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Universidad Tecnológica de El Salvador - marzo-mayo 2007 - N°. 37

Crónica de una tragedia:

la destrucción.

ciudad de Sajitiaejo ae iosí .. ,;~\ *

Cabal leros áe Guatemalaorge Barraza Ibarra

Introducción, Cuando realizaba algunas en el Fondo Colonial de Sonsonateiéuscando'iii «••información para respaldar varios de los aconteclflfentos descritos en mis trabajos sobre la Gesta de

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Anastasio Aquino1 y sobre la Historia de la economía tfejf Provincia del Salvador, el siglo XVI hastanuestros días,2 accidentalmente me encontré con un doculUwí'').'ít«f momento, me llamópoderosamente la atención. Sin saber a ciencia cierta para que podría sen/frite, debido a que se trataba deun informe enviado al rey de España por las autoridades locales, sobre los estragos causados en la ciudadde Santiago de los Caballeros de Guatemala, en 1773, decidí fotografiarlo y leerlo después con mayortranquilidad y detenimiento. Dado que se trataba de un evento ajeno a nuestro país, pensé que quedaría enmis archivos como una interesante información, pero con el tiempo me fue posible traducir su contenido enun documento más fácilmente legible.

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Sin un propósito definido, más que el de compartir, el producto de mi trabajo, decidí, escribir por fin, unartículo sobre este tema, para compartirlo con los lectores que gustan de los temas históricos. El documentofotografiado, lamentablemente no se encuentra completo, como se podrá apreciar en el texto de lapublicación, sin embargo las hojas del mismo son muy evidentes con respecto a los hechos de esos días.

La ciudad de Santiago de los Caballeros deGuatemala.

Esta ciudad se encontraba ubicada en un fértil valledel territorio de Guatemala, siendo la capital dela Audiencia. La tercera y última ciudad de San-

tiago de Guatemala fue fundada en el valle de Panchoy en1541, después de que fuera destruido el asentamientoubicado en el valle de Almolonga, cuando una avalanchade lodo, árboles y piedras arrojadas por el Volcán de Agua,sepultó la ciudad.

Santiago fue el centro administrativo, judicial y militar de unárea de aproximadamente 1500 kilómetros, desde Chiapahasta Costa Rica; también aquí se encontraban lasprincipales sedes de varias órdenes religiosas y, a partir de1743, del Arzobispado.

La ciudad de Santiago era la sede del más importantecomercio con el exterior, por ejemplo, manejaba la mayoríade las actividades de exportación, tales como la producciónde índigo en San Salvador o la plata de las minashondurenas. La Universidad de San Carlos fue fundada en

' Jorge Barraza Ibarra. La Gesta de Anastasio Aquino. Una aproximación histórica. Editorial Universidad Tecnológica de El Salvador. 2001.2 Jorge Barraza Ibarra. Colección de cinco tomos escrita por el autor.

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dicha ciudad en 1676. Se construyeron muchas iglesias

y conventos de dominicos, franciscanos, mercedarios

y jesuítas. Alrededor de la ciudad se encontraban varias

comunidades indígenas dedicadas a la agricultura. En

1549, se dio por abolida la esclavitud de los indios, lo

que provoca que los suburbios de la ciudad sean

habitados por sirvientes domésticos y. artesanos, que a

su vez son protegidos por las diferentes órdenes

religiosas. La llegada de esclavos negros contribuyó a

enriquecer el mestizaje de sus habitantes. El

crecimiento poblacional, especialmente de los mestizos,

rompe con el orden tradicional de dividir los grupos

humanos en dos categorías: blancos e indios, y la

separación estricta de barrios españoles e indios se

rompe, cuando las castas y los españoles pobres

invaden los barrios de los indios.

Para 1700, la ciudad de Santiago tiene una elegante

arquitectura, mezcla de estilos barroco y renacentista. Las

construcciones son hechas de adobe, ladrillo y tejas. Los

más notables edificios fueron construidos entre 1650 a 1773,

incluyendo la Catedral, iglesias, conventos, seminarios y las

residencias de las más importantes familias.

Un terremoto en 1717 causa muchos daños y algunos de

sus habitantes consideran el traslado de la ciudad a otro

lugar; pero es el terremoto de 1773, el que destruye y daña

la mayoría de sus construcciones. Finalmente se tomó la

decisión de ubicar la ciudad en el Valle de las Vacas, 25

kilómetros al este de Santiago, un área en donde se

encontraban muchas haciendas españolas y tierras de labor.

Se le llamó Nueva Guatemala de la Asunción,

estableciéndose como año de fundación el de 1776.

Algunos de los edificios civiles y eclesiásticos de la ciudad

de Santiago fueron reconstruidos, y la vieja capital,

actualmente llamada Antigua Guatemala, no fue

abandonada.

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Los hechos

Sin lugar a dudas, el istmo centroamericano es una zona deintensa actividad sísmica, especialmente en los territoriosde Guatemala, El Salvador y Nicaragua. La capital del Reinode Guatemala, ubicada en la ciudad actual de AntiguaGuatemala, fue sacudida desde sus inicios por fuertesmovimientos de tierra y erupciones volcánicas. En los siglosXVI y XVII fue afectada por varios movimientos telúricos,pero sus moradores tercamente se aferraban a reconstruirla.En el siglo XVIII, otro terremoto abate la ciudad de Santiagoen 1717, quedando prácticamente en ruinas, pero este últimosismo provocó la huida de algunos de sus pobladores hacia

otros lugares, especialmente porque una ola de rumores,posiblemente malsanos, se propalaba afirmando el próximohundimiento del lugar. Sin embargo, a pesar de lasdesfavorables premoniciones, la ciudad se quedó ahí, unavez más.

En julio de 1773, el subdito español Martín de Mayorga llegaa la ciudad de Santiago, en virtud de su nombramiento comoPresidente de la Audiencia, pero en la misma tarde de sullegada, fuertes temblores sacudieron la ciudad, provocandoalgunos daños en el Palacio del Presidente. El 29 de julio, alas tres de la tarde, un fuerte temblor hizo salir a las calles alos pobladores, lo que fue el preludio de un gran terremoto,

3 Tomado del Historical Atlas of Central América, Carolliyn Hall y Héctor Pérez Brlgnoll. Página 150.

entorno


pocos minutos después. Desde hacía algunos días, uncopioso temporal caía sobre la ciudad y los pueblosaledaños, agravando aún más el caos producido por lostemblores. De inmediato, a consecuencia de la difícilsituación, se hizo evidente los problemas de la carencia deagua y de la falta de alimentos. Las autoridades colonialesdieron órdenes para que se repararan los caminos, sehabilitaran los hornos de las panaderías y se pusiera manode inmediato a la reparación de las cañerías para elabastecimiento del agua. También se ubicó provisionalmenteuna carnicería en la Plaza Mayor, para garantizar elabastecimiento de carne.

Tal y como lo relata el documento, muchas vicisitudessufrieron los vecinos en esos días, lo que obligó a prepararun informe a Su Majestad de todos los acontecimientos, asícomo la destrucción sufrida por la ciudad y las providenciasque se fueron tomando conforme pasaban los días. Una delas cosas que más preocupaba era la destrucción de losedificios y casas de la ciudad, el peligro que representabahabitarlas de nuevo, pues se temía que los temblorescontinuaran. En el mes de agosto, presididas por Martín deMayorga, se efectuaron reuniones con los oidores miembrosdel Ayuntamiento, los oficiales reales, el Arzobispo y algunosmiembros del Cabildo Eclesiástico y de algunas órdenesreligiosas, y en ellas se acordó informar al rey de ladestrucción de la ciudad y la decisión de que ésta fueratrasladada a otro lugar. Mientras se esperaba la decisión deSu Majestad y el Consejo de Indias, se consideró trasladarprovisionalmente, al Ayuntamiento y a las oficinas de lasautoridades, al lugar conocido como La Ermita.

Se le pidió al maestro mayor de obras, Bernardo Ramírez,una evaluación sobre la situación física de los edificios dela ciudad y, en su informe, hacía ver que todos los templos,conventos, las casas de comunidades, los edificios públicosy las residencias de los pobladores eran inhabitables. Suopinión era que no era conveniente levantar nuevamente laciudad en el mismo sitio, tanto por los costos de las obras,como por el peligro, siempre latente, de que pudiera sernuevamente destruido por otro sismo. De igual parecer fue

otro especialista en asuntos de arquitectura, Fray FranciscoGutiérrez, quien preveía que la'reconstrucción de la ciudadimplicaba reconstruirla totalmente, terminando de destruirlo existente. Parece ser que, en los informes de ambosespecialistas, todavía privaba el pánico público generalizado,pues fueron hechos cuando aún se sentían las réplicas delterremoto.

Se formaron dos grupos de opiniones entre la población deSantiago, aquellos que se resistían a abandonar la ciudady, los que abogaban por un traslado hacia un lugar másseguro. Entre los que se resistían a abandonar la ciudad,se encontraba el Arzobispo, el Cabildo Eclesiástico y lasórdenes religiosas, que perdían sus propiedades, iglesias,conventos, obras pías y capellanías, que les proporcionabanjugosos ingresos y su poder económico. También seencontraban en este grupo, algunas familias de españolesacomodados que, igualmente, no se resignaban a perdersus casas y sus rentas; así como los artesanos que debíandejar sus talleres y, los indios, forzosamente obligados adejar sus pueblos, tierras y siembras.4 En el otro grupo, elque deseaba el traslado de la ciudad, se encontraba elPresidente Martín de Mayorga, los oidores de la Audienciay otros funcionarios menores llegados de España. Ambosbandos entraron en agrias controversias y disputas, pero al

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4 Cristina Zilbermann de Lujan. Destrucción y Traslado de la Capital, la Nueva Guatemala de la Asunción. Historia General de Guatemala. Tomo lll.


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fin, se impuso la autoridad real, especialmente cuando llegó instalaría la nueva capital. El 29 de diciembre se abandonabala real cédula que ordenaba el traslado definitivo, el uno de la Muy Noble y Leal ciudad de Santiago de los Caballerosdiciembre de 1775. de Guatemala y, el 2 de enero de 1776, se llevaba a cabo la

primera Junta del Cabildo en la nueva capital.A partir de esa fecha, el Presidente Martín de Mayorgahostigó a al Ayuntamiento, al Claustro ya a todos los A continuación, transcribo los folios del documento al querenuentes a trasladarse al Valle de la Virgen, en donde se he hecho mención en la Introducción.

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EXTRACTO

ÓRELACIÓN

METÓDICA Y PUNTUAL

DE LOS AUTOS DE

RECONOCIMIENTO,

PRACTICADO EN VIRTUD

DE COMISIÓN

DEL SEÑOR

PRESIDENTE

DE LA REAL AUDIENCIA

DE ESTE REINO

DE

GUATEMALA


Impreso con Superior permiso en la Oficina de D.Antonio Sánchez Cubillas, en el Pueblo de Mixto

en la Casa que llaman de Comunidad deSanto Domingo. Año de 1774.

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Extracto ó Relación Metódica y Puntual de los Autos dereconocimiento, practicado en virtud de comisión del SeñorPresidente de la Real Audiencia de este Reino de Guatemalapor el Señor Oidor Decano Don Juan Gonzáles Bustillo, conasistencia de los Señores Comisionados por el limo. SeñorArzobispo, Dignidad Doctor Don Juan Batres, y CanónigoDoctor Don Juan Amadeo Dighero, y los nombrados por elCabildo Secular, Don Francisco Ignacio Chamorro del Orden

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de Santiago (por cuya ausencia suplió en parte el CapitularDon Ventura de Naxera) y el Licenciado Don Juan Manuelde Zelaya, del Valle o Pueblo de Xalapa, y de este que llamande la Ermita: a cuyas operaciones ha dado asistencia elIngeniero en segundo Teniente Coronel Don Antonio María,el Maestro mayor de obras Bernardo Ramírez, y el Escribanode Cámara Don Antonio Peñalver, de quien se hayanautorizadas las diligencias. Se hace igualmente relación detodos los antecedentes sustanciales, que formalmente seencuentran instruidos con motivo del lamentable suceso, yestragos que padeció la ciudad de Guatemala con losfuertes, espantosos y terribles terremotos, que comenzarondesde las tres y media de la tarde del 29 de julio del corriente,conforme a lo dispuesto por el enunciado Señor Presidente,del estado en que se encontraban sus habitantes, del(estado) a que fueron reducidos los edificios públicos yparticulares, de lo que se observó, y continuo observándoseen cuanto al lamentable sistema de todas las cosas, de lasprovidencias que se tomaron por el Gobierno Superior enaquella triste tarde y noche, y días subsecuentes, Yúltimamente se hace relación de los Autos creados por elAyuntamiento en el año de 717, con motivo de otro casiigual suceso, o en mucha parte semejante al presente:advirtiéndose, como se advierte que debiendo formar por elo de las fechas, dará principio esta por los mencionadosautos del año 17, bajo cuya inteligencia, se da principio yella en la forma siguiente.

CUADERNO I

. . . ' ' ' . .

De los que se han tenido presentes en la Junta General, ydeben acompañar en testimonio al Informe que se hará aSu Majestad.

Número 1

Tuvieron principio los citados autos del año de 717 Por eldisuso proveído por el Alcalde ordinario Don Juan de RuballoMorante, su fecha 25 del mes de octubre del mismo, y recibiódeclaración conforme a su tenor de los sujetos siguientes.1. Don Bernardo Valdes de 39 años, hojas 8.2. Don Pedrode la Barrera de 31 años, hojas 11.3. Don Felipe Ximenezde 40 años, hojas 15 4. Don Juan Santos, Sargento Mayor

de 42 años, hojas 17 y vuelta 5. Licenciado Don Diego deArias de Miranda, Cura del Partido de Caluco, de 41 años,hojas 19.6. Don José Sierra y Rebolorio de 45 años, hojas21.7. Don Juan de Molina de 55 años, hojas 23 y vuelta. 8.Don Juan Antonio Mallen de 37 años, hojas 25 y vuelta. 9.Don José Fernández de la Fuente de 42 años, hojas 28 yvuelta. 10. Alfonso Carriles de Guzmán, español de 30 años,hojas 30.11. Manuel de Esquibel, español de 29 años, hojas32 y vuelta. 12. Bachiller Don Laureano Simón de Ypinzade 40 años, hojas 35.

Número 2.El enunciado Alcalde practicó otras varias diligencias, deque se dará razón por el orden de sus fechas. Y aconsecuencia de su citado proveído, dispuso, en primerlugar, que midiesen las distancias que intermedian a losVolcanes que el uno de ellos llaman de Agua, y los dos deFuego, y asi se advierte que habiendo mandado tirar lacuerda desde la medianía de la Plaza Mayor, frente de laIglesia Catedral, previniendo se caminara en derechurahasta el referido Volcán de Agua, resulto que con 22 cuerdasde 50 Varas Castellanas se llegó a las últimas casas de laCiudad por aquella parte, que es el Sur, con alguna tal cualdeclinación, y donde esta el Arco y Puente, que sirve detránsito a la Parroquia de los Remedios, y sobre ellas, conla misma derechura y rumbo, continuó el Medidor, y alas47, llegó al principio de la falda del referido Volcán, demanera que desde el mencionado Arco a las faldas delVolcán, hubo al parecer 25 cuerdas, por cuya expresión (quepuede estimarse bastantemente probable) se vendrá enconocimiento de la extensión y capacidad que ofrece aquellaparte de Campo, que llaman del Calvario, con lacircunstancia que se advierte, como notoria, de verse lamayor de ella enteramente cenagosa, y discurrirse confundamento ser tal vez poco, o nada prosicua a la salud,cuyo punto se remite al juicio de los Profesores de Medicinay Cirugía.

Número 3

Evacuada la propia diligencia de mensura, reguló elAgrimensor la distancia hasta el Volcán de Fuego, tirandola cuerda desde el medio de la Plaza Mayor por el rumbo

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del poniente, con alguna declinación, hasta el Arco quellaman de Santa Lucía, en que finalizan las casas, y dondellegó con 16 cuerdas de 50 varas castellanas cada una.Prosiguió la operación por el Campo de Santa Lucía, (cuyoterreno y capacidad no es la menos reducida, yproporcionada, por no tener la circunstancia de sercenagosa, como la antecedente) y siguió hasta coger elPrado de Alotenango, y sucesivamente las faldas de dichosVolcanes de Fuego, contando 208 cuerdas sobre lasprimeras, expresando el Medidor, que a haber podido cogervía recta, y fin los extravíos que le ofrecieron varios cerros, •potreros, bajíos y mogotes o cerrillos, hubiera reguladomucho menos distancia de las dos leguas y una décimaparte de otra, como todo es de ver a hojas 3,5, vuelta y 6vuelta.

Número 4

Por certificación del escribano Real y de Cabildo, MateoRuiz Hurtado, su fecha 16 del ya citado mes de octubre,hizo confiar el Alcalde los lugares o sitios en que se hallabadepositado el Santísimo Sacramento del Altar, y se celebrabael Santo Sacrificio de la Misa, en el Altar de Nuestra Señorade las Nieves de la Iglesia Catedral, frontero de la puerta desu sacristía. Celebrábase en el Altar Mayor del Conventode Santa Clara, en el de San Francisco parece se hallabaun Altar puesto debajo del Coro, frontero de la puertaprincipal de la Iglesia. En la de los padres de la Escuela deCristo no se celebraba sino en un rancho provisional,fabricado en la Plazuela frontera al Pórtico de la referidaIglesia, y en la propia conformidad continuo el Escribanodando razón de lo demás concerniente a este punto, deque podrá enterarse la Junta prolijamente, si lo estimarenecesario, como todo se ve en hojas 4 y 5.

Número 5

Por las declaraciones de los testigos mencionados, resultaacreditado, que desde principios de la noche del 27 deAgosto de aquel referido año (bien fatal y trabajoso a ladesgraciada ciudad de Guatemala y sus vecinos) arrojó unode los volcanes voraces llamas de fuego y humo, conespantosos bramidos y retumbos, atemorizando en extremo

a todos los habitadores, continuando en esta conformidadel siguiente día 28, y aún el 2&, cuyos espantosos sucesosse habían experimentado en otras ocasiones, de que sehará alguna mención, que se suspendieron por espacio detiempo, y que se aplacó su furia, mediante la DivinaMisericordia que imploraron los habitadores, por medio delos Santos, de Rogativas, Procesiones y Novenas, y conparticularidad la ciudad, tomando por Patrón al Señor SanMiguel, y jurándole como se acostumbra.

Número 6

Cuando los de Guatemala se hallaban con algunatranquilidad y descuidados, por haber calmado los temblores,como se ha dicho, consta de la justificación, que como a losprincipios de la noche del 29, del siguiente septiembreacometieron tan fuertes y terribles terremotos, quedestruyeron en mucha parte o maltrataron los Templos,Edificios Públicos, y los de los particulares, causando a todosbien fundados recelos, sustos y temores de ser sepultadosy sumergidos en las entrañas de la tierra, que discurríanpor instantes se abriese.

Número 7

Era, al parecer, tal la turbación que adelantando elpensamiento a otros estragos, de no menor consideración,se persuadían, que impedido y perdido el curso de las aguasde los dos riachuelos o ríos, que bañan la ciudad, por losderrumbes de los cerros y porción de materia de losvolcanes, padeciesen tan grande y general inundación, queenteramente acabase con la desgraciada República ycuantos en ella habitaban, y más cuando era igualmentetemible, y no de extra

Número 25

Con estos antecedentes y el de asegurar los Capitularesdel Ayuntamiento, que estaba arruinada más de la mitaddel lugar, consultaron al Señor Presidente, que entoncesera Don Francisco Rodríguez de Rivas, con fecha 8 deoctubre del referido año del 17, implicándole por ladeterminación de varios puntos, y entre ellos, el de que

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provisionalmente se trasladase la ciudad a otro paraje,

fundándose en las razones de congruencia que expusieron,

y los mismo substancialmente ejecutaron en 7 de diciembre

del mismo.

Número 26

Pero como el enunciado Señor Presidente, privativo y único

para la determinación (sobre cuyo particular no tuvo la menor

duda) no hubiere accedido a sus instancias, que

coadyuvaron, según dicen en consulta al Rey Nuestro Señor

su fecha 14 del expresado diciembre de 717, y con el

dictamen del Señor Obispo del Venerable Dean y Cabildo

de esta Santa Iglesia, de los Diputados del Común,

Conventos de San Francisco y La Merced, del de religiosas

de la Concepción y Santa Catalina y otros de que se hace

mención, consultó el Ayuntamiento al Excelentísimo Señor

Virrey de México, Marqués de Valero, y se libro por S. E. el

despacho del 4 del expresado mes de diciembre y año de

717, en que haciendo consideraciones de lo grave del

asunto, parece lo remitió a Voto consultivo del Real Acuerdo

de aquella capital, y fue de parecer se accediese al traslado,

provisional y formal, como así lo resolvió S. E. y resulta del

mencionado despacho, que se ha tenido presente con los

antecedentes relacionados, con advertencia de que

infiriéndose de ellos el haberse creado autos sobre este

suceso en el Gobierno Superior, no ha sido posible en las

oficinas hallarlos, ni se encuentra razón de su paradero.

Número 27

Con testimonio de los primeros consultó a Su Majestad el

Cabildo, en fecha 14 de diciembre del referido año de 717,

exponiendo los sucesos más memorables, los gastos

causados en las reedificaciones de la Ciudad, con otros

varios pasajes, que se omiten insertar en la relación, por

que se leerán íntegramente a los de la Junta, sí así se

estimase por conveniente para la instrucción de todos, y de

cualquiera de los Vocales.

Número 28.

Son hechos estos puntuales, como también el haber

padecido la asolada Ciudad de Guatemala, los estragos y

perjuicios, que causaron las inundaciones de los años de

749 y 762, pues en la primera (que no vio o presenció el

Ministro que forma esta relación) se experimentaron varios

daños así en los pueblos inmediatos, como en algunos de

los barrios de la Ciudad, y que dará más particular razón

mucha parte de los concurrentes a la Junta). Y en esta última

advirtió la ruina y destrucción de diferentes casas de la

Parroquia de los Remedios, con lo demás que generalmente

se ignora.

Número 29.

También es hecho cierto el suceso de los temblores

acaecidos en el 4 de marzo de 1751, que llaman de San

Casimiro, los cuales arruinaron las bóvedas de varios

Templos, y parte de las casas de particulares, dejando

algunas otras maltratadas, con lo demás, que no pueden

dudar muchos de los concurrentes, y se acredita por

relaciones e informes, que ofrecen la mayor probabilidad.

Número 30.

Nadie ignora los diferentes temblores, que anualmente

experimentaban los vecinos de Guatemala, en unos más o

menos fuertes, y no con el extremo de los de que se ha

dado razón por mayor, siendo cierto que cuando hayan

causado alguna corta ruina en algún solar, o pared de los

barrios, no han merecido atención estos sucesos. Y aunque

no resultó estrago del que en la noche de la santísima

Trinidad del año de 765 se padeció, se hizo realmente muy

sensible como es notorio.

Número 31.

Dando, pues, principio al presente suceso y a la relación de

algunos o varios puntos incidentes que han ocurrido y de

que se hará mención en parte (por que de todo es

moralmente imposible pues demandaba mucho tiempo y

otro sosiego y retiro, de que se carece por las incomodidades

que son bien manifiestas, y no necesitan de ponderación)

ya se sabe que los temblores del año corriente comenzaron

por últimos de mayo y que continuaron con tanta frecuencia

en


y tesón, como no se ignora. Siguieron los regulares y

ordinarios bastantemente repetidos, hasta el día 11 del

siguiente junio 2, día a la verdad bien notable, pues fue la

víspera del en que hizo su entrada el actual Señor

Presidente, Don Martín de Mayorga.

Número 32.

Mezcláronse los más que comunes y ordinarios sobresaltos

y sustos, con los aplausos, acostumbrados festejos y

debidas demostraciones de bienvenida, y de su feliz arribo

a las inmediaciones de la capital, verificándose según se

ha practicado en casos semejantes, en la hacienda que

llaman de Cabrero, y hoy perteneciente a Don Francisco

Carbonel, distante de ella poco más que medio cuarto de

legua, pues se haya situada casi en las inmediaciones de

uno de sus pueblos o barrios.

Número 33.

Lo cierto es, que como entre tres y cuatro del mencionado

día, se empezaron a sentir varios y bien fuertes terremotos,

que continuaron con corta intermisión en toda ella, y no

dejaron de aumentar considerablemente los cuidados,

cuando a prima noche entró el Comandante de Dragones

Don Manuel Francisco Panigo, diciendo, había oído que el

Palacio o parte de él se hallaba arruinado.

Número 34.

Fue forzoso con este antecedente dejar de acompañar al

enunciado Señor Presidente y regresar, como lo hizo el

Ministro Decano, con los dos compañeros a la expresada

Ciudad, cuyos moradores manifestaban el terror y espanto,

que les habían causado los terremotos reiterados de aquella

tarde y continuaron con bastante frecuencia lo restante de

la noche.

Número 35.

Cuales serían los pensamientos y discursos del nominado

Señor Presidente, especialmente con la noticia de hallarse

arruinado el Real Palacio (que no se verificó sino en una

corta parte) se deja a la prudente consideración y mucho

más se hubieran aumentado sus cuidados, al haber sabido

el estado a que se hallaba reducida aquella obra, apuntalado

lo más principal, y lo demás ofreciendo no la mayor

seguridad.

Número 36.

Hizo al día siguiente, a su entrada pública, y recibidos los

cumplimientos acostumbrados en el paraje, que llaman la

Chácara, y practicada la correspondiente ceremonia en la

Iglesia Catedral, le condujimos a la Real Sala de Acuerdos,

donde leídos con la posible brevedad los Reales Despachos,

tomó posesión de sus recomendables empleos, no libre de

los sustos y temores que causaron los terremotos del día

anterior, y del que algunos percibieron, cuando se estaba

casi finalizando el acto, de que se ha hecho mención.

Número 37.

Es hecho indubitable, que desde la tarde del citado día 11

de Junio, apenas pasó alguno, en que se dejase de

experimentar temblor o temblores, bien que no de la mayor

consideración, pero fue lo bastante para que se aumentase

el cuidado de los habitadores, llegando al extremo, (cosa

que no había visto el Ministro Decano desde el año de 757,

en que tomó posesión de su oficio, hasta aquel tiempo) de

consultar varios vecinos a su seguridad, al riesgo que parece

anunciaban y las incomodidades que hubieran sido mayores,

si no hubiesen anticipado de tales cuales ranchos reducidos,

en que descansaban y pasaban las noches con alguna

quietud y libres de los sobresaltos que amenazaban sus

habitaciones. Y así es hecho cierto, que el llustrísimo Señor

Arzobispo e llustrísimo Señor Obispo de Comayagua, Don

Antonio Macarulla, que pasaba al Obispado de Durango,

estuvieron arranchados en el potrero que llaman de Retana

por varios días. Vieronse con efecto, en la Plazuela del Señor

Domingo, en la que llaman calle ancha, en la bien espaciosa

del Carmen, en la Plazuela de San Pedro y en algunos otros

parajes, de que no hacen memoria. Y últimamente se vio

también el que provisionalmente mandó a fabricar el

enunciado Señor Presidente en el limitado territorio del jardín

del Real Palacio, y por consiguiente tan reducido e

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incómodo,, como está de manifiesto a todos, y no fue pocafortuna el anticipar esta providencia, pues de lo contrariohubiera permanecido con muchos días, con tanta o igualinclemencia, como en la que todos estuvieron, sin exceptuarel llustrísimo Señor Arzobispo, Señores Ministros,Prebendados y Empleados, y mucha parte de lo másprincipal de la ciudad.'

Número 38.

Continuaron pues los temblores, como se ha dicho, fueronpasando los días y noches con aquel natural desasosiegoque ofrecían, y parece anunciaban la casi incesanterepetición el último término, y la mayor catástrofe de ladesgraciada Ciudad, de manera que se puede asegurar, yse asegura con pureza y verdad, que siendo bien frecuenteslas asistencias yjuntas celebradas a presencia del nominadoSeñor Presidente, no pasó alguna, en que se dejasen sentirlos temblores, sustos y sobresaltos:

Número 39.

En esta conformidad, vuelvo a decir, se vivió hasta la tardedel día más triste, lastimoso y terrible, que fue el 29 de Juliodel corriente, día a la verdad, del mayor horror y espanto,día, en que parece que la Justicia Divina, indignada pornuestros pecados, tenía resuelto acabásemos con las vidascuantos habitábamos en la infeliz Guatemala.

Número 40.

Serían las tres y media de la tarde, con corta diferencia (hora,a la verdad, proporcionada para conseguir libremente elrefugio con la fuga) cuando se experimentó un fuerteterremoto, que es de creer pusiese en movimiento y cuidadoa todos los habitadores, no solo por los antecedentesrelacionados, como por la fortaleza con que se sintió, yprincipalmente (así se discurre cristianamente por los másjuiciosos y prudentes) por que aplacada probablemente laIra Divina, mediante su altísima misericordia, quiso darnoseste anticipado aviso para que no pereciésemos sepultadosentre las ruinas, y nos quedase tiempo para ofrecer a suMajestad, sacrificios, honras y alabanzas.

Número 41.

No bien había pasado medio cuarto de hora, cuandosucedió el segundo temblor de tan extraños y encontradosmovimientos, que no hubo alguno (de los que hacenmención los Autores, que tratan así de las causas, comode la diversidad de movimientos de tan fuertes sucesos)que no se experimentase en aquella triste y fatal hora, ocasi instante de tiempo, pues en dos segundos, poco máso menos, destruyó todos o la mayor parte de los edificiospúblicos y de particulares, o cuando menos los redujo aun estado deplorable, por que a lo que se deseacomprender y pudo advertir el que forma la relación, vioarruinada o en extremo maltratada la Iglesia Hospital deSan Pedro, y las bóvedas de la del Convento de Monjasde Santa Clara por el suelo, cuando menos parcialmente,y por aquí se vendrá en conocimiento de lo que sucedió opudo suceder en las demás.

. . .Número 42.

No se necesita de la menor ponderación para dar una¡dea, o propiamente un corto diseño o borrón de losobjetos más lastimosos, que se presentaron en a aquellatarde, cubiertos todos de polvo y ofreciendorecíprocamente, unos a otros el mayor terror y espanto,y la admiración de verse entre tantos peligros y riesgoscon vida, unos se advertían arrodillados, otros postradosen el suelo, mirando al Cielo otros, confesándose varios,recibiendo los demás absoluciones y pidiendo todos aDios misericordia.

Número 43,

Aumentábase el fervor de las súplicas con el terror y espanto,que causaba la casi instantánea frecuencia de losterremotos, que subsiguieron al segundo de los referidos,algunos con igual fuerza, los que continuaron por aquellatriste tarde y noche, haciéndose esa más penosa y trabajosa,por la multitud de aguaceros, que ofrecían en aquellalamentable situación cuantas incomodidades sonimaginables.

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Número 44.


Número 47.

Aunque pereció considerable número de personas, permitió

la Divina Providencia quedasen sin la menor lesión las

principales, bien que refiriendo cada uno un milagro en la

conservación de su vida, como parece sucedió a los

llustrísimos Señores Arzobispo y Dean de la Santa Iglesia,

actualmente Obispo de la de Comayagua, y a otros varios

que sería largo referir, y no se exceptúa de esta altísima

providencia el nominado Señor Presidente y diferentespersona que se hallaban en el Real Palacio, y salieron sin

saber como, por entre las ruinas.

Número 45.

Libre, pues, el Señor Presidente y hallándose en la Plaza

Mayor (donde concurrió el Ministro Decano, mediante el aviso

que le comunicó) no se pensaba, ni se podía pensar en aqueltiempo sino en continuar pidiendo a Dios misericordia: aunque

no se perdió instante en consultar, por el medio posible, a las

más urgentes temporales necesidades, como fue una de ellasel socorro que se dio inmediatamente a uno, que casi se

hallaba sepultado en una de las casas de los portales de laPlaza, esperando perder la vida a impulsos de alguno de los

terremotos, que acabasen de arruinar los fragmentos

causados por los anteriores.

Número 46.

Consiguieron libertad los presos de ambas cárceles de Corte

y Ciudad, (y lo mismo sucedió con las mujeres recogidas en

la Casa nueva), huyeron inmediatamente unos, y otrospermanecían, y permanecieron en la Plaza, quitándose los

más las prisiones, y así se advirtió o aumentó el horrorosoespectáculo de verse los delincuentes de la mayor gravedad

mezclados entre las personas más distinguidas, sin exceptuar

los Jueces y Ministros que todo lo presenciaban, como fue

uno de ellos el Señor Don Manuel Fernández de Villanueva,que igualmente se acogió con su familia a la Plaza Mayor, el

Ministro Decano que concurrió a ella, como se ha dicho, y el

nominado Señor Presidente, sin poder tomar providenciaalguna, que consultase a la seguridad por los motivos, de

que se dará razón con cuanta brevedad sea posible.

Continuaban y se repetían casi instantáneamente los

terremotos, que no daban lugar a entender ni aun a lo más

sagrado, y con todo no faltaron personas piadosas y religiosas,que procurasen sacar, como lo hicieron, entre las ruinas de la

Iglesia Catedral al Santísimo Señor Sacramentado,depositándose como a las 7, dadas de la noche en un ranchita

o propiamente chozuela, que pudo inmediatamenteconstruirse en la Plaza Mayor, donde personas devotas

estuvieron continuamente velando, por toda aquella o la mayor

parte de la noche con cuanta edificación fue dable, sinnecesidad de expresar sus nombres, por no ofender su

modestia, y lo mismo sucedió en otros diferentes sitios, dondese acogieron las Comunidades.

Número 48.

Con este consuelo divino (de que se logró igualmente en

muchas partes de la afligida ciudad) permaneció el Señor

Presidente, y permanecimos toda aquella triste noche con

incomodidades, sobresaltos y sustos, pues parece que nose podía esperar otra cosa, sino que abriéndose la tierracon tan fuertes y espantosos terremotos y retumbos,

fuésemos todos sumergidos, y así lo sentía el llustrísimoSeñor Arzobispo, cuando dijo así al Señor Presidente como

al Ministro Decano ocupásemos el coche, por cuyo medioconsideraba sería menor el riesgo.

Número 49.

No eran menos funestas las noticias, que por todas partes se

oían, tanto de los estragos padecidos como de las muertes

que se enunciaban, bien que con generalidad, sin ser posibledar socorro para extraer los difuntos y sacar del peligro a

diferentes personas, que estaban esperando el último términode sus vidas y sin hallar disposición de libertarlas de las casas

ruinosas, de donde no habían podido salir. Siendo hecho cierto

que a las espaldas del ranchita, en que pasamos la noche, sehallaban cinco mujeres, cuyos lastimosos gritos oían algunos,

a las cuales se auxilió espirituaimente, hasta que a la mañanasiguiente se estrecharon las providencias, con que salieron

indemnes de los graves peligros que les amenazaban.

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Número 50. Número 53.

No había otro consuelo en lo temporal, sino que viniese la luzdel día siguiente 30 de Julio, con que claramente se vio portodas partes el espectáculo más lastimoso, pues en cada unadonde se aplicaba la vista, no se advertía sino una multitudde fragmentos de ruinas, especialmente por todos los cuatroángulos, y casas inmediatas a la Plaza Mayor, con lo que sepudo pensar en providenciar oportunamente según la más omenos necesidad de los casos que se presentaban.

Número 51.

Cuando el Señor Presidente discurría que podría contarpara las ocurrencias con el considerable número deMenestrales y oficiales de todas clases, y especialmentecon el de Tropa miliciana (que es bien considerable en lacapital según los estados) y más cuando la veterana o elCuerpo de Dragones se hallaba tan incompleto, como queno llegaría al de 70 de útil servicio, reconoció laimproporción de hacer efectivas sus órdenes, pues aunque los Conventos de Religiosos y demás Comunidadespedían los correspondientes auxilios, era imposible darlesaun los precisos socorros, por cuyo medio se consultabaa la variedad de objetos, siendo uno de ellos el de impedirlos robos y otras maldades semejantes, que teníanproporción de ejecutar los malhechores.

Número 52.

Aumentábase la consideración con el que igualmente pedíany demandaba con más grande necesidad el resguardo delos Conventos de Monjas, y la custodia de sus personas,más delicadas en lo espiritual y temporal, pues ya se sabeque desampararon en la tarde anterior sus Casas, que faltóenteramente la clausura, que las Capuchinas se retiraroncon el Santísimo Sacramento a la huerta de un vecino yadifunto, llamado Don Lorenzo García, donde permanecierontoda aquella primera noche a la mayor inclemencia, sinresguardo, en un paraje húmedo, y padeciendo y sufriendolas incomodidades, que ofrecía la continuación deaguaceros.

También es hecho cierto, que las de Santa Teresa y SantaCatalina se pasaron a la Plazuela del Señor Santo Domingo,en que dispuso la divina providencia se hallase construidoun rancho provisional (bien que reducido como se ha dicho)donde pudieron recogerse, pero con tales y tantasincomodidades, que no admiten ponderación, pues a lasordinarias se aumentó la circunstancia de haberse acogidoa él variedad de personas de calidad (aunque del mismosexo) con que no cabían ni aún de pie. Las de la Concepciónse alojaron en las chozas o ranchitas de los naturales delBarrio de la Candelaria; y las de Santa Clara salieron en lamañana del 30 y fueron a parar con el Señor Sacramentadoal campo, que llaman la Chácara, según parece pasándosedespués al cerro de los Dolores, donde permanecieron unosdías y hasta que tomaron la providencia de trasladarse a lahacienda de la serranía de Canales, que fue de los Regularesexpatriados y hoy perteneciente a Don Mariano Arrevillaga.

Número 54.

Con las ruinas padecidas en toda aquella triste y melancólicanoche, y con las que iban aumentando los terremotos deldía siguiente, se advirtió y llegaron noticias bien fundadasde hallarse todo o la mayor parte de efectos y víveres,sepultados entre ellas, inutilizados los hornos, perdidos losmolinos, cegados los caminos, y los Pueblos inmediatos conigual o mayor tribulación, y por consiguiente sin esperanzade poderse socorrer la Ciudad prontamente de maíces,tortillas, plátanos, y de otras cosas semejantes, con que semantiene especialmente la gente pobre.

Número 55.

No eran estos objetos los que menos cuidado ofrecían a losSuperiores, Capitulares, Alcaldes ordinarios, Ministros yespecialmente el Señor Presidente, en cuyos oficios serefundía la atención de mirar por todos ellos, y de consultaren el modo posible a lo más urgente, no perdiéndose, comono se perdía de vista, lo numeroso de la plebe, su libertad einsolencia, la miserable situación en que se hallaba, la faltade arbitrios y la facilidad con que por todas partes se le

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presentaban ocasiones de cometer, si no se dice continuar,los mayores desórdenes.

Número 56.

Siendo, pues, tantos los objetos, como se ha dicho, procuróel Señor Presidente con acuerdo de-los dos Ministrosenunciados, Alcalde ordinario y Capitulares, que estabanen la Plaza (pues el Señor Don Basilio de Villarrasa continuóen la Plazuela de Santo Domingo, dando aquellasprovidencias que estimó por más oportunas) socorrer, comolo hizo, a los Conventos, repartiendo las guardias en losparajes más expuestos, pero quedándose con la mayor partede Dragone, de los cuales se puso un piquete de 25 hombresen comisión, y pronto los caballos para ocurrir a cualquierinopinado suceso

Número 57.

Era tal la escasez de lo más preciso, que aún se carecía derecado para escribir, y así fue forzoso extender, como lohizo el Ministro Decano, varias órdenes en sobrescritos opapeles viejos, y con una caña, que sirvió de pluma, hastaque por casualidad se halló un tintero no muy bienacondicionado, que pudo suplir por corto tiempo, fuera deotras diferentes verbales, que comunicó el enunciado SeñorPresidente, previniendo saliesen inmediatamente variaspersonas por distintos parajes para abastecer la Ciudad.

Número 58.

Mandó que sin dilación alguna, se compusiesen los caminos,por donde transitaba el ganado, de que se hace la matanzapara consumo diario; que baje de este supuesto acudiesenlos Pueblos sin novedad con sus frutos; que igualmente, ysin la menor demora, ocurriesen los indios del deJocotenango (barrio de la Capital) y aún que así lo ejecutaronen parte, se hizo admisible su excusa. Por hallarsecomprendido en la propia aflicción. Que los molinos sepusiesen corrientes en el modo posible, y lo mismo loshornos, cuyas inmediatas fábricas no ofreciesen peligrograve o inminente. Que incontinenti se tratase de extraerde entre las ruinas, el trigo, maíz y varias porciones de

legumbres, con que se socorriese la mayor necesidad,ejecutándose esta propia diligencia con doscientas petacasde bizcocho, pertenecientes a Su Majestad, y destinadas alCastillo del Golfo y Real de Omoa, las cuáles se fueronrepartiendo económicamente en los Conventos,Comunidades, casas particulares, y especialmente entre losindividuos de la plebe.

Número 59.

Previno así mismo, que por pronta providencia se ocurriesea extraer los efectos de mercancía en el modo que lopermitiesen las ruinas, pagando sus dueños el legítimotrabajo. Y accedió el nominado Señor Presidente a lainstancia de los diputados del comercio, sobre que cadauna sacase de su cuenta los que se hallaban depositadosen la Real Casa de Aduana, bajo de aquelfas precaucionesque consultasen al cobro de los Reales derechos, por estarigualmente ruinosa, y expuesto cuanto contenía a pérdidas,robos, menoscabos y averías, con la continuación de lasaguas, pues de lo contrario llegarían a experimentar losinteresados, sino total a lo menos mayor quebranto.

Número 60.

Providenció así mismo o prohibió que no salieses efectosfuera de la Ciudad, ni persona alguna sí de los principalescomo de la plebe, por diferentes causas y motivos, que nosolo conspiraban al buen gobierno y tranquilidad y seguridaddel Común sino también de los individuos en particular,previendo al mismo tiempo los inconvenientes, perjuicios ydaños, las infelicidades, miserias, enfermedades y muertes,que de lo contrario habían de resultar. Pero con todo sehizo ilusoria esta providencia, sin remedio, extrayéndoselos efectos y saliéndose multitud de gente y personas detodas clases, edades, estados y sexos, sin meditar en lasmayores incomodidades, pues según noticias bienacreditadas, algunos salieron aquella misma tarde a pie, ysin reparar el hacerse otra consideración que la de salvarlas vidas, no llevando otro destino que el que les preparasesu suerte, otras infinitas caminaban en la propia conformidadal día siguiente, venciendo las asperezas de los montes, ocuestas, desatendiendo la intemperie del sol hasta mediodía,

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y aguas, que comenzaban regularmente por las tardes, sinllevar que comer, ni más abrigo que el con que se hallabancuando el Terremoto o Terremotos arruinaron sus casas yhabitaciones, de manera que siendo todo una confusión,no era menos la que ofrecía este incidente, secuela delgeneral estrago.

Número 61.

Una resolución tan precipitada, y expuesta a todo génerode calamidades, y de que se dará razón oportunamente,

pudo taivez estimarse altísima providencia de Dios, paraque en algún modo se disminuyeran los trabajos y cuidadosasí de los que tienen a su cargo el gobierno ordinario, comoprincipalmente del enunciado Señor Presidente y Señores

Ministros de la Audiencia (con cuyo acuerdo e igualmentede todos los principales ha procedido en mucha parte deeste grave negocio) pues con el desamparo de la Ciudad ode sus moradores tan considerable, se logró con cortacantidad de abastos socorrer a los que habían quedado,haciéndose de lo contrario, cuando no imposible, a lo menosmuy difícil, de modo que a los dos o tres días del suceso, yano se experimentaba notable escasez, en lo que es carne,tortillas y algunas otras cosas semejantes, que consumeparticularmente la plebe.

Número 62.

En la mañana del citado día 30, continuando aún conbastante frecuencia los fuertes terremotos y retumbos, setomó la providencia y publicó por bando el castigo de losladrones con pena de la vida, y con todo no fue bastante acontener semejantes excesos.

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Número 63.

Comunicábanse bien frecuentes las noticias, ciertas unas yotras dudosas, de varias personas o cadáveres, que sehallaban entre las ruinas, y aunque merecía este punto todaatención, como se ha dicho, y se dio a algunos prontamentesepultura, extrayendo ahí mismo otros (como sucedió en elConvento de Santo Domingo, de que podría dar y dará suspuntuales noticias el Señor Don Basilio Villarrasa, a cuyo

cuidado estaba aquel barrio) no puede afirmar positivamenteel ministro decano, sí en la mañana del referido día 30 o enla siguiente, dispuso el nominado Señor Presidente seaveriguase, por los medios posibles, el número de losmuertos; para lo cual se nombraron diferentes Comisarios,dando al mismo tiempo facultad el llustrísimo SeñorArzobispo, para que con asistencia de cualquier eclesiásticosecular o regular, se sepultasen en los respectivos lugaresmás inmediatos, prescribiendo la forma de bendecidlos, contodo lo demás que estimó conveniente, y contenían lascédulas o papeles que se extendieron, de las cuales hacememoria haber copiado dos el Ministro Decano por defectode amanuenses y atendiendo a la mayor brevedad. Yúltimamente no se perdieron los instantes en providenciarlo correspondiente, según lo demandaban los casos, y lamás o menos urgente necesidad.

Número 64.

Experimentábanse los soles bien agudos, y por las tardeseran muy ordinarias las aguas. Los fuertes terremotos yespantosos retumbos no cesaban, aunque si daban algunaintermisión: las fatigas, trabajos, cuidados y sobresaltos eranconsecuentes y las incomodidades imponderables por todostérminos. El Señor Presidente sin otro asilo que el de uninfeliz, y reducidísimo rancho, donde se recogían todos losde su familia, especialmente cuando venían los aguaceros.El Señor Arzobispo no logró en algunos días otro resguardo,que el de su coche, y lo mismo sucedió al Ministro que formaesta relación, pues en el pasó 7 u 8 noches, sin descansarni dormir, y lo mismo con corta diferencia pasó o pasaríacon los demás, hasta que cada uno pudo según susfacultades y arbitrios, construir un rancho provisional.

Número 65.

No era muy substancial, a lo principal del asunto, relacionarlas perjudiciales resultas del suceso, sus consecuencias yde las precipitadas fugas de multitud de personas, o millaresde ellas, que salieron de la Ciudad, como se ha dicho, perose estima conveniente en algún modo esta razón, para quequede eternizada su memoria, se comprenda el orden

sucesivo de las cosas y se aclaren algunos puntos, que


pueden ofrecer duda especialmente a la Superioridad. Locierto es (y no lo podrá negar persona alguna de un prudentey regular juicio) que cuando menos desamparó la Ciudad lamitad de los moradores, de todos estados, edades, calidadesy sexos, algunos Religiosos, Eclesiásticos Seculares,personas de distinción, con bastantes facultades algunas,otras sin ellas, y una multitud considerable de la plebe y sinotro abrigo que el de la providencia (de varios se haríamención si fuere necesario) dividiéronse, se esparcieron, yalojaron en haciendas unos, y diferentes Pueblos otros, laMagdalena, Santo Tomás, San Lucas, Misco, Amatitanes,en los dos Petapas, Pínula y en este valle y susinmediaciones (aunque aquí fue reducido su número) y enotros diferentes hasta el de Quezaltenango, dondeactualmente se halla la familia de Don Manuel de Llanos,Tesorero oficial real jubilado de estas Casas.

Número 66.

De este inadvertido y precipitado incidente, y contra lo mismoque tenía dispuesto el señor Presidente, resultó el desorden,la falta de alimentos o su notable escasez, el excesivo valory el defecto de habitaciones, ranchos, chozas y otrassemejantes, que los pudieran haber puesto a cubierto en elmodo posible, y como por otra parte afligían al pobre tantasdesdichas, especialmente las de su miseria, y más en unaestación tan rigurosa de soles, y aguas, como se ha dicho,eran consecuentes y aún precisas las enfermedades ymuertes, de manera que viéndose rodeados de tantasmiserias y calamidades, estas mismas los puso en necesidadde regresara aquel desgraciado e ingrato suelo, siendo paraellos indiferente perder la vida a impulso de los temblores, ocualquier otro accidente de los ya referidos, y así serestituyeron, entrando en Guatemala desengañados ysacrificados de sus desdichas, y expuestos a cualquiersuceso de la Divina Providencia, no pudiéndose dudar comono se duda, que unos volvieron a ocupar las habitacionesruinosas por necesidad, otros con inadvertencia y otros contesón y temeridad, despreciando o no haciendo caso de lospeligros, y varios consiguieron que los fragmentos de lasruinas (abundantes en extremo) les ofreciese tal cualresguardo con brevedad, y sin los mayores costos, dondehan ido acomodando los instrumentos de sus respectivos

oficios, lo que muchos no pudieron conseguir en los Puebloso parajes en que se trasladaron, por que no ofrecían, nipodían ofrecer comodidad o disposición para tanta multitudde personas, como se ha dicho.

Número 67.

De lo ya relacionado con toda pureza y verdad, provienenlos diferentes conceptos que se han formado y talvez sepuedan formar sobre este incidente, pues no hay duda deque varían y deben variar según los tiempos, y no se dejaríade convencer, si fuere necesario, con las resultas ciertas yevidentes del suceso siguiente, cuya narración es precisosuspenda y admita la correspondiente digresión en cuantoal principal asunto que se va tratando.

Número 68.

No es necesario individualizar los terremotos subsecuentesacaecidos desde aquella triste tarde hasta el presente, conexpresión de su número, días y horas y más o menosfortaleza, de cuyas puntuales noticias no se carece, pero locierto es y no admite duda que han continuado, y frecuentadocon tal extremo, que han sido raros los días en que no sehayan sentido.

Número 69.

Dejando, pues, relacionar por partes los sucesos yestragos, que parcialmente han causado, especialmenteel de 7 de septiembre del de la fecha, se hará menciónprolija de los que se padecieron el 13 del corriente ymañana subsecuente.Sería la una de la tarde con corta diferencia (hora en queel Ministro Decano se hallaba practicando diligenciasrelativas a su comisión, con asistencia del Señor DoctorDon Juan Batres, del Capitular Don Bentura de Naxera yEscribano de Cámara Don Antonio Peñalver, a que habíanconcurrido los facultativos de Medicina y Cirugía y el PadreF. Francisco Gutiérrez y el Maestro Bernardo Ramírez)cuando se llegó a sentir por algunos de los individuos untemblor de más que regular duración y no de la fortalezaque causase cuidado, pues puedo asegurar y asegura el

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Ministro Decano, con el nominado Señor Batres, que seles hizo imperceptible a los principios y hasta que con avisode algunos de los más relacionados advirtieron elmovimiento, que no se estimó de consideración, y sinembargo se previno al citado Maestro Ramírez pasase areconocer la Iglesia, en que no vio !a menor lesión, sino lade que se dará razón en su lugar.

Número 71.

No bien había pasado un cuarto de hora con corta diferencia,cuando se volvió a sentir otro, que pareció de trepidación,dudábase entre los circunstantes de la mayor fortaleza delos dos, inclinándose unos al primero, y otros al segundo,cuya expresión se advierte, para que se venga enconocimiento de las circunstancias de estos sucesos, y deno haber sido fuertes ni causado el más leve cuidado.

Número 72.

En esta conformidad se continuo sin novedad, hasta que acorto espacio de tiempo llegó la noticia de haberse advertidohacia la parte que mira a Guatemala considerable espesorde humo o polvo, y que habiéndolo presenciado el SeñorPresidente despachó inmediatamente un expreso a losAlcaldes ordinarios de la referida ciudad, con el fin de salirde dudas y saber lo cierto.

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Número 73.

Aumentábase a cada paso los temores, persuadiéndosevarios algún notable estrago que hubiese padecido laCiudad, como sucedió, pues desde las 8 de la noche pocomás o menos, llegaron noticias bien circunstanciadas delos terribles y espantosos terremotos que sintieronaquellos moradores, asegurándose que habían sido másfuertes que los de la tarde del 29 de Julio, y no deja detener su probabilidad, pues en primer lugar cayó muchaparte de los edificios maltratados, que habían quedadoen pie; se derrumbaron los cerros, se abrió la tierra endiferentes parajes de la Ciudad, y en varias montañasinmediatas muy considerablemente y sin hacer menciónde otras particularidades, es hecho constante, que fue

general la consternación, y sin excepción, ni limitaciónalguna de Religiosos y Religiosas, pues prescindiendodel grave terror y espanto que causan los terremotos,retumbos, el ruido subterráneo, y las demáscircunstancias que todos advierten, y el que causaronlos de que se va tratando, lo que no tiene duda es, quese destruyeron las divisiones de los ranchos que debaxareque se habían construido por los ReligiososFranciscanos, y cayeron en la mayor parte, y que en losranchos, o Convento provisional de las Monjas de laConcepción, que se halla en la parte de campo llamadola Chácara, se arruinó enteramente la cocina, y otra piezaque parece estaba destinada a refectorio, ambascubiertas de teja; de modo que las ruinas de la primeralastimaron a dos Novicias, según aseguran varias noticiasde sujetos fidedignos, omitiéndose otros sucesos ytribulaciones de que darán razón mejores plumas.

Número 74.

Débese discurrir con la mayor probabilidad y fundamento,que al paso de continuar estos terribles y funestos sucesos,se aumenten los cuidados y sobresaltos, y ahí se verificóen la mañana o madrugada del siguiente día 14, como seacreditaría constantemente si la publicidad y notoriedad deestos hechos demandasen otra prueba, y se negasen, quese hace inverosímil.

Número 75.

Bajo el supuesto cierto, de no haber pasado día y noche enque no se experimenten, tampoco admite duda que muchaparte de los arranchados en aquella desgraciada Ciudadsalió huyendo en la misma tarde, y en los subsecuentes,desamparándola en la propia conformidad que lo ejecutarondesde el 29 de Julio, pues se sabe con evidencia que hapasado multitud de gentes, quedándose unos en los Pueblosde Petapa, y otros tomando el partido que más les acomodapara su subsistencia, y sin el temor, que dicen, amenazaaquel infeliz suelo, abierto por varias partes, como se hadicho y por algunos de los cerros inmediatos, y cerrado elcamino real de Las Cañas. Lo mismo hubiera ejecutado elcitado Religioso más delicado, y haberse hallado con


arbitrios y fin los grillos que les impuso la obediencia yrespeto superior. Y si en la actualidad se hiciese formalnumeración en Guatemala, se advertiría demostrablementeel diverso concepto que se haría del número de suvecindario, con respecto al que tenía antes del suceso.

Número 76.

Volviendo pues al asunto principal y a las providencias dadaspor el Señor Presidente con respeto a tantos objetos, quelas demandaban, no hace el Ministro Decano memoria quedejase de impartir las que se consideraban por másoportunas al seguro de la ciudad y de sus moradores,siempre incesantemente atento, y en disposición de oir,prevenir y resolver cuanto a presencia de las cosas seestimaba necesario y conveniente, unas veces por escrito yotras, de palabra.

Número 77.

En este estado, fue forzoso pensar y no perder instante detiempo en informar a Su Majestad lo ocurrido, como se hizopor ambas vías con fecha de 2 del siguiente Agosto,exponiendo a su soberana dignación, aunque por mayor, elsuceso y sus resultas, el lastimoso estado a que habíareducido la Ciudad, sus templos, edificios públicos y departiculares, con lo demás que contiene, y se omite expresar,porque en cualquier evento se podrán cerciorar de todo sucontexto los concurrentes a la Junta.

Número 78.

La citada consulta fue extendida, firmada y autorizada decomún acuerdo por el nominado Señor Presidente,llustrísimo Señor Arzobispo, Señores Ministros de laAudiencia, Señor Dean de la Iglesia, Doctor Don FranciscoJosef de Patencia, actual Obispo de la de Comayagua, porsí y a nombre de su Venerable Cabildo, Señor Contador deCuentas, Oficiales Reales, Fiscal interino Licenciado DonCristóbal Aviles, Alcaldes ordinarios y capitulares, quepudieron ser habidos, y por otras varias personasparticulares y de lo principal de la Ciudad.

Número 79.

Evacuada esta diligencia (prevenida necesariamente por lasMunicipales) se formó en el día 4 del mencionado Agosto,la Junta General, compuesta de los individuos relacionadosy aun de algunos otros particulares, que, menosembarazados en la intendencia de sus asuntos, dieronasistencia en la Plaza Mayor, donde se celebró.

Número 80.

Propuso en ella el Señor Presidente, si sería o no convenientey precisa la traslación de la Ciudad a otro parajeproporcionado, y cuando menos no tan expuesto a loscontinuados terremotos y estragos padecidos, y de que seha dado razón. Ante todas cosas resulta extendida ladiligencia, en que bajo de juramento declaró el Maestro Mayorde obras Bernardo Ramírez, la total ruina de la Ciudad apresencia de todos los concurrentes, la que tiene firmada yse halla autorizada por los dos Escribanos de Cámara y deCabildo, advirtiéndose como se advierte, que por falta de otrosinteligentes en la arquitectura, no se pudo ampliare extenderesta justificación (necesaria en algún modo para instruir a laSuperioridad, y no así para con los vecinos y moradores deGuatemala, pues el Ingeniero Director Don Luis Diez Navarro,no era posible la reconociese por falta de vista y sus notoriosgraves accidentes, el Ingeniero en Segundo Don AntonioMarín se hallaba en camino con su familia y en el Pueblo deMixto, el Maestro Francisco Xavier de Calvez, sin saberse desu paradero y en la misma conformidad el Padre Fr. FranciscoGutiérrez, de la Regular Observancia, y son los únicos quepudieren dar dictamen sobre el particular.

Número 81.

Oída la proposición del mencionado Señor Presidente, ytratado el asunto con entera libertad, fue cada unoexponiendo por su orden y acordados los sufragios opareceres resultó el uniforme, de que no solo estimabanpor conveniente, sino preciso que se trasladase la Ciudad,exceptuando uno de los Capitulares, y en el mismo comúnsentir convinieron los Superiores de las Religiones, SantoDomingo, San Francisco, San Agustín.

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Bv;,:, ?,,,-::: UiJÍ: t:'í í 1-:'. í<> , Ó deM S« iialiíífaá á.=.V ' - ;-lÍÍÍOt -

, Fue ton í!:-f.e ¡wtsCfiA'-íí':. fn-wir c!e ai:tíf«pafía?- ti ^i^rcfPrtíicktite, y re,;.i -.'ihi- , ^'xm ío cite «I Mi*

nisirc» Drc-iyj ,s i:i?:r,K4iíf:'C5 | la ciprciiií:fc¡ 1. 1»--íiad i cuifis ;íiLVí>eU:. • • - : ¿.-;-^J?',ríi.U,;x.;i t! U=:,íor , y «=p;U'sí« -, tli«.::^ ^ ^ ' ' = ' ' . ' - í . K, C «

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ueropo para ofrecer a lii tân , y alafcufMS. : .

Na había mecí*el Temblor cL tuii euraiioí> f

:»tni«it , que «a huvo alguna t ««'«> m

te Autores, que trata») a (si é¿ las caulas , como d« lademovitn lentos de iat» q«e tío té

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•rittUtttHÍfe eí* aquclU iriile , y iklal lu>«, ó qu;iii. tiempo; yue* «i dos íegumlos, P."K:O mas, o * d-

' y de4IWyür parte délos edificio»,, 6 menos los reduve* aun

ie c«nprehemJer , y etU » fió amáiiacta^ O- en.

Hostal cíe San cfclCwfrde Moríj.B de Í:M«VS Clara ,por-. fí. fticlo , ijti,«:!c» rtit-

y |ior aíjut se M;HM e«p«íte fiicedtf en

41. fe para dar tioa |j.. ¡ Í, :;-r;,»f df

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al \Km\i', y oHv:,i€íído

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| que «' ! i ; - I en | Ii&'-, ' • • ' . ' • ;:^v^.;->¡:-v-..ííiiGii ii ;;/- ..¡«IfS.

fílBft. 44- AtMMfütt i • * . ' , • " • . :.;.:•• -.^ • - • • .v.í->:..': -Y^V:. . I / • ••.KMiaf , fN• • . ' • ' " • : ' % • : ; • - . ' , | .- \ :sioniai

que re-'--/ - - r ^ . nao un • : . • : • : • : . ' < > en la <' vacío» cte ai víiii • / :% , V / : Y - Y -^- • • - ' • • • • ; • - . • • " B Uimós. í•Arzobispo, y de ti %: " ' • " • • | | I Jf«e O&*1

: h ífe Comayagua, y aotroft • variót <p;e- seria hrgo refile i - • -:-T-.ina provkleiv. ... . aomioado

Presidente, y u^:^^ ( :--.->-SI>IM« <£!**• i sban en<1 Palacio» y salieron sin ::-..-;.--;r eoi« ,plr !<« ruit

Litm/pues, el S-,^ ^residente, f- hí. ' . - . - . ' «e en 1» { * .;:'::--:ST» «1 • :ns | ¡ . ¡ ; =110 ^ medí

que k comunico } + •:-• •* •^•^ -. ^ : " ¡ 'x*h* pensinoco < : > . ^ ' r - : ' - ! ^ - - v ^ ' - | / ' =-os rniíeri»

aun ^cjne no se perdió i-:.v anu en ^-./- . • . . -orel medtibie , á las mas temporales neee&v h ' -• í , comods el que «dion s€ en «na ck las c¿- de los poriia , fa vid* á |lBj i -is de alg

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' • • " • '

Jas 'íeíreiiMiifillmam por ios anteriores,

K^ffl- 46. CtmH;.; > : s - i . . ~ > . ; Ii tí, y Ciudad , í y lo mismo

jai tü| la v.íi-vi nyv-üí'J huyei., ;-,,;:,= :<;.,;i ; • •-•'. >!' "':.-'• : / : i ' \ - r;\ ?.¡ :u':v; : y - >^- : i> ' ü

:. f . i cuto (k WÍK iosf " , dcM entre las perivv,:^ 0K • • . . • • •• .; ^lí.llb-j : : .-.;; ¡í -

: ; . : : • > • ' • . : l'O . Vis ,5.

b;;:: - H'S i - , • = • • - ; : . < :. 3í;

í-vú. *, -;mv >:: :' ' • ?"¡«

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por !»; .>itfnÁ:r iiiltrettajs ¿atuw ., douUv su aco¿«r«» líis Lwtuu-

»iaacíc$, . . . . . .... ^ ^ :•Con efle divino (de que fe logro igual™? rite «0

partes cíe i siU-iní;* Cíu Jad } iieriíiaiKdó 1 S.:i<tirsiácírte,y ptMyvî.MJffK* u*da S4"jc;:í.a iriile

^ ;üt):r<t!ahí¡s, f ilílos; nocosa, linó qutí mcn-náotí; ja tierra co»

;|| |Síí:,4CsO;í l 'vn' . / iüKí-tOs^ V f e'HH.itóá , ¿udfcniíW li,íjü¿

y aiji la Iciitia el liórírt. Sesbrlkt'8rt<> >I3CÍI-

por ciiiü irn.di'j coí.¡üik:r«iM s-ena ijíaiüf g|

(•¡i ÍZ>:Í,A ílVctíM j

; sin st-r paíiAte(ura, ciei p f - J i m á

prrftwsa , ijue eilaban s/íp;n.:;^*:j |

¡«fe». ;;«dido tur: ü.îdo liecho ddel ranchito, en q«e p:Jmimffi h mocfm^ íe

¿>: ' ; | í :"'í í?yi l ; :> ^»«=?^>u^ guíimI "'/îií^^^^ífiíí;,, ;:;ÍHK que t la

:s 'via«f5vws,c-on qu« ¡l44,ífr,:>-';::^,-¿, qwe

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y Cív:»..u ', ':•.- .«í;;,;,:^: É |p • • • • . • > . - ) ,líos, en ¡my : / x , : -;,- ;,>, .,• . . curro

se eos-isüfí ^ - ; ;í b yirfeiw d j , íios , sie'CilcKdde y -r.v,, :v •,..,,!;«que propcifooirde ciecat?, los -,-vV.. : , . .v

2, Aumentábase k CGJ-^tfcradoii fcsjpi el î^-: ]^-i<'«n, y ífañ;¡ndih4 (|ii :í'Sa gníf^ rM6,m?8:::;t

d- r-, Conventos-.'de- •••::-v.^ -y É *:^¿:^.;v: I su:' delieidas en-. Jo v v - % 3 a l $ f te^:v,-ví=. A[

;áe&Hí=íi:;í«iÍ||p;'% .^-= ! . . , . , . • ; ; . :la claiKurtj tjot -Jas í;:ít¡5f«í!Wai;

(«t Santissirnó Saentí:.::/* - j i íafír> -v/- v,:-. ^:- | íit» lUsiiadr» 0on, L>>:" i É Qi ÍS ,. ;:;;::/'.v ¡ -/.ea-ítítila priioera n^-h : Ir, v. \ ;-••-..; ;^. \',:- • • - . . - . ; . . ; . : : .«o un pai:«g€ hiu?.5?>¿io , y padecieiicf- : ¡ ( | /-

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de vista, lo a»¡'ii.,:f:..•;•.- =•',: b ;,4..a'.;1: SU

de , y Lí facilidad con *|tié partes se te ;f»«*Cüuuaaaí , loé

desordenes. ¡|¡ í:L-,m--<. • ' ' • ' !: - ; Ü^ como selii ,

| :j uró el bs tícsenunciados, AlCi»Me |||j tía ío r..-:t*laríi, qyc,|i PUam ( el Seior Don Basüiw é? Viti¿:-.v,¿,-;S(.;|« Ptiiyslt di-Saino OiMiiirtgo, di«.«.^ • • -"rlkieütwiié JMJT

ks guardias.e» ípt, X !^ :-' C?y-:.: ...:/' ' • : " • ' • ' . . . v í í . : - : , fKÍ-: vrt

|fe ; - • ! > : • > uo piquete de 25, hoofe-cv. -§0: ; - : í ; " : : > - ^^ •••--^•v, | .;¿m ocurrir ái|uatquie.,•••

-t i ^ ; ; ? :?, • K:-<;:•.-.;• , • . , • -v. ,te ^ :^-. : / ; : H ' :.';*«! .:y mí fe(¡E*""' ' : ;'"- ' I ;-<TO » Va?:;;:;/;

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de la :;:>. 1Previno íssi

5? i?que

a ;:;U rábes íi» . ! - ^ ^ .i,í.::f!;^íifífe - :,; . m- : .._:.,:••;.••:; • » . Y accedió el no ¡ . ¡ . íteé/b ':;:.•.>'.;;-

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di* «te::. •• • ! \ Emente ttiir p¡: .. | ^v:;y;.csio : ¡jCÍKI L: vuüi . v,:-. ' • - v1 :'.. ,..mu! / . .[' 3? • . . ' , ' . • • • '

ijuebranto, |¡|¡ y'.5u Providencia al | ;n i •.•hihto que no salieíA .;':: :: i

de h Cíuciid, ni p '. \a assi de los princip,.. pl ÉI *o, • ' • • - , .¡-jas, y motivos, que no

conspírttiari al b:- , |i $ / tranquilidad , y segunda!-del común, iimo^..-' i 1 s individuos en parucular; pre-

^ ! ? ^ i ^ ' -tt misino tiii . toi inconvenientes, perjuicios, y di*fitK, imi í < i ; - - 1 ^ - " ; . , ;iii .fin, enfermedades, y muertes || <iuc ^rfe lo e<MitraríwlMWi«-di resultar: pero con todo i

2.0 csct , sin remedio , extrayéndose«itVíoi, y iatei4«fé Bwhitud de gente , y personas de to-*1 áo*,y son*,«a inedíur oí 1*$ »»*

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Unción,mía multitudde b provideoáa (desafio) ¿!vi,íieítítis€,fe ,ynos, y ctu^refites |vueí?los aros, tuñus, San Lucas, , , ««

, y e i» elle V«,ik , y su» .liOiüedwcíaiK» 1 san «:« at|«tedui-ido « nuiíwro} y *n díx» cifereitteijiasxa el ti«siiy««3i¡gc> , donde teí-i la tUm^k dtf t

AJa«ys,Ttesofero «icíai Real jubilado <la estasinaiiverttdc» , y pruo^^Jo bcídí-iite ,

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lo rciyífó ctque ten» «{we^o el-la falta de sínKntoss-ó

ceííivo vitof, y «I de• dé owts ^esTOsjantes^ que k»f-pttd»crün lís» aasbi-«rtí? en et «¡«i» ¡Mííybte ; y por otra sí%»rt al

dtfsdichí» s espedalinenie l,«s die su iiiiM-flíi, yBUS e f t - - y&a latí y agi»*, co-mo i« iiá dlc!iat €fi« c&fiív-iueíites , y aun precisas, i»s «a-fcrtnedadc» 9 ¥ awcrtes: á¿í asiera , que -viéndose dlttantas , y caI«OM.^n>*sf estas ios

de regrei'&rse á aquel , é ingratlp ¡a» «íite itítliJereiiie el perder la ¥ída á- itpp«iKJ ¡ cte

Temblores , o «tro accidente cíefétidos^ y assi se restituyeron , entrando HI Gwaíwnaiíisptfíadus » f sacfiíicádos de sus dásdtófctM , yquiera, cíe ia lAvínt Providendt : IMJ

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Seria la unt de k tarde co» ••- : : .>• . • •• ^ - ' / : . ; • •? . : • ' . • ^-v-:. .hp«'lía d MíiMÍtro Decaí» fe j» I ' | -:.>':^=;^; -'.;;:> • • • • • • : . ( : - .-."...J-jí fCTICy a iu coniiisioíi - • - ' ' - • . • . • • • ' • • • - . ^-^' '^'^ Í>J^ Juaq\u,I ^ires . cei O|j-.i - 5 . - . - i : '': «e «';« -3 , r \1 Je Cámara Dcpjj -Pciial ; • ' • : • ,. , • : • : : - . • •

v Ír3- IOS íaCt;-::«::; VOS <ÉC I i ' . = ÍJá ^^ y t; < :U:i';: , | fil :- • ^ - - V ; J|

v ..co Gutiérrez , ;

Jk'go a íéntir p«Wque i'églii:;: •o:.:;/:^v;

pllc4;: lfc| ;tlM

iiiülij Sentir ííairspíos , y tmna que

||dcration; v Ü ! '

! nirez ¡s indi ¡|| ||| in)t>¡a fe I II I: '--^-í Mk) i|| j .-: ••»•.. ., , ,hiio inperc.-/.^.^^

e algunas*to, que M ¡ f-^r*-r:evino ii ,--^ •lu, en que no jf > ljn e» : : .

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*4tees, «I n»« l«W €«ki«J*":

Un», 74* En efta conformidad íe continuó fin ^ «p* íde 1 -la de

k parte que mira i ctehumo, o polvo, f'que prcíenci'ido eí

^ : . : | 1 - (i -un á los €»f~f , de la referida , -con -el ti» cíe latir *Íe

y lo cieno. i i73» /perfuadkndofe

, que pittecida la Ciudad,; ! | pues lis 8. de h ó ,

noticias bie» circuítítaiidadas de ios terrible! y Terag*, t|iie aquellos | "ifegiiraadofi; ha

: iiiiírtís, que ios de li urde del 29. dey no de tener ib , t:«|iríiíii*rfe de los €dirtcios niíiltraíados, que

Í|| -ándttífn |»ie; fe los ctírros; fe lade lí Ciudad , y m itit*

aiy-i dlcgs *, fjiK fue la

I , y In «i d«y cid terror,; y«que retumbos, ti

I ; JJ ; y In ipie todos ^: y el que cau«tj«e fe:! :vá twiamki, la que no tistie'íttidi^es^»^

lasiCíciíI*'11*1*8 P« lositá ¿se rafe-1m m li i y que ca í« •

de k tuI*

5 yiítrft.fio, cíe tflii | <te -qoe- fe i ^-.ji-

cié I,/-',; |S

l:»r fte::i! tal-lí ,«•BB ^ HH^ M|p3HK ' Él'. "-íJptÉÍH^a l aM Í ' 4-i!4J^«fej,

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II ilili;,;; Keate$,Fiíbl interina .DonCíifííteva! aviles, _üíd«wríc«, y Capitulares., <t«e ptiditt.cw íer

fíjfotfitó vanas áe lu ¡>«iia|»t de70, Evacuad» ella por fas-* *^ . - » - ( , - . ¡ S í " J I - : -i i-í •• '\? sll 'í1"» J:*ft

JyJ|jí|{''{4>i.|!í:i.%. | I»* 1ííf!í|;;í i*SÍ CÍ Clll 4' ^*'*' £WÍíM:"íílílíiC»y *%gw*HI f#

Iiiiita ¿eneíii*'* Irtdividuíss rel«*doí«íi<», f«¡o Ü algunos otros paciicuUres, que *en la Íí3t«tiieoaa cíe fas aíi'ttMüi ¡ fiicros

or, donde fe celebro*Se», * ftoiMib «íi ella el Señor j Pfftíiclínte | fi feria,

€iitef -y | preciía la transíaciori de ia !.üdi||y quísado noian eü|.»ut;Siti á ios

«tos TeríeiMítos,- y dlwgos padecidos, y de fe-. Asite tíjdas la

<Jwsá. i,fos, jmxr» dfc. - juramestio dyclací* p Madfrcí deIe* f *ll> Ia4«ai iic M á,-prefeiida «fc -tria-

dos iíis cwficttrreittcis, la qye tléite , y fepor los dos l.fcrl?aí»s de ..Cítisaara, y efe.,

«rtíenctofe, le advierte, que ¡mí í- \ : K : ; . : ' - éa la arquitectura , «o fc fwda míiftüAf^m

f en -iígMíi «sodcifioii&ííl ¡ y «0 aiii coa ios ^í;t'j¡Kss 4) y

- ' ;) pocs el Ingeniero lííí-eé'tor Do».. «u-era k por-tsdta úe

ríos grs.v*s íKxñdsMes,: El tiígenlew cu !lí|!;«p tT.-r|¿i|•iVífwi» en eamitio CP« &

iancííco 'Xavíe* tlgy »P. i íRiiíAa «I

.|«fi etico Í5«tt,ri1«;r-át ::.í» fttgtílar , y

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