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CONTIGO… no hay dificultad que no sea superable
[haz espacio]
Si tuviéramos que hacer una lista de todo aquello que nos preocupa, tal vez llenaríamos libros y libros de nombres, situaciones, momentos, rostros, miradas... Dificultades que son, en muchas ocasiones, más o menos insalvables, difíciles... y todo se nos hace cuesta arriba, enorme. Y nosotros nos sentimos pequeños… Pero Dios viene a echarnos una mano. No tal vez a solucionar todo aquello que nos pasa, pero sí a asumirlo y, asumiéndolo, superarlo. Con Él no hay dificultad que sea insuperable, con Él no hay temor. Canto
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[espacio de la oración]
Salmos (Cantamos todos entre estrofa y estrofa. Cada estrofa la recita despacio quien quiera espontáneamente, como portavoz de todos ante Dios)
Tengo sed de ti, oh fuente del amor. Tengo sed de ti: tu amor es libertad
Si grito invocando al Señor, Él me escucha… Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene (salmo 3) Cuánto te amo, Señor: tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor y me salva del enemigo (salmo 17) Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, por tú vas conmigo…
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida. (Salmo 22) En tus manos pongo mi vida, tú, Señor, el Dios fiel, me librarás… Yo confío en el Señor; tu misericordia será mi gozo y mi alegría, te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro. (Salmo 30) Dios es mi auxilio, el Señor me sostiene. (Salmo 53)
[espacio de la Palabra]
Lucas 5, 1-11
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para
escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de
Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores
habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas,
que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se
sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo
a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió:
"Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú
lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que
las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los
compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y
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llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se
echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un
pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo
acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo
mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros
de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante
serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y,
abandonándolo todo, lo siguieron.
Reflexión
Estás nervioso. Se ha apoderado de ti el temor. “Te agita la ansiedad (salmo
54). Quisieras recuperar la paz, pero no puedes. Sólo te vienen pensamientos
sombríos. Todo te da miedo… ¿cuáles son esos temores? ¿Qué te hace estar
inquieto? Haz en tu mente una lista…
Se te olvida en ocasiones que no estás solo. DIOS ESTÁ CONTIGO. No te
abandona ni por un instante. “Él cuida de ti” (39). no te deja sin la ayuda que
necesitas en cada momento… “Él vela por tu vida” (30). Pídele en este
momento ayuda… (y deja en ti un momento de silencio para hacerlo).
Despierta tu confianza. Di en tu interior: “Nada temo, porque tú vas conmigo”
(22), porque tú haces que supere lo que parecía insalvable. Con Él a tu lado,
estás seguro. Puedes enfrentarte a tus miedos y dificultades. Repite con fe: “El
Señor, Tú, eres mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?” (26)
Invoca ahora a Dios desde tu inseguridad y tus miedos: “Soy tuyo, sálvame”
(118). Tú eres mi fuerza salvadora. “No abandones la obra de tus manos”
(137). No lo hagas Señor. Repítelo con fuerza… y preséntale a Dios tu vida, tus
temores y tu confianza.