanto se quedani a buen recaudo.-eYluego?-Luego corre usted peligro de ser azotado como un v a g a _

    bundo que ha cruzado la frontera 0, si se es indulgente, deque 10 lleven a los reclutadores.

    Guard6 silencio unos minutes y pareci6 sostener unadura batalla; luego volvi6 rapidamente hacia eljuez.

    -ePuedo estar un cuarto de hora a solas con usted?Los miembros del jurado se miraron disimuladamente,

    pero se alejaron a un gesto categ6rico de su senor.-Ybien, e q u e desea? .-Su comportamiento deayer, senor juez, no me hubiera

    llevado j amas a una confesion, pues desprecio la ley. La

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    108 Nanc:&a-cciiIIJIl ..

    Modestia con la que me trata usted hoy me ha dado con-fianza y respeto. Creo que es usted un hombre noble .-lQue es 10 que tiene que decirme?-Veo que es un hombre noble. Haee tiempo que deseo

    estar junto a un hombre como usted. Pennitune su manod~~a .-tAd6nde quiere llegar?,,-Rata cabeza es cana y respetable. Haee ya tiempo que

    .esta usted en el mundo, seguro que ha sufrido mucho, ,noes cierto? tY que estes sufrimientos le han hecho m a s huma-no?- c ! , Q u e es esto? M e asusta usted.

    ~c! .No10 adivina? Escr iba a s u p rin cip e como m e encontroy que yo mismo, par libre elecdon, he sido mi delator; queDios sea benevolo con (;1como 10 s e r a ahora conmigo; rue-gue por mt, anclano, y derrame luego una Iagrima sabre suinforme: so y el tabern.ero Del Sol.

  • 5/14/2018 El Delincuente Por Culpa Del Honor Perdido - Schiller

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