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venga a decir luego que no fue advertido. Digo esto pensando
especialmente en esos lectores que creen innecesario leer las
introducciones o prlogos de los libros porque piensan que son
sumamente aburridos y, generalmente, laudatorios, pues los escribe el
propio autor o algn amigo suyo. Piensan que para saber si un autor
vale hay que leer su obra y no lo que l y sus amigos dicen de la misma.
Yo no me aparto de que en ello pueden llevar razn, pero les sugiero a
tales lectores que, por lo menos, se enteren del prlogo al concluir la
lectura de la obra. Por ello he escrito tal ruego al comienzo del mismo.
Podr pensarse que tengo demasiados remilgos, ya que han sido
superados los brbaros tiempos de Giordano Bruno, Scrates o el mismo
Cristo (aunque estos dos ltimos jams escribieron), pero yo no estoy
tan seguro de ello. En esto me aferro a lo que sola repetir mi padre:
"han cambiado los tiempos y los mtodos, pero es muy difcil dilucidar
qu tiempos y cules mtodos son los peores" En todo caso -y esto ya
es reflexin ma- los mtodos actuales tienen como base una altsima y
refinada tecnologa. Sigo creyendo, sin embargo, que nadie est
obligado a declarar contra si mismo y yo acto claramente dentro de la
ley. Por lo tanto, "por si las moscas" (como reza el dicho popular) rehago
los primeros prrafos, all donde corrijo la conocida advertencia y digo:
"Los hechos y personajes de esta historia (historia con minscula, quiere
decir relato que no pertenece a la historia de los hombres, de la
humanidad, que se escribe con mayscula) son totalmente reales(pero a
la manera de la filosofa berkeleyana) y cualquier coincidencia con larealidad (realidad en el sentido vulgar) es pura semejanza (semejanza,
no identidad; adems, semejanza en el sentido del reflejo berkeleyano).
A esta altura t, sacrificado lector, dirs: "Para qu tanta
complicacin. Bastaba con haber transcripto la consabida advertencia
comn y corriente sin la ms mnima modificacin y ganbamos todos:
el lector obvindose de perder tiempo en leer tan intiles disquisiciones
y el autor, aprovechando el tiempo tan lamentablemente derrochado,
para escribir algo con sentido" Pero yo te recuerdo, oh cndido lector,
que sta es, como dije al comienzo, una historia reral de cabo a rabo(aunque en sentido berkeleyano) y yo no acostumbro a mentir a mis
lectores. Si t no entiendes esto es preferible que te ahorres la lectura
del presente relato.
Si la vida no tiene nada de fantstico y lo fantstico, en consecuencia,
nada tiene que ver con la vida, cualquiera puede preguntarse:
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Entonces para qu vivir?; pero ojo, siempre interpretado bajo el
enfoque berkeleyano... Estamos, caro lector?
El Misterio del Espejo Veneciano 1
La muerte de don Octavio Pampidpulos produjo un tremendo
impacto y se transform en un profundo misterio. Tena todos los visos
de un crimen, pero no se encontr la ms mnima huella, la ms
pequea seal que pudiera ser el inicio del camino que llevara al
descubrimiento del o los asesinos.
Pampidpulos, o don Octavio o, simplemente, el usurero, como sola
denominarlo su angustiada clientela, practicaba, como queda dicho, esaexcecrable "profesin" y, como tal actividad, era l un ser igualmente
despreciable. Nadie lo mencionaba sin esbozar una mueca de
desagrado. Haba quienes lo comparaban con la imagen de un Drcula,
de un vampiro, succionando sin compasin la sangre de sus vctimas
hasta dejarlas exhaustas. Nadie, por lo tanto, le tena la ms mnima
simpata. Soltern y sin familia, ni siquiera poda gozar del afecto de una
mujer y una prole, pero, no obstante la natural aversin que todo el
mundo le tena, su muerte, por lo trgica y misteriosa, caus hondo
impacto y concit el inters general de que se lograra hallar el camino
que permitiera develar la incgnita de tan tremenda muerte.
Hubo quien compar el caso con el asesinato perpetrado por
Rascolnikov (1) aunque aqu no haba sido un hacha el arma blandida
por el o los asesinos, sino un pesado pisapapeles de la propia casa del
millonario prestamista lo que haba destrozado su cabeza. Las manchas
de sangre y restos de cabellos adheridos al pisapapeles lo atestiguaban;
pero no se hall en el mencionado artefacto ninguna huella dactilar que
no fuera la de su propio dueo.
Se interrog a todos los clientes, pero nada pudo sacarse en claro detales interrogatorios. Todos posean coartadas perfectamente
verificables. Ninguno pudo ser detenido, ni siquiera demorado.
Hubo quienes mencionaron la factibilidad del suicidio, pero era
prcticamente imposible creer en ello, no slo por las caractersticas
personales del occiso al que no le importaba un rbano el prjimo y slo
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se ocupaba de si mismo: (se era su rasgo peculiar: un egoismo
profundo), sino porque a nadie se le hubiera ocurrido matarse de esa
manera. Era algo fuera de la ortodoxia del suicidio. En los anales
pooliciales se poda hallar un sinnmero de formas de acabar con la
propia vida: dispararse un tiro en la sien, envenenarse, tirarse de un
balcn de mucha altura, arrojarse al paso de un tren, ingerir una dosis
letal de barbitricos, etc., pero no figuraba el suicidio por un autogolpe
utilizando un objeto slido, y es natural que no existieran precedentes
tales, pues el que est dispuesto a liquidarse quiere ser expeditivo y
eficaz y esa forma de suicidio no da tales garantas, con el agregado de
que el que lo intente puede quedar baldado para toda la vida sin lograr
su objetivo.
"Sin embargo -decan los que alegaban suicidio- el pisapapeles tiene
sus impresiones digitales". Pero, hete aqu que los expertos
demostraron dos cosas importantes: primero, que si bien las huellas
dactilares del occiso demostraban que haba asido el mango en actitud
de blandir el pisapapeles, mal podra haberse descargado un golpe
mortal en la frente (all estaba la profunda herida) Si qura suicidarse, el
golpe ms lgico hubiera sido sobre la sien. La rajadura sobre la frente
era vertical. El pisapapeles era de base circular y haba golpeado a la
vctima con una parte del filo del contorno de su base, hecho
demostrado por la mancha de sangre y los pelos pegados en esa parte
del objeto. Para aplicarse tal tipo de golpe tendra que haber colocado el
pisapapeles de un modo muy incmodo que le hubiera restado la fuerzanecesaria como para ser mortal, y la forma en que estaba quebrada y
hundida la frente demostraba que el golpe haba sido de una fuerza
brutal. Segundo: que cualquier asesino con dos dedos de frente pudo
haber impreso las huellas digitales del muerto de manera muy fcil,
aunque creemos que dichas huellas no son nuevas sino antiguas.
Todo ello vena a desechar el suicidio y, por lo tanto, de afirmar la
idea de la existencia de uno o ms criminales, pero, como queda dicho,
todas las averiguaciones, pesquisas e interrogatorios llevaban a un
callajn sin salida.
La puerta de entrada estaba cerrada por dentro, no slo con llave,
sino con dos cerrojos, a tal punto que, cuando la polica lleg (luego de
que unos vecinos dieron la noticia de que haca varios das que no vean
ni entrar ni salir al prestamista, cosa que suceda, invariablemente,
repetidas veces durante cada jornada) tuvo que destrozar la puerta.
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Una inspeccin minuciosa demostr que no haba seales de lucha en
el lugar del hecho y que todas las ventanas tenan rejas y estaban
hermticamente cerradas por dentro, sin el menor signo de haber sido
violadas, lo que pareca demostrar que, si alguien pudo haber entrado
tranquilamente por la puerta y, aun con el consentimiento del dueo de
casa, jams pudo haber salido despus de cometido el crimen. Y en la
vivienda no se encontr a nadie, salvo el cadver de su dueo, a pesar
del minucioso registro practicado por la polica.
Todo vena a demostrar que se estaba ante el ms hermtico misterio
conque los ms expertos policas y detectives se haban topado por
muchos aos.
Por ms que se hurg en el teatro del crimen y por ms intrincadas
deducciones que se intentaron, no se hall la ms mnima hebra de
donde asirse para desenredar la madeja.
Las investigaciones se continuaron durante un tiempo bastante
prolongado, pero todo pareca moverse siempre dentro del mismo
crculo vicioso. Se volvi a citar varias veces a toda la clientela del
usurero y aun a los vecinos que no formaban parte de ella; pero los
interrogatorios daban siempre el mismo resultado: nadie poda ser
catalogado como sospechoso ni en el ms mnimo grado. Slo haba un
punto motivo de sospecha, pero se desech por ser comn a todos los
que conocan al occiso: nadie lo apreciaba, todos lo aborrecan y
ninguno de ellos negaba tal sentimiento. Pero aunque hubiera surgido
algn sospechoso, era de todo punto de vista imposible demostrar cmo
haba salido de una casa tan hermticamente cerrada poor dentro,
despus de cometer el crimen.
El caso trascendi las fronteras del pas a tal punto que, varios
famosos detectives de Amrica y Europa viajaron para colaborar con la
polica local, mas ninguno pudo aportar nada nuevo.
El crculo de la incgnita apareca tan hermticamente cerrado como
la casa del usurero.
Algunos, tmidamente, intentaron reflotar la hiptesis del suicidio,
pero el severo repaso de las pesquisas y razonamientos ya relatados,
hicieron que fuera rechazada de plano.
El caso no qued oficialmente cerrado, pero se fue diluyendo poco a
poco. Los expertos extranjeros se fueron yendo y los locales fueron
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objetos de arte, vendidos junto con la casa por el ltimo descendiente
de la familia, de cuyo nombre no puedo acordarme (dicho sea con
permiso de Don Miguel de Cervantes) con esta venta dio trmino a los
ya diezmados bienes de la otrora riqusima y esplendorosa familia.
Triste y complicada vida la de los Catern..! Pero esta es otra historiaque, algn da, si los recuerdos no me fallan, tal ve lleve al papel. Por
ahora su final no es ms que el comienzo de una no menos complicada
trabazn de acontecimientos aparentemente fantsticos. Lo cierto es
que, el da de la subasta, se dio cita all lo ms granado de la sociedad:
terratenientes, ricos industriales, grandes comerciantes y financieros,
gente de abolengo la mayora, aunque hacan excepcin algunos pocos
parvenus mirados con olmpico desprecio y burlona sonrisa por el resto
de la concurrencia.
La casa, a pesar de un cierto grado de abandono que se trasluca acada paso, era una hermosa obra arquitectnica del ms puro estilo
veneciano, amueblada y adornada a la misma usanza. Penetrar en ella
era tanto como hacerlo en un retazo de Venecia, aunque carente de los
canales que slo caba imaginar. Uno se senta mgicamente envuelto
por ese ambiente y, excitada, la imaginacin lo llevaba hacia la
maravillosa ciudad italiana, hacia sus palacios y sus gndolas, hacia sus
romnticas historias de amor, hacia sueos y fantasas cantados por sus
bardos, hacia historias de crmenes y envenenamientos, hacia un mundo
en que lo real y lo ficticio se hallan tan entrelazados, tan combinadosque es difcil identificarlos.
La gente se paseaba por los salones, subyugada tal vez por ese trozo
de Venecia injertado en nuestra ciudad. Las damas se admiraban
exageradamente ante cada uno de los muebles y adornos. Los hombres
hacan comentarios tcnicos sobre la calidad de la madera del
mobiliario, acerca de la complicada y fina labor de ebanistera que
habra requerido y, tambin, ms prosaicos al fin que las mujeres, sobre
los probables precios que podran alcanzar.
Los muebles eran, igual que la casa, de autntico estilo veneciano.
Aunque algunos estaban un tanto deteriorados, eran igualmente
apreciados. Sin embargo, la atencin de la mayora se centr en un
maravilloso espejo cuya belleza decorativa sobresala del conjunto.
Tena el tal espejo una luna biselada pulidsima y se conservaba sin la
ms mnima manchita, a pesar de ser, como los dems muebles, de
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evidente antigedad. Era de forma rectangular pero redondeado en las
esquinas. Estaba enmarcado no en madera sino en cristal de roca que
cubra sus bordes. Sobre dicho marco se desplegaba una fulgurante
filigrana de oro y plata que exaltaba la belleza del conjunto. Por la parte
trasera estaba cubierto con una placa de bano con un delicado tallado
y lo sostena un soporte de la misma madera trabajada al modo ms fino
de la ebanistera de su tiempo. Todo el conjunto resultaba de una
delicadsima belleza; pero haba algo ms, algo casi inasible: una
especie de fulgor que pareca desprenderse de l por momentos
subyugando a todo el que lo contemplaba. Daba la impresin de un
espejo con vida propia, del que nadie extraara que, de pronto, se
pusiera a hablar al conjunto de la gente que lo admiraba.
All se haba congregado la mayor cantidad de pblico a admirar y
codiciar la preciosa luna. Estaba visto que por ella se librara la ms
grande batalla de ofertas de toda la subasta. Y as fue: cuando le toc el
turno al espejo, all se volc todo el mundo y se desat una lid digna de
Homero pero, como sucede en toda subasta, por muy peleada que sea,
el nmero de oferentes fue disminuyendo a medida que creca el precio
de las ofertas, hasta que slo quedaron dos contendientes: un financiero
y un fabricante de artculos del hogar.
Dems est decir que triunf el finananciero, ya que la poca de que
hablamos era mucho ms favorable a las especulaciones financieras que
a la produccin industrial. El financiero iba subiendo las sumas con lams absoluta tranquilidad. Su rostro permaneca inmutable y hasta se
dira que musitaba cada nueva cifra con actitud perezosa, como el que
espera, segura y pacientemente, el inevitable abandono del
contrincante. El industrial, en cambio, disparaba sus ofertas
apasionadamente, con el rostro enrojecido y sudoroso. A veces, ante la
respuesta despaciosa de su oponente, se detena un instante a meditar:
era evidente que ya se estaba agotando su capacidad de oferta, pero
an insista con las subas, aunque stas eran apenas un tanto
superiores a las del financiuero. Este fue haciendo otro tanto,
conservando invariablemente su rostro sereno y hasta somnoliento,como si gozara excitando al otro, hasta que, sea que se agot su
paciencia o que consider colmado su gusto de ver sufrir al industrial,
lanz con voz rotunda una cifra tan distanciada de la opuesta por el
otro, que todos se quedaron boquiabiertos y, simultneamente,
dirigieron su mirada al enrojecido industrial. Este detuvo su mandbula a
mitad de camino mientras se levantaba de su silla; qued as un buen
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rato, luego buf, dej caer los brazos, mene horizontalmente so
abotargado rostro y se dej caer sobre la silla como un boxeador
noqueado lo hace sobre el piso del ring. La gente aplaudi como si se
tratara, efectivamente, de un match de box, mientras el "pgil"
triunfante sonrea con aire superior y pleno de satisfaccin, al par que
agradeca los aplausos con brves inclinaciones de cabeza. El industrial,
acompaado por sus familiares y amigos, se retir llevado de ambos
brazos por su esposa y su hijo mayor, tal como se retirar del ring un
boxeador que se ha levantado aturdido despus de la cuenta del juez..
El financiero, despus de cumplir con los trmites correspondientes,
se fue retirando lentamente hacia la salida seguido de un squito de
admiradores y curiosos que lo felicitaban, pero ste, con gesto cansino y
estudiada modesta sonrisa, sali de la casona y se introdujo, junto con
sus familiares, en el lujoso coche que lo esperaba en la puerta el que
parti rpidamente.
Finalizada la subasta del espejo la gente se fue desgranando
olvidndose de los muebles que an restaban. Los salones del casern
veneciano se fueron vaciando como se vaca un estadio boxstico una
vez concluida la pelea de fondo.
3
Como todo personaje que se precie, el financiero acuda
regularmente a su psicoanalista. Se entiende que un hombre embarcado
en los intrincados trajines de la actividad financiera, llena de altibajos
emocionales de acuerdo a las vicisitudes muchas veces imprevisibles de
las maratones burstiles, necesite el apoyo de un profesional de las
emociones, los sentimientos, las fobias y otras yerbas propias de
nuestra doliente humanidad.
Hay quienes opinan que todo el mundo debe, sin falta, hacerse
atender por un analista, porque todos tenemos nuestros transtornospsicolgicos, aunque querramos ocultarlos; pero en este aspecto las
opiniones estn muy divididas; sin embargo es indudable que si hay
alguien que no puede prescindir de tal apoyo teraputico es,
precisamente, un financiero. Este es un axioma que, por ser tal, no
necesita demostracin; por ello, no voy a cansar al inteligente lector
acumulando argumentos que certifiquen y refuercen este aserto.
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Lo importante no eran, precisamente, las regulares sesiones a las que
asista el financiero, sino el giro que tomaron stas al cabo de una
semana de haber adquirido el espejo veneciano. Tras este perodo
hebdomadario el financiero se present urgentemente ante su analista.
Si lo hubieras visto, caro lector, no diras que era la misma persona
serena, aplomada y tranquila de la subasta: plido, desencajado,
nervioso, inseguro de si mismo, hablando entrecortado, balbuciente e
inconexo, tratando de explicar al analista su nueva, desconcertante y
trgica experiencia. Sera intil relatar textualmente su galimtica
exposicin ante el profesional, pues no sacaramos nada en limpio con
ello; slo llenaramos pginas de giros entrecortados, expresiones
alocadas e inconexas, gestos oculares desorbitados, sollozos pueriles y
la palabra espejo repetida hasta el cansancio. Todo esto lo podemos
traducir en una explicacin ms breve acerca del motivo de su visita,
despojndola de toda esa hojarasca incomprensible.
La inextricable perorata, en esencia, consista en lo siguiente: nuestro
financiero haba comenzado a ver reflejados en el espejo veneciano los
aspectos ms despreciables de su accionar diario y, lo que es peor, las
terribles consecuencias que tenan para el prjimo sus miserables actos
realizados siempre en pos de ms y ms dinero. El espejo le mostraba la
miseria que reinaba en las casas de los trabajadores desempleados de
aquellas empresas que l haba hecho quebrar con sus sucios negocios
burstiles; le reflejaba la desolacin de fbricas paradas con sus
mquinas herrumbradas, cubiertas de polvo y suciedad y, lo que nopudo soportar, lo que lo llen de horror y miedo: el cuerpo colgado de
un empresario que l haba llevado a la ruina. Estas y otras imgenes
similares le lanzaba el espejo como implacables acusaciones.
El analista, cuya clientela estaba compuesta de gente de alta
categora, era muy versado en las dolencias de tales pacientes, pero
nunca haba tenido ningn caso de remordimientos por las
consecuencias de lo que l consideraba una labor al servicio de la
sociedad. Qued, por consiguiente, un tanto desconcertado ante el
primer caso de ese tipo que se le presentaba. No obstante, como todoanalista que se precie, se repuso de inmediato y le dijo muy
suavemente:
-Lo que a usted le pasa es simplemente fruto del cansancio, o tal vez
agotamiento, de su trajinar permanente. Lo que usted necesita es
distraerse, hacer frecuentes parntesis en su importantsima labor por el
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progreso de la sociedad. Usted, como hombre consciente, se toma muy
a pecho su responsabilidad en favor del progreso de nuestra patria, lo
cual lo honra; pero todo tiene su lmite, caro amigo. Usted,
seguramente, no se da sosiego en el cumplimiento de su deber como
hombre de negocios, pero es necesario que se convenza de que se
hace imprescindible un descanso, distraccin, hasta dira diversin, y
que comprenda, para no sentir remordimiento alguno, que lo tiene
merecido con creces. Deseche de su mente esas negras alucinaciones,
esos sentimientos de culpabilidad que no tienen ningn asidero en la
realidad de su conducta. Todo lo contrario, usted debe sentirse orgulloso
del papel inmensamente positivo que cumple para el desarrollo del
mundo de hoy, para su mejoramiento. En suma: usted debe tomar
conciencia de que es uno de los benefactores de la humanidad. Lo
dicho, amigo: lo que usted tiene son alucinaciones producto del
agotamiento y eso tiene una sola forma de curacin: distraccin,despreocupacin, hacer un parntesis, poner su mente en blanco
respecto de los negocios. Usted tiene sus empleados y colaboradores.
Que ellos lleven adelante esas tareas y usted despreocpese. Y le
recomiendo que lo haga frecuentemente. Ni qu decir que, ante su
estado actual, debe empezar desde ya. Hoy mismo debe dejar todo y
abandonarse ipso facto a una amable distraccin.
-Y qu distraccin me recomienda? -pregunt el financiero.
-Claro, amigo! -contest rpidamente el analista- Para estos casos nohay nada mejor que una amable y dulce compaa...
-Pero yo...!
-Nada! -lo interrumpi el analista- No ponga de por medio intiles
escrpulos pretendidamente moralistas, pues un hombre de su calidad
est por encima de esas nimiedades. Vale mucho ms su vida, su salud,
para seguir aportando progreso a la sociedad y aun, bienestar a su
familia, futuro seguro a sus hijos, etc...
-Peroi es que yo...
-S, ya s -volvi a interrumpirlo el psicoanalista- Comprendo
perfectamente que a usted le cueste dar ese paso, pero le aseguro que
no hay mejor terapia que esa. A mi me ha dado inmejorable resultado
con muchos hombres de negocios abatidos por el cansancio y la
monotona del rutinario trajinar. Luego de un tiempo se sentan otros,
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plenos de optimismo y volvan a abordar sus tareas con alegra,
sabiendo que sus afanes seran luego maravillosamente
recompensados, cosa difcil, por no decir imposible, de lograr en el seno
de la tradicional familia que, muy por el contrario, suma problemas y
responsabilidades al duro trajinar de los negocios complicando mucho
ms su estado anmico. El dilema es, pues, de hierro: ir acumulando
agotamientos y amarguras, preocupaciones y frustraciones que, algn
da, puedan terminar en una psicosis galopante, o peor an, en un
infarto...Perdn! Le hablo as, crudamente, por su bien. Adems es
usted un hombre inteligente y sabr comprender mis consejos de
profesional versado en estos problemas. Haga la experiencia y ver con
qu rapidez y facilidad superar sus actuales fobias. Sus alucinaciones
se esfumarn como por encanto y hasta llegar a sentirse rejuvenecido.
Tmese por lo menos un mes de vacaciones y emplee ese tiempo de la
manera como le he recomendado. Durante ese lapso ni hace falta quevenga a verme. Luego de transcurrido el mes, vuelva y charlaremos.
Seguro que vendr sonriente y con nuevos bros. Dicho esto, se levant,
le tendi la mano y lo despidi palmendolo amablemente en el
hombro.
4
La mujer del financiero no se haca analizar semanalmente como
suele ser de rutina en los especmenes de su clase. No importa si un
ejemplar de las clases altas tiene motivos o no para ello. No sera de
buen tono que, en alguna de las tantas tertulias, fiestas o reuniones de
canasta en que matan sus ocios, donde invariablemente comentan entre
ellas las visistas a sus respectivos analistas, alguna de ellas manifestara
con su silencio la ausencia de tan elemental terapia. Pero la susodicha
mujer se senta aburrida. Su vida se deslizaba casi sin sentido ya que,
como esposa de un poderoso financiero, no estaba atada a las
innumerables tareas domsticas a las que se ven obligadas las mujeres
sencillas: esposas de obreros y empleados ya que, como es debido paratan alta posicin social, contaba con un regimiento de sirvientes, nieras
y mucamas, que resolvan todo. Adems, la vida social eternamente
repetida de los de su casta, termin por tornrsele monstruosa y, para
rematar el problema, su vida conyugal haba perdido el atractivo natural
de los primeros aos de convivencia, ya que su esposo, absorbido por
los negocios y toda su actividad social que se hallaba vinculada a los
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mismos, la tena arrumbada en el plano afectivo. Todo se haca por y
para los negocios. No haba cena, baile o recepcin que no tuviera como
objetivo su actividad financiera. All los hombres no hablaban do otra
cosa que de negocios, de finanzas, de alzas y bajas de la Bolsa, etc. Y
las mujeres se vean relegadas y charlaban entre si de cosas banales y
chismes, asunto que, por lo repetido, haba logrado aburrir
soberanamente a la mencionada mujer. Dgame usted, caro lector, si no
es como para reflexionar que en una sociedad as construida, las
mujeres, no slo las de sectores humildes sino aun las de las clases ms
altas, se encuentran sumamente discriminadas.
La mujer del financiero fue dejando pococ a poco de concurrir a
tertulias y recepciones, pero eso no cambi su situacin, ya que esa
actitud lograba que estuviera ms tiempo encerrada en su casa, lo que
logr llevarla al abatimiento.
Cierta vez le cont su estado a una amiga ntima quien le aconsej
que se hiciera analizar.
-No comprendo -le dijo- cmo vos, de tanta alcurnia, no frecuents los
servicios de una analista. Nosotras, todas, lo hacemos. Comprend que
es muy necesario.
-Y da resultado? -inquiri la mujer del financiero.
-Ya lo creo! -le contest su amiga-Adems es de mucho tono! Pero eso
s. Tens que elegir bien. Yo te recomiendo a mi licenciada que es
excelente y atiende a gente de nuestra clase. Por otra parte, por ser
mujer, y mujer de clase, comprende mejor nuestros problemas
femeninos. Yo jams ira a consultar a un psicoanalista varn. A m, la
seora D me ha ayudado muchsimo. Si quers, yo misma te la
presento.
Y as fue como la mujer del mencionado financiero se vio por primera
vez ante una analista contndole lo aburrido de su vida y su angustioso
estado. La seora D medita largamente tomndose su barbilla con ladiestra, menea horizontalmente, varias veces, la cabeza, luego hace lo
mismo verticalmente y, por fin le sugiere, muy delicadamente y con
sumo tacto, la bsqueda de un cario clandestino, ya que el marido,
ocupado con sus negocios y "vaya a saber en qu otros asuntos", la
tiene "arrumbada" como un "mueble inservible".
-Cree usted que yo debera..? -balbucea la seora
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-Claro mujer-!
-Pero yo hace rato que no..., yo nunca -recalca- le he faltado.
-Pero usted es an joven y hermosa. Necesita que alguien la quiera de
veras, que admire sus virtudes y su belleza. Nuestros maridos nuncareparan en lo mejor de nosotras. Parece ser necesario que venga
alguien de afuera a comprendernos y valorarnos.
As fue como la mujer del financiero volvi a las tertulias y las
recepciones, para encontrar all al hombre deseado. No le cost mucho
trabajo, pues no eran pocos los que la asediaban; pero ella eligi a uno
de los ms jvenes y elegantes, aunque era un supuesto fiel amigo de
su esposo.
De este modo, se lanz esta mujer a una febril infidelidad, casi con
saa, como si estuviera vengndose de la situacin de abandono en que
la tena su marido. Pero hete aqu que, cierta vez, al acercarse al espejo
veneciano, vio reflejadas en l todas sus andanzas con lujo de detalles.
Se qued de una pieza. Casi perdi el habla! Se tom la cabeza con
horror pensando si lo que ella estaba presenciando en el espejo podra
ser revelado a otros. Si su marido podra ver lo que ella misma estaba
viendo...Y sus hijos, vlgame Dios!
Espantada corri a ver a su psicoanalista.
-Menudo problema me trae -le contest sta y, despus de cavilarlargamente, le pregunt:
-Le sucede lo mismo con los dems espejos?
-No -contest- slo con ese.
-Entonces deshgase inmediatamente de l. Vndalo. Usted dice que es
un espejo muy apreciado y que hubo mucha puja en la subasta.
-Por eso temo planterselo a mi marido que gast una fortuna para
satisfacer mi capricho. Cmo le explico ahora que quiero desprendermede l?
-Puede decirle que ya est aburrida, que desea cambiarlo. En fin, ya se
las sabr arreglar. Cuando una mujer se propone algo, lo consigue.
Dse nimo!.. Tambin el espejo se podra romper...por accidente...
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-No me animo a romperlo. Cost mucho dinero. Es una obra de arte
valiossima, tal vez nica en el mundo. Prefiero venderlo. No faltar
quien lo compre. Fueron muchos los que nos envidiaron su posesin.
Har lo posible por convencer a mi marido.
...................................................................................................................
.......................
Cul no sera la hermosa sorpresa que se llev nuestra seora, aquella
misma noche, cuando, su marido, en una conversacin ntima con ella y
dando muchas vueltas, le propuso vender el espejo veneciano. Casi se
cae de alegra! No obstante se fingi un tanto compungida, pero, al fin,
accedi aparentando que lo haca para no contradecirlo y hacerle creer
que, en definitiva, era l quien mandaba en el hogar, mientras pensaba
para sus adentros: "as es mucho mejor la cosa, pues me salva de tener
que planterselo yo que, sinceramente, no saba ni cmo empezar adecrselo".
El destino del espejo qued sellado. Se desprenderan de l. Luego de
un largo concilibulo entre marido y mujer acerca de a quin lo
ofreceran dentro de la larga lista de pretendientes, decidieron
vendrselo al conde Eduardo Salas Convencio que, seguramente,
ofrecera una acrecida suma por l, ya que era el ms incansable y
asiduo pretendiente a la posesin de la ya famosa luna. No
desaprovechaba ocasin para tocar el tema y ofrecer, cada vez, sumas
ms altas.
As pas la hermosa luna veneciana a la lujosa residencia de los Salas
Convencio que no caban en si de gozo por la tan ambicionada
adquisicin. Precisamente la ubicaron en el lugar ms destacado del
saln de los espejos que tenan en su mansin.
El conde y la condesa Salas Convencio eran, en realidad, de origen
plebeyo, pero como lograron amasar una inmensa fortuna en los
negocios inmobiliarios, haban comprado en Italia el tal ttulo de
nobleza. En todos los ambientes que frecuentaban se los conoca como"los condes". Ellos se haban encargado de mostrar sus "ttulos" a todas
sus amistades.
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Qu haba sucedido para que el financiero propusiera a su esposa,
espontneamente, la venta del espejo? Veamos. Habamos dejado al tal
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seor en momentos en que sala del consultorio de su psicoanalista. Tal
como ste le haba aconsejado, el financiero se dirigi a sus oficinas,
convers a solas con el presidente de la compaa manifestndole
brevemente su decisin de tomarse un mes de descanso y
encarecindole que dirigiera sus negocios con el mayor celo durante su
ausencia. As qued libre como un pjaro fuera de la jaula, yendo a
pasar la noche en un elegante especie de cabaret de los alrededores de
la ciudad, precisamente en la zona norte. Estuvo bebiendo y bailando
despreocupadamente hasta altas horas de la noche, acompaado por
una bella damisela y luego se dirigi con ella a un lujoso hotel donde
pernoct olvidando, durante ese lapso, sus fobias y angustias.
Inici as una vida realmente disipada, cambiando de amante casi a
diario. Iba de juerga en juerga, tratando de aturdirse y olvidar as los
problemas que lo embargaban; ms precisamente, de las imgenes que
le pareci haber visto reflejadas en la famosa luna veneciana. Pero,
cuando se disipaban los vapores del alcohol y abandonaba los brazos de
la amante de turno pernoctando en su casa, volvan a herirlo la desazn
y la angustia. Decidi entonces alejarse de la gran ciudad y, pretextando
ante su mujer una jira por razones de negocios, tom el primer avin
hacia Bariloche donde busc deleitarse con el maravilloso paisaje de los
bosques y lagos sureos a la par que con la compaa de una hermosa
joven.
As pas quice das bastante placenteros durante los cuales se fueaplacando su angustia. Cuando se sinti reconfortado y tranquilo,
habiendo vencido con creces el plazo de un mes, retorn a Buenos Aires
con una plcida sonrisa en su reanimado rostro. Entr en su casa de
noche. Todos dorman. El silencio reinaba. Se diriga ya a su habitacin
cuando, invadido por la duda, cambi de trayecto y se encamin al
saln de arte donde, junto a una serie de obras pictricas y un
sinnmero de objetos artsticos, campeaba reluciente el espejo
veneciano. Lenta y temerosamente se acerc hasta situarse frente a l.
No bien hubo hecho esto, como por arte de magia, el espejo comenz a
fulgurar y, cual una pelcula, fue lanzndole en imgenes todas lascorreras amorosas protagonizadas por l desde que abandonara el
consultorio de su analista. Qued espantado, lleno de miedo y angustia
corri a su habitacin. Sin encender la luz se acost vestido en su cama.
No pudo dormir en toda la noche. Amaneci desolado. Sali de su casa
muy temprano. Los dems habitantes de la casa (su esposa, sus hijos y
hasta la servidumbre) an dorman. Subi a su coche y comenz a
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pasear sin rumbo fijo por la ciudad. Cuando comenzaron a abrir los
comercios se dirigi a un bar y bebi varios wiskys para consolarse, pero
era intil: tena el corazn como un puo. Ni siquiera logr
emborracharse. Pag y se fue. Deambul en el coche por toda la ciudad
y sin rumbo fijo. Al medioda entr en un restaurante, pidi un plato
apetitoso, pero apenas pudo probarlo. Volvi a vagabundear por la
ciudad. Con su celular se comunic con su analista y concert una cita
urgente con l. A los pocos minutos ste lo recibi en su domicilio
particular.
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El financiero entr abatido. Hasta se olvid de saludar. El analista,
mirndolo con extrema curiosidad, lo hizo pasar a una salita ntimadonde, como no poda ser de otra manera, haba un cmodo y lujoso
divn. Hizo reclinar a su cliente en el mismo, sentse l en una silla y se
dispuso a escuchar las cuitas de su paciente. Tuvo que aguardar un
largo rato a que el financiero se calmara un poco. El estado de ste era
francamente lamentable: el rostro plido y contrado, en verdad, ms
que contrado contrahecho, surcado por gruesas lgrimas, agitado su
pecho por sollozos desgarradores. Pareca la imagen de la
desesperacin y el dolor.
El analista dijo para si: "si llora va bien la cosa. Dejmoslo llorar as sedescarga."
Efectivamente, pasado un largo rato el paciente fue mejorando, por lo
menos hasta el punto en que pudo comenzar a articular algunas
palabras.
-El espejo...-dijo y qued en suspenso.
-S, el espejo...-lo anim el analista.
Pas otro rato.
-El espejo...-repiti- ..otra vez!
-S, otra vez...-lo acompa el analista.
-Pero ahora peor...-dramatiz el paciente.
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-Ahora peor? -pregunt el licenciado.
-S, peor..mucho peor!
-Cunteme...
-Usted me seal el remedio...
-Recuerdo...y...?
-Fue peor.
-Peor el remedio que el mal?
-Usted lo ha dicho. Ahora el mal se ha agravado.
-Se ha agravado..?
-S!
-Cmo es eso?
-Le explicar -arranc ms decididamente- Hice lo que usted me
aconsej... -y con marcados trazos dramticos, si no trgicos, el
financiero narr la experiencia del ltimo mes hasta concluir con el
episodio de lo que vio en el espejo veneciano.
El analista medit unos segundos tomndose el mentn con la diestra
y, rpidamente arranc:
-Se trata simplemente de un sentimiento de culpa por la infidelidad
cometida.
-Pero.., licenciado, -se extra el financiero- en otras ocasiones no me
ha pasado esto. Nunca he tenido remordimientos de conciencia por mis
deslices.
-Pero ya se ha acumulado mucho en el subconsciente.
-Pero, si usted mismo me lo sugiri como terapia
-S, querido amigo, pero no me dijo que eso, en usted, era prctica
corriente, si no le habra aconsejado algo distinto. No se puede distender
uno con aquello que hace habitualmente. Sera como si a m un colega
me aconsejara entretenerme haciendo psicoanlisis despus que dejo el
consultorio.
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horizontalmente, medita nuevamente, emite varios "hum", menea otrra
vez la testa, vuelve a sumirse en la meditacin... De pronto se le
iluminan los ojos. Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro y espeta:
-Pues desprndase del espejo!
-Servira eso para algo? Porque si se trata de mi subconsciente me
puede suceder lo mismo con el espejo del bao, o con el del ropero, o
con el del vestuario del club, etc.
-Le ha sucedido lo mismo con otros espejos?
Medit unos segundos y contest:
-No...Hasta ahora slo con el veneciano.
-Entonces, amigo mo, haga lo que le digo: squeselo de encima ytendr resuelto el problema.
-Pero quin la convence a mi mujer? Le gusta tnto..! Lo compr por
ella en la subasta...
-No importa. Intntelo. Busque cualquier pretexto. Para m eso es
decisivo. Precisamente usted ve en ese espejo reflejado lo que hay en
su subconsciente, porque lo asocia coin su esposa. Usted le cuenta, sin
querer, a ese espejo, lo que no se anima a confesarle a ella. Ah se
produce una transposicin de sujetos. El espejo vendra a ser, en ese
caso, para el suconsciente, su propia esposa.
-Y qu hago si la eliminacin del espejo no me resuelve el problema?
-En ese caso vuelva a verme que ya le encontrar alguna otra terapia.
Sali el financiero ya un poco ms calmado. Se dirigi a su casa, se
ba, tom una copita de jerez y se acerc a la alcoba de su mujer. Al
rato, estaban los dos conversando y l, de pronto, aunque dando
muchas vueltas, le propuso la idea de vender la famosa luna veneciana,
disponindose a dar una serie de argumentos que apoyaran su tesitura;pero cul no sera su sorpresa cuando escuch la voz de su mujer
interrumpindolo para apoyar la decisin de su marido con visible
convencimiento. El financiero no pudo evitar un suspiro de satisfaccin.
Su mujer hizo lo propio.
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Como ya es sabido, el espejo pas al hogar de los Salas Convencio; en
realidad fue a integrar la hermosa coleccin del Saln de los Espejos
de la residencia que posean en Olivos. La "condesa" y el "conde" no
disimularon su alegra y, como verdaderos nuevos ricos, quisieron
festejar la "conquista" tan ansiada y, a tales efectos, organizaron una
colosal recepcin a la cual invitaron a una selectsima "troupe" de
amistades encumbradas.. All se dio cita gente de "sangre azul", como
ellos, junto con las ms granadas familias de industriales,
terratenientes, financieros y comerciantes.
Ni qu decir que la "vedette" de la fiesta fue el codiciado espejo
veneciano, que luca radiante en el lugar ms destacado del famoso
Saln de los Espejos. Los invitados, ni bien llegaban y, previa ceremonia
de saludo a los "condes", se volcaban a dicho saln, echaban una ojeada
formal al conjunto de espejos y luego se amontonaban frente a la
famosa luna veneciana deshacindose en elogios a sus especiales
atractivos. Dirase que estaban (o se mostraban) hechizados por dicho
espejo, ya que en el saln haba otros muy bellos y encantadores, pese
a lo cual no concitaban la misma curiosidad de los circunstantes.
El espejo vceneciano era ya casi una leyenda y, cuando esto sucede,
la gente da en exagerar las dotes de la pieza dada como si sta fuera un
ejemplar nico e iunsuperable. Cierto que no era un espejo vulgar, sino
una codiciable antigedad a la par que una delicadsima obra de arte;
pero otros espejos all presentes reunan tambin ambas cualidades yeran bellsimos ejemplares dignos de similares alabanzas; mas ninguno,
pese a su valor artstico y monetario, era capaz de hechizar a la selecta
sociedad all reunida como lo haca el codiciado espejo veneciano del
que pareca emanar una especie de misticismo que subyugaba y
embargaba a hombres y mujeres por igual.
Dems est decir que durante la cena, el baile y las numerosas
tertulias, el tema privilegiado de comentario era el encantador espejo.
Quin no lo codiciaba? Quin no aspiraba a poseerlo alguna vez? No
fueron pocos los que se atrevieron a hacer proposiciones de compra alos dueos de casa, pero todas ellas fueron risueamente rechazadas
por el "conde" y la "condesa". Cmo iban a desprenderse de lo que
tnto tiempo haban ambicionado poseer? Sin embargo, no pas
inadvertida la ausencia de los antiguos propietarios: el financiero y su
mujer. Resultaba curioso que no se hubieran hecho presentes. Tal vez
-pensaban algunos- con su ausencia haban querido eludir la inevitable
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De aqu en adelante el espejo comenz una peregrinacin, pasando
de unas manos a otras dentro del mbito de la gente adinerada, hasta
que tal peregrinaje le hizo ir mermando considerablemente su precio.
Pasado ms o menos un ao, el ltimo y reciente poseedor: un
rentista, opt por venderlo, por una suma irrisoria, al usurero OctavioPampidpulos, ante la falta de inters que mostr en general la gente
de la alta sociedad al ver con qu facilidad pasaba de una mano a otra,
perdiendo precio a cada transaccin.
Al poco tiempo de esta venta tuvo lugar la extrasima muerte del
usurero ya relatada al comienzo de esta historia y el paso del espejo,
tras la subasta, a manos de un destacado estanciero. Este se llev el
espejo a su mansin en el campo y, a partir de all, se pierden las
huellas del mismo, de sus posteriores vicisitudes, de los cambios
sucesivos de dueo que, seguramente, tuvieron lugar. Ello parecacorroborarlo la afirmacin de muchos acerca de que el estanciero
tambin haba vendido el espejo pero, por otro lado, nadie poda dar, a
ciencia cierta, la filiacin del actual propietario. Otros decan que el
estanciero conservaba permanentemente la famosa pieza veneciana,
pero esto no pareca verosmil, dada la fama que se haba tejido sobre el
espejo como objeto factible de cambiar de dueo con suma facilidad;
pero lo cierto es que, con el tiempo, la curiosidad sebre el destino de la
otrora famosa luna, como sucede invariablemente en este mundo, se
fue diluyendo.
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Un da templado del mes de septiembre, en el Ocano Atlntico,
cerca de la ciudad de Mar del Plata, la tripulacin de un pequeo buque
pesquero percibi entre las olas un enceguecedor brillo que se mova al
comps de las mismas. Los marinos quedaron sorprendidos y
desconcertados. Qu sera aquel resplandor tan raro y potente? No
sera algn ovni posado sobre el mar? Venciendo cierto temor que los
embargaba, pues la curiosidad pudo ms, dirigieron su embarcacin
hacia la fuente de tamao fulgor. Al acercarse a ella vieron que se
trataba de un espejo que, contra todas las leyes naturales, flotaba y,
adems, lo haca erguido. La tripulacin baj un bote con varios marinos
a bordo. Rescatar el espejo de las olas no era cosa sencilla. Maniobraron
con ayuda de varias sogas, pero una fuerte ola les ech el espejo sobre
el bote golpendose conbtra l con gran fuerza. Cul no sera el
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asombro de los pescadores al comprobar que el mismo no haba sufrido
rotura alguna ni aun la ms mnima rajadura. Daba la impresin de que
era un espejo indestructible. Los marinos siguieron trabajando, pero el
espejo volvi a golpearse contra el bote con increble fuerza, no slo sin
romperse sino poniendo a la embarcacin en peligro de zozobrar. Tras
estos empellones que no lograron romperlo el mar se fue calmando un
tanto y, con ayuda de las sogas, lograron subirlo al bote y llevarlo hacia
el buque madre, desde cuya base lo izaron con maestra y as lograron
llevarlo a tierra en buen estado.
Ninguno de los pescadores conoca la extraa y excitante historia de
la luna veneciana. Eran simples trabajadores. Pero no cabe duda de que
nos encontrbamos ante aquella. Adems nos enterbamos de que era
prcticamente indestructible.
Es posible deducir que su ltimo poseedor, ante la imposibilidad devenderla o destruirla y temiendo que la dichosa luna revelara aspectos
pecaminosos e injustos para con su familia y socialmente perjudiciales
para la sociedad y sus sectores ms vulnerables, etc., decidiera enviarla
al fondo del mar, muy probablemente desde el yate de su propiedad y
sin testigos peligrosos.
Los pescadores llevaron el espejo a la sede de su sindicato y lo
colocaron en un lugar destacado de su pequea sala de reuniones y
asambleas. Estaban encantados con su adquisicin nada menos que
gratuita. Pronto se corri la voz entre los pescadores y otros sectores de
trabajadores de la poblacin y se produjo una multitudinaria afluencia
de toda esa gente hacia el mencionado sindicato. Ya estaba
anocheciendo cuando la sala se vio, no slo colmada sino excedida de
gente: como suele decirse: "no caba ya un alfiler". Entonces, frente a
los asombrados ojos de los circunstantes, el espejo se ilumin como una
pantalla de cine o de T.V. y comenz a emitir imgenes: stas
mostraban a un individuo con aspecto furibundo blandiendo un enorme
pisapapeles (no era otro que el usurero Octavio Pampidpulos, aunque
los obreros no lo conocan) y arrojndoselo con fuerza al espejo con laclara intencin de despedazarlo. Dicho instrumento, lejos de destrozarlo,
rebot en su superficie y fue a dar contundentemente contra la frente
del usurero que cay al suelo sin vida. Luego, el espejo se apag y
qued en su forma natural reflejando las caras estupefactas de los
pescadores y sus familiares.
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Ante tan extraa y truculenta imagen, muchos trabajadores se
santiguaron y, pasando a acciones prcticas, informaron a la polica
local del suceso; sta, contra su costumbre, acudi con celeridad y, ante
ella, el espejo volvi a iluminarse y repetir la escena del deceso del
mentado usurero. La polica, que conoca el sonado caso de la dudosa
muerte de Pampidpulos, se comunic con el Departamento Central de
Polica de Buenos Aires. Rpidamente vinieron de all expertos de todo
tipo y, el espejo, ante la presencia de cada nuevo grupo de
investigadores, no dejaba de repetir la consabida y macabra escena.
As qued aclarada la causa de la muerte del usurero. El espejo
veneciano ya no sufri ninguna nueva venta, ni directamente ni en
subasta alguna. Aunque algunos policas pretendieron incautarse del
espejo, los obreros se opusieron, pues ellos eran los que lo haban
encontrado perdido en el mar y nadie haba venido a invocar su
propiedad.
Dicen las lenguas acostumbradas a difundir sucesos extraos que,
cada domingo, el espejo de marras ofreca a quienes, llevados por la
curiosidad, acudan a ver sus "funciones", verdaderas "pelculas" que
mostraban la podredumbre, la bajeza e inmoralidad de las clases y
capas sociales ms adineradas de la sociedad, o sea: la vida de cada
una de las familias pudientes que, a lo largo de los aos, fueron siendo
sus ocasionales propietarios. Varias de ellas, enteradas del contenido de
esas "funciones cinematogrficas", hicieron la denuncia ante las msaltas autoridades de la Nacin. La consecuencia fue la clausura
momentnea de local sindical de los pescadores y la incautacin del
"malhadado" espejo, que fue enfundado con en un pao negro y llevado
a uno de los depsitos municipales de la Capital del pas. Con esta
medida, las autoridades creyeron que el espejo veneciano quedara
sepultado y olvidado.
Cierto da y pasado ya un tiempo ms o menos prolongado, varios
trabajadores del galpn municipal, encontraron un bulto raro envuelto
en un pao negro sin etiqueta alguna que lo identificara. Curiosos comoeran (aunque alguna gente pueda creer que los obreros no son
curiosos), eliminaron la funda y se encontraron con el bello espejo
veneciano...................................................................................................
.......................
Ahora, los que ven las "pelculas" reflejadas en la luna veneciana, son
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los obreros municipales, sus familiares, amigos y trabajadores de otros
gremios que acuden invitados por stos...; pero claro, por ahora, todo
en el ms estricto secreto...
Jorg
e Prieto Barrs
(1) - Raskolnicov - Personaje principal de la Novela
"Crimen y Castigo" de Fedor Dostoyevsky
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