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58 DIARIO 2 Diario de Navarra Domingo, 28 de agosto de 2016 BEATRIZ MARTÍNEZ DE OLCOZ Ochagavía A PENAS llegaban a los diez años de edad los ni- ños que tiraban ayer de los asnos que callejea- ban por Ochagavía. A lomos, una niña sonriente con un vestido blanco y dos lazos, del mismo co- lor, recogiendo su pelo. La joven no se dejaba intimidar por las cien- tos de miradas que ayer recorrie- ron el pueblo. Como si de una máquina del tiempo se tratase, la localidad pire- náica de Ochagavía ha retrocedido este fin de semana cien años. Los casi treinta grados de temperatu- ra no impidieron que cientos de curiosos se acercaran hasta el pueblo para ver, admirar y, sobre todo, aprender las formas de vida y usanzas de hace más de un siglo. Apenas quedaba rastro del 2016. La participación conjunta de to- dos los vecinos del pueblo engala- naban los oficios y tradiciones co- munes de aquel entonces. Tampo- co quedaba rastro alguno de señalización, ni de comercios que pudiesen desviar la atención: to- das estaban tapadas para lograr un ambiente más rural y costum- brista. Un cartel en la fachada de un ba- jo habilitado a la entrada del pue- blo con un texto que rezaba “va- cante de maestra de niñas”, daba paso a una escuela de niños y ni- ñas, por supuesto por separado, en la que la maestra del pueblo, Maite Barberena y sus alumnas, teatralizaban la vida en las aulas de por aquel entonces. “No aban- donará el pueblo bajo ningún con- cepto sin permiso del Consejo de Delegados”, o “no usar polvos fa- ciales, no maquillarse, ni pintarse los labios”, eran algunas de las con- diciones que el pueblo de Ochaga- vía imponía a quien quisiera ocu- par ese cargo y que hoy parecen impensables. Las calles, estrechas y demasia- do empedradas para las platafor- mas de moda del siglo XXI, que al- gunas visitantes calzaban, se lle- naron ayer de todos los vecinos del pueblo que no dudaron en enfun- darse el traje de época para las mi- radas de curiosos. “Es un día boni- to en el que participamos mucha gente del pueblo”, destacaba ayer Leire Irisarri Barace, de 16 años, que se encontraba disfrutando del día con sus amigos. “Si no hubiese esta participación, no podría ha- cerse. Nos lo pasamos muy bien”, apuntaba la joven. Pero no eran los únicos. Helena Aparici Garate, de 39 años y natural de Castellón de la Plana, disfrutó del día de ayer jun- to a su familia: “Hemos venido a Bajo la atenta mirada de los visitantes, el vecino de Ochagavía parte pan para la elaboración de migas. JESÚS GARZARON pasar unos días a Abaurrea Alta y por casualidad nos enteramos ayer de esto”, apuntaba Aparici, “es muy interesante y curioso por- que además te permite conocer mucho más la cultura de la zona”, mencionaba. Oficios casi extinguidos Ataviadas con prendas oscuras y pañuelos en la cabeza, las hilande- ras del pueblo llamaban la aten- ción mientras llevaban a cabo el la- borioso proceso de la lana. “He aprendido este año a hilar y me he cambiado de oficio”, destacaba Mari Carmen Rekalde Berrade, de 58 años, que aunque ha participa- do todos los años, esta era su pri- mera edición junto a las hilande- ras. “Antes estaba en el matatxe- rri”, apuntaba. Pero si algo tenía de especial es- ta localidad pirenáica es “el secado de bainas”, destaca Victoria Ese- verri Braco, de 63 años. Ayer la ve- cina de la localidad se volvió a ves- tir otro año más de principios del siglo pasado para explicar a los vi- sitantes cómo conservar la alubia verde. “Parece que se hacía solo en esta zona”, apuntaba. “A pesar de que han pasado muchos años, es más la diferencia con los oficios de ahora, que el tiempo que ha trans- currido”, destacó Eseverri refi- riéndose a las costumbres ances- trales que invadieron el pueblo. Viaje a la memoria del recuerdo La localidad pirenáica de Ochagavía retrocede en el tiempo y resucita oficios ancestrales que dieron de comer al pueblo durante el pasado siglo. Una fiesta en la que participaron vecinos, mayores y pequeños, bajo la mirada de todos los que se acercaron Los Cordeles (el secado de bainas), que conserva la alubia verde para todo el invierno, es algo característico de la zona d2 El río Anduña fue ocupado por las lavanderas del pueblo que evo- caron cómo hace años las mujeres mantenían limpia la ropa de la fa- milia. “En casa somos cinco y cada uno tenemos una cosa que hacer”, apuntó ayer Maite Madoz Bañez, de 44 años de edad, que se encon- traba con el resto de lavanderas a la orilla del río, bajo la atenta mira- da del público. El despliegue histórico que ayer se vivió en Ochagavía dio lu- gar a escenas que quedaron gra- badas en la retina de los muchos que se acercaron hasta la locali- dad. El comercio Andrés Mancho, una tienda típica de ultramarinos; los puestos de elaboración de que- so, la panadería, o un dentista que además de sacar muelas, ejercía en el mismo local de barbero, fue- ron solo algunos de los muchos puntos históricos por los que pu- dieron viajar las cientos de perso- nas que disfrutaron del Orhipean. Las lavanderas a orilla del río Anduña. GARZARON Una vecina con el atuendo típico en el matatxerri. GARZARON Ochagavía, un pueblo de tradiciones Durante las dos pasadas jorna- das, el pueblo de Ochagavía re- vivió una nueva edición de la fiesta Orhipean: oficios y tradi- ciones en la que los vecinos del pueblo mostraron cómo era vi- vir en la localidad pirenáica ha- ce cien años. No existía rincón del pueblo que no tuviese sa- bor a historia y melancolía de una fiesta que comenzó el pa- sado viernes con el pregón anunciador a última hora de la noche. Sin embargo, el día de ayer fue el plato fuerte con una actividad que dio comienzo a las nueve y media de la mañana con el bandeo de campanas, y que no cesó hasta bien entrada la madrugada con bailes a la antigua usanza para despedir la tradicional fiesta. A demás de los distintos ofi- cios que se mostraron a lo largo del día, la plaza del pueblo aco- gió diferentes puestos artesa- nales que mostraron sus pro- ductos con, incluso, una exhi- bición de forja de hierro a cargo de los Hermanos Brun inclui- da.

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58 DIARIO 2 Diario de Navarra Domingo, 28 de agosto de 2016

BEATRIZ MARTÍNEZ DE OLCOZ Ochagavía

AA PENAS llegaban a los diez años de edad los ni-ños que tiraban ayer de los asnos que callejea-

ban por Ochagavía. A lomos, una niña sonriente con un vestido blanco y dos lazos, del mismo co-lor, recogiendo su pelo. La joven no se dejaba intimidar por las cien-tos de miradas que ayer recorrie-ron el pueblo.

Como si de una máquina del tiempo se tratase, la localidad pire-náica de Ochagavía ha retrocedido este fin de semana cien años. Los casi treinta grados de temperatu-ra no impidieron que cientos de curiosos se acercaran hasta el pueblo para ver, admirar y, sobre todo, aprender las formas de vida y usanzas de hace más de un siglo. Apenas quedaba rastro del 2016. La participación conjunta de to-dos los vecinos del pueblo engala-naban los oficios y tradiciones co-munes de aquel entonces. Tampo-co quedaba rastro alguno de señalización, ni de comercios que pudiesen desviar la atención: to-das estaban tapadas para lograr un ambiente más rural y costum-brista.

Un cartel en la fachada de un ba-jo habilitado a la entrada del pue-blo con un texto que rezaba “va-cante de maestra de niñas”, daba paso a una escuela de niños y ni-ñas, por supuesto por separado, en la que la maestra del pueblo, Maite Barberena y sus alumnas, teatralizaban la vida en las aulas de por aquel entonces. “No aban-donará el pueblo bajo ningún con-cepto sin permiso del Consejo de Delegados”, o “no usar polvos fa-

ciales, no maquillarse, ni pintarse los labios”, eran algunas de las con-diciones que el pueblo de Ochaga-vía imponía a quien quisiera ocu-par ese cargo y que hoy parecen impensables.

Las calles, estrechas y demasia-do empedradas para las platafor-mas de moda del siglo XXI, que al-gunas visitantes calzaban, se lle-naron ayer de todos los vecinos del pueblo que no dudaron en enfun-darse el traje de época para las mi-radas de curiosos. “Es un día boni-to en el que participamos mucha gente del pueblo”, destacaba ayer Leire Irisarri Barace, de 16 años, que se encontraba disfrutando del día con sus amigos. “Si no hubiese esta participación, no podría ha-cerse. Nos lo pasamos muy bien”, apuntaba la joven. Pero no eran los únicos. Helena Aparici Garate, de 39 años y natural de Castellón de la Plana, disfrutó del día de ayer jun-to a su familia: “Hemos venido a

Bajo la atenta mirada de los visitantes, el vecino de Ochagavía parte pan para la elaboración de migas. JESÚS GARZARON

pasar unos días a Abaurrea Alta y por casualidad nos enteramos ayer de esto”, apuntaba Aparici, “es muy interesante y curioso por-que además te permite conocer mucho más la cultura de la zona”, mencionaba.

Oficios casi extinguidos Ataviadas con prendas oscuras y pañuelos en la cabeza, las hilande-ras del pueblo llamaban la aten-

ción mientras llevaban a cabo el la-borioso proceso de la lana. “He aprendido este año a hilar y me he cambiado de oficio”, destacaba Mari Carmen Rekalde Berrade, de 58 años, que aunque ha participa-do todos los años, esta era su pri-mera edición junto a las hilande-ras. “Antes estaba en el matatxe-rri”, apuntaba.

Pero si algo tenía de especial es-ta localidad pirenáica es “el secado de bainas”, destaca Victoria Ese-verri Braco, de 63 años. Ayer la ve-cina de la localidad se volvió a ves-tir otro año más de principios del siglo pasado para explicar a los vi-sitantes cómo conservar la alubia verde. “Parece que se hacía solo en esta zona”, apuntaba. “A pesar de que han pasado muchos años, es más la diferencia con los oficios de ahora, que el tiempo que ha trans-currido”, destacó Eseverri refi-riéndose a las costumbres ances-trales que invadieron el pueblo.

Viaje a la memoria del recuerdoLa localidad pirenáica de Ochagavía retrocede en el tiempo y resucita oficios ancestrales que dieron de comer al pueblo durante el pasado siglo. Una fiesta en la que participaron vecinos, mayores y pequeños, bajo la mirada de todos los que se acercaron

Los Cordeles (el secado de bainas), que conserva la alubia verde para todo el invierno, es algo característico de la zona

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El río Anduña fue ocupado por las lavanderas del pueblo que evo-caron cómo hace años las mujeres mantenían limpia la ropa de la fa-milia. “En casa somos cinco y cada uno tenemos una cosa que hacer”, apuntó ayer Maite Madoz Bañez, de 44 años de edad, que se encon-traba con el resto de lavanderas a la orilla del río, bajo la atenta mira-da del público.

El despliegue histórico que ayer se vivió en Ochagavía dio lu-gar a escenas que quedaron gra-badas en la retina de los muchos que se acercaron hasta la locali-dad. El comercio Andrés Mancho, una tienda típica de ultramarinos; los puestos de elaboración de que-so, la panadería, o un dentista que además de sacar muelas, ejercía en el mismo local de barbero, fue-ron solo algunos de los muchos puntos históricos por los que pu-dieron viajar las cientos de perso-nas que disfrutaron del Orhipean.

Las lavanderas a orilla del río Anduña. GARZARON Una vecina con el atuendo típico en el matatxerri. GARZARON

Ochagavía, un pueblo de tradiciones

Durante las dos pasadas jorna-das, el pueblo de Ochagavía re-vivió una nueva edición de la fiesta Orhipean: oficios y tradi-ciones en la que los vecinos del pueblo mostraron cómo era vi-vir en la localidad pirenáica ha-ce cien años. No existía rincón del pueblo que no tuviese sa-bor a historia y melancolía de una fiesta que comenzó el pa-sado viernes con el pregón anunciador a última hora de la noche. Sin embargo, el día de ayer fue el plato fuerte con una actividad que dio comienzo a las nueve y media de la mañana con el bandeo de campanas, y que no cesó hasta bien entrada la madrugada con bailes a la antigua usanza para despedir la tradicional fiesta.

A demás de los distintos ofi-cios que se mostraron a lo largo del día, la plaza del pueblo aco-gió diferentes puestos artesa-nales que mostraron sus pro-ductos con, incluso, una exhi-bición de forja de hierro a cargo de los Hermanos Brun inclui-da.