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L MUNDO OPORTIO X’’A FAGIN.A Dominge r flOvj El «gigante de ébano», como se le llamaba, está coniderudo como el mejor peso fuerte de todos ¿os tiempos y en su época .‘ó1o fue veucido. una vez. Jhonson, nacido en Galveston, de una fainilta pobre cuyos pa- des hermanos mayores se cte. dicaban a ¿a recolecto del algo- dón, abandonó, szendo muy o. ven, SU hÓOI- fue a trabaa a ATUeVa York. Allí fue donde 5r inició en el boxeo, a ¿os 22 años cte edad. A tos 30 disputó el campeonato del mundo del pe. so fuerte a Tommy Burns, pero el combate tuvo que disputarse en Sidney (Australia), porque en Estados Unidos no se permitió que el título, que siempre había estado en poder de un boxeador blanco, lo disputara un boxeador d color .. Ihonson fue el vence- dor de una pelea tan accidenta da. que tuvo que suspenderla la policía en el 14 asalto. La victOria del negro Jhonsori fue considerada poco menos que denigrante para la iaza blanca g entonces -se incitó al c.c campeón James Jeffries, que se había re. tirado imbatido tres años antes, para que se enfrentara con el negro, con la esperanza de que le podría arrebatar el titulo. La reapariccón del ex campeón sir vió para que Jhonson afianzara más su fanta de invencible. El titulo continuó en sus manos. A partir de este momento, la vida del campeón fue de tropie. z.o en tropiezo. Tuvo que emi. pror de Su país a causa de un proceso judicial que se le seguía por bígamo y durante cuatro o a-trujo años fue un viajero por ej mundo sin rumbo fi2o. Final- mente, llegó a un acuerdo para poner el título en luego contra el norteamerica no Jess Willard, no en Norteamérica, donde ?iU. biera sido detenido, sino en. La Habana. Era en 191.5, o sea cuan. do tenía ya 35 años de edad. La vida de trotamundos, que se veía obligado a llevar p el peso de ¿os años le debieron aconsejar sacar la mejor tajada posible de este combate y se avino a ven- cler la victoria, que Wiliard se la pagó a a/Jo precio. En el 26 asalto, Jhonson se tumbó en la tana y Willard fue declarodo ven cedor. Sin título, pero con la impor tente fortuna que había acumu. lado, se vino a Europa y prime. ro en Pcirís y luego en Barcelo na, donde residió mucho tiempo, la dilapidó dándose una vida principesca. En nuestra ciudad, llegado el momento de la escasez económi. ca, se instaló en un piso lujosa- mente amueblado, que acabó con. virtiéndolo en casa de juego clandestina. Descubierta la «tim. Lea», cerrado judicialmente el piso. agobiado por los acreedores y finalmente a instancias de la po licía, tuvo que salir de España y aquí empezó su calvario. Pudo, finalmente, conseguir la entrada en su país, el barrio de Harlem, del que había sido el gran ídolo, ue su refugio, mí- sero refugio, porque tuvo que vivir mucho tiempo al amparo de sus amistades. Finalmente, entró a formar parte de una orquesta de jazz, d3 ella saltó al escenario de un teatro de revistas, del que des- cendió para ocupar empleos ca. da vez más insignificantes. Mu. rió a los 68 años de edad, en un hospital benéfico de una po. blación de Carolina del Norte. En . una nota necrológica que se publicó dn un periódico de NueL,a York, se decía que Jhon. son. muerto en la mus completa miseria, había dilapidado más de tres nililones de dólares. miseria de AL Browm Cuando Paulino Uzcudun re- gresó a Europa, para disputar el combate contra Primo Carne. re, en el estadio de Barcelona, fw a recibirle a El Havre, en misión informaliva. Vino en el trasatlántico «Ille de France)>, acompañado del campeón del mundo del peso gallo, el panaíne. ño Al. Brown, cuyo verdadero nombre era el de Alfonso Teófilo Brown, al que tiempo después habíamos de ver boxear con Gi ronés, en ¿a plaza de toros Mo- numenial de Barcelona, p perder el título contra Sangchili, en Va- lencia, que luego lo recuperó en Paris, batiendo a nuestro cam peón. Al. Brown, como Paulino UzcU dun, venían por cuenta del or ganizador de parís, Jeff Dicksun, que los había contratado. Así fue cómo conocí a Brown, verdadera maravilla del -ring, muchacho sin7pático, alegre, pero capricho. so y con delirio de grandeza. Los tres estuvimos hospedados en el mismo hotel y esto me permitió conocerle bien. Porque, además, . Casos como los expuestos po. dríamos citar muchos, muchísi mas, pero como ejemplo bascan. Porque ¿a contrapartida, o sea ¿a lista de los grandes campeones que han conseguido gloria y mi- llanes y han sabido hacer buen uso de ellos, sería interminable. De boxeadores tenemos a Jack Dmpsey, firma de una capaci. dad económica respetable ; Gene 7, unn ey, multimillonario, coriver tido en intelectual u miembro de varias entidades financieras; Georges Carpentier, propietario de dos lujosos y aristocráticos bares en París; Paulino Uzcu dun, convertido en rico hacen. dado agrícola, y si pasamos al ciclismo, la cita no es menos im portante. El italiano Constance Girardengo acumuló un verdade. ro fortunón durante los años en que fue el más famoso corredor del mundo, cuando se desplazaba de una ciudad a otra de 1t1UL en tren especial Y de sus compa t.riotas Fausto Coppi j Binda no Brown hab.laba correctamente el español. Las rarezas de este gran cam peón eran graciosas de puro in. fantiles. por ejemplo, su equipa. je consistía en diez grandes baú. les, repletos de trajes, ropa in tenor, batines de seda y zapatos. De trajes se había traído por lo menos treinta y de pares de zapatos, otros tantos. Su habite- ción parecía el ropero de un teatro. Su manía más acentuada era la de cambiarse continuamente de traje, de zapatos y de som. brero. Una vez, paulino contó que’ había hecho esta operación siete veces desde que salimos por l’z mañana del hotel, hasta que se puso el «smoking» para ir por la noche al «Folies Bergere». Fijada su residencia en París durante una muy larga tempora. da, le dio por alternar locales de gran categoría zi hacer a menu do acto de presencia en los hi pódromos de «LongchampS» y ele «Vincenne.S», para acabar muir tiendo miles de dólares en la ad. quisicióri de varios caballos de carreras, que jamás llegaron a ganar un franco. Brown, cuando llegó a Europa j,oseía una fortuna que, según me cantó DicksOn, superaba el millón y medio de dólares y él lo sabía, porque había interveni. do en la transferencia que de su fortuna había hecho a varios Ban. cos de París. Cuando regresó a su patria, l caudal había merO maiio considerablemente y al ca- bo de un año apareció nueva- mente en París, pero no sólo pa. ra boxear, sino para actuar co• mo director de una orqueste cíe «jazz» en un club nocturno. Eco. nómicamente, Brown estaba ya en la pendiente. Regresó a su pa- tria, pasó algún tiempo y volvió a aparecer en el ring, pero ya no era ni sombra de lo que ha. bía sido. Efectuó una jira por va- nios países sudamericanos y su- los combates por derrotas. Este fue el final de su carrera pugilística. A partir de entonces, estrecheces, privaciones y mise- ria. En un viaje que hice a Loa- d’res, me encontré con el que ha bía sido su «manager» en Euro. pa, el. francés Boby Diamon, y me informó que Brown había si. do internado en un hospital be. néfico de Nueva York en grave estado, víctima de una tubercu losis y que estaba abandonado de todo el mundo. Diapion acababa de recibir una carta escrita de puño y letra de Brown, pidién dale ayuda económica y yo le acompañé a imponer un giro de cinco libras. También en Espuña el ciclismo ha proporcionado gloria y fortu. ng a varios corredores. Mariano Cañardo, Miguel poblet y Baha. montes son casos que entran dentro cte la órbita de los gran- des afortunados. Llegaron al ci- clismo sin más patrimonio que el de su entusiasmo, y a golpes de pedal fueron atesorando una riqueza que han sabido adminis trarla debidamente. El deporte es generoso para todo aquel que lo practica. El que es simplemente un amateur, por el placer que encuentra pructi cándolo y los beneficios que pro. porciona a su organismo. El que lo practica como profesional, por. que además le ofrece pingües beneficios económicos. , ..., . , . 0 j - 1! ‘t’F’ ipÇ , - . ..‘ .s. , ‘:it s.’ .ij ._j ,,i 5- ii .4 . : .“ > •,‘. i .. .-. un ni o-ni e-u riij ni cm cm vn -Mi -Sa Mi -‘.4 cm vn : :- -;1] .:::: .:::::::::::::: .::r:::::,: .- .::- :E .. . DELDEPORT:E ;0] ,,,. ç. i, , . 1 .; i ... %‘ ... . k pero t algunos vn .2-u .2 . . , . ,r ‘. , :4 2, derrocharon alegremente su fortuna - .. .j... ., ;,; Cigarras 3’ hormigas del deporte. Hemos escogido un tema pura- mente anecdótico, curiosos capítulos históricos, hechos reales de los que han sido protagonistas grandes figuras elevadas a la categoría de campeones que, cada cual en su época, han alcanzado la máxima popularidad y han gozado las mieles de la fortuna. Campeones que han conseguido acumularía gracias al deporte, y que han hecho de ellas uso diverso. La mayoría la acumularon con tino y la situaron a buen recaudo pensando en el mañana; otros la dilapidaron alegre- mente, o quizas sería mejor decir, inconscientemente, sin pensar en el porvenir. El dinero ganado en abundancia en plena juventud, sobre todo cuando se ha conseguido fácilmente y llega a las manos de quien 11ev su humilde cuna no había dispuesto de él ni del bienestar que proporciona, suele tener alas y se escapa con la misma facilidad con- que se ha conseguido. Se gana a puñados y se gasta a espuertas. Estos son los hombres cigarra, que se pasan el verano de la juventud can- tando alegremente sin pensar en el invierno que, indefectiblemente, ha de llegar por ley de la vida. hay, sin embargo, quien en idénticas condiciones, hace como la hormiga: guardar, acumular durante el verano de la edad dorada, para cuando llegue el riguroso mañana de la vejez. Los ejemplos abundan y por aleccionadores, he ercido de interés hacer referencia de algunos. * * * Contrariamente a lo que puede creerse, el primer campeón que logré acumular una verdadera fortuna, fue muy anterior a nuestra época, y fue precisamente un campeón ciclista. Y no un campeón de largo 3?penoso pedalear por las polvorientas carreteras de finales del siglo pasado y principios del actual, sino un corredor de velocidad en pista, cuyo esfuerzo no duraba más allá de los doce segundos. Fue el campeón de Francia, Edmond Jacqaelin, varias veces ven- cedor del Gran Premio de París de ve1ocidad y de los hombres más rápidos del mundo. Sus continuas y espectaculares victorias ‘le con- virtieron en el ídolo de Francia, en su figura más popular... Para ver correr a Jaequelin, el público parisino llenaba los veló dromos pagando las entradas y localidades al precio que fuera y él percibía entre premios y bonificaciones de contrato, cantidades mu superiores a las de más famoso de los cantantes de ópera, que en- tonces eran los mejor pagados, con la particularidal además, de que exigía el cobro en monedas de oro. En pocos años, Jacquelin acumuló una verda4era fortuna, pero en pocos años la dilapidó llevando una vida fastuosa superior a la de muchos de los más acaudalados personajes de París. Jacquelin era asiduo a los grandes casinos, a las reuniones aristocráticas, a los festejos que reunían a la «cremme» de la sociedad. .. Era propietario de una magnífica cuadra de caballos y lo mismo se le veía pasear montando un magnífico ejemplar por el Bosque de Bolonia, que pa- seando en un soberbio coche tirado por una pareja de «pura sangre» por la Avenida de los Campos Eliseos. Así fue de fastuosa la vida de Edmond Jaequelin, mientras sus piernas conservaron la fuerza y vigor para llevarle a la victoria. Luego... Conocí a Jaequclin de manera casual, allá por los años 1928-29, cii ocasión de uni visita a Henri Desgrange, en su despaeho del pe riódico «L’Auto», para saber el resultado de la negociaciones que estaban en curso para la parieipación de un equipo español. capita neado por Mariano Cañardo, en la Vuelta a Francia. Cuando entre en el despacho de Desgrange, le encontré hablando con un hombre mal trajeado, sucio, con descuidada barba y que llevaba una carpeta de papeles debajo del brazo. Desgrange le entregó vanos billetes y le despidió. Después mc dijo que aquél era Edmond Jaequelin y me contó la . historia antes referida, de su época de grandeza, •; —El final, ya le ve-usted añadió no creo que sea necesario ., referírselo : la miseria negra. Nunca pide naila, perocuando visita a . alguno de sus viejos amigos, ya sabemos que es senal de ue lleva muchas horas sin haber comido. Duerme en los muelles del Sena es un indigente, pero se niega a ser recluido en una mstitucion bene fica, prefiere vivir míseramente pero en libertad. Lo curioso es, que . no admite el dinero que se le entrega como una ayuda que se le hace, sino como pago de unas acciones que adquinmos para la construccioli de un velódromo cuyos planos guarda en la carpeta que hace 25 anos lleva bajo el brazo. Este es el único síntoma de su desequilibrio . : mental. Si yo se lo hubiese presentado, inmediatamente le hubiera mostrado los planos de su velódromo, proponiéndole invertir veinti cinco francos en acciones. Al poco tiempo de esta entrevista, leí en «L’Auto» la noticia de que Edmond Jacqúelin. el gran campeón, que un día fue el ídolo del «todo París», había nido encontrado muerto bajo uno de los puentes del Sena. Dos figuras preeminentes del boxeo mundial: Ge- nc Tunney y Jack Dempsey, conversando amigablemente, ri ya lejanos los tiempos en que ambos fueron rivales. Tun- ney desbancó a Dempsey en la posesión del título mun dial del peso fuerte, su carrera fue relativamente corta, pero sus dos combates con Llempsey y el disputado con Carpentier le proporcionaron un verdadero fortunón, que supo emplear convenientemente y hoy es un potentado. Dempsey, que le superó en gloria y fama, no quedó atrás en cuanto a fortuna. Es de los boxeadores que más dinero ha ganado. Hoy es propietario de un gran restaurante en Nueva York y de varios inmuebles en dicha ciudad y de fincas en California Hay hombres para los cuales el haber triunfado en la vida, pasando del más oscuro de los anonimatos a alcanzar la fama y dinero, constituye un obstáculo para poder llegar a disfrutarla plenamente. Tal es el caso del que fue campeón del peso fuer. te, el negro Jack Jhonson.. Poco tardó en llegar la noticia del fallecimiento del pobre. Al Brown. Otro gran campeón «ci. garra». creernos necesario tener que ha- blar, porque está en conocimien to de todos su fama de millona nios. Maria;” e ----‘ Jo t, ‘.>iJoe> ‘más popnisr de los ciclistas erpaño ; ,)it maoi p>di) mu alto durante mis de una década, el p>tbe>londe su lama. El ciclismo le propor eiOnó la base de una situación’ económica francamente desahogada :-—- ;- He aquí tres grandes figuras del deporte mundial: los tres acumularon gloria y dinero. En la parte alta, el que fue campeón del mundo del peso gallo, el famoso Alfonso Teófilo Brown, conocido por Al. «Panamá» Brown, que acumulé millones y terminó sus días en la más negra miseria. Me dedicó esta fotografía cuando llegó a Euro- pa. - : En el centro, nuestro campeón Hilario Martínez. fotografía tomada en su campo de entrenamiento de La Floresta, donde se preparó para el combate contra el cam peón mundial Dundee, que se celebró en la Monumental. Hilario acababa de regresar de -Norteamérica donde habi acumul&to una fortuna, ya disipada alegremente, sin pc-a sar ,en el futuro, que ha sido para él muy duro. :- : 1 e> l* parte baja, el malogrado «campionissimo» Fausto Coppi llamado el «campeón del siglo». Ganó millones y millones a golpes de pedal;1] L.MELENDEZ;0] 1 2 -—‘-n “•- -‘‘--—-r-

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Page 1: DELDEPORT:Ehemeroteca-paginas.mundodeportivo.com/./EMD01/HEM/1963/11/03/M… · X’’A FAGIN.A L MUNDO OPORTIO Dominge “ r flOvj El «gigante de ébano», como se le llamaba,

L MUNDO OPORTIOX’’A FAGIN.ADominge “ r flOvj

El «gigante de ébano», comose le llamaba, está coniderudocomo el mejor peso fuerte detodos ¿os tiempos y en su época.‘ó1o fue veucido. una vez.

Jhonson, nacido en Galveston,de una fainilta pobre cuyos pa-des hermanos mayores se cte.dicaban a ¿a recolecto del algo-dón, abandonó, szendo muy o.ven, SU hÓOI- fue a trabaaa ATUeVa York. Allí fue donde5r inició en el boxeo, a ¿os 22

años cte edad. A tos 30 disputóel campeonato del mundo del pe.so fuerte a Tommy Burns, peroel combate tuvo que disputarseen Sidney (Australia), porque enEstados Unidos no se permitióque el título, que siempre habíaestado en poder de un boxeadorblanco, lo disputara un boxeadord color .. Ihonson fue el vence-dor de una pelea tan accidentada. que tuvo que suspenderlala policía en el 14 asalto.

La victOria del negro Jhonsorifue considerada poco menos quedenigrante para la iaza blanca gentonces -se incitó al c.c campeónJames Jeffries, que se había re.tirado imbatido tres años antes,para que se enfrentara con elnegro, con la esperanza de que

le podría arrebatar el titulo. Lareapariccón del ex campeón sirvió para que Jhonson afianzaramás su fanta de invencible. Eltitulo continuó en sus manos.

A partir de este momento, lavida del campeón fue de tropie.z.o en tropiezo. Tuvo que emi.pror de Su país a causa de unproceso judicial que se le seguíapor bígamo y durante cuatro oa-trujo años fue un viajero porej mundo sin rumbo fi2o. Final-

mente, llegó a un acuerdo paraponer el título en luego contrael norteamerica no Jess Willard,no en Norteamérica, donde ?iU.biera sido detenido, sino en. LaHabana. Era en 191.5, o sea cuan.do tenía ya 35 años de edad. Lavida de trotamundos, que se veíaobligado a llevar p el peso de¿os años le debieron aconsejarsacar la mejor tajada posible deeste combate y se avino a ven-cler la victoria, que Wiliard sela pagó a a/Jo precio. En el 26asalto, Jhonson se tumbó en latana y Willard fue declarodo vencedor.

Sin título, pero con la importente fortuna que había acumu.lado, se vino a Europa y prime.ro en Pcirís y luego en Barcelona, donde residió mucho tiempo,la dilapidó dándose una vidaprincipesca.

En nuestra ciudad, llegado elmomento de la escasez económi.ca, se instaló en un piso lujosa-mente amueblado, que acabó con.virtiéndolo en casa de juegoclandestina. Descubierta la «tim.Lea», cerrado judicialmente el piso.agobiado por los acreedores yfinalmente a instancias de la policía, tuvo que salir de Españay aquí empezó su calvario.

Pudo, finalmente, conseguir laentrada en su país, el barrio deHarlem, del que había sido elgran ídolo, ue su refugio, mí-sero refugio, porque tuvo quevivir mucho tiempo al amparode sus amistades.

Finalmente, entró a formarparte de una orquesta de jazz,d3 ella saltó al escenario de unteatro de revistas, del que des-cendió para ocupar empleos ca.da vez más insignificantes. Mu.rió a los 68 años de edad, enun hospital benéfico de una po.blación de Carolina del Norte.

En . una nota necrológica quese publicó dn un periódico deNueL,a York, se decía que Jhon.son. muerto en la mus completamiseria, había dilapidado más detres nililones de dólares.

miseria deAL Browm

Cuando Paulino Uzcudun re-gresó a Europa, para disputarel combate contra Primo Carne.re, en el estadio de Barcelona,fw a recibirle a El Havre, enmisión informaliva. Vino en eltrasatlántico «Ille de France)>,acompañado del campeón delmundo del peso gallo, el panaíne.ño Al. Brown, cuyo verdaderonombre era el de Alfonso TeófiloBrown, al que tiempo despuéshabíamos de ver boxear con Gironés, en ¿a plaza de toros Mo-numenial de Barcelona, p perderel título contra Sangchili, en Va-lencia, que luego lo recuperó enParis, batiendo a nuestro campeón.

Al. Brown, como Paulino UzcUdun, venían por cuenta del organizador de parís, Jeff Dicksun,que los había contratado. Así fuecómo conocí a Brown, verdaderamaravilla del -ring, muchachosin7pático, alegre, pero capricho.so y con delirio de grandeza. Lostres estuvimos hospedados en elmismo hotel y esto me permitióconocerle bien. Porque, además,

. Casos como los expuestos po.dríamos citar muchos, muchísimas, pero como ejemplo bascan.Porque ¿a contrapartida, o sea ¿alista de los grandes campeonesque han conseguido gloria y mi-llanes y han sabido hacer buenuso de ellos, sería interminable.De boxeadores tenemos a Jack

Dmpsey, firma de una capaci.dad económica respetable ; Gene7, unn ey, multimillonario, corivertido en intelectual u miembro devarias entidades financieras;Georges Carpentier, propietariode dos lujosos y aristocráticosbares en París; Paulino Uzcudun, convertido en rico hacen.

dado agrícola, y si pasamos alciclismo, la cita no es menos importante. El italiano ConstanceGirardengo acumuló un verdade.ro fortunón durante los años enque fue el más famoso corredor

del mundo, cuando se desplazabade una ciudad a otra de 1t1UL entren especial Y de sus compat.riotas Fausto Coppi j Binda no

Brown hab.laba correctamente elespañol.

Las rarezas de este gran campeón eran graciosas de puro in.fantiles. por ejemplo, su equipa.je consistía en diez grandes baú.les, repletos de trajes, ropa in

tenor, batines de seda y zapatos.De trajes se había traído porlo menos treinta y de pares dezapatos, otros tantos. Su habite-ción parecía el ropero de unteatro.

Su manía más acentuada erala de cambiarse continuamentede traje, de zapatos y de som.brero. Una vez, paulino contóque’ había hecho esta operaciónsiete veces desde que salimos por

l’z mañana del hotel, hasta quese puso el «smoking» para ir porla noche al «Folies Bergere».

Fijada su residencia en Parísdurante una muy larga tempora.da, le dio por alternar locales degran categoría zi hacer a menudo acto de presencia en los hipódromos de «LongchampS» y ele«Vincenne.S», para acabar muirtiendo miles de dólares en la ad.quisicióri de varios caballos decarreras, que jamás llegaron aganar un franco.

Brown, cuando llegó a Europaj,oseía una fortuna que, segúnme cantó DicksOn, superaba elmillón y medio de dólares y éllo sabía, porque había interveni.do en la • transferencia que de sufortuna había hecho a varios Ban.cos de • París. Cuando regresó asu patria, l caudal había merOmaiio considerablemente y al ca-bo de un año apareció nueva-mente en París, pero no sólo pa.ra boxear, sino para actuar co•

mo director de una orqueste cíe«jazz» en un club nocturno. Eco.nómicamente, Brown estaba yaen la pendiente. Regresó a su pa-tria, pasó algún tiempo y volvióa aparecer en el ring, pero yano era ni sombra de lo que ha.bía sido. Efectuó una jira por va-nios países sudamericanos y su-mó los combates por derrotas.Este fue el final de su carrerapugilística. A partir de entonces,estrecheces, privaciones y mise-ria.

En un viaje que hice a Loa-d’res, me encontré con el que había sido su «manager» en Euro.pa, el. francés Boby Diamon, yme informó que Brown había si.do internado en un hospital be.néfico de Nueva York en graveestado, víctima de una tuberculosis y que estaba abandonado detodo el mundo. Diapion acababade recibir una carta escrita depuño y letra de Brown, pidiéndale ayuda económica y yo leacompañé a imponer un giro decinco libras.

También en Espuña el ciclismoha proporcionado gloria y fortu.ng a varios corredores. MarianoCañardo, Miguel poblet y Baha.montes son casos que entrandentro cte la órbita de los gran-des afortunados. Llegaron al ci-clismo sin más patrimonio queel de su entusiasmo, y a golpesde pedal fueron atesorando unariqueza que han sabido administrarla debidamente.

El deporte es generoso paratodo aquel que lo practica. El quees simplemente un amateur, porel placer que encuentra pructicándolo y los beneficios que pro.porciona a su organismo. El quelo practica como profesional, por.que además le ofrece pingüesbeneficios económicos.

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Cigarras 3’ hormigas del deporte. Hemos escogido un tema pura-mente anecdótico, curiosos capítulos históricos, hechos reales de losque han sido protagonistas grandes figuras elevadas a la categoría decampeones que, cada cual en su época, han alcanzado la máximapopularidad y han gozado las mieles de la fortuna. Campeones quehan conseguido acumularía gracias al deporte, y que han hecho deellas uso diverso. La mayoría la acumularon con tino y la situarona buen recaudo pensando en el mañana; otros la dilapidaron alegre-mente, o quizas sería mejor decir, inconscientemente, sin pensar enel porvenir.

El dinero ganado en abundancia en plena juventud, sobre todocuando se ha conseguido fácilmente y llega a las manos de quien11ev su humilde cuna no había dispuesto de él ni del bienestar queproporciona, suele tener alas y se escapa con la misma facilidad con-que se ha conseguido. Se gana a puñados y se gasta a espuertas. Estosson los hombres cigarra, que se pasan el verano de la juventud can-tando alegremente sin pensar en el invierno que, indefectiblemente,ha de llegar por ley de la vida.

hay, sin embargo, quien en idénticas condiciones, hace como lahormiga: guardar, acumular durante el verano de la edad dorada,para cuando llegue el riguroso mañana de la vejez.

Los ejemplos abundan y por aleccionadores, he ercido de interéshacer referencia de algunos.

* * *

Contrariamente a lo que puede creerse, el primer campeón quelogré acumular una verdadera fortuna, fue muy anterior a nuestraépoca, y fue precisamente un campeón ciclista. Y no un campeónde largo 3? penoso pedalear por las polvorientas carreteras de finalesdel siglo pasado y principios del actual, sino un corredor de velocidaden pista, cuyo esfuerzo no duraba más allá de los doce segundos.

Fue el campeón de Francia, Edmond Jacqaelin, varias veces ven-cedor del Gran Premio de París de ve1ocidad y de los hombres másrápidos del mundo. Sus continuas y espectaculares victorias ‘le con-virtieron en el ídolo de Francia, en su figura más popular...

Para ver correr a Jaequelin, el público parisino llenaba los velódromos pagando las entradas y localidades al precio que fuera y élpercibía entre premios y bonificaciones de contrato, cantidades musuperiores a las de más famoso de los cantantes de ópera, que en-tonces eran los mejor pagados, con la particularidal además, de queexigía el cobro en monedas de oro.

En pocos años, Jacquelin acumuló una verda4era fortuna, peroen pocos años la dilapidó llevando una vida fastuosa superior a lade muchos de los más acaudalados personajes de París. Jacquelinera asiduo a los grandes casinos, a las reuniones aristocráticas, a losfestejos que reunían a la «cremme» de la sociedad. . . Era propietariode una magnífica cuadra de caballos y lo mismo se le veía pasearmontando un magnífico ejemplar por el Bosque de Bolonia, que pa-seando en un soberbio coche tirado por una pareja de «pura sangre»por la Avenida de los Campos Eliseos.

Así fue de fastuosa la vida de Edmond Jaequelin, mientras suspiernas conservaron la ‘ fuerza y vigor para llevarle a la victoria.Luego...

Conocí a Jaequclin de manera casual, allá por los años 1928-29, cii ocasión de uni visita a Henri Desgrange, en su despaeho del periódico «L’Auto», para saber el resultado de la negociaciones queestaban en curso para la parieipación de un equipo español. capitaneado por Mariano Cañardo, en la Vuelta a Francia. Cuando entreen el despacho de Desgrange, le encontré hablando con un hombremal trajeado, sucio, con descuidada barba y que llevaba una carpetade papeles debajo del brazo. Desgrange le entregó vanos billetes y ledespidió.

Después mc dijo que aquél era Edmond Jaequelin y me contó la. ‘ historia antes referida, de su época de grandeza,

•; —El final, ya le ve-usted — añadió — no creo que sea necesario., referírselo : la miseria negra. Nunca pide naila, perocuando visita a

. alguno de sus viejos amigos, ya sabemos que es senal de ue llevamuchas horas sin haber comido. Duerme en los muelles del Sena esun indigente, pero se niega a ser recluido en una mstitucion benefica, prefiere vivir míseramente pero en libertad. Lo curioso es, que

. no admite el dinero que se le entrega como una ayuda que se le hace,sino como pago de unas acciones que adquinmos para la construcciolide un velódromo cuyos planos guarda en la carpeta que hace 25 anoslleva bajo el brazo. Este es el único síntoma de su desequilibrio

. : mental. Si yo se lo hubiese presentado, inmediatamente le hubieramostrado los planos de su velódromo, proponiéndole invertir veinticinco francos en acciones.

Al poco tiempo de esta entrevista, • leí en «L’Auto» la noticia deque Edmond Jacqúelin. el gran campeón, que un día fue el ídolodel «todo París», había nido encontrado muerto bajo uno de lospuentes del Sena.

Dos figuras preeminentes del boxeo mundial: Ge- nc Tunney y Jack Dempsey, conversando amigablemente, ri ya lejanos los tiempos en que ambos fueron rivales. Tun-ney desbancó a Dempsey en la posesión del título mundial del peso fuerte, su carrera fue relativamente corta,pero sus dos combates con Llempsey y el disputado conCarpentier le proporcionaron un verdadero fortunón, quesupo emplear convenientemente y hoy es un potentado.Dempsey, que le superó en gloria y fama, no quedó atrásen cuanto a fortuna. Es de los boxeadores que más dineroha ganado. Hoy es propietario de un gran restaurante enNueva York y de varios inmuebles en dicha ciudad y de

fincas en California

Hay hombres para los cualesel haber triunfado en la vida,pasando del más oscuro de losanonimatos a alcanzar la fama ydinero, constituye un obstáculopara poder llegar a disfrutarlaplenamente. Tal es el caso delque fue campeón del peso fuer.te, el negro Jack Jhonson..

Poco tardó en llegar la noticiadel fallecimiento del pobre. AlBrown. Otro gran campeón «ci.garra».

creernos necesario tener que ha-

blar, porque está en conocimiento de todos su fama de millonanios.

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desahogada

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He aquí tres grandes ‘ figuras del deporte mundial: los

tres acumularon gloria y dinero. — En la parte alta, el

que fue campeón del mundo del peso gallo, el famoso

Alfonso Teófilo Brown, conocido por Al. «Panamá» Brown,

que acumulé millones y terminó sus días en la más negramiseria. Me dedicó esta fotografía cuando llegó a Euro-

pa. - : En el centro, nuestro campeón Hilario Martínez.fotografía tomada en su campo de entrenamiento de La

Floresta, donde se preparó para el combate contra el cam

peón mundial Dundee, que se celebró en la Monumental.Hilario acababa de regresar de -Norteamérica donde habi

acumul&to una fortuna, ya disipada alegremente, sin pc-a

sar , en el futuro, que ha sido para él muy duro. :- : 1 e>

l* parte baja, el malogrado «campionissimo» Fausto Coppi

llamado el «campeón del siglo». Ganó millones y millonesa golpes de pedal;1]

L.MELENDEZ;0]

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