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1 Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

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Page 1: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

1

Eduardo D’Anna

EN EL MUNDO VERDADERO

Obra poética

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EDUARDO D’ANNA

EN EL MUNDO VERDADERO

Obra poética

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MUY MUY QUE DIGAMOS

(1967)

a Ricardo

Gustavo

Edgardo

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MUY MUY QUE DIGAMOS

Una vez le leí un poema a alguien.

Uno de esos poemas primerizos nuestros

que parecen tangos,

o esos otros

tan melancólicamente otoñales

que yo utilizo para combatir el insomnio.

Carraspeó.

Dobló parsimoniosamente la hoja en dos

y me contestó:

“Sí, pero no es muy...muy...que digamos,

eh?” Te darás cuenta

la razón que tenía.

Por eso

como tenía razón

por eso

dejé pasar el tiempo

junté fuerza

me conseguí una máquina de escribir

y ahora te muestro

estos versos

que -a mi parecer-

son bastante

muy muy que digamos.

LA NUEVA GENERACIÓN

Tienen entre 20

y 30 años

algunos menos.

Y ya hablan

de dejar el trabajo

a los que tienen

que venir.

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YO

Yo, señor,

escribo.

Vivo a la vuelta de usted,

de usted

que vive en la calle Paraguay.

Pero usted

no me conoce

y la culpa es mía

por no ir a golpear a su casa

por no poner el pie en la puerta

y antes que usted me hable

de que está tan cara la vida,

leerle de golpe

el poema que acabo de escribir.

yo

tengo la culpa.

Si los del Ejército de Salvación lo hacen,

yo

que soy menos ridículo

yo

que lo quiero DE VERAS

yo

que quisiera ver el amanecer en La Florida todos los días,

yo

que quiero ser poeta,

yo:

no voy a su casa

ni canto en su vereda

ni enamoro a su hija

y para colmo

usted no me sabrá decir por qué

ni yo tampoco.

AMOR MÍO

Y yo te perdí, amor mío,

por no haberme acostado con vos

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ni siquiera a destiempo

por ser un honorable adolescente masturbante

y por no mandarme a mudar con vos a Yucatán.

Y yo te perdí, amor mío,

porque un aborto sale caro

y vos no te supiste

jugar a tu ternura.

Y nos perdimos por todas esas cosas

por tener las manos demasiado limpias

y porque el París costaba 400 pesos más

de lo que yo tenía

en el bolsillo.

Pero

ahora que tengo el miedo recobrado

si te volviera a ver

a encontrar

te juro

que te montaría

en la mismísima Corrientes y Córdoba

y el cana detendría los autos

se desmoronaría la Bolsa de Comercio

los tarados de Augustus tendrían por fin algo de qué hablar y nosotros nos querríamos

que es -al fin y al cabo-

lo más importante.

MI AMIGO

a K.

Tengo un amigo:

toca la guitarra

y está loco por el folklore

se emborracha

esta bastante pobre

y le presta a todo el mundo la plata que no tiene.

Si estuviera en mis manos

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destruir a Rosario y sus habitantes

él sería uno de los pocos que salvaría.

Pero inútil.

Querría quedarse para morir con todos.

HISTORIA

El hombre que pasó la noche en los brazos de una mujer

y que fue abandonado al alba,

cuando volvía solitario a su casa,

pensaba

cuántos tuvieron derecho

a una noche como la suya

y cuántos

no la habían tenido.

Y también

cuántos

no habían merecido tanta soledad

y cuántos

-como él-

la estaban mereciendo.

ESTA CIUDAD

Esta ciudad

tan provinciana y ridícula

ha conseguido

sin embargo

retenerme.

Será

porque albergo la esperanza

de que dado que nos conocemos todos

-(y no lo niegue)-

algún día nos sonreiremos por la calle

y nos saludaremos

y nos besaremos

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y armaremos una guitarreada en cada esquina

y el vigilante

cantará un chamamé, por supuesto.

ARS LITERARIA

Abelardo Castillo

es bueno

pero no es todo.

Y usted, Julio,

desde allá, desde París, claro, escribir es fácil.

Pero yo no quiero moverme de aquí.

Que me digan que Rosario

es una mierda

y yo les contestaré

que es un pañuelo

que llueve música sobre los árboles

y que mi vecino

y la piba que vive en la otra cuadra

tienen que conocerme

que saber de mí

antes que el señor Jorge Alvarez.

DILEMA

Mis amigos

no saben un pito de literatura

-y además suelen llevársela monótonamente a Diciembre muchos-

pero si les gusta un verso mío

les gusta y se acabó

y me dicen “Es bueno”.

La macana

es cuando uno quiere ganar la inmortalidad.

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DISCUSIÓN

a G.D.

Y discutíamos,

y él decía:

“Entonces, vos preferís que la masa entre en el Louvre

a sangre y fuego y destruya todo, sólo porque hay nece-

sidad de cosas nuevas? ¡Estás loco!”

Tenía razón,

y yo también, por supuesto.

LOS INTELECTUALES

Todos quieren guita,

pero no se los puede culpar:

el mundo es así

publicar cuesta

el trabajo enajena

y morirse de hambre por escribir

requiere vocación de santo.

¿Qué otra cosa pueden hacer?

¡Justicia!

LAUTRÉAMONT

‘La poesía debe ser hecha por todos’

Si esa chica

-plantada por su novio en esa tarde-

en vez de escribir un verso

cursi y lleno de lugares comunes,

se le hubiera ocurrido

mirar la flor en el vaso sobre la cómoda

o las formas de las nubes

o las palabras que él decía cuando estaba triste,

dicho verso no hubiera existido

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pero Lautréamont

hubiera tenido razón.

HERMANO

Hermano

hoy es la primera vez

que digo hermano

en mi vida

y me siento

crecido

fuerte.

Hermano,

compañero,

vos y yo

parsimoniosamente sentados

fumamos y esperamos

el momento.

CLAVE

Escribí tu nombre

con el jeroglífico más extraño

que se me haya ocurrido.

Entonces

ese jeroglífico será jeroglífico

toda la vida

hasta que algún

arqueólogo misterioso y mágico

munido de la clave del amor

-que los hombres han perdido-

lo desentrañe y

lo lea.

Resucitarán entonces

las calles

las casas

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los hombres

yo

y vos.

Vos

sobre todo.

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TRANSICIONES

(1969-1973)

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TRADUCCIÓN

Yo camino por la calle.

Hace poco llovió.

Los árboles

han mojado sus ramas,

y en la esquina

la lámpara de mercurio

alumbra.

No me paro al mirar el

último árbol de la

cuadra, el de la

esquina,

pero es como si me

parara, le estoy hablando:

“árbol,

te miro”.

Contesta el árbol como

sabe. Sus células

se ordenan una

a una, con

la forma de árbol,

se prenden

a lo dado:

la lluvia.

Y la luz de la

lámpara no

es sino otra tierna

circunstancia.

Yo me

alejaba (nunca

me detuve, sabemos)

sonreía

pensaba

“la telaraña”,

traducía.

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RELACIONES

Si para el hombre la luna es la luna

la luna para el viento es una pelota.

Si hubiera dos lunas en vez de una

el viento sería su esclavo.

PUERTO PIRÁMIDES

Todo es tan raro como la nieve

que su paisaje está esperando

pero no llega.

Y el mar. Mirándolo

se sabe que es un mar junto a un desierto

que ese desierto va a mirar al mar.

Pero estamos nosotros. Veinte casas,

el turismo y las cosas no importantes,

y el hilo de la luz. Cosa increíble.

Y cosas increíbles que nos cuentan.

Y las que imaginamos. Es la luna.

Es un país que no entró en el billiken.

Es como un campo lleno de colinas,

muertas y vivas, y llenas de misterios.

Misterios que no hablan. Aunque la arena

cuente a todos la historia de esta tierra.

VÁMONOS

Vámonos de viaje.

Aquí la vida es linda pero no duele

aquí te quiero pero no me doy cuenta

aquí no tengo amigos

ni sopla el viento desde ninguna parte.

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Así que vamos,

no me hables más.

Aquí no te conocí, ni

vos me conociste,

ni ruge el mar

y el sol me hace doler

no es con mirarte que soy

feliz, aquí el tiempo se olvida

de nosotros,

vámonos de viaje.

Vámonos

que aquí no hay nadie,

ni siquiera nosotros dos,

vámonos de viaje.

HAY VECES QUE UN BARCO

El barco zarpó al mar.

El mar lo recibió

con los brazos abiertos

diciéndole: mi barco

mi barco

mi barco saltarín,

hoy estaba queriendo

un barco

un barco nada más.

Hay veces

que un barco basta.

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LA POESÍA NO ES UNA ISLA

(1972-1973)

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SANTIAGO DE CHILE

Cuando llegué a los mercados de Santiago,

caminaba con una bolsa al hombro.

Y no era tan visiblemente un extranjero,

pues al ensayar explicarme

acertaba casi todas las palabras.

Y sin embargo, había algunas palabras...

Desde lo alto de Santa Lucía

ella me preguntaba

“¿qué cosa es el peronismo?”

y el ómnibus corría

por la Gran Avenida

y yo decía, le decía

el Viejo nunca, siempre,

todo eso. Y en un día

de domingo, nos juntábamos para ir

a los trabajos voluntarios.

¿Cuántos cabros

chicos

tiene

señora?

Tengo dos

usted

es estudiante

sí, pero estudio en la Argentina

Ah

le hallaba

sí, allá, señora

mis compañeros van a poblaciones

como aquí

pero además esta la cana

Los gorilas

los gorilas argentinos

no joven?

Sí señora. Y a los trabajos

voluntarios se iba si uno se acostaba

temprano, y si no, no se iba:

yo también hablé más de lo que escuchaba

yo también hablé antes

de que empezaran a hablar ellos,

“pero así se aprende”. Las familias

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decentes empezaban

a dividirse por los trabajos voluntarios

sus hijitos

empezaban a despertar.

Y qué es ser peronista, preguntaba

ella, y Santiago

era la ciudad de los poetas

en medio de su smog

y de sus brasileños exilados.

El ómnibus corría

por una ciudad entrañable

y sin duda corre todavía

como lo hace en mi corazón

mientras recuerdo un álamo

bajo el viento, en Cisterna.

DESCRIPCIÓN DE LA COMPAÑERA

I

La compañera duerme al lado mío.

Qué dulce agitación

qué tiempo

que le tocó vivir, como a su amigo,

de caminar pensando día tras día

las cuadras y las noches,

cómo duerme

cómo duerme la compañera rumorosa

pronta al amor como pronta a la idea

y pronta al sueño y pronta a la vigilia,

cómo.

Qué dulces

sus estremecimientos

al compás

de lo que ocurre

en este mundo.

II

Y hay quien dirá:

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no

no se puede estar pronto

a vigilar

y a dormir

al amor

y a la idea, lo hemos visto,

hemos sabido

de eternos desvelados

amantes pertinaces;

si se vive

despierto, no se vive

dormido.

Y por mi compañera diré yo:

ustedes han sabido

de amantes pertinaces, pero ellos

son los que menos pensaban en su amor

son los que más meditaban en aquello

que rodeaba a su amor

y aún a su mismo amor

pretendían hacerlo aún más bello

como si esto pudiera

ser posible.

Y lo era.

Solamente

si se vive despierto

se vivirá dormido,

y por qué?

porque la muerte

esa que de manera general no es nada

para el género humano,

lo es todo para un hombre solitario

lo es todo aún

para la compañera solitaria

que trastocadamente

duerme

convulsionada

en armonía por lo demás tan adorable

con las terribles leyes de este mundo.

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UNA MOLO

Voló la molotov, poema que vuela,

y era una rosa de aire

y era una carcajada

de fuego sobre el aire

ya no ardido

ya sin saber

qué le estaba pasando.

Voló, se mezcló,

aire

era

que corroía sin rielar,

una cadena de voz, un poema volando

que alguno lanzó.

Y se hizo fuego.

JÁUREGUI

Algo en la cara te vendía, Jáuregui.

¿Sería todo una catarata

de aire, de aire caliente, producido

al pensar, al escribir, al sacudirte

el traje de payaso periodista;

o simplemente la foto que tenía el SIDE?

Y esa pequeña bala que llevabas

a la hora de morir... ¡accidente

de nacer en la calle

para ese tiempo!

No lo sabían, pero en tu cuerpo

mataban a los intelectuales

que fatigaban las recetas de cocina

de la revolución, y ésa,

la tan pequeña bala

era la puerta

de una nueva manera de mirar.

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Emilio,

tan contradictorio

vino a nacer el día de la muerte.

Vino a morir en el tiempo de la vida.

Llegó para ser tema

de las obras de arte

comprometidas, y de todos

los panfletos. Y se ríe.

Como tema, se ríe.

Dice: salgo, voy a morir,

en Buenos Aires, por la calle,

no me contengo. Periodista

demasiado indiscreto, regresé

a informar de mi muerte:

autor, la dictadura,

y todo lo demás

mis hermanos lo saben.

Y ya nadie me atrapa,

ya cada cosa que dicen sobre mí

no encierra más que un espacio pequeño.

Cada vez más pequeño: el agujero

de una bala en el alma

del pensamiento metafísico.

LA POESÍA NO ES UNA ISLA

a Hugo, Elvio, Sergio, Sammy y don Francisco

Cuando pasa el vapor, y el río

golpea con fuerza la greda de la costa

en el riacho Los Marinos,

pienso que la poesía no es una isla.

Y cuando miro hacia el otro lado, el de

las hondas depresiones sembradas de camalotes

secos, y greda seca de profundos agujeros

y pisadas de caballo,

lado de árboles caídos y de pie,

y de solazo estilo “sertâo”

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(o lo que yo imagino que debe ser eso)

pienso asimismo que la poesía

no es una isla.

Porque la isla, en verdad, es donde estoy

y miro este riacho que la besa

con la suavidad, la dulzura de un maniático,

ahora que el vapor se fue.

Y esto,

sentido apenas como un lengüetazo de agua sobre la costa,

como un sol bajando en el horizonte y en mi corazón,

esto, me digo, o siento,

se dirige ahora hacia el botero

que cruza a unos veinticinco metros

por el medio de Los Marinos.

Imagino

si él se sentiría una isla,

una quizás de esas flotantes

y bordadas de plantas acuáticas.

¿Y qué contestarme,

antes que ese hombre termine de pasar

con su bote llamado “La Elena”,

mientras la oscuridad avanza también lamiendo el aire?

¿Por qué confundir

lo que pensamos con lo que estamos pisando?

Y supongamos que ese hombre adivinara

ahora la ciudad

detrás de esa otra isla,

la de enfrente,

la de delgada línea de tamariscos

que ocultan y desocultan la ciudad.

Y supongamos que pensara que sobre la costa de la ciudad

podría haber manifestaciones populares,

como efectivamente ocurrió el 11 de marzo,

o como ocurrió cuando se hizo el acto por “los héroes de Trelew”,

o sintiera más que pensara...

y con ello, a los espinillos

y a esos mismos tamariscos, y al río

bajo de su canoa asimismo,

y también se dijera: “hay un hombre

solo, parado, y que me mira en la costa de enfrente”.

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¿Y por qué no suponer,

sombras,

sol que acabas de entrarte

detrás de una línea de agua, o quizás

detrás de una línea de tamariscos igualmente tenues,

que ese hombre y nosotros,

yo, por ejemplo, y la chilena del puesto,

somos ese hombre que navega en su bote y ya se pierde?

¿Y por qué no suponer

que esta isla no es ella,

y la ciudad la costa,

y la culebra muerta el combatiente muerto,

y el agua el entusiasmo y la pelea?

¿Y

por qué con tantas

razones

negarse a suponerlo, si la poesía

no es una isla, ni el triunfo o la derrota

un espejismo,

ni la ciudad?

Ah pero el hombre

se ha perdido en la oscuridad, y si se quiere

si es preciso

que el día, que el sol, vuelva a decir

que en esa isla el río besa o lame la costa, y no fantasmas,

y que el aire no es ningún duende...

entonces tenemos que reconocer a la noche, a la oscuridad

como dulce enemiga, ya que

lo hacemos con enemigos menos dulces,

y no prestarnos a la delicadísima confusión

ahora alentada por el viento incesante,

y resignarnos a ver atrás de nuestros ojos,

dentro de nuestra alma ya quebrada en parte,

el paso del botero,

extrañándonos

de él y del viento, y de la poesía,

el camalote, el agua, el combate, la isla.

octubre 1973

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Historias de

EL HOMBRE SIN PIERNAS

y sus compañeros

(Inédito)

Escrito en 1974.

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“.. la forma capitalista de la producción y las condiciones económicas del

trabajo que a ella corresponden se hallan en diametral oposición con esos

fermentos revolucionarios y con su meta: la abolición de la antigua

división del trabajo.”.

CARLOS MARX, El capital.

1

Era un día que estábamos reunidos. Alguien dijo: pensemos en algo.

Pensemos en el pasado, dijo el mucamo del patrón.

Pensemos en el presente, dijo el amigo del patrón.

Sí, dijo tristemente el padre de mi compañero, pensemos en el presente. Había sido

despedido ese día.

Pensemos en el futuro, dijo mi compañero.

Entonces el hombre sin piernas dijo: pensemos en el presente, en el futuro y en el

pasado.

Algunos le contestaron: lo que querés hacer es muy difícil.

Mejor -contestó el hombre sin piernas- eso me tranquiliza; es evidente que nadie lo

podrá hacer solo.

2

Cuando alguien afirma algo, hay que pensar

no sólo lo que se dice, sino también cómo se lo dice,

no sólo cómo se lo dice, sino también a quién se lo dice,

no sólo a quién se lo dice, sino también quién lo dice,

no sólo quién lo dice, sino también quién más lo está escuchando junto a nosotros,

porque hay muchas cosas que uno se olvida de pensar

cuando alguien afirma algo,

por escuchar lo que alguien afirma,

decía el hombre sin piernas.

3

Es malo enamorarse en los ómnibus, decía el hombre sin piernas.

-¿Por qué?- le preguntábamos.

-Cuando veo una mujer que me gusta, no puedo sacarle la vista de encima. Me

desespero pensando si me mira por casualidad o no; si no me mira para no descubrirse.

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Y cuando se baja, tengo que conformarme con recordar nada más que la esquina

donde bajó, sin que jamás pueda seguirla, ir a ver si vive, si trabaja, si come por allí.

-Bueno-le contestábamos- pero es porque no tenés piernas.

4

Todos los años enseño el saber -decía el hombre sin piernas- a los hijos de los hombres

con piernas. Todos los años estos chiquilines escapan más rápido que lo que yo puedo

correr en mi silla de ruedas.

-A lo mejor a ellos no les cae bien que no tengas piernas- le dijo uno que le tenía un

poco de rabia al hombre sin piernas.

El hombre sin pernas se quedaba muy triste, entonces.

5

Solamente después empezamos a conocer al hombre sin piernas. Al principio costaba.

Los hombres sin piernas, parece, hablan un poco distinto que los hombres con piernas.

Creo que la primera vez que lo entendí bien, fue cuando me habló de su gran amor.

Yo antes había creído que él no tenía una mujer en absoluto. Pero un día me dijo:

cómo la quiero, y se largó a llorar. Yo me le burlé, cómo se iba a poner de esa manera.

Pero él me dijo: ahora me doy cuenta que tenía que haber sido más claro. Vos no me

entendés.

No, le dije, cómo te voy a entender si me hablás llorando.

Entonces me dijo sin llorar: ella tampoco tiene piernas.

Yo no contesté.

Él, sin mirarme, continuó: nos queremos mucho, pero yo sé que nunca caminaremos

juntos por la calle.

6

Nos habíamos creído que el hombre sin piernas no podía tener... No sé por qué.

Cuando le conté lo que él me había dicho, mi compañero se asombraba: “¿Y cómo, si

no tiene piernas?”. “No sé, preguntemoseló”, le contesté.

¿Por qué no voy a poder?, me dijo entonces, ¿porque no tenga piernas? ¿Acaso no

tengo sentimientos? Yo me voy a la cama con mi compañera y hacemos el amor. Ése

no es el problema, el problema es no poder caminar con ella por la calle.

Seguía siendo un misterio.

7

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37

Fuera como fuera, el hombre sin piernas dejó poco a poco de pensar en eso cuando

empezó a hacerle los mandados a la gente. La gente, en realidad, no quería. Pero

decían, “pobrecito”, y para que no se ofendiera le encargaban siempre algo.

8

Una noche hablábamos. Alguien mencionó la política.

“En la política, uno se siente como si no pudiera estar afuera, como si no tuviera

sentido estar afuera, y al mismo tiempo, nunca pudiera quedarse tranquilo adentro. Es

como una casa que se gotea, dijo el hombre sin piernas.

(El desocupado se reía amargamente).

9

“Yo odio a los políticos”, dijo el padre de mi compañero. Mi compañero, entonces, le

contestó que todo lo que le pasaba era porque dejaba que los políticos hicieran las

cosas, por ese odio que les tenía, y que era un imbécil.

Durante toda la semana estuvieron sin hablarse. Al fin, se reconciliaron, y esa misma

noche estábamos todos tomando mate en el club. Ahí el hombre sin piernas empezó a

decir “yo también, en cierto modo, odio a los políticos”. Todos lo miramos como

diciendo: “¿querés meter el dedo en la llaga?”. Pero él continuó: una vez un chistoso

dijo que la única forma de terminar con cierta banda de ladrones que asolaba el barrio,

era que todos entraran en la banda, pues así no habría a quién robar. Creo que con esto

pasa lo mismo. Cuando todos hagamos política, ya no habrá políticos.

“Hm” contestó el padre de mi compañero.

10

“¡Rápido!” decía mi compañero, “¡rápido!¡hacia el poder!” Sus palabras nos

entusiasmaron tanto que todos lo seguimos, corriendo y gritando. Yo iba de los

últimos, y al darme vuelta una vez, vi al hombre sin piernas que se arrastraba gritando

“¡esperen!¡esperen un momento!”

Corriendo llegamos hasta el cruce de la avenida. Allí había siete policías armados con

ametralladora. Dispararon sobre nosotros. Cayeron tres de los nuestros, y los demás

dimos vuelta la espalda y echamos a correr. Luego volvimos y nos llevamos a los tres

compañeros. Uno estaba vivo y lo curamos. Otro había muerto enseguida, y otro

porque no lo habíamos recogido a tiempo.

Esa noche todos se insultaban entre sí, y el más desesperado era el compañero herido.

El hombre sin piernas habló cuando ya todos se habían cansado de reprocharse. Dijo:

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“yo les grité que esperaran un momento”. “Es cierto”, dijo mi compañero, “no te

esperamos, eso estuvo mal”. “No se trataba de mí”, contestó el hombre sin piernas.

11

El hombre sin piernas nunca firmaba un papel sin leerlo. De este modo, lo estafaban

sólo de cuando en cuando. En cambio, nosotros echábamos la firma, y caían los

embargos. El mucamo del patrón solía poner en esos casos al hombre sin piernas por

las nubes. Éste se fastidiaba muchísimo cada vez que pasaba eso, y cuando el mucamo

del patrón se retiraba, nos decía: “éste no se da cuenta que yo podré evitar que las

leyes me caigan encima, pero no puedo cambiarlas”.

Como nosotros pensábamos lo mismo que el mucamo del patrón, nunca le

preguntamos al hombre sin piernas por qué decía eso. ¿Él creía que nosotros sí

podíamos hacer otras leyes, y que no necesitábamos perder tiempo esquivando éstas?

12

Un día cayó un compañero del padre de mi compañero al club, justo cuando

estábamos jugando al billar.

“Tengo una idea”, dijo.

Todos lo miramos esperando que nos la contara, pero él miró al hombre sin piernas y

le preguntó:

-¿Cómo puedo hacer para que mi idea triunfe?

-Buscando más gente- le dijo el hombre sin piernas.

-Yo soy el único.

-¿Estás seguro?

13

Al fin, el hombre nos contó su idea. Y a todos nos pareció justa. Entonces él volvió a

decirle al hombre sin piernas:

-Pero mi gente no es como ésta, ¿qué puedo hacer?

-Nada. Mientras sea una idea, nada- contestó el hombre sin piernas.

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39

Empezamos a poner en práctica los misteriosos consejos del hombre sin piernas. Así

obtuvimos un triunfo grande. Pero no puedo decir de qué se trataba. Ese día, el

hombre sin piernas estaba contentísimo. Estoy seguro que si hubiera tenido piernas,

hubiera saltado de alegría. Como no podía hacerlo, hablaba sin parar. A nadie le

molestó porque entendía que ése era el motivo.

-Es cierto que por ahora no puedo andar- nos dijo -pero ya pronto vamos a caminar

todos.

-¿Quiénes, los hombres sin piernas?- le pregunté.

-¡Todos! ¡Todos!- me dijo, y agitaba los brazos como un loco.

15

Debido al triunfo ése, nos habíamos vuelto poco precavidos. El amigo del patrón vino

a proponernos jugar un partido de fútbol con los asesinos de nuestro compañero, los

que lo habían matado cuando corríamos hacia el poder.

Afortunadamente, muchos nos opusimos. Hubiera sido lo último. Pero, por desgracia,

eran muchos los que sostenían que no había otra manera de jugar al fútbol.

-¿No vieron que conseguimos triunfar el otro día?- dije yo -¿y ahora vamos a hacernos

los amigos de ellos?

-Y si no hubiéramos triunfado, ¿nos haríamos los amigos de ellos?- preguntó el

hombre sin piernas.

16

-No queremos jugar con esa gente- dijimos.

-Pero la gentileza o la camaradería no tiene nada que ver en este juego- dijo el hombre

sin piernas.

-Es un deporte-dijo el mucamo del patrón.

-Hay que jugar, no cabe ninguna duda- contestó el hombre sin piernas- pero no hay

que creer que es un deporte. Ya sabemos lo que nos cuesta.

-¿Cómo vamos a jugar al fútbol sin creer que sea un deporte?

-En el barrio saben- dijo el hombre sin piernas.

17

Hablábamos de cierta persona muy conocida. Yo hice el comentario de que ella había

estado siempre junto a nosotros.

-Dentro de nuestras columnas, en las manifestaciones, los policías de civil también

están junto a nosotros- dijo mi compañero.

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Yo me callé. Esa noche le pregunté al hombre sin piernas si quería que lo acompañara

a la casa.

-No- me contestó- tengo que hacer el reparto.

Ése era el trabajo de mi compañero.

Acordándome de la intervención de éste esa tarde, se me ocurrió decirle en broma:

“¿Qué, se han cambiado los papeles, ahora?”

Me miró sonriendo, y me dijo:

-Es un acuerdo al que hemos llegado con él. Así nos acostumbramos a las dos cosas.

18

Lo que me gusta de vos -dijo el padre de mi compañero al hombre sin piernas- es que

sos sencillo. Los otros hombres sin piernas que yo conozco, no son sencillos.

El hombre sin piernas se sonrió, halagado. Después movió la cabeza, y dijo: Lo que

pasa es que ser sencillo es la forma de empezar a caminar.

-¿Y cómo se hace para ser sencillo?- dijo el amigo del patrón.

-¿Cómo?- contestó el hombre sin piernas.

-¡Qué cómo se hace para ser sencillo!

-¿Cómo?- seguía preguntando el hombre sin piernas.

19

Al día siguiente eran las elecciones. Como siempre, estábamos reunidos charlando.

Alguien le preguntó al hombre sin piernas si no quería que lo acompañara a la mesa

electoral.

-Eso ni se pregunta- dijimos todos indignados -nosotros lo vamos a llevar a votar,

¿para qué nos tiene a nosotros?

Él chasqueó la lengua. Eso era una señal de fastidio, y hacía tiempo que no se la

escuchaba (ya casi no se molestaba cuando alguien le hacía notar que no tenía

piernas).

No es eso lo que me preocupa- dijo con una voz cortante -Me preocupa cómo voy a ir

a otros lugares a dónde ustedes me van a llevar.

20

-¿Adónde te vamos a llevar?- preguntó uno.

-Al cielo- le contestó el hombre sin piernas, encogiéndose de hombros.

-Al cielo se va volando, no se necesitan piernas- dijimos todos, riéndonos.

-Al cielo que yo digo se va usando los pies y la cabeza- contestó él.

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21

El hombre sin piernas había abandonado la silla de ruedas y ahora usaba un carrito. Y

con el asunto de los mandados, se había vuelto indispensable. Creo que por eso ya no

se molestaba cuando le hacían notar que no tenía piernas.

Pero como siempre, no faltaban los reproches. Una tarde, mi compañero y el mucamo

del patrón, cosa rarísima, parecían haberse puesto de acuerdo en criticarlo.

Mi compañero decía: ¿Para qué se mete? Un hombre así no puede hacerle los

mandados a todo el mundo, la gente termina desilusionada; y al final, nadie le va a

pedir más nada.

El mucamo del patrón decía: todo el mundo ahora va a querer que él le haga los

mandados. Pero un hombre así no puede hacerle los mandados a todo el mundo, hay

otros más capacitados, ¿para qué se mete?

22

Un día mi compañero invitó a un grupo de hombres sin piernas al baile del barrio.

Todo el mundo los agasajó mucho, aunque era feo verlos en sus carritos, bailando con

las mejores pibas, las que tenían que agacharse para tomarlos de las manos y abrir

mucho sus piernas para no tropezar. Sin embargo, algunos marcaban el compás con

cierta gracia, hay que reconocerlo, haciendo golpear sus rulemanes contra el cemento

de la pista.

-¿Y vos no bailás?- le preguntó el padre de mi compañero al hombre sin piernas.

-No me gusta esa gente- contestó él -quizás sepan bailar, pero no saben caminar.

Además, les han sacado las pibas a todos los muchachos. Mírelos ahí parados.

23

-Hay que exigir- decía mi compañero.

-No hay que exigir- decía el mucamo de patrón -queda mal exigir. Hay que pedir.

-No es que esté mal- dijo el hombre sin piernas -es que la gente lo va a ver mal, se va a

asustar. Digamos que pedimos, pero en realidad, exijamos.

-Estoy cansado de estos juegos- dijo mi compañero -Yo soy gente y no lo veo mal, ni

me asusta. ¿Por qué, entonces, vamos a fingir?

-No toda la gente es igual- dijo el mucamo del patrón.

-En esto sí- dijo mi compañero.

Se armó un revuelo. “Sí”, “no”, decíamos.

-Entonces que decida el desocupado- dijo mi compañero.

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Fuimos a preguntarle. Estaba masticando semillas de girasol para matar el hambre.

Con la ropa que llevaba puesta no lo habrían dejado entrar ni en un hospital. Cuando le

preguntamos qué elegía, si pedir o exigir, dijo:

-Exigir.

Así volvimos a triunfar.

24

Después vino una gran derrota. Cuando en el club hablábamos de eso (y no estábamos

todos, porque muchos nos habían abandonado, y a otros los habían matado), el

hombre

sin piernas dijo que esa derrota la había causado, como siempre, nuestro apuro. Casi

todos expresamos nuestro acuerdo.

Mi compañero lo contestó que esta vez no.

-Vos te creés que cualquier cosa que nos va mal se debe al apuro. Y no es cierto. Vos

no usás la cabeza.

-¿Cómo?- dijo el hombre sin piernas.

-Eso- dijo mi compañero mientras se levantaba -por el apuro que tenés en caminar, te

estás olvidando de usar la cabeza- y se fue, dando un portazo.

25

Aquella derrota, con todo, nos trajo un compañero nuevo. Un día, llegó el mucamo

del patrón, diciendo:

-Ya no soy más el mucamo del patrón.

-¿Por?- le preguntamos.

-Después que perdieron ustedes, quiso que le lustrara los zapatos con la lengua.

-Ahora sos un desocupado- le dijo el desocupado.

-Por algo se empieza- contestó el ex-mucamo del patrón.

26

Hasta que al fin el barrio se levantó con nosotros, sin que hubiera diferencia de

ninguna clase entre nosotros. Y al patrón no le quedaron más que dos o tres amigos. Y

nosotros éramos más de mil.

Y pusimos a la entrada del barrio un cartel que decía: “QUEREMOS...” (pero no sirve

de nada decirlo aquí). Y todos nos dispusimos a pelear. (Hasta la compañera del

hombre sin piernas, que estaba esperando familia, vino).

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27

Y recién aquel día me animé a decirle al hombre sin piernas que yo estaba escribiendo

unas pequeñas historias sobre todos nosotros.

-Yo que vos no perdería el tiempo- me dijo. Y después, sonriendo: pero yo conozco

una.

Yo me senté al lado de él, y él me dijo:

“Había una vez un chico que arrastraba una cadena llena de flores. La cadena era de

veras, pero las flores no estaban más que en su imaginación. Un día, sus

compañeros las deshojaron para que él viera la cadena y se decidiera a cortarla. Y

desde entonces, recogiera las flores vivas de verdad”.

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AVENTURAS CON USTED

(1975)

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BAJO LA CARPA

Pasen y vean, señores,

mi corazón.

Pasen rápido,

hay público esperando.

Y no le den de comer

cosas que lo puedan enfermar.

Esta noche actuará

en la función.

Verlo en acción es más caro,

pasen y vean.

La cadena

es para que no se escape.

BRECHTIANA

Para ser una gran familia

hay que tener una casa

que dé cabida a una familia grande.

Para quererse como hermanos

es preciso estar sentado a una mesa

donde haya un plato para cada uno.

AQUÍ

Aquí estoy y no me muevo nada

sin mi compañero y sin mi compañera

ni para atrás ni para adelante tampoco,

sin ellos no construyo esta pared,

sin ellos no hago arrancar este auto,

ni digo ni media palabra;

porque si uno me alcanza un ladrillo

puedo llegar a alcanzarle mi vida,

pero solamente si nos hace falta,

y echar a andar

sin motores y sin palabras,

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si nos hace falta

o con motores y con palabras.

A LA SAGRADA FAMILIA

Su oficio no valía un mísero centavo,

pero sabía lo que quería: ejercerlo.

Así lo supo transformar

en un lúgubre circo, divirtiendo

a los muchachos que necesitan

entretenimiento para pelear.

Mas aún: peleó él mismo

con ellos, sólo para tener

más clientes; se atrevió

inclusive a enseñarles el oficio:

que aprendieran a domar

leones, a moverse en la cuerda

floja, a arrancarles las bananas

a los monos, peleando a brazo

partido, para que en el época

del hambre, el hombre pudiera

sobrevivir. Les enseñó lo inútil

que se hace útil a fuerza de ternura

y el equívoco de los payasos

cuando no logran convencer a la platea

de que ellos son los buenos.

RETRATO

Y en su voz había algo como de hoja.

De hoja en el vientito.

Una suavidad para acá, una suavidad para allá,

y algo que se sentía directamente sobre la piel,

al parecer entonces recién nacida.

NOS CONTABA

Y la ciudad era un niña caprichosa.

Tenía su misma mortificante dureza,

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una parecida insensibilidad.

Daba, quitaba y atraía

exigiendo siempre una atención constante.

La ciudad era una niña, pero sin la frescura

de las niñas, era altanera,

y costaba entender que iba a crecer.

¿SOMBRAS NADA MÁS?

Lautaro recibió a Allende

con una sonrisa

de sabérselas todas.

“¿Otra vez los huincas, Chicho?”, le dijo.

Y Allende lo miró, y su cansancio

empezó a borrarse.

“Nunca creí”, le dijo, “que existiera la eternidad.

Sin duda hay muchas cosas

que se me pasaron por alto”.

“Tenía”, dijo Lautaro,

“que pasarlas por alto. Tome asiento.

esto no es la eternidad. Es el corazón de Chile,

y usted está ahora en él,

conmigo”.

FEA SITUACIÓN

La mala conciencia es un azote.

Aquel hombre fumaba incesantemente

para calmarse; sin embargo,

el humo le irritaba las encías,

por esto,

el hombre bebía café casi tibio,

pero el café lo desvelaba, para dormirse

tenía que beber a grandes tragos,

y finalmente, borracho,

gritaba “la mala conciencia es un azote”.

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DE REFRANES Y GUERRAS

La confianza mata al hombre, decía Pedro,

mientras hoy

sus compañeros de ayer,

le ataban las manos a la espalda,

inventaban razones que explicar su caída

a los ingenuos,

y acompañado de un informe escrito,

lo entregaban.

POR LO COMÚN

Aquel hombre fue en busca de la fortuna.

Cuando llegó al lugar, no había más que viento.

Y el viento decía: “aquí no hay nada”.

Como ustedes adivinarán, aquel hombre

trabajó, trabajó y trabajó,

pero no trabajó como cualquiera,

sino para hacerse rico.

Para ello se dio a la especulación,

a los negocios, compras y ventas,

hizo familia para que lo ayudaran

a juntar, a prestar, a dar respeto,

y lo logró.

Logró lo que buscaba, la fortuna.

Y durante todos esos años

de grandes realizaciones

el viento continuó diciendo

al soplar: “aquí no hay nada”.

OSCAR

Mi padre pintaba paredes,

las blanqueaba con cal.

Después la vida pintaba encima.

Mi padre a veces no cobraba,

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la vida cobraba siempre.

RETRATO

No era reconocido por su forma de decir “otoño”

sino

por su manera de tomar el pico.

No era particular su forma de expresarse,

sino

que, dicen, hablaba como todos.

No eran sus ojos portadores de amenazas propias,

sino que había simplemente amenazas

en sus ojos,

posiblemente oscuros.

UN POETA

Qué hacer con la tristeza,

le preguntan,

pero él sigue arreglando el aparato

de radio,

y le dicen, ¿qué hacer?

estamos tristes, pero él

lee los diaros como un poseído.

Lo que pasa es tan triste, le dicen,

pero entonces él habla de lo que pasa.

ELLA Y ÉL

Su cuerpo brillaba en el cansancio,

sus ojos brillaban en su cansancio,

su voz en la ternura y en el cansancio

daban la sombra para el cansancio.

Y todo era cansancio, pero ella

no era el cansancio, pero él

no era el cansancio, pero su mundo

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no era el cansancio.

ENTRE MUCHOS

Ese hombre tiene la vida en peligro,

ese hombre tiene miedo,

aunque a veces no; ese

hombre no hace más que eso: ser

hombre y tener la vida en peligro,

le sale así

como a tantos otros,

que reparten el miedo que tienen:

grande, pero

repartido entre muchos.

Y aguanta.

BUENOS AIRES

Aquí intentó estar todo el país.

La primera vez, eso fue llamado

la montonera, era la presencia misma

de los hombres adentro de este puerto.

No era cuestión de caballos ni de heroísmo:

fracasó. Más tarde

se trató de lograr en el nombre de las calles,

todo el país en nombres de provincias,

ciudades y conceptos, prohombres y desgracias;

la ciudad creció tanto que para todo hubo lugar,

pero por eso mismo

esos nombres perdieron sentido.

Constantemente, los pobres y un burócrata

del Archivo General de Catamarca

llamado Ramiro, y una flor

a punto de abrirse en Paraná

quieren estar aquí.

Esto sucede

hasta con los que ya viven.

Pero la situación resulta insostenible,

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porque ya no se puede

estar, si estamos todos,

y si no estamos

todos, no se puede vivir. Aquí fracasan

hasta los hombres del destino.

LA COMPAÑERA

Yo sé que tiene en la cabeza

ese pájaro llamado el mundo

y que ese animal se va

y lo deja triste.

Que se va volando

dividiendo el aire en dos

pero sin salirse de la cabeza.

Entonces, lo tiene.

Tiene a su hermano enfermo

encerrado en una jaula de hierro,

pero los médicos

están más enfermos que él.

Tiene a su hijo

con la verde flor que atrae al pájaro,

listo para recibirlo.

Y a mí,

mirándolo.

LA VENTANA

¿Pero qué quería decir el loco

pintando una y otra vez la ventana?

Lo vi salirse de los marcos

y de sus casillas,

lo vi pintar los vidrios

con infinitos colores

haciendo casitas y árboles,

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caminos y barcos.

Lo vi tirarse

contra los vidrios

y atravesar la ventana.

IN MEMORIAM

Dicen

que creció entre los hombres

pese a todo

y que tenía los ojos llenos de tiempo

como la lluvia arrastrada por el aire

a otros países.

Dicen

que creció entre ellos, los hombres,

pero que no fue nunca uno de ellos

y por eso lloraba.

LA ESPUELA

Espuela inútil

enorme máquina de hacer ravioles

injustamente desaprovechada.

Al caballo

de mis sueños

no lo espolearé jamás.

Podría llegar a recordarlo.

Ese caballo muerto,

recorriendo los eucaliptus en voz baja,

saltando la tranquera

sin abrirla, y yéndose

por el aire y los nidos de hornero.

ese caballo te sintió, espuela,

y ya nunca volvimos a verlo.

Quédate aquí,

duerme.

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COMO UN MOTOR

El hombre se ha detenido

como un motor

en medio del bosque de árboles muertos

con pajaros muertos

que cantan.

Yo estaba allí

yo era el hombre

que se quedó a acariciar los troncos

mohosos

a escuchar

el canto de los pájaros muertos.

Con palabras y árboles

y besos y plumajes.

METAMORFOSIS

Tiró su ropa de verano

tiró su ropa de invierno

y tiró su corazón a la basura

y se quedó con su pelo solamente.

Y el viento lo agitaba, lo movía,

lo llevaba a confundirse

con el cereal

con el río

con los árboles.

Asi resultó ser para la gente,

y eso no le gustó. Pensó

“la gente se equivoca

por mi culpa”, en medio

del pelo sacudido.

Y regresó a los ojos

y a los dedos,

al cuello y a la pelvis,

y a los tristes y dulces pensamientos,

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y dejó entonces de ser trigal o agua

o árbol, o ilusión, fantasma o viento.

LUNES

Si emperra su dolor

y se niega a abrir esa puerta que lo conduce a la calle

que lo conduce al trabajo

le será injusto a su dolor,

pero si mata su dolor

le será injusto asimismo;

hay que ponerse el saco

hay que ponerse el dolor

hay que llevarlo a pasear

o a conocer el trabajo de uno.

Puede que uno no tenga trabajo

pero la puerta conduce a la calle

lo mismo.

EL POETA EVITA COSAS

Vino la tristeza y dijo: aquí estoy.

Aquí estoy, dijo, pero no tuvo suerte.

Y el desastre también. También estuvo.

Vino, estuvo, y dijo cosas, pero no le sirvió.

Porque he estado con mi amor haciendo el amor.

Porque estado con mi justo haciendo justicia.

Porque he estado con mi tiempo, haciéndolo.

ESTE DÍA

Este día amanece por los cuatro costados,

y hasta amanece de oscuridad,

de torres,

de un lado hacia otro lado

y hacia otro,

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porque el viento promete ideas

y amores nuevos.

Se le cree

se le cree porque todo es tan nuevo

que hasta los viejos amigos tienen risas

enteramente diferentes.

Amanecer es un viaje

y tiene cuatro caminos.

BALCÓN

Desde mi balcón no se ve el mundo.

Solamente

se ven tres paredes y una terraza.

Desde el balcón no se ven las estrellas,

apenas

el resplandor de ellas sobre las nubes.

Desde el balcón no se ve su ventana

únicamente

se ven las antenas de televisión de su edificio.

Desde el balcón, como dije, no se ve el mundo,

sólo se escucha

su silencio.

POEMA

Inesperadamente, llueve.

Inesperadamente, deja de llover,

y los ojos se van se van.

Inesperadamente, cae.

Inesperadamente, deja de caer,

y los ojos se van se van.

Sabe, e inesperadamente,

deja de saber.

Y los ojos se van se van.

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TRÍPTICO

I

La lluvia está pintando

las cosas

de su color de cosas,

sacándole la tierra seca

del verano.

II

El tiempo

es un motor

que anda a lluvia

y a muerte.

III

La mañana

de mañana

-aunque parezca

mentira-

no existe.

Lo que sí existe

es el día de hoy:

hasta los sueños

parecen cosas.

QUE EL MAR

Mi vida tiene

más ahogados que el mar

pero no su paciencia.

También un corazón, que el mar no tiene,

con algas por los dos.

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A él lo rodean arena y piedra

y a a mí el aire o la gente que conozco,

y arremeto ante el aire porque sí

como él lo hace

porque sí.

RECUERDOS

Hubo épocas,

me acuerdo,

en que yo escribía versos para mis compañeros

de clase.

(La escuela era grande y vacía,

si no había sol, yo escribía versos)

Ellos me ayudaron a cambiar.

Siempre alguno,

generalmente una niña

dulce y despótica a la vez,

decía:

“¿por qué no me escribiste un verso a mí?”

Intimidado, yo le hacía caso.

Así entraba en los otros, en el mundo

verdadero.

TE ACORDÁS

¿Acaso no creías

tener un corazón

de oro? Después

esa metáfora la borró el tiempo.

Y es mejor la verdad toda la vida.

Yo te lo dije, pero no lo creía.

Es que para aquel tiempo

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la vida no me había dibujado

sobre las cejas

nada.

Y luego

nos dibujó

ni mucha ni muy poca

crueldad,

la de los seres

humanos, hoy en día.

Pero es mejor la verdad toda la vida,

toda la vida, toda la vida.

BOMBITA

La bombita de la luz

-de cualquier número de vatios-

es decididamente una buena compañera.

Se balanceaba anoche

en esa esquina triste

con el viento;

él la llenaba

de fantasmas

agradables.

Y ahora me alumbra otra

bombita

mientras escribo esto

sobre su compañera.

Si escribiera otra cosa

también me alumbraría

salvo que fuera en contra

de las bombitas

en general.

Se defienden, y por eso

ganan mi admiración.

A veces en un barrio,

en mitad de la noche oscura,

a través de los baldíos estériles

de los especuladores de terrenos,

se ve brillar

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una bombita.

El brillo mas dulce

de la tierra.

CENICEROS

Quiero a los ceniceros,

tan humildes,

testigos de tantas cosas.

En mi casa

los ceniceros permanecen meses enteros

sin vaciar,

guardan recuerdos

de la más mínima cosa.

En cuanto

a los ceniceros de los bares,

importa señalar

que sólo los bares antiguos

propensos a la meditación, no a la frivolidad,

los tienen,

y ellos han oído tantas veces hablar de la Revolución

que se preguntan qué será eso.

Ceniceros humildes,

honrados trabajadores en el mundo del vicio,

anímense

por favor

a preguntarlo.

FRÍO

Frío,

ah frío de los barrios

humildes,

nacido de la humedad de los baldíos

de las zanjas

de los campos abiertos

donde se cortan los pies los hijos de los pobres,

frío nacido del viento del invierno,

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astuto para entrar por las chapas

y por los agujeros de las cobijas,

frío gorila,

cómo cómo te odiamos.

Te odiamos más que a tus patrones,

más que a la policía,

te odiamos.

Pero al menos, oh frío,

si te escribo un poema en este día

es por una razón,

por una virtud tuya.

Como buen trabajador

en relación de dependencia,

el frío no miente.

ESQUINA

En esa esquina yo me separaba de ella,

que llevaba un guardapolvo doblado,

y sus libros. En esa esquina

yo me llevaba su sonrisa

desde la calle Catamarca

hasta la calle Salta,

haciéndola rebotar y caer

siempre en mi mano.

O bien en esa esquina

la miraba entrar en su casa,

y remontaba su olor como un barrilete

que se enredaba siempre en el foco

de la bocacalle.

En esa esquina

hubiera escrito un tango

de nacer en otra época;

y de no haberme puesto pretencioso

por ir a una escuela donde se enseñaba

a serlo,

lo hubiera silbado.

En esa esquina

me hubiera muerto,

de vivir en esa esquina, pero

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un día pasé yo y me llamé,

y me fui. Y preferí

crecer y tirarme en la cama

a escribir una elegía

y no estar parado en esa esquina,

tan dulce.

ACERCA DE LA PRIMAVERA

Los estudiantes se ríen

porque viene la primavera.

Sólo más tarde aprenderán

que a la primavera la traen los trabajadores

la noche del 20 de septiembre

arrastrándola de unos piolines de yute

prendidos a los botones de sus “monos”.

Los trabajadores deben

-muy a menudo-

olvidarse de la alegría

que ellos mismos traen al mundo.

O sea,

que la primavera

viene a veces cargada en una fuerza injusta

y nada natural, por otra parte.

Los estudiantes lo aprenderán,

algún día.

GRANDÍSIMO MISTERIO

En el lago del parque Independencia

hay un bote,

un botecito de alquiler

flotando en medio del agua,

vacío.

Es éste un grandísimo misterio.

Quien lo abandonó

debió -sin duda-

arrojarse al agua,

subir a la islita artificial

o bien, hacerse aire.

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El poeta,

fervorosamente,

busca, para decirle a sus lectores,

dónde está, dónde,

el ahogado o mojado,

el náufrago en su isla,

el aire hecho

con el navegante

del botecito.

Y el poeta no lo encuentra.

Sólo puede hablar del misterio.

Y del botecito, claro.

El botecito que se bambolea,

suavemente,

en la tarde de sol.

CAMBIOS

Un capullo de rosa

es una rosa.

Una semilla de árbol

es un árbol.

Una chica con miedo

una mujer.

Un viejo, un muerto.

Un tonto, un sabio.

Un hombre solo

no es un hombre solo.

Hay cambios, yo lo sé.

LA TRISTEZA

La tristeza es un dulce de algo

que se pudre en la heladera.

Es un barco vacío,

un trolebús por dentro.

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La tristeza no paga lo que debe,

negocia a espaldas nuestras

todos nuestros derechos.

Yo escribo este poema a la tristeza

a reglamento.

EL POLVO

El polvo cubre las cosas;

la mesa, el libro, el cenicero,

pero yo ando, me muevo,

y no me cubre el polvo.

Con el plumero

el polvo anda, se mueve,

y está vivo, entonces

me cubre el polvo.

HOJA

Me sale una hoja verde

de la boca,

y yo la saco por la ventana:

que la lluvia la moje.

Se la va a llevar el viento,

tendrá destino. Sin pensarlo,

sin que nadie la sostenga.

Salió de aquí,

se fue a la calle,

hizo lo que debía.

SE ABRIRÁ PARA SIEMPRE

Pasarán los basureros por las calles,

y sin mostrarse el polvo también

pasará, y a los ascensores

que suben y bajan

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se les cortará el cable algún día.

Pasarán los gobiernos municipales

y los nombres de las calles.

Y nuestras uñas, y camisas,

y marquillas de cigarrillos también pasarán.

Y la tristeza y la alegría

pasarán delante de la puerta

de nuestra lucha, la única, la firme.

La puerta de madera y trabajo

que se abrirá para siempre.

ESA FLOR ES BÁRBARA

Planten

una flor

y aguanten.

Aunque haga frío

hay que regarla.

aunque el informativo

diga lo que diga

hay que regarla.

Es una flor arisca,

pero ama al tiempo.

Es su debilidad,

su gran amor.

ÉL HA VUELTO

En aquel barrio

en aquel baldío

en aquel paredón

muchos amores empezaron

y terminaron,

en aquel paredón

donde tantas veces

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escribimos que él volvería.

PERO LLUEVE Y LLUEVE

Los vecinos arrancan los yuyos

del baldío

de cuajo,

con la pala, con las manos.

Quieren dejar limpio el terreno,

quieren que nadie tire basura en ese terreno,

quieren que quede limpio.

Pero llueve y llueve,

los yuyos vuelven a crecer.

PAISAJE

La niebla cubre el campo.

Los cazadores andan en la niebla.

Los perros olfatean.

Más abajo, la tierra espera.

DESOCUPADO

El viento no canta ahora.

Vagabundea como un desocupado,

da vueltas

y se queja por las noches.

LA GENTE

La gente tiende a crearse esperanzas

que la perjudican,

porque a veces

es más difícil

reconocer que se puede luchar,

que luchar.

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La gente tiene a engañarse,

o, a veces,

no.

LLAMÁNDOLO

Las ideas hacen cola

en el mundo de la niebla.

Las palabras sacan boleto

en el tren de las sombras.

Habla un hombre sin trabajo

y dice: el sol, el sol.

A veces el sol sale,

pero otras veces no se lo convence

llamándolo.

TRIUNFAL

Vengan, ojos, y vean

como el pueblo despierta:

antes del sol y de la luz

las cobijas son apartadas,

el cuerpo de la compañera

es apartado, y el frío dice:

éste soy yo. Y las cocinas

se encienden, cocinan

y calientan, y aparece

el mate cocido, y hay un hombre que se levanta

y hay una mujer

que lo ayuda levantarse.

Es mi pueblo que se despierta

aún antes de que aparezca la luz.

LOS HILOS DEL TELÉGRAFO

Las

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paralelas

se cortan

en el infinito,

allí

justo

donde

ella,

parada en la puerta de su casa,

tiene puestos los ojos.

Hace frío,

el sol baja.

Sólo queda la luz.

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CARNE DE LA FLACA

(1978)

a Cristina

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PRIMERAMENTE

Ella no existe, sólo está en lo que hace.

Tampoco yo, sólo están los agujeros;

ni, tampoco, desde luego, el futuro.

Hoy no se come o se respira,

ni siquiera se va a la cancha.

Hoy no pueden hacerse tales cosas.

No se puede robar por los caminos,

irse a París, o rebelarse

inútilmente, ni quedarse solo.

O pedir algún tomate en vez de otro

en las verdulerías. Época terrible.

Sólo están el peligro y la incertidumbre

y nadie se atreve a nacer, a vivir.

Apenas cinco pelos de mi barba

y la carne de la flaca.

ODISEA

Podría contarles mis aventuras... empezando

desde esta mañana -dijo Alicia un poco

tímidamente-. Es inútil empezar desde ayer,

porque yo era una persona distinta entonces. LEWIS CARROLL

I

EL MOTIVO

Ella vino a esta tierra urgida

por el dolor. Ésta es su epopeya.

Ella vino a esta tierra porque en su casa

querían y no podían, ésta es la tierna

e insignificante epopeya.

Ella vino. Algo

no había salido bien en el amor,

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algo se resistía a “lo ideal”,

y no quedaba más remedio

que conocer el mundo.

Ésta es la epopeya de la flaca.

EL VIAJE

Corre el mundo

bajo las ruedas

y a los costados del ómnibus.

Corre, y nada promete.

Ni siquiera ser redondo.

Las sirenas cantan la canción,

la canción-tentación. Ella

enciende un cigarrillo

y se pone a escucharlas, como Ulises.

Después arroja el pucho afuera,

piensa que algún camino habrá.

Que va por un camino del mundo.

EL ESPEJO

¿La niña quería quedarse?

Se mira en el espejo,

mimada o hueca.

Ese espejo no entiende.

Hay un dolor,

la apura, le crea obligaciones.

Procurar la alegría, por ejemplo.

Sentirse bien.

LA LLEGADA

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Bajó en la Terminal.

La libertad

parecía recién nacida.

Pero estaba de antes:

en sus primeros pasos,

tan festejados.

O era un niño de la imaginación.

Deseado, y sin nacer.

Bajar del ómnibus

fue su primer paso.

LOS ESTUDIOS

¿Está guardado el saber

en una casa?

No. Él camina por las calles,

o pasea.

Nadie lo reconoce,

le pide autógrafos.

Al entrar en la casa del saber

hay que exigir que se nos dé algo.

Como al entrar a la carnicería.

Y la flaca pidió.

Nadie le enseñó a ver.

Sólo vendían el aire.

LOS QUE NO

En lugar de luchar,

algunos se exhibían.

Festejaban a la justicia

sin haberla merecido.

hablaban de ella,

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mientras todos los escuchábamos

sin saber qué hacer.

Todo era así confuso,

pero nadie se daba cuenta.

En esos trágicos momentos

las cosas no se comprenden

porque aparentan ser sencillas.

Qué difícil se había vuelto todo

en estas calles que su pie pisaba.

LOS QUE SÍ

No se explican los propagandistas

porque ella dice que no.

Se olvidan

del color del dolor,

su aspereza, el milagro

del tiempo.

Que los hombres se alcen

no es fácil.

Y tampoco

imposible.

No se explican los propagandistas

porque ella dice que no.

No entienden

que en vez de las palabras

son las cosas

las que mueven nuestro corazón.

II

LA FIESTA

Todas las calles llevan a la fiesta:

no hay más que seguir las hileras de árboles,

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y pararse cuando se oiga la música.

Esa fiesta celebra sus quince años,

porque todas las fiestas de la tierra

en el fondo se hicieron para eso.

Hay que bailar. Hay una fiesta

en la tierra.

EL CIEGO

Yo no llegaba nunca a esa fiesta.

Y si llegaba era cansado,

dulcemente desilusionado.

¿Qué me hacía tener una copa en la mano

y mantener conversaciones pedantes?

Y volver por las calles quietas

llenas de árboles quietos,

y atravesar, de pronto, como un ladrón,

un patio con olor a jazmín del país?

¿Y cómo podía sospechar yo

que ella giraba bailando

y su sonrisa iluminaba todo,

hasta la pena

que iba a tener seis años después?

Aquellos jazmines

podían habérmelo dicho

en un tono estrictamente confidencial,

¿pero a mí me hubiera importado,

acaso?

No, la selva de jazmines me rodeaba,

y ella giraba en la luz,

giraba y lograba que el mundo diera vuelta.

Yo me cubría de hojas para no verlo.

EL CINE

Anoche un auto

te dejó en la puerta.

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Te levantaste tarde,

comiste, fuiste al cine:

yo no estaba.

Yo también me levanté muy tarde,

en una ciudad distinta.

Tengo la cara de Paul McCartney

-nunca he vuelto a conseguir esa cara-

yo tampoco conozco tu nombre.

Asi que canto. te miro

desde la pantalla.

EL AMOR

Conjugaba el verbo amar

nada más que en la escuela.

Ese verbo era raro,

porque sólo lo usaban los cantores:

“Yo te amo” decían,

y se deslizaban agarrándose del micrófono,

hacia abajo.

Era extraño ese verbo,

era como la vida, “un sueño”.

Esos cantores se hubieran enamorado de la flaca,

pero tenían que comer.

Y la flaca andaba y andaba

en el mediodía, bajo el sol,

y no pensaba en geografía ni en historia,

sino en el extraño verbo

que no había sentido usar a nadie.

LOS DESENGAÑOS

Los periodistas de las revistas juveniles

la traicionaban.

Los periodistas de las revistas femeninas

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la traicionaban.

Los cantores y los galanes de la TV

la traicionaban.

La flaca se encogía de hombros

y seguía por el camino.

LA LEYENDA

A tu primer amor

lo sorprendiste.

Él no se lo esperaba,

estoy seguro, porque

hasta entonces

no habías actuado,

él ignoraba tu presencia.

Y antes de darse cuenta

él había visto un canto

en tu pollera, un canto

como de pájaro en la palmera sola.

A las primeras horas de la tarde

como de agua de zanja,

como de olor a tarde de lluvia, y

ahora, qué locura, serás

“tu melena de novia en el recuerdo”,

para él, no es cierto?

Como cantada.

III

LA RAZÓN

Y si la vida la subió a su lancha,

y si el viento se puso a soplar,

y si la tarde cayó sobre el río,

y si la luna enfrió las vacas

y los árboles crecieron como sus amigos,

por qué

no iba a seguir

andando?

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LA CAÍDA

Cuando se desprendió la fruta

de la medianera,

cuado dejó de ser

parte minúscula del árbol,

y sí parte del aire

que corre libre por los países

por el suelo temido

y florecido

cagado por las vacas,

pisado por el hombre en flor

cuando el camino se convirtió en aire

y el aire en espejismo

la medianera hirvió

el camino estaba abierto

y los caballos comían en él,

el camino era un nido viejo

de hornero, y una

polvareda futura, fresca.

LA RODADA

Las amigas

sacan la cabeza

por los balcones.

Pero ella no cree

en ninguna promesa ajena,

¿de qué va a vivir, entonces?

Las amigas

se van al río, o duermen.

Ella se ganará la vida.

Habrá nuevas amigas.

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Todavía no las conoce.

Caminan al amanecer

hacia el mismo lugar.

En la ciudad, a esas horas,

no se sabe cómo será el día.

LA MANERA

Y dicen que en su vida

hubo horarios, problemas;

que hubo jefes y sueldos.

Que si el sol se nublaba

un pullóver no era suficiente.

Pero todos lo saben:

no se encogió de hombros.

Guardó luz en su piel

tan parecida a una bodega fresca,

y cantó la canción del ser humano

para llamar a ese animal.

LOS DEMÁS

Los enfermos se le aparecían

pero no le pedían que los curara.

Los locos se le aparecían

y la contagiaban sonriendo.

Se le aparecían los perros

y ella no los recogía.

Y los árboles, bueno,

ella miraba los árboles.

Y los árboles la miraban pasar.

EL TRATO

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Cuando la flaca vio al pescado

le pidió su amor.

Él aceptó, mas reclamó lo suyo:

“comeme”, dijo, ése es mi amor.

“Qué rico estaba”, dijo al terminar,

“¿qué va a pasar ahora?”.

De adentro de su estómago:

“me tenés que llevar hacia adelante,

ése también es mi amor”.

LA VEZ

Nos encontramos

y nada nos dijimos

porque el sol cansaba

toda palabra.

Esa tarde no estaban los jazmines

perfumando crepúsculos;

la música romántica: de huelga.

Será por eso que no dije nada

o no dijo nada ella.

El camino ardía con lentitud

pero nadie miró hacia abajo.

IV

LOS PIES

Los pies los tiene llenos

de tierra. Tierra de años.

Estas cosas le pasan a los pies

cuando alguien los empuja.

Cuando algo que no se entiende

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o comprende, los empuja.

Desde hace mucho tiempo,

por un camino con juncos como olvidos.

Los pies los tiene llenos

de tierra. Tierra de años.

EL CAMINO

Para el que tiene ganas

no es obstáculo el árbol

caído en el camino, o ciertas vacas

falsamente feroces.

La noche silenciosa

que agita las cicutas

o los caballos ciegos,

tampoco pueden detener a nadie.

Sólo el camino

puede impedirte andar.

Y este camino estaba acostumbrado

a que ella le pusiera encima los pies,

se había vuelto bueno, manso.

LA MARCHA

Cuánta gente va ahora.

Es un mundo de gente caminando.

Al lado de ella va mi abuela

con su cara de mujer justa.

Algunos pasan: le dicen vamos,

a defender nuestros derechos,

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otros, en cambio,

caminan a su lado.

Ésos sí la sabrán defender.

Y con su perfume

que no puede explicarse

pasa una chica camino de una fiesta.

EL BAILE

Todos están bailando

en la pista de tierra.

Esa pista es igual al camino;

el camino, en verdad, termina en ella.

Es de tierra,

muy suave.

¿Qué hacen todos allí?

Han llegado a esa fiesta

tratando de entender ciertas cosas,

tratando de vivir.

Ella cuenta:

“se bailaba en la pista

de tierra

suave,

y el que allí bailaba tenía

mil caminos que nadie podía cerrar,

y nunca estaba triste”.

FRAGMENTOS

Los hombres deberían saber que la guerra es general.

HERACLITO

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Aunque el pan haya subido de precio

aunque la vida haya bajado de precio,

besarse

jamás será algo heroico,

por fortuna.

Besarse

no anunciará victorias

ni hará los sacrificios más terribles.

¿Qué dirá el diario

mañana a la mañana?

¿Hablara de nuestro beso

o de esos tristes fracasos

que nos suceden hoy en día?

¿Alegraremos esos

tristes fracasos?

¿Saldrá en los diarios

esa alegría?

Salve, inútil amor,

inútil como el fútbol

o la poesía.

La libertad es una leyenda

y el precio del pan una necesidad,

y precisa de nosotros.

Salve, inútil amor.

Oh maga

maga asombrosa

que nada transforma.

Sólo hace aparecer medialunas

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en la mesa, si se acuerda

de comprarlas.

Y por su hechizo se calienta la mañana,

siempre y cuando

haya salido el sol.

Puente tendido,

puente levantado,

puente y río al mismo tiempo.

Estamos aprendiendo

que la guerra

es nuestro padre.

Si hubiera algún sueño,

ya estaría roto.

El amor acaba de hacerse

más hondo

o más difícil,

infinitamente frágil.

De nada nos preserva.

Si tuviera realmente algún poder,

los dinosaurios poseerían la Tierra,

o los cangrejos.

Ella perdona con facilidad,

tiende a creer que será perdonada.

Tonta, tu corazón

también tiene intereses

inconfesables.

El corazón

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busca ser como el mar,

busca ser como el viento,

se olvida de latir en reposo,

de aceptar la hermosura de la necesidad.

Somos de la naturaleza

y no lo somos.

No desperdicies la fuerza

que tanta falta hace,

concéntrala en tu corazón:

que de fuerza se aquiete

que de fuerte se aquiete

de fuerte y dulce se aquiete.

¡Qué fácil, ah qué fácil,

qué entregada

a la marcha

de las cosas,

qué posible

vivir juntos los días,

días y días,

qué lógico tu estilo

livianamente hosco,

posiblemente triste,

seguramente dado!

Carne

de ordenadas células

que trabajan sin patrón,

sólo por estar juntas,

planificando moverse

o latir.

Organización espléndida

que ignora órdenes

y logra resultados

como ser blanda y firme,

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olorosa, resuelta...

Suavísima flaca ósea,

elástica arboleda

que la vida, como un viento, mueve

para hacerte vivir.

CANCIONERO

Mira tu mirada

y el fondo de tu corazón, donde ya se hace un poco

tarde

VICENTE HUIDOBRO

LA BELLEZA

Ella es

como el tierno, el tímido

olorcito a pescado

que se levanta de la orilla.

CUATRO ROSAS PARA C.

En la rosa que ella imaginó

hay escondida otra,

la rosa verdadera.

Y en la que vive y crece,

valiente y delicada,

dentro del matorral salvaje,

hay otra.

La que verá

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algún día.

BATALLAS EN LA ISLA SOLEDAD

Ella camina por calles sin veredas,

elude a los autos y mira los pinares,

busca el mar.

Ella camina, y está llena de hombres:

busca a los hombres y a las mujeres,

a su madre,

a su padre.

Ella pronuncia sus nombres cuando llega al mar;

combate consigo misma sobre la arena,

pero al mar qué le importa.

En su vida, yo soy

el mar y los pinares,

o tantas otras cosas.

Todo, salvo ella misma;

ella combate sola,

todavía.

MIEDOS ERAN LOS DE ANTES

Llega el amanecer,

el lechero,

la lluvia.

Despierta ella, calmada por la humedad,

aquietada por el viento.

Repentinamente,

el silencio la agita.

“No pasa nada”, dice.

“Es imposible esto” me dice

despertándome. “Me da miedo”.

JUEGOS DE C.

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Ella dibuja una cara en la arena.

La hace reír, y la cara la hace

reír a ella.

Ha dejado sobre el bote encallado

su cartera y sus zapatos.

Entra en el mar. Se pone seria.

Piensa, vuelve,

mira la cara.

La cara la hace reír, ella

hace reír a la cara.

NOTAS DE VIAJE

“Este país no es tan extraño”, ha dicho

mientras le mira sin que nadie se dé cuenta.

“Estoy poco habituada a viajar,

pero este país no es tan extraño”.

Se enoja, entonces, y se irrita,

sabe muy bien qué trabajo le dan

los países comunes.

LA VERDAD DE LA MILANESA

No me hables del mar

ni de salir en la barca.

Hoy el mar esta quieto

y no se mueve ni una ola

no se mueve ni una gaviota.

Hoy el mar esta quieto

y no puedo entender el porqué

de esta calma.

MI CHICA BAILA Y HACE SALIR EL SOL

No piensa repetir ni una sola palabra,

tampoco las recuerda.

Sus recuerdos son pasos descalzos,

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sonrisas que sobrevienen.

Mis recuerdos parecen notas de débito,

olores inefables, pero olores al fin.

Y si ella me invita a bailar la chacarera,

yo, ¿qué puedo hacer?

¿Debo sentir que la cabeza se me calienta,

debo olvidarme de mis pies?

No puedo sustraerme a su alegría,

pues ella no me habla en especial,

ella invita con sus bailes,

invita a pasear con sus paseos.

TANGO RARO

El parque

está

vacío.

Cuando ella

no está

también se hace sentir.

Andará allá,

peleándose,

perdiéndose,

diciendo a los demás

que la forma de ser de algunas cosas,

no es como algunas cosas

deberían ser.

LOS PARAGUAS

Ahora viene una tormenta negra, espesa,

y la flaca se acurruca en el aire.

Sueña con el perdón de la lluvia,

sueña con la excepción que harán con ella

los elementos de la tempestad.

Ah sola estás, qué sola todavía!

Ni los inventos del siglo XIX

o XX,

ni las ideas de los exaltados,

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pueden lograr que el aire te proteja.

Tristes son los paraguas

si hay que llevarlos con uno, dices.

CONSEJOS DE LOS PÁJAROS

Y cuando llega la lluvia,

no puede contener la indignación.

Pero la lluvia es más fresca que su indignación

y tiene razones más nobles

para estar presente.

“¡No mojes la lluvia con palabras!”

le dicen las bandadas que van hacia el norte,

pero ella tarda en entender.

Tarda en entender y da vueltas

y se va, dando vueltas.

LAS BANDERAS EN NO

He soñado para la flaca

victorias que a ella no le interesan,

pasiones que no le incumben,

papeles brillantes o sórdidos

que no me permite explicar.

Ella nomás va por los pinos

en busca de la gente,

y todos despliegan sus banderas,

adelante, detrás y a los costados

de la flaca.

Pero ella mira las manos

que sostienen las banderas,

las banderas en sí

no le interesan.

TONTA

Los débiles son su debilidad

la carne de su carne,

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los fuertes son su fortaleza.

Es tonta, no aprovecha el poder,

sólo sirve a quienes lo precisan.

IDEAS

“Un preso

debe dirigir

la cárcel”

dice al volver

a casa.

Vuelve siempre

con esas ideas,

“un loco

debe tener

a cargo el manicomio”,

esas absurdas ideas.

“Pero la guerra

no deben hacerla

los guerreros”,

siempre así

con esas ideas,

siempre.

Después,

vuelve a los pinares,

y sigue buscando algo.

PROBLEMAS CON LA LUZ

La luz se ha enamorado de sí misma:

ya no tardará en suicidarse.

Era una buena compañera,

pero hay que abandonarla.

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¿Por qué se ha vuelto así?

Dejémosla.

Ella, a pesar de todo,

espera que mañana vuelva a casa.

LA VIDA ENTERA

Conserva todo y lo quiere destruir.

Busca la paz, hasta luchar por ella.

Bufa y resopla, mira y no lo cree,

y ve la vida cuatro veces más,

pero la busca

con dulce tozudez,

y finalmente,

suspira y va a la guerra.

DURACIÓN DE LA FLACA

Mientras coma su familiar de jamón y queso

y pueda sonreír leyendo el diario,

mientras haya una mesa para ella

y una silla en el café sombrío,

mientras exista el río y los arroyos

y esta ciudad vegetariana y sosa,

ella también andará por la vida.

Equivocándose, bobeando y opinando,

mojándose en la lluvia.

LA FÍSICA CONTEMPORANEA

A pesar de su amor,

las cosas son difíciles.

También es necesario

un sueldo y los amigos.

Y vanas fantasías

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donde en el fondo

sólo soñamos

con no morir.

Donde en el fondo

sólo soñamos

con vivir

alimentándonos

de su suave amor,

ése que ahora no basta.

Que así sea,

después de todo.

Y SIN EMBARGO

Nos herimos

cuando el miedo nos derrota,

nuestros miedos respectivos.

Voy al baño, abro el botiquín,

y sin embargo,

nuestros cepillos de dientes

yacen juntos.

ECONOMÍA DE LAS BESTIAS

Si me preguntan cuál es nuestra riqueza

yo diré: es la del árbol aquél,

desnudo en el invierno bajo la lluvia

o la niebla, regado por la zanja,

movido por el viento.

Ésa es nuestra riqueza por la cual

constantemente tenemos dolores de cabeza.

Y se gasta con el tiempo, como toda riqueza,

pero el viento vuelve a mover el árbol, y un pájaro

lo toca de desnudo. Y para nosotros basta.

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VOZ

Su voz

es una roca

en el aire.

Una roca que nada

como el alga del mar,

soñando.

Se dirige a nosotros.

Su voz

rueda y sueña.

Dulce,

como la espuma.

LAS GENERALES DE LA LEY

Ustedes son testigos.

No me dejen mentir.

O déjenme.

Total,

ya se dan cuenta,

se hacen cómplices.

Testigos interesados

que hacen la historia

y caminan en su cara.

CANCIONCITA

Mi amor es un chico cansado

que no quiere acostarse.

Mi amor es un chico que piensa

que la vida se gasta si no se usa,

pero que la muerte no existe.

Mi amor es un chico que pregunta

por qué hay que dormir la siesta.

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CON ELLA SON LOS DÍAS

Con ella son los días

más cortos y más largos,

más cálidas las noches,

los embargos inútiles

y el vino es menos tibio,

la cerveza abrigada,

la sal gruesa más noble;

y así las cosas todas

van y vienen por ella

como por una cancha

donde el pasto no muere.

ÚLTIMAMENTE

Quiero decírtelo dulcemente:

no entiendo nada de esta vida,

los pájaros son flores extrañas

y los hombres, extraños sin pluma alguna.

El aire canta, ¿por qué canta,

si el sol es un pensamiento triste

como un árbol lejano?

no hay una garza en la calle

sólo hay policías

hay miedos solos como árboles solos

y personas que nada entienden

yo me he puesto a volar por el cielo

hasta encontrarte con el color del arroyo,

con el color de las flores del arroyo

tan parecidas a los pájaros quietos

allí te diré dulcemente

que no entiendo nada de esta vida

pero sigamos así, aprenderemos

la vida sopla en tu pelo

yo de todas maneras la entiendo.

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A LA INTEMPERIE

(1982)

All things fall and are built again,

And those that built them again are gay.

YEATS

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HOMBRE A LA INTEMPERIE

El pucho está apagado:

lo apagaron las gotas

que caen del pelo empapado

y se le cuelan por el cuello.

Las medias, el corazón y los papeles

del negocio están húmedos.

Entonces, ¿por qué camina sin apuro?

¿No son truenos ésos, sonando?

Creo que no lo lleva un sueño, ni una melancolía,

ni le gusta sentir la lluvia, ni le falta

dinero para el ómnibus. Creo que es porque sabe

que una distancia corta no merece

ningún cambio profundo.

Creo que tiene confianza en las longitudes,

en su cuerpo no demasiado entrenado, pero apto,

en la naturaleza en definitiva benévola del agua

que se precipita en tierra.

Casi sin perder tiempo, sin molestarse,

creo que ha decidido mojarse y caminar. Sin duda,

no se le han dado todas las seguridades,

pero él no es hombre de tantas seguridades. Había dado

un paso, quizás dos, cuando estalló la tormenta;

y decidió que era mejor seguir.

PERRO

Mírenlo: las parejas, los autos,

el arzobispo, lo dejan

indiferente. Este perro

sólo se entusiasma por las motos.

Todos los días lo veo

al salir de mi casa: las persigue,

las ladra, se levanta

donde quiera que esté, despierto

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o dormido, por las motos.

Mírenlo: ha cuidado

de tener compañeros, la perra

escuálida enviciada por él

para este trabajo, el cachorro

sin ideales, de pelo overo, y

el mastuerzo astutísimo que también

fue convencido.

Mírenlo: ahí va, son cuatro,

ya salen a ladrar, a correr,

a sentirse

vivos perros de ley.

ÉL GUARDABA SILENCIO

Todos hablábamos, pero él no hablaba.

Ni siquiera cuando el silencio

se hacía espeso y triste.

Y todos nos decíamos: “¿qué secreto

guarda este hombre, que no habla

cuando todos hablamos?”

Un día se entendió:

él guardaba silencio,

pero no había ningún secreto.

Él guardaba silencio, simplemente,

porque eso había que hacer.

Porque no había secreto alguno.

INVIERNO INOLVIDABLE

¿Te diste cuenta que hemos pasado el verano

tratando de olvidarnos del invierno?

Así que para eso las islas, el bronceador,

los asados? ¿Como si él viviera en nuestras cabezas

o le importara algo lo que pensamos?

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Nos hemos pasado la estación

olvidándonos, preparando respuestas

para sus interrogaciones. Hemos

preparado ensaladas y excusas.

¡Y él, que al volver vuelve por donde quiere,

sin cuidarse de ninguna voluntad,

sin preocuparse de ninguna ingratitud,

por sus caminos de pasto, apareciendo!

Ahora ya llueve, ahora se mojan las palabras,

y hace frío. No habrá paso intermedios,

simplemente estará aquí dentro de poco.

¿Por qué perdimos tiempo hablando del calor?

Sentimos pasos suaves. No hay ninguna comida

preparada, ningún almacenamiento.

A UN CUADRO DE NEWELL’S

Los miro sobre el espejo

por encima de la cabeza del chófer;

pasan casas y árboles

y de vez en cuando mujeres que se han parado en la puerta,

o plazas llenas de sol.

Hay gente al lado mío. Desean

ásperamente mi asiento, clavadas a mi costado.

Yo los miro

simplemente fijo mi mirada en ustedes,

y me parece que todo fuera la cancha:

las calles y el sol y la envidia,

y ustedes están por empezar a jugar

sobre ese accidentado césped,

jodido como bajo una lluvia a baldazos.

¡Cuánto que quise -yo tenía 8 años-

ser uno de ustedes! Me miraría sentado

en este ómnibus, desde la foto,

y no al revés. Pero alguien sorteó mal todo

y ahora me faltan diez en la vida.

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Me pegan un codazo. Abro la ventanilla

y dejo entrar el viento. Cierro los ojos,

los veo en todas partes. Yudica sale de la puerta de mi casa

y patea al centro del universo. De repente

el juego para. Ustedes están en una vereda

y miran pasar el ómnibus

como si fuera la foto del ómnibus donde yo voy.

Yo estoy quieto también, como todos. Dentro

del ómnibus todos estamos quietos, en una

extraña pose, como ustedes, esperando

un comienzo.

Abro los ojos y los vuelvo a ver

junto a mí, junto a todos. Recorremos

el mundo, sus calles, sus veredas.

Alguien ha lanzado la pelota hacia arriba,

y ella ha picado en la calle. La hemos visto

y corremos. Ahora empieza.

RECUERDO DEL FRÍO

Tengo el hermoso recuerdo del frío,

el húmedo frío cálido,

el frío corredor

tranviario y guantesco.

El de la punta de los pies,

el de las crudas noches de invierno

puestas a cocer.

El frío frío

del parque lleno de sol,

de la leche quemada en la mañana,

de la rama desnudita.

Tengo el frío dulce, recuerdo

de tantos días de frío,

mi ultimo compañero

cuando muera yo.

ESCONDIDA

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A través de la calle

ves la mujer parada.

Un camión esperando el semáforo

la tapa de repente, cuando pasa

la mujer ya no está.

Hoy jugaremos con ella.

La descubro

detrás del árbol alto,

y al correr a tocar

la pared, ella llega primero

y mis amigos salen

de sus refugios

y me gritan: “¡a salvo!”

USO DE LA CONCIENCIA

Este espacio

no debe

ser llenado

con endosos.

MONT PELÉE

La lava que llegó más lejos

ya está negra, abandonó hace tiempo

el corazón infernal desde donde

su poder venía.

Las pájaros cagan sobre las sulfataras

y SOBRE TODO, el movimiento

convulso de la tierra: ése es el problema

mayor para el volcán, hay un acostumbrarse

al ladrido del perro, las lámparas, etc.

él ve las miradas que interrogan su cabeza

cada día con más confianza.

Page 104: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

104

Hoy un hombre azotó a su burro

indicando el volcán. Todavía los burros

tienen miedo, pero pronto alguien pondrá una tabla

y cruzará los ríos que hierven.

La naturaleza obedece

las señales de los hombres: su superstición.

Hay quien espera sembrar en la ceniza.

RUEGO DE ROMEO

No vengas, Julieta, esta noche

a molestarme a mi ventana.

Han llegado primero los mosquitos,

el ventilador zumba como una dínamo

y mi mujer ronca y me patea.

No vengas, no soy capaz de ningún sacrificio,

no haré favores a ningún autor con mi conducta,

quiero ser un anónimo.

Y dormir. Y que el calor se vaya,

y que el sueldo me alcance.

No vengas, no me iré de vacaciones

de todos modos. Puedes mirar

mi ventana y soñar, estaré siempre.

Te lo pido, déjame en paz, Julieta.

No cruces el vacío

por la soga de tender la ropa.

LA MURALLA CHINA

Cuando estuve en la China

visité ciudades y desiertos,

granjas colectivas, hombres ilustres,

y también la Muralla China.

Recogí sentencias, poemas,

análisis de la situación internacional,

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105

y lo que me dijo la Gran Muralla:

“muévete, tu cuerpo existe”.

Los jarrones chinos me pidieron

que no los tocara. Las mujeres

que las tocara; las ideas

no me dejaron hablar, generalmente.

Vi que la gente estiraba los labios

para lograr la sonrisa, que caminaba.

Pero en mí había más ansias,

más hambre: “muévete”.

“Ese calor que crece dentro tuyo

es el motor de todo, es tu alma;

ella se junta con otras cosas nobles,

constantemente es encendida por la vida”.

RADIO EN LA NOCHE

La radio de los vecinos.

La radio de los vecinos de la pensión,

de los peruanos de la pensión, soñando

en la noche.

En la noche en que estoy

solo como el sonido de la radio.

Ellos no ponen fútbol,

no ponen propagandas, ellos

ponen tristes canciones con trompetas

muy tristes.

En medio de la noche

su tristeza y la mía

se hunden en el sonido

como las aguas servidas

en la cloaca general.

Y se van al río, al mar.

Page 106: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

106

CHARCO

Hay algo hondo, profundo

en el charco de la calle

después de la lluvia

en nuestros ocho años.

Es que al detenerse, la tormenta

-por ser de día, aún-

dejaba sola a la luz,

dejaba sin ruido a las cosas.

Éramos un niño: salíamos

a ver lo que la vida mostraba, la famosa,

y sólo era una ausencia

lo que había. La soledad de la luz.

Nadie nuevo a quien querer,

ningún camino hacia adelante.

Los charcos, abandonados,

eran un pozo de cielo muy profundo,

que empezaba en nosotros y seguía

atrás, infinitamente.

REENCUENTRO

Jesús vuelve a la tierra,

cumpliendo su promesa.

Pasea por el mundo, que le parece

una estación de trenes muy congestionada.

Compra un diario,

no se entera de nada,

no es culpa de él. Toma

un café, en un rincón oscuro

del bar, al lado de los baños.

En el parque la gente va a los burros,

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107

él ya sabe cual va a ganar,

no le interesa. De repente

se agacha: en una mariposa

de la alfalfa, ya herida,

que agita suavemente sus patas

acaba de reconocer

a su viejo amigo

Judas.

CALLE SAN LUIS

¿Por qué se esconde la riqueza así?

No son las ocho y todas las persianas

están bajas. Bajaron antes que el sol.

Él no se esconde: trabaja, eso es todo,

pero los dueños tapan por la noche

lo que muestran de día.

Cansado el sol se baña

se pone una camisa limpia

y se viene a pasear.

¿Dónde están los que vio

vender y comprar?

¿Consiguieron, al fin,

ser felices?

Con las manos en los bolsillos,

con la corona de su pelo,

va a buscar a la gente

a la vuelta de la esquina.

Sentada en la vereda

una señora le habla del calor.

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108

MIRAR LA LLUVIA

Miro la lluvia a través de la ventana.

Afuera todo se moja,

pero yo tampoco estoy seco del todo.

Podría estar durmiendo,

encender el fuego, fumar;

podría leer el diario o a Julio Verne.

En cambio,

la humedad invade mis pantalones

y posiblemente también mi alma.

Esa mínima agua

me crece mientras miro

la otra, la que hace

brillar los árboles

y las paredes, la que urge

a los pájaros.

La gente se seca al cruzar los umbrales,

pero algunos miran a través de los vidrios.

Quieren estar del costado más cierto.

CACHI

Los hombres

han llegado al cielo.

En el cielo hay solamente

iglesias olvidadas, muy viejas;

fincas donde crece el sabor

de los vinos, las especias.

El ómnibus se detiene en el cielo,

entre las casas de adobe, bajo un árbol

con frutitas rojas.

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109

Se respira.

Se toma una sopa caliente.

Le gente va a su casa a dormir,

mañana se trabaja.

La luna llena brilla.

La noche cae

en el cielo.

BUENOS AIRES DOS

Lo mismo que en el sur.

La primera mirada te descubre un desierto

estéril, sin vida.

La segunda mirada te descubre

la vida que existe en el desierto

escondida a la primera mirada.

TÚNEL SUBFLUVIAL

Cuando el túnel mismo es un sueño

o mejor una pesadilla

de luces artificiales, de resonancias

atroces, y el ruido del río sobre el techo

pronostica aplastamientos increíbles,

entonces se prefiere la verdad.

La de esta orilla baja y fangosa,

donde nacimos en medio de la humedad,

donde el sol chamusca el aire

y así debemos respirarlo, donde

tenemos recuerdos y conocimientos.

O bien,

la verdad de la otra, diáfana y alta,

Page 110: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

110

con distintos respetos, novedades y pájaros;

con campanas que sueñan

en libertad.

DÓNDE ESTÁN

Hoy las chicas

ya no son las de antes.

Han perdido su dulzura tonta.

Algunas son tontas, otras

tienen dulzura, pero nunca

ambas cosas.

Quizás han muerto,

no salen de sus casas

o se han ido a una gran ciudad.

Quizás la píldora,

la situación económica,

en fin.

O puede ser también

que yo haya perdido mi dulzura tonta.

MIRANDO UNA PERSONA QUE BOSTEZA

Este hombre, por ejemplo:

mi compañero de asiento

en el ómnibus, no comprende

que ya son las diez de la mañana?

Quizás su hijito no lo dejó dormir,

o discutió con su mujer antes de acostarse

y en su pesado sueño hubo verdugos,

policías, hembras fatales que envejecían.

O puede ser un rentista

que viaja en ómnibus por exotismo;

o anduvo de juerga con amigos

Page 111: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

111

y contó sus secretos, frente a una mesa,

hasta el amanecer.

O bosteza simplemente porque la vida le aburre.

Estos misterios me atraen.

¿No será un propagandista?

No estará aconsejándonos

acabar con la guerra, con las indigestiones,

los negocios ilícitos, los apasionamientos;

ser bellas princesas inconcientes

que esperan entre sueños

el florecer de su carne dormida?

EL SOBREVIVIENTE ORGULLOSO

Es el que vive en los techos, proscripto.

El que todos escuchan

golpear y golpear.

Nadie aparenta oírlo, pero

nadie vive tranquilo: por algo

defienden imposibles, se tapan los oídos.

No se llama al Gobierno, sin embargo.

No se lo delata al vecino.

Él mira las cabezas,

lo que piensan, su miedo.

Él sobrevive en cada corazón

donde el sueldo no alcanza.

PIC-NIC DEL MAL SALVAJE

Se sacó el pullóver por primera vez

sin el permiso de sus padres, el 21 de septiembre.

Los maestros

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112

se olvidaron de él, los “duros” del grado estaban

en la cancha de volley. En medio del pic-nic,

él sigue siendo un niño que se saca el pullóver;

sólo que nadie, por primera vez, se da cuenta.

Así empezó. Después

descubrió los árboles, ésos, los de los libros,

los que no hay que dañar, si uno llega a toparse con alguno,

remotamente, en el departamento.

Y aquello,

no es el río, ese curso regular de agua que desemboca en el mar

u otras corrientes fluviales,

allá abajo?

Nadie lo ve bajar la barranca (por algo su juego

preferido es el de ser invisible), nadie llenarse

las zapatillas con tierra, con greda luego,

y él siente que su camisita se agita.

Al llegar a la playa, quiere ser bueno, y se saca las zapatillas para

no mojarlas: eso fue una trampa,

está descalzo, acaba

de conocer la libertad.

Una vieja del agua lo mira, muerta.

Él recoge ese esqueleto o cómo sea

que se llame. De pronto, era el cazador

junto al río, y se iba por el río hacia el mar.

El cazador se arrodilla y jura

que ese juego no acabará mientras viva. Ahora

que tiemblen las maestras,

que no esperen que levante la mano.

Él no salvará las instituciones,

será un rebelde, buscará una niña

de trenzas rubias

y la besará.

Ya sube por la cuesta el guerrero,

descalzo y con sus pinturas de guerra:

el Ministerio de Educación no lo sospecha,

pero hay un mal salvaje en el alumnado,

en medio de la inútil civilización.

Page 113: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

113

QUE SER INVITADO

Porque la mesa está vacía

ahora sí háganme sitio.

DESNUDAR A UNA MUJER ES COMO RESUCITAR UNA

CIUDAD CUBIERTA POR LA SELVA

Desnudar a una mujer es como

resucitar una ciudad cubierta por la selva:

ella aparece tras el largo trabajo

espléndida y coherente,

con calles, con símbolos que fueron

banales indicaciones sobre el poder

o los negocios.

Pero la maravilla también era la selva:

la maravilla del caos sobre el orden,

las lianas improcedentes, los árboles

inaceptables sobre las alfombras,

los cascotes de terrazas

llevados por los yuyos cada vez más adentro de la tierra.

Resulta extraño quizás,

que con imágenes demasiado didácticas

compare el cuerpo desnudo con la vieja ciudad,

pero las cosas que aprendió en la vida

no crecieron en ella como los grandes árboles salvajemente?

Uno encima de otro

están estos prodigios.

La gente se nos cuelga,

las ideas, la maraña de platos.

Hasta que un día, desnudos,

somos el cuerpo.

Ese cruce de calles

con nombres olvidados.

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114

RED HARVEST

A una palabra suya volaban en el aire

los tratados constitucionales, los esfuerzos

democráticos. Si su querida precisaba

un tapado de visón, las gentes se aterrorizaban.

Era como la naturaleza: conservador,

indiferente, casi cobarde frente a un hombre

si ese hombre lo miraba con una idea en los ojos.

Así como el ciclón, sus salvajes obras

conocían también una causa. En el desorden

hacerse respetar era preciso; ser brutal,

exhibir fuerza, una necesidad. Algunas mujeres,

algunos jefes, debían ser obedecidos.

Vivió esperando que alguien le mostrara

un mundo donde él no era posible,

porque se odiaba. Pero no fue enfrentado

con métodos realmente científicos;

todos lo creían libre; de sus límites

era feo ocuparse. Cada tanto

-caritativamente- le ordenaban no ser así.

“La existencia es amarga” decía entonces.

Espero que perdone este poema. Al fin y al cabo,

más favor le hecho yo

al revelar su secreto.

No hay que abrirle la puerta a una fiera

para tratarla con indiferencia.

RECURSOS PASIONALES

Gritas sobre tus hijos, tus amigos,

criatura que creció

en exceso aristócrata, no sabes

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115

la utilidad de tu pasión.

Hay un motor en los débiles; pregúntate

por qué no cae tu cólera, de qué sirve.

Que el mal humor te diga

el precio del combustible cultural

en la escasez de sueños.

El mal humor no es un bañero

que aplaudimos hipócritas

después del show. Por otra parte

los bañeros también se enojan.

Ya hay quien sonríe

esperando saber un poco más.

LENGUAJES DEL ALMA

Rápido desilusionan los idiomas.

Para mí eran demasiado fáciles: pronunciar

implicaba solamente una pose

del espíritu; leer era contemplar

otras poses ajenas: las del mundo,

que cambiaba en la tarde o la mañana

por los efectos de la luz.

Así también se transformaban mis estímulos. Mis profesoras

semejaban madres fáciles de traicionar.

Escrupulosa una -y eso de qué servía;

¿no hay lunfardos, dialectos, jergas, que con orgullo

se usan?- yo la burlaba sonriendo,

aplicando la lengua de ella misma aprendida.

Se descuidaba, en cambio, la otra. Me hablaba

dejándose inundar por otras cosas, sus palabras

y las mías iban y venían, y cada uno

pensaba en sus propios pesares, entre conjugaciones.

Esta última acapara más cariño

en mí, que la primera. Su cara de nostalgia,

su soledad en el aire que entraba por el patio pequeño,

Page 116: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

116

son las mías. Pero el idioma ya no me sirve

como antes. Porque una vergüenza, un dolor

en el orgullo, una ignorancia desventurada,

me llevaban a interrogarme en inglés o francés,

y eso era para mí una ópera

privada, antiguamente.

Demasiado sencillo. Argumentos no había

o yo era el argumento, sin telones ni luces.

Mi adolescencia, mi orgullo, existían

sin intención, sin finales felices

o trágicos, ni lágrimas.

Y en esas voces extranjeras

yo probaba las conductas criollas

y las iluminaba de parodias.

Pero en mi cine nada terminaba.

Mientras que hoy ya no puedo decir que ma douleur

soit sage, ni entrar a esa sala privada

-mejor secreta- donde actuaba y bajaba

rápidamente a contemplarme.

Ni narciso ni dios, me afeito en los espejos,

y se han vuelto recuerdos aquellos desencantos.

Los idiomas parecen amigos que se han ido.

EN MIS AFUERAS

En mis afueras

me encontré, casi al salir,

con mis palabras.

Con mis inútiles, acopladas de gestos,

y el viento las estremecía.

Los niños se metían a jugar

ante el espanto de las madres

que presentían sorpresas desagradables.

Regresé, y aún estaban

como trigo que se pudre al sol

porque todos los hombres han muerto.

Page 117: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

117

UNA VIDA

Ese hombre que mira desde el espejo

con pelo largo y desordenado,

mira con sus ojos y se mira a los ojos

y se acuerda de un hombre así que lo miraba.

Fuma su cigarrillo y tira el humo

del otro lado

del congelado cristal, del lado vivo,

movedizo, inconsútil como el humo,

el lado que forma figuras extrañas.

Que salen a vivir, y un día pasan,

mientras el hombre lleva su saco,

su corbata eterna, su bigote que no acaba de crecer.

Y sus ojos, que no acaban de mirar

como el cigarrillo de los otros se fuma

y el suyo sigue en su mano

y la mirada sigue en sus ojos.

LA MISTERIOSA

Esta locura, esta cosa de la naturaleza,

es hija nuestra: pájaro salvaje

y caballo adiestrado, ¿nadie, ásperamente,

le hará preguntas? ¿Cómo se dice, entonces,

que conoce secretos? No los tiene.

Es feroz como un adolescente.

¿Por qué sólo la miran un instante,

y vuelven la cabeza?

Es una lámpara encendida

en una casa donde todos duermen:

no la apaga el que se levanta

a tomar un vaso de agua,

Page 118: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

118

pero al volver a acostarse,

su sed no se ha calmado.

Sólo un instante la hemos visto,

olvidando las palabras que, luego,

mucho después, diremos pensando en ella.

EL NUEVO AVENTURERO

Ya no tiene heroísmo

ir de allá para acá.

Muy chico el mundo,

un pañuelo terrible.

Tarea ya muy bien organizada

la explotación de indios

amazónicos, o pelear en Zaire.

Escapar es rutina.

En cambio, los baldíos...

Perder la vida

en la puerta de calle.

Aquí nos conocemos,

eso aumenta el carácter deportivo

del asunto.

EN EL LUGAR

Estoy sentado en el mundo

y el agua de mi pava también,

y el fuego que la calienta.

Hasta aquí llegan muchos

pero ya estaban antes

de llegar. Yo viajo

hasta ellos, constantemente

con un boleto de ida y vuelta

Page 119: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

119

y miro por todas las ventanillas.

Estoy sentado, estoy parado,

estoy andando, estoy quieto.

Soy el extraño que ama

y que de nada se acuerda.

MI PRIMO COMPRA LA VIEJA CASA

a Mario

Piensa barrer un poco, a lo sumo.

A los amigos les sonríe

como si hubiera hecho una travesura.

¿Para qué los créditos, los préstamos,

las hipotecas y escrituras?

¿Por la dulzura de dejarla entrar

en el tiempo con la suavidad

de la naturaleza?

Piezas amplias y oscuras, calor

pesado como el silencio. Patio

donde arrulla la paloma contra un cielo

de un azul muy brillante. El lugar

más lejano del mundo, a 60 kms.

de Rosario, y yo caminaba

por las tapias, sin entender.

Las galerías

no volverán a ver a los melancólicos

tíos, recordando a sus fantasmas.

Él va a vivir allí. Al volver del trabajo

se bañará. Pensará en el futuro.

¿Qué pretende?

¿Qué quiere de ese río

que no se seca nunca, el tiempo?

¿Ha juntado tantos suaves afectos

para decir, murmurar, acaso,

entre el crujido de las maderas,

Page 120: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

120

que las cosas inútiles que la vida

ha conseguido respetar nos atan

ciegamente, más, todavía,

que los golpes o los infortunios?

LO QUE IMPORTA

Caer

no es lo que importa.

Lo que importa

es si allí,

donde vamos a estar

con nuestro cuerpo herido,

nuestros gritos se escuchan

y se puede acudir.

A LOS POETAS BRASILEROS

Eran reales las tetas negras,

las del ama de leche;

era real esa ordenada mezcla,

injusta pero real: ninguno de ustedes

dudó.

Aquí se oyeron, en cambio,

voces que desconfiaban: “esa gente

que se rebela, tan poco literaria,

existe? Los diarios

provocaban urticaria metafísica.

Y no resulta fácil cantar

entre tanta incertidumbre.

A ustedes Borges les da risa,

igual que el tango, pero a nosotros

ha llegado a sernos tierna esa sensación

de irrealidad. Algunos intentaron

Page 121: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

121

confesarlo entre sarcasmos, pero hoy callan.

Ah, nuestros países, provincias

de un paraíso donde fue el hombre

el que expulsó a los “dioses”, a los “ángeles”,

y se colocó él mismo con una espada de fuego

en la puerta.

Allá volvieron los ángeles

a amamantar las crías de la raza violenta.

Pero aquí las esperanzas se pusieron

frente a frente, y de su lucha

nació, amargamente la verdad.

Y la mentira se vengó de ella.

Pero en todas partes nace algo

y reclama su derecho a vivir.

Clavaré estas palabras en la niebla,

incomprensibles para ustedes, y ya arcaicas

para lo verdadero nacido

de los enfrentados sueños.

Salud, entre todo

lo que con honra

permanece o muere.

QUÍMICA DE UNA GUERRA

Donde un día florecieron las ideas

crecen hoy las pequeñas flores blancas

del pasto; así se prueba

cuál tenía más derecho a vivir,

a la hermosura de vivir.

Pero aquellas cositas del pensar

dejaron ansias muy leves,

y sin embargo resistentes.

Se apagan con el atardecer

pero renacen todas las mañanas.

Page 122: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

122

De noche los caminos

se terminan o empieza

todo a ser un camino. Un cigarrillo

se enciende en la inmensidad y su llama

minúscula es nuestra dueña.

Ella y las sombras han criado

lo que sentimos al levantarnos.

PEQUEÑOS MOVIMIENTOS

¿Acaso el goce de la contemplación

reside en el incesante movimiento,

como el mar, todavía?

No. Las ramas

jóvenes, los yuyitos, los setos

son nuestro mar doméstico,

el alma no siempre puede viajar hasta el mar.

Uno está resfriado en su pieza

harto del olor a frazada

y se acerca hasta el vidrio.

Allí están agitándose como un océano,

como el fuego de mil incendios,

como el sol.

Pero uno puede tocarlos,

puede salir, entre estornudos,

no hacerle caso al médico,

salir y tocarlos.

Aunque crezcan en medio de la calle,

rompiendo el pavimento,

aunque haya que ir a verlos

entre ráfagas de autos y semáforos

regidos por el azar o injustos

presupuestos municipales

se puede

salir y tocarlos

tocar su convulsión mínima.

Page 123: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

123

Así son de queribles

los desastres pequeños,

hechos a la medida del jugador de tómbola,

de su filosofía.

Sopla siempre

sobre las cosas débiles

que nuestros ojos o ideas

con suavidad segura

puedan acariciar.

ALGO DE MÚSICA

Cuántos seres humanos

insisten en ser poetas

aficionados, insisten

en ese fútbol amateur, la poesía,

a pesar de la humedad,

del paisaje poco estimulante.

¿Es que Dios nos concede

ese pequeño lujo?

¿O es que le queda algo

de música? Se puede

irla cantando como si hablaras solo,

por la calle.

A lo mejor será que el idioma

quiere irse por ahí, versificando,

robando cosas, pidiendo

favores que pagará con sonrisas.

NOSOTROS, LA SELVA

Como la selva,

como la verde selva

un día, distintos y movidos

Page 124: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

124

por idéntica fuerza.

Aplastando lo inútil.

Como liana o boabab,

como serpiente,

como pájaro de muchos colores.

Como la vida en marcha, que en su juego,

pone a todos a jugar.

Como algo que camina lentamente

y que no admite réplica.

Haciendo del mundo una selva

donde todos puedan comer.

GAUCHADAS

Para ayudar a los amigos

de sus amados señores

se dejaron derrotar.

Así el gran ejército

de los hambrientos

dejó Europa, hizo espacio,

y la guerra se hizo posible

y con ella numerosos negocios

para los cuales en realidad fue gestada.

Ellos se vieron obligados

a dejarse invadir.

Anteriormente habían resistido

pero siempre con un señor a la cabeza

(por eso degollaban a los generales).

En verdad, aceptaron el sacrificio, pero

su visión era escasa, demasiado caballeresca:

se sostenía en ciertas ideas de la vida.

¿Alguien se ha preguntado a quién

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125

enriquecen las herencias culturales?

¿Qué utilidad tenía para los hombres

aquello que solían llamar “un hombre”?

Demasiado digno su valor,

demasiado grande.

Toda ayuda hacía inútil,

y no dejaba compartir la cobardía

de la que salen más útiles corajes.

Ya pasó mucho tiempo,

las chimeneas humean en las fábricas,

un caballo no llega solo a la luna

y por simple amistad no se obtiene la justicia.

Y aunque hoy todavía

se vengan en los nuevos,

han comenzado a sospechar.

A lo mejor no hay rienda en esta historia

ni montura ninguna.

creció sola en el monte y no es de ellos,

y es muy grande.

MARINERO DE ULISES

No le hablen del canto

de las sirenas. Peor fueron los años

de botines mal repartidos;

por otra parte, a él, como a todos,

le taparon los oídos. Menos

a la vedette, al capitán, egoísta

comprado por los dioses. Así y todo

aquel inútil debió pedir ayuda

hasta para amarrarse (ni siquiera

un nudo marinero sabía hacer, y eso

que navegó una vida entera, en ajeno sudor

que llenaría un Egeo).

“Así que lo de las sirenas no fue

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126

responsabilidad nuestra”, pero ese débil

atractivo (sólo que hablaran del botín

hubiera habido hechizo para ellos)

fue menos importante que el trabajo

que costó arrancar al héroe

de sus peligrosas aunque sublimes tentaciones.

BALDADOS

Hoy es el viento del norte

el que hace bracear, desolados,

los árboles. Ellos no saben cómo

quedarse quietos,

cómo unir sus ramas o raíces

solos o ciegos.

Un día como éste, sin rastro

de sombra, resplandeciendo todo

bajo la ciega luz

de un sol sin piedad que abrasa al mundo.

Un día así, sin lugar

para la desesperación,

para nuestra desesperación.

No salgamos: las iguanas

cuentan cosas de gente;

somos sus monstruos, sus vampiros,

las iguanas asustan a sus crías

con nosotros.

EN EL PARQUE

Inútil resulta señalarte

trazos deliberados, simetrías

convenientes, el apego

o ansia del jardinero,

o las intenciones

Page 127: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

127

del crecimiento.

Todavía finges

estar en medio

de la creación de un dios.

PHAENOMENA

Crear no es escribir un poema,

por ejemplo,

o recitar el monólogo de Hamlet

de manera distinta.

Crear es tener la mente

ocupada en algo, tenerla

como un tigre dispuesto a saltar,

como un entrenador que obstinado

se entrena con ridículos saltitos.

Te das cuenta de pronto que eso

de nada va a servir, y sin embargo

ahí está el alma, persistiendo, diciendo

que ella quiere probar, ver qué pasa.

CRISIS

Todo está, sin embargo,

como entonces: todavía

la razón tiene razones

que el corazón desconoce.

JARDINES PARA JUGAR CON PAPÁ

Esta muralla

que conversaba con mi muralla

aún a riesgo de voltearse,

sosteniéndose.

Page 128: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

128

Y esas paredes que nosotros creíamos útiles

y a las que, ciegos, los afectos trepaban,

para qué, al fin?

Pensábamos que atrás estaban los muertos,

que atrás de la pared estaba lleno de muertos.

Y sucedía que esas flores, esas plantas, esos frutos y árboles

él quería verlos con la cara de su gente querida

por conocer el terreno del alma

de donde habían sacado alimento.

Pero allí no había nada

que no estuviera vivo.

Y mi pared se parecía a la suya,

aunque, lógicamente, era más baja

y él, encaramado al árbol más alto

me miraba y se bajaba sonriendo.

A mí me daba rabia.

Mi árbol era el árbol de los juegos:

era nada más que un árbol.

Esta pobreza de gestos

que hablaba a mis pobres gestos

fue para mí más importante que la sangre.

Es todo lo que tengo

para decir, golpéenme

si hace falta en estas piedras.

PLEONASMOS

La vida cotidiana de todos los días

las cartas epistolares

los lapsos de tiempo

te matan hasta dejarte

sin vida.

INFANCIA

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129

Si pudiera recordar las casas demolidas

y el vestido de la niña de alguna casa;

o al menos el color del bretel que se le caía del hombro

cuando bailaba el rock;

o el sonido de la guitarra del padre

(que para mí, era mágico);

o la mano del maestro escribiendo:

“Hoy es martes 14 de junio de 1960”;

o cuándo cortaron los árboles

o modificaron la Plaza Sarmiento;

o simplemente

el nombre del pibe

que dibujó la bandera

con una franja azul

y dos blancas.

EN CUALQUIER MOMENTO

Te preguntas qué haces en la vida,

te lo preguntas a lo largo del mundo

y de la vida,

pero ella no contesta esas cosas.

Así vas, pero debes seguir preguntando

porque no eres como el rosal o la guerra,

o el mar, o el silencio de la siesta.

Mejor entonces seguir.

Seguir empujando el polvo hacia allá,

hacia el caballo que trabaja en silencio,

hacia los ojos que miran y no preguntan

porque ya preguntarán

ya preguntarán.

YO QUIERO GUITA

Este es mi grito espiritual, y espero

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130

que me entiendan:

no la guita a raudales,

la guita que no viene del trabajo,

sino la que hace falta.

(Leer este poema

no es una manera de conseguirla,

pero alguien debe escuchar

lo que muchos sentimos).

Con dinero las cosas se hacen más fáciles,

especialmente para los previamente entrenados

en no tenerla, se come, se va al cine,

se piensa con entusiasmo.

Todo esto es de sobra conocido.

(Leer este poema

no es una forma de saber,

escribirlo tampoco).

Hay problemas muy trillados

que nunca tuvieron público

que de ellos se ocupara, y lamento

que alguien no se pregunte porqué.

EL BOSQUE CUANDO LLUEVE

Ella acaricia ahora

los grandes troncos viejos.

Busca llegar al suelo,

al matorral.

A las hierbas carnosas, húmedas,

que nadie ve porque son pequeñas.

Allí moja y se rinde.

Protegida, la tierra

puede amar a la lluvia.

El bosque es eso:

árboles, tierra, plantas,

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131

agua así detenida.

VAMOS TODAVÍA

Difícil es hablar, amigos míos,

y más en un poema, lejos del café,

de la mesa del café sombrío, el dulce

café por donde pasa la historia

y sus ceniceros. Ah, si hablara a los poderosos,

si hablara a los que no conozco, si hablara

al viento. Pero les hablo a ustedes y tengo miedo

de no ser escuchado, porque les quiero.

En este país donde vivimos, tan subdesarrollado

y mal retribuido, tan propenso a los grandes contrastes,

en este plano país donde la alegría es un árbol,

he pensado, lo confieso,

en callarme.

¿Acaso no hemos hecho tanto mal como cualquier emperador?

¿No hemos ayudado a los perversos, como cualquier meretriz célebre?

¿No nos hemos callado antes, aunque tengamos hijos?

¿No hemos perdido a nuestras abuelas?

Callarse era mejor, si no se puede ser un nido de cóndores.

Pero no quiero ser un poeta desocupado

y aumentar la general desocupación. Quiero

meter poemas en los bolsillos, como panes.

Quién diría que iba a ser necesario

llevar un pan en el bolsillo, por las dudas.

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132

CALENDAS ARGENTINAS

(1985)

a María Celia y Eduardo Vicente

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133

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134

EN EL BOSQUE DEL TIEMPO

Los hombres de hace siglos

se han convertido en fieras

feroces

que los hombres de hoy

cazan.

LIVIANA ROPA EN SEPTIEMBRE

Su vestido blanco

lo azota el viento

uno la ve y se abriga.

Qué cajones abrió

qué espejos deslumbró

antes de apostar?

“La primavera vino y es preciso

-dijo- sacarse los pullóveres”

Esa tela bordada

de flores, de hilo,

y esos zapatos...

Ya su madre le advirtió sobre los enfriamientos

y en el centro esa tarde, ella se sentirá muy sola.

Únicamente el poeta piensa

con dulzura

en los que se adelantan

al tiempo cálido con tanta ingenuidad.

¡Qué hermosa y débil queda la confianza

paseándose en el frío de septiembre!

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135

LOS PRIMEROS HOMBRES EN LA LUNA

a Sujer y Angélica

Este entusiasmo viene

de lo que nos falta.

Llegamos a este espacio

casi vacío

inundando los cráteres

de cosas irreales

decididamente terrestres.

Qué impaciencia,

la luna no se hizo en un día

ni siquiera en catorce.

Alguna verdad hubo

cuando empezamos a sufrir,

esas lágrimas

regaron más terreno que las lluvias

totalmente ignoradas.

Ahora, medio a medio

algo hay y no todo:

hay ganas y botellas vacías.

Ya no somos más

los primeros hombres.

NEGOCIOS

Los fantasmas

vienen a proponerme

negocios imposibles.

Siempre terminan

precisando un vivo.

Molesto y somnoliento

los prevengo: la gente

Page 136: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

136

no va a querer

cosas de ustedes.

La gente, me contestan,

no conoce a los fabricantes.

“Eso al principio,

pero después

se darán cuenta

y seré fusilado

como monstruo,

socio de muertos.”

Ellos se ríen: “sucederá

de todos modos siempre

eso, Eduardo ¿por qué

no aprovechar

y ganarse unos pesos?”

Me dejan un catálogo

me dicen que lo piense.

Está bien, buenas noches.

Pero soy ambicioso. Saco

cuentas, no me vuelvo

a dormir.

POLÍTICA

Mañana jugarán la muerte

y nadie irá a cobrar el premio.

Sin instrucciones, ella

andará por ahí

tocándole a cualquiera.

HAY QUE LEGAR

No compraré una casa

Page 137: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

137

no compraré un auto

no compraré una lancha a motor

compraré una baldosa

y en ella estaré parado

toda la vida,

la lavaré, la barreré

le colgaré cartelitos

irá corriendo el tiempo

la muerte con su mano

alguna vez mis hijos

serán dueños de un pedazo

de baldosa

dirán: “pobre papá

luchó mucho en la vida

y nos supo dejar esto”

VIVIR ES HUMANO

Usted es una máquina del tiempo

y hace señas desde la cabina de comando.

Los muertos se hacen los desentendidos,

se hacen las niñas bonitas

lo cual es cierto en muchos casos.

Tampoco sus nietos futuros

quieren abrir: lo miran

pero no entienden, en su época

quizás no haya esas máquinas.

Usted es una confusión:

busca un diario cualquiera

y se dispone a viajar hacia ese día

para leerlo tranquilo,

pero

alguien lo ha golpeado.

Page 138: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

138

Alguien lo ha confundido

con una cabina telefónica

y le dice que salga.

CÁBALAS

Los números trece

sufren injustamente

una terrible fama.

Ellos no son problema,

sin embargo. Son

completamente inofensivos.

En realidad, el peligro

es el número catorce.

En parte

porque nadie lo sabe.

Pero principalmente

porque viene después.

Ahí

está el problema.

A MI MANERA

Él te propone

una historia individual.

O si te resulta preferible, Frank

Sinatra te seduce

con la modificación personal

de la historia.

Su fascinación es extrema.

Se trata de esas cosas

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139

que son mentira y ciertas.

PROGRAMA

Todo sueño poético, toda ambición espiritual

debe tener el programa del nuevo rico:

él sabe bien que lo auténticamente falso

acaba por incorporarse a la tradición.

VOLVIENDO DEL TRABAJO MUY TARDE

En las oscuras piezas

duermen los habitantes.

Nosotros levantamos este mundo

y sólo podemos pisarlo

cuando en él todos están callados.

Así era lo primero que tuvimos,

el que nos prepararon entre sueños y besos.

Hay una cierta tibieza

y también un cierto diálogo de suspiros

y presentidas cosas.

INDIOS

Somos

los locos de la guerra.

Las semillas robadas

en malones antiguos

en bolsas permanecen

como absurdas montañas.

Corre la gente, chúcara

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140

entre los esqueletos

tras frágiles olores.

Es un pena, habría

que cazarla.

AQUÍ EN LA PLAYA

Una canción puede hacernos acordar

de un baile donde jamás la oímos.

De una persona que jamás la cantó

o jamás la escuchó o no sabe que existe.

Una canción en sus estribillos

en sus repetidos sonsonetes puede hablar

de cualquier otra cosa, menos de aquello

que nos está haciendo pensar.

La canción es el ómnibus del recuerdo

que se baja en paradas insólitas

donde el viento balancea los árboles

en la oscura noche, o hay baldíos enormes.

Pero ella insiste obsesionada en los momentos

en que calienta el sol aquí en la playa.

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

Entre los cicutales

yo veía crecer, imaginaria,

la ciudad condenada

a acompañarme siempre.

Yo llegaba y nacía:

en vizcacheras y zanjas

se izaban los semáforos

como periscopios fulgurantes.

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141

Virtualmente invisibles

las autopistas topeteaban

a los pájaros, que enloquecidos

las confundían con el destino.

En medio de los pic-nics

o vacaciones al rato

su molesta presencia

ya era notada por los tontos.

No saldré más. En venganza

he decidido quedarme

hasta que vea nacer aquí

todo el desierto prohibido.

GRAN SOMBRERO

Quiero tener un gran sombrero

de esos paraguayos

(de ésos que los paraguayos

venden a los turistas en el mercado de Posadas

pero que ellos no usan

porque tienen florcitas pintadas).

Quiero tener ese gran sombrero

y pasear todo el verano

por todas las calles

a la hora de la siesta

cuando no hay nadie.

Quiero tener el sombrero ése

y pasear por las calles cuando no hay nadie

y mear de alegría en las veredas

y no sentir el calor.

Despierto

quiero caminar

cuando todos duermen

con mi gran sombrero.

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142

NOSOTROS

Entran al trabajo

manosean papeles, fichas,

cosas en las que el tiempo no se detiene,

conversan, ganan las horas, salen,

caminan.

Se zambullen en el misterio

del cuerpo de sus mujeres, se levantan,

miran, por la ventana, un lejanísimo techo

lo entienden todo y se lo olvidan.

LLUEVE

Todos nos acordamos,

sin saberlo,

de aquel bosque de helechos gigantescos

hace un millón

de millones de años.

Entonces era un juego la vida,

un codearse con los dinosaurios

bajo las plantas húmedas.

Ahora hay que estar triste,

quedarse en casa

o ir al cine.

EL ADIVINO

No pronostiques

la gran ternura, el amor

el deseo de agradar.

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143

No pronostiques los

problemas gástricos,

el cuidado

en las discusiones.

Trata de hacer

un arte práctico:

una política

preventiva.

Queremos detalles.

NO HAY MÁS PLATA

Con sus baratos aromas tristes

vuelven las sencilleces del pasado:

los atados de a diez, los barquilleros

los tranvías fantasmas.

Todo fue hecho

hace más de veinte años. Lee

los libros viejos, con sus polémicas

entre muertos anónimos importantes.

Una vieja., sentada en la puerta de un conventillo

ve regresar a las chicas que se han vuelto putas

y se sonríe: ella siempre supo bien

que ese progreso del que se hablaba era un sueño.

1977

EN LA CIUDAD

Las piedras de las casas sueñan

en la mañana de invierno

con las colinas que pudieron ser.

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144

DIOS

Caía el sol cuando plantó el último duraznero.

Apoyó la pala en la tierra de la cuadra,

el viento traía el olor del asado

desde el patio del molino. Un pájaro

cantó como si hubiera existido siempre

cuando él sacó un pañuelo y se secó la cara.

Acababa el día sexto cuando se fue caminando

con la pala en la mano, como un libro.

Había creado a la vez el mundo y el paraíso.

EL BARCO DE LOS LOCOS

El barco de los locos

va, con sus velas de colores

atrás de una mentira.

Sin entender qué dicen

se escucha algunas voces

desde lo alto de la barranca.

Ya se va el blanco barco,

se lleva nuestros sueños

de llegar hasta el mar.

LA FIESTA DE ANOCHE

Cómo bailas, señora, entre los bollos

de papel, entre las sillas

desparramadas, entre los manteles

que manchados de vino cuelgan.

Cómo bailas, entre las paredes

con sus torcidos cuadros, entre los puchos

que conmemoran a los ausentes

que los fumaron, felices.

Page 145: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

145

Cómo bailas, ahora que la fiesta

se terminó, ahora que el alba

viene, mientras duerme el esposo,

señora hermosamente cómo bailas.

TODAVÍA

Todavía los campos

te esperan, bañados en recuerdo.

Bajo minúsculas cortezas

en hojitas elevadas y airosas

te escriben sus mensajes

seres que no se nombran.

Sombras, antiguos

dibujos, agitaciones

levísimas, el indescifrable

olor de la humedad

son tus cosas

importantes.

Falta todavía mucho

que sufrir.

JUBILACIÓN

Sorprendieron al cementerio

abriendo un ancho camino pavimentado

que pasa por su parte trasera

aquella salida de fantasmas.

La calle antigua de grandes piedras

por donde todavía -oficialmente-

llegan los carros fúnebres

tiene la cara apacible y tranquila

de los observadores de la soledad.

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146

ANTES DE LOS BÁRBAROS

Mientras un estúpido recitador de textos

cree hacerles sutiles comentarios

a cuatro tontos que sueñan

con sus propias estatuas,

un niño mira las manchas de humedad

en las paredes de la biblioteca,

se sonríe, juega una carrera

de autitos sobre el vacío.

VIDA DE LA MENDIGA

La gorda ciega pide limosna

sentada en el umbral del Banco.

Desecha las iglesias, su lugar es la City

o el cementerio. Ciega, sabe escuchar los corazones.

Conoce su métier, sus exigencias:

madrugar mucho, estar sentada

inmóvil, como pensando en misterios.

LA MODELO EN EL ÓMNIBUS

Hoy tampoco hubo fotos.

Sos como un palco de desfile vacío,

un palco con olvidados patriotismos,

con tus ojos pintados, tu linda ropa

y una sonrisa au-sen-te, una cara

de hoy tampoco.

Aquí viajando sin ver más que cordones de vereda

Page 147: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

147

sos una florcita que aroma nuestros sueños.

Ojalá que quedes siempre así

como un billete grande

que interesados sólo en el dibujo

miramos, sonriendo.

BALANCE

Día tras día

pierdes el solitario

por no saber

el sentido del mazo.

Las cartas, como caras,

dadas vuelta son más enigma

que antes.

Es como era

el miedo a zambullirse

de cabeza.

FUERA DE LA LEY

La manzana está cayendo siempre

adentro de la cabeza del sabio,

en su cráneo vivo y en su idea muerta

ella amorosamente cumple

el filial gesto acostumbrado.

No le dirá jamás

sus flaquezas, caprichos, las veces

que no cayó. Él vive

de ese descubrimiento

también una caída.

La manzana bambolea su débil rebeldía pensando

en la maravillosa confusión de los hechos

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148

en la piedad ingénita de lo sin nombre.

Cae acariciando

lo que existe todavía por su caer

como suavísimo eco de su paso.

EJERCICIO DE OSCURECIMIENTO

Con una mezcla de miedo y resistencia

en un segundo se apagaron las luces.

Algunos cigarrillos brillan en la oscuridad.

Los vecinos pasean. En sus cabezas

pasean también las imágenes

de una guerra futura.

Londres, en medio de la nieve,

tiene que haber sido distinto.

Hoy el viento se lleva el calor

en la noche de verano,

y a la luz de la luna los árboles

se sostienen leales

en medio de una especie de tristeza.

1978

MILAGRO

Al ventilador

le falta aceite

y de repente

empezamos a escuchar

una bandada

de pájaros.

Page 149: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

149

CARTA A ELVIO EN PIRIÁPOLIS

Imperfecto en su esencia ese mar

por momentos se vuelve río y viceversa.

Es un exilio berretón. Sentado

en la colina la mente se sacude como un viejo motor

pensando en Andersen, en el Parque, en las cosas

que se podrían hacer, tan bellas.

El neurasténico, nuestro amigo,

te dirá que no te preocupes

al pagar o no pagar al panadero,

pero es demasiado programático.

De nuestros sueños, mares y ríos

a la vez, amo la larga lista.

Saludos a los tuyos y un abrazo.

CUADERNO DEL BRUJO

El suelo, debajo de los pinos,

es el colchón mullido que tienta

a las bellas durmientes.

La magia

necesita de un bosque

para florecer.

FIN DE AÑO

El tiempo gira

como el sueño de un niño

que acaba de escuchar historias.

Vamos y lo cortamos

con esa línea redonda y sagrada

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150

y él se vuelve idiota.

Pera no lo sabemos.

se lo imagina de pasiones,

impar o par, tristísimo,

o a lo mejor con nombres.

Corazón en neblina,

si tuviera un alma

cómo nos mediríamos.

SILENCIO

El techo de la pieza

nada nos diría.

de todos modos,

no hay luz aún;

oh, si lloviera

sobre el zinc, si hubiera

un choque afuera.

¿Qué catástrofe

falta en la vida,

qué inundación

o tormenta no

ha llegado a tiempo?

EN LOS SUEÑOS

The Golden Bough

El rey del bosque

se ha dormido

esperando en vano

el ataque del reemplazante.

Los robles sagrados cantan

con la alegría de cualquier árbol

Page 151: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

151

en el viento de primavera.

Termino de romper

una ramita seca

que me llevo a la boca,

y me sonrío.

¿Habrá otro bosque

en los sueños del rey?

Después de tomar agua,

agarro la mochila

y sigo viaje.

ISLA DE PASCUA

Las cabezas tienen cuerpo

está enterrado abajo.

Algún día

la colina se removerá

como una vieja frazada:

los muchachos de piedra

se irán al Centro a pasear,

a mirar las chicas,

ansiosamente, a decirse:

“hemos despertado”.

EL CALLEJÓN CON SALIDA

Era otro mundo. Las expulsiones

tácitas de la noche, los ajenos

autos que bailaban

alrededor del angustiado solo,

del silencioso, habían quedado atrás

de una cortina de olvidados hechos.

Page 152: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

152

En unos pocos pasos,

caminó hasta el final: la luna

brillaba encima de la terraza

frontal. Había portones

quizás cerrados misteriosamente.

Atrás de los tapiales, a un costado

y a otro, había árboles

que se mecían, acariciando

un gran cuerpo invisible.

Como hecho así, todo dormía

y él hizo, sin rumores, un gesto

que las cosas no vieron. Sonriendo,

recién se despertaron a mirarlo

cuando con grandes pasos

ruidosos, él salió.

ATARDECER EN LA CIUDAD DE LOS NIÑOS

En las callecitas ya no hay nadie.

Los ruidos del grande

hacen temblar los malvones

sin tamaño que cuelgan

de los balcones diminutos.

Hay, sin edad, también un viento.

En cuatro pasos la ciudad se acaba,

y acariciando melancólicamente una torre

el guardián siente como un escalofrío

el vacío de poder.

PARA PODER HABLAR

No nos hables del mar, de tu tristeza,

si no puedes hacer un mapa.

Un mapa del mar o de tu tristeza,

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con calles y paradas

de ómnibus.

Un mapa con el color de tus ojos

y su división política.

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LOS ROLLOS DEL MAR VIVO

(1986)

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CAUTIVERIO

Aquí, en las oficinas

imagino los juegos del viento

el murmullo del ripio

el silencioso mar.

Irse: aunque parezca plácido

tirado al sol de una llanura

cualquier camino ya de por sí es un precipicio,

la gente ignora eso, se asoma

a las banquinas como a un balcón seguro,

se va por los caminos, sin saber cayendo.

Entonces, ya no hay más esperanzas? O acaso

hay esperanzas, mi Señora

de los vagabundos ángeles,

puede tocarse el sueño? O sólo

podemos pensar en ellos sin que existan,

aunque sólo tú existas, sonriendo,

porque todo oscurece? La pequeña nube

negra en la montaña son para aquel que llega

pinos, madera verdadera.

Pero sé

que Babilonia arde como un fantasma

atrás de los ocasos de Rosario, invisible

y presente cautiverio

y que hay biblias que esperan, de cualquier libro

disfrazadas, y que nos aterra

el fin de mes como el fin de nuestra vida.

En la tristeza de las cascadas

cruzarías como una bruja de historias, inútil

si el futuro, como una verosímil magia

cantara nuestras manos como un fuego.

LA VERDAD LA VERDAD

¿No es verdad

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que al encontrarte en medio

de la tormenta, crucificada

de relámpagos, o en la sopa

como un bicho

o al llamar a la puerta

de nuestra casa, a la siesta

para vender tus especiales

mercaderías, nos alegramos?

¿Y por qué, entonces, te buscamos

en la boca de nuestros padres y los helados

vientos de junio, y los enormes

ríos, y en los cheques, y libros

y escrutinios?

¿Vuelves, madre suicida

de tus ausencias, como atónitos

lo queremos, con la vista

clavada en nuestro fin

como un letrero

que dice “salí a almorzar”

colgado del vacío?

¿Y vienes como joven

como más joven

como el sol de su viaje

o te envejeces y nos entristeces

porque ya no hay remedio

en tu forma de ser?

¿Verdad que de verdad

te esperamos en la fiesta

con tus regalos

para bailar el vals?

¿Que queremos tu agua

tu cósmica estampilla

en combustión, para enviarte

la carta con la historia falsa

o verdadera que te llame

amiga

del alma?

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LA IRÚN

a don Tito in memoriam

I

Todos soñábamos

con la Irún.

Su cuarto

era mágico.

Su cuerpo

era blancamente

mágico.

Con ella siempre

uno entraba al quilombo

como si fuera la primera vez.

Pero no éramos todavía

bastante hombres para hablar

por eso ella

fue nuestra contraseña.

Cuando Pichincha se cerró

nadie la volvió a ver.

Después crecimos.

II

En las conversaciones

nos calmaba pensar

que todo era leyenda.

La versión predilecta

era que ella

por voluntad de un padre muy severo

y místico hizo voto de monja

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160

cuando su vocación verdadera

era sencillamente la de puta.

Sus técnicas eróticas

se explicaban por el período

juvenil de forzosa contención.

Dios también como dote

le habría prestado algo

de sus secretos.

III

Un dato sin embargo

nos preocupaba.

Era un pueblito vasco

con un nombre

atrozmente real.

El lugar donde todo

pudo ser otra cosa

donde ella corría

con la cara en el viento

niña como los niños

que nosotros criábamos.

Si había estado ahí

todo estaba perdido.

IV

Al final permitimos

que uno viajara a Europa

por una solución.

Juan informó al volver,

sentados a una mesa

que el tren de Francia

paró justamente al lado

del cartel con el nombre.

En el andén había

una vieja sentada,

decidió preguntarle

Page 161: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

161

porque con que dijera

que no escuchaba nada

era bastante.

Pero la vieja dijo:

“¿la Irún de América?”

El tren no se movía

Juan en la ventanilla

no podía creer.

“Al final arrancaron”

“¿Rápido? “Muy despacio”

contestó.

V

Nos miramos: para nuestra sorpresa

nada se derrumbó. Sólo la tarde

se deshacía en luces. Lo entendimos

y antes de levantarnos contemplamos

a nuetro mensajero con impudoroso

cariño.

La historia continuaba.

EN SANTA FE

Empieza la primavera y yo en este museo

afuera brilla el sol

seguro que todos los animales del mundo

se están buscando ya se sabe para qué

menos estas imbéciles, el plantel femenino de séptimo grado “B”

qué destino

pasear entre estos muebles viejos

a la maestra se le ocurrió venir un 21 de septiembre a Santa Fe

“una excursión preciosa” -imbécil-

todos en pelotas en el río, así hay que festejar

la llegada del calorcito.

Page 162: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

162

¿Y qué tienen que ver con nosotros

estos señores de los retratos,

si nunca se pusieron un guardapolvo en su vida?

¿El guardapolvo también

lo inventó Sarmiento? Las maestras no explican...

¿Cuándo los pibes empezaron a ser

como son ahora?

Antes iban a Chuquisaca me parece

y usaban trajes todos negros y a escondidas

soñaban con el 25 de mayo

que nadie sabía que iba a existir,

con la máscara de Fernando VII,

aunque los pobres

no usaban máscara más que en el carnaval

de Humahuaca, no iban a la escuela

y a todo el mundo le parecía bien.

En la calle gritan

deben ser los secundarios

ellos están en su ciudad

al museo lo deben conocer de memoria

están en el mismo lugar

donde estaban los tipos de los cuadros

ponen el mantel sobre el pastito

donde los próceres se sentaban a dormir

comen los huevos duros masticando

el viejo aire que andaba por aquí

en los tiempos de los conquistadores

que no pensaban en nada salvo en lo que estaba adelante

y todavía no se podía ver

o sea atrás del horizonte.

Sin embargo nadie nota nada

la historia está en el museo

como el puma en el zoológico

dando vueltas nervioso

y todos miran

algunos se ríen

todos esperan que largue un zarpazo

al primer distraído que ponga la nariz.

En esta casa, dicen,

vivía la gente. Pero nosotros

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pasamos, nada más. Es inútil que el gordito

Cartonelli toque los armonios con sus suaves yemas

de olfachón y batilana: los muertos

no dicen nada. Deberían decir:

“niños que visitáis esta casa,

portaos bien y sed hombres

de provecho”. Cuanto menos

deberían hablar con la maestra

en voz baja, pero son muertos

de buena calidad, funcionan bien.

La primavera también

algunos años se descompone y llueve

pero esta vez le salió perfecto

a lo mejor la ayudaron los muertos

empujando el pastito verde

hacia arriba, desde adentro de la tierra

los muertos son bárbaros no se equivocan nunca, por eso

están callados, como la maestra

que te mira si le estás copiando al gordito

y vos temblás y ponés cara de estar pensando

y no le mirás más la hoja.

Sin embargo, a mí me gusta más la naturaleza:

ella no te mira, está trabajando

y de golpe vos sabés que se mandó otra primavera

si no te das cuenta sos vos el estúpido.

Salgamos

quiero entrar cuando se entienda algo

cuando haya algo en los cajoncitos de los muebles

o cuando sea de noche

y nadie grite afuera

ni brille el sol

La naturaleza dará las órdenes

a los muertos de hablar

pero nosotros ya estaremos grandes

y dormiremos con nuestra esposa,

como mi papá, a pata suelta.

GENERACIÓN ESPONTANEA

Page 164: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

164

nosotros estábamos en contra

de algo

y lo buscábamos en todos lados

la belleza era simplemente un camino

la amábamos con desinterés

no nos daba ningún prestigio

EN NUESTRA ADOLESCENCIA:

la música había llegado primero

los chicos se balanceaban en los bailes

sus labios musitaban una poesía que no existía aún

si alguien los miraba

se hacían los que cantaban en inglés

ese bailar juntos

esas noches con el twist o el rock’n roll

con la música melódica

atrás de nuestros pasos un tango prexistente

un tango lleno de aventuras

como la Ilíada o el Cid

y hacia adelante, en la noche oscura

el futuro, ese enano tan serio

frente a miles que habían faltado

al baile, pero estaban como al lado nuestro

(lo llamábamos “la juventud”)

cuando los años pasaron

trayendo las cosas que hacía falta

y hubo que retorcerle el cuello a ese enano

acurrucado en la sombra,

las palabras nacieron

como primeras armas forjadas en la complicidad

de multitudes nunca escuchadas

Fue la necesidad: buscábamos

una belleza que nos hablara

a nosotros,

no de nuestro privilegio de saber

(lo rechazamos: queríamos nacer

como recién nacidos verdaderos

con un instinto refugiado en el fondo

del corazón)

Page 165: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

165

EL AMBIENTE PARA CREAR:

antes era distinto

tenías que saber quién era Saint-John Perse

Facultad de Filosofía nuevita

se esperaba que funcionara bien

allí investigaron los tipos cultos

las razones de la fuerza

por la fuerza de las razones

su propio futuro

todo

menos cuántos eran

cómo habían llegado hasta allí

después uno se fue a París

otro anduvo por muchos caminos

otro murió, porque la muerte existe

en cambio

nuestras canciones nuestros mitos

para la noche crecieron solos

como los hongos pálidos debajo de las piedras

al terminar la lluvia

ellos ya se habían ido

volvieron una vez a fin de año

gritaron muchas cosas

no vieron lo que la lluvia

hizo nacer

ÉSTE ES EL PROBLEMA:

antes ahora o en la oscuridad

todo hombre puede venderse

hacerse entender es más difícil

como algo que en verdad existe

habla Kalil Gihbran canta Roberto Carlos

o el Palo Ortega despista a todos

haciéndose el banal cuando el Profeta es él,

no importa.

Saint John Perse Radiolandia Sarmiento

la Hormiguita Viajera

vengan a la zapada y a ver qué pasa

vengan ahora que el enano

es un guiñapo sucio en un baldío

Page 166: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

166

perforado de balas

pero atención el murmullo sigue

los pies están marcando un compás

sin bailar pero ya están adentro

¿qué música está sonando?

¿quién puede explicar esa música

y después pedir cuentas de ella? Sencillamente

nadie, esa música es nueva

LOS HONGOS HAN VUELTO A QUEDARSE SOLOS:

millones bajo la luna de hielo

bajo el silencio de las estrellas

vuelven a balancearse

a musitar lo que ya es

la canción de las canciones:

“en nuestros ojos y en nuestros pies

no los tenemos pero allí es la cosa”.

EL PARQUE INUNDADO

Barro y confusión perturban todo límite

y ya nada es romántico en el espacio verde

qué distinto sería con la nieve

u otras civilizadas catástrofes.

¿Es que entre las estatuas, fuera

de contexto navegará el sábalo?

¿Y quién, en consecuencia, va a pescarlo

silencioso y amedrentador cuando amanezca?

Esto ya no es un bois sino un “monte”,

en las hamacas sumergidas se sientan

seres escasamente legendarios

y escasamente urbanos.

Los sapucais asordinados suben

de los presos que hicieron la Montaña

y a los clubes avanza navegando

quien al centro así no más no llegaría.

Page 167: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

167

LA SALA DE ESPERA

Toda una vida dedicada

a la filosofía seria

las esperanzas

de padres con buen pasar

una novia que se abandonará

quizás

y todo sin planear, “escrito”

mierda, sin escribir, no hay

escritura previa de la historia.

Todo se dará vuelta. Hoy

están en la sala de espera del estudio

los Taladores de Westfalia.

EL ÚLTIMO EN QUMRÁN

No sé si hoy

será el último día

si lo supiera

no estaría escribiendo.

Pero sí puede ser.

Entonces

he vuelto a revisar los rollos

para tenerlos listos.

Veo

cuánta belleza le ha faltado a estas líneas

cuánto apuro Elohim perdonarán

somos un team de aficionados.

Había que elegir, el aborto

dice que podrán nacer hombres

la muerte habla de la vida

sólo eso era posible.

Page 168: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

168

DRACUL

Artículo primero: Bram

Stoker chupará la sangre

de los humanos hasta cincuenta

años después de su muerte,

de acuerdo a la Convención de Berna

sobre Derechos de Autor.

Artículo Segundo: se ocultará

cuidadosamente

el hecho de que el vampiro

sea el símbolo de la perduración

del artista.

URBANA

La ciudad tenía calles rectas

una calle cortaba a la otra

en ángulo recto

las manzanas

eran rigurosamente cuadradas

ni siquiera tuvo que fundarse

la ciudad

a esa altura las ciudades crecían así

espontáneamente.

Un día llegó el ferrocarril

el ferrocarril era la vida

y la vida no crece recta

las vías abrieron caminos

para que el hombre pudiera pasar

a través de los ángulos rectos.

Ahora todo eso se murió

parece que no habrá más trenes

y dicen que entorpecen el tránsito

y son caros (qué lástima), bueno

puede ser no importa

pero si quitan las vías

Page 169: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

169

quedarán serpenteantes

irracionales tortuosos

los caminos

que la vida abrió.

EL PINTOR DE CARTELES

¿En qué piensa usted al ponerle

nombre a su negocio?

¿Busca

en sus recuerdos escolares, se inspira

en la última revista que leyó

verifica

si el nombre está bien escrito?

Cuando contrata un letrista,

¿se justifica?¿Le explica algo?

¿Se siente amo

del nombre?

¿Sabía que antes

hace mucho tiempo

cuando nadie sabía

leer ni escribir, los nombres

eran la manifestación

de la voluntad del pueblo? (“El león

de oro”, “El barco”, etc.)

Ahora usted sin saber ha heredado

una posibilidad en la geografía,

¿le dice “póngale cualquier nombre”?

Probablemente

no.

Haya secreto orgullo, obsesión,

antigua novia, consejos. Pero

¿cómo vamos

a saberlo?

La única esperanza

es el pintor de carteles.

Page 170: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

170

ARQUEÓLOGO

Bajaste los escalones de la cripta

abriste las puertas verdaderas

y las falsas

pisaste la polvareda

acumulada en el sitio

y llegaste hasta el sarcófago.

(Lo abriste,

por supuesto).

Ahora

tira

de la cinta que recubre al muerto

con vueltas innumerables

y cuéntales

quien es el vencedor

del partido del domingo.

EL CAMIONERO NOELIO Y LA VEDETTE

AFRODITA LA NUEVA

Encima del tablero

abajo un poco del parabrisas

algo a la derecha del volante

vive la mujer desnuda.

Ella viaja por el mundo entero

sin perder su sonrisa

y sin vestirse

es perfecta

y está impresa en un cartón.

Noelio sabe que su cabina

es el partenón de la diosa

Page 171: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

171

y que jamás ningún templo antiguo

sirvió para transportar cajones.

Noelio silba, mira

la inmensidad en las nubes

y mientras la mujer le sonríe

él dobla para entrar en el pueblo.

AÑOS DE DERRUMBE

Nadie sabe si el hormigón

durará cien años

es un invento joven

como otras instituciones

nadie sabe qué va a pasar

qué terrible

sin rascacielos

imposible imaginarse

el presente.

Lo contemporáneo

pende de un hilo.

QUIOSQUITO AUSENTE

Tengo frente a la vista

un póster

de un monumento célebre

de España, que esconde

el quiosquito de coca-cola

que está al lado del monumento

original.

Las estatuas del grupo

me miran cómplices,

sus miradas señalan

el costado. Me dicen:

Page 172: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

172

“te das cuenta,

eh,

el quiosquito”.

Fotografía, permitido género

más ciega que la justicia

¿por qué el quiosquito no,

si él es la fe de erratas

que puso el siglo XX

a la Batalla de Vitoria?

DESDE EL FONDO DE TU PLATO DE SOPA

LEONARDO DA VINCI TE CONTEMPLA

Desde el fondo de tu plato de sopa

Leonardo da Vinci te contempla

con un rostro espectante, quiere saber

si valen la pena sus pinturas; pues

él, con toda su inmensa sabiduría

de hombre de hace cuatro siglos

-peleándose con “los que saben”

desde hace cuatro siglos-

te ha elegido como juez

de su obra.

Y será mejor que tengas presente

que este hombre renunció a sus inventos

a sus planos de ciudades fantásticas

a sus ganas de hacer política

a volar inclusive, para pintar

esos cuadros que has visto en las revistas.

Fabrica tu opinión en silencio

de madrugada, antes

que vengan los periodistas a robarla

y se la das,

como un regalo para un muerto, un día

de brisa suave, sintiendo

dentro de la camisa algo

que no se sabe bien qué es.

Page 173: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

173

EN LA PELUQUERÍA

I

Mientras esperan

las jóvenes empleadas

consumen sus novelas rosa.

En las cabecitas

se acoplan las dulces fantasías

en prolijos estantes

rotulados con letra infantil.

Se sabe

que algo ha de haber a mano

cuando muera el amor.

II

“Alguna vez

yo lo convidaré

con algo.

Él lo va a precisar

lo aceptará, hay

cosas que el automovilismo

o el fútbol no

compensan.

Humillaciones

muertes

miedos.”

III

Ellas lo viven como un lujo:

cuesta muy caro mantener lo falso

de lo romántico no se puede vivir

toda la vida.

Page 174: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

174

No le digas, poeta, “pregunte precio

por otro lado”. Nadie quiere saber

cuánto rinden las quimeras inútiles.

Las desanima que el precio esté en sus manos,

tener la libertad de los adornos.

GORDO EN LUDUEÑA Y LAS LUCES DEL CENTRO

Me acuerdo

de vos, Gordo, y tu pasión

por Enrique Guzmán y los Teen Tops.

Contradictoria porque sabíamos

que había gente que despreciaba esas cosas

que el mundo de la radio y sus fervores

eran algo, pero después estaban

los livings de las casas

de alguna mina y su aflautada

voz de desprecio, y eso

te hacía sufrir, cuando tu imagen

de Hernán Cortés del tiro corto se nublaba

porque delicado generalmente

para insultarlas, resentido,

simplemente sonreías, irónico,

entre el sabor amargo de tu coca.

Desesperado, entonces,

inenfrentable el rechazo, te colabas:

por principios, al margen

de toda necesidad, desafiando

lo que hubiera en aquellos

“asaltos”, pero sabías

que era todo un sueño.

Y la vida pasó, pero tus gustos

seguramente no pasaron: tenían

la constancia de una producción industrial.

Oh gordo, tus preocupaciones

culturales quizás están ahí,

Page 175: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

175

solas, sin resolver, todavía esperando.

Cuando los poderosos se distraen

atendiendo eventuales sequías

o problemas gremiales, puede que vuelvas

a guiñarle el ojo a la hija,

a invitarla a bailar, a proponerle

democráticamente las ruidosas letras

en castellano, o en tu inglés demasiado

bueno, muy meditado. Mirarás

sus grandes ojos que no comprenden

y soñarás con antiguas guitarras eléctricas

Elvis y sus finales felices

y el amor sin barreras.

POR LO QUE ESPERAN

Paradas en los anaqueles

de los enfilados sobres

esperan las voces.

Una voz no grabada.

Para empezar

con el idioma de los compases

y timbres, con el idioma real.

Sólo cuando un oído

lata como un pulmón

un corazón y te haga hablar

pedir la banda.

Oh tus proyectos de vestuarios

fintas argucias para el amor

en la noche:

hoy harás

vivir a los muertos.

Page 176: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

176

MAGIA DEL PADRE

Mis hijos juegan en el teatro.

A veces representan una

brevísima historia, luego

instantáneamente suben

los practicables

y bajan a mirar.

A su alrededor los actores

elevan maderas limpian

todo con largos

escobillones y colocan las luces.

El ensayo después empieza.

Su padre y los demás

hacen de personas muertas

hace mucho tiempo.

Los pequeños molestos

se sientan a mirar

en perfecto silencio

como calmadas fieras.

SUBDESARROLLO

Cosas de las revistas

de las series

cosas de otros países, ropa

autos, sentimientos quizás

para soñar despierto?

Sabes muy bien

que todo eso

será de cumplimiento

obligatorio el año

próximo. Son profecías

fáciles.

Page 177: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

177

Los espíritus débiles

se apuran a testificar

el milagro, cumpliéndolo

pero eso no es soñar.

Es otra cosa, es contar

la aventura no al desayuno

entre risas sino a la noche

con ansiedad, a la cena

antes probablemente

de ir a cerrar los ojos.

Te miramos poner

en tu ojal la flor del atraso

que un desempleado símbolo

te acerca

gritamos “¡buenas noches!”

como pidiendo buena suerte

vivamos a nuestro viajero

el soñador de los pobres.

PUERICULTURA DE LA LEYENDA

Quizás el mar sea hermoso

porque nadie puede ponerlo

en una tapa

de revista.

Pensad: en un país

subdesarrollado, sin mayor

tradición, en un pueblito

costero, varios jóvenes

charlando junto al fuego conciben

esta leyenda: “el día que el mar

se deje fotografiar de cuerpo entero

la prensa será libre.”

Page 178: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

178

ARRIESGADO

Algunos hombres son el paisaje

donde tengo miedo de reconocerme:

son el alud, las víctimas

que deseo ver sin morir.

COMPRAS DEL TURISTA

En el patio de casa

tengo el auténtico acueducto

de Segovia.

Ocupa mucho espacio

estorba los malvones

es molesto.

Mi señora tolera

la adquisición solamente

porque cree que da prestigio.

Actualmente reclama

el letrero que le prometí

en dulces recuerdos de alcoba:

“Recuerdo de Segovia”.

Yo vacilo, sospecho,

¿es de ahí ese recuerdo?

A veces se parece

a la glorieta

de la casa de mi abuela.

La lástima es lo grande

si no podríamos

perderlo.

LOS BIENES DEL ESPÍRITU

Page 179: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

179

Han puesto los billares

al alcance de los niños.

Las dimensiones fueron achicadas

y hubo otras modificaciones físicas

pero el cambio mayor es del espíritu:

una generación

tuvo que jubilarse.

Responden con leyendas: “Yo,

para ir al billar, tuve

que esperar a cumplir 18 años”.

El problema

es que a los jóvenes estos asuntos

no le interesan. Toda esta épica

no es más que una queja.

Así no salen sagas.

Para ser el héroe

busca mejor la lírica, queda

tu protesta mejor; eso hicieron

poetas de mérito. Las gestas,

ah, son difíciles. Pero habrá.

MALA CONCIENCIA INDÓMITA

Taparon la ciudad con arena

desviaron un brazo del océano

y ahogaron el puerto. La tormenta

al invierno siguiente abrió la ría

y el viento del desierto

destapó las construcciones: con la forma

de ruina la ciudad regresó.

Se organizaron excursiones

turísticas, entonces.

Era algo previsto.

Page 180: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

180

NO ES TAN SIMPLE

Elijo los crepúsculos

para escribir mis poemas

por tradición cultural.

Yo no creo en las modas

recientes: la droga

y demás, soy un conservador

y cuido los sueños atestados

en el diario personal de la abuela.

Sin embargo, hoy hay más lectores:

eso sí debe tenerse en cuenta.

DESPUÉS DE LA LLUVIA ( I )

Calmo como sólo en estos casos

siga soñando, mar.

Las colinas están verdes y hermosas como niñas

y también como ellas, despiden

un olor maravilloso, inconfundible

que no todos los días

podemos olfatear.

DESPUÉS DE LA LLUVIA ( II )

Por encima del pueblo

y del campo, las nubes

han construido una catedral altísima.

Tampoco ella es verdadera

como eran las de Italia, entrevistas

fugazmente en la gran ciudad

antes de venir a América.

Cuando los municipales eligieron

los arquitectos especularon

Page 181: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

181

con el vano recuerdo.

Desde la estación de servicio

se ve bien que las nubes,

colgando del vacío

hicieron lo mismo.

La naturaleza

imita al arte

que imita al arte.

DESPUÉS DE LA LLUVIA ( III )

En medio de las oscuras nubes

de las grises, un agujero de

cielo, nimbado en nubes más blancas

en el viento que todo lo mueve

parece la entrada del Paraíso.

PASEOS DEL TURISTA

Dunas engañosamente inmóviles

donde hacen congresos las gaviotas

y mar que entrega caracoles

a la playa, para nadie.

Jamás lo sabríamos, jamás

hubiéramos visto esto

a no ser por la leyenda del barco

hundido, inexistente, oculto

por el mar en todo caso.

ORIGEN DE LA CIVILIZACIÓN

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182

La dignidad de las plantas cuando llueve

no puede ser imitada por el hombre,

sacando a lo mejor

algunos vagabundos.

De ahí los inventos, etc.

POEMA CORTO

Día de viento detrás

de la ventana cerrada.

Película muda.

MUCHACHAS QUE ESCRIBEN

Pola escribe en la arena

su nombre y las jactancias

habituales: “Pola.

Rosario, 1979”. Faraona

de sí misma, su pirámide

es el aire de la playa

que la guarda, pero viva.

(¿Por qué no ha sido cantada

esta grafomanía, este avance

de la democracia?)

En todas las playas de la tierra

hay ahora muchachas que sueñan

que se atreven que escriben su nombre

su año su ciudad, en medio

de la arena, sabiendo, sí

sabiendo

que vendrá el mar

y sin embargo escriben.

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183

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184

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

(1992)

a Estefanía, Lautaro e Irene

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186

LAS GALERÍAS

En algún perfumado túnel

entre los eucaliptus

arrulla una paloma.

En el silencio un niño

con un palo en la mano

camina hacia el infinito.

LA PRIMERA CANCIÓN DESCUBIERTA

LA MÁQUINA

Estoy cansada de trabajar

no estoy cansada de verte

quiero verte y si quieres

nos veremos ayer.

Toma tu máquina del tiempo

siéntate y prende los motores

y como ayer fue un lindo día

nos veremos ayer.

Pasearemos seguros del mañana

que viene a ser ahora te das cuenta

y como ahora no nos damos cuenta

nos veremos ayer.

Pero igual en las calles el azar

nos encandilará como siempre

y como quiero ver si ayer me quieres

nos veremos ayer.

VENDEDORES DEL TIEMPO

“Hace poco

viaje al año en que me morí.

Supe entonces que soy un muerto

Page 187: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

187

o lo seré, que es lo mismo.”

Otro: “yo fui también,

por unos corretajes, pero no estuve

en mi velorio; soy poco afecto

a esas cosas”.

Y otro: “yo una vez

viajé hasta antes de ser concebido.

En el lugar donde yo iba a nacer

había una gran pescadería”.

Mirando la llovizna en la ventana

se callan un momento. Piensan

que, simplemente, se compra algo

y hay que pagar y eso es todo.

ADELANTADOS

Vamos a hacer un safari

por la calle con árboles

la única con árboles

que queda en la ciudad.

Vamos a salir de donde nace

y caminar hasta que termine

quizás no termine nunca

o llegue hasta el mar.

Sería hermoso que las hojas secas

se balancearan entre la espuma

y que el agua lamiera los troncos

y no hicieran ruido nuestros besos.

De las panaderías umbrosas

obtendríamos nuestras presas

dejaríamos migas sembradas

para que otros puedan llegar.

Page 188: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

188

SARMIENTO ROCK

Es hermoso inventar las escuelas

y que los alumnos tengan la edad

del maestro, así cualquiera

va todos los días y no falta.

Dejábamos abiertas las ventanas

para que el viento pasara las hojas

de nuestros libros. La razón nacía

en un ranchito como un pequeño dios.

SEPARADOS DEL TIEMPO

En esta era de la Máquina

ya no hay divorcios

las parejas desavenidas

hacen un viaje hasta un día

antes de conocerse

llegan y cada uno

se va a su casa de entonces

y al otro día se quedan en la cama

después por separado

toman la máquina de vuelta

si alguna vez se encuentran

se les da por pensar “¿de dónde

conozco yo a esta persona?”

y los hijos lloran

pero no saben por qué.

EL BRIGADIER LOPEZ PROHIBE A LA

JUVENTUD CONCURRIR AL JUEGO DE BOLOS

No sé dónde ir ahora

el prostíbulo me aburre

Page 189: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

189

ahora que me sé un hombre

una mujer precisaría.

Miro en el fondo de las calles

en estos llanos todo está a construir

pero hay que ir con los salvajes

o arrear sobre el vacío

sólo un camino llega a esta ciudad

y lo demás es la niebla

y por ese camino es tarde

todo lo que pueda pasar

una mujer no existe eso

aquí para amar ninguna

para poder morirme

habrá que esperar la guerra.

ESO NO SE TOCA, GRANDE

Papá, no me robes

la máquina del tiempo

no es un invento

de tu generación.

Si se usa para atrás

hacia el pasado

se descompone, papá

y cuesta muy cara.

Yo ya sé que te gusta

vivir en la ciudad

donde naciste y creciste

y no en ésta.

Pero se descompone

papá, y tengo miedo

de que no vuelvas más

(como Mambrú).

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190

EL PASADO DE LA SEÑORA

Tu largo pelo sembrado

por el tiempo en las alcantarillas

va levantándose

como serpientes hipnóticas.

El pacto terminó y el río

te devuelve esas células muertas

aureola de vampiros o náyades.

Así caminarás, saludando

a través de esa selva

sin que nadie conteste

sin que se vea la toca

siniestra que perduró.

Sólo yo quisiera acariciar

quisiera tocar los ex-cabellos

y sin embargo sólo digo hola

y me escapo a otro tiempo.

LOS PIRATAS

Piratas fuimos y ahora

todos elegimos la calma

pero eso no es lo malo

amigos sino no estar juntos.

La banda era nuestro trabajo

y no sabíamos que sin ella

nuestra imposible fraternidad

se moriría de aburrimiento.

Negro Jack Edgard el Alto

el jamaicano Rubén qué puerto

tiene tabernas donde no vais

y sueños para siempre anclados?

Page 191: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

191

Todos se acuerdan o sólo yo

me acuerdo mirando

los vacíos cofres. El cheque

sin fondos del lunes preocupa?

NADA FLUYE

Las casas nuevas crecen

encima del fantasma

de las otras.

No es humedad

lo que a veces brota

sino la sangre de los recuerdos.

Si uno se fija con atención

puede ver el antiguo prostíbulo

a través de las paredes del banco.

O la casa masónica

bailando, aérea, sobre el parking

o los niños jugando sobre los muertos.

JUICIO FINAL EN REBELDÍA

Yo conocí el fin del mundo.

Estuve en las oficinas

con su clima de junta de acreedores

charlé con los trompetistas

que descansaban apoyados en los mármoles.

En las largas colas lloraban los niños

en brazos, los viejos prejuzgaban

era un perdedero de tiempo.

Las cucarachas estaban ansiosas

Page 192: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

192

por tomar posesión de esta tierra

el abogado les decía

“faltan trámites, faltan trámites que hacer”.

En fin. Me senté

bajo un árbol ya absuelto

(un eucaliptus tonto que cantaba)

porque con estas cosas

hay que tener cuidado.

Me desperté, no había pasado el tiempo

claro está, ya no había, solamente esperar.

Sin tabaco empecé a impacientarme

“no entiendo por qué tardan” les decía

a dos soldados romanos

que estaban adelante. Por compromiso

ellos contestaban “pero claro”.

Por fin, harto, me fui.

Nunca más supe

qué resolvió esta gente.

CRONOPIOLA

El revolucionario permanente

en su cronosintetizador

pasa de largo los tiempos de dictadura

y se baja en los gobiernos populares.

Su pelo crece salvaje

sin que nadie lo ose cortar

y ve las películas prohibidas

20 años antes del estreno.

Encuentra a las mujeres

vestidas a la moda que a él le gusta

compra vino berreta en un almacén

y lo añeja 30 años en diez minutos.

Supo darle su padre un consejo

cuando cumplió los 18 años

Page 193: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

193

“falta mucho para que nazcas, hijo

no andes tirando las ideas por ahí”.

EL ARQUERO ZEN

El arquero zen está sentado

y en su mano se ha posado una jarra

marrón, con algo de vino; la otra

mano sostiene la cabeza

que por ahora en nada piensa.

Las hojas acarician el techo

de la galería, al caer;

hace calor. Adentro

se oye moverse a la mujer

y los hijos que también esta noche

han comido. De madrugada

tal vez habrá tormenta

si las nubes del fondo del cielo

se acercan. El arco,

lustrado, preparado,

ocupa su lugar

encima de la fuerte repisa.

AL MISMO TIEMPO

La empresa ha cambiado de local

y por primera vez suena el teléfono

con su número viejo

en el edificio nuevo.

El llamado es de afuera, y el hombre

no sabe de los cambios ocurridos:

la computadora está atrás, el gerente

mira ahora el vacío en la pared norte.

Page 194: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

194

Aquél del llamado ignora

que el mate cocido se calienta

en un rincón distinto, cuando dice

que todavía no recibió esas facturas.

Todo sucede así dos veces: en una

escena los empleados sudan, en otra

hay aire acondicionado, y quizás

cuántas más cosas existen.

DE LA EDAD GLACIAL

Era patriotero y despótico

en sus conversaciones con la barra

y sólo le gustaba hablar

del fútbol cro-magnon y sus ídolos.

A veces parecía un ropero con ojos

otras veces un ruso temperamental

con sus pieles sus regalos

y abrazos con la gente.

Pero él era el turista y nosotros

los nativos aunque nunca

le regalamos guirnaldas

de flores como en Hawai.

“El calor está afuera, allá”

decía “en medio de los hielos

en los glaciares que rugen

en el pálido sol está el calor”.

PESADILLA

Ma sí yo ahora soy esto

estas alas apergaminadas

Page 195: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

195

que me salen por la espalda

esta calvicie de cuernos.

Es linda la ciudad de arriba

lástima que no la conozca

quizás no lo desee mi inconciente

pero es feo cuando se tiene sed.

Mis alas de gigante

me impiden caminar

mejor dormir una siesta

con pesadillas de 2do. grado.

Trabajaré de monstruo

sin cobrar un centavo

inútil hacer gastos

donde todo es secreto.

JOVEN FUTURO

Vivo en un pedazo de mundo

en uno de los cascotitos que quedaron

después que la orgullosa pera

explotara mi amor

quedó en otro pedazo

mis libros mis discos

siguen ahí, flotando, lo que perdí

son cuatro eucaliptus

pero bueno, hay una vista

buenísima también ahora

y siempre el mundo

fue un pedazo

yo me acuerdo

me acuerdo de la Tierra

de los cuatro eucaliptus ésos

de la primavera.

Page 196: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

196

NO SE EXTINGUE

Él no tiene máquina del tiempo

es un pobre gato del 2000

trabaja donde quiere

no le gusta el escalafón

Él no tiene máquina

no mira en las vidrieras los modelos

a las chicas las lleva al río

a pasear a pie.

No hace picadas con el tiempo

no tiene una escafandra para lucir

no sabe lo que va a pasar

él anda por la vida.

HABÍA TIEMPO

Volvíamos una y otra vez

al comienzo de esa canción

era la última de la fiesta

la más bonita

y volvíamos apretando botones

oh Cenicienta con mayor poder

te acordás? era una canción

para bailar eternamente

se ensuciaba tu cara de besos

míos, y se limpiaba

y el sol en el amanecer

jugaba un ping-pong, solo.

VENTANA DE QUMRÁN

Este mar vivo

se está muriendo

y son inútiles

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nuestros rezos.

Y es inútil también

decir que son inútiles

por eso mi ventana

es hermosa.

Esta ventana

donde se están mirando

sin poder hacer nada

dos que van a morir.

PRIMEROS SUEÑOS

Ella está soñando con la historia

en la alta noche invernal.

Afuera soplan las brujas heladas

adentro el póster habla de una playa.

Despierta o dormida, los hombres hablan

de cosas que parecen fantásticas:

es el tiempo que engañó a los libros

porque siguió marchando?

Torcer el rumbo de las cosas

parece propio de duendes

¿parará ella con sus manos

el agua de los siglos?

En la alta noche flotan las cosas

que ella no cree poder tocar

pero mañana habrá escarapelas

en ardientes días de lucha.

Ojalá que se acuerde de todo

lo que no le pudieron enseñar!

Aprenderá que el sueño es real

sabrá que el viento helado es real.

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FIN DEL VIAJE

La máquina del tiempo

llegó a destino.

En el tablero está escrito el día

del final, pero sólo el alma

puede leerlo.

De todos modos

se apagará el motor, los faros

pestañeando, descansarán.

Bajará alguien, y sin cerrar

la puerta sin que ningún chasquido

se escuche, se irá volviendo

pastito, viento, lucecita

y el bosque abrazará al viajero.

TIEMPO LIBRE

Entre mis días encontraré el día

de ser el dueño de mi máquina

el dies irae tempi el de las flores

eternas que se deciden a marchitar.

Diré: renuncia, hombre, a los costados

del camino! Estuviste en los costados

del camino y en el arroyo

del final y en la posada del principio.

Diré: sólo los otros eligen el árbol

en que navegaremos por dentro de las ramas

hasta la zona microscópica donde

no se distinguen tierra y raíz.

Diré: el profeta vive de recuerdos

y el melancólico pronostica

y a veces en los líquidos mares

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las olas vienen antes de ir.

DALE

Mirá si el mar

estuviera a una cuadra.

El barrio tendría que ser igual

todo lo mismo salvo

que cerca de la carnicería

de la gente de los chicos

en bicicleta que andan

sin que nadie supiera

estaría el mar.

OSVALDO

En la vieja ciudad hay cien canciones

esperando que llegue Osvaldo.

Osvaldo que fue a cobrar

muy lejos cuentas atrasadas

las canciones se quedaron pobre

con la novia y los muchachos

y ahora Osvaldo silba en el tren

sólo promesas de canciones

en el cielo hay muchísimas nubes

y en la tierra hay un tren con promesas

de canciones y en la vieja ciudad

hay canciones ya nacidas

y en el medio del aire va Osvaldo

silbando sin poderlo creer

con su tren tan grandote y frágil

que sin que él se dé cuenta lo cuida.

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LENNON

Por impreciso azar

se juntaron el príncipe

sus aguerridos amigos

y el encanto del bosque.

Los grandes brujos productivos

confiaron extrañamente en ellos

y así se dio el gran éxito

el milagro la voz del bosque.

“Qué magia para después

quedará, hada? preguntaba

un búho, lo dejarán

sus compañeros un día?”

“Solamente para él

a lo mejor bosque y magia

café con leche serán

ni siquiera inocencia”.

CASA DE LOS SUEÑOS

Estaban apilados como diarios

en la última pieza de la casa.

Ya estaban marrones

y todos húmedos un poco.

El último el de arriba

estaba lleno de tierra.

Era el sueño del día

que se archivaron los sueños.

Hasta que vendieron la casa.

Para avisar la demolición

pusieron un gran letrero

pero ninguno lo leyó.

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Cuando cayeron las paredes

salieron muertos de miedo

se los fue llevando el viento

por lo livianos que eran.

UN HOMBRE SALE CON LA LLUVIA

La lluvia sale con un hombre

por ahora como amigos

lo hace parar en todas las vidrieras

y a veces también lo hace sufrir.

LOS MUERTOS

Hay un río con un puente roto

en la cara del habitante

de la ciudad más triste

del mundo

y en la orilla del otro lado

del agua cantan los muchachos

“no quisimos hacerlo igual

no quisimos volver atrás”

una vez se vieron cabezas

que espiaban entre las plantas

hablaban de los puentes

que se rompen si no son mágicos.

MAÑANA TE LLAMO

Suave como un fantasma

ella cruzó la puerta y la cerró

aprisionando en la vieja mansión

todos los misterios.

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EN LA COLINA

Un pájaro se desprende

de la vibrante y oscura rama

más alta

en medio del silencio

echa a volar

CUNA DEL DESPIERTO

La hamaca para andar

entre la tierra y el cielo

es el juego que falta

para dormir tranquilo.

Las cosas cambian

cuando con ellas se juega

y cuando todos juegan

cambian y cantan.

En la heladera tienen una idea

desde hace muchísimo

hay que saber preguntarle

a todo lo que se come.

ARTHUR R.

Arturo compra esclavos

en el atardecer

cuando el desierto

se va poniendo frío.

¿Quiere dinero

para su espíritu

o solamente quiere

esclavos para vender?

Él hizo versos hace mucho

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pero ya no se acuerda

todo lo hizo viviendo

lo que hizo eso es todo.

Arturo mira

las arenas rojas

recibe el vuelto

y les dice “vamos”.

FORASTERO

Hermoso es estar sentado

en la mesa de un bar

de una ciudad desconocida!

celebra entonces solitario

a tus nuevos amigos los paseantes

los soñantes porque ahí estás

colgado de sus vidas como un duende

sin saberlo ellos

si cada cual es un camino

aquí es el principio del viaje

cada cara ellos son ahora

más maravillosos que antes

porque ha llegado el extraño

y está llenando de leyendas

la ciudad mientras crecen

sus ansiedades geográficas.

LAS DOS VENTANAS

Hay dos ventanas,

una es electrónica

la otra natural.

En una ciertas cosas

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204

se esperan, en la otra

también. En ambas

pueden ser muchas

o pocas las cosas

imprevistas.

En una no tienes

participación, ¿en

la otra sí?

Ambas pueden proporcionarte

una sensación de felicidad

o de odio: hacerte vivir, y si te metes

adentro del espectáculo,

en las dos el problema

será quien se quedó del otro lado

esperando.

CON AMIGOS

Como un prolijo mar la vida

borra las huellas que caminaste

solo y con otros, antes.

No te molestes en citar.

Florecemos, sin interpelaciones

pasamos sin aduana

de un año a otro por las calles

nadie cobra el olvido público.

No nos convoques, en el patio

se prepara ya el asado

con tu carne y ya todos

están presentes.

Vamos a acompañarte

en el desastre en todas las orgías

junto a tu anciana madre

y los dañados que jamás conociste.

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HORAS DE SIESTA

El domingo, a las tres,

sale a pasear

como hace veinte años

se vistió va de tul

la loca salta.

Cualquier amor

se puede imaginar

a las tres de la tarde

ni viento hay

es poderoso el sol.

Baila su ballet

casi sin sudar

la ciudad a esa hora

es como antes

de enloquecer.

En aquel entonces

todo estaba bien

así que canta sin hablar

la canción vieja

que el mundo ya olvidó.

PLAYAS IRRESPONSABLES

Siempreverde, los maremotos

sin consecuencias te devastan

le das la mano al mar

pero él se toma el codo.

Algún día llorarás, playa

con un irresponsable llanto

oye las recomendaciones

de los escarmentados hombres.

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Piensa que nada podremos

cuando otra vez estés barrida

hay muchos que frente al mar

se desmoralizan rápido.

Él no nos va a arrastrar

con tus arenas al fondo

y es muy triste llorar en calma

Siempreverde, después.

EN VERONA

En la mesa del boliche

la mañana no está fría

es verdad que hay medialunas

pero no hay esperanzas.

En la escuela están en prueba

seguro que ahora mismo

pero ella no quiso faltar

hay cosas que no entiende.

Las medialunas se terminan

por ahora el amor no

pero el invierno puede pasar

sin una mañana juntos afuera.

Ella tose sobre el cuaderno

y cuando no la miran

escribe un largo tratado

sobre las acechanzas.

NOCHE DE BRUJA

Duerme la bruja

apoyada la escoba

en la pared tiznada

el caldero se enfría.

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Ronca durmiendo

el sueño de los justos

todo el día trabaja

y no se para a descansar.

Hermosos gatos negros

pasean en sus sueños

y un hechicero magnético

le habla de amor.

Mañana ya en la escoba

de todo va a olvidarse

haciendo sus maldades

no sabrá que soñó.

ESPACIOS VERDES

Las plantas de interior

van al parque a pasear

oh, qué magnífica excursión

qué hermoso día que hace

el eucaliptus gigante

las horroriza tiernamente

“bueno, es su forma de ser

es su forma de ser, amigas”

de repente se larga a llover

y corridas por el chaparrón

huyen las plantas de interior

a guarecerse en la glorieta

las más viejas consuelan a las jóvenes

que sin querer entender

protestan en voz baja y miran

masticando su choripán.

AVE DEL PARAÍSO

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Las calles de Paraíso, oh Ave

están llenas de silencio

desmanteladas terrasses

entorpecen las veredas.

Es hora de partir, quedaste

como el bañero que se pasea, solo,

por la playa el primero

de abril. Ahora conversará

con el mar por fin. Ave

ave libre de las tormentas

ave de la terrible soledad

en la maravilla de la muerte

naciste un día en el Paraíso

para cantar o no cantar

a las calles vacías o llenas

a las calles a las calles.

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209

LA MONTAÑITA

(1993)

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211

A UNA URNA CHANÁ2

a Irene Gruss

¿Por qué existes, aún despedazada?

Tu lugar fue loteado y es objeto de transacciones,

y tu nuevo contacto con los que vinieron del mar

es una afilada pala que te destruye

al cavar un cimiento, y destruye

a ese pequeño muertito de la epidemia

caricia de los ambiciosos.

En los atardeceres del Monje

los zorzales, los amarillitos

cantan también despedazados

entre el sordo rumor del Coronda

por las interrumpidas canciones

de los niños muertos.

¿Por qué existes, magro botín,

si ya tu huésped

se hizo húmedo aire del Balneario

entre radios y cervezas? ¿Por las disciplinadas

pero airosas huellas? ¿Acaso

el que dejó sus uñas en el barro era

especialista en eternidad? ¿Completa eras más efímera

que los lodosos átomos que él impregnó

de persistente ternura residual?

Quizás, porque una cultura estalla

para vivir. Ah no fabriquen

bombas, no son ellas

las que liberan los temibles hongos,

son los afectos la energía que se suelta

desparramando calor a los rumbos.

Pero, ¿cómo lo hacen? ¿Qué cadenas

se forman, si no son

2 Este poema alude deliberadamente al poema de Keats sobre la urna griega. Los chanás eran

un pueblo aborigen que fue reducido conjuntamente con guaraníes en un lugar situado en la

confluencia del arroyo Monje con el río Coronda (un brazo del Paraná, en realidad), donde hoy existe

un balneario y casas de fin de semana. Al excavar para construir éstas, muchas veces aparecen urnas

conteniendo restos –generalmente de párvulos- que, debido al clima, se volatilizan inmediatamente.

La población reducida se extinguió debido a una epidemia.

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las de la subsiguiente esclavitud

incomprensible, como no las crecientes

o la falta de caza en las cañadas?

Y el fabricante: ¿era la tumba ésta

de su hijo, del dueño

de las uñas marcadas? ¿Lo marcó a él

la mortandad personalmente?

Cada incisión es una sola palabra

infinitamente repetida

en cada pedacito de la arcilla.

(En verdad, así hablan

los genios que habitan este viento

suavísimo soplando hacia las islas, redundantes;

pero el autor no era una brisa,

no era un arroyo y lo sabía,

no se velan los aires,

el hombre el inhumado para nacer).

Sí, los suyos miraban y no eran

confundidos con lo que pasa:

en la barranca estaba quien no era

agua y viajaba, quien pedía

la caza saludándose

en las fuerzas terribles que hasta entonces

había podido descubrir. Es claro

que era un especialista, el brujo

lo miraría dolorosamente

al fallar, allí empezaba

su oficio y su destreza: produciendo

lo que en eses momento precisaba

su gente, así vivían.

Y sin embargo, ¿puedes ver en las marcas

de las uñas, si era su hijo

el enterrado? ¿Puede

verse ese personal toque? ¿O muchos años,

muertos, historias, tapan

la de una manito que ya no agarró

el collar que llevaba su padre

en el fuerte y oscuro cuello

que ya se había doblado en servidumbre?

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213

Los grandes árboles parecen decir que

no hay manera de expresar el

dolor: sólo se sabe

dirigir el follaje al sol, dejar

caerlo, hacer otros árboles

diferentes en detalles ligeros

muy ligeros a nosotros. Es

lo que se aprende, lo que las catástrofes

no pueden alterar. El hombre

que fabricó la urna, ¿lo sabía?

¿Se lee en los pedazos? ¿Se lee

en nuestros pedazos?

VIAJE EN ÓMNIBUS DESDE LA FLORIDA AL CENTRO

a Raúl Gustavo Aguirre, el gran

pescador

SE PUSO FRÍO

Nadie tendría el rojo que hay

atrás de la isla, en su casa:

todos se van y es posible

sentirse el dueño de la playa,

lo verdaderamente irreal son

los caños de escape de los autos

al arrancar. Se puede recordar

en menos de lo que dura un relámpago

que algún día vamos a morir

que alguna vez fuimos felices

que ojalá siempre

podamos quedarnos unos minutos

mirando, antes de la tormenta.

Se larga.

Caminamos en medio

de un malezal transparente.

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HAY UNA SOLA

¿Éste es el mundo, vieja?

¿El que me ocultabas escrupulosamente

porque me iba a hacer mal?

Mientras casi

te despides, él brilla

fosforescente como burlándose. En efecto

debe ser un poco malo, un poco burlón.

Lluvias y ríos ya se mueven

prácticamente sin que los autorices;

mis viejos refugios, los tuyos,

son desmantelados, y sólo

te vela mi terror, entre los bailes

de las mujeres de la suerte;

es un poco burlón, sí,

pero lo dejaremos, hay ahora

una tarea.

El agua está fría, y al meterme

no me deja acomodar los ojos

al horizonte donde te instalas

disimulada en la luz, disimulada

en mis deseos de tempestad y calma.

Tengo el infinito delante

tengo la ciudad envuelta en la niebla

a un costado, tengo del otro

costado los bosques, palpitando

a la altura de mi corazón.

EL ÓMNIBUS VACÍO

Viene como un fantasma entre los árboles

encendiendo sus luces malas

que juegan con los gatos que se ocultan

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ya, en los setos recónditos.

Está casi vacío: como un barco

de nieblas y leyendas (Se hizo tarde,

hasta que pudo pasar el deseo de morir),

al pisar el borde

superior de la barranca pudimos

escuchar su ronroneo, y justo

estamos en la parada cuando indiferente

como un elefante bondadoso, vino

a frenar a nuestro lado. El horóscopo

no lo anunciaba, pero hemos

tenido suerte en no esperar.

LAS CASAS

El viento las sacude y caen

a los mojados jardines los deseos

insatisfechos, como grandes

flores carnosas putrefactas

donde los perros, mañana, olfatearán

rastros completamente ajenos.

POR LOS BARRIOS

Las casas son el borde

de un escenario de títeres

donde el sol se duerme

dulcemente, mientras

los chicos esperan que salga el ogro

para gritar su alarma

y hacerlo despertar.

AL FRENAR

Encima de las terrazas

los fresnos

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agitan sus hojitas

sobre el rosa del sol.

Las veredas cubiertas por las ramas

evocan rincones de bosque

donde mágicamente

saltan las nenas a la cuerda

como venados.

Al frenar, se ha apagado

el motor, y de repente

nos inunda el silencio:

nadie habla, y se empieza

a adivinar el murmullo de las copas

amarillo y suave. “Por aquí,

ahora,

podría pasar un león

comiéndose un helado

y no lo miraríamos”,

pienso.

HUMEDAD

Cada vez que el ómnibus para

escucho conversar

a los jacarandás, siempre

hablan antes de florecer

aman sus flores

y ponen sus esperanzas en ellas.

Un concierto de historias

suena en la atmósfera:

es lo que pasó, lo que se ha

sufrido, explicado para nadie.

Y los sueños se andan metiendo

pese a todo, en las cabezas

¿amigas de la paciencia

azules como estas flores?

No, no, el viento es el suspiro

de los desencuentros infinitos.

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Ellos vienen del río, son el río

que pensamos en la forma de viento,

sí, son el anunciado ¡Perfumes!

la entera calle se inciensa

como un club, como una plaza

de destinos, el año

sesenta y nueve.

Y así tarde el sol en caer

en las tapias de Sunchales misteriosas.

HUBO VÍCTIMAS

En la fría luz de los acrílicos

anda el aburrimiento con ojos negros

con negros ojos de chiquilina aburrida

comiendo pizza con sus padres.

Imprevista la vida florece

un momento en el choque de dos autos

suena su estrépito característico

para advertir, y dos personas luego mueren.

Cuando todos conversando dicen

“qué barbaridad”, saben lo que es

que todo puede arder, pero pronto

lo llamarán accidente.

EL CENTRO

Lo que ocultan los frentes:

el interior de las manzanas,

los jardines secretísimos

que parecen yacer en el fondo

de la tierra cuando desde las terrazas

se los mira, y los patios

enfermos de sangre, de hollín infinito

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218

con algún triciclo roto en un rincón, o alguna

bolsa de portland olvidado.

INVOCACIÓN

Luz fría de los interiores

con que la ciudad se protege

de la intemperie, luz

de los bares, luces de los ómnibus

incandescente luz de los locales

con sus lavarropas y camisacos.

¡Séanme propicias, luces de hielo!

hoy que estoy en las calles para esperar

a los que vuelven a nacer

en las calles, hoy que soy

su canción de cuna, lo que olvidarán

cuando fuertes se alcen, las narices

erguidas para olfatear el viento.

PARADA

Bajo las telarañas húmedas

de las ramas peladas

crecían flores apresuradas

en nacer y morir, y ululaban

los fríos bólidos de luces rojas.

Abrí mi diario: gocé

de los cambios, lo abierto

tiene ponchos suavísimos!

Escuché a las hormigas

en sus caminos infinitos

que las primavera iba a cubrir.

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FRASES

También la tristeza puede ser un juego, un suponer.

ALBERTO SZPUNBERG

“LA CONDESA SALIÓ A LAS CINCO”

La condesa

salió

a las cinco.

María

salió

a las cuatro.

Yo

salí

a las seis.

Esa tarde las nubes

se deshacían en el viento.

EXPLICACIÓN

Me perdí en la dulzura de lo que pasa.

OCURRENCIAS

El encantamiento

se crea al saludar

al preguntar

la hora.

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220

Los chicos

inventan a los parques

cuando van.

CAJETEANDO

Es su quemante voz lo que sucede

en el mundo. Lo que no llega aquí,

llega la ausencia de su voz aquí

tan ardientemente vacía.

“QUE LA GUITA LA HAGAN LOS OTROS”

a Hugo Enrique Salerno

Un ligerísimo olor a asado

o mejor aún a leña

entre la luz que desaparece

acariciada por la hojas lejanas

de la alameda, y

una sensasión de estar

como demás en el mundo.

DEBER

No los despojaré

no robaré sus gallinas

no les haré ruido

a la siesta.

Quizás cuando florezcan

ante el meteoro

responderán de mí.

ÚLTIMA FRASE

Aré en el mar

para que ustedes se acuerden.

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VELORIO

¿Qué preguntas

se habrán hecho

antes de entrar

en la espiral de terror

donde bailaron

hasta desintegrarse?

EPITAFIO

Omanó angá3 Eduardo, que fumó tanto

y que amaba el temblor de las hojas en el viento.

Si es el atardecer y miras las copas contra el cielo

sabe que él, aún en la muerte, te envidia.

LOS ÁRBOLES NO DEJAN VER EL BOSQUE

Las palomas ya no

saben si arrullar, nadie

se pierde en el polvo

sin nadie de las maderas,

los caminos piensan

en buscar otra ocupación:

si ellos no creen en él,

no hay bosque.

HELENA EN EL AGUANTADERO

“Los cadáveres cianóticos

la rodeaban con un círculo mágico.

Sí, y ella

mirándome a los ojos con los grandes

suyos, con los que vio

por primera vez la tapa de “El Capital”

que no leyó, me decía

3 Significa en guaraní ‘falleció el pobrecito’. Era el comienzo usual de los epitafios en las

Misiones Jesuíticas.

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222

creo, ¿qué es esto,

un enemigo? ¿Qué es un enemigo?

Ella no tuvo tiempo

de enronquecer, tan poco

había gritado.”

Sembrada la encontraste

entre los muertos, ¿nadie

supo decirte que era la griega?

“Nos habían mandado. A ella,

a mi hermano, a mí. Triste

objeto de atención, una fiesta

tras otra. Solitario

poder administrativo.

Y también nos habían

mandado reaccionar. Odiar

algo, para enfrentarlo. Resolver

entre cien o doscientos mil

lo que millones no se atrevían.”

No te la llevaste ¿por

qué?

“Movidos así, por juegos

que cambian sus reglas a cada

rato, como los de los chicos

fuimos.

Yo debía destrozarme al destrozarte

nada distinto

me enseñaron

jamás.

Y otra cosa no puede

pedirse a la inocencia

personificada. Querías,

lo sé bien, que la tierra

te tragase, o me tragase.

Posiblemente

yo también. Si fue así

Page 223: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

223

compartimos

entre el mutuo terror

esa tristeza.”

Habla.

¿Sabías que habla?

“Yo he soñado con ella.

Pero sé que a las dianas

algo me hace olvidar cuando aparece

abriéndose paso entre bayonetas blandas

que tiemblan en el viento.

Cuando me habla me pide

lo que ya no recuerdo, y así vivo.”

Estas voces atraviesan las palabras

de tal manera

que parecen las otras palabras.

“¿Eras el enemigo? ¿En serio?

Escuchá las palabras

que hago llegar

a tu sueño”.

“¿No servíamos, griega,

más que para morir

y nacer de otra forma?

¿Recordaré alguna vez

tu respuesta?

“Podemos

andar, como ésas...”

No se alcanza a escuchar.

TRES MELENAS

Se arquean las palmeras

en el centro del bulevar

y entre las dos, sosteniéndose

el pelo con las manos pasa

apurada ella con su abrigo.

Page 224: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

224

Atrás el decorado

de insulsos rascacielos parece

una equivocación del tramoyista:

¿adónde están los nadadores

soñando con la orilla de las naves?

También yo estoy en otra parte,

sentado en el banco de una chimenea

o fogata de pensamientos,

como en una casa o carpa.

Y entonces ella pasa y curiosamente

una vez se da vuelta. Más a la hoguera

que a mí ha mostrado

su pelo, sus ojos tan profundos

que atraviesan el pelo

como dos focos negros.

LA ADOLESCENTE JUGANDO AL TRUCO

Los partidos arrojaban

resultados insólitos.

Apenas había tiempo

de enterrar a los socios vitalicios

infartados de sólo verla

mezclar las cartas.

Todos querían ser su pareja

o amasaban grandes fortunas

para consolarse, pero ella

ni siquiera hacía las señas.

Sobre las ruinas del mundo, al fn

Dios entendió que su renuncia

a la picardía era un arte

superior inclusive al suyo.

Page 225: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

225

EN CAYASTÁ4

¿Por qué no esperaron

un poco? ¿Adónde

se habrán ido

ahora?

En la borda de esta carabela

me siento atrozmente ridículo:

yo les prometí una ciudad

a esta gente, y miren.

Los trazos de las calles de arena

parecen haber durado más

que los adobes de las casas,

¿caminó o galopó más la ausente

que durmió, folló, cocinó?

Los cuatro juglares que traje

para el Gobernador, bailan

en la cubierta, a mi alrededor

mientras los mosquitos

cantan en este atardecer

sus melancólicas canciones

de viento.

LA ENTRADA DE JESÚS EN ROSARIO

Se realiza por la

Avenida Godoy

en un carro de verdulero.

Los periodistas

se encuentran imposibilitados

de entender el hecho

creen que esto sólo pasa en Rosario

y no saben con qué empresa

quedar bien.

4 Lugar donde fue emplazada originariamente la ciudad de Santa Fe. A fines del siglo XVII se

la trasladó a su lugar actual, circunstancia a la que alude el poema.

Page 226: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

226

De Villa Banana parten

las exclamaciones más entusiastas.

Algunos burgueses tocan

las bocinas de sus autos

artísticamente.

No puedo verlo bien

va adentro del carro

sé que charla con varios tobas

que se han subido

pero no tiene el pelo tan largo;

en un momento

veo que alza la mano

y abarca descriptivamente todo

como si dijera:

“todo esto es mío”,

“acá todos me van a oír”, o

“todo esto no existe”.

Mi amigo de los diez años

me pregunta si al pasar él

debe hacerse la señal de la cruz

y si en caso contrario

se irá al infierno.

OTRA MUJER

Sentado en la mesa del bar

yo la miraba lejanísimo

a través de columnas, de cabezas

de personas con paquetes.

Ella miraba la lluvia

como sólo desde un bar se la mira

y a mí, ambiguamente

como miran en un bar las mujeres

a alguien que uno no es.

A mí me parecía que estaba triste.

Lógico, con ese día... Cuando paró,

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227

se fue. Trataría

de caminar, de esperar otra lluvia

que esta vez la amparara.

UNA BIOGRAFÍA

Ha caminado todos los días hacia la muerte.

He entrado

por su portón oscuro cubierto de hiedra

y por el camino de los eucaliptus

su ánimo se ha llenado de sombras.

Primero ha visto tu cara en el aire, después

los soldados, los obreros, algún

productor con sus hijos, que en mangas

de camisa mira hacia el cielo;

y después ha preguntado

en la ventanilla

si ése era el día, y

cuando le han contestado

que no,

ha vuelto

por el caminito, casi

bailando, casi escuchando

el sonido del tiempo

en los árboles.

UN SUEÑO

Estuvo en una alameda.

Hacía mucho que estaba,

aún en la sombra

se sentía el calor, el perfume

de la resina (¿entonces

eran pinos?) Había

miedo, sensaciones

también de cosas hechas.

Una liebre huyó galopando

de su lado.

Page 228: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

228

Todo el tiempo había estado ahí.

OTRO SUEÑO

Colinas. El ruido

del mar. El olor,

la humedad. La arena

no soplaba.

Los bordes estaban

temblando, era

el calor, la refracción

o quizás el indicio

de que estaba en un sueño.

EN LA VÍA

¿Cómo es posible que este tren

siga

si nosotros bajamos?

¿Cómo

pueden sus duros asientos

arcaicos

sostenerse en el traqueteo

que sólo podemos imaginar?

¿Cómo pueden

nuestros caminos

separarse

después de tanto amor

entre los rieles?

¿Cómo puede

todo terminar

en Pavón Arriba?

TERCER SUEÑO

a Miguel Sedoff

Tropieza en una piedra,

Page 229: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

229

salta, putea. Hay

canciones que la gente

escucha con la radio

pegada a la oreja.

Sin embargo, se escuchan

las canciones. Ellas parecen

hablar de amigos muertos,

más bien parece que lo llaman

por la radio los amigos,

pero al tratar de oír,

se nota

que son canciones.

En realidad,

son los amigos ésos

los que escuchan.

Escuchan las canciones

quizás las cantan también

y le sonríen.

AMANECER CON MUJER

Hacíamos el amor

con las ventanas tremendamente

abiertas, sobre

el pueblito dormido.

Al otro día la gente

en las panaderías

tras los acoplados

caminando

nos parecía hecha

por nosotros.

EN MEDIO DE LA NOCHE OSCURA

a Sebastián Riestra

Page 230: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

230

Ha prendido la luz, ha visto

esplendorosamente entre cuajarones

de pasado, la muy antigua

madera de la ventana,

y a través de ella

a punto ya de despertar

uno solo para todos

este mundo.

EL NACIMIENTO DEL BOSQUE

¿Pudiste contener la sensación de lo mágico

cuando el aire empezaba a refrescar

y todo era un murmullo sin propósito

como tu vida?

Afuera, en el no-bosque,

había grandes silencios: la tierra

de cosas que jamás se habían visto.

Temblábamos con él: cada raíz escondida,

cada mirada al cielo, cada charco

de agua oscura, sugerente

nos prometía

lo que era así, como los pájaros

posándose en la hoja, colgados

del vacío, despreocupados

de caer. Antes

eso estaba en los cuentos, en la

representación del bosque

en nuestra alma.

Pero la historia más emocionante

era la historia del árbol.

Miraba por un lado la oscura penumbra

y por el otro la ceguera

marrón que era el camino,

y las colinas, las pequeñas

moradas en el valle.

El niño tenía que volver

Page 231: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

231

a caminar los senderos,

sin extraviarse, volver

al árbol del límite.

‘ARGENTINO, NO TE RINDAS’

a César

Bajo la luna

el edificio del SMATA Córdoba

es hermoso.

Los obreros hablan un idioma

que está más en el futuro

que el de nosotros.

Hablan de un error

cuando nosotros todavía no hemos

inventado las palabras con que lo

vamos a cometer.

Las palabras parecen

ser las mismas, pero

es otra cosa.

Los abogados gremiales tratan

de evocar a sus predecesores

tragados por los chupaderos, sus

trucos, la manera de traer

a los convenios viejas banderas

en el momento en que la patronal

ya saborea en la imaginación su whisky.

“Ahora pronto algunos ni whisky

van a tener”, dice uno y nos reímos.

“Así que ahora también peleamos por ellos”.

“¿Por qué no?” dice otro, “si nos

disciplinaron, nos agruparon

mandaron hacer

con nuestro trabajo

la fábrica donde nos conocimos,

no hay que tener miedo

Page 232: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

232

de pensar esto, ¿no varón?”

“Sí”, dice otro, “que tengan

su oportunidad”.

A mí me parece que la luna

que está brillando sobre Córdoba

es como la verdad, que mengua

y luego empieza a verse

otra vez. A una sirvientita

la señora le ha regalado

un vestido viejo

de ella

y no nos queda mal, no

pero nos hace sentir algo tristes.

Por eso digo

que el edificio del SMATA Córdoba

frente a la calle desierta

bajo la luna es hermoso.

Y mientras atravieso el umbral

del sindicato y piso

la vereda, la calle, para volver

a la terminal, me doy vuelta,

tranquilo, y ahí está, ahí veo

la frase en la pared

sobre los colores azul y blanco.

1986-1989

LA MONTAÑITA5

‘No era cuestión de un mayor o menor dolor, de esta

alegría, de aquélla pena. Era cuestión de verdad o

mentira: una cuestión de vida o muerte.’

JOSEPH CONRAD

5 ‘La Montañita’ es una elevación artificial, coronada de una cúpula en otra época, que se

formó al excavar el lago decorativo del parque Independencia, en Rosario. Esta tarea fue realizada a

principios de siglo por reclusos. A orillas del lago se construyó una columnata romana y se emplazó

un busto de Virgilio.

Page 233: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

233

EL DÍA DEL CALOR

Primero había la pampa

y después los sueños;

solamente los hombres

de las quintas pasaban

silbando sin soñar o por lo menos

sin saber que soñaban,

por las calles de tierra.

Entonces, una clase social

muy nueva, de manómetros

vistos y padres ocultados

quiso inventar un parque, una

naturaleza que se superpusiera

a la otra, derrotada,

pero

los convocados

al cavar ese cauce

tirando indiferentes

la tierra que sacaban

fueron creando

el extraño accidente

orográfico.

Rodeada de festejos, de carruajes

de cuerpos cubiertísimos

serios como criaturas

sepias, se la podía

ver, de vecinitos

ansiosos contemplada,

olfateando la vida en toda brisa

contemplando la futura colina.

Colina de la alegría y el dolor

repartidos con su marca entre los hombres.

Con un gesto el señor indica

el comienzo de los trabajos:

los presos con sus bolas

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234

de fierro, sus grilletes,

cavan forzadamente

menos en la llanura

que en su propia desesperación.

Al mismo tiempo

pasan camino de la escuela

de-olvidar-lo-que-están-viendo

los niños recién inaugurados; los maestros

los reciben, ocultando sus filosos

punteros a la espalda, por indicación

pedagógica especialmente

formulada para la barbarie.

El parque y el alma

se construían el uno

para el otro; indispensable

era que hubiera un lago

rodeado de ruinas

apócrifas; lástima el calor.

Cuando los vecinitos

llegaron a la cúspide

ya eran ruinas verdaderas

las ruinas falsas. Y

preguntaban ¿qué es

esto? ¿Qué es esto?

Hace tiempo

que están. Los maestros

meriendan en los basurales

de abajo. Y hace calor,

muchísimo.

Pero ellos ven, ahora. Ya crecieron,

el sol en los lejanos

barrios, y los insectos

chicharreando en los techos

entrevistos: eso es saber.

ROSITA

Rosita, hay cuidados

hay ideas,

Page 235: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

235

que no se pueden sostener

hay que quebrarlas

si se quiere vivir

no se puede saber todo

pero tampoco

saber “sólo alguna cosa”.

No podemos estar parados

en la colina, sintiendo

nada más que nuestro dolor

cuando estamos parados

sobre la obra del dolor,

y de todos, el dolor: de aquéllos

que ya murieron maldiciendo

y deseando vivir; eso es

lo que los barrios debieron enseñarte.

Y así vaga tu sombra

interrogando a los vivos que,

desesperados, te exorcisan

sin contestar las preguntas

que a tu madre no te atrevías

a formular; que sólo

el amor puede lanzar fantasmas

y vampiros por el mundo.

Rosita, vos ya estabas

sostenida en el aire

esperando que la colina

te acariciara los pies,

ésa era la respuesta

que nunca aceptarías

querida mía, vagabunda

de la ausencia.

EL INCANSABLE

Carlitos y sus sueños estúpidos

ser un aristócrata, juntar

apellidos, desvelarse

bosquejando un apócrifo

Page 236: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

236

escudo nobiliario.

Carlitos ídolo

nos hacías sentir

buenos y democráticos

por contraste.

No saludabas a los viejos amigos

pero por razones

programáticas.

El Partido Conservador

no te salvó de casarte,

el retorno liberal te agarró

con cuatro hijos

y además no era lo mismo,

la muerte de Perón

no impidió que tuvieras

que trabajar como un negro.

Pero cuando los shas o negus

ya habían tirado la esponja,

cuando ellos y otros ya vivían

de sus coimas, vos

seguías luchando.

Te doy la hoja de laurel, hoy

que te veo, fumando

con aburrido aire teatral

en la vieja pízzería, ocultando

como un héroe

las hilachitas de la camisa.

LA MONTAÑITA

Ambigüedad

más bien contradicción

en todo jirón de recuerdo

la cara de Virgilio

y la penumbra: bajan

la cuesta niños

Page 237: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

237

aparentemente feroces

en la lechería

los tubos de la luz

los niños con sus padres

aparentemente dóciles

Alguien arriesgó el cuello

para subir

a la pequeña cúpula

a escribir “el Tito se la come”

frase que leerán

aviones, helicópteros,

nadie.

FUSILAMIENTO

No saldrás en los diarios.

Tu arrepentimiento

ni siquiera interesa,

sos un rehén del miedo,

un número, un bultito

que por tu ausencia

crecerá en nuestras almas.

EL LOBO

Qué indiferentes son

los verdes pastos los castaños

a mi cuádruple paso.

Ven, bocado, mira

cómo baila la luz

allá en el mundo.

LA MONTAÑITA

Crímenes autóctonos

mano de obra local

para construir un adorno importado

¡esa cúpula!

Page 238: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

238

Fue en la niñez

en un simple instante.

Yo aparté las hojas de las ramas

y miré al mundo: él existía

también.

Sin intención parecía bueno.

LA VIUDA DE HOMERO (I)

No siempre fue

ciego, y cuando

la cracoma completó su obra, llorando

me decía: “cada vez

que salía, en las tardes

en que el sol, apagándose,

nos deja ver, me era

preciso constatar que todo

estaba ahí, no se había

borrado de este sueño”.

Entonces empezó

a tocarme, empezó a entender que hay muchas

clases de sueños, innúmeras

especies de delirio, y me besaba

y empezó a arder de amor,

sólo entonces

me poseyó de veras. Sólo

entonces

pensó sus músicas,

salió a cantar.

LA VIUDA DE HOMERO (II)

El éxito no era

más que las tonterías de la gente;

sin embargo, cuando comenzó

nos había parecido imposible

llegar un día a mantenernos con esto.

Page 239: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

239

Así que cuando pasaron

un par de semanas del entierro,

me puse a pensar en lo que había

en lo de él, ¿qué era

lo que este loco había hecho? ¿Cuál

había sido su treta, cómo armó

esas historias tomadas de los otros

y las convirtió en eso

que le dio fama?

Recordé que me decía; a veces,

precisamente cuando no podía

memorizar; “los héroes

no deben hablar

en el mismo lenguaje

que la gente. Deben,

sin embargo, hablar de tal manera

que parezca el mismo lenguaje.

Y lo mismo

debe ocurrir cuando se hable

de las hermosas armas, los caballos,

las ciudades en la lejanía.”

LA MONTAÑITA

Pero había habido cosas allí

donde ahora se paseaba.

¿No les importaba

a los pájaros? Si había

y se posaban en las altas

y susurrantes copas, en la

ex-pampa, y en la cabeza

de Virgilio, ¿entonces?

Y ahora tampoco queda nada

de aquella sorda tristeza

de aquel denodado orgullo

de carruajes. Y pronto

¿lo que hemos sido? Pero

tus hijos juegan en las calesitas

con caballos antiguos

que no perdonan anda.

Page 240: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

240

Ellos sabrán decirles

lo que no supimos hacer.

Escucha ahora

en el suave golpear del agua

la triste gloria del captor

dividiéndolo todo

entre pozo y montaña.

EL AUTO LLENO DE HOJAS

Semienterrado en el parque

cubierto de otoños innumerables

no digas que es imposible.

Los que podían hablar no

estaban, entonces hablaron las

cosas como él, las muertas

que amorosamente lo cubrían

y los ojos que a pesar del paso

del tiempo, no podían

creer.

DÉDALO

En las barrancas cantan los pájaros

como paisanos en el baile

se bajan en los ranchos los faroles

a las mesas para encenderlos, y

veladas sombras echan aguas usadas

en los patios de tierra.

Y a punto de caer

sobre una corriente

insondable, hay senderos

abiertos como túneles en el aire

caliente y húmedo

que viene de las islas

despertando interrogaciones.

¿Dónde estás?

La villa a esta hora

parece Samarcanda. Los ladridos

Page 241: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

241

vienen atravesando esforzadamente

generaciones de cuzcos. La luz tiembla

como un ciego adivinando los pasos

del que durmió en el laberinto

y después olvidó las señales.

LA MONTAÑITA

Desde arriba

sólo se ve su cabeza rubia

como una moneda pequeña

y cálida, que alguna vez

deberemos entregar.

Eso, y el lago

con sus oscuras algas

y su profundidad inocente:

tan baja comparada

con las verdaderas.

Bueno. Y por ahora

en vez del futuro

los techos de zinc

de Echesortu.

EL AMIGO

Él iba callando a medida

que yo crecía, cada año

las azaleas de la casa me eran

más irreales, y él se ocupaba

consiguientemente más de ellas.

Había, espantosamente lejanas,

nuestras respectivas infancias,

y el pensar: “que se muriera

no sería nada, lo triste

es no volver a verlo”. ¿Cómo,

entonces, devolver esas afecciones

y al mismo tiempo vivir,

Page 242: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

242

apartar esas plantas

de fábula, y bajar

del escenario de los silencios?

POSIBILIDAD DE VIDA

¿Qué hemos hecho y qué haremos

sobre esta tímida ladera

rodeada de falsos bosques

y quioscos de expendios?

Sorprende tan poca altura

pero es lo que el pozo brindó.

El tiempo y los cohechos

han vuelto salvaje la colina

las madera carnívora tragará

tanta habitación y costumbre.

Una locura en horda

invisible estremece la pelambre

de la viscosa agua que corea

el silencioso canto ¡No se abrirá

la tierra, no caerán

los monumentos, antes deben estar

para ser humillados!

En toda la ciudad hay adormecidos

que esperan las palabras del baldadito

para glosarlas con sus propias palabras

al fin primeras por ser glosas de nada

ellos crearán parques sin dolor

en las tardes inmensas su corazón espera.

LA MONTAÑITA

Sobre tanto dolor

acumulado

florecía el árbol

sin saberlo.

Su inmenso techo honesto

como carpa de circo

Page 243: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

243

a los niños cubría

disolviendo sus pequeñas maldades.

Lo plantaron

para imitar

lo que habían destruido

antes.

Pero él no sabía nada

ni siquiera de su presencia.

Una vez yo dormí

recostado en su tronco.

TE QUEREMOS TANTO

Ellos jugaban con tu

vida (no

lo sabían), ellos

sin saberlo, jugaban

con tus pobres manitos donde

estaba el miedo a la tormenta

el espléndido terror a las lluvias

y a su desgaste tenaz: en tus

manos ya llenas

de misterios.

Así se abren

al sol, cereales

que se agitan; de

simiente aterida. Así

se explican los desencuentros

y el amor que reluce

como el barro

en la primavera.

CRECEN

Yo soñaba

que tendrías sueños,

y ahora

Page 244: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

244

te veo mirar tan

dulcemente

un televisor

cargado de torpezas

fugaces como astros,

pasiva como frente a la muerte,

tierna alcancía de los desgastes.

Sí. Vuelas

como en un huracán por ese

túnel luminoso hacia jardines

de antimateria como Alicia

los quería, cultivando mi disgregación,

precluídos mis recuerdos.

Cuando lo apagues, ¿qué sucederá?

¿Qué vejeces me será dado ver

en ese espejo gris

del silencio?

LA MONTAÑITA

Estamos todos haciendo algo

sólo ese algo sabe lo que es

y a este idioma que no existe

nadie sabe hablarle en su idioma

esto que estás leyendo

lo estás escribiendo también

esto arma la sangre

de las palabras con que un día

te vas a preguntar

si es feliz lo que fuiste.

LA MAGA

Invocando los presos junto al lago

Irene sueña

con extrañas minúsculas casitas

donde sus hijos nacerán,

con veredas

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245

donde sus hijos jugarán

con lo que hoy se arrastra.

“Ellos la levantaron, y ellos

la removerán” dice, “pero

¿y las órdenes? ¡Ellos no dieron

las órdenes!” le dicen.

“Bajo el agua han crecido” contesta

“han ensayado húmedamente

los remedos de su autoridad

sus carruajes son más grandes

sus órdenes

no se parecen a órdenes

parecen carros que llevan mucha

gente o muchas cosas”.

“Saldrán, de adentro cavan” dice

“la brisa ¿ves? alguien agita el aire

son los árboles movidos desde abajo

porque así esperan

la Montañita es su volcán”.

Page 246: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

246

UNAS PIEDRAS

(1999)

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247

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248

PIEDRA ESCRITA

Así empieza: “me olvidé

de hacer los deberes

por soñar con la chica

de enfrente”. “Química

de la paz” es el primer

título. Dice: Los mudos

empiezan a hablar.

Y luego: No me importa

limpiarme la boca,

en las servilletas

escribo mis poemas.

Pero ellos, ellas, y

los semáforos

los susurrantes árboles

están ardiendo. Por

profundo misterio,

dentro tuyo

nació tu voluntad.

Fue informada primero

por tus ojos, tu estómago,

tiene bastante datos,

dice. Tomala

con las manos.

¡Hola!

“Pero ahora

que ya empecé

no sé qué hacer,

viento; comés

dónde,

te levantás, cómo?

“Mi deseo

no me deja

encontrar trabajo

si no hay trabajo”.

“Mi deseo de vos

he olvidado mi deseo de vos

para quererte

he vuelto a recordarlo

Page 249: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

249

para cantar”.

Son escritos

en la piedra, la piedra

los conoce, pero

no los puede

decir: “Decir

que las bellas

que el viento

implacable

acunó

son así.”

Y eso que no

duerme, como

vos, mientras crece

el pasto, y también

el caballo de Atila.

Que bebe el agua

dulcemente.

Dulcemente

como el pasto que crece.

PIEDRA DE CHAIRAR

Flores tercas

suspendidas del aite

donde paseó

el amor ¿cayeron?

No se sabe.

¿Soñaron al crecer?

¿En medio del suceso,

sacando aire

del aire, como ésas

flores, apoyadas en ellas?

Recordar el perfume

cuando está, no acordarse

de él cuando se ha ido;

esperanzas, comidas

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250

de la víspera.

Almentando miedo

con oscuros derechos

sobre nada. Ella era la piedra

cayendo por su peso

hasta la levedad del agujero

negro donde se volvería

antimateria. Era el silencio

nacido de las voces qure desisten.

Parecía

saber aparecer. Aseguraba

que la podías invocar.

Que era posible

conocer su final

amándola en silencio.

Mientras que antes

la noche ardía

en la memoria, brasa

de los vientos, nada más.

Recuerdo

que ella combustionó

como un trapo

de sangre.

(Pequeños cuentos,

cosas

que uno, mirándola

pensaba. Reemplazos

Plazos. Extraviado

desear).

Pero su voz venía

como un tren, del olvido,

entre terribles

ruidos de carga. Había

voces en esa voz. De muchas veces

en que sin escucharse

se la pudo escuchar.

Debió soñar. Debió,

para no entristecer

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251

cuando caía.

Desde mi horca

y mi casa, pensándola

no vi crecer los pastos

que no planté. Aunque ellos

estaban en mis garras

de jardinero posible,

en mis macetas

que inventaría para tenerlos

cuando ya su canción

fingiera ser.

Y era el frío del mes, el que

las cosas temen cuando duermen,

pero se vivía.

Entre los corderos

nadaban nuestros ojos sin mirarse

y al apoyar las manos

nos sentimos.

Un viento atropellaba

un corazón tras otro

¿era ahí donde estabas?

Se enganchaba

el mío entre los días.

La ciudad percibía ese proyecto.

Pero las almas estaban quietas,

demasiado trabajo

para sus átomos

hubiera sido andar.

Sólo una voz. Sólo una dolorosa

participación en lo dulce.

¿Dónde estará la pobre Eugenia?

¿Dónde navegarán sus náufragos?

Preguntas sin perdón. Abstenciones

del viento. ¿Dónde estarán las piedras

las que lancé a volar

una tarde en Casilda?

Preguntas sin rehén,

sin rescate.

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252

Y no estaban en tus ojos entonces

las señales de ser como serías:

las lentas nubes de los arcoiris,

del granizo ruidoso. Desdecirte

era fácil. Tu historia

desescribir. Con mano trémula,

pasto del poseer. La marca

fue anegándose en lo que crecía

sin saber, como el pasto.

No pasará más tiempo por enfrente

del lugar donde fuiste una vez sola.

No vas a estar de nuevo. Cosas

que dan al mundo su manera

de ser, su dictamen

sobre el mundo. Aunque los viejos átomos

se pongan a jugar con los recién

nacidos, rondas de imposibles.

De pasto abandonado, las visiones

retienen el perfume, la perversa

manera de tentar sin ser reales.

Dónde estará, ya no diré la Eugenia

sino tan sólo las rosas que iba a darle

en un día que no llegó a existir,

adónde, rosas? Ellas las recogió,

bailando, hacia la nada?

Pero hay tardes enteras,

y otras cosas: un ascensor real,

patios lejanos, el sabor

de provinciales especias.

Las cosas van llegando a la memoria,

son las reales pisoteando; exhalan

su olor a vida, sus fascinaciones

de existir, marchitando los sueños.

Desconocidos peces que ya nunca

pescaré: aves por cuyo vuelo

jamás me pararé

para mirar (como se para

un albañil, para escuchar los árboles

en su pálido andamio); ya soy viejo collar

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253

del nuevo perro de la tarde.

Nos miraríamos, Eugenia,

sedientos? Esas flores

probables, nunca ha sido

probadas, y no valen

los ulteriores deseos

de ellas.

La voz se vuelve viento

en septiembre, y se entibia,

se perfuma, olvidándose

de sus tristes autores.

Estas ruinas de ojos, atadas

como están a recordarte

a cordones de nada, sin embargo,

siguen tratando de mirar.

Del mundo esperan

un renuevo, una auspiciosa

forma de abalanzarse

a los caminos, piden un alivio

a lo que existe y es distinto

de vos: desde el sur viene el viento

con árboles oscuros y quietudes

del alma entre resinas. Que estarán

con los glaciares de tu ausencia

dentro de mí. Y en la tormenta

ver llorar a las plantas me reanima.

Y el aire sobre el aire

encandila la luz. Y hay un perfume

viejo como la incertidumbre.

Brillan las telarañas.

Charcas. Ráfagas.

Hubo un diluvio, un pacto

nuevo. Y paraísos.

Volvemos a mirar:

entre leyendas, corroídos

por las deformaciones

de la gracia que se creyó

alcanzar. Rarefacciones

bancos de ensayo

de la muerte. Penas

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254

sagradas que se ahogaron

en la lluvia. Por vos

no están cantando.

Un viento muerto

es nada más que un aire

que no sopla.

¿Por qué en nosotros

no es así?

Si yo pudiera

querer aire en vez de saber cosas

de ella, si la poseyera

como un paisaje, si poblara en ella

mitos de origen familiares, como

un capitán del siglo XVI

para morir en propiedad reconocida.

O mejor todavía: no ser nadie

a quien se pueda no querer. O írsele.

No. Yo no llegaría

a ser lo que seré en un instante

más: éste, que viene

entre arreboles, vientos y esperanzas:

Así las amo, ajenas, almas solas

que yo he vestido aquí de hablada niebla.

Por eso pasen, palabras sobre Eugenia,

grandes palabras con las que soñaba,

antes de hablar ya vino la tormenta;

nada quedó que no pueda guardarse

en el minúsculo recinto de una célula

cerebral renga, que vendrá agitada

a presentar su informe si la llamo

en esos días de ansiedad o angustia.

Sólo que ¿dónde estás?

¿dónde estoy? ¿En qué patios

te disolviste dejándome sin filo

para chairar m vida?

¿Estás pendiente

de mi aliento? ¿Al cortarse

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255

sabrás lo que sostiene?

PIEDRA ENCONTRADA

En esta ciudad

cuando alguien abre las puertas

del Infierno, se nota.

Los árboles mutilados

se estremecen

en las plazas falsas,

los vidrios

de los escaparates

se humedecen

sórdidamente, porque

había inocencia aún

y algo

ha caído sobre ella.

Es que hemos olido

otro cuerpo,

y es distinto

de cómo lo soñamos,

en las recalentadas

calles, mucho tiempo

atrás.

Son vidas, sí. Primaveras.

Pero nunca con el exacto

tono del viento: frío

si hace calor y viceversa,

como el suavísimo olor

que ahora sabemos

que no será descanso.

Y hay que vivir,

mirar a los ancianos

sentados en el balcón

al atardecer, las ventanas

abiertas, la impudorosa

visión del techo

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256

de su habitación,

de su araña, del extremo

de su ropero donde hay

textiles flores de sueños

de películas en blanco

y negro,

con olores también,

que uno no sabe

si recuerda.

Pararse. Mirar eso

antes de entrar, de subir

a la entrega de ella,

al deseo que se culmina

y vuelve a abrir

la puerta de las muertes.

Cuando creías en los poemas

era cuando todo

parecía posible: los viajes,

el amor como un viaje,

pero has hecho ahora

esos viajes, trayendo

y llevándote átomos,

cosas que existen,

de todos lados.

Confundirte. Podrías

confundirte. Yo podría

ayudarte a hacerlo,

borrando todo

con mitos, que los versos

fabrican.¿Te sería

agradable?

Pero es que yo también

crecí. Yo también

ya he escrito demasiado.

El poder fulminante

de las palabras,

de su no ser usadas todavía,

ya no existe. Las hojas

se estremecen, sin embargo, sin sentido

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257

ninguno, hermosamente,

en el viento que se está levantando!

Borrala de tus sueños, no

la compulses con lo real, que quede

desolada, de pie, en ese cuarto

de un recodo

del Infierno, una sombra,

una pesadilla de la vida.

Mañana pasará. Por las calles.

Y antes

que esto llegue a tus manos,

serán otras las modas, todo

lo que se puede y no se puede

hacer, y nadie

que la mire sabrá que en el cuarto

plantada en medio del calor

y del Infierno, sin lástimas

sin versos ni proyectos, la deseaste

tan sólo

porque el techo que la amparaba

era trágico como los olvidados sueños

de los viejos de enfrente

abandonados en el verano.

Sí. Mañana

la mirarán, le enviarán

como cartas con miradas, cartas

que jamás se leerán a sí mismas, que

quedrán en una poste restante

del alma, donde ella

jamás acudirá. Polleras.

Medias, andares. Muerte

fascinándose con el irle

detrás.

¿Y si acaso lloviera

entrarías, entonces,

más tranquilo?

Si la lluvia

hablara en tu lugar,

desplazara al silencio?

Page 258: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

258

Deseada como lluvia.

Como al fresco en medio

del calor. Y no lo sabe.

No sabe lo que rodea

su atraer, las piezas

que franquean su pieza,

las líneas que a ella

llevan, esa tarde

desfalleciente

en una luz

manoseada e insípida.

La puerta oscura se abre,

la escalera como una caverna

se extiende ante tus pies,

la solitaria luz

de la bombilla huérfana, fulgura

al fondo y a lo alto. Subí.

Hoy la ciudad

lo hace posible.

MIGRANTES INTERNOS

1

No entiende esta ciudad.

Cree que es su pasto

de engorde; el lugar

que un dios le señaló para crecer;

cuando crece, no obstante,

no sabe para quién:

esa extraña

que no ha aprendido a amar

resiste impávida.

Portales y calles, van tiesos

a la demolición, sin responderle.

2

Page 259: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

259

Pasto del alma, tanto hablar del alma,

en ciudades que no saben lo que son.

Y la viveza criolla de querer vivir

como si las cosas no fueran así:

como si las piedras fueran algo más

que lo que un viento armaría en su azar,

es que le falta alma. En los huecos

de árboles, de rincones de piezas,

falta impregnarse de oscuras sensaciones

que compartir. Historia. Falta

historia en la ciudades, y si no se atan

a la noche, pueden irse en el viento.

3

Mi abuelo no es tu abuelo.

Tu abuelo vivió en una ciudad, el mío

vivió en el campo. Él vino

de muy lejos y sus recuerdos de infancia

quedaron dentro de él. El tuyo

nos habló de ese campo, de esos arroyos,

y las arboledas que ahora divisamos

al recorrer los caminos, parecen

salidas de lo que él imaginó; y la ciudad

se nutre de sus vacilaciones, de sus aires

de lo que él tuvo que pagar

para vivir aquí. El otro,

también. Pero no habló. Sus

palabras han quedado para siempre

del otro lado de nuestra vida, las

imaginamos: hacemos

el cuento de él, y está

bien, porque se venía

aquí, por cuentos. La tierra,

abierta, húmeda, es una infancia

para nosotros; la ciudad,

una adolescencia deslumbrada;

lo de allá no ha nacido.

Lo contaremos, hijo, cada vez,

un poco distinto.

Page 260: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

260

4

Hay muchas plazas. Ninguna

te deja ver al amado y al odiado

al mismo tiempo. Los árboles

están adentro, no como

en el pueblo, afuera (Los

susurros nacen

del corazón de los edificios, no los

acarician en la piel). Por eso

para él, estas plazas

son secretas ¡Y su hijos

juegan en ellas, y no es posible

decírselo! Pero esta

desconfianza penetrará

en sus vidas, igual, pese

a las ventajas de la nueva

situación (Adentro, afuera,

todo es lágrimas, movimiento,

todo es vivir).

5

Porque no nos repetimos

lo suficiente, porque, por desgracia,

somos bastante distintos

el que una vez vivió, del que

nos seguirá. Podríamos

ser felices reconociendo

esa repetición, pero nunca

lo haremos, la ciudad

ha arruinado todo eso, aunque

nuestros hijos jueguen en ella.

6

Me siento en un bar, y tomando

un café ¡zas! veo un poeta

escribiendo: esto en el pueblo

no pasaba.

Page 261: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

261

¿Cómo vive esta gente? ¿Cómo

camina la poesía por las calles,

así, sentándose

a la mesa del verano, sin que nadie

se burle, sin que nadie

se admire, floreciendo

entre la indiferencia, como

cicutas benévolas?

7

Estás parado donde hubo un árbol.

Pero hace mucho. La calle

era de tierra, entonces. Ensuciaba

las blancas faldas que en ese tiempo

se arrastraban. Esa calle

estaba llena de residencias, y el silencio

los domingos, se demoraba

en esos pechos, conmovidos

por una callada ansiedad. Pero

allí, allí mismo, el árbol,

fuerte y erguido, alzaba sus ramas.

8

El corazón calla en el exilio.

Calla. Recuerda

la entrañable caricia que las tormentas

de tierra, hacían a las ventanas

que miraban el patio

en las tardes grises y enfermas

de junio.

Calla con eso. Deja hablar

al ciudadano autómata

que lo reemplaza, firmando

cheques, y cobrándolos.

Él es el asombrado.

Son las caricias de la muerte

Page 262: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

262

y vive para esperarlas.

9

Pero querer vivir, ¿cómo

querer vivir, aquí?

¿Ir al hipódromo, esa

sucursal de los campos?

¿Fingir ser campechano,

como allá no se hubiera sido?

Sobre todo, dejar algo

aquí, sin saber qué, para los hijos

sembrando como un ciego

en la cruel nada.

EN EL MORAL

El amarillito, preso

en su jaula, canta

para atraer a su compañero

a la jaula. Para

que quede atrapado junto a él.

El amarillito tiene

una cultura para justificar.

Es un vampiro, un pájaro

muerto que canta

para crear más pájaros muertos

que cantan.

El amarillito vuelve

a cantos tradicionales,

los renueva, vanguardista.

No puede amar

pájaros vivos, sólo

pájaros prisioneros.

El amarillito ya no lo oculta;

lo dice.

Page 263: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

263

Queda bien clara la cosa

para cualquier otro amarillito.

Pero es fácil ceder

a la tentación.

BUTCH CASSIDY EN CHOLILA, CHUBUT

Esas rosas en la ventana

no pueden tapar lo lejos

que se ve algún árbol o caballo

en lo que queda de luz.

Esas rosas. Saben morir

para que nazcan otras el verano

que viene, acunadas

por un viento de presagios.

Tu alma puede estar aquí

y allí, en los seres o lagos

apenas presentidos. Puede

estar aquí o en otros lugares,

puede ser o no ser. Todo depende,

y no, por cierto, de tus palabras,

salvo alguna. Azarosa que encienda

una señal en el momento justo.

MI HIJA Y YO EN UNA CIUDAD LEJANA

-Vamos a volver en un ómnibus

parecido al que vinimos acá

pero no va a ir la misma gente.

-Mirá si va algún amigo tuyo.

LA MESA DE LA PUERTA

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264

En la noche de invierno

se encienden las luces en la calle.

Ellas vuelven entrañable

el deseo del hogar

en los solitarios anclados

en las esquinas: se filtra

en el bar el viento y lo hace

irreal por completo.

LA PIEZA VACÍA

Estás en medio de la fiesta,

rodeado de tus amigos

y amigas; la música

te hace mover. Pero

nadie te mira ni te escucha.

No les digas nada, Tu voz

retumbaría trágicamente

en las ventanas sin cortinas,

en las paredes donde

ningún mueble se recuesta.

Llorá tranquilo en silencio.

Es un recuerdo un poco fuerte,

un poco persistente, nada más.

PIEDRITA

Tamborillea

sobre

la piedra.

Parece que no suena,

pero adentro suena.

Los dedos pegan

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265

sobre su triste

pensar de piedra.

No contestará: sabe

que es una piedra.

Cree saber.

COMPARTIMIENTOS

Ella y yo amábamos

cosas que, en realidad,

nunca existen: el

horizonte, el arco iris,

la quebradura del remo

en el agua. En cambio

no creíamos en la nieve,

en la Torre de Londres,

en las cebras.

Nos queríamos y hablábamos

de por qué alguna cosa

existía y otra no.

YÉNDOSE A LA CAMA

Tanta magia tanta voluntad

debe atravesar la oscura noche

igual que un camión sin luces

perdiéndose en el camino.

FRAGMENTOS

El mar busca estas estrellas.

Hondas en el cielo, veladas

por una niebla ligera,

fantasmal, como vueltas

al otro lado de las cosas.

De espaldas al mar. Asomadas

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266

al borde, mirando

hacia abajo: el mundo

como un abismo.

PONIENDO ORDEN

Vean al hombre sentado

junto al lago del parque,

olfateando el destino.

Son las nueve de la mañana,

el desorden inmutable

cuaja en los recorridos

administrativos del jardinero

municipal. Pájaros

hay, también; la presencia

del hombre ha ordenado

todo, sin embargo.

Es así: la voluntad

de los quásares había caído,

y cierta desazón invadía a los pájaros

cantando las casualidades

del mundo.

Pero el hombre.

En su imperceptible feriado

buscó la soledad para pensar,

para olfatear las cosas:

los muertos susurrando

a los futuros muertos, entre globos

y risas del domingo, sus secretos.

El secreto del parque entrevisto

en la primera infancia, que llevó

mucho después a los grandes bosques

naturales, de la mano ya aérea.

El secreto de Sigfrido tirado

entre las flores, con su espada

recostada en un tronco. Era

un libro y se perdió para recordarlo.

Page 267: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

267

El secreto del cardenal posándose

en el pino de las Canarias, donde nunca

pensamos que estuviera (Como la llave

del placard).

Volverá el libre al barrio, a los

trabajos. Investido de ciertas

confesiones irrepetibles (por él), buda

local, con éticas que permiten

los desodorantes y el aire

acondicionado. La cultura,

implacable, canjea una parte

de sufrimiento por otra. Los jardines

artificiales propagandizan

lo natural verdadero: el mito,

el arbitrario y atónito; la falta,

la gran complicidad.

ACREEDORES

Son malos tiempos.

Falta la convicción, lo que hace

imperioso el reconocimiento,

el alivio, la descarga;

la cachafaz frontera

que disgrega el universo

en multitudes efímeras

que se encienden y apagan

según pautas que, bien vistas,

son increíbles: los meses,

los acontecimientos.

Es triste poder tan sólo

exigir o renunciar: la tierra

hace mil cosas más; ¿hablar

o conversar? Eso es parecido

a matar o gestar, como en el monte

se practica, con la indiferencia

siempre avizora de la comadreja

overa, con remotos

Page 268: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

268

deberes.

Vos podrías concebir, acaso,

liberarte del cumplir, del ser

cumplido? Sin renunciar, sin

perder interés, como un padre

que ya no puede castigar? Proponer

esta contratación, más parecida

a una química que a tus

torpes proyectos, donde solías soñar

subordinar la voluntad de los hermanos?

Mirá la lluvia lo que ofrece.

Sus catálogos de alma. Sus

opciones de aguas. Destruir

sin destruir, hace negocio

tomando lo que da, bailando,

¿qué vas a reclamar? ¿Pasos,

giros? ¿Vas a reclamar

y perderte el baile?

Tu arreglo posible, y no poder

decirlo. Una lluvia te invocará

como a una lluvia,

serás precisado.

DESTINADO

La angustia lejana en el tiempo

no ha perdido nada

de su carnosa sustancia, todavía

mirás las piedras del camino al mar.

Te sentís

en un lugar absolutamente de sueños

donde cada cartel, cada empujón

te recuerdan que no existís muy seriamente.

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269

Si eso duró hasta ahora, si atravesó

generaciones, puede

matarte o llevarte. Que te lleve

aún con peligro a aquéllos

que insistieron irresponsablemente

en ser felices, es mejor.

Incluido en oscuros, arbitrarios

planes, serás amamantado en sueños

por las cosas del mundo, como ellos

supieron verlas, sus parciales

visiones, su voluntad

que has heredado.

Esa útil maldad

esa inconsciencia

de llenar el vacío.

EL PLANETA DE LOS PÁJAROS

Una casualidad

del universo somos,

y aún así

hay que vivir.

Hasta que ligeros terremotos

o aerolitos decidan

acabarnos.

Planeta triste, ah,

con tu lacra, tu pena,

tu cosa distinta,

retorciéndote

como un hombre con hongos

en la encía: pasarán

ya pasarán tus males;

unos minutos eternos más

y nos iremos.

Con la delicia de ser los últimos

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270

en morir, sin preguntas

interrumpidas ni respuestas

interrumpidas ¿Y Dios

querrá juzgarnos? ¿Le diremos

y qué? ya no es lo mismo.

Ya tuvimos la tristeza, el dolor

y el horror, ya fuimos,

ahora no somos,

qué te pasa? Ahora

ya es tarde para todos

para vos

también.

Pero quizás, como a los dinosaurios,

Él nos transforme en pájaros.

“¿No querían

cantar, no querían

volar?” Ahí sí nos jode:

los gatos, la alimentación,

los huevos.

La Primavera.

Su carga.

Su sol en las mañanas.

Y ahí los pajarones

mirando

otros reyes de la creación

boludeando por el planeta

triste.

Y saber lo que pasa y cantar

sólo dos o tres notas repetidas

y decirle las claves a los nuevos

y escucharles decir que no existen

las claves.

Seguir así hasta el estrangulamiento

invernal. Verlos poniendo

y sacando aduanas, dioses.

Abriendo y cerrando

ventanas, como ahora

nosotros.

Page 271: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

271

Y zambullirse en los agujeros

del aire, en los

desmayos del viento, ser

el hilo que borda el viento

en la mirada de no sé qué ojos

de no sé qué fantasías

que nos pensarán inocentes

y libres y locos

de amor y volando hacia otros países

suponiendo que los hubiera

y rodeados de emplumados amigos

ex-dinosaurios.

Quizás alguno llegue

a la curva final

y vuelva, pero

diga: “cuando

era hombre

hice algo

que fue importante

para alguien, para

mí no, ya no

sé qué era, nadie

lo supo salvo

dos o tres. Todos

se disolvieron a los cuatro

vientos. Cuando llegué

allá, lo recordé, cuando

me vine se fue

de mi memoria.

En ese algo de hombre

el pájaro ya estaba”.

CARGANDO CON EL MUERTO

a Roberto De Gregorio

Estar solo no se debe

a razones metafísicas: es un modo

social de ser, una consecuencia

de actos libres en sí, pero que no conservan

Page 272: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

272

tal condición cuando el tiempo

los acumula; esos ómnibus

recalentados de cuerpos

que se estrechan no todo lo posible

sino lo que su astucia

y las órdenes del chofer les permiten

hacer; rincones, manoseos

estrategias para bajarse, o aún

diminutas defraudaciones.

Cada cosa que vas

descubriendo, te aleja

de los que todavía

la ignoran, porque no es posible

transmitirla, ¡ay! haría falta

un mito, una leyenda; pero

no hay una forma rápida, sencilla

de producirlos, de atribuirle

a tus palabras ese valor que cualquier médico

brujo de una remota tribu

conoce y puede dar; en esta selva.

Nuestra magia es solamente

individual: es lo que hicimos

lo que sin darnos cuenta

acumulamos, en días

faltos de gloria, que el viento

juntó azarosamente y sin escrúpulos.

Distinto de los otros ¿cómo

leerán ellos el libro?

¿Cómo lo harán incluir

en el olvido? Bah, leyendas,

sólo un pueblo las hace

y no lo sabe.

Y porque pasa esto

por más fe que se tenga

cuando estás solo, estás

solo: el mito

al hablar no lo hará

como querías; ahí está

el muerto, aquéllos

de los que te distancia

Page 273: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

273

lo sabido por vos, la caridad

imposible que en ellos

querrías realizar.

Lector: yo aumento

la distancia entre tus sueños

y los míos cada vez ¿habías

visto? ya no soy más

quién parecía hablarte

en tus recordados episodios

al despertar en medio de la noche

angustiado por los fantasmas dulces;

es más difícil ya

saber si te he servido.

¿Qué hacer, entonces, pues

sino ficción con mis sentimientos,

transformar las verdades descubiertas

tan dolorosamente

en un cuento de irreales bosques?

Sí. Darse a pertenecer

a tradiciones que ayuden

a engañarte. Construidas

con materiales en desuso

o aún poco estacionados (Todo

urge). Las verdaderas quejas

serán ardorosamente

personales sólo para morir

disueltas en ese quemante

ácido: es mejor que si algo

duele, nos dispongamos

a incrementar ese dolor

con esta nueva insoportable

sensación, vomitando

el líquido funesto. Volviéndonos

a quemar otra vez la garganta

ulcerada; si el propósito

es hacer con ello un arte.

Pues de este modo,

sólo lo corroído llegará.

Legibles, las pequeñas

payasadas moderarán,

Page 274: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

274

por último, el innoble

espectáculo: el estilo

de crónica

policial, abundante

en frases hipercultas,

agua colonia

entre la mugre,

deslumbrecillos;

conservantes,

en resumen. Persuasiones.

Si hoy habláramos claro,

no se trataría más que de eso:

lo que no vuelve, porque está cargado

sobre mí, mirando

demolida la casa donde algún día

alguien pensó vivir, en la obsoleta

programación inicua de los años

que se creyó, banal, autorizado

a proyectar. No hablemos

claro.

No. Por más sabio que seas

al halago de los aciertos,

por mucho que te agrade

creer saber, en su tranquilidad

y calma, lo que pasa; acordate:

no hay palabras mejores

que éstas.

Dejemos, pues, al muerto

sobre mi espalda. Pero,

escuchame, hablemos: de otro

modo, de otra manera, esta

barata fotocopia clandestina

irá empalideciendo con los años

hasta no poderse leer; y habrá silencio,

y en él, amigo mío,

habrá señales que no imaginamos,

habrá mensajes terribles, testamentos

injustos, instrucciones

que llevarán a nuestros hijos al delirio.

Page 275: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

275

Es preciso seguir, es necesario

hablar para callar, y en ese acto

elegir las palabras: que sean

bellas o no, que nos traicionen

o no, que transparenten

vísceras falsas

o verdaderas.

“¡Ah, bosques!”

(y lo que te destroza

tiene de bosque tanto

como un camello oscuro)

“¡Corazones!”

(y es un hígado)

y todo así ¿se entiende?

Claro que no, para eso

he gastado mi tiempo. Corazones

y bosques. Solo. Cerrás

el libro. Antes,

humildemente, yo dejé

que lo cierres.

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276

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277

MUERTOS EN NUEVA YORK

(1999)

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278

Page 279: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

279

CRUZANDO EL PUENTE

“Dante wrote

his poems

to MAKE PEOPLE THINK”,

y en su Commedia

dice que estuvo

en el Infierno;

era en 1315

y consiguió que le creyeran.

Como hombre de pensamientos

firmes, acostumbrado

al razonamiento silogístico

sus diatribas

lograron preocupar

a sus contemporáneos, todavía

nos preguntamos si fue justo

al poner a tal o cuál

en esas lúgubres regiones.

Es que sus enemigos

eran hombres

que valía la pena condenar.

Hoy día

no es tan fácil.

Tipos acostumbrados

a no reconocer

lo que no les conviene:

el viento, las colinas, el sonido

del mar. Capaces

de no admitir que han muerto.

De no admitir

siquiera que han nacido.

He tenido que hablar

acerca de ellos.

Perdónenme.

BUSCANDO EL DIÁLOGO

a Ana María Rico

“La bondad es necesaria” dice

Page 280: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

280

y baja los escalones de la cripta

de María Auxiliadora

a oscuras, tanteando

las lápidas, oyendo

sus pasos, y los pasos

de los que aquí

cavilan enterrados.

Y luego sube y sale.

-No, no es necesaria- le decía

en Pete’s el abogado

o contador, con el que había

ido a los bailes en la adolescencia

(“un bar muy viejo, che, ¿por qué?)

y yo me vuelvo,

me vuelvo

porque no estoy hecho todavía

me vuelvo a hacerme. ¿Y qué es

estar hecho, che?- le pregunta

mientras lleva a los labios

un vaso de plástico. -Estar

hecho es tener casa y auto

y una casa y un auto para cada

uno de mis hijos. –Pero- le dice

si tu hijo mayor es

discapacitado, ¿cómo

va a manejar? -¡NO IMPORTA!

-contesta, porque yo al carnet

se lo consigo igual, tengo

amigos -¡Pero se va a estrolar!

-No tiene que MANEJAR, boludo! Sólo tiene

que tener el auto y el carnet (y la casa)

entendés, ¡no tiene

que ir a ninguna parte!- y se

zambulle en el aire

desde el Empire State, y los turistas

lo miran, un poco

sorprendidos, revoloteando.

-Y además, haber viajado

con la mujer a Europa. -¿Cuál mujer?

la de él, sólo no vale. -¿Por qué?

-Porque es así. –Ahora todo el mundo

viaja, no estamos

Page 281: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

281

nosotros aquí, acá,

acaso?

-Es distinto, vos

sabés por qué estamos. –Bueno,

en Europa no estamos. Vos tampoco

viniste con ella. –Estoy separado.

-¿Y cómo vas a venir? Sale

flotando de la fuente

del club de jazz, el público

se molesta, la conversación

es muy fuerte, y no se puede

escuchar cuando Larry

cierra los ojos y hace hablar

a una guitarra cool, puesta,

como recién inyectada. “Si no es

con una es con otra, hay muchas

mujeres”. –Sí, pero ¿a qué

lugar de Europa? ¿Y nada

más que una vez?

BOSTA Y SMOG

No es el Empire State, es apenas

el Palacio Fuentes. La terraza

está caliente como una sartén. El cielo

no tiene nubes, pero hay

casitas como de cuentos

en los rincones, que no conoce

nadie, salvo los chicos, las sirvientas

del edificio.

Baja, y en el estudio

o escribanía, o despacho,

el gordo se está quedando

con el 50% de comisión, “esto

es vivir y dejar

vivir, Dieguito”; el negro lo mira

y empieza a soplar su saxo

y Larry frasea en su guitarra,

cierra los ojos para no ver. “Unos

Page 282: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

282

boludos son, Dieguito; ¡dejá ese

saxo y contá la guita! ¿qué mirás

vos, no te dije

que a mi hijo le tengo

que dejar una vejez

asegurada. porque

aquí, en este país, jubilarse

es una mierda?”

-Pero tu hijo tiene SIDA, Carlos,

Federico, no va a llegar a la

ÉL VA, ÉL VA. La ciencia

lo va. No lo van en el hospital,

yo sé cómo es

ese hospital. Yo le curré

el 50% a ese hospital,

yo me apropié de un médico.

-Pero si el médico es Sebastián, Carlos,

Federico, Nahuel, y Sebastián

todavía no está hecho, y te cobra

por el chico pero no te lo cura; y vos

callate negro de mierda con

el saxo ése.

Volamos, volamos, no sé bien

por qué siempre que vamos

por New York es así, volando.

Debe ser

que de chicos la vimos desde arriba

en las películas (¿Cómo

puede estar tan seguro

de dónde está? El baño

de Metrópolis da al alero

del rancho).

“Esto está un poco

feo todavía, pero cuando

lo compre, vas a ver

cómo cambia. -¿Y el viaje

a Europa con la mujer?

-Ya lo hice. Ya estoy

hecho. Ahora

al campo y basta

de problemas. -Pero tienen

Page 283: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

283

problemas en el campo. El diario...

-¡Son MULAS! Tienen poder,

que es lo que importa. Ellos

siempre lloran. -¿Pero por qué lloran?

-Para ser vivo hay que llorar,

para que no te vengan

a pedir. -¿Vos llorás

para que yo no te pida?

No sé por qué lloro, no lloro.

Es el smog. El olor a bosta

(del campo). Check, please. -¿La cuenta,

señor? –Sí, portorriqueño

de mierda, o dominicano,

ni hablar inglés

te dejan estas mierdas.

EN EL VILLAGE

Te amé hasta que la

heroína te atrapó

definitivamente. Después

me fui caminando por esas calles

atravesaba un parque y llegaba

a un baldío, de ahí

por las cunetas, a la patria,

ardillas y sauces, paraísos

en flor, sobre el East River:

“y la Guerra Sucia sigue” me dijo

dentro del submarino-museo

el milico “porque nadie ha sentido

solidaridad por nadie”.

Las cunetas del barrio Cerámica

son tristes, naturales, las noches

de primavera me recuerdan

a mis amigos, su fraternidad

complicada, nacida con nosotros;

y cómo pueden

haberse perdido tanto, con el culo

Page 284: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

284

corriendo a cuatro manos, heroísmo

de ser alguien antes de morir

para morir y no ser nadie. Cadáver

nada exquisito que ningún

vino nuevo bebe

empujando

apretando

sintiendo miedo

de no llegar a ser

nada; sabiendo

que no van a llegar

a ser nada, y el viento

húmedo, erótico, “salí

del baile caliente, ella

me ponía la pierna al bailar”

y su perfume, el viento

perfumado, el universo

estrellado, y el piso, por dónde

caminaba como por un sitio

sagrado, el del deseo

mío, sabido por los míos,

mis amigos, y por qué

ya no desean más, sino morir

y ser nada después de haber sido

algo? Si yo, Maxie, no

viniera aquí tan

frecuentemente, aquí donde

te inyectas con desesperación

porque no puedes

siquiera hablar, porque

mi hablar y el hablar del Presidente

te cansan, porque morir

y ser nada después de haber

sido nada es dulce,

es armonioso y dulce, es un río

la vida como un río

como un único sueño

continuado y sin saltos, despacioso

pero seguro de marchar;

nada y nada, nada en el alma,

nada en el viento que no anda

en nada.

Page 285: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

285

Si yo, Maxie

no viniera a por ti, a verte

loca o en el sueño, profiriendo

verdades de tu vicio o religión,

tendría?

Tendría, Maxie, quizás?

amigos, eh,

tendría? Perdí

tiempo? (Si es que se puede

perder aire, perder peso

perder amigos, si se

puede).

O debía morir

antes de verlos así, o debía

haberme quedado

contigo

a morir.

CÁNCER

Sauces de la hora de la nieve

inesperada, problemas

de los sueños, geografías

que otros rehusarán

creer, pero en la puerta

hay nieve, en el sauce

de las calles hay nieve

y yo nada más he abierto

he venido del baño acomodándome

los pantalones y he abierto

y había nieve y el Lincoln

Tunnel quizás esté cerrado,

y mi amigo esté esperando morir

con su esposa en Europa

pues no puede volver:

la policía del Estado lo busca

por falsificar el escudo en los documentos

por falsificar la cara de Sarmiento

por robar muchos billetes de cincuenta pesos

Page 286: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

286

todos juntos, y mientras espera

el archivo de la causa

o indulto, mientras espera

que el país sea decente,

para él serlo, se muere

con su esposa: ha venido

especialmente de Europa

después de recorrer veintidós países

en 23 días, pero todos

de joda, cabarets, pízzerías,

comida buena, no del lugar,

y la próxima vez serán

otros 22 porque no ha dejado

amigos para volver a visitar

en ninguno de los 23 anteriores

y en Church Str., se muere.

¿Y no es mejor, boludo,

morirse acá, quién te quita

lo bailado (y ella

era fresca en la noche, qué

me decías?) comprarle

a tu hija una moto, son cosas

inolvidables. Poder, viejo,

poder y haber podido, ir

putearla

a la maestra de la escuela

para que se deje de joder

y lo apruebe, es poder; no ser

esa pobre infeliz pretendiendo

saber, y el nene

sabe; ella

no sabe, no sabe lo que es

tener poder, eso es saber, qué poder

tenés con saber? Pero si él

supiera que se muere, no estaría

en Church Str., sentado

con su esposa. Él cree

que está volviendo, no muriendo. Y yo

puedo, podría,

volver. Cruzo la puerta

otra vez, voy al baño,

pero él no. Él tiene

Page 287: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

287

lo que no sabe.

Hace rato que, como Maxie

no sabe dónde está su muerte.

EL PURO EN BROOKLIN

Calle sin señales

ni nombres, números

o recuerdos de otros.

Calle larga

sin transversales

sin balcones, con casas

playas y baldíos que parecen

prolongarse hasta el infinito.

Sin semáforos.

Sin gente.

Sin final.

Pero llego

al final. Yo decido

cuál es el final

(porque sigue).

Vuelvo. Llegué

a lo que yo digo

que es el final

y vuelvo. Doy

la vuelta del perro

de diez mil kilómetros.

Un bar

se sienta a descansar en mí.

¿Qué podría decirle?

Lo levanto. Un taxi me toma.

No le voy a decir “siga derecho”, se

reiría ¡Si pudiera

ser llorado, al menos, por una lágrima!

Lo que me entristece en serio,

son las estrellas.

Page 288: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

288

Por un momento son las del campo,

veo la Cruz del Sur, y de golpe

aparece la Osa Mayor

que, además, no se ve, porque las luces

de Nueva York la tapan.

En Las Flores vería las estrellas

mientras me asaltan amigablemente

los candy-men.

FORMAS DE VIDA

Mato a Nancy

pero no me quedo

bajo las escaleras

del Chelsea Hotel

y en la calle

Veintitrés

el olor a humo

de la ciudad

me recuerda las rucas. Yo soy

vivo. Tomo

un expresso, camino

vuelvo al kiosko

de Union Square, y antes

de llegar a subir al subway

me meto en la cripta

de María Auxiliadora.

Antes me llevo mi nombre

incierto de funcionario

para lograr mi impunidad.

(Un trámite indispensable).

Mis muertos, los nombrados

en la mesa de tortura,

se quedaron en los bancos

de la plaza ésa.

Page 289: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

289

Los tuve que dejar.

Si vos lo hiciste,

nosotros también

dirían.

Y yo ya he terminado

con esas cosas:

ya me fui, como está mal

matar, no lo hago más.

GRAND ARMY PLAZA

¿Cómo hablar sin volver? ¿Y cómo

hablar sin vivir? En Grand Army

Plaza encuentro

amigos que no veía

hace años: me preguntan

por qué no nos hemos

consultado en los momentos

difíciles; les digo

que no podemos

que ellos están muertos. Que ellos

son más verdad que yo, porque están

muertos. Porque

han muerto heroicamente.

“¿Te parece? Doblá

la esquina y vas a ver” me dice

Julito. “No está Brooklin”

le digo. “Es mentira.

No hay nada detrás. No hay calles

para doblar”.

“Subí, bajá y volvé a Rosario”.

-¿Y volver sin hablar?

-¿Y quién se va a dar cuenta?

-¿Y morirse? pregunto.

-Qué boludo, contesta.

Page 290: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

290

EN TIMES SQUARE

¿No ve que hemos matado a Kennedy?

No hay posibilidad alguna

de vivir, sólo se puede zafar.

El humo

que sale de la boca

del subway nos envuelve.

“Puro, venir aquí.

O zafar yendo allá.

Vamos a Pete’s ¿Viste

que nadie te conoce

o reconoce?

Budweiser, please. Pero comer

es la muerte. El asado.

El dulce de leche. Ahí viene

la vergüenza, el estar

desnudo. El tener

que tener para comer.

Y todo recomienza”.

¿Para comer

como se debe comer?

“Limosna no podés

pedir, ni acomodar

autos. No se van

a salvar solamente

los demás”.

¿Y tus hijos?

¿Qué pasa

con mis hijos? ¿Le sigue

saliendo positivo? ¿Pero qué decís?

¿Puede hacer

una O con un vaso?

No me mirés más

a la cara, gratis

Page 291: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

291

vos no podés decirme

estas cosas, vos fuiste

para mí, chau

morite

idiota.

MUERTE DEL PURO

Vivo dentro de una película

en mi casa los marcos

de las puertas son oscuros

y crema, ocre, del color

de las hojas de estos bosques (algunas)

el empapelado, casi blanco

y negro, mientras Sid

mata a Nancy, el ascensor

llega, y yo subo, y los dejo

con lo suyo.

Cada edificio

podría contener una ciudad

pequeña de la pampa; pero

el suave olor a humo

del ambiente

me recuerda las rucas en el sur,

ya lo dije. Qué raro.

Una esquina por fin.

La de mi muerte.

Lo sé

porque todos los avisos

están aquí; hay un

cartel, grande, con mi cara

que dice “he’s been

dead”, y otras señales

esperadas: “one way”

(ya lo sabía), “mudóse”,

“9 de Julio”. Brooklin, quiero

pasto, que me pise

el ganado, que haya montes

de dulces eucaliptus, paraísos

Page 292: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

292

en lugar de este infierno.

Pero no es una verdad. Es una muerte

de película.

COMENTARIO

No llega el poema bueno. A esta altura

ya debería haber llegado. Nunca llega.

No hay poemas buenos. Es una cosa

que yo no puedo decir, pero no hay

poemas buenos. Son todos malos.

Un deseo no puede satisfacerse con un poema, es algo

sabido. Cuando un poema

gusta es porque

el lector se está gustando

en el poema. Pero éstos,

¿a quién van a gustar? Acá

parece que el autor quiso hacer un fresco

un oratorio con el tema

de la corrupción, la falta

de fe, los muertos

del país; las imágenes

de Nueva York están

simplemente “pegadas”,

no tienen densidad, lo único

interesante es su crueldad, pero

ella -sin ser tampoco

muy notable- es de

mal gusto. En definitiva,

se ve que ha viajado y quiere

mostrarlo.

Esto recuerda demasiado a Dalton,

qué digo, a Eliot; ya estamos

cansados de este discurso

concientizante, queremos

la ternura aristocrática del siglo

XVI, su gratuidad, rimas,

citas; las alusiones aquí

son demasiado turísticas,

Page 293: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

293

no hay arte de narrar,

tampoco

condensación

distribución

ni nada, no,

no, no.

“¿Y?” Todo es y, en éstos,

tienen

un propósito, eso

es inaguantable, es trascendente,

en vez

de ser contraseña, núcleo, intercambio de pautas

conocidas, que no lo parezcan.

Un poema debe hablarle a los amigos

si es del Interior;

y a los futuros editores de las futuras

novelas del autor, si es

de la Capital. Esto no va

con ninguna de ambas

posibil.

Este libro debió ser más

enigmático, más breve, menos

vacilante. Este libro

sólo dará

de comer

al Imprentero.

ARGENTINOS POR EL MUNDO

De allá olvidate ¿Qué,

vas a volver

a confesar?

Mirá como yo estoy

donde él fue presidente

y no me agarra

nadie.

¿Te das cuenta

Page 294: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

294

que es un caso

cerrado? ¿Qué querés,

que pida perdón, no,

yo soy muy orgulloso

para eso, además,

qué me tienen ésos

que pedir, hijos de puta, qué

les importa, decime?

Todos lo hubieran

hecho, de tener

oportunidad. En una de ésas

si me dieran la mano

sin que yo se lo pida, todavía.

Mas no se puede. No se puede

más. Porque nunca

voy a dejar que me hablen

ni mis hijos

de eso.

Pero en Pete’s

hablamos como cuando

éramos pibes, viste? ¿Vos

venís por eso? Te digo

la verdad, yo lloraría

a gritos, entendido, pediría

a quien sea perdón, pero

¿quién va a ser

el primero, yo? No,

yo no, ponele

la firma ¿Si lo quiero?

Sí lo quiero. Debe ser

lo único que quiero. Y no

lo hago, pedir perdón.

Tengo

miedo.

No, olvidate. Todo

está podridísimo. Nadie

quiere tirar la piedra,

no hay poder

de castigar, todo

es perdón, comprensión, libertad,

Page 295: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

295

nada lo es, no ves? Qué pena

que no sé inglés

ni argentino tampoco.

No sé argentino ¿Alguna vez

escuchaste que alguien

hablara en argentino?

Haber matado a Kennedy nos mata.

LA EDAD MEDIA EN NYC

En Fort Tyron, entre los robles, una feria medieval, con early

music, vikingos, negros

vestidos de moros, porque en algún lado

hay que meterlos, y “thank you,

sir, you are a noble man” dice

un tipo que toca la flauta dulce,

naturalmente con barba, y

con voz y acento

medievales, o sea, ingleses, que es

lo que esta gente cree que es

la Edad Media, cultos, vivos,

como nosotros. Ah, ellos robarían,

le robarían a su madre, pero

no tienen necesidad, los envidio.

Hubo Viet Nam o Cuba, pero Edad

Media, que aquí no hubo, sí hay.

Parece una peña folklórica.

Al norte de Manhattan, gambeteándole

a Harlem, esquivando

la Historia, los ríos; traer

los Cloisters, pagados, que no

robados, no? ya financiados

por los visitantes ansiosos

que han robado para visitarlos.

“You are a noble man”, oh, yo iría,

le daría un dólar para que me

Page 296: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

296

lo diga, pero qué, soy

demasiado culto. Y uno

que no lo fuera, no va ahí, va a Europa

con la señora, mientras

sus hijos, con su casa y auto, se abren

paso en la vida, solos, y crecen,

tienen con qué ir a Europa

con su mujer; y van, en efecto,

le compran casa y auto

a sus hijos, etc.

una enorme cantidad de casas

una enorme cantidad de hijos (o hijas)

una enorme

cantidad de autos,

se agolpan en las bocacalles, y

las casas

se agolpan donde están, se suben

unas a otras, y las medianerías

son terribles, crecen

hacia arriba también, y proliferan,

hinchadas por los sueños

de estar hechos

de sus dueños, que las inflan.

Y los castillos se quedan solos

sin princesas ni caballeros

cuando termina la fiesta.

“A noble man”. La música

sigue sonando entre los robles, pero

ya no hay

monasterios, sólo evangelistas

adúlteros. Todo, salvo el tránsito,

está bien. Salvo las medianerías, salvo

los sueños inflados. Los sueños

con partida de nacimiento. Los

sueños de viajar. Mejor

traer aquí a los castillos, con

los negros, pero

sería un camelo, cómo

aquí se va a hacer eso.

Page 297: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

297

SEXO

¿Coger hasta morir? Mejor perder

la vida así, que distraído

en el subway. Coger

me siembra.

Pero en dónde

no sé. Los hijos

son deudas

de juego, perder

me hace morir.

Sin miedo de perder,

¿cómo será el mundo?

RASTIGNAC EN COLUMBUS CIRCLE

Tenemos ambición, tenemos

parientes y vamos a pie

queremos fortuna

y no tenemos un peso, y comemos

las bazofias de los restoranes

de Rosario, sabiendo

que hay otra comida, y dormimos

con aire acondicionado

soñando con palacios

a la orilla del mar.

Pero tenemos ambición. A las mujeres

les gustan los hombres ambiciosos

tienen los hombros más fuertes

la sangre más rica en hierro

el corazón más ardiente

hacemos

que la mujer se sienta fuerte

feliz y hermosa porque se siente fuerte;

la fuerza de su hombre es grande

y aunque tema ser aplastada por él,

le ama.

Page 298: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

298

¿Y con esa ambición nos vamos

a ir a trabajar? Trabajando

no llegaremos

a eso que las mujeres quieren

que seamos, vamos!

Es preciso robar.

Mirá New York: tres mil

dólares en sastre, seiscientos

en perfumes, cien grandes

para zapatos, corbatas,

para ropa cuidadosamente

descuidada. Más lo que

debés perder al juego, apuestas,

regalos, y para todos

los días del mes, lo más caro!

Y eso que no gastamos en pasaje.

¿Cómo, cómo compensar

los desatinados sueños

que perdimos? Haber llegado

con el ideal

en las manos, y haber recibido

un balazo, no es triste?

Nos sacamos la bala del corazón

-un absurdo y estúpido objeto

de plomo-, y con el agujero,

con el agujero por el que pasa

el viento por nuestro corazón

nos vamos a robar.

¡Robamos por nuestros sueños!

Nadie quiso creer

en nosotros, no es la muerte

lo feo, todos mueren,

es el desprecio. Lo único posible

es robar (Y de paso

tener dinero).

Ahora la guita debe compensar.

¿No es así el funcionamiento?

¿No es así como deben interpretarse

Page 299: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

299

la desaparición de los idealistas,

su vergonzosa derrota, y el silencio

de la gente?

NENIA

a Graciela Ballestero

¡Oh, naciones

como adolescentes; oh,

sueños de esas

naciones!

Tus proyectos y planes

para empezar a vivir

te angustian: solitaria,

sin rumbo, puesta

quizás, en una calle sin

rumbo, sin padres

que te esperen, que se

pregunten por qué

no volvés

si es tan tarde

en la noche.

Nación: tus padres

se borran: ahí no están

cuando de ganas de morir

rebosante como una esponja

prisionera de tu lugar

de descanso, yacés

flotando en el ruido

de la ciudad que no se acepta.

Tenés familia; tenés

lo que tenés y eso te pierde:

un arado para arar el mar,

una pluma para escribir

en el agua.

Nación crecida

Page 300: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

300

sin crecer. Lastimada

más que nada por sí

misma, y por quién

no puede responder.

Abandonada

en el concierto de otras,

muy ocupadas en sus propios

problemas, ciertamente

más difíciles e intrincados

que los tuyos, salvo

que no se crece sin amor

a sí mismo.

Somos tus lágrimas. Estamos

alejados de vos como una lágrima,

fuera, y sobre tu piel,

acariciando tu piel hasta

que un manotón nos seque

al comprender qué somos

y nos borre.

TUDOR CITY

Ha robado pero tiene cáncer, y nadie

lo ignora, menos él; todos, todos,

hasta el Presidente, saben

que tiene cáncer, menos él.

En la cercana UN lo saben

y sus vecinos de Tudor City lo saben,

y se ríen pensando en la cara

que va a tener

cuando lo sepa; saben

que no tiene la hombría

suficiente para bancársela.

Y él no dirá: “¿y quién la tiene?”

como cuando coimeaba, porque

estará demasiado aterrado, sintiendo

que la incorruptible le está tocando

lo que él nunca creyó que le tocaría.

Page 301: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

301

Eso le pasa por tratarse

con un argentino: el médico

que le cobró plus y le hizo todo

porque quería estar hecho, pero

no lo curó. Lo curró. Cada vez

que empieza a subir la escalinata

del Monumento para llegar

a Tudor City, siente

esas puntadas en la espalda.

Pero no sabe. Son los demás

los que saben, los demás, ese peligro

más terrible que el comunismo.

¡El comunismo! En la esquina

de Houston y Mulberry Str., ve al tipo

que vende uniformes soviéticos

en liquidación, marrones

con hombreras, con grandes

hoces y martillos en las faldas,

en sus grandes perchas públicas.

Hay que ir a un café italiano,

un café donde llamar al mozo como acá, a pesar

de que él baja de Tudor

City al Monumento en dos minutos,

pero no puede ir al café; sólo

puede ir al médico; empieza

a sospechar, y por qué, con toda

esa plata, no puedo ir al Cairo

o al Savoy, sólo al médico

ése, y todo

no es como había pensado.

“Habré robado demasiado poco”;

cuando lo dice, por fin,

cae en la cuenta.

LA RARA CALLE SIN ESQUINAS

a Eduardo Valverde

No se puede doblar.

No se puede doblar por esta calle.

Page 302: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

302

No se puede doblar para ir

a buscar a los amigos que se corrompieron;

para hablar con ellos.

Ellos están ahí, paseando

con la esposa, por los pasillos

de la Frick Collection.

Yo quisiera

que se pararan delante

del cuadro de Duccio

de Buoninsegna, ése

en que el demonio se cierne,

amenazante, sobre la ciudad

medieval, como King Kong

(de hecho, creo que el guionista

de King Kong se inspiró

ahí). Sí, quisiera

decirles, a él y a la mujer,

que miren

al demonio sobre la ciudad, pero ellos

no se detienen en las galerías:

van a cien millas hora, los cuadros

pasan velozmente a su costado

como antes pasaban los yuyos,

a los costados de la vía, cuando uno

iba al pueblo a ver a los tíos

en tren.

Y yo no puedo

doblar. Dejar

esta calle, la buena

y buscarlos en los lugares

malos. Qué tonto fui

al ser así en la vida.

LA CIUDAD DE LOS POBRES

a Jorge Boccanera

¿Cuándo seremos pobres, Maximiliano?

¿Cuándo llegaremos a merecer

Page 303: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

303

ese carácter, que a la vida nos lanza

con entusiasmo? ¿Y por qué

esperar, bien pensado

desde afuera la señal, por qué

no atrevernos a regalar las riquezas

sin quedar anegados en el miedo

del acto? ¿Y así unirnos

a las masas incontables que circulan

por Times Sq. protestando

por lo que pasa

en el mundo?

¿Por qué no regalar a los hijos

nuestra pobreza, nuestra

incomprensión, no buscamos

acaso en nuestros padres

ese agujero, y no hubiera sido

el mejor regalo encontrarlo?

Pero entonces estaríamos allá

y no aquí. Y aquí soñamos con algo

que no tenemos. Como allá: refugios

madrigueras, juegos

donde no existe cada cosa más

que como símbolo de su atrás:

interiores y centros

de manzana secretos.

Si te tiraran de los pies, muerto,

volverías a los patios y tapias

adónde fuiste pobre sin temor:

los inviernos felices

las tormentas de tierra fértil

la incomunicación del estupor

por nacer y morir.

VOLVIENDO DE LA ISLA

Más de mil años después

habrá en Punta Barranca

un puente.

Un puente de repente.

Y volveré.

Page 304: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

304

Ya no habrá zanjas.

De este lado

será del otro lado.

(El otro lado

habrá logrado

que este lado

lo sea).

Y yo me pararé

en el borde del puente

y diré: “aquí hay un río

aquí hay un río”.

Y desde el fondo de las calles

alguien contestará.

Saliendo desde adentro

de las manzanas, atravesando patios

y tapias, comedores

y árboles desecados,

con su cara de siempre

con su cara de mundo

desconocido.

COMIENDO EN CHELSEA

¿Y el pueblo?

Nunca está hecho.

Ni siquiera

muere, se disuelve

como el azúcar en el café,

¿en quién? en otros pueblos,

deja sus monumentos, que como

una foto antigua, nos hablan

de quién se parece y no se parece

a nosotros.

Los griegos de Rosario

levantaron un Partenón de cartón

a orillas del río, en la Fiesta

de las Colectividades. Pusieron

Page 305: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

305

fotos de Melina, de Katzanzakis, vendieron

mousaka, souvlakos, y en la esquina

de la Séptima Avenida y al calle

Catorce con mi mujer decíamos

que era la mejor comida

del mundo, no su

filosofía, su comida, lo que

bien pensado, es mejor. “Pero Grecia

ya no es pagana, es cristiana” me dicen

nuestros negros volcándose

a las iglesias evangélicas porque

la política ha muerto con la corrupción, y no parece

haber manera de ser bueno

en la polis, parece

más bien que hay que esperar

por la Ciudad Eterna

de Dios, como a la jubilación, y ellos

terminan en las iglesias evangélicas

pero sienten lo mismo

miedo a la muerte, las iglesias

sólo son las carnicerías del deseo,

el deseo se vuelve insoportable

y no tienen posibilidad

de robar, y todavía

tienen miedo de matar.

Pero los griegos no son así, y en la calle

Catorce y la 7th Ave., mi mujer siente

que esa comida no mata los deseos

sino que los enciende, enciende

las ganas de vivir, y en sus asados,

ellos, los negros, sienten

que el pastor, lleno

de deseos, no consigue matarlos.

No: pisos

de parquet, escuelas, un vestido

decente, uno indecente, minas,

y en el cielo no hay

esas cosas! ¿Es que acaso

se va al templo por temor

a la muerte, a no vivir? Se va

para tener excusas para vivir

Page 306: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

306

frente a la muerte de los hermanos.

¡Templos! Cómo florece la libertad

cuando en el corazón sabemos

que el deseo es deseo

de lo que es, es

un agujero por el que corren

los vientos del mundo.

Nosotros estaremos

abiertos como una red

en el río, tendidos

para que el agua del tiempo

por atrás y por delante se quede

estática en la maravilla

de algo hecho para no detener.

GOING TO HELL

Sin celosías.

En tu mundo las casas no tendrán celosías.

Caerá nieve.

La nieve que no querías sufrir en Pico Truncado, o en

Deseado, aquí estará. No tendrás

más soledad. De cualquier parte

saldrán otros a hablarte,

a gustar el silencio de la mañana.

No podrás tocarlos, pero no querrás

tocarlos.

No podrás quererlos pero no querrás

quererlos. Y

lo que no podrás aunque

lo desees, es competir

con ellos. Ahora

sí que están hechos. Para

siempre. Ni una sola piedra

se moverá de esta ciudad. Ni una

sola persona nueva; empezará

a funcionar, como una película

eterna, y al terminar

empezará otra vez. Los hijos

Page 307: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

307

se han muerto. No hay nadie

que quiera pagar nada.

Y hay ruido. El ruido

es una eterna repetición

de la vida, que no se repite.

El cielo tampoco se verá.

No habrá estrellas. Nadie

hablará de eso. Sin problemas,

nadie hablará de nada. Han

llegado. La ciudad te acoge

porque no puede hacer

otra cosa. ¡Sus cosas

son incomprensibles! ¡No hay

excursiones para verlas!

Sólo paseos a la angustia.

El jugador tampoco

se quedó sin compañía: ya todos

son tramposos.

No hay apuestas.

No hay respuestas.

En los bancos

los nuestros, muertos, quedan

esperando la nieve que los tape.

El deseo no era

más que el deseo de sobrevivir.

Pero ¿quién? ¿qué cosa?

¿Qué subsistirá

después de tanto aplaste?

No se supo. Quién sabe

no está aquí.

No ha llegado.

Ellos han vuelto

adonde no estuvieron

nunca.

Page 308: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

308

LOS MENDIGOS EN LA PLAZA

Llegan acá,

dejan

los recuerdos allá: eso

es lo que es

pasar de un lado al otro

por una puerta cualquiera.

Entrar, salir, de mundos

distintos.

Hay que volver, sin embargo,

si se quiere

mirar a los recuerdos,

a los hijos, a lo

que en esta vida de veras

se hizo: ¿y allí?

Resultás ser un fantasma,

resultás

ser alguien incomprensible,

que no se puede abrazar

ni besar, ellos mismos

encienden sus aparatos

de TV, llenos

de otros fantasmas, que tampoco

podrán besar ni abrazar, y eso

es lo que sos ahora para ellos.

¡Si por lo menos estuvieran

aquí los verdaderos

fantasmas! Aquél

muchacho que murió

a los veinte, aquélla

que se fue a Buenos Aires a vivir

y nunca más supimos

dónde estaba; muertos

fieles y amables, que no llegaron

a sufrir ni el Rodrigazo

ni el Proceso; aún

acostumbrados a abrirte

la puerta de su casa, sin

preguntarte quien eras, sin

proponerte negocios, sin

Page 309: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

309

cagarte para salvarse. Clase

media, pero de la de

antes, poco

preocupada en verdad por seguir

las modas políticas para

no quedarse atrás: aldeana

y simplemente reaccionaria

indiferente; y dispuesta, por otra

parte, a no perjudicar

mayormente al prójimo,

salvo sus compañeros de trabajo

con vistas al ascenso. No está.

No está. No hay

aquí ninguno de ellos, prueba

de que hay varios infiernos, o bien

de que ellos fueron al cielo, no porque

en su libre albedrío lo merecieran

sino porque la Historia

se los permitió ¿O será esto

el cielo y ellos

están en el infierno? ¿Oh, Little

Church Around the Corner, estás

en el cielo o en

este infierno, albas

sin luz, y cielo

sin estrellas y sin viejos

amigos leales

o dulces?

Page 310: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

310

SIN IMAGEN

(1999)

Page 311: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

311

Page 312: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

312

ME DAN RISA

Puede haber plomeros malditos

albañiles malditos también.

O sea, todos.

Pero “ellos” quieren serlo.

Creen que si lo son

el poema tendrá cierta secreta

belleza.

El poema no tiene nada

y está abierto a todo.

Es el reparto de los panes y los peces

sin milagros.

No te calientes

en ser de ningún modo.

OTRA COSA

La desesperación

es otra cosa.

La desesperación

no debe entrar

en el poema.

Esa secreta angustia

que es su causa,

debe faltar,

debe ponerla el otro.

El monstruo lucha

por parecer humano,

natural: te sonríe.

Page 313: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

313

PRECISIONES

La vida sólo puede ser

un resultado; nunca

un proyecto. Y es

así, porque vivir no es

un trabajo. Si lo fuera,

si vida

y trabajo

se confundieran, no podría

haber trabajo explotado, o

no podría

haber cambios, pues no habría

tiempo libre

para hacerlos; o todo

sería tiempo libre

y no habría explotación.

Y sólo un trabajo

presupone un proyecto

y una realización.

Una vida puede

ser –y es-

un resultado, pero

no se puede proyectar.

Y las ideas

son parte de la vida.

No lo son

cuando uno las fabrica,

cuando se toma

el trabajo de crearlas; pero

cuando se las conoce

cuando se

las examina, cuando

se las rechaza, o se

las adopta, entonces

ya se vuelven resultado

en uno. Mero

resultado. Y no sabemos

en realidad si ellas

Page 314: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

314

son el resultado

buscado, como en el amor.

EL POETA COMO AMA DE CASA

No se termina nunca con la poesía:

el viento trae polvo

el crecimiento produce basura

el tiempo produce belleza

constantemente.

Hay que limpiar

ordenar

y no ser nadie.

Nadie.

EL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS

Te has metido creyendo

en un arte, en la eficacia

de dominar ciertas formas, en

la honestidad y el profesionalismo,

y ahora

te encontrás con estas neurosis:

mujeres que se cuelgan de tu cuello

y te piden amor, hombres

dispuestos a contarte

sus encuentros cercanos con OVNIS,

todos devorando

los sandwiches en la reunión

cultural.

¿Es esto la poesía?

No importa lo que sea.

No importa lo que hayas creído.

No importa nada de eso.

Sólo importa que este libro dure

el tiempo suficiente

para que el azar lo tome

Page 315: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

315

o no, en sus manos.

FIN DE SIGLO

Yo era un niño mimado.

Egoísta. Sólo me importaba

el reconocimiento de los poderosos

(la maestra). Para ello

hacía quedar mal a mis compañeros.

A cachetazos, la vida me ayudó.

Fui descubriendo el placer

de intentar comprender a los demás,

antes de que me odiaran. Ayudé.

Me ayudaron. Tuve hijos y, como todos,

me sacrifiqué por ellos.

Ahora que aprendí a ser solidario,

viene el mundo y se llena

de hijos de puta.

TRABAJO IMPERDIBLE

Ya no me acuerdo del poema

que pensaba escribir.

Sus sonidos volvieron

al gran aire de donde

habían salido.

Sólo sé que era dulce

pensarlo, y pensar

que podría escribirlo

un día.

SEÑORA CON UN PIBE EN BRAZOS

Page 316: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

316

Me hacía acordar

a la época en que al dormirme

me moría

y nacía al despertar.

SIN IMAGEN

Nos tocó el tiempo de los atardeceres

y amaneceres.

El tiempo de la lluvia

y el viento.

El tiempo de desnudarnos

de certidumbres

y de intentar reconciliarnos.

1957

a Frasco

En el día de lluvia

el niño pasa

una a una las piezas

de la casa sin padres

y cada pieza es un país

sin hermanos cada

mueble es un amigo

o un negocio

cada ventana

deja ver el día

de lluvia.

LA TIERRA

Ceniza que vive

garage de los sueños

casa del trigo

de los marrones bichos

nave nuestra sin remos

Page 317: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

317

por la inmensidad.

MISTERIO

a Concepción Bertone

Silencio.

Silencio.

Silencio.

La casa ha desaparecido

y sólo hay silencio.

CONFORTAMIENTO

Las pequeñas palabras verdes

de la ninfa del agua

desaparecidas y recordadas

un segundo después

cuando la brisa

de verano empezó a agitar

los pastos casi

imperceptiblemente.

CIUDAD DE FILÓSOFOS

Se levanta viento.

La lluvia cae.

El tiempo está loco.

Seguro que después

saldrá la

luna y unas estrellas

bárbaras.

Page 318: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

318

Nuestra alma

continuamente

está pensando

en todo.

PERROS

En la ciudad

los perros le ladran

a cualquier cosa.

En el campo no.

VERANO

La ebullición

de la sangre,

caliente

uno

con todo el

universo;

embelesado

y loco

por todo.

LA LUNA

Chica del misterio.

Sólo se la ve

sólo se piensa en ella

como en el mozo

para pedir algo

o quejarse.

Page 319: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

319

HOY COMO AYER

Me atrevo a dibujar

la casa, el humo,

la ventana, el corral,

el sol, bien terminado,

y el campo sin terminar.

TARJETA POSTAL

Está tu nombre

y ese lugar donde decís vivir,

y del otro lado un lugar

donde yo no estoy

donde quizás no estuve

ni estaré.

Pero viste

que te la mandé

igual?

EL PUEBLO

Un desfiladero

de civilización

(correo, iglesia, etc.)

entre dos infinitas

casas

aplastadas

entre la tierra

y el cielo.

Un lugar.

ESA CASA

Page 320: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

320

Antiguas piezas altas

que ojos

para desandar

hicieron.

Realmente deja

de existir un lugar?

y cuándo?

SOLO

Melancolías del verano

todo crece verdea

y te abandona

en el viento fresco

de las ocho.

QUIEN TE RECUERDA

a Marcelo y Elena

Cuando no pueden verte

porque andás en la ciudad

que con su luz te oculta,

las estrellas te imaginan

en los médanos.

Con cara de otros años

del tiempo de los médanos

que caminabas a la noche

cuando te conocieron.

DESUBICADO

¿Quién sabe que paseás

entre árboles?

Page 321: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

321

¿Quién percibe el ridículo

de tener una

dirección quizás

hasta un propósito,

ente ligeros

temblores?

SI SUPIERA

Las últimas hojas

de las copas

del árbol son

la costa del aire.

Olas y bordes

moviéndose

juntas ¿Quién

entra ahora

al aire, por allí,

como yo,

hace mucho?

COMO DESEAR

Si hoy hemos olvidado

lo bella que era ayer

es posible que sea

hoy más bella que ayer.

ÉSTOS

Todos breves poemas

todos intentados destellos

de un mundo

de unos mundos

Page 322: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

322

que no son los

breves poemas.

PUEDO SENTIR SIN SABER

Dónde iría yo

y mi alma

que los vi caminar

una tarde?

Domingo era

no había autos

mirando

para abajo

caminaban,

y adónde?

LA CASA GRANDE

a Liliana D’Anna

La torcacita canta,

las tapias de adobes desnudos

y la bomba de agua

fresca de la infancia

están.

HUGO

Mi amigo baja

del avión en New York

donde está haciendo dos

grados de máxima; mira

todo, no puede creer

que ese mundo y el suyo

sean el mismo.

Page 323: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

323

ELLA CANTA

La acequia canta

realmente.

No el esfuerzo humano

ni la sencillez campesina.

Canta-canta.

Por su propia naturaleza

lo hace: el agua fluye

y entonces, ella

canta.

MONUMENTOS

Se dice que son

vanidad y pompa

destinada a perecer;

es cierto, pero

todo está destinado

a perecer: no es bello

crear algo

que en su durar

de un segundo

más que la piedra

simple y sin intención,

quede como flotando

como el recuerdo, como

el tañido de las

campanas?

GLOSA

No sé que tienen las flores

cuando al atardecer me impregnan

de lo que son, y yo creo

haberles infundido

mis afecciones, sí, las flores

Page 324: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

324

del camposanto, que, en realidad,

crecieron donde quisieron

ellas, porque lo del lugar

es cosa nuestra, que las vemos

cuando las mueve el viento

y lo que nos parece,

sin embargo, es verdad,

y no imaginación de los autores

populares: que parece

que están llorando.

SIESTA

Están el Cuco y la Solapa

bajo el sol, charlando.

Esperando que el chico salga

para ponerse a trabajar

de ellos.

METÁFORA (INEVITABLE)

Recortándose sobre

la colina, el tala

extiende sus ramas agudas

como formando una entrada.

CÁSCARA

Todo lo hermoso está

en haberse registrado

en su propia forma.

La muerte como algo

planeado desde hace mucho,

la flor ha partido.

Page 325: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

325

EL LAPACHO

Las iniciales

grabadas

hace quinientos

años, o dos:

no se sabe.

HOMBRE YA GRANDE

Con los últimos

reflejos del sol,

miro la charca

cristalina,

y sé que sé

ya todo sobre ella:

sé lo que le costó; ya sé

algunas cosas

de la vida.

MUSEO DE NIÑOS

“Mi héroe

favorito es

toda

mi familia”.

FRENTE AL HOSPITAL

“Si hoy logro zafar

del dolor, vos

sabés” dice

el parroquiano

del boliche, frente

Page 326: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

326

al Centenario; y una

mujer en el teléfono:

“habla la Gorda”.

EL OLFATO DEL PERRO

Ojalá yo pudiera

oler la belleza

como ese perro

huele mi miedo:

un miedo que yo

ni siquiera sospecho,

yo, que me creo

valiente.

LAS PARTES DEL PARQUE

Los parques

tienen partes.

No son

homogéneos:

parte

de los ricos,

de los pobres,

de los niños,

de los negros,

etc.

Nada hecho

es homogéneo

y por ahí

se filtra

el cambio

por esa diferencia

de densidades.

Page 327: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

327

SOBRE GUSTOS

¿Puede gustarte un tacho?

Claro que sí. Su hierro

resonante, su juego

de otro tiempo. La mugre

desconocida que se encuentra

en él. Sus hallazgos

de vos, en la siesta.

¿Adónde te conduce,

hacia qué límite?

Él es un tacho de sueños.

ÁLAMOS EN EL VIENTO

No se sabe

muchas veces

si te hablan

o no.

Como la gente.

CAMPING

El agua y el viento

en los sauces

cantan a coro

con las radios.

PINTURA FLAMENCA REVISADA

El señor invisible

en el fondo del cuadro

está pintando el cuadro,

qué perverso.

No lo compres. No está

Page 328: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

328

terminado todavía.

Aún no tiene precio.

GEOGRAFÍA

Los países tienen

provincias secretas.

Ahí van los tristes que no salen

con quien quieren.

CASA CHORIZO I

El patio recién baldeado

está lleno de olores: dos perros,

lo musgos en las macetas,

el río en el viento.

Las galerías. Las piezas,

con sus puertas dobles, misteriosas,

semiabiertas. También

olor, cosas que han pasado

antes de que naciéramos,

pero que para otros son cosas

vividas, de tal o cuál año, quizás banales.

¿Por qué, si no son nuestras

angustian?

CASA CHORIZO II

Ellos, esas personas

son la única prueba

del pasado. Y morirán.

¿Qué seremos? Es posible

ver la demolición, esa palmera

del jardín del fondo, apareciendo,

Page 329: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

329

radiosa, antes de ser ejecutada.

Es increíble que podamos entender

lo que va a pasar, claramente,

y no lo que ha sucedido ¿Qué

ha sucedido, en verdad, cuando

los perros fueron traídos, todavía

cachorros, qué vieron sus ojos

poco hábiles, qué olfatearon?

CASA CHORIZO III

Hablar, unir el tiempo. Pero

no. Es otro tiempo. No se puede.

Sólo las cosas. Y ellas dicen

distintas cosas

a cada uno. Ellas

son las dueñas, las patronas

que maravillan. Han lavado

a las reinas. Inclinémonos,

sin entender.

DOMINGO DE ROSARIO

El joven baja las escaleras, las

escaleras todavía desnudas, de portland,

todavía sin los mármoles de esplendor

romano, sin las barandas

falsamente medievales.

Baja lento, atrás, a su

espalda, se escuchan las canciones

finales de la misa, por las puertas

ya abiertas, preparadas

para la salida de la gente,

para los mendigos

ya dispuestos.

Pero ninguno

le pide nada. Parece

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330

un rey, bajando

esa escalera, las manos

sueltas, la cabeza

bien erguida. Los ojos

que ya saben el futuro,

aunque todo lo ignoran

sobre lo que ocurrió.

La iglesia está incompleta.

Está sin terminar. La misa

está sin terminar. Eso no es

nada especial. Se diría

que él tiene que ir a otra parte.

Pero ésa no es la verdad.

La verdad es que está huyendo.

CORDURA

a Adriana y Guillermo

La poesía no es locura.

Es cordura.

La poesía es lo que está

en este papel.

No el viento.

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331

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332

EL OTOÑO HITITA

(1999)

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333

Page 334: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

334

LLEGADA DEL BÁRBARO

No, estúpido, ya otros

llegaron antes. Y a nadie

le dará horror lo que

sos. Querrán

ser así, blanco, tonto,

no entender.

Qué bárbaro.

Ellos te han vencido, se han

muerto. Ellos

son lo que vos debías

haber sido. Ellos

se burlan de que busques

las ruinas de los viejos teatros, los

mosaicos del piso casi borrado

de la vieja basílica. Ellos

destruyen lo que vos buscás.

Ellos te cobran

por ver lo que no existe. Lucran

con tu romanticismo, con tu apego

por lo que ya nada significa.

Has venido

para que te invadan.

TURISMO

Estoy creando un viejo país,

soy el nuevo. Allá en mi tierra

engendré muchas cosas, pero

no creen en mí. Se dejan

dejar, impunemente.

Éste lo hago

así: mezquitas

al atardecer, al

amanecer, mares

Page 335: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

335

azules y lejanos, leyendas

entre barrios ya tan viejos

como ellos.

Soy el nuevo, y él necesita

creer lo que imagino

para seguir.

ORDU CADDESI

“La religión ejerce un efecto

nefasto sobre la capacidad

de consumo del hombre

actual, y, sobre todo, sobre

su facultad de ir siguiendo

los vaivenes de las costumbres”, decía

el Conde español, fanático del destape,

en la vereda del lokanta, mientras

llovía ese domingo al mediodía

en Estambul.

“Por eso estos chicos musulmanes,

como nosotros en la época de Franco,

tratan a sus novias a la manera

de los años cuarenta en Occidente”.

Sí. O en Echesortu en los

cincuenta. “Çay, Ahmed, lütfen!”

Los jóvenes, salidos de la escuela,

bajo la lluvia, dejan que el cigarrillo

se moje entre sus labios. Estas

compañeras suyas no usan pañuelo

en la cabeza; algunas toman

el cigarrillo de sus amigos por un momento,

inclusive, y sus ascuas enfrentan

un minúsculo instante el frío

de la lluvia. Elementos

de su misma edad.

¿Oponerte al progreso? Actitudes

provincianas y románticas, ¿para eso

Page 336: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

336

viajaste tanto?

Sin embargo, viajar en el espacio

es viajar en el tiempo. Estas

sonrisas, que veo ahora más cerca

son, aunque en ojos más verdes, las mismas

que aquéllas... ¿Se darán

un jazmín, lo guardarán? Al fin

y al cabo, todo no es más que

agarrársela con el tiempo.

Darse tiempo. Más que nada

para atrapar el miedo. Eso

es lo que no te deja hoy, este mundo.

Ya empezó antes, pero no siempre

fue así. El Conquistador

entró en esta ciudad, en su blanco

caballo, a los dieciocho años. Constantino,

el último griego, no era mucho

mayor. La vida era más corta, y se podía

hacer más cosas, pues una sola

ya era mucho. Habiendo

menos cosas que comprar, también,

uno puede sentirse más rico.

(Pues nosotros llegábamos a Echesortu

caminando; así teníamos,

además, tiempo para charlar;

y desde luego, volvíamos

a casa de igual forma. Y había

incluso tiempo de caminar solo,

para desear pausada

intensamente

lo que hoy hay que desear en unos

pocos instantes, desgraciadamente).

“Pero ésta no es la cuestión” –me digo,

-ya que de ser así, yo no estaría

aquí, con el Conde. Tus elucubraciones

son propias de tu incipiente

vejez. Cortala.”

Pero un tiempo

distinto. Eso

sí. Entraríamos

Page 337: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

337

al tiempo, como antes

a una ciudad, por valentía

y salvajismo, desobediencia

masivo al ritmo

que se nos toca, ¿eh,

Conde? Él no

lo entendería, él cree

que está bailando muy bien.

Lo jóvenes se pierden

en las calles de la ciudad.

KONIA

a Jorge Isaías

¿Y si yo hubiera nacido aquí?

Alguna vez, al salir del trabajo,

subiría a la Alaettin Tepe

cuando se pone el sol,

antes de rezar. Llegaría

a casa, besaría la mano

de mi madre, recostada

sobre los divanes, y en mi pieza

me quedaría pensando, soñando

con un inmenso valle

repleto de cereales y ganado;

más húmedo, con grandes

nubes gigantescas, viajando

rapidísimo. Un valle

cuyas montañas no pudieran verse

sino andando leguas y leguas

y que la vista se perdiera

en medio de una vaga tristeza.

TEHUEL AIKE

Page 338: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

338

¿Y en los glaciares nunca hubo

nadie? ¿Pasaron, caminando, sólo

guanacos, u hombres, verdaderos

hombres, también? Quizás, pero

como los pájaros, sólo tuvieron tiempo

de comer, y dejar sus heces, y cantar,

y los cantos

duran menos que las flores

de la primavera.

GÖREME

Frío, pero pocas estrellas.

El hemisferio norte tiene menos.

La Cruz, demás está decir,

no está. Puedo

vivir entre mezquitas, puede

llamar el muecín a la oración

todo lo que quiera... No extraño.

Pero aquí, en el campo,

miro el cielo, me digo:

“¡qué lejos estoy de casa!”

Son otras estrellas.

BODRUM /HELICARNASO

a Tato y Luli

En el balcón de la pensión miramos

el mar, el Egeo (no podemos creerlo),

los veleros, sus mástiles. Hemos

venido a mirar esto, pero antes

debimos pelear por esta pieza:

la que iban a darnos tenía

el inodoro descompuesto,

y gracias a tus quejas tenemos

Page 339: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

339

ésta, ahora, que mira al mar,

al Egeo, no podemos creerlo. También

en el castillo hemos dado batalla,

negocios dentro por todos lados,

matando magia. Y la magia

de la ciudad sumergida, en Mindos,

nos llevó a ir a Gümüslük, y bregamos

por verla, en medio de la nada que ha quedado.

A la noche, vamos al Mausoleo.

Sabemos que está cerrado.

Sabemos que no nos alcanzó el tiempo

para verlo (Gümüslük). Sabemos

que no importa, que las piedras

fueron usadas en otra cosa, y los ingleses

se llevaron lo que quedaba.

No importa. Vamos. Vamos

y miramos para dentro, en lo oscuro.

Luchamos con cada cosa,

con cada sueño.

VIAJANDO A ESMIRNA

Desde aquí miro el sol

poniéndose en las montañas.

El valle retiene la luz

como en una magia. El Menderes

resplandece suavemente.

El algodón ya se enfardó

y se llevó. Vuelven

los nómades a las tiendas.

Los calderos al aire libre

ya huelen a comida.

La voz de un chico en la tarde

parece colgada de la luz.

Todo, hasta el tren, parece

detenido para siempre.

Page 340: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

340

EL OTOÑO HITITA

En las colinas los delicados amarillos bailan.

Y los ocres, pegados a las ramas.

Ese lugar, escenario tan viejo;

ya no se sabe

si es la naturaleza lo que vemos

o un jardín, plantado hace mil años,

tres mil años.

Pero sí fue un jardín: a él llegaron

las fraternales hordas; el saqueo

daba trabajo a todos. La riqueza

se acumula para que los pobres

sean felices robándola.

¡Qué lenguajes surgieron! Impregnados

de modismos vulgares (los futuros

giros cultos), loando las felices

posibilidades, la inexperiencia

con ese mundo desconocido.

Y lo viejos sonrieron, mirando

el esfuerzo de los jóvenes: ¡estas

tierras! ¿Dónde estaban? Por suerte,

aparecieron en la lejanía,

brumosas, pero se hicieron

reales, y nos dieron de comer.

“Ahora sí” se dijeron, y tranquilos

se recostaron en los árboles

plantados tal vez por alguien

hace muchísimo tiempo.

PALACIO

Reviso mi vida:

no conozco otra.

Page 341: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

341

¿Qué viento agita el mar, afuera?

Sé que hay perfumes en él,

y también en el pasto.

Y en las casas. Cada casa

tiene, lo sé.

Pero no puedo interesarme en ellos.

Y reviso mi vida. Y me doy cuenta

que no me interesa tampoco.

EYÜP

Ella se iba calle abajo.

La calle se convertía

en escenario, por eso.

Así quedó para siempre.

Así la veo

yo, cada vez que paso.

Los escenarios, en la vida,

no se desarman.

se busca otro lugar.

PALACIO (II)

Lloro lo que le falta a la lluvia

para llegar al suelo: diez centímetros

al menos. Las viejas piedras

se lavan de futuro conmigo.

La piel de esta ciudad no puede

ser tocada sino por los hombres:

se alejó mucho del desierto, de la alegría

del alma de los bárbaros.

Yo lloro y pienso encima de los ritmos

venerables, vetustos, que no se pueden

deshacer más, pisamos lo que lloro

Page 342: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

342

no preso del poder, de la costumbre.

De construir el palacio y verlo irse,

verlo crecer, y no jugar en él

sino mirar afuera, desde

ningún adentro.

TELÉFONO PÚBLICO

Con perceptible acento cordobés

el niño en jogging le está avisando

a su madre que llegaron todos

bien, y que el torneo

para menores de diez años

se hace a la tarde.

Su entrenador –hay ingenuos

que creen en el cuerpo- y una

niñita con dos moños

en el pelo, lo están

esperando. Él

termina de hablar.

Le toca a ella. Con la ayuda

de su maestro marca

la llamada a su casa: “¿Mami?

Sí, yo. Estamos aquí, en ...

-la niña mira con sus grandes

ojos, ésos donde un bosque

podría caber, y pregunta:

-¿En dónde estamos?”

EN LO DE CELSO

¿Ordenar esta biblioteca?

Está vacía.

Page 343: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

343

Sin techo. Todo se moja aquí,

cuando llueve. Y dicen

que hay un muerto.

¿Por qué vinimos? Apenas

ha quedado marcado

un recinto, un corral.

Las altas paredes

reconstruidas

tapan

el mundo, afuera.

Menos en ruinas

está la biblioteca

de mi infancia.

Sus paredes son hoy ajenas

pero su techo existe.

BÉRGAMA

Hay un ranchito en medio de las ruinas.

Le da sombra un árbol.

cabras y pájaros lo rodean,

un vientito lo acaricia.

La tranquera

en vez de postes de madera

tiene dos columnas

jónicas.

BELLA VISTA

La cúpula del Luján

en Bellavista, desde el Patio

de Comidas del Supermercado.

La torrecita sobre la cúpula: Roma

y algo más. Fue a Brunelleschi

Page 344: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

344

que se le ocurrió... Posiblemente

se venía pensando desde hacía décadas.

Dar luz, adentro. Y afuera,

marcar las diferencias

con el pasado, la vocación

hacia lo alto.

Se adoptó. Un arquitecto

perezoso no quiso

pensar en la Bauhaus, o

tal vez sus comitentes

no lo dejaron. Copió

en Rosario el modelo

ya casi eterno.

Quizás quería hacerlo.

CORPUS IURIS CIVILIS

Mientras los bárbaros acechan

por la ventana, Triboniano

se apresura por los pasillos del Palacio

llevando bajo el brazo

los pesados códigos.

Justiniano lo espera.

Le encargó compilar ese derecho

ya muerto, escrito

en una lengua que ya no habla

el pueblo.

Eso a él no le importa.

Complacer al Emperador

representa éxito y dinero.

Además, con un sistema muerto

se puede trabajar mejor.

No se mueve.

Los bárbaros acechan

Page 345: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

345

por la ventana.

Se codean

y se ríen entre ellos.

FRECUENCIA DE LOS DIOSES

El viento es el aliento de Diana

más aquí, cerca del Monte Ida,

que en el bosque de eucaliptus

del Club Mitre, en Pérez, el año

Cincuenta y nueve?

PRIENE

El anuncio del burdel

sigue llamando a los clientes

desde la piedra.

Hace varios miles de años

que esa mujer, quizás

confiando en los dioses

entregó aliento, fastidiada

de la vejez (que, para entonces

rondaría los 40 años,

pienso).

El anuncio, como un perro

sin dueño, sigue aullando

al deseo desaparecido.

AYA SOFIA

a María Inés Colombo

Puedo hacerte

mito otra vez. Entrar

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346

salir y hablar: “está

vacía, y es

tan dulce

su estar, su haberse

quedado ahí...”

PUERTAS

a Guillermo Ibáñez

Esta ciudad no tiene puertas. Si las tuviera...

La puerta de Baigorria, donde acampaban las caravanas.

La puerta del Molino Blanco, donde paganos y cristianos se enfrentaron en batalla.

La puerta de Godoy, por donde regresaban las huestes con sus estandartes,

y en la Montañita, los gansos avisaban que el enemigo venía,

y en la Isla del espinillo se escondían las naves para sorprender al enemigo.

No, no tenemos puertas, ni nombres

que las cierren, porque hoy las ciudades

son abiertas, no tienen

murallas, ni torreones, ni almenas, ni puertas. Y sufrimos

las devastaciones de nuestro corazón

sin defensa posible.

YEREBATAN SARAY

Mientras los autos corren por las calles

de la ciudad inmortal,

y el asfalto mojado refleja

sus luces, la Gran Cabeza

sueña en lo más profundo

de la cisterna.

Sueña que todo está

como cuando se recostó

a soñar.

Pero sabe

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347

la verdad, sabe

diferenciarla del sueño.

BORGES EN ÉFESO

Hay sabios que dicen

-en Alejandría, creo- que el mundo

es uno solo, y es el centro

de todo; y nosotros aquí, o un hombre

hiperbóreo, o sármata, no piensan

diferente ni son distintos a nosotros.

Que todos los dioses son los mismos.

Que todas las monedas valen lo mismo,

esto es, según su ley, claro, y que uno

puede ser automáticamente reemplazado

allí donde su señor no lo precise.

Pero el viento en Bactriana

tiene esa ciudadanía, el agua

asiria piensa en esos dioses,

los esclavos no pueden

intercambiar, sea como sea,

su corazón, entre ellos,

ni con los hombres libres,

y los mismísimos

cielos, no son siete?

Aunque quizás los números

sean sólo una invención,

porque el caos se encoge de hombros,

sonriente, él o ellos, como frente

a un niño que mueve las piezas

del tablero de juego.

Hoy han venido a buscarme los incendiarios.

Nunca vives una vida entera

sin cruzarte con ellos alguna vez.

Sé bien de sus disputas interiores,

sus traiciones, los espías del Déspota

que llevan en su organización:

Page 348: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

348

los engañé; les dije

que me esperaran, que yo iría con ellos.

Mientras ellos aguardan, y yo, quieto,

me quedo en mis recámaras, el loco

quemará a la Diosa por los cuatro costados

de su templo. Se perderán

esa ruindad. Cuando lleguen

sólo habrá un agujero donde antes

la santidad moraba.

MONUMENTOS DE AGRA

Mumtaz Mahal sueña

entre estanques de piedra:

sueña con sus días de niña

cuando no sospechaba todavía

que iba a ser reina, sueña

que juega entre estanques de piedra.

Su esposo la ve dormida,

querría saber por qué se sonríe

si está muerta, pero a la noche

tal vez entre a ese mundo, piensa.

Tal vez pueda entrar, si el amor

es una llave para eso, pero

a la noche no puede dormirse.

A la noche sólo piensa en las cerezas

que no comió al mediodía;

sólo piensa en Mumtaz como un deseo

no satisfecho: así nunca

se le abrirá la puerta que quiere.

La puerta hecha de hojas y ramas

con una dulce penumbra tras ella.

OTOGAR

a Alejandro Pïdello

Page 349: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

349

No me mira.

La mujer hermosa sabe

que estoy mirándola.

En el salón para familias

-el aile salonu-, fuma

pero no se atreve a mirar.

Sus ojos transparentes

reflejan el piso mugriento,

jamás se encontrarán con los míos,

me ha transportado al siglo

Diecinueve:

las mujeres son tontas muñequitas

jugando entre muebles tapizados

y paredes tapizadas, y a esto

se lo llamaba valores estables.

Ella tiene un pañuelo en la cabeza.

Si quiero seguirla por la calle

deberé hablarle desde atrás

para que no se asuste, me

lo han indicado así, sin

embargo, ¿qué voy

a decirle? mi turco es

muy limitado; ojalá

me entendiera y me dijera

su nombre –isim-,

“Fahtma”, “Dilek”, pero

sólo seré el vislumbre

de un mundo distinto

y lejanísimo.

Viajar es inútil,

es inútil.

EL ESCLAVO

Hoy seré decapitado por vislumbrar

un salón del harem, cuando

Page 350: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

350

una cortina se corrió. Por un

momento vi colgaduras, alfombras,

y lejos, entre las celosías, una mujer

de espaldas, en sombras, quizás sin velo,

encaminándose a otras salas.

Y me llamaron, y yo enseguida

obedecí; pero alguien

supo lo que había hecho, y el sultán

decidió, dicen, mi final

inapelablemente.

Ese gordo vicioso, imbécil,

de huevos colgantes y fláccidos,

cree que yo he empezado ahora,

que sin una oportunidad

jamás vería: que yo sólo veo

cuando él sabe que vi.

Pero esto empezó de antes,

antes de ver, antes de saber

que veía.

Me sostendré en el mundo. El sólo

matará su aburrimiento.

HIJO ÚNICO

De chico: un dibujo

en un libro. Ahora:

mirar por la ventana

y ver lo que se ve

como si fuera

un dibujo de ésos.

Y las cosas

empiezan a hablarte.

¿Cómo ocurre? ¿Qué

pasó en aquel tiempo

para que sea así?:

Page 351: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

351

las ramas

peladas, en abanicos

temblorosos.

Que te hablan.

30 DE MAYO DE 1453

Yo sigo. Jamás

dejará de ser mágico

el mundo. Los infieles

taparán esas imágenes

donde el oro refulgía a la luz

de las velas temblorosas;

sin embargo, no pueden

tapar el vaivén del mar,

el brillar de las doradas hojas

en este octubre.

Sus jefes les han mentido,

hoy no han conquistado nada.

BAJO DE SAN JULIÁN

Qué delicada la punta de flecha

tirada sobre la tierra

seca y polvorienta; que no dice

su edad, y apenas roza

lo inhabitado. Apenas

nos advierte que hubo hombres,

que pasaron (como siempre),

sin cambiar el paisaje, antes

bien, lo adoraron, lo quisieron

como era, y un día,

aceptaron irse.

OESTERHELD

Fundaste la historia de la destrucción

de nuestro mundo. La hiciste

posible. Pereciste en ella.

Page 352: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

352

Es verdad que ya no existe todo eso.

Es verdad que algunos sobrevivimos.

Es verdad que estás en otra parte

hablando de la maravilla

desaparecida.

LOS BÁRBAROS ESTÁN ADENTRO

a Isabel Suárez

Pero ya no hay sultanes.

Occidente quiere democracia

en medio de las viejas mezquitas,

de las viejas basílicas, de los viejos

templos jónicos. Quiere

y seguirá queriendo, exigiendo

lo que quiere.

Y el pueblo recibirá esos regalos:

la igualdad, la libertad,

los mercados, el salario,

las hamburgueserías, las

palabras que las nombran.

Pero no la fraternidad, porque

la fraternidad no se regala.

Y por el obsequio le seguirán

exigiendo: que mate

su tiempo, que cambie

su música, que diga

lo que ellos quieren oír.

Y lo tendrán bien merecido,

porque estas cosas no se

aceptan como gracia. En verdad,

nadie las ha aceptado. Sólo

unos pocos. Los menos.

Se envilecen los que quisieron

dirigir a los pobres. Mejor.

Page 353: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

353

Así los barrerán, y no podrán

creerlo, ellos que tantas cosas

han creído.

CANAL DE BEAGLE

Tan bella ahora,

tan bella bajo la nieve.

En lo real y en lo imaginado.

En el mar y en la tierra.

En los animales del mar

y en los animales de la tierra.

En el suave viento del mar

y en la dulce humedad de la tierra,

entre los árboles; en el sol

que besa el mar, débil;

en el sol que no llega a besar

la tierra, que el bosque

cubre.

Yo estoy sentado aquí, los pies

tocando el mar, los ojos

tocando el viento. El alma

queriendo entrar al bosque,

queriendo irse

por el mar.

EL BÁRBARO REGRESA

Adiós, Bizancio. Tu riqueza

se ha vuelto pobreza. Es linda, pero

tengo allá mis hermanos,

si es por eso, y a mí mismo. Gracias.

Además, tardarás

en comprender que fuiste invadida,

destruida, repartida. Como

una familia venida a menos.

Page 354: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

354

Paseo por calles con ventanas

cerradas para no verme pasar.

Cuando me encuentro a alguien

finge no ver mi indumentaria

de bárbaro, mi mugre,

la sangre seca sobre mi piel.

Me espera el mar, la estepa,

todo lo que no sos.

NO DEJAREMOS RUINAS

No dejaremos ruinas.

Los terremotos

no cubrirán nuestras ciudades,

las preservaremos. El mar

no subirá ni bajará.

Si hubiera, eventualmente,

que mudarse, se harán

las operaciones inmobiliarias

correspondientes para

que no quede piedra

sobre piedra.

Todo papel que hable

del viejo sitio se romperá,

se pudrirá, se mezclará

indiscernible con la tierra.

Los diskettes no serán operables

si hablan de ese lugar.

Pero no habrá ruinas.

ESPAÑOLES EN ASIA

He pedido mi sis kebab en turco

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355

en el boliche, y me siento ciudadano

ya del mundo, pero en este momento

justo ocurre que entran

los españoles, ocupan una mesa

cotorreando como pelícanos, hacen

ruido con las sillas y las mujeres

se abalanzan a los mostradores

para señalar la comida, ya que

no pueden decir que desean

est plato, este otro plato; “y eso,

qué será eso? parecen natillas”.

Los miro y me deprimo. ¿Cómo

podría leerles mis poemas? Jamás

los entenderían. Mi chamuyo

es para ellos como una

lengua del Asia central. Y tienen

las editoriales, los críticos; yo sólo

soy un bárbaro. Y no es posible

soñar con una lengua común. Pasó

el tiempo, ya, y todo es muy

distinto. Una lengua, de por sí,

ya es una quimera, y parece

que ya no queda bien buscarlas,

ni volar en ellas, no? Rubén

Darío llora sobre un diario

que habla del Galatasaray. Yo,

termino mi comida en silencio.

No podemos robarlos, sólo

deformar lo que dicen, cambiarles

los sentidos (“Natillas”, bah).

Pago. Me levanto. Paso

al lado de su mesa. les digo:

“buen provecho”.

“Gracias” me contestan.

LOS ICONÓDULOS

Page 356: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

356

Crecieron durante la guerra, el miedo

llegó a ser parte de ellos, a tal punto

que ignoran que lo tienen.

Todo fervor se olvidó; se parece

demasiado a la iconoclasia.

El emperador los ve burlarse

del fervor, y sonríe. “Están

muertos de miedo”, piensa,

pero, lógicamente,

no se los dice. Razones

de estado se lo impiden.

Ellos quieren estar, no importa

a qué precio. Ellos

no quieren morir; ser

esclavos, pero no morir:

pensar no es peligroso

si justifica su forma de ser.

Su forma de ser

es denunciar a los iconoclastas,

ocupar el espacio

que deja el detenido

para calentarse un poquito

al sol.

NAVEGANDO HACIA BIZANCIO

Supongo que vamos a llegar

a Kartal a las cuatro de la tarde.

Las gotitas del mar de Mármara

salpican la ventana del ferry.

Cómo estar adentro del auto.

Cómo estar en cubierta (hace frío).

He cruzado el Estrecho

de Magallanes, he cruzado

muchos estrechos en mi vida.

Sé que dónde ahora voy

Page 357: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

357

ya no hay emperatrices.

Éste es el mar con el que Yeats soñó

mirando marchitarse la belleza

y nacer otra nueva. Éste es el mar

que olfateaba Nazim desde su celda

soñando con esa belleza que nacía.

Yo navego hacia allí, pero ya he estado

antes. No buscaré misterios ahora,

sólo un hotel. Sé que las hordas

volverán a reunirse. Que la tierra

seguirá girando alrededor de nosotros.

ESTE LIBRO

Aquí hay disfraces

pero no símbolos.

Las cosas que parecen sagradas

son sagradas. Las antiguas

son antiguas.

Yo también soy lo suficientemente

real, ¿quién

de los dos, lector,

es el hitita?

EL DUQUE DE NAXOS MASCULLA LA TRAICIÓN DE SUS

AMIGOS

Cristianos. No infieles.

Y ahora

me critican

por rendir vasallaje

al sultán.

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358

Cómo los empalaría.

Hay tipos

que con tal de no reconocer

que la causa de la derrota

son ellos,

prefieren pensar, y hacer

pensar que la causa

la tiene la causa.

ESTÁS EN LO QUE CAYÓ

Por más que alegues, grites,

por más que tu protesta intente

llegar a un cielo que también cayó,

estás ahí, insepulto.

Entre las ruinas. Ellas

te harán creer la muerte

de tu mundo. Pero vos

sos la ruina. Ellas se adaptan

a las ideas de los nuevos.

Pero son piedra, nada

más, che. Basta.

CANAL DE BEAGLE (II)

Bueno, es así

aunque no puedas

creerlo: América

se ha terminado.

Page 359: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

359

LIRA DE CINCUENTA AÑOS

El mundo se ha vuelto demasiado

ancho, para guardar mi inútil

corazón, demasiado vigoroso

para una causa sin destino:

entre los torpes refinamientos

que tientan a los nuevos ricos,

vaga él, como un desesperado

sabueso en un departamento;

llenando la soledad con el ruido

de sus uñas nacidas para la tierra,

que en el parquet desgranan un golpeteo

ridículo como su jadear ansioso.

La caza que olfatea está en algún lugar

de la global aldea, pero cómo

salir de la prisión de su angustia

a recorrer los campos juveniles

donde era lícito que anduviera corriendo:

ha conocido, ha envejecido, tendría

que echarse al sol que penetra por los vidrios

y no lo hace. Por un pobre paseo

de la traílla, permite que, loco,

lo encuentren los que tienen el poder

de juzgar lo que hace. Corazón,

es mejor abatirse.

CONSPIRADORES

Odio a los conspiradores, que en los pasillos

del palacio del César, hablan

y critican a sus rivales, con propósitos

definidos de sacar rédito

de ello.

Page 360: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

360

Sería bello si se detuvieran

en lo gratuito de las críticas:

en la constatación

científica del hecho

denigrante. Es un arte

eso.

Desgraciadamente, no es así,

y su poder de observación, aunque

notable, tiene fines; coincidir

con ellos me resulta

antipático:

al inclinarnos

a la verdad asombrosamente

hallada, le arrimamos agua

a sus torpes molinos

de vacío.

TODO ICONÓDULO ES UN ICONOCLASTA

Toda la vida –mi vida-

cuidé de actuar en el palacio

como si fuera una cuestión pública,

temeroso de caer en el ridículo

antes que cualquier cosa.

Labrando, por así decirlo,

mi propia imagen.

Y ahora la destruyo, enamorado

de otra imagen.

REGRESO

He escuchado las voces, pero ahora

que regreso, quién irá a creerme?

Todo parece un sueño para el que

no miró los milagros con sus ojos:

Page 361: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

361

los pueblos renaciendo de las ruinas,

las luchas retomadas, las posibles

victorias, que aquí han dado

por imposibles una y otra vez;

pero todo eso existe. Y aunque

mi palabra sea la de un viajero

pobre, sin posibilidades

de probar lo que dice, todo,

todo es verdad.

CEMENTERIO ISLÁMICO

a Gustavo Latini

Los nómades descansan

entre las mismas flores

que cubrían, que cubrirán

la pradera que amaban tanto.

Sí, camino entre los muertos,

¿qué tiene? Hay sombra aquí,

el camino es más corto. No será

para siempre,

fuera me esperan, tengo

trabajo para hacer.

EL NEGOCIO EN RUINAS

En medio de las agencias de viaje

y de las heladerías de Divanyolu,

con sus vidrieras tapadas por el polvo

y sus marcos donde florecen las telarañas,

cerrado como una tumba, aparece,

cada vez que camino hacia el Bazar.

Está en ruinas, en medio

de la ciudad sagrada, que una vez

fue una ruina. Que hoy, es

una ciudad cualquiera –no hay tal

Page 362: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

362

cosa- que, como todos, trata

de levantar su rostro al sol.

Es una ruina verdadera, no como

las otras, en medio

de gente verdadera.

NUBES

¿Cómo es posible que las nubes

sean cultura? Y son.

Tienen estilos diferentes.

No se dan de la misma manera

en un país que en otro.

Nuestros ojos pueden encaramarse

en las diferencias, tejer

vagas ansiedades sobre ellas; sacar

conclusiones políticas.

RÍO PINTURAS

El hombre que se sentó

en el fondo del valle

a tocar su pequeña flauta

espantó a los pajaritos

que habían venido a posarse

en sus hombros. Ellos

no eran novedad para él,

acostumbrado a esos

lugares, donde nunca hubo

nadie; en cambio precisaba

la música, por la angustia

profunda que lo llenaba.

Sopló en las cañas. El pequeño

sistema de signos hubiera

podido entresacarse de esos

pocos elementos; con muy poco

él hablaba de mucho. Eso

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363

era lo que quería, justamente.

No por nada los pájaros huían.

La música evocaba cosas

que pasarían dentro de mil años.

Él sabía; sabía que no había

que intentar comprenderlas, sólo

tocar la música, calmar

el alma, y continuar

andando. Y en la tierra

ningún rastro quedó de este suceso.

ARTE ANTIGUO

a Susana Valenti

En la plaza del pueblo, el músico

tocará lo que ya se conoce. No

es, realmente, que se lo

conozca, sino que al escuchar

uno parece acordarse de algo

que ya sabía desde hace mucho.

En la plaza del pueblo, el músico

prepara la estafa sublime.

Los niños recordarán

su muerte. Los que

pudieron ser amantes

el amor que no existirá.

Él podrá enardecerlos,

apaciguarlos. pero nada

les hará que no estuviera,

antes, en su alma.

BIZANCIO, HOY ESTAMBUL

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364

Frente a la ciudad santa

está la ciudad profana.

El mundo moderno

ha construido puentes.

FINALIZAN LOS POEMAS

Paseando por las suaves colinas

llenas de árboles recién plantados

que serán mañana los bosques

de los dioses, se siente

el olor a humo. El dulce

olor a ahumado que viene

de las chozas, que anuncia

la estación donde las armas

se guardan y se preparan.

El otoño hitita comienza.

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365

HISTORIA MORAL

(2004)

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366

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367

HISTORIA MORAL

Ella tenía un pelo digno del tango

“Sur”, estrofa primera, tercer verso.

Tenía también una sonrisa digna

de un poema aún no escrito.

Una noche, por razones que no vienen

ahora al caso, me abrazó.

Yo le pedí que me besara.

Ella me besó. Pocas mujeres

son capaces de dar a un hombre

simple y sencillamente, lo que éste les pide.

Fue un beso intenso, largo,

iluminado. Fue en la mejilla.

Pero eso no es lo importante

de este poema. Ella esa noche terminó,

según entiendo, tirada en la cama

de un hotel, en la pieza con otro hombre,

totalmente vestida, con los zapatos

aferrados a su mano derecha

a la altura de su vientre, y así durmió

hasta la mitad de la mañana.

Pero no es lo importante, eso,

en este poema, tampoco. Lo que yo

descubrí esa noche, y hoy quiero

decirle a ustedes, es: que ella,

quisiera o no quisiera, se diera

cuenta o no, sería en la vida

esplendorosamente feliz.

UN CRÍTICO

a Alejandro Schmidt

Era extraño

verle establecer vínculos

entre unos y otros. Defender

la única virtud de un villano,

Page 368: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

368

y cuando hablaba de los buenos

era evidente que no eran buenos para él

sino servían para unirse

con otros. Agrupaba

extrayendo el sentido de todos,

sintetizaba. de lo mejor

de cada uno, aunque fuera poco,

lograba un envión poderoso

y lo regalaba para que todos

lo usáramos.

Claro que los sujetos

en cuestión no se sentían

muy halagados. Faltaba,

para ellos, el elogio

suficientemente individual,

sólo servían, según este tarado,

para algo! Pero él

insistía. Posiblemente

no era llevarse bien

su principal propósito.

RELACIÓN

a Gary Vila Ortiz

Todas las noches de calor

cuando vuelvo a mi casa,

él está perfumando.

Hace cincuenta años lo plantó

en la vereda un hombre

que ya ha muerto.

Es una especie árabe, asiática

en todo caso; sus hojas enormes

parecen servilletas verdes.

Lo que aroma son sus flores

pequeñísimas.

No puedo dejar de pensar

en aquel hombre.

Él lo plantó, y no sabía

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369

que el árbol lo iba a sobrevivir.

Pudo ser al revés. No importaba.

Nada de eso tenía que ver

en su relación.

FELIPE ALDANA SUBE AL ALTILLO A ESCRIBIR POEMAS

Con su espalda ya cansada aunque todavía es joven

con la nariz tapada por la alergia

mirando en dirección a las nubes que no ve

y el futuro que sí ve, Felipe

Aldana sube la escalera de hierro

que desde el patio trasero de su casa

lo conduce al altillo donde escribe.

Techos hay, chimeneas que si las viera

lo inspirarían; pero el futuro sólo ve.

Con la gente él parece vivir en otro tiempo.

Sus amigos son los que apenas atisban

por la puerta del tiempo, desde donde

le habla. Y el kitch de esta ciudad,

sin embargo, no intuye. Él ve levantamientos,

rebeliones, días de gloria. Esos días, precisamente

serán el origen del mal gusto, organizado

para olvidarlos; y su recuerdo, el cebo

para volver a ellos no será. Lo necesario,

Felipe, traerá otra vez los días.

No es de lo continuado tu profecía; yerra

y acierta, según el año, como en la vida

pasa. Es tu mirada la que no ve,

la que enhebra deseos, tuyos y nuestros,

dándonos el futuro que escribís.

LOS CACHORROS SE HACEN GRANDES EN LA PLAYA

a Adrián Bussolini

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370

“Parece enfermo” decía la señora,

mirándolo dormir sobre la arena,

temblando ligeramente, la pancita

un poco hinchada. “No lo toques,

parece enfermo.”

En la costa, en cambio, un perro blanco

corría servil, babosamente,

a buscar un ridículo palo

que su amo le tiraba al agua.

El perrito entreabrió los ojos

y se incorporé en parte, mirando

al estúpido perro blanco. Luego

se paró y se fue trotando

hacia el lado opuesto. Allí

se quedó mordisqueando

algunos yuyos, hurgando la arena.

El blanco lo vio. Se le vino

al humo. Probablemente

sólo lo quería oler. Pero el perrito

le ladró furiosamente

con su ladrido de cachorro,

quebrado por la necesidad y el hambre,

y lo asustó. El servil

volvió junto a su amo en busca

de protección.

El perrito no estaba enfermo.

estaba solo, pero tenía

como una conciencia.

DOS POEMAS CATAMARQUEÑOS

CARPETAS BAJO LA LLUVIA

Carpetas bajo la lluvia

“gomitas” para el pelo

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371

ensartadas en un poste, cubriéndolo,

y el nombre, su nombre, tapado

completamente de pañuelos

cintas trozos de tela papeles

de color. En el monolito

originariamente había sólo una placa

que, sobria en el dolor, la familia

había colocado.

Ahora hay decenas, agradeciendo

“favores recibidos”, como si María

Soledad Morales fuera una santa

que realizara milagros. Y cada

minuto llega o se va un coche,

la gente no la deja sola

ni un minuto, a pesar de la lluvia.

Las carpetas, con sus tapas negras,

sus tapas de plástico, con la cara

del ratón Mickey o Superman,

con sus hojas donde ciertos conocimientos

se anotaron casi sin saber,

se mojan bajo la llovizna

persistente como esta memoria.

¿Cómo se llegó a la santidad? Por el crimen,

claro. Ella fue la víctima

de una serie de ideas acerca del placer,

el éxito, la ‘viveza’ –el hombre que dice

de una mujer: “me la cogí anoche”,

como si fuera un objeto, y como si

ese objeto no tuviera alma-. Ella

tampoco tenía en sus carpetas

ninguna explicación: no le habían

explicado quién era. Esa violencia

que se ejercía sobre las hijas del pueblo,

era la misma que se ejercía

sobre ella. Pero, quizás, no lo parecía.

Quizás le habían enseñado

que no lo pareciera.

Y ella era, sin embargo, igual

que esas ‘chinitas’, pasto

de esos caballos, porque

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372

mujer, frente a esos hombres,

no tenía derechos: era,

en su belleza, nada más que una

prueba, entre otras, del poder

de algunos jóvenes, para los que

el placer tampoco, creo, tenía valor

en sí mismo; apenas también

una probanza de lo que para ellos

era ser poderoso: ser impune.

ÉSTA ES TODA LA IDEOLOGÍA

DE ESTOS NUEVOS RICOS, llamados

a salvar a Catamarca de la quietud

pre-capitalista.

Olvidar. Olvidarse

de ser negrito, lento. De dormir

la siesta: ellos tampoco

sabían bien lo que eran,

ni en la escuela

se lo habían dicho. Pero

sabían lo que era usarla,

era poder: se estaban adaptando,

y en los papeles que les tocaría

jugar, ella perdía. Listo.

¿Se atrevería acaso ella

a decir ‘no’? ¿Se atrevería

a decir ‘esta música

está muy fuerte’?

¿Podía decir, acaso, ‘esta música

aturde y nada dice, sólo expresa

el estupor y la misma impotencia

de no poder sustraerse a ella’?

¿Podía María Soledad decir

‘hablemos, y así sabré yo

como sos, como son tus sentimientos’?

No podía. No es una libertad

que esta democracia permita.

Ella sólo podía

estar ahí, y esperar su suerte,

como cualquier pobre del mundo.

La tuvo. Por ella murió.

Ahora sabemos que está

Page 373: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

373

más allá de las causas

que la destruyeron.

Y por eso hay algunos que esperan.

Esperan que ella, desde allá,

desde dondequiera

que ella esté, los ayude.

Tienen razón. Ayudanos, María Soledad.

Ayudanos a rebelarnos de nuevo.

Que esta vez sea con humildad.

Que esta vez no querramos dirigir

a los que saben más que nosotros.

Que esta vez sepamos respetar

lo que en vos no se respetaba.

Que podamos pararnos y decir:

“Que a los jóvenes no se les diga

lo que tienen que tomar

lo que tienen que bailar

ni de que manera tienen que pensar

para no ser lo que son. Que

les digamos lo que son.”

María Soledad, regresá de la inconsciencia

a destruir nuestra inconsciencia.

Borrá la lluvia como si fueras

fresco viento del sur, que nadie sabe

cuando sopla. Las carpetas

están intactas, su saber

está ahí, entre los renglones,

esperando.

FELLINI EN LAS ESTANCIAS

La cumbia suena desesperadamente, pero nadie va.

El pequeño parque de diversiones

yergue su rueda gigante,

pequeña,

su calesita, sus quioscos

donde patos miserables

pasarían impasibles

para que los parroquianos erraran el tiro.

Y el acordeón suena entre los cerros

Page 374: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

374

que cobijan las almas diaguitas,

mientras los dos dueños discuten

con tonada tucumana,

por qué nadie viene al parque

si ellos están muriéndose de hambre

si están perdiendo su capital

porque la élite prefiere andar a caballo

o quedarse viendo televisión

en sus casas, tan limpias.

Es que un parque de diversiones

es muy de los años Cincuenta:

Gelsomina caminando entre los quioscos

entre las adivinas del futuro,

porque a la gente, entonces, el futuro

le importaba.

Hoy la emoción de la Rueda es poco

frente a lo que prometen los champús.

Así que la cumbia suena

infructuosamente

resonando en los cerros

en el atardecer,

inútil como el alma de los indios

secretamente enterrados.

Así se vuelve dulce

esa música.

EL INTENDENTE DEL PROCESO DERRIBÓ

LAS PALMERAS DEL BULEVAR 27 DE FEBRERO

a Ana María y Víctor

Al olvido tu nombre. No te dieron

un bosque, al repartir

el botín. Como feudatario

de los usurpadores, te tocó

esta pobre ciudad. Y no bastaba,

al parecer, con lo habitual. Había

Page 375: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

375

que exhibir, en el arbitrio,

que el deseo de destruir

era impune.

Tener poder también sobre el paisaje

sobre el recuerdo de miles de seres

puestos a contemplar la violación

de su memoria.

Era preciso que supieran

lo que valía su memoria.

Cómo tardan, ahora,

en crecer esos árboles;

enviciaste a la gente, sólo

necesitaban tu maldad para olvidar.

Los que han nacido ahora

ya no tienen fe

en la sombra de los veranos,

en el canto de las palmeras

en el viento. Creo que no saben

lo que es un árbol. Necesitaremos

muchos años para tener sabido

lo que antes estaba como dado

por Dios. Quizás por eso

lo perdimos.

FEBRERO EN ROSARIO

a Armando Raúl Santillán

I

Lo que queda de la ciudad

al regresar del verano

es esto: una luz demasiado

fuerte para cualquier

atardecer, una ansiedad

que no podrá ya perderse

en los lejanos horizontes, y una

tristeza por los hechos

que recién empezarán a ocurrir

Page 376: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

376

dentro de varias semanas.

Que serán implacables

en su ocurrir, como esas

monedas que caen bajo la cama

sin importarles si estamos

mal de la columna.

II

Aquí el amor gira loco por la ciudad

sin destino aparente

como una epidemia de cólera

fracasada.

Yo lo miro dar vueltas

me angustia su desesperación

no es posible calmarlo

invitarlo a esperar.

Me hace acordar ciertas cosas

la plenitud de algunos veranos

en el río, en el carnaval,

y yo me despierto también

en medio del calor

de las siete de la tarde.

No es posible consolarse

con moralinas estúpidas.

Así es la cosa y no hay remedio.

SUEÑO CON VOS Y CON FAT FERNÁNDEZ

a los Luisetti

Porque había una gran negrura, pero

de repente yo estaba con vos

en medio del pequeño anfiteatro

del Parque España. Había

un escenario y en él estaba

el gordo Fat Fernández y sus músicos

Page 377: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

377

y nosotros bailábamos en el centro

atravesando los espectadores fantasmas.

Y mientras el Gordo fraseaba ‘Grisel’

con su ternura áspera

vos tenías apoyada tu cabeza

sobre mí, y girábamos, y yo miraba

el cielo increíblemente claro de la noche,

y las estrellas que a pesar de eso se veían,

y en esa claridad los edificios grandes

parecían totalmente mágicos,

mucho más que los fantasmas, por ejemplo,

y que los barcos que pasaban por el río.

Éramos indescriptiblemente felices;

como sólo se lo puede ser de chico

al descubir algo por primera vez,

qué sé yo, que uno está vivo, por ejemplo,

pero la música se prolongaba tanto

pero tanto, parecía que iba a concluir

y recomenzaba, desesperada;

tuvimos que mirarnos, hablar,

dijimos de ir a tomar algo, salimos

entre la gente translúcida, como obligados

a movernos, y cuando ya estábamos

caminando entre los árboles del parque,

empezamos a comentar

lo terriblemente larga

que era esa versión

del tema.

MIRANDO A LOS JÓVENES

a Víctor Bertot

Por su forma de ser, por la forma

de ser de la juventud, ellos

no ven que los estoy mirando.

Ellos no necesitan verlo, y así

está todo bien, y yo puedo

Page 378: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

378

dedicarme a mi actividad:

los imagino

de mi edad, pasando

por las cosas que nosotros

pasamos: la fraternal

lucha en las calles,

el desastre, el Proceso;

¿cuál iría a la muerte?

Y se salvó.

¿Cuál sería un traidor?

Y se salvó.

Se salvaron por nacer muchos años

después. Pero qué saben

ellos, mientras repiten

viejos errores

y viejos heroísmos.

Yo me sonrío; miro

sus destinos posibles

girando en torno a sus cabezas

como satélites enloquecidos.

RÍOS

a los Censabella (todos)

¿Qué podría decir yo del río?

Cuando era chico

me creía que todas las ciudades

tenían un río.

Después fui aprendiendo:

en Córdoba hay arroyos

en Buenos Aires y en Montevideo

es tan grande

que no tiene gracia.

En Santa Fe

el río es una laguna

cuando se llega al verdadero río

Page 379: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

379

hay una balsa.

Yo vivía a dos cuadras del río.

Mis amigos pescaban en el muelle

sobre el río.

(Yo no pescaba, me parecía

digamos, demasiado práctico).

El 31 de diciembre

las que anunciaban el Año Nuevo

eran las sirenas de los barcos

anclados en el río.

El río fue

la Arenera, y a veces

la Florida. La gloria

del amor, así,

sencilla.

Me gustaba –y me gusta-

ir a la isla: para ver

la ciudad del otro lado.

Sé que es desmesurado.

Provoca inundaciones

en Cortada El Mangrullo.

Nos salió desprolijo,

es verdad, pero

en fin, ya está

y hay que quererlo.

OFERTAS

Por el mismo precio una tarde de lluvia

incorpora confidencias con derecho

a participar en sorteos de nubes,

barrancas bajas, viajes al baldío

de al lado de alguna infancia:

corte sin provocar

hemorragias, la piel

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380

que se acaricia en el sueño

solamente, y llene

de signos la calle nueva

donde nadie ha vivido todavía,

que viene adjunta.

Deposite su final

en el buzón que a la salida

vigila no volver

atrás en el tiempo: ame,

si puede, pero no es

indispensable para entrar.

Ya verá cómo muere.

ALUMNO DE GUITARRA

El maestro mira irónico al niño.

Otra vez no ha estudiado. Prefiere

leer. Novelas de espías

o piratas. En lugar de agarrar

la viola. Cómo es posible.

Su indignación se modera,

delicada, pero a veces

por otro lado, estalla: “La cámara

de televisión los toma... punteando

cuatro notas en la guitarra, como

si fueran virtuosos... yo no sé...

(por Los Chalchaleros).

Nada de eso conmueve al niño.

A él también le gustaría

que lo escucharan, más que nada,

cantar. El instrumento

parece demasiado abstracto

sin la voz. Y él quiere

a su voz, a su desafinada

voz. Para salvar su propio

Page 381: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

381

decir, sí estudiaría.

Pero así, prepararse

para un difícil futuro? Ah,

no, si él morirá a los veinte

como un héroe.

El maestro lo mira. Ya no hay

ironía en sus ojos. “Quizás

sea cierto”, piensa. “Inútil

puede ser, para él, este trabajo.

Su ansiedad es muy grande.

No esperará. Es posible,

en efecto, que lo maten,

terriblemente rápido.”

LA SOLUCIÓN SON LOS VIAJES ESPACIALES

Vi una foto de Marte.

Qué descuidado que está todo.

Los cascotes naranjas.

Vi los cascotes

naranjas, qué vergüenza.

Así no vamos. Y hace falta,

con todo, ir. Cohetes

que no exploten,

o teleportaciones.

¿Cómo es posible

que no hayan puesto un árbol,

un miserable árbol

en la foto?

LA ÚLTIMA DE ABRIL

Mis recursos para enamorar

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382

están basados en cosas

ya desaparecidas: ¿cómo

decir, por ejemplo, el viento

de mil novecientos

sesenta y cuatro?

¿Cómo contarte

la belleza de los lugares

de las personas

que ya no existen?

Hacer literatura

no logrará tu corazón,

lo sé. Si algo he aprendido.

Tomá, tomá esto:

tu imagen

en mí, que también

morirá conmigo.

HAY RECUERDOS QUE UNO NO SABE POR QUÉ LE VIENEN

a Dora y Rafael Ielpi

a Mario Borgonovo

Esa noche

de Carnaval

en Newell’s

Grande

Castelli toca

‘Evelyn’

y la gente

de tan hermoso

que le sale,

se olvida

de bailar

para escucharlo.

CANCIÓN DE OTOÑO EN OTOÑO

Page 383: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

383

a Humberto Lobbosco

El cielo azul azul.

Nubes que pasan

al costado de la ciudad

como el tren, antes.

Mi corazón no sabe nada.

CANCIÓN DE INVIERNO SOLAMENTE

a Jorgelina Paladini

Estoy harto del fóbal.

En el bar

todos miran el partido.

Sólo yo

veo las frías luces

de neón, que en la calle

hacen más frío el frío

de la noche.

¿No se da cuenta

la gente?

PUERTO BOCA, GUALEGUAYCHÚ

El río

caminando tan lento

parece un lago.

Aunque es verano

caen las hojas

con la seca, y parece

que fuera otoño.

Sólo el final del ocio, pero

es como si de la muerte

de la belleza se tratara,

para el que mira

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384

y ya se vuelve.

OTRA SANTA

Consultaste adivinas

y horóscopos. Boletos

de colectivos, sueños.

Fallaron los arúspices

y por eso

confiada te entregaste

a las canciones.

Y en ellas prometías

la confianza y el amor.

Los inocentes te reconocieron

como a su igual: hay otro

mundo en éste, alguien

tiene que hablar

de él. Sostener

las ilusiones necesarias.

Como un caballo ciego

el ómnibus

donde vas, nada sabe.

Empezás a mirar

las casas y las calles

y el campo y el caer

de la noche en el campo.

Caen las dos, entre suspiros.

Te tirás a dormir

en el asiento delantero,

y ya cruzás los puentes

y ya estás

del otro lado,

Gilda.

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385

CURRICULUM VITAE DEL POETA EDUARDO D’ANNA,

ARGENTINO, ESTUDIANTE, SOLTERO, QUINCE AÑOS

Nació y reside en Rosario.

Estudia inglés y francés; viajó

(con sus padres) al campo. También

a las Sierras, y una vez al Uruguay.

Actualmente aprovecha toda

oportunidad para compararse

con el que era en la infancia, y si

compensa haber dejado

de oír hablar a los árboles

en el invierno, en el viento, a veces,

con el nacimiento del amor.

No tiene novela escrita

porque le salió muy corta.

ESTÁN PINTANDO LA CASA

Protestas y demoras,

consecuencias del caos

doméstico.

Yo siento ante el desorden

una alegría secreta.

NUESTRO AMIGO SE SALVA DEL INFARTO

Al principio, la conversación

tiene un tono convencionalmente serio.

Después, como conjuro, los chistes

acusan nuestro miedo. Alguien

imagina a la Muerte, con su túnica

acercándose a nuestro amigo.

Imaginamos el diálogo, absurdo,

como todas las empresas que se gestan

hoy. Reímos, con todas nuestras fuerzas,

porque a pesar de todo, de todas las miserias

Page 386: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

386

todavía podemos

hablar con nuestro amigo de la muerte.

A UN POETA QUE ME PLAGIÓ

¿Nunca podré encontrarte,

nunca podré llegar

hasta el fondo de tu corazón

para saber qué te gustó,

qué afinidad secreta

te llevó a preferir mis palabras

a las tuyas?

A UN POETA QUE DEJÓ DE ESCRIBIR

Entiendo perfectamente.

Pero ¿de qué

vas a vivir ahora? Esa

mentira te llevó

a la verdad, y acá estamos, qué

joda ahora, qué camino

al Dorado te va a dejar

-ahora- soñar con él?

¿No hace falta? ¿Con que los otros

sueñen, está bien? ¿Renunciaste

al control, nada más, lo demás

sigue?

No, no. No es eso.

Renunciaste a algo más. Y

nunca

vas a poder decírnoslo.

Y de eso se trata.

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387

EL ESPLENDOR DEL TEXTO

Se niega ella

a nombrar, tiene

miedo que la mentira

la angustie.

¡Es que es mentira

tanto! Y agregar

más no quiere. Y

no nombra.

Y le parece dulce

su miedo.

Que quien quiere morir

no se resista.

Y no resiste. Apenas

escribe. Sin mirar.

Nada más

que esperando.

Que el poema

en sus cruces

azarosos

la nombre.

A UN MINISTRO QUE ME PREGUNTÓ “QUÉ HACER

CON LOS POETAS”

Júntelos en una plaza,

contratando a varios arrieros

para evitar que se desparramen

por cervecerías y jardines.

Ponga compactadoras

en los cuatro extremos del predio,

y hágalas avanzar, lenta

pero inexorablemente

sobre esa masa humana,

antes de que reaccionen

Page 388: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

388

y contrataquen arrojando

libros de tirajes absurdos.

Aplástelos minuciosamente

hasta hacerlos completamente papilla,

sin que se pueda distinguir

órganos o gestos individuales.

Licúe la masa resultante

y rocíe

con ella

al pueblo.

SOÑANDO CON RÍOS

a Ricardo Herrera

Un hombre sueña

que el río se detiene.

Que el río, nada menos,

se detiene. Que parece

un lago, un mar.

Que se detiene. Y él,

llega hasta el río,

y lo mira.

Lo mira quieto, así,

lo mira y se sonríe.

Se sonríe un segundo.

Y se despierta.

CONÓCETE A TÍ MISMO

Éste no es un país tropical,

y las palmeras sufren.

Las plantaron sin pensar en el frío

del invierno, las plantaron

pensando en prestigios y políticas.

Page 389: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

389

Y ahora ellas parecen

monos temblando entre los hielos.

El problema con estos países

es que no saben bien

qué clase de países

son.

ANTIGUO VIAJE EN TREN

He dejado atrás tantas

estaciones, grises

y vacías, o llenas

de flores. Hermosas

por haber pasado antes

de poder contestar

los saludos

de la gente. Hermosas

por haber pasado

antes de saber nada

de la gente

que saludaba y se quedaba

mezclándose en mi mente

con las altas cicutas

y yerbales.

QUIÉN VIO NO OLVIDA

La ciudad los tenía en sus calles

como peces plateados

en un estanque mágico,

y la suerte echaba sus líneas,

los tocaba, y ellos

llamaban a eso muerte.

Pero antes de la muerte,

vivían.

Page 390: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

390

INTERRUPCIÓN

El domingo, las cosas

se callan y se quedan

esperando.

De la dulzura del silencio

no disfrutan, sin embargo.

Es ansiosa su espera.

Quieren que llegue el lunes,

que la gente

pase otra vez sin verlas

para seguir soñando.

CEMENTERIOS

ÚLTIMA VISITA CON MI MADRE

Es el lugar más antiguo del mundo. Más atrás

en el tiempo no hay nada de científico.

Las lápidas informan sobre ciertos

lugares nebulosos, ciertas fechas

de las que no hay confirmación.

Sólo la sangre puede ser interrogada.

Y ella contesta un día cualquier cosa

y cualquier cosa otro: las tormentas

eran distintas, sabían leer.

Quien ha viajado y buscado en remotos

parajes con esos nombres, regresó

decepcionado. No eran ésos

los de la historia de la sangre que, loca,

te dice lo que quiere, lo que se le ocurre:

nacieron, trabajaban, se morían de hambre;

extraño fue que quisieran quedarse.

Page 391: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

391

Fingimos que hay respuestas. Quizás

no sea la sangre, solamente sean

trazas de voluntad que nos sostienen

enfrente a los panteones, antes de huir.

Sí, queremos huir, salvo mi madre

que prepara el encuentro con sus muertos,

con mi padre. A ella ya no le importan

las respuestas. Pues sabe que sabrá

esas respuestas, y no podrá decirlas.

En el silencio que sigue ya se ostentan

reales los trigales, los grandes árboles

del pueblo, adónde ahora desviamos

la mirada. Hay que vivir, hay que ahondar

las distancias infinitas. Respuestas,

no traemos, y es posible que la próxima

vez, seamos menos.

SEPULTANDO A MI MADRE

Aquí dejo una carne inmóvil, inflexible,

casi como fue en vida; y sin embargo,

de qué extraño milagro, de qué caos

o subversión de lo ya conocido, espero

que me hable o me sonría, como

alguna vez, que no preciso?

¿Qué sostenías entre tus estrechadas

piernas: el mundo, que no se cayera?

¿Qué marcación de sendas

en el bosque, si las migas de pan,

en realidad, eran para los pájaros?

¿Y qué obstinado afán de transformar,

basada en la moral, lo que veías,

lo que era bello por poder mejorarse?

Pero no transformar: sostener.

Que lo real borbotara abajo

de la sublime tapa que ponías

igual que en la cocina tus menjunjes;

y que la sostuvieras en lo oscuro

Page 392: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

392

de las ráfagas que en la vida arrebatan

el alma, entre pasiones, que nunca

te sería dado conocer, realmente.

¿Y quién sostiene ahora, que tus manos

yacen fuera del sitio inescrutable,

ya no peligro para la caverna

de los placeres alguna vez oídos

y pronto desechados? Ah, madre,

no sé si sueño, pero te oigo ahora.

No sé si, muerta, se alteran tus parámetros.

Si tu vigilia se afloja o se renueva.

Pero como cuando era chico, persiguiéndome

siento tu voz. Aunque te deje aquí y no puedas

volver conmigo, siento, sí, tu voz.

Como siempre, insistente. Explicándome,

como se les explica a las criaturas,

que hay un mundo, que me

trajiste a él. Que sigue.

ESCENA DE WATTEAU

a Javier Adúriz

La gloria brilla sobre el pasto,

abandonada. Brilla con la luz

que la luna le presta, que a su vez

es prestada. Nada se mueve

en el parque sereno e íntimo,

salvo los amantes que se levantan

de esa cama de césped donde dejaron,

abandonada, a la gloria. Con suaves

pasos, bajo los grandes árboles,

atraviesan la fronda y llegan

a la vereda. Abren la puerta

del auto y suben. El auto

arranca y se pierde en la noche.

Page 393: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

393

EL MONUMENTO APARECE EN UNA FOTO

DE UN DIARIO ITALIANO

-Ed anche due cornetti,

prego. Jamás creí

que pudiera estar viendo

aquí en Roma, una foto

de este lugar exótico,

fantástico, irreal.

Recordándolo

como la tierra de antes,

el limbo, la morada

que después de nacer

no se recuerda.

ECHESORTU IN THE NIGHT

Noche, luces y gente.

Maravilloso que todos los domingos

sea así. Planeado, obvio.

Tan, tan mágico. Se teme

el momento del chasquido de los dedos

que nos hará desparecer.

EL SÁBADO EN CACHI

al Teuco

El Pato sabe. Hay que ir

no porque ya no trabaje la usina

y no haya luz eléctrica ni porque

se haya acabado el vino.

Hay que ir porque hay una fiesta

en la tierra. Él entra. No le cobran.

es la única persona rubia

Page 394: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

394

en la reunión. El célebre

cuarteto “Los del mar” toca,

a pedido, cumbias y zambas

y chacareras. Él sólo puede

mirar, claro. Hay una luna

llena. Hay un reflejo de ella

en el río que corre, indiferente,

al lado de la pista. No conoce

a nadie, pero en cierto momento,

rato después de estar, cuando tan sólo

un cana le ha preguntado: “¿usted

no es de aquí, no es cierto?”, y él

no ha respondido más que con una

mueca, en un instante que no

podría determinar exactamente

cuando fue, se ha sentido vivo.

Y feliz. Y rebosante de un infinito

cariño, hasta por los cables de la luz

que ahora no llevan nada

dentro; y pidiendo disculpas,

el pato D’Anna sale a la noche llena

de estrellas, con un acusi inmenso

en la boca. Y camina y camina

interminablemente por las cuatro calles

del pueblito, la cabeza agachada.

PORQUE NO HAGO PERFOMANCES

Disculpá que no te hable

como a una novia,

que no te seduzca

como sería previsible.

Que no ponga una voz

de FM, ni me cubra

con sábanas o máscaras.

Que no entrecorte

mis palabras, como bajo

Page 395: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

395

el peso de tensiones

profundas.

Algún ritmo, a lo mejor, sí,

algún recuerdo auténtico

que se cruza. Nada,

nada especial. Mi orgullo

o mi pudor no me permiten

más. Cuando te miento

te miento con las mismas palabras,

la misma boca, la misma mirada

con que te digo la verdad.

CUMPLEAÑOS EN UN BAR

Toda esta gente que no conozco,

que me rodea con su presencia,

con su conversación; ignora

que hoy cumplo años. Es por eso

que vine. Al bar, quiero decir,

no al mundo. Vine

por eso, ¿qué mayor

celebración, que pasar este día

sin adiciones especiales al hecho

simple, fantástico, casi obsceno

de haber vivido cincuenta y tres años?

Porque en este lugar no me conocen,

pero saben quién soy. No han tasado

mi vida, pero la han sentido

palpitar. Yo soy inmenso

para ellos, sin límite.

Soy la ciudad. Soy nadie.

AEROFAGIA

Le como el aliento.

Page 396: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

396

Ella pone su boca en mi boca

y yo le como el aliento.

Él es más palpable que su carne

es más excitante que sus manos

me transporta me frenetiza.

Porque no queda dentro

de mí porque impregnado

de mí sale a buscar

el aire que aun está

en los pulmones de ella,

invocando lazos antiguos.

Conseguirá que salga lo atraerá

lo hará convertir en palabras.

Hará que ella me hable.

EL DESAFÍO

a Jorge Rivelli

El rostro de Atila

brilla en el atardecer:

no refleja las espadas

ni los arneses. Brilla

con sus ojos.

Porque delante suyo,

delante de su caballo

y de sus soldados,

acaba de aparecer

una ciudad.

Para enfrentar.

Con menos armas,

sin sutilezas

de espíritu.

Con las manos,

se diría, vacías.

Page 397: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

397

Para enfrentar y cambiar.

Para alterar las reglas.

Las estúpidas reglas que rigen

las vidas de esos hombres.

Que no saben del viento

frío, en la inmensidad.

Que no sospechan

la intemperie. Pero

ahora, ¡ah! ya sabrán.

Sí, ahora sabrán.

EL AGENTE SECRETO X-9, A LA MUJER CON LA QUE ACABA DE

HACER EL AMOR APASIONADAMENTE

Puesto en esta tarea, advierto

que querer y conocer no son sino una

misma cosa. Que todo lo que hurgué,

amé. Creyendo cumplir

con burdos trabajos de espionaje.

Yo soy el que tenía que saber

medir tus protuberancias

la forma de mirarte

en el deseo tus concavidades

el punto de ebullición de tu axila

la sinceridad de tus movimientos

la velocidad de tu pudor.

Y ahora todo se ha incorporado

a mi pobre vida de siempre

y no podré salir de ella.

No deberé contar con el cheque

ése, ya, nunca más, pues no sabría

qué decir de tu vida. Salvo

que en ella están las claves

de la felicidad del mundo.

Y eso no se factura. Dame

tu cuerpo, amor, otra vez.

Page 398: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

398

ESCRITO EN UNA AGENDA EN EL CASILLERO DE UN DÍA

FERIADO

Este otoño es todos los otoños

y esta noche apenas fresca

es todas las noches de otoño

de mi vida. Y este poema

es todos los poemas que he escrito.

Todos los poemas que escribiré.

En la misma ciudad.

Con el mismo corazón.

FERIA AMERICANA

Busco en el Centro una calle olvidada,

con galerías donde ya no entra nadie,

y allá voy a venderme y a comprarme

en medio de los locales vacíos.

Transfigurado, mitad basura

y mitad útil, veo a los vivos

muertos, y a los muertos

veo esperando el ómnibus.

Y a los ómnibus, detenidos

los veo, esperando el regreso

de choferes que un otoño se fueron

y los dejaron ahí, entre las hojas.

No hay tal cosa llamada vida.

No hay tal cosa llamada muerte.

Hay injusticias, vientos, aromas,

gente que trata de ser

feliz, que se releva

dentro de un remolino

de instantes. Que se sabe

un instante. Después,

ya es otro precio.

Page 399: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

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DE VERDAD

Es un vivero, pero el hombre

lo llama bosque cuando va,

salta el alambrado y se mete.

Él no puede ir a un verdadero

bosque, así que camina

entre los eliotis, olfateando,

sintiendo el ruido de la pinocha

bajo sus pies. Pero tiene

que olvidar la regularidad

de las filas, las líneas rectas

que le recuerdan al dueño

mientras se bebe la filtrada luz

y procura escuchar un pájaro.

Y de repente, en medio

de esa farsa, cortando

el camino, ve un árbol.

Distinto. Un árbol

que ha crecido de verdad.

LA MAESTRA

Cuando era joven, y la ciudad

era un pueblo, supe tener una

novia que me exigía leerle

mis poemas. A veces se alegraba,

le parecían buenos. Otras veces

trataba de mejorarlos con tacto,

con insistencia leve pero precisa.

Pero yo no le hacía el menor caso.

Yo sabía que todo era un milagro

y lo aceptaba, pero ignoraba aún

que los milagros terminan. Que, incluso,

es raro que se repitan. Probablemente

pensaba que a todas las mujeres

Page 400: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

400

les gustaría corregir mis versos.

No fue la única creencia que debí

revisar más tarde, claro. Y tuve

que aprender a corregir los poemas

yo solo. Esa autoridad infrecuente

nadie más tuvo: infantil,

imperiosa, dulce; pronunciada

al servirse una gaseosa. Aconsejándome

sacar la palabra “mierda”.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA COPLA

I

Llueve por Pellegrini

llueve por Lavalle

llueve en todo Echesortu

llueve sobre estos papeles

estoy escribiendo coplas

qué raro un poeta moderno

no en el cerro en la ciudad

mientras llueve en un barrio

me está mojando la lluvia

entra a todos los recintos

moja lo serio y lo estúpido

cómo serán estas coplas

no tengo más referentes

que la lluvia, que no toma

partido. La gente sabe

y es por eso que se apura.

La apura la indiferencia

de la lluvia. Se acuerda

de lo que tiene que hacer.

¿Y qué tiene que hacer? Nada.

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401

No es el momento de coplas

con atroces octosílabos,

pero se imponen lo mismo.

No me dejan inventar

mis deseo de volver

a casa tranquilo

después de cruzar la calle

con algún traje de buzo.

Pero oigo que una chica,

o mejor una señora,

está diciéndole a la hija:

”vení, que hay que ver el agua”.

Si ella puede... Si lloviera

la lluvia su tiempo antiguo

como cuando esto era campo

tendrían sentido las coplas.

Porque así, inundandosé

la ciudad viaja en el río

y cuando quede varada

nadie sabrá dónde estuvo.

Y aunque no hay que ir a buscarte,

porque en el mismo embalsado

de la ciudad, nos movemos

sabremos que hemos viajado

si lo sabemos en coplas.

Es así. No sé por qué,

porque nadie me lo dice.

Pero por algo lo sé.

II

Soy el que sabe querer

pero no sabe vivir.

Querer vivir quise, bueno,

pero después no aprendí.

Cuántas veces de mañana

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402

a otro mundo quise ir,

pero no quise cambiarme

de mundo, y ya no me fui.

Y te vi cruzar las calle,

y supe en ese momento

por qué la ciudad crecía

bebiendo sangre del tiempo.

Sobre un semáforo roto

dicen que nació una flor

que de a ratos aromaba

y después de un rato no.

Que el amor hace esas cosas

siempre suele parecer.

Son cosas que nadie sabe

aunque quisiera saber.

III

La gente tala los árboles

sin que nadie se lo mande.

Basta con que broten solos

en el medio de la calle.

Hasta dicen que ellos mismos

buscan hacerse matar

creciendo abajo de un auto

a plena velocidad.

Pero la gente no quiere

darse cuenta. En su desdén

sólo al chocar con el tronco

recién entonces los ven.

Así se murieron cosas

en la ciudad, que vivían;

y por ellas sube el miedo

de los que no lo sabían.

Mejor saber esa muerte,

conocerla en su color,

Page 403: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

403

averiguando de paso

si es que es miedo o es dolor.

Cobrándose en nuestra carne,

que coma y que lo digiera.

Todos tienen que comer:

si es dolor, mejor que duela.

Y aunque puede que mañana

aprenda a ver y a mirar,

tantos muertos hubo ayer

que hoy no hago más que llorar.

IV

A las islas de este río

muchas he visto nacer.

Paridas en la corriente

con agua las bauticé.

Las calles no son el río,

como el río no es la vida.

Hay calles y bocacalles

donde el corazón vacila.

Pero la lluvia las cubre,

y tenemos que esperar

a ver cómo será todo,

como en el Monte Ararat.

¡Bandera de las catástrofes,

libertad de los naufragios!

Coplas que no iban a hacerse

si no me hubiera mojado.

RUBÉN DARÍO EN LA CHACRA

a Ana D’Anna

Me preguntás por qué en mis poemas

aparecen frases o títulos

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sacados de Darío, de Rubén Darío.

La razón es que

Rubén Darío era muy popular

en la generación de mi padre.

Era un poeta que se leía mucho,

y también se había leído

dos o tres generaciones antes.

Bueno, yo tenía un tío,

un hermano de mi padre,

que recitaba a Darío. Se sabía

de memoria los poemas, y los

recitaba. Esto ocurría cuando

íbamos de vacaciones a su chacra.

En esa época la gente no iba

a lugares turísticos; los ricos

iban a lugares turísticos, pero la gente

iba al campo. Los pequeños burgueses

de Rosario tenían todos a su padre,

o sus hermanos, en el campo. Y mi tío,

efectivamente, vivía en el campo,

en una chacra que quedaba en el norte

de la provincia de Buenos Aires. Bueno,

íbamos ahí, y al caer

la noche, ellos tomaban

mate dulce y miraban los montes

por el lado en que el sol

se iba poniendo.

Y conversaban. De la familia,

de política, pero siempre

los comentarios terminaban coronados

de citas, de autoridades,

con tono grave, y eso

los llevaba a recordar autores, y caían

fatalmente en Darío.

Y mi tío era inducido –con gran

facilidad, por supuesto- a recitar

“Los motivos del lobo”: él empezaba,

y mi prima y yo, inmediatamente

dejábamos de boludear para

escucharlo. Él no recitaba

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como lo haría Berta Singerman

con ademanes, ni tratando

de hacernos creer que él era San

Francisco, él decía los versos

con intensidad y rigor, pero sin

ocultar que se trataba de los versos

que un hombre, alguna vez, había escrito.

Recalcaba las distintas voces

con el énfasis apenas necesario:

un rasgo, un toque; mi tío

ponía una mirada de odio,

y miraba algún lugar atrás mío, y

decía: Hermano Francisco, no

te acerques mucho, y yo me

moría de miedo; o alzaba

las cejas, con gesto confiado,

manso, y recitaba: pero el alma

noble de la bestia, es pura.

Y yo me comía esa verdad.

O bien: y en veces maté

ganado y pastor.

Y yo pensaba: “Así que

se puede decir en veces

en lugar de a veces, qué

lindo. Y me ponía yo

también a mirar

los árboles, ya negros.

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DESAYUNÁNDOSE

(2013)

“Rabí Judah dijo: ‘¡Qué hermosas son las obras de esta gente! Han hecho calles,

han hecho puentes, han construido baños’. Rabí Simeón ben Yohai dijo: ‘Todo lo que

han hecho, lo han hecho para ellos; han construido mercados para poner en ellos

prostitutas, baños para rejuvenecerse, puentes para cobrar peaje’.”

EL TALMUD DE BABILONIA

Escrito entre 2002 y 2004

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2001/2002 a César Bisso

Río que se queda quieto

mientras pasa la ciudad,

porque los hombres lo ataron.

Porque se ataron a ellos

mismos, mientras ven pasar

la ciudad que se sacude.

Y ahora están llenos de miedo

que la ciudad se les vaya,

que desemboque en el mar

y los deje entre los sauces

solos, desnudos y ciegos.

Todavía no lo entienden.

“LA PARTERA”

¿Qué pasó con los amos? El paraíso

que prometían era doméstico,

y ya nada es doméstico. La pompa

de aquel antiguo refrigerador

resuena en el vacío: felices

seríamos de poderlo exhibir

en la vía pública.

Pero lo robarían, ¿verdad?

El programa

se ha destruido a sí mismo.

De aquellas viejas posesiones, como

de una flor, nace y crece

en el país de los derechos adquiridos

que no respeta nadie, el nuevo mundo.

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CACEROLAZO

La chica tonta y bella

lee su horóscopo falso

mientras suenan los latones.

¿Quién sabe más del Futuro?

¿Quieren plata, o ser felices?

¿O que todo sea un sueño?

La chica tonta examina

el pronóstico, y recuerda

que tres semanas atrás

era el mismo. Lo copiaron.

No es tan tonta. Los latones

siguen sonando, angustiosos.

CONSOLATO Huir es un privilegio:

los cómodos se instalan

en reposeras de playa

a las diez de la noche

para conseguir números

apenas abran al otro día

el Consolato Generale.

Es tan propio de ellos

escapar de este modo,

aguzando el ingenio

para pasar primero.

Sus abuelos, realmente,

no dejaron atrás

más que miseria y guerra;

pero éstos no saben

su miseria y su guerra.

Les dieron una historia

falsa, una geografía

oculta. Lo que tienen

no lo saben,

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y no lo tienen.

No saben quiénes son.

Se lo merecen.

EL DÍA DE LOS LOBOS

Van pasando los lobos

por el bosque sin árboles.

Su presencia amenaza

la dura luz del aire.

Su venenosa sangre

amenaza la historia,

las construcciones tontas,

los grandes capitales,

los dictámenes ciertos.

En la ciudad sin casas

ya no sirven las cosas.

Los lobos van pasando,

van haciendo los bosques,

van haciendo el silencio

que estremece en la noche

las almas de los hijos

de los que ya no tienen

aunque creen que tienen.

Van pasando y mirando.

Lo que miran no existe:

ellos vienen del día

del saldo de las cuentas,

ese día sin tiempo

o más allá del tiempo,

el día de los lobos

y de los grandes árboles.

El del sueño en el sueño.

ASADO EN “LA DELIA”

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Por Oroño, misterioso y oscuro,

el edificio es tapado por los árboles.

En la parrilla de la planta baja

que se llama “La Delia” encuentra

ya al negro Acosta, a Rubén Sevlever

y al finlandés Matti Rossi; se sienta

a esperar los que faltan. Es el año

sesenta y ocho, creo. Alguien comenta

“en una pieza cochambrosa, arriba,

mirando el mundo a través de las hojas

de los árboles de la calle, vive,

parece, un adivino”. Pero el guante

nadie recoge. Llegan las ensaladas

y otros amigos. Después, llega la carne.

Se habla de traducciones. No hace falta

corroborar lo que se sabe. El Futuro

en que creen, ese cálido, palpitante

cuento de hadas, es tan bello

que parece que realmente sucederá.

LA FALSA UTOPÍA

Con dinero en el bolsillo,

sin sacar las alambradas

del espíritu, para que los demás

pasen. Llegar

a donde pensabas,

descubrir que no pensabas

para llegar.

Pero olvidarlo. Opinar

que el mundo seguirá siendo

tal como lo proyectaste

para tener un lugar.

Y después hablar: decir

todo lo que hiciste,

que parezca que lo hiciste,

que va a durar.

Y no respetar; borrar

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todo lo que desdibuje

los planes. Seguir despierto

para no reflexionar.

Y fracasar. Y quejarse.

Y echarle la culpa a aquéllos

que por ser más fuertes fueron

capaces de reventar

lo que llamaste “soñar”.

Pero que no fue soñar.

SENTADO

El hombre que ya vio, que ya soñó,

que ya cambió de planes, y volvió

a ellos de nuevo, está sentado.

En la puerta de calle, en la puerta

del mundo, está sentado.

Todo está por pasar. Delante de él.

Él sabe que es así. Por eso espera.

Pensó cosas, las abandonó,

volvió a pensarlas. Sabe que es así,

que volverán las ilusiones

y los entusiasmos. Y las desilusiones,

y los fiascos. Pero ya comprendió

que así se vive. Que tu bando

no es un equipo que gana el campeonato,

que no es ganar, la historia; que no gana

el que gana, sólo sostiene el lápiz

que dibuja el Dibujo. O el dibujo.

El dibujo, mejor. Uno de ellos.

POEMA CON CONTENIDO SOCIAL

El albañil se cayó del andamio. Murió. Su muerte dejó a la familia

(una mujer enferma y cinco

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hijos chicos) sin sustento.

La empresa se negó a pagar indemnización.

Los compañeros del albañil

hicieron conocer el hecho.

Los trabajadores se manifestaron,

el Estado los reprimió. La violencia

subió de nivel. La lucha

se generalizó. Hubo una revolución.

La revolución no fracasó.

La sociedad se volvió más

justa, más solidaria. No hubo

stalinismo, floreció una concepción

nueva de la vida, tal como antes

tanto se había profetizado.

La revolución permaneció. Estaba

bien hecha, no como las otras

veces. El mundo se plegó a ella.

La humanidad se transformó.

Antes, muchos otros albañiles

habían muerto al caer del andamio,

y no había pasado nada.

Pero con éste sí. Éste

era un albañil especial.

RAP DE LAS ACTUALIDADES

Rompe el aire de la noche el aullido monocorde

del patrullero obcecado que va llevando al herido

que una bala, hace minutos, hará entrar en las noticias

al que justo justo ahora se le ocurrió resistir,

pero no todos los días. Pero no día tras día.

Acá sentado en la silla debería estar tranquilo,

para escuchar el silencio que subrayan los murmullos

de los plátanos que lloran a sus congéneres muertos

por habitantes de peso, por concejales corruptos,

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por los que tienen garage y quieren entrar el coche,

y el árbol no los dejaba. Pero ya no hay más silencio,

es un producto que cuesta encontrar en los salones

de venta. Pero en la tarde hay muchas cosas, hay gente

que se resiste, que sigue. ¿Si pienso en ellos?

Para ellos no tiene objeto las luchas ni las victorias,

y si consiguen las cosas (lo que ya casi no ocurre),

les parece que eso fuera casi una casualidad.

Pero el herido que muere (otra vez vuelvo a ese hombre),

que sabe que está muriendo, sabe que se ha conseguido,

para pensar, un minuto: entonces piensa en la tarde,

la última que ha podido ver, y de ella se despide,

y sabe que los demás tendrán más tiempo.

OTRA VEZ

Ese brillo que en tus ojos se produce

que yo sé relacionar con tu sonrisa

por haberlo aprendido de otra gente,

otras luchas, otras paternidades

que viví, antes de ahora, hace que pueda

reconocerlo: es ése que se da

con esa forma especial de sonreírse

cuando alguien, algún día de su vida,

ha visto la verdad, y que es posible.

CANTARÁN TU CANCIÓN

Éste ya no sos más. Sos aire,

viento muerto. ¿Qué importa

tu forma de pensar, cómo era?

Lo que inventaste, pólvora

o paraguas. Antiguos

logros se disponen

a ser iguales exactamente

a los de los demás. ¡Milagros

que la flor o la araña

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no precisan saber!

Sin embargo,

si sopla el viento soplará tu viento,

cantará tu canción de aquellas tardes

que interrogabas porvenires. Alguien

lo sentirá en la cara, como un roce.

Como un algo especial. Pues también

existe lo especial. Existe

todo, la verdad. Todo, todo.

RAP DE LA CALLE SAN LORENZO

a Rodolfo Álvarez

Mirar por cosa extraña la bajada de la luz,

de ese loco abandono, como si fuera alguien;

lo triste en las paredes, en las paredes altas

de edificios que ignoran, que no saben tampoco

que alguno se está yendo, y sentir que nosotros

solamente nosotros lo sabemos y solos,

sintiéndonos muy solos, entrarnos en la noche.

RAP DE LOS PERROS

Las manchitas son tristes, sus ojos son terribles,

no entienden lo que pasa.

Lo que pasa es terrible, sus ojos son manchitas,

no entienden la tristeza

pero siguen mirando.

Aceptan la tristeza, les parecen terribles

las manchitas, los ojos, lo que pasa mirando.

Y si miran no miran, lo que miran no entienden,

los ojos la tristeza

la aceptan porque existe.

¿Fueron lobos a veces, o sus ojos al menos

miraron como lobos, con manchitas terribles?

¿Lobos que ahora muy tristes ya no miran terribles

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y no entienden qué pasa, y la tristeza existe?

¿O vuelven a ser lobos cuyos ojos parecen

hacer una sonrisa, porque siguen mirando?

¿Porque aceptan que existan

tristezas con manchitas,

que lavarán terribles los lobos algún día?

¿Los lobos que son ellos, los que fueron un día

existiendo terribles con ojos que entendían?

¿Que entenderán ahora lo que pasa mirando

aceptando que existe, con tristezas que pasan,

con los ojos que vuelven

a sus ojos de lobo?

TARDE

¿Qué tarde hay como ésta? ¿Cómo

la fabricaron? ¿Qué belleza

murió, para que nazca?¿Fue

justo? ¿Fue injusto, todo

lo que ocurrió? Preguntás, y una vida

no alcanza para hacer

las palabras que sirvan

para entender una contestación:

fue más fácil hacer

la tarde.

Así: al comienzo

del verano, casi

sin calor, con un viento

soplando, una luz

que se va, que va poblando

la calle de penumbras

de bosque. Los árboles

lo sienten. Y lo dicen.

Una tarde. “Cualquiera”.

(Como diría cualquiera).

Es tu vida esa tarde,

vos sabés lo que cuesta.

Nadie pudo impedirla

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pero hay otras que sí.

Próximas tardes hay

pero no saben

cómo serán y si serán,

siempre es así.

Es así y está bien

que piensen en lo justo

o en lo injusto, pero ésta

ya es. La hizo el verano.

Y las sombras. Y el viento.

Y la hizo tu mirada,

dulce al sobrevivir.

Mirala, que se va.

Ya estuvo y ya se va.

EN AQUEL PLANETA

a Enrique Butti

La luz, primero, de la primavera,

a las seis de la tarde. Después,

el silencio casi perfecto, roto

sólo por algún pájaro o paloma,

o algún auto, lejos, asordinado.

Y el alma de uno, desnuda

en el asombro de la inminencia

de los aconteceres. Es domingo.

MIGAS

El padre conduce a Hansel

y a Gretel por el bosque. Va

a dejarlos en medio del bosque,

a perderlos en la foresta

para que los lobos se los coman.

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Hansel, muchacho despierto,

no ha sido quebrado por la maldad

evidente de su padre; y tiene

fuerzas aún para procurar

su salvación y la de su hermana:

ha robado un pedazo de pan,

y va sembrando las migas

por los senderos del bosque

para después poder encontrar

el camino de regreso a casa.

Hansel se siente muy orgulloso

de la integridad de su carácter;

tira las migas sin mirar atrás,

sueña hacer fracasar los planes

filicidas. No se da cuenta

de que Gretel recoge las migas,

y convida sonriendo a los pájaros.

CLASE MEDIA

I

Todavía no se explica cómo está vivo.

Sin dinero en el banco.

Con default.

Sin acatar las órdenes del Fondo.

No se explica.

Respirando. Trabajando.

Ha ido a comer asado varias veces.

No se han muerto los hijos.

Uno se enfermó

pero pudo comprarle los remedios.

La gente que moría

que sí se moría,

-sí, pero eso

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ya le pasaba antes,

cuando estábamos

en nuestra breve Temporada

en el Primer Mundo-,

ha seguido muriendo.

Padeciendo.

Todo esto lo llena

de interrogantes.

¿Estaremos realmente

en default?

¿Existirá

el FMI?

¿Quiénes somos?

¿Adónde vamos?

Alguien se ríe, pero

es en la televisión.

II

Y los bienes,

¿serían necesarios?

Puede ver el partido

en el bar.

Puede escuchar música

en el auto del pendejo

que pone la música a todo trapo

en la vereda de enfrente.

Puede dormir

recostado en el teléfono

celular, y vender

la cama.

Nadie sabe, total,

cómo se vive;

esto es

el capitalismo,

¿no?

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III

Cómo dejar de fumar

de comprar libros,

cómo vivir,

cómo tener una cultura.

Se hace con nada

se vive con lo puesto

se mira y no se cree

y a los ricos no se toca.

Se muere con nada.

Se hereda lo puesto.

Se toca lo que aún

no se puede tocar.

Se mira a los ricos

y no se les cree.

LITERATURA POLICIAL

El viejo es asaltado en pleno día

en la calle, por dos simpáticos

pendejos. Y aunque todos

lo vemos, nadie hace

nada, porque el acontecimiento

parece filmado, y ¿cómo entrar?

Él no sólo no se resiste

y les entrega su billetera, sino

que quiere, además, darles un libro.

Los pendejos, por supuesto, agarran

la billetera, y al libro lo tiran

y al viejo también, al piso.

Huyen. Nadie se mete aún. El programa

no ha terminado. Hay que acercarse,

sin mucho compromiso, y ver

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el título. Decididamente

curioso, yo me inclino, y leo:

es una novela policial. Cuando

queda claro que lo sé, la gente

se arrima entonces a ayudar al viejo.

DÍA DEL ESCRITOR

a Don Domanski

Hoy no.

Demasiado emocionado para escribir.

Demasiado hermoso todo.

Que los misterios sigan su curso

(como siempre, por otra parte).

LA ISLA DEL TESORO

Los ex-ahorristas ríen y bailan.

Sacaron los dólares a tiempo.

Están felices. Podrán viajar.

Podrán seguir llevando,

al trote, sus pobres vidas.

No tienen remordimientos.

Saben lo rata que son.

Saben que pueden salvarse

solos. Creen, bah.

Que sólo el azar los salvó.

¿Acaso los van a salvar

los que comen de la basura?

¿Acaso los van a salvar

los tobas?

Los que no los van a salvar

están esperando afuera.

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Los ex-ahorristas bailan

en la nave vacía

de la fábrica, que parece

una nave encallada

en una isla de caníbales.

El corazón espera, la miasma

coloidal sin esperanzas, las

manos hábiles para romper

el plástico de las bolsas

de las veredas solas, bajo

las lluvias. Los estómagos

vacíos, en perfecto

funcionamiento, esperan.

Algún día tendrán que salir.

LAS VÍCTIMAS

Él ha ido a la manifestación

y ahora está muerto.

Esta vez se equivocó la cana,

mataron un rico. O a lo mejor

ésta es la prueba de que ya

no lo somos.

No lo somos más. La prueba

es él: la prueba

de lo que vamos a ser.

Pero, ¿es la muerte

ser pobre? ¿No hay

otras posibilidades?

$1/U$S 3

Estoy mirando el plano

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de una ciudad que ya nunca

llegaré a visitar.

Los cuadraditos señalan manzanas,

hay líneas onduladas

que marcan un río.

Números que referencian

edificios con valor histórico

o arquitectónico.

El esquema puedo llenarlo

de mí; con la ciudad real

no hubiera podido tanto.

ROLLO REVELADO

a F.J.Ossang

1

En esta foto

papá está depositando dólares

en la ventanilla

de la cajera rubia.

Mi hermana y yo, más abajo,

apoyados sobre el mostrador,

se ve que soñamos.

No se puede ver, claro, pero

soñamos con ser grandes

y tener nuestro propio sauna.

2

En esta otra foto

papá compra dólares, para luego

llevarlos a depositar en el banco

donde trabaja la cajera rubia.

A los dólares se los entregan

con un papelito con la cuenta,

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424

pero papá no le da importancia:

las cuenta es uno a uno. Mi hermana

es la que tiene en la mano la revista

cuya tapa dice “aprenda a ser modelo”.

Yo soy el de la camiseta

de rugby que le queda muy holgada.

3

En esta otra foto

mi mamá está retirando dólares

para nuestro viaje a Disney.

Mi hermana ha recibido de regalo

un enorme perro Pluto de peluche

y lo tiene en brazos.

La cajera se hace la boluda

y mira el vacío. Yo

no estoy en la foto, estoy

con mi papá, espantando

a los mendigos en la puerta del banco.

4

Ésta es una foto íntima:

mi papá y yo, sentados en el sofá

de mi casa, hablamos de su infancia.

De cuando él galopaba en las veredas

como un centauro, y hacía

él mismo la música con la boca

de las películas de cow-boys

a las que jugaba.

Mi mamá fue quien la sacó; después

se fue a llorar a la cocina.

Mi papá me explicó

que se iba a vivir a la casa de

la cajera rubia.

5

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425

Ésta se llama “los caídos del catre”:

le gente que está apiñada en la puerta del banco

es la que se enteró tarde,

al igual que nosotros,

que sus ahorros quedaban en el corralito.

Mi papá generalmente es rápido, pero

los conflictos familiares no le permitieron

enterarse a tiempo. Y la cajera

no se lo dijo, lo traicionó, y además

se fue con otro.

6

En esta instantánea, mi papá

está peleándose con el mendigo

que lo miró burlonamente

cuando él salía del banco

sin haber conseguido sacar un solo dólar.

7

Ésta la sacó mi mamá a escondidas.

Sirvió como prueba de que mi papá

estaba, nomás, loco: él corre,

como ven, por la vereda, galopando

como un centauro. Se pone

la mano en la boca porque

está haciendo el clarín de la caballería

que viene a auxiliar a los del fuerte.

A mí me gustaba que estuviera así.

A mi hermana no, pero

a mí me gustaba. Yo soy

el pibe que está acá al costado,

que se me ve sonriendo.

ALBERDI

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426

Tras la barranca estaba

la proyectada avenida,

que era de tierra, hasta

las arenas de la costa del río.

No había semáforos.

No había discotecas,

restoranes, ni clubes.

Se podía ser un salvaje

durante una hora, y después

subir la barranca

y regresar al mundo civilizado.

Pese a las amenazas

del Fondo Monetario

todo eso cambió: se

construyó, pavimentó. Hubo

progreso. ¿Quién

iba a decirlo?

Para el Fondo, muy poco

progreso. Para nosotros

demasiado progreso.

ROSARIO NO ES TURÍSTICO

Este reflejarse en el río

de la luna, mientras comemos,

todavía no es un signo.

Lo notamos al bajar la barranca.

Lo notamos apenas, más preocupados

por el plato que vamos a pedir,

por el dinero que vamos a gastar.

Pero dado lo hermosa que brilla

y la forma en que las ondas, irisadas,

la reflejan, resulta inevitable

que alguien del grupo

se dé cuenta. Y diga “miren,

miren la luna llena sobre el río”.

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427

Pero todos sabemos que lo que dice,

como toda poesía auténtica,

se perderá. Por suerte. Y que nadie

detendrá la marcha obstétrica de la luna,

para atraer clientela, ni le sacará fotos

para ponerlas en folletos.

Que podemos reírnos del comentario.

Decir: “qué lírica que estás”.

Apartando las espinas de la boga

con cuidado. Disfrutando

de ese lugar casi secreto.

METEOROS ARGENTINOS

En este país se puede

manejar más de cinco horas

debajo de la misma lluvia:

¿por qué las nubes son tan grandes,

por qué cubren tanta distancia?

Hoy he amanecido en mi casa

de siempre, después de un largo

viaje en auto: me levanto y subo

a la terraza; miro las grandes

nubes que cubren la pampa.

Sé que en pocos minutos

volverá reciamente a llover.

La misma lluvia bajo la cual

viajé ayer. Uno se puede

hacer amigo, incluso,

de ella.

LA ESTÉTICA

Las casas, por ejemplo:

están. Una al lado

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428

de la otra. En sus

balcones, en sus

terrazas, hay objetos.

Hay ropa, o una escoba

apoyada contra una pared.

La ciudad no se irá.

ESTA REGLA NO TIENE NINGUNA EXCEPCIÓN

a Susana Cabuchi

Todas. Absolutamente

todas las personas tuvieron

alguna vez un gesto, una acción

que llenó de alegría

al Universo.

(Y lo hizo girar;

por eso gira).

EN TROYA NO SE HA ENCONTRADO HASTA AHORA NI UNA

SOLA TABLILLA ESCRITA

Ellos también deben haber tenido crisis.

Corrupción, desde luego (el caballo,

lógicamente). Lo sabemos.

Así que, ¿dónde

está el misterio? Vivieron

aquí, es evidente. Fueron,

se ve, como nosotros. ¿Por qué

tenían que ser distintos?

Pero, después de todo,

¿no serían distintos?

Aunque sea más bajitos.

¿Y todo lo perdieron?

¿Como nosotros?

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EN APRONTES

Los luchadores se han sentado.

El viento tórrido susurra

en el aire donde antes sonaron

las consignas amenazantes.

Los carteles están apoyados

contra la vereda, de costado,

ya no pueden leerse

sin ridículas contorsiones del cuello.

La energía de la esperanza

se derramó en los corazones, ¿quién

la juntará con la palma,

en un tazón de la acción,

para darla a beber? Vino

una promesa, los brazos cedieron.

Ahora se gira, encantadamente,

soñando con recibir regalos

del poder.

Como en una mañana de verano

que, temprana en su frescor, mueve a los árboles

suavemente con su brisa, pero

ya a las once se vuelve un infierno

de calor. Porque

hay que hacer algo con la esperanza.

Hay que hacer, entre todos, algo

con ese cielo que, de lo contrario

se vaciará de nubes y hará brillar

la destrucción de una no aprovechada belleza.

ESTE POETA

a Rogelio Ramos Signes

Soy un sueño de adolescencia

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de esta ciudad.

Ella se olvidará de mí,

hará cosas serias.

Se acordará muchos años después,

se sonreirá. Yo seré

la prueba de que fue joven

alguna vez.

LEYES

Hoy derogaron la Ley de Gravedad.

Fue fácil: no había gastos,

no había que alterar el presupuesto.

Fue la soberbia de los legisladores

que así creían pasar a la Historia.

Pero las cosas la siguen cumpliendo,

sigue cayendo lo que cae.

Sigue volando lo que puede

volar. Sigue la entraña

de la tierra llamando

a las cosas a visitar

su triste corazón.

ROGATIVA

Pero hay niebla. Cubrí

de niebla, por ahora,

la ciudad, viento

de la noche, estrella

de la madrugada.

Para que envuelva, por ahora,

a los tristes. Y que no tengan

que despertarse y dejar

de soñar, para ponerse

a caminar el mundo.

Por ahora.

Sin brillantes colores. Sin

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esplendor en los árboles.

Que sus sueños no vayan

a competir en condiciones

ruinosas con el mundo.

Que el mundo les parezca

una suave continuación

de sus sueños.

Por ahora. Cubrí

de niebla la ciudad,

rocío del comienzo.

“SIGO VIVIENDO EL MISMO SUEÑO/ PARA MÍ TODAVÍA NO HA

TERMINADO”

Ni las ofensas ni las victorias

tienen hoy día leyes distintas:

los errores se pagan.

Los nuestros, los de ellos.

Todo sigue

siendo posible.

El sueño es gigantesco, es digno

de ser un sueño; y eso

es ser real.

BOSQUES

El alma

La verdad de tu vida, caminar

Neil Young

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432

por una calle bordeada de plátanos

mientras garúa silenciosamente

como en un bosque, e ir pensando en cosas

que te pasaron hace mucho tiempo.

Y que no sea un bosque para nada,

que a la cuadra se acaben los plátanos

y ya desnudo en la calle desnuda

a través de las casas bajísimas,

que contemples en el cielo las nubes

viajando desde el fondo del tiempo.

Tu vida no existe más que en los pasos ésos

detenidos ahora mirándolas correr,

grises y negras, revolviéndose

en huecos, en luces evangélicas. Volver

a casa. Terminar tu vida. Hacer

como se pueda, un alma

que recomponga el bosque. En lo doméstico,

digamos. Un jardín donde ella,

como un gato, pudiera

andar, comer, dormir,

si es que existiese.

Inés

Vuelve Inés preguntando

por qué no la quisiste.

Cuál fue el miedo.

“Es un poema”. Era un tonto,

le digo. Y sigo siéndolo...

Asombrados, inmensos

te contemplan de ella

sus ojos. No te creen.

Le digo: es la verdad.

Te dice: es un poema,

qué vivo hablar de eso

en un poema. Pero no era yo,

¿no te sigue pasando?

Somos, le digo, Inés

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433

grandes ahora; no tengamos

diálogos inteligentes.

-Sí, te sigue pasando. No podés

llevar al bosque a nadie,

todavía. -¿Y vos? -Yo estoy

en el poema, que será pronto

de la Imprenta. -No lo publico

y listo. -No te conocés. Por lo demás,

te gusta que no vayan. Yo no fui.

-Puede ser. No me entienden,

de todos modos. ¿Estás

contenta? Así podés volver.

-De acuerdo, sos un tonto. Pero no

es por mí, dice, y empieza

a irse. -La próxima vez

tratá que haya abedules. Y desaparece.

El infiel

a Andrés Neuman

Las zapatillas embarradas se ven

entre las hojas de la rosa mosqueta;

más arriba susurran los raulíes,

los robles. El carpintero

(el pájaro) marca un ritmo.

Y más atrás aún, hacia abajo,

desde el lado del viento, el lago,

violento azul, el verde

de los coihues lejanos,

el blanco de las cumbres,

y otra vez el azul

de un cielo que esconde las desgracias.

Y sin embargo, esas zapatillas

llevan a un vaquero mugroso

que se asienta en una silla de jardín

oxidada: la camisa sufrida

tiene las mangas arrolladas,

y las manos sostienen un libro.

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434

El hombre está leyendo una novela.

No está mirando el paisaje, está

hundiéndose en el mundo de esa novela,

y no mira ni escucha las cosas

que están rodeándolo.

AMORES IMAGINARIOS La inasible

Seguramente es el sueño

el que le permite olvidarme.

Hay tantas cosas en su vida,

en las cavernas de los zaguanes

al pasar, zaguanes que han

permanecido, absurdos

como los recuerdos anteriores

a nuestro amor, que sin embargo

ella no deja atrás, nunca.

¿Es que el amor, en vez de salvarla

la devuelve al pasado, normalmente

un balance que el tiempo “dibuja”

dulcemente, mientras nos distraemos?

¿Por qué no se distrae?¿Por qué vuelve?

Cuando despierta no sabe quién soy.

¿A quién regresa?¿Cómo empezar

el día otra vez?¿Y acaso

no es siempre eso lo que ocurre

con el amor?¿Con el amor

verdadero? Se evapora

el rocío, queda la planta, oscura

y venenosa, a brillar, a vivir,

seca, real, hasta la noche?

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435

No me lo dice pero lo sé.

Acierta mi nombre por pura

casualidad. Reconoce

la pieza, la calle, las manos

con resignación evidente,

se ve porque despierta helada.

Ella sueña que me olvida.

La infrecuente

Nos vemos una vez al año, o menos.

Parece mentira dedicar tan poco

lugar para el amor. Pero así

son las cosas. Primero una llamada

telefónica, de uno al otro, avisando

estar disponible. A veces,

en este tramo ya el encuentro

se arruina. Si a los dos

nos es posible vernos, elegimos

un bar. Somos generalmente

puntuales. Sin saludarnos siquiera

nos sentamos uno frente al otro.

Muy paulatinamente cada palabra

que decimos, evoca otras, ¿no es siempre

eso, lo que ocurre con el amor?

Pero ahora los peces han topado

con el pescador que los saque

del agua...Las palabras

se entrelazan en una danza triste

o colérica: pero se impone la alegría,

al fin, por lo habitual, porque

han pasado tantas cosas, y sin embargo

de nuevo estamos juntos.

Eso nos entretiene más de dos horas.

Las narraciones se entrecruzan,

y luego nacen los proyectos,

que indefectiblemente incluyen

el vernos más seguido. Proyectos

de viajes, de adquisiciones de inmuebles

antiguos y bohemios, para vivir

Page 436: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

436

cercanos a los bares donde ya no

tendríamos que ir para vernos.

Cada gesto empieza a volverse

una probanza de estar donde estamos.

Y así, dándonos cuenta de que nace,

nace el deseo. El deseo de uno

por el otro. Y allí llega el momento.

Yo, como hombre, hago una señal

al mozo, que me cobra, mientras ella

mira tranquila y satisfecha.

Y nos vamos. Nos separamos otra vez.

Y cuidamos eso mucho tiempo,

lo conservamos entre los vientos

y las tormentas de la vida.

La anónima

No sé su nombre.

La abandono antes

de que lo diga.

No quiero saberlo.

Ella insiste, trata

de decírmelo

en medio del amor,

de los besos, mientras

se desnuda y me

desnuda, pero

yo no la escucho,

le hablo, digo cosas

que la destruyen,

la ablandan, la

socavan, ¿no es

siempre eso

lo que ocurre

con el amor?

Dirán que no la amo.

Es mentira. Prueba es

que no quiero saber

su nombre. ¿Qué

mejor manifestación

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437

de cariño, verdad?

Y ella me amenaza

con decírmelo. Juega

con mi miedo a saber.

Me domina, realmente.

Debería aceptar

oír, amarla

menos.

Pero no puedo. Demasiado

es mi amor. No quiero

saber su nombre.

TRATADO SOBRE EL PERSONAJE ANTIGUO

1

Usa la lengua

enseñada por la autoridad

Usa el “tú”.

No sabe entregarse al idioma

de la madre, de los barrios.

2

“Mejor que no se les ocurra

hacerme trabajar:

hay una causa, una bandera,

yo la cantaré.

Aguantaré que me detengan,

torturen o censuren.

Pero no trabajaré.”

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438

3

Cada día

de solución fácil

te hizo ir entrando

a la vejez.

Es inútil

Internet.

4

Daba miedo ser distinto.

Pero no era ser distinto,

era ser lo que se es.

Pero daba miedo.

Entonces...

5

Se va a ir y va a volver

sin encontrar

el lugar.

Entonces hablará

hablará

hablará.

hablará, etc.

6

No seas siempre el herido,

ya cicatrizó

la herida.

No te hagas el herido

para herir.

7

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439

No trates de acertar.

Acertar no quiere decir nada.

No quieras ser

el primero.

No existe tal cosa.

No existe tal lugar.

8

No seas sensible a los acontecimientos,

hay que estar dentro de los acontecimientos.

Ahí, entonces, si tenés ganas, hablá.

9

Saquemos la corrección

de nuestras vidas.

Las vidas no se corrigen.

10

No busques lo ancestral,

Eso tampoco existe.

Hay dioses, sí, pero ellos

no van a hablar a través tuyo.

11

No importa tanto

si estás muerto o vivo.

No tiene que importar.

No tiene importancia.

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440

12

Homenajes.

Dedicatorias cívicas.

Creer en todo eso.

En esas diferencias.

Dios mío.

13

“Me refugio en la infancia.

Para captar lectores,

es lo más seguro.

¿Quién no tuvo infancia?

Los niños.

Pero ellos no otorgan premios

ni subsidios.”

14

“Necesito un idioma extranjero;

vivo o muerto.

La cuestión es que los demás no entiendan.

La cuestión es que yo pueda

introducir frases incomprensibles

en medio de mis opiniones.

Eso proporciona una enorme autoridad.”

15

En esos refugios envejece.

Y la muerte no será digna

con él. No será hermosa.

(La muerte, en realidad, es la vida).

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441

16

“¡Ah, esos sueños!

Vos no tenés idea de lo que eran, pibe.

No, callate.”

Una canción

LA VISITA

Ella todavía conserva la llave

que un día le dimos, en la adolescencia;

ella todavía sube la escalera

como si volviera, tarde, de una fiesta.

Pero, con sus bolsos, arriba molida;

viene de visita, vive en otra parte.

Todo el día trabaja, se gana la vida

sufriendo lo anónimo de la ciudad grande.

Su fiesta de ahora no acabará nunca,

va bailando el baile que todos bailamos:

vivir sin rendirse, pagar nuestras deudas,

responder creciendo al equivocarnos.

Nosotros dormimos, ella abre la puerta;

en su vieja cama se tira rendida,

pero con nosotros tomará la leche

en la misma mesa, cuando llegue el día.

Su amor la sostiene, viene a ver quién era;

sabe quién es ella, que su amor la alza.

Lucha por la vida, la vida la inunda

crece con el tiempo mientras va gastándola.

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442

Porque esto de ahora será para siempre,

jugará lo mismo que todos jugamos:

mirar el pasado despacio, despacio,

beberlo en silencio, y seguir andando.

(Música de Cecilia Petrocelli y Pablo Pascualis)

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443

2491

(2010)8

8 Escrito entre 2004 y 2005.

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445

LA PUERTA DE CALLE

Grande, vieja, oxidada,

la puerta de la calle

espera siempre, incluso,

a los que no vendrán

ya; y a los otros

les deja el paso, abúlica;

que las cosas

son buenas si Dios quiere;

y si no, lo que sea.

Ya pasaron los tiempos

en que, según sonara

al cerrarse en lo alto

de la noche, sabías

medir la cantidad

de vino que traía

en la pobre maleta

de piel y huesos.

Las crisis la aventura

convirtieron en puros

manotazos de ahogado.

Puerta, puerta.

Que al cruzarte camine

yo, todavía, hacia el poema.

LA ESCALERA

Lo primero que ven

los demás, cuando entran:

mármol y bicicletas

y un entreverse de misterios,

de lámparas y cuadros

en lo alto, en recodos,

con interrogaciones

que, jamás satisfechas,

alimentarán sueños

de carteros. De soderos.

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446

¿Por qué no? También es

gente que sueña.

EL DESCANSO DE LA ESCALERA (I)

Ningún descanso: allá

se ve el límite, tan importante

para algunos, y de este lado

los vislumbres que se podían tener, ¿de chico,

no? porque era

necesario saber qué se podía

o no hacer (tocar, correr,

gritar. O nada). Y se sentía

que así iba a ser la vida.

EL DESCANSO DE LA ESCALERA (II)

Pusimos una lámpara

aquí, cuando murió

mi madre. La trajimos

y la sacamos de su sitio eterno;

pero parece que se adaptó bien,

no como el panda o los gorilas

de montaña. En cambio, fui yo

el que no se adaptó, me temo.

Y en la pared hay cuadros,

cuadritos. De castillos

medievales alemanes

arrancados de páginas

de una revista médica,

y un espejo.

Yo los miro y me miro

al entrar. Por supuesto,

formamos una serie:

somos todos antiguos castillos.

Page 447: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

447

LOS CUADROS

Cierro los ojos y ellos se acercan.

Son agradables y cálidos: son

criados en casa. Deberían

hablar, si esto fuera un poema

imaginativo, pero

la verdad es que se quedan en silencio,

mirándome.

Obvio, que con piedad.

¿Cómo lo sé?

¿Cómo lo sé, si tengo

cerrados los ojos? ¡Ah....!,

Éste no es un poema explicativo.

Sí, cerrados los ojos. Y los miro,

y ellos me miran. Desde su caballo,

el hombre que ha robado una muchacha

que lleva a grupas, preocupado,

me mira. Las palmeras

del Mosteiro da Graça,

acarician el aire viciado

del hall. Las iglesias

de madera de Chiloé parecen

acordarse del mar y las colinas,

pero también me miran.

Soy el dueño.

Soy el dueño de este desastre.

De mi vida y de mi hacienda,

a la que ellos pertenecen. ¿Qué

les puedo decir? ¿Qué cuentas

les podría rendir?

Son piadosos,

y eso ya quiere decir algo.

Page 448: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

448

LA CARA EN LA PIEDRA

Es un caso especial: surge y resurge

la cara, desde el fondo de la piedra;

Michi Aparicio la dibujó

para nosotros; la sacó,

mejor dicho, de la piedra

dibujada.

Era de noche, y esa noche era

de hermosa...! Fría, limpia,

noche de una ciudad. ¡Jujeños

amigos! Los dos ríos

corrían por mi alma: el Grande,

el Chico, iban corriendo

por mi mediano corazón.

(Se promediaban).

Cada vez que la miro ella sale

del fondo de la piedra; será

su mandato, lógicamente;

pero no sé. Tendría que hacerme

acordar de la felicidad

en las ciudades; y en cambio

se ve bien, se ve siempre,

que asomarse le duele.

MÓVILES, CACHARROS, ETC.

El caballito alado

de Indonesia.

El loro. El árbol

fabricado con semillas

y barnizado.

La vasija de los Valles

Calchaquíes, estilo

Inti-Huasi; por supuesto,

negra. El cántaro chané.

Varias lechuzas, varias

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449

palomas, todas de cerámica.

El tatú toba. La gallinita

que trajimos de Itá.

Ésos no. Ésos

son alegres. Parece

que les gustara estar.

Parecen contentos.

TELÉFONO

Irene habla

por teléfono.

¿A quién le habla?

¿Qué le dice?

¿Cómo

se puede

hablar

y escuchar

tanto?

El teléfono es

una ventana

donde un ciego

sólo escucha a

los pájaros

y a los autos.

En la penumbra del hall,

una ventana de sonidos

donde se asoma mi hija

al mundo.

COMEDOR DIARIO

Todos juntos aquí,

en el fresco del verano;

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450

entre libros, cuadros,

adornitos. En el pequeño

espacio, que hemos hecho

para tener un comedor

diario, invento argentino.

Alzo el codo, y doy vuelta un pollo.

Muevo una rodilla y la lleno de ensalada.

Nuestras almas también

se rozan un poco.

EL GATO JUAN

El gato Juan vivía

sin preocuparse.

No es que los gatos sean así:

él era así.

Vivía sin preocuparse.

Ustedes van a pensar

que yo voy a hablarles

ahora de su pasión

por los techos, su

actividad sexual,

su vitalidad, de la

que haré, dirán,

un adecuado símbolo.

No.

Lo único que yo quiero

decir, es que vivía

sin preocuparse. Sabía

-instintivamente, tampoco

la pavada- que querían

matarlo: ya unos

perdigones le habían

pelado parte

de su negra cola,

y se la curamos.

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451

Pero; o sea, que sabía

eso, y sin embargo

igual se iba a los techos.

Y por ende, lo mismo

volvía, como un cachafaz,

a dormir todo el día

en la cama de las chicas

(en la nuestra,

no lo dejábamos).

Iba y volvía, pero

en peligro.

JARDÍN

Dulcemente, no existe.

No existir, desde luego, lo hace

más hermoso: llama la

atención, por ejemplo, cómo cambia,

cómo posee primaveras propias

o tórridos veranos, por su cuenta.

Cómo sus rosas se marchitan

por las malas noticias. O reviven

los días de cumpleaños. Hay, a veces,

arboledas larguísimas: un parque

parece más que nada; y otros días

tiene las dimensiones de un cantero

donde a cada malvón se lo conoce

por su nombre. Jardín

de nuestras torvas maquinaciones,

del que no hay que espantar

ni ratones ni pájaros ni perros;

del que no erradicamos jamás

ninguna mala hierba.

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452

ALTILLO

Clandestina constructio, los altillos

sólo existen de hecho, pero existen:

los habitan los locos, los muchachos,

los más humildes (si es una pensión);

y en la casa de Aldana, él sube

a escribir al altillo; y yo soñaba

mirando chimeneas, los Sesenta,

mirando techos y respiraciones

de terrenales cloacas; sí, soñando.

Irene tiene aquí su caballete,

el que era de mi madre. Y además,

están las colecciones de revistas,

los libros de historietas, los recibos

pretéritos del API, y los primeros

versos que yo escribí.

AZOTEA DE NOCHE

Aquí debe haber tilos, se siente

el olor, y jazmines, ¿no?, en la noche

tan clara, tan llena de estrellas,

calurosa, próximo el año nuevo.

Rodeada de edificios, la azotea

queda apenas iluminada, en medio

de las luces, las lucecitas

que señalan el lugar de las cocinas

y livings, donde la gente

intenta ser feliz. O, a veces,

ni siquiera lo intenta.

Pero encender la luz ya es algo.

Si yo supiera decir esta ansiedad

que los perfumes, las luces, producen

en este silencio de la noche,

que parece un inicio de vida...

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Se anuncia siempre así, el amor:

como una lluvia o tormenta,

meteorológicamente, y subimos

a los techos a consultar el cielo.

AZOTEA DE DÍA

En los centros de manzana

la ciudad todavía parece

un pueblo. Copas

de árboles, que sobresalen

tras las azoteas con ropa

colgada, dulce. Aventuras

que algunos gatos nos cuentan,

y escaleras metálicas, o de

mampostería, que se hunden

en sus respectivas viviendas

como en un pozo de misterios.

EL TANQUE DE AGUA

Es airoso y robusto; es el vigía

que protege la casa de las invasiones

de los bárbaros, aunque sin saber

que ellos ya están adentro.

En consecuencia, debería

ser patético, pero en cambio

su humildad, su increíble

resistencia a la inanición,

su evidente deseo

de no causar problemas,

lo convierten en algo

parecido a un patriarca:

el que almacena el agua,

el dador. Pero a veces

se tapa.

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454

PATIO TRASERO

Salgo al pequeño patio

trasero de la casa.

Es de noche, y recuerdo

al gato Juan, sentado

en la cornisa, maullándole

a la luna.

No me era posible

verle la cara, y además,

ya se sabe que los gatos

no reflejan en su fisonomía

sus sentimientos; pero

su actitud, de atenta

veneración, de digna

súplica a tan poderosa

señora, de tanta

sabiduría frente al caos

y al cosmos, me dieron

miedo. Un miedo

profundo, y una piedad

inmensa por el desamparo

de ese gato.

POTREROS, GALPONES

Me los traje de la casa

de mi abuela, que estaba

en un pueblo cerca

de aquí; y allá

dejé unos terrenos impostores

para que los lotearan

en lugar de éstos.

Pero como cosa ilegal

los tengo que tener ocultos:

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455

los guardo en una de esas

alacenas altas, que hay

en los lugares más insólitos

de las casas.

Me subo con dificultad

y cuando entreabro,

ya me llega el olor

a polvo y marlo, a nafta

y a bosta de palomas,

y escucho los zureos,

y me golpea el calor

de la siesta; y después

cierro, bajo, digo: “querida,

no está la reposera ahí”.

ECHESORTU

Hacia el oeste queda Echesortu:

las hojas filtran la luz

como en un bosque;

las casas, a la vera

de los túneles arbóreos

son puertas a la magia

de las muchachas

que viven en sus piezas

latiendo con ellas.

Todo es cuestión de mirar

y adivinar.

Adivinar por dónde,

ojos, oídos, piel,

entrará el barrio

al alma.

EL AMA DE LA CASA

Ella cura enfermos y cocina.

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456

¿Cocina como cura?¿Revuelve

sus cerebros?¿Los sazona?

¿Se cocina como se escribe versos?

¿Se aderezan los versos, los locos

se pelan, se desgranan?¿Se

pintan las cazuelas, Irene?

¿Se esculpen los gajos?¿Hay

que darse una política

para el pollo?¿Para

el ketchup?¿Y las

mayonesas?¿Cómo se puede

tenerle tanta confianza,

sentarse a la mesa, no

pensar que te envenena?

No son, Lautaro, sólo las leyes,

el Estado, la venganza

privada restringida a la acción

pública, ya vas a ver. Hay

otra cosa que te lleva a confiar.

Y todavía estamos vivos.

COCINA

Templo y martirio de ella,

sitio de confidencias

y conflictos. Cocina

de las primeras noticias

acerca de algo.

¿Ella sentía frente

a los tomates o las escarolas

lo que sentía yo frente

al blanco papel?¿Tuvo

una etapa, digamos,

de formación? ¿Concluyó

esa etapa? A veces,

envidio a los maridos

que saben cocinar.

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457

LA VECINA

Luisa sale al balcón

enfrente de mi casa.

Tiene 81 años, y mira

algo en el árbol

que le queda debajo;

tal vez una torcaza,

o unas hojas, o un plástico

enredado en las ramas:

eso no lo sé, pero

si veo –claramente-

que con la lengua, por

debajo de los labios

se remueve los restos

del desayuno

que en la dentadura

postiza, le molestan.

PALMERA

¿Qué será de la palmera

que se veía desde

la ventana de la cocina,

antes de que hicieran

el edificio?

¿Estará

bien? ¿Y pensará,

a su vez, en nosotros,

en lo que ha sido

de nosotros?

LLUVIA

La ventana

está llena de gotitas;

el viento le sacude

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458

las hojas, y a través

de los vidrios, lo que se ve

es distinto: es luminoso

y húmedo. Porque el aire

está lavado cuando

estamos aquí, mirándolo.

Y los ruidos. Los autos

se desplazan distinto, y el sonido

lo sabe. Y en el cielo

se ven viajar las nubes

como una horda de bárbaros

apresurados por llegar

a su invasión. Y mientras,

indiferentes, nosotros

hacemos cosas en la cocina,

que si no estuviera lloviendo

no las haríamos: pensar,

escribir, sentirnos

¿cómo? No sé.

SANDWICH

Estoy comiéndome un sandwich

clandestinamente.

Es que no puedo advertir

a los demás ocupantes

de la casa, este hecho.

Me censurarían.

Los panes están contados.

El queso está racionado.

El jamón está por las nubes.

Qué me importa. La vida

me exige este alimento, y yo

me lo como. Después

pediré perdón. Expiaré

mi culpa (no creo

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459

que me acepten un poema,

o incluso, varios,

como reparación).

CORDERO A LA GRIEGA

“El trozo que se utiliza

es la pata, que se hace

cortar, por supuesto, en

la carnicería. Se pasa

por harina (para que

no se pierda el jugo),

y después se sella

con aceite de oliva.

Se sacan los pedazos,

y se van terminando

de freír. Volvés

a poner, después, todo

en la olla, y le ponés

tomate al natural,

unas cuantas cabezas

de ajo, un chorro

de vino tinto y un

generoso puñado

de aceitunas negras.

Y se revuelve

bien. Se lo termina

de condimentar, y se lo

deja cocinar una hora.

Así que sáquenlo

ustedes, que yo me voy

a atender los pacientes;

que cocinar no es

lo único que sé hacer,

ni lo único

que me tocó en la vida.”

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460

LA HELADERA

Ahora es mi hijo

el que está robando

comida de la heladera.

Llega en la oscuridad

de la noche, cuando

nos supone dormidos,

y se va a la cocina

y busca las porciones

sobrantes de la pizza,

las empanadas,

lo que dejó la inapetente

de su hermana. Y

se lo come, voraz.

Limpia prolijamente

los rastros. Y sale.

Sale como si fuera

un delincuente

profesional. Sin culpa.

Yo espero.

No voy a mancillar

su ilusión

de ser un gran bribón.

¿Por qué lo haría?

Yo espero

pacientemente.

Después entro

en la cocina, y voy

a la heladera.

Y me termino de comer

las porciones que restan.

Como un delincuente,

pero amateur.

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461

REGRESO DE VACACIONES

En unos pocos días, nada más,

todo se ha derrumbado:

cucarachas muertas a causa

de previsores insecticidas,

plantas exangües. Olor

a cadáveres lapidados.

Los héroes de novela

protestan su abandono

desde los anaqueles.

El gato Juan, reintegrado,

pasa en una neblina

de desprecio.

EL TELEVISOR

Habla y habla, y solamente

de tanto en tanto, muy

de tanto en tanto, dice

alguna cosa que interese.

Pero a las mujeres de la casa

parece que las entretiene

con su insípida charla. Aj.

Competencia desleal.

No es, en realidad, un

amigo, como lo son

las otras cosas. Pero

costaría, sin duda, mucho

apartarlo de nosotros,

tiene sus partidarios,

se hace el débil

para que lo defiendan.

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ESTEFANÍA

Aunque viva en otra ciudad,

por ahi se escucha:

una voz femenina,

que no cambia

con los años, aguda.

¿Cómo se escucha

si no está? Es una voz

que se ha quedado.

¿De qué tiempo?

Debería prestar

atención: en los sueños,

en las ideas acerca

de las cosas, podría

distinguir, si quisiese

los años de esa voz, la estatura

de esta pequeña locutora

de la casa.

ALMUERZO AL PIE DE UNA FOTO ANTIGUA

Comemos, y se meten. De la foto

se descuelgan, blancos y negros.

Monstruos que sobrevuelan

la mesa, y se permiten

opinar: la mujer

de mi abuelo, y mi abuelo,

el padre de mi madre,

con don Luciano

Molinas, y Miguel

Angel Correa (Mateo Booz),

opinando de cosas

como Reutemann

o la Ley de Lemas.

Anacrónicos. Desinformados.

Se “enteran” por los diarios... Yo

me indigno, con los compañeros

de nuestros hijos, y con ellos

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y con nosotros, ya la conversación

se hace compleja. Encima,

éstos. Parece un mitín.

Y acá han pasado cosas

que ellos ni se imaginan, en sus vidas

de papel mate. Pero quieren hablar.

Bueno, comemos. Y finalmente

todos tomamos el café en silencio,

lo que tampoco es solución.

REUNIÓN DE GRANDES

Ya no viene Sergio a mirar

concursos de belleza en la TV,

pero Javier y Carlos, en silencio,

comen sus milanesas con ensalada;

mientras Andrés, por terminar el té,

el autobús a Granada se lo pierde.

Con Irene, Cecilia y Rogelio

conversan sobre Frida Kahlo,

pero el Antonio y el Ale hablan más alto

discutiendo de estética cordobesa.

Melancólicamente aprieta Edgar

su naranjín en la gran mano

como con rabia, en tanto Beba sueña

mainumbís en el aire. Nosotros

escuchamos. Escuchamos el tiempo,

la pieza donde está el comedor

se vacía, se vuelve como estaba

cuando entramos a vivir a la casa:

cuando no estaban en ella los años

con que íbamos a llenarla.

REUNIÓN DE CHICOS

Son pequeños actores

y actrices: experimentan

las conductas esquivas

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o caóticas, o similares

a la de los adultos: pero

prueban esas conductas,

por lo menos; no se les

aparecen como inmutables.

¿Cuándo las dejarán así,

en el estado que les pareció

más apropiado para

no cambiar más?

Prueban, ahora. Se equivocan

e irritan o conmueven.

Cuando comprenden

que una sola persona no puede

transformar a las otras,

sin las otras, sin su

caliente voluntad, harán

lo mismo que nosotros.

Lo mismo. O algo un poco

distinto, a lo mejor. Quién sabe.

LA MÚSICA

Llena la casa, la infla:

nos damos cuenta

que es una casa chica

cuando entramos y nos

aturde, cuando coléricos

gritamos “¡bajen esa

música!”, como si

ella nos cortajeara

el hígado. Y la hija

baja el volumen de la

música, corriendo

a la fuente del frenesí,

mientras dice: “ufa,

papá, no está tan

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465

fuerte”. Ella quiere

que la casa eche

a volar. A volar en alas

de esa música, pero qué.

No se puede.

No se puede, hija.

EL BALCÓN DE PUEYRREDÓN

Este balcón, antes, vivía entre árboles;

ahora talados (Algunos vecinos

no podían entrar el auto).

Lo hemos llenado de plantas y flores,

pero la desolación de la realidad

igual lo cubre. Pasan autos

a gran velocidad, no sé por qué;

pasa la hinchada visitante

camino hacia y desde la cancha,

sin poder dotarlo de alegría

(es lógico). El balcón vive

esperando esos árboles que él cree

que salieron a caminar

y no han vuelto.

EL BALCÓN DE ZEBALLOS

Acá pasó al revés: la tristeza

de los días se fue mudando en árboles,

en otros árboles, plantados por nadie

-nadie de aquí; quiero decir, funcionarios-,

que crecieron casi sin enterarse

de los desaparecidos de la vuelta.

Sin saber la tristeza de la calle

vecina. Y hay tilos, y perfuman;

y su olor a los jazmines se mezcla

en las noches. Hermoso. Muy

hermoso. Pero el caso, lo grave del caso,

es que tenemos dos balcones.

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PAISAJE (HOMENAJE)

Al pie del cerro de Pueyrredón nací.

Pero no se ve desde ahí

porque vivimos en Rosario

y ese cerro no es más que imaginario,

y lo inventé para ponerlo aquí.

LOS DE ABAJO

Para colmo, hay un bar abajo.

La casa flota sobre el bar

igual que una canoa en la ribera.

Cuando acá arriba se cae una idea

va para abajo, cae en una mesa

rodando entre pocillos, jarras de chopp,

y nunca falta alguno que la esgrime,

que la vuelve banal; oh, pobre idea,

con nosotros vivió bien tranquila,

no se le pidió nada. Ni lavar

ni siquiera los platos. Y ahora, fíjense,

lo tiene que apoyar al gordo ése

en sus posturas sobre León Ferrari.

EL CABALLETE

Irene no pinta en el caballete

que era de mi madre, porque

los tiempos han cambiado, y el

arte conceptual, parece que

no precisa que el artista mire

así, a cierta distancia del cuadro,

lo que está haciendo, como antes hacían

los pintores en la calle. Ellos

se ponían en la barranca, y el río

se quedaba detenido, imposible,

en la tela. A los chicos nos parecía

una magia. Y lo era. Era la magia

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de la representación, una

mentira como cualquiera; mi madre

pintaba así sus flores, sus edificios

rosarinos en construcción –que hoy

están ya viejos o demolidos- poniendo

la tela sobre ese caballete.

¿Y qué es, Irene, para vos, hoy, eso,

un apoyo para poner tus construcciones,

pero una vez que están terminadas?

LA PIEZA DEL HIJO

Encerrada en el centro

de la edificación, la ventana

daba a un tanque de agua.

Pero eso no importaba: los recortes,

los volantes, los afiches, llegaban

de su mano, y él los pegaba a una plancha

de telgopor, ad hoc. Lautaro,

mi hijo varón, con esas cosas

traía al mundo; lo hacía

entrar en nuestra casa.

A tomar la leche, o algunos mates,

o como refugio, tal vez. Lo traía,

y el gato Juan lo husmeaba

y después se alejaba desdeñoso,

lo que era lógico porque el chico nunca

lo consultó sobre el tema.

Y Lautaro jugaba con el mundo:

le sugería cambiar. Y de buen grado,

él, en la pieza, se dejó convencer;

se embanderó, se volvió inteligible,

mejorable: confiable. Buen compañero.

Y después, claro, lo invitó a su casa.

Y Lautaro se fue

a la casa del mundo,

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quizá a tomar la leche

o unos mates. O como

refugio, no sé; llevándose

esas cosas con las que estaban:

sus banderas, sus mástiles.

LOS NIETOS

No, ellos tampoco existen.

Los objetos esperan

para ser rotos, usados, para ser

algo por vez primera para alguien,

pero aún deberán

esperar por un tiempo,

por su tiempo.

Cuando

empiecen las imaginarias

repeticiones: las caídas

en el mismo lugar

que los hijos, los sustos

a causa de las mismas

travesuras.

La leyenda,

la cultura privada

en que se afirma toda vida

aquí, hasta las épicas.

Vísperas al pasar

por esas piezas todavía grandes.

LA BIBLIOTECA

¿Cómo, “la biblioteca”, si hay

libros por todas partes? Y, sí,

hay libros por todas partes:

en el cielo, por ejemplo, y en

las alas de los pájaros en el

cielo, y en las caras de los que

miran el cielo, y así

sucesivamente; hay libros,

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469

y algunos cobran la forma ésa,

de libros (con tapas, páginas,

esas cosas), y los guardamos,

a veces, en estantes, en anaqueles,

que si están todos relativamente

juntos, quizás llamemos

biblioteca. Y ahí,

en una de ésas escribimos,

o hablamos con alguien.

EL AUTO

Vive exilado de nosotros

porque no tenemos garage,

y se enloquece como un perro

cuando vamos a sacarlo.

Muchas veces, es todo rutina

(¿O pasiones secretas?). Lo mejor,

para él, son los grandes viajes:

el lago Posadas, entre enormes

vientos. Abdón Castro Tolay,

límpido. Chiloé. En fin,

el universo. Él elige,

nosotros nos subimos.

EL SABIO

Estaciono en una ciudad

Desconocida. Dejo el auto

preocupado. Como si no

supìera que a él, estar solo

por un ratito, no le molesta.

Quedarse descansando así,

sin buscar pruebas

de la existencia del mundo.

Un auto grande ya,

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con algunos problemas físicos;

pero que sabe lo que vale

dejarse estar, tranquilo,

en una calle

de la que no se sabe ni el nombre.

CARPAS

¡Sucursales ubicuas de la casa

en el Manzano Histórico, en el Puente

Pexoa, o junto al río Pipó!

Filiales cuartos de liviana lona

que guardan lo esencial de nuestro

lar, que milagrosamente

reproducen goteras y humedades

del modelo. Serviciales y efímeras,

plegables. Transmisibles sin escrituración.

¡Ágiles instrumentos del nomadismo

del pequeño burgués! Los sueños

hemos plegado al volver a doblarlas

a ustedes, y hemos guardado todo

junto, en estantes altos, hasta otra.

BAÑO

Aquí nacen las reflexiones más profundas,

y se revela el ser: uno, sentado,

ve transcurrir el orbe hacia

su caducidad sin apelaciones:

él brilla, cósmico, reflejado

en los viejos azulejos, que se vuelven

translúcidos en el portento

de igualársele. Pero, ¡cómo, nunca!,

al universo no se le pasa

un trapo, eso está claro. Así,

el lugar es también de lo falso,

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lo alucinado, lo que pierde

al hombre tras la gloria y el poder;

pero, no obstante, el baño

es humilde y recibe los dones

que le querramos dar.

EL OTRO BAÑO

Hay otro baño, también,

y pasa lo mismo.

(Ver poema anterior).

PLACARES

No son, realmente,

placares. Son impostores,

son roperos mimetizados.

Los placares verdaderos

están en los departamentos

modernos, empotrados

en las paredes, como ventanas

mágicas a otra dimensión,

de donde puede uno traer

calzones y camisas galácticos.

A éstos, nosotros, mucho

no los respetamos: farsantes,

los abarrotamos como valijas,

les dejamos las puertas

abiertas, banalizándolos.

¡En los departamentos

modernos, en cambio!

Antes de comprar esto,

nos mudábamos a cada

rato, y al ir a alquilar,

decíamos: pero qué lindos

placares, ¿no? Los placares

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eran el cebo que nos tentaba

como a vulgares bogas.

¡Oh, cómo amaba yo los placares!

EL DORMITORIO

Aquí siento los ruidos, es decir,

aquí siento el silencio:

siento el enarbolarse del aire

para ser viento, cómo aparta

las hojas, cómo le contestan,

cómo me invade, cómo nos invade,

y cómo prepotente nos obliga

a respirar. Aunque querramos

morir. Aunque querramos

irnos con los fantasmas de la noche

que ni siquiera saben respirar

ni lo precisan.

ROPA

Como el arpa de Bécquer, las ropas

yacen tiradas en sillas, en la cama

o en ridículos percheros improvisados

en picaportes o respaldares.

Malévolas causantes de disturbios

conyugales, miran, impávidas

vacas bidimensionales, las peleas

a causa de ellas por su ilegal

situación, sólo aparentemente provisoria.

Su secreta ambición de niñas edípicas

es meterse en el lecho matrimonial

a ejercer un ménage à trois por la fuerza

de los hechos, por el descuido o la inercia.

Entonces suspiramos y las guardamos

-las encerramos, bah, seamos sinceros-

porque no es así como deben

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jugarse las escenas del amor.

PERSIANAS

Árboles de metal, creadoras

de penumbra en la siesta,

diosas del Tercer Mundo, llenas

de vejez y de óxido; oh, amadas,

amadas sin doblez, transparentes

tan sólo en la intención, pero opacas;

sustanciosas ventanas refractarias

al progreso y al sol. Maravillosas

en la noche también, cuando la luz

humana y otoñal de las cocinas

saben dejar filtrar, para llenarnos

de evocaciones misteriosas y dulces

en torno a afectos, en relación a hogares

de los que no sabremos jamás una palabra.

EL AMOR

Aquí nace el amor y renace

tras morir. Y se muere

tras existir el tiempo

que le es dado. Aquí vuelve,

como un ánima en pena,

y da vueltas y vueltas

por los lugares donde

supo ser. Y cuando es,

se queda quieto así,

como una mosca

frotándose las patas

satisfecho, para echar

a volar cuando queremos

apresarlo y se posa

en los cuerpos, en medio

del perceptible trabajo

de la pasión. Después,

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como si alguien

abriera una ventana,

ya no está, aunque parece

andar volando,

dar vueltas todavía.

LA MUERTE

Ojalá muera aquí, en esta pieza,

en esta cama, en esta posición:

mirando el árbol que yo siempre miro

la tardecita del domingo;

que no me saquen vivo,

que no vaya a parar a un sanatorio

y me llenen de caños y de jarras

colgándome sobre la cabeza.

Y accidente tampoco. No dan tiempo

para romper papeles comprometedores.

En contraprestación, yo, con la muerte

pelearé desganado. Como en un partido

de fútbol arreglado. Sin honor,

abatido. Como corresponde.

Sólo eso pido. Si en casa no hay nadie,

por ahi mejor. Total, puedo esperar

que vengan. Puedo esperar

tranquilo, por un montón de tiempo.

Si no quieren que vuelva por la noche,

que ellos se ocupen de los ritos fúnebres:

a mí no me disgustaría

-ellos lo saben bien- volver, meterme,

y opinar sobre alguna cosita.

Que me saquen, entonces, con todo

resuelto. Que me bajen por la escalera

en andas de enfermeros que no leen

jamás una poesía, bien patético,

y que atraviese horizontal, destronado

el límite del reino de los otros.

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Con los pies adelante. Juntos. En oración

pedestre, justamente. En oración

de alabanza a la gloria de la vida.

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La poesía tiene tan pocos temas. Este libro les recordará a los lectores, sin duda, muchas

ideas ya trabajadas por otros poetas: Héctor Miguel Angeli, Lisandro González o Andrés

Neuman, por ejemplo. Y qué decir de “Esquina del Universo”, de Alejandro Schmidt. De

hecho, 2491 a mí me parece un “Poemas solariegos” urbano. Para atenuar el caradurismo,

introduje un poema paródico. Cuando se trata de magníficos poetas como los que mencioné,

se puede ser humilde, y limitarse a reconocer, sencillamente, la afinidad. Pero en un caso

como el de Lugones, hasta el mayor respeto parecería presuntuoso. No había más remedio

que recurrir a ese agresivo género.

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DIARIO SECRETO

DE MARCO POLO

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(2011)9

9 Escrito en 2005.

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21 de marzo

Es primavera en los almendros,

es primavera en los palacios,

es primavera en todo, incluso,

en lo que no puedo ver, ¿y cómo

dicen los sabios de este país

que del otro lado del mundo

es otoño?

Yo vengo del otro lado

del mundo, y allí seguramente,

debe ser primavera también. Como era

cuando era joven, cuando yo vivía

allá, sin sospechar este destierro

dorado, urdido por negocios.

Y sin embargo, ¿cómo saberlo?

Tal vez hayan cambiado las cosas,

tal vez, lo más probable, es que yo

haya cambiado tanto, que no

recuerde. Que no recuerde

cómo era aquello, cuándo empezaba.

25 de marzo

Pero los pájaros vienen de algún lado.

¿Vienen del sur, o del oeste?

A veces parecen venir del sur,

pero pueden haber doblado antes,

¿quién lo sabe? ¿Quién se atreve

a saber algo a través de los pájaros?

Ellos no saben nada del poder,

toda la tierra es su reino;

viven tan poco que pueden creerse

reyes, antes que el desengaño

los conmueva. ¡Qué se puede

hacer con los pájaros éstos!

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No dan información, sólo despiertan

esta curiosidad angustiosa, este

deseo de volver, para ver, para saber

cómo funciona el mundo.

30 de marzo

Y ahora habrá que vestirse, que caminar

por encantadoras pérgolas, rígido,

sin poder alzar la mirada

hacia los pájaros, solamente pensando

en los asuntos políticos del día.

En la audiencia de Su Majestad

me miro las ropas bordadas

de oro, y me pregunto cómo es posible

que yo sea esto. Mis oficios,

ciertamente, me llevaron; si yo

sé bien lo que el poder tiene de teatro:

soy solamente un hombre que sobrevive.

Pero, ¿por qué, entonces, aquí?

¿Por qué no donde ahora es otoño?

¿Por qué no del otro lado del mundo,

de donde vine, y donde no hallaría

el extraño sentimiento de estar

donde no debo?

2 de abril

¿Cómo tasar la ausencia de mi madre,

cómo creer en esto y en su ausencia?

Si me dijeran que en esos planetas

que giran junto al sol en derredor

de la tierra, hay países, y que estoy

en uno de ellos, y que soy el Ministro

del Gran Rey, me sería más fácil

creerlo, que creer que estoy vivo

si no está aquí mi madre, la misma

que me enseñó a decir que estaba vivo.

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3 de abril

¡Ah, sacarme las ropas y correr!

¡Correr, correr, hasta el fin de la tierra,

caer al pozo brillante de los monstruos

y, surtidor magnífico, emerger

en la fuente de la plaza del pueblo!

Dicen que hay leyes –y siempre las hay-

que no permiten realizar esto.

Leyes humanas y divinas, límites

a la locura, que no debe nunca

prevalecer en esta humana raza,

pero, entonces, decidme, ¿quién iría

al Infierno, a servir en las cohortes

de Satán? Hay una economía

en los proyectos que todo Dios se hace.

7 de abril

Pero cavar tampoco. Cavar

hasta el otoño, tampoco:

porque el Infierno se entromete

en este vertical itinerario, y

no se sabe de atajos, ni de

desvíos, para dejarlo

al costado. Está claro.

Para llegar al otoño

no queda otra salida más

que esperarlo. Y entonces,

vendrá aquí. Y no estaré

de regreso. No volveré

al modo particular en que

la estación a mí se me

presentaba. Hay que irse.

15 de abril

Irse y atravesar

los desiertos, una ruta

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bien conocida por mí,

por cierto, pero y si

llego allá, y no es?

¿No es otoño?

Vamos, Marco, cuál es

tu propósito, ¿irte

o saber? ¿Tu madre

o el futuro?¿Vida

o muerte? Cállate

corazón, a un ministro

no le hables así, perjudicas

sus pobres astucias del día.

Así que, a ver: cruzamos

los desiertos y estamos.

Y ahí sabemos

por qué volvimos.

Ahí llegamos, miramos,

y lo sabemos.

22 de abril

Y eso que nunca me fue tan bien.

¿Es necesario que parta?

Después de todo, tengo una posición

y varias concubinas legales,

lo que allá no sería posible.

¿Pero tu religión?¿Acaso

gano algo con eso, más que el

Infierno? Pero desde el Infierno

estoy más cerca del destino

fijado, y no hay desiertos

que atravesar, sólo cavar

un poco. Bueno, pero Dios

no me lo dejará abandonar. Está

claro. Hay que irse. Que giren

los astros mientras viajo, si no hay

más remedio; mientras giran

ellos, yo seguiré. Esperaré

su próxima vuelta, andando.

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1° de mayo

¿Quién se disfraza

de pobre? ¿Quién hace

de viajero ignoto? ¿Quién

ha dejado su ropas lujosas

tendidas en la cama espléndida?

¿Quién tiene una vasija

para el agua

hecha con un vacío

cuenco de calabaza?

¿Quién se va?

¿Quién no mira

que se va? ¿Quién

no vuelve la cabeza

hacia atrás, hacia

todo el poder

que abandona?

¿Quién ve el amanecer

de primavera,

entre almendros, lejanos

los palacios, y goza?

¿Quién siente en la frescura

de aquel amanecer

irse la angustia como

una grulla encantada

del sol? Y camina

por torvas sendas, sin sentido,

grácil, como el sol

que por amor da vueltas

a la tierra?

2 de mayo

No te detengas, el Emperador

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ya advirtió que partiste:

ya prepara la carta

narrándote. Narrando

lo que va a constituir

tu vergüenza.

¿Piensa él que con eso

volverás a la Corte?

Probablemente no.

Lo que quiere, más bien,

es destruirte. El otoño

no sonará en tu primavera

nunca más. Nunca más

podrás pensar en un solo día

que vendrá. No habrá más

estaciones y climas en ronda.

Eso busca. Lo busca

con tu vergüenza,

con tu humillación.

Y llegará la carta,

claro está. Tiene

correos para eso.

Pero sigue, sigue. Seguir

hace inane la carta.

No lo sabe

un sedentario emperador

cuyo poder no cambia

en el otoño.

3 de mayo

¿Y qué diría la carta?

Tu vida, sólo

eso. Es bastante.

Sin narrar, esos hechos,

como partículas

de suciedad al sol,

bailarían

algún rato en la luz

primaveral,

y se caerían; pero así,

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contados por su triste

pincel en ideogramas

de odio, todo

sonará triste, fácil.

No te detengas.

12 de mayo

En alguna posada, sin embargo,

la carta lo alcanzó. Ese día

no reposó en la galería ruinosa

observando las grullas levantar

vuelo, ni salir la luna

enorme tras los montes.

Permaneció en su habitación,

solo, llorando, porque

el pérfido poder había instalado

balances en su débil corazón.

Y se impuso seguir al otro día

como lo hacen ciertos moribundos

que saben que no pueden más vivir

pero pretenden que eso al mundo le cueste.

Caminó con su rabia como con

unas grandes muletas, sin fingir

ya; la voz de mando, a veces,

la mirada de señor, asombrando

a sus huéspedes, a los viajeros

que lo habían acompañado,

los que a partir de ese mismo momento

lo dejaron en total soledad.

19 de mayo

Dejé felices con mi ausencia

a mis amantes. Todo puro

pareció ser; o, al menos,

me fui antes. Mi recuerdo,

lógicamente, no les estorbará.

Me reemplazaron, intuitivamente,

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antes de mi partida. El amor

es leve compromiso, comparado

con las tareas del Estado. Esto

atormenta mi huída, no las suaves

pieles acariciadas en las pérgolas.

22 de mayo

Y así llegué al desierto. En el desierto

el odio se ve odio. Es la ventaja

de no tener más sombra que la propia.

Me sentía mejor. Era indudable

que yo, este Polo, pese a mis deseos

de hundirme en las arenas, caminaba.

La carta ya había sido

convenientemente destruida

para quedar en la imaginación,

más sólida, si cabe.

Pero en el desierto.

Y un hombre en el desierto no se distrae.

Un hombre en el desierto

tiene un propósito.

29 de mayo

¿Cómo es posible, que si acá

es lo que es, lo de allá no se note,

que no haya indicios, ninguna filtración

de un lado a otro de este mundo plano?

¿En esta torridez del páramo

lo que compensa es mi

frío corazón? ¿Los recuerdos

tan fríos, que me asaltan?

No, imposible que un hombre pueda

compensar a la Naturaleza

hasta tal punto. No hay

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nada de otoño aquí. Debe estar

todo completamente del otro lado.

9 de junio

Recuerdo el día antes de partir.

De huir, si se quiere. De investigar

la verdadera naturaleza de las cosas,

puede decirse también. En fin,

Polo, ¿recuerdas o no? La tarde

me producía una suave sensación

de ansiedad. Nada extraño,

teniendo en cuenta que era primavera,

que los jazmines ya perfumaban,

que el viento había cesado.

Si alguien miraba mi rostro

y advirtió esa ansiedad, la habrá

atribuido pues, a esos efectos

que causan horas determinadas

en los organismos: sólo yo

sabía que era porque al día

siguiente dejaría esas pérgolas,

me pasaría meses suspendiendo

toda conclusión, a la espera

fatigada de una verdad, como ahora.

12 de junio

Samarcanda es muy provinciana,

jamás se atrevería a tener lluvias

ni insectos no autorizados

por el Gran Rey. Es imposible

aquí nada distinto, nada opuesto

a lo oficial. Sólo cabe

buscar posada, comer e irse

al camastro a mirar en el techo

la impaciencia del continuar.

13 de junio

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Hoy pasó un niño bajo la lluvia.

Quizás no sea tan banal

la ciudad; quizás me vede

disfrutarla, en esta obsesión

por las estaciones. Desperdicias

tus años, Polo. Lo más

probable es que sólo quiera

volver, ya sabes. Volver.

¿A qué tanto justificarse?

20 de junio

De los ejércitos no hay huellas,

las arenas las tapan. De la lluvia

que moja los avíos, las espadas,

tampoco hay huella, se evaporó

en el tórrido calor torvo

que siguió a la secuencia

de los climas. Inútil,

también inútil buscar aquí

señas. Y aunque quiera

tranquilizarme, sólo tendrán respuesta

mis preguntas, al llegar a una tierra

donde reine el otoño y se lo vea.

25 de junio

Los puertos aparecen. Los amigos

que hay en los puertos

también. Y están hechos

para dejarlos en la lejanía,

viajero triste. No vale la pena

contarles lo de la otra

estación, contraria. Lo del otro

lado del mundo. Un puerto.

Son amigos que viven

en el puerto. Están hechos

para ser como son. No te confundas.

27 de junio

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489

El poder sigue impregnando mis afecciones.

Es que no he tenido amor verdadero.

Los palacios son para eso, ¿no lo sabías?

Para que no te des cuenta.

Entonces, quisiera saber

por qué logré concebir la idea

de irme, de huir, ¿eh? ¿qué

respondes?

¿Qué responder a quien vive

preguntándose? ¿Qué es

este cuaderno, sino una

pregunta sola y enorme

sobre el papel de arroz, souvenir

de todos aquellos días?

29 de junio

Olas marrones, verdes,

profundamente azules,

el mar nunca es igual,

como nosotros, a sí mismo.

Pero al mirar, Polo cambia

y el mar lo mira

mientras cambia a su vez;

loca carrera por no ser

ya más lo que hace un rato

sí se era. Y se vive,

así, las biografías

se quedan atrasadas.

El mar no es más

que una nutrida

multitud de primeras veces

de mirar. Polo también,

y el dolor cede.

30 de junio

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490

Hoy había una nube sin forma

especial, en el cielo.

No poseía ninguna significación.

El Emperador, si hubiera querido,

se la hubiera dado. Yo la hubiera aceptado,

es fácil. Pero aun así, no la tendría.

La verdad no puede

ser una convención de Estado.

La verdad debe verse.

1° de julio

No es negro el mar, como lo llaman.

Es verde y es azul, o solamente

es una bruma gris en la distancia

tan incierta como tus deseos.

No es éste el del final, por supuesto;

vendrá otro después, y después otro,

hasta que por el mar, qué duda cabe,

arribes a Venecia, que en el mar

oscila como el barco de un niño.

9 de julio

En las tierras que se avizoran

es verano. Todavía estamos

de este lado del mundo. Lo certifican

estos mosquitos, estos sudores.

Es evidente, la estación abarca

el orbe conocido. ¿Conocido

por quién? Noticias

pueden llegarme aún de aquella

tierra de los palacios, pero

de la nuestra ninguna

señal hay, y por eso

nada es señal, y así vamos.

16 de julio

Page 491: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

491

Qué lenguaje

excluye el poder. Ninguno.

Cuando la posadera me pregunta

si quiero una taza de té,

lo que quiere decir es que ella

tiene el poder de dármelo.

Pobre Polo.

Todo es así.

En tu vida todo es así.

18 de julio

¿Y qué deseo ahora,

si no el deseo del otoño?

No son perfumes de mujer

lo que busco, y anhelo

aspirando la brisa

que, desde el mar,

se pasea en cubierta.

Son perfumes de hojas

secas, y fuegos cálidos

y de húmedo frescor

en las frondas

que se desnudan.

Pero la brisa sólo

me habla del verano,

de sal caliente

y olorosos peces.

26 de julio

Es que tu idioma intenta penetrar

la misma cáscara del mundo.

¿No habíamos quedado que así

se termina en el Infierno? No,

es que voy al otro lado.

Si aquí están las preguntas;

por lógica, del otro lado

deben estar las respuestas.

Page 492: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

492

Pero el mundo podría

no tener ningún lado:

podría ser, por ejemplo,

un centro eterno, con tus

dudas como eje.

27 de julio

Basta ya, Polo, no busquemos

más esa casa: las chicharras

cantan en el verano de la costa

a la que arribó el barco;

dátiles hay, y todo lo demás

que una visión pintoresca

inventaría; en realidad

ni siquiera hay que inventarla,

¿no ves? ¿No es un regalo

que nos prueba el perdón?

Tu quimera precisaría

una tierra redonda para existir.

No sueñes más, estás crecido,

no delires. Baja del barco, y vive,

y duerme bien, y placenteramente.

28 de julio

Hoy, en esta ciudad, pasó otro niño

bajo la lluvia. Qué estúpido fui

en creer en aquél, en el primero,

como en un símbolo. Es evidente

que los niños se la pasan andando

bajo la lluvia. Cómo se burlarían

mis tíos y mi padre, de todo esto.

Como un ridículo bufón de ti

mismo, quieres entretenerte

con charadas y versos supuestamente

delicados. Ridículo. Descubre

lo que has venido a ver.

Y si es posible, véndelo.

Page 493: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

493

6 de agosto

Ésta es Bizancio. Ya no es fuerte ahora,

pero lo fue. No me asombro: creció,

y deberá morir, aunque no es tiempo

todavía. ¡Ah, soportar la ronda

de las cosas humanas, como al clima,

como el torpe movimiento de los astros!

Así que por ahora me limito

a dejarme hospedar, como en las otras

ciudades visitadas como establos.

Existe solamente una ventaja

y es que aquí puedo revelarme como cristiano,

lo que antes no podía. Puedo rezar,

poco consuelo en realidad,

pero algo es algo.

7 de agosto

Bueno, y hoy finalmente,

pasaron dos niños bajo la lluvia.

Esta vez sí una señal evidente,

desde luego. O, por el contrario,

ello ocurrió porque eran amigos.

No, Polo, son mejores

las monedas o nubes.

No insistas más. La posada

es para dormir. Es lo que

se paga. No te malgastes.

15 de agosto

Me he quedado unos días en Bizancio.

Ciudad muy grande, para nada atractiva,

me deja ver, sin embargo, a mis anchas

esa futura destrucción, que su gente

no quiere ver. Ventajas de un viajero

bastante observador, cuya impaciencia

Page 494: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

494

perennemente busca anticiparse

a respuestas que sólo con el tiempo

han de venir. Lo cierto que en la Vía

Imperial, veo los rostros, inquietos

por las banalidades de la hora,

mientras contemplo yo, bastante

satisfecho, a los bárbaros entrando.

Al triste emperador, atravesado

por las lanzas hostiles, en la Puerta

más segura de la ciudad.

20 de agosto

No puedo detenerme en estas islas,

concentración de mundo. Conocido.

Aunque sé que mi negocio sería

lo misterioso y lo casual. Venderle

falsas explicaciones a los necios.

(Soy un necio, por eso

me llamó Su Majestad

a su servicio. Todo

hombre público, creo,

lo descubre en un súbito

recodo de la vida).

Las islas se conocen. Se ve el

término de ellas, aparece el mar

al final del camino, y al principio.

Son para afeminados visitantes.

Yo quiero inmensos

continentes. Qué lástima

que se termine este camino

un día.

No mientas. Sólo

quieres volver.

22 de agosto

Aquella carta contenía,

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495

en verdad, mi muerte civil.

Pero los muertos

del Derecho, están vivos

en los hechos, a veces.

Aunque Su Majestad

procure conocer

al instante las noticias,

terremotos con muertes

o algún rebelde nuevo,

los caminos de estos

muertos, en realidad

apestan a salidas

nuevas, a nuevas leyes.

Ya he olvidado en el mar

las cosas de la tierra

que queda al fin del mar.

29 de agosto

No quise a nadie, amadas concubinas

del poder de las pérgolas. A nadie.

Salvo quizás al viento en las cortinas

en los amaneceres, agitándose loco.

Pero porque eran espejos de mí mismo

esas telas bordadas, castigadas

por el cambio de luz. Amaneceres

donde muere al afán y llega el sueño,

y termina el dolor.

Pero aquí, en cambio,

las auroras son firmes compromisos

de continuar la marcha. Podría amar.

Claro que podría amar; pero no puedo,

porque es preciso continuar el viaje.

30 de agosto

Ahora resulta que hace un rato

me toca ver pasar a dos viejos

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496

riéndose. Un viejo

y una vieja, quiero decir.

Y se reían.

Me pareció obsceno.

Me pareció, en realidad,

imposible.

¿Qué peligros me acechan

antes de conocer la verdad?

6 de septiembre

¡Mar, mar! El mar

me calma, me subleva

también, y me consuela

más tarde, con su gran

indiferencia. Calma.

Calma que trae el mar,

con sus tormentas.

Esta parte del viaje

es más fácil:

la imaginación

obedece como un esclavo

cuando no viene nadie

entre las olas. Quisiera

pasar tal vez la vida

navegando.

Pero, ¿y las cosas?

13 de septiembre

¿Aquí o allá,

quién manda? Si

no mandamos ni a nuestro

pulso, ni a nuestras

vísceras; desde luego,

menos que menos,

los otros improbables:

es casual, totalmente

Page 497: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

497

casual que haya quien

obedezca alguna

vez. Y puede ser

que por eso se sonriera

aquel rey, entre anuncios

de trompetas y gestos

castrenses.

Ya llegamos.

Ya veo tirar el ancla.

ya las fuerzas

que no conozco

me arrebatan.

¿No hay pájaros aquí

para mirar su vuelo?

14 de septiembre

Éste no es cualquier puerto,

es la llegada. Bueno,

es la llegada a tierra.

Hay caminos también

en la tierra, y más puertos.

En fin, no es la llegada.

Ni siquiera me llevan.

Ni siquiera me arrebatan.

Mis afanes inútiles

mis patéticas

obsesiones, se pierden

en las brumas de esta

bahía, donde cantan

gaviotas sin sentido

en sus vuelos.

Y bueno, estoy

aquí.

¿Para qué anoto

esto?

15 de septiembre

Page 498: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

498

A lo mejor para tirarlo.

Para tirarlo, para tirar algo.

Para que si algo hay, yo pueda

despreciarlo, y tirarlo.

Viejo truco.

Nada convertirá

En signos, en señales

tus sucios trazos

de tinta china.

Ni siquiera tirarlos.

2 de octubre

Bogas hacia Venecia, y falta

poco, Polo, para llegar, y no es

posible que haya estación

distinta allá: reconozcámoslo.

¿Transpirará mi madre

debajo de sus ropas, pesadas,

al refregar los trastos?

¿Las estrechará, mísera,

contra su cuerpo -ese

cuerpo- presintiendo

la insoportable noche

calurosa, en su cámara?

Debe estar muerta, Polo,

no delires. Tanto tiempo

hace. ¿Qué importa

el tiempo que hace?

Así que estoy

volviendo, no

viniendo a saber.

Bueno saberlo.

No lo sabes, no

lo sabrás. ¿Acaso

podrías saberlo?

Page 499: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

499

Al bajar, puede ser

que lo sepa.

Al bajar, si lo sabes,

lo olvidarás.

9 de octubre

¿Viste el viento arremolinado?

¿Viste los árboles sacudiéndose,

temiste por ellos?

Se pone

frío, se estremecen los cuerpos

de los galeotes. ¿Es sólo

una tormenta? ¿O es... El otoño

es, lo que buscabas. ¿No es

lo que buscabas? ¿Lo que viniste

a ver? Debe ser solamente

una tormenta de verano,

una baja de la temperatura

no es un cambio de estación.

¿Ah, sí? Y por qué se secan

esas hojas de la costa, y caen?

Quizás sea un milagro.

Es el otro lado. Afortunado descubridor. El otro lado

de la Tierra.

10 de octubre

Hay hojas secas en el mar.

El mar es una charca, que refleja

mi angustiosa mirada.

Desde la costa llega

el olor de los fuegos, el olor

a las carnes asadas, a la infancia.

Y el aire es una brisa que estremece

la piel como un escándalo;

y la luz se abandona, con sorpresa,

al fiel aire que había resignado

Page 500: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

500

su deseo de amarla. Y, efectivamente,

llego en otoño, como sospechaba.

11 de octubre

Pero, ¿es otoño porque contradiciendo

la primavera del otro mundo aquél,

es lo que es, porque es lo opuesto?

¿Porque estoy de este lado del mundo

y dejé lo demás del otro lado?

O es, pura y simplemente, que es otoño

porque llegó el otoño? ¿Porque mientras

yo iba llegando, llegó él también?

No puedo responder. No puedo, ahora,

viajar de vuelta a ver lo que allá pasa

y regresar de nuevo. Broma trágica

para un mundo demasiado extendido,

como siempre. Lento emperador,

tus comunicaciones no sirvieron

para romperme en cuatro, pero menos

para que pueda yo saber nada.

No puedo desmentirte. Ni dudar.

Tu fe parece fácil. Me conformo.

Me canso. Me detengo. No puedes

ya volver, ya volviste.

12 de octubre

No ha transcurrido ni siquiera un día

y ya me alarma la sospecha, ¡pájaros!

Pájaros otra vez, que se remontan

en su vuelo inocente hacia distancias

en dirección distinta a mi derrota.

¡Pájaros! ¿Dónde van? Hay otro rumbo,

entonces, y esta tierra de acá

es ésa de que huí, que creí lejos?

¿Éste es el mismo mundo del palacio,

las ciegas cortesanas, el poder,

la miseria, la sal, y los desiertos?

Page 501: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

501

¿Hay un camino más, donde no estuve?

¿Éste no es

el otro lado del mundo?

Los ojos, Polo, no los cierres, mira adónde van los pájaros.

13 de octubre

De nada me sirvió ser errante

si el mundo pérfido tomó

la decisión de seguirme.

Confiamos, alma,

demasiado, teníamos

que apartarnos, no que volver

por dónde habíamos venido.

Huir, pero hacia delante.

Page 502: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

502

ZOOLÓGICOS

(2006)10

10 Escrito en 2005.

Page 503: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

503

MINISTERIO DE MISTERIOS

Page 504: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

504

No es fácil llegar. La impresión es placentera, pero los precios

se disparan cuanto más dentro

uno se meta. Puede probarse

con las cuevas, gratis, pero

el problema es lo que se sueña

aquí: barato, con colores

planos. Todo es pequeño,

los sueños no tienen suficiente

espacio, pero el personal

es amable. Cerrado los lunes.

COLECCIÓN “LA ARPÍA”

Emplazada en un viejo edificio

remozado recientemente, ésta

es la colección más completa de

la región: la mujer que lo dirige

es, ella misma, digna

de conocerse: con su mirada

hace mover a las envidias encerradas

en sus jaulas de vidrio, dormidas

hasta que ella las suscita, apiladas,

tratando de impregnarse de un calor

del que carecen. No deje

una propina muy elevada.

GRANJITA “EL UNIVERSO” (I)

Este original establecimiento

es a la vez zoológico y hostal

y es muy barato realmente,

pero no espere que le paguen:

el servicio se lo prestan a usted.

Es mejor registrarse tarde,

después que se hayan ido

los visitantes; así se tiene toda

Page 505: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

505

la noche para conversar. Pero

lo de las orgías con hipopótamos,

es leyenda. Depende de usted,

lógicamente, lo que pueda

sacarle a esto. Mire: una charlita

con un coatí puede resultar más

rendidora que un elefante

melancólico, que no habla. Suerte.

GRANJITA “EL UNIVERSO” (II)

Pero eso sí: al otro día

deberá salir de la alcoba

para que lo vean los que vienen

de visita. Coma los manises

si no quiere recargos en su

cuenta; y por supuesto guarde

buena conducta. No fume, no

cambie miradas cómplices

con otros animales: los turistas,

si lo ven y corren la voz, no vendrán

más, no podrá mantenerse

la granja; deberá cerrar,

y sería una lástima.

JARDÍN ETÍLICO NACIONAL

15.000 especies de borrachos

duermen aquí sus monas.

Los cubículos posen ventanas

para que puedan los visitantes

ver de cerca las babas, y escuchen

los sordos borboteos (hay parlantes

ubicados estratégicamente,

también). La nota simpática

es que el empleado que atiende

la taquilla, completamente

ebrio, accede a sacarse

Page 506: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

506

fotos con las visitas. Abierto

sólo los viernes a la noche.

PARQUE DE MODELOS

Descuidado y con jaulas muy pequeñas,

este zoológico es muy caro para

lo que exhibe. Hay especies

en libertad, que corretean

por los senderos, pero aburren

pasado el rato. Y las salvajes,

las verdaderamente salvajes

son pocas, no salen de sus cubiles,

y la Dirección no las repone

cuando mueren. Evítelo.

CRIADERO PROVINCIAL DE BELLEZA

Esta simpática colonia sólo abre

cuando le place a su Director; pero,

en verdad, queda muy cerca de los

principales hoteles, y no cuesta

mucho darse una vuelta. Si fuera

el caso de poder entrar, hágalo:

la entrada es gratis, las piezas

están en libertad, y todo

es placentero, dulce. Atardece

a cada rato, además. Trate

de no poner estupideces, al salir,

en el Libro de Visitantes.

SANTUARIO DE LA OPORTUNIDAD

Las oportunidades sólo pueden verse

en su horario de alimentación:

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507

dos veces por día, a las once y a las

diecisiete, el guardián repone

las raciones en los baldes. Desde

los miradores, usted y su familia

podrán mirarlas acercarse

(si es que ese día tienen hambre,

y usted suerte), tímidas, confundidas

con el follaje espeso que rodea

el claro del bosque. No olvide

llevar los binoculares. No haga

ruido, tampoco. No haga nada.

CLUB DE ESPELEÓLOGOS RETIRADOS

Un diligente grupo de jubilados

de esta riesgosa profesión, nostálgicos

de su ámbito de trabajo, ha creado

este original parque. Las piedras

son muy graciosas, comen de la mano,

y lamen a los niños. Cada una

lleva un collar con su nombre para

que ellos la llamen, la palmeen;

lo que realmente les encanta. El precio

de la entrada incluye las linternas.

MUNDO DE LA TV

Un antiguo animador de televisión

se dedicó, abnegado, a rescatar,

después de su retiro, los aparatos

de TV, que la gente, harta

de programas infames, tiraba

a lo más profundo del agua.

Habituados a la vida marina,

los aparatos ya no pueden salir

a saludar a la superficie;

unas piscinas laterales

con espejos, permiten, sin embargo,

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508

contemplarlos desde un corredor,

ver cómo se pelean, se mordisquean:

es muy pintoresco. Se paga.

LLUVIARIO COMUNAL

En Les Pins Abominables existe

un famoso lluviario. Para

visitarlo, busque el camino

que por detrás de la Mairie

sale hacia el bosque.

El espectáculo es original

pero triste: las lluvias, todas

iguales, encerradas en jaulas,

parecen aburridas, cansadas,

y salpican con una maldad

evidente a todo el que se

acerca a las rejas. Algún

organismo debería hacer

algo. Pero los intereses....

CRIADERO DE LUCROS

Los lucros, seamos francos, casi

ni se ven: en grandes piletas

llenas de musgo, se crían

los que están en la etapa

primera de sus cambios.

Sólo el agitarse nervioso

de las aguas verduzcas, delata

al cardumen. Como de allí

son transportados mediante

la corriente a otro tanque,

tampoco los verá en esa ocasión.

Este nuevo criadero, inmenso,

por cierto no le permitirá

distinguir de la orilla lo que pasa

en el centro. En realidad, usted

sólo verá los lucros ya crecidos,

cuando muerden y matan.

(Y para esto le harán pagar

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509

de nuevo). Un verdadero engaño.

SÓRDIDOS EN CAUTIVERIO

En el por otra parte anodino

zoológico de Villa Emeteria

existe una maravillosa jaula

de sórdidos, cosa no muy frecuente.

Los sórdidos difícilmente pueden

vivir en cautiverio, más bien

deambulan solitarios, a orillas

de los ríos, asomándose a puentes

como con ganas de matarse.

Por supuesto, no lo hacen. En ellos

eso es tan sólo una forma

de reclamo sexual. Lo cierto

es que es difícil verlos tan de cerca.

Vaya casi a la noche,

que no haya mucha gente.

BAJOS SEPTENTRIONALES Y OCCIDENTALES

Nadie daría cinco centavos

por entrar a este Parque, si no fuera

por los bajos. Los bajos son alegres,

saltan entre las ramas en otoño

o se revuelcan por la tierra suelta

en otras estaciones, divirtiendo

a pequeños y grandes. Nadie sabe,

por cierto, el origen de los bajos:

marineros holandeses los vieron

hace siglos en costas cuyo nombre

ocultaron. Por la alegría,

probablemente, que causan.

Los marineros holandeses suelen

hacer cosas así. Pero los bajos,

o bien se trasladaron a otras costas

o bien llegaron hombres hasta donde

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510

vivían, pese al secreto. Y saltaron

los bajos, y se revolcaron (según

las estaciones, claro), y así alegran.

POETARIO MUNICIPAL

Los poetas son tontos, y los cazan

por millares. Pero sólo la piel

se aprovechó hasta ahora. Éste

es un emprendimiento destinado

a impedir que se extingan.

El personal sabe su oficio. Ellos

le explicarán como nace un poeta,

como crece, como se reproduce

y muere. Hay videos. El bar

está a la entrada. Vaya.

INSTITUTO DE NUBES

Si usted ya fue al parque de lluvias

no se pierda éste, que está a la vuelta.

En realidad, también es un criadero:

los cuidadores le explicarán cómo crecen

hasta llegar a lluvia, las nubes. Le mostrarán

cómo juegan y corren por un cielo

preparado a esos fines. Hay, incluso,

una nube amaestrada para llevar

criaturas en el lomo, que puede alquilarse.

Las de tormenta están en el sótano,

hay que pagar suplementariamente para

verlas. Pero es un espectáculo.

Son nubes malas. Serán lluvias malas.

No deje de verlas (Sin cruzar

el vallado, lógicamente).

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511

ZOOLÓGICO DE CASAS

Desde luego, por su inmovilidad,

las casas no están enjauladas.

Pacíficas, quedan ahí

donde las han puesto, una al lado

de la otra, formando calles,

como si no estuvieran en cautiverio.

Para reforzar la impresión, este zoo

tiene autos y bicicletas circulando,

guiadas por su personal, el que

también hace de gente de las casas,

que hasta invitan a tomar el té

(que va incluido en la entrada). El efecto

es verdaderamente increíble.

ZOOLÓGICO DE UNO

No es gratuito, se paga al salir.

Que lo disfrute o no depende,

desde luego, de la opinión que tenga

de sí mismo: algunos encuentran

aburrido que un establecimiento

así, tenga una jaula solamente,

con uno. Pero por cierto hay quien dice

haber recorrido no menos de veinte

jaulas, con diferentes versiones

de ellos, todas muy atractivas.

Se permite, o más bien se exige,

darse de comer. Lleva algún tiempo

encontrar el sitio. Prevéalo.

ZOOLÓGICO DEL MUNDO

Éste también tiene una sola jaula,

para colmo siempre en reparaciones;

pero se puede visitar, sin embargo.

No crea, eso sí, que en un par

de horas saldrá de ello. Hay lugares

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512

para comer una merienda, incluso

lo dejarán dormir allí si se le hace

de noche, pero debe advertirse

muy claramente a los viajeros:

de seguir demasiado tiempo,

esa modalidad, terminarán por

encariñarse y ya no podrán irse.

ZOOLÓGICO DEL MAR

No, no es un acuario. No

se exhiben animales marinos.

Se exhiben mares. Y algunos,

ciertamente, muy grandes. (Pero

no océanos, por supuesto, qué cree).

Los mares están bien atendidos,

con una pileta dentro de cada fosa

para que se refresquen en verano.

Algunos son un poco huraños,

pida al guardián que los haga

salir, si están escondidos en su

cubil, por una pequeña propina.

ZOOLÓGICO DE AVES EN VUELO

Es lo más lejos que han llegado

los partidarios de la vida silvestre

en su ahínco por tener a los animales

en las mismas condiciones de su hábitat.

La experiencia, por cierto, es fascinante:

le darán unos polvos para volar,

y usted podrá contemplar albatros,

kúas, gaviotas, águilas y cóndores,

y hasta un ñandú con espíritu

de iniciativa, que pudo modificar

lo que parecía un sino inamovible;

todos a muchos metros de la tierra

mientras les saca fotos, a su lado.

Se le provee de un paracaídas,

Page 513: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

513

y de un seguro de vida. La organización

es excelente. Pero, a pesar de todo,

se han levantado protestas; se cansan

mucho los animales así.

MONUMENTO NATURAL “LAGUNA DE LA NADA”

Aunque no hay nada aquí, lo que cobran

por entrar no es nada barato.

Si vale o no la pena, será según

cada criterio: no hay nada

en la laguna, y en las costas tampoco

hay nada, ni hay nada en el cielo.

Hay excursiones subterráneas dónde

se puede comprobar que bajo el suelo

tampoco hay nada. La cantidad

de cosas que no hay en esta reserva

es verdaderamente impresionante,

y hasta asusta a los poco prevenidos.

ZOOLÓGICO DISPERSO

Los animales están en todas partes.

Lo que se paga es por tener la mente

que los clasifica y los reúne.

Así, la tarifa no es por una visita

diaria, sino por períodos:

un mes, un año, etcétera.

Cada uno lo arregla como

mejor le conviene. Lo que sí,

no se trata, en realidad, de animales,

sino del recuerdo de ellos. Claro,

de otro modo, sería parecido

más bien a una biblioteca pública.

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514

ZOOLÓGICO CRONOLÓGICO

Aquí también hay una sola jaula,

pero atraviesa la vida entera

del animal. Él nace, crece,

se desarrolla y muere

frente a usted. Planifique

su visita: elija

mariposas de la luz, o amebas,

si no dispone de mucho tiempo.

Si va a ver elefantes o ballenas,

hay un hostal que hace fuertes

descuentos por estadías

de más de diez años.

ZOOLÓGICO DE CIUDADES

Se ha vuelto extraordinariamente

popular, y está repleto a la hora

en que acicalan a las ciudades,

apartando mendigos y villeros

con una manguera potente

como si fueran piojos. Esto,

claro, para disfrutarse, precisa

de espectadores que no sean

residentes en la ciudad. Pero

si usted viene de otra, aunque sea

vecina, que forma parte

del establecimiento, puede

concurrir a la limpieza ahorrándose

el precio de la entrada.

ZOOLÓGICO DE JAULAS VACÍAS

Éste constituye uno

de los espectáculos más

hermosos de la tierra.

Vale la pena pagar

Page 515: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

515

para verlo: miles

y miles y miles y miles

de jaulas. Vacías.

Completamente vacías.

VAMOS AL ZOOLÓGICO

Vamos al zoológico, amor,

y llevemos a los chicos.

Ellos deben saber de la variedad

de los proyectos de Dios. Deben

saber que nosotros no somos

su única apuesta. Pueden

deducir, acaso, que no hay

ningún dios, y que el azar rigió

estos resultados espléndidos;

que piensen lo que quieran.

Y después, que quieran

lo que piensan.

ESPERANDO LA LLUVIA EN EL ZOOLÓGICO

Todos estamos espectantes:

ha sonado un trueno.

Las jirafas, los monos colgados

de los barrotes, los guardianes,

nosotros mismos, todos

miramos hacia el cielo,

hacia los oscuros nubazos,

como si atrás de ellos

hubiera un tribunal que decide

nuestros destinos. Nadie

habla, arrulla ni parpa.

Nadie bala ni ruge,

ni brama, ni parlotea,

y la ansiedad nos mantiene hermanados

como en el Paraíso.

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516

CADENA ZOOLÓGICA

Ésta es la famosa cadena,

la robé para vos.

Llevó millones de años

elaborarla, pero robarla sólo

un minuto de imaginación.

Parece enorme, pero mi amor

la redujo a la escala de tu cuello,

de tu muñeca, si lo que querés

es una pulsera y no un collar.

No me agradezcas, sólo ámame, yo

ya imaginé tu gratitud también.

ABRIL

La jaula de abril.

Rejas de plátano

con techos de hojas

que forman arcadas

marrones. El bosque

en la jaula. La gente

guardada en sus casas

de otoño. No van

hasta los confines

de nuestra prisión:

se quedan en casa,

guardando tristezas.

Crecer en la jaula

crea una costumbre.

TREPANDO EL ÁRBOL

El árbol perfora

Page 517: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

517

el claustro cerrado.

Por eso los niños

lo trepan. Las ramas

van enflaqueciendo

y no los resisten,

son más niñas que ellos.

Los niños se bajan.

Los juegos de tierra

los van a ocupar

mucho mucho tiempo.

RÉGIMEN DE VISITAS

Mi alma está encarcelada

y la fui a ver.

No me reconoció.

Fuera de mí

no reconoce a nadie.

CONDENA

La prisión es perpetua.

Los animales lo saben,

y es en eso que piensan

cuando los ves, silenciosos,

enfrente de las rejas,

como mirando el vacío.

La prisión es perpetua,

aunque a veces alguno

ha logrado escapar

disfrazado de humano.

FUGITIVO (I)

Las cunetas,

los grandes cielos,

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518

el silencio, las caras

en los portales al llover:

todo eso ya no importa.

Para el libre, el camino

es un fino violín.

FUGITIVO (II)

Se escapa del encierro

y se queda entre los senderos,

acariciando los barrotes

del lado de afuera;

visitando las demás jaulas,

bien temprano,

cuando hay silencio,

como velando a los otros.

LEÓN SORDO

El viejo león está sordo.

El veterinario dijo

que no fueron el cautiverio

ni las madrugadas frías

y húmedas, ni tampoco

el estrépito de los camiones

pero la avenida cercana,

los causantes del daño.

Dijo que la sordera provenía

de las grandes hazañas

acometidas, que ya

no le dejaron interés.

EL MEJOR MOMENTO

En las mañanas frescas del verano,

Page 519: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

519

cuando reina todavía el silencio,

cuando cada animal se despereza

como si hubiera sido creado

hace un minuto, y no ha saludado

aún a sus compañeros de celda,

ni les ha dirigido cargadas

cordiales a los pájaros libres

(“vas fácil, vos”) ni la ansiedad

tomado su garganta, sus zarpas

salvajes; cuando las rejas

sólo semejan un adorno, cuando

todo parece ser posible.

JAULA DEMASIADO GRANDE

Parece tan indefenso, tan

microscópico, a cientos

de centímetros de los barrotes

que dejarían pasar a mil en fondo

como él; inmóvil, posado

sobre el piso, indolente, deprimido,

mirándose a sí mismo, el mosquito.

JAULA DEMASIADO PEQUEÑA

A éste, en cambio, los barrotes

se le pegan al cuerpo, como rayas

de tigre; como un traje más

que como una jaula, acostumbrado,

inconsciente del cautiverio,

tan dedicado a los negocios

sin moverse, telefónicamente;

parece haber nacido así, qué pena.

Page 520: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

520

JAULAS PARA MUERTOS

Se las hacen en estilo antiguo;

nada más ridículo que ser

actual con un muerto. Arcaicos,

sin ostentación, los alambres

(son de alambre) pueden

no llegar hasta el techo, a veces.

Son débiles y cortos, total...

Algunos establecimientos

los embalsaman, otros los dejan

pudrir. Hay distintas formas.

HORA DE COMER

Ésta es la hora de la verdad.

Aquí se entiende

por qué se quedan. Los animales

acallan las protestas

mientras mastican. Y después

de tragar, no se ponen

a hablar de campos libres, de

bosques, sino de mejores

zoológicos, con comidas

mejores. Se envidia,

a lo sumo, un traslado; se deplora

alguna postergación.

BARES

¡Los bares! Hay jaulas con bares,

y hasta hay bares que se comparten

entre varias especies, ubicadas

en puntos fronterizos cuádruples.

Éstos son los mejores, favorecen

la tolerancia, el intercambio

de noticias, la formación

Page 521: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

521

de una opinión pública.

Los otros, la verdad, llevan

indefectiblemente a la soledad,

al racismo, a los sucedáneos

trágicos de una verdadera

acción definidamente política.

JAULAS CAJA CHINA

Confeccionadas especialmente

para cierto tipo de bestias,

estas jaulas saben ceder fácil

si se busca salir con cierta

constancia. El animal

pasa entonces a una jaula más

grande, convencido de haberse

evadido. Pasea, hace proyectos,

y su fuerza reproductiva

mejora en forma notable.

ANIMALES LOCOS

Barrotes acolchados, cisternas

muy playas, este tipo

de jaulas están preparadas

para animales que se hacen

los locos para pasarla

bien, o quizás con la idea

de conseguir salir. Pero

de veras están locos, si es eso

lo que quieren, pasarla bien,

o salir por locos.

Y NO SE SABE

Page 522: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

522

¿Quiénes son los visitantes?

¿Quiénes son los guardianes?

¿Quién escribe sobre ellos,

sobre sí, quién escribe

sobre los prisioneros?

¿Quién es árbol o lluvia?

¿Quién es comida?

También la colección

es parte de ella.

Y AL FINAL

Y salimos, y entramos

por actos sucesivos

de fe: “soy visitante”,

“soy animal salvaje”.

¿Cómo vivir así? Se esgrimen

los valores, y al rato

se comen, se degluten.

Las jaulas se diluyen

como si fueran niebla,

y la niebla te envuelve

con sus manos de hierro;

te amenazan especies

amenazadas, te avistan

los cetáceos; así todo.

NO HAY FINAL

Misterio que sería

hermoso si existiera,

y si lo hermoso

existiera. Ahora o antes

salgamos, salgamos

al camino, comentemos

esta visita. Ya terminó

la tarde. Parecería

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523

que vimos o nos vieron.

Que alguien pensó,

que nos pensaron.

Parecería haber

un poema, pero no hay

más que moléculas

un poco conmovidas.

O SÍ

Hablándome, escuchándome,

escribiendo o leyendo

este libro; no existe

otro libro en el mundo.

Pero él existe sólo

en tu jaula de aire,

y el aire de tu jaula

se disuelve en el aire.

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524

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525

ATARDECER DEL DÍA SEXTO

(2012)11

11 Escrito en 2005.

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526

Page 527: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

527

1

El abandonado polvo.

Tras él, las cosas

que un día relucieron

sin esa cáscara

protectora.

Cosas que se apagaron en el agua

de la vida: entre ellas alguien

mira el atardecer, no mira

la sala inhóspita. Ya sabe

que puede imaginar, el polvo

se lo ha dicho: ángeles o piratas

volando, superhéroes. Y nadie

le dirá que está bien

o está mal lo que hace.

2

Yo me había quedado ahí

dejando de importar,

siendo ya gratis:

algo que se creía

que era yo, descendía

todos los días a cenar,

creciendo, envejeciendo.

Sin saber que, apoyados

los brazos en el alféizar,

yo, mirando los techos

me había quedado.

3

La luz iría desapareciendo,

todo sería real. Imposible

de decir, en la noche. Pero,

en vez de eso, otro polvo

empezó poco a poco

Page 528: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

528

a cubrir techos y paredes:

eran las construcciones, lo inútil

que derribaba el árbol del centro

de la manzana, la protección.

Todo quedaba hundido

debajo de esos lapidarios,

de eso para decir una sola

vez. Volaban los años.

Y no había silencio, salvo

el que uno mismo se hacía.

4

¿Quedándose por qué?

¿Quién sostenía

la ventana, si el aire

ya eterno, se borraba

junto a los otras cosas

del altillo?

Rápidamente

me despedí de nada; salí

al balcón, sostenido

en mi débil deseo, buscando

los escalones de fierro

para volver al pozo. Tampoco

estaban, por supuesto.

5

Tenía que haber un mundo,

¿eh? Curioso. Cualquiera

hubiera dicho que iba

a haber: seres queridos y su

conocido subproducto.

Pero no. Qué macana.

Y ahora tenía que inventar,

para bajar, los escalones.

Page 529: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

529

El mundo: las estampillas,

los pulóveres y revistas,

las uñas, todo eso.

6

Al mirar,

aparece.

Haciendo

que ya estaba:

esas cosas que tiene

el mundo.

Pero, ¿dónde

están esos seres?

¿No los puede

inventar,

y sí en cambio

a los escalones,

y paredes

y pisos?

7

Baja y recorre

despacio

la casa. Sí, despacio,

que no es fácil

ir inventando todo

para andarlo: la luz

del velador, la falta

de la otra luz, la de

afuera, el olor

a comida, el ruido

de la máquina

de coser, de la puerta

de calle abriéndose.

Va haciéndolo

en el aire, coloca

objeto tras objeto

Page 530: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

530

y camina tras él,

como cuando corría

atrás de una pelota

para entrar en los sitios

donde no se podía.

8

Qué raro, ¿el mundo

se va haciendo sin ellos?

¿O sólo es

que no hay nadie en la casa,

que riendo,

muy jóvenes, besándose,

volverán, como cuando

él todavía no estaba?

Quizás no esté, en efecto,

pero entonces

¿quién sueña? ¿Es una

lámpara, un velador,

él, y no él? ¿La mesa,

el cuchillo, su propio

ajuar, vacío, como si fuera

El Niño Invisible?

9

Hay que seguir y ver. Seguir creando

sin saber qué se cree, quién se crea.

Si viene alguien a retar,

por lo menos vendrá alguien.

Si lo podemos hacer

podremos hacer otras cosas.

¿Pero no viene? No, viene la calle.

La puerta, bah. Ya sabemos

lo que es esa dichosa puerta,

que se abría, ¡se abría! Y sabemos

que somos tontos, pero esto

es demasiado: la calle. Ellos

Page 531: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

531

no van a estar ahí, ¿qué, acaso,

hay un desfile, un choque?

10

¿No tendría que ser de noche?

Es que de noche no, me da miedo;

me da un poco de miedo, la noche.

Capaz que no los vea, si están. Capaz

que si no veo bien, haga cosas

que no me salgan. No sé. ¿Crepúsculo

se dice? Ahí está bien. Ahí

lo dejo. Lo dejo en el crepúsculo, total,

la cuestión es vivir en algún lado.

11

El vientito me sale: la brisa,

como se dice bien. Mejor

incluso que un desatado

removedor de mundos

aún frescos. Y mejor

que una pastosa calma

que los hunda otra vez. Éste

mueve apenas las hojas

recién hechas, que recién

le hice a los fresnos:

más que temblor, parece

un destello, una onda

en el agua, que voy

a hacer mientras espero

que la gente aparezca.

12

Sé esperar,

soy un niño,

tengo tiempo.

Page 532: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

532

Puedo pensar

mientras espero, y nadie

sabe qué pienso

ni si pienso siquiera.

Puedo hacerles

el mundo, para que

cuando lleguen

lo encuentren:

“¡ah, mirá!, este chico

hizo el mundo”.

13

La calle que conozco

más, es la de mi amigo.

Que no es de él, es una

manera de decir:

es la que va (otra)

a lo de mi amigo.

Y ahora que no hay nadie

yo soy el que va a entrar

en las casas. Ése alto

me servirá de mirador.

En cada casa

de cada cuadra

todo estará dispuesto

para comer o dormir.

Jugar no; y si no

jugar solo.

14

Y quizás mujeres desnudas

y quizás autos a toda velocidad,

que puedo hacer ya andando

a toda velocidad. para que no

tenga que hacerlos arrancar;

y si no hay nadie, nadie

se va a enterar, y desde arriba

del edificio alto, voy a mirar

Page 533: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

533

y si alguien viene, los disuelvo.

15

No los hago no porque no

sepa, sino porque lo que

pasa es que no es lindo crearlos:

si van a hacer lo que quiera yo,

¿qué gracia tendría? Si puedo

disolverlos si me enojo, peor.

Mucho peor. Tengo que ganarme

el derecho a tenerlos aquí,

que les guste, que vengan.

No soy un caprichoso, todo

hay que hacerlo como tiene

que ser. Si no, qué vivo.

16

Hay que mirar

más allá

de la ciudad creada,

donde el vacío

se agita como una pampa,

donde se colorea de violeta,

de gris, de negro,

en sucesivas capas;

donde habita

la nada con que harás

todo un mar. Un mar ebrio

y navegando en él,

un barco sobrio.

17

¿Y una feria?¿Un mercado?

¿Y un circo?¿Y

un parque

Page 534: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

534

de diversiones?

Y él, con sonrisa triste,

los hace.

Hace las luces

que parpadean

entre nadie, los ruidos,

los alborotos sin

ningún autor;

paseando

entre los puestos,

entre

las calles abarrotadas

de nadie.

18

Che, ¿dónde están

que no vienen?

¿Saben lo que les he

construido aquí,

para ellos?

Qué, ¿no les gusta?

¿O es que no puedo

hacerlos venir?

He plantado

semillas de ellos

por todas partes.

Pero las hormiguitas

se las han comido.

19

Debería plantarlas

en mi corazón, y allí ver

crecer eternamente

los suyos, verdes,

con sus inmóviles

Page 535: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

535

hojas, encerrados

sin aire

en mi corazón.

Pero, ¿dentro

mío?¿Y cómo

podría verlos,

entonces? No sé

mirar adentro

de mí.

20

Ah, sí, es verdad, adentro

de mi corazón viven algunos

distintos de mí. ¿Cómo sacarlos?

No es posible provocarlo con un

dedo en la boca, ni con arcadas: ellos

están bien aferrados a la sangre

que entra, que sale. Están

nadando en ese órgano, durmiendo

en él: y pueden

esperar, para ellos

yo soy el Universo. Jamás

se acabará, piensan. Mi muerte

es sólo un hecho hipotético

de su cultura de súcubos.

¿Cómo llevarlos al mundo verdadero?

21

Matarlos y hacerlos nacer

aquí, delante

de mí. No en mi cuerpo,

su mundo, sino

en mi mundo. ¿Cómo

lograrlo?¿Qué palabra

les sería mortal, si tantas

he dicho, solo, aquí,

sin éxito? Un purgante

sería posiblemente

más eficaz, pero no voy

Page 536: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

536

a inventarlo, me dijeron

que suelen hacer mal.

22

Qué palabra mortal, o qué palabra

vital, o qué palabra

que tenga alguna relación

con la muerte o la vida, si todas

son como piedras, como sillas

de un comedor, que se pueden

poner o sacar, o tirar

para hacer daño, pero sin ser

el dañado. Palabras.

Palabras como éstas.

23

En el altillo

la dulce

tarde, se hundía

sola. El perfume

navegaba, solo,

en el aire.

Pero ahora no.

Hay que tener paciencia,

viejo, te lo dicen

mil veces,

te lo decían.

Estoy creciendo. Debo

saber esperar.

24

Cuando ordeno

palabras, cuando

crezco, me siento

más tranquilo;

Page 537: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

537

me siento

en la silla a esperar.

Y a hablar. Si hablo

bien, volverán,

¿no es cierto?

25

No, che, pero no

vienen, ¿y estarán

los escalones, todavía?

¿Y por qué no crear

el perfume, la misma

tarde, total,

para esperar, de todos

modos, solo?

¿O volver, no?

De nuevo.

Pero entonces

no crecería, no

hablaría bien.

26

¿Y por qué copio cosas?

Copio las cosas que conocí,

en vez

de inventar cosas

nuevas: nuevos

tipos de árboles, por ejemplo.

¿Qué?, si son monstruos,

transformaciones de otros

árboles anteriores, que para

el que los conoció eran

ellos los realmente

bellos, y no éstos.

¿Y entonces?

Page 538: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

538

27

Demasiado dado

a ellos que, guachos, no

vienen. Copio porque

espero que vengan, que las cosas

familiares los atraigan,

que no los asusten. No quiero

asustar a estos fantasmas,

siendo

el real,

el ilegible.

28

Pero hay cosas, que me salen...

y eso que siempre está

atardeciendo, que si

no, que si se me ocurre

un mediodía: esas hojas

que se ponen de un verde oscuro

ahora contra el celeste

cada vez más negro

del cielo, serían

brillantes en el viento, casi

inmóviles al temblar, y no

sabés, entonces, lo que sería!

29

Ah, pero algo cambio:

cambio el río, lo hago

andar de oeste a este.

Después

sueño verlo al amanecer

hundiéndose en el sol

como si mirara

una catarata

desde arriba.

Page 539: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

539

30

Y me sale mejor

imaginar

que hacer.

¿Y si los imagino,

dulces, cuando aún yo

no existía, no existía

más que en sus sueños?

31

¿Y disponiéndome a querer

esa masa blancuzca,

que es todo lo que me sale

cuando trato de crear a alguien?

¿Quererla perfilará

su imagen, hará

nacerle gestos? ¿Me

reconocerá, cuando

sepa hacerlo?

Esas materias informes

esos murmullos, esos

estrépitos mezclados, esa

vida, si no se la ama,

se dispersa.

32

Entonces, yo, ¿fui amado?

Porque aquí estoy, ¿verdad?

¿Verdad?

¿Verdad?

¿Verdad?

Aquí estoy, verdad.

Sos lo único que no creé.

Lo que miraba, ahora

lo sé, tras los techos,

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540

tras las nubes que, grises,

se envolvían en los naranjas,

en los naranjos, de los

atardeceres.

Fui amado, y no puedo,

verdad, escapar,

y no quiero, de esa

cadena. A mí

que no me la cuenten:

el mundo quiso

ser, sino no habría

nada con qué llamarlo

de algún modo.

Ya el mundo se quiso.

33

¡Ah, y ahora aparecen!

Todavía no

los viejos, pero

sí Ana María con su

mejilla para besar.

Son los primeros

en venir: el pibe

que caminaba conmigo

por calle Córdoba, y

encontré en una cortada

de Río, ya hablando

mal el castellano.

También pasa y saluda.

34

Entonces, los estoy

amando. Ni siquiera

lo sospechaba. Claro,

si no sabía si a mí...

Lógico.

Pero sí, dice Inés, pero sí.

Varias novias se juntan

Page 541: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

541

a comentar que soy estúpido,

y otros amigos se acoplan

al grupo: parece haber

habido un choque

en la vía pública.

35

¿Así que habías vivido,

al final? No todo

fueron techos o chimeneas,

¿no? dice ella, un poco

triste. Yo la hice

revivir, lo que siempre

es problemático; de chico

dice, eso ocurría

solamente unos veinte

minutos, al atardecer,

¿cómo pudiste

pensar que era para toda

una vida?

¿Viste? ya hay mundo, y puedo

equivocarme, le digo, y ella

ya no sé lo que piensa, ya,

como digo, hay mundo.

36

Pero todavía soy el que soy,

el creador de este mundo,

¿qué se cree?

Ella podrá existir, pero yo

soy el que va a condensar

ese almidón, esa miasma,

en algo digno de ser nombrado.

Vos dependés de mí, querida;

así que alcanzame el autito

Page 542: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

542

y quedate mirando cómo juego.

37

Qué raro, ella se fue.

No llegó a disolverse: se fue,

por una de esas calles

que le creé. ¿Qué se cree?

Que se vaya, nomás. Estas negras

en cuanto existen, ya se creen que son.

Y son, mirá, una cosa...

Total, yo creo rápido.

38

Qué tonta aquélla, que se fue, pero

a la vuelta de acá nomás debe

de estar mi madre. Yo, por lo menos,

ya le hice la bolsa

de la verdulería. Y podrá volver

a dejarla en mi casa. A cocinar.

Y yo podría volver también

a comer, a acostarme, a dormirme

y a decir basta de mujeres por ahora.

39

No soy feliz

con las cosas que hago.

Seguramente se debe

a falta de experiencia.

Pero paciencia, paciencia:

ya vendrá, ya vendrán;

entretenete

con esas cosas, querido.

(No puedo hacer personas

pero sí sus palabras).

Page 543: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

543

40

Las razones del ritmo extraño

se deben a la soledad. Total...

Y a ella misma se debe también

el ritmo en sí, el mismo ritmo

y lo que lo compone. Si no,

si hubiera realmente alguien,

¿alguien como yo, cantaría?

En la vida, sumergiéndose,

o con los otros, con la

que se fue por la calle,

cantaría. Oh, nadie,

éste es el canto que se te debe.

41

¿Viste que es siempre

el atardecer? A lo mejor

el año que viene, cuando

venga, si lo hago,

lo hago con mediodías,

con veredas bajo las copas

de los árboles del verano,

con el viento agitando

el pelo de ella, que tendría

que estar ya solucionada.

42

Pero, ¿cómo

querer, si me

lo deben?

Puede que sean

cosas que me van

a enseñar

más adelante.

Sí, claro.

¿Quién?

Page 544: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

544

43

No estaban previstos estos

desaires. Si te metieron

en la cabeza todo

esto, te hicieron

un gran mal.

Te lo hicieron

y no volvieron más.

¿Y no vas a aceptarlo?

¿También te negaron eso?

44

Los otros también

se fueron.

Hay que hacer algo.

Dejar de ser

creado. Ser creído.

Dame esa mano extraña.

Dame esa mano

que no existe, que no sé ver.

45

Ah, pero ahora de nuevo

ya hay alguien pasando lejos,

por las calles que hice

hace mucho. ¿Ves

que hay?¿Qué, no iba

a haber? Si ya hubo;

yo les puedo creer,

les puedo aceptar que existan.

Page 545: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

545

46

Y corre, corre

tras las sombras, furtivas,

de gente que se esconde

tras las tapias, que entra

a las casas, ya iluminadas

del atardecer.

Llega a gritarles algo.

Llega a decir: “¡buenas

noches!” Y alguno

hace, de espaldas, algún

gesto, sosteniendo

su optimismo desesperado.

47

Y así, cuando le habla, la gente

no sabe ni quién es. Que es

el que ensaya quererlos,

porque los quiere. La gente

no lo sabe, qué sabe, pero él

quiere tanto que existan, que los quiere.

Los quiere para que ella exista.

48

¡Pero cuánto ha durado

el atardecer! Cansado,

deja pasar frente a él

multitudes que sin problemas

son ya como son ellas.

Pero no ella. Y el día

se termina,

en serio,

sin ella.

Page 546: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

546

49

Así que vuelve.

La casa está ahí.

La puerta de calle

del lado de la calle,

es decir, la puerta

de entrada, ahora,

se abre sola

para que entre.

Llegar fue fácil

desandando.

A la memoria

no hace falta

crearla.

50

Y atraviesa el hall, atraviesa

el primer patio. El comedor.

El corredor. La cocina

extrañamente vacía,

sin ollas burbujeantes.

Llega a la escalera

del altillo. Y entonces

los escalones se desmoronan.

La casa se disuelve.

Y en ese lugar exacto

ella aparece

como aparece la noche

en el atardecer.

Page 547: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

547

ETIMOLOGÍAS

(2013)12

12 Escrito en 2006.

Page 548: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

548

ABEJA

No, no cómo, Emily,

hacemos el poema

a la abeja, sino

cómo hacemos

el poema a la primera vez

que escuchamos decir

“abeja”.

Te pican o asustan, sin

saberse cuándo en la vida

la escuchamos nombrar,

o supimos que sabíamos.

ACCIDENTE

Lo inesperado, dura

un segundo, y la vida

debe cambiar por años

tratando de volver

a un estado inicial,

que lo mismo era estúpido.

Pero quién se lo hace

entender a la gente.

ALMÁCIGO

Almacén de amigos,

probablemente.

O alma de los higos,

no sé. Sé que es algo.

Algo de la huerta,

del frescor. Quizás

alguna vez la diga:

“el almácigo es muy útil”.

Page 549: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

549

ALMANAQUE

Me gustaban, antes

de saber cómo se

llamaban, las gordas

resmas pegadas

en su sostén de

cartón, que se iban

enflaqueciendo a medida

que pasaban los días.

Ya no existen más:

ya pasaron los días.

AMIGO

Cambiante. Los años

no perfeccionaron su

sentido, más bien

lo confundieron, entre

sucesos que sólo

pudimos conocer

porque existía esta palabra.

Pero ella, a veces, refulge

nítida: son pocas

veces; únicamente

al saber que nos es

permitido pensar

en ella, y llega.

ANTIGAL

El extraño título de una zamba.

Sólo después, algo que existía:

la reticencia, la noción de no estar

para el consumo tonto del turista.

Algo que proteger de la furia

Page 550: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

550

de cosas que vos eras también

y no sabías.

Y después, verlo.

Sin tocar, verlo. Sentir

el tiempo atravesando,

atravesándote. Mirar,

mirar y lamentablemente,

saber, saber e irse.

AUSTERIDAD

Era una palabra que decía

Frondizi, rara. Política.

En esos tiempos, de otro

mundo; y me hacía pensar

en Austerlitz (una batalla,

ya sabía), en Austria; y,

lógicamente, en Arturo.

En atroz. En asta. En auspicio.

Expósitos con los que yo

formaba familias.

AUTOS

El auto era algo que, parece,

se había tenido. El auto

aparecía en los viajes, entre

polvaredas, se iba armando

alrededor; siempre que no se fuera

en tren, naturalmente.

Pero ya era pasado legendario.

La entrada, despacio, a un taller.

El regreso a pie.

La tarde que caía

al fondo de la calle.

Page 551: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

551

BAILE

Habían sido cosas del teatro,

de mi madre, de las mujeres.

Después, mías: pero los amigos

tenían hermanas más grandes.

Y después sí: pero los bailes

al aire libre, de los clubes, eran

como una inmensa nave de marcianos

donde no había tablero de instrumentos

y la gran ventana cósmica estaba arriba;

y la puerta quedaba muy lejana,

al entrar. Y después ya supe

lo que era, y la palabra cayó

con su estupor.

BOGA

¿Que una comida fuera

peligrosa? Las espinas,

con cuidado, decía

mi padre, y yo imaginaba

terribles sufrimientos,

inauditas postergaciones.

¿Por qué complicarse

la vida así? pensaba.

Si hay otros platos...

El peligro, el peligro,

subido a nuestra mesa.

BOMBA

Algo malo era, aunque

Page 552: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

552

sorprendentemente,

se sacaba agua con ella,

fresca. Divertidísimo

era mover esa palanca,

los ruidos que hacía. Pero

se vio bien claramente

que también era malo

en esos años. Podía

ser en el mundo, o a tres

cuadras de tu casa.

CALLE

“No voy a ir así a la calle”.

“Vengo de la calle”.

Pero antes, uno estaba

en la calle, sin darse cuenta;

de la mano de un padre,

o en brazos inclusive.

Fue peligrosa, fue dulce,

como recuperada.

Recuperar la inocencia

del sin palabras todavía.

CAMA

A la cama.

Podía ser bueno, a veces,

en invierno.

Otras no: la siesta.

La cama fue antes

la camita.

Parece que hubiera

crecido, pero la cambiaron.

Page 553: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

553

CEMENTERIO

La gente iba al cementerio.

Por ende, también volvía

de él, o no había podido

hacer cosas, por ir. O no iba.

Pero yo nunca iba. Nunca

me llevaban. ¿Se suponía

que hubiera podido ir

por mi cuenta? No, la muerte,

creo, no me hacía caso.

CERVEZA

El olor, las chapitas

en el asfalto, aplastadas

por los autos: un cielo

estrellado.

Lo importante no era

la cerveza, sino los sandwiches

de miga (y el ambiente).

CINE

Todas las películas eran cortas.

Las de colores eran dibujos.

Las que eran en blanco y negro

eran como las fotos, pero

se movían. Había dos clases:

la de los tipos que caminaban rápido,

que parecían graciosos, pero eran

bastante tristes; y las de los

tipos que caminaban normal,

y cortaban cintas

inaugurando cosas;

todo ficticio, obviamente.

Page 554: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

554

CUADROS

¿No es increíble

que esta palabra

aparezca tan temprano

en algunas vidas,

tiernos cromos

del corazón sagrado

de Jesús, o Herrero

Miranda, sus siluetas

contra la costa, quizás

aún no conocida

personalmente?

Pero el objeto está

ahí, y preguntamos

qué es, y la pared

se viste de historias,

y ya nada será

igual, hay cuadros.

ESTUFA

Ahora vos tenés que encenderla.

Antes ya estaba así al llegar

vos a la casa. Tu madre

se había encargado. Fuego

en tu hogar, calidez ganada

afuera. Ya no es posible

hacer de cuenta que vino

incluida en los enseres:

es tu aporte, y lo peor

es que resulta evidente

que hacerla funcionar

sabés hacerlo.

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555

FLECHA

Los indios. En la ciudad,

en la ruta, ahora,

una cosa pintada.

Un signo. Pero para

vivir, no había flechas

que indicaran

la dirección,

aunque algunos querían

ponerlas.

FORRO

Al principio, yo creía que era

como el forro de los cuadernos, y no

entendía cómo podía ponerse

eso en el pito. Cuando

me enteré de cómo era

la cosa realmente, y de que había

que comprarlo, entreví

que el asunto iba ser todavía

más difícil.

FOTOS

Desde la primera vez

la palabra se pronunció

agrupándose para verlas:

los bordes estaban

recortados como un encaje,

las figuras eran muy chicas

y los árboles eran siempre

más nítidos que la gente,

atrás. Y los progresos

de la técnica no lograron

jamás que todo fuera

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556

más emocionante

que el deseo de verlas.

GRULLAS

Pasaron las. Film. Tatiana

Samóilova, jugando al ping-pong

en pantalones, en un documental

soviético. Hermosa. La película

la vi mucho después. Grullas, nunca.

GUERRA

Era la Segunda. Más tarde,

Viet Nam. ¿Dónde estaba

la guerra? Parecía

que sin ella, éramos incompletos.

Y lo éramos. Supimos

con dolor que lo éramos,

que lo habíamos sido,

cuando ella vino y se instaló

entre los hijos que estábamos criando.

Por suerte, un día se puso

a dormitar un poco, pero siguió

ensuciando con su excremento

nuestras camas, y no se ha ido.

HIJO

Yo fui uno. Y también

tuve, y al principio,

sin dejar de serlo. Después

sí. Ya no fui. Tuve.

Pero la palabra

jamás será suficiente

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557

para decir lo que

es. Ninguna

de sus letras, ni juntas

ni separadas.

HUÉRFANO

Una cosa rarísima: chico

con muertos. Los muertos

los tenían los grandes. Un precoz,

pero no se lo admiraba,

se le tenía lástima.

También aprovechable, aunque

posiblemente era peligroso:

tan chico, tanto muerto.

INCERTIDUMBRE

No sé si sé

lo que quiere decir

esta palabra, pero,

ejemplificando: “yo voy

al club con incertidumbre”.

JAZZ

Cualquier cosa que toque un músico de jazz.

Cualquier cosa de la que hable mi amigo Vila Ortiz.

Cualquier cosa que se me ocurra que tenga ritmo.

Parece que el género, no la palabra,

nació en Storeyville, un barrio de Nueva Orléans,

bastante antes del último temporal catastrófico.

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558

LADRILLOS

Está bien, se hacían

casas. Pero para mí

representaban el frente

de la pizzería “La Chiquita”,

en calle San Luis. Mi madre

sostenía que esas pizzas,

o empanadas, eran grasosas.

Prejuiciosamente, desde

luego no las compraba,

y yo, por ende, no las comía.

Esos ladrillos quedaron unidos

para siempre con el deseo.

LECHE

Había sido tan importante,

y lo seguía siendo. La leche

era el momento de parar,

de revisar los juegos, de

evaluar. Pero con nata,

no se tomaba. Se trataba

en realidad de no tomarla,

de comer las tostadas, cuando

no era “bebida”. La leche bebida.

A veces, el amor “bebido” también.

LENGUA

Saussure. Sacar la lengua.

El Congreso de la Lengua.

Idioma, pornografía.

Beso de lengua: cuando

las palabras te tocan,

te conmueven, ya no sos

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559

el mismo. Tardó la lengua

en inventar la palabra lengua,

y tuvo que ser una cariátide

perdón, ¿se dice así?

LUZ

Luz. “No hay luz”,

dice, probablemente,

mi madre, levantando

y bajando el interruptor

un día que hubo

corte: y así yo aprendo,

cuando no hay,

qué es la luz.

MACETA

Había por todos lados.

Sobre todo en los patios,

con patas. Así que debe

haber surgido sola,

naturalmente.

El mundo lleno de ellas,

una idea errónea.

MADERA

Acá entraban los clavos.

En el portland, saltaban,

resistiéndose a entrar,

y caían doblados.

Pero eso nos daba ocupación.

Con un tablón, con una viga,

en cambio, todo acababa

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560

en la pregunta: ¿y ahora?

METÁFORA

“¡Qué linda metáfora!”, decía

el tipo ése que escuché, una tarde,

frente a la vidriera de un negocio

de antigüedades, mirando un ánfora.

MIERDA

No, no me acuerdo

específicamente.

Creo que siempre supe

que era mala palabra,

no lo que realmente

quería decir: supongo

que un día dejé

los eufemismos, caca,

todo eso y la usé.

MOVIMIENTO

Las cosas. Se mueven,

pero en cierto momento,

esto significó política:

estar en uno era estar

moviéndose. Las cosas

se movían. Y se siguen

moviendo, pero ahora

te las quedás mirando,

pobre quieto.

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561

MUSEO

Yo hice uno, con cosas.

Todas las cosas pueden

servir para eso. Pero

no podía escribir los cartelitos,

porque era analfabeto

todavía. Pero no me importaba,

porque sólo iba yo.

NÚMEROS

El dieciocho era un tranvía.

El tres eran estrellas con nombre

propio. Mi mamá

no quería decir dos veces

las cosas: de ahí, también,

la unidad; de ahí la decena,

la centena. Pero cien

era “cien por hora”; o sea,

Fangio. El dos era

asimismo “tomate

el dos”, echar a alguien.

Cuatro llegaron a ser

amigos, malas notas,

lo demás era más bien

incomprensible.

PAISAJE

Primero lo vimos en los cuadros;

después, en el campo, en el río;

por último lo vimos

adentro del corazón:

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562

el procedimiento

era sencillo, lo que reunías,

-no cada cosa por separado-,

evocaba lo que pasaba

dentro tuyo.

PALABRA

La palabra palabra

surgió, lógicamente,

cuando empezaron a faltar

las palabras.

Antes también faltaban;

antes faltaban, pero

no se sentía la ausencia:

lo que no estaba eran las cosas.

¡Pero ahora!... ¡La vida!

¿Cómo decir?...¿Qué

cosas, entendés?

PALOMA

Sí. Sin que te tenga

que cagar en la cabeza:

solamente el zureo

(otra palabra). En la

siesta. No saber.

Y la palabra, entonces,

y saber. La paloma

te hace saber,

en serio.

PENTECOSTÉS

Tantos domingos antes, tantos

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563

domingos después. Qué misterioso.

Pero decían los libros: estaban

reunidos y sobre ellos

descendió, etc...

Sólo conocerás a Dios,

sólo conocerás la realidad

en tu propia lengua.

PERÓN

¡Ah! Ésta....

PIERNAS

Eran la pieza fundamental del deseo.

¿Por qué? No sé. Por razones

estructurales, supongo: la industria

encontró fácil acortar las polleras,

poner al mundo entero en eso.

Tonto, en verdad, pero con qué

fe fue que nos enrolamos

en esa religión. Y un día,

como ellos hacen siempre,

dijeron basta, y a otra cosa.

PORTAL Y OTRAS

“Portal”, “pesebre”, “burro”,

“Belén”, “ángeles”, eran

palabras sobre cosas

que no existían. En Navidad

se decían, se veían, pero

naturalmente, no formaban

parte de lo real. Eran mágicas.

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564

¿Cómo me iban a traer un regalo

los Reyes Magos, no siendo

parientes ni amigos

de mis padres? Porque eran

magos, de otro modo era absurdo.

PUERTA

“Puerta” era la puerta

de calle. Las otras no tenían

importancia. Cuando

se sentía la puerta de calle

era que mi papá venía.

Los demás tocaban el timbre, y

sí, había que ir a la puerta,

a abrirla.

PUERTO

Puerto no era puerta.

Éste estaba fuera. Llegaba

el hollín del puerto. “Es

el hollín del puerto”, decía

mi madre. Sería

de las chimeneas

de los barcos. ¿Y cómo

sabía yo que en el puerto

había barcos? Posiblemente

lo había leído. En el puerto

ya no había barcos.

O, por lo menos, así

lo decían todos. ¿Y el

hollín? ¿Y las sirenas

de los barcos, que gritaban

el Año Nuevo? Un día,

al final, fuimos al puerto:

había grúas, había sol, había

galpones. A lo mejor

también había barcos.

No me acuerdo.

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565

RADIO

Verdadera escuela de vida.

“Tarzán”, a las seis de la tarde

éramos tácitamente convocados

a escuchar el paso, la dirección

del mundo. César Llanos

le decía a Tarzanito, tras

salvarlo de una travesura

que podía haber tenido

consecuencias fatales: “Recordar,

Tarzanito: ser bueno

ser más difícil,

pero ser mejor”.

REVISTAS

Por qué mi vieja, habitualmente

tan cuidadosa con mis intereses,

no reparaba en encargarle al diariero

las revistas de cow-boys, o de guerra,

como sí hacía con El pato Donald?

SACRIFICIO

Yo me dirijo.

Me encamino, doy

señales, llamo.

No quiero intermediarios,

oficiantes que me cobren

la llamada. “En la casa

de mi vecina, hay

un sacrificio.”

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566

SIMULACIÓN

Nadie nos engañaba

de chicos: la verdad

no era lo mismo que

esto. Y así, hay que seguir

haciendo. Tu corazón

sabe. Sabe hacerlo.

SUR

El sur del sur: y cuando

íbamos, eso que íbamos

llamando el sur,

era ya el norte. Como

el tiempo, el espacio.

Son lo mismo, no existen.

TELÉFONO

Esas palabras griegas.

Como “Telémaco”, pero

ella tenía, tiene que llamar.

¿Y si no llama? Bueno,

están las calles, ésta es una ciudad

hecha a la escala de tus ansias.

En realidad, sería mejor:

que te vea. Quererla

con los ojos, con todo el cuerpo.

Qué teléfono.

TIERRA

Al principio era mugre.

Más tarde una noción

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567

geográfica. Pero

con el fuego que encienden

las cosas a cierta edad

(digamos, catorce años),

fue un testigo. De esos fuegos.

Y nunca nadie menos,

toda la tierra.

VELOCIDAD

“Voy a cien por hora”, soy

Fangio, decíamos

en la infancia, jugando

al automovilismo. Pero,

a pesar de lo que parezca,

no llegaremos a la

simultaneidad. Habrá

Historia, siempre.

VENTANAS

Otro tipo de cosas que, al principio,

no existía. Tuvieron

que venir los tranvías (una exageración,

una lujuria de ventanas), los colegios, y ser

sentado al lado de una de ellas.

Pero en seguida funcionó: el mundo

pasaba comedidamente

por las ventanas, se veían

las casas de enfrente, el cielo

arriba, y entre ambos

la ropa tendida al sol, el eslabón

entre la Astronomía y la Historia.

VEREDA

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568

Sólo los pueblos tenían vereda,

las ciudades no. Porque

en la vereda, en los pueblos,

se jugaba. Y parece

que en las ciudades, alguna

bestia pasaba rozando

las paredes de las casas, y arrollaba

a los pobres niños que, desaprensivos,

se arriesgaban a estar en ellas.

Más tarde hubo veredas en los barrios,

mucho más tarde, y siempre

con muchachas hermosas, que habían

regresado de sus veraneos

eternos, sólo para

que las viéramos.

VESTÍBULO

El vestíbulo es fresco.

El interior del matorral

es fresco. Pero

es diferente del vestíbulo.

La gente aparece en el vestíbulo

cuando viene a mi casa.

¡Qué importante es el vestíbulo!

YUCATÁN

Los sacerdotes siguen subiendo

las escaleras de las pirámides,

mientras esperan que llegues, ¿llegarás?

Me he demorado. Me he

demorado un poco. Unos

cuarenta años. Esta tierra

se puso interesante, los paraísos

quedaron en un rincón

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569

del alma, entre sentidos

que esperan tu época final,

tu estar sentado fumando

en las puertas de tu

casa, mirando el atardecer.

Ahí llegarán los indios ésos

al final, y podrás

conversarles.

ZAPATOS

Fue difícil relacionar

los llamados “zapatitos”

que uno tenía que ponerse

obligado, con los zapatos

de los grandes, en los que

te metías voluntariamente,

y nadabas adentro. Que eran

la misma cosa, digamos.

Y después todo fue

una metáfora de la edad,

“una camisa de once varas”,

para la mitología doméstica.

ZONDA

Un valle. Un viento. Un periódico

de Sarmiento. Un recuerdo de la

escuela. Un día de frío.

Una noción de todos los días

de frío que vendrían

en la vida. Una sensación

aproximada de la eternidad.

La certidumbre

de que esa noción no iba a aprenderse

en la escuela. La calle.

El amor a la vida.

Vida, periódicos, vientos

que alguna vez se acabarían.

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570

ZORRA

La zorra zorra andaba

y en Buenos Aires paraba.

No, en Buenos Aires no paraba.

¿Entonces en dónde paraba?

Paraba en Córdoba.

En Córdoba no paraba.

¿Dónde paraba?

Paraba en Villa Amelia.

No, en Villa Amelia no

paraba. Paraba en la zorra.

No, en la zorra no paraba.

Y no paraba. No paraba.

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ODAS PESADAS

(2013)13

13 Escrito entre 2010 y 2011.

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573

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575

LA SALUD DEL VIENTO (I)

“Hay viento”, dice el héroe, y el nieto

contesta: “Sí”, pero piensa: yo estoy

abrigado. Entonces, claro está,

no hay entendimiento posible.

El nieto piensa que la alusión

del héroe al viento que sopla

tiene que ver con su miedo

a enfermarse. No comprende,

el héroe simplemente está

extrañando que el viento

no lo acaricie más, no le hable.

El nieto llega, incluso, a creer

que el héroe teme por su salud,

la del nieto. En realidad,

eso el héroe no lo piensa,

porque para él lo más saludable

es ser, no querer ser

sano. Se es, se dice a sí mismo, sano

en la salud de los otros. Y le repite:

“hay viento, ¿no ves?”

“Sí, abuelo, ¿y qué pasa?”

Todo el cariño de las caricias del viento,

ese milagro que el héroe había conseguido

viviendo así, como él vive, pasa

completamente desapercibido

para el nieto.

HÉROE DE SUS INTERESES

A menudo, sin embargo, esos nietos

quieren poseer ese conocimiento

cuya existencia han entrevisto.

¡Es que no hay nada más bello

que responder heroicamente

en los casos en que somos

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576

personalmente perjudicados!

Pero, al no tener la técnica

del héroe, queda todo como

un berrinche. La estatura,

el gesto está faltando, la pose

si se quiere. Algo falta.

EN CALZONCILLOS

Ya no hay más heroísmo

que el silencio. Los héroes,

al regresar a casa, al recuperar

hacienda, mujer, dignamente,

después ya no supieron

vivir. Desubicados.

Delante de las cosas

domésticas, gritaban.

“Tranquilizate, abuelo”,

enardecidos, sin darse

cuenta de que querían

golpear como titanes

a sus nietos, o cíclopes,

hasta hacerlos pedazos.

En calzoncillos.

LA VERDADERA SITUACIÓN

Porque, ¿a qué llamamos

“dignamente”? Algunos

creían que lo único

digno era morirse

junto a los otros, los que

murieron. El héroe

ha mandado varias veces

a la mierda a los

sostenedores de esa

tesis. Sobrevivir

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577

fue, lo sabe, más

difícil que morir.

Pero la indignidad de

que tanto la liberación

como la indiferencia,

vengan de afuera,

eso sí no tiene arreglo.

CREYÓ QUE NO TENÍA NADA PARA DAR

En realidad,

es el heroísmo lo que

no tiene arreglo.

Ser un héroe es poder

no serlo, dejar

de serlo. ¿Por qué

no empezó a luchar

desde su casa?

Ahora, en su casa,

la lucha seguiría.

LO CONSTRUÍDO (I)

Dos paralelepípedos

cerca del mar,

sobre la arena. Blancos,

el sol les ilumina

una cara. El silencio

los acaricia, simulando

ser el viento. Tan dignos.

Mucho más

que los que los hicieron.

Sin nada que esperar.

Recostados

contra el cielo sin nubes,

tan azul. Dignos, sí.

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578

LO CONSTRUÍDO (II)

Porque no es fácil, ¿no?

Exponerse a la luz,

así. Con líneas.

Tan rectas. Tan fáciles

de entender enseguida.

Como ser lo que son,

sin tradición,

a la luz de la luz;

cualquiera

pensaría en empezar

a escuchar los camiones

de la demolición.

Porque su ruido llega

siempre antes. Deteriorando

el silencio que sabe

proteger lo que es.

Pero ellos no.

LO CONSTRUÍDO (III)

Sí, sí, exponerse. Son

opacos, pero son

transparentes, porque son

fáciles de entender:

son viejos, ya se sabe

lo que son. Los nuevos

son misteriosos, pueden

hacer trucos de argentinos

vivos, zafar. No dejar

saber qué son. Al menos,

hasta que no haya más

remedio. Pero éstos,

no. Se exponen. Por eso

hablé de dignidad.

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579

LO CONSTRUÍDO (IV)

Pero eso sí: ellos

son fáciles de entender,

pero difíciles de destruir.

Ellos parecen fabricar

el silencio que los rodea.

ODA PESADA

Ya soy como los perros, que

si dejan de ver a la gente,

no la olvidan; y si la vuelven

a ver, lo disfrutan como

si ella hubiera resucitado:

es lo construido, que ya te deja.

Que ya no se interpone entre

la pura fuerza del tiempo

y el boicot que le hacíamos

antes. Se va; es de un mundo

falso, pero no puede llamarse

falso, es lo construido. En él

hubiera escrito este poema,

¿verdad? antes. No en

el aire. En el aire el poema

no podría sostenerse, pensaba.

Así me parecían más duraderos.

Más diálogo entre sordos,

que por eso no termina.

Pero eran poemas.

Lo construido se ha ido de mí,

demasiado construido.

EL CONSTRUCTOR (I)

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580

“Yo no sé que haya que saber nada.

¿Qué es lo que hay que saber? Las cosas

están ahí, listo. Algo

se te va, seguro, a ocurrir, o te lo ordenan.

Ahí empieza el trabajo, ¿dejarlas así?

Podría ser, pero siempre alguna

“reclama” tu atención. Gotea,

se rompe, tenés una idea.” Cosas.

EL CONSTRUCTOR (II)

Dice que haciendo

lo que hay que hacer

siempre se aprende. “Pero

yo no sé que haya que aprenderlo,

hasta que... En la escuela,

a lo mejor. Hace tanto tiempo.

Una cosa es lo que es, está

ahí, para ser o no ser

dominada.”

EL CONSTRUCTOR (III)

Hasta entonces, al señalar algo,

el dedo, los ojos, o inclusive

la pierna, marcaban

claramente las distancias:

la huella, ésta, por allá, cuidado.

Pero ya su padre gritaba “ugh”,

“ugh”, te das cuenta, y él,

Dios me libre, él, parece

que entendió que ugh era

la huella, la dirección, el peligro.

Y eran las cosas. Las cosas.

No el oeste. Tampoco el futuro,

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581

ni América sin saber. Pero

de eso terminamos haciendo

los enseres que nos rodearon.

EL CONSTRUCTOR (IV)

Antes tan ordenado, ahora

dejaba desparramadas

las cosas. Ingenuo

intento de darles realidad.

Pero ellas la tienen, y él

también la tiene. Así que,

¿qué problema

había? Pero había

un problema: las cosas

ya no le hablaban, estaban

lejos, aunque tan cerca

las repartiera sobre otras

cosas. Y la reunión

con ellas fracasaba.

ODA PESADA (II)

Algunas cosas que he construido traban mi corazón.

¡Ah, si ellas fueran como viajes, como amores!

¿Verdad que al regresar de cosas así, nos parece que no hubiéramos

construido nada? Recordamos, sí, pero los recuerdos

son, desde luego, confusos; lo vivido parece

haberse disuelto en el aire, como si hubiera soplado el viento.

He vuelto a Santa Sofía, en mi memoria, innúmeras veces,

y siempre es distinta. Los antiguos escalones de la iglesia

anterior, la de Teodosio, nunca están realmente en el mismo sitio.

No sé lo que mantiene la identificación en los archivos,

los que caminan conmigo, los que llevo en la cabeza. Pero

el hecho de que sepa que pueden cambiar, de que se

transforman, digamos, porque sí, porque se mueven, como en una

taza de porotos los porotos cambian de lugar si uno

los sacude, hace que todo eso sea como liviano,

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582

como un bálsamo. Como el recuerdo de un olor.

LO QUE PESA

Pero preciso que la forma quede:

hijos y títulos. Las cartas,

por miedo las quemé. Los

ritmos que había logrado

los perdí. Mi conversación

-¿no lo ven?- tiene otra

andadura. Más regular.

Didáctica. No era

ésa la forma que busqué.

Sólo sembré de rastros

el lugar de mis crímenes.

LIMPIANDO (I)

Pero también he construido pérdidas.

Es trabajo más laborioso,

hay que buscar de materia prima

felicidad, y luego

ese miedo a reconocerla

que nos asalta al desayunarnos,

cuando nos olvidamos

lo soñado a la noche. Taladrando

con el miedo, rebarbando, mordiendo,

dejándola hecha astillas, si es que hay

constancia y verdadera

voluntad e intención, se pierde

toda, por más que fuera

una felicidad de las grandes.

LIMPIANDO (II)

Se puede. Yo

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583

viajé al pueblo natal

de mi abuelo, y

destruí ese recuerdo.

Ese pueblo, tan mítico,

blanqueado al sol

como una aldea griega

o jujeña, en mi

cabeza, sacudía

sus playas como

una quinceañera

sus pulseras,

mientras mi abuelo,

un niño, corría

hacia el cerro, dándose

vuelta para mirar

el mar, que nos contaría.

Pasajes aéreos y demás

gastos, y llegada.

Lo fui pisando,

como feliz, también

lo iba fijando, que

no se moviera.

Fui a museos, a

su catedral. Me senté

a tomar un cinzano,

aparentemente.

Lo encargué. Antes

de que el mozo

regresara con el pedido

escapé a través de las

mesas de la piazzetta.

Antes ya de tomar

el ómnibus de regreso

se había evaporado

completamente.

LA LUZ

Es la luz: la luz hace

parecerse a las cosas

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584

más diferentes; por eso

se crea la ilusión de no

desaparecer: recuerdos

que se materializan,

simulando eternidad.

A dos cuadras de donde vivo,

en Rosario, uno puede

llegar a pensar que está

el caserón donde servían vino

caliente con canela, en

Santiago, quizá en el

barrio Brasil, ya no sabría

decirlo. ¿Por qué?

La fachada, art déco, nada

que ver con la otra, pintada

tal vez con el mismo

color, no. Es el aire,

la luz en el mismo aire,

en la misma estación.

PANNE

Las tipas, su dibujo

retorcido: el monte.

Y sin embargo, no:

la ciudad. El parque

frente al bar de los cubanos.

¿Por qué la confusión,

la rememoración,

en realidad?

Por el color celeste que se va

en la hora de la tardecita.

Aunque, por supuesto, no estén

los caballos, la chata empantanada.

ODA PESADA (III)

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585

Quizás nada, realmente

se construya,

y todo sea

casualidad,

permanencia

no intencional

a la que se le da

propósito después,

como a poemas.

Habiendo tanta

desilusión, ¿por qué

creemos, hasta

enredarnos, untuosa

seda falsa?

LADRILLO PERVERSO

Ladrillo perverso,

en su quedarse al lado

o encima del otro.

Lo construido

es un cáncer.

No es flor ni

deshecho. Se opone

a serlo, y en

ello se significa.

Si fuera deshecho,

si fuera flor

se renovaría.

JOAQUÍN

Una vez, en una reunión, alguien vino y me dijo que él

quería conocerme. -¿A mí?- respondí yo, incrédulo.

“Sí, a vos, boludo”-me contestaron. Bueno, fuimos.

Todavía vivía Libertad. Me presenté. Me saludaron,

Page 586: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

586

con mucha cordialidad, claro, así eran. Así era él. Me

pareció notarle cierta ansiedad, que en su esposa no se

daba para nada. Nunca he sabido la razón, y por lo poco

que llegué a enterarme de su vida, ello podía deberse

a, realmente, mil cosas. Por supuesto. Pero he dado

en suponer –en inventar, más bien- la razón: yo ahora

lo siento, a veces; lo que yo escribía tenía ciertas

cosas que se parecían a las de él. Por supuesto,

mucho más torpemente usadas, menos aprovechadas;

solamente que había un poeta, hablando, y había cosas,

y ese poeta no las creaba, las mostraba, y no las mostraba

diciéndote lo que tenías que pensar de ellas. A veces,

yo solía escribir cosas así, bueno, ligeramente aproximadas

a eso. ¿Lo sabía él? Probablemente esta construcción

de mi fantasía no tenga el menor asidero con lo real,

pero esa cierta curiosidad, esa mirada... (¿Quién

va a creerme esto?).

LO QUE NO PASA (I)

Lo que pudimos construir

se nos notifica como una sentencia.

En medio del azar,

después de mucho tiempo,

cuando ya nada esperábamos,

cuando nos habíamos olvidado

de que nos estaban juzgando.

No parece, ¿no? lo que es, fácilmente

podríamos olvidar ese papel

sobre la cómoda, dentro de una

vieja caramelera. Que nosotros no

hicimos algo, ¿cuándo?

¿Éramos nosotros? Y,

sí, éramos, somos. Somos,

seremos quizás.

EN DEMOCRACIA

¿Así que sí, que qué bien,

que ahora sí, que se puede?

No. No. Temor. Qué suciedad.

Page 587: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

587

Para qué. Ahí sentado,

en el bar, ¿para qué?

En la televisión no lo hacen.

Y no se esconde, ¿vieron?

¿Qué querrá? ¿Por qué está

sentado en una mesa,

en la vereda, leyendo?

RAÚL

Bueno, no, con él

no había ningún parecido. Lo de Raúl

era para mí, en esa época, tan tremendo

que ni hubiera soñado con semejante

cosa. Este ritmo de ahora,

por ejemplo, es la prueba, de la

infinita distancia, y si la hay ahora

ya pueden imaginarse. No, y en esto

la mitad de los poetas argentinos

de mi generación, estábamos: en

consultarlo, en preguntarle, y él

decía “¿y yo, por qué?” Y nadie

se molestaba en responderle. La

gracia –me doy cuenta que estoy

usando la palabra en su verdadero

sentido: era una gracia- era

que él encontraba en el más miserable

versificador de aquélla época, siempre

algo bueno: un verso, un ritmo, un tema,

una imagen. Él era el gran rescatador,

y eso, ni Joaquín, ni yo, ni Dante, ni

Keats, ni nadie, he visto que lo hiciera

así. Y no he hablado de su poesía.

Ni falta que hace.

ODA PESADA (IV)

Lo construido no le es obstáculo,

Page 588: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

588

sino escalones hacia la muerte.

Son pasos, etapas; no defensas.

Eso que hiciste, al fin,

te mira, no te entiende,

y se entrega a destruir

lo que lo hizo. Vos.

No enseguida, sería

menos brutal. Después

de dejarte soñar, como una

comida que se quema

en forma misteriosa, tras

aromar incitantemente.

MODERNIDAD

La mirada perdida, la

piel reseca, la edad

deshonrada en la edad,

la voluntad que, como

desde el fondo de una casa

de gran terreno, tarda

muchísimo en llegar

a la puerta: ahí

gozando de su inutilidad,

de su esencia de estorbo,

la señora, finalmente, se decide

por un determinado chocolatín,

mientras toda la cola espera.

MEDIANA EDAD

Antes solía esperar, en citas,

a bellas mujeres. Ahora

espero –infructuosamente,

las más veces- sumas de dinero

histéricas, caprichosas. Todo

se debe a que he construido

un mundo de características

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589

demasiado crueles para mí.

Me lo habían advertido, pero

joven, impetuoso, no quise

atender consejos que parecían

intentar restringirme, y ahora

estoy, así, hambriento, entre

reglas que yo mismo, yo mismo,

hice severas e inescrutables.

CON TUQUI

Lo que se construyó antes -de mí,

lo creado desde siempre-,

se va desmoronando, mientras

Tuqui y yo lo miramos bastante

sorprendidos. “Por haber dejado

un buen tiempo”. “Dejado

qué”. “De jugar”. “Qué decís,

Tuqui, no ves que éramos grandes,

ya no podíamos?”

“No nos habremos, no sé,

llamado, no me acuerdo

ya”, insiste. Todo esquivando

los grandes bloques de lo que cae

alrededor nuestro.

TODO TIRADO DESPUÉS DE JUGAR

Hay unos edificios allá, como colinas,

con unas macetas con plantas, como

bosques. De mis mentiras. Yo

jugaba ahí, con Tuqui, nos

mentíamos siempre.

Todo eso completamente

fabricado. Con todo,

¡cuánto duró! Y eso

que lo demás se demolía

incesante. Qué raro.

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590

DOMITILA

¿Qué cosa es lo que hacés, cuando

se te aparece en el nicho

familiar, una urna

que no sabés de quién

es, y no hay nadie

a quien preguntarle nada?

REFRANES

Rápido como recuerdo de viento.

Inútil como año que viene.

Doloroso como concepto antiguo.

Duradero como mirada de inocente.

Sólo se es verdaderamente sobrenatural

comiendo la hamburguesa sin lechuga.

Más difícil de encontrar

que gitano con inmobiliaria.

Mozart cumple, Piazzolla dignifica.

A plantas que crecen, cuadros que no crecen.

En la casa del agua, los cuchillos cantan canciones.

Más vale lluvia que paisaje.

SOBRE CLASICISMO

Sacame, Tuqui,

esta duda: yo,

¿me ponía la camiseta

de Newell’s, para jugar

en el patio de casa, con

la número uno?

Porque de cowboys

sí nos poníamos cosas.

Page 591: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

591

Y de romanos. De

romanos, costaba

que aceptaras. Podía

parecer demasiado

serio, quizás. De griegos.

Me acuerdo que volver

del viaje con Cristina

a Turquía, te dije

(en la oficina

que compartíamos):

“Estuve en Troya”.

“¿Y ya había ardido, no?”,

me contestaste.

“Ya había ardido”,

te contesté.

LO QUE NO PASA (II)

Era un eterno sueño estar

aquí o allá, sin saber

los por qué, sin preguntarse

siquiera. Si las cosas

estaban, estaba bien.

Porque uno estaba también.

En el mundo que funcionaba,

por lo visto, uno iba adentro,

y todo era más bien ver

lo que pasaba, inmóvil,

para que vos lo vieras. A tu

ritmo, digamos. Que algún

día, todo se entendería.

Por eso hay cosas. Todavía

esperando. No pasan.

Page 592: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

592

DESAPARICIÓN CON VIDA

Al principio, el nieto no entiende

por qué el abuelo habla y habla del viento,

y gira y gira los brazos haciendo

de viento, y parece que pidiera algo.

Pero el nieto al fin empieza a entender:

se acerca al abuelo, y con un cuchillo

le abre un agujero en la panza, y de él

sale su padre, y se disuelve el abuelo.

Ahora ya está seguro, y va

hasta el padre, y también lo acuchilla,

y al deshacerse en el viento el padre

lo roza como viento que ahora es.

Cuando llegan los asesinos para

hacerlo desaparecer, no pueden

hacer desaparecer a nadie. Él

acaba de nacer y se duerme

acurrucado en el viento.

A CIERTA ALTURA DE LA VIDA (I)

Si se lo ve caminar

con dificultad, no es

por problemas con el cuerpo,

sino porque lo traba

todo lo que él se acostumbró

a considerar existente.

Que no lo es. Pero él

sopla, y lo que debería

deshacerse y echar a volar

se queda ahí, como un perro

muy muy fiel, o con hambre.

Y eso lo mira, así,

como un perro: profundo,

implorante, dispuesto

Page 593: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

593

a permanecer hasta

que, bueno, ya se sabe.

A CIERTA ALTURA DE LA VIDA (II)

Para el nieto no existe

lo que existe. No existe

todavía, es transparente.

Puede que a lo mejor, porque

hay indicios, pero no más.

Pero entretanto, aquello

que lo traba al abuelo,

parece fortaleza. Y son

límites, sin embargo, pero

el nieto sospecha un futuro.

Quizás sospecha la muerte.

Y por miedo no ve

cómo se ahoga ése

que después de la discusión

lo acaricia.

HEROÍSMO, OTRA VEZ

Te digo, basta, héroe,

no le discutas más.

Que le suene tu voz

gratuita, como algo

entre otras cosas.

Que llene de otras cosas

su mundo. Que no

pase, que en una

de ésas, no pase, pero

que circule, que ande,

que se mueva en su mundo

como una estrella no fugaz.

Page 594: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

594

Eso sí que sería heroísmo.

SON TODOS PROBLEMAS TUYOS

Salís a buscar un taxi.

Al final, el taxi aparece.

Te creés que con un auto propio

todo será distinto. Sin saber

que tu auto también aparece,

se crea, se construye

cuando vas a buscarlo al garage

y posás tu mirada en él,

y subís, y arrancás. Y no sabés

que antes de eso, de ese

momento, él no era más

que dispersas moléculas,

que bailando en la luz,

giraban. En la luz

que se filtraba por las chapas.

NO, NO SON PROBLEMAS MÍOS

Y cuando me despierto,

y empiezo a caminar

por esta casa -¡este museo!-,

siento que ya no siento

el aire que se duerme

soñándose a sí mismo.

El aire como un perro.

Sin cadena. Corriendo

delante de mis pasos,

abriéndome el camino

hasta el río de gente;

a veces seco, a veces

inundándolo todo.

Me falta el aire. Falta

desde que las paredes

se elevaron, dejándome

Page 595: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

595

dentro de lo construido,

de lo que tiene nombre.

SIETE LEGUAS

Las distancias no suelen ser

más que el deseo que se despega

de todo aquello que se puede exigir

a cambio de algo que se da

solamente para eso.

Sin embargo, en el valle,

sin pedirlo, y sin dar nada,

me llegan los gritos de los patos

desde el bosque.

Estoy sentado a 1.800

kilómetros de mi casa,

he venido en unos minutos,

¿y qué tiene? En unos

minutos me voy a ir

de vuelta. La casa

se creerá que fui al bar.

No se dará cuenta.

NADA MÁS

Los poemas ya se han

separado lo bastante

de los hechos, de la vida

que los hizo nacer, podés

tocarlos como si a los ladrillos

de una pared los tocaras: pero

poco podrán decirte de la vida

que los apiló, los enfiló. Quizás

si eran buenos el albañil,

los materiales. Nada más.

Page 596: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

596

LAS PARTIDAS

(2017)

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597

Page 598: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

598

Una versión anterior de este libro, con el título de “Antesterías” obtuvo 1ª Mención

Honorífica en el género Poesía en el Concurso Régimen de Fomento a la Producción

Literaria Nacional y Estímulo a la Industria Editorial 2014, del Fondo Nacional de las

Artes.

Page 599: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

599

ANTESTERÍAS

i.m.Javier Adúriz

EL MAR

El mar. Y, sí.

El mar estaba

al final de la calle,

como siempre.

Pero lo íbamos a buscar

como si no supiéramos.

Como si hubiera que buscarlo,

vos viste lo que es.

Pero estaba

al final de la calle.

JAVIER

¿Adónde vas, Javier? Por los andenes,

vas, de la Interminal, buscando

qué?

¿Qué posibles excursiones

a otras maneras de decir?

¿Te complace mirar en los coches

prolijamente alineados, los destinos?

Mienten, Javier.

Mejor esperá un poco,

esperanos.

Ya nos daremos cuenta

y llegaremos.

Page 600: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

600

SE VA

Pero he aquí

que arriba

el Garcabús.

Estaciona,

y abre la puerta.

¿Por qué subís, Javier,

sin preguntar, sin mirar

el cartel en el frente

del vehículo?

Ah, qué muchacho ansioso,

Descuidado.

¿Y el adiós?

UN ADIÓS

No el sol, sino la

soledad de la luz. No

la puesta del sol: la

soledad recostándose

sobre la parte oeste

del edificio, desamparada

en la luz.

Que si pudiera ser

un adiós, lo sería.

NOSOTROS

Llegaremos después.

Llegaremos a horario,

como dice el boleto, porque

somos lógicos y eficaces,

y sabemos muy bien

Page 601: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

601

que los ómnibus no se adelantan.

Y por eso no lo encontramos.

Y por eso no podemos hablar

con él, lo que pensábamos

decirle del otoño, entre valijas.

EL SILENCIO

Como en el baile, antes,

en el silencio. ¿Se acuerdan

cuando el baile dejaba

varios hondos silencios

como para que el bailarín

se enfrentara con ellos?

Como para que se bailara

contra el mismo silencio.

Así es hablar ahora.

Hablar con el silencio.

LE DIGO

No escribirle poemas a “ella”,

sino a Luciana Etchegaray,

a Rosa Fuentes. Ni siquiera

hablar de “la ciudad”, sino

de alguno de sus puntos concretos,

como ser, Pueyrredón y Rioja.

Que el amor haya despertado ahí

porque pasó alguien sin nombre

pero en pantalones floreados y una sonrisa,

o porque había un pájaro, un gorrión

-cuyo nombre ignoramos- saltando

en el suelo, ¿no?, como hacen ellos.

Pero que se diga lo que sabemos,

que se diga lo que no sabemos,

como en los mapas antiguos:

Page 602: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

602

dibujos de palmeras y monstruos

en las zonas en blanco, sin datos.

Así, como Colón, encontrar

lo que no se iba buscando,

pero lo que se creerá que sí.

Insistir en llegar a la costa

de las Indias, cuando ya estás

ahí.

LAS HOJAS

La luz en la mañana

es otra cosa hace ya un tiempo.

Es muy distinto hoy día

la mañana, su luz.

Desde ayer, por lo menos,

es otra cosa: antes

ella movía las hojas,

porque hojas había.

Era verano, y nadie

vivía cuidándose

de la soledad.

ME DICE

Poemas como libros de aventuras

donde intervenga tu imaginación,

donde hagás vos la música,

y el reparto y los créditos.

La película de mi poema,

roturada y sembrada

por tu deseo de un poema.

ANTESTERIAS

Page 603: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

603

Así seguimos charlando,

sólo que ya no hay nadie.

Ya no hay nadie en la casa vacía,

salvo aquél que una voz despertara

en medio de la noche.

Esa voz familiar

que sigue dialogando

con ese cuerpo que anda

escuchando de pieza en pieza.

Eso que nunca acaba

de contarse. Una amistad

es una confidencia interminable.

EL INFIERNO

CÓMO LLEGAR

Cuando sabés que te tocó,

tenés que ir.

Al Infierno tenés que llegar,

viajando.

No es automático. No te

despertás ahí.

Tenés que trasladarte.

Ver el campo. Pensar.

De otra manera

no llegás.

Te quedás enhebrando

plazas de pueblo,

Page 604: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

604

casi iguales.

Sin preguntar

dónde bajar.

UN TEMA CLÁSICO

Y desde los collados

sin sombra, me dice:

“Preferiría

ser un muchacho de 15 años

que escribe su primer poema,

a ser el capitán de estos espectros”.

“Uno que escriba con algo que él cree

que expresa lo que él quiere, teme, desea,

aunque sea copiado, sacado

de lo que alguna vez leyó o creyó

que leía.

Pero nunca

mandar en éstos, que sólo hablan

de quemaduras, de emplastos.

Que jamás alzan la cabeza

para mirar cómo el Infierno es.”

COMO ES

“Imaginate en Rosario, lo que se ve,

pero todo ardiendo. La vida, digo,

las cosas. El río como un río

de fuego, bordeado de barrancas

incendiadas, y atrás, arriba,

y mirando hacia el fondo, más

atrás, un horizonte de fuego.

La verdad, es hermoso: descansar

a la sombra de un árbol de corteza

bermeja, bajo las hojas

que largan llamas, mirando

Page 605: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

605

pájaros hechos brasas”.

NO ES PARA TODOS

“Hay quienes nunca tendrán

un Infierno para vivir, o sea,

vivirán un infierno: solos,

sin fuego, sin lagos rojos.

Nadie los va a mandar

aquí, pues se los nota

muy delicados para dormir

entre los tréboles humeantes.

No es tan fácil, entonces,

darse una vuelta por estos

lugarcitos, te digo. Apenas

consigue mucha gente

seguir viviendo”.

GRADUADO

-De muerto va aprendiéndose a ignorar

como si de una carrera se tratase.

Y tiene sus exámenes, sus turnos,

sus libros de consulta, sus rumores.

Se aprende como todo.

-En cambio allá sabés, sabés,

vas llamándolo a todo

conocimiento. Tapar

con el cuerpo los agujeros,

con ese cuerpo que acá

de qué te va a servir.

Y te palmean la espalda.

Page 606: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

606

Pero basta decir, ¿yo tuve

quince años, y había una casa,

una niña, un auto estacionado

en la vereda, y yo los miraba?

Y vas a ver.

EFECTOS

Y yo, en efecto, empiezo ya

a dudar de ciertas cosas determinadas:

que antes de ese edificio en construcción,

hubiera habido, por ejemplo,

casas, con sus cocinas iluminadas

en las noches de otoño, adónde

se prepararan comidas, o se extrañara

un novio. Dudo, y es más:

dudo del edificio mismo, que borró

de las huellas de mi memoria, ésas,

y al hacerlo borró también las suyas.

Que se entregó a los nuevos, los que llegan,

los que van a vivirlo con recuerdos

de otros lados, como si la ciudad

desbordara con cosas incomprensibles.

TÍTULOS

-Vivo de no saber: saber sabía

antes. Ahora no sé: que en esa

casa viviera alguien. Que yo

deseara entrar. Que no entrara.

Que solamente viera

por ventanas sin rejas

unas vidas viviendo.

-¡Ah, sí! Esto es igual,

pero no es igual”.

Page 607: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

607

HABILITACIÓN

-Ésa es la fe aceptada: estar

equivocados. Soñar absurdos.

¿Cómo va a haber esas personas,

cómo va a haber habido

si no están, no lo ves?

Si no hay nadie.

De los que vos decís no hay nadie.

Que haya tipos en los libros de Historia

no significa que hayan existido:

son cuentos, cuando uno

crece, ya los desecha. Escolares

temas. Los grandes no los usan.

No hace falta, ¿no ves el edificio?

Bueno, en dos meses más se termina.

DEMOLICIÓN

“¿Quién hablará del árbol?¿De

la tardecita?¿Quién, de

la casa cerrada, el jardín

olvidado, la demolición?

¿Quién, cuando nadie

quede, ni parientes

ni amigos, que te

ratifiquen? ¿Quién

dirá cómo eran los amigos

que cambiaron, las comidas

ya digeridas?

Vos no. Vos estás muerto.

Page 608: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

608

ACTUALIZACIÓN

“Por no tenerlo en cuenta, he dejado

señales mías en ciudades sembradas

de acequias, o en otras que se suben

a la montaña, o en las que tienen

costaneras bajo la lluvia.

Y si alguien, acaso, se pusiera

a enhebrar las señales, capaz

que yo saldría recitando

poemas, como hacía antes.

Pero el idioma ya cambió.

El idioma en que estaban escritas

las señales, cambió. Debo escribir

todo de nuevo. En el Infierno”.

DEVOTIO

“¡No haber traído a este lugar

un enemigo, uno solo,

para que me acompañe!”

DEBUT

“Ya: colchones, edificios

en demolición, loterías.

No la abeja y la flor, o el tigre

y la caverna, yuxtaposiciones

que viví viendo.

La ciudad

me las daba, como un vecino

al que le sobran cosas

que no quiere tirar. O como

se da la lluvia.

Page 609: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

609

Pero el Infierno

con esas cosas es muy riguroso;

de eso vive, y entonces encontrás

más que fuego colchones,

loterías, casas en venta,

pizzas.

Y Satán se sonrió

cuando vi: ¿Viste? dijo.

Acá todo es así, entendés?”

RURAL

El campo. Es que otras reglas

lo rigen: los caminos

los hacen los que pasan, y se nombran

con memorias: de Rojas. Cuatro árboles.

Del muerto. Del francés. En el campo

espectralmente los nombres resuenan

en las noches.

El campo. Camino

perfecto. Se da vueltas

sobre sí mismo, como

un insomne.

LUCIANO REVISITED

VISITA

¿Pero qué hacés acá?

Te vengo a visitar, ¿no puedo?

Page 610: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

610

¿Pero vos no sabés

lo que es esto? Sí, claro,

tengo una idea, pero

al estar vivo, no sé… Sí

que estás vivo, hijo de puta,

me dice, no sin rencor.

-Mirá, Eduardo, lo que

tengás que saber,

no es acá que lo vas

a saber, sino allá-. ¿Allá?

Allá, allá, allá arriba,

pegá la vuelta, dice

con un sollozo, y yo quiero abrazarlo

y abrazo sólo una sombra.

SANTOS

Él está parado al lado del pozo,

y ella le pasa al lado, y él

la mira un momento, pero

como hacía siempre, no le da

mucha bola. Y hay

una guitarra colgada de la cumbrera,

y él acaricia suavemente las cuerdas,

y las cuerdas vibran heridas

como por gotas de llanto; y después

él se va.

ASADO

Porque ahora los poetas

son como todo el mundo; y se hacen

su asadito en el fondo, y no

lo hacen de manera especial, porque

ya no hay manera especial de hacer las cosas.

Porque todo puede hacerse, menos fumar

en ambientes cerrados, todo puede decirse, por eso

nadie lo dice, porque no quiere

Page 611: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

611

decir nada decirlo. Y el asado

se hace con el carbón, no con pasiones, y las

pasiones pueden traer problemas

a la hora de establecer contactos

íntimos entre los comensales.

Entonces la poesía se levanta,

pasa por entre los que se animan

a mostrarse como maricas,

pero que no se animan

a mostrarse como poetas, y sube

al asador, y pisa las brasas,

y camina sobre ellas, como si fuera

un αναστηναρíδης , y después,

trabajosamente,

trepa la chimenea, y sale

al aire, a la hermosa noche,

a volar sobre la ciudad, buscando

a los maricas, los ambiciosos, los borrachos,

a los que están vivos de veras.

REPROCHES

“¿Pero por qué no reunirnos más?”

dice la Pochi.“¿Por qué se acabó

eso de ir al boliche, y hablar

toda la noche de poesía?”

Porque muchos se han muerto, le digo,

y se acabó. “Claro. Vos sos

el que quería que fueran como todos,

¿estás contento ahora? Vos querías

que charlaran de fútbol, de turf,

que la ayudaran a la gente

a encontrar una dirección, una parada

de ómnibus, que no se sintieran

distintos, superiores”. Es verdad,

pero siguen sintiéndose

distintos y superiores, sólo que ya

lo hacen como lo hacen

los demás, buscan dinero y celulares.

Page 612: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

612

Son prácticos; sólo escriben

si están seguros de ganar un premio.

La poesía, dice él, es como un genio

de la lámpara, pero medio tonto

y que hace las cosas para el orto.

“Lo dice en rima”, se ríe la Pochi,

“Dejá de hinchar, Javier, con la

rima”. Asonante, nos dice,

asonante, y por allá

-señala y se le ven

los árboles a través del brazo-

queda el camino del Cielo.

Pero la Pochi y yo no lo tomamos,

y volvemos, y pasamos por el pozo,

con la guitarra colgada en la cumbrera.

ORÁCULO

La luna va paseando su aburrimiento

por ese cementerio donde está muerta

la poesía. Y así, lo único que hay

es el murmullo de hojas de plátano

en las que el oráculo se adivina,

o más bien, hay que adivinar

que hay un oráculo.

Han vaciado al mundo de poetas.

Han desaparecido al noventa

por ciento, y el resto, desesperado,

deambula como dentro de una jaula,

llorando este silencio. Y la poesía

está muerta: se ha convertido

en un hobby, que da de comer

a talleres e imprentas: muerta,

muerta en las hojas de este plátano,

que hoy hablan con mi voz.

ÉXODO

Vámonos a otra parte, dice Javier

a los vampiros y hombres-lobo,

Page 613: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

613

a las serpientes emplumadas

y a las viejas muchachas

jóvenes, que lo escuchan.

“¿Dónde, Javier?” Podemos

empezar por las canchas de fútbol

a la noche, dormir ahí. “No seas

ingenuo, desinformado”

le dice el cadavérico

galán, abrazando a su novia

hecha de compost. “Ahora

se juegan siempre partidos a la noche.”

Entonces, las escuelas, donde ya nadie

quiere ir, o las fábricas

abandonadas, o sencillamente

las calles, donde ya no se encuentra

nadie. “¿Pero es que no podemos

movernos en el tiempo?” Nos falta,

para eso, sentido histórico. “Qué más

querría yo”, dice la Botella

Parlante, “que volver a esas Vueltas

del Perro, que poseían

delicadeza y armonía, como un clásico”.

Es que ya se pasó lo clásico, dice.

DÓNDE

No a lo virtual, allí están todos.

Huyamos a lo real. Pero lo real

no es un chicle, ya hay gente ahí.

Que nos espera. Somos monstruos.

Por eso. ¿Ser un circo? Ojalá,

pero eso requiere una técnica,

por desgracia. Cuando sonemos

nuestras trompetas, la muralla,

-alguna por lo menos-, se caerá.

Lo real es hostil, Javier.

Me gusta cómo huele. Me gusta

que sea un cuchillo el que te lastime,

no un comentario

en el muro.

Page 614: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

614

.

BAILE

A los turistas del Infierno

siempre les muestran la poesía.

Y ella baila, así, como cuando

se formaba una rueda para verla

bailar. Baila, en el cementerio,

sin que nadie la mire, en realidad,

y es hermosa.

Pero baila para los muertos.

Y él, entonces, cruza la pista

esquivando las cruces como a mesas

de los bailes de antes; y va

y la agarra bien de los brazos,

y giran abrazados.

CANSADA

Afuera, afuera del cementerio,

le dice él, a la calle, afuera.

Ella dice que está cansada.

Ella dice que quiere a sus muertos,

aquéllos que los jóvenes no leen,

aquéllos que los jóvenes no escuchan,

porque alguien, en el medio, cortó las sogas

con que la vida había atado sus cantos

a ella, y los arrastraba.

Entonces, dice él, vengo y te llevo

otra vez a las alcantarillas

repletas de hojas secas del otoño,

y al olor delicioso de las fogatas

que se alimentan de ellas, ¿no ves?

hasta en los cementerios se baila

en tu nombre.

Page 615: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

615

SOY ASÍ

-Yo soy así, Javier.

Yo no existo para que me digan

que qué bien que yo existo, que qué bien

que me entienden, y que qué bien

que vengo cuando ellos me llaman.

Yo me río y les abro las puertas

del Infierno, y entonces ellos

se cagan en las patas, y no entran,

y van y confeccionan sus balances.

ARICIA

INICIADOS

Ya no regresan los que

un día partieron a iniciarse

a la casa del bosque.

¿Están todavía allí?

¿Salieron y se fueron

para otro lado?

Sólo los muertos

saben dónde están.

PELIGRO

Desde el fondo del bosque

Page 616: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

616

una voz, que no vemos, dice:

“Con veinte guitas en los bolsillos,

la gente se volcará a la violencia,

como antes, como ustedes, que no cuidaron

de cuidarse, y salieron muertos,

o exilados, o bien torturadores,

o editores de falsos poetas.

Es mejor que el confort nos cueste.

Nos obsesione, no nos deje vivir.

A ver si encima, todavía la vida

al vivir nos arrastra, como a ustedes”.

MIEDO

Pobres poemas, cómo llevar a nadie

con miedo, a no tener, si le conviene

en verdad, tener miedo, y llenarse

tranquilo de mentiras. Y cuidarse

como el Abanderado Grandoli

se cuidaba de ser fumador pasivo

antes de perecer en Curupaytí,

a los dieciocho años. Como Juana

de Arco, que usaba desodorante

y se ponía armaduras livianas

para evitar las várices. Así.

MURMULLO

“Pero ese árbol se taló,

lo que se escucha es un fantasma

de murmullo de hojas movidas

por un viento también fantasma.

Y con eso vas a tener

que arreglarte. De todos modos,

nadie cree en oráculos ahora.

Sólo en horóscopos, en premoniciones

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617

del Fondo Monetario”.

HIMNO

¿Qué pasa, Tiresías, ahora

que te podés casar legalmente

ya no ves el futuro

más?¿Somos libres?

Somos libres, ya no hay futuro.

Alguien borró el camino

de regreso del bosque.

TERCO/S

Pero yo me fui al bosque.

Fui y encontré la choza,

la derribé, a los árboles

los talé. Y entonces

una voz, que no vi, me dijo:

“Este camino que da al sol, a la

lluvia, no es un camino, y por eso

si volvemos, volveremos por él.”

ESCATOLOGÍA

Nadie disfrutará la eternidad

si no vive efímeramente:

si no siente que se repetirá

de manera infalible en cualquier cosa,

gracias a la simpleza

de su ser. De su simple

no ser. De su hablar cuando caen

al piso las palabras, aceitunas

sacudidas por alguien

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618

que no mira. Es así,

vida eterna

no hay, hay vidas eternas.

FUGACIDADES

Y si en ese camino que no es

camino, hubiera un bar,

al menos, me sentaría

a esperar a mis jóvenes amigos.

Que no vendrían, que no dejarían

de venir, porque no hay camino.

Y les preguntaría : ¿qué payasadas

traen hoy, o traerán mañana,

para el silencio?

Traen olvido y fugacidad,

Javier. Pero yo estoy

en el Infierno, no ves?

Fugacidades a mí.

LAS PARTIDAS

Bigil, mira clar tenebras

Anónimo catalán, siglo X

FIDELIDAD

No felices por faltarnos la Historia,

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619

sino al revés, orgullosos de ideas,

con ganas de crecer, y saber era

poder crecer. Saberes de la calle

y de los libros, en franca batalla,

que nosotros jugábamos

como un turbio ajedrez que se extendía

por semanas enteras. Cada regla

descubierta recién, cambiaba el juego,

que era, no obstante, el mismo.

Es que sencillamente se trataba

de conseguir saberes ignorados,

pero que estaban ahí nomás: presencias

de lo que los más grandes sabían,

y nosotros amábamos cambiarlo

para que el valor último quedara

ancho y brillante, y desnudo posible

sobre las piezas tristemente volteadas.

Era fidelidad: como la de los pájaros

al irse en las enormes bandadas

en esos días de combate en los cielos,

y aquí abajo, entre amigos. No moría

el que se iba algo lejos, explorando

PERO ENTONCES

Y entonces, ¿qué pasó? Llegó un momento

en que no se sabía cómo verte.

Siempre encontrándote por ahí,

en calle Córdoba, ¿dónde estaba

tu casa, eh? Y era inútil

bañarse y empilcharse y salir.

Hacerse ilusiones, como quién dice.

¿Dónde estaba tu fiesta? El Suplemento

Literario no daba la noticia.

SON LOS TIEMPOS

Alguno, finalmente, se dio cuenta:

“Es verdad que en la región extraña

en que vivimos, hace calor a veces

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620

en invierno, y que hace frío y llueve

muchas veces cuando empieza la primavera,

pero esto ya es distinto. Algo cambió

para siempre”. “Para siempre no”,

dijo una voz, que no veíamos.

NIEBLA DE LA MAÑANA

¿No ves que es el otoño? Ésos que ves,

que nunca has visto, son los nuevos.

Los que volvieron del bosque.

Con los conjuros listos para llamarla.

Y al igual que pasó

con nosotros, no les importa.

No les importa de manera

especial, saben que viven.

Saben que exhalan el olor

de los vivos, de las tormentas.

Y saben que ella sube de la muerte

como sube el sereno con el sol,

de los yuyos mojados. En neblina

sube ella de las muertas ediciones,

de las muertas dedicatorias,

y epígrafes.

Sube, te envuelve, y vos, ya finalmente

te olvidás de los juegos funerarios

y de los tristes homenajes.

DEJAR ATRÁS

Así llegamos un día a las ciudades,

o así nacimos en ellas.

Y así también tendremos que irnos:

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621

sin esperar a que se destruyan,

sabiendo que no somos

el final.

Sabiendo que no hay nada

más allá; solamente

tractores, pájaros en el monte,

carteles y policías

viales: nada.

Dejando

atrás la casa que será pronto

tirada abajo, en la calle de tierra.

Que cuánto más hermosa, más rápido

pedirán que se pavimente.

IRSE

Y ya no había manera de hablar

con Javier, desde aquí. Teníamos

que irlo a buscar. Que se quedaran

las cosas que una vez aprendimos

a abandonar. Para eso

lo aprendimos, para eso

ella nos lo enseñó. Para eso.

¿Y cómo se va uno?

PARTIDA

Una vez decidido, es fácil:

hay que hacer la valija, irse

a sentar a una mesa de la estación,

y ya vienen. Ya vienen todos.

Y así pasó: se amontonaron

esperando subir al ómnibus,

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hablando hasta por los codos

entusiasmados. Como en un

viaje de estudios.

Y así fueron

entregando sus bártulos, recibiendo

sus comprobantes. Pero nadie

advirtió que en esos comprobantes

no había nada escrito, ni un valor,

ni un nombre, ni una fecha.

Seguramente porque todo eso

no iba jamás a devolverse.

EL VIAJE

Y subimos. Y arrancó el ómnibus.

Las ventanillas se podían abrir

y cerrar. Y no había

televisión. Las luces

se apagaron y como era de noche,

se vio el cielo lleno de estrellas,

enseguida nomás que alcanzamos

lo abierto. Con la Vía Láctea,

que hacía tanto que no veíamos,

desde que el barrio se llenó

de edificios. Y un sopor fue

apoderándose de nosotros,

como ya nunca nos sucedía.

Y soñamos. Y no soñamos

en ningún sitio en particular,

pues nos íbamos desplazando

mientras el sueño iba creciendo.

AL FIN

Y es que era como cuando

las casas y los árboles

hablaban, y nosotros

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los escuchábamos. Era

igual. Y lo ya construido

y lo nacido así, no eran

distintos. Eso era.

LLEGADA

Hasta que nos bajamos

al llegar a la Interminal.

El Garcabús seguía, cargaba

a otros, pero Javier

nos esperaba en los andenes.

“¿Estará el mar?”,

pensamos. Yo tomé

el otro, más temprano,

pero igual

estamos aquí todos, ¿no?

“¿Pero el mar?”

-¡Ah, el mar! Y, sí,

al final de la calle-

nos dice- Como siempre.

TRAIGO A LA PERSONA AMADA14

14 Escrito en 2019. Inédito

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TRAIGO A LA PERSONA AMADA

Era un muchacho que tenía hambre.

Cuando le trajeron el café con leche

lo bebió ansiosamente, devoró

las tostadas con dulce, no

dejó ni una miga.

A dos mesas de allí,

yo lo miraba.

No era un extraño para mí:

lo había visto en una foto.

Me habían contratado para llevarlo

de vuelta a la persona amada.

Yo tenía que usar mi magia.

Pero realmente él no parecía

tener ganas de volver

a la persona amada.

No parecía preocupado.

No estaba lloroso. No suspiraba.

Comía las tostadas.

Las devoraba, en realidad.

MIS TÉCNICAS

Siempre recurro primero

a los procedimientos racionales.

Una corta y amable charla,

“¿vos sabés lo que está sufriendo esa chica?”

Suele dar resultado.

Sobre todo, si no se profundiza

mucho. En general

yo no recibo datos muy concretos

sobre las causas del rompimiento.

De hecho, a veces,

Page 626: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

626

no es un rompimiento.

Es que alguien, tímido,

quiere tener a otra persona,

y no sabe ganarla. Ahí

va directamente la magia.

No hay diálogo posible.

FIN DEL PRIMER INTENTO

El fulanito acabó tan rápido

con todo, que no me dio tiempo

a pagar mi café (mi anticipo

de gastos es exiguo),

y seguirlo.

Cuando llegué a la esquina

ya no había más señas

de él.

¿Tendré que manejar el caso

en el Laboratorio?, pensé,

un poco fastidiado.

¡Esos ensalmos son tan kitch!

Yo no lo digo, por supuesto,

pero en los casos en que debo usarlos

me siento un cosmetólogo,

un estilista. Lo busco

mañana, terminé pensando.

COMIENZO DEL SEGUNDO INTENTO

El rol de detective

me gusta más.

No lo soy, por supuesto,

pero igual.

Page 627: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

627

Me paro ante la puerta

de la casa, en la vereda

de enfrente, tras un

árbol, un auto, un tacho

de basura (depende).

Ahí espero que salga.

En el verano

puedo oler el perfume

de los árboles (cuando

los hay, naturalmente).

Sale. Lo sigo. Así

hice ayer.

¿Qué logré? Verlo comer.

Pero estas cosas llevan tiempo.

CONTINUACIÓN DEL SEGUNDO INTENTO

Salió, vestido con un short,

un shortsito, y zapatillas.

Era uno que corre.

Tuve que preguntarme:

¿qué le ve la boluda de la clienta

a los tipos que corren?

Corren y disminuyen

su potencia sexual.

Hasta los curas lo saben.

Y ahora tengo que correr yo,

prácticamente al lado. Cómo me canso.

No, no, esto es para

el Laboratorio. Y así

llegamos al parque.

En el parque, los pájaros

saben traer al pájaro amado.

Si hubiera vienta, el viento

sabría traer a la vienta amada.

Page 628: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

628

Acá este tipo está de más.

TODAVÍA CONTINUA EL SEGUNDO INTENTO

Pero el laburo es el laburo.

Corro. Me pongo a un lado.

“¿Vos sabés lo que está sufriendo...”

le digo. Pero no me escucha.

Se para. Me paro. En seco.

No me voy a la mierda de pedo.

Él se pone a hacer flexiones.

Yo me quedo parado,

como un estúpido, al lado de él.

Se va trotando hacia unas barras.

Empieza a hamacarse en las barras.

¿Quién las habrá puesto ahí?

Esto no puede durar eternamente.

En algún momento se va a cansar.

Pero antes me voy a cansar yo.

Tengo que hablarle ahora.

PRIMER DIÁLOGO

-¿Vos sabés lo que está sufriendo esa chica?

-¿Qué chica?

-No te hagás el boludo. La que le colgaste

la galleta.

-¿Yo? ¿Cuándo?

-Hace dos meses. Hace dos meses

que no come, no sale, no vive,

pensando en vos.

-Vos me tenés que estar confundiendo

con otra persona.

Page 629: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

629

Es hora de largar el misil.

-Paola.

-¿Pa?

-Paola.

-Y a vos, ¿quién te conoce?

Con esa tonta expresión

pretendía desautorizarme.

Y quién conoce a los tipos de la TV

que te dicen lo que hay que comer.

Está bien, él lo quiso.

¡Al Laboratorio!

EL ENSALMO

Antes que nada, vestirse.

Los enfermeros usan guardapolvos

blancos. Los maestros. Los milicos

caqui. Los marinos, azul.

Los de tránsito, fosforescentes.

El mío es azul, con estrellitas.

Me lo pongo

como un poncho.

Saco las manos de abajo de la tela.

San Expedito (perdón). San Blas.

San Dámaso. San Evaristo.

San Roque… Acá está:

San Antonio. Abad. Dábale arroz.

A la zorra.

(Este ensalmo es infalible)

Tendría que tener

un escribano.

Un escribano a mano.

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630

Que me certificara el momento.

Así el efecto podría concatenarse

con la causa.

ACERCA DEL ENSALMO (REFLEXIONES)

Pero nos falta tecnología.

Capitales que inviertan

en investigación.

Es el subdesarrollo

de la magia.

Como todo.

¿Por qué no tenemos congresos?

¿Por qué no tenemos becas?

¿Qué está esperando el CONICET?

Pero, así y todo

recogemos un triunfo tras otro.

Es porque estamos con el pueblo.

TRABAJO CONCLUÍDO

Ya está. Ya tiene que estar.

Es infalible. Pero

démosle tiempo. Tiene

que llegar en persona

a ella. Tomar el ómnibus.

Quizás el celular

no lo comunique

en este preciso instante:

suele pasar.

Para cobrar

Page 631: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

631

hay que esperar.

Un día, o dos,

la inflación no es tanta.

ME DECEPCIONO

Esperé cuatro días

para mayor seguridad.

Fueron jornadas de euforia,

porque en este país

es preferible festejar antes

de enterarte cómo salió

la cosa.

Al fin, cuando enderecé

para la casa de la clienta,

iba como a buscar

plata que hubiera prestado.

Ni por asomo imaginaba

que algo fallara. Inclusive

me preguntaba si hallaría

en una de ésas, al fulano

adentro.

La clienta estaba haciendo una tarta.

El olor de la masa a mí siempre

me huele a engrudo. Parecía feliz.

Debería haberla citado, me dije,

cuando me hizo pasar, con cierto fastidio.

¿Consiguió algo? me preguntó

mientras ponía la tarta al horno.

¿Qué? No me diga

que no apareció por aquí.

Page 632: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

632

RAZONES DEL FRACASO DEL EXPERIMENTO

Acá no aparece nadie

más que usted, y en los momentos

más inoportunos, me dijo.

Como usted no parece muy angustiada,

pensé que el ensalmo había funcionado,

dije yo.

Yo no sé de qué ensalmo me habla,

pero yo a él no le he visto el pelo.

Yo lo vi en sus actividades

cotidianas, y parecía

condolido y arrepentido.

Ése si quiere puede parecer

cualquier cosa. Me lo van

a decir a mí.

“Es la falta de esperanza de esta mujer

lo que perjudicó el ensalmo”, concluí.

Y salté de la silla. Me despedí

con palabras convencionales.

REFLEXIONO

Ésta ya se olvidó de la seña que puso.

Ya la dio por perdida. No quiere más

lola. Quizás ya le guste otro.

¿Para quién cocina esa tarta?

Me da, francamente, celos.

Ahí estamos el pobre tipo y yo,

él comiendo para ahogar su dolor

como un tanguero tomando para ahogar

en alcohol sus penas, sólo que

de una manera más sana.

Page 633: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

633

Y yo, fumando compulsivamente,

como una forma de solidaridad

(ya sé que no es lo mismo que emborracharse,

pero hoy ya es casi un crimen, con la ventaja

de que uno no pierde la lucidez,

tan importante en mi caso).

El día estaba por demás de hermoso,

y ella se lo pasaba cocinando.

Y alguien tenía que marcar

la contradicción: un mundo

que sigue andando, y los amores rotos.

EL CASO SE COMPLICA

Un perro se paró

al lado mío.

“Cobrale a él, boludo,

si no le podés cobrar a ella”.

Que los perros me hablen

no tiene por qué ser extraño.

¿No soy, acaso, un nigromante?

Y por qué a él, che,

me querés decir?

“Porque lo libraste de una pesada”.

No, yo no lo libré. “Y él, qué sabe”.

Pero él ya se había librado.

El perro hizo silencio. Son así.

Te dan ideas, y después…

¿No querés hablar más? El perro

empezó a rascarse las pulgas,

a poner esa cara que ponen.

Pero es cierto que si no podía ser

con ella, yo tenía que, por lo menos,

buscarlo a él.

Page 634: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

634

¿Por qué había desaparecido la fe

en el amor, tan rápidamente?

UNA SORPRESA

En el laboratorio revisé

todas las condiciones del experimento.

Todo estaba bien hecho. Sin negligencias.

Hubiera sido bueno descubrir

un error que explicara todo.

Pero estaba perfectamente convencido

de que no iba por ahí la cosa.

En eso llamó el timbre.

¿Me pongo la túnica de estrellitas?

Pero estaba ansioso,

y así nomás corrí a atender.

Era él, por supuesto. Sin shorts,

sin zapatillas. Vestido, claro.

Un muchacho argentino normal.

“¿Puedo pasar?” me dijo.

SUS REPROCHES

¿Cómo me encontró?

Eso no importa.

¿Cómo supo?

Lo que está haciendo es una infamia.

Yo creí que no me había escuchado,

ayer. Tardé

en darme cuenta, soy un poco lento.

¿Por qué dice que es una infamia?

Page 635: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

635

Porque me quiere manejar. Porque

pretende manejar mis sentimientos.

¿Usted cree? Pero también

las conveniencias, los padres,

los amigos, tienen que ver.

¿En la elección?

En elegir o en permanecer. En perdonar.

No, no, no. Es una cosa mía.

Usted no puede manejarla.

Usted engaña a la gente.

DIALOGAMOS

No se crea, los reyes, por ejemplo,

no piensan eso. Se lo hacen

creer a la gente, pero son así.

A mí los reyes me chupan un huevo.

No sea grosero. Lo suyo es peor.

Usted se mete, y en algo que no va.

Pero si ni siquiera me escuchó.

¿Es verdad que ella sufre?

(Ya picó. En el amor, la vanidad

constituye el 90%).

¿No se lo dije? Casualmente,

ayer, la encontré llorando.

Estaría pelando cebollas.

No podía entender qué había pasado.

¿Acaso hay otra? me preguntaba.

LA OTRA

Siempre hay otra, yo pensé, y es la muerte,

pero a esa edad, ¿quién se acuerda?

No hay otra, dijo él. Es solamente

querer mirar el aire y las estrellas

solo. Sin nadie. Sin hablar.

“Claro que hay. Y te tiene agarrado

Page 636: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

636

de las bolas”. Mirar el aire solo.

Y, sin embargo, lo traje. Soy un genio.

En la pareja, no obstante, amigo mío,

puede haber momentos particulares.

No es cuestión de estar pegoteado

todo el tiempo. Pero no entendía.

Ella, ¿comprende? Porque se cree

que yo salgo a correr, a tomar aire?

Yo creo nada más que está de moda.

¿Usted cree que yo no pienso?

Yo no creo que piense mucho.

¿De verdad que estaba llorando?

LA ENTREVISTO

Le prometí volver a verla. Le saqué,

naturalmente, unos mangos,

de lo contrario no me hubiera creído.

Mi vanidad estaba en juego. Yo lo había

traído, más vale. Por lo menos

me merecía un pedazo de tarta.

Además, ella, ¿qué se creía?

Haciéndose ante mí la superada.

La fui a ver, ya de noche. Abrió la puerta

como si fuera a esperar a otra persona:

¿amiga, tipo? Estaba bien vestida,

elegante, pero deliberada.

No se puede vivir sin uniforme.

¿Qué quiere? Me espetó.

¿Quiere cobrar? No sea vulgar,

le dije. ¿Sabe que está muy linda?

No agradeció. Plata, ahora, no tengo,

dijo para frenarme, para poner las cosas

en su lugar. Si había cambiado

usted de idea, le señalé,

debió avisarme.

Page 637: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

637

FRACASO

¿Pero eso, dónde? En mi Estudio. Me refiero

a que no tiene celular. Y ir allá,

y arrepentirme en el camino, no, no, gracias.

Pero entonces, por qué no esperó un poco.

Justamente, aproveché una amiga,

ellos también lo hacen. Se abroquelan.

(Me extrañó esa palabra, que la usara).

Unos con otros. Son una porquería.

(¿Aprovechó la amiga para qué?

Para que le dijera lo que ansiaba

oír). Le preparé un papel

con las frases con que tenía que hablarme.

¿Por qué esa payasada, digamé?

¿Y usted me lo pregunta? Que se hace

el mago, con fórmulas, con pases.

Váyase, que yo estoy esperando

a otra persona. Derrotado,

pero mirándole las piernas, hice eso.

ME JUSTIFICO

Es que hablar es morir.

Si los hubiera dejado solos

ellos se las habrían arreglado

perfectamente.

Civilización de metidos.

Se meten médicos, abogados,

veterinarios, ¡escribanos!

en la marcha de la naturaleza.

No te dejan estacionar libremente

el auto.

Y así yo entré en el juego.

Page 638: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

638

Son tan tontos… había

que hacerlo.

¿Acaso debemos dejar

que una inundación tape todo?

¿No debemos hacer represas,

parques, armar el arbolito

para las Fiestas?

¿Quién no abre el paraguas cuando llueve?

INVOCACIÓN

Por eso, Celestina,

amada madre

de la Civilización,

te invoco.

Tú nos haces saber

que el amor es artificial,

es una construcción

que da trabajo

a muchos.

Soy tu albañil del sentimiento.

Acéptame esta obra

hecha con material

difícil, como ofrenda.

INSISTO

Usted no sabe lo que está sufriendo.

Ya me lo dijo. Pero, de todos modos,

quién podría saberlo. ¿Acaso usted?

¿No es sufrir pasar la noche entera

contemplando un retrato suyo?

Me extraña mucho que ella tenga

Page 639: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

639

ese retrato. Nunca le di ninguno.

Quizás alguna foto en el diario…

¿Usted se cree que soy famoso?

No hace falta que sea. Un accidente,

una denuncia por acoso sexual…

Termínela ya de una vez, quiere.

Bueno, ella lloraba mirando algo,

me pareció que era un retrato suyo.

Habrá leído en una novela

que eso es lo que hay que hacer, eso es todo.

¿Por qué no va y se da una vuelta?

(y así, de paso, justifico mis honorarios).

HAY QUE HACER ALGO

Esa mujer es despiadada.

Ese hombre es despiadado.

Y lo aceptaron ser

cuando armaron su contrato de amor.

Se previó el rompimiento. A pesar

de las florcitas, de las ternuritas,

que tan convencionalmente

hay que traer para adornar

el amor acordado, ese cadáver.

Ese fiambre. ¡Pero si lo comieron!

¿Qué se hacen ahora? Para no

destruirse se confirieron

la posibilidad de matarlo.

¡Cerdos! Se terminó

el balde de comida, y a dormir,

AHORA APARECE ELLA

No me sorprendió verla

aparecer en casa.

Page 640: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

640

Había cambiado de disfraz. Ahora

era la sobriedad misma.

No era un buen momento

para mí, desahogado

con mis imprecaciones anteriores,

ya no quería volver a meterme.

Pero ya señalé que ellos

eran notablemente impiadosos:

aunque moverse es generar dolores,

nada los detenía.

Habían creído en la ruptura

con cándida complacencia,

pero a ella le bastó una noche

sin resultados beneficiosos concretos

para rever la situación.

La soledad la había quemado

toda por dentro.

SATISFACCIÓN PERSONAL

Le pregunté lo mismo

que al otro, aunque sabía

ya la respuesta: el que busca,

encuentra. “¿Cómo hizo

para ubicarme en mi casa?”

Todo el mundo conoce a los magos,

me respondió. Y supuse que hoy,

por ser feriado, no estaría

en la oficina.

Es para descansar

de los clientes, contesté, no sin

ironía, pero no me entendió.

Usted cumplió su cometido,

Page 641: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

641

y, sin embargo, yo lo traté mal,

me dijo humildemente.

Le traje lo que pude, y extendió

la mano, con unos billetes

doblados, mientras yo

tomaba el talonario de recibos.

Y quiero que concluya su trabajo.

CONCLUIMOS

No podía invitarlos a mi casa

a una partida de truco gallo.

Bueno, está bien, ¿qué hago?

Le pregunté. ¿Lo busco

y le digo que vaya a su casa?

Dígale que lo amo locamente,

contestó. “Sé, locamente”,

pensé yo para mis adentros.

Bueno, veremos. En veinticuatro

horas, tiene que estar

todo resuelto, dije, y ella

palideció.

ALGUNAS TEORIZACIONES

Cuando todo parece

natural, el amor,

en realidad, no existe.

Todo es cómodo, los encuentros

llenan las horas libres.

Los incidentes son narrados

Page 642: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

642

a los amigos, convenientemente

depurados; a veces, a la familia.

Ese relato no es el amor,

se crea lo que sea.

El amor es desesperante,

uno lo cuenta, la gente

se estremece, te dan consejos,

te recomiendan hacer denuncias.

No es una cosa romántica

para nada. Lo que sucede

es que algunos románticos

se dieron cuenta.

Pero nunca pudieron contarlo

realmente bien. Pasa.

INDECISIÓN

Al otro día, me senté temprano

en mi bar, a tomar un café,

a comer unas medialunas.

Debía confeccionar un plan de acción.

Pero por temor al dolor

no me era posible hacerlo.

La inminencia es maravillosa

mas la realización lastima.

Ellos jugaban al placer

de volver a verse. Por monedas,

yo tenía que convertir

todo eso en una inmunda

situación equilibrada.

.

“Pero si se van a volver

a pelear”, yo pensaba.

Page 643: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

643

Pero no estás labrando

la Historia, ¿eh? solamente

un mero acontecimiento.

Pero no se repiten. Uno

hace imposible que el siguiente

sea igual.

SERÉ ESPECTADOR

Voy a dejar que se las arreglen.

Si todo es

como pienso, ya se estarán

buscando.

Se las van a arreglar.

Solos, porque un camino

te lleva a caminarlo,

no podés, en el sol

de fuego, sentarte

a esperar.

Habrá que solamente elegir

qué casa espiar: ¿la de él,

la de ella?

Elegí la de él. Pensé que ella

se iba a decidir

más pronto.

ME PREGUNTO

¿Cómo renovarán el pacto, qué exigirá

él de ella? ¿Un tatuaje? ¿No usar

shores? ¿Y ella, de él?

¿Cómo renovarán el cuento

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644

de uno en la vida de otro?

¿Cómo retornará

la normalidad,

cómo será contado

el hecho a los demás?

¿Cómo seguir viviendo?

LA PUERTA

¿Qué podría decir de una puerta cerrada?

Era oscura, formada por varias

tablas, bien ensambladas,

no tenía mirilla, ni picaporte

de su lado exterior, sino manija

vertical. En términos

de futuro, algún día

la comerían las ratas.

En pasado: debió de haber estado

exhibida en algún negocio.

Posiblemente él

no la había elegido

para ser puerta de su casa.

Seguramente estaba

ya, cuando fue a vivir.

Ella. efectivamente,

lo fue a buscar. Tocó el timbre,

y la puerta se abrió. Supongo

que el que la abrió fue él, y que ella

pronunció unas palabras al entrar.

Y entró. Y después

la puerta se cerró delante mío

(que sentía el olor, etcétera).

OTRA HISTORIA

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645

¡Otra más! Dicen las criaturas

cuando el papá les cuenta en la cama,

antes de que se duerman. Una más,

y basta, dice el padre, y así ésta

será la última historia de la noche.

La que viene después

de la puerta

cerrada.

Pero quiero aclarar que ella

-a diferencia de lo narrado

con anterioridad-, está íntegramente

en mi imaginación. No soy testigo.

Soy testigo del olor de los árboles

solamente.

¿Qué pasó entre esos dos? Primeramente,

al hablarse de tonterías,

ellos debieron sentir

el miedo a repetirse.

Si el miedo era muy fuerte

ningún deseo podría soslayarlo.

O era otro miedo: uno

contado por mayores

que dan consejos: “cuidado….”

PROBLEMAS

¡Eso, eso! Una historia de horror

antecedente, de amores sucios

ocurridos primero, venerables,

auténticos, y acabados

en fracasos tristísimos,

en muertes, en desapariciones.

Una absoluta falta de naturalidad.

Un mal ejemplo.

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646

En vez de una

comodidad confundida con el miedo

(o al revés). Una facilidad

para hacer el amor, que entonces

no es hacer el amor.

Un egoísmo confundido

con libertad. La falta

de conflicto, que es

un conflicto.

AYER Y HOY

Peero no. Son jóvenes,

la sociedad se adapta

para engañarlos, y zafar

de ese engaño no es fácil,

como lo era para nosotros:

Las prohibiciones explícitas,

las advertencias, las proscripciones,

la torpe justificación.

Entonces el amor era una alianza

para el combate contra las mentiras.

Era un pacto para entrar en la vida,

escrito en los remolinos del aire.

Hoy está permitido. Hoy, que

ya nada significa, está permitido,

como está permitido el cansancio,

la distracción, la prueba. La elección.

¿SOLUCIONES?

Entonces salen los discursos locos:

la incoherencia, la organización

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647

el que ya que lo que no más aún

del final del sentido, de la historia.

No tiene fin la historia (nunca tuvo),

el amor tiene fin (siempre lo tuvo),

así que dónde cuándo cómo

qué diferencia hay, y sin embargo.

Puede vivirse sin amor. No sin

aire acondicionado. O mejor

todavía: no se puede

disfrutar el amor, sin aire

acondicionado.

DETRÁS DE LAS PAREDES

El amor era la desnudez.

El amor era lo vulnerable.

Había que defenderlo, como a una rosa

de las rosas. Había

siempre un combate

para dar.

Pero ahora el esclavo apaleado

se somete. El amor

apaleado se rinde.

La libertad es un préstamo

en una institución bancaria

que estrecha fuertemente las ligaduras

de vos a vos, no deja abrazos.

Y por detrás de la puerta cerrada

sólo entran los medios hegemónicos,

no tu voz.

ES QUE YO

Y vinieron a mí por el amor.

Debería haberles hablado,

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648

no engañado.

Pero, ¿qué ejemplo podía darles?

Yo vendo y ellos compran,

justamente,

lo que quizás nunca debieron

aprender.

No veían. Ya no veían.

ENTRE TANTO

Porque allí dentro,

qué catástrofes.

Aunque logres

no decir nada,

consigas no nadar

no zambullirte

en la pileta llena

de hojas y renacuajos,

y convengas hablar

de “este año”, “aquella vez”,

“el finde, ¿viste?”, la pileta

se arroja sobre vos,

de cabeza, de pie, del trampolín,

y quiebra toda tu superficie.

ESA CASA

Esa casa, como una casa

de iniciación, una choza

con patas de gallina, cabeza

de ciervo, arriba, con empalizada

con cráneos en los postes.

Esa casa de los encantos

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649

donde una joven generación

jugaba tu recuerdo a los dados,

el futuro de tu mundo de muerto.

Esa casa de los misterios

de los que nacieron después,

que no vieron lo que vos viste,

con los que no podés hablar

sin ponerte a explicarlo todo.

Y con los que, pese a las palabras,

se habla. Aunque las palabras

cambien mientras se habla. Con puertas

con las que se puede cerrar

el acceso a esa casa.

FRASE

No, no se trata

de la esperanza.

Se trata de

lo que la llena. No cualquier

cosa puede entrar.

Las cosas entrarán

si ellos abren, si no

abren, no entrarán.

Parece una frase banal

pero no lo es.

METERME

Yo a esa casa no la conocía,

pero si me esforzaba, podía

imaginar los muebles,

la alfombra. Habría un cuadro

también. Podía

recomponer el encuentro, los abrazos.

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650

Esa parte sí.

Después venía

que había que hablar. Hablarían

en la cama, supongo. El dormitorio

me era, lógicamente, desconocido.

Pero no siempre es así. De hecho,

no fumaban, no tomaban, éstos.

A lo mejor, prolijamente, se vistieron

para hablar, salieron de la pieza.

NO QUIEREN

Entonces, ahi los tengo: quieren placer,

no quieren sufrir, no quieren futuro.

Ni pasado, no quieren palabras.

No quieren relatar lo sucedido.

Se creen que lo saben, que no precisan

contárselo. Pero entonces,

permanecen sentados frente a frente

como esperando alguna Otra Vez,

que no vendrá, lo saben. Y no quieren

reconocer tampoco que la esperan.

Ah, cómo vivirían

ellos, siempre en presente.

Pero el presente acaba de pasar.

Y NO LOS IMAGINO HABLANDO

Y ya están dentro del pasado,

relacionados a otros hechos,

cosa que odian. Y con las manos

tamborilleando sobre la mesa

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651

ensayan cierto tipo de sentido

del humor, se sonríen.

¿Tendrán que hacerse responsables?

Pero de qué brigada, de qué cuerpo,

para luchar por qué?

Es por eso que no los imagino

hablando. Hablando.

VUELVO

Falta un ensalmo. Eso es lo que pasa.

Basta de estar aquí, frente a una puerta

que no se abre. La abrirá la magia.

Vuelvo al laboratorio. Bajo las persianas.

Me coloco mi manto con estrellas.

Alzo las manos con imprecaciones,

pero no encuentro santos para esto.

Repaso el libro. No, santos no hay

para la invocación que estoy buscando.

La ciencia, toda ciencia, es limitada.

Paso los trapos sobre mi cabeza

otra vez, levanto las cortinas,

y yo también me siento en una silla.

CÓMO SALDRÁN

Me está matando la curiosidad.

Aún sabiendo que no hay final posible.

No hay final como un hecho aislado y puro.

Nunca es así. Vivirán, desde luego.

Quizás alguno de los dos regrese

a la consulta, porque revirtió todo.

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652

Quizás se casen, tengan hijos.

Pronto el trabajo pesará más.

Pronto el futuro, que en lo que respecta

a mí, era un cadáver deshaciéndose

en un baldío, será ese baldío

pero donde no habrá restos de nadie.

Ese calor interno será tapado

por la canícula.

¿Cómo saldrán?

Quiero decir, ¿con qué cara?

VUELVO OTRA VEZ

Y tuve que volver, no había

más remedio. Después de todo,

yo los traje. Lo traje a uno,

a la otra, qué sé yo. Los traje.

Las cosas andan como quieren.

Dan vuelta por ahí. Las tocamos,

No pasa nada.

Y sin embargo, a veces,

uno aprieta un botón, la luz se prende,

uno siembra un poroto, que germina,

uno alza la cara y siente el viento.

Por eso, a veces…

ENTRO

La puerta estaba abierta.

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653

Es raro en estos días.

Estarían, posiblemente,

a punto de salir. Pero,

cuando entré, no había nadie.

Ni en el living

ni sobre el lecho

deshecho. Y así

por todos lados.

FINAL

No se habían matado

mutuamente, pero salieron

olvidándose de cerrar. Más grave.

¿Quizás lo hicieron deliberadamente?

Había, sueltas, un par de luces

prendidas, lo cual era auspicioso.

Corroboré los escenarios antes

imaginados. Estaban bien.

Cuando me fui, por un momento,

todo resplandeció. Después

se fue apagando de nuevo.

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ELECCIONES15

a Pepe y Josefina Casco

15 Escrito entre 2015 y 2019. Inédito.

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655

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656

PALIER

Existe siempre alguna cosa, en el cuerpo social, en las clases, en los

grupos, en los mismos individuos, que escapa de algún modo a las

relaciones de poder; algo que no es la materia primera más o menos

dócil o resistente, sino que es el movimiento centrífugo, la energía

inversa, lo no apresable.

FOUCAULT

DERECHOS HUMANOS

Tratar de no comprender lo que los demás no comprenden.

Hacer poesía así.

Hace veinte años plantaron árboles en el barrio. Ahora estoy escribiendo en esta

atmósfera, todavía incólume al calor.

Pero hay tres veces más autos.

También hay tres veces más perros, eso me gusta. Y los gorriones se han vuelto

bastante más mansos que antes. Pero eso es porque no hay gatos. ¿por qué no hay?

Los gatos eran una solución para el problema de las palomas.

Que me cagan el auto, siempre.

La gente odia los gatos porque a la noche disfrutan. La gente no sabe disfrutar. Los

gatos se pelean, arriesgan su cuerpo, no se cuidan. Hoy todo eso se odia.

La posibilidad de morir pone de muy mal humor. Como si la gente sintiera que se

pierde el final de la película. ¿Qué final? No hay final.

Tratándose de un final, todos sabemos cuál es. Porque sabemos cuál es, no queremos

que haya. Comemos y hacemos jogging con desesperación, porque no queremos que

ese final llegue.

No llegará. Sólo llegará nuestro final.

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Se habla mucho de la inseguridad. En realidad, el problema es al revés: todo es

demasiado seguro. Seguro el peligro de que te afanen, seguro el peligro de que te

echen del laburo. Seguro el aumento de los medicamentos. Ha desaparecido la

aventura de la noche, de los barrios desconocidos, de los cafés a punto de cerrar en la

madrugada.

Las pizzerías iluminadas, por ejemplo, son seguras.

Ser derrotados por la muerte es mejor, mucho mejor, que ser derrotados por la vida.

Pero hay que estar estimulado. Por un miedo que se pueda enfrentar. Un miedo

incomprensible. Entonces sí, surgen las ideas de gloria, que navegar es lo preciso, no

vivir.

Entonces todo se ilumina con el riesgo. Morir puede ser una forma de entender. Y lo

es, por cierto. No hay que tragarse el cuento de la derrota, eso que quede para las

personas prácticas, que creen en la posibilidad de que el mal sea comprendido.

El mal es la aventura, al principio. La selva y el desierto. Después, uno mira alrededor.

Si uno mira alrededor, no puede haber miedo. Todo lo malo ocurriría de todos modos,

eso es lo que uno ve.

Y eso es lo que no hay que tratar de entender. Si uno puede volver a casa, vuelve. Si

uno no puede volver a casa, no vuelve.

Si uno no puede volver, y no vuelve, uno se interna en las calles oscuras. Enseguida se

ven, brillando apenas y silenciosamente, las cuevas, los pasadizos, las colinas con un

árbol encima, que se mueve en el viento.

Todo eso dolerá, por supuesto. Pero, ¿acaso hay otra manera de llegar, de recorrerlo?

El verdadero dolor es recordar. Recordar cuando se estaba sano, cuando no había

dolor.

Pero sino había dolor, ¿qué había?

El dolor es para hacer cosas, y que uno pueda caminar entre ellas.

Incluso los demás. Los seres queridos. Algunas cosas quedan.

Dios tuvo que descansar el séptimo día, porque no daba más del dolor.

El dolor es nuestra creación. Los que están contra la creación nos atacan, y no se dan

cuenta de que ellos son creación nuestra. Creen que destruyéndonos se liberarán. Pero

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658

destruyéndonos se destruirán. Destruirán los lugares de aventura, de peligro, donde

viven.

Porque no se puede vivir sin cosas entre las que pasearse. Sin cosas entre las que

pasear, no se puede saber si uno va o viene.

Y eso es muy importante: si uno va, llega. Si uno viene, vuelve. Y si uno vuelve…

En cualquier caso, volver también es aventurarse: la aventura de reconocer, de no

reconocer. Después de todo, cuando uno va, ese problema no existe. Yo decía: ahora

hay árboles. ¿Yo reconocería esa calle, si me hubiera ido, ahora que hay árboles? Me

arrepiento de no haberla dejado, hace mucho, para volver.

Tendría esa aventura. La impresión de que esos árboles fueron plantados

aprovechando mi ausencia. Para sorprenderme. Para, quizás, confundirme.

Pero yo los vi plantar. Los vi crecer. El dolor con que existen estuvo siempre aquí. No

quedó fuera. Eso, en una vida, es importante.

Es importante porque no hay que entenderlo. Tan sólo hablar de ello. Hay que hablar

siempre de ello, y si lo comprendiéramos, ya no hablaríamos.

La aventura de entender no es una aventura. Sólo lo es antes. Antes de entender.

En todo caso, cuando uno comprende algo, hay que pasarle la posta a otro, que no

comprenda. Así las cosas siguen existiendo.

No importa que no sean las mismas.

Importa la transmisión, que da el derecho a aventurarse.

El derecho a aventurarse es un derecho humano.

LOS DESESPERADOS

No es tan fácil.

Vas en el auto, y tenés

que frenar de golpe.

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El chirrido de los neumáticos

te hace pensar: “El problema

son los otros, no uno”.

Y con miedo arrancás de nuevo.

Sin embargo, ¿no son ellos

iguales a vos? ¿Por qué

no frena? ¿Por qué

te atropella? ¿Por qué

no te respeta?

Porque se está escapando.

Un barco que se hunde

el agua entra

las olas le impiden avanzar

todos se interponen

Todos se interponen

en su propósito de alcanzar

el primer mundo.

Sobre todo los pobres.

¿Por qué se los ayuda,

y a él no?

Ellos nunca va a llegar

al primer mundo

es todo tiempo perdido

Y vos te interponés

el Gobierno se interpone

les da la plata a ellos

que no van a llegar

que pueden llegar

plata tirada al mar

ese mar que va entrando

en el auto

Otro gobierno sí

que los mantenga a raya

que te mantenga a raya

así yo puedo andar

Page 660: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

660

con el auto hacia mi destino

Pero el auto se llena de agua

él pide ayuda

el nuevo gobierno le dice

“nosotros no ayudamos a nadie”

bueno está bien al menos

esos rotosos no se van a reír

de él mientras no pagan

los impuestos y él sí

Pero el agua ya llega al volante

hay que seguir hay que atropellar

antes de, y así se va rodando

por las calles como un pequeño tzunami

Pero el auto, cosa curiosa,

no es un barco, un barco

que se hunde. Es

una especie de piscina que anda

con él adentro. No hay ningún mar.

Y la gente, en las calles,

donde ya reina la primavera,

lo ve pasar sonriendo. Dice

la gente: “Es uno

que se va ahogando en un auto de agua.”

NIÑO MIMADO

¿Por qué el sol no da aquí, en invierno, cuando

hace falta, y sí da en el verano, cuando molesta?

Porque lo hace a propósito.

Hay que crecer. Crecer

y olvidarlo. Sin embargo,

está claro que quiere

decirte algo. Hacerte hablar.

Quizá mostrarte

tu debilidad. Que no sos

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661

un dios.

Que no tenés

que entregarte a la melancolía

como un dios que ha dejado de creer

en sí mismo.

Que tampoco

entregarte a la seriedad

de tu papel: esos

espectadores, alguna vez

se las tomarán para siempre.

No van a regresar

nunca más a mirarte

ser un nene genial, ¿sabés?

Si lo entendiste, si

realmente lo entendiste,

rechazarás

ese televisor que tu padre te regala,

ese monopatín, buscarás

buscarás en otra parte

donde rigen

las reglas que no pueden manejar

como un muñeco dorado.

Desconfiarás

de la paz

de tu infancia:

te espera el lobo

que es lobo para

los suyos,

el querido lobo.

SE PUEDE ESCRIBIR Y LEER POESÍA

Auschwitz.

Adorno

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662

¿Tanto te enloquecieron esas muertes?

¿Sólo ellas pudieron hablarte

del mundo en que vivías?

¿Recién ahí te desayunaste?

¿Fue terror el terror

porque te tocó a vos?

(No a los otros, que vienen

sufriéndolo

desde que hay clases)

¿Te creías que se luchaba

contra Caperucita Roja?

¿Te rebelabas

porque creías

que era fácil?

Y cuando viste

que era difícil,

ya no pudiste hablar,

ya no pudiste ver?

Entonces, tu luchar

era un adorno.

Algún odio, de los que siempre

hay, puede haberte empujado, sí.

Pero no te explicó

que él solo no era nafta

para esto.

Sólo los generosos

de veras

salen por el umbral

que a la secta cerca.

Y por eso su muerte

continúa el trabajo

que hacemos todos.

No te apoderes

de sus estandartes,

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663

no cuentes tus pequeños

problemas de impotencia.

No es la muerte de ellos

lo que te impide hablar,

sino tu vida.

HAY VIVOS

a Néstor Perlongher, i. m.

Hay tantos vivos.

Tantos vivos.

En las plazas, en bares,

en los barrancos, en las playas.

En las tertulias literarias

en los libelos prestigiosos

en las denuncias

hay vivos.

En los terremotos imperceptibles

en las becas

en las cátedras

en las inauguraciones plásticas

en las denuncias por acoso

hay vivos

Con muertos conocidos

hacen negocio

pero da gracias

que el conocido

no puede abrir la boca

hay vivos.

Vos lo representás

por razones de urgencia

y necesidad (tuya).

Es que

hay vivos.

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664

Pero ellos no son un club

ya sin socios

ellos no son una herencia vacante

ellos tienen herederos

que conocen la última

voluntad, vos no.

Hay vivos.

Cuántos vivos.

Pero los restos

tienen dueño.

LA TIERRA, NO EL INFIERNO

no sos un hijo, ni un hermano

sos mi amigo que ya no puedo ver

pero con el que sí puedo hablar

aunque no siempre

hay que venir

de donde estás,

no es fácil

¿cómo hacer

cómo llamarte?

cómo salir a caminar

por el Centro

si el centro ya no es

el de antes

¿antes de qué?

vos ya sabés

empezamos un camino

yo tampoco llegaré

hasta el final

así que es lo mismo

Page 665: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

665

es por eso que podemos hablar:

no hablo con una sombra

el sillón acusa tu peso, hundido

el mate se vacía

y tus respuestas

no son las de un espectro

que se las sabe todas

al contrario: preguntás

te contesto

te relato las cosas

que pasaron después

de lo tuyo

y nuestra reflexión

sigue siendo

la de dos hombres

que ignoran el futuro

lo ignoran porque lo hacen

ahora

LA COMUNIDAD ORGANIZADA

No somos tan tontos.

Hubo vez que buscamos

salir de esto, y acudimos

a los demás, a los otros,

a los verdaderamente explotados.

¡Y ellos también querían

decidir ellos, qué rabia!

No aceptaron nuestras sabias

formulaciones.

Despechados, volvimos

a excluirlos de la cultura.

De los poemas.

Page 666: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

666

Pero no es fue tan fácil. Ellos le dan

a todo un toque mágico.

Sin ellos hay

siempre algo que está faltando.

¿Vos te creías que era Dios?

No.

¿No viste que sin ellos, al final,

todo se va a la mierda?

Nunca te preguntaste

por qué. Dabas por hecho

que se trataba de

una característica de cierto

partido político, especializado

en boicotear gobiernos ajenos.

No. No. Son ellos.

Y eso es porque los amos,

por más esfuerzo

que pongas, no pueden

convertirte en uno de ellos.

Por supuesto, no lo

quieren hacer, pero aunque

quisieran, no pueden.

Los ladrones no pueden

convertir en ladrones

a todo el mundo, porque

entonces, ¿a quién

le robarían? Pero

los otros sí que pueden

hacerte uno de ellos.

Claro, no te parece

atractivo, qué asco,

¿me querés convertir en pobre?

Pero ahí viene el toque

mágico: si los pobres

tienen la posibilidad

de hacer pobres a todos,

dejan de serlo, ¿viste?

Page 667: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

667

Pero ATENCIÓN:

lo tienen que querer.

Lo tienen que lograr

como ellos quieren lograrlo.

A vos, lo que te cabe

es darle democráticamente

salida a su necesidad,

y que decidan

libremente.

Que se equivoquen, también.

Elegir convivir

con ese mundo futuro.

Y si son respetados

sus proyectos serán

los de una persona que se respeta.

Y en ese juego, ir deviniendo.

Eso es

la comunidad organizada.

ELECCIONES

“Un gobierno puede entregar toda la economía al

imperialismo, y ellos ni se dan cuenta, pero se

enardecen ante el caso de una coima”

J.W. COOKE. Carta al General Perón, 12-9-1964

I

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668

Las cosas ahí están

parecen quietas

o que se mueven

que cambian

o que no

¿Cómo saber?

te preguntás

a vos mismo

no a las cosas

como si te negaras

a regatear con ellas

que se ofrecen

y te invitan con té

pero vos no querés

demasiado orgulloso

para decir qué valen

para vos

que el esclavo se humille

que para siempre quede humillado

por haberse atrevido

a venderse a sí mismo, o sea

a darse un precio

y a esperar

que vos declares otro

y así poder

hacerte consensuar

su valor.

II

No les querés hablar

porque no las querés

escuchar, sin embargo

ellas hablan lo mismo

se escuchan entre sí

vos no les hacés falta

sólo les harías falta

Page 669: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

669

si, como cosa,

las escucharas

alguna vez.

Y te ponés

con las orejas bien alertas

a ver qué pasa: no, no

están hablando. No te da

para más.

Y es así que creés

que se han callado

porque alguien ordenó

que se callen.

Sos así. No podés

entender nada

de otra forma.

Sos vos el que no habla

y ellas nacen

de eso que vos

no pudiste decirles.

Ellas son el silencio

de lo que no supiste

decir. Hablan siendo.

Y siempre son. Por eso

nadie las callará.

III

Pero algo hay que saber. Entonces

convocás a elecciones.

Pensás que de ese modo

van a verse obligadas

las cosas a decirte

lo que querés saber

lo que vos, no lo que ellas

quieren decir

Page 670: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

670

pero ellas votan secretamente

pero tengo el resultado

a mí lo que me interesa es el resultado

es lo que te interesa

y vos, ¿le interesás

a las cosas

que dieron ese resultado?

IV

EL PERRO

Te mira el perro.

Te mira como sólo los perros miran.

Luego se vuelve,

se pone cerca de la pared.

Se tiende al sol.

Se pone a dormir.

Vos te creés

que lo importante es verlo:

que vos lo veas, y lo digas.

No entendés.

El perro se ha dormido

porque no le interesa

tu presencia.

V

Saber en serio.

¿Cómo?

Averiguándolo de algún modo.

No teniendo razón, quizás; no sabiendo.

Con un idioma que no existe todavía

que por ahora sólo existe

en los poemas en algún ensalmo

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671

poco tomado en serio

No es el idioma de la guerra civil

no es el idioma de la burla

no es el silencio del derrotado.

Mejor sería

decir: la la

porque ja ja

cuando ya yo

no, no, no,

¿me entendés?

VI

Si ya es difícil

decir “buenos días”

cómo será decir

“buen día de mañana,

de pasado mañana”,

“buenos días futuros”

y buenos días para quién

nunca lo hablamos

y frente a eso, revolviéndose,

la espesa sopa, burbujeando

por debajo de nuestras sillas.

VII

Vos arañás apenas

los problemas.

Pero

salís a hablar

como si a los problemas

los hubieras resuelto.

Después de todo,

tampoco nadie

Page 672: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

672

oye mucho

a las cosas.

Casi siempre

te sale bien.

La gente

vive apurada, vive

apretada, no se da cuenta

de que las cosas son la gente.

Ellos se creen

que la esperanza

les puede hacer guardar

silencio a las cosas.

Se creen eso

porque precisan la esperanza.

Vos se la querés dar.

Hacerles creer que ellas

van a seguir

silenciosas.

Ya se ve en el idioma

viejo que estás usando,

que no.

Se ve que no.

Tus palabras

quedan ahí, como basura.

VIII

Y te creés que todos

los que piensan

piensan así.

Y que no puede haber

otra cosa. Y si la hay

será porque les pagan,

¿Por qué será

que le pagan a tanta gente?

¿Nunca necesitaste unos mangos,

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673

nunca pensaste en ir, fingir,

y que te dieran unos mangos?¿No?

¿Y porque te creés

que otros lo hacen?

¡Ah, vivir meses

alimentado a choripán,

qué delicia! Pero

yo no, yo

pienso (luego exijo).

Es tan fácil

regresar al ranchito

de lata, con un sandwich

en la mano, de regalo

para los cinco hijos, y todo

por fingir un hablar

por parecer cosa que habla.

Detrás de la cortina que corrés

están bailando tus patéticos

privilegios. Cómo te van a dar

las cosas la salida,

la solución? Para eso

tendrían que mostrarte

lo que sos. No te gustaría.

Lo que querés es que las cosas

se amolden a tu gusto, que digan

en el televisor aquello

que querés escuchar:

que digan que robó

aquel que a vos te gustaría

que haya robado

que digan que mintió

aquel que a vos te gustaría

que haya mentido

que te digan que se va a arreglar

lo que sabés

que no se va a arreglar

Page 674: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

674

IX

EL AMANTE

El novio de mi amiga está sentado

en el bar, en la mesa de al lado

de la mía. ¿Sabrá

que yo me acuesto

con su novia?

Escuchándolo hablar

sobre quién va a votar,

me doy cuenta que no.

¡Ya le han puesto los cuernos

muchas veces, y él nunca

se ha dado cuenta!

Ahora habla de sus salidas

nocturnas, y me doy cuenta

de que no sabe ni valora

lo que tiene.

No tiene idea de lo que mi amante,

puede llegar a dar (y recibir).

Me da un poco de lástima por ella.

Sé que lo aguanta porque

tiene miedo a la inercia.

Ella cree que tiene

que amarrar la canoa a alguna parte.

¿Qué pasaría si este tipo

se enterara

de que aquel con quien ella

lo traiciona está sentado

a un metro suyo?

Desde el estricto punto de vista

de la posesión, es sabido

que una cosa puede cambiarse

por otra. Ahora:

que te la roben,

que la usen sin tu permiso,

Page 675: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

675

no. Se enojaría.

Probablemente saldría del bar

a golpear una cacerola

en la vereda: “¡Que se vaya

el amante! ¡Que se vaya el amante!”.

X

esto no había pasado

antes se sometía

a una violencia mucho mayor

a las cosas

se les pegaba

se les clavaban bayonetas

como las cosas hablan

siendo, se les hacía

no ser, desaparecer

y esto pasaba porque

si bien había

muchos que reclamaban

justicia, no llegaron

a saber si lo que ellos

pensaban que era eso

era lo que los otros

los demás

pensaban que era

la justicia

Se creía que se sabía,

dice el taxista

por eso no se hablaba.

XI

Y además -y casi

se le pasa un semáforo

Page 676: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

676

en rojo, por decirlo-

estaba la creencia,

la fe que había

en un hombre. En que él

sabría lo qué hacer.

-Como si ese hombre

no se fuera, algún día,

a morir.

Exacto. Pero

una cosa es saber

que se puede morir

alguien, y otra…

Como una fascinación.

Evitar el laburo

de ponerse de acuerdo,

era, ¿me explico?

Son treinta pesos.

XII

El tipo de los cables:

Esta gente,

dice que quiere

cambiar, y en la cabeza

no tienen más que cómo eran

las cosas mucho antes.

Cuando estaban

en pie

Cuando todo

no se había

desmoronado.

Sí, y ellos se creen

que se puede volver

a todo eso.

Page 677: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

677

No se puede.

Porque en el resto

del mundo, ya también

se les está desplomando.

Y tiene que gritar

para decirlo

porque lo está diciendo

subido a la canasta del camión,

a cinco metros

sobre el suelo.

XIII

Sí, basta de quejarse

de las cosas

sabelas tratar.

Nosotros no sabemos

nada de todo eso

dice, sentado en su cochecito,

el nene del Jardín.

No nos importa

no saber

tampoco.

Claro, si a vos te llevan,

si no sabés andar

todavía. A tu edad,

yo caminaba solo.

Vos a mi edad,

hablabas mal de Evita,

callate.

XIV

Todo venía de afuera.

Lo nacional

también venía de afuera.

Page 678: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

678

¿Cuándo saldrá de adentro?

¿Cuando las cosas se desnudarán,

nos mostrarán adentro

de ellas?

¿Al hablar?

Es inútil hablar

si no hay idioma para hacerlo.

Pero el idioma no tiene

que estar antes. Se hace

al hablar. ¿Un café?

Sí, con azúcar.

Otra vez el nene

desde el cochecito:

Yo antes

tampoco sabía hablar

y mirá ahora.

¡Cállese, mocoso

irrespetuoso!, le

contesto-. Bah,

otro teórico masculla

al retirarse, empujado

por la niñera.

XV

Es que nosotros

ya éramos amigos

de la parte del Universo

que nos tocaba: los villeros,

los camioneros, los páramos.

No pagábamos por caminar,

ni por un auto.

No precisábamos, creíamos,

Page 679: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

679

tener que aprender a hablarnos.

XVI

Lo extraño fue lo fácil,

las elecciones, el celular

gastar en aire acondicionado.

¿Cómo era esto

por lo que había

que pagar, trabajar

para tenerlo?

¿Y cómo era esta cosa de que algunos

amigos no pudieran pagarlo?

Y cómo era esto: ¿si no podían,

ya no éramos más amigos?

Así que si en tu casa hubo un asado

que se iba a hacer y no se hizo,

tendrás que averiguar

por qué. ¿Tenía tu padre

un amigo que no pudo comprarse

un auto (nuevo)? ¿O nunca

tuvo? ¿(Amigo, auto)?

¿Puso, él, rápidamente,

un aire acondicionado,

porque se lo exigían, para enviarte

a un colegio privado?

¿A quién votó en los años

en que no se podía?

XVII

Hay democracia

problemas nuevos

la derecha ahora tiene

Page 680: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

680

que gobernar personalmente

ya no se estila

que le murmure a los milicos

atrás del trono.

Y bueno, está bien,

¿qué pasa?

Son menos brutos,

pero no tienen

armas en la mano.

Además, se los puede

hacer correr, a los negros.

Correr atrás de los otros,

los que tienen, ¿no?

Claro, les das la plata

pero les pasás

los mismos avisos

por la tele,

¿qué desesperación, no?

Segura, pero hay

imbéciles que no se dan cuenta,

no les gusta que esa gente

ni siquiera se ilusione.

XVIII

a mí no me importa

que me saquen plata,

si es para la gente

humilde, pero para

que se la roben, no

mentira

a vos lo que te jode

es que te la saquen

si no te sacan guita

Page 681: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

681

no te importa que roben

y tampoco te importa

a quien vaya la guita

pobres, ciencia, inundados

sólo te importa que te la sacan

y la necesitás

para comprar

lo que hay que tener

para existir.

celular, plasma, auto,

condones electrónicos,

derivadores grafilales,

tasking news,

fibriladores historiados,

chef-wharlots, etc.

no sabés lo que son,

pero hay

que tenerlos

XIX

¡Y los viajes!

La señora visita

Bangkok en excursión:

“Los templos son dorados….”

No sabés dónde estás

pero si es jueves,

debe ser Bélgica.

Y en Barajas,

al hacer el check in

en la cola no olvides

hablar mal del país.

Decir: “pensá

lo que nos va a costar

arreglar esto ahora”

Page 682: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

682

Pero antes que el avión

aterrice en Ezeiza

ya las cosas no andan

como creías vos

que iban a andar.

¿y por qué no podemos

ser modernos?¿estar actualizados?

¿comprarnos todo

lo que hay?

porque los pobres boicotean

nuestros proyectos.

XX

no, si el mundo está loco,

si hay gente que no quiere

comprar cosas, decime,

¿vos sabés lo que quieren?

yo no creo en los libros

de auto ayuda, pero leí

el otro día una cosa

me pareció muy acertada:

no se puede

vivir siempre para los demás.

Y, sí: y es ésa

tu verdad.

XXI

CUARTO OSCURO

La soledad del cuarto

oscuro, te recuerda

la soledad a secas.

Son las seis

Page 683: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

683

menos cuarto. El comicio

va a cerrar. Estás solo

por razones legales, y estás

solo. Como has estado

tan solo tantas veces

a esta hora, en el medio

del amor, del trabajo,

de un viaje, de una muerte.

Y tampoco sabés

muy bien qué estás haciendo.

XXII

Y la izquierda

tan pura

tan pulcra

tan diferente a aquéllos

que no saben pensar

ellos saben

ellos detectan

las incongruencias

las contradicciones

(que odian)

Por ejemplo:

¿quién se iba

a imaginar que haría

Perón, lo que hizo?

Apoyarlo era ilógico.

Y no somos ilógicos

como lo es el pueblo.

Porque estamos destinados

a explicarles

qué es un buen gobernante

un gobernante honesto

pero la gente

parece que no quiere

Page 684: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

684

aprender

lástima

XXIII

LORE

La coherencia es un lujo

que no me puedo dar

con mi marido

bajos salarios

pátina leve de evangelización

frases que bien no entiendo

y con esto yo debo

responder a los periodistas

cuando me matan algún ser querido:

¿cómo se siente?

me siento para el culo

pero no lo puedo decir

no te puedo decir por qué lo mataron

porque me matan a mí

tengo que hacerte el juego

jugar al periodismo

yo te doy de comer, eso tendría

que decirte, yo a vos

XXIV

los que pensamos bien

los que sabemos

contestarle a los periodistas,

entre tanto, podemos

votar a la derecha,

para pasar

el rato

hasta que el pueblo aprenda

Page 685: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

685

porque no vamos

a fortalecer

un pensamiento

equivocado, sería

antipedagógico.

y cuando la derecha

termine con los falsos

profetas populistas entonces

nosotros vamos

y los convencemos,

¿eh? ¿qué tal?

XXV

a mí sólo me importa

que haya migajas

dice el gorrión y come

las migajas, ¿y así

no podría llegar

el momento en que no haya

ni migajas?

el gorrión no conoce

qué le puede

haber pasado a su

padre o su abuelo

si les faltaron las migajas

alguna vez

o si las hubo siempre

y qué pasa

si los que deberían

dejar migajas

no tienen qué comer

o, si

sencillamente

no le quieren dejar

nada a nadie

Page 686: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

686

XXVI

pero en las cosas hay

algo, algo adentro

es como entrar a una

casa: que abrís la puerta

parece que no hay nadie

pero hay fuego encendido

la cama está caliente

y allí, sobre la mesa

un libro abierto dice

“yo me acuerdo”

entonces entendés:

con otra cara

con otro nombre

este tipo ya hizo

esto antes

no te puede mentir

lo conocés

ya sabés cuando miente

sale el gorrión

desde adentro del libro

y dice: ésta es mi casa,

nuestra casa, y en esa

cama dormiste, y en esa

mesa comiste, y en esa olla

se cocinó lo que comiste

yo me acuerdo

vos te acordás

todos nos acordamos

y sacás del bolsillo

un pan (siempre llevás

un pan en el bolsillo),

lo partís y le das

un pedazo al gorrión,

Page 687: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

687

y los dos comen.

XXVII

Mi primer acto

político fue el

9 de junio

del año Mil

novecientos

sesenta y seis.

Estaban en la esquina

de Laprida y Córdoba

unos veinte entre ellos

un pibe de la vuelta

de mi casa, del conventillo

¿qué hacés acá? me dijo

vengo al acto

¡ah! Contestó no dijo

qué bien compañero

y alguien gritó

¡Viva el general Valle!

y todos empezamos

a gritar

¡Perón!¡Perón!

y a caminar

gritando Perón Perón

y enseguida la cana

nos corría

nos corrían a pie

todavía

fue el principio

de un camino

muy largo

donde muchas

veces supimos

equivocarnos

y eso hacía

el camino

Page 688: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

688

más largo

cada vez

que yo veía

lo largo

que era

me acordaba

del pibe ése

que dijo ah

XXVIII

criar una idea

dentro del corazón

es como criar un hijo

no tenés

garantías

sólo podés

creer en la confianza

que le das, y rogar

porque el mundo

no haya cambiado tanto

que pueda usarla

a veces es difícil

las palabras cambian

ya no dicen lo mismo

que lo que alguna vez

aprendiste

que decían

XXIX

Cuando empecé a escribir

me preguntaba: esto,

¿son palabras o cosas?

A mí me parecía

que si yo

Page 689: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

689

ignoraba lo que mi amigo

del conventillo ignoraba,

eran cosas.

Mientras que si

yo, sabía

lo que no sabía él,

eran palabras.

XXX

Por la ventana

miro la injusticia

como miraba antes

la esperanza

parece un sueño

parece algo

de lo que uno

se va a olvidar

al despertar

les pasa a todos: pero

algunos miran el diario

como aquel que se esfuerza

en recordar un sueño

el sueño a lo mejor

de lo que, cierto día,

él pensó que eso era

lo que el mundo tenía

que ser

y el diario contradice

hoy ese sueño y él sabe

perfectamente

que el diario miente.

XXXI

Page 690: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

690

es que los pobres boicotean

el progreso, el gobierno

anterior les pagaba

para que boicotearan todo

y ahora que no les pagan

lo boicotean más

porque no dicen

“queremos ser esclavos

queremos que vengan

a esclavizarnos”

claro, y así

las inversiones no vienen

XXXII

la realidad nunca sos vos

la realidad es el sueño

de los otros

¿cómo se entiende esto?

¿cómo la realidad de Newell’s

va a ser los sueños de Central?

Pero sí. Y al revés,

también.

Todos unidos

entre sí, por sus sueños:

otro sueño.

Algunos lo llaman la Historia.

XXXIII

Las cosas

no cambian

Page 691: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

691

así nomás

no cambian porque venga

un rico y se lo diga

cambian mientras esperan

mientras esperan

que hables.

Se desnudan

hablando

con tu voz.

SUEÑO QUE NIEVA EN ROSARIO16

16 Escrito en 2020. Inédito.

Page 692: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

692

Page 693: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

693

CUARENTENA

yo debo estar soñando

no hay autos

no hay ruidos

los pájaros regresan

en medio de la ciudad

el silencio se ha vuelto amigo

QUEDA

si se aguza el oído

pueden oírse

los pasos de los tigres

dientes de sable

los gliptodontes

pasean a la noche

por las calles vacías

se acuerdan

cuando no estaba la ciudad

“por un ratito”

dicen

BALANCEO

sopla el viento

Page 694: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

694

en el parque los grandes árboles

se balancean

a mí también me gustaría

pero no soy un gran árbol

me tiro en la pinocha

y los miro

está muy bueno

me hace sentir en paz

SUEÑO QUE NIEVA EN ROSARIO

sueño que nieva en Rosario

¿por qué no? ya pasó antes

la nieve caída es mucha

la gente la palea

para entrar en las casas

los escalones del Monumento

están llenos de nieve

parece que todos

hubiéramos sido transportados

a otra parte

Page 695: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

695

NO CORRE RIESGOS

mi amigo el perro

no corre riesgos de contagiarse

de las mentiras de los hombres

ÍCARO

la cera se derrite

las plumas se sueltan

Ícaro empieza su caída

qué hermoso el límite

qué maravilla el mar

no se podía, no

estábamos más cerca

de la naturaleza

de lo que

pensábamos

TENÍA QUE ESTAR

el amor siempre fue peligroso

las epidemias son lo de menos

tienen que estar

Page 696: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

696

para que la sórdida soberbia

de los que mandan

se disuelva en virutas de nada

aparto de mí

esas virutas

y te sonrío

PAYASOS

acusen ahora a los virus

de terrorismo,

payasos

ni siquiera viven

¿lo sabían?

ni siquiera los escuchan

hagamos lo mismo

EQUÍVOCO

ahi anda el viento.

tiene ganas de preguntar:

“¿Viste los árboles

estremecidos por la luz

Page 697: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

697

del amanecer,

por Pascual Rosas?

pero en la calle no hay nadie

tras las ventanas

los vecinos ven solamente

papeles, hojas caídas

revoloteando, y no

lo escuchan

RESTRICCIONES

el hombre camina lentamente.

no se sabe si sabe

dónde ir

al final, se ve bien

lo que pasa: el hombre

se ha parado delante de un café

el café está cerrado.

el hombre mira

después se va,

lentamente también

ALMACENEROS

no sabe saltar al vacío.

sólo sabe especular.

Page 698: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

698

no tiene idea

de lo que pasa,

tampoco quiere saber

no sabe saltar al vacío

los pájaros lo miran

con lástima

GLIPTODONTES

los gliptodontes nos dicen

-amablemente-

“no se preocupen,

no se van

a extinguir, che”

pero qué nos calienta

la especie

qué nos calienta

la civilización

que haya fútbol

los gliptodontes se miran

entre ellos: ¿fútbol?

ÁRBOLES

Page 699: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

699

estos árboles son jóvenes

hablan, pero no los entiendo

no los veré en su vejez

mi muerte les será incomprensible

pero qué hermosos son

cuánta capacidad de dar sombra futura

hay en ellos

cuando me agarre el virus

y me saquen acostado en la camilla

sentiré que me voy flotando

dormido en medio de un bosque

TRANQUILO

se ve que estoy tranquilo

los días pasan rutinarios

todos esperamos que pase esto

sin embargo, cuando pase,

¿qué haré?

¿seguirán pasando,

rutinarios, los días?

Page 700: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

700

TEMÁTICOS

¿qué será de los lugares falsos

adónde íbamos

a veranear

dilapidando nuestros dólares?

esos parques temáticos

destinados a suscitar

nuestro torpe simulacro

de comprensión

estarán vacíos

ya nadie puede

ser feliz así

IRREAL

necesito tocarte

necesito besarte

todo es irreal

nunca creí

que lo irreal

pudiera ser

tan terrible

los virus

no están ni vivos

ni muertos:

son un sueño

PROBLEMA

Page 701: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

701

los sueños no pueden ser

encerrados en un poema

andan ahí

van y vuelven

inútilmente

no pueden ser

son algo que no puede ser

no existen

pero nos hablan

NO SABEN

los virus también sueñan

que están vivos

que están muertos

que están haciendo esto

por algo

para algo

pero despiertan

se enfurecen

se dan cuenta

que no

que ellos tampoco

saben

EDIPOS

Page 702: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

702

¿qué gobernante

habrá matado,

sin saber,

a su padre,

para que esté pasando

esto?

¿qué Primera Dama

será, sin saber,

la madre de ese tirano

con que se acuesta

y hace hijos?

llamen a Tiresías

ON LINE

si al texto lo borrás

vas a ver cómo

enseguida vas a creer

que no existió

vas a acordarte de él

como de un sueño

querrá decir

algo distinto

cada mañana

al despertar

al lavarte los dientes

DUDAS

Page 703: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

703

¿existe esa mujer?

antes de la pandemia la veía

ahora la veo

en la pantalla

pero sé

que es mentira

no, es más probable

que la haya imaginado

LOS ELEGIDOS

en el cielo se juntan

los que el virus mató

son como un club

una secta

“acá se puede respirar”

dice uno

“allá no se podía”

“hacía tiempo que no se podía”

dice otro

ESTO IBA A PASAR

Page 704: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

704

el mundo estaba

preparado

para esto

“¿no es que no se podía

luchar por un mundo

mejor?”

“¿no es que era mejor

pasarla bien?”

bueno, con la pandemia

no podés combatir

por un mundo mejor

sólo podés tratar

de pasarla

lo mejor que se pueda

“sí, pero no es lo mismo

ahora hay muchas cosas

que no podés hacer”

“antes también había

muchas cosas

que no podías hacer”

EGOÍSMO

pasaba un perro

lo llamé

Page 705: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

705

“vení, lameme

la cara

vos no me contagiás”

le dije

por supuesto

mi transparente

egoísmo

no lo convenció:

“¿a vos quién te conoce?”

dijo, y se fue. BESOS

sueño que beso a todos:

mis hijos

mis nietos

mi mujer

sueño que el mundo será mejor

lo soñé siempre

CASAS

Page 706: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

706

antes era terrible

no morir en tu casa

ahora es al revés

¿qué pasó con nuestras casas?

INDIGNACIÓN

ha llegado a las redacciones

una indignada nota:

“ante la realidad de una pandemia

originada en personajes advenedizos

y de existencia dudosa,

el pueblo roedor hace público

su repudio por estas manifestaciones

que pretenden usurpar el lugar

de las auténticas pestes

protagonizadas por nuestros

venerables ancestros

con templanza y heroicidad”

ENFERMOS

se han enfermado

mis novias de la juventud

Page 707: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

707

se han enfermado

mis amigos de la primaria

mi enemigos del club

toda gente que me ha olvidado

que ahora

sólo quiere respirar

LA VERDAD

¿en qué cama se encuentra la verdad?

no lo sé

hay muchas camas ocupadas

tendría que preguntarles

uno por uno

no me van a dejar

posiblemente la verdad

no va a recuperarse

BARBIJO

como el barbijo

tapa la mitad

de mi cara

hay mucha gente

que me saluda

sin conocerme

Page 708: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

708

creen que soy

su amigo muerto

LA POESÍA

los virus son

como la poesía:

te hacen mal

te hacen

pensar, te cambian

la forma

de vivir, y después

se van

difícil

que vuelvan

ESTAMOS TODOS

vuelven los amigos

que se fueron antes

antes de esto

“queremos volver

morir de nuevo

morir como ustedes”

“¿para qué?

no hace falta”

Page 709: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

709

les decimos

“¿cómo se les ocurre?

¿no se olvidaron de todo

al cruzar la puerta?”

“no, el olvido

también se contagió”

PREGUNTAS

“y a ésos, los de arriba,

ustedes, no los

contagian?”

“tienen que estar

tienen que ver

cómo el mundo que querían

manejar con sus torpes

trucos, se derrumba”

INJUSTICIA

¿cómo, en las elecciones,

no hacen votar a los virus?

¿qué clase de

discriminación

es ésta?

DAÑOSOS

Page 710: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

710

los virus han tratado

de contagiar a los sueños

pero los sueños son inmunes

como los gatos o los perros

el problema es que para alguno

esos sueños le hacen más daño

prefieren morirse

ASEPSIA

terror me da contagiarme

al escribir estos poemas

mirá si alguien

los escribió antes

y nadie los desinfectó

yo sí,lector

no te preocupes

PÁJAROS

pandemia

Malvinas

saqueos

la hiper

2001

Page 711: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

711

nada de esto

ha ocurrido

me dicen los pájaros

lo único que ha ocurrido

es que no aprendiste a volar

AMIGO

me hice amigo de un virus

yo le hablaba

él no me contestaba

miraba hacia lo lejos

como hacen algunos perros

era tan sabio

tan inocente

sabía sin saber

NANAS

acunan las vacunas

los sueños que tenemos

sentadas, esperando

para viajar

con las valijas al lado

como antiguas inmigrantes

las cabezas cubiertas

por un pañuelo

Page 712: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

712

los sueños en sus brazos,

y les cantan

para hacerlos dormir

SOLUCIONES

mientras me están vacunando

me habla un virus:

“¿por qué me rechazás?

¿por qué nos rechazan

nosotros les traíamos

la solución, por qué

esa obsesión de superviviencia?

“andá a extinguirte vos,

hijo de puta” le contesto

“y dejanos buscar a nosotros

las soluciones”

al lado mío, un líder

político, que también

está vacunándose,

nos mira

y sonríe enigmáticamente

CARTELES

Page 713: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

713

me despierto

por fin

viajo

le doy la mano a alguien

para cerrar negocios

pero están los carteles:

los carteles que te piden

que te cuides

ellos quedaron

el despertar no los barrió VIAJE

me voy muy lejos

quiero saber

si el mundo

se recuperó

ya enseguida nomás

veo cómo es la cosa

LOS NUEVOS

Page 714: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

714

los sueños salen

de sus marsupias

ya tuvieron tiempo

para crecer

ya están grandes

salen pisando fuerte

dicen: “somos la nueva

enfermedad”

NORMALIDAD

los sueños andan por los parques

llenan los ómnibus

se sientan a las mesas

de los bares, todos juntos

la gente los elije

los adopta

tanto tiempo sin verlos

cómo están qué hacen

“¿cuál es tu sueño”

me preguntan

“que está nevando

que nieva”

digo yo, y todos

se ríen

EL NOVIO

Page 715: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

715

voy a ir a encontrarte

por fin por esas

calles arboladas

que queremos tanto

voy despacio

para poder darme cuenta

de que es verdad

ahí estás

te toco

te toco es increíble

es la felicidad

parezco un novio LUGAR

las preguntas que me hice

no terminé de respondérmelas

pero la vida resultó mejor

que esas respuestas

que nunca llegaron

como esos lugares

donde pinchamos una goma

del auto,

resultan ser más hermosos

más dulces, y mueven

más nuestro corazón

que ahí donde íbamos

Page 716: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

716

DE NUEVO SUEÑO QUE NIEVA EN ROSARIO

vuelvo a soñar que nieva en Rosario

¿o es

el mismo sueño

donde nieva de nuevo?

no lo sé

no sé donde termina un sueño

y empieza otro

no sé si se puede seguir soñando

el mismo sueño

tras despertarse

tomar la leche

volverse a dormir

SÍ, ESTÁ NEVANDO EN ROSARIO

de nuevo sueño que nieva en Rosario

la gente se olvida de la enfermedad

los noticieros por fin hablan de otra cosa

a la mañana siguiente

la nieve cubre la ciudad

¿qué habrá pasado con los mendigos?

Pero la gente les dio cobijo

en sus casas -es un sueño-

y nadie murió de frío

Page 717: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

717

es sólo una nevada,

hermosa, tan rara aquí

sale el sol derrite la nieve

está todo limpio lavado

estamos todavía

ALL INCLUSIVE17

a Frasco

17 Escrito en 2018. Inédito.

Page 718: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

718

Page 719: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

719

perfume

de salvia

alguien llamó al viento

pero vinieron autos

hoy hay niebla

de afuera no se ve

no se ve que hay bromas

cordones de vereda

los autos dan miedo

patos en el río

granja mágica

patos en el agua

conversando

patos difíciles

canciones secretas

una isla

donde no se entra

hicieron

de sus palabras

sabios

han quedado ahí

en el borde del río

él sabe

que si él no sabe

nadie sabe

¿o sabe?

si sabe, no es el viento

quien lo va

Page 720: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

720

a decir

pero sabe

sabe

mi río

dice la tierra

no des formas

¿cómo podría?

dice él

yo tengo una

doy lo que me

dieron

madre

es que así

viene el tiempo

dice ella

así viene

el tiempo

y que venga

ya vino

dice él

sigue aún

aunque un poquito

asordinada, la música

sólo una vida

la sostiene, ya se irá

escenario

que desmontan

los años

raídas ropas

Page 721: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

721

patas de rana

comidas por el tiempo

una revista

que el viento

se acostumbró

a hojear

pero el recuerdo

de esa crueldad

no se ha atenuado

en el desabrigado pecho

lógico

si tampoco

lo han hecho

las felicidades

sentidas

cuando se borre una

frente a ese viento

a esa tierra que gira

a esa lluvia

que decidió

no caer

¿está el alma?

no es la cuestión

si tiene origen divino

o es una casualidad

química, no es eso

el verdadero

problema

es si está

si va a seguir

estando

si va a creer

que todo es

Page 722: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

722

una respuesta

a su llamado

a lo mejor los árboles

creen lo mismo

a lo mejor el aire

cree lo mismo

estaría bien

se podría hablar

se podría hablar

con ellos

habría algo

de que hablar

con ellos

tal vez antes

lo hacían

tal vez antes

alguien lo hacía

con alguien

pero lo han olvidado

por eso preocupan

estas ruinas

estas músicas

que se están apagando

que se sienten

lejanas ya

en medio de la noche

alguien está olvidando

y el viento lo está olvidando

Page 723: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

723

se sentarían

bajo el árbol

como antes

como si se sentaran

como patos

entonces

escucharían

la voz del árbol

como a un amigo

que ya estaba

en el café

habría otras voces

otras presencias

amigos de amigos

con el mismo derecho

a estar

todos estaban

en la carrera de la vida

pero los han olvidado

se han olvidado

no conocen esas paredes

esos patos

no son los del tiempo

no los saludan

no los vienen a hablar

y si vinieran

sus palabras serían

distintas

de las que esperarían

escuchar

ni siquiera una vez

encontrarán a nadie

Page 724: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

724

por más solitario

que se busque el lugar

el viento parece

ser otro viento

uno absurdo

que no toca su corazón

en primavera

por debajo

de la camisa

no están en otra parte

sino que están en otra parte

pero solos

cada uno

habla un idioma

incomprensible

para los otros

nunca se entienden

les traen

otro café

cuando quieren pagar

irse

les traen el diario

cuando quieren saber

cuándo morir

perdió curiosidad

por la rareza

a partir del olvido

ese silencio de la casa

ya no lo empuja afuera

como antes

Page 725: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

725

más bien lo ata

a esas viejas habitaciones

donde antes se compartían

los sueños

pero ahora los muebles

sueñan con otras cosas

cosas de alfombras

de espejos

de frazadas

cómo sentir curiosidad

no des formas

de des formas

pero cómo podría

cómo no hacerlo

yo corro

corro hasta el final

los muertos caen en mí

yo los arrastro

yo los despojo

de sus identidades

yo hago posible ese nacer

que a mí se debe

entonces desharé las músicas

las volveré sonidos solamente

detendré la canción

parada así en verdad

no será más una canción

y ya no pondrá triste

ni alegrará

ni será recordada

Page 726: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

726

se sentirá que no está

se sentirá sí

que falta algo

y así corren al lado

al compás

del murmullo del agua

no es un ruido continuo

hay un ritmo

más rápido más lento

igual él se les va

él llegará más lejos

es más eterno

el trabaja de andar

anda y vive

pero estos

se atrasan

se detienen

en los días

de felicidad

tienen como una historia

que él no tiene

alguien piensa

se le escucha pensar

que el mar existe

por eso está seguro

y allá va

Page 727: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

727

otros

se van con él

porque no hay

más remedio

(o así creen)

pero ninguno sabe

qué van a hacer allí

tras el mar no se puede

correr

el mar

es el sentarse

a verlo

barranca de greda

nunca parecen

acabadas sus formas

siempre chorrean

hay olor

algo que se está haciendo

lógico

y sigue

esa barranca la cavó el correr

la persistencia

hermosa

tiene un sentido

no va para cualquier lado

ese correr extraño

hacia alguna parte

que se sabe cuál es

y no se sabe

es lo que hizo

un destino feliz:

alguna planta

Page 728: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

728

que flotaba

algún leño

que se pudo agarrar

demasiado poco

para llamarlo trofeo

pero son prueba

de haber estado

en el lomo del río

que otros lo sepan

hace falta

bajar al fondo

de esa grieta

hay que bajar

llegar al agua

que acaricia los pies

donde está el alma

bajar la greda áspera

los yuyos explicables

mirar el borde

donde desaparece

lo demás y sólo

se ve el cielo

ya azul y tiembla

algún junco

sube la barranca

otra vez

sube

a la noche las luces

de la ciudad

prometen su crecimiento

una aventurá volverá

a tener lugar

¿cómo le irá?

Page 729: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

729

¿qué cosas se traerá

al bajar otra vez?

pero de todos modos

lo tirará

ya se sabe

cuando se suba

a la corriente

se va por el río

se olvida de las tablillas

aunque en alguna de ellas

esté su nombre

(y, por supuesto,

un número)

el brillo del agua

refleja su sonrisa

ya por supuesto

con eso terminó

falta saber

cómo es el mar

pero eso es cosa de él

está ahí para eso

esos registros

esas tarjetas innumerables

con anotaciones

que supuestamente

dan cuenta de todo

lo que hay

esperan

el incendio

que las cocine

para durar

para resistir

Page 730: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

730

para contarle

a generaciones

jamás imaginadas

cuántas ruedas

de carro

teníamos

qué placer

cómo las olvida

cómo nadie

sabrá

que las olvida

cómo lo hace

deliberadamente

sin que lo tenga

que ocultar

cómo triunfa

ahí abajo

sobre la escasa playa

de gruesa arena

mojada compacta

de un amarillo fuerte

casi verdoso

como lo estará el

piensa

en llevar algo al mar

algún recuerdo

él también es

un poco

escribidor de tablillas

por suerte no sabe

Page 731: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

731

cuál elegir

pero igual quiere

ser él aún

cuando llegue

al mar

el recuerdo como un juguete

de la infancia de uno

conservado al crecer

como una prueba

¿de qué?

una prueba ofrecida

y no aceptada

ya no recuerda

lo que había

que acreditar

lo que quiere

alegar

es demasiado

reciente

la prueba

no sirve

no des forma

no des forma

canta el río

para burlarse de la tierra

que está muda

no puede hablar

no puede pronunciarse

no estaría bien

ahora que alguien

Page 732: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

732

ha bajado a la arena

de la ribera

ya se sabe lo que podría

pensar se dice la tierra

si yo dijera algo

lo tomaría

como una señal

como un comentario

para su viaje

¿adónde un viaje?

su viaje empieza

y termina

en mi cuesta

de greda

dice la tierra

es que este río

dice

los alucina

¿pero cómo no va

a haber

a dónde ir?

se dice y sube

la barranca

otra vez

otra vez a buscar

un recuerdo

para llevarse

como si el río fuera

un ómnibus

que hace

una parada

y él se quisiera

comprar un sandwich

Page 733: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

733

sube

sabe

que su río será

siempre el mismo

aunque él

vuelva

cambiado

por aquello

que no pudo traer

que vio pero no pudo

traer

por las veredas claras

de los barrios

donde no hay tanta gente

florecen los recuerdos

a montones

y no todos son propios

por cierto

pero son bastante parecidos

y no se nota mucho

cuesta con el apuro

ser sincero con uno

como libros usados

con páginas dobladas

en la esquina

por alguna razón

ya no evidente

habría que leerlos

con calma

su olor que también es

un recuerdo

otro

Page 734: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

734

elige algunas

primeras noches

en la ciudad

ah no todo

terminaba

para ir a cenar

seguía

pero ahora

¿qué hacer

con eso?

seguir

qué estupidez

no

no sirve

¿y ese momento

de crueldad?

fue hace mucho

quizás ni siquiera

fue crueldad

pero bueno todos

no son acaso así

son cosas que recuerda

uno y no puede

juzgarlas como

si se las viera

de afuera

pero no no

mejor no

no siente

que fuera cruel

realmente

aquella vez

qué fastidio

Page 735: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

735

¿y feliz?

menos

en realidad

ha tenido eso

por décadas

pensando

que había sido

pero

como los dueños de esos

cuadros imitaciones

bastante bien hechas

pero que cuando

llega el tasador

¿y va a llevarse eso

ahora?

además no lo ha

sacado de la calle

lo fue a buscar

a propósito

a sacar de un oscuro

local

que está cerrado

tampoco puede

en realidad

lo que podría

llevarse

es lo que está

pasándole

llevarse sí

lo más reciente

Page 736: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

736

el miedo

ah no des forma

no des forma

se dice y cree

que lo dice la tierra

vuelve con cosas

que no sabe

de quién son

pero siempre

ha sido así

¿por qué iba a ser

distinto ahora?

con esas cosas

no podrá

meterse al río

piensa la tierra

pero en fin

el río

aunque no sepa

fue traído

también

de otro lado

no es de él

en realidad

nada es de él

si entendiera

entonces sí liviano

como un polen

sería llevado

Page 737: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

737

qué por el río

por el aire

sería respirado

la calle sabe

que esos autos

bicicletas

que pasan sobre ella

son un sueño

cuando quiere

fijar la vista en ellos

desaparecen

ella está

los otros quién sabe

a veces llueve

se moja

lo que cree

es en sus grietas

en los yuyos

que crecerán

en sus grietas

el gorrión

en sus saltos

ya recorrió

distancias

inconmensurables

pero él

tampoco cree

en el movimiento

fue para comer

Page 738: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

738

fue casi

en el mismo sitio

las plantas

las matas

de salvia sí

creen

se las ve

estirando el cuello

para mirar

las distancias

los árboles le cuentan

están sedientas

de andar irían

a un país

que se deshace

porque todos se van

no se quedan quietos

no es posible siquiera

contar cuántos son

gobernarlos

las casas no saben

ser una casa rodante

no les atrae

demasiado

ya sería

no ser ellas

ser otra cosa

pero dar unos pasos

quizás hasta la calle

de al lado

Page 739: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

739

con eso sí se puede

soñar

que alguna vez las busquen

no estar ahí

tan a disposición

que las llamen

ellas acudirían

como un perro

más lentamente

así que no se irá

qué mar

no hay mar

él es el mar

no se irá

bueno no tanto

se irá

de alguna forma

para mí no

dice la tierra

no se irá

las formas yo me río

de las formas

que las haya

pero no pasa nada

¿y todo eso

que se trajo?

es como si lo hubiera

traído el viento

es lo mismo

no es por nada

Page 740: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

740

el viento

yo lo conozco

al viento ése

amontona todo

se cree que hace algo

no hace nada

¿qué pasa conmigo?

yo con vos

hago lo que quiero

no te das cuenta

te muevo

para aquí

para allá

tus ciudades

yo las desentierro

y se asustan

se asustan

de lo que fue

no son mías

estúpido

no son de nadie

pero ellos ponen cordoncitos

para que la gente

no entre

a las viejas ciudades

no suba a los templos

ja

cordoncitos

Page 741: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

741

vos cubrí

o descubrí

lo que vos quieras

¿no ves que siguen

estando?

en mí

pero si él inventó ese río

con quién estoy

hablando yo

dice la tierra

ese río no existe

esa barranca ese junco

en el borde

que el viento agita

levemente

no existen

no creas dice el viento

yo al junco lo agité

al menos eso

es cierto

suave

como si acariciara

un arpa de telarañas

y entonces

es que hay quien va

a quedarse

con los delirios

va a aparecer

a aparecer

pensás que no

Page 742: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

742

y de repente

tiene que ser algo

que pasa con vos

tierra en que pasa eso

no sé

como una enfermedad

a lo mejor

no se cura

sé lo que es eso

dice el viento

cuando paro no soy

no hay viento

y de golpe sí soy

y hay

y se despeinan

sí pero sos el mismo

en cambio esto

no, que sabés

si yo soy

a lo mejor

ellos también

te digo que no

son muy pesados

caen no se levantan

se lastiman

se hacen señales

que los distinguen

nada que ver

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no hay río

no hay barranca

ni viento

no hay nada entonces

yo no estoy

hablando con nadie

ahora puede ser

hace un momento

¿yo estaba hace un momento?

no puede saber

no hay nadie

que se lo diga

aquí había alguien

ahora no

no hay

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Page 745: Eduardo D’Anna EN EL MUNDO VERDADERO Obra poética

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ÍNDICE

Muy muy que digamos………………………………………………………………..5

Transiciones…………………………………………………………………………..15

La poesía no es una isla…………………………………………………………….21

Historias del Hombre Sin Piernas y sus compañeros…………………………..31

Aventuras con usted………………………………………………………………….41

Carne de la Flaca…………………………………………………………………….65

A la intemperie………………………………………………………………………..93

Calendas argentinas………………………………………………………………..127

Los rollos del mar vivo…………………………………………………………….149

La máquina del tiempo…………………………………………………………….177

La montañita………………………………………………………………………...201

Unas piedras………………………………………………………………………...237

Muertos en Nueva York…………………………………………………………....267

Sin imagen………………………………………………………………………......299

El otoño hitita……………………………………………………………………….321

Historia Moral……………………………………..…………..…………………. 353

Desayunándose...................................................................................………..393

2491.............................................................................................…............. ...429

Diario secreto de Marco Polo..............................….................................…..463

Zoológicos………………………….…………………...…………………………..487

Atardecer del día sexto...........................…....…........................................…..509

Etimologías.........................…...............….................................................…...531

Odas pesadas………….…………………………..……………………………….555

Las partidas………….……………………….……………………………………577

Traigo a la persona amada…………….……..………………………………….603

Elecciones…………………………………...……………………………………...633

All inclusive……………………...…………………………………………………669

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