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DEL PROGRESO MARTIN HEIDEGGER SERENIDAD * as primeras palabras que pronuncio públicamente en mi ciudad natal, no pueden ser otras que unas palabras de agradecimiento. Doy a mi tierra las gracias por todo cuanto, a lo largo de un prolongado camino, he recibido de ella. En qué consiste esa dote, es cosa que intenté exponer en las breves páginas que, bajo el título de "Der Feldweg", aparecieron por primera vez en el escrito conmemorativo del primer centenario de Conradin Kreutzer el año 1949. Gracias al señor Burgomaestre Schühle por su cariñosa salutación. Pero gracias, en especial, por haberme confiado la grata misión de pronunciar un discurso en esta solemnidad. Estamos reunidos para conmemorar solemnemente a nuestro coterráneo el compositor Conradin Kreutzer. Cuando tenemos que celebrar a algunos de esos hombres que han sido llamados a la creación de obras, honrar debidamente la obra es lo que ante todo se hace. Tratándose de un artista del sonido, ello se cumple haciendo sonar las obras de su arte. De la obra de Conradin Kreutzer suenan en esta ocasión canción y coro, ópera y música de cámara. En sus notas existe el artista mismo, pues la presencia del maestro en la obra es la única presencia auténtica. Cuanto más grande es el maestro, con tanta mayor claridad se disipa su persona detrás de la obra. Los músicos y cantantes que cooperan a la fiesta de hoy garantizan que la obra de Conradin Kreutzer va a sonar para nosotros. Pero la fiesta ¿es ya por ello una fiesta conmemorativa? A una fiesta conmemo- rativa (Gedenkfeier) corresponde que pensemos (denken). Pero en una fiesta conme- morativa dedicada a un compositor, ¿qué es lo que hemos de pensar y decir? ¿No se distingue la música por "hablar" ya mediante la simple vibración de sus sonidos, de • N. del E. Este texto ha sido tomado de Eco Revista de la CuHura de Occidente, Tomo V4, agosto 1960. Traducción: Antonio de Zubiaurre. N. del T. Este trabajo constHuye una conferencia pronunciada con ocasión del 175 aniversario del nacimiento de Conradin Kreutzer, el 30 de octubre de 1955 en Messkirch (Suabia). El concepto de Ge/assenheit va traducido aquí por el más próximo, aunque incompleto, de Serenidad Cosa parecida acontece con Besinnung, que traducimos por reflexión. Otros conceptos, cuya eficaz consideración apoya Heidegger sobre la misma estructura de los vocablos alemanes, ha sido necesario acompañarlos de los términos originales (entre paréntesis y en bastardilla). 22 No. 3 AÑO MCMXCIV U. NACIONAL DE COLOMBIA BOGOTA,D.C.

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DEL PROGRESO

MARTIN HEIDEGGER

SERENIDAD *

as primeras palabras que pronuncio públicamente en mi ciudad natal,no pueden ser otras que unas palabras de agradecimiento. Doy a mitierra las gracias por todo cuanto, a lo largo de un prolongado camino,he recibido de ella. En qué consiste esa dote, es cosa que intentéexponer en las breves páginas que, bajo el título de "Der Feldweg",

aparecieron por primera vez en el escrito conmemorativo del primer centenario deConradin Kreutzer el año 1949.

Gracias al señor Burgomaestre Schühle por su cariñosa salutación. Pero gracias,en especial, por haberme confiado la grata misión de pronunciar un discurso en estasolemnidad.

Estamos reunidos para conmemorar solemnemente a nuestro coterráneo elcompositor Conradin Kreutzer.

Cuando tenemos que celebrar a algunos de esos hombres que han sido llamadosa la creación de obras, honrar debidamente la obra es lo que ante todo se hace.Tratándose de un artista del sonido, ello se cumple haciendo sonar las obras de suarte.

De la obra de Conradin Kreutzer suenan en esta ocasión canción y coro, óperay música de cámara. En sus notas existe el artista mismo, pues la presencia delmaestro en la obra es la única presencia auténtica. Cuanto más grande es el maestro,con tanta mayor claridad se disipa su persona detrás de la obra.

Los músicos y cantantes que cooperan a la fiesta de hoy garantizan que la obrade Conradin Kreutzer va a sonar para nosotros.

Pero la fiesta ¿es ya por ello una fiesta conmemorativa? A una fiesta conmemo-rativa (Gedenkfeier) corresponde que pensemos (denken). Pero en una fiesta conme-morativa dedicada a un compositor, ¿qué es lo que hemos de pensar y decir? ¿No sedistingue la música por "hablar" ya mediante la simple vibración de sus sonidos, de

• N. del E. Este texto ha sido tomado de Eco Revista de la CuHura de Occidente, Tomo V4, agosto 1960. Traducción: Antonio deZubiaurre.N. del T. Este trabajo constHuye una conferencia pronunciada con ocasión del 175 aniversario del nacimiento de Conradin Kreutzer, el30 de octubre de 1955 en Messkirch (Suabia). El concepto de Ge/assenheit va traducido aquí por el más próximo, aunque incompleto,de Serenidad Cosa parecida acontece con Besinnung, que traducimos por reflexión. Otros conceptos, cuya eficaz consideración apoyaHeidegger sobre la misma estructura de los vocablos alemanes, ha sido necesario acompañarlos de los términos originales (entreparéntesis y en bastardilla).

22 No. 3 AÑO MCMXCIVU. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTA,D.C.

MARnN HEIDEGGER SERENIDAD

modo que no precisa del lenguajehabitual, del lenguaje de la pala-bra? Así dicen. Y, sin embargo,permanece el interrogante: La fies-ta en la que se toca y canta ¿es yauna fiesta conmemorativa (Ge-denkfeier), una fiesta en la que pen-samos (denken)? Presumimos queapenas lo sea. Por ello los organi-zadores del acto han puesto en elprograma un discurso conmemo-rativo (Gedenkrede). Yese discursodebe ayudamos a pensar realmen-te en el artista festejado y en suobra. Tal recuerdo (Andenken) co-bra vida en cuanto volvemos apresentar la biografía de ConradinKreutzer, en cuanto enumeramosy describimos sus obras. Medianteese relato podemos experimentardiversamente cosas gratas y dolo-rosas, aleccionadoras y ejempla-res. Pero en el fondo, un discursode tal especie lo tomamos tan sólocomo entretenimiento. No es nece-sario en modo alguno que al escu-char semejante relato pensemos, osea que reflexionemos sobre algoque a cada uno de nosotros atañedirecta y constantemente en supropio ser. Por tal razón, un dis-curso conmemorativo no llega aofrecer garantía alguna de que, en lafiesta conmemorativa, pensemos.

No nos engañemos. Todosnosotros, incluidos aquellos quepensamos ya por pura exigenciaprofesional, todos nosotros somosa menudo pobres en pensamiento;todos nosotros, con harta facili-dad, estamos faltos de pensamien-tos. Esta carencia de pensamientoes un inquietante huésped que, enel mundo actual, está llegando ymarchándose de continuo, pueshoy día, por la vía más veloz ybarata, toma uno conocimiento detodas y cada una de las cosas paraolvidarlas en el mismo momento

con idéntica rapidez. Así se enca-denan, sin tregua, los actos públi-cos. Las fiestas conmemorativas(Gedenkfeiern) resultan cada vezmás pobres en pensamientos (enGedanken). La fiesta conmemorati-va y la ausencia de pensamiento sejuntan en buena armonía.

Pero, aun cuando estemosfaltos de pensamientos, no renun-ciamos a nuestra capacidad depensar. La necesitamos incluso,ineludiblemente, aunque, en ver-dad, de una especial manera: ha-ciendo que en la carencia de pen-samientos quede en barbechonuestra capacidad de pensar.Ahora bien, en barbecho sólo pue-de estar 10que en sí constituye unabase para el crecimiento, como porejemplo un campo de cultivo. Unaautopista, en la que nada crece, nopodrá ser nunca barbecho. Aligual que podemos quedarnossordos sólo porque oímos, al igualque llegamos a 'viejos sólo porquefuimos jóvenes, lo mismo pode-mos volvemos pobres en pensa-miento, o hasta faltos de pensa-mientos, por razón de que elhombre, en el fondo de su ser, po-see la capacidad de pensar, "espí-ritu y entendimiento", y porqueestá destinado a pensar. Sóloaquello que, sabiéndolo o no, po-seemos, podemos perderlo o, co-mo se dice, quedamos sin ello.

La creciente falta de pensa-miento reside, por ello, en un pro-ceso que corroe el más íntimomeollo del hombre actual. El hom-bre actual está en fuga del pensar.Esta huída al pensamiento es lacausa de la falta de pensamiento.Pero a esta fuga corresponde tam-bién el hecho de que el hombre no

quiere verla ni confesarla. El hom-bre de hoy llegará a negar rotun-damente esa fuga al pensamiento.Y afirmará 10 contrario. Dirá -yesto con entera razón- que en nin-gún tiempo se ha planeado contanta amplitud ni se ha investiga-do tanto, ni se ha explorado tanapasionadamente como en nues-tros días. Es cierto. Esa moviliza-ción de agudeza y reflexiones es degran utilidad. Semejante pensa-miento es imprescindible. Pero ...,hay que tenerlo en cuenta, ese pen-samiento es de índole especial.

Su peculiaridad consiste enque cuando planeamos, investiga-mos o montamos una empresa,contamos siempre con determina-das circunstancias. Esas circuns-tancias las tomamos en cuentapartiendo de la calculada inten-ción hacia determinados fines.Operamos anticipadamente condeterminados éxitos. Este contar,calcular, caracteriza todo el pensa-miento planeador e investigativo.Tal pensamiento sigue siendo uncálculo aun cuando no opere connúmeros ni ponga a funcionar lamáquina contadora ni ningunagran instalación de cálculo auto-mático. El pensamiento que cuen-ta, calcula. Calcula con posibilida-des continuamente nuevas, conposibilidades cada vez más pro-metedoras y, al propio tiempo,más baratas. El pensamiento cal-culador no se detiene nunca, no separa a reflexionar, no es un pensa-miento que medite sobre el senti-do que impera en todo cuantoexiste.

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Hay, pues, dos clases de pen-samiento, y las dos, cada cual a sumodo, se justifican y son necesa-rias: el pensamiento calculador yla meditación reflexiva (das rech-nende Denken y das besinnlíche Na-chdenken).

A esta meditación es a la quenos referimos al decir que el hom-bre actual está en fuga del pensa-miento. Sólo que, así se arguye, lamera meditación se encuentra flo-tando sobre la realidad cuandomenos lo espera. Pierde tierra. Nosirve para salir adelante en los ne-gocios ordinarios. No aporta nadaa la práctica cotidiana.

y se dice, en fin, que la merameditación, la constante reflexión,es demasiado "elevada" para elentendimiento normal. En esta ex-cusa sólo una cosa es cierta: que elpensamiento reflexivo está tan le-jos de resultar de sí mismo como10 está el pensamiento calculador.El pensamiento reflexivo reclamaa veces mayor esfuerzo. Exigeun adiestramiento más pro-longado. Precisa de un cuida-do todavía más fino que el detoda otra auténtica obra de ar-tesanía. Pero además debe sa-ber esperar, 10 mismo que ellabrador, a que la siembra brotey a que llegue a madurez.

Por otra parte, cualquie-ra puede seguir a su manera ydentro de sus límites los cami-nos de la meditación. ¿Porqué? Porque el hombre es elser pensante, o sea reflexivo. Porello, tampoco en la medita-ción necesitamos en modo al-guno propender a 10más altoy singular. Basta con que nosdemoremos en 10próximo y re-flexionemos en 10 más próxi-mo, en 10 que a nosotros, acada cual, aquí y ahora nosatañe. Aquí, en esta manchade tierra patria; ahora, en elpresente instante universal.

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¿Qué de esta fiesta nos es cer-cano, caso de que estemos dis-puestos a reflexionar? Si es así, no-temos que del suelo de la patria hacrecido una obra de arte. Si medi-tamos este sencillo hecho, tendre-mos que pensar en seguida que lastierras suabas dieron grandes poe-tas y pensadores durante el siglopasado y el anterior. Si seguimosconsiderando esto, se nos mostra-rá inmediatamente: la Alemaniacentral es, del mismo modo, unatierra semejante, y otro tanto acon-tece con Prusia Oriental, con la re-gión silesia y con Bohemia.

Nos ponemos meditativos ypreguntamos ¿A cada crecer deuna obra auténtica no le corres-ponde el enraizamiento en el suelode una patria? Johann Peter Hebelescribe en una ocasión: "Somosplantas, queramos o no confesarlode buena gana, que debemos salirde la tierra para florecer en el éter

y poder dar frutos". (Obras, edi-ción Altwegg, III,314).

El poeta quiere decir: Dondeha de crecer una obra humana ver-daderamente gustosa y bienhe-chora, el hombre tiene que alzarsedesde la profundidad del suelo pa-trio hasta el éter. Eter significa aquíel aire libre del alto cielo,la abiertaregión del espíritu.

Nos ponemos más meditati-vos y preguntamos: ¿Qué pasahoy en relación con 10 que diceJohann Peter Hebel? ¿Existe aúnese plácido habitar del hombre en-tre tierra y cielo? ¿Reina aún sobreel campo el reflexivo espíritu?¿Hay todavía patria de raíces fuer-tes en cuyo suelo (Boden) el hom-bre resida permanentemente, estoes, se asiente con fijeza, sea allíautóctono (bodenstiindig)?

Muchas personas alemanasperdieron su patria, tuvieron queabandonar sus aldeas y ciudades,fueron expulsadas del suelo pa-

trio. Un sinnúmero de otrosque conservaron su patria,peregrinan 10 mismo queaquéllos, van a parar al aje-treo de las grandes urbes, tie-nen que establecerse en el de-sierto de las zonasindustriales. Se han enajena-do a la vieja patria. ¿Y los quepermanecieron en ella? Engran parte son más apátridasque los expulsados de su tie-rra. Durante horas y a diarioson exiliados a la radio y a latelevisión. Semanalmente elcine se los lleva a descomuna-les -a menudo sólo comunes-provincias de ideas, fingido-ras de un mundo que no esmundo alguno. En todas par-tes se halla a mano la "revistailustrada". Todo esto con quelos modernos instrumentosde la técnica noticiosa sedu-cen, asaltan, agitan al hom-bre ..., todo esto es hoy ya máscercano al hombre que el te-

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NfWBERRY lIBRARY

Página de "LiberChronicarum" de Hartmann Schedel. Impreso porAnton C. Koberger en 1472.

MARTIN HEIDEGGER SERENIDAD

rruño propio en torno a la hacien-da, más cercano que el cielo quecubre el campo, más cercano queel andar de las horas en el día y lanoche, más cercano que los usos ycostumbres de la aldea, más cerca-no que la tradición del mundo pa-trio.

Nos ponemos aún más pen-sativos y preguntamos: ¿Pasa a losexpulsados algo diferente que alos que permanecen en su tierra?Respuesta: La autoctonía del hom-bre actual está amenazada en lomás íntimo. Más aún, la pérdidade la autoctonía no está causadasólo por circunstancias y destinosexternos, ni se debe únicamente alabandono y al modo superficial dela vida de los hombres. La pérdidade la autoctonía viene del espíritude la época en que nos ha tocadonacer.

Nos ponemos todavía másmeditativos y preguntamos: Asílas cosas, ¿Puede el hombre, pue-de obra humana alguna prosperarsobre un suelo patrio antes forma-do, y alzarse al éter, esto es a laanchura del cielo ydelespíritu? ¿Ova a parar todo ello a la tenaza dela planeación y las cuentas, de laorganización y el funcionamientoautomático?

Si en la solemnidad de hoymeditamos en aquello que nos espróximo, nos fijamos en que nues-tra edad está amenazada por lapérdida de la autoctonía. Y pre-guntamos: ¿Qué ocurre, pues, ennuestro tiempo? ¿Qué es lo que lecaracteriza?

A la época que ahora comien-za se la ha llamado últimamenteera atómica. Su característica másllamativa es la bomba atómica. Pe-ro este signo pertenece sólo al pri-mer plano, pues en seguida se re-conoció que la energía atómicapuede ser utilizada también parafines pacíficos. Por ello hoy día laFísica atómica y sus técnicos estánsiempre en la tarea de llevar a cabola utilización pacífica de la energíaatómica en planeamientos de granenvergadura. Las grandes agrupa-ciones industriales de los paísesinfluyentes, Inglaterra en primerlugar, han calculado ya que laenergía atómica puede llegar a serun negocio gigantesco. En el nego-cio atómico se mira la nueva felici-dad. La ciencia atómica no se que-da al margen, sino que proclamaesta dicha públicamente. Así, enjulio de este año, dieciocho pre-mios Nobel han declarado textual-mente en un llamamiento desde laisla de Mainau: "La ciencia -o sea,en este caso,las modernas cienciasnaturales y físico-químicas- es ca-mino para una vida humana másfeliz".

¿Qué acontece con esta afir-mación? ¿Es la reflexión su origen?¿Medita ésta alguna vez el sentidode la era atómica? No. Si nos dié-ramos por satisfechos con la citadaaseveración de la ciencia, nos en-contraríamos a la máxima distan-cia posible de una reflexión sobrela época presente. ¿Por qué? Por-que nos olvidaríamos de meditar.Porque olvidaríamos preguntar:¿En qué estriba, pues, el que latécnica científica haya podido des-cubrir y liberar nuevas energías dela naturaleza?

Ello estriba en que, desde ha-ce algunos siglos, se halla en mar-cha una subversión de todas lasprincipales ideas. En virtud de elloel hombre es transportado a unarealidad diferente. Esta radical re-volución del aspecto del mundo seconsuma en la filosofía de la EdadModerna. De ella resulta una posi-ción completamente nueva delhombre en el mundo y ante elmundo. Ahora el mundo se apare-ce como un objeto sobre el que elpensamiento calculador inicia susataques, ataques que ya nada po-drá resistir. La naturaleza se con-vierte en una única y gigantesca"estación de servicio", en fuentede energía para la técnica y la in-dustria modernas. Esta relaciónfundamentalmente técnica delhombre con el universo surgió pri-mero en el siglo XVII, y ello enEuropa y sólo en Europa. Y per-maneció oculta por largo tiempo alas otras partes del globo. Era to-talmente ajena a las anterioresedades y destinos de los pueblos.

El poder que se esconde en latécnica moderna determina la re-lación del hombre con lo que exis-te. Ese poder domina la tierra toda.El hombre comienza ya, saliendode la tierra, a penetrar en el espaciocósmico. Pero, apenas desde hacedos decenios, se han descubiertocon la fuerza atómica tan gigantes-cas fuentes de energía, que en untiempo no lejano cubrirán comple-tamente y para siempre las necesi-dades mundiales de energía de to-das clases. La adquisicióninmediata de las nuevas fuerzasdejará pronto de estar ligada a de-terminados países y continentes,como lo están el carbón, el petróleoy la madera de los bosques. En unfuturo próximo, en todo lugar de

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la tierra podrán ser establecidascentrales de energía atómica.

El problema fundamental dela ciencia y la técnica actuales no seformula ya diciendo: ¿De dóndesacaremos las cantidades suficien-tes de combustibles y carburantes?El problema decisivo se expresaahora: ¿De qué manera podremosdomeñar y dirigir las energías ató-micas, de increíble magnitud, ase-gurando a la Humanidad contra elriesgo de que esas energías -aunsin acciones bélicas- rompan poralgún lugar, "atraviesen" y 10 ani-quilentodo?

Cuando se logre dominar laenergía atómica -que se logrará-dará principio una nueva evolu-ción del mundo técnico. Todo 10que hoy conocemos como técnicacinematográfica y de televisión,como técnica de las comunicacio-nes, y en especial la de la aviación,como técnica de las transmisiones,como técnica médica y técnica delos productos alimenticios, repre-senta, al parecer, no más que untosco estadio inicial. Nadie puedesaber qué revoluciones van a lle-gar. Entretanto, el desarrollo de latécnica se producirá cada vez másrápidamente y no se le podrá dete-ner en parte alguna. En todas lasesferas de la existencia, el hombreva siendo cercado, cada vez másestrechamente, por las fuerzas delos aparatos técnicos y los auto-matismos. Los poderes que en to-das partes y en toda hora, en cual-quier clase de instalaciones oestablecimientos técnicos, impo-nen exigencias al hombre, 10 atan,10 arrojan y desplazan ..., esos po-deres hace mucho que se han de-sarrollado sobre la voluntad y lafacultad de decisión del hombre,por 10mismo que no han sido he-chos por el hombre.

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Pero también esto forma par-te de 10 nuevo del mundo técnico:que sus conquistas se den a cono-cer por el medio más rápido, pa-sando de igual modo a la admira-ción pública. Así, cualquierpersona puede leer hoy en cual-quier revista hábilmente dirigida,o escuchar en cualquier radio, 10que este discurso anota sobre elmundo técnico. Pero una cosa esque hayamos oído y leído algo, osea que 10 conozcamos, y otra cosaes que reconozcamos 10 oído y 10leído, esto es, que 10 pensemos.

En el verano de este año de1955 volvió a tener lugar la reu-nión internacional de los premiosNobel. En tal ocasión el químiconorteamericano Stanley dijo 10quesigue: "Se halla próxima la hora enque la vida estará en la mano delquímico, quien, a su voluntad, po-drá exponer, descomponer y mo-dificar la substancia viva". Uno to-ma nota de semejante aspiración.Uno se admira incluso de la auda-cia de la investigación científica, yno piensa sobre ello. No se refle-xiona que aquí, con los medios dela técnica, se está preparando unataque a la vida y al ser del hom-bre; y en comparación con ese ata-que tiene poca importancia la ex-plosión de la bomba de hidrógeno,porque precisamente si las bom-bas de hidrógeno no explotan y lavida del hombre sigue conserván-dose sobre la tierra, con la era ató-mica se cierne una inquietantetransformación del mundo.

Pero 10 que verdaderamenteinquieta en esto no es que el mun-do se haga totalmente y por enteroun mundo técnico. Mucho más in-quietante resulta que el hombre no

se halla preparado para esta trans-formación mundial, que todavíano somos capaces de, pensandoreflexivamente, llegar a un dis-cernimiento objetivo de 10 que re-almente está llegando con estaépoca.

Ningún individuo, ningúngrupo humano, ninguna comisiónde importantes estadistas, investi-gadores y técnicos, ninguna confe-rencia de personalidades directi-vas de la economía y de laindustria es capaz de frenar o deorientar el curso histórico de la eraatómica. Ninguna organizaciónexclusivamente humana está en si-tuación de apoderarse del mandode esta época.

El hombre de la era atómicaquedaría entregado, inerme y sinamparo, a la irresistible preponde-rancia de la técnica. Así ocurriría siel hombre actual renunciase a po-ner en juego, en la partida decisi-va, el pensamiento reflexivo frenteal pensamiento meramente calcu-lador. Pero si el pensamiento refle-xivo despierta, la meditación de-berá hallarse en su tareaconstantemente y ante el más mí-nimo motivo, o sea también aquí yahora, y precisamente en esta fies-ta conmemorativa, pues ella noshace reflexionar sobre 10 que en laera atómica es objeto de amenazaen singular medida: la autoctoníade las obras humanas.

Por ello preguntamos ahora:si está perdiéndose ya la vieja au-toctonía, ¿no podría ser ofrecido alhombre un nuevo suelo propio, unsuelo en que el ser del hombre y

MARnN HEIDEGGER SERENIDAD

toda su obra fueran capaces deprosperar de un modo nuevo, in-cluso en medio de la era atómica?

¿Cuál sería el suelo (Boden)para una futura autoctonía (Bo-denstiindigkeit)? Quizá lo que inda-gamos con esta pregunta es cosamuy cercana, tan cercana que lapasamos por alto con demasiadafacilidad. En efecto, el camino ha-cia lo próximo es siempre para loshombres el más largo y, por lo tan-to, el más difícil. Ese camino es uncamino de meditación. El pensa-miento reflexivo pide de nosotrosque no quedemos aferrados, uni-lateralmente, a una sola idea, queno sigamos corriendo por un solocarril en una dirección única. Elpensamiento reflexivo pide de no-sotros que nos apliquemos a aque-llo que, a primera vista, no parececoncordar en sí mismo.

Hagamos la prueba. Para to-dos nosotros son hoy insustitui-bles las instalaciones, aparatos ymáquinas del mundo técnico; loson para unos en mayor medidaque para otros. Sería necio mar-char ciegamente contra el mundotécnico. Sería miope querer conde-nar el mundo técnico como obradel diablo. Dependemos de los ob-jetos técnicos; éstos nos están de-safiando, incluso, a una constantemejora. Sin damos cuenta, hemosquedado tan firmemente fundidosa los objetos técnicos, que hemosvenido a dar en su servidumbre.

Pero podemos hacer tambiénotra cosa. Podemos, ciertamente,servimos de los objetos técnicos y,no obstante y pese a su convenien-

te utilización, mantenemos tan li-bres de ellos que queden siempreen desasimiento de nosotros. Alusar los objetos técnicos, podemostomarlos como deben ser toma-dos. Mas al propio tiempo pode-mos dejar a esos objetos residir ensí mismos como algo que no nosatañe en lo más íntimo y propio.Podemos dar el sí a la ineludibleutilización de los objetos técnicos,y podemos a la vez decir no encuanto les prohibimos que exclu-sivamente nos planteen exigen-cias, nos deformen, nos confundany por último nos devasten.

Pero si de este modo decimossimultáneamente sí y no a los obje-tos de la técnica, ¿nuestra relacióncon el mundo técnico no quedaráentonces escindida e insegura? To-do lo contrario. De una extrañamanera nuestra relación con elmundo técnico se hace sencilla ytranquila. Permitimos que los ob-jetos técnicos penetren en nuestromundo cotidiano, y al mismotiempo los dejamos fuera, o sea loshacemos consistir en cosas que noson nada absoluto sino que se ha-llan dependientes de algo supe-rior. Quiero nombrar esta actituddel simultáneo sí y no al mundotécnico con unas viejas palabras: laserenidad ante las cosas.

En esta actitud, no vemos yalas cosas desde el solo aspecto téc-nico. El mirar se nos agudiza ynotamos que la construcción y uti-lización de las máquinas no re-quieren a otra distinta relación conlas cosas, relación que a su veztampoco está desprovista de senti-do. Así, por ejemplo, agricultura yagronomía se convierten en ind us-tria motorizada de la alimenta-

ción. Es cosa cierta que aquí --comoen otros terrenos- se está verifi-cando una profunda transforma-ción en la relación humana con lanaturaleza y con el mundo. Peroqué sentido gobierna en esa trans-formación, es algo que permaneceen la oscuridad.

Así, en todos los procesostécnicos reina un sentido que re-clama el humano hacer y dejar dehacer, un sentido que no es en pri-mer lugar invención ni hechuradel hombre. No sabemos lo que eldominio de la técnica atómica, queprogresa hasta lo inquietante, tie-ne como propósito. El sentido delmundo técnico se oculta. Pero si ob-servamos aquí, de propósito ycontinuamente, que en toda oca-sión hay en el mundo técnico unsentido oculto que nos atañe, esta-remos a la vez en el terreno de loque se nos esconde, y se nos escon-de, en verdad, porque toca a noso-tros. Lo que de esta manera semuestra, y al propio tiempo se es-capa, es el rasgo fundamental de loque llamamos el misterio. La Acti-tud en virtud de la cual nos man-tenemos abiertos al sentido ocultoen el mundo técnico la nombro yoapertura al misterio.

La serenidad ante las cosas yla apertura al misterio van juntas.Ellas nos conceden la posibilidadde permanecer en el mundo de unmodo por entero diferente. Ellasprometen un nuevo suelo sobre elque, en medio del mundo técnico,podamos estar y perdurar fuera depeligro.

La serenidad ante las cosas yla apertura al misterio nos abren laperspectiva de una nueva autocto-nía. Esta, incluso, podría un día seradecuada para reintegrar a una fi-gura transformada la vieja autoc-

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tonía que hoy vemos desaparecerrápidamente.

Por lo pronto, sin embargo-yno sabemos por cuánto tiempo- elhombre se halla en este mundo enuna situación peligrosa, ¿por quémotivo? ¿Sólo porque, inespera-damente, podría explotar una ter-cera guerra mundial que trajerapor consecuencia la total aniquila-ción de la humanidad y la destruc-ción de la tierra? No. Al comienzode la era atómica amenaza un pe-ligro harto mayor, y ello precisa-mente si se evita el riesgo de unatercera guerra. Extraña asevera-ción ... Extraña, sin embargo, sólomientras no meditamos.

¿Hasta qué punto llega la va-lidez de las palabras acabadas depronunciar? Hasta el punto en quela revolución de la técnica que rue-da ya por la era atómica pudieraatar, hechizar, deslumbrar y cegar alhombre de modo que el pensamien-to calculador quedase Ur,día como elúnico en vigencia y ejercicio.

¿Qué gran peligro se deriva-ría de ello? A la máxima y másafortunada agudeza del planea-miento calculador y de la inven-ción acompañaría la indiferenciaante el meditar, la total ausencia depensamiento. ¿Yentonces? Enton-ces el hombre habría negado yarrojado lo más propio suyo: sunaturaleza de meditador. Por ellohay que salvar esa naturaleza del

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hombre. Por ello hay que mante-ner despierta la meditación.

Sólo que la serenidad ante lascosas y la apertura al misterio nose nos dan nunca casualmente. Noson algo casual (que nos cae). Am-bas surgen tan sólo de un pensa-miento asiduo y vigoroso.

Acaso la fiesta conmemorati-va de hoy dé un impulso para ello.Recojamos ese empuje; luego, pen-semos en Conradin Kreutzer pen-sando en la procedencia de suobra, en las energías radicales desus tierras de Heuberg. Y nosotrossomos los que pensamos así, siaquí y ahora nos sabemos hom-bres que deben hallar y preparar elcamino hacia la era atómica y através de ella.

Si la serenidad ante las cosasy la apertura al misterio despier-tan en nosotros, podríamos llegarhasta un camino que conduzca aun nuevo suelo. En este suelo po-dría echar nuevas raíces la crea-ción de obras perdurables.

Así, de una manera transfor-mada y en una época modificada,habría de cumplirse nuevamente10 que dice [ohann Peter Hebel:

"Somos plantas, queramos ono confesarlo de buena gana, quedebemos salir de la tierra para flore-cer en el éter y poder dar frutos" '1'