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Vol. 1 No. 3Abril - Junio 2015
CUADERNOS DE CONFLICTO Y PAZ
DOS DÉCADAS DEL TLCAN.México, Canadá y Estados Unidosen el espacio norteamericano.Edición EspecialAutor:Mathieu Arès
Colaboradores especiales:Jesús Rubio CamposPhilippe StoessléCraig K. Harris
Prólogo: Tony Payan
Editor: Santiago Valdés Yáñez
AGRADECIMIENTOS
Los Cuadernos de Conflicto y Paz son posibles gracias al apoyo del Departamento de Ciencias Sociales y de la División de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey.
Créditos del Programa de Publicaciones:
Editor en Jefe: Fernando A. ChinchillaEditor de este número: Santiago Valdés YáñezDiseño gráfico: Mayra Torres Transcripción: Jorge Mario Chabolla Falindo y Santiago Valdés Yáñez
CUADERNOS DE CONFLICTO Y PAZ agradecen a Philippe Stoesslé, Subdirector del CPCEI y Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la UDEM, Rebeca Taboada García, Asistente de Investigación del CPCEI, y a Aline Parra, de la Universidade de São Paulo, inquebrantable amiga de la UDEM, por su colaboración para traducir partes del texto hacia el francés, inglés y portugués.
Créditos de las fotografías:
Las fotografías utilizadas en esta publicación son del dominio público
DOS DECADAS DEL TLCAN.México, Canadá y Estados Unidosen el espacio norteamericano
CUADRENOS DE CONFLICTO Y PAZ, Año 1, No. 3, Abril – Junio 2015, edición especial, es una publicación trimestral editada por la Universidad
de Monetrrey a través del Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales. Av. Morones Prieto 4500 Pte., San Pedro Garza García, N.L.,
México, C.P. 66238, Conmutador: 52(81) 8215-1000. Lada sin costo 01-800-801-UDEM. http://www.udem.edu.mx/. Editor responsable: Fernando A.
Chinchilla. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2014-091814363000-102, ISSN: 2395-8529, ambos otorgados por el Instituto Nacional del
Derecho de Autor. Impresa por Copimex de Monterrey S.A. de C.V. Avenida Revolución 101, Buenos Aires, 64800 Monterrey, NL. Teléfono: 01 81 8358
0108, este numero se termino de imprimir en el mes de enero de 2015, con un tiraje de 100 ejemplares.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamnete reflejan la postura del editor de la publicación.
Queda estrictamente prohibido la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Univer-
sidad de Monterrey.
Vol. 1 No. 3Abril - Junio 2015
CUADERNOS DE CONFLICTO Y PAZ
por:Mathieu Arès (Université de Sherbrooke, Canada)
prólogo: Tony Payan(Rice University’s James A. Baker III Institute for Public Policy, Esta-dos Unidos)
editor: Santiago Valdés Yáñez(Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales, México)
colaboradores especiales:Jesús Rubio Campos (El Colegio de la Frontera Norte, México)
Philippe Stoesslé(Universidad de Monterrey, México)
Craig K. Harris (Michigan State University, Estados Unidos)
Edición Especial
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 4 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 5
O Tratado Norte-Americano de Livre Comércio (NAFTA, na sigla em inglês) chega já ao vigésimo segundo aniversário da data em que entrou em vigor. O êxito do tratado se mede em muitos foros e audiências com base no aumento de volume do comércio entre seus sócios. Os defensores do tratado declaram a vitória do acordo. Seus detratores se atêm à fuga de empregos, à erosão do poder aquisitivo dos salários e aos efeitos sobre o meio ambiente e a infraestrutura. A evidência empírica mostra que existe contundência nos argumentos de ambos os lados. É necessário, portanto, entender as externalidades negativas e positivas de tratados de livre comércio como o NAFTA e se vão ampliar seus benefícios e reduzir prejuízos. Quatro pesquisadores e professores discutem a respeito, em uma atividade organizada na Universidade de Monterrey (UDEM) em 2014 destacando o vigésimo aniversário da entrada em vigor do tratado.
RESUMEN
El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) se acerca ya al vigésimo segundo aniversario de haber entrado en vigor. El éxito del tratado se mide en muchos foros y audiencias con base al abultamiento del volumen de comercio entre sus socios. Los defensores del tratado declaran la victoria del acuerdo. Sus detractores se enfocan en la fuga de empleos, la erosión del poder adquisitivo de los salarios, y los efectos sobre el medio ambiente y la infraestructura. La evidencia empírica muestra que hay contundencia en los argumentos de ambos lados. Es preciso pues entender las externalidades negativas y positivas de tratados de libre comercio como el TLCAN, si se han de ampliar sus beneficios y reducir perjuicios. Cuatro investigadores y profesores discuten al respecto, en una actividad organizada en la Universidad de Monterrey (UDEM) en 2014 para subrayar el vigésimo aniversario de la entrada en vigor del tratado.
RÉSUMÉ
L´Accord de libre-échange nord-américain (ALENA) s´approche maintenant du vingtième anniversaire de son entrée en vigueur. Le succès du traité est mesuré lors de nombreux forums et audiences sur la base de l´augmentation du volume des échanges commerciaux entre ses partenaires. Les défenseurs du traité déclarent la victoire de l´accord. Ses détracteurs se focalisent sur les pertes d´emplois, l´érosion du pouvoir d´achat des salaires, et les effets sur l´environnement et les infrastructures. Les preuves empiriques montrent qu´il existe des arguments de poids des deux côtés. Il est donc nécessaire de comprendre les externalités négatives et positives de traités de libre-échange comme l´ALENA, si l´on souhaite accroître leurs bénéfices et réduire leurs dommages. Quatre chercheurs et professeurs discutent à cet égard, lors d´une activité organisée par l´Universidad de Monterrey (UDEM) en 2014 pour souligner le vingtième anniversaire de l´entrée en vigueur du traité.
RESUMO
ABSTRACT
The North American Free Trade Agreement (NAFTA) is now nearing its twenty-second anniversary of coming into force. The success of this treaty is measured in many forums and hearings on the basis of the bulk volume of commerce among its partners. Proponents of the treaty declare it triumph. Its adversaries focus on the loss of jobs, diminishment of the purchasing power of wages, and the effects on the environment and infrastructure. The empirical evidence available shows that a strong case on both sides of the argument can be made. It is important to understand the positive and negative externalities of free trade agreements like NAFTA if we are to extend its benefits and reduce its drawbacks. Four researchers and professors discussed the matter at an event organized by the Universidad de Monterrey (UDEM)in 2014 for the twentieth anniversary of the treaty’s enactment.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 5
PrólogoEl TLCAN: Algunas Controversias
El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) se acerca
ya al vigésimo segundo aniversario de haber entrado en vigor. El
éxito del tratado se mide en muchos foros y audiencias con base al
abultamiento del volumen de comercio entre sus socios, el cual entre
México y Estados Unidos ha crecido de 81.5 mil millones de dólares
estadounidenses (USD) en 1993 a USD 534.5 mil millones en el 2014. Los
defensores del tratado, citando estos números, declaran la victoria del
acuerdo. Sus detractores se enfocan en la fuga de empleos de Estados
Unidos a México, el desplazamiento de los campesinos mexicanos,
la erosión del poder adquisitivo de los salarios en ambos lados de la
frontera, y los efectos sobre el medio ambiente y la infraestructura. La
evidencia empírica muestra que hay contundencia en los argumentos
de ambos lados. Es preciso pues entender las externalidades
negativas y positivas de tratados de libre comercio como el TLCAN, si
se han de ampliar sus beneficios y reducir perjuicios. Esto se hace más
apremiante ante la impopularidad del TLCAN en Estados Unidos y en
México y la posibilidad de nuevos tratados.
Sin duda, el TLCAN ha mejorado el desempeño de la economía
Norteamericana en su conjunto, fundamentalmente a través de la
reducción de las ineficiencias inherentes en la producción autárquica
de bienes y servicios y con base en una división del trabajo en
cadenas productivas de escala continental. Además, esta integración
económica ha resultado en una mayor interdependencia entre las
economías norteamericanas, generalmente considerado algo positivo
porque ata los destinos nacionales al buen desempeño del vecino. Esto
es lo positivo.
Sin embargo, una economía crecientemente continental requiere de
una aparato regulatorio continental mucho más sofisticado que el que
pueden proveer los Estados-nación de manera individual. El resultado
es que las corporaciones han utilizado los vacíos entre los aparatos
regulatorios nacionales y los propios mecanismos del TLCAN para
debilitar las regulaciones y las normatividades nacionales y debilitar e
incluso evadir su responsabilidad social y el principio de rendición de
cuentas.
Por otro lado, la integración de la cadena productiva a escala
continental ha significado una utilización muy reducida de la fuerza
laboral mexicana, la cual se encuentra atrapada principalmente en
empleos de corte maquilador y de la fuerza laboral menos calificada
en Estados Unidos que para competir debe ofertar su mano de obra
más barata. Es decir, se genera una competencia entre las clases
trabajadoras basada en el número de empleos y la flexibilidad salarial,
con una reducida consideración por el poder adquisitivo de los salarios
mismos. De hecho, el poder adquisitivo de las clases trabajadoras en
Estados Unidos se ha estancado en las últimas décadas y en México
ha experimentado una reducción real sustantiva durante este mismo
período, de casi el 80% de acuerdo a un estudio de la UNAM. El TLCAN
no ha podido revertir esta tendencia y pudiera haber contribuido a la
misma.
Desde una perspectiva positiva, la integración de los mercados
agrícolas ha resultado en una reducción de los precios de los alimentos
en general, lo cual beneficia a los consumidores, pero también ha
desplazado a millones de campesinos en México a favor de las
grandes agroindustrias y a pequeños granjeros en los Estados Unidos,
aunque la política agrícola estadounidense es en parte responsable
por su desaparición. Los campesinos mexicanos en particular fueron
desplazados y generaron una migración importante hacia el norte en
los 1990s y principios de los 2000s. Esta migración apunta hacia una
importante omisión de los tratados de libre comercio: que generan
integración laboral sin provisiones para administrarla de manera legal
y ordenada y, por definición, generan un desplazamiento desordenado
de trabajadores, a quienes se les criminaliza por percibir correctamente
y obedecer las señales del mercado laboral.
Otro gran tema que no ha sido explorado debidamente es la composición
del comercio entre los tres países y quién realmente se beneficia de
éste. A pesar de que se citan los miles de millones de dólares netos
en comercio binacional como prueba del éxito del acuerdo, gran
parte de la actividad comercial es intra-firma e intra-industria, con
un monto realmente reducido de comercio real en bienes y servicios
producidos por medianas y pequeñas empresas, las cuales generan
la mayor parte del empleo. Es decir, los grandes corporativos han
sabido utilizar el marco comercial del TLCAN para integrar sus cadenas
productivas, pero las pequeñas y medianas empresas continúan en
desventaja porque no cuentan con la flexibilidad de desplazamiento, la
capacidad financiera, las redes productivas integradas, o los incentivos
comerciales rentables con una envergadura continental.
Así pues, el TLCAN ha tenido sus ventajas y sus desventajas y ha tenido
efectos negativos y positivos. Si no sopesamos cada uno de éstos,
será imposible ampliar sus ventajas y neutralizar sus desventajas.
El TLCAN se encuentra con vida artificial. La mayor parte del crecimiento
económico, las ganancias en base a las economías de escala, y los
beneficios generales se agotaron antes de la crisis del 2008. A partir
del 2006, de hecho, los indicadores muestran que el marco establecido
por el TLCAN para generar crecimiento se agotó. Si se quiere un nuevo
ímpetu al comercio en Norteamérica, se deberá negociar un nuevo
tratado de libre comercio, el TLCAN 2.0, por así decirlo. Sin embargo, a
pesar de la voluntad política del ejecutivo en los Estados Unidos para
impulsar nuevos tratados comerciales, tanto el público estadounidense
como el Congreso se oponen mayoritaria y estructuralmente a nuevas
aperturas, principalmente en base a la percepción de que el TLCAN tuvo
un impacto negativo en las clases trabajadoras de los Estados Unidos.
En México, se podrán impulsar nuevos tratados de libre comercio, pero
comienza a generarse un nuevo entendimiento de que los tratados
comerciales en sí no generan un nuevo modelo económico. La promesa
de que nuevos tratados comerciales por sí generan mejores empleos,
mayores salarios, y constituyen un modelo de desarrollo económico
es altamente cuestionables. Permiten al gobierno mexicano, además
evadir la responsabilidad de contar con una política nacional de
desarrollo económico que trascienda la eliminación de barreras
comerciales.
Con base en esto, la probabilidad de un TLCAN 2.0 es mínima y no
debemos esperar que la oposición pública permita renegociar el TLCAN
en favor de una ampliación. Las condiciones políticas e ideológicas
tendrán que cambiar para lograr un nuevo impulso hacia una nueva
reducción de barreras comerciales en el futuro.
Tony Payan, Ph.D.
Director, Mexico Center
Rice University’s Baker Institute for Public Policy
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La Cumbre de líderes de América del Norte, celebrada en Toluca
(México) el 19 de febrero de 2014, abre una ventana de oportunidad
para debatir con respecto al futuro del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN). Esta discusión es importante, sobre todo
desde una perspectiva mexicana, pues la lógica del TLCAN ha lastimado
a México al ser el socio menos desarrollado, sobre todo en los años
1990, década durante la cual el país experimentó una crisis económica
y una transición democrática. Políticamente, México carece, en el
contexto norteamericano, de algún estatuto especial que le permita
acceder a cooperación de parte de Estados Unidos y Canadá. Esto se
evidenció durante la pasada reunión trilateral anual, donde no sólo no
se priorizó el tema migratorio (visas), sino que la cuestión de la violencia
en la frontera mexicana se visualizó como un problema nacional interno
y no un problema regional trilateral. Por ello, es pertinente preguntarse:
¿Es el TLCAN un tratado del pasado, o se trata de un instrumento capaz
de proyectarse en el futuro?
Para responder a la pregunta, procedo en tres pasos. En el primero, analizo
el TLCAN como modelo de integración, y argumento que la negociación
del tratado fue el fruto de la política de expansión estadounidense,
que buscaba demostrar que sus políticas de integración llevarían
a los países en desarrollo a beneficiarse de la economía global y la
democracia. En segundo lugar, enumero las consecuencias del tratado,
para concluir que si bien hubo un incremento extraordinario en los
negocios entre los tres países, éste se concentra bilateralmente en tres
tipos de inversión extranjera directa (IED): la explotación de recursos
naturales, los servicios comerciales y financieros, y en maquiladoras
de bajo costo. En tercer lugar, abordo la relación comercial bilateral de
China con los tres países y el impacto que conlleva la incorporación
de los productos chinos al escenario norteamericano dado su alta
competitividad. Finalmente, procedo a analizar el TLCAN con relación al
futuro energético en América del Norte.
El TLCAN como modelo de integración
Existen tres tipos de regionalismo. El más antiguo es el europeo.
Se trata de un modelo político cuyo enfoque es la homogeneidad
funcional de los países, en donde el objetivo es la creación de un
Estado supranacional Otro es el modelo asiático, que hoy por hoy es
el modelo más dinámico. Sin tratado escrito ni enfoque político, busca
TLCAN venite años después:¿Qué nos ha dejado y qué nos ha faltado?
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 7
la integración competitiva de las redes de producción a través de las
inversiones de las multinacionales, es decir que las empresas que cada
año invierten en Malasia, en Vietnam, en China, etc. Recientemente esto
ha cambiado un poco pues estos países han ampliado sus negocios,
lo cual requiere de un proceso de integración más o menos similar
al del TLCAN. Pero aun así, hoy en día no hay en Asia una verdadera
integración. Se trata más bien de un proceso en el cual las empresas
deciden quién gana y cuáles son las reglas del juego. En definitiva, se
trata del menos institucional como modelo. Y, por supuesto, en tercer
lugar, tenemos el modelo de regionalismo propuesto por el TLCAN.
Durante la década 1990, este modelo institucional fue muy interesante,
ya que se presentó como una alternativa, no solo frente al de la
integración europea, sino también con respecto a algunas aventuras
integracionalistas y desarrollistas regionales, como lo fueron el
modelo de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)
en Latinoamérica o el Pacto Andino, un fracaso durante los ochentas.
Al respecto, recuérdese que la apertura de América Latina hacia el
mercado internacional respondía a una época muy contradictoria
correspondiente, en su panorama general, al fin de la Guerra Fría, en
donde comenzaba a predominar un solo modelo social constituido por
la democracia representativa a nivel político, y el liberalismo comercial
en o económico. Pero al mismo tiempo, en esa época empezaba a
quedar patente que el multilateralismo de antaño ya no funciona
bien. De hecho, organismos como el Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), que a partir de 1995 se convertiría en la
Organización Mundial del Comercio (OMC), se encontraron con múltiples
problemas para llevar a cabo la liberalización comercial.
La pregunta en aquel momento era entonces: ¿Cómo integrar
exitosamente a países de bajo desarrollo o en transición democrática,
como México, a la economía global? Y el TLCAN, por medio de su
objetivo de establecer reglas globales para los negocios, dio una
respuesta a esta pregunta, constituyéndose en un enorme laboratorio
para la innovación. El TLCAN fue el primer acuerdo que establece reglas
sobre la inversión extranjera, la propiedad intelectual, la posibilidad
de producir acuerdos paralelos sobre derecho laboral y también al
derecho ambiental relacionado al comercio. En ese sentido, el TLCAN
fue innovación pura. En aquel momento, no existían tratados que
abordasen así los temas, de esa forma, pues en general lo que se
buscaba era reducir las tarifas a la importación para incrementar la
competencia en los mercados internos. Pero con la llegada del TLCAN,
ya no sólo se abarcó la cuestión del comercio, sino que por primera
vez se habló de la producción de mercancía desde un punto de vista
laboral y ambiental. Por ejemplo, se afirmaba en los años 1990 que para
que México lograra crear empleos, pagar tecnología que requería para
desarrollarse, y entrar en de las redes de distribución global, requería
del capital extranjero, sobre todo del estadounidense y canadiense. Se
establecieron entonces reglas en contra de la nacionalización para dar
seguridad jurídica a los inversionistas norteamericanos.
Claro, la negociación del TLCAN fue el resultado de la política de
expansión estadounidense, que parecía, de la mano del Presidente
Clinton (1993-2001) dejar a un lado los problemas históricos entre
México y Estados Unidos y hacer parecer que la relación entre ambos
países no podía ser mejor. Para el México de Carlos Salinas de Gortari
(1988-1994), el TLCAN representaba el gran éxito de su política exterior
y su clara incorporación en el selecto club de países desarrollados. Para
el Primer Ministro Brian Mulroney (1984-1993), el acuerdo significaba
diversificar sus socios comerciales y establecer una nueva política, no
solamente hacia México sino a toda América Latina, a un mínimo costo
político y económico ya que Canadá ya tenía un acuerdo comercial
con Estados Unidos. Sin embargo, para el Presidente George H.W.
Bush (1989-1993), autor original de la iniciativa, el TLCAN jamás fue
realmente una estrategia para fortalecer el comercio, lo que buscaba
era implementar su agenda de seguridad. En otras palabras, de acuerdo
con la teoría del “soft power” y del poder hegemónico, la seguridad de
Estados Unidos se asegura por el fortalecimiento de la prosperidad
global a través del comercio y por la difusión de la democracia.
Desde un punto de vista norteamericano, el TLCAN fue un laboratorio
institucional para implementar una nueva política global en el marco
del fin de la Guerra Fría y la confrontación Norte-Sur. En sintonía con la
idea de Ross Perrot (1992), de que el TLCAN crearía un sonido gigante
de succión de empleos (“giant sucking sound”), la administración de
George W. Bush solamente pudo asegurar que se crearían 200,000
empleos directamente ligados con el TLCAN, una cifra muy pobre con
relación a la variación mensual de empleos en Estados Unidos.
Es importante recordar que entre Canadá y México existía, y sigue
existiendo, una competencia sobre quien es el mayor socio y/o aliado
para los Estados Unidos. Si bien el intercambio comercial entre Canadá
y México representa miles de millones de dólares, en comparación del
comercio entre Estados Unidos y Canadá, o entre Estados Unidos y
México, esa cantidad es insignificante.
Aunque la cumbre de febrero de 2014 no fue un gran avance, tampoco
fue un fracaso. Los tres líderes, los presidentes estadounidense y
mexicano, Barack Obama (2008-2016) y Enrique Peña Nieto (2012-
2018), así como el primer ministro canadiense, Stephen Harper (2006-
…), concordaron en que el TLCAN es una realidad y funciona bien, y
aunque México propone constantemente hacer una integración más
política mientras que los socios nórdicos rehúyen el tema, las tres
partes reconocen que hasta el momento, el TLCAN es un gran éxito.
| El TLCAN fue el primer acuerdo que establece reglas sobre la inversión extranjera, la propiedad intelectual, la posibilidad de producir acuerdos paralelos sobre derecho laboral y también al derecho ambiental relacionado al comercio. En ese sentido, el TLCAN fue innovación pura.|
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Cada una de las partes tiene una agenda específica, según su posición
e intereses. Para los Estados Unidos, la innovación institucional es
el punto más importante. Por un lado, a Washington le interesa la
seguridad en las fronteras, bajo una lógica según la cual la creación de
empleos en México es la mejor manera de no tener/atraer mexicanos
a Estados Unidos. Por otro lado, para México existe un elemento de
política interna importante, se trata del control del Estado por parte
de la camarilla neoliberal encabezada por Carlos Salinas de Gortari.
Así, el TLCAN puede verse como una manera de institucionalizar en
un acuerdo internacional la política económica de este grupo político.
La firma del TLCAN fue un suceso que podría cambiarlo todo, porque
establecería un mecanismo que articularía la política en los tres
países por generaciones, con pocas posibilidades de modificación.
De las particularidades del acuerdo, destacan el establecimiento de
una relación contractual entre las tres naciones bajo un mecanismo
trasnacional de arbitraje. Se trata entonces del único acuerdo de
este tipo que Estados Unidos ha firmado. Inicialmente, el contrato
de asociación contemplaba únicamente la relación Canadá-Estados
Unidos, pero después se aceptó la entrada de México en esa dinámica.
De hecho, Chile intentó ingresar al convenio de arbitraje junto a México,
pero el Congreso estadounidense se negó ya que el mecanismo del
tratamiento de los problemas comerciales eran ya considerados
como un organismo supranacional, un tema delicado para la política
interna de los Estados Unidos. Hoy en día, los tres países indican que el
Capítulo 11 del TLCAN, mediante el cual se establecen las protecciones
dadas por Canadá, Estados Unidos, y México a los inversionistas, así
como se crea el mecanismo de resolución de conflictos, el arbitraje
anteriormente mencionado, no funciona. El costo político de reabrir
el tratado es tan alto que los países prefieren pagar las multas
correspondientes a entrar en ese debate.
Consecuencias positivas y negativas del TLCAN
Como mencioné anteriormente, para los tres socios el aspecto comercial
del TLCAN es un gran éxito. No obstante, si preguntamos en México,
Estados Unidos o Canadá quién es el ganador y mayor beneficiado por
el tratado, siempre se dirá que es el vecino, nunca el propio Estado. Y
además, siempre son los otros los desleales. Por lo demás, el ambiente
de negocios es excelente, salvo algunos problemas sectoriales como
el transporte mexicano o la madera canadiense. Hubo una norma del
para aumentar el valor agregado en los productos manufacturados,
un estímulo a la inversión, especialmente en México, y también hubo
un incremento del contenido tecnológico de los productos mexicanos.
Todo ello elevó la capacidad tecnológica del país.
Al momento de la negociación del tratado, el intercambio comercial
entre los tres países significaba más de 300 mil millones de dólares
canadienses (CAD) por año. México y Estados Unidos intercambiaban
más de CAD 80 mil millones, mientras que Canadá y México CAD 3 mil
millones. En la actualidad, esa cifra alcanza 30 mil millones. Ya con el
tratado en vigencia y hasta antes de la crisis de 2008, entre Canadá
y Estados Unidos se comerciaban aproximadamente CAD 600 mil
millones, más o menos CAD 2 mil millones por día; por su parte, México
y Estados Unidos comerciaban alrededor de CAD 400 mil millones, un
poco más de CAD mil millones por día. Por consiguiente, y a pesar que
como resultado de las crisis de 2008, hubo una caída del 16% de volumen
de exportaciones por el lado de México (igual para Canadá) es posible
afirmar que desde que se firmó el tratado, hay un notable crecimiento
en los negocios entre las partes. Claro, debo tal vez indicar que cuando
se habla de cifras en la relación bilateral comercial Canadá-México, hay
un problema de orden estadístico. De hecho, cualquiera que intente
hacer una investigación sobre la relación comercial entre Canadá y
México, observará que las estadísticas no corresponden. Por ello es que
el gobierno mexicano afirma que México tiene un déficit sobre Canadá
mientras que el gobierno canadiense argumenta lo contrario, es decir
que hay un déficit sobre México. El problema pasa por los Estados
Unidos, porque los productos que se comercian entre Canadá y México
atraviesan la frontera estadounidense, lo que estadísticamente cuenta
como una exportación hacia Estados Unidos. Así, dependiendo de con
quién se hable, las cifras entonces son diferentes.
En todo caso, como lo he señalaba antes, la realidad es que hubo
un incremento fenomenal de los negocios entre los tres países. Lo
mismo sucede con la inversión. Es decir, aunque Estados Unidos recibe
la mayor parte de la inversión dentro de América del Norte (a través
del New York Stock Exchange), los demás países también vieron la
inversión extranjera aumentar. Es difícil saber si este incremento es
consecuencia directa del TLCAN o si es parte del fenómeno global,
pero es importante destacar que sí hubo un incremento en la inversión
extranjera en los tres países.
Asimismo, existen objetivos no alcanzados. Para Estados Unidos, el
tratado falló en tener el efecto esperado, a nivel de multilateralismo,
en organizaciones como la OMC. En principio, los capítulos que se
incluyeron en el TLCAN estaban pensados para llegar a ser base para
un nuevo sistema régimen internacional de comercio, dirigido por la
OMC desde Ginebra. Pero esta idea no funcionó. Además, el TLCAN
favoreció el desmoronamiento de otro proyecto de integración de
aquel entonces, la hoy olvidada Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), imposibilitándose así la integración regional del continente bajo
el liderazgo estadounidense.
| Para el México de Salinas de Gortari , el TLCAN representaba el éxito de su política exterior. Para el Primer Ministro Brian Mulroney, significaba diversificar sus socios comerciales y
establecer una nueva política, no solamente hacia México sino a toda América Latina. Sin embargo, para el Presidente George H.W. Bush, el TLCAN jamás fue realmente una estrategia
para fortalecer el comercio, lo que buscaba era implementar su agenda de seguridad.” |
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 9
En el caso de México, pese a que sí hubo un gran crecimiento económico,
el mismo fue desigual. Hubo gran crecimiento en el norte del país,
sobre todo en el Estado de Nuevo León, pero el tratado no causó ese
mismo impacto en provincias del sur como Chiapas y Tabasco. Dicho
de otro modo, el TLCAN dividió a México en dos partes: el del norte, en
donde sí funciona, y el sur, en donde no. De igual forma, se presentó un
problema con un crecimiento muy dependiente de las actividades de
maquiladora. En los años 1990, se decía que si la empresa extranjera
venía a México, se podrían impulsar proveedores para esas empresas
extranjeras, por lo que habría un efecto de encadenamiento económico
que generaría mayor riqueza y desarrollo. Pero eso tampoco funcionó,
la economía nacional nunca se integró con las maquilas. Pero además,
los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 no hicieron más
que empeoraron esta situación para México, por todas las restricciones
migratorias que se establecieron, y que hacen que hoy sea más difícil
cruzar la frontera que antes de la firma del tratado. A inicios de la
década 1990, no existía un muro y no estaba el ejército estadounidense
desplegado en la frontera sur para cazar inmigrantes. Por supuesto,
estas situaciones son hoy un gran problema para la integración y para
la comunidad norteamericana. En la actualidad, la mercancía puede
cruzar, no así las personas.
Y en lo concerniente a Canadá, el país enfrentó la desindustrialización
de su sector manufacturero. El TLCAN no es necesariamente la causa
del fenómeno, pero sin duda contribuyó al mismo. Ahora la prioridad es
tratar de recuperar la inversión extranjera en el sistema manufacturero
canadiense.
Ahora bien, me gustaría hacer notar que los niveles de competencia y
de calidad de vida para Canadá y México, si se toma en cuenta el PIB per
cápita, siguen estando notablemente por debajo de los estándares de
los Estados Unidos. Esto no sólo se debe a una falla del TLCAN, pero sí
refleja los problemas que conlleva la especialización de Estados Unidos
en sectores de alta innovación tecnológica (computadoras, Microsoft,
Facebook), mientras que Canadá se especializa en la exportación de
riquezas naturales, y México continúa con la exportación de productos
manufactureros. No hubo convergencia entre el crecimiento económico,
los niveles de vida e ingresos en salarios.
Aquí la pregunta es: ¿Es el TLCAN un modelo que funciona o se trata
de un modelo del pasado? La mayoría de los expertos piensa que los
mejores frutos de este proceso, que es un modelo válido para los años
1990, ya fueron cosechados, y que nuestra integración ya alcanzó
la madurez. El resultado es un gran negocio, con un gran volumen
comercial, aunque concentrado en algunos pocos productos: vehículos
y partes de automóviles, equipos eléctricos y electrónicos, maquinaria
y equipos mecánicos, y productos energéticos. Por ejemplo, en cuanto
a los equipos electrónicos, los televisores que compramos no son
productos de Norteamérica, como se les llama equivocadamente, son
productos mexicanos. En la actualidad no se produce ningún televisor
en Canadá o en Estados Unidos, todos se producen en México. Lo
mismo pasa con la maquinaria y los equipos mecánicos, la gran
diferencia en estos sectores es que no podemos hablar de cadenas
de valores como las de Asia, en donde hay una regionalización de la
producción, es decir, una especialización nacional en la producción de
partes dentro de una red internacional de proveedores encabezada
por una gran empresa.
Cuando uno va de compras, uno se topa, en una tienda, con un producto
terminado. Pero en realidad lo que tenemos en frente es el resultado de
un proceso mediante el cual una serie de partes fueron ensambladas
en un lugar preciso. Es decir, cuando se indica “Hecho en China”, lo que
se señala es que la última fase en transformación del producto fue en
China, aunque las partes vengan de otros lados. Esta lógica no funciona
en este momento en Norteamérica, en donde el sistema de producción
que corresponde más al modelo tradicional de la deslocalización
total y la creación de filiales. Así, en Norteamérica se trata más de un
modelo de filialización bilateral: México-Estados Unidos por un lado,
y Canadá-Estados Unidos por el otro. Las maquiladoras textiles, que
eran el producto más importante del TLCAN, hoy están muertas. Por el
contrario, la nueva maquiladora (sector automotriz, electrónicos), dan
productos con más calidad, más tecnología, mejores salarios y mayor
productividad, aunque los mismos sucumban ante la competencia de
Asia y sus precios ridículamente bajos.
El TLCAN frente a China
El TLCAN es, en teoría, una gran inversión. Las empresas
estadounidenses llegan a México o a Canadá y generan empleos. En
efecto, el nivel de inversión de los Estados Unidos hacia los socios
se ha incrementado, aunque en términos agregados cada vez se
generan menos empleos para México y Canadá pues las empresas
estadounidenses están girando hacia al pacífico. Es así como se puede
señalar que el TLCAN se encuentra hoy en día en una encrucijada.
Hoy, ya no somos tres, sino “Cuatro amigos”, pues a México, Estados
Unidos, y Canadá se le ha unido China. El problema, por supuesto, es
que no existe un tratado con el gigante asiático y que, a pesar de ello,
los productos chinos son tan competitivos, que con o sin tratado la
gente los compra. Sin embargo, quisiera aquí indicar que el impacto
de China en el espacio norteamericano no es del todo claro, al menos
por el momento. Por un lado, lo que en un principio parecía ser una
tendencia perjudicial para México, parece estar revirtiéndose, pues
los costos de producción en China se han incrementado más rápido
que en México. Hay en China una alta tasa de inflación, presión sobre
los salarios y una democratización laboral, es decir más espacio para
que los empleados chinos reclamen mejores condiciones. Por eso,
dependiendo de los sectores, y en el contexto norteamericano, puede
ser menos costoso producir en México que en China, especialmente
las cosas pesadas, por la proximidad.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 10 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 11
Por otro lado, sigue existiendo un superávit comercial de Canadá y México
con Estados Unidos, aunque ello responda a monedas devaluadas (la
crisis del 1995 quitó más o menos la mitad del valor del peso mexicano;
en ese mismo periodo el dólar canadiense valía solamente USD 60
centavos) o a las exportaciones petroleras. Sin embargo, la tasa de
crecimiento de negocios en territorio norteamericano es menor que la
existente en las relaciones bilaterales Canadá-China, Estados Unidos-
China y/o México-China. En 1996, por ejemplo, solamente 1% de las
exportaciones de China fueron importadas por México; en 2008 ese
número fue a 11% como resultado de la relación bilateral.
Ahora bien, con relación a las importaciones de Estados Unidos, el único
sector que compite bien con China es el de las piezas de automóviles.
Para la importación de textiles y vestimenta, la entrada de China a
la OMC significó el fracaso de este sector para Norteamérica. En el
balance comercial entre México y China, cada año se incrementa el
déficit por parte de México. Lo mismo sucede con los otros países en
su relación con China, quien ha ido incrementando el superávit.
Consideraciones finales: El TLCAN y el futuro energético en América
del Norte
El TLCAN es un acuerdo limitado entre tres socios, que no sirve de punto
de partida para un segundo momento de integración, ni siquiera a nivel
del comercio: cada parte tiene su propia política extranjera comercial;
y cada parte negocia separadamente acuerdos de libre de comercio
Fuente: Canadian International Council CIC, (2014), How Integrated is the North American Economy?, Obtenida el 17 de junio, 2015, de: http://opencanada.org/features/the-think-tank/graphics/how-integrated-is-the-north-america-economy/
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 11
bilateralmente. En un marco de regionalización y de integración, y
después de 20 años de éxitos económicos, es de suponer que esto no
debería de ser así. Si comparamos el número de tratados comerciales
que tienen cada uno de los países, México es el que tiene más acuerdos
ostenta. Recientemente, en 2013, Canadá concluyó un acuerdo con
Europa, y próximamente hará lo mismo con Corea del Sur. Por su parte,
Estados Unidos se encuentra negociando con Europa. Lo interesante
es que se cada uno de los tres socios está haciendo acuerdos
comerciales con los mismos países o regiones (Europa, la Alianza del
Pacífico y los países centroamericanos), pero de manera separada, sin
consultarse y sin generar un bloque norteamericano. Recientemente,
por ejemplo, el presidente Obama empezó negociaciones para un
acuerdo transpacífico, sin tomar en cuenta a México o a Canadá.
Mientras tanto, cada año la aprobación del ciudadano común hacia el
TLCAN sigue bajando. Existe hoy una falta de liderazgo de parte de
Estados Unidos para reanimar y dar un nuevo empuje al TLCAN. Al
respecto, debemos ser francos: sin una acción decidida de Washington,
nada va a pasar. Es decir, si el Congreso estadounidense no apoya la
evolución del TLCAN y si el Presidente carece de la voluntad política
o de la capacidad para concebir y avanzar un proyecto que pueda
impulsar o estimular un nuevo desarrollo, nada va a cambiar.
Nuestra posición, como región, también es importante, sobre todo
ante poderes emergentes como China. Para Estados Unidos, el gigante
asiático es el único país que puede desafiar su hegemonía en el mundo,
aunque sigua el país siendo el que aloja las empresas más grandes
del mundo. En efecto, mucho se puede discutir con respecto a la
decadencia del poder estadounidense, la verdad es que tal y como fue
en la década de 1950, a inicios de la Guerra Fría, hoy en día la mitad de
las 2 mil empresas más grandes del mundo siguen estando localizadas
en Estados Unidos. Para Canadá, China presenta oportunidades para
la exportación de recursos naturales, especialmente de recursos
energéticos. Y para México, China representa el “infierno viviente”,
es decir una competencia mayor y amenaza directa a su rol como
proveedor de productos manufactureros, sobre todo para América del
Norte. Para tener éxito, México debe dejar de producir lo que sus socios
norteamericanos ya no quieren producir, y subir la escalera tecnológica
para comenzar a producir bienes de gran valor agregado, aunque esto
cree menos empleos.
Se ha producido luego de la publicación, en la revista The Economist,
de un artículo que refería al “tiempo de México” durante la campaña
presidencial de Enrique Peña Nieto. El entonces candidato a
la Presidencia afirmaba que México llegaría a ser más grande
económicamente que Brasil. Esto es interesante, ya que en el
extranjero, la percepción sobre México era bastante buena, si bien era
lo contrario para los especialistas en México.
En efecto, una vez superada la crisis económica del 2008, el mundo ve
a América del Norte con ojos de optimismo, especialmente en materia
energética. Sabemos, por ejemplo, que Estados Unidos cada año está
reduciendo su necesidad a importar petróleo, y este año va a producir
el petróleo que consume. Desde la crisis de 2008 se empieza producir
una nueva tecnología para extraer el gas, el petróleo y el gas shale.
América del Norte se convertirá en el primer productor de petróleo y
de gas en el mundo, solo detrás del Medio Oriente. Al convertirse en
un exportador neto de energía, la región cambiará todo el esquema
internacional actual. Parte de la reforma energética de Peña Nieto es
abrir el monopolio nacional para que las empresas de Estados Unidos
puedan extraer el petróleo subsidiado por el sector público mexicano
y ver cómo exigir al Congreso que éstas compitan de igual forma con
empresas privadas nacionales. Eso es parte de la reforma. Para México
y Canadá hay tres preguntas, ¿Cómo lidiar con la revolución de energía
que presenta Estados Unidos? ¿Va Estados Unidos va a aceptar
que México y Canadá participen en el mercado energético integrado
norteamericano? Y sobre todo, ¿es que esta revolución energética es
anunciada del renacimiento industrial de América del Norte?
Citación sugerida: ARÈS, Matthieu (2015), “TLCAN veinte años después: ¿Qué nos ha dejado
y qué nos ha faltado? “, en Cuadernos de Conflicto y Paz, Vol. 1, # 3. Monterrey: Centro de
Política Comparada y Estudios Internacionales, Universidad de Monterrey, pp. 6-13.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 12 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 13
La apertura comercial en México nos fue presentada a finales de los
ochentas y principios de los noventas del siglo pasado como una
estrategia para dinamizar la economía, fomentar la competencia y
productividad, elevar el empleo, mejorar los salarios y bajar los precios
de los bienes y servicios. Adicionalmente, tras la lección de la caída
del boom petrolero en los ochentas, el sector exportador necesitaba
depender menos de PEMEX y el país necesitaba reducir el déficit
comercial que ponía constantes presiones sobre el tipo de cambio, con
las consecuentes devaluaciones constantes del peso.
Sin embargo, durante el sexenio de Ernesto Zedillo se presentaron
una serie de sucesos políticos y de inseguridad, aunados a un
incremento en las tasas de interés de referencia en Estados Unidos,
un mal manejo del vencimiento de la deuda denominada en dólares, los
famosos Tesobonos y una política cambiaria errática e inadecuada, que
desencadenó en el llamado Error de Diciembre de 1994, que dio paso
a una de las crisis económicas más dolorosas en la historia de México.
Así las cosas, nuestra entrada al TLCAN no fue lo que se esperaba y no
se pudo sacar la ventaja esperada del mismo.
De ese entonces hasta aquí, uno de los más grandes errores de los
defensores del TLC ha sido no saber comunicar que el libre comercio
no es por si solo la solución a todos los males de nuestro país. El
libre comercio sirve para lo que se señaló al inicio pero no resuelve
por si solo la exclusión, la pobreza y la desigualdad del ingreso, ni la
informalidad y la precariedad laboral. Antes bien, profundiza estos
fenómenos. El dinamismo de un sector moderno, en demérito de los
sectores tradicionales, deja fuera del desarrollo a amplios sectores de
la población, lo que agudiza la exclusión y la desigualdad. El reto del
Estado es detectar quienes no están avanzando al mismo ritmo que los
demás y diseñar políticas públicas integrales para que puedan tomar
ventaja del modelo de desarrollo.
Una falla importante de planeación, fue haber abierto la economía
sin antes diseñar programas a gran escala de compensación para los
sectores que perdieron con la apertura. La gran gama de programas
sociales, de incubación de empresas y de micro créditos que se tienen
ahora, llegaron muy tarde. Un aprendizaje para los países que quieren
seguir el camino del libre comercio es diseñar estos mecanismos
previamente a la apertura.
Joseph Stiglitz nos viene diciendo desde hace más de una década
que el libre comercio no es, por supuesto, malo. Lo malo es la forma
en que este se ha gestionado, obligando a los países en desarrollo a
abrir por ejemplo, el campo, donde son particularmente vulnerables y
no corresponder abriendo el mismo sector en los países desarrollados.
Los Estados Unidos de Norteamérica han acumulado toda una serie
de vergonzosos ejemplos a este respecto en su relación comercial
con México, al poner barreras fitosanitarias no justificadas a nuestros
productos, tal como sucedió con el aguacate y la fresa, o acusaciones
de dumping o comercio desleal al tomate sinaloense, contra el cual
los productores estadounidenses no han podido competir en precio
y calidad. El gobierno mexicano debe acompañar, asesorar y apoyar
financieramente a los productores bajo estas circunstancias para
hacer valer los compromisos pactados en el tratado dentro de los
paneles de controversias.
Pero en México no ocupamos que Estados Unidos u otros países
afecten a nuestros productores. Antes de terminar el sexenio pasado,
las autoridades mexicanas liberaron de manera por demás apresurada
la importación de varios productos, bajando por ejemplo los aranceles
sobre los aceites comestibles, argumentando falta de inversiones por
parte de los industriales y un incremento en los precios del producto,
sin dar oportunidad a un dialogo abierto con los participantes en el
sector y poniendo en riesgo de manera irresponsable miles de empleos,
tanto de los productores de semillas, como de quienes trabajan en el
procesamiento del aceite. En lugar de apoyar a los productores de
semilla para hacerlos más productivos, decidieron escoger el camino
fácil y doloroso de la baja en los aranceles. Así, el reto a este respecto
es abrir los canales de comunicación con los productores mexicanos
para escuchar sus necesidades y evitar tomar decisiones unilaterales
solo por compromiso.
A diferencia de hace 20 años, México cuenta ahora con una política
cambiaria y monetaria más acorde al modelo de libre comercio.
Nuestro país ha logrado sacar ventaja del libre comercio en sectores
como el maquilador, el automotriz y el de electrónica. Sin embargo, es
un pobre jugador en la exportación de servicios. Nuestro país tiene
una gran oportunidad de convertirse en un gran nodo logístico para
Retos sociales y económicos para México ante el Tratado de Libre Comercio de América del Nortepor: Jesús Rubio Campos
| Las buenas prácticas en materia de derechos humanos, participación ciudadana, trasparencia y rendición de cuentas, en general, de un gobierno abierto, nos permitirán tomar una mayor ventaja del libre comercio, pues el libre comercio no sirve si existe una debilidad del Estado.|
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 13
la exportación de servicios, no solo dentro del TLC, sino al resto del
mundo. Hace falta tomar en cuenta la diversidad y fragmentación del
sector y seguir impulsando la Coalición Mexicana de Servicios, como
atinadamente se hizo en el sexenio pasado, con Felipe Calderón.
Otro reto es diversificar el intercambio comercial con todos los demás
países con los que se tiene tratados, como los pertenecientes a
la Unión Europea, los de Asia y el resto de América Latina. La gran
dependencia que México tiene de la economía de Estados Unidos, lo
pone en desventaja, pues aunque aprovecha los períodos de auge, se
ve fuertemente golpeado en las épocas de recesión, como aprendimos
durante la pasada crisis inmobiliaria en ese país. Asimismo, hace falta
aprovechar aún más el mismo TLCAN en nuestro intercambio comercial
con Canadá. La búsqueda de la eliminación del requisito de la visa con
ese país y en general de una política de movilidad laboral conjunta más
vigorosa es un gran reto para el TLCAN.
Un reto adicional, es que para que funcione mejor el actual modelo
económico, las reformas tienen que estar acompañadas del
fortalecimiento de nuestras instituciones y del Estado de Derecho.
Las buenas prácticas en materia de derechos humanos, participación
ciudadana, trasparencia y rendición de cuentas, en general, de un
gobierno abierto, nos permitirán tomar una mayor ventaja del libre
comercio, pues el libre comercio no sirve si existe una debilidad del
Estado.
Citación sugerida: RUBIO, Jesús (2015), “Retos sociales y económicos para México ante el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte”, en Cuadernos de Conflicto y Paz, Vol. 1,
# 3. Monterrey: Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales, Universidad de
Monterrey, pp. 14-15.
Los Cuadernos de Conflicto y Paz son alimentados por el
Programa de Conferencias del Centro de Política Comparada
y Estudios Internacionales, el cual es abierto a recibir todo tipo
de expertos en diversas fases de sus carreras profesionales.
De enero 2013 a diciembre 2014, la Universidad de Monterrey
recibió a cinco especialistas internacionales que disertaron
sobre diversos temas relevantes en términos de estudios de
violencia, paz, y resolución de conflictos. También se organizó
una actividad para resaltar el 20 aniversario del Tratado de
Libere Comercio de América del Norte. Esta galería presenta
los títulos de esas conferencias.
GALERIA DE CONFERENCIAS
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 14 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 15
La integración transnacional en materia de salud: el caso de la tuberculosis en la zona fronteriza México – Estados Unidospor: Philippe Stoesslé
¿Qué grado de integración regional existe en materia de salud pública
entre México y Estados Unidos? En base a las iniciativas binacionales de
lucha contra la Mycobacterium tuberculosis (TB) en la zona fronteriza,
determinaremos si es más conveniente hablar de integración regional
o bien, aludir a una cooperación, concertación o colaboración bilateral.
La zona fronteriza
La frontera entre Estados Unidos (EEUU) y México representa 3141
kilómetros de interfaz física y cultural. Sin embargo, la “Zona Fronteriza”
se compone de una franja de 100 km de ambos lados de la frontera, 30
ciudades hermanas (incluyen 4 de las 7 ciudades y 5 condados más
pobres de EEUU), y 10 estados (4 estadounidenses y 6 mexicanos).
Asimismo, representa casi 15 millones de habitantes, población
que aumentó 12% y 18% del lado estadounidense y mexicano,
respectivamente, durante la primera década del siglo XXI.
Trabajo, turismo, comercio binacional o reunión familiar son los motivos
más comunes de cruce fronterizo (400 millones de cruces legales al
año; aproximadamente 1.1 millones al día). Este límite político puede
considerarse como una membrana porosa en la que existen continuos
flujos migratorios de una población generalmente joven.
Situación de la tuberculosis en los Estados Unidos / México
El entorno fronterizo genera grandes e inusuales desafíos en materia de
salud que complican el control de las enfermedades infecciosas como
la TB, en tanto que la pobreza, la vulnerabilidad social y la migración se
entretejen para crear un ambiente adecuado para la propagación de
esta enfermedad.
La incidencia de TB entre EEUU y México es de 1:4-5. Aunque las tasas
van disminuyendo paulatinamente desde el 2000, la incidencia en
ambos países, es 2, 3 ó 4 veces superior en los estados fronterizos en
comparación con el promedio nacional. Un tercio del total de casos de
tuberculosis se encuentra en la zona fronteriza.
| La incidencia de TB entre EEUU y México es de 1:4-5. Aunque las tasas van disminuyendo
paulatinamente desde el 2000, la incidencia en ambos países, es 2, 3 ó 4 veces superior en los estados
fronterizos en comparación con el promedio nacional. Un tercio del total de casos de tuberculosis se
encuentra en la zona fronteriza.|
En 2014, en EEUU la tasa de TB fue 13.4 veces más alta entre
personas nacidas fuera de EEUU en comparación a las nacidas en
dicho país. Mientras que del lado mexicano, alrededor de 18,000
personas desarrollan la enfermedad cada año, y cerca de 2,000 mueren
anualmente.
El TLCAN y la TB
Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) y la mayor apertura al comercio y las inversiones, el flujo
de mercancías y personas explotó. Las exportaciones mexicanas
aumentaron en un 650% entre 1994 y 2013 y el nivel de inversión
extranjera directa (IED) era 5 veces mayor en 2013 que en 1993,
enfocándose al norte de México.
Sin embargo, los servicios de salud pública y seguridad social no fueron
objetos de negociación en el TLCAN. Por ello, tanto México como EEUU
pueden modificar soberanamente sus sistemas de salud (seguridad
social, permisos para instalaciones de salud, autorización de la práctica
médica).
Además, es importante notar que el TLCAN tuvo consecuencias
negativas sobre la epidemiología de la TB. En efecto, provocó una mayor
movilidad intranacional de poblaciones en búsqueda de empleo en la
zona fronteriza y altos flujos de migración transnacional, generando así
condiciones laborales y de vivienda insalubres que facilitan el desarrollo
de TB (hacinamiento, malnutrición).
La respuesta binacional
La incidencia de TB aumentó paulatinamente en los años 1990 por la alta
prevalencia de VIH/SIDA, lo que generó la instauración de instituciones
binacionales. Hasta 1995, se formó “Diez Contra la Tuberculosis“ (DCT),
grupo técnico binacional compuesto por los dos gobiernos federales,
los 10 estatales y algunas organizaciones civiles. Los escasos recursos
y el limitado apoyo político restringieron su efectividad.
Dos programas fueron después desarrollados, “Cure-TB” y “TBNet”, así
como la “Tarjeta Binacional de Salud” para asegurar el acceso de los
pacientes a servicios médicos en EEUU y México; que a pesar de éxitos
locales, sufrieron de la falta de confianza mutua y coordinación entre
ambos países. En 1998, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo
Internacional (USAID) implementó su propia estrategia en México
(1999- 2004), pero fue poco eficaz, por falta de colaboración con el
programa DCT.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 15
Posteriormente, DCT presentó un plan estratégico de acción binacional
en tuberculosis, extensivo a toda la frontera (2005–2010), que
constituyó el auge de colaboración binacional con planes de acción
subregionales específicos y considerando la diversidad de necesidades
locales. No obstante, el proyecto se hundió por largos años de pocos
resultados y la falta de recursos propios, dejando lugar a proyectos
más limitados en espacio y tiempo, financiados nuevamente por USAID
pero sin un plan estratégico común.
Hoy en día, la iniciativa más destacada es la Comisión de Salud
Fronteriza EEUU –México (CSF), creada en 2000 y que actúa como un
foro: lidera la coordinación binacional en materia de salud fronteriza,
por medio de la investigación y de alianzas estratégicas.
Entonces, ¿es correcto hablar de integración en materia de salud?
La frontera entre países, estados y jurisdicciones está todavía muy
presente, como se nota a través de las normas de abastecimiento de
medicamentos, lineamientos de seguridad, manejo transjurisdiccional
y transnacional de la información; por lo que podemos afirmar que a
| Podemos afirmar que a pesar de un claro esfuerzo convergente, la acción bilateral en
materia de lucha contra la TB es actualmente el fruto de una cooperación entre los
distintos actores nacionales, más que de una integración..|
pesar de un claro esfuerzo convergente, la acción bilateral en materia
de lucha contra la TB es actualmente el fruto de una cooperación
entre los distintos actores nacionales, más que de una integración.
Tampoco existe ninguna organización supranacional como tal, siendo
el éxito de la lucha contra la TB determinado por la efectividad de la
cooperación entre distintos actores que trabajan independientemente
unos de otros (Centers for Disease Control, hospitales, organizaciones,
fundaciones, universidades, etc.). La plataforma de colaboración que
ofrece la CSF no tiene poder de decisión, ni de normatividad; emite
únicamente recomendaciones.
Finalmente, los dos vecinos comparten retos de salud y limitantes
para luchar eficazmente contra la TB. La frontera no se considera
como una unidad epidemiológica para fines de vigilancia, detección,
manejo y control de los casos; puesto que a pesar de las iniciativas de
colaboración, cada estado maneja sus pacientes de forma diferente
y no existe una base de datos de los casos binacionales accesible en
ambos países.
Esta situación refuerza el problema de las “poblaciones flotantes”,
que se atienden parcialmente en ambos lados de la frontera sin
terminar el tratamiento. Sin duda, la clave del control de la TB en EEUU
está estrechamente ligada a una mayor cooperación, si no es que
integración, entre México y EEUU.
Citación sugerida: STOESSLÉ, Philippe (2015), “La integración transnacional en materia de salud:
el caso de la tuberculosis en la zona fronteriza México-Estados Unidos”, en Cuadernos de
Conflicto y Paz, Vol. 1, # 3. Monterrey: Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales,
Universidad de Monterrey, pp. 16-17.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 16 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 17
stages of finishing, investment, and all the stages of the agrifood
system from inputs and production to retailing and consumption.
Although NAFTA gave U.S. corn producers greater access to the
Mexican market, it happened at the same time as the market for corn-
based ethanol was growing. Given the competing demands for corn,
and the fact that corn is often grown in alternation with soybeans,
producing corn for the Mexican market may not continue to increase.
While there were concerns about the impacts of fresh fruit and vegetable
imports on U.S. producers, that seems to have been mitigated with
variable tariffs and quotas. A more lingering concern involves pesticide
residue levels on fresh fruits and vegetables coming from Mexico that
are more dangerous than those on U.S. or Canadian produce.
Environment in Mexico
The concerns about the impact of NAFTA on the biophysical environment
have included both agriculture and other sectors. One of the main areas
of concern has been with respect to water, including both waterlogging
and salinization from irrigation, and using deep wells to withdraw water
from aquifers at a rate that is great than the recharge rate.
In areas of the country such as Chiapas, it is suggested that the
pressures on agricultural production lead to greater deforestation.
Given that U.S. corn production is displacing Mexican corn production, it
is argued that a more environmentally damaging production system is
displacing a more environmentally beneficial production system.
Outside of food and agriculture, it is argued that NAFTA encouraged
a boom in environmentally destructive activities in Mexico. One of
these was tourism, with increased greenhouse gas emissions from
air transport, water consumption, waste generation, and electricity
consumption with its derivative environmental impacts. Moreover,
one review of the environmental effects of NAFTA claims that Mexico
has weakened its commitment to the protection of the environment in
manufacturing.
Environment in Canada and the U.S
When NAFTA was approved, many expected that highly polluting
industries would move to Mexico, and Mexico would become a pollution
haven, but that seems to have happened very little. At the same time,
under NAFTA, trade in fossil fuel energy among the three countries has
greatly increased, leading to much greater greenhouse gas emissions.
| Although the agreement does create procedural environmental rights, the
mechanisms have been underfunded, have discriminated between different types of
claimants, and have not made much progress on environmental issues.|
NAFTA at 20: Impacts on Food, Agriculture, and the Environmentpor: Craig Harris
It is perhaps useful to think of NAFTA as a 20-year-old child. When he
was born, some family members had great hopes that he would excel
in sports or science or politics, but other family members were worried
that he would become a drug lord or self-destructive. Now that he is 20
years old, it is possible to see some of his past behaviors and some of
his tendencies. However, it is still much too early to reach a definitive
conclusion about the meaning of his existence.
When NAFTA was being considered, many argued that it would lead
to greater efficiency and profitability in the agrifood sector, and to
greater social development in the rural areas of Mexico. But others
argued that NAFTA would lead to greater rural poverty and more severe
environmental destruction. After 20 years, it is clear that all of these
outcomes, both positive and negative, have occurred, and it is not clear
what the future holds.
In the small space available, it is only possible to sketch out the impacts
of NAFTA on food, agriculture and the environment, in the three North
American countries.
Food and Agriculture in Mexico
The impacts on food and agriculture in Mexico have varied by
commodity. The fresh fruit and vegetable sector has greatly benefited
from greater access to U.S. and Canadian markets. The basic grains
and dairy sectors have been harmed by the greater access of U.S. and
Canadian products to the Mexican market.
The impacts have also varied by scale of operation. The large scale
enterprises have either benefited from NAFTA, or at least not been
harmed, while in general small scale enterprises have been harmed by
the Agreement. Operators of smaller scale farms have had to choose
between selling the land, migrating to the U.S., producing just for their
own subsistence, or producing drugs like marijuana and amapola; for
many the last alternative has been the optimal choice. Others have
increased the cultivation of blue agave to supply the growing demand
for tequila for export.
Food and Agriculture in Canada and the U.S.
One of the major impacts of NAFTA has been the greatly increased
integration of the food and agriculture sectors of the three countries.
This includes not only the physical volume and monetary value of trade
among the three countries, but also the range of products at different
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 17
The greatly increased trade among the three countries has allowed
invasive species from outside North America to move quickly between
the three countries.
One of the main environmental impacts of NAFTA may be on national
regulation of environmental impacts. The protections which NAFTA
gives to private property and investment appear to have diminished
the abilities of governments to protect the environment and human
health (e.g., from the extraction of tar sands in Canada), and to
have empowered multinational corporations to challenge important
environmental policies. The Cozumel Pier case is cited as paradigmatic
in this regard.
Looking to the future, through the North American Agreement on
Environmental Cooperation and the Commission for Environmental
Cooperation, NAFTA has provided one model for simultaneously
liberalizing trade and protecting the environment. At the same time,
although the agreement does create procedural environmental rights,
the mechanisms have been underfunded, have discriminated between
different types of claimants, and have not made much progress on
environmental issues.
Citación sugerida: HARRIS, Craig (2015), “NAFTA at 20: Impacts of Food, Agriculture, and the
Environment”, en Cuadernos de Conflicto y Paz, Vol. 1, # 3. Monterrey: Centro de Política
Comparada y Estudios Internacionales, Universidad de Monterrey, pp. 17-18.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 18 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 19
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Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 19
AUTORES
Mathieu Arès
Jesús Rubio
Philippe Stoesslé
Craig Harris
Mathieu Arès es profesor asistente en École
de politique appliquée de la Universidad
de Sherbrooke (Quebec, Canadá). Tiene un
doctorado en ciencias políticas de la Universidad
de Montreal (2000) y una maestría en ciencias
políticas de la Universidad de Ottawa (1991). Se
especializa en la economía política internacional.
Desde 2013, es co-director del Observatorio de
la Américas del Centre d’études sur l’intégration
et la mondialisation (CEIM) del que es miembro
desde 2004. Sus intereses de investigación
incluyen la economía política internacional,
el regionalismo y la política comercial en las
Américas, en particular la política comercial
mexicana.
Entre sus publicaciones más recientes incluyen
la codirección del libro La inversión y la nueva
economía global, (Con E. Boulanger, Bruylant,
2012). Actualmente, está por completar un
estudio comparativo del impacto de China sobre
las políticas comerciales e industriales de Brasil,
Canadá y México.
Jesús Rubio es profesor investigador titular
de El Colegio de la Frontera Norte, sede
Monterrey. Forma parte del Sistema Nacional
de Investigadores del CONACYT. Cuenta
con el Doctorado en Política Pública por el
Tecnológico de Monterrey, donde además,
se graduó de la Maestría en Administración
Pública y Política Pública. Su especialidad es
el análisis de políticas públicas, sobre todo del
mercado laboral y de igualdad de género. Cuenta con más de 10 artículos
publicados en revistas científicas. Ha publicado y sido ponente en Argentina,
Chile, Colombia, España, México, Puerto Rico y Venezuela. Es miembro
honorario del Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales de la
Universidad de Monterrey.
Philippe Stoesslé es Profesor-Investigador
de tiempo completo del Departamento de
Ciencias Sociales y Subdirector del Centro de
Política Comparada y Estudios Internacionales
(CPCEI) de la Universidad de Monterrey
(UDEM).
Licenciado en Historia de la Universidad de
Strasbourg (Francia), cuenta con una Maestría
en Ciencias Políticas del “Centro de Estudios Europeos” en Paris (Universidad
de Paris-Este), un Master en Geopolítica y Relaciones internacionales del
Instituto de Estudios Políticos de Toulouse (Francia) y una Maestría en
Educación (Universidad de Borgoña, Francia).
Actualmente, coordina un proyecto multidisciplinario de investigación
enfocado en los determinantes sociales de la salud de la población migrante
indocumentada en el noreste de México.
Craig Harris is an Associate Professor of
Sociology at Michigan State University with
appointments in the College of Social Science
and Michigan AgBio Research; he is affiliated
with the Center for Regional Food Systems and
the Center for the Social Study of Standards.
Harris is a Visiting Professor at the University
of Monterrey, where he is associated with the Department of Social Sciences
and the Department of Sociology.
Harris has done research on food and agriculture and the environment in
Michigan and the rest of the United States, Mexico, Taiwan, Uganda, Bulgaria,
Senegal, Kenya and Tanzania. Currently, Harris is studying the regional food
systems of Monterrey, Mexico, and Grand Rapids, Michigan.
Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 20 Cuaderno de Conflicto y Paz- Vol. 1 No. 3, Edición especial (Abril - Junio 2015). 20
El Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales (CPCEI) es una red de especialistas en temas de paz, violencia, y resolución de conflictos, que trabaja para fortalecer y divulgar de perspectivas holísticas e integrales dedicadas al estudio de los procesos de búsqueda, construcción, y consolidación de la paz. Los objetivos del CPCEI son: (1) Favorecer las aproximaciones que ayuden a descifrar y entender los obstáculos a la paz, por medio de la creación de espacios de discusión multidisciplinarios; (2) Contribuir a cerrar las brechas existentes entre Política Comparada y Relaciones Internacionales y entre teoría y práctica en materia de búsqueda, mantenimiento, y construcción de la paz, enfatizando el carácter transnacional de los mismos de muchos de los fenómenos ligados a la violencia; (3) Incentivar la concepción de teorías en materia de resolución de conflictos sociopolíticos y de estudios para la paz que vayan más allá de los casos particulares, por medio de comparaciones intra-regionales e interregionales.
El Centro de Política Comparada y Estudios Internacionales de la Universidad de Monterrey es:
Director: Fernando A. CHINCHILLA; Subdirector: Philippe STOESSLÉ; Consejo Asesor Científico: Flavia FREIDENBERG, Carlo NASI, Pablo POLICZER; Investigadores Asociados: Gustavo, DUNCAN, Ricardo A. MARTINEZ, Cécile MOULY, Fernando ZELEDON; Aliados institucionales: El Laboratorio sobre el Crimen y la Violencia (Pontificia Universidad Católica del Perú); Centro de Estudios Africanos (Universidad Externado de Colombia); Asis-tentes de investigación: Cinthia María DEL BOSQUE ARCE, Astrid Patricia DE LEÓN RODRÍGUEZ, Karla Gabriela TAMEZ LÓPEZ, Rebeca TABOADA, Santiago VALDÉS YÁÑEZ; Asistentes Becarios: José FERNÁNDEZ TORRE, Jorge Mario CHABOLLA, Sophia GOMEZ PECORELLI y MayraTORRES.
Volumen 1 , Número 3Abril - Junio 2015
Edición Especial
ISSN: 2395-8529