dialnet-apropositodelalcotindelbuscon-58803

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A PROPÓSITO DEL ALCOTiN DEL BUSCÓN Al profesor D. Eugenio de Bustos Tovar La palabra alcotín no figura en las ediciones del Buscón anteriores a la edición critica de Lázaro Carreter (basada principalmente en el llamado manuscrito B, por haber pertenecido a don Juan José Bueno), y en su lugar encontramos letuario, variante tanto del manuscrito (S), conservado en la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, como de la primera edición (E), publicada en Zaragoza en 1626: en una esquina por ser de mariana, tomamos dos tajadas de alcotín (letuario SE) y aguardiente (B 175.91). y como yo era nuevo en el trato no les cayó en gracia a mis tripas el alcotín (letuario E), y tenía hambre como si tal no hubiera comido (B 176.104). En ningŭn diccionario o vocabulario se ha localizado esta palabra; no figura en el Registro Lexicográfico', ni en parte alguna, circunstancia verdaderamente extraria porque los lexicógrafos del Diccionario de Autcrridades no sólo utilizan textos de Quevedo continuamente para autorizar toda clase de términos y para ejemplificar sus definiciones, sino que, además, en muchisimos casos, recogen palabras inventadas por Quevedo o, por lo menos, documentadas por vez primera en sus obras, y las incluyen especificando esta circunstancia sin im- portarles el hecho de que, en ocasiones, fueran poco o nada usadas; claro que las citas de Autoridades referidas al Busain no han sido tomadas del manus- crito B. Una conspiración silenciosa parece haber relegado a alcotín al olvido: no aparece en refranes, ni en repertorios léxicos dialectales o de lenguajes es- pecializados; el mutismo es total. Senabre Sempere asegura que se trata de un error de lectura, de una mala interpretación, y que tal vocablo nunca existió: «Parece más acertado pensar en una copia defectuosa de una palabra que acaso estuviera en el original parcialmente borrada o tachada y de la que sólo se distinguieran con nitidez los extremos de las letras altas; una palabra como diacitrán, que designa una especie de corteza de cidra confitada que se parte en tajadas y con la que desayuna Calisto en La Celestina (VIID: «Dije, serior, Miguel Romera-Navarro, Registro de lexicografia hispánica, Madrid, C.S.I.C., 1951.

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obra ensayística que retrata la vida de walmemio de la mar y su amigo sonfoporimpo aquishoos

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  • A PROPSITO DEL ALCOTiN DEL BUSCN

    Al profesor D. Eugenio de Bustos Tovar

    La palabra alcotn no figura en las ediciones del Buscn anteriores a laedicin critica de Lzaro Carreter (basada principalmente en el llamadomanuscrito B, por haber pertenecido a don Juan Jos Bueno), y en su lugarencontramos letuario, variante tanto del manuscrito (S), conservado en laBiblioteca Menndez Pelayo de Santander, como de la primera edicin (E),publicada en Zaragoza en 1626:

    en una esquina por ser de mariana, tomamos dos tajadas de alcotn (letuario SE)y aguardiente (B 175.91).y como yo era nuevo en el trato no les cay en gracia a mis tripas el alcotn(letuario E), y tena hambre como si tal no hubiera comido (B 176.104).

    En ningn diccionario o vocabulario se ha localizado esta palabra; no figuraen el Registro Lexicogrfico', ni en parte alguna, circunstancia verdaderamenteextraria porque los lexicgrafos del Diccionario de Autcrridades no slo utilizantextos de Quevedo continuamente para autorizar toda clase de trminos y paraejemplificar sus definiciones, sino que, adems, en muchisimos casos, recogenpalabras inventadas por Quevedo o, por lo menos, documentadas por vezprimera en sus obras, y las incluyen especificando esta circunstancia sin im-portarles el hecho de que, en ocasiones, fueran poco o nada usadas; claro quelas citas de Autoridades referidas al Busain no han sido tomadas del manus-crito B.

    Una conspiracin silenciosa parece haber relegado a alcotn al olvido: noaparece en refranes, ni en repertorios lxicos dialectales o de lenguajes es-pecializados; el mutismo es total. Senabre Sempere asegura que se trata deun error de lectura, de una mala interpretacin, y que tal vocablo nuncaexisti:

    Parece ms acertado pensar en una copia defectuosa de una palabra que acasoestuviera en el original parcialmente borrada o tachada y de la que slo sedistinguieran con nitidez los extremos de las letras altas; una palabra comodiacitrn, que designa una especie de corteza de cidra confitada que se parteen tajadas y con la que desayuna Calisto en La Celestina (VIID: Dije, serior,

    Miguel Romera-Navarro, Registro de lexicografia hispnica, Madrid, C.S.I.C., 1951.

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    a Prmeno que fuese por una tajada de diacitrn. podra ser diacitrn loque alguien ley alcotn?2.

    Como esta tranquilizadora conclusin no es completamente segura, voy aproponer una muy hipottica base etimolgica 5, pero antes es forzoso dar unlargo rodeo: existen dos razones para sospechar que alcotin puede ser unarabismo: empieza por al y termina en in. Que muchos prstamos del rabeentraron en castellano con el artculo rabe al- aglutinado es de sobra sabido;en cuanto a -in, el sufijo rabe es propiamente caracterstico de los adjetivosde relacin, pero en espariol hay ejemplos de vacilacin entre e -in enbastantes arabismos, quiz, como sugiere Walsh, por influjo de prstamosfranceses y belgas con esta ltima terminacin 4; quiz, ms probablemente,porque la terminacin en resulta extraria y anmala en castellano5.

    Slo en el artculo de J. K. Walsh, en la Contribucin a la fontica del hispano-rabe de Arnald Steiger6 y en el muy anterior Glosario de Leopoldo EguilazYaguas encuentro referencia a un posible timo: cot, del r. quti cle los

    2 Ricardo Senabre Sempere, El Lxico literario, en Actas de las Iljornadas de Metodologa.y Didctica de la lengua y la literatura espaolas: el lxico (1990), pp. 11-27.

    3 Esta hiptesis etimolgica coincide en lo esencial con lo expuesto, primero en mi memoriade licenciatura (Contribucin al lxico de la Picaresca: arabismos. Salamanca, 1985, p. 49 y ss.), y,posteriormente, en mi tesis doctoral (indita): Contribucin al estudio lxico del Buscn de Quevedo.Universidad de Salamanca, 1992, v. I, pp. 123-125).

    4 John K. Walsh, The hispano-oriental derivational suffix , en Romance Philology, XXV(1971-2), pp. 159-172. Hay que tener en cuenta tambin que cot designaba un tipo de higo, yque higo en rabe es tin, circunstancia que pudo favorecer la aparicin de la nasal final.

    5 Max Leopoldo Wagner, en un artculo de ttulo ya clarificador (Para la -n agregada encastellano y la -lportuguesa, agregadas como de costumbre tras vocal final tnica, en R.F.E., XXI(1934), pp. 237-243), sealaba que ... terminaciones en -ifinal en palabras de ms de una silabano existan antes de la dominacin rabe (aparte de ciertas formas verbales, pero esto no haceal caso); de ah la sustitucin de otras terminaciones, las cuales, empero, pueden tener distintoorigen en cada caso.

    Lo cierto es que la -n antietimolgica aparece tanto en palabras patrimoniales (as asn/asina) como en prstamos (jabal > jabaln, -a...) y que, como Wagner aseguraba, hay ejemplossuficientes para atestiguar una tendencia existente en los dialectos vulgares hispano-portuguesesa convertir la terminacin - en o -in (-im) (ibdem, p. 240). En los ndices del Diccionario CrticoEtimolgico de la Lengua Ccrstellana, Joan Corominas Ilega a incluir un pequeo apartado bajo elepgrafe -n anorgnica en arabismos y remite a albardn, aloqun, alquiler, azacn y cicatera, y, apropsito de zarracatn (

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    godos 7; coti hace referencia a un tipo de higos y Eguilaz transcribe el testi-monio de Almacor segn el cual esta especie era propia de Sevilla: aqu enSevilla hay muchas maneras de figos, ca hay figos xahares y doriegales ybrevales y coties 8 . No obstante, es casi seguro que esta variedad se daba enuna zona ms amplia:

    Aunque los higos no tuvieron la importancia econmica de las aceitunas,proporcionan un excelente ejemplo de la intensificacin de la agricultura enla Esparia islmica, que se manifiesta en la deslumbrante variedad de fruta deque disponan los consumidores. En el Calendario de Crdoba del siglo XIII,el ficus (higo) latino fue traducido al rabe como shayar, rboles (la palabraespecfica para higo es tin) , lo que indica que el higo era tan numeroso quelleg a ser el rbol por antonomasia (...). En Sierra Morena creca una variedadde higos, que incluan el qutiya (gtico), sha'ari (peludo) y doriegal9.

    Carezco de ms datos en los que se mencione el higo coti o qutiya, peroinsisto no parece que fuera una variedad limitada a una pequeria zonageogrfica. Martn Alonso, en su Diccionario del espaol medieval (Salamanca,Universidad Pontificia, 1986), registra un goden:

    Adjetivo. S XIV y S XV. Dcese del higo maduro. sase tambin como sustan-tivo. Y aduce dos citas: Asi como figos godenes e el luego dixo el Serior a mi(Biblia Medieval Romanceada, ca. 1280; ed. de J. Llamas, v. II, 1955, 589), y Debreuas maduras que llaman godenes (lvarez de Villasandino: Cantigas y decires;ca. 1406; ed. de F. Delbosc, 400).

    Creo que nos hallamos ante una variante de cot, y seguramente con idn-tico significado: cierta clase de higos.

    En lo que respecta a testimonios modernos que puedan relacionarse conesta variedad de higo, slo he encontrado cotio, palabra, segn AlcalVenceslada, que es un adjetivo con el que se especifica al higo pequerio de

    no pertenece al andaluz sin ms, sino al andaluz antiguo. (Ver op. cit., Madrid, 1932, pp. 212 y355.)

    7 Carlos Vallo en su edicin del Buscn (Barcelona, Ediciones B, 1988, p. 207) tambin creeque sta podra ser la base de la palabra; aade que quiz alcotin fuera un trmino ms o menos

    deformado o mal escrito, derivado de alcorza; en este lmo caso seguiramos hallndonosante un arabismo.

    8 Glosario etimolgico de las palabras espaolas (castellana,s, catalanas, gallegas, mallorquinas, por-tuguesas, valencianas y bascongadas) de origen oriental (rabe, hebreo, malayo, persa y turco); Granada,Imprenta La Lealtad, 1886, p. 383.

    9 Thomas F. Glick, Cristianos y musulmanes en la Espaa medieval (711-1250), Madrid, Alanza,1991, p. 103. De hecho, la riqueza y v-ariedad de higos se encontraba tambin fuera del reasevillana:

    Las higueras se extendan por todas partes. Se es maban, sobre todo, los higos de Mlaga, cuya bellezase hizo proverbial (Henri Prs, Esplendor de Al-Ancialus, traduccin de M. Garca-Arenal, Madrid, Hiperin,1983, p. 198).

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    higuera a la que no es necesario cabrahigarla m ; pese a la dislocacin acentualsufrida, puede reconocerse en este cotio un gran parecido fontico y semnticocon el antiguo coti o qutiya.

    Ahora bien, ni Dozy, ni Neuvonen, ni Mallo", mencionan este cotg noaparece tampoco en el Tratado de los simples de Ibn al-Baytar; ni, por otro lado,en el Tesoro de Covarrubias, el Diccionario de Autoridades, el DRAE o el Diccionariode uso de Moliner.

    Retomemos el hilo: equ puede hacernos pensar que el alcotin del Buscnpueda tener algo que ver con este cotz? En principio, no demasiado. Conven-gamos en que, si alcotin no es una palabra fantasma y en su lugar aparece aveces letuario sin que el contexto sufra modificacin alguna, ambas palabrasdeben guardar algn tipo de relacin; de entrada, es evidente que designanalgo comestible y slido, puesto que toman tajadas; es probable, adems, queletuario funcione como hipernimo de alcoan, porque haba muchas clases deletuarios o electuarios en la acepcin farmacolgica, y tambin en la de dul-ce' 2; en este caso, alcotin sera un tipo de letuario elaborado con higos, esdecir, una especie de mermelada cuyo componente bsico seran los higos.Ahora bien segn me informa el profesor De Bustos Tovar, se da la circuns-tancia de que, al menos en determinadas zonas, desayunar un trozo o tajadade pan de higo ha sido quiz an lo sea costumbre habitual. Cierta o no,esta hip tesis etimolgica resulta lo suficientemente sensata como para mere-cer ser tenida en cuenta'3.

    10 Antonio Alcal Venceslada, Vocabulario andaluz, Madrid, Imprenta de S. Aguirre, 1951,p. 175.

    " R. Dozy and W. Engelmann, Glossaire des mots espagnols et portugais drivs de l'Arabe, ed. deE. J. Brill, Leyde, 1869, 2. a edicin. Tampoco se encuentras referencias en el Supplment auxdictionnaire arabes, igualmente de R. Dozy, ed. de E. J. Brill, Leyde, 1881.

    Eoro K. Neuvonen, Los arabismos del espaol en el siglo XIII, Helsinki, Imprenta de la Sociedadde Literatura Finesa, 1941.

    Felipe Maillo Salgado, Los arabismos del castellano en la Baja Edad Media, Salamanca, Univer-sidad de Salamanca, 1991, 2.a edicin.

    12 Entre unos textos y otros de los que aduce Miguel Herrero se pueden entresacar lossiguientes tipos de confituras: de peras (el dulce correspondiente se llamaba perada), de mem-brillos, de cantueso, de uvas, de berenjenas, de nueces, de flor de nogal, de organo e hier-babuena, de flor de azahar, de flor de calabaza, de flor de borraja, de rosa, de tallos de lechu-ga, de raiz .de escorzonera, de membrillos, de cascos de naranjas... (ver Oficios populares en lasociedad de Lope de Vega, Madrid, Castalia, 1977, pp. 148-156). Y, sin duda, habria todavia ms.

    13 La profesora Concepcin Vzquez de Benito, ya cuando estaba haciendo la tesina, meindic otros dos timos posibles teniendo en cuenta las deformaciones muchas veces enormes-sufridas por los trminos mdicos y farmacuticos en el paso del rabe al castellano; no hay queolvidar que el electuario era, en primer lugar, un medicamento de consistencia lquida, pastosao slida, compuesto de v-arios ingredientes casi siempre vegetales y cierta cantidad de miel, jarabeo azcar, y que, slo con significado derivado, era una golosina, una especie de mermelada.Los timos propuestos son:

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    Con todo, sigue resultando muy desconcertante la ya comentada ausenciade este trmino en todos los registros lexicogrficos consultados: debemospensar que o tiene razn Senabre y alcotn es una ilusin ptica, o estamosante una de esas palabras que tan rpidamente como se impone cae endesuso, bien por desaparecer lo referido, bien por ser sustituida por unsinnimo, bien por existir palabras de sonido muy parecido y significadodiferente, bien por otras causas. Si alcotn significara, en efecto, pan dehigo, la primera causa debera ser desechada, pues la realidad referida seha conservado hasta hoy; aunque quiz se pensaba en una variedad concretade higos. En cuanto a homfonos o cuasihomfonos, slo existan alcotn yalcotn, palabras que pudieran haber favorecido la desaparicin de alcotn,pero en ningn caso determinarla'4.

    En cualquier caso, dada la importancia de un texto como el Buscn, merecela pena detenerse un poco ms en la posible realidad referida por alcotn y enel contexto en que se documenta la palabra: actualmente el pan de higo seelabora con higos secos picados y amasados con algo de aguardiente y pren-sados con ramitas de hinojo; en algn caso lleva almendras incrustadas en lamasa. Tambin puede prescindirse del aguardiente, y a veces va enteramentecubierto de semillas de ssamo o ajonjol.

    a) Una forma ms de alcatenez. Segn el D.RA.E. y el D.T.M.A. (VV.AA., Diccionao de Textos MdicosAntiguos en prensa, v. 1, p. 110), el alcatenez o alcatenes era un medicamento que, mezclado conaceche, se empleaba para curar llagas y lceras de los perros y aves de cetrera).b) Ms probablemente, una deformacin de cobt, uno de cuyos componentes era la miel. Cobti conacentuacin paroxitona, aparece como vngiiento egypciaco en el Diccionario mdico de J. A. de losRuyzes de Fontecha (Alcal, 1606), tal cmo transcribe Gili Gaya en el Tesoro.Ambas palabras designaban unglientos curativos. No es fcil establecer conexiones sernnticas clarasentre el significado de alcotin si de verdad es un tipo de letuario y los de estos dos timos, perotampoco sera la primera vez que se produjeran cambios tan radicales.Antonio Rey Hazas, en su edicin del Buscim (Madrid, S.G.E.L., 1983, nota 304), propone otraetimologa y otro significado; dice as: quiz el alcotn, como alcocin o malcocinadcr. "menudo decarnero", se refiere a este tipo de alimentos que, en efecto, se tomaban de maana y acompaadosde aguardiente en Madrid hasta hace pocos aos. Ypone esto en relacin con la expresin de Pablosvive de tripas horras, igual a vive con las tripas vacas y vive de tripas vacas. El juego de palabrasy de alusiones no tendra nada de excepcional en Quevedo, pero quedaran en pie todas las difi-cultades de documentacin y evolucin de la palabra, adems del inconveniente de ser malcocinadoun trmino muy distanciado semnticamente de leluano.

    14 Aunque ya Covarrubias recoge un cotn que l relaciona con codo y Corominas con cutir-con variantes cot, cobt, cot y codn, es imposible tender puentes semnticos entre el significadode una palabra usada en el juego de marro para indicar un tipo de golpe de pelota y cualquiersignificado aceptable para alcotn, teniendo en cuenta el contexto del Buscn. La existencia deeste cotn, por tanto, no pudo influir en la presunta desaparicin de alcotn.

    En el caso de cot (cut o cotn), tela de lienzo rayado usada para colchones y almohadas,procedente del francs coutil, ni siquiera cabe la duda de que pueda existir relacin, puesto que,adems de presentar igualmente incompatibilidad semntica, es palabra documentada por pri-mera vez en el Diccionario Castellano con las Voces de Ciencias y Artes de Terreros, publicado en 1 786-89.

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    He buscado infructuosamente en libros de cocina del Siglo de Oro unaposible receta para el pan de higo; que Diego Granado no ofrezca indica-ciones para su confeccin no causa demasiada extrarieza, pero que tampocoel exhaustivo F. Rodrguez Motirio lo haga no deja de producir cierta per-plejidad i5: e:se juzgaba el pan de higo como un dulce de escasa categora,indigno de figurar en los buenos recetarios al lado de manjares ms selectos?,ulo mereca la pena describir su proceso de elaboracin por ser extrema-damente simple? Quiz esas fueran las razones, pero distan de ser convin-centes: en esos libros de cocina se incluyen infinidad de recetas de platosmuy humildes y/o muy fciles de cocinar.

    Todava ms extrarieza suscita el que tampoco los tratados gastronmicosandalusies ofrezcan informacin relacionable con el pan de higo 16; bien esverdad que slo en los ltimos arios se ha empezado a estudiar seriamente esteaspecto de la cultura arbigo-andaluza, pero, an as... Aunque no parezcajustificado dudar de la existencia del pan de higo slo porque no encontremosindicaciones sobre su elaboracin, quiz s sea necesario replantear la cues-tin: E. Garca Snchez, al estudiar los panes propios de las pocas de escasez,indica:

    De las frutas carnosas (peras, manzanas, higos, membrillos, etc.) tambin seelaboraba pan; se dejaban secar al sol, se trituraban y, una vez mezclada la harinaresultante con la de otros cereales, se amasaba con algn aceite y levadura y sepanificaba. En bastantes casos, las frutas eran previamente cocidas o maceradasen agua dulce, a fin de contrarrestar su acidez''.

    Si el antiguo pan de higo, precursor de su homnimo actual, en princi-pio hubiera sido considerado una variedad de pan, ms que un tipo de dulce,contaramos con una explicacin suficiente para justificar la ausencia de refe-rencias a su elaboracin en los recetarios. Pero, con todo, no cabe la menorduda de que Pablos y don Toribio no toman el aguardiente con un trozo de panpor muy latamente que entendamos el trmino, sino con un bocado dedulce.

    16 Diego Granado, Libro del arte d,e cocina (1599); introduccin de J. del Val, Madrid, 1971.Signatura 4-101118 de la Biblioteca Nacional.

    F. Martinez Motirio, Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria y conserueria, 1611. Signatura R-1472de la Biblioteca Nacional.

    16 No hay alusiones en el Trato,do d,e los alimentos de Ibn Zuhr (Avenzoar) (ed., trad. eintroduccin de Expiracin Garcia Snchez, Madrid, CSIC, 1992), ni en la seleccin recogidapor Lucie Bolens en La cocina andaluza, un arte de vivir Siglos XI-XIII (trad. de M. Asensio Moreno,Madrid, 1992). Tampoco se menciona nada al respecto en Mikel de Epalza, Los musulmanes y losdulces: turrones, miel, pasas, pasteles (Jijona, 1983), ni en Ambrosio Huici Miranda, La cocinahispano-magribi durante la poca almohade (RIEE L, V, 1957, pp. 137-141).

    17 La alimentacin en la Andalucia Islmica: estudio histrico y bromatolgico. I: cerealesy leguminosas, en Andalucla Islmica (Textos y estudios),

    (1981-82), pp. 139-176.

  • A PROPSITO DEL ALCOTN DEL BUSCN 13

    Ahora bien, sabemos que dentro de los platos de repostera se recurra alos higos secos: se usaban por ejemplo en la Torta de diversas materias a laNapolitana, pero esta torta, al igual que otros dulces similares, por fuerza tenaque salir bastante cara (requera tambin almendras, piriones, dtiles, huevos,especias, etc.)' 8 , y nuestro alcotn, letuario, o lo que fuera, era segua sien-do, con toda seguridad, un bocado modesto: no slo porque la vendedorase lo ofrece de balde a dos muertos de hambre como Pablos y don Toribio,sino adems porque el letuario por excelencia (el de naranjas, que se hacacon cscaras de esta fruta y miel), tambin lo era: recurdese que la miel eraentonces un producto mucho ms barato que el azcar. Precisamente los higosse relacionaban con la gente humilde y de pocos medios: se deca de algo sinvalor que no vala un higo; de algo indiferente que no importaba un higo; alpauprrimo (o al avariento miserable) se le llamaba medio higo porque se leimaginaba comiendo medio higo al medioda y reservando la otra mitad parala cena (Covarrubias).

    Pese a todo, el higo no era una fruta despreciada; al contrario, era estimadaespecialmente por su dulzor: Al MOO goloso, higo a dinero l9 ; pero entonces slolas conservas exquisitas, nacionales o de importacin, alcanzaban muchoprecio; las frutas frescas salvo variedades especiales eran asequibles a todos;y el pan de higo, al hacerse simplemente con higos secos, poda incluso salirms barato que una confitura de higos.

    Para terminar, debe recordarse que los testimonios sobre la costumbre detomar aguardiente por la mariana junto con un bocado dulce, son muy nu-merosos. El mismo Gngora se las prometa muy felices si contaba con ello:

    Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquas/ mientras gobiernanmis das/ mantequillas y pan tierno/ y las marianas de invierno/ naranjada yagua ardiente/ y rase la gente.

    La naranjada era una conserva que se haca de naranja tal como aclaraCovarrubias, una confitura de cortezas de naranjas amargas sumergidas enmiel, y eso era lo que se entenda generalmente al hablar de letuario20.

    Esta forma literal de desayunar, pues el aguardiente y su correspondienteletuario se tomaban en ayunas, era la habitual para muchas personas, que asespantaban el fro matutino y se prevenan adems contra la bilis, aparte de

    18 Diego Granado, op. cit., p. 148. En otra receta de plato dulce la costrada de ciruelas pasasy guindas secas se recurre a higos secos de barriles cortados a pedacos p. 317).

    18 Sebastin de Horozco: Teatro universal de proverbios; ed. de J. L. Hernndez, Salamanca,Universidades de Groningen y Salamanca, 1986. Refrn n mero 231, p. 111.

    Ver Nstor Lujn, La vida cotidiana en el Siglo cle Oro espaol, Barcelona, Planeta, 1988, pp.14-6. Diego Granado, en su Libro del arte de cocina, incluye la receta para confeccionar el letuariode naranjas (ed. cit., pp. 399 440).

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    que, como se aprecia en las citas, poda tomarse en la calle gracias a losvendedores ambulantes, que pregonaban su mercanca gritando: iAl aguar-diente y letuario!21.

    ELENA BAJO PREZ

    21 Matilde Santamara Arniz, La alimentacin, en La vida cotidiana en la Espaa deVelzquez, Madrid, Temas de Hoy, 1989, p. 321.

    Dice esta estudiosa que este primer desayuno (haba otro posterior con torreznos) era malvisto porque al venderse en la calle daba ocasin para que la gente, so pretexto del fro,quebrantase el ayuno; indica tambin que se aducan razones sanitarias para vedar su ventame imagino que por falta de higiene y por favorecer el alcoholismo. Sorprende que califiqueesta forma de desayunar apta slo para estmagos de entonces, porque me consta que en Leny Asturias, al menos en las zonas mineras montaosas, todava hay gente que empieza el da conun vasito de aguardiente y unas galletas, y hasta hace dos o tres dcadas muchos hombres ymujeres desayunaban as en sus casas o en los bares y cantinas.