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El castellano de Bolivia José G. Mendoza* 1. Aspectos generales 1.1. Panorama histórico Una creencia generalizada hizo de Bolivia un país predominantemente altiplánico. Tal vez el desarrollo temprano de la puna contribuyó a instalar esa imagen geográfica equivocada. La altiplanicie guardaba gran- des riquezas mineras: plata y estaño. Por tal razón no era extraño que la población conquistadora se haya ido agrupando en las altas mesetas y en los valles, obedeciendo, como dirían algunos, al instinto ciego de la explotación minera. Gracias a la plata, durante los siglos XVI y XVII, Potosí llegó a ser una de las ciudades más pobladas del globo y la riqueza fijó allí el eje del poder. Su importancia fue decisiva, irradió fortuna en diferentes direcciones y fue la base para un importante eje troncal en la colonia: Charcas, Oruro, La Paz, Cuzco y Lima.  Con el advenimiento de la Independencia no se modificó el escenario, el país siguió siendo altiplánico y el resto del territorio era para sus gobernantes un mundo desconocido. Tan desconocido, que Bolivia per- dió grandes extensiones de tierra sin saber qué significaban para el presente y futuro del país. El peso de la minería andina menguó la atención de la clase dirigente sobre el resto del país. El agotamiento de la minería de plata a partir del siglo XVIII no alteró la supremacía de la región. A fines del siglo XIX el estaño marcó el inicio de una nueva época que impulsó desde Oruro la construcción de ferrocarriles para facilitar el acceso, a través del Pacífico, a mercados del hemisferio norte. A espaldas del altiplano se extienden grandes llanuras, aún ignoradas en gran parte por el poder central: Pando, Beni y Santa Cruz de la Sierra, que ocupan en la actualidad el 59% del territorio boliviano. La des- preocupación de los gobiernos nacionales llevó a los habitantes de Santa Cruz de la Sierra a levantar a fines del siglo XIX la bandera del federalismo. Ya en el siglo XX, en 1924, se descubre petróleo en Tarija y tres años más tarde en Santa Cruz. Estos departamentos pasan lentamente a valorizarse a los ojos del poder cen- tral. La primera interconexión por carretera entre Cochabamba y Santa Cruz se concluyó en 1954. La clase dirigente cruceña, movida por su acentuado regionalismo debido tanto a su localización geográfica como al abandono del poder central, entendía que estaba en condiciones de superar su atraso y batalló para que se le reconociera la regalía equivalente al 11% de la producción bruta de petróleo, lo que obtuvo tras las luchas iniciadas en 1957; conquista extendida luego a los demás departamentos productores. * El autor tiene estudios de postgrado en lingüística: maestría en la Universidad de la Sorbona, Paris III, Francia y doctorado en la Universidad de Georgetown, Washington, EE.UU. Áreas de investigación: gramática castellana, dialectología hispánica, contacto lingüístico y pragmática.

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El castellano de Bolivia

José G. Mendoza*

1. Aspectos generales

1.1. Panorama histórico

Una creencia generalizada hizo de Bolivia un país predominantemente altiplánico. Tal vez el desarrollo temprano de la puna contribuyó a instalar esa imagen geográfica equivocada. La altiplanicie guardaba gran-des riquezas mineras: plata y estaño. Por tal razón no era extraño que la población conquistadora se haya ido agrupando en las altas mesetas y en los valles, obedeciendo, como dirían algunos, al instinto ciego de la explotación minera. Gracias a la plata, durante los siglos XVI y XVII, Potosí llegó a ser una de las ciudades más pobladas del globo y la riqueza fijó allí el eje del poder. Su importancia fue decisiva, irradió fortuna en diferentes direcciones y fue la base para un importante eje troncal en la colonia: Charcas, Oruro, La Paz, Cuzco y Lima.  Con el advenimiento de la Independencia no se modificó el escenario, el país siguió siendo altiplánico y el resto del territorio era para sus gobernantes un mundo desconocido. Tan desconocido, que Bolivia per-dió grandes extensiones de tierra sin saber qué significaban para el presente y futuro del país. El peso de la minería andina menguó la atención de la clase dirigente sobre el resto del país. El agotamiento de la minería de plata a partir del siglo XVIII no alteró la supremacía de la región. A fines del siglo XIX el estaño marcó el inicio de una nueva época que impulsó desde Oruro la construcción de ferrocarriles para facilitar el acceso, a través del Pacífico, a mercados del hemisferio norte. A espaldas del altiplano se extienden grandes llanuras, aún ignoradas en gran parte por el poder central: Pando, Beni y Santa Cruz de la Sierra, que ocupan en la actualidad el 59% del territorio boliviano. La des-preocupación de los gobiernos nacionales llevó a los habitantes de Santa Cruz de la Sierra a levantar a fines del siglo XIX la bandera del federalismo. Ya en el siglo XX, en 1924, se descubre petróleo en Tarija y tres años más tarde en Santa Cruz. Estos departamentos pasan lentamente a valorizarse a los ojos del poder cen-tral. La primera interconexión por carretera entre Cochabamba y Santa Cruz se concluyó en 1954. La clase dirigente cruceña, movida por su acentuado regionalismo debido tanto a su localización geográfica como al abandono del poder central, entendía que estaba en condiciones de superar su atraso y batalló para que se le reconociera la regalía equivalente al 11% de la producción bruta de petróleo, lo que obtuvo tras las luchas iniciadas en 1957; conquista extendida luego a los demás departamentos productores.

* El autor tiene estudios de postgrado en lingüística: maestría en la Universidad de la Sorbona, Paris III, Francia y doctorado en la Universidad de Georgetown, Washington, EE.UU. Áreas de investigación: gramática castellana, dialectología hispánica, contacto lingüístico y pragmática.

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La inversión de los recursos provenientes de las regalías en sectores productivos y de infraestructura fue la causa del desarrollo de Santa Cruz. En el oriente, el departamento de Santa Cruz de la Sierra y en el Sur el departamento de Tarija (segunda reserva de gas de América del Sur situada en el Chaco) son las locomotoras actuales y potenciales del desarrollo boliviano. En este panorama general, la complicada geografía boliviana sigue limitando el entendimiento entre las partes. A ello se suma la falta de infraestructura que contribuye a su aislamiento y acentúa las diferencias entre grupos originarios, mestizos y blancos, estos dos últimos más integrados. Las desigualdades culturales se vinculan evidentemente al crecimiento económico y la distribu-ción de la riqueza; y el crecimiento, con la localización de los recursos naturales (minerales, hidrocarburos y tierras fértiles para la producción agropecuaria) cuyos réditos dependen de la capacidad de la clase dirigente para incrementarlos y distribuirlos con equidad.

1.2. Ubicación temporal y espacial de Bolivia

La sociedad boliviana está experimentando una serie de cambios acelerados desde la década de los años cin-cuenta. El proceso educativo poco a poco se ha ido incrementado en las zonas rurales y desde 1994 al apro-barse la ley de Reforma Educativa que establece la educación intercultural bilingüe empieza a reconocerse la situación de lenguas en contacto en el ámbito educativo para algunas lenguas originarias. Todos estos acontecimientos están transformando la estructura social y se percibe un cambio de actitud frente a los valores culturales ancestrales emergiendo nuevas imágenes identificadoras especialmente con respecto a las clases bajas urbanas y al campesinado. de a poco se van creando nuevas oportunidades para profesionalizarse y ascender en la escala social y de esa manera crear las condiciones para cambiar la natu-raleza de las relaciones con otros grupos sociales. Parte de estos cambios han empezado a reflejarse en el lenguaje. Por ejemplo, algunas formas de tratamiento como sirvienta, patrón, niña han sido reemplazadas por trabajadora del hogar, señor, señora, palabras que ya no tienen la connotación de servilismo.

1.3. El castellano boliviano como variedad lingüística

Pensamos que una aproximación al estudio de la dialectología hispánica en Bolivia, además de proporcionar ciertas bases para su estudio, puede también ser útil para motivar otros estudios sistemáticos de la realidad lingüística que podemos delimitar como castellano boliviano. Hasta el momento podemos advertir que en términos fonológicos es posible caracterizar al castellano boliviano en función del mantenimiento total del fonema lateral /λ/. Bolivia en este caso se constituye en una isla lleísta en el mundo hispanohablante en mé-rito a la naturaleza pantópica, panstrática y panfásica1 de este rasgo fonológico. En las tres zonas dialectales del país se ha podido comprobar la plena vigencia de este fonema y su contraste sistemático con el fonema /y/. Podemos entonces afirmar que en el mundo hispánico actual Bolivia resulta ser el único país2 donde el fonema lateral se mantiene vigente a plenitud. En este sentido, la tipología que vamos a proponer puede servir para orientar investigaciones dialectales en las zonas diferenciadas. Estos estudios –que pueden ser de naturaleza fonológica, morfológica, sintáctica, léxica o semántica– nos proveerán cada vez más información para caracterizar mejor el castellano bolivia-no por lo menos en su dimensión diatópica en una primera etapa. En todo caso, pensamos que, además de propender a una referencia tipológica espacial, se puede al mismo tiempo proponer estudios de variación lingüística también en los planos diastrático y diafásico. Estos estudios complementarios serán, ni duda cabe, de suma importancia y permitirán obtener una idea más cabal de la riqueza y complejidad del castellano

1 Sobre la base de la terminología sintopía/diatopía y sinstratía/distratía inicialmente propuesta por Flydal (1951) para el ámbito de la estilística, más tarde aplicado por Rona (1958) y ampliado por Coseriu (1981) con la oposición diafásico/sinfásico, que esen-cialmente oponía ‘uno’ frente a ‘más de uno’, propongo considerar los términos: pantópico, panstrático y panfásico para significar la totalidad; es decir: en todos los lugares, en todos los estratos y en todas las situaciones respectivamente.

2 A veces se menciona que en el Paraguay esta /λ/ también tendría igual vigencia pantópica; sin embargo Alvar (1996) habla de asomos yeístas en este país.

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boliviano. de esta manera, por ejemplo, si tomamos en cuenta el plano diastrático, podremos precisar con mejores criterios qué exactamente queremos decir cuando hablamos de la norma culta o la variedad estándar del castellano en Bolivia. ¿nos referimos a un registro específico de esta variedad? ¿nos referimos a todos los registros? ¿Cómo se diferencian éstos de la llamada variedad popular? ¿dónde encaja el castellano de los bilingües y bilingües incipientes, especialmente de la zona andina? Podemos seguir con las preguntas, pero sean éstas suficientes para formarnos una idea aunque parcial del formidable reto que estos estudios implican. A veces tenemos usos tan generalizados que debemos reflexionar acerca de que la producción lingüística está gobernada por mecanismos más complejos que divergen de ciertos principios impuestos por las gramá-ticas. Es decir, cuando los usos constituyen fenómenos estables y generalizados para toda la lengua, tal vez sea necesario reconocer que se impone una revisión de los principios en los que se apoyan los ideales normativos. En atención a este contexto se intentará caracterizar el castellano hablado en Bolivia tomando en cuenta, en sus rasgos más relevantes, los factores fonético-fonológicos, morfosintácticos y léxicos en dos sociolectos: la variedad culta y la variedad popular. En cada caso donde sea posible se considerará tanto el registro formal como el informal.

1.4. Situación actual

En Mendoza (2008) nos referimos a la relación entre el castellano y las lenguas indígenas de Bolivia que en la actualidad se halla marcada por una clara tendencia hacia el monolingüismo castellano. En el censo nacional de 1976 un 36% de la población hablaba sólo castellano mientras que un 20% era monolingüe en alguna lengua indígena. En cambio en el censo nacional de 2001, o sea 25 años después, los monolingües castellanohablantes llegan al 50% y el monolingüismo en alguna lengua indígena sólo llega al 12 %. de ma-nera adicional los datos censales nos muestran también una importante declinación de las lenguas indígenas en el ámbito del bilingüismo castellano-lengua indígena. En 1976 los bilingües representaban un 43% de la población; en cambio en el censo de 2001 los bilingües bajan al 37%. Esta tendencia en desmedro de las lenguas indígenas de Bolivia parece ser irreversible dadas las actuales condiciones socioeducativas del país. A pesar de este favorable contexto el castellano hablado en Bolivia debe ser considerado dentro de un ámbito multifacético de adstrato y sustrato además de los diferentes condicionamientos socioculturales. En esta situación el castellano boliviano presenta una diversidad dialectal que debe ser estudiada sistemática-mente para poderla describir de manera adecuada. En el presente trabajo proponemos algunas pautas para este estudio desde la óptica diatópica que, por tradición, ha sido la más accesible. En realidad estas pautas diatópicas servirán de referencia para luego intentar analizar aunque sea preliminarmente el problema de la variación lingüística desde la perspectiva diastrática. En el ámbito de la diatopía se han publicado en Bolivia algunos estudios aislados. nos referimos en prin-cipio a cuatro trabajos de carácter diatópico: El castellano popular en Tarija, trabajo publicado por Víctor Varas en 1960 que contiene básicamente un listado de ejemplos, refranes locales y coplas de la región sur de Bolivia; luego tenemos los trabajos de Hernando Sanabria El habla popular de la provincia de Vallegrande y El habla popu-lar de Santa Cruz publicados en l965 y l975 respectivamente. Ambos estudios contienen un glosario de voca-blos por orden alfabético y un listado de dichos y modismos verbales; Asimismo se puede tomar en cuenta el estudio El castellano de La Paz, sintaxis divergente publicado por José G. Mendoza en 1991 que, a diferencia de los demás estudios, se concentra explicitar rasgos morfosintácticos divergentes; también podemos mencionar El castellano de Santa Cruz publicado por Germán Coimbra Sanz en 1992 que se refiere fundamentalmente a ciertos aspectos léxicos del castellano hablado en esa región del oriente boliviano con un glosario de vocablos que demuestra el influjo del sustrato de las lenguas indígenas de esa región de Bolivia. Finalmente menciona-mos el estudio de Ofelia Moya sobre Los pronombres átonos en el castellano andino aparecido en 2006 y el trabajo de Luis Alberto Roca Breve historia del habla cruceña y su mestizaje publicado en 2007. En el plano lexicográfico y léxico contamos con dos diccionarios de bolivianismos: el de los esposos Fer-nández naranjo publicado en l950 y el de Jorge Muñoz e Isabel Muñoz Reyes aparecido en l982. debemos

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asimismo mencionar otros dos estudios que se encuentran en su etapa de conclusiones el nuevo diccionario de bolivianismos, proyecto dirigido por Carlos Coello como parte de un proyecto lexicográfico: el proyecto del nuevo diccionario de Americanismos y El léxico del habla culta de La Paz, que publicamos en 1996 como un primer resultado del proyecto internacional sobre el estudio del habla culta en las principales ciudades del mundo hispano hablante. En lo que respecta a estudios realizados en el ámbito continental, debemos referirnos a estudios impor-tantes que tienen mucha relación con el castellano andino. Amén de los trabajos publicados en el Perú por lingüistas como Escobar, Lozano, Pozzi Escot, Cerrón-Palomino y Godenzzi, es necesario tomar en cuenta asimismo los trabajos pioneros sobre el castellano boliviano de Kany (l969) y los estudios de Herrero (l969), Martín (1976) y las tesis de Laprade (l981) y Stratford (l989) que consideran específicamente algunas carac-terísticas del castellano de La Paz. Es de hacer notar que el estudio de Laprade lamentablemente fue hecho “a distancia” y con muy pocos informantes por lo que las implicaciones de los resultados y la confiabilidad de los mismos deberán ser con-sideradas con la necesaria precaución. Sin embargo, a pesar de las limitaciones que se puedan advertir, estos trabajos nos muestran una preocupación cada vez mayor por estudiar el castellano de la zona andina con especial atención a sus estructuras morfológicas y sintácticas. Estos estudios nos servirán de contexto para esbozar un acercamiento a una parte importante de la variedad dialectal del castellano boliviano.

2. Perfil sociolingüístico y dialectal

2.1. Descripción sociolingüística

Según el censo nacional de 2001, la diversidad lingüística de Bolivia involucra a 32 lenguas a las que tenemos que añadir el castellano, lengua hablada en todo el país con excepción del 12 % de la población boliviana que, de acuerdo al censo mentado, son hablantes monolingües en una lengua amerindia, especialmente quechua o aimara y que se encuentra en constante disminución. de estas 33 de lenguas, según la Constitución Polí-tica de Bolivia, ninguna es reconocida como lengua oficial.3 Las lenguas amerindias pueden ser divididas en tres grupos apelando a criterios demográficos. Por un lado, tenemos al quechua con 2.293.980 hablantes y al aimara con 1.549.320, ambas lenguas conjuntamente representan el 46.44% de la población boliviana. En segundo lugar están el chiquitano con 61.520 hablantes y el guaraní con 62.575, que representan 1.5% y que demográficamente tendrían el carácter de lenguas intermedias en el contexto boliviano. Como tercer grupo tomamos en cuenta al resto de las 28 lenguas indígenas, que en su gran mayoría son lenguas del oriente boli-viano habladas por grupos minoritarios. Estas lenguas constituyen la mayoría en cuanto a número de lenguas pero demográficamente son una minoría pues juntas representan 4.85 % de la población. En el caso de las lenguas andinas: quechua y aimara, es posible hablar de una situación de bilingüismo histórico cuyos comienzos pueden remontarse a fines del siglo XVI. En lo que respecta a las demás lenguas el contacto que pudo haber existido fue mínimo y esporádico por dos razones fundamentales: los usuarios de la gran mayoría de estas lenguas se encontraban en la zona oriental de Bolivia; es decir fuera del eje troncal del Alto Perú en la Colonia.4

Con referencia a la situación de mantenimiento o sustitución lingüística, consideramos que el factor demográfico siempre ha sido determinante en la relación de contacto entre el castellano y las lenguas ame-rindias. En este sentido el quechua y el aimara, han podido resistir mejor el continuo embate del castellano, lengua que, especialmente por su ventajosa posición diglósica, ha ido ganando terreno en las zonas bilingües. datos comparativos de censos de 1976 y 2001 permiten observar cuatro tendencias. En principio hay una

3 En realidad el castellano resulta ser una lengua oficial de facto en Bolivia pues la Carta Magna de 1994, que reconoce al país su carácter multiétnico y pluricultural, no dice nada al respecto de lenguas oficiales.

4 La ruta troncal en el Alto Perú (hoy Bolivia) vinculaba las ciudades de La Plata, Potosí y La Paz. Este trayecto se encuentra en la zona occidental del país.

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tendencia hacia el aumento del castellano. Como segunda tendencia está la disminución del porcentaje de hablantes de lenguas amerindias. En tercer lugar observamos la tendencia al aumento de bilingües en caste-llano y una lengua indígena. En la mayoría de los casos la lengua amerindia es quechua o aimara. Finalmente como cuarta tendencia tenemos la disminución de hablantes monolingües que sólo saben lenguas indígenas. En este caso la merma de monolingüismo afecta mayormente a las lenguas minoritarias del oriente. Estas tendencias nos muestran claramente un avance del castellano pero habrá que diferenciar el impacto pues en lo que se refiere a las lenguas minoritarias la tendencia general parece ser irremediablemente hacia el mono-lingüismo castellano. En este contexto hay que entender artículos como el de Rivero (2000) que nos habla de nueve lenguas del oriente boliviano en peligro de extinción. Por otra parte el bilingüismo castellano-lengua indígena, además de estar más extendido en la región andina de Bolivia tanto en la zona urbana como la rural, se encuentra claramente marcado por una relación diglósica entre, por un lado, el castellano con función de lengua alta (LA); es decir como lengua de prestigio y de poder y, por otro lado, el quechua o aimara, con función de lengua baja (LB) en su condición de lenguas de grupos dominados. En el caso de las otras lenguas, habladas por grupos minoritarios, el bilingüismo con el castellano estará marcado por la relación diglósica que indefectiblemente va en desmedro de la lengua indígena. En realidad la relación diglósica es bastante compleja en las diferentes situaciones de contacto. Men-cionemos dos tipos especiales de situación diglósica que se presentan con algunas lenguas indígenas de Bo-livia. Un primer tipo es la relación diglósica que puede cambiar en función de la LA, es decir que dos o más lenguas alternativamente pueden asumir este rol. Ilustramos este caso de diglosia alternativa con la lengua yaminawa hablada por un grupo nómada en el extremo noroeste del país, frontera con el Brasil y el Perú. La función de LA del castellano y el portugués se presenta de manera alternada, según las situaciones de contacto. Un segundo tipo de diglosia se da con dos lenguas que asumen el rol de LA y LB respectivamente, pero que luego estas mismas dos lenguas –así relacionadas diglósicamente– entran en una nueva relación diglósica, ambas asumiendo la función de LB frente a una tercera lengua que asume el papel de LA. Este tipo de diglosia que podemos llamar multiglosia, se da, por ejemplo, con la lengua andina chipaya en su contacto lingüístico con el aimara o el quechua y también con el castellano. La situación sociolingüística del chipaya como LB en relación al quechua y al aimara podría ser descrita como “normal” en el contexto andino de Bolivia y se mantiene sin alteración alguna. Estos dos casos de diglosia múltiple o multiglosia en realidad implican una situación de relación triglósica por el número de lenguas involucradas en la relación diglósica. El contacto lingüístico entre el castellano y el quechua o aimara produce situaciones de lenguas en conflicto en las zonas urbanas de la región andina. En ciudades como La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y Sucre existen sectores donde el bilingüismo tiene plena vigencia. En estos casos la relación diglósica entre estas lenguas causa una constante presión del castellano sobre las lenguas amerindias. Esta situación se ex-plica, en parte, por el hecho de que estas lenguas actúan en un medio citadino donde el mundo conceptual y axiológico tiene que ver principalmente con la cultura occidental y no con la cultura andina. Por lo tanto, es inevitable que los usuarios de estas lenguas se vean obligados al uso de préstamos dando origen a formas trastrocadas del quechua y aimara, a veces referidas como quechuañol y aimarañol. Estas demostraciones claras del conflicto lingüístico ilustran con claridad el constante menoscabo de las lenguas indígenas. En lo que respecta a las demás lenguas indígenas, el problema del contacto no llega a resultar en con-flicto de lenguas pues el bilingüismo aparte de ser un fenómeno rural se percibe más que todo como cues-tión individual. Además en estos casos el predominio del castellano es tal que en lugar de conflicto parece plantearse más bien un constante proceso de absorción lingüística. En las zonas bilingües existe una clara tendencia hacia un mayor conocimiento del castellano. Un factor principal podría ser la expansión del siste-ma educativo cuya lengua de educación es casi exclusivamente el castellano. Otro factor importante son las migraciones de la gente del campo hacia las zonas urbanas que, a partir de 1952,5 han sido incesantes.

5 En 1952 llegó al gobierno un partido político autodenominado ‘Movimiento nacionalista Revolucionario’ que promulgó im-portantes reformas sociales en los campos político, educativo y agrario.

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Sin embargo en el caso del castellano en relación con las lenguas quechua y aimara, el contacto multi-secular ha dejado huella tanto en la estructura lingüística como en el léxico del castellano. El isomorfismo estructural de ambas lenguas andinas nos lleva a pensar transferencias coincidentes que han motivado que ciertos cambios estructurales en el castellano se consoliden y se constituyan en los rasgos de una nueva va-riedad, conocida como castellano andino. Los bilingües6 consecutivos, cuya lengua materna es quechua o aimara, reproducen estas transferencias tanto en el plano fonético-fonológico como en el morfosintáctico. Sin embargo, ocurre con frecuencia que el bilingüe en su aprendizaje del castellano supera generalmente todas o casi todas las transferencias fonético-fonológicas. Entonces resulta comprensible comprobar que estos rasgos en ningún caso lleguen a sentar presencia en el habla de monolingües.7 Muy diferente es el com-portamiento de las transferencias morfosintácticas pues éstas tienden a consolidarse incluso en el habla de bilingües casi simétricos. En realidad podemos aseverar que muchos de estos rasgos han llegado a constituir-se en parte del habla de los monolingües castellanohablantes tanto de la variedad culta como de la variedad popular especialmente en el registro oral informal. Mención aparte merece la consideración del habla de una minoría étnica de afrobolivianos descendiente de esclavos africanos que se halla mayoritariamente ubicada en la región de los Yungas del departamento de La Paz. Angola Maconde (2003; véase también 2000) estima en unos 15.800 los afrodescendientes bolivianos lo que representa un 0.019 de la población boliviana. Lipski (2008, este tomo) ha estado estudiando la va-riedad dialectal8 del castellano hablado por este grupo étnico. Lipski sugiere que esta variedad afroboliviana merecería incluirse en la lista de minorías lingüísticas de Bolivia. Sin embargo pensamos que en este caso existen dos problemas. Primero se debe precisar que la variedad descrita por Lipski es un dialecto tradicio-nal que muchos afrobolivianos rehúsan hablar porque ya están “civilizados”. Es decir se percibe una actitud de menosprecio hacia su dialecto ancestral. En realidad esta variedad dialectal ya no está vigente y sólo es recordada por los ancianos que sólo se acuerdan de “algunas características” del dialecto tradicional. En se-gundo lugar se debe considerar que tanto los adultos como los jóvenes ya no hablan el dialecto “tradicional afroboliviano” que menciona Lipski. Ellos hablan la variedad moderna del castellano prevalente en la zona andina. Por tanto, y en consideración de que la estructura gramatical de esta variedad ancestral es básicamen-te la del castellano con un paradigma verbal simplificado, el habla tradicional de los afrobolivianos podría ser concebida como un criollo “incipiente” que nunca llegó a desarrollarse plenamente. El caso de las otras lenguas indígenas es totalmente diferente ya que éstas están vigentes aunque con las limitaciones diglósicas emergentes de su contacto con el castellano. En todo caso estas lenguas no tienen ninguna relación genética con el castellano ni son producto del contacto lingüístico.

2.2. Panorama dialectal

dos aspectos deben considerarse a tiempo de estudiar las divergencias dialectales que se presentan en el cas-tellano de Bolivia. Por una parte la evolución interna de la lengua reflejada en la región; es decir qué aspectos evolutivos de la lengua general también se han dado y consolidado en Bolivia. Un segundo elemento tiene que ver con el influjo del contacto del castellano con las lenguas amerindias, particularmente con las lenguas andinas que han dejado importante huella en la zona occidental. En el primer caso, tenemos dos fenómenos un tanto contradictorios. Por un lado mencionamos la diferenciación /λ/ - /y/ como característica nacional que se da en todos los estratos sociales del país. En cambio el caso del leísmo nos muestra una realidad di-ferente pues esta divergencia está también presente en Bolivia. En cuanto al segundo aspecto, el fenómeno del contacto es un factor muy importante especialmente en relación con la zona andina pues existen muchos rasgos más que todo en el plano morfosintáctico que son atribuibles al influjo adstratístico.

6 Con la palabra bilingüe(s) nos referimos generalmente a los hablantes cuya primera lengua es aimara o quechua y cuya segunda lengua es el castellano.

7 Usaremos a partir de ahora el término monolingüe para referirnos a los hablantes cuya lengua materna es el castellano.8 Para una descripción de las características de este dialecto ancestral, ver el artículo de Lipski en este mismo volumen.

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de esta manera el hecho de que Bolivia sea un país plurilingüe, multicultural y pluriétnico se refleja en la variedad lingüística de su lengua nacional, el castellano. Entonces se explica la notoria influencia de las lenguas mayoritarias, como el quechua y el aimara, en el castellano hablado en la zona andina de Bolivia. El influjo adstratístico resulta mucho menos evidente en otras regiones del país tal vez debido al hecho de que se trata de contacto con lenguas de etnias minoritarias y a que las situaciones de contacto se han dado en diferentes circunstancias. En términos geográficos, lo que denominaremos zona andina abarcará grosso modo la parte occidental del país, es decir los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca. En esta zona el castellano coexiste con el quechua y/o el aimara, produciéndose a veces un bilingüismo castellano/aimara o castellano/quechua y en algunas zonas incluso se presentan casos de trilingüismo castellano/aimara/quechua. Conviene anotar además que en cuanto a densidad demográfica, esta zona representa un 69.32 % de la po-blación boliviana. La zona oriental9 comprende por una parte el departamento de Pando ubicado al norte del país y los departamentos de Beni y Santa Cruz que constituyen la región oriental de Bolivia. Esta zona demográfica-mente implica un 26.14% de los habitantes del país. A su vez dentro de este panorama dialectal proponemos diferenciar como zona sureña la región constituida por el departamento de Tarija más la región de Camargo y Culpina en la provincia nor Cinti del departamento de Chuquisaca. Esta última zona es geográficamente la de menor extensión y su densidad demográfica es también muy reducida pues sólo representa el 5% de la poblacional nacional. En la zona andina la influencia del quechua y del aimara va más allá del léxico. Como se evidenciará después, se puede mencionar varios casos de uso divergente en estructuras fonológicas, morfológicas y sin-tácticas que posiblemente estén relacionados con problemas emergentes del contacto del castellano con estas lenguas indígenas. En cambio la influencia de las otras lenguas indígenas minoritarias parece circunscribirse preponderantemente, y de manera muy restringida, al ámbito léxico. Por tanto, al considerar ciertas bases para establecer una tipología del castellano boliviano será necesario tomar muy en cuenta el relativo rol del sustrato y adstrato lingüístico. En cada zona dialectal podemos diferenciar algunas variedades regionales que configuran con mayor precisión la fisonomía del castellano boliviano. Por un lado, en la zona andina podemos distinguir la varie-dad altiplánica, que abarca los departamentos de La Paz y Oruro, con predominancia del contacto aimara-castellano y la variedad valluna, que comprende los departamentos de Cochabamba, Potosí y Chuquisaca, donde prevalece el contacto quechua-castellano. Por otra parte, la zona oriental puede subdividirse en tres variedades: la variedad cruceña, la variedad beniana y la variedad pandina, correspondientes a los departa-mentos de Santa Cruz, Beni y Pando respectivamente. Finalmente la zona sureña estará constituida por dos variedades claramente diferenciadas: la variedad tarijeña, que comprende la ciudad de Tarija y el resto del departamento con excepción de las provincias chaqueñas, y la variedad chaqueña. En este caso proponemos denominar la primera variedad: castellano chapaco y la segunda: castellano chaqueño En cada variedad será posible determinar algunas características predominantes que las diferencian entre sí. Veamos en el mapa en la siguiente página la geografía correspondiente a estas zonas dialectales del castellano boliviano. Antes de ingresar a la diferenciación dialectal podemos referirnos a ciertos rasgos que son de naturaleza pantópica, es decir que se dan en todas las zonas dialectales. En principio reiteramos el mantenimiento de la oposición fonológica /λ/ - /y/. Esta oposición fonológica no puede ser empleada para una caracterización tipológica en razón de que se constató que en todos los nueve departamentos de Bolivia, es decir en las tres regiones dialectales, se mantiene la distinción fonológica /λ/ - /y/ en palabras como las siguientes que cons-tituyen verdaderos pares mínimos:

9 Aunque en términos geográficos estrictos corresponde referirse a la zona nororiental, preferimos usar la palabra oriental porque los dos departamentos más grandes que componen esta zona geográfica se hallan en la región oriental de Bolivia.

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(1) hoya - ollapoyo - pollovaya - vallarayo - rallomaya - malla

Por tanto el fenómeno del yeísmo no se da en ninguna de las tres zonas dialectales que estamos des-cribiendo. En consecuencia se puede aseverar que Bolivia todavía es un país eminentemente lleísta. Esta característica nos permite diferenciar el castellano boliviano del de otros países del mundo hispanohablante. En segundo lugar mencionemos, aún en el ámbito fonológico, un rasgo compartido por los hablantes de todo el país que tiene que ver con la diptongación de la forma adverbial ahí > ay como se puede constatar en los siguientes ejemplos de nuestro corpus:

Mapa basado en Coello Vila 1996: 174

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(2) a. Ha preferido meterse ay.b. Creo que en ay lo han dejado.c. Ay estaba hace un momento.

Incluso en la frase por ahí que adquiere un significado regionalizado de probabilidad (tal vez) es pronun-ciada con la forma adverbial diptongada:

(3) a. Por ay no viene temprano.b. ¿Por ay me dice que no hay?c. Y otras cosas que por ay se me van estar ocurriendo.

Un tercer rasgo de carácter nacional se refiere al ritmo silábico característico del castellano que adquiere una función pragmática en Bolivia. Este ritmo silábico a veces se encuentra con un compás modificado a causa del alargamiento vocálico que se produce en algunas sílabas, especialmente para indicar énfasis:

(4) a. mucho > [mú:cho]b. formas > [fó:rmas]c. gracias > [grá:sjas]

En el ámbito morfosintáctico podemos mencionar como cuarto rasgo la tendencia al leísmo que tras-ciende los sociolectos en las tres zonas dialectales.

(5) a. Le dejó por eso.b. no le había visto.c. Pero nadie les escucha, menos agitados como están por la matanza.d. disimuladamente le codeo al teniente.

Un quinto rasgo está vinculado al fenómeno de discordancia de tiempos verbales, conocido tradicional-mente como consecutio temporum. Esta discordancia es muy frecuente en todos los estratos sociales de todas las zonas dialectales

(6) a. Le dijo que venga.b. nos pidió que tengamos paciencia.c. Me pidió que me levante.

dietrich (1995: 207) menciona como frecuente la “falta de atención” como causa de la consecutio tempo-rum tanto en el indicativo (le hizo decir que se va), como en el subjuntivo (le rogó para que le ayude); sin embargo pensamos que este rasgo más bien representa una simplificación pues el verbo de la subordinada siempre estará en presente tanto en el indicativo como en el subjuntivo. En sexto lugar mencionamos la ocurrencia de artículo determinado antes de un nombre propio como rasgo adicional de carácter nacional. Recordemos al respecto que la gramática de la lengua prescribe que un nombre propio no ser precedido por artículo alguno. Sin embargo, en este caso no se trata únicamente de una divergencia más pues el empleo del artículo determinado antecediendo a un nombre propio expresa una función pragmática que nos permite diferenciar, por ejemplo, las siguientes dos expresiones:

(7) a. ¿Sabes dónde esta Silvana?b. ¿Sabes dónde esta la Silvana?

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Todo boliviano castellanohablante reconoce al instante que en la segunda expresión la persona aludida es alguien muy allegada o de confianza tanto para el hablante como para el interlocutor. Esta información prag-mática de proximidad o cercanía está ausente en la primera expresión. Por lo tanto la presencia de artículo de-lante de nombres propios tiene una función específica como se puede comprobar en los siguientes ejemplos:

(8) a. Los delirios del jefe del Severo.b. Para comunicarme con el Alex.c. Mi excompañera la Luisa Molina.d. Contesta el viejo y mira a la Marta.e. Cuando lo ven al teniente con el Ambrosio.f. La revelación del don Mateo.

Como séptimo rasgo podemos mencionar en el ámbito verbal el uso de un arcaísmo: la forma verbal haiga. Su empleo conlleva dos posibles significados. El primero como variante de haya y el segundo como probabilidad referida al pasado: haiga sido como equivalemnte de ha debido ser. Si bien se puede observar que esta característica se da en todas las regiones dialectales, es también posible hacer notar que existe una di-ferencia en el plano diastrático. En las zonas andina y sur esta forma verbal es muy frecuente en la variedad popular y tiende a aparecer especialmente en el registro informal de la variedad culta. Sin embargo en la zona oriental el uso de haiga es más notorio en la variedad culta además de la popular. Veamos algunos ejemplos como variante de haya:

(9) a. El deseo es que haiga paz y más trabajo.b. Esperando que haiga una política.c. Para que no haiga problemas.d. Que no haiga más pelea, que haiga tranquilidade. Para que no haiga ningún pretexto.f. Surge la idea de que haiga un grupo.

A continuación tenemos algunos ejemplos de haiga indicando una probabilidad referida al pasado:

(10) a. de otra parte haiga sido. (ha debido ser)b. Se haiga ahogado. (se ha debido)c. de otro lugar haiga salido. (ha debido salir)

Un octavo rasgo se refiere al uso del adverbio bien en lugar de muy antepuesto a un adjetivo. Este es un fenómeno de naturaleza pantópica y panstrática en Bolivia. Sabemos que la lengua castellana reconoce el empleo de este adverbio delante de las formas verbales de participio pasado con función adjetival: bien veni-do, bien hecho, etc. Sin embargo el uso ejemplar de la lengua no admite bien antes de un adjetivo, uso que en Bolivia tiene plena vigencia. Veamos algunos ejemplos:

(11) a. Y que puede alumbrar bien cabal.b. Y exclamó: ¡Quéee! Así bien incrédulo.c. La Luisa bien firme y yo bien tambaleante.d. Le ha puesto casa en un barrio bien decente.e. Respondió creyendo haber escuchado bien mal.f. Son bien buenos socios hasta que alguien les toca los bolsillos.

Cabe hacer la siguiente aclaración. Hemos indicado que estos ocho rasgos son de naturaleza pantópica; puesto que tienen vigencia en todas las zonas dialectales de Bolivia. Sin embargo no podemos afirmar que

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estos rasgos son exclusivos para Bolivia pues con seguridad son también de uso frecuente en otros países u otras regiones. Lo que sí se puede proponer es que los ocho rasgos considerados como conjunto pueden ser considerados como característica específica de la fisonomía del castellano boliviano. Hecha esta aclaración podemos considerar la variación diatópica del país. En lo que respecta a la ca-racterización tipológica que vamos a proponer tomaremos como base preliminar un par de criterios: uno fonológico y otro morfosintáctico, a guisa de rasgos diagnósticos, adoptando mutatis mutandis la propuesta sugerida por Escobar (l978) para el análisis de la variedad peruana. En este sentido, podemos delimitar las tres zonas dialectales que proponemos para el castellano hablado en Bolivia en función de las variaciones atribuidas a estos dos rasgos del castellano boliviano. Consideremos inicialmente la variable fonológica que se presenta con el fonema fricativo /s/ en posición final de sílaba. La presencia de la variante [s] en posición implosiva versus su elisión [ø] o su pronunciación como fricativa prevelar con aspiración leve [h] nos permitirá diferenciar el castellano hablado en la región oriental de las demás regiones de Bolivia. El segundo rasgo se refiere al voseo que está extendido en todo el país. Sin embargo el uso de este rasgo permite confirmar la diferenciación dialectal observada en función del primer rasgo. En Bolivia el voseo se da de dos maneras. En un primer caso tenemos el voseo sólo pronominal en alternancia con la forma prono-minal tú, con voseo verbal sólo en la forma imperativa. Como segundo caso, se da el voseo pronominal con limitada presencia del tú como forma alternante más voseo verbal en todas las formas verbales. Estos dos rasgos diagnósticos permiten una clara diferenciación de la zona oriental de Bolivia frente a la zona andina y la zona sur. En cambio no habría prácticamente diferencia alguna en el contexto de estos dos rasgos entre estas últimas dos zonas. Sin embargo, estimamos necesaria la diferenciación dialectal de la región sur de Bolivia por otras dos razones estrictamente lingüísticas. La primera tiene que ver con aspectos que van más allá de lo meramente fonológico. En la zona andina se presentan muchos problemas de uso di-vergente que parecen estar relacionados con la situación de contacto entre el castellano y las lenguas andinas. Gran parte de estos problemas es inexistente en la variedad del castellano de la zona sur. Por otra parte, en la zona sur se presentan algunos rasgos característicos, especialmente fonológicos, que son ajenos a la zona andina y también a la zona oriental. Entonces sobre la base de estas dos variables podemos proponer la siguiente tipología como aproxima-ción preliminar a la variación diatópica del castellano boliviano.

Tipo 1: Zona andina a. Empleo predominante de la variante fricativa [s] aun en posición final de sílaba. b. Voseo pronominal en alternancia con el uso de tú. Voseo verbal sólo en la forma imperativa.

Tipo 2: Zona oriental a. Elisión [ø] y/o aspiración [h] como variantes prevalecientes del segmento fonológico /s/ en posición

post silábica, especialmente en posición final de palabra. b. Voseo pronominal y verbal en todas las formas verbales incluso la forma imperativa. El uso de la

forma pronominal vos es predominante.10

Tipo 3: Zona sur a. Empleo predominante de la variante fricativa [s]. La variante aspirada [h] ocurre con poca frecuencia,

especialmente en la subregión chaqueña. b. Voseo pronominal en alternancia con el uso de tú. Voseo verbal predominante en la forma imperativa

y en las formas de indicativo especialmente en la variedad popular.

En este sentido, en función del primer rasgo, la pronunciación registrada de palabras como las siguientes nos permitirá en principio ilustrar las tres zonas dialectales para el castellano boliviano.

10 Las formas pronominales tú y ti no se usan salvo en casos excepcionales generalmente en situaciones formales.

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(12) Zona Zona Zona andina oriental sura. cáscara [káskara] [káhkara] [káskara]b. mesas [mésas] [mésaø] [mésas]c. anís [anís] [aníø] [anís]

En atención al segundo rasgo se confirma la diferenciación dialectal anterior:

Indicativo Subjuntivo Imperativo Zona tú ~ vos cantas tú ~ vos cantes cantá andina tú ~ vos tienes tú ~ vos tengas ten tú ~ vos vives tú ~ vos vivas viví Zona vos ~ (tú)11 cantás vos ~ (tú) cantés cantá oriental vos ~ (tú) tenés vos ~ (tú) tengás tené vos ~ (tú) vivís vos ~ (tú) vivás viví Zona tú ~ vos cantas/cantás tú ~ vos cantes cantá sur tú ~ vos tienes/tenís tú ~ vos tengas ten tú ~ vos vives/vivís tú ~ vos vivas viví

3. Esbozo gramatical

A continuación pasamos a describir las características dialectales más representativas de cada una de las tres zonas dialectales, tanto en el plano fonológico como en el morfosintáctico. El aspecto léxico será tratado de diferente manera debido a su distinta naturaleza.

3.1. Fonología

3.1.1. Zona andina

de manera inicial tomemos en cuenta, la variación alofónica del fonema vibrante múltiple /r/ que se da en Bolivia. Este fonema tiene dos variantes: la vibrante múltiple [ř] que es característica de la norma supra-nacional y una variante fricativa sibilante sonora [z]. En el plano diatópico el empleo predominante de la variante asibilada [z] es característico de la región andina y de la región sur de Bolivia. En cambio en la zona oriental si bien ocurren las dos variantes, existe un predominio de la vibrante múltiple [ř]. Sin embargo desde la perspectiva situacional, en las zonas andina y sur, la variante vibrante múltiple del fonema /ř/ puede darse como variedad diafásica, es decir en situaciones formales de radio y televisión especialmente en los progra-mas de noticias, programas deportivos y publicidad oral. En estos casos se puede hablar de una coexistencia de doble valor funcional, aun en el mismo hablante en distintas situaciones comunicativas. Sin embargo fuera de estos contextos la variante asibilada [z] está presente preponderantemente en ambas zonas. En este sentido el uso de la variante asibilada [z] como norma lingüística regional tiene la siguiente dis-tribución:

(13) Zona Zona Zona andino oriental sura. perro [pézo] [péřo] ~ [pézo] [pézo]b. rojo [zóho] [řóho] ~ [zóho] [zóho]c. Enrique [enzíke] [enříke] ~ [enzíke] [enzíke]

11 Los paréntesis son para indicar la limitada frecuencia de esta forma pronominal.

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A continuación refirámonos a un rasgo fonológico relacionado con la asibilación de la consonante vibrante simple /r/. Esta vibrante puede también realizarse en el plano alofónico como fricativa asibilada [z] en posición implosiva precediendo a una consonante nasal linguoalveolar. Este caso ingresa en el nivel diastrático pues este rasgo se da de manera exclusiva en los hablantes de la variedad popular de la zona andina. Así tenemos:

(14) a. carne > [kázne]b. pierna > [piézna]c. perno > [pézno]

Esta variante asibilada obedece a las siguientes restricciones:

• no se da en monosílabos• no aparece en la última sílaba• la sílaba en cuestión debe ser tónica• debe preceder a la consonante nasal /n/

Esta variante característica de la variedad popular de la zona andina no se encuentra en la zona oriental ni en la zona sur. En el plano diastrático de la zona andina vamos a considerar de manera adicional otros dos rasgos fono-lógicos relacionados con la consonante vibrante simple /r/ y un fenómeno de africación que ocurre con ma-yor frecuencia en la variedad popular de la zona andina. Se trata en primer lugar de la secuencia consonántica /tr/ que en esta zona da origen, como variante, a una consonante africada sorda: /tr/. Con bastante frecuencia, especialmente en el registro informal, la consonante africada reemplaza a la secuencia consonántica en casos como los siguientes:

(15) a. tren > [trén]b. tranca > [tránka]c. dentro > [déntro]d. trica > [tríka]

Esta realización africada de la vibrante simple tiene como base inicial la consonante oclusiva sorda /t/. Se trata entonces de un fenómeno de asibilación de la /r/ vibrante simple más africación de la secuencia /tr/, especialmente en sílaba tónica. En esta zona el fenómeno de africación también se da con la consonante oclusiva sonora /d/ aunque de manera menos frecuente y también especialmente en la variedad popular. Por lo tanto, en lugar de la secuen-cia consonántica /dr/, se escucha la pronunciación de una consonante africada sonora /dr/:

(16) a. tendrá > [tendrá]b. Andrés > [andrés]c. drástico > [drástiko]d. drama > [dráma]

Estas variantes africadas no se encuentran en la zona oriental ni de la zona sur. La elisión de la /d/ intervocálica se constituye en otro rasgo de diferenciación dialectal; pues en la zona andina, a diferencia de las zonas oriental y sur, la tendencia es la conservación del uso de la /d/ en este con-texto:

(17) a. candado > [kandáδo]b. podrido > [podríδo]c. marcado > [markáδo]

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Por otra parte también podemos precisar en el plano diastrático que hay cierta tendencia entre los hablantes de la variedad culta de la zona andina a diferenciar el fonema /n/ que exhibe una variante nasal alveolar sonora [n] en posición inicial e intermedia de otra variante en posición final de palabra pronunciada como nasal velar sonora [ŋ]:

(18) a. cantan > [kántaŋ]b. acción > [aksióŋ]c. invocación > [inbokasióŋ]

Otro rasgo que atañe los segmentos vocálicos es la caída vocálica de sílabas átonas que se da en toda la zona andina:

(19) Potosí > [potsí] fuentes > [fuénts] complejidad > [komplejdád]helados > [eláts] troncos > [trónks] procesan > [próssan]pasajes > [psáes] ratones > [zatóns] desarrollan > [deszóllan]devotos > [debóts] tenemos > [tenéms] necesidades > [nessidáds]

A continuación nos ocupamos de un rasgo que puede considerarse como rasgo típico de La Paz. nos re-ferimos al adverbio monosilábico ya pronunciado con diferentes grados de alargamiento vocálico y con dis-tintos matices semánticos. Según el contexto dialogístico esta forma adverbial puede significar deprecación, incredulidad, ruego, aceptación o asentimiento. Los siguientes ejemplos nos permiten ilustrar esta variedad de usos:

(20) a. Házmelo, ¿yaa? (deprecación)b. Ya, ya, ya (advertencia)c. Yaah; mirala a esta. (incredulidad)d. Yaaaaah (festejo de un buen chiste)e. – ¿Puedes tráermelo? – Ya (asentimiento)f. – ¿Tomamos otra cerveza? – Yaps. (aceptación) (ya pues)

Un rasgo dialectal diferente en el ámbito suprasegmental es la dislocación de acento que se da en las formas verbales de la primera persona plural tanto del pretérito imperfecto de indicativo como del pretérito imperfecto de subjuntivo. de esta manera las formas verbales proparoxítonas son pronunciadas como pala-bras paroxítonas, es decir con acento agudo en la penúltima sílaba:

(21) a. estábamos > [estabámos]b. perdíamos > [perdiyámos]c. saltábamos > [saltabámos]d. quisiéramos > [kisjerámos]e. volviéramos > [bolbjerámos]

Este fenómeno, se presenta en la zona andina especialmente en las regiones donde hay influencia de la lengua quechua. nos referimos a los departamentos de Oruro, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí incluso se involucra la región de Vallegrande del departamento de Santa Cruz. Este rasgo es asimismo bastante frecuente en la variedad popular de la zona sur. Por la frecuencia y variedad con que se dan estos casos de dislocación de acento especialmente entre los usuarios de la variedad popular tanto de la zona andina como de la zona sur pensamos que se justifica proponer esta dislocación como rasgo caracterizador de ambas zonas.

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3.1.2. Zona oriental

Como se explicó anteriormente, en cuanto al primer rasgo diagnóstico del ámbito fonológico, la zona orien-tal se diferencia de las zonas andina y sureña porque el fonema /s/ tiene una realización más relajada [h] en posición implosiva con tendencia a eliminarse en posición de final de palabra.

(22) a. máscara [máhkara] estaba [ehtába] oscuro [ohcúro]b. más [máø] anís [aníø] portavoz [portabóø]

En lo que respecta a la vibrante múltiple [ř], corresponde señalar que ésta tiene mayor vigencia que en el resto del país aunque la variante asibilada [z] es también empleada pero como variante alternativa especial-mente en contextos familiares o informales de la variedad popular. Sin embargo cabe señalar que la vibrante simple /r/ no tiene variante asibilada como ocurre en la zona andina. Una segunda característica claramente notoria en la zona oriental es la tendencia a eliminar la consonan-te /d/ en posición intervocálica:

(23) a. candado > [kandáo]b. marcado > [markáo]c. pintado > [pintáo]

En la zona andina este fenómeno sólo se da de manera esporádica pues la norma lingüística regional tiende a conservar la /d/ intervocálica. En cambio en la zona sur también existe la eliminación de la /d/ in-tervocálica frecuentemente acompañada por un cambio en la última vocal que explicamos más abajo. Como mencionabamos arriba, en la zona oriental la dislocación de acento en las formas verbales de la primera persona plural tanto del pretérito imperfecto de indicativo como del pretérito imperfecto de sub-juntivo tiene una presencia reducida que prácticamente está limitada a la provincia Vallegrande del departa-mento de Santa Cruz. Esta zona históricamente ha recibido influencia quechua y esta puede ser la razón para que estas formas verbales como hurgábamos se pronuncien en el registro popular como palabras paroxítonas: [urgabámos].

3.1.3. Zona sureña

Un primer rasgo diagnóstico de carácter fonológico es eliminación de la consonante oclusiva sonora /d/ cuando ésta ocurre en posición intervocálica en sílaba final de manera similar a lo que se da en la zona orien-tal. En el castellano boliviano, con excepción de la zona andina, existe la tendencia a eliminar la /d/ intervo-cálica en la posición anotada. de esta manera:

(24) a. candado > [kandáo]b. prestado > [prestáo]c. mordido > [mordío]

En la zona sur, sin embargo, la elisión de la /d/ intervocálica con frecuencia genera un cambio en la última vocal de media posterior /o/ a una articulación alta posterior /u/, es decir los anteriores ejemplos son muy a menudo pronunciados:

(25) a. [kandáu]b. [prestáu]c. [mordíu]

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Con frecuencia esta alteración vocálica está presente en la variedad popular como lo demuestran los siguientes ejemplos de la novela costumbrista de Leyton (1987):

(26) a. Mi ha dejau y si ha iu.b. ¡Y qué ha siu de mi libreta!c. no he-i sacau ningún pañuelo.d. Me-i casau y he-i cambiau de casa.

Algunas veces esta consonante /d/ puede también ser eliminada en posición final:

(27) Pa’ su verdá.

Otro caso de frecuente eliminación de la /d/ intervocálica con caída vocálica se observa en la perífrasis de futuro haber de + infinitivo donde también se produce diptongación con las formas he y ha del verbo auxiliar haber. Los ejemplos extraídos de la novela costumbrista de Leyton (1987) son bastante ilustrativos:

(28) a. Prendida ai ser (ha de ser)b. Pa la Pascua te loi dar (te lo he de dar)c. no te loi negar (te lo he de negar)d. He dicho que tei querer (te he de querer)

Una tercera característica es la vinculada al verbo auxiliar haber seguido de participio pasado. En estos casos se produce diptongación de la secuencia clítico más las formas verbales he o ha:

(29) a. Ya tei puesto la radio. (te he puesto)b. de blanca sia vuelto negra. (se ha vuelto)c. no lia dejado nada. (le ha dejado)

Un cuarto rasgo diferenciador de la zona sur se presenta en el nivel suprasegmental. Con mucha fre-cuencia se da un alargamiento vocálico tónico que va combinado con dislocación del acento que incluso ocurre en palabras sueltas:

(30) a. maíz > [má:is]b. baúl > [bá:ul]

Este rasgo divergente se presenta especialmente entre los usuarios de la variedad popular de la ciudad de Tarija y también es muy frecuente entre los hablantes de las zonas rurales del departamento de Tarija. Este caso puede ser considerado una característica diatópica de la zona sur. Al respecto es muy ilustrativa una especie de paremia recogida en el habla popular de Tarija por Varas Reyes (1960: 118):

(31) – ¿Ande vais?– A narváis a traer mais pa’ que comáis

Señalemos de pasada que esta dislocación de acento también se encuentra en Ecuador y Paraguay. Tos-cano (1966: 117) al respecto indica que en la Sierra ecuatoriana se oye [máis] (maíz), [bául] (baúl), [fréido] (freído), [réune] (reúne), [óido] (oído). Esta dislocación acompañada por un alargamiento del vocalismo tónico, según Granda (1992: 684), también se da en el castellano paraguayo. Por otra parte, como se explicó anteriormente, la dislocación de acento en las formas verbales de la pri-mera persona plural tanto del pretérito imperfecto de indicativo como del pretérito imperfecto de subjuntivo

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es también una característica de la zona sureña. Así tuviéramos en el registro informal de la variedad popular es pronunciada como palabra paroxítona: [tubjerámos]. Asimismo en la zona sur se encuentra vigente la variante asibilada [z] en lugar de la vibrante múltiple [ř] al igual que en la zona andina. de esta manera el primer segmento fonológico de ratón normalmente será pronunciado como asibilado [zatón]. Sin embargo la variante asibilada no aparece en los otros dos casos: posición implosiva antes de consonante nasal (carne) o las secuencias /tr/ y /dr/ (trampa, drama) que son muy frecuentes en la variedad popular de la zona andina.

3.2. Morfosintaxis

3.2.1. Zona andina

El análisis de la variación dialectal en el plano morfosintáctico implicará la presentación de los rasgos más importantes que estarán agrupados en cinco ámbitos: nominal, pronominal, verbal, adverbial y sintagmático. En cada caso se hará la explicación indispensable en la zona andina pues es la región donde se presentan más características divergentes debido al hecho de que en esta zona se ha dado el contacto lingüístico desde el siglo XVI con las lenguas andinas aimara y quechua de manera continua. Es precisamente producto de este contacto centenario que emerge una importante variedad dialectal conocida como castellano andino. Por esta razón es que en la zona andina la mayoría de estas divergencias tienen vigencia plena no solamente en los hablantes bilingües sino también en el habla de los monolingües castellanohablantes.

3.2.1.1. Ámbito nominal

El diminutivoUn interesante caso de caída vocálica, como rasgo de naturaleza fonológica que caracteriza la zona andina, es la elisión vocálica que se da en las secuencias fonológicas resultantes de una combinación del llamado mor-fema de diminutivo {-ito} más el sufijo de plural {-s}. En estos contextos, los castellanohablantes de la zona andina con frecuencia eliden la vocal que se encuentra entre la consonante oclusiva sorda /t/ y la consonante fricativa sorda /s/ del sufijo plural dando como resultado la pronunciación de una secuencia inmediata de dos consonantes sordas: /ts/. Este fenómeno por lo general se presenta en los adjetivos y nombres:

(32) Nombre o más sufijo más sufijo pronunciación adjetivo {-ito} {-s} con elisión vocálicaa. grande grandecito grandecitos [grandesíts]b. muñeca muñequita muñequitas [muñekíts]c. papel papelito papelitos [papelíts]

Al respecto cabe añadir que en el castellano boliviano, a diferencia de lo que ocurre en la variedad están-dar supranacional, es frecuente la concurrencia del sufijo de diminutivo con otras categorías sintácticas como los adverbios y demostrativos: ahí > ahicito, eso > esito. En estos casos se pudo constatar que en la zona andina también es corriente elidir la vocal en las secuencias morfológicas señaladas.

(33) Adverbio más sufijo más sufijo pronunciación o demostrativo {-ito} {-s} con elisión vocálicaa. ahí ahicito ahicitos [aysíts]b. donde dondecito dondecitos [dondesíts]c. eso esito esitos [esíts]d. aquel aquellito aquellitos [akeλíts]

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En algunos casos este fenómeno de elisión puede llegar a instancias de doble elisión vocálica. Conside-remos los siguientes ejemplos:

(34) Nombre o más sufijo más sufijo pronunciación pronunciación adverbio {-ito} {-s} con elisión vocálica con doble elisión vocálicaa. bloque bloquecito bloquecitos [blokesíts] [bloksíts]b. aquí aquicito aquicitos [akisíts] [aksíts]c. donde dondecito dondecitos [dondesíts] [dontsíts]

Este tipo de elisión vocálica también se encuentra en la zona sur pero con mucho menos frecuencia. En la zona oriental no existe caída vocálica. Por eso proponemos esta elisión como rasgo diagnóstico para caracterizar especialmente la zona andina. En el castellano boliviano el llamado sufijo de diminutivo {-ito} además del sentido de diminutivo con frecuencia es empleado para expresar algunas funciones pragmáticas, entre otras, las de cortesía, familiaridad, atenuación y énfasis:

(35) a. – ¿Cuánto cuesta ese lápiz? – dos pesitos. (atenuación)b. Le pido este pequeño favorcito. (énfasis)c. Te llamo tempranito. (familiaridad)

La posibilidad de expresar diversos significados puede explicar el frecuente empleo de este sufijo prác-ticamente con todas las categorías sintácticas. Esta posibilidad de expresar funciones pragmáticas además del sentido de diminutivo nos permite entender por qué en la siguiente oración no existe contradicción ni incongruencia:

(36) ¿no tienes una mesita grande para prestarme?

En este caso el llamado sufijo de diminutivo -ito no se refiere al tamaño de la mesa sino que permite expresar un nivel de familiaridad del hablante con respecto a su interlocutor. Por lo tanto no contradice al adjetivo grande. de manera complementaria también debemos indicar que por lo menos en dos casos específicos de adverbios empleados en la zona andina del castellano boliviano: ahora y fuera, el sufijo -ito puede asumir un significado diferente a los anteriormente señalados. nos referimos a los siguientes ejemplos:

(37) a. ahora > ahoracitob. fuera > fueracito

En este par de casos la significación no corresponde al sentido de diminutivo ni a ninguna de las no-ciones pragmáticas indicadas líneas arriba. Lo que específicamente se expresa en estos dos ejemplos es un significado de advertencia o una referencia a un peligro inminente.

VoseoEl voseo en la zona andina tiene dos características. La primera es que el voseo verbal se reduce a la forma imperativa del verbo. La segunda es la alternancia de las formas pronominales tú / vos con la diferencia que vos es preferiblemente empleado en contextos menos formales. Esta forma de voseo tiene naturaleza pans-trática en toda la zona andina; es decir tiene plena vigencia tanto en la variedad culta como en la variedad popular. Veamos algunos ejemplos:

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(38) a. Fumate un cigarrito.b. Echale una firmita, Juanito.c. Andámelo vos a la tienda.d. Mostrámelos.e. Vos, sacá tus cosas y andate.f. Ahí sentalo – me dice.g. Salud hermano, servite.h. Pero vos estás sin problemas.

En Bolivia el voseo refleja una diferencia dialectal interna. En la zona oriental, existe un paradigma verbal similar al que se da en otros países como Argentina y Paraguay; es decir, tanto en el presente de in-dicativo así como el imperativo. En cambio, en las zonas andinas y sureña el voseo verbal sólo se da con las formas verbales de imperativo. Sin embargo, en las tres regiones dialectales de Bolivia la forma pronominal vos alterna con tú de la misma manera que con vos, para vos alternan con contigo, para ti.

Doble posesivonos referimos a la doble marcación en superficie de la relación de posesión que, en castellano general, es expresada por una sola marca morfosintáctica. Rivarola (1986) nos indica que la expresión de la doble pose-sión está documentada en castellano desde los orígenes del idioma y probablemente llegó a América en siglo XVI. En realidad éste es un fenómeno de doble causalidad. En principio tenemos su empleo en el castellano antiguo como se evidencia en los siguientes ejemplos del Cantar del Mio Cid:

(39) a. sos fijas del Campeadorb. sos sobrino del Campeadorc. sos mañas de los infantes y de La Celestina:

(40) a. su madre de Melibeab. hasta llegar a su casa de Calistoc. es tarde para yr a visitar a mi hermana, su muger de Cremes

Pozzi-Escot (1973: 3) llamó la atención sobre el carácter hispánico arcaico y sugirió que no se está ante una construcción inducida sólo por el patrón sintáctico quechua. Sin embargo también existe el influjo ads-trático tanto del aimara como del quechua cuyas gramáticas requieren doble indicación de posesivo como se puede verificar en las siguientes estructuras morfosintácticas del quechua (41a) y del aimara (41b):

(41) a. mama-y-pa wasi-n mamá-1.pos-gen casa-3.pos ‘de mi mamá su casa’ (literal) ‘su casa de mi mamá’ (con sintaxis castellana)

b. auki-ma-n uta-pa abuelo-2.pos-gen casa-3.pos ‘de tu abuelo su casa’ (literal) ‘su casa de tu abuelo’ (con sintaxis castellana)

Cabe resaltar que la isomorfía estructural de ambas lenguas andinas es extraordinaria en este aspecto y en muchos otros. Por esta razón pensamos que la vigencia de los rasgos del castellano andino en la zona andina es incuestionable debido al permanente influjo convergente de las dos lenguas amerindias cuyas gra-máticas comparten un alto nivel de estructuras isomórficas.

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Casos como de mí mi papá es profesor evidentemente no están vinculados con el arcaísmo hispánico. En este sentido, la construcción invertida (posesor-poseído) del tipo de Juan su oveja refleja clara interferencia en los hablantes bilingües. En estos casos hay que reconocer una diferencia importante entre el doble posesivo más el orden sintáctico (posesor-poseído) propio del quechua o aimara (de mi papá su casa) y la expresión doble de posesión con orden sintáctico (poseído-posesor) propio del castellano (su casa de mi papá). Veamos algunos ejemplos de nuestro corpus:

(42) a. necesitamos su trabajo de ellos.b. Porque es su mellizo de su hermano.c. En el campo tiene su hornito, de mi papá su papá.d. Como ese su hijo de doña Regina perdido en la feria.

El doble posesivo está muy extendido ciertamente en la zona andina. A veces incluso se dan formas dis-continuas con cierta distancia sintáctica:

(43) a. no fue a la U por su situación económica de la institución.b. Cuando me acuerdo que esta su hija es pues siempre del finado.

La frecuencia de uso del doble posesivo en la zona andina es tal que esta divergencia ha sido también adoptada por los castellanohablantes monolingües aunque preferentemente con sintaxis castellana. En rea-lidad en Bolivia el fenómeno está muy extendido pues también se lo emplea en la zona sur con bastante frecuencia.

3.2.1.2. Ámbito pronominal

Omisión de clítico con complemento directo antepuestoPozzi-Escot (1972: 137) al analizar la duplicación del complemento directo en la anteposición establece que en la región de Ayacucho estos complementos no se duplican sino raras veces: La venta hace su esposa. ¿De dónde trae la arcilla? La arcilla traigo de una mina. Granda (1999) a su vez menciona la omisión de los clíticos cuando el complemento nominal directo o indirecto se encuentra en posición preverbal. Rivarola (1986: 36) por su parte indica que un fenómeno inducido tal vez por el quechua o el aimara es la ausencia de clítico en construcciones de objeto directo donde la duplicación es obligatoria (A Juan he pegado fuerte, A Juan conocí). Es decir, la ausencia del pronombre completivo se debería a que en estas lenguas no existen formas prono-minales que desempeñen la función de complemento. nosotros añadiríamos que existen dos aspectos que considerar. El primero tiene que ver con el orden sintáctico regular de ambas lenguas andinas que ubica el complemento nominal en posición preverbal. Este hecho naturalmente induce a que el hablante bilingüe proceda al calco sintáctico colocando el complemento directo antepuesto al verbo. El segundo aspecto es la inexistencia de clíticos en las lenguas andinas hecho que no puede motivar ninguna duplicación; por lo tanto el influjo adstrático va en sentido de no proceder a la duplicación:

(44) a. Esos juguetes en la escuela han perdido.b. Jugaban con ellas, arrojando, llevando al río.c. Ese convenio hemos desconocido.d. El cuadro vamos a poner de nuevo.e. La cartilla le voy a mostrar.

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Duplicación de clítico con complemento directo pospuestoEste caso consiste en duplicar mediante clítico el complemento directo que se encuentra en posición pos-verbal. A diferencia del anterior rasgo, no podemos hablar de influjo de las lenguas andinas puesto que estas lenguas no tienen formas pronominales comparables a los clíticos del castellano. Este rasgo está bastante extendido en todo el país pero su alta frecuencia en la zona andina tanto en la variedad culta como en la variedad popular puede ser considerada como característica de la región.

(45) a. de manera que lo vi a tu amigo.b. Había consenso para elegirlo al presidente.c. dásela a Podemos la presidencia del Senado.d. Yo lo dejé aquí mi maletín.e. Lo tienen el teléfono apagado.f. Y luego mirándola a su hija la increpa.

Esta duplicación está tan extendida que incluso es frecuente en los medios de comunicación masiva como pueden certificar los siguientes ejemplos recogidos en radios de La Paz:

(46) a. Luego de haberlo digitalizado las imágenes.b. Hay que comprenderlo a dios.c. Todavía no la conocemos la alineación.d. ¿Lo tiene su carnet, por favor?

Asimismo en la zona andina también existe la tendencia de usar lo casi de manera invariable con las co-rrespondientes discordancias:

(47) a. Lo estamos presentando nuestra política.b. Se lo dejo la pregunta.c. disfrutarlo esta victoria.d. Yo ya lo di por terminada nuestra relación.

Dativo de interés y agentivo de interésEl uso frecuente del dativo de interés, es decir el uso de la forma pronominal átona que denota beneficio o perjuicio para el sujeto hablante es otra característica de la región andina.

(48) a. Me van a cocinar para mi cumpleaños.b. no se me queje si se lo pierde.c. Si una morenita se me presentara, yo me casaría para toda la vida.d. Me lo han botado como un perro.e. ¿Cómo me les va?

Asimismo el empleo de los pronombres átonos para destacar la participación del sujeto gramatical en la ac-ción verbal es muy frecuente en la zona andina. Este fenómeno que denominamos agentivo de interés se da usualmente con verbos intransitivos:

(49) a. Yo me he llorado.b. Me estaré yendo nomás.c. dónde te estás yendo ¿jha?d. Con los recuerdos me lloro.e. Hasta luego, se me cuida mucho.

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Secuencia me loGodenzzi (1996: 83) se refiere al uso de me y lo como una sustitución en el nivel morfosintáctico en el caste-llano peruano y le reconoce la función de “marcas de cortesía” en el imperativo. Explica Godenzzi que en el acto directivo de ordenar se da una modalización que tiende a “suavizarlo” y a “envolverlo” en un ropaje de consideración, respeto y cortesía. Así mientras la expresión dile a Juan resulta muy directa y eventualmente descortés, dimelo a Juan es sentida como más respetuosa y cortés. En este sentido podríamos plantear el uso de la secuencia de los clíticos me y lo como marca pragmática de cortesía en las oraciones imperativas equivalente a la expresión por favor. La fuerza locutiva se manifiesta en la secuencia melo como expresión de cortesía mediante la sustitución de le por lo más la anteposición inmediata del clítico me con función de da-tivo de interés; es decir, se trata de indicar que el hablante está comprometido y/o interesado en el resultado de la acción verbal. Por tanto el valor pragmático de estas secuencias pronominales supondrá un contexto dialógico entre hablante e interlocutor:

(50) a. Un favorcito, ¿dígamelo que me llame?b. Las llaves pedímelo.c. Que dios me los bendiga.d. Traémelo pan.e. Por favor, ¿me lo da pasito?

El valor de cortesía de la secuencia melo nos permite detectar una duplicación de este valor con la pre-sencia de la expresión por favor en los siguientes casos:

(51) a. ¿La luz, me lo puedes prender por favor?b. Por favor dímelo que venga.

3.2.1.3. Ámbito verbal

Pretérito simple vs. Pretérito compuestoEn el uso de los perfectos pretérito simple y pretérito compuesto de indicativo hay tendencias a preferir uno de los dos según las regiones pero en general no están muy claras las diferencias temporales y aspectuales entre ambos pretéritos. En la zona andina se prefiere la forma compuesta:

(52) a. Ha habido daño económico para con la constitución.b. Esta teoría lo hemos aplicado al verbo.c. Lo hemos desconocido ese convenio.d. Se han comprometido a garantizarlo el ingreso.e. Los soldados grave le han pegado en su casa.

El pretérito simple parece relegado a situaciones formales especialmente entre los hablantes de la varie-dad culta:

(53) a. Su voto lo emitió a las 15:00.b. Les ordenó que no comentaran nada de nada.c. El presidente me pidió un favor muy inusual.d. Le pedí que por favor traiga todos los implementos.

Pluscuamperfecto espurioSegún Cerrón-Palomino (2003: 70), Mercier y Guzmán introduce por primera vez el paradigma del plus-cuamperfecto como equivalente al -tawi pasado no experimentado. Bertonio (1603) ya observa este uso del sufijo -tay < taui. de lo indicado por Mercier y Guzmán este uso inferencial del pluscuamperfecto “debió ir

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cobrando vigencia hacia fines del siglo XVII y comienzos del XVIII”. Cerrón-Palomino (2003: 160) añade que las formas del pluscuamperfecto del castellano no son ya tales en la variedad andina, pues aquí significan más bien un pasado sorpresivo, de “súbito descubrimiento”: él había venido significa en verdad ‘no sabía que iba a venir y vino’, en claro calco de las formas -sqa y -ta del quechua y del aimara respectivamente. El hecho es que la forma del pluscuamperfecto sufre una reinterpretación semántica en su uso en la zona andina de Bolivia que le permite expresar sorpresa o desconocimiento de un hecho entre otras cosas:

(54) a. Fácil habiá sido.b. Así nomás habiá sido.c. Le habiá amenazado, dice.d. Me habián sabido querer y harto.e. Lo mismo dice que habiá pedido.

A veces este uso del pluscuamperfecto nos permite expresar incredulidad con la entonación sostenida al final de la expresión:

(55) a. Ay Paula, así nomás habiás sido↑b. no le había visto↑c. Se habiá caído↑

Como se puede observar en todos los ejemplos anteriores la forma del verbo auxiliar cambia de hiato a diptongo. Esta diptongación parece ser característica del castellano andino boliviano pues no se lo menciona en los estudios que, al respecto, se han hecho en los otros países de la región andina donde existe esta variedad. Finalmente indicamos que el pluscuamperfecto también permite expresar el recuerdo de algo que se quedó en el olvido:

(56) Ah, mirá, esta fecha nos habiamos casado.

Falso pretérito imperfectoExiste un rasgo que solamente se da entre los hablantes bilingües que todavía tienen un manejo precario del sistema verbal castellano. Este rasgo consiste en una falsa asimilación del sufijo regular del pretérito imper-fecto -aba que se añade a las formas irregulares de pretérito o a las formas verbales de pretérito de segunda conjugación: -ía:

(57) a. Como deciaban los gringos de la lagos.b. La policía caminera nomás eraba.c. La hijo de la gringo le deciaban en la pueblo.d. Cuando en la madrugada los dos se recogiaban.e. Y yo eraba su compadre.f. Se decía pobre y sus padres teniaban más plata quel alcalde.

Paradigmas verbalesEn la variedad popular de la zona andina se han establecido ciertas formas fusionadas con clítico y verbo auxiliar que constituyen verdaderos paradigmas. Tenemos las secuencias me ha, lo he, lo ha, le ha, se ha que se reducen a mia, lue, lua, lia y sia respectivamente como podemos constatar en los siguientes ejemplos:

(58) a. Miade arruinarb. Mian comunicadoc. Luego a mi siempre se mia ido la mano

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(59) a. Lue visto en la calleb. Te lué volteadoc. En la policía es donde lué reconocido al cabito

(60) a. Luán enterrado con honoresb. Ya luabiá enmanillado por detrásc. Es que no luá reconocido

(61) a. Que no sé quién lia hecho creer que mete miedob. El viejo Perales liade seguir dandoc. nada liá podido sacar al moribundo

(62) a. Y entonces todos sián vuelto a sentarb. Milagrosamente siá vuelto bien grandec. El teniente bien lúcido sia portado

3.2.1.4. Ámbito adverbial

Duplicación de locativoGodenzzi (1996: 83) nos indica que la marca redundante del locativo en: están bailando en ahí, se encuentra en aquí se explica porque en quechua el deíctico espacial kaypi ‘aquí’ está construido por el demostrativo kay ‘esto’ y el locativo -pi. Esta es una situación similar a la que se da en aimara donde los demostrativos khaya, khuri ‘aquel’, uka ‘eso’ y aka ‘esto’ están acompañados por el sufijo locativo -na para conformar los adverbios locativos respectivos. En cambio, en castellano, los deíticos (aquí, allí) ya integran en sí mismos el elemento de relación, resultando redundante la forma en aquí. Esta duplicación de locativo, que se debe al contacto con las lenguas andinas, es muy frecuente en la zona andina tanto en la variedad culta como la variedad popular.

(63) a. En allí estaba.b. Mirá, en ahí están jugando.c. dice que lo ha dejado en aquí.d. Estábamos enay toda la tarde. (en ahí)

3.2.1.5. Ámbito oracional

Anteposición de complemento directoEl orden canónico quechua y aimara en la oración transitiva es: SOV a diferencia del castellano: SVO. Una vez más la influencia del contacto motiva un orden sintáctico SOV en el castellano de la zona andina. Sin embargo, esta anteposición del complemento también puede producirse por efectos de énfasis, recurso muy frecuente de la lengua castellana. Por tanto tendríamos un nuevo caso de causación múltiple pues fuera de la motivación del propio castellano estaría también el influjo amerindio. En todo caso por la alta frecuencia de este rasgo pensamos que el contacto es el de mayor peso. Consideremos algunos ejemplos

(64) a. Esa chompa de alpaca era que me des.b. Todo esto hay que resucitar.c. ¿La luz, me lo puedes prender por favor?d. Esta teoría lo hemos aplicado al verbo.e. Sus peticiones ya la hicieron llegar.f. La lectura debemos realizarla.g. La entrada lo tenemos el 29 de junio.

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Anteposición de complemento de sujetoUn caso similar se presenta con las oraciones de predicado nominal que algunas gramáticas llaman com-plemento de sujeto. Una vez más el orden canónico quechua y aimara es: SCsV mientras que en castellano prevalece la posición posverbal: SVCs. A diferencia del caso anterior, aquí no corresponde hablar de la anteposición como recurso para expresar énfasis. Entonces sólo cabe considerar el influjo convergente de las lenguas andinas. Este rasgo de la zona andina es igualmente frecuente en la variedad culta como en la variedad popular. Veamos algunos ejemplos:

(65) a. Contenta estoy pues.b. Bien furioso se ha puesto.c. ¿Sordo eres?d. Muy oscuro estaba.

Pregunta de confirmaciónOtro rasgo característico de la zona andina tiene que ver con el uso de la pregunta ¿no ve? Que se emplea como pregunta de confirmación añadida a cualquier palabra, frase u oración con el significado de ¿no es cierto?

(66) a. En un barrio con puras fábricas que ahora ya no hay, ¿no ve?b. Porque él siempre está en la luna, ¿no ve?c. Yo conozco de estas cosas, ¿no ve?d. Tú vas a traerlo, ¿no ve?e. no, ¿no ve?f. Que lindo sería, ¿no ve?

En el departamento de Potosí existe el uso de la conjunción ‘y’ como posposición con la función de mar-car una pregunta de confirmación equivalente a la pregunta ¿no es verdad? Este rasgo es muy característico del habla potosina. Su empleo posposicional es prácticamente irrestricto pues puede añadirse a oraciones completas, a frases o incluso monosílabos:

(67) a. Mañana vamos a ir a la fiesta, ¿y?b. Hace rato, ¿y?c. no, ¿y?d. Porque será, ¿y?

Los elementos siempre, nomás, pero, pues

Siempre. El adverbio siempre se emplea con frecuencia en la zona andina para indicar énfasis. Muchas veces su valor es equivalente al significado de realmente:

(68) a. Él quiere siempre que seas su mujer.b. nada siempre.c. Bien abusivos son siempre ustedes.d. Algunas de las gentes que han venido siempre de la puna.

Nomás. En la zona andina esta forma adverbial puede adquirir varios significados:

(69) Ruego:a. Curámelo nomás.b. Vamos nomás.c. Házmelo nomás, aunque sea lo último.

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(70) Aceptación:a. Habla bien nomás.b. Esta comida está bien nomás.c. Lo trataron bien nomás.

(71) delimitación (solamente):a. Yo de visita nomás estaba.b. Yo, chofer nomás soy.c. Que para eso nomás tanta plata guardan.

(72) Incitación:a. Claro, mi teniente, pase nomás, mi teniente.b. Pídale nomás, tiene derecho.c. Hágalo nomás, todavía tiene tiempo.

Pues. La conjunción causal pues, frecuentemente pronunciado pss con elisión vocálica, en la zona andina asume también diferentes significados:

(73) Énfasis:a. Tampocopss.b. Soy pues paisano tuyo.c. Yo no sepss nada, mi teniente.d. Sí pues ya era una barbaridad.

(74) Insistencia:a. démelo pues.b. Andate pues.c. Y ahora qué esperas pues … ya vamos …d. Ya pues che no seas aguafiestas.

Pero. En la zona andina la conjunción adversativa pero colocada al final de la frase adquiere otra función pues se usa para indicar énfasis:

(75) a. Vení solito pero.b. Rico el almuerzo, poquito pero.c. dejala pero pues.

A veces se la emplea antepuesta a una palabra con función adjetival manteniendo el mismo valor enfático:

(76) a. Como para pobre, pero bien pobre.b. Pucha cómo me he farreado, pero farreaaado.

3.2.2. Zona Oriental

En lo que respecta a la zona oriental y la zona sur no nos referiremos a todos los rasgos mencionados en la zona andina sino solamente a aquellos que también se encuentran aunque con menor vigencia o diferentes características en estas zonas. En segundo lugar haremos especial hincapié en torno a algunos rasgos que son de uso exclusivo en cada una de estas zonas.

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3.2.2.1. Ámbito pronominal

VoseoComo indicamos anteriormente el voseo en la zona oriental va más allá de las formas verbales de imperativo. Podemos aseverar que existe una mayor similitud con el voseo de la región de Buenos Aires. A diferencia de la zona andina la alternancia pronominal vos / tú no es libre. En realidad el pronombre vos tiene absoluto predominio de uso y la forma tú está restringida a contextos muy formales.

(77) a. Qué sabés vos.b. Vos no me entendés pues.c. Lo que vos te pongás como vestido no importa.d. Lo que hacés, tenés que disfrutarlo.e. ¿Cómo te sentís ahora?

El voseo es también muy frecuente en la televisión:

(78) a. ¿Lo tenés tu video?b. Si podés agarrarlo.c. El debate que vos hacés.d. Ponelo por favor al Prefecto.

El voseo también se encuentra en la prensa escrita:

(79) a. Si la querés, defendela. (publicidad)b. Vos sos el arquero la próxima semana. (noticia deportiva)

Duplicación de clítico con complemento directo pospuestoEste tipo de duplicación, muy frecuente en la zona andina, también se encuentra en la zona oriental tanto en la variedad culta como en la variedad popular. Sin embargo a diferencia de la zona andina, en estos casos no se presentan problemas de discordancia:

(80) a. Ha decidido bajarlo el dólar.b. La leyó la invitación.c. Me lo puedes cargar el contador.d. no vengan a complicarla la situación.

Este rasgo también se encuentra usado con frecuencia en los medios de comunicación, especialmente en televisión:

(81) a. Lo resolvieron temprano el partido.b. Le cuesta tenerla ahí la pelota.c. La acarició la pelota.d. Lo complica el partido el árbitro.

Pretérito simple vs. pretérito compuestoEn el uso de los perfectos pretérito simple y pretérito compuesto de indicativo hay tendencias a preferir el pretérito simple. Al igual que en la zona andina no parecen estar muy claras las diferencias temporales y aspectuales entre ambos pretéritos; se trata simplemente de una preferencia:

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(82) a. Se lo di de inmediato el otro día.b. no le pude comprometer.c. Así se quedó todo este tiempo.d. Lo dejó hace un momento.

3.2.2.2. Rasgos exclusivos

En el plano netamente morfológico el uso del sufijo diminutivo -ito nos lleva a señalar que en la zona oriental este sufijo se usa en alternancia con otro morfema referido al diminutivo con características similares. nos referimos al sufijo -ingo que es característica exclusiva de esta zona. La distribución de este sufijo es parecida a la observada para -ito pues se lo puede añadir prácticamente a cualquier lexema. Así tenemos:

(83) un ratingo ahoringa la peladinga rapidingo ahicingo

Este uso alternante está tan enraizado que incluso se da con la forma lexicalizada: bonito que ya perdió su sentido diminutivo. La forma resultante: boningo naturalmente tampoco se refiere a un significado de dimi-nutivo. Cabe señalar, sin embargo que -ingo es normalmente usado en contextos comunicativos informales. En segundo lugar observamos que paralelo al uso del diminutivo -ingo se encuentra el sufijo aumentati-vo -ango cuyo uso también está restringido a la zona oriental. El empleo de este sufijo es menos frecuente y parece estar limitado a nombres y adjetivos. Veamos algunos ejemplos:

(84) puertonga florsanga grandongo feonga

Es decir estos dos sufijos se constituyen en características morfológicas panstráticas de uso exclusivo en la zona oriental pues tanto en la zona andina como en la zona sureña ambos sufijos son inexistentes. El sufijo -non se usa a menudo antepuesto al sufijo -ongo para magnificar el aumentativo:

(85) grande grandongo grandononongo

Un tercer rasgo adicional que caracteriza de manera exclusiva la zona oriental es el doble diminutivo. Es decir el empleo del sufijo iingo como intensificador de diminutivo añadido al sufijo -ito. Esta duplicación de diminutivo se presenta con algunas restricciones pues se da solamente con adjetivos y adverbios:

(86) a. poco poquito poquitingob. ahora ahorita ahoritingac. chico chiquito chiquitingod. todo todito toditingo

El sufijo -nin puede a veces emplearse antepuesta al sufijo -ingo como alternativa de duplicación para intensificar el sentido de diminutivo:

(87) chico chiquito chiquitingo chiquininingo

Como cuarta característica exclusiva de la zona oriental en el plano morfológico tenemos el empleo del sufijo -nin antepuesto al sufijo superlativo -ísimo. Este infijo se usa para marcar un grado de mayor intensidad en el superlativo.

(88) a. rico riquísimo riquininísimob. gordo gordísimo gordininísimo

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c. cerca cerquísimo cerquininísimod. mucho muchísimo muchininísimoe. mayor mayorísimo mayorininísimo

Un quinto rasgo exclusivo de la zona oriental es el empleo de la expresión dizqué usada con frecuencia al final de la secuencia sintáctica con diferentes matices semánticos:

(89) a. Juan está enfermo, dizqué. (incredulidad)b. Ellos son honrados, dizqué. (ironía)c. Quiere que le hable, ¡dizqué le voy a hablar! (negación)

A veces esta expresión se usa como alternativa a la secuencia dice que para indicar o anunciar algo que no le consta al hablante como se comprueba en los siguientes ejemplos:

(90) a. dizqué viene el Alcalde.b. Ayer dizqué hubo pelea.

Un sexto rasgo, esta vez en el plano sintáctico, que también caracteriza la zona oriental de manera exclu-siva es el uso del adverbio aún como marca pragmática de insistencia. Por lo general se produce este adverbio con elisión del segmento consonántico nasal; es decir en lugar de aún se oye decir aú. Este adverbio ocurre especialmente con formas verbales imperativas:

(91) a. Espérate aú.b. Vení aú.c. Traelo aú.

3.2.3. Zona sureña

3.2.3.1. Ámbito pronominal

Duplicación de clítico con complemento directo pospuestoEste rasgo también está presente en la zona sureña aunque su distribución no es tan amplia como en la zona andina pues su vigencia es más bien característica de la variedad popular. Veamos algunos ejemplos:

(92) a. Lo heredó el problema.b. Hay que meterlos esos paquetes.c. Podemos ir a verlo a don Mateo

3.2.3.2. Rasgos exclusivos

VoseoEn la zona sureña el voseo verbal y pronominal es muy fuerte. Generalmente el voseo verbal tiende a sim-plificar el diptongo de la forma verbal correspondiente al vosotros peninsular: tenéis > tenés ~ tenís; recordáis > recordás; sois > sos. Los siguientes ejemplos pertenecen a la novela costumbrista de Leytón (1987):

(93) a. ¿Sos loca vos?b. Elegí lo que gustés.c. ¡no recordás que te recomendamos esos trámites!

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En la variedad popular además existe la tendencia a cambiar la vocal media anterior /e/ a una articula-ción alta anterior /i/:

(94) a. no tenís madre.b. ¿Que hacís que no desaparecís de una vez?c. ¿no tenís plata para comer y tenís críos?d. Con tal que no te tapís la cara.e. ¿Querís más?f. ¿no la tenís vos?g. no tenís derecho a decir nada.

Algunas veces se conserva el diptongo en la forma verbal:

(95) a. Y ahura andáis persiguiendo toda clase de hembras.b. ¿Te portáis bien?

Perífrasis verbalLa perífrasis verbal haber de + infinitivo sufre un proceso de diptongación y elisión de la preposición de. Este rasgo es muy peculiar de la zona sur y es usado muy a menudo en la variedad popular:

(96) a. En la casa bien ha-istar.b. Se ha-i tomar un vinito.c. Pa vos ha-i ser.d. ¿Y qué se ha-i llamar?e. Con su pan se lu ha-i comer.f. – ¿A dónde vas? – A dónde ha-i ser, a un quilombo.

Partículasde las cuatro posposiciones: nomás, siempre, pero y pues usadas de manera divergente en la zona andina, sola-mente la conjunción causal pues se emplea en la zona sur en forma divergente para indicar énfasis. Además la pronunciación de esta conjunción con frecuencia es reducida a la forma pu:

(97) a. La libreta del banco pu.b. Así nomás pu.c. Así hay que ser, pu.d. – ¿Y si ponemos trampa? – ¿Tenís? – Sí, pu patroncito.

3.3. Léxico

En el ámbito del léxico creemos conveniente distinguir tres tipos de rasgos que caracterizan el castellano de Bolivia. En este sentido consideraremos bolivianismos, arcaísmos e indigenismos. En sentido lato los tres tipos pueden considerarse bolivianismos en la medida en que son vocablos que caracterizan el habla de este país. Sin embargo pensamos que es conveniente hacer una diferenciación para apreciar mejor este compo-nente de la variedad boliviana. Entonces vamos a entender por bolivianismos, en un sentido estricto, dos tipos de palabras. En principio estarán aquéllas que pertenecen al léxico de la lengua castellana pero que en el contexto boliviano han desarrollado un matiz semántico local. Un segundo grupo está constituido por pa-

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labras acuñadas en Bolivia según los moldes estructurales del castellano. En lo que respecta a los arcaísmos, se considerará a aquel caudal léxico que ha caído en desuso en la Península Ibérica pero que sigue vigente en Hispanoamérica, parte del cual también es corrientemente empleado en Bolivia. Puede ser que en este caso haya algunos arcaísmos que sólo tengan vigencia en algunas regiones de este país. En tercer lugar tenemos los indigenismos que representan las palabras provenientes de las lenguas amerindias, especialmente del quechua y del aimara. Estos tres tipos de léxico están presentes en los dos siguientes estudios.

3.3.1. Diccionario de Bolivianismos

Coello (1992) ha estado trabajando durante varios años en un proyecto lexicográfico patrocinado por la Uni-versidad de Augsburgo, Alemania para elaborar un diccionario de bolivianismos según las normas lexicográ-ficas modernas. El propósito del proyecto es presentar las voces bolivianas explicando su uso, su etimología y en lo posible los aspectos referidos a las motivaciones de su creación. También se trata de proporcionar información sobre su uso compartido con otras comunidades lingüísticas de América. El estudio de los bo-livianismos involucra un inventario y sistematización de los datos contenidos en miles de acepciones y usos diversos. Este proyecto, que hasta la fecha ha recopilado 16.000 voces, fundamentalmente intenta recuperar la riqueza que encierra el vocabulario diferencial, con referencia al español peninsular, de la comunidad lin-güística boliviana. Además de los extranjerismos e indigenismos que se acomodaron al castellano de América y particular-mente a Bolivia, el diccionario de bolivianismos se ocupa de un caudal léxico muy importante, se trata de aquellas palabras y frases que se generaron en estas tierras siguiendo los moldes morfoléxicos de la lengua. El diccionario de bolivianismos también recoge miles de términos de diferentes jergas, entre ellas la de los mili-tares, del narcotráfico, de los estudiantes, de los contrabandistas, de los voceadores, de los lustrabotas, de los jugadores de cartas, dados, sapo, rayuela, etc. Una parte importante de este diccionario es la que corresponde a los bolivianismos histórico-genéticos de voces amerindias. Estos préstamos ya han pasado a engrosar el fondo léxico de este país. En la zona andina naturalmente los préstamos provienen fundamentalmente del aimara y del quechua; sin embargo tanto en la zonas oriental como en la sureña, donde el influjo es limitado o inexistente en los planos fonológico y morfosintáctico, se nota una buena cantidad préstamos léxicos pro-venientes de las lenguas originarias de cada región.

3.3.2. Léxico culto

Existen varios vocablos de origen quechua y aimara que son empleados en la zona andina, tanto en la va-riedad culta como en la variedad popular, naturalmente con mayor frecuencia y en mayor cantidad en esta última variedad. El influjo también se da a la inversa pues en estas lenguas amerindias se han consolidado varios préstamos del castellano. Hace 12 años publicamos un trabajo realizado sobre el léxico culto de La Paz (Mendoza 1996) como parte del proyecto interhispánico “Estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la península ibérica”, cuya coordinación internacio-nal estaba a cargo de Juan M. Lope Blanch. El trabajo consistió fundamentalmente en la aplicación de un cuestionario de 4.452 entradas léxicas a doce hablantes de la variedad culta de La Paz. Uno de los primeros resultados arrojó un total de 16.848 vocablos obtenidos como léxico productivo de alta frecuencia de los cuales 525 son palabras que proceden del quechua o del aimara. Esto significa un 3,11% sobre el total de vo-cablos empleados por los doce informantes estudiados. Este porcentaje es significativo si consideramos que todos nuestros informantes eran monolingües castellanohablantes que pueden ser tipificados como perte-necientes a la variedad culta. Por tanto este porcentaje de léxico activo representa una influencia importante que ha alcanzado a los hablantes de la variedad culta pues no podemos dejar de inferir que estos vocablos ya constituyen léxico consolidado en la variedad diatópica del castellano de Bolivia. Es obvio suponer que si este cuestionario fuera aplicado a monolingües hablantes de la variedad popular y a los hablantes bilingües,

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en cada caso, el número de vocablos sería mucho mayor. Estos datos exhiben una situación muy diferente a lo que se muestra en similares trabajos sobre el habla culta de las ciudades de Lima y México en los que se manejan porcentajes insignificantes de indigenismos o en el caso de Santiago de Chile, La Habana, Madrid, Montevideo o Costa Rica donde no hay mención de léxico de origen amerindio. Los vocablos amerindios encontrados pueden dividirse en cuatro clases. Por motivos de espacio sólo indicaremos unos pocos ejemplos de cada caso. En primera instancia tenemos vocablos de origen aimara que, por ser La Paz una zona de bilingüismo aimara-castellano, constituyen la mayoría. Cabe hacer notar que muchos de estos vocablos han sido adaptados a la fonología castellana:

(98) a. mok’o ‘individuo pequeño’ lluch’u ‘gorro’ k’isa ‘orejones’b. wallaqe ‘sopa de pescado’ p’ajla ‘cabeza sin pelo’ charque ‘carne seca’

En segundo lugar se dan vocablos de origen quechua:

(99) ojotas ‘abarcas’ chuchus ‘senos’ k’ajcha ‘frontón’

Como tercer grupo están algunos vocablos que provienen del léxico compartido entre estas dos lenguas amerindias:

(100) muru ‘sin cabello’ ch’iji ‘césped’ k’ala ‘desnudo’

Finalmente ocurren casos de léxico compuesto pues se trata de creaciones léxicas híbridas con un com-ponente amerindio y otro castellano:

(101) a. café ch’ua ‘café diluido’b. cabello chiri ‘pelo rizado’c. k’asa ventana ‘persona sin un diente’

Estas palabras están vigentes como léxico activo también en los hablantes de la variedad culta especial-mente en la zona occidental de Bolivia; sin embargo su empleo está restringido a la lengua oral, especialmen-te al registro informal. Cabe añadir que la vigencia de estas palabras es mucho mayor en los hablantes de la variedad popular.

4. Conclusiones

La variación dialectal descrita en la zona andina resulta la más amplia particularmente debido al contacto con las lenguas aimara y quechua que son lenguas de grupos mayoritarios en Bolivia. Este influjo es notorio especialmente en el ámbito morfosintáctico donde se usan muchos rasgos divergentes, varios de ellos per-tenecientes al castellano andino, que no solamente son parte del habla de bilingües sino que también son empleados por castellanohablantes monolingües de la zona andina. Asimismo se ha podido evidenciar que algunos de estos rasgos están siendo empleados por hablantes monolingües del castellano en la región orien-tal del país donde no hay evidencia histórica de la presencia del quechua o aimara. La explicación de este fenómeno reside en las migraciones de gente andina quechua y aimara que se han dado en Bolivia especial-mente en las capitales de departamento: Santa Cruz, Trinidad y Cobija durante los últimos cincuenta años. Esto explica el hecho de que muchos de los rasgos del castellano andino hayan trascendido el bilingüismo y hayan adquirido un carácter panstrático; es decir hayan adquirido plena vigencia entre bilingües y monolin-gües, tanto en la variedad popular como en la variedad culta. Pensamos, por ejemplo, en la duplicación del posesivo con sintaxis castellana que es usada con mucha frecuencia por ambos sociolectos en toda Bolivia.

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Un fenómeno diastrático que vale la pena destacar se refiere a la diferencia existente entre la variedad culta y la variedad popular. En la zona occidental o andina esta diferencia es bastante notoria debido espe-cialmente al influjo adstratístico de las lenguas andinas en la morfosintaxis del castellano. En cambio en la zona sur y particularmente en la zona oriental la diferencia entre ambos sociolectos no es tan marcada. Hay incluso autores como Luis Alberto Roca (2007: 40) que sostiene que el Oriente boliviano “tiene una forma de hablar que no tiene diferencias diastráticas marcadas”. Sin embargo, si bien en el plano morfosintáctico puede que las diferencias no sean tan marcadas, podemos comprobar por el factor socioeducativo que sí existen diferencias distintivas entre la variedad culta y popular de la zona oriental especialmente en lo que respecta al léxico.

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