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1 C UENTOS C ONVERSAR para Ilustrado por Loly & Bernardilla

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C

UENTOS

C ONVERSARpara

Ilustrado por Loly & Bernardilla1

CUENTOS PARA CONVERSARMara Eugenia Coeymans A. Ilustrado por Loly & Bernardilla www.lolybernardilla.cl [email protected] Nmero de Registro:159.633 Copyright Mara Eugenia Coeymans A. 2006. Todos los derechos reservados CHILE www.mecoeymans.cl [email protected]

MARIA EUGENIA COEYMANS A.

C UENTOS

para

C ONVERSAR

Ilustrado por Loly & Bernardilla

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INDICEGua del Educador

I. Introduccin. II. Desarrollo de vnculos personales III. Comunicacin interpersonal IV. El cuento como instrumento educativo V. Sugerencias para narrar cuentos VI. Formacin personal VII. Gua de los cuentos -Ladybird y sus lunares -El anillo Abridor -Trancolargo -La ovejita -Alas doradas -Los tres puentes -Un da de invierno -La nube juguetona

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INDICE-El caracol sin casa -La campana de bronce -El trompo de Navidad -La palmera llovida -El pez naranja de aletas plateadas -El chanchito alcanca -El ave imperial y la fuente cantarina -Coiporo -El viejo violn -La lucirnaga viajera -Saltina, la vicua inquieta -La veleta de los vientos -Gaspar -El pino de Navidad -Kangu perdido -La tortuga marina -El secreto de la caja blanca -Aupie -Gan -El pequeo girasol -La joven de la torre -El gran tmpano 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60

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CuentosLadybird y sus lunares El anillo Abridor Trancolargo La ovejita Alas doradas Los tres puentes Un da de invierno La nube juguetona El caracol sin casa La campana de bronce El trompo de Navidad La palmera llovida El pez naranja de aletas plateadas El chanchito alcanca El ave imperial y la fuente cantarina Coiporo El viejo violn La lucirnaga viajera Saltina, la vicua inquieta La veleta de los vientos Gaspar 63 67 71 75 77 81 85 87 91 95 99 103 107 109 113 117 121 125 129 133 137

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INDICEEl pino de Navidad Kangu perdido La tortuga marina El secreto de la caja blanca Aupie Gan El pequeo girasol La joven de la torre El gran tmpano 139 143 147 151 155 159 161 165 167

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I. INTRODUCCIN

Cada da son ms escasos los momentos tranquilos que permiten establecer una comunicacin sana, rica, profunda y verdadera, entre padres e hijos. La agitacin propia del tercer milenio invade los hogares, con padres y madres cansados al fin de cada jornada, deseosos de poner trmino a su da y tener un instante de respiro. Encontrar en esas condiciones, ratos espontneos de conversacin con la sensacin del tiempo detenido, es difcil. Es preciso tener la voluntad de hacerlo an cuando est de moda dejar que las cosas fluyan. Es necesario crear esos espacios, en torno a la mesa familiar, y por qu no, reunidos junto a un fogn imaginario, tal como lo hacan nuestros ancestros con el fogn real, escuchando la Sagrada Escritura, ancdotas, cuentos, historias, chistes y tambin poesa, o cualquier otro gnero literario. Es sano dejar que all surja el indispensable oxgeno de la familia, el real intercambio de vivencias, raz del encuentro de corazones, en un clima cargado de afectividad y donde cada quin es aceptado, reconocido y amado como alguien nico, insustituible. Histricamente la Humanidad us por milenios la transmisin oral para perpetuar usos, costumbres y valores. Tambin para entretener, encantar, cautivar y despertar vida. Maestro y modelo en este arte es Jesucristo. Sus parbolas estn llenas de sabidura y mueven al hombre actual, y al de todos los tiempos, como lo hicieron durante dos mil aos. Ms tarde surgen las fbulas. Invitan al buen comportamiento de las personas en forma explcita, va identificacin inconsciente con el protagonista, y va consciente con sus moralejas o moralinas.

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Los cuentos de hadas, con clara distincin entre el bien y el mal, extrados de la tradicin oral de distintos pueblos y escritos y recopilados por diversos autores, cautivan por centenios. Otro tanto, leyendas y mitos contados y re-contados de generacin en generacin, asombraron oyentes y crearon la magia del encuentro cordial entre el narrador y su auditorio. Le hace falta al mundo actual momentos de intimidad en el seno de la familia, o en la sala de clases en torno a un cuento bien narrado, o una rica conversacin surgida de l. Les hace falta a los nios estar sentados en las rodillas de sus padres leyendo un libro juntos, o yacer acostados escuchando, antes de dormirse, la voz tranquila de sus progenitores abrindoles al mundo de la fe, de la imaginacin, de la fantasa con parbolas, cuentos, fbulas... Le hace falta a la educacin formal detenerse, creando un espacio entre profesor y alumnos, donde ausente la correccin y la crtica slo se de una comunicacin en torno a lo asombroso, lo increble, narrado con amor. Este libro les invita a ese encuentro. Propone un estilo de comunicacin deseable para facilitarlo entre padres e hijos, profesores y alumnos. Entrega cuentos cortos -8 a 10 minutos- cuyo contenido apela a lo mejor de cada uno y proporciona una gua a quin tenga dificultad para iniciar una conversacin. Contiene preguntas de orden cognitivo para abrir la mente, de orden afectivo para abrir el corazn y de orden formativo para abrir el sano discernimiento.

1.- Se hablar de nio o nios en sentido genrico. Incluye nia y nias.

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II. DESARROLLO DE VNCULOS PERSONALES

Nuestra misin de padres y educadores es ayudar a la formacin de nuestros nios como seres humanos integrales y despertar la originalidad de cada uno de ellos, guindolos para que actualicen sus potencialidades y superen o asuman sus limitaciones como posibles aliadas en su vida. Pilar fundamental del desarrollo integral de la persona, es la existencia y el cultivo, a lo largo de su vida, de una red orgnica de vnculos de amor, sana armnica y estable. Estos vnculos aparecen estrechamente ligados a las necesidades propias de todo ser humano. Un primer grupo de necesidades son las bsicas o biolgicas -pan, techo, abrigo-, indispensables para la sobrevivencia humana. A travs de su satisfaccin, el nio, desde el momento de nacer, y an antes de ello, entra en contacto ntimo y estrecho con su madre, fuente primera y natural de nutricin, abrigo y cobijamiento. En forma simultnea se inicia la satisfaccin del segundo grupo de necesidades, las psicolgicas -afecto y seguridad- tambin indispensables en un mnimo grado para sobrevivir. Tal afecto y seguridad son otorgados primariamente por la madre y luego por el padre, hermanos y restantes miembros de su crculo familiar y social. Empieza as, con esta interaccin, la satisfaccin del tercer grupo de necesidades: las psico-sociales o de relacin. El nio que posee conciencia inicial de s mismo y sus necesidades, y fuertes matices de egocentrismo, descubre que existe un mundo fuera de l mismo. Percibe, en el intercambio amoroso con los suyos, la existencia de un t en los dems, distinto de l mismo. Al amor que recibe empieza a responder con el amor que entrega en una sonrisa, en una caricia. Junto con descubrir a los dems descubre tambin el mundo de la naturaleza y lo creado, que se le presenta en su primer alimento fuera del seno materno, en el mvil que cuelga frente a su cuna, en su primer cascabel.

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El ltimo grupo de necesidades de la persona, tan importante para su desarrollo integral, como las ya mencionadas, son las necesidades trascendentales. El ser humano necesita saber que su vida tiene un sentido, que se prolonga ms all de si mismo, ms all de su tiempo, que hay un Creador que est por encima de todos y que es para l un Padre que le ama. La satisfaccin de necesidades lo lleva, desde su ms temprana edad, al proceso de establecer vnculos. Primero, consigo mismo, al reconocer sus sensaciones y sentimientos -hambre, sed, fro, deseos de cobijamiento y calor- y al expresarlos a travs de distintas formas, siendo la ms frecuente el llanto. En el reconocimiento del t, en su madre, padre y otras personas, por quienes se siente amado, inicia el proceso de vinculacin con las dems personas, a quines l a su vez ama. En el contacto con la naturaleza, al contemplar como se mueven las hojas de un rbol, al tomar un fruto entre sus manos o en sus primeros objetos de juego, inicia un proceso de vinculacin con la naturaleza y las cosas. Todas las vinculaciones que hemos mencionado forman parte de las vivencias ms profundas del ser humano y sern cimiento de su futura personalidad cuyos rasgos se definen en gran medida antes de los cinco aos. Finalmente en el proceso de vinculacin con Dios la persona satisface las ansias de trascender, e incorpora en este vnculo todos los restantes. La vinculacin con Dios es la ms importante, pues es la nica fuente de seguridad y amor definitivos e incondicionales. Una mirada al nio puede develar la calidad de sus vnculos personales y puede contribuir a entregar a sus padres y educadores elementos para ayudarlo en su proceso de desarrollo integral. Un nio con una vinculacin armnica consigo mismo, es aqul que se conoce, tiene una imagen positiva de s, se respeta, quiere y acepta con sus potencialidades y limitaciones. La imagen positiva de s le viene dada por la aceptacin incondicional que recibe de quines el ama, padres y maestros. Acepta a los dems porque se siente aceptado; respeta a los dems porque se siente respetado; quiere a los dems porque se siente amado. Puede vivir con sencillez y austeridad porque su valoracin le viene dada por el ser y no por el tener; toma decisiones usando su libertad y autonoma personal, pero considera la libertad del otro. Acta con solidez, movido por convicciones internas, sin ser esclavo de sus ganas o caprichos, lo que lo lleva a actuar con responsabilidad en los compromisos que libremente asume.

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Un nio con vnculo armnico con las personas, es aquel que desarrolla su capacidad afectiva de dar y recibir amor, en una interaccin en la cual estn presentes el respeto, la honestidad, la veracidad. Tambin acrecienta su capacidad de preocuparse por las necesidades de los otros y de actuar solidariamente con ellos. Tiene un profundo sentido de la justicia, pero es capaz de perdonar y actuar con misericordia si es ofendido. Un nio vinculado armnicamente con la naturaleza y el mundo de lo creado, es aqul que se relaciona con ellos aprendiendo a amar la creacin y a hacer buen uso de los objetos a su alcance, respetando el orden de ser de cada cosa, es decir su naturaleza y funcin propias. Es un nio que respeta la naturaleza, la cuida y se preocupa por ella, a travs de animales y plantas, ros y lagos y todo aquello que lo circunda. Un nio que hace uso apropiado de las cosas, acta con generosidad frente a lo que posee y crece con libertad frente a lo que carece -en la medida que no afecte sus necesidades bsicas. Un nio vinculado armnicamente con Dios, es aqul que se siente hijo ante l y lo ama como a su Padre. Con Cristo Jess -su Amigo y Pastor- y con su Madre Mara como modelo y gua, se esfuerza por hacer Su voluntad. El Espritu Santo, del cual es templo, le ilumina en esa tarea. Los vnculos mostrados, esenciales para el proceso creciente de personalizacin del ser humano, se desarrollan y fortalecen a lo largo de su vida. Sern realmente vnculos cuando posean profundidad, armona y estabilidad en la relacin y se hallen en un marco de respeto y amor hacia si mismo, haca los dems, haca Dios y Su creacin.

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III. COMUNICACIN INTERPERSONAL*

El educador de alma se caracteriza por entregar un amor personal, respetuoso, comprensivo. Posee el arte de abrir los corazones, de escuchar y de intuir lo que no se expresa con palabras. Ausculta y descubre el alma de la persona y de la comunidad, o su realidad propia, para servir esa vida que poseen, sin imponer normas ni esquemas preconcebidos, ajenos a su realidad, sin forzar la vida. Esto presupone un estilo de comunicacin interpersonal que es deseable desarrollar entre el educador y el educando. Un estilo de comunicacin que considere los sentimientos de las personas involucradas y vaya ms all de la periferia de cualquier comunicacin formal o intercambio de roles. El educador -pap, mam, profesor, profesora...- est llamado a construir el edificio de la comunicacin con sus hijos o alumnos. l da los primeros pasos y modela las conductas deseables. Para clarificar ms lo anterior y llevarlo al terreno de la vida misma, mostraremos los distintos pisos de tal comunicacin, sus cimientos y el terreno sobre el cual se construye. Imaginemos que yo, como pap, o profesor deseo establecer una rica comunicacin interpersonal con mis hijos o alumnos. Lo primero que necesito es contar con un terreno adecuado: el hombre sabio su casa en roca construy. ** El terreno que requiero es mi voluntad de comunicarme con cada persona. Si no tengo deseo ni voluntad de comunicarme, no estoy en condiciones de construir mi edificio: carezco del terreno apropiado. Supuesto que s quiera comunicarme, inicio la construccin de los cimientos del edificio: aceptacin incondicional de la o las personas con quienes me quiero comunicar. Esto es un proceso que empieza con mi deseo de aceptar incondicionalmente a mi hijo o hija, o al menos de aceptarlo simplemente. Si ese deseo est en m, doy paso a la construccin del primer piso.* Este captulo est basado en el pensamiento del gran educador Thomas Gordon a partir de sus libros P.E.T. y M.E.T. Ediciones Diana, Mxico 1979. **Mt 7,24

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El primer piso es el arte de escuchar bien. Se habla mucho de la necesidad de escuchar y de ser escuchados. No siempre est claro en qu consiste. De hecho, la mayora de las veces creemos que escuchamos bien, pero no ha sido as realmente. Para escuchar bien a otro, como primer requisito es preciso posponer, dejar de lado, poner entre parntesis, todo lo mo. Es necesario hacer silencio, exterior e interior; acallar todas mis voces. Habitualmente, mientras oigo lo que alguien me est diciendo, estoy pensando lo que voy a decirle, la respuesta que le dar o el consejo que creo necesita. Este fenmeno se da desde mi yo. Es mi perspectiva la que est en juego y no la necesidad del otro, por muy buena intencin que yo tenga. Tal vez un ejemplo sea clarificador. Cuando una persona est cargada emocionalmente, tiene un problema o le ocurre algo estupendo, normalmente desea transmitrselo a alguien cercano. Quien est en el centro, en ese momento, desde el punto de vista de la comunicacin, es ella. Hasta que no exprese su sentimiento, cualquier cosa que yo haga o diga, fuera de escucharla pasiva o activamente, la bloquear. Imaginemos que Magdalena, mi hija de diez aos, se acerca a m y me dice: en el colegio lo nico que hacen es darnos tareas y ms tareas... Podemos darle varios tipos de respuesta. Las ms frecuentes son: Argumentar Aconsejar Interrogar Defenderse :T vas a clases para eso, para trabajar y aprender... : Hazte un horario y as terminas rpido y puedes jugar... : Cules son las tantas tareas? : No ser que en clases ustedes pierden mucho el tiempo?...

En cada una de las respuestas anteriores, el centro soy yo, porque no intento develar el sentido profundo de lo planteado por Magdalena. No me pregunto interiormente qu le pasa a ella, qu le ocurre o qu siente?, sino me quedo en el hecho puntual. Lo desmenuzo, lo analizo, intento sugerir respuestas que, en resumen, me deshagan del problema, aunque sin duda con la mejor de las intenciones, con la de ayudarla. Sin embargo, el efecto es exactamente contrario. Es muy probable que Magdalena no sobrepase ese punto de la conversacin o se limite a decir algo as como bueno, ya, o una frase de buena crianza. Pero no lograremos ir ms all en la comunicacin.

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Para escuchar bien y comunicarse de verdad, se requiere tener una actitud corporal determinada, dando espacio a la otra persona. Sentarse frente a ella, mirar sus ojos, su cara, atender al mensaje total que enva: tono de voz, gestos, sonrisas, lgrimas, posicin de las manos, postura corporal, de la cabeza, etc. Al mismo tiempo, es preciso crear una atmsfera adecuada: silencio interior y exterior. Privacidad, si es posible. Garantizar la confidencialidad, pues nadie desea que sus cosas sean ventiladas ante terceros. Es necesario, adems, invitarla a hablar, acogindole de verdad, manifestando algo en este estilo: cuntame!, lo tuyo me interesa...,si quieres, podemos conversar; estoy contigo.... En el curso de la conversacin, tambin es importante hacerle saber que sigo el hilo de lo que me est diciendo. Puedo estar en silencio y no escuchar realmente. Por eso, mis seales de asentimiento le mostrarn que de verdad estoy escuchndola: mm! ya veo! hum! s! claro! ... Finalmente, intento detectar l o los sentimientos que la otra persona experimenta. Procuro colocarme en el lugar de mi hija; en sus botas, como dice Rogers* para responderle empticamente. La empata, segundo piso del edificio, es la comprensin ms cercana de lo que sucede al otro. No soy el otro, pero intento sentir como l para acercarme ms a su realidad y, desde ella, acogerlo, escucharlo, conocerlo, respetarlo y amarlo. La empata se expresa en una respuesta que lleva involucrado el sentimiento del otro: alegra, tristeza, afecto, miedo, rabia, y todos sus matices (ansiedad, angustia, frustracin, desilusin, gozo, satisfaccin, orgullo...) en sus distintos grados (muy, mucho, algo, poco, nada): ests (o te sientes) desilusionada porque las cosas no marchan como t esperabas... Esta respuesta emptica es una hiptesis acerca de los sentimientos del otro. Por eso, normalmente, es una frase inconclusa, que da pie a que la otra persona la complete, afirmndola o rechazndola. Tambin incorpora la posible razn por la cual el otro experimenta tal sentimiento. A travs de este proceso, la persona penetra su propia interioridad y mira si es efectivamente eso lo que siente o es otra cosa. Podemos equivocarnos en nuestra apreciacin, pero nuestra hiptesis errada le ayuda de todos modos a identificar mejor lo que le sucede. Y, desde el punto de vista comunicacional, percibe nuestro real inters en

*Rogers, Carl. Psicoterapia centrada en el cliente. Paidos. Buenos Aires, 1966.

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ella, demostrado a travs de nuestro escuchar bien y de nuestra respuesta emptica. La empata, en muchas ocasiones no es verbal: un abrazo, un suave palmoteo en el hombro, una sonrisa, expresan a veces mucho ms que una frase bien elaborada. Aqu se pone en juego la sensibilidad del educador para discernir cundo y qu es necesario. Volvamos a Magdalena y veamos lo que sucede con otro tipo de respuesta. Intento centrarme en lo que a ella le est ocurriendo, en lo que siente o le pasa. El dilogo podra desarrollarse de este modo: Magdalena Padre Magdalena Padre Magdalena Padre Magdalena Padre Magdalena : En el colegio lo nico que hacen es darnos tareas y ms tareas... : Ests cansada con tanto trabajo... : Si, no me queda tiempo para patinar, ni andar en bicicleta, ni hacer nada entretenido... : Te da lata no poder hacer las cosas que te gustan y pareciera que las tareas te disgustan... : S, porque nos hacen repetir lo mismo de la clase... : Y t quisieras algo diferente... : Claro: Por ejemplo, ver cosas en la naturaleza, leer libros entretenidos... : Has pensado plantearlo a tus profesores? : No. Pero podra hacerlo...

En este dilogo, el pap pudo llevar a Magdalena al fondo de su problema a travs de sucesivas aproximaciones en las cuales l acta de espejo de sus sentimientos. Eso la ayud eficazmente a centrarse en lo que realmente le suceda y a encontrar en conjunto una salida a su inquietud, mediante una sola frase casi trivial. La clave: el pap estuvo permanentemente centrado en ella. Lo de l, su rol como padre, incorpor la actitud de auscultar el corazn de ella. Pero, cmo se ausculta el corazn de alguien cuando no se es mdico ni se tiene estetoscopio? Se ausculta en el escuchar atento y a travs de la captacin de los sentimientos que la persona experimenta, para luego reflejrselos en forma adecuada.

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As, se educa respondiendo a la vida, a los ideales e intereses que mueven a las personas. Estamos ya en condiciones de construir el tercer piso de nuestro edificio: el mensaje-yo o expresin de mis propios sentimientos. Suponemos que los anteriores estn slidamente construidos y que, como educadores, los hemos modelado. Pero, hay ocasiones en que necesitamos ser escuchados y comprendidos, y lo seremos solamente si nosotros lo hemos hecho primero. Hay circunstancias en que nos sentimos afectados en nuestros sentimientos por las conductas de las dems personas, nuestro cnyuge, nuestra alumna... Y para la sanidad del vnculo con ellos, yo necesito expresar lo que a m me pasa, lo que siento, lo que me ocurre. En los dos primeros pisos y en los fundamentos del edificio, el centro era en forma permanente nuestro t significativo: hijo. alumna, etc. Lo mo estaba temporalmente excluido y, como ya sealramos, mi pregunta interna era: qu le ocurre? qu le pasa? qu siente? Ahora, soy yo quien est cargado emocionalmente y aquellas preguntas debieran dirigirse a mis sentimientos y al contexto en que tienen lugar. Esta vez soy yo el centro en el proceso de comunicacin y desde mis sentimientos envo mi mensaje. De nuevo, un ejemplo puede ayudar. Imaginemos, que estoy conduciendo por una carretera de alta velocidad y hay mucho trfico. En el asiento trasero mis dos hijos, de 8 y 10 aos empiezan a jugar lo que me impide concentrarme en el manejo. Me siento inquieto de verdad, ante este hecho. Podra dar un grito y acallarlos sin ms, lo que los dejara silenciosos y frustrados y a m con una ingrata sensacin. Puedo, en cambio, expresar lo que me sucede, sin ataque, sin ofensas, pero mostrando el comportamiento que me afecta y lo que siento. Podra expresarlo as: Cuando estoy conduciendo con tanto trfico me pongo nervioso y necesito concentrarme. Podran ir tranquilos por un rato y luego jugamos todos juntos...? Es posible que los nios ante esta frase u otra parecida, se sientan tambin incmodos (en la medida que he construido una relacin sana con ellos). Pero esta incomodidad surge de su propio comportamiento y es altamente probable que lo cambien. Que consideren o no mis sentimientos slo depender de si he considerado o no, en otras oportunidades, los sentimientos de ellos; si supe escucharlos y comprenderlos cuando ellos lo requirieron. Pasa un tiempo y tenemos otro paseo en perspectiva. Al recordar lo sucedido la vez anterior con el trfico invito a mis hijos a una sesin para prevenir los momentos aburridos y con ellos ver alternativas para las situaciones difciles.

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Llegamos as al cuarto piso del edificio de la comunicacin: prevencin y solucin de conflictos a travs del sistema nadie pierde-todos ganan. Es saludable, en este caso, fijar una reunin especial para tratar el problema. Como pap me corresponde hacer un diagnstico inicial de la situacin: mirar previamente cul es l o los problemas potenciales o actuales; qu sentimientos aparecen involucrados en m y en los dems; y fijar como objetivo la solucin de los problemas en una forma tal que todos quedemos satisfechos. En la reunin, planteo mi diagnstico y pido opiniones a mis hijos para chequearlo y corregirlo, llegando as a un diagnstico conjunto. A continuacin, en esa misma reunin o en otra si el tiempo no lo permite, iniciamos un proceso de bsqueda de soluciones a travs de una lluvia de ideas. Se pide que todas las personas, incluido el pap o mam, aporten alternativas, y se toma nota por escrito. Ninguna idea es rechazada, criticada o evaluada en este momento. Se requiere aqu, como a lo largo de todo el proceso, un total respeto por todos los aportes. Pasado un rato y cuando ya no surjan nuevas ideas, a pesar de nuestra insistencia (qu otro camino ven?, en qu otra forma podramos solucionar esto?, etc.), hacemos una evaluacin de acuerdo a los siguientes criterios: De urgencia De relevancia : Cul de estas alternativas soluciona ms rpidamente el problema? : Cul de ellas va ms al fondo?

De factibilidad : Es posible hacerlo? Pronto se ver que algunas responden a los tres requisitos anteriores y entre ellas el grupo elige aqullas con las que desea empezar a trabajar, guardando slo las relevantes y factibles para un segundo momento, por si lo elegido no funcionara. Es preciso recordar: aqu todos ganan, nadie pierde. Pudiera existir una alternativa que no es la ma. Pero, si yo opto libremente por la de otro, cediendo algo de lo mo en pos del bien del resto no hay problema. La dificultad surge si me siento forzado a aceptar algo que no me parece conveniente. Ahora se puede llegar a acuerdos en tareas, modalidades de funcionamiento, horarios, tratamiento de los temas, distribucin de responsabilidades, etc. Pasado un tiempo, es conveniente revisar lo hecho y evaluar la marcha de los acuerdos.

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Hemos llegado ya al quinto y ltimo piso del edificio de la comunicacin: gua positiva. Como educadores nos corresponde orientar el camino de nuestros hijos y alumnos. Tal vez la forma ms saludable sea la estimulacin o reconocimiento de los comportamientos positivos del otro. Una herramienta valiosa que ayuda a que surja lo mejor de cada uno, es ofrecer la respuesta emptica: ests contento de tus logros..; ests feliz de haber mejorado tu rendimiento...; o el mensaje-yo estoy muy contento al ver la armona entre ustedes..; me siento feliz del progreso que ha tenido el orden de sus piezas...; me encanta salir de paseo con ustedes... Otra forma posible, es el uso de consecuencias lgicas: permitir que las personas asuman las consecuencias de su propio comportamiento, siempre y cundo no atenten contra su integridad fsica, psquica o moral. Finalmente, terminaremos el piso gua-positiva estableciendo reglas. Toda comunidad necesita un marco mnimo dentro del cual se desarrolle la vida. Este marco est dado por las reglas tcitas o explcitas que acuerde. Es importante recalcar que cuanto menos reglas existan, mejor, pues muchas reglas pueden asfixiar la vida. Pero las mnimas que existan, deben ser respetadas. Las reglas claras, sencillas, positivas, sensatas y conocidas por todos los miembros del grupo, establecen los lmites necesarios para una sana convivencia familiar. Nuestro edificio de la comunicacin est listo. Slo falta techarlo. El techo lo constituye la persona humana que deseamos contribuir a formar en cada uno de nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas: la persona desarrollada de modo integral, el ser humano vinculado armnicamente consigo mismo, con las dems personas, con Dios y el mundo de lo creado. Es nuestra misin y tarea como padres y aducadores.

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IV. EL CUENTO COMO INSTRUMENTO EDUCATIVO

Los seres humanos han desarrollado el arte de narrar como una forma de transmisin cultural de una generacin a otra. El lenguaje metafrico, simblico, de las fbulas, cuentos y parbolas est presente en la mayora de las sociedades y cumple un importante papel en los planos afectivo, ldico, moral y religioso. La fuerza de tal lenguaje reside en el hecho de apelar al corazn ms que al intelecto y, por ende, toca las emociones y sentimientos ms profundos del ser humano. El cuento produce en la persona un proceso de identificacin inconsciente con sus personajes y una internalizacin de los contenidos encarnados por ellos que, con posterioridad, pueden irrumpir en la vida. Un autor, Louis Pauwells, afirma: cuando un nio escucha, la historia que se le cuenta penetra en l simplemente como historia. Pero existe una oreja detrs de la oreja que conserva la significacin del cuento y la revela mucho ms tarde.1 El cuento presenta al nio y tambin al adulto y joven- un mundo mgico donde lo imposible sucede. Al escucharlo, deja volar su imaginacin, creando y recreando personajes y situaciones, otorgndoles un sello propio, con lo que cada experiencia de or el cuento se transforma en algo nico y especial. Contar cuentos es un acto de amor. Hay entrega de todo lo que el narrador es. Emanan sus emociones, sentimientos, gestos, y cobran vida ante sus oyentes quienes, junto al contenido narrado, reciben esa corriente vital; se sienten clidamente amados. Esta riqueza que produce la interaccin personal es irremplazable. Reiteramos: ni la televisin, ni los C.D. con cuentos grabados pueden sustituirla y, en los intentos realizados, los grandes perdedores son los nios, que crecen encargados a la tecnologa. Podemos decir, en sntesis, que el cuento tiene un valor como instrumento educativo porque:Pauwells, Louis. Citado por Dora Pastoriza de Etchebarne en El Arte de Narrar, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1986, p.125.1

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Entretiene, cautiva, encanta, y re-encanta. Usa un lenguaje que apela al corazn. Permite un proceso de identificacin con los personajes que lleva a la internalizacin de los valores encarnados por ellos. Desarrolla la creatividad y la imaginacin Es un acto de amor entre quien narra y quien escucha. Esto le otorga su efecto educativo ms potente. Es fundamental, por ello, para el sano crecimiento del nio, tener espacios en su vida donde est presente la gratuidad propia de un cuento narrado por alguien que le quiere. Esos espacios son los que deseamos crear, con la re-instauracin de la ancestral costumbre de contar cuentos en familia y en la sala de clases donde padres e hijos, profesores y alumnos, se encuentran en calidad de narradores y oyentes.

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V. SUGERENCIAS PARA NARRAR CUENTOS

El narrador debe dar la sensacin de entrega. Algo as como si a partir de ese instante el reloj dejara de marchar, los problemas personales desaparecieran, el mundo exterior no existiera ya. Slo la voz humana dibujando en el aire el movimiento casi ritual del cuento... * Cuando llega el momento de contar o leer cuentos, es preciso que el narrador considere algunas cosas que ayudan a crear un clima ms favorable al encuentro de las personas entre s y con los personajes: 1. Leer previamente el cuento un par de veces, de preferencia en voz alta, para familiarizarse con su contenido, personajes y ambiente. 2. Preparar una atmsfera especial: Oscurecer un poco la habitacin, si es posible, y leer el cuento con la luz de una vela. Hacer silencio. Apagar el televisor, equipos de msica, radios y otros elementos sonoros. Cuidar la temperatura: mucho fro o calor dificultan la atencin. Ubicar al auditorio, sentado en el suelo o en sillas cmodas colocadas en forma de crculo. Es importante que se sientan cmodos y a gusto. Ubicarse a la misma altura que los nios, pues ello predispone a la igualdad interior.

3. Invitar a los nios a escuchar el cuento pero respetar su deseo de no hacerlo. Or un cuento es un acto absolutamente libre y voluntario. 4. Cuando el nio o los nios estn ubicados en torno al narrador:* Pastoriza de Etchebarne, Dora. Op. Cit. P.120.

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Leer pausadamente el cuento. Modular bien. Hacer inflexiones de voz para perder la monotona. Procurar mantener el ritmo del cuento. Si hay sonidos onomatopyicos por ejemplo los del cuento Trancolargo beebee, cu-cu- pedir a los nios que los repitan. Si hay sonidos de la naturaleza, viento, olas, hacer lo mismo. Hacer gestos y ademanes, siempre que sean necesarios por la ndole del cuento.

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5. Involucrarse a tal punto en el momento mismo de la narracin o lectura, que olvide corregir, ensear o llamar la atencin. Recordar: el cuento es algo gratuito. 6. Dejarse llevar por el cuento: volver a ser nio nuevamente. PERMTASELO, GCELOSi tal como nosotros lo entendemos, el acto de narrar es un acto de servicio, las condiciones necesarias son, especialmente: amor al prjimo, don de simpata, y un total olvido de s mismo.*

* Pastoriza de Etchebarne, Dora. Op. Cit. P.31.

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VI. FORMACIN PERSONAL

La recuperacin de la costumbre de contar cuentos tiene una finalidad de tipo afectivorecreativo y otra de ndole formativa. La primera se cumple por el mero hecho de narrar un cuento cada da. La segunda requiere, adems, un momento de conversacin en torno a los cuentos a fin de despertar y hacer ms conscientes, en los nios, sus contenidos, en una perspectiva cognitiva, afectiva y moral. Para dicha conversacin sugerimos lo siguiente: Leer previamente el comentario que corresponde al cuento escogido y las preguntas que aparecen en el punto VII de esta gua. Leer el cuento en alta voz siguiendo las sugerencias del punto V de esta gua. Invitar a los nios a un dilogo libre sobre el cuento. Iniciar el dilogo con las preguntas sugeridas para ese cuento en el punto VII, la Gua de los Cuentos. Escuchar a los nios centrados enteramente en lo que ellos quieren transmitir. Evitar corregir, enjuiciar, inculpar, amenazar, sermonear, retar. Es una actividad libre y agradable para todos. Aceptar las ideas y sentimientos de los nios, an cuando no coincidan con las nuestras. Aceptar a cada nio como persona, de manera incondicional, reconociendo su originalidad y respetndola, an cuando no responda a nuestras expectativas. Expresarles cario y afecto aprovechando la atmsfera clida que se genera al contar cuentos.

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Hacer un comentario final basndose en la gua para ese cuento, o en sus propias observaciones. Realizar, si es posible, actividades alternativas con el cuento sobre el que vers el dilogo: Dramatizar. Los nios representan los personajes y la trama, con tteres o disfraces, si se dispone de ellos. Modelar los personajes en greda o plasticina. Dibujar los personajes y distintas escenas. Volver a leer el cuento, pero incompleto, y pedir a los nios que inventen otros finales...

Invitar a los nios a escribir sus propios cuentos. Recordar que escuchar un cuento y conversar sobre l son actividades voluntarias. Los nios son invitados, pero respetando su libertad. Slo tenemos que proponrselas como algo atractivo, y hacerlas realmente encantadoras, por nuestra calidez y afecto. As, nos aseguraremos su participacin entusiasta.

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VII. GUA DE LOS CUENTOS LADYBIRD Y SUS LUNARES

Muchos creen, como Ladybird, que el cario est dado por la belleza y que los seres bellos son los ms amados y amables. Por eso ella dice: Sin los lunares negros, ser linda y mis hijos me querrn ms. Pero se equivoca y sus hijos la rechazan pues no la reconocen. Olvida que un paso necesario hacia la felicidad es la aceptacin de s mismo. Felizmente, logra descubrirlo y se da cuenta que para ella, lo mejor es ser una chinita con lunares negros, tal como fue creada. Para cada nio es muy importante saber que l es nico y que su mejor forma de ser es siendo l mismo. As es querido por Dios, por sus padres y las dems personas. Al conversar sugerimos las siguientes preguntas: 1. 2. 3. 4. 5. Qu otros insectos conoces adems de las chinitas? Qu opinas de Ladybird? Qu debi haber hecho Ladybird con sus lunares? Qu es lo que ms te gusta de ti? Qu es lo que menos te gusta de ti?

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EL ANILLO ABRIDOR

Este cuento muestra en accin la bondad, expresada en la compasin que siente el prncipe hacia el anciano de encorvada espalda y rostro triste; muestra igualmente la solidaridad manifiesta en la ayuda concreta del prncipe: sac agua de un arroyo cercano y se la dio a beber.... Tambin la gratitud del anciano, simbolizada en el anillo abridor. En contraposicin, se ve la actitud del Primer Ministro, centrado slo en s mismo y su ambicin, que lo lleva a actuar contra el respeto, honradez y lealtad. Aparece as el interrogante existencial: Cmo abrir el corazn del hombre? La respuesta: tocarlo. Con una sonrisa, una caricia, una buena palabra, un acto de confianza en l, a pesar de... Qu surge entonces?: el arrepentimiento, el perdn, el cambio profundo de s. Para conversar sugerimos las siguientes preguntas: 1. 2. 3. 4. 5. Quines actuaron en forma bondadosa en este cuento? Por qu? Qu sientes cuando ves a alguien herido? Qu haces cuando un compaero tuyo se cae y lastima? Cundo una persona te regala algo? Qu sientes y qu haces o dices? Qu significa para ti tener el corazn cerrado?

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TRANCOLARGO

Trancolargo se destaca por su sentido innato de curiosidad frente al mundo y los dems seres que le rodean, y por su capacidad de admirar y gozar los dones de la vida: las moras... son dulces y frescas en este calor. A la vez, presenta un deseo enorme de comunicacin, ms all an de su especie, y un fuerte anhelo de compartir sus vivencias: y con ninguno puedo conversar. Seguir mi camino hasta dar con alguien que quiera hablar conmigo. Es la misma necesidad que tenemos los seres humanos de comunicarnos, relacionarnos y vincularnos a travs del lenguaje y las experiencias compartidas. Se sugiere conversar en torno a las siguientes preguntas: 1. Cmo se sinti Trancolargo cuando no pudo conversar con las vacas, las ovejas, perros y aves? 2. Cmo se sienten ustedes cuando no tienen con quien conversar? 3. Qu le pas al potrillo cuando se vio perdido sin saber cmo volver a casa? 4. Cmo se sintieron sus padres al encontrarlo? 5. Qu debi haber hecho Trancolargo antes de salir?

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LA OVEJITA

La Ovejita nos muestra, en accin, el amor del buen pastor: he perdido una oveja y voy en su bsqueda; t eres distinta a las dems ovejas y yo te quiero as; me sentir contento al verte feliz... Es el amor de quien busca al ser querido si se pierde; lo cuida y abriga si tiene fro; comprende sus necesidades y sentimientos, y conocindole de esa forma, le quiere. Aparece destacada, en este cuento, la importancia de la aceptacin de cada persona tal como es, con un inmenso respeto, as como lo hizo Diego con Pompn Amarillo. Esta forma de aceptacin del otro es el cimiento de una relacin profunda y verdadera entre los seres humanos. En el fondo, lleva inscrito el mensaje: te quiero tal como eres. En la conversacin con l o los nios, se pueden plantear preguntas como stas: 1. Qu le pasaba a Pompn Amarillo? 2. Qu significa esquilar una oveja? 3. Cmo se senta Pompn Amarillo al ser distinta a las dems ovejas? 4. Les gustara que todos sus amigos fuesen iguales? Por qu s? Por qu no? 5. Cmo actu Diego al dejar a Pompn Amarillo con su lana? Por qu?

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ALAS DORADAS

Este cuento muestra el sentido final de la existencia: llegar a sumergirse en el Amor que es Dios. l se manifiesta como Padre, nos quiere como hijos suyos y slo desea nuestro bien. Para alcanzarlo nos entrenamos en el amor de cada da por quienes nos rodean. Juan comprendi, en su recorrido con Alas Doradas, que para llegar al Reino de la Felicidad, ms all de los reinos que l conoca, tena que amar, y eso desde ahora mismo. En este amor se encuentran todos los vnculos, en forma interdependiente unos de otros, entretejiendo una red armnica y orgnica entre lo natural y lo trascendente. En el dilogo sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Qu opinas de Pedro, Fidel, Rosa y Susana? Qu piensas de Miguel, Marcos y Elena? A qu personas quieres t? Quin es Dios para ti? Cmo puedes amar a Dios?

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LOS TRES PUENTES

Este cuento plantea la necesidad de lograr acuerdos, cuando hay distintas alternativas, a travs del dilogo: conversaron un rato viendo qu hacer, y al final cada uno escogi el puente que ms le gustaba. Al mismo tiempo aparece como muy importante el desarrollo de la capacidad de tomar decisiones y ser fiel a la opcin elegida: sinti miedo, pero su decisin estaba tomada, y avanz cada vez un poco ms. Se senta fuerte y orgulloso por continuar a pesar de las dificultades. Tambin enfatiza la bsqueda del sentido de la vida y su originalidad y unicidad en cada ser humano: increble, pero hemos hecho la mejor de las elecciones al escoger cada uno su propio camino. Es la necesidad de fidelidad al sentido de la propia existencia para alcanzar la felicidad. Al dialogar sugerimos las siguientes preguntas: 1. 2. 3. 4. 5. Cmo eran Parque Florido, Campo Sembrado y Villa Aventura? Qu significa tomar una decisin? Cul puente hubieras elegido t? Por qu prefieres ese puente? Cmo actuaron Pablo, Andrs y Juan al irse cada uno por un camino distinto?

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UN DA DE INVIERNO

La creacin se manifiesta a travs de todos los seres y de la naturaleza. Los animales han sido puestos por Dios para que el ser humano los respete, ame y se sirva de ellos, slo lo necesario. El amor se exterioriza en el cuidado que se les prodiga y en la preocupacin por su bienestar. Tambin, en permitrseles vivir de acuerdo a los requerimientos de su ser. La libertad es uno de ellos. Andrs, en este cuento, ama a los pajaritos con un amor que va ms all de s mismo. Y lo demuestra al colocarlos en la ventana dndoles libertad. La recompensa no se hace esperar; los pajarillos van y vienen pero luego regresan donde Andrs, quien les haba dado un hogar. Como ayuda para la conversacin, sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Qu te parece lo que hizo Andrs, al poner en libertad a sus pajaritos? Haras t lo mismo o los dejaras en la jaula para no perderlos? Si has tenido un animal, qu has hecho por l y con l? Te gustan los animales? Qu es para ti la libertad?

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LA NUBE JUGUETONA

La nube de este cuento muestra cmo, en cada ser, el Creador ha inscrito una originalidad. En su caso, lo singular era ser muy juguetona. Con ello, alegraba su vida y la de los dems: los nios permanecan entusiasmados viendo cmo cambiaba mientras desapareca de su vista. Al mismo tiempo, el Creador ha inscrito, en cada ser, una misin que es preciso descubrir para dar sentido a la propia existencia. En la nube, apagar la sed de rboles y plantas: estbamos marchitndonos... y ahora parece que revivimos. Al lograr ese sentido, se alcanza la felicidad: se alegr mucho por el bien hecho... sinti que haba cumplido la misin de su vida y que Dios la recibira junto a El. Para el dilogo preguntar: 1. Qu tipos diferentes de nubes conoces t? 2. Qu quieres ser cuando grande? Por qu? 3. Qu sientes cuando descubres qu, como la nube juguetona, t tienes una forma de ser especial, distinta de tus compaeros? 4. Quin es Dios para ti? 5. Qu crees que Dios espera de ti?

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EL CARACOL SIN CASA

Aparece en este cuento la persistencia en la bsqueda de caminos para superar limitaciones. As lo hizo Caracolito, quien prob una y otra vez hasta lograr su anhelo. En esos intentos, como en la vida, estuvieron presente las tentaciones: sinti deseos de quitarle su casa. En el ltimo momento una voz interior le dijo que no lo hiciera y decidi alejarse rpido de la costa. Caracolito supo vencerlas, y eso es lo que cuenta. El encuentro con otro, en este caso Caracolita y su generoso corazn, le ayudaron a la superacin final. Se destaca tambin la necesidad de compaa, de un t con quien vivir y formar familia. Como preguntas a cada nio, sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Qu problema tena Caracolito? Qu cosas te gustan especialmente en ti? Qu quisieras cambiar en ti? Qu podras hacer para cambiarlo y quin podra ayudarte? Si Caracolito hubiese quitado la casa al otro caracol cmo habra actuado?

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LA CAMPANA DE BRONCE

El anhelo de libertad de la campana de bronce, lo tienen grabado los seres humanos, desde que nacen, y es una condicin necesaria para su desarrollo en plenitud. La campana muestra igualmente un profundo deseo de encontrar sentido a su existencia, ms all de s misma. Ella trasciende slo cuando cumple su anhelo de entrega a los dems: deseaba amar, servir, ms all de la sola misa dominical. Con esa entrega, descubre la felicidad: y la campana tae despacio taln-taln anunciando su alegra. Para conversar sugerimos estas preguntas: 1. 2. 3. 4. 5. Qu deseaba hacer la campana de bronce? Qu puedes hacer para alegrar a un compaero? Qu puedes hacer por un amigo enfermo? Qu te alegra mucho? Cmo te sentiste cuando algo hecho por ti alegr a alguien? (padres, hermanos, maestros, compaeros).

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EL TROMPO DE NAVIDAD

Para Cecilia, uno de los personajes, el trompo de Navidad simboliza todo lo hermoso de su niez. Es una vinculacin afectiva sana con las cosas. Rodrigo, en cambio, presenta una tendencia consumista que lo hace centrarse slo en s mismo: el se pona exigente. Quera tenerlo todo!. Es una relacin insana. Sin embargo, el cuento muestra el efecto notable que tiene el ejemplo, o modelo de comportamiento, para el cambio de conducta de los nios. Rodrigo pasa del egosmo a la generosidad gracias a la generosidad mostrada por otros: al ver a los pastores y reyes ofrecindote lo que tenan, mi corazn se transform. Puedo ofrecerte como regalo pascual, mi deseo de ser mejor y hacer lo que pueda para lograrlo?. Se ve as, como la felicidad no se alcanza en el poseer, sino en el dar. Sugerimos las siguientes preguntas: 1. Qu es la Navidad? 2. Qu es lo que ms te gusta de la Navidad? 3. Qu pasaba con Rodrigo antes de recibir el trompo y qu pas despus? 4. Qu sinti al ver al Nio Dios, pastores y reyes? 5. Cmo encuentras que actu Rodrigo al comienzo y cmo al final?

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LA PALMERA LLOVIDA

Este cuento nos muestra la persistencia en la bsqueda de un ideal y cmo su logro irradia a los dems. Es el caso de la palmera, cuyo ideal era sentir la lluvia. Nube, nube, deja caer tu lluvia sobre m para sentir su frescor, repite insistentemente. Lo busca, persiste y lo alcanza. Se benefician as todos los isleos al recibir por ella agua y luz. Jams haban visto la lluvia ni sentido sus gotas! Qu fresca les pareci! La palmera llovida muestra tambin la necesidad de respeto a la propiedad ajena, simbolizado en el joven que quiere para s un fruto dorado. Pero, ste pierde toda su luz al ser separado de su fuente lumnica. Sugerimos conversar en torno a las siguientes preguntas: 1. Qu piensas de la palmera que esper tanto para recibir la lluvia? 2. Qu habras hecho t en su lugar? 3. Has hecho un esfuerzo grande por lograr algo? Qu? 4. Por qu perdi su luz el coquito que fue sacado de la palmera? 5. Cmo piensas que actu el joven que lo sac?

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EL PEZ NARANJA DE ALETAS PLATEADAS

Dios ha determinado un orden de ser la razn por la cual fueron creados- para cada persona, cada animal y cada cosa. La felicidad pasa por el respeto a ese orden. Es parte del orden de ser de los peces, vivir en el agua y en su hbitat. Eso comprendi Ignacio al escuchar las peticiones del pez naranja de aletas plateadas y al actuar conforme a ellas, devolvindolo al ro. Es una vinculacin positiva con la naturaleza por medio del cuidado de los peces. En este cuento, aparece tambin la necesidad de ser libre para vivir y el amor que busca la felicidad del otro. Para el dilogo sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Qu quera el pez naranja de aletas plateadas? Por qu Ignacio dej los peces en el ro? Cmo crees t que se sinti Ignacio al dejar los peces en el ro? Qu habras hecho t en su lugar? Qu es para ti querer a los animales?

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EL CHANCHITO ALCANCA

Este cuento proporciona una sana vinculacin con las cosas y con las dems personas. Jos es capaz de poseer el chanchito alcanca, cuidarlo y, a la vez, puede desprenderse de l en pos de un bien mayor: la salud del nio enfermo. Por otro lado, aparecen la libertad con que acta ante sus amigos y la reciedumbre manifestada por Jos al desorlos, respetando sus propias creencias y sentimientos en relacin al chanchito: no, no har nada a mi chanchito. Jugaremos con lo que tenemos y comeremos lo que hay; pero caramelos a cambio de l eso no! Finalmente, se destaca en el relato la generosidad del cerdo de greda dispuesto a entregarse por el bien del nio enfermo. Es el gesto de amor ms grande: dar la vida por otro. Sugerimos estas preguntas para la conversacin: 1. Qu tena de especial el chanchito alcanca? 2. Qu habras hecho t con el chanchito si tus amigos quisieran comprar caramelos con ese dinero? 3. Para qu crees t que son las cosas: tus libros, lpices, juguetes, zapatos...? 4. En qu consiste ser generoso? Da un ejemplo. 5. Cmo encuentras que actuaron los amigos y cmo Jos?

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EL AVE IMPERIAL Y LA FUENTE CANTARINA

El amor manifestado en el canto, en el dilogo permanente; en la aceptacin del otro como es, ms all de las apariencias; en la necesidad de unos y otros, es el regalo que nos hace un ave y una fuente de agua. Tambin nos muestra la importancia de la libertad para ser y vivir y nuestra pequeez de criaturas ante su Creador. En su afliccin pidieron al Buen Dios agua fresca. Y llovi. Reconocer ese desvalimiento y recurrir a l es nuestra nica salida. Preguntas sugeridas para conversar: 1. Qu aves conoces t? 2. Puedes imitar el canto de alguna? 3. Cmo te sientes cuando ests slo? 4. Qu opinas del encierro del ave imperial? 5. Quin es Dios para t y cundo te acuerdas de l?

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COIPORO

Este cuento muestra la necesidad de respeto a la obra creada por Dios, a los animales y su hbitat. El uso indiscriminado de esos seres para fines egostas del hombre acarrea desequilibrio y destruccin a la naturaleza, desequilibrio que a la larga repercute en el hombre mismo. Por otra parte, lo coipos de este cuento animales roedores de hermosa piel- se caracterizan por presentar un gran sentido de familia y mucha solidaridad entre ellos. Hacen todo lo posible por rescatar a Coiporo y, gracias a sus esfuerzos, lo logran. Sugerimos preguntar en la conversacin: 1. 2. 3. 4. 5. Qu otros animales roedores conoces? Qu es la naturaleza para ti? Cmo crees que se puede respetar? Cmo se sentira Coiporo encerrado en la jaula? Qu habras hecho t por l?

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EL VIEJO VIOLN

Dios ofrece a los seres humanos la posibilidad de ser instrumentos para colaborar en su tarea creadora. Cada uno cuenta con potencialidades que es preciso desarrollar a lo largo de toda su existencia. Slo as responder fielmente al plan Creador. Es lo que ocurre con el viejo violn. El deseaba, inmensamente, salir del abandono del desvn a fin de dejarse llevar por las manos de un violinista que le permitiese ser lo que estaba llamado a ser. Y cuando sali, su respuesta no se hizo esperar: se entreg por entero para responder a las manos y al corazn del joven msico. Se jugaba por ser el instrumento que Daniel necesitaba; por interpretar lo que l quisiese transmitir. Al conversar sugerimos preguntarle a cada nio: 1. 2. 3. 4. 5. Para qu sirve un violn? Qu otros instrumentos musicales conoces? Cmo se senta el violn abandonado en el desvn? Qu regalos te ha hecho Dios? Cmo pueden los seres humanos ayudar al Creador?

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LA LUCIRNAGA VIAJERA

Los temores, entre ellos el temor a la oscuridad, son algo corriente entre los nios, y el superarlos pasa por la satisfaccin de la necesidad psico-social de comprensin y compaa. Es a travs de la relacin armnica con otros personas naturales y sobrenaturales, animales y cosas- como los seres humanos podemos vivir y superar nuestros miedos. El uso adecuado de la imaginacin tambin contribuye a ello, mediante imgenes positivas de situaciones de tranquilidad y relajacin, de alegra, gozo y paz. En el dilogo sugerimos preguntar a cada nio: 1. 2. 3. 4. 5. Conoces las lucirnagas? Las viste alguna vez? Dnde? Has usado los ojos de tu imaginacin? Cmo lo has hecho? Qu haces en la noche antes de dormirte? Has sentido miedo alguna vez como Maripaz? Cundo? Qu haces cuando sientes miedo?

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SALTINA, LA VICUA INQUIETA

La libertad como condicin necesaria para crecer y desarrollarse bien, es central en este cuento. Sin ella, Saltina deja de comer y pierde el entusiasmo por todo. Ocurre lo mismo con los seres humanos: privados de su libertad, difcilmente podrn tener un crecimiento sano y armnico. Al irse con Francisco, Saltina, adems de su libertad, perdi sus compaeros de especie y su hbitat. Qued desarraigada y todo le era desconocido. Para recuperar su alegra de vivir, necesita regresar a su ambiente conocido y familiar. Y as, felizmente para ella, sucedi. Como preguntas sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Qu sabes acerca de las vicuas, llamas, alpacas y guanacos? Qu le ocurri a Saltina? Por qu estaba tan triste Saltina? Qu necesitaba para estar alegre de nuevo? Qu necesitas t para estar alegre?

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LA VELETA DE LOS VIENTOS

En este cuento aparece como muy importante la fidelidad en la bsqueda del propio camino de realizacin: Qu hago parado en esta chimenea, si soy un gallo? Gallo soy y gallo quiero ser. Se ve como esa misma fidelidad es recompensada con el encuentro final, tal como le ocurri al gallito. Tambin se destaca, por sobre todo, el enorme poder del amor, capaz de lograr lo imposible: transformar un gallo de metal en un gallo de verdad. Ese amor quiere al otro en forma incondicional con sus virtudes y defectos y es capaz de lograr que cada ser d lo mejor de s. Como preguntas se sugieren: 1. 2. 3. 4. 5. Qu pas con la veleta de los vientos? Para qu sirve una veleta de los vientos? Qu es para ustedes querer de verdad? A quin quiere de esa forma cada uno de ustedes? Si fueras el gallo de este cuento, qu habras hecho?

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GASPAR

En las encrucijadas propias de la vida, del crecer y desarrollarse qu bueno es tener a alguien cerca que d apoyo y fortaleza. El padre de Gaspar le da la seguridad necesaria para sortear un paso decisivo en su vida de ganso: salir a nadar. Sbete a mi espalda. Yo te llevar al agua. Tambin vemos la poca ayuda que prestan los comentarios irnicos o sarcsticos como el de don Sapo Cantador- y su efecto negativo al paralizar cualquier accin. Lejos de entusiasmarse con estas insinuaciones, el pequeo se paralogiz an ms. Y vemos que importante es el respeto del ritmo de cada uno en su desarrollo. Para la conversacin sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Adems de los gansos, qu otras aves nadan? Te has sentido alguna vez paralizado por el susto? Cundo? Dnde? Qu haces para superar tu miedo? Qu opinas de la conducta del gallo, gallinas, pavos y dems gansos? Cmo encuentras que actu pap ganso y cmo don Sapo Cantador?

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EL PINO DE NAVIDAD

Algunos seres nacen fuertes, otros dbiles. Lo vemos en los humanos, en los animales y tambin en las plantas. Y todos merecen respeto por su naturaleza y cuidados especiales si son necesarios. Don Arturo, en este cuento, as lo hizo con el pino enfermo. Tambin encontramos la debilidad como una fortaleza al ser escogido entre otros pinos ms grandes y sanos. Y vemos la generosidad del jardinero y la gratitud del pino quien intenta abrazarlos a todos. Como preguntas sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Sabes t lo que son los rboles de hoja perenne y los de hoja caduca? Por qu celebramos Navidad? Cmo te gustara celebrarla este ao? En qu te sientes parecido a los dems? En qu te sientes distinto? Te gusta ser distinto? Cmo piensas t que actuaron los pinos sanos y fuertes con el pino dbil?

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KANGU PERDIDO

La solidaridad manifestada en hechos concretos, se ve en este cuento, donde distintos personajes ayudan a la atribulada mam canguro a encontrar a su hijo. Conejo Goloso no titubea en ofrecer ayuda; tampoco lo hacen Ratn Alado y Topo Cola de Pez quienes parten junto a aquella tras el perdido Kangu. El pequeo Canguro tambin encuentra ayuda y compaa en Ardilla Ronca y Mangosta Lista quienes lo protegen y cuidan en medio de truenos y relmpagos. Todos ellos brindan su apoyo al instante, cuando es requerido, y es un apoyo efectivo pues logran al fin el reencuentro de la madre con su hijo. Sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Cmo son y dnde viven los canguros? Por qu se perdi Kangu? Cmo se senta Kangu cuando qued solo? Qu hicieron los dems animales cuando mam canguro les pregunt por su hijo? Qu haras t si vieras un compaero afligido?

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LA TORTUGA MARINA

El amor a los dems se expresa de distintas formas: gestos y caricias, palabras y, tambin, hechos concretos que muestran preocupacin por lo que le ocurre. As lo hizo Nanito, el protagonista, con la tortuga, cuando pens: Cmo ayudarla? Su lugar es el mar y all tiene que poder dormir. Hubo un gran respeto al ser de Ana y a la necesidad de vivir en su hbitat natural. En esta sana vinculacin a los dems, el nio regala felicidad con su amor y l a su vez conoce la alegra de dar. Se genera un intercambio amoroso enriquecedor para ambos. Como preguntas sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Qu otros animales marinos conoces? Qu piensas t de los nios que se rean de Ana? Qu opinas t de Nanito? Qu cosas puedes hacer por tus compaeros? Cmo te sientes cuando los dems se burlan de t?

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EL SECRETO DE LA CAJA BLANCA

El deseo y bsqueda de alegra, como sentimiento predominante en la vida, aparecen con fuerza en este cuento. Tambin la alegra compartida entre la protagonista y sus amigos. Al mismo tiempo, se puede ver de qu modo una falta de honradez y lealtad genera sufrimiento, no slo en los afectados, sino en el mismo que la comete. Y ante el dolor y arrepentimiento slo cabe el perdn y abrazo reconciliador: lo miramos y vimos tal pesar en su rostro, que slo nos naci darle un abrazo y partir con l a buscar la perdida caja. Sugerimos conversar en torno a las siguientes preguntas: 1. Qu es para ti la alegra? 2. Cundo te sientes alegre? Cundo triste? 3. Qu piensas t de quienes toman cosas sin permiso de su dueo? 4. Qu significa perdonar? 5. Has perdonado alguna vez a alguien? Por qu?

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AUPIE

Aupie, Flor de Centenario, era distinta. nica. Se requera un siglo para hacerla germinar y agua abundante. Tena la unicidad propia de toda la creacin. Nada en ella es en serie. Las hojas de un mismo rbol y los ptalos de una misma flor son distintos unos de otros; y los rboles y las flores entre s. Tambin los animales y el hombre. No hay un ser humano igual a otro. Felizmente. Y esa es la gran riqueza dada por el Creador a todas sus criaturas. De esa unicidad nace el aporte original de cada ser en su paso por la Tierra y la necesidad de respetarlo. De lo contrario, la vida se repliega, como Aupie se repleg esperando condiciones ms favorables. Al conversar con el nio sugerimos preguntar: 1. Sabes lo que es el desierto florido? 2. Qu necesita una semilla para germinar? 3. Cmo se sentira Aupie al ser distinta a las otras flores? 4. En lugar de romper los ptalos de Aupie, qu debi haber hecho con ella esa persona? 5. En qu te consideras nico t, o distinto de tus compaeros? (color de pelo, ojos, tamao, manera de ser...)

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GAN

El amor paternal a toda prueba aparece en este cuento a travs de Gan, su personaje central, quien recorre largas distancias para conseguir agua para su familia. Tambin la reciedumbre para actuar, pues a pesar de las burlas y risas de otros animales, l sigue empecinado en su tarea. En una conversacin en torno a este cuento sugerimos preguntar: 1. 2. 3. 4. 5. Dnde viva Gan? Quines ms vivan all? Cul era el problema de Gan? Cmo se senta Gan con las risas y burlas de los otros animales? Qu te pasa cuando alguien se burla de ti? Cmo encuentras que actuaron la gacela, el tigre, el mono y la cebra?

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EL PEQUEO GIRASOL

En el pequeo girasol podemos palpar la fuerza del amor para el sano crecimiento y desarrollo. No importan las debilidades iniciales. Estas pueden ser transformadas con el cuidado y caricias: encontraron sus hojas tersas y brillantes, sus semillas grandes y duras, sus ptalos suaves y perfumados. Aparece, en este cuento, la preocupacin por los dems encarnada en la rana, el queltehue, la abeja y, en forma especial, por Cecilia. Tambin, el respeto por la originalidad de cada uno con sus fortalezas y debilidades. Como preguntas sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Qu otras plantas conoces t, de las cules se hace aceite? Por qu Girasolito no poda girar? Te has sentido dbil alguna vez? Hay algo que t quisieras superar en ti? Cmo encuentras que actu Cecilia? Por qu?

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LA JOVEN DE LA TORRE

En este cuento vemos reflejada la necesidad de compaa que tenemos los seres humanos y la alegra que produce el encuentro de alguien a quin amar. Tambin aparece la responsabilidad como un valor importante, encarnada en el ro, viento, lluvia, golondrina, gaviota, halcn y guila real. Todos son esperados y van en pos de su misin. Sin embargo, actan movidos por la compasin y comunican a quin s puede responder, la peticin de la joven. Preguntas sugeridas para la conversacin: 1. 2. 3. 4. 5. Qu ros conoces t? Dnde nacen y a dnde van a dar los ros? Te has sentido solo alguna vez? Cundo? Qu haces cuando te sientes solo? Qu habras hecho t si fueses el ro, el viento o la lluvia?

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EL GRAN TMPANO

En este cuento aparece el poder del amor para sanar y despertar vida. Nos muestra el coraje de su protagonista, dispuesto a dar la vida para rescatar a la desconocida de los hielos, y tambin la solidaridad de sus amigos al ayudarlo en su tarea. Como preguntas para conversar sugerimos: 1. 2. 3. 4. 5. Sabes lo que es un glaciar? Y un tmpano? Por qu Domingo salt al tmpano de hielo? Qu sinti Domingo al ver a la desconocida de los hielos? Quin ayud a Domingo en su rescate? Qu haces t cuando un amigo o amiga est en dificultades?

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CUENTOS

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iva Ladybird, como chinita que se aprecia, en lo alto de un hermoso jacarand. Su casa estaba habitada por su marido y sus cuatro hijos, una chinita y tres chinitos. Su vida era un ir y venir, ir y volar de rama en rama, de hoja en hoja, a la caza de pulgones, su comida favorita. Todos trabajaban duramente y, al final del da, la abundancia de ese manjar compensaba todos sus esfuerzos. Dirase que eran felices. Pero, Ladybird era pretenciosa y crea que el cario estaba dado por la belleza y que los seres bellos eran los ms amados y amables. Empez entonces a sentirse incmoda con los lunares de su espalda, pues crea que la afeaban, y de tanto pensar y pensar decidi un da borrrselos. Y as fue. -Sin los lunares negros, ser linda y mis hijos me querrn ms se dijo a s misma. Un da, pidi a su hija mayor: -Por favor, tengo que salir y me gustara que cuides a tus hermanos. Lo hars, verdad? -S mam, lo har. Anda tranquila. Y parti volando de su jacarand zum-zum-, y pas por un roble zum- zum-, y sigui hasta llegar al verde prado en la colina donde viva el doctor Escarabajo, su mdico, a quin rog:

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LADYBIRD Y SUS LUNARES

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-Ay! doctor, borre estos lunares que me afean. Me gustara ser linda para que mis hijos me quieran ms. - Pero, Ladybird, te ves hermosa tal como eres. No hagas tal. Qudate as. -Ay, no doctor! Qutemelos, por favor. -Bueno, Ladybird, si insistes... anda donde doa Cuncuna que sabe borrar cosas con sus patitas Y vol nuevamente , zum-zum. Pas por el trigal maduro, sigui por el sauce, y luego lleg al campo de margaritas donde viva doa Cuncuna. -Seora Cuncuna, por favor!, borre estos lunares que me afean. Me gustara ser linda para que mis hijos me quieran ms. -Pero, Ladybird, te ves hermosa como eres, djalos como estn! Sin ellos no parecers chinita. -Ay!, no, doa Cuncuna, no me gustan. Quiero mi espalda entera roja como un rub, y esos lunares la afean. Hgalo por favor! -Bien, ya que insistes tanto, te ayudar. Y con sus muchas patitas le hizo brr-brr-brr-, -brr-brr-brr-, y borr los lunares. Qued su espalda lisa, toda roja como ella quera. Pareca un rub. -Gracias doa Cuncuna!, muchas gracias. Y muy contenta se fue volando de regreso a casa. Pas por el campo de margaritas, divis el sauce y -zum-zum- sobrevol el trigal. De all sigui de largo por el prado de la colina. Se detuvo en el acacio a tomar aliento y luego -zum-zum- pas de largo por el roble hasta llegar al jacarand. All golpe la puerta de su casa: -Toc-toc, toc-toc. -Quin es? pregunt su hija. -Soy yo, mam. Sus hijos abrieron la puerta, pero al verla exclamaron: -No!, t no eres mam. Mam es linda y no fea como t. Ella tiene unos lindos

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lunares en su espalda y t no tienes nada. ndate, no te queremos. Ladybird baj su cabeza, escondi sus alas y se fue muy triste. Ya no tena nimo para volar ni caminar de tanta pena. Baj de su jacarand y se alej por el pasto. No vea por donde andaba, ni con quienes se cruzaba. De pronto, una voz le dijo: -Qu triste te ves, Ladybird! Algo te ha pasado... Era Pedro Pablo Prez Pereira, pintor portugus. -Ay, Pedro Pablo! suspir Ladybird. Para ser ms hermosa borr los lunares de mi espalda. Pens que as mis hijos me iban a querer ms. Pero no me reconocieron y me echaron de casa. No s que hacer! Tengo tanta pena. Y se puso a llorar. Al verla as, Pedro Pablo sugiri: -Tengo una idea! En mi taller hay pintura que no se borra y yo podra, si quieres, pintar tus lunares como los tenas antes. -Lo crees tu posible? pregunt Ladybird. -Por cierto replic Pedro Pablo. Vamos, as los pintar pronto. -Pszp-pszp-pszp- se oa el pincel mientras Pedro Pablo pintaba hasta terminar su tarea. -Gracias! Muchas gracias dijo Ladybird, muy contenta, e inici su vuelo de regreso a casa. -Zum-zum, zum-zum... Iba muy rpido y no se dio cuenta cmo lleg al jacarand. -Toc-toc, toc-toc golpe la puerta. -Quin es? preguntaron sus hijos. -Soy yo, mam contest Ladybird. Y ellos abrieron la puerta, la vieron, la besaron y abrazaron. -Mam! No sabes lo que pas gritaron todos. Vino una chinita muy fea, con la espalda entera roja y dijo que eras t. Pero no la dejamos entrar porque nos dio susto y cerramos rpido la puerta. Mam! te queremos tanto. Eres tan linda con tus lunares. No te vayas ms, qudate siempre con nosotros. Ladybird sonri y despleg sus alas para abrazarlos.

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EL ANILLO ABRIDOR

staba tumbado a la orilla del camino. Pasaron varios transentes de largo. Ninguno se detuvo a ver qu le ocurra al anciano de encorvada espalda y rostro triste. Slo el joven prncipe fren su caballo y se ape para socorrerlo. Sac agua de un arroyo cercano y se la dio a beber. Luego le ayud a incorporarse y tomndolo del brazo camin con l hasta su casa, ubicada cerca de ese lugar. Al llegar all, el anciano ya ms repuesto, le dijo: -Joven! Has tenido compasin de m. No s quin eres ni adnde vas. Pero tu corazn es noble y bueno. Quiero regalarte este anillo. Recbelo, por favor! T sabrs hacer buen uso de l. -Muchas gracias, abuelo, pero no merezco nada... -Gurdalo y cudalo, por favor. Este es un anillo-abridor. Abre todo lo que toca. -Gracias, abuelo. Har lo que pueda por darle el mejor uso posible. El joven prncipe se despidi del anciano y regres a buscar su caballo. En el camino se preguntaba qu hacer con el anillo, pero no encontr una respuesta que lo dejara contento. Pas el tiempo y el anillo qued guardado en el cofre de los recuerdos. El prncipe fue coronado rey y todos lo conocieron como un rey justo y bondadoso. Problemas no faltaban pero l, en conjunto con los habitantes de su reino, intent resolverlos de modo que quedaran todos satisfechos. Mas de pronto, aparecieron curiosas peticiones que hicieron recordar al monarca el regalo del anciano. La caja donde se guardaba el tesoro real, y con l las monedas necesarias para pagar el trigo del reino, estaba cerrada y el tesorero haba extraviado la llave. La buscaron por todos lados sin poder encontrarla. Intentaron abrir la caja sin ella. Todo fue en vano!

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El trigo se agotaba en el reino y no era posible encargar ms pues no haba cmo pagarlo. Arriesgaban una gran hambruna y nadie se atreva a decrselo al rey por miedo a un enojo suyo, pese a que l jams dio motivo para tales temores. La situacin se hizo tan crtica que el Primer Ministro se vio obligado a revelar lo que ocurra. -Majestad -le dijo. Tenemos un grave problema. Hace varios das se extravi la llave del tesoro real y no podemos comprar trigo. -Y cmo no me lo han comunicado antes? exclam en alta voz el rey. Vamos enseguida! Quiero ver si puedo hacer algo. Espero que no sea demasiado tarde agreg. -Majestad! Hemos hecho an lo imposible y la caja sigue cerrada... -Veamos qu puedo hacer... Vamos ya! Rpido!- urgi el rey mientras coga su anillo. Se acercaron al tesoro real y el monarca, con cuidado y discrecin, toc la puerta con l. Esta se abri al instante. El Primer Ministro y su squito quedaron maravillados. -No podemos creer, Majestad! exclamaron a coro. El rey, muy tranquilo, respondi: -Comprad pronto el trigo antes que la gente sufra hambre. Pas un tiempo y surgi un nuevo problema. Se extraviaron las llaves de las puertas de la ciudad y nadie poda entrar o salir de ella. Hicieron muchos intentos por abrirlas y, nuevamente, todo fue en vano! Con temor decidieron comunicrselo al monarca. -Majestad, las puertas de la ciudad permanecen cerradas y no podemos encontrar sus llaves... No sabemos qu hacer. -Vamos pronto. Veamos si puedo hacer algo murmur el rey, mientras parta con ligereza rumbo a las puertas. Como la vez anterior, apenas su anillo las toc, se abrieron de par en par. El Primer Ministro y todo el squito que lo acompaaba quedaron maravillados y, desde ese da, aqul comenz a desear el anillo ms que nada sobre la tierra. Soaba despierto y

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haca planes para apoderrselo, pero el rey lo mantena en su mano y nunca se separaba de l. -Esperar el instante en que l duerma profundamente y se lo sacar- decidi un da el Ministro, clavando su vista en el anillo-abridor. El monarca, entre tanto, al observarlo pens: -Qu actitud tan extraa tiene el Primer Ministro! No despega su mirada de mi anillo y pareciera que lo ambiciona. S!, sus ojos son de ambicin y su corazn est cerrado a cualquier otra cosa. Lleg la noche. Mientras el rey dorma, unos pasos sigilosos se acercaron a la orilla de su lecho. Una mano se estir en silencio y avanz hacia el monarca... Sin embargo, ste abri los ojos, y el Primer Ministro, asustado, intent arrebatarle el anillo por la fuerza. En el forcejeo, el rey con su brazo empuj el pecho del Ministro y, sin darse cuenta, con su anillo lo toc, medio a medio, justo en el corazn. Al instante, el Primer Ministro exclam: -Perdn, Majestad! Perdn!

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TRANCOLARGO

esde el instante mismo en que naci se irgui para mirar el mundo. Quiso verlo todo desde el comienzo y con todo se admir. Trancolargo era, en ese momento, un potrillo overo blanco con manchas caf, de patas largas y ojos grandes y saltones. Le encantaba la leche materna y la tomaba a cada rato. Pero su curiosidad lo hizo un da alejarse, ms de la cuenta, del lado de sus padres. Recorri trotando a grandes trancos de ah su nombre Trancolargo- su potrero y varios ms. Se detuvo a mirar las vacas, y pens: -Qu caballos tan raros, gordos y con cachos! Aunque sus manchas se parecen a las mas... Quiso conversar con una de ellas. Se acerc, y al hablarle obtuvo slo por respuesta un mu-mu. -Con estos caballos gordos no resulta conversar! Seguir mi camino. Las moras que encontr al lado de un estero le encantaron y estuvo comiendo largo rato. -Son dulces y frescas en este calor!- musit. Bebi unos sorbos de agua y camin en ella. -Las piedras molestan, pero el agua fra qu rica es! exclam. Unas ovejas que pastaban al otro lado, lo miraron sorprendidas de verlo chapotear tanto rato y se acercaron curiosas a la orilla.

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-Buenas!- salud Trancolargo. Las invito a caminar por el arroyo. Gozarn hacindolo. Ellas volvieron a sorprenderse y dijeron: -Mojarnos nuestras ropas de lana? Por ningn motivo. Y le contestaron -be-be. Sus trancos lo llevaron a una via con dos perros guardianes a la entrada. Los mir con recelo pues ladraban con furor. -Qu querrn decir con tanto alboroto? se pregunt. -Slo voy recorriendo el mundo, y me gustara visitar este lugar... Los perros replicaron enrgicamente -guau-guau. Trancolargo vio difcil seguir esa ruta, y se desvi. -Unos dicen mu-mu, otros be-be, y ahora guau-guau, y con ninguno puedo conversar. Seguir mi camino hasta dar con alguien que quiera hablar conmigo. En un recodo vio un gran corral de aves. -Estos seres, s que son raros! Los otros al menos tenan cuatro patas. Estos tienen slo dos y estn cubiertos con ropa muy extraa. Les hablar a ver si les entiendo... -Buenas! Los invito a caminar conmigo- relinch. Y por respuesta obtuvo un concierto de voces en que se entremezclaban los cu-cu con los cocorococ y po-po. -Vaya! Vaya! De mu-mu pasamos a be-be; de be-be a guau-guau y ahora cu-cu; cocoroc y po-po. Seguir mi camino, pues aqu tampoco entiendo nada. Era ya la puesta de sol y empezaba a anochecer. El potrillo sinti hambre y deseos de descansar. Record a sus padres, y quiso estar junto a ellos, pero no supo qu rumbo tomar. Sus padres, entretanto, se sentan cada vez ms inquietos por la prolongada ausencia de Trancolargo. Decidieron buscarlo. Pasaron junto a las vacas y preguntaron por l. Ellas con un gesto de la cabeza mostraron

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por dnde haba ido y les dijeron mu-mu. Atravesaron el arroyo, y a las ovejas que empezaban a dormitar les preguntaron tambin por su hijo. Una de ellas contest be-be, y les mostr el camino a la via. Siguieron hasta all. Los perros ladraban y con un enrgico guau-guau los alejaron por el nico camino posible hacia el corral. En el corral preguntaron a las aves si haban visto pasar a Trancolargo y, todas juntas, dirigiendo sus miradas hacia el sendero por donde el potrillo se alej, respondieron con una sinfona de voces cu-cu, cocoroc, po-po. Galoparon en esa direccin mientras relinchaban llamando a su hijo. Muy pronto lo encontraron echado junto a un sauce, ojeroso, cansado y con susto. -Mam! pap! grit al orlos. Ellos se acercaron a hacerle cario, primero con sus patas, luego con la cola y finalmente mam le ofreci su tibia leche. Luego, dando un gran suspiro de alivio se durmi.

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LA OVEJITA

leg la poca de la esquila y todas las ovejas de Diego fueron peladas. Como haca mucho calor ellas se pusieron contentas. Se sintieron frescas, sin tanta lana. Pompn Amarillo, en cambio, sinti fro, y durante el da no hizo ms que saltar para entrar en calor. Al anochecer, Diego con su flauta las llamaba, y ellas corran a su lado; luego las contaba para ver que estuviesen todas. Pero el da de la esquila falt una. Diego mir a un lado y a otro para ver cul sera y no vio a Pompn Amarillo. Como buen pastor, Diego dej a las restantes ovejas juntas y parti a buscarla. Mir por aqu, mir por all, y nada. Se encontr con su amigo Pedro, pastor del predio vecino, y le dijo: -He perdido una oveja y voy en su bsqueda. No s qu ha podido ocurrirle! Pedro le respondi: -He visto algo sorprendente hoy: una oveja pequea, pelada entera y con un pompn amarillo al cuello, que salta y salta. Yo dira que tena fro... -Esa es mi oveja -replic Diego. Se llama Pompn Amarillo! Dime! Dnde est? -Ms all de esa loma, en una vega llena de pasto verde. -Gracias amigo, voy corriendo a encontrarla.

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Diego lleg a la loma y vio la vega. Divis en un rincn, donde an llegaba un rayo de sol, a Pompn Amarillo. Saltaba de un lado a otro. Fue a su encuentro, la tom en sus brazos y sacndose el chaleco de lana se lo puso encima. Slo dos patas quedaron cubiertas con las mangas, y la cabeza asomaba por el cuello. El pastor la llev as, envuelta y abrazada, hasta donde quedaron las dems ovejas. Estas, al ver a Pompn Amarillo con el chaleco de Diego, se miraron unas a otras dicindose: -Y qu le pasa que se pone la ropa de Diego? Si hace calor y es tan rico estar sin la capa de lana gruesa... Pasaron los das, y Diego, en las maanas al salir el sol, le sacaba el chaleco a la ovejita; pero al atardecer, antes de dejarla en el corral, volva a ponrselo y ella saltaba a su lado entusiasmada. Vino finalmente el otoo, y Pompn Amarillo tuvo su chaleco propio. Se cubri entera de lana blanca, muy gruesa y abrigadora y se sinti feliz pues ya no necesitaba el chaleco de Diego que, a veces, se le enredaba entre las patas. Lleg otra vez el da de la esquila y todas las ovejas enfilaron para entregar su lana y estar frescas pues el calor del verano ya se haca sentir. Diego empez a contarlas y not que faltaba una. La busc por distintas partes hasta dar con Pompn Amarillo, escondida en un rincn. No quera moverse! El pastor se acerc a ella, la cogi amorosamente en brazos, la llev a un prado y le dijo: -T eres distinta a las dems ovejas y yo te quiero as. Te quedars con tu lana y en lugar de salir a pastar con el resto, te hars cargo de este prado y lo mantendrs corto disfrutando de su hierba y de la sombra de sus rboles. En las tardes pasar a verte, y t vendrs a m corriendo al or el sonido de mi flauta, pues sabes que me sentir contento al verte feliz. Y cada atardecer se encontraban Diego y Pompn Amarillo quien nunca ms sinti fro.

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ALAS DORADAS

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uanito, conoces t el cuento del corcel Alas Doradas?

-No? Yo te lo voy a contar. -Un nio como t, llamado tambin Juan, dorma plcidamente una noche y so que montaba un hermoso corcel blanco con alas doradas. Estando ya sobre l dijo: -Alas Doradas, quiero encontrar la felicidad. Aydame a buscarla! Y Alas Doradas lo llev en un largo recorrido por el Reino de la Realidad. All vio que haba cosas bellas como las verdes praderas de octubre y las blancas olas del mar. Vio personas valiosas, como Pedro, aquel nio pobre que comparta su trozo de pan con su vecino, tan pobre como l. Y tambin vio a Fidel arar la tierra para sembrar el trigo que da pan, y a Rosa lavar la ropa de sus hijos, y a Susana preparar la empanada dominical. Pero tambin vio a Luis tirar piedras al zorzal, y a Marcos sacar las uvas de Manuel, y a Sofa romper la mueca de Soledad. Y vio tambin dolor en los enfermos, y tristeza en las madres cuyos hijos haban ido a la guerra. Y vio la guerra y quiso escapar... -No ms dolor! Quiero paz. No ms odio! Quiero amor. Y Juan dijo a Alas Doradas: -Llvame al Reino de la Fantasa, por favor. Quiero conocerlo! Al instante el corcel alado vol hasta llegar a un alto muro que separaba el Reino de la Fantasa del Reino de la Realidad. Al llegar all, y antes de entrar, Juan vio como todas sus ropas se transformaban en una

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tnica blanca con botones, cinturn y botas doradas. Sobrevolaron as el muro. Y Juan qu vio? Toda la maravilla imaginable: el palacio de Cenicienta con su prncipe amado. Ms all el de Aurora, la Bella Durmiente; la mina de piedras preciosas de los Siete Enanitos y Blanca Nieves cocinndoles sonriente una tarta de fresas. Pasaron tambin sobre la laguna donde vive Cisne, quien fuera el Patito Feo. A su lado, la pequea Sirenita tomaba sol alegremente. Cerca de ese lugar, se encontraba el jardn del Gigante Egosta, donde unos nios jugaban y cogan flores cantando y riendo. Todo pareca dicha all, pero a lo lejos se divisaban las oscuras nubes que permanentemente amenazaban esa felicidad. En medio de ellas viva Brunilda, la bruja, y Brutus, un ogro con quien planeaba perturbar la paz y alegra de los dems. -Es que no todo es felicidad aqu? -dijo Juan al ver los nubarrones. Dnde podr encontrarla completa? Al or esto, Alas Doradas habl: -Ni en el Reino de la Fantasa ni en el Reino de la Realidad podrs encontrarla. -Pero, dnde, si no hay ms reinos? -pregunt Juan. -Ven, yo te ensear -respondi Alas Doradas. Vol y vol y vol hasta llegar a la cumbre del ms alto cerro. Desde all, mirando hacia un lado, se vea el Reino de la Fantasa, y mirando hacia el otro se dominaba el Reino de la Realidad. -Y dnde est el Reino de la Felicidad? Dmelo, Alas Doradas! -Mira hacia donde an no lo has hecho, hacia arriba. Al dirigir sus ojos a lo alto, Juan vio una gran Luz, brillante como mil soles mientras senta que encontraba la paz. As supo que la felicidad est en Dios y que Dios es Amor. Dios dijo a Alas Doradas: -Has hecho bien en mostrar a Juan todo esto. Ahora l sabr qu hacer hasta que vuelva de nuevo. Llvalo de regreso a casa. Juan despert. Corri a ver a sus padres y los abraz y bes.

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os tres amigos iniciaron entusiasmados su caminata junto al lago en una maana de sol. El lago era tranquilo y apacible, y las arenas volcnicas tibias. Lejos se divisaban praderas, bosques y potreros con animales pastando. Un poco ms all, la desembocadura del ro que alimenta el lago. Pablo, Andrs y Juan, al acercarse al ro, se sorprendieron: sobre l, haba tres puentes, uno de piedra, otro de madera y un puente colgante. -Qu extrao! - coment Pablo. -Por cul de ellos pasaremos? -pregunt Andrs. -Miren ahora! -grit Juan. Cada uno tiene un cartel. Veamos qu dice! En el puente de piedra, un letrero con letras labradas en fierro deca: Parque Florido. En el puente de madera, sobre una tabla se lea: Campo Sembrado. Y en el puente colgante, una flecha indicaba: Villa Aventura. Pablo, rpidamente, exclam: -Vamos por el de piedra. Andrs, a su vez, dijo: -Mejor por el de madera.

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LOS TRES PUENTES

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Y Juan: -Prefiero el puente colgante. Conversaron un rato viendo qu hacer, y al final cada uno escogi el puente que ms le gustaba. Quedaron de encontrarse tres horas ms tarde en ese mismo lugar. Inici Pablo su recorrido por el puente de piedra. Luego de atravesarlo encontr un parque rodeado de jardines y flores. Haba en medio de l un sendero plano con bordes de tulipanes por el cual sigui caminando tranquilamente. Era un paisaje relajador y el andar se haca fcil. Al final del Parque Florido encontr una casa de madera como las de cuento, donde una joven le ofreci chocolate caliente con torta de moras y pasteles. Goz con todo eso y estuvo muy contento con su eleccin. Andrs, por su parte, atraves el puente de madera y descubri un camino rodeado de lamos, caquis y laureles, ms all de los cuales se vean tierras sembradas de trigo y maz. El camino era a ratos suave y fcil de caminar, y a ratos spero y polvoriento, pero las arboledas daban la sombra necesaria para avanzar. Al final de l, encontr una casa de campo toda roja, con el encanto de lo antiguo, donde una amable anciana lo invit a pasar y le ofreci mate caliente con pan amasado, tortillas de rescoldo y humitas. El sabor casero de todas esas cosas le record su hogar y Campo Sembrado le encant. Tambin estuvo muy contento con su eleccin. Juan, entre tanto, se apresur a atravesar el puente colgante. Villa Aventura le pareca un destino desconocido, y eso le haca sentir inquietud, pero decidi continuar. Al otro lado encontr una verdadera selva, toda enmaraada. Inici con dificultad su andar, y fue abrindose camino doblando las ramas y corriendo las grandes hojas que le impedan avanzar. Se oa a lo lejos ruido de animales y el sonido de las copas de los rboles mecidas por el viento. Sinti miedo, pero su decisin estaba tomada, y avanz cada vez un poco ms. La emocin que tena era grande, escuchaba cada latido de su corazn, y se senta fuerte y orgulloso por continuar a pesar de las dificultades. Cuando estaba ya muy cansado encontr un claro, y dentro de l, un gran rbol con una casa de troncos en su copa. Intrigado, subi y encontr all un indgena que lo invit a entrar. Le ofreci los manjares propios de la selva: fresas silvestres, pltanos y castaas de caj. Disfrut mucho comindolos, as como con el rato pasado en Villa Aventura y estuvo muy feliz con su eleccin.

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Pasaron las tres horas y los amigos se re-encontraron a la salida de los puentes. Cada uno relat la experiencia vivida y escuch con entusiasmo la de sus compaeros. Al terminar, Pablo coment: -Hicimos la mejor de las elecciones al escoger cada uno su propio camino. El puente de piedra y Parque Florido fueron lo mejor para m. Me gusta andar en lo firme, seguro y bello, sabiendo por donde voy y hacia donde llegar. -Y para m, el puente de madera -agreg Andrs. Me gusta ver variar el paisaje mientras camino, pero sintiendo que en l todo me resulta familiar y conocido como los trigales maduros o una vieja casa de campo. -El puente colgante result ser lo mejor para m -terci Juan. Me gustan las emociones, y en Villa Aventura, como todo era nuevo y desconocido para m, las viv intensamente. Y as, muy contentos, los tres amigos regresaron a casa.

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UN DA DE INVIERNO *

e acercaba el invierno y todos los pjaros de la regin buscaban anidar para protegerse del fro. El pjaro rojo tambin quera hacerlo. Las hojas del rbol donde estaba su nido empezaban a caer y tema dejar a sus cras sin proteccin. Vol de un rbol a otro, pero todos los que tenan follaje estaban ocupados. De pronto, en el jardn de la modesta casa de Andrs, vio un rbol desocupado. -Aqu anidar y traer a mis hijos. Junt distintas ramas con las que hizo un abrigado nido. Las dos ms frondosas lo cubran del sol y del fro. Al fin estuvo listo y vino a vivir en l con sus pequeos. Todos los das sala a buscarles alimento y lo depositaba en el nido donde los pequeos lo coman. An no saban volar ni valerse por s mismos. Lleg el invierno, la lluvia y luego la nieve que cubri todas las hojas del rbol. La rama en que estaba el nido se quebr y cay al suelo. El fro era intenso y el viento soplaba sin parar. Los pobres pajarillos empezaron a piar y gemir. El pjaro rojo los cubra con sus alas, pero tambin flaqueaba. Ese da cuando Andrs regresaba de clases, escuch un ruido junto al rbol de su jardn. Se detuvo, mir a un lado y otro hasta que descubri los pequeos pjaros con su nido roto, empapados y tiritando. Los cogi y los llev a su casa donde le pidi a su madre un lugar* La idea original de este cuento es del hijo de la autora Juan Ignacio Tagle a la edad de 8 aos.

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para cuidarlos. -Colcalos junto a la cocina! As tendrn ms calor y se secarn! -dijo ella. Andrs as lo hizo y junt migas de pan para alimentarlos. Pas el tiempo y los pajaritos crecieron. Lleg el primer da de sol de primavera. Andrs amaba a los pjaros y deseaba estar con ellos. Pero se dio cuenta que queran volar. Los coloc en la ventana y los puso en libertad. Senta pena, pues pens que no los vera ms y se fue al colegio caminando tristemente. Cuando regres a casa, su alegra fue inmensa pues encontr a sus amados pajarillos parados en la ventana de la cocina trinando a ms y mejor. -Han vuelto mam! Han vuelto! -gritaba en medio de su alegra. Y ellos fueron y vinieron por los rboles y jardines, pero cada tarde volvan donde Andrs quin les haba dado un hogar.

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LA NUBE JUGUETONA

l mirarla de lejos, pareca algodn o mejor dicho, merengue, o tal vez espuma. Era una nube blanca, muy blanca, que se destacaba sobre el cielo azul, de un azul profundo, propio del aire limpio. Se pareca mucho a las otras nubes que viajaban con ella. Pero sta era muy juguetona. Haba nacido de la evaporacin del agua de los lagos del Sur, y en esa misma regin se qued a vivir. Su mayor entretencin, mientras iba de un lugar a otro, consista en cambiar de forma y lo ms rpidamente posible. -Voy a ser un cordero, para aquellos nios que juegan en la playa -deca. Y al punto se oan las voces infantiles: -Miren esa nube, parece un cordero! Como a ella le gustaba mucho jugar, al orlos cambiaba su forma a la de un len. Los nios volvan a gritar: -Ahora parece un len! - y ella, muy entretenida con su juego, decida darse forma de perro, luego de oso, y a continuacin, de elefante, y segua as hasta aburrirse. Los nios permanecan entusiasmados viendo cmo cambiaba mientras desapareca de su vista. Iba al encuentro de sus hermanas, a quienes invitaba a participar de su juego favorito: las bolitas. Todas las nubes del lugar se redondeaban para parecer pequeas bolas y empezaban a chocar unas con otras. Con cada choque se produca un relmpago que iluminaba una gran extensin de cielo y tierra, y un trueno cuyo ruido se oa un rato despus.

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Se entretenan con el espectculo de luz y sonido. Mucho ms todava si era de noche, pues jugaban a descubrir lo que haba bajo ellas. -All est el campanario de la iglesia! -deca una. -Y el granero de don Pascual! -agregaba otra. Y han visto el velero de Rafael? -preguntaba una tercera. Un da, mientras se divertan as, la nube juguetona nuevamente quiso hacer algo distinto. Le pidi al viento: -Viento, viento, llvame de aqu, quiero viajar muy lejos. Y el viento la llev a travs de lagos y volcanes, mares y montaas, hacia tierras ms clidas. All, los rayos del sol cayeron sobre ella quemndola y presinti que se acercaba su fin. Se oscureci. Luego se derriti y los campos fueron regados con su fresca lluvia. Escuch a las flores de un macetero, exclamar gozosas: -Estbamos marchitndonos de sed y ahora revivimos! Y el corazn de la nube se alegr por el bien hecho. Se llen el tranque de agua y las semillas escondidas bajo la tierra empezaron a germinar. -Gracias a Dios, al fin esta lluvia bendita! escuch decir a don Pancho el campesino, quien crea sus cosechas perdidas por la sequa. Y su corazn se alegr an ms por el bien hecho. Bebieron su agua derramada, flores, rboles y plantas que dan fruto, hasta saciar la gran sed que tenan. La nube, cuyo corazn an segua latiendo, alcanz a ver todo eso, y antes de ir a dar a un arroyo, se alegr mucho, pues Dios la recibira contento. El agua cada en el arroyo fue a dar a un ro que la llev a un inmenso lago azul, desde donde se evapor formando nuevas nubes, hijas de la nube juguetona. Su vida se prolong en ellas, quienes tambin alimentaran con su agua fresca los seres vivos que pueblan la Tierra. Sin embargo, ninguna sali tan juguetona como la nube de este cuento.

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M am Caracola y pap Caracol muy contentos se preparaban para el pronto nacimientode su hijo. -Ser caracolito? Ser caracolita? -se preguntaron, mientras arreglaban la cuna para recibirlo. El da anhelado lleg. Naci Caracolito. Era muy bello y amoroso, pero no tena caparazn. Haba nacido sin casa! Sus padres lo cuidaron mucho. Cuando salan de paseo, lo llevaban dentro de sus propias conchas. As fue, hasta el da en que Caracolito, ya adulto, quiso vivir la vida por su cuenta. Su primera decisin fue buscar casa propia. Camin y camin. Al llegar a la playa, descubri una con forma de tirabuzn. Entr en ella y las olas lo llevaron al fondo del mar. All se afligi mucho y se sinti mal. Era todo tan salado! Vio un hipocampo y le pidi: -Por favor! Llvame de regreso a la playa, pues yo solo no s hacerlo. -Pesas mucho con ese caparazn -le contest. No puedo. Lo siento... A lo cual Caracolito replic: -No es mo! Yo puedo montar solo...

EL CARACOL SIN CASA

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-Arriba entonces! -le dijo con entusiasmo el caballo de mar. Pero antes, har un recorrido por el fondo. As te llevars un buen recuerdo. El pequeo caracol goz con todo: algas mari