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Donde Hewlett conoció a Packard Muchas grandes empresas comenzaron en un garaje y probablemente la mayoría tampoco fue concebida para cambiar el mundo, pero a juzgar por la forma en que Bill Hewlett y Dave Packard planearon su compañía parece que su verdadera intención fue rendir tributo al poder de la creatividad humana. Por Daniel Trujillo Rivas, desde Palo Alto, Estados Unidos. Cuenta la leyenda que cuando William Hewlett y David Packard se metieron en un garaje para fabricar el primero de los miles de instrumentos que llevarían sus apellidos, ni siquiera tenían en mente hacer un buen negocio. Lo suyo, simplemente, era inventar. Corría 1937 y por esos días Palo Alto no era más que un grupo de barrios de clase media organizados en torno a la universidad de Stanford, donde Hewlett y Parckard habían sido alumnos de Fred Terman, verdadero gran maestre en las sombras de la Orden del Silicio, figura clave en el surgimiento de la industria tecnológica tal como hoy la entendemos y responsable directo de que al egresar como ingenieros eléctricos, ambos tuvieran la cabeza llena de ideas. Tan llena como vacíos sus bolsillos de estudiantes esforzados. Bill Hewlett partió a estudiar un postgrado al MIT, al otro lado del país, y Dave Packard, profesor recién casado, arrendó el primer piso de una casa en el 367 de Addison Avenue, una de esas tranquilas calles soleadas con amplias veredas y con grandes árboles de bucólica sombra. Al regresar su amigo, Packard armó en el patio, con la aprobación del dueño del inmueble (que vivía con su familia en el segundo piso) una modesta pieza para que se instalara Hewlett, justo al lado del hoy legendario garaje. Contaba nada más que con un viejo catre militar, un espejo y un lavamanos. Se equivoca quien cree saber lo que es comenzar desde abajo sin haber visto esta habitación de austeridad sobrecogedora. La casa nunca fue propiedad de ninguno de ellos y durante décadas fue cambiando de dueños, quienes –concientes o no de la historia que ahí se escribió– por alguna razón nunca modificaron su estructura. Fue adquirida recién en 1987 por HP Corporation, restaurada y conservada como un

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Donde Hewlett conoció a Packard

Muchas grandes empresas comenzaron en un garaje y probablemente la mayoría tampoco fue

concebida para cambiar el mundo, pero a juzgar por la forma en que Bill Hewlett y Dave

Packard planearon su compañía parece que su verdadera intención fue rendir tributo al

poder de la creatividad humana. Por Daniel Trujillo Rivas, desde Palo Alto, Estados Unidos.

Cuenta la leyenda que cuando William Hewlett y David Packard se metieron en un garaje para

fabricar el primero de los miles de instrumentos que llevarían sus apellidos, ni siquiera tenían en

mente hacer un buen negocio. Lo suyo, simplemente, era inventar. Corría 1937 y por esos días

Palo Alto no era más que un grupo de barrios de clase media organizados en torno a la

universidad de Stanford, donde Hewlett y Parckard habían sido alumnos de Fred Terman,

verdadero gran maestre en las sombras de la Orden del Silicio, figura clave en el surgimiento de

la industria tecnológica tal como hoy la entendemos y responsable directo de que al egresar como

ingenieros eléctricos, ambos tuvieran la cabeza llena de ideas. Tan llena como vacíos sus bolsillos

de estudiantes esforzados. Bill Hewlett partió a estudiar un postgrado al MIT, al otro lado del

país, y Dave Packard, profesor recién casado, arrendó el primer piso de una casa en el 367 de

Addison Avenue, una de esas tranquilas calles soleadas con amplias veredas y con grandes árboles

de bucólica sombra.

Al regresar su amigo, Packard armó en el patio, con la aprobación del dueño del inmueble (que

vivía con su familia en el segundo piso) una modesta pieza para que se instalara Hewlett, justo al

lado del hoy legendario garaje. Contaba nada más que con un viejo catre militar, un espejo y un

lavamanos. Se equivoca quien cree saber lo que es comenzar desde abajo sin haber visto esta

habitación de austeridad sobrecogedora.

La casa nunca fue propiedad de ninguno de ellos y durante décadas fue cambiando de dueños,

quienes –concientes o no de la historia que ahí se escribió– por alguna razón nunca modificaron su

estructura. Fue adquirida recién en 1987 por HP Corporation, restaurada y conservada como un

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tesoro patrimonial, con el apoyo del registro Nacional de Lugares Históricos. Desde 2005 luce

orgullosa un monolito que la señala debidamente como el preciso lugar de nacimiento de Silicon

Valley.

Seis décadas más tarde el paisaje no parece haber cambiado mucho. Ubicado a unos 45 minutos

del cosmopolita San Francisco, Palo Alto no es precisamente un lugar excitante, en apariencia,

porque aquí y allá, en torno a las áreas residenciales, como satélites orbitando Stanford, se

encuentran las instalaciones de las empresas tecnológicas que conforman el Valle del Silicio, con

sus estilizados edificios de muchos metros cuadrados de superficie, pero pocos pisos de altura,

generosamente provistos de estacionamientos y rodeados de hermosos parques. Acá se diseña el

futuro, pero Palo Alto es como un pueblo tipo American pie dentro de un campo de golf gigante,

donde nadie parece inmutarse por nada y, aunque parezca increíble tratándose del epicentro de

la industria informática mundial, es imposible encontrar un cibercafé o descubrir a alguien

pegado al Blackberry. De hecho, nadie parece trabajar por estos lados.

El campus central de HP no es la excepción. Si bien es temporada de vacaciones, la notoria

ausencia de personas resulta alarmante para los latinos, acostumbrados a creer que trabajar duro

es sinónimo de presentismo. Tenemos un imaginario donde decir trabajo es decir galeras. Los

anfitriones nos explican que HP tiene una política muy usual en la industria, que es el trabajo a

distancia. La mayoría de los empleados viene dos veces a la semana, para juntas o cosas

puntuales. La soledad reina entre las grandes plantas libres con amplios cubículos individuales,

salas de reuniones y zonas de descanso que exhiben en las paredes cuidados diarios murales

dando cuenta de los avances de este programa de reciclaje o este otro proyecto comunitario. El

silencio apenas es interrumpido por el leve zumbido de los servidores.

El ambiente induce al visitante a preguntarse ¿en qué está HP?

Corazón grande, calculadora pequeña

Conocer la historia de la compañía es el paso previo y necesario antes de informarnos sobre su

presente y futuro. El recorrido nos lleva hasta las oficinas de los fundadores, el despacho

interconectado de Bill y Dave, conservado también como un pequeño museo, donde todo está tal

como lo dejaron. Otra leyenda cuenta que ellos impusieron la política de “puertas abiertas” para

que cualquier empleado entrara directamente a hablar con ellos. La decoloración del parquet

prueba la veracidad de la historia: el sol nunca llegó al espacio entre el muro y la puerta abierta.

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Aquí se pueden ver documentos y fotografías de sus prolíficas existencias, caracterizadas por el

emprendimiento, el servicio público y la filantropía. William Hewlett nació en 1913, se casó dos

veces y tuvo cinco hijos. En su larga lista de contribuciones sociales figura la creación del Palo

Alto-Standford Hospital Center y la Fundación William y Flora Hewlett, organización que todavía

coordina su obra benéfica, principalmente en las áreas de la salud y la educación. Pero sin duda

su vida giraba en torno a la empresa, donde su aporte se notaba en el área técnica (era el Giro

Sintornillo del dúo). Ocupó los principales cargos ejecutivos hasta 1996 y luego permaneció como

miembro del directorio hasta su fallecimiento, el 12 de enero de 2001.

David Packard, un año mayor, era el hombre de las lucas. Ya sabemos que se consiguió el garaje

e hizo maravillas con los 538 dólares que reunieron como capital inicial para fabricar su primer

invento, un oscilador de audio ideado por Hewlett, con quien tuvo una carrera paralela que se

diferencia por su participación en política: en 1969, Richard Nixon lo designó subsecretario de

Defensa, cargo que ocupó hasta 1971. Continuó siendo asesor de los gobiernos republicanos en el

tema y tuvo gran amistad con Ronald Reagan. A partir de los 80 y hasta su muerte, el 26 de

septiembre de 1996, Packard dedicó la mayor parte de su tiempo y dinero a proyectos

filantrópicos. Al morir, en su testamento dejó 4 mil millones de dólares a la Fundación Packard.

En los pasillos aledaños a sus oficinas se exhiben los principales inventos de HP, de manera tal

que el recorrido sirve como línea de tiempo, comenzando por el famoso oscilador de audio. Walt

Disney fue uno de sus primeros clientes, compró ocho de esos instrumentos para desarrollar el

sonido de la película Fantasía y luego se hizo imprescindible en la industria de las

telecomunicaciones, segunda guerra mundial de por medio. El éxito del invento fundamentó el

despegue de HP, que paulatinamente, se fue posicionando como líder en el desarrollo de equipos

electrónicos de prueba y ensayo, hasta que en 1968 entraron en el negocio de las calculadoras.

En esta senda marcaron hitos que a la postre serían fundamentales en el desarrollo de la

computación actual, por ejemplo la HP-35, de 1972, la primera calculadora electrónica de mano

que tres años más tarde evolucionaría hacia la HP-65, la primera programable, luego hacia la HP-

41C, de 1979, la primera alfanumérica, y la HP-28C, de 1987, la primera que resolvía problemas

algebraicos simbólicamente. Tal visión hoy nos parece simple y obvia, pero vaya que tiene gracia

ser el primero. Se trataba de desarrollar calculadoras cada vez más completas y poderosas, pero

tan pequeñas que pudieran caber en el bolsillo de la camisa. Vistos en retrospectiva, estos

artilugios aún se ven voluminosos y la nostalgia provoca sonrisas cuando nos topamos con el

otrora tan admirado reloj pulsera-calculadora, creación de HP a mediados de los 70 con

inspiraciones 007 y toda la parafernalia de Bond, pero, para ser justos, un armatoste. HP entró al

mercado de las computadoras en 1966 con la 2116A, diseñada para reunir y analizar los datos

producidos por otros instrumentos de HP, utilizadas para control de procesos, administración de

alarmas y supervisión de máquinas. Importa señalar que los primeros modelos apenas cabían en la

habitación. En 1972, se lanzó de lleno a la incipiente informática comercial con la serie 3000, un

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sistema multiusuario que se hizo muy conocido por su alta fiabilidad y que ha evolucionado hasta

hoy en una familia completa de computadoras. En 1982, HP presentaba la primera estación de

trabajo, HP 9000 y más tarde su primer PC: la Touchscreen 150, provista con MS-DOS. No anduvo

muy bien hasta que 1985 salió a la venta la Vectra, una máquina basada en el 286 que fue la

primera de una línea completa de PC compatibles con IBM.

Pero por esos mismos días HP dio el salto evolutivo que la colocaría a la vanguardia de las

especies: creó la impresora LaserJet para oficinas, estableciendo el estándar para la industria. De

ahí en más todo ha sido crecer y superar la marca anterior. En 1989 adquirió Apollo Computer,

que combinada con su propia línea de PC la transformó en el líder del mercado en estaciones de

trabajo. Con la adquisición de Compaq, a comienzos de esta década, la compañía se instaló

definitivamente en el cuadro de honor de la informática y desde ahí ha ido sumando para

expandir su imperio hacia la fotografía digital, la impresión y gráfica, la computación personal y

móvil, los servidores y mucho más.

En 1999, HP se salió del negocio de los instrumentos científicos para concentrarse por completo

en la informática. Hoy tiene más de 10 mil productos y una fama de ingeniería sólida y confiable.

Pero, básicamente, su energía está puesta en lo mismo que al comienzo: inventar y aportar a la

sociedad.

Investiga, investiga, que algo queda

Ya instalados en la compañía, bautizada con sus apellidos puestos en orden sorteados al cara y

sello, ganando dinero a manos llenas gracias a la creciente demanda por sus instrumentos,

Hewlett y Packard defi nieron la filosofía de su empresa: brindar soluciones confiables y

eficientes, liderando la industria en cada sector en el que incursionaran, sin la presión de tener

rentabilidad en el corto plazo. Esto se sigue cumpliendo plenamente, en gran medida gracias a

que parte importante de los gigantescos ingresos de la empresa se invierten en investigación y

planificación estratégica, la cual se realiza en los HP Labs, que cuentan con la no despreciable

cantidad de 30 mil técnicos repartidos en centros ubicados en Palo Alto; Bangalore, India;

Beijing, China; Bristol, Inglaterra; Haifa, Israel;

San Petersburgo, Rusia; y Tokio, Japón.

Howard Taub, vicepresidente y director

asociado de los HP Labs explica las tareas que

este ejército de especialistas desarrolla, bajo la

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misma lógica del garaje, pero llevada a su máxima expresión: “El rol principal de la investigación

en HP es guiar a nuestras divisiones de negocios para producir productos y servicios centrados en

el cliente. Es una visión clientecéntrica, ya que no se trata tanto de producir avances técnicos de

vanguardia como de brindar soluciones eficientes y confiables. Obviamente, esto implica producir

ventajas competitivas para la compañía y crear oportunidades de negocios que se anticipen a las

estrategias comerciales del momento.

Las otras funciones de HP Labs, pero no menos importantes, son alinear las diversas áreas de

negocios e invertir en investigación científica y tecnológica, junto con producir soluciones

específicas para determinadas industrias de nuestro interés, como las telecomunicaciones,

manufactura, servicios financieros o medios de comunicación, entre otros”.

Un ejemplo es lo ocurrido con la fotografía digital. Cuenta Howard Taub que a comienzos de los

90 los técnicos de HP Labs comenzaron a vislumbrar el advenimiento de nuevos hábitos y la

pérdida de terreno de la película fotográfica, el revelado y los álbumes de papel, ante la

irrupción de las cámaras digitales. Vieron ahí una oportunidad de negocios convergente con la

computación personal y las tecnologías de impresión, donde ya estaban posicionados. Presentaron

el estudio correspondiente al mandamás del momento, quien lo desestimó diciendo que no le

veía futuro. Cabizbajos, los investigadores partieron a buscar más argumentos.

La escena se repitió un par de veces hasta que el hombre dio el pase a regañadientes para

meterse en el negocio. Hoy HP es uno de los líderes de la industria y su plataforma de medios

digitales para el entretenimiento incluye equipos y software de fotografía digital, impresión de

alta resolución, video y servicios web como Snapfish.com, la principal comunidad online de

usuarios, quienes comparten sus álbumes digitales con 40 millones de amigos en todo el plantea.

Curiosamente, el ejecutivo porfiado hoy ocupa un alto cargo en una célebre marca fotográfica, a

donde llegó para dirigir la migración desde el negocio tradicional al digital.

Las cifras que se manejan por concepto de desarrollo de patentes y la influencia directa que esta

labor tiene en los ingresos anuales de HP son astronómicas. El ejemplo de HP Labs es otra

demostración de lo rentable que resulta la inversión en ciencia e investigación. ¿Qué será lo que

cuesta tanto entender en Chile sobre el asunto? Por cierto que este camino muchas veces entraña

el riesgo de terminar construyendo una montaña de dólares al tope de la cual no queda otra que

clavar una bandera que diga “no funcionó”. Pero vale la pena intentarlo, de lo contrario, hoy HP

no estaría apostando tan fuerte por la que puede ser, o no ser, la principal revolución tecnológica

desde la invención de la rueda: la nanotecnología.

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El valor de la segunda impresión

Algo similar a lo ocurrido con la fotografía digital ocurrió con el negocio de la impresión. “Al

principio no pensamos que llegaría a ser tan importante, apenas lo concebimos como parte de los

servicios complementarios asociados a la computación personal”, confiesa Patrick Scaglia,

vicepresidente y director ejecutivo del grupo de tecnología de imagen e impresión de HP.

“Hoy estamos iniciando una nueva era, que hemos denominado Impresión 2.0 y gira en torno a la

idea de desbloquear el poder de imprimir en una forma antes inimaginable. Vamos a modificar los

viejos estándares y a redelinear la forma en que las personas administran y consumen contenidos,

para potenciar sus negocios y mejorar sus vidas”, proclama lleno de entusiasmo y con la vista en

el horizonte.

Lo que Scaglia quiere decir, en resumen, es que HP está apostando a un modelo de servicios de

impresión que no se basa únicamente en sus máquinas, rápidas, eficientes, de alta resolución y

bajo costo, sino en la web. Los cientos de millones de sitios web que existen en el mundo

significan contenido susceptible de ser impreso. Desde la industria gráfica hasta el hogar,

pasando por los medios de comunicación y el retail, internet ha de ser la plataforma por donde

transite cada bit de información hasta convertirse en una diminuta gota de tinta sobre papel,

cada vez más pequeña y de mejor calidad. Esto significa una nueva generación de servicios

online, software y equipos que ponen en manos de los usuarios novedosas aplicaciones y

poderosas herramientas. Los interesados pueden visitar estos links: http://developer.tabblo.com,

www.logoworks.com, www.snapfish.com.

Más personal que las personas

“El computador es personal otra vez”, afirma la más reciente campaña publicitaria de

computadores personales HP, una línea de productos que va desde PC de escritorio de alto

performance hasta los PC de bolsillo iPaq, un segmento donde compiten duramente con Palm,

Blackberry y los fabricantes de celulares, pasando por chiches como el Voodoo, un PC de alto

performance especial para correr video games. Se venden por encargo, cada unidad es

personalizada para el cliente, con precios que parten en 2 mil dólares y pueden alcanzar la

friolera de 30 mil si se quiere un gabinete enchapado en oro.

Cupertino está a una media hora de Palo Alto y junto a San José y Sunnyvale también forma parte

del Silicon Valley. Ahí HP tiene vecinos connotados, como Apple, y cuenta con instalaciones

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donde se exhiben los prototipos que han de salir a cambiar los hábitos de las personas. Genio y

figura aquí es Satjiv Chahill, vicepresidente senior de mercadotecnia para el grupo de sistemas

personales. Obviamente es oriundo de la India, viste como tal y es un verdadero símbolo de la

fuga de talentos desde esa nación a este valle. Simpático y erudito, explica que el objetivo de la

nueva campaña es aumentar la participación de HP en el negocio “mediante la introducción de

productos innovadores, soluciones y servicios que mejoren absolutamente la experiencia personal

con la tecnología, poniendo más énfasis en potenciar a las personas y menos en aspectos técnicos

de hardware y el software”.

Lo anterior se entiende claramente al visitar la Casa Inteligente HP. Tenemos el honor de ser los

primeros en hacerlo, ya que se inauguró recién el día anterior, nos explican Andrea Padilla y

Martin Sorichetti, ejecutivos de HP Latinoamérica y organizadores del tour. Se trata de una

vivienda completamente equipada con sistemas de alta tecnología, controlados por un servidor

central al que se puede acceder tanto desde la TV de alta –ALTA– definición que será puesta a la

venta en el mercado americano en los próximos meses, o bien desde alguno de los PC instalados

en las habitaciones, la pared junto a la puerta principal, la cocina, el refrigerador, el

microondas.

Todo funciona con Windows Media Center, de Microsoft, y permite acceder a TV de señal abierta,

cable on demand, música pregrabada u online, películas de estreno, controlar la iluminación de

los cuartos, el aire acondicionado, chequear las cámaras de seguridad exteriores, poner a cocinar

el pollo…

Poco más de medio siglo separan esta casa de aquella en la que Hewlett y Packard dieron forma a

su sueño con alicates y destornilladores. Ahora un joven ejecutivo hiperventilado se afana por

explicarnos los beneficios de vivir todo el día conectado, con un computador en el bolsillo y hasta

en el WC. Tal vez no sea lo que Bill y Dave tenían en mente, pero seguramente sí imaginaron

algunas de estos instrumentos maravillosos, que no alcanzaron a conocer, y no se habrán

preocupado demasiado por las aplicaciones. A fin de cuentas, el rol que cada uno les asigne en su

vida depende de lo mismo que al comienzo: de la creatividad humana.

HP y sus números azules

HP está presente en más de 170 países, tiene 156 mil empleados, y registró ingresos por 91.658 millones de dólares en los cuatro trimestres fiscales que cerraron el 31 de octubre de 2006, lo cual representa un crecimiento del 13% respecto al año anterior, su mejor desempeño desde el 2000 .

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En su operación por líneas de negocios, los buenos resultados se demuestran durante el período por el total de embarques de impresoras, que aumentó 11%, el de impresoras comerciales un 21%, y el de las impresoras multifuncionales un 40%. Los ingresos por computadoras portátiles (notebooks) aumentaron un 45% y por software original de HP en un 58%, impulsados por un sólido crecimiento de los negocios adquiridos en la reciente compra de Mercury. Durante este mismo período HP invirtió 3.591 millones de dólares en Investigación y Desarrollo y en los últimos cinco años ha destinado 277 millones de dólares en programas sociales a nivel mundial. Durante 2006, esa contribución alcanzó los 45,6 millones de dólares como parte de su programa de responsabilidad social “Global Citizenship”, que abarca las áreas de educación, medio ambiente, inclusión digital y gobierno, entre otras. Para la empresa este programa es clave y tal énfasis se nota también en nuestro país, donde acaba de ser escogida en el primer lugar del ranking de RSE que elaboró Fundación ProHumana y revista Capital.

Chicos superpoderosos

Phil Kuekes parece un científico loco. Debe estarlo, para haber consagrado su vida a la nanotecnología. Su cargo en HP habla por sí solo: director de investigación en ciencia quántica y su misión, fabricar microchips con partículas subatómicas. Eso mismo. El microchip es la pieza básica del procesador de su PC y está compuesto transistores que funcionan como un interruptor que deja o no pasar electricidad, un bit o cero bit. Con ellos se arma toda la información. Un procesador normal, por ejemplo el Intel Core 2 Duo, tiene 291 millones de transistores sobre 143 mm2. La demanda actual de la industria es por más en cada vez menos espacio y se está trabajando sobre chips de 65 nanómetros (nm), el equivalente a 65 mil millonésimas de metro, para pasar pronto

a 45 nm, usando hafnio en lugar de silicio. “El problema es que mientras los transistores se achican son menos eficientes y pierden energía y por eso tenemos que ir más allá, explorando las opciones que nos ofrece la nanotecnología y física quántica”, explica Kuekes mientras nos conduce por los laboratorios de HP donde fabrica nanocables: cables con el grosor de unos pocos átomos que algún día conectarán los componentes microscópicos de un nanochip, según nuevas arquitecturas que gasten menos energía. Trabajar con átomos y partículas tiene sus satisfacciones. Kuekes comenta lleno de orgullo que el año pasado HP desarrolló la aguja de una impresora que inyecta de 4 picolitros por gota de tinta, eso es el tamaño de un glóbulo rojo humano.

Halo: ¿Sí? ¿Con quién?

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El más reciente chiche de HP es una habitación, cuesta un dineral y contó nada menos que con el dueño de los estudios Dreamworks como decorador. Se trata Halo, un sistema de videoconferencia profesional que consiste en un cuarto provisto de pantallas de alta resolución, sistemas de audio y cámaras de TV, mesa de reuniones y apliqués luminosos, todo colocado especialmente para crear la impresión de que los interlocutores están en el mismo lugar y no en una pieza idéntica, al otro lado del mundo. Halo opera con una conexión exclusiva de banda extremadamente ancha, Halo Video Exchange Network, y un software que permite mostrar imágenes, películas, presentaciones power point, etc. Instalar un solo Halo studio demanda una inversión inicial de 329 mil dólares y luego un fee mensual de 18 mil por estudio (obviamente, se requieren dos como mínimo) aunque estos valores dependen de cada país. Todavía son pocos los que están funcionando en el mundo, pero ya hay uno en Chile, instalado en las oficinas de BHP Billiton.