cuento descalzo (cone)

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Cuento Descalzo Antonio Javier Conejero Roldán 3º Periodismo Escritura Creativa AVE MARÍA PURÍ SIMA Tras Descalza y con zapatos y Un grito ahogado al mar…

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Cuento/Mini-relato de escritura creativa.

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Cuento Descalzo

Antonio Javier Conejero Roldán

3º Periodismo – Escritura Creativa

AVE

MARÍA

PURÍ SIMA

Tras Descalza y con zapatos y Un grito ahogado al mar…

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Cuento Descalzo

2

A tus pies me arrodillo,

a tus brazos me entrego,

tómame, oh, Señor mío,

pues soy impura, he pecado.

Estaba muerta al nacer,

Eva, maldita, pecó por mí,

En la vida terrenal, yo pequé,

Y estaré condenada al llegar el

fin.

A tus pies me arrodillo,

a tus brazos me entrego,

tómame, oh, Señor mío,

pues soy impura, he pecado.

A los compañeros que han convertido este año en el mejor de la carrera. A los grandes

momentos y los grandes genios que me han hecho madurar. A la familia, los amigos, los amores…

Y a esa inexistente pero siempre viva Marina Del Salar.

Gracias.

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Cuento Descalzo

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Índice

MAPAS 04

LA MAESTRA 05

LA POLÍTICA 13

EL PAÍS DE ALSONAR 20

LA REFORMA 21

LA ÉTICA 26

LAS IDEAS DE ALSONAR 33

LA NOCHE 34

LA VERITÁ 41

EPÍLOGO: LA CHICA 47

Nota: Los contenidos de esta obra han sido sometidos a un proceso de síntesis.

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Cuento Descalzo

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Mapas

Región Matiz forma parte del país de Alsonar, cuya capital es Ciudad de las

Campanas. A su vez, Matiz se divide en cinco provincias: Paz y Guerra (Tregua), Costa

Ácida (Corrosa), Costa Salada (Sal), Rivera Gris (Ciudad del Río, capital de la región)

y Costa Interior (Tocón de Madera). En esta región transcurren los acontecimientos de

Descalza y con zapatos, Un grito ahogado al mar y Cuento Descalzo.

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Cuento Descalzo

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1 La maestra

as ventanas del tranvía vibraban al cambiar de raíl. Aquella vieja

máquina subió la Calle Alta sin pesar, disminuyendo el ritmo a

cada paso.

Marina bajó en la siguiente parada. El frío la azotó en ese mismo momento.

Los otoños en Ciudad de Tregua eran largos y lluviosos, nada que ver con

el segundo verano de los pueblos de costa.

Las callejuelas continuaban ascendiendo hasta la Plaza de la Galería, una

enorme explanada de piedra sobre la que se levantaban casas, edificios

oficiales y varios comercios. Ninguna construcción tan alta como la del

imponente Convento de Nuestro Señor Descalzo. Se trataba de una robusta

mole de ventanas diminutas, surcada por la historia y el musgo; adornada

con estatuas que recordaban formas bíblicas: el ángel, el demonio, el

mismo leviatán.

Lo rodeó por otra calle, estrecha y húmeda, hasta llegar al edificio anexo, el

Colegio Deuteronomio. Se trataba en realidad de un ala del convento,

rehabilitada y de grandes ventanales, con puertas de forja que ya estaban

cerradas.

La vicedirectora del colegio la esperaba en los escalones de entrada.

Marina apresuró el paso mientras agradecía que fuera ella la encargada de

darle la bienvenida, y no la envejecida y sobria directora del centro y, a la

vez, madre superiora del convento.

L

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Cuento Descalzo

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- Buenos días nos de Dios.

- El Señor esté con usted, señorita Del Salar. – La hermana Karmesi

miró al cielo, ignorando la mano que le tendía Marina.

- Hace un mal día hoy.

- Hace un día precioso, obra de nuestro Señor. Bien, entremos.

Ante el fracaso de sus intentos de romper el hielo, Marina se adentró en el

oscuro vestíbulo del Deuteronomio. Era amplio, lleno de candelabros que

iluminaban sólo el camino que conducía a las escaleras centrales. Se intuía

una luz que llegaba de los ventanales de pisos superiores.

- Los alumnos están en la capilla. ¿La acompaño?

- Verá, yo prefiero que…

- ¿No es usted cristiana?

- Sí, claro. Pero, como ya indiqué en mi entrevista, mi familia sigue…

- ¡Ah, cierto! El Método. – Su voz se relajó – La doctrina de oración y

reflexión privadas. Hay varias practicantes del Método aquí, en el

convento, aunque somos más las que seguimos la Fe Nacional.

Imagina que no tendrá problemas en adaptarse a la Norma de

Educación Estatal, que…

- Claro que no. Hace once años que imparto dicha norma. Aunque

todo podría cambiar si el Movimiento Social ganase las elecciones…

- ¡No lo quiera Dios! El Señor dará fuerzas a nuestro pueblo para no

caer en las vanas promesas de esos progresistas. – Se volvió hacia

ella y la miró, por primera vez, a los ojos – Su clase está en el

segundo piso. Es la número trece. Las alumnas llegarán en breve.

Karmesi Buenhombre se adentró en la oscuridad del vestíbulo. Marina se

quedó allí, frente a las escaleras. Tomó aire y subió dos pisos.

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Cuento Descalzo

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Las aulas eran muy amplias, de techos altos y pupitres para dos personas.

Al fondo, dos grandes pizarras y una robusta mesa de madera coronaban la

tarima, levantaba por la humedad de la roca que la rodeaba.

Las paredes se llenaban de crucifijos y cuadros sin restaurar, dejando

espacio para los ventanales. A través de ellos no entraban demasiada luz,

así que Marina buscó algo con lo que encender los candelabros. No existía

luz eléctrica en las plantas superiores, recordó. Y al parecer tampoco

cerillas o mecheros en aquella clase.

Se oyeron cientos de pasos, las chicas estaban a punto de ellgar. Las esperó

en la puerta y las invitó a entrar y sentarse, en parejas, aunque ya parecían

saberlo de sobra. Rondaban los ocho o nueve años.

Las lecciones resultaban repetitivas. El gobierno obligada a cumplir un plan

basado en unos conceptos básicos hasta los doce años. Leer, escribir,

operaciones sencillas y conocimientos de la naturaleza, organización

territorial e historia reciente del país. De los doce a los dieciocho años la

educación se especializaba en tareas del hogar y saber estar para las chicas,

y estudios medios para los chicos y un pequeño número de alumnas.

Posteriormente el sistema se privatizaba y sólo la Oposición garantizaba el

reconocimiento público de un título. Marina había conseguido ambos

honores con esfuerzo y la ayuda de sus padre, en otros tiempos una persona

medianamente adinerada.

El tiempo de recreo en un colegio religioso era ligeramente diferente. La

mitad del tiempo reservado se dedicaba al rezo en el aula, y la otra mitad a

tomar la merienda que propiciaba la escuela. Chicas en el comedor y chicos

en el patio, rotando cada semana. A decir verdad, el único lugar realmente

mixto era la capilla.

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Al acabar la jornada, Marina volvió a casa en el tranvía, cenó algo rápido y

se tumbó a ver la televisión. No había muchas opciones, pues la pequeña

Ciudad de Tregua sólo contaba con los dos canales estatales y la única

televisión privada. Paró un momento en esta última, y recordó haber visto

aquella misma película hacía cuánto, ¿ocho, diez años?

- Once, hace once largos años. – Abrió la cartera y sacó aquel trozo de

periódico que tantas veces había leído en voz alta – “Joven de Puerto

Serpentario acaba con la vida de su hermana”. – Detrás había otro –

“Atroz crimen en el Puerto: muere niña de tres años”. – Y un último

papel – “La Bahía se estremece ante el FRATICIDIO”.

Sensacionalismo aparte, ni la lectura diaria de aquellas palabras evitaba ese

nudo en el estómago. Se levantó a por un vaso de agua, pero no cayeron

más que unas gotas. Problemas de abastecimiento, de nuevo. Parecían ser

comunes en aquel barrio. Abrió el frigorífico y bebió directamente del

cartón de leche. Parecía el momento de irse a la cama. Acarició a Lirio, el

gato gris que dormía en el brazo del sofá, y entró en la habitación. Sonó el

teléfono.

- Perdona que llame tan tarde, soy Lucano.

- ¡Lucano! – Hacía al menos dos años que no hablaba con él más que

por carta - ¿Te llegó mi últi…?

- Sí, me llegó. Con tu nuevo teléfono. Espero que hayas empezado con

buen pie tu nueva vida.

- Es la enésima vez que empiezo una… nueva vida, así que yo también

lo espero.

- Verás, pasaré este fin de semana por Ciudad de Tregua. Acaban de

informarme sobre un caso.

- ¿Andrea? – Se sobresaltó.

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Cuento Descalzo

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- No, no es el Caso Ofiuco. Pero pasaré allí tres días, Pensé que

podríamos vernos.

- Ah, ya. Claro, estaré encantada.

- Sé que tienes pareja, no quiero resultar inoportuno.

- Tranquilo, ya lo has sido llamando a estas horas.

- Por suerte he aprendido a reconocer tu humor. – Ambos rieron. –

Está bien, te llamo entonces. Buenas noches.

- Buena… - Pero aquella vieja amistad ya había colgado.

La semana avanzaba con parsimonia. Marina siguió llegando tarde al

colegio, para evitar la oración diaria en la capilla. Ya tenía demasiado con

los minutos de recreo dedicados a ello. Sus padres siempre habían seguido

El Método, a rajatabla: conversación privada con Dios, ausencia en eventos

y procesiones religiosas, recogimiento personal e, importante, abstracción

durante el sexo, limitado a una vez por mes lunar. Marina debía declararse

amiga de esta doctrina, pero hacía mucho que había abandonado toda clase

de palabra sincera hacía una entidad superior. En concreto, hacía once

años.

La llamada de Lucano no llegaba. Tampoco lo hizo ese jueves, tan lluvioso

como frío. Eran las siete de la tarde a la luz de una pequeña lamparita,

Marina corregía las evaluaciones iniciales. El Deuteronomio becaría a los

alumnos con nota superior a ocho sobre diez con los fondos públicos que

había recibido para ello. O al revés, sólo cobraría la tasa interna a aquellos

alumnos con nota inferior.

- No más de cinco becados por clase. – Repitió entre dientes la orden

de la directora del centro.

Acabó pasadas las doce, y entonces sonó el teléfono.

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- Tengo prisa, nos vemos el sábado a las siete, hay una cafetería en el

centro, Lo Nuestro. Pregunta por ella.

No le dio tiempo a responder, una vez más.

El sábado salió el sol, tímido, pero poco dispuesto a marcharse. Marina se

arregló demasiado sin saber muy bien por qué. Su afecto por el detective se

había convertido en amistad hacía tiempo, antes incluso de conocer a

Placeo.

- ¡Placeo! Soy un desastre, Lirio. No lo he llamado en toda la semana.

No lo coge, ¿crees que estará enfadado?

Un campanario cercano – la ciudad estaba llena de ellos – dio las siete.

Dejó el teléfono sin colgar y se apresuró hacia la puerta. Corría por las

calles angostas todo lo que le permitían los zapatos. No se paró a coger el

tranvía. Corrió y corrió hasta las cafeterías y restaurantes que rodeaban la

Plaza Mayor. Allí, en una esquina solitaria, estaba Lo Nuestro. El sitio era

bohemio, muy propio de Lucano. Él estaba realmente atractivo. Delgado

pero un poco más fuerte, con canas en el cabello oscuro. Se acercó por

detrás.

- Nunca des la espalda a la puerta.

Se giró y la miró, sonriente. Los ojos parecían cansados.

- Marina, estás preciosa.

- Gracias. – Se fundieron en un abrazo que se extendió por varios

minutos.

- Marina, esto… hay una señora observándonos muy atentamente.

Se trataba de la hermana Karmesi. Desde fuera del escaparate, le envió un

saludo con la mano y se marchó.

- Es una compañera de trabajo, no te preocupes.

- Bueno, vamos a sentarnos entonces ¿Café bombón verdad?

- Como siempre. – Sonrió y se sentó frente a su viejo amor.

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Charlaron durante horas. Repitieron las conversaciones que habían

mantenido por carta, ahora mirándose a los ojos y riendo entre cafés y

cervezas. La vida de Lucano había cambiado poco desde la última vez que

se vieron en persona. Cuatro años después del Caso Ofiuco fue ascendido a

Inspector General, y con el cierre del mismo pasó a encargarse de otros

asuntos relacionados con crímenes de sangre.

- ¿Y en qué consiste el caso que te trae por aquí? – Marina no

esperaba respuesta, por lo que se sorprendió al empezar a escuchar el

relato que narraba su amigo.

Se trataba del asesinato de un joven adinerado de la misma Ciudad de

Tregua. Era hijo de un alto cargo del ayuntamiento, por lo que la noticia se

había ocultado a la prensa.

- Todo apunta a una venganza política o un ajuste de cuentas. Su padre

forma parte de la minoría que gobierna en coalición con los

tradicionalistas.

- ¿Unión Sectorial?

- En efecto. Como sabes, se trata de un partido algo turbio,

especialmente en esta provincia.

- Los hijos de su presidente, el vicealcalde, acuden al Deuteronomio.

- Pues aléjate de esa gente. Sí, ya sé que das clase a niñas – puso un

dedo en los suaves labios de Marina. – pero tienes la extraña

capacidad de meterte en líos.

- Estúpido. Confío en que mi nueva vida será tranquila. Por fin dejan

de perseguirme las sombras del Serpentario…

- No debería hablar del tema, entonces, pero sé que me preguntarás.

Los padres de Andrea han vuelto de la gran capital. Se han instalado

en Ciudad de la Sal.

- ¿En mi ciudad?

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- En tu ciudad. Casualidades de la vida. Bueno, cuéntame, ¿qué tal con

Placeo?

Como hacía siete días, la vicedirectora la esperaba en la puerta.

- Marina, querida, que el Señor esté contigo. Me alegró verte el

sábado. Vamos, vamos, entra. – La agarró del brazo, ante la atónita

mirada de la maestra – Es bueno que una chica joven disfruta del

tiempo libre. Imagino que aquel señor era tu prometido. – Sonrió con

perspicacia.

- No lo era, señora. De hecho no tengo prometido, sólo pareja. Pero

usted me vio con un viejo amigo.

- ¡Qué pronto ha hecho usted amigos en la ciudad!

- No es de aquí. Sólo estaba de paso.

- ¿Y eso?

- Es… - Marina decidió atajar aquella conversación, y lo hizo por lo

sano, sin dar más detalles – Vino a visitarme.

- ¡Qué atetnto por su parte! Ay, pequeña… es una alegría que cuentes

con tan buenso amigos. Pero ten cuidado, una mujer se debe a su

honor. Una profesora, aún más. Y una empleada del Deuteronomio

debe hacer del honor y la decencia su signo de identidad.

- Pero…

- Tercera planta, ha sido relevada de su puesto. Creemos que su

método educativo es más adecuado para los chicos. Aula trece.

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2 La política

ien entrado octubre, las calles de la ciudad aparecieron repletas de

carteles. La campaña electoral de siete días comenzaba ese lunes, y

la esperanza en un cambio de gobierno tras décadas de

tradicionalismo la convertiría en una semana atípica.

Las clases en el Deuteronomio avanzaban con lentitud. Marina subía a la

tercera planta cada mañana, y esperaba, nerviosa, la llegada de los alumnos.

Aquellos chicos eran bastante problemáticos, especialmente los dos

gemelos Ud, hijos del líder del partido Unión Sectorial. Esa mañana, lucían

grandes chapas celestes en el pecho.

- Néstor, Ilío, ¿quién os ha dado eso? – En la entrada, los separó un

poco del resto de sus compañeros.

- Nuestro padre. Son las chapas de la Unión.

- ¿Sabéis que en un colegio no se permite simbología política, verdad?

- ¿Y a ti que te importa? – Ilío Ud entró en clase junto a su hermano,

sin inmutarse ante la profesora.

La oración de ese mediodía tampoco estuvo exenta de política. De repente,

todo el país se había visto sumergido en la dura lucha entre progresistas y

tradicionalistas.

- … Y que el Señor nos dé fuerzas a este pueblo de Alsonar, para

hacer su voluntad el próximo domingo. Para defender los valores, la

vida y el orden que tan felices nos hace. Para seguir el camino de

nuestro Salvador. Danos fuerza. Soy pecador, me entrego a la Fe.

- Soy pecador, me entrego a la Fe.

- ¡Soy pecador, me entrego a la Fe!

Durante el almuerzo, se acercó a la disecada madre superiora. La miraba

con parsimonia mientras Marina se quejaba de la presencia de símbolos

políticos en el colegio.

B

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- El caso de los gemelos Ud no me parece desacertado en absoluto.

Unión Sectorial es un partido que contribuye con la Fe Nacional, con

los valores del país y… con el convento y el Deuteronomio.

- Pero está prohibido lucir símbolos políti…

- Es muy pronto para que haga enemigos en este Colegio.

La directora se alejó, altiva, y mostrando una sonrisa maliciosa, mientras

Del Salar se quedó parada en mitad de la galería del patio. Poco a poco iba

descubriendo el entramado de las Descalzas Arrodilladas en la Fe, aquella

pequeña organización religiosa que controlaba conventos y colegios por

todo el paísl

Esa tarde, en el camino a casa, recibió propaganda política de varios grupos

políticos. Marina decidió su voto tiempo atrás, y quizá por eso la presión de

los diferentes representantes le pareció asfixiante. Al llegar al bloque de la

Calle Tribeque en el que residía, observó cómo su casera arrancaba un

cartel del cristal de entrada.

Sofía Bachelor era una mujer que rozaba la cincuentena, baja, gruesa, de

rostro alegre y cabello recogido en un pañuelo. Se trataba de una persona

amable, inquieta pero de talante maduro y relajado.

- ¿Todo bien, señora Bachelor?

- ¡Marina, pequeña! Sí, sí, tranquila. Sólo arrancaba esta horrible

propaganda electoral. – Le mostró el arrugado trozo de papel.

Mostraba una gigantesca cruz con un niño clavado en su centro.

Arriba, en letras blancas: “Volverían a hacerlo”.

- Es…

- Espeluznante. Lo firma la Facción Reaccionaria, ¡cómo no!

- Pero tampoco dista mucho de la campaña que los tradicionalistas y

sectoriales están llevando a cabo…

- Los peces gordos de este país temen el avance del progresismo.

Espero que ni unos ni otros alcancen sus objetivos. El domingo

veremos. – Le guiñó un ojo – Debería marcharme ya, un saludo

querida.

Martes, miércoles, jueves. Tres días llenos de proclamas, enfrentamientos

callejeros y tensión ciudadana. Los medios de comunicación se hacían eco

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Cuento Descalzo

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de la campaña más virulenta y esperanzadora de las últimas décadas. Jamás

había existido una igualdad semejante entre el Partido Tradicionalista

Nacional, el Movimiento Social y el Centro Coaligado. Tres formas de

entender la vida y el futuro de un país al que azotaba la corrupción, el mito

y la pobreza de las clases bajas.

El viernes amaneció lluvioso, triste. Marina sufría jaqueca desde la noche

anterior, y esa mañana se sumaron las nauseas. Llamó al colegio para

comunicar que no asistiría hasta el tiempo de descanso, y se dirigió a

Tregua Oeste, el barrio con el centro de salud primara más cercano.

En la sala de espera oyó los primeros rumores. Tras salir de la consulta, y

ya de vuelta a casa, la confusión era tal que decidió entrar en una cafetería.

El silencio reinaba entre los clientes, que miraban al pequeño televisor de la

esquina.

- … Recabamos la información de la que disponemos hasta el

momento. Hoy, a las ocho horas trece minutos de la mañana, han

estallado sendos artefactos explosivos en Ciudad de las Campanas,

Ciudad Colosa y Ciudad del Río, las tres mayores urbes del país. De

momento se desconoce la autoría de este atentado, que ha dejado un

total de 66 víctimas mortales según las primeras estimaciones. El

presidente de la nación se dirigirá…

Se llevó las manos a la cabeza, literal y metafóricamente. El murmullo

inundó la sala de aquel diminuto café. Alguien insinuó que la extrema

izquierda estaba tras el asunto. Una voz replicó que debían ser los

reaccionarios de derecha. “Qué más dará”, dijo otra, “han muerto decenas

de personas”.

Subiendo las escaleras del bloque, el señor Bachelor se topó con ella. Le

invitó a entrar para no estar sola en aquellos momentos. La cifra aumentaba

conforme se retiraban los escombros de las cabinas de tranvía que habían

explotado. Superaban la centena cuando Marina se dirigió al colegio.

Las líneas ferroviarias de Tregua habían sido cortadas por precaución. En

el Deuteronomio, todos los alumnos estaban reunidos en la capilla. Las

hermanas del convento y demás profesoras se encontraban en el vestíbulo.

La joven Del Salar fue recibida con apatía por la vicedirectora, Karmesi

Buenhombre.

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- Es un momento trágico. La radio acaba de informar de un nuevo

vagón destrozado. Ciento cincuenta hijos de Dios han muerto a

manos de los enemigos de la Fe.

- Es realmente trágico…

- Sí, pero no deben pagarlo los alumnos. Volved a llevarlos a las aulas,

y rezad allí por las almas de las víctimas. Las hermanas del convento

ocuparemos la capilla. – La directora y madre superiora salió de las

sombras. Miró de soslayo a Marina y abandonó la entrada.

Las instrucciones eran claras: rezar por las víctimas, y por el castigo de los

culpables. Sin embargo, los jóvenes del aula trece de la tercera planta no

estaban dispuestos a evitar el debate.

- Ya lo decía nuestro padre. Han sido esos pobretones violentos de la

izquierda. – Gritaba Néstor Ud.

- Pero también ha muerto gente de izquierdas, seguro.

- ¿Y qué? Se lo merecen. Los insectos han matado otros insectos. La

pena es que se hayan llevado a gente decente con ellos.

- ¡Néstor! No te permito decir eso. – Marina, que observaba la

discusión desde su escritorio, se levantó con rabia. – La vida de

cualquier persona es un gran tesoro por el que todos debemos velar.

Y te recomiendo no hablar por hablar. Será la justicia la que aclare

quiénes son los culpables de este accidente.

- ¿Accidente? La profesora es una sucia radical.

- Sucia radical, sucia radical. – Coreaban los amigos de los gemelos

Ud.

Marina abandonó el aula y se encerró en los baños más cercanos. Lloró,

golpeó la puerta. Se sentía impotente.

A última hora, la vicedirectora la llamó a su despacho.

- Muy mal, muy mal señorita Del Salar. Dejar sola a una clase en una

situación de consternación como la que estamos viviendo… Sin

contar su enfrentamiento con los gemelos Ud.

- Señora, perdone…

- Pero quizá lo más grave es la muestra de sus ideales políticos ante

los alumnos. Es algo prohibido, tanto a nivel del colegio como a

nivel estatal.

- ¿Disculpe?

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Cuento Descalzo

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- En efecto. Espero una carta de disculpa con el centro y otra con el

señor Ud. Puede traerla el lunes. Siempre y cuando no esté de fiesta

por la victoria de su Movimiento Social. Retírese.

El viernes finalizó con una cifra casi definitiva de víctimas, ciento ochenta

y siete. Se trataba de uno de los días más sangrientos en la historia reciente

de Alsonar, un país que aún recordaba los estruendos de la guerra.

El sábado la campaña se recrudeció. La inexistencia de un culpable

definido provocaba las acusaciones entre las fuerzas de izquierda y las de

derecha. Ese día recibió, por fin, una llamada de Placeo.

- Buenas tardes Marina.

- ¿Placeo? ¡Llevo al menos dos semanas sin saber de ti!

- He estado ocupado. Es terrible lo que ha sucedido en las tres grandes

ciudades.

- Sí, lo es, sin duda.

- Recordé que tenías un amigo en Ciudad del Río.

- Lucano. Está bien, tranquilo. De hecho, se encuentra investigando un

caso aquí, en Paz y Guerra.

- ¿En la capital?

- No, claro que no. ¿Estás celoso?

- No digas tonterías. Bueno, te dejo. Mañana trabajo en el colegio

electoral.

- ¿Te han elegido como miembro de mesa?

- No, ayudo a mi padre como vocal. Un beso. Te llamo.

Colgó. Intero Esmonelo, suegro de Mariana – en caso de que aún existiera

esa relación – era miembro de Patria de facto, otra de las fuerzas de derecha

que concurría a las elecciones. Le sorprendió aquella dedicación política

por parte de Placeo, un hombre desinteresado y plácido.

El domingo, el sol irradiaba más luz que el resto de días de otoño juntos.

Cada colegio electoral, entre los que se incluía el Deuteronomio, lucía un

enorme crespón negro sobre la bandera de Alsonar, colgada a medio hasta.

Marina votó temprano, sobre las diez de la mañana. Los enfrentamientos

callejeros se sucedían con más violencia que en jornadas anteriores. Las

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Cuento Descalzo

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proclamas políticas sonaban fuertes entre las estrechas e iluminadas calles

de la ciudad.

Lucano había solicitado el voto en la provincia, por lo que debía acudir a la

delegación del Gobierno en Ciudad de Tregua. Habían quedado para comer

juntos.

La conversación de aquella tarde se centró en la política, los terribles

atentados y la anómala relación de Marina y Placeo. Tales temas

extendieron el encuentro hasta las siete de la noche.

- Acaban de cerrar los colegios, me temo. En dos horas sabremos qué

ha pasado.

- ¿Quieres que cenemos juntos? – Lucano se sorprendió ante la

proposición de su amiga. – No me mires así, lo digo en serio. Tengo

un jamón delicioso en casa… y cerveza, mucha cerveza.

- Veo que esperas una gran celebración. – El detective rió y ambos se

dirigieron a la Calle Tribeque.

A las nueve de la noche, las tres televisiones de ámbito estatal cortaron su

emisión para ofrecer un especial informativo. Comenzaban a conocerse los

datos de las provincias más pequeñas. Los tradicionalistas conservaban sus

feudos, pero la costa y el campo minifundista se rendían ante el

Movimiento Social. Pasadas las diez, el centro hizo su aparición estelar con

su primera victoria histórica en la capital del país, Ciudad de las Campanas.

Tregua arrojó una victoria de Unión Sectorial, que aprovechaba el

hundimiento de sus socios tradicionalistas en todas las provincias de Matiz.

Se acercaban las doce y la distancia entre las principales fuerzas de la

izquierda y la derecha era mínima. Incluso sumando todas sus formaciones,

progresistas y conservadores llegaban a un empate que sólo podía romper

el Centro Coaligado.

- ¿Esperabas un mejor resultado del Movimiento?

- Para nada, de hecho estoy sorprendida. Creí que toda la esperanza de

cambios caería de nuevo en saco roto.

- Pues no ha sido así. Y ahora todo depende de los centristas… -

Lucano le sonrió, y se le pudo leer en los labios un sincero “sí, los he

votado”.

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Cuento Descalzo

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Cerca de la una de la madrugada, el líder de la coalición de centro apareció

en televisión. Fue un discurso breve, por lo que cada palabra estuvo cargó

con el enorme peso de cambiar la historia.

- El Centro Coaligado, en base a sus ideales y al estado actual del país,

ha decidido que la mejor decisión posible para Alsonar es apoyar a

uno de los dos partidos que han recibido más votos en estas

elecciones. Agradeciendo enormemente el poder que nos ha

concedido la ciudadanía, ofrezco la colaboración de nuestra coalición

al Movimiento Social para formar gobierno.

Marina saltó; los gritos procedentes de la calle se oyeron al poco rato.

Alsonar entraba en el progresismo tras décadas de gobierno tradicional.

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El país de Alsonar

lsonar es un país forjado en el seno de luchas históricas,

revoluciones populares y regímenes fuertemente represivos. Hace

cuarenta años, los bandos progresista y conservador se

enfrentaron durante un lustro, dejando a la nación asolada y a la

población empobrecida.

Los treinta y tres millones de habitantes se distribuyen en trece regiones,

cada una de las cuales es gobernada de forma parcial desde una ciudad

capital. Ciudad de las Campanas (Son de Campanarios) es la mayor urbe

del país, y a su vez sede del gobierno central.

Este gobierno es elegido por un Parlamento Nacional único, y su

presidente asume el poder ejecutivo. Existe una segunda cámara, la de

Regiones, que se limita a labores consultivas.

La religión oficial es la Fe Nacional, una facción conservadora del

catolicismo romano. Su influencia es tal que, según la Constitución, el

Cardenal de las Campanas es Jefe de Estado del país. La relativa

debilidad del Partido Tradicionalista en los últimos años permitió que sus

socios lo forzaran a limitar esta jefatura.

Los tradicionalistas ganaron la guerra cuando se puso fin a la misma en

Ciudad de Tregua (entonces llamada Ciudad Veritá). Desde entonces, su

victoria en las elecciones ha sido ininterrumpida, al igual que su gobierno,

ya sea en solitario, con fuerzas reaccionarias de derecha o con socios

centristas.

En los últimos años, el descontento popular con la doctrina patriótica y

tradicional, el proteccionismo económico y la falta de libertades, amén de

la situación desesperada de las clases más bajas (el 9% de la población de

Alsonar vive por debajo del umbral de la pobreza); ha impulsado un

importante avance del Movimiento Social y el resto de fuerzas

progresistas.

A

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21

3 La reforma

arina impartía una de las clases de matemáticas más

monótonas de su vida. Los alumnos aplicaban la misma

fórmula a cada problema propuesto en el libro de ejercicios.

Había poco que explicar aunque, con el paso de las semanas, le había

sorprendido comprobar que el nivel de aquel colegio – sonado en toda la

región – era ligeramente inferior a los de otras capitales de provincia. De

hecho, no distaba mucho de centros rurales como el de… Puerto del

Serpentario.

Miró a los gemelos Ud. Los problemas con su familia no habían hecho más

que empezar. En octubre, se vio obligada a entregar sendas cartas de

disculpa al colegio y al mismísimo Néstor Ud padre. No había recibido

respuesta, y el hecho de que esos pequeños gamberros siguieran bajo su

tutela no era indicador de perdón. De hecho, su comportamiento era más

insoportable cada día, y Marina hacía de tripas corazón para evitar más

enfrentamientos. Ojeó el periódico y sonrió. El gobierno de centro-

izquierda se presentaría ese mismo mediodía.

Noviembre había tomado el relevo del frío octubre con una temperatura

más cálida. Ese día hacía un especial bochorno, por lo que el plato de

potaje que le servía la señora Bachelor no le pareció del todo apetecible.

Había sido invitada a comer con sus vecinos y caseros, y el hijo mediano de

estos, Uriol. Era un joven de unos treinta años, de aspecto atractivo a la vez

que bohemio y ojos tan grandes como soñadores.

M

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Cuento Descalzo

22

- ¡Qué guapa estás, Marina!

- ¡Calla Uri! Respeta a nuestra invitada. – Le regañó su madre con una

sonrisa.

- No se preocupe, me siento halagada. – Marina continuó la broma –

Tú también estás especialmente guapo hoy, mini caballero.

- ¿Mini? Creo que no eres mucho mayor que yo.

- Eso es un secreto. – Guiñó un ojo al cautivador periodista, pues a la

prensa había consagrado Uriol su vida, al igual que su hermana y

hermano mayor.

Una vez sentados, todos miraron al televisor. La emisora estatal no tardaría

mucho en ofrecer el discurso inaugural del presidente Polo Charma, líder

del Movimiento Social y mesías político para la cada vez más amplia clase

baja.

Fue breve pero intenso. En apenas media hora, el nuevo gobernador

resumió las políticas que marcarían su primer semestre y primer año de

mandato: reforma educativa, reforma de servicios sociales, y un sinfín de

reformas que finalizaron con un escueto “reforma de las libertades de

pensamiento”. El himno nacional dio por concluída la intervención.

Tomando el postre, Uriol se acercó a Marina.

- Y bien, ¿qué opinas?

- ¿Del nuevo gobierno?

- De sus propuestas.

- Las veo acertadas. Es necesario reformar…

- … este país desde los cimientos, sí. Espero que los centristas no le

aten mucho las manos. Es una pena… – bajó el tono de voz, para que

nadie más pudiera oírlo – que la representación de la izquierda

minoritaria no haya sido suficiente para formar un gobierno

progresista puro.

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Cuento Descalzo

23

- Los extremos nunca han sentado bien a este país, Uriol.

- Bueno, bueno – rió – eso ya se verá. Y por cierto, llámame Uri.

Para final de mes, la maquinaria reformista estaba bien engrasada. Un

inspector escolar llegó ese lunes al Deuteronomio, y se reunió con todos los

profesores y directivos.

Representaba al Ministerio de Educación y Alfabetización, sustituto del de

Educación y Valores. Explicó que su labor era, al igual que la del resto de

sus compañeros, visitar cada colegio para exponer la Reforma Educativa

recién aprobada en el parlamento, y asegurar la implantación de la misma

de forma progresiva. Por tratarse aquel de un centro religioso, debía

constituirse un Comité de Ética que aplicara la nueva ley sin traicionar los

ideales del colegio, pero tampoco los de la normativa.

- El nuevo Gobierno de Avance respeta cada creencia, y es por ello

que la aplicación de la Reforma se hará flexible en los centros

concertados y privados. Somos especialmente sensibles con

instituciones de origen religioso como ésta.

- Si fueran tolerantes, no nos obligarían a aceptar esa salvajada a la

que llaman… – La madre superiora dio buena muestra de su carácter,

encarándose con el inspector, que podía doblarla en estatura.

- Que llamamos Reforma Educativa de Inclusión Social, REIS. –

Parecía tratarse de un hombre cauto, templado. – Bien, en la reunión

que mantendré esta tarde con el Consejo Escolar, pediré a los padres

que elijan a dos representantes. De la misma forma, los dos grandes

accionistas del colegio estarán representados en el comité. De un

lado, su congregación deberá proponer una candidata antes de

finalizar la semana, y el Estado proporcionará otro. Pero ahora

mismo, lo que nos importan son las dos candidatas del profesorado.

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Cuento Descalzo

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Debo recordar que sólo una de ellas podrá pertenecer a la comunidad

eclesiástica. ¿Voluntarias?

La directora carraspeó y Karmesi Buenhombre dio un paso al frente.

- Estaré orgullosa de defender los ideales de este colegio, de esta

hermandad y de este país.

- Muy bien, necesitamos al menos una profesora más.

Se hizo el silencio. Nadie se atrevía a luchar en aquella batalla, menos aún

defendiendo los ideales progresistas que proponía la REI. ¿Nadie?

- Yo, yo, me presento como candidata. – Marina del Salar miró a la

madre superiora mientras elevaba el tono de voz. – Como profesora

con experiencia en colegios urbanos, rurales y, ahora también

religiosos…

- ¿Experiencia? Señor, se trata de una chiquilla. – Daba la sensación

de que Pilar Sumodolor, directora del centro y madre superiora del

convento, estaba a punto de volver a perder la compostura.

- ¿Alguien más? – Sin embargo, el inspector hizo caso omiso a las

protestas. – Bien, veo que no. Y también imagino la razón. Si no hay

más candidatas, ustedes pasan a formar parte del Comité Ético. Por

favor, señoritas, madre, quédense conmigo. Las demás pueden

abandonar la sala.

Marina y Karmesi firmaron un documento de compromiso y la primera acta

del comité que regularía la aplicación de la reforma en el colegio. Cuando

terminaron de recibir las instrucciones y el inspector se dispuso a

abandonar el Deuteronomio, la joven Del Salar sintió un pinchazo en el

estómago. Recogío su chaqueta y salió a toda velocidad, intentando

alcanzar al miembro del ministerio.

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Cuento Descalzo

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- Es usted una chica valiente. – Se volvió hacia ella cuando oyó sus

pasos. – Soy Eritrerio Bubar, y me alegro de conocer a alguien como

usted, señorita del Salar.

- Gracias, pero simplemente temía que todo el poder del Comité

quedara en manos de la congregación.

- No te preocupes, un colega del movimiento te ayudará, como muy

tarde lo conocerás el próximo lunes. Si conseguís el apoyo de los dos

padres… esto será coser y cantar.

- No estaría tan segura.

- Creo firmemente en este proyecto, espero que usted también llegue a

confiar en él.

Se separaron al llegar a la Plaza de la Galería. De camino a casa, Marina

pensó en la decisión que había tomado. Enfrentarse a todo el colegio le

aportaría más pena que gloria; pero saber que ninguna de sus compañeras

había sido capaz de dar un paso…

Andaba en estos pensamientos cuando llegó al portal. Había alguien

esperándola, sobre la pared. Con gabardina y sombrero, fumaba un

cigarrillo sin bajar la vista del cielo nublado.

- Placeo, ¿eres tú?

- ¿Esperabas a alguien más?

- No te esperaba ni siquiera a ti.

- Pues aquí estoy. Vamos, te invito a comer.

Frialdad.

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Cuento Descalzo

26

4 La ética

o se miraron durante el almuerzo. Placeo contó por encima un

par de anécdotas, sin apartar los ojos del plato. Marina asentía o

respondía, escueta, sin pensar en la situación. Sabía que, tras el

postre, habría tiempo suficiente para mirar, discutir, pensar… decidir.

Escogió Lo Nuestro para tomar el café de las cuatro. Aquel lugar le

resultaba agradable y, por una u otra razón, le daba fuerza. Lo miró.

- ¿Te gusta?

- ¿El sitio? Bueno, es… bohemio. No está mal.

- Sí, es bastante acogedor.

- Creo que deberíamos hablar, Marina. – Fijó su vista en los ojos de la

profesora. – Verás, sé que estos meses no he prestado mucha

atención a…

- … lo nuestro. Ya, yo tampoco, la verdad, han sido muchos cambios.

- Déjame terminar, por favor. Como digo, no he estado a la altura de

una relación, y creo que mereces saber por qué. Verás.

- Veré. – Del Salar esperaba escuchar cualquier cosa, y le sorprendió

comprobar que los nervios no hacían acto de presencia.

- Estoy con otra chica. Es una compañera de partido, una persona

encantadora, tradicional, fuerte… y preciosa.

- Ahá.

- ¿Ahá? – La miró con sorpresa. Fue a abrazarla, ella se apartó.

- No te preocupes. Espero que seáis muy felices.

N

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Cuento Descalzo

27

- Sé que te hago daño con esto Marina, y lo siento muchísimo. Pero

tranquila, el amor que sientes por mí se irá marchando… y conocerás

a otro hombre. Yo me ofrezco a ser tu amigo.

Era obvio que Placeo creía firmemente que Marina lo amaba aún, y que,

por lo tanto, era la víctima de aquel curioso suceso. Ella no estaba dispuesta

a asumir ese rol.

- ¿Insinúas que estoy enamorada?

- Claro que sí. Vamos, borra esa sonrisa tan sarcástica. Llora en mi

hombro, no te preocupes.

- ¿Qué haga qué? – Marina rió. Las carcajadas resonaban en el

pequeño local. Lo miró de forma burlona, deseando darle un golpe y

un abrazo al mismo tiempo. – Creo que debería marcharme.

- ¡No! No quiero que estés mal pequeña. Mira, lo mío con Irecta aún

no es formal. Sé que aquí estás sola, podemos incluso disfrutar de

nuestra compañía…

No le dio tiempo a decir más. Marina del Salar le asestó un puñetazo en la

cara. La nariz de Placeo empezó a sangrar; el ex novio la agarró por el

brazo y balbuceó algo similar a “no seas orgullosa”. La joven respondió

con una patada en el punto más sensible de cualquier hombre que se precie.

Y abandonó Lo Nuestro, un lugar que, ahora, era lo suyo.

No supo nada más de Placeo hasta el viernes. Tampoco pensó en él. Las

cosas en el colegio se habían complicado demasiado desde que se

convirtiera en miembro progresista del Comité Ético. Algunas compañeras

le mostraban apoyo, tímidamente y con cuidado de no ser vistas.

La mayoría, sin embargo, habían hecho acopio de una actitud maleducada.

La directora y la vicedirectora enfriaron aún más su trato, pero evitaban

ofenderla. El Comité definitivo se presentaría el lunes.

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Cuento Descalzo

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Ese fin de semana, tras intentar contactar con Lucano de forma infructuosa,

recibió una llamada del mismísimo Placeo. Fue breve e infructuosa.

Lunes de nuevo. Tras el horario de clases, Karmesi Buenhombre comunicó

a Marina que debían reunirse con los otros cuatro miembros del Comité

Ético. A la profesora le sorprendió la composición. Donde esperaba

encontrar a la madre superiora – representación de los accionistas

religiosos y privados – vio al mismísimo Néstor Ud padre, líder de Unión

Sectorial. Era un hombre atractivo, que rondaría los cuarenta y cinco años.

Alto, vigoroso, con el cabello oscuro salpicado de canas y repeinado. Ojos

azules, a juego con la corbata que coronaba aquel aspecto impoluto. La

miró con sorpresa, pero ella apartó la cabeza con rapidez.

Roso Amigo era el delegado del Movimiento Social que acompañaría a

Marina en su difícil trabajo. Más bajo que ella, con prominentes entradas y

aspecto entre rudo y entrañable.

Las dos representantes de los padres del colegio eran, de hecho, mujeres.

Úrsula Escado y Martirio Roca.

Durante el pequeño descanso concedido tras la lectura de nombres y la

firma del acta, Roso y Marina mantuvieron su primera conversación.

- La señora Roca fue alumna del Deuteronomio. Su hija cursa uno de

los ciclos superiores. Es una buena esposa, madre tradicional y fiel

creyente. Un hueso duro de roer, pero la situación económica de la

familia no es del todo buena. Su marido es dentista, y se rumorea que

mantiene la clínica a base de préstamos de varios conocidos.

- Por lo tanto, la bajada de tasas y la ampliación de la financiación

pública que propone la Reforma…

- … es nuestra principal baza con Martirio Roca, sí. Otro asunto son

los Ud…

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Cuento Descalzo

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- ¿Los? – Marina lo interrogó con la mirada.

- Sí, señorita Del Salar, los. La flamante Úrsula Escado no es otra que

la ex mujer del agraciado Néstor Ud; es decir, la madre de sus

alumnos, los gemelos.

- ¿Recuperó el apellido de soltera?

- Sí, todo ha sido posible en este país con dinero… incluso remover la

Fe Nacional y su tradición. – Rió. – Aquí nos encontramos con la

oposición más dura. Ud está descontento con los resultados de la

Unión Sectorial en estas elecciones y, desde luego, con el ascenso de

los reformistas. Es obvia su posición. Sin embargo, Escado podría

convertirse en una buena baza si sabemos jugar con ella.

- Así que, aunque contemos con la oposición férrea de la hermana

Karmesi y de Néstor Ud…

- … Martirio Roca y Úrsula Escado son dos buenas opciones para

sacar esto adelante.

El primer encuentro del Comité Ético fue desastroso. Como habían

previsto, la facción conservadora (junto a la señora Roca), rechazaban cada

detalle de la Reforma Educativa. Roso exponía el documento como si se le

fuera la vida en ello, pero sólo Marina y Úrsula aceptaban discutir los

puntos de libre aplicación.

Al llegar a casa, por fin pudo hablar con Lucano. El detective había vuelto

ya a Ciudad del Río, una vez se había cerrado el caso en el que trabajaba.

El hijo del vicealcalde de Tregua y número dos de Néstor Ud, había sido

asesinado por unos asaltantes vinculados a la extrema izquierda.

- Obviamente, se trata de una farsa. Las fuerzas policiales de la ciudad

nos han negado el acceso a la mayoría de pruebas y testigos… y la

maquinaria política del ayuntamiento ha conseguido que la justicia

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Cuento Descalzo

30

cierre el caso. Esos dos pobres jóvenes de izquierdas serán

condenados a muerte en unas semanas, e imagino que los ejecutarán

antes de que la eliminación de la pena capital sea aprobada por el

gobierno.

- Pero entonces, ¿quién ha sido?

- Alguien del Sectorial o del propio ayuntamiento, seguro. Parece que

la víctima se relacionaba con grupos anarquistas.

- El anarquismo está prohibido…

- Exactamente. No creo que a Ud y compañía les gustaran esos

escándalos. La relación con su padre era pésima. De la víctima,

quiero decir. Perdona, creo que no estoy expresándome con

demasiada claridad… estoy cansado del viaje y ni siquiera debería

contar todo esto. Venga, cuéntame, ¿qué tal con tu Comité de Ética?

Marina le habló del colegio, de Roso Amigo, Úrsula Escado y…

- ¡No te acerques a Néstor Ud! No más de lo necesario, al menos.

- ¿Insinúas que es peligroso?

- No, insinúo que, ideales políticos a parte, no es un buen hombre.

Los siguientes encuentros del Comité eclipsaron la tensión que se palpaba

en el colegio… con una oleada de tensión aún mayor. Amigo y Ud no

disimulaban el odio que sentían el uno por el otro, y la hermana Karmesi

también presentaba su lado más feroz contra una mermada Marina Del

Salar. Así las cosas, y con una Martirio Roca poco receptiva, la ex señora

Ud se había convertido en el pilar de cordura del Cómite Ético. Las

primeras reformas comenzaron a avanzar, pero la libertad de culto – y con

ello, de recibir o no clases de religión, o de asistir a los rezos sólo de forma

voluntaria – y las clases mixtas colmaban la totalidad de las discusiones

más ásperas.

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Cuento Descalzo

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- Marina, perdona, me gustaría hablar contigo – Roso Amigo la separó

del resto del grupo al concluir la reunión de ese día. – Estoy

preocupado con tu postura. La veo débil. Te achantas ante Néstor Ud

y la hermana Karmesi… Y no es sólo que no defiendas la Reforma,

es que no contribuyes en su debate. No quiero ser desagradable, pero

deberías ponerte las pilas. Es sólo un consejo.

Esa noche, Marina pensó. En su incapacidad de crear un entorno sano y

feliz en el que vivir. En su desastrosa relación con Placeo. En el amor casi

fraternal que la unía ahora a Lucano. En el asesinato secreto de Ciudad de

Tregua. En la hermana Karmesi. En la genuina Úrsula Escador… Y en la

incontenible atracción física y sentimental que empezaba a sentir por el

señor Ud. Fue la primera vez que se lo reconocía a sí misma.

Conforme se acercaba la Navidad, la profesora se iba haciendo más dura en

el seno del Comité. Era el único miembro capaz de hacer frente al poderoso

líder de los sectoriales, pues entre ambos había surgido cierta mezcla de

simpatía y tensión sexual. Con la nueva Marina Del Salar, las posiciones

progresistas avanzaron a buen ritmo, y la Reforma se abrió paso en los

anquilosados estatutos del Colegio Deuteronomio.

Lo más curioso fue ver como la otrora conservadora Karmesi cedía

conforme se desvelaban datos sobre el acceso a la educación que proponía

el nuevo plan. Buenhombre procedía de Villa Azahar, uno de esos

pequeños núcleos rurales de la Costa Interior. De familia humilde, empezó

a sentirse conmovida por las historias que proponía Roso Amigo,

sirviéndose de aquel talante político que muchos llamaban demagogia.

El veintidós de diciembre, Marina cogió un tren a Ciudad de la Sal. Pasaría

las vacaciones en casa. Durante las horas de viaje, hizo memoria de las

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Cuento Descalzo

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últimas semanas. La hermana Karmesi era sustituida en ocasiones por la

madre superiora. Decían que tenía problemas de salud. La relación con

Uriol Bachelor marchaba, pues el joven se había convertido en un gran

apoyo en la ciudad. Casi como un hermano. Pero si había un hombre que

embaucaba la mente de la señorita Del Salar era Néstor Ud. Sus labios

gruesos, sus facciones masculinas, su cuerpo encerrado en la camisa

ajustada… Su voz grave, su seguridad invencible. Su sonrisa.

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Cuento Descalzo

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Las ideas de Alsonar

lsonar vive inmerso en una lucha política cuya versión armada

finalizó treinta y cinco años atrás. El Pacto de Tregua de

Ciudad Veritá hablaba, en efecto, de armisticio, jamás de paz.

Hoy, el nombre de aquella ciudad, Tregua, recuerda a todo alsonense que

la guerra no terminó.

El espectro ideológico del país es bastante amplio. Existe una mayoría

conservadora ligeramente superior al conjunto progresista. Esta facción

de derecha agrupa tradicionalistas (patria), sectoriales (oligarquía

económica), sacralistas (Fe Nacional) y liberales (conservadurismo

político y liberalismo económico). La extrema derecha agrupa a radicales

llamados reaccionarios y organizados en torno a varios partidos.

El progresismo, por su parte, ha vivido en la sombra pese a contar con una

gran base de votantes. La falta de gobiernos regionales y locales y su

progresivo alejamiento de la Iglesia, han desembocado en unas fuerzas

tildadas de “antinacionales”. El Movimiento Social (socialismo) y la

izquierda nueva han asumido la representación del progresismo político en

ausencia de Obra Nacional, la principal agrupación política de la

izquierda durante la Guerra de las Campanas.

En esta obra se refieren algunos de estos partidos y movimientos, en el

seno del cambio que posibilita el ascenso de la izquierda al poder. En este

hecho es importante el Centro Coaligado, que agrupa a antiguos

combatientes de todo el espectro político.

A

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Cuento Descalzo

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5 La noche

río invierno. La altitud de Ciudad de Tregua propiciaba que nevara

durante aquellos primeros meses del año. La hermana Karmesi

estaba ingresada en el Hospital de Guerra desde el día de Navidad.

Algo había ocurrido en Nochebuena, pero pocos hablaban de ello en el

colegio. En clase, mientras repasaban los regalos, fiestas y reuniones

familiares, Marina se sorprendió de la simpatía que mostraban hacia ella

los gemelos Ud.

Pero las mayores sorpresas llegaron esa tarde. La madre superiora sustituyó

a Karmesi Buenhombre, por lo que la situación del Comité se tornó de

nuevo complicada.

- Creo que hoy no avanzaremos mucho más. – Roso se apoyó en la

mesa, poniendo los ojos en blanco. – Vamos tarde.

- Todo el país va tarde. – Úrsula Escador chasqueó la lengua.

- Una reforma innecesaria y sin sentido que ha fracasado antes de

aplicarse, ¡ja! – la directora se mofó de Roso Amigo y abandonó la

sala dando un portazo.

La lluvia azotaba las puertas de entrada. Sin paraguas, Marina pisó la calle

y se estremeció al pisar el primer charco. Alguien la agarró por el brazo.

Era Néstor Ud.

- Te llevo a casa.

- No, no es necesario. – Se desprendió, sonrojada.

- No te preocupes, no será molestia.

- No he dicho que sea…

F

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Cuento Descalzo

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Cedió, y ambos se montaron en el coche. Grande, negro, de lujo. “¿Bonito,

verdad?”. Marina no respondió. Estaba nerviosa, le sudaban las manos.

Lo miró, y él la miró. La tensión era máxima. Pasaron la calle Tribeque.

Puede que Néstor ni siquiera supiera que ella vivía allí. Avenida Olivarte.

- ¿Tengo un apartamento aquí, quieres subir a tomar algo?

- ¿Por quién me has tomado? – Orgullosa, se bajó del coche y echó a

correr. Él la siguió, a pié.

- Marina Del Salar, mírame. Por favor, te estás equivocando.

- ¿Lo estoy haciendo? – Se giró y se encontró en sus brazos.

- Tranquila, por favor. Te llevaré a casa.

Quedaron en cenar juntos la noche siguiente. Y cenaron. Las cosas se

precipitaron, Avenida Olivarte, de nuevo. Unas copitas, una charla sin

política, unas velas. Se besaron, se tocaron. Hacía mucho desde la última

vez. Su cuerpo era musculoso, su espalda, ancha. Sus manos, grandes y

rudas, se deslizaron sobre la suave piel de Marina. Cayeron las tirantes y

cayó el vestido. Se dejaron llevar por el deseo, rompieron la tensión con lo

concupiscible del alma.

Era hombre, muy hombre. Sufrió por unos segundos, pero el placer fue tal

que la hizo flotar. Lo miró, él también flotaba… sobre ella, bajo ella.

Una de la madrugada. Marina sobre el pecho de Néstor Ud. Fuerte, duro, en

él se sentía segura… Y él, el mismísimo casanova, el líder del carisma y el

azote político, se sintió feliz junto a aquella profesora de costa, delicada y

progresista.

El Hospital de Guerra, que había servido para estos menesteres durante los

largos años de enfrentamiento, era un edificio enorme, de hormigón.

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Cuento Descalzo

36

Pasillos de techos altos, habitaciones frías. La hermana Karmesi

descansaba en una cama destartalada. Rezaba el Rosario cuando Marina dio

unos golpes en la puerta.

- ¿Se puede?

- ¡Marina del Salar! Claro, pasa querida, pasa.

- ¿Cómo está? La veo alegre.

- ¡Qué remedio! El señor me da fuerzas en estos momentos…

Del Salar se sentó junto a ella, y charlaron durante largo rato. La

vicedirectora parecía ansiosa por contar lo ocurrido en Navidad. La razón,

sencilla: no había recibido una sola visita desde que fue ingresada.

- Las cosas no son lo que parecen en ese lugar. Me refiero al convento

y al colegio. Los tentáculos de Lucifer son numerosos y alargados.

- No se preocupe, el Comité ha supuesto una gran carga de estrés para

todos nosotros.

- ¿Comité? No hablo de ningún comité. Lo que yo digo es real. Esa

noche, él apareció. Ante mí, ante algunas de nosotras.

- ¿Él?

- Satanás.

Marina sonrió burlonamente. No pretendía ofenderla, pues fue en ese justo

momento cuando comprendió que Karmesi no bromeaba. La hermana hacía

un canto a su verdad. Decidió escucharla, pensando que aquello podría

ayudarla.

Se marchó a casa cuando finalizó el horario de visitas. Tumbada sobre la

cama, a oscuras, y acariciando al gatito Lirio, cerró los ojos. Reflexionó

sobre las declaraciones de la recta hermana Buenhombre. Satanás,

revelaciones, infiernos, pecados. Un discurso apocalíptico en el que no

creía. Sin embargo, algo le llamaba poderosamente la atención, algo de lo

ocurrido aquella Nochebuena.

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Cuento Descalzo

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La noche es lo oscuro, y lo negro ahoga la luz en su espesura. La luz que

filtraban las nubes de aquellos días se apagó de repente.

Ese día fue duro. El encuentro con Néstor Ud en la reunión del Comité,

más frío de lo que esperaba. La reacción de la madre superiora – ya

enterada de la visita al Hospital de Guerra – tan virulenta que le cogió por

sorpresa.

Lo peor estaba por llegar. La señora Bachelor la recibió en el portal.

- Marina, tengo que hablar contigo. – El gesto serio, con la mirada

perdida. – Tienes que abandonar el apartamento.

- ¿Qué? – En cualquier otra situación, la joven de Costa Salada habría

hecho acopio de su sentido del humor, pero algo ensuciaba el

ambiente esa jornada.

- Tienes una semana de plazo. Lo siento mucho.

- No lo entiendo.

- Mucha suerte Marina. – La abrazó y subió las escaleras, sin mirarla

siquiera.

El shock inicial se convirtió en rabia. Hizo las maletas, encerró a Lirio en el

trasportín, y salió por la puerta de su – hasta entonces – dulce hogar. Uri la

esperaba en el vestíbulo.

- Esto es injusto Marina. Lo siento, lo siento mucho. Quiero

disculparme en nombre de mis padres.

- Déjalo Uriol, no quiero saber nada más de esto. – Le lanzó las llaves.

– Dáselas tú, creo que tu familia se ha reído en demasía de mí.

- No, no lo comprendes. Han sido ellos, Néstor Ud y la monja

disecada.

- No conviertas esto en una lucha política.

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- ¡Lo es! O eso creo. Verás, mi padre trabaja para Factorías del Ferro,

una de las empresas de El Sector. El Sector es el imperio económico

de la familia Ud.

- No sé de qué hablas.

- Vamos a tomar un café, te lo explicaré todo.

- No, no puedo. Ahora tengo que buscar casa.

- No te preocupes, ya te la busqué yo. Por favor, acompáñame,

mereces saberlo. – Uriol era un joven convincente.

Unas horas más tarde, Marina por fin entendía la situación. Unión Sectorial

era un partido vinculado fuertemente a un holding de empresas, El Sector.

Néstor Ud era líder del partido, y a la vez presidente y máximo accionista

de la compañía. El señor Bachelor, por su parte, trabajaba para los Ud a

través de una de sus múltiples filiales. El Sector era también la principal

entidad financiadora del Deuteronomio.

Esa mañana, los Bachelor habían recibido la visita de la madre superiora y

directora del colegio, con un mensaje claro: debían rescindir el contrato de

alquiler de Marina del Salar.

- Es ilógico. No entiendo nada.

- ¿Qué ha pasado? Con Ud, con esa monja, en el dichoso Comité

Ético… - Uriol le dirigió una mirada inquisitiva.

- No lo sé, con Néstor está todo como siempre. Bueno, la hermana

Karmesi está hospitalizada, fui a verla y me habló sobre Satán y los

tentáculos de Lucifer…

- ¿Y qué más?

- No hay nada más.

- ¿Qué ha pasado con Néstor Ud?

- Nada.

- Lo has llamado “Néstor”, a secas.

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Marina se sonrojó. Contó que habían cenado juntos, y nada más. La

confianza con Uri no era suficiente para desvelar más detalles. La situación

tampoco ayudaba. Quizá fuera Néstor el que había conseguido echarla de

su propia casa.

- Sé que mientes, pero bueno, ya me contarás. Ahora lo importante es

saber dónde vas a pasar la noche.

- Dijiste que…

- Sí, ya está hablado. Pero imagino que tú querrás saberlo, ¿no?

- Por supuesto, pero no quiero ser una molestia.

- No lo serás. Además, la conoces.

No la dejó hablar más. Se montaron en la destartalada moto de Uriol y, en

no más de cinco minutos, llegaron a un bloque de apartamentos lujoso.

Sin mediar palabra, la condujo al sexto piso y llamó al timbre.

En la puerta, apareció la mismísima Úrsula Escador.

- ¿Y esa cara de sorpresa? Vamos querida, pasa. No voy a permitir que

la disecada y mi ex sigan haciendo de las suyas.

La siguiente hora fue reveladora. Sí, Úrsula y Uri mantenían una relación

desde hacía algún tiempo. La diferencia de edad y clase social no era

problema. Se conocieron en el periódico, cuando el mayor de los Bachelor

realizó una entrevista a la ex mujer del líder sectorial.

Por la noche, Uriol se marchó y las dejó solas. Marina estaba consternada.

Se sentía culpable. Se sentía engañada. Se sentía tonta. Néstor Ud había

jugado con ella, y la madre superiora había intentado quitársela de en

medio con un movimiento burdo y sencillo.

- Es típico en él. No obstante, tengo que reconocer que no esperaba

este trato contigo. Pensé que te miraba con otros ojos.

- Yo no…

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- Niña tonta, sé que te has acostado con él. Que te has dejado llevar

por el atractivo y fibrado malote de la política nacional. No es mi

problema, pero ahora sí es el tuyo. Ha sido ese sinvergüenza el que te

ha dejado en la calle.

- ¿Estás segura?

- Si sigues dudándolo, veo que no eres tan despierta ni inteligente

como decía Uriol. Pero la solución es sencilla. Si no me crees, vete.

- No quiero sentirme más estúpida.

Úrsula la miró con gesto maternal. Marina se sintió una niña desvalida.

Aquel pensamiento le hacía daño.

- Entonces, ¿puedo dormir aquí?

- Por supuesto.

- Bien, antes tengo que arreglar un asunto. Tranquila, no haré ninguna

locura. Volveré en un par de horas… como muy tarde.

Cogió un taxi e indicó la primera dirección que le vino a la cabeza:

Avenida Olivartes. Sabía que no era la residencia habitual de Néstor Ud,

pero también estaba convencida de que lo encontraría allí, y así fue.

Empujó la puerta cuando Ud la entreabrió. Entró, se giró, lo miró con rabia.

La noche era oscura, y a la tenue luz de las lámparas sus ojos verdes

brillaban como nunca.

- Lo sé todo, Néstor. No, no me refiero a eso. – Lo hizo callar nada

más ver el primer movimiento de sus labios. – Hablo del asesinato de

Igor Catra, el hijo de nuestro querido vicealcalde y número dos de tu

partido, Luis Mario Catra.

- ¿Qué-sabes-tú-sobre-eso?

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Cuento Descalzo

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6 La veritá

armesi volvió al colegio a mediados de febrero. Su salud había

mejorado, y las palabras Lucifer y Satanás no brotaban de su

boca. De hecho, eran pocas las afortunadas que pronunciaba su

boca. Ausente, reservada, y apartada de su labor docente y directiva. Así

era la nueva hermana Buenhombre.

La Reforma había avanzado tanto que podría aplicarse al Deuteronomio

para el próximo curso, a la vez que el resto de centros; y es que la puesta en

práctica de la nueva legislación se había atrasado en todo el país.

El Comité celebrara esa tarde una de sus últimas reuniones. A un lado, la

madre superiora y Néstor Ud. Al otro, Roso Amigo, Úrsula Escado y

Marina Del Salar. En el centro, Martirio Roca, el eterno péndulo que se

debatía entre la realidad y la creencia.

El tema a debatir era, de nuevo, el carácter mixto de las aulas. La oposición

de Roca era tácita, pero Del Salar no estaba dispuesta a dejar escapar la

última oportunidad de romper el empate.

- Señores, señoras, directora; el tiempo de este Comité está llegando a

su fin. Hoy será la última vez que nos enfrentemos al problema del

colegio mixto. No voy a repetir los argumentos del sector

progresista, a cambio, claro, de que no me repitan los del sector

conservador. – Rieron. – Pero estoy convencida de que, en la

votación, será el sentido común el que resulte vencedor. Y a él apelo.

Porque usted, señora Roca, no es menos que el marido que no ha

sabido sacar adelante su negocio. De hecho, seguro que las cosas en

K

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Cuento Descalzo

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casa están mejor que en la consulta. – Martirio mezclaba el sonrojo y

el enfado en su demacrado rostro. Usted, madre superiora, dirige con

mano de hierro un convento y un colegio como el Deuteronomio. Es

mujer culta y, sin embargo, niega la capacidad de las chicas para

formarse con el mismo éxito que sus compañeros.

- El papel de la mujer está en servir en casa o servir a Dios.

- Pero usted dirige una casa, dirige la educación de mujeres y

hombres. Sí, sí, sé que no la convenceré. Pero la realidad es la

realidad. Y el señor Néstor Ud… creo que se ha encontrado con las

suficientes mujeres inteligentes en su vida. ¿Me equivoco?

La votación trajo una sorpresa. Cuatro a dos. Marina, Roso, Úrsula y

Néstor aprobaron la integración de chicos en chicas en aulas mixtas.

Las cosas habían cambiado desde que una joven profesora de costa

desafiara al empresario y político más poderoso de la ciudad. Desde que el

último fichaje del Colegio Deuteronomio luchara por la igualdad en el

propicio centro.

- No deberías marcharte.

- Una vez que el proyecto de reforma sea aprobado… Nada me atará a

esta ciudad.

- Sí, el curso.

- El curso acaba con las vacaciones de primavera. Luego sólo hay un

mes de estudio y, finalmente, la prueba de junio. La última prueba de

junio.

- Deberías estar aquí para ayudarlos a superarla.

- Están preparados de sobra.

Úrsula y Marina discutían, de nuevo, sobre la decisión tomada por Del

Salar. Abandonaría Ciudad de Tregua en apenas un mes y medio. La

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decisión estaba tomada, y eran varios los factores que influían en ella: el

deseo de prepararse la nueva prueba de Refuerzo del Profesorado (con la

que podría optar a impartir clase en niveles superiores o especializados), y,

ante todo, la necesidad de perder de vista a Néstor Ud.

Sonó el teléfono. La hermana Karmesi quería verla, en Lo Nuestro, esa

misma tarde. Parecía nerviosa y mucho más habladora que en las últimas

semanas.

- Ha vuelto a ocurrir, pero no puede saberse nada, no.

- ¿Qué ha pasado Kar…?

- ¡Lucifer! En la capilla… yo rezaba… brotó la sangre, y gritó.

- ¿Quién gritó?

- La niña pequeña. Mirta.

Marina tembló. Un escalofrío recorrió cada nervio de su cuerpo. Era

imposible que hablaran de la misma persona.

- ¿Mirta?

- Sí, es pequeña, y visita la capilla cuando Satán hace acto de

presencia. Pero él no se ve… él se siente.

- ¿Cómo conoces a Mirta?

- Antes pensaba que era alumna del colegio, pero desde Nochebuena

sé que es algo diferente, ¡un ángel!

- Karmesi, creo que no te encuentras bien. Vamos, te acompaño al

convento…

- ¡No! Ella volverá a pegarme.

- ¿Quién te ha pegado? ¿La madre superiora?

- Es un monstruo, es seguidora de Lucifer.

La conversación siguió el mismo camino durante las próximas horas.

Karmesi, con los ojos desencajados, gritaba o murmuraba – indistintamente

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– una serie de nombres y palabras que se repetían. Lucifer, Satán, Mirta, el

ángel, la niña, el castigo, el juicio.

De repente, su rostro se ensombreció. Una figura alta apareció en la puerta

de la cafetería. Señaló hacia donde la monja y la profesora estaban

sentadas. La primera, volteó la mesa y echó a correr, pero pronto entraron

dos hombres corpulentos que la aprisionaron y agarraron, con fuerza.

- Madre, ¿qué ocurre aquí?

- La hermana Karmesi ha perdido la cabeza, señorita Del Salar. Los

servicios psiquiátricos se encargarán de ella.

- ¿Puedo acompañarla?

- ¡Por supuesto que no! De hecho, no sé por qué está aquí. Siempre la

descubro metiéndose donde no la llaman. – Se giró hacia la puerta,

con intención de seguir a los celadores que arrastraban a

Buenhombre.

- Usted no se queda atrás, muy señora mía. – Marina gritó y la madre

superiora no tardó en volverse. – Sí, sé me echó de casa, y que ha

maltratado a la hermana Karmesi.

“Sé qué”, la estratagema que había puesto a Néstor Ud a sus pies en aquel

primer momento de enfrentamiento… Por desgracia, los hechos no se

repitieron. La desgastada figura se acercó a ella y la golpeó fuertemente.

Mientras caía, Marina observó el odio que emanaba de la mirada de aquella

mujer. Y entonces sintió que todo se desvanecía a su alrededor.

Despertó un rato después, en la parte trasera del café. Agradecida con los

responsables del local, no tardó en marcharse. Llegó al Hospital

Psiquiátrico, donde le negaron cualquier ingreso durante esa tarde. Corrió

hasta el Convento de Nuestro Señor Descalzo. Nadie le abría.

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- Néstor, soy Marina Del Salar. – Ud era la única persona con llaves

del colegio y el convento que conocía, a parte de la misma madre

superiora. – Necesito entrar al Descalzo, o al Deuteronomio, me da

igual.

- Marina… ¿qué ocurre?

- Lo necesito, lo necesito. La hermana Karmesi, creo que está en

peligro.

- Marina, vuelve a casa.

- Néstor Ud, he escondido tu verdad por respeto a tu ex mujer y tus

hijos, pero creo que este es el momento de recurrir al chantaje.

Ambos sabemos quién mató a Igor Catra, y quien organizó la trama

que lo ha sumido todo en la sombra.

- ¿Chantaje? Estaré ahí en cinco minutos, señorita Del Salar. – Colgó.

Fueron quince, pero Marina no tenía tiempo de echárselo en cara. Entraron,

hecho ante el que las hermanas se horrorizaron. Marina cogió a una de las

más jóvenes y la interrogó, pero sirvió de poco. Otra de ellas, sin embargo,

dejó caer un rosario junto a la profesora. Interpretando la señal, la siguió.

- Voy contigo. – Néstor Ud se unió a la carrera.

- ¿Estás preocupado por mí?

- No, simplemente quiero evitar que te metas en más líos.

- Qué considerado.

En el quinto piso, los dos grandes celadores que habían capturado a

Karmesi en Lo Nuestro custodiaban una de las puertas. Se escuchaban

gritos en su interior.

- No podrá pasar, señorita. Están ahí por orden de la madre superiora.

- Déjamelos a mí. – Néstor se acercó a la puerta. – Perdonen, soy…

- Sabemos quién eres. No puedes pasar.

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Fue sólo un momento. Marina Del Salar avanzó en carrerilla hasta la puerta

que la separaba de Karmesi Buenhombre. Con el golpe, el oxidado cerrojo

cedió y la joven cayó contra el suelo de la habitación.

La madre superiora, altiva, sostenía varios rosarios sobre sus manos. Estaba

colocada, de pie, a un lado de la cama. Al otro, un sacerdote, con una biblia

y un crucifijo en las manos. En el centro… Karmesi, tumbada, sangrando,

con los ojos en blanco.

- ¡Fuera de aquí ramera!

- ¡No! ¡Jamás! Dejadla en paz, dejad a la herman…

- Ya vale, Marina. – Néstor la sujetó por los hombros. – Esto ha

llegado demasiado lejos. – Pinchó a la que fue su amante con una

pequeña jeringa que sacó del bolsillo de la gabardina. Dirigió la

mirada a la madre superiora.

- Señor Ud…

- Esta práctica es contraria a la Fe Nacional.

- Y el asesinato con ocultamiento está prohibido por el código penal.

- Haremos como si esto no hubiera pasado, pues.

- ¿Y la buscona Del Salar?

- Yo me encargaré de ella.

Marina dormía.

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Epílogo: La chica

as vacaciones de primavera comenzaban al día siguiente. El

informe de notas era entregado por los tutores entre las nueve de

la mañana y la una de la tarde. Úrsula Escador subió las grandes

escaleras centrales del Deuteronomio, hasta la planta cuarta. No esperaba

muy buenos resultados para los gemelos, pese a que la profesora Marina

Del Salar había conseguido que las notas de toda la clase se incrementaran.

Allí estaba esa joven de costa, sentada sobre la mesa del profesor, con la

mirada perdida. Sonrió al verla.

- Úrsula, querida.

- ¿Cómo estás? Deberías haberte quedado en casa…

- Mucho mejor, no te preocupes. En el hostal me han tratado genial.

- Te echaré de menos… Pero tu legado siempre quedará en el

Deuteronomio.

- ¡No seas tonta! – rió. – Es el legado de todo el Comité Ético.

Tendría que comprar un pastel a los gemelos. Las notas eran muy

superiores a las que esperaba. Contenta, bajó de nuevo las escaleras. Se

topó con otra conocida.

- Hermana Karmesi, buenos días.

- Buenos días señorita Escado. ¿Bien los gemelos?

- ¡Demasiado bien! ¿Y usted?

- No estoy mal. Me voy a las misiones.

- Qué sorpresa.

L

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Definitivamente, el próximo curso en el Deuteronomio sería muy diferente.

Sin Marina del Salar, sin Karmesi Buenhombre, y con la aplicación de la

Reforma Educativa.

Se montó en el coche y miró aquel edificio robusto. Tras las vacaciones, los

gemelos acudirían a prepararse para las pruebas finales.

Casi a las dos, Marina guardó sus cosas y salió del aula. Preguntó a varias

profesoras y madres por la hermana Karmesi, de la que quería despedirse.

No la encontró en el colegio, así que entró en la capilla. Sólo había una

persona, rezando en los primeros bancos.

Decidió llamarla más tarde, y se marchó del centro… para siempre.

En la capilla, esa figura menuda se levantó. Se trataba de una novicia recién

llegada.

- … pues soy impura, he pecado. – Miró al altar y sonrió, mientras se

disponía a salir por el ala derecha.

En la puerta, chocó con la hermana Karmesi.

- Disculpe, no la conozco. ¿Es novicia?

- Sí, hermana.

- Encantada entonces.

- Igualmente. Nos veremos por aquí.

- No creo, mañana marcho a las misiones.

- Bueno, en ese caso, ¡espero que se acuerde de mí vaya donde vaya!

- Creo que no podré olvidarme de nada de lo que ha ocurrido en este

convento…

- Tampoco se olvide de la novicia Andrea entonces.

Ambas siguieron su camino. Karmesi se volvió un momento.

- ¿Cómo dijiste que te llamas?

- Andrea. – Guiñó un ojo y sonrió. Andrea estaba allí.

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Nota: Los hechos finales – que transcurren entre La veritá y el Epílogo – se exponen

entre líneas.

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