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BOLET1N DB LA ACADEMIA ARGENTIN'A' . . . ) DE LETRAS· . TOllO' J[J[XVI. -' RO lulio-dic1embre' de 1971 BUENOS AIRES J 9 7 I

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BOLET1N

DB LA

ACADEMIA ARGENTIN'A' . . . )

DE LETRAS·

. TOllO' J[J[XVI. -' RO 141~142

lulio-dic1embre' de 1971

BUENOS AIRES

J 9 7 I

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS Director: FERMÍN ESTRBLLAGÚTIÉRREZ

SUMARIO

DB LA GUARDIA, ALFREDO, Discurs/) en el sepeli/) de don Conrado

Nalé R/)xlo . . • • . . • • • . . • . • • • • . • . . . . . . • . .• . . • • . . . . . . . . • • 259 BRcco, Houelo JORGB, Bibliografía de don Conrado Nalé Roxlo

(1898-1971) ............................... ~ .......... 263 LOUIÍBT, OSVALDO, Discurso en .1 sepelio de don Bernardo A.

HoulSay. . • • • . . . . . . . . . . • • . •• • • . • . . . . • . • • . . . . . • . . • . . . . • 269 BRCCO, HORACI0 JORGE, Bibliografía de don Bernardo A. HOUlSa]

(1887-1971)......................................... 273 DB LA GUARDIA, ALFRBDO, Gustavo Adolfo Bécquer, aulor lealral.. . 277 LOUDRT, 08VALDO, Mis recuerdo. de la Facultad de Filosofía ]

Letras, . ...•.••..•.•...•...••.. '. . . . . . . . . • • . . • . . • • • • • • . 293 VBDlA, LEOSIDAS DE, Paul Valélj'..... ...................... 315 BOUILLY, VIC1:0R, En el archivo d. lo. López. • . • • . . . • . • . • •• . .. 323 DBLLEPIAlIE CÁLCB\IA., CARLOS, V9cabulal'io de la platería Iradi-

cional de Corrienle..................................... 365

Textoa y Documentoa: "

Enmienda. ] adicione. a lo. Diccionario. d. la /leal' Academia Española . ........ ' . ' •...•. : . . .. .' ............. '.. 375

Acuerdoa ..... ' . .. .. . . . .. . .. . . ... . .. . . . . . . .... .. . . .. . .. 39 1

Argentlnl8mos ....... ' , . , ..... , .... , ....... '. . .... '.... 635

Notlolu .' .................... , ....... , ............. ,.. ~S3

Pab/icacione. recibidas • .. , .......... , ........ ' . . . . . . . . . . .. 65¡

(ndie. del 10mfJ XXX VI . ..

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ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS

ACADÉMICOS DE NÚMERO

Presidente: DON LEONIDAS DE VEDlA

Secretario general: DON ALFREDO DE LA GUARDIA

Tesorero: DOII CARMELO M. BOIIET

Don Roberto F. Giusti Don Francisco Luis Bernárdez Pbro. Rodolfo M. Ragucci, S. D. B. Don Ricardo Sáenz-Hayes Don Luis Alfonso Don Jorge Luis Borges Don Fermín Estrella Gutiérrez

Don Manuel Mujica Lainez Don Ángel J. Battistessa Don Atilio Dell'Oro Maíni Don A lfonso de Laferrere Don Jorge Max Rohde Don Eduardo Mallea Don Miguel Angel Cárcano . Don Osvaldo Loudet Don Ricardo E. Molinari Don Carlos Mastronardi

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ACAD~MICOS CORRESPONDIENTES

Don Narciso Alonso Cortés (Espalla) Don Alfonso Dánvila y Burguero (Espalla) Don Américo Castro (Espaúa) Don Alceu de Amoroso Lima (Brasil) Don Luis De Gásperi (Paraguay) Don José Carlos de Macedo Soares (Brasil) Don Antonio de la Torre (República Argentina) Don Marcelo -Bataillon (Francia) Don José María Pemán (Espa11a) Don Aurelio Miró Quesada (Perú) Don Ariosto D. González (Uruguay) Don Elmano Cardirn (Brasil) Don Julio César Chaves (Paraguay) Don Luis -Beltrán Guerrero (VeneZ\lela) Don D. Enrique Moreno -Báez (E.pafia) Don Pedro Gra.es (Venezuela) Don Pedro Laín Entralgo (E'palla) Don Rafael Lape.a (Espalla) Don Francisco Monterde (México) Don Alonso Zamora Vicente (Espaúa) Don Orestes Di LuBo (República Argentina) Don Juan D~aghi Lucero (República Argentina) Don Giácomo Devoto (Italia) Don Roberto García Pinto (República Argentina) Don Carlos Villafuerte (República Argentina) Don Emilio Carilla (República Argentina) Don Roger Caillois (Francia)

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BOLETÍN BE LA

ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS TOllo XXXVI JULIO-DICIEMBRE DE '97'

DISCURSO DE DON ALFREDO DE LA GUARDIA

EN EL SEPELIO DE DON CONRADO NALÉ ROXLO

La Academia Argentina de Letras, a la que tengo el ho­

nor de representar, viene a rendir con estas palabras mías

un tributo de perenne memoria y de muy sincero y pro­

fundo pesar a Conrado Naxé Roxlo, miembro de número

de nuestra Corporación.

La Academia le había llamado a su seno, hace dos años, para ocupar el sillón "Esteban Echeverría", vacante por el

fallecimiento de Rafael Alberto Arrieta, que fue presidente

de esta institución, preclaro poeta y, por grata coincidencia, uno de los amigos predilectos del colega que ahora acaba

de desaparecer. La Academia reconoció en Nalé Roxlo, al incorporarlo a su Cuerpo, sus altos valores intelectuales, de­mostrados en el curso de una labor literaria, que abarca géneros distintos, en todos los cuales se refleja una per­sonalidad definida y fértil, diversa en sus facetas y diríamos que de algún modo aparentemente contradictoria en sus

proyecciones. Poeta, dramaturgo, cuentista, escritor en el más neto y

amplio sentido de las facultades de imaginar y de compo­ner, Conrado Nalé Roxlo compaginaba armoniosamen,te

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.60 DISCURSO BAAL, XXXVI, 1971

-bajo aquella diversidad -las esendas del más puro li· rismo y las ingeniosidades del humorist-a penetrante y bur­lón. Por un impulso espiritual era capaz de remontarse a la esfera de los más aquilatados anhelos, de las ensoña­ciones más sutiles. Y, por sus cualidades de observador, de crítico;. de analista, era muy capaz, también, de reflejar con risueña agudeza las expresiones más evidentes de la realidad, los perfiles grotescos que pueda presentar la vida humana.

Su poesía había surgido del posmodernismo,superado por una bien determinada originalidad. Una gran espon­taneidad y una clarísima nitidez caracterizan su obra lírica, saludada, en su día primero, por Leopoldo Lugones en un ~rtículo laudatorio titulado "Albricias poéticas". El autor de Lunario sentimental percibió en aquellos poemas inicia­

les de Nalé -El grillo (1923)- el concep!o acendrado y

la seguridad de formas de un poeta genuino. Ese poeta

nacía maravillado de los esplendores de la naturaleza y cantaba ingenua y hondamente el milagro de existir:

¿Es este cielo azul de porcelana? ¿Es una copa de oro el espinillo? ¿O es que en mi nueva condición de gdlo Veo todo a lo grillo esta mañana?

Cantaba así un alma luminosa y asombrada, que recreaba

los seres y las cosas del mundo en un nuevo amanecer, un

corazón despierto y generoso, deslumbrado y maravillado por su propio joven latido. Los años, las vicisitudes que

trae consigo el discurrir de la vida, el conocimiento y la

experiencia, el pensar grave y el sentir herido, habrían de

entintar de melancolía aquel lirismo que tenía del cristal

la luz y la transparencia. Una serenidad brotada de pro­

fundas comprensiones tendió una sombra sobre los poemas

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BAAL, XXXVI, 197' DI~CU8S0

que siguieron en las páginas de Claro develo y De otro cielo. La exaltación de la vida culminaba en la aventura y

desembocaba en la muerte. Vino la meditación ante la in­certidumbre y la desventura humanas.

Ya no entiendo tu voz, músico de oro, que fue en mi corazón joya del día, hoy, que es corona de mi frente fría, de aves nocturnas el doliente coro.

No por eso el espíritu de Conrado Nalé había mermado

su acuidad. El humor, latente siempre, alternaba sus fases

de jocosidad y de tristeza, porque ya sabemos que quien lo vive y lo expresa oscilará entre la risa franca y el llanto

oculto. En la segunda manera poética de Nalé, la estrella

y el laurel se unen al naipe y a la calavera.

El humorista iría a solicitar al poeta su vía' :ndependiente.

"El humorismo -dijo una vez- es una esencia universal."

Su pluma ágil e incisiva reproducía los aspectos de irrisión

que descubría en sus indagaciones de lo cotidiano. Ese humorismo era el auténtico, el que despierta la sonrisa,

dicta la enseñanza, vierte un dejo ·de amargura. Con los seudónimos Chamico y Alguien publicó sus cuentos, sus "antologías apócrifas", en las que reprodujo con exacta

caricatura los modos y las modas de los escritores a quienes retrataría por concepción y por estilo. La medicina de re­Gjo, Sumarios policiales, El muerto profesional, Mi pueblo, las inconclusas Memorias, constituyeron capítu!os donde ju­gaba su ingenio, a veces benévolo y sencillo, a veces in­tencionado y tajante. Estas reproducciones burlescas demos­traban su percepción crítica, su facilidad satLrica y también la nostalgia que se escondía tras esa vivacidad, en esa tra­

'Viesa gracia. •

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DISCURSO BAAL, XXXVI, 1971

Una dramaturgia no copiosa, pero sí muy meritoria com­pletó la creación literaria de Conrado Nalé- Roxlo. Con elh reaccionó contra el realismo imperante en el- teatro nacional cuando él abordó el proscenio. Sus obras, desde La co!.a de la sirena hasta Judith y las rosas, pasando por El pacto de Cristina y UntJviud'a difícil están concebidas con poder de fantasía y realizadas con habilidad técnica. La Sirena representó la ilusión y el desengaño; Judith, el simbolismo de la salvación de las torpezas y las hipocresías humana5; Cristina expuso el sacrificio de un amor inmaculado; la jo­ven viuda Isabel, las veleidades y las sinceridades femeni­r:as. En ellas se suceden la imaginación- y la realid(1d, la poesía en su condición depurada y la prosa en que al­ternan el retozo y el donaire, las estilizaciones de la leyenda o de la fábula y los contornos directos de la vida común. Nalé Roxlo supo esbozar el mito y dibujar el personaje viviente, dar libre curso a las alegorías con su lirismo y

representar la existencia cotidiana con su criterio perspicaz. A las comedias mayores agregó piezas má~ ligeras, como El

neblí, El pasado de Elisa, El monigote 4e la pared, siempre ideadas con ingenio brillante, desarrolladas ron destreza y

soltura. Dejó con todas ellas una labor dramática perdu­:lable en la historia del teatro argentino.

La Academia Argentina de Letras pierde un miembro de valor consagrado con la muerte de Conrado Nalé Roxlo. Despido en su nombre, con ánimo conmovido, a este hom­bre singular, de personalidad varia y fecunda, a este poeta de acendradas calidades, cuyo espíritu permanecerá en obras tan diver~as y justamente preciadas. Su nombre vivil:á en la Poesía.

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BIBLIOGRAFÍA DE DON CONRADO NALÉ ROXLO

( 1898-1971)

1. POESíA

El grillo. Buenos Aires, Editorial Babel, 1923, 95 págs. [Segunda edición, con un prólogo de Léopoldo Lugones,

1924; 3·' edición, 1925, 109 p.].

Claro desvelo. Buenos Aires, Editorial Sur, 1937, 92 págs.

El grillo. Claro desvelo. Buenos Aires, Editorial Losada, 1942, 138 págs. (Colección Poetas de ayer y de hoy).

Poesías. (El grillo; Claro desvelo). Buenos Aires, Ramón]. Roggero, editor, 1951, 190 págs.

De otro cielo. Buenos Aires, Ediciones Crucero del Plata, Ramón J. Roggero y Cía., 1952, 116 págs.

Antología poética. Prólogo de Luis Emilio Soto. Buenos Aires, Edi­torial Perrot, 1957, 81 págs. (Colección Nuevo Mundo, nú­mero 10).

El grillo y otros poemas. Prólogo de Roberto F. Giusti. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1963, 76 págs. (Serie del Siglo y Medio, núm~ro 51).

[Contiene: Conrado Nalé Rox1o, por Roberto F. Giusti, págs. 5-13; El grillo (1923); Claro Desvelo (1927) y De otro cielo (1952)].

Poesía completa. Buenos Aires, Editorial Huemul, 1967, 277 págs: [Contiene todos sus libros de poesía].

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HORACIO JORGE BECCO BAAL, XXXVI, 1971

II. TEATRO

La cola de la sirena. Buenos Aires, Editorial Hachette, 1941, 170 págs. (Colección, Biblioteca de bolsillo, número 30).

[Segunda edición, 1944; Tercera edición, 1946]. Una viuda difícil. Buenos Aires, Editorial Poseidón, 1944, 158 págs.

(Colección Pandora). El pacto de Cristina. El cuervo del arca. Buenos Aires, Editorial

Losada, 1945, 126 págs. (Colección Biblioteca Contemporánea, número 171).

]udith y las rosas. Buenos Aires, 1956. La cola de la sirena. U na viuda difícil. El pacto de Cristina. J udith

y tas rosas. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1957, 305 págs.

Teatro breve. El pasado de Elisa. El neblí. El vacío. El reencuentro. Buenos Aires, Editorial Huemul, 1964, 188 págs.

V na viuda difícil. J udith y las rosas. Introducción de Alfredo de la Guardia, Buenos Aires, Editcrial Huemul, 1965, 172 págs. (Colección Clásicos Huemul, número 54).

[Prólogo, págs. 5-22]. La cola de la sirena. El pacto de Cristina. Introducción de Alfredo

de la Guardia. Notas y vocabulario de Juan Carlos Pellegrini. Buenos Aires, Editorial Huemul, 1966. 167 p. (Colección Clásicos Huemul, número 50).

[Prólogo, Poesía y hlt/nor en el teatro de Conrado Nalé Roxlo, págs. 5-22].

Teatro breve. Introducción de Luis de Paola. Notas y vocabulario por Juan Carlos Pellegrini. Buenos Aires, Editorial Huemul, 1969, 167 págs. (Colección Clásicos Huemul, número 85).

[Contiene: Introducción, págs. 5-44; El pasado de Elisa; El neblí; El vacío; El reencuentro].

III. OBRAS VARIAS

Antología apócrifa. Caricaturas de Toño Zalazar. Buenos Aires, Editorial Hachette, 1943. 186 págs.

Steinberg. Todo en líneas. Texto de Conrado Nalé Roxlo. Buenos Aires, Editorial Abril, 1945, sin páginar, iluso

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BAAL, XXXVI, '97' BIBLIOGRUÚ DE DON CONUDO NALE Rono 26&

Antología apócrifa. Segunda edición. Buenos Aires, Emecé Editores, 1952, 232 págs.

[Caricaturas de Toño Zalazar].

Extraño accidente. (novela). Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1960, 114 págs. (Colección Novelistas Latinoamericanos).

Amado Villar. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, Minis­terio de Educación y Justicia, Dirección General de Cultura, 1962, 89 págs. (Biblioteca del Sesquicentenario, Colección Antologías) .

[Estudio preliminar, págs. 7-31; Antología, págs'. 33-89].

La escuela de las hadas. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1963,59 págs. (Colección El molinete rojo).

[Ilustraciones de Haleblian]' [Este cuento fue publicado por primera vez en Buenos

Aires, 1954].

Genio y figura de Alfonsina Storni. Buenos Aires, Editorial Uni­versitaria de Buenos Aires, 1964, 191 págs. (Bibiloteca de América. Colección Genio y Figura, número 4).

[En la segunda edición, 1966, figura en portada como co-autora Mabel Mármol]. •

Las puertas del purgatorio. Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1968, 155 págs. (Colección, Los Libros del Mirasol).

Nueva antología apócrifa. Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1969, 154 págs.

IV. HUMORISMO

Cuentos de Chamico, con dibujos de Lino Palacio. Buenos Aires, Ediciones HalCón, 1941, 188 págs ..

El muerto profesional. Buenos Aires, Editorial Poseidón, 1943. Cuentos de cabecera, por Chamicc. Ilustraciones de Muñiz. Buenos

Aires, Ediciones de "La cuerda 'floja", 1946, 130 págs. (Bi­blioteca del Buen Humor).

La Medicina vista de reoio, con dibujos del autor. Buenos Aires, Editorial Lúmen, 1952, 185 págs.

Mi pueblo, con dibujos del autor. Buenos Aires, Editorial Lúmen, 19)), 189 págs.

El bumor de los humores. Buenos Aires, 1953.

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.66 HORAClO JORGE BECCO BAAJ., XXXVI, 1971

Libro de que;as, por Chamico. Portada de Muñoz. Buenos Aires, Ediciones de "La cuerda floja", 1953, 123 págs. (Biblioteca del Buen Humor).

Sumarios policiales, por Chamico. Buenos Aires, 1955. El ingenioso hidalgo, por Chamico. Presentación por Conrado Nalé

Roxlo. Buenos Aires; Editorial Universitaria de Buenos Ai­res, 1965, 140 págs. (Serie del Siglo y Medio, número 71).

Sumarios policiales, por Charnico. Ilustraciones del autor. Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1971, 199 págs. (Ca­lección Anaquel).

Cuentos de Chamico, con ilustraciones de Lino Palacio. Buenos Ai­res, Compañía General Fabril Editora, 1972, 186 págs. (Ca­lección Anaquel).

V. ANTOLOGíAS

Cuentos y poesías. Edición de Ruth C. Gillespie. New York, Apple­ton-Century-Crofts, 1954, 169· págs.

Antología total. Introducción de Luis de Paola. Buenos Aires, Edi­torial Huemul, 1968, 238 págs. (Colección Oásicos Huemul, número 68).

VI. PRÓLOGOS

ARRIETA, RAFAEL ALBERTO. Le;ano ayer. Prólogo de Conrado Nalé Roxlo. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, Mi­nisterio de Educación y Justicia, Subsecretaría de cultura, 1966, 196 págs. (Serie: Autobiografías, memorias y recuerdos, dirigida por Conrado Nalé Roxlo).

[Prólogo, Rafael Alberto A"ieta, págs. 7-13]

MASTRONARDI, CARLOS. Memorias de un provinciano. Prólogo de Conrado Nalé Roxlo. Buenos Aires, Ediciones Culturales Ar­gentinas, Secretaría de Estado de Cultura, y Educación (Sub­secretaría de Cultura; Dirección General de Difusión Culo tural), 1967, 324 págs. (Serie: Autobiografías, memorias y recuerd9S, dirigida por Conrado Nalé Roxlo).

[Prólogo, Carlos Mastronardi el provinciano universal, págs. 7-10].

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BAAL, XXXVI, '97' B,BLIOGRAFíA DE DON CO'RADO NAL' Rono 267

VII. TRADUCCIONES

Una viuda difícil. Introducción, notas y vocabúlarío de Ruth G. Gillespie y Beth W. Noble. New York, W. Norton and Com­pany, 1953.

La cola de la sirena. Introducción, notas y vocabulario de Ruth G. Gillespie y Beth W. Noble. New York, W. Norton and Company, 1957.

Nota: Puede ampliarse en Lysandro Z. D. Galtier, La traducción literaria (ensayo) CCJn una Antología de poema traducido. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, Ministerio de Educación y Justicia, Subsecretaría de Cultura, 1965, tomo 111, págs. 109-114, donde figuran distintas antologías y traducciones en revistas.

VIII. BIBLIOGRAFICAS

Bibliografía de Comado Nalé Roxlo. (En: Hotacio Jorge Becco, Cuentistas argentinos, págs. 213-214. Buenos Aires, EdicioneS Culturales Argentinas, Ministerio de Educación y Justicia, Dirección General de Cultura, 1961).

Bibliografía de Comado Nalé Roxlo, por Horacio Jorge Becco. (En: César Femández Moreno y Horacio Jorge Becco, Antología lineal de la poesía argentina, págs. 216-218. Madrid, Édi­torial Gredos, 1968. (Biblioteca Románica Hispánica, An­tología Hispánica, número 26) .

HORACIO JORGE BECCO

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DISCURSO DE DON OSVALDO LOUDET EN EL SEPELIO

DE DON BERNARDO A. HOUSSA y (1887 - 1971)

La Academia Argentina de Letras me ha encomendado la

ingrata tarea de despedir los restos del profesor Houssay.

El eminente científico ocupaba el sitial bautizado con el

nombre de Francisco Javier Muñiz y fue el sucesor de

Angel Gallardo. Un sabio sustituyó a otro sabio. Los dos

no fueron hombres de letras. Fueron hombres de ciencia,

pero la ciencia tiene sus letras, porque la expresión clara,

sobria, precisa de las ideas científicas, constituye un estilo

literario propio e independiente "Una memoria de Fisio­logía bien escrita -decía Claudio Bernard- es equivalente

a una tragedia clásica en cinco actos".

Houssay fue desde su juventud ún espíritu aguijoneado por la curiosidad de conocer la génesis de los fenómenos naturales, explicar sus relaciones, sorprender su determi­

nismo y descubrir sus leyes. Desde ese momento se inicia el diálogo interminable entre su alma de investigador y la Natura:leza. Diálogo dramático que tiene la virtud del

silencio y la soledad, porque sólo en el silencio y la so­ledad se escuchan las voces de las ideas y se siente la dulzura de las emociones intelectuales. Diálogo sin pala­bras inútiles porque la germinación del pensamiento se

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.70 Dlscvaso BAAL, XXXVI, 197'

hace sin ninguna resonancia. Diálogo de las sombras y

de las luces porque se. apagan muchas hipótesis y se en­cienden otras, nacen nuevas teorías y mueren las antiguas. Diálogo siempre inconcluso porque la respuesta de una verdad es el comienzo de una nueva pregunta. Diálogo que conduce a la desesperación cuando las pausas son prolon­gadas y -las respuestas lentas e indefinidas. Diálogo que se transforma en un monólogo tremendo cuando la Natu­raleza se calla, se oculta o huye y se escapa a nuestros re­querimientos y a nuestras exigencias.

Todas estas peripecias del investigador las ha exper;men­tado Houssay en sus indagaciones, pero la Naturale?~ ha premiado su amor y su fe y muchas veces se ha entr~gad()

a él para mostrarle alguna de sus verdades y algunas de sus bellezas "Para llegar a generalizaciones verdaderamente fecundas y luminosas --escribía el padre de la medicina

experimental- es necesario haber removido en d hospi­

tal, en el anfiteatro o en el laboratorio el terreno inanimado

o palpitante de la vida. La verdadera ciencia. Pllede ser comparada a una meseta Horida y deliciosa, a la cual no

se puede llegar sino despues de haber ascendido por es­

carpadas pendientes y haberse arañado a través de las rocas y de las malezas". Houssay llegó a esa meseta florida y

nada le importaron J()S arañazos y las heridas sufridas en

el camino ...

Además del placer intelectual y científico ha sentido la satisfacción moral propia de los espíritus superiores. Le

ha dicho a sus discípulos: "La investigación es un deber

social, una de las mejores maneras de hacer adelantar su

país y la humanidad entera. La investigación científica pura

es la madre de la investigación aplicada a la tecnclogía, a

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8AAL, XXXVI, '97' DISCURSO '7 '

la sanidad y a la producción. Cuando se sec:m las fu<:ntt:~

de este manantial pronto se estacionan, languidecen y mue­ren, las ciencias aplicadas y las industrias' técnicas. Todo instituto de investigaci6n es una expresión de fé, y de es­peranza en el futuro de la civilizaci6n".

No creáis, ni por un momento, que este señor del labo­ratorio estuvo totalmente satisfecho de sus hallazgos y des­cubrimientos. Ningún sabio verdadero cree haber' llegado a una meta definitiva. Él sabía que el amor Inquisitivo por la Naturaleza se renueva siempre y el diálogu no termina nunca. Más allá del mundo sensible existe un mundo in­visible, inviolado e impenetrable. Por eso convivían en él, el sabio subyugado por el mundo circundante y el hombre moral angustiado por el misterio. Podía decir coml,l Rcnán: "Tengo una naturaleza doble; una parte de mí mismo SOI1-

ríe, mientras la otra llora". En efecto, se sonríe y se ilu­minan los ojos antel:lna verdad descubierta y se humedcc~n ante el misterio inaccesible.

Lo que más admiramos en este hombre no es el premio Nobel, no es un descubrimiento. Es la perseverancia. el esfuerzo, el trabajo para llegar' a formar una Escuela y en ella discípulos para seguir con la' antorcha simbólica. Sea loado nuestro país que ha tenido para sus hij,)s dos premios Nobel: el de la Medicina y el de la Paz, Houssay y Saavedra Lamas, que representan la vocación de nuestra patria l'0r la ciencia generosa y la paz fecun,ta. Última­mente el Premio Nobel de Química ha sido oturgado a otro hombre de ciencia argentino: el doctor Luis F. Le­loir.

Nos enorgullece el pensar que el nombre de Houss:ly fi­gura para siempre entre los auténticoshombl'es de ciencia que honran la humllnidad.

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BIBLIOGRAFÍA DEL DOCTOR BERNARDO A. HOUSSA y

1. ENSAYOS y DISCURSOS

La enseñanza de la Medicina. Extracto de La Prensa Médica Ar­gentina. Buenos Aires, Editorial Buffarini, 1934, 34 págs.

Discurso. Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacio­nal, 1934, 16 págs_

Juan B. Señorans. Iniciador de la Medicina Experimental en la Re­pública Argentina. Buenos Aires, Academia Nacional de Me­dicina, Impr. Coni, 1937, 112 págs.

Concepto de la Universidad como alma, como cuerpo, como téc­nica, y como organización. Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1939, 17 págs.

Angel Gallardo y el porvenir. de las cien~ias en la Argentina. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1939, 28 págs. Dis­curso de incorporación a la Academia Argentina de Letras, pronunciado el 17 de agosto de 1939 y recogido en el .Bo­letín de la Academia Argentina de Letras, ·Buenos Aires, tomo VII, págs. 317-343; incluye el discurso de Monseñor Gustavo J. Franceschi en la recepción de don Bernardo A. Houssay; también ambas piezas 'en Academia Argentina de Letras, Discursos Académicos: tomo 11, Discursos de recep·· ción (1938-1944), Buenos Aires, 1945, págs. 177-213.

Escritos y discursos. Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1942, 575 págs. (Retrato del autor por Jorge Beristayn).

[Ccnticne cincuenta y un tmbajos sobre temas generaleo;, homb:cs de ciencia, actos académicos, las ciencias en la

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BAA.L, XXX,VI, '97'

Argentina, etc. Buena parte de este material tiene edición por separado, con indicación en el libro].

El bombre de ciencia. Búenos Aires, Academia Krgentina de Letras, 1943, 9 págs.

[Separata del Boletín de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, tomo XII, págs. 143-149, 1943].

Al ser recibido en la Academia Brasilera de Letras. (Discurso). (En: Boletín de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, tomo XI, págs. 483-485, 1943).

La investigación científica. Buenos Aires, Editorial Columba, 1955, 48 págs. (Colección Esquemas, número 22).

[Segunda edición, en 1960].

Obstáculos y estímulos a la investigación científica. (En: Anales del Instituto Popular de Conferencias, Buenos Aires, tomo XXXIX, págs. 147-155, 1958).

Obstáculos y estímulo a la investigación científica. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 1958, 24 p.

[Separata del Boletín de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, tomo XXIII, págs. 571-590, 1958].

II. BIBLIOGRAFfA

Lista de títulos y t,aba;os del Prof. Dr. Bernardo A. Houssay. Para presentar su candidatura, a la Academia de Medicina de Bue­nos Aires en 1927. Buenos Aires, "La Semana Médica", Im­prenta de Emilio Spinelli, 1927, 52 págs.

[Se enumeran los trabajos científicos y profesionales hasta esa fecha].

Libro Jubilar de! profesor Dr. Bernardo A. Houssay, 1910-1934. (En: Revista de la Sociedad Argentina de Biología y de su filial la Scdedad de Biología de Rosario, volumen X. (Bue­nos Aires, Imprenta Amorrortu), 1935, 583 págs.).

[Detallada lista de sus trabajos publicados, en págs. 15-61].

CIeeo, JUAN. Traba;os publicados. (En: Abel Sánchez Díaz, Ber­nardo A. Houssay, págs. 45-121. Buenos Aires, Ediciones Cultw;alcs Argentinas, Ministerio de Educación, Dirección General de Cultura, 1962, 123 págs. (Colección Biblioteca del Sesquicentenario; serie Argentinos en las Cienci¡ls)

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B.\AL, XXXVI, '9i' BIBLlOGn..-iA DEL Da. BEaNARDo A. HoussAY '75

[Notas, comentaries y referencias bio.bibliográficas, por Juan Cicco, donde se incluyen estas divisiones: Trabajos' pu· blicados, págs. 45·101, con varias clasificaci9nes; trabajos clí­nicos y terapéutices, págs, 105-108; biografías de hombres de ciencia, págs. 109-112; enseñanza, investigación y papel de la ciencia, págs. 113-121. Comprende aproximadamente mil citas y cs el trabajo más completo realizado a la fecha].

III. LABOR CIENTfFICA

Neta: Queremos advertir que las numerosas publicaciones reali­zadas per el Dr, Bernardo A, Houssay, han sido agrupadas expro­fesamente en la sección anterier y no se reseñaron por considerarlas al margen de las humanidades y de esta bibliografía ajustada al Boletín de la Academia Argentina de Letras, como lo hemos señalado en otros casos similares.

HORACIO JORGE BECCO

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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUEH, A UTOH TEATHAL

La primera vocaClon de Gustavo Adolfo I3~cquer pare­cería haber sido el teatro. El inconcluso, frustrado y per­dido drama Los Con;urados, esbozo intentado por él y Nar­

ciso Campillo cuando eran dos niños de diez 11 once años podría ser un indicio de aquella afición inicial. Pero :10

fue otra cosa sino un deseo de imitar las obras de les dra­

maturgos románticos, aplaudidas en los decenios del 30 al 50 del siglo paslí.do. Trasladados de Sevilla a Madrid,

ya en época de la primera juventud, el derrotero de ambos amigos tomó otro rumbo: el periodismo, azaroso medio de vida en aquella época; entre las tareas que cupieron a Bécquer en El Porvenir, diario de reCiente fund:lción, es­tuvkron las crónicas teatrales. La, frecuentacIón de Jos eS­

cenarios sugirió, acaso, al joven poeta la idea de escrihir piezas dramáticas, entendiendo que podrían ser una fuente de recursos pecuniarios, tan necesitados por él y sus com­pañeros. Surgió, así, la iniciativa de adaptar al proscenio Nuestra Señora de París, con el título EsmetOafcTa, compues­ta por Bécquer, Luis García Luna y Julio Non~bela, según contó éste en su libro Impresiones y recuerdos. La versión de la novela de Rugo no llegó a ser representada o Sin em­bargo, fue evidente el convencimiento de lastres camara-

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ALFREDO DE LA GUARDIA BAAL, XXXVI, '97'

das de que el teatro podía proporcionarles un cómodo me­dio de vida. El mismo Nombela evocó en otra página de sus Memorias las tareas encomendadas '-por el empresario Francisco Salas a Gustavo Adolfo para que arreglase a la escena española "algunas operetas alemanas y francesas", en­tre "otras el Pidelio de Beethoven y el Pra Diavolo de Au­ber, que alcanzaron gran éxito".1 ¿Por esa vía llegó Béc­quer a traducir el Clavijo de Goethe? Cosa que no pudo ser dilucidada. Lo cierto es que Garcia Luna y el autor de las Rimas se entregaron a un trabajo escénico más llano: com­poner zarzuelas .. labor no desdorosa, ciertamente, pues es­cribían a la sazón, libretos de este género Ventura de la.

Vega y Camprodón, entre otros escritores de nota.

* * *

En 1856 hacia dos años que Gustavo Adolfo Bécquer

residía en Madrid, en plena pobreza. Habíanse disipado ya las ilusiones· de Sevilla, la posibilidad de que el libro de

versos compuesto por él, Campillo y Nombela les propor­

cionase los doscientos setenta mil reales soñados. No pare­dá fácil el acceso a las redacciones de periódicos y revistas,

y cada vez se presentaba con mayor urgencia la necesidad

material de vivir. Entre los amigos del poeta figuraba --co­

mo queda anotado-- Luis Garcia Luna, sevillano también;

nacido en 1834, deseoso de abrirse camino en el periodismo y -¿por qué no?- en el teatro. Fue, sin duda, este pai­

sano quien propuso a Bécquer iniciar una colaboración des-

1 Impresiones y recuerdos, de J. Nombela, t. 111, p. 374. Madrid, Progreso 'Literario, 1909-1911. Ver Boletín de la Academia Argen­tina de Letras. n. 137-138, 1970.

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BAAL, XXXVI, '97' GuS1'AVO Anono B';cQu •• , AUTOR TEATRAL '79

tinado a los escenarios matritenses. Así vino a surgir la primera obra dramática del futuro autor de las Rimas, que, por el carácter risueño de su camarada, resultó una pieza cómiea. García Luna respondía más que su compañero a

la festiva idiosincrasia andaluza, aun cuando gustara, asimis­mo, de evocar el pasado, escribir sobre las tradiciones y la historia, imaginar fábulas y realizar estudios ar9ueoló­gicos. Años después de su inicial colaboración con !3écquer, Luis García Luna publicó Una virgen y un demente, no­

vela legendaria; La estrella de Nazareth, relato místico; y dejó dos trabajos de orden artístico: El Monasterio de Pie­¿ro y Nuestra Señora de Atocha. Obras teatrales suyas fue­ron Un milagro del misterio, El olmo y la vid y Por un pa­raguas, esta última zarzuela jocosa. García Luna falleció,

también, muy joven, en 1867, tres años antes que Gustavo Adolfo.

Aceptado el proyecto 'de componer una obrita escénica

de género cómico, Bécquer pensó, probablemente, que no le convenía firmarla con su nombre, siendo, como era, un lector entusiasta de Horacio y de Zorrilla, autor de una oda a Quintana y de ctros versos, como 'los guardados en el 'Cofre de Campillo. Hasta 1859 no publicaría la primera de sus Rimas, pero tenía ya la conciencia, sin duda, de que era, genuinamente, un poeta. Fue él, con seguridad, quien resolvió estampar en el manuscrito de La novia y el pan­talón el seudónimo Adolfo Garda, formado con su segundo nombre de pila y con el primer apellido ¿e su colabora­dor? Era el mejor disfraz. La novia y el panltalón es pro­ducto de dos jóvenes -Bécquer, ve:nte años; LUD1, vein-

2 Gustavo Adolfo Bécquer, Teatro, edición y estudio pG~ Ju~n A. Tamayo, Madrid, 1949,

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.80 ALFREDO DE LA GUARDIA BAAL, XXXVI, '971

tidós- deseosos de ganarse unas pesetas- tan nec~sarias en su angustiosa situación económíca- y sin ninguna pre­

sunción de dramaturgos. Su asunto es 'sencillo y casi pue­ril. Alfredo, pintor en cierne, espera en calzoncillos, que su novia Enriqueta le traiga el único pantalón de su indi­gente vestuario, arreglado y limpio; mas como no llega se endosa· el de su amigo Roberto, flamante poeta, mientras

éste duerme en su bohardilla, recién llegado de un viaje_ Ya en disposición de salir a la calle, se aleja con Luisa. novia del viajero, que viene a consultarle sobre la fabrica­ción de un marco para un óleo. Despierto, Roberto cree

en la traición amorosa de aquellos dos y ·romo en ese mo­mento entra Enriqueta con el requerido pantalón, se lo

pone a fin de perseguir a los presuntos fugitivos. En tanto. aparece el padre de Enriqueta dispuesto a desafiar al se­

ductor de su hija. Con el regreso de Luisa y Alfredo, se

aclara todo y las parejas se unirán con la bendición del

viejo, ya calmado en sus furores de duelista. La obra es un cuadrito alegre de la bohemia. Su ámbito, un zaquiza­

mí; sus personajes centrales un pintor y un poeta pobres y

apasionados con sus respectivas enamoradas. Todo esto re­

cuerda las Scenes de la vie de boheme, publicada por Heriri Murger en 1848. Aquí todo es breve, rápido y vivaz. Las

escenas se suceden con ligereza y donaire y es constante

la animación y la desenvoltura que disimulan lo ingenuo

de la fábula, la simplicidad de la intriga. Adolfo García está

lejos de ser un dramaturgo romántico, si bien un Martfnez

de la Rosa, un Garda Gutiérrez, un Hartzenbusch compu­

sieron comedias de costumbres, de magia y zarzuelas. Fí­

jase, no en los dramas violentos de· aquella escuela, sino

en el género cómico desarrollado desde Ramón de la Cruz

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BAAL, XXXVI, 1971 GUSTAVO ADOLFO B';;CQUER, AUTOR TEATRAL :Hh

y Moratín. Mas, aún con su lozanía y su gracia, La núvia y el pantalón es labor de unos muchachos veinteañeros. El

diálogo está compuesto por romances y redondillas. La plu­

ma de Bécquer se anuncia en versos como estos: "Lauros

de la juventud / que antes d~ tocar las frentes / los mar­

chitan inclementes / la envidia o la ingratitud". Y también:

"En el oro brillador / tan sólo ves la valía· .. / Pu~s qué, ¿no se premia hoy día / la gloria de un escritor?" 3

Gustavo Adolfo Bécquer y Luis García Luna estrena­

ren, tiempo después -2 de marzo de 1859- otra pieza

en un acto, calificada de zarzuela, pues el libro llevaba co­

mentarios musicales del maestro Antonio Gordón, titula­

da Las distracciones. El asunto no era original; derivaba de

un vaudeville francés, cuyo protagonista era un desmemo­

riado, incurso en continuas equivocaciones. El personaje

central de la obrita de Adolfo García, olvidado hasta de

su casamiento, confunde a un viejo amigo, cazador como

él, con un joven tenorio, galanteador de su esposa; entre­

ga a ésta el dinero con que desea sobornar a la criada, para

que disimule sus avances amorosos, y se enreda en otros

errores semejantes. El efecto risible se reitera con excesiva

insistencia y se sucede sin mucho ingenio. El diálogo, esta

vez en prosa, alterna con varios cantables, en cuyos versos no se advierte la vena becqueriana. Todo parece allí con­

fiado a la vis cómica del lictor Vicente Caltañazor, muy popular entonces, para quíen fue compuesta la breve zar­zuela, 'que se aplaudió, sin duda· por virtud de sus dotes

festivas. No logró ese comediante el mismo éxito con la siguiente

pieza, Tal para cual, también en un acto y con partitura

, Ese. VI.

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ALFREDO DE LA GUARDI.\ BAAL, XXXVI, 1971

de Lázaro Núñez-Rcbres, que los autores dieron a la esce­na un año y medio después -5 de octubre de 1860-. ¿Por qué el fracaso? La obra, de tema poco o;iginal ciertamente, está escrita con agilidad y donaire, en un verso cuidado, airoso, variado, que se desarrolla en romances, cuartetas, quintillas y seguidillas. El tema --época del setecientos­era, demasiado conocido: los sirvientes que se disfrazan de señores para correr aventuras sentimentales. Andrés, el la­

cayo, se endosa el traje y la capa de caballero de Alcántara, de su propio amo, Don Juan de Saavedra, para hacer la conquista de Juana, vestida, a su vez, con las galas de su señora, Doña Leonor de Guzmán. El travestí da lugar a

las ccnfusiones imaginables, puesto que ambos nobles se

aman y sus celos se despiertan al caer en los consabidos equí­vocos, hasta que se descubre el engaño. Ya fue utilizado

este recurso escénico en algunos comedias del siglo XVII,

como El amo criado, de Francisco de Rojas Zorrilla, a la

que siguieron otras producciones del género, entre ellas

el sainete de Ramón de la Cruz, La pradera de San Isidro,

en el XVIII. Por 10 demás, no olvidemos a Moliere y a

Marivaux en Las preciosas ridículas y en El ;uego del amor

y del azar. Pero la repetición de esta fábula está hecha con

gallardía y recuerdos del clasicismo español, especialmente

de Calderón de la Barca, a quien se nombra y se glosa.

Esa evocación tradicional se advierte, no sólo en el tono

del diálogo, sino en algunas frases muy significativas, como

por ejemplo, llamar a los pájaros "arpas de plumas". Para

Quevedo el ave es "lira de pluma volante"; para Góngora,

"cítara de plumas"; para Soto de Rojas, "clarín plumoso".

Estrofas distintas permiten esa recordación del Siglo de

Oro: "Como sigue el imán al acero, / como siguen las

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8AAL, XXXVI, 1971 GUSTAVO ADOU'O BicQUEB, AUTOR TEo\'fRAL :383

fleres al sol, / permitid, piedra y astro, que os siga / un amante de acero y en flor". Luego: "y pues con esto acre­dito / mi inocencia y buen deseo, / y es mi Leonor según

veo / una Leonor que es un mito, / sacamos en conclu­

sión, / don Juan, que a poco te estrellas / porque no sigues las huellas / del ilustre Calderón". 4 Y otras gentilezas lí­ricas: "Si mentís ... de mis ojos / líquido aljófar / .lloverá ardiente, envidia / dando a la aurora. / Nada os impor­

te, / si es Endimión con plumas / quien lo recoge." Aquí,

en el aire pleno de donosura de la seguidilla. En esta bella y pulcra versificación están incluidos los cantables, muy le­

jos de la vulgaridad propia del género de la zarzuela. Cosa

curiosa: .el dúo entre Leonor y Juan, en que se reprochan y se aman, en que se despiden con desdén y se retienen

con celos y afanes, preanuncia el famoso de. La Revoltosa entre la protagonista y Pepe: "Adiós, y en tu vida / te acuerdes de mí: / si tú no me quieres / tampoco yo ,a

ti / '" Se marcha la pérfida, / se marcha / i ay de mí! / No puedo sin lágrimas / mirarla partir".5 Hay en el diálogo sus puntos de crítica social: "y si en punto a caballeros, I olvidado es de sabido, / que hay más de un grande vesti­do / que fuera un enano en cueros". No se comprende, pues, por qué fracasó esta obrita galana, a la cual perjudicó, tal vez, una música ramplona y deficiente. El estro de Béc­quer, aun cuando no coincidente con el de las Rimas, en­noblece este "juguete lírico", según lo denominan los au­

tores,' en la dedicatoria a Caltañazor.

• Ese. II y última. 5 Ese. IX.

* * *

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ALFREDO DE LA GUAnDIA HAAL, XXXVI, 1971

Bécquer y García Luna habían dado a la imprenta ( 1859), por no poder darla al escenarig una zarzuela de mayor vuelo que las anteriores, La venta encantada -par­titura de Antonio Reparaz-, inspirada por los capítulos XXVII y XXXI de la primera parte de Don Qui;ote. La novela de Cervantes había proporcionado casi desde su apa­rición tema para otras obras, cuyo protagonista era el mis­mo Caballero de la Triste Figura, empezando, naturalmen­te, por la de Avellaneda, siguiendo en la propia España por las piezas de Guillén de Castro y Mato Fragoso; los

trabajos de Trigueros, Anzarena, Siñériz, en el curso de los siglos XVII y XVIII. En Inglaterra se representó una

comedia de Fletcher y Shakespeare, titulada History of Cardenio, incluida en la edición de 1653. En Italia tuvo

repercusión la gran aventura del heroico Manchego, en el poema de Meli como en la ópera de Paisiello y en tantas

más composiciones, y lo mismo cabría anotar en cuanto a

la influencia ejercida en otros países y que se extiende has­

ta nuestros días. La relación sería casi interriünable. Los autores de La venta encantada la dedicaron, en su edición,

a Ventura de la Vega, quien había escrito y estrenado en

1832 el drama Don Qui;ote en Sierra Morena y, según pa­

r~ce, proponíase convertirlo en una zarzuela con riesgo

para la de Bécquer y Luna. Efectivamente la obra del au­

tor de Un hombre de mundo subió a escena en 1861 y

la de aquellos jóvenes poetas sólo apareció en el proscenio

el año 71, póstumamente, pues ambos habían fallecido. La venta encantada desarrolla fragmentariamente en sus tres

actos el eeisodio de los amores de Cardenio y Lucinda, y de Fe.rnando y Dorotea, a quienes don Quijote encuen­

tra durante su penitencia en Sierra Morena, y -después

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BAAL, XXXVI, 1971 GUSTAVO ADOLFO B'¡CQUER, AUTOR TEATRAL ,85

en el mesón supuestamente tomado como castillo por el

bueno de Quijada. Éste es, en realidad, un personaje se­cundario, pues sólo en la primera jornada dialoga con San­cho Panza, en alguna extensión, pidiéndole cuentas de su

mensaje a Dulcinea del Toboso. Los cuatro amantes son

las figuras centrales de la zarzuela -los cantantes-, pri­

mero discordes, puesto que Fernando ha desdeñado a Do­

rotea y raptado a Lucinda, y luego conciliados al renun­ciar aquél -consumado su duelo con Cardenio-, a un

violento amor y aceptando nuevamente su unión con la hasta entonces infeliz enamorada. Sancho, como tipo có­

mico tiene, asimismo, intervención decidida en el conflicto, con sus refranes y sus pavores. Cuando su amo le moteja

de cobarde, el escudero responde: "Yo por mi gusto / un

Roldán fuera; / mas quien nació para ochavo, / en la vida a cuarto llega"; y también: "Si charlo, soy hombre muer~

too .. / Tomo mi partido y callo, / que a quien calla no le ahorcan, / y al buen callar llaman Sancho". Don Qui­jote se define en el acto inicial con un parlamento fogoso en que imagina el palacio de la dueña de sus pensamientos: "¿No oíste el ronco hervir con que sus fosos / llena un río en gigante catarata? / ¿La trompa no escuchaste que en sus muros / bramar hizo un enano a tu llegada? / Cuan­do ya en los salones penetraste, / en que la muchedumbre cortesana, / océano de luz, de oro y de perlas, / se agita en brilladoras oleadas, / ¿admirados curiosos no decían, / volviendo el rostro adonde tú pasabas: / Ese es Sancho· .. ese es Sancho. .. el escudero / del sin par Don Quijote de la Mancha?" También evoca a la muy altísima Señora: .. ¿Qué hacía? Tal vez era / la hora de dejar la pluma

blanda, / y puesta, ante el espejo, su hermosura, / causa

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ALFREDO DE LA. GUARDIA. UAAL, XXX.VI, '97'

de tantos males, contemplaba. / Plumas, oro, diamantes le ofrecían / cien doncellas, en torno arrodHladas, / queman­do mirra y perfumado áloe / en anchas copas de coral y

plata. / O tal vez, melancólica y amante, / con oro y perlas la celeste banda, / que había de ceñirme en un torneo, / con sus manos bellísimas bordaba?"

No solamente las partes habladas del libro tienen una grata e iluminada versificación, sino los mismos cantables están en ésta cuidados por Bécquer, indudablemente el au­tor principal de la obra en cuanto a la forma. En el ter­ceto Cardenio-Lucinda-Fernando del acto segundo, se an­ticipan la estrofa, el metro, el ritmo de la rima lII, en la edición de 1871. En el cantable se dice: "Que al polvo humilles quiero / tu frente en mi presencia, / y escuches tu conciencia, / temblando de pavor. / Sí, quiero antes de herirte / mirar con pecho helado, / que mueres conde­nado / como he vivido yo. / -Perdónale, perdónale; / su juez sea su conciencia: / contén en mi presencia, / Car­denio, tu furor. / Detente, y pues yo misma, / depuesto el justo encono, / su crimen le perdono, / perdónale cual yo." 6 La citada rima dice, por ejemplo: "Actividad ner­

viosa / Que no halla en qué emplearse: / Sin riendas que le guíe / Caballo volador; / Locura que el espíritu / Exa1-la y enardece; / Embriaguez divina / Del genio creador. /

... Atmósfera en que giran / Con orden las ideas / Cual átomos que agrupan / Recóndita atracción: / Raudal en cuyas ondas / Su sed la fiebre apaga; / Oásis que al es­píritu / Devuelve su vigor" . La inspiración de Bécquer está, en efecto, presente en toda la obra, escrita en una fecha en que ya el p~ta empieza a publicar sus versos. He

6 Aeto 11, ese. VIII.

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BAAL, XXXVI, 1971 GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, AUTOR HATRAL 287

aquí una rima característica: "¿Ves esa luna que se eleva tímida?.I Blanca es su luz; / pero aún más blanca que sus rayos trémulos / blanca eres tú". Y esta exclamación, tam­bién en la primera jornada: "Lanzad, oh nubes, lanzad un

rayo / que ponga término a mi dolor". Y este acento me­lancólico, tan becqueriano: "Desengaños de amistad / y

desengaños de amor. / Pues ambas cosas soñaba / y hallé al despertar un día, / que la amistad me vendía / y que el

amor me engañaba. / De entonces de luto lleno / paso la

vida, olvidado / de un mundo que me ha lanzado / tan sin piedad de su seno". Toda la versificación es muy va­riada: .romances en diversas asonancias y redondillas, y los

metros oscilan entre el endecasílabo y el octosílabo. Traba­

jo de evidente devoción cervantina, no logra, sin embargo, recoger, aun en su forzoso resumen, las esencias más puras

del libro inmortal.

No era de mayor originalidad La Cruz del Valle, última obra escrita por Adolfo Garda, estrenada el 22 de octubre de 1860, y basada en un viejo melodrama de Jean B. Hap­dé, La téte de brome ou Le deserteur hongrois, que había sido ya vertida a la escena española. Bécquer y Luna si­

guieron la senda fácil de las adaptaciones y los arreglos,

sin forzar la imaginación. Pero si bien su labor fue cómoda y peco atractiva, supieron proporcionar a su colaborador musical -el maestro Reparaz otra vez- una serie de si­tuaciones propias para el comentario lírico. La partitura logró un buen éxito para la nueva zarzuela. Su asunto era trillado. Un príncipe alemán -la acción pasa en Presbur­go- quiere casarse con la Condesa Adelaida, secreta es­posa del caballero Federico, a quien retiene prisionero. Fu­cado éste de la prisión, se reune con Adelaida, huyen am-

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bos, los acosan y cuan¿o los encuentran y Federico está a_ punto de ser fusilado, el Príncipe se entera de que el per­seguido es un hijo natural suyo, rap(ádo y oculto por ra­zones de Estado. La revelación dará fin dichoso al con­flicto. La versificación de La Cruz del Valle no tiene la ga­lanura registrada en la zarzuela anterior. El lirismo de Béc­quer -aparece apenas, esporádicamente, en el libro: "Espí­ritu inmenso que cruzas las nubes / en alas del rayo, del trueno al fragor, / escucha piadoso mi humilde plegaria, / protege, Dios mío, protege su amor". Y acaso en el soli­loquio de uno de los personajes: "Judas, apóstol traidor, / en su avaricia insensata, / por treinta piezas de plata / pu­

so en venta a su Señor. / Dicen que hoy somos mejores / cien libracos embusteros; / ¡hoy! que por treinta dine­ros./ se encuentran treinta traidores".7 Pese a la cacofonía

de este último verso, puede pensarse que es fruto del pe~ simismo y escepticismo del autor de las Rimas. Hay un

curioso "lenguaje de las flores" en el primer acto: "La ca­

melia / es la hermosura, / el clavel es el afán, / la vio­leta es la ternura / y el orgullo el tulipán. / Son los mir­

tos / la armonía, / los laureles el valor, / y en sus him­

nos de alegría / es un verso cada flor". Rara coincidencia

con la escena de la segunda jornada de La comedia del amor, de Ibsen, en que se compara el amor a las flores:

la rosa, la anémona, la camelia, etc.; y con el pasaje de

DoñlJ Rosita, de García Lorca: "Soy tímida, la violeta. /

Soy fría, la rosa blanca. / Dice el jazmín: seré fiel; / y

el clavel: ¡Apasionada! / El jacinto es la amargura; / el

dolor, la pasionaria; / El jaramago, el desprecio; / y los

lirios, la. esperanza". No obstante ~l éxito lisonjero, debido

7 Acto 11, esc. 111.

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BAAL, XXXVI, 1971 GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, AUTOR TEATRAL 289

a la música de Reparaz, Béequer y García Luna no volvie­ron a escribir más obras teatrales.

* * *

El autor de las Leyendas trabó fraterna amistad con Ra­

món Rodríguez Correa -quien había de reunir sus poe­sías . en edición póstuma -y con él compuso dos. obras

más: El nuevo Fígaro y Clara de Rosemberg. Tampoco en ~sta colaboración debía brillar la inventiva. La primera de

estas piezas es adaptación de una opereta bufa italiana del maestro Ricci, cuyo texto recuerda pálidamente al Barbero

de Sevilla de Beaumarchais. También el rapabarbas de esta pieza urde cierta intriga para favorecer los amores y la

boda de una pareja de jóvenes; pero la trama es torpe y

confusa, el ingenio casi nulo y los personajes sin relieve.

Para convertir los dos actos de la opereta en tres jorna~

das, los libretistas extendieron con poca fortuna el texto, cuya versificación, vulgarísima, es inferior a la de las zar­zuelas anteriores. Ni por el fondo -la acción pasa en Por­tugal- ni por las formas escénicas, El nuevo Fígaro tiene carácter español. Está fuera del género que había cultivado Adolfo García, ya desviado en La Cruz del Valle. Sola­mente, la música pudo salvar esta obra, estrenada el 20 de setiembre de 1862, cuyo único propósito fue, sin duda, el de aportar algún dinero a sus adaptadores. No otra era la tinalidad de Clara de Rosemberg, última producción de Adolfo Rodríguez. En una carta a sus suegros, Bécquer dice "importarle un rábano" los juicios de la prensa acerca de la obra. "Lo que es menester es que vaya la gente, y

hasta ahora no falta". 8 L~mentab1e confesión del poeta

• GERARDO DIEGO, en La Nación, mayo de 1942.

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29° Al,FREnO DE LA. GUA.RDIA. BAAL, XXXVI, 197'

de las Rimas. Para esta pieza, Bécquer y Correa habían adaptado otra ópera del maestro Ricci, con libreto de Pie­tro Generali, basada a su vez en u~ viejo melodrama de aquel título. Su absurda intriga fue simplificada por los escritores españoles. Clara es acusada de haber dado muerte a un niño, hijo de su amante, pero quien ha cometido el

asesínato es un malvado que se hace pasar por su padre, pues ella es hija de unos príncipes, casados en secreto. Tras diversas peripecias, enredadas sin ingeniosidad, resplandece la inocencia y la felicidad de la protagonista. .. Ante est~ nueva labor repitamos la frase: pane lucrando. Ya había expresado Bécquer su decepción de la poesía: "Voy con­

tra mi interés al confesarlo; / Pero yo, amada mía, / Pien­so, cual tú, que una oda sólo es buena / De un billete de banco al dorso escrita" (Rima XXVI).

Sin embargo, Gustavo Adolfo Bécquer pensó en el tea­tro como un arte de mayor categoría intelectual. Cuando

falleció hallóse entre sus papeles el proyecto de una serie de obras dramáticas de más alta jerarquía que la zarzuela.

Rodríguez Correa y otros escritores han detallado aquel

plan. dando los títulos siguientes: Los hermanos del do­lor, El ridículo, dramas; El cuarto poder, El duelo, come­

dias; Marta, ¡Humo!, poemas dramáticos. El poeta conside­

raba, pues, que dejando de lado el género lírico, podía com­

poner piezas que no requiriesen ya ocultarse bajo el seu­

dónimo. Algunos de esos títulos sugieren temas de actua­

lidad, de costumbres; otros se inclinarían, al parecer, a

una imaginación más libre. En el volumen donde fueron

publicadas las Rimas figura un esbozo escénico, titulado

Un drama, con la anotación: "Hojas arrancadas de un li.

bro de memorias" y con un epígrafe tomado de Calderó~:

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BAAL. XXXVI, 1971 GUSTA"O Aoou'o 8ÉCQUER, A,liTOR TEATRAL

"El mayor monstruo, los celos". El bosquejo consta de seis

escenas, donde se resume la obra. La acción transcurre en Venecia, en una época imprecisa aun cuando se supone la

romántica. Su protagonista, Rafael, debe expatriarse a con­

secuencia de un duelo en que ha herido mortalmente al parecer, a su adversario, y ant~ de partir ha querido des­pedirse de su amada, Julia, que le ha jurado fidelidad. "Le

aguardaría hasta la muerte". Cuando regresa Rafael, se entera de que un "tudesco" -Venecia estaba bajo el do­

mino austriaco-- ha perseguido a su madre y va a casarse

con una italiana, sin duda, con Julia, que no cumplió su promesa. Los miembros de una sociedad secreta se dis­ponen a vengarse y concurren al palacio Doria, donde se

ofrece un baile de máscaras. Allí Rafael, disfrazado, danza con la que fue su novia: "¿Es verd:1d que te casas?- Es

verdad". ~¿Y no tienes una sola palabra para disculparte?

-Ninguna. -Dios tenga más misericordia de ti que de fuí ha te.tlido". A una señal, se forma un corro de máscaras en torno a la pareja y Julia cae apuñalada. Refugiado, des­pués, en una taberna con varios amigos, Rafael recibe una retrasada carta de su amante en que le comunica que ha

consentido en el matrimonio para salvar a la madre del ama­

do, "aherrojada en el fondo de un calabozo. .. El precio de su vida y su libertad es, no mi amor, porque ese ha sido y será siempre tuyo, sino mi mano". Julia preparaba su fuga una vez consagrada la boda. "Te juré esperarte ... Ya que no pueda ser en la tierra, te esperaré en el cielo". La

fatalidad ha provocado el drama, una fatalidad, desde lue­go, que proviene del casual retraso de la carta de Julia, se­gún repetido recurso de los dramaturgos del Romanticis­mo. El boceto de Bécquer acusa más influencia de Shakes-

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ALt"BEDO DE LA. GUABDU. BAAL, XXXVI, 197'

peare que da Calderón, pese a su ya señalado eptgrafe. Venecia, los juramentos, el amor frus):¡ado, las venganzas, las hermandades misteriosas, los disfraces, el baile de más­caras, el destino adverso, son elementos dramáticos muy característicos del teatro romántico que derivaba, en gene­ral, sin rigor de arte, del shakespiriano. Musset y Marti­nez de la Rosa habían estrenado bastantes años antes, obras en que la ciudad de los Dux era marco apropiado a pa­siones y conjuras. Un drama parece inspirado por aquellas fábulas y este ámbito.

¿Hubiera Bécquer dado plena forma escénica a· ese te­ma y a los apuntados en su proyecto de literatura dramá­tica, de haber alcanzado una edad mayor? No parece pro­bable. La poesía de las Rimas es eminentemente lírica, ev~ cativa, nostálgica, descriptiva por momentos y en ocasiones de breve anécdota. De ningún modo vibra en ella el tono directamente dramático, aun cuando aparezca, a veces, el rasgo funesto: "Entonces comprendí por qué se mata". Es evidente que no poseía el don propio del dramaturgo nato. y a vimos que los libros de las zarzuelas carecen de inven­tiva, de originalidad. Sin embargo, también es cierto que la dramaturgia suele ser producto de mentalidades adultas, y que avanza, se enriquece, culmina cuando el autor ha llegado a la plenitud de sus facultades intelectuales, en una altura media de la vida. Por lo contrario, la poesía lírica suele ser fruto de juventud. No descartaríamos, pues, enteramente la posibilidad de que Gustavo Adolfo Bécquer hubiera llegado a escribir un teatro de poesía. Y cuánta poesía necesitaba, a la sazón, el teatro de España ...

ALFREDO DE LA. GUARDIA

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MIS RECUERDOS DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 1

Deseo evocar, en breves líneas, mis recuerdos de la Fa­cultad de Filosofía y Letras, con motivo de cumplirse el setenu y cinco aniversario de su fundación. Otros, con ma­yor autoridad, que vivieron su vida durante muchos años,

podrán hacerlo mejor, pues yo estuve bajo su égida pro­tectora un corto período, 10 suficiente para reCibir su luz.

Mi vida universitaria tuvo un ritmo pendular. Se detenía en mayor tiempo en la Facultad de Medicina y otros días CIl.

la Facultad de Filosofía. Si las ciencias naturales me atraían y las verdades científicas me subyugaban, sentía el misterio de las causas finales y mi hambre metafísica era perma­nente. Comprendfa con emoción intelectual 10 que escribía Bacon: "Todo hombre que se imagina que el estudio de lo. filosofía es inútil, no considera que es de ella de la que se extrae todo el jugo y toda la fuerza que se distribuye a todas las demás profesiones y a todas las artes. Si queréis que un árbol dé más frutos, en vano os ocuparéis de las ramas; 10 qu,e hace falta es remover la tierra alrededor de la raíz". Por eso se ha dicho con razón, que si la filosofía

1 Con motivo del setenta y cinco aniversario de su fundación, 1895-1971.

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Osv A. LDO LOUDET BAAL, X.XX.VI, '97'

necesita de las ciencias, las ciencias necesitan de la filosofía. Un verdadero espíritu científico tiene su filosofía. De­

bernos seguir el ejemplo de los auténtÍéos hombres de cien­da, cuyos pasos en busca de la verdad han sido acompa­ñados por las inquietudes que suscitan los problemas mo­rales, sociales y metafísicos. La conquista suprema resulta de la conjunción de la realidad con la ilusión, de la verdad con la poesía, como lo soñaba Goethe. La mayor miseria del hombre, según Lamy, no es la pobreza, ni la enfer­medad, ni la muerte: es la desgracia de ignorar por qué nace, sufre y muere.

BREVE HISTORIA

La Facultad de Filosofía y Letras, hasta su constitución definitiva en 1895, vivió de proyectos y de tentativas, que debemos recordar siquiera rápidamente. La primera tenta­tiva surge durante el rectorado de Vicente F. López en 1874; la segunda en 1885, bajo el rectorado de Nicolás Avellaneda; la última y definitiva, cuando gobierna la Uni­versidad Leopoldo Basavilvaso en 1895.

Se ha criticado que los hombres de la generación del 80 se ocuparon con exclusividad de las tres Facultades madres: la de medicina, la de derecho y la de ingeniería. Lo cierto es que fueron hombres de esa generación los que funda­ron la Facultad de Filosofía porque eran herederos indi­rectos de la generación romántica e idealista de 1837. Basta citar tres nombres: Vicente Fidel López, Juan María Gu­tiérrez y Miguel Cané. Ellos fueron los inspiradores de

la nueva institución. Eran del 80, pero habían nacido es­piritualmente en 1837. No hay que divorciar artificialmen-

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BAAL, XXXVI, 1971 M.s R'CU'RDOS DE L4 FACULTAD DE FILOSOFiA y LlTus 29"

te las generaciones. Todas tienen sangre del pasado, silen­ciosa o bullente. No hay divorcios, hay suspensos y puede haber reconciliaciones. El romanticismo de 1830 estuvo en los espíritus y no en el tiempo. El positivismo había sido impuesto por las circunstancias y era necesario tolerarlo en beneficio del progreso material del país. Se practicaba la fórmula clásica: "Primo vívere e doppo filosofare" .. Hom­

bres como Vicente F. López, Mitre, Avellaneda, Anadón, Basavilvaso, Gutiérrez, Cané y otros, estaban muy lejos

del positivismo primitivo de algunos de sus contemporá­neos. Sabían que cada tiempo tiene su tarea y era necesario preparar el clima para que la nueva planta floreciera. Por eso, es una injusticia atribuir a la generación del 80 el apla­

zamiento de la creación de la Facultad de Filosofía. La ele­varon cuando los cimientos estaban preparado~ y muchos de los "positivistas" fueron sus primeros maestros.

Durante la presidencia del Dr. José Evaristo Uriburu y siendo ministro Antonio Bermejo, se decreta la creación

de la Facultad con fecha 13 de abril de 1895. Su primer consejo directivo estuvo integrado por Bartolomé Mitre~

Bernardo de lrigoyen, Carlos Pellegrini, Ricardo Gutiérrez, Rafael Obligado, Joaquín V. González y Pablo Groussac.

Las primeras cátedras fueron dictadas por José Tarnassi, Juan José García Velloso, Rodolfo Rivarola, Clemente Fre­

geiro y Enrique García Merou.

Cuando se abrieron las clases los estudiantes eran diez y los profesores seis. Esto se prestó a la broma y al sar­casmo. Los catedráticos resultaron verdaderos héroes peda­gógicos. Sabios y generosos lucharon contra la indiferencia y la hostilidad. Reinaba en la gran aldea, transformada en gran ciudad, agitada por la especulación y los negocios, un

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OSVALDO LOUDET BAAL, XXXVI, '97 '

frío materialismo y la Universidad corria el riesgo de tras­lad'.rse a la Bolsa de Comercio. Los que soñaban en Atenas vivían en pleno Cartago. Se hablaba ~uy mal de la nueva casa. "Facultad de estudios inútiles" decían unos; "Fá­'brica nacional de pedantes" decían otros; "Escuela de es­critores vagabundos", decían los más. La Prensa y La NacMn defendieron la nueva Facultad. El Diario de la tarde la atacó sin atenuantes. La institución injustamente combatida demostraría con el tiempo que era un foco de cultura humanista que contribuía a espiritualizar el país.

Carmelo Bonet, estudiante de la casa, que fuera después eminente profesor de "Introducción a los estudios litera­rios" ha escrito una página exacta y chispeante sobre el alumnado de su tiempo. "La inutilidad práctica de la ca­rrera -por lo menos aparente- dio unión espiritual al alumnado de los primeros lustros. Era, en su inmensa ma­yoría, un alumnafIo vocacional. Estaba en parte constituido por gente de suicida vocación literaria. Abundaban los pe­riodistas, los oficinistas, los maestros. No faltaban los ina­daptados, los revolucionarios sentimentales, los estrelleros, los díscolos y soñadores. En más de uno había prendido el mensaje de Ari.el que, por esos años, marcaba rumbos a la juventud hispano-americana. Había quienes se ganaban el café con leche en la redacción fría y desmantelada de diarios de vivir agónico. Ellos y los otros, se allegaban todas las tardes como autómatas; iban a sumergirse en una atmósfera distinta, a vivir la ilusión liberada del arte y el pensamiento, a olvidar por unas horas los apremios económicos, las angustias del pan amargo y el tufo de cocina °de la casa de pensión".

Entre esos bohemios, los había de distintas clases: los

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BAAL, XXXVI, ]971 .MIS RECUERDOS DE LA FACULTAD DE FILOSo¡.'íA y LETRAS 297

aburridos de la vida vulgar sin haber encontrado la brújula de su destino; los ociosos que llenaban el tiempo con la divagación y el ensueño; los pequeños paran~icos y los mi­

tómanos fantásticos ausentes de la realidad; los que en si­lencio vivían una vida interior llena de luces; y los derro­tados por anticipación, sin haber luchado nunca. Había grandes espíritus en "estados de desesperación" que es pre­

vio a muchos alumbramientos. Todos ~tan pobres, digna­mente pobres. La única aristocracia que se respetaba era

la de la inteligencia. Y todos eran lectores que devoraban

libros. Vivir entre lectores es un privilegio. Recuerdo lo que escribía Rilke, leyendo en la Biblioteca Nacional de París, en su cuaderno diario: "¡Qué grato es estar entre

hombren que leen! ¡Qué grato! Estoy sentado y leo a un 'poeta. Quizás hay trescientos lectores en la s~la, mas no es posible que cada uno tenga un poeta. Porque no existen

trescientos poetas. Pero ved mi destino; yo, acaso el más miserable de los lectores, yo, tengo un póeta. Yeso que soy pobre."

LOS PRIMEROS EGRESADOS

No puedo omitir un recuerdo lejano y personal que jus­tifica mi amor por esta casa. Tenía en aquel entonces once años de edad y cursaba el quinto grado de la escuela normal de varones. El profesor de mi grado se llamaba Eugenio Ivancovich, uno de los primeros inscriptos en la Facultad de Letras. Conocí igualmente a las cuatro alumnas iniciales: Ernestina y Elvira López, María Atilia Canetti y Ana Mau­the, compañeras de mi prima Laura. Asistí a la primera colación de grados, cuando pronunció el discurso alusivo Miguel Cané. He tenido en mis manos las tesis de los ocho

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'98 OS\' ALDO LOUDET BAAL, XXXVI, 1971

graduados. Ernestina López escribió sobre "¿Existe una literatura americana?"; Elvira López: "El movimiento fe­minista"; Ana Mauthe sobre "La lógi~a de Aristóteles"; María Atilla Canetti: "Importancia y valor del juicio pú­blico sobre las obras artísticas"; Juan Francisco Ibarra: "El helenismo en la literatura latina"; Porfirio Rodríguez: "El problema de la moral"; Juan C. Jara: "La revolución de Mayo"; y Eugenio Ivancovich, mi maestro, sobre "Razas humanas y su distribución". Es indudable que su tesis fue inspirada por Clemente Fregeiro, profesor de historia en la Facultad de Filosofía y director de la Escuela Normal donde él enseñaba el 50. grado. Es un modelo de exposición y de crítica, de hipótesis y teorías. Su padre era de origen dál­mata y había nacido en Fiume en 1853. Fue un navegante incansable. Capitán de ultramar recorrió durante muchos años el Atlántico, entre Fiume y Buenos Aires y luego se dedicó a la navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Du­rante sus últimos diez años estableció una imprenta y na­vegó entre libros. Sus cinco hijos argentinos fueron maes­tros y se distribuyeron por toda la república: uno en Río Gallegos, otro en Quilmes, otro en Resistencia, otro en For­mosa. El mayor, Eugenio, dirigió mi formación espiritual. Me enseñó a estudiar, a pensar, a dudar, a encauzar mis tendencias, a frenar mis impulsos, a enriquecer los senti­mientos, a ser noble, bueno y tolerante. Sus clases eran admirables por la claridad, por el método y por la pacien­cia con que las repetía cuando algún alumno distraído no las había captado. Además era poeta y su "Oda a la Argen­tina" fue elogiada por Calixto Oyuela. Quemó su vida en

la enseñanza. Falleció a los 27 años de edad.

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300 OSV.U.DO LOl;nn BAAL, XXXVI, 1971

Una tarde invernal, me refugié por casualidad en una pequeña aula donde José Nicolás Matienzo enseñaba Ló­gica. Me pareció que Stuart Mill se líábia escapado de su I:bro y con todo derecho asumido la cátedra. Matienzo era más bien alto, delgado, sereno y elegante, parco en los ges­tos, medido en las palabras. Semejaba un lord inglés que extrañaba el Parlamento. Era, sin embargo, un tucumano cálido, fervoroso discípulo de Alberdi. Su carrera docente fue brillante. Dictaba lógica en la Facultad de Filosofía y derecho constitucional en Buenos Aires y La Plata. Pero donde dictó "derecho constitucional", a todo el mundo po­lítico, fue como Ministro del Interior del Presidente Alvear. Hombre de talento y de principios, de rígida moral repu­blicana, nunca la constitución estuvo más protegida, mejor aplicada y con vigencia permanente. Sobre los intereses políticos colocaba los intereses superiores de la Nación, y encarnaba la "lógica" y la "moral" de la constitución. Re­nunció como ministro porque no podía renunciar como maes­tro. Recordemos sus más importantes libros: La política 1NI1ericana de Alberdi, El gobierno representativo federal en la República Argentina, Cuestiones de derecho público arg¡entino, Lecciones de derecho constitucional, Los deberes

de la democracia. Rodolfo Rivarola era el maestro por antonomasia. Po­

seía un gran poder de simpatía y un dominio sobre sus alumnos y sobre si mismo, que le permitía ser el dueño

espiritual de todos. He de repetir aquí algunos juicios que figuran en mi ensayo sobre "Rodolfo Rivarola educador"

publicado hace años 1.

1 Osvaldo Loudet. Política del espíritu. Maestros :v discípulos. Buenos Aires, 1948. 257 p.

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8AAL, XXXVI, '97' M,s RECUERDOS DE LA. F"CULTAD DE FILOSO''ÍA y LET .... 30'

Como todos los hombres que dictan lecciones y publican libros, Rivarola ha tenido dos clases de discípulos: los' di­rectos, los visibles, los conocidos; y los indirectos, los lec­teres, los ignorados. Los primeros suelen ser más íntimos y auténticos, por el privilegió de estar frente al espíritu en ebullición, en elaboración paciente o encendida, en creación esforzada o fácil. Los segundos no participan de la emoción

en el nacimiento de las ideas y doctrinas; no están en el aula o en el laboratorio cuando germinan; no ven con sus propios ojos la revelación, ni escuchan por sus oídos las

palabras del anuncio; pero frente al documento escrito, fren­te al libro que fija definitivamente las ideas, tienen la paz para meditarlas, el tiempo para vivirlas, la distancia nece­saria para verlas en sus justas dimensiones. Yo fui discípulo

directo e indirecto, porque lo escuché y loleL

Rivarola fue el introductor de Kant en lO!; estudios filo­

~óficos y nos descubrió la Crítica de la razón pura. ¿Existe, a priori, un conocimiento cuya verad nos sea evidente, aÚn antes de la experiencia? Había llegado para nosotros -los de la calle Córdoba, sobre todo- el momento de colocar en su sitio a "la canalla de las sensaciones", como decía

Platón.

Lo que se proponía no era convencernos sino hacernos dudar. Esto era en un primer tiempo, y en un segundo, in­·dicarnos las diversas rutas que podían llevarnos a la verdad posible. Lo que le .interesaba eran las .almas, su despertar, su madurez, su dehiscencia. Prepararlas para la germina­ción, para el alumbramiento, para la vida. ¡Que ellas mis­mas, sabiamente orientadas por él, encontraran su propio 31iento; que ellas mismas supieran elegirlo; que .ellas mis­"mias supieran transformarlo en nuevo sustento para otras

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302 OIlVALDO LOUDET BAAL, XXXVI, '97 1

almas! "La cátedra no es teatro ni el profesor actor -dijo una vez-, la cátedra no es tribuna ni el profesor es orador. Uds. me premiarán si no me olvidan; 'pero no me premian si me aplauden". He aquí la justa observación de un hom­

bre sin máscaras y sin alardes retóricos. Lo efímero es el aplauso presente, arrancado por la música de las palabras. Las que siempre viven son las ideas sembradas con amor, con generosidad y sin ruido. He aquí dibujada, con dos trazos, la figura moral del profesor de Ética y Metafísica.

Tuvo la Facultad de Filosofía el privilegio de poseer un erudito y brillante profesor de psicología experimental, en un tiempo en que esa disciplina había asentado sus reales en las universidades de Francia y Alemania, y él no estuvo a la zaga de ninguna. Enseñaba al mismo tiempo fisiología experimental en la Facultad de Medicina, donde eran sus

discípulos Francisco Soler, RodoIfo Alcides Rivarola y Ber­

nardo Houssay. Lo dominaba la pasión de la enseñanza, y en ninguna de las dos cátedras, como docente, fue superado

jamás. Poseía el arte de trasmitir los conocimientos, con

interés, entusiasmo y claridad. Su amplio dominio de la

Fisiología la ampliaba continuamente en sus viajes a Euro­

pa, de dende traía las últimas novedades. Nunca estuvo

quieto en el sitial de la cátedra, porque vigilaba los expe­

riment03 con el ejército móvil de sus ayudantes. Expositor

claro, fluido, dinámico, frente a su inquieta vitalidad física

y psicológica, alguíen dijo que era la misma Fisiología. La

exposición de los hechos, el enunciado de los principios,

las hipótesis probables, las experiencias comprobatorias,

revelaban un hombre de vastísima cultura. Su profundo

conocimiento de la fisiología del sistema nervioso le per­

mitía explicar fácilmente la psicofisiología de los órganos

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o."AL, XXXVI, 1971 M,s R.CU'RDOS DE L.\ FACULTAD DE F,LOSOFíA y LETRAS 303

de los sentidos y sus desarmonías. No olvidemos que era

psiquiatra, y su sala de clínica en el Hospital de Alienadas

le daba autoridad para mostrar a sus alumnos de ambas Facultades las armonías y los desequilibrios de las funciones psíquicas. El fisiólogo, el psicólogo y el alienista integra­ban su personalidad de sabio eminente. Sus clases eran las

más concurridas en ambas Facultades. Su público no estaba integrado por alumnos únicamente, sino por intelectuales de diversas disciplinas. Si el "positivismo experimental"

era la lógica de su enseñanza, siempre tenía abiertas las ventanas de su alma a todos los horizontes. Alguna vez,

en una clase inaugural, recordó estas palabras de Georges Dumas: "La psicología experimental se propone el estudio exclusivo de los fenómenos del espíritu, siguiendo el mé­

todo de las ciencias naturales, independientemente de toda hipótesis metafísica. Tiene un objeto preciso: los' hechos

psíquicos, su descripción, su clasificación, la investigación de sus leyes y las condiciones de su existencia. Elude el estudio de su íntima naturaleza. No-e&espiritualista ni ma­terialista y no puede adoptar ninguno de esos epítetos sin correr el riesgo de perder el derecho' de llamarse ciencia".

No vivió Piñero encerrado en el polígono de Grasset, ni los reflejos universales podían responder a todas las pregun­tas. He tenido en mis manos los libros de su biblioteca y he comprobado que conocía el racionalismo de Renouvier, el asociacionismo de Taine. los problemas de la vida afectiva según Ribot, el automatismo de Janet, el intuicionismo de Bergson. Pensaba como Ribot en la gran importancia de la patología mental para el estudio de las funciones norma­les. Fue un maestro insustituible en su tiempo, y 'Jn gran

maestro.

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304 OSVALDO LOUDET 8AAL, XXXVI, '97'

Alejandro Korn fue otro de los grandes catedráticos que tuve la alegría moral de conocer en la Facultad de Fi­losofía y Letras. No ignoraba que había dirigido durante veinte años el hospital Melchor Romero de La Plata, el manicomio más grande de la provincia de Buenos Aires y

el segundo en el país. Mi curiosidad por este psiquiatra hecho -filósofo, tenía múltiples razones. ¿Cómo había ad­quirido tanta cordura viviendo veinte años en el mundo de la locura? ¿Fue entre libros y locos que llegó a conocer a fondo lá verdadera naturaleza humana? ¿El hombre que

había estado tanto tiempo encerrado por su propia volun­tad no fue acaso un hombre libre? Él sabía que la libertad no dependía de los muros circundantes del hospicio sino de la propia alma del hombre. Recuerdo una anécdota sa­brosísima que fue muy comentada cuando lo nombraron profesor de filosofía en 1916; se había jubilado de director­del hospital. En una tertulia universitaria, alguien tuvo la audacia de preguntarle con ironía cómo se había hecho filósofo habiendo estado tanto tiempo entre alienados. El maestro contestó: "Es muy fácil, he estudiado a muchos: imbéciles y dementes encerrados, para comprender mejor­a los que se encuentran libres".

He conocido la casa habitación de Korn en el citado hospicio, rodeada de árboles y de flores. Era un verdadero jardín de Academus. Sólo un hombre de gran vida interior­pudo soportar ese aislamiento; sólo un pensador de sus.

quilates pudo conocer profundamente el mundo lejos del mundo; sólo un espíritu superior como él pudo iniciarse en la cátedra universitaria, más allá de los sesenta años y

ser un maestro de maestros. Si la Facultad de Medicina de La Plata hubiese existido en aquel tiempo, él hubiera

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B:A.AL, XXX VI, 1971 MIs RECVERDOS DE LA FACVLTAD DE FILOSOFíA y LETR"'S 305

sido el primer profesor de psiquiatría de la misma. Yo tuve la suerte de serlo y decirle a mis discípulos que en realidad yo no era el primero, sino el sucesor de KorrL

Si Korn fue profesor imaginario de clínica psiquiátrica, fue un profesor real de historia de la filosofía. Lo conocí,

precisamente, cuando dictaba historia de la filosofía griegá: ::'u cátedra ocupaba una pequeña aula situada a la derecha del vestíbulo, donde después se instaló el decanato. Senci: 110, espontáneo, sin gravedad académica y sin ningún pape! entre las manos, que pudiera servirle de guía, sus clas¿s

eran pláticas más que conferencias. Poseía una c1bez~ so~ crática, sólida y serena como el mar Jónico. Hablaba en'

forma apacible pero siempre anhelante, como si tuv1ese pre­mura para llegar a definiciones lúcidas y firmes. Sorprerí­

día desde el principio el ritmo entrecortado de sus palabras. Estaba dominado por una "ecolalia" que no disminuía s~ docuencia. Su ansiedad respiratoria lo hacía más conmoc,

vedor e interesante, y las sílabas que repetía acentuaban la intensidad de su pensamiento. Parecía oxigenar las ideas antes de emitirlas. El oyen'te se habituaba a aquel ritmé> particularísimo y no 10 hubiera podido escuchar de otra manera. No era un filósofo ansioso. Era un filósofo con la emoción entrecortada por el choque de las ideas. Salíamos de sus clases con un' tesoro nuevo, hasta entonces desco­

nocido, inimaginable. Sus conocimientos médicos le permi­tían hacer metáforas hipocráticas verdaderamente sorpren­dentes. Leíamos en aquel entonces el admirable libro de Gompers Les penseurs de ld Grece, pero nuestro maestro, en ciertos aspectos, lo superaba. Sus explicaciones sobre Pitágoras y sus discípulos; Parménides, Anaxágoras y Em­pédocles; los sofistas Protágoras y Gorgias; y sobre Herá-

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306 OSVALDO LOUDET BAAL. XXXVI, 1971

dito, que comprendió aquel curso, fueron verdaderamente luminosas. El autor de La libertad creadora; El concepto de ciencia; Axiología; Bergson en la ÍiÍosofía contemporá­nea, y Apuntes filosóficos, t:r::l un pensador profundo. "Aun­que no hubiese escrito nada más que unas páginas -dice uno de sus discípulos de más talento, Francisco Romero-­Korn seguiria siendo uno de los mayores pensadores nues­tros por la austera voluntad de verdad, por el saber y el rigor critico con que se encaró con los problemas de la iilosofía, por su admirable capacidad para ir al fondo de las cosas y para relacionar cualquier tema con las cuestio­nes últimas."

ALGUNOS CONDISCíPULOS

Carmelo Bonet fue uno de mis primeros amigos en aquel grupo de asilados contra el mat~~alismo reinant~. En realidad, aquella casa era un lugar de reposo para soñado­res y desesperados. Hasta ella llegaba muy apagado el ruido hirviente de la calle: Hombre callado y sencillo, de­trás de su silencio existía una gr!l/1 vida interior, donde se agitaban ideas y emociones puras. Era un hombre de le­tras, a pesar de que la vida le obligaba a llevar libros de "letras comerciales" cuya prosa repetida y fría le helaba el corazón. José Enrique Rodó descubrió su talento lite­rario y elogió su primer ensayo. Después se reveló un es­critor fluido y claro, preciso y elegante, y fue un profesor admirable de "Teoría literaria". Huía de la solemnidad y del empaque. Su sonrisa lo alejaba del pedante, del sober­bio y del erudito tumultuoso. Los absolvía y los perdo­naba. Algunas veces inventaba un neologismo para asom­brar a los clásicos, hechos de pi~dra con alguna partícula

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B.\AL, XXXVI, 1971 M,. RECUERDOS DE LA FACULTAD DE ~"LOSOFíA y LETRAS 307

de oro. Sus libros: Apuntaciones sobre el arte de escribir; Escollos. y reflexiones sobre estética literaria; Apuntes so­bre el arte de ;uzgar; Las fuentes de la creación literaria; fueron utilizados por sus numerosos alumnos. Ha sido el preceptor y el guía literario de varias generaciones.

Un espíritu cultísimo y olvidado era Luis Matharán, que vivía en la sombra para disimular su luz. No dejaba a Horacio y a Virgilio, algunos de cuyos versos tradujo con maestría. En su libro Remanso está toda su alma, serena y pura como agua escondida entre árboles humildes. Tra­dujo también a Carducci y a Leopardi que le impregnaron de escepticismo y de melancolía. Era el protagonista del "Triunfo de los otros", como autor desconocido de la ma­yoría de los discursos conmemorativos de intendentes de Buenos Aires. Educado en el Colegio de Concepción del Uruguay fue digno alumno de esa escuela.

Otro hombre que no encontré solo, pues siempre teníá a su lado a Alfredo Bianchi, fue Roberto Giusti, escritor y periodista de talento. Mientras el primero iba cargado de periódicos, el segundo era una biblioteca ambulante. Sus lugares predilectos fueron la Facult~d y las librerías de Moen y Espiasse. No se podía concebir a estos hombres con los brazos colgantes y las manos libres. Ellos eran pe­riodistas por vocación y por necesidad .. Giusti fue un es­critor sagaz, equilibrado y generoso en todos los campos en que actuó. Alguna vez pensó en su infancia -por su­gerencia de su abuela- que pudo ser obispo, cuando su alma era evangélica. Fue un socialista romántico. Creo que su gloria máxima es la fundación de la revista Nosotros, que se publicó durante muchos años. Es historia viva de la literatura argentina. Hablaba siempre con un pequeño

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308 OSVÁLDO LOUDET BAAL, XXXVI, 19,71

toscano en la boca. Cuando aspiraba -frente a un inter­

locutor impertinente- parecía escucharlo con paciencia, y cuando expiraba el humo, lo envolvía en una nube de in­aiferencia o de piedad.

Alberini era uno de los filósofos más prestigiosos de su

generación. Vivía en la Biblioteca, de la cual fue director. Polemista de alta peligrosidad y enciclopédica cultura, sus

ironías eran sangrientas. No tenía piedad ni aún para los hombres de talento. Dispersó su gran sabiduría en peque­

ños cenáculos. Su actividad docente era múltiple y le im­pidió hacer excelentes libros. Su lucha contra el positivis­

mo fue famosa, y demostró que los positivistas eran "me­tafísicos" como los otros. "El trato como pensador tan

objetivo -dijo Einstein- constituye una fuente de ilus­tración y de goce espiritual".

Un personaje dinámico, inquieto, incansable, que estaba

en todas las cosas, olvidándose de sí mismo, era Emilio Ravignani, el futuro historiador. Siempre pensé, a través

de su vida, que la historia había sido inventada para él. Su figura físiéa traducía su exuberante fisiología. Grueso, rojo,

turgente, la vida le brotaba por todos los poros. Su cuello de procónsul romano aproximaba su cabeza al corazón. Por

eso era afable y tolerante. Su risa y su palabra eran cálidas y explosivas. Poseía una fuerza hercúlea y en los partidos

de pelota que jugábamos en Bella Vista con Amado Alonso, Tomás Casares y Juan Canter, nos dejaba exhaustos. En los sótanos de la Facultad, donde funcionaba un "Instituto de enseñanza" que habíamos creado, su palabra era perma­

nente, "y siempre apoyaba su mano en un cráneo milenario que Ambrosetti había traído de Tilcara; otro más tranquilo

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BAAL, XXXVI, '971 MIS RECUERDOS DE LA FACUI.TAD DE FILOSO>;" y LETRAS 309

y contemporizador, Agustín Matienzo, sólo blandía un dé­bil peroné.

La obra de Ravignani en la Facultad de' Filosofía fue extraordinaria. Fue el primer director del Instituto de His­toria, que había fundado José Nicolás Matienzo. Sustituyó la retórica de la historia por la ciencia de la historia. El instituto, con toda justicia, lleva hoy su nombre.

Otro hombre con el cual cultivé la amistad, fue Francisco Romero, que vestía traje de capitán del ejército argentino. Nunca hubo un capitán más filósofo, ni un filósofo menos capitán. Sus grandes maniobras las hacía con las ideas y,

por supuesto, sin estrépito. Era un pensador silencioso y

profundo. Alguna vez le dije, en un viaje a La Plata, que debía abandonar las armas, usar de la pluma y dedicarse

a la filosofía. Discípulo de Alejandro Korn, ~omo su ilus­tre colega Eugenio Pucciarelli -médico por azar y filósofo

por naturaleza- fue profE~or. de gnoseología y metafísica y autor de libros tan trascendentes como Filosofía de la persono, El hombre y la cultura, Teoría del hombre, y otros más. Cultivó la amistad que practicó como su maestro: "con una mezcla de exquisita austeridad y de ternura, con un respeto hacia sí mismo y hacia todos los demás que sor­prendía". Para Korn la amistad no era una diversión o en­tretenimiento, era la actitud natural en un neble y afectuoso espíritu a los que sentía próximos. Korn fue un maestro en el diálogo. Era socrático más que aristotélico; así era Romero.

Salvador Debenedetti, discípulo por aquel entonces del sa­bio Ambrosetti, vivía más en los sótanos de la Facultad que en las aulas o en los corredores -sobre todo los corredores. donde vivían los más-o En los sótanos, que nos había

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3,0 OSVA,LDO LOUDET . BAAL, X.XXVI, '97 1

prestado para nuestras reuniones, Ambrosetti y Lafone Que­vedo tenían los tesoros obtenidos en ,~us viajes arqueológi­cos. Debenedetti llegó a ser director del Museo Etnográ­fico, fundado por Ambrosetti. Sus descubrimientos en la

Quebrada de Humahuaca, sus exploraciones en los cemen­terios prehistóricos de Tilcara y en las ruinas del valle cal­chaquí le dieron· gran prestigio en los centros científicos de todo el mundo. Nosotros veíamos en el joven arqueó­logo un reaparecido de la prehistoria que, naturalmente, no le daba mayor valor a la historia contemporánea.

El más pequeño de aquel grupo romántico de estudian­tes se llamaba Carlos Alberto Leumann. Para mirar los ojos de las alumnas más -hermosas se- ponía en punta -de pie. "Es la única manera de alcanzar el cielo" me decía.

Sensible, tímido, imaginativo, nos obsequió con su primer

libro de versos: El libro de la duda y los cantos ingenuos. No se podía dudar que era un poeta. Más tarde escribió

una gran novela: Mriana Zumarán, que obtuvo un primer

premio literario.

LA EXTENSIÚN UNIVERSITARIA. EL INSTITUTO DE ENSE¡i¡ANZA GENERAL

Varios estudiantes regulares y otros libres concebimos el proyecto de iniciar cursos de extensión universitaria, y

fundamos el "Instituto de Enseñanza General". La Facul­

tad era muy pequeña y necesitábamos un local para· sede

de la nueva institución. De la sombra debía nacer la luz.

Nos refugiamos en los sótanos de la Facultad, allí donde Ambrosetti y Lafone Quevedo coleccionaban restos ante-

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BAAL, XXXVI, '97' MIs RECUERDOS DE LA FACULTAD DE F,LOSOI";' T LETRAS 311

diluvianos. Discutíamos entre momias y vasijas. Tibias y peronés servían de sables en las polémicas ardorosas.

Deseábamos irradiar la cultura humanista en el medio social e inquietar a la gente universitaria y no universitaria, estudiando problemas filosóficos y humanos que estaban más allá de la ciencia y de toda política circunstancial. La primera comisión directiva quedó constituida por Agustín

Nicolás Matienzo, Enrique Loza Amuchástegui, Emilio Ra­vignani, Juan L. Ferrarotti, Manuel Rojas Silveira, estu­diantes de derecho; Rodolfo Alcides Rivarola, Osvaldo

Loudet, José Manuel Riera y Alberto Galíndez, estudian. tes de medicina; Jorge Cabral y Jorge Piacenttini, estu­

diantes de filosofía; y Luis Gianetti, estudiante de inge­niería.

Al año siguiente, julio de 1910, publicábamos el primer

número de sus Anales. H;eaquí los colaboradores, maes­tros insignes de las ciencias y las letras: Rafael Altamira: "Los medios de cultura en América durante el siglo XVIII";

Florentino Ameghino: "Paleontología argentina"; José Ni­colás Matienzo: "La justicia en la República Argentina"; Ernesto Quesada: "Las doctrinas sociológicas de Augusto Comte"; Angel Gallardo: "PolémiCas entre biómetras y mendelianos"; Ricardo E. Cramwell: "Una inscripción la­tina"; Ramón J. Cárcano: "La diplomacia de la triple alian­za"; Francisco Capello: "La primera oda olímpica"; Corio­lano Alberini: "Pragmatismo"; Rodolfo Alcides Rivarola: "La experimentación en la ciencia yen la vida"; Guillermo Achával (hijó): "La moral cívica en la escuela"; Carlos Alberto Leumann: "Fragmentos de historia"; Juan Chia­

bra: "Crítica de la filosofía de Hegel".

Maestros y discípulos están representados en este mag-

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OSVALDO LOUDET . 8AAL, XXXVI, '97 1

nífico sumario. Temas de filosofía, letras e historia son tratados con erudición y originalidad."EI éxito de esta pu­blicación fue enorme dentro y fuera del país.

EL COLEGIO NOVECENTISTA

Tres ilustres viajeros contribuyeron a despertar la reac­ción antipositivista en la Facultad. Fueron ellos Ortega y

Gasset, Eugenio D'Ors y Manuel García Morente. Cuando en 1916 llegó Ortega al país, pudo platicar con profesores que eran discípulos de Kant o de Bergson, como Rivarola, Korn, Melo y Kruger, o brillantes estudiantes como Co­riolano Alberini, Alfredo Franceschi, José Gabriel, Carmelo Bonet, Roberto Giusti, José D'Andrea, Melián Lafinur. Ventura Pessolano, Adolfo Korn Villafañe, Jorge Max Roh­de, Lidia Peradotto y Lili Kelly.

En la biblioteca de la Facultad, el primero de abril de 1918, se discutió el manifiesto del Colegio novecentista. En esa oportunidad hablaron José Gabriel, Coriolano Al­berini y Benjamín Taborda. El manifiesto aprobado, redac­tado por el segundo, criticaba acerbamente el positivismo. "Sin sentido de los problemas filosóficos y que transforma la ciencia en una metafísica mecanicista". El novecentismo. dice Diego F. Pró, talentoso profesor de filosofía de la nueva generación, tiene dos aspectos: uno de crítica deno­dada al positivismo y otro que define su actitud filosófica. "Por el hecho de aspirar, dentro de la modestia de sus medios, al surgimiento de una cultura nacional, rica de uni­versalidad, información amplia, espíritu hondo, austero y progre~ista, el novecentismo argentino, es, ante todo, idea· lismo militante. En el terreno teórico, ya que. el punto de

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BAAL, XXX VI, 1971 MlS RECUERDOS DE LA FACULTAD DE FILOSOFíA y LETRAS 313

vista del plenario es ineludible, el Colegio considera nove­centista toda actitud espiritual que afirme, tácita o explíci­t~mente, el carácter sustantivo de la personalidad humana -raíz de todo valor, y, por ende, valor supremo-. Es el

mínimun de doctrina que el novecentismo solicita al adepto, cualquiera fuere la individual teoría filosófica, ética o esté­tica o política profesada".

La amplitud y la tolerancia de su programa llevaba en germen su disolución. Todos sus miembros respetaban la persona humana y la libertad de dicha persona, pero dentro

de límites diversos. Hombres de la derecha por un lado y

hombres de la izquierda por otro, se fueron separando hasta

no encontrarse más. De todos modos, el novecentismo pro­dujo una reacción espiritualista que salvó a la Facultad de doctrinarismos opacos y rígidos, de fórmulas cientificistas, que asfixiaban el espíritu. El novecentismo' oxigenó mu­

chas almas y evitó que muriesen asfixiadas.

PALABRAS FINALES

He querido recordar, en estas páginas escritas a vuelo de pluma, mi paso ligero por una casa de altos estudios en la cual conocí egregios maestros y donde me vinculé a estu­diantes de alta jerarquía moral e intelectual que honraron la universidad. No era mi "casa de estudios", pero estaba en una calle paralela a aquella, como si el destino hubiera querido facilitar la transfusión de sus valores, pues cada una en su esfera, buscaba una mayor comprensión de la na­turaleza humana. Alguna vez habló Goethe de "Poesía y verdad". Por eso estudió y escribió sobre la metamorfosis

de las flores.

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On A LDO LOUDET . BAAL, XXXVI, 197'

Ya lo dije alguna vez, y ahora lo repito. Mi esposa legal fue la Medicina pero, tolerante y bondadosa, no perturbó mis relaciones con la Historia y la Filosofía. Le fui fiel a todas, sin desmedro para ninguna, y ellas premiaron con exceso mi amor puro y mi fidelidad sin titubeos.

Digamos, para terminar estos apuntes, que en la Univer­sidad, hasta la creación de la Facultad de Filosofía y Le­tras, dominaba la enseñanza utilitaria para las profesiones liberales: medicina, derecho e ingeniería. La Facultad de Filosofía y Letras espiritualizó la cultura superior. Bien está el nombre de "Jardín de la Universidad" con que fue bau­tizada por uno de sus más ilustres rectores. En ese jardín se cultivaron las flores más puras y bellas del espíritu.

OSVALDO LOUDET

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PAUL VALERY

Paul Valéry, reunidos capítulos con el título de Regards sur le monde actuel ~t autres essais, ensayó páginas po­bladas de sugestiones, sobre la función y caminos de la Academia. En Paul Valéry, inteligence el poésie, Maree] Doisy declaraba " ... amor a la precisión, odio a lo vago, repugnancia por 'la facilidad, negativo de todo engaño, culto del rigor". En otra página, Valéry declara, aludiendo a su magnífica leyenda La Jeune Parque: "es u~ poema filo­sófico, que prueba la posibilidad y la excelencia del género",. No puede asombrar que Valéry iniciara un importante ca­pítulo de Regards sur le monde actuel preguntando si le será posible filosofar "un poco" sobre su Academia, afir­mándose que la singularidad de la Academia Francesa es la de ser indefinible. "C'est un des charmes de la compagnie qu'elle ne soit pas une pure collection de gens de lettres, ni d'ailleurs qu'elle se restreigne a aucune discipline parti­culiere". y así, afirmaba Valéry el conjunto de personas diversas: un filósofo con un hombre. de guerra, un poeta con un prelado, un historiador con un autor de novelas o de comedias; un diplomático con un lingüista. Son las di­

ferencias las que aproximan. Es que la Academia -lo recuerda Valéry- es la última

institución de la monarquía francesa que subsiste y el R.

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LEOlUDAS DE V BDIA . BAAL, XXXVI, '97'

P. Gillet señala en Paul Valéry et la métaphisique, que a pesar de no 'amer su obra conoce los· dones preciosos del análisis y de la síntesis, al servicio cÍ~ su pensamiento, es decir, que Gillet tuvo la impresión de que faltó para el poe­ta y el escritor francés, como única ausencia, la metafísica, en el "ciel des idees". Pensemos 10 que afirmaba La Na­cíónen 1945, al despedir al escritor admirable.

"Así como Leonardo es el arquitecto der Renacimiento, cuyas jerarquías se sublimaron en su personalidad, maravi­llosa, los exégetas del futuro tendrán en Pau1 Valéry y en su obra, la alegoría de la civilización europea de nuestro siglo".

* * *

La Jeune Parque: versos de una extraña belleza, de raro sentido, con "la fonction cachée", en su misteriosa comunicación y su resonancia. En E. Nou1et se reproducen las palabras anticipadas de Valéry: "Songe que le sujet véritable du pd:me est la peinture d'une suite de substitu­tions psychologiques et en somme le changement d'une conscience pendant la durée d'une nuit". Admirable síntesis de una verdadera transmisión del poeta aun en su secreto y su ilusión. El tema de la conciencia es una reflexión y su alegoría es además una naturaleza de su simbolismo. Bien se encuentran en las imágenes del poema, la virgini­dad, la serpiente y el centelleo de las estrellas. Es miste­rioso el fin de la protagonista alarmada que espera una revelación. La alegoría del poema es un secreto que her­mana con los principales elementos de sus centrales temas,

y su evolución de la lucha oculta de la Jeune Parque, his­

toria de la joven mujer "blessée par l'amour".

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BAAL, XXXVI, '97' PAUL V ALt ••

El simbolismo de la idea y su trayectoria en lugares obs­

curos es en verdad un fenómeno de la inteligencia, "a la gloria del espíritu".

"Mes vers ont les sens qu' on leur prete", dijo el poeta; declaración que motiva afirmaciones contradictorias. Pero ese criterio tenía un sentido personal, relacionado con su propia estética y su destino creador.

En mi libro La poesía del simbolismo, dije: "En verdad

el tema de La Jeun,~ Parque es el problema de la conciencia frente alas imposiciones duras y materiales del vivir y sus

compromiso~. imperiosos. Es una presencia de Valéry, un existir intelectualmente en medio de ese universal concierto

del hombre".

V aléry, que está en el poema con sus ideas y su orien­tación como un lírico que no quiere serlo, halla en la pro­tagonista su propia realidad y su anhelo de sustraerse a lo vital irrenunciable de la existencia regulada por la natu~

raleza.

René Vittoz -a quien cito en mi libro Lecturas (1941)­afirmó que la poesía pura procedía de una determinación del alma entera, concluyendo así, que la mayor parte de las obras de Pau! Valéry, no es más que la aplicación de un mismo método. La Jeune Parque "sería la pasión del poeta puro". Pues en otro escenario, como el "Cimetiere marin" y en La Jeune Parque, el mar simboliza el movi­miento, la vida inconsciente y creadora, el alma viviente, obscura, informe. Poeta de la inteligencia, la arquitectura le había encantado en su juventud, dejándole un fondo de cierto gusto por lo sólido, por la construcción real. "Mi adolescencia imaginaba con pasión el acto de construir".

Victoria Ocampo decía, de Valéry: "En él veía yo el más

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LI::OJIIlu,,"S UI:: V EDIA . IIAAL. XXXVI, '97'

perfecto símbolo de Europa, de su preeminencia, de su cul­tura, de su fascinación, de su calidad, de su exactitud so­beranas".

Entre tanto, es difícil reducir todo estudio o evocación de Valéry en la tarea dedicada a su labor. Las lecturas que lo evocan, señalan frecuentemente la unidad de su inteli­gencia crítica asociada a la belleza de la poesía. Según Va­léry es a Edgar Poe que Baudelaire dio la perfección in­terna de sus vesos, su "charme" y su "miracle".

El arte del poeta --decía- "tiende a constituir el dis' curso de un ser más puro, más pujante y más profundo en sus pensamientos, más intenso en su vida". De él mismo pudo leerse: "La amistad de Pierre Louys fue una circuns­tancia capital de mi vida". En todo ello puede encontrarse su norte poético. Lo afirma también Marcel Doisy en la creación de La Jeune Parque, es decir, inteligencia y poesía. Recordaba Jean Hytier: el acto de escribir impone siempre un cierto "sacrifice de l'intellect" (Prefacio en Monsieur

Teste). Como La Jeune Parque, .su obra casi toda entera no es más que una "autobiographie". Es la historia de sus ideas. "El poema nace de su conflicto y de su síntesis". La creación poética. "Ce serait donc bien pour echapper a l'an­goisse que Valéry ecrivit La Jezme Parque."

Ante las "Odes", Album de Vers Anciens, "Le Cime­tiere Marin", "Le Serpent", Charmes, entre otros temas suyos, quiero insistir en la significación de La Jeune Parque, en la riqueza de su tema y sus hallazgos. Al referirse al "alma", situaba sus problemas en un curso íntimo, es decir, la libertad, la pureza, la singularidad y la universalidad del intelecto. La Jeune PtJrque fue para él, una búsqueda lite­rariamente indefinida. Había que penetrar en su secreto.

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BAAL, XVXVI, 1~71 PAUL VALERY

"Los caminos de! espíritu estaban menos franqueados; nin­gún instinto los orientaba", afirmaba.

Había terminado su contacto con e! público en 1900.

Era, pues, e! famoso trabajo sin obrasi. meditaciones per­sonales. No saldrá de su casi silencio de veinticinco años más que en 1971, para ofrecer La Jeune Parque a André Gide, con estas líneas: "desde hace muchos años había dejado e! arte de los versos; tratando de obligarme una vez más

he hecho este ejercicio que te dedico".

Marce! Doisy, como otros, cree que para los críticos La

Jeune Parque es e! más indisoluble problema conocido, y Thibaudet juzgó: "pasa por' el poema más obscuro de la lengua francesa". Además de eso, Emilie Noulet sostiene

"en versos de tal belleza parecía impío disecar e! sentido. Versos tan cargados de sentido que considero impío dis­

frutar de su belleza. Versos tan difíciles que parece te­

rr,erario quererlos entender".

A su vez Pierre Olivier W alzer, en su largo y rígido

estudio aseguraba que el autor concibió La Jeun'f? Parque

como un "exercice" poético, sometido a reglas clásicas, y como una manifestación profunda de la angustia, nacida de la' guerra. En otro sentido, e! poeta contempla como expresión muy honda, e! cambio de una conciencia durante una noche. En los "Fragmentos des memories d' un Poe­me", recogidos en V arieté V, tendrá e! lector las confiden­cias sobre La Jeune- Parque y reaparición de su vocación por la poesía, musical y formal. En verdad, e! drama que se juega en su poema, es en e! fondo, e! de la conciencia. En suma, vemos en La Jeune Parque, su "sistema", sus "métodos". Sus exigencias musicales y sus convenciones clásicas. Berne-Joffroy, insiste: "La Jeune Parque es el

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3'0 LtONIDAS DE V EDU. BAAL, XXXVI, 1971

drama de la conciencia" ... "C'est le drame de la Pensée, c'est le drame de l'Ame".

V aléry se empeñó en proscribir, e~ toda su obra, ele­mentos sentiment~les, descriptivos y didácticos. Quiso, y lo logró, no tener ninguna posibilidad en la elocuencia. En cambio queria lograr la poesía pura. El drama que buscaba era el de la conciencia.

Afirmó, al comenzar, que había emprendido una obra difícil, La Jeune Parque, en la que quiso introducir una cierta "psicología" y guardar entretanto una plástica y esa música sin las cuales no existe la poesía. En su carta a Albert Mockel -e~ 1917- anticipaba su propósito de concluir un "ejercicio". El motivo vago de la obra -in­sistía- es un cierto sistema nacido de la impotencia, es la conciencia de si mismo.

Según el poeta, ha sido concebida como un "ejercicio" poético, sometido a las reglas clásicas más seguras y en donde las virtudes musicales del verso serán pue3tas en evidencia, a la vez que como un desciframiento, como una autobiografía.

Pensaba que el motivo verdadero del poema es la pin­tura de una serie de substituciones psicológicas, y en su­ma, el cambio de una conciencia en el tiempo de una noche.

Todo fue duro: su La Jeune PIJrque, obra construida en cuatro años de lenta elaboración, parecía la acumulación de dificultades prosódicas y poéticas.

Su tema era el alba de una heroína que --después de su destino contra ella misma- se resolvía, en fin, a vivir. En el sentido literal el problema de Valéry describe una crisis psicológica en una joven, que lucha contra sus ins-

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B.\AL, XXXVI, 1911

tintos hasta lograr, finalmente, su equilibrio al llamado de la primavera y de la vida.

La interpretación alegórica abre perspectivas admirables, no siendo una simple oposición entre el alma y el cuerpo. Pierre Oliver Walzer destaca la orientación del magnífico

poeta, frente a La Ieune Parque cuando dice: mi sistema, mÍs métodos, mis exigencias musicales y mis conve~ciones

clásicas. En el fondo, Valéry es el clásico del simbolismo. Me

veo siempre mirar y hacer mis versos y se podría decir,

como los personajes de Pirandello, que "viven y se miran

vivir", según la fórmula de Tilgher,

LEONIDAS DE V EDIA

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EN EL AReHI VO DE LOS LÓPEZ

(ASPECTOS DE UNA CORRESPONDENCIA ENTRE PADRE E HIJO)

El maestro Rafael Alberto Arrieta, que tan bien conocía

y comunicaba las "alegrías de un bibliófilo", les dedicó páginas muy espirituales en el número inicial de este Bo­letín 1. Por ellas, además de recibir una lección metodo­lógica, comprobamos que en la mutua amistad del inves­

tigador y los papeles, "hay felicidades que matan. Pero el bibliófilo sobrevive a ellas para comprobar el efecto que van a producir en sus colegas". Una primera recorrida por el archivo de los López no nos ha llevado desgraciada­mente al entusiasmo que provocan los hallazgos sensacio­nales, pero sí, a creer útil la transcripción de algunos do­cumentos 2.

1 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, Las alegrías de un bibliófilo, en B.A.A.L., t. 1, N? 1, enero·marzo 1933, p. 15·19. Se refiere a un pasaje de las Mémoires de Tenant de Latour, en donde éste cuenta cómo encontró en 1827 el ejemplar de la Imitación de Jesucristo que había pertenecido a Rousseau, con anotaciones manuscritas de ~u propietario, e incluso una flor seca (la vincapervinca o clemátide, pervenche) colocada entre las páginas del libro.

2 El archivo familiar de los doctores Vicente López y Planes, Vi­cente Fidel López y Lucio Vicente López es una adquisición del Archivo General de la Nación. Está permitida su consulta

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V íeTOR BoulL LY BAAL, XXXVI, '97'

Todo un sector longitudinal de la vida argentina puede recuperarse a través de esos materiale);. La grande y la pequeña historia -en rigor sólo hay una, que resulta gran­de o pequeña según las resonancias de que sea capaz la mente de cada estudioso-- surgen a la vez con el entrecru­zamiento espontáneo de la realidad. Vamos a examinar fragmentos de varias de las cartas que intercambiaron pa­dre e hijo, Vicente López y Planes y Vicente Fidel López, durante el destierro de éste en Chile, época en la que se prolonga y asienta su formación intelectual.

Un envío q,e libros

Cuando Vicente Fidel viaja a Chile, llevado él también por la oleada emigratoria, su padre acompaña las palabras

de despedida con una cita significativa: "Recuerda cómo nuestro Cousin define al hombre: «phénomene lui-meme»" 3_

desde 1970. Son casi 7.500 piezas en conjunto: cartas, cuadernos de apuntes, resúmenes de lecturas, manuscritos de obras inéditas, recor­tes de diarios, etc. Hay también varios documentos de los siglos XVI

y XVII, vinculados algunos con la genealogía de la familia. Signatura topográfica general: Sala 7, CRPHN (Centro para la recuperación del patrimonio histórico nacional). La numeración de cada carpeta depende naturalmente del documento de que se trate. A 10 largo de este artículo, se indica entre paréntesis el número individual de cada pieza citada. Se comprende que en un breve estudio como el presente sólo se han tomado en cuenta unos pocos aspectos de las innumerables sugestiones proporcionadas por la colección completa. Varias de ellas han sido recogidas por Ricardo Piccirilli en su re­ciente trabajo Los Lópe;¡;; una dinastía 'inteleeitlal. Ensayo histórico literario (1810-1852). Buenos Aires, Ed. Universitaria, 1972. Con­tribución documentada y seria como 10 son siempre las suyas.

J "Despedida de mi hijo Vicente Fidel",' 25 de enero de 1840 (N~ 2265l. La cita debe haber sido predilecta del prócer, porque la

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BAAL, XXXVI, 19i1 EN EL ARcun'o DE LOS LÓPEZ

Por medio de sus periódicos, la generación de emigrados ya se había definido como opuesta a la filosofía ecléctica. Cousin recibía en Buenos Aires y en Montevideo críticas del mismo tono severo que los redactores de la Revue En­

C'yclopédique le habían dirigido en París 4.

A López y Planes, formado mucho antes de la fecha clave de 1830, Cousin podía parecerle una lectura renova­dora. Pero resulta más curioso el hecho de que, todavía

en 1840, Vicente Fidel mantenga su interés por releer al ecléctico. En una de las primeras cartas escritas durante el viaje, antes de llegar a Chile (fechada en Córdoba el 14 de

marzo de 1840, NI? 3931), solicita a su padre el envío de obras de Cousin, junto con la traducción que él mismo

-Vicente Fidel- había hecho del Angelo de Dumas. P<:r

fin van a llegarle los libros pedidos en las pri!peras cartas. 1.(,s lleva el bergantín Janet -según la ortografía de don

Vicente, quien acaso quiso escribir "Jeannette"- y el anun­ciado cajoncito debe haber sido bastante voluminoso. Van

reitera en otra carta al hijo, que incluye un comentario sobre el Santos Vega de Ascasubi y está fechada ell de agosto de 1850 (N~ 2399). En su "Libreta de Apuntes" (N~ 3867) hay un resumen de ideas de Cousin sobre la inducción,. tomadas del libro que su hijo le reclama desde Chile: "Cours de l'histoire de la Filosofie [sic] par Victor Coussin [sic]" o En un fragmento sin fecha de la misma "Libreta", anota: "El gusto no es una teoría, un" dogmatismo, hecho de antemano, ni una tradición de Roma, de Florencia o de h: Grecia. No; el gusto se encontrará dondequiera que el alma sea vivamente conmovida" o En el "Libro de Memoria" (N~ 3866) vuelve a un pasaje de la citada obra de Cousin, con ~ención de fuente: "¿Qué se propone el edectismo?", y referencia al tomo 1, lección IIo

• Los artículos de La Moda, El Iniciador y El Nacional propor· cionan ejemplos frecuentes, entre los cuales puede mencionarse el artículo anónimo "Filosofía" en este último periódico (N~ 28, 17 de diciembre de 1838) o

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VíCTon Boul LL y BAAL, XXXVI, '97'

en él la Histoire de la philosophie de Cousin, más cinco volúmenes de Villemain, cuatro de Let'!Ilinier, tres de Her­der, el primer tomo de las Mélanges de Jouffroy, la versión francesa de la Filosofía moral de Stewart, las Recitaciones de Heinecio, un tomo de Sismondi, el Curso de filosofía del maestro generacional, Diego de Alcorta. Van también un tomo de La Revue de Paris y tres entregas de la Revue des Deux Mondes 5.

Nos faltan datos concretos sobre los títulos de cada texto. "La obra de Villemain" puede ser el Cours delittérature ,franraise (1828-1829), cuya venta anunciaban los diarios de Buenos Aires desde el año siguiente al de su aparición, aunque lo integran seis volúmenes y no cinco. En cuanto a Lerminier, lo más probable es que se trate de varias obras

en uno o dos tomos cada .una, como De l'influence de la philosophie du XVIII" siecle sur la législation et la socia­bilité du XIX' (1833), uno de cuyos ejemplares se con­serva en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, o bien la Introduction générale a l' étude du droit (1835), que Al­berdi conocía al redactar. su Fragmento preliminar al estudio del derecho (1837). También se encuentran en nuestra Biblioteca Nacional los Etttdes d'Histoire et de philosophie

(1836), en dos volúmenes, y el Cours d'histoire des légis­

lations comparées (sff), que reproduce las clases dadas por Lerminier en el Colegio de Francia (abril-junio de 1836), familiar a los lectores argentinos de la época gra-

'La carta despachada durante el viaje, desde Córdoba, lleva la fecha 14 de marzo de 1841 (N~ 3931 l. El padre le anuncia el envío de los libros el 28 de mayo de 1841 (N~ 2270). Esto no impide, por suppesto, que pueda haber habido cartas y envíos anteriores a esa fecha. Las referencias de uno y otro a autores y libros son por otra parte permanentes en la correspondencia de ese período.

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BAAL, XXXVI, 19i1 EN EL ARCUlVO ))l.: I.OS Lúpu

cias a los comentarios del periodismo parisiense. La obra de Cousin no ofrece dificultades, pues su título está men­cionado en el texto de la carta. A este primer envío, segu­ramente en su versión original, sigue una traducción caste­llana publicada en Buenos Aires. El 14 de setiembre del mismo año, el padre anuncia la salida de "los dos cuader­

nitos de la traducción de Cousin que aquí empezó ~ publi­carse hace años". Se trata tal vez del mismo Curso de historia de la filosofía, que los casi anónimos traductores

José J. G. yA. G. B. habían comenzado a vender por sus­cripción en 1834 6•

Sigamos con el "cajoncito" enviado a mediados de 1841. Las Mélanges (1833) de Jouffroy y su autor, van a ser motivo de nuevas referencias elogiosas de López y Planes

en su correspondencia paternal. Fiel a los ecl~cticos, lo era todavía a Stewart, quien junto con Thomas Brown repre­sentaba a la "escuela escocesa" o "del buen sentido", que Lerminier había combatido en sus cursos y en las "Cartas filosóficas dirigidas a un joven berlinés" publicadas en 1832 en la Revue des Deux Mondes. Los adversarios se codea­ban en las bibliotecas de los emigrados, que necesitaban leerlo todo, ya fuera para apoyar o para discutir. Es pre­cisamente Jouffroy el motivo de una confidencia revelado­ra, en carta a su padre fechada el 2 de julio de 1842: ... "he empezado a popularizar a Jouffroy, Ud. que conoce su importancia y el atractivo que este ramo tiene para la razón puede juzgar la reputación que él ejerce sobre mí. pasadas las primeras resistencias, que á la verdad están pa­sando ya" (N? 3955). Cuando el 9 de agosto de 1843,.

• Anunciado en el Diario de la Tarde, N~ 885, 15 de mayo de 1834. p. 3. El primer cuaderno se puso en venta el 19 del mismo mes.

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3.8 VíCTOR BOUILLT BAAL, XXXVI, '07'

señala sus coincidencias intelectuales con un amigo, anota que éste ha sido "alimentado como yp de Cousin, Jouf­iroy, Lerminier, Lerroux [sic], Guizot, Damiron, etc." \ N~ 3965).

El caso de Aleorta es sintomático y bastarán para pro­barlo ,las palabras bien conocidas que Mármol le dedica en el capitulo 11 de Amalia, criterio compartido por la gene­

ración entera. En su momento, Vicente Fidel recibirá de su padre la noticia de la muerte del maestro, y unos libros de éste que su viuda regalaba al discípulo lejano 7.

En cuanto a las revistas mencionadas en la carta que co­mentamos, La Revue,de Paris había formado parte del plan­

tel de lecturas iniciatorias de las que se ocupa Vicente Fidel López en su Autobiografía, y su éxito es persistente. Pa­rece ser la única publicación periódica francesa que sigue

llegando a Buenos Aires en 1843. "Me pides que te mande

revistas -escribe don Vicente el 22 de abril de ese áño-­ya se acabó el tiempo en que aquí corrían con ansia esos

artículos. Como ahora no hay consumidores, no hay ofer­

L 1S, ni vienen a nuestro mercado sino novelitas y cosas

vulgares; francesas no he visto más que la Revue de Paris" (N~ 2293 )8. Los "consumidores" habían llevado a otros

7 Carta del 8 de enero de 1842 (N~ 2281). Una cita de Edgar Quinet acompaña el relato. El primer libro de la biblioteca de AI­tórta que le envía es un ejemplar del Curso de filosofía de Damiron, a quien se recordará como uno de los autores resumidos por Eche­verría en sus cuadernos de apuntes. El Curso de AIcort~ circuló durante muchos afios en copias manuscritas hechas 'por sus discípu­'los, hasta que Groussac lo publicó en el tomo II (1902) de los Anales de la Biblioteca. Véase Félix Weinberg, op. cit. p. 12.

a Dirigida por L. Véron; colaboraron en La Revue Víctor Hugo, Charles Ncdier. Philarete Chasles, Jules Janin, Victor Cousin, Fer·

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8AAL, XXXVI, 1971 EN 1-:1. ARcm"Q Dio: LOS Lópl-:Z

sitios el hambre de libros. Las lecturas decisivas de la ge­neración. empiezan a fructificar en Santiago de Chile a una velocidad impresionante. Vicente Fidel, pobre y apasiona­do, se lamo:a a fundar institutos, a hacer descubrir autores y obras. Uno de sus frecuentes pedidos de libros y revistas agrega este comentario: ... "todo lo que conocemos ahí [en Buenos Aires] hace seis años, es desconocido .aquJ y

los libros nuestros no son ni mentados siquiera en la tran­quila Santiago" (carta a su padre, fechada el 2 de julio de 1842, N'? 3955). Está tocado el punto álgido: chilenos y

argentinos de le generación que era joven por el año 40, enfrentados en lecturas, en novedades y en ideas. Vicente

Fidel López es terminante en ésta y otras cartas, dirigidas unas a Félix Frías, otras a Jacinto Rodríguez Peña, quien las contesta con su humor drástico. SarmientQ lo sería a su

vez. La respuesta chilena fue equivalentemente airada, en los artículos de "Jotabeche", y mucho más tarde en vi· cente Pérez Rosales, el agudo autor de Recuerdos del pa­

sado.

Consejos lingüísticos

López y Planes tenía conciencia de que el aprendizaje de lenguas extranjeras define el sentido de una cultura. En

dinand Denis y muchos otros. Son frecuentes los artículos sobre escritores alemanes. Su actitud política es moderada. Es, que sepa­mos, el único documento en forma de c.olección que queda en Bue­nos Aires de las publicaciones periódicas francesas que leían los miembros de la generación del 37, junto con la Revue des Deux MandtS, que se conserva en el fondo Juan María Gutiérrez en la Biblioteca del Congreso. Como es sabido la colección de la Revue Encyclapédique fue llevada por Manuel Quiroga Rosas a. San Juan en 1839, de donde la conduce Sarmiento a Chile.

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330 VíCTOR BOUlLLY BAAL, XXXVI, '97'

la carta del 21 de febrero de 1842, con el anuncio de otro envío de libros ~ le escribe : "Te recomkndo el estudio de la lengua inglesa; tú solo la puedes aprender; yo la aprendí solo de 800 a 802, es decir de 16 a 18 años, cuando no, tenía más estímulo que una grande idea de esa nación; y vos no la habrás podido aprender a los 27 años, cuando casi no vivimos más que entre ingleses, cuando tanto los necesitamos que nuestro trato favorito debía ser exclusi­vamente con ellos?". Destaca enseguida la utilidad de ese trato "en las circunstancias futuras de nuestra desgraciada América (N~ 2284).

La referencia al "trato favorito" no era capricho de Ló­pez y Planes. El único club tolerado por Rosas en esos años era precisamente el de Residentes Extranjeros, en su mayoría británicos lO. Obsérvese también cómo don Vicente

se había adelantado en su interés y admiración, a la época de mayor influencia británica directa, posterior natural­mente a las invasiones inglesas.

El francés, la gran lengua vehicular del siglo XIX, ocupa

el primer término y las r~ferencias son más frecuentes. "En

mi juventud -escribe a su hijo el 15 de diciembre de 1845- el latín era el único manantial de buen gusto que

teníamos; poco después, i todavía en mi mocedad, lo su­

plantó el francés, i yo lo abracé con el mismo ardimiento.

Cuando tú entraste a tus estudios hallaste reinando al fran­

cés sin rivalidad, i fue mui natural que le dieses toda tu

• El ya citado Curso de Damiron, una edición del Crc,mwell de Hugo y la Historia universal de Mulher.

,. El punto ha sido debidamente documentado por Jorge M. Mayer En Alberdi y su tiempo. Buenos Aires, Universitaria, "Biblioteca de América", 1963. Véase también Jorge Navarro Viola, El Club de Re­nJentes Extran;eros. Buenos Aires, Coni, 1941.

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8AAL, XXXVI, 197' EN t:l, AnCUI\"U 11E LOS LÚI,t:l 33.

preferencia, pues mis consejos no podrían contrastar con la dominación favorita de tu tiempo" (N~ 2314). Sea o no la anterior una alusión a sus preferencias bntánicas, es el propio don Vicente quien se ocupa de enseñar el fran­cés a uno de los Gutiérrez, Agustín, mientras planea or­ganizar grupos de lectura de Chateaubriand (carta del 24 de septiembre de 1843, N~ 2295). Durante una comida en Palermo, Rosas aprueba el proyecto (carta del 14 de no­viembre de 1843, N~ 2297).

Esta era por otra parte la primera lengua extranjera moderna que había aprendido: "En 1801, entrando en una tienda de comercio, aprendí por mí mismo a traducir el francés; en 1804, el inglés" ("Sumario de mi biografía",

sin fecha, N~ 3862). La inevitable simpatía intelectual de Vicente Fidel por esa lengua se confirma en otra anotación del padre, resumiendo en su cuaderno de apuntes dos he­chos del año 1834: "Mi hijo ha estudiado el primer año de derecho civil, canónico, natural y de gentes; y se ha des­empeñado en el examen del día 4 de diciembre [ ... ]. Al mismo tiempo ha cultivado el estudio de la historia, prin~ cipalmente en idioma francés". En cuanto a él mismo, ha estudiado alemán a partir del 15 de octubre de ese año, 1834 ("Libro de Memoria", N~ 3866).

Si fuera necesario confirmar la francofilia juvenil de Vi­cente Fidel, bastaría con el siguiente párrafo de una carta suya fechada el 7 de enero de 1844: ... "las casas france­sas, aquí por 10 menos, están llenas de argentinos, y lo mismo sucede en las fábricas, donde los pobres ganan si­quiera para comer [ ... ]. Hace como dos años que me tiene Ud. corriente como un francés para hablar el idioma; polque he tratado mucho con ellos, y la mayor parte de los

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VíCTOR BOVILLY UAAL, XXXVI, '9i'

que habitan en Santiago me miran como compatriota [ ... ] y esto me entretiene porque cada vez"me aficiono más á las maneras y caracteres de la vida europea" (N~ 3967). Europea, esto es, francesa. No había dudas en la identifi­cación entonces. Es la misma alegría de Mariquita Sánchez cuand(), también en su correspondencia privada, contaba que la condesa Walewska le había alabado sus maneras y

su modo de hablar el francés. Pero la moda de la lengua traía consigo una serie de con­

tenidos que compartía el hijo, parecían peligrosos al padre y conocieron ambos muy bien.

El temor ante las "ideas francesas"

Una anécdota muy difundida, originalmente relatada por

Vicente Fidel López en su Autobiografía, presenta al doc­

tor Maza transmitiéndole a López y Planes una broma de

Rosas: cómo un hombre maduro y respetable podía asistir a la sesión inaugural del Salón Literario y apoyar con su

prestigio esa reunión de muchachos regeneradores.

En la correspondencia familiar, la actitud del padre ante las ideas nuevas es un aspecto angustioso, a veces enterne­

cedor. Desde el primer momento aparece la preocupación

del hombre experimentado que desconfía de las lecturas de

los jóvenes, pero también del funcionario del gobierno que

teme por su seguridad y la de su familia. Vicente Fidel ya

ha pasado un período en Córdoba, ha participado de la

revuelta contra el gobernador de la provincia y viaja luego

a Chile. Con el emigrado van las ideas. El padre lo sabe y

anota: '¡Yo te aconsejo que abandones la vida especulativa

y del espíritu, porque el país nos pone en la necesidad de

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BAAL, XXXVI, '97' EN t:L "CIII\"O DE I.OS LÓPE' 333

veuparnos solamente de los intereses materiales a que aquí he visto con algún pesar que tenías repugnancia" (carta del 30 de,abril de 1841, N~ 2260).

Estaban lejos los años en que llevado por la "vida del espíritu", López y Planes había colaborado en la fundación de la Sociedad Literaria de 1822, hecho que recordó siempre

con orgullo. Ahora los devaneos intelectuales a la .europea podían resultar arriesgados. No obstante, en cada envío iban los libros pedidos por el hijo. En otra carta, del 22 de setiembre de 1842, el tono es más terminante: "Hijo,

vas a perderte sin remedio si sigues en tu locura de las ideas francesas. Les beaux réveurs son llamados en París Cousin, Jouffroy, etc., según me dijo en el Fuerte un ede­

cán francés del almirante Mac Quean" (N~ 2289). Pudo haberle dicho el edecán que ya en 1842, hacía mucho que los sansimonianos disidentes de la Revue Encyclopédique reservaban calificativos más duros para la "Trinidad ecléc­tica" de la Sorbona, incluido Royer-Collard. Envuelto en la polémica entre clásicos y "románticos" de 1842, a Vi­cente Fide! le habrá resultado anticuado el ejemplo elegido

por su padre.

La Francia que se lanzó a la revolución de 1848 decep­ciona a López y Planes: "Ahí tienes el fatal ejemplo de París con sus grandes y brillantes teorías; abandonaron e! poder pacífico de Luis Felipe y a los pocos meses tienen que refugiarse a [sic] la dictadura del soldado de Argelia; así es la humanidad; desengáñate al cabo, y acomodémonos a lo que nos dá nuestra pobre patria" (carta de! 5 de se­tiembre de 1848, N~ 2346). Es, salvo la conclusión, 10 que pensaba Félix Frías, tan ajeno a las esperanzas de Eche­verría ante e! 48 francés. Por su parte, el chUeno Francisco

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334 VíCTOR BOUILL T QAAL, XXXVI, 'U7'

Bilbao iba a experimentar un sentimiento parecido cuando los franceses intervinieran en Méjico.

Las ideas generales, el gran instrumento conceptual que los "socialistas utópicos" habían revelado a la generación del 37, despiertan en don Vicente comentarios escépticos: ... "ese culto a las ideas generales que tanto arrastra a la juventud, para ver después los desengaños en el curso de la vida práctica de los pueblos", comparable con "uno que quisiera volar, sin notar que está ligado a una cuerda que tiene a su extremo una piedra" ... (carta del 28 de febrero de 1850, N~ 2391).

La alta posición de López y Planes en el gobierno y su

amistad personal con los Rosas lo colocaban, en principio, fuera de sospecha. Pero ese principio era frágil, y su man­

tenimiento enfermaba los nervios del padre, mientras el hijo alternaba sus reacciones entre la rebeldía y la conmise­ración. El enfrentamiento dura años, y hace a veces muy

amargo el tono de la correspondencia. En plena época del

destierro de Vicente Fidel, Manuelita pregunta directamen­te por éste a su padre, al parecer sin segunda intención.

Van juntos en el coche que los lleva a comer en Palermo

con Rosas. . .. "En el camino me preguntó Manuelita por

vos en estos términos: ¿y nuestro tocador? Por esta pre­'gunta, que ya me la ha hecho ahora años más de una vez,

he conocido la impresión que hiciste en ella en una ter­tulia en vida de su madre, donde te oyó tocar muy bien

el piano. Yo salí del embarazo en que esta pregunta y tu

situación me ponían, diciéndole, que me tocaba un¡l he­rida profunda que tenía en mi corazón, y entendiéndolo

ella cortó"con habilidad, y una expresión o frase muy opor­

tuna, esta materia, pero siguió un poco elogiando tu gusto

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B.\AL, XXXVI, '9i' E. EL ARCIIIVO DE LOS LÓPEZ 335

por el piano" (carta del 14 de noviembre de 1843, N? 2297 )ll.

Un hecho insignificante está a punto de provocar una ruptura entre padre e hijo; distraido o bromista, Vicente

Fidel escribe a su familia, carta y sobre, con tinta celeste. El color proscripto había sido ya causa en Buenos Aires de vajillas rotas a sablazos, de moños arrancados y de pa­redes pintadas a la fuerza de colorado. La reacción del padre es desesperada: ... "me has dado el más grave sen­timiento [ ... ] con la tinta. Hijo, qué imprudencia! Siento

decírtelo: no me vuelvas á escribir mas; vive con esos ami­gos, con esos correligionarios que prefieres tanto a la ex­

periencia i á la paz i quietud de tus ancianos padres: no me escribas mas; esperaré la muerte con este dolor; i aun

sabelo desde ahora, ni a tu madre misma. entregaré las c .. rtas que le mandes escritas con [hay una rasgadura del

"En su Manual de la Historia Argentina; dedicado a IOJ profeso­res y maestros que la enseñan, Vicente Fidel López relata la famosa anécdota del presunto sueño de Rosas. A las once de la noche el dictador hace llamar a don Vicente, quien acude temblando. Con su lenguaje campechano, Rosas le cuenta que en un sueño se le apa­reció misia Encarnación indicándole severamente buscar algo bajo la almohada. Allí encontró Rosas un formidable palo pintado de colo­rado. La escena, con lo absurdo del cuento y el terror de López y Planes, es penosa de imaginar. Como consecuencia de la aparición, Rosas saca que debe "arrimarles palo, palo y palo" a sus enemigos. Minutos antes le ha dicho: "y no sólo son, mi señor don Vicente, los salvajes y malvados unitarios lo que tengo que contener por todos lados, sin que me ayuden en nada los hombres buenos y débiles que le permiten a la juventud extraviarse de las ideas religiosas, sub­,-ertir el orden público, y faltar insolentemente a sus padres y a las autoridades legítimas. (Es de advertir -agrega el autor- que yo estaba emigrado en Chile y con un cierto nombre de liberal que comenzaba a oírse en Buenos Aires)". Op. cit., Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1916, nota de p. 447-448.

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336 \'iel"OR UOUILLY MAL, XXXVI, '97'

papel; se supone "esa"] tinta" (carta del 1? de julio de 1845, N? 2312).

Vicente Fidel aclara la situación en otra, donde pide disculpas, deplorando además que una c:mfusión semejante haya sido posible. "Al leer las dos cartas de Ud. á que me refiero ---escribe-, he venido recien á conocer un desatino que un descuido involuntario me hizo cometer, cuando usé de la tinta consabida. Ha tenido Ud. mil ra­zones, y mas que sobrada justicia al incomodarse tanto conmigo; pero espero que la explicación que le voy á dar del hecho dejará a Ud. convencido de la inocencia con que lo cometí. Me sirvo de.esa tinta para escribir mis borradores

para lo cual es escelente porque me permite hacer correc­ciones claras, usando para ellas de tinta negra; y la distan­

cia á que me hallo yo de estas pequeñeces tan importantes y serias ahí, la premura con que escribí, la costumbre de ver ese color en todo lo que escribo á todas horas, todo

me hizo seguir el hábito; y habría ignorado hasta ahora

este absurdo reprensible, si no hubiera visto con el mas

sincero disgusto todo el justo pesar que le he dado á Ud." (carta del de 7 setiembre de 1845, N? 3975).

No volvió a aparecer la tinta celeste, y la correspon­

dencia recobró el ritmo normal.

El testimonio de los "apuntesO

Más sorprendentes que esta actitud de prudencia y re­

chazo, son las pruebas de que don Vicente también se .in­teresaba por las nuevas lecturas. A la inversa de lo que

les ocurrta a los jóvenes, que oponían el eclecticismo a la

escuela progresista --como el romanticismo al arte nuevo

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BAAL, XXXVI, '97' EN El. ARCUno DE LOS LÓI'",

o socialist,a..- él identificaba ambas tendencias sin nom­brarlas 12 •.

Junto con ellas, aparecen los autores más' leídos entre nosotros en tiempos de Rivadavia. Laromiguiere "es lec­tura de que yo gusto mucho" (carta del 17 de agosto de 1846, N'? 2321); Destutt de Tracy y Condillac 13 le me­

recen comentario parecido. Un año antes de morir, ~os fi­lósofos eclécticos se unen en su evocación con uno de los

hombres más respetados por los- redactores de El Iniciador

o El Nacional: "Desde que me inicié en las buenas obras de la Filosofía, como Cousin, Jouffroy, Lerminier 14 etc., comprendí 10 que era saber pensar" (carta del 7 de marzo

de 1855, N'? 2462). El capítulo que Lerminier dedica a Leibniz en su I ntro­

duction générale a l' histoire du droít es resumido breve­mente en el "Libro de Memoria" (N? 3866);' siguen frag­

mentos de Lord Chesterfield -muy apreciado en la época

'2 Recuérdense las palbras antes citadas de Vicente Fidel López, respecto de su actitud ante ]ouffroy. En el grupo joven, la uansición fue gradual entre "lo que entonces se llamÓ espiritualismo", parcial­mente identificable con los autores eclécticos y las "nuevas ideas" or:entadas por los socialistas posteriores. a 1830.

Il En una "Libreta de Apuntes" (N~ 3867), comenzada en marzo lit: 1826, el resumen de un "Discurso Preliminar" de Condillac al­terna con otros de Cousin, Madame de 5tael, artículos de la Revue Européenlle, Chateaubriand y Villemain .

.. Lerminier, tan presente en el pensamiento de Alberdi mientras redactaba el Fragmento preliminar, despertó más tarde una crítica dura en Vicente Fidel López. "Así es nuestro país -le escribe el 9 de julio de 1855 a Félix Frías, desde Montevideo-; viene un aven­turero cualquiera, un Angelis, [... un] Lerminier, etc" allá van exageraciones, aplausos, ovaciones"... Lerminier había recibido en París una formidable rechifla de estudiantes, por haber aceptado una distinción oficial.

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338 VíCTOR HOU1LL'\· - BAAL, XXXVI, '~7'

y oportuno en la cita por tratarse asimismo de Cartas a mi

hijo- y unos versos de La Caroléide (1818) del pinto­

resco vizconde d'Arlincourt. Un largo resumen de la Phi­

losophie du droit (1831), de Lerminier, aparece en el

"Libro de Apuntes" de 1836 (N9 3919), Y el mismo cua­

derno- incluye fragmentos de un artículo del autor citado,

de la Revue des Detlx Mondes, del 19 de julio de 1835,

además de la crítica de Lerminier al Livre du peuple de

Lamennais. Autor éste que, si bien no tuvo en el Río de

la Plata un discípulo tan entusiasta como Francisco Bilbao

en Chile, fue autor influyente en el mundo ideológico de la "generación del 37".

Entre las síntesis de revistas francesas hechas por don

Vicente en 1843 (N9 3674), se encuentra la de "Les fem­

mes philosophes", que Lerminier había publicado también

en la Revue des Deux Mondes, el 19 de junio de 1843.

Se trata por cierto de un Eugene Lerminier moderado, ca­

paz de hacerse perdonar por el "tirano" -Fran~ois Buloz

sus orígenes de joven revolucionario. La Revue de París

figura a su vez en estos resúmenes, contemporáneos de

la ya citada carta en la que el padre informa a Vincente

Fidel que La Revue era la única publicación periódica fran­cesa que había visto circular en Buenos Aires ese año.

El "Libro de Apuntes" (N9 3919) es rico en transcrip­

ciones de autores modernos y aun revolucionarios para

su tiempo. Es allí donde encontramos fragmentos de un

artículo doctrinario de Pierre Leroux, el filósofo que, al darle una nueva orientación a la Revue Encyclopédique de

1832 a 1835, se transformó en uno de los principales mo-

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BAAL, XXXVI, '97' EN .,. 'RCHlVO D' LOS LÜPEZ

delos ideológicos del "romanticismo" rioplatense 15. Con el título de Filosofía de la Historia, puesto por López y

Planes, transcribe éste parte de un importante escrito de Leroux, publicado en el volumen LVII de la Revue 16. La­

mentablemente, el resumen no va acompañado de refle­xiones personales. Solo puede comprobarse por lo tanto la lectura.

Otro tanto ocurre con los trozos de Perrault y de Ben­jamin Constant sobre la "doctrina de la perfectibilidad",

15 No es éste el momento de ocuparse de la idea que los jóvenes del 37 se hicieron del romanticismo, opuesto al "arte socialista" que ellos defendían. Sólo podemos recordar ahora la claridad con que los artículos de sus periódicos y la polémica de 1842 en Chile tratan el tema. A esta polémica se refiere Vicente Fidel López en carta a padre desde Santiago, el 3 de junio de 1842 (N~ 3954). Para su actitud personal en el debate la carta dirigida a Félix Frías con fecha 8 de setiembre de 1842 (N~ 4276). Cualquiera haya sido la opinión de López y Planes sobre el papel que le correspondía a su hijo en los diversos bandos, le escribe el 17 de octubre de 1841, después de haber leído unas décimas ("Veamos hoy sin er.vidiar") que le han resultado muy reconfortantes: "Aunque no sea obra de }¡, clase romántica, no podrás negar las vistas grandes y la verdadera poesía que hay en estos versos. La filosofía,que es todo para tí en la juventud, no lo será en otra edad" (N~ 2275). Faltaba un año para la polémica. En el ya mencionado resumen de revistas francesas (N~ 3874), transcribe pasajes de un artículo de Charles Magnin so­bre la situación del teatro en Francia y la Lucrecia de Ponsard, donde se critican los caracteres enfermizos del "drama moderno". Es la época de Los Burgraves, pero los intelectuales criollos emigrados no se preocuparon por atacar o defender una escuela que para ellos ya había dado todo de sí. Se leía más la Revue Encyclopédique que a Víctor Hugo en los círculos del Río de la Plata.

J6 Las indicacione~ no van más allá, pero por el tema y el número de volumen, es posible afirmar que se trata del artículo titulado De lt< loi de continuité qui unit le dix-huitieme siecle au dix-septieme. (En: Revue Encyclopédique, t. LVII, enero-marzo de 1833, p. 475-538).

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340 VícTOR BOUILLY . 8AAL, XXXVI, '97'

menos significativos por tratarse de autores cuya lectura está documentada en Buenos Aires antes de 1830. Entre los apuntes del mismo "Libro" figur~' una síntesis de uno de los "Boletines Dramáticos" que escribía Hyppolite For­toul en la citada revista 17.

La breve transcripción lleva la fecha 4 de enero de 1839, es deCir cuando Vicente Fidel estaba aún en Buenos Aires, y su. contenido es particularmente interesante: "Creemos -había escrito Fortoul- que la salud del arte actual está en el don de profecía, y que la profecía es una facultad del entendimiento tanto como de la sensibilidad [, .. ]. El heroísmo, que no está ya en la acción, parece refugiado en el pensamiento". Estas ideas producían en los jóvenes

rioplatenses, en los mismos años, un fervor de solidaridad. Son las de Lamennais en el Livre du peuple, las de Leroux en sus artículos sobre la misión de la poesía 18. Inspirado

por tal corriente de lecturas, escribe "Un Oriental" en El Nacional de Montevideo, el 6 de mayo precisamente de 1839: "Creemos que nuestra poesía debe ser bíblica, co­

mo la primera que puede llenar las exigencias de nuestra

sociedad. Ningún poeta se ha hecho comprender mejor de los pueblos que La-Mennais. Ella debe consistir más en las

ideas que en las palabras; más en la energía que en la cul­

tura; debe ser republicana, plebeya y hasta vulgar".

17 Los datos proporcionados por López y Planes están seguramente equivocados, pues indica el volumen XLIX, que correspondería a enero-marzo de 1831, época en la que Fortoul no colaboraba aún en la Revue. Debe tratarse del volumen LIX, de julio-setiembre de 1833, donde Fortoul publicó, además del "Boletín Dramático" corres­pondiente, un importante artículo, "De l'art actuel", p. 107-153.

18 "Religion. Aux Philosophes." (En: Revue Encyclopédique, t. LI, julio-setiembre de 1831, p. 499-516). "De la poésie de notre époque". (En: íd., t. LlI, octubre-diciembre de 1831, p. 399-415).

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BAAL, XXXVI, 19i1 E:"\1 EL ARCIIIYO UF. LOS LÓPEZ

La cita de López y Planes sugiere su eco favorable, y contemporáneo del movimiento de la generación de su hijo. Este se refiere por otra parte al artículo cÍe Fortoul en una de sus intervenciones en la polémica de 1842: "Mil

veces han explicado satisfactoriamente al romanticismo en las revistas francesas Edgar Quinet, y otras mil Schlegel, otras tantas Saint Marc-Girardin y mejor que todas. la imponente pluma de Hipó!ito Fortoul en sus dos trabajos

publicados en la Revista Enciclopédica del año 1833 bajo el título de Recuerdos románticos, el uno, y Del arte actual, el otro" 19.

A esta altura de los datos, cabe preguntarse qué grado de familiaridad, solidaridad y aun de influencia pudo haber

tenido López y Planes respecto de las lecturas de Vicente Fidel y sus amigos. De esas lecturas que, partiendo de Cousin y J ouffroy, pasan por Lerminier y culminan por un lado en el socialismo cristiano de Lamennais, y por el otró en el "socialismo utópico" de la Revue Encyclopédique y de la Encyclopédie Nouvelle, publicada en los últimos años de la década del 30 (Leroux, Reynaud, Fortoul, etc.).

El hombre que, ante la sorpresa burlona de don Juan Manuel, asistió a la inauguración del Salón Literario, había leído obras de los maestros de ese grupo. Siguiendo la cos­tumbre de su tiempo, transcribía en sus cuadernos fragmen-

19 VICENTE FIDEL LÓPEZ, "Consideraciones sobre el romanticismo". (En: Gaceta de Comercio, Valparaíso, 29 de julio de 1842. El pri. mer artículo de Fortoul mencionado por López es "Souvenirs Ro· mantiques". (En: Revue Encyclopédique, t. LX, octubre-diciembre de 1833, p. 264·298). Véanse sobre esto los eruditos comentarios de Paul Verdevoye en su Domingo Faustino Sarmiento, éducateur et publiciste (entre 1839 et 1852). París, Institut de Hautes Etudes de l'Amérique Latine, 1963. p. 198 Y s.

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342 .BAAL, XXXVI, '97'

tos de las obras que le interesaban, y vemos que varias de ellas eran las mismas que los redactores del periodismo emigrado había tomado --o estaban t~mando-- por mode­lo de pensamiento. El pensamiento que recogía al heroísmo antes privativo de la acción, al decir de Fortoul. La actitud de comprensión de lo intelectual por parte de López y Planes no le impidió repudiar las "ideas francesas", la in­quietante "vida del espíritu", cuando temió que esaspre­ocupaciones de su hijo hicieran peligrar la seguridad de su famili~, y probablemente la suya. Si bien las cirums­tancias le impedían actuar con libertad, era libre en sus lecturas, no difundidas en periódicos sino guardadas en

la calma de los apuntes privados. Separados padre e hijo por el exilio y por diferente~

actitudes ~nte la vida política, había en ellos sin embargo

una identidad superior, porque las bases de sus respectivas formaciones eran las mismas. Vicente Fidel se lo escribe noblemente a su padre el 2 de julio de 1842: "Entre los

favores de que me ha colmado Ud. en su. vida, ninguno le agradezco más que el de haberme dado una educación libre, puramente racional y fundada en la ley progresiva

de la humanidad; ésta es una circunstancia de que no todos

los padres pueden lisonjearse, y que no todos los hijos

han tenido la fortuna de obtener; mientras que yo he an­

dado en este camino sin luchas, sin contratiempo y comple­

tamente apoyado y favorecido por la voluntad y los deseos

de Ud." (N'! 3555 )20.

Por eso, las disidencias y los acuerdos parciales queda­

ron en las cartas de familia, en los pormenores de una

20 U n i~agmento más· extenso de es ta carta ha siao reproducido y comentado por Ricardo Piccirilli, op. cit., p. 45-46.

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BAAL, XXXVI, 19i1 ... =~ t:r. ARClII\'O 01,: I.OS LÚI>t:z 3&3

eventual biografía documentada. La línea unificadora per­manece. Entre las palabras del párrafo transcripto, hay to­

do un sistema de sobreentendidos, de símbolos de una identidad que además de filial era fraterna.

VícTOR BOUILLY

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VOCABULARIO DE LA PLATERÍA TRADICIONAL DE CORRIENTES

El presente léxico reúne las voces técnicas de uso habi. tual entre los artesanos plateros tradicionales de la provin­cia de Corrientes. Lo compilé en noviembre de 1967, en oportunidad de haber viajado a esa provincia para cumplir con un convenio establecido con el Fondo Nacional de las Artes, institu~ión que me contrató como técn!co folklorista en el desarrollo del primer período de aplicación del Régi­men para estímulo de las artesanías y ayuda a los artesanos.

Propuse como objetivo de mi viaje la localidad corren­tina de Saladas, para entrevistar allí a don Silverio Verón, pt;opietario del taller de platería "La Ideal", a quien ya conoda de un viaje de investigación realizado en 1958, opor. tunidad en que pude valorar las dotes excepcionales que 1" caracterizan.

En las reuniones previas al viaje que mantuve con el doc­tor Augusto Raúl Cortazar, director del Fondo Nacional de las Artes y presidente de su Comisión de Expresiones Fol­klóricas, surgió el propósito de compilar los vocabularios de las artesanías tradicionales, aprovechando las circunstan­cias que brindaba ese primer período de investigación fol­klórica. Como consecuencia de las conversaciones mante­nidas en su oportunidad con el entonces director del De-

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366 CAltLOS DUI.EPU,NE CÁ •. CENA. • 13AA L, X X X ,'1, I U'i I

partamento de Investigaciones Filológicas de la Academia Argentina de Letras, académico do~, Luis Alfonso, hice conocer tal posibilidad al actual director profesor Carias A. Ronchi March, quien interesado asimismo en tal tipo de investigaciones desde un punto de vista lingüístico, con­vino con las autoridades de la Academia y con el propio docto"! Cortazar, la manera en que el trabajo se pudiera coordinar en ese particular aspecto con los planes del Depar­tamento a su cargo.

Viajé a Saladas y permanecí allí una semana, en la tarea de llevar a cabo lo establecido con el Fondo Nacional de las Artes y en la de compilar el vocabulario técnico empleado por el artesano. En tal ocasión gocé de una licencia con­cedida por el Departamento de Investigaciones Filológicas de la Academia, y a mi regreso trabajé en el mismo, en mi carácter de investigador, para elaborar y redactar este léxic0.

Dentro del vasto y casi ignorado panorama lingüístico que brinda el Litoral, pude observar una manifiesta con­servación de los vocabularios de las artesanías, en especial los vinculados con la tejeduría, los trabajos en cuero y la platería, hecho fácilmente comprensible si se tienen en cuen­ta las características del medio en que estos artesanos se desempeñan y el aislamiento cultural en que se encuentran.

Al interrogar a Silverio Verón y a sus tres ayudantes -dos hijos y un medio oficial- apliqué un cuestionario que redacté especialmente; seguí, paso a paso, los diversos procesos de la confección de varias piezas de plata; efectué un relevamiento del taller y del local de ventas; grabé en cinta magnetofónica la relación que sobre su especialidad me hizoo el platero. Uno de los resultados de esta labor es el presente léxico, que revela con exactitud el vocabulario técnico empleado por el artesano y sus colabonidores.

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BAAL, XXXVI, 1971 rOCABuu.nlo DF: LA. PLA.T~RíA DE COI\I\IE:!'ITES 3~7

Algunos de los términos consignados son de uso frecuen­te en otras provincías; varios de ellos son empleados con sentidos diferentes al indicado por el Diccionário de la Real Academia Española; los menos, finalmente, son regionalis­mos de uso común en Corrientes. Pude documentar, ade­más, la vigencia actual de este léxico entre plateros de dife­rentes edades que viven en las localidades correntinas de Ituzaingo, Mburucuyá, San Luis del Palmar, Emp~drado, San Roque, Goya, Concepción, San Miguel y Carlos Pelle­grini, como también en la ciudad capital. Esto demuestra

la difusión de su uso en una zona verdaderamente extensa. La primera conclusión que se obtiene es la gran conserva­ción del vocabulario patrimonial español, que he querido

incluir por ello en forma casi exhaustiva. En los casos en que es oportuno consigno: a) la vigen­

cia del vocablo. b) el uso actual en otras provincias. c) el empleo en el Buenos Aires anterior a la Revolución d~ Mayo y en la provincia de Córdoba durante el mismo lapso. d) la circunstancia de que no figura en el Diccionario de la Real Academia Española. e) el uso de sinónimos en otras

regiones del país. Deseo destacar la generosa colaboración que me brindó

el señor Federico Oberti, en su condición de conocedor y hábil realizador de esta noble artesanía, como también la hospitalidad brindada por don Silverio Verón durante mi

estada en Saladas.

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3~8 CARLOS DHLEPIANE CÁLCENA. BAAL, XXXVI, '97'

ABREVIATURAS"

DRAE Real Academia Española. Diccionario de la lengua española .

. 19a. ed. Madrid, 1970.

G. Grenón, Pedro S. J. Diccionario documentado de nuestra

terminología. Córdoba, Archivo de Gobierno, 1930.

M. M. Márquez Miranda, Fernando. Ensayo sobre los artífices de

la platería en el Buenos Aires colonial. Buenos Aires, Fa­

cultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones

Históricas, 1933.

T. R. Torre Revello, José. El gremio de plateros en las Indias

Occidentales. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,

Instituto de Investigaciones Históricas, 1932.

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BAAL, XXXVJ, ]071 VOCADUI.ARIO DE l .• 1'(,ATERl" DE CORRl~NTES 349

A

Ácido sulfúrico.

Úsase rebajado para blanquear la plata. La pieza, una

vez terminada es blanqueada con la ayuda de este ácido,

operación que se realiza en el tacho de blanqueo, debido a

su gran causticidad.

Adarme. m.

Medida de peso equivalente a ciento setenta y nueve cen­

tigramos, empleada por el platero para pesar metales. Usa­

do en la época colonial en Buenos Aires (M.M.). Actual­

mente en desuso.

Aleación. f.

Acción y efecto de alear metales. La plata 1000 com­

prada en estado de granalla, se alea con cobre para ser

trabajada. A un kilo de plata se le añaden doscientos gra­mos de cobre; resulta así plata de título 800. Al rebajar

la plata en una proporción de 20 % se reduce su ley.

Alear. tr.

Incorporar a un metal otros, fundiéndolos, con el pro­pósito de lograr una aleación, o disminuir su título.

Alicate. m.

Herramienta manual, de acero, empleada para torcer chapas delgadas, alambres, etc., y sujetar objetos pequeños.

Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

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350 CARLOS DELI,I::PlAlU¡: C.ltCF.tu. _ BAAL, XXXVJ, 197 1

Almirez. m.

Mortero de bronce, portátil, con mano del mismo ma­terial, eficaz para moler residuos metálicos útiles. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Anillo. m.

Aro de plata, oro o ambos metales combinados, con la­bores de cincel o sin ellas, que es llevado generalmente como adorno en los dedos de la mano. Los plateros corren­tinos no aplican piedras en los anillos; se limitan a enri­quecerlos con iniciales y adornos de oro.

Aplicación. f.

Ornamentación, generalmente una lámina de oro de ca­torce a dieciocho quilates, sobrepuesta a una pieza de plata con el fin de ornamentarla. Es el caso de la boquilla de las bombillas, iniciales de las rastras, adornos de los boto­n.:s, etc.

Aplicar. tr.

Adornar una pieza de plata con oro sobrepuesto.

Argolla. f.

Aro de plata que sirve de amarre o adorno. Al igual que las bombas y los pasadores, avalora las piezas del recado de montar, y según sea su destino varía el grosor y el diá­metro. Hay argollas en bozales, cabestros, frenos, reben­ques, ri.endas, pretales, alhajas, etc. Usado en la época co­lonial en Córdoba (G.lo

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BAAL, XXXVI, 1971 VOC,\DVLAR10 E~ LA I'LATERí", DE ConnIENTt:S 35]

Aro. m.

Es d "pendiente" del DRAE. Este tipo de joya es con­feccionado en plata y oro, con diseños tradicionales.

B

Balanza. f.

Balanza de cruz, con platillos de bronce, en la que se

pesan metales, chafalonía, etc. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Banco de estirar.

Herramienta usada para estirar el hilo de plata, redu­ciendo el diámetro y aumentando la longitud. Igualmente aprovechada para estirar y reducir el diámetro' de piezas ci­líndricas (tubos de bombilla, caños de estribera, etc.), ope~

ración que se ejecuta con la ayuda de la trafila. Igual que

estirodora de alambre. No figura en DRAE.

Banco de trabajo.

Igual que mesa de trabajo.

Barbada. f.

Cadenilla que va sujeta a las patas del freno y rodea el belfo inferior de la cabalgadura. Usado en la época colo­nial en Córdoba (G.). Común a otras provincias.

Barra. f.

Igual que lingote.

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CARLOS DELLEPIAftE CÁI,CENA .IlAAL. ·XXXVI. '97'

Batea. f.

Recipiente en forma de artesa, por lo común de madera en el que se lustra la pieza terminad~ friccionándola co~ arena fina y agua. No figura en DRAE.

Blanqueo. m.

Acción y efecto de blanquear la plata con ácido sulfúrico rebajado, operación que se practica en el tacho de blanqueo.

Bomba. f.

Adorno de plata de forma esférica u ovoide, con aplica­ciones de oro o sin ellas, que se intercala en cabestros, bo­zales, cabezadas, riendas, maneas y otras prendas del recado de montar. No figura en DRAE.

Bombilla. f.

Tubo de plata, cilíndrico y delgado, con el que se sorbe el mate. Tiene aproximadamente veinte centímetros de lon­gitud, una boquilla en su extremo superior y termina en

un ensanche con forma de coco o paleta, el que presenta

pequeños orificios por los que pasa la infusión. Hay bom­

billas con la boquilla enchapada en oro y con bombas u

otros adornos. Usado en la época colonial en Córdoba (G.).

Boquilla. f.

Extremo superior de la bombilla que se introduce en la boca. Suele ser enchapado en oro y estar separado del cuer­

po de la bombilla por una virola.

Bórax. m.

Sal blanca constituida por ácido bórico, sosa yagua, que

se emplea como fundente para limpiar el área de soldadura.

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8AAL, XXXVf, '971 YOC.UIULAHIO ,,:~ f .. -\. 1'(.ATEníA h": CORIIII:::Nn:s 3:'3

Bolón. m.

Moneda de plata, o adorno de plata o plata y oro, que se aplica en los tiradores y cinturones para darles vista. En e! reverso se suelda un ojal del mismo metal, que sirve para coserlo o sujetarlo con un pasador.

Bruñido. m.

Acción y efecto de bruñir.

Bruñidor. m.

Herramienta manual, de acero pulimentado, con la que se fricciona la pieza terminada para bruñirla. Usado en la

época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Bruñir. tr.

Sacar brillo a las piezas de plata con la ayuda de! bru­

ñidor. Esta operación se realiza una vez terminado e! tra­bajo.

Buril. m.

Herramienta manual, de acero pulimentado, de diversas secciones y terminada en filo, con la que se graba la super­ficie de las piezas de plata. Usado en la época colonial en

Buenos Aires (M.M. y T.R.).

Burilar. tr.

Grabar la superficie de la plata con e! auxilio del buril.

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356 CARLOS DULEPU"E CÁLCF.IU . BAAL, XXXVI, 197 1

C

Cabeza. f.

Extremo superior, principio del cabo de los rebenques, arreadores, cuchillos, facones, etc. Las cabezas de los arrea­dores· presentan un orificio por el que se pasa la cadenilla o tiento que sirve de asidero. Usado en la época colonial en Córdoba (G.).

Cabezada. f.

Elemento del recado de montar que se ciñe alrededor de la cabeza de la cabalgadura y sirve para mantener el freno sujeto en la boca. Las hay de chapones de plata y combi­

nadas de este mismo metal con cuero. Usado en la época colonial en Córdoba (G.).

Cabo. m.

El mango por el que se toma un instrumento, herramien­

ta, arma, etc. Los cuchillos y los facones. llevan cabos de plata y los rebenques y arreadores de plata y combinación

d.:: este metal con madera de carandá o guayacán. Algunos

drreadores se encuentran revestidos por fina trenza de plata. U sado en la época colonial en Córdoba (G.).

Cabrestilla. f.

Cadenilla de plata que forma la alzaprima de la espuela.

No figura en DRAE.

Cadena. f.

Setie de eslabones enlazados entre sí, de plata u oro,

con la que se hace alhajas, cabrestillas, asideros para re­

benques y barbadas.

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HAAL, XXXVI, J9il '~OCAuur.ARIO EN LA I'LATI':RiA DE CORRIENTES 355

Cadenilla. f.

Cadena angosta, de eslabones apretados.

Caja. f.

Arco de la espuela, en la parte que ésta apoya sobre el

talón. No figura en DRAE.

Candil. m.

Lámpara de mano que junto con el soplete a boca sirve para soldar a boca. Es un recipiente metálico, con asa, pico y mecha, cargado con querosén u otro inflamable. Usado

en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Centímetro. m.

Por "metro". El platero lo utiliza al dibujar la orna­

mentación y al tomar las medidas de sus trabajos. No fi­

'gura en DRAE.

Cincel. m.

Herramienta manual, de acero, con boca recta de doble

bisel, empleada para cincelar ·la superficie de la piezas de plata u oro. Se trabaja a golpe de martillo. Usado en la

época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Cincelado. m.

Acción y efecto de cincelar.

Cincelar. tr.

Grabar con el cincel en la superficie de la plata y del oro. El platero emplea cinceles de diferentes formas y tamaños.

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356 UAAL, XXXVI, '97'

Cobre. m.

Metal que se agrega a la plata para-.proporcionarle con­sistencia y ductilidad. La cantidad de cobre que se emplea en una aleación se llama liga.

Compás. m.

Compás de puntas secas, de bronce, del que se vale el platero para dibujar la ornamentación. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Copa. f.

Guarnición de plata, convexa y hueca, colocada en los

dos extremos del puente del freno. Su diámetro y espesor son variables, sirve de adorno y en élla retumba el sonido que produce la coscoja. Usado en la época colonial en Cór­doba (G.).

Cordón. m.

Ornamento, perfil r~ctangular que se obtiene al pasar la

chapa de plata por entre los rodillos de la máquina de hacer

cordones. No figura en DRAE.

Corona. f.

Aureola de las imágenes sagradas. Por remate lleva una

cruz y por lo común las iniciales del santo enchapadas en

oro.

Corredor. m.

Pas;dor de plata que sirve de adorno en bozales, dendas

y cabezadas de cuero. No figura en DRAE.

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BAAL, XXXVI, 1971 VOCA8VI,AAIO l;N 1.,\ PI.ATF.RíA DE COARIEl\Tt:S 357

Crisol. m,

Vasija de beca ancha en la que se funde· plata a tempe­ratura muy elevada. Es construido con grafito o arcilla refractaria y su capacidad varía desde los treinta gramos hasta un kilo. Cuando la superficie de la plata fundida se p\.me brillante se lo retira del fuego y se vierte el contenido en la lingotera. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

CH

Chafalonía. f.

Objetos inservibles de plata u oro, vendidos al peso para fundirlos. El cliente proporciona chafalonía al platero,

quien· descuenta su valor del costo del trabajo a realizar. Usado en la época colonial en Buenos Aires '( M.M.) Y en

Córdoba (G.).

Chapa. f.

Lámina delgada de plata lista para ser trabajada. En este estado se la utiliza para recubrir arzones y es común verla en los aperos de tipo "malabrigo". En los mates de plata la chapa es trabajada a golpe de martillo y se la llama

chapa de mate.

Chapa de mate.

La usada para formar el recipiente de los mates de plata.

No figura en DRAE.

Chapeado. m.

Conjunto de elementos del recado de montar que pre­sentan aplicaciones de plata y oro, en forma de chapas, tu·

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55& CARLOS DEl.LEI'IA.NE CÁI.CE\IIA BAAL, XXXVI, 1971

bos, virolas, argollas, cadenas, pasadores, etc. Es voz de uso común en la Argentina, Uruguay y ,<;hile. En nuestras provincias también "chapeao" y "chapiau". En Entre Ríos "herraje". Usado en la época colonial en Córdoba (G.).

Chapear. tr.

Cubrir o guarnecer algo con chapas de plata. Es el caso del mate de madera o de calabaza, de los chifles y vasos de asta y de algunas piezas del recado de montar.

Chapón. m.

Cada una de las piezas de chapa de plata que forman el conjunto de una cabezada, pretal, fiador, etc. No figura en

DRAE.

E

Embutidera. f.

Igual que taso Usado en Córdoba en la época colonial

,{G.).

Escoria. f.

Residuos de carbón o impurezas desprendidas del inte­

rior de los crisoles, que aparecen en la superficie de la masa

fundida debido a la prolongada acción del fuego.

Espuela. f.

Instrumento de metal que el jinete ajusta al talón de su

calzado: para picar a l~ cabalgadura. Usado en la época co­

lonial en Córdoba (G.).

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BAAL, XXXVI, 1971 '"OCAUULARIO EN LA PLAl'EniA OE ConRIENTES 359

Estampa. f.

Matriz apropiada para imprimir dibujos,' botones y otras figuras sobre chapa de plata. Se trabaja a golpe de martillo. El mismo platero hace las estampas con bulones en desuso y trozos de hierro.

Estampar. tr.

Imprimir con estampas dibujos en una chapa de plata. de modo que ésta forme relieves por un lado y quede hun­

dida o con su plano liso por el reverso.

Estiradora de alambre.

Igual que banco de estirar.

Estirar. tr.

Dilatar el hilo de plata con el banco de estirar, exten­

diéndolo.

Estribera. f.

En el recado de mamar, cilindro de plata con que se guarnece la correa que sostiene el estribo. Suele adornár­sela con bombas y virolas. Usado en la época colonial en

Córdoba (G.).

Estribo. m.

Pieza de metal, madera, cuero u otros materiales, en la que el jinete apoya el pie. Los estribos de plata correntinos presentan delicada labor de cincelado. Usado en Córdoba

en la época colonial (G.).

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360 BAAL, XXXVI, '97'

Fragua. f.

Fogón cuadrangular, de aire libre, en el que se calienta la plata. para trabajarla. Un mecanismo ventilador establece una corriente de aire que activa convenientemente la com­bustión del carbón. Se emplea en fundición, orfebrería y soldadura. Usado en la época colonial en Buenos Aires ("M.M.).

FU/1dición. f.

Acción y efecto de fundir.

Fundir. tr.

Derretir y liquidar determinada cantidad de plata, para darle forma en moldes y adecuar su espesor al trabajo por

realizar.

G

Gavilán. m.

En las armas blancas, pieza que forma cruz con la hoja,

entre ésta y el cabo. Tiene por objeto defender la mano de

los golpes del contrario. Los hay rectos y con forma de ese.

Granalla. f.

Plata o 1000 que el platero adquiere reducida a pequeños

granos para facilitar su fundición. Del francés "grenaille",

metal reducido a granos o polvo.

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BAAL, XXXV., 1971 VOCABUI.AIUO EX I.A PLAn:niA rJE COURIt';'TI::S 31;.

H

Hebilla. f.

Elemento hecho de varias figuras, con una patilla y un vástago en el medio, con el que se ajustan correas, cintos y piezas del recado de montar.

J

Jarro. m.

Vasija con asa para contener líquidos. Lleva originales motivos de cincelado, generalmente hojas, flores y aves.

L

Lámi.na. f.

Porción de plata extendida en superficie y de poco es­pesor. Las láminas tienen diferentes espesores, expresados en milímetros y en décimas de milímetro.

Laminado. m.

Acción y efecto de laminar.

lAminadora. f.

Herramienta para laminar. La platá convertida en lingote

y previamente recocida para que adquiera ductilidad, pasa a presión por entre dos cilindros lisos que giran en sentido contrario, quedando a:sí estirada en lámina. Sucesivas pa­sadas aseguran el espesor deseado. Es el "laminador" del DRAE.

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36, C,\RLOS lJt:I,LEPU.ftE CÁLCEI'IlA IlAAL, XXXVI, 19i 1

LaminQr. tr.

Hacer láminas de plata con la laminadOla. Antiguamente se batía (laminaba) a golpe de martillo.

Lápiz. m.

Empleado para dibujar la ornamentación.

Ley. f.

Grado de pureza de una aleación de plata dado en dé­cimas de fino. Por ejemplo: 600/000; 1000/000 déci­mas de metal fino. Usado en la época colonial en Bue­nos Aires (M.M.).

Liga. f.

Cantidad de cobre que se agrega a la plata al alearla. Usado en la época colonial en Buenos Aires (T .R. ) .

Ligar. tr.

Alear plata con cobre para proporcionarle consistencia y

ductilidad.

Uma. f.

Herramienta manual, de acero templado, de la que se sirve el artesano para trabajar algunas piezas; rebajar el exceso de metal y practicar ajustes. Usa limas de diferentes secciones y de distintos espesores de grano. Según sea la sección las denomina: redonda, rectangular, cuadrada, trian­gular, plana y mediacaña. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Limar. U'.

Trabajar, rebajar, alisar o pulir la plata con la lima.

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BAAL, XXXVI, '97' VOCABULARIO •• LA PLATERíA DE CORRIENTES 363

Lingote. m.

Barra o trozo de plata sin trabajar, cuya forma se obtiene vertiendo el metal fundido en la lingotera. Luego es cor­tado, estirado a golpe de martillo y laminado. El platero usa lingotes que pesan entre 300 y 500 g. También barra.

Lingotera. f.

Recipiente de hierro en el que se cuela la plata fundida, la que una vez solidificad~ forma el lingote. Las hay de va­rios tamaños y son hechas por el mismo platero. En una ranura paralela al lingote, se forma un hilo de plata. Los plateros de Santiago del Estero llaman a esta herramienta

"riolera" .

Lustrar. tr.

Dar lustre. Última operación en la confección de una

pieza de plata.

Lustre. m.

Brillo dado a las piezas de plata friccionándolas con arena

fina yagua en la batea.

M

Mandril. m.

Herramienta manual, fabricada en acero, cónica, usada para redondear formas cilindricas de distintos volúmenes.

No figura en DRAE.

Máqttina de hacer cordones.

Herramienta con la que se logra un perfil rectangular con ornamentos, al pasar la chapa de plata por entre los rodillos que giran en sentido contrario. No figura en DRAE. o

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366 C4RLOS [)ELI.!::I>IA,IU:: CÁLCF.IU. BAAL, XXXVI, 197'

Martillear. tr.

Aplicar repetidos golpes con el martilla.. Batir a martillo.

Martillo. m.

Herramienta manual de percusión. Los hay de diversos formatos y pesos, empleados según el trabajo a realizar; de 15 g a 2 k. Son martillos de cabeza suave, para no dañar la superficie del trabajo. Martillo de cabeza bolita: para remachar. Martillo de cabeza chata: para clavar. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Mate. m.

Vasija de plata de la que se sorbe la infusión homónima. Los hay de pie, de chapa entera y de media chapa, orna­mentados con vistosos cincelados.

Mesa de trabajo.

Mueble de madera dura, bajo, de 1,50 m de largo por

70 cm de profundidad. Tiene en su frente dos cajones gran­des con divisiones, en los que el platero guarda herramien­

tas, chafalonfa, piezas inconclusas, trozos de metal y otros

objetos. También banco de trabajo. Usado en la época co­lonial en Buenos Aires (M.M.).

Molde. m.

Herramienta de plomo que en hueco tiene la forma que

se quiere dar a la plata fundida que en ella se vacía. Usado

en la época colonial en Buenos Aires (M.M.) y en Córdo­

ba (G.).

Moldeado" m.

Acción y efecto de moldear.

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8AAL, XXXVI. 1971 VOt;4aULAluo F:~ LA I'u:n;oh m: CORlllltlliTU 365

Moldear. tr.

Vaciar por medio de un molde. Con este. procedimiento se hacen las promesas.

}¡{!irsa. f.

Herramienta con la que se sujeta la pieza para trabajarla mn comodidad. Hay morsas de mano y morsas de mesa. No figura en ORAE.

o Onza. f.

Medida de peso equivalente a 287 decigramos, deIa que se vale el platero para pesar los metales. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Oro. m.

Metal inoxidable y maleable, que el platero compra por gumos y luego prepara según el trabajo que debe realizar. Es aplicado como adorno en muchas piezas de la platerfa tradicional correntina, como ser: iniciales en rastras y otras prendas, boquillas de bombillas, botones, virolas, coronas, etc. También en alhajas, las que se hacen de oro puro.

p

PasaJor. m.

Anillo, pequefio tubo de plata con el que se adornan algunos implementos del recado de montar. Los hay chatos y cilfndricos, con soa;es o sin ellos. Se los ve aplicados en riendas, bozales, cabezadas y cabestros. Usado en la época colonial en· Córdoba' ( G. ). No figura en DRAE.

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366 CARLOS DI::LUPIA,NE CÁLCEIIA. BAAL, xxxn, 1971

Piedra de afilar.

Instrumento con el que el platero afila las herramientas cortantes. Usado en la época colonial en Buenos Aires (<M.M.).

Pieza. f.

Así llama el platero a cada una de las labores que ejecuta.

Pinza. f.

Herramienta manual de distintas formas, de acero, uti­lizada para sujetar elementos pequeños, fragmentos, etc. Es la "bruselas" del DRAE.

Plata. f.

Mineral blanco, dúctil y maleable. Es la materia prima con que trabaja el platero. La adquiere en estado de gra­

nalla o chafalonía.

Plata de un apero.

Igual que chapr:ado. No figura en DRAE.

Plata en barra.

Igual que lingote. Usado en la época colonial en Buenos

. Aires (M.M.).

Plata laminada.

Dícese de la plata hecha lámina en la laminadora. No fi­gura en DRAE.

Platería. f.

Tallero y casa de comercio-en el que el platero fabrica y

vende artículos de plata y oro. Un. mostrador. separa el

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B.\.\L, XXXVI, 197J VOCA.IIULARIO I-;N L."- PLATERÍA DE CORRIENn:!) 367

taller del resto de la habitación donde tiene acceso la clien­tela. En la ciudad de Buenos Aires se llamó "tienda de pla­tería" o ·"taller de platero".

Platero. m.

Artesano manual que trabaja la plata y vende .su produc­

ción. Usado en la época colonial en Buenos Aires .(M:M. y T.R.).

Pontezuela. f.

Media luna de plata que cuelga movible sujeta a los ex­tremos inferiores de las patas del freno. Sirve sólo como

adorno, siendo algunas de gran tamaño. Usado en la época colonial en Córdoba (G.). No figura en DRAE.

Pretal. m.

Pieza del recado de montar que rodea el pecho de la ca­balgadura. Tiene por objeto evitar que el asiento del recado

se corra hacia atrás y sirve de adorno. Los hay con chapo­hes de plata y con aplicaciones de oro. Usado en la época

colonial en Córdoba (G.).

PrO'mt?sa. f.

El "exvoto" del DRAE. Presentan formas de animales,

figuras humanas y piezas anatómicas.

Pulir. tr.

Dar lustre a los trabajos terminados. Es ésta la última operación efectuada por el platero para dar fin a sus la­

bores.

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368 CARI.OS OELI.EI·IANI:: CÁr.Ct:I'IIA

Punzón. m.

Herramienta manual, de acero, de forma cilíndrica y bor­des cortantes, usada para practicar impre~lones en la super­ficie de la plata. Se trabaja a golpe de martillo.

R

Rastra. f.

Aderezo de plata que por medio de seis cadenillas termi­nadas en botones, une los extremos delanteros del tirador o cinturón de cuero. Suele llevar aplicaciones de oro, con motivos de marcas de ganado, iniciales y otros adornos.

Rebenque. m.

Látigo corto con el que se castiga la cabalgadura. Se compone de un cabo, lonja, manija y paleta. Usado en la

época colonial en Córdoba (G.).

Remachar. tr.

Unir dos piezas de plata mediante uno o más remaches.

Remache. m.

Roblón colocado en frío para unir permanentemente dos

piezas entre sí.

Rienda. f.

Cada una de las correas que, sujetas al freno, sirven para

gobernar la cabalgadura. Una presilla de cuero colocada en

un extremo, la sujeta a la argolla de la pata del freno. Las

hay de caiíos y bombas de plata, con presilla y sotera de

cuero; enteras de plata; de plata y cuero combinados; de

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BAAL, XXXVI, 1971 VOCABULARIO Io:N LA PLATERíA Dio: COnnlF.~TI::S 369

caños, bombas y argollas de plata, con presilla y sotera de cuero; de cuero, con pasadores de plata, bombas, argo­llas, o virolas.

s Sierra. f.

Herramienta de mano, bastidor de acero a través. del cual va tensada una hoja de sierra. Sirve para cortar figuras en metal, las que luego son terminadas a lima.

Silla. f.

Mueble que junto con la mesa de trabajo, estantes y mos­trador, forma el mobiliario del taller del platero. Usado

en la época colonial en Buenos Aires (M.M.).

Soaje. m.

Reborde liso o trabajado, con que se oma el centro y l?s extremos de los pasadores de plata. Es un perfil rectan­gular. Voz usada en la Mesopotamia y provincia de Buenos

Aires. No figura en DRAE.

Soldadura o boca.

Acción y efecto de unir dos piezas de plata, o dos seccio­nes de una pieza entre sí, mediante el empleo del soplete

a boca y el candil. No figura en DRAE.

Soldar. tr.

Unirsólidalrlt:nte_dos piezas"o,dOs partes de una entre sí.

Soplete a boca.

Tubo de acero, ahusado, de aproximadamente cuarenta y cinco centímetros de longitud, usado para soldar a boca.

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370 CARLOS DILLEPIANE CÁLCEIU BAAL. XXXVI, '97'

Con él se envía por uno de sus extremos, la columna de aire que al salir por el otro se aplica a la llama del candil, para dirigirla sobre el lugar deseado. Lo"emplean plateros de Corrientes, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy. Usado en la época colonial en Buenos Aires (M.M.) y Córdoba (G.).

T

Tacho de blanqueo.

Recipiente de cobre que contiene ácido sulfúrico reba­jado, con el que se blanquea la plata oxidada al soldar. No figura en DRAE.

Taladro. m.

Herramienta manual usada para practicar perforaciones que dan paso a la hoja de sierra. Usado en la época colo­nial en Buenos Aires (M.M.).

Tas. m.

Cubo de acero que en sus lados tiene concavidades hemis­féricas de diferentes tamaños. Con él se obtienen formas

profundas en la chapa de plata. También embutidera.

tenaz~. f.

Herramienta de mano, de hierro, que el platero emplea

para manipular los crisoles, lingoteras y piezas que se en­

cutntran a alta temperatl}ra.

Ti;era. f.

HerramIenta mantl.ll, de acero pulimentado, que facilita

el corte de las chapas de plata. Es una tijera de mano, de

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BAAL, XXXVI, 1971 VOC,\DVI,ARIO t;N LA PLATERíA IIE CORRIRlii'l''':S 37 1

hojas rectas y filos cortantes. Usado en la época colonial en Buenos Aires (T .R. ).

Título. m.

Igual que ley. No figura en DRAE.

Trabajo de plata.

Toda labor de platería confeccionada por el platero. No figura en DRAE.

Trafila. f.

Herramienta de acero adosada al banco de estirar, de forma rectangular y con perforaciones de distintos diáme­tros que se achican insensiblemente, por las, que se pasa el hilo de plata para reducir su diámetro. Es la hilera. 2, del

DRAE.

Trafilar. tr.

Por "trefilar". Estirar y emparejar la plata en frío, re­duciéndola a hilo al pasarla por la trafila. La Real Acade­mia Española admitió "trefilar", jUI).to con sus derivados

"trefilador" y "trefilería".

Trenza de plata.

Entrelazamiento de tres o más hilos de plata de espesor delgado. Aplicado como revestimiento de cabos de reben­

que, resulta una original ornamentación.

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e.unos Ih:LI.EI'IANF. CÁI.CEMA B,\AL, XXXVI, 1971

u

Uñeta. f.

Tipo de cincel de extremo ancho y encorvado, especial para trabajar el metal rebajándolo. Usado en la época co­lonial en Buenos Aires (M.M.).

v

Vaina. f.

Funda del cuchillo,' daga, facón y otras armas blancas, ,-!ue cubre enteramente la hoja. Las hay de plata, lisas o cinceladas, con aplicaciones de oro o sin ellas, y combinadas

de plata y cuero. En este último caso son de plata la ca­beza y la puntera.

Vainero. m.

Herramienta manual, de hierro, con forma de vaina, usa­

da en la confección de vainas de daga, cuchillo y facón. Es un "mandril". No figura en DRAE.

,Vaso. m.

Pieza cóncava capaz de contener líquidos. No lleva asa.

Al igual que el ;0"0, suele presentar cincelados en el cuerpo.

Virola. f.

Pasador de plata que se pone como remate o adorno en

riendas, Dozales, chifles, bombillas, jarros de asta, etc. Usa­

dos en la época colonial en Córdoba (G.).

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BAAL, XXXVI, 1971 VOC'UUI.'.IO"N l.' PI .• H8í., DO: COIIRIE>US 373

y

Yunque. m.

Bloque de hierro, de seCClOn cuadrada, sobre el que se apoya la pieza que debe ser trabajada a golpe de martillo. El platero tiene dos yunques; uno en el taller, de tamaño reducido y otro a la intemperie, más grande, colocado sobre

un tronco.

CARLOS DELLEPIANE CÁLCENA

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TEXTOS Y DOCUMENTOS

Enmiendas y adiciones a los Diccionarios de la Real Academia Española"

l. ENMIENDAS y ADICIONES AL DICCIONARIO COMÚN.

abaca!' m. Filip. Terreno donde se cría el abacá. / / 2. adj.

Filip. Perteneciente o relativo al abacá. abacalero, ra. adj. Filip. Perteneciente o relativo al abacá.

/ / 2. m. y f. Filip. Persona que cultiva, comercia o tr1c

fica en abacá. abocado'. m. Filip. aguacate, árbol lauráceo. abocado, da. [Enmienda.] abocado2 , da.

abrasión .... / / 1 bis. Ceol. Proceso destructor debido a

agentes de la dinámica externa desarrollados en la super­

ficie terrestre. abrazador, ra .... / / 4. Almohada de forma cilíndrica que

se usa en Filipinas para dormir; como su nombre indica,

es para abrazarse a ella, dejando la conveniente distancia

para que circule el aire. accesoria. f. Filip. Cada departamento en una serie de casas

* Aprobadas por la Real Academia Española (Julio - diciembre 1971 \.

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T¡,:x"."oS y Docu~u:tlliTos IlAAL, XXXVI, '9,'

iguales y unidas por pared intermedia, de un solo techo a 10 largo de la calle. Suele ser de dos pisos.

aceite. . .. / / 3. [Añádese] ... , coco:' etc. . ..

acto .... / / 6 bis. En las prácticas religiosas, operación de las potencias anímicas concentradas en un sentimiento o actitud; formulación o expresión de ellos. ACTO de

fe, de adoración, de humildad, de contrición ... / / de contrición. [Suprímese.]

achara. f. Filip. encurtido, vegetal en vinagre.

achinado, da. adj. Semejante a los chinos en el color o en las facciones. Ú.t.c.s.

aerosol. [Enmienda. Dice dividido. Debe decir divididos.] agencia. . .. / / 6. Filip. C.1sa 4e empeños.

agridulce. ... /! 2. m. Filip. Fruto del limoncito, cuyo zumo emplean las mujeres en su tocado.

albay.mo, na. adj. Filip. Natural de Albay o de la provincia de este nombre. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente o relativo a la población de Albay o a la provincia del mismo nombre.

alcanfor. . .. / / 3. Filip. Madera del alcanforero. algodón. . .. / / algodón de Castilla. Filip . • 4-rbol de la fa­

milia de las bombacáceas, que produce una pelusa pare­

cida al algodón. / / 2. Filip. Pelusa que produce este árbol. Se emplea para hacer fibras textiles y rellenar

almohadas. / / 3. Filip. Madera de este árbol.

alimango. m. Filip.Nombre de un cangrejo de grandes di­

mensiones.

alpañata .... [Nueva acepción 1~] f. Pedazo de cordobán

o badana de que usan los alfareros para alisar o pulir las

piezas ¿e barro antes de cocerlas. / / 2. [La actual acepo

ción 1~]

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BAAL, XXXVI, '97' TUTOS y DOCU»ENTOS ~77

alto-. [Errata por atfo-. Suprímese. ]

altramuz .... / / 3. [Suprímese la coma entre iglesia y catedral. ]

amazonense. adj. Natural del Amazonas. Ú.t.c.s. / / 2. Per­

teneciente a este distrito de Colombia y a este río ame­ricano.

antioqueño, ña. adj. Natural de Antioquia. Ú.t.c.s_ / / 2.

Perteneciente a este departamento de Colombia. araucano, na. adj. Natural de Arauca. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a este distrito de Colombia.

atlanticense. adj. Natural del Atlántico. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a este departamento de Colombia. atlantiquense. adj. Natural del Atlántico. Ú.t.c.s. / / 2. Per-

teneciente a este departamento de Colombia.

banal. (Del fr. banal.) adj. Trivial, común, illsnbstancial.

banalidad. f. Calidad de banal. / / 2. Dicho banal. barranco .... / / 2. [Enmienda. ] Quiebra profunda produ-

cida en la tierra por las corrientes de las aguas. barranquiller~ ra. adj. Natural de Barranquilla. Ú.t.c.s. / /

2. Perteneciente a esta ciudad de Colombia. berrueco .... / / 3. [Enmienda. ] barrueco, perla irregular.

bíter. m. (Del ingl. bitter, amargo.) Liccr alcohólico amar­

go, que se obtiene macerando diversas ~ubstancias en

ginebra y que se usa como aperitivo. bogotano, na. adj. Natural de Bogotá. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a esta ciudad de Colombia. bolivarense. adj. Natural de Bolívar. Ú.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia. boricua. adj. puertorriqueño. Ú. m. en tono festivo. Ú.t.c.s. boyacense. adj. Natural de Boyacá. Ú.t.c.s. // 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia.

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378 TEXTOS l' DOCUIIEl'ITOS BAAL, XXXVI, '97'

brecha. [Enmienda.] brecha1• • •• / /4. [Suprímese.] brecha2 . (Del itaL breccia.) f. Geol. Masa rocosa consis­

tente constituida por fragmentos de rocas de diferentes formas y tamaños. / / 2. V. mármol brecha.

bumangués, sao adj. Natural de Bucaramanga. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente a esta ciudad de Colombia.

caderamen. m. fam. Caderas de mujer, generalmente volu­minosas.

caldense. adj. Natural de Caldas. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente a este departamento de Colombia.

caleño, ña. adj. Natural de Callo Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente a esta ciudad de Colombia.

cambiar .... [Enmienda a todas las acepciones.] tr. Tomlr

o hacer tomar, en vez de lo que se tiene, algo que lo sustituya. Ú.t.c.prnl., y con la prep. de, como intr. CAM­BIAR el nombre, lugar, destino, oficio, vestido, opinión, gusto, costumbre. / / 2. Convertir en otro, especialmente en lo opuesto en contrario. CAMBIAR el agua en vino, la pena en gozo, el odio en amor, la risa en l_n/o, la esclavi­tud en dominio. / / 3. Dar o tomar valores o monedas

por sus equivalentes. / / 4. Dar o tomar, en sistema de comercio o particularmente, géneros u otras cosas. / /

5. Intercambiar cosas materiaies, especialmente por razo­

nes de amistad. / / 6. Intercambiar algunas acciones, como

ideas, palabras, miradas, risas. / / 7. intr. Mudar o alterar una persona o cosa su condición o apariencia física o

moral. / / 8. Hablando del viento, ~e refiere especial­

mente a su dirección. / / 9. En los vehículos de motor, pasar de una marcha o velocidad a otra de distinto grado.

/ / 10 .• [ lA 4~ actual.] / / n. [La 5!' actual.] / /12. [La 6~ actudl.] / / 13. [La r actual.]

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BAAL, XXXVI, 1971 TEXTOS T DOCUltn:NTos

cantidad. • .. / / constante. [Enmienda.] V. conslante. / / variable. [Enmienda.] V. variable.

caquetense. adj. Natural de Caquetá. Ú.t.c.s. // 2. adj. Per­teneciente a este distrito de Colombia.

cargante. [Enmienda.] p. a. de cargar./ /2. adj. Que carga,

molesta, incomoda o cansa por su insistencia o modo de ser.

cargoso, sa. (De cargar.) adj. [Enmienda a la 1/1 ac~pci6n.] Que causa disgusto, padecimiento o fatiga. / / 2. [En­

mienda.] Gravoso, oneroso, que ocasiona gastos o difi­cultades. / / 3. Argent., Chile, Par. y Perú. cargante,

que molesta, incomoda o cansa. carrera. ... / / 6. [Enmienda.] Trayecto o recorrido seña·

lado para un desfile, procesión, etc .... / / 9. [Enmien­

da.] Línea regular de navegación. cartagenero, ra. adj .... / / 2. [Enmienda.]' Perteneciente

a alguna de las ciudades que tienen este nombre, en Eli­

paña o en América. casanarense. adj. Natural de Casanare. O.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a este distrito de Colombia. casanareño, ña. adj. Natural de Casanáre. O.t.c.~. / / 2. Per-

teneciente a este distrito de Colombia. castellanizar .... / / 2. prnl. Hacerse hablante del castellano. Castilla1 •••• [AñádeseJ ... , algodón, ... caucano, na. adj. Natural del Cauca. O.t.c.s. // 2. Pertene·

ciente ·a este departamento de Colombia. cesarense. adj. Natural del departilmento del Cesar. / / 2.

Perteneciente a este departamento de Colombia. -cida. (Del lato -cida, de caed;:re, matar.) Elemento compo­

sitivo que, pospuesto a otro, entra en la formación de pa­labras españolas, con idea de matador o exterminador:

fratriCIDA, insecticIDA, OviCIDA.

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380 TEXTOS y DOCUIIE"TOS BAAL, XXXVI, '97'

cirujano. [Enmienda.] cirujano, na. m. y f. Persona que profesa la cirugía. / / romancista. D~cíase del cirujano

que no sabía latín. cítrico, ca .... / / 4. Plantas que producen agrios, como el

limonero, el naranjo, etc. citrícola. (Del lato citrus y cotere, cultivar.) adj. Pertene­

ciente o relativo al cultivo de cítricos. citricultura. (Del lato citrus y cultura, cultivo.) f. Cultivo

de cítricos. cocainomanía. f. (De cocaína y manía.) Enfermedad pro­

ducida por el hábito de intoxicarse con cocaína. cocainómano, na. adj. Perteneciente o relativo a la cocaino­

manía. / / 2. Que padece de cocainomanía. Ú.t.c.s. coco1 .••• / / 4. [AñádeseJ ... , aceite, ... combinatorio, TÍa. [Enmienda.] adj. Perteneciente o rela­

tivo a la combinación. composición .... / / 5. [Enmienda.] Substitúyese dicta por

dictaba. / / 5 bis. Escrito en que el alumno desarrolla un tema, dado por el profesor o elegido libremente, para

ejercitar su dominio del idioma, su habilidad expositiva,

su sensibilidad literaria, etc. constante. [Enmienda.] p. a. de constar. rSuprímese el resto

de la acepción 1~ y toda la 2~] / / 2. [La actual acepción

3~] / / 3. [La actual acepción 4~] / / 4. [La 5~ acepción

actual enmendad" así:] f. Mat. Variable que tiene un

valor fijo en un determinado proceso, cálculo, etc. constantinopolitano, na .... / / 2. [Suprímese de la Tur­

quía europea.] cordobense. adj. Natural de Córdoba. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a este departamento de Colombia. cordobés, sao adj. Natural de Córdoba. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a este departamento de Colombia.

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BAAL, XXX\"!, '97' TEXTOS y DOCmll-:NTOS

cornúpeto. (De cornúpeta.) m. Taurom. Toro de lidia.. correspondiente .... II 3. [Enmienda.] Ceom.

cucuteño, ña. adj. Natural de Cúcuta. Ú.t.c.s'. II 2. Pertene­

ciente a esta ciudad de Colombia. cundinamarqués, sao adj. Natural de Cundinamarca. Ú.t.c.s.

II 2. Perteneciente a este departamento de Colombia. charlotada_ [Enmienda. Dice Charlie. Debe decir Charles. ]

charrar .... II 2. [Enmienda.] tr. Contar o refe~ir algún

suceso indiscretamente. cheque. ... II cruzado. [Enmienda,] Aquel en cuyo an­

verso se indica, entre dos líneas diagonales paralelas, el

nombre del banquero o sociedad por medio de los cuales

ha de hacerse efectivo. En algunos países bastan, en cier­

tos casos, las dos líneas diagonales paralelas sin otra

indicación. chocoano, na. adj. Natural del Chocó. Ú.t.c:s. II 2. Perte­

neciente a este departamento de Colombia. chucho l . [5uprímense las acepciom:s, 2, 3,4 Y 6.]

chucho2 • [Enmienda.] (Del ingl. switch.) m. En los ferro­

carriles, aguja que sirve para el cambio de vía. II 2. Cub{1. Aguja, pincho. II 3. Cuba. Conmutador, llave de la luz.

II 4. Cuba y Venez. Látigo. chuchos. (Del quechua chucchu.) m. Argent, Fiebre palú­

dica intermitente. /1 2. Arg. Escalofrío. II 3. Argent.

Miedo. chuzón l _ [Enmienda.] (De chuzo.).

chuzón2 • [Enmienda.] (De chusco.) deberlo ... II 3. Ejercicio que, como complemento de 10

aprendido en clase, se encarga, para hacerlo fuera de ella, al alumno de los primeros grados de enseñanza.

dependencia. [Enmienda a todo el arthulo;] (De depen-

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38, T.:X.TOS T ()OCU),IEJIIITOS BAAL, XXXVI, '97'

diente.) f. Subordinación a un poder mayor. / / 2. Rela­

ción de origen o conexión. / / 3. Secc!9n o colectividad subordinada a un poder. / / 4. Oficina pública o privada, dependiente de otra superior. / / 5. En un comercio, con­junto de dependientes. / / 6. Cada habitación o espacio dedicados a los servicios de una casa.

desacatador, ra. [Enmienda.] Ú. t.C.S.

diferenciación .... / / 2 .... [Enmienda.] Operación por

la cual se determina la diferencial de una función. dinamitar. tr. Volar con dinamita alguna cosa. duarte. (Del apellido de Juan Pablo DUrlrte, patriota domi­

nicano, 1813-1876.) m. Sto. Dom. Nombre con que el vulgo designa el peso dominicano, papel moneda equi­

valente a un dólar estadounidense. echar de menos o menos. [Enmienda.] echar de menos o

echar menos.

edulcorar. [Enmienda.] (Del lat. dulcorZire.)

ejercicio .... / / 5 bis. Trabajo práctico que en el apren­

dizaje de ciertas disciplinas sirve de complemento a la

enseñanza teórica. EJERCICIO de redacción, de traduc­

ción, de análisis. ensayístico, ca. adj. Perteneciente o relativo al ensayismo.

estar .... / / 20 bis. Junto con la conj. que y un verbo en . forma personal, hallarse en la situación o actitud expre­

sada por este verbo. ESTOY que no me tengo. ESTÁ que trina. ESTÁ que bota. / / está que bota. [Suprímese.]

fajar. .,. / / 3. [Enmienda. Dice golpearle. Debe decir

golpearlo. ] florentino, na. adj. Natural de Florencia. Ú.t.c.s. / / 2. Per­

tenecientea esta ciudad de Colombia. gallinita. f. dim. de gallina. / / 2. Mariquita, insecto co­

leóptero.

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BAAL, XXXVI, 1971 TEXTOS T DOCUMENTOS ~83

género .... / / neutro. [Enmienda.] En las lenguas indo­

europeas, el de los substantivos no clasifi~ados como mas­culinos ni femeninos y el de los pronombres que los

representan ° que designan conjuntos sin noción de per­

sona. En español no existen substantivos neutros, ni hay

formas neutras especiales en la flexión del adjetivo; sólo el artículo, el pronombre personal de tercera persona, los

demostrativos y algunos otros pronombres tienen, única­

mente en singular, formas neutras diferenciadas. golosina .... [Enmienda a la la acepción.] Manjar deli­

cado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto

que para el sustento. guajiro, ra. adj. Natural de la Guajira. Ú.t.c.s. II 2. Perte­

neciente a este departamento de Colombia. guardería .... II 3. [Enmienda.] guardería infantil'. 1/

infantil. Lugar o servicio donde se cuida y atiende a los

niños de corta edad. hemanuco. [Enmienda.] hermanuco.

huelguista. [Enmienda.] como

huilense. adj. Natural de Huila. Ú.t.c.s. II 2. Perteneciente

a este departamento de Colombia. ibaguereño, ña.adj. Natural de Ibagué. Ú.t.c.s. 11 2 . Perte­

neciente a esta ciudad de Colombia. indio. . .. II sangley. [Suprímese.] informática .... [Enmienda.] Conjunto de ... [Supríme'

se El.] isleño, ña. ... II 3. Natural de las Islas Canarias. Ú.t.c.s.

II 4. Perteneciente o relativo a las Islas Canarias. II 5. Natural de las islas de San Andrés y Providencia. Ú.t.c.s.

II 6. Perteneciente a este archipiélago de Colombia. juventud. [Enmienda a la l~ acepo Dice: comprendido. Debe

decir: que media.]

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386 TUTOS y DOCl1!on:J'liTOS BAAL, XXXVI, 197'

mensuración. f. Acción y efecto de mensurar. mesa .... / / dejar a uno debajo de la me.-'..a. [Enmienda.] ...

sin esperar a que llegue. metense. adj. Natural del Meta. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente

a este departamento de Colombia. milenta: ... [Enmienda a la 1~ acepción. Sustitúyese ant.

por fam.] / / 2. [Suprimese.]

mituano. ~dj. Natural de Mitú. tÍ.t.c.s. / / 2. Perteneciente

a esta ciudad de Colombia. mocoano, na. adj. Natural de Mocoa. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a esta ciudad de Colombia. montet"iano, na. adj. Natural de Montería. Ú.t.c.s. / / 2.

Perteneciente a esta ciudad de Colombia. moralina. (De moral, con la terminación ·ina de nicotina,

morfina, cocaína, etc.) f.. Moralidad inoportuna, super­

ficial o falsa. motopesquero. (De moto· y pesquero.) m. Barco pesquero

movido por motor. nariñense. adj. Natural de Nariño. Ú.t.c.s. // 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia. neivano, na. adj. Natural de Neiva. Ú.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia. norsantandereano, na. adj. Natural del Norte de Santan­

der. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente a este departamento de

Colombia. nortesantandereano, na. adj. Natural del Norte de Santan­

der. tÍ.t.c.s. / / 2. Perteneciente a este departamento de

Colombia. papeletizar. tr. papeletear.

pastense:adj. Natural de Pasto. tÍ.t.c.s. /12. Perteneciente

a esta ciudad de Colombia.

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BAAL, XXXVI, '97' TEXTOS y DOCUME!\lTOS 385

dos. Elreloj MARCABA las s,eis. / / 8. Dividir espacios real­men~e, con hitos o señales de cualquier clase, o dividirlos

mentalmente. / / 9. Tratándose de géneros de comercio,

poner en ellos la indicación de su precio. / / 10. Señalar

la situación o dirección dI:.' lo que se busca. / / 11. Dar

indicio de alguna cosa. / / 12. Mostrar alguna cosa des­

tacada o acentuadamente, hacerla resaltar. MA.RCAR el vestido una parte del cuerpo; MARCAR una palabra o una

sílaba. / / 13. Dar pauta o señalar un orden a algunos

movimientos. MARCAR el paso, el ritmo, el compás. i / 14. Señalar en el disco de un teléfono los números de

otro para comunicar con él. / / 15. Considerar o hacer

uno mentalmente suya una cosa apetecible. Ú. especial­

mente con la prep. por y un posesivo. La MARQUÉ por

mía. / / 16. En el fútbol y algunos otros deportes, con­

seguir tantos metiendo la pelota en la meta contraria. / /

17. En el fútbol y algunos otros deportes, situarse un

jugador cerca de un contrario para dificultar la actuación

de éste. / / 18. [La 5~ actual. ] maTcido, da.p. p. de marcir. / / 2. adj. And. y Arag. Dícese

de los frutos mustios o blandos. // 3. Dícese de la per­

sona enferma o achacosa. marcir. (Dellat. marciJre.) tr. Mustiar, marchitar.

margarita. . .. / / 6. Mariquita, insecto coleóptero. mayor. ... / / 1 bis. Dícese de la persona que excede en

edad a otra. Hermano MAYOR, Pedro es MAYOR que

Juan . .. / / 2 bis. Dícese de la persona entrada en años, de edad avanzada. V. hombreo, señor, señora mayor. / /

3. [Suprímese hombre, señor y señora.]

medellinense. adj. Natural de Medellín. Ú.t.c.s. / / 2. Per­

teneciente a esta ciudad de Colombia.

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386 TUTOS y DOCl1!on:J'liTOS BAAL, XXXVI, 197'

mensuración. f. Acción y efecto de mensurar. mesa .... / / dejar a uno debajo de la me.-'..a. [Enmienda.] ...

sin esperar a que llegue. metense. adj. Natural del Meta. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente

a este departamento de Colombia. milenta: ... [Enmienda a la 1~ acepción. Sustitúyese ant.

por fam.] / / 2. [Suprimese.]

mituano. ~dj. Natural de Mitú. tÍ.t.c.s. / / 2. Perteneciente

a esta ciudad de Colombia. mocoano, na. adj. Natural de Mocoa. Ú.t.c.s. / / 2. Perte­

neciente a esta ciudad de Colombia. montet"iano, na. adj. Natural de Montería. Ú.t.c.s. / / 2.

Perteneciente a esta ciudad de Colombia. moralina. (De moral, con la terminación ·ina de nicotina,

morfina, cocaína, etc.) f.. Moralidad inoportuna, super­

ficial o falsa. motopesquero. (De moto· y pesquero.) m. Barco pesquero

movido por motor. nariñense. adj. Natural de Nariño. Ú.t.c.s. // 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia. neivano, na. adj. Natural de Neiva. Ú.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a este departamento de Colombia. norsantandereano, na. adj. Natural del Norte de Santan­

der. Ú.t.c.s. / / 2. Perteneciente a este departamento de

Colombia. nortesantandereano, na. adj. Natural del Norte de Santan­

der. tÍ.t.c.s. / / 2. Perteneciente a este departamento de

Colombia. papeletizar. tr. papeletear.

pastense:adj. Natural de Pasto. tÍ.t.c.s. /12. Perteneciente

a esta ciudad de Colombia.

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BAAL, XXXVI, '97' T~xl'OS y f)OCUlJE~TOS 387

pastoTón, na. (Aum. de pastor, con probable influjo de

pasta;) adj. Gran. Dícese de la persona" por lo común joven, de buen natural, tranquila y parada, con algo de

tímida rusticidad. Esta muchacha es muy PASTORONA.

pastuso, sao adj. Natural de Pasto. Ú.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a esta ciudad de Colombia. payanés, sao adj. Natural de Popayán. Ü.t.c.s. / / 2·. Perte­

neciente a esta ciudad de Colombia. pedicuTo, Ta .... [Enmienda.] m. y f. Persona que tiene

por oficio cuidar de los pies, extirpando o curando ca­

llos, uñeros, etc. peraltaT .... / / 2. [Enmienda.] Tun. En las carre­

teras, vías férreas, etc., levantar la parte exterior de una

curva. pesqueTo, ra. . .. / / 2. m. Barco pesquero. '. población. ... / / 2. [Enmienda.] Conjunto de personas

que habitan la tierra o cualquier división geográfica de ella. / /3. [Enmienda.] Conjunto de edificios y espacios

de una ciudad. popayanejo, ja.adj. Natural de Popayán. Ú.t.c.s. / / 2. Per~

teneciente a esta ciudad de Colombia. pOTteño, ña. adj. Natural de Puerto Carreño. Ü.t.c.s. / / 2.

Perteneciente a esta ciudad de Colombia. putumayense. adj. Natural de Putumayo. Ú.t.c.s. /! 2. Pero

teneciente a este distrito de Colombia y al río Putnmayo. quetzal. ... / / 2. Moneda guatemalteca, que en una de sus

caras lleva grabada la imagen de esa ave. quibdoano, na. adj. Natural de Quibdó. Ú.t.c.s. / / 2. Per­

teneciente a esta ciudad de Colombia. quindiano, na. adj. Natural del departamento de Quindío.

/ / 2. Perteneciente o Telativo a este departamento de

Colombia.

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388 TUTOS y DOCUHKNTOS HALL, XXXVI, 1971

ratón. / / 2 bis. C. Rica. Músculo bíceps. recepción .... / / 5 bis. En hoteles, ~pngresos, etc., de­

pendencia u oficina donde se inscriben los nuevos hués­pedes, los congresistas que llegan, etc.

recepcionista. como Persona encargada de atender al pú­

blico en. una oficina de recepción. repetidor, ra. . .. / / 6. m. Aparato electrónico que recibe

una señal electromagnética y la vuelve a transmitir am­plificada. Se emplea en comunicaciones, televisión, etc.

revancha. (Del fr. revanc.he.) f. Desquite.

riohachero, l"a. adj. Natural de Riohacha. Ú.t.c.s. / / 2. Pero

teneciente a esta ciudad de Colombia. risaraldense. adj. Natural del departamento del Risaralda.

/ / 2. Perteneciente a este departamento de Colombia. risaraldeño, ña. adj. Natural del departamento del Risaral­

da. / / 2. Perteneciente o relativo a este departamento

de Colombia. samario. ria. adj. Natural de Santa Marta. Ú.t.c.s. / / 2. Per­

teneciente a esta ciudad de Colombia. sangley. [Enmienda.] (Del chino slang-ta}J, mercader via·

jero.) adj. Díjose de los mercaderes chinos que comer·

ciaban en Filipinas. Ú.t.c.s. / / 2. Por ext., chino resi­

dente en Filipinas. Ú.t.c.s. 'santandereano, na. adj. Natural de Santander. Ú.t.c.s. / /

2. Perteneciente a este departamento de Colombia. santanita. (d. de Santa Ana.) f. Mariquita, insecto co·

leóptero. secapelos. m. secador, aparato para secsr el pelo.

sefardí. ... / / 2. m. Dialecto judeo-español. senador. [Enmienda.] senador, ra. m. y f. Persona que es

miembro del senado.

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8AAL, XXXVI, '97' T!ITOI y DOCUMl~~ITOS

sucrense. adj. Natural del departamento de Sucre. O.t.t.s. / / 2 .. Perteneciente a este departamento. de Colombia.

tacuaco, ca. m. y f. Chile. Persona de piernas cortas y gor­das. A veces se usa hablando de aves y otros animales.

tele- [Enmienda.] ... con el significado de "a distancia". TELÉfono, TELÉmetro, TELEvisi6n.

tenebrismo. (Dellat. tenebrae, tiniebla.) m. Tendenda pic­t6rica que opone con fuerte contraste luz y sombra, ha­ciendo que las partes iluminadas destaquen violentamen­te sobre las que no lo están.

tenebrista. adj. Perteneciente o relativo al tenebrismo. / / 2. Dícese del pintor que practica el tenebrismo. O.t.c.s.

tolimense. adj. Natural de Tolima. O.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a esta ciudad de Colombia. tunjano, na. adj. Natural de Tunja. O.t.c.s. 1./ 2. Pertene­

ciente a esta ciudad de Colombia. vallecaucano,na. adj. Natural del Valle del Cauca. O.t.c.~.

/ / 2. Perteneciente a este departamento de Colombia. valluno, na. adj. Natural del Valle del Cauca. Ú.t.c.s. / /

2. Perteneciente a este departamento de Colombia variable .... / / 3. [Enmienda.] Magnitud que puede te­

ner un valor cualquiera de los comprendidos en un con­

junto. vaupense. adj. Natural del Vaupés. O.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a este distrito de Colombia. vichadense.. adj. Natural del Vichada. Ú.t.c.s. / / 2. Pertene­

ciente a este distrito de Colombia. viento .... l/contra viento y marea. [Enmienda.] loe. adv.

Hg. Arrostrando inconvenientes. dificultades u oposición

de otro. villancico. ... [Enmienda a la 1~ acepci6n.]· m. Cancion-

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39° TEXTOS y DOCUIIElIITOS BAAL, XXXVI, 1971

cilla popular breve que frecuentemente servía de estri­billo. / / 2. Cierto género de composición poética con estribillo. / / 3. Canción popular,priñcipalmente de asun­to religioso, que se canta en Navidad y otras festividades.

villavicenciuno, na. adj. Natural de Villavicencio. Ú.t.c.s.

/ / 2. Perteneciente a esta ciudad de Colombia. villavicense. adj. Natural de. Villavicencio. Ú.t.c.s. / /2. Per­

teneciente a esta ciudad de Colombia. vindicativo, va .... [Enmienda a la 1~ acep.] Inclinado a

tomar venganza, vengativo. vindicta. [Enmienda a la 1~ acepción.] Venganza, satisfac­

ción del agravio o cl.año recibidos. volver_ ... / / 12. [Enmienda.] Dar el vendedor al com­

prador la vuelta o dinero entregado de sobra. zuñido. m. Acción y efecto de zuñir 1 . / /2. Zumbido, espe­

cialmente de oídos. zuñir. [Enmienda.] zuñir 1. tr. Igualar los plateros las des­

igualdades y asperezas de la filigrana, frotándola contra

una pizarra. zuñir 2 • (De la onomat. zuñ.) ¡ntr. Zumbar, especialmente

los oídos.

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ACUERDOS

547~, 15 de julio

Real, real fuerte, medio, níquel

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de la Asociación de Academies de la Lengua Española consulta a la Academia Argentina de Letras acerca de si en nuestro país se usan o se han usado las denominaciones monetarias real, real fuerte, medio y níquel, y en caso afirmativo, con qué valor.

De acuerdo con la erudita información que para cuanto aquí se dice ha tenido la gentileza de proporcionar al Departamento de Investigaciones Filológicas uno de los mayores especialistas argen. tinos en numismática, el miembro de número de la Academia Nacional de la Historia Cap. Humberto F. Burzio, el origen de la primera moneda independiente que circuló en nuestro país fue la ley san­cionada por la Asamblea General Constituyente el 13 de abril de 1813, de acuerdo con la cual la acuñación debía efectuarse "baxo la misma ley y peso que ha tenido la moneda de oro y plata en los últimos reynados de D. Carlos IV y su hijo D. Fernando VII". Na­turalmente, debía cambiarse la efigie real por el "Sol" de rayo& flamígeros y rectos que era uno de los atributos simbólicos de la& Provincias del Río de la Plata, y el escudo español por el sello de la Asamblea', con las leyendas respectivas. '

Por lo que toca al valor, la IllPneda de plata mantuvo las ca­racterísticas de la e!.pañola de reales, con la sigla "R", y las piezas acuñadas en Potosí tuvieron el valor de 8, 4, 2, 1 y 1/2 real, tanto en el período hispano como en el independiente. A la de un real se la llamó "real sencillo" "real de América" o "real fuerte". Esta última expresión comenzó a' aplicarse a la moneda acuñada en' las diversas ce-

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ACUERDOS . BAAL, XXXVI, 1971

cas americanas a contar de la Real Cédula de Felipe V del 9 de junio de 1728, que estableció la moneda "columnaria", y de la de Carlos III del 18 de mayo de 1771 y 29 de mayo,sle 1772, que dio origen a la "de busto", así llamada por llevar la efigie del monarca.

El adjetivo "fuerle" agregado al valor denominativo se debió a que existía otra moneda creada por ordenanzas anteriores, que se llamó "macuquina" o "corriente", recortada y muy frecuentemente s' n el peso de ordenanza; se batió preferentemente en 1 .. ceca de Potosí 'hasta 1773. A pesar de que desde 1767 la había reemplazado la moneda "columnaria" y desde el mismo año 1773 la "de busto", ~mbas circularon tan escasamente que no alcanzaron a subrogarla, y continu~ron usándose las tres en forma simultánea hasta el siglo siguiente; de ahí el agreg2do de "fuerte" con que se calificó a la moneda nueva, debido a su esmerada acuñación, con' cordoncillo protector en el canto. El término subsistió en la época indepen­diente, y pasó a la unidad mayor, de 8 reales, o peso, que nuestra legislación monetaria incorporó a su léxico' con el nombre de "peso fuerte".

En resumen, los vocablos real y real fuerte fueron de empleo co­rriente en nuestro país, tanto en la legislación como en el lenguaje popular y comercial.

En cuanto al valor imaginario de 12 y 1f:¡ centavos a que se refiere la consulta de la Comisión Permanente de Academias, nació de la conversión del sistema español· al deéiriial de la Unión Latina, según señala el señor académico Burzio, al trans"formarse la pieza de 8 reales, o "real de a 8", en la de "peso". De ese modo, para una conversión entre ambas monedas con exacta equivalencia, se dividieron por 8 los 100 centavos de que se componía el "peso", con 10 cual se obtuvieron como cociente 12 y l;í centavos. En Ve­nezuela, como es sabido, se llevó ese valor a la moneda efectiva, y se acuñaron desde 1896 monedas de 12 y V2 centavos, compuestas de una aleación de cobre y níquel.

La denominación "medio", a su vez, surgió en el períodohispá­nico como una elipsis de "medio real". En la Argentina se usó como expresión divisionaria de la moneda, pero no grabada en ella para expresar un valor. Únicamente el grabador del general Urquiza ins­tituyó un cuño para la pequeña moneda de plata que circuló en la célebre estancia de "San José". Llevaba grabada la palabra "medio", pero por su peso de un gramo no equivalía· a la de "medio real", que era de 1,691 gramos. Sin duda en el vocablo "medio" tuvo

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.-\eL 1:RDOS 3g3

vrigen la expresión popular 'no tener ni medio' con el sentido· de 'no tener nada', corriente aún hoy, por ser aquella moneda la de menor valor a la sazón.

La denominación "níqud", por último, surgió en nuestro reper­torio monetario con la ley 3321, del 2 de diciembre de 1895, que creó las piezas menores de 20, 10 Y 5 centavos. Aunque la ky dice que deben se, "de bronce", estaban constituidas por una aleación de 75 % de cobre y 25 % de níquel, y se las llamó corrientemen­te "de níquel". El señor académico Burzio manifiesta no conocer testimonios de que a la moneda de 5 centavos se la denominara "medio"; la expresión "moneda de níquel" se refería indistintamente a cualquiera de los tres valores, y cuando se pedía "un níquel" a una persona, dependía de la vóluntad de cesta determinar si la mo­neda debía ser de veinte, diez o cinco centavos.

Borinqueño, borincano

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

Es cosa sabida que los amhuacos de las Antillas eran designados en tiempos del descubrimiento del Nuevo Mundo con diferentes nombres: "Borinken, en Puerto Rico, "'T aíno en la Española (Santo Domingo), etc. De ahí el nombre de Borinquen con que se de­signa a veces .literariamente a la isla de Puerto Rico.

Puertorriqueño es el único término con que se designa normal­mente en la Argentina a los naturales de dicha isla, o a lo que tiene relación con ella. Borinqueño se emplea muy poco, y borineano, prácticamente nunca. Sobre todos ellos, lo mismo que sobre el equi­valente literario y a veces festivo boricua, los testimonios tradicio­nales están citados en Malaret, Vocabulario de Pucrto Rico, San Juan, 1937, 104-105, lo mismo que en los textos de Rubén del Ro­,ario, Manuel Álvarez Nazario y otros investigadore:; puertorriqueños recientes.

Recova, rccovero

(Consult.l de la COl1li,ión Permanente, Madrid)

La palabra recova puede ser posverbal del portuguesismo recovar, que en aquella le'lgua significa 'transportar de um lug;r par~ outro'

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AC:UI!.RD08 -IlAAL, XXXVI, 1971

(mercadorias, bagagens, etc.). Estt:, como el catalán ant. reaco (v) a 'caravana de bestias de carga, recua', probablemente esté vinculado con el hispanoárabe *rakuba 'caravana'. Al 'mismo grupo pertenecen el portugués recueiro o recoveiro 'aquele que recova', y el esp. re. covero, atestiguado desde d s. XIII, 'el que compra por los lugares comestibles para revender', de donde 'mercado de comestibles'. Ca­mo recuerda Corominas, ya el Dicc. de Autor. señalaba que en An­dalucía_ recova era "un género de cubierta de piedra o fábrica, que ponen para defender algunas cosas del temporal", o sea -agrega Corominas- para cobijar el mercado, para lo cual era muy apro­piado un pórtico. Desde 1843, el Diccionario de la Academia Es­pañola define este valor como 'paraje público en que se venden las gallinas y demás aves domésticas'.

Esta antigua acepción de 'mercado' se ha conservado, como es frecuente, con mayor fidelidad en América. Con diversos matices, se mantiene en el Uruguay, en Chile, en Bolivia, en el Ecuador (d. Malaret y Santamada, s. v.). En nuestro pais, Garzón (Dice. arg., Bs. Aires, 1910) define el término como 'corredor o galería que da a la calle o a una plaza, delante de una fila de casas de negocio'. En nuestras provincias del interior el sentido más común es el de 'carnicería': as!, por ejemplo, en La Rioja (Cáceres Freyre, Dice.), en Catamarca (Villafuerte, Voces), en Salta (Solá, Dice.).

As! como en Salta se denomina Recova la arqueda del histórico Cabildo de la ciudad y de las casas que bordean la plaza 9 de Julio, lo propio ocurre en otras ciudades, como Buenos Aires. "Cuando la Compañía de Jesús se trasladó al lugar que hoy ocupa la iglesia de San Ignacio, las dependencias abandonarlas pasaron a ser cochera del obispado, y la utilización del lugar por vendedores ambulantes hizo que se formase alH un verdadero mercado. Las necesidades crecientes de ese mercado llevaron a la construcción de una recova o hilera de habitaciones con corredores que iban desde los altos de Escalada hasta el Coliseo. Las obras definitivas se iniciaron en 1802 y se tenhinaron en agosto de 1803 [ ... ] El bloqueo anglofrancés del Río dt: la Plata obligó al gobierno a la venta de construccio­nes del Estado, y entre ellas fue vendida la Recova Vie;a, como se la llamó después de la construcción de la que se llamó Recova Nueva, edificada en tiempos del gobernador Balcarce (1828). Nicolás An­chorena adquirió la Recova Vie;a con billetes de tesoreria. Poco después 'la vendió a su hermano Tomás de Anchorena. Hubo des­pués de Caseros un pleito sobre la propiedad de esa obra, pero triunfaron los herederos de Anchorena. La obra fue .expropiada en

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IIAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS 395

1884; se inició su demolición el 8 de mayo de 1884, en tieqtpos del Intendente Torcuato de Alvear, que dispuso que se uniera la Plaza de la Victoria con la Plaza de Mayo, quedando formada así la actual Plaza de Mayo" (D. A. de Santillán, Gran Enciclopedia Argentina, VII, Bs. Aires, 1961, 64 sg.).

Hay coloridas descripciones de la citada Recova Vie;a en los Cro­quis bonaerenses (1896), de M. -F. Arredondo; en Buenos Aires desde su fundación hasta nuestros días (1902), de Manuel Bilbao; en Buenos Aires desde setenta años atrás (2a. edic., 1881), de José Antonio Wilde, quien dice: "La carne se vendía donde hoy' es Isicl el Congreso; las perdices y mulitas (de las que entonces se traían muchas), en el costado del foso; la verdura, bajo los altos de Escalada. Como no estaba preparada la plaza con ese objeto, ca­reciendo de edificios aparentes, compradores y vendedores tenían que refugiarse en tiempo de lluvia bajo la Recaba".

Actualmente, como es sabido, existen recovas en Buenos Aires en el antiguo Cabildo, en la avenida Leandro N. Alem y frente a la plaza de Miserere. De la existencia de recova en el antiguo Ca­bildo dan testimonio viejos documentos (p. ej. Acuerdos del Ex­tinguido Cabildo Buenos Aires, años 1796 a 1800, ,t. XI, lib. 54 a 57. Buenos Aires, 1933, 596); en 1734 fue enladrillada la acera del Cabildo, y se colocaron en los soportales, recostados en los muros, algunos bancos de madera destinados a las personas que debí~n hacer espera en los juicios (d. J. Torre Revello, La Casa Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires, Bs. Aires, 1951,44). En todos estos casos los soportales eran denominados recaba. . Hay abundantes testimonios del empleo~ de la palabra en textos literarios. V éanse solamente algunos de distintas épocas, limitados a los siglos XIX y XX: "Las luces conio aguacero, / colgadas entre los arcos, I el cabildo, la pirame, I la recoba y otros laos" (B. Hidalgo, Diálogos, ed. E. F. Tiscornia, Bs. Aires, 1940, 81); "Veía­sele atravesar la plaza, agitando los faldones de su levitón color de café, bajo la arquería de la Recova, perderse entre el hormiguero de la acera" (Carlos M. Ocantos, Quilito, 1891, 152); "¡Qué sal­vada! Y todo el día por la Re¡;oba, haciéndome el otario por las agencias de colocaciones, pidiendo trabajo. .. y lo que es peor ... sin un medio.' .. ¡y con un ragú!" (Enrique Garda Velloso, Maleva, 1920 2); "Desbordaban de gente los balcones del Cabildo y las azote:u. de la recova" (José L. Lanuza, Morenada, 1946, 59); "[El] Ba;o, lugar al que constantemente acude la ~teranu.a, d~ hace ;nás de un siglo en la Argentina -está en Amaba, de Marmol, esta en

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396 ACUERDOS BAAL, XXXVI, 1971

La Bolsa, de Julián Martel-; el Bajo es la vieja Recova, cerca del Fuerte" (Frida Schultz de Mantovani, Victoria Ocampo, Bs. Aires, 1954, 13).

El término recovero, en cambio, se ha perdido completamente en Buenos Aires, pero subsiste todavía en provincias del interior. La registra, por ejemplo, Cáceres Freyre en su Dice. de regional. de La Rio;a, y en la misma región lo usa en un texto literario Angel María Vargas: "El recovero ha sacado el brasero y la tetera a la calle" {El hombre que olvidó las estrellas, La Rioja, 1940, 26).

Revocar, revoco, revoque

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

El verbo revocar « lato revocare, 'retrotraer a su forma prístina, enlucir un muro o un edificio' ) se usa en la Argentina, por lo que toca a la consulta de que aquí se trata, con equivalente sen­tido, pero con un alcance más amplio, que el que registra el Dic­cionario de la Academia Española en la acepción 5~ de dicho tér­mino: "Enlucir o pintar de nuevo por la parte que está al exterior las paredes de un edificio".

Se citan primero cuatro ejemplos argentinos de este último uso, aduciendo conjuntamente tanto los de revocar como los de revoque: "yttem diez fanegas de cal, para revocar la teja y hazer los caballetes, a quatro pessos la fanega ... " (Municipalidad de Buenos Aires, Documentos y planos relativos al período edilicio colonial. Tomo 1: El Fuerte. Bs. Aires, 1910. Documento del 4 de noviembre de 1670); "Buenos tiempos aquellos en que la ciudad de San Felipe no era más que un hacinamiento confuso de casas bajas sin re­baque" (E. Acevedo Díaz, Nativa, 1890, 25); "Los vestigios de reboque y las argamasas que traban aún algunas paredes, revelan la existencia de la cal" (L. Lugones, El imperio ;esuítico, 1904, 121); "Vio cas~s de ladrillo sin revocar, esquinadas y largas" (Jorge L. &rges, Antología Personal, Bs. Aires, 1961, 25).

V éanse ahora otros testimonios en que el verbo o el sustantivo se refieren a la operación de encalar el interior de casas y otros re­cintos: "Don Domingo de Basauilbaso Mayordomo y Administrador de la FáoTica de esta Santa Iglesia Cathedral [de Buenos Aires] &nte Vuestra Majestad con el deuido respeto dice: que [ ... ] ha-

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liándose ya concluido el material Edificio de dicha Y glesia, y tra­bajándose en sus interiores reboques, llego el tiempo de hll'lTerse de tratar de las cosas mas precisas para su adorno, y colocación" (Municipalidad de Buenos Aires, Documentos y planos relativos al período edilicio colonial, t. IV, Bs. Aires, 1910. Carta de 1774 del virrey de Buenos Aires, D. Juan José de Vértiz, en que acom­paña un memorial del mayordomo administrador de la fábrica de la catedral); " ... y dichos almacenes y corredores deveran revocarse, enladrillarse, y vlanquearse a fin de que queden bien claros y de· centes" (Munkipalidad de Buenos Aires, Documentos y planos re­lativos al período edilicio colonial, L lII, Bs. Aires, 1910. Carta de 1785, en que el Intendente General de Buenos Aires se dirige al secretario Gálvez dándole cuenta del traslado de la aduana de la ciudad); "El piso es de ladrillos o de tierra natural. Las paredes son de un ladrillo de barro y sin revoques interiores, a fin de que puedan penetrarse de todos :Jos miasmas y absorver [sic] la hu· medad del aire" (La Nación, Bs. Aires, 1~ de marzo de 1871, con motivo de la gran epidemia de fiebre amarilla). .

Ambos términos han seguido siendo comunes hasta hoy para re­ferirse a interiores. Solo debe observarse que la palabra revoco, que ya el Dicc. Autor. definía "el lucido que se da hl exterior de las fábricas" y parecía preferir a ¡·evoque, nunca ha sido usual en la República Argentina.

549~, 5 de agosto

Mancar

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

El verbo mancar « manco, del lato mancus 'lisiado') es, como se sabe, común a la mayoría de las lengua~ romances. De acuerdo con su etimología ,el valor más antiguo documentado en castellano, que el Diccionario de la Academia Española (1970) registra hoy como anticuado, es el de 'faltar, quedar por hacer': "por lo que yo avier a fer por mi non mancarf' (Mio Cid, 3312). Este sentido no se conserva en la Argentina. De aquí también el significado de 'quitar, hacer faltar', usado por nuestros clásicos, aunque hoy asi­mismo ob&oleto: "Dios les mancó los consejos a los hombres" (P. Juan de Torres, apud J. Mir, Rebusco de voces castizas, Madrid, 1907, 482).

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398 ACUERDOS BAAL, XXXVI, '97'

Con tales valores se vincula desde época antigua el de 'lisiar, es­tropear', usado sobre todo como pronominal, mancarse, que usaron asimismo los escritores españoles ya en los ,~iglos de Oro, y que Covarrubias, Tesoro, 1611 (edic. 1943, 783) define as!: "Es inha­bilitarse de los brazos, y si es bestia, de qualquiera de los cuatro pies". Vé&seun solo ejemplo clásico: "y certificáronle que había comprado un asno dichosísimo, porque el dueño que le dejaba, sin que se le mancase ni matase, había ganado con él en menos tiempo de un .~o, después de haber sustentado a él y al asno honrada­mente, dos pares de vestidos... (Cervantes, La ilustre fregona, Madrid, La Lectura, 1914, 305). Este sentido está atestiguado lar­gamente en nuestro país ("Habiendo corrido avestruces para comer se le mancó el caballo", en P. Grenón, Docum. Histór., Córdoba, 1930, 113 -Documento de 1788), y ha seguido siendo usual hasta hoy: "Cuando llegaron [. .. ] ni siquiera se había mancado un solo animal" (Lehman-Nietsche, La bota de potro, en Bol. Acad. Nac. Ciencias de Córdoba, XXI, Bs. Aires, 1916, 249); "¡Pare la trilla, que UD:! yegua si ha mancau!, gritó" (R. J. Payró, Pago Chico y otros cuentos de Pago Chico, Bs. Aires, edic. 1939, 171),

Por último, debido a influencia del italiano, mancar con el sen­tido de 'fracasar, errar un golpe', que ya se usó en la germanía anti­gua, pasó &1 lunfardo rioplatense con el sentido de 'fracasar un robo, descubrir al ladrón en el momento de cometerlo': "Mancar. Descu­brir in fraganti [sic] al ladrón" (A. Dellepiane, El idioma del delito, Bs. Aires, 1894, 84).

Corte 'desvío brusco del automóvil'

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

Quienes en la Argentina se dedican a las carreras de automóviles, y los periodistas deportivos y otras personas vinculadas con ellos, usan por lo general la palabra votantazo, y con frecuencia un poco menor golpe de volante, para denominar al brusco viraje a que se refiere la Academia Española. Véase un solo ejemplo tomado de ~a revista de automovilismo: "Había que verlo subir o bajar las cuestas. Impagable. Casi no doblaba en las sierras. Venía viborean­do, y apenas si corregía con golpes de volante" (Automundo, n~ 53, 11 de mayo de 1966, p. 42).

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8AAL, XXXVI, '97' ACUEI\I>OS

Pero el primer término no ha llegado a difundirse entre el común de la población argentina, que usa por lo general golpe de volante o vira;e. La palabra corte, que con este valor es calco del inglés swerve, es desconocida.

Oceánico <'de Oceanía'

(Consulta del Dr. Clemente Ricci)

El término oceánico, ca, como adjetivo y sustantivo que signi­fican, respectivamente, 'relativo a Oceanía' y 'natural de Oceanía', se ha usado y se usa muy raramente en castellano.

En efecto, su empleo en antropología, en lingüística y aun en el lenguaje común, depende de que los objetos de estudio (lenguas, monumentos, datos geográficos, etc.) y los seres vivos procedentes de esta extensa región sean considerados por el investigador de modo suficientemente vinculado como para que se los denomine con un término totalizador, de amplitud casi panorámica. Tal cosa ocurrió cuando,por ejemr>lo, el lingüista francés Paul R1vet consideró em­parentadas a todas las lenguas de Oceanía, y las estudió en un artículo titulado "Le groupe océanien" (BSL, XXVII, 1927 i, o cuando el antropólogo José Imbelloni escribió su estudio Las ta­bletas parlantes de la isla de Pascua, monumentos de un sistema gráfico indo-oceánico (Runa, IV, 1951, 89 sgs.).

Salvo estos casos, la palabra puede ~arse de un modo genéral, como el fr. océartien, el ital. oceaniano o el ingI. oceanian, para referirse a la región de Oceanía que comprende las islas y archi­piélagos del Pacífico. central y meridional, o al nativo o habitante de ellos. No existe mayor peligro de una confusión con el adjetivo oceánico 'relativo al océano', porque el contexto la imper'irá en la mayor parte de los casos, sin embargo, tanto el adjetivo como el sustantivo, por su misma vaga generaJidad y la poca probabilidad de su uso, resultan admisibles" pero no indispensables, sobre todo por existir en el uso de geógrafos y antropólogos el término canaco, que se emplea en la práctica con. parecido alcance.

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400 ACUERDOS BA.'\.L, XXXVI, '97'

Antártico 'natural de la Antártida'

(Consulta del Dr. Clemente Ri,Sci, h.)

Es r~mota la hipótesis sobre la existencia de una tierra austral en el extremo del mundo; hay alusiones a ella en escritores de l~ antigüedad. Esto se vincula a la comprobación efectuad~ por los griegos de que algunas estrellas giraban alrededor de un determina­do punto. del cielo, describiendo un círculo, y permanecían visibles en forma constante. La constelación que sirve para determinar la estrella polar. la más próxima a dicho punto, fue denominada por los griego< ".\,cZ70' , In Osa (Mayor), de donde se derivó el adje­tivo i.pZ":l/.~;, al pelo o círculo opuesto se lo llamó i",:, zpz':'"u,: 6;

'opuesto a la Osa Mayor', como se verá por algunos ejemplos que se citarán más adelante.

Pero solo en la época de los grandes viajes transoceánicos parece haberse vuelto a pensar seriamente en la existencia de tierras si­tuadas en esta última región. Es sabido que en los tiempos modernos el adjetivo aparece acaso por primera vez en la carta en que Amerigo Vespucci da cuenta a Lorenzo di Pier Francesco de' Medid del viaje que había realizado al Atlántico Sur, carta publicada en 1503 con el título De Ora Antarctica per regem Portugallie pridiem in­venta. Como se ha indicado a menudo y lo recuerda Juan C. M_ Beltramino (Sobre los nombres de Antártico y Antártida, en Rev. Geogr. Americ., vol. XLII, nov. 1958, 448), en qn mapamundi de Orcnce Fine, de 1531, conservado en el Museo Británico, se llama a este continente supuesto, por primera vez, terra australis, denominación usada luego largamente_ Es sabido que la existencia de tales tierras australes es en este mapa fruto de la imaginación, como lo fue anteriormente en los de Schoner (1515, 1520) y en el atribuido a Leonardo da Vinci (1515) _ Mas tarde, cuando Maga­llanes descubrió en 1520 la Tierra del Fuego, se difundió más y más en Europa, incluso con el apoyo de cartógrafos como Mer­cator, la idea de que una vastísima tierra austral se extendía hasta los límites de la zona templada. Pero en el s. XVII se demostró la insularidad de Tierra del Fuego, Nueva Guinea y Australia, y en el XVIII la de Nueva Zelandia, debido a lo cual, ya en la cer­teza de que el "continente" austral no debía sobrepasar el casquete antártico, se inicia con la del ruso Bellingshausen la serie de no­tables exploraciones que abarcan todo el resto' del s. XIX, hasta

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que el viaje de Borchgrevink demuestra definitivamente la existen­cia del extenso territorio polar_ Corresponderá a las expedici~nes aéreas del. s. xx, a su vez, desvirtuar la creencia pe que el "con­tinente" estaba dividido en dos partes por un brazo de mar, aun­que debe señalarse que los sondeos sísmicos efectuados desde 1949, y completados durante el Año Geofísico Internacional (1957-1958) han renovado la conjetura de que no se trata de un verdadero con­tinente, sino de un conglomerado de islas muy próximas.

Como se ha dicho más arriba, el adjetivo griego "'":"«,ol,,,6; y

su correspondiente latino antarcticus tienen una tradición niilenatia. La forma griega está documentada desde Aristóteles, De mundo, 392~ 4 (d. Gemin., 15a; Placita Philosoph. 3, 14, 1; Plut. Moral. 888 c, etc.). La latina, desde la Astronomía de Higinio, 1, 6 (d. Ampel, 1, 4; Apul. De mundo 1, De ling. lato 9, 18, etc.). Esta tradición latina prosigue sin interrupción en la Edad Media (d. desde Gerberto hasta Alberto Magno en Mittellat. Wortb., München, 1962, s. v.). Continúa luego en casi todas las lenguas modennas de Europa.

En nuestra lengua el adjetivo antártico ha sido usado abundante­mente por nuestros autores antiguos. Véanse algunos ,ejemplos: "An­tacticos el quinto círculo del cielo dicho assí por ser contrario al círculo ártico" (Alfonso de Palencia, Universal Vocabulario, Sevilla; 1490; ed. J. Mili, Madrid, 1957, 10 a); "Que el hemisferio antárticó comprende / y de bárbara sangre deja tinto" (Artieda, Poesías, edic. 1604, f. 23 v.); "De la región antártica podría / eternizar ingenios soberanos, / que si riquezas hoy sustenta y cría, / también enten­dimientos sobrehumanos" (Cervantes, Galatl!;a, ed. Avalle Arce, Ma­drid, 11, 1961, 211); "Chile, fértil provincia y señalada / en la región antártica famosa" (Ercilla, La Araucana, canto 1, v. 41-42). La palabra aparece también frecuentemente en títulos de obras o instituciones: Diego Mejí~" Primera parte del Parnaso Antártico de obras amatorias Sevilla 1608· Antártica Academia de la ciudad de Lima en el Perú, citada por Pedro de Oña, en esta misma obra de 1608, etc. ~

La consulta formulada a esta Acaderp.ia sobre cómo ha de lla­marse el nacido en la Antártida se' refiere a un futuro acaso próxi­mo; no tiene 'mayor sentido hasta, este momento, porque en las exptdicicnes realizadas y en las bases existentes no han viajado ni r<·sidido mujeres que pudieran tener hijos en esas tierras del ex­tremo austraL Como el hecho, sin embargo, es, perfectamente pre­visible, resulta natural plantearse el problema por anticipado.

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.\CUEiIoDOS 8AAL, XXXVI, 'n'

En 1898 se propuso adoptar un nombre para el continente antár­tico. De hecho, las principales lenguas de Europa 10 han constituido de diferentes modos; así, por ejemplo, frenJ7 al ital. Antrmide, esp. Antártida, se dan formas como e! alem. Antarktis, fr. Antarctique (-;de), ingl. Antarctica, ruso Antárktica.

Como se ha sugerido a menudo, es probable que entre estas, las formas en -ide, -ida provengan de una reminiscencia de! nom­bre fabuloso de la Atlántida. También es a su vez posible que a ello se deba el hecho de que en nuestra lengua se haya usado y se use a veces antártida, como adjetivo~ para denominar a lo que es propio de la Antártida. Véanse dos o tres ejemplos: (ap. R. Ragucci, Neologismos de mis lecturas, en BAAL, 1957, 11): "Emprenderán un viaje de reconocimiento ... en e! sector oriental de la zona antártida australiana" (La Prensa, Bs. Aires, 26.1.1948, p. 6); "Se incorporaron dos nuevas [regiones] : la Región Mesopotámica y la Región Antártida" (Guía, CNC, Bs. Aires, n~ 51, IX, 1949, p. 71); "Se ha planteado la cuestión de los derechos argentinos ... sobre las regiones antártidas" (Reinaldo A. P~stor, DSD, 195.1948, p. 389). Con todo, e! sufijo -ida, -ide, de origen griego a través del latín, además de aparecer fundamentalmente en patronímicos eru­ditos, no en gentilicios (d. Priámida, Dardánida, Crónida) , tiene poca posibilidad, por ese mismo carácter culto, fuertemente literarlo, de prosperar en la lengua corriente. Difícilmente imaginamos en el futuro un diálogo como este: "¿Es Ud. americano? - No; soy an­tártida".

Como ha notado Dubois, Ét. sur la derivo suffix. en franf. mod., Paris, 1962, 83, una segunda serie de diferenciaciones que existe en e! sistema sufijal de los nombres étnicos es la que opone los derivados de países a los derivados de ciudades. Es fácil advertir que en nuestra lengua tanto unos como orros (sufijo cero, -eño, -ano, -ense, -és, -ego, etc.), no convienen como sufijos étnicos para designar al natural de la Antártida, y sí en cambio -ico, que aun­que también posee cierto colorido literario (germánico, hispánico, helvético) es prácticamente el único que se adapta a la fotmación deseada, y en el caso del adjetivo antártico, a pesar de su tradición dos veces milenaria, se siente como propio de la lengua actual, sin duda por darse en casos como asiático y otros similares.

La Academia Argentina de Letras considera, por 10 tanto, que antártico -ca usado como sustantivo (un hombre antártico: un an­tártico; ~na :Uujer antártica: una antártica) es el más adecuado para la función con que se desea emplearlo, y que el riesgo de una con-

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BAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS 403

fusión con el adjetivo antártico, -ca (el polo antártico, los hielos an­tárticos) prácticamente no existe debido a la fuerza discriminatoria del contexto.

Cuchilla

(Consult;¡, de la Comisión Permanente, Madrid)

Para dar respuesta a esta consulta, hay que tener pres~nte, ante todo, que el Diccionario de la Academia Española (1970), en su Suplemento, 1388 (acep. 8a.) dice: "Arg. y Urug. Eminencia muy prolongada, cuyas pendientes se extienden muy suavemente hasta la tierta llana". Si a esto se agrega que en el cuerpo del Diccionario (391, acepo 6a.) la definición es: "Montaña escarpada en forma de cuchilla", se advierte que la enmienda propuesta ahora consiste fundamentalmente en elegir entre los adjetivos prolongada y pro­nunt;iada para caracterizar a la palabra eminencia.

Debe advertirse, como lo señalaron ya nuestro lexicógrafo Daniel Granada -a quien parece seguir la Academia Española en su Su­plemento- y varios otros después de él (d. Friet!erici, Amerikan Wtb., Hamburg, 1947, s. O.; M. L. Wagner, RFE, 1928, 296; 1933, 177) que la metáfora de llamar cuchilla a un monte de afilado per­fil es muy antigua ~n España, pero que da a conocer, como dice Granada "objetos, si no semejantes, análogos. Lo que cumple -agre­ga- es determinar inequívocamente la aplicación que tienen al res-

o pecto en' diversas provincias de España y América, a fin de uni­formar, si es posible, y fijar su significado". Lo mismo recomen­daba ya, p. ej., Román en su Dícc. de chilenismos, l, 1901, 481-483.

Lo que importa, con todo, no es "~niformar el significado" del término en España y en el Nuevo Mundo, como dice Granada, sino hacer lo posible por o precisar las diferencias que en el segundo caso hacen de la palabra un americanismo.

Véanse tres ejemplos de autores españoles de los siglos XVI y XVII, escogidos entre otros muchos: "Estos nos llevaron a un pue­blo que está en un cuchillo [variante de género que se ha dado frecuentemente] de una sierra y se ha de subir a él por grande aspereza" (Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Relación, 1542, l, 124); [La población] "estaba asituada y puesta sobre la cumbre y cu­chilla de una alta e ynpinada loma" (Fray Pedro ~e Aguado, His­toria de Venezuela, C. 1565, edic. 1919, n, 213); "Cuando entre

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~o4 ACUERDOS BAAL, XXXVI, 'Ui'

riscos, breñas y recelo / de una alta loma la cuchilla aguda / la mar les descubrió" (B. de Balbuena, Bernardo, 1624, 1, 22).

Aunque estos y otros escritores se refierén a la considerable al­tura de la cuchilla, algunos aluden a esta sobre todo en cuanto ce;a o perfil, y la mayor parte usan el término en conexión con loma y sierra.

Se puede decir, en términos generales, que la condición de sierra de prol~mgada extensión y no muy grande altura es la característica del uso americano ("En Sur América, loma, cumbre, meseta, cuando ,e prolongan considerablemente", Santamaría, Dice. amer., 1942,426).

En la Argentina, y en genelal en el Río de la Plata, la condición de "montaña escarpada" a que se refieren el Diccionario de la Aca­ddIlia Española y en Cuba, por ej., Pichardo (Dice. prov. casi razon., La Habana, 1953, 224) carece de toda relevancia, e interesa, sobre todo entre los grandes ríos de las regiones orientales, la fisonomía ondulada que las cuchillas relativamente bajas y prolongadas confie­ren al terreno. V éanse también aquí algunos ejemplos de escritores conocidos: "Nunca hemos podido echar una mirada distraída sobre la carta del Río de la Plata, sin que los ojos se sientan atraídos irre­sistiblemente por la sorprendente disposición del Entre Ríos para convertirse en el país más rico de! univetso [. .. ] Todo e! país cru­~.ado a 10 largo por cuchillas montuosas que accidentan blandamente e! paisaje, y fijando las nubes alimentan las lluvias" (Sarmiento, Argirópolis, edic. 1916, 140-141); "Cuchilla. Lomada pastosa pero sin árboles" (José S. Alvarez, Memorias de un vigiiante, edic. 1961, 159) ; "Hijo de las llanuras apenas interrumpidas por esas ligeras ondulaciones del terreno que, en mi provincia natal llaman cuchi­llas" (Lorenzo Anadón, apud M. Leguizamón, Recuerdos de la tierra, edic. 1957, 198).

En general, pues, resulta aceptable la descripción de L. Dagnino Pastore (apud F. Coluccio-R. M. Duarte, Vocabulario geográfico, Bs. Aires, 1945, 76): "Las cuchillas mesopotámicas, formadas por sedi­mentos pampeanos y marinos del terciario' (bancos de caliza) se presentan como lomas extensas y chatas. Su amplitud y su escasa altura (levemente superior a los 100 mts.) hacen que se marquen en la llanura como simples ondulaciones, sin presentar las crestas bien perfiladas y típicas de las verdaderas cuchillas uruguayas y brasi­leñas".

En conclusión, por lo que se refiere a la Argentina, no es conve­niente sustituir la expresión "eminencia muy prolongada", que apa-

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BAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS 405

Ieee en el Suplemento de le edic. de 1970 del Diccionario, por ~'emi­nencia muy pronunciada".

55!!, 16 de septiembre.

Acceder 'acercarse, llegar, tener entrada'

El Diccionario de la Academia Española (1970) registra para el verbo acceder sólo dos acepciones, que son tradicionales ~n n{¡estra lengua: "Consentir en lo que otro solicita o quiere. / / 2. Ceder uno en su parecer, conviniendo con un dictamen o una idea de otro, o asociándose a un acuerdo".

Pero desde el siglo XVIII, probablemente por influencia del fran­cés, comenzó a resurgir el antiguo valor, derivado del que el verbo tenía ya en latín, de 'acercarse, llegar, penetrar'. Estos usos están recogidos en el Diccionario Histórico de la misma Academia Espa­ñola, 3, 1962, s.v. Véanse algunos ejemplos tomados de él, y otros que han sido recogidos por el académico argentino P. Rodolfo Ra­gucci: "Confiesa que ni entre los autores Griegos- ni Latinos halló a quien poder acceder seguramente" (P. Flórez, España Sagrada, IlI, ] 754, 59 b); "Salió a la balconada descubierta de granito, toda enta­pizada de enredaderas y hiedras, por donde se accedía a distintas habitaciones del palacio" (E. Pardo Bazán, Belcebú, 1912, 43); "Ga­lería de pilares a la que accede por unas gradas" (P. Groussac, La divisa punzó, ed. 1937, 47); "Nos deteníamos ante una puerta, ala que se accedía por otros tres o cuatro peldaños" (Azorín, El escritor, 1942, 147); "A los aposentos se accede por puertecitas" (Azorín, En torno a José Hernández, 1939, 106);' '''La misma realidad de Dios [. .. ] se convierte en problema, en cuanto la inteligencia humana trata de acceder a ella" (P. Laín Entralgo, fA espera, 1957,484). Con el valor jurídico de 'agregarse, incórporarse una cosa a otra', empleó el verbo Andrés Bello: "Los dueños de una isla formada por el río, adquieren el dominio de todo lo que por aluvión acceda a ella" (Código Civil de Chile, 1855, arto 656, 5a.).

En vista qe que este neologismo no consiste más que en la reapa­rición de un sentido corriente ya en latín, del testimonio de los im­portantes escritores que lo han usado y lo usan y de que la tacha de galicismo vale por lo tanto poco -pues no sentimos como tales otros galicismos que nuestra lengua adoptó en el siglo ,XVIII, como ¡efe, cadete, fusil, desertar, galimatías, chacal o pantalón-, la Academia

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400 ACUERDOS BAAL, XXXVI, 'U7'

Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española la inclusión en su Diccionario de las acepciones del verbo acceder que se han señalado.

Consonantes inyectivas o ingresivas

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

En la .pronunciación de una consonante oclusiva sonora t:s l'osible invertir el movimiento muscular que comporta la glotalizaci~n, de modo que aunque cierta cantidad de aire pasa a través de las cuerGas vocales en vibración, la cavidad que se encuentra encima dI:" ellas contiene aire que se halla rarificado más bien que comprimido. A la distensión de la oclusión bucal sigue entonces una ligera irrupción de aire que produce una &uerte: de chasquido o pequeño estallido. Estas oclusivas sonoras se suelen llamar inyectivas (lat. inicere "in­troducir') o ingresivas (1at. ingredi 'penetrar'); menos comúnmer.te rarefactivas (Charles F. Hockett, A manual 01 pbonology, Baltimore, 1955, 35; d. K. 1. Pike, Pbonetics, Ann Arbor, 1943, 88, Y para una descripción más extensa, R. M. S. Heffner, General Pbonetics, Madi­son, 1964, 137). Más breve y sencillamente todavía las describe el citado Hockett en su Curso de lingüística moderna, tr. f:Sp. de Emma Gregores y Jorge A. Suárez, Bs. Aires, 1971, 77): "Lis iny<!ctivas son oclusivas sonoras en el transcurso de cuya producción toda la glotis, moviéndose hacia abajo, produce un enrarecimiento, de modo tal que la distensión de la oclusión bucal va acompañada de una re­pentina afluencia de aire desde el exterior. Se encuentran inyectivas en varias lenguas del Africa occidental".

En cuanto a la denominación de tal tipo de consonantes, hay que convenir en que ambas están correctamente formadas. De todos mo­dos, contra 10 que consigna Marouzeau (Lexique, Paris, 1961, 121), las principales lenguas de cultura tienden a usar la expresión "con­sonante ingresiva" (d. Eric P. Hamp, A glossary of amero tecbn. ling. usage, Utrecht, 1957, 32 b), porque a pesar de que el tér,m;no se emplea también para referirse a los verbos denominados más (0-

múnmente incoactivos, las asociaciones que suscita con otras palabras de nuestra lengua 10 hacen descriptivamente más claro, como opuesto a consonantes egresivas, y además, tratándose de correlaciones fOIlo­Mgicas, pel:mite emplear la cómoda palabra ingresión (inyección re­sultaría inapropiada), como 10 hace, p. ej., Alarcos L1orach, Fono­logía española, 4a. edic., Madrid, 1965, 72.

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BAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS

De todos modos, ya se emplee una u otra denominación, 14 Aca­demia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que incorpore una de ellas a la próxima edición de su Diccion.1rio, pues la definición de este concepto fonético se echa de menos en la obra.

Chicheante, chieheo, cieeante, cieeo

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs: Aires)

Como ha dicho en su manual de fonética el lingüista sueco B. Malmberg. "en cuanto a las dos fricativas [francesas] s y eh (y a sus correspondientes sonoras), es habitual en los manuales de funé­tica clasificar la s como alveolar, la eh como prepalataI. Y sin f.m­bargo esta diferencia de punto de articulación no es esencial r.ara la oposición entre los dos tipos. La diferencia principal entre s y eh reside en la forma y la amplitud de la apertura, que es más redonda y mucho más pequeña para s (de donde deriva una frecuencia de vibración más alta), en la forma del dorso de la lengua, que es apia­nada para s y convexa para eh, y finalmente en la pJsición de JOS labios, que es neutra pata s, en tanto que eh es una consonante fuertemente labializada. Se llama a veces a las dos s consonantes sibilantes, a las dos eh consonantes ehieheantes, termi;;ología basada en la :mpresión acústica, la cual, a su vez, se debe a la diferencia de frecuencia que las distingue" (B. Malmberg, La Phor.étiqtle, París. 1954, 58). El original francés, en la última parte de:: este párrafo, llama a las dos eh consonantes "chuintantes", palabra que el ex(e­lente traductor al español, Gabriel G _ 'Bes, ha vertido acertadamente por ehieheantes (tr_ esp., Bs. Aires, 1964, 58 l.

A su vez, el lingüista norteamericano Charles F. Hockett, en ~u difundido Course in modern linguisties (1958), expre,a: "Una ter­cera variedad entre las espirantes anteriores es la aspirante chieheante: la ';1 y la di, esta última en sus realizaciones espirantes, no son redondeadas ni alargadas, sino que presentan la estrLcha aprOXima­ción de un área entera del predorso de ·la lengua -de lado a lado y de atrás a: adelante- contra un área similar por encima y detrás de los dientes superiores" (p. 73). El original inglés de Hockett llama a este tipo de consonante "surface spirant"; los no menos excelentes traductores al español, Emma Gregores y Jorge A. Suárez, traducen también aquí por ehieheante.

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408 ACUERDOS BAAL, XXXVI, '97'

Es que este último término es necesario en nuestra lengua para describir las características generales de la ch. Falta en otros idio­mas, que emplean expresiones genéricas, mucl'ms veces imperfectas,

para sustiruirlo: alem. s~Laut y z-Laut, ingl. Palatal fricative, ital. fricativa palatale, etc.

En francés, en cambio, el verbo y sus derivados datan de los si­glo.> XVIII Y XIX. En 1776, Court de Gibelin dice a propósito de chuinter: .. "Ce mot, inconnu jusqu'a nous, peint si parfaitement la prononciation de eh, que nous n'avons pu nous refuser a en enrichir notre langue". El derivado ehuintant, a su vez, parece figurar por primera vez en 1819 en el Dietionnaire universel de la langue fran­~aise, de Boiste.

Parece ser mérito de Amado Alonso haberle dado un p~ralelo en español, introduciendo el término ehieheante; lo hizo con las si­guientes palabras: "Siseo es término español corriente para designar el timbre particular de la· s. Nosotros lo adoptamos, así como el adjetivo siseante, cuando queremos aludir al timbre de la s, no en lo que tiene de común con las otras sibilantes, sino en lo que tiene de peculiar. Y siguiendo la analogía, formamos los neologismos eieeo y ciceante con la significación de 'timbre particular de la e, z lef modtrna, en oposición al de las otras sibilantes', o que le es perti­nente, y así creemos poder distinguir cosas diferentes con nombres diferentes. Alguna vez podremos emplear paralelamente los términos <·hieheo y ehieheame para el timbre de eh". El mismo Amado Alonso lo dice en otra ocasión más brevemente con las siguientes palabras: "Apoyándome en la palabra siseo, existente, uso cieeo y ehieheo para señalar la calidad fonética de s, de ee, ci y de ch, respectivamente" (NRFH, 111, 1, 1949, 36, nota 78).

El neologismo, efectivamente, se ha impuesto, y es hoy usado nor­malmente en los estudios fonéticos. Se cital. sólo tres ejemplos: "Por esta causa, la s castellana suena a oídos extranjeros con timbre chicheante. Este matiz chicheante se aprecia de modo especial en la pronunciación vasconavarra y riojana, donde la articulación alveolar r·,ende a aproximarse a la región prepalatal" (S. Gili Gaya, Fonética general, Madrid, 1953, 145); "¿Qué sentido tiene el rehilamiento de fy f que se produce en las zonas yeístas? Simplemente, es un intento de dar mayor solidez al precariamente integrado triángulo palatal, dando a fy I un timbre chicheante que le hará más perfecto correlato

sonoro de le/" (Guillermo L. Guitarte, El ensordecimiento del

~eismo porteñ~, en RFE, XXXIX, 1955,276); "Frecuente!nente, al-

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HAAL, XXXVI, 1971 ACUERDOS

gunos de estos cuatro órdenes, se subdividen en dos clases gemelas en oposición bilateral: bilabiales y labiodentales, dentales e interden­tales, velares y postvelares, siseantes y chicheantes" (E. Alarcos LIo· rach, Fonologia española, 4a. edic., Madrid, 1965, 75).

Como consecuencia de los argumentos que anteceden. la Academia Argentina de Letras considera una omisión importan~e la ausencia en el Diccionario de la R. Academia Española de los términos chi­cheante, chicheo, cice4nte y ciceo, y propone que todos ellos sean incluidos en la próxima edición.

Pop-art, op-art

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

Entre 1960 Y 1965 llegó a su culminación, en Estados Unidos primero y luego en Europa y el resto del mundo, el movimiento pic­tórico denominado pop-art. Aunque se ha querido reivindicar como anticipos de tal tendencia a obras ejecutadas varias décadas antes, tomo los ready-made de Duchamps y los Merz de Schwittera, es generalmente aceptado que entre los iniciadores del movimiento pue­de mencionarse a Robert Rauschenberg y J asper Johns, que ya ~ en sus primeras pinturas incluyeron objetos como maniquíes, fGtogra­fías o botellas, como testimonios triviales e inmediatos de la sociedad de consumo productora de artículos en serie. Los presentaron en el madro solos o acompañados por otros elementos cromáticos, combi­nándolos en mensajes surrealistas y provocativos.

De ahí el nombre de pop-aTt, abreviatura de popular art, que se dio a la tendencia, llamada también' al principio new-dada. Entre sus muchos representantes se han destacado principalmente Olden­burg, Lichtenstein, Rosenquist, los ingleses Peter Blake, George Coht:n y Joe Tilson, los francesi!s Marcial Raysse, Daniel Spoerri y Georges Segal, los italianos Angeli, Schifano, Pistoletto y Adami.

En opo&ición al pop-art, ~e ha denominado op-art, abreviatura de optical art, .al arte visual interesado sobre todo por los fenómenos perceptivos y cinéticos. Muchos de sus representantes se reunieron en 1965 en ia importante exposición The Responsive Eye, efectuada en el Museum of Modern Art, de Nueva York. Intervinieron, entre otros, los grupos N y T, Vasarely, Agam, Riley. El op-art, como ha dicho Gillo Dorf1es, es la representación, en una f~ma nueva Y más articulada, de cierto concretismo más "estructura1ista" que construc-

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ACUERDOS BAAL, XXXVI, '97'

tlvlsta, es decir, dirigido a la modulación de particulares texturas, la trama, la microestructura constitutiva de la obra.

Expresiones como pop·art y op-art no debOll traducirse ni adap­tarse. Son como rótulos fijos, que se usan sin variantes en todas las lenguas. Decir "arte pop" ya no sugiere exactamente lo mismo.

O bien tales denominaciones no se incluyen en un diccionario normativo y selectivo como el de la Academia Española, o bien, como se ha sugerido otras veces, se las puede incluir en el texto distin­tinguiéndolas con un asterisco como extranjeras, o agrupándolas en un apéndice especial, a la espera de que el uso dé su opinión defi­nitiva.

552~, 30 de septiembre.

Chusco

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente de la Asociación de Academias consulta ~ la Academia Argentina de Letras, sobre si se usa en nuestro país el sustantivo chusco con el valor de 'panecillo, pan que recibe el qu:nto en el ejército'.

Ninguno de los valores con que se ha usado el término en nuestro país, generalmente como adjetivo y a veces como sustantivo, desde la época colonial hasta escritores como Sarmiento y .Lucio V. Man­silla, tiene nada que ver con la acepción a que se refiere la Comisión Permanente.

Desempleo

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

La R. Academia Española, que no incluía el término desempleo en la penúltima edición de su Diccionario (1956), lo ha incorporado a la de 1970, sin duda porque este neologismo, de origen inglés, per­tenece junto con indeseable, aire acondicionado y otras muchas ex­presiones al abundante caudal que el castellano ha tomado de esa lengua en el curso de las últimas décadas. Así lo atestigua Rafael Lapesa en su valioso artículo La lengua desde hace cuarenta años (Rev. de Occid., 1963, 196).

Pero la definición que la Academia Española da ahora de dtsem-

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BAAL, XXXVI, [97[ ACUEHVlJS 411

pleo no coincide totalmente con el uso que tiene el término en varios países hispanoamericanos, entre ellos el nuestro. Es útil comparar lal definición con la que la Corporación de Madrid da del término desocupación. Son estas: "Desempleo. Paro forzoso" (Edic. 1970, Suplem., 1391). "Desocupación. f. Falta de ocupación, ociosidad" (1970, 459).

De un modo genérico, desocupación y desempleo se usan práctica­mente corno sinónimos en la Argentina, con la particularidad de que la lengua actual muestra creciente preferencia por desempleo, sobre todo en el lenguaje técnico. Sin embargo, en sociología, en economía y en derecho laboral puede establecerse un distingo: desempleo es la falta de ocupación genérica, ya sea ella desocupación lisa y llana; inocupación, o sea el estado de quien no ha encontrado todavía ocu­pación o trabajo, y subocupación, o sea desocupación parcial.

De allí que el término desempleo haya sido también aceptado, entre otros, por el diccionario VOX, del académico español Gili Gaya, y que Seco, en su útil Diccionario de dudas, diga "es neolo­gismo . útil, bastante usado hoy".

En efecto, si se quisieran aducir ejemplos, las \titas no tendrían término, lo cual comprueba que el vigor del uso actual es incuestio­nable en España y en América, desde México hasta la Argentiqa. Véanse sólo algunos títulos de libros y de artículos: Jesús Prados Arrarte, El plan inglés para evitar el desempleo, México, 1944; La campaña contra el desempleo, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1950; Tendencias recientes del empleo y del desempleo, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, .1956; Empleo y des­empleo. Política de los gobiernos desde 1950, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1956; P. S. Singer, El seguro social de desem­pleo en los Estados Unidos, en Gaceta del Trabaio, Bs. Aires, t. 30 (1954); El seguro social de desempleo en la reforma constitucional argentina de 1957 (Convención Nacional, Diario de sesiones, p. 1218 Y 1234). El vocablo es normal asimismo en el periodismo serio: "El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (O.E.A.), Galo Plaza, advirtid hoy que en América Latina aumen­tará el desempleo corno resultado del recargo arancelario que han impuesto los· Estados Unidos a sus importaciones" (La Prensa,

19-9-1971, p. 3). Sin duda por todo ello un purista que. se ha destacado por su

lucha contra el excesivo influjo inglés en la lengua. española actual, Ricardo C. Alfaro. dice en su Diccionario de anglicismo, s.v., des-

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ACUERDOS MAL, XXXVI, 'D,'

pu~s de afirmar que le parece inobjetable esta palabra como eqlú­vale!.te de unemployment: "Cesante es voz de significado muy res­tringido. Desocupado puede significar una condición transitoria del mismo que tiene empleo. Ocioso es término generalmente aplicable ro quien no trabaja por vicio o pereza". Y agrega: "Unemployment podría traducirse falta de traba;o, falta de empleo, desocupación, pero ninguna de estas voces es tan concisa y precisa como desempleo".

Si a esto se agrega que desemplear y desempleo no son precisa­mente poilabras nuevas, pues· al menos el verbo se usa en Colombia desde hace. medio siglo, según atestigua Sundheim (Vocab. costeño, París, 1922, 228), la Academia Argentina de Letras considera que el término es aceptable, y que la Academia Española debe enmendar o completar la citada definición que da en su Diccionario.

Sandhi

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El término sánscrito sandhi 'ligadura (fonética)', 'combinación' « SlJm- 'juntamente' y el tema dha 'poner, colocar') ha sido usado tradicionalmente por los gramáticos de la India para designar el conjunto de fenómenos de acomodación fonética que se producen cuando dos o más palabras se pronuncian seguidamente, sin pausa. Tales fenómenos consisten en alteraciones o sustituciones fonéticas en los fonemas iniciales o finales de palabra, que a menudo desapa­recen para dar lugar a un tercer fonema diverso; a veces también el fenómeno se produce en el interior de la palabra, siempre por influjo de utra vecin& en la frase. Se habla por ello de sandhi externo y sandhi interno. Estas alteraciones suelen denominarse en español con el término menos preciso de fonética sintáctica o fonosintaxis.

En realidad, tal fenómeno es en sánscrito una forma bastante peculiar de. esta lengua, porque la ausencia de pausa entre palabra y palabra se tiene en cuenta también en la escritura, escribiendo unidas las palabras contiguas, salvo cuando se origine hiato o tn

otros casos especiales. El fenómeno es común en casi todas las lenguas. Es clásico el

ejemplo griego epigráfico de ~"¡.<,,.l,~ por T>\~ ".j,~; en inglés, la conocida diferencia de pronunciación del artículo the como / dI,'

o /dti/ según que siga palabra que comienza con vocal o con conso­nante: 1'he old cow, the wow; en italiano, pronunciaciones y grafías

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BAAL, XXXVI, '9i' Acul-:nuos 4,3

como soprattutto por sopra tutto; en francés, el uso normal de la liaison.

En nuestra lengua el fenómeno aparece también en divenas formas. Un caso típ~co se produce, por ejemplo, ante la concurren­cia de dos vocales homólogas: cuando las dos vocales que se hallan en contacto son tónicas, la solución preferente es la de una vocal larga tónica; así /papá: fJenído/ papá ha venido (Quilis).

En cuanto a la forma que debe darse al término sandhi en es­pañol, podría mantenerse la grafía originaria, como hacen casi todas las lenguas de cultura del mundo (y el grupo consonante + h en interior de palabra se da en grafías etimológicas como adhesión o exhibir).

En cualquer ferma, este importante término lingüístico se echa de menos en el Diccionario (edic. 1970) de la R. Academia Española, y por ello la Academia Argentina de Letras solicita su inclusión.

Superyó

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

Entre 1914 Y 1915, Y como consecuencia de sus estudios sobr~ los delirios de observación, sobre la melancolía, sobre el duelo p:¡­tológico, Freud comienza a diferenciar, en el interior de la per,o­nalidad, como una parte del yo que se alza contra otra, una es: pecie de instancia que está, por así decir, sobre el yo, y que asume para el sujeto valor de modelo y función de juez; en otras palabras, un sistema que comprende dos estructuras parciales: el ideal de::! yo propiamente dicho y. una instancia crítica que se erige en le)' y prohíbe que se la viole (Laplanche-Pontalis, Vocabulaire de la psychanalyse, Paris, 1968, 472). Casi diez años más tarde, en 1923, en su obra Das Ich und das Es, Freud aplica por primera vez un nombre a esta noción: über-ich.

Tal concepto es asimilable, como queda dicho, al de un juez ,) el de un censor. Freud ve en la conciencia moral, en la autoobser­vaClCn, en la formación de los ideales, funciones del Über-ich. Clá­sicamente, el über-ich es definido como el heredero del complejo de Edipo; se constituye por interiorización de las exigencias y de las interdicciones paternas. Pero en 1933, en su NeueFolge der Vor lesul1gen 1.ur Einjührung in die Psychoanalyse (G. W., XV, 73),

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ACVB8DOS BAAL, XXXVI, '97'

Freud define con mayor precisión lo que entiende por esto: "El superyó del niño no se forma a imagen de los padres, sino a ima­gen del superyó de estos; se carga del misl'llo contenido, se toma el representante de la tradición, de todos los juicios de valor ql;e subsisten así a traVés de las generaciones" (Laplanche-Pontalis, obr. cit., 473). Posteriormente, algunos psicoanalistas han querido ver más temprano, en los estadios preedípicos, la formación del super­yó (Melanie Klein, por ej., desde la fase eral); otros, sin llegar a tanto, han creído descubrir en comportamientos y mecanismos psicü­lógicos muy precoces, verdaderos precursores del superyó (Glover­Spitz).

En cuanto a la adaptación castellana del término O btr-ich, al­gunos de los primeros psiquiatras y psicoanalistas que debieron usarlo en nuestra lengua, influidos sobre todo por las versiones ¡n­glesas de las obras de Freud, usaron la forma superego, hoy prác­ticamente olvidada frente al uso general de superyó.

Efectivamente, en favor de esta última abogan algunas conside­raciones fundamentales. En primer término, desde 1917, en su obra Trauer und Melancholie, Freud dijo explícitamente: "Vemos cÓmo una parte del yo se opone a la otra, la juzga de manera crítÍ<:a y, por así decir, la toma como objeto" (G. W., X, 433). Nada Inás natural, pues, que mantener esta oposición en la forma castellana, diciendo superyó frente a yo, como el creador del psicoanálisis dijo Ober-ich frente a Ich. En segundo lugar, y de manera complemen­taria, debe notarse que a pesar de escribir en una lengua de cultura como el alemán, que acepta con tanta facilidad los latinismos, Freud no usó el término ego, sino el coloquial y corriente Ich, sin duda porque esa forma coloquial era la que en las diversas lenguas ha­bía usado la filosofía occidental, en las diversas posiciones que cul­minaron con Locke, con Kant, con Fichte, con Schelling y con otros grandes pensadores posteriores que se refirieron al yo.

En tercer término, hay una consideración lingüística fundamenta!, y es la del uso. Desde la primera traducción castellana de lasobra~ de Freud, la de Luis López Ballesteros (1922-1934), hasta la ver­sión española de los términos incluidos en el notable Vocabulaire de la psychanalyse, de Laplanche y Pontalis, versión debid& prmci­¡>almente a los dos eminentes psicoanalistas Marie Langer y Ángel Garma, la. forma adoptada en nuestra lengua ha sido casi sin ex­cepciones superyó (escrita todavía super-yo por López Ballestcrc.s). Los ejemplos de destacados psiquiatras y psicoanalistas españoles e

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IlAAL, XXXVI, 'U71 ACUERDOS

hi.panoamericanos podrían multiplicarse: el citado Garma titula tino de sus artículos: Manía: mediante engaños el yo consigue el triunfo del superyó (Rev. uruguaya de psicoanál., VIII, 1-2, 1966, 8 sgs.); J. J. L6pez Ibor dice en su libro La angustia vital. Patología gene­ral psicosomática, Madrid, 1969, 240: "Se podría contraponer ~a

neurosis obsesiva, como neurosis del super-yo, a la neurosis de m­gustia, como neurosis del yo"; los especialistas Le6n Grinberg, tlla­rie Langer y Emilio Rodrigué, en su obra Psicoterapia del grupo, Bs. Aires, 1957, 28, expresan: "El super·yo¡ en las formulaciQnt'~

psicoanalíticas más recientes, es el sistema constituido por la tote­Iidad de los objetos internos"; Enrique Pichon·Riviere dice en su libro Del psicoanálisis a la psicología social, 1, 1970, 52: "El se­gundo grupo de síntomas es aquél relacionado con el sometimiento o subordinaci6n del yo al supery6". Por otra parte, la forma superyó es la prohijada oficialmente por la Asociaci6n Psicoanalítica Ar!!en. tina. Frente a esta casi unanimidad, propiciar formas como superega supondría exponer sin fundamento las resoluciones de la Academl:l a la desautorizaci6n de los especialistas, por contrarias al uso gen~­ralizado y correcto.

En abono de esta conclusi6n, conviene formular tres observacio­nes complementarias. El argumento de que super es una forma la­tinizante que funciona corno primer elemento de una palabra cuyo segundo componente no 10 es, carece de valor, pues derivativos ele esta clase se dan comúnmente en nuestra lengua; baste citar super­fino, superabundancia o superhombre. En cuanto a si debe escri­birse super-yo, como todavía hacen algunos, o superyó, baste decir que en nuestra lengua el uso del guión va desapareciendo creciente­mente en estos casos, y afijos como supero, hiper- o anti- forman dt;­rivativos por mera yuxtaposici6n, como hipertensión o antigás; con­viene, pues, escribir en una sola palabra superyó. Aceptado esto, es evidente que -yo, elemento dominante en el cOmpuesto, debe llevar acento, por constituir junto con su afijo una palabra aguda termi­nada en vocal, al modo de traspié y otros t~rminos semejantes.

Sobre la base de los fundamentos que anteceden, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española la ¡nclu­si6n del vocabio superyó, que lleva medio siglo de uso frecuente en nuestro idioma y no figura en la edici6n de 1970 de su Diccin. nario.

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ACUER.DOS . BAAL, XXX VI, '97'

Necton

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires;

En ecología marina se denomina necton ( < gr ~. ,,,~ó', de .~<TO;

'nadador') al complejo de los animales capaces de moverse en for­ma activa y autónoma en el medio ácueo, tanto marítimo como de agua diJIce, y que pertenece, con el plancton, al ambiente pelágico. Precisamente los organismos del necton difieren de los del planc­ton por su capacidad de realizar notables desplazamientos en virtud de fuerzas autónomas. En otros términos, los animales pertenecien­tes a! necton pueden emprender por propia iniciativa migraciones más o menos considerables, en tanto que los organismos del planc­ton se dejan trasponar por las corrientes y por las ondas. Al necton marino penenecen entre otros los cefalópodos, algunos peces migt'll­torios, las tortugas, las serpientes, los cetáceos, la mayor parte de los cuales se alimentan de plancton.

Corno la R. Academia Española incluye en su Diccionario (1970) el término plancton, pero no izecton, que en biología marina le es prácticamente correlativo, la Academia Argentina de Letras solicita la ir,corporación de este último en la próxima edición del léxico oficia!.

553!, 21 de octubre.

Mini- como afiio

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

Según se ha dicho en un dictamen anterior, es cada vez más abundante en la lengua de nuestra época y constituye un nuevo tipo morfológico, corno ha señalado Migliorini (Saggi sulIa lingua del Nevecento, 1963, cap. 1; Lingua contemporanea, 1963, 84), la se­rie de términos formados con elementos tomados del griego y del latín que funcionan como prefi;oides, de acuerdo con la denomina­ción que él les da: aero-, auto-, moto-, radio-, tele-, etc.

Er. dicho dictamen, referido precisamente a tele-, se indicó que elementos" como este, que se combinan hoy libremeQ,te con diversos monemas y sintagmas, se comportan de hecho con\o afijos, según

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ilAAL, XXXVI, '97' ACUI-:nIIUS

había observado ya Martinet (Eléments de ling. gener., 1960,4-36), Y dan lugar a un fenómeno particular, el de la formación de un nuf.VO sintagma a partir de elementos aislados por análisis; no se trata en rigor de composición ni de derivación, y por eso el propio Martinet propuso llamarla "recomposición".

El estudio que dedicó J. Peytard a la extraordinaria difusión del monema tele- en el francés contemporáneo (Motivation et préfixa­iion. Remarques sur les mots construits avec l'élément "téléc", en Cahiers de Lexicologie, 4, 1964, 37 sgs.) confirma que esa difusión excepcional no es superflua o debida meramente a esnobismo, como algunos creen, sino que forma parte de un proceso natural y ne­cesario en la lengua de nuestros días.

Algo semejante ocurre con el monerna minz-; es un afijo porque no se encuentra fuera de sintagmas indisolubles como minidevalua­dón o minifundio. Se trata de uno de esos elementos "cultos" quc en su origen, como dice Martinet, forman parte de vocablos tomados de lenguas "clásicas" y solo fueron percibidos como componentes de unidades significativas por los que los introdujeron en el uso; más tarde, y con más facilidad que componentes como tef'mO- y otros, cuando las palabras así formadas se han hecho abundantes y usuales, el afijo terminó por hacerse autónomo.

Por lo que se refiere específicamente' a mini-, la moda de tér­DÚnos como .>ninifalda desde fines de la década de 1960, incluso lIbreviado popularmente en mini (término tomado probablemente del francés mini-;upe, como lo revela la abreviatura paralela midi) , ha hecho pensar a muchos que tal vocablo fue el origen del uso del afijo. LO ha sido de su difusión, que es cosa distinta. Günther Haensch (Epidemia de "minimanía" en España, en Español Actual, 11, 1968, 1 sgs.) ha hecho notar con razón que minifundio 'finca muy pequeña' se ha usado en España desde hace unos treinta años, por 1940. En lo que se equivoca es en asimilar tales formaciones 11 miniatura. Esta palabra, que precisamente ha confluid!) sin duda con el afijo mini- para reforzar la difusión de este último, evoca ~iempre, ciertamente, la idea de 'objeto diminuto', pero su etimo­logía es diversa :en el siglo XVII el f~ancés y luego el inglés la tomaron del italiano miniatura 'dibujo u ornamentación pequeña ejecutada con minio', y la Academia Española incorporó a su Dic­cionario dicho vocablo en 1817.

El afijo mini- muestra hoy gran vitalidad, hasta el extremo de desplazar en muchas palabras al tradicional micro-o Debe observarse,

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AcuERno! BAAL, XXXVI, '9,'

de paso, que micro- usado inicialmente en tecnicismos científicos se populariz6 posteriormente, y dio origen a términos como micr; film ( e), microsurco o microbús. De! mÍ.smo modo se lee ya en e! periodismo mini-bús, vocablo formado de manera igualmente legitima.

Respecto de minifalda, es preciso tener en cuenta .que ya aparece registrada en e! Diccionario de use; del español, de María Moliner, 11, Madrid, 1967, 419, publicado bajo el auspicio de Dámaso Alon­so, de!: mismotnodo que minimicrófono -vocablo perfectamente. le­gítimo en vista de la imposibiIid~ de micromicrófono- para desig­nar al micrófono diminuto empleado hoy. con diversos fines, es in­corporado por Martín Alonso en su Diccionario del español moderno, Madrid, 1966, 871.

En vista de ello, es preciso tener en cuenta la advertencia for­mulada por el citado Günther Haensch (loe. cit.): "¿Se habrá de anatematizar a tan indeseable intruso? Francamente, me parece que no. La actitud de! purista fanático que pretende condenar los ex­tranjerismos y las cursilerías de! lenguaje a la hoguera de una In­quisición lingüística puede parecer tan (o casi tan) ridículo como la del que los inventa o los usa. ¿Cómo se puede pretender deste­rrar un prefijoide en una época en que pululan los anglicismos, no sólo en Iberoamérica, sino en la misma Península?".

Si a ello se agrega que la Academia Española, que en su Diccio­nario de 1939 ignoraba e! término minifundio,)o registraba ya en &u edición de 1956, y que un vocablo como minidevaluación, con­sultado por e! director de! Departamento de Lingüística de la Uni­versidad de Buenos Aires, es hoy normal en e! lenguaje económico, la Academia Argentina de Letras considera que e! afijo mini-, de tan antigua procedencia latina como lo es en griego micro- (y usado como ejemplo por e! lingüista francés Pottier, en su Grammaire de l'espagnol, Paris, 1969, 20 y 56), puede usarse con mesura en la constitución de neologismos.

Desciframiento, descifre

{Consulta de! Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires'

En la formación de sustantivos posverbales, el sufijo -e hizo com­petencia, sobre todo en épocas anteriores de la lengJ.la, a otros muy

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I:IAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS

generalizados, como el cuasimorfema -miento. Como ha señalado Menéndez Pidal, el español acostumbró mirar el tema verbal como indiferente, para tomar en estos casos no solo las do~ terminaciones masco y fem. ·0 y -a, sino también la masco -e (Gramát. bist., § 83, 5): así se dieron simultáneamente formas corno alcanfo, ~kanfa y dcanfe. Son frecuentes en castellano los ejemplos de este último sufijo: avance, enlace, galope, corte, roce, ultra;e, fijados por las desinencias verbales en -e y acrecentados por extranjerismos como deleite o cboque.

Pero nunca tal sufijo ha podido competir en productividad con -miento, que indica en términos generales el resultado de la acción marcada por la base, con un sentido terminativo.

La Academia Española,. todavía en la edición de 1970 de su Diccionario, acepta solo el sustantivo descifre como posverbal de descifrar.

Pero desde muy largo tiempo atrás la forma habitual es descifra­miento, no solo en Hispanoamérica sino también en España. En r.uestro país la registran no solo Juan B. Selva (BAAL, XIV, 1945, 16 y 450451), sino también celosos puristas como Ricardo Monner Sans (Con motivo del vt:rbo desvestirse, Bs. Aires, s. a., 80). El sustantivo es común en América (d. Santamaría, Dicc. americ., Mé­jico, 1942, 564; para el Ecuador, d. ]. Cornejo, Fuera dtl Diccio­nario, Quito, 1938, 104). En España lo documenta María Moliner junto a descifre (Dicc. de uso del español, 1, Madrid, 1966, 920), y Martín Alonso lo señala como usado desde el siglo XVIII (En­ciclopedia del Idioma, n, Madrid, 1958, p. 1461).

Baste recordar, por otra parte, que Corominas (DELC, s. v. cifra) ltdvierte: "Descifre (también es usual desciframiento, no admitido por la Academia)". Baste recordar, corno comprobación de ello y a modo de un solo ejemplo entre innumerables posibles, el siguiente de dos distinguidos lingüistas españoles: el académico Antonio To­var y el helenista Sánchez Ruipérez, en su Historia de Grecia, Barcelona, 1963, 22: "La escritura linealB, que gracias al desci­framiento de Ventris sabemos que sirvió a la notación del griego, n.sultó de una adaptación del tipo A".

Como consecuencia de 10 dicho, la Academia Argentina de Le­tras solicita a la R. Academia Española que en la próxima edición de su Diccionario incorpore la forma desciframiento con el signi· ficado de 'acci6n y decto de descifrar'.

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ACUERDOS . lJAAL, XXXVI, '97'

Vocoide y con/oide"

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

La mayor parte de los movimientos articulatorios ocurren den­tro de la cavidad bucal. La lingüística contemporánea, sobre todo en los. Estados Unidos, ha demostrado que resulta sumamente con­veniente dividir la totalidad de los movimientos articulatorios, de un modo amplio y general, en dos cl-ases: los que se dirigen a pro­ducir "vocoides y los que se dirigen a producir contoides.

Tales términos son cómoda reducción, hoy universalmente acep­tada, de los primitivos vocaloide y consonantoide, que empleó Bloom­field, uno de los fundadores de la lingüística norteamericana moder­na, en su clásica obra Language, 1933, § 8.2, para denominar a determinado tipo de sonantes. Como ha señalado Hockett, la dis­tinción entre una vocoide y una con/oide no se puede lograr com­pletamente con solo referirse a lo que ocurre en la cavidad bucal. Ambos términos --dice- son acústicos e impresionistas más que estrictamente articulatorios: una vocoide es un sonido en que las resonancias de uno u otro tipo parecen ser de primera importancia, en tanto que las contoides comportan sea una turbulencia clara­mente perceptible de la columna de aire en el canal vocal, sea una interrupción completa de este flujo (Hock;ett, A manual of phonology, 1955, 29-30).

Según recuerda el mismo Hockett, las vocoides puras, en casi todas las lenguas, pueden describirse atendiendo a tres factores: posición de los labios, aproximación de la lengua al paladar y ade­lantamiento o no de la lengua. Para describir las contoides es pre­ciso distinguir, por un lado, una serie de articuladores y una serie de puntos de articulación; por el otro, si se produce oclusión o espiranti1.ación (Hockett, Course, tr. esp.,' 1971, 75 Y 83). El propio Hockett señala que la importancia de los términos vocoide r contoide reside en que tal distinción permite reservar vocal y conronante para designar clases de fonanas definidas estructural­mente dentro de cada lengua en partR:uÍar (ClHITse. tr. esp., i971. 74). Para decirlo de otro modo, todas las vocoides son simultánea­mente flocales cuando funcionan como ápices de silaba; todas las contoides son contoides silábicas cuando funcionan como ápices de silaba. Por su parte. todas las vocoides son vocoides no silábicas

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BAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS

cuando funcionan como no silábicas; todas las contoides, cuando funcionan como no silábicas, son cot,sonantes (Pike, Phonetics, 1943, 145). .

En resumen, los términos vocoide y contoide, usados sobre todo en la fonética extranjera desde hace unos treinta años se echan de menos en el Diccionario de la R. Academia Española: y por ello la Academia Argentina de Letras solicita su inclusión en futuras t;d:ciones de dicho léxico.

Etología

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. deBs. Aires)

Aunque el término etología (gr. i,8o; 'carácter habitual, costum­bres') fue usado por el filósofo J ohn Stuart Mill y por el psicólogo Wilhelm Wundt con otros valores, en la primera mitad· de este siglo se ha especializado más y más en sentido biológico, hasta lle­gar a ser este el dominante.

Como dice el naturalista sueco E. Fabricius, ctWIndo se trató de explicar la relac:ón causal entre los comportamientos animales, se desarrolló una lucha entre dos tendencias diferentes, o, mejor :di­cho, entre dos grupos principales de tendencias.

Uno, representado principalmente por vitalistas corno Mc Dou­gall o Lloyd Morgan, consideraba que la meta del comportamiento determinaba su forma, y que, por lo tanto, el animal se comportaba de un modo determinado para alcanzar una cierta meta. Operaban con una 'fuerza vital', en principio inexplicable. El otro grupo, re­presentado por mecanicistas o comportamentistas corno Watson, Thorndike o Pavlov, estimó que todo comportamiento no era otra cosa que simples reflejos mecánicos que se desencadenaban por es­tímulos internos o externos, y que todos los comportamientos más complicados se producían por cadenas de tales reflejos.

El punto muerto a que se llegó por la oposición entre ambos gru­pos fue resuelto sobre todo por la obra de un importante precursor, Jakob von Uexküll, quien en 1909 publicó su libro fundamental Umwelt und Innenwelt der Tiere.

Pero, corno dice el citado Fabricius, quien puede considerarse creador de la rama científica llamada etología es el austríaco Konrad Lorenz, quien la funda en 1935 con su obra Del' Kumpan in der Umwelt des Vogels. Según el biólogo Haldane, muchas de las

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AcueRDOS BAAL, XXXVI, 1971

observaciones en que se basa Lorenz hablan sido hechas ya hacia 1873 por el inglés Spalding, pero sus trabajos cayeron en el ol­vido y eran prácticamente ignorados en la é¡ÍÓca de la mayor obra de Lorenz.

Posteriormente, el holandés Tinbergen, más inclinado a la téc­nica experimental, mantuvo una estrecha colaboración con Lorenz. Llamado a la Universidad de Oxford, profundizó alli los métodos de su cátedra de Leiden, y sus estudios han contribuido a hacer hoy de la etologia una rama de rápido crecimiento.

En resumen, la zoologla y la psicologia han confluido en una disciplina especial llamada etologia, que en un sentido amplio con­siste en el estudio cientifico del comportamiento de los animales, el cual procura describir sus causas por medios experimentales y reconstruir su evoluciéh en la serie zoológica mediante comparacio­nes interespecíficas (etologia comparada).

Es preciso advertir que en botánica se usa también el término, pero con otro significado: el referente a las distintas adsptaciones de los órganos de los vegetales.

Como el término aparece abund8ntemente en versiones serias del inglés y de otras lenguas, y además es usado de modo normal en nuestro idioma por zoólogos hispanoamericanos y españoles, la Aca­demia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española la inclusión de este vocablo en la próxima edición de su Diccionario.

554!, 4 de noviembre.

Calle

(Consulta de la Comisión Permanente, Madrid)

La Comisión Permanente, de Madrid, consulta a la Academia Argentina de Letras sobre si la palabra calle se usa en nuebtro pals para significar, dice, una situación, un estado de ánimo, una crisis económica transitoria del público, como, por ejemplo, en la expre­sión "la calle está de bala", con lo cual, en algunos lugares, se quiere denotar que no corre dinero, que este anda muy escaso.

La palaQra calle, en expresiones como la mencionada, no se usa en la República Argentina.

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BAAL. xxxvr, 1971 ACUERDOS

1 nterdisciplinario

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El adjetivo interdisciplinario ha cobrado creciente auge en las últimas décadas debido a la cooperación cada vez mayor de diversas disciplinas a tal punto que resulta indispensable para estudiar com­plejos problemas científicos. •

De este modo, el término ha lkgado a asumir dos valores prin_ cipales: 1. Caracterizado por la participación o cooperación de dos 1.; más disciplinas o campos de estudio, como en la expresión "una conferencia interdisdplinaria". - 2. Posible merced a la contribución de dos o más disciplinas ("un enfoque interdisciplinario del ur­banismo").

Los ejemplos del uso del adjetivo abundan en el len/Naje cien­tífico y técnico, y, por influencia de él, incluso en el periodístico: "La Fundación Universitaria del Río de la Plata organizó un se­minario interdisciplinario del que participaron dirigentes y especia­listas de las más diversas tendencias" (La Nació,';, 18.10.1971, 2a. secc., p. 12). Existen asimismo ya instituciones responsables que utilizan el término en sus publicaciones; por ej., la serie tituláda Estudios literarios e interdisciplinarios que edita la Universidad de La Plata (Argentina).

Como el vocablo se usa hoy en \odos los países de habla española, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que lo incluya en la próxima edición de su Diccionario.

!dialecto

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El primero que definió rigurosamente el término ¡dialecto « idio-, gr. '0'0; 'propio, personal' + -leclo, como en dialecto) fue el lingüista Bernard Bloch en su célebre artículo A set 01 postula­tes lar phonemic analysis (Lang., 1948, 7): "Un idiolecto es la to­talidad de los posibles enunciados (o emisiones) que produce un hablante en un momento dado al usar un lenguaje en el intercam­bio con otro hablante". Y agrega: "Nuestra definición implica: a)

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h4 ACUERDOS BAAL, XXXVI, 197'

que un idiolecto es peculiar de un hablante; b) que un hablante dado puede poseer diferentes idiolectos en sucesivos momentos de su vida; c) que puede poseer dos o más idiolectos diferentes al mismo tiempo".

Vale decir que un idiolecto es la realizaci6n individual de un sistema lingüístico, la lengua tal como es hablada por un indivi­duo particular. Para decirlo con las palabras de Hockett ( Curso, ,tr. esp.,. Bs. Aires, 1971, 319 sg.), "la totalidad de los hábitos lin­güísticos de una misma persona en una época dada constituye un idiolecto. Pero hay algunas excepciones. Así, por ejemplo, una per­sona nacida en Alemania de padres hispanohablantes, que aprende de su familia una de las lenguas y la otra de sus compañeros, posee dos idiolectos en lugar de uno solo. [ ... ] En último análisis, a una lengua solo se la puede observar como un conjuto de idiolec­tos [ ... ] Una lengua, pues, es un conjunto de idiolectos más o menos similares. Un dialecto es lo mismo, con esta pequeña dife­rencia: cuando los dos términos se emplean juntos en una misma discusi6n, debe suponerse que el grado de similitud entre los idio­lectos de un mismo dialecto es mayor que entre todos los idiolectos de la lengua".

El uso del término idiolecto se ha hecho indispensable en el uso lingüístico, por los matices o contraposiciones que permite, y es empleado hoy normalmente por los especialistas de nuestra lengua. En vista de ello, la Academia Argentina de Letras sol:cita a la R. Academia Española su incorporaci6n en la pr6xima edici6n de su Diccionario.

"Duelo" en psicoanálisis

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

La pal~bm dl/elo 'dolor' « lato tardo dolus frente a dolor, des­de s. III d.C.; d. en cambio duelo 'desafío, combate singular' <b. lat. duellum) aparece ya en el Cantar de Mio Cid; p. ej. v. 29: "Grande duelo avien las yentes cristianas; / ascóndense de mio <;:id, ca nol osan dezir nada". Como han observado Corominas y otros, también tiene raíces antiguas el sentido especial de 'dolor por la muerte de elguien', como que ya se encuentra, por ej., en el siglo XIII en el Duelo de la Virgen el día de la Pasión de su hi;o, de

Berceo.

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BAA'., XXXVI, 1971 ACUERDOS

Freud, que en 1915 dedicó a este último estado anímico su cé­lebre estudio Trauer und Melancholie, describe el duelo, precisa­mente, ·como la reacción experimentada frente a la muerte o frente 8 la pérdida de un ser amado, o de una abstracción equivalente a ~ste: la patria, la libertad, un ideal, etc. Comienza así un trabajo intrapsfquico de acomodación a la situación nueva, cuya principal característica es la falta de interés por el mundo exterior que se desencadena con la pérdida del objeto: toda la energía del sujeto parece acaparada por el dolor y los recuerdos que con él se vincu­lan, hasta que en el duelo normal, para decirlo con l~ paiabras de Freud, "el yo, como obligado a decidir si quiere compartir ese destino [el del objeto perdido], y considerando el conjunto de sa­tisfacciones narcisistas que entraña el seguir viviendo, se determina a romper su vínculo con el objeto desaparecido".

El eminente psicoanalista francés Lagache lo expresa con una fórmula cuyo sentido inmemorial está en la raíz de todas las acti­tudes, en particular las religiosas: el trabajo o proceso del duelo consiste en "matar al muerto", en aceptar plenamente la situación nueva.

No es tema de este dictamen examinar las diferencias que han establecido el propio Freud, Melanie Klein y otros psiquiatras y psicoanalistas entre el duelo normal, el patológico y la melancolfá.

Lo que importa señalar es que de:spués de algunas vacilaciones de los primeros traductores y exegetas de la obra de Freud, hace ya de esto unos cuarenta afios, el término duelo ha concluido por ser universalmente adoptado en lengua española para traducir téc­nicamente el alemán Trauer. Los ejemplos son innumerables. Véanse algunos: "Este trabajo tiene ~u origen· en el interés que despertaron los problemas que plantea la elaboración del duelo" (D. Garcla Reinoso, Consideraciones sobre el duelo, en Rell. de Psicoanálisis, Bs. Aires, t. 18, n~ 2, 1961, p. 139 sgs.); "En términos generales, llamamos duelo al proceso desencadenado por una sitaución de pérdida"(Le6n Grinberg y otros, Funcionamiento del yo en el duelo normal y patológico, en Rev. de Psicoanál., t. 21, n~ 2, 1964, p. 129 sgs.); "El proceso psicótico se inicia siempre con una si­tuación melánc6lica y un trabajo de duelo tendiente a superarla" (Enrique Pichon-Riviere, Vel psicoanálisis a la psicologia social,. 1, Ss. Aires, 1970, 60); "El duelo es descripto como una reaCCIón normal a la pérdida de 'un objeto'1 (Fidias R. Cesio, Vllelo, melan­colía y depresi6n, en Rev. de Psicoanál., t. 20, n~ 2, 1963, p. 128 sgs.).

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606 ACUERDOS BAAL, XXXV,I, '97'

Debe tenerse en cuenta que este último autor, junto con los eminentes psicoanalistas Angel Garma y Marie Langer, fueron los encargados de la versión española de los ténííinos que figuran en el notable Vocabulaire de la Psychanalyse, de ]. Laplanche-]. B. Pontalis, París, 1968, Y que los tres adoptan en dicha obra (p. 504) el vocablo duelo corno el término adecuado en nuestra lengua.

En conclusión, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. AcadeJ.IIia Española que incorpore el término duelo, con el sen­tido psicoanalítico señalado, a la próxima edición de su Diccio­nario.

555~, 18 de noviembre.

Camarógrafo

(Consulta del Departamento de Lingüistica, Univ. de Bs. Aires)

Es sabido que la forma latina camera alternó con camara desde escritores antiguos corno Petronio, Séneca y Columela. Mientras esta última es la que ha prosperado en castellano, portugués y otras lenguas y dialectos romances, la primera se conservó en italiano, en francés, y ha pasado al inglés, al alemán, etc.

En inglés, la palabra de origen latino tornó, probablemente a través de la expresión camera obscura, el valor de c4mara fotográ­fiLa, y posteriormente el de cinematográfica y televisiva.

Debido a la difusión principalmente por medio del inglés de los tecnicismos relativos a estos últimos medios de expresión, al ope­rador de la cámara se 10 ha llamado y se 10 llama en los medios dedicados a estas· actividades con el anglicismo camerantlzn, y en l}uestro país, según abundantes testimonios especializados, a me­nudo sólo con la forma "un cámara".

No obstante esto, el lenguaje del periodismo y también el de la radiodifusión emplean a menudo la forma camarógrafo, formada sobre modelos corno fotógrafo. Véase uno entre tantos ejemplos periodísticos: "Las cámaras descubrieron no solamente la codiciada presa sino muchas especies más. Otro gran camarógrafo suboceánico ha sido en esta expedición el renombrado Stanton Waterman" (La Nación, 14.1.,0.1971, 2a. secc., p. 2).

Si bien los técnicos del cinematógrafo y la televisión no emplean prácticamente nunca el vocablo camarógrafo, y aducen que los an-

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BAAL, XXXVI, '97' ACUERDOS ~27

glicismos resultan naturales en su lenguaje, como ocurre, por ejem­plo, en el de los deportes, no debe olvidarse que la lengua tiende a absorber los extranjerismos, ya adaptándolos. fonéticamente, ya ~ustituyéndolos. Anglicismos tan comunes en 'las últimas décadas como claxon, goal-keeper o broadcasting han sido paulatinamente ~ustituidos en nuestro país por bocina, arquero y radiodifusora (o emisora), y aun en el lenguaje cinematográfico, star, por estrella y make-up por el galicismo maquilla;e, aceptado hoy por la Aca­demia Española. Como suele ocurrir, los extranjerismos que pare­cían insustituibles han tomado con el tiempo un desvaído y' a ve­ces levemente ridículo aire de época.

Por esta causa, la Academia Argentina de Letras propone a la R. Academia Española el término camarógrafo, para que este, a su vez, sea sometido a la consideración de las restantes corpora­ciones similares de habla española.

Clic

(Consulta del Departamento de Lingüística, Uniy. de Bs. Aires)

El término lingüístico clicdenomina una articulación inspiratoria que se produce "apretando el posdorso de la lengua contra el velo y produciendo después otra oclusión en una región más anterior de la boca; en la pequeña cavidad que así se constituye, el aire se comprime o rarifica (generalmente esto último) y la oclusión anterior se distiende primero" (Ch. F. Hockett, Curso de ling. m~d., trad. esp., Bs. Aires, 1971, 77; d. K. L. Pike, Pbonemics, Ann Arbor, 1951,41).

En otros términos, se producen las articulaciones sucesivas si­guientes: doble oclusión, velar por una parte, apical (o más rara­mente labial) por la otra; rarefacción del aire en la cavidad for­mada de este modo, por descenso de la parte media (o anterior) de la lengua; explosión del aire hacia el interior por relajamiento de la oclusión, con lo cual se produce un chasq.uido característico cuya naturaleza varía según el lugar de la oclusión apical o la naturaleza neta o africada, anterior o lateral, de la explosión; re­lajamiento de la oclusión velar, que puede ir acompañado de ex­plosión glotal, de aspiración o de nasalización (J. Marouzeau, Le". termo ling., 1961, S. v.). Como se suele notar, es un dic lateral, por ej., el sonido que se usa para excitar a los caballos.

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ACUERDOS BAAL, XXXVI, 1971

Los clics abundan en los dialectos bosquimanes y hotentotes de Africa del Sur, y aparecen como préstamos tomados a estos en los dialectos bantúes del sureste. En algunos-,dialectos hotentotes se dan hasta veinticuatro clics distintos.

En consideración a la importancia que el término elic posee en fonética, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española su inclusión en la próxima edición del Diccionario oficial.

556~, 2 de diciembre.

Elicitar

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

En el trabajo lingüístico de campo se distinguen dos operaciones fundamentales: la recolección de datos y su colación.

Cuando se trata de recoger datos sobre una lengua, en especial una lengua no estudiada anteriormente en forma cientifica, la pri­mera tarea del investigador es formular preguntas que permitan ir descubriendo la estructura del lenguaje estudiado: "¿Cómo se dice 'un caballo'?", "¿Cómo se dice 'del caballo'?", "¿Cómo se dice 'dos caballos'?", etc.

Esta actividad de obtener la información mediante preguntas, de: sacar a luz una forma mediante la respuesta del informante, se designa normalmente en la Iingüistica contemporánea mediante el v~rbo elicitar. Tal verbo, a través del inglés to elicite, procede del latín elicere 'arrancar, hacer salir, provocar' « e, lacere), usado casi siempre metafóricamente: verbum ex eo numquam elicere potui, Cic. De oro 1, § 97.

En vista del mucho uso actual del verbo, debido sin duda a su brevedad y claridad, y a su procedencia última, concorde con ef origen latino de nuestra lengua, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que lo incorpore a la próxima ed:ción de su Diccionario.

Liminar

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El derivad" liminaris « lato limen, imis 'umbral') 'relativo al umbral' (Vitr. 6, J, 4) fue usado con sentido metafórico solo en época tardía; así, por ej., liminaris pagina 'página inicial' {August., Epist. 67, 2),

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8AAL, XXXVI, 1971 ACUERDOS

Preliminar, a su vez, inexistente en ladn clásico y medieval, y J;eco­gido por el Diccionario de la Real Academia Española desde 1843, fue usado en inglés, y antes en francés, desde el, siglo XVII; en esta última lengua se lo empleó en un principio como sustantivo plural, les préliminaires, para referirse a las negociaciones relativas ti la paz de Westfalia, y tomó pronto valores más amplios.

En cuanto al más antiguo liminar, ya sea por influencia del por-1ugués (posto a entrada) o del francés, según supone Corominas, pero más probablemente bajo influjo de esta última len~a, se ha -difundido casi exclusivamente en la Argentina, y sobre todo a partir de la literatura modernista.

Lo emplea Rubén Darío en el prólogo (Palabras liminares) a "'Prosas profanas", 2a. edic., París, 1901. También usó el adjetivo Lugones: Las limaduras de Hephaestos. Piedras liminares, Bs. Aires, 1910. La palabra, como queda dicho, es hoy de uso común en nuestro pafs; baste citar un solo ejemplo: Nota liminar dice Alfredo de la Guardia en la introducción a su libro Garda Lorca, Persona y creación, 2a. edic., Bs. Aires, Schapire, 1944.

En atención a la antigua estirpe latina del término, y a su uso poco menos que ininterrumpido durante medio siglo en nuestro país, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia "Española que lo incluya en la próxima edición de su Diccionario con arácter de argentinismo.

Sublimación

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El término sublimación fue introducido en psicoanálisis por Freud. <:amo dicen Laplanche y Pontalis (Vocabul. de la pS'Ychanal'Yse, Paris, 1968, s. V., a quienes se sigue en la descripci6n del proceso), la palabra evoca por un lado el concepto de lo sublime, para de­signar una creaci6n caracterizada por sU: grandeza y elevación, y por el otro lado el término sublimaCión, usado en química para -designar el ·proceso por el cual un cuerpo pasa directamente del -estado sólido al gaseoso.

Freud hablaba de la sublimaci6n desde 1908 como de una tras­formaci6n de las pulsiones sexuales: "La pulsi6n sexual -decla en :su escrito Die "kulturelle" Sexualmoral und die modérne Nervositiit-

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430 ACUERDOS B.\AL, XXXVI, '9;>

pone a disposición del trabajo cultural cantidades de fuerza extra­ordinariamente grandes, y esto como consecuencia de la particu­laridad. .. de poder desplazar su finalidad sin perder, en lo esen­cial, su intensidad. A esta capacidad de c~biar el objetivo sexual originario por otro que no es ya sexual pero que está psíquicamente emparentado con él, se lo denomina capacidad de sublimación".

En su intento de formular una teoría de conjunto de la sublima­ción, Freud siguió en distintos momentos direcciones diversas. Con la introducción de la noción de narcisismo y con la última teorla del aparato psíquico, poltuló que la transformación de una actividad sexual en una actividad sublimada --ambas dirigidas a objetos ex teriores, independientes- necesitaría un tiempo intennedio, la re­tracción de la libido sobre el yo, que hace posible la desexualiza­ción. En este sentido, en Das Ich und das Es (1923) Freud habla de la energía del yo como de una energía "desexualizada y sublima­da", susceptible de ser desplazada hacia actividades no sexuales. Se encuentra aquí la idea de que la sublimación depende estrechamente de la dimensión narcisista del yo, de modo que en el objeto alcan­z¡.do por las actividades sublimadas se volvería a encontrar el mismo­carácter de bella totalidad que Freud asigna aquí al yo. Con tal concepción coincidiría la de la gran psicoanalista Melanie Klein, quien ve en la sublimación una tendencia a restaurar "el buen objeto" ~ despedazado por las pulsiones destructoras.

En síntesis, el verbo sublimar y el sustantivo sublimaaón repre­sentan un concepto tan importante en psicoanálisis, que con muy­pocas variantes figura en los diccionarios y enciclopedias dIO casi to­das las lenguas cultas del mundo. Por ello la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que los incluya en la próxima edición de su Diccionario.

Relaciones públicas, relaciones humanas

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

No es cosa de hoy ni de ayer que filósofos, psicólogos o simple­mente hombres de corazón y buen sentido hayan llamado la atención sobre la importancia de los problemas humanos. Pero, como suele 5uceder, generalmente predicaron en el desierto. Fue preciso que en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del xx, por el

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~AAL, XXXVI, '97' ACUERDOS

deseo de acrecentar más y más el rendimiento y la producción, los industriales "descubrieran", como dice Baud, que los hombres par­ticipan en estos procesos; fue preciso que se advirtiera claramente que el hombre es uno de los factores del rendimierito, y que la pro­ductividad es un complejo en que el estado de ánimo del trabajador, el ambiente psicológico en que actúa el grupo de trabajo, las rela­ciones con los clientes, tienen tsnta importancia como la organización técnica, para que nacieran los servicios que en los países de habla inglesa se bautizaron como public relations o human engineering, según los fines perseguidos, y que en los de tradición latina suelen denominarse relaciones humanas.

El problema, como queda dicho, se encuentra estrechamente vincu­lado con el de la productividad: mejor adaptación de la máquna al bombre para facilitar el rendimiento (human engineering) por un lado; por el otro, mejoramiento de las relaciones dentro del grupo de trabajo y entre la empresa y la clientela para aumentar la produc­dón y facilitar su venta (public relations).

La técnica de las relaciones humanas nació, pues -dice Baud-, con UlI fin preciso: desarrollo de la empresa, acrecentamiento de la ¡.roductividad, ampliación del mercado. Pero no hay razón para li­mitar la técniCa de las relaciones humanas a las que se establecen entre empleadores y empleados o entre productores y consumidor~s, reduciendo de este modo sus posibilidades. Las relaciones 'humanas abarcan el conjunto' de los vínculos sociales: en el medio familiar, en el medio escolar, en el ambiente laboral, en la sociedad amplia­mente considerada. Para sentar principios que permitan el mejora­miento de las relaciones hay que tener en· cuenta el con;unto de los comportamientos humanos, lo cual significa colocarse en la perspec­tiva del psicólogo y del sociólogo.

Aunque Thomas Jefferson usó la expresión public relations en su mensaje presidencial de 1807, lo hizo con el significado de 'relacio­nes exteriores'. En 1882, un discurso de Dorman B. Eaton a los graduados de la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale se tituló Public relations and duties 01 the legal profession. El primer empleo de la expresión con el valor que posteriormente ha tenido, parece ser el que figura en un editorial del Electric Railway Journal del 13 de diciembre de 1913, donde se dice "the subject of the public relations of public utility companies occupied almost exclusively the attention of three important conferences this week in New York". Efectivamente, las grandes empresas ferroviarias norteamericanas

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43~ AC.UI:::RDOS BAAL, XXXVI, 191"

fUf:rcn de las primeras Que dieron importancia al problema de las relaciones públicas, 'lunque existen casos como el de la Bell T e1e­r·hone Company, que ya en 1908 publicó anuncios en que no atendia tanto a SU& negocios como al mejoramiento d~ las relaciones con sus. empleados, con la comunidad local y con el público en conjunto.

En términos generales, el campo de las relaciones públicas comenzó­a cobrar verdadera importancia después de la Primera Guerra Mun­dial. En 1923, Edward L. Bernays publicó su libro CrystaUizing Public -OpinÚm, con el cual, ¡¡} _ describir las funciones y técnicas de­la 'publicidad acordando especial interés a la responsabilidad social, contribuyó mucho a difundir la expresión relaciones públicas y a Infundir respeto por quienes las hacían motivo de sus estudios.

" En Inglaterra, como en Estados Unidos, la designación de direc-

tores de relaciones públicas por departamentos del gobierno durante la Segunda Guerra Mundial fue el preludio de un gran progreso en este terreno. Un indicio de ello fue el hecho de que muchas institu­ciones de estudios superiores incluyeran en su plan cursos sobre­relaciones públicas, como ocurre hoy en numerosisimas instituciones. de otros paises extranjeros y de la Argentina. La Universidad de Bastan estableció la primera escuela de esta especialidad en -1947.

En resumen, la expresión relaciones públicas o relaciones humanas­abarca hoy, para definirlos con las conocidas palabras de Fairchild, dos aspectos fundamentales: 1. Relación de un individuo, asociación, gobierno o corporación con el público que debe tomar en cuenta en la realización de sus funciones sociales. Este público puede com­prender votantes, clientes, empleados, empleados potenciales, emplea­dos que cesaron, accionistas, miembros de grupos de presión anta­gónicos, vecinos, etc. 2. Cuerpo de teoría y técnica utilizado para ajustar las relaciones de un sujeto o entidad con su público. Estas. teorías y técnicas representan aplicaciones de sociologla, psicologla ·social, economía y ciencia política, así como capacidades especiales de periodistas, artistas, expertos en organización, anunciadores, etc., a los problemas concretos implicados en este campo de actividad;

En vista de la ampllsima difusión de las expresiones relaciones humanas y relaciones públicas en nuestra lengua durante d último cuarto de siglo, la Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que las incorpore a la próxima edición de su Diccionario.

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B.\AL, XXXV,, '9i' :\.CUt::ftIlOS &33

Biomelría

(Consulta del Departamento de Lingüística, Univ. de Bs. Aires)

El término biometría, en cuanto denominación de la ciencia que estudia cuantitativamente los fenómenos de la vida, es usado por algunos como sinónimo de hio",¿trica, aunque muchos autores pre­fieren reservar ~te último para el estudio estadístico de los proble. mas de la herencia y de la evolución de la especie y de los indio viduos.

Si se va a considerar la historia del concepto de modo riguroso, debe recordt!rse que la biometda surge en el siglo XVII l"OlllO conse­cuencia de la doctrina de Galileo de medir todo lo mensurable y de hacer mensurable lo que no se puede inmediatamente medir. De a11l surgen a su vez dos corrientes: la medici"" estadística, que se inicia en 1614 con las tentativas del Santorio Santoro da Capodistria por introducir el criterio de medida en el estudio de cada organismo indiv.dual, y la .,itmética polilica, que iniciada en 1662 por G. Graunt para investigar colectivamente los fenómenos biológicos con m~todo enumerativo, da origen a la moderna est,dlstica.

Pero el verdadero iniciador de la ciencia biom~triCll stneto senslI es Francis Galton; su d¡sdpulo y contmuador Karl Pearson fundó y denominó la revista BiomelriJea, en cuyo primer fasclculo, de 1901, introdujo en el mundo cientifico el término biometry (gr. ~ÍDi 'vida'. 1'!'<Fh 'medida').

tloy los m~todos biométricos encuentran aplicación cada vez ¡pás amplia en todas las ciencias biológicas,. y han sido notablemente perfeccionados y adaptados al estudio de problemas especiales por (bra de numerosos investigadores de la estadfstica. Se parte del supuesto de que el estudio del grupo, mejor y en mayor medida que el del ~imple individuo, permite conocer la uniformidad con que se desarrollan los fenómenos vitales e indagar sus recfprocos nexos y causas.

En otras palabras, siguiendo a Schreider y Teissier, se puede decir que la biOlDetría es la ciencia de las variaciones biológicas, de los fenómenos vinculados con ellas y de los problemas que derivan de las mismas.'

En atención a que el término biometda lleva, como se ha visto, setenta años de uso ininterrumpido y la ciencia a que se aplica se lncuentra en pleno florecimiento, la Academia A¡;gentina de Letras 50licita a la R. Academia Española la incorporación de esta palabra, QUe falta en su DiccioMTio de 1970.

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ARGENTINISMOS

Enmienda o ratificación de argentinismos del « Diccionario » mayor (1970) y del «Manual» (1950)

de la Real Academia Española 1

Aba;eño, -ña

El adjetivo aba;eño, -ña no figura en el Dice. Aead. Esp. (1970) ni en el Manual de la misma Corporación (1950). Sí aparece, en cambio, en su Dicc. Hist., 1, 1960, S.v. A

1 Debe advertirse que la noción de argentinismo será deliberada­mente usada en esta sección de un modo lato y no rigurosamente técnico. Incluye los que los diccionarios de la Academia Española señalan con la nota de Argent., los que junto con la Argentina atri­buye a otros países, e incluso varios que califica como americanismos. Pero se tiene clara conciencia de que algunos señalados como argen­tinismos son términos que aparecen en común en áreas más amplias; que no tienen mayor sentido separar dichas áreas según límites po­líticos, y, al revés, que otros términos poseen sólo alcance local den­tro del país.

Para una fqrmulación científica de estos problemas, cf. Fernando Antonio Martínez, Lexicography, y Juan M. Lope Blanch, Hispanic Dialectology, en Current Trends in Linguistics, 4 (lbero-American and Caribbean Linguistics), Mouton, The Bague, 1968. Los traba­jos de dialectólogos como J. P. Rona están contribuyendo a deslindar estas cuestiones.

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436 AhG~:lITlI'nsM.OS BAAL, XXXVI, '97'

la definición y los ejemplos que se dan en este último se agregan otros y algunas precisiones.

" Abajeño significa fundamentalmente ---como afirma Die-

go A. de Santillán, Gran Enciclopedia Argentina, 1, Bs. Ai­res, 1956, p. 2- "nativo o procedente de las provincias de abajo, como también se llamó a las del litoral o zona llana, iriCluida la de Buenos Aires. Es antinomia de arribeño, denominación colonial que equivalía a la actual de norte­ño." Además, es "nombre que dan los peruanos y los boli­vianos a los argentinos." (d. ya Benigno T. Martínez, Apun­tes para un diccionario de americanismos, en Rev. Nacional,

III, 1887, 143). El mismo Santillán cita una aclaración de Lucio V. Mansilla, U/1IJ excursión a los indios ranqueles

(edic. J. Caillet-Bois, México, 1947, 17): "De esta cos­tumbre cordobesa de llamarle <abajo al naciente y arriba al poniente, viene la denominación de provincias de arriba y de abajo; la de arribeños y abajeños. [ ... ] Ir de Cór­doba para el poniente o para el naciente es, en efecto, ir para arriba o para abajo, porque el nivel de la tierra es más elevado que el del mar a medida que se camina del li­toral de nuestra patria para la cordillera; la tierra se dobla visiblemente, de manera que el que va sube y el que viene baja".

. Se pueden dar muchos ejemplos de tal uso, y no solo atinentes, como es natural, a la provincia de Córdoba: "Abajeño: de las tierras del "lao del sur", (O. Di Lullo, Algunas voces santiagueñas, en BAAL, VI, 1938, 145); [referido a Jujuy] "Con cara optimista y risueña, dijo a su hijo: -Hais tiner cuidao con los abajeños. Dicen que son medios pícaros" (José Armanini, Panta Vilca, Bs. Ai­res, 1943, 87); [referido a Corrientes] "Cuando los aba-

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8AAL, XXXVI, '97' AfU;El"il'l!'\IS~IOS

jeños prueban nuestros pescados, les encuentran "gusto a barro" (Velmiro Ayala Gauna, CuentO's cO'rrentinO's, Santa Fé, 1953, 9); "Un natural de Buenos Aires con respecto a un sanjuanino es abajeñO', como lo es el sanjuanino con relación a un jujeño, y no porque el primero o el segundo procedan de tierras bajas o de costas (que San Juan no tiene), sino porque ambos son nativos de lugares q~e geo­gráficamente ~e hallan abajo de cada [. .. ] denominador" (Wáshington P. Bermúdez, Lenguaje del Río de la Plata,

T. 1, s. a., 20 sg.).

También se usa abajeño para denominar a los de la par­te baja de una región con respecto a los que habitan en la sierra o montaña (d. J. Cáceres Freyre, Dicc. de regional.

de La Rioja, Bs. Aires, 1961, 25; C. Villafuerte, Voces y

costumbres de Catamarca, 1, Bs. Aires, 1961, 1; Andrés

Fidalgo, Breves topO'nimia y vocabulario jujeños, Bs. Aires, 1965, 25; etc.). De aquí proviene la denominación de abajeña, que se usa en las provincias del extremo noroeste argentino para calificar a determinado tipo de mujer: "Aba­jeña: Nombre que se utiliza para nombrar a la mujer del valle o la ciudad" (J. Solís Pizarra; Atocha tierra mía,

Salta, 1949, Glosario); "Abajeña: Denominación que uti­lizan los nativos para nombrar a la mujer del sud del al­tiplano jujeño" (Domingo Zerpa, Puya-puyas. PO'emas pu­

neños, s. 1., 1933, 117, quien incluye varios poemas en que aparece el término, por ej. este: ~'Abajeña linda, / ca­rita rosada; / mujer de las melgas, / paloma del Zapla",

p. 19).

Por ser este, pues, un término que aun hoy tiene di­fusión en extensas zonas de nuestro territorio, la Acade­mia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española

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438 A RGU1 Il'USMOS BAAL, XXXVI, 19i1

que lo incluya como argentinismo en la próxima edición de su Diccionario.

Abajera, bajera, bajeras

La palabra abajera fue registrada ya en 1845 por Fran­cisco Javier Muñiz en su Vocabulario Rioplatense (BAAL, V, 1937, 405), con la siguiente definición: "Tela burda de lana o solamente de cueros de carnero sobados y sin lana que se ponen debajo de las caronas como sudadero".

La palabra no es registrada por el Dicc. Acat!. Esp. (1970), ni por el Manual (1950), sino solo por el Diccio­nario Histórico de la misma Corporación, que aduce citas al respecto de Garzón, Saubidet, B. E. Vidal de Battini y Solá.

Garzón, en su Dicc. argent., Bs. Aires, 1910, 1, recoge los dos valores fundamentales del término: 1. Parte de ia cincha que va por abajo, cruzando la barriga de la ca­balgadura o de la caballería de carga. / / 2. (Prov. de Bs. Aires). Manta gruesa y ordinaria o cuero de carnero es­quilado, que se pone, al ensillar o aparejar, sobre el lomo de la caballería, p~.ra que absorba el sudor y no lastime este al animal, preservando al mismo tiempo las piezas que van sobre ella".

En lo que yerra Garzón es en afirmar que el término, con el valor de sudadero, se usa solo en la provincia de Buenos Aires: en San Luis lo registra Cáceres Freyre con la forma aba;ero (Dicc. de regional., Bs. Aires, 1961,25), y otros lexicógrafos en otras regiones. Con todo, es pre­ciso rec,pnocer que el vocablo circula más, en esta forma, con el valor de cincha.

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BAAL, XXXVI, l~il A ftG l:NTlSISMOS

La forma bajera aparece ya en Granada ( Vocabulario rioplatense, Montevideo, 1890, s. v.), con la siguiente de­finición: "Pieza del recado de montar, que consiste en una n.anta pequeña de lana o de algodón, la cual se aplica so­bre el lomo de la cabalgadura y sirve de sudadero. Llámase también jerga".

Con tal sentido y forma la recogen también Villafuerte, Inchauspe (Voces y costumbres del campo argentino, Bs. Aires, 1942, 112), Saubidet (Vocabulario y refranero crio­llo, Bs. Aires, 1943, 30) Y otros.

Bajera es también la forma que con mayor frecuencia

aparece en nuestros escritores de temas rurales: "El doma­dor le puso una bajera al padrillo" (José S. Álvarez, Un viaje al país de los matreros, edic. 1943, 129; en nota acla­ra que se trata de una "manta pequeña [ ... ] que se pone debajo de la silla"); "Lo bien que dormí esa noche en un montón de bajeras y cueros de carnero" (Roberto]. Payró, El casamiento de Laucha, Bs. Aires, 1920, 19); "Había colocado [ ... ] una vértebra de carnero debajo de las ba­jeras y en contacto directo con el lomo del animal" (Be­

nito Lynch, El inglés de los güesos, Bs. Aires, edic. 1958, 203). Respecto de esta última forma en plural, ya Félix Avellaneda, en sus Palabras y modismos usuales en Ca­tamarca (apud. Lafone Quevedo, Tesoro de ca/amorque­ñismos, 1927, 265), advertía: "En plural se dice de todas las jergas que se colocan antes que la carona de abajo".

En vista de los testimonios citados, la Academia Argen­tina de Letras solicita a la R. Academia Española que in­corpore las palabras aba jera y bajera como argentinismos a la próxima edición de su Diccionario.

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,60 A RGI::NT'~JSIIOS BAAL, XXXVI. 19i1

Abarajar

" La palabra abClT'ajar no es registrada por el Dicc. Acall. Esp. (1970). Sí, en cambio, por el Dicc. Hist., 1 (1960), 49 a, el cual da la siguiente definición: "2. Argent. y Urug. Recibir o recoger en el aire una cosa, parar un golpe en el aire. En sentido figurado puede referirse a palabras o intenciones" .

Dicho Dicc. Hist. recoge algunos oportunos empleos del uso argentino: "El negro que atropelló / como a quererme

comer; / me hizo dos tiros seguidos / y los dos le abarajé" (José Hernánde7., Martín Fierro, 1, 1872, v. 1210); "Acep­tó un mate, que se le cayó, y cuyo contenido le quemó las manos al querer abarajar la calabaza" (E. García Ve­

lloso, Memorias de un hombre de teatro, 1942, 80), etc. Podrían agrégarse también otras citas de principios de

siglo: "Una tarde estaba yo en la mercería alemana y de

repente se le cayó una pieza de puntilla a la dependienta,

y el dueño, al ver que l'abarajaba antes de tocar el suelo, dijo con su media lengua "qué suerte pa las de Miguens".

(José S. Alvarez, Cuadros de la Ciudad, 1906,77). También pueden agregarse otras referencias de lexicó­

grafos a las que registra el Dicc. Hist. Acod. Esp.: P. In­

chauspe, Voces y costumbres del campo argentino; 1942,

198. Luis A. Flórez, VQCabulario de regionalismos co"en­

tinos (BAAL, 1958, 400); J. Cáceres Freyre, Dicc. regio­

nal. de la Rio;a, 1961, 25&; C. Villafuerte, Voces y cos­

tumbres de Catamarca, 1961, 1, 2-3, y también del escritor

M. E.López Osornio, Esgrima criolla, 1942, 55.

En vi$ta de tales antecedentes, y aunque el ámbito del

término es rioplatense, la Academia Argentina de Letras so-

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AHAL, XXXVI, '97' ARGENl'l:'IilS~IOS

licita la inclusión del término en el Diccionario oficial, ha­ciendo constar que se usa en h~ Argentina.

Abarrote

El Dice. Acad. Esp. (1970), s. v. abarrote, dice l'sí en

una de sus acepciones: "pI. Amér. Artículos de comercio,

como caldos, cacaos, conservas alimenticias, papel, etc.".

El Dice. Hist. de la misma Academia, también s. v. aba­

rrotes (fasc. 1, 1960, 55 c) precisa aún más la definición:

"artículos de comercio de diversa clasificación y uso do­

méstico, tales como comestibles, conservas, vinos, licores,

papel, velas, etc., menos lencería. En algunas regiones se incluye la quincalla".

La Comisión de Argentinismos de la Academia, en se­sión del 18 de seto -de 1967, se pronunció de este modo:

·'No se usa en la Argentina".

y en efecto, una de las únicas autoridades que lo re­

gistraron en nuestro país fue Garzón, en su Dice. argent., 1910, 1 a, quien definió el término así: "Acción y efecto

de abarrotar (nuestra acepción)".' Pero la acepción a que se refiere es solo esta: "Abarrotar. En el juego de la ma­lilla, matar con una carta que no es la maYor del mismo

palo".

Como esta acepción nada tiene que ver con la defini­

ción que se considera, el dictamen negativo de la Comisión

de Argentinismos queda en pie.

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ARGE1'ClII'USMOS BAAL, XXXVI, 1971

Abicharse

El vocablo no es registrado por el Dice. Acad. Esp. ( 1970). Por el contrario, 10 incluye el Dice. Hist. Acad. Esp., 1 (1960), 83: .• Abicharse. (De bicho). Andal., Ar­gent~ . y Uruguay. Agusanarse. Dícese de la fruta, de las heridas infectadas y. de las personas o animales que las padecen". En este último diccionario aduce varios ejem­plos de nuestro país: "Buscaba j . . ./ algún animal abicha­do a quien fuera necesario darle vuelta la pisada para cu­rarlo (José S. Alvarez, Un viaje al país de los matreros, 1897, ed. 1943, 24); "Abichado. Animal con lastimaduras agusanadas" (T. Saubidet, Vocabulario y refranero crio­llo, 1945, 1).

Se podrían agregar testimonios de escritores costumbris­tas y de lexicógrafos: C. Villafuerte, Voces y costumbres de Catamarca, 1, 1961, 4: "Abichado. Engusanado"; "¿Y los abichados? ¡Vean que hay mosca brava este año! (Justo P. Sáenz, Cortando campo, 1941, 29).

El vocablo, como queda consignado, abarca distintas zo­nas del idioma. La Academia Argentina de Letras solicita a la R. Academia Española que lo incluya en la próxima edición de su Diccionario, haciendo constar que es de uso general en la Argentina.

Abra

La única acepción registrada por el Dice. Acad. Esp. que se acerca a la que aquí se considera es la siguiente: "2. Abertura. ancha y despejada entre dos montañas".

Es sabido que aunque el vocablo fue sentido popular-

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BAAL, XXXVI, 197' ARGF.NTI~IS:\tOS ~~3

mente como derivado de abrir, Littré descubrió la verda­dera etimología: fr. havre 'puerto'. "En América (dice Co­rominas, DELC, s. v.), actuando el mismo' influjo, y la tendencia general del habla criolla a aplicar el vocabulario marítimo a la topografía continental, abra tomó pronto el significado de 'abertura entre dos montañas', por lo gene­ral un valle ancho y despejado, a distinción de los fragosos

o quebradas, o bien un collado abierto y fácilment~ prac­ticable: esta acepo se halla ya en el P. Las Casas, hoyes muy viva en el Río de la Plata, Venezuela, Colombia y

Cuba, y la hallamos atestiguada por la toponimia en Chile, Perú, Cuba, Costa Rica y Filipinas. En algunos de los nom­bres de lugar que se citan en estos países (Espasa) puede

tratarse de la variante semántica 'lugar descampado en me­dio del bosque' que hallo en partes de la Argentina (Ca­tamarca, riberas del Uruguay y de Méjico (Tabasco)".

Si bien es justa esta descripción de Corominas, en la parte final peca por demasiado pobre: en el uso argentino es tanto o más común el valor de 'parte despejada en me­d:o del bosque' que el de valle entre montañas. Así, señala Alberto Vúletin: "Abra. Claro que de tanto en tanto hay en la selva, y al cual convergen los senderos y caminos de la misma, llamándose también así, por extensión, en la re­

gión montañosa, a los cuchillones altos que se hallan en los portezuelos y que dividen las aguas de ambas ver­tientes" (Toponomástica del Neuquén, Bs. Aires, 1948, 27). De parecido modo lo explica Berta E. Vidal de Batti­ni: "Abra. Lugar abierto entre dos montañas, y también entre dos obstáculos como dos peñas, dos grupos de árbo­les: Cruzamos ya de n'Oche por la abrita del monte. (Vo­ces marinas en el habla rural de San Luis, en Filología, 1,

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666 ARGENTINISMOS IlAAL, XXXVI, '97'

1949, 117-118. Téngase en cuenta que aquí monte signi­fica 'arboleda espesa'). También la definición de Garzón (Dice. Argent., Barcelona, 1910, 3) hace notar este matiz diferencial que separa nuestra acepción de la española: "Abra. s. f. Arg. Abertura ancha y despejada de una cade­na de. montañas o un bosque ... Semejante a la nuestra es esta acepo que entre otras, trae la Acad.: "Abertura ancha y despejada· entre dos montañas".

No falta sin. embargo entre escritores argentinos esta acepción de 'lugar despejado entre montañas o elevac:ones fragosas'. Véanse algunos ejemplos: "Abra pequeña entre un arroyuelo nemoroso y la cuesta empinada y montuosa del Infiernillo" (F. E. Mendilaharzu, ¡Cruz Diablo!, Bs.

Aires, 1940, 19); "Allá van los changos hacia las abras, arreando sus burros flacos" (A. Yupanqui, Cerro Bravo. Vidas y costumbres montañesas, Bs. Aires, 1946, 81); "El eco de ellas repercute en las abras y quebradas vecinas en un maravilloso sortilegio de tonos cristalinos" (J. Arma­nini, Relatos jujeños, Bs. Aires, 1927, 33); "Montado en un redo~ón doradillo, rumbo a un abra de la sierra" (E. Acevedo Díaz, Nativa, Bs. Aires, 1890, 68).

Pero el significado que el Dice. Hist. Acad. Esp. da para la Argentina, Tabasco (México) y Uruguay ('claro o des­campado en el bosque') es acaso más frecuente todavía. Está documentado por lexicógrafos que dicho Dice. Hist. no cita, aparte del inequívoco testimonio de Segovia (Dice. Argent., Bs. Aires, 1911, 148: "Amér. Espacio desmon­tado, claro en un bosque"): "Abra. Lugar abierto, rodeado de bosqu~s espesos" (F. F. Avellaneda en Lafone Quevedo, Tesoro de catamarqueñismos, Bs. Aires, 1927,266); "Abra. Nombre del léxico vulgar y topónimo. Significa lugar sin

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8AAL, XXXVI, 'O?' AnGEl'\TINIS~OS

árboles en medio del bosque" (O. Di Lullo, Contribución

al estudio de las !loces santiagueñas, Sgo. ·del Estero - Bs. Aires, 1946, 20 b); "Abra, que según el léxico es ense­nada y bahía o abertura entre dos montañas, nos sirve para designar la abertura o pasaje que está entre arboledas y bosques" (Juan B. Selva, La metáfora en el crecimiento

de nuestra habla, en BAAL, t. X, 1942, 145). Este último

valor aparece asimismo documentado en escritores comoF. J. Muñiz, 1. V. Mansilla, José S. Álvarez o Güiraldes, que aduce el Dicc. Hist. Acad. Esp., a los cuales podrían agre­

garse muchos más. En conclusión, la Academia Argentina de Letras soli­

cita a la R. Academia Española que retoque la acepción 2a. de su Diccionario (1970), agregándole los matices ame­ricanos que acaban de señalarse y que tienen uso en la Argentina.

Acacharpar

Cacharpa 'útil, herramienta y prenda de vestir' es. pa­labra que proviene del quechua (Lira, Dicc. Kkf.ch.-esp.,

Tucumán, 1944, 293: Kacharpa, m. pI. Trebejos, bártulos, ropa y utensilios sin valor, prendas de los pobres). El vo­cablo quechua está desapareciendo del quechua de la pro­vincia de Santiago del Estero, según Domingo A. Bravo, Diccionario quichua castellano, Bs. Aires, 1967, 42.

El término, usado también en Bolivia, Chile y otras zo­nas de América Meridional, perduró en los escritores ar­gentinos: "Bueno ... y arreglando las pilchas y las cachar­pas; que te ayude Goya" (R. J. Payró, Mientraiga, en Tea­tro Completo, Bs. Aires, 1956, 463); "Cacharpas, f. pI. Conjunto de objetos o prendas de uso, en especial cuando

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4.G A RG t:!liTI='iISMQS BAAL, XXXVI, '97'

son viejas. Así, las piezas que componen un recado de mon­tar y los trastos de una familia pobre;' cuando tienen ya algún uso, se llaman cacharpas." (D. Granada, Vocabula­rio rioplatense razonado, Montevideo, 1890, 125); "El hombre de la llanura les llamó pilchas a todas las prendas de vestir y del recado, fuesen lujosas o no; en cambio, en el mismo caso, el serrano, aunque también usa aquella, pre­fiere la denominación de calchas, que incluye las ropas de cama, y agrega la de cacharpas para las del apero" (P. In­chauspe, Las pilchas gauchas, Bs. Aires, s. a., 10).

El verbo «(]Charpar, derivado de cacharpa,.no ~parece

casi usado, en cambio, por los escritores argentinos, y solo lo usa con alguna frecuencia, en el siglo paslldo" el riopla­tense Hilario Ascasubi, del cual se mencionan algunos ejem­plos que en parte aduce el Dice. Hist. Acad. Esp. y en parte no (se cita según el texto de Poesía gauchesca, n, México - Bs. Aires, 1955):

Conque ansí, china, repito, por mí no tengás cuidao, que estoy bien acacharpao y de nada necesito

( i Viva la patria! Costa del Norte, 4 de julio de 1853)

y a los gauchos argentinos que nos gusta enamorar, para medio acacharpar nuestros hijos, o los de otros, aunque sea en domar potros es . preciso trajinar

(Aniceto el Gallo, v. 65 sgs.)

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BAAL, XXXVI, 1971 ARGENTI~IS~oIOS

sin contar los que en la villa ya se hallaban de antemano, a las mentas del bautismo las funciones esperando, y a las cuales asistieron lo mejor acacharpados.

(Santos Vega o los Mellizos de la Flor, París, 1872, cap .. V, v. 93 sgs. El propio autor aclara en no­ta: "acacharpados: vestidos lujosa­mente, y con ricas monturas en sus caballos") .

Es digno de nota que este último uso de acacharpar, y

especialmente la aclaración que figura en la nota, son con­trarios a la etimología, y aunque podría explicarse por ex­tensión del valor de cacharpa, lo que importa señalar, co­

mo se ha dicho, es que el verbo mismo, hasta donde llega la documentación de esta Academia, es poco menos· que un hápax en la literatura argentina, y se debe probablemen­

te a un rasgo estilístico del autor. En vista de la pobreza de antecedentes, y de su dudoso

valor, la Academia Argentina de Letras no aconseja a la R. Academia Española la inclusión de este verbo en su Diccionario.

Acoplar

Como adición a las definiciones que trae el Dicc. Acad. Esp. (1970). conviene incluir las acepciones 4 b y 10 del Dicc. Hist. Acod. Esp.) s. v.:

4 b. tr. Argent.) Chile y Paraguay. Enganchar un

vehículo a otro. 10. prnl. Argent. (Catamarca). "Unirse a otra _ per-

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~~8 ARGENTINISlIOS BAAL, XXXVI, '97'

sona para hacer algo, especialmente para una fiesta, sin que se lo invite" (\"illafuerte, C., Ca­tamarca, l, 7).

Debe advertirse que esta última acepción no está limi­tada a Catamarca, sino que es prácticamente de uso ge­neral.

Achuchar, -se

Achuchar, -se no figura en el Dicc. Acad. Esp. (1970), ni en las Enmiendas y Adiciones llegadas a esta Acadetnia hasta diciembre de 197,1. Figura, en cambio, en el Dicc. Manual (1950).

Pero conviene sustituir esta última por las definiciones más precisas que trae el Dicé. Hist. Acad. Esp., fase. 5 (1964),654 b.

Agarrón

El Dicc. Acad. Esp. (1970) dice: "Agarrón. m. Amér.

Acción de agarrar y tirar con fuerza. / / 2. Amér. agarra­da". Lo mismo viene a decir, en sus dos secciones, el arto correspondiente del Dicc. Hist. Acad. Esp., fase. 8, 1968, 96ii h-c.

La Comisión de Argentinismos, en su sesión del 18 de seto de 1967, propuso: "Suprimido para la Arg. No se usa". Sin embargo, dialectólogos como Berta E. Vidal de Battini, en ejemplos que cita el mencionado Dicc. Hist. de Madrid, lo documenta al menos en Sán Luis con los dos valores: "Aga­rrón 'tirón', '.agarrada~: Le arrancaron el saco di un agarrón. Este tuvo un agarrón fenomenal con su compadre". (Habla rural de s. Luis, Bs. Aires, 1949, 364). No hay sufiéientes

testimonios del interior del país.

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BAAL, XXXVI, '97' ARGBNTINISMOS

Agaucharse, agauchado

Estos términos no figuran en el Dicc. Acad. Esp. (1970); sí en el Dicc. Hist. Acad. Esp., s. V., cuya definición con­viene incluir en el primero de ellos:

Agauchado, da. adj. Argent. y Chile. Que imita o se parece en su porte o maneras al gaucho. / / 2. Argent. Rústico, pueblerino. / / 3. Propio del gaucho.

Agauchar. tr. Argent. y Chile. Hacer que una perso­

na tome el aspecto, los modales y las costumbres propias del gaucho. U. t. c. abs. -Y m. c. prnl. .

El ejemplo aducido de Dellepiane, T estam·ento de Rosas

(1934) no justifica suficientemente la inclusión de una se­gunda acepción "dar a una cosa carácter argentino".

Agua florida

Por 10 que se refiere a la Argentina, la Comisión de Argentinismos, en sesión del 18 de setiembre de 1967, propuso la siguiente definición: Agua· florida. f. Argent.

Nombre popular de un perfume líquido muy usado en otra época. Es expresión que hoy ha caído en desuso.

Sobre el empleo en otros paíse~ de América, d. el Dicc.

Hist. Acad. Esp., fasc. 8 (1968), 1061 b.

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450 ARGENTllIlSMOS BAAL, XXXVI, 1971

Aguará

Definición del Dice. Aead. Esp. (1970): Aguará (voz guaraní). Zorro, del que hay varias especies en Argentina, Uruguay, Paraguay y el Brasil.

Deffnición propuesta por la Acad. Arg. de Letras: Agua­rá (voz guaraní). Cánido semejante al lobo (Canis iubatus

Desmarest, Chrysocyon brachyurus Osgood), llamado tam­bién aguará guasú, que habita en el nordeste argentino, Pa­raguay, extremo oriental de Bolivia e interior del Brasil. De patas sumamente largas, tiene cola muy corta y crin bastante alta en el lomo; su pelo, rojizo castaño, pasa a ne­gro en el hocico y en las patas.

Pueden verse ejemplos de José S. Álvarez, Leopoldo Lu­gones, Enrique Larreta, lexicógrafos y hombres de ciencia, en el Dice. Hist. Aeat!. Esp., s. v.

Aguaribay

A las equivalencias que da para esta palabra d Dice. Aead. Esp. (1970) se propone sustituir la siguiente defi­

Jlición:

Aguaribay. m. Argent. Árbol de la familia de las anacar­diáceas (Sehintls molle L.) de hasta 10 mts. de altura, de copa frondosa, tronco de corteza resquebrajada, flores blan­quecinas dispuestas en panojas y pequeños frutos globosos rojos. Aunque poco abundante, se lo encuentra en todo el noroeste del país. Se lo cultiva y se lo explota.

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BAAL, XXXVI, 1971 ARGENTINISMOS 451

Aguasarse

El Diccionario de la Academia Española (1970) recoge la palabra aguasarse con la siguiente definición: "Prnl. Arg. y Chile. Tomar los modales y costumbres del guaso". Tam­

bién la registra el Dicc. Hist. de la misma Academi"a, fasc. 9, 1970, 1102 c, este último con dos valores principales que atribuye al Río de la Plata: a) Asemejarse al guaso;

b) Alelarse, c:mbobarse, quedarse parado.

La Comisión de Argentinismos de la Academia Argenti­

na de Letras, en sesión del 14 de agosto de 196 7, decidió

advertir a la Corporación de Madrid que el término es hoy prácticamente desusado en la ciudad de Buenos Aires y su contorno.

La palabra aparece registrada por antiguos lexicógrafos, como Segovia, quien en su Dicc. de argent., 1911, 150 b, dice: "Aguasarse (de guaso). refl. Tomar las costumbres y maneras de los guasos". Berta E. Vidal de Battini lo re­gistra en San Luis, y expresa: "Aguasarse (de guaso 'cam­pesino') 'tomar modales o costumbres rústicas': Se me agua­san los chicos lo que se juntan con los leñateros (El habla rural de San Luis, Bs. Aires, 1949, 138).

Parece, pues, conveniente mantener todavía la definición del Dicc. Acad. Esp., y la que figura en la sección a) del artículo del Dicc. Hist., no así la de la sección b) de este último, que se presenta como desconocida en la Argen­

tina.

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NOTICIAS

Homenaje

En sesión celebrada el 1 ~ de julio la Academia Argentina de Letras rindió homenaje a Bartolomé Mitre con motivo de cumplirse el 150~ aniversario de su nacimiento.

La sesión se efectuó en el gran hall del Palacio Errázuriz, sede de la Academia. Presidió la sesión el titular, académico don Leonidas d~ Vedia, quien inició el acto. Seguidamente el académico don Angel J. Battistessa disertó sobre "Mitre traductor en "verso de uno de los dramas románticos de Víctor Hugo".

Además de los académicos antes nombrados estuvieron presentes: don Alfredo de la Guardia, Secretario General, don Jorge Luis Bor­ges, don Osvaldo Lcudet, don Eduardo Mallea, don Carlos Mastro­nardi, don Manuel Mujica Lainez y don Ricardo Sáenz-Hayes. ,

Se encontraban presentes también: el. Subsecretario de Educación, Dr. Eduardo Roca, los embajadores de Portugal, Bulgaria y el Líbano, doctores Joao Marcal de Almeida, Yordan Stephanov y Fares Ragi, respectivamente; el presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, gt.neral Carlos A. Salas y el titular~el Fondo Nacional <le las Artes, doctor Juan Carlos Pinasco. En representación del diario La Nación concurrió el señor Nicolás Cóccaro. Asistió además un numeroso y calificado público.

El discurso de don Angel J. Battistessa se publicará oportunamente.

Fallecimiento

El 2 de julio falleció en esta capital el señor académico de número don Conrado Nalé Roxlo, quien ocupaba el sillón "Esteban Eche­verda".

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454 NOTICfAS BAAL, XXXVI, '97'

Elección de académico correspondiente

El seño.r Roger Caillois fue elegido, en seSlon celebrada el 5 de agosto, miembro correspondiente con residencíá en Francia.

Donación

El señor ingeniero agrónomo don Teófilo Victor Barañao, en su nombre i 'en el de sus hermanos Alejandrina B. de Serrano, María Teresa, Vicenta, Luisa B. de Cuesta, Justo, José Lino, Belem y Oc­tavio, donó a la Corporación la colección completa de la revista Caras y Caretas. El Cuerpo resolvió agradecer vivamente este desin­.eresado gesto.

Felicitación

En sesión celebrada el 5 de agosto fue felicitado el señor acadé­mico don Atilio Dell'Oro Maíni con motivo de haberle otorgado la Oficina de Educación Iberoamericana de Madrid la Medalla de Oro para 1971.

Visitas

En sesión del 16 de septiembre el señor Presidente recibió en nombre del Cuerpo académico. al señor Augusto Tamayo Vargas, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, quien asistió a la reunión especialmente invitado. El señor Tamayo Vargas agradeció las p:llabras del señor Presidente don Leonidas de Vedia, y expresó en su nombre y en el de la Academia Peruana, su recono­cimiento por esta invitación especia!, la que agradeció muy íntima­mente, anunciando que daría cuenta a su Corporación a su regreso a! Perú.

Representación

El señor académico don Carlos Mastronardi fue designado para It:presentar a 1a Corporación en el jurado del Certamen Naciona! de Ensayos "Juan Bautista Alberdi", período 1968-1969.

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BAAL, XXXVI, '97' NOTJCU.9

Fallecimiento

El 21 de septiembre falleció el señor miembro de número, acadé­mico don Bernardo A. Houssay, que ocupaba el sillón "Francisco Javier Muñiz".

Viaje

En el mes de octubre el señor académico don ManueJ Mnjica Lai· nez viajó a España y asistió a una sesión de la Real Academia Espd­ñola, en la que fue recibido muy cordialmente y a la que asistió también el Presidente de la Academia Peruana, don Aurelio l\1tró Quesada.

Regreso de un académico

El 13 de octubte último regresó de Europa el académico don FermÍn Estrella Gutiérrez, quien realizó un viaje a través de Portugal, España, la república de Andorra, Francia e Italia. Entre otros con­tactos y entrevistas de intercambio cultural co~ escritores e institu­ciones del Viejo Mundo, el citado académico fue recibido a fines de junio en la Academia de Ciencias de Lisboa -entidad que comprende las ramas de Ciencias y Letras- por su presidente, el profesor H. Amorim Ferreira y un grupo de académicos, concretándose en la referida visita el intercambio de publicaciones con nuestra Corpora­ción. En España, donde no pudo visit!!r la Real Academia Española por estar cerrada durante las vacaciones de verano, fue aSImIsmo agasajado por miembros de la Real Academia Gallega, en la ciudad de La Coruña.

Disertación

En la última sesión del año celebrada el 2 de diciembre el señor Presidente de la Corporación, disertó sobre Paul Valéry. El texto de la di¡;ertación figura en las páginas de este número del Boletín.

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PUBLICACIONES RECIBIDAS

1. Libros y folletos

ACADEMIA PUERTORRIQUEÑA DE LA LENGUA. Memorias del Primer Congreso Hispanoamericano de Lexicografía. San Jaan de Puer­to Rico, enero 1969. 394 p.

ALVAR, ELENA. lndices de voces y morfemas de la Revista de Filo­logía Española. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Patronato "Menéndez y Pelayo", Instituto Miguel de Cervantes, 1969.

Anuario del Teatro Argentino. Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1965. 293 p.

Anuario del Teatro Argentino. Buenos Aires, Fondo Nacional de las

Artes, 1966. 134 p . • 4.nuario del Teatro Argentino. Bueno& Aires, Fondo Nac,ional de las

Artes, 1967. 130 p. Anuario del Teatro Argentino. Buenos Aires, Fondo Nacional de las

Artes, 1968. 114 p. BALSEIRO, JosÉ AGUSTÍN. Expresión de Hispanoamérica. Madrid,

Gredos, 1970. 2 t. . BECCO, HORACIO JORGE. Bibliografía del académico de número D.

Arturo Capdevila (1889-1967). Buenos Aires, Academia Na­cional de la Historia, 1969. 7 p.

13ÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO. Rimas y leyendas. España, Campos,

1968. 176 p. BERBERIÁN EDUARDO E Enterratorios de adultos en urnas en el

área ~allerrana del 'noroeste argentino. Córdoba, Instituto de

Antropología, 1969. 71 p. BERGSTRUM, INGVAR. Maestros espalioles de bodegones y floreros

del siglo XVII. Madrid, ínsula, 1970. s/p.

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458 PUBLICACIONES RECIBIDAS BAAL, XXXVI, '97'

aERNÁRDEZ, FRANCISCO LUIS. Cielo de tierra. 'Buenos Aires, Suda­mericana, 1943. 158 p.

BOJ, SILVERlO. Aspero intermedio. Buenos Aires, Losada, 1941. 223 p.

BORELLO, RODOLFO. Para la 'historia del voseo en la Argentina. Men­daza,. Imp. de la Universidad Nacional del Litoral, 1969. 42 p.

CAETANO, MARCELLO. Portllgal es de nosotros, todos nosotros somos Portugal. Lisboa, Secretaría de Estado da-.Informa\¡¡o e Turis­mo, 1970. 29 p.

CALCAÑO, JULIO. Resumen de actas de la Academia (1883-1884). 2! ed. Caracas, Academia Venezolana de la Lengua, 1967. 102 p.

CÁRDENAS, DANIEL. El esp(lñol en Jalisco. Madrid, Consejo Supe­rior de Investigaciones Científicas, 1967. 201 p. 30 mapas.

CARRERA ANDRADE, JORGE. Livre de L'Exil précédé de Message a L'Afrique, Dakar, Centre de Hautes Etudes Afto Ibero Ame­

ricaines de L'Universite de Dakar, 1970. 50 p. CASARTELLI, MANUEL A. Borges vs. Martín Fierro. Córdoba, Tall.

Gráf. Esmeralda, 1970. 6 p. Catálogo del Cine Argentino 1967. Buenos Aires, Fondo Nacional

de las Artes, 1967. 122 p. Catálogo del Cine Argentino 1968/69. Buenos Aires, Fondo Nacio­

nal de las Artes, 1968/69. 122 p. COMBETTA, OSCAR CARLOS. Didb:tica de la ortografía. Buenos Aires,

Losada, 1970. 66 p. DOMÍNGUEZ, LUIS ARTURO. El mundo mágico de las máscaras ri­

tuales. Caracas, Arte, 1967. 11 p. iluso DOSTOYEVSKI, FEDOR. El ¡ugador. Barcelona, Campos, 1968. 166 p.

• (Col. Grandes Maestros, 13). DURAND, RENÉ L. F. La négritude dans l'oeuvre poétique de Rubén

DlR"ío. Dakar, Centre de Hautes Etudes Afro·Ibero-Americaines de L'Universite de Dakar, 1970. 38 p. .

DURAND, RENÉ L. F.-GoNZÁLEZ MARTEL, JUAN MANUEL. Luis Be­nítez Inglott. Fernando González, Agustín Millares Sall, Pedro Lazcano. Dakar, Centre de Hautes Etudes Afro-Ibero-Americai­nes de L'Universite de Dakar, 1970. 142 p.

FERNÁNDEZ A~VAREZ, MANUEL. Carlos V visto por Menéndez Pidal. Cuadernos Hispanoamericanos, S.l., 1969. 11 p.

FOGLlA, CARLOS A. La simulaci6n en el arte contemporáneo. Bue­nos Aires, Eds. Aureas, s.a. 184 p.

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BAAL, XXXVI, 197'

GALÍNDEZ, JORGE. Hurnanitas N~ 1970. 64 p.

PUDI.ICACIO!'iES I\ECIUIDAS

Esquemas del comportamiento. Cuadernos de 35. Tucumán, Facultad de Filosofla y Letras,

GARMENDIA IRAUNDEGUI, JosÉ. La circulación general de la atmós­fera y otros problemas de la física. Salamanca, Universidad de Salamanca, 1970. 41 p.

GARZA G., FIDEL DE LA .. La televisión y su influencia psicosocial. Monterrey, Unidad de Psiquiatría, 1970. 15 p.

GAUNA VÉLEZ, E. Argentinos ilustres. Buenos Aires, Cabaut y Cía., 1925. 306 p.

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ALEMANIA

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PUBLlCACIOlU;S RHC1HIDAS BAAL, XXXVI, '9;'

ARGENTINA

BIBLIOGRAFÍA ARGENTINA DE ARTES y LETRAS, Buenos Aires, n~ 46-47, 1971.

BOLETÍN DE EsTUDIOS GERMÁNICOS, Mendoza, t. 8, 1970. BOLETÍN .DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Buenos Aires,

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COURRIER DU CENTRE INTERNATIONAL D'ETUDES POÉTIQUES, Bruse· las, n~ 86, 1971.

BRASIL

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BAA~, XXXVI, '971 PU8LICACIO~ES RECIBIDAS 463

REVISTA DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA EcLESIÁSTICA,

MedelIín, n~ 19-20, 1971.

CHECOESLOVAQUIA

PHILOLÓGICA PRAGENSIA, Praga, v. 14, n~ 2, 3, 1971.

CHILE

BOLETÍN DE LA ACADEMIA CHILENA, Santiago de Chile, n~ 60, 1971.

ECUADOR

ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CUENCA, Cuenca, t. 26, n~ 3-4, 1970. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Quito, ,;. 53,

n~ 116, 1970.

ESPAÑA

BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Madrid, t. 51, n~ 192,

193, 1971. ESPAÑOL ACTUAL, Madrid, Ofines, n~ 18, 19, 1971. PII.PELES DE SON ARMADANS, Mallorca, n~ 191, 1971. RE\'ISTA DE OCCIDENTE, Madrid, n~ 98, mayo 1971; n~ 99, jun. 1971.

ESTADOS UNIDOS

PROCEEDINGS OF THE UTAH ACADEMY OF SCIENCES, ARTS, AND

LETTERS, Utah, v. 47, n~ 1, 1970. ROMANCE .PHILOLOGY, Los Angeles, mayo-nov. 1971. STUDIES IN PHILOLOGY, Chapel HilI, v. 68, n~ 3, 1971.

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464 PUBLICACIO"E9 RECIDIDAS IlAAL, XXXVI, '97'

FILIPINAS

BOLETÍN DE LA ACADEMIA FILIPINA, Manila, v. 1, n e 5, 1971.

FRANCIA

BOLETÍN DE LA UNESCO PARA LAS BIBLIOTECAS, París, v. 25, ne 5. BULLETIN HISPANIQUE, Burdeos, t. 73, ne 1·2, 1971. CAHIERS DU ,MONI\i:· HISPANIQUE (CARAVELLE), Toulouse, n e 16,

1971.

ISRAEL

SCRIPTA HIEROSOLYMITANA, ]erusalem, v. 22, 1971.

ITALIA

VIDA ITALIANA, Roma, n e 10, 1971.

MÉXICO

AMÉRICA INDÍGENA, México, año 31, ne 1, 2, 1971. ANUARIO DE LETRAS, México, ne 8, 1970.

PERÚ

BOLETÍN DE LA ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA, Lima, n e 6, 1971.

BOLETÍN DE LA BIBLIOTECA NACIONAL, Lima, año 24, n e 53-54, 1970.

PORTUGAL

COLOQUIO-LETRAS, Lisboa, n e 3, 4, 1971.

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BAAL, XXXVI, 19;1 PUBI.lCACIONES RECUUDAS

RUMANIA

REVISTA DE ETNOGRAFIE SI FOLCLOR, Bucarest, t. 16, n~ 3-4, 1971. REVUE ROUMAINE DE LINGUISTIQUE, Bucarest, t. 16, n~ 3, 1970.

SIRIA

REVUE DE L'AcADEMIE ARABE DE DAMAS, Damasco, v. 46, n~ 3, 1971.

YUGOESLA VIA

BULLETIN SCIENTIFIQUE, Zagreb, t. 7, n~ 10-12, 1971.

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ÍNDICE DEL TOMO XXXVI

BEcco, HOR_\CIO JORGE, BIbliografía de don Berna/'do A, HOUSSII)',

(1887-1971) •......•......................•......... BECCO, HORACIO JORGE, Bibliografía de don Conrado Nalé Uoxlo

(t 898- (971) .• ..... -.........•.............•......... BUSI BR_<lIBILLA, AL8ERTO, Los selltidos r los símbolos ell la obra

de José Mármol ••. .••................................

BONET, C_'RMELO M., Có,'dobá en el ,'ecuerdo y en la literatllra •..

BOUlLLY, VíCTOR, En el archillo de lo.~ l.ópe: • ................

DE LA Gl':'RDH, A LFREDO, Discurso en el sepelio de don COllrado

Nalé Roxlo .•.. ..••.........•..... _ .......... -....... .

DE L_' GU_'RDlA, ALFREO_O, GI/stavo Adolfo Bécquer, autor leatral.

DELLEPHNE CÜCENA, C_'RLOS, Vocabulario de la platería lradicio-

nal de Corrienles ••.. ................. ; .......... -.... .

LOUDET, OSVUDO, Discurso en el sepelio de don Bel"llllr'¡o JI. HOllssa)' • •••••••••••••••••.••••••••••••••••••• _ ••••••

LOt:DET, OSVALDO, Mis reC/lert1o.~ de la f'dcl/lIad de Filosofía y

Letras • .....•..•....••......... -..... _ .............. .

M.uOR-'N.\, M_'Rí.. TERESA, /Jesde " Le Sat)"'e» de Víclor Hugo

has la " El Sáliro Sordo >, de Rubén Daría ................ .

ROIiDE, JORGE Mn, Calón y Brllto en Dallte y en la histori" .. .. . VED lA, LEONIDAS DE, Palll Valél"y ... ... -...... ' ............ .

VICTOR,"" l\hRCOS, La soledad en la poesía argenlilla .. ........ .

VILL_U'VERTE, C_'Rr.OS, Olras voces y costlllll~"es de Catamarca .. . .

Tedos y DOC\lmentol:

Enmiendas y adiciones a lus Diccionarios de la Real Academia

~i3

263

85

345

269

Española • .....•.....•......•....... -. . . . . . . . . . . . . . . 3j" SiENZ, JBIEH, Cinco poesíus inéditas de José Mármul. . . . . .. . I ¡5

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&68 íNDICE DEL TOMO XXXVI BAA..L. XXXVI. '~7'

Acuerdos':

--Acceder, 'acercarse, llegar. tener enl"ada~ o', •• '.' ••••••••••••

,Antárlico. '"alllral d. la Anldrtida' ••••.•. ••••.•..•••••... .' Aparaío, apar6iero,apartfÍoso .. •.•..•..........•••.....•

/"Berlilde de LoU/·des ..•...........•.••.•...•.••••.••..•

~iomelria ....••••....•...•..••.........••••..•..••.•

/Borinq~~ñor borincano .. .............. ................. . 'Calle •. •.•....••..•.•..•.••.•.•.•• ' •.•.•....••..•••.

/ CamarlÍgrafo, ••••.••••.••..........•...•.•.•......••.

.--canlo de una uña •••.•.••.....•....•..•..•..••..•.....

/ Cañá, 'bíceps"; meter ~ña 'esforzarse por hacer algo' .. ..... .

/ Clic .•••• ..••..•.•.•••.•••...••.••.•.•.•••.•.••••... /Consonanles in"vecliuas o ¿ng,.esivas .. . .................... .

/" CO/ltoide ••.•.•....•..•. , ..•.............•......•.•... 'Corle 'desvio brusco del automóvil' .. .•.••••••....•.••••••.

"Cuchilla ... ••..••.••...............•..•... " .•..•••••

,.... f;Jaequera . ............................................ . /' Chicheanle, chicllefJ, cic~~nle, ciceo . ..................... . ,Chusco .•. .............•.••...••.•........•.... '.' .•..

· Desciframiento, descifre ...•.........••...•.••.•...•.•.•

/Desempleo .. ...•.......•.........•...•...........••.•

/ Dona 'don, ,·egalo· • ......•.••.•..••........•.•....•.•.

(C Duelo» en psicoanálisis • •••...•••••...•••.•.•••. ,' .....

· Elicitar •• .•.•.•..•••.••••••..•..•.•.••••..•••.••••.

· Endonar .................. ........................... .

Eslancia .• •...•.......••••. '" •..•.•••..•.•• '" •.•..•

Etologia .••......•••••.•••.•••••..•......••••...•••.•

Ganarse la ch¡{ucha 'ganarse el pan' • ••...•..••..•.••.•••.

,Gato 'biceps' ................. ..................... ..

"araJía dellopónimo Meli~cué .... •••...••••.•••.••••.•••.

. Idio/eclo . ••••••••••...••••••••...•••••.•• ' •••.••.•••.

'~/nlerdisciplinario . •.•....•••.•••..•••.•••••••••..••••..

Liminar ••••..•••••.•..•..••••.•.•••.•••••....••••••.

Manager •••••..•.••.••.•..•.•••••••.•..•..•..•.•...•

Mancar .••.•• .••.•••••...••••..•..•.•. , •.••.••...••.

Medio •••••.•..•..•.•••••••••.•••....••• ···•······• • Melincllé ............................................ .

Mini, como afijo, . ••.•..•••••.•••...••••.••• ' ••.•••••••

-Multiplico • ...........................................

Neclon ... ...............•••.....•...•••.•••..••.••••

405 400

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BAAL, XXXVI. "'971 ¡.HDICE DEL TOllO XXX VI

/' Níquel. ............................•......•...... : . • 391 Oceánico 'de Oceanía'.. . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . • 399 Op-art... • •• . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .• . . . . . 409 Pop-art, op-art.. .. . . . . . . .. .•.. ... .. .. .. . .•.••... . . . .• 409 Ratón 'bíceps'......................... . . . . . . . • . . . . . . . . 229

,r Real, real.!uerte, medio, níquel........................... 391 . Recova, recovero...................................... 393 .",.Relaciones públicas, relaciones humana.' . .........•...... '. . . 430

. Revocar, revoc6; revoque.... . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . • . . . . 396 Ripia,' 'rompe,', "educir a ¡iras'.. . . . . . . . . . . . . . . . • • . . . . . . • 223

",. Salldhi.. • • . . . . • . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . • . 412 ....sublimación.. . . . • . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • 429 "Superyó. . • . • . . . • . . . . • . • . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • ,h 3

Té 'cualquier i/lfusión o tisalla'.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224 "'T' 3 l ." Incar •...... . /. . . . . . . . . • . . . . • . . . . . . . . . . • . . . . . . • . . 2 q

~Vocoide y contolde. " . . . . . . . . . . .. . .... •.. . . . . . . . . .. . .. 420 . Zábila, zabila........................................ 229

Argentinismos:

Abajeño, -ña . •................................ ' . . . . . . . 435 Abajera, bajera. bajeras.............................. 438 Abarajar.... ..•..... .. .. . . . ... . . .. .. .. .. . . . . .. . . •.. . 440 Abarrote. . . • . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . . . . • . . 44I Abicharse. . . •. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • • . . . . . . • . . . 442 Abra. ...............•........•.•..................... 442 Acacharpar .. ............ ~ ..... '.' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445 Acoplar .. ..• , •.....• :. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 447 Achuchar, -se.... ............... ................•.... 448 Agarrón . ......... : . . . . . . .. ......................... 44!! Agaucharse, agauchado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • . • • . &49 Agua florida. • . . . . . . . . . . . . .. ........................ 449 Aguarif.... . .. ... . . . . .. . .. . . . . . . . . ... .. . . •.. . .. . .. . . 450 Aguaribay.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450 Aguasarse . ............. '.' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451

Noticias:

Disertación . ............................... '. . . . . . . . . . 455 Distinción. • . . . • . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . • • • . • . 243 Distinciones. . . . . . . .. .•..•.• .•...•..•...••...••.••.• .,243

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ÍNDICE DEL TOMO XXX\! I BAAL, XXXVI, '97'

f)onación. • • . • • • • . . • • . • . • • . . . . . . . . . • . . . . • • • • . . • . . . . . • ~54

Blección de académico correspondiente •.. ••... :: . . . . . . . . . . . 454 Elección de autoridades................................ 244 Estatuto y reglamento interno............................ 244 [<'ul/ecimiento .• ••••...••..... , ....•.......•. 243, 453, 455 Felicitació... . . . . . . . . • • . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . • . . • . . . . . • 454 lIomenaje. • . . . . . .. • ••.•.•••.........•.••.•..... 2&5; 453 Jurados municipales................................... 245 Licencia.. . • • • • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244 Memoria y balallce........ . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . •. . .. .. . 2H Pu'blicación. • • . • . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244 Regreso de un académico • •...................•....... , 455 Represelltación • • • • • • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454 Saludo ••.. •............ ,. . . .. . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . .. 243 Viaje • •••.••.•.•......••.••..••..••••....• , ...... , • &55 Visita . .•••••......••.•••...........••••..•...• 244, 454

Publicaoiones recibidas:

l. Libros y folletos . .........•...•...•........••• 247, ~57

2. Revistas ................................ .... 249, 461

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SE TERMINÓ nE IMPRIMIR

EL 13 DE OCTUBRE DE 19í2 EN L" IMPRENT .. CONI S .... C.I. F.I.

C"LLE PIlRÚ 684. BUENOS .. IRES

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