dialnet-delaformacionlinguisticadehispanoamerica-91801

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DE LA FORMACIÓN LINGÜÍSTICA DE HISPANOAMÉRICA. EN TORNO A EL ESPAÑOL DE AMÉRICA, DE B. FONTANELLA DE WEINBERG Javier Medina López Universidad de La Laguna Abstract The hispanicisation of America fills a prominent place in current dialectal studies of Spanísh. Although strictly-speaking no real History of American Spanish exists to date, the history is gradually becoming enriched with the various bibliographical contributions which deal with aspects of this form of Spanish. The present article is based on the work of B. Fontanella de Weinberg, El español de América, and aims to outline in general terms aspects conceming said form. I. El español de América es, en esencia, el resultado de la implantación del idioma que se estaba fraguando ya en la Península Ibérica en los últimos años del siglo XV y que tuvo su llegada al nuevo continente en 1492. Desde el punto de vista histórico, interesa el componente social y humano que ocupó y pobló las nue- vas tierras (Rosenblat, 1990a). De igual forma, hay que poner de relieve que la fragmentación lingüística peninsular que se encuentra en todos los niveles fue también llevada a América. No se trata, por tanto, de un castellano homogéneo, pues en él tendrían cabida las diferencias regionales, la influencia de los estratos, el carácter rural o "urbano" de los colonos, la cercanía a una norma determinada, etc. (Rivarola, 1990: 111). La situación lingüística española correspondía a una compleja dialectaliza- ción peninsular en la que una de las primeras consecuencias fue la normalización del castellano toledano, tal y como se observa ya en la obra de Afonso X. La nor- ma de Toledo, cabe suponer, fue un patrón lingüístico aceptado por la mayoría de Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, n. 2 12 (1993), 211-224

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  • DE LA FORMACIN LINGSTICA DE HISPANOAMRICA.EN TORNO A EL ESPAOL DE AMRICA, DE B. FONTANELLA

    DE WEINBERG

    Javier Medina LpezUniversidad de La Laguna

    Abstract

    The hispanicisation of America fills a prominent place in currentdialectal studies of Spansh. Although strictly-speaking no real History ofAmerican Spanish exists to date, the history is gradually becoming enrichedwith the various bibliographical contributions which deal with aspectsof this form of Spanish. The present article is based on the work ofB. Fontanella de Weinberg, El espaol de Amrica, and aims to outline ingeneral terms aspects conceming said form.

    I. El espaol de Amrica es, en esencia, el resultado de la implantacin delidioma que se estaba fraguando ya en la Pennsula Ibrica en los ltimos aos delsiglo XV y que tuvo su llegada al nuevo continente en 1492. Desde el punto devista histrico, interesa el componente social y humano que ocup y pobl las nue-vas tierras (Rosenblat, 1990a). De igual forma, hay que poner de relieve que lafragmentacin lingstica peninsular que se encuentra en todos los niveles fuetambin llevada a Amrica. No se trata, por tanto, de un castellano homogneo,pues en l tendran cabida las diferencias regionales, la influencia de los estratos,el carcter rural o "urbano" de los colonos, la cercana a una norma determinada,etc. (Rivarola, 1990: 111).

    La situacin lingstica espaola corresponda a una compleja dialectaliza-cin peninsular en la que una de las primeras consecuencias fue la normalizacindel castellano toledano, tal y como se observa ya en la obra de Afonso X. La nor-ma de Toledo, cabe suponer, fue un patrn lingstico aceptado por la mayora de

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    entre las variedades al uso como un rasgo ms de la preeminencia social y polticaque supona dicha ciudad. Esta circunstancia ha provocado algn debate de intersdentro de los estudios dialectolgicos histricos, pues segn ciertos indicios, esposible pensar en un privilegio legal otorgado por el Rey Alfonso X en las Cortesde 1254 celebradas en Toledo, segn el cual se dara preferencia al habla toledanafrente a las dems variedades existentes. La ausencia de un documento directo delRey en el que conste dicha concesin ha hecho dudar de la distincin real a la ciu-dad. Sin embargo, tampoco se ha encontrado documentacin alguna sobre losacuerdos de las Cortes, y no por ello se ha puesto en duda su celebracin. El pri-mero en dar cuenta de esta situacin fue Dmaso Alonso (1937), y a partir de l seha aceptado para unos y rechazado para otros tal hiptesis.

    No obstante, con los recientes estudios de F. Gonzlez 011 (1987) se pone demanifiesto la veracidad de tal hiptesis, a la vez que se hace un recuento bibliogr-fico muy ilustrativo de las referencias ms destacables a la ciudad de Toledo comonorma del castellano correcto en el pasado. As, por ejemplo, indica que la primeramencin expresa aparece inserta en Pedro de Alcocer en su Historia o descripcinde la imperial cibdad de Toledo, publicada en Toledo en 1554. Reproduzco la cita:

    "No mucho despus del comienlo de su reynado se vino a esta cibdad deToledo adonde hizo Cortes, y en ellas le confirm sus privilegios [...] Otro-s en estas Cortes orden el Rey que si dende en adelante en alguna parte desu reyno oviesse diferencia en el entendimiento de algn vocablo castellanoantiguo, que recurriessen con l a esta cibdad como a metro de la lenguacastellana, y que passassen por el entendimiento y declaracin que al talvocablo aqu se le diesse, por tener en ella nuestra lengua ms perfectinque en otra parte". (Gonzlez li, 1988: 865).

    A lo largo del siglo XV, la norma se convierte en lengua nacional, coincidien-do tambin con la unin poltica de los antiguos reinos que conformaban la Penn-sula, una vez realizada la expulsin judaica a finales de ese siglo. Surge, a su vez,la consciencia nacional unida a la lingstica, en la cual sin duda entraron en juegoimportantes factores poltico-econmicos, tal y como apunta R. Lapesa (1981:543): "... la propagacin del castellano obedeci en gran parte a la presin unifica-dora ejercida por los rganos del poder estatal...". Junto al pujante castellano, coe-xistan con ms o menos fortuna, otras variedades hermanadas con el mismo,como son el leons, el navarro o el aragons. El castellano, desde finales del sigloXIII, se haba constituido en lengua literaria de la Espaa cristiana, de la mismaforma que la Castilla nortea se haba levantado en reino determinante en la evolu-cin poltica y social de la Pennsula. Como seala Rivarola (1990: 93): "El caste-llano es ya espaol, idioma del reino unificado, idioma del poder, idioma de laexaltacin nacional y de la perspectiva imperial". Adems, del propio castellano se

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    iba desgajando de manera particular el andaluz, tan importante en la formacin lin-gstica del nuevo mundo descubierto por Coln.

    Coincidiendo con los reajustes fonolgicos de fines del medievo y comienzosdel XVI, el descubrimiento de Amrica supone uno de los hitos ms importantesde la historia mundial. La Pennsula quedar dividida, a grandes rasgos, en dosnormas: la del norte (cuyo centro de accin era Burgos y Salamanca) y la normadel Sur, que tena a Sevilla como eje principal. Tenemos ya aqu representado unasunto de mayor trascendencia como es la lucha de las dos Castillas.

    En la hispanizacin de Amrica tendr especial incidencia la procedenciageogrfica de sus colonos, que en buena parte, como ms adelante se ver, proce-da del Medioda peninsular. Esta cuestin ha sido uno de los temas ms contro-vertidos dentro de la historiografa lingstica hispanoamericana y ha radicalizadolas posturas de los partidarios y adversarios del predomino andaluz. (Vid. Guitarte,1983b).

    II. No es frecuente en los ltimos tiempos encontramos con monografas quetengan como objetivo estudiar la realidad lingstica de un vasta zona como es laque conocemos bajo el rtulo de "Espaol de Amrica". Con frecuencia, se hacems costoso el hecho de dar cuenta de una complejidad lingstica tan ampliacomo es la que se recoge en este libro que nos ha dado pie a este comentario. Esloable que el grupo empresarial MAPFRE haya dedicado una coleccin especialbajo la mtica fecha de 1492 y que publique un buen nmero de trabajos y mono-grafas relacionados con diferentes aspectos del espaol americano. Este volumense enmarca dentro de esos libros amenos, divulgativos e interesantes para el granpblico y para los especialistas que quieran acercarse al conocimiento de la reali-dad del espaol americano.

    Una de las singularidades que presenta el trabajo de la profesora Fontanellade Weinberg es que ofrece al lector la posibilidad de adentrarse en la urdimbre lin-gstica que supuso la implantacin del espaol y su posterior evolucin histricaen las nuevas tierras conquistadas. As, la pirmera parte de esta obra est dedicadaal desarrollo histrico del espaol, donde la autora plantea temas referidos a laconformacin de las distintas variedades del espaol americano, para lo cual separte de la cuestin del sustrato amerindio (Rodolfo Lenz, Meyer-Lbke, Max L.Wagner, Pedro Henrquez Urea, ngel Rosenblat, claramente defensores del sus-trato; M. Pidal, Rufino J. Cuervo, Amado Alonso y Bertil Malmberg mantienenreservas en este aspecto). Igualmente, ilustrativa resulta la exposicin que se hacede la polmica entre defensores de la teora andalucista del espaol americano y laposicin poligentica del mismo. Desde el punto de vista histrico, Beatriz Fonta-nella seala que Lucas Fernndez de Piedrahita (1688), que fue obispo de SantaMarta, en 1688 escriba ya lo siguiente: "Los nativos de la tierra, mal disciplinadosen la pureza del idioma espaol, lo pronuncian generalmente con aquellos resabios

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    que siempre participan de la gente de las costas de Andaluca" (vid., p. 32).Ya en nuestro siglo, el primero en vincular el andalucismo al espaol de

    Amrica fue Max L. Wagner (1920) y a partir de entonces las adhesiones y postu-ras encontradas han sido una constante en este sentido. As, por ejemplo, Henr-quez Urea y Amado Alonso fueron los principales impulsores de la posicin poli-gentica, segn la cual, las similitudes entre el andaluz y el espaol de Amrica seatribuyen a un desarrollo paralelo, y no a la influencia andaluza. Lapesa y Pidal,por su parte, defendieron la posicin andaluza. Sin duda, a la luz de las nuevasinvestigaciones, sobre todo en el campo de la demografa, se han aportado msdatos clarificadores en cuanto a la procedencia y nmero del componente humanoque ocup las tierras americanas, como ha puesto de manifiesto P. Boyd-Bowman(1956 y 1964) al estudiar la procedencia de 40.000 pobladores del primer perodocolonial. Una visin muy amplia de la cuestin, aunque limitada desde el punto devista actual por el paso del tiempo, es la que ofrece A. Rosenblat (1990b), quienrecoge una gran fuente de artculos y trabajos donde se reflejan las diversas postu-ras hasta la fecha de la primera edicin del trabajo en 1969, durante el Simposio deMxico. A modo de conclusin, Fontanella seala que "la comprobada antelacinde la mayor parte de los rasgos en Andaluca y su traslacin desde los primerostiempos de la conquista de Amrica, as como el peso demogrfico de los colonosde procedencia andaluza no dejan ya dudas de que los andaluces constituyeron unfermento y decisivo fermento de varios de los principales rasgos fonolgicosque caracterizan a gran parte del espaol americano" (vid., p. 42).

    Otra de las cuestiones de inters en el estudio del espaol en el nuevo mundoes la que tiene que ver con la llamada "koinizacin y estandarizacin". En estesentido, es obvio que las nuevas aportaciones de la lingstica general a la teoradel lenguaje han sealado la existencia de mecanismos y procesos de adaptacinde las modalidades de lengua o dialectos que se llevan a los nuevos territorios enlos que se implanta un determinado sistema lingstico, dando paso as a la llama-da koin. Para la situacin americana, hay que destacar que el contacto entrehablantes cuya procedencia era relativamente variada y que se encuentran en unterritorio concreto fruto del hecho de la conquista y colonizacin, provoca la crea-cin de una situacin especial de lengua, en la que las distintas variedades darnlugar a una modalidad o koin comn. Este aspecto guarda estrecha relacin con elsealado prrafos arriba, pues si en todo proceso de koinizacin predomina un dia-lecto o variedad sobre los dems, ello nos lleva a la conclusin de que en el espa-ol americano la influencia andaluza es evidente, tanto en el plano fonolgicocomo en el morfosintctico o lxico, aunque quiz sea en este ltimo en el que lahuella de la koinizacin se deje sentir con ms claridad, habida cuenta de la alter-nancia de trminos que pueden encontrarse en infinidad de regiones. La autora deeste libro seala que uno de los rasgos de la koin es la existencia de hablantesnativos o nativizacin, y que en el espaol de Amrica, el espaol fue empleado ya

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    por parte de la primera generacin de criollos (hijos de emigrantes espaoles)como lengua materna. Por tanto, all donde hubo una rpida estandarizacin seimplant el espaol sobre las lenguas autctonas, lo que trajo como consecuenciael progresivo abandono de las mismas y la posterior desaparicin. Donde no lahubo se dieron situaciones de bilingismo como ha ocurrido en Paraguay, o casosde diglosia como sucedi durante los primeros siglos del romance hispano frenteal latn medieval, en el que aparecan dos o ms variedades lingsticas diversifica-das funcionalmente, de tal manera que una de ellas era utilizada como variedadestndar (el latn) y la otra u otras como vernculos (el primitivo castellano, el esu-kera...), tal y como ha indicado Francisco Gimeno (1990a). Para los conceptos dediglosia y bilingismo vase inicialmente a Ferguson (1959) y posteriormente unintento de explicacin de conjunto a Lpez Morales (1989).

    III. El tercer captulo de este manual est dedicado al desarrollo de los prin-cipales rasgos del espaol americano. Como ha escrito Jos Luis Rivarola: "Poresos azares que el futuro convierte en smbolos, el descubrimiento, y con ello eltransplante de la lengua a Amrica, se produce en el mismo ao de la publicacinde la Gramtica de Nebrija, que contiene no slo la primera codificacin del espa-ol sino la razonada exposicin de su destino imperial." (Rivarola, 1990: 21). Enefecto, en ese destino imperial, la lengua de los conquistadores llevaba un conjun-to de cambios fonolgicos que se haban gestado desde prcticamente el mismolatn hispano, y que llegados al siglo XV nos encontramos en la Pennsula con dossistemas diferenciados entre s y distintos, a su vez, del espaol medieval. En elpresente volumen se da cabida a los rasgos ms destacables de la evolucin hist-rica de la lengua, comenzando por las consonantes, como las sibilantes apicoal-veolares Si y 121 y las interdentales /1/ y /2/ y el problema del seseo; las prepala-tales fricativas /1/ y /2/ y la cuestin referida a la aspiracin velar de la correspon-diente simplificacin /X/; el yesmo, atestiguado desde los primeros tiempos de laconquista; la /f/ inicial, la aspiracin y prdida de /s/; la confusin y cada de /-1/ y/-r/ y de las consonantes sonoras intervoclicas.

    En lo que sigue, la autora comenta muy brevemente algunos fenmenos voc-licos, como son la fluctuacin en el timbre voclico, herencia del espaol medievalo la diptongacin de grupos voclicos debidos al cierre de /e/ y /o/ ante o trasvocal. En este proceso entran en juego, en ocasiones, desplazamientos acentualescomo en [mastro] > [mistrol.

    Por su parte, la evolucin gramatical expuesta en este volumen hace hincapien aquellos fenmenos ms relevantes y de los que se dispone de material suficien-te. Como cabe suponer, la documentacin histrico-lingstica existente suministrainformacin sobre determinados aspectos de la historia de la lengua, bien demanera fragmentaria, bien de forma ms amplia. Adems, la investigacin histri-ca proporciona con mayor rotundidad, por lo menos hasta el momento, el alcance

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    diatpico de algn fenmeno, pero carecemos todava de informacin suficientepara poder abordar, por ejemplo, la perspectiva sociolingstica, por lo menos tal ycomo nos la puede proporcionar la recoleccin directa de la lengua en sus usoscontemporneos.

    Dentro del apartado gramatical, destacan en este libro las pginas dedicadas alos usos de la segunda persona del singular, en la que la situacin de las formasutilizadas es significativa, debido en especial al empleo de las formas de trata-miento, fiel reflejo del proceso de cambio y evolucin que se operaba en la socie-dad hispana en general a lo largo de las centurias pasadas. En este sentido, la pre-sencia del voseo en amplias zonas de Amrica, frente a su desaparicin en el espa-ol peninsular, forma parte de la caracterizacin del primero de ellos. La extensinque Fontanella de Weinberg da a este tema demuestra que la autora es una granconocedora del mismo, y que adems ha dedicado buena parte de sus investigacio-nes al estudio y evolucin de las formas de tratamiento, en especial al caso argenti-no (vid, por ejemplo, Fontanella, 1970, 1971, 1979, 1985 y 1989).

    IV. Se ha apuntado en infinidad de ocasiones que una de las diferencias msapreciables de la peculiaridad lingstica del espaol americano es la que podemosencontrar en el lxico. Siendo importantes y generales los fenmenos fonticos (elseseo, por ejemplo), no lo son menos las adaptaciones y reestructuraciones quesuponan el descubrimiento de una nueva realidad social y geogrfica. Fontanellareconoce que la complejidad del lxico, unido a su menor sistematicidad, si secompara con los restantes componentes de la lengua, significa una gran dificultadpara realizar un estudio en profundidad del mismo. Para Rivarola, por ejemplo,varios son los factores que pueden destacarse en la acomodacin del espaol en elnuevo continente: "la aplicacin del fondo patrimonial de la lengua, particular-mente en su nivel lxico, en la designacin de las nuevas realidades; la incorpora-cin de los primeros prstamos indgenas; el uso de la lengua para comunicarsecon personas que la desconocan; la formacin de un espacio comunicativo dife-rente, en la medida en que la coyuntura expedicionaria y colonial hizo coincidir ensituaciones de interlocucin a individuos de diferentes procedenicas regionales,niveles sociales y culturales, constituidos por su aislamiento colonial en un nuevogrupo humano, cuyas relaciones y conductas deban de regirse por normas ya dife-rentes a las de su hbitat originario" (Rivarola, 1990: 31). Junto a estos aspectos,como apunta la autora, hay que aadir la fauna, la flora, los accidentes geogrficos,la toponimia, el clima, las relaciones sociales, la vida cultural y la organizacininstitucional, en suma. Los campos semnticos ms proclives a la introduccin deprstamos son los referidos a la flora, seguidos de la fauna y la organizacinsocial. Es destacable, dado el inters que presenta para la situacin poltico-socialde Amrica, que a partir del siglo XVIII y primeras dcadas del XIX se expandeen Amrica el vocabulario intelectual, que tendr una manifestacin clara en el

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    naciente e importante periodismo. Los factores polticos (el perodo de las inde-pendencias y la constitucin de los pases/repblicas soberanos) van a ser de sumointers en la riqueza y auge de algunos campos lxicos que vern aumentados elnmero de unidades con trminos de diversa procedencia. Ello trae consigo el quese pongan de moda lexas como derechos del hombre, gobierno, monarqua, tira-na, servidumbre, etc., coincidiendo con la etapa revolucionaria e independenciade la metrpoli.

    V. La segunda parte del libro de Fontanella de Weinberg lleva por ttulo "Elespaol de Amrica en la actualidad", que aunque estemos ante un libro de intersdivulgativo, resulta en ocasiones excesivamente escueto, aunque no por ello dejade tener importancia. Como indica la propia autora, la carencia de estudios parcia-les de base que den cuenta de los diferentes aspectos del espaol americano, halimitado, de hecho, la posibilidad de ofrecer enfoques globales sobre el mismo. Sila cuestin del andalucismo o no del espaol de Amrica ha ocupado amplios sec-tores de la investigacin filolgica hispanoamericana, no lo es menos el que serefiere a la delimitacin de regiones dialectales. A Pedro Henrquez Urea (1921)se le debe el primer intento de delimitacin, cuando seal cinco zonas principa-les. La profesora Fontanella indica que con la perspectiva actual, la clasificacinprovisional de Urea resulta insuficiente. En este sentido, otros autores poste-riores han ofrecido intentos de una clasificacin general, tal y como han hechoAugusto Malaret, Toms Navarro Toms, Ch. E. Kany, J. Pedro Rona y J. M.Lope Blanch. Por supuesto que al amparo de la cartografa lingstica, que ofrecevaliossimos datos para la delimitacin diatpica de un determinado fenmeno,pueden tambin realizarse intentos de clasificacin de los lmites lingsticos.

    Al final de todo este apartado, ejemplar en cuanto a la exposicin y claridadde las posturas, se echa de menos a nuestro juicio la necesidad de aportar unaposible clasificacin por parte de la autora, aunque como ella misma indica: "...consideramos que slo un mayor avance en los estudios regionales permitir ubi-car los lmites dialectales con ms precisin, tal como ocurre en los pases en queya se han realizado estudios dialectales de base" (vid. p. 127). No cabe duda deque la amplitud de los fenmenos estudiados, que est unida ntimamente con laextensin geogrfica del territorio en que se encuentran, supone un verdaderoescollo con el que se encontrar cualquier intento de sistematizacin que plasme larealidad lingstica de Hispanoamrica. Es por ello por lo que los fenmenosexpuestos en este libro slo esbozan algunos rasgos muy generales de las realiza-ciones ms peculiares de la moderna pronunciacin de las diferentes normas his-panoamericanas. Lo mismo sucede con los fenmenos morfofonolgicos, cuyasalternancias se concentran a juicio de la autora en el habla rural y en el hablaurbana de los niveles socioculturales ms bajos, aunque algunos de los ejemplosno sean tpicos del espaol americano, sino que, por el contrario, se pueden encon-

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    trar en el habla vulgar del espaol peninsular o canario, y por tanto cabra pensarms bien en unos rasgos propios del espaol vulgar coloquial de dominio panhis-pnico: tosta = tuesta, rega = riega, hela = hiela, apreta = aprieta, etc. Igualmen-te, la extensin dedicada al voseo es notoria frente a otros aspectos, debido contoda probabilidad al conocimiento profundo de la autora por el mismo, tal y comohemos indicado ms arriba (vid. prrafo III).

    El lxico hispanoamericano actual es el producto de la evolucin histrica ysocial de la lengua que fue llevada por los conquistadores espaoles hace quinien-tos aos. Es indudable que algunos de los fenmenos ya indicados, junto a la leja-na de Espaa, han configurado un espaol complejo y rico dentro del mismo terri-torio americano, que supone de hecho una diferenciacin lingstica impor-tantsima entre, por ejemplo, el espaol hablado en Mxico o el de Buenos Aires,tal y como sucedi en su momento con el latn hablado en Hispania frente a laGalia o Dacia.

    Junto a todo ello, el grado de desarrollo sociocultural (el carcter sociolin-gstico de la hispanizacin americana) ha aportado enormes diferenciacionesentre algunas zonas de Amrica, pues en este sentido no todos los pases han teni-do un mismo protagonismo e importancia culturales en la conformacin de s mis-mos como repblicas autnomas, ni desde luego, en el conjunto de la Amrica his-pana. Por ello, el lxico se constituye nuevamente en una parcela de enorme inte-rs sociolingstico, pues tanto el de origen hispano (la base de ese espaol), comolas distintas aportaciones de las lenguas amerindias o "indigenismos" (el tano, elnahutl, el quechua o el araucano, por ejemplo) han ido conformando las peculia-ridades de esas modalidades hispanas. Junto a stos, como cabe suponer, es desta-cable el vocabulario de origen africano, all donde la presencia demogrfica de lapoblacin de procedencia africana haya sido intensa, como ocurre con las Antillasy la regin costera de Colombia. El caso de Cuba o Hait, por ejemplo, es posible-mente el que ms llama la atencin en este sentido, sobre todo por la pervivenciaan de un vocabulario propio para las ceremonias religiosas y la brujera, empa-rentada y entrecruzada con la catlica y de origen negro.

    A pesar de todas estas premisas, una de las influencias ms intensas que hatenido el espaol americano que arranca ya desde prcticamente el siglo XIX yque tiene hoy una manifestacin vigorosa en mltiples aspectos lingsticos es elpoder que ejerce la lengua inglesa. La bibliografa en este sentido es muy extensay llena de distintos enfoques e intereses (vid. Medina Lpez, 1992), pero en gene-ral todos los investigadores coinciden en destacar que el espaol americano, msque el peninsular, se est viendo sometido al influjo del ingls de manera alarman-te en algunos casos. Creemos que la cuestin de si es rechazable o no la adopcinde prstamos y giros de procedencia anglosajona es un tema que se escapa delmarco propuesto, pero en todo caso, apasionamientos hispanistas aparte, hay razo-nes sociolingsticas muy poderosas que han convertido al ingls en la lengua de

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    mayor influjo e importancia en toda Hispanoamrica. Dentro del marco del multi-lingismo y bilingismo, adems, la referencia a este tema adquiere connotacionesdiferentes a las propuestas por los llamados puristas de la lengua, tal y como hanindicado Gimeno y Gimeno en dos trabajos publicados recientemente (1990b y1991). Dadas las especiales circunstancias de algunos pases hispanoamericanos,Fontanella de Weinberg seala que pueden distinguirse dos tipos de situacionesdiferentes: aquellas que hacen referencia a las regiones bilinges (como es el suro-este norteamericano o Puerto Rico) y aquellas zonas que sin llegar a ser bilingespresentan un alto influjo estadounidense, como es la zona del Caribe en general yMxico. Tambin hay que tener en cuenta que el' grado de penetracin del angli-cismo no es homogneo ni por pases, ni desde el punto de vista diastrtico, nisiquiera desde la ptica del campo lxico. Por ello, su estudio requiere tener enconsideracin infinidad de aspectos de tipo socioantropolgico para poder enten-der y llegar a determinar el verdadero alcance del fenmeno. No obstante, losmbitos del deporte, la tecnologa y la ciencia, el automovilismo, as como la ali-mentacin, la vida social, la msica y la moda, son los que ms registran casos deanglicismos lxicos y sintcticos, a la luz de los estudios realizados en diferenteszonas del mundo hispanoamericano.

    Fontanella de Weinberg pone de manifiesto que el conocimiento del habla delos diferentes pases latinoamericanos es muy dispar, y que por tanto este hecho sepresenta como un impedimento grave que limita el acercamiento con mayor pro-fundidad a la realidad lingstica. Por distintas razones, Mxico, Colombia, Argen-tina, Venezuela y la zona del Caribe (especialmente Puerto Rico) son los pases delos que se dispone mayor informacin filolgica. El captulo VII de este volumen,"El habla de los distintos pases o regiones" es meramente orientativo, hecho quela autora ya destaca: "... veremos un panorama de diferentes temas estudiados enlas distintas naciones o regiones que, obviamente, no tiene ninguna pretensin deexhaustividad, sino la intencin de sealar algunas de las lneas de investigacinms representativas" (vid. p. 178). En aras de la seleccin bibliogrfica, sloArgentina y Mxico tienen un tratamiento ms amplio dentro de este estudio.

    VI. Un aspecto de inters dentro del estudio del espaol americano es el queconcierne al contacto lingstico y a las variedades lingsticas en contacto, quehan tenido un buen caldo de cultivo en buena parte del territorio hispanoamerica-no. La rica configuracin lingstica existente en Amrica antes de la llegada delos espaoles ha supuesto el punto de arranque de mltiples estudios e investiga-ciones que tienen como objetivo principal el dar cuenta de cules son los rasgos ymecanismos que han operado en la supervivencia de una lengua dada, de sus inter-ferencias en la lengua implantada, o de los restos que se han conservado conmayor o menor fortuna. A todo ello, adems, por razones histricas bien conoci-das, el espaol no es la nica lengua que llega al nuevo continente, sino que el

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    mapa lingstico se ve ampliamente completado en especial con el ingls, portu-gus y francs.

    Cabe hablar de bilingismo en contacto con lenguas indgenas en algunaszonas. El ms relevante, y probablemente el ms estudiado por parte de los espe-cialistas, es el caso de Paraguay, donde la convivencia del guaran y del espaolconlleva interesantes aspectos desde la ptica de la etnolingstica y la sociolin-gstica, como puso de manifiesto J. Rubin (1968) en un pionero estudio al respec-to. En este trabajo se concluye, por ejemplo, que el grado de formalidad del dilo-go incide de forma rotunda en la eleccin de una u otra lengua, de tal manera queel espaol es la lengua usada en las conversaciones formales y el guaran en la inti-midad.

    Otros pases repartidos por la geografa hispanoamericana ofrecen tambininters para los estudios de contactos lingsticos. As, por ejemplo, tenemos elcaso de Bolivia, donde se da una situacin particular, ya que coexisten tres lenguasmayoritarias que son las maternas de la amplia mayora de la poblacin: espaol36%, quechua 36,5% y aymara 24,5%. Per, por su parte, es igualmente interesan-te, pues segn informa Fontanella, en el Censo de 1961 el 25% de la poblacinhablaba alguna lengua indgena, mientras que la cifra desciende hasta un 25% en1981. (Para los problemas que presenta este pas, puede verse a Rivarola (1990),en el artculo "Lengua, comunicacin e historia en Per", pp. 91-120). En este sen-tido, es destacable la alfabetizacin de los hablantes de lenguas autctonas, lo queha provocado un progresivo abandono de las mismas. En Mxico, de igual forma,se han llevado a cabo numerosos trabajos sobre la influencia de las lenguas indge-nas (maya o nhuatl).

    Tambin otro de los componentes importantes de la configuracin del espaolde Amrica es la aportacin de las lenguas africanas. Debido a razones y circuns-tancias histricas, el comercio de esclavos procedente de Africa tuvo un granmovimiento demogrfico durante los siglos XVI al XVIII. Hay que sealar queesta poblacin negra no tena unidad lingstica, por lo que rastrear la huella hist-rica se hace, en este sentido, altamente difcil. Aunque hoy en da ha desaparecidocasi en su totalidad el rastro de la presencia africana (como puede ser, por ejemplo,Argentina), encontramos una riqueza tnica y lingstica concentrada en la zonadel Caribe, donde la existencia de plantaciones y minera determin una granafluencia de mano de obra esclava. A partir de 1960 los estudios que interrelacio-nan el espaol con las lenguas africanas tienen un punto de partida y desarrolloimportantes, labor que ha comenzado Germn de Granda (vase, entre su ampliabibliografa sobre este tema a Granda, 1978). Dos son las hiptesis bsicas quesubyacen en sus estudios relativos a las lenguas criollas en Hispanoamrica:

    a) la existencia generalizada en las zonas americanas de poblacin negra deuna etapa lingstica intermedia entre las lenguas africanas y el espaol, en la que

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    se usaron lenguas criollas, "que debieron hablarse en la totalidad de los ncleos deesclavos negros de Amrica";

    b) el surgimiento de todos esos criollos a partir de lenguas de contato de baseportuguesa que se usaban en las costas africanas. (Vid. Fontanella, p. 247).

    Algunas de estas ideas han sido seriamente cuestionadas por otros autores,como en el caso de H. Lpez Morales (1980), para el que no existe un criollo en lazona de Cuba, como haba expuesto Germn de Granda aos antes (1971). (Vid.Lpez Morales (1989), sobre aspectos relativos a las lenguas en contacto).

    Amrica fue desde sus comienzos un importantsimo bastin al que iban aparar grandes corrientes migratorias europeas, que buscaban nuevos horizontes enlos que levantar nuevas formas de vida y prosperidad. Si consideramos todo elcontinente, Estados Unidos es el pas que ms cobijo dio a los forneos, y ya en laAmrica hispnica, Argentina, Venezuela y Mxico fueron los ms receptores.Los datos numricos aportados por Fontanella de Weinberg sobre Argentina ponende relieve que fueron los italianos los que tenan ms peso dentro del cmputodemogrfico. Esta presencia tiene un comportamiento lingstico de inters, que seha manifestado en la creacin de una variedad cotidiana popular llamada cocoli-che, en el que el espaol bonaerense por un lado, y el italiano por otro, suponen losdos extremos de un continuo lingstico. No se trata de una tercera lengua, sino deuna evolucin gradual de una a otra, como ha indicado, por ejemplo, Meo Zilio(1963 y 1964). El cocoliche es, en suma, un fenmeno propio del hablante italianoen su adopcin al nuevo medio lingstico.

    VII. Por ltimo, es destacable que la implantacin en el continente america-no de otras lenguas nacionales de procedencia europea se ha centrado funda-mentalmente en el ingls y en el portugus. Para el contacto lingstico a travs dela frontera brasileo-uruguaya se ha acuado el trmino "fronterizo", siendo J. P.Rona (1959) el primero en plantear la situacin especial de habla que se daba enesa regin.

    Ahora bien, de todas la lenguas europeas es el ingls el que ms ha suscitadoel inters de los especialistas no slo por el nmero de artculos y trabajos realiza-dos sobre su influencia, sino tambin por la trascendencia y grado de penetracindel mismo dentro de la lengua espaola. Las razones del triunfo del ingls puedenser explicadas desde diversas pticas. En principio, el factor socioeconmico es unelemento constante en el suministro de lexas y expresiones procedentes del ingls,sobre todo en aquellos pases que estn ms en contacto con la rbita norteameri-cana, como sucede con Mxico, Costa Rica, Panam, Venezuela, Colombia oPuerto Rico (Estado asociado a U.S.A.). De igual forma es destacable el hechosociocultural que ha ayudado al triunfo del ingls. ste se ha convertido en la len-gua comercial por excelencia en todas sus manifestaciones (vid. Medina Lpez,

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    1991). El ingls aparece en el entramado publicitario de las agencias de noticias,de moda, cinematogrficas, musicales, etc. y se presenta como una lengua interna-cional que sirve de vnculo de unin de pases, culturas y lenguas que muchasveces nada, o casi nada, tienen que ver entre s. Todo ello ha generado la introduc-cin de numerosos trminos y giros de claras resonancias anglosajonas.

    En Hispanoamrica la situacin de bilingismo se ve favorecida por aquellaszonas como Puerto Rico y Estados Unidos, donde cerca de veinte millones de his-panohablantes se ven inmersos en situaciones bilinges. En reas del Caribe, comoen Repblica Dominicana, ha ido desarollndose lo que se conoce como domini-can York, que equivaldra a un ingls empleado por el emigrante dominicano, quede vuelta a su pas, comienza a usar vocabulario y expresiones de procedencia nor-teamericana. Estos usos que en un principio se emplean en contextos muy determi-nados de bromas y en ciertas situaciones familiares y entre amigos, poco apoco van incorporndose al lxico popular del espaol dominicano (Gennosn,1991). Por su parte, en Mxico se ha acuado a nivel popular el trmino pochis-mos para denominar el giro o expresin de origen ingls (Ranson, 1954).

    Dentro del rea norteamericana, la poblacin hispanoparlante supone lasegunda fuerza del pas. Segn informa Fontanella (p. 260), "actualmente los his-panos del suroeste estadounidense estn concentrados principalmente en cincoEstados: California (cerca de 3.500.000 de hispanohablantes), Texas (cerca de2.500.000), Nuevo Mxico (cerca de 500.000) Arizona (cerca de 400.000) y Colo-rado (cerca de 300.000)". Otra zona de enorme inters bilinge es la zona de Tam-pa (Florida), donde contamos desde hace dcadas con trabajos que dan cuenta delas interferencias angloespaolas (Louise Ortiz, 1949; Hayes, 1949, por ejemplo).

    Por todo ello, en los ltimos tiempos ha habido un creciente inters por estu-diar las interferencias y el cambio de cdigo que se producen en la misma conver-sacin (Amastae y Elas-Olivares, 1982).

    VIII. El volumen que nos ha dado pie a tan amplio comentario finaliza conunas conclusiones en las que se resaltan los aspectos ms destacados del libro, ascomo una Bibliografa compuesta por un total de 19 trabajos (artculos y libros) dediferentes especialistas de la filologa hispanoamericana. En definitiva, El Espaolde Amrica de Fontanella de Weinberg es un interesante y ameno manual para elgran pblico en general, y de sumo inters para aquellos especialistas que se sien-tan atrados por la problemtica y estudio de la conformacin lingstica de esevasto territorio que denominamos Amrica.

  • "DE LA FORMACIN LINGSTICA DE HISPANOAMRICA. EN TORNO A EL ESPAOL DE AMRICA, 223DE B. FONTANELLA DE WEINBERG"

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