el caso de los bombones envenenados

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Anthony Berkeley El caso de los bombones envenenadosTtulo de la obra en ingls: THE POISONED CHOCOLATES CASE Traduccin de LUCRECIA MORENO DE SENZ EMEC EDITORES, S.A. El Sptimo Crculo 59 Buenos Aires, 11 de agosto de 1949.

NOTICIAEl escritor ingls Anthony Berkeley es casi tan misterioso como sus argumentos. Se ha averiguado, sin embargo, que su verdadero nombre es Anthony Berkeley Cox, que sus primeras novelas pertenecan al gnero psicolgico, que colabor en la famosa revista Punch y que fund el Detection Club. Se sospecha que es abogado, que vive en Londres, que ha frecuentado el periodismo, la poltica y la diplomacia. En el prlogo de uno de sus libros opina que la novela policial debe ser algo ms que un problema y una solucin, y la juzga ms afn a la psicologa que a las matemticas. Las dos novelas ms famosas de este escritor son The Poisoned Chocolates Case y Trial and Error. Las novelas firmadas con el seudnimo Francis Iles Malice Aforethought, Before the Fact, As for the Woman tambin pertenecen a Anthony Berkeley.A S. H. J. COX, Por no haber acertado En esta oportunidad.

CAPTULO PRIMEROROGER Sheringham bebi un sorbo del excelente coac que tena delante y se arrellan en su silln a la cabecera de la mesa. Entre una espesa nube de humo de tabaco, oa las voces acaloradas de los comensales, que charlaban animadamente sobre asesinatos, envenenamientos y muertes repentinas. Por fin Roger vea realizado su sueo, su Crculo del Crimen, fundado, organizado, reunido y dirigido por l exclusivamente. Y cuando en la primera reunin, cinco meses atrs, fuera elegido presidente por unanimidad, se haba sentido tan lleno de orgullo y complacencia como en aquel otro da inolvidable, del pasado ya lejano, en que un ngel disfrazado de editor le aceptara su primera novela. El Inspector Jefe Moresby, de Scotland Yard, estaba sentado a la derecha de Roger, en calidad de invitado de honor, y se hallaba dedicado, con evidentes dificultades, a fumar un enorme cigarro. Sinceramente, Moresby le dijo Roger, sin pretender restar

mritos a Scotland Yard, creo que en esta habitacin hay ms genio criminolgico (me refiero al genio intuitivo, no a la simple capacidad ejecutiva) que en ninguna otra parte del mundo, fuera de la Suret de Pars. Cree usted, Mr. Sheringham? repuso el Inspector con aire tolerante. Moresby siempre se mostraba generoso ante las opiniones de los dems. Bueno, bueno! y concentr su atencin una vez ms en el extremo encendido de su cigarro, tan distante de su boca, que se le haca imposible saber, por simple succin, si estaba encendido o no. Tena Roger cierto fundamento para su afirmacin, aparte de un justificable orgullo. La entrada a una de las selectas comidas del Crculo del Crimen no estaba al alcance de cualquiera, por el solo hecho de tener apetito.1 No bastaba que el futuro miembro profesase una pasin verbal por la solucin de crmenes y se contentase con ello; l, o ella, tena que probar su capacidad de llenar con eficacia los requisitos que estipulaba el Crculo. El candidato deba demostrar no slo un intenso inters por esta ciencia en todos sus aspectos, tanto el de la investigacin como el de la psicologa criminolgica, y conocer al dedillo todos los casos publicados, aun los de menor importancia, sino probar adems su capacidad imaginativa. En otros trminos, deba poseer una clara inteligencia y saber usarla. A este fin se le exiga un trabajo escrito sobre un tema elegido entre los propuestos por los miembros, el cual era sometido al presidente. ste emita su opinin sobre los trabajos que consideraba de valor en presencia de todos los miembros, quienes se pronunciaban al respecto. Un solo voto adverso significaba el rechazo. Era objetivo del club llegar a reunir eventualmente trece miembros, pero hasta ahora slo seis haban logrado aprobar el examen, y los seis estaban presentes la noche en que iniciamos este relato. Haba un famoso abogado; una escritora teatral no menos famosa: una brillante novelista que no posea toda la fama que mereca; el ms inteligente, si no el ms simptico de los escritores contemporneos de novelas policiales: el mismo Roger Sheringham; y, por ltimo Ambrose Chitterwick, que no era nada famoso. Chitterwick era un hombrecillo tranquilo, sin ningn rasgo de particular inters, cuya sorpresa al ser aceptado en este conjunto de celebridades haba sido an mayor que la de ellos al encontrarle en su medio. Con la sola excepcin de Chitterwick, se trataba, pues, de una asamblea que hubiera llenado de orgullo a cualquier organizador. Aquella noche Roger se senta no slo orgulloso, sino inquieto, pues les tena preparada una sorpresa; siempre era divertido sorprender a personajes como stos. Con la intencin de hacerlo, se puso de pie. Seoras y seores dijo, una vez que ces el ruido de copas y cigarreras que eran golpeadas sobre la mesa a modo de aplauso. Seoras y1 El autor hace un juego de palabras alrededor de la expresin all and sundry (todos y de toda laya), reemplazando sundry por hungry (hambriento). (N. de la T.)

seores, en virtud de los poderes conferidos por ustedes, se permite al presidente de este Crculo cambiar el programa de cualquiera de las reuniones. Todos conocemos el programa preparado para esta noche. Al dar la bienvenida al Inspector Moresby, el primer funcionario de Scotland Yard que nos visita (ms golpes de copas sobre la mesa), nuestro plan era adormecer su discrecin con una buena comida y vinos aun mejores, hasta inducirlo a relatar experiencias que jams llegaran a odos de la prensa. (Golpes repetidos y prolongados.) Luego de beber otro sorbo de coac, Roger prosigui. Pues bien, yo creo conocer muy bien al Inspector Moresby, y no son pocas las ocasiones en que he intentado, y con mucho empeo, llevarlo como hoy por los caminos de la indiscrecin; hasta ahora no he tenido xito. Tengo, pues, pocas esperanzas de que este Crculo, por tentadores que sean sus arrullos, logre obtener del Inspector relatos ms interesantes que aquellos cuya publicacin l permitira en el Daily Courier de maana. Mucho temo, seoras y seores, que el Inspector Moresby sea un hombre insobornable. "En vista de ello, he asumido la responsabilidad de alterar el programa de esta noche, y la idea que se me ha ocurrido tendr, segn espero, un eco muy favorable entre ustedes. Puedo aventurarme a afirmar que, adems de nueva, es apasionante. Haciendo una pausa, Roger mir sonriente los rostros interesados que le rodeaban. El Inspector Moresby, algo sonrojado, segua luchando con su cigarro. La idea que tengo agreg Roger se relaciona con Mr. Graham Bendix. Se produjo un movimiento general de inters. O mejor dicho se corrigi, hablando ahora ms pausadamente, con la seora de Graham Bendix. Al rumor de inters sigui un silencio casi absoluto. Roger se detuvo, como buscando las palabras con gran cuidado. Mr. Bendix es conocido personalmente por uno o dos de los aqu presentes. En verdad; su nombre ha sido mencionado como el de una persona a quien podra interesarle pertenecer a este Crculo si fuera invitado a ello. Si mal no recuerdo, fue Sir Charles Wildman quien present su candidatura. El abogado inclin su maciza cabeza con dignidad. S, creo que mencion su nombre alguna vez. La iniciativa nunca fue seguida, no recuerdo bien por qu. Creo que uno de nosotros opinaba que nunca llegara a pasar todas las pruebas. De cualquier manera, el hecho de que su nombre haya sido mencionado una vez demuestra que Mr. Bendix es, hasta cierto punto al menos, un criminlogo. Ello significa que en nuestras simpatas hacia l, frente a la terrible tragedia que ha sufrido, hay algo de inters personal, aun en el caso de quienes, como yo, no le conocemos personalmente. Muy bien! Muy bien! dijo una mujer alta y elegante sentada a la

derecha de la mesa, con el tono terminante de quien est muy habituado a decir "Muy bien! Muy bien" con aire trascendental en las pausas apropiadas de los discursos y cuando nadie ms lo hace. Era Alicia Daromers, la novelista, que diriga numerosos clubs femeninos por simple aficin, escuchaba discursos con una fruicin genuina y rayana en el altruismo; en la prctica, la ms recalcitrante de las conservadoras, y en teora, partidaria entusiasta de las doctrinas socialistas. Mi idea es dijo Roger sin ms prembulos que apliquemos esas simpatas a fines prcticos. No haba duda de que la atencin del auditorio haba sido definitivamente asegurada. Sir Charles levant sus espesas cejas grises, debajo de las cuales sola fruncir el ceo con gesto amenazante cuando algn testigo de la acusacin tena la osada de creer en la culpabilidad de alguno de sus clientes, Y agit sus lentes de oro, que pendan de una ancha cinta negra. Del otro lado de la mesa, Mrs. FielderFlemming, una mujer baja, rechoncha y ms bien fea, autora de comedias arriesgadas pero altamente exitosas, y cuyo aspecto recordaba el de una cocinera vestida de fiesta, roz con el codo a Miss Dammers y murmur algo a su odo, ocultando la boca con la mano. Ambrose Chitterwick parpade, y sus bondadosos ojos azules adquirieron la expresin de los de una cabra inteligente. Slo el autor de novelas policiales se mantena grave e inmvil; en circunstancias de crisis acostumbraba imitar las actitudes de su detective favorito, quien invariablemente permaneca impasible en los momentos ms decisivos. Esta maana llev mi iniciativa a Scotland Yard continu Roger, y si bien ellos siempre acogen con reservas las ideas de esta clase, esta vez les fue imposible oponer objeciones. El resultado fue que sal de all con la autorizacin oficial, aunque acordada de mala gana, para llevarla a cabo. Agregar que el factor decisivo para obtener esta autorizacin fue el mismo que dio origen a mi idea Roger se detuvo con aire de importancia y mir en torno de s: el hecho de que la polica ha abandonado toda esperanza de descubrir al asesino de Mrs. Bendix. De todos lados partieron exclamaciones, algunas de disgusto, otras de consternacin y otras de asombro. Todas las miradas se volvieron hacia Moresby. Este caballero, aparentemente ajeno a la mirada colectiva concentrada en su persona, acerc su cigarro al odo y escuch atentamente, como si esperase recibir algn mensaje secreto desde sus profundidades. Roger acudi en su ayuda. Este dato es absolutamente confidencial, dicho sea de paso, y s que ninguno de ustedes lo divulgar fuera de esta habitacin. Pero con todo, es un hecho irrefutable, las investigaciones sern interrumpidas, puesto que no han dado ningn resultado hasta ahora. Sin duda, existe siempre la posibilidad de que surja alguna nueva pista, pero en ausencia de sta las autoridades han

llegado a la conclusin de que no pueden seguir adelante. En consecuencia, mi proposicin es que nuestro club tome el caso en sus manos en el punto en que lo ha dejado la polica. Dicho esto, Roger mir con aire de expectativa al crculo de rostros vueltos hacia l. En cada uno se lea una pregunta y, en su entusiasmo, Roger olvid de inmediato el lenguaje del orador para caer en el familiar. Vern ustedes: los seis somos inteligentes, y, adems de que no creo que haya ningn tonto entre nosotros, no estamos, con el perdn de mi amigo Moresby, atados a ningn mtodo rgido de investigacin. Es mucho pedir, acaso, que, con nosotros seis en actividad y trabajando cada cual independientemente, uno pueda llegar a un resultado donde, hablando con franqueza, la polica ha fracasado? No creo que esto est fuera de toda posibilidad. Qu piensa usted, Sir Charles? El famoso abogado ri con voz grave. La verdad es que me parece una idea excelente, Sheringham, pero prefiero reservar mi opinin hasta que usted haya delineado su proposicin con mayores detalles. A m me parece una idea magnfica, Mr. Sheringham dijo Mrs. FielderFlemming, quien no tena la desventaja de poseer una mentalidad jurdica. Yo quisiera empezar esta misma noche. T no, Alicia? Sus mejillas abultadas temblaron de entusiasmo. A decir verdad observ el autor de novelas policiales con tono objetivo, yo ya haba formulado una teora propia. Este novelista se llamaba Percy Robinson, pero escriba bajo el pseudnimo de Morton Harrogate Bradley, nombre que haba impresionado tanto a los ciudadanos ms ingenuos de los Estados Unidos, que ese solo atractivo haba bastado para hacer agotar tres ediciones de su primer libro. Por algn obscuro motivo psicolgico, los norteamericanos siempre se sienten deslumbrados por el uso de apellidos como nombres de pila, especialmente cuando uno de ellos, como Harrogate, es el de un balneario de aguas termales de Inglaterra. Ambrose Chitterwick sonri con expresin bondadosa, pero no dijo nada. Pues bien prosigui Roger, los detalles estn sujetos al debate, naturalmente, pero he pensado que si todos hemos de participar en la investigacin, sera mucho ms interesante que trabajsemos independientemente. Moresby nos presentar los hechos concretos, tal como los conoce la polica. Si bien no ha estado directamente a cargo del caso, ha debido realizar una o dos gestiones relacionadas con l y conoce muy bien todos los pormenores. Adems, ha tenido la gentileza de pasar una tarde estudiando el legajo en Scotland Yard, a fin de no omitir nada esta noche. Cuando le hayamos escuchado, algunos de nosotros podremos formular una teora inmediatamente, mientras a otros se les ocurrirn quiz posibles caminos de

investigacin que desearn explorar antes de formular una hiptesis. De todos modos, propongo una semana de plazo, durante la cual elaboraremos nuestras teoras, verificaremos nuestros datos y estableceremos nuestra interpretacin individual de los elementos de juicio reunidos por Scotland Yard. Durante este tiempo, ningn miembro podr discutir el caso con los dems. Tal vez no logremos nada, pero de cualquier manera ser interesante como ejercicio criminolgico, prctico para algunos, terico para otros, segn nuestras inclinaciones. Y lo que me parece ms interesante es ver si todos llegamos a idnticas conclusiones. Seoras y seores, queda abierto el debate, como es de rigor decir en estos casos. En mis propios trminos, qu opinan ustedes? Roger tom asiento con alivio. No haba acabado de sentarse, cuando le fue formulada la primera pregunta. En otros trminos, Mr. Sheringham, debemos salir y emprender nuestras propias investigaciones, o bien elaborar una hiptesis basada en los datos que nos dar el Inspector Moresby? pregunt Alicia Dammers. Lo que cada uno de ustedes prefiera respondi Roger. Esto es lo que quise decir cuando seal que este ejercicio sera prctico para algunos y terico para otros. Pero usted tiene mucha ms experiencia que nosotros en el aspecto prctico objet Mrs. FielderFlemming con un gesto de contrariedad. Y la polica tiene an ms que yo replic Roger. Todo depender, sin duda, de que apliquemos el mtodo deductivo o el inductivo observ Morton Harrogate Bradley. Los que prefieran el primero, partirn de los datos suministrados por la polica y no necesitarn hacer investigaciones por cuenta propia, excepto, quiz, para verificar una o dos conclusiones. En cambio, el mtodo inductivo exigir extensas pesquisas. Exactamente dijo Roger. En nuestro pas, los datos aportados por la polica, ms el mtodo inductivo, han solucionado muchos misterios intrincados recalc Sir Charles Wildman. Yo utilizar este camino. Hay una caracterstica especial en este caso dijo Bradley, hablando consigo mismo, que tiene que conducirnos directamente hasta el criminal. Siempre he abrigado esta conviccin, de modo que la estudiar detenidamente. Por mi parte, no tengo la ms remota idea de cmo iniciar la investigacin de un punto cuando ello es necesario observ Mr. Chitterwick con aire de duda. Pero nadie le oy, y sus palabras pasaron inadvertidas. Lo nico que me ha llamado la atencin en este caso dijo Alicia Dammers en voz alta, considerado, quiero decir, en su aspecto esencial, es la ausencia de todo inters psicolgico. Y sin haberlo dicho expresamente, Miss Dammers dio a entender que, de ser as, el asunto no tena mayor inters para ella. No creo que usted piense eso cuando haya odo lo que Moresby va a

contarnos dijo Roger con suavidad. Estamos por enterarnos de muchas cosas ms que las publicadas en los diarios. Pues hable usted, Inspector interpuso Sir Charles con gran impaciencia. Estamos todos de acuerdo, entonces? pregunt Roger, mirando a su alrededor con la expresin feliz de un nio a quien acaban de darle una golosina. Estn todos dispuestos para la prueba? En medio del consiguiente coro de entusiasmo, una persona permaneci silenciosa. Mr. Ambrose Chitterwick continuaba preguntndose con gran preocupacin cmo debera "trabajar de detective" si ello se haca imprescindible. Haba estudiado las memorias de innumerables detectives de la vida real, verdaderos arquetipos de su profesin; pero lo nico que recordaba en aquel momento de sus lecturas en gruesos volmenes, comprados por dieciocho chelines y vendidos pocos meses despus a un cheln y medio, era que el verdadero detective, el verdadero, nunca se pone bigotes postizos cuando aspira a obtener resultados, limitndose a afeitarse las cejas. Como frmula para la solucin de misterios, este recurso se le antojaba bastante inadecuado. Por fortuna, en el rumor de la acalorada conversacin que precedi al momento en que Moresby se dispuso a hablar, de muy mala gana, por cierto, nadie repar en las angustias mentales de Mr. Chitterwick.

CAPTULO IICUANDO el Inspector Jefe Moresby se hubo puesto de pie y recibido modestamente su tributo de aplausos se le invit a dirigirse al Crculo desde su asiento, cosa que acept agradecido, como si hallase en l un refugio. Despus de consultar los papeles que tena entre las manos, Moresby comenz a informar a un auditorio absorto acerca de las extraas circunstancias que rodeaban la inesperada muerte de Mrs. Bendix. No citaremos las palabras textuales del Inspector, ni tampoco las numerosas preguntas aclaratorias que interrumpieron peridicamente su relato, pero la esencia de lo que dijo es lo siguiente: El viernes quince de noviembre por la maana, Graham Bendix entr a su club, el Rainbow, situado en el barrio de Piccadilly, y pidi su correspondencia. El portero le entreg una carta y un par de circulares, que Bendix llev al saln para leer junto a la chimenea. Mientras estaba leyendo lleg al club otro de los socios, Sir Eustace Pennefather, hombre de edad madura y miembro de la ms rancia nobleza, que tena su domicilio en la calle Berkeley, muy cerca de! club, pero pasaba la mayor parte del tiempo en ste. El portero mir el reloj, como acostumbraba hacerlo cada vez que entraba Sir Eustace, y, como siempre, eran exactamente las diez y media. La hora est definitivamente establecida. Haba tres cartas y un pequeo paquete para Sir Eustace, quien se

dirigi a su vez al saln e hizo un gesto de saludo a Bendix al encontrarle junto al fuego. Los dos se conocan poco, y probablemente nunca haban cambiado ms de unas pocas palabras. Fuera de ellos, no haba nadie en el saln en aquel momento. Despus de leer someramente sus cartas, Sir Eustace abri el paquete y murmur algo con disgusto. Bendix lo mir con aire interrogante, y con otro murmullo ininteligible Sir Eustace le extendi la carta incluida dentro del paquete, agregando un comentario poco amable sobre los procedimientos comerciales modernos. Disimulando una sonrisa, pues los hbitos y opiniones de Sir Eustace eran objeto de diversin entre los socios del club, Bendix ley la carta. En ella, la firma de Mason e Hijos, importantes fabricantes de bombones, informaba que acababa de poner en circulacin una nueva variedad de bombones de licor destinada especialmente a satisfacer el cultivado paladar del hombre de buen gusto. Aparentemente Sir Eustace se contaba entre estos hombres, de modo que se solicitaba tuviese a bien honrar a Mr. Mason y a sus hijos aceptando la caja de una libra adjunta, y formular luego cualquier opinin o crtica que le mereciesen las golosinas. Creern estos seores que soy una corista cualquiera rezong Sir Eustace, que era hombre irascible, y que les voy a mandar testimonios sobre sus malditos bombones? Que los lleve el diablo! Me quejar a la Comisin; esto no se puede permitir en nuestro club. La verdad es que el club Rainbow es una entidad cerrada y aristocrtica, descendiente directa del Caf Rainbow, fundado en 1734. Ni siquiera una familia fundada por un bastardo real puede llegar a ser tan aristocrtica hoy en da como un club cuyo origen es un caf del siglo XVIII. Para m, en cambio, el envo es providencial dijo Bendix, tranquilizando a Sir Eustace, pues me ha hecho recordar que tengo que comprar unos bombones para pagar una deuda de honor. Anoche mi mujer y yo estbamos en un palco del Teatro Imperial, y le apost una caja de bombones contra cien cigarrillos a que no localizara al villano antes de terminar el segundo acto. Gan ella. No debo olvidar comprados. No es mala esa obra. El Crneo Crujiente. La ha visto usted? No, ni pienso verla respondi el otro, todava de mal talante. Tengo otras cosas que hacer en lugar de sentarme a ver a una pandilla de tontos embadurnados con pintura fosforescente y disparndose tiros. Dijo usted que quera una caja de bombones? Llvese sta. La economa que significaba este ofrecimiento no tena importancia para Bendix, que era un hombre muy rico, y probablemente tena en aquel momento suficiente dinero en efectivo como para comprar cien cajas semejantes. Pero un esfuerzo ahorrado es otra cosa. En verdad no los quiere usted? pregunt, por cumplir una frmula

social. En la respuesta de Sir Eustace se oy claramente slo una palabra, un juramento, intercalado en abundancia. Pero como su significado era claro, Bendix le agradeci, y, para desgracia suya, acept el regalo. Por una casualidad extraordinariamente feliz, el papel en que vena envuelta la caja no fue arrojado al fuego, ni por Sir Eustace, en medio de su indignacin, ni por Bendix, cuando el paquete desenvuelto, caja, papel y cuerda fueron puestos en manos del segundo por el irascible Sir Eustace. Este hecho fue tanto ms afortunado por cuanto ambos hombres haban arrojado antes a las llamas los sobres de sus respectivas cartas. Bendix deposit todo en el pupitre del portero, pidiendo a ste que le guardase la caja. El portero la dej a un lado y arroj la envoltura en el canasto de papeles usados; poco despus recogi la carta, que Bendix haba dejado caer mientras cruzaba el saln. Junto con la envoltura, fue recobrada del canasto por la polica. Estos dos artculos, dicho sea desde un principio, son dos de las tres pruebas concretas del hecho, siendo la tercera la caja de bombones. De los tres protagonistas involuntarios de la tragedia que estaba por desarrollarse, Sir Eustace era sin duda el personaje ms curioso. De unos cuarenta y ocho o cuarenta y nueve aos de edad, pareca, con su rostro inflamado y su figura rechoncha, un gentleman de la vieja escuela, y tanto sus modales como su lenguaje estaban de acuerdo con la tradicin. La voz de los viejos caballeros tiende a enronquecer con la edad, pero no siempre es culpa de ello el whisky. Se dedican a la caza, lo que tambin haca Sir Eustace con incansable entusiasmo; pero, mientras los gentlemen tradicionales limitaban su caza a los zorros, Sir Eustace era mucho ms exigente en sus inclinaciones. En resumen, Sir Eustace era una mala persona. Sus vicios eran todos en gran escala, con el resultado lgico de que casi todos los hombres, buenos o malos, le apreciaban, salvo uno que otro marido o los padres de hijas casaderas, y las mujeres vivan pendientes de su voz ronca. En comparacin con Sir Eustace, Bendix era un hombre de aspecto comn, alto, moreno, no mal parecido, de unos veintiocho aos, tranquilo y ms bien reservado, popular en cierto modo, pero no excesivamente sociable, ni inclinado a responder a la cordialidad ajena con algo ms que una fra amabilidad. A la muerte de su padre, ocurrida unos cinco aos atrs, haba heredado una cuantiosa fortuna hecha a base de transacciones en bienes races. El viejo Bendix haba adquirido extensos terrenos en zonas poco pobladas, y con una visin casi milagrosa, los haba vendido ms tarde a ms de diez veces su valor inicial, una vez que estuvieron rodeados de viviendas y fbricas levantadas con el dinero ajeno. Su lema haba sido "Quedarse tranquilo y dejar que otros le hagan a uno rico", y la frmula se haba cumplido al pie de la letra. Su hijo,

aunque poseedor de una renta que le exima de toda necesidad de trabajar, pareca haber heredado las inclinaciones paternas, y tena sus lneas tendidas sobre una serie de empresas lucrativas, simplemente, como deca a modo de disculpa, porque le atraan los negocios, el juego ms apasionante del mundo. El dinero atrae al dinero. Graham Bendix lo haba heredado, lo haba hecho, e inevitablemente hizo un casamiento con una heredera. Mrs. Bendix era la nica hija de un armador de Liverpool, con una fortuna de cerca de medio milln de libras esterlinas, que Bendix por su parte no necesitaba para nada. Pero el dinero haba sido en este caso algo circunstancial, pues Bendix amaba a su mujer, y se hubiese casado con ella aunque no hubiese tenido un cntimo. Joan Bendix era la mujer soada: una muchacha alta, de gustos intelectuales, esmeradamente educada, no tan joven como para no tener un carcter ya formado, pues tena veinticinco aos cuando Bendix se cas con ella. Era la esposa ideal, pues si bien en ciertos aspectos era algo puritana, cuando Bendix contrajo matrimonio estaba dispuesto a serlo l tambin, si con ello poda obtener la mano de Joan Cullompton. Debemos sealar que, a pesar de la seriedad que mostraba ahora, Bendix haba sido un joven bastante aficionado a las diversiones, pero en un grado normal. Con ello queremos decir que las puertas de bambalinas de los teatros no le eran totalmente desconocidas, y que su nombre haba sido mencionado alguna vez junto con los de alguna que otra joven frvola de las que trabajan en las tablas. Se las haba ingeniado, pues, para divertirse con discrecin y a la vez sin ocultarse, en la forma que es habitual entre los jvenes con mucho dinero y pocos aos. Pero todo esto haba terminado, como es tambin lo habitual, con su matrimonio. Mostraba abiertamente su cario por su esposa y no le importaba quin lo viese, mientras ella, aunque con mayor recato, le corresponda en igual forma. En fin, el matrimonio Bendix pareca haber logrado realizar esa octava maravilla de la vida moderna, una unin feliz. Y en medio de tanta dicha, fue a caer como un rayo la caja de bombones. Despus de depositar la caja de bombones en la portera prosigui diciendo Moresby, mientras revolva sus papeles en busca del que necesitaba, Mr. Bendix se reuni con Sir Eustace en el saln de lectura, donde ste estaba leyendo el Morning Post. Roger hizo un gesto de aprobacin. No era posible imaginar a Sir Eustace leyendo otro peridico que el Morning Post. Por su parte, Bendix se dedic a hojear el Daily Telegraph. Aquella maana se encontraba sin mucho que hacer, pues no tena ninguna reunin de directores, y ninguno de los negocios en que estaba interesado le exiga que saliese del club en aquel da lluvioso de un tpico otoo londinense. Pas el resto de la maana sin hacer nada en particular, ley los peridicos del da, hoje los

semanarios y jug una partida de billar con otro socio igualmente desocupado. Alrededor de las doce y media regres a almorzar a su casa de Eaton Square, llevndose la caja de bombones. Mrs. Bendix haba avisado que no almorzara en casa aquel da, pero luego haba cancelado su compromiso. Bendix le entreg la caja de bombones despus del almuerzo, mientras tomaban el caf en la sala, refirindole cmo los haba obtenido. Mrs. Bendix coment jocosamente su mezquindad por no haberle comprado una caja especialmente, pero como le agradaba la marca de sta, se dispuso a probar la nueva variedad lanzada por Mason e Hijos. Los intereses de Joan Bendix no eran tan serios como para impedirle tener un saludable y femenino inters por los bombones de calidad. Su aspecto, empero, no pareci agradarle mucho. Kmmel, Kirsch, Marrasquino enumer, revolviendo los bombones envueltos en papel metlico con los respectivos nombres escritos en letras azules. Parece que no hay otras clases. No veo que haya nada nuevo aqu, Graham. No han hecho ms que seleccionar esas tres clases de bombones de licor de su surtido. Ah! coment Bendix, que no tena especial aficin por los bombones. Bueno, no creo que tenga mucha importancia. Para m, todos los bombones de licor tienen el mismo sabor. Adems, los han colocado en la misma caja que usan siempre se quej Joan, examinando la tapa de la caja. No son ms que una muestra seal Bendix. Puede que todava no tengan las cajas nuevas. No creo que sean diferentes de los otros opin por fin Mrs. Bendix, mientras quitaba la envoltura de un bombn de Kmmel. Quieres uno? ofreci, extendiendo la caja a su esposo. No, gracias, querida. Ya sabes: no como esas cosas. Pues, tienes que probar uno de estos bombones, como castigo por no haberme comprado una caja mejor. Toma! y le arroj un bombn. Mientras l lo tomaba en el aire, Joan hizo una mueca. Ay! Tenas razn. Estos bombones son diferentes: el licor es diez veces ms fuerte. Bueno, no les viene mal, en general dijo sonriendo Bendix, pensando en el lquido indefinido con que habitualmente son llenados los bombones de licor. Cuando mordi el que le haba dado Joan y sorbi su contenido, sinti un sabor picante, no intolerable pero lo suficientemente pronunciado como para que le resultase desagradable. Vaya! dijo. Es verdad. Son tan fuertes que parecen llenos de alcohol puro. No creo que hagan eso repuso su mujer tomando otro bombn.

Pero la verdad es que son sumamente fuertes. Ha de ser la nueva mezcla. Son tan picantes, que no estoy segura de si me gustan o no. Adems, este Kirsch tena demasiado gusto a almendra. Tal vez ste sea mejor. Prueba t tambin uno de Marrasquino. Para complacerla, Bendix prob otro, que le desagrad todava ms. Es extrao coment en seguida, tocndose el velo del paladar con la lengua. Tengo la lengua completamente insensible. Yo tambin la tena, al principio dijo ella, pero ahora siento un cosquilleo. Bueno, no veo la diferencia entre el Kirsch y el Marrasquino. Y cmo me arde la lengua! Todava no puedo decidir si me gustan. A m no me agradan dijo Bendix con tono decidido. Yo creo que no estn buenos; en tu lugar, no comera ms. Bueno, tal vez se trate de una muestra de prueba dijo su mujer. Pocos minutos despus Bendix sali de su casa para acudir a una cita en el centro de la ciudad. Dej a Joan tratando de decidir todava si le gustaban o no los bombones, y comiendo siempre a fin de llegar a una decisin. Las ltimas palabras que ella le dijo fueron que la boca le arda tanto que tema no poder seguir comiendo ms bombones. Mr. Bendix las recuerda con mucha claridad dijo Moresby, mirando el crculo de rostros atentos que le rodeaba, porque es la ltima vez que vio a su esposa viva. La conversacin en la sala haba tenido lugar aproximadamente entre las dos y cuarto y las dos y media. Bendix lleg a su cita en el centro de la ciudad a las tres, y permaneci all alrededor de media hora. Tom luego un automvil de alquiler y lleg al club a tomar el t. Durante la entrevista de negocios que sostuvo, se haba sentido muy indispuesto, y en el automvil estuvo a punto de desmayarse; el conductor debi llamar al portero para que le ayudase a descender y a entrar al club. Tanto el conductor como el portero declaran que estaba plido, desencajado, con los ojos fuera de las rbitas, los labios lvidos y la piel cubierta de sudor fro. Pareca lcido, sin embargo, y una vez que le ayudaron a ascender los escalones, pudo entrar al vestbulo con alguna ayuda del portero. Este, alarmado por su aspecto, intent telefonear inmediatamente al mdico, pero Bendix, que era enemigo de llamar la atencin, se neg terminantemente, diciendo que sufra una indigestin aguda y que se repondra en pocos minutos; probablemente haba comido algo que le haba sentado mal. Aunque el portero tena algunas dudas, lo dej solo. Pocos minutos despus Bendix repiti este diagnstico de su indisposicin a Sir Eustace Pennefather, que se encontraba en el saln en aquel momento, pues no haba abandonado el club. Pero esta vez Bendix agreg: Ahora que pienso en ello, creo que han sido esos bombones que usted me dio. Me pareci que tenan algo raro cuando los com. Es mejor que hable por

telfono con mi mujer y le pregunte si se encuentra bien. Sir Eustace, que en el fondo era hombre de buen corazn, se sinti tan alarmado como el portero ante el aspecto de Bendix, ms an por la idea de que pudiese tener alguna responsabilidad en el hecho, y se ofreci a telefonear a Mrs. Bendix, ya que Bendix no estaba en condiciones de moverse. Cuando ste quiso replicar, se oper un cambio extrao en su persona. Su cuerpo, que estaba tendido flccidamente sobre un silln, se agit de pronto con un movimiento espasmdico, sus mandbulas se apretaron, sus labios se entreabrieron en una mueca horrible y sus manos se crisparon sobre los brazos del silln. En el mismo momento Sir Eustace advirti un olor inconfundible a almendras amargas. Muy alarmado ahora, y creyendo que Bendix se mora delante de sus propios ojos, grit llamando al portero para que telefonease a un mdico. En un extremo del saln, en el cual probablemente nunca se haba odo un grito en todo el curso de la historia del club, haba tres personas en aquel momento, quienes se acercaron inmediatamente. Sir Eustace envi a una de ellas a buscar al mdico ms prximo y solicit la ayuda de las otras dos para poner a Bendix en una posicin ms confortable. No caba duda de que estaba envenenado. Cuando le preguntaron cmo se senta y cmo podan ayudarle, no respondi; estaba ya inconsciente. Antes de llegar el mdico, se recibi un alarmante mensaje de la casa de Bendix, preguntando por el amo, para que acudiese inmediatamente al lado de su esposa, que se hallaba seriamente enferma. En la casa de Baton Square los acontecimientos haban adquirido el mismo giro con respecto a Mrs. Bendix, pero con mayor rapidez. Despus de despedir a su esposo, permaneci en la sala algo ms de media hora, y durante este perodo comi probablemente dos o tres bombones ms. Luego se dirigi a su dormitorio y llam a su doncella, dicindole que se senta enferma y que se recostara un rato. Como su marido, atribuy su indisposicin a una violenta indigestin. La doncella le prepar una bebida con unos polvos digestivos consistentes en bicarbonato de soda y bismuto, y luego de traerle una bolsa de agua caliente, la dej recostada en cama. Su descripcin del aspecto de su ama coincide exactamente con la que hicieron de Bendix el conductor del taxmetro y el portero del club, pero ella no se sinti tan alarmada. Ms tarde admiti haber pensado que Mrs. Bendix, aunque lejos de ser una mujer glotona, haba comido con exceso durante el almuerzo. A las tres y cuarto hubo un fuerte llamado de campanilla desde la habitacin de Mrs. Bendix. La doncella corri apresuradamente al piso alto, y hall a su seora rgida e inconsciente. Sumamente alarmada entonces, perdi algunos minutos preciosos en un infructuoso esfuerzo por volverla en s, y luego baj para telefonear al mdico. El que asista habitualmente a la familia no se encontraba

en casa, y transcurri algn tiempo antes de que el mayordomo, habiendo encontrado a la muchacha junto al telfono presa de un ataque de nervios, lograse comunicarse con otro. Cuando ste lleg a la casa, casi media hora despus de haber sonado la campanilla de Mrs. Bendix, no haba ya nada que hacer. Mrs. Bendix estaba agonizando y, a pesar de los esfuerzos del mdico, muri a los diez minutos escasos de llegar ste. En realidad, estaba ya muerta cuando el mayordomo llam por telfono al Club Rainbow.

CAPTULO IIILLEGADO a esta etapa de su narracin, Moresby hizo una pausa para lograr efecto, cobrar aliento y refrescarse con un trago. Hasta aquel momento, a pesar del intenso inters con que se haba seguido su relato, no haba aparecido ningn hecho del cual no tuviese ya conocimiento su auditorio. Lo que ste deseaba or era la investigacin realizada por la polica, pues no slo no se haba publicado ningn detalle, sino que ni siquiera se haba insinuado en forma alguna cul era la teora oficial. Es posible que Moresby captase este sentimiento general, pues, luego de detenerse un instante, prosigui hablando con una leve sonrisa. Pues bien, seoras y seores, no quiero detenerme ms en estos preliminares, pero, ya que estamos en ello, he credo conveniente repasar los pormenores del hecho a fin de tener una perspectiva completa. "Como ustedes saben, Mr. Bendix no muri. Por fortuna para l, comi slo dos de los bombones, mientras su esposa haba comido siete, y, lo que es todava ms afortunado, cay en manos de un mdico experto. Cuando el mdico de Mrs. Bendix la examin, era ya tarde para hacer nada. En cambio, como la cantidad de veneno ingerida por Bendix haba sido menor, su accin fue mucho ms lenta y el mdico lleg a tiempo para salvarle. "No quiero decir que el mdico supiese cul era el veneno. Frente a los sntomas y al olor, pens que Mr. Bendix haba ingerido aceite de almendras amargas y trat a su paciente como un caso de envenenamiento por cido prsico. Pero como no estaba muy seguro de ello, tom otras medidas teraputicas, adems de las comunes. Luego se estableci que Mr. Bendix nunca pudo haber ingerido una dosis fatal, y alrededor de las ocho ya haba recobrado el conocimiento. Pas la noche en uno de los dormitorios del club y al da siguiente ya estaba convaleciente. En Scotland Yard se pens primero que la muerte de Mrs. Bendix y el grave accidente de su esposo eran debidos a una lamentable confusin. Como es de rigor, la polica se hizo cargo del caso tan pronto como fue denunciada la muerte de la mujer y establecida la causa como envenenamiento. Poco despus lleg al club un detective inspector de distrito, quien, previa autorizacin del

mdico, interrog a Mr. Bendix apenas hubo recobrado el conocimiento. Dada su condicin delicada, se le ocult la muerte de su esposa y se limit el interrogatorio simplemente a su propia experiencia, puesto que era ya evidente que ambos hechos estaban relacionados entre s y que cualquier pista descubierta en uno contribuira a aclarar el otro. El Inspector inform a Bendix que haba sido envenenado, interrogndole detenidamente acerca de la forma en que podra haber ingerido el veneno. No transcurri mucho tiempo antes de que Bendix recordase los bombones. Luego de mencionar su sabor picante, agreg que haba comentado con Sir Eustace que ellos podran haber sido la causa de su indisposicin. Esto ya lo saba el Inspector. Antes de que Bendix recobrase el conocimiento, se haba dedicado a entrevistar a todos los que haban estado cerca de la vctima desde su llegada al club aquella tarde. Al or el relato del portero, tom medidas para localizar al conductor del taxmetro, interrog a los miembros del club que acudieran a socorrer a Bendix en el saln, y, por fin a Sir Eustace, quien le refiri el comentario de aqul sobre los bombones. En aquel momento el Inspector no atribuy mayor importancia a dicho comentario, pero, por simple rutina, convers extensamente con Sir Eustace sobre el episodio. Ms tarde, siguiendo el curso habitual en toda investigacin policial, revis el canasto de papeles usados, recobrando la envoltura de la caja de bombones y la carta. Por ltimo, sin pensar todava que haba descubierto nada importante, interrog a Bendix. Slo entonces, cuando supo que el matrimonio haba comido los bombones despus del almuerzo y que, luego de quedar sola, Mrs. Bendix haba seguido comiendo, comprendi que se hallaba frente a un dato significativo. En este punto intervino el mdico, y el Inspector debi abandonar la habitacin del enfermo. Su primera medida fue telefonear al detective apostado en el domicilio de Bendix y pedirle que se incautase inmediatamente de una caja de bombones que deba estar todava en la sala; al mismo tiempo, pregunt cuntos bombones faltaban aproximadamente. Faltaban nueve o diez, y el Inspector, que segn los datos aportados por Bendix, haba pensado en slo seis o siete, cort apresuradamente la comunicacin y transmiti telefnicamente a Scotland Yard lo que haba averiguado. Desde aquel momento el inters se concentr en los bombones, que fueron llevados esa misma noche a Scotland Yard para ser analizados en el laboratorio. Bueno, el mdico no haba estado muy equivocado dijo Moresby. El veneno que contenan los bombones no era aceite de almendras amargas, sino nitrobenceno, pero, segn entiendo, no hay mucha diferencia entre las dos substancias. Si cualquiera de las seoras y caballeros aqu presentes tiene algunas nociones de qumica, conocer seguramente mucho ms que yo acerca de

ellas. Segn parece, el nitrobenceno suele ser utilizado, aunque cada vez con menos frecuencia, eh la elaboracin de golosinas de calidad inferior, para dar un sabor a almendras amargas y como substituto del aceite, que, no necesito agregar, es tambin un poderoso txico. Pero la aplicacin ms comn del nitrobenceno en la industria es en la fabricacin de anilinas. Cuando Scotland Yard recibi el informe preliminar del laboratorio qumico, la teora oficial de muerte por accidente se vio reforzada. Se estaba en presencia de un veneno utilizado con cierta frecuencia en la fabricacin de bombones y otras golosinas, de modo que era viable la hiptesis de que se hubiese cometido un lamentable error. La firma haba empleado probablemente el nitrobenceno como substituto econmico de esencias genuinas, excedindose en la cantidad utilizada. El hecho de que los nicos licores descritos en las envolturas de papel metlico eran Marrasquino, Kmmel y Kirsch, todos los cuales tienen un sabor ms o menos marcado a almendras, vena en apoyo de la teora oficial. Pero, antes de presentarse la polica en la fbrica de Mason e Hijos para solicitar una explicacin, haban surgido otros hechos. Se estableci que slo los bombones de la capa superior contenan veneno; los de las inferiores estaban libres de l. Adems, el contenido de los bombones de la segunda capa coincida exactamente con lo que rezaba la denominacin de su envoltura, mientras que en la superior, adems del veneno, cada bombn contena una mezcla de los tres licores mencionados, en lugar de Marrasquino y veneno, por ejemplo. Se seal, por ltimo, que en las dos capas inferiores no haba bombones de Marrasquino, Kirsch ni Kmmel. Del informe completo presentado ms tarde por el qumico, surgi otro hecho interesante: cada bombn de la capa superior contena, adems de la mezcla de los tres licores, exactamente seis gotas de nitrobenceno, ni ms ni menos. Los bombones eran ms bien grandes y haba mucho espacio para llenarlos con una cantidad relativamente considerable de la mezcla de licores, adems de la dosis fija de veneno. Esto era muy significativo, y ms an lo era el hecho de que en la base de cada uno de los bombones envenenados haba rastros inequvocos de que haban sido perforados y tapados nuevamente con chocolate fundido. Por fin, resultaba evidente para la polica que se trataba de un crimen. Se haba intentado asesinar a Sir Eustace Pennefather. El presunto asesino haba adquirido una caja de bombones de licor de marca Mason, separado aqullos en los cuales no resultara sospechoso el sabor a almendras, perforado la base de cada uno y aspirado su contenido, inyectado la dosis de veneno, probablemente con un cuentagotas de los usados para cargar estilogrficas, llenado nuevamente la cavidad con la mezcla de los licores extrados, tapado cuidadosamente el pequeo orificio, y envuelto cada bombn

en su papel plateado. Era un proceso minucioso, realizado con gran limpieza. La carta y la envoltura de la caja de bombones adquirieron una importancia extraordinaria en este punto de la investigacin, y el Inspector, que haba tenido la previsin de salvar estos artculos de una destruccin segura, tuvo motivos para sentirse altamente satisfecho de s mismo. Junto con la caja misma y con los bombones que quedaban, eran stas las nicas pruebas materiales en este asesinato a sangre fra. El Inspector Jefe, que se haba hecho cargo del caso, resolvi llevar consigo estas pruebas cuando entrevist al gerente de Mason e Hijos, y, sin mencionar las circunstancias en que haba entrado en posesin de ellas, le mostr la carta, instndole a explicar ciertos puntos relacionados con ella. Deseaba saber Moresby cuntas cartas semejantes haban sido remitidas, quin podra identificar aquella carta y quin podra haber tenido oportunidad de tocar la carta enviada a Sir Eustace. Y bien, Mr. Mason? insisti el Inspector Jefe cuando le pareci que aqul seguira examinando la carta el resto del da. Mr. Mason acomod sus lentes rara mirar al Inspector en lugar de la carta. Era un hombre menudo, de aspecto agresivo y ms bien entrado en aos, que haba iniciado su fortuna en una callejuela muerta del arrabal de Huddersfield y no tena intencin de permitir que nadie lo olvidase. De dnde diablos sac usted esto? pregunt. Debemos recordar que los peridicos ignoraban a la sazn el aspecto sensacional de la muerte de Mrs. Bendix. He venido aqu respondi el Inspector con dignidad a preguntarle a usted sobre la forma en que fue enviada la carta, y no a darle explicaciones sobre cmo la obtuve yo. Pues, entonces, vyase al demonio replic Mr. Mason con firmeza, y llvese a Scotland Yard con usted. Debo advertirle insisti Moresby, algo desconcertado, pero manteniendo la dignidad de su investidura, debo advertirle, repito, que si no responde a mis preguntas, las consecuencias pueden ser muy serias para usted. Evidentemente Mr. Mason se senta exasperado ms bien que intimidado por la amenaza implcita en las palabras del Inspector. Salga de mi oficina orden, cayendo en el lenguaje popular que haba hablado en su juventud. Est usted ebrio, hombre? O se cree muy gracioso? Sabe tan bien como yo que esa carta nunca fue enviada desde aqu. Entonces fue cuando el Inspector se sinti sorprendido. Qu... que no ha sido enviada por la firma? tartamude. Aquella posibilidad no haba sido contemplada. Entonces, es falsificada! Pero, acaso no se lo estoy diciendo? repuso Mr. Mason mirndole con fiereza bajo sus hirsutas cejas. Esto no era necesario, porque la sorpresa del Inspector le haba hecho deponer inmediatamente su tono autoritario.

Mire, Mr. Mason dijo el otro al cabo de una pausa, debo solicitar de su gentileza que responda a mis preguntas con los mayores detalles posibles. Se trata de un caso que estamos investigando, y aqu se detuvo y pens astutamente aparentemente el asesino ha estado haciendo uso del nombre de su firma para cubrir sus designios. La astucia de Moresby dio resultados inmediatos. Ser posible? exclam Mr. Mason. El muy sinvergenza! Pregunte lo que quiera, que le prometo responder. Establecida as la relacin entre ambos hombres, el Inspector procedi a entrar en materia. Durante los cinco minutos subsiguientes el nimo de Moresby decay visiblemente, pues en lugar del caso sencillo que haba previsto, result cada vez ms evidente que el asunto iba a ser sumamente complicado. Hasta entonces haba pensado, y sus superiores haban coincidido con su opinin, que el caso se iba a resolver en un crimen premeditado a raz de la aparicin de una oportunidad favorable. Alguien en la firma de Mason tena una cuenta que saldar con Sir Eustace. En las manos de esta persona, o ms concretamente de esta mujer, segn crea Moresby, haban cado la caja de bombones y la carta dirigida a Sir Eustace. La oportunidad haba sido inmejorable, y los medios, o sea el nitrobenceno utilizado en la fbrica, accesibles; el resultado haba seguido lgicamente. Un criminal de esta clase tena que ser identificado con facilidad. En cambio, pareca ahora que esta sencilla teora deba ser desechada, pues, en primer lugar, no se haba enviado la carta desde la fbrica, ni tampoco otras semejantes; y, en caso de haberlo hecho, no era costumbre de Mason e Hijos distribuir cajas de muestra; por ltimo, la carta haba sido falsificada. Pero, por otra parte, el papel era perfectamente autntico, dentro de lo que poda juzgar Mr. Mason. Era ste el nico elemento que quedaba a la polica para sostener su teora. Mr. Mason no poda afirmarlo con certeza, pero estaba casi seguro de que aquel papel perteneca a una partida que se haba agotado unos seis meses atrs. Podra ser que el encabezamiento fuese fraguado, pero no lo crea. Hace seis meses, dice usted? pregunt el Inspector, perplejo. Aproximadamente respondi el otro, tomando una hoja de papel de un taco. ste es el que usamos ahora. El Inspector lo examin. No caba duda de su diferencia con el otro papel. El nuevo era ms delgado y suave, pero el encabezamiento era exactamente el mismo. Moresby tom nota de la firma que haba impreso ambas clases de papel. Desgraciadamente, no pudo obtener ni una hoja del papel viejo, a pesar de los esfuerzos de Mr. Mason. La verdad es dijo Moresby que ya habamos notado que la hoja de

papel en que fue escrita la carta era vieja, pues tena los bordes amarillentos. La pasar entre ustedes para que la examinen. Les ruego que tengan cuidado. y aquella hoja de papel que alguna vez fuera tocada por el asesino pas de mano en mano entre los detectives aficionados. Bueno, para abreviar prosigui diciendo Moresby, hicimos examinar el papel por los impresores Webster, de la calle Frith, y la firma est dispuesta a jurar que fue impreso por ellos, lo cual quiere decir que el papel es autntico, para desgracia nuestra. Quiere usted decir, sin duda pregunt Sir Charles Wildman con su tono solemne, que de haber sido el encabezamiento una falsificacin, la tarea de descubrir al asesino sera relativamente sencilla? As es, Sir Charles, salvo en caso de que hubiese sido impreso en una pequea imprenta particular. Pero tambin sera fcil establecer esto. Lo nico que sabemos es que el asesino es alguien que tuvo acceso al papel de la casa Mason hasta hace seis meses. Pero, como ustedes ven, esto es bastante vago. Cree usted que el asesino rob el papel con la intencin expresa de utilizarlo para el crimen? pregunt Alicia Dammers. Parecera que s, seora, y que algo le detuvo durante todo este tiempo. En cuanto a la envoltura de la caja de bombones, Mr. Mason no haba podido aclarar nada. Se trataba de un trozo de papel castao comn, del que se obtiene en cualquier parte, con el nombre y direccin de Sir Eustace claramente manuscritos en letras maysculas. Evidentemente no ofreca ninguna pista. El sello postal indicaba que el paquete haba sido despachado por el turno de las ocho y media desde la oficina de correos de la calle Southampton, en el barrio del Strand. La correspondencia es recolectada a las 8.30 y a las 9.30 explic Moresby, de modo que debe de haber sido puesto en el buzn entre estas dos horas. El paquete es suficientemente pequeo como para entrar por la boca para cartas. El franqueo es el que corresponde, y como la oficina de correos est cerrada al pblico a esa hora, no pudo haber sido entregado en la ventanilla. Tal vez deseen ustedes examinar el papel. El trozo de papel castao fue pasado de mano en mano con la mayor gravedad. Ha trado usted la caja con los bombones que quedaban? pregunt Mrs. FielderFlemming. No, seora. Era una de las cajas comunes de Mason; los bombones han sido usados para el anlisis. Ah! Mrs. FielderFlemming estaba visiblemente desilusionada. Yo pens que seguramente tenan impresiones digitales explic. Ya las hemos buscado replic Moresby, sin pestaear.

Se produjo una pausa mientras la envoltura de papel pasaba de mano en mano. Naturalmente, hemos hecho averiguar si alguien fue visto colocando un paquete en el buzn de la calle Southampton entre las 8.30 y las 9.30, pero sin resultados. Tambin hemos interrogado detenidamente a Sir Eustace a fin de establecer si sospecha de alguien que pudiera haber atentado contra su vida, y, en caso afirmativo, con qu motivos. Sir Eustace no tiene la menor idea de ello. Por cierto seguimos la investigacin de prctica, tendiente a establecer quin podra beneficiarse con su muerte, pero tampoco obtuvimos resultados. La mayor parte de sus bienes pasa a su esposa, que ha entablado juicio de divorcio y actualmente se encuentra fuera del pas. Despus de investigar sus movimientos, hemos descartado su participacin en el hecho. Adems aadi Moresby, haciendo un juicio un tanto personal, es una seora muy simptica. En cuanto a hechos concretos, todo lo que sabemos es que el asesino tuvo alguna relacin con Mason e Hijos hasta hace seis meses, y que casi con seguridad estuvo en la calle Southampton entre las 8.30 y las 9.30 de la noche anterior al crimen. En fin, temo que nos hallamos ante un callejn sin salida. Aunque Moresby no seal que su auditorio de detectives aficionados tambin lo estaba, su tono no daba lugar a dudas. Se produjo un silencio. Eso es todo? pregunt Roger. Eso es todo, Mr. Sheringham respondi Moresby. Otro silencio. Sin duda la polica tendr una hiptesis dijo Mr. Manan Harrogate Bradley en tono displicente. Moresby vacil. Vamos, Moresby, hable usted! le inst Roger. Es una hiptesis muy sencilla; yo la conozco. Pues bien dijo Moresby, sintindose animado, estamos inclinados a creer que el crimen es obra de un demente o de un manitico, posiblemente desconocido para Sir Eustace. Vern ustedes... Moresby pareca algo incmodo por lo que tena que decir. Como deca continu por fin, cobrando valor, la vida de Sir Eustace ha sido un poco..., en fin, podramos llamada desordenada, si se me permite el trmino. En Scotland Yard pensamos que algn manitico de la reforma social y moral tom sobre s la atribucin de librar al mundo de Sir Eustace, por as decir. Algunas de sus aventuras han provocado mucho escndalo, como ustedes saben. O bien podra tratarse de un manacohomicida que se dedica a matar gente a la distancia. Tenemos el caso Horwood, por ejemplo. Un demente envi bombones envenenados al Jefe de Polica en persona. Como el hecho provoc gran sensacin, pensamos que ste puede ser un eco de aqul. No necesito sealar que un caso que llama la atencin del pblico suele ser seguido por otro parecido. Bueno, sta es nuestra teora. Y

si es la correcta, tenemos tantas probabilidades de atrapar al asesino como..., como... El Inspector busc en su mente un trmino realmente eficaz. Como nosotros sugiri Roger.

CAPTULO IVEL CRCULO permaneci reunido durante algn tiempo despus de la partida de Moresby. Haba mucho que discutir, y todo el mundo tena puntos de vista y teoras que exponer. Un hecho surga con singular claridad: la polica haba seguido un camino equivocado. No se trataba de un asesinato vulgar, cometido por un manitico cualquiera. Alguien, impulsado por mviles concretos, se haba dedicado en forma metdica a planear y llevar a cabo el asesinato de Sir Eustace. Como en todos los asesinatos, en suma, se trataba en este caso de chercher le motif.2 Durante la exposicin y debate de las teoras formuladas por los miembros del Crculo, Roger dirigi enrgicamente la discusin. El objeto principal de la prueba era, como lo sealara ms de una vez, que cada cual trabajase independientemente, sin ideas preconcebidas o sugeridas por los dems, formulando su teora individual y llegando a probada por sus propios medios. No cree usted, Sheringham, que convendra hacer un acopio comn de todos los elementos de juicio reunidos? pregunt Sir Charles. Yo sugerira que sigamos nuestras pesquisas independientemente, pero que cada hecho concreto que descubramos sea puesto a disposicin de todos. El ejercicio debe ser intelectual, ms bien que un concurso de investigacin vulgar. Lo que usted sugiere tendra sus ventajas, Sir Charles replic Roger. Ya he pensado detenidamente en ello. Sin embargo, creo ms conveniente que cada cual reserve para s los datos que recoja a partir de esta noche. Como ya se sabe, poseemos todos los recogidos hasta ahora por la polica, y no creo que los que aparezcan en el futuro ofrezcan una pista segura que nos lleve directamente hasta el asesino. Sern ms bien hechos pequeos, insignificantes en s, pero de valor para fundamentar una hiptesis. Sir Charles murmur algo, sin mostrarse muy convencido. Propongo que se someta a votacin la iniciativa de Sir Charles dijo Roger. Cuando se hizo la votacin, Sir Charles y Mrs. FielderFlemming se pronunciaron en favor de que todos los datos fuesen revelados al conjunto, mientras que Mr. Bradley, Alicia Dammers, Mr. Chitterwick, ste no sin grandes vacilaciones, y por ltimo Roger, lo hicieron en contra. Mantendremos en secreto los datos que descubramos dijo Roger, y mentalmente anot quines haban votado por cada una de las dos alternativas.

2

En francs en el texto original (N. de la T.)

Consideraba que esta votacin indicaba ya quines se conformaran con la simple especulacin terica, y quines estaban dispuestos a entrar tan de lleno en la prueba como para ponerse en actividad. En todo caso servira para sealar quines tenan ya una hiptesis y quines no. Sir Charles acept el resultado con resignacin. Empezamos todos en condiciones idnticas dijo. Desde el momento en que abandonemos esta habitacin corrigi Morton Harrogate Bradley arreglando el nudo de su corbata. Debo sealar que estoy de acuerdo en parte con la proposicin de Sir Charles, en el sentido de que cualquiera que en este momento tenga algo que agregar a las declaraciones del Inspector Jefe, debe hacerla antes de retirarse. Pero hay quin pueda agregar nada? pregunt Mrs. Fielder Flemming. Sir Charles conoce a Mr. y Mrs. Bendix seal Alicia Dammers con tono imparcial, y tambin a Sir Eustace. Yo conozco a este ltimo. Roger sonri. sta era una afirmacin tpica en Miss Dammers. Todo el mundo saba que Alicia haba sido la nica mujer que haba derrotado a Sir Eustace con sus propias armas, o por lo menos, as corra el rumor. Sir Eustace se haba empeado en agregar a sus trofeos el corazn de una intelectual, tal vez para realzar con ello el conjunto de los que tena ya en su coleccin, y que no pertenecan, precisamente, a mujeres del tipo de Miss Dammers. Alicia Dammers, con su elegante belleza, su figura alta y esbelta y sus gustos irreprochablemente aristocrticos, llenaba todos los requisitos que demandaba el exigente gusto de Sir Eustace. En vista de ello, se haba dedicado resueltamente a conquistarla. El resultado haba sido observado con regocijo no disimulado por el extenso crculo de amistades de Miss Dammers. Aparentemente, Alicia se encontraba ampliamente dispuesta a ser conquistada. Pareca que de un momento a otro caera en las redes que le tenda el hbil Sir Eustace. Se les vea juntos incesantemente, almorzando, comiendo, haciendo visitas y paseos. Sir Eustace, entusiasmado por la perspectiva inminente de un rendimiento incondicional, haba estrechado el cerco, utilizando todas sus artes. Fue entonces que Miss Dammers se escabull con la mayor serenidad, y pocos meses ms tarde public un libro en el cual Sir Eustace Pennefather, disecado con la crueldad ms refinada, apareca ante los ojos del mundo en toda su desnuda simpleza psicolgica. Miss Dammers, que era en realidad una escritora brillante, nunca haca alusin a su arte, pero era indudable que sostena la teora de que todo debe ser sacrificado a l, inclusive los sentimientos de Sir Eustace Pennefather y de quienes se le asemejan. No hay duda de que desde el punto de vista del asesino, Mr. y Mrs. Bendix aparecen en el crimen en forma completamente accidental seal Bradley, con el tono paciente de quien ensea a un nio que dos y dos son

cuatro. Dentro de nuestro conocimiento, su nica relacin con Sir Eustace es el hecho de que tanto Bendix como l eran miembros del Rainbow. No creo necesario dar a ustedes mi opinin sobre Sir Eustace observ Miss Dammers. Los que hayan ledo Demonio y Carne saben cmo le vea yo, y no tengo motivos para suponer que haya cambiado desde que tuve oportunidad de estudiarlo. Con todo, no pretendo ser infalible, y me interesara saber si la opinin de Sir Charles coincide con la ma. Sir Charles, que no haba ledo Demonio y Carne, se sinti algo incmodo. No creo poder agregar nada de inters a la imagen presentada por el Inspector Jefe. No conozco bien a Sir Eustace, y la verdad es que tampoco tengo inters en conocerlo mejor. Todos los presentes adquirieron una expresin inocente. Se haba comentado insistentemente la posibilidad de un compromiso matrimonial entre Sir Eustace y la hija de Sir Charles, y se deca que ste no haba visto la perspectiva con buenos ojos. Ms an: el compromiso haba sido prematuramente anunciado, y terminantemente desmentido al da siguiente. Sir Charles trat de mostrar un semblante tan tranquilo como el resto de los comensales. Como lo diera a entender el Inspector Jefe, Sir Eustace no es una buena persona. Hasta podra aventurarme a afirmar que es un canalla. Me refiero a su actitud con las mujeres agreg Sir Charles sin ms ambages. Adems, bebe con exceso. Evidentemente Sir Charles no abrigaba la menor simpata hacia Sir Eustace. Podra sealar un punto, insignificante, tal vez, pero de valor psicolgico, pues servira para demostrar la torpeza de las reacciones de Sir Eustace dijo Alicia Dammers. En el breve tiempo transcurrido desde la tragedia, los rumores estn asociando ya el nombre de Sir Eustace al de una nueva conquista. Ello me ha sorprendido un poco, pues, a pesar de conocerle, le hubiera supuesto ms sensible y ms dispuesto a mostrar cierto pesar por el terrible error del que resultara vctima inocente Mrs. Bendix, aun cuando sta le fuese totalmente desconocida. Permtame que corrija una impresin creada anteriormente, Miss Dammers observ Sir Charles. Mrs. Bendix no era una desconocida para Sir Eustace, si bien es probable que l no recuerde haberle sido presentado alguna vez. Pero la conoca. Una noche estaba yo conversando con Mrs. Bendix durante el intervalo de un estreno teatral, no recuerdo cul, cuando Sir Eustace se aproxim a nosotros. Luego de presentarlos mutuamente, coment algo de que Bendix era tambin miembro del Rainbow. Haba olvidado este detalle. Entonces, me he equivocado totalmente respecto a Sir Eustace dijo Alicia Pammers con tono desilusionado. He sido demasiado indulgente al juzgarle capaz de algn sentimiento. Ser demasiado indulgente en la sala de di

secciones era, a juicio de Miss Dammers, un crimen mucho ms grave que ser demasiado despiadadas. En cuanto a Bendix dijo Sir Charles, no creo que pueda agregar nada a lo que todos ustedes saben de l. Entiendo que es un hombre honesto, digno del mayor respeto, y que, a pesar de todo el dinero que tiene, no ha perdido la cabeza. Su esposa era tambin una mujer encantadora, aunque tal vez excesivamente seria. Era el tipo de mujer aficionada a formar parte de comisiones directivas. No quiero decir con ello que esta aficin la desmerezca en lo ms mnimo. Yo dira lo contrario observ Miss Dammers, que era muy afecta a ser miembro de comisiones directivas. Exactamente, tiene usted razn se disculp Sir Charles, recordando las curiosas predilecciones de Miss Dammers. Y evidentemente no era tan seria como para negarse a hacer una apuesta, si bien en este caso se trataba de una apuesta trivial. Tena otra apuesta con el azar, aunque ella lo ignoraba dijo con tono solemne Mrs. FielderFlemming, quien estaba ya estudiando mentalmente las posibilidades dramticas de la situacin. sta no era una apuesta trivial: era una apuesta trgica. Era una apuesta con la muerte, y la perdi. Era lamentable la inclinacin de Mrs. FielderFlemming a llevar su sentido de lo dramtico a las circunstancias ms vulgares de la vida. Tal inclinacin no estaba de acuerdo con su aspecto de cocinera. Cuando hubo pronunciado su lugar comn, mir a hurtadillas a Alicia Dammers, mientras se preguntaba si le sera posible estrenar una obra teatral antes de que aqulla le quitase el material publicando un libro. Como presidente del Crculo, Roger debi adoptar medidas para volver el debate al terreno prctico. As es, pobre seora! Pero despus de todo, no debemos confundir las cosas. Es difcil tener siempre presente que la vctima no tena nada que ver con el crimen, por as decirlo, pero el hecho sigue en pie; por un accidente, muri la persona que no deba morir; es, pues, de Sir Eustace, la persona que deba morir, de quien debemos ocuparnos. Veamos ahora, hay alguna otra persona presente que conozca a Sir Eustace, sepa algo de su vida, o pueda aportar otros datos relacionados con el crimen? Nadie respondi. Estamos, pues, todos en idnticas condiciones. Me referir ahora a nuestra prxima reunin. Propongo un plazo de una semana para formular nuestras teoras y llevar a cabo las pesquisas que juzguemos necesarias, y que al cabo de dicho plazo nos reunamos todas las noches, comenzando el lunes prximo. A fin de establecer el orden en que expondremos nuestras teoras y conclusiones, propongo que tiremos a la suerte. Pero tal vez alguno de ustedes opine que debe hablar ms de una persona cada noche.

Luego de breves deliberaciones se decidi realizar una nueva reunin el lunes siguiente; y, con el objeto de permitir a cada orador hablar extensamente, destinar una reunin a cada uno de los miembros. Tirada la suerte, el turno de oradores fue el siguiente: 1 Sir Charles Wildrnan, 2 Mrs. FielderFlemming, 3 Mr. Morton Harrogate Bradley, 4 Roger Sheringham, 5 Alicia Dammers y 6 Mr. Ambrose Chitterwick. Mr. Chitterwick pareci animarse mucho cuando su nombre fue ledo en ltimo trmino. Para entonces dijo confidencialmente a Morton Harrogate, estoy seguro de que alguien habr hallado la solucin correcta, y por lo tanto no tendr que presentar mis propias conclusiones. Eso agreg con aire de duda si llego a alguna conclusin. Dgame, Mr. Bradley, cmo trabaja un detective? Mr. Bradley sonri con aire condescendiente, y prometi prestarle una de sus obras. Mr. Chitterwick, que las haba ledo todas y las tena en su mayora, le agradeci efusivamente. Finalmente, y antes de clausurada la reunin, Mrs. FielderFlemming no pudo resistir la tentacin de mostrar una vez ms su vena dramtica. Qu extraa es la vida! coment con un suspiro, dirigindose a Sir Charles. Cuando pienso que vi a Mrs. Bendix y a su marido en un palco del Teatro Imperial la noche anterior a su muerte! S, los conoca de vista. A menudo venan a los estrenos de mis obras. Yo ocupaba una butaca exactamente debajo de su palco. Verdaderamente, la realidad es ms extraa que la ficcin. Si por un momento hubiese imaginado el trgico destino que la acechaba, yo... Espero que le habra advertido que se guardase de comer bombones observ secamente Sir Charles, que no congeniaba mucho con Mrs. Fielder Flemming. Poco despus se dio por terminada la reunin. Roger volvi a sus habitaciones en el barrio de Albany con una sensacin de ntima satisfaccin consigo mismo. Estaba convencido de que las diversas soluciones propuestas seran tan interesantes como el problema mismo. A pesar de ello, no se senta del todo feliz. No haba tenido suerte en la seleccin de turnos, pues hubiera preferido el lugar de Mr. Chitterwick, con la ventaja consiguiente de conocer los resultados obtenidos por todos sus rivales antes de haber revelado los propios. No debemos suponer que haba esperado utilizar el trabajo de los otros. Como Mr. Morton Harrogate Bradley, tena ya una teora, pero a pesar de ello, hubiese sido interesante pesar y analizar las soluciones de Sir Charles, Mr. Bradley y, particularmente, Alicia Dammers. A estos tres miembros del Crculo les reconoca Roger el mrito de poseer las inteligencias ms despiertas, de modo que le hubiera gustado escuchar sus opiniones antes de comprometer las propias. Deseaba, en fin, hallar la solucin de este crimen, ms que la de ningn otro de los que le haba tocado investigar hasta entonces.

Con gran sorpresa de su parte, al llegar a su domicilio hall a Moresby esperndole en la sala. Ah, es usted, Mr. Sheringham! dijo aquel cauteloso funcionario. Pens que no tendra inconveniente en que cambisemos algunas ideas. No tiene usted prisa por acostarse, verdad? Ninguna dijo Roger, mientras serva algo mediante una garrafa y un sifn. Todava es temprano. Diga hasta dnde... Moresby mir discretamente hacia otro lado. Cuando estuvieron instalados en dos cmodos sillones de cuero ubicados junto al fuego, Moresby explic el motivo de su visita. La verdad es, Mr. Sheringham, que el Jefe me ha encomendado la misin de vigilarles extraoficialmente mientras investigan este asunto. No es que desconfiemos de ustedes, ni que creamos que obrarn con indiscrecin, pero creemos conveniente saber qu sucede en cada paso de la investigacin colectiva que ustedes han de intentar. De modo que si alguno de nosotros descubre algo realmente importante, la polica podr intervenir y utilizarlo... coment Roger sonriendo. Comprendo el punto de vista oficial. Lo que queremos es adoptar medidas para impedir que escape la presa corrigi Moresby en tono de reproche. Eso es todo, Mr. Sheringham. Est usted seguro? pregunt Roger con mal disimulada irona. A pesar de ello, ustedes no creen que llegue a ser necesaria su intervencin providencial, no es verdad? Francamente, no lo creo. No tenemos por costumbre abandonar una pesquisa mientras haya la menor probabilidad de descubrir al criminal. Adems, el detective Farrar, que ha estado a cargo del caso, es un hombre capaz. Y su teora es, segn creo, que se trata de la obra de un manitico, a quien es imposible identificar? Tal es la conclusin a que hemos llegado, Mr. Sheringham. Pero no vemos mal alguno en que los miembros del Crculo se diviertan agreg Moresby magnnimamente si tienen ganas de hacerlo y disponen de tiempo que perder. Qu interesante! coment Roger, que no deseaba comprometer su opinin. Durante algunos minutos, continuaron fumando sus pipas en silencio. Vamos. Moresby, diga usted lo que piensa dijo por fin Roger con suavidad. El Inspector Jefe lo mir con una expresin de fingida sorpresa. Qu dijo usted? Roger movi la cabeza. Es intil, Moresby, no me va a engaar. Hable de una vez. De qu quiere usted que hable? pregunt Moresby con expresin inocente.

Del motivo de su visita respondi Roger sin ms prembulos. Conque esperaba usted hacerme hablar para beneficio de la respetable institucin que representa, no? Pues bien, he de advertirle que esta vez pierde el tiempo. No olvide que ahora le conozco mejor que hace dieciocho meses, cuando se produjo el asunto de Ludmouth. Recuerda usted? No me explico de dnde ha sacado semejante idea, Mr. Sheringham! protest Moresby, con el tono de un hombre totalmente incomprendido. Vine aqu porque pens que tal vez quisiese usted hacerme algunas preguntas que le proporcionasen un punto de partida para descubrir al asesino antes que sus amigos. Eso es todo. Roger ri. Moresby, usted me agrada, pues es un foco de optimismo en las tinieblas de un mundo montono. Estoy seguro de que trata de persuadir a los criminales que arrestarlos le duele ms a usted que a ellos. Y no me sorprendera que llegase a convencerlos. Muy bien, si vino a verme slo para eso le formular algunas preguntas, y quedar muy agradecido si las contesta. Dgame lo siguiente: Quin cree usted que intent asesinar a Sir Eustace Pennefather? Moresby bebi un sorbo de whisky con gran delicadeza. Ya sabe usted lo que pienso, Mr. Sheringham. Le aseguro que lo ignoro repuso Roger. Lo nico que s es que usted no me ha dicho lo que realmente piensa. La investigacin no ha estado a mi cargo en ningn momento eludi Moresby. Quin cree usted que ha intentado asesinar a Sir Eustace Pennefather? repiti Roger, pacientemente. En su opinin, es correcta la teora oficial? Ante la insistencia de Roger, Moresby se dispuso por fin a emitir una opinin personal. Le dir, Mr. Sheringham. Nuestra teora es muy conveniente, no lo cree usted? Quiero decir que nos proporciona una buena excusa para no haber descubierto al asesino. Nadie puede pretender que prendamos a cuanta persona con instintos homicidas hay en el pas. Dentro de quince das, aproximadamente, al darse por terminada la investigacin, divulgaremos nuestra teora, con los motivos y fundamentos para apoyarla, as como todo dato que tienda a desvirtuarla. Ya ver usted que todos estarn de acuerdo con ella: el mdico forense, los peridicos y el jurado mismo. Por ltimo, todo el mundo dir que, en realidad, no es posible culpar a la polica por no haber descubierto al criminal en esta oportunidad. Todos quedarn contentos. Salvo Mr. Bendix, que no ver vengada la muerte de su esposa dijo Roger. Moresby, hace usted gala de un sarcasmo injustificable. Pero de ello deduzco que personalmente no participa de este conveniente acuerdo general.

Cree usted que la polica ha llevado mal la investigacin? La pregunta de Roger fue tan inesperada, que Moresby estuvo a punto de responder antes de haber reflexionado que el hacerla significara incurrir en una indiscrecin profesional. No, Mr. Sheringham, no lo creo. Farrar es un hombre competente, y no dejara piedra sin remover; me refiero a las piedras que es posible remover... Moresby hizo una pausa significativa. Ah! Senta Moresby que haba hablado ya demasiado, y, en vista de ello, se arrellan en su silln y bebi rpidamente un gran sorbo de whisky. Roger apenas se atreva a respirar, por temor de alterar el ambiente propicio a las confidencias. Se trata de un caso muy difcil, Mr. Sheringham dijo por fin Moresby. Es indudable que Farrar inici la investigacin con absoluta imparcialidad, y que mantuvo esta actitud aun despus de establecer que Sir Eustace era un individuo mucho ms indeseable de lo que haba imaginado en un principio. Quiero decir que nunca olvid el hecho de que podra haber sido algn manitico quien envi los bombones a Sir Eustace, por un sentimiento de conciencia social o religiosa, o bien creyendo hacer un favor a la sociedad o al cielo al suprimir a semejante sujeto del mundo de los vivos. Un fantico, por llamarlo as. Asesinato por conviccin murmur Roger. Deca usted? Pero, naturalmente, lo que ms interes a Farrar desde un principio fue la vida privada de Sir Eustace. Y aqu es donde los funcionarios policiales nos encontramos en una posicin desventajosa. No resulta fcil para nosotros inmiscuirnos en la vida privada de un miembro de la nobleza. Nadie se muestra dispuesto a ayudarnos; por el contrario, todos tratan de poner dificultades en nuestro camino. Todos los indicios que parecieron de inters a Farrar, conducan a un callejn sin salida. Sir Eustace mismo lo mand al diablo, y no dej lugar a dudas de sus sentimientos hacia la polica. No puedo culparle, desde su punto de vista, observ Roger con aire pensativo. Lo que menos le interesara sera ver todos sus pecados exhibidos a la luz del da y ante la sociedad. Sobre todo, cuando Mrs. Bendix est enterrada por culpa de ellos repuso Moresby con aspereza. El es culpable de su muerte, indirectamente, es cierto, pero, de todos modos, le corresponda hacer todo lo posible por colaborar con el funcionario que investig el crimen. La verdad es que la tarea de Farrar se vio obstaculizada constantemente. Es cierto que descubri uno o dos escndalos, pero no condujeron a ninguna pista. En resumen, bueno!, l no ha admitido esto, y debo sealar que yo no debiera contrselo a usted, Mr. Sheringham; de modo que de ninguna manera debe salir fuera de esta habitacin.

Por supuesto que no dijo Roger acremente. Bueno, mi opinin personal es que Farrar fue empujado a la conclusin sostenida por la polica, en defensa propia. Por su parte, el Jefe de Polica se mostr de acuerdo con ella, tambin en defensa de su posicin. Pero si usted desea llegar al fondo de esta cuestin, y nadie tendra mayor inters en ello que Farrar mismo, mi consejo es que se dedique a estudiar la vida privada de Sir Eustace. Para ello, usted tiene mejores oportunidades que ninguno de nosotros: frecuenta usted el mismo crculo social, conoce probablemente a otros miembros de su club, as como a muchos de sus amigos personales, o amigos de sus amigas. ste es el consejo termin diciendo Moresby, que he venido a darle especialmente. Es usted muy amable. Moresby dijo Roger. Muy amable, en verdad. Srvase otro vaso de whisky. Muchas gracias, Mr. Sheringham. Le aceptar otro trago. Roger pareca meditar, mientras. mezclaba las bebidas. Creo que tiene usted razn: Moresby dijo por fin. Desde que le la primera crnica detallada del crimen, mi pensamiento se ha dirigido insistentemente hacia ese aspecto. Estoy seguro de que la verdad se oculta bajo algn episodio de la vida privada de Sir Eustace. Y si yo fuese supersticioso, que no lo soy, sabe usted lo que creera? Que el asesino err el tiro y Sir Eustace escap a su destino por expreso mandato de la Providencia: para que l, la presunta vctima, fuese un irnico instrumento de la justicia, que le llevase, como presunto asesino, a su merecido. Cree usted eso, realmente, Mr. Sheringham? pregunt el sarcstico Inspector, que tampoco era supersticioso. Roger pareca muy satisfecho de su idea. El azar vengador! Qu buen ttulo para una pelcula! No es cierto? Pero hay mucho de terrible verdad en ello. Cuntas veces tropezarn ustedes en Scotland Yard con un elemento de juicio importante por pura casualidad! Y. no es verdad que con frecuencia llegan a una solucin por una serie de simples coincidencias? No quiero menoscabar con estos comentarios su actuacin como detectives; pero no puedo menos que pensar en los casos en que. luego de llevar casi hasta el fin una investigacin brillante, hallan los ltimos eslabones de la cadena deductiva merced a una circunstancia fortuita. Esto es lo que vulgarmente llamamos un golpe de buena suerte, bien merecida, sin duda, pero suerte al fin, con lo cual el caco queda resuelto sin mayor trabajo por parte de ustedes. Se me ocurren innumerables ejemplos, como el caso de Milson y Fowler, para citar uno de ellos. Comprende usted lo que quiero decir? Ser una cuestin de suerte en todos los casos, o es que la Providencia venga a la vctima? A decir verdad. Mr. Sheringham respondi Moresby, no me interesa cul sea el caso, siempre que me permita llegar a echarle mano al

culpable. Moresby dijo Roger riendo, es usted incorregible.

CAPTULO VSIR CHARLES Wildman, como hemos sealado ya, senta mayor inters por los hechos concretos que por las especulaciones psicolgicas. Los hechos eran algo sagrado para Sir Charles. Ms an, eran su pan de cada da. Sus ingresos, que alcanzaban a unas treinta mil libras anuales, provenan totalmente de la forma magistral en que saba manipular hechos concretos. No haba nadie en el foro capaz de deformar tan convincentemente un hecho comprometedor, hasta darle un significado enteramente distinto del que cualquiera, por ejemplo, la acusacin, le hubiese atribuido. Sir Charles tomaba un hecho, lo miraba de frente, descubra un mensaje oculto en su parte posterior, lo retorca, lo daba vuelta, hallaba nuevas implicaciones en sus entraas, danzaba triunfalmente sobre su cadver, lo pulverizaba del todo, lo reconstrua hasta darle una forma totalmente distinta, y por fin, si el hecho inicial tena todava la temeridad de conservar un vestigio de su aspecto original, lo atacaba con gritos aterradores. Y cuando estos recursos fracasaban, no vacilaba en llorar abiertamente en presencia de todo el jurado. No debemos sorprendemos de que Sir Charles Wildman, Consejero del Rey, recibiese anualmente semejantes honorarios por su capacidad de transformar hechos comprometedores para sus clientes en otras tantas palomas que arrullaban la inmaculada inocencia de los mismos. Si al lector le interesa la estadstica, podramos agregar que el nmero de asesinos salvados de la horca por Sir Charles en el curso de su larga carrera, formara una larga procesin si fuesen puestos uno detrs del otro. Rara vez Sir Charles haba tornado la parte acusadora. No est bien visto que un fiscal vocifere, ni tampoco que llore. Las armas ms poderosas de este famoso abogado eran los gritos y las lgrimas. Perteneca a la escuela tradicional en el derecho, y era en verdad uno de sus ltimos exponentes. La escuela tradicional compensaba ampliamente su lealtad. Por consiguiente, cuando mir en torno de s al Crculo reunido al cabo del plazo propuesto por Roger, y se puso los lentes sobre su voluminosa nariz, los dems miembros no abrigaban duda alguna de la calidad de entretenimientos que les aguardaba. En resumen iban a disfrutar de un espectculo igual a los que solan costar unas cinco mil libras a la acusacin. Sir Charles consult el legajo que tena delante y se aclar la voz. No haba otro abogado capaz de aclararse la voz en forma tan amenazadora como Sir Charles. Seoras y seores comenz diciendo. No les sorprender que me haya ocupado de este crimen con particular inters, por razones personales que tal vez no hayan escapado a algunos de los presentes. En efecto, el nombre de

Sir Eustace Pennefather ha estado ligado por los rumores al de mi hija, y si bien el anuncio de su compromiso fue no slo prematuro, sino carente de fundamento, es inevitable que me sienta afectado, aunque indirectamente, por esta tentativa de asesinar a un hombre que ha sido mencionado alguna vez como mi presunto yerno. "No subrayar el aspecto personal del caso, puesto que en otros sentidos he tratado de mantener una actitud tan imparcial como en cualquier otro de los que he tenido oportunidad de estudiar. He mencionado dicho aspecto personal ms bien a modo de excusa, ya que me ha permitido encarar el problema planteado por nuestro presidente con un conocimiento ms ntimo de las personas implicadas en l, que el que pueda tener el resto de ustedes. Debo agregar, a pesar mo, que poseo informacin capaz de contribuir en buena parte a la solucin del misterio. "Reconozco que me habra correspondido poner esta informacin a disposicin de los miembros del Crculo, hace una semana, y les pido a todos me disculpen por no haberlo hecho. La verdad es que en aquel momento no advert que los datos que posea tuviesen relacin alguna con el crimen, o pudiesen contribuir en algo a su solucin. Slo cuando comenc a meditar sobre las circunstancias del hecho, con el objeto de desentraar el misterio, comprend la importancia vital de la informacin a que me refiero. Sir Charles hizo una pausa y esper a que muriesen los ecos de su voz tonante en los mbitos del saln. Ahora, con ayuda de estos datos dijo por fin, mirando severamente los rostros que le rodeaban, tengo la conviccin de haber resuelto el jeroglfico. Entre los miembros del Crculo se advirti un rumor de expectativa, no menos genuino por cuanto haba sido cuidadosamente calculado por Sir Charles. Este se quit los lentes y los agit, con un gesto caracterstico, desde la cinta negra de la cual pendan. S, creo, o mejor dicho, estoy seguro, de que estoy en vas de aclarar este intrincado misterio. Es por este motivo que lamento que me haya tocado en suerte hablar en primer trmino. Tal vez hubiera sido ms interesante examinar algunas de las otras hiptesis primero, y demostrar su falsedad, antes de analizar la verdadera solucin. Es decir, suponiendo que haya otras hiptesis que examinar. "No me sorprendera, empero, descubrir que todos ustedes han llegado a la misma conclusin que yo. No pretendo poseer facultades extraordinarias al dejar que los hechos hablen por s mismos; tampoco me jacto de una intuicin sobrehumana, por haber podido ver ms profundamente que los investigadores oficiales y desentraadores de misterios tradicionales: la polica. Muy por el contrario, soy tan slo un ser humano, dotado de las mismas facultades que mis semejantes. No podra sorprenderme, pues, que alguno de los presentes me

informe que no he hecho ms que seguir los pasos de otros investigadores del Crculo al sealar como culpable al individuo que cometi, como he de probarlo inmediatamente, este abominable crimen. Mencionada la contingencia, muy poco probable, desde su punto de vista, de que algn otro miembro del Crculo fuese tan inteligente como l, Sir Charles dej a un lado los preliminares para entrar en los hechos concretos. Comenc a estudiar el asunto con una pregunta, slo una pregunta en la mente; una pregunta cuya respuesta ha sido la gua segura que me ha conducido hasta el culpable en casi todos los crmenes cometidos hasta el presente; una pregunta a la cual rara vez puede escapar un criminal; una pregunta cuya respuesta sirve invariablemente para condenarle: Cui bono? Sir Charles hizo una pausa significativa. Quin fue el beneficiado? Quin repiti, ante la eventualidad de que hubiese algunos deficientes mentales en su auditorio saldra ganando con la muerte de Sir Eustace Pennefather? Por debajo de sus espesas cejas, dirigi rpidas miradas interrogantes a todos los presentes; stos fingieron seguir su juego, y por lo tanto nadie intent informarle prematuramente sobre este punto. Sir Charles tena demasiada experiencia como orador para informarles l mismo. Dejando la pregunta como un inmenso signo de interrogacin en la mente de todos, se desvi por otro camino. Veamos ahora: el crimen ofreca, a mi juicio, slo tres pistas concretas prosigui diciendo con tono tranquilo. Me refiero a la carta fraguada, a la envoltura y a los bombones. De estos tres artculos, la envoltura tena utilidad slo desde el punto de vista de su sello postal. Inmediatamente desech como intil la direccin manuscrita, ya que poda haber sido escrita por cualquiera y en cualquier momento. Desde un principio vi que no conducira a nada. Tampoco vea qu utilidad podan tener como pruebas los bombones o la caja. Tal vez me equivoque, pero no lo creo. Se trata de artculos de marca conocida, de venta en centenares de comercios; sera, pues, infructuoso tratar de localizar a su comprador. Adems, cualquier pista relacionada con ellos hubiera sido estudiada por la polica. Quedaban, en resumen, dos elementos de juicio concretos, la carta y el sello postal de la envoltura, sobre los cuales era necesario edificar toda la estructura de pruebas condenatorias. Sir Charles hizo una pausa, a fin de dar a su auditorio una idea de la magnitud de la tarea; aparentemente, haba olvidado el hecho de que el problema planteado no era ignorado por ninguno de los presentes. Roger, que se haba mantenido silencioso con grandes dificultades hasta aquel momento, le interrumpi con una pregunta: Haba usted decidido ya quin era el criminal, Sir Charles? Haba respondido a mi entera satisfaccin a la pregunta que me haba formulado, y de la cual hice mencin hace unos minutos repuso Sir Charles con dignidad.

Comprendo. Entonces, ya haba decidido quin era el criminal insisti Roger. Sera interesante aclarar este punto, a fin de que podamos seguir mejor su mtodo de encarar la evidencia. Utiliz usted el mtodo inductivo? Es posible, es posible replic Sir Charles, algo incomodado. No le agradaba que le pusiesen en apuros con preguntas intempestivas. Durante unos instantes permaneci silencioso, con el entrecejo fruncido, tratando de recobrarse. La tarea, como lo advert inmediatamente prosigui diciendo con voz an ms grave, no iba a ser fcil. El plazo de que dispona era sumamente breve, eran necesarias extensas pesquisas, y el tiempo que yo poda dedicar a ellas no me permita hacerlo personalmente. Luego de reflexionar sobre el asunto, decid que la nica forma en que podra llegar a una conclusin sera considerando las circunstancias del hecho con suficiente detenimiento como para elaborar una teora inatacable, haciendo luego una cuidadosa lista de hechos que, aunque fuera de mi conocimiento, deban existir si mi teora era la correcta. Estos puntos podran ser investigados por personas de mi confianza, y en caso de ser corroborados, mi hiptesis quedara definitivamente probada. Sir Charles se detuvo para cobrar aliento. En otros trminos susurr Roger con una sonrisa, dirigindose a Miss Dammers, decidi aplicar el mtodo inductivo. Habl en voz tan baja que slo Miss Dammers le oy. Miss Dammers sonri apreciativamente. Es difcil reproducir por escrito el tono de la palabra oral. Elabor mi teora anunci Sir Charles con una simplicidad sorprendente. Todava no haba recobrado el aliento. Elabor mi teora. Necesariamente, gran parte de ella estaba basada en suposiciones. Me permitir dar un ejemplo. El hecho de que el criminal poseyera una hoja de papel de la casa Mason e Hijos me haba intrigado ms que nada. No era un artculo que el individuo de quien sospechaba pudiera tener, ni mucho menos adquirir. No se me ocurra ningn mtodo por el cual, una vez elegido el procedimiento para consumar el hecho, y establecida la necesidad de utilizar el papel, pudiera serle posible a este individuo obtenerlo sin despertar sospechas. "Llegu a la inevitable conclusin de que el motivo por el cual se emple papel de la casa Mason era la posibilidad para el criminal de obtener dicho papel con facilidad. Sir Charles mir triunfante a su auditorio, como esperando algn comentario. Roger fue quien lo formul, no sin vacilar, pues supona con razn que el punto sealado por Sir Charles era tan evidente para todos que no requera comentarios. Es una conclusin tan interesante como ingeniosa, Sir Charles.

Sir Charles hizo un gesto de complacencia. Reconozco que era simplemente una suposicin, pero dicha, suposicin fue confirmada por los resultados obtenidos posteriormente. Sir Charles estaba tan absorto en la admiracin de su propia perspicacia, que comenzaba a olvidar su aficin por las oraciones largas, intercaladas por innumerables frases subordinadas. Su maciza cabeza pareca querer saltar de sus hombros. En primer trmino, reflexion sobre la forma en que sera posible obtener una hoja del papel en cuestin, y, luego, si la posesin de la misma podra ser verificada ms tarde. Se me ocurri en seguida que muchas firmas comerciales acostumbran enviar adjunta al recibo de sus facturas, una hoja de papel con las palabras "Agradecen su atencin" o algo por el estilo, escritas a mquina. De aqu surgieron otras tres preguntas. Acostumbraba hacer esto la casa Mason e Hijos? Tena el individuo de quien sospechaba una cuenta corriente en Mason e Hijos, o, mejor dicho, para explicar los bordes amarillentos del papel, haba tenido una cuenta corriente en el pasado? Haba rastros en el papel de que una frase escrita a mquina haba sido borrada? "Seoras y seores dijo Sir Charles, rojo de entusiasmo, estas tres preguntas tuvieron respuestas afirmativas. La oratoria es un instrumento poderoso. Roge