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MEXICO EN EL TIEMPO, ---------------------------------e Xavier MOYSSEN CLAVÉ: LA novedad académica europea dentro del arte 12 NA aceptación pareja a la que tuvo el Positi vismo encontraron las lecciones so- bre la Filosofía del Arte, que Hipólito Taine explicó de 1865 a 1869 en la Escuela de Be- llas Artes de París. Por la novedad que tuvieron sus teorías y la influencia que ejercieron por espacio de varias décadas, Taine ocupa un sitio de indudable consideración en la Historia de las Ideas del siglo XIX. La fundamentación de su pensamiento esté - tico la encontró en el Curso de Filosofía Positiva que Augusto Comte dictara de 1829 a 1842. Estructu- radas sus ideas por el positivismo dio así, al arte , un principio determinista: "Invenciones del artista y simpatías del público, todo esto es tan espontáneo y libre en apariencia como caprichoso es el viento que sopla. Sin embargo, está sujeto a condiciones pre - cisas y a leyes fijas". Consideró , además, que la s obras de arte no se daban aisladas y que para su es- tudio y comprensión ca bales era necesario relacio - narlas con toda una serie de factor es que se daban en torno del artista c reador " . . .si se quiere comprender su gusto - el de los artistas -- y su talento, las razo - nes que les han hecho escoger tal género de pintura o de drama, preferir tal tipo y tal colorido, repre - sellLClr lCl1es sellliuüelllUS , 11C1Y 'i ue uUSLClllu s e11 d estado general de las costumbre s y del espíritu - blico" ; así, pues, continúa dici e ndo , " . .. para com- prender una obra de arte , un a rtista , un grupo de arti stas , es preciso re presentar con exactitud el esta - do general del espíritu y de la s costumbres del ti em- po a que pertenecen . . ." Las protestas contra ese determinismo de un a estética científica, qu e coartaba toda libert ad crea - ción, toda autonomía artística , no se hicieron esperar; sin embargo, la s idea s de Taine encontraron una aceptación universal ya qu e fu eron propicias para el brot e y desa rrollo de otras tend encias que no eran, en el fondo , sino la consecuencia obligada y lógica del positivismo mismo , ya fueran en pro o en contra ; corrientes como el naturalismo y el realismo, tant o en las a rtes pl ás ticas como en la literatura, se debi · ron a ello. Un Proudhon o un Champfleury, en - cue ntran su e xplicación sobre aquello que dijeron del a rte , en las le cciones de Hipólito Taine; y si él no fu e el fundador de la estética sociológica, sí fue su precursor , pues ésta debió muchísimo a sus teoría s. Pero la validez de su Filosofía del Arte no podía tener un carácter absoluto. El creyó que el m edio era la causa del arte, sin tomar en con sideración la autonomía e fectiva qu e ha y en todo individuo para crear libremente, y la realidad misma así lo demos- tró. Pu es lo important e no es ver comprobar la re - nun cia incondicional con que pu eda entregarse un artist a a lo que llamaríamo s "el e spíritu de su é po - ca" sino, precisame nte, su reacción contra ese estado de cosas, qu e de ser impuesto y aceptado, rotunda y cat egóricam ent e, e vit a ría todo ca mbio y transforma - ción de la cultu ra . y aun h ay m ás contra su s teoría s de interpreta - ci ón a la Hi stori a del Arte. El m edio físico y social, como supon ía Taine, no siempr e encuentra sienes en el acontec er históric o inmediato en que se de sarrolla el a rte , por más qu e eSe medio lo constri- ña compl etamente . ASÍ, si tratamo s de localizar el espí ri tu del me dio o de la época, en la pintura me - xi cana del siglo XIX y en particular en la corr es - pondi ent e a esos a ño s de inten sa lucha por una trans - form ación social, veremo s qu e "el e stado general de la s cos tumb res y del espír itu público" qu e privaba en las guerras que sostenían liberales y conservad or es, no dejó impresa su huella en el arte . Concluída la independencia política de Méxi co, el país, tras el desmoronamiento de la corte tramo - yista de Iturbide, se vio envuelto por el vórtice de una aguda efervescencia bélica y política, la cual só - lo habría de terminar, bajo el precio de sangrientas. luchas fratricidas y cuantiosas pérdida.., materiales , con la liquidación de aquella vieja estructura de la sociedad conservadora y colonialista que impedía la transformación social y económica que el país urgí a_ La caída de las grandes monarquías europeas tr a- jo consigo la democratización de las instituciones re a- les. De las regias colecciones artísticas se crearon los primeros fondos para los museos y galerías de art e de carácter público ; con ello, los gobiernos de nuev o cuño, de representación popular, justificaron el Ya - lor de la nueva socie dad y su cultura. Al termin al' el mecenazgo que mantenían la Monarquía , la Igle - sia y la Aristocracia, serán las nueva s fuerzas viva s, el Estado liberal y la burgue sía , las encargada s del mant e nimiento del art e; aqu él, sosteni€ndo cierta s instituciones: la Academia Nacional de Bellas Art es, donde la enseñanza se tornará oficial, y la pro tección de la s obras incautada s, por lTl edio de los mu seo s. La burguesía tomará a su cargo la formación de l as grandes colecciones , costeadas por los mecen as en turno : poderosos banqueros , capitanes de la s f ina n- z as y los nu evos ricos de la pujante industria . Mas este clima en que habrán de desarrollars e la s art es. plá sti cas, no siempre resulta favorabl e para éstas,. pue s tanto el Estado como el ca pitalista, muestra n ,. en ocasion es, un dudoso gu sto estético. La reap ertura de la Academia de San Carlos de M éx ico, obedeció, en el fondo, a la s misma s causas, po r eso el Gobierno de su " Alt eza Seresima ", no fu é indiferente al valor y significación qu e t enía la reorganización de la vieja y arruinada Acad emia de San Carlos. En 1843 se expidió el de creto para l a. re a pertura, y al fr e nte de ella quedó, como d irector de pintura , el catalán Pelegrín Clavé. En medio del fragor bélico continuo y de las disensiones políticas que estaban a la orden del a, la Academia inició con notabl e éxito el nuevo cicl de su existencia. Clavé, que r epresentab a en ar te la novedad académica e uropea, dio los lineami entos. bajo los cuales habría de impartirse la enseñanz a_ En lo formal se implantó un a CiJ demi smo , qu e en el terreno de las realizacion es res ultó plagado de in - congruencias , pues los model os utilizados para re - presentar el tipo de belleza id eal , la clásic a, f ueron siempre indígena s de Xochimil co. Por el lado de la temática y del contenido , persi stió lo religi oso; sin embargo, los temas ya no fueron exclusivamen te d el cristianismo, como lo fueran en la vieja pintur a co- lonial ; se dió preferencia a los grande s suc esos bi- blicos y se hizo así, con ello, und pintur a de hi storia sagrada. Un nuevo nero apa r eció, el del r et rato, que e ncontró magnífica acogida en la nue va socie- dad, en la naciente burguesía mexicana. Y junto al retrato , la pintura de paisaje hizo su apar ici ón en el art e mexican o. De ntro de la tradi ción de la gran pintur a euro- pea el pasado histórico ha ocupado siempre u n si ti o de consideración . Est e intes por el tema históri· co fu é enriquecido en el siglo XIX, pu es en él se incorporó al a rte el pa sado m ás inmedi ato, y el su- ceso re cien te cobró así signifi cación artí stica. Davi cl pintó, a penas instalado el Imp e rio , en una tela de "-ARTES

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Page 1: e MEXICO EN EL TIEMPO,...aquí El Descubrimiento del Pulque de José Obre gón, El Sacrificio de una Princesa Acolhu.a de Pe tronilo Monroy, y de Rodrigo Gutiérrez su cuadro El Senado

MEXICO EN EL TIEMPO, ---------------------------------e

Xavier MOYSSEN ------~----------------.

CLAVÉ: LA novedad académica europea dentro del arte

12

N A aceptación pareja a la que tuvo el Positi vismo encontraron las lecciones so­bre la Filosofía del Arte, que Hipólito

Taine explicó de 1865 a 1869 en la Escuela de Be-llas Artes de París. Por la novedad que tuvieron sus teorías y la influencia que ejercieron por espacio de varias décadas, Taine ocupa un sitio de indudable consideración en la Historia de las Ideas del siglo XIX. La fundamentación de su pensamiento esté­tico la encontró en el Curso de Filosofía Positiva que Augusto Comte dictara de 1829 a 1842. Estructu­radas sus ideas por el positivismo dio así, al arte, un principio determinista: "Invenciones del artista y simpatías del público, todo esto es tan espontáneo y libre en apariencia como caprichoso es el viento que sopla. Sin embargo, está sujeto a condiciones pre­cisas y a leyes fijas". Consideró, además, que las obras de arte no se daban aisladas y que para su es­tudio y comprensión ca bales era necesario relacio ­narlas con toda una serie de factores que se daban en torno del artista creador " . . . si se quiere comprender su gusto - el de los artistas-- y su talento, las razo­nes que les han hecho escoger tal género de pintura o de drama, preferir tal tipo y tal colorido, repre­sellLClr lCl1es sellliuüelllUS, 11C1Y 'i u e uUSLClllus e11 d estado general de las costumbres y del espíritu pú­blico" ; así, pues, continúa diciendo, " . .. para com­prender una obra de arte, un artista , un grupo de arti stas, es preciso r epresentar con exactitud el esta­do general del espíritu y de las costumbres del tiem­po a que pertenecen . . . "

Las protestas contra ese determinismo de una estética científica, que coartaba toda libertad dé crea­ción, toda autonomía artística, no se hicieron esperar; sin embargo, las ideas de Taine encontraron una aceptación universal y a que fueron propicias para el brote y desarrollo de otras tendencias que no eran, en el fondo , sino la consecuencia obligada y lógica del positivismo mismo, ya fueran en pro o en contra ; corrientes como el naturalismo y el realismo, tanto en las artes plásticas como en la literatura, se debie·· ron a ello. U n Proudhon o un Champfleury , en­cuentran su explicación sobre aquello que dijeron del arte, en las lecciones de Hipólito Taine; y si él no fue el fundador de la estética sociológica, sí fue su precursor, pues ésta debió muchísimo a sus teorías.

P ero la validez de su Filosofía del Arte no podía ten er un carácter absoluto. El creyó que el medio era la causa del arte, sin tomar en consideración la autonomía efectiva que hay en todo individuo para crear libremente, y la realidad misma así lo demos­tró. Pues lo importante no es ver comprobar la re­nuncia incondicional con que pueda entregarse un artista a lo que llamaríamos "el espíritu de su épo­ca " sino, precisamente, su reacción contra ese estado de cosas, que de ser impuesto y aceptado, rotunda y categóricamente, evitaría todo cambio y transforma­ción de la cultura .

y aun hay m ás contra su s teorías de interpreta ­ción a la Historia del Arte. El m edio físico y social, como suponía Taine, no siempre encuentra ~epercu­sien es en el acontecer histórico inmediato en que se desar rolla el a rte, por más que eSe medio lo constri­ña completam ente. ASÍ, si tratamos de localizar el espí ri tu del medio o de la época , en la pintura me­xicana del siglo XIX y en particular en la corres ­pondiente a esos años de inten sa lucha por una trans­formación social, ver emos que "el estado general de las cos tumbres y del espí ritu público" que privaba en

las guerras que sostenían liberales y conservador es, no dejó impresa su huella en el arte.

Concluída la independencia política de México, el país, tras el desmoronamiento de la corte tramo ­yista de Iturbide, se vio envuelto por el vórtice de una aguda efervescencia bélica y política, la cual só ­lo habría de terminar, bajo el precio de sangrientas. luchas fratricidas y cuantiosas pérdida.., materiales, con la liquidación de aquella vieja estructura de la sociedad conservadora y colonialista que impedía la transformación social y económica que el país urgía_

La caída de las grandes monarquías europeas tra­jo consigo la democratización de las instituciones rea­les. De las regias colecciones artísticas se crearon los primeros fondos para los museos y galerías de arte de carácter público ; con ello, los gobiernos de nuevo cuño, de representación popular, justificaron el Ya­lor de la nueva sociedad y su cultura. Al termin al' el mecenazgo que mantenían la Monarquía, la Igle ­sia y la Aristocracia, serán las nueva s fuerzas vivas, el Estado liberal y la burguesía, las encargadas del mantenimiento del arte ; aquél, sosteni€ndo ciertas instituciones: la Academia Nacional de Bellas Artes, donde la enseñanza se tornará oficial, y la protección de la s obras incautadas, por lTledio de los museos. La burguesía tomará a su cargo la formación de las grandes colecciones, costeadas por los mecenas en turno : poderosos banqueros, capitanes de las finan ­zas y los nuevos ricos de la pujante industria . Mas este clima en que habrán de desarrollarse la s artes. plásticas, no siempre r esulta favorable para éstas,. pues tanto el Estado como el capitalista, muestran ,. en ocasiones, un dudoso gusto estético.

La reapertura de la Academia de San Carlos de M éxico, obedeció, en el fondo , a las mismas causas, por eso el Gobierno de su " Alteza Serenísima ", no fué indiferente al valor y significación que tenía la reorganización de la vieja y arruinada Academia de San Carlos. En 1843 se expidió el decreto para la. reapertura, y al frente de ella quedó, como director de pintura, el catalán Pelegrín Clavé.

En medio del fragor bélico continuo y de las disensiones políticas que estaban a la orden del día, la Academia inició con notable éxito el nuevo ciclo· de su existencia. Clavé, que r epresentaba en ar te la novedad académica europea, dio los lineamientos. bajo los cuales habría de impartirse la enseñanza_ En lo formal se implantó un aCiJdemismo, que en el terreno de las realizaciones r esultó plagado de in­congruencias, pues los modelos utilizados para re­presentar el tipo de belleza ideal, la clásica, fueron siempre indígenas de Xochimilco. Por el lado de la temática y del contenido, persistió lo religioso; sin embargo, los temas ya no fueron exclusivamen te del cristianismo, como lo fueran en la vieja pintura co­lonial ; se dió preferencia a los grandes sucesos bi­blicos y se hizo así, con ello, und pintura de historia sagrada. U n nuevo género apar eció, el del r etrato, que encontró magnífica acogida en la nueva socie ­dad, en la n aciente burguesía m exicana. Y junto al retrato, la pintura de paisaje h izo su aparición en el arte mexicano.

D entro de la tradición de la gran pintura euro­pea el pasado histórico ha ocupado siempre u n sitio de consideración. Este interés por el tema histór i · co fué enriquecido en el siglo XIX, pues en él se incorporó al arte el pasado m ás inmediato, y el su­ceso recien te cobró así significación artística. Davicl pintó, apenas instalado el Imperio, en una tela de

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UN NUEVO género apareció, el del retrato, que encontró buena acogida. RETRATO DE Juárez. Ya se profetizaba el auge de la pintura mural . • 4~~--~~~~~~ __ ~ __ ~ ____ ~~ __ ~~ __ ~~~~~~~~ ______ ~

ANTE LA crisis que minaba la facción detentadora del poder y la riqueza no hubo Un artista que la representara, por medio de la pintura, defendiéndola . ..

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grandes proporciones, La Consagración de Napo­león en Nuest ra Seíiora de París; y más tarde, De­lacroix pintaría su célebre cuadro sobre los. sucesos del 28 de julio de 1830: La Lzbertad Guzando al Pueblo. Sobre esta novedosa aportación Lionello Venturi ha dicho: "Puede decirse que el realismo en el siglo XVII estaba preocupado p~'in cipalmel!te por la pintura de retratos. Pero en el ~)glo XIX hl~o su aparición una nueva clase de realIsmo, es deCIr , la representa ción de los acontecimientos o ilustra ­ción". Y el mism o Venturi no se olvida de que en el arte de Goya está el antecedente de este tipo de pin­tura: Los Fusilamientos del 3 de Mayo en la Mon­d oa.

Pretender encontrar en México este tipo de arte que en Europa apenas se iniciaba , es tarea estéril. El medio ambiente, el " espíritu público" que im ­peraba en medio de las trágicas lu chas armadas y de la transforma ciones sociales que corren en la pri­mera mitad de nuestro siglo XIX, n o se impuso para n ada en el arte de la Academia como pretendían la s teorías de T aine, pese a que la s luchas de los parti ­dos politicos se desarrollaban dentro de la mism a Academia, por su dirección. El partido conservador, r epresentado por Couto, protegió siempre a Clavé, en tanto que el liber al apoya ba el mexicano Juan Cordero.

Fuera de los temas obre la historia agrada, a los pintores de San Carlos no les interesaba la his­toria que vivían, de la cual, inclusive, ellos mismos eran protagonistas o espectadores . . . y sobre el pa-ado más inmediato, el colonial, Clavé buen cuidado

observó para que no se tocara; por eso los únicos cua dros que sobre la historia de México se pintaron en esos difíciles aíi.os. fueron una referencia sobre el más remoto pasado: el indígena. Recuérdanse aquí El Descubrimiento del Pulque de José Obre­gón, El Sacrificio de una Princesa Acolhu.a de Pe­t ronilo Monroy, y de Rodrigo Gutiérrez su cuadro El Senado de T laxcala.

Ante la crisis profunda que minaba a la facción detentadora del poder y la riqueza, no hubo un ar-.- ---

tista que la representara, haciendo, por medio de la pintura, la defensa de los principios en que se apo­yaba la sociedad tradicionalista; pese a que la ma­yoría de los alumnos de Clavé, estaban identificados con el partido conservador. Pero tampoco en las fi las del partido reformista apareció el artista libe­ral que pintara las gestas heroicas de la lucha con­tra la Iglesia , el Imperio y la sociedad que les res­paldaba . Resultó curioso que una obra sobre el fusi ­lamiento de Maximilian o fuera pintada en Euro­pa; se trata del célebre cuadro de Eduardo Manet. Sin embargo, conviene n o olvidar que si el m edio ambiente no fué lo determinante para la aparición de este tipo de pintura, los artistas, por otra par­te, n o tenían aún la conciencia histórica y social que les correspondía y que sólo m edio siglo más tar­de habrían de poseer; por ello, el arte mexicano de estos aíi.os decisivos quedó fuera de la política; en los artistas no existía una convi cción de principios, y ello es patente en la pintura de retratos, tan rela­cionada con la de historia; lo mismo les parecía pin­tar un día a Maximiliano, que en el siguiente el

Juárez, tal fue el caso de Santiago Rebull. El registro de la historia social y política de esta

época, habría quedado fuera del arte de no haber si­do recogida en otros tipos de expresión plástica. No hay que olvidar desde lu ego, el papel importantí-¡mo que en e te entido tuvo la litografía y u me­

dios de difusión, aprovechados por ambos partidos; entre los litógrafos no faltó quien estuviera a la al­tura de un Daumier, de un Cruikshank o de un Ga­varni. Pero es en la pintura de los llamados artis­tas populares donde está representado ese acontecer histórico mexicano: Banquete ofrecido al General León en Oaxaca, obrita de inJ iscutibles méritos; Soldados en el interior del Palacio Nacional, que aparte de sus valores intrín secos, no da una idea de lo que era la soldadesca salitanista; Ejecución de Maximiliano, Miramón y M ejía, de una espon­taneidad sublime. Y conviene recordar aquÍ, que en la coronación de Iturbide no hubo un solo pintor que le hiciera un retrato digno de 3 U fa ll ida pretensión;

gracias a ello hoy contamos con tres obritas popu­lares que sin duda apreciaríamos más comparadas con cualquier pintura académica que sobre ese su­ceso se hubiera h ech o.

Resulta ya imposible hablar del arte de una de­terminada época si no se tienen presen tes, siempre, las exigencias y opinion es de la crítica para con él ; y en este aspecto la que se hizo en M éxico, en eso aíi.os del siglo XIX, fué significa tiva, consciente y exigente para con la Academia y sus gustos. En este período de candente política, la crítica más rigurosa y definida es la de Altamirano. El í que reclamaba la indiferencia que los pintores guardaban contra la his toria de su patria, pues " .. . ni un solo h éroe de la Independencia, ni un solo mártir de la Refor­ma ... ", había sido glorificado; para Altamirano bastaba ya del gusto "por los santos, las Marías y los Calvarios", y exigía, no sin razón, " ... que se crease un arte de car ácter nacional o americano" . La crítica, como se ve, iba dirigida directamente con ­tra Clavé y discípulos, ya que parecían no darse cuen ta de que " todo anda y se transforma, y lo~ cuadros de vírgenes pasaron", como m ás tarde diría, a propósito de tal pintura, el egregio José MartÍ.

Tal fue el arte pictórico mexicano en su m áxima expresión: la formalista y académica ; y de no ser por las obras ele carácter popular, sobre ese período ele nuestra h istoria, n ada sobre él tendríamos direc­tamente, pues el c:etcrminism o positivista de Hipó­lito T aine, hasta donde entiendo, nada nos demues­tra al respecto.

Para terminar con este breve estudio nada me­jor que las palabras de otro crítico de la época : Jo­sé López López. El presentía y a, con un optimismo de visionario, 10 que habría de llegar en una maíi.a ­na para los artistas mexicanos " . .. Días vendrán ya de paz y de ventura en que podáis diseminaros por los ámbitos de nuestra nación .. . muchas cúpulas o esperan: muchos edificios públicos piden a vues­tros pinceles obras maestras que trasmitan a las ge­neraciones futura s los rasgos heroicos de nuestra historia . .. "

LA S PROTE STAS contra ese determinismo de una estética científica, que coartaba toda libertad de creación, toda autonom ía artística, no se hicieron esperar . . .

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EN LA pintura de los artistas populares está representado ese acontecer histórico meXlcano. La Ejecución es de una espontaneidad sublime.

-------------------------------------------:. V ELASCO : EL Valle de México visto desde Guadalupe. Con el rt!t rato aparece el paisaje, dentro de la naciente burguesía . ..

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