Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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LENGUAJE Y COMUNICACIÓN EN LOS MEDIOS
MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED
CURSO 2014-2015
Profesor: Juan Manuel Villanueva Fernández
Alumna: Paloma Losada Romero
TRABAJO FINAL
ÍNDICE DE CONTENIDOS
a. Resumen
b. Introducción
c. Análisis de la noticia Un aficionado desmonta la millonaria industria de la
‘ciencia de la felicidad’ (Manuel Ansede , rev. Materia, 26/08/2014)
d. Análisis de la carta a la directora En defensa de la Psicología Positiva (por
Marisa Salanova Soria, rev. Materia, 16/09/2014)
e. Conclusiones
f. Bibliografía
g. Apéndice: textos
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RESUMEN
En el presente trabajo se analizan dos textos que giran en torno a una polémica
sobre la llamada “psicología positiva” o “ciencia de la felicidad”, una corriente dentro
de la psicología que pretende proporcionar una base científica al estudio de las
emociones.
El primero de los textos es una noticia, publicada en la revista digital Materia,
que da cuenta de las críticas realizadas a dicha corriente por parte de un aficionado. En
el segundo, la Presidenta de la Sociedad Española de Psicología Positiva envía una carta
a la directora de esa misma publicación en defensa de la corriente. Pese al
enfrentamiento, los dos textos manifiestan una concepción similar de la ciencia y de su
papel en la sociedad, limitando la polémica a la repercusión de los errores detectados en
dos trabajos concretos y evitando cuestiones más de fondo.
En el trabajo se van analizando los discursos que componen cada texto, para
posteriormente extraer las conclusiones finales de cada uno y de la comparación entre
ambos.
INTRODUCCIÓN
Podría decirse que los medios de comunicación, por su propia naturaleza,
funcionan como mediadores entre ámbitos más o menos restringidos de la realidad y un
público amplio, no especializado y que, en gran medida, no forma parte directa de él
más que como miembro de la sociedad. Esta función, absolutamente necesaria, implica
la búsqueda de un lenguaje intermedio, evitando los riesgos de una excesiva
especialización, que lo haría incomprensible para el gran público, pero también de una
trivialización excesiva o de un sometimiento del rigor a las expectativas de la audiencia.
Si bien esta afirmación puede advertirse en prácticamente todos los campos
informativos (como comprobamos todos cuando aparecen noticias o artículos de nuestro
ámbito profesional), se hace especialmente evidente en el ámbito de la divulgación
científica, que cada vez suscita un mayor interés en el público, en particular en aquellos
ámbitos más directamente relacionados con los problemas humanos (salud, bienestar,
desarrollo tecnológico, comunicación…).
En particular, uno de los ámbitos que más se ha visto condicionado por un
interés popular no siempre coherente con los principios científicos es el de la psicología.
Su relación con la vida diaria de las personas (tanto en el ámbito de las emociones
personales como en de las relaciones), y en particular con un bienestar “emocional” que
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se considera prioritario en sociedades avanzadas, donde la supervivencia no es un
problema para una gran parte de la sociedad, juega un papel determinante en ese interés,
que se refleja no solo en los medios de comunicación sino en el desarrollo de un sector
económico pujante (artículos, libros de autoayuda, talleres de diverso tipo, charlas,
seminarios…). Pero, si bien en otros ámbitos del bienestar, por su naturaleza física u
objetiva, ofrecen resultados fácilmente contrastables, el carácter subjetivo e inmaterial
de gran parte de los aspectos a los que atiende la psicología (en particular, los relativos a
emociones y relaciones, que son los que más aparecen en los medios), dificulta con más
frecuencia de la conveniente el reconocimiento del rigor y la seriedad de los discursos
relacionados con ella.
Por otro lado, la propia naturaleza de la disciplina, a medio camino entre las
ciencias humanas y exactas, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre el análisis y la
valoración, o incluso entre lo científico y lo moral, la convierten en un terreno
especialmente interesante para explorar los presupuestos del pensamiento colectivo
hacia diversos temas: la concepción de la ciencia y de su repercusión en el individuo y
la sociedad, las diferencias entre ciencias naturales y humanas, el papel de los medios…
Los textos seleccionados representan dos posturas en torno a una polémica sobre
la adecuación de una corriente llamada “psicología positiva” o “ciencia de la felicidad”.
Como se puede ver, el propio nombre de la corriente combina el carácter científico con
el emocional o moral, aspecto central en la crítica reseñada en la noticia y en la defensa
de la carta a la directora.
NOTICIA: Un aficionado desmonta la millonaria industria de
la ‘ciencia de la felicidad’
La noticia, publicada en la revista Materia el 26 de agosto de 2014, refiere el
trabajo de un aficionado, Nick Brown, criticando dos trabajos de la psicóloga Barbara
Fredrickson, cuyos análisis pretenden demostrar la influencia beneficiosa de
determinadas actitudes en la salud humana. Aunque se presenta como noticia, su
desarrollo incluye muchos elementos de un reportaje, dada la extensión con la que se
refieren los antecedentes de la crítica actual. A pesar de la apariencia de objetividad
lograda por el mantenimiento de la estructura y convenciones propias del género, el
texto revela claramente el posicionamiento del autor del lado de Brown, cuya actuación
funciona como eje fundamental en la vertebración del texto.
Como todas las noticias, la información se organiza en una estructura piramidal,
partiendo de una selección inicial de ideas principales (titular, entradilla, ladillos, pies
de foto y) y de un desarrollo, muy extenso, en el cuerpo.
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Información destacada
El titular (Un aficionado desmonta la millonaria industria de la ‘ciencia de la
felicidad’), al comenzar por la mención al aficionado, implica un juicio categórico, que
destaca como foco a Nick Brown utilizando la noticia como elemento caracterizador.
Efectivamente, esta se presenta como una historia de héroes, la lucha de un hombre que
consigue, cual moderno David contra Goliat, vencer toda una millonaria industria. La
elección del vocabulario confirma este hecho: aunque el término aficionado podría tener
un significado peyorativo, este carácter se ve matizado por el predicado, de modo que la
combinación se utiliza para intensificar tanto la pericia del protagonista como la falta de
base de la teoría científica, que ni siquiera requiere de conocimientos especializados
para ser desmontada.
Dentro del predicado, el verbo desmontar presupone la existencia de algo
construido artificialmente. Ese sistema que ha sido “desmontado” aparece relegado a la
condición de objeto de la cláusula, pero su importancia se compensa por la cantidad de
espacio que le dedica el titular, refiriéndose a él son un sintagma nominal largo y
complejo, en el que se oponen dos términos: millonaria industria y ciencia de la
felicidad. La segunda expresión, nombre oficial de la doctrina de la que se habla en la
noticia, aparece entrecomillada, lo cual supone una puesta en cuestión de la idea misma,
mientras que el comienzo del sintagma resalta, al anteponerlo, el adjetivo millonaria,
sugiriendo el propósito materialista de la supuesta ciencia, lo cual se ve intensificado
aun con más fuerza por el núcleo industria. Se activan así un contexto en el que se
oponen como incompatibles la ciencia, supuestamente desinteresada, y el mundo
económico, por un lado; y la ciencia frente a la felicidad, del otro. Además, establece
una oposición binaria entre los participantes en la noticia, la ciencia y el aficionado
frente al engaño usurero, predisponiendo al lector a situarse del lado del primer término.
Al estar situada en una web de divulgación científica de carácter generalista (sus
redactores provienen de la prensa convencional y sus artículos aparecen enlazados al
diario El País), el lector puede identificarse fácilmente con ese aficionado capaz de
abatir todo un aparato ideológico.
La entradilla es una oración larga (de 30 palabras), con una relación retórica de
elaboración con respecto al titular, ya que desarrolla y explicita los contenidos del
mismo: Un investigador amateur denuncia los errores de bulto que sostienen los
pilares de la psicología positiva, una disciplina que predica la felicidad como una
religión supuestamente desde el método científico. Como vemos, el aficionado se
convierte en investigador amateur, la acción de desmontar se concreta en denuncia los
errores de bulto, en una expresión que evidencia la implicatura de la falta de base que
se insinuaba en el titular. La ciencia de la felicidad se transforma en psicología positiva,
otro de sus nombres oficiales, y las comillas reveladoras del titular se explicitan en el
adverbio supuestamente, que cuestiona de modo explícito el carácter científico de esta
corriente. Por su parte, los supuestos intereses materialistas que se le achacaban en el
titular se sustituyen en la entradilla por referencias a la religión y al hecho, relacionado
con ella, de predicar.
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En su conjunto, este titular despoja a la psicología positiva de todo carácter
científico, negándole tres de los pilares que configuran la ciencia moderna en nuestro
contexto ideológico: el rigor de sus presupuestos (que se le niega); el carácter
desinteresado y altruista, que pone por delante el conocimiento sobre los beneficios, y el
carácter empírico-racional que la opone a la religión. Para la correcta comprensión del
texto exigida por el establecimiento de relaciones entre las oraciones, se hace necesario
que el público comparta estos valores, lo cual es bastante probable dada la naturaleza de
la publicación. A pesar de la apariencia de objetividad proporcionada por el marco
textual, se utiliza, pues, una estrategia retórica altruista, orientada a reforzar las
creencias del público potencial a través de la información proporcionada.
Las mismas oposiciones configuran la elección de las fotos y pies de foto: en la
más destacada, justo debajo de la entradilla, se presenta a la impulsora de la ciencia de
la positividad en un escenario. A pesar de la pantalla, en la que se adivina el comienzo
de una presentación, y que por tanto nos sitúa en el ámbito de una conferencia, el aire
teatral del entorno y la presencia de los sofás sustituyen aire académico por un entorno
más propio del espectáculo, reforzado en el pie de foto por el uso del término gurú. Más
abajo, menos destacada por su posición y por su tamaño, se ofrece una fotografía en
primer plano de Nick Brown que establece un contraste evidente con la anterior. En este
caso, el birrete universitario y la palabra escogida para referirse a él (investigador) le
otorgan, por oposición a la foto y al pie anteriores, un carácter de seriedad y rigor que
en nuestro contexto se asocia preferentemente a la “verdadera” ciencia. Las fotos
representan una serie de contrastes que acercan a la audiencia a la figura de Nick
Brown, a través del primer plano y la mirada a cámara, en un imagen que despide
franqueza, seriedad y cercanía, y la alejan de Barbara Fredrickson, que se asocia a la
falsedad o artificio de los escenarios y se aleja mediante la foto del entorno y el enfoque
semilateral.
Los ladillos son escasamente informativos. El primero (En 10 segundos me di
cuenta de que era una absoluta mierda, resumió el físico Alan Sokal sobre otro estudio)
llama la atención por el carácter excesivamente informal de la aseveración de un físico,
Alan Sokal, en otro estudio, y que resalta el absoluto desprecio de este científico
(representante, además, de una ciencia dura, prototípica) por la teoría que se comenta.
Frente a él, al protagonista de la noticia (caracterizado ahora como investigador en
psicología) se le atribuye una frase más templada y que demuestra una cierta erudición
(«El término eudaimonía está tomado de Aristóteles, que era un tipo inteligente, pero
no necesariamente la autoridad absoluta en todo»). La escasa informatividad con
respecto al tema principal sugiere que esta selección, nuevamente, se orienta a la
caracterización positiva de Nick Brown, confirmando su protagonismo en la noticia. El
tercer ladillo destaca una de las afirmaciones más improbables e indemostrable, desde el
punto de vista científico, de la psicología positiva (la capacidad de la actitud mental
para combatir dolencias físicas, en concreto el cáncer), si bien se le atribuye solamente a
algunos psicólogos positivos (implicando que no son todos), y explicitando que la
afirmación no tiene ninguna base científica. Se relaciona con la última parte del
artículo-noticia, centrada en la repercusión social de la corriente criticada.
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Cabe destacar, pues, que en todo el conjunto de elementos anteriores, que
constituyen la información que se presenta como principal, juega un papel destacado la
figura de Nick Brown, cuya caracterización orienta la progresión informativa. En este
sentido, llama la atención la gradación establecida por los términos de referencia
aficionado> investigador amateur> investigador> Nick Brown, investigador en
psicología. A través de ella se va incrementando su capacitación y, consecuentemente,
la validez de sus palabras en el mundo académico – científico. Esta importancia, por
otra parte, sobrepasa la de la noticia en sí, de modo que, como veremos confirmado en
el análisis del cuerpo, se introducen en ella elementos más propios del reportaje que la
convierten en un texto híbrido.
En cualquier caso, todos los elementos configuran un lector potencial caracterizado
por su respeto a la ciencia, que comparte los valores asociados tradicionalmente a ella
(altruismo, racionalidad, rigor y cierto elitismo que la alejan de la cultura “de masas”) y
que, en consecuencia, puede sentirse cerca de este “héroe” que, siendo un aficionado
como ellos, contribuye a reforzarlos desmontando esa corriente que los utiliza de
manera “espuria”.
Cuerpo de la noticia
El cuerpo se distribuye en cinco partes: la primera sin título y las otras cuatro
con los siguientes títulos: Un extraño a la ciencia, No soy un cascarrabias,
Asociaciones espurias y Nada personal. Como puede verse, la información fundamental
(que se retoma en la parte que aparece sin título explícito, contribuyendo al desarrollo
progresivo que caracteriza al tipo de texto) se desarrolla en el resto del artículo a través
de un relato fundamentalmente cronológico por el que la investigación, inicialmente
individual, de Nick Brown, va afianzándose progresivamente, tanto en los argumentos
utilizados contra la psicología positiva como en los apoyos al “aficionado” desde el
mundo científico y académico.
La introducción, que funciona de un modo similar a la entradilla, se compone de
312 palabras distribuidas en tres párrafos. Desarrolla la información del titular
explicando los contenidos del artículo criticado y su ubicación dentro de la “psicología
positiva” (primer párrafo), su repercusión social (segundo párrafo), y las críticas de
Brown (tercer párrafo). La distribución supone una reformulación de la estructura
característica de la noticia, pues sitúa lo que el titular presentaba como núcleo (las
críticas) al final de este conjunto, y no al principio como es habitual. Además, el
comienzo se presenta como trasfondo incluso verbalmente, mediante el uso del pretérito
imperfecto primero (un estudio desvelaba, bajaba, mejoraba…) y perfecto después (las
conclusiones llegaron), mientras que el presente, tiempo habitual de la información que
se presenta como noticia, no aparece hasta el último párrafo (el problema es…; el
hombre que hoy desmonta).
En el primer párrafo se establece un contraste entre dos polos que combinan lo
físico, lo emocional y lo moral: por un lado, el placer personal, asociado al ámbito
físico, la bajada de defensas y la depresión, frente a la solidaridad, que se relaciona con
el ámbito espiritual, la mejora ante las infecciones y la felicidad. El contraste se atribuye
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al estudio científico y el autor se distancia de él principalmente mediante dos
procedimientos que evidencian la falta de compromiso del emisor con respecto a la
hipótesis: el pretérito imperfecto (tenía, bajaba, mejoraba), que contribuye a restarle
facticidad, y el uso de la ironía hiperbólica en los ejemplos (maratón de sexo sucio,
ganas de comer medio kilo de chocolate, una vida “con significado” a lo Teresa de
Calcuta). A continuación se extiende esa valoración negativa del estudio primero a su
autora (mediante la tematización El trabajo lo firmaba la estadounidense…), y después
a toda la disciplina, al calificar a esta como su gurú. Este término, que ya hemos
comentado, junto con el adverbio supuestamente cuestionan nuevamente la posibilidad
de estudiar el bienestar psicológico mediante el método científico. La frase final, que
funciona como evaluación de la anterior (el mayor movimiento del siglo XX…) también
rompe los moldes propios de la noticia, pues implica una valoración que no se atribuye
a nadie, y por tanto es responsabilidad del autor.
Todo el primer párrafo funciona como núcleo del segundo, en una relación
retórica de resultado o consecuencia centrada en la repercusión del estudio en los
medios de comunicación: como esta consecuencia (millones de lectores se sentían
culpables) es negativa, la implicatura que las relaciona es la valoración negativa del
trabajo que ha causado esa “culpabilidad”. Se pasa del pretérito imperfecto al
indefinido, lo cual nos indica que comienza la información presentada como nueva o
central, a pesar de su menor importancia: lo anterior (el estudio, la psicología positiva)
se constituye lingüísticamente en circunstancia de llegaron hasta el último telediario,
que es el único indefinido que aparece. Retóricamente, sin embargo, es un satélite, por
tanto, el tiempo verbal es una manera de destacarlo. Por otra parte, en los ejemplos de
titulares seleccionados como ejemplo se escogen aquellos especialmente llamativos y de
un carácter moral y valorativo poco adecuado tanto al lenguaje científico como al
periodístico. Ese carácter moral, muy fuerte en el segundo de ellos (El tipo correcto de
felicidad), es el que provoca la culpabilidad. Como en el caso anterior, la noticia acaba
con una aseveración valorativa e indemostrable (Y millones de lectores se sentían
culpables por intentar ser felices sin aspirar a otros objetivos más allá de su propia
vida), porque periodísticamente hablando es difícil probar tanto el número de personas a
las que afecta la información como sus sentimientos al respecto, y porque presupone
que millones de lectores asocian la felicidad a objetivos personales o egocéntricos. El
hedonismo se presenta, así, como tendencia natural, frente a la solidaridad, que vendría
“impuesta” por el carácter moral del estudio.
En el último párrafo de esta parte, que la elección del presente, como hemos
dicho, presenta como núcleo, se establece la falsedad del artículo: aunque inicialmente
el autor se distancia mediante las comillas (“totalmente defectuoso”, “asociaciones
espurias”), que atribuyen a Nick Brown esa afirmación de falsedad, su propio discurso
delata que está de su parte, al afirmar que desmonta uno de los pilares de la psicología
positiva, presentándolo como un hecho cierto. Las afirmaciones no aparecen, por el
momento, justificadas, pues es una simple introducción; se habla de defectos y
asociaciones espurias, pero no se concreta cuáles. Por otra parte, la psicología positiva
aparece caracterizada negativamente mediante la referencia como industria, la
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implicación de que la mueven intereses económicos (mueve millones de euros) y el
carácter informal de las actividades que se le asocian (charlas, cursos de coaching y
libros de autoayuda), actividades dirigidas al gran público y más o menos distanciadas
del mundo académico. Al presentar estos datos en el mismo párrafo que la mención a
los defectos y la falsedad del estudio, para poder relacionarlas se hace necesario
nuevamente asociar a ambos (a la falsedad, al interés económico y a la dimensión
popular) un carácter acientífico, que solo puede hacerse desde una concepción de la
ciencia asociada al rigor, al desinterés y a cierto desprecio por determinados tipos de
divulgación.
Después de esta introducción, los dos apartados siguientes (Un extraño a la
ciencia y No soy un cascarrabias) se centran en los antecedentes que llevaron a Nick
Brown a establecer sus conclusiones. La alta proporción de espacio que se dedica a este
apartado (634 palabras, más de un tercio del texto) y el detalle que se nos proporciona
en la secuencia de los hechos son, nuevamente, un elemento más propio del reportaje
que de la noticia, que suele ser más breve y destacar la actualidad. Por otra parte, los
títulos enfatizan, otra vez, la figura de Nick Brown, que se une en este caso a una
estructura narrativa que contribuye a caracterizarlo, ensalzando su figura como la de un
“héroe” moderno.
El primer párrafo relata el encuentro de Brown con la psicología positiva, antes
del estudio objeto de la noticia. Se recuerda su carácter de aficionado (extraño a la
ciencia, no tiene el típico perfil de científico), aunque también se destaca su formación
al caracterizarlo como ingeniero informático en el Consejo de Europa. Por su parte, el
curso al que asistía se retrata como aburrido (la modorra de una clase), y se desvaloriza
por la presencia de rasgos de registro informal al final del artículo, que restan
credibilidad a la clase del profesor: el uso de la segunda persona (si tenías, tu vida…)
implica un carácter directivo más moral que científico, carácter que se intensifica por el
vocabulario (emociones positivas / negativas) y por la metáfora (tu vida empezaba a
florecer).
El párrafo siguiente retoma lo anterior (falta de capacitación específica de
Brown), pero implicando además que la psicología positiva no solo atenta contra la
ciencia, sino incluso contra el sentido común, lo cual se refuerza por el sustantivo
coloquial chorrada atribuido a Nick Brown. El carácter coloquial implica la idea de que
incluso intuitivamente (en el conocimiento folk que dicen los ingleses) la teoría no es
adecuada. En contraste con esa sensatez que caracteriza a Brown, se enumeran los
hechos que revelan la atención del mundo académico por el estudio: su publicación en
una prestigiosa revista, las abundantes menciones en otros estudios, y la fama de su
autora. Hay una proposición implícita que unifica estos tres enunciados (que serían una
elaboración por ejemplos de la misma, a su vez relacionados entre sí por relación de
adición) y establecen el contraste con lo anterior: esa atención es sorprendente, y, dado
que el estudio y la psicología positiva que le da pie atentan “incluso” contra el sentido
común, todo el entorno que lo valora queda descalificado. Especialmente significativa
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es la descalificación de Barbara Fredrickson, mediante los adjetivos asociados a su
fórmula -número, que califican la proporción como dudosa (supuesto), sin fundamento
material (mágico), y, nuevamente, por el carácter de espectáculo (caché de cantante) y
el enriquecimiento material.
Así pues, los supuestos de fondo que caracterizan la ciencia, por oposición al
estudio de Fredrickson, y que fundamentan tanto la crítica de Brown como las
relaciones retóricas del texto, son tres: a) la ciencia debe ser coherente con el sentido
común; b) se basa en hipótesis demostrables; y c) no persigue el enriquecimiento
personal y es incompatible con la cultura de masas.
Siguiendo la secuencia narrativa de esta parte del texto, se relata a continuación
el contacto de Nick Brown con Alan Sokal, al que se caracteriza como científico que
denuncia falacias, cualidad que se demuestra con un ejemplo. Este ejemplo, además,
profundiza en el descrédito que en el párrafo anterior se atribuía al mundo académico
relacionado con la psicología, extendiéndolo a las humanidades (su objetivo era
demostrar que una revista de humanidades podía publicar cualquier cosa… pero se
publicó). El hecho de que Sokal consiga publicar un trabajo sin fundamento a través del
uso de un lenguaje vacío y falto de conexión con la realidad (necedades supinas,
artículo absurdo, pastiche, jerga, aduladoras, grandilocuentes, sinsentido), que se
describe, como se ve en los ejemplos anteriores, con un vocabulario altamente
valorativo, extiende a toda esta rama académica los defectos del trabajo y, muy
especialmente, su alejamiento de la realidad mediante un discurso más retórico que
referencial.
El siguiente apartado comienza con la exposición de las razones que justifican el
contacto de Brown con Sokal: al ser un aficionado, Brown no puede dar a conocer sus
dudas, que, tal y como se destaca en el título del apartado (No soy un cascarrabias),
responden a motivaciones ideológicas y no a impulsos emocionales. El autor presenta el
resultado de esa colaboración como válido al señalar que se trata de una crítica
demoledora (adjetivo valorativo que da por sentado que la crítica funciona), y al
otorgarle credibilidad a esta opinión mediante el uso de citas y de un vocabulario
técnico (ecuaciones, dinámica de fluidos, empírica, cuentas…), que se le niega al
estudio (sin justificación teórica, cuentas mal hechas), para finalizar con la valoración
rotunda de Sokal (absoluta mierda). La presentación como válidas de estas
conclusiones implica la impermeabilidad entre los criterios que se aplican en las
ciencias naturales y la psicología, pues se critica que el estudie utilice técnicas de las
primeras (dinámica de fluidos) para describir fenómenos emocionales, o al menos que
esto se haga sin una debida justificación. No se explicitan, sin embargo, las críticas
concretas, por lo cual el autor está cayendo en la misma actitud que Sokal le critica a las
humanidades: utiliza una jerga que no explica y en la que hay que confiar.
Finalmente, la corrección del artículo por parte de Barbara Fredrickson
(presentado como consecuencia de lo anterior) implica la aceptación (parcial, pues no lo
ha retirado, sino solo corregido) de la crítica que se le ha hecho. El uso de conectores
adversativos (…aunque no retirado; Sin embargo la gurú de la psicología positiva no
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se detuvo) evidencia que, tanto para los protagonistas como para el autor de la noticia,
que se pone de su lado, la consecuencia natural del análisis de Brown y Sokal debería
haber sido suficiente para retirar el estudio, primero, y para evitar que se publicaran
otros, después, suposición que en la segunda oración se ve reforzada por la negación.
La consecuencia es el estudio objeto de la noticia, de 2013, presentado con una
metáfora bélica (volvió a la carga) que atribuye a Fredrickson una actitud beligerante e
insistente. El nuevo estudio se descalifica con el marcador solo (un estudio con solo 80
personas), que implica que ese número no es suficiente para extraer conclusiones
científicas. La descripción del artículo retoma la información del comienzo del texto
con un vocabulario más neutro y académico, en torno al contraste entre personas
hedónicas y eudaimónicas, que primero se describen para después, manteniendo la
oposición, describir la reacción de los organismos ante cada personalidad. Al igual que
en el primer párrafo, se combina el vocabulario relativo a emociones (gratificación,
felicidad, satisfacción, plenitud del ser, estrés), al ámbito moral (bien superior,
mejorar) y al físico o natural (defensas, organismo, genes, activación). La oposición
sigue ahora una estructura en X, situando en el exterior a las personas hedónicas, que
constituyen el polo negativo (gratificación instantánea, pequeños placeres, bajada de
defensas, estrés), y en el centro a las eudaimónicas, que constituyen el polo positivo
(felicidad surgida de las satisfacción, bien superior, plenitud del ser, mejoraba las
defensas). Se destaca así la negatividad de la teoría, que se basa en el miedo o la
culpabilidad que hace sentir a las personas hedónicas (tal y como se apuntaba en la
introducción) para garantizar el comportamiento moral adecuado.
Así pues, este largo párrafo, que describe unos antecedentes similares al que da
origen a la noticia, tiene como finalidad legitimar la crítica actual, que no es producto de
un capricho o impulso puntual, sino de una reflexión más larga. En particular, se
legitima al autor de la misma, que sigue una evolución de progresiva capacitación y va
captando apoyos cualificados (en el mundo académico) que dan credibilidad a sus
investigaciones.
Tal y como indica el título Asociaciones espurias, el siguiente apartado
desarrolla las críticas al artículo de 2013. Se compone de tres párrafos de longitud
desigual: cada uno de los dos primeros expone una crítica que inmediatamente se
desarrolla con palabras textuales de Brown, mientras que el último, mucho más breve,
atiende conjuntamente a los errores de método detectados. En todo el fragmento se
continúa la caracterización heroica del protagonista, al que ahora acompañan no ya un
investigador, sino un grupo, caracterizado positivamente como reputados psicólogos
profesionales, (lo cual fundamenta científicamente la opinión del aficionado), y dentro
del cual Brown funciona como líder (escoltado por, equipo liderado…). Nuevamente,
la crítica se presenta discursivamente como efectivamente probada (Brown… vuelve a
desmontar…; según demuestra el equipo) y las palabras el autor descalifican la
psicología positiva al calificarla de pseudociencia.
En el primer párrafo de este apartado se critican las categorías de personas
hedónicas y eudaimónicas, crítica que se atribuye a Brown, primero en estilo indirecto
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(a juicio de Brown; ni siquiera es capaz de…) y después en estilo directo. En la primera
de las intervenciones, el marcador ni siquiera implica que falla incluso la base más
elemental, y el adjetivo creíble, asociado a él, implica que no solo es falso, sino que ni
siquiera tiene apariencia de verdad. Efectivamente, la dificultad para diferenciar estas
realidades, y más aun para distinguir tipos de personas en base a su manera de obtener
la “felicidad” (que no tiene por qué ser uniforme ni constante para una misma persona),
salta a la vista y requeriría de pruebas reales en sentido contrario para resultar “creíble”,
pruebas que, tal como se afirma en la cita en estilo directo, están ausentes en el estudio.
La aseveración final de este párrafo, sin embargo, resulta oscura y difícil de relacionar
con lo anterior. En ella pone en cuestión la autoridad de Aristóteles, al que se define con
el coloquialismo tipo, como atribuyéndole una inteligencia natural pero no demasiado
elaborada, sugiriendo probablemente una cierta ingenuidad asociada a la antigüedad de
una época vista como “precientífica” desde el positivismo moderno. Se relaciona con lo
anterior como un añadido, pero es secundario con respecto a él, porque tiene menos
fuerza (es demasiado general, más valorativo, y el adverbio no necesariamente sugiere
debilidad en la argumentación).
El segundo párrafo comienza con una descripción en lenguaje objetivo del autor
de la noticia, en la que vuelven a mezclar conceptos morales (hedónicas, placer
instantáneo) con naturales (se activan bacterias, virus), sin explicar con claridad el
fundamento de la relación, lo cual la deja en una posición dudosa. Después de esto, se
expone, atribuyéndolo a Brown, el verdadero núcleo del fragmento y probablemente del
artículo: hay un mensaje moral. Para comprenderlo como parte (o, más bien, como
núcleo) de la crítica se hace necesario el supuesto contextual de que la ciencia no
debería hacer mensajes morales. El satélite que le sigue es una elaboración que
desarrolla ese mensaje moral con las palabras textuales de Brown. Al explicarlo en
segunda persona (si eres… estarás… cogerás…), enfatiza el carácter directivo de la
teoría (por oposición a la ciencia, que debe centrarse en el objeto de estudio en sí). Las
palabras de Brown siguen una estructura formal lógica (si… entonces…) que se pone en
cuestión por la ingenuidad de las proposiciones implicadas, evidenciando lo que se
achaca a la psicología positiva: simpleza de fondo con una forma científica. La frase
final del autor con sorna explicita nuevamente esa ironía.
En el último párrafo se enumeran, presentándolos como hechos, los defectos
metodológicos del estudio. Se le achacan tres errores: cálculos mal hechos, métodos
incorrectos, y asociaciones engañosas. Los sustantivos se presentan como elementos
constitutivos de la ciencia (la lógica o el razonamiento de los cálculos; la base real en
los métodos, el establecimiento de relaciones entre los datos) que se les niegan a la
teoría analizada mediante los adjetivos. Sin embargo, el poco espacio y desarrollo de
esta parte evidencia que el autor de la noticia considera más importante el
cuestionamiento del mensaje moral (base de los párrafos anteriores), al que se subordina
el carácter acientífico del estudio. El pensamiento de fondo es que “puesto que es
acientífico, no se pueden tener en cuenta las consecuencias morales del mismo”, siendo
la última afirmación el núcleo de la argumentación.
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El final del apartado, al constatar el rechazo de Fredrickson a ofrecer su versión
a la revista, justifica el claro posicionamiento de la misma del lado de los críticos, dando
por zanjada la polémica al probarse la falta de base de los artículos.
El último de los apartados se centra en las consecuencias morales expuestas en el
anterior y su repercusión en la sociedad. El propio título (Nada personal), que
reproduce las palabras de Brown sobre su relación con Fredrickson, recuerda la
objetividad de la ciencia, implicando una visión de la misma que atiende a los hechos y
no a las motivaciones personales. Aunque se refiere a la actitud de Brown, este
presupuesto está también en el fondo de la argumentación contra la psicología positiva
en la medida en que no se la considera legitimada para fundamentar implicaciones
personales.
La primera persona de plural al comienzo de la primera cita de Brown incide en
la caracterización colectiva (y, por tanto, “nada personal”) de la crítica, y recuerda a los
lectores la progresión por la que, partiendo de la acción individual, consigue activarse
un sector crítico dentro del mundo científico. En una relación de contraste, se expone a
continuación la dificultad de la comunidad científica para detectar y denunciar todo tipo
de falacias. La relación que unifica las dos aseveraciones implica una idea implícita de
que todos, aun sin ser especialistas, podemos colaborar en rebatir esos errores, y de ella
puede extraerse una invitación a la actitud crítica de la audiencia frente a la divulgación
científica. Por otra parte, se resalta con un dato (el 95%), la especial repercusión de los
errores en el ámbito de la psicología, circunscribiéndolo a algunas áreas, lo cual permite
salvar el carácter científico de la disciplina en su conjunto.
Los párrafos segundo y tercero introducen un nuevo tema: además de la falta de
carácter científico, las conclusiones de la psicología positiva influyen negativamente en
la sociedad. Se vuelve a caracterizar a Brown como ingeniero informático (lo cual, en
contra de lo anterior, le da un carácter científico, aunque en otro ámbito), pero con
preocupaciones sociales (le preocupa, clama). En cuanto a la psicología positiva, se
rebate la idea de que, sin una base científica (idea que se repite en los dos párrafos)
pretenda influir en el comportamiento de la gente. Esa intención se califica
negativamente a través del vocabulario (afirmación increíble, absolutamente falsa, con
todo su blablablá, es un problema). La idea de fondo que unifica esta relación es la
ilegitimidad de poner límites a la libertad individual, condicionando sus hábitos en base
a afirmaciones no científicas que se presentan como imposiciones (los estudios están
pensados para que la gente cambie sus hábitos; expertos que les señalan cómo vivir la
vida). Por otra parte, al vincular esa ilegitimidad a la falta de base científica, se
presupone que una ciencia real sí estaría legitimada para establecer límites a esa
libertad.
Finalmente, para dar más credibilidad a las ideas de Brown, se presenta a un
nuevo experto (catedrático de psicología) que desarrolla sus críticas. Este catedrático
concuerda con la falsedad que Brown atribuye a la psicología positiva (parece
proponernos, pretendida ciencia/ pretendió carácter científico, marchamo cientifista,
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
13
aparente inocencia, encubrir), sugiriendo que lo científico de la forma esconde un
componente ideológico (fondo) que se ve como algo no científico. Nuevamente, implica
que la ciencia debe ser algo ajeno a las ideologías, retomando la comparación inicial
con la religión. La “peligrosa” e “interesada” ubicuidad de esta corriente se señala con
el término legión y la enumeración de profesiones asociadas, que se presentan con cierta
ironía por el carácter peyorativo de los términos de referencia: el extranjerismo coaches
(que disfraza de modernidad o carácter técnico una profesión emergente), oradores
(término que se asocia a la falta de consistencia, el populismo y la demagogia) o
autoayuda (corriente populista que se percibe peyorativamente en sectores científicos o
intelectuales).
El artículo acaba con un ejemplo de falacia que se presenta como extremo a
través de marcadores como llegan a sostener e incluso en casos de cáncer, implicando
que estos estudios pueden generar falsas expectativas frente a enfermedades mortales,
en situaciones de extrema gravedad. Los marcadores presuponen un exceso, que
sobrepasa lo razonable, obligando a valorar negativamente la influencia que puedan
llegar a tener los estudios en situaciones de especial vulnerabilidad.
Valoración global
En el fondo esta última parte justifica todo el artículo: el “desmontaje” de
Brown, que el autor de la noticia y, probablemente, la publicación, hacen suyos, son
necesarios para sacar a la gente del error, para evitar que sean víctimas de una corriente
irracional y religiosa que limita su libertad individual. Algo que solamente estaría
legitimado en base al bien que se presenta como superior: una ciencia lógica y positiva
(en el sentido racional y empírico del término), centrada en los datos y en la que rigen
los criterios propios de las ciencias físicas o naturales. A la estrategia persuasiva
altruista que implica la aceptación de estos presupuestos como valores para que el texto
sea aceptado, se añade en la última parte una estrategia de sanción, que alerta de los
peligros que supone intentar limitar la libertad humana en base a presupuestos morales
sin base científica. Sin embargo, la estrategia altruista sigue dominando, pues para
aceptar este razonamiento se hace necesario que la libertad individual constituya un
valor importante, solo limitable a través de los principios científicos positivistas.
En este contexto, la tarea crítica de Brown, que constituye el acontecimiento que
justifica la noticia y que el autor de la noticia y, probablemente, la publicación,
defienden, son necesarios para sacar a la gente del error, para evitar que sean víctimas
de una corriente irracional y casi religiosa que limita su libertad individual. Algo que
solamente estaría legitimado en base al bien que se presenta como superior: una ciencia
lógica y positiva (en el sentido racional y empírico del término), centrada en los datos y
en la que rigen los criterios propios de las ciencias físicas o naturales. A la estrategia
persuasiva altruista que implica la aceptación de estos presupuestos como valores para
que el texto sea aceptado, se añade en la última parte una estrategia de sanción, que
alerta de los peligros que supone intentar limitar la libertad humana en base a
presupuestos morales sin base científica. Sin embargo, la estrategia altruista sigue
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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dominando, pues para aceptar este razonamiento se hace necesario que la libertad
individual constituya un valor importante, solo limitable a través de los principios
científicos positivistas. Así, fuera de la ciencia, el único valor que se presenta como
defendible en el artículo, al presentarse como negativo el hecho de que la psicología
positiva pueda limitarla, es la libertad individual. Un valor que, por otra parte, suele
esgrimirse como propio de los fenómenos humanos o mentales, por oposición al
determinismo o causalidad que domina el mundo físico. Las conclusiones del artículo
contribuyen así a la delimitación nítida de estos dos campos, reservando el carácter
propiamente científico solo al segundo.
Esta separación rígida de las ciencias naturales y humanas, sin embargo, cierra
la puerta a la fundamentación científica de lo moral o incluso de ciertos aspectos
psicológicos: en tanto la ciencia no dé una respuesta positiva (y no negativa) al
comportamiento humano, tal como se deduce del artículo, la única opción es el
nihilismo. La psicología positiva es una falacia, pero la opción de la ciencia al uso
(positiva, ajena a lo humano, etc) no proporciona alternativas para la fundamentación de
las ciencias humanas. Aunque aparentemente se oponen la psicología positiva y la
ciencia, en el fondo, por lo que respecta al análisis de los aspectos no materiales de la
realidad (emociones, actitudes morales, comportamientos) lo que hay es la psicología
positiva y la nada, por un lado, y la ciencia y la nada, por el otro. Siguiendo al artículo,
la psicología, y más aún la moral, se quedan en un terreno de nadie, ajeno al
pensamiento científico e imposibles de estudiar desde este punto de vista.
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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CARTA A LA DIRECTORA: En defensa de la Psicología Positiva
A raíz de la publicación de la noticia anteriormente comentada, la Presidenta de
la Sociedad Española de Psicología Positiva, en nombre propio y de los directivos de la
asociación, envió esta carta a la revista Materia. Tal como indica el título, en ella intenta
justificar las críticas que se hacían a la psicología positiva en el primer texto, intentando
justificar el carácter científico de la misma y negar las acusaciones implícitas de fraude
y finalidad económica que se le hacían.
La publicación de la carta está mediatizada por la intervención de la publicación,
que redacta una nota introductoria explicando su contenido, con un tono objetivo pero
insistiendo en cuestionar la disciplina mediante el adjetivo en el sintagma la “llamada”
ciencia de la felicidad. Además, la revista selecciona como información destacada en
los ladillos la implícita admisión de los errores (los errores, en la ciencia, suceden como
en cualquier otro ámbito de actuación humana) y el distanciamiento entre la ciencia y
la industria editorial (La inmensa mayoría de libros recientes sobre la felicidad han sido
publicados oportunísticamente por personas ajenas a la ciencia), que no juegan un
papel central en la argumentación de la autora y que además coinciden con dos
aseveraciones que también estaban en la noticia (los errores en los artículos y la
atención mediática), si bien utilizadas con un sentido diferente.
En cuanto a la carta en sí, el título implica un juicio tético que resalta como
principal la finalidad persuasiva de la carta (defensa) y propone, frente al término
“ciencia de la felicidad”, el más neutro de Psicología Positiva. Frente al carácter
personalista de la noticia, que resaltaba la figura de Nick Brown, este titular enfatiza la
acción, obviando a los agentes de la misma, que quedan en segundo plano. Se establece
así un contraste con aquel texto en base al eje particular / general que, como veremos,
articula varios puntos de la carta.
También se relaciona con esa dicotomía el carácter colectivo del emisor de la
carta, resaltado por la elección de un molde textual que combina los rasgos de la carta al
director con la forma de acta institucional. Así, en la introducción, además de presentar
el contexto que justifican la publicación de la carta en base a las críticas recibidas
(componente requerido por el texto “carta al director”), también se presenta a la autora
como representante de un grupo, la Sociedad Española de Psicología Positiva. Como es
frecuente en este tipo de textos, el estatus profesional de los firmantes constituye una
garantía de la postura expuesta. A partir de ahí, la finalidad persuasiva del género Carta
al director se combina con la estructura de un acta, que determina la redacción de la
misma en base a esta introducción seguida de cinco puntos y una conclusión. La forma
de acta destaca el acuerdo de los reunidos en torno a esos puntos y el consecuente
respaldo de una asociación, incrementando el efecto persuasivo de la misma al
contagiarlo de un carácter institucional que no es frecuente en el género propiamente
periodístico (en el que la crítica o petición suele hacerse a título individual), y que
refuerza los argumentos al establecer un con las críticas que se pretende rebatir, que
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
16
tenían un origen individual: frente a las críticas de una persona (Nick Brown), se
propone la defensa de un colectivo (una Sociedad).
Los cinco puntos que se desarrollan posteriormente giran en torno a la
información que la noticia sobre Brown presentaba en los titulares, en forma de
negación de lo que allí se afirmaba. El esquema de los puntos tratados podría ser algo
así:
1. La psicología positiva no se ha desmontado
2. La presencia de errores no supone una descalificación global.
3. El planteamiento de fondo de la psicología positiva sigue siendo válido
4. La psicología positiva no contradice los principios de la ciencia
5. Los negocios en torno a la felicidad son ajenos a esta corriente.
El desarrollo de estos puntos se hace, como veremos, en base a principios de
fondo similares a los del artículo que se contesta, aceptando los supuestos contextuales
que veíamos allí, con lo cual no acaba de resultar convincente. Tampoco colabora a la
estrategia el hecho de que la defensa se limite a lo planteado en los títulos, omitiendo
cualquier referencia a la vinculación entre felicidad y altruismo, que constituía un punto
destacado del primer texto, o a la concepción de la ciencia, de la moral y del individuo
subyacentes a aquella exposición.
En primer lugar, la carta cuestiona el término del titular “ciencia de la felicidad”,
al distanciarse de ella mediante las comillas, para proponer como preferido el más
neutro de Psicología Positiva, sin comillas y en mayúsculas, que le otorgan una mayor
seriedad e importancia. La tesis de este apartado (la teoría no se desmonta por
cuestionar uno o dos artículos) vuelve a oponer lo general y lo particular, al justificarse
mediante la existencia de muchos artículos, temas de interés y psicólogos reputados que
la sustentan. En todo el párrafo, varias enumeraciones explicitan la cantidad de estudios
y áreas de investigación, provocando la sensación de que la disciplina es más amplia de
lo que refleja la noticia inicial. Colaboran a ello la presencia de cuantificadores que
indican altas cantidades (decenas, muchos cientos…), cuya imprecisión se interpreta
como incontables, y la abundancia de adjetivos valorativos relacionados con el prestigio
(más rigurosos y respetados, las principales teorías, uno de los más citados,
importantes paradigmas…). La conclusión, que repite la tesis, presenta estos estudios
como los verdaderos pilares de la corriente, y su existencia contradice la afirmación del
subtítulo de la noticia (Un investigador amateur denuncia los errores de bulto que
sostienen los pilares de la psicología positiva).
El argumento, sin embargo, no resulta eficaz porque ese mismo prestigio
también se mencionaba en el artículo, que lo justificaba en base a la facilidad de
determinados ámbitos para aceptar falacias y su incapacidad para evitar la divulgación,
y esta última idea no se menciona en la carta. El supuesto implícito que sostiene este
argumento, basado en la consideración positiva del mundo académico como garante de
las teorías que triunfan en él, ya estaba pues “desmontado” en el texto que se pretende
refutar. Tampoco se pretende refutar los argumentos que allí se esgrimían contra los dos
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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artículos de Fredrickson, cuyo cuestionamiento se da por sentado al afirmar que en
ningún caso se desmonta porque se pongan en cuestión uno o dos artículos, implicando
que no se pretende contradecir dicha puesta en cuestión y por tanto, implícitamente,
aceptándola en alguna medida.
El segundo apartado implica un reconocimiento de los errores que la noticia
atribuía a los artículos, pues se niegan sus repercusiones, no su existencia. El núcleo
retórico del fragmento, que aparece cerca del final y se destaca en uno de los ladillos, es
que la presencia de errores no implica un carácter acientífico (los errores, en la ciencia,
suceden como en cualquier otro ámbito de actuación humana). Como satélite, se les
resta importancia al considerarlos no intencionados e, implícitamente, al justificarlos en
base a la dificultad de la tarea (técnicas de estadística “avanzada”) y relativos a un
área de estudio diferente (error de cálculo o de estrategia matemáticas).
Puesto que ni el primer texto ni este explican concretamente cuáles son esos
errores técnicos, esta argumentación, aunque plausible, queda en una relativa oscuridad
para el lector no iniciado, que no podría en ningún caso valorar la gravedad de los
mismos. La referencia al carácter humano de la actividad científica, en este contexto,
supone una apelación a la solidaridad o benevolencia del público para con ellos, al
mismo tiempo que contradice el carácter objetivo, ajeno a lo humano, que
implícitamente reivindicaba la noticia para la ciencia. En cualquier caso, este punto
carece de la autonomía que la numeración parece otorgarle, pues se presenta como
justificación del punto siguiente.
En el tercer punto, se retoman los argumentos anteriores (apoyada por
numerosos artículos científicos; aunque dos de esos artículos presenten problemas)
como satélites del núcleo que establece la pertinencia del planteamiento de fondo de la
propuesta de Fredrickson (la importancia de las emociones positivas en el
funcionamiento humano). Otra vez, se opone lo general (el conjunto de la teoría,
desarrollado en el primer punto) con lo particular (los errores concretos de dos trabajos,
a los que se restaba importancia en el punto dos), considerando que la amplitud del
primero constituye un argumento más fuerte que las críticas puntuales. El apoyo
científico (que, como hemos visto, era un argumento invalidado de antemano) se
presenta como único argumento positivo, mientras que los errores, mediante el conector
adversativo, se presentan como una concesión a la opinión contraria. La relación se
especifica con un conector por tanto, pero la consecuencia no es tan obvia, pues
nuevamente requiere como implicatura la credibilidad de los numerosos artículos
científicos que el artículo original ponía en cuestión. Por lo tanto, este apartado se limita
a darle la vuelta al argumento presentado en la noticia: lo que aquella expresaba como
esto no tiene base científica, y sin embargo el mundo académico le da crédito se
convierte en el mundo académico le da crédito, luego tiene fundamento científico. Sin
embargo, no se desmontan ni los errores (que eran la verdadera crítica) ni el
razonamiento de que muchas falacias triunfen, por lo que la crítica original queda sin
desmontar.
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El cuarto apartado constituye, en mi opinión, el más confuso y contradictorio del
texto, debido a la combinación de conceptos sin una organización argumentativa clara
ni convincente, basada en estructuras causales entre las cuales es difícil establecer la
conexión. En su conjunto, parece querer reivindicar el carácter científico de la disciplina
al caracterizarla como un campo de estudio, abierto a diferentes hipótesis y que por lo
tanto no queda descalificado en su integridad al desmontar una de ellas (insistiendo, por
tanto, en la oposición general / particular). La primera afirmación (La Psicología
Positiva no se puede desmontar como tal porque no tiene ningún planteamiento a
priori; no es una teoría, sino un campo de estudio) implica que solo las teorías se
pueden desmontar, y asocia de forma poco comprensible el concepto teoría con el de
planteamientos a priori. En cualquier caso, está contradiciendo la afirmación del título
de la noticia (desmonta los pilares de la ciencia de la felicidad), pero no el resto del
texto, que se centra en la descalificación de la propuesta de Fredrickson. Este párrafo
contradice, pues, el anterior, que sí presentaba una teoría (las emociones positivas
contribuyen al funcionamiento humano), sea o no “a priori”. Por otra parte, ese campo
de estudio queda sin delimitar hasta el final del apartado, ya que la oración siguiente
(Como cualquier otra rama de la ciencia psicológica lleva a cabo estudios siguiendo
las pautas de la ciencia normal e intenta derivar conclusiones relevantes y válidas para
luego divulgarlas o aplicarlas) introduce un cambio de tema para centrarse en la
aplicación del método científico hipotético – deductivo, que justifica el carácter
científico del ámbito. Supone, pues, la asunción de la idea positivista de la ciencia que
veíamos en el artículo anterior, y la conveniencia de aplicarla también a las ciencias
humanas, sin entrar en el debate sobre si este es el más adecuado en relación al objeto
de estudio. El carácter de ciencia empírica que pretende defender para la psicología, sin
embargo, se ve entorpecido por el término ciencia normal, que implica un carácter de
excepcionalidad para la psicología nada favorable a su argumentación.
A continuación se afirma que estos estudios no influyen en el estilo de vida o en
la sociedad. Al presentarlo, mediante el conector por tanto, como consecuencia de lo
anterior, activa el supuesto contextual, que también estaba en la noticia, de que dicha
influencia es negativa, reforzando la separación entre la ciencia y la moral. Además, se
distancia de una corriente americana (no mencionada como tal en el primero de los
textos, pero que tal vez la autora de la carta pretenda asociar con la “industria
millonaria” que se mencionaba allí) y de los principios religiosos (No predica… sino
que estudia). Pero el objeto de estudio, que se establece a continuación (felicidad,
bienestar, rasgos positivos, sentido vital, resiliencia…) queda poco definido, son
abstracciones muy difíciles de determinar. Por otra parte, debido a las connotaciones
asociadas a estos términos, ese supuesto campo de estudio se predica por sí solo, pues la
gente (como estos estudiosos) da por sentada su existencia y, dado su carácter positivo,
tiende a buscarlas, por lo que las conclusiones de los estudios serán necesariamente
interpretadas como consejos para el estilo de vida: no parece razonable que alguien
escoja la no-felicidad, el malestar o los rasgos “negativos” (sean estos cuales fueran)
como opción de vida. En cualquier caso, el conjunto rebate la idea de que la psicología
positiva tenga ningún afán de influir en el estilo de vida y lo utiliza como argumento en
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pro de su carácter científico. Con esta afirmación está reconociendo la misma idea de
base: la ciencia como un estudio objetivo y ajeno a lo humano, incompatible con el
carácter directivo de la moral o de la religión.
Para acabar, el último apartado se centra en desvincular la psicología positiva del
enriquecimiento millonario que se le achacaba en la noticia. Siguiendo la línea del resto
de la carta, se acepta al hacerlo el presupuesto de que la ciencia debe ser desinteresada,
presupuesto que se resalta por los continuos contrastes entre ciencia y negocio (campo
científico/ campo editorial y otros servicios profesionales; personas ajenas a la ciencia
/ académicos; información basada en evidencia / presentados sin fundamento
científico). Esa diferenciación clara se utiliza como argumento contra el titular, que,
según la autora de esta carta, los mezclaba (El titular califica la ciencia de la felicidad
como una industria millonaria, mezclando el campo científico con el de la autoayuda y
otros servicios).
Se reconoce también, esta vez explícitamente, que la divulgación sin base
científica es perniciosa (para mitigar el posible perjuicio producido por aquellos otros
presentados sin ningún fundamento científico) e, implícitamente, que algunos libros
científicos tienen un objetivo divulgativo (los pocos libros publicados por académicos
han pretendido aportar a la sociedad información, basada en evidencia). Este último
párrafo introduce una contradicción (pocos) con el primer párrafo, donde se destacaba la
abundancia de estudios, aunque allí se hablaba preferentemente de artículos. El
contraste establece también un supuesto en el que la ciencia es minoritaria, mientras que
los divulgadores es posible que distorsionen, exageren o trivialicen los resultados de la
psicología positiva.
En la conclusión, la autora expone su afán de oponerse tanto a estas corrientes
“trivializadoras” (contradictorias con el afán científico de la disciplina en su conjunto)
como a la crítica infundada (que se supone atribuible a la noticia que se rebate). Se
combina así el carácter colectivo o general de las teorías científicas que constituye el eje
de su argumentación, pero limitándolo al ámbito académico, es decir, asumiendo el
carácter en cierto modo elitista que también veíamos en la noticia, y que opone la
ciencia a la cultura de masas.
Para acabar, la autora acompaña su texto con una selección de artículos que
analizan el impacto de las emociones positivas en el funcionamiento humano óptimo
(todos ellos en inglés), con los cuales ilustra la línea fundamental de su argumentación:
el respaldo científico a la corriente y la amplitud de la Psicología Positiva, más allá de
los dos trabajos criticados por Brown.
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Como se puede observar a lo largo de toda la carta, nuevamente las alusiones al
funcionamiento académico y social de las ciencias y de las disciplinas asociadas a ellas
constituyen el núcleo del texto, por encima de las cuestiones propiamente científicas,
sobre las que no se proporciona ninguna información relevante. La configuración del
emisor y el manejo de los moldes textuales refuerzan el argumento principal, el ámbito
de la Psicología Positiva como un colectivo más amplio que los dos trabajos criticados
en la noticia, al oponerlo al carácter individual y particular que dominaba en la noticia,
tanto en lo relativo al agente de la crítica (Brown), como en el objeto de la misma (dos
trabajos concretos de Fredrickson).
Por otra parte, el uso de una estrategia altruista, que exige compartir unos
valores que ya habían sido cuestionados por el texto anterior (en particular, el respaldo
académico, que constituye el argumento más fuerte de la carta), hace peligrar la eficacia
argumentativa del texto, que solo hallará una buena acogida entre personas que
compartan previamente el respeto por la disciplina, y que por tanto no se vean influidas
por el cuestionamiento que el primer texto hacía de ella. Ese marco común de respeto a
lo institucional se ve respaldado por el tipo de texto escogido, en forma de acta
institucional, por la que tanto la autora como el grupo al que representa se presentan
como garantes de lo allí expuesto.
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Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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CONCLUSIONES
Lo primero que llama la atención en ambos textos es la escasa atención prestada
a las cuestiones propiamente científicas que originan el artículo, que, si bien aparecen
mencionadas en el primero de ellos, se subordinan al funcionamiento académico y
social de las corrientes y disciplinas, desviando el tema de la teoría en sí al
funcionamiento del ámbito científico. Posiblemente este enfoque venga determinado por
la propia ubicación de la psicología dentro del ámbito científico, en relación con la
clásica diferencia entre ciencias humanas y naturales, una dicotomía que pocas veces, y
menos aún en una publicación divulgativa como esta, suele ponerse en cuestión. Por un
lado, las noticias científicas de carácter técnico o natural, relativas al mundo “físico”
(avances médicos, astronomía, arqueología, tecnología…), suelen presentarse en los
medios intentando acercar los resultados a los lectores, de un modo objetivo que se
limita a intentar transmitir las conclusiones en un lenguaje más asequible. Por otro lado,
las noticias relativas a la psicología, tal como señala el primero de los textos, tienden a
adquirir en muchos medios de divulgación un carácter directivo, que promueve
determinadas actitudes o pensamientos supuestamente beneficiosos para los lectores
potenciales. En este marco, el discurso del primer texto configura una audiencia
particularmente interesada por la ciencia, pero que asocia esta última al mundo físico y,
consecuentemente, a las ciencias puras o naturales, y reticente a considerar como tal el
ámbito de los estudios humanísticos. La carta al director, por su parte, reivindica el
carácter científico de la teoría puesta en cuestión en base a dos aspectos: el prestigio
académico (que, según la autora, demuestra la posibilidad de conectar la ciencia y lo
moral, pero este aspecto no se le explica al lector, sino que se le remite a la lectura de
los textos citados), por un lado; y la aplicación de un método importado de las ciencias
naturales, hipotético-deductivo (que garantiza el carácter propiamente científico), pero
sin plantear ni las diferencias ni las posibles relaciones entre los ámbitos de estudio, por
el otro.
Así, si bien el tema abordado podría suscitar un debate más interesante y más en
profundidad sobre cuestiones relativas al conocimiento, al ser humano, a las relaciones
entre ciencia y sociedad o entre el ámbito físico y mental, el tratamiento del mismo se
ve condicionado por los valores compartidos por los participantes (las cualidades
atribuibles a la ciencia y a “lo científico”, la diferenciación entre ciencias físicas y
humanas y sus respectivos ámbitos de estudio, cierto elitismo de los estudios
propiamente científicos que se pone en riesgo en la comercialización o divulgación
interesada), que no llegan a ser objeto de discusión en ningún momento.
En los dos textos analizados el molde textual escogido enfatiza el enfoque
pretendidamente objetivo que se quiere dar a los contenidos, de acuerdo con el carácter
del tema tratado (la adecuación a la ciencia de una disciplina). Así, incluso en la carta a
la directora, texto al que se presupone un mayor peso de la opinión, y por tanto de lo
subjetivo, se prefiere una estructura institucional que evita la identificación con una
opinión concreta y enfatiza el respaldo académico a las opiniones. Es de notar, en este
sentido, que el tipo de texto, si bien determina una organización imprescindible para el
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reconocimiento de las intenciones del emisor, y por tanto para la comprensión del
contenido, por parte de la audiencia, se utiliza de forma suficientemente flexible como
para dar cabida a características propias de otros géneros (reportaje, artículo e incluso
crónica en el primer caso; acta institucional en el segundo), que contribuyen en mayor o
menor medida a guiar la lectura.
Dentro de esos moldes textuales tan diferentes, el discurso utiliza recursos
similares para adaptarse a una audiencia específica cuyos valores son relativamente
fáciles de identificar: al publicarse ambos en una revista de divulgación científica, se
presupone un público interesado por esta materia, que comparte los valores asociados a
ella en nuestra sociedad (rigor, objetividad, respeto por el mundo académico, desprecio
por la divulgación “populista” de contenidos científicos…). Dichos valores son
manejados por los autores para establecer tanto su estrategia argumentativa como los
principios organizativos de sus textos, cuyos contenidos se relacionan entre sí en base a
ellos. Por otra parte, también se presentan como garantes del rigor informativo que
permite a este público interesado pero no especializado acceder a los contenidos
científicos con la seguridad de ser informados conforme a sus valores, por oposición a
esa divulgación interesada y simplificadora que en los dos casos se caracteriza
negativamente.
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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BIBLIOGRAFÍA
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Villanueva Fernández, J. M. (2001): El teatro teológico de Mira de Amescua, Biblioteca de
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APÉNDICE: TEXTOS ORIGINALES
Un aficionado desmonta
la millonaria industria
de la ‘ciencia de la
felicidad’
Manuel Ansede / 26/08/2014
Un investigador amateur denuncia los
errores de bulto que sostienen los pilares de
la psicología positiva, una disciplina que
predica la felicidad como una religión
supuestamente desde el método científico.
La historia lo tenía todo. Un estudio científico desvelaba que la búsqueda del placer sin más —
como disfrutar de un maratón de sexo sucio o dejarse llevar por las ganas de comer medio kilo
de chocolate— bajaba las defensas del organismo de una manera similar a la depresión,
mientras que la felicidad asociada a un esfuerzo solidario, una vida “con significado” a lo
Teresa de Calcuta, mejoraba la respuesta a una infección. El trabajo lo firmaba la
estadounidense Barbara Fredrickson, la gurú de la psicología positiva, una nueva disciplina
creada en 1998 que supuestamente estudia las bases del bienestar psicológico, como la felicidad
y la inteligencia emocional, con el método
científico. Es el mayor movimiento en el
campo de la psicología en el siglo XXI.
Rápidamente, las conclusiones del estudio,
publicado en 2013, llegaron hasta el último
telediario. La CNN proclamaba: “Ser feliz no
es suficiente; lo importante es de dónde
viene esa felicidad”. The Economist titulaba:
“El tipo correcto de felicidad”. Y millones de
lectores se sentían culpables por intentar ser
felices sin aspirar a otros objetivos más allá
de su propia vida. La gurú de la ciencia de la felicidad, Barbara Fredrickson
El problema es que aquel estudio era “totalmente defectuoso” y establecía “asociaciones
espurias” entre datos genéticos y psicológicos, según denuncia ahora Nick Brown, el hombre
que hoy desmonta uno de los pilares de la psicología positiva, una industria que mueve millones
de euros entre charlas, cursos de coaching y libros de autoayuda.
Un extraño a la ciencia
Nick Brown, un británico de 53 años, no tiene el típico perfil de científico. De hecho, es “un
extraño a la ciencia”, según sus propias palabras. Hace un par de años, cansado de su trabajo
como ingeniero informático en el Consejo de Europa, se apuntó a un postgrado sobre psicología
positiva en la Universidad del Este de Londres. En medio de la modorra en una clase, su
atención se detuvo en un gráfico que mostraba el profesor. El gráfico aseguraba que si tenías un
porcentaje de 2,9013 emociones positivas por cada emoción negativa, tu vida empezaba a
florecer.
Ladillos
- “En 10 segundos me di cuenta de que era una
absoluta mierda”, resumió el físico Alan
Sokal sobre otro estudio
- «El término eudaimonía está tomado de
Aristóteles, que era un tipo inteligente,
pero no necesariamente la autoridad
absoluta en todo» NICK BROWN
Investigador en psicología
- Algunos psicólogos positivos sostienen que
el optimismo ayuda a combatir al cáncer, sin
ninguna base científica.
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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A Brown, sin conocimientos especiales más allá del sentido común, aquello le pareció una
chorrada y buceó en internet en busca del origen del dato. Para su asombro, procedía de un
estudio publicado en 2005 en la revista oficial de la Asociación Estadounidense de Psicología,
la mayor agrupación de psicólogos del mundo, con casi 130.000 miembros. El informe, además,
aparecía citado en otros 360 estudios científicos posteriores en otras revistas académicas. Su
principal autora era Barbara Fredrickson, profesora de Psicología en la Universidad de Carolina
del Norte (EEUU). La psicóloga, además, había publicado un libro centrado en ese supuesto
número mágico de la felicidad, La positividad, una investigación de vanguardia revela la
relación de 3 a 1 que cambiará tu vida, y daba charlas sobre el tema con un caché de cantante.
“Ha cobrado hasta 600 euros por una hora”, según Brown.
De inmediato, el ingeniero informático escribió a Alan Sokal, un científico famoso por
denunciar las necedades supinas que se publican en ocasiones en las revistas especializadas. En
1996, Sokal, profesor de Física de la Universidad de Nueva York, envió un artículo absurdo
para su publicación en la revista de estudios culturales postmodernos Social Text. Su objetivo
era demostrar que una revista de humanidades podía publicar
cualquier cosa siempre que sonara bien y apoyara los prejuicios
ideológicos de sus editores. Su artículo, titulado Transgrediendo las
fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad
cuántica, era “un pastiche de jerga postmodernista, reseñas
aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo
sinsentido”, en sus propias palabras. Pero se publicó.
El investigador Nick Brown / George Telis
“No soy un cascarrabias”
Sokal era el hombre que Brown buscaba. En un correo electrónico, el aficionado a la psicología
le escribió: “No creo que yo sea un cascarrabias. Sólo soy ese estudiante sin credenciales que
empieza en un campo. No sé cómo expresar este tipo de ideas, sobre todo de manera coherente
en un estilo académico. Y sospecho que, aunque lo hiciera, jamás se publicaría”. Y, a
continuación, enumeró sus dudas sobre el estudio científico que reducía la felicidad al número
2,9013.
De inmediato, Sokal se puso manos a la obra. Entre ambos, elaboraron una crítica demoledora.
Para llegar a su número mágico, Fredrickson había empleado ecuaciones de dinámica de fluidos
para describir los cambios en las emociones humanas, “sin una justificación teórica ni empírica”
y, además, las cuentas estaban mal hechas. “En 10 segundos me di cuenta de que era una
absoluta mierda”, resumió Sokal al diario británico The Guardian. El artículo de Fredrickson
fue corregido, aunque no retirado.
Sin embargo, la gurú de la psicología positiva no se detuvo. En agosto de 2013, volvió a la
carga, con un nuevo artículo en la prestigiosa revista científica PNAS. A partir de un estudio con
sólo 80 personas, Fredrickson sostenía que había personas hedónicas, con una felicidad apoyada
en la gratificación instantánea (sexo, comida, viajes), y personas eudaimónicas, que vivían una
felicidad surgida de la satisfacción de trabajar por un bien superior. Según la psicóloga
estadounidense, la eudaimonía, la palabra que definía la plenitud del ser en la Grecia clásica,
mejoraba las defensas del organismo. En cambio, la felicidad de los pequeños placeres estaba
asociada a una bajada de las defensas por la activación de genes relacionados con el estrés.
Asociaciones espurias
Hoy, en la misma revista PNAS, Brown, escoltado por reputados psicólogos profesionales,
vuelve a desmontar la pseudociencia de Fredrickson. A juicio de Brown, la psicóloga ni siquiera
es capaz de definir de manera creíble el concepto de personas hedónicas y eudaimónicas. “No
hay evidencias de que esto se corresponda con una verdadera realidad subyacente que se pueda
observar de forma fiable a través de las culturas, el tiempo, etcétera. Cuando tratamos de medir
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el bienestar hedónico y el eudaimónico, generalmente son muy difíciles de separar el uno del
otro. Además, el término eudaimonía está tomado de Aristóteles, que era un tipo inteligente,
pero no necesariamente la autoridad absoluta en todo”, apunta Brown.
El estudio de Fredrickson afirma que en las personas hedónicas, las que buscan el placer
instantáneo, las defensas del organismo se activan para luchar contra las bacterias, mientras que
en las personas eudaimónicas es el sistema antivirus el que se activa. “Así que hay un mensaje
moral: si eres una persona más social, estarás más preparada para enfrentarte con las infecciones
víricas que cogerás al interactuar con toda esa gente que quiere ser tu amiga, mientras que si
estás más orientado a ti mismo, tu cuerpo se prepara para luchar contra las bacterias que te
infectarán por las heridas que tendrás al meterte en peleas porque no tienes amigos”, explica
Brown con sorna.
Según demuestra el equipo liderado por el psicólogo aficionado, estas conclusiones de
Fredrickson surgen, de nuevo, de cálculos mal hechos, métodos incorrectos y “asociaciones
engañosas”. Materia ha intentado ponerse en contacto con la estadounidense para conocer su
versión, sin éxito.
Nada personal
“Nosotros hacemos ciencia, no tengo nada personal contra Fredrickson”, aclara Brown, que no
se sorprende porque nadie se hubiera dado cuenta antes de los errores de bulto de la gurú de la
psicología positiva. “Muchos investigadores saben que hay estudios erróneos, pero no tienen
tiempo de demostrarlo”, señala. En 2012, el investigador John Ioannidis, de la Universidad de
Stanford, calculó que “la prevalencia de las falacias sin rebatir pueden representar hasta un 95%
(si no más) de los hallazgos significativos en algunas áreas de la investigación en psicología”.
A Brown le preocupa la influencia de la psicología positiva sin base científica. El mes pasado,
en una conferencia en Amsterdam, Fredrickson afirmó que sus investigaciones ponían “una base
objetiva para una filosofía moral”. “Esta es la afirmación más increíble. Y también es
absolutamente falsa”, clama el ingeniero informático.
“Los estudios de la psicología positiva están pensados para que la gente cambie sus hábitos de
vida sin ninguna base científica. Arianna Huffington [fundadora de la web The Huffington Post]
escribió hace poco un libro citando las teorías de Fredrickson, con todo su blablablá. Y esto es
un problema, porque la gente se cree que leen a expertos que les señalan cómo vivir la vida”,
lamenta Brown.
Y no es el único inquieto. “Hacernos felices es algo que parece proponernos la psicología
positiva, como pretendida ciencia de la felicidad o ciencia del bienestar. Sin embargo, la
psicología positiva deja mucho que desear como ciencia y no deja de tener su lado negativo tras
su aparente inocencia. Su pretendido carácter científico puede que sea más que nada un
marchamo cientifista. Una manera de encubrir su carácter ideológico dentro del pensamiento
positivo tradicional y del capitalismo consumista actual”, exponía en un reciente artículo
Marino Pérez, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo. Para este experto, hay una
legión de psicólogos positivos, coaches, oradores motivacionales y emprendedores de la
industria de la autoayuda que “predican esta nueva psicología que tal parece que estuvieran
promoviendo un tipo de religión”.
Los defensores de la psicología positiva, critica, llegan a sostener que el optimismo beneficia la
salud incluso en los casos de cáncer, sin ninguna evidencia científica que lo respalde. La
psicología positiva, la supuesta ciencia de la felicidad, sólo es, dice, “magia simpática”.
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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En defensa de la Psicología Positiva
por Marisa Salanova Soria, Sept. 16, 2014
La presidenta de la Sociedad Española de Psicología Positiva responde en esta carta a la
directora a las críticas recibidas tras la publicación en ‘Materia’ de la historia de un aficionado
que ha reprobado dos estudios de una gurú de la llamada “ciencia de la felicidad”
Más noticias de: psicología
Ante algunas recientes críticas a la Psicología Positiva en las que se afirma que “un aficionado
ha desmontado la ciencia de la felicidad” usando como pretexto una polémica sobre un artículo
de la profesora Barbara Fredrickson, los miembros de la Junta Directiva y yo misma como
Presidenta de la Sociedad Española de Psicología Positiva (SEPP) nos hemos reunido y hemos
acordado enviar esta carta a través de la cual queremos aclarar los siguientes puntos:
1. La “ciencia de la felicidad”, más habitualmente denominada Psicología Positiva, en ningún
caso se desmonta porque se pongan en cuestión uno o dos artículos. La Psicología Positiva
incluye decenas de líneas de investigación y muchos cientos de artículos publicados en las
mejores revistas científicas sobre bienestar, resiliencia, emociones positivas, el estado de fluir,
“engagement”, optimismo, aplicaciones clínicas y un largo etcétera. Muchos de ellos están
firmados por algunos de los psicólogos académicos más rigurosos y respetados, como Ed
Diener, Alice Isen o Mihaly Csikszentmihalyi. El fundador de este campo, Martin Seligman, es
uno de los 15 psicólogos más citados en libros de texto de psicología, fue presidente de la
American Psychology Association y desarrolló una de las principales teorías sobre la depresión,
además de importantes paradigmas experimentales. Los pilares de la psicología positiva no se
“tambalean”, ni mucho menos.
2. Los dos artículos de la profesora Fredrickson han sido cuestionados en relación a la
aplicación incorrecta de determinadas técnicas de estadística avanzada. No existe motivo para
suponer que se trate de un fraude o un engaño, sino más bien de un error no intencionado de
cálculo o de estrategia matemáticas. Y los errores, en la ciencia, suceden como en cualquier otro
ámbito de actuación humana. De hecho, si un error en un artículo “desmontara” un campo
científico entero, no quedaría ningún campo científico en pie.
“Los errores, en la ciencia, suceden como en cualquier otro
ámbito de actuación humana”
3. La propuesta de Fredrickson acerca de cómo las emociones positivas tienen un papel clave en
la adaptación y el desarrollo óptimo del ser humano ha sido apoyada por numerosos artículos
científicos. Por tanto, aunque dos de esos artículos presenten problemas, no afecta en absoluto a
la solidez del planteamiento de fondo acerca de la importancia de las emociones positivas en el
funcionamiento humano.
4. La Psicología Positiva no se puede desmontar como tal porque no tiene ningún planteamiento
a priori; no es una teoría, sino un campo de estudio. Como cualquier otra rama de la ciencia
psicológica lleva a cabo estudios siguiendo las pautas de la ciencia normal e intenta derivar
conclusiones relevantes y válidas para luego divulgarlas o aplicarlas. En este sentido, las
hipótesis que se demuestran válidas perviven, y las que no son apoyadas por datos, mueren. Por
Lenguaje y comunicación en los medios: trabajo final Paloma Losada Romero
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tanto, la Psicología Positiva no propone ningún estilo de vida, no tiene ninguna vinculación con
la corriente americana del “pensamiento positivo”, ni mucho menos pretende atenuar
artificialmente el descontento social o la crítica a los problemas de nuestras sociedades. No
“predica la felicidad como una religión”, como se afirma en el artículo. Es sencillamente un área
de estudio que agrupa, además del estudio de la felicidad y el bienestar humanos, otros temas
como los rasgos positivos, el sentido vital, la resiliencia, las organizaciones saludables o las
intervenciones positivas, entre otros.
“La inmensa mayoría de libros recientes sobre la felicidad han
sido publicados oportunisticamente por personas ajenas a la
ciencia”
5. El titular califica la “ciencia de la felicidad” como una industria millonaria, mezclando el
campo científico (que obviamente no es ninguna industria millonaria), con el campo editorial de
la autoayuda y otros servicios profesionales relacionados (formación en empresas, coaching,
conferencias, etcétera). La inmensa mayoría de libros recientes sobre la felicidad han sido
publicados oportunisticamente por personas ajenas a la ciencia. En contraste, los pocos libros
publicados por académicos han pretendido aportar a la sociedad información, basada en
evidencia, para mitigar el posible perjuicio producido por aquellos otros presentados sin ningún
fundamento científico. Hay que distinguir, por tanto, entre la parte científica (la psicología
positiva) que funciona como cualquier otra área de la Psicología, y el movimiento editorial,
periodístico, de divulgación, formación, speakers, etcétera que conforman un mundo sobre el
cual la psicología positiva no tiene ningún control. Es posible que algunos de estos divulgadores
distorsionen, exageren o trivialicen los resultados de la psicología positiva, y esto sin duda es
criticable (y nosotros, como sociedad científica, somos los primeros en hacerlo).
En definitiva, la SEPP, como otras muchas sociedades nacionales e internacionales de
Psicología Positiva, defenderá siempre, como ha hecho hasta ahora, el uso de las mejores
prácticas científicas para el estudio del bienestar humano y se opondrá con la misma energía
tanto a la trivialización del conocimiento como a la crítica infundada de su investigación.
Selección de artículos que analizan el impacto de las emociones positivas en el
funcionamiento humano óptimo:
Sigue la bibliografía de 26 artículos, todos en inglés,
— Marisa Salanova Soria, Presidenta de la Sociedad Española de Psicología Positiva