domingo decimo septimo_(fil_eminimizer)

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PAI NOSSO

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Encontrar el tesoro encondido en nuestra vidas

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PAI NOSSO

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Más detalles del lago, escuchando a Jesús

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Cantos sugeridos: Anunciaremos tu Reino

.

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Jesús, Tú que nos has dado el don de la fe,

que nos has regalado la gracia de conocerte

de saber lo que Tú has hecho por nosotros,

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de todo lo que esperamos, de todo lo que vivimos, para que Tú nos llenes de

tu alegría y de tu paz,

de tu amor y de tu fortaleza, y así desde ya vivamos con el corazón puesto en ti, optando siempre por ti,

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siendo Tú la razón de todo lo que somos,

de todo lo que hacemos,

de todo lo que buscamos y anhelamos.

Amén.

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El valor del Reino es el valor

supremo para el discípulo de

Jesús. Eso es lo que Jesús

no ha enseñado y así es

como lo siente el cristiano.

Escuchemos.

Para pertenecer al Reino, es necesario

despojarse de otras cosas. Ninguna es tan

valiosa para el creyente como aquélla con la

que se ha quedado. Lo demás es siempre

secundario.

I. LECTIO ¿Qué dice el texto? Mateo 13, 44-52

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En aquel

tiempo, dijo

Jesús a la

gente:

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44El reino de los cielos se parece a un

tesoro escondido en el campo: el que lo

encuentra lo vuelve a esconder y, lleno

de alegría, va a vender todo lo que tiene y

compra aquel campo.

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45El Reino de los cielos se parece

también a un comerciante que busca

perlas finas que,

46al encontrar una de gran

valor, se va a vender todo lo

que tiene y la compra.

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47El Reino de los cielos se parece también a la red que se echa al mar y recoge toda clase de peces;

48cuando está llena, la sacan a la orilla y sentándose recogen en canastos los

buenos, y tiran los malos.

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52Y Jesús les dijo:

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( Del evangelio según san Mateo ) Mt 13: 44-52

Sucede con el reino de los cielos lo que con un tesoro escondido en el

campo: el que lo encuentra lo deja oculto y, lleno de alegría, va, vende

todo lo que tiene y compra aquel campo.

También sucede con el reino de los cielos lo que con un mercader que

busca ricas perlas, y que, al encontrar una de gran valor, se va a vender

todo lo que tiene y la compra.

También sucede con el reino de los cielos lo que con una red que echan

al mar y recoge toda clase de peces; una vez llena, los pescadores la

sacan a la playa, se sientan, seleccionan los buenos en cestos, y tiran los

malos. Así será el fin del mundo. Saldrán los ángeles a separar a los

malos de los buenos, y los echarán al horno de fuego; allí llorarán y les

rechinarán los dientes. Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Habéis

entendido todo esto?

Ellos le contestaron: -Sí. Y Jesús les dijo: -Todo maestro de la ley que se

ha hecho discípulo del reino de los cielos, es como un padre de familia

que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención

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II. MEDITATIO ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?

Motivación:

Meditemos y descubramos lo nuevo

que se encierra en estas parábolas.

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Luego de un tiempo de

meditación personal,

compartimos con sencillez

nuestra reflexión, lo que el

texto ME dice a mi propia

realidad y situación personal.

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III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

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Luego de un tiempo de

oración personal,

podemos compartir en

voz alta nuestra oración,

siempre dirigiéndonos a

Dios mediante la

alabanza, la acción de

gracias o la súplica

confiada.

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Salmo 118

El Señor es mi herencia; he prometido guardar tus palabras.Más vale para mí tu ley, que montones de oro y plata.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor !

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Que tu amor me consuele, según la promesa que me hiciste.Gracias a tu compasión, viviré, pues tu ley es mi delicia.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor !

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Por eso amo yo tus mandatos, y los prefiero al oro más fino.Por eso me ajusto a todos tus decretos, y odio la mentira.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

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Tus preceptos son una maravilla, por eso los observo.La explicación de tu palabra es luz que ilumina y proporciona instrucción a los sencillos.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor !

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Señor, haz que

conscientes de los

tesoros que

llevamos

escondidos,

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IV. CONTEMPLATIO

Motivación:

¿Qué me lleva a hacer el texto?

II VENGA A NOSOTROS TU REINO

2816 En el Nuevo Testamento, la palabra

"basileia" se puede traducir por realeza

(nombre abstracto), reino (nombre concreto) o

reinado (de reinar, nombre de acción). El

Reino de Dios está ante nosotros. Se aproxima

en el Verbo encarnado, se anuncia a través de

todo el Evangelio, llega en la muerte y la

Resurrección de Cristo. El Reino de Dios

adviene en la Ultima Cena y por la Eucaristía

está entre nosotros. El Reino de Dios llegará en

la gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su

Padre: Incluso puede ser que el Reino de Dios

signifique Cristo en persona, al cual llamamos

con nuestras voces todos los días y de quien

queremos apresurar su advenimiento por

nuestra espera. Como es nuestra Resurrección

porque resucitamos en él, puede ser también el

Reino de Dios porque en él reinaremos (San

Cipriano, Dom. orat. 13).

Del Catecismo de la

Iglesia Católica

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2817 Esta petición es el "Marana Tha", el grito del Espíritu y

de la Esposa: "Ven, Señor Jesús":

Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el

advenimiento del Reino, habríamos tenido que expresar esta

petición , dirigiéndonos con premura a la meta de nuestras

esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al

Señor con grandes gritos: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y

veraz, vas a estar sin hacer justicia por nuestra sangre a los

habitantes de la tierra?” (Ap 6, 10). En efecto, los mártires

deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Señor,

¡apresura, pues, la venida de tu Reino! (Tertuliano, or. 5).

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2819 "El Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rm 14, 17). Los

últimos tiempos en los que estamos son los de la efusión del Espíritu Santo. Desde entonces

está entablado un combate decisivo entre "la carne" y el Espíritu (Cf. Ga 5, 16-25):

Sólo un corazón puro puede decir con seguridad: “¡Venga a nosotros tu Reino!”. Es necesario

haber estado en la escuela de Pablo para decir: “Que el pecado no reine ya en nuestro cuerpo

mortal” (Rm 6, 12). El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras,

puede decir a Dios: “¡Venga tu Reino!” (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst. 5, 13).

2820 Discerniendo según el Espíritu, los cristianos deben distinguir entre el crecimiento

del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la sociedad en las que están

implicados. Esta distinción no es una separación. La vocación del hombre a la vida eterna no

suprime sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos

del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz (Cf. GS 22; 32; 39; 45; EN 31).

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