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Libro de Buen .411101'

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Juan Ramón Jiménez en 1917

LIBRO DE BUEN AMOR

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d~l vj* del ':dl'rc$lt.

Plano del viaje del At'ciprl'Ste

1R

LIBROS

o

publicada mi monografía s o b r eOquendo. don Luis González Obre­gón, en México, elaboró sobre ellaun articulito que nnnca ha llegadoa mIs manos.

e) Mis relaciones con la Edito­trial Saturnino Calleja -nominal­mente, con Rafael Calleja- comen­zaron cuando Juan Ramón Jiménezintervino en la dirección artísticade las nuevas colecciones. (Ver "Elreverso ..." en Pasado inmediato)pp. 100 y ss.). Esta casa editora sehabía consagrado antes de prefe­rencia a los libros de devoción y alos libros infantiles. Lo primero quese me encomendó, en diciembre de1916, fué una tradncción de la 01'­todoxia de Chesterton. Y, exacta­mente el 16 de abril de 1917, Ca­lleja me hizo otras tres ofertas:una edición del Libro de Bnen.41'1101' (Arcipreste de Hita), unaedición de poesías ele Góngora y unanueva traducción de Chesterton:E.l hombre que fué Jueves. Pocodespués, me propuso que prepararaun texto del Mellospreáo de Corte(Fray Antonio de Guevara). ElGóngora y el Guevara no llegarona definirse. De las traducciones sehablará un poco más adelante.

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Por Alfomo REYES

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DEdocumental

UNIVERSIDAD DE MEXICO

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ESTE año de 1917 no fue me­nos fecundo que los dosaños anteriores. Enumerarémis publicaciones conforme

a los "varios caminos" de mi acti­vidad (cap. iv), aunque cambiandoel orden según ahora conviene a losfines de esta exposición:

VI. EL AÑO DE 1917

I. Trabajos eruditos

a) "Un tema de La vida es sue­iio: El Hombre y la Jaturaleza enel m o n ó 1o g o de Segismundo".(RFE, enero-marzo y julio-sep­tiembre de 1917, recogido en lasegunda serie de Capítulos de lite­ratura espafíola). Debe leerse enrelación con el ensayo sobre "Elenigma de Segismundo" publicadoen Sirtes (pp. 127-156). El frag­mento con la traducción castellanade Plinio que dio origen a este tra­bajo me fue amablemente señaladopor América Castro. "Azorín" mee s c r i b i ó el 15 de noviembre de1917: "Muy hermoso su estudiosobre La vida es sueño. Definiti­va." "Y Pedro Henríquez U reñame decía: "Muy bien, pero no teentregues del todo a esos esfuerzosatléticos de erudición. que te absor-

. berían completamente lO Lo que meha hecho pensar mucho, y a muchospudiera aplicarse. Y conste que to­davía me dejé fuera la tradicióndel tema en la literatura científicay jurídica, así como en las figura­ciones plásticas.

b) El ensayo "sobre Mateo Ro­sas de Oquendo. poeta del siglo xvi"(RFE, 1917. IV), se recogió conun pequeño aditamento en la pri­mera serie de los Capítulos) bajoel título de "Rosas de Oquendo enAmérica". Aunque yo no descubría Oquendo, creo que logré incorpo­rarlo a la historia de las literatu­ras americanas y, en especial, de lamexicana. Lo incluí ya en mis Le­tras de la Nlle'l'a Espa'ña como au­tor que nos pertenece. Tampocodescubrí yo al P. Mier, pero creoque mi edición madrileña, de quetrataré más adelante, contribuyó alanzarlo en la circulación literaria.Me aseguran que, poco después de

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arcaísmos al pie de la página, uníndice de nombres según Ducaminy un índice de refranes y sentenciassegún Cejador. Para el itinerarioconsulté algún trabajo previo delseñor Bernaldo de Quiroz y consul­té asimismo con dos "guadarramis­tas" autorizados, que solían vera­near en la sierra: don Ramón Me-

I néndez Pidal y el poeta Enrique de""1 Mesa.

Sobre la persona del Arciprestey sus relaciones posibles con el olos autorretratos que se infierende su poema, además del prólogomencionado he escrito una brevenota, "Entre humoristas", en milibro Calendar'io y, más ampliamen­te, he vuelto sobre ello en la mono­grafía "La vida y la obra", segun­da de las agrupadas bajo el tí­tulo: Tres puntos de exegética lite­raria (Jornadas del Colegio de Mé­xico, N9 38, 1945, pp. 33-34). Parael recto conocimiento del Arcipresteson hoy indispensables las investi­gaciones de América Castro, y tam­poco debe olvidarse cierta agudaapreciación de Dámaso Alonso pu­blicada en la revista Insula. Nue­vamente me referiré a mi Arci­preste al volver sobre ediciones deobras ajenas correspondientes a es­te año de 1917.

d) Como en el caso anterior,tengo que mezclar la noticia de unaedición con la de un ensayo críticoa propósito de las Páginas de Que­vedo) que di también a la EditorialCalleja acompañadas de un prólogoy unas apostillas. Por mayo teníava va la obra en el telar. "Azorín",~n -La Vanguard1:a (Barcelona, 3de julio de 1917), anunciaba la pró­xima aparición del tomito y men-cionaba nuestras charlas en torno aQuevedo. "Perico el de los Palo­tes", "Colombine" o Carmen deBurgos, 10 comenta en El Heraldode Madrid el 3 de mayo de 1918;pero sin duda fué éste un comenta­rio tardío, pues el colofón de miQuevedo dice a la letra: "30 de sep­tiembre de 1917". El prólogo y lasapostillas pasaron a la primera se­rie de los Capitulas. Véase 10 quedigo al respecto en el inevitable"Reverso" . Yo quise primeramentehacer, a guisa de prólogo, una apre­ciación muy general sin repetir losdatos biográficos que constan ya entodos los manuales. Rafael Callejame recordó el objeto popular denuestra edición. y yo rehice mis pá­ginas de acuerdo con sus pertinentesobservaciones. Los editores me pa­garon el doble de 10 contratado."Dada su actividad -me decía Pé­rez de Ayala- ha de estar usted ga­nando una barbaridad de pesetas."

DE FRAY

t01::rQJ(I,~I. CAl•.Lt.lA.J'lJ.b':'l)f. :lJ# • ~;'t!'

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f\"1Et\~ORIAS

Pra)1 Servando Teresa de .Mier

Procedí con suma prisa a esta-blecer mi edición del Arcipreste. ~lllLlOltCi\ AYA.CUCHO

O · b' , 1 .oA}O t. l'lkh'CION J).r.. PCt'rl RUf't~O HLA(i(:()..,f.ov:~ ~.~kJusto Gómez cenn -tam len o ~ ,~~~_

he contado en "El reverso ..."­decía que me había yo sentado a latarea con una resignación de para­lítico; pues, en efecto, no me des­pegué de la mesa hasta verle el fina mi Libro de Buen A11wr. Entre­gué el original el 4 de mayo, once SE¡-(\'A~DO TERESA DE MlERdías antes del plazo. Y después, tu­ve que despachar en veinticuatrohoras la corrección de todas las ga­leradas. Esta premura no fue uncapricho ni un alarde: la casa edito-ra tenía sus normas, las cuales sehabían dictado en vista de las publi­caciones corrientes, y no de este nue­vo tipo de libros a que su adminis­tración no estaba todavía acostum­brada. Se me enviaron las pruebascon instrucciones apremiantes, y yono estaba para desairar el trabajo,por duro que fuese. No volvió a su­ceder: los editores se dieron cuenta ,y hasta me pidieron disculpas. .

Al tener noticia del caso, Ray­mond Foulché-Delbosc me escribíadesde París: "¡ Caracoles con la co­rrección del Arcipreste en un día!Ríase usted del Sud-Express. Pero¿sería un día bíblico de veinticu~tro

y pico de horas? A veces, hay pICOSlarguísimos. Por mi parte, bien séque no me comprometería a seme­jante hazaña." Y añadía con cier­ta cautela: "En fin, veremos el re­sultado" (22 de junio de 1917).Creo que no 10 defraudó el resulta­do, pues el 8 de agosto si~'ui~?teme envió una postal que decla: ElArcipreste es una monada".

Examinando ahora mi corres­pondencia con Calleja, he hechouna observación curiosa: ya hecontado que aquel caballeroso ami-go consideraba con cierto recelo, alprincipio, la irritabilidad y suscep­tibilidad de la gente de letras, conla que apenas empezaba a tratar.Poco a poco se hizo querer de todos,y de todos mereció siempre la es­timación más franca. Las primerascartas que me dirigía eran gruño­nas, revelaban una actitud de pazarmada, expresaban cierta descon­fianza ante el posible incumplimien­to de los plazos y los convenios. Unmes después, sus cartas ieran yalas cartas sencillas de un amigo.Conservo de nuestro trato el mejorrecuerdo y siempre he de nombrar­lo con afecto y con gratitud. Elmismo se nos ha revelado despuéscomo escritor.

Mi tomo del Arcipreste constade un prólogo, un itinerario y mapadel viaje por el Guadarrama (reco­Rido todo ello en la primera seriede los Capítulos de literatura espa-

~ñOla), el texto con traducción de

El Sol de Madrid

:!i¡:;::.~~-...-,--,-.,..." ............-

TC)DOXIA

ALFONSO R<'Y~.$

l'i<AiA1CCION pI-"

G. K. CHESTERTON

por el Dr. José Euleterio González("Gonzalitos") ; Biografía del Be­ne1nérito Me:r:icanoD. ServandoTeresa de M1:er y N 01'iega y Gue­1'1'0.) Monterrey, Imp. José Sáenz,1876. Por desgracia hay erratasque afean la edición, además delas que ya aparecen en el textode Gonzalitos. Rufino Blanco­Fombona era un Orinoco editorial,inundó las librerías con abundantesediciones de clásicos hispanoame-

Se'manario de la Vida Nac:'onal

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cir "parroquia que hoy ya no exis­te" , pues la calle existe todavía.Como lo he contado otra vez, enla mismo pág. ix, donde me refie­ro a la traducción de la Atala deChateaubriand por Mier, que apa­reció firmada con el seudónimo deSimón Rodríguez, el maestro de Bo­lívar, o sea "Samuel Robinsón",por ser éste quien costeaba el libro,la nerviosa pluma de Blanco-Fom­bona metió estas palabras de sucosecha: "¿ Sería la traducción enrealidad obra de Mier, o sería deD. Simón Rodríguez ?".

Sobre Fray Servando he escritoen varias ocasiones. Las princi­pales: 1) El prólogo recién men­cionado; 2) artículos publicados enEl Sol de Madrid y recogidos des­pués en el volumen de Retratos rea­les e iJnaginarios (México, Lectu­ra Selecta, 1920), bajo el título:"Fray Servando Teresa de Mier";3) artículo llamado "Dos obras re­aparecidas de Fray Servando",también procedente de El Sal delVladrid e incorporado en Reloj deSol (5<;t serie de Simpatías y dife­t'e-ncias) pág. 183, y segundo tomode la 2a. edic., pág. 328). Este ar­tículo se refiere, en primer lugar,a la reedición de la Historia de laRevolución de la Nueva Espa.ña he­cha bajo los auspicios de la Cámarade Diputados ele México en 1922,obra publicada originariamente porFray Servando Teresa de Mier ba­jo el seudónimo de "José Guerra",Londres, 1813. Esta primitiva edi­ción se perdió en un naufragio, sal­vo contados volúmenes. En 1907,los alumnos del curso de Historiaen la Escuela Nacional Preparato­ria -Profesor, Carlos Pereyra­habíamos solicitado, a iniciativamía, que el Ministerio de Instruc­ción Pública autorizara y pagara la

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Ortodoxia de Chesterton, traducciónde Alfonso Reyes

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ricanos, obligaba a trabajar deprisa y no se le podía dar al­cance. Sirva esto de disculpa po­sible. En mi prólogo debe corre­girse este pasaje: pág. ix) lineas 16­17, dice" ... la parroquia de SantoTomás, rue Filies Saint-'Th01nas,que hoy ya no existe"; y debe de-

El hombre que fue jueves, de Chesterton,traducción y prólogo de Alfcmso Reyes

EL HOMB~E QU.E. F U E y'u E VE'S

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o er.a para tanto, pero ya mi vidaestaba segura. Lo cual se debió, másque nada, a mi relativa puntualidadpara cumplir con mis plazos. Sentéfama de hombre que no se dormíasobre el yunque.

e) El ensayo sobre Salís. el his­toriador de la conquista de lVléxicoha sido suficientemente comentad~en "El reverso ... ". Data de 1917,aunque sólo se publicó en La P1'en­sa, de Buenos Aires, año de 1938.(eapUulos) primera serie). Proce­de de la edición que preparábamosPedro Magro y yo para "La Lectu­ra". Era Magro otro colaboradorde la Sección Filológica en o el Cen­tro de Estudios Históricos, espe­cialmente consagrado a la geogra­fía y a levantar la carta de lasantiguas merindades de Castilla.A su muerte escribí "El consuelo"(ealendario ), con las impresionesd~ l~ triste noche en que lo velamos,pagma que ha merecido el honorde ser leída y trasmitida por la esta­ción radiodifusora de Gotemburgoel año de 1949.

f) El artículo sobre "La GarzaMontesina" se escribió por 1917 yno fue posible que adquiriera lacalidad de una verdadera investiga­ción. No quise darlo a la RFE;durmió varios años entre mis pape­les, y al fin lo publiqué en la revistaSur (Buenos Aires, n9 42, marzode 1938; recogido en la segundaserie de los Capítulos de literaturaespañola) México, 1945).

II. Ediciones de obras ajenas.

a) M e11wrias de Fray ServandoTe1'esa de Mier . . ') Madrid, Edi­torial América, 1917. (BibliotecaAyacucho, bajo la dirección de donRufino Blanco-Fombona). Es re­impresión de la Apología de FrayServando, según el texto publicado

reimpresión de esta obra, ofrecién­donos a cuidar nosotros el trabajopero nuestra solicitud no fué aten­dida. El artículo del Reloj de Salen que me vengo ocupando dabatambién cuenta de la reaparición deotra obra perdida de Fray Servan­do: la discutida traducción de laAtala que firmó "Samuel Robin­són". El hallazgo se debió aJeanSarrailh, entonces profesor en elInstituto Francés de Madrid y hoyRector de la Sorbona, quien tuvo lafineza de darme cuenta de su des­cubrimiento antes de comunicarloél mismo. Los datos pueden encon­trarse en mi artículo y también enla contribución de M. Sarrailh alHomenaje a 11-1enéndez Pidal:"Fortunas de Atala en España". 4)Notas bajo el nombre de "Cuader­no de apuntes: sobre el PadreMier", referencias bibliográficaspublicadas en mi Correo Literario.M onterre'Y, Río de Janeiro, n9 5(julio de 1931, pág. 8), n9 10 (porequivocación. dice: "9": marzo de1933, págs. 9 y 10) y n9 12 (agos­to de 1935, pág. 5). Nunca he re­cogido en volumen ninguno de es­tos trabajos, que han envejecido yaante las nuevas investigaciones pu­blicadas en México y en los EstadosUnidos. Véase especialmente el to­mo de J. Miquel i Vergés, Esc1'itosinéditos de Fm.'Y Servando Teresade Mier, El Colegio de México,1944.

b) He mencionado ya mi edicióndel Libro de Buen Amor. Respectoa la ligereza con que la consideróel fino humanista Félix Lecoy ensus Reche1'ches sur le "Libro deBuen Amor", (pecado general delos especialistas cuando se enfren­tan con una obra de tono literario ypopular, aunque vaya bien cimenta­da en la erudición), ya me he des­quitado en ('El reverso ...". (Pa­sado inmediato, págs. 99-100).Contrasta tal actitud con la gene­rosidad de María Rosa Lida deMalkiel en su preciosa edición delArcipreste (Buenos Aires, Losada,1941) .

c) En cuanto a la edición de Pá­ginas quevedescas también mencio­nada arriba, sólo me queda ya de­cir : me ahogó la abundancia del ma­terial, lamento no haber podido re­coger allí todo 10 que hubiera que­rido; pero el editor me obligó a su­primir muchas cosas para ceñirmeal tamaño de la colección. Creo quenada sobra y mucho falta. La edi­ción fué recibida con encomio porel hispanista florentino Achille Pe­llizzari (La Rassegna, Florencia,año xxv, n9 6).

No sé de dónde tomaron los edi­teres .el extravagante retrato de

~---

Quevedo que hicieron tirar sin con­sultarme. Así tuve que explicarloal sabio quevedista Ernest Méri­mée, quien me decía en carta del 10de abril de 1918: .(... Gracias tam­bién por la linda antología del ami­go Quevedo. Pero ¿dónde está elretrato suyo atribuído a Velázquez,y dónde las pruebas o probabilida­des de autenticidad?"

IU. Labores periodísticas

Don Francisco Henríquez y Car­vajal, padre de Pedro y Max Hen­ríquez U reña, era Presidente de la

AL~A~nRO ALVARtZt!lOt:takiV .~\.,.~t. 1¡¡:&tnl1t~ .~1'l."'~~""" ¡"1I~~~""t:m,l\:~

EL DERECnO INTERNACIONALDEL PORVENIR

. Traducido del francés por Alfonso Reyes ...v R. Blcmco-FO!/Ibona

República Dominicana desde finesde agosto de 1916. El 29 de noviem­bre del propio año, lo depuso ungobierno militar de ocupación. Sa­lió de Santo Domingo en diciembrey siguió usando el título de Presi­dente de jure, que le correspondíapor todo concepto. A comienzos de1917, el periodista español don Luisde Oteyza, con lamentable inopor­tunidad, dió a la prensa madrileñaun comentario chusco sobre SantoDomingo. Yo, entonces, escribí 10siguiente, bajo el título de Trozosselectos: para la histo1'ia de la opi­nión pública, que apareció en el se­manario Espaiia, 20 de febrero de1917 y fue luego reproducido porla Revista Universal de NuevaYork:

Escribe Menéndez Pelayo, en su His­toria de la poesía hispanoamericana, re­firiéndose a Santo Domingo: "La IslaEspañola, la Primada de las Indias, lapredilecta de Colón, aquella a quien elCielo pareció conceder en dote la bellezajuntamente con la desventura ..."

UNIVF.RSIDAD DE MEXICO

Escribe en El Imparcial don CarlosPereyra: "El Presidente Wilson iniciasu apostolado en los momentos de con­sumar la ocupación de la República Do­minicana, la hija primog-énita de Españaen América, y cuando el Dr. Henríquez.Presidente de aquella República, está enun calabozo, custodiado por centinelasyanquis."

y escribe en El Liberal don Luis deOteyza: "Figuráos, lectores, se trata deuna antología de los vates de Santo Do­mingo. De aquella isla de donde, segúnIriarte, trajo dos loros una señora y don­de, según veréis, quedaron muchos másloros y algunas cacatúas."

Y, i oh qué bien escribe Rubén Daría,recordando al Eclesiastés! Oigámosle:

Tiempo hay de todo: hay tiempo de amar,tiempo de ganar, tiempo de perder,tiempo de plantar, tiempo de coger,tiempo de llorar, tiempo de reir ...

Verdaderamente. tiempo hay de ha­blar, tiempo de callar.

No hubo prisión ni calabozo, pe­ro sí ultraje nacional. Alguien meelijo que el señor Oteyza era un due­lista consumado. Yo, pobre de mí,tuve un instante ele locura : "Yo nosoy due1ista -contesté-, porqueen mi tierra, cuando hay un encuen­tro, se mueren los dos contrincan­tes". Feroz, ¿verdad? El señorOteyza no quiso tomarlo por lo trá­gico y aun ha hallado modo de mos­trar más tarde su simpatía pornuestros países.

Salvo esta realidad, mis laboresperiodísticas fueron exclusivamenteliterarias.

Prescindo de las ya referidas enel cap. iv y que corresponden a añosanteriores ("Fósforo" en Espa·ñay en El Imparcial, notas reco~ódas

en S-i/npatías 'Y diferencias, finaldel tomo JI de la 2a. edic.). 1 Im­porta señalar la aparición de El Solel sábado, 19 de diciembre de 1917.Mis colaboraciones para la páginade "Historia y Geografía" de estediario, que fue confiada a mis ma­nos, comienzan, pues, el jueves 6de diciembre de 1917, en que dicuenta del fragmentario poema me­dieval sobre Roncesvalles, reciéndescubierto por don Ramón Menén­dez Pidal, y continuarán todos los

1 A título de curiosidad, he aquí elíndice de las notas de cine que precedie­ron a la sección de "Fósforo", Frente ala pantalla, y que se deben a la pluma deFederico de Onís, bajo el seudónimode "El Espectador", todas publicadas enel semanario España, año de 1915:

N9 1,29 de enero, pág. 6: "Asta Nel­sen". "Un poco de atención".

N9 2, 5 de febrero, pág. 6: "La subs­tantividad del Cine". "El primer balbu­ceo". "Interpretación económica".

N9 3, 12 de febrero, pág. 6: "Hacefalta un genio". "El Cine y la Litera­tura".

N9 4, 19 de febrero, pág. 5: "El Ciney la Pedagogía". "Dos modos de ver lavida".

UN1VÉRSIDAD D"E MEX1CO

jueves hasta la supresión de estapágina y de todas las páginas espe­ciales del periódico, a fines de 1919.Véase el cap. v, en cuanto a la com­posición del tomo Entre libros, don­de recogí parte de estas colabora­ciones. Otras andan en las diversasseries de Simpatías y diferencias,sobre todo en las tres primeras;otras, en el volumen Retratos rea­les e imaginarios (que tanto ha su­frido para su futura reedición, porlo mucho que le he entresacado,desarrollándolo en ensayos mayo­res); otras más, como los tres élr­tículos sobre el Sionismo, en el to­mo de crónicas A quellos días; yotras finalmente nunca han sido in­corporadas en libro, como Las me­sas de plonto (notas en torno a lahistoria del periodismo, que AndrésGonzález Blanco ha citado en suobra sobre la materia) y la His­toria de un siglo (el XIX), que fuéconcebida para explicar el arran­que de la guerra de 1914 y se me haquedado un poco inútil, dada laabundancia de trabajos excelentesque han venido apareciendo des­pués. Es decir, que aún no acabode recoger todas mis contribucio­nes a la páo-ina de Historia y Geo­grafía de El Sol. Lo cual no es deextrañar, si se considera la libera­lidad con que concebí mis asuntos:Cuanto acontece en el tiempo -meclije- es Historia, y cuanto acon­tece en el espacio, Geografía.

Ahora bien, como había que con­siderar en mi página algunos te­mas de geografía física -que des­bordaban el campo de mis conoci­mientos. limitados a la geografíahumana-, busqué un colaboradoradecuado y 10 remuneré por micuenta. Yo recordaba haber leído.desde mis días de México, en la Re­i'Ísta de Archi'vos, cierto sugestivoensayo de Juan Dantín Cerecedasobre la población de España. (Sino me equivoco, es el origen o larvade su libro sobre Las 1'egiones na­f1wales de Espa'ña, cuyo primer to­mo data de 1922). adie, práctica­mente, conocía aún al eminente geó­grafo. Lo descubrí en el Institutode Guadalajara, donde era catedrá­tico; 10 asocié a mi página, y creoque le procuré, al menos, la oca­sión para que se le concediera susitio. De entonces parte su renom­bre.

IV. Traducáones

Me limito a las traducciones de. libros. prescindo de páginas o poe­mas aislados. No puedo recordar

, si fue en este año o en el anterior. cuando don Carlos Pereyra, que sehabía relacionado con el escritor

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húngaro Andrés Révész, colabora­ba para las modestas empresas edi­toriales de éste con ciertas traduc­ciones anónimas del francés y el in­glés. A fin de ir más de prisa, solíapartir en dos algún tomo de algúnsociólogo o político ruso, y me con­fiaba la mitad de la obra.

a) Ya he mencionado dos tra­ducciones de Chesterton: 01,todo­:ria, El hombre qlle file Jueves.Otras vendrían después. La prime­ra fué comenzada a fines de 1916y se publicó al año siguiente; lasegunda, planeada desde abril de

Amado Alonso (1896-1952)

1917, sólo se hizo años más tarde.A la aparición de Ortodoxia, re­dacté una breve noticia para ElImparcial, recogida en Grata C0111­pañ,ía con otras páginas sobre Ches­terton.

11

b) Traducci6n, el1 compama deBlano-Fombona, de la obra escritaen francés por el tratadista chilenodon Alejandro Alvarez, El DerechoInternaáonal del p01'venir Madrid, ,Editorial-América, 1917.

V. Varia

a) Colaboraciones menores enC1Ilt1lra Hispanoamericana y UlIiól/Panamen'calla, de Madrid; en elBulletill de l'A1J1é1'iqlle Latille, deMartinenche, París; en Las N ove­dades, de ..Jueva York, etc.

b) Un folleto explicativo de lasreglas con que se redactaba y con­feccionaba la bibliografía de laRFE. en colaboración con AntonioG. Solalinde: folleto destinado atransformar a los lectores de la re­vista en auxiliares de su sección bi­bliográfica: Re'vista de Ft'lologíaEspañola . .. Sección de Bibhogra­fía, 1917, 22 páginas. Las hijas ynietas de la revista -Revüta His­pánt:ca Moderna (Nueva York),Revista de Filología Hispánica(Buenos Aires), Nueva Revista deFilología H ispá111'ca (México)­han venido depurando el sistemapor aquellos días establecido. Poraquellos días también, y a mi lado,aprendió a redactar sus primerasfichas bibliográficas un muchachonavarro recién aparecido en Ma­drid: el que después sería autoriza­do maestro de la filología españo­'la, Amado Alonso, hoy imborra­ble recuerdo entre sus muchos ami­gos y admiradores. (Sobre la Re­vista de Filología Hispánica quefundó y publicaba en Buenos AiresAmado Alonso. di una nota en ElNacional, 12 de diciembre de 1939,recogida en Norte y S1Ir, págs. 233y ss.). Cuando Amado Alonso set~asladó a la Universidad de Har­vard y tuvo que abandonar aquellarevista, fundé en El Colegio deMéxico la Nlle'lJa Revista de Filo­logía Hispánica, que aún seguimospublicando aquí, y le ofrecí la di­rección para que en ella continuarasu obra: México, 1, 1, julio-sep­tiembre de 1947. Nuestra revista,de cuya dirección me hice cargonominalmente a la muerte de Ama­do Alonso y a partir de enero de1953, ha merecido crédito en elmundo de la erudición hispánica; enMéxico, sólo hemos cosechado unjuicio periodístico en que se la lla­mó "revista de cantinfladas").Otro joven principiante, entre losgratos recuerdos de entonces, JorgeGuillén. Lo adiviné poeta desde losprimeros instantes y le dije: "No seseque en la filología. Tu M arce­llus eris."

I I

VI. Poesta

tos poemas incluídos en Huellasque llevan fecha de 1917, págs. 53­60, 96, 183-186; Y después, en laObra poéúca, págs. 56-62, y 307passim: el poema Minuta, que em­pezó a declararse poco a poco des­de el año 1917.

Si mucho se apura -y ya se hadicho- toda poesía es poesía' deocasión. Cuando los hechos que laimpulsan son puramente espiritua­les, la onda subjetiva disimula esoque llamamos la ocasión. Pero enestas páginas pueden traslucirseciertas circunstancias de mi vidapor aquellos días: la iniciación demi hijo en las primeras letras,. losmomentos de silencio y melancolía,la preocupación galante y amato­ria, el recuerdo de mi tierra natal.ysus amapolas y monacillos, lasá­tira de los desterrados de Méxicoque no entienden a España, mi va­gabundear por las calles, procuran­do convencerme de que era yo rela­tivamente feliz.

VII. P'rosa literar'ia no eruditani periodística

De propósito he dejado para elfin el libro de ensayos de 1917:El Suicida, que he reeditado en1954 y que será objeto de otro capí­tulo especial.

Mi frecuentación con los eruditosespañoles de aquel tiempo no dejabade causarme sorpresas. Algunoshabían llegado a una irritabilidadincreíble, y se les oía decir cosas co-mo ésta: .

-¿ Han visto ustedes? El cana­lla de Puyol (o de Bonilla, o deCejador, o de Cotarelo) dice queBarahona de Soto nació en 1547.

¡Qué canaila! j Éarahona de Sotonació en 1548!

Mi amistad con "Azorín" se ibaafirmando con el tiempo. Me re­cibía en la salita de su casa, taninexpresiva como su rostro. Nuncaconocí su taller. Me dejaba hablar,contestaba con dos o tres vagueda­des. De pronto, comenzaba a son­reir y decía:

-¿ y qué hay de libros ?- y, conmuequecilla maliciosa, sacaba delbolsillo una miniatura, una verda­dera curiosidad, alguna pieza raracobrada por ahí, en las ferias y enlos puestos de lance, durante suscorrerías de cazador bibliográfico.A veces, dejaba la joya en mismanos:

--":'Es para usted, Reyes. Lo ad­quirí pensando en usted,

(He evocado el ambiente de estasferias de libros viejos en mi ar­tículo "Un paseo entre libros", 29vol. de Simpatías y diferencias, 2ªed., págs. 194 y ss.).

En este año de 1917, AméricaCastro, José' Moreno Villa, Anto­nio G. Solalinde y yo creamos elVentanillo de Toledo, sitio de re­poso dominical descrito en Lasvíspems de España, (págs. 69-75y notas respectivas), también men­cionado en "La Cucaña" (Reloj deSol, 2ª ed. de Simpatías y diferen­cias, II, 213-215). El Ventanilloalcanzó fama internacional: toda­vía, a la muerte de Paul Hazard,Marcel Bataillon recordaba la vi­sita de ambos al Ventanillo, la le­yenda de San Baltasar, las pintu­ras murales de Moreno Villa (ymás tarde,. de Bagaría).. . VerLe Figaro Littéraire, París, 3 deabril de 1954.

Pero el Ventanillo no acaparabatodos nuestros ocios dominicales.

tJNIVERSIDAD DE MEXICO

Ahí están nuestros paseos por elEscorial o el Guadarrama. ("Unrecuerdo de año nuevo", Simp. JIdij., 2a. ed., II, 228-234: una nocheen la "casita" del Dr. Madinavei­tia, suegro de América. Ahora seme antoja comentar mi incidente

.de la zapatería con este verso deLa Gato11tLaquia: "¡ Oh cuántos ma­les causa un zapatero !"). Otras ve­ces íbamos a San Rafael, donde ve­raneaba don Ramón Menéndez Pi­dal. ("El reverso ...", Pasado in­mediato, págs. 96-98).

Si el Ventanillo mereció hastacierto punto la fama, también has­ta cierto punto -y, desde luego,para sus huéspedes- puede mere­cerla esa casa n9 32 de la calle delGeneral Pardiñas, donde hasta aquíviene sucediendo lo que dejo narra­do. Allí vivimos Carlos Pereyra,José María Chacón y yo; allí llegóa vivir Solalinde con su madre doñaFilomena, tan zamorana, tan ele­gante en su silueta esbelta y vesti­do negro; allí paró Pedro Henrí­quez U reña en sus vacaciones deMadrid, verano de 1917, de que hetratado con detalle en mi recienteartículo "Encuentros con PedroHenríquez U reña" (La Gaceta,Fondo de Cultura Económica, 1, 3,15 de noviembre de 1954 y Cua­denws, París, enero-febrero de1955); allí cedí a Pedro provisio­nalmente mi beca del Centro de Es­tudios Históricos para mientrasestuviera en fadrid; allí recibimosambos la visita de José Escofet,nuestro camarada del Atento deMéxico, ya vecino de Barcelona ypronto director del diario La Van­g'uardia. Allí se me aparecían decuando en cuando, algunos mexi­canos que andaban de paso por Ma­drid y que todavía me recordaban.

EL LENGUAJE DE N A DIE(Viene de la pág. 6)

en realidad, el demonio en personacambiaba el significado de sus pala­bras y aquéllo que doña Aquilina es­cuchaba era precisamente lo contra­rio de lo que Carmelo se había pro­puesto decir. "¿ Si nó, por que, alue­go, esas risadas de doña Quilinacada vez que le hablo? - pensabaCarmelo -¿ De ande ha de ser cau­sa de risa que yo le pida esas tierri­tas que no las quedría ni un perro,con perdón sea dicho, ni pa hace,rsus necesidades?"

Doña Aquilina, no obstante sussesenta años, era una mujer ergui­da, derecha llena de vivacidad en losojos, siempre con un vestido de raso

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. negro y un dogal de terciopelo alcuello del que pendía una madallitade plata. Durante los veinte añosque tenía de vivir en la hacienda sinsalir para nada de ella -a afuerade las contadas ocasiones en que ibaa la capital de la provincia paraentrevistarse con el Gobernador-,doña Aquilina sólo recibió una úni­ca visita, al parecer de sus parien­tes, haría de ésto cosa de dos meses.

Llegaron en una berlina polvo­rienta, todos vestidos de negro, doscaballeros y tres damas, la últimade éstas una joven, compungidos ycon· el aire asustado, sin atreversea mirar en su derredor hacia la gen­te de la hacienda que se había reu-

nido en el patio con curiosidad dever cómo eran aquellas personas.De cualquier manera no permane­cieron en la hacienda arriba de treshoras, a partir de haberse encerra­do en la sala grande con doña Aqui­lina a tratar sus asuntos, despuésde que se les ofreció un refrigerio,a su llegada, que devoraron aprisay silenciosos en el comedor, con laapariencia de quienes tratan deabordar 10 más pronto posible unnegocio apremiante.

Doña Aquilina -según se dijomás tarde, cuando se relató lo ocu­rrido en el comedor- no quisoprobar bocado con sus parientes,sin oponer siquiera pretexto alguno