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DOS AÑOS DE VACACIONES JULIO VERNE

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  • D O S A O S D EV A C A C I O N E S

    J U L I O V E R N E

    Diego Ruiz
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    PRLOGO

    Muchos Robinsones han despertado ya lacuriosidad de nuestros jvenes lectores. Daniel deFo, en su inmortal Robinsn Cruso, ha puesto enescena al hombre solo; Wyss, en su Robinsn Suizo, ala familia; Cooper, en El Crter, a una sociedad consus mltiples elementos, y yo en La Isla Misteriosa hepresentado a algunos sabios luchando con lasnecesidades de su penossima situacin.

    Se ha escrito tambin El Robinsn de doce aos, ElRobinsn de los hielos, El Robinsn de las nias, y otros;pero con ser tan grande el nmero de novelas quecomponen la serie de los Robinsones, no la considerocompleta, y he credo que para ello sera convenientepublicar un libro cuyos protagonistas fueran algunosjovencitos de ocho a trece aos, abandonados enuna isla, luchando por la vida en medio de las

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    contrariedades ocasionadas por la diferencia denacionalidad; en una palabra, un colegio de Robinsones.

    Verdad es que en Un capitn de quince aosprocur demostrar lo que pueden el valor y lainteligencia de un nio enfrente de los peligros y delas dificultades de una responsabilidad muy grandepara su edad; pero se me ha ocurrido despus que sila enseanza contenida en dicho libro ha de ser paramuchos provechosa, se haca necesario completarla.

    He aqu los dos motivos que me han impulsadoa escribir esta nueva obra, que me permito ofrecer alpblico bajo el ttulo de: Dos aos de vacaciones.

    JULIO VERNE.

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    La tempestad. -Un schooner desamparado.-Cuatro muchachos en el puente del Sloughi.-La mesana hecha pedazos. -Visita en el interiordel yate. -El grumete medio ahogado. -Una olapor la popa. -La tierra a travs de las nieblas de

    la madrugada. -El banco de arrecifes.

    Durante la noche del 9 de Marzo de 1860 lasnubes, confundindose con el mar, no permitan a lavista extenderse ms all de algunas brazas enderredor.

    En aquel mar furioso, cuyas olas se desplegabandejando en pos de s surcos lvidos y espumosos, unbuque ligero hua casi sin velas.

    Era un yate de cien toneladas, un schooner, comollaman a las goletas en Inglaterra y en Amrica.

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    Este schooner se denominaba el Sloughi, nombreque se hubiera buscado en vano en el cuadro depopa, en atencin a que haba sido arrancado enparte por debajo del coronamiento, quiz por elhuracn, tal vez por algn choque.

    . Eran las once de la noche. Bajo la latitud enque se hallaba, y a principios de Marzo, stas sonbastante cortas. Los primeros albores no es dejaranver hasta las cinco de la madrugada. Pero seranacaso menores los peligros que amenazaban alSloughi cuando el sol alumbrase el espacio? Tan dbilnave no estara sin cesar, hasta destruirse, a mercedde las olas, cada vez ms embravecidas?

    Seguramente que esto ltimo acontecera, puesslo la calma podra salvarla de un horrorosonaufragio, cual lo es el que ocurre en medio delOcano, lejos de toda tierra, cuya presencia alientasiempre y hace muchas veces que algunos nufragos,reanimados por la esperanza, encuentren susalvacin.

    En la popa del Sloughi, y al lado del timn, sehallaban tres muchachos, uno de catorce aos, otrosdos de trece y un grumete de raza negra, quecontaba apenas doce. Los pobres nios reunan susfuerzas para impedir que las olas cogieran al schooner

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    por los costados, hacindole perecer. Era un trabajomuy rudo, porque la rueda del gobernalle, dandovueltas a pesar de los esfuerzos que las pobres cria-turas hacan para dominarla, poda de un momento aotro sobreponerse a ellos y lanzarlos al mar. Unpoco antes de las doce arreciaron tanto las olas quebatan el flanco del yate, que puede considerarsecomo un milagro que no se rompiera el timn. Losgolpes de mar eran rudsimos, y uno de ellos, muyfuerte, derrib a nuestros pequeos marineros, sibien pudieron stos levantarse casi en seguida.

    -Sirve todava el timn? pregunt uno de ellos.-S, Gordon, respondi otro muchacho, llamado

    Briant, que, habiendo vuelto a ocupar su sitio,conservaba toda su sangre fra.

    Luego, dirigindose al tercero, dijo:-Agrrate fuerte, Doniphan, y procura no

    acobardarte. Tenemos que salvar a los dems.Estas frases fueron dichas en ingls; mas por el

    acento de Briant dejbase conocer que era de origenfrancs.

    ste se volvi hacia el grumete, dicindole:-Ests herido, Mok?

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    -No, seor Briant; pero procuremos mantener elbuque dando la popa a las olas, si no queremos irnosa pique.

    En este momento se abri la escotilla que dabapatio al saln del schooner, y dos cabecitas aparecieronal nivel del puente, oyndose al mismo tiempo losladridos de un perro, que no tard en dejarse vertambin.

    -Briant!... Briant!... exclam un nio como deunos nueve aos de edad: qu sucede?

    -Nada, Iverson, nada, replic Briant. Bjate otravoz con Dole... Pronto, muy pronto!...

    -Es que tenemos mucho miedo! aadi el otroms pequeo.

    -Y los dems?... pregunt Doniphan.-Los dems tambin estn asustados! replic

    Dole.-Vamos, volved abajo, dijo Briant; encerros,

    tapos la cabeza con la sbana, cerrad los ojos, y asno tendris miedo. No hay peligro ninguno.

    -Atencin!... Otra ola!... exclam Mok.Y, en efecto, un violento choque se sinti en la

    popa; pero felizmente no embarco agua, porque sital hubiera sucedido, la ruina sera completa, pues

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    penetrando el agua en el interior por la puerta de laescotilla, el yate no hubiera podido levantarse ms.

    -Volvos adentro, con mil rayos! exclamGordon: volvos, si no queris que os castigue!

    -Vamos, nios, marchos, volvi a repetir Briantcon ms dulzura.

    Las dos cabecitas desaparecieron; mas en aquelmomento, otro muchacho, que acababa de subir,pregunt:

    -No nos necesitas, Briant?-No: Baxter, Cross, Webb, Service, Wilcox y t,

    quedos con los pequeos. Bastamos aqu loscuatro.

    Baxter volvi a cerrar por dentro.-Los dems tambin tienen miedo, haba dicho

    Dole, segn recordarn nuestros lectores.Pero es que no haba ms que nios en aquel

    schooner llevado por el huracn? Es que no existaningn hombre a bordo, ni un capitn que mandara,ni un marino siquiera que ejecutara las maniobras, niun timonel que gobernase en medio de aquellatormenta? No, no haba ms que nios! Y cuntoseran? Quince, contando a Gordon, Briant,Doniphan y el grumete que ya conocemos. Y en

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    qu circunstancias se embarcaron y por qu seencontraban solos? Pronto lo sabremos.

    Lo cierto es que, dado tal personal, no es deextraar que nadie a bordo pudiese decir la posicinexacta del Sloughi en medio de aquel Ocano... Yqu Ocano! El ms grande de todos, el Pacfico,que tiene dos mil leguas de anchura desde Australiay Nueva Zelandia hasta el litoral suramericano.

    Qu haba sucedido? La tripulacin varonil delyate habla desaparecido por efecto de algunacatstrofe? Piratas de la Malasia se habanapoderado quizs de los marineros, no dejando abordo ms que unos cuantos nios entregados a smismos, no pasando el mayor de catorce aos? Unbuque de cien toneladas necesita, por lo menos, unCapitn, un contramaestre, cinco o seis hombres; yde ese personal, indispensable para maniobrar, noquedaba ms que un grumete. Pero, en fin, dednde vena ese schooner? De qu parajeaustrolasiano, o de qu archipilagos de Oceana?Desde cunto tiempo estaba en el mar, y cul era surumbo? Seguramente que aquellos pobres niospodran contestar a todas aquellas preguntas sihubieran encontrado algn navo y el capitn lespreguntara el motivo de su aislamiento; mas por

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    desgracia no se divisaba ningn buque, ni siquiera delos transatlnticos, cuyos itinerarios se cruzan en losmares ocenicos, ni tampoco barcos del comercio,de vapor o veleros, que Europa y Amrica mandan acentenares hacia los puertos del Pacfico. Y aunqueuno de esos buques, tan potentes por su mquina opor su velamen, estuviera en aquellos parajes, lehubiese sido muy difcil socorrer al yate, ocupado lmismo en luchar con la tempestad.

    Briant y sus compaeros procuraban, por todoslos medios que estaban a su alcance, que el schoonerno se tumbara por completo.

    -Qu hacemos?... dijo Doniphan.-Todo lo que sea posible para salvarnos, con la

    ayuda de Dios! respondi Briant con serenidadadmirable, precisamente en momentos en queciertamente aun el hombre de ms energa hubieraconservado muy pocas esperanzas de salvacin.

    En efecto; la tempestad arreciaba y el huracncreca en intensidad, amenazando a cada instantehundir la embarcacin, privada haca cuarenta yocho horas de su palo mayor, que, roto a cuatro piesde altura por encima del puente, no permita izarninguna vela con que auxiliar el gobierno del buque.El palo mesana se sostena aun, pero era de temer

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    cercano el momento en que, falto de los obenques,se cayera sobre el puente. Hacia la proa, el pequeofoque, hecho pedazos, era de tal modo agitado porel huracn, que sus sacudidas parecan detonacionesde armas de fuego. No quedaba ya ms vela que lamesana, pronta a desgarrarse tambin, pues lospobres muchachos no hablan tenido la suficientefuerza para quitar el ltimo rizo, a fin de disminuirsu superficie. Si aquella vela se rompa, sera yaimposible que el yate hiciera frente al viento, y lasolas, cogindolo por los lados, lo tumbaran deseguro, yndose irremisiblemente a pique, y suspasajeros desapareceran con l en el terrible abismo.

    Hasta entonces, ni una isla, ni un continente sehaba visto al Este. Chocar con una costa es unaeventualidad terrible, sin embargo, esos nios lohubieran temido menos que a los furores de aquelinmenso mar. Un litoral cualquiera, con sus escollos,sus rompientes, sus rocas incesantemente invadidaspor la resaca, era preferible a ese Ocano, pronto aabrirse bajo sus pies.

    As es que los pobres chicos miraban siempre alhorizonte, esperando ver alguna luz que los guiase.Vana esperanza!

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    De repente, hacia la una de la madrugada, unruido espantoso domin el silbido del huracn.

    -El palo de mesana se ha roto!... exclamDoniphan.

    -No, respondi el grumete. Es la vela, que se hasoltado de las relingas.

    -Es menester arrancarla, dijo Briant. Gordon,ponte en el timn con Doniphan; y t, Mok, ven aayudarme.

    El negrito, siendo grumete, tena algunasnociones de nutica, de las que no careca tampocoBriant, por haber atravesado ya el Atlntico y elPacfico cuando hizo el viaje de Europa a Oceana,habindose familiarizado algn tanto con lasmaniobras. Esto explica el por qu los dems, queno saban nada de eso, haban confiado a Briant y aMok el cuidado de dirigir el schooner.

    En un instante, ambos muchachos corrieronvalerosos hacia la proa, pues era menester a todacosta desembarazarse de la mesana para evitar que elbuque cayera de costado; porque si esto hubiesesucedido, sera de todo punto imposible levantarlo, amanos que no cortasen por completo el palodespus de quitarle los obenques metlicos, trabajo

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    que no podan ejecutar los infantiles tripulantes delyate.

    En tales condiciones, Briant y Mok dieronpruebas de una notable destreza. Resueltos aconservar todo el velamen posible para tener elSloughi en posicin de recibir el viento por la popamientras durase la borrasca, consiguieron largar ladriza de la verga, que cay a cuatro o cinco pies delpuente. Los jirones de la mesana, cortados con uncuchillo por su parte inferior y sujetos por algunasabrazaderas, fueron amarrados a los cabos delempavesado, no sin que ambos intrpidosmuchachos se vieran a punto de ser arrastrados porlas olas.

    Con este reducido velamen el buque pudoconservar la direccin que ya segua desde tantotiempo, dando su casco bastante presa al viento paraque corriese con la velocidad da un torpedero. Loque importaba sobre todo era librarse de las olas,huyendo con rapidez, para evitar que algn golpe demar saltase por encima del buque. Esto hecho,Briant y Mok se reunieron a Gordon y a Doniphanpara ayudarles a gobernar.

    La puerta de la escotilla se abri en aquelmomento por segunda vez, y dejse ver una cara

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    infantil. Era Santiago, hermano de Briant, con tresaos menos de edad que l.

    -Qu quieres, Santiago? le pregunt el mayor.-Ven... ven!... respondi el nio. Hay agua hasta

    en el saln!-Es posible! exclam Briant.Y precipitndose por la escalera, la baj casi de

    un salto.-El saln estaba dbilmente alumbrado por

    una lmpara, que el vaivn del buque balanceabacon violencia. Esta luz permita distinguir a unadocena de nios tendidos en los divanes o en lascamitas del Sloughi. Los ms pequeos (los haba deocho y nueve aos), apretados unos contra otros,estaban llenos de espanto.

    -No hay peligro! les dijo Briant, queriendotranquilizarlos. Estamos nosotros aqu!... Notengis miedo!...

    Entonces, bajando hasta el suelo un farol quetena en la mano, vio que cierta porcin de aguacorra de un lado a otro del yate.

    De dnde era aquella agua? Haba penetradopor alguna grieta? Esto era preciso averiguar.

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    Contiguo al saln se encontraba una grancmara, luego el comedor, y despus la habitacin delos tripulantes.

    Briant recorri dichos departamentos y observque el agua no penetraba ni por encima ni por

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    debajo de la lnea de flotacin. Esta agua, despedidahacia popa por la inclinacin del buque, provena delas olas que entraban por la proa, y filtraba por lasrendijas de la toldilla del puesto de la tripulacin. Nohaba que temer ningn peligro por aquel lado.

    Briant tranquiliz a sus compaeros cuandovolvi a pasar por el saln, y un poco menosinquieto, ocup de nuevo su sitio en el timn. Elschooner, slidamente construido, forrado con buenasplanchas de cobre, no poda hacer agua y estaba enestado de resistir el embate de las olas.

    Sera como la una de la maana. En aquelmomento la noche era cada vez ms oscura por elespesor de las nubes; la borrasca se desencadenabacon atronadora violencia, y el yate navegaba con sinigual velocidad, saludado por las gaviotas con gritosagudos que rasgaban los aires. La presencia de estasaves era seal de que la tierra se hallaba cerca? No,porque se las encuentra a veces a varios centenaresde leguas de la costa. Adems, impotentes paraluchar contra la corriente area, esos pjaros, quesienten placer en medio de las tormentas, la seguancomo el schooner, al que ninguna fuerza humanahubiera podido detener.

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    Una hora ms tarde lo que quedaba de la mesanaacab de desgarrarse, esparcindose por el espacio.

    -Ya no tenemos velas!, exclam Doniphan, y esimposible colocar ninguna otra.

    -Qu importa! respondi Briant; no por esonavegaremos con menos velocidad.

    -Vaya una contestacin! replic Doniphan: siste es tu modo de maniobrar!...

    -Cuidado con las olas, que amenazan por lapopa! Es necesario atarnos, si no queremos que nosarrastren, dijo Mok.

    Apenas haba concluido el grumete depronunciar estas palabras, cuando un gran golpe deagua cay encima del puente. Briant, Doniphan yGordon fueron despedidos contra la toldilla a la quese agarraron; pero el pobre Mok habadesaparecido en aquella masa lquida, que barritoda la cubierta del Sloughi, arrastrando parte de laobra muerta, dos canoas, una chalupa, algunos otrosobjetos y la cubierta de la brjula. Sin embargocomo parte de la obra muerta haba sido levantadapor el golpe, el agua, saliendo por all, salv el yatedel peligro de zozobrar bajo el peso de aquellaenorme carga.

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    -Mok!... Mok! exclam Briant, cuando pudohablar.

    -Se habr cado al mar? pregunt Doniphan.-No, pues no se lo ve... dijo Gordon, que

    registraba con la vista las aguas.-Es preciso salvarlo... Echemos una cuerda por

    si acaso, respondi Briant.

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    -Y con una voz que retumb con fuerza, gritde nuevo:

    -Mok!... Mok!...-Aqu!... Aqu!... respondi el grumete.-No est en el agua, de seguro, dijo Gordon: su

    voz se oye hacia la proa.-Salvmosle! exclam Briant.Y psose a andar a gatas, evitando el choque de

    las garruchas desprendidas de las maromas,procurando no escurrirse, a causa del vaivn, sobreaquel puente resbaladizo.

    La voz del grumete se dej or otra vez, y luegotodo qued en silencio.

    Despus de muchos esfuerzos, Briant lleg a latoldilla de la tripulacin.

    Llam.No obtuvo respuesta.Sera que el mar se haba llevado a Mok

    despus de su ltimo grito? En este caso eldesgraciado nio deba estar ya muy lejos, haciaatrs, porque el viento no haba podido empujarlecon tanta velocidad como al schooner.

    Si as era, estaba perdido sin remedio.Mas no: un nuevo grito, si bien ms dbil, lleg

    hasta Briant, e hizo que ste se precipitase hacia el

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    hueco del montante en que se empotraba el pie delbauprs. All, a tientas encontr un cuerpo quo semova... Era el grumete, cogido en el ngulo queformaba el empavesado unindose en la proa.Adems, una driza que con sus esfuerzos apretabacada vez ms, le rodeaba la garganta, exponindose amorir estrangulado.

    Viendo esto Briant, sac su cuchillo y cort, nosin mucho trabajo, la cuerda que molestaba algrumete.

    Mok fue llevado hacia la popa y cuando tuvobastante fuerza para hablar, exclam:

    -Gracias, seor Briant, gracias!Y volvi a colocarse en el timn, en donde los

    cuatro se amarraron para resistir a las enormes olasque amenazaban el Sloughi.

    Al contrario de lo que haba credo Briant, lavelocidad del buque haba disminuido algn tantodesde que haba desaparecido la mesana, y estoconstitua un nuevo peligro. En efecto; las olas,siendo ms veloces que el yate, podan asaltarle porla popa y llenarle. Qu ms podan hacer? Eraimposible aparejar la menor vela.

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    En el hemisferio austral, el mes de Marzocorresponde al mes de Septiembre en el boreal, y lasnoches tienen corta duracin.

    Eran ya las cuatro de la maana; la luz del da nodeba tardar en aparecer al Este, es decir, encima deaquella parte del Ocano hacia la que la tempestadempujaba al yate. Puede ser que con la alborada latormenta pierda en intensidad, o que se divise latierra, y en ambos casos la suerte de esta tripulacinde pequeuelos se decida en algunos minutos.

    A eso de las cuatro y media, alguna luz se dejver efectivamente; mas por desgracia, las nieblaslimitaban el alcance de la vista a menos de un cuartode milla. Las nubes corran con una velocidad es-pantosa. El huracn no haba perdido nada de sufuerza, y el mar desapareca bajo la espuma de lasolas al romperse. El schooner, tan pronto levantado enla cima de una ola como hundido, al parecer, en elfondo del abismo, hubiera zozobrado veinte veces siel viento le hubiese cogido por los costados.

    Los cuatro muchachos miraban atnitos aquelcaos, comprendiendo que si los furiosos elementosno se calmaban pronto, su situacin era desesperada,pues materialmente imposible pareca que el Sloughi

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    resistiera aun veinticuatro horas la violencia de lasolas, que indudablemente acabaran por desbaratarle.

    Pero oh alegra! en este mismo instante Mokgrit:

    -Tierra!... Tierra!...A travs de la niebla el grumete crey divisar al

    Este los contornos de una costa. No seequivocaba? Nada ms difcil de reconocer que esasvagas lneas que se confunden con tanta facilidadcon pequeas nubes.

    -Tierra? pregunt Briant.-S, replic Mok; tierra al Este.E indicaba un punto del horizonte, si bien algo

    oculto por los vapores de la madrugada.-Ests cierto de ello? pregunt Doniphan.-S... s... ciertsimo!... respondi el grumete. Si la

    niebla se despeja un poco, mirad bien all... hacia laderecha del palo de mesana... Mirad... mirad!...

    La bruma, que empezaba a aclararse,remontndose a las zonas superiores, dej que lavista se extendiera sobre el Ocano en un espacio devarias millas delante del yate.

    -S, es la tierra... la tierra!... exclam Briant.-Y una tierra muy baja! aadi Gordon, que

    acababa de observar con ms atencin el litoral.

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    Esta vez no haba que dudarlo. Una tierra,continente o isla, se dibujaba a cinco o seis millas enuna ancha parte del horizonte. Con la direccin quellevaba, y de la que la borrasca no le permitaapartarse, el Sloughi llegara en menos de una hora;mas era de temer que se destrozara al llegar, sobretodo si las rompientes le detenan antes de abordar.Pero los pobres muchachos no pensaban en eso; esatierra que tan inopinadamente se ofreca a su vista,les pareca de segura salvacin.

    En aquel momento, el viento se puso a soplarcon ms violencia; el Sloughi, llevado como unpluma, s precipit hacia la costa, que se dibujabacomo un rasgo de tinta negra sobre el fondoblancuzco del ciclo. Avanzando algo el buque, pudoobservarse que en segundo trmino se elevaba unacantilado, cuya altura no excedera de cientocincuenta a doscientos pies, y, en primer trmino seextenda una playa amarillenta, cerrada a la derechapor masas redondeadas que parecan pertenecer aalgunos bosques del interior.

    Ah! Si el Sloughi pudiera alcanzar esa playaarenosa sin encontrar arrecifes; si la embocadura dealgn ro les ofreciese un refugio seguro, tal vez los

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    infantiles pasajeros podran llegar a tierra sanos ysalvos.

    Mientras que Doniphan, Gordon y Mok sequedaban en el timn, Briant se fue a proa y mirabaaquella tierra que se acercaba con mucha velocidad;pero buscaba en vano un sitio en que el yate pudieraabordar en condiciones favorables. No se vea niuna embocadura de ro o de riachuelo, ni un bancode arena en el que se pudiera encallar sin peligro.Delante de la playa se desarrollaba a la vista una filade rocas cuyas cimas negruzcas salan del agua ms omenos, segn la ondulacin de las olas, sacudidas sincesar por la resaca. All, de seguro, al primer choqueel Sloughi se hara pedazos.

    Briant tuvo entonces el pensamiento de que msvala que todos sus compaeros estuvieran sobre elpuente en el momento en que el buque encallara, yabriendo la puerta de la escotilla, grit:

    -Arriba todo el mundo!En seguida el perro se lanz fuera, seguido de

    unos diez nios que se arrastraron hacia popa. Losms pequeos, viendo las olas, gritaban asustados.

    Un momento antes de las seis de la maana elSloughi lleg al lado de las rompientes.

    -Agarros, agarros! exclam Briant.

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    Y medio despojado de sus vestidos, se aprest asocorrer a los que la resaca arrastrase, porqueseguramente que el yate iba a romperse contra losarrecifes. Sintise una violenta sacudida; de repenteel Sloughi dio un golpe con la popa, y aunque sucasco es resinti algo, el agua no penetr en l.

    Levantado por una segunda ola, fue despedido aunos cincuenta pies hacia adelante sin tocar a lasrocas, cuyas puntas sobresalan por todos lados.Luego se inclin a babor y qued inmvil en mediodel hervor de las aguas.

    Si no estaba ya en alta mar, le faltaba aun uncuarto de milla para llegar a la playa.

    II

    En medio de la resaca. -Briant y Doniphan.-Observacin de la costa. -Preparativos de

    salvacin. -Disputa por la canoa. -Desde lo altode palo de mesana. -Valerosa tentativa de

    Briant. -Efectos del reflejo.

    Libre ya de nieblas el espacio, la mirada podaseextender sin dificultad por un vasto radio en

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    derredor del schooner. Las nubes corran siempre conextremada rapidez, y la borrasca no perda nada desu furia; su misma violencia haca esperar queacabase pronto, y que una calma bienhechoratranquilizase algn tanto a esos pobres nios que,apretndose unos con otros, deban creerse perdidossin remedio cuando alguna gigantesca ola caaencima del puente, cubrindolos de espuma. Loschoques eran bastante rudos; el schooner, que nopoda evitarlos, se estremeca hasta la quilla, pero nohaba, sin embargo, recibido gran dao al penetrarentre las rocas. Briant y Gordon bajaron a loscamarotes, y asegurndose de que el buque no hacaagua por ninguna parte, tranquilizaron en cuanto lesfue posible a sus compaeros, y sobre todo a lospequeos, dicindoles:

    -No tengis miedo!... El yate es muy slido!...La costa no est lejos!... Esperemos y procuremosllegar a la playa.

    -Y por qu esperar? pregunt Doniphan.-S: por qu? aadi otro nio de unos doce

    aos, llamado Wilcox. Doniphan tiene razn... Porqu tenemos que esperar?

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    -Porque el mar est muy revuelto aun, ypereceramos en medio de las rocas, respondiBriant.

    -Y si el yate se abre? repuso un tercero, llamadoWebb, y de la misma edad que Wilcox.

    -No creo que esto esa de temor por ahora,replic Briant; a lo menos, mientras bajo la marca.Despus que haya bajado, y en tanto que nos lopermita el viento, nos ocuparemos del salvamento.Briant tena razn. Aunque las marcas seanrelativamente de poca consideracin en el OcanoPacfico, pueden, sin embargo, producir unadiferencia de nivel bastante importante entre la alta yla baja. Era, por consiguiente, una ventaja esperaralgunas horas, y sobre todo si el viento disminua;pudiendo suceder tambin que el reflujo dejara enseco parte de los arrecifes, lo que hara ms fcil latravesa del cuarto de milla que aun separaba alschooner de la playa.

    No obstante, por ms que este consejo fuesebueno, Doniphan y otros dos o tres que no sehallaban con nimos de seguirlo, se agruparon haciala proa, hablando en voz baja, y se comprendaclaramente que Doniphan, Wilcox, Webb y otrollamado Cross, no parecan dispuestos a entenderse

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    con Briant. Durante la larga travesa del Sloughi, sihaban consentido en obedecerlo, era porque Briant,segn hemos dicho ya, tena costumbre de navegar yposea algunos conocimientos de las maniobras;pero conservaban el pensamiento de recuperar sulibertad de accin en cuanto tocaran tierra.Doniphan, especialmente, no pensaba someterse,porque se crea superior a todos sus compaeros eninstruccin e inteligencia. Esta especie de envidiaque experimentaba Doniphan respecto a Briant,tena ya larga fecha, y adems bastaba que esteltimo fuese francs para que los dems, siendoingleses, no quisieran ser por l dominados, siendode temer, por lo tanto, que estas diferenciasacrecentaran la gravedad de una situacin de suyoembarazosa.

    Sin embargo, Doniphan, Wilcox, Cross y Webbmiraban el mar lleno de remolinos y surcado decorrientes contrarias, que no se podan atravesar singraves peligros. El nadador ms hbil no hubiesepodido resistir la accin de la marea baja, que elviento coga de travs. El consejo de esperar algunashoras era justificado, y preciso fue que Doniphan ysus compaeros se rindiesen ante la evidencia,

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    yndose otra vez hacia la popa, en donde estaban losdems.

    Briant deca en aquel momento a Gordon y aalgunos de los que le rodeaban:

    -No nos separemos!... Unmonos todos, osomos perdidos!...

    -No pretenders imponernos la ley! exclamDoniphan que le oy.

    -Nada pretendo, respondi Briant, sino que espreciso que obremos con perfecto concierto para lasalvacin de todos.

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    -Briant tiene razn, aadi Gordon, muchachofro y serio que no hablaba jams sin reflexionar.

    -S!... S!... exclamaron algunos de los pequeos,a quienes un secreto instinto impulsaba a confiar enBriant.

    Doniphan no replic, pero sus compaeros y lpersistieron en quedarse apartados de los dems,esperando la hora de proceder al salvamento.

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    Pero qu tierra era aquella? Perteneca a algunade las islas del Pacfico, o a un continente? Estacuestin no poda resolverse, porque estando elSloughi demasiado cerca del litoral, no era dable laobservacin en un permetro suficiente. Suconcavidad, formando ancha baha, terminaba endos promontorios; uno bastante elevado y liso haciael Norte, y el otro afilado en punta hacia el Sur. Peroms all de ambos cabos, seguira o no el mar loscontornos de una isla? Briant procur en vanoasegurarse de ello con ayuda de los anteojos queencontr a bordo.

    En el caso de que esa tierra fuera una isla, cmosera posible abandonarla si no se poda volver aponer el buque a flote, pues la marea alta no tardaraen desbaratarle, arrastrndole por los arrecifes? Y siesa isla no estuviese habitada, cual acontece enalguna del Pacfico, cmo esos nios abandonadosa s mismos y no teniendo ms vveres que losexistentes en el barco, proveeran a las necesidadesde la existencia?

    Si fuese continente, dado que no podra ser otroque el de la Amrica del Sur, las probabilidades desalvacin seran mayores, porque atravesando elterritorio de Chile o de Bolivia, ms pronto o ms

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    tarde hallaran auxilios, si bien es verdad que enaquel litoral, cercano a las Pampas, muchos malosencuentros eran de temer.

    Como el tiempo era bastante claro, dejbansepercibir todos los detalles de aquella tierra. Sedistingua perfectamente la playa, el acantilado que larodeaba y algunos rboles agrupados en su base.Briant divis tambin la embocadura de un ro a laderecha de la ribera.

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    En suma; si el aspecto de aquella costa no tenaningn atractivo, la fronda de aquellos rbolesindicaba cierta fertilidad comparable con la de laszonas de la latitud media. No poda haber duda deque ms all del acantilado, y al abrigo de losvientos, la vegetacin, encontrando un suelo msfavorable, deba desarrollarse con ms vigor.

    En cuanto a habitantes, no pareca que loshubiese en aquella parte de la costa, pues no se veani casa ni choza alguna en la desembocadura del ro.Los indgenas, si los hubiera, residan tal vez en elinterior, en donde estaban menos expuestos a loscrudos ataques de los vientos del Oeste.

    -No veo ni el menor rastro de humo! dijo Briantbajando el anteojo.

    -Ninguna embarcacin se ve en la playa!observ Mok.

    -Cmo es posible que las haya, puesto que nohay puerto? repuso Doniphan.

    -El puerto no es necesario, replic Gordon, pueslas barcas de pescadores encuentran refugio en laentrada de los ros; y si no vemos ninguna, quizssea porque la tormenta las haya obligado a inter-narse.

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    La observacin de Gordon era justa; mascualesquiera que fuesen los motivos, la verdad esque no se divisaba ninguna embarcacin, y que enrealidad aquella parte del litoral pareca deshabitada.Pero en el caso de que nuestros jvenes nufragos seviesen obligados a quedarse all algunas semanas,sera habitable? He aqu lo que deba sobre todopreocuparles.

    Aun cuando la marea ciertamente se retiraba conmucha lentitud, porque el viento se lo impeda,como ste pareca calmarse algn tanto contendencia a cambiar hacia el Noroeste, importabamucho estar apercibidos y dispuestos para apro-vechar el momento en que el banco de arrecifesofreciese un paso practicable.

    Eran cerca de las siete. Cada cual se ocup ensubir sobre el puente los objetos de primeranecesidad, dejando lo dems para cuando el mar losempujase hacia la costa. Pequeos y grandestrabajaron todos con afn; y como a bordo hababastante provisin de conservas, galleta y carnessaladas y ahumadas, hicieron paquetes destinados aser repartidos entre los mayores, quienes seencargaran de transportarlos a tierra.

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    Mas para que este transporte pudiera efectuarse,era preciso que los arrecifes estuvieran en seco.Sucedera as durante la marea baja? Bastara elreflujo para dejar el paso libre hasta la playa?

    Briant y Gordon fijaron toda su atencin en elmar. Con el cambio de direccin del viento, la calmase acentuaba, y apacigundose la resaca, permitanotar el decrecimiento de las aguas a lo largo de laspuntas de las rocas. Este decrecimiento influa en elschooner, que se apoyaba ms y ms hacia babor,hasta el punto de temerse que, si su inclinacinaumentaba, se tumbase por completo sobre elflanco, pues este yate, como todos los de granmarcha, era muy esbelto de formas, con lascompuertas muy elevadas y la quilla de mucha altura.

    En este caso, si el agua invada el puente, lasituacin sera en extremo grave. Era muy de sentirque las chalupas hubiesen sido arrebatadas, comohemos visto, porque aquellas embarcaciones,bastante capaces para conducirlos a todos, leshubiera sido permitido llegar a la costa y transportartantos objetos tiles que sera preciso dejarprovisionalmente a bordo. Y si en la prxima nocheel Sloughi se hiciera pedazos, qu valdran aquellosrestos despus que las olas los hubieran destrozado

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    entre las rocas? Podran aprovecharlos aun?Nuestros jvenes no se veran pronto reducidos alos nicos recursos que les ofreciera aquella tierra?

    De repente se oyeron algunas exclamacioneshacia la proa; Baxter acababa de hallar una cosa queno careca de importancia.

    Una canoa que crean perdida se encontrabaescondida entre el cordaje del bauprs. Aquellacanoa no poda llevar ms que cinco o seis personas;pero como estaba intacta, sera posible utilizarla enel caso en que no fuese dable pasar a pie seco.

    Convena, pues, esperar que la marea bajase porcompleto, y, sin embargo, una viva discusin seentabl entre los nufragos, discusin que tommayores proporciones entre Briant y Doniphan.

    Este ltimo, Wilcox, Webb y Cross, despus deapoderarse de la canoa, preparbanse a lanzarla almar, cuando Briant lleg a su lado.

    -Qu vais a hacer? pregunt.-Lo que nos convenga! respondi Wilcox.-Vais a embarcaros en esa canoa?-S, replic Doniphan; y no sers t quien nos lo

    impida.

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    -Te equivocas, repuso Briant; no slo te loimpedir, sino que me ayudarn a estorbrtelo loscompaeros a quienes quieres abandonar.

    -Abandonar!... dices. Cmo lo sabes?Respondi Doniphan con arrogancia. Yo no quieroabandonar a nadie, lo oyes? Mi plan es que tanluego como uno de nosotros llegue a la playa, vuelvacon la canoa.

    -Y si no puede volver? exclam Briantcontenindose con trabajo. Y si se hace pedazos enlas rocas?...

    -Embarqumonos!... Embarqumonos!...respondi Webb rechazando a Briant.

    Y ayudado por Cross y Wilcox, levant lalanchita para botarla al mar; pero Briant, cogindolapor una de las puntas, dijo con energa:

    -No embarcaris!-Eso lo veremos, respondi Doniphan.-No, no embarcaris! repiti Briant muy

    decidido a resistir en beneficio del comn inters. Lacanoa debe reservarse para los ms pequeos, por siacontece que en la baja mar queda demasiado agua yno puedan llegar a la playa.

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    -Djanos en paz! exclam Doniphanencolerizado. Te lo repito; no eres t quien puedaimpedirnos hacer lo que nos d la gana.

    -Y yo te digo por segunda vez que te loimpedir, Doniphan!

    Ambos muchachos estaban a punto de llegar alas manos y la lucha hubiera sido general, porquecada uno de ellos tena sus parciales. Wilcox, Webb yCross estaban naturalmente de parte de Doniphan;mientras que Baxter, Service y Garnett se colocaronal lado de Briant. Las consecuencias de la colisinseran tristsimas.

    As lo comprendi Gordon, a quien, como demayor edad que los otros, y tambin ms dueo des, no se le ocult lo trascendental de semejanteproceder, y tuvo el buen sentido de interponerse enfavor de Briant.

    -Vamos, vamos, dijo; ten un poco de paciencia,Donipban. Bien ves que el mar est aun demasiadopicado, y que nos arriesgamos a perder la canoa.

    -No quiero que Briant nos imponga la ley,como acostumbra de algn tiempo ac! respondiDoniphan.

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    -No pretendo imponrsela a nadie, repusoBriant, as como tampoco permitir que la imponganadie cuando se trate del inters de todos.

    -Cada cual debe cuidarse de ello tanto como t,replic Doniphan. Y ahora que estamos en tierra...

    -Desgraciadamente no es as todava, respondiGordon. Doniphan, no seas terco, y esperemos unmomento favorable para servirnos de la canoa.

    Muy oportuna, ahora como otras varias veces,fue la mediacin de Gordon entre Doniphan yBriant, pues todos sus compaeros acataron suopinin.

    La marea haba bajado dos pies durante ladisputa, y ya calmados los nimos, surgi entrenuestros marineros la duda de si existira algn canalentre las rocas, cosa que sera muy til conocer.

    Briant, creyendo que se dara mucho mejorcuenta de la posicin de las rocas observando desdeel palo de mesana, se dirigi a la proa, asindose alos obenques de estribor, a fuerza de puos se elevhasta las barras.

    Entre los arrecifes se vea un paso, cuyadireccin sealaban las puntas de las rocas quesobresalan del agua por ambos lados, y juzg queconvendra seguir dicho paso para llegar a la playa,

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    embarcndose en la canoa; pero haba aundemasiados remolinos en la superficie para que la li-gera embarcacin llegara sin tropiezo, y era de temorque, lanzada la barquilla sobre alguna punta de roca,se hiciese pedazos; vala, por lo tanto, ms, esperarhasta ver si las aguas, en su completa retirada,dejaban un sitio practicable.

    Desde lo alto de las barras, sobre las que estabaa caballo, Briant se puso a observar el litoral, y conayuda del anteojo examin toda la playa hasta el piedel acantilado.

    La costa entre los dos promontorios, separadospor una distancia de ocho o nueve millas, parecacompletamente deshabitada.

    Despus de media hora de observacin, Briantbaj a dar cuenta a sus compaeros de lo que habavisto. Si Doniphan, Wilcox, Webb y Cross leescucharon sin hablar una palabra, no hizo lo mismoGordon, que le pregunt:

    -No eran las seis de la maana cuando encallel Sloughi?

    -S, respondi Briant.-Y cunto tiempo se necesita para que baje la

    marea?-Me parece que cinco horas. No es as, Mok?

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    -S, de cinco a seis horas, respondi el grumete.-De modo que a las once ser el momento

    favorable para llegar a la costa?-As lo he calculado, replic Briant.-Pues bien, prosigui Gordon; preparmonos y

    tomemos algn alimento. Si nos vemos obligados aecharnos al agua, que sea a lo menos algunas horasdespus de haber comido.

    Este era un buen consejo dado por aquelprudente muchacho, y aceptado por todos; seocuparon en seguida del desayuno, compuesto deconservas y galletas. Briant cuid mucho de lospequeos Jenkins, Iverson, Dole y Costar, quienes,con el carcter propio de su poca edad, empezaban atranquilizarse, y comieron sin tasa, pues tenanmucha hambre, en atencin a que no haban tomadocasi ningn alimento en veinticuatro horas; y paraque no les hiciese dao la comida, Briant les dio unpoco de aguardiente con agua para ayudar ladigestin.

    Hecho esto, dej a los pequeos y se fue a proa,ponindose a observar los arrecifes.

    Con cunta lentitud se efectuaba eldecrecimiento de las aguas! Se vea, sin embargo,que bajaba, puesto que la inclinacin del yate se

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    acentuaba cada vez ms. Mok, echando una sonda,reconoci que haba aun unos ocho pies de aguaencima del banco. Podan esperar que la marea bajalo dejara completamente seco? No lo crea as Mok,y manifest su parecer a Briant en voz baja, para noasustar a nadie.

    Este ltimo fue a hablar con Gordon respecto alparticular: ambos comprendan sobradamente que elviento, si bien con tendencia a cambiar al Norte,impeda al mar que bajase tanto como en tiempo decalma.

    -Qu partido hemos de tomar? preguntGordon.

    -No s... no s, respondi Briant. Qu desgraciaes la de no saber...; la de no ser ms que nios,cuando era preciso que furamos hombres!

    -La necesidad nos instruir, replic Gordon. Nodesesperemos, Briant, y obremos con prudencia.

    -Tengamos cuidado, Gordon. Si noabandonamos el Sloughi antes de la marea alta ytenemos que pasar aun una noche a bordo, estamosperdidos.

    -Ciertamente, porque el yate se har pedazos. Espreciso, pues, salir de aqu a todo trance...

    -Tienes razn, Gordon.

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    -No sera posible construir una especie de balsapara ir y venir?

    -He pensado en ello, respondi Briant; mas, pordesgracia, los materiales faltan. Nos queda la canoa,de la que no podemos servirnos, porque el mar estmuy fuerte. Lo que puede hacerse es llevar un cablea travs de los arrecifes y amarrarle a la punta de unaroca; tal vez por ese medio fuera posible llegar cercade la playa.

    -Quin llevar el cable?-Yo, respondi Briant.-Y yo te ayudar!... dijo, Gordon.-No, yo solo! replic Briant.-Srvete de la canoa.-Podra inutilizarse, Gordon; vale ms

    conservarla como ltimo recurso.Antes de ejecutar su peligroso proyecto, quiso

    Briant tomar una til precaucin para hacer frente acualquier eventualidad.

    Como haba a bordo algunos cinturones desalvamento, oblig a los nios a que se los pusiesenpara el caso en que, teniendo que abandonar elbuque, el agua estuviera demasiado profunda parasentar los pies en el suelo; este aparato los man-tendra a flote, y los mayores los empujaran hacia la

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    orilla, sostenindose ellos mismos en el cabletendido.

    Eran las diez y cuarto. Antes de cuarenta y cincominutos la marea alcanzara su mayor descenso. Yano quedaban sino cuatro o cinco pies de agua; peropareca que no bajara ms que algunas pulgadas. Esverdad que a unas sesenta yardas se vea el fondo, yse comprenda que segua su lenta retirada, porquebanse descubriendo tambin muchas puntas de ro-cas a lo largo de la playa. La dificultad consista enfranquear la profundidad del agua que haba en loscontornos del buque.

    No obstante, si Briant llegaba a colocar un cableen aquella direccin y consegua fijarlo con solidezen una de las rocas, este cable, puesto muy tirantecon ayuda del torno, les permitira sostenerse hastaencontrar pie. Adems, haciendo deslizar sobreaquella maroma los paquetes que encerraban lasprovisiones y los tiles ms indispensables, llegarana tierra sin prdida alguna.

    Por peligroso que fuera su intento, no quisoBriant dejar a nadie que lo verificase en su lugar, ytom sus disposiciones al efecto.

    Haba a bordo varios cables de cien pies delargo, de esos que sirven para remolcar. Briant

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    escogi uno de un grueso mediano, que le pareciconveniente, y rode la extremidad a su cinturadespus de desnudarse.

    -Vamos, vosotros, exclam Gordon, venid aqupara que podamos soltar entre todos la maroma!Venid a proa!

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    Doniphan, Wilcox, Cross y Webb no podanrehusar su concurso para una operacin cuyaimportancia comprendan. As es que se pusieron adesliar el cable para soltarle poco a poco, a fin de noamenguar las fuerzas de Briant.

    En el momento en que ste iba a tirarse al mar,se le acerc Santiago, exclamando:

    -Hermano mo!...Hermano mo!...-No tengas cuidado por m, hermanito, no

    tengas miedo, respondi Briant.Y un instante despus se le vea en la superficie

    del agua, nadando con vigor mientras que el cable sedesenrollaba detrs de l.

    Esta maniobra, difcil aun con un tiempo decalma, lo era mucho ms con la resaca, que pegabacontinuamente contra las rocas. Corrientes ycontracorrientes impedan al valeroso muchachomantenerse en lnea recta, y cuando le cogan, lecostaba mucho trabajo librarse de ellas.

    Sin embargo, Briant ganaba poco a pocoterreno, mientras que sus compaeros soltaban lamaroma a medida que la necesitaba; pero notbaseque, a pesar de no hallarse ms que a una distanciade cincuenta pies del yate, las fuerzas del pobremuchacho principiaban a agotarse. Delante de l se

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    agitaba una especie de remolino producido por elencuentro de dos olas contrarias. Si llegaba abordearle, era fcil que consiguiera su objeto, puesms all estaba el mar en calma; as es que procur,haciendo un violento esfuerzo, dirigirse hacia laizquierda; pero su tentativa deba ser infructuosa, enatencin a que un hbil nadador, con todo el vigorde su edad, no lo hubiese conseguido tampoco.

    El pobre Briant fue envuelto por las olas yllevado con irrebatible fuerza al centro del remolino.

    -Socorro!... Tirad!... Tirad y pronto de lacuerda!... pudo gritar antes de desaparecer.

    A bordo del yate el espanto lleg a su colmo.-Tirad!... mand Gordon con mpetu, aunque

    con gran serenidad.Y sus compaeros se apresuraron a ejecutar la

    maniobra para traer a Briant a bordo antes de queuna inmersin demasiado larga produjera la asfixia.

    En menos de un minuto, el pobre muchacho seencontraba encima del puente sin conocimiento, enbrazos de su hermano y rodeado por todos auncompaeros; pero no tard en volver en s.

    El intento, como se ve, de tender una maromahasta los arrecifes, no sali bien, y los pobres niosse vean, por lo tanto, reducidos otra vez a esperar...

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    Esperar qu? Un socorro? Y de dnde haba devenir?

    Eran ya ms de las doce. La marea alta habaempezado, y la resaca creca. La luna era nueva y porconsiguiente las olas iban a ser ms fuertes que lavspera; as es que, por poco que soplara el viento, lagoleta corra el peligro de destrozarse si las aguasagitadas la levantaban y la dejaban caer sobre losarrecifes.

    Nadie, seguramente, sobrevivira a tan funestodesenlace. Y nada se poda hacer para impedirlo!

    Agrupadas todas aquellas pequeas criaturas,miraban cmo creca el mar y cmo desaparecan laspuntas de las rocas debajo del agua.

    Para mayor desgracia, el viento sopl de nuevodel Oeste, como la noche anterior. Las olas ms altascubran de espumas el Sloughi, y no tardaran eninvadir el puente. Slo Dios poda ayudar a lospobrecitos nufragos, que mezclaban sus oraciones asus gritos de espanto.

    Un poco antes de las dos el schooner, influido porla marea, no se apoyaba ya sobre la banda de babor;pero a consecuencia del vaivn, la proa chocaba conel fondo, mientras que la popa estaba aun sostenidaentre dos rocas. Pronto los golpes redoblaron, y el

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    Sloughi caa tan pronto hacia babor como haciaestribor, teniendo los nios que sostenerse unos conotros para no ser arrojados al mar.

    En aquel instante, una montaa de aguaespumosa, llegando con la furia de un torrente, selevant a dos brazas del buque, y cubriendo porcompleto el banco de arrecifes, levant el yate y loarrastr por encima de las rocas, sin que ninguna to-cara a su casco.

    En menos de un minuto, y en medio de aquellamasa enorme de agua, el Sloughi, llevado hasta lamitad de la playa, choc contra un montn de arenaa doscientos pasos de los primeros rboles,agrupados al pie del acantilado, y se qued inmvil,pero en tierra firme esta vez, mientras que el mar,retirndose, dejaba la playa enteramente enjuta.

    III

    El colegio Chairmn en Auckland. -Grandes ypequeos. Vacaciones en el mar. -El schoonerSloughi. -La noche del 15 de Febrero. -Abor-daje. -Siguiendo la corriente. -Una tempestad.

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    -Informacin en Auckland. -Lo que queda delschooner.

    En aquella poca, el colegio Chairmn era unode los de ms fama de la ciudad de Auckland, capitalde Nueva Zelandia, importante colonia inglesa en elPacfico. Este establecimiento de enseanza contabacon un centenar de alumnos, perteneciendo a lasprincipales familias del pas, sin que los maoris, queson los indgenas de aquel archipilago, hubieranconseguido jams que admitiesen en l a sus hijos,quienes se educaban en escuelas especiales paraellos. El colegio Chairmn se compona de jvenesingleses, franceses, americanos y alemanes, hijos depropietarios, rentistas, comerciantes o empleados delpas, recibiendo all una educacin completsima y entodo igual a la que se da en los establecimientossimilares del Reino Unido.

    El archipilago de Nueva Zelandia se componede dos islas principales; al Norte, Ika-Na-Mawi, oisla del Pescado; al Sur, Tawa-Ponamou, o tierra delJade-Vert. Separadas por el estrecho de Cook, se en-cuentran entre el trigsimocuarto y elcuadragsimoquinto paralelo Sur; posicinequivalente a la que ocupa en el hemisferio boreal la

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    parte de Europa que comprende desde Francia hastael Estrecho de Gibraltar y el Norte de frica.

    La isla de Ika-Na-Mawi, muy desigual en suparte meridional, tiene la forma de un trapecioirregular, que se prolonga hacia el Noroeste,siguiendo una curva terminada por el cabo VanDiemen.

    Casi en el principio de aquella curva, en unpunto en que la pennsula mide apenas algunasmillas, est edificada la ciudad de Auckland. Tiene,pues, una situacin igual a la de Corinto en Grecia,por lo que se la llama la Corinto del Sur. Posee dospuertos abiertos, uno al Oeste y otro al Este; perosiendo poco profundo este ltimo, en el golfoHauraki ha sido preciso formar, cual lo hacen losingleses, alguno de esos largos piers, o pequeosgolfos para los buques de medio tonelaje. Entreotros hay el Commercial-piers, en el cual desembocaQueen's-street, una de las calles principales de laciudad.

    Hacia el medio de aquella calle se encontraba elcolegio Chairmn.

    En la tarde del da 15 de Febrero de 1860 salandel mencionado colegio un centenar de muchachos,acompaados de sus padres, y parecan, ms que

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    colegiales, pjaros escapados de sus jaulas, dadas laalegra y algazara con que caminaban.

    Y no poda menos de ser as. Era el principio delas vacaciones. Dos meses de independencia y delibertad, con la circunstancia de que para ciertonmero de ellos exista adems la perspectiva de unviaje martimo, del que se hablaba hacia tiempo en elcolegio!

    Intil es decir la envidia que excitaban aquellos aquienes su buena fortuna permita formar parte delos expedicionarios en un paseo de circunnavegacinque deba verificarse a bordo del Sloughi para visitarlas costas de la Nueva Zelandia.

    Aquel bonito schooner, que perteneca al padre deuno de ellos, Mr. William H. Garnett, antiguocapitn de la marina mercante, en quien se podatener entera confianza, haba sido fletado ydispuesto para un perodo de seis semanas. Unasuscripcin abierta entre las diversas familias deaquellos jvenes servira para cubrir los gastos delviaje, que se efectuara de una manera cmoda y enlas mejores condiciones de seguridad.

    La realizacin de este proyecto era causa de granalegra para los muchachos, y en verdad que nopudo excogitarse mejor medio de dar conveniente

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    empleo a aquellas seis semanas, si se mira bajo elpunto de vista de la salud, del esparcimiento, de lainstruccin y de la moralidad de aquellos jvenes.

    En los colegios ingleses la educacin difierebastante de la que se da en otros pases. En aquellos

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    se deja a los alumnos ms iniciativa, y porconsiguiente cierta relativa libertad, que influyebastante felizmente en su porvenir. Son niosmenos tiempo, en una palabra; la educacin marchade consuno con la instruccin, resultando de aquque la mayor parte de los jvenes son corteses y deexquisita atencin para las personas mayores,cuidadosos de s mismos y, lo que es digno de sernotado, poco aficionados al disimulo y refractarios ala mentira, aunque se trate de evitar un castigo. Espreciso advertir tambin que en aquellosestablecimientos escolares los muchachos estnmenos sujetos a la regla de la vida en comn y a lasleyes del silencio. La mayora de los alumnos ocupahabitaciones particulares, comiendo en ellas muchasveces, y cuando se sientan en la mesa del refectoriopueden hablar con toda libertad.

    Segn la edad, los clasifican por divisiones.Cinco hay en el colegio Chairmn. Si en la primera yen la segunda los pequeos abrazan a sus padres ylos besan en las mejillas, los de tercera cambian elbeso filial por el apretn de manos de los hombres.No necesitan vigilantes; se les permite la lectura denovelas y peridicos; tienen bastantes das de asueto;las horas de estudio son pocas; los ejercicios corpo-

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    rales, como la gimnasia y juegos de todas clases, quetanto ayudan al desarrollo, forman gran parte delrecreo; pero como correctivo de esta independencia,de la que los discpulos abusan rara vez, los castigoscorporales son de regia, y ocupan el primer lugar losazotes, que para los muchachos anglosajones notienen nada de deshonroso, y se someten sinprotesta a dicho castigo cuando comprenden que lohan merecido.

    Los ingleses -nadie lo ignora- respetan mucholas tradiciones, lo mismo en la vida privada que en lapblica; y esas tradiciones, aunque sean absurdas,son respetadas tambin en los colegios, que, lorepetimos, no se parecen en nada a los de otrospuntos.

    Los alumnos antiguos estn encargados deproteger a los nuevos; pero en cambio stos sehallan obligados a prestarles algunos serviciosdomsticos, a los que no pueden sustraerse, talescomo llevarles el desayuno, a cepillarles los vestidos,limpiarles el calzado y hacerles algunos recados.Estos servicios son conocidos con el nombre defaggisme, y los que los han de prestar se llaman fags.Los ms pequeos, pertenecientes a la primeradivisin, son los que sirven de fags a los de las clases

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    superiores, y ya es sabido que si rehusaran obedecer,es los hara la vida insoportable. Es costumbre, y seobserva religiosamente, sin que nadie piense enprotestar. La tradicin lo exige as; y si existe un pasque observe las tradiciones escrupulosamente, es deseguro el Reino Unido, en donde se imponen lomismo al ms humilde mendigo que a los ms altosseores.

    Los jvenes que deban tomar parte en laexpedicin del Sloughi eran alumnos del colegioChairmn. Ya hemos visto que a bordo de la goletalos haba desde ocho a catorce aos, y porconsiguiente que pertenecan a varias divisiones oclases del colegio.

    Esos pobres muchachos, incluso el grumete,iban a verse lanzados lejos, durante mucho tiempo,en terribles aventuras, e importa que conozcamossus nombres, su edad, sus aptitudes, sus caracteres,la situacin de sus familias, ya que sabemos lasrelaciones que existan entre ellos en aquelestablecimiento que acababan de dejar para entrar envacaciones.

    Exceptuando a los dos hermanos Briant, queson de nacionalidad francesa, y a Gordon,americano, todos los dems son de origen ingls.

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    Doniphan y Cross pertenecen a una rica familiade propietarios que ocupan el primer rango en lasociedad de Nueva Zelandia. Ambos de edad detrece aos y algunos meses son primos y formanparte de la quinta divisin. Doniphan, elegante ycuidadoso de su persona, es, sin contradiccin, elalumno ms distinguido. Inteligente y estudioso,procuraba no desmerecer, ya porque le agradainstruirse, ya tambin por el deseo de sobrepujar asus compaeros. Cierto aire aristocrtico le vali elnombre de lord Doniphan, y su carcter altivo ledeterminaba a querer dominar en donde quiera quese hallase; procediendo de aqu aquella rivalidad deque hablaremos despus, cuya fecha se remontaba amucho tiempo atrs, y que se acentu ms y msdesde que las circunstancias acrecentaron lainfluencia de Briant sobre sus compaeros.

    En cuanto a Cross, era un alumno bastanteordinario, pero lleno de admiracin por todo lo quepiensa, dice y hace su primo Doniphan.

    Baxter, de la misma divisin, de trece aos,muchacho de carcter fro, reflexivo, trabajador,muy ingenioso y con mucha destreza, es hijo de uncomerciante de mediana fortuna.

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    Webb y Wilcox tienen doce aos y medio, ypertenecen a la cuarta divisin. De inteligenciamenos que mediana, voluntariosos y amigos dequerellas, se han mostrado siempre muy exigentes enla observancia de las prcticas del faggisme. Susfamilias son ricas y ocupan un puesto elevado en lamagistratura del pas.

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    Garnett y su amigo Service, los dos de la terceradivisin y ambos de doce aos, son hijos, el uno deun capitn de marina retirado, y el otro de un colonoacomodado, que habitan el North Shore, en la costaseptentrional de Waitemala. Las dos familias seprofesan una profunda amistad, de esa intimidadresulta que Garnett y Service se han hechoinseparables. Tienen muy buen corazn, pero pocoafn por el trabajo, no pensando ms que en diver-tirse. Garnett es apasionado por el acorden,instrumento muy apreciado en la marina inglesa. Ycomo buen hijo de marino, toca dicho instrumentosiempre que puede, y ha tenido buen cuidado de lle-varlo a bordo. En cuanto a Service, podemosasegurar que es el ms alegre y travieso de todos; nosuea sino con aventuras de viajes, alimentando suespritu con el Robinsn Cruso y el Robinsn Suizo, quesabe casi de memoria.

    Otros dos muchachos de nueve aos Jenkins,hijo del director de la Sociedad cientfica laNew-Zealand-Royal Society, e Iverson, heredero delpastor de la iglesia metropolitana de San Pablo,aunque no pertenecen aun ms que a la segunda ytercera divisin, se les considera ya en el colegiocomo de los ms aplicados.

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    Tenemos despus dos pequeuelos; Dole, deocho aos y medio, y Costar, de ocho; ambos sonhijos de oficiales del ejrcito anglo-zelands, quehabitan la ciudad de Ouchunga, a seis millas deAuckland, en el litoral del puerto de Manukau. Estosnios son de los pequeos, de quienes no se dicenada ms sino que Dole es muy terco y Costar muygoloso. Si no brillan en la primera divisin, creenestar muy adelantados porque saben leer y escribir,cosa de la que no deban envanecerse, por no serraro a su edad.

    Como se ve, nuestros valientes marinospertenecan todos a dignas familias, establecidasdesde mucho tiempo en Nueva Zelandia.

    Quedan aun tres muchachos embarcados en elschooner. El americano y los dos franceses, de los quevamos a ocuparnos.

    El americano es Gordon: tiene catorce anos; sucara y su porte llevan ya el sello de la rigidez de losyankes. Aunque algo torpe y pesado, es el ms gravede los alumnos de la quinta divisin. Si no tiene elbrillo de su compaero Doniphan posee, en cambio,un espritu justo y un buen sentido prctico, del queha dado muchas pruebas. Siendo de un carcterobservador y de un temperamento fro lo gustan las

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    cosas serias. Metdico por dems, arregla las ideasen su cerebro como los objetos en su pupitre, en elque todo est clasificado con etiquetas y anotado enun cuaderno especial. En suma; sus compaeros leestiman, aprecian sus cualidades, y, aunque no esingls, se le acoge siempre bien.

    Gordon es oriundo de Boston; hurfano depadre y madre, no tiene ms parientes que su tutor,antiguo agente consular que, despus de haberhecho fortuna, fij su residencia en Nueva Zelandia,habitando en una de esas lindas villas esparcidas enlas alturas, cerca del pueblecillo de Moun-San-John.

    Los dos franceses, Briant y su hermanoSantiago, son hijos de un distinguido ingenierollegado haca dos aos y medio para dirigir lostrabajos de desecacin de los pantanos deIka-Na-Mawi. El mayor tiene trece aos; es pocoamante del estudio, aunque muy inteligente; lesucede muchas veces ser uno de los ltimos de ladivisin. Sin embargo, cuando quiere, con sufacilidad de asimilacin y su notable memoria, seeleva al primer rango, con lo que excita la envidia deDoniphan, siendo ste el motivo de que no estnnunca en buena inteligencia, como lo hemos visto yaa bordo del Sloughi. Adems, Briant es audaz,

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    emprendedor, diestro en los ejercicios corporales,vivo en las contestaciones, servicial, buenmuchacho, no teniendo nada del orgullo deDoniphan, y algo descuidado de su persona; en unapalabra, muy francs, y por tanto muy diferente desus compaeros, de origen ingls. Protega muchasveces a los dbiles contra el abuso que los mayoreshacan de su fuerza, y nunca quiso someterse a lasobligaciones del faggisme. Hubo resistencias, luchas,batallas, de las que sali casi siempre vencedor,gracias a su valor y a sus bros. Era generalmentequerido; as es que cuando se trat de la direccindel Sloughi, la mayora de sus compaeros no titubeen obedecerle; teniendo en cuenta que, como lohemos dicho ya, haba adquirido algunosconocimientos de nutica durante su travesa deEuropa a Nueva Zelandia.

    Santiago haba sido considerado hasta entoncescomo el ms travieso de la tercera divisin, ya queno del colegio entero, sin exceptuar a Service, que loera mucho tambin. Inventaba siempre nuevas dia-bluras, no dejando en paz a ninguno de suscompaeros, y originndose de eso que la castigasencon muchsima frecuencia; pero, a pesar de todoesto, su carcter, como tendremos ocasin de

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    notarlo, se haba modificado en absoluto, sin saborpor qu, desde la salida del yate del puerto deAuckland.

    Ya nos son conocidos cada uno de losmuchachos que la tempestad acababa de arrojar auna de las tierras del Ocano Pacfico.

    Durante este paseo de algunas semanas a lolargo de las costas de la Nueva Zelandia, el Sloughideba ser mandado por su dueo, el padre deGarnett, uno de los ms atrevidos yactmen deAustralasia. Muchas veces el schooner haba arribadoal litoral de Nueva Caledonia y de Nueva Holanda,haba navegado por el estrecho de Torres hasta laspuntas meridionales de Tasmania, y hasta aquellosmares de las islas Molucas, Filipinas y Celebes, tanfunestos, a veces, aun para los buques de mayortonelaje; pero no infunda temores, porque era unyate slidamente construido, muy veloz, y que podaresistir los ms fuertes temporales.

    La tripulacin se compona de un contramaestrey seis marineros, un cocinero y un grumete, Mok,negrito de doce aos de edad, y cuya familia servadesde haca mucho tiempo a un colono de NuevaZelandia. Tenemos tambin que hacer mencin deun hermoso perro de caza, Phann, de raza americana,

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    que perteneca a Gordon y que no dejaba nunca a suamo.

    La marcha haba sido fijada para el 15 deFebrero. Mientras tanto, el Sloughi qued amarradopor la popa a la extremidad del Commercial-pier, y, porconsiguiente, bien dentro del puerto.

    Cuando el 14 por la noche los jvenes pasajerosfueron a embarcarse, la tripulacin no se encontrabaa bordo.

    El capitn Garnett no deba llegar hasta elmomento de aparejar.

    Solo el contramaestre y el grumete, recibieron aGordon y a sus compaeros; los marineros habanido a beber su ltima copa de wisky, como ellosdecan.

    Despus de haber instalado cmodamente atodos los nios, el contramaestre crey poderreunirse a su tripulacin en una de las tabernas delpuerto, en la que se estuvo falta imperdonable!hasta una hora bastante avanzada de la noche.

    El grumete se qued dormido.Qu sucedi entonces?Es muy probable que no se sepa jams.

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    Lo cierto es que la amarra del yate se desat,bien por descuido o por malevolencia, sin que abordo lo notaran.

    La noche estaba muy oscura y las tinieblasenvolvan el puerto y el golfo de Hauraki. El vientode tierra se haca sentir con fuerza, y el schooner,cogido en la quilla por una corriente del reflujo, fuellevado a alta mar.

    Cuando el grumete despert, el Sloughi andabacomo mecido por una ola y con un movimiento queno se poda confundir con el producido por lasaguas del puerto.

    Mok se apresur a subir a la toldilla. El yatesegua la corriente!

    A los gritos del grumete, Gordon, Doniphan,Briant y algunos otros saltaron de la cama,lanzndose fuera. Intil fue que llamaran en suayuda! No se vea ya ni una luz de la ciudad o delpuerto; el schooner se encontraba en medio del golfo,a tres millas de la costa.

    En los primeros momentos, por consejo deBriant, al que se uni el grumete, los muchachosprocuraron colocar una vela para volver al puertocorriendo una bordada; pero demasiado pesada paraellos, no pudieron orientarla bien y no produjo otro

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    efecto que el de arrastrarlos ms lejos, por la presaque daba al viento Oeste.

    El S1oughi dobl el cabo Colville, atraves elestrecho que lo separa de la isla de la Grande Barrire,y se hall pronto a varias millas de Nueva Zelandia.

    Fcilmente comprendern nuestros lectores lagravedad de semejante situacin. Briant y suscompaeros no podan ya esperar ningn socorro detierra. En el caso de que algn buque saliera delpuerto a buscarlos, muchas horas tenan que pasarantes de que fuesen encontrados, admitiendo quepudiesen ver al schooner en medio de aquellaoscuridad tan profunda. Y aun de da, sera posibledivisar un buque tan pequeo en alta mar? Encuanto a salvarse, entregados a sus propias fuerzas,cmo podran hacerlo? Si el viento no cambiaba,tendran que renunciar a volver a tierra.

    Quedbales, es verdad, la esperanza de encontraralgn buque con rumbo a alguno de los puertos deNueva Zelandia; y previendo esta eventualidad,Mok se apresur a izar un farol en la punta del palode mesana, hasta el amanecer.

    Hecho esto, y como los infantiles viajeros no sehaban despertado por el ruido de las maniobras, losmayores convinieron en dejarlos dormir, porque su

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    espanto no hubiera producido ms que desorden abordo.

    Varias tentativas se hicieron para dar la proa delSloughi al viento; pero fueron intiles, porque lagoleta se volva en seguida, corriendo hacia el Este.

    De repente, divisaron una luz a distancia de tresmillas. Esta luz, blanca y colocada en el extremo deun mstil, era el distintivo de los steamers en marcha.Bien pronto se distinguieron tambin las luces de loscostados, encarnada y verde; y como ambasaparecan visibles a la vez, era de suponer que dichosteamer se diriga en lnea recta sobre el yate.

    Nuestros pobres muchachos gritaron en vano; elruido de las olas, el silbido del vapor al salir por lostubos de escape, y el viento, ms violento cada vez,todo contribua a que las voces de los nios seperdieran en el espacio.

    Pero si los marineros de cuarto no podan orlos,les quedaba la esperanza de que los vigilantes veranla luz que Mok haba colocado en el palo demesana. Mas oh desgracia! en aquel instante, unmovimiento del buque hizo que se rompiera la driza,y el farol cay el mar.

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    Nada quedaba ya que indicase la presencia delSloughi, sobre el que el steamer corra con unavelocidad de doce millas por hora.

    Algunos segundos despus, el yate fue abordado,y se hubiera ido a pique irremisiblemente si el buquele hubiera cogido de costado; pero felizmenterecibi el choque por la popa, no sufriendo msavera que la prdida de parte del cuadro, sinperjudicar el casco.

    El golpe fue tan dbil, que los tripulantes delsteamer apenas si pararon mientes en ello, ycontinuaron su ruta sin preocuparse lo ms mnimodel Sloughi, que desgraciadamente quedaba a mercedde una prxima borrasca.

    Sucede con demasiada frecuencia que loscapitanes se cuidan poco de socorrer a los buquescon quienes chocan los suyos. Es un crimen del queexisten numerosos ejemplos; mas por lo que hace aeste caso, es admisible que a bordo del steamer no sehubiera notado el encuentro con aquel ligero yate, aquien no haban entrevisto siquiera en la sombra.

    Entonces ya, empujados por el viento, lospobres nios debieron creerse perdidos. Cuandoamaneci, la inmensidad del agua estaba desierta. Enaquella parte, poco frecuentada, del Pacfico, los

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    buques que van de Australia o a Amrica, y vice-versa, corren ms al Sur o ms al Norte. Ni unopas al alcance del yate. La noche lleg, peor que elda aun, y si bien hubo alguna calma, el viento Oesteno ces de soplar.

    Cunto durara aquella travesa? Ni Briant nisus compaeros podan formarse una idea exacta deello. En vano quisieron maniobrar para llevar al yatea los parajes neo-zelandeses; faltbanles losconocimientos necesarios para modificar su marcha,y carecan de la fuerza suficiente para colocar lasvelas.

    En esas crticas circunstancias, Briant,desplegando una energa muy superior a su edad,empez a tomar ascendiente sobre sus compaeros;ascendiente que sufri Doniphan como los dems.Y la verdad es que si ayudado por Mok no lleg aconseguir que el yate tomara rumbo al Oeste,emple al menos lo poco que saba para mantenerlaen condiciones de navegacin. Olvidado de smismo, velaba noche y da, y sus miradas recorransin cesar el espacio buscando la salvacin, sin dejarde echar al mar algunas botellas encerrando undocumento relativo al Sloughi, que, aunque dbil

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    recurso, sin duda no quiso descuidar por si dabaresultado.

    Los vientos del Oeste empujaban siempre al yatea travs del Pacfico, sin que fuera posible arreglar sumarcha ni disminuir su velocidad.

    Ya saben nuestros lectores lo que sucedi.Algunos das despus que el schooner sali del golfoHauraki, se levant una recia tempestad, que durantedos semanas aument extraordinariamente enmpetu y dio por efecto que, asaltada la goleta porolas monstruosas y expuesta al peligro dedestrozaras muchas veces si no hubiera estadoslidamente construida, encall en una tierradesconocida del Pacfico.

    Y ahora, cul sera la suerte de aquelloscolegiales nufragos, a mil ochocientas leguas deNueva Zelandia? Por dnde les llegaran lossocorros de que tanto haban menester? Porque susfamilias no los buscaran, en atencin a creerlos hun-didos en el fondo del mar, juntamente con el yate.

    He aqu la razn.Tan luego como en Auckland notaron en la

    noche del 14 al 15 de Febrero la desaparicin delSloughi, se avis al capitn Garnett y a los parientesde aquellos desgraciados nios, siendo intil

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    describir el efecto que tal noticia produjo en la ciu-dad, en donde fue general la consternacin.

    Al pronto pensaron que, si bien la amarra sehaba desatado o estaba rota, era posible que lacorriente no hubiese empujado aun al buque haciaalta mar, no siendo difcil encontrarlo, a pesar deque el viento Oeste, cada vez ms fuerte, inspirabaseria inquietud.

    En tal creencia, y sin prdida de tiempo, elcomandante del puerto tom sus medidas parasocorrer al Sloughi, haciendo que dos vaporcitossaliesen a recorrer muchas millas hacia afuera,empleando toda la noche en andar por aquel marque empezaba a enfurecerse. Su vuelta quit todaesperanza a las familias, heridas por tan espantosacatstrofe; pues si esos vapores no habanencontrado al yate, haban hallado, en cambio, losrestos del cuadro de popa cados al mar despus delchoque con el steamer peruano Quito, choque del que,como hemos indicado antes, ni siquiera se dieroncuenta los tripulantes del steamer. En aquellos restosse lean aun tres o cuatro letras del nombre Sloughi.La prdida, pues, del buque, era segura. El schooner sehaba sumergido a unas doce millas de NuevaZelandia.

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    IV

    Primera exploracin del litoral. -Briant yGordon a travs de los bosques. -Vana tentativa

    para descubrir una gruta. -Inventario del ma-terial. -Provisiones, armas, vestidos, camas,utensilios, instrumentos. -Primer almuerzo.

    -Primera noche.

    Ya hemos dicho que dejado lo alto del palo demesana haba observado Briant que la costa estabadesierta.

    Haca lo menos una hora que el schooner yacaen su lecho de arena, y ningn indicio se habadejado ver: debajo de los rboles, al pie delacantilado, ni en las orillas del ro, se divisaba casa nichoza alguna. En la playa no se encontraba la menorseal que diera a conocer la presencia del hombre,no vindose tampoco humo en todo el permetro dela baha comprendido entre los dos promontoriosdel Sur y del Norte.

    Briant y Gordon tuvieron, en primer lugar, elpensamiento de penetrar entre los rboles para llegaral acantilado y subir por all, si era posible.

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    -Ya estamos en tierra Esto es algo! dijo Gordon.Pero qu tierra es sta, que parece no estarhabitada?...

    -Lo importante es que no sea inhabitable,respondi Briant. Tenemos provisiones ymuniciones para algn tiempo... No nos falta msque una vivienda, y es menester encontrarla, aunqueno sea ms que para los pequeos... Ellos antes quenada!

    -S, tienes razn, replic Gordon.-En cuanto a saber en dnde nos encontramos,

    repuso Briant, tiempo tendremos de ocuparnos deello cuando hayamos atendido a lo ms preciso. Sifuera un continente, tendramos alguna probabilidadde ser socorridos. Si es una isla... una islainhabitada... pero ya veremos... Ven, Gordon;vamos a la descubierta!...

    Ambos alcanzaron rpidamente el lmite de losrboles, que se desarrollaban en lnea oblicua entre elacantilado y la orilla derecha del ro, como unostrescientos o cuatrocientos pasos ms arriba de laembocadura.

    Ninguna huella se vea en aquella selva queenunciara la existencia del ser humano; ora unbosque completamente virgen, sin sendero ni paso

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    alguno. Algunos troncos, vencidos por lapesadumbre de la vejez, yacan en el suelo, y Gordony Briant se hundan hasta la rodilla en la alfombra dehojas cadas. Sin embargo, los pjaros huan como sihubiesen aprendido a desconfiar de los hombres, yesto haca pensar que si aquella costa no erahabitada, la visitaban ciertamente indgenas de algnterritorio prximo. En diez minutos nuestrosmuchachos atravesaron el bosque, cuya espesura eramayor al lado del acantilado, que se levantaba encorte perpendicular con una altura media de cientoochenta pies.

    Presentara el basamento alguna hendidura endonde encontrar abrigo?

    Era de desear.All, en efecto, una caverna, protegida por los

    rboles contra los vientos y fuera del alcance delmar, hubiera ofrecido, aun en el peor tiempo, unexcelente refugio en donde los jvenes nufragospudieran instalarse provisionalmente, hasta tantoque una exploracin ms extensa de la costa lespermitiera aventurarse con seguridad hacia elinterior del pas.

    Desgraciadamente, Gordon y Briant nodescubrieron ninguna ruta, ni siquiera una cortadura

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    que facilitase la ascensin del acantilado. Serapreciso, probablemente, para internarse en elterritorio, dar la vuelta a aquel promontorio de pie-dra, cuyas disposiciones haba examinado Briantdesde la cubierta del Sloughi.

    Durante media hora, ambos jvenes bajaronhacia el Sur, siguiendo la base de las rocas, y llegarona la margen derecha del ro, que se diriga, llena desinuosidades, en direccin al Oriente. Esta margenreciba la sombra de hermosos rboles, mientras laotra, por el contrario, presentaba un aspectocompletamente distinto, pues sin verdura y sinaccidentes en el terreno, pareca un vasto pantano,desarrollndose hasta el horizonte del Sur. Antesemejante perspectiva, y burlados Briant y Gordonen su esperanza de poder subir al acantilado paraobservar el pas en un radio de varias millas, regre-saron al Sloughi.

    Doniphan y algunos otros iban y venan sobrelas rocas de la playa, mientras Jenkins, Iverson, Doley Costar se entretenan en buscar conchas.

    Como es de suponer; nuestros dos exploradoresapenas llegaron adonde estaban los dems, dieroncuenta del resultado de su excursin, y convinieronno abandonar la embarcacin hasta que investi-

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    gaciones ms detenidas y extensas lesproporcionaran conveniente albergue; pues la goleta,si bien tena algn desperfecto en la cala y se hallabainclinada hacia babor, poda servir de viviendainterina en el sitio mismo en que haba encallado, ysi el puente se haba abierto hacia proa encima delpuesto de la tripulacin, el saln y los camarotesofrecan suficiente abrigo en caso de tormenta. Lacocina no haba experimentado la ms mnima alte-racin, con gran alegra de los pequeuelos, aquienes la cuestin de las comidas interesaba en altogrado.

    En medio de todo, hemos de convenir en queera una suerte que aquellos pobres muchachos no seviesen obligados a transportar a la playa todos losobjetos indispensables a su instalacin; porque, aunadmitido que hubiesen salido bien, a cuntasdificultades y a cuntas fatigas se hubieran vistoexpuestos! Y si el yate hubiera encallado entre losarrecifes, cmo salvar el material? Las aguashubieran indefectiblemente destrozado en pocotiempo la goleta, con prdida de muchas cosas quehaban de serles muy tiles con el tiempo.Felizmente, la marea alta haba empujado el buquehacia la playa; y si bien es cierto que se encontraba

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    impedido para volver a navegar, poda servir demorada, puesto que nada podra arrancarle da laarena, en la que estaba hundida su quilla. Eraevidente que, por efecto del sol y de la lluvia, llegaraa quedar inservible; pero cuando esto sucediera, yalos nufragos habran encontrado alguna ciudad opueblo, y si la tempestad los haba relegado a unaisla desierta, no dejaran de hallar, para sustituir albarco, alguna gruta en las rocas del litoral.

    Lo mejor era, pues, quedarse provisionalmente abordo, y convencidos de ello, tomaron susdisposiciones al efecto, siendo la primera la decolocar a estribor una escala de cuerdas que lesfacilitase la bajada a la playa.

    En el nterin, Mok, que entenda algo decocina, ayudado por Service, a quien gustaba guisar,se ocup en preparar la comida, que, una vezcondimentada, sirvi para amortiguar en todos elgran apetito que tenan, y Jenkins, Iverson, Dole yCostar se entregaron a la alegra y a los juegospropios de su edad.

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    Slo Santiago Briant, que era antes el diablillodel colegio Chairmn, continu triste y aislado desus compaeros.

    Semejante cambio en su carcter y en suscostumbres no pudo menos de sorprenderextraordinariamente a los dems, quienes le

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    interrogaban la causa de tal mudanza; pero elmuchacho, cada vez ms taciturno, no responda asus preguntas.

    En fin, cansadsimos de tantos das y tantasnoches pasadas en medio de los mil peligros de latormenta, no pensaron ya ms que en dormir.

    Sin embargo, Briant, Gordon y Doniphanquisieron velar algunas horas cada uno, por temor alas fieras; pero la noche pas sin ninguna alarma, ycuando sali el sol, despus de una oracin a Diosen accin de gracias, se ocuparon de las faenas queexigan las circunstancias.

    En primer lugar, procedieron a inventariar lasprovisiones que encerraba el yate; luego el material,incluso las armas, instrumentos, utensilios, ropas ydems tiles.

    La cuestin de alimento era la ms grave, puestoque pareciendo aquella costa desierta, los recursos selimitaban a los productos de la pesca y de la caza, sies que sta ltima se presentaba realizable.Doniphan no haba visto ms que numerosasbandadas de ciertos voltiles en los arrecifes y lasrocas de la playa; pero verse reducidos a alimentarseslo de aves marinas era cosa triste, y de aqu lanecesidad de saber cunto tiempo podan durar,

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    economizando, las provisiones encerradas en elschooner.

    A parte de la galleta, que tenan en cantidadconsiderable, haba varias conservas de legumbres,jamones, empanadas de carne, compuestas de harina

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    de primera calidad, picadillo de cerdo y especias,cornbeef, salazones y otros vveres y sustanciasalimenticias; pero, sin embargo, todo eso no podadurar ms all de dos meses, aun gastndolo conparquedad. As es que desde un principio se hacanecesario recurrir a los productos del pas,economizando las provisiones para el caso de quetuviesen que andar algunos centenares de millas enbusca de los puertos del litoral o de las ciudades delinterior.

    -Con tal de que parte de esas conservas no estnechadas a perder! observ Baxter. Si el agua del marha entrado en la cala despus de encallar...

    -Ya lo veremos abriendo las cajas que nosparezcan averiadas, respondi Gordon. Tal vezvolviendo a cocer el contenido pudieranaprovecharse...

    -Me encargo de ello, dijo Mok.-Pues no tardes en ponerte a la faena, repuso

    Briant, porque en estos primeros das tendremosque vivir con las provisiones del Sloughi.

    -Y por qu desde hoy mismo, replic Wilcox,no nos ponemos a buscar huevos en las rocas que seelevan al Norte?

    -S... s...! exclamaron Dole y Costar.

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    -Tambin podemos pescar, aadi Webb. Nohay caas a bordo y pescado en el mar? Quinquiere pescar?

    -Yo... yo!...exclamaron a una los pequeos.-Bien!... Bien!... respondi Briant; pero no se

    trata de jugar, y no daremos caas sino a lospescadores formales.

    -Tranquilzate, Briant, repuso Iverson;cumpliremos nuestro cometido como se cumple conun deber.

    -Bien: empecemos por el inventario de lo queencierra nuestro yate, dijo Gordon. Tenemos quepensar tambin en otras cosas tan necesarias comoel alimento...

    -Podramos recoger algunos mariscos paraalmorzar? advirti Service.

    -Sea, pues, respondi Gordon. Id tres o cuatrode los pequeos. Mok, acompalos.

    -S, seor Gordon.-Cuida bien de ellos! aadi Briant.-No temis.El grumete, en quien se poda tener confianza,

    era un muchacho muy servicial muy diestro yvaleroso, y estaba llamado a prestar grandes serviciosa los jvenes nufragos. Era asimismo muy adicto a

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    Briant, quien a su vez no ocultaba la simpata que leinspiraba Mok; simpata que hubiera avergonzado asus compaeros anglosajones.

    -Vamos, exclam Jenkins.-No vas con ellos, Santiago? pregunt Briant a

    su hermanito.Santiago respondi negativamente.Jenkins, Dole, Costar e Iverson, bajo la tutela de

    Mok, partieron hacia los arrecifes, que el maracababa de abandonar, esperando encontrar en losintersticios de las piedras una buena cosecha demariscos, especialmente ostras y cangrejos, que,crudos o cocidos, seran un componente agradable ynutritivo del almuerzo.

    Como buenos chicos, saltaban y brincaban,viendo en esta excursin ms placer que utilidad.Era cosa propia de sus pocos aos, pues apenas lesquedaba ya el recuerdo de las duras pruebas queacababan de pasar, ni se cuidaban tampoco de lospeligros que les amenazaban en lo porvenir.

    Desde el momento en que los pequeos sealejaron, los mayores emprendieron la tarea delinventario. Por una parte, Doniphan, Cross, Wilcoxy Webb hicieron el censo de las armas, de las mu-niciones, de las ropas, de los objetos de cama y

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    dems utensilios de a bordo; por otra, Briant,Garnett, Baxter y Service inventariaron los vinos,cerveza, brandy, wisky y dems bebidas encerradasen el fondo de la cala, en barriles de diez a cuarentagaleones cada uno.

    Gordon tomaba nota de todo ello en una carterade bolsillo. El metdico americano posea ya unestado completo del material de a bordo, resultandode l que posean un velamen de repuesto, y tambinaparejos, muchas cuerdas, cables y otros enseres. Siel yate estuviese en estado de navegar, nada hubierafaltado para aparejarle bien; y si aquellas lonas nohaban de servir ms para el buque, podanaprovecharlas para otras cosas cuando se tratase dela instalacin de nuestros nufragos. Algunosutensilios de pesca, redes y caas de fondo u otras,figuraron tambin en el inventario; preciososartefactos si abundaba el pescado en aquellosparajes.

    En cuanto a las armas, he aqu la nota queGordon escribi en su cartera: ocho escopetas depercusin central, utilizables para caza, y una docenade revlvers; las municiones se componan detrescientos cartuchos para las armas que se cargabanpor la culata, dos toneles de plvora, de veinticinco

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    libras cada uno, y bastante cantidad de plomo enperdigones y en balas. Estas municiones,embarcadas con el fin de proporcionar el recreo dela caza a los expedicionarios durante las paradas delSloughi en las costas de Nueva Zelandia, seemplearan ahora para asegurar el alimento de losnufragos, ojal que no llegaran a servir paradefender su vida! La cala encerraba tambin ciertacantidad de cohetes para las seales de noche y algu-nos proyectiles para las dos chalupas del yate, quetambin era de desear no sirviesen para rechazar losataques de los indgenas.

    Los objetos de tocador y los utensilios culinarioseran ms que suficientes para las necesidades detodos, aun en el caso de que su estancia all seprolongase; y si parte de la vajilla se haba roto por elchoque del Sloughi con los arrecifes, quedaba aunbastante para el servicio de la cocina y del comedor;verdad es que stos no eran objetos de primeranecesidad. Ms valiera que las ropas de franela, o depao, de algodn o de hilo, figurasen en grancantidad para mudarse, segn las exigencias delclima, pues si aquella tierra se encontraba en lamisma latitud que Nueva Zelandia, cosa probable,puesto que desde su partida de Auckland el schooner

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    haba ido siempre empujado por los vientos deOeste, haba que esperar temperaturas extremas;fuertes calores y grandes fros, respectivamente,segn las estaciones. Por fortuna, haba a bordo grancantidad de esos trajes indispensables en una excur-sin de varias semanas por el mar. Adems, seencontraron en las maletas de la tripulacinpantalones, blusas, capotes de hule y almillas de lana,que sera fcil arreglar para los pequeos,abrigndolos bien, a fin de que soportasen conmenos riesgo los rigores de la estacin invernal.Intil es decir que si las circunstancias obligaban anuestros jvenes a abandonar el buque, cada cualllevara su cama, pues los camarotes estaban bienprovistos de colchones, sabanas, almohadas, mantasy otros objetos, que, cuidndolos, podan durar largotiempo.

    Largo tiempo!... Palabras que significaban talvez... siempre!

    He aqu lo que Gordon anot tambin en sucartera, en el captulo de instrumentos de a bordo:dos barmetros anerides, un termmetrocentgrado de espritu de vino, dos relojes marinos,varias trompas o bocinas de cobre de las que sirvenen las noches de nieblas, y que se oyen a gran

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    distancia, tres catalejos, una brjula con su cubierta yotras dos ms pequeas un storn-glace, indicando laproximidad de las tormentas, y, en fin, variasbanderas del Reino Unido, sin contar otras mspequeas para signos de inteligencia entre dosbuques. Haba tambin un halkettsbouts, pequeacanoa de cautchuc que se dobla como una maleta ysirve para atravesar un ro o un lago.

    El cofre del carpintero encerraba un surtidobastante completo de herramientas, herrajes y clavospara las ligeras reparaciones que hubiese necesitadoel yate.

    Los botones, hilos y agujas no faltaban tampoco,en previsin de la rotura de los vestidos, pues laspobres madres de los desgraciados nios habanpensado en todo lo que pudiera ocurrir a aquellospedazos de sus entraas.

    Tenan tambin gran provisin de fsforos,mechas de yesca, eslabones, y no deban temer, porconsiguiente, la falta de fuego.

    A bordo se hallaban varios mapas especiales delarchipilago neo-zelands, intil para estos parajesdesconocidos; pero afortunadamente Gordon haballevado consigo un atlas general de Stieler, com-prensivo del Antiguo y del Nuevo Mundo, siendo

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    este atlas lo mejor y lo ms perfecto de la geografamoderna.

    La biblioteca del yate contena cierto nmero debuenas obras inglesas y francesas, historias de viajesy libros cientficos, sin contar los famosos Robinsonesque Service, aun con gran riesgo suyo hubierasalvado de todo peligro, como Camons salv susLusiadas; lo mismo que hubiese hecho Garnett consu famoso acorden, sacado sano y salvo de loschoques del buque.

    Y, por fin, no les faltaba nada para escribir;plumas, lpices, tinta, papel, y tambin un calendariodel ao 1860, en el que Baxter fue encargado deborrar los das a medida que pasaban.

    -Es el 10 de Marzo, dijo, el da en que nuestropobre Sloughi ha sido a arrojado sobre la costa!Borro, pues, ese 10 de Marzo, as como losanteriores a aquella fecha.

    Hallaron tambin una suma de quinientas librase