GENTE DE FE VINCULADA POR EL AMOR EL SIGLO XII (1161-1165)
FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO
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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer
la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho
valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-
formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-
vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de
algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-
juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este
libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse
ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se
reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,
etc.
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La Península Ibérica en el siglo XII
(por los años en los que estamos, entre 1161-1165)
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A MODO DE PRÓLOGO
UN PASEO POR EL SIGLO XII
Paseando por el siglo XII veo que la gente orienta su vida guiándose por el sol y por
los toques de las campanas. Son gente de fe vinculada por el amor, siguiendo la na-
turaleza y viviendo en esperanza. Lo que se dice comenzar el día lo marca la salida del
sol, igual que lo acaba su ocaso. De este modo, los días no son iguales sino que varían
según sea la estación del año.1 Al mismo tiempo, la gente se orienta por el sonido de las
campanas, pues a lo largo de las 24 horas del día y de la noche completos todo está
marcado por lo momentos de la oración monástica, habiendo monasterios por todas
partes. Las campanas tocan cada tres horas: A media noche para maitines (interrum-
piendo el sueño de monjes y mojas),2 a las tres para laudes,
3 a las seis para prima,
4 a las
1 La Iglesia también determinaba el calendario anual a través de sus fiestas, marcadas por la Pasuca y la
Navidad. La costumbre de contar los años a partir del nacimiento de Cristo no se generalizó totalmente
sino hasta la Edad Media y teniendo en cuenta particularidades según las diversas regiones o países, cosa
que hemos de tener en cuenta para las fechas y dataciones de los hechos como hasta el momento venimos
comprobando.
2 Actualmente, a partir del Concilio Vaticano II, consiste en el Oficio de Lectura y, rezándose temprano
(aurora), suele anteceder o se aconseja que anteceda a Laudes.
El significado primitivo de la palabra maitines tiene que ver con la aurora al amanecer el día, al canto
del gallo, pero era también, sobre todo en la vida monástica, un oficio nocturno muy relacionado con las
vigilias, término que tiene igualmente resonancias militares o castrenses, de las vigilias o vigilancias de
los soldados. En este sentido, desde las seis de la tarde a las seis de la mañana, la noche se dividía en
cuatro vigilias o vigilancias de tres horas cada una, denominadas primera, segunda, tercera y cuarta vigi-
lias o vigiliancias.
En un principio, eclesiásticamente hablando, en lo litúrgico y en lo canónico, todo lo referente a vigilias
y a maitines fue bastante vago o difuso, teniendo en cuenta que los primeros cristianos solían reunirse de
noche para celebrar la sinaxis o encuentro fraterno que podía ser eucarístico, sobre todo los sábados, con
total resonancia pascual. En estas reuniones o sinaxis, con mucho sabor judeo-cristiano, los cristianos dis-
ponían de vigilancia y se encontraban entre sí a altas horas, pues vivían como en régimen de landestinidad
cuando eran los tiempos de las persecuciones. De ahí surgió luego la idea mística de considerar la ple-
nitud nocturna como hora excelente para la oración, incluso con fundamento bíblico (cf. Hech 20, 7ss).
En las sinaxis cristianas, y en las celebraciones eucarísticas, se dio mucha importancia a las lecturas o
proclamaciones de las Escrituras, cuando aún se estaba formando el Nuevo Testamento y los Evangelios
como esenciales en el mismo. También se leían lecturas que no tenían por que ser canónicas, como por
ejemplo las epístolas de Clemente (el Papa Clemente I, el primero de los considerados Padres Apostó-
licos) o de Bernabé, entre otros.
Las vigilias más solemnes, durante toda la noche, se celebraban en los aniversarios o conmemoraciones
de los mártires y en ciertas fiestas, destacando sobre todas la solemne vigilia pascual. Luego vino la vida
monástica y la regulación de todo ello al respecto, configurándose los rezos y cantos de maitines (prime-
ramente entre los siglos IV-VI), mediante Salmos generalmente cantados y en forma de responsorios, a
coro, y lecturas bíblicas a las que seguían otras de índole patrística y espirituales, siguiendo luego letanías
o plegarias varias y oraciones por la Iglesia, los obispos, los diáconos, los presbíteros, los fieles en ge-
neral, los neófitos y los catecúmenos, añadiéndose otras oraciones: por los emperadores, los viajeros, los
enfermos, los necesitados e incluso por los judíos y por los herejes.
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nueve para tercia,5 a las 12 para sexta (y luego hay siesta),
6 a las las tres de la tarde (las
15 horas) para nona,7 a las seis de la tarde (las 18 horas) para vísperas
8 y a las 9 de la
tarde o ya de noche (las 21 horas) para completas.9
En tiempos posteriores y en la que se fue imponiendo como liturgia romana, los maitines se fueron
configurando a partir de comenzar los mismos con el Salmo 95 (94) o invitatorio y también se añadieron
himnos, como en las demás horas canónicas, destacándose en el oficio del domingo y de las solemnidades
con el añadido del Te Deum.
Las características del oficio de maitines quedaron así: Los Salmos utilizados, en serie, comienzan a
partir del Salmo 1 y siguen sin interrupción hasta el Salmo 108 inclusive. El orden del Salterio es seguido
casi sin interrupción, excepto en el caso de las fiestas, cuando los Salmos son seleccionados de acuerdo a
su significación, pero siempre de la serie 1 al 108, los Salmos restantes se reservan para las vísperas y las
demás oficios. Siguen las lecturas.
La costumbre de levantarse tres veces para la oración sólo pudo haber estado en boga, como excep-
cional, en ciertos monasterios, o para alguna de las fiestas más solemnes o característicamente nocturnas.
3 Celebrando la resurrección del Señor. Se reza el Benedictus (Lc 1, 67-79). Tras esta oración se toma el
refrigerio o desayuno.
4 Al salir el sol y empezar a trabajar. No olvidemos el lema benedictino ora et labora.
5 Tercia tiene mucho que ver con el comienzo de la jornada laboral y es oración que no se reza en la
iglesia sino en el propio lugar de trabajo. Tiene también un significado de comienzo de la vida adulta.
6 Es la hora de la mitad del día, representativa también de la mitad de la vida, propicia para el almuerzo y
un reposo, sugiriendo el momento de detenerse un rato y reflexionar antes de afrontar lo que queda del día
o de la vida. Tras la labor matinal, se tenía la Misa mayor o de la comunidad (también podían darse las
Misas matinales). Luego de la Misa mayor, los monjes se reunían en el claustro, pasando posteriormente
al comedor o refectorio, donde almorzaban en silencio. Su dieta constaba de queso, pan, fruta, pescado y
carne, aunque las normas de la orden establecieran siempre que la comida debiera de ser cada vez más
ligera o frugal. Se tomaba la correspondiente ración de vino.
7 Es la hora de la muerte de Jesús crucificado en el Calvario y la hora de ir declinando el sol. Se toma
conciencia de la fugacidad de la vida (tempus fugit).
8 Si Laudes evoca la resurrección del Señor, la Iglesia contempla la oración litúrgica de las Vísperas
como el sacrificio espiritual en el que la comunidad cristiana revive las actitudes de Cristo en la hora
pascual a de su Última Cena y de su Cruz.
Esta misma relación entre las Vísperas y el Misterio Pascual aparece muy hábilmente expresada en una
oración que, ambientada en la escena de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-32), no menciona explíci-
tamente la muerte de Cristo, pero sí dispone a los orantes en el contexto pascual y eucarístico de la tarde
del día de la resurrección: “Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque atardece; sé nuestro compañero
de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra débil esperanza; así nosotros, junto con nuestros
hermanos, podremos reconocerte en la Escrituras y en la facción del Pan” (Lunes IV).
Si en Laudes contemplábamos al Señor como origen de toda luz, ahora en Vísperas lo recordamos
como luz sin ocaso. Es la hora en que se encienden las lámparas. Actualmente esto apenas tiene sig-
nificación especial, sea porque ya durante el día se estaba trabajando con luz artificial, sea porque ésta se
enciende instantáneamente, con sólo apretar un interruptor. Pero antiguamente el momento de encender la
lámpara tenía sin duda una gran fuerza simbólica. Para nosotros hoy, en todo caso, sigue siendo la hora en
que es preciso iluminar las tinieblas, la hora del descanso, y de la reunión familiar. Continúa, pues, siendo
una Hora importante, propicia para la oración privada o comunitaria.
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A lo largo del período denominado Baja Edad Media se aprecian importantes cam-
bios, siendo fundamental para esta cuestión la aparición de un carácter laico en el tiem-
po, en buena medida debido a los relojes. La utilización de sistemas de medición del
tiempo en las ciudades será fundamental para el desarrollo de las diversas actividades,
siendo tremendamente importante la difusión de relojes a través de pesas y campanas
que serían instalados en las torres de los ayuntamientos. Los relojes municipales apor-
taban una mayor dosis de laicismo a la vida al abandonar la medición a través de las
horas canónicas. Era una manera de rebelión o independencia por parte de la burguesía
que se vería reforzada con la aparición, posteriormente, de los relojes de pared.
Paseando por el siglo XII se ve que el espacio de la gente es limitado, refiriéndose,
como mucho, a Europa, con centralidad en la Santa Sede de Roma, aunque todo el mun-
do sabe que fuera de este ámbito espacial existe el Imperio Bizantino y el mundo islá-
mico, pero el resto de territorios resulta desconocido o mal conocido.
La mayoría de la gente no sale de su entorno más próximo o inmediato sino que per-
manece en él de por vida. Podemos considerar que la gente del siglo XII mide las dis-
tancias según lo que se puede recorrer a pie entre la salida y la puesta del sol, ida y
vuelta. El ámbito de relación sería, por lo tanto, local. La movilidad aumentó a partir del
año 1000 cuando mejoraron las comunicaciones y la seguridad para transitar de un lado La perspectiva escatológica, por la que las Vísperas se orientan hacia la luz eterna del cielo, puede
también apreciarse en otras oraciones que emplean palabras del Magnificat, (Lc 1, 46-55) pieza impor-
tante de Vísperas.
9 La oración del fin del día o del cierre de la jornada antes de irse a dormir, con el cántivo evangélico
Nunc dimittis (Lc 2, 29-32) tras un examen de conciencia y un ponerse en las manos de Dios.
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a otro. Contribuyó a ello el fenómeno de las peregrinaciones, muy particularmente la de
Santiago de Compostela, además de las de Roma y Tierra Santa. El Camino de Santia-
go, por el que peregrinos de toda Europa llegan a la costa atlántica de la Península Ibé-
rica, trae consigo el aumento de los intercambios tanto económicos como culturales y
artísticos.
Bien es cierto que viajar en la época medieval no es aún una empresa fácil. Los me-
dios de transporte son arcaicos y los caminos muy precarios. Aún la estructura en este
siglo es heredera del sistema de vías o calzads romanas, sistema que cada vez es mejor
recuperado y atendido. Durante estos viajes todavía resultan atacados los viajeros por
bandidos y hay que pagar numerosos peajes al atravesar territorios señoriales, lo que
motiva que para hacer un trayecto haya que planificarse y pensárselo bien, sopesando
también los riesgos y los peligros de todo tipo. Considerando que el viajero utiliza un
animal para sus desplazamientos, se sabe de la distancia que puede recorrer.10
Las vías
fluviales se utilizan más bien para mercancías.
Sin embargo, hay mucha gente que se mueve y viaja: Juglares, vagabundos, peregri-
nos, clérigos, soldados, prostitutas…, animan los caminos europeos y se alojan en la
limitada red de posadas existente. Los hospitales para peregrinos y albergues amplian la
oferta asistencial y de hospedaje, de manera que la gente se anima a viajar. La mayoría
de los peregrinos a Santiago procedentes de Francia pasan por el hospital de Ronces-
valles, en cuyo cementerio descansan los restos de un amplio número de viajeros que no
pudieron cumplir su sueño de llegar a la tumba del Apóstol.11
Paseando por el siglo XII se aprecia cómo vive y cómo viste la gente. Se ven innova-
ciones según cobra importancia el desarrollo urbano sobre el rural. Son momentos en
los que los ropajes de ambos sexos dan paso a la distinción entre prendas masculinas y
las femeninas. Algunos predicadores desde sus púlpitos exponen sus críticas a las mo-
das.
En la dieta fundamental predomina el pan12
y el vino, aunque hay zonas europeas, las
menos mediterráneas, en las que se consume sobre todo cerveza. En cuanto a comer,
puede decirse que se consume de todo, según las zonas. Uno de los inconvenientes más
importantes está en que los productos no se aprovisionan fácilmente. Hay que conside-
rar que los productos locales forman la dieta base en el mundo rural, mientras que en las
ciudades se aprecia una mayor variedad a medida que se desarrollan los mercados ur-
banos. Empieza a darse gran variedad de quesos.
10
60 kilómetros diarios como mucho.
11
Podemos advertir que a partir del siglo XII se produce en la Europa cristiana un aumento de la comu-
nicación con el exterior, claro antecedente de los qur serán, en el siglo XIII, los viajes del mercader vene-
ciano Marco Polo. De esta manera las mentalidades europeas gozarán de intercambios más amplios y de
la entrada de aire fresco o corrientes culturales antes desconocidas, lo que influirá en muchas cosas, por
ejemplo en el vestir.
12
El 70 % de la alimentación diaria de las clases más modestas, si bien, en algunos casos, los campesinos
no comían pan propiamente dicho sino un amasijo de cereales (especialmente de mijo y avena) cocidos en
una olla con agua o leche y sal.
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La carne más empleada es la del cerdo, siendo en los dominios musulmanes más pre-
dominante la del cordero. También se consume la carne de caza y de aves de campo y
corral. La gente más común o modesta consume menos carne que la gente noble. Las
clases populres se alimentan, no obstante, de chanfainas básicas elaboradas con despo-
jos provenientes de hígados, patas, orejas, tripas, tocino, etc.
En los períodos de abstinencia la carne es sustituida por pescado, tanto de mar como
de agua dulce. Diversas especies de pescados forman parte de la dieta, presentándose
tanto fresco como en salazón o ahumado. Dependiendo de la cercanía a las zonas de
pesca la presentación del pescado varía. Judías, lentejas, habas, nabos, guisantes, lechu-
gas, coles, rábanos, ajos y calabazas constituyen la mayor parte de los ingredientes ve-
getales de la dieta, siendo las frutas más consumidas las manzanas, cerezas, fresas, peras
y ciruelas. Los huevos también son una importante aportación a la dieta. Las grasas ve-
getales sirven para freír en las zonas más septentrionales, mientras que en el Medite-
rráneo los más consumidos son los aceites vegetales, siendo típico el aceite de oliva.
Las especias procedentes de Oriente, bastante caras, son empleadas según el poder ad-
quisitivo del consumidor. Azafrán, pimienta o canela aportan un toque exótico a los
platos y muestran las fuertes diferencias sociales existentes. Las carnes debidamente es-
peciadas forman parte casi íntegra de la dieta aristocrática, mientras que los monjes no
consumen apenas carne y sí muchos vegetales. Buena parte del éxito de las especias es
el de atribuírseles virtudes afrodisiacas. De este modo, los festines y banquetes de la
nobleza traen consigo todo tipo de enfermedades asociadas a los abusos culinarios: hi-
pertensión, obesidad, gota, etc.
Escudillas, cucharas y cuchillos son el menaje utilizado en las mesas, pero no apare-
cen muchos platos, ni tenedores, ni manteles. La costumbre de lavarse las manos antes
de sentarse a la mesa sí está muy extendida.
Las calles suelen ser estrechas, aunque también existen grandes vías urbanas. Lo que
sí están las calles es muy animadas, resultando incluso peligrosas. Y no están muy lim-
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pias sino todo lo contrario.13
En las calles se muestran los artesanos. Encontramos nu-
merosos vendedores ambulantes, deshollinadores, reparadores de objetos y allí también
jornaleros sin trabajo o los recién llegados a la ciudad. En las mismas calles se pueden
ver espectáculos, actuando titiriteros y juglares. Hay muchos niños y jóvenes. También
recorren las calles los desfiles y las procesiones. Hay igualmente por las calles prostitu-
tas, mendigos, delincuentes o locos. Son de mucho bullicio y colorido las calles.
La sociedad no es igualitaria. Hay una muy considerable división entre la gente rica y
adinerada y la gente menuda o humilde. Entre otras cosas por eso surgieron las comu-
nas, con vocación solidaria y de características populares. La comuna pretendió desde el
primer momento conseguir ciertas libertades de los señores feudales que controlan la
ciudad.
Entre los ricos encontramos a los mercaderes, los grandes negociantes o los maestros
de las corporaciones, mientras que la gente menuda la integran los que trabajan sin to-
mar decisiones.14
El tiempo de ocio se consume en la taberna donde se conversa, se juega y se bebe.
También hay casas de baños, lugares de cierta connotación sexual con estrictas normas
y separación de sexos. Si lo que el ciudadano desea es una aventura o contacto sexual
acude al prostíbulo, uno o varios de los puntos más identificativos de la ciudad.
Las limitaciones caracterizaban el mobiliario existente en las viviendas, aunque eran
lujosas y bien equipadas las de los nobles y señores. Peor por lo general, la cama,15
la
mesa, los asientos o bancos y las arcas –por este orden– son los cuatro muebles básicos
en una casa. En muchos casos la cama se construye con unos bancos o tablas sobre las
que se colocan colchas o cobertores, siendo cama desmontable. En las casas nobles la
cama o varias camas sin son de estructura estable y se adornan con un doseles. Los
colchones son de paja en las casas pobres y de plumas o lanas en las casas ricas. La ropa
de cama también varía en función de la condición social.
Las mesas cumplen una importante función en la vivienda familial. También es a
veces desmontable (un tablero sobre unos caballetes) y se que se quita cuando se acaba
de comer,16
aunque también hay mesas adosadas a paredes y muros. Alrededeor de la
mesa, más que sillas, hay por lo general bancos o taburetes, con cojines.
Los enseres y ropas de la familia se guardan en arcas, que también servían como
asientos. Las arcas suelen cerrarse con complicados herrajes. Por lo demás, hay brase-
ros, candiles, alfombras, esteras, espejos, cubas, jarras, tinajas y cachivaches varios que
13
La higiene píblica comenzará a ser más considerada sobre todo a partir del siglo XIII.
14
De esta manera, podemos hablar del escenario urbano como aquél del que surgió la sociedad capita-
lista y del proletariado industrial (especialmente en el ámbito textil), porque los maestros y negociantes
compraban la fuerza laboral de los obreros pagándoles salarios habitualmente bastante bajos. Las mujeres
que trabajaban vivían una mayor explotación. Ya iremos viendo cómo el aumento del desempleo en las
ciudades acarreará descontentos y revueltas.
15
A veces había una grande para toda la familia o para gran parte de la misma.
16
De aquí viene lo de quitar o poner la mesa.
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conforman el conjunto de cosas que hay en una vivienda del siglo XII, además de los
típicos aperos de labranza y de artesanía, según los casos.
Paseando por el siglo XII se percata uno de la concepción cristiana de la muerte que
tiene toda la gente, considerando que es la separación de alma y cuerpo. El buen
cristiano –sostiene la gente del siglo XII– debe estar preparado en cualquier instante
para este momento y las voluntades de los mortales han de recogerse en sus testamen-
tos, los cuales incluyen lo que el testador decide sobre el futuro de sus bienes y una
referencia a los errores cometidos con los correspondientes deseos de corregirlos. Lo
habitual es testar cuando la enfermedad aparece con gravedad, si bien un testamente
puede redactarse en cualquier momento. También es el testamento como un comple-
mento de la confesión sacramental.
Tras el fallecimiento, el difunto es envuelto en un sudario de tela blanca y es velado
por los familiares antes de ser enterrado. El entierro se realiza de manera rápida, no sólo
para evitar contagios y enfermedades sino también para alejar el fantasma imaginario de
la muerte entre la familia o en el pueblo. Los entierros, con sus correspondientes tras-
lados previos, revisten cierta solemnidad, entre los llantos de los familiares y entre can-
tos fúnebres de clérigos y acompañamiento de plañideras, todo ello según el pago que
los familiares puedan desembolsar. Durante el trayecto del sepelio no dejan de tocar las
campanas, con cierto sentido de exorcismo. El luto de negro es sobre todo el de las fa-
milias más aristocráticas o nobles, aunque se va generalizando a toda la población.
Los cementerios en torno a las iglesias son los lugares habituales de enterramiento.
Las familias más pudientes se construyen capillas en iglesias y catedrales. Tras el en-
tierro, la familia ofrecer una comida a los acompañantes, con el fin de contribuir a la
cohesión de la comunidad, porque este siglo no es individualista sino fuertemente co-
munitario. Tras el primer aniversario de la muerte se celebra una Misa indicativa del
final del luto por el difunto.17
Paseándome por el siglo XII me encontré con Charles Homer Haskins (1870-1937)
haciendo lo mismo18
y diciendo esto:
17
En la Edad Media la muerte nunca fue acompañada de caracteres macabros. Sería en los últimos siglos
cuando aparecen aspectos tétricos, motivados sin duda por la difusión de la Peste Negra y las epidemias,
hambrunas y devastadoras guerras que sacudieron la Baja Edad Media. En las ciudades se desarrollaría
incluso la idea de muerte-espectáculo, de un modo muy exhibicionista.
Para conseguir la salvación de los difuntos era necesaria la mediación de los clérigos, lo que motivaba
el encarecimiento de la muerte. La Misa era la fórmula de conectar el mundo de los vivos con el de los
muertos y ahí también encontramos una evidente diferenciación social ya que los ricos podían ofrecer
más Misas por sus difuntos, pero se comprometían también a realizar la caridad con los pobres.
La vida terrenal era considerada en la Edad Media como un mero tránsito hacia la eternidad. El cielo era
el destino deseado por todos, pero, por mucho que cada cual se preparara, el camino para la salvación no
estaba asegurado sino que se podía ir al infierno, o al purgatorio. Ya lo veremos en las descripciones de
Dante o en las representaciones pictóricas del Bosco. Ya llegaremos a ello.
18
Lectura recomendada la de Charles Homer Haskins: El renacimiento del siglo XII, libro publicado por
Ático de los Libros (2013), que tuvo su primera aparición en 1927 y que supuso una revaloración del
siglo XII, porque el Renacimiento que siguió a la Edad Media ya estaba presente o incoándose en el siglo
XII.
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Piense usted en la Edad Media siquiera por un momento. Seguro que vienen a su
mente un montón de imágenes terroríficas: de gente quemada en hogueras, pueblos en-
teros atemorizados por la ira de Dios, una sociedad dominada por la superstición y la
religión, una incultura galopante que asoló Europa durante mil años, la peste negra, las
cruzadas... Aún hoy en día, cuando se quiere clasificar algo como retrógrado utilizamos
expresiones como “medieval”, “retrotraernos a la Edad Media”, etc. Quizá desde la
mentalidad moderna haya quien piense que los habitantes de Europa pasaron mil años
enteros sufriendo como bellacos y que no había más que lo mencionado anteriormente.
Sin embargo, sin quitar una pequeña parte de razón, la Edad Media es uno de los perío-
dos más interesantes a todos los niveles que existen en la Historia de nuestro mundo.
Cuando el Imperio Romano desapareció, Europa se dividió en dos zonas completa-
mente diferenciadas. Por una parte, el Oriente, donde permaneció el Imperio Bizantino,
con el griego como lengua oficial; por otra parte, Occidente, donde se hablaba latín y se
había producido una enorme ruptura territorial, acentuada con la conquista musulmana
de la Península ibérica. Homer Haskins estudia la zona occidental, la implantación del
feudalismo en los territorios occidentales de Europa. En el siglo IX se había producido
un renacimiento cultural en Francia, el llamado renacimiento carolingio, pues llegaron a
confluir en la corte carolingia sabios procedentes de las actuales Italia, Inglaterra y
España. Estos sabios comenzaron una labor que ya permanecería en toda la Europa oc-
cidental, la de recuperar los textos clásicos latinos y copiarlos. Aunque se trató de una
época de esplendor cultural, con las invasiones vikingas y sarracenas los copistas que se
habían establecido en el norte de Francia huyeron, y gran parte de los textos fueron que-
mados. Por otro lado, en la Italia del siglo XI, la educación de los laicos estaba extendi-
da y los gremios tenían gran importancia, como el de los notarios, que se convirtieron
en historiadores locales. En Francia, Gerberto de Aurillac, el futuro Papa Silvestre II, ya
enseñaba las siete artes liberales (gramática, lógica, retórica, matemáticas, astronomía,
aritmética, geometría) y se iniciaban grandes construcciones de bibliotecas abastecidas
por muchos scriptorium en los que se copiaban y recopilaban textos clásicos, para nada
ignorados o relegados por los medievales.
Aunque no era mucha la gente que sabía leer y escribir a nivel popular (no olvidemos
que esto permanece casi inmutable hasta el siglo XX), no podemos acusar a la Edad
Media de ser la época del analfabetismo. Las relaciones entre monasterios, catedrales,
cortes, ciudades y universidades (creadas a finales del siglo XII) eran bastante comple-
jas y extensas a lo largo de toda la Edad Media. En los monasterios existían todo tipo de
documentos y libros, comenzando por los litúrgicos, los misales o las Biblias, hasta
documentos de propiedades de tierras, registro de miembros vivos y muertos o calen-
darios. Con la Regla de San Benito, aunque en un principio no se contemplaba la copia
de libros como válido del opus o dedicación de los benedictinos, más tarde, las cir-
cunstancias exigieron que los monjes pudieran canjear horas de labor campestre o de
otra índole por la de copiar libros, y aparecieran monjes dedicados exclusivamente a
eso. Por poner ejemplo: en la biblioteca del monasterio de Cluny aparecen registrados
570 volúmenes; en el de Bec, 164 libros más 113 que fueron regalados por un destacado
obispo de Bayeu.
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En la vida cortesana medieval abundaron secretarios de estado, poetas, astrólogos-as-
trónomos, científicos, eruditos y médicos. También existían los juglares, algunos de los
cuales se acogían al mecenazgo de la propia corte, que protegía sus creaciones y las
patrocinaba. Ya en el siglo XIII estarán desarrolladas las escuelas laicas que empezaron
a aparecer en el XII, promovidas y provistas de bibliotecas por los mercaderes más
cultos de Europa. Muchos de aquellos mercaderes aportaron textos y libros de todas
partes. Y fueron apareciendo ya en el siglo XII las Universidades: Salerno, Bolonia,
París, Montpellier, Oxford...
Así que dando un paseo por el siglo XII se percata uno de cómo la Edad Media no fue
la época del oscurantismo y del fanatismo sino un tiempo, como cualquier otro, de su-
pervivencia, de superación de problemas, a veces serios y muy graves, y de logros muy
ciertos.
La poesía era uno de los géneros predilectos de la Edad Media. Se clasifica en los gé-
neros: historia, leyenda, épica, bíblica, fábula, dedicatoria, epigrama, himno, tropo, di-
dáctica, moralizante, contemplativa, lírica sagrada y lírica profana, parodia, canción de
borracho, canción de amor, diálogo, debate, rima, mnemotécnica, proverbial, ejercicio
de escuela, etc. A principios del XII existe una gran imitación de los clásicos, pero con
la aparición de los goliardos, quienes parodiaban hasta los padrenuestros, la poesía va
cogiendo fuerza e independencia por sí misma. Uno de los más conocidos es Pedro
Abelardo, quien dedicó gran cantidad de poemas a la abadesa del Paráclito, Eloísa,
quien era también su amante.
En la jurisprudencia también se produjo una gran recuperación de las tradiciones ro-
manas a lo largo del siglo XII. Desde la desaparición del Digesto de Justiniano, a partir
del año 603, las leyes se comenzaron a elaborar desde lo consuetodunario y la costum-
bre. Aunque tradicionalmente se dice que el derecho romano resurgió en Bolonia, en el
siglo XI (año 1076) ya se había vuelto a aplicar antes en Roma, Pavía y Rávena.
Uno de los marcadores de todas las épocas es cómo se interpreta la historia pasada en
cada tiempo. En la Edad Media, concretamente en estos siglos centrales, se conocía la
forma de relatar el pasado de Tito Livio, César, Salustio y Suetonio; sin embargo no
estaban éstos tan extendidos como los Santos Padre clásicos: Eusebio, Jerónimo o
Agustín de Hipona. En muchas abadías y monasterios se escribían anales donde se iban
anotando los decesos o ingresos de los monjes, aunque más adelante se comenzaron a
apuntar también otros varios acontecimientos, como guerras, pontificados, etc. La bio-
grafía tampoco está en auge y aunque hay algún tímido intento, como la de Federico I
Barbarroja, se solían escribir breves notas acerca de los Papas (Liber Pontificalis) que
también comenzaron a incluir a gentes locales y de algunos monasterios. Pedro Abe-
lardo escribió su propia autobiografía, titulada Historia calamitatum, pero éste es un ca-
so peculiar y aislado. Sobre acontecimientos contemporáneos, muchos viajeros que em-
prendían las cruzadas y, sobre todo, residentes en las zonas a donde marchaban los
cruzados, escribieron sobre las batallas e incluso se quejaron de lo absurdo de estas
campañas, como el arzobispo y cronista Guillermo de Tiro, cristiano más bien residente
en Egipto. La aparición de las lenguas vernáculas entre los siglos XII-XIII sí propició
que se comenzase a atender más a la Historia, sobre todo en Francia y Alemania.
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Pero quizá no se podría hablar de Renacimiento del siglo XII sin uno de los fenó-
menos que más marcó la vida cultural de la época: las traducciones. Mientras que el Re-
nacimiento italiano, el que todos conocemos y tenemos por primero y más excelente, se
basó en la literatura y el arte, el Renacimiento del siglo XII tuvo sus bases en la filosofía
y en la ciencia. Los autores griegos, hasta el siglo XII, no se tradujeron en la Europa
occidental porque la base de la comunicación culta era el latín; sin embargo, en Oriente
pervivieron y se extendieron por el Imperio Bizantino primero y después por los terri-
torios árabes al traducirse al sirio, hebreo, árabe, armenio, georgiano y copto. En el siglo
XII, después de haber pasado por todo el Mediterráneo, llegan a la Península Ibérica y
por fin se traducen desde estas lenguas al latín y a otras lenguas vernáculas. La escuela
de traductores de Toledo fue uno de los puntos de referencia, hacia donde se despla-
zaban eruditos y curiosos de toda Europa para acceder a los manuscritos griegos, en
árabe y posteriormente traducirlos al latín o a sus propias lenguas. Hasta este momento,
los nombres de referencia en lo filosófico habían sido San Isidoro de Sevilla y Beda,
ambos fallecidos en el siglo VII. A partir del siglo XII se comienza a conocer a Aris-
tóteles, Euclides, Teodosio, Arquímedes, Galeno o Hipócrates, entre otros muchos.
Todos esos autores científicos resurgieron con fuerza cerca del 1100. Hasta entonces
se conocía su existencia y se tenían algunos fragmentos, pero no los suficientes como
para establecer una base sólida. Antes de 1100, Isidoro de Sevilla había escrito las Eti-
mologías, veinte volúmenes de descripciones que abarcan las siete artes liberales ade-
más de medicina, derecho, alfabetos, animales, universo, geografía física y política, ar-
quitectura, archivos, ciencias militares y agrícolas, barcos, utensilios del hogar, etc. El
otro libro de estas características enciclopédicas fue el Liber Floridus, de Lambert de
Saint Omer, en el año 1120, donde además aportaba el autor remedios caseros para todo
tipo de dolencias, astronomía, metereología, regiones geográficas y nombres de anima-
les y plantas. El más completo, sin embargo fue el Speculum maius, de Vincent de
Beauvais, con treinta y dos libros y tres mil setecientos doce capítulos en el mismo
sentido que los dos anteriores y que prevaleció como primitiva enciclopedia hasta la de
Descartes en el siglo XVIII.
Adelardo de Bath, en la primera mitad del siglo XII, fue uno de los traductores más
importantes. Incorporó los números del árabe Al-Khwarizmi y las tablas trigonomé-
tricas, sentando las bases del análisis matemático moderno. Esta nueva forma de contar,
que llevó a Leonardo de Pisa (entre los siglos XII-XIII) a encontrar solución a las ecua-
ciones de segundo y tercer grado, no gustó a todo el mundo y en lugares como Flo-
rencia, fue una manera prohibida por ley en 1229. Uno de los libros que más fascinó a
estas mentes medievales fue la traducción del Almagesto de Ptolomeo, aunque sin duda,
el más esperado y acogido fue la Física de Aristóteles, que se tradujo al latín en 1200.
Además, la medicina tuvo un gran auge cuando se logró traducir a los maestros griegos
en el siglo XII, a pesar de que lugares como Salerno ya tenían sus propias escuelas de
medicina desde el siglo X.
Respecto al pensamiento filosófico, la Edad Media se caracterizará ya por seguir a
Aristóteles frente a Platón, pese a que el primero fue prohibido o dejado en stand by por
las traducciones y comentarios de Averroes (1126-1198), que la Iglesia consideraba que
había contaminado los textos originales, haciéndolo incompatible con el cristianismo.
~ 13 ~
De poco sirvió la prohibición, puesto que la filosofía de Aristóteles fue la más seguida
durante todo el período. Además, hubo otras figuras de influencia notable, como Pedro
Abelardo y Anselmo de Laon, a quienes se considera padres de la escolástica, o como
Juan de Salisbury y Federico II, entre los siglos XII-XIII.
El librepensamiento era moneda común mientras no se mezclase con la teología y,
aunque esto nos pueda parecer una aberración, como bien recuerda Haskins, Sócrates
fue condenado a muerte por negar a los dioses de la ciudad.
~ 14 ~
~ 15 ~
AÑO 1161
~ 16 ~
ALCÁCER DO SAL
(Portugal)
Alcácer do Sal, que conquistó Alfonso I Enríquez de Portugal en 1158 (ya hicimos
entonces referencia a ello), fue reconquista en este año por los almohades.
~ 17 ~
LEDESMA
El rey Alfonso II de León concedió fuero propio a Ledesma19
convirtiéndola en se-
ñorío real de Villa y Tierra, dependiendo de ella 161 pueblos y aldeas. La finalidad de
este fuero es sobre todo la de repoblar la zona y promover el desarrollo de la misma,
también en lo comercial y para su relevancia en el contexto leonés de las comunica-
ciones, configurando un alfoz comprendido entre los de Salamanca por el este, Zamora
por el norte, Ciudad Rodrigo por el sur y el reino de Portugal por el oeste.
Para establecer este señorío, el rey leonés dotó a Ledesma de un conjunto de estruc-
turas feudales que consolidan su recinto urbano amurallado: se le concede para ello una
garantía jurídica con el fuero y se repuebla con gente procedente de Galicia, León,
Zamora y Toro. Su castillo o fortaleza mira sobre todo a la defensa y a los posibles
ataques hacia Portugal.
También se le otorga a la villa una importante función religiosa, construyéndose 7
iglesias principales (Santa María, San Martín, Santiago, San Pedro, San Miguel, Santa
Elena y San Polo), previéndose igualmente fundar allí vida monástica benedictina (cis-
terciense) y templaria.
Esta zona, en expansión del dominio cristiano del norte, se destina a premiar las ac-
tuaciones guerreras de los caballeros leoneses contra los musulmanes, previéndose así la
incentivación de la economía en base al desarrollo de la ganadería, la agricultura, la ar-
tesanía peletera y de otro tipo.
Podemos notificar también que en este año 1161, la madrastra de Fernando II de
León, Riquilda de Polonia, viuda de Alfonso VII a la muerte de éste en 1157, se casó en
segundas nupcias con el conde Ramón Berenguer III de Provenza, el 17 de noviembre.
19
Provincia de Salamanca.
~ 18 ~
CIUDAD RODRIGO
Otra intervención del rey Fernando II de León fue la de repoblar, sobre todo con fa-
milias gallegas, Ciudad Rodrigo.20
El lugar había sido muy destruido por los musulmanes antes de que el reino de León
la reconquistara. Ahora, el rey leonés pretende convertir Ciudad Rodrigo en un impor-
tante baluarte defensivo.21
Con el arzobispo Martín Martínez de Santiago de Compostela, Fernando II acordó
convertir Ciudad Rodrigo en sede episcopal y diócesis, heredera de la desaparecida
diócesis portuguesa de Caliabria.22
La fecha fue la del 13 de febrero.
20
En la provincia de Salamanca hacia Portugal.
21
El rey Alfonso I Enríquez se alertará con ello y, en su momento, se dispondrá a adentrarse en la zona,
así como en Galicia, de modo que el poderío del rey Fernando II de León tendrá que amoldarse a una
irremediable consecuencia: que el reino de Portugal se fortalece más de lo que los leoneses suponían.
22
La diócesis (portuguesa) de Caliabria fue sede episcopal en tiempos de los visigodos (sobre todo im-
portante en el siglo VII, aunque desapareció en el siglo VIII). Desde antiguo, aunque con límites jurisdic-
cionales difusos, perteneció a la provincia eclesiástica lusitana-emeritense y a los suevos. Las actas del
concilio de Lugo, en el año 569, mencionan la villa de Caliabria sin ser sede episcopal y como pertene-
ciente al obispado de Viseo (Portugal). En el raro documento conocido como Hitación de Wamba (su-
puestamente del año 675, sabiendo que puede ser un documento falso) se dice que la diócesis de Caliabria
comprendía “desde Sorta hasta Albeniam, y desde Soto hasta Faram”, pero se desconoce la localización
de estas poblaciones. Las crónicas medievales, entre ellas la del Liber Chronicorum del obispo de Pelayo
de Oviedo (siglo XII), el Chronicon Mundi (hacia 1238) de Lucas de Tuy (canónigo de San Isidoro de
León) y la Estoria de España de Alfonso X el Sabio (allá por los años 1270-1274) sitúan Caliabria
extrañamente en la actual Montánchez (Cáceres). Autores posteriores la sitúan en Almendra (Portugal),
Fermeselle (Zamora) o al oeste de Ciudad Rodrigo, entre los ríos Coa y Águeda, afluentes del Duero.
Aunque los falsos cronicones la mencionan como sede episcopal desde el siglo V y las leyendas hablan
de la presencia allí de San Sidonio Apolinar (obispo de Clermont, Francia, que se conmemora el 26 de
agosto) por esas fechas, la primera aparición documentada de esta diócesis en la historiografía data del IV
Concilio de Toledo (celebrado en el año 633), en el que su obispo, Servus Dei, se menciona como de más
antigüedad o edad que otros prelados, de modo que la diócesis de Caliabria habría que suponerla fundada
a comienzos del reinado de Suintila (621-631), aunque otros autores sugieren que pudiera haber habido
un obispo anterior al mencionado, y que la diócesis pudo haber sido instituida durante el reinado de
Witerico (603–610). La última noticia de esta diócesis, en tiempos visigodos, es la de la asistencia de su
obispo Ervigio al XVI Concilio de Toledo (año 693); se supone que el obispado desapareció tras la
invasión musulmana en el año 711.
Si la diócesis de Ciudad Rodrigo, como sufragánea de la archidiócesis de Santiago de Compostela, se
restauró en este año 1161, no será hasta 1168 cuando tenga obispo propio, estando todavía sin desapa-
recer como tal la diócesis de Caliabria, si bien esta localidad estaba destruida. El primero obispo de
Ciudad Rodrigo, llamado Domingo, continuará llevando el título de caliabrense. A su muerte, en 1175, su
sucesor, Pedro Daponte, obtendrá del Papa Alejandro III la bula de confirmación como obispo de Ciudad
Rodrigo y de la erección de la diócesis como sucesora de la de Caliabria.
No obstante, la diócesis portuguesa de Caliabria será de nuevo restaurada como tal en 1969, en el
contexto del Concilio Vaticano II.
~ 19 ~
TOLEDO
El pensador o filósofo judío Abraham ibn Daud, afincado en Toledo, tras haber huido
de la Córdoba almohade, como hicieron muchos otros, compuso en este año, en Tole-
do,23
su Séfer ha-Kabbalá o Libro de la Tradición, en el que defiende el judaísmo rabí-
nico, siendo además una crónica acerca de los judíos hispanos o sefarditas.
Seguramente tendremos que volver a referirnos a este pensador, partidario del racio-
nalismo aristotélico sobrepuesto al neoplatonismo tradicional, pero ya lo destacamos
por la mencionada obra escrita, en la que pretende remontarse a Moisés como el remoto
antecesor de los rabinos de éstos y de todos los tiempos, lo que supone una considerable
diatriba con los judíos caraítas que surgieron en el siglo VIII y que son más fundamen-
talistas en torno a la Tenaj o Escritura hebrea y a la Toráh al pie de la letra. Los rabinos
son más practicantes y partidarios de la Tradición, siendo ésta oral por excelencia y no
tanto fija de una vez para siempre, aunque sea fiel a la Tenaj.
23
Parece ser con toda seguridad que Abraham ibn Daud era toledano, aunque se desplazara a Córdoba
por razones de formación y estudio.
~ 20 ~
JERUSALÉN
La reina Melisenda de Jerusalén murió en este año, el 11 de septiembre, de un infarto
cerebral del que no pudo recuperarse, aunque fueron muchos los cuidados que se le pro-
porcionaron. Tenía 56 años de edad. Reinó entre los años 1131-1153. De su vida y de su
reinado nos ocupamos ahora resumidamente.
Melisenda era la hija mayor del rey Balduino II de Jerusalén (1118-1131)24
y de la
princesa armenia Morfia de Meteline. Recibió el nombre de su abuela paterna, Meli-
senda de Montlhéry, esposa del conde Hugo I de Rethel. Tuvo tres hermanas meno-
res: Alicia (princesa de Antioquía, casada con Bohemundo II), Hodierna (condesa de
Trípoli, casada con Raimundo II) e Ioveta (abadesa del monasterio de San Lázaro en
Betania). Fueron cuatro hermanas muy unidas y compenetradas en todo. Melisenda, la mayor de las hermanas, fue la heredera del reino de Jerusalén. Teniendo
en cuenta que en estos tiempos, al menos en la tradición occidental, es rara la función de
gobierno de las mujeres, como le pasó a Urraca, la hija de Alfonso VI, o a Leonor de
Aquitania (que aún vive, casada ahora con Enrique II de Inglaterra), había que proceder
a un casamiento. Una mujer no puede mandar o reinar como no sea casándose, evidente-
mente con alguien de la más digna prosapia posible. Otra cosa es que una mujer viuda o
con hijo huérfano pueda ejercer como regente mientras el hijo sea menor de edad. Me-
lisenda, casada con Fulco IV, estuvo en esa circunstancia, pero no le transmitió el poder
a su hijo Balduino III. Ella se consideró siempre suficientemente sucesora en el trono y
jamás regente.
Durante el reinado de su padre, ella era filia regis et regni Jerosolimitani haeres (hija
del rey y heredera del reino de Jerusalén) y como tal tenía precedencia sobre otros no-
bles y clérigos en cualquier ceremonial. Con el tiempo, aparece cada vez más a menudo
asociada con su padre en la documentación oficial (monedas, concesión de feudos y co-
rrespondencia diplomática). Balduino educó a su hija como una sucesora capaz y ella
disfrutó del apoyo cortesano, de la Haute Cour o Consejo Real comprendido por miem-
bros eminentes de la nobleza y del clero jerosolimitano. No obstante, como queda dicho, Balduino II calculó bien que Melisenda habría de ser
mujer casada y que el consorte habría de ser un poderoso aliado y una garantía para la
heredad reinante. Así fue, tal como fuimos contando, cómo se casaron Melisenda y
Fulco V de Anjou, quien a través de su hijo Godofredo V de Anjou, vino a ser abuelo
del actual rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet. Durante las negociaciones matrimo-
niales, Fulco insistió en ser gobernante a la par que Melisenda y Balduino aceptó su
petición, pues Fulco era relativamente rico (incluso para ser cruzado) y proveería de tro-
pas y experiencia militar a la defensa del reino. Melisenda dio a luz un heredero en 1130
a su hijo Balduino, quien ahora reina plenamente en Jerusalén, tras la muerte de su ma-
24
Tras haber sido conde de Edesa entre los años 1100-1118.
~ 21 ~
dre, como Balduino III. Balduino II designó a su hija Melisenda como única tutora de
Balduino III, quedando totalmente excluido de esta tarea o misión el consorte Fulco.
Tras la muerte de Balduino II (año 1131), Melisenda y Fulco ascendieron al trono co-
mo gobernantes conjuntos. Sin embargo, con el apoyo de sus cruzados, Fulco excluyó a
Melisenda de la posibilidad de conceder títulos, reduciendo públicamente su autoridad.
Este trato dado a la reina irritó a los miembros de la Haute Cour, cuyo propio poder re-
sultaría erosionado si Fulco seguía dominando así el reino.
Las diferencias entre marido y mujer dieron lugar a intrigas palaciegas y resultaron fa-
vorables a Fulco. Ello se puso muy de manifiesto cuando, en 1134, Fulco acusó al con-
de de Jaffa, Hugo II de Le Puiset, de ser amante de Melisenda. Hugo era el barón o
magnate más poderoso del reino y muy leal a la memoria de Balduino II. Su lealtad se
extendía a Melisenda, aunque el propio Hugo, por estricta sucesión masculina, tenía un
mayor derecho al trono que Fulco. Era primo de Melisenda y miembro de la familia
real.25
Lo que pasó luego fue que Hugo se alió con la ciudad musulmana de Ascalón e hizo
frente sin mayores dificultades a un ejército que se le envió en su contra. Pero no pudo
mantener tal posición indefinidamente. Su alianza con Ascalón le costó el apoyo en la
corte. El patriarca de Jerusalén negoció la paz, y Hugo fue exiliado por tres años. Poco
después tuvo lugar un intento fallido de asesinato contra Hugo, que se atribuyó a Fulco
o a su partido. Esto fue suficiente para que la facción de la reina desafiase abiertamente
a Fulco. Los partidarios de la reina, a través de una especie de golpe de palacio, ven-
cieron a Fulco y desde 1135 su posición se vio cada vez más debilitada. Guillermo de
Tiro relata que Fulco “ya no trató de tomar la iniciativa, ni siquiera en asuntos me-
nores, sin el conocimiento de la reina”. Los esposos se reconciliaron en 1135, no tar-
dando en nacer un segundo hijo, al que llamaron Amalarico.26
Cuando Fulco murió en
un accidente de caza (año 1143), Melisenda lo lloró pública y privadamente. La victoria
de Melisenda fue total: de nuevo aparece concediendo títulos, feudos, cargos, favores
regios y perdones, además de reunir el Consejo Real muy fortalecido.
Hemos de contar también que a Melisenda le tocó ver la llegada a Oriente de la se-
gunda cruzada. En 1144, el condado de Edesa se encontraba asediado en una guerra
fronteriza que amenazaba su supervivencia. Melisenda acudió en su ayuda, enviando un
25
Las fuentes contemporáneas, como las escritas como crónicas por el obispo Guillermo de Tiro, hacen
caso omiso de aquella infidelidad, señalando que Fulco en realidad estaba favoreciendo a los nuevos cru-
zados llegados de Anjou y perjudicando a los cruzados ya establecidos en el reino de Jerusalén. Si Me-
lisenda hubiese sido realmente culpable, ni la Iglesia ni la nobleza habrían apoyado luego su causa.
Melisenda contó con el apoyo de la Iglesia a lo largo de toda su vida. En 1138 fundó el gran convento
de San Lázaro en Betania, con muchas ricas tierras del llano de Jericó, siendo su hermana Ioveta la aba-
desa. También concedió grandes riquezas a los santos lugares y a las órdenes religiosas y militares pre-
sentes en Tierra Santa.
En algún momento, entre los año 1131-1143, encargó el llamado Salterio de Melisenda, el cual, a pesar
de la influencia bizantina e italiana en la iluminación, fue compuesto por artistas de un estilo muy jero-
solimitano. No hay que olvidar que, en el segundo cuarto del siglo XII, Jerusalén contaba con un flore-
ciente y famoso sciptorium, capaz de realizar los encargos reales de máxima calidad.
26
Será quien suceda a su hermano Balduino III como rey de Jerusalén a su muerte en 1162.
~ 22 ~
ejército comandado por el condestable del reino Manases de Hierges, Felipe de Milly y
Elinando de Bures. El conde Raimundo de Antioquía hizo caso omiso de la llamada en
ayuda, pues sus fuerzas estaban ocupadas en su propia guerra contra los bizantinos en
Cilicia. El condado de Edesa cayó en poder musulmán, como lo fuimos contando.
Melisenda pidió ayuda al Papa y, con la predicación de Bernardo de Claraval, se con-
vocó en Occidente la segunda cruzada, poniéndose al frente de la misma el rey Luis VII
de Francia y el emperador Conrado III del Sacro Imperio Romano Germánico. Con Luis
VII de Francia iba su esposa Leonor de Aquitania y sus nobles vasallos.
En 1148 se reunieron en Acre los cruzados para establecer la estrategia de ataque.
Conrado III y Luis VII aconsejaron al joven Balduino III, que entonces tenía 16 años de
edad, atacar Damasco, oponiéndose a ello Melisenda, Manases y Leonor de Aquitania,
quienes preferían conquistar Alepo, más conveniente para recuperar Edesa. Pero final-
mente, estando todos reunidos, se decidió el ataque a Damasco, ciudad que estaba en-
tonces en buenas relaciones diplomáticas con Jerusalén, incluso con un tratado de paz
por medio. Lo que pasó tras el ataque cruzado a Damasco fue que Damasco jamás daría
muestras de confianza hacia Jerusalén.
La relación de Melisenda con su hijo Balduino (ahora Balduino III) fue compleja. Co-
mo madre conocería a su hijo y sus capacidades, pues se sabe que siempre estuvo muy
próxima a él. Como gobernante, posiblemente le costó ceder capacidad de decisión a un
joven inexperto. En cualquier caso, no hubo presión política o social para que se trans-
firiese autoridad a Balduino antes de 1152, aunque éste alcanzó la mayoría de edad
en 1134. Balduino III y Melisenda habían sido coronados como co-gobernantes el día
de Navidad de 1143. Esta coronación conjunta fue similar a la de la propia Melisenda
con su padre (Fulco) en 1128, y puede que refleje una tendencia corriente a coronar al
heredero en vida del monarca reinante, como sucedía en otros reinos de la época.
Balduino III fue educado para ser un jefe militar. Sin embargo, hacia los 24 años de
edad sentía que ya podía hacerse cargo de alguna responsabilidad de gobierno. Hasta
entonces, Melisenda sólo le había asociado al gobierno en raras ocasiones. Entre 1150 y
1152 creció la tensión entre madre e hijo, cuando Balduino culpó a Manases de alejarle
de su madre. La crisis llegó a su culmen a comienzos de 1152, cuando Balduino pidió al
patriarca Fulco de Jerusalén que le coronase en el Santo Sepulcro, sin la presencia de
Melisenda. El patriarca no aceptó. En protesta, Balduino representó una procesión por
las calles de la ciudad con una corona de laureles, en una especie de auto-coronación.
Balduino y Melisenda decidieron dejar la decisión en manos de la Haute Cour, que
decidió que Balduino gobernase el norte del reino y Melisenda las zonas más ricas
de Judea y Samaria, así como la propia ciudad de Jerusalén. La decisión evitaba la
guerra civil, pero dividía los recursos del reino. La Iglesia y los barones de Judea y
Samaria apoyaron claramente a Melisenda.
A pesar de todo, ni Balduino ni Melisenda consideraban que la solución fuese per-
fecta. Pero en lugar de buscar un nuevo compromiso, a las pocas semanas Balduino
mandó una invasión del reino de su madre. Tomó con rapidez Nablus y Jerusalén cayó
fácilmente. Melisenda con su hijo menor Amalarico y otros buscó refugio en la torre de
David. La mediación de la Iglesia entre madre e hijo supuso la concesión de la ciudad
de Nablus y sus tierras a Melisenda de por vida, y el juramento solemne de Balduino de
~ 23 ~
mantener la paz. Melisenda había “perdido” la guerra civil con su hijo, pero mantuvo
gran influencia y evitó ser recluida en un convento de por vida.
Ya en 1153 estaban reconciliados Melisenda y Balduino, con respeto y consideracio-
nes mutuas. Por las relaciones de Melisenda con su hermana Hodierna y con su sobrina
Constanza de Antioquía se sabe que había buena sintonía con el norte de Siria, siendo
esta relación muy valiosa desde que, sobre todo por culpa de Balduino, se había roto la
paz con Damasco en 1147. Melisenda siguió actuando en política. Desde 1154 apareció
de nuevo asociada con su hijo en el poder. En 1156 firmó un tratado con los pisanos y
todavía protagonizó varios asuntos de importancia, siendo mujer de gran fortaleza hasta
sus últimos días.
Melisenda de Jerusalén
~ 24 ~
OSLO (REINO DE NORUEGA)
El 3 de febrero, luchando en las frías cercanías de Oslo (Noruega), murió el rey norue-
go Inge I, habiéndose extendido su reinado durante 25 años, desde 1136, cuando tenía
tan sólo 1 años de edad.27
Era a su muerte de 26 años de edad, hijo, el único legítimo, de
Harald Gille y de Ingrid Ragnvaldsdotter, de quienes ya hemos tratado anteriormente,
en su momento. Pasa a la historia apodado como el Corcovado.28
Su jorobada espalda29
era consecuencia de que, siendo aún muy pequeño, en 1137, con dos años de edad, lo
llevó cargado sobre sí un soldado durante una dura batalla. Además de jorobado quedó
también cojo, con una pierna más larga que otra.30
Mientras transcurrió el reinado de Inge I, compartido como por igual con sus her-
manastros, a la usanza noruega de estos tiempos, era dicho reinado propio de reyecitos,
pues todos eran menores, yendo todo bien y con paz entre ellos. La cosa cambió, en
abierta guerra civil, cuando fueron creciendo.
27
Desde su temprana edad, compartió el trono con sus hermanos, tan discordantes entre sí que todo fue
guerra civil entre ellos. Aunque Inge I fue eliminando a sus hermanos, nunca pudo establecer la paz en el
reino y tampoco mantenerse como único soberano. Tuvo que combatir contra la creciente oposición que
dejó de mostrarse prolongadamente en el período conocido como de las Guerras Civiles de Noruega entre
1130-1240, como fuimos contando en su momento.
Inge I fue el único hijo legítimo del rey Harald Gille. Su bisabuelo materno fue el rey Inge I de Suecia,
en cuyo honor pudo haber sido bautizado. En ese tiempo, el hecho de ser hijo legítimo no era un requisito
para acceder al trono, por lo cual, cuando su padre murió, en 1136, compartió el trono con sus medios
hermanos o hermanastros Sigurd y Magnus. Inge fue nombrado rey por el ting o asamblea de gobierno
noruego cerca de la localidad noruega de Sarpsborg, mientras sus hermanastros fueron nombrados por
otros tings, digamos que menos legítimos.
Al mismo tiempo, existían dos reyes rivales más, aliados entre sí: su primo Magnus Sigurdsson y
Sigurd Slembre, el asesino de Harald Gille y supuesto tío de los niños. La guerra entre ambos bandos,
desencadenada tras la muerte de Harald Gille, duró hasta 1139, cuando Magnus y Sigurd Slembe fueron
derrotados definitivamente y ejecutados.
Al ser todos los reyes noruegos menores de edad, la regencia recayó en los nobles que habían sido
aliados de su padre. En 1132 llegó además otro supuesto hermano de ellos, el cuarto, procedente de
Escocia. Se trataba de Øystein Haladsson, que fue reconocido como hijo de Harald Gille y a su vez
nombrado rey. De Magnus Haraldsson, el tercero de los hermanos, se sabe muy poco, pero está claro que
murió pronto, en 1140. Según las sagas nórdicas respecto a Noruega, la repartición del poder no era de
carácter territorial sino que todos los hermanos reyes gobernaban en todo el país (en una rebujina política
bastante extraña y tensa).
28
Aunque en las fuentes medievales no se menciona para nada este apodo que aquí nos hemos tomado la
licencia de expresar o poner en el texto.
29
Según las sagas nórdicas Morkinskinna y Heimskringla.
30
Otra explicación, según el historiador o cronista danés Saxo Grammaticus (hacía 1150-1220), es que a
Inge lo dejó caer al suelo una sirvienta. Lo cierto fue que Inge quedó enfermizo y de torcidos andares para
toda su vida.
~ 25 ~
Para intentar acabar con las discordias, se pactó la necesidad de celebrar un serio en-
cuentro entre Inge, Sigurd y Øystein, un encuentro que se celebró en la ciudad de Ber-
gen, en 1155. Inge y Sigurd se entrevistaron antes de que Øystein llegara. Inge acusó a
sus dos hermanos de conspirar en su contra y tras romper con Sigurd, decidió asesi-
narlo, por consejo de su madre Ingrid.31
Øystein llegó a Bergen después del asesinato de Sigurd. Los dos hermanos sobrevi-
vientes llegaron a un acuerdo parcial, pero la confrontación en guerra era inminente.
En 1157, los ejércitos de ambos bandos se encontraron en las cercanías de Noster, con
la superioridad numérica de Inge, de modo que Øystein tuvo que escapar como pudo.
Øystein fue capturado y asesinado en Gohuslän, no tardando mucho, en ese mismo año
1157.
Eliminados los hermanos, parecía que Inge sería ya el único soberano de Noruega.
Pero no fue así. Los seguidores de Sigurd y Øystein se unieron en torno a un nuevo
rey, Haakon Herdebrei, un hijo de Sigurd, de modo que la guerra continuó.
Inge fue apoyado por gran parte de la nobleza, la misma que se beneficiaba de go-
bernar y mandar con él. Entre sus aliados más destacados hemos de mencionar a Gre-
gorius Dagsson y a Erling Skakke. Su madre, Ingrid, también parece haber sido una im-
portante influencia. El 7 de enero de este año 1161, murió Gregorius Dagsson, mientras
tendía una escaramuza contra los seguidores de Haakon. Varios de sus hombres, al
mando del rey vasallo de Noruega Godofredo de Man, desertaron y se cambiaron de
bando, pasándose a las filas de Haakon. Y así estaban las cosas cuando el 3 de febrero,
como queda dicho, murió Inge I de Noruega, comandando a sus tropas en combate cerca
de Oslo. Su cuerpo fue llevado a la sepultura, siendo enterrado en la catedral de San
Hallvard, en Oslo.
Tras la muerte y sepultura de Inge I, que murió soltero y sin descendencia, sus segui-
dores se reorganizaron en torno a Erling Skakke, quien nombró a su hijo Magnus como
el sucesor de Inge.32
Pasa a ser Magnus V de Noruega.33
31
Las sagas aseguran que existía un complot para derrocar a Inge, pero los historiadores modernos dudan
de esa información, y sugieren que se trataba quizás de un pretexto de Inge para iniciar la guerra.
32
No obstante, un monje llamado Jon Kuvlung, aseguró ser hijo de Inge I y pretendió el trono noruego
oponiéndose a Sverre I (1184-1202).
33
Magnus V, hijo del muy poderoso noble Erling Skakke, aliado de Inge I, y de Cristina Sigurdsdatter,
hija de Sigurd I el Cruzado, reinará en Noruega hasta 1184. Será un reinado en guerra civil entre sus
partidarios y sus opositores, siendo su padre el regente casi todo el tiempo. Por el apoyo eclesiástico, fue
el primero de los monarcas noruegos en ser coronado. Sus últimos años, marcados por la oposición
creciente contra él, serán los de su derrota y muerte.
En su oposición al trono con Magnus V, reinaba ya Haakon II, hijo de Sigurd. Éste murió pronto, en
1162 (lo contaremos entonces), y Magnus V se convirtió así en el rey único de Noruega, si bien Erling, su
padre, que tenía el título de jarl, actuó como el gobernante de facto. Magnus V no era, sin embargo, hijo
de rey (una condición hasta entonces necesaria para reinar). Así, para legitimar a Magnus V se tuvo que
recurrir a la Iglesia, representada entonces en Noruega por el muy prestigioso y poderoso arzobispo
Øystein de Nidaros, el cual había establecido ya la condición de ser hijo legítimo de rey para poder reinar
en Noruega. Magnus V fue coronado en 1163, en la antigua catedral de Bergen. Y para asegurar su posi-
~ 26 ~
PALERMO
(REINO DE SICILIA)
Damos cuenta de la muerte, en Palermo (Sicilia) del conde Roger IV de Apulia, hijo
del rey siciliano Guillermo I y de Margarita de Navarra,34
mientras el palacio era
asaltado por una muchedumbre revuelta en conspiración. Roger tenía 9 años de edad.
Según unos murió por una flecha fortuita que se le clavó en un ojo, pero según otros
murió por las patadas que le propinó su padre al estar furioso por aquella conspiración
de traidores, la segunda vez que algo así ocurrió en los años de vida del joven Roger,
cuyo cuerpo difunto recibió sepultura en la catedral de Palermo.35
ción, Erling Skakke pactó una alianza con el rey Valdemar I de Dinamarca. Pero mantener el reino de No-
ruega en paz no será fácil, como ya contábamos y seguiremos contando.
En fin, los reinos nórdicos y escandinavos europeos son un verdadero lío en la historia medieval. Po-
demos destacar también, por defunción en el año 1161, combatiendo, al rey Magnus Henriksen de Suecia,
de breve reinado, sucesor de Erik el Santo, sucediéndole a su vez Carlos VII (¿o Carlos I?) Sverkersson,
hijo de Sverker I (1130-111156), a quien ya nos referimos en su momento.
34
Hija de García Ramírez de Pamplona y de Margarita de L’Aigle.
Como correspondía a su primogenitura, Roger fue nombrado duque de Apulia y Calabria por su padre
Guillermo I de Sicilia.
35
Los hechos se fueron sucediendo de manera muy compleja y los relata no objetivamente el cronista
contemporáneo Hugo Falcano, poco partidario o enemigo de Guillermo I, en su Historia de los tiranos de
Sicilia. Precisamente a Falcano se debe el apodo que le atribuyó a Guillermo I como el Malo.
~ 27 ~
AÑO 1162
~ 28 ~
GRANADA
De enero a julio y posteriormente se armó una buena en Granada, habiendo logrado
ocuparla el muladí Ibn Mardanis,36
intentando controlarla con su ejército de musulma-
nes y cristianos, unido al mismo el de su suegro Ibn Hamusk (o Hamushk). Desde la
Alhambra despeñaron a muchos soldados al Darro.37
Luego, un reforzado ejército al-
mohade, el 13 de julio, derrotó allí mismo a los muladíes y cristianos en una sangrienta
batalla, en la que también murió Álvar Rodríguez.38
Lo cierto fue que los almohades se
dieron pronto a una dura represión contra los granadinos sublevados y afines a Ibn
Mardanis, eliminando a los musulmanes rebeldes de Granada, así como a los judíos, e
incluso mozárabes, que quedaban en la ciudad.39
Mientras tanto los almohades empren-
dieron un gran avance algareando por los alrededores de Jaén y, desde agosto y sep-
tiembre, el califa Abd al-Mumin prepara un enorme ejército que se desplazará a la Pe-
nínsula.
36
El rey Lobo o López de Murcia del todo antialmohade, aliado y vasallo de los reinos cristianos.
37
Es el río que pasa por Granada y abastece el agua de la Alhambra (afluente del Genil, que a su vez lo
es del Guadalquivir). Vertebró por completo la Granada musulmana. Transcurre por un valle cerrado y
pintoresco, entre la Alhambra y el Albaicín.
38
Junto con su suegro y lugarteniente Ibrahim Ibn Hamusk, y auxiliado al mismo tiempo con los ejér-
citos enviados por los cristianos, el emir murciano además de sitiar Sevilla y Córdoba, conquistó Écija,
Carmona, Úbeda, Baeza y Jaén, cuyo señorío entregó a su suegro en el año 1159 (554 de la Hégira). No
obstante, fue en el sitio de Granada, en 1162, donde mejor se reflejó la colaboración netamente cristiana.
Ibrahim ibn Hamusk, despechado por la recuperación almohade de Carmona, logró entrar en Granada y
poner cerco a la alcazaba donde resistían sus enemigos. En cuanto a los ejércitos cristianos que envió Ibn
Mardanis en su auxilio antes de su llegada desde Murcia con más tropas de refuerzo, sabemos por las
fuentes escritas que dichas tropas estaban capitaneadas por Álvar Rodríguez el Calvo, nieto de Álvar
Fáñez. Pero finalmente no pudieron hacer frente a la respuesta definitiva del califa almohade Abd al-
Mumin, que envió un gran ejército encabezado por sus hijos Abu Yaqub Yusuf y Abu Said Utman, con el
jeque Abu Yaqub Yusuf ibn Sulayman, abandonando el asedio y sufriendo infinidad de muertes, como la
de Álvar Rodríguez, el nieto de Álvar Fáñez.
39
Si es que quedaban algunos.
~ 29 ~
BEIRUT
En Beirut (principado de Antioquía), el 10 de febrero, murió el rey Balduino III de
Jerusalén,40
con 32 años de edad, hijo primogénito de Melisenda y Fulco, nieto de
Balduino II de Jerusalén por línea materna.
A la muerte de Fulco, su padre, Balduino III tenía tan sólo 13 años de edad, siendo
Melisenda, su madre, reina de Jerusalén. De este modo, con una mujer y un menor en el
trono de Jerusalén, la situación política no era fácil, porque los condados o principados
cruzados del norte, no proclives a la sumisión ni al vasallaje, tendían a marcar su inde-
pendencia, sin que hubiera rey para aglutinar y dirigir un común ejército. Como pode-
mos recordar, Zengi, desde el norte de Siria, particularmente desde Mosul y Alepo, era
amenazante, pretendiendo anexionar Damasco a sus dominios. En 1144 conquistó Ede-
sa, siendo esto algo que conmocionó profundamente a la cristiandad dando lugar a la
segunda cruzada.
La llegada de los nuevos cruzados a Tierra Santa y su entorno coincidió previamente
con la muerte por asesinado de Zengi, en 1146, siendo Zengi sucedido por su hijo Nur
al-Din, que procedió en todo igual que su padre manteniendo la intención de anexio-
narse Damasco. Entonces Jerusalén se alió a favor de Damasco, pues a ambas les intere-
saba la mutua protección. Pero Damasco acabó contra Jerusalén aliándose con las fuer-
zas que la amenazaban.
En 1148 llegaron los cruzados, con Luis VII de Francia acompañado de su mujer Leo-
nor de Aquitania, y de otra parte, a la vez que unidos, Conrado III del Sacro Imperio
Romano Germánico. Reunidos para determinar qué hacer, se decidieron por un ataque a
Damasco, disputándosela a Nur al-Din. Fracasaron del todo los cruzados y Damasco fue
conquistada por Nur al-Din. Los cruzados no hicieron mucho más sino que en 1149 re-
tornaron a Europa, cada cual a su lugar. Los cruzados, en vez de fortalecer el reino de
40
Baudouin III, en francés, la lengua usual de los cruzados en Tierra Santa. Reinó en Jerusalén desde
1143, siendo Melisenda su tutora y regente o co-regente. Parece ser, según rumores, que Balduino III
murió tras haber sido envenenado en Antioquía por su propio médico, un sirio ortodoxo. Dejó viuda a su
esposa Teodora, de tan sólo 16 años de edad, sin descendencia.
Según Guillermo de Tiro, Balduino III “era más alto que la media, pero sus extremidades estaban tan
bien proporcionadas a su altura que en nada se salía de la armonía. Sus rasgos eran refinados, su piel
florida, prueba de su fuerza innata [...]. Sus ojos, de tamaño medio, eran prominentes y tenían brillo. El
pelo era liso y rubio, y tenía barba. Era amplio de cuerpo, aunque no se podía decir que estuviese en-
trado en carnes, como su hermano, o que fuese demasiado delgado, como su madre”.
Había recibido una esmerada educación, hablaba bien y era muy inteligente. Dedicaba mucho tiempo a
la lectura de obras de historia y tenía conocimientos del ius consuetudinarium del reino, que sería re-
copilado por juristas posteriores como Juan de Ibelín y Felipe de Novara (siglo XIII) en los “assizes de
Jerusalén” (colección de tratados legales). Balduino III respetó la propiedad eclesiástica y no la cargó de
impuestos. Fue popular y respetado por sus súbditos, y se ganó también el respeto de sus enemigos, como
Nur al-Din, quien dijo a su muerte que “los francos han perdido un príncipe como no existen en el pre-
sente”.
~ 30 ~
Jerusalén lo dejaron sumido en una mayor debilidad. Nur al-Din aprovechó esta cir-
cunstancia y atacó el principado de Antioquía. Balduino III acudió a dicho principado
con la idea de poner orden y hacerse con la regencia del mismo,41
cuando ya, en 1150,
lo que quedaba del condado de Edesa había pasado a manos del emperador bizantino
Manuel I Comneno.
En 1152 (ya hacía 7 años que había alcanzado la mayoría de edad), Balduino III exi-
gió para sí más poder, habiéndose hecho muy autónomo respecto a su madre en 1150,
culpando a Manases. Hacía siete años que Balduino había alcanzado la mayoría de
edad, y pidió mayores poderes. Desde 1150 se había ido separando de su madre y en
1152 pidió al patriarca de Jerusalén que le volviera a coronar como rey en solitario. El
patriarca se negó a ello y acordó con Melisenda que el asunto se tratara en la Haute
Cour. Aquí se acordó dividir el reino, de modo que el norte (Galilea, con Acre y Tiro)
perteneciera a Balduino y el sur (Judea, Samaria, con Nablus y por supuesto Jerusalén)
perteneciera a Melisenda. Pero ninguno de los dos quedó satisfecho, pues repartir no
significaba pacificar en aquella guerra civil filio-materna. En pocas semanas pudo verse
a Balduino invadiendo las tierras del sur. Melisenda, con su hijo menor Amalarico y
41
Reinaldo de Châtillon fue príncipe de Antioquía en los años 1153-1160 por haber contraído matri-
monio con Constanza de Antioquía, la heredera del principado. Reinaldo se había unido a la segunda
cruzada en 1147, sin otro objetivo principal que el de hacer fortuna y medrar. Entró al servicio de la
princesa Constanza, viuda de Raimundo de Poitiers en 1149, y se casó con ella en secreto (año 1153), sin
consultar a Balduino III de Jerusalén, señor feudal de la vasalla Constanza. Ni Balduino ni Aimery de
Limoges, Patriarca Latino de Antioquía, vieron con buenos ojos el matrimonio de Constanza con un
hombre de linaje inferior, pero gracias a su matrimonio Reinaldo se convirtió en príncipe de Antioquía.
En 1156, Reinaldo, arguyendo que el emperador bizantino Manuel I Comneno no había cumplido su
promesa de pagarle cierta cantidad de dinero, decidió como represalia atacar la isla de Chipre, de dominio
bizantino. El patriarca latino de Antioquía se negó a sufragar los gastos de la expedición. Reinaldo lo hizo
torturar y después ordenó que se le desnudase, se le cubriesen las heridas de miel y se le dejase al des-
cubierto. Después de un día de sufrir este tormento, lleno de bichitos, el patriarca aceptó financiar la
expedición a Chipre. Las fuerzas de Reinaldo devastaron la isla, violando y saqueando.
Como consecuencia, el emperador Manuel I Comneno emprendió la marcha hacia el principado de
Antioquía para atacarlo. Enfrentado a una fuerza muy superior, Reinaldo optó por humillarse: descalzo y
andrajoso, suplicó públicamente el perdón del rey Balduino III, postrándose ante él. En 1159 fue obligado
a pagar tributo al emperador como castigo por su ataque, comprometiéndose además a aceptar un pa-
triarca griego de Antioquía. Cuando Manuel visitó Antioquía al año siguiente para encontrarse con
Balduino III, Reinaldo entró en la ciudad conduciendo de la brida el caballo de Manuel I, expresando así
su sumisión al emperador e irritando consecuentemente a Balduino III.
Poco después, en 1160, Reinaldo fue capturado por los musulmanes durante una expedición de saqueo
contra los campesinos sirios y armenios de Marash. Estuvo confinado en Alepo durante 17 años y sólo
fue liberado cuando se pagó por él la extraordinaria suma de 120.000 dinares de oro, en 1176, año que
nos queda por ver. Reinaldo regresó de su cautividad más ambicioso y sediento de sangre que nunca.
Puesto que su esposa, Constanza, había muerto en 1163 (otro año que nos queda por ver) y su hijastro
(Bohemundo III el Tartamudo) había heredado el principado, Reinaldo contrajo matrimonio con otra
viuda rica, Estefanía de Milly, viuda de Hunfredo III de Torón y de Miles de Plancy, que era heredera del
señorío de Transjordania, incluyendo los castillos de Kerak y Montreal, al sureste del mar Muerto. Estas
fortalezas controlaban la ruta de las caravanas entre Egipto y Damasco, y permitían el acceso al mar Rojo.
Reinaldo se hizo famoso por su crueldad, pues a menudo despeñaba a sus enemigos desde lo alto del cas-
tillo para que se hicieran pedazos con las rocas que había al pie de la fortaleza.
~ 31 ~
unos buenos acompañantes, se refugió en la Torre de David. La mediación eclesiástica
hizo posible entonces que Nablus y sus tierras pertenecieran de por vida e indiscutible-
mente a Melisenda y Balduino juró mantener en adelante la paz en todo el reino. Como
ya señalábamos anteriormente, Melisenda perdió en aquella guerra civil con su hijo,
pero ganó como mujer razonable, fuerte, influyente…, sin tener que recluirse en un con-
vento de por vida.
Pasó que, durante aquella guerra civil en el reino de Jerusalén, Nur al-Din se conso-
lidó en Damasco. Con Siria unida bajo un solo poder, Jerusalén, si quería verse pro-
tegida o expandirse, sólo podía mirar hacia el sur, hacia Egipto, un territorio fatimí que
también estaba en declive, debilitado por sucesivas guerras civiles y con reyecitos me-
nores de edad. A comienzos de los años 50, Balduino III reforzó Gaza, muy presionada
desde Ascalón, donde dominaban los egipcios. En 1153, logró hacerse con Ascalón,
cuando ya había impedido una invasión de los ortóquidas de Kara Arslán.42
En 1156, Balduino III se vio obligado a firmar un tratado de paz con Nur al-Din, pero
lo rompió en el verano de 1157-1158, lanzándose en campaña contra Siria, de donde
tuvo que retirarse tras una seria disputa con los cruzados. No obstante, conquistó Harim,
un territorio que había sido del principado de Antioquía.43
La recuperación de Balduino III, aunque modesta, le valió para alcanzar prestigio in-
ternacional y para intentar proporcionarse una esposa bizantina. Así, en 1157, hubo ne-
gociación con el emperador Manuel I Comneno decidiéndose el matrimonio de Bal-
duino III con Teodora Comnena, sobrina del emperador. La alianza era más favorable
para Bizancio que para Jerusalén, pues Balduino tuvo que reconocer la soberanía bizan-
tina sobre Antioquía. Pero todo sirvió también para que mejorasen las relaciones entre
Jerusalén y Constantinopla (Bizancio), desde que en 1159 Balduino III conoció a Ma-
nuel I en Antioquía. Allí se hicieron amigos, hasta tanto que Manuel I, con ropajes oc-
cidentales, participó en un lúdico torneo contra Balduino III. A finales de 1159, sin que
fuera del agrado de Manuel I, Balduino III pasó a ser renovado regente del principado
de Antioquía, cuando ya era prisionero en Alepo Reinaldo de Châtillon. Manuel I, para
reforzar sus vínculos con el principado de Antioquía y para dejar bien claro que este
principado pertenece a su Imperio Bizantino, y no al reino de Jerusalén, en 1160, con-
trajo matrimonio con María de Antioquía, prima de Balduino III.44
Ella adoptó al ca-
sarse el nombre de Xena.
Como Balduino III murió sin descendencia, le sucede en el reino de Jerusalén su her-
mano Amalarico I, con 26 años de edad. Hasta alcanzar su mayoría de edad fue conde
42
De Mardin, al sureste de Turquía.
43
Parece ser que en 1158, Balduino III causó una derrota a Nur al-Din disputándole el dominio o acer-
camiento al debilitado Egipto.
44
María era hija de Constanza de Antioquía y de su primer marido Raimundo de Poitiers. Manuel I Com-
neno había enviudado, en 1159, de su primera mujer, Berta de Sulzbach, una cuñada del emperador ger-
mano Conrado III (1138-1153). De Manuel I Comneno y de María (llamada Xena) nacerá Alejo II Com-
neno, que reinará, como sucesor de su padre, entre los años 1180-1183.
~ 32 ~
de Jaffa como apanage.45
Amalarico se mantuvo siempre muy fiel a su madre Meli-
senda.
En 1157, Amalarico se casó con Inés de Courtenay, hija de Joscelino II de Edesa, aun-
que el patriarca Fulco de Jerusalén puso objeciones de consanguinidad para el enlace
(por un antepasado en cuarto grado).46
Iremos contando el desenvolverse de este reinado, de Amalarico I.
Balduino III de Jerusalén en su coronación
45
El apanage (que por su proveniencia latina es una palabra que significa dar el pan), fue una costumbre
francesa de donación de patrimonio a miembros masculinos menores de la familia real, sin que tuvieran
por qué ser herederos de la corona o previéndose que no lo serían. Este patrimonio no podía venderse, hi-
potecarse o usarse para otorgar dote y volvía al “domaine royale” en caso de extinción de la línea mas-
culina. Fue establecido para cubrir las necesidades de los hermanos y hermanas más jóvenes del rey, sir-
viendo también para desarrollar la administración aristocrática de sus territorios. El apanage fue abolido
durante la Revolución Francesa, siendo transitoriamente restablecido entre 1810-1832.
46
Tendrán una hija (Isabel) y un hijo, el que reinará como Balduino IV el Leproso. Ya lo contaremos en
su momento. También Isabel será reina de Jerusalén posteriormente. Hay que tener en cuenta que la
Haute Cour no aceptó que Amalarico reinara si no se divorciaba de Inés por anulación matrimonial.
Amalarico aceptó la resolución, pero exigió mantener la legitimidad de sus dos hijos y su derecho su-
cesorio. Luego, en 1167, se casaría con la princesa bizantina María Comnena, descendiente de Manuel I,
manteniéndose así la beneficiosa alianza política con Bizancio. A Inés no se le permitió criar a sus hijos y
se casaría de nuevo (con Hugo Ibelín, su compromiso anterior, y con Reginaldo de Sidón, al enviudar ella
en 1170). Pero Inés volverá a la corte de Jerusalén para cuidar de su hijo leproso. Inés mantuvo su título
de condesa de Jaffa y Ascalón, con el beneficio de sus rentas.
~ 33 ~
SALAMANCA Y SORIA
ENTRE OTROS ESCENARIOS
GEOGRÁFICOS
Contra el rey Fernando II de León, ya en verano, hubo una sublevación en Salamanca
a causa de los recortes en los términos de la ciudad que había efectuado el monarca para
promover la repoblación de Ledesma y Ciudad Rodrigo. Las milicias de Ávila, tenencia
gobernada por Manrique Pérez de Lara, apoyaron a los salmantinos haciendo frente al
ejército real en la localidad de Valmuza,47
saliendo victorioso el rey leonés de esta es-
caramuza.
Luego, en represalia por el apoyo que prestaron los Lara a los rebeldes salmantinos,
Fernando II, acompañado por los Castro, entró en el reino de Castilla y, el 9 de agosto,
tomó varias plazas gobernadas por el conde Manrique, incluyendo Segovia y Toledo.
De este modo, con la ambicionada toma de Toledo, el rey leonés erosionaba el poder de
Manrique, ya que era su tenencia más importante, y además controlaba mejor desde allí
los asuntos de Castilla, en los que no dejaba de inmiscuirse.
Fernando II entregó el gobierno de Segovia y Toledo, hasta Huete,48
a Fernando Ro-
dríguez de Castro el Castellano, sobrino de Gutierre Farnández de Castro, nombrándolo
su mayordomo mayor, como Gutierre lo había sido de su padre Alfonso VII. Como
resultado, Manrique tuvo que ceder al monarca leonés la tutela de Alfonso VIII niño
hasta que éste cumpliera 14 años de edad, pero Manrique se reservó la función de guar-
dar o custodiar al pequeño heredero, tal como le pedían los castellanos.
El rey Fernando desea no sólo la tutela de su sobrino Alfonso VIII sino también
controlar bajo su poder la regencia de Castilla, exigiendo que el pequeño Alfonso le
rindiera homenaje y le prestara vasallaje. Así lo concertó en petición el rey leonés para
que el ceremonioso acto se celebrara en Soria, donde habitualmente residía Alfonso
VIII.49
Pero no estando de acuerdo con ninguna sumisión del heredero de la Corona de
Castilla al rey de León, los sorianos suplicaron al conde Manrique que mantuviera la
custodia del niño. Durante el acto de vasallaje en las estancias de Alfonso VIII, que
ciertamente se intentó efectuar, el pequeño rey comenzó a llorar y a toda prisa se lo
llevaron de allí, a una casa cercana para calmarlo y darle de comer. Era una casa de con-
fianza del pequeño rey.
47
Provincia de Salamanca, no lejos de la capital.
48
Provincia de Cuenca.
49
Así lo cuenta Rodrigo Jiménez de Rada en su De rebus Hispaniae.
~ 34 ~
Mientras el rey Fernando esperaba al niño, uno de los vasallos de los Lara, llamado
Pedro Núñez de Fuentearmegil, escondió al niño bajo su capa y cabalgó con él hasta el
castillo de San Esteban de Gormaz,50
plaza gobernada por el conde Manrique Pérez de
Lara. Manrique aprovechó el revuelo causado para despedirse del rey de León, jurando
que recuperarían al niño para entregárselo. Los hermanos Lara marcharon hacia San Es-
teban de Gormaz, pero Nuño se adelantó, recogió al niño y se lo llevó a Atienza,51
adonde llegó Manrique al día siguiente y Nuño se negó a entregarlo. El rey Fernando
acusó a los Lara de deslealtad y retó a Manrique, quien, como descendiente de los con-
des de Castilla alegó lo que tenía que alegar, diciendo al rey leonés que “su primera
obligación era libar a su rey, que era plenamente soberano, de cualquier vasallaje y
servidumbre indebida”.52
En marzo, el conde Manrique, en calidad de regente de Castilla, había nombrado con-
de a su hermano Nuño, poseedor, como él, de varias tenencias.53
En octubre, el rey Fernando se apoderó también de Burgos, aunque más bien fueron
sólo ciertos apoyos los que allí consiguió.54
50
Provincia de Soria.
51
Provincia de Guadalajara.
52
Martínez Díez, G. (2007): Alfonso VIII, rey de Castilla y Toledo (1158-1214), Gijón, Ediciones Trea,
32.
53
Es lo más probable que dicho nombramiento lo recibiera Nuño de su hermano Manrique y no de Fer-
nando II. Manrique muere en 1164, el 9 de julio, en la batalla de Huete, derrotado por los Castro. Nuño se
hará cargo entonces de la regencia de Castilla, manteniéndose en ella hasta 1170, año de la reconocida
mayoría de edad de Alfonso VIII.
54
Posiblemente la victoria de Valmuza animó al rey de León a intervenir definitivamente en Castilla, ya
que si bien había prestado su apoyo a la familia Fernández de Castro en contra de los Lara, a la vez que
había emprendido algunas campañas con la intención de controlar determinadas plazas fronterizas, en
ningún momento había intentado hacerse del todo con la tutela de su sobrino. De este modo, al mando de
un poderoso ejército, en el verano del año 1162 como acabamos de contar, se adentró en Castilla, ocu-
pando Segovia, tras haberse adentrado también en la Trasierra (el norte de la actual Extremadura) y
Toledo, tras lo cual se dirigió a las tierras situadas al sur del Duero donde se encontraban las posesiones
de los Lara. Fernando II entró también en Burgos (octubre), ciudad capital de Castilla entonces, donde
consiguió importantes apoyos para su causa, apoyos con los que se retiró de allí aparentemente satisfecho,
ya a finales de 1162, si bien habiendo pasado por Ágreda (actualmente en la provincia de Soria en el
límite con la de Zaragoza), el 27 de septiembre, reuniéndose allí con el también menor Alfonso II de
Aragón (con Petronila y Ramón Berenguer IV, pues Alfonso II tenía 5 años de edad), consiguiendo ser
reconocido como tutor del pequeño, a cambio de la promesa de Fernando II de prestar ayuda al reino de
Aragón en caso de ataque sobre el mismo desde el reino de Navarra.
En el tratado de Ágreda, se acordó también el compromiso matrimonial de la infanta Sancha (poco más
de 6 años de edad), hermana de Fernando II, con Alfonso II de Aragón, de 5 años de edad. Se casarán en
1174.
Aprovechando que sus dos reinos vecinos (y tradicionalmente enemigos) estaban con reyes niños al
frente, Sancho VI de Navarra se puso a tomar iniciativas y decisiones al respecto, aunque firmó un
acuerdo de paz con el reino de Aragón que durase 13 años sin contiendas. No obstante, entre marzo de
1162 y octubre de 1163, estuvo en encendida campaña militar por la que recuperó para Navarra gran parte
~ 35 ~
ARAGÓN Y CATALUÑA
En 1112 se celebró una boda en Arlés55
que tiene que ver con lo que ahora contamos.
Se casaron allí el conde Ramón Berenguer III y la condesa Dulce de Provenza, él con
años 30 años de edad y ella con 22.56
Dulce era hija del conde Gilberto I de Gévaudan (asesinado en 1111) y de la condesa
Gerberga de Provenza (muerta en 1115). En 1112, poco antes de casarse con el conde
Ramón Berenguer III de Barcelona, recibió por herencia de su madre el condado de
Provenza. En 1113 cedió a su marido los derechos sobre el condado de Provenza, el
condado de Gévaudan y el vizcondado de Millau. Así empezó el dominio de la Casa de
Barcelona en Provenza, siendo Ramón Berenguer III de Barcelona y Dulce de Provenza
los padres del conde Ramón Berenguer IV de Barcelona.57
Desde 1144 es conde de Provenza Ramón Berenguer III, hijo de Berenguer Ramón I
de Provenza y de Beatriz de Melgueil (o Melguelh en lengua occitana), nieto por línea
paterna del conde Ramón Berenguer III de Barcelona y de la condesa Dulce de Pro-
venza, y por línea materna de Bernardo IV de Melgueil y de Guillerma de Montepellier
(señorío).
En 1144, cuando murió su padre (en una ofensiva en Génova), Ramón Berenguer III,
por herencia, se convirtió en conde de Provenza, viéndose su gobierno muy enturbiado
por los rebeldes de Baux, hasta tanto que éstos llegaron a apoderarse del condado.
Contra los Baux luchó Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y tío de Ramón Be-
renguer III de Provenza, de modo que éste fue restablecido de nuevo en su recuperado
condado, en 1147.58
Pero los miembros de la poderosa familia de los Baux siguieron in-
del conocido en La Rioja como “reino de Nájera” y muchas tierras de Álava, Guipúzcoa y el Durangue-
sado de Vizcaya, comenzando a titularse no ya rey de Pamplona sino de Navarra (hacia atrás, aunque ha-
yamos dicho más de una vez reino de Navarra, en realidad no habría de entenderse sino reino de Pam-
plona, ya que Navarra, como condado, prestaba vasallaje a Castilla, desde 1087, vasallaje del que ahora
Sancho VI, como rey de Navarra, no se siente ya obligado). También hizo llamarse Sancho VI rey de
Navarra para conseguir el reconocimiento pontificio como tal, ya que el reino de Pamplona fue legado en
1134 a las Ordenes Militares, siendo superior o jefe supremo de las mismas el Papa. Navarra será re-
conocida como “nuevo” reino por el Papa Celestino III en 1196.
55
Ciudad histórica de la Provenza francesa.
56
Si nació en el año 1090, como se supone.
57
También fueron los padres de: Berenguela de Barcelona (casada en 1125 con el leonés Alfonso VII el
Emperador), Berenguer Ramón I (conde de Provenza), Bernat, Estefanía, Mafalda y Almodis.
58
El 17 de noviembre de 1161, se casó el conde Ramón Berenguer III de Provenza con Riquilda de Po-
lonia, hija de Ladislao II de Polonia y de Inés de Babenberg y viuda del leonés Alfonso VII el Emperador
en 1157. De Ramón Berenguer III de Provenza y de Riquilda de Polonia nació la condesa (en minoría de
edad) Dulce II de Provenza (muerta en 1172).
~ 36 ~
cordiando, siendo en este año 1162 cuando las tropas catalanas consiguieron que se
rindieran.
Efectivamente, los catalanes acabaron con la resistencia de la familia Baux, al frente
de la cual hay que nombrar a Hugo II de Baux, primo hermano del conde Ramón Beren-
guer IV de Barcelona. La familia Baux, cuyos componentes son de temperamento rebel-
de y guerrero, se enorgullece de ser descendiente del rey (mago) Baltasar. El castillo de
Baux fue destruido, siendo saqueadas sus tierras y anexionadas a las del condado de
Provenza.59
Después de esto, el 6 de agosto, cercano a sus 50 años de edad, murió el conde Ramón
Berenguer IV de Barcelona, en el Burgo genovés de San Dalmacio (Piamonte de Italia,
frontera con la Provenza francesa), cuando se encaminaba a Turín para entrevistarse con
el emperador Federico I, en la circunstancia que más abajo recalcaremos y detallare-
mos.60
El conde de Barcelona hizo declaración de sus últimas voluntades el 4 de agosto, dos
días antes de morir. Estas voluntades testamentarias llegaron pronto al reino de Aragón,
que con la reina Petronila, su esposa, regentaba el difunto conde. El 11 de octubre, en
Huesca, se dieron a conocer las últimas voluntades de Ramón Berenguer IV, en pre-
sencia de la reina Petronila y en asamblea de distinguidos magnates tanto aragoneses
como catalanes, eclesiásticos y seglares.
Según el testamento, su hijo Ramón Berenguer V, así nombrado, aunque en realidad
se trata de Alfonso II de Aragón, con 5 años de edad en estos momentos,61
ha de ser
conde de Barcelona y señor de Aragón, ya que Ramón Berenguer IV, en lo referente al
reino de Aragón, sólo puede transmitirle lo que posee, la potestat o potestad regia, por-
que que el título de reina pertenece por entero a la madre, Petronila de Aragón.62
59
El Castillo de los Baux (château des Baux en francés) se encuentra actualmente en estado ruinoso.
Levantado en el siglo X por la familia señorial de los Baux, fue pasando a diversas manos en el trans-
curso de los siglos hasta que cayó en el abandono y el descuido.
El castillo, como puede verse si se visita, se construyó en la parte de acantilado de un pico rocoso. Se
conservan de él los vestigios de una central torre del homenaje, del siglo XIII, siendo ésta la parte mejor
conservada de entre otras torres.
También se conservan los vestigios de una capilla, de un extenso recinto exterior y de viviendas exca-
vadas en la roca.
60
Según admitió el mismo Ramón Berenguer III de Provenza –y era verdad–, el emperador Federico I
Brabarroja era el titular más eminente y legítimo en antigüedad del condado de Provenza.
61
Desde que nació fue llamado indistintamente Ramón y Alfonso, pasando también a la historia como
Alfonso II Ramón el Casto, el Trovador o el Emperador de los Pirineos. Nosotros ya le llamaremos en
adelante Alfonso II de Aragón.
62
Según el testamento, el pequeño Alfonso queda bajo la tutela masculina del rey Enrique II de Ingla-
terra, sin que éste gobierne para nada, ni sea regente, en la Corona de Aragón, pues el gobierno efectivo y
regente, mientras el rey sea menor, lo ha de ejercer el senescal Guillermo Ramón de Montcada, el obispo
barcelonés Guillermo de Torroja (ambos son miembros destacados del Consell de la Procuradoria que se
crea, con 9 consejeros, para tutelar la regencia) y su madre la reina Petronila, viuda.
En el testamento de Ramón Berenguer IV de Barcelona se leer que deja a sus hijos bajo la tutela de
Dios y del rey Enrique II de Inglaterra, gran amigo suyo y de confianza para él.
~ 37 ~
Y a Pedro, el siguiente hijo del conde catalán y de la reina aragonesa, con 4 años de
edad en estos momentos, se le concede heredar el condado de Provenza.63
Se detalla en el testamento en qué orden tendrían que heredarse los honores y títulos
de los dos hermanos en caso de muerte de alguno de ellos. Queda establecido que, de
morir Alfonso sin descendencia, tendría que reinar Pedro, y que si faltasen ambos ten-
dría que reinar el hijo menor, Sancho, aún sin cumplir su primer año de edad.
A la reina Petronila, en el testamento, se le deja, para holgada manutención, las villas
y los castillos de Besalú y Ribas.64
A la iglesia de San Rufo en Lérida le deja su capilla.
Luego de su muerte, el cuerpo de Ramón Berenguer IV fue llevado, desde Génova, al
monasterio de Santa María de Ripoll, donde recibió cristiana sepultura, tal como fue
dispuesto desde que el conde, en 1141, donara a dicho monasterio la dominicatura o
vasallaje de Molló.65
De otra parte, desde su fundador Wifredo el Velloso (siglo IX),
otros condes catalanes recibieron sepultura en este monasterio.66
En 1164, la reina Petronila donará a su hijo Alfonso II, primogénito, el reino de Aragón, completando
así la unión de los dos territorios (los aragoneses y los catalanes) en él. El reino de Aragón y el condado
de Barcelona formarán juntos la Corona de Aragón.
Puede leerse, por ejemplo, Bofarull y Mascaré, P. de (1836): Los condes de Barcelona vindicados,
Barcelona, Oliveres y Monmany, vol. 2; Suárez Fernández, L. (1976): Historia de España Antigua y
Media, Madrid, Rialp (buscando la parte correspondiente a la temática aquí tratada); Ubieto Arteta, A.
(1981): Historia de Aragón. La formación territorial, Zaragoza, Anubar; (1987): Creación y desarrollo
de la Corona de Aragón, Zaragoza, Anubar.
63
Será en 1173 cuando Alfonso II de Aragón designe a este Pedro, su hermano, como conde de Pro-
venza, pasando a llamarse y a ser conocido como Ramón Berenguer IV de Provenza y Cerdaña. Así mis-
mo, siguiendo el testamento paterno, Ramón Berenguer IV de Provenza recibirá también, a título honorí-
fico o teórico, los condados de Carcasona, Rasés y Narbona, condados en los que no gobernará.
64
En la provincia de Gerona.
65
Molló (Mojón en castellano) está situada al norte de la provincia de Gerona, en los Pirineos, comarca
del Ripollés.
66
La Gesta Comitum Barcinonensium y otros textos catalanes antiguos hablan del sepulcro de Ramón
Berenguer IV como adornado y recubierto de muchas planchas de plata. La invasión de los franceses en
1794 lo saqueó y lo robó todo, removiendo también el cuerpo muerto del conde y llevándose la gran
espada que poseía el difunto. Actualmente queda allí, en una sepultura renovada o restaurada, el esqueleto
íntegro del conde, en el interior de una caja o ataúd de madera, y el epitafio original, conservado todo
hasta 1835, cuando los indisciplinados migueletes de Isabel II incendiaron el monasterio de Ripoll,
sacando del mismo el cadáver de Ramón Berenguer IV, llamándolo a juicio y condenándolo a la hoguera
por haber favorecido al cristianismo y combatido al islamismo. En 1893, año en el que se trasladaron los
restos del conde a su lugar sepulcral originario, no habiendo sido quemados dichos restos, se hizo un
monumento conmemorativo que recordase por qué se llamó o fue conocido como El Santo, así como que
sirviera para recordar la cesión que le hicieron al conde, en 1140, las Órdenes Militares del Santo
Sepulcro, del Hospital y del Temple en Jerusalén del derecho que les perteneciera de poseer el reino de
Aragón en virtud del testamento de Alfonso I el Batallador. Ver Epílogo I.
En Ripoll, antes de Ramón Berenguer IV, desde Wifredo el Velloso, como hemos indicado, habían sido
enterrados varios condes de Barcelona. Después de Ramón Berenguer IV, su hijo Alfonso II, por razones
que podríamos considerar a su muerte, recibirá sepultura en el monasterio cisterciense de Poblet. Su tes-
~ 38 ~
Ramón Berenguer IV,67
hijo de Ramón Berenguer III de Barcelona y de Dulce de Pro-
venza, como ya hemos reseñado, era nieto por línea paterna de Ramón Berenguer II y
de Mafalda de Apulia-Calabria y por línea materna de Gilberto I de Gévaudan y Ger-
berga de Provenza.
A la muerte de su padre (año 1131), le heredó en el condado de Barcelona (y sus con-
dados anexos), a la vez que su hermano gemelo Berenguer Ramón heredó el condado de
Provenza, como Berenguer Ramón I.68
Como su padre, Ramón Berenguer IV, fue caballero templario, pero con carácter tem-
poral o miles ad terminum (caballeros que no profesaba los votos monásticos-militares
en su totalidad o perpetuamente, siendo por ello inferiores en status a los demás caba-
lleros templarios).
El 26 de mayo de 1135, como contábamos en su momento, acudió a León para la co-
ronación de Alfonso VII como Imperator totius Hiapaniae (Emperador de toda Espa-
ña), efectuándose el ceremonial ante el legado pontificio y los principales nobles de Es-
paña y el sur de Francia, incluyendo destacados musulmanes.
Hemos de contar también en la biografía de Ramón Berenguer IV su matrimonio con
Petronila de Aragón. Gracias al apoyo que mostró en su favor el rey Ramiro II de
Aragón, el Monje, no favoreciendo a Alfonso VII, Ramiro le ofreció a su hija Petronila,
de tan sólo 1 año de edad entonces, para casarla con él. La boda se celebró mucho más
tarde en Lérida, aunque era muy grande la diferencia de edad de los contrayentes, en
agosto de 1150.
Ya antes, el 13 de noviembre de 1137, Ramiro II dio a su futuro yerno el reino de
Aragón, pero no la dignidad o potestad real, que eran de Petronila, de modo que Ramón
Berenguer IV firmó en adelante como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón.
Luego Ramiro II renunció al gobierno (aunque no a su título de rey, pues seguía siendo
el Señor Mayor de la Casa de Aragón hasta que su nieto Alfonso cumpliera la mayoría
de edad). Aclarado todo aquello, Ramiro II volvió a la vida monástica. Y de aquella ma-
nera cumplió Ramiro II su función o misión de salvar la monarquía aragonesa, ponién-
dola en orden, uniendo además el reino de Aragón y el condado de Barcelona, gene-
rándose así la Corona de Aragón.
Los acuerdos matrimoniales por los que se rigió aquel enlace se establecieron según el
derecho aragonés y bajo la forma del denominado Matrimonio en Casa. Esto supone
que, al no haber heredero varón, el esposo cumple la función de gobierno, pero no la de
cabeza de la casa, que sólo se otorgará al heredero. A partir de este contrato, quien tiene
tamento especificará que, de conquistar Valencia, habría de ser enterrado en el Puig (Valencia). Pero no
se cumplió ese deseo de Alfonso II, como tampoco se cumpliría por parte de su hijo y sucesor Pedro II.
67
Conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdaña (en Cataluña), así como príncipe de Sobrarbe y Riba-
gorza (en Aragón).
68
Es verdaderamente lioso, pero ha de ser enteramente reseñable, que Ramón Berenguer III y Dulce de
Provenza, llamaran a sus hijos gemelos de la misma manera que anteriormente habían hecho, en caso se-
mejante, sus antepasados Ramón Berenguer I y Almodis de la Marca, al llamar a sus hijos gemelos
Ramón Berenguer y Berenguer Ramón, cuyas historias ya contábamos en su momento.
~ 39 ~
la última potestad no es el esposo, sino el Señor Mayor de la Casa de Aragón, hasta que
el heredero legítimo adquiera la potestad (y en el caso del reino de Aragón el título de
rey y cabeza de la Casa o Corona de Aragón). De esta manera, Ramón Berenguer IV,
por su matrimonio con Petronila, asumía el linaje de la Casa de Aragón él y sus he-
rederos in saecula saeculorum, por lo que, desde ese mismo momento, se extingue,
asimilándose al reino de Aragón, la Casa Condal de Barcelona.69
Tras la concesión del rey Ramiro II a Ramón Berenguer IV, quedaba pendiente la
cuestión de los derechos sobre el territorio de Aragón estipulados en el extraño testa-
mento del rey Alfonso I el Batallador, predecesor de Ramiro, que había querido dar el
reino aragonés a las órdenes militares (Santo Sepulcro, Templarios y Hospitalarios).
Aquel testamento no era de respetarse, al menos del todo, según los nobles y señores
feudales aragoneses. De este modo, una de las prioridades del príncipe Ramón Beren-
guer IV fue la de resolver aquella cuestión de posesión de derechos sobre el reino. Así,
se iniciaron negociaciones entre el príncipe y representantes de la Orden Hospitalaria,
alcanzándose en 1140 un acuerdo por el que la Orden hacía cesión a Ramón Berenguer
IV, conde de Barcelona (venerande Barchinonensium comes), y a sus legítimos suceso-
res y descendientes, de la parte del reino de Aragón que le correspondía según el testa-
mento del rey Alfonso, con la condición de que se le concediesen derechos para cons-
truir iglesias y centros propios en diversas poblaciones del reino y que, si el príncipe
muriese sin descendencia, dicho territorio sería devuelto a los Hospitalarios. Acuerdos
de cesión similares fueron concertados posteriormente con los caballeros del Santo Se- 69
Según una considerable parte de la historiografía, destacando las aportaciones al respecto de Antonio
Ubieto Arteta, Alberto Montaner Frutos, Faustino Menéndez Pidal de Navascués, Guillermo Fatás, Gui-
llermo Redondo, etc.
Según otros historiadores, por ejemplo Yolanda Guerrero Navarrete, la unión de la Casa Condal de
Barcelona con la Casa o Corona de Aragón permaneció como tal hasta que murió sin descendencia
masculina, en 1410, el rey Martín I el Humano (o el Viejo) de Aragón, de quien nos ocuparemos (como
del problema sucesorio) en su momento.
El profesor J. Serrano Daura ha cuestionado la teoría del casamiento en casa aplicada a los esponsales
de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón, basándose en la ausencia de referencias a esta institución
consuetudinaria del derecho aragonés antes del siglo XV, y que las cláusulas que fueron establecidas por
Ramiro II sobre la sucesión a la corona de Aragón no se ajustan a las peculiaridades de esta institución,
por lo que no sería trasladable a los pactos de 1137.
El historiador Percy E. Schramm considera que la relación que se estableció entre Ramiro II y Ramón
Berenguer IV tras el documento de esponsales de agosto de 1137 “quedaba sujeta a las condiciones
consuetudinarias del juramento de fidelidad” y que el documento de noviembre del mismo año revela el
deseo definitivo del rey Ramiro II de volver al monasterio, por lo que declara “por libre voluntad” que
sus vasallos pasan a depender de Ramón Berenguer IV y que le habrán de obedecer a partir de entonces
como su rey (tanquam regi), aunque Ramón Berenguer IV no quiso ofender la sensibilidad de sus nuevos
súbditos, por lo que prefirió mantener la ficción de que la dignidad real no pasaría a la nueva dinastía
hasta la siguiente generación.
Por su parte, José Luis Villacañas, catedrático de la Universidad Complutense, define el acuerdo de
1137 como “una filiación con encomienda de principado, esto es, de los derechos políticos sobre los
hombres de la tierra”. Así lo escribe en su obra, de 2006, La formación de los reinos hispánicos (Espasa
Calpe, pág. 428). Aunque Ramiro II conservó un dominium nominal, encomendó todos sus hombres a
quien será marido de su hija, incluyendo también su afiliación. Así transfirió el poder pero no la propie-
dad, que conservó mientras viviesen él o su hija.
~ 40 ~
pulcro (año 1141) y con los Templarios, cerrándose y confirmándose la cesión de las
tres órdenes por el Papa Adriano IV en 1158 mediante la correspondiente bula ponti-
ficia.70
Ramón Berenguer IV y su esposa Petronila residieron frecuentemente en el palacio
condal de San Pedro de Vilamajor.71
Este palacio lo habían construido los condes de
Barcelona, en el siglo IX, para los hermanos gemelos Ramón Berenguer y Berenguer
Ramón, hijos de Ramón Berenguer I y de Almodis de la Marca. Aquí tuvo su crianza –y
la tiene aún– Alfonso II de Aragón.72
Ramón Berenguer IV negoció con Alfonso VII de León y Castilla, el retorno para
Aragón de las tierras ocupadas por las tropas castellano-leonesas a la muerte de Alfonso
I el Batallador, tío de Petronila. Además, le solicitó al Emperador la ayuda para rein-
corporar Navarra a la Corona de Aragón. Según Ramón Berenguer IV todo eso era lo
que exigían las nuevas circunstancias.
En 1140, se firmó en Carrión73
un pacto de ayuda mutua y de retirada de las tropas de
Alfonso VII de la zona del Ebro, a cambio del vasallaje del conde-príncipe. Acordaron y
70
Sin embargo, es un hecho que los grandes señores y nobles del reino de Aragón, como los del reino de
Pamplona (pues los dos reinos estaban incluidos en el testamento de Alfonso I el Batallador), juraron
fidelidad respectivamente a Ramiro II el Monje y a García Ramírez el Restaurador. No se puso en dis-
cusión que las órdenes militares tuvieran que negociar con el rey de Navarra la herencia de Alfonso I el
Batallador. También es un hecho que Ramón Berenguer IV, en 1137, había pactado en los documentos de
esponsales con Ramiro II de Aragón su condición de princeps en Aragón, y venía ejerciendo la potestad
real en el reino aragonés como dominator, antes de las negociaciones con las órdenes militares de 1140 y
después. La historiografía actual conviene mayoritariamente en aceptar que, sencillamente, el testamento
de Alfonso I el Batallador no fue respetado y, así, Ramiro II de Aragón no sólo ejerció la potestad regia
entre 1134 y 1137, sino que se reservó la dignidad de rey hasta su muerte en 1157, circunstancia que no
consta que fuera cuestionada durante el gobierno de Ramón Berenguer IV. Una interpretación distinta de
los pactos con las órdenes militares la hace Antonio Ubieto Arteta, que considera que, en un período de
serios problemas económicos, y urgidos por la Santa Sede, seis años después de que hubiera sido
promulgado el testamento de Alfonso I, los nobles vieron la ocasión de obtener ciertas prebendas y
establecimientos en los territorios de Aragón y Cataluña a cambio de zanjar la cuestión testamentaria del
rey Batallador.
Según el profesor Villacañas, el problema radicaba en que el Papa Inocencio II (1130-1143) no estaba
dispuesto a que el testamento de Alfonso I el Batallador fuese ignorado. Así pues, no reconoció ni el ma-
trimonio de Ramiro II ni a Petronila como hija legítima. En cambio, estaba interesado en un equilibrio de
poderes en España, por lo que no iba a propiciar los afanes imperiales de Alfonso VII respaldando sus
derechos. Por ello, favoreció que la renuncia de las órdenes militares a la herencia se hiciera directamente
a favor de Ramón Berenguer IV. De ese modo, el conde de Barcelona encontró y aplicó la manera de unir
el derecho transferido por la Iglesia con el transferido por el pueblo y territorio aragonés.
71
En el barcelonés Vallés oriental.
72
De este palacio (y castillo) queda solamente en la actualidad la conocida como Torre Roja, que pudo
ser torre del homenaje. En cuanto a si nació o no aquí Alfonso II de Aragón, no son pocos los histo-
riadores que, basándose en recientes investigaciones, sostienen que más bien fue en Huesca donde nació.
73
Carrión de los Condes (Palencia).
~ 41 ~
efectuaron también una acción conjunta contra Navarra, pero no resultó mucho de ello,
siguiendo la cosa más o menos igual.
En 1151, como contábamos entonces, Alfonso VII y Ramón Berenguer IV firmaron el
Tratado de Tidilén, renovando entre sí la alianza anti-navarra y para repartirse también,
por reconquista a los moros, Al-Ándalus. Acordaron que la Corona de Aragón se re-
servara las tierras de Valencia, Denia y Murcia, por las cuales Ramón Berenguer IV ha-
bría de rendir homenaje a Alfonso VII, en calidad de Emperador de España y por tener
éste, en esas tierras levantinas, vasallos y aliados, hispanomusulmanes y muladíes.
Ramón Berenguer IV tuvo que proseguir los ataques contra los musulmanes, porque
desde Aragón los nobles, las órdenes militares y la caballería popular luchaban por re-
cuperar las posesiones perdidas a manos de los almorávides desde la batalla de Fraga en
1134. De este modo, en la década de los años 40 se recuperaron algunos buenos y sig-
nificativos lugares.74
Recurriendo a los catalanes, con la ayuda del conde Ermengol VI de Urgel, Ramón
Berenguer IV pudo conquistar las taifas de Tortosa75
(año 1148) y Lérida (año 1149),
arrebatándoselas a Al-Muzaffar. Siurana (Xibrana musulmana)76
encumbrada en las
Montañas de Prades, fue el último reducto musulmán en Cataluña, ya que, gobernada
por el valí Almira Almemoniz, resistió hasta 1153, siendo conquistada por Beltrán de
Castellet. Así se configuró la Cataluña Nueva, como dio en llamarse.
Pero no todo quedó circunscrito a la tradicional o nueva Cataluña. También empren-
dió Ramón Berenguer IV expediciones militares por tierras murcianas (año 1144) y va-
lencianas (año 1146), participando sobre todo, con Alfonso VII y aliados europeos, en
el contexto de la segunda cruzada, en la conquista de Almería, en el año 1147, que ya
nos ocupábamos de contar.
Su política occitana y provenzal, como ya hemos contado, estuvo marcada por su
atención a complicadas revueltas nobiliarias. En 1143 ayudó a Guillermo VI a recuperar
su señorío de Montpellier, del que se había tenido que ir por una de las mencionadas re-
vueltas.
En 1153, como gratitud por sus éxitos en las francesas tierras occitanas, muy desta-
cadas en Toulouse, Ramón Berenguer IV fundó el monasterio cisterciense de Santa Ma-
ría de Poblet,77
donando las tierras de Populetum o Poblet a la abadía francesa de Font-
froide, no lejos de Narbona, cuando ya era allí abad su hermano menor Sancho.
En 1154 recibió el vizcondado de Bearn, en la zona pirenaica atlántica.
A la muerte de su hermano Berenguer Ramón I de Provenza, Ramón Berenguer IV
asumió la regencia de su sobrino Ramón Berenguer III de Provenza, hasta que dicha
74
Alcolea de Cinca, Chalamera y Sariñena, de la provincia de Huesca, en 1141; Daroca, provincia de Za-
ragoza, en 1142; Ontiñena, provincia de Huesca, en 1147.
75
Provincia de Tarragona.
76
Ciurana de Tarragona o Siurana de Prades (Tarragona).
77
Provincia de Tarragona.
~ 42 ~
regencia fue asumida por unos genoveses de su confianza desde Toulouse. Y eran
continuas las contiendas con los siempre enardecidos Baux.
En 1156, prestó su ayuda al rey Enrique II de Inglaterra (y duque de Aquitania) en los
sucesos (ya los contábamos) de Toulouse.
Luego de aliarse sólidamente con Inglaterra, Ramón Berenguer IV orientó mucho su
política hacia el bando europeo de los gibelinos (partidarios imperiales contra los parti-
darios papales). Por eso se dirigía a Turín para encontrarse con el emperador Federico I
Barbarroja y fraguar allí la posible boda de su sobrino Ramón Berenguer III de Pro-
venza con alguna princesa o noble gibelina. Resultaba que Federico I le había cedido ya
a Ramón Berenguer III de Provenza este condado del que el emperador era su titular
máximo hasta el momento. En esto estaba Ramón Berenguer IV, camino de Turín,
cuando murió, el 6 de agosto, en el burgo genovés de San Dalmacio.78
Nos resta hablar de la descendencia de Ramón Berenguer IV, siendo la siguiente, de
su esposa la reina Petronila de Aragón: Pedro (muerto a edad muy temprana), Alfonso
(aún menor y que reinará como Alfonso II de Aragón, según las condiciones estipuladas
en las últimas voluntades paternas),79
Dulce80
y Sancho.81
Ramón Berenguer IV
78
No en la gerundense localidad de Dalmau, como aseguraron más de una vez incorrectamente algunas
fuentes.
79
De momento, con un Consejo de Regencia, sigue de reina en Aragón (y Cataluña), aunque viuda, Pe-
tronila.
80
Como Dulce de Aragón contraerá matrimonio, en 1175, con Sancho I, rey de Portugal.
81
Nacido en 1161 y muerto en 1223, será conde de Cerdaña desde 1168 y tenente de Provenza entre los
años 1181-1184.
De una desconocida tuvo también Ramón Berenguer IV un hijo ilegítimo. Se llamó Berenguer y llegó a
ser abad del monasterio-castillo de Montearagón, cerca de Huesca, y más tarde arzobispo de Narbona.
~ 43 ~
ISLA DE SEKKE,
FIORDO DE ROMSDAL
(NORUEGA)
El rey Haakon II de Noruega o Haakon Sigurdsson, conocido también como Herde-
brei (el de espalda ancha), con 15 años de edad, murió en la batalla que tuvo lugar en la
isla de Sekke, del fiordo noruego de Romsdal, el 7 de julio de este año 1162. Reinó
desde 1159, siendo hijo ilegítimo de Sigurd II (asesinado en 1155).82
Tras la muerte de su padre Sigurd II y de su tío Øystein II, Haakon fue elegido para
ser rey por los seguidores de éstos. En 1159 fue nombrado rey por un ting o asamblea,
en oposición a su otro tío, Inge I. Sus partidarios, que tenían especial fuerza en la región
de Trøndelag, continuaron la guerra contra Inge, y pudieron derrotarlo definitivamente
en una batalla (año 1161), con Oslo nevado. Murió Inge I.
Una vez vencido su rival, parecía que Haakon sería el único monarca de Noruega, ya
que Inge, aparentemente, no había tenido hijos (sigue vigente en Noruega el requisito de
ser hijo de rey, legítimo o no, para poder acceder al trono, en solitario o compartido).
Pero pasó que Erling Skakke, al mando con fuerza en el bando de Inge I, nombró a su
propio hijo, Magnus, como nuevo rey, Al ser Magnus nieto del rey Sigurd I el Cruzado,
podía ser designado (impuesto) en oposición a Haakon II. En esta guerra sucedió la
muerte de Haakon II, derrotado y muerto por el ejército de Erling Skakke, en una batalla
naval en la isla Sekke, en el Fiordo de Romsdal. Queda contado.
82
La madre de Haakon II fue una mujer llamada Tora.
~ 44 ~
SEVILLA
En este año 1162 (557 de la Hégira), murió en Sevilla (Isbiliya), Ibn Zuhr, conocido
como Avenzoar (o también como Abumeron), siendo su nombre completo Abu Marwan
Abd al-Malik ibn Abu-l-Alá ibn Abu Marwan ibn Abd al-Malik ibn Abu Bakr Mu-
hammad ibn Marwan ibn Zuhr al-Isbilí al-Iyadí, célebre filósofo y médico. Tenía 89
años de edad.83
Sus principales logros han sido los de introducir los mejores métodos hasta el mo-
mento (empíricos y no teóricos)84
en la práctica de disección o necropsia de cadáveres85
y en lo concerniente a la nutrición parenteral (con agujas de plata), además de haber
desarrollado la intervención quirúrgica de la traqueotomía, así como de haber descu-
bierto las causas de la sarna o escabiosis86
y de la pericarditis.87
83
Era de Peñaflor (Sevilla), nacido en 1073, o bien, según Ibn al-Abbar (erudito musulmán valenciano de
entre los siglos XII-XIII), pudo haber nacido entre los años 1091-1092 (484 de la Hégira) ó 1094-1095
(486 de la Hégira).
Perteneció a la dinastía Banu Zuhr de médicos andalusíes y recibió la educación característica de la
Hassa o Jassa (clase alta o aristocrática en el islamismo andalusí), siendo ésta una educación y formación
basadas en los conocimientos religiosos (de Corán y Sunna), jurídicos (sharia y fiqh de la madhab o es-
cuela malikí) y literarios (Al-Adab), completado todo ello con el saber médico aprendido de su padre
Abu-l-Aalá ibn Zuhr Abu Marwan ibn Abd al-Malik ibn Muhammad ibn Marwan ibn Zuhr.
No tenemos muchos datos biográficos sobre Avenzoar, aunque sí se sabe que se casó joven y que tuvo
al menos dos hijos y una hija, todos dedicados a la medicina. Sabemos igualmente que al menos una de
sus nietas se dedicó también a la medicina.
Avenzoar fue enterrado en la sepultura de su familia, en la Bab al-Fath (Puerta de la Victoria, locali-
zable en la más actualmente conocida, aunque derribada en 1868, como Puerta Osario) de Sevilla.
84
Dejó descartada la teoría galénica de los cuatro humores. En esencia, esta teoría mantiene que el cuer-
po humano está compuesto de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio in-
dica el estado de salud de la persona. Así, todas las enfermedades y discapacidades resultarían de un
exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores. Estos fueron identificados como bilis negra (cau-
sante de la tristeza, la depresión o la melancolía), bilis, flema y sangre. Tanto los griegos como los ro-
manos y posteriormente los europeos en general adoptaron y adaptaron esta teoría o filosofía médica clá-
sica, considerando que cada uno de los cuatro humores aumentaba o disminuía en función de la dieta y
modo de vida de cada persona. Cuando un paciente sufría de superávit o desequilibrio de líquidos, enton-
ces su personalidad y su salud, con más o menos gravedad, se veían afectadas.
85
Empezó practicando con ovejas (los cerdos siempre están vetados para los musulmanes), pasando lue-
go a cadáveres humanos y en la práctica de autopsias.
86
Afección cutánea contagiosa provocada por un ácaro o arácnido arador que excava túneles bajo la piel
produciendo enrojecimiento, tumefacción y un intenso prurito o picazón.
87
Inflamación aguda o crónica del pericardio (envoltura del corazón, que está formada por dos membra-
nas, una externa y fibrosa, y otra interna y serosa).
~ 45 ~
Toda su familia había sido la encargada de procurar médicos a los abbadíes sevillanos,
cargos que fueron perdiendo luego con la llegada de los almorávides y actualmente con
los almohades. Así, los miembros de la familia, los Banu Zuhr, sin que entremos en de-
talles, se mantuvieron como mejor pudieron, no sin dificultades, en la profesión médica.
Podemos decir que Avenzoar, en algunos momentos, lo pasó mal tanto con los almo-
rávides como con los almohades, siendo rehabilitado por ambos. No olvidemos que le
tocó vivir en tiempos muy convulsos y de considerables cambios de poder musulmán en
Sevilla. En Marraquech, a donde fue llevado, le dedicó un libro al califa Al-Mumin, el
Kitab al-Agdiya (Libro de los Alimentos). Pero Avenzoar prefirió dejar la vida cortesana
en las tierras africanas de los almohades y regresó a Sevilla, donde acabó sus días de
manera próspera, practicando la medicina y enseñándola.
Ibn Zuhr o Avenzoar fue un destacado presentador de etiologías médicas y remedios
de muchas enfermedades.88
Son muy aprovechables también sus tratados de farmaco-
pea. Por él cabe que destaquemos también sus adelantos en anestesiología mediante in-
halación utilizando sustancias poríferas.
Entre los años 1121-1122, patrocinado por el almorávide Ibrahim ibn Yusuf ibn Tasu-
fin, escribió Kitab al-Iqrisad fi Islah al-Anfus wal-Ashsad o Libro del curso medio so-
bre la reforma de las almas y los cuerpos. Es una obra en siete tomos o libros, en los
que se diferencia entre lo que son enfermedades y lo que son terapias, por un lado, y
medidas de higiene, profilaxis y cosmética, por otra. También se trata en esta obra acer-
ca de las diferencias (filosóficas) entre cuerpo y alma. Se nos introduce así mismo en el
estudio de los órganos corporales y sus afecciones. Adentrándonos en el campo de la
cosmética, se nos enseña acerca de las operaciones estéticas, la higiene, los anticon-
ceptivos, los perfumes, los adornos corporales, etc.
Otro libro de su legado es el Kitab al-Taysir fi-l-mudawat wa-al-tabdir o Libro que fa-
cilita el estudio de la terapéutica y la dieta conocido también como Libro de la simpli-
ficación o simplemente El Taisir. Escrito hacia el año 1146, este libro fue concebido
como manual de enseñanza y se compuso a petición de Abu-l-Walid Muhammad ibn
Ahmad ibn Muhammad ibn Rusd (Averroes) para que sirviera de complemento al Kitab
al-kulliyat al-Tibb o Libro de las generalidades de la medicina. Fue patrocinado por el
califa almohade Abd al-Mumin. Avenzoar muestra su interés especial por el régimen
alimenticio de los enfermos, la preparación farmacológica de los medicamentos en sus
diversas presentaciones, el instrumental médico o las aplicaciones de la al-himia o al-
quimia. Incluye un Tratado sobre las enfermedades de los riñones y sobre los cálculos
de vejiga, que si bien sigue a Galeno, lo critica basándose en su propia experiencia.89
88
Principalmente relacionadas con la otorrinolaringología. También proporcionó una serie de descrip-
ciones adecuadas de la meningitis, la tromboflebitis intracraneal y sobre algunos tumores.
89
Es en este manual, con mucha repercusión posterior en Europa, donde Avenzoar describe por primera
vez en la historia de la medicina los abscesos e inflamación del pericardio, los remedios para respirar y
alimentar, la traqueotomía, etc.
~ 46 ~
Avenzoar compuso otros escritos más, relacionados con las demás publicaciones de
los miembros de su familia y del ámbito médico en el que se desenvolvió su vida y su
profesión, incluida también la de odontólogo.
Avenzoar
~ 47 ~
PEREGRINANDO
A TIERRA SANTA
Peregrinando a Tierra Santa, por el camino, murió Eudes (Odón u Otón) II, duque de
Borgoña desde 1143, hijo de Hugo II el Pacífico y de Matilde de Turenne. Era el 27 de
septiembre cuando murió. Tenía 44 años de edad. Su peregrinación se debió a peniten-
cia impuesta por sus faltas.
Había estado como cruzado contra los moros en Portugal y rehusó prestar vasallaje a
Luis VII de Francia, a lo que le obligó el Papa Adriano IV. No hay que olvidar la muy
relevante importancia del ducado de Borgoña.90
En 1145 se casó con María de Blois, hija del conde Teobaldo de Blois y Champagne
(contrario a Luis VII de Francia) y de Matilde de Carintia. De esta unión nacieron: Ali-
cia (en 1146),91
Hugo (en 1148, que le sucede y hereda ahora como Hugo III, duque de
Borgoña) y Matilde.92
90
Coincidiendo más o menos con la Borgoña de la Francia actual.
91
Casada en 1164 con Arcimboldo VII de Borbón (muerto en 1169). La Casa de Borbón es una rama di-
nástica de los Capetos de Francia, la más antigua de las dinastías reales de Europa. Tuvo su origen, como
podemos recordar, en Hugo Capeto (938-993).
92
Casada con el conde Roberto IV de Auvernia.
~ 48 ~
REINO DE HUNGRÍA
Murió Géza II, rey de Hungría, estando para cumplir 32 años de edad y en el año
vigésimo primero de su reinado, aunque en realidad fue derrocado por su hermano La-
dislao en 1161, como enseguida contaremos, muriendo este hermano, Ladislao II, tam-
bién en este año 1162. Géza II era hijo de Bela II el Ciego (que reinó entre los años
1131-1141) y de su esposa Helena de Raska, una princesa serbia (muerta en 1146).93
Recibió sepultura en la habitual Székesfehérvár.94
Tras la muerte de Bela II, el pequeño Géza II tenía 11 años de edad, estando entonces
bajo la tutela de su tío (hermano de su madre) Belos Wukanowicz y de su madre He-
lena, viuda de Bela II. Belos y Helena gobernaron el reino de Hungría hasta que Géza II
alcanzó la mayoría de edad, en 1146. Fue el mismo año en el que Boris Kolomanovic,
un noble de Kiev, reclamó para sí el trono húngaro. Boris era hijo de la segunda es-
posa95
del rey Colomán de Hungría (1095-1116), esposa a la que Colomán, acusándola
de adulterio, repudió, estando embarazada de Boris, al que crió y educó en Kiev. Boris,
considerado bastardo, no tuvo reconocimiento alguno por parte de la familia real rei-
nante en Hungría como legítima en la persona de Géza II. Estando así las cosas, hubo
guerra, declarada por parte de Boris con el apoyo bizantino. Así, en 1146, Boris, con
tropas mercenarias germanas y austríacas, atacó a Géza II y ocupó la ciudad serbia de
Bratislava que en ese momento estaba en tierras fronterizas dentro del sur de Hungría.
Géza II no tardó en reaccionar y recuperó Bratislava, siendo armado caballero a raíz de
su conquista. Boris pudo escapar de allí con vida, mientras pedía ayuda al emperador
germano Conrado III, el cual, aunque le prometió auxilio, finalmente no le ayudó, por-
que no quería enemistarse con Hungría. Así lo sopesó el emperador. Pasó que, en 1147,
Conrado III, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y Luis VII, rey de Fran-
cia, involucrados en la segunda cruzada, movilizaron hacia Hungría un ejército conjunto
para asistir a Géza II. Conrado y Luis fueron muy bien recibidos por Géza, el cual invitó
a Luis VII a ser padrino en el bautizo de su hijo Esteban.96
Tras la segunda cruzada, que acabó fracasada en 1149, Géza II, tal como se lo había
propuesto, fundó en el año 1150 un hospital húngaro para asistencia de los peregrinos
encaminados a Jerusalén. Pocos años después, con la congregación encargada de esta
institución, que recibió una sede en la aldea de Szentkirály junto a la ciudad húngara de
93
De Géza II, un cronista anónimo del siglo XIV escribió: “El Señor miró hacia Hungría, y con su plena
fuerza le confirió un gran protector”.
94
Todo cuanto contamos aquí fue ocurriendo entre la primavera y el verano de este año 1162.
95
Eufemia de Kiev.
96
Esteban III, rey de Hungría, interrumpidamente, entre los años 1162-1163 y 1165-1172, como vere-
mos.
~ 49 ~
Estrigonia,97
se creó la Orden de San Esteban de Hungría, de caballeros hospitalarios
húngaros, en honor del rey San Esteban I de Hungría (997-1038).98
En el transcurso de su reinado, Géza II se enfrentó al Imperio Bizantino en varias oca-
siones, entre los años 1148-1155, logrando contener los ataques del emperador Manuel I
Comneno, que llegó a adentrarse hasta las orillas del Danubio. Consiguió o mantuvo
Géza II la libertad húngara frente a las presiones de Constantinopla mediante firmas de
paz en varios tratados.99
Con Occidente no iban mejor las cosas, sobre todo cuando a la
muerte de Conrado III accedió al trono germano su sobrino Federico I Barbarroja, cuyo
reinado respecto a Hungría comenzó con la exigencia de vasallaje. Géza II supo mante-
ner las debidas relaciones diplomáticas en todos los frentes de su reino, de modo que, a
fin de cuentas, pudo mantener una paz o equilibrio estable en Hungría hasta el final de
su reinado. Fruto de todo aquello, de aquel proceder, fue que, en 1158,100
los hermanos
de Géza II, Esteban101
y Ladislao,102
marcharan a Constantinopla como protegidos de
Manuel I Comneno, equivaliendo también lo de protegidos a controlados o en cierto
modo como rehenes, también para formarse culturalmente (no siendo esto despreciable
para los húngaros). Esto es lo que podemos contar de la política exterior de Géza II.
En cuanto a la política interna y de relación con el ámbito eclesiástico (o ámbito más
ampliamente de lo religioso), de Géza II se pueden contar cosas interesantes.
97
Actual Esztergom, al norte de Hungría.
98
Los orígenes de esta Orden hay que verlos en 1135, cuando una noble húngara llamada Petronila com-
pró una posesión residencial en Jerusalén que acondicionó para que sirviera de hospital. El tratado de
otorgamiento fue firmado, además de por los eclesiásticos y monjes húngaros, por el segundo Gran
Maestre de la Orden de Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Raymond du Puy. Hacia 1150,
el rey Géza II de Hungría y sus nobles, obtuvieron también una residencia en Jerusalén, la cual fue con-
fiada a religiosos hospitalarios para que atendieran en ella, como hospital, a los peregrinos que fueran
llegando a la Tierra Santa. Esta nueva comunidad de Jerusalén obtuvo también una sede en Hungría, en la
mencionada aldea de Szentkirály (que literalmente se traduce como Rey Santo) cerca de Estrigonia. Estos
terrenos fueron donados para la construcción del hospital principal de la nueva Orden Hospitalaria que se
conocería como de San Esteban de Hungría, llamándose estefanitas sus religiosos y caballeros.
En el conjunto del hospital húngaro no tardó en ser construida su iglesia, de tres naves, en 1156. Ori-
ginalmente se consideraba que este fue el primer recinto de los caballeros de San Juan en territorio hún-
garo. Sin embargo, investigaciones modernas han determinado que se trataba de una orden hospitalaria de
caballería totalmente nueva e independiente, aunque de dimensiones modestas para lo que fue habitual en
esos tiempos.
La Orden Hospitalaria Estefanita llegará a ser de cierta influencia en el reino húngaro durante los siglos
siguientes, siendo una de las instituciones organizativas más destacadas durante la Edad Media en Hun-
gría.
99
Tratados que se rompían de continuo, de modo que Esteban III tuvo que seguir soportando la guerra de
los bizantinos hacia Hungría.
100
Más o menos por esta fecha.
101
Futuro Esteban IV de Hungría (1162/63-1165).
102
De quien enseguida nos ocupamos como rey Ladislao II de Hungría y sucesor de Géza II.
~ 50 ~
No dejamos de contar que, durante su reinado, pasando por Hungría el viajero y es-
critor hispanomusulmán Abu Habid al-Gharnati (el Granadino),103
permaneciendo en
este reino durante unos años, se ocupó bastante en hacer sus comentarios escritos acerca
de los pechenegos y uzbecos, pueblos o tribus de religión islámica a los que Géza II
toleró en todo con tal de poder contar con ellos en la lucha y defensa contra el Imperio
Bizantino.
De todos modos, aunque llevó una política de tolerancia religiosa, Géza II dejaba
siempre bien claro que lo hacía por conveniencia, como por razones de estado, sin des-
cuidar nunca sus deberes como soberano cristiano y a tenor de ser un sucesor del santo
rey Esteban, manteniéndose cuanto podía cercano a las intenciones del Papa. Podemos
destacar que, contra el antipapa Víctor IV, reconoció como legítimo al Papa Alejando
III, renunció a toda irregularidad o conducta indebida en cuanto a nombramientos o in-
vestiduras eclesiásticas, y que en su reinado se fundó la primera iglesia y monasterio del
Císter en Hungría.
Teniendo en cuenta la descendencia de Géza II, casado en 1146 con la princesa Eu-
frosina de Kiev,104
a Géza II le sucede ahora su hijo primogénito Esteban como Esteban
III. Veremos el desenvolverse de este reinado y cuanto suceda al respecto, porque, de
momento, le usurpó el trono, a toda prisa, Ladislao II, su tío, hermano de Géza II, cosa
que ya había hecho también, apoyado por el emperador bizantino Manuel I Comneno,
con el propio Géza. Pero a Ladislao II, muerto también en este año 1162 (asesinado por
envenenamiento, con 31 años de edad), le duró poco su reinado. Lo contamos ahora.
Ladislao II, segundo de los hijos de Bela II el Ciego y de Helena de Raska, nació en
1131. Tras la muerte de su padre (año 1141), subió al trono húngaro, siendo coronado,
Géza II, su hermano mayor. Descontento por su situación de poder, Ladislao se alzó
contra su hermano Géza en 1160, y tras su fallido intento de apoderarse del control se
vio forzado a irse a Constantinopla, siendo allí protegido por el emperador Manuel I
Comneno, el mismo que le ayudó a apoderarse como usurpador del trono húngaro,
103
Durante su estancia en Hungría, hasta 1153, Abu Habid al-Gharnati narró la vida cotidiana de los hún-
garos, reinando Géza II. Entre sus anotaciones destacó la belleza de las mujeres húngaras, de blanquísima
piel, con ojos y cabellos oscuros; escribió también de las abundantes riquezas naturales y del oro en
Hungría; describió así mismo 78 ciudades húngaras y sus asentamientos o pueblos cercanos. Abu Hamid
también dejó sentado que incontables tribus de pechenegos y uzbecos vivían en el reino húngaro en sus
propios asentamientos, y que el rey Géza II les permitía la práctica libre de su culto islámico, a cambio de
que colaborasen en las guerras contra el Imperio Bizantino y concretamente contra Manuel I Comneno.
Abu Hamid dejó también escrito que, en no pocas ocasiones, los pechenegos fingían ser cristianos y prac-
ticaban la fe islámica en secreto o en privado, pero que los uzbecos no disimulaban nunca su fe islámica.
Por su tolerancia, Géza II no caía bien en la Santa Sede romana, que no veía en el rey húngaro el espíritu
de cruzada que animaba a los demás reyes cristianos occidentales. Sin embargo, el Papa (Eugenio III,
Anastasio IV, Adriano IV o Alejandro III) no podía oponerse demasiado al rey húngaro, dado que éste
luchaba contra los bizantinos, cosa que era pretendidamente querida en la Santa Sede.
104
Nacida en 1130, hija del Gran Príncipe Mstislav I de Kiev y de su segunda esposa, Liubava, noble de
Nóvgorod. De su matrimonio con Géza II nacieron varios hijos e hijas, entre ellos, sin que nos deten-
gamos en los demás, los reyes de Hungría Esteban III y Bela III.
~ 51 ~
echando del mismo a su sobrino Esteban III, hijo de Géza II, que ya había sido coro-
nado.
Aunque Ladislao II murió asesinado, el emperador bizantino Manuel I Comneno no se
resignó a ver reinando a Esteban III sino que impuso en el trono húngaro a Esteban IV,
tío de Esteban III y hermano de su padre Géza II. ¿Recuperará Esteban III el trono que,
por voluntad de Manuel I Comneno, le fue arrebatado por sus tíos Ladislao II y Esteban
IV? ¿Cómo se desenvolverá o se resolverá todo? Habrá que ver.
El rey Géza II de Hungría
~ 52 ~
BEJA (PORTUGAL)
La zona portuguesa (andalusí) de Beja fue pretendidamente atacada por tropas del rey
Alfonso I Enríquez en el contexto de la segunda cruzada, lográndose un gran avance en
1159, aunque todo quedó más bien en un intento. Pero en este año 1162, en otoño, una
campaña militar dirigida desde Santarém, en cabalgada sorpresa y con muchos merce-
narios de diversa procedencia, consiguió reconquistar Beja, a primeros de diciembre.105
Beja en la Edad Media
105
De todos modos, la reconquista cristiana de Beja, que continuó sometida a varios ataques victoriosos
para los musulmanes, no será definitiva hasta mucho más tarde, como tendremos ocasión de ir contando.
~ 53 ~
LEÓN.
COLEGIATA DE SAN
ISIDORO
Durante este año 1162, en un período de 6 ó 7 meses se escribió una copia de la Biblia
visigótica mozárabe del año 960, conservada en este lugar, pero siendo adaptadas las
miniaturas de entonces al estilo románico, apareciendo en las pinturas las vestimentas y
armas de estos tiempos. El soporte ha sido el de 617 hojas de pergamino traído de Fran-
cia por vía marítima, arrostrando grandes peligros un canónigo de la colegiata, tanto en
su adquisición como durante el trayecto de transporte.106
106
Ver Epílogo II (la ilustración de está página no corresponde a la mencionada Biblia).
~ 54 ~
~ 55 ~
Año 1163
~ 56 ~
CIRUELOS
En el monasterio cisterciense de Ciruelos,107
el 15 de marzo, como ahora contaremos,
murió el anciano abad Raimundo de Fitero,108
vocacionado para religioso desde pe-
queño.109
Como cisterciense empezó en Gascuña.110
Cuando la Orden del Císter planeó aden-
trarse y extenderse por España, Raimundo fue elegido prior del nuevo monasterio de
Niencebas,111
construido en terrenos cedidos para ello por Alfonso VII el Emperador
cuando dominó por estos territorios. Durando, con quien Raimundo había compartido
muchos avatares monásticos, era allí el abad y a su muerte le sucedió Raimundo, el cual,
tras un primer traslado del monasterio a Castellón, que pasó a llamarse Fitero, acabó es-
tableciéndose en el lugar llamado Castellón de Fitero,112
donde se construyó el mo-
107
Provincia de Toledo, cerca de Ocaña y al norte de la provincia con proximidad a la provincia de Ma-
drid.
108
Navarra. Fitero viene de Hitero, de hito, aludiendo a los mojones de lindes o fronteras, referidos a los
límites de la donación que, en 1150, hiciera Don Pedro Tizón a su mujer Doña Toda de Tudela, siendo
éstos los abuelos del futuro arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada, y siendo aquéllos los
territorios en los que se construyó el monasterio de Santa María la Real de Fitero, monasterio al que
seguirían otros más de la orden cisterciense.
109
No sabemos su edad al morir, pues se desconoce el año de su nacimiento, que pudo haber sido en la
localidad francesa y pirenaica de Saint Gaudens, en Tarazona (Zaragoza), en Tarragona o en Barcelona.
El primer dato biográfico del que disponemos es el de haber sido canónigo en Tarazona, reconquistada a
los musulmanes en 1120. Sabemos luego que fue abad y fundador del monasterio de Fitero, así como el
fundador de la Orden de Calatrava. Como Santo fue canonizado en 1719 por el Papa Clemente XI. Se
conmemora el 15 de marzo. Puede ser conocido como el San Bernardo de España.
Pudiera ser que Raimundo fuera hijo de alguno de los gloriosos conquistadores de Tarazona, llevando
así en sus genes los deseos de reconquistar las tierras ocupadas por los moros, aunque su vocación y ten-
dencia desde niño era monacal.
110
En los límites de Gascuña como gran región francesa se aglutinaron varios feudos que fueron varian-
do mucho a lo largo de la historia, formando parte sucesivamente de Aquitania y Novempopulania (de los
nueve pueblos: tarbelos, auscos, begerriones, convenes, consoranos, lactorates, elusates, vasates y boyos),
el ducado de Vasconia (País Vasco, tanto francés como español) y el más extenso ducado de Aquitania.
Se considera que Gascuña fue una gran entidad histórica y cultural, entre el río Garona (que transcurre
por el sur de Francia desde su nacimiento en el valle de Arán, en la provincia de Lérida) y el Océano
Atlántico, por el golfo de Vizcaya.
111
La riojana Alfaro, localidad que había conquistado el rey Alfonso I el Batallador de Aragón, el cual
hizo desde aquí un recordado reparto de las aguas del Ebro.
112
En tierras navarras fronterizas con las riojanas o tierras comprendidas en La Rioja de Navarra. En
1148 asistió Raimundo de Fitero como abad al Capítulo General de la Orden del Císter. En dicho Ca-
pítulo estuvo presente el Papa Eugenio III, que también era cisterciense.
~ 57 ~
nasterio cisterciense de Santa María la Real de Fitero, como ya contábamos también
más atrás.113
Cuando murió Alfonso VII (año 1158), Raimundo fue a Toledo, para que el nuevo
rey, Sancho III de Castilla, confirmara los privilegios que su padre había concedido al
monasterio. Allí se percató, con su monje acompañante Diego Velázquez, que los al-
mohades estaban preparándose para una gran ofensiva que ciertamente inquietaba al rey
castellano, sobre todo porque los musulmanes no olvidaban la posibilidad de recuperar
Toledo. Era tal la preocupación del rey Sancho III, reunido en Toledo con los más des-
tacados de su reino, que concedía la plaza de Calatrava, con su fortaleza que habían
abandonado los templarios, a quien se comprometiera a defenderla y a proteger desde
allí a Castilla. Viendo poca o ninguna disposición por parte de nadie para hacerse cargo
de aquello que tanto deseaba el rey, Raimundo se hizo cargo de aquella tarea, agluti-
nando en torno a sí un ejército que detuvo con éxito cristiano a los almohades, tras lo
cual se decidió fundar una Orden de Caballería que dio en llamarse Orden de Calatrava,
organizándose al modo regular cisterciense. De momento, Raimundo fue nombrado pri-
mer Gran Maestre y trasladó a Calatrava, erigido allí un monasterio, a buena parte de
sus monjes de Fitero.
La nueva fundación, de la Orden de Calatrava,114
se originó como sigue. El monje
Diego Velásquez, hombre de ilustre linaje, burgalés de Bureba, amado y muy estimado
guerrero de Alfonso VII el Emperador, pues había sido guerrero antes que monje, gran
amigo de infancia del nuevo rey castellano Sancho III, no se quitaba de la cabeza la
preocupación del soberano ante los previsibles ataques almohades. No pudo dormir.
Toledo, y con Toledo la cristiandad hispana, corría gran peligro. Tuvo grandes pesa-
dillas, hasta que no pudo más y, levantándose, se dirigió a donde dormía el abad Rai-
mundo, despertándole en actitud despavorida y a voces: “¡Santo padre Raimundo –le
gritó–, vamos a la guerra!”. Raimundo intentó por todos los medios tranquilizarle, di-
ciéndole con ternura amorosa de santo religioso: “Hijo, nuestra verdadera guerra como
monjes no está en alterarse por ahí sino en guardar quietud, soledad y silencio en los
claustros, haciendo penitencia, llorando por nuestros propios pecados y por los del
pueblo de Dios”. Pero Diego sentía hervir dentro de sí su fuego de caballero guerrero
que no se había apagado. Finalmente, Raimundo fue el convencido y Diego el convin-
113
Consagró la iglesia monástica, en el conjunto de sus otras dependencias, el santo obispo riojano, de
Calahorra, Sancho de Funes. Como Santo, mártir en el riojano Monte Laturce o collado de Clavijo (año
1146), se conmemora el 5 de septiembre. Podemos destacar de su vida cómo contribuyó a la paz entre los
reinos de Castilla y de Navarra en 1140.
114
Actualmente sólo nobiliaria honorífica. Confiscados los bienes de la Orden por disposición de José I
en 1808, fueron restituidos en 1814 por Fernando VII, para finalmente acabar secularizados en 1855 por
el ministro de Hacienda Pascual Madoz. La Primera República Española (1873-1874) suprimió la Orden,
aunque la restableció la Santa Sede en 1875, siendo Papa Pío IX, con encargo pontificio de regular la
disciplina interna de sus miembros, hasta que éstos propiamente desaparecieron o se extinguieron como
tales.
Hasta su desaparición, los cargos o dignidades de la Orden de Calatrava, por jerarquía, eran: Maestre,
Comendadores (según las encomiendas de los respectivos reinos, de Castilla y de Aragón), clavero o
guardián y lugarteniente del maestre, prior, sacristán y obrero mayor o encargado de las construcciones.
~ 58 ~
cente. Había que ponerse manos a la obra de defender España y de construirla de nuevo
desde sus verdaderos cimientos cristianos. Se juntaron para ello un héroe y un santo, te-
niendo ambos mucho de las dos cosas. Juntos se ofrecieron a Dios y actuaron en conse-
cuencia, ofreciéndose también a su acción en la historia. Ya se ocuparía Dios de propor-
cionar los medios, puesto que era buena y de urgencia la causa a la que entregarse.
Raimundo predicó una cruzada en Toledo. Se organizó el ejército, se detuvo el avance
musulmán y Calatrava, perdida por Alfonso VII en 1147, pasó a ser la cuna de la nueva
Orden de Caballería que lleva su nombre. Ante el numeroso ejército cruzado, los almo-
hades no tuvieron más remedio que replegarse por donde mismo habían acudido regre-
sando al sur andalusí. Los cortesanos y nobles castellanos, que antes se había burlado de
Ramiro y de Diego, tildándolos de aventureros más o menos imprudentes, acabaron re-
conociendo que tenían toda la razón para organizar lo que organizaron. Ahora se enor-
gullecían y se envalentonaban por su heroísmo. Y con el abad Raimundo y el monje
Diego acompañaron en los cánticos y salmos de acción de gracias, porque “fue un
triunfo lo que parecía locura, como a Dios le plugo”.
El santo ejemplo del abad Raimundo y la conciencia del valor de Diego Velázquez
movieron al rey Sancho III, en Almazán,115
a expresarse así: “Yo, el rey Don Sancho,
por la gracia de Dios, hijo del ilustre Emperador de las Españas, de buena memoria,
por inspiración divina, hago carta de donación y texto de escritura para siempre, vale-
dero a Dios, y a la bienaventurada Virgen María, y a la Santa Congregación del Císter,
y a vos Don Raimundo, abad de Santa María de Fitero, y a todos vuestros frailes, así
presentes como futuros, de la villa que se llama Calatrava, para que la tengáis y po-
seáis, libre y pacífica, por juro de heredad, de ahora para siempre, y la defendáis de los
paganos enemigos de la Cruz de Cristo, con su favor y nuestro...”. Fecha la carta en
Almazán en la era de mil y ciento y noventa y seis (año 1158), “en el mes de enero del
año en que murió el famosísimo señor don Alfonso Emperador de las Españas. Yo, el
rey Don Sancho, rubrico y confirmo con mi propio sello esta carta, que yo mandé es-
cribir”.
Con muchos caballeros, convertidos a la vez en monjes y guerreros, se formó la nueva
Orden de Calatrava, siendo “leones en tiempo de guerra, corderos en tiempo de paz”.
El Papa Alejandro III acabó confirmando La Orden de Calatrava, que se consolidaba
firme y disciplinada, piadosa y guerrera a la vez.116
115
Provincia de Soria.
116
Cuenta la tradición que el santo abad Raimundo solicitó al rey Sancho III de Castilla que le propor-
cionara una imagen de la Virgen. El rey se la proporcionó, bajo la advocación de Nuestra Señora de los
Remedios. Era una imagen que ya se veneraba en Toledo y que con San Raimundo de Fitero fue aún más
venerada cuando el santo abad la hizo llegar a Fitero, donde, como Patrona del lugar, se le canta:
En Toledo venerada
fuiste algún tiempo Señora
y en Fitero sois ahora
de todos Madre aclamada.
Pues sois imán verdadero
que roba los corazones
~ 59 ~
Esta fue la destacada obra de Raimundo de Fitero, el santo abad ahora muerto en su
retiro de Ciruelos. Pudo entonar el Nunc dimittis y exclamar como San Pablo: Cursum
consummavi. Tras cinco años de abad de Calatrava, “haciendo igual guerra a los ene-
migos de la cruz, a los demonios cantando en el coro y a los infieles peleando en el
campo”. En Ciruelos117
fue su victoria definitiva, la de la gloria eterna.118
Iremos
viendo el desenvolverse de la Orden de Calatrava a través de la historia.
colmadnos de bendiciones
¡oh Patrona de Fitero!
Cuenta también la tradición que el rey Sancho III fue testigo de la vida de aquellos monjes-soldados o
soldados monjes: “Hallóse en Calatrava un día que se ofreció rebato de moros. Vio la prisa y ánimo con
que los monjes y caballeros salían al enemigo, y vio a los mismos, después de recogidos, en el coro a
completas, las manos cruzadas, los ojos en tierra, cantando las divinas alabanzas con notable espíritu.
Admirado de tal mudanza, dijo el rey al abad: „Paréceme, padre, que el son de las trompetas hace a
vuestros súbditos lobos, y el de las campanas corderos‟. „Será, –respondió el santo abad– porque aqué-
llas [las trompetas] los llaman para resistir a los enemigos de Cristo y vuestros, y éstas [las campanas]
para alabarle y rogar por vos‟”.
Don Rodrigo Jiménez de Rada escribió de los caballeros de Calatrava: “Su multiplicación es la corona
del príncipe. Los que alaban al Señor con salmos se ciñeron espada, y orando gemían para la defensa de
la patria. Su comida es tenue y ligera: su vestido la aspereza de la lana. La continua disciplina los
prueba, la guarda del silencio los acompaña, el frecuente arrodillarse los humilla, la vigilia de noche los
quebranta, la oración devota los enseña, y el continuo trabajo los ejercita”.
Para nuestra mentalidad actual puede parecer impropio de un cristiano y de un santo todo eso, pero no
seamos anacrónicos o jueces de lo que en otros tiempos se comprendió y se emprendió.
La aprobación o confirmación de la Orden de Calatrava por parte del Papa Alejando III fue por su bula
del 25 de septiembre de 1164 a más de un año después de la muerte de San Raimundo de Fitero.
117
¿Por qué en Ciruelos? La respuesta es ésta: Como el compromiso de defender Calatrava se mantenía,
pero los caballeros de Calatrava empezaron a mostrar sus reticencias y oposición a tener como superior a
un abad, por mucho que ostentara el cargo de Gran Maestre, decidieron deshacerse de él y elegir un
maestre caballero propiamente dicho. De este modo, el verdadero y neto primer Gran Maestre de la Orden
de Calatrava fue Don García, concediéndosele regla y autoridad. No se sabe mucho de este Don García.
Raimundo y sus monjes se retiraron entonces a la nueva fundación cisterciense de Ciruelos. La regla de
Calatrava se remodeló apropiada a la del Císter para caballeros laicos, por supuesto con las obligaciones o
consejos evangélicos de los tres votos (pobreza, castidad y obediencia), de guardar silencio y recogi-
miento en el dormitorio, en el refectorio y en la iglesia u oratorio; tendrían que ayunar cuatro días a la
semana, dormir con la armadura puesta y llevar como única vestimenta el hábito blanco cisterciense con
una sencilla cruz negra flordelisada (fue roja a partir del siglo XIV): cruz griega con flores de lis en las
puntas (en el siglo XVI se configuró en su forma definitiva o como actualmente se conoce).
118
En la Crónica General de Alfonso X el Sabio se cuenta que “enterráronle en dicha villa [de Ciruelos]
y allí face Dios milagros por él”. En 1471 fue trasladado al monasterio toledano de Monte Sión, que-
dando definitivamente en sepulcro rico y curiosamente armonioso, mandado construir en 1570 por el abad
de Fitero, el venerable fray Marcos de Villalba. En la sepultura se lee esta inscripción: “Aquí yace el
bienaventurado fray Raimundo, monje de esta orden, primer abad de Fitero, por quien Dios ha hecho
muchos milagros; el cual, de licencia del rey Sancho el Deseado, defendió a Calatrava de los moros, e
instituyó en ella la Orden Militar de Calatrava. Murió el año mil ciento sesenta y tres: se trasladó aquí,
el año mil quinientos noventa”. Actualmente, desde la exclaustración y desamortización del siglo XIX,
los restos de San Raimundo de Fitero están en la catedral de Toledo, en preciosa urna sobre la que cam-
pea victoriosa la cruz de Calatrava.
~ 60 ~
San Raimundo de Fitero
~ 61 ~
Salé (NORTE DE ÁFRICA)
En la costera Salé, al norte de África,119
murió el califa almohade Abd al-Mumin, a
los 69 años de edad, en mayo de este año 1163, a causa de grave enfermedad.120
Su
cadáver fue llevado desde Salé a Tinmal, donde fue enterrado con todos los honores
cerca de la tumba de Ibn Tumart.
Su tribu bereber, forzada a permanecer en las montañas del Atlas cuando Abd al-Mu-
min era pequeño, entró pronto en conflicto con los almorávides. Allí, en 1117, Abd al-
Mumin destacó como uno de los mejores discípulos de Ibn Tumart, del que ya sabemos
que inició el movimiento religioso almohade. Intencionadamente ortodoxo y desconten-
to con la fe débil, según ellos, de muchos musulmanes, destacaron en ello muy particu-
larmente los de la Península Ibérica o Al-Ándalus. Puede decirse que Ibn Tumart delegó
en Abd al-Mumin todo su poder e influencia. Abd al-Mumin lo asumió a partir de 1128,
año de la muerte de Ibn Tumart, derrotado por los almorávides, contra los que se encen-
dió aún más su celo religioso para convertirlo del todo en militar. Abd al-Mumin fue
capaz de mantener en secreto la muerte de Ibn Tumart durante dos años, hasta que dio
por bien establecido y sólido su poder.
En 1130, afianzado ya como jefe almohade indiscutible, organizó una poderosa fuerza
militar. Con ella conquistó sucesivamente a los almorávides Tremecén, Fez y la capital,
Marrakech, en 1146.121
Llevó a cabo una decidida política unificadora y expansionista,
desbaratando las taifas y aglutinando como Imperio toda la digresión islámica según pu-
do. De este modo, en poco más de tres décadas, los almohades lograron forjar un domi-
119
Actual Marruecos, en la costa atlántica, orilla norte de la desembocadura del río Regreb, que la separa
de Rabat, aunque Salé fue en realidad el origen fundacional de Rabat. Salé poseía buen puerto marítimo y
comercial con Europa, uniendo la ruta entre Fez y Marrakech.
120
Había nacido en Nedroma, actualmente en Argelia. Durante su califato favoreció a poetas y eruditos
como Ibn Tufail (en Granada) y Averroes (cortesano en los principales centros del Imperio Almohade).
121
Tremecén es actualmente argelina; Fez y Marrakech son marroquíes. La caída de Tánger y de Ceuta
en mayo-junio de 1148 completó la conquista almohade de Marruecos.
Las conquistas almohades fueron brutales en masacres y persecuciones de la población civil. Dicha bru-
talidad la denunció posteriormente el famoso jurista Ibn Taymiyya (1263-1328), quien acusó a los almo-
hades de haber dado muerte a miles de musulmanes y convertido en esclavos a muchísimos otros.
Hubo numerosas revueltas de tribus y ciudades que provocaban repetidas represalias militares inme-
diatas. También se fue produciendo una feroz purga dentro de las mismas filas almohades. Abd al-Mumin
lo indagaba todo mediante su propia Inquisición (i tiraf), averiguando quiénes era en verdad sus segui-
dores y quiénes no (perseguidos como herejes y desleales). Sobre todo lo hizo entre los años 1149-1150.
Los jeques almohades fueron disponiendo de listas sobre personas y tribus rebeldes o desafectas a eli-
minar.
Parece ser que los ejecutados fueron muchos miles (más de 32.000), de modo que sólo mediante purga
y terror vino la paz de los almohades, eliminándose así las divergencias y los desacuerdos, forzando al
expansionismo.
~ 62 ~
nio imperial abarcando desde Santarém122
hasta Trípoli,123
con todo el norte de África y
el sur de la Península Ibérica o Al-Ándalus.
No lo tuvo fácil, sin embargo, frente a las revueltas y dominio de los muladíes y cris-
tianos del sureste andalusí bajo el mando y la dirección de Muhammad ibn Mardanis (el
conocido como rey Lobo o López por los cristianos en toda la Península).
En su momento reconoció a su hijo Abu Yaqub Yusuf (ahora con 28 años de edad)
como heredero. Padre e hijo estaban últimamente muy empeñados y atareados fortifi-
cando Salé, llamándola como fortaleza Ribat al-Fath (Campamento de la Victoria), con
el objetivo de preparar desde allí la gran flota que invada definitivamente la Península
Ibérica, para que sea toda ella, según sus pretensiones, la gran Al-Ándalus almohade. Es
lo que piensa hacer el nuevo califa Abu Yaqub Yusuf I, sucesor de su difunto padre Abd
al-Mumin.
Los almohades empezaron a relacionarse políticamente con la Península Ibérica desde
1145, año y medio antes más o menos de que acabaran con la dinastía almorávide en
Marrakech, cuando aún andaban parapetados como movimiento religioso en el territorio
montañoso del Atlas, concretamente en Tinmal, desde 1124, con mucha ascendencia e
influencia magrebí. Desde allí los almohades se fueron haciendo eco de la que sentían
como una llamada desde Al-Ándalus. Y conjugaron esa llamada con sus deseos de
expansión yihadista o de guerra santa,124
unos deseos como mesiánicos para la unifica-
ción del Occidente según el Islam, a sabiendas de que los almorávides habían perdido
ya mucho dominio más allá de Gibraltar. Los almohades parten de dominar mayor
extensión africana y con una política religiosa y militar muy unida y fortalecida según
ellos, siéndolo de hecho objetivamente. En efecto, con más cohesión doctrinal que los
almorávides, intensificaron su alcance político con el título califal.125
La presencia activa de los almohades en la Península Ibérica había comenzado en
1145, inmediatamente después de la conquista de Tremecén y del fallecimiento del emir
almorávide (Tasufin ibn Alí), como consecuencia lógica del hecho de que Al-Ándalus
formaba parte del Imperio Almorávide, porque los almorávides habían sido aceptados
como gobernantes mientras cumplieron con la defensa del territorio musulmán contra
los cristianos.
Pero la pérdida de Zaragoza, conquistada por los cristianos de Alfonso I el Batallador
de Aragón con sus aliados, a los almorávides, en 1118, supuso una gran conmoción en
el mundo islámico y un considerable debilitamiento del poder almorávide. Este debilita-
miento tuvo una reacción almohade, con preparación de tropas de este emergente impe-
122
Portugal.
123
Libia.
124
Justificada también por la presencia y ataques cristianos desde el reino de Sicilia, del rey Roger II so-
bre la Ifriqiya tunecina.
125
De hecho, el Imperio Almohade será más fuerte y duradero que el de los almorávides. Ya lo iremos
viendo.
~ 63 ~
rio en el norte de África.126
De otra parte, en septiembre de 1125, Alfonso I el Bata-
llador, sin encontrar resistencia durante meses, pudo penetrar con sus tropas en los te-
rritorios de Granada y Córdoba, llevándose consigo a muchos mozárabes. Y en 1133, la
milicia de Toledo llegó hasta las puertas de Sevilla y mató al gobernador musulmán.
Aunque los almorávides todavía tenían capacidad de reacción (Alí ibn Yusuf pudo
traspasar el Tajo y derrotar a los aragoneses en Fraga, en 1134), entre 1140 y 1150 no se
constató ya sino el declive del que fue su Imperio, mientras se afianzaban cada vez más
los almohades sobre todo en el norte de África. Como la política fiscal y tributaria de
los almorávides era cada vez más abusiva en Al-Ándalus, los andalusíes mostraban su
creciente oposición a ellos. Se fueron dando muchas revueltas y rebeliones contra los
almorávides, encabezadas por los descontentos hispanomusulmanes. Ya fuimos contan-
do algunas de esas rebeliones, como las de Ibn Qasi, descendiente de cristianos que en-
cendió en revueltas lugares como Silves, Beja, Mértola y Niebla, en el suroeste de Al-
Ándalus. Los sublevados llegaron hasta Sevilla, donde el comandante almorávide Yah-
ya ibn Alí ibn Ganiya pudo detenerlos. Pero éste no pudo acabar con la rebelión de Ibn
Qasi, pues se vio obligado a ocuparse de otra rebelión, la del caíd Ibn Hamdin en Cór-
doba (año 1145). Otros caídes, (generalmente miembros de familias poderosas) se rebe-
laron en Málaga, Jaén, Granada y Valencia. A pesar de que estos caídes gobernantes pa-
recen haber gozado del apoyo popular, no consiguieron crear ejércitos estables y efecti-
vos, siendo por tanto efímera su autoridad.
En varios casos, aquellos caídes fueron sustituidos por jefes militares andalusíes, co-
mo ocurrió en Valencia. Sayf al-Dawla ibn Hud, hijo del último soberano hudí de Za-
ragoza, a quien los castellanos habían dejado al mando del castillo de Rueda,127
decidió
intervenir en los asuntos andalusíes con el apoyo de Alfonso VII, apoderándose de
Córdoba en la primavera de 1145, pero no pudo mantenerse allí porque la población le
fue hostil.
Sayf al-Dawla ibn Hud se dirigió entonces a las tierras levantinas, donde pudo apode-
rarse de Valencia y Murcia (enero de 1146), proclamándose nada menos que “Emir de
los creyentes” y adoptando el título de Al-Mustansir, hasta que en febrero fue derrotado
y muerto por los cristianos. Ibn Mardanis corrió mejor suerte y, como queda dicho ante-
riormente, supuso gran resistencia a los almohades.128
Mientras tanto, disensiones internas en su movimiento de rebeliones llevaron a Ibn
Qasi a pedir ayuda a los almohades, lo cual explica que la primera región de Al-Ándalus
en sucumbir a los almohades fuese la occidental. En septiembre de 1145, Ibn Qasi mar-
chó a Marrakech y en 1146 estaba de vuelta en el Algarve con apoyo almohade. En ese
mismo año el almirante almorávide Ibn Maymun se pasó a Abd al-Mumin y en la mez-
quita de Cádiz se nombró a los almohades en el sermón del viernes. En el año 1147, un
126
En Marruecos.
127
Rueda de Jalón (Zaragoza).
128
Reinará en Murcia y su entorno hasta su muerte, en 1172.
~ 64 ~
ejército almohade conquistó las ciudades de Jerez, Niebla, Silves, Beja, Badajoz, Mér-
tola y finalmente Sevilla.
Ibn Qasi, sin embargo, aprovechando que los almohades norteafricanos tenían que ha-
cer frente a una revuelta de allí, la del Madhi129
Al-Massi (año 1148), quiso independi-
zarse en Silves de quienes le habían ayudado y empezó a negociar con los cristianos,
por lo cual algunos de sus partidarios lo asesinaron en 1151. Silves fue completamente
recuperada por los almohades. Pero el avance cristiano continuaba por el norte penin-
sular, siendo conquistadas las últimas fortalezas musulmanas que quedaban como tales
en el valle del Ebro. Tortosa fue conquistada por los cristianos en 1148, Lérida y Fraga
en 1149.
Podemos recordar también la conquista cristiana de Almería en 1147 a manos de Al-
fonso VII con el apoyo aragonés-catalán y navarro (de Ramón Berenguer IV y de Gar-
cía Ramírez) además de con aliados genoveses mediante flota. Almería fue cristiana du-
rante una década, hasta que cayó en manos de los almohades en 1157. En 1155, el re-
ducto almorávide de Granada pasó también a manos de los almohades. Así pues, la pe-
netración de los almohades por el este peninsular fue bastante después que por el oeste.
Al tener que hacer frente a la amenaza almohade, Ibn Mardanis buscó aliarse con
Castilla, reino del que obtuvo tropas y bastante ayuda militar. Pero este acuerdo con los
cristianos favoreció una feroz propaganda de los almohades en su contra, deslegitimán-
dole como gobernante musulmán al estar apoyado por los infieles. Por otro lado, nume-
rosos sabios religiosos que por su moderación rechazaban el proyecto religioso almo-
hade buscaron refugio en los dominios de Ibn Mardanis. La conquista cristiana de Al-
mería dejó clara la ventajosa fuerza política de la cristiandad cuando actuaba de manera
aliada.
Lo mismo se demostró en la zona occidental, donde Alfonso I Enríquez conquistó
Santarém (marzo de 1147) y luego Lisboa (el 24 de octubre de ese mismo año), con la
ayuda esta vez de cruzados europeos (de Colonia, Flandes e Inglaterra) que se dirigían a
Tierra Santa en barcos.130
En noviembre de 1160, Abd al-Mumin decidió cruzar el Estrecho, estableciéndose en
Gibraltar, donde ya el año anterior habían empezado las obras para instalarse allí y en
Al-Ándalus lo mejor posible pero decididamente. Abd al-Mumin pasó allí dos meses
invernales (tiempo en el que muchos poetas andalusíes le dedicaron panegíricos). Luego
envió su ejército contra Jaén, en la zona donde las tropas de Ibn Mardanis y su suegro
Ibn Hamusk, dueños del territorio, habían puesto en grave aprieto a los almohades ante-
riormente.
129
Profeta, Guía, Enviado.
130
Fue éste el único éxito de la segunda cruzada y hay que decir que ni Santarém y Lisboa por el oeste, ni
las fortalezas del valle del Ebro por el este dejarían ya de ser cristianas, de modo que podemos constatar
que en esos años de la segunda cruzada los musulmanes perdieron para siempre varios y valiosos terri-
torios, ciertamente estratégicos en la Península Ibérica. Los almohades no se harían ya con esos territo-
rios.
~ 65 ~
Abd al-Mumin se volvió a sus dominios africanos a comienzos del 1162, tras haber
confirmado a su hijo Abu Yaqub Yusuf como gobernador de Sevilla, prometiendo en-
viar refuerzos. En 1161 hizo distribuir una circular por la que condenaba a muerte a
quienes no cumpliesen con el ritual de la oración islámica las cinco veces preceptivas al
día o dejaran la obligación de pagar el impuesto zakat.
Abd al-Mumin fue concentrando sus tropas en Salé-Rabat en 1150 para hacer gran
campaña militar en Al-Ándalus, uniéndose a las tropas almohades que acababan de arre-
batarle Granada a Ibn Hasmusk.131
Abd al-Mumín soñó con que Córdoba volviera a ser
la capital de un engrandecido Al-Ándalus.
Abd al-Mumin mantuvo Marrakech como capital de su Imperio, igual que había sido
antes la capital del Imperio Almorávide. Abd al-Mumin residió en el mismo palacio que
había sido de los almorávides, rodeándolo de un gran jardín con gran arboleda y con
muchas fuentes. Marrakech se ajardinó también, con muchos árboles frutales. El refor-
mismo religioso almohade se manifestó visiblemente mediante la purificación y reorien-
tación de las mezquitas, en una nueva llamada a la oración y en unas nuevas monedas
en las que predominaba la forma cuadrada, mencionándose en ellas a Dios, a Muham-
mad y al Madhi (Ibn Tumart).
Las profesiones de fe escritas por el Madhi hay que aprenderlas y memorizarlas (así lo
deja establecido Abd al-Mumin). El Madhi había propugnado la reforma moral de la co-
munidad musulmana mediante el retorno a las fuentes de la Revelación, razón por la
cual se apoyó en el estudio del Corán y de la Tradición del Profeta y en el esfuerzo de
reflexión individual sobre dichas fuentes, criticándose el recurso a la autoridades sur-
gidas con posterioridad a la “edad de oro del Islam”, que no es otra en la mentalidad
creyente de los almohades que la de los tiempos del Profeta y de sus cercanos y con-
temporáneos compañeros.
A Abd al-Mumin se le debe también el establecimiento de una administración califal
eficiente y compleja, basada en parte en la organización del movimiento creado por Ibn
Tumart. Los talaba eran funcionarios adictos al régimen, encargados de la difusión de la
doctrina almohade, que actuaban como predicadores y directores de la oración en las
mezquitas; participaban también en las expediciones militares y en la administración es-
tatal. Muchos de ellos eran bereberes (contrariamente a lo que había ocurrido bajo los
almorávides, cuando el mundo del saber religioso había estado en manos de los anda-
lusíes) y utilizaban a menudo la lengua bereber como lengua de instrucción. Por lo que
se refiere a la estructura jerárquica del movimiento, Abd al-Mumin eliminó los Conse-
jos de los Diez y de los Cincuenta e introdujo importantes cambios: en primer lugar,
situó a los almohades de la primera época (los que se habían unido al movimiento antes
de la batalla de Marrakech de 1129) y en segundo lugar a aquellos que se habían unido
entre 1129-1145 (fecha de la conquista de Orán); en tercer lugar venía el resto.
Los jeques almohades se vieron debilitados cuando Abd al-Mumin nombró goberna-
dores a sus propios hijos (en los años 1152-1156), aunque algunos de los jeques almo-
hades continuaron actuando como consejeros de esos gobernadores y obteniendo otros
131
Ibn Hasmusk había conquistado Granada con la ayuda de su yerno Ibn Mardanis y los aliados cris-
tianos de la Península.
~ 66 ~
puestos oficiales relevantes que comportaban importantes prebendas y privilegios. En
las filas almohades no abundaban en esta primera época quienes pudieran hacerse cargo
de funciones cancillerescas como la correspondencia oficial, para la que se requería una
excelente formación tanto en la lengua como en la “bellas letras” árabes tan dadas a las
excelencias caligráficas, por lo que no ha de extrañar que hasta muy avanzado el rei-
nado de Abd al-Mumin el cargo de visir fuera ocupado por un andalusí, precisamente
por Ibn Atiyya, quien no solamente había trabajado con anterioridad para los almorávi-
des sino que además estaba casado con una princesa almorávide. Este visir no cayó en
desgracia hasta el año 1158, cuando desde ese momento el visirato será ejercido casi
exclusivamente por miembros de la familia reinante (a los que se daba el apelativo de
sayyid).132
Por lo que se refiere a su relación con los dimmíes, Abd al-Mumin abolió el estatus
que les permitía mantener su religión judía o cristiana a cambio de sometimiento al go-
bierno musulmán. Sobre los no musulmanes se impuso la intolerancia almohade. En un
proceso que se había agudizado ya en época almorávide, las comunidades cristianas
desaparecieron casi por completo del territorio almohade y tuvieron que desplazarse.
Muchos judíos tuvieron que emigrar a territorio cristiano, o bien a otras regiones del
mundo islámico. A los judíos a los que se había obligado a convertirse al Islam se les
obligó también a vestirse de manera diferente a la de los “musulmanes viejos”.
Si los miembros fundadores del movimiento almohade que todavía vivían pensaban
que la dirección no debía quedar restringida a la familia de ninguno de ello, Abd al-
Mumin puso fin a las expectativas sucesorias cuando entre los años 1154-1156 fue
declarando la proclamación de su hijo Muhammad como heredero y sucesor.133
Era Abd al-Mumin de cincuenta y tantos años entonces y tenía 14 hijos varones. La
proclamación del heredero se hizo finalmente en Salé, no precisamente en Marrakech la
capital. Se hizo estando rodeado el califa de su ejército más leal y numeroso. Quedó así
establecida la dinastía muminí, pero igual quedaba establecido también un fondo de po-
sibles rebeliones por parte de quienes pensaban que el ideal original se había traicio-
nado. Y no eran pocos, aunque lo disimularan, quienes así pensaban.
Abd al Mumin se había casado con Zaynab, hija de Abu Imran Musa al-Darir, miem-
bro del Consejo de los Cincuenta de Ibn Tumart. Zaynab fue la madre de quien acabó
siendo heredero y sucesor de Abd al-Mumin, Yusuf I, como ya anteriormente adelantá-
bamos, pues su hermano mayor Muhammad reino muy poco tiempo (45 días), siendo
destronado. Así pues, por un golpe de mano del visir Abu al-Ala ibn Jami, su hijo Abu
Yaqub Yusuf, hasta ahora gobernador de Sevilla y que no es el heredero designado, se
convierte en el tercero de los califas almohades,134
enfrentado a sus hermanos, entre 132
Éstos fueron los cuatro principales visires de Abd al-Mumin: Abu Jafar ibn Atiyya (1146-1157), Abu
as-Salam al-Kumi (1157-1158), Abu Hafs ibn Abd al-Mumin (1158-1160) y Abu al-Ala ibn Jami (1160-
1163).
133
La tardanza en hacerlo es prueba de que la monarquía hereditaria no estaba prevista en los orígenes
del movimiento almohade, consistente en una oligarquía teocrática.
134
Lo será hasta 1184.
~ 67 ~
ellos Uthman ibn Abd al-Mumin, gobernador de Córdoba, porque, entre otras cosas,
Yusuf I traslada la capital andalusí de los almohades a Sevilla (hasta ahora era Córdoba)
y nombra médico de cámara y visir al hispanoárabe, de Guadix,135
Muhammad ibn Abd
al-Malik ibn Muhammad ibn Muhammad ibn Tufayl al-Qaysi (Ibn Tufayl),136
que deja
su trabajo como médico en Sidi Abu Said de Tunicia.
Ya iremos viendo el desenvolverse del reinado califal e imperial de Abu Yaqub Yusuf
I, quien de momento detiene la campaña militar tan proyectada por su padre sobre Al-
Ándalus. Pero insistimos en que no era su sucesión la que cabía esperar.
Desde las iniciales bases tribales del movimiento almohade, parece que, de algún mo-
do, se había establecido que Umar Inti, del grupo de los Diez y uno de los más antiguos
compañeros del Madhi Ibn Tumart, sería el sucesor de Abd al-Mumin, pero el cambio
de derrotero introducido por Abd al-Mumin, desde las estructuras originales a la crea-
ción de su propia dinastía, llevaron a la renuncia más o menos forzada de Inti a la su-
cesión.
Que Abd al Mumin, en 1155, designara heredero a su hijo primogénito Muhammad
demuestra que entendió como dinástico el califato almohade, logrado como Imperio a
fuerza de energía y estrategias diplomáticas y militares no menos que desde el terror.
No sabemos cómo fue llamado a sucederle su hijo Abu Yaqub Yusuf, que destacaba en
Al-Ándalus como gobernador de Sevilla y es muy culto, siendo desplazado del trono su
hermano primogénito Muhammad.137
135
Provincia de Granada.
136
Lo será hasta 1184.
137
Según las fuentes, parece ser que Muhammad no resultaba digno, entre otras cosas por su frecuente
ebriedad, siendo frívolo y falto de criterios.
~ 68 ~
ORTEGA.
MONTES DE OCA.
REINO DE CASTILLA
Montes de Oca es una comarca del reino de Castilla.138
Aquí, en el lugar conocido
como Ortega (que significa ortiga), se desenvolvió la vida del célebre religioso y sa-
cerdote Juan de Velázquez, ahora fallecido, el 2 de junio de este año 1163.139
Tenía 83
años de edad.140
Pudo ir consolidando una construcción monástica y una iglesia dedica-
da a San Nicolás de Bari digna de mención,141
en pleno Camino de Santiago, habién-
dose dedicado de por vida a construir calzadas y puentes para facilitar el paso de los pe-
regrinos. Murió y fue sepultado en su monasterio, a donde lo llevaron142
cuando se sin-
tió enfermo estando en la riojana Nájera.
138
Situada al este de la provincia de Burgos, entre otras comarcas, limitando al norte por La Bureba, al
sur por la Sierra de la Demanda, al este por La Rioja y al oeste por el Alfoz de Burgos.
139
Se trata de San Juan de Ortega, pues así pasó a la historia, conmemorándose en el santoral el 2 de ju-
nio. Fue discípulo de Santo Domingo de la Calzada (1019-1109). Según la tradición, se le atribuye la
finalización de la calzada entre Nájera y Burgos, ya iniciada en vida de Santo Domingo de la Calzada,
construyendo en esa ruta los puentes primitivos de Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Be-
lorado, Cubo de Bureba y Agés.
140
Nació en Quintanaortuño (Burgos).
141
Hoy se conoce todo ello como Monasterio de San Juan de Ortega, situado en el pequeño pueblo que
en su honor se llama precisamente San Juan de Ortega. Como parroquia del lugar, la iglesia sigue dedi-
cada a San Nicolás de Bari. Es de estilo románico y contiene gran mensaje simbólico, tal como plasmaron
sus constructores, dirigidos todos por el mismo San Juan de Ortega (patrono de los aparejadores y maes-
tros de obras). Hay en esta iglesia una gran curiosidad (a la que ya nos referíamos más atrás en otro
momento de estos escritos de crónicas): En los dos equinoccios anuales, a las 5 de la tarde (hora solar), un
rayo de sol que se introduce por un ventanal, si no está nublado, ilumina el capitel de la Anunciación,
apreciándose que la Virgen María, sonriente, se dirige con su mirada a la luz y no a San Gabriel como es
tradicional. El capitel, que narra el ciclo de la Novidad, se ilumina secuencial y respectivamente cada 21
de marzo y 22 de septiembre. Mezcla de observación astronómica y de técnicas arquitectónicas, el fenó-
meno produce un mensaje simbólico de los constructores medievales y del misterio mismo de la Anun-
ciación. Ver Epílogo III.
142
Los canónigos regulares de la Regla de San Agustín, que eran quienes ocupaban el monasterio de San
Juan de Ortega. El 24 de abril de 1138 acogió este monasterio bajo su protección el Papa Inocencio II
(1130-1143).
En 1431, el monasterio se encontraba en muy mal estado, habitado por tres monjes. Fue entonces cuan-
do el obispo de Burgos, Pablo de Santa María, un converso del judaísmo, ordenó que lo habitaran los
monjes jerónimos del Real Monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, cercano a Burgos. Los jerónimos
~ 69 ~
Tras la muerte de su maestro Domingo de la Calzada, en 1109, Juan peregrinó a Je-
rusalén,143
sufriendo a su regreso un naufragio del que se salvó, según él, al encomen-
darse a San Nicolás de Bari, tras lo cual prometió construirle una iglesia o capilla en su
honor y como acción de gracias.144
permanecieron allí hasta la desamortización de 1835, siendo vendidos los bienes del monasterio en su-
basta pública. En 1931, el monasterio de San Juan de Ortega fue declarado Monumento Nacional.
143
Juan de Ortega fue dado a las peregrinaciones, habiendo recorrido también de joven las de Santiago
de Compostela y Roma. Su vida de peregrino se conjugó también con la devocional de las reliquias y con
la del recogimiento eremítico y monástico.
144
Se conserva aún una preciosa casulla y un alba de San Juan de Ortega, confeccionadas al parecer con
tejidos árabes de Bagdag que San Juan de Ortega pudo comprar en Tierra Santa, tal vez en Jerusalén,
cuando peregrinó a los santos lugares. La casulla, que se conserva en la iglesia parroquial de Quinta-
naortuño (Burgos), donde nació el Santo, es de factura almorávide, preciosa, siguiendo el gusto de las
buenas vestimentas almorávides, siendo la fecha de su confección la del año 1142, cuando reinaba en el
Imperio Almorávide Alí ibn Yusuf.
También podría ser que la proveniencia de la célebre casulla fuera de Almería. Durante el siglo XII,
siguiendo el estilo y la moda de Bagdad, se fabricaron numerosos tejidos en Almería, tejidos que Gómez
Moreno (1870-1970) llama “baldaquíes”. Realmente son tejidos hechos con ligamento lampas, con una
técnica especial de brochado de oro creando un efecto de panal. Son de un colorido de tonos suaves, rojo
anaranjado para la decoración de algo de verde o azulado sobre fondo marfil.
Tienen las mismas características en cuanto a técnica y estilo ornamental, a base de grandes círculos do-
bles bordeados con cintas perladas, tangentes o enlazados dispuestos en filas que encierran parejas de
animales: leones, grifos, arpías, águilas heráldicas, pavos, etc., afrontados o adosados y separados por una
delgada palmeta. El espacio entre los dos círculos se decora con animales de escala más reducida, for-
mando un marco circular muy característico de otros tejidos.
De entre las que se conservan, la pieza que se puede fechar con seguridad es el tejido de la casulla de
San Juan de Ortega, tejido en el que se lee: “Asistencia de Dios para el emir de los musulmanes, Alí”,
haciendo alusión al monarca almorávide Alí ibn Yusuf (1106-1142). De este tejido es la casulla de San
Juan de Ortega. Esta pieza o prenda es clave para determinar la procedencia o manufactura española de
toda una serie de tejidos almorávides en el siglo XII, cuyo tema decorativo principal es el de leones es-
paldados apresando ciervos.
~ 70 ~
REINO DE HUNGRÍA
Relatamos la continuación de cuanto sucedía en el reino de Hungría en 1162. El afa-
mado Esteban IV ascendió finalmente al trono húngaro plegado totalmente a los inte-
reses del emperador bizantino Manuel I Comneno, incluso confiando la producción del
dinero húngaro a Constantinopla. Cortó todos los vínculos húngaros con la Santa Sede.
El 19 de junio, el destronado Esteban III, hijo del difunto Géza II y sobrino del entro-
nizado Esteban IV, encabezó una rebelión contra semejante usurpación. El caso fue que
dicha rebelión fue apoyada y auxiliada por el emperador Manuel I Comneno. De este
modo, Esteban III derrotó a Esteban IV, al que, sin embargo, se le permitió marchar a
Bizancio. Y la cosa está en que Manuel I Comneno le tiene prometido a los dos Esteban
que se encargará de resolver el dificultoso asunto. Manuel I Comneno se siente siempre
con mucho derecho e interés en todo lo concerniente a Hungría, por el hecho de ser hijo
de la húngara Piroska, de la dinastía de Árpad.
Partiendo desde Sofía,145
Manuel I Comneno salió al encuentro de Esteban IV y le
juró que se pondría a su favor, corroborándole el juramento, para solucionar sus proble-
mas, con el ofrecimiento de su hija María en matrimonio para que se casara con Bela,
hermano menor de Esteban III y sobrino suyo (de Esteban IV), considerando la posibi-
lidad de que Bela heredase el trono húngaro (o incluso el bizantino al carecer todavía
Manuel I de descendencia masculina). Ya veremos en qué termina todo este embrollo y
el pretendido tratado entre Bizancio y Hungría que aparece de momento como todo un
lío.
Esteban III quedó –digamos que diplomáticamente– entronizado en Hungría y a cam-
bio de la paz el emperador bizantino le pidió Croacia y Dalmacia, disputados reinos va-
sallos de Hungría, así como que su hermano Bela se fuera con él a Constantinopla. De
momento –posponiendo qué pasará con Croacia y Dalmacia, que no parece muy dis-
puesto Esteban III a cederlas– Bela marchó a Constantinopla, dispuesto a educarse en la
fe ortodoxa, para lo cual adoptó el nombre bizantino de Alexios (Alejo).
145
Actual capital de Bulgaria, territorio entonces de dominio bizantino, desde 1108.
~ 71 ~
PARÍS
Con mucha decisión se empezó a construir en París su catedral de Notre Dame (Nues-
tra Señora), en el estilo gótico que parece reemplazar en el futuro al románico.146
La pri-
mera piedra la bendijo y la colocó el Papa Alejandro III.147
Pese a la poca calidad constructiva del subsuelo del sitio, rodeado por el Sena, ya éste
fue antiguo y sucesivo lugar de culto, desde que los celtas andaban estableciéndose ori-
ginariamente en lo que sería esta ciudad, la romana Lutecia Parisii (de los parisios), en
la que los romanos, en este mismo lugar, erigieron un templo a Júpiter. Luego estuvo
aquí la primera iglesia cristiana de la ciudad, la basílica de Saint-Etienne (San Esteban)
que proyectó el rey franco Childeberto I, hijo de Clodoveo, hacia el año 528. Aquella
primitiva iglesia fue sustituida luego por otra románica, la misma que ahora es susti-
tuida por la proyectada como gótica.
Ya en 1160, siendo muy emergente el ascenso centralizador de París como ciudad de
primer orden en todos los aspectos, el actual obispo parisino Maurice de Sully consideró
que la iglesia románica de San Esteban ya no respondía a las nuevas necesidades ni apa-
recía como digna de los nuevos valores y aspiraciones que se van imponiendo. El arte
gótico, que aún parece inicial y así ha de suponerse, con sus innovaciones técnicas que
permiten formas hasta el momento impensables en cuanto imposibles, es sin duda algu-
na la respuesta a la demanda de un nuevo concepto de prestigio en el dominio ciuda-
dano y en la nueva sensibilidad también religiosa. De hecho, reinando Luis VII, el pro-
yecto goza de muy grande beneplácito y se prevé fácilmente financiado a todos los ni-
veles y clases sociales. Ya iremos viendo cómo se desenvuelva la construcción, previsi-
146
Situada en la conocida como Île de la Cité (Isla de la Ciudad), rodeada por las aguas del río Sena, las
obras, prácticamente ininterrumpidas, se prolongarán hasta 1345, siendo uno de los edificios más emble-
máticos, señeros y primitivos del estilo gótico.
Las catedrales góticas surgen muy motivadas por la idea del esplendor y de la monumentalidad, muy en
consonancia con las aspiraciones y necesidades sociales de la Baja Edad Media. La arquitectura gótica,
idealmente elevada y luminosa, respondía en sus inicios y desarrollos al tipo de sociedad que se va
generando como irrenunciablemente urbana. La ciudad resurge sobre todo en el siglo XII como impor-
tantísima desde el punto de vista político y económico, por las crecientes relaciones comerciales que se
daban y por el emergente ascenso de una rica burguesía y de un clero muy característico en el máximo
grado de un nuevo saber influyente en todos los ámbitos. También se da en estos tiempos la sustitución de
las necesidades religiosas en las construcciones, incluidas las de lugares no tan propiamente urbanos. Pero
la construcción de las catedrales góticas va a ser el símbolo de la prosperidad de las ciudades, la respuesta
a la búsqueda de una nueva y creciente dignidad a la que la gente aspira.
147
Hay dudas sobre esto, porque bien pudo ser que bendijera y colocara la primera piedra el obispo de
París Maurice de Sully. Lo que sí se sabe es del influjo de la construcción gótica ya realizada en la
cercana abadía de Saint Denis. También es cierta la semejanza de personalidad y biográfica del obispo
Maurice y del abad Suger que acometieron las respectivas construcciones. Tanto Maurice como Suger
provenían de familias modestas y recibieron esmerada formación, llegando a los niveles más relevantes
de la vida eclesiástica y política de Francia.
~ 72 ~
blemente duradera o prolongada, con modificaciones sobre la marcha o según sean las
circunstancias, los gustos estéticos o estilísticos, las técnicas constructivas, la personali-
dad y el arte de los diversos arquitectos y constructores, etc.
~ 73 ~
PRINCIPADO DE
ANTIOQUÍA
Murió en este año 1163 la princesa Constanza I de Antioquía, exiliada, a la edad de 36
años y habiendo ostentado su rango desde su niñez, en 1130, durante 33 años, como hija
única o superviviente de Bohemundo II de Antioquía (muerto en 1130) y de la princesa
Alicia de Jerusalén.148
Durante su minoría de edad se encargaron de la regencia del prin-
cipado de Antioquía los reyes Balduino II de Jerusalén (durante los años 1130-1131) y
Fulco de Jerusalén (durante los años 1131-1136).
Alicia, su madre, no deseó que el principado pasara a su hija sino que pensó que ella
misma asumiría aquel gobierno, pero no la dejaron. Alicia intentó aliarse con Zengi de
Mosul, estando dispuesta a darle en matrimonio a Constanza. Por tan descabellado plan
Balduino II, su padre, la exilió de Antioquía. Pero en 1135 Alicia intentó de nuevo ha-
cerse con el control del principado, proponiéndole el casamiento de Constanza al em-
perador Manuel I Comneno,149
interesado en hacerse con Antioquía. En esta ocasión fue
Fulco de Jerusalén, regente de Antioquía, quien la exilió de nuevo.
En 1136, sin haber cumplido aún sus 10 años de edad, fue dada en matrimonio a Rai-
mundo de Poitiers,150
a quien los partidarios de la regencia llamaron en secreto desde
Aquitania. Alicia se sintió engañada cuando pensó que Raimundo había sido convocado
para casarse con ella. No pudo con su frustración y, cuando se celebró la boda entre Rai-
mundo y Constanza, abandonó Antioquía para siempre.
Desde que Raimundo de Poitiers y Constanza pudieron consumar su matrimonio, na-
cieron del mismo: Raimundo (nacido en 1144 y heredero y sucesor ahora como príncipe
Bohemundo III de Antioquía),151
Balduino,152
María153
y Felipa.154
148
Muerta en Latakia (Siria), en fecha incierta pero posterior a 1136.
149
Todavía en vida de su padre Juan II Comneno, que murió en 1143.
150
Que tendría entonces entre 30 ó 31 años de edad (no siendo cierto del todo que naciera en 1105).
151
Su muerte será en 1201.
152
Gemelo de Bohemundo. Su muerte será en 1176.
153
Nacida en 1145. Casada en 1161 con el emperador bizantino Manuel I Comneno (1143-1180) con el
nombre de Xena. De este matrimonio nacerá el emperador Alejo II Comneno, que reinará entre 1180-
1183). La muerte de María será en 1182.
154
Nacida en 1148. Se casará con Onfroy de Toron (un señorío feudal dependiente de Jerusalén). Su
muerte será en 1178.
~ 74 ~
En 1149 murió en combate Raimundo de Poitiers (batalla de Inab, en Siria) y Cons-
tanza se casó en segundas nupcias (año 1153) con Reinaldo de Châtillon, un caballero
segundón y oportunista de la segunda cruzada que se convirtió así en príncipe de An-
tioquía.155
De este matrimonio, en 1154, nació Inés.156
En 1160, Reinaldo fue capturado por los musulmanes durante una expedición de sa-
queo contra los campesinos sirios y armenios de Marash,157
estando ahora cautivo en
Alepo. Ya iremos contando el sucederse de los hechos a partir de ahora sobre Reinaldo,
aunque ya fuimos relatando algo más al respecto anteriormente.
De momento, Bohemundo III, con 19 años de edad, hijo de Constanza y de Raimundo
de Poitiers, reina en el principado de Antioquía, tras las revueltas que organizó el mis-
mo por el trono tras la captura de Reinaldo y que costó el exilio de Constanza hasta su
muerte. Ya veremos también de Bohemundo III el sucederse de los hechos.158
155
Era un hijo segundón de Enrique, señor de Châtillon, no lejos de Reims (Francia), descendiente de
una familia de la nobleza media de Champaña, de la que descendió también Eudes (Odón) de Châtillon, el
Papa Urbano II, Beato, promotor de la primera cruzada en 1095. Reinaldo de Châtillon entró al servicio
de Constanza de Antioquía a la muerte de Raimundo de Poitiers y acabó casándose con ella. Como ce-
lebraron el matrimonio en secreto, sin consultar con el rey Balduino III de Jerusalén, del que era vasallo
el principado de Antioquía, ni el rey ni Aimery de Limoges, patriarca latino de Antioquía, vieron con
buenos ojos aquel matrimonio, entre otras cosas porque Constanza se unió a un hombre de linaje inferior
y en circunstancias no concertadas.
156
Inés de Châtillon, que se casará con el rey Bela III de Hungría en 1168, cuando Bela era aún príncipe
y vivía en Constantinopla con el nombre de Alexios o Alejo. Bela, con Inés, reinará en Hungría entre los
años 1172-1196. La muerte de Inés será en 1184.
157
Cerca de Alepo.
158
De momento termina con él en el principado de Antioquía la dinastía franca o francesa de la Casa de
Hauteville (Altavilla), que se inició con Bohemundo I en 1085, iniciándose ahora la dinastía de la Casa de
Poitiers.
~ 75 ~
DESDE EL LEVANTE
ESPAÑOL Y POR EUROPA:
LLUVIAS E INUNDACIONES
Desde el Levante español y por Europa, fue año de lluvias este 1163 y se produjeron
muchas inundaciones, dramáticas sobre todo en Holanda.159
Mientras eso ocurría, el rey castellano Alfonso VIII, tutelado por su tío el rey Fer-
nando II de León, el 12 de diciembre, daban Uclés160
a la Orden Hospitalaria de San
Juan de Jerusalén. Uclés, donde los almorávides de Tamin ibn Yusuf derrotaron a los
cristianos en 1108 y donde murió el infante Sancho Alfónsez, hijo de Alfonso VI y de
Zaida, pasó a los cristianos cuando Alfonso VII la obtuvo de Muhammad ibn Mardanis
a cambio de Alicún.161
De otra parte, en nombre del rey Alfonso II de Aragón se convocaron en Zaragoza las
primeras Cortes constituidas en su reinado, asistiendo procuradores y vasallos de varias
ciudades pertenecientes a la Corona Aragonesa. Por todo el territorio se desbordaron los
ríos, alcanzando un extremo caudal el Ebro. Mientras tanto, sin que entremos en deta-
lles, gran movida política y pleitos en Cataluña había. Sí podemos hablar de la funda-
ción allí de la villa de Montblanch.162
159
El 21 de diciembre se rompieron los diques de contención en el río Mosa y se empantanó toda la
desembocadura del Rin en Katwijk. Los pólderes neerlandeses (tierras ganadas al mar) desaparecieron
bajo el agua y se perdieron. Utrech sufrió una gran inundación. Como el 21 de diciembre era entonces la
fiesta del Apóstol Santo Tomás, la gente llamó de Santo Tomás dicha inundación. Actualmente, la Iglesia
Católica, acorde con el viejo calendario siríaco católico, celebra esta fiesta el 3 de julio. En Bizancio se
celebró siempre el 6 de octubre.
160
Provincia de Cuenca.
161
Provincia de Almería.
162
Con el tiempo será villa ducal, siendo su origen el siguiente: A principios del siglo XI, en la Cuenca
de Barberá (Tarragona), donde se juntaban los ríos Anguera y Francolí, se fundó un pueblo conocido
como Duesaigües.
Para favorecer la repoblación de la Cataluña Nueva, una vez reconquistadas todas las tierras a los mo-
ros, el conde Ramón Berenguer IV otorgó licencias libres de impuestos (sin pagos de usatges, ni censos,
ni tasas por la leña ni por el agua) a algunas poblaciones, entre ellas Duesaigües. Entonces, en 1155, la
población se rebautizó como Vilasalva (villa salvada o villa libre de impuestos).
Finalmente, las continuas inundaciones, muy fuertes en este año 1163, y la necesidad de poseer una
fortificación en el camino de Lérida a Tarragona, hicieron decidir a la Corte Aragonesa del rey Alfonso II
trasladar la población a un pequeño monte cerca de allí y otorgó la nueva carta de población a Pere
(Pedro) Berenguer de Vilafranca. Así nació la villa de Montblanch, en febrero de 1163, creciendo rápida-
mente.
~ 76 ~
BERGEN (NORUEGA)
Aquí se relata uno más de los episodios de las prolongadas guerras civiles noruegas.
En Bergen murieron ejecutados tras haber sido capturados Sigurd Sigurdsson Markus-
fostre, hijo ilegítimo de Sigurd II,163
y su padrastro o padre adoptivo Marcus de Skog.164
Sigurd, presentándose como hermano de Haakon II,165
pretendió el trono de Noruega.
Los partidarios de Haakon II, a la muerte de éste, designaron a Sigurd como su nuevo
rey, si bien no tuvieron demasiado respaldo o reconocimiento oponiéndose a Magnus
V.166
Tanto a Sigurd como a sus seguidores los persiguió Erling Skakke, que es quien de
facto gobierna en Noruega, dada la minoría de edad (7 años) de Magnus V, su hijo. Si-
gurd y Markus, como queda dicho fueron ejecutados en Bergen, quedando así como
único rey de Noruega Magnus V.
Ya en 1170 se documentarán allí el castillo y una iglesia románica dedicada a Santa María, con un
Barrio del Mercado y con incrementadas actividades comerciales.
Durante el siglo XIII seguirá creciendo la villa de Montblanch, siéndole otorgados nuevos privilegios
reales, particularmente mercantiles y de ferias de ganado. En la villa alcanzará también gran importancia
su judería.
163
Que reinó en Noruega entre los años 1136-1155, hijo de Harald Gille y de su concubina Tora
Guttormsdatter.
164
Markusfostre significa hijo adoptivo de Marcus. Fue criado en Ringsaker.
165
Muerto el 7 de julio de 1162.
166
Reinará en Noruega, legitimado por la Iglesia, entre los años 1161-1184. Como hemos reiterado, era
hijo del poderoso noble (jarl) Erling Skakke y de Cristina Sigurdsdatter.
~ 77 ~
MÁLAGA
El poeta granadino Abu Yafar ibn Said murió crucificado167
en Málaga por haberse
rebelado contra el gobernador almohade de Granada, el príncipe Abu Said Utman, que
es hijo del difundo califa Abd al-Mumin. Por este motivo, la poetisa granadina Hafsa
(Al-Rakuniyya), amante de Abu Yafar ibn Said, se marchó de la corte granadina, con
luto de viuda, desentendiéndose de política y pretendiendo en adelante dedicarse a la en-
señanza.168
Una vez que se encontraron en un jardín de Granada Abu Yafar y Hafsa, para des-
pedirse compuso él un poema empleando los consabidos tópicos e imágenes sobre cómo
el jardín se alegraba de aquel amor mutuo. Ella, con la también consabida réplica poé-
tica, compuso esto:
¡Por tu vida!, el jardín no se alegraba con nuestro amor,
antes bien parecía lleno de celos y envidia;
el río no batía palmas alborozado por nuestra presencia
y la tórtola no gritaba sino sus penas;
y no creo que el cielo mostrase sus estrellas
si no era para espiarnos.
167
Aún en la actualidad ejecutan con la crucifixión algunos extremistas y yihadistas musulmanes a sus
enemigos, sobre todo si son cristianos. Un ejemplo de esto, en 2014, fue la crucifixión de dos jóvenes
cristianos en Maaloula o Malula (Siria).
168
Y así fue hasta 1184, aunque habrá de morir en Marrakech en 1191, educando a los príncipes almoha-
des desde 1184. Ya trataremos más de ella y de su producción poética en su momento, más adelante.
Lo que pasó en Granada fue que, desde 1154, Hafsa y Abu Yafar Ibn Said, del muy ilustre linaje be-
reber de los Banu Said, se enamoraron y se intercambiaron poemas. Pero al llegar a Granada como go-
bernador el príncipe almohade Abu Said Utman, éste se enamoró también de Hafsa, originándose así un
difícil triángulo amoroso. Como Abu Yafar ibn Said le dedicó sus poemas satíricos a Abu Said Utman, a
quien además servía como secretario y amigo de confianza, éste le fue rechazando hasta eliminarlo, tam-
bién como contrincante de su relación amorosa con Hafsa, la cual estaba más enamorada de Abu Yafar
que de Abu Said. Hafsa lloró mucho la prisión y muerte violenta de Abu Yafar, mostrando en estos sen-
timientos su cumbre poética.
~ 78 ~
~ 79 ~
AÑO 1164
~ 80 ~
GRONINGA
Y LA CUENCA DEL ELBA
Son reiteradas en este año 1164 las muy abundantes lluvias y las inundaciones. La del
16 y 17 de febrero,169
arrasó totalmente la ciudad de Groninga,170
Frisia171
por completo
y toda la cuenca del Elba en el norte de Alemania.172
Además de los muy cuantiosos da-
ños materiales y las pérdidas económicas, se cuentan por miles las víctimas personales
que perecieron.
169
La gente recordó esta inundación como la de Santa Juliana, por ser el 16 de febrero el día en el que se
conmemora esta Santa.
170
Países Bajos.
171
Una de las actuales 12 provincias que conforman el conjunto de Los Países Bajos, que no debe con-
fundirse con Holanda ni con el amplio territorio conocido como Benelux.
172
Suelen ser habituales o frecuentes las inundaciones en la cuenca del Elba. Se produjeron, muy catas-
tróficas, en 1845, y se repitieron de la misma manera durante el verano de 2002, debido a las fuertes llu-
vias en el este de Alemania y en la República Checa, con desbordamientos fluviales en Dresde.
~ 81 ~
GALICIA
En febrero, no siendo tan adverso el tiempo como en el norte y centro de Europa, el
rey Fernando II de León, que comprende también las tierras gallegas, le fue concedido
fuero a la villa de Ribadavia,173
donde se está levantando la Iglesia de Santa María de
Oliveira,174
enriqueciendo aún más la monumentalidad patrimonial del lugar y de su en-
torno. Y otra iglesia que se empieza a construir es la románica del monasterio de Xun-
queira de Ambía,175
de canónigos regulares de San Agustín. También concedió Fernan-
do II, el 20 de febrero, fuero a los burgueses de Padrón, que está siendo muy próspe-
ra.176
173
Provincia de Orense y cabeza de la comarca de O Ribeiro, situada entre las sierras de Faro y Suido,
por cuyos valles corren los ríos Miño, Avia, Arnoia y Barbantiño, con muchas hectáreas de viñedo en
todo el territorio, configurando un característico paisaje entre los relieves montañosos y a resguardo de la
influencia oceánica.
Igual que en Ribadavia, participan de la riqueza de los viñedos y de sus célebres vinos denominados Ri-
beiro las localidades y tierras de Castrelo de Miño, Cenlle, Beade, Leiro y Carballeda de Avia, así como
las pendientes mejor orientadas y soleadas de otros municipios limítrofes. O Ribeiro es, por tanto, una
comarca bien regada por su red fluvial y de un clima o microclima muy característico, cálido y seco pero
manteniendo una particular humedad durante el invierno.
Ya el geógrafo e historiador griego Estrabón, a mitad del siglo II a. de C., en su obra Geografía, se
refirió al vino denominado Ribeiro, informando de su elaboración por estas tierras. Cuatro virtudes se le
atribuyeron al vino Ribeiro: vigor, olor, color y sabor. Ver Epílogo IV.
En el siglo XII, como queda dicho, Ribadavia experimentó una considerable expansión demográfica y
una destacada prosperidad económica, potenciada en la zona por el poder monástico y cisterciense de San
Clodio de Leiro, Santa María de Melón y Santa María de Oseira; igualmente contribuyo a ello la enco-
mienda hospitalaria de Beade. En todos los casos se dio la producción y la comercialización del vino
Ribeiro. Los monjes se encargaron de realizar contratos con pequeños terratenientes y cultivadores a
orillas del Miño, con los que establecieron granjas y prioratos dedicados a la vid. Prosperó también en
Ribadavia una comunidad judía atraída por la posibilidad comercial y emprendedora que se estableció en
el barrio denominado de la Porta Nova. La comunidad judía de Ribadavia sirvió de mucho en la expor-
tación vinícola al norte de Europa. Y no se dedicaron los judíos de Ribadavia sólo al vino y al comercio
sino también aportando a la villa muchos artesanos y gente de diversos oficios: herreros, sastres, zapa-
teros, etc. Todavía existe en Ribadavia el Barrio Xudío, que goza de la declaración de Monumento
Nacional y conserva aún sus rasgos medievales.
174
En característico estilo románico de transición al gótico.
175
Su fundación se remonta al año 955.
176
Provincia de La Coruña.
~ 82 ~
REINO DE HUNGRÍA
Como pudimos ver el año pasado, Esteban III recuperó el trono húngaro comprome-
tiéndose con el emperador bizantino Manuel I Comneno a entregarle los territorios de
Croacia y Dalmacia. Pero al no haber cumplido Esteban III con lo prometido, Manuel I
movilizó sus ejércitos contra él, con el contrincante al trono húngaro Esteban IV, tío
paterno de Esteban III. El emperador se adentró del todo en Hungría, hasta Bács,177
en-
contrándose allí atrincherado y auxiliado por tropas germanas y checas Esteban III, per-
sistiendo en no entregar a Bizancio los territorios exigidos. Manuel I, gran diplomático
y negociador, se valió entonces del rey checo Ladislao II de Bohemia178
para que me-
diara en el asunto. Y el resultado de haberse prestado Ladislao II a mediar fue que Es-
teban III esté dispuesto no sólo a su renuncia de Croacia y Dalmacia sino también de
Sirmia,179
renunciando entonces Manuel I a dar su apoyo a Esteban IV.180
De este mo-
do, con todo el vericueto relatado, sigue reinando en Hungría Esteban III, pero limita-
damente en los territorios cedidos y muy tutelado por el emperador bizantino. Ya ire-
mos viendo en adelante el sucederse de los hechos.
177
Actualmente en Serbia.
178
Cuñado de Conrado III del Sacro Imperio Romano Germánico, con cuyo apoyo pudo gobernar. La-
dislao II estaba casado con Gertrudis de Babenberg, hermanastra de Conrado III. En 1147 estuvo par-
ticipando en la segunda cruzada, pero no pasó de Constantinopla. Luego fue siempre fiel aliado de Fe-
derico I Barbarroja, que le mantuvo en su reinado a cambio de hacerle guerrear a su favor.
179
La región fértil de la Llanura de Panonia, al sur de Hungría, que se extiende entre los ríos Danubio y
Sava, afluente del Danubio en Belgrado, la actual capital de Serbia. Sirmia está actualmente dividida en-
tre Serbia (la parte oriental) y Croacia (la parte occidental).
180
Con esto de los reyes disputándose un trono pasaba como con la pretensión de un Papa legítimo o un
antipapa respecto a la Santa Sede, en un juego de políticos o interesados apoyos legitimadores o no de
unas partes u otras.
~ 83 ~
LUCCA (ITALIA)
El 20 de abril murió en la ciudad toscana de Lucca (Italia) el antipapa, desde 1159,
Víctor IV (Ottaviano Crescenzi). Fue elegido por el bando gibelino, con el apoyo del
emperador germano Federico I, tras la muerte de Adriano IV y cuando fue elegido el
legítimo Papa Alejandro III.181
181
El destacado diplomático inglés Juan de Salisbury dijo de Víctor IV que era tan elocuente y refinado
como mezquino y parsimonioso, demostrando en algunas de sus actuaciones no ser otra cosa que un haz-
merreir de la Iglesia. Así lo atestigua o recoge Norwich, J. J. (1970): The Kingdom in the Sun, London,
Longmans, 149-150 y la nota correspondiente.
En la historia de la Iglesia hay dos antipapas con el nombre de Víctor IV. El primero, como podemos
recordar, fue el cardenal Gregorio Conti, de la familia Pierleoni y sus partidarios, antipapa en relación a
Inocencio II (1130-1143), y sucediendo al antipapa Anacleto II a mediados de marzo de 1138. Aquel
Víctor IV renunció a su elección a los dos meses de antipapado, el 29 de mayo de 1138, y se sometió a
Inocencio II.
El Víctor IV que ahora nos ocupa (Ottaviano Crescenzi) fue elegido (antipapa) el 7 de septiembre de
1159 por una muy minoritaria facción de cardenales, entre cuatro o cinco apoyados por cierto clero ro-
mano y por el populacho de la ciudad, cuando la mayoría de los cardenales se había decantado por
Rolando Bandinelli que tomó el nombre de Alejandro III.
Ottaviano era miembro de la poderosa familia Crescenzi, de los condes de Túsculo, siendo muy liberal
y popular, directo con la gente y de una vida, por así decir, envidiablemente mundana que simpatizaba
con los germanos y particularmente con el emperador Federico I Barbarroja, aunque al emperador le traía
sin cuidado que le eligieran Papa, pero menos le agradaba al emperador la elección de Alejandro III,
aunque tampoco era proclive el emperador a que hubiera de nuevo otro antipapa en la Iglesia. Pero Fe-
derico I no pudo con los tejemanejes eclesiásticos y políticos del momento en Italia. Como emperador,
atribuyéndose la función medieval de ser el principal protector de la Iglesia, convocó un sínodo en Pavía
(febrero de 1160). Allí, con su tejemaneje particular en cuanto emperador, la asamblea se decantó, como
era de esperar, por Víctor IV, lanzándose un anatema contra el verdadero Papa Alejandro III, quien por su
parte excomulgó al emperador. Aunque se intentó por parte germana que Víctor IV fuera aceptado en el
Sacro Imperio, no ocurrió eso, sobre todo por la oposición del obispo Eberdard de Salzburgo. Además,
Francia, Inglaterra, España, Hungría, Irlanda, Noruega, etc., se alinearon respecto a Alejandro III. Todos
se mantuvieron firmes y comprometidos en la obediencia y lealtad hacia Alejandro III.
Al antipapa Víctor IV le sucede ahora como antipapa Pascual III, que lo será hasta 1168. Este nuevo
antipapa, de Cremona, llamado Guido, se afianza en su nombramiento con el apoyo de Federico I, el em-
perador totalmente opuesto al legítimo Papa Alejandro III.
Al antipapa Pascual III, le sucederá, también como antipapa, en 1168, Calixto III, a quien Víctor IV
había hecho cardenal y contaba con el apoyo cismático de Federico I. Ya veremos más al respecto en su
momento.
~ 84 ~
ASTURIAS
Urraca la Asturiana, del título reina de Asturias, con su esposo el gobernador Álvaro
Rodríguez de Navia, o mejor dicho Álvaro Rodríguez de Castro, con quien se casó el
año pasado, protagonizaron un intento de secesión asturiana, pero su hermanastro y se-
ñor feudal el rey Fernando II de León, se impuso reinando muy directamente en Astu-
rias a partir de ahora.182
182
Urraca la Asturiana o Urraca Alfonso, que en este año 1164 tenía 29 años de edad, había sido reina
consorte del rey García Ramírez de Pamplona, con quien estuvo casada y enviudó en 1150. Era hija
ilegítima de Alfonso VII el Emperador y de Gontrodo Pérez, hija del magnate asturiano Pedro Díaz del
Valle y de su esposa María Ordóñez. Urraca nació de las relaciones que mantuvieron Alfonso VII y Gon-
trodo en el castillo asturiano de Soto, en las cercanías de Aller. Fue separada de su familia materna e
instruida por su tía paterna, la infanta Sancha Raimúndez, hija del conde Raimundo de Borgoña y de
Urraca la reina, hija de Alfonso VI y de Constanza de Borgoña. Urraca la Asturiana fue realmente la
primogénita de los hijos de Alfonso VII, ya que Sancho, hermanastro de la misma, nacido de Berenguela
de Barcelona, que fue el rey Sancho III de Castilla, vino al mundo en 1134, un año después que Urraca.
El 24 de junio de 1144, tal como contábamos y refiere la Chronica Adefonsi Imperatoris, se celebró en
León capital la boda de Urraca Alfonso y García Ramírez de Pamplona. El matrimonio, hasta la muerte
de García Ramírez en 1150, duró 6 años. Entonces, Urraca la Asturiana (así era conocida en Pamplona)
regresó a su tierra natal, concediéndole su padre Alfonso VII el título de reina de Asturias, siguiendo los
precedentes familiares. Urraca estableció su residencia en Oviedo, ocupando el palacio que había sido del rey asturiano Alfonso
II el Casto (760-842), junto a la catedral ovetense. Gozó de buenas propiedades, entre ellas la del señorío
de Aller, que su padre Alfonso VII le concedió. Así pues, gobernó en Asturias como reina a partir de
1153 hasta ahora (1164), respetando bien a su padre (hasta su muerte en 1157) y a su hermanastro Fer-
nando II. Fue muy generosa hasta el momento, haciendo numerosas donaciones a las iglesias de Oviedo y
sobre todo a la catedral y al monasterio de benedictinas de San Pelayo. También colaboró con su madre
Gontrodro en la fundación del poderoso monasterio de Santa María de la Vega, en las inmediaciones de
Oviedo, un monasterio (de la regla de Fontevrault, para monjes y monjas) que actualmente está todo en
ruinas, pero que fue en el que su madre recibió sepultura, en un sepulcro de piedra que se conserva ahora
en el ovetense Museo Arqueológico de Asturias.
Urraca la Asturiana, de su matrimonio con García Ramírez de Pamplona, tuvo a su hija Sancha Garcés,
en 1148, que se casó con el vizconde Gastón V de Bearne, muerto sin sucesión en 1170. Sancha Garcés se
volvió a casar con Pedro Manrique de Lara, segundo señor de Molina de Aragón y vizconde de Narbona.
De su segundo matrimonio, en 1163, con Álvaro Rodríguez de Castro, Urraca la Asturiana o Urraca
Alfonso, nació en 1164 (año en que estamos) Sancho Álvarez de Castro.
Álvaro Rodríguez de Castro era hijo de Rodrigo Fernández de Castro el Calvo (muerto en 1142) y de
Eylo Álvarez, hija de Álvar Fáñez y de Mayor Pérez.
Era también Álvaro Rodríguez de Castro señor de Chantada, gobernador de Asturias, de Sarria y de las
Torres de León, además de alférez real y posteriormente mayordomo de Fernando II.
Del intento de secesión o independencia asturiana protagonizado por Urraca y Álvaro tenemos noticia a
través de un documento que se conserva en el monasterio leonés de Santa María de Otero de las Dueñas
(en la cordillera cantábrica) en el que se lee que, en este año 1164, “la reina doña Urraca y don Álvaro
Roderici quisieron que el rey Fernando II perdiese Asturias”.
~ 85 ~
REINO DE NAVARRA
El 25 de abril de este año 1164, rey Sancho VI de Navarra, otorgó un fuero, derivado
del de Logroño, a la villa amurallada de Laguardia,183
declarada villa por dicho fuero,
siendo población creciente y próspera junto al conocido como castillo de La Guardia de
Navarra, del siglo X.184
El fuero de Laguardia hace de sus pobladores hombres francos o libres y con derechos
a los privilegios concedidos: libertad de mercado, exenciones tributarias, prohibiciones
en el lugar de los denominados juicios de Dios, etc. Tales derechos se declaran univer-
sales para todos los habitantes de la villa, así como para los de su entorno, las aldeas que
caen bajo su jurisdicción.185
También la villa de Estella,186
entre otras, recibió su fuero (confirmado y adaptado del
que ya poseía) de manos de Alfonso VI, un fuero, en este caso, derivado del de Jaca,
aunque Estella lo tenía ya concedido desde el año 1090.187
183
Provincia de Álava.
184
Efectivamente, en el siglo X, probablemente hacia el año 978, el rey pamplonés Sancho Garcés II,
apodado Abarca, que reinó entre los años 970-994, levantó un castillo al norte del cerro que domina toda
la comarca de lo que hoy es la Rioja Alavesa; su finalidad original, aún en pleno califato de Córdoba y de
los primeros movimientos de expansión de la que habría de ser Castilla, fue la de guardar y defender las
tierras navarras y muy concretamente pamplonesas. De este modo Laguardia surgió por necesidades de
orden militar y defensiva. El castillo, que tuvo gran importancia durante la Edad Media, se mantuvo en
pie hasta 1875, cuando fue destruido presuntamente porque eran necesarias mejoras urbanas en el lugar.
Pero seguramente fue un hermoso castillo. Parece ser que en él (año 1150) se celebró la boda del rey
Sancho III de Castilla el Deseado con Blanca Garcés de Pamplona, hija de García Ramírez y hermana,
por tanto de Sancho VI de Navarra. De todos modos, según otras fuentes, aquella boda se celebró en la
riojana Calahorra.
En torno a Estella cabe que mencionemos también a los miembros de la poderosa familia de los Azagra,
de mucho peso y no poca complejidad en la vida política navarra y en los determinados vasallajes y vida
militar de alianzas mercenarias con que se movieron. Ya iremos tratando de ellos en otros y determinados
momentos.
185
La concesión de este fuero supuso un gran aumento de la población, pues fue mucha le gente atraída
por los derechos y privilegios otorgados, siendo muchos los comerciantes, artesanos, etc., que se llegaron
a la villa, atraídos también por la seguridad de su rango militar. De este modo se construyeron muchas
casas y surgieron otras aldeas en el entorno además de las que ya existían, lo cual repercutió también en el
incremento de cultivos, entre ellos los de la vid (no olvidemos que estamos en zona riojana).
186
Lizarra en euskera, situada en la Comunidad Foral de Navarra. La localidad se encuentra asentada en
un gran meandro del río Ega, afluente del Ebro, transcurriendo su cauce entre montañas. Estella es lugar
de paso del Camino de Santiago. Tuvo mucho que ver la fundación de Estella con el hecho jacobeo
cuando pensó el rey Sancho Ramírez de Aragón y Pamplona (1063-1094) en erigir bien acondicionada
esta población (año 1900). Se hacía necesaria para atender la creciente afluencia de peregrinos prove-
nientes de toda Europa hacia Santiago de Compostela. Sancho Ramírez desvió ligeramente hacia aquí el
primitivo trazado de la ruta jacobea y construyó un castillo para que creciera en su entorno la población, a
la orilla derecha del río Ega y al pie de un pequeño relieve rocoso. Estella se rodeó de murallas y el
~ 86 ~
Por último señalamos que se empezó a construir en este año 1164 la iglesia del mo-
nasterio cisterciense de Santa María la Real de la Oliva en Carcastillo,188
que fue fun-
dado en 1145 por el rey García Ramírez el Restaurador, padre del actual Sancho VI de
Navarra.
Laguardia
mismo año le fue concedió un fuero particular basado en el de Jaca, autorizando la instalación de francos
(europeos) aunque siendo sometidos los navarros a la aprobación real. Del fuero de Jaca, que se debió a
Sancho Ramírez, surgieron otros fueros basados en él, como ocurrió en el fuero de Estella, entre otros
muchos a lo largo del tiempo.
187
Provincia de Huesca.
188
Es un monasterio situado en la mencionada localidad navarra, al norte del conocido paraje, semide-
sértico y extraño, de las Bardenas Reales (parque natural de unas 42.000 hectáreas, al sureste de Navarra),
siendo uno de los edificios más relevantes del románico navarro.
~ 87 ~
LIBRIELLA
Contra los Lara, en primavera, se empeñó el rey Fernando II en la batalla de Libriella
que acabó con éxito de los Lara, de modo que Fernando II se vio necesitado de firmar la
paz con ellos. Ambos contendientes marcharon a Soria y allí se decidió la donación de
Uclés a los templarios, de modo que se pueda proteger Toledo de un eventual ataque al-
mohade por ese flanco.189
Pero el rey leonés, no fiándose aún de los Lara, pactó contra ellos con el rey Sancho
VI de Navarra y para tener expedita su posibilidad de hacer frente a los Almohades por
el oeste peninsular.
189
Son los Anales Toledanos los que refieren la batalla de Libriella (Murcia) en 1164, pero la mencionan
de un modo tan lacónico y resumido que no siquiera sabemos quiénes contendieron allí, aunque se da
como probable que los enfrentados fueron Fernando II y los Lara, resultando éstos los vencedores. Lo
cierto es que poco después de esta batalla fue Fernando II el que se rebajó a firmar la paz con los Lara.
Los Anales Toledanos (Primeros, Segundos y Terceros), compuestos en su mayor parte durante el
siglo XIII, en distintos momentos y por diferentes manos, son piezas importantes de la historiografía
medieval española, tanto por recoger gran cantidad de noticias, aunque escuetas, como por estar to-
das fechadas, de modo que dichos Anales son de gran utilidad en ese sentido para los historiadores.
~ 88 ~
HUETE
Fernando Rodríguez de Castro (el Castellano), mayordomo del rey Fernando II de
León,190
al frente de todo su linaje capacitado para la guerra (los Castro), se adentró en
Castilla guerreando abiertamente contra los Lara, con Manrique Pérez de Lara, fundador
de la familia Manrique, tutor y regente de Castilla,191
al frente de ellos y como alférez
de Alfonso VIII de Castilla. Resultado de la contienda –batalla de Huete–192
es el si-
guiente: los Castro derrotaron a los Lara y Manrique Pérez de Lara fue muerto. El joven
Alfonso VIII, con 9 años de edad, estuvo presente ante estos hechos. Era el 9 de julio.193
De tan cruel enfrentamiento resultó también que el señorío de Molina se divide entre
la viuda Ermesenda de Narbona194
y su hijo Pedro Manrique de Lara (recién nacido) que
sustituye a su padre en la tenencia de Atienza. Nuño Pérez de Lara, hermano de Man-
rique, se convierte en regente de Alfonso VIII.
190
Que se había adueñado de Toledo en 1162, disgustando por esto a los Lara, que desde entonces no le
querían ver (ni a ningún leonés, ni a los Castro) por Castilla, considerando como castellana la ciudad de
Toledo.
191
Siendo también señor de Molina de Aragón (Guadalajara) y tenente de Toledo, Madrid, Ávila, Medi-
naceli (Soria), Atienza (Guadalajara), San Esteban de Gormaz (Soria) y Segovia.
192
Provincia de Cuenca.
193
En la batalla de Huete, tres hermanos fueron los jefes de las fuerzas de la Casa de Lara: Manrique
Pérez de Lara (que estuvo al frente), Nuño Pérez de Lara y Álvaro Pérez de Lara; de otra parte, al frente
de los Castro estuvo Fernando Rodríguez de Castro el Castellano, que siendo castellano de origen servía
no obstante al rey leonés.
La batalla se libró en las cercanías de Huete, resultando vencedores los Castro, igual que lo habían sido
en la batalla de Lobregal, cerca de la localidad vallisoletana de Villabrágima (en marzo de 1160). Mien-
tras transcurría la batalla, Fernando Rodríguez de Castro el Castellano mató al conde Manrique Pérez de
Lara. Sin embargo, a pesar del resultado de la batalla, la custodia del niño rey siguió estando a cargo de la
Casa de Lara, y Fernando Rodríguez de Castro hubo de regresar a León sin conseguir nada al respecto.
Después de la muerte del conde Manrique, sus hermanos dirigieron la retirada de las tropas derrotadas
hasta Zorita de los Canes (Guadalajara) con el rey, dirigiéndose desde allí a la ciudad de Ávila, donde
prelados y abades negociaron con ellos su entrada en la ciudad, mientras también solicitaban a los leo-
neses que cesaran en su hostilidad.
La fecha exacta de la batalla de Huete es incierta. Los Anales Toledanos Primeros, siempre parcos en
pormenores, señalan así la muerte del conde Manrique: Mataron al conde Manrique a nueve días de julio
de la Era Hispánica 1202. Existe una carta en el Becerro Mayor de Aguilar de Campoo, que es el prin-
cipal cartulario del monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (Palencia), fechada el 21 de
junio de 1164, siendo esta carta una fuente más primitiva que los Anales Toledanos Primeros, y que se-
ñala que la batalla tuvo lugar el 3 de junio. No obstante, la copia del Cartulario de esta carta es posterior
al año 1164, lo que sugiere que la fecha señalada sea un error. Se da como probable la fecha del 9 de julio
de 1164.
194
Hija del vizconde Eimeric II.
~ 89 ~
REINO DE ARAGÓN
Petronila de Aragón y condesa de Barcelona, viuda de Ramón Berenguer IV desde
primeros de agosto de 1162, abdicó de la Corona de Aragón a favor de su hijo Alfonso
II, el 18 de julio de este año 1164, cuando Alfonso es aún un niño, de 7 años de edad, el
cual prestó juramente como rey de Aragón195
y conde de Barcelona, en Zaragoza, el 1
de noviembre.196
El rey dictó la paz en todos sus territorios y Petronila se retira de la
vida política.
Documento de la abdicación de la reina Petronila de Aragón
195
No ya sólo de los aragoneses, como en gran parte se venía reconociendo anteriormente.
196
Previamente a su abdicación, la reina Petronila había convocado en Huesca sus Cortes Generales,
aprobándose allí todas las disposiciones testamentarias de su difunto esposo el conde Ramón Berenguer
IV de Barcelona, obligando a que su hijo se llamara por todos en adelante Alfonso II (y no por otros nom-
bres, como Ramón, como se había podido llamar también anteriormente), en honor a Alfonso I el Ba-
tallador y porque realmente se llamaba Alfonso, sobre todo por parte de la madre.
A la Asamblea de Cortes Generales que hubo en Huesca asistieron los nobles, obispos y abades ara-
goneses y catalanes, además de, por primera vez, los representantes de los concejos de Zaragoza, Daroca,
Calatayud, Huesca y Jaca, entre otros, decretándose en dicha Asamblea que serían desposeídos de sus
honores y cargos quienes en adelante se opusieran al nuevo rey Alfonso II o no lo reconocieran como so-
berano de la Corona de Aragón, en la que quedaron incluidos todos los condados catalanes. Igualmente se
les desposeería de todo a quienes en adelante perturbaran la paz mediante rebeliones o sublevaciones.
~ 90 ~
CONDADO DE URGEL
Ermengol VII, conde de Urgel197
y señor de Valladolid, emprendió en este año 1164
la acuñación de moneda, privativa de su condado, en Agramunt, a la que concedió car-
tas de población en 1163 convirtiéndola en capital del condado.198
197
Provincia de Lérida.
198
Ermengol (o Armengol) VII, conde de Urgel desde 1154, y señor de Valladolid, era hijo de Ermengol
VI de Urgel, conocido como el de Castilla, y de su primera esposa Arsenda de Cabrera, hija de Gerau II
de Cabrera, primer vizconde de Áger, y hermana, por tanto de Ponce Giraldo de Cabrera, el noble catalán
que llegó a León como principal representante del séquito que acompañó a Berenguela de Barcelona para
casarse con Alfonso VII.
Como el conde Ermengol VII de Urgel no veía muchas posibilidades de expansión territorial en su con-
dado, decidió volcarse más en sus posesiones castellanas, sus herencias recibidas de su abuela María Pé-
rez (segunda de las hijas del señor de Valladolid, el conde Pedro Ansúrez, y de la condesa Eylo Alfonso
(de quien no se sabe mucho). María Pérez se había casado, en 1095, con el conde Ermengol V de Urgel.
Ermengol VII, vasallo del rey leonés y mayordomo de Fernando II, pasó mucho tiempo en el reino de
León, muy particularmente en las tierras de la Extremadura leonesa (y la Trasierra o norte de la actual
provincia de Cáceres) como tenente de numerosos castillos y como señor gobernante en Valladolid, aun-
que delegó este cargo por sus frecuentes ausencias, en Fernando Rodríguez de Sandoval (del linaje de los
Sandoval, emparentado con otros linajes de gran abolengo), al menos desde 1160, como consta en una
escritura al respecto.
Hacia 1157, Ermengol VII contrajo matrimonio con Dulce de Foix, hija del conde Roger III de Foix y
de Jimena de Osona. El conde Roger, su suegro, ejerció la regencia en Urgel.
~ 91 ~
CONDADO DE ROSELLÓN
En el condado de Rosellón199
murió su conde, Gaufred (o Gausfredo) III.200
Le hereda
y sucede su hijo, y de Emergarda de Beziers, Girard (o Gerardo) II.201
199
Al sureste de la Francia pirenaica, que fue territorio de la Marca Hispánica carolingia en la Alta Edad
Media (siglo IX).
200
De quien no sabemos su edad al desconocer el año de su nacimiento.
201
Será el último conde privativo de Rosellón.
~ 92 ~
MONASTERIO
DEL PARÁCLITO
(FRANCIA)
Eloísa, la que fue amante y también esposa del célebre escolástico Pedro Abelardo,202
murió como abadesa, el 17 de mayo, en el peculiar Monasterio del Paráclito, que él
fundó203
en Ferreux-Quincey, cerca de Troyes. Eloísa, nacida en París, brillante escri-
tora, tenía 53 años de edad.204
Eloísa era sobrina y discípula del escolástico Fulberto, canónigo parisino que fue
quien llamó a Pedro Abelardo a venir a su casa para que enseñara filosofía y artes libe-
rales a la sobrina. Era el año 1118, cuando Eloísa tenía 17 años y Pedro Abelardo 39.
Resumiendo su vida podemos decir que Pedro Abelardo y Eloísa, desde un primer mo-
mento, se enamoraron apasionadamente, de lo cual Fulberto se percató y se puso muy
furioso. En Bretaña, habiéndose retirado allí la pareja, tuvieron un hijo al que llamaron
Pedro Astrolabio.205
En Fulberto crecía su furia ante la relación amorosa de su sobrina
202
Muerto en 1142.
203
Entre los años 1123-1125.
204
En realidad no se sabe si murió en este año 1164 o en anteriores, tal vez en 1162 ó 1163. Aquí damos
por supuesta la fecha de 1164.
Podemos leer, en la parte que corresponde a Eloísa, a Dronke, P. (1995): Las escritoras de la Edad
Media, Barcelona, Crítica. Ver Epílogo V. 205
Los hechos se sucedieron como sigue: Fulberto expulsó a Abelardo de su casa y mantuvo separados a
los amantes. Pero Eloísa estaba ya encinta. Para evitar un escándalo mayor del que había producido la
noticia de sus amoríos, Abelardo, que al parecer no deseaba contraer matrimonio, raptó a Eloísa, lleván-
dola a casa de su hermana en Bretaña. Allí dio a luz Eloísa un niño al que llamó Pedro Astrolabio. En-
terado Fulberto, parece que quiso matar a Abelardo, pero éste consiguió que aceptara el perdón que le
rogaba y su oferta de desposar a Eloísa, si bien exigió que la boda se realizara en secreto. Eloísa, sin em-
bargo, rehusó vigorosamente el matrimonio, haciendo gala de una inusitada independencia. Acabó acce-
diendo por no perturbar más a su amado, según sus propias palabras, y la boda tuvo lugar clandestina-
mente, según el deseo de Abelardo, quien no quería ver truncada su brillante carrera como maestro uni-
versitario. La familia de Eloísa, sin embargo, difundió por París la noticia del matrimonio con el fin de
reparar el honor de la joven. Abelardo condujo entonces a su esposa al monasterio de Argenteuil. La mis-
ma Eloísa desmintió su casamiento y quiso que su permanencia en la abadía pasara inadvertida. Esto fue
interpretado por la familia de la joven como un repudio deshonroso y Fulberto tramó su venganza: un
grupo de sicarios castró a Abelardo brutalmente por orden del canónigo. A pesar de que este castigo es-
taba legitimado por el derecho consuetudinario, la acción de Fulberto fue reprobada por la sociedad pa-
risiense, tanto por la Iglesia como por los miembros de la Universidad, debido a la posición social y la
~ 93 ~
con el maestro. Durante un tiempo ella tuvo que retirarse al monasterio de Argenteuil,
en las afueras de París,206
y se formó allí de tal modo que asombró luego a sus contem-
poráneos y a quienes pudieron disfrutar de su sabiduría y de sus escritos.
Como los amantes seguían con sus relaciones, Fulberto pudo apresarlos y ordenó que
Pedro fuera castrado, cosa que se realizó. Entonces Eloísa se retiro al monasterio del
Paráclito,207
desde donde mantuvo una intensa relación epistolar con Pedro Abelardo,
fama de Abelardo. Éste buscó refugio en la abadía parisina de Saint-Denis, donde tomó los hábitos y
obligó a Eloísa a seguir su ejemplo contra su voluntad.
206
Un monasterio destinado a la educación de jóvenes aristocráticas.
207
En el monasterio de Argenteuil Eloísa fue priora, justo cuando el abad Suger de Saint-Denis tuvo la
jurisdicción del lugar, en 1129. Suger, alegando la relajación de costumbres que reinaba en el aquel mo-
nasterio, en el que las monjas pecaban de continuo frivolizando con sus relaciones amorosas y carnales,
decidió expulsarlas a todas de allí. Ante la posibilidad inminente de ver dispersada la comunidad feme-
nina, Eloísa recurrió a Abelardo, que entonces se encontraba en la región de Champagne, en el pequeño y
provocativo monasterio que él fundó dedicado al Paráclito, el Espíritu Santo (lo normal era dedicar los
monasterios a Cristo Salvador o a la Virgen María, pero jamás se había dedicado un monasterio al Es-
píritu Santo). Eloísa y sus hermanas monjas se instalaron en aquel monasterio, que adoptó la regla de
Roberto de Arbrissel, fundador de la Orden de Fontevrault (cerca de Chinon) y de su abadía dúplice
(construida entre los años 1110-1119), muy dedicada a remediar a las mujeres descarriadas, bajo la ad-
vocación de Santa María Magdalena. Desde el monasterio del Paráclito, con semejanzas respecto al de
Fontevrault, la abadesa Eloísa, con fama de piadosa y sabia, escribió sus numerosas cartas a Pedro Abe-
lardo. El mismo San Bernardo de Claraval visitó la abadía del Paráclito y pudo elogiar a Eloísa, a la vez
que profirió muchos improperios contra Pedro Abelardo. Mutuamente eran acérrimos enemigos en todo.
Evidentemente, que convivieran Pedro Abelardo y Eloísa en el Paráclito levantó muchas sospechas y ma-
ledicencias. Roscelino, rival y antiguo maestro de Pedro Abelardo en Touraine, acusó a éste de mantener
relaciones vergonzantes con la abadesa. Fue en parte como defensa a estos ataques por lo que Abelardo
escribió su obra más famosa, la Historia de mis desgracias (Historia calamitatum), por la que conocemos
los sucesos de la vida de Eloísa junto a Abelardo. A pesar de las injurias vertidas sobre Pedro Abelardo
por sus numerosos enemigos, parece que su relación con Eloísa se mantuvo en el terreno puramente in-
telectual y piadoso durante aquellos años en el Paráclito, si bien, como manifestó Eloísa en sus cartas, el
reencuentro con él tras diez años de separación forzosa había supuesto un enorme consuelo para ella.
Podemos añadir que la abadía y orden de Fontevrault se hizo famosa y tuvo su repercusión inter-
nacional, inspirando el estilo de vida en otros lugares monásticos, sobre todo en Inglaterra y como hemos
señalado anteriormente también en España. Roberto de Arbrissel impuso que la dirección de la orden de-
bería corresponder siempre a una mujer y señaló a Petronila de Cheminé como primera abadesa de
Fontevrault. A ésta le sucedió Isabel de Anjou, tía del rey Erique II de Inglaterra, lo cual supuso el co-
mienzo de una posición que atrajo a unas cuantas abadesas ricas y nobles a lo largo de los años, inclu-
yendo miembros de la familia real francesa. En los primeros años en los que los Plantagenet eran grandes
benefactores de la abadía y mientras Isabel de Anjou era abadesa, la mujer de Enrique II de Inglaterra,
Leonor de Aquitania (antes esposa y reina consorte de Luis VII de Francia) estuvo allí alojada.
La Orden de Fontevrault será disuelta en el siglo XVIII durante la Revolución Francesa. Su última
abadesa, Madame d’Antin, murió en París sumida en la pobreza. La abadía se convirtió luego, entre 1804
y 1963, en una prisión, pasando en ese último año al Ministerio de Cultura de Francia. Se realizó luego
una buena restauración, terminada en 2006, por el arquitecto Lucien Magne.
Hay que decir que en esta abadía están las tumbas, entre otras, del rey Enrique II de Inglaterra, de
Leonor de Aquitania, del rey Ricardo I Corazón de León de Inglaterra, de su hija Juana, de su nieto
Ramón VII de Toulouse y de Isabel de Angulema, esposa de Juan, hijo de Ramón VII de Toulouse.
~ 94 ~
mediante cartas en las que abundan citas y referencias, entre otras, de Séneca, Cicerón,
San Agustín de Hipona, San Jerónimo, Aristóteles, Boecio y –claro está– bíblicas.208
208
Pedro Abelardo acabó retirándose a la remota abadía de Saint-Gildas-en-Rhys (Bretaña), lo que supuso
su separación definitiva de Eloísa, permaneciendo ella en el Paráclito. De la época posterior a su despe-
dida, a principios de la década de 1130, datan las tres famosas cartas que Eloísa escribió a Pedro Abe-
lardo. Las dos primeras son obras maestras de la literatura epistolar, y en ellas Eloísa demostró sus am-
plios conocimientos literarios y su maestría en el empleo de los recursos formales que la retórica epistolar
ponía a su alcance para expresar su experiencia en forma desgarradora. Eloísa mostraba en ellas su re-
sentimiento hacia los acontecimientos que habían truncado trágicamente su experiencia amorosa, que re-
cordaba como el único espacio de libertad al que había tenido acceso. Su íntima rebelión se expresó
asimismo en la obstinación con la que declaró en su correspondencia que su entrega a la vida religiosa no
había sido una elección sino una imposición del propio Pedro Abelardo. A pesar de que los monasterios
femeninos eran lugares donde la libertad y la independencia de las mujeres podían expresarse en términos
originales, Eloísa se mostró irreverentemente apegada, hasta el final de su vida, al recuerdo de los goces
corporales que le habían sido arrancados. Las respuestas de Pedro Abelardo a las encendidas cartas de
Eloísa fueron evasivas, recomendándole que olvidara el pasado para encomendarse a Dios. La tercera
carta de Eloísa fue una última obediencia a los deseos de Pedro Abelardo. En ella, Eloísa se transfiguró en
abadesa para preguntar a Pedro Abelardo sobre el origen y la finalidad del monacato femenino y pedirle
la redacción de una regla pensada para su comunidad, ya que comprendía la inadaptación de las ya
existentes a la vida de las mujeres que entraban en religión.
De Eloísa conservamos también sus Problemata, una serie de preguntas acerca de la Sagrada Escritura
que dirigió a Pedro Abelardo encabezada por una carta de introducción. La autoría de Eloísa sobre este
texto nunca ha sido cuestionado, pero en cambio a menudo se ha dudado de que llegara a escribir su
epistolario. Como mujer del siglo XII, Eloísa estuvo sujeta a las rígidas codificaciones respecto a la mujer
de entonces, por lo que muchos se han sorprendido ante su independencia de juicio y ante la fuerza con
que expresó una experiencia que se rebelaba contra dichas codificaciones. La fuerza expresiva de sus
cartas fue apreciada posteriormente por muchos autores como Jean de Meung (1250-1205) o Petrarca
(1304-1374). Eloísa se convirtió en los siglos modernos en la heroína romántica de una tragedia amorosa.
Más allá de esta visión estereotipada, el epistolario de Eloísa puede contemplarse como la expresión
vigorosa de la extrañeza de su ser mujer hacia las codificaciones patriarcales del sentir femenino. Eloísa
sobrevivió en varios años a Pedro Abelardo. Ambos están sepultados en el famoso cementerio parisino
del Père-Lachaise (confesor de Luis XIV de Francia, entre los siglos XVII-XVIII).
~ 95 ~
CEUTA
En Ceuta,209
a los 64 años de edad, murió el geógrado y cartógrafo andalusí, muy
viajero, Abu Abd Allah Muhammad al-Idrisi, más conocido simplemente como Al-
Idrisi.210
La mayor parte de sus trabajos los realizó en la corte siciliana del rey Roger II
en Palermo.
Al-Idrisi era del mismo lugar en el que murió, de Ceuta, habiendo nacido durante la
dominación almorávide. Descendía de noble familia bereber hamudí, de Málaga, siendo
concretamente familia del rey Idris II ibn Alí de aquella taifa, muerto en 1055.211
Cuando Granada se apoderó de Málaga, en 1057, la familia de Al-Idrisi, se marchó de
allí rumbo a Ceuta, donde él nació y se educó. Más tarde se dirigió a Córdoba.212
209
Ceuta era una espléndida ciudad andalusí, un lugar –se decía– donde las ciencias habían encontrado su
sede. Así lo dijo el onobense Al-Bakri, geógrafo e historiador que vivió entre 1014-1094, haciéndose eco
del prestigio cultural de la ciudad. Según Ibn Galib al-Ansari, geógrafo e historiador de origen granadino,
del siglo XII, existían en Ceuta 60 bibliotecas, alguna con más de 3.000 volúmenes, y dos madrasas o
escuelas importantes. Ceuta, en esa época, mantenía un intenso y activo comercio librero, un floreciente
desarrollo de la artesanía del papel y una activa escuela de copistas de general y universal reconoci-
miento. Al-Idrisi comenzó su formación en Ceuta, su ciudad natal, continuando después en Córdoba, que
seguía siendo uno de los grandes focos culturales del Islam en Occidente.
210
O bien a los 65 ó 66, pues no hay certeza acerca de si murió en este año 1164 o en alguno de los pos-
teriores aquí mencionados. También se le conoció como el Árabe de Nubia, la región situada al sur de
Egipto y norte de Sudán, en el valle del Nilo. No existe tampoco constancia cierta acerca del lugar de la
muerte de Al-Idisi. Podría haber sido Ceuta, su ciudad natal, aunque también pudo haber sido algún lugar
siciliano. Tal vez permaneció en Sicilia hasta la muerte de Roger II en 1154, como también pudiera ser
que se quedara allí hasta su propia muerte.
211
Idris II ibn Alí fue el sexto de los reyes de la taifa malagueña entre los años 1042-1047, hermano del
que también fuera rey de la taifa malagueña Hasan al-Mustansir. Era hijo del califa cordobés Alí ibn
Hamud al-Nasir, que lo fue entre los años 1016-1018, y de Fátima, hija de Al-Qasim al-Mamun, que
también fue califa cordobés, entre los años 1118-1121 y en 1123.
Hasta que su hermano Hasan fue nombrado rey, en 1040, Idris permaneció en Ceuta bajo la tutela del
eslavo saqaliba Naya al-Siqlabi, quien precisamente derrocaría a Hasan y se adueñaría de la taifa mala-
gueña en 1142. Viajó a Málaga y allí fue encarcelado por orden de su hermano Hasan, que no se fiaba de
él, aunque lo nombró heredero. Hasan murió envenenado a finales de 1042. Idris II siguió encarcelado
hasta que Naya al-Siqlabi fue asesinado por sus propios soldados, los cuales liberaron a Idris y lo pro-
clamaron rey de la taifa malagueña, en realidad califa, como era tradición en Málaga por desceder sus
reyes de los califas de Córdoba. Los bereberes de Málaga se vanagloriaban de ello. Idris II fue reconocido
como rey y califa por los reyes de taifa de Granada y de Carmona.
Hubo una rebelión en Málaga contra Idris II, en febrero de 1046, en un momento en el que Idris se
encontraba cazando, sin enterarse de nada. Fruto de aquella rebelión fue la proclamación del nuevo rey-
califa en la persona de Muhammad I al-Mahdi, primo de Idris. Cuando éste regresó de su cacería, al llegar
a Málaga se le cerraron las puertas de la ciudad, quedando él allí, triste y desolado ante las murallas.
212
Es una suposición, pero avalada por la detallada y entusiasta descripción que hace de Córdoba en sus
obras. Por sus trabajos sabemos de su gran conocimiento de Al-Ándalus, que denotan sus viajes desde
Lisboa hasta Levante.
~ 96 ~
El rey Roger II de Sicilia, en 1138, le ofreció establecerse en su reino,213
encargándole
la realización de una esfera celeste y un disco o mapamundi que representara geográfi-
camente el mundo conocido, debiendo hacer ambas cosas en fondo y forma de plata.214
213
Sin que se sepa exactamente cuándo recbió tal ofrecimiento ni cuándo llegó Al-Idrisi a Sicilia, aunque
parece ser, como queda dicho en nuestro texto, que fue en 1138. Lo cierto es que Al-Idris aceptó ense-
guida irse a Sicilia, donde se encontraría a salvo de los reyes o facciones de musulmanes celosos y reti-
centes respecto de su procedencia familiar. El mismo Roger II de Sicilia lo recibió considerándolo
miembro de la Casa del Califato.
Al-Idrisi fue considerado un traidor y un hereje por los intelectuales musulmanes y por las autoridades
islámicas de su tiempo por haberse ido a servir a un rey cristiano, Roger II de Sicilia, declarado enemigo
irreconciliable de la fe y de la política musulmana. Pero, lejos de todo eso y en descargo de Al-Idrisi, hay
que reconocer que fue durante su época siciliana cuando este geógrafo aportó conocimientos valiosísimos
a la geografía mundial, dejando un legado importantísimo. Al-Idrisi, sin más, buscó un clima de tranqui-
lidad y de comprensión para poder desarrollar su trabajo.
Puede leerse la novela histórica de Tariq Alí (2006): Un sultán en Palermo, Madrid, Alianza Editorial
(traducción de María Corniero). Es la cuarta novela de este autor en su serie Quinteto del Islam. Tariq Alí
es un escritor británico de origen pakistaní. Ha escogido la historia de Palermo para interpretar los inicios
de un siglo marcado por la intolerancia. Mientras prosperan los fundamentalismos religiosos y políticos,
aún es posible mirar hacia atrás y descubrir que ciudades como Palermo o Toledo, entre otras quizás pero
no muchas, consiguieron un modelo de convivencia, donde las diferencias culturales no fomentaron los
antagonismos sino la creatividad y el ingenio. Durante la dominación musulmana, Palermo se convirtió
en una de las ciudades más hermosas del Mediterráneo. Sus baños públicos y sus trescientas mezquitas,
sus jardines y sus patios, sus amplias calles y sus plazas, acogieron a griegos, latinos, lombardos, judíos,
árabes, bereberes, persas y negros. Un sultán en Palermo se sitúa en los años de la dominación normanda,
reinando Roger II de Sicilia, siendo el protagonista de la novela el geógrafo y cartógrafo Muhammad al-
Idrisi.
Según esta novela, la condescendencia de Roger II hacia la cultura árabe o cualquiera otra no logra fre-
nar la hostilidad de los obispos cristianos hacia lo no cristiano. Tariq Alí ciertamente se revela en esta
novela como un excelente narrador y como un perspicaz conocedor de la naturaleza humana. Desde el
principio nos advierte que los fanáticos religiosos “temen más al conocimiento que a la muerte”. La
amistad entre el rey Roger y el cartógrafo, según la novela, surge de una común benevolencia y de un
sincero afán por dilatar su saber sobre el hombre y el cosmos. El rey Roger está en sus últimos años de
vida. La proximidad de la muerte le impulsa a interrogarse sobre su propia fe cristiana y sobre la fe islá-
mica. Tariq Alí muestra hábilmente las imperfecciones de una y otra fe, sin dejar de insinuar que el an-
helo de trascendencia está fuerte y necesariamente enraizado en el corazón de cada hombre.
La matanza que lidera el barón de Mesina sólo anuncia el declive de una ciudad arruinada por la in-
transigencia religiosa. Es indudable que Tariq Alí ha escrito su novela con los ojos en la actualidad. La
época islámica de Palermo representa la posibilidad de un concepto no excluyente de civilización. Es el
Palermo que inspiró La siciliana, un relato de Boccaccio ambientado en el refinamiento de una cultura
donde el hamman o baño público constituye un espacio de encuentro para el amor, la amistad o el
conocimiento.
Con una prosa elegante y eficaz, Tariq Alí muestra su nostalgia por un pasado que permitía el sincre-
tismo cultural, la coexistencia pacífica y la integración de lo humano y lo divino. Las pasiones tardías de
Al-Idrisi revelan que el deseo perdura incluso en la vejez. La violencia de los Papas y reyes cristianos
extinguirá la presencia musulmana. Algunos supervivientes huirán hacia Palestina. Siglos más tarde, la
intolerancia sigue cobrándose sus víctimas.
214
Evidentemente, Roger II, como todos los reyes y poderosos de su tiempo, procuró llenar su corte de
prestigiosos intelectuales y eruditos para dar realce a su corona y para lograr la mayor prosperidad posible
de su reino. Al-Idrisi fue colmado de todo tipo de atenciones y regalos por parte del rey. El mapamundi de
Al-Idrisi asombró a todo el que lo vio. Para componerlo, Al-Idrisi utilizó sus propias notas y las obser-
~ 97 ~
En 1154 fue cuando Al-Idrisi realizó un gran mapamundi que acompañó con un libro
explicativo titulado Geografía.215
En 1161, Al Idrisi realizó una segunda edición ampliada, con el notable título de Los
jardines de la humanidad y el entretenimiento del alma.216
Su método de trabajo, aparte de la visita directa a los lugares descritos, surgió del exa-
men en detalle de la distribución geográfica de las obras reunidas en su corte y biblio-
teca por el rey siciliano. La mediterránea centralidad de Sicilia en cuanto isla, hace de
este lugar un sitio comercial por excelencia, constituyéndose así en lugar ideal para la
investigación geográfica y de las oportunidades mercantiles y políticas. Sicilia es una is-
la grande, cosmopolita, llena de puertos (Palermo, Mesina, Catania, Siracusa, etc.). Hay
en Sicilia la consolidada costumbre de interrogar a cuantos llegan acerca de sus lugares
de procedencia, obligándoles a describirlos. Se les pregunta: ¿Cuál es el clima del país,
sus ríos y lagos, las montañas, las configuraciones de las zonas costeras y el suelo?
¿Qué hay de sus carreteras, vías, calzadas, comunicaciones, edificios, monumentos, em-
blemas, cultivos, artesanías, importaciones, exportaciones y maravillas más destaca-
bles? ¿Cuáles son, finalmente, su cultura, la religión, las costumbres y el idioma? Ade-
más de todo esto, es frecuente enviar expediciones científicas a las zonas sobre las que
no hay información. Y estos eran el método de trabajo y las tareas de Al-Idrisi.217
vaciones directas que tenía recogidas de sus viajes y además se rodeó de un gran equipo de geógrafos
acompañados de los mejores dibujantes que se distribuyeron por todas partes. Al-Idrisi, según le iban
proporcionando datos e informaciones sus colaboradores, lo fue ordenando y catalogando todo.
Aunque la obra de Al-Idrisi contenía múltiples defectos y errores de bulto, vista en su conjunto resultó
ser y es un auténtico monumento geográfico que sirvió de guía imprescindible para los trabajos de los
posteriores geógrafos y cartógrafos. La obra tuvo tal éxito que se hicieron múltiples traducciones, copias
parciales y síntesis en fechas tan dispares como 1592, 1619, 1796 e incluso después, hasta en el siglo XX
y en nuestros días.
215
Un mapamundi planteado según una orientación inversa a la que actualmente estamos habituados, es
decir, colocando el norte abajo y el sur arriba. Este mapamundi es conocido como Tabula Rogeriana.
Roger II llamó al mapamundi y al libro Nuzhat al-Mushtak, aunque Al-Idrisi las llamó siempre Kitab
Ruyar (El Libro de Roger). Este libro se lo dedicó Al-Idrisi al rey siciliano. La obra, que muestra el
mundo dividido en siete regiones climáticas, facilita las distancias entre las ciudades principales y des-
cribe las costumbres, personas, productos y clima del mundo conocido. No es una fuente histórica per-
fecta, ya que Al-Idrisi, siguiendo la costumbre de aquella época y de siglos posteriores, se basó en otras
fuentes. Por ejemplo, combinó la descripción de Polonia con la del territorio de la actual República
Checa, pues escribió y se expresó acerca de “un país rodeado por montañas”.
Al-Idrisi se inspiró mucho en el hispano Paulo Orosio, del siglo V, y en el griego Claudio Ptolomeo, el
clásico de la geografía, del siglo II. La obra Geografía de Ptolomeo se había perdido totalmente para Oc-
cidente, pero la conservaban los musulmanes con una traducción en árabe.
216
Pero todas las copias de esta obra de reedición se hallan perdidas. Se sabe que una edición abreviada,
bajo el título de Jardín de los Gozos, que se conoció como Pequeño Idrisi, fue publicada en 1192.
217
Al-Idrisi, principal de entre los geógrafos medievales, recopiló una cantidad extraordinaria e incompa-
rable de información geográfica. Sostuvo que la Tierra es esférica, aunque plasmara sus mapas en la for-
ma de dicos. Explicó que la forma de disco no era sino representativamente simbólica de la forma re-
donda del mundo. Pero Al-Idrisi no fue el primero en decirlo (mucho menos fue Cristóbal Colón). No
~ 98 ~
Mapamundi de Al-Idrisi
todo el mundo en la Antigüedad y en la Edd Media pensaba que la tierra era plana. Ya desde el siglo V a.
de C. hubo muchos estudiosos, geógrafos y astrónomos que afirmaron la esfericidad de la Tierra.
Su relato de la travesía de los Maghrurin u “Hombres engañados” (vivos testimonio de los legendarios
misterios oceánicos) de Lisboa en el Océano Atlántico (un viaje en el que probablemente visitaron las is-
las Madeira y Canarias) influyó probablemente en las travesías posteriores de españoles y portugueses
hacia América y alrededor de África, respectivamente. Al-Idrisi compartía el temor contemporáneo hacia
el Océano Atlántico como oscuro, frío e interminable, lo que se fundaba en que, además conocería el ta-
maño de la tierra, ya medido por Eratóstenes (276-194 a. de C.), y por lo tanto la distancia a Asia por el
oeste.
Ver Epílogo VI.
~ 99 ~
He aquí un fragmento de la Tábula Rogeriana:
Fragmento occidental de la Tábula Rogeriana de Al Idrisi,
según composición realizada por Konrad Miller (1884-1933)218
218
Obsérvese que este mapa fue elaborado con el norte hacia abajo y el sur hacia arriba. Téngase en
cuenta para reconocer el perfil de Europa.
~ 100 ~
PRINCIPADO DE LIEJA
El 4 de septiembre murió circunstancialmente en Pavía (Italia) el príncipe-obispo de
Lieja Enrique II de Leez, habiéndolo sido durante 19 años, desde 1145.219
Fue enterrado
en la catedral de Lieja.220
En 1135 fue canónigo en el capítulo de Lieja y rector de Grand-Axhe, cerca de Wa-
remme. Participó en el II Concilio de Letrán (año 1139), acompañando a Alberto II de
Chiny-Namur, su predecesor. Fue nombrado archidiácono de Famenne en 1141.221
El 1141 participó en el asedio al castillo de Bouillon.222
Durante la batalla volvió a
Lieja para buscar refuerzos y para que el clero le autorizara a llevar a Bouillon el reli-
cario de San Lamberto de Lieja,223
de modo que se envalentonaran los guerreros.
219
Había nacido (aunque se desconoce el año) en una casa y familia nobiliaria de Grand-Leez (actual-
mente en Bélgica), cerca de Gembloux. De su juventud no se sabe mucho, aunque tanto en la abadía de
Gembloux como en la escuela del capítulo (organismo colegiado de índole eclesiástica) de Lieja se
encuentran unos “Enrique” que podrían ser Enrique II de Leez.
En una moneda acuñada bajo su mandato se encuentra la primera representación conocida del perron,
una famosa fuente, que es el principal símbolo de Lieja, principado desde el siglo X hasta el XVIII, go-
bernado siempre por un príncipe-obispo.
Se adentra uno en esta ciudad siguiendo la ribera del río Mosa y en el centro de la misma se puede
observar el palacio de los príncipes-obispos, que es el edificio principal de la plaza de San Lamberto
(Enrique II lo ensanchó en 1160). El interior de este palacio está lleno de numerosas y muy adornadas
columnas. En Lieja hay muchas iglesias, destacando entre ellas, en el mismo centro de la ciudad, la
catedral de San Pablo, de estilo gótico y llena de reliquias. Podemos destacar también la iglesia de
Santiago, de impresionantes dimensiones, ideada como lugar de paso para los peregrinos del Camino de
Santiago.
Uno de los sitios más emblemáticos de Lieja es el de la conocida como Montaña de Bueren, con una
escalera de 374 peldaños o escalones que lleva hasta la ciudadela, desde donde pueden apreciarse unas
vistas magníficas.
220
Dedicada entonces a San Lamberto. Esta catedral resultó destruida durante la Revolución Francesa, en
1794.
221
O tal vez en 1142.
222
No confundir con Bouillon, al sur de Francia. El castillo de Bouillón (Bélgica), que es una de las
fortalezas feudales más imponentes de Europa, parece que fue construido en el siglo VIII por orden de
Carlos Martel (686-741). Pero su mayor notoriedad se alcanzó durante la primera cruzada, en 1096,
cuando Godofredo de Bouillon, su propietario se lo vendió a los príncipes-obispos de Lieja, por una gran
suma de dinero, para poderse costear la cruzada a Tierra Santa. Los príncipes-obispos de Lieja tuvieron
que librar muchas batallas para no perder este castillo. Se apoderaron de él las tropas francesas de Luis
XIV (1643-1715), tras un asedio de 20 días. Actualmente es un gran reclamo turístico en Bélgica.
223
Obispo y mártir de Maastricht, muerto hacia el año 705 o tal vez antes. Lieja fue el lugar de su muer-
te, cuando aquello no era más que un poblado o aldea sin importancia. Se conmemora el 17 de sep-
tiembre.
~ 101 ~
En 1142 se convirtió en preboste del capítulo de San Lamberto de Lieja, cargo que
ocupó hasta que el 13 de mayo de 1145 el capítulo le eligió como príncipe-obispo, pa-
rece ser que sin injerencia de la vieja corte lotaringiana y con el acuerdo o aprobación
del Papa Eugenio III. La ordenación episcopal se la administró el arzobispo Arnaldo I
de Colonia, el 24 de junio de ese año.
El 1 de febrero de 1151 estuvo al frente de su ejército en la batalla de Andenne contra
el conde Enrique el Ciego de Namur224
y Luxemburgo. Resultó más indicutible a partir
de entonces el dominio de Lieja sobre la región del Mosa.
En 1155 acompañó a Italia al entonces rey (todavía no emperador) Federico I de Ale-
mania, que le confirmó en el principado (vasallático) de Lieja. En verdad, Enrique II de
Lieja no pudo separarse demasiado del germano Federico I, teniéndole que acompañar
en muchas ocasiones y, dada su vinculación con el Sacro Imperio Romano Germánico,
optando siempre cismáticamente por los antipapas, no precisamente por los pontífices
legítimos de Roma. De hecho, en este mismo año 1164, se alineó a favor del antipapa
Pascual III sucediendo al antipapa Víctor IV.225
A Enrique II le sucede en el principado de Lieja Alejandro II, de trayectoria y rele-
vancia semejante a la del predecesor.
224
Actual capital de Valonia (Bélgica),
225
Pascual III, de nombre Guido, era de Cremona. Tenía 64 años al ser elegido y fue antipapa, con el
apoyo del emperador Federico I Barbarroja, opuesto a Alejandro III, hasta 1168, año de su muerte. A
Pascual III le sucederá el antipapa Calixto III (1168-1178).
~ 102 ~
CONDADO DE TRÍPOLI
En este año 1164,226
a los 52 años de edad, murió la condesa Hodierna de Trípoli,
siendo de este título como heredera de su padre Balduino II de Jerusalén y desde su
complicado matrimonio con el conde Raimundo II de Trípoli en 1136.227
Hodierna era hija del rey Balduino II de Jerusalén y de su esposa la armenia Morfia de
Metilene, siendo sus hermanas, célebres, influyentes y muy unidas entre sí, la reina Me-
lisenda de Jerusalén, la princesa Alicia de Antioquía y la abadesa de Betania Ioveta. Ho-
dierna permaneció al lado de su hermana la reina Melisenda de Jerusalén cuando murió
en 1161.
Es posible que Hodierna, en 1148, hubiera pedido a Melisenda228
que organizara el
asesinato de Alfonso Jordán, conde de Trípoli entre los años 1109-1148, hijo (huérfano
a los 2 años de edad) del conde Raimundo IV de Toulouse, uno de los que encabezaron
la primera cruzada (1096-1099), muerto en 1105. Alfonso Jordán había reclamado para
sí el condado de Trípoli.
Tras el asesinato de su esposo Raimundo II, en 1152, Hodierna regentó el condado de
Trípoli durante la minoría de edad de su hijo, muy niño, Raimundo III.229
Balduino III
de Jerusalén garantizó el apoyo de los nobles del condado al respecto y Hodierna acordó
en ceder el costero castillo de Tartous (Siria) a los templarios, con el fin de defender el
condado de los ataques de Nur al-Din, intensificados desde la muerte de Raimundo II.
Nur al-Din hizo prisionero a Raimundo III en este año 1164.230
Amalarico I de Jerusalén
226
Probablemente.
227
Probablemente. Raimundo se sintió incómodo con su esposa Hodierna por su modo de actuar inde-
pendiente, poco sumisa, y por sospechar de ella que fuera una adúltera. Hubo rumores de que su hija
Melisenda de Trípoli pudiera haber sido fruto de una relación adúltera de Hodierna. Estando las cosas
más que dificultosas en el condado de Trípoli, en 1152 hubieron de intervenir allí la reina Melisenda de
Jerusalén y su hijo Balduino III. Hodierna y Raimundo II se reconciliaron, pero Hodierna fue apartada de
él y llevada por un tiempo a Jerusalén. Volvió pronto a Trípoli, cuando Raimundo II fue asesinado, en ese
mismo año 1152, a manos de los ismailitas asesinos nizaríes, que le tenían declarada la guerra a los cru-
zados y actuaban mediante atentados.
A Melisenda de Trípoli casi la casan con el emperador bizantino Manuel I Conmeno, pero cuando éste
supo de la supuesta condición de hija ilegítima la rechazó y se casó con María de Antioquía, hija de la
princesa Constanza y de Raimundo de Poitiers.
228
A la que apoyó en los conflictos con su hijo Balduino III de Jerusalén, hechos de los que nos hemos
ocupado en su momento.
229
Su edad sería entonces la de 12 años.
230
Fue encarcelado en Alepo. Será liberado en 1173 mediante rescate de 80.000 monedas de oro.
~ 103 ~
asume la regencia del condado de Trípoli. Ya iremos contando el desenvolverse de los
hechos.231
Hodierna
231
Según la legendaria Vida de Hodierna de Trípoli, del trovador contemporáneo Jaufré Rudel de Blaye,
aquitano de lengua occitana, los pregrinos de Tierra Santa llevaron a Francia noticias de la proverbial
belleza de Hodierna, inspirando todo ello canciones trovadorescas de amor. Según la legendaria historia,
el trovador se enroló en la segunda cruzada sólo para poder verla. Enfermó y cayó por tierra medio
muerto. Se contó que cuando Hodierna lo supo salió de su castillo y Rudel pudo morir en sus brazos. Pero
esto no es más que una leyenda y una pieza temáticamente trovadoresca.
~ 104 ~
NÓVGOROD (RUSIA)
Murió Sviatoslav Ólgovich, príncipe de Nóvgorod y otros territorios rusos.
232 Era hijo
de Oleg Sviatoslávich, príncipe de Chernígov233
y otros títulos.234
Luego de la muerte de su hermano mayor Vsévolod II de Kiev (agosto de 1146), Svia-
toslav y su hermano Ígor fueron expulsados de Kiev por Iziaslav II Mstislávich de Kiev.
Sviatoslav escapó, pero Ígor fue capturado235
y eventualmente asesinado en 1147. Svia-
toslav huyó a Chernígov pero se le ordenó abandonar su ciudad, la ucraniana Nóvgorod
Síverski, que le fue dada a sus primos Iziaslav y Vladímir Davídovich. Sviatoslav, con
la ayuda de su aliado Yuri Dolgoruki y de su suegro Aepa Kan, inició entonces una
guerra contra los mencionados primos, a los que derrotó (16 de enero de 1147), después
de haber tenido que huir a las tierras de Karachev, más al norte hacia Rusia.
232
En 1108, Sviatoslav se casó con una princesa de tribu cumana, hija de Aepa Kan, quien le dio una hija
y un hijo, Oleg. En 1136 Svyatoslav se casó por segunda vez, con una mujer de Nóvgorod, con quien tuvo
a su famoso hijo Ígor Sviatoslávich, sobre quien se compuso una ópera rusa en el siglo XIX.
233
Ucrania.
234
No nos resulta demasiado trascendente tener que tratar de estas historias, por lo que sólo anotamos este
episodio, simplemente a efectos de cronología o por no faltar a ella en estos escritos. Quien lo desee
abunde en ello por su cuenta o por las fuentes o lecturas que mejor considere.
235
Parece ser que también asesinado en 1147.
~ 105 ~
AÑO 1165
~ 106 ~
TUDELA
Como podemos recordar, con sus circunstancias, en otoño de 1162 el rey Sancho VI
de Navarra había atacado Castilla por todos sus frentes, anexionándose parte de La
Rioja.
En 1163, afianzándose con Ibn Mardanis, el rey Lobo de Murcia, le envió todo un
ejército para ayudarle en la lucha contra los almohades. Como contamos enseguida, Ibn
Mardanis se esfuerza muy considerablemente en esa lucha.
Ahora, en 1165, Sancho VI pasó a ser más diplomático que agresivo. Con Fernando II
de León, su cuñado, celebró conversaciones en Tudela236
y allí firmaron un tratado, el
28 de enero. Ambos desean empezar bien el año y afrontar el futuro de la mejor manera
posible.
Y hubo boda: se casó Sancha Garcés, hermanastra del rey navarro, con el vizconde
Gastón V de Bearn.237
Una ruta digna de recorrerse
236
Al sur de la actual Navarra.
237
Sancha Garcés era hija de Urraca la Asturiana, segunda esposa de García Ramírez de Pamplona, y el
viconde Gastón V de Bearne era hijo de Pedro II, su predecesor en el vizcondado, y de Guiscarda, hija del
vizconde Gastón IV de Bearne (el Cruzado, muerto en 1131) y de Talesa de Aragón, vizcondesa de Mon-
taner y prima de Alfonso I el Batallador. Gastón V muere en 1170, sin descendencia. Sancha Garcés se
casará en segundas nupcias con el muy poderoso conde Pedro Manrique de Lara, II señor de Molina y
Mesa, XIII vizconde de Narbona y mayordomo mayor del rey Fernando II de León. Sancha y Pedro
tendrán dos hijos: García Pérez de Lara (primogénito) y Aimerico, vizconde de Narbona.
~ 107 ~
REINO DE HUNGRÍA
En la primavera de este año 1165, los húngaros de Esteban III atacaron los territorios
de Esteban IV y se apoderaron de ellos. Lugo murió Esteban IV envenenado por sus
propios hombres en el castillo de Zimony.238
Tenía 32 años de edad. Entró después en
escena el emperador bizantino Manuel I Comneno, en junio, atacando a los húngaros.
Esteban III renunció de nuevo a los territorios de Dalmacia y Croacia a favor de los bi-
zantinos. Manuel I se sirvió de la ayuda de tropas venecianas y los ocupó. A los terri-
torios de Sirmia, que Esteban III había ocupado en primavera, envió Manuel I un triple
ejército y se apoderó de ellos expulsando de allí al rey húngaro. El primero de los men-
cionados tres ejércitos fue a las órdenes de Bela (hermano menor de Esteban III), diri-
giéndose hacia la frontera del Danubio, y los otros dos aremetieron desde Galitzia239
y
desde Moldavia.240
Con la intervención del duque Enrique II de Austria, suegro de Esteban III, a finales
de este año 1165, se firmó la paz entre húngaros y bizantinos, aunque los húngaros ocu-
paron una parte de Dalmacia y pusieron bajo su control al regente bizantino.
El rey Esteban IV de Hungría
238
En Belgrado (Servia).
239
Región europea de los Cárpatos que tiene territorios en Polonia y en Crocacia.
240
Entre Rumanía y Ucrania.
~ 108 ~
LEÓN Y PORTUGAL
El rey Fernando II de León y el rey Alfonso I Enríquez de Portugal tuvieron un en-
cuentro en Pontevedra y el 30 de abril acordaron la paz mutua firmando el tratado de
Lérez.241
Se está procediendo en España –y también e Portugal– más por vía diplomá-
tica que beligerante. Acordaron también los dos soberanos el compromiso matrimonial
de Fernando II con Urraca de Portugal, hija de Alfonso I Enríquez. La boda se celebró
en junio, él con 28 años de edad y ella con 15.242
De otra parte, dada la fluidez de relaciones entre los reinos de León y de Portugal en
estos momentos, el portugués Gerardo Geráldez Sempavor (sin miedo), a quien se le to-
lera como aventurero y guerrero de peculiar nobleza,243
se hizo presente en los territo-
rios de expansión del reino de León hacia el sur y conquistó244
lugares musulmanes co-
mo Trujillo245
(en abril), Évora246
(en mayo)247
y Cáceres (el 11 de noviembre).
241
Lérez (Pontevedra) destaca como uno de los pocos lugares, entre otros, por donde coincide el Camino
de Santiago Portugués con la antigua calzada romana que por allí transcurre.
Según la tradición, donde está la Santina se considera el lugar donde descansó el Apóstol Santiago en
los comienzos de su recorrido por Galicia. Por esta leyenda, al procesionar aquí la imagen del Apóstol el
día de su fiesta, le son ofrecidas las uvas de esta casa, que son uvas de una cepa que madura antes que las
demás, atribuyéndole la gente este “milagro” a Santiago (que pinta el bago [pago, campo], la uva, el me-
lón y el melocotón). A pocos metros del lugar se halla un hermoso crucero construido en 1822. Hay
también una importante fortificación conocida como castillo de Cedofeita, que se construyó para hacer
frente a las numerosas incursiones vikingas o musulmanas que se sucedieron durante los siglos IX-XI.
242
Será madre de Alfonso IX de León y abuela de Fernando III el Santo de Castilla y León.
243
Peronaje legendario y de carácter difícil que aglutinó en pos de sí tropas de proscritos, salteadores y
hombres raros de encuadrar en la normalidad social.
244
Aunque no de un modo del todo definitivo.
245
Provincia de Cáceres.
246
En la región portuguesa del Alentejo, no demasiado distante de Badajoz.
247
O tal vez en septiembre.
~ 109 ~
SURESTE DE AL-Ándalus
desde el reino de
murcia
Durante los meses de verano y de otoño, el rey murciano248
Ibn Mardanis (o Lobo)
intentó arrebatarle Córdoba a los almohades, pero Utman ibn Abd al-Mumin, hermano
de Abu Yaqub Yusuf ibn Abd al-Mumin I, el actual califa almohade, al frente de un po-
deroso ejército movilizado desde el norte de África, reforzado con andalusíes y orga-
nizado en Sevilla al modo almohade, marchó contra aquél y, salíéndole al paso, lo de-
rrotó, retomando Andújar,249
Baeza,250
Baza,251
Caravaca,252
Cúllar253
y Vélez-Rubio,254
aunque el ejército cristiano-muladí (murciano, castellano y navarro, no aragonés-catalán
en esta ocasión)255
lo formaron 13.000 hombres. La derrota tuvo lugar en el valle del río
Guadalentín,256
en la vega murciana. De todos modos, Ibn Mardanis tiene bien prote-
gida y mantenida la ciudad de Murcia, aunque los invasores asolaron y saquearon su ve-
ga. Se cebaron sobre las mansiones de los ricos y sobre la residencia real o castillo de
248
Siendo el reino de Murcia, a modo de taifa, realmente castellano y, por extensión, leonés.
249
Provincia de Jaén. Andújar fue más fortificada entonces por los almohades.
250
Provincia de Jaén (Bayyasa la llamaron los musulmanes). Fue ciudad de muchos muladíes y mozára-
bes. Como podemos recordar, en 1147, fue conquistada por Alfonso VII, supuesta y sobrenaturalmente
auxiliado por el mismo San Isidoro de Sevilla a caballo (leyenda del famoso Pendón de Baeza). La go-
bernó desde entonces el muladí procristiano Abd al-Aziz, que acuñó moneda cristiana. Habiéndose apo-
derado de esta ciudad los almohades, la mantendrán en su dominio hasta 1212, cuando la reconquista
avance considerablemente en la batalla de las Navas de Tolosa.
251
Provincia de Granada.
252
Cravaca de la Cruz (Murcia).
253
Provincia de Granada.
254
Provincia de Almería.
255
Lo que aprovechó Sancho VI de Navarra en esta ocasión fue avanzar o tratar de expadirse sobre Ara-
gón y hacia el sur.
256
El río Guadalentín, cuyo nombre puede provenir de la denominación árabe Oued al-Lentin, que signi-
fica río de fango, conocido como Sangonera, transcurre por el sureste español, concretamente por las
provincias de Almería y Murcia, siendo, por la derecha, el afuente principal del río Segura y configurando
entre sierras el denominado valle del Gadalentín.
~ 110 ~
Monteagudo.257
La ciudad de Murcia, con sus arrabales, cuenta ahora con 28.000 habi-
tantes. Es una ciudad amurallada258
que cuenta también con antemuralla, foso, 6 puertas
y 95 torreones, albergando todo el conjunto un buen alcázar junto al río Segura y un pa-
lacio regio, habiendo emprendido las obras al respecto el mismo Ibn Mardanis durante
los años que lleva aquí instalado.
257
El castillo de Monteagudo (Murcia), de carácter militar y emplazado estratégidamente, constituye una
de las fortificaciones más impresionantes y en mejor estado de conservación de la región murciana. De la
historia de este castillo dan fe las fuentes árabes desde el siglo XI, pero fue en el siglo XII, bajo el reinado
de Ibn Mardanis, cuando se remodeló de un modo considerable. Durante la Baja Edad Media, las fuentes
cristianas recogen el paso de los sucesivos alcaides y los acontecimientos más importantes allí acaecidos.
El castillo está construido con tapias o muros de argamasa, repartido y organizado su espacio y volumen
en tres plataformas o niveles que aprovechan los desniveles del terreno. Hay aljibes, estancias, almacenes,
salas y construcciones con variada funcionalidad, tanto militar como de otra índole. Las torres que flan-
quean todo el recinto forman esquinas de ángulos reentrantes, muy características en el reinado de Ibn
Mardanis.
258
Con murallas de 15 metros de altura.
~ 111 ~
NASSAU (Alemania)
Abadía de SCHÖNAU
El 18 de junio murió en la abadía alemana (dúplice) de Schönau, en la renana Nassau,
la monja benedictina conocida como Isabel de Schönau, destacada por sus escritos
místicos, reflejos de su propia vida.259
Tenía 39 años de edad.260
Se educó en la abadía de Schönau, donde profesó como monja benedictina en 1147.
Una década después, en 1157, se convirtió en abadesa de las monjas bajo la supervisión
del abad Hildelin.261
Fue siempre muy generosa y entregada a la vida religiosa, a pesar de tener una salud
precaria. No le impidió mostrarse paradójicamente fuerte y vigorosa el verse afectada
por sufrimientos de todo tipo, esforzándose incluso, muy destacadamente, en su vida de
penitencia y mortificación, sobre todo desde que profesó (año 1147) hasta 1152.262
A partir de 1152, Isabel, como pasando de la ascética a la mística, fue experimentando
reveladoras visiones y variados éxtasis. Generalmente le ocurrían los Domingos y Fies-
tas de guardar, mientras se celebraba la Misa o durante la oración y en los oficios pia-
dosos, muy destacadamente al escuchar atentamente los relatos hagiográficos o de vidas
259
Cuando esos escritos se publicaron, le fue añadido al nombre de la autora el calificativo de Santa, de
modo que es conocida desde entonces como Santa Isabel de Schönau, aunque sin haber sido oficialmente
canonizada, conmemorándose en el santoral el día 18 de junio. Figura en el martirologio romano desde
1584. Del martirologio romano hablaremos en su momento, en el siglo XVI, desde el pontificado de Gre-
gorio XIII (1572-1585), Papa que reformó el calendario que lleva su nombre. El Martyrologium Ro-
manum ad novam Kalendarii rationem et ecclesiasticae histórice veritatem restitutum, Gregorii XIII
Pont. Max. iussu editum se conoció en Roma desde 1583. Al año siguiente apareció la primera edición
oficial, “para la lectura en el coro”, autentificada por la Constitución Apostólica Emendato, del 14 de
enero de 1584.
260
Habiendo nacido, probablemente, en 1126, siendo oscuros sus orígenes familiares (se apellidaba Hart-
wig).
261
Era habitual en el siglo XII que para ocupar el cargo de abadesa en un monasterio benedictino se ne-
cesitara ser de ascendencia noble, por lo que se puede deducir al menos una procedencia suficientemente
aristocrática en Isabel de Schönau.
262
Su extrema ascesis, sobre todo durante los años 1147-1152, la llevó a períodos de ansiedad y depre-
sión. Fue Santa Hidegarda de Bingen (1098-1779) quien dirigiéndose a ella por carta la corrigió al res-
pecto de sus penitencias, recomendándole ser más prudente en la vida ascética.
Santa Hidegarda –de la que hablaremos más en su momento– se conmemora el 17 de septiembre. El 7
de octubre del año 2012, el Papa Benedicto XVI, la declaró Doctora de la Iglesia juntamente con el es-
pañol San Juan de Ávila –de quien también hablaremos en su momento– (siglo XVI). Benedicto XVI hizo
esta doble proclamación en la Misa de apertura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
Obispos sobre la Nueva Evangelización.
~ 112 ~
de los Santos. Contaba –y así lo refleja en sus escritos– que Cristo mismo, la Virgen
María, un Ángel o el Santo del día se le aparecían dándole órdenes o haciéndole reco-
mendaciones. A veces se le representaban muy vivamente, con total realismo de visión,
escenas de la Pasión, de la Resurrección o de la Ascensión del Señor, o bien escenas bí-
blicas, tanto del Antiguo como de Nuevo Testamentos.
Isabel escribió sobre tablillas de cera263
lo que decía que veía y oía. Su abad, Hildelin,
le dijo que contara estas cosas a su hermano Egberto, sacerdote en Bonn.264
Al princi-
pio, Isabel dudó de hablar con su hermano, temiendo que se burlara de ella o la repren-
diera como mentirosa, pero también sabía Isabel que tenía que obedecer a su abad, así
que habló con su hermano. Egberto (que en 1155 se convirtió en monje y abad de Schö-
nau, sucediendo a Hildelin), puso las tablillas de Isabel en el orden que a él le pareció,
pasándolas a formato de libro, y publicó el resultado, con Isabel como autora. A este
primer libro siguieron otros.265
Santa Isabel de Schönau
263
Una tablilla de cera es una tableta de madera cubierta con una capa de cera, a veces ligadas suave-
mente en doble hoja o díptico. Las tablillas de cera fueron muy utilizadas para escribir (y reescribir) desde
la Antigüedad y durante toda la Edad Media e incluso hasta muy posteriormente. Se escribía en ellas
mediante estiletes (los bolígrafos de la época, unos punzones, de la palabra estilete viene estilográfica),
usándose las tablillas (tabulae) según para qué: anotaciones de secretarios, registros de cuentas, etc. Al-
gunas tabletas o tablillas de cera se han conservado en unos depósitos anegados de agua en el fuerte (cas-
trum) romano de Vindolanda en el Muro de Adriano (Inglaterra). Hay libros medievales hechos en
tablillas de cera que se pueden ver en varios museos europeos.
264
Fue éste quien se encargó de publicar los escritos de su hermana.
265
Y algunos publicados tras la muerte de Isabel. Ver Epílogo VII.
~ 113 ~
REINO DE ESCOCIA
El 9 de diciembre murió el rey Malcolm IV de Escocia, a los 24 años de edad, en el
décimo segundo año de su reinado. Era nieto del rey David I (1124-1153), su predece-
sor, y de Matilde de Senlis, e hijo del príncipe Enrique de Escocia (muerto en 1152) y
de Adeline de Varenne.
En 1160 se hizo con el dominio de Galloway266
y en 1157 le rindió homenaje a En-
rique II de Inglaterra, a quien acompañó en la expedición a Toulouse en 1159 a cambio
de que se le concedieran los condados de Huntingdon y Northampton. Durante su rei-
nado disminuyeron las revueltas celtas y vikingas en Escocia, pero no se libró de ser
atacado por Somerled, conquistador del reino de Mann y las Islas y Argyll, al oeste de
Escocia. Y al final de su reinado tuvo que renunciar a Cumberland y Nortumberland.267
A Malcolm IV le sucede como rey de Escocia su hermano Guillermo I, coronado el 24
de diciembre.268
El rey Malcolm IV de Escocia
266
Territorio del suroeste de Escocia.
267
Los territorios ingleses del norte y al sur de la actual Escocia, que no quedará como tal la conocemos
hoy en día hasta finales del siglo XII.
268
Pudo haber nacido en 1142 ó 1143, por lo que sería de 23 ó 24 años de edad al comenzar a reinar.
Tendrá un prolongado reinado, hasta 1214. Por su fiero carácter será apodado el León.
~ 114 ~
CÓRDOBA
En Córdoba murió Muhammad Ibn Qassoum Ibn Aslam al-Gafequi, célebre oftalmó-
logo y oculista,269
experto en la operación de cataratas así como muy entendido y prác-
tico en las enfermedades oculares y del iris o pupila. Tenía gran conocimiento de la lite-
ratura árabe y estaba al tanto de todo lo internacionalmente relacionado con las enfer-
medades oculares. Compuso un tratado de oftalmología titulado Guía del oculista.270
Sobre las cataratas oculares sostuvo que la causa de la enfermedad está en la Segre-
gación de un líquido que invade el ojo y produce opacidad, como un agua que cae de-
lante de la vista. Para la operación de cataratas recomiendó varios instrumentos, desta-
cando el de una aguja especial de extracción.271
En la disputa sobre si la catarata tiene o
no cápsula, se distanció de la opinión de Albucasis (936-1013), que sostuvo que no se
trata de una fastidiosa membrana. Al-Gafequi, con su experiencia, pudo dar fe de que sí
es una membrana, sobre todo a partir de haber operado con éxito a una paciente de An-
dújar272
a la que le extrajo la mencionada membrana, la de la catarata.
269
No sabemos a qué edad, pues se desconoce el año de su nacimiento. Además, apenas contamos con
datos sobres su familia, su niñez o su juventud, aunque se da por cierto que nació en la actual Torrecampo
(Córdoba, al nordeste de la provincia).
Al-Gafequi quiere decir el de las gafas. Puede decirse que Al-Gafequi fue el inventor de las gafas o
bien fue él quien las perfeccionó para la correcta visión o para mejorarla. Las gafas se llaman así en su
honor.
Con motivo del VIII centenario de su muerte, en 1965, se erigió en Córdoba una estatua de busto en su
honor frente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, en una plaza de la que fue
Judería de Córdoba. La inscripción bajo la estatua dice: Córdoba al célebre oculista Mohamed Al-Ga-
fequi VIII Centenario 1965.
270
El manuscrito original se encuentra actualmente en la biblioteca del monasterio de El Escorial.
271
El instrumental provenía de Alejandría, tradicionalmente muy avanzada en oftalmología.
272
Provincia de Jaén.
~ 115 ~
~ 116 ~
EPÍLOGO I
EL SEPULCRO DE RAMÓN BERENGUER IV
(Por José Morgades y Gili, obispo de Vich, años 1882-1899)
El Obispo de Vich, correspondiente de la Real Academia de la Historia, tiene la honra
de acudir á tan sabia Corporación, pidiendo dictamen acerca de la inscripción del Mo-
numento dedicado al conde de Barcelona D. Ramón Berenguer IV, llamado el santo, en
la Iglesia de Santa María de Ripoll, perteneciente á esta diócesis.
Tan antigua y egregia Basílica fué un día monasterio de monjes benedictinos, cuna de
la restauración cristiana de Cataluña y sepultura de los primeros Condes soberanos de
Barcelona desde Wifredo el Velloso hasta Ramón Berenguer IV. Restaurada venturosa-
mente medio siglo después del lamentable incendio que padeciera en 1835, nuestro pri-
mer cuidado fué, no bien tuvimos la incomparable dicha de proceder á la consagración
de la referida Iglesia en 1º de Julio de 1893, el de proceder en la tarde del mismo día
procesionalmente á la translación de los restos de los Condes de Barcelona y Abades del
monasterio que habían podido salvarse, levantándose por el Notario mayor del Reino,
representado por el Excmo. Sr. Decano del Colegio notarial de Barcelona, el acta opor-
tuna de tan solemne ceremonia.
No pudo, sin embargo, llevarse á efecto dicha translación respecto del Conde D. Ra-
món Berenguer IV, porque habían desaparecido sus restos en el deplorable incendio de
1835. Por lo cual, los Caballeros de la Sagrada Orden militar del Santo Sepulcro, del
Capítulo de Barcelona, deseosos de honrar la memoria de tan excelso Príncipe, que ha-
bía pertenecido á la misma Orden, acordaron á propuesta del Comendador D. Carlos de
Odriozola costear un monumento en la expresada Basílica, que recordase á las genera-
ciones venideras las virtudes que al Conde habían merecido el nombre de Santo, así co-
mo también que se consignase en la lápida, el hecho histórico, glorioso para dicho Prín-
cipe, de haberle hecho en 1140 las Órdenes militares del Santo Sepulcro, del Hospital y
del Temple en Jerusalén cesión del derecho que les perteneciera de poseer el reino de
Aragón en virtud del testamento de D. Alfonso I el Batallador.
El monumento ya está hecho bajo la dirección artística del arquitecto D. Francisco
Rogent y esmerada ejecución del escultor Sr. Vives, inspirándose en el estilo de la épo-
ca á que se refiere. La inscripción ha de abrirse en una piedra calcárea de las canteras de
Rimat (Lérida), en forma semicircular de 12 palmos de diámetro, y correr bajo el escudo
condal de la casa de Barcelona. Redactada con el concurso de personas doctas y ver-
sadas en lengua latina y á la vista de los documentos históricos que se acompañan, es
del tenor siguiente:
~ 117 ~
In hoc almo Coenobio Sanctae Mariae Rivipollensis septem abhinc saeculis in pace
quievit corpus incorruptum Raimundi Berengarii IV Comitis Barchinonensis et Princi-
pis Arragonensis, cognomento Sancti 5 cui omnis conventus Ordinis Sacrosancti
Sepulcri Hierosolymitani necnon sanctissimi Hospitalis, venerandaeque militiae Templi
regnum Arragoniae ipsis ab Alphonso I in suo testamento dimissum concessere XVI
kalendas 10 Octobr. ann. MCXL. Quod quidem corpus a Gallis invasoribus ann.
MDCCXCIV profanatum, postea ann. MDCCCXXXV fuit infando incendio sacrilege
consumptum. Anno vero MDCCCXCIII Basilica féliciter instaurata 15 munificentia
ac sedulitate Illustrissimi viri D. D. Josephi Morgades et Gili Episcopi Vicensis Equites
Sancti Sepulcri ex Coetu Barchinonensi tanti Principis suique confratris memores hoc
monumentum posuere. 20
Documentos históricos que justifican la inscripción
1
Testamento del rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, que otorgó en el mes de Oc-
tubre de la Era 1169 (año 1131) estando en el cerco de Bayona, y en el que dejó por
herederos de su Reino á las Órdenes religioso-militares del Santo Sepulcro, del Hospital
y del Temple en Jerusalén por iguales partes.
“Itaque post obitum meum heredem et successorem relinquo mihi Sepulchrum Domi-
ni, quod est in Iherosolymis, et eos qui observant et custodiunt illud, et ibidem serviunt
Deo, et Hospitale pauperum quod Iherosolymis est, et Templum Domini cum militibus
qui ad defendendum Christianitatis nomen ibi vigilant”.
2
Testamento del mismo Rey, Alfonso I de Aragón, otorgado en la Era 1172 (año 1134)
en el mes de Septiembre antes de la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, en el cas-
tillo y población de Sariñena, por el que revalidó y confirmó el anterior testamento, de-
jando igualmente por herederos de sus Reinos á las expresadas Órdenes militares del
Santo Sepulcro, del Hospital y del Temple.
~ 118 ~
“His tribus totum meum regnum concedo; dominicatum quoque quod habeo in tota
terra regni mei… cum tali lege ac consuetudine qualem pater meus et ego actenus ha-
buimus et habere debemus”.
3
Carta (alphabeto divisa) otorgada á 16 de las kalendas de Octubre (16 de Septiembre
del año 1140, en la que Guillermo, patriarca de Jerusalén y todo el Convento y Capítulo
del Santo Sepulcro, representados por Raimundo Maestre del Hospital, conceden al
Conde de Barcelona Ramón Berenguer la parte que les pertenecía en el reino de Ara-
gón.
“Guillelmus Iherosolimitanus Dei gratia Patriarcha, una cum omni conventu totius
ecclesiae Dominici Sepulcri..... concedimus tibi suprascripto Comiti Barchinonensi Rai-
mundo tuaeque cunctae progeniei... partem, quae pertinet Dominico Sepulcro, supras-
cripti regni”.
4
Diploma, ó carta (alphabeto divisa), otorgada igualmente á 16 de las kalendas de Oc-
tubre de 1140, en que Raimundo Maestre del Hospital de Jerusalén y Custodio del mis-
mo concede al expresado Ramón Berenguer Conde de Barcelona la parte, que pertene-
cía al Hospital, del reino de Aragón.
“Raimundus, Hospitalis Iherusalem Custos, una cum fratribus Hispaniarum atque
consilio et assensu nobilium militum Aragonensis regni, qui hoc juraverunt, damus et
concedimus Comitis Raimundo Barchinonensi tuaeque cunctae progeniei ad servitium
Dei et fidelitatem Hospitalis, partem, quae pertinet Hospitali, supradicti regni”.
5
Carta ó diploma de Guillermo patriarca de Jerusalén y de todo el convento del Santo
Sepulcro, expedida en Jerusalén á IV de las kalendas de Septiembre (29 de Agosto) de
1141, confirmando la cesión hecha á nombre de la Orden del Santo Sepulcro en favor
del Conde de Barcelona Ramón Berenguer, de la parte que les correspondía en el Reino
de Aragón.
“Tibi Raimunde, venerande Barchinonensium comes, quem utilem et necessarium ad
terram regendam et defendendam et sanctarum Iherusalem virtutum amatorem cogno-
vimus, tuaeque cunctae progeniei ad servitium Dei et fidelitatem praedicti Sepulcri par-
tem, quae pertinet jam dicto Dominico Sepulcro supra scripto, regni damus et concedi-
mus”.
~ 119 ~
6
Carta de Guillermo patriarca de Jerusalén y del prior del Santo Sepulcro, dirigida al
expresado Conde Ramón Berenguer en la fecha del documento anterior, anunciándole la
cesión, que habían otorgado á su favor en consideración á las virtudes que en él res-
plandecían, de la tercera parte del reino de Aragón y admitiéndole por esta razón en la
confraternidad del Santo Sepulcro.
“Quoniam vestrae admirabilis et eximiae probitatis virtus in tantum divina gratia
cooperante effloruit, fraternitatem nostram et participationem omnium bonorum quae
agimus ante Deum concedimus”.
7
Bula del Papa Adriano IV, expedida en Sutri á VIII de las kalendas de Julio (24 de
Junio) de 1158 aprobando con autoridad Apostólica la cesión que las Órdenes del Santo
Sepulcro, del Hospital y del Temple habían hecho, en favor del Conde Ramón Beren-
guer, del reino de Aragón que les había dejado el rey Alonso I en su testamento.
“Totam terram, quam Adefonsus quondam Aragonensium rex, sine herede decedens,
Sepulcro Domini, Hospitali et Templo pro animae suae salute reliquit, et fratres Sepul-
cri cum assensu Patriarchae, Hospitalarii et Templarii eamdem terram tibi postea con-
cessisse... auctoritate Apostolica confirmamus”.
8
Testamento sacramental de Ramón Berenguer, Conde de Barcelona y Príncipe de Ara-
gón, otorgado de palabra y ante testigos, estando gravemente enfermo en Burgo de San
Dalmacio en Italia, á 4 de Agosto de 1162, y averado en Huesca á 11 de Octubre del
mismo año ante la reina viuda doña Petronila y los obispos y magnates del reino; y en el
que, después de nombrar sus herederos, ordenó que fuese sepultado su cuerpo en la
iglesia de Santa María de Ripoll.
“Dimisit corpus suum ad sepeliendum Sanctae Mariae Rivipollensi”.
9
Bula del Papa Alejandro III, dirigida á Guillermo de Torroja, obispo de Barcelona,
dada en Sens á 6 de Julio de 1164, alabando la devoción á la Sede Apostólica y á la
Santa Iglesia Romana del difunto Ramón Conde de Barcelona, de veneranda memoria.
“Reducentes etiam ad memoriam quanta cura et diligentia illum virum recolendae
memoriae Raimundum quondam Barchinonensem Comitem et terram eius in nostram et
~ 120 ~
Ecclesiae studueris devotionem inducere et charissimum tandem filium nostrum Ilde-
fonsum illustrem Aragonum regem, filium eius, in eadem animare satageris et fovere”.
10
Martirologio del monasterio de Santa María de Ripoll, escrito á fines del siglo XII, ó
principios del XIII, en que se consigna y conmemora el óbito (6 Agosto, 1162) del ín-
clito marqués Raimundo, conde de Barcelona en el Burgo de San Dalmacio, translación
de su cuerpo al monasterio, sepultura y manifiestos milagros.
“VIII Idus Augusti. Eodem die obiit inclitus Marchio Raimundus Berengarii, Comes
Barchinonensis, Princeps Aragonensis. Hic post captas Almeriam, Tortosam, Ilerdam et
Fragam civitates multaque oppida, quae Dei virtute protectus pugnando ab Agarenis
extersit, in Italia apud vicum sancti Dalmacii diem clausit extremum; corpusque suum
ad Rivipollense monasterium transportatum est et in ecclesia honorifice tumulatum;
ibique satis evidentibus claruit miraculis”.
11
Pergamino de letra antigua, que se leía junto al sepulcro del Conde.
In obitu etiam suo claruit miraculis, tam in Italia quam per totam Provinciam; necnon
por totum iter, dum corpus eius ad monasterium Rivipollense afferretur, ubi, et iussu ip-
sius adhuc viventis in ecclesia, in hoc sepulchro honorifice tumulatum requiescit, saepe
et saepissime evidentibus crebris claruit miraculis”.
12
Letrero en la caja exterior del antiguo sepulcro de D. Ramón Berenguer IV, donde es-
taba representada con el escudo de armas del Principado de Cataluña (siglo XIV ó XV)
la efigie del mismo Conde, sentado con espada y cetro:
“Dux ego de matre, rex coniuge, Marchio patre, Marte, fame, fregi Mauros, dum tem-
pora degi; Et sine iactura tenui Domino sua iura”.
13
Urna de plata en que fué encerrado el cuerpo del Conde.
“Corpus nobilissimi Principis ad suam est patriam reportatum; et in Rivipullensi mo-
nasterio, quod ipse plurimum dilexerat, honorifice est sepultum; et in sepulchro argen-
teo tumulatur”.
~ 121 ~
14
Relación fidedigna de la entrada del ejército de la República francesa en Cataluña, año
de 1794.
El día 11 de Junio de 1794 entraron en la villa de Ripoll unos nueve mil franceses y se
partieron seis días después. Notando el Prior del monasterio las intenciones del Jefe de
aquellas tropas, cuyas miradas se fijaban en el Sepulcro del Conde D. Ramón Berenguer
IV: “Señor, le dijo, la presente Comunidad espera que haréis respetar este precioso
sarcófago que pertenece á uno de los más ilustres Príncipes de España; constando que
esta Iglesia y monasterio estuvieron bajo la protección de vuestros antiguos soberanos
Luís el Transmarino y Lotario, cuyos diplomas conservamos”. El jefe de aquellas tro-
pas, escudándose en el decreto de la Convención nacional de 31 de Julio de 1793, que
disponía que las tumbas y mausoleos de los reyes, erigidos en toda la extensión de la
República se destruyesen, y en el hecho de haber sido profanadas, ocho meses antes, las
sepulturas reales en el templo de San Dionisio, no accedió á la súplica. Mandó escu-
driñar lo interior al sarcófago, del que se llevó toda la plata y la espada, en tantas lides
victoriosa, que desprendió del cadáver incorrupto del Conde.
15
Quema sacrílega de los restos mortales del Conde D. Ramón Berenguer IV en 1835.
Relación tomada de testigos oculares.
El indisciplinado batallón de tiradores de Isabel II, llamados miqueletes, que á 9 de
Agosto de 1835 incendiaron el monasterio de Ripoll, se propasó á sacar de su sepulcro
el cadáver incorrupto del Conde D. Ramón Berenguer IV, llamarle á juicio, apostrofar-
lo, escarnecerlo y condenarlo á la hoguera.
16
El obispo que suscribe, obrando como legítimo sucesor de los abades de Ripoll en la
plena jurisdicción del monasterio de Ripoll, fábrica de su templo, claustro y demás per-
tenencias que á su tiempo se habían exceptuado de la desamortización, hizo en 13 de
Octubre de 1883 la oportuna exposición al efecto de restaurarlo para el culto y servicio
parroquial con arreglo á los planos aprobados por la Real Academia de San Fernando y
bajo la protección del Estado; á lo que se defirió en virtud de Real orden del 3 de No-
viembre del mismo año. Hecha la restauración en la forma y á expensas de las personas
y Corporaciones indicadas por el acta solemne del 1º de Julio de 1893, fué devuelta y
consagrada al culto la basílica en el día siguiente con asistencia de todos los obispos de
la metrópoli de Tarragona.
~ 122 ~
17
Letras patentes del Reverendísimo Patriarca de Jerusalén, Ludovico Piavi, Gran Maes-
tre de la Orden del Santo Sepulcro, expedidas en Jerusalén á 10 de Febrero de 1891, y
provistas del Regium exequatur. Aprueban que en Barcelona se constituya un Capítulo
de Caballeros de la Orden.
“Assentimur et approbamus constitui Barcinone Coetum nostri Ordinis Sancti Sepul-
chri”.
Tales son los documentos históricos que se han tenido presentes para trazar la expre-
sada inscripción, dedicada á la memoria de D. Ramón Berenguer IV, que someto al exa-
men y deliberación de V. E.
Palacio episcopal de Vich, 1º de Abril de 1895.
José, obispo de Vich,
y administrador apostólico de Solsona.
Cenotafio de Ramón Berenguer IV, colocado en el año 1893
~ 123 ~
EPÍLOGO II
LA BIBLIA ROMÁNICA DE SAN ISIDORO DE LEÓN
El Archivo Capitular de la Basílica Colegiata de San Isidoro de León cuenta entre sus
tesoros con una Biblia visigótica mozárabe, siendo sus autores Florencio y Sancho (año
960). Compusieron 517 páginas con bellísimas y significativas pinturas miniadas.273
Y
en el siglo XII, copistas anónimos reprodujeron aquella Biblia, en 3 volúmenes con 617
folios o páginas de pergamino en letra carolina. La técnica y el estilo de las nuevas mi-
niaturas se corresponden con el arte románico, como puede apreciarse en las escenas,
las vestimentas, las armas, etc. son ejemplos de ello las siguientes ilustraciones, corres-
pondientes a la historia de David.
273
Como fui contando anteriormente, en su momento y sobre La miniatura altomedieval española.
~ 124 ~
Añadimos el siguiente comentario (publicado por Juan Antonio Méndez, en el sema-
nario Alfa y Omega, nº 770, 26 de enero de 2012, refiriéndose a la fiesta de San Ilde-
fonso de Toledo, 23 de enero), hablando de la actualidad de la liturgia mozárabe, un rito
medieval hispano que se remonta al siglo IV y respondió muy bien a herejías de en-
tonces que siguen siendo herejías de ahora. Juan Antonio Méndez dice como sigue.
La liturgia hispano-mozárabe es mucho más que un reducto histórico, o una particula-
ridad del espíritu toledano. Este antiquísimo rito litúrgico, propio de España y que sigue
utilizándose en determinadas celebraciones, nació, entre otras cosas, para fortalecer la fe
del pueblo frente a persecuciones y herejías que hoy, dieciséis siglos después, aún tie-
nen gran predicamento en la sociedad.
Jesús fue un ejemplo a seguir, pero no era Dios; La virginidad de María es un mito;
La fe es sólo un producto cultural... ¿Le suenan estas frases? Por más que hoy haya
quien ataque a la Iglesia con estos tópicos, semejantes argumentos y herejías ya estaban
en boga hace 16 siglos. Y para blindar de sus perversos efectos a los fieles, los Padres
~ 125 ~
de la Iglesia plasmaron las verdades de la fe a través de un rito litúrgico, el hispano-
mozárabe, que hoy sigue teniendo plena actualidad.
Los eclesiásticos mozárabes, desde sus raíces romanas y visigóticas, quisieron que la
fe fuera facilitada y accesible a todos. Cinco siglos después de que el Apóstol Santiago
anunciara por vez primera el Evangelio en nuestras tierras, el cristianismo seguía lu-
chando por asentarse en Hispania. Lo hacía, primero, entre la persecución de los empe-
radores romanos (especialmente Diocleciano); y, después, entre el paganismo de los re-
yes visigodos y las desviaciones doctrinales de algunos obispos, que abrazaron herejías
como el arrianismo, o sea, que negaban la naturaleza divina de Cristo. Para conservar
las verdades de la fe y hacerlas accesibles a todo el pueblo, los Padres de la Iglesia his-
panos, con San Isidoro, San Paciano, San Julián y San Ildefonso al frente, convocaron
los Concilios de Toledo y concentraron sus esfuerzos no en hacer grandes tratados –que
habrían sido poco útiles para un pueblo fiel pero analfabeto–, sino en elaborar ritos li-
túrgicos claros y expresivos, que introdujesen a los cristianos en la riqueza del Evan-
gelio y los protegiesen frente a las herejías. Así, entre los siglos IV y V, nació en Es-
paña el rito hispano, que ponía el acento en cinco grandes ejes: la divinidad y la huma-
nidad de Jesucristo; la presencia eficaz del Espíritu Santo en la Iglesia; el ejemplo de los
mártires; la superación del paganismo; y una inquebrantable piedad mariana, que reco-
nocía en María a la Virgen y Madre de Dios. Para lograrlo, fue imprescindible la apor-
tación de San Ildefonso, arzobispo de Toledo […]. Él dio forma a la liturgia hispana,
compuso misales, tratados y antifonarios, y fue un firme propagador de la devoción a la
Virgen, tan característica de España.
Vino de nuevo el martirio. Con la llegada de los musulmanes, en el año 711, como
tantas veces en nuestra historia, la fe de los hispanos volvió a ser probada en el crisol
del martirio. En lugares como Toledo o Córdoba, tras sangrientas purgas por no abrazar
el Islam, los mahometanos accedieron a respetar la vida y el culto de los cristianos a
cambio de impuestos, de modo que surgieron las primeras comunidades cristianas mo-
zárabes, es decir, entre árabes.
Los reyes de Aragón y Castilla miraban a otros países de Europa, en busca de alianzas
contra los moros, y comenzaron a traer a monjes y obispos franceses, que terminaron
por imponer, desde el año 1080, el rito romano sobre el hispano-mozárabe en toda tierra
cristiana. Toledo, por entonces, no pertenecía a la Corona de Castilla sino todavía a Al-
Ándalus. Su circunstancia, aunque fue conquistada por Alfonso VI en 1085, propició
que se mantuviera allí su propia litúrgica, la mozárabe, aunque no fue fácil del todo. La
liturgia mozárabe se mantiene aún en Toledo, con las aportaciones, entre otras, del car-
denal Cisneros, arzobispo de Toledo, en el siglo XVI. Fue también Cisneros quien hizo
construir en la catedral de Toledo la capilla mozárabe del Corpus Christi, donde se sigue
celebrando en rito litúrgico antiguo.
El arte y la liturgia en España se fueron manteniendo, como en otras partes y en otros
estilos, con finalidad eminentemente evangelizadora y catequética. La liturgia mozárabe
se caracteriza, sobre todo, por su extraordinaria expresividad catequética y por la parti-
cipación de los fieles (por ejemplo, se responde Amén 33 veces en cada Misa), por la so-
lemne fracción del pan (el sacerdote parte la Hostia en 9 fragmentos mientras recorre 9
momentos de la vida de Jesús), o por el singular compás del Padrenuestro. Todo, para
~ 126 ~
que los fieles puedan entender cada parte y acercarse más a Dios. Del mismo modo, el
arte mozárabe que nos ha llegado, y que sobre todo son ilustraciones de libros litúrgi-
cos, busca ensalzar la victoria de la Cruz sobre cualquier peligro, hacer memoria de los
mártires de la fe y resaltar la divinidad de Cristo. Y, para ello, utilizan composiciones a
doble página, singulares perspectivas (en los edificios se dibuja a la vez el exterior y el
interior, y los rostros se muestran, a un tiempo, de perfil y de frente) todo con colores
muy vivos. En resumen, un arte y una liturgia muy nuestros que, dieciséis siglos des-
pués de su nacimiento, siguen de plena actualidad.
~ 127 ~
EPÍLOGO III
MONASTERIO BURGALÉS DE SAN JUAN DE ORTEGA
Érase que se era un noble burgalés, de nombre Juan de Quintanaortuño y discípulo de
Santo Domingo de la Calzada que, allá por los inicios del siglo XII, tras sus correrías
por Tierra Santa decide darse un merecido descanso en la comarca de los Montes de
Oca dedicándose a socorrer a los peregrinos que hacia Compostela marchaban.274
Erigió
una capilla en honor de San Nicolás de Bari por haberle librado de un naufragio según
regresaba a la patria grande, y a la chica. El lugar se convertirá en custodio de las múl-
tiples reliquias que el noble se trajo de Tierra Santa. Junto a dicha capilla, hoy desapare-
cida, construyó un albergue para alojar a los peregrinos, y parece ser que también un
hospital. Y es así cómo comienza el origen del monasterio de San Juan de Ortega, en la
pedanía de Barrios de Colina y a tiro de hueso de mamut del yacimiento de Atapuerca.
Después de la capillita se acometerán las obras de la iglesia, bajo la advocación de San
Nicolás, de la que…dicen…¡¡el mismito noble diseñó los planos!!
Desde el siglo XII el monasterio fue habitado por un grupúsculo de canónigos regu-
lares de la Orden de San Agustín, hasta que en el siglo XV fueron reemplazados por los
Jerónimos, que serán los que en el XVII construyan el llamado claustro grande, de tipo
herreriano. Del XV o puede que de principios del XVI es el otro claustro, chiquito, de-
nominado “el claustrillo”, pequeño patio porticado que forma parte de la actual hospe-
dería jacobea.
274
En parte, el texto y las fotografías que se ofrecen aquí son de Cova Cañas en la diseñada y mantenida
web romanicoaragones.com.
~ 128 ~
Claustro grande y chico se comunican mediante un pasillo sin cubierta que pasa por
detrás de la capilla de San Nicolás y que alberga un diminuto museo al aire libre con
piezas desubicadas.
La iglesia del monasterio, llamada de San Nicolás (pero más conocida como de San
Juan de Ortega), presenta trazado, cabecera y transepto románicos, para unos del último
tercio del siglo XII, para otros de principios del XIII basándose en la tipología de la
construcción. En esta primera fase constructiva se realizan la cabecera, el muro este del
transepto y sus pilares exentos. En una segunda fase, durante el siglo XIII, se finaliza la
nave transversal o transepto. Y ya en una tercera, hacia mediados del XV, se edifican las
naves, la fachada de poniente, y se construye la capilla renacentista de San Nicolás, muy
presumiblemente sobre la primitiva que levantó el noble y sacerdote Juan de Ortega, se-
gún el siguiente plano:
1.- Iglesia.
2.- Capilla de San Nicolás.
3a y 3b.- Claustros primitivos o claustrillo.
4.- Pasillo que comunica claustrillo y claustro de los Jerónimos.
5.- Claustro de los Jerónimos.
~ 129 ~
El exterior de la iglesia es de gran sobriedad, aunque destacan algunos canecillos geo-
métricos y otros de cabezas humanas. Posee triple cabecera, algo muy inusual en el ro-
mánico burgalés; y de los tres ábsides semicirculares destaca bastante el central en ta-
maño y decoración.
En este precioso ábside central destaca el juego visual que ofrecen las dobles colum-
nas entregas o adosadas y los arcos superpuestos. Las columnas se encargan de dividir
la superficie absidal en cinco paños, en cada uno de los cuales se disponen dos arcadas
ciegas situadas a diferente altura y apeadas en columnas con capiteles vegetales. En los
tres paños centrales, y bajo la arcada inferior, se disponen las ventanas a modo de sim-
ple vano rasgado al exterior pero con gran abocinamiento en el interior del ábside.
En ese juego de volúmenes participan las dobles columnas entregas junto a aquellas
sobre las que apean las arcadas ciegas, unión que se realiza en la mitad inferior del áb-
side formando un haz de seis columnas.
Los ábsides laterales se limitan a dejar protagonismo a su hermano mayor y como
adorno tan sólo presentan un par de columnas dispuestas más bien lateralmente con ca-
piteles vegetales y algún contrafuerte.
Al entrar a la iglesia lo hacemos a través de la portada de poniente que data del siglo
XV y que presenta un sencillo arco apuntado y blasones episcopales.
~ 130 ~
Ya en el interior, habiendo traspasado el umbral de la portada, nos hallamos en el so-
tocoro, espacio situado bajo el coro y que está flanqueado por dos descomunales pilares
que lo separan del transepto. Este sotocoro sustituye lo que era la nave central; tanto és-
ta como las laterales son de un solo tramo y datan del siglo XV. Al tramo central del
transepto y a la capilla central sólo se puede acceder a la hora de la celebración de Misa,
pues está enrejado, se supone que para proteger el estupendo baldaquino en gótico isa-
belino del siglo XV que presenta en relieves la vida de San Juan de Ortega.
El muro este del transepto se halla dividido en 5 tramos por columnas adosadas con
capiteles (unos vegetales, otros figurados) sobre los que apean las gruesas nervaduras de
las bóvedas. El tramo del centro es más amplio y es el que da acceso a la capilla central.
En el primer tramo de nuestra derecha se localizan dos de los capiteles historiados de
este templo, aunque mucho menos conocidos y famosos que sus primos del “milagro de
la luz”. Situado en el ángulo que hace esquina entre el muro oriental y el meridional del
transepto vemos uno de ellos, de dos caras vistas, donde se representa la Anunciación
con un ángel que perdió sus alas en algún momento de su viaje (como sucede en la
Anunciación de la catacumba romana de Santa Priscila, del siglo II), ángel que, además
de tener una mano derecha descomunal y unos dedos tan largos que podría usarlos co-
mo cañas de pescar, lleva capa y parece estar calzado. En la Visitación, Isabel, situada a
la derecha de la Virgen, posa su mano sobre el vientre de María. Ambas escenas están
~ 131 ~
enmarcadas por arcos de medio punto sobre los que se sitúan los edificios de la Jerusa-
lén celestial.
Dividiendo este primer tramo derecho del segundo (que da acceso a la capilla del lado
de la epístola), una columna entrega se adorna con el segundo de los capiteles historia-
dos, una lucha entre guerreros: el de la derecha, que no lleva cota de malla, pero sí casco
protegiendo su cabeza, va montado a caballo con la espada colgando del cinto apoyán-
dose en el flanco del animal y el escudo normando en su mano ¿izquierda? El guerrero
de la izquierda combate a pie; éste sí que viste cota de malla, casco, escudo normando y
blande desenvainada su espada.
~ 132 ~
El transepto es de gran altura, con bóvedas de crucería sencillas sobre las que se ins-
criben gruesos nervios; tanto en la pared septentrional como en la meridional se abren
dos óculos que aportan luminosidad al templo.
Con respecto a la cabecera, las 3 capillas presentan bóveda de cuarto de esfera (o de
horno) apuntada, y el acceso a ellas se realiza a través de arcos apuntados. La capilla
central está compartimentada en cinco tramos gracias a cuatro columnas entregas o ado-
sadas sobre las que apoyan capiteles vegetales y sobre los cuales descansan los cuatro
gruesos nervios de refuerzo de la bóveda que se unen en la clave de la misma, solución
que parece casi protogótica.275
Ahora, en el interior del ábside central, nos llama la aten-
ción lo que en el exterior eran tres simples vanos rasgados, porque aquí en el interior las
ventanas absidales se sueltan la melena y diez arquivoltas escalonadas conforman un
llamativo abocinamiento.
La capilla lateral a nuestra derecha o del lado de la epístola es toda de sillería; como
decoración presenta dos molduras horizontales corridas, y vemos, centradas, dos pe-
queñas ventanas aspilleras que asemejan una ventana geminada, pero vistas desde el
exterior son claramente dos aspilleras.
La capilla del lado del Evangelio parece ser que está reconstruida. Sólo presenta sille-
ría en la bóveda; los muros son de sillarejo sin molduras ni ventanas.276
Es en el acceso
a esta capilla donde están representados los famosos capiteles del “milagro de la luz”,
capiteles que con la luz del sol poniente se iluminan durante los equinoccios de prima-
vera y de otoño a eso de las 5 de la tarde (hora solar), comenzando por la escena de la
Anunciación y finalizando en la del Nacimiento.
Aprendemos aquí que en el ámbito del arte románico –y concretamente en este lugar–
hay una serie de capiteles que parecen elaborados muy en equipo de artistas. La mayoría
de esos capiteles son de tipo vegetal, que surge aquí seguramente por ser un punto avan-
zado del Camino Jacobeo, pero aparecen también algunos ejemplos figurativos románi-
cos de notable interés. Sobresale el triple capitel que hay en el ábside septentrional, don-
de se desarrolla una secuencia de escenas del ciclo de la Navidad, cuya temática está
relacionada con el segundo maestro de Silos y muestra un arte naturalista de gran elo-
cuencia descriptiva.
A la izquierda vemos la Anunciación donde observamos al Arcángel Gabriel arrodi-
llado ante María en actitud de especial consideración hacia ella por su destino de Madre
de Dios. No hay rótulo narrando el mensaje divino sino que está expresado por la cruz
que lleva en la mano izquierda, señalándola con el índice de su derecha; se trata de una
cruz con forma patada, de tradición hispana visigoda cuya morfología persistió en el
arte asturiano y mozárabe hasta la época románica y también en algunos momentos gó-
ticos; es una cruz de mango o procesional que precede a las autoridades y es el gran sig-
no de la cristiandad. La Virgen recibe el anuncio sobrenatural y queda admirada, pero
acepta la voluntad divina con el gesto de sus manos abiertas hacia adelante. A conti-
275
Y que también se aprecia, por ejemplo, en la iglesia de la Asunción en Duratón (Segovia) entre otros
lugares.
276
O, si las hay, las tapa el retablo.
~ 133 ~
nuación representa la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, a la cual comu-
nica que ya ha concebido en su seno al Hijo de Dios; las dos primas se funden en el
convencional abrazo al tiempo que Isabel pone su mano izquierda en el vientre de su
prima para destacar el estado de expectación de María; detrás se encuentra una sirvienta
que la habría acompañado en el viaje (también la vemos en el mismo tema de la iglesia
burgalesa de San Quirce). En la parte central del triple capitel está el momento culmi-
nante del ciclo, el del Nacimiento, desarrollado con numerosos detalles anecdóticos. En
la parte inferior se encuentra la Virgen, acostada en la cama y atendida por la solicitud
de dos parteras, Zelomí y Salomé, según dice el Pseudomateo, de las que una cuida di-
rectamente a la madre en la cabecera y otra queda casi oculta detrás con un recipiente;
María apoya la mejilla en su mano izquierda, sin duda para manifestar el dolor que
siente, actitud que se aprecia en otros ejemplos medievales y al mismo tiempo aumenta
la alusión al dolor al colocar la mano derecha sobre su vientre. Encima está el pesebre
sobre el que han colocado al Niño Jesús, que es protegido de la intemperie por el calor
que le proporcionan la mula y el buey asomados detrás. Tres lámparas de aceite cuelgan
de una tabla del techo, mientras culmina el ambiente una estrella que brilla en el centro
destacando el simbolismo de la luz de Jesús. Completa la escena la figura de San José,
sentado a la izquierda, adormecido, en la conocida actitud ajena a lo representado que
tiene varias interpretaciones. Una es precisamente su carácter de padre putativo que no
interviene en el nacimiento; pero en este caso es otro matiz el que se representa, pues la
compañía de un ángel sugiere un sueño en el que recibe un mensaje divino para que no
repudiase a su esposa y explicarle las circunstancias sobrenaturales por las que ella es-
taba encinta. Termina el ciclo del triple capitel con una Epifanía, la del Anuncio a los
pastores que aquí se representa en una escena simplificada por la limitación del espacio.
Sólo está sugerida por un pastor con su rebaño, al tiempo que escucha el mensaje del
ángel que con el índice de la mano derecha señala hacia la estrella y al Niño Jesús. Este
capitel, dos veces al año, del modo que ya hemos dicho, coincidiendo con los equinoc-
cios de primavera y otoño, se ve iluminado sorprendentemente por un rayo de luz co-
menzando por la Anunciación del Ángel a María y terminando con el Nacimiento.
~ 134 ~
San José duerme reposando su cabeza en su mano derecha. Lo tierno de la escena es la
manera en que el ángel reclina su cabecita para apoyarla leve e imperceptiblemente so-
bre la de San José posando su mano derecha sobre la cabeza del padre putativo y la iz-
quierda, como quien no quiere la cosa, se introduce en la siguiente escena, la del Na-
cimiento, tocando los pies del Niño que está en la cuna (y parece que los pies del ángel
son esos que asoman a la izquierda por debajo de la camita o pesebre).
~ 135 ~
El último capitel figurado de entre los que hallamos en el interior de San Juan de Or-
tega está situado en el pilar izquierdo del acceso a la capilla central, rodeado de capite-
les vegetales y representando dos parejas de grifos afrontados. El resto de los capiteles
forma un bonito conjunto y es de temática vegetal.
Tenemos que hablar también del sepulcro tardo-románico de San Juan de Ortega, aun-
que nunca lo ocuparon sus restos, por lo que es un cenotafio. Mide 180 x 92 x 74 cen-
tímetros. Tras varias ubicaciones, alguna de ellas peligrosa para su salud o conserva-
ción, en junio de 2012 se hallaba expuesto, sano y salvo, en la capilla renacentista de
San Nicolás. La tapa es algo más larga que la caja del sepulcro y está rematada a dos
aguas o vertientes. En los laterales de la tapa está labrado un friso vegetal enmarcado
superiormente por entrelazos de cestería e inferiormente por dientes de sierra incisos.
~ 136 ~
Una de las vertientes de la tapa se muestra sin terminar. Hay seis círculos de los que
tan sólo dos de ellos tienen decorado su interior, el primero con una arpía inacabada y el
segundo con motivos de cestería.
En la otra vertiente se representa a San Juan de Ortega en su lecho de muerte mientras
su alma es transportada al cielo en un paño que sostienen dos ángeles psicopompos.277
Flanqueando la escena vemos cinco figuras a cada lado, cobijadas por arcos de medio
punto. Los personajes de la izquierda, de pie, portan báculos; los de la derecha, senta-
dos, unos con libros en su regazo, otros con recipientes (¿para ungir el cadáver?) mien-
tras que el más cercano a la escena aparece incensando el cuerpo del Santo.
Las caras laterales de la tapa se adornan con motivos vegetales, uno de los cuales re-
mata en una cruz recruzada.
En el frente de la caja se representa el Pantocrátor rodeado del Tetramorfos alado dis-
puesto según la distribución del Profeta Ezequiel: a la derecha de la Maiestas, el hombre
(San Mateo) y el león (San Marcos); a la izquierda, el águila (San Juan) y el buey o toro
(San Lucas. El enmandorlado Pantocrátor porta nimbo crucífero, bendice con la diestra
y porta el libro cerrado en la siniestra.
Hay seis apóstoles tonsurados a la izquierda de la escena y otros tantos a la derecha,
cobijados por arcos de medio punto sobre los que asoman los edificios de la celestial Je-
rusalén.278
277
Los ángeles psicopompos son los que llevan las almas al cielo.
278
La cara posterior no tiene decoración ni representaciones, tal vez porque el sepulcro se pensó para
colocarlo junto a pared o muro.
~ 137 ~
~ 138 ~
En la cabecera de la caja se ha esculpido un Agnus Dei que porta lábaro rematado en
cruz. El Cordero está inscrito en un círculo sostenido por cuatro ángeles.
A los pies de la caja, la imagen es probablemente la de San Martín a caballo partiendo
la capa, por aquello de la generosidad y de que el monasterio de San Juan de Ortega
estaba dedicado a socorrer y asistir a los peregrinos de la ruta jacobea entre Burgos y
Logroño o entre Logroño y Burgos.
~ 139 ~
Cuenta la tradición, entre varios relatos de prodigios y milagros atribuidos a San Juan
de Ortega, que:
Después de su muerte […], los canónigos regulares de San Agustín que ocu-
paron su monasterio, fueron los encargados de difundir y fomentar su fama de
santidad y sus milagros. Entre éstos cabe destacar que, al menos en dos oca-
siones y según la tradición, surgieron las abejas como elemento testimonial del
celestial prodigio. Al parecer, la primera vez fue cuando se intentó trasladar el
sepulcro del Santo desde la capilla de San Nicolás a la iglesia monástica. En
aquella ocasión surgió sobre la multitud que esperaba el acontecimiento un en-
jambre de abejas blancas que llenó de emoción los corazones y de un maravi-
lloso aroma el recinto de la iglesia. En aquella ocasión –dicen– el cuerpo del
Santo se pegó como una lapa al suelo y se negó a que le movieran del lugar don-
de se encontraba.
La segunda vez fue con motivo de la presencia de la reina Isabel la Católica,
que acudió al sepulcro de este Santo búrgales en demanda de descendencia, pues
corrió la fama de que intercedía en favor de las mujeres estériles o deseosas de
tener hijos. Se dice que en presencia de la reina de Castilla, abrieron el sepulcro
del Santo y nuevamente surgieron de su interior las abejas blancas, mientras los
asistentes contemplaron cómo, en el interior, a pesar de que no quedaba más que
el esqueleto del santo, su corazón permanecía fresco y húmedo, como si acabara
de cesar de latir.
Estos milagros, más otros realizados en vida –milagros en los que se unen en
natural simbiosis el peregrinaje y la construcción–, están presentes en el cenota-
fio isabelino de alabastro que preside centralmente el santuario.
En cuanto a las abejas blancas, prodigiosamente aparecidas según las tradiciones en
torno a San Juan de Ortega y como muy tenidas en cuenta durante la historia medie-
val,279
podemos decir lo siguiente:
Las abejas son insectos voladores, emparentadas con las avispas y las hormigas. Se
encuentran adaptadas para alimentarse de néctar y juegan un papel importante en la po-
linización de plantas florecientes, por lo que son llamadas polinizadoras. Las abejas po-
seen una lengua larga que utilizan para obtener el néctar de las flores, vomitándolo lue-
go para formar asi la miel, fermentando posteriormente en la colmena. Poseen además
antenas que tienen trece segmentos en los machos y doce en las hembras. También po-
seen dos pares de alas, siendo más pequeño el par trasero. Sus patas están adaptadas
para recolectar polen y el apéndice de su estómago es un aguijón utilizado para defensa.
Se conocen cerca de 16.000 especies conocidas de abejas y se estima que existen alre-
dedor de 30.000 especies en total. Las abejas pueden ser solitarias o vivir en grandes
comunidades de variados tipos, siendo las más destacadas o avanzadas de éstas las de-
nominadas eusociales. Se cree que la socialidad evolucionó en forma separada en dife-
279
Por ejemplo, el apodo Abelardo, de Pedro Abelardo, significa abeja blanca.
~ 140 ~
rentes grupos de abejas, viviendo en grandes colmenas, teniendo cada una de éstas una
sola reina en compañía de obreras y zánganos.
El ciclo de vida de los abejorros (antes de ser abejas) comienza en primavera, cuando
la reina despierta de su hibernación. En ese momento la abejorro reina es la que realiza
todo el trabajo porque aún no existen abejas obreras. Ella busca un lugar donde cons-
truir su nido y construye los paneles de miel. Es también quien se encarga de la reco-
lección de néctar y polen. Las colonias de abejorros mueren en otoño, luego de criar una
nueva generación de abejorros reina, las cuales sobreviven individualmente en puntos
escondidos. Curiosamente, algunas abejorros reina buscan refugio de invierno en colme-
nas de abejas de miel, donde a menudo son encontradas muertas en la primavera por
apicultores, presumiblemente muertas por las abejas de miel. Se desconoce si alguna ha
conseguido sobrevivir el invierno en ese tipo de ambiente.
Con las abejas de miel, las cuales sobreviven el invierno como colonia, la reina co-
mienza a desovar en invierno, preparándose para la primavera. Esto es probablemente
activado por la duración del día. La reina es la única hembra fértil y deposita todos los
huevos de los cuales nacerán todas las demás abejas.280
Con excepciones de su vuelo de
apareamiento o el establecimiento de una nueva colonia, la reina rara vez abandona la
colmena después de haberse convertido las larvas en abejas adultas. La reina deposita
cada huevo en una celda preparada por las abejas obreras. El huevo se rompe y se
transforma en una pequeña larva que es alimentada por las abejas enfermeras (abejas
obreras que mantienen el interior de la colonia). Luego de aproximadamente una se-
mana (dependiendo de la especie), la larva es sellada en su celda por las abejas en-
fermeras. En aproximadamente otra semana (nuevamente dependiendo de la especie), la
larva emerge como una abeja adulta.
Tanto las obreras como las reinas se alimentan de jalea real durante los primeros tres
días del estado larval.281
Luego, las obreras cambian por una dieta de polen y néctar o
miel diluida, mientras que aquellas larvas elegidas para ser reinas continúan recibiendo
jalea real. Esto causa que la larva se convierta en pupa más rápidamente además de au-
mentar su tamaño y desarrollarla sexualmente. Los criadores de reinas consideran que
una buena nutrición durante el estado larval es de crucial importancia para la calidad de
las reinas criadas, siendo otros factores importantes una buena genética y un número su-
ficiente de apareamientos. Durante los estados de larva y pupa o metamorfosis, varios
parásitos pueden atacar la pupa o la larva y destruírla o mutarla.
Las reinas no son criadas en las típicas celdas de empollamiento horizontales del pa-
nal, sino que sus celdas (celdas reales) son construídas para ser de mucho mayor tamaño
y en posición vertical. Cuando la reina termina su etapa de alimentación larval y se con-
280
A las abejas reinas la fecundan los zánganos.
281
La jalea real es una sustancia segregada por las glándulas hipofaríngeas de la cabeza de abejas obreras
jóvenes, de entre 5 y 15 días, que mezclada con secreciones estomacales sirve de alimento a todas las lar-
vas durante sus primeros 3 días de vida. Sólo la abeja reina y las larvas de celdas reales que darán origen
a una nueva reina son siempre alimentadas con jalea real, que es una masa viscosa de un suave color ama-
rillo y sabor ácido.
~ 141 ~
vierte en pupa, se desplaza a una posición cabeza abajo, desde la cual luego come su
celda para salir. Durante la etapa de pupa, las abejas obreras tapan o sellan la celda.
Justo después de emerger de sus celdas, a menudo las abejas reinas producen un sonido
que se supone un reto a otras reinas para la lucha.
Las abejas obreras son hembras infértiles. Ellas segregan la cera utilizada para cons-
truir la colmena y son también las encargadas de limpiar y mantener la colmena, criar a
los jóvenes, montar guardia y recolectar el néctar y el polen.
En las abejas de miel, las obreras poseen un contenedor de huevos modificado en for-
ma de aguijón el cual pueden clavar en un enemigo para defender la colmena, pero las
abejas mueren poco después de clavar su aguijón, ya que parte del sistema digestivo
está unido a él.
Las abejas zángano son las abejas machos de la colonia. Los zánganos no recolectan
néctar ni polen. El principal propósito de las abejas zángano es fertilizar a la nueva
reina. Los zánganos copulan con la reina en pleno vuelo. Luego de finalizada la copu-
lación, los zánganos mueren.
Se cree que en algunas especies los zánganos juegan un rol importante en la regula-
ción de la temperatura de la colmena. Los zánganos no poseen aguijón, ya que el agui-
jón es en realidad un contenedor de huevos modificado.
Las abejas reinas viven un promedio de tres años. Las obreras viven períodos mucho
más breves, de menos de tres meses en promedio.
Las abejas de miel reinas liberan feromonas (sustancia producida por las glándulas se-
xuales) para regular las actividades de la colmena. Muchas abejas obreras también pro-
ducen feromonas para comunicarse con otras abejas. Hay también abejas solitarias comunales y cuasisociales, pero no son eusociales, aun-
que formen pequeñas colonias. Por ejemplo, la mayoría de los abejorros (Bombus te-
rrestris, Bombus pratorum, etc.) viven en colonias de unas 30 a 400 abejas, mientras
que las colmenas de abejas de miel pueden albergar entre 40.000 y 80.000 abejas en
verano. La abeja reina es generalmente capaz de sobrevivir por su cuenta al menos por
un corto tiempo (a diferencia de las reinas en especies eusociales, muy requeridas de
cuidados especiales por todo el tiempo en que viven).
Otras especies de abejas, como la abeja Orchard Mason (Osmia lignaria) y la abeja
cornuda (Osmia cornifrons), son solitarias y cada hembra de la especie es fértil. No
existen abejas obreras para estas especies. Las abejas solitarias no producen miel ni cera
en general. Son inmunes a muchos de los parásitos que afectan a otras especies de abe-
jas sociales, pero poseen sus propios parásitos, produciendo o difundiendo pestes y en-
fermedades.
La abejas blancas o abejas excavadoras de bandas blancas son de la especie ameguilla
quadrifasciata. Se trata de una abeja solitaria, aunque normalmente se presenta en pe-
queños grupos al libar néctar y recoger polen en sus flores favoritas. Aunque parece que
van juntas, en realidad va cada una a lo suyo, de un modo muy individualista.
Las abejas blancas son de similar tamaño a las demás, pero aparecen gorditas, rechon-
chas, con el tórax muy peludo y en tonos pardos. Su abdomen está marcado normal-
mente por cuatro bandas blancas y negras muy bien definidas.
~ 142 ~
En la cabeza, con cortas antenas, destacan unos grandes ojos compuestos y una larga
trompa (probóscide) que le permite alimentarse del néctar de una gran variedad de flo-
res, principalmente Labiadas, Boragináceas y Primuláceas; también muy particular-
mente se alimentan de lantanas rojiamarillas (en menor medida de lantanas rosas) rome-
ros y lavandas.
La abeja hembra de esta especie pone sus huevos en nidos excavados en terrenos
sueltos y secos. Allí almacena néctar y polen para alimentar a sus larvas, que pasarán en
forma de pupa el otoño y el invierno para surgir en primavera como insectos adultos.
Son abejas zumbadoras que vuelan con mucha rapidez y precisión, cambiando vertigi-
nosamente de dirección para ir de flor en flor. Si se echa agua en alguna hoja, se acercan
enseguida a beber.
Son magníficas polinizadoras, realmente beneficiosas para el jardín y la huerta y, por
tanto, merecedoras de protección.
Las abejas en general, como demuestra la historia, son socialmente simbólicas, ade-
más de provechosas, en muchos sentidos. Representan un mundo matriarcal en el que la
reina es como diosa y soberana. Los pueblos más antiguos consideraron a la abeja como
algo sagrado y ejemplar. Se sabe que los celtas atribuían a las abejas y al universo apí-
cola múltiples cualidades sagradas.
~ 143 ~
También los mayas mesoamericanos del Yucatán tenían en su mitología dioses-abejas
a los que llamaban Xunánkab o Mulzenkab (deidades relacionadas con la apicultura y
con los rumbos u orientaciones este y norte), dioses muy relacionados con la creación
del mundo que tenían diferentes colores y se asociaban a determinada dirección o rum-
bo del universo. La apicultura entre los mayas era muy importante y los que se dedi-
caban a ella hacían una fiesta en el mes zec o tzec.282
También tuvieron las abejas gran relevancia mitológica en el antiguo Egipto. En el
papiro Salt,283
que se supone de época ptolemaica (siglo I a. de C. y siglo I d. de C,
hasta que Egipto fue provincia romana), se cuenta una leyenda según la cual en un de-
terminado momento las lágrimas del dios solar Ra se convirtieron en abejas al caer al
suelo, por lo que se consideraron insectos sagrados. En esta época de los ptolomeos la
miel era un producto considerado como el rocío del Sol. Los egipcios, que conocían
muy bien la actividad de la abeja, creían que ésta era la auxiliar de la creación. Pero
aunque conocían bien su actividad en cuanto a creadoras de miel, no conocían ni habían
estudiado su capacidad reproductora ni las metamorfosis de la reina.
Los egipcios admiraban la capacidad de coordinación de las abejas para el trabajo y
para organizar el panal. Se cree que fue por estas cualidades por lo que se eligió al in-
secto como símbolo real y así fue desde los comienzos de la primera dinastía en que el
título dual del rey de Egipto se escribe mediante un junco y una abeja, que quiere decir
rey del Alto y del Bajo Egipto o rey del junco y de la abeja. La abeja simbolizaba la
realeza sobre el Delta del Nilo y nunca aparecía sin el junco. En Sais, ciudad del Delta,
había un castillo conocido como “castillo de la abeja”, que bien pudiera ser “castillo
del rey gobernante del Bajo Egipto”.
En la mitología y religión egipcias, la abeja y su producto la miel tienen mucha im-
portancia. Algunos sacerdotes de Min284
estaban vinculados a la recolección de la miel.
Mientras estos sacerdotes se dedicaban a la recolección de la miel, había otros lugares
282
El quinto mes del calendario maya de carácter agrícola y solar llamado Haab, constando el año de 365
días. Los dioses patronos de este quinto mes eran el cielo y la tierra. Su principal fiesta la hacían los
apicultores al Bacab Hobnil o dioses Bacabes y Hobnil u Hobniles.
Puede leerse González Torres, Y. (1991): Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica, México,
Larousse.
283
Llamado así por el Cónsul General Británico en Egipto, Henry Salt, que se hizo con una gran co-
lección de piezas egipcias en el siglo XIX.
284
Dios lunar, de la fertilidad y la vegetación, dios de la lluvia, protector de los comerciantes y los mine-
ros, representado como hombre con con el falo erecto, de piel negra o verde, sobre un pedestal, portando
corona de dos largas plumas y flagelo, o en algunas ocasiones como un toro negro o un león. Represen-
taba la potencia sexual masculina, garantizando que Egipto fuera fértil y de abundantes cosechas. Estaba
vinculado a la realeza pues aseguraba la abundancia.
Se le consideraba hijo de Ra, o de Shu (personificación del aire o de la luz, y Jentit-Iabet era su madre-
esposa; formaba pareja con Repit en Atribis, y con Aperetisis en la época griega, siendo su hijo Ko-
lanthes. También formaba tríada con Kadesh y Reshep. En una estela del museo del Louvre se le cita co-
mo hijo de Osiris e Isis, dios y diosa de la vida respectivamente.
~ 144 ~
en donde estaba prohibida dicha recolección por respeto a la sacralidad de las abejas.
Entre esos lugares destacaba el de la diosa Hathor (la Divinidad Suprema) en Dendera.
En el mito de Isis, después del asesinato de su esposo, esta diosa se refugió en un lu-
gar llamado Akhbit, que significa “Bosque de la abeja”, para dar a luz a su hijo Horus.
Y parece ser que las abejas sagradas custodiaban al niño. 285
Desde entonces se difundió que las abejas, sobre todo las blancas, poseen cualidades
sobrenaturales para la fertilidad. Se cuenta, por ejemplo, que San Juan de Ortega poseía
la influencia celestial en el logro de la fertilidad de las mujeres. La misma reina Isabel
la Católica, siglos después de la muerte del Santo, acudió a su tumba pidiéndole a éste
que intercediera para que ella pudiera quedar embarzada de un hijo varón y que cuando
éste naciera le pondría de nombre Juan (y así fue).286
La leyenda cuenta que cuando el
prior de los Jerónimos de San Juan de Ortaga abrió la urna que contenía los restos del
Santo, salieron de aquella sepultura muchas abejas blancas desprendiendo perfumes ce-
lestiales. Se interpretó que dichas abejas eran las almas de los nonatos que esperaban la
llegada de una madre propicia para poder venir al mundo y que se cobijaban junto al
Santo durante la espera.
285
En la cosmogonía egipcia de Heliópolis (que antes se llamó Lunu) se consideraba que los padres de
Isis fueron Geb (personificación de la Tierra, principio de vida y fertilidad) y Nut (diosa creadora del
Cielo o “la Grande que parió a los dioses”). Isis es, sin embargo, más famosa o tenida en cuenta por ser
la esposa y hermana de Osiris y la madre de Horus, siendo venerada como la arquetípica esposa y madre.
Su historia, de no poca complejidad, la narró así el griego Plutarco, en el siglo I:
Osiris, hermano y esposo de Isis, reinaba en el antiguo Egipto con paz, armonía y sabiduría. El Nilo
fertilizaba la tierra y las cosechas eran abundantes. Sus súbditos eran felices. Un día, Osiris salió de viaje
para conocer otras civilizaciones y dejó el reino bajo el mando de su esposa Isis. Seth, su envidioso her-
mano, dios del malvado y adverso inframundo, se sintió humillado, pues creía que era él quien debería
gobernar y no Isis.
Cuando el dios Osiris volvió, Seth quiso hacer una gran fiesta de bienvenida y lanzó un desafío a los
invitados: aquél que entrase con encaje perfecto en el cofre que Seth había traído, éste se lo regalaba co-
mo prueba de fidelidad y respeto. Muchos lo intentaron, pero el cofre resultaba pequeño o grande. Osiris,
curioso, quiso probar y encajó perfectamente bien. Seth sabía el tamaño de su hermano y era por esto por
lo que el cofre le había servido como un guante-trampa. Inmediatamente el hermano, junto con 72 cóm-
plices, cerraron la caja de metal herméticamente y la arrojaron al Nilo.
Isis, con amor y confianza, empezó su travesía para recuperar el cuerpo de su esposo. Después de largas
y penosas caminatas por Egipto, la diosa encontró el cofre con los restos de Osiris. Pero el drama
continuó cuando Seth, en su maldad sin fin, robó el cadáver y lo cortó en catorce pedazos que, nue-
vamente, esparció por todo el reino. Isis no se rindió y, en compañía de su hermana Neftis, la esposa de
Seth y representativa de la oscuridad, la noche, la muerte y las tinieblas (todo lo opuesto a Isis), recorrió
cada lugar del reino. Finalmente consiguieron encontrar todos los pedazos del muerto, excepto el pene.
Sin embargo, Isis reconstruyó a Osiris ayudada por Anubis (señor de las necrópilis y patrono de los em-
balsamadores) y Neftis, e impregnada del resucitado Osiris concibió a Horus, el niño Harpócrates de los
griegos, que posteriormente vengaría a su padre luchando contra Seth. A Isis se la suele representar ama-
mantando a Horus.
286
Nacido el 30 de junio de 1478. En 1497, contrajo matrimonio con Margarita de Austria (hija del em-
perador germánico Maximiliano I de Habsburgo); murió de tuberculosis poco después. El 6 de noviembre
de 1479 nació de Isabel y Fernando otra hija y también la llamaron Juana, que reinó como Juana la Loca.
Ya lo veremos en su momento.
~ 145 ~
Las abejas están también presentes en las artes decorativas y ornamentales, siendo el
elemento característico del denominado estilo Imperio en el neoclasicismo francés deci-
monónico. La abeja formó parte de la simbología imperial napoleónica por pretenderse
enlazar esta nueva nueva dinastía francesa con los orígenes merovingios francos, porque
se halló un conjunto de abjeas de oro en la tumba de Childerico I, padre de Clodoveo I y
fundador de aquella dinastía en el año 457. Se consideró que las abejas son el símbolo
más antiguo de los soberanos de Francia. Y así entraron en la simbología napoleónica.
Eduardo Garzón Sobrado, bonapartista, presidente-fundador del Instituto Napoleónico
México-Francia, en su obra La simbólica napoleónica, en la que explica el Escudo de
Armas del Imperio Francés, en lo referente a las abejas dice:
Símbolo de inmortalidad, de resurrección y linaje real desde el antiguo Egipto,
las abejas fueron escogidas con el fin de vincular a la nueva dinastía con los orí-
genes mismos de la monarquía francesa. En efecto, abejas de oro (algunos las in-
terpretan como cigarras) habían sido descubiertas en 1653, en Tournai (hoy Bél-
gica), en la tumba del rey Childerico I, fundador en 457 de la dinastía mero-
vingia y padre del gran rey Clovis. Son consideradas como el emblema más an-
tiguo de los soberanos de Francia. En cuanto a su significado intrínseco, en el
plano espiritual y límitándonos a nuestra tradición judeo-cristiana, la abeja, por
su miel, es considerada como el emblema de Jesucristo: por un lado, se destaca
su dulzura y su misericordia; por el otro, el ejercicio de su justicia como Cristo-
Juez; hallamos recurrentemente su figura en la literatura de la Edad Media. Para
Bernardo de Claraval simboliza el Espíritu Santo. Insistiendo en la noción de la
intermediación, encontramos en un texto jurídico medieval galés que la nobleza
de las abejas viene del paraíso y es a causa del pecado del hombre que de ahí
vinieron; Dios extendió su gracia sobre ellas y es por por esa razón que no se
puede cantar la misa sin cera. En el ámibito terrenal y desde una perspectiva so-
cial, la abeja simboliza al maestro del orden y de la prosperidad, ya sea éste rey
o emperador, guía líder y padre ungido en todo caso; se aparenta igualmente a
los héroes civilizadores, que establecen la armonía por medio de la sabiduría y la
espada. Como lo indica el barón Philippe Lamarque, “el Emperador se reserva
su uso exclusivo”, precisando que “las únicas tolerancias se aplican a las ca-
bezas de escudos de los príncipes dignatarios y de las ciudades de primera cla-
se”.
~ 146 ~
De San Bernardo de Claraval, para el cual los cistercienses son como abejas que re-
corren los jardines de la Sagrada Escritura, escrutándola y sacando diligentemente de
allí, de las flores de sus pasajes y expresiones, la miel más rica al paladar, aludiendo a
las abejas, es su conocido como sermón segundo de Adviento, sobre el libro de Isaías
(“Dijo el Señor a Acaz: pide una señal…”) que dice así:
Acaz era un rey deseoso de mantener su poder terrenal. El profeta Isaías, para
que pierda su apego, le sugiere que pida un prodigio a Dios. Acaz no quiere por-
que si el prodigio ocurre en las profundidades, allí se mueven los zorros como él
mismo y puede quedar atrapado. Si ocurre en el aire, allí atrapa Dios a los so-
berbios. Contesta, por tanto, que no quiere tentar a Dios.
Dios le promete, entonces, una señal en la Casa de David, algo que no pueda
inquietar al poderoso. Será un niño que se alimente de requesón y miel hasta que
pueda distinguir el bien del mal.
De la leche de las ovejas se obtiene el requesón y el queso. El requesón es de
naturaleza dulce. El queso es graso y espeso; podría representar la corrupción del
pecado. También sabemos que por buscar a la oveja perdida el pastor dejó a 99
en los campos.
Las abejas producen miel pero tienen aguijon. Ese niño que es Dios y el pro-
digio que nos manda sólo trajo la miel y no el aguijón. Sin embargo, el aguijón
podrá aparecer algún día para clarvarse en los tuétanos de los pecadores.
Por tanto, Dios pudo mandarnos un gran prodigio para desafiar la soberbia de
los poderosos, pero no lo hizo así. Prefirió algo suave e íntimo como es un niño,
~ 147 ~
alimentado dulcemente en los brazo de la Virgen María, su madre, sufriendo co-
mo el ser humano y aprendiendo a distinguir el bien del mal.
Y en el sermón VIII sobre el Cantar de los Cantares, refiriendo que el beso más íntimo
es el Espíritu Santo, San Bernardo dice:
No pretendas lo que te sobrepasa ni escudriñes lo que se te esconde. Proceded
pues, guiados por el Espíritu y no cedáis a vuestros propios deseos. La erudición
del Espíritu no provoca la curiosidad, inflama el amor. Con razón la esposa,
cuando busca el amor de su alma, no se fía de sus sentidos carnales, ni asiente a
los fútiles razonamientos de la curiosidad humana. Pide un beso, es decir, el Es-
píritu Santo, de quien recibe a un tiempo el gusto de su ciencia y el condimento
de su gracia. Justamente esa ciencia que se infunde con ese beso, se recibe con
amor, porque el beso es señal del amor. Mas la ciencia que engríe, por carecer de
amor, no nace de un beso.
Tampoco deben arrogárselo quienes sienten un celo de Dios que no se inspira
en su sabiduría. Porque el don del beso lleva consigo estos presentes: la luz del
conocimiento y el ungüento de la devoción. Eso es precisamente el Espíritu de
ciencia y entendimiento que, cual abeja portadora de cera y de miel, lo tiene to-
do: fuego para iluminar con su sabiduría y gracia para infundir su sabor. Que no
crea, por tanto, haber recibido este beso el que entiende la verdad pero no la
ama; o bien el que la ama pero no la entiende. Con este beso son incompatibles
el error y la tibieza.
~ 148 ~
También hay leyendas sobre abejas blancas relacionadas con la vida de Santa Rita de
Casia (1381-1457), considerada como Santa de los Imposibles.
Imagen de Santa Rita de Casia.
Iglesia Parroquial de San Vicente de Alcántara (Badajoz).
En las imágenes es reconocida sobre todo por su estigma de una espina en su frente
Se cuenta de la vida de Santa Rita de Casia, monja agustina italiana, que cuando la
bautizaron entraban y salían de su boca abejas blancas que no le hacían daño. Se cuenta
que, siendo Rita pequeñita del todo,287
mientras dormía en una cesta, abejas blancas se
agrupaban sobre su boca, depositando en ella dulce miel sin hacerle daño y sin que la
niña llorara para alertar a sus padres.288
Una vez, un campesino que tenía herido el
brazo, viendo aquello, trató de dispersar a las abejas, comprobando entonces que se le
sanó el brazo.
287
Parece ser que su nombre era Margarita, pero la llamaron abreviadamente Rita.
288
Según la creencia popular, parece ser que a San Ambrosio de Milán (siglo IV) le pasaba lo mismo.
~ 149 ~
Durante el pontificado de Urbano VIII (1623-1644), Papa que era de la familia Bar-
berini (fundada a lo grande en 1500 y extinguida, como se extingue todo, en 1722), fa-
milia en cuyo escudo, sobre fondo azul, figuran tres abejas blancas, siendo éste también
el escudo pontificio de aquel Papa, ocurrió que, en el convento de Cascia (Casia), abejas
blancas (murarias) surgían de las paredes cada año en Semana Santa, permaneciendo
por allí hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de mayo. Desaparecían entonces y volvían a
aparecer en la Semana Santa del año siguiente, comportándose de la misma repetida ma-
nera. La gente las llamó abejas de Santa Rita.
El Papa Urbano VIII pidió que le llevaran una de aquellas abejas. Tras examinarla cui-
dadosamente, la ató suavemente a un hilo de seda y la soltó. La abeja apareció después
en Cascia, que está a 138 kilómetros de Roma.
Volviendo a la vida de Santa Rita de Casia, hemos de contar que a ella le pasó de to-
do. Siempre, desde niña, quiso ser monja, pero sus padres la obligaron a contraer ma-
trimonio, cuando ella tenía 14 años de edad, en 1395. Le tocó como esposo Paolo Man-
cini, un hombre de mucha más edad que ella, mujeriego, infiel, maltratador, con quien
Rita tuvo dos hijos varones, mellizos, Jacobo y Paolo. El esposo murió asesinado en una
emboscada que le tendieron sus enemigos, aunque Rita, la muy maltratada esposa, logró
que muriera y paz y cristianamente. Los dos hijos murieron jóvenes, de muerte natural
(los dos en el mismo año 1417). En cierto modo Rita se alegró de la muerte de sus hijos,
pues se temía que, siguiendo la ley italiana de la vendetta (la venganza), se desquitarían
de la muerte de su padre en cuanto crecieran, haciéndose, por tanto, tan violentos como
el progenitor. Rita prefirió a sus hijos muertos antes que violentos o posibles asesinos.
Y es que siguieron en todo a su padre, aunque eran niños, maltratando a su madre.
Ya viuda, pero aún madre, en 1416, Rita pidió ser admitida en el convento de monjas
agustinas de Santa María Magdalena en Casia, un convento que se había fundado en
1256. En el convento no la admitieron, porque allí sólo podían entrar mujeres vírgenes.
~ 150 ~
Cuando enfermaron y murieron sus hijos, a los que Rita preparó cristianamente para el
encuentro con Dios (ellos pidieron perdón a su madre por todo lo mal que se habían
portado),289
Rita, libre de obligaciones familiares, fue finalmente aceptada en el con-
vento de Casia, aunque su trabajito le costó. Tenía entonces 36 años de edad. Se entregó
de lleno a lo que se tienen que entregar las monjas: a la oración, a la penitencia, a la vi-
da religiosa comunitaria más ferviente y piadosa, fraternal y santamente. Hizo muchos
milagros, pero ya los contaremos, con todo lo referente a esta Santa en su momento
(cronológico).
Rostro mortuorio de Santa Rita de Casia
En 1938, la Madre Teresa de Casia (Teresa Fasce), superiora del convento (muerta en
1947),290
fundó allí la “Colmena de Santa Rita” (Alveare di Santa Rita), una obra social
que atiende a niños sin recursos o en dificultades familiares, formándolos debidamente
para afrontar la vida con dignidad. Aprender a volar y endulzar la vida, como hacen las
abejas, es lo más hermoso de la historia humana.
289
También logró Santa Rita que sus hijos perdonaran a los asesinos de su padre.
290
Beatificada por el Papa Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997. Se conmemora el 18 de enero, día de
su muerte.
~ 151 ~
EPÍLOGO IV
EL VINO RIBEIRO
Las cepas que producen el famoso y excelente Vino Ribeiro se elevan para que los
frutos no estén en contacto con el suelo, facilitando así su salutífera calidad y su desta-
cada o peculiar maduración.
Las variedades de cepas más características de esta Denominación de Origen son:
Treixadura, Loureira y Torrentés entre las blancas y Caíño y Brancellao entre las tintas.
También se cultivan otras cepas no autóctonas como Palomino y Garnacha Tintorera.
Los vinos blancos de la Denominación de Origen Ribeiro son elegantes, frescos, ligeros,
muy aromáticos y de alegre acidez, con una graduación media de alrededor de 10º. Su
color es pajizo pálido.
Los tintos son vinos de mucha capa, de un color rojo morado muy vivo y notable aci-
dez fija.
He aquí las variedades:
ALBARIÑO: Se la considera como una de las variedades más importantes de
Galicia, dominando prácticamente en Pontevedra con el 95,3 %. Cambados, la
capital histórica de este vino en España, celebra cada año, el 1 de agosto, la
fiesta del Albariño. El aroma característico de esta uva (muy semejante al Viog-
nier) recuerda al del albaricoque. El Albariño es un vino blanco, amplio, seco,
muy ligero y delicioso; de color amarillo-pajizo, brillante con irisaciones dora-
das y verdes. Aromas afrutados, finos y distinguidos. Su sabor es fresco y suave,
con suficiente cuerpo y grado alcohólico y la acidez equilibrada. Su regusto es
placentero, elegante y completo. Con mayor preferencia esta uva se cultiva en la
D.O.: Rias Baixas. Creada en 1988, comprende aquellos territorios donde tradi-
cionalmente y desde tiempo inmemorial, se producen vinos de calidad en la pro-
vincia de Pontevedra. Existen cuatro subzonas perfectamente diferenciadas: Se
ha incrementado su oferta y su demanda. Maridaje: ideal como aperitivo, maris-
co en general y pescado poco condimentado.
BRANCELLAO: Uva autóctona de España y más en concreto de Galicia. De
buena calidad y resistente a las enfermedades. Su productividad es muy baja, por
lo que al ser escasa puede llegar a desaparecer. Se utiliza para realizar mezclas
con otras variedades, pero también pueden hacerse vinos varietales. Son sinóni-
mos: Albarillo, Brancellao, Uva gallega y Uva Negra. Se cultiva en las D.O.:
Rias Baixas y Ribeira Sacra. La uva Brancellao, también se cultiva al norte de
Portugal.
CAÍÑO TINTO: Está considerada la variedad principal de la D.O. Ribeiro. La
planta tiene una baja productividad y una maduración tardía. Los racimos son
~ 152 ~
medianos y no muy compactos. Las uvas son medianas de color azul oscuro. Los
vinos, en nariz, son intensos, frutales Tienen un color rubí.
GODELLO: Variedad de uva de gran potencial aromático; produce vinos
blancos de gran calidad. Es autóctona de Galicia, en concreto de la ribera del río
Sil. Es la variedad más importante de las D.O. Valdeorras y Monterrey en la pro-
vincia de Orense; así como también en el Bierzo. Tiene un alto nivel de glicerol
que con una contundente acidez da un sabor agridulce muy agradable.
LADO: Presente en la D.O. Ribeiro. Da lugar a vinos ligeros y de notable
acidez pero con gran potencia y calidad aromática.
LOUREIRA BLANCA: Esta variedad de vid es de elevado rendimiento. Es
una uva de gran calidad. Las bayas son de tamaño pequeño, forma redonda y
color verde-amarillento. Produce vinos perfumados, ácidos, de color amarillo
pálido. Se ensambla con otras variedades. Variedad blanca. Autóctona de Galicia
donde sólo se cultiva allí, en las Rias Baixas y Ribeira Sacra. Su aroma recuerda
al laurel (loureiro en gallego). Hay una Loureira tinta muy escasa.
MENCÍA: Variedad de uva tinta introducida y cultivada principalmente en el
noroeste de la Península Ibérica desde la época de la antigua Roma. Tras recu-
perarse del desastre de la epidemia de filoxera de finales del siglo XIX y que
causó una grave crisis económica en sus áreas tradicionales de cultivo, se emplea
para la elaboración de vinos aromáticos y afrutados, de intenso color y con posi-
bilidades de crianza. La variedad produce racimos pequeños y compactos, con
bayas de tamaño medio en forma elipsoidal. Los zumos o mostos son incoloros y
de sabor neutro, con un elevado contenido de azúcares pero de baja acidez, es-
pecialmente en los resultantes de frutos de mayor maduración. Los tintos elabo-
rados con uva mencía, destacan por su capacidad de envejecimiento, con un pa-
ladar aterciopelado característico, sin descuidar las óptimas condiciones de esta
variedad en la elaboración de tintos jóvenes. Los rosados son aromáticos y afru-
tados, vivos, ligeros y suaves. Su distribución se localiza principalmente en El
Bierzo, así como en áreas del sureste de Galicia, donde se centra en las D.O.
Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrei.
SOUSON: Otra de las múltiples variedades gallegas, también muy escasa
D.O. de Rias Baixas y Ribeiro.
TORRONTÉS: Originaria de Galicia, produce vinos de poco cuerpo y notable
acidez, con gran personalidad e intenso aroma.
TREIXADURA: Es una uva autóctona de Galicia, encontrándose en Ribeira
Sacra y en Ribeiro. Es una planta vigorosa. Su producción es baja, pero de gran
calidad. Resiste bien a las enfermedades. Es muy aromática y los vinos que pro-
~ 153 ~
ducen son poco equilibrados, por lo que se suele complementar con la Albariño.
Son sinónimos: Trajadura, Trincadeira, Verdelho Louro y Verdelho Rubio.
Algunos ejemplos D.O:291
Viña Do Avó Tinto 2012
(Variedad: Brancellao, Caíño Tinto, Mencía y Souson)
Características
Vino tinto joven, elaborado a partir de un coupage292 de las mencionadas variedades
tintas gallegas. Todas ellas realizan el proceso de maceración y fermentación conjunta-
mente, resultando un vino hecho con pasión y esmero, recuperando antiguos viñedos y
siguiendo una tradición familiar. Grado de alcohol: 12º. Servir a 18º C.
291
Según se escribe este epílogo, en agosto de 2014. D.O. es Denominación de Origen Ribeiro.
292
Término francés que define la práctica de mezclar vinos de la misma o de diferente partida o cosecha
con el fin de unificar sus cualidades o complementar con las cualidades de unos los defectos de otros.
Vino de coupage: producto de la mezcla de vinos de diferentes características con el fin de conseguir
otro que participe de las virtudes de los que intervienen en la mezcla.
~ 154 ~
Sameirás Tinto 2011
(Variedad: Brancellao, Caíño Tinto, Souson y otras)
Características
Elaborado en bodega y siguiendo tradición familiar pero contando con la tecnología
más avanzada para optimizar el proceso. Este vino es un coupage de las mencionadas
variedades, pasando por un proceso de maceración y fermentando todas las variedades
juntas a una temperatura controlada, resultando un vino que es un auténtico placer.
Grado de alcohol: 12º. Servir a 16º C.
~ 155 ~
Vino blanco The Flower and the Bee 2013
(Variedad: Treixadura)
Características
Distinguida, armoniosa y completa, la Treixadura es la variedad blanca con la que se
elabora este Ribeiro joven.
The Flower and the Bee proviene de una selección de 28 hectáreas de viñedos culti-
vados bajo una viticultura sostenible, libre de tóxicos, plantados en bancales y laderas
suaves bien orientadas. A partir de una doble selección de la uva, en la viña y en mesa
de selección, pasa por un prensado suave y posterior selección del mosto yema. Desfan-
gado estático y fermentación a baja temperatura. Permanece en depósitos hasta mayo,
antes de su embotellado y posterior reposo en botella.
Nota de cata de The Flower and the Bee 2013:
Cata a la vista: Bonito color amarillo pajizo con leves reflejos dorados y ribete acera-
do. Es un vino blanco muy limpio y muy brillante.
Cata en nariz: Esta nueva añada es de intensidad media, destacan aromas limpios, de-
finidos y muy agradables. La fruta blanca madura, jugosa y carnosa se acompaña de
notas cítricas. Completan su abanico los ligeros aromas florales y un leve recuerdo Sali-
no y mineral.
Cata en boca: En boca, tiene una entrada fresca, con un recorrido marcado por un
buen equilibrio entre la fruta y la acidez. De cuerpo medio, textura untuosa y glicérica y
trago largo, es goloso, agradable, muy bebible.
Totalmente recomendable, igual que el de otras añadas.
Grado de alcohol: 13º. Servir a 8º C.
Maridaje: Aperitivo, Ensaladas complejas, Pastas con salsa de pescado, Arroces de
pescado, Legumbres, Pescado blanco a la parrilla, Guisos especiados de pescado, Solo,
Berenjenas rellenas, Parrillada de verduras.
~ 156 ~
Viña Do Avó Blanco 2012
(Variedad: Albariño, Godello, Torrontés y Treixadura)
Características
Vino blanco seco a partir de viñas de entre 6 y 60 años de edad, con las variedades
mencionadas. Este vino maceró en frío y pasó por una fermentación a temperatura con-
trolada. Cada variedad se vinificó por separado. Viña Do Avó Blanco es un vino sin
crianza. Producción limitada de 10.000 botellas. Otras añadas: Viña Do Avó Blanco
2011. Grado de alcohol: 12.5º. Servir a 8º C.
~ 157 ~
Sameirás Blanco 2012
(Variedad: Treixadura, Albariño, Godello, Lado, Loureira Blanca, Torrontés y Caíño
Blanco)
Características
Vino blanco joven elaborado en la D.O. Ribeiro a base de un coupage con las varie-
dades más representativas de la región. Son esas las uvas elegidas para elaborar el Sa-
meirás Blanco, de corazón auténticamente gallego. La esencia gallega convertida en vi-
no. Pasó por una maceración en frío junto a sus lías, y una posterior fermentación con-
trolada. Con sutiles aromas de fruta blanca de hueso y un ligero recuerdo floral. Con
carácter mineral que potencia la sensación de frescura y un equilibrio sensacional. Fácil
de beber y de pagar, es una magnífica apuesta para el marisco (maridaje: marisco a la
plancha). Premio Medalla de Plata en Decanter World Wine Awards 2013. Grado de
alcohol: 13º. Servir a 8º C.
~ 158 ~
Sameirás 1040 Blanco 2011
(Variedad: Albariño, Godello, Lado y Treixadura)
Características
Un maravilloso ejemplo del gran potencial de producción de vinos blancos de la D.O.
Ribeiro. Elaborado a base de un coupage de las mencionadas variedades autóctonas. Se
macera en frío y fermenta desde densidad 1040 en barricas de roble. Se trabaja con lías.
Producción muy limitada: 3.500 botellas. Sólo unos pocos afortunados podrán disfru-
tarlo. Sameirás 1040 Blanco es el resultado del trabajo bien hecho, con paciencia, es-
mero y respeto al medio ambiente. Grado de alcohol: 12.5º. Servir a 8º C.
~ 159 ~
Sameirás Blanco 2011
(Variedad: Treixadura, Albariño, Godello, Lado, Loureira Blanca, Torrontés y Caíño
Blanco)
Características
Vino Blanco joven elaborado en la D. O. Tibeiro a base de un coupage con las men-
cionadas variedades más representativas de la región, las uvas elegidas para elaborar Sa-
meirás Blanco, de corazón auténticamente gallego. La esencia gallega convertida en
vino. Pasó por una maceración en frío junto a sus lías, y una posterior fermentación con-
trolada. Premio Medalla de Plata en Decanter World Wine Awards 2013. Grado de al-
cohol: 13º. Servir a 8º C. Maridaje: Marisco a la plancha.
~ 160 ~
Emilio Rojo 2011
(Variedad: Treixadura, Lado, Loureira Blanca y Albariño)
Características
Vino blanco Roble 2011 (y añadas anteriores). Este vino ha pasado por una crianza de
6 meses en barrica de roble francés de Allier.
Bodega: Emilio Rojo Bodeguero D.O.: Ribeiro. Uno de los vinos más populares y
difícil de encontrar. Emilio Rojo es una persona única que elabora un vino con perso-
nalidad absolutamente singular. Trabaja exclusivamente viñedos propios que ocupan
0’5 hectáreas repartidas en cuatro parcelas. Control exhaustivo de los viñedos; muy po-
ca producción, unos 4 kilos por cepa, para conseguir un vino más expresivo. Las cepas
tienen una edad media de 15 años. Una parte del vino hace la fermentación en depósitos
de acero y la otra parte en barricas de roble francés de Limousin, Allier y Nevers. Toda
esta tradición y artesanía está concentrada en este vino. Grado de alcohol: 13º. Servir a
8º C. Maridaje: Aperitivo, Arroces de pescado, Marisco crudo, Marisco a la plancha,
Pescado blanco al horno, Pescado blanco en salsa, Carne de Buey, Boullabaise o sopa
variada de pescados.
~ 161 ~
Otros ejemplos son (con su respectiva añada y variedad): Viña Meín, Anciño Blanco,
Veiga d’Ouro, Máis de Cunqueiro, Sanclodio, Conqueiro III Milenium, Cuqueira Blan-
co, Eduardo Peña, Colección Costeira, Cuñas Davia, Eloi Lorenzo, Quinta do Avelino,
Alma de Reboreda Tostado (dulce, 2005, agotado), etc.
~ 162 ~
EPÍLOGO V
PEDRO ABELARDO Y ELOÍSA, DOS AMANTES Y ALGO MÁS
(Por Virginia Seguí o siguiéndola)
Pedro Abelardo y Eloísa han pasado a la Historia más por sus célebres relaciones
amorosas que por la importancia –aunque no sea poca– de las teorías o doctrinas que
defendieron en los ámbitos de la filosofía y de la teología, o en las llamadas artes libe-
rales y en la docencia.
La historia de Pedro Abelardo y Eloísa, del siglo XII, fue siempre conocida, aunque se
puso mucho de relieve o de moda en el romanticismo, de finales del siglo XVIII y hasta
mediados del siglo XIX, resaltándose entonces las peripecias de estos amantes en sus
más azarosas circunstancias y hasta en lo más escabroso o de romance de sus relaciones.
Las cartas de Eloísa a Pedro Abelardo se popularizaron. Pero con el paso del tiempo
ha ido decreciendo el interés de todo aquello, quedando vagamente en el recuerdo de un
tema que versó sobre unos determinados o indeterminados amoríos de los que pocos sa-
ben ya acerca de la trascendencia que tuvieran, aunque ciertamente la tuvo para sus pro-
tagonistas.
La importancia y la figura de Pedro Abelardo como filósofo y teólogo son asuntos
debatibles aún; para unos fue un innovador y para otros no pasa de ser un mediocre y
hasta frívolo, aunque se le reconoce una cierta importancia respecto de algunas cues-
tiones. Como filósofo (peripatético) y docente, Pedro Abelardo tenía carisma, era elo-
cuente, comunicador, divertido, ameno… y sobre todo dialéctico. Pero no se puede de-
cir que sea un filósofo de la talla de un Tomás de Aquino, un Descartes o un Kant.
Pedro Abelardo no es ningún alto pilar del pensamiento medieval.
Pedro Abelardo fue también un trovador, siendo esto algo que le ayudó extraordinaria-
mente en sus amores con Eloísa y en impregnar de amenidad su docencia.
~ 163 ~
Al parecer Pedro era poeta lírico y excelente músico, siendo populares sus piezas y
composiciones, sus canciones de tema amoroso, muchas de ellas anteriores al tiempo en
que conoció a Eloísa. Se cuenta que componía letra y música con el fin de que las pa-
siones que las animaban se comunicasen a los demás por el ánimo de los sentidos. El
caso fue que tales canciones alcanzaron pronto a los literatos y se convirtieron en moti-
vos de entretenimiento, logrando las delicias de las mujeres y del cortejo secreto e ínti-
mo de los amantes.
Pedro Abelardo era de una noble, señorial y acaudalada familia de la Bretaña francesa,
de gran ascendencia en aquel ducado. Berenguer, su padre, controlaba mucho en la zo-
na, siendo muchas sus tierras en torno a su castillo feudal en la ciudad de Le Pallet, no
lejos de Nantes. Como todos los señores de su época, ejercía el oficio de las armas,
aunque había recibido cierta educación en su juventud y decidió no privar de ella a sus
hijos. Pedro, el primogénito, seducido por las Letras y el estudio cedió sus derechos de
primogenitura sobre tierras y vasallos a su hermano menor y dedicó su vida al aprendi-
zaje y posterior enseñanza de la Filosofía y de la Teología, única profesión liberal de la
época. Pasó así a convertirse en Pedro Abelardo, siendo Abelardo un apodo (Habelar-
dus es el nombre de la típica abeja francesa), tomado en recuerdo del escritor de la An-
tigüedad, Jenofonte, llamado Abeja Ática por la dulzura de sus formas, se apegó al es-
tudio de San Agustín y de otros Padres de la Iglesia además de a algunos de clásicos co-
mo Cicerón. Anheloso del saber frecuentó escuelas y después de dominar el Trivium y
el Quadrivium, a sus 21 años de edad se dirigió a París, donde se encontraban las más
famosas escuelas de la época. Asistió a la escuela episcopal parisina, donde enseñaba
Guillermo de Champeaux siguiendo las teorías realistas de Anselmo de Laón, siendo
Guillermo un distinguido maestro por la sutileza de su discurso y por su elocuencia.
Pronto, dándose a muchos viajes, sería el mismo Pedro Abelardo, a partir de 1102, el
que impartió también la docencia, haciéndose famoso por su dialéctica frente a los más
célebres maestros, entre ellos Guillermo de Champeaux. En 1113 se encontraba en París
enseñando la lógica peripatética y planteando doctrinas novedosas y contrarias a las de
sus antiguos maestros, entre ellos el realista Guillermo de Champeaux y el nominalista
Roscelino, en torno a cuestiones capitales de la escolástica como era el tema de los
universales, muy debatidos durante la Edad Media. También disintió de las enseñanzas
de Anselmo de Laón. En 1118 conoció a Eloísa, cuando ésta contaba tan sólo con 17
años de edad.
Respecto a Eloísa poco o nada sabemos de su familia, de modo que la conocemos co-
mo Eloísa a secas, sin apellidos. Sabemos que nació en París, pero desconocemos todo
lo demás de sus orígenes. Las crónicas son las que dicen que nació en París y también
que recibió una primera educación en el convento (elitista) de Argenteuil, lo que permi-
te intuir una cierto nivel económico familiar; allí recibiría, sin duda, una formación ade-
cuada a su sexo y al papel que debía asumir cualquier mujer decente de la época: el de
esposa y madre; aunque, al parecer, ella supo aprovechar bien el tiempo y las ocasiones
dedicándose con ardor al estudio, lo que la permitió adquirir la formación intelectual
que le dio tanta fama, como también se la dio su singular belleza, llegando a ser famosa
por su talento, por su belleza y por su sabiduría de verdadera erudita.
~ 164 ~
El romántico Lamartine (1790-1869) la describe como una joven de elevada estatura,
cabeza oval ligeramente deprimida por la tensión del pensamiento hacia las sienes; una
frente elevada y llana en donde la inteligencia se movía sin obstáculo, como un rayo
cuya luz no quiebra ninguna esquina sobre un mármol; unos ojos grandes cuyo globo
debía reflejar el color del cielo, una nariz pequeña y un poco elevada hacia la punta,
tal como la modelaba la escultura, siguiendo á la naturaleza de las estatuas de las mu-
jeres inmortalizadas por la celebridades del corazón; una boca en la que respiraban
libremente, entre hermosísimos dientes, las sonrisas del talento y la ternura del alma.
Los historiadores de la época y el propio Abelardo dicen que en ella cautivaban sus
ojos: No tanto por su belleza, sino por su gracia, esa fisonomía del corazón que atrae y
obliga a amar porque ella ama. Belleza suprema muy superior a la belleza que solo
obliga á admirar.
En 1118 se encontraba en París bajo la tutela de su tío, el canónigo Fulberto, del que
los expertos mencionan la posibilidad de que incluso pudiera tratarse de su padre, quien
conocedor de sus grandes dotes intelectuales y su inclinación al estudio consiguió para
ella el mejor de los maestros posibles: Pedro Abelardo.
~ 165 ~
La obra de Pedro Abelardo escrita en 1135, Historia Calamitum o Epístola prima, es
en realidad una especie de autobiografía, ya que en ella él mismo relata la historia de
sus desventuras, en un intento de minimizar las desdichas de un amigo que se quejaba
de las propias, lo cual nos sirve para conocer los hechos de primera mano.
Recuerda Pedro que, tras una estancia en su Bretaña natal, hacia 1118, regresó a París
buscando retomar las enseñanzas de Guillermo de Champeaux, su primer maestro; y
que fue entonces cuando conoció la fama que rodeaba a Eloísa, joven maravillosa co-
nocida en todo el reino por su talento e instrucción que estaba al cuidado de su tío el
canónigo Fulberto, el cual sentía inmenso amor por ella y que conocedor de sus dotes le
había permitido progresar en todas las ramas del saber.
Pedro nos habla de Eloísa como de una niña que no estaba mal físicamente y sobre
todo de la gracia que a esto añadía su dominio en las ciencias literarias, don impondera-
ble y extremadamente raro en una mujer de aquellos tiempos.
Manifiesta claramente sus lascivas intenciones de seducción hacia ella, así como las
artimañas de las que se sirvió para llevar a cabo sus planes. Deja claro, también, que en
ese momento de su vida se encontraba dominado por la lujuria y la soberbia, y que la
gracia divina finalmente le curó de ambas; de la primera al privarle de aquello con lo
que la practicaba y de la segunda con la humillación sufrida en el concilio de Soissons
por la cremación del libro en el que ponía su gloria, cuando sus obras eran más cues-
tionadas, entre los años 1121 y 1122.
~ 166 ~
Conocedor de las debilidades de Fulberto, la avaricia y su sobrina, Pedro urdió una
trama para conseguir llegar hasta ella y enamorarla, pues se sabía famoso y atractivo
para las mujeres, por lo que no albergaba temor al rechazo; su primer paso fue aco-
modarse en su casa como huésped, objetando cercanía a su cátedra y ofreciendo por ello
una buena suma que excitara la avaricia del canónigo. Su otra debilidad casi no tuvo que
despertarla pues no encontró dificultades en convencer al canónigo de la necesidad de
profundizar en la esmerada educación de la joven; y su asombro no tuvo límites cuando
Fulberto sin dar muestra de ninguna sospecha le permitió ejercer sobre ella su magiste-
rio, siempre que le fuera posible, una vez terminada su tarea escolar, tanto de día como
de noche y con total autoridad para reprenderla si la encontraba negligente.
De esta manera consiguió Pedro Abelardo mantener un trato más familiar con Eloísa,
un trato que propiciara sus conversaciones y facilitara su intimidad; así, pronto los li-
bros pasaron como a un segundo plano y practicaron la ciencia del amor, de modo que
los besos comenzaron a ser más frecuentes que las sentencias y pronto las manos del fi-
lósofo andaban más cerca de los senos de la joven que de los libros. Al describir qué
pasó, Pedro Abelardo declara que primero convivieron bajo un mismo techo y luego
acabaron conviviendo bajo una sola alma y parece que ningún grado del amor fue ajeno
a los amantes y, como eran algo novatos en eso, se esforzaban en practicar esos goces.
Realmente no conocemos las verdaderas intenciones de Abelardo, pero a juzgar por sus
palabras la realidad es que acabó perdidamente enamorado de ella. Además, este hecho
le causó ciertos problemas, ya que, al parecer y según cuenta, su amor por Eloísa le ab-
sorbía tanto que le hacía desatender sus ocupaciones; en las clases, le costaba concen-
trarse y sus alumnos lo notaban; su mente estaba más con su amada que en sus ense-
ñanzas.
Poco después, Fulberto, que tuvo más que alguna insinuación sospechosa al respecto,
se enteró completamente de sus relaciones. Cuando los pilló, los amantes tuvieron que
separarse, con lo cual se estrecharon aún más enardecidamente sus corazones. Pronto
conocieron que sus amores iban a dar su fruto, que iban a tener un hijo. Entonces Pedro
raptó a Eloísa llevándosela a Bretaña, a casa de su hermana, donde nació Pedro Astro-
labio. Las noticias sobre el niño son confusas, algunos indican que murió a edad tem-
prana, aunque otros dicen que llegó a profesar como monje y fue abad en Hauterive de
Friburgo (Suiza).
El rapto de Eloísa colmó el vaso y la ira de Fulberto que enloqueció no teniendo
pábulo su dolor ni sus ansías de venganza. Pedro comprendió entonces que tenía que
hacer algo, quiso dar muestras de arrepentimiento y de reparación, ofreciéndose al ma-
trimonio con Eloísa, aunque manifestó a Fulberto su deseo y posibilidad de que la boda
se mantuviera en secreto, ya que pensaba que podía perjudicarle profesionalmente.
Contrariamente con lo que se pudo suponer, lo que debiera pensar cualquier mujer en
su sano juicio por esa época, Eloísa no se mostró partidaria de aquel matrimonio con
Pedro. Al parecer, así se lo expresó a su tío y a su amante y futuro esposo, dando mues-
tras de una heterodoxia impropia de una mujer; el texto de Abelardo reproduce el dis-
curso en el que Eloísa exponía las razones por las que ella mantenía esa postura.
~ 167 ~
Eloísa, en su planteamiento, dejó claras y juiciosas varias cuestiones según ella. Plan-
teó desde un principio –y el tiempo le daría la razón– que su tío Fulberto no se con-
formaría en su sed de venganza por el mero hecho de que Abelardo pidiera perdón y se
casara con Eloísa. Aquella boda, ni secreta ni pública, no solucionarían nada. Por otro
lado, Eloísa sabía también que su matrimonio perjudicaría profesionalmente a Abelardo
y no quería que esto sucediera; no quería de ninguna manera ser un estorbo en la vida de
Abelardo, ni privarle de su gloria, ya que veía a su amado como una mente privilegiada
capaz de convertirse en el gran pensador de su tiempo; no quería deshonrarle y ser una
carga para él. Cita los consejos que sobre el matrimonio da San Pablo en su primera
Epístola a los Corintios: “Estás libre de mujer…, no quieras casarte... Quiero que todos
vosotros estéis sin preocupaciones”. Así pues, San Pablo también consideraba que las
mujeres perturbaban la tranquilidad de los hombres y eran una carga para ellos. La opi-
nión contraria al matrimonio no era exclusiva de San Pablo, pues desde la Antigüedad
sabios y filósofos habían dado su opinión en este sentido. Teofrasto de Éfeso, peripa-
tético sucesor de Aristóteles al frente de esta escuela, opinaba que ningún sabio debía
contraer matrimonio, ya que éste creaba intolerantes molestias y continuas inquietudes;
y el propio Cicerón repudió a Terencia y no quiso volver a casarse, ya que no podía ocu-
parse al mismo tiempo de la esposa y de la filosofía. El argumento de Eloísa es que la
vida del casado es una vida prosaica y los deberes que exige el matrimonio le impe-
dirían a Abelardo dedicarse a lo que realmente le interesa o le interesaba más: la filo-
sofía. Se pregunta Eloísa si él podría soportarla y recuerda a Séneca cuando escribe a
Lucilo diciéndole: No sólo cuando sobra el tiempo hay que dedicarse a la filosofía, sino
que hay que desperdiciarlo todo para poder acostumbrarse a esto para lo cual ningún
tiempo es demasiado grande.
El mismo San Agustín en su obra La Ciudad de Dios, recordaba cómo Pitágoras, fun-
dador de escuela, contestaba al ser preguntado por su profesión: Filósofo es decir aman-
te de la sabiduría. Apela a su condición de clérigo, indicando cómo los monjes habían
asumido, en su época, la función de los filósofos, viviendo una vida retirada y admirable
dedicada al estudio.
Eloísa añadió a todas estas razones algunas que le concernían a ella directamente, pen-
sando que para ella era peligroso regresar a París y creía más decoroso ser llamada ami-
ga que esposa. El vínculo matrimonial –según Eloísa– le impedía a ella discernir si Abe-
lardo estaba junto ella más por un deber de esposo que por un amor de amante. Una vida
en común, como matrimonio, podría acabar con su amor que, sin embargo, se manten-
dría vivo si los encuentros eran o se hacían a intervalos, haciendo resultar sus gozos más
henchidos y agradables.
Cuando a pesar de todos sus razonamientos y amén de haber podido pecar de vanido-
sa, pues con ellos bien podría ser tenida por la propia Minerva, diosa de la Sabiduría,
Eloísa comprendió que no había convencido a Pedro Abelardo, el cual seguía decidido a
casarse irremediablemente y dijo: Una sola cosa resta, para que el dolor que siga a
nuestra ruina sea mayor que el amor que la precedió.
Tras el nacimiento de su hijo, éste quedó bajo la tutela de la hermana de Pedro y ellos
regresaron a París. Y ante Fulberto contrajeron matrimonio. Abelardo consideraba con
esto saldada la afrenta e insistió en mantener el matrimonio en secreto, de modo que,
~ 168 ~
tras la ceremonia y las bendiciones, cada uno, oculta y separadamente, se fue por su
lado. Sin embargo para Fulberto, la situación no cambiaba, pues los amores del maestro
con su sobrina, al no conocerse su matrimonio, seguían siendo motivo de murmuración
y el honor familiar continuaba en entredicho. Fulberto se encargaba de hacer correr la
voz de que Pedro y Eloísa eran marido y mujer. Como pasaba eso, Eloísa, fiel a los
deseos de Pedro y a lo que finalmente acordaron, lo negaba rotundamente, por lo que
Fulberto comenzó a atormentarla con innumerables ultrajes.
Por eso Abelardo la llevó a la Abadía de Argenteuil de la que había sido alumna, ha-
ciendo parecer que había tomado los hábitos. Esto empeoró la situación, pues todos cre-
yeron que quería dejarla recluida en el convento y desentenderse de ella.
~ 169 ~
Entonces fue cuando Fulberto comenzó a tramar la desgracia de Abelardo, sirvién-
dose de la ayuda de quienes pudieron sobornar a uno de los sirvientes del maestro. El
caso fue que Fulberto consumó su venganza castrando a Pedro Abelardo del modo que
éste mismo expresa: Y una noche, mientras dormía en la secreta alcoba de mi albergue,
habiendo antes sobornado a uno de mis sirvientes con dinero, me castigaron con crue-
lísima y vergonzosísima venganza que recibió el mundo con estupor, amputándome
aquellas partes de mi cuerpo con las que yo había cometido lo que ellos lloraban”.
Los matones le abrieron y sujetaron las piernas, castrándole, sin ningún lenitivo ni
anestesia, con un cuchillo vulgar o bato.
~ 170 ~
Abelardo quedó sumido en una profunda confusión, llegándole a parecer su dolor in-
ferior a la vergüenza de sus sentimientos por el castigo recibido. ¿Cómo vivir ahora ante
los demás y sobre todo ante Eloísa? Pedro Abelardo era consciente de la oposición di-
vina de que los castrados (así era en esos tiempos) entraran plenamente en la vida ecle-
siástica, siendo considerados como incompletos, inmundos y pestilentes. Ambos aman-
tes, sin embargo, acabaron tomaron los hábitos religiosos, Eloísa en Argenteuil y Abe-
lardo en Saint-Denis. Esto supuso largos años de separación y silencio. Hasta que en
1135, por casualidad, cayó en manos de Eloísa el manuscrito en el que Abelardo rela-
taba sus desventuras. La lectura de aquello provocó en Eloísa una gran conmoción y,
desde luego, fue el detonante para que se decidiera a romper su silencio y a expresarle
en sus cartas todo el amor y la pasión que seguía latiendo en ella. Así comenzó Eloísa
su primera carta, sobre la narración que leyó: Que sólo hallé en ella una circunstan-
ciada relación de nuestros trágicos sucesos. Conmovióse excesivamente mi espíritu y
parecíame superfluo hablar allí (para consolar a tu amigo de alguna pequeña desgra-
cia) de nuestros graves infortunios.”
El relato de Abelardo no se limitaba a contar sus desventuras en aspectos de su vida
personal como pueden calificarse sus amores con ella y a las crueles consecuencias que
éstos tuvieron para ambos; el relato incluía un detallado informe sobre los enfrenta-
mientos que había tenido y, todavía tenía, con algunos maestros y teólogos de la Iglesia,
enfrentamientos que habían tenido consecuencias muy negativas en su vida profesional
y que por lo mismo agrandaban más si cabe sus calamidades.
¿Qué puede hacer la realidad frente al deseo? Las cartas que intercambian los aman-
tes, tras la lectura de Eloísa del manuscrito de Abelardo, demuestra lo dolorosa que la
realidad resulta para ambos y cómo la sobrellevan habitando en la memoria; en este sen-
tido se entiende la frase de Eloísa: Me acuerdo (¿acaso se le olvida algo a los aman-
tes?) del instante y del sitio en que por primera vez me declaraste tu ternura, jurando
amarme hasta morir. Tus palabras, tus promesas y juramentos, todo está grabado en mi
corazón.
Eloísa obedeció a Pedro Abelardo tomando los hábitos, se apartó del mundo tal como
él deseaba y porque estaría providencialmente de Dios que a eso la llamaba. En ese sen-
tido –bien es verdad–, Abelardo reconoció que tras su mutilación no podía soportar la
idea de que ella le olvidara y se consolara con cualquier otro; sus celos le obligaron a
pedirle no sólo a que se retirase de la vida mundana, sino que también tomara con total
aceptación vocacional los hábitos de monja. Se aseguró de que ella lo hiciera para des-
pués hacer él lo mismo. Desde entonces, las dudas de Abelardo sobre su fidelidad aún la
mortificarían más, ya que su amor fue siempre incondicional, tal como le dijo por carta:
Me he aborrecido a mí misma por mostrarte mi amor y he venido aquí a perderme por-
que vivas tranquilo. Y así Eloísa vivía para Abelardo fingiendo que vivía para Dios.
Pedro Abelardo reconoció que su amor por ella también siguió vivo y llegó incluso a
decir que agradecería la crueldad de Fulberto, si al menos cuando le puso en la imposi-
bilidad de satisfacer su pasión, le hubiera permitido no dejar de amarla, pues los deseos
que no pueden contentarse son más violentos: Soy más culpable abrasándome por ti de-
bajo del saco y de la ceniza consagrada a los altares, que lo era por los crímenes que
~ 171 ~
me han acarreado mis desdichas. Así reconocía Pedro Abelardo que su pasión por Eloí-
sa seguía siendo incluso más ardiente que antes.
El deseo de Eloísa de abrazar a Pedro no se cumplirá. Abelardo moría en 1142 y su
cuerpo fue enterrado en la iglesia parisina de San Marcelo.293
Eloísa recurrió a la ayuda
del comprensivo abad Pedro el Venerable de Cluny para que los restos de su amado
Pedro Abelardo fueran llevados al Paráclito, tal como el maestro deseó para su eterno
descanso. Una vez allí, Eloísa veneró aquellos restos y rogó por su alma hasta que mu-
rió, varios años después, en 1164.
Cuenta la leyenda que cuando abrieron la tumba de Pedro Abelardo para depositar
junto a él el cuerpo de su amada Eloísa, su cadáver abrió los brazos para recibirla. Y así
quedaron los dos abrazados en la muerte como no pudieron estarlo en la vida.
293
Este San Marcelo fue el noveno de los obispos de Paris. Presidió el concilio de París, en los años 360-
361. San Marcelo de París murió, no mártir, el 1 de noviembre del año 436. Se conmemora el 3 de
noviembre, para que no coincida su fiesta con la solemnidad de Todos los Santos ni con el día de los
difuntos. Una leyenda sobre San Marcelo dice que de un golpe de báculo o baculazo derribó y mató a un
dragón que aterrorizó a París.
San Marcelo es representado con su báculo y un dragón. En París, su estatua puede verse en el parteluz
de la puerta de Santa Ana, fachada sur de la catedral de Notre Dame. La representación refleja el mo-
mento en el que San Marcelo alancea con su báculo la boca del dragón. Otras esculturas representan
escenas de su vida.
~ 172 ~
Así permanecieron los esposos sepultados durante cinco siglos en las naves del Pa-
ráclito, hasta que en 1792, tras la Revolución Francesa, el monasterio fue vendido como
bien eclesiástico, siendo trasladada la tumba de Pedro Abelardo y Eloísa a Nogent-sur-
Marne. En 1800, Luciano Bonaparte, hermano de Napoleón, inspector de las cartas y
monumentos antiguos, encargó al artista y arquitecto Alexandre Lenoir (1761-1839) que
transportara el féretro al Museo de Monumentos Franceses de París. Lenoir, tras la aper-
tura de la tumba realizó un álbum con dibujos de los amantes, recreados por el artista
partiendo de los restos conservados, a fin de realizar dos estatuas para la nueva tumba
parisina, que quedó instalada en los jardines del Museo. En 1815, bajo gobierno bor-
bónico, se intentó trasladar la tumba a la abadía de Saint Denis, pero la opinión pública
protestó, ya que el monumento era muy frecuentado por los parisinos y estaba consi-
derado como algo integrado en la ciudad. Finalmente, la sepultura de Pedro Abelardo y
Eloísa fue trasladada al cementerio parisino de Père Lachaise, donde permanece y puede
visitarse.
~ 173 ~
Y este era el epitafio en el monasterio del Paráclito:
Aquí
bajo la misma losa, descansan
el fundador de este Monasterio:
Pedro Abelardo
y la primera Abadesa, Eloísa,
unidos otro tiempo por el estudio, el talento,
el amor, un himeneo desgraciado,
y la penitencia.
Esperamos que una felicidad eterna los tenga juntos.
~ 174 ~
EPÍLOGO VI
ERATÓSTENES Y LAS DIMENSIONES DE LA TIERRA
Eratóstenes (276-194 a. de C.), hijo de Aglaos, fue matemático, astrónomo y geógrafo
griego (nacido en Cirene, actualmente en Libia, y muerto en Alejandría, actualmente en
Egipto). Era hijo de Aglaos.294
Estudió en Alejandría y durante algún tiempo en Atenas.
Fue discípulo de los eruditos Aristón de Quíos (discípulo de Zenón el fundador de la
escuela estoica) y Lisanias de Cirene, así como del poeta Calímaco, que también era de
Cirene. Al mismo tiempo fue gran amigo del célebre físico y matemático Arquímedes.
En el año 236 (a. de C.), Ptolomeo III de Egipto le llamó para que se hiciera cargo de la
Biblioteca de Alejandría, puesto que ocupó hasta el fin de sus días. La Suda295
afirma
que, tras perder la vista, se dejó morir de hambre a la edad de 80 años; sin embargo,
Luciano de Samosata (125-181) dice que llegó a la edad de 82 años; también Censorio
(gramático romano del siglo III sostiene que falleció cuando tenía 82 años.
Eratóstenes se caracterizó por se muy estudioso y erudito, llegando a ser un desta-
cado astrónomo, poeta, geógrafo y filósofo. Su saber fue muy bien ponderado.
294
Es lo que se sabe de su familia, sin que conste quién fue su madre.
295
Una gran enciclopedia bizantina, de carácter histórico y acerca del mundo mediterrñaneo antiguo, es-
crita en griego por eruditos bizantinos en el siglo X.
~ 175 ~
A Eratóstenes se le atribuye la invención de la esfera armilar, allá por el año 255 a. de
C., un instrumento que aún se utilizaba en el siglo XVII.296
Aunque debió de usar este
instrumento para diversas observaciones astronómicas, sólo queda constancia de la que
le condujo a la determinación de la oblicuidad de la eclíptica. Determinó que el inter-
valo entre los trópicos (el doble de la oblicuidad de la eclíptica) equivalía a los 11/83 de
la circunferencia terrestre completa, resultando para dicha oblicuidad 23º 51' 19", cifra
que posteriormente adoptaría el astrónomo Claudio Ptolomeo (siglo II).
Según algunos historiadores, Eratóstenes obtuvo un valor de 24º y el refinamiento del
resultado se debió hasta 11/83 al propio Ptolomeo. Además, según Plutarco (siglo I), de
sus observaciones astronómicas durante los eclipses dedujo que la distancia de la Tierra
al Sol era de 804.000.000 estadios,297
la distancia a la Luna 780.000 estadios y, según
Macrobio (escritor y gramático romano del siglo IV), que el diámetro del Sol era 27 ve-
ces mayor que el de la Tierra. Realmente el diámetro del Sol es 109 veces el de la Tierra
y la distancia a la Luna es casi tres veces la calculada por Eratóstenes, pero el cálculo de
la distancia al Sol, admitiendo que el estadio empleado fuera de 185 metros, fue de
148.752.060 kilómetros, muy similar a la unidad astronómica actual. A pesar de que se
le atribuye frecuentemente la obra Katasterismoi, que contiene la nomenclatura de 44
constelaciones y 675 estrellas, los críticos niegan que fuera escrita por él, por lo que se
suele designar Pseudo-Eratóstenes a su autor.
Sin embargo, el principal motivo de la celebridad de Eratóstenes es sin duda la deter-
minación del tamaño de la Tierra. Para ello inventó y empleó un método trigonomé-
trico, además de las nociones de latitud y longitud, al parecer ya introducidas por Di-
cearco (355-285 a. de C.), por lo que Eratóstenes bien merece el título de padre de la
geodesia.
Por referencias obtenidas de un papiro de su biblioteca, sabía que en Siena (hoy
Asuán, en Egiipto) el día del solsticio de verano los objetos verticales no proyectaban
sombra alguna y la luz alumbraba el fondo de los pozos; esto significaba que la ciudad
estaba situada justamente sobre la línea del trópico y su latitud era igual a la de la eclíp-
tica que ya conocía. Eratóstenes, suponiendo que Siena y Alejandría tenían la misma
longitud (realmente distan 3º) y que el Sol se encontraba tan alejado de la Tierra que sus
rayos podían suponerse paralelos, midió la sombra en Alejandría el mismo día del sols-
ticio de verano al mediodía, demostrando que el cenit de la ciudad distaba 1/50 parte de
la circunferencia, es decir, 7º 12' del de Alejandría. Según Cleomendes (siglo I), Era-
tóstenes se sirvió del scaphium o gnomon (un protocuadrante solar) para el cálculo de
dicha cantidad.
296
En astronomía, una esfera armilar, conocida también como astrolabio esférico, era un instrumento mo-
delo de la esfera terrestre para mostrar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Tierra o el
Sol. Su nombre procede del latín armilla (círculo, brazalete), dado que el instrumento está construido so-
bre un esqueleto de círculos graduados mostrando el ecuador, la elíptica y los meridianos y paralelos as-
tronómicos.
297
Cada estadio griego equivalía a 174,125 metros. También podía ser, como se añade en el texto, equi-
valente a 185 metros.
~ 176 ~
Posteriormente, tomó la distancia estimada por las caravanas que comerciaban entre
ambas ciudades, aunque bien pudo obtener el dato en la propia Biblioteca de Alejandría,
fijándola en 5.000 estadios, de donde dedujo que la circunferencia de la Tierra era de
250.000 estadios, resultado que posteriormente elevó hasta 252.000 estadios, de modo
que a cada grado correspondieran 700 estadios. También se afirma que Eratóstenes, para
calcular la distancia entre las dos ciudades, se valió de un regimiento de soldados que
diera pasos de tamaño uniforme y los contara.
Admitiendo que Eratóstenes usase el estadio ático-italiano de 184,8 metros, que era el
que solía utilizarse por los griegos de Alejandría en aquella época, el error cometido
sería de 6.192 kilómetros (un 15 %). Sin embargo, hay quien defiende que empleó el es-
tadio egipcio (300 codos de 52,4 centímetros), en cuyo caso la circunferencia polar cal-
culada hubiera sido de 39.614 kilómetros, frente a los 40.008 kilómetros considerados
en la actualidad, es decir, un error de menos del 1 %.
Ahora bien, es imposible que Eratóstenes diera con la medida exacta de la circunfe-
rencia de la Tierra debido a errores en los supuestos que calculó. Tuvo que haber tenido
un margen de error considerable y por lo tanto no pudo haber usado el estadio egipcio:
1.- Supuso que la Tierra es perfectamente esférica, lo que no es cierto. Un grado de
latitud no representa exactamente la misma distancia en todas las latitudes, sino que va-
ría ligeramente de 110,57 kilómetros en el Ecuador hasta 111,7 kilómetros en los Polos.
Por eso no podemos suponer que 7º entre Alejandría y Siena representen la misma dis-
tancia que 7º en cualquier otro lugar a lo largo de todo el meridiano.
2.- Supuso que Siena y Alejandría se encontraban situadas sobre un mismo meridiano,
lo cual no es así, ya que hay una diferencia de 3 grados de longitud entre ambas ciu-
dades.
~ 177 ~
3.- La distancia real entre Alejandría y Siena (hoy Asuán) no es de 924 kilómetros
(5.000 estadios ático-italiano de 184,8 metros por estadio), sino de 843 kilómetros (dis-
tancia aérea y entre los centros de las dos ciudades), lo que representa una diferencia de
81 kilómetros.
4.- Realmente Siena no está ubicada exactamente sobre el paralelo del trópico de cán-
cer (los puntos donde los rayos del sol caen verticalmente a la tierra en el solsticio de
verano). Actualmente se encuentra situada a 72 kilómetros (desde el centro de la ciu-
dad). Pero debido a que las variaciones del eje de la Tierra fluctúan entre 22,1 y 24,5º en
un período de 41.000 años, hace 2.000 años se encontraba a 41 kilómetros.
5.- La medida de la sombra que se proyectó sobre la vara de Eratóstenes hace 2.200
años debió ser de 7,5º o 1/48 parte de una circunferencia y no 7,2º o 1/50 parte. Puesto
que en aquella época no existía el cálculo trigonométrico, para calcular el ángulo de la
sombra, Eratóstenes pudo haberse valido de un compás, para medir directamente dicho
ángulo, lo que no permite una medida tan precisa.
Si rehacemos el cálculo de Eratóstenes con la distancia y medida angular exacta desde
Alejandría hasta el lugar geográfico situado justo en la intersección del meridiano que
pasa por Alejandría con el paralelo del trópico de cáncer, obtenemos un valor de 40.074
kilómetros para la circunferencia terrestre. Eso representa solamente 66 kilómetros o un
0,16 % de error de la circunferencia real de la Tierra medida por satélites avanzados,
que es de 40.008 kilómetros, lo que demuestra la validez de su razonamiento. Esta li-
gera diferencia se debe a que la distancia entre Alejandría y la línea del trópico de cán-
cer es 1/46 parte de una circunferencia, pero la Tierra no es una esfera perfecta.
Posidonio (muerto en el año 51 a. de C.) rehizo el cálculo de Eratóstenes 150 años
más tarde y obtuvo una circunferencia sensiblemente menor. Este valor fue adoptado
por Ptolomeo y fue en el que probablemente se basó Cristóbal Colón, en el siglo XV,
para justificar la viabilidad del viaje a las Indias por occidente. Con las mediciones de
Eratóstenes, el viaje no se habría llegado a realizar, al menos en aquella época y con
aquellos medios, aceptando sólo las certezas científicas. Los doctores consultados en
Salamanca, a petición real, se basaron en ellos para determinar que el objetivo principal
–llegar a China y Japón– era imposible dada la distancia. Finalmente, la empresa fue
aprobada por el rey debido a las ventajas estratégicas y comerciales que preveía el pro-
yecto y sobre objetivos secundarios, como la condición de Colón de obtener prebendas
y porcentajes sobre las tierras que descubriera en camino.
El trabajo de Eratóstenes es considerado por algunos el primer intento científico en
medir las dimensiones de nuestro planeta, ya que se hicieron otros cálculos y se perfec-
cionaron siglos después por otros estudiosos.
~ 178 ~
En el solsticio de verano, los rayos solares inciden perpendicularmente sobre Siena
(Asuán). En Alejandría, más al norte, midiendo la altura de un edificio y la longitud de
la sombra que proyecta, se puede determinar el ángulo formado con el plano de la
eclíptica, en el que se encuentran el Sol y la ciudad de Siena, ángulo que es precisa-
mente la diferencia de latitud entre ambas ciudades. Conocida ésta, basta medir el arco
de circunferencia y extrapolar el resultado a la circunferencia completa (360º).
~ 179 ~
Reconstrucción del siglo XIX (según Bunbury)298
del mapa de Eratóstenes del mundo conocido en su época
El pensar la Tierra como esférica puede decirse que proviene de la filosofía griega an-
tigua, allá por el siglo VI a. de C., pero no pasó pronto al pensamiento científico prác-
tico sino que permaneció como materia de especulación filosófica hasta el siglo III a. de
C., cuando en la astronomía helenística299
se estableció la esfericidad de la Tierra como
un dato físico. El paradigma helénico fue gradualmente adoptado en el viejo mundo du-
rante la Antigüedad y la Edad Media. Una demostración práctica de la esfericidad de la
Tierra fue llevada a cabo por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en su
expedición de circunnavegación del mundo (años 1519-1521).
Pensar que la Tierra es esférica desplazó creencias anteriores en una Tierra plana, por
ejemplo la creencia de la antigua mitología mesopotámica según la cual el mundo era
visto como un disco plano flotando en las aguas oceánicas bajo un cielo esférico, lo que
propició los mapamundis antiguos, como los de Anaximandro (610-546 a. de C.) y He-
cateo de Mileto (550-476 a. de C.).
298
Edward Herbert Bunbury. En 1879 publicó A History of Ancient Geography (Universidad de Oxford).
299
Del período (convencional) comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (año 323 a. de C.) y el
suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII de Egipto, y su amante Marco Antonio tras ser
derrotados en la batalla de Accio (año 30 a. de C.).
~ 180 ~
Mapamundi de Hecateo de Mileto, representando la Tierra conocida
como un disco plano rodeado del océano
Otras especulaciones y representaciones sobre la forma del mundo incluyeron un zi-
gurat de siete niveles o montaña mágica, como figura en el Avesta y en otros escritos
persas, lo mismo que se representó también en forma de una rueda, o bien como un ta-
zón o plano con cuatro esquinas mencionado en el Rig-veda hinduísta. También en la
Biblia aparece descrita o mencionada la Tierra como un círculo.300
La comprensión de que la forma de la Tierra se aproxima a la de un elipsoide, según
Maupertius (1698-1759), data del siglo XVIII. A comienzos del siglo XIX, el achata-
miento del elipsoide terrestre fue estimado en un orden de 1/300, según Delambre
300
Por ejemplo en Is 40, 22, donde con referencia a Dios se dice: “Él está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como
una tienda para morar”.
~ 181 ~
(1749-1822) y Everest (1790-1866).301
El valor actual, determinado por el WGS84302
del Us DoD (Departamento de Defensa de los Estados Unidos) desde 1960, es cercano a
1/298,25.
Ilustración medieval de una Tierra esférica (hacia el año 1400),
con compartimentos representando tierra, aire y agua
301
En honor de éste, en 1665, lleva su nombre el famoso pico o cumbre del Everest, el monte más alto de
la Tierra, en el Himalaya, con 8.848 metros sobre el nivel del mar, que antes se denominaba Pico XV.
302
El WGS84 es un sistema de coordenadas geográficas mundial que permite localizar cualquier punto de
la Tierra (sin necesitar otro de referencia) por medio de tres unidades dadas. WGS84 son las siglas en
inglés de World Geodetic System 84 (que significa Sistema Geodésico Mundial 1984).
~ 182 ~
Umbra o sombra redonda de la Tierra durante un eclipse lunar (agosto de 2008)
Cuando el navío se encuentra sobre el horizonte, su parte inferior es invisible,
debido a la curvatura de la Tierra
~ 183 ~
Aunque las primeras evidencias de una Tierra esférica provienen de fuentes griegas,
no hay registros de cómo la esfericidad de la tierra fue descubierta. Una explicación
plausible es la experiencia de viajeros que sugirieron tal explicación debido a la varia-
ción en la altitud observable y el cambio en el área de las estrellas circumpolares, un
cambio por demás drástico entre los asentamientos griegos a oriente del mar Mediterrá-
neo, particularmente los del Delta del Nilo y Crimea.
Según Diógenes Laercio (siglo III), Pitágoras, que vivió aproximadamente entre los
años 569-475 a. de C.), fue el primer sabio griego que afirmó la redondez de la Tierra;
pero Teofrasto (siglo III a. de C.) le atribuyó este hecho a Parménides (siglo VI a. de C.)
y Zenón, discípulo de Parménides, lo atribuyó a Hesíodo (entre los siglos VIII-VII a. de
C.).
Los filósofos griegos más remotos aluden a una Tierra esférica, pero lo hacen con
cierta ambigüedad. Pitágoras (siglo VI a. de C.) está entre aquéllos de los que se dice
que originaron la idea, pero esto puede ser reflejo de la práctica de endilgar cada des-
cubrimiento a uno u otro de los antiguos sabios. Alguna idea sobre la esfericidad de la
Tierra parece haber sido conocida tanto por Parménides como por Empédocles en el si-
glo V a. de C., pero lo mismo pudo haber sido formulada en la escuela pitagórica ya en
el siglo V a. de C. Después de dicho siglo ningún escritor griego de renombre dejó de
pensar que la Tierra es redonda.
Heródoto, en sus Historias (431-425 a. de C.),303
ignora un reporte del brillo del Sol
observado desde el Norte, surgido de la discusión acerca de la circunnavegación en
África llevada a cabo por los fenicios, reinando en Egipto Necao II, allá por los años
610-595 a. de C. Lo que Heródoto neiga se corresponde con la ignorancia general acer-
ca de la declinación elíptica terrestre invertida en el hemisferio Sur.
Platón (427-347 a. de C.) también enseñaba que la Tierra es una esfera aunque no
ofreció ninguna justificación al respecto. Si uno pudiera elevarse por encima de las nu-
bes –venía a decir–, la Tierra parecería “una de esas bolas cubiertas de cuero en doce
partes, de varios colores, que son muestras de los colores que los pintores usan en el
mundo”.304
En el Timeo,305
obra accesible en latín en la Edad Media, se lee que “[el
Creador] hizo el mundo en forma de globo, redondo como un torno, con sus extremos
equidistantes del centro en todas direcciones, de por sí la más perfecta de todas las fi-
guras”, si bien la palabra “mundo” es referida como universo.
Aristóteles (384.322 a. de C.) observó que “había estrellas visibles desde Egipto y
[...] Chipre que no se ven desde regiones del Norte”. Dado que esto sólo puede suceder
sobre una superficie curva, también creía que la Tierra era una esfera “de no gran ta-
maño, o de otro modo el efecto de tan pequeño cambio de lugar no sería rápidamente
303
Historias, 4.43.
304
Fedón, 110b.
305
Timeo, 33.
~ 184 ~
aparente”.306
Aristóteles proveyó los siguientes argumentos físicos y observacionales
para sustentar que la Tierra es esférica:
Que toda porción de la Tierra tiende hacia el centro y forma una esfera por com-
presión y convergencia (De caelo, 297a9–21).
Que los viajeros que van hacia el Sur ven las constelaciones sureñas elevarse más alto
sobre el horizonte.
Que la sombra de la Tierra sobre la Luna durante un eclipse lunar es redonda (De
caelo, 297b31–298a10).
Los conceptos de simetría, equilibrio y repetición cíclica permean los trabajos de Aris-
tóteles. En su tratado de Meteorología, divide al mundo en cinco zonas climáticas: dos
áreas templadas separadas por una zona tórrida cerca del ecuador, y dos regiones in-
hóspitas, “una cercana a nuestro polo Norte y la otra cercana al [...] polo Sur”, ambas
impenetrables y rodeadas de hielo (Meteorología, 362a31–35).
Después vino Eratóstenes con lo que venimos exponiendo de su parte. Y a él siguió
Seleuco de Seleucia, hacia el 190 a. de C., que vivió en la región de la Seleucia del Ti-
gris,307
el cual declaró como estable que la Tierra es esférica (y que de hecho orbita al-
rededor del Sol); lo dijo influenciado por la teoría heliocéntrica de Aristarco de Samos.
Por su parte, Posidonio (siglo I a. de C.) se basó en el método de Eratóstenes, y guián-
dose por la brillante estrella Canupus en vez de por el Sol, estableció el diámetro de la
Tierra, siendo éste el valor registrado por Claudio Ptolomeo (siglo II) en su Geografía.
Pasamos a los tiempos del Imperio Romano. Desde sus orígenes griegos, los pensa-
mientos sobre Astronomía se esparcieron lentamente por el mundo conocido y la idea
de que la Tierra es redonda fue adoptada por la mayoría y por las más destacadas tradi-
ciones astronómicas, incluida la romana desde el influjo helénico y alejandrino. Cicerón
y Plinio, ambos del siglo I, dan por hecho que la Tierra es redonda cuando hacen sus re-
ferencias al respecto.
Estrabón (siglo I a. de C.), ya habló de que los marineros, mediante sus obervaciones
del horizonte marino, intuyeron la primera evidencia observacional de que la Tierra no
era plana, lo cual ya era del dominio de los navegantes, desde los tiempos de Homero
(siglo VIII a. de C.). Estrabón menciona varios fenómenos observados en el mar que
sugieren que la Tierra es esférica. Observó que las luces elevadas o las porciones de
tierra eran más visibles para los marineros alejados que aquellas más bajas, y concluye
que la curvatura del mar era la evidente responsable de eso.
El Almagesto (tratado de astronomía) de Claudio Ptolomeo fue gran referente para los
astrónomos hasta bien remontada la Edad Media, avanzándose en esa obra muchos ar-
gumentos acerca de la esfericidad de la Tierra. Por ejemplo (Almagesto I, 4), desde la
observación, señala que al navegar hacia las montañas, éstas parecen elevarse del mar,
indicando que estaban ocultas por la superficie curva del agua.
306
De caelo, 298a2-10.
307
En Mesopotamia, al este del Tigris. Fue una de las ciudades (de tradición imperial) más grandes del
mundo en ese tiempo helenístico y también durante el Imperio Romano.
~ 185 ~
En la Geografía de Ptolomeo, 8 volúmenes o libros sobre la Tierra, expone su autor,
en la primera parte, lo concerniente a la discusión sobre los métodos y los datos de que
disponía. Como en el modelo del sistema solar del Almagesto, Ptolomeo vierte toda la
información en un gran esquema. Asigna coordenadas a todos los lugares y regiones
geográficas que conocía, en una grilla que cubre el globo terráqueo.308
Para Ptolomeo la
latitud era medida desde el ecuador, como actualmente, pero Ptolomeo prefiere expre-
sarla como la medida del día más largo en lugar de grados de arco, situando el meri-
diano de longitud 0 en la región más occidental de la que tenía constancia, las islas Ca-
narias.309
Ptolomeo también diseñó y dio instrucciones de cómo crear mapas tanto del mundo
inhabitado (oikoumene) como de las provincias romanas. En la segunda parte de Geo-
grafía provee las listas topográficas y capturas para los mapas. Su oikoumene abarcaba
180 grados de longitud desde las islas Canarias hasta China, y unos 81 grados de latitud
desde el Ártico a las Indias Orientales, las conocidas entonces, y dentro de lo que se co-
nocía de África. Ptolomeo era consciente de que sólo conocía, como mucho, un cuarto
de la Tierra.
Y fuimos llegando al final de la denominada Antigüedad, siendo recibida la idea de la
esfericidad de la tierra por los eruditos de entonces sin reticencia alguna, aunque se
abrigaron dudas teológicas derivadas de la concepción geográfia y astronómica de la
Biblia. Ciertamente hubo una cosmología-cosmografía y una geografía no compartida
de igual manera por todos los representantes de la Patrística cristiana, pero los Santos
Basilio, Ambrosio o Agustín de Hipona puede decirse que tenían asumida la esfericidad
de la Tierra. No obstante, la dea de una Tierra plana persistió bastante en el cristianismo
siríaco por su tendencia a la interpretación literal de la Biblia, incluido el Antiguo Testa-
mento. Cosmas Indicopleustes (viajero y monje, tal vez nestoriano y autor perteneciente
a esta tradición en el siglo VI), postulaba que la Tierra era plana. Esta última reminis-
cencia del antiguo modelo del cosmos tendió a desaparecer durante el siglo VII, de ma-
nera que desde el siglo VIII y durante la Edad Media, Alta y Baja, ningún cosmógrafo
de peso puso en demasiada discusión la esfericidad de la Tierra.
Por el este, el helenismo (y su astronomía) llegó a la India, de modo que el concepto
griego de una Tierra esférica rodeada por las esferas de los planetas, vehementemente
defendida por astrónomos como Varahmihira (505-587) y Brahmagupta (598-668), su-
plantaron la creencia cosmológica india (ampliamente instalada) de un mundo en forma
de disco plano. Los trabajos de los astrónomos indios clásicos y del matemático Arya-
bhata (476-550), tratan sobre la esfericidad de la Tierra y el movimiento de los planetas.
Las últimas dos partes de su destacada obra Aryabhatiya, escrita en sánscrito, que son
resdpectivamente Kalakriya (cómputo del tiempo) y Gola (esfera), establecen o dejan
claro que la Tierra es esférica, siendo su circunferencia de 4.967 ióyanas,310
lo que en
308
La mayor parte de este trabajo está perdido.
309
Geographia indicaba las regiones de Serica y Sinae (China) al extremo derecho, detrás de la isla de
Taprobane (una Sri Lanka agrandada) y la Aurea Chersonesus (península de Asia Sororiental).
310
Siendo una ióyana india más o menos 6,2 kilómetros.
~ 186 ~
unidades modernas equivale a 39.968 kilómetros, cercano al valor ya calculado por
Eratóstenes en el siglo III a. de C. Aryabhata también estableció que la rotación apa-
rente de los objetos celestes era debida a la actual rotación de la Tierra. El Aryabhatiya
a su vez, influyó en los eruditos del Islam medieval.
Ya en la Edad Media occidental, el concepto de una Tierra esférica fue directamente
transmitido al corpus de conocimiento astronómico en base a los textos griegos antiguos
y no poco a través de San Isidoro de Sevilla (556- 636)311
y Beda el Venerable (672-
735),312
siendo más patente todo ello en la escolástica y en la prestigiosa-cristianizadora
docencia medieval de numerosos maestros cristianos. La primera evidencia de la esferi-
cidad de la Tierra en los lugares nórdicos escandinavos se debió a la recepción allí, tra-
ducido, del Elucidarium del siglo XII (una enciclopedia o summa del muy popular y
divulgador cultural Honorio de Autun o Augustodunensis, que vivió entre los años
1080-1150).
El célebre erudito armenio Anania Shirakatsi (siglo VII) describía el mundo (la Tie-
rra) como “un huevo con una yema esférica (el globo) rodeado de una capa de clara (la
atmósfera) y cubierto de un escudo duro (el cielo)”.
En plena Edad Media, el saber astronómico del Occidente cristiano se acrecienta, tam-
bién por el inevitable contacto con la astronomía árabe. Un ejemplo de influencia, asi-
milación y síntesis al respecto fue el monje Gerberto de Aurillac, que llegó a ser el Papa
Silvestre II entre los años 999-1003.
La benedictina Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) habla descriptivamente de la
Tierra esférica en varios momentos de su Liber Divinorum Operum.
En el siglo XIII, Johannes de Sacrobosco, monje inglés que enseñó en la Universidad
de París, basándose en Ptolomeo escribió de astronomía en su Tractatus de sphera, con-
siderando esférica la Tierra.
311
En su obra Etimologías, San Isidoro de Sevilla enseñó que la Tierra es redonda, de modo que, según
algunos autores se puede interpretar lo que dijo como referido a una Tierra esférica o bien, según otros
aurores, que se refería a una Tierra redonda en cuanto disco o rueda.
312
Beda el Venerable, en su tratado sobre cómputos (De temporum ratione), escribió que la Tierra era re-
donda, explicando la duración desigual de la luz del día por la “redondez de la Tierra, no sin razón lla-
mada 'el orbe del mundo' en las páginas de las Escrituras Sagradas y la literatura ordinaria. Es de
hecho, como una esfera en mitad del universo entero” (De temporum ratione, 32).
La gran cantidad de manuscritos que se conservan del De temporum ratione, copiados para adecuarse al
requerimiento carolingio según el cual todos los monjes debían estudiar el computus, indican que muchos,
si no es que la mayoría de ellos, debieron de estar al tanto de la idea de la esfericidad de la Tierra. El abad
inglés Aelfrico (siglo XI) parafrasea a Beda el Venerable cuando decía: “Ahora la redondez de la Tierra
y la órbita del Sol constituyen el obstáculo para que la luz del día dure lo mismo en todos lados” (On the
Seasons of the Year).
Así pues, Beda el Venerable fue totalmente consciente de la esfericidad de la Tierra: “Llamamos la
Tierra al globo, no porque la forma esférica se exprese en la diversidad de valles y montañas, antes bien,
si todas las cosas se incluyen en el contorno, la circunferencia de la Tierra representa la figura de un
globo perfecto [...]. Pues de verdad es un orbe situado en el centro del universo; su ancho es el de un
círculo, y no circular como un escudo sino más bien como una pelota, y se extiende desde su centro con
redondez perfecta hacia todos lados”.
~ 187 ~
Ya en la Edad Media, considerándola en la Cristiandad, tenemos el ejemplo de Dante
en su Divina Comedia, de principios del siglo XIV. En la obra aparece la Tierra como
esfera con sus implicaciones astrales, horarias, etc. Y ya antes, Bertold de Ratisbona
(franciscano de mediados del siglo XIII) no dudaba en sus predicaciones de poder alu-
dir a la esfericidad de la Tierra, lo que indica que el tema no era nada extraño ni sospe-
choso para su Orden ni para la gente común.
Finalmente las exploraciones de postugueses por África y Asia y los viajes de Cris-
tóbal Colón a América a partir de 1492 y la cicunnavegación de toda la Tierra por Fer-
nando de Magallanes entre los años 1519-1521 dieron ya las pruebas prácticas más que
suficientes de la esfericidad de la Tierra.313
313
De todos modos, la circunnavegación por sí sola no prueba que la forma geométrica de la Tierra sea
exactamente esférica. Podría ser cilíndrica o irregularmente globular o de alguna otra forma. Aún así,
combinado con la evidencia trigonométrica utilizada por Eratóstenes mil setecientos años antes, la expe-
dición de Magallanes despejó toda duda razonable en los círculos científicos europeos.
~ 188 ~
También fue historia de la astronomía medieval la de los musulmanes, los cuales se
movieron dentro de la tradición griega antigua y de la que prosiguió tal como venimos
exponiendo.
Los estudiosos islámicos tempranos reconocieron la esfericidad de la Tierra, llevando
a los matemáticos musulmanes a desarrollar la trigonometría esférica a fin de poder cal-
cular y medir la distancia y la dirección de cualquier punto terrestre a La Meca. Esto de-
terminó la alquibla de las mezquitas o de cualquier lugar para rezar en esa dirección.
Alquibla
Hacia el año 830, el califa Mamun de Bagdad,314
comisionó a un grupo de astróno-
mos y geógrafos musulmanes para que midiesen la distancia desde Tadmur (reino de
Palmira, Siria) hasta Al-Raqqah (Siria). Encontraron que las ciudades estaban separadas
por un grado de latitud y hallaron la distancia entre ellas.
314
hijo del legendario Harun al-Rashid, el califa intelectual y poeta que inspiró la famosa obra Las mil y
una noches, que fue quien inicio al período conocido como la Edad de Oro del Islam (aunque los pos-
teriores almohades no lo pensaban así). Su madre era persa.
~ 189 ~
Al-Farghani (conocido como Alfraganus), astrónomo persa del siglo IX, fue comisio-
nado por el califa Mamun para medir el diámetro de la Tierra. Pudo lograrlo con bas-
tante precisión.315
Al-Biruni (Abu Rayhan Biruni, 973-1048) utilizó un nuevo método para computar la
circunferencia de la Tierra obteniendo un valor cercano a los valores por nosotros co-
nocidos. Estimó el radio terrestre en 6.339,9 kilómetros, tan sólo 16,8 kilómetros menos
que el valor actual de 6.356,7 kilómetros. En contraste con sus predecesores que mi-
dieron la circunferencia de la Tierra observando el Sol simultáneamente desde dos luga-
res distintos, Al-Biruni desarrolló un nuevo método utilizando cálculos trigonométri-
cos, un método basado en el ángulo formado entre un plano y la cima de una montaña,
con lo que obtuvo mejores mediciones de la circunferencia terrestre e hizo posible el
realizar esta medición desde un sólo lugar y por una sola persona. El método de Al-
Biruni tenía la intención de evitar “caminar a través de calurosos y polvorosos de-
siertos”, y la idea le vino cuando se encontraba en lo alto de una montaña alta en la
India. Desde la cima, divisó el ángulo con el horizonte, lo cual, junto con la altura de la
montaña (que había calculado previamente), le permitió calcular la curvatura de la
Tierra. También hizo uso del álgebra para formular ecuaciones trigonométricas y utilizó
además el astrolabio para medir ángulos.
Método de Al-Biruni para calcular el radio terrestre
315
Cristóbal Colón utilizó la figura de Alfraganus como si estuviese en millas romanas en lugar de en
millas árabes, con el objeto de probar que el tamaño de la Tierra era menor que lo propugnado por Pto-
lomeo y hacer así asequible (con los medios del siglo XV) la circunnavegación en dirección oeste.
~ 190 ~
En la Edad Moderna, mediante los acrecentados contactos entre Occidente y el Lejano
Oriente desde China se corroboró y se extendió todo lo que hemos expuesto, como pasó
igualmente respecto del Nuevo Mundo por el Oeste. Ya lo iremos viendo.
Sumario de evidencias sobre la esfericidad de la Tierra
según el orden cronológico de la observación histórica
Desde el mar es posible ver montañas elevadas o luces altas desde grandes distancias
mucho antes que los terrenos bajos, y los mástiles de los barcos antes que los cascos.
También es posible ver más lejos trepándose en el barco o, en tierra, hacia colinas ele-
vadas.
El Sol está más bajo en el cielo al viajar hacia el Norte, mientras que estrellas como
Polaris, la estrella del Norte, están más altas. Otras estrellas brillantes como Canopus,
visible desde Egipto, desaparece del cielo.
La Tierra proyecta una sombra esférica sobre la superficie de la Luna durante un
eclipse lunar.
El reporte temporal de los eclipses lunares (que son vistos simultáneamente) se da va-
rias horas después en el Este (por ejemplo en la India) que en el Oeste (por ejemplo en
Europa). Los horarios locales se corroboran luego con cronómetros y telégrafos.
En zonas situadas muy al Sur, desde Etiopía hasta la India, el Sol proyecta una sombra
hacia el Sur en ciertos momentos del año. En regiones más al Sur aún (por ejemplo Ar-
gentina), la sombra siempre está en el Sur.
Es posible circunnavegar el mundo; esto es, viajar alrededor del mundo y volver al
punto de partida.
Los viajeros que circunnavegan la Tierra observan la ganancia o pérdida de un día, en
relación a los que no circunnavegan (existe una línea internacional de cambio de fe-
cha).316
Un satélite artificial puede darle la vuelta a la Tierra e incluso ser geoestacionario.317
316
Sobre el Océano Pacífico y coincidente con el meridiano 180°.
317
De período orbital igual al período de rotación sidéreo de la Tierra, 23 horas, 56 minutos y 4,09 se-
gundos.
~ 191 ~
La Tierra tiene forma de disco al fotografiarla desde el espacio, independientemente
del punto de vista.
Muchos de estos argumentos tienen una explicación alternativa por sí mismos, por
ejemplo la sombra durante un eclipse lunar podría ser causada por una Tierra en forma
de disco. Análogamente, el movimiento norte-sur de las estrellas en el cielo con movi-
miento podría significar que están mucho más cerca de la Tierra. No obstante, los argu-
mentos se refuerzan mutuamente.
Y acabaremos este epílogo por donde se planteó: en torno a Eratóstenes.
En matemática se le debe un procedimiento, conocido como la Criba de Eratóstenes,
para obtener de un modo rápido todos los números primos menores que un número da-
do. La versión informática de este procedimiento (algoritmo) se ha convertido con los
años en un método estándar para caracterizar o comparar la eficacia de diferentes len-
guajes de programación.
Eratóstenes también midió la oblicuidad de la eclíptica (la inclinación del eje terrestre)
con un error de solo 7' de arco, y creó un catálogo (actualmente perdido) de 675 estre-
llas fijas. Su obra más importante fue un tratado de geografía general, al que hemos alu-
dido. Tras quedarse ciego, murió en Alejandría por inanición voluntaria.
En cuanto a otros de sus trabajos podríamos señalar los poéticos, en dos obras: Eri-
gone318
y Hermes, la más conocida, poema de asunto astronómico y geográfico que trata
de la forma de la Tierra, de su temperatura, de los diferentes climas y de las constela-
ciones. Escribió varios tratados sobre filosofía moral y se le atribuyen, sin certeza, otras
obras filosóficas. Sus producciones históricas estuvieron ligadas íntimamente a las ma-
temáticas, y fue su obra más importante en esta disciplina la Cronografía, obra en la que
recoge las fechas de los acontecimientos literarios y políticos más importantes. Se cree
que Las Olimpíadas, citada por Diógenes Laercio (historiador griego de filosofía clási-
ca), del siglo III, y por Ateneo de Náucratis, de los siglos II-III, formaba parte de la
Cronografía. También escribió un tratado Sobre la antigua comedia ática, del que son
fragmentos Architectonicos y Skenographicos, en los que trató de la decoración, el ves-
tuario, la declamación y el argumento de obras de los comediógrafos Aristófanes (444-
385 a. de C.)319
y Cratino (520-423 a. de C.),320
entre otros autores. También estudió
Eratóstenes la obra de Homero y escribió una biografía sobre la vida del poeta que no ha
llegado hasta nuestros días. En la citada Eratosthenica, el filólogo Gottfried Bernhardy
(1800-1875), publicándola en 1822, compiló la lista de todas las obras atribuidas a Era-
318
Muy elogiada repetidamente por el literato griego Longino (probablemente Dionisio Longino), autor
de Sobre lo sublime, que vivió entre los siglos II-I a. de C.
319
Son obras suyas (las 11 que se conservan): Los acarnienses, Los caballeros, Las nubes, Las avispas,
La paz, Las aves, Lisístrata, Las Tesmoforias, Las ranas, Las asambleístas y Pluto.
320
Es citado por Aristófanes en Las ranas, donde ensalza su poesía y lo reconoce como su maestro.
Aristófanes y Eupolis (446-411 a. de C.) fueron discípulos suyos. Cratino, Aristófanes y Eupolis cons-
tituyen el famoso trío de comoediógrafos griegos.
~ 192 ~
tóstenes, así como los fragmentos de sus escritos entonces conocidos, con excepción de
Katasterismoi.
Como inventor, Eratóstenes inventó el primer reloj solar tal como se conoció poste-
riormente, marcando no sólo las horas sino también cuándo son los solsticios de verano
y de invierno. Lo denominó skaphe y lo utilizó para medir el perímetro y el radio de la
Tierra.
Por su importancia y por sus aportaciones, el nombre de Eratóstenes se le dio a un
cráter de la Luna y a un monte submarino del Mediterráneo.
Cáter Eratóstenes en la superficie lunar
~ 193 ~
EPÍLOGO VII
LAS VISIONES DE SANTA ISABEL DE SCHÖNAU
La vida de una monja –máxime si se considera o aparece como rara o poco relevante
en acontecimientos–, aunque encuentre la disposición de algún biógrafo, no suele entu-
siasmar o llamar mucho la atención de los historiadores. Es lo que le pasa a Isabel de
Schönau, a la que, sin embargo, le hemos dedicado atención en el año de su muerte,
1165.
De su vida interior sabemos por sus escritos que luego compuso y publicó en libros su
hermano Egberto, sacerdote y abad. Son libros extraños en los que se leen visiones, re-
velaciones, relatos de éxtasis místicos, indecibles, inefables, difíciles de traducir y plas-
mar, ¿proféticos?...
Santa Isabel (en realidad no fue canonizada formalmente, pero enseguida se le tributó
un culto que la Iglesia no ha desautorizado nunca)321
nos habla (“lo típico”, con perdón
y respeto hacia ella, e incluso con veneración) de espantosos años de prueba, con aridez
espiritual, hastío y fortísimas tentaciones de dudas sobre la fe, hasta el punto de creerse
abandonada por Dios, entre la ansiedad y la depresión. Cuenta que tuvo muchas apari-
ciones del demonio para atormentarla. Pero todo acabó con una consoladora aparición
de la Virgen inaugurándole sus visiones en adelante.
Entre las visiones de Santa Isabel figuran, muy vivas, las del infierno y las de muchos
ángeles colocando en platillos de balanzas las obras buenas así como muchos demonios
poniendo en otros platillos los pecados, siendo éstos más y de mayor peso que las obras
buenas. Hasta que la justicia divina manifiesta el desbordamiento irresistible de la mi-
sericordia: un ángel añade a los méritos humanos una Hostia, y el platillo se vence por
su lado como si lo empujara un peso infinito.
Santa Isabel de Schönau y su hermano Egbert estuvieron muy unidos sobre todo en la
confección de tres libros, o puede que cuatro,322
empezando por el que se titula El libro
de los caminos de Dios (Liber viarum Dei).323
Basados en las visiones de Santa Isabel,
estos libros incluyen escenas de la vida de Cristo así como exhortaciones al arrepenti-
miento y la penitencia. Todo aparece como auténtico. Aunque se nota la formación de
321
Como la gente no dejó de venerarla, en el siglo XV fueron llevados sus restos a una capilla especial de
la abadía de Schönau, una capilla que resultó destruida por un incendio de la abadía en 1723 y que luego
no se reconstruyó. Durante la guerra centroeuropea de los Treinta Años (1618-1648), la abadía sufrió ata-
ques de soldados suecos y del estado federal alemán de Hesse. Los suecos expulsaron a los monjes, sa-
quearon el monasterio, rompieron la tumba de Santa Isabel y dispersaron sus huesos. Sólo quedó el crá-
neo, que actualmente se conserva en un relicario en el lado derecho del altar de la iglesia, parroquia de
San Florín (o Florindo), donde sigue celebrándose la fiesta de Santa Isabel de Schönau.
322
Patrología Latina, 195.
323
Este primero libro está escrito en lenguaje muy simple y en un estilo sencillo, nada afectado. Los otros
dos son más elaborados y contienen más terminología teológica.
~ 194 ~
Egberto, los relatos no parece que puedan entenderse ni haberse escrito sin las visiones
(ciertamente de parecido más verosímil que supuesto) de la mística Isabel. Refirámonos al fenómeno de lo místico. Las asociaciones creativas permiten a menu-
do a ambas partes hacer lo que mejor saben. Una de las colaboraciones más creativas
que podemos formar es con Dios. Formar una asociación con Dios no es como firmar
un contrato legal o asociarnos con un semejante humano. Después de todo, difícilmente
podría ser un encuentro entre iguales el del ser humano con Dios (y la unión con Dios es
la esencia de la mística). El ser humano aporta siempre algo pequeño, humilde, insigni-
ficante, mientras que Dios lo aporta todo como ilimitado e infinito. Lo más increíble de
todo –por así decir– es que Dios quiera entrar en semejante relación con nosotros. Pa-
recería que Dios, Creador del universo, tiene poca necesidad de hacerlo. Sin embargo,
en este mundo, Dios cuante con nuestras manos. Somos ciertamente instrumentos de
Dios. La colaboración que formamos o prestamos a Dios (consciente o no) es el modo
principal por el que su gracia y su bondad llegan al mundo. En un sentido muy real,
nuestra asociación o mística hace posible la obra de Dios en la Tierra.
El Liber viarum Dei parece una imitación del libro Scivias (Scire vías Domini)324
de
Santa Hildegarda de Bingen, con quien Isabel compartió amistad, cercanía, confianza y
epistolario. Contiene advertencias para todos, desde los clérigos a los laicos, a los casa-
dos y a los solteros, etc. La influencia de Egberto es evidente en este libro. Murmura
amenazas proféticas de juicio contra los sacerdotes infieles a Cristo, contra la avaricia y
la mundanidad de los monjes que sólo lucen en apariencia el hábito de la pobreza y del
sacrificio personal, contra los vicios de los laicos y contra los obispos y los superiores
que no cumplen con sus deberes. Hay temas que aparecen en los escritos propiamente
de Egberto (se reflejan, por ejemplo, sus ataques a los herejes cátaros, sus opciones por
el emperador Federico I y por el antipapa Víctor IV, no mostrando la lealtad al Papa le-
gítimo Alejandro III, etc.).
Todo lo referente a Santa Úrsula, virgen y mártir del siglo V,325
en el Libar viarum
Dei, es exagerado, fantasioso, lleno de anacronismos, sirviendo para consolidar las pos-
teriores leyendas sobra aquella Santa.326
¿Qué pensar o decir acerca de las visiones o revelaciones de Santa Isabel de Schönau?
Oficialmente la Iglesia nunca se ha pronunciado del todo al respecto ni tampoco las ha
examinado mucho. El monje erudito alemán Tritemio (1462-1516) consideró verdadero
y auténtico todo lo relacionado con Santa Isabel de Schönau y Egberto. Eusebio Amort
(1692-1775), filósofo y teólogo, en su obra De revelationibus visionibus et apparitioni-
bus privatis regulae tutae, etc. (Augsburgo, 1744) considera que todo aquello no fue
más que obra de la imaginación de Isabel o incluso ilusiones del demonio, puesto que
324
Conocer los caminos del Señor.
325
Santa Úrsula se celebra el 21 de octubre y, al menos durante la Edad Media, fue la Santa Patrona de
las Universidades.
326
Protagonista de una leyenda medieval sobre Atila y los hunos.
~ 195 ~
algunas cosas no coincidían con la historia real ni con otras revelaciones, supuestas o
aprobadas.