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Unniñodesaparecido…

Junio de 1933: en Loeanneth, la mansión en el campo de la familiaEdevane, todoestá limpioy reluciente, listopara la tanesperada fiestadesolsticiodeverano.AliceEdevane,dedieciséisañosyescritoraenciernes, está especialmente ilusionada. No solo ha encontrado el giroargumental perfecto para su novela, también se ha enamoradoperdidamente de quien no debería. Pero para cuando llegue lamedianocheylosfuegosartificialesiluminenelcieloestival,lafamiliaEdevanehabrá sufrido una pérdida tan grande que tendrá que abandonarLoeannethparasiempre…

Unacasaabandonada.

Setentaañosmástarde:despuésdeuncasoespecialmentecomplicado,Sadie Sparrow, investigadora en Scotland Yard, está cumpliendo unpermiso forzoso en su trabajo. Refugiada en la casa de su abuelo enCornualles, pronto comprueba que estar ociosa le resulta complicado.Hasta que un día llega por casualidad a una vieja casa abandonadarodeadade jardinessalvajesyespesosbosquesydescubre lahistoriadeunniñitodesaparecidosindejarrastro…

Unmisteriosinresolver.

Mientras tanto, en el ático de una elegante casa en Hampstead, laformidable Alice Edevane, ya anciana, lleva una vida tancuidadosamente planeada como las novelas policíacas que escribe.Hasta que una joven detective empieza a hacer preguntas sobre supasado familiar en un intento por desenterrar la intrincadamaraña desecretosdelosqueAlicehapasadotodasuvidatratandodeescapar.

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ParaHenry,mipequeñaperla

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Capítulo1

Cornualles,agostode1933

Llovíaacántarosyteníaeldobladillodelvestidosalpicadodebarro.Tendríaqueesconderlomásadelante;nadiedebíasaberquehabíasalido.

Las nubes cubrían la luna, un golpe de suerte que nomerecía, y se abriócaminoatravésdelanochedensayoscuratanrápidocomopudo.Habíavenidoantesacavarelhoyo,perohastaahora,alamparodelaoscuridad,noterminaríael trabajo.La lluviapunteaba la superficiedel arroyode truchas, repiqueteabasincesarenlatierraasualrededor.Algosaliócorriendodeentreloshelechos,muycerca,peronosesobresaltó,nosedetuvo.Llevabatodalavidaentrandoysaliendodelbosqueyconocíaelcaminodememoria.

Cuandosucedió,habíaconsideradoconfesar,yquizá,alprincipio,lohabríahecho.Sinembargohabíaperdidolaoportunidadyahoraerademasiadotarde.Habían sucedido demasiadas cosas: las partidas de búsqueda, los policías, losartículosenlosperiódicosquesolicitabaninformación.Nohabíanadieaquienpudieracontárselo,nohabíaformadearreglarlo,nohabíaposibilidadalgunadequelaperdonaran.Laúnicaopciónquelequedabaeraenterrarlaspruebas.

Llegó al lugar que había escogido. La bolsa, con la caja dentro, erasorprendentemente pesada y fue un alivio soltarla. Apoyada sobre manos yrodillas,retiróelcamuflajedehelechosyramas.Eloloratierramojada,aratónde campoy setas, a otras cosasque se estabanpudriendo era abrumador.Unavez su padre le había dicho que por aquellos bosques habían caminado lasgeneraciones pasadas y habían quedado sepultadas bajo la espesa tierra.A supadrelealegraba,lohabíanotado,pensardeesamanera.Hallabaconsueloenlacontinuidaddelanaturaleza,enlacreenciadequelaestabilidaddellarguísimo

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pasado tenía el poder de aliviar los problemas actuales.Y tal vez, en algunoscasos,asífuera,peronoenestaocasión,noestosproblemas.

Metió la bolsa en el agujero y durante una fracción de segundo la lunaparecióasomarsedesdedetrásdeunanube.Laslágrimasamenazaronconbrotarmientrasselimpiabaelpolvo,perolascontuvo.Llorar,allíyenesemomento,eraunlujoquenopodíapermitirse.Aplanóelsuelogolpeándoloconlasmanosypisoteándoloconlasbotashastaquesequedósinaliento.

Yaestaba.Lohabíahecho.Seleocurrióquedeberíadeciralgoantesdeabandonaraquellugarsolitario.

Algoacercadelamuertedelainocencia,elintensoremordimientoquesiemprelaperseguiría;peronolohizo.Latentaciónlaavergonzó.

Volviódeprisaatravésdelbosque,concuidadodeevitarelcobertizodelasbarcasysusrecuerdos.Cuandollegóalacasaestabaamaneciendo;lalluviaeraligera.Elaguadellagolamíalasorillasyelúltimodelosruiseñorescantabasudespedida. Las currucas y los sílvidos se estaban despertando, y a lo lejosrelinchó un caballo. No lo sabía entonces, pero jamás se libraría de ellos, deaquellos sonidos; la acecharían desde este lugar, desde este momento,invadiendosussueñosypesadillas,recordándolesincesarloquehabíahecho.

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Capítulo2

Cornualles,23dejuniode1933

La mejor vista del lago era la de la habitación morada, pero Alice decidióconformarse con la ventana del cuarto de baño. El señor Llewellyn todavíaestaba con su caballete junto al arroyo, pero siempre se retiraba temprano adescansarynoqueríaarriesgarseaencontrarseconél.Elancianoerainofensivo,peroexcéntricoynecesitadodeafecto,sobretodoenlosúltimosaños,ytemíaque malinterpretara su inesperada presencia en su habitación. Alice arrugó lanariz. Le había tenido mucho cariño antes, cuando era una niña, y él a ella.Ahora, queya tenía dieciséis años, le resultaba extrañopensar en las historiasquelecontaba,lospequeñosbocetosqueledibujabayellaatesoraba,elauradeasombroquedejabatrasdesícomounacanción…Encualquiercaso,elcuartode baño estaba cerca de la habitación morada y, como solo pasarían unosminutosantesdequemadrenotaraquenohabíafloresenlashabitacionesdelaprimera planta,Alice no podía perder tiempo subiendo escaleras.Mientras unenjambrede criadasblandiendopaños revoloteaba con ímpetupor el salón, sedeslizóporlapuertaprincipalycorrióhacialaventana.

Pero¿dóndeestabaél?Alicesintióquese leencogíaelestómagoyque leembargabaladesesperanzaensolouninstante.Apretólasmanoscálidascontraelcristalmientrassumiradarecorríalaescena:rosasblancasyrosas,depétalosqueresplandecíancomosihubieransidopulidos;preciososmelocotonesqueseaferrabanalmurodeljardín;elestanquealargadoyplateadoquerelucíabajoelsol matinal. Toda la propiedad ya había sido arreglada y engalanada hastaalcanzar un estado de perfección inverosímil y, a pesar de ello, el bulliciopersistíapordoquier.

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Losmúsicos arrastraban sillas doradas sobre el quiosco demúsica que sehabíamontadoparalaocasióny,mientraslascamionetasdelosproveedoresseturnabanparalevantarelpolvodelcamino,lacarpaamediomontarseinflabacon la brisa del verano. La única nota discordante en aquel torbellino era laabuelaDeShiel,quienpermanecíasentada,menudayencorvada,eneljardín,enlasilladehierrofundidofrentealabiblioteca,perdidaensusrecuerdoslóbregosyporcompletoajenaalosfarolesdevidrioqueestabancolgandoenlosárbolesasualrededor…

DeprontoAlicecontuvoelaliento.Él.La sonrisa se extendió por su rostro antes de que pudiera evitarlo. Qué

alegría,quéalegríadeliciosayestelardescubrirloenesapequeñaislaenmediodel lago, conun leño enorme sobreunode los hombros.Alzóunamanoparasaludar, un impulso insensato, pues él nomiraba hacia la casa. Y de haberlohechonolehabríadevueltoelsaludo.Ambossabíanquenopodíancometeresetipodedescuidos.

Se llevó losdedosalmechóndepeloquesiempre lecaía suelto juntoa laoreja y lo enroscó y desenroscó alrededor de ellos una y otra vez.Le gustabamirarle así, en secreto. Le hacía sentirse poderosa, no como cuando estabanjuntos, cuando le llevaba limonada en el jardín o lograba escabullirse parasorprenderlomientrastrabajabaenlosremotosconfinesdelapropiedad;cuandoél le preguntaba acerca de su novela, su familia, su vida, y ella le contabahistoriasylehacíareíryteníaquecontenerseparanoextraviarseenelestanquedeesosojosverdesyprofundosconreflejosdorados.

BajolamiradadeAlice,élseinclinóysetomóunmomentoparaequilibrarelpesodelleñoantesdecolocarloencimadelosotros.Erafuerteyesoestababien. Alice no sabía con certeza el motivo, pero le importaba en algún lugarprofundoeinexplorado.Leardíanlasmejillas;seestabasonrojando.

AliceEdevanenoera tímida.Habíaconocidoaotrosmuchachosantes.Nomuchos,eracierto(conexcepcióndelatradicionalfiestadeverano,suspadreseranmuy reservados y no solían relacionarsemucho), pero había logrado, enalgunasocasiones,intercambiarpalabrasfurtivasconloschicosdelpueblooloshijos de los arrendatarios, que se calaban las gorras y bajaban la mirada yseguíanasuspadresporlapropiedad.Esto,sinembargo,estoera…Bueno,estoeradiferente,yellasabíaquesonabavertiginoso,alaclasedecosaquediríasuhermanamayorDeborah,peroeraciertodetodosmodos.

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Se llamaba BenjaminMunro. Pronunció en silencio las sílabas, BenjaminJames Munro, veintiséis años de edad, de Londres. No tenía familiares a sucargo,eraungrantrabajador,noeradadoahablarporhablar.HabíanacidoenSussexycrecidoenelFarEast,hijodearqueólogos.Legustabaneltéverde,elaromaajazmínylosdíascalurososenlosqueamenazabalalluvia.

No había sido él quien le había contado todo eso. No era uno de esoshombrespresuntuososquealardeabandesímismosydesuslogroscomosiunamuchacha fuera solo una cara bonita con las orejas bien abiertas.En lugar deeso,ella lohabíaescuchadoyobservadoy,cuandosepresentólaoportunidad,entróahurtadillasenelalmacénparaconsultarelregistrodelosempleadosdeljardinero jefe. Alice siempre había disfrutado imaginando que era unainvestigadora y, cómo no, sujeta tras una página con lasminuciosas notas desiembradelseñorHarris,encontró lasolicituddeempleodeBenjaminMunro.Lacartaerabreve,escritaenunaletraquemadrehabría juzgadodeplorable,yAliceescudriñótodo,memorizandolosfragmentosimportantes,emocionadaporlamaneraenquelaspalabrasdabancoloryprofundidadalaimagenquehabíacreadoyguardadoparaellamisma,comounaflorentredospáginas.Comolaflorqueél lehabíaregaladoelmespasado.«Mira,Alice»,el talloeraverdeyfrágilenesamanoanchaypoderosa,«laprimeragardeniadelaestación».

El recuerdo lahizo sonreírymetió lamanoenelbolsilloparaacariciar lasuperficielisadesucuadernocontapasdecuero.Eraunacostumbrequehabíaconservadodesde la infancia, quevolvía loca a sumadredesdeque recibió elprimercuadernoensuoctavocumpleaños.¡Cuántolehabíagustadoeselibritocoloravellana!Quéinteligentehabíasidopapáalescogerloparaella.Éltambiénllevaba un diario, le dijo, con una seriedad que Alice había admirado yagradecido. Escribió su nombre completo (Alice Cecilia Edevane), despacio,bajo la atentamirada demadre, en la pálida línea sepia del frontispicio, y deinmediatosesintióunapersonamuchomásrealqueantes.

MadreseoponíaalacostumbredeAlicedeacariciarlalibretaenelbolsilloporque le daba un aspecto «sospechoso, como si tuvierasmalas intenciones»,descripción que aAlice no lemolestaba en absoluto. La desaprobación de sumadrenoeramásqueunaliciente;Alicehabría seguidoacariciando la libretacomo si no notara ese ceño levemente fruncido en el bello rostro de EleanorEdevane; lohacíaporquesucuadernoeraunapiedradetoque,unrecordatoriode quién era. Era además su confidente más cercano y, como tal, toda unaautoridadenBenMunro.

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Habíapasadocasiunañoenterodesdequelovioporprimeravez.LlegóaLoeannethelveranode1932,duranteesegloriosoperiodosecoenelque,contodalaemocióndelafiestadesolsticiodetrásdeellos,nohabíanadaquehacersalvoentregarseal soporíferocalor.Sobre la fincasehabíaposadounespíritudivino de tranquilidad indolente, demodo que inclusomadre, embarazada deochomesesydeunrosadoresplandeciente,sedesabrochabalosbotonesdeperladelospuñosysesubíalasmangasdesedahastaloscodos.

Alice había estado sentada todo el día en el columpio bajo el sauce,balanceándose despreocupada y reflexionando sobre su Importante Problema.Dehaberprestadoatención,habríanotadoquelossonidosdelavidafamiliarlarodeaban:madreyelseñorLlewellynsereíanalolejosmientraslosremosdelabarcasalpicabana ritmoperezoso;Clemmiemascullabaentredientesmientrasgirabaencírculosporlapradera,conlosbrazosextendidoscomoalas;Deborahcontaba a Rose, la niñera, todos los escándalos recientes de Londres…, peroAlice continuaba ensimismada y no oía nada salvo el leve zumbido de losinsectosdelverano.

Llevaba casi una hora en el mismo lugar y ni siquiera había notado lamanchadetintanegraqueseextendíadesdesunuevaplumaestilográficaporelvestidodealgodónblanco,cuandoélsalióderepentedelaarboledaoscuraalacalzadabañadaporelsol.Llevabaunabolsadelonaalhombroyloqueparecíaunabrigoen lamano,ycaminabaconpasoconstante,muscular,quehizoqueAlice se columpiaramásdespacio.Observó sumarcha, y la cuerda áspera delcolumpio le rozó lamejilla cuando se estiró para ver desde el otro lado de laramadelsaucellorón.

Por un capricho de la geografía, la gente no llegaba inesperadamente aLoeanneth.Lafincasehallabaenunahondonada,rodeadadeunadensamarañadebosques,aligualquelascasasdeloscuentosdehadas.(Ydelaspesadillas,aunque por entonces Alice no tenía motivos para pensar algo así). Era suterritoriosoleado,elhogardurantegeneracionesdelosDeShiel,lacasaancestralde su familiamaterna.Y, sin embargo, ahí estabaél, unextrañoentre ellos,ybastósupresenciaparaqueserompieraelhechizodelatarde.

Alice teníauna inclinaciónnatural a entrometerse (lagente llevaba toda lavida diciéndoselo y ella lo tomaba como un cumplido; era un rasgo de supersonalidadalqueseproponíadarbuenuso),peroesedíasuinteréssedebiómás a la frustración y a un repentino deseo de distraerse que a la curiosidad.Durante todo el verano había estado trabajando febrilmente en una novela de

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misterioypasión,perohacíatresdíassehabíaestancado.Todalaculpaeradesuheroína,Laura,quien, trasvarioscapítulosdedicadosamostrarsuricavidainterior, ahora se negaba a cooperar. Enfrentada a un nuevo personaje, uncaballeroapuesto,alto,detezoscura,gallardamentellamadolordHallington,depronto Laura había perdido todo el ingenio y el valor y se había vueltofrancamenteaburrida.

Bueno,decidióAlicemientrasobservabaaljovenquerecorríaelcaminodeentrada, Laura tendría que esperar. Ahora tenía otros asuntos de los queocuparse.

Unpequeñoarroyorepiqueteabaalolargodelapropiedad,deleitándoseenesebreverespirosoleadoantesdevolverinexorablementehaciaelbosque,yunpuente de piedra, legado de algún tío abuelo lejano, unía ambas riberaspermitiendoelaccesoaLoeanneth.Cuandoelextrañollegóalpuentesedetuvo.Segiródespaciohacialadireccióndesdelaquehabíallegadoyparecióestudiaralgoqueteníaenlamano.¿Unpedazodepapel?¿Unefectodelaluz?Algoenla inclinación de la cabeza, su atención constante al denso bosque, denotabadeliberación yAlice entrecerró los ojos.Alice era escritora; comprendía a laspersonas; reconocía la vulnerabilidad en cuanto la veía. ¿Qué hacía que aqueldesconocido se sintiera tan inseguro y por qué? El hombre se volvió una vezmás, trazando un círculo completo, y se llevó una mano a la frente mientrasdirigía lamirada hasta la avenida bordeada de cardos donde se encontraba lacasa fielmente custodiada por tejos.No semovió, dio la impresión de que nisiquierarespiraba,yentonces,sinqueAlicedejaradeobservarlo,dejólabolsayelabrigo,sesubiólostirantesalaalturadeloshombrosysuspiró.

En ese momento Alice experimentó una de sus repentinas certezas. Noestaba segura de dónde venían estas revelaciones sobre la mente de otraspersonas,soloquellegabandeprontoycompletamenteformadas.Aveces,sinmás, discernía ciertas cosas. A saber: aquel no era el tipo de lugar al que eldesconocidoestabaacostumbrado.Peroeraunhombrequeteníaunacitaconeldestinoy, aunqueunaparte de él quería dar la vuelta ymarcharse de la fincaantes siquiera de haber llegado, uno no podía (no debía) dar la espalda a laprovidencia.EraunasuposiciónembriagadorayAlicesedescubrióasímismaagarradaconmásfuerzaa lacuerdadelcolumpio, llenade ideasquesedabanempellones,atentaalsiguientemovimientodelextraño.

Como era de esperar, tras recoger el abrigo y volver a echarse la bolsa alhombro,eldesconocidocontinuóporelcaminohacialacasaoculta.Unanueva

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determinación se había apoderado de él y ahora daría la sensación, aobservadores menos perspicaces, de ser decidido, de tener una misión sincomplicaciones.Alice se permitió una sonrisa, leve y satisfecha, antes de queunaexplosióndeclaridadcegadoracasiladerribaradesuasiento.Enelmismoinstanteenquereparóenlamanchadetintadelafalda,Alicehallólasoluciónasu Problema Importante. ¡Vaya, si estaba clarísimo! Laura, al lidiar con lallegadadesuextrañomisterioso,tambiéndotadadeunapercepciónmásagudaquelamayoríadelaspersonas,sindudavislumbraríabajolafachadadelhombresu terrible secreto, su pasado culpable, y le susurraría, en un momento detranquilidadenquelotuvieraasumerced…

—¿Alice?DevueltaalcuartodebañodeLoeanneth,Alicesesobresaltóysegolpeóla

mejillacontraelmarcodemaderadelaventana.—¡AliceEdevane!¿Dóndeestás?Echó un vistazo a la puerta cerrada a su espalda. En torno a ella se

extendieronlosgratosrecuerdosdelveranoanterior,laembriagadorasensacióndeenamorarse,losprimerosdíasdesurelaciónconBenyelarrebatadorvínculoconsuescritura.ElpomodebroncevibrólevementeenrespuestaalasrápidaspisadasdelpasilloyAlicecontuvoelaliento.

Madrehabíaestadonerviosísimatodalasemana.Algotípicoenella.Noeraunaanfitrionainnata,perolafiestadeveranoeralagrantradicióndelafamiliaDeShielymadrehabíatenidomuchísimocariñoasupadre,Henri,demodoquela fiesta se celebraba cada año en sumemoria. Siempre acababa aturdida (erapartedesunaturaleza),peroesteañoerapeorquedecostumbre.

—Séqueestásahí,Alice.Deborahtehavistohaceunmomento.Deborah: la hermanamayor, el gran ejemplo, la principal amenaza. Alice

apretó losdientes.Comosino fuera suficienteque laafamadayhomenajeadaEleanorEdevanefuerasumadre,quésuertelasuyadetenerunahermanamayorcasiigualdeperfecta.Bella,inteligente,comprometidaparacasarsealacabarlaestación…GraciasaDiosClementine,nacidamástarde,eratandesmañadaqueinclusoAlicenopodíaevitarparecerunpoconormalasulado.

Mientrasmadreirrumpíaenelsalón,conEdwinaasuspies,Aliceentreabriólaventanaydejóquelabrisacálida,queolíaahierbafrescareciéncortadayalasaldelmar, lebañaseelrostro.Edwinaera laúnicapersona(yeraunagoldenretriever, al fin y al cabo, no una persona de verdad) capaz de enfrentarse amadre cuando se ponía así. Incluso el pobre papá había huido a la buhardilla

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horasantes,dondesindudaestaríadisfrutandodelacompañíasilenciosadesugranobrasobrehistorianatural.ElproblemaeraqueEleanorEdevaneeraunaperfeccionistayhastaelúltimodetalledelafiestadebíasatisfacersusexigentesnormas. Si bien lo ocultaba bajo una capa de obstinada indiferencia, hacíatiempo que aAlice lemolestaba no cumplir las expectativas de sumadre. Semiraba en el espejo y la desesperaban su cuerpo demasiado alto, su cabellorebelde y color ratón, su preferencia por la compañía de personas imaginariasantesquereales.

Peroesosehabíaterminado.AlicesonriómientrasBenechabaotroleñoaloquenotardaríaenconvertirseenunagigantescapira.NoeraencantadoracomoDeborah, y sin duda nunca la habían inmortalizado, igual que amadre, comoprotagonistadeunlibroparaniñosmuyadmirado,peronoleimportaba.Ellaeraalgomuydiferente. «Eres toda una contadora de historias,AliceEdevane», lehabíadichoBenunatarde,mientraselríodiscurríafrescoylaspalomasvolvíana casa a pernoctar. «No había conocido nunca una persona con tantaimaginación,contantasbuenasideas».Suvozeradelicadaysumirada,intensa;Alicesehabíavistoasímismaatravésdesusojosyloqueviolehabíagustado.

Lavozdemadretraspasólapuertadelbaño,algosobrelasflores,antesdedesapareceralavueltadelaesquina.«Sí,madrequerida»,murmuróAlice,conencantadoracondescendencia.«Notepongasnerviosa,novayasluegoahacerteun lío con las bragas».Mencionar la existencia de la ropa interior deEleanorEdevane era un sacrilegio delicioso y Alice tuvo que apretar los labios paracontenerlarisa.

Con una últimamirada hacia el lago, salió del cuarto de baño y corrió depuntillas por el pasillo hasta su dormitorio para coger la preciosa carpeta queguardabadebajodelcolchón.Traslograrnotropezar,apesardelasprisas,conunmal remiendode laalfombrarojadeBaluchqueelbisabueloHoracehabíaenviadodurantesusaventurasenelOrientePróximo,Alicebajólosescalonesdedosendos,sehizoconunacestaquehabíaenmitadde lamesaysaliódeunsaltoalnuevodía.

***

Yhabíaquedecirquehacíaundíaperfecto.Alicenopudocontenerseyrecorrió

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tarareandoelsenderodelosas.Lacestaestabacasimediollenaynisiquierasehabíaacercadoa lospradosdefloressilvestres,dondecrecíanlasmásbonitas,las inesperadas, y no esas flores domesticadas y vistosas, pero Alice queríatomarsesutiempo.Sehabíapasadolamañanaevitandoasumadre,alaesperadelahoradelalmuerzodelseñorHarris,paraasípodersorprenderaBenasolas.

Laúltimavezquelohabíavisto,BenlehabíadichoqueteníaalgoparaellayAlicesehabíareído.Benleofrecióesamediasonrisatansuya,esaquehacíatemblar las rodillas de Alice, y le había preguntado: «¿Qué te hace tantagracia?».YAliceseirguiócuanaltaeraylehabíadichoquedabalacasualidaddequeellatambiénteníaalgoparaél.

Sedetuvodetrásdeltejomásaltoalfinaldelcaminodepiedra.Habíasidopodado con esmero para la fiesta, sus hojas firmes y recién cortadas, yAlicemiróasualrededor.BenseguíaenlaislayelseñorHarrisestabaalotroextremodellagoayudandoasuhijoAdamaprepararlamaderaquehabíaquetransportarenbarca.PobreAdam.Aliceloobservómientrasélserascabadetrásdelaoreja.Habíasidoelorgullodesufamilia,segúnlaseñoraStevenson,fuerteyrobustoybrillante, hasta que en Passchendaele un trozo demetralla se le incrustó a unladodelacabezay lodejóatontado.Laguerraeraunacosahorrible,segúnlegustabaopinaralcocinero,mientrasgolpeabaconelrodillouninocentemontóndemasasobrelamesadelacocina,«quesellevaaunmuchachocomoese,tanprometedor,selotragaenteroyescupeuntrozorotoybobalicón».

Lo único bueno, según la señora Stevenson, era que el propio Adam noparecía haber notado el cambio, casi hasta parecía aliviado. «Esa no es lanorma», añadía siempre, no fuera a traicionar el profundo pesimismo escocésquellevabaenlomáshondo.«Haymuchosmásqueregresanynovuelvenareírjamás».

Fuepapáquien insistióenofrecerempleoaAdamen lafinca.«Aquí tienetrabajodeporvida», leoyódecirmientrashablabaconel señorHarris,con lavozaflautadaporlaintensidaddelaemoción.«Yatelohedichoantes.Siemprequelonecesite,aquíhayunlugarparaeljovenAdam».

Alicereparóenun levezumbidocercadesuoreja izquierda,un ligerísimosoplodevientocontralamejilla.Miródereojolalibélulaquerevoloteabaensuvisiónperiférica.Eradelasraras,conlasalasamarillas,yAlicesintióelresurgirdeunaviejaemoción.Seimaginóapapáensuestudio,escondiéndosedemadreysusnerviospreviosalafiesta.Siseapresurara,Alicepodríaatraparlalibélulay llevársela corriendopara su colección, regodearse en el placer que el regalo

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despertaríaysentircómoganabapuestosenlaestimadesupadre,igualquedeniña,cuandoelprivilegiodeserlaelegida,laqueteníapermisoparaentrarenesasalapolvorientadelibrosdecienciayguantesblancosyvitrinasdevidrio,lebastabaparapasarporaltoelhorrordelosbrillantesalfileresdeplata.

Pero,porsupuesto,ahoranoteníatiempodeir.Vaya,consolopensarloyahabíacaídovíctimadeladistracción.Alicefruncióelceño.Eltiempoteníaunaextraña manera de deformarse cuando su mente se concentraba sobre algúnasunto.Miróelreloj.Erancasilasdoceydiez.Faltabanveinteminutosparaqueel jardinero jefe se retirara a su cobertizo, al igual que todos los días, con unbocadillodequesoy encurtidodeverdurasy la información sobre carrerasdecaballos. Era un hombre de costumbres fijas, algo que Alice, por su parte,respetaba.

Olvidándose de la libélula, se apresuró a cruzar el camino y rodeó ahurtadillas el lago. Evitó el patio y a los encargados que barrían cerca delsofisticado artilugio para los fuegos artificiales, y semantuvo en las sombrashasta llegar al Jardín Hundido. Se sentó en los escalones de la vieja fuente,caldeadosporelsol,ydejólacestaasulado.Eraelmiradorperfecto,decidió;elsetodeespinoscercanoleproporcionabaunrefugioideal,yporlosintersticiosenlavegetaciónhabíaunavistaexcelentedelnuevoembarcadero.

MientrasesperabaparasorprenderaBenasolas,Aliceviounpardegrajosquevolaban juntosporel intensoazuldel cielo.Sumirada seposóen lacasadonde unos hombres encaramados a escaleras tejían unas enormes coronas deplantas a lo largo de la fachada de ladrillo y un par de criadas se esmerabancolgandodelicadosfarolillosdecordelesbajolosaleros.Elsolhabíaencendidola fila superior de vidrieras emplomadas y el hogar familiar, pulido hasta casidarlevida, resplandecía comounaviejadamaenjoyada, vestidapara su salidaanualalaópera.

UnarrebatodecariñoembargóderepenteaAlice.Hastadondelealcanzabalamemoria, había sido consciente de que la casa y los jardines de Loeannethvivíanyrespirabanparaelladeunamaneradiferentequeparasushermanas.SibienLondreseraunatentaciónparaDeborah,Alicenuncaeratanfeliz,tanellamisma, como allí: sentada al borde del arroyo, los pies a merced de la lentacorriente; acostada en la cama antes del amanecer, escuchando a la familia devencejos que había construido el nido encima de su ventana, o paseandoalrededordellago,conelcuadernosiempredebajodelbrazo.

Teníasieteañoscuandocayóenlacuentadequeundíacreceríayquelas

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personas adultas, en un orden natural de las cosas, no vivían en casa de suspadres.Sintióquedentrodeellaseabríaungranabismodeterrorexistencialyadquiriólacostumbredegrabarsunombredondeycuandofueraposible:eneldurorobleinglésdelmarcodelasventanasdelasalitamatinal,enlavaporosalechadaentrelaslosasdelaarmería,enelpapelpintadoLadróndeFresasdelaentrada, como si esos actos diminutos de algúnmodo la ataran al lugar de unmodo tangible y duradero. Alice se había quedado sin postre todo el veranocuando madre descubrió esta particular expresión de afecto, un castigo quehabría aguantado sin protestar salvopor la injusticia de ser descrita comounagamberra insensible. «Creía que tú precisamente tendrías más respeto por lacasa»,siseósumadre,blancadeira.«¡Queseaunahijamíaquiensecomportecon tal desprecio y descuido, quien haga una broma tan cruel ydesconsiderada!».QuéhumillaciónhabíasentidoAlice,quédolor,aloírqueladescribían de semejante modo, al ver que su apasionada necesidad de poseerquedabareducidaaunameratravesura.

Peroesoyano importabaahora.Estiró laspiernas,alineó losdedosde lospies y suspiró con profunda satisfacción.Era parte del ayer, agua pasada, unaobsesióninfantil.Laluzdelsolestabaportodaspartes,unororelucientequesereflejabaenlashojasverdesdeljardín.Unacurruca,ocultaentreelfollajedeunsauce cercano, cantaba una dulce fanfarria y un par de patos luchaban por uncaracol especialmente suculento. La orquesta estaba ensayando un número debaileylamúsicasederramabasobrelasuperficiedellago.¡Quésuertedisfrutarde un día así! Después de semanas de angustia, de estudiar la aurora, deconsultar aQuienesDeberíanSaber, por fin había salido el sol y las nubes sehabíandispersado,comodebeserenlavísperadelafiesta.Lanocheibaasercálida,labrisaligera,lafiestatancautivadoracomosiempre.

Alicefueconscientedelamagiadelafiestadeveranomuchoantesdetenerpermisoparaacudir,cuandoBruen,laviejaniñera,labajabaaellayasusdoshermanas, engalanadas con sus mejores vestidos, y las ponía en fila parapresentarlasalosinvitados.Lafiestaentoncesnohabíahechomásqueempezary los adultos bien vestidos se comportaban con forzado decoro mientrasesperaban la caída de la noche; pero después, cuando ya debería habersedormido,AliceescuchabacómolarespiracióndeBruensevolvíamásgraveyregularyentoncesibaahurtadillashastalaventanadelcuartodelosniñosysearrodillabaencimadeuna sillaparaver los farolillosquebrillabancomo frutamadura, la hoguera que parecía flotar sobre el agua plateada por la luna, ese

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mundoencantadodondeloslugaresylaspersonaserancasiigualesacomolosrecordaba,peronodeltodo.

Y esta noche estaría entre ellos; iba a ser una nochemuy especial. Alicesonrió, temblando levementede la emoción.Miróel reloj, sacó la carpetaquehabía metido en la cesta y la abrió para revelar su precioso contenido. Elmanuscrito era una de las dos copias que había escrito con esmero en laRemington,suobramásrecientey laculminacióndeunañodetrabajo.Habíaunapequeñaerrataeneltítulo,dondeporaccidentehabíadadoala«u»enlugarde la «i», pero, salvo ese detalle, había quedado impecable. A Ben no leimportaría; sería el primero en decirle que era mucho más importante queenviara la copia perfecta al editor Victor Gollancz. Cuando se publicara,regalaríaaBenunejemplarde laprimeraedición, inclusose lo firmaría, justodebajodeladedicatoria.

Adiós, pequeño Bunting. Alice leyó el título entre dientes, disfrutando delligeroescalofríoque lerecorrió lacolumnavertebral.Estabamuyorgullosadesuhistoria;eralamejorquehabíaescritoyteníagrandesesperanzasdepositadasensupublicación.Setratabadeunasesinatomisterioso,unodeverdad.Despuésde estudiar el prefacio deLosmejores cuentos dedetectives, se había sentadocon el cuaderno y escrito una lista de las reglas según el señorRonaldKnox.Comprendiósuerroraltratardeconjugardosgénerosdispares,matóaLaurayempezódenuevo, imaginando, en cambio, una casade campo, undetectiveyunamansión llenadesospechosos.El rompecabezashabíasido lapartedifícil,averiguar cómo ocultar el secreto a los lectores. Fue entonces cuando decidióque necesitaba un oyente, un Watson para su Holmes, por así decirlo. Porfortuna,lohabíaencontrado.Habíaencontradomásqueeso.

ParaB.M.,partícipeenelcrimen,cómpliceenlavida.

Pasóelpulgarsobreladedicatoria.Unavezquepublicaranlanovela,todossabrían loquehabíaentre losdos,peroaAliceno le importaba.Unapartedeella estaba impaciente. Cuántas veces había estado a punto de contárselo aDeborah,oinclusoaClemmie,detantocomodeseabaoíresaspalabrasenvozalta, y evitaba hablar conmadre, porqueAlice sabía que albergaba sospechas.Pero en cierto modo estaba bien que lo descubrieran todo cuando leyeran suprimeranovelapublicada.

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Adiós, pequeño Bunting había surgido de las conversaciones con Ben; nohabríapodidoescribirlasinél,yahora,trasarrancarlospensamientosdelaireyplasmarlos en papel, había tomado algo intangible, unamera posibilidad, y lohabía convertido en realidad. Alice no podía evitar sentir que al darle suejemplar estaba haciendo más real esa promesa implícita entre ellos. Laspromesas eran importantes en la familia Edevane. Lo habían aprendido de sumadre,unadagioque leshabía inculcadoencuantoaprendieronahablar:«Nohagasnuncaunapromesaamenosqueestéspreparadaparacumplirla».

Al otro lado del seto de espinos sonaron unas voces y, en unmovimientoinstintivo, Alice cogió el manuscrito y lo apretó contra ella. Escuchó, alerta,corrióalsetoymiróporunapequeñabrechaenformaderomboentrelashojas.Benyanoestabaenlaislaylabarcaestabadevueltaenelmuelle,peroAlicedescubrióatreshombresjuntos,cercadelmontóndeleños.MiróaBenbeberdesucantimploradeestaño,lanuezquesemovíaaltragar,labarbadepocosdíasenlalíneadelmentón,losrizosdepelooscuroquellegabanhastaelcuellodelacamisa.ElsudorhabíadejadounamanchahúmedaenlacamisayaAliceselehizounnudoenlagarganta;leencantabasuolor,tanterrestreyreal.

ElseñorHarrisrecogiósubolsadeherramientasydiounasórdenesantesdeirse,alasqueBenrespondióconunasentimientodelacabezaylasugerenciadeuna sonrisa. Alice sonrió con él, contemplando el hoyuelo de la mejillaizquierda,esoshombrospoderosos,elantebrazoquerelucíabajoelsolardiente.Bajo la mirada de Alice, Ben se irguió. Un ruido en la distancia le llamó laatención.Alicesiguiósumirada,quesealejabadelseñorHarrisyseposabaenalgomásalládelosjardinessilvestres.

Visible apenas entre la maraña de lirios y verbena, Alice vislumbró unapequeñafiguraqueseabríacamino,tambaleanteeintrépida,hacialacasa.Theo.VerasíasuhermanitoensanchólasonrisadeAlice;lagransombranegraquesealzabadetrás,sinembargo,laapagó.AhoracomprendíaporquéBenfruncíaelceño;aAlice,Bruen, laniñera, le inspirabasentimientosparecidos.No lecaíasimpática en absoluto, pero claro, es difícil encariñarse de las personas coninclinacionesdespóticas.PorquéhabíandespedidoaladulceybonitaRoseeratodounenigma.EraobvioqueadorabaaTheo,lomimaba,ynohabíanadieaquien no gustara. Incluso habían visto a papá conversar con ella en el jardín,mientrasTheosetrastabillabatraslospatos,ypapáeramuyperspicazjuzgandoalosdemás.

No obstante, algo había molestado a madre. Dos semanas antes, Alice la

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había visto discutiendo con Rose, un intercambio de susurros soliviantadosfrenteal cuartode losniños.Eldesacuerdoguardaba relaciónconTheo,pero,parasu irritación,Aliceestabademasiado lejosparaoírbien loquesedecían.NadiesuponadamássalvoqueRosehabíadesaparecidoyBruenhabíavueltodesuretiro.Alicehabíapensadoquenovolveríaaveraesaviejamandona,consu mentón velludo y su frasco de aceite de ricino. De hecho, siempre habíasentidociertoorgullotrasoíralaabuelaDeShielcomentarquefueesetrastodeAlicequienhabíaconseguidominarlamoraldelaviejaniñera.Peroahoraaquíestaba,denuevo,másinaguantablequenunca.

AliceaúnestabalamentandolapérdidadeRosecuandosediocuentadequeyanoestabasolaaaquelladodelseto.Cuandounaramitasepartiótrasella,seirguiódesúbitoysediolavuelta.

—¡Señor Llewellyn! —exclamó Alice al ver la figura encorvada con uncaballetebajoelbrazoyungranblocdedibujoagarradocontorpezaconelotro—.Mehaasustado.

—Lo siento, Alice, querida. Al parecer no soy consciente demis poderespara moverme con sigilo. Tenía la esperanza de tener una pequeña charlacontigo.

—¿Ahora, señor Llewellyn?—A pesar de su cariño por el anciano,Alicetrató de contener su impaciencia. No parecía comprender que ya se habíanacabadoesosdíasenqueellasesentabaasuladomientraséldibujaba,enquenavegabanaguasabajoenelbotearemo,enqueleconfesabatodossussecretosinfantiles mientras buscaban hadas. El señor Llewellyn había sido importanteparaella,erainnegable;fueunpreciadoamigocuandoerapequeñayunmentorcuando comenzó a escribir. Cuántas veces había ido corriendo a regalarle suspequeños cuentos infantiles, garabateados en un arrebato de inspiración, y élhabíasimuladoofrecerlesucríticasincera.Peroahora,condieciséisaños,teníaotros intereses, había cosas que no podía compartir con él—. Estoy bastanteocupada,comove.

Lamirada del señor Llewellyn se desvió hacia la brecha del seto yAlicesintióquesusmejillasardíanconuncalorrepentino.

—Estoysupervisandolospreparativosparalafiesta—seapresuróadeciry,cuandolasonrisadelseñorLlewellynsugirióquesabíamuybienaquiénhabíaestadomirandoyporqué,añadió—:Heestadorecogiendofloresparamadre.

ElseñorLlewellynechóunvistazoalacestatiradaenelsuelo,lasfloresyamediomarchitasbajoelcalordelmediodía.

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—Unatareaalaquedeberíadedicarmecuantoantes.—Porsupuesto—dijoélconunguiño—,yporlogeneralnihabríasoñado

con interrumpirte mientras estás tan atareada. Pero necesito hablar contigoacercadealgoimportante.

—Metemoquenodispongodetiempo.ElseñorLlewellynsemostróexcepcionalmentedecepcionadoyAlicecayó

en la cuenta de que en los últimos días parecía desanimado. No abatidoexactamente, pero sí distraído y triste.Notó que los botones de su chaleco desatén estaban mal abrochados y el pañuelo que llevaba al cuello estabadeshilachado.Sintióunacompasiónrepentinayseñalóconlacabezaelblocdedibujoenunintentoderesarcirle.

—Esmuybueno.—Y lo era.No sabíaquehubieradibujadoalgunavez aTheoylasemejanzaeraasombrosa,lapersistentehuelladelaprimerainfanciaenesasmejillasrellenitasyesoslabiosplenos,losojosabiertosyconfiados.ElqueridoseñorLlewellynsiemprehabíasidocapazdeverlomejorentodosellos—. ¿Nos vemos después del té, quizá? —sugirió Alice con una sonrisaalentadora—.¿Antesdelafiesta?

El señor Llewellyn recogió su bloc de dibujo, sopesando la propuesta deAliceantesdefruncirlevementeelceño:

—¿Ysinosvemosestanochedelantedelahoguera?—¿Va a venir? —Qué sorpresa. El señor Llewellyn no era un caballero

sociableyteníaporcostumbreevitarlasmultitudes…,sobretodolasmultitudesdepersonasdeseosasdeconocerlo.Adorabaamadre,peronisiquieraellahabíalogradoconvencerloparaqueasistieraalafiesta.LavaliosísimaprimeraedicióndeEl umbral mágico de Eleanor propiedad de madre estaría expuesta, comosiempre,ylagentesepelearíaporconocerasucreador.Nuncasecansabandearrodillarse junto al seto y buscar el capitel enterrado de la vieja columna depiedra.«¡Mira,Simeon,loveo!¡Laargolladelatóndelmapa,talcomosediceenellibro!».Cómoibanasaberqueeltúnelllevabaañosselladoparaevitarlasexploracionesdelosinvitadoscuriosos…

En otras circunstancias Alice habría tratado de sonsacarmás información,perounacarcajadamasculinaalotroladodelseto,seguidadeungritoamistoso:«¡Nosevaacaer,Adam!Vecon tupadreycomealgo,nohace faltaque loslevantestodosalavez»,lerecordaronsupropósito.

—Bueno,entoncesestanoche,sí—dijo—.Enlafiesta.—¿Alasonceymedia,bajoelcenador?

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—Sí,sí.—Esimportante,Alice.—Alasonceymedia—repitióAlice,unpocoimpaciente—.Allíestaré.Aunasí,elseñorLlewellynnosemarchó;parecíapegadoalsuelo,conesa

expresiónseriaymelancólicaymirándoladehitoenhito,casicomositrataradememorizarsusrasgos.

—¿SeñorLlewellyn?—¿RecuerdasesavezquesacamoselboteenelcumpleañosdeClemmie?—Sí—dijo—. Sí, fue un día precioso. Una delicia. —Alice se afanó en

recogerlacestadelsueloyelseñorLlewellyndebiódecaptarlaindirecta,pues,cuandoterminó,yasehabíaido.

Alicenotóunamolestapunzadadealgoparecidoalremordimientoysuspiróconfuerza.Supusoqueestarenamoradaeraloqueprovocabaquesintieradeesemodo,esacompasióngeneralizadaportodoelmundoquenofueraella.PobreyviejoseñorLlewellyn.Antesloconsiderabaunmago;ahorasoloveíaunhombreencorvado y más bien triste, viejo antes de tiempo, constreñido por laindumentaria y las costumbres victorianas que se negaba a abandonar. En sujuventudhabíasufridounacrisisnerviosa (sesuponíaqueeraunsecreto,peroAlicesabíaunmontóndecosasquenodeberíasaber).Ocurriócuandomadreerasolo una niña y el señor Llewellyn, un gran amigo de Henri deShiel. Habíarenunciado a su carrera profesional en Londres y fue entonces cuando se leocurrióElumbralmágicodeEleanor.

En cuanto a las causas de su crisis nerviosa, Alice las desconocía. Se leocurrió,deunmodovago,quedeberíaesforzarsemásenaveriguarlas,peronohoy;noeratareaparaundíacomohoy.Sencillamentenohabíatiempoparaelpasadocuandoelfuturoestabajustoahí,esperándola,alotroladodelseto.OtrovistazoconfirmóqueBenestabasolo,recogiendosuscosas,apuntodecruzareljardínpara iracomer.Aliceseolvidóal instantedelseñorLlewellyn.Alzóelrostro hacia el sol y disfrutó del ardor que se extendía por sus mejillas. Quéalegría ser ella, justo allí, en esteprecisomomento.Noera capazde imaginarquenadie,enningún lugar, fuera igualde feliz.Yentoncessedirigióhaciaelembarcadero, con el manuscrito en las manos, embriagada por la tentadorasensación de ser ella misma, una joven asomada al precipicio de un futurobrillante.

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Capítulo3

Cornualles,2003

ElsolsefiltrabaentrelashojasySadiecorríadetalmodoquelospulmoneslerogabanquesedetuviera.Peronolohizo;corriómásrápido,deleitándoseenlaseguridaddesuspisadas.Elgolpeteorítmico,el leveecocausadopor la tierrahúmedaymusgosayladensamalezapisoteada.

Los perros habían desaparecido hacía un rato del estrecho sendero, loshocicos pegados al suelo, deslizándose como si siguieran regueros de melazaentre las relucientes zarzas a ambos lados. Era posible que se sintieran másaliviados que ella ahora que había dejado de llover y eran libres de nuevo.ASadie le sorprendía cuánto le gustaba tenerlos a su lado. Se había mostradoreacia cuando su abuelo lo sugirió, pero Bertie—que ya desconfiaba tras lasúbita llegadadeSadie («¿Desdecuándo tomas túvacaciones?»)—había sidotan tozudo como de costumbre: «Es un bosque que a veces se vuelveimpenetrable y tú no lo conoces bien. No sería tan difícil que te perdieras».Cuando su abuelo habló de pedir a uno de los muchachos del pueblo que laacompañara,ydespuésdelanzarleunamiradaquesugeríaqueestabaapuntodehacer preguntas que Sadie no quería responder, aceptó de inmediato que losperrosfueranacorrerconella.

Sadiesiemprecorríasola.HabíaempezadoahacerlomuchoantesdequeelcasoBaileyestallaraysuvidaenLondressefueraaltraste.Eralomejor.Habíapersonasquecorríanparahacerejercicio,habíaquieneslohacíanporplacer,yluego estabaSadie, que corría como si huyera de sumuerte. Fue un novio dehacemuchotiempoquienselohabíadicho.Lohizoentonoacusatorio,conelcuerpodobladomientrasintentabarecuperarelalientoenmediodeHampstead

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Heath.Sadiesehabíaencogidodehombros,perplejaporquealgoasíleparecieramal,ysupo,sorprendentementesindemasiadopesar,queesarelaciónnoibaafuncionar.

Unaráfagadevientosoplóentrelasramasylesalpicólacaraconlasgotasde lluvia de la noche anterior. Sadie sacudió la cabeza, pero no aminoró lamarcha. A ambos lados del sendero habían comenzado a aparecer rosassilvestres,criaturasdecostumbres fijasque realizabansu incursiónanualentreloshelechosylosleñoscaídos.Erabuenoqueexistieran.Lapruebadequehabíabellezaybondadenelmundo,comodecíanlospoemasylostópicos.Erafácilolvidaresehechoconuntrabajocomoelsuyo.

La prensa de Londres había retomado el asunto durante el fin de semana.SadiehabíaechadounvistazoporencimadelhombrodeuntipoenTheHarbourCafe, donde desayunaba con Bertie. Es decir, donde ella desayunaba y él setomabaunaespeciedebatidoverdequeolíaahierba.Eraunartículobreve,aunasolacolumna,enlapáginacinco,peroelnombreMaggieBaileyeraunimánparalosojosdeSadie,quehabíadejadodehablaramediafraseyescudriñandocon avidez la letra diminuta. No había descubierto nada nuevo gracias a eseartículo,loquequeríadecirquenadahabíacambiado.¿Yporquéibaacambiar?Elcasoestabacerrado.DerekMaitlandyateníasutitular.Noeradeextrañarqueseaferraraalahistoriacomounperroalhuesodelvecino;erasumaneradeser.TalvezporesomismolohabíaescogidoSadie.

SesobresaltócuandoAsh saliódeentre losárbolesdeunsaltoy seplantófrenteaella,lasorejaserguidas,labocaabiertaenseñaldesaludo.Seobligóasímismaanorezagarsedemasiado,apretólospuñosdemodoquelosdedosseleclavasen en las palmas y corrió más deprisa. Se suponía que no debía leerperiódicos. Se suponía que se estaba «tomando un descanso» mientras se leaclarabanlasideasyesperabaaqueenLondreslascosasvolvieranasucauce.ConsejodeDonald.Estabaintentandoprotegerlaparaquenolerestregaranporlasnaricesloestúpidaquehabíasido,Sadielosabía,yeraamabledesuparte,peroenrealidadyaerademasiadotardeparaeso.

Había salidoen todos losperiódicosynoticiariosde la televisión,yen lassemanas transcurridas desde entonces la cobertura no solo no se habíainterrumpido,sinoquehabíaaumentado,desdeartículosqueinformabandeloscomentariosespecíficosdeSadiehastaalegresalusionesdedivisiones internasenlaPolicíaMetropolitanao insinuacionesdeoperacionesencubiertas.Noerade extrañar queAshford estuviera enojado. El subinspector jefe nunca dejaba

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pasarlaoportunidaddepregonarsusopinionesacercadelalealtad,mientrassesubía la cinturilla de lospantalones conmanchasdel almuerzoy soltaba a losdetectivesundiscursorepletodesaliva:«Nohaynadapeorqueunsoplón,¿meoís?Sitenéisunproblemaaquí, loarregláisaquí.Nohaynadamásperjudicialpara el departamento que dar chivatazos a los de fuera». Y en ese momentosiempre recibía una mención especial la más vil de las personas de fuera: elperiodista, y el mentón de Ashford temblaba con la fuerza de su aversión:«Chupasangres,todosellos».

Gracias aDios no sabía que era Sadie quien había dado este chivatazo enconcreto. Donald la había cubierto, del mismo modo que cuando empezó acometer errores en el trabajo. «Para eso están los compañeros», había dichoentonces, rehuyendo su torpe gratitud con la brusquedad de costumbre. Esosdeslicessinimportanciaensuexigenteconductaseconvirtieronenunapequeñabromaprivada;peroestaúltima infraccióneradiferente.Alserel investigadorjefeDonaldera responsablede lasaccionesdesuagentey,siolvidar llevarelbloc de notas al ir a un interrogatorio podía ser objeto de burlasbienintencionadas, insinuar que el departamento había malogrado unainvestigacióneraalgomuydistinto.

Donald supo que Sadie había dado el chivatazo en cuanto se publicó lanoticia. La invitó a tomar una cerveza en Fox and Hounds y la aconsejó, entérminosquedejaronescasomargenparaeldesacuerdo,quesalieradeLondres.Que se tomara el permiso que le debían y permaneciera alejada hasta que sesacaradelcuerpoesoquelacorroíapordentro.«Noestoydebroma,Sparrow»,habíadicho,limpiándoselaespumadecervezadeesebigotedecerdasdeacero.«No sé qué se te habrámetido en la cabeza últimamente, peroAshford no estonto,asíquevaaestaratentocomounhalcón.TuabueloviveenCornuallesahora,¿no?Por tupropiobien,porelbiende losdos,veteynovuelvashastaquesetedespejelacabeza».

UntroncocaídosurgiódelanadaySadiesaltóporencima,golpeándoloconlapunteradeladeportiva.Laadrenalinasepropagóbajosupielcomoalmíbarcalienteyseaprovechódeelloparacorrermásrápido.Novuelvashastaquesete despeje la cabeza. Era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Donald noconocía la causa de sus distracciones y descuidos, pero Sadie sí. Imaginó elsobre y su contenido, escondido en la mesilla de noche de la habitación deinvitadosenlacasadeBertie:elpapelelegante,laletraflorida,eljarrodeaguafríadelmensaje.Podíasituarel iniciodesusproblemasenaquellanoche,seis

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semanas atrás, cuando se topó con esa maldita carta en la alfombra de suapartamentodeLondres.Alprincipiosolohabía tenidoalgúnqueotrofallodeconcentración,pequeñoserroresfácilesdecubrir,perollegóelcasoBailey,esaniñasinmadre,y¡pum!Latormentaperfecta.

Conunúltimoarranquedeenergía,Sadieseobligóaesprintarhastaeltocónnegro,dondeteníaquedarlavuelta.Noserelajóhastallegar,ycuandolohizosedoblóytocóconlamanosusuperficiehúmedaeirregular,yluegoserelajó,lasmanossobrelasrodillas,mientrasrecuperabaelaliento.Sudiafragmasubíaybajaba,selenublólavisión.Sentíadolorysealegrabaporello.Ashhusmeabaporlasinmediaciones,olisqueandountroncocubiertodemusgoquesobresalíaenlacuestaempinadayembarrada.Sadiebebióconavidezdelabotelladeaguay vertió un poco en la boca abierta del perro. Le acarició la suave y brillanteoscuridadentrelasorejas.

—¿Dóndeestátuhermano?—lepreguntó.Ashinclinólacabezaysequedómirándolaconsusojosinteligentes—.¿DóndeestáRamsay?

Sadierecorrióconlavistalamarañadevegetaciónsilvestrequelosrodeaba.Los helechos crecían hacia la luz, tallos en espiral que se desplegaban yterminabanenfrondas.Eldulceoloramadreselvasilvestresemezclabaconelaromaatierradelalluviareciente.Lluviadeverano.Siemprelehabíagustadoeseolor, inclusomáscuandoBertie ledijoque locausabaun tipodebacteria.Eraunademostracióndequepuedensurgircosasbuenasdelasmalassisedanlascondicionesadecuadas.Sadie teníauninteréspersonalencreerqueesoeracierto.

Era un bosque frondoso y, mientras buscaba a Ramsay, comprendió queBertieestabaen locierto.Noeradifícilperderseparasiempreenun lugarasí.NoSadie,noconlosperrosasulado,deolfatoagudoyadiestradoparavolveracasa, pero sí otra persona,más inocente, la niña de los cuentos de hadas. Esaniña,conlacabezallenadehistoriasrománticas,sepodríaaventurardemasiadolejosenelinteriordelbosqueyextraviarse.

Sadienosesabíamuchoscuentosdehadas,másalládelosmáspopulares.Era una de las enormes lagunas (cuentos de hadas, exámenes de acreditaciónpara launiversidad, cariñode lospadres)quehabíanotadoal compararse consuscompañeros.InclusolahabitacióndelapequeñaBailey,apenasamueblada,conteníaunaestanteríadelibrosyunejemplar,muydesgastado,deloscuentosde los hermanosGrimm.Pero en la infancia deSadie nohubo cuentos; a ellanadie le susurró en voz queda «Erase una vez». Sumadre no acostumbraba a

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susurrar, su padre aún menos, y ambos compartían un pertinaz rechazo a lafantasía.

Aun así, como ciudadana del mundo, Sadie había aprendido que en loscuentos de hadas las personas desaparecían y por lo general había bosquesfrondososyoscurosdepormedio.Laspersonastambiéndesaparecíanamenudoenlavidareal.Sadielosabíaporexperiencia.Algunosporunadesgracia,otrospor elección: los que se perdían frente a los que se esfumaban, los que noqueríanserencontrados.PersonascomoMaggieBailey.

—Sehalargado—Donaldlodijoenseguida,elmismodíaqueencontraronalapequeñaCaitlyn sola en el apartamento, semanas antesdedescubrir lanotaque le daba la razón—.Demasiada responsabilidad.Los niños, llegar a fin demes,lavida.Simehubierandadounalibraporcadavezqueveoalgoasí…

Pero Sadie se había negado a creer esa teoría. Se escapó por la tangente,elaborósuposicionesfantasiosassobreundelito,deesosquesoloexistenenlasnovelasdemisterio,sindejardeinsistirenqueunamadrenoabandonaríaasíasuhija,exigiendorepasarlaspruebasunavezmás,enbuscadeesapistacrucialqueseleshabíapasadoporalto.

—Estásbuscandoalgoquenovasaencontrar—ledijoDonald—.Aveces,Sparrow(nomuchas,malditasea,peroaveces),lascosassontansencillascomoparecen.

—Comotú,porejemplo.Donaldrio.—Mira que eres bruta. —Y entonces su tono se suavizó, se volvió casi

paternal, y esto cuando se trataba de Sadie, era mucho peor que si hubieracomenzadoagritarle—.Nosocurrealosmejores.Sipasasañosenestetrabajo,terminaporhaberuncasoqueteafecta.Esoquieredecirqueereshumana,peronoquetengasrazón.

Sadiehabíarecuperadoelaliento,peroseguíasinhabernirastrodeRamsay.Lo llamó y su voz volvía de lugares oscuros y húmedos en forma de eco:Ramsay…Ramsay…Ramsay…Laúltimarepetición,másdébil,sedeshacíaenlanada.Eraelmásreservadodelosdosperrosyhabíatardadomásenganarsesu confianza. Fuera o no justo, era su favorito por ello. Sadie siempre habíadesconfiadodelcariñorepentino.EraunrasgoquetambiénreconocíaenNancyBailey,lamadredeMaggie,ysospechabaqueesolashabíaacercado.Unafolieàdeux,sellamaba,unalocuracompartida,dospersonassensatasquefomentanlaunaenlaotraelmismodelirio.Sadiecomprendíaahoraqueesoeraloqueles

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había ocurrido a ella y aNancyBailey: cada una alimentaba la fantasía de laotra,convencidasdequehabíamásen ladesaparicióndeMaggiede loqueseveíaasimplevista.

Yhabíasidounalocura.Diezañosenlapolicía,cincocomoinvestigadora,yolvidó todo lo que había aprendido en cuanto vio a esa niña sola en aquelapartamentodeaireviciado;bonitaydelicada,iluminadadesdedetrás,demodoque sobre su cabellera rubia y despeinada se formaba una aureola, los ojosabiertosyvigilantesalobservaralosdosadultosdesconocidosqueacababandeirrumpirpor la puertaprincipal.FueSadiequien se acercó a ella, le cogió lasmanosy ledijo,conunavozclarayfuertequenoreconoció:«Hola,preciosa.¿Quiénsaleahíentucamisón?¿Cómosellama?».Lavulnerabilidaddelaniña,supequeñeze incertidumbre la impresionaronenel lugarquemás seprotegíaSadie de las emociones. En los días que siguieron no dejó de sentir la huellaespectraldelasmanitasdelaniñaentrelassuyasy,porlanoche,cuandotratabade dormir, oía esa vocecita quejumbrosa diciendo ¿Mamá? ¿Dónde está mimamá?Laconsumióunaferoznecesidaddearreglarlascosas,dedevolverleasumadre,yNancyBaileydemostróserlacompañeraperfecta.Pero,sibieneraperdonablequeNancyseagarraraaunclavoardiendo,siresultabacomprensiblesudesesperado intentode excusar la insensible conductade suhija, reducir laconmocióndeunanietaabandonadayatenuarsusentimientodeculpa(«Siesasemana no me hubiera ido de viaje con amigas, la habría encontrado yomisma»), Sadie debería haber sidomás sensata.Toda su carrera profesional ytodasuvidaadultasehabíanbasadoenlasensatez.

—Ramsay—llamódenuevo.Unavezmás, soloel silenciocomorespuesta,esesilenciodehojasquese

muevenydeaguaquecorrealolejosenunazanjaempapadaporlalluvia.Esosruidosde lanaturalezaque lograbanqueunapersonasesintieraaúnmássola.Sadieestirólosbrazosporencimadelacabeza.Sentíaunanecesidadfísicadeponerse en contacto con Nancy, un peso enorme en el pecho, dos puñossudorosos cerrados en torno a los pulmones. Su ignominia la podía soportar,pero,cuandopensabaenNancy,lavergüenzaeraabrumadora.Todavíasentíalanecesidad imperiosa de pedir disculpas, de explicar que todo había sido unterriblelapsus,quenuncahabíapretendidovenderfalsasesperanzas.Donaldlaconocíabien:«Y,Sparrow—fueronsuspalabrasdedespedidaantesdeenviarlaaCornualles—,niseteocurrahablarconlaabuela».

Másfuerteestavez:

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—¡Ramsay!¿Dóndeestás,muchacho?Sadiesetensó,alaescucha.Unpájaroasustado,unaleteardegruesasalas

enlasalturas.Atravésdelentramadoderamas,sumiradaseposóenlamanchablancadeunaviónqueabríaelazulpálidodelcieloalpasar.Elaviónsedirigíaal este, hacia Londres, y observó su avance con una extraña sensación dedesarraigo. Le resultaba inconcebible que el ciclón de la vida, de su vida,siguieraallísinella.

No había sabido nada de Donald desde que se fue. No le sorprendía, enrealidad no, no todavía, tras una semana, cuando él había insistido en que setomara todo un mes de vacaciones. «Puedo regresar antes si quiero, ¿no?»,preguntóSadiealjovenderecursoshumanos,cuyaconfusiónhizoevidentequeera la primera vez que le hacían aquella pregunta. «Mejor que no», gruñóDonald más tarde. «Si te veo aquí antes de que estés lista, y no bromeo,Sparrow,voydirectoaAshford».Ycumpliría laamenaza,aSadieno lecabíaduda. Se acercaba a la jubilación y no estaba dispuesto a que una loca leestropeara losplanes.Sinmásopciones,Sadiepreparóunamochila,agachó lacabezaycondujohastaCornualles.DejóaDonaldelnúmerodeBertie, ledijoque la cobertura móvil no era muy de fiar y albergó la esperanza de que lallamaraparareincorporarsepronto.

UngruñidoretumbóasuladoySadiemiróhaciaabajo.Ashestabatanrígidocomounaestatua,conlamiradafijaenelbosque.

—¿Quépasa,muchacho?¿Notegustaelolordelaautocompasión?—Seleerizó el vello del cuello, giró las orejas, pero siguió igual de concentrado. YentoncesSadie looyó también, a lo lejos, distante.Ramsay, un ladrido; nodealarmatalvez,peroinusualdetodosmodos.

Un instintomaterno inusitado, un tanto inquietante, se había apoderadodeSadie desde que los perros la habían adoptado, y cuandoAsh gruñó de nuevotapólabotelladeagua.

—Venga, vamos—dijo, dándose unos golpecitos en elmuslo—.Vamos abuscaraesehermanotuyo.

Sus abuelosno teníanperros cuandovivían enLondres,Ruth era alérgica.Sin embargo, cuandoRuthmurió yBertie se retiró aCornualles, al fin cedió.«Mevabien»,ledijoaSadieporesalíneatelefónicasibilante.«Megustaesto.De día siempre estoy ocupado. Pero las noches son tranquilas; me pongo adiscutir con la tele. Y lo peor es que tengo la sospecha de que soy yo quienpierde».

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Fueunintentoporquitarhierroalascosas,peroSadiesehabíadadocuentade cómo se le quebraba la voz. Sus abuelos se habían enamorado deadolescentes.ElpadredeRuthllevabalasentregasalatiendadelospadresdeBertie, enHackney,yhabían sido inseparablesdesde entonces.Lapenade suabueloerapalpableySadiequisodecirlaspalabrasperfectasparahacerlesentirmejor.Laspalabras,sinembargo,noeransufuerte,asíque,enlugardeello,lesugirióquetalvezseledaríamejordiscutirconunlabrador.Bertierioyledijoquehabíapensadoenello,yaldíasiguientefuealalberguedeanimales.DeesamaneratantípicadeBertie,volvióacasanoconuno,sinocondosperrosyungato en el remolque.Por loqueSadiehabíaobservadodurante la semanaquehabía pasado en Cornualles, los cuatro formaban una familia bien avenida, sibienelgatosepasaba lamayorpartedel tiempoescondidodetrásdel sofá; suabueloparecíamásfelizquenuncadesdequeRuthenfermó.RazóndemásparaqueSadienovolvieraacasasinsusperros.

AshaceleróelpasoySadietuvoquedarseprisaparanoperderlodevista.Lavegetaciónestabacambiando.Elairesevolvíamásligero.Bajolosárbolescadavezmásescasos,laszarzashabíanaprovechadolaluzdelsolparamultiplicarsey crecer alegremente. Las ramas agarraban y tiraban del dobladillo de lospantalones cortos de Sadie a medida que se abría camino por la espesura. Sihubiera sido dada a fantasear, se habría imaginado que estaban tratando dedetenerla.

Forcejeó contra la escarpada pendiente, evitando las rocas enormes ydispersas,hastaquellegóarribayseencontróenlalindedelbosque.Sedetuvoaadmirar el paisaje. Nunca había ido tan lejos. Frente a ella se extendía unapraderadehierbacrecidaya lo lejosvislumbróunaverjay loqueparecíaseruna puerta inclinada. Más allá vio más de lo mismo, otro espacio enormecubierto de hierba, interrumpida en ocasiones por árboles gigantescos defrondosofollaje.Respiróhondo.Habíaunaniña,unaniñapequeña,enmediodelcampo,sola,unasilueta,iluminadadesdedetrás,ynopodíaverlelacara.Abriólabocaparallamarlapero,cuandoparpadeó,laniñasedesintegróydejótansolounpequeñoresplandorblancoamarillento.

Negó con la cabeza. Tenía el cerebro cansado. Tenía los ojos cansados.Deberíairaloftalmólogoaquecomprobarasiteníapartículasflotantes.

Ash, que se había adelantado, giró la cabeza para constatar cuánto habíaavanzado Sadie y ladró impaciente al verla rezagada. Sadie continuó andandoporlapraderatrasél,dejandoatrásesanociónvagayperturbadoradequeestaba

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haciendoalgoquenodebía.Noeraunasensaciónfamiliar.Comoreglageneral,aSadienolepreocupabanesetipodecosas,perolosproblemasrecienteseneltrabajolahabíanasustado.Nolegustabaestarasustada.Talycomoellaloveía,estarasustadaseparecíademasiadoaservulnerable,yhabíadecididoañosatrásqueeramejorenfrentarsealosproblemasquepermitirquetesorprendanporlaespalda.

Cuando llegó, vio que la puerta era de madera: descolorida por el sol yastillada, colgabade lasbisagrasconunabandonoque sugeríaque llevabaasímuchotiempo.Unaplantatrepadoradefloresmalvasdeformaatrompetadasehabíaasidoconnudosenrevesadosalospostes,ySadietuvoqueentrarporunaaberturaenlamaderacombada.Ash,tranquilizadoalverquesudueñaloseguía,soltóunladridoyaceleróhastadesaparecerenelhorizonte.

La hierba rozaba las rodillas desnudas de Sadie, de modo que le picabandondeelsudoryasehabíasecado.Algoacercadeaquellugarlainquietaba.Unaextrañasensación ladominabadesdequesecolópor lapuerta,unsentimientoinexplicable de que las cosas no iban bien. Sadie no se dejaba llevar por lospresentimientos (no había ninguna necesidad de un sexto sentido si seempleaban los otros cinco adecuadamente) y sin duda había una explicaciónracional a aquella extrañeza.Llevabaunosdiezminutos caminando cuando sediocuentadequésetrataba.Lapraderaestabavacía.Nodeárbolesyhierbayaves, que estaban por todos lados; faltaba todo lo demás. No había tractorestrabajandoloscampos,nigranjerosreparandocercas,nianimalespastando.Enaquellapartedelmundoalgoasíerainusual.

Echó un vistazo a su alrededor, en busca de algo que la contradijera.Oíaagua correr no muy lejos de allí, y un pájaro que tal vez fuera un cuervo laobservabadesdelaramadeunsaucecercano.Reparóenlasgrandesextensionesde hierba ondulante y en algún que otro árbol nudoso, pero hasta dondealcanzabalavistanohabíaindiciosdepresenciahumana.

UnreflejonegrosemovióaunladodesucampodevisiónySadiediounrespingo.Elpájarosehabíalanzadodesdesuramaycortabaelaireendirecciónaella.Sadieseapartóparaevitarloysupiechocóconalgo.Cayóacuatropatasencima de un lodo cenagoso bajo un enorme sauce. Miró hacia atrásmalhumorada y vio que tenía un trozo de cuerda mohosa enredada en el pieizquierdo.

Unacuerda.Elinstinto,laexperienciatalvez(esehorribleamasijodeescenasdecrimen

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deantiguasinvestigaciones),lahizomirarhaciaarriba.Ahí,atadaalrededordelaramamásgruesadelárbol,visiblesolocomounaprotuberanciadelacorteza,pendíaelotroextremodelacuerdadeshilachada.Habíaotraigualasulado,quecolgaba con un tablón húmedo demadera casi desintegrada.No era un nudo,entonces,sinouncolumpio.

Sadie se levantó, se limpió las rodillas embarradas y caminó despaciotrazando una circunferencia alrededor de la cuerda. Había algo ligeramenteperturbadorenaqueldestartaladovestigiodelaenergíainfantilenunlugartansolitario,pero, antesdequepudierapensar enello,Ash se retiródenuevo, subreve preocupación por Sadie fue sustituida por la necesidad urgente deencontrarasuhermano.

Conunaúltimamiradaalascuerdas,Sadielosiguió.Estavez,sinembargo,comenzóapercibircosasquenohabíanotadoantes.Delantedeella,unafranjadetejosdíscolosserevelócomounseto,descuidadoysalvajeperounsetoalfinyalcabo;alnorte,enelhorizonte,entredosdensosmacizosdefloressilvestres,distinguióloqueparecíaserelarcodeunpuente;lapuertarotaalaquesehabíaencaramado ya no parecía una rudimentaria división entre dos espaciosnaturales,sinounafronteravencidaentrelacivilizaciónylanaturaleza.Loquesignificaba que la parcela de tierra que estaba cruzando no era un campo sincultivar,sinounjardín.O,almenos,lohabíasido.

DesdeelotroladodelsetodetejosllegóunaullidoyAshrespondióconunfuerteladridoantesdedesaparecerporunabrecha.Sadiehizolomismo,perosedetuvo de súbito cuando llegó al otro lado. Ante ella se extendía una masaoscuracomo la tintadeunaguaestancada,queen laquietuddelclaroparecíacristal.Lossaucesrodeabanelbordedelaguayenelcentroseelevabaungranmontículodebarro,unaespeciede isla.Por todasparteshabíapatos, fochasygallinasderío,yeloloreraintenso,fecundoymugriento.Quésensaciónextrañaladeserobservadaporojosdeaves,oscurosybrillantes.

Ramsay aulló de nuevo y Sadie siguió su llamada a lo largo de la riberahúmedadellago,dondeseacumulabandécadasdeexcrementodepato.ErafácilresbalarseenaquelterrenoviscosoySadieavanzóconcuidadobajolosárboles.Ashtambiénladrabaahora,depiealotroladodellago,enunmuelledemadera,conelhocicolevantadoalcieloparadarlaseñaldealarma.

Sadieapartó losdedos lloronesdeunsauceyseagachóparaesquivarunapeculiar cúpula de cristal que colgaba de una cadena oxidada. Pasó ante otrascuatro esferas en el camino, todas ellas nubladas por el polvo, con el interior

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lleno de varias generaciones de telarañas. Rozó levemente la base de una,admirando su extraño encanto, preguntándose cuál sería supropósito.Eranunextrañofrutoentrelashojas.

Cuandollegóalmuelle,SadievioqueunadelaspatasdeRamsay sehabíaquedadoatrapadaenunagujeroen lamaderapodrida.Estabamuynervioso,ySadieseabriócaminoentrelastablasconrapidezperoconcuidado.Searrodilló,le acarició las orejas para calmarlo al tiempo que comprobaba que no sufríalesiones graves, y sopesó lamejor forma de sacarlo.Al final no se le ocurriónadamejorqueagarrarlo fuertey tirar.Ramsaynosemostrómuyagradecido.Escarbóconlasgarrasentre los tablonesy ladróconafligida indignación.«Losé,losé»,susurróSadie.«Aalgunosnosenosdamuybienquenosayuden».

Por fin consiguió liberarlo, y se dejó caer de espaldas para recuperar elalientomientraselperro,alteradoperoevidentementeileso,sealejódelmuelledeunsalto.SadiecerrólosojosyriocuandoAshlediounlametónagradecidoenelcuello.Unavocecillainteriorlaadvertíadequelostablonespodríancederencualquiermomento,peroestabademasiadoagotadaparaprestarleatención.

Elsolestabayamuyaltoenelcielo,ysentirsucalorenlacaraeraunregalodivino. Sadie nunca había sido una personameditativa, pero en esemomentoentendió de qué se trataba. Un suspiro de satisfacción se escapó de entre suslabios, sibienesapalabra, satisfacción, sería laúltimaquehabríaelegidoparadescribirseasímismaúltimamente.Oíasurespiración,elpulsoquelelatíabajolapieldelassienes,tanfuertecomosituvieraunacaracolapegadaaloídoparaescucharelruidodelmar.

Sinlasdistraccionesdeunpaisaje,derepenteelmundoenterocobrabavidaatravésdelossonidos:elchapoteodelaguaquelamíalospostesasuspies,lassalpicaduras y las sacudidas de los patos que aterrizaban en la superficie dellago, los tablones de madera que se extendían bajo el resplandor del sol.Mientrasescuchaba,Sadie reparóenunzumbidograveyabrumadordetrásdetodo, como cientos de diminutos motores en marcha a la vez. Era un sonidosinónimodelverano,difícildeubicarenunprincipio,peroal fincomprendió.Insectos,muchísimosinsectos.

Sadiesesentó,parpadeandoanteelresplandor.Porunmomento,elmundofueblanco antesdeque todovolviera a lanormalidad.Losnenúfares relucíanconsuformadecorazónsobrelasuperficiedelagua,ylasfloressealzabanalcielo como bonitas manos que trataban de agarrarlo. El aire que los rodeabaestaba lleno de cientos de pequeñas criaturas aladas. Se puso en pie con

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dificultadyestabaapuntode llamara losperroscuandoalgo,alotro ladodellago,lellamólaatención.

Enmediodeunclarosoleadohabíaunacasa.Unacasadeladrillocondosfrontones y una puerta principal bajo un pórtico. Del tejado salían variaschimeneas y tres niveles de vidrieras emplomadas parpadeaban con airecómplicebajoelsol.Unaenredadera,vorazydehojasverdes,seaferrabaalafachadadeladrilloyunospájarosvolabanatareadosporelcaladodezarcillos,creandoelefectodemovimientoconstante.Sadiesilbóentredientes.

—¿Quéhaceunaviejadamacomo túenun sitiocomoeste?—dijoenunsusurro, pero su voz fue un sonido ajeno y molesto, de humor forzado, unaintromisiónenlaprofundaexuberancianaturaldeljardín.

Rodeóellagoyfuehacialacasa;suatraccióneramagnética.Lospatosylasavessalvajesnoleprestabanatención,yesecasoomisopasóaformarpartedelcalordeldía,delahumedaddellago,yrealzabalaatmósferadeespesareclusióndellugar.

Había un camino, comprobó al llegar al otro lado, casi en su totalidadinvadido de espinos, pero que conducía hasta la puerta principal. Raspó lasuperficieconlapuntadeunadesusdeportivas.Piedra.Talvezrosadaomarrónpálidaantaño,aligualquelapiedradelosedificiosdelpueblo,peroeltiempoyeldescuidolahabíanvueltonegra.

Alacercarse,vioquelacasahabíacaídoenunolvidotancompletocomoeljardín.Altejadolefaltabantejas,algunasdelascualesyacíandesperdigadasahídonde habían caído, y el cristal de una de las ventanas de la planta de arribaestaba roto.Loscristalesqueaúnquedabanestabancubiertosporunacapadeexcrementos de pájaro y del alféizar pendían unas estalactitas blancas quegoteabansobrelashojasdeabajo.

Como si quisiera reclamar para sí las imponentes acumulaciones deexcremento,unpequeñopájaroechóavolardesdedetrásdeloscristalesrotosenlínearecta,antesdecorregirelrumboypasarjuntoalaorejadeSadie.Estadiounrespingo,peronoseapartó.Estabanportodaspartes,esospequeñospájarosquehabíavistodesdeellago,entrandoysaliendoentrelosespaciososcurosdela enredadera y llamándose con apremiantes gorjeos. Y no estaban solos; lavegetación rebosaba de insectos de todo tipo (mariposas, abejas y otros cuyosnombres desconocía), que otorgaban al edificio una apariencia de animaciónconstantequecontradecíasuestadodeabandono.

Era tentador suponer que la casa estaba vacía, pero Sadie tenía bastante

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experienciaconcasasdepersonasmayoresysabíaqueeseaspectodeabandonoamenudopresagiabaunahistoriatristeenelinterior.Unadescoloridaaldabadelatón con forma de cabeza de zorro colgaba torcida en la puerta de maderaastillada y Sadie la cogió antes de dejarla donde estaba. ¿Qué iba a decir sialguien respondía?Flexionó losdedosunoauno,pensativa.No teníaningunarazón para estar allí. No tenía ninguna excusa que ofrecer. Lo último quenecesitaba era que la acusaran de allanamiento. Pero, incluso mientras lopensaba,Sadiesabíaquesusconjeturaseraninnecesarias.Nohabíaunalmaenlacasa.Eradifícilexplicarlo,perolarodeabaunaire,unaura.Nolecabíaduda.

Sobrelapuertahabíaunpaneldecristaldecorativo:cuatrofigurasenhábitoslargos,cadaunacontraunfondoquecorrespondíaaunaestacióndelaño.Noeraunarepresentaciónreligiosa,almenosnolaidentificó,peroelefectoerasimilar.Habíaunfervoreneldiseño(veneración,supuso)quelerecordóalasvidrierasde las iglesias.Sadieacercóunamacetaenormeypolvorientaa lapuertay sesubióconcuidadoalborde.

Atravésdeuntrozomásomenosgrandedevidriotransparente,vislumbróunvestíbuloconunamesaovaladaenelcentro.Enlamesahabíaunjarróndeporcelana con flores pintadas en uno de los lados y (entrecerró los ojos) undibujo dorado descolorido que serpenteaba por el asa. Dentro, desordenadas,habíaunaspocasramasdelgadasdealgofrágil,saucetalvez,ylashojassecashabían caído desperdigadas. Una araña de cristal (o de vidrio, algo lujoso encualquiercaso)colgabadeunrosetóndeyesoeneltechoyunaampliaescaleracon una raída alfombra roja se alzaba en la parte de atrás. Había un espejoredondoenlapareddelaizquierda,juntoaunapuertacerrada.

Sebajódelamacetadeunsalto.Unjardínenmarañadoseextendíaalolargodelafachadadelacasaalladodelpórtico,yseabriópasoentrelasespinasquese le enredaron en la camiseta al pasar entre las zarzas.Había un olor fuerte,pero no desagradable (a tierra húmeda, a hojas en descomposición, a nuevasflores)yunosabejorrosenormesestabanmuyocupadosrecogiendopolendelasmuchísimas florecillasblancasy rosadas.Zarzamoras.Sadiesesorprendióasímisma al desenterrar el recuerdo. Eran flores de zarzamora y, dentro de unosmeses,losarbustosestaríancargadosdefruta.

Alllegaralaventana,vioalgoinscritoenelmarcodemadera,unasletras,unaA,quizáunaE,toscamentegrabadasydecolorverdeoscuroporelmoho.Pasó los dedos por esasmuescas profundas, preguntándose distraída quién lashabríahecho.Untrozodehierrocurvadosobresalíabajoelalféizarenmediode

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la espesa vegetación y apartó las ramas para dejar al descubierto los restosoxidados de una silla de jardín. Echó un vistazo por encima del hombro a laselva que acababa de cruzar. Era difícil imaginar que una persona se hubierasentadoallícómodamenteacontemplarloquedebíadehabersidounjardínbiencuidado.

Volvióesaextraña,casifunestasensación,peroSadielaahuyentó.Losuyoeranloshechos,nolasemociones,ytraslosúltimosacontecimientosnoestabademásqueselorecordaraasímisma.Juntólasmanoscontrauncristalyacercóelrostroparamirarporlaventana.

La habitación estaba en penumbra, pero, a medida que sus ojos seacostumbraban,ciertosobjetoscomenzaronadistinguirseentrelastinieblas:unpianodecolaenunrincón,juntoalapuerta,unsofáenelcentroconunpardesillones enfrente, una chimenea en la paredmás lejana. Sadie experimentó lasensación,familiaryagradable,dedestaparlacajadelavidadeotraspersonas.Considerabaqueesosmomentoseranunadelasventajasdesutrabajo,aunqueamenudo solo descubría cosas desagradables; siempre le había fascinado cómovivíanlosdemás.Y,sibiennosetratabadelaescenadeuncrimenynoestabaacargo de una investigación, Sadie comenzó automáticamente a tomar notasmentales.

Las paredes estaban empapeladas conmotivos florales descoloridos, entregrisáceos ymalvas, y cubiertas de estantes hundidos bajo el peso demiles delibros.Unenorme retratohacíaguardia sobre lachimenea,unamujerdenarizbonita y sonrisa discreta. En la pared adyacente había dos puertas vidrierasenmarcadas por gruesas cortinas de damasco. Probablemente habrían dadoantañoaunjardínlateralylaluzdelsolquedejabapasarelcristalenmañanascomo aquella habría dibujado cuadrados brillantes y cálidos en el sueloalfombrado.Peroyano.Untenaztallodehiedraloimpedía,aferradoalcristalydejandopasarsolounaluztenue.Juntoalaspuertashabíaunaestrechamesademadera sobre la cual descansaba una fotografía en un elegantemarco. Estabademasiadooscuroparaverlabieny,aunquelailuminaciónhubierasidomejor,unatacitaantiguabloqueabalavistadeSadie.

Se pasó la lengua por los labios, pensativa. A juzgar por determinadosdetalles(latapadelpianoabierta,loscojinesdesordenadosdelsofá,latazadetésobrelamesa),lahabitacióndabalaimpresióndequealguienacababadesaliryvolvería en cualquier momento; sin embargo y al mismo tiempo, había unaquietud extraña, perenne, en esemundo al otro lado del cristal. La habitación

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parecía estar congelada, su interior suspendido, como si hasta el aire, el másincesantede todos loselementos,hubierasidoexpulsado,comosi fueradifícilrespirar dentro.Había, también, algomás.Algo que sugería que la habitaciónllevaba asímucho tiempo.AlprincipioSadiehabíapensadoque tenía lavistacansada, antes de comprender que ese aire opacode la habitación se debía enrealidadaunaespesacapadepolvo.

Ahoralaveíaconclaridadenelescritoriobajolaventana,dondeunrayodeluzrevelabaesacapasobrecadaobjeto:eltintero,lapantalladelalámparaylacoleccióndelibrosabiertosdistribuidosalazarentreambosobjetos.Unahojadepapellellamólaatención,elbocetodelacaradeunniño,unbellorostrodeojosgrandesyserios,labiosdelicadosypeloquecaíasobreunasorejaspequeñitas,demodoqueél(oella,eradifícilsaber)parecíamásunduendecilloqueunniñoreal.Enalgunoslugareseldibujoestabaemborronado,notóSadie,latintanegracorrida, las fuertes líneas embadurnadas, y había algo escrito en la esquinainferior,unafirmayunafecha:23dejuniode1933.

UnfuerteruidoyunmovimientovelozdetrásdeellasobresaltaronaSadie,que se golpeó la frente contra el cristal. Dos perros negros y jadeantesirrumpieronentrelaszarzasparaolisquearlelospies.

—Queréisdesayunar—dijomientrasunanarizhúmedayfríaledabaenlamano.ElestómagodeSadiesesumóalapropuestayemitióunpequeñoruido—.Vamos—ordenó,apartándosedelaventana—.Osllevoacasa.

Echóunúltimovistazoalacasaantesdeseguiralosperrosatravésdelsetode tejos. El sol se había ocultado detrás de una nube y las ventanas ya noreflejabanellago.Eledificiohabíaadquiridounaspectohuraño,comounniñomimadoquedisfrutabaalserelcentrodeatenciónyalqueahoranadiehicieracaso.Inclusolasavessevolvieronmásdescaradas,atravesandoelclarobrumosocongraznidosqueguardabanunparecidodesconcertanteconrisashumanas,yelcorodeinsectostambiénzumbabamásaltoamedidaqueaumentabaelcalor.

Lasuperficieplanadel lagorefulgíamisteriosaygrisydeprontoSadiesesintió como la intrusa que era. Era difícil explicar qué la hacía sentirse tansegura,pero,cuandosevolvióparamarcharse,cruzóagachadalabrechadelsetoycomenzóaseguiralosperroshaciacasa,supodeesamaneratanpeculiar,casivisceral a la que todo investigador aspira, que algo terrible había sucedido enaquellacasa.

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Capítulo4

Cornualles,octubrede1932

Laschicas se reíany,por supuesto, todaschillarondealegríacuandocasi sellevó por delante la cabeza de madre. Alice juntó las manos emocionadamientrasClementinecorreteabadetrásdelpequeñoplaneador.

—Nolancesesodemasiadocercadelbebé—advirtiómadre,quesediounaspalmaditasenelpeloparacomprobarquelashorquillasseguíanensusitio.

Sioyó laadvertencia,Clemmienodiomuestrasdeello.Corríacomosi lefuera la vida en ello, con lasmanos al aire y la falda revoloteando, lista paraatraparelaviónsiparecíaapuntodeestrellarse.

Unos patos curiosos salieron del lago para observar la conmoción y sedispersaronenunfrenesídeplumasygraznidosindignadoscuandoelplaneador,conClemmiedetrás,llegódeslizándoseysedetuvoentreellos.

Papásonrióporencimadellibrodepoesíaqueestabaleyendo.—¡Québonitoaterrizaje!—dijodesdesuasientojuntoalaviejamaceta—.

Muybonito.Elplaneadorhabíasidoideasuya.Habíavistounanuncioenunarevistaylo

había encargado en EstadosUnidos. Iba a ser un secreto, peroAlice lo sabíadesdehacíameses (siempreaveriguabaquién ibaa regalarquéaquiénmuchoantesde lodebido); lehabíavistoseñalarelanunciouna tardedeprimaveraydecir:«Miraesto.PerfectoparaelcumpleañosdeClemmie,¿noteparece?».

Madresemostrómenosentusiasta.Lepreguntósideverdadpensabaqueunplaneador demadera era el regalomás adecuado para una niña de doce años,peropapáselimitóasonreírydijoqueClementinenoeraunaniñadedoceañoscomo lasdemás.Eneso tenía razón:Clemmieera sindudadiferente («Elhijo

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quenohemostenido»,legustabadecirenbromaapapáantesdelallegadadeTheo). También tuvo razón con el planeador; Clemmie arrancó el envoltoriodespuésde lacomida,ysusojosse ibanabriendomásymásamedidaqueelregaloibaquedandoaldescubierto,hastaquealfinalsoltóunchillidodepuroplacer.Selevantódeunsaltoyarrastróelmanteldetrásdeellaensusprisasporllegaralapuerta.

«Clemmie, no», le había rogadomadremientras se apresuraba a coger unjarrón que se tambaleaba. «Aún no hemos terminado». Y, a continuación,mirandosuplicantea losdemás:«Mejornosalgamosdecasa.Hepensadoquetalvezpodríamosjugaralasadivinanzasenlabiblioteca…».

Pero era difícil celebrar una fiesta de cumpleaños cuando la invitada dehonorhabíahuido,yasí,paraevidentedisgustodemadre,noquedómásopciónqueabandonarlamesatanbienpuestaytrasladarlafiestaaljardín.

Asíqueallíestaban,lafamiliaalcompleto,elseñorLlewellyn,laabuelayRose, la niñera, repartidos por el césped de Loeanneth, mientras las largassombras de la tarde comenzaban a derramarse sobre la hierba verde. Era unespléndido día de otoño, antes de la llegada del frío. La clemátide todavíaflorecíaenlapareddelacasa,lospájarostrinabanalcruzarelclaroyhastaelbebéTheohabíasalidoenunacanastilla.

Un campesino quemaba brezo en un campo cercano y el olor eramaravilloso. A Alice siempre le hacía feliz ese olor, tan relacionado con elcambio de las estaciones. Mientras miraba a Clemmie con su planeador demadera, sintiendo el calor del sol en el cuello, el suelo fresco bajo los piesdescalzos,experimentóundeliciosomomentodecompletobienestar.

Alicehurgóenelbolsillo,sacósucuadernoyseapresuróatomarnotadelasensaciónydeldíaydelagentequelarodeaba,mordisqueandolapuntadelaestilográfica mientras su mirada tropezaba con la casa bañada por el sol, lossauces, el lago refulgente y las rosas amarillas que trepaban por la verja dehierro.Eracomoeljardíndeunlibrodecuentos…Eraeljardíndeunlibrodecuentos, y a Alice le encantaba. Jamás se iría de Loeanneth. Jamás. Seimaginaba envejeciendo allí. Una anciana feliz, con larga cabellera blanca ygatos… Sí, claro, unos cuantos gatos para hacerle compañía. (Y Clemmie lavisitaría, pero tal veznoDeborah,que seríamuchomás feliz enLondres, conunagrancasayunmaridoricoyungrupodecriadasparaorganizarlelaropa…).

Eraunodeesosdías,pensóAlice,mientrasgarabateabafeliz,enquetodosparecíansentirsedelamismamanera.Papásehabíatomadoundescansodesu

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estudio, el señor Llewellyn se había quitado esa chaqueta tan formal e iba encamisa y chaleco, la abuela DeShiel casi parecía alegre dormitando bajo elsauce.Madreeralaexcepción,peroamadrenolegustabaquenorespetaransuselaboradosplanes,porloqueeradeesperarciertacontrariedad.

Incluso Deborah, por lo general no muy aficionada a los juguetes, puespensaba que ya era mayor, una dama, se había dejado contagiar por elentusiasmo de Clemmie. Este hecho la había enojado comprensiblemente, asíquehabíainsistidoensentarsesolaenelasientobajolaventanadelabibliotecay, cuando sedignabaahablar, era conbrusquedad, como sideverdad tuvieramejores cosas que hacer y ellos tuvieran suerte de que los agraciara con supresencia.

—Aver siconsiguesquegireen redondo—dijo, sosteniendo lacajaen laquehabía llegadoelplaneador—.Diceaquíque si colocasbien lasbandasdegomapuededarlavuelta.

—Eltéestálisto—dijomadre,cuyotonoacusatorioseacentuabaamedidaquelatardeseibaalejandocadavezmásdeloquehabíaprevisto—.Estáreciénhecho,peronovaatardarenenfriarse.

Elalmuerzohabíasidocopiosoyanadieleapetecíamuchotomarelté,peroelseñorLlewellyneraunamigofiel,quenodudóenobedeceryaceptólatazayelplatoquemadreleimpuso.

Deborah,porelcontrario,hizocasoomisodelofrecimiento.—Dateprisa,Clemmie—dijo—.Daleotrotirón.Clemmie, que ataba el planeador a la faja de satén de su vestido, no

respondió.Semetióeldobladillodelafaldadentrodelaropainterioryestiróelcuelloparaobservarlacopadelsicomoro.

—¡Clemmie!—lallamóDeborah,imperiosaahora.—¿Meayudasasubir?—fuelarespuestadesuhermanapequeña.Madre, aunque ocupada endilgando tarta al señor Llewellyn, siempre se

manteníaojoavizorantecualquierseñaldeproblemainminenteynoselecayóniunamigacuandodijo:

—¡No,Clemmie!¡Niseteocurra!—Miróapapá,enbuscadeapoyo,peroesteyaestabaunavezmásparapetadodetrásdesulibro,felizmenteperdidoenelmundodeKeats.

—Déjala—latranquilizóelseñorLlewellyn—.Nopasanada.Deborahno logró resistirsemása la llamadade la tardeyarrojó lacajaal

asientodeal ladoycorrióhastaelárbol.ConvencieronaRose, laniñera,para

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queenlazaralosbrazosyformaraunaescalerayClemmieseencaramóaloalto.Trasunmomentodeforcejeosyarranquesenfalso,desaparecióentrelasramasmásbajas.

—Tencuidado,Clementine—advirtiómadre,desplazándosehaciael lugarde la acción—. Ten mucho cuidado. —Vaciló bajo el árbol, suspirandoexasperadamientrastratabadeseguirlamarchadeClemmieentreelfollaje.

Alfin,seprodujounalaridotriunfalyaparecióunbrazo,quesaludabadesdelo alto del árbol. Alice entrecerró los ojos ante el sol de la tarde, sonriendomientras su hermana pequeña se situaba en la horqueta más alta y sacaba elplaneador de donde se había quedado enganchado. Clemmie ató bien loselásticos, levantóelbrazo,asegurándosedehaberencontradoelánguloóptimoparaeldespegue,y,entonces,porfin:¡alaire!

Elplaneadorvolócomounpájaroporel azulpálidodelcielo, cayendounpocoyenderezándose,hastaqueaminoró lavelocidaddelaireydisminuyó lapresiónsobrelacolaylapartetraserasealzó.

—¡Mirad!—gritóClemmie—.¡Miradahora!Enefecto,elplaneadorcomenzóatrazarunaenormecurvajustoporencima

del lago, una escena tan espectacular que incluso el señor Harris y el nuevojardinero dejaron lo que estaban haciendo en el embarcadero y se pusieron amiraralcielo.Estallóunespontáneoaplausocuandoelplaneadorcompletósuproezaycontinuósutrayectoria,esquivandoelaguayaterrizandoconunsuavedescensosobreelpradodehierbacercanoalafuente,alotroladodellago.

Elmundo entero pareció detenersemientras el pequeño avión describía sucírculo, así que, no sin cierto asombro, Alice reparó en que el bebé estaballorando. ¡Pobrecito! Con toda la emoción, no le habían hecho caso en sucanastilla.Alice,acostumbradaalpapeldeobservadora,miróasualrededor,alaesperadequealguieninterviniera,antesdedarsecuentadequeellaeralaúnicaquepodíaayudar.EstabaapuntodedirigirsealacanastilladeTheo,cuandovioquepapáibaallegarantes.

Ciertospadres,oesoalmenoscreíaAlice,habríanpensadoqueconsolaraunbebéno les incumbía,peropapánoeraasí.Eraelmejorpadredelmundo,amableycomprensivoymuy,muyinteligente.Leencantabanlanaturalezaylaciencia, e incluso estaba escribiendo un libro sobre la tierra. Había estadotrabajando en ese tomo durante más de una década y (aunque no lo habríareconocidoenvozalta)eraloúnicoqueAlicehabríacambiadodesupadre.Lealegraba que fuera inteligente y estaba orgullosa, por supuesto, pero pasaba

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demasiado tiempo en compañía de ese libro.Habría preferido que lo tuvieranparaellossolos.

—¡Alice!EraDeborahquienlallamabaydebíadequererdecirlealgoimportante,pues

selehabíaolvidadosonardesdeñosa.—¡Alice,dateprisa!¡ElseñorLlewellynnosvaallevarenbarca!¡Enbarca!¡Estupendo!Quéregaloinesperado.Labarcapertenecíaamadre

desde que era niña y, por lo tanto, era considerada una antigüedad y No SeTocaba.Alicesonrióysucorazónbailóyelsoldelatardederepentesevolviómás brillante. ¡Sin duda, hoy estaba resultando ser el mejor día de todos lostiempos!

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Capítulo5

Cornualles,2003

Yaestamosdevuelta!Sadiesedeshizodelasdeportivasembarradasdeunpuntapiéenlapequeña

entradadelacasadesuabueloylascolocójuntoalzócaloconlapuntadelospies. La casita encaramada al acantilado olía a algo cálido y sabroso y suestómago,privadodeldesayuno,sequejóconenergía.

—Eh,Bertie,notevasacreerloquehemosencontrado.—Sacóunaporcióndegalletasparaperrosdelatinabajoelperchero—.¿Abuelo?

—Enlacocina—llegósurespuesta.Sadieacaricióalosperroshambrientosamododedespedidayentró.Su abuelo estaba sentado a la mesa, redonda y de madera, pero no se

encontrabasolo.Unamujermenuda,deaspectoenérgico,conpelocanoycortoygafas,estabasentadafrenteaél,conunatazaentrelasmanosyunasonrisadebienvenidaenelrostro.

—Ah—dijoSadie—.Losiento.Nosabía…Suabueloatajóladisculpaconungestodelamano.—El té aún está caliente, Sadie, cariño. Sírvete una taza y siéntate con

nosotros.EstaesLouiseClarke,delhospital,quehavenidoarecoger juguetespara el festival del solsticio. —Mientras Sadie sonreía a modo de saludo, elabueloagregó—:Hatenidolaamabilidaddetraernosunguisoparalacena.

—Eralomenosquepodíahacer—dijoLouise,queselevantóamediasparadar lamano a Sadie. Llevaba unos vaqueros descoloridos y una camiseta, delmismoverdeintensoquelamonturadelasgafas,quedecía:¡Lamagiaexiste!Teníaunodeesos rostrosqueparecía iluminadopordentro,comosidurmiera

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mejorqueelrestodelapoblación;Sadiesesintiósucia,arrugadayantipáticaencomparación—. Qué hermosa labor hace tu abuelo, qué tallas tan bonitas. Elpuestodelhospitalvaaquedargenialesteaño.Quéafortunadossomosdecontarconél.

Sadienopodríahaberestadomásdeacuerdo,pero,sabedoradelopocoquelegustabanasuabueloloselogios,nolodijo.Ensulugar,leplantóunbesoenlacalvamientrasloabrazabadesdedetrásdelasilla.

—Veo que voy a tener que sacar el látigo para hacerle trabajar —dijomientrasseapoyabasobrelaencimera—.Québienhueleelguiso.

Louisesonrióencantada.—Esunarecetamía:lentejasyamor.ASadieseleocurrieronmuchasréplicas,pero,antesdequepudieraescoger

una,Bertieintervino.—SadieviveenLondresysevaaquedarconmigounatemporada.—Unas vacaciones, qué bonito. ¿Vas a estar aquí dentro de un par de

semanas,cuandollegueelfestival?—Talvez—dijoSadie,evitandolamiradadelabuelo.Lehabíarespondido

convaguedadescuandoéllepreguntóporsusplanes—.Voyaimprovisar.—Vasadejardecidiraluniverso—dijoLouiseconaprobación.—Algoasí.Bertiealzólascejas,perofueevidentequedesistiódeinsistir.Señalóconun

gestodelacabezasuropaembarrada.—Hasidoalaguerra.—Deberíasveralotro.Louiseabriólosojosdeparenpar.—A mi nieta le gusta salir a correr —explicó Bertie—. Es una de esas

curiosaspersonasqueparecendisfrutarsufriendo.Conestetiempo,sehapasadolasemanaencerradayparecequeahoraseestáresarciendoenloscaminosdelosalrededores.

Louiseserio.—Lespasa amenudo a los recién llegados.Laniebla puede ser agobiante

paraquienesnohancrecidoaquí.—Hoynohayniebla,mealegradecirlo—anuncióSadie,mientrascortaba

unagenerosarebanadadelpanhechoconmasamadredeBertie—.Haceundíacristalino.

—Qué bien.—Louise se acabó el té—.En el hospital tengo treinta y dos

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niños peligrosamente entusiastas con ganas de ir amerendar a la playa. Otroaplazamientoymetemoquehabríaunmotín.

—Venga, que te echo unamano—dijoBertie—.No queremos dar a esospequeñosreclusosmotivosparalainsurrección.

MientrasBertieyLouiseenvolvíanlastallasdejugueteconpapeltisúylasguardaban con cuidado en una caja de cartón, Sadie untó mantequilla ymermelada en el pan.Estaba impacienteporhablar aBertie sobre la casaquehabíaencontradoenelbosque.EseambienteextrañoysolitariolahabíaseguidohastaallíyescuchódistraídamientrasellosreanudabanunaconversaciónacercadeunhombreenelcomitéllamadoJack.

—Voyairavisitarlo—decíaBertie—yvoyallevarunadeesastartasdeperaquelegustan,aversiloconvenzo.

Sadiemiróporlaventanadelacocina,másalládeljardíndelabuelo,haciael puerto, donde decenas de barcos de pesca ondeaban sobre el mar deterciopelo.EraasombrosalarapidezconqueBertiehabíaencontradosulugarenesta nueva comunidad.Había llegado hacía pocomás de un año y ya parecíahaber establecido relaciones tan profundas como si llevara allí toda la vida.Sadieni siquieraestabaseguradeconocerelnombrede todossusvecinosdelbloquedeapartamentosdondellevabaviviendosieteaños.

Sesentóalamesa, tratandoderecordarsielhombredelpisodearribaeraBoboToddoRod,peroseolvidódeellocuandoBertiedijo:

—Entonces,Sadie,cariño,dinosquéhasencontrado.Parecequetehascaídoenunaviejaminadecobre.—Dejódeenvolverregalosporunmomento—.Notehabráscaídoenunamina,¿verdad?

Sadie puso los ojos en blanco con afectuosa impaciencia. Bertie sepreocupabasiempremucho,almenoscuandosetratabadeSadie.EraasídesdequeRuthmurió.

—¿Untesoroenterrado?¿Somosricos?—Pordesgracia,no.—Nunca se sabepor aquí—dijoLouise—,con todosesos túnelesque los

contrabandistasexcavaronalolargodelacosta.¿Fuisteacorrerporelcabo?—Porelbosque—respondióSadie.Explicóenpocaspalabras lodeRamsay,cómohabíadesaparecidoyellay

Ashsevieronobligadosaabandonarelsenderoparairensubusca.—Sadie…—Losé,abuelo,esunbosqueespesoyyosoyunaurbanita,peroAshestaba

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conmigo, y menos mal que fuimos a buscarlo porque, cuando por fin loencontramos,Ramsayestabaatrapadoenunagujerodeunviejoembarcadero.

—¿Unembarcadero?¿Enelbosque?—Noenplenobosque,enunclaro,una finca.Elmuelleestaba juntoaun

lago enmedio de un increíble jardín abandonado.Te habría encantado.Habíasauces y unos setos enormes y creo que debía de ser espectacular.Había unacasa,también.

—LacasadelosEdevane—dijoLouiseenvozbaja—.Loeanneth.El nombre poseía esa cualidad mágica y evocadora de tantas palabras en

CornuallesySadienopudoevitarrecordarlaextrañasensacióncausadaporlosinsectos,comosilacasaestuvieraviva.

—Loeanneth—repitió.—SignificalaCasadelLago.—Sí…—Sadieseimaginóellagoturbioysuinquietantepoblaciónaviar—.

Sí,esoes.¿Quépasoahí?—Algoterrible—dijoLouise,conuntristemovimientodelacabeza—.Por

los años treinta, antes de que yo naciera. Mi madre solía hablar de ello,aunque…porlogeneral lohacíacuandonoqueríaquelosniñosnosfuéramosdemasiadolejos.Unniñodesapareciólanochedeunagranfiesta.Fueunagrannoticia por aquel entonces; la familia era rica y la prensa nacional le dedicómuchaatención.Hubounagraninvestigaciónpolicial,einclusotrajeronalaltomandodeLondres.Noesquesirvieradegrancosa.—Guardóelúltimojugueteycerrólacaja—.Pobrecito,erapocomásqueunbebé.

—Nohabíaoídohablardelcaso.—Sadieestáenlapolicía—explicóBertie—.Esinvestigadora—añadiócon

unapizcadeorgulloquecrispóaSadie.—Bueno,hacemuchísimotiempo,supongo—dijoLouise—.Cadadiezaños

másomenosel asunto levanta la cabezadenuevo.Alguien llamaa lapolicíacon una pista que no conduce a nada; un tipo llega de Dios sabe dóndeasegurandoserelchicodesaparecido.Peronuncavamásalládelosperiódicoslocales.

Sadieseimaginólapolvorientabiblioteca,loslibrosabiertosenelescritorio,el boceto, el retrato en la pared. Efectos personales que alguna vez fueronimportantesparaalguien.

—¿Cómoesquelacasaacabóabandonada?—Lafamiliasefue,sinmás.EcharonlallaveyvolvieronaLondres.Conel

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tiempo la gente se olvidó de que seguía ahí. Se ha convertido en la casa denuestra Bella Durmiente. Ahí, perdida enmedio del bosque, no es el tipo delugaralquevayaalguienamenosquetengaunabuenarazón.Dicenqueanteseraunamaravilla,unhermosojardín,ungranlago.Unaespeciedeparaíso.Perotodoseechóaperdercuandoalpequeñoselotragólatierra.

Bertiesuspiróconprofundasatisfacciónyjuntólasmanoscondelicadeza.—Sí —dijo—. Sí, me contaron que ese era el tipo de historias que me

encontraríaenCornualles.Sadie frunció el ceño, sorprendida por su abuelo, por lo general tan

pragmático.Eraunahistoriaromántica,sinduda,perosu instintodepolicíasehabíadespertado.Nadiedesaparecesindejar rastro, se lo trague la tierraono.ComonoqueríapensarahoraenlareaccióndeBertie,sedirigióaLouise.

—Lainvestigaciónpolicial…—dijo—.Imaginoquehabríasospechosos.—Supongo que sí, pero nadie fue condenado. Fue un verdadero misterio,

segúnrecuerdo.Nohabíapistasclaras.Seorganizóunagranbúsquedadelniño,laprimerateoríafuequesehabíaalejadoapie,peronuncaseencontróningúnrastrodeél.

—¿Ylafamilianovolviónunca?—Jamás.—¿Novendieronlacasa?—Noqueyosepa.—Qué raro—dijo Bertie—, dejarla ahí, cerrada y abandonada, todo este

tiempo.—Supongoqueerademasiadotristeparaellos—dijoLouise—.Demasiados

recuerdos.Cómoimaginarseloquesesientealperderunhijo.Todoesedolor,esa sensación de impotencia. Puedo entender por qué huyeron y decidieroncomenzardenuevoenotrositio.Uncambiodrástico.

Sadiemurmuróamododeasentimiento.Noañadióque,ensuexperiencia,pormuy lejos que huyamos, pormucho que empecemos de nuevo, el pasadosiempreencuentralamaneradeacortardistanciasyalcanzarnos.

***

Esanoche,enlahabitaciónqueBertielehabíapreparadoenlaprimeraplanta,

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Sadiesacóelsobre,al igualquelanochepasadaylaanterior.Peronosacólacarta.Noeranecesario;habíamemorizadoelcontenidohacíasemanas.Pasóelpulgar por la parte delantera, el mensaje escrito en mayúsculas encima de ladirección: NO DOBLAR, FOTOGRAFÍA EN EL INTERIOR. También habíamemorizadolafotografía.Prueba.Pruebatangibledeloquehabíahecho.

LosperrossemovieronalpiedelacamayRamsaygimoteóensueños.Sadielepusounamanoenelcálidocostadoparacalmarlo.

—Yaestá,viejoamigo,todovaairbien.Seleocurrióqueselodecíatantoaélcomoasímisma.Quinceañoshabía

tardadoelpasadoenencontrarla.Quinceañosen losquesehabíacentradoenavanzar, decidida a no mirar atrás. Era increíble que, después de todos susesfuerzos en levantar una barrera entre ese pasado y el presente, bastara unacartaparaderruirla.Sicerrabalosojos,podíaverseasímismaclaramente,alosdieciséisaños,esperandoante laparedde ladrillos frentealpulcroadosadodesuspadres.Veíaelvestidodealgodónbaratoque llevabapuesto,unacapademásdebrillodelabios,losojospintados.Todavíaserecordabamaquillándose,el lápiz de ojos de mala calidad, el reflejo del espejo, ese deseo de dibujarcírculosgruesosparaocultarsetrasellos.

Un hombre y unamujer queSadie no había visto antes (conocidos de susabuelos,eratodoloquelehabíandicho)habíanidoabuscarla.Elhombrenosemovió del asiento del conductor, puliendo el volante negro con un paño,mientraslamujer,todaellapintalabiosnacaradoyeficaciabulliciosa,saliódeunsaltodelasientodelpasajeroytrotóporlaacera.

—Buenosdías—saludó,conelestridenteregocijodealguienquesabíaqueestabasiendoamableysegustabaporello—.TútienesqueserSadie.

Sadiesehabíapasadotodalamañanaallísentada,trasdecidirquenoteníasentidoquedarsedentrodeesacasavacía,incapazdepensarenotrolugaralqueir. Cuando la trabajadora social le dio los detalles de cuándo y dónde debíaesperar,alprincipiopensóennopresentarse,perosolounmomento;sabíaqueeralamejoropciónquetenía.Puedequefueraunainsensata(suspadresnosecansabandedecírselo),peronoeraestúpida.

—¿SadieSparrow?—insistió lamujer, un fino rastro de sudor en el vellorubiosobreellabiosuperior.

Sadienorespondió;sudocilidadteníalímites.Ensulugarapretóloslabiosyfingióungraninterésenlabandadadeestorninosquecruzabaelcielo.

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Lamujer,porsuparte,nodejódemostrarseespléndidamenteimpertérrita.—SoylaseñoraGardineryahíestáelseñorGardiner.TuabuelaRuthnos

pidióqueviniéramosabuscarte,puesniellani tuabueloconducen,yestamosencantados de ayudar. Somos vecinos y da la casualidad de que pasamosbastante tiempo por aquí.—ComoSadie no decía nada señaló con el peinadofijadoconlacalabolsadeBritishAirwaysqueelpadredeSadiehabíatraídodeunviajedenegociosaFráncfortelañoanterior—.¿Esoestodo?

Sadieapretóconmásfuerzalasasasdelabolsaylaarrastróporelhormigónhastaqueletocóelmuslo.

—Ligeradeequipaje.ElseñorGardinerquedaráimpresionado.LamujerespantóunamoscaquerevoloteabacercadesunarizySadiepensó

enPeterRabbit.Detodaslascosasenlasquepodríahaberpensadoahoraqueseibadesucasaparasiempre,seleocurrióelpersonajedeunlibroinfantil.Habríasido divertido, de no ser porque Sadie creía que nada volvería a ser divertidojamás.

No se había propuesto hacer algo tan ñoño como volverse amirar la casadondehabíavividosiempre,pero,mientraselseñorGardineralejabaelenormevehículode laacera, losdeslealesojosdeSadiemirarondesoslayo.Nohabíanadieencasaynohabíanadaqueverquenohubieravistoyamilvecesantes.Enlaventanadeallado,unvisillotemblóyalfincayó,señaloficialquedabapor terminada la breve transgresión de la marcha de Sadie, y la vida de lasafueras, siempre igual, volvió a su curso. El coche del señorGardiner giró alfinaldelacalleysedirigieronaLondres,alnuevocomienzodeSadieenlacasadeunosabuelosalosqueapenasconocía,quienesaceptaronacogerlacuandonotuvootrolugaradondeir.

***

De arriba llegó una serie de ligeros golpes y Sadie ahuyentó el recuerdo,parpadeandopararegresaralapenumbra,aldormitoriodeparedesencaladasytechoinclinado,alabuhardillaquedabaalvastoyoscuroocéano.Delaparedcolgaba un único cuadro, el mismo que Ruth había puesto sobre la cama deSadieenLondres,deunatormentaenelmaryunaolaenormequeamenazabaconengullirtrespequeñosbarcospesqueros.«Locompramosennuestralunade

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miel»,lehabíadichoaSadieunanoche.«Meencantónadamásverlo,latensióndeesagranolaalbordedesudesplomeinevitable.Lospescadores,valientesyexperimentados, cabizbajos, agarrados a la desesperada». Sadie detectó elconsejo;Ruthnotuvoquedecirloenvozalta.

Otrogolpesordo.Bertieestabadenuevoenlabuhardilla.Sadiehabíapercibidounapautadurante la semanaquehabíapasadoen la

CabañadelMar.Sibienlosdíasdelabueloeranajetreados,llenosdesunuevavida y los nuevos amigos, del jardín y los interminables preparativos para elfestival,lasnocheseranotrahistoria.Todaslasnoches,pocodespuésdelacena,Bertiesedirigíaaladesvencijadaescaleraconelpretextodebuscarciertasarténo recetario que necesitaba de repente.Al principio habría una serie de golpesmientras hurgaba entre las cajas de lamudanza, luego aumentarían las pausasentre ruidoy ruidoyelolordulceyempalagosoahumodepipa seesparciríaentrelasrendijasdelsuelodemadera.

Sadiesabíaaquésededicabaenrealidad.YahabíadonadopartedelaropadeRuthaOxfam,peroaúnquedabanmuchascajasllenasdecosasdelasquenoera capaz de desprenderse. Eran la colección de toda una vida y él era suconservador.«Seguroquepuedenesperarunpoco»,respondióenseguidacuandoSadie se ofreció a ayudarle a poner orden. Y entonces, como si lamentara labrusquedad del tono: «No hacen daño a nadie. Me gusta pensar que haymuchísimodeellaaquí,bajoestetecho».

FuetodaunasorpresacuandosuabueloledijoquehabíavendidolacasaysemudabaaCornualles.ÉlyRuthhabíanvividoenlamismacasadurantetodoslosañosqueestuvieroncasados,unacasaqueSadiehabíaamado,quehabíasidoun refugio para ella. Había supuesto que su abuelo se quedaría para siempre,reacio a abandonar el lugar donde los recuerdos felices se movían como lasimágenesdeunviejoproyectorporlospolvorientosrincones.PeroSadienuncahabíaamadoaalguienconesadevocióncorrespondidadeBertieyRuth,asíque¿qué sabría ella? Al final resultó que la mudanza era algo de lo que amboshabíanhabladoduranteaños.UnaclientelehabíametidolaideaenlacabezaaBertie cuando todavía era un muchacho, contándole historias sobre el buentiempo, los maravillosos jardines, la sal y el mar y el rico folclore. «No sepresentó la ocasión», le había dicho a Sadie con tristeza algunas semanasdespuésdelfuneral.«Unosiemprecreequehaytiempo,hastaqueundíatedascuenta de que ya no es así». Cuando Sadie le preguntó si echaría de menosLondres,Bertie se encogiódehombrosydijoquepor supuesto, era suhogar,

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dondenacióycreció,dondeconocióasuesposaycrioasufamilia.«Perotodoesoespasado,Sadie,cariño;lovoyallevardentrodondequieraquevaya.Haceralgo nuevo, sin embargo, algo de lo que Ruth y yo habíamos hablado…, dealgunamaneraescomositambiénaellaledieraunfuturo».

Sadie percibió, de repente, pasos en el rellano, una llamada a la puerta.Rápidamente,escondióelsobrebajolaalmohada.

—Pasa.SeabriólapuertayaparecióBertieconelmoldedetartasenlamano.Sadie sonrió demasiado abiertamente, con el corazón enunpuño, como si

hubieracometidounaindiscreción.—¿Hasencontradoloquebuscabas?—Ni más ni menos. Mañana voy a hacer una de mis tartas de pera. —

Frunció ligeramente el ceño—.Aunque seme acaba de ocurrir que no tengoperas.

—Nosoyexperta,perosupongoqueesopodríaserunproblema.—¿Te molestaría comprarme unas cuantas cuando pases por el pueblo

mañanaporlamañana?—Bueno,tendréquemirarlaagenda…Bertierio.—Gracias,Sadie,cariño.Comonosemovía,Sadiesupoqueteníaalgomásquedecir.Yasíera:—Heencontradoalgomientrasestabaahíarriba.—Metiólamanodentrodel

molde y sacó un libro ajado, que sostuvo para que Sadie viera la cubierta—.Comonuevo,¿eh?

Sadieloreconociódeinmediato.Eracomoabrirsinesperarlolapuertaaunviejoamigo,quehabíapermanecidocercaduranteunperiododifícilydoloroso.Nopodía creersequeBertieyRuth lohubieranguardado.Eradifícil concebirahoralaimportanciaquehabíatenidoaquellibrodepasatiemposensuvidadeentonces,cuandofueavivirconellos.Seencerrabaenlahabitacióndeinvitadosdelacasadesusabuelos,esamenudahabitaciónsituadaencimadelatiendaqueRuth había decorado en especial para ella, y resolvía los problemas, página apágina,deprincipioafin,conuncompromisoquerayabaenloreligioso.

—Losresolvistetodos,¿no?—dijoBertie—.Losrompecabezas.ASadieleconmoviósutonodeorgullo.—Sí.—Nisiquieratuvistequemirarlasrespuestas.

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—Claro que no.—Echó un vistazo al borde rasgado de la parte de atrás,donde había arrancado las soluciones para no caer (para no poder caer) en latentación.Paraellaeraalgomuyimportante.Susrespuestasdebíanpertenecerle,sus logros ser indiscutibles y absolutos, por encima de toda sospecha. Estabatratandodedemostrarsealgo,porsupuesto.Quenoeraunaestúpidaniunainútilnila«ovejanegra»,apesardeloquepensaransuspadres.Quelosproblemas,por grandes que fueran, se podían resolver; que era posible que la gran olarompieraylospescadoressobrevivieran—.MelocompróRuth.

—Sí.Había sido el regalo perfecto en el momento perfecto, aunque Sadie

sospechabaquenosehabíamostradodemasiadoagradecida.Norecordabaquéhabíadichocuandosuabuelaselodio.Probablementenada,noerademasiadocomunicativa por aquel entonces. A sus dieciséis años, era una maraña deinsolenciaymonosilábicodespreciocontratodosycontratodo,entreellos(yenespecial)estosparientesdesconocidosqueintervinieronpararescatarla.

—Mepreguntocómolosupo.—Asíeraella,amablee inteligente.Sabíavera laspersonas, inclusoa las

queseesforzabanenocultarse.—BertiesonrióyambosfingieronquehablardeRuth no le había empañado los ojos. Dejó el libro de pasatiempos sobre lamesilladenoche—.Talvezdeberíashacerteconotromientrasestésporaquí.Quizá incluso una novela. Son las cosas que hace la gente cuando está devacaciones.

—¿Deverdad?—Esoheoído.—Entoncesquizálohaga.Bertiearqueóunasolaceja.Sentíacuriosidadporsuvisita,perolaconocía

demasiadobienyprefiriónoinsistir.—Bueno—dijoensulugar—,horadeacostarse.Nohaynadacomoelaire

demar,¿eh?Sadie ledio la razóny ledio lasbuenasnoches,pero, cuando lapuerta se

cerródetrásdesuabuelo,notóquesuspasosvolvíanhacialabuhardillaynoalacama,alotroladodelpasillo.

Mientraselhumodepipasefiltrabaentrelostablonesylosperrosdormíanintranquilosjuntoaellayelabuelohacíafrentealpasadoenelpisodearriba,Sadieechóunvistazoallibro.Solounahumildecoleccióndepasatiempos,nadadel otro mundo, y, sin embargo, le había salvado la vida. No supo que era

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inteligentehastaquesuabuelaleregalóeselibro.Nosabíaqueseledabanbienlosrompecabezasoquesolucionarlosleproporcionaríalamismaemociónqueaotrosniñossaltarseunaclase.Peroresultóqueloera,yquelegustaban,asíquese le abrió una puerta y se encontró ante un camino que no había imaginadoantes.Dejóatráslosproblemasdelaadolescenciayencontróuntrabajodondedebíaresolverrompecabezasdeverdad,ydondelasconsecuenciasdeloserroresibanmásalládelamerafrustraciónintelectual.

¿Eraunacoincidencia,sepreguntó,queBertieledieraahoraestelibroquerepresentaba tan marcadamente esa otra época? ¿O de alguna manera habíaadivinadoque suvisita estaba relacionadacon los acontecimientosquequinceañosatráslahabíanllevadoavivirconélyRuth?

Recuperó el sobre y estudió de nuevo esa caligrafía hostil, su nombre ydirecciónescritoscomounreprocheenelanverso.Lacartaeraunabombaquehacía tictac mientras ella trataba de desactivarla. Tenía que desactivarla. Lohabía complicado todo y lo seguiría haciendo hasta que lo arreglara.Ojalá nohubierarecibidoesamalditacarta.Queselehubieracaídoalcarteroyelvientola hubiera arrastrado lejos y un perro la hubiera perseguido y mordisqueadohastadejarlareducidaaunapulpahúmeda.Sadiesuspirócontristezaymetióelsobredentrodellibrodepasatiempos.Noeraingenua;sabíaquelavidanoerajusta.Aunasí,sintiólástimadesímismacuandocerróellibroyloguardó.Leresultabadifícilaceptarquelavidadeunapersonasedesmoronaradosvecesporelmismoerror.

***

Lasoluciónlellegóalfilodelsueño.Sehabíaidodeslizando,comoleocurríaúltimamente, hacia ese sueño de la niña pequeña iluminada por detrás en elumbral, las manos estiradas, llamando a su madre, cuando abrió los ojos,repentinamentedespierta.Lasolución(atodossusproblemas,leparecióaSadieen la claridad de la noche) era tan sencilla que no se podía creer que hubieratardado seis semanas en encontrarla. Ella, que se jactaba de su habilidad paradesentrañar rompecabezas. Había deseado que la carta no le llegara a ella, y¿quiénibaadecirquelehabíallegado?Sadieapartóeledredón.Cogióelsobredelinteriordellibrodepasatiemposyhurgóenlamesilladenocheenbuscade

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unbolígrafo.Yanoresideenestadirección,garabateócontrazosapresuradosenel anverso con una letra más angulosa de lo habitual debido a la emoción.Devolveralremitente.Seleescapóungransuspiromientrasestudiabasuobra.Se le quitó un peso de encima.Resistiendo la tentación demirar de nuevo lafotografía,sellóelsobreconesmero,paraquenadienotaraquelohabíaabierto.

A la mañana siguiente, temprano, mientras Bertie y los perros dormían,Sadiesepusoelchándalycorrióporlascallessilenciosasyoscurasconlacartaenlamano.Laechóalúnicobuzóndelpueblo,paraquelallevaranaLondrescuantoantes.

Nopudoevitarsonreírcuandoreanudólamarchaporelcabo.Suspisadassevolvieron más enérgicas y, mientras el sol se alzaba en un cielo rosado seregocijópensandoqueaqueldesagradableasuntohabíaquedadoatrás.Atodoslos efectos, era como si la carta no le hubiera llegado. No sería necesariocontarleaBertielaverdadtrassuvisitarepentinaaCornuallesypodríavolveraltrabajo. Ahora que la carta no le impedía pensar con claridad, sería capaz deolvidarelcasoBaileydeunavezportodas,yescapardelalocuraquesehabíaapoderadodeella.LoúnicoquequedabaporhacereracontárseloaDonald.

***

Cuando saliómás tarde a comprar las peras de Bertie, recorrió a pie el largotrayecto hasta el pueblo, por el borde del acantilado hacia el mirador y, acontinuación, por la escarpada cuesta occidental hasta el parque infantil. Erainnegablequeaquellapartedelmundoestaballenadebelleza.Sadiecomprendiópor qué había encandilado a Bertie. «Lo supe de inmediato», le dijo, con unentusiasmoinesperadoyrenacido.«Algoeneselugarmellamaba».Estabatandispuesto a creer en la intervención de misteriosas fuerzas externas que lamudanzaera«partedeldestino»,queSadiesehabíalimitadoasonreíryasentir,y se había abstenido de decir que muy pocas personas no se habrían sentidollamadasenunlugarcomoaquel.

Sacó lasmonedasdelbolsilloy lasentrechocóexpectante.Enelpueblo lacoberturamóvilnoerabuena,perohabíaunteléfonopúblicoenelparqueeibaaaprovecharqueBertienopodíaoírla.Metiólasmonedasenlaranurayesperó,dándosegolpecitosenellabioconelpulgardurantelaespera.

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—Raynes—lellegóelgruñidoporlalínea.—Donald,soySadie.—¿Sparrow?Casinoteoigo.¿Quétalelpermiso?—Sí,muybien.—Trasdudar,añadió—:Todotranquilo.—Pensóquealgo

asídiríanlosdemásaldescribirunasvacaciones.—Bien,bien.Lalíneatelefónicasiseó.Ningunodelosdoseradehablarporhablar,asíque

Sadiedecidióirdirectaalgrano.—Escucha,heestadopensandounmontónyyaestoy listaparavolver.—

Silencio—.Atrabajar—añadió.—Solohapasadounasemana.—Yahoraloveotodomuchomásclaro.Labrisadelmarytodoeso.—Penséquelohabíadejadoclaro,Sparrow.Cuatrosemanas,sinperos.—Ya lo sé, Don, pero mira… —Sadie echó un vistazo por encima del

hombroyvioaunamujerquemecíaaunniñoenuncolumpio.Bajólavoz—.Sé queme pasé de la raya.Me equivoqué por completo, exageré y reaccionémal.Teníasrazón,meestabanocurriendootrascosas,cosaspersonales,peroyahaterminadotodo,loheresueltoy…

—Esperaunmomentito.Sadieoyóaalguienrefunfuñandoalfondo.Donaldmurmuróunarespuesta

antesderegresarconella.—Escucha,Sparrow—dijo—,algoestápasandoaquí.—¿Deverdad?¿Uncasonuevo?—Tengoqueirme.—Sí,claro,cómono.Soloqueríadecirqueestoylista…—Hayinterferencias.Llámanosdentrodeunosdías,¿vale?Lasemanaque

viene.Ylohablamosdespacio.—Peroyo…Sadie soltó un improperio cuando se cortó la conexión y hurgó en los

bolsillos en busca de cambio. Volvió a marcar, pero se encontró con elcontestador deDonald.Esperó unos segundos antes de volver a intentarlo.Lomismo.Nodejómensaje.

Sesentóunratoenunbanco,cercadelparqueinfantil.Unpardegaviotassedisputaban unmontón de patatas fritas envueltas en un periódico. El niño delcolumpio estaba llorando y las cadenas chirriaban en señal de comprensión.SadiesepreguntósieraposiblequeDonaldnohubierarespondidoapropósito

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susllamadas.Decidióquesí.Sepreguntósideberíallamaraalguienmásahoraqueestabadelantedeunteléfono,conmonedasenelbolsillo.Sediocuentadeque no. Subió y bajó las rodillas, inquieta.La necesidad de volver aLondres,donde era útil y habíamás cosas que hacer a lo largo de un día que comprarperas,eracasidolorosa.Ensuinteriorforcejeabanlafrustración,laimpotenciaylasúbitapérdidadelasilusiones.Elniñoenelcolumpioahoraestabaenplenarabieta.Arqueabasucuerpecitoyrechazabalosintentosdelamadredelimpiarlelacara.ASadienolehabríamolestadounirseaél.

—Selodejoabuenprecio—ledijolamujercuandopasóasuladoconelmismo tono exasperado que todos los padres adoptaban cuando bromeabanacercaderegalarasushijos.

Sadielebrindóunalevesonrisayprosiguióhastaelpueblo,dondededicóunesfuerzo mayor del necesario en escoger las peras, escrutándolas como a unsospechoso en una rueda de identificación, tras lo cual pagó en la caja y semarchóacasa.

Yahabíapasadodelantede labiblioteca (eseedificiodepiedraen lacalleprincipal y un referente inevitable entre la casa del abuelo y el pueblopropiamente dicho), pero no se le había ocurrido entrar. No era persona debibliotecas.Demasiadoslibros,demasiadosilencio.Ahora,sinembargo,loquevioenelescaparate lehizodetenerseenseco.Eraunapirámidedenovelasdemisterio,muchísimas,concubiertasnegrasyelnombre«A.C.Edevane»escritoenletrasplateadasyenrelieveportodalacubierta.ASadielesonabaelnombrede la escritora, por supuesto. A. C.Edevane era uno de las pocas autoras denovelas policiacas que leía la policía, además de una institución nacional.CuandoLouisehabíahabladodelafamiliaEdevaneylaCasadelLago,Sadieno había caído en la relación. Ahora, sin embargo, al mirar el cartel colgadosobre la exposición (AUTORA LOCAL VA A PUBLICAR SU QUINCUAGÉSIMOLIBRO),sintióesasingularemocióndeverlarelaciónentredoselementosenunprincipiodispares.

Sin pensárselo dos veces, entró en el edificio. Un hombre de aspectoservicial,proporcionesdegnomoyunaetiquetaconsunombreenlacamisaleaseguróquesí,porsupuesto,quedisponíandeunaseccióndehistorialocal;¿lapodíaayudarconalgoenconcreto?

—Puessí—dijoSadie,quedejólabolsadeperas—.Necesitodescubrirtodoloquepuedaacercadeunacasa.Yunviejocasopolicial.Y,yaqueestoyaquí,

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leagradeceríaquemerecomendarasunovelafavoritadeA.C.Edevane.

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Capítulo6

Londres,2003

A Peter casi se le cayó el paquete mientras corría detrás del autobús. Porsuerte, tras convivir con su torpeza toda la vida, tenía experiencia en agarrarcosas al vueloy logró sostenerlo entre el cuerpoy el codo sinperder el paso.Sacó el billete del bolsillo, se apartó un mechón de los ojos y vio un únicoasientovacío.

—Disculpe—dijo,anadieenparticular,mientrasavanzabaporelpasilloalmismo tiempo que el autobús arrancaba con una sacudida—. Disculpe, porfavor.Losiento.Losientomucho.

La mujer de labios apretados que ocupaba el asiento junto a la ventanafruncióelceñosobresuejemplarabiertodeTheTimescuandoelautobúsdoblóunaesquinayPetercayóenelespaciovacíojuntoaella.Semovióaunladoysoltóunleveperomordazsuspirodeindignación,loquesugeríaquePeterhabíatraídoconsigounatolondramientotaninoportunocomomolesto.Eraalgoqueélsiempresospechabadesímismoyporlotantolainsinuaciónnoloofendióenabsoluto.

—Penséqueibaatenerquecaminarunbuenrato—afirmóentonoafable,dejando la cartera y el paquete en el suelo, entre los pies—. Es una largacaminatahastaHampstead,enespecialconestecalor.

La mujer le devolvió la sonrisa, en una especie de gesto fulminante quealguienmenosgenerosoquePeterhabríaconsideradounamueca,antesdemirarde nuevo el periódico y darle una buena sacudida para enderezar las enormespáginas. Era una forma de leer que forzosamente hacía caso omiso de sucompañerodeasiento,peroPeternoeracorpulentoydescubrióque,sisepegaba

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alrespaldo,laspáginasapenaslorozaban.Aúnmás:graciasaestearreglopodíaleer los titularesdeldía, loque leahorraría laparadaenelquioscoal llegaraHampstead.

Alice esperaba de él que estuviera al día de las noticias. Podría ser unainterlocutoravorazcuandoestabadehumorparaello,ynoteníapacienciaconlaspersonaspocoavispadas.Esolosabíapor lamismaAlice;se loanuncióelprimer día de trabajo, con los ojos entrecerrados como si poseyera el podersobrehumanodeescrutaraunapersonaydetectarlanecedaddeunvistazo.

Peter dejó vagar la mirada sobre la página dos, extendida amablementeencima de su regazo por su compañera de asiento: según la más recienteencuesta MORI los laboristas y los conservadores estaban igualados, seismiembros de la Policía Militar Real habían sido asesinados en Irak, y sepronosticabaqueMargaretHodgeseríalaprimeraministradelaInfancia.Porlomenos el caso Bailey ya no aparecía en las primeras páginas. Había sido unasuntohorrible,unaniñasoladurantedías,abandonadaporlapersonaquedebíacuidar de ella. Eso había comentado Peter una tarde mientras tomaban el té,cuando el caso estaba en su apogeo, yAlice lo sorprendió,mirando fijamenteporencimadelatazaantesderesponderquenoeranellosquienesdebíanjuzgarcuando no conocían la historia completa. «Tú eres joven», había añadido contonoenérgico.«Yatecurarálavidadeesassuposicionesingenuas.Loúnicoconloquepuedescontaresquenopuedescontarconnadie».

Alprincipio,esamordacidadtanpropiadeAlicehabíasidounescollo.Peterpasó el primer mes de trabajo convencido de que estaba a punto de serdespedido,hastaquellegóacomprenderquesoloerapartedelaformadeserdeAlice, un sentido del humor a veces mordaz pero nunca malintencionado. ElproblemadePeter eraque se lo tomaba todomuyen serio.Eraundefectodecarácter, lo sabía, y había tratado de corregirlo, o al menos disimularlo. Nosiempreleresultabafácil;siemprehabíasidoasí,segúnrecordaba.Sumadreysupadre,sushermanosmayorestambién,eranalegres,derisafácil,ydurantelainfancia de Peter todos negaban con la cabeza y se reían burlones y lealborotaban el pelo cada vez que se quedaba perplejo ante una broma, y ledecíanqueeraunintruso,unintrusopequeñoyserio,quehabíaaparecidoentreellosdelanada,benditosea.

Esa descripción molestaba a Peter, pero solo un poco. El hecho era quesiempre había sido diferente, y no solo respecto a su sinceridad. Sus doshermanosmayores habían sidomuchachos robustos y corpulentos y se habían

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convertidoenhombres robustosycorpulentos, a losque lesquedababienunacervezaenlamanoyunbalóndefútbolenlaotra.YluegoestabaPeter:flaco,pálido y alto, con esa tendencia a «mancharse con facilidad». Sumadre no lodecíaconánimodecriticar,sinoconunanotadeasombroanteelhechodequeella y el padre de Peter hubieran engendrado esta extraña y pequeña criaturacuya piel se cubría fácilmente de moratones y que poseía una pintoresca einsondable pasión por el carné de la biblioteca. «Le gusta leer», decían lospadres a sus amigos con elmismo tono de pasmo que habrían empleado paraanunciarquelehabíancondecoradoconlaCruzdelaVictoria.

Y,enefecto,aPeterlegustabaleer.HabíaleídotodalaseccióninfantildelabibliotecadeKilburnantesdecumplir losochoaños,hazañaquepodríahabersidomotivodeorgulloycelebraciónsalvoporelproblemaquesuponíantodoslosañosqueaúnlequedabanparaadquirirelcarnédeadulto.GraciasaDiosporla señorita Talbot, quien, mordiéndose el labio y enderezándose la tarjetaidentificativadelabibliotecasobrelachaquetadepuntoamarilla,lehabíadicho(unleveestremecimientoanimandosuvozporlogeneraldulceydelicada)queseencargaríaenpersonadeasegurarsedequenosequedaríasinlibrosqueleer.Por lo que respetaba a Peter, era unamaga.Descifradora de códigos secretos,maestra de fichas y del sistema de clasificaciónDewey, abridora de puertas alugaresmaravillosos.

Aquellas tardesen labiblioteca, respirandoelpolvo rancioycálidodemilhistorias(acentuadoporelmohocolectivodecienañosdehumedadcreciente),fueron sublimes. Ya hacía más de dos décadas y, sin embargo ahora, en elautobús168rumboaHampsteadHeath,Petersevioacuciadoporlasensacióncasicorporaldeestarahídenuevo.Susextremidadestemblaronconelrecuerdodetenernueveañosyserlarguiruchocomounpotrillo.Seanimóalrecordarquégrande,quéllenodeposibilidadesy,sinembargo,almismotiempo,quéseguroy navegable se volvía el mundo cuando estaba encerrado entre esas cuatroparedesdeladrillo.

Searriesgóal suspirosufridodesucompañeradeasientoyestiró lamanomás allá del periódicoparabuscar el programaen la cartera.Lohabíametidodentro de la portada del ajado ejemplar de Grandes esperanzas que estabareleyendo en honor de la señorita Talbot, y estudió el retrato sonriente de lacubierta.

Cuando Peter le había dicho que necesitaba tener libre el martes por lamañanaparaasistiraun funeral,Alicehabía reaccionadocon lacuriosidadde

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costumbre. Por lo general,Alice sentía un interés voraz por los detalles de suvida.Siemprequeleapetecía,lointerrogabaconpreguntasmáspropiasdeunaestudiantealienígenadelarazahumanaquedeunahabitantedeesteplanetadeochentayseisaños.APeter,que,dehaberpensadoenello,habríadescritosuvida hasta esemomento como tan ordinaria que no era digna de atención, elinterés de la anciana le había resultado desconcertante al principio. Se sentíamucho más cómodo leyendo sobre la vida y las ideas de los demás quedescribiendolasuya.PeroAlicenotolerabaqueselellevaralacontrariayPeterhabía aprendido, a base de tiempoy de práctica, a responder sin rodeos a suspreguntas. No era que se hubiera vuelto más consciente de su propiaimportancia,sinoquehabíaconstatadoqueelinterésdeAlicenoeraexclusivo.Alice era igualmente inquisitiva respecto a los hábitos de los zorros flacuchosquemalvivíandetrásdelcobertizodeljardín.

—¿Unfuneral?—habíapreguntado,alzandolavistadeloslibrosqueestabafirmandoparasueditorespañol.

—Elprimeroalquevoy.—No será el último—observó connaturalidad, garabateandouna floritura

en la página que tenía ante ella—. Al cabo de una vida terminamos con unabuenacolección.Cuandolleguesamiedad,vasadescubrirquehasenterradoamáspersonasdelasquepodríasreunirparaeltédelamañana.Esnecesario,porsupuesto; no hay nada bueno en una muerte sin funeral. —Peter se habríapreguntadoporelsignificadodeesecomentariopero,antesdepoderpensarlo,Alicecontinuó—:Alguiendelafamilia,¿verdad?¿Unamigo?Siempreespeorcuandomuerealguienjoven.

Peter le había hablado de la señorita Talbot y se había sorprendido a símismo con las cosas que recordaba, esos pequeños y extraños detalles que sehabíanalojadoen sucerebrodenueveaños.Eldelicado relojdeoro rosaquellevaba, su costumbre de frotarse la punta del índice contra el pulgar cuandoestabapensando,elaromaaalmizcleypétalosquesedesprendíadesupiel.

—Unaguía—dijoAlice,arqueandolascejasplateadas—.Unamentora.Quéafortunadofuiste.¿Yoshabíaismantenidoencontactotodoestetiempo?

—Noexactamente.Loperdimoscuandomefuialauniversidad.—Perolavisitabas.Unaafirmación,nounapregunta.—Notantocomodebería.Niuna solavez,pero lehabíadadovergüenzaconfesárseloaAlice.Había

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pensado en visitar la biblioteca, se lo había propuesto, pero siempre estabaocupado y no llegó a hacerlo. Se había enterado de la muerte de la señoritaTalbot por pura casualidad. Estaba haciendo un recado para Alice en laBiblioteca Británica, hojeando distraído un ejemplar de SCONUL Newslettermientrasesperabaquele trajerandelarchivountratadoalemánsobrevenenos,cuandounnombrelehabíallamadolaatención.LaseñoritaTalbot(LucyTalbot,porque,porsupuesto,teníanombre)habíaperdidosubatallacontraelcánceryelfuneralsecelebraríaelmartes10dejunio.Petersufrióunaconmociónsimilaraunadescargaeléctrica.Nisiquierasabíaqueestabaenferma.Nohabíamotivopara que lo supiera, en realidad. Se dijo que así eran las cosas, que los niñoscrecían y se alejaban y, en cualquier caso, lo estaba analizando en exceso, lamemoria había embellecido su amistad con la señorita Talbot. Solo habíaimaginadounaconexiónespecialentreelloscuandoenrealidadellaselimitabaahacersutrabajo,yélsoloeraunodemuchos.

—Lodudo—dijoAlice—.Esmásprobablequetrataraamuchísimosniñosconlosquenocongeniaba,demodoqueeseniñoconelquesícongeniódebíadeserespecialmenteimportanteparaella.

A Peter ni se le ocurrió que Alice estuviera tratando de reforzar suautoestima.Esafraseerasuopinión,expresadaconlafranquezacaracterística,y, si le hacía sentirse un ser miserable, bueno, ¿a ella por qué habría deimportarle?

Había creído que ahí se acababa el asunto, hasta que, horas más tarde,cuando se encontraba absorto en la tarea diaria de transcribir las escenas queAliceescribíapor lamañanaalnuevoordenadorqueella senegabaautilizar,Alicelehabíapreguntado:

—¿Algunaveztediounodelosmíos?Peteralzólavistadelafrasemanuscritaycorregidavariasvecesqueestaba

copiando. No tenía la menor idea de a qué se refería. Ni siquiera se habíapercatado de queAlice aún estaba en la habitación con él. Eramuy raro queAlicesequedaramientrasélhacíasutrabajo;salíacasitodaslastardescomounmecanismoderelojería,ahacermisteriososrecadosdelosquenuncahablaba.

—Tubibliotecaria.¿Algunaveztediounodemislibros?Peterpensósidebíamentir,perosolounbreveinstante.Aliceolfateabalas

mentiras.Cuandorespondióqueno,lesorprendióqueAliceseriera.—Menosmal.Nosonparaniños,no,lascosasqueescribo.Locual era cierto.Los librosdeAlice eranmisterios típicamente ingleses,

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peronoteníannadadeamables.Erannovelasnegrasqueloscríticosgustabandedescribir como «psicológicamente tensas» y «moralmente ambiguas», másinteresadas en el porqué y el cómo que en el quién. Como ella misma habíadicho en una entrevista célebre para la BBC, el asesinato en sí mismo no leinteresaba; lo que le fascinaba era la voluntad dematar, el factor humano, elfervorylafuriaquemotivabaneseactoatroz.Alicemostrabaunacomprensiónformidable de ese fervor y esa furia. Había asentido cuando el entrevistadorexpresóesamismaopinión,escuchadoamablementecuandodioaentenderque,en realidad,Alice erademasiadoperspicazpara sentirse tranquilo a su lado, yhabía respondido: «Pero, por supuesto, no es necesario haber cometido uncrimen para escribir acerca de ello, igual que no se necesita unamáquina deltiempo para escribir sobre la batalla de Agincourt. Basta con conocer laslúgubres profundidades del hombre, además de estar dispuesta a explorarlashastaelmismísimofinal».Entonceshabíasonreído,casicondulzura.«Además,¿nohemossentidotodoseldeseodematar,aunquesoloseaporunmomento?».

Las ventas de sus libros se dispararon durante los días posteriores a laentrevista,sibiennolonecesitaba.Disfrutabadeunéxitoenormequeyadurabavariasdécadas.ElnombreA.C.Edevaneeraelsímbolodetodoelgéneronegroy muchos lectores querían más a su detective ficticio, Diggory Brent, elexsoldadocascarrabiasaficionadoahacerparchwork,queasuspropiospadres.No era una mera hipérbole de Peter; una encuesta reciente de Sunday Timesincluía esta pregunta y las respuestas de los lectores así lo demostraban.«Sorprendente», dijoAlice cuando supublicista llamóparadarle la noticia.Yluego,nofueraquePeterpensaraqueleimportabauncominolaaprobacióndelosdemás,añadió:«Y,desdeluego,noeraesamiintención».

PeternoselohabíadichoaAlice,peronohabíaleídoningunodesuslibroscuandocomenzóatrabajardeasistentesuyo.Enrealidad,apenashabíaleídounanovelacontemporánea.LaseñoritaTalbot,quesehabíatomadomuyenseriosuresponsabilidad como proveedora de libros ilícitos para adultos a un menor,habíadudadounmomentosideberíaempezarconensayos(¿quémalharíanaunniño,razonóenvozalta,lostratadosdehistoria?),antesdedecidirqueiniciarseen losclásicoseradecapital importanciaycogerdeunestanteelejemplardeGrandes esperanzas. A Peter le encandilaron la luz de gas, las levitas y loscarruajesacaballoynuncamiróatrás.(Oadelante,dadoelcaso).

Curiosamente,habíasidosuconsumoobsesivodeliteraturadelsigloXIXlo

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queleunióaAlice.Peterseencontrabaenunaencrucijadadespuésdegraduarsede la universidad: no parecía haber muchos trabajos para alguien con unposgrado en Las constelaciones de la figuración: ilustración, identidad ysensibilidadenlanovelavictoriana(1875-1893)ysehabíapropuestodedicarelveranoatrazarunbuenplan.Comoteníaqueseguirpagandoelalquiler,ganabaunpocodedineroayudandoenelnegociodefumigadordesuhermanoDavid;la llamada de Alice había llegado a primera hora de la mañana de un lunes.Había un ruido en la pared que no presagiaba nada bueno y que la habíamantenidodespiertatodoelfindesemana,ynecesitabaquealguienfueraaverlocuantoantes.

—Unaviejapeliaguda—dijoDavidaPeteralsalirdelafurgonetaenHeathStreet y dirigirse a la casa de Alice—. Pero inofensiva. Tiene la extrañacostumbre de llamarme y decirme qué piensa que me voy a encontrar. Y lacostumbreaúnmásextrañadeestarenlocierto.

—Sospecho que se trata del escarabajo del reloj de la muerte —dijo laancianamientrasDaviddesempaquetabaelequipoantelapareddeldormitorioyacercabaunvasoalyeso—.Xestobium…

—…Rufovillosum—murmuró Peter almismo tiempo.Y, comoDavid lomiraba como si estuviera hablando en chino, añadió—: Como enEl corazóndelator.

Hubounsilencio,breveyfrío,yluegounapregunta:—¿Quiénes?—Alicehablóenelmismotonodevozquehabríaempleadola

Reina de haberse acercado a inspeccionar la erradicación de insectos—. Norecuerdoquetuvieraunayudante,señorObel.

Davidlehabíaexplicadoquenoteníaunayudante,quePetererasuhermanopequeño,quele ibaaecharunamanounpardesemanasmientrasdecidíaquéhaceracontinuación.

—Necesitaba tomarse un descanso de tanto libro —añadió—. Se estávolviendodemasiadointeligente.

Alicehabíaasentidodeunmodocasiimperceptibleantesderetirarse,ysuspasosresonaronalsubir lasescalerashasta lahabitaciónenlaazoteadondeseencerraba,Peterlosabíaahora,aescribir.

Davidlediounapalmadaenelhombro,mástarde,cuandosesentaronenunrincóncargadodehumodelbarDogandWhistle.

—Asíquehasdespertadoaldragónyhasvividoparacontarlo—dijoDavid,queapuró la cervezay cogió losdardos—.Pero ¿qué lenombraste? ¿Quéera

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esodelcorazón?PeterlehablódePoeydesunarradoranónimo,delacuidadosaprecisióndel

asesinatoquehabíacometido,decómoasegurabaestarcuerdohastaquelaculpalodevoró,mientrasDavid,quecarecíadeinclinacionesgóticas,seguíaacertandounayotravezelcentrodeladiana.Agotadoslosdardos,indicódebuenhumorquehabíasidounasuertequeAlicenohubierametidoaPeterenlapared.

—A eso se dedica, ¿sabes?Al asesinato. No reales, por lomenos que yosepa.Cometetodossuscrímenessobreelpapel.

LacartadeAlice llegóunasemanamástarde,dentrodelmismosobrequecontenía el cheque con el que saldaba las cuentas.Estabamecanografiada conunamáquinadeescribirqueteníauna«e»defectuosayfirmadaentintaazul.Elmensajeestabaredactadoconsencillez.Buscabaaunasistentetemporal,alguienquereemplazaraasuasistentedesiempre,quehabíasalidodeviaje.Loveríaelviernesalmediodía.

¿Por qué se había presentado tan obedientemente, tal y como le habíapedido?Ahoraleresultabadifícilrecordarlo,perohabíaobservadoconeltiempoquelagentetendíaaseguirlasinstruccionesdeAliceEdevane.Habíallamadoaltimbrealahoraindicadaylehabíanhechopasaralasaladeestarverdejadeenla planta baja.Alice iba vestida con pantalones de sarga y blusa de seda, unaelegante combinación que ahora Peter consideraba su uniforme, y llevaba ungranmedallóndeoroalcuello.Elpelocanolucíaunpeinadosobrio,recogidoenondasqueterminabanenunrizoobedientedetrásdecadaoreja.Sesentótrasunescritoriode caoba, indicóaPeterquehiciera lomismoen la silla tapizadaalotroladoyformóunpuenteconlasmanossobreelcualprocedióalanzarunaseriedepreguntasquenoparecíanni remotamente relacionadasconelpuesto.Peterestabaamitaddefrasecuandoderepenteellamiróelrelojdelarepisa,selevantó y le tendió la mano. Aún recordaba la inesperada frialdad y losmovimientos bruscos, comode pájaro. «La entrevista se ha terminado», habíadicho en tono cortante. «Ahora tengo cosas que hacer; comenzarás la semanaqueviene».

Elautobús168aminorólavelocidadparaaparcarcontralaaceraalfinaldela avenida Fitzjohn y Peter recogió sus cosas. Ese encuentro conAlice habíatenidolugarhacíatresaños.ElasistentedesiempremisteriosamentenoregresónuncayPeternosefue.

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***

Aliceestabatrabajandoenunaescenasumamenteespinosa,unatransición.Eranlasmás difíciles de escribir, siempre. Era su propia insignificancia lo que lasvolvíaproblemáticas,esatareaenaparienciasencilladellevaralpersonajedesdeelmomento importanteAhastaelmomento importanteBsinperderel interésdellector.Noselohabíaconfesadoanadie,ymenosaúnalaprensa,peroesasmalditas transiciones seguían siendo un escollo incluso después de cuarenta ynuevenovelas.

Sesubiólasgafasdeleerporelpuentedelanariz,apartólaguíadepapeldelamáquinadeescribiryreleyólaúltimafrasequehabíaescrito:DiggoryBrentsaliódelamorgueysedirigióalaoficina.

Somero,claro,concretoy lassiguientes líneasdebíanser igualdedirectas.Conocía el oficio.Algunas ideas pertinentes al tema de la novela, alguna queotraobservaciónacercadelrecorridopararecordaraloslectoresqueavanzaba,yuna frase finalque lohicierapasarpor lapuertade laoficinadonde (voilà!)aguardabalapróximasorpresaqueimpulsaríalatrama.

Elproblemaeraqueyahabíaescritocasitodaslasescenasqueseleocurríanyestabaaburrida.Noeraunasensaciónfamiliarparaella,nitampocopretendíaconcederseesadebilidad.Elaburrimiento,comosiemprelesdecíasumadre,eraun estado digno de lástima, la provincia de los estúpidos. Con los dedospreparados sobre las teclas, consideró incluir algunas reflexiones acerca de lacolcha que estaba cosiendo, una alegoría, tal vez, del inesperado giro de losacontecimientos.

Teníansuutilidad,esospequeñostrozosdetela.Lahabíanrescatadoenmásde una ocasión. Y pensar que habían sido un feliz accidente. Había estadopensando en dar a Diggory una afición que realzara su instinto para detectarpautasprecisamentecuandosuhermanaDeborahsequedóembarazaday,enungiro inesperado, tomóagujaehilo.«Merelaja»,dijo.«Asínopiensoen todasesas cosas que podrían salir mal». Le pareció justo el tipo de actividadterapéutica que adoptaría unhombre comoDiggoryBrent, a fin deocupar laslargas horas nocturnas que antes dedicaba a su joven familia. Los críticosseguíanafirmandoqueesaaficióneraunintentodeAlicedelimarlasasperezasde su detective, pero no era cierto. A Alice le gustaban las asperezas ysospechabamuchísimodelaspersonasdecididasanotenerninguna.

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DiggoryBrentsaliódelamorgueysedirigióalaoficina.¿Y…?Losdedostitubearonsobrelasteclasdelamáquinadeescribir.Yentonces,¿qué?Mientrascaminaba,pensó…¿Enqué?

Selequedólamenteenblanco.Frustrada,volvióaponerensusitiolaguíadepapel,sequitólasgafasyse

concentróenlavistadesdelaventana.Eraundíacálidoamediadosdejunioyelcieloeradeunazulesplendoroso.Deniñalehabríaresultadoimposibleresistirla llamada delmundo exterior en un día como aquel, lleno de olor a hojas ymadreselvas, el persistente chisporroteo del hormigón cocido por el sol y losgrillosocultosbajoelfrescordelamaleza.PerohacíamuchotiempoqueAlicehabíadejadodeseresaniñayhabíapocoslugaresdondehabríapreferidoestarahoramismo,apesardequelehubierantraicionadosuspoderescreativos,queensuestudiodeescritora.

Era lahabitaciónmásaltade lacasa, enuna terrazavictorianade ladrillosrojos en lo altodeHollyHill.Erapequeña,de techo inclinadoyeradignodemencionar, según el agente inmobiliario que le habíamostrado la propiedad aAlice, que un dueño anterior la había empleado para mantener a su madreencerrada. Se habría convertido en un incordio, supuso. AAlice le alegró nohabertenidohijos.Esahabitaciónfuelarazónporlaquecomprólacasa,sibienno debido a su triste pasado. Ya tenía bastante de eso en su familia, muchasgracias,yerainmunealainsensatezdeconfundirlahistoriaconalgoromántico.EralaubicacióndelahabitaciónloquehabíamotivadoaAliceaposeerla.Eracomounnido,unaaguilera,unaatalaya.

Desdedondesesentabaaescribir,lavistadabaaHampsteadhaciaelmonte,hastalapiscinademujeresymásalládeloschapitelesdeHighgate.Detrásdeella,unpequeñoojodebueyofrecíaunavistadeljardíntrasero,hastaelmurodeladrillos cubierto demusgoy el pequeño cobertizodemaderaque señalaba ellímitepostrerodesupropiedad.Eraunjardíntupido,legadodeotrodueño,unhorticultorquehabíatrabajadoenlosjardinesdeKewysededicóacrearensupatiounJardíndeDeliciasTerrenales.BajoelcuidadodeAlicehabíacrecidoasu antojo, pero no por accidente ni negligencia. A Alice le encantaban losbosques,preferíalosespaciosquedesafiabanlajardinería.

Abajo, el pestillo de la puerta principal se agitó y el suelo de tablones demaderadelaentradacrujió.Huboungolpesordo,eldeunobjetoalcaer.Peter.Noeraunmerocasodetorpeza:suslargasextremidadesteníanlacostumbredeinterponerseen sucamino.Aliceechóunvistazoa su relojdepulseraynotó,

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sorprendida, que ya eran las dos. No era de extrañar que tuviera hambre.Entrelazólosdedosyestirólosbrazosanteella.Selevantó.Erafrustrantehaberperdido todaunamañanapor el brete de cargar conDiggoryBrent deA aB,peroyanohabíanadaquehaceralrespecto.Mediosiglodeescritoraprofesionallehabíaenseñadoquealgunosdías lomejorera salir adarunpaseo.DiggoryBrenttendríaquepasarlanocheentierradenadie,perdidoentrelamorgueylaoficina.Aliceselavólasmanosenelpequeñolavamanos,selassecóenlatoallaybajóporlasestrechasescaleras.

Sabía qué le estaba causando dificultades, por supuesto, y no era algo tansencillocomoelaburrimiento.Eraesemalditoaniversarioyelalborotoquesuseditoresqueríanarmarcuando llegase.Unhonor,ybienintencionado,ypor logeneralAlicehabríadisfrutadoconunpequeñohomenaje,peroellibroleestabasaliendomal.Almenos,sospechabaqueleestabasaliendomal…yesoerapartedelproblema:¿cómoibaasaberlo,enrealidad?Sueditora,Jane,erainteligenteyentusiasta,perotambiénjoveneimpresionable.Esperardeellaunacrítica,unacríticasincera,erademasiadoesperar.

Ensusmomentosdemayordesánimo,Alicetemíaquenoquedaranadiequeledijeraquehabíabajadodecalidad.Yalgúndíabajaría,nolecabíaduda;Aliceconocíabienlaobradeotrosescritoresdesugeneraciónydesugéneroysabíaque siempre había un libro en el que sucedía: la visión del autor de lascostumbres y lasmentes delmundomoderno comenzaba a perder nitidez.Nosiempresaltabaalavista(unaleveexplicaciónredundantedeunatecnologíaquelos lectoresyaconocían;elempleodeun términoformalcuando lanormaerausarlaformaabreviada;unareferenciaculturalquepertenecíaalañoanterior),perobastabaparateñirdefalsedadtodalaobra.ParaAlice,queseenorgullecíadelaverosimilituddesuslibros,quealolargodesucarreraprofesionalhabíarecibido innumerables elogios, la idea de que le permitieran publicar un libroindignodeellalehelabalasangre.

Y por ello cogía el metro cada tarde, a veces para ir a lugares donde nonecesitabair.DurantetodalavidaaAlicelehabíaninteresadolaspersonas.Nosiemprelecaíanbien,raravezbuscabacompañíapormotivosdesociedad,perole resultaban fascinantes.Ynohabía lugarmejorparaobservar a laspersonasque las conejeras del metro. Todo Londres pasaba por esos túneles, un flujoconstante de humanidad en todas sus extrañas y maravillosas formas, y entreellas Alice se deslizaba como un fantasma. Envejecer era deleznable, pero loúnicobuenoeralacapadeinvisibilidadqueotorgabanlosaños.Nadiesefijaba

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en esa anciana menuda con aspecto remilgado, sentada en una esquina delvagón,conelbolsosobrelasrodillas.

—Hola, Alice—saludó Peter desde la cocina—. La comida estará en unsantiamén.

Alicedudóenelrellanodelaprimeraplanta,peronoseanimóaresponderavoces.Elecodelosviejosdiscursosacercadeldecorodesumadreaúnresonabaensusoídos.AsíeraEleanor,pensóAlicealbajarelúltimotramodeescaleras;casisetentaañosdesde laúltimavezquehabíanvividobajoelmismotechoytodavía dictaba las reglas del hogar, incluso aquí, en esta casa que ni siquierahabíavisto.AvecesAlicesepreguntabaquéhabríapensadosumadre,dehabervividomástiempo,acercadelavidadesuhija,sihabríavistoconbuenosojoslaprofesióndeAlice, su formadevestir, superennesoltería.Eleanor tenía ideasmuy firmes acerca de lamonogamia y los lazos de lealtad, pero ella se habíacasado con su primer amor, así que no era una comparación justa. MadreocupabaunlugartanprominenteenlosrecuerdosdeinfanciadeAlice,eraunafigura tan incrustadaenelpasado remotoqueeracasi imposible imaginarquehubiera idocambiandoconelpasodel tiempo.Seguía siendo,paraAlice,unadama hermosa, intocable, adorada pero distante, convertida al final en un serquebradizopor las pérdidas, la únicapersona a la queAlice añoraba, a veces,conlaferoz,amarganostalgiadeunaniñaherida.

Por lodemás,Alicenoeraunapersonanecesitadadecariño.Habíavividosolalamayorpartedesuvidaadulta,hechodelquenosesentíaniorgullosaniavergonzada.Habíatenidoamantes,ytodoshabíanentradoconropaycepillodedientes, algunosdeellos sehabíanquedadoduranteunaépoca,peronoera lomismo. No había cursado nunca una invitación formal ni había realizado latransición mental de pasar de «mi» casa a «nuestra» casa. Podría haber sidodiferente(Aliceestuvocomprometidaunavez),perolaSegundaGuerraMundialdioaltrasteconeseasuntoaligualquecontantosotros.Asíeralavida,puertasadistintasposibilidadesqueseabríanycerrabanyporlasquepasamosaciegas.

LlegóalacocinaparaencontrarseconunaollahumeanteyconPeterdepieaunladodelamesa,unpequeñopaquetedecorrespondenciaabiertofrenteaél.AlzólavistacuandoentróAliceydijo:

—Hola,quétal.—Enesemomentoeltemporizadorcomenzóasonarsobrelamesa—.Justoatiempo,comosiempre.

Teníaunasonrisaencantadora,desbordante,siempresincera.Eraunadelasrazonesporlasquelecontrató.Esoyquefueelúnicocandidatoquesepresentó

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justo a la hora indicada. Desde entonces había demostrado sermuy capaz, locualnoleresultósorprendenteaAlice;seconsiderabamuyperspicazaljuzgaralosdemás.Almenos,ahora.Habíacometidoerroresenelpasado,algunosmáslamentablesqueotros.

—¿Algo urgente? —preguntó, sentándose frente al periódico que por lamañanahabíadejadoabiertoenelcrucigrama.

—AngusWilsondelGuardian, queesperaorganizaralgoa tiempoparaelaniversario.AJanelegustaríaquelohicieras.

—Apuestoaquesí.—AlicesesirvióunatazadetéDarjeelingreciénhecho.—ElMuseodeHistoriaNatural,quetepidequehablesenlainauguraciónde

una exposición que están organizando, una invitación para asistir a lacelebracióndelosdiezañosencarteleradeLamuertetendrásudíayunatarjetadeDeborahparaconfirmar lacitadeesteviernesporelaniversariodevuestramadre.Elresto,porloquehevisto,sondelectores…Mevoyaponerconesasdespuésdecomer.

AliceasintiómientrasPetercolocabaunplatodelantedeella,unhuevodurosobreunatostada.Alicehabíacomidoelmismoalmuerzotodoslosdíasdurantelas últimas dos décadas… aunque no, por supuesto, en esas ocasiones en quecomía fuera.Valoraba la eficiencia de la rutina, pero no se sometía a ella, nocomoDiggoryBrent,quienhabía llegadoa instruir a las camareras acercadelmétodoexactoparaprepararloshuevosasugusto.Echólayemacasiduraenelpantostadoylocortóencuatrotrozos,sindejardeobservaraPeter,queseguíaclasificandoelcorreo.

No era un tipodemasiadohablador, lo cual formabaparte de sus virtudes.EradesesperantecuandoAliceintentabaqueseexplayarasobrealgúntema,peropreferiblea losasistentesmás locuacesquehabía tenidoenelpasado.Decidióque le gustaba el pelo de Peter así, un poquitomás largo. Con esos brazos ypiernas tan larguiruchos y esos ojos castaños, tenía el aspecto de uno de esosmúsicos pop británicos, aunque quizá solo se debía a la ropa inusualmenteformalquellevabahoy,untrajeoscurodeterciopelo.YenesemomentoAlicerecordó.Habíaidoalfuneraldesuviejaamiga,labibliotecaria,yporesohabíallegado tarde. Se sintió animada, impaciente por oír su informe. Le habíaimpresionadocuandolehablódeesamujer,sumentora.LehizorememoraralseñorLlewellyn.Nopensabaenelancianoamenudo(loquesentíaporélestabatan vinculado con aquel terrible verano que se esforzaba en apartarlo de sumente),pero,cuandoPeterhablóde laseñoritaTalbot,esaduradera impresión

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quehabíacausadoenél,elinterésquesehabíatomadoporéldeniño,Alicesevioacosadapor recuerdosviscerales:elolorahumedaddelbarrodel río,yelruidodelosinsectosdeaguaquelosrodeabanmientrassedejabanllevarporlacorriente en el viejo bote a remos, hablando de sus cuentos favoritos. Aliceestabaseguradenohabervueltoasentiresaperfectaalegríadesdeentonces.

Dio otro sorbo de té, apartando esos inoportunos pensamientos sobre elpasado.

—Entonces, ¿te despediste de tu amiga?—Era su primer funeral, le habíadicho, y Alice le había respondido que habría muchos más—. ¿Fue como loesperabas?

—Supongoquesí.Triste,perointeresantetambién,enciertosentido.—¿Enquésentido?Peterreflexionó.—Para mí solo era la señorita Talbot. Oír hablar a otras personas…, su

esposo,suhijo…,fueconmovedor.—Seapartóelmechóndelosojos—.Suenatonto,¿verdad?Uncliché…—Lointentódenuevo—:Habíamuchascosasdeella que no conocía y me gustó oírlas. Las personas son fascinantes, ¿no escierto?,sobretodocuandollegasadescubrirquéleshacesercomoson.

Alicedemostróqueestabadeacuerdoconunalevesonrisadesatisfacción.Habíadescubiertoqueexistíanmuypocaspersonasdeverdadaburridas;eltrucoconsistía en hacerles las preguntas adecuadas. Era una técnica que empleabacuandocreabapersonajes.Todossabíanquelosmejoresculpablessonaquellosde los que el lector no sospecha, pero la clave era elmóvil. Estabamuy biensorprender a la gente con una abuela asesina, pero debía existir una razónirrebatible.Elamor,elodio,laenvidia,todoseranmóvilesigualdeverosímiles;se tratabadeuna cuestióndepasión.Descubrequédespierta la pasióndeunapersonaylodemásvendrásolo.

—Aquíhayalgounpocodiferente.—Peterhabíavueltoal trabajoyabríacartasdeloslectores,ysuscejasoscurassefruncieronmientrasleíalaqueteníaenlamano.

El té de Alice se volvió amargo de repente. Uno nunca se volvíacompletamenteinsensiblealascríticas.

—Unodeesos,¿verdad?—Esdeunaagentedepolicía,ladetectiveSparrow.—Ah,unadeesas.—Según la experiencia deAlice, existían dos tipos de

agentes de policía: aquellos a los que se podía acudir en busca de ayuda con

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cuestionestécnicasduranteelprocesocreativo,ylosquedisfrutabanleyendoloslibros y señalando los fallos después de la publicación—. ¿Y qué perla desabiduríapoliciacatienequecompartirconnosotroslaagenteSparrow?

—No,noesnadadeeso,noesunalectora.Teescribeacercadeuncasoreal,unadesaparición.

—Déjame adivinar.Ha encontrado unaGran Idea y ha pensado que, si laescribo,podríamosiramediasconlosbeneficios.

—Unniñodesaparecido—prosiguióPeter—en losaños treinta.UnafincaenCornualles,uncasoquejamásfueresuelto.

HastaeldíadesumuerteAlicenosabríadecirconcertezasilahabitaciónseenfrió de repente por una brisa repentina llegada del parque, o si fue sutermostatointerno,laráfagaderealidad,elpasadoquelagolpeócomounaolaque había retrocedido hacía mucho tiempo y aguardaba al cambio de marea.Porque,porsupuesto,sabíaexactamenteaquésereferíalacartaynoteníanadaqueverconlospulcrosmisteriosficticiosquemaquinabaensuslibros.

Quépapel tanordinario, observó, endebleybarato, no comoel que solíanelegirloslectoresalescribirle,sindudanocomoelquehabríaproporcionadoaunpersonajesuyoenunadesusnovelas,conelpropósitode lanzarsemejantedetonacióndesdeelpasado.

Petersehabíapuestoaleerenvozaltay,aunqueAlicehabríapreferidoqueno lo hiciera, las palabras se le habían secado en la garganta. Escuchó eleficiente resumen de las circunstancias conocidas que rodeaban ese caso detantosañosatrás.Procedentesdelosarchivosdelperiódico,supusoAlice,odeese deplorable libro del tal Pickering. Y nada impedía que la gente tuvieraacceso a los registros públicos, que enviaran cartas sin previo aviso a unacompletadesconocida,quearrastraranelperniciosopasadohasta lamesadelacocina de alguien que había hecho todo lo posible para evitar regresar a eselugar,aesemomento.

—Dalaimpresióndecreerquesabesdequéhabla.En su cabeza fueron cayendo imágenes, una detrás de otra, como naipes

repartidos de la misma baraja: los buscadores hasta las rodillas en el lagoreluciente; el grueso agente de policía que sudaba en el calor fétido de labiblioteca,eladjuntojoveneinexpertoquetomabanotas;supadreysumadre,lívidos,quesegirabanhaciaelfotógrafodelperiódicolocal.Casisesintióasímismaapoyadaen laspuertasvidrieras,observándolos,enfermaporel secretoqueno fuecapazdecompartir, la culpaquehabíaarrastradopordentrodesde

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entonces.Alicenotóquelamanoletemblabaunpocoyseexhortóarecordarelhecho

lapróximavezquedescribieralosefectoscorporalesdelaconmoción,esacapadehieloquegolpeaaunapersonaquesehaadiestradoasímisma,alolargodetodalavida,amantenerlacompostura.Sellevólasmanostraicionerasalregazoyapretóconfirmezaunasobrelaotra,ydijoconunimperiosogestodelmentón:

—Tíralaalapapelera.Sorprendentemente,noselealterólavoz;quedabanmuypocaspersonascon

vidacapacesdepercibiresadébilnotadetensión.—¿Noquieresquehaganada?¿Nirespondersiquiera?—¿Paraqué?—Alicelemiróalosojos—.MetemoquelaagenteSparrow

hacometidounerror.Mehaconfundidoconotrapersona.

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Capítulo7

Cornualles,25dejuniode1933

El hombre estabahablando.Laboca semovía, las palabras se amontonaban,peroEleanornolograbaretenerlas,nodeunamaneraquetuvierasentido.Solounaaquíyotraallá:desaparecido…,alejarse…,perdido…Ensumentereinabalaniebla,benditaniebla,graciasaldoctorGibbons.

Unreguerodesudorseledeslizóporelcuelloylebajóentrelosomóplatos.ElfríolahizotiritaryAnthony,sentadojuntoaella,laagarróconternuraymásfuerza. Tenía una mano sobre la de ella, grande una y menuda la otra, tanfamiliares y, sin embargo, tan extrañas hoy por la pesadilla de losacontecimientos. Había rasgos en esamano que no había visto antes, vello ylíneasyvenasazulpálidocomocarreterasenunmapabajolapiel.

El calor persistía. La tormenta que había amenazado no se habíamaterializado. Los truenos habían retumbado toda la noche antes de dirigirsehaciaelmar.Mejorasí,dijoelagentedepolicía,pues la lluviahabríaborradolas pistas. El mismo agente, el más joven, les había dicho que hablar con laprensaayudaría.«Asíhabrámilparesdeojosatentosporsivenasuhijo».

Eleanor estabamuerta depreocupación, inmovilizadapor elmiedo; era unalivioqueAnthonyrespondieralaspreguntasdelreportero.Oíasuvozcomosivinierademuylejos.Sí,eraunniñopequeño,nollegabaalosoncemeses,peroaprendióacaminarpronto:todoslosniñosEdevanehabíanaprendidoacaminarpronto. Era un niño hermoso, fuerte y sano… Tenía el pelo rubio y los ojosazules…Porsupuesto,lesdaríanunafotografía.

A través de la ventana,Eleanor veía desde el jardín soleado hasta el lago.Habíahombresallí,agentesuniformados,yotrostambiénalosquenoconocía.

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Casitodosestabanjuntos,depieenlaorilla,peroalgunossehabíanmetidoenelagua.Ellagoestabalisocomoelcristal,ungranespejodeplataarañadoporunreflejoapagadodelcielo.Lospatoshabíanhuidodelagua,perounhombreenuntrajenegrodebuzohabíapasadolamañanabuscandodesdeunpequeñobotederemos.Eraloquehacíanantesdeusarlosganchos,Eleanorhabíaoídodeciraalguien.

Cuandoeraniña,habíatenidounabarquitapropia.Selahabíacompradosupadre,quientambiénpintósunombreenuncostado.Teníaremosdemaderayuna vela blanca a la vieja usanza y Eleanor salía a navegar casi todas lasmañanas.ElseñorLlewellynlallamabaEleanorlaAventurera,ylasaludabaconlamanodesdedetrásdesublocdedibujoenlaorillacuandopasabacercadeél,e inventaba cuentos acerca de sus viajes que después contaría durante elalmuerzo,entre losaplausosdeEleanory las risasdesupadrey la sonrisadeimpacienciasombríadesumadre.

MadreodiabaalseñorLlewellynysuscuentos.Detestabacualquierrasgodedebilidad en una persona, «debilidad de carácter» lo llamaba, y sin duda elancianoteníaunalmamuchomásdelicadaquelasuya.Habíasufridounacrisisnerviosadejovenyaúnpadecíaataquesdemelancolía;Constancerecibíatalesocasionescondesprecio.Tambiénaborrecíaesa«atenciónenfermiza»que,ensuopinión,sumaridodedicabaasuhija.Tantosmiramientos,insistía,noserviríanmás que para malcriar a la niña, sobre todo cuando esa niña ya poseía un«preocupanteespírituderebeldía».Además,éltendríacosasmejores,sinduda,enlasquegastarseeldinero.Erauntemarecurrenteentreellos,eldineroomásbienlafaltadelmismo,ladisparidadentrelavidaquellevabanylaquelamadredeEleanordeseabaque llevaran.MuchasnochesEleanor losoíadiscutiren labiblioteca, el tono agudo de su madre y las respuestas en voz baja yconciliadorasdesupadre.Aveces sepreguntabacómosupadresoportaba lasconstantescríticas.«Elamor»,respondióelseñorLlewellyncuandoseatrevióapreguntarle. «No siempre tenemos la posibilidad de elegir dónde y cómo y aquién, y el amor nos da el valor para resistir aquello que nunca creímos sercapacesderesistir».

—¿SeñoraEdevane?Eleanorabriólosojosydescubrióqueseencontrabaenlabiblioteca.Estaba

enelsofá,Anthonyasuvera,lamanoenorme,protectora,aúnsobrelasuya.Porun momento le sorprendió ver a un hombre sentado frente a ellos con unpequeño cuaderno de espiral en la mano y un lapicero detrás de la oreja. La

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realidadvolvíapocoapoco.Eraunreportero.HabíavenidoahablardeTheo.Derepentelepesóenlosbrazoslaausenciadesubebé.Recordóesaprimera

noche,cuandosoloestabanellosdos.Fueelúnicodesuscuatrohijosquellegóantes de tiempo, y sentía sus talones contra susmanosmientras lomecía, lasmismas articulaciones pequeñitas que apenas unos días antes había notadodentrodelvientre.Lehabíasusurradoenlaoscuridadyprometidoquesiempreloprotegería…

—¿SeñoraEdevane?Con Theo todo fue diferente desde el principio. Eleanor había querido a

todos sus bebés (quizá no, si fuera sincera, a primera vista, pero sin duda sícuandodieron losprimerospasos),peroconTheo fuealgomásqueamor.Loadoraba. Tras el nacimiento, se lo había llevado a su cama, envuelto en sumantita,lehabíaestudiadolosojosyvistotodalasabiduríaconlaquenacenlosbebésyquepocoapocodesaparece.Éllehabíadevueltolamirada,tratandoderevelarle los secretos del cosmos, cerrando y abriendo la boquita alrededor depalabrasqueaúnnoconocíaotalvezyanorecordaba.Lehabíahechoevocarlamuerte de su padre. Este había hecho lo mismo, mirarla desde unos ojos sinfondo,repletosdetodaslascosasqueyanotendríaocasióndedecirle.

—SeñoraEdevane,elfotógrafolevaasacarunretrato.—Eleanorparpadeó.Elperiodista.SucuadernolerecordóaAlice.¿Dóndeestaría?¿YdóndeestaríanDeborah y Clemmie, ya puestos? Alguien, supuso, estaría cuidando de laschicas.Nosumadre,perosíelseñorLlewellyn,talvez.Esoexplicaríaporquénolashabíavistoaúnesamañana:sehabríaofrecidoacuidardeellas,paraquenosemetieranenlíos,talycomolehabíapedidoEleanorenotrasocasiones.

—Bien,señoryseñoraEdevane.—Otrohombre,corpulento,enrojecidoporelcalor,señalóconlamanodesdedetrásdeuntrípode—.Mirenaquí,sinoesmolestia.

Eleanor estaba acostumbrada aque le sacaran fotografías (era la niñita delcuentodehadasylahabíanpintado,dibujadoyfotografiadotodalavida),peroseestremeció.Queríatumbarseenlaoscuridadycerrarlosojos,quedarseasíyno hablar con nadie hasta que todo se arreglara. Estaba cansada,inverosímilmentecansada.

—Ven,amormío.—LavozdeAnthony,quedayamable,juntoasuoreja—.Vamosaquitarnosestodeenmedio.Yotellevo.

—Quécalorhace—suspiróEleanoramododerespuesta.

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Lasedadelablusaselepegabaalaespalda:lafaldalerozabaenlacintura,dondeestabanlascosturas.

—Mireaquí,señoraEdevane.—Nopuedorespirar,Anthony.Tengoque…—Estoyaquí,estoycontigo.Siemprevoyaestaraquícontigo.—Listos,y…Elflashdelfotógrafoestallóconluzblancay,altiempoqueselenublabala

vista, Eleanor creyó ver una silueta junto a las puertas vidrieras. Era Alice,estabasegura,depie,inmóvil,observándolos.

—Alice—dijo,parpadeandopararecuperarlavisión—.¿Alice?Enesemomentollegóungritodellago,lavozdeunhombre,fuerteyaguda,

yelperiodistaselevantódeunsaltoycorrióalaventana.AnthonyselevantóyEleanorloimitó,tambaleante,sobreunaspiernasdébilesderepente,yesperó,eltiempodetenido,hastaqueeljovenreporterosevolvióynegóconlacabeza.

—Falsaalarma—dijo,elentusiasmodandopasoa ladecepción,ysacóunpañueloparalimpiarselafrente—.Solounaviejabarca,sincadáverninada.

Las rodillas de Eleanor estuvieron a punto de ceder. Se volvió hacia lapuerta, pero Alice ya no estaba. En su lugar vio los ojos de su reflejo en elespejo, junto a la repisa de la chimenea.Casi no se reconoció a símisma. Elcuidadoaplomodemadrehabíadesaparecidoysedescubrióasímismacaraacaraconunamuchachaquehabíavividoenesacasahacíamucho tiempo, sinmodales,salvaje,desprotegida;unamuchachaalaquecasihabíaolvidado.

—Ya basta. —La voz de Anthony fue brusca, repentina. Su amor, susalvador—. Tenga piedad, hombre, mi mujer está conmocionada, su hijo hadesaparecido.Sehaacabadolaentrevista.

***

Eleanorestabaflotando.—Le aseguro, señor Edevane, que se trata de barbitúricos muy potentes.

Bastaconunoparaquesepasetodalatardedurmiendo.—Gracias,doctor.Estáfueradesí.Conocía esa voz; pertenecía a Anthony. Y ahora, de nuevo la otra, la del

doctor.

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—Nomesorprende.Quéasuntoterrible,terriblesinduda.—Lapolicíaestáhaciendotodoloquepuede.—¿Creenquelovanaencontrar?—Debemosseroptimistasyconfiarenqueloharánlomejorposible.Lamano de sumarido estaba posada ahora sobre su frente, cálida, firme,

acariciándole el pelo. Eleanor intentó hablar, pero de su boca extenuada nosalieronpalabras.

Anthonylatranquilizó.—Yaestá,miamor.Ahora,duerme.Lavozdeélestabaportodaspartes,alrededordeella,comolavozdeDios.

Notabaelcuerpopesadoperolento,comosiseestuvierahundiendoatravésdelas nubes. Cayendo, cayendo, de espaldas, atravesando todas las etapas de suvida.Antesdeconvertirseenmadre,antesdevolveracasa,aLoeanneth,antesdeeseveranoenelqueconocióaAnthony,antesdeperderasupadre,hastaesaépoca larga y sin límites de su infancia. Tenía la vaga sensación de haberperdidoalgoydequedeberíabuscarlo,peroestabaaletargadaynolograbasaberquéera.Larehuía,igualqueuntigre,untigreamarilloynegroquesealejabadeellaconsigiloporentre lahierbaaltadelprado.EraelpradodeLoeanneth,elbosque oscuro y resplandeciente a lo lejos, y Eleanor estiró las manos paraacariciarlasuperficiedelahierba.

***

Había un tigre en la habitación de Eleanor cuando era pequeña. Se llamabaCéfiro y vivía bajo su cama. Había venido con ellos de la casa grande, aescondidasdurante lamudanza,un tantodesaliñadoyconelpelajemalolientepor el humo. El padre de su padre, Horace, lo había capturado enÁfrica, enaquella grandiosa época del antes. Eleanor había oído hablar de la época delantes,relatosquesupadrelecontabadecuandolapropiedaderaenormeylosDeShielvivíanenunagranmansiónconveintiochohabitacionesyunacocherallena,nodecalabazas,sinodecarruajesdeverdad,algunosdeellosdecoradosenoro.Noquedabagrancosaahora,salvoelarmazónquemadodelamansión,tanlejosdeLoeannethquenoseveía.PerofueelseñorLlewellynquienlecontóelcuentodeltigreylaperla.

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Deniña,Eleanorsehabíacreídoelcuentoalpiede la letra.QueCéfiro lahabía traído consigo desde África, una perla que se había tragado, que habíapermanecidoocultaen lomásprofundodesus faucescuando ledispararon, lodespellejaron, lo vendieron y lo embarcaron, durante las décadas en que supelajeeraexhibidoconorgulloenlagranmansióny,trasalgunosarreglos,conestrecheces,enlaCasadelLago.Fueahí,undía,cuandolacabezadeltigreseinclinóunpoquitoylaperlasaliódelabocainerteyseperdióentrelaurdimbredelaalfombradelabiblioteca.Lapisotearon,laaplastaronylaolvidaron,hastaqueunanocheoscura,mientras todosdormían, la encontraronunashadasquehabíanvenidoarobar.Sellevaronlaperlaaunrincónremotodelbosque,dondelaposaronsobreunlechodehojas.Allílaestudiaronysopesaronyacariciaroncautelosas,hastaquelarobóunpájaro,quelaconfundióconunhuevo.

Enlacopadelárbol, laperlacomenzóacreceryacreceryacrecer,hastaqueelpájarotemióqueleaplastaraloshuevosylahizorodarporelárbolhastaqueaterrizóconungolpesordosobreunlechodehojassecas.Ahí,alaluzdelaluna llena, rodeada de hadas curiosas, el cascarón del huevo comenzó aresquebrajarseysurgióunbebé.Lashadasrecolectaronnéctarparaalimentaralaniñayseturnaronparaacunarla,peroprontoelnéctarnofuesuficienteynisiquiera la magia de las hadas lograba contentarla. Celebraron una reunión ydecidieronqueelbosquenoeralugarparaunabebé,asíquedebíandevolverlaalacasa,dejarlaantelapuertaenvueltaenhojasentrelazadas.

PorloquerespectabaaEleanor,esecuentoloexplicabatodo:porquésentíaesaafinidadporelbosque,porquédesdesiempreeracapazdevislumbraralashadasenelpradoahídondeotraspersonassoloveíanhierba,porquélospájarosse reunían en la cornisa del cuarto de los niños cuando era apenas un bebé.Tambiénexplicaba lapoderosa furiadel tigrequeaveces sedespertaba en suinterior,quelallevabaaescupirygritarygolpearelsueloconlospies,demodoqueBruen, laniñera,decía entredientesquenoesperaranadabuenoamenosqueaprendieraacontrolarseasímisma.ElseñorLlewellyn,porotraparte,decíaquehabíacosaspeoresenlavidaqueunarabieta,quesolodemostrabaqueteníaunaopinión.Yuncorazónquelate,añadía,¡ylocontrarioseríanefasto!DecíaqueunaniñacomoEleanorharíabienenmantenerencendidaslasascuasdesuinsolencia,pueslasociedadyaseencargaríadetratardeapagarlas.Eleanordabamucha importancia a todo lo que decía el señor Llewellyn. No era como losotrosadultos.

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***

Eleanornoteníalacostumbredecontaralagentelahistoriadesunacimiento(adiferenciadeElumbralmágicodeEleanor,quesehabíaconvertidoenunlibroparaniñosde todoelmundo,«El tigrey laperla» lepertenecíaaellaysoloaella),pero,cuandoteníaochoañossuprimaBeatricefueconsuspadresdevisitaa Loeanneth. No era lo habitual. La madre de Eleanor, Constance, no solíallevarse bien con su hermana Vera. Con solo once meses de diferencia entreellas,lasdossiemprehabíansidorivales,ysusvidaseranuntorneodepequeñasbatallas fraternales, la culminación de las cuales conducía inevitablemente alcomienzodeotra.ElmatrimoniodeConstanceconHenrideShiel,enaparienciaun triunfo, se vio irremediablemente ensombrecido cuando su hermana (¡másjoven!)hizounmatrimoniosuperiorconuncondeescocésdenuevocuñoquehabía amasado una fortuna en las minas de África. Después de aquello lashermanas estuvieron cinco años sin hablarse, pero ahora, al parecer, habíanlogradopactarunafrágiltregua.

Un día de lluvia enviaron a las muchachas al cuarto de los niños, dondeEleanor tratabade leerLareinade lashadasdeEdmundSpenser (erael librofavorito del señor Llewellyn y deseaba impresionarlo) y Beatrice daba lasúltimaspuntadasauntapiz.Eleanorestabaabsortaensuspensamientoscuandoun chillido aterrorizado le hizo perder el hilo. Beatrice estaba de pie, muyerguida,señalandobajolacamamientraslaslágrimaslemanchabanlacara.«Unmonstruo… Mi aguja… Se me cayó… y ahí… He visto… ¡un monstruo!».Eleanor comprendió de inmediato lo que había sucedido y sacó a Céfiro dedebajodelacama,traslocualexplicóqueerasutesoro,queloteníaescondidosoloparaqueestuvieraasalvodelairademadre.Beatrice,sindejardegimoteary tragar saliva, con los ojos enrojecidos y llena de mocos, inspiró lástima aEleanor.Lalluviaaporreabalaventana,elmundoexteriorsehabíavueltofríoygris, así que hacía un día perfecto para contar cuentos.Y por eso animó a suprimaasentarsejuntoaellaenlacamayleexplicótodoacercadelaperlayelbosqueysuinusualllegadaaLoeanneth.Cuandoterminó,Beatriceserioydijoqueeraunahistoriadivertidaybiencontada,peroquesindudayadebíasaberqueellahabíasalidodelestómagodesumadre.LlegóentonceselturnodereírseaEleanor, encantada,pero sobre todo sorprendida.Beatrice eraunamuchachablancuzca, normal y corriente, aficionada a los encajes y cintas, resueltamente

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sencilla, no dada a fantasear ni a contar cuentos. ¡Y pensar que era capaz deurdirunahistoriatandescabelladaymaravillosa!¡Delestómagodesumadre,nimás ni menos! La madre de Eleanor era alta y delgada, y cada mañana seembutía en vestidos que nunca se arrugaban y sin duda no daban de sí. Eraimpensablequealgopudieracrecerdentrodeella.Niunaperla,nimuchomenosEleanor.

Gracias a ese cuento Eleanor se encariñó de Beatrice y, a pesar de susdiferencias,lasdosjóvenescomenzaronaseramigas.Eleanornoteníamuchosamigos, tan soloa supadreyal señorLlewellyn,y tenerunamuchachade suedadconlaquejugarsuponíaunanovedadenorme.Lemostróasuprimatodossuslugaresespeciales.Elarroyodetruchasenelbosque,eserecodoenelquederepente el agua se volvía más profunda, el árbol más alto desde el cual, sitrepabas hasta la copa, se veían a lo lejos los cimientos quemados de la granmansión.InclusollevóaBeatricealviejoembarcadero,escenarioqueridodesuspasatiemposmásimportantes.Pensabaqueseloestabanpasandodemaravilla,hastaqueunanoche,cuandoestabanacostadascadaunaensucama,suprimadijo:«Tienesquesentirtemuysolaaquí,yasabes,túsola,enmediodelanada,sinnadaquehacer».AEleanor lehabíadolidoesadescripción tandesatinada.¿Cómo podría Beatrice decir tal cosa cuando había tanto que hacer enLoeanneth? Evidentemente, era el momento de enseñar a su prima su juegofavorito,elmássecreto.

Alamañanasiguiente,antesdelamanecer,despertóaBeatrice,lepidióqueguardara silencio con un gesto y la llevó al lago, donde los árboles crecíansilvestresylasanguilasserpenteabanenlasturbiasprofundidades.UnavezallíinicióasuprimaenlasinterminablesaventurasdelabueloHorace.Losdiariosdelgranhombreseguardabanenelpisodearriba,enelestudio,atadosconunacintaamarilla.Eleanornodebíasaberqueestabanahí,perosiempresemetíaenlíosporira lugaresquenoleestabanpermitidos,poroírcosasquenodeberíaoír,ysesabíalasaventurasdememoria.Recreólasdescripcionesdelabuelo,susviajesporPerúyÁfricaylasregionesheladasdelnortedeCanadá,ademásdeotros que se inventó ella. Luego, con la ayuda de Céfiro, representó parainstrucciónysolazdeBeatrice supiècederésistance, la espantosamuerte delancianosegúnlosdetallesdelacartadirigidaa«quiencorresponda»yguardadadentrode la cubierta de suúltimoe inacabadodiario.Beatrice la observó conojosdesmesuradosyaplaudióyserio,ydijoconalegreadmiración:

—Nomeextrañaquetumadredigaqueeresunpocosalvaje.

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—¿Esodice?—Eleanorparpadeó,sorprendidaymásbiencomplacidaporladescripcióninesperada.

—Le dijo amimadre que tenía pocas esperanzas de conseguir prepararteparairaLondres.

—¿Londres?—Eleanorfrunciólanariz—.PerosinovoyairaLondres.—Había oído esa palabra antes: Londres, que rimaba con «Eleanor, no teatolondres».Cadavezquesuspadresdiscutían,blandíanesapalabracomounaespada.«MeestoymarchitandoenestelugardejadodelamanodeDios»,decíalamadredeEleanor.«QuieroirmeaLondres.Séqueteasusta,Henri,peroesmilugar.Deberíaestarcodeándomeconpersonascomoyo.¡Noolvidesqueestuveinvitadaapalaciounavezcuandoerajoven!».

Eleanorhabíaoídoesahistoriamilvecesyyano leprestabaatención.Noobstante, le picaba la curiosidad: por loque ella sabía, supadreno le temía anada, e imaginóqueLondres era unmundode anarquía y caos. «Esunagranciudad»,lehabíadichoélcuandolepreguntó,«llenadeautomóviles,autobusesygente».

Eleanor había percibido una sombra no expresada detrás de esa respuesta.«¿Ydetentaciones?».

Supadrehabíaalzadolavistadeinmediatoylahabíamiradoconatención.«Vaya,¿dóndehasoídosemejantecosa?».

Eleanor se había encogido de hombros y adoptado una expresión ingenua.HabíaoídoesapalabradebocadesupadreundíamientrashablabaconelseñorLlewellyn junto al embarcadero y ella cogía fresas silvestres en los arbustosjuntoalarroyo.

Supadrehabíasuspirado.«Paraalgunos.Sí.Unlugardetentaciones».YpareciótantristequeEleanorhabíaposadounamanoenlasuyaydicho

convehemencia:«Yonovoyairjamás.NuncameirédeLoeanneth».EsomismodijoasuprimaBeatrice,quienlebrindólamismasonrisallena

decariñoydelástimaquesupadre.—Bueno, claro que sí, tonta. ¿Cómo vas a encontrar marido en un lugar

comoeste?

***

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EleanornoqueríairaLondresniqueríaencontrarmarido,peroen1911,cuandotenía dieciséis años, hizo ambas cosas. No había sido su intención. Su padrehabíamuerto,LoeannethestabaenmanosdeunagenteinmobiliarioysumadrelahabíallevadoaLondresparacasarlaconelmejorpostor.Llevadaporlafuriaylaimpotencia,Eleanorsehabíaprometidoasímismaquenoseenamoraría.Sehospedaron con la tía Vera, en una gran casa en las afueras de Mayfair. SedecidióqueBeatriceyEleanorparticiparíanenlatemporadasocialy,comoerade esperar, Constance y Vera trasladaron su guerra fraternal a los posiblespretendientesdesusrespectivashijas.

Yasí,unabellatardedefinalesdejunio,eneldormitoriodeunsegundopisodeLondres,mientraseldíadeveranodabapasoa labrumaalotro ladode laventana, una doncella con perlas de sudor en la frente tiró del corpiñorecalcitrantedeunajovenydijo:

—Estese quieta, señorita Eleanor. No se le va a realzar el pecho si no sequedaquietadeunavez.

AningunadelascriadaslegustabavestiraEleanor,estolosabíaellabien.Habíaunrincóndelabibliotecaconunrespiraderodetrásquedabaalarmario,donde las criadas se escondían para esquivar al mayordomo. Eleanor las oíahablarmientrasellatambiénseescondía,perodesumadre.Ademásdeunolorahumo de cigarrillo, le había llegado lo siguiente: «Es incapaz de estarsequieta»…,«¡Semanchalaropa!»,«Conunpocodeesfuerzo…»,«Sialmenoslointentara…»,«Pero,cielosanto,¡quépelos!».

Eleanorsemiróenelreflejo.Teníapelodeloca,siemprehabíasidoasí,unamarañaderizoscastañosqueresistíatodoslosintentosdesometerla.Elefecto,en combinación con esas piernas obstinadamente delgadas y la costumbre demirarconojosabsortos,erasindudamuypococoqueto.Sucarácter,ledieronaentender, era no menos defectuoso. Bruen, la niñera, se había aficionado achasquear la lenguay lamentarenvozalta«elpocousodadoa lavara»y«eldesmedido sustento de una pasión infame» que había resultado «en unadecepciónparalamadre»y,aúnpeor,«¡paraDios!».LossentimientosdeDiosno dejaron de ser unmisterio, pero lamadre de Eleanor llevaba la decepciónescritaenlacara.

ConstancedeShiel llegóa lapuertadeldormitoriovestidaconsusmejoresgalas,elcabello(pulcro,rubio,suave)recogidoenloaltodelacabezaenrizoselaborados,yjoyascolgandodelcuello.Eleanorenseñólosdientes.Sihubieranvendido esas joyas, Loeanneth se habría salvado. Su madre mandó salir a la

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doncellaconungestoyseencargódelcorsé.TirócontantafuerzaqueEleanordioungritoahogado,ysinningúnpreámbuloselanzóarecitarlasvirtudesdelosjóvenesqueestaríanpresentesenelbailedeRothschildesanoche.Eradifícilcreer que se trataba de lamisma persona que se había negado tajantemente ajustificar ante padre sus compras extravagantes, alegando con ligereza: «Yasabesqueno tengo cabezapara losdetalles».El resumen fue exhaustivoynodejófueranielmástrivialdetalledecadaposiblepretendiente.

Sin duda habría madres e hijas para quienes esta rutina sería agradable;Eleanor y Constance deShiel, sin embargo, no se encontraban entre ellas. SumadreeraunaextrañaparaEleanor,unafiguradistanteyfríaquenuncalahabíamirado con buenos ojos. Eleanor no sabía por qué exactamente (entre lossirvientes deLoeanneth se rumoreaba que la señora siempre había querido unhijo) y tampoco le importaba demasiado. El sentimiento era mutuo. En elentusiasmo actual de Constance había un atisbo de locura. La prima Beatrice(quien, en los años transcurridos, había formado una figura voluptuosa y unaadicciónmalsanaalasnovelasdeElinorGlyn)yahabíasidomencionadaenlaúltimaagendadepalacioyderepentelacompeticiónsehabíavueltomuchomásapremiante.

—…elhijomayordeunvizconde—decíaConstance—.Suabuelohizounagran fortunaenun tratocon laCompañíaBritánicade las IndiasOrientales…,riquísimo…,accionesybonos…InteresesenNorteamérica…

Eleanor frunció el ceño ante su reflejo. Detestaba lo que tenían deconspiración aquellas conversaciones. Esas palabras, esas prendas, esasexpectativas eran limitaciones de las que deseaba zafarse. Se sentía fuera delugarenaquelLondresdeestucoyadoquines;demañanasprobándosevestidosenMadameLucille’senHanoverSquarey tardesdecochesque traían tarjetasdevisitablancasqueasegurabannuevassesionesdetéycharlasinsulsas.NoleinteresabannadalosfervientesconsejosdelarevistaTheLadysobrecómotrataralservicio,cómodecorarelhogaryquéhacerconelvellonasalsuperfluo.

Sellevólamanoalacadenaquependíadelcuello,elcolgantequemanteníaocultobajo la ropa;noeraunguardapelo, sinouncolmillode tigrebañadoenplata,regalodesupadre.Alacariciarlosbordesyasuavesyfamiliares,dejóquesuvisiónsevolvieraborrosa,asíqueyanoseveíaa símisma, sinounavagaforma humana. A medida que la silueta se desdibujaba, también suconcentración sediluía.Lavozde sumadre seconvirtióenun tenue ruidodefondo, hasta que de repente ya no se encontraba en aquella habitación de

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Londres,sinoencasa,ensuverdaderacasa,Loeanneth,sentadajuntoalarroyo,consupadreyelseñorLlewellyn,ytodoeracomodebíaser.

***

EsanocheEleanor lapasódepieenelbordede la saladebailemirandoa sumadredarvueltas.Eragrotesca la formaenqueConstance secontoneaba, suslabios grandes y rojos, los senos palpitantes, las joyas relucientes, mientrasbailabaelvalsysereíaconunaparejatrasotra.¿Porquénoerajuiciosacomolasotrasviudas?Porquénosesentabaenunasillacercadelaparedyadmirabalasguirnaldasdelirios,almismotiempoquealbergabaeldeseosecretodeestarencasa,tomarunbañocálido,tenerlacamalistaconsubolsadeaguacaliente.Suparejadebaile ledijoalgoaloídoy,cuandoConstanceserioyse llevólamanoalescote,Eleanorlorecordótodo:lossusurrosdeloscriadoscuandoellaeraniña,laspisadasporelpasilloenlamadrugada,losdesconocidossinzapatosque volvían a hurtadillas a sus aposentos. Hasta elmás pequeñomúsculo delrostrodeEleanorsetensóylafuriadeltigresedespertóardienteensuinterior.Porloqueaellaconcernía,noexistíapecadomayorqueladeslealtad.Lopeorquepodíahacerunapersonaeraromperunapromesa.

—¡Eleanor!¡Mira!Beatrice respiraba jadeante junto a ella; como siempre, su emoción se

expresabaenformadelevedificultadrespiratoria.Eleanorsiguiólamiradadesuprimayvioaunjovendeexpresiónanimadaybarbillacubiertadegranosqueseacercabaenlavacilanteluzdelasvelas.Sintióalgoparecidoaladesesperación.¿Era así el amor? ¿Esa transacción?¿Vestirse con lasmejoresgalas, dibujarseuna máscara en el rostro y lanzarse a esta danza de pasos aprendidos, depreguntasyrespuestasensayadas?

—¡Claro que sí! —exclamó Beatrice, cuando Eleanor expresó suspensamientos.

—Pero ¿no debería haber algo más? ¿No debería existir ciertoreconocimiento?

—Ay,Eleanor,peroquéingenuaeres.Lavidanoesuncuentodehadas,yasabes.Todoesoquedamuybienenloslibros,perolamagianoexiste.

No por primera vez desde su súbita partida a Londres, Eleanor añoró la

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compañía del señor Llewellyn. Por lo general era una devota de lacorrespondenciayatesorabacadacartaquerecibíayguardabacopiasdelasqueenviabaen librosespeciales,peroenciertasocasionesnada lograbasustituir lainmediatezdeuna conversaciónverdadera conun alma comprensiva. ¡Quénohabría dado por el consuelo de saberse comprendida! No hablaba de magia.Hablabadeunaverdadesencial.Delamorcomohechoconsumado,enlugardeunacuerdobeneficiosoparaambaspartes.MientrassopesabasidecírseloonoaBeatrice,estacanturreóentredientesconsusonrisamásencantadora:

—Ahora ven conmigo, querida, alegra esa cara y vamos a ver cuántasmiradasnossiguen.

Eleanor se sintió abatida. Nomerecía la pena. No le importaban nada lasmiradasdeesoshombresquenole interesabanenabsoluto;hombresmimadosentregadosaunavidaindolentedeplaceresegoístas.Supadrelehabíadichounavez que los pobres sufrían la pobreza, pero los ricos tenían que lidiar con lainutilidadynadadevorabael almadeunapersonacomoestarociosa.CuandoBeatricecentrósuatenciónenalguien,Eleanorseescabullóentrelamultitudysedirigióalasalida.

Subiólasescaleras,detramoentramo,sinundestinoclaro,contentacontalde que la música se desvaneciera detrás de ella. Se había convertido en unacostumbre,abandonarel salóndebailea laprimeraocasiónyexplorar lacasadonde se celebraba la fiesta. Se le daba bien; había acumulado experiencia alescaparseahurtadillasporelbosquedeLoeannethjuntoalfantasmadelabueloHorace, volviéndose invisible. Llegó a un rellano donde había una puertaentreabiertaydecidióqueeraunbuenlugardondeempezar.

Lahabitaciónestabaaoscuras,perolaluzdelalunaentrabaporlaventanacomomercurio y Eleanor vio que se trataba de un estudio. La pared opuestaestabacubiertadeestanteríasyenelcentrohabíaungranescritoriosobreunaalfombra.Fuea sentarsedetrásdelescritorio.Quizáporeloloracuero,quizáporque siempre rondaba sus pensamientos, Eleanor se imaginó a su padre, elestudio enLoeannethdonde tan amenudo lo había encontrado en sus últimosdías, la cabeza inclinada sobre una lista de números mientras lidiaba con lasdeudasdelafamilia.Sehabíadebilitadodurantesusúltimosmesesyyanoeracapazdepasearconellacomoantesporlospradosyelbosque.Eleanorsehabíaimpuestolatareadeacercarlesuamadanaturaleza,derecogerobjetosaprimerashorasdelamañanaymostrárselos,contándoletodoloqueveíayoíayolía.Undía estaba parloteando sobre el cambio de temperatura cuando su padre había

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alzado lamanopara interrumpirla.Ledijoquehabíahabladoconsuabogado.«Yano soyunhombre rico,mi preciosa niña, pero esta casa está a salvo.HetomadomedidasparaqueLoeannethnopuedavenderseynuncatequedessintucasa».Cuandollególahora,sinembargo,losdocumentoshabíandesaparecidoylamadredeEleanornegósabernadaalrespecto.«Decíamuchossinsentidosenlosúltimosdías»,aseguró.

Trasmirarlapuertacerrada,Eleanorencendiólalámparadelescritorioyunampliorectángulodeluzamarillentabañólasuperficiedelamesa.Tamborileóen lamadera con la punta de los dedosmientras sopesaba los accesorios.Unportaplumasdemarfil tallado,un secante, undiario encuadernadoen algodón.Viounperiódicoabiertoycomenzóahojearlo,distraída.Másadelante,todalasecuenciadeacontecimientosseconvertiríaenlahistoriadeAsíseconocieronyadquiriría un aura de reverencia y fatalidad. En ese momento, sin embargo,Eleanor se limitaba a escapar de aquel baile tan previsible como aburrido quetranscurría abajo. Cuando leyó el titular: DOS TIGRES DEL LEJANO ORIENTELLEGANALZOOLÓGICODELONDRES, no tenía ni idea de que se acababa deabrirunapuerta.SolosupoquederepenteelcolmillodeCéfirosehabíavueltocálidoencontactoconsupielyqueteníaqueveraesostigresconsuspropiosojos.

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Capítulo8

Londres,juniode1911

LaoportunidaddeEleanorsepresentódosdíasmástarde.Habíanplaneadounviaje al Festival del Imperio y todos en la residencia de Vera estabanentusiasmados,comoeradeesperar.

—¡Ypensar—exclamóBeatricemientrastomabanjerezlanocheanterior—quesondeunatribudeverdadyhanvenidodeÁfrica!

—¡Unamáquinavoladora—gritóVera—,unespectáculohistórico!—UntriunfoparaelseñorLascelles—convinoConstance.Yluegoañadió

esperanzada—:Mepregunto si estará enpersona.Heoídodecirquees amigodelrey.

ElPalaciodeCristalresplandecíaalaluzdelsolcuandoelDaimleraparcóalaentrada.Lamadre,latíaylaprimadeEleanorrecibieronayudaparasalirdelcoche y Eleanor las siguió, alzando la vista para contemplar el espectacularedificiodecristal.Erahermosoe impresionante,comodecía todoelmundo,yEleanor sintió que se ruborizaba de la emoción. Pero no porque estuvieradeseandopasareldíaadmirandolostesorosdelImperio;teníaalgomuydistintoenmente.Entraronenlasecciónbritánicaydedicaronunabuenamediahoraenacordar la superioridadde todo lo que ahí veían, antes depasar a las exóticasdelicias de las colonias. Había flores dignas de admiración en la sección defloricultura, figuras atléticas que causaban asombro en el Campamento deCadetes de losDominios deUltramar, y el lugar donde se haría la recreaciónhistóricafueobjetodeunacríticapormenorizada.Eleanor,queseibaquedandorezagada,seobligabaasímismaaasentiratentacuandoeranecesario.Porfin,cuando llegaronalLaberintoMedieval,vislumbrósuoportunidad.El laberinto

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estabaabarrotadoynoleresultódifícilsepararsedelgrupo.Bastócongiraralaizquierdaenelmomentoenquelasdemásgirabanaladerecha,retrocederyhuirpordondehabíavenido.

Caminó deprisa, la cabeza gacha para evitar la terrible posibilidad decruzarseconalgúnconocidode sumadre.Dejóatrás elEstadioDeportivodelImperioylasPequeñasExplotaciones,ynosedetuvohastallegaralaentradadelaestacióndeferrocarrildeSydenhamAvenue.Unavezallí,elcorazónlediounvuelcodealegría.Sacóelmapaquehabía tomadoprestadodelestudiodel tíoVernonycomprobódenuevolarutaquehabíatrazadoenelcuartodebañolanoche anterior. Según sus investigaciones, solo tenía que subirse al tranvíanúmero 78 cerca de Norwood Road y la llevaría hasta la estación Victoria.Desde ahí podía ir a pie, cruzando Hyde Park yMarylebone, hasta Regent’sPark.Erapreferiblelimitarsealosparques.LascallesdeLondreserancomoríosde ruido fundido que atravesaban la ciudad, y resultaba todo tan rápido yfrenéticoque avecesEleanor era capazde imaginar la sensación físicade seratropellada.

Hoy, sin embargo, estaba demasiado entusiasmada para tener miedo.Recorriódeprisalaacerahastalaparadadel tranvía,conelcorazóndesbocadoantelaperspectivadeverlostigresy,másaún,porlainmensaalegríadeestarsolaporprimeravezenvariassemanas.El tranvíanúmero78seacercabaconestrépito.Hizouna señalparaqueparara,pagóelbilletecon lasmonedasquehabíatomadoprestadasdelestudiodeltíoVernon,yasí,sinmás,iniciósuviaje.Mientrastomabaasientoapenaslograbacontenerunasonrisa.Sesentíaadultaeintrépida, una aventurera dispuesta a vencer todos los obstáculos que seencontrara en el camino.Se fortalecieron lazos que había creído rotos, con suinfancia, con la vida de antes, con su antiguoyo, y experimentóuna emociónsimilar a la que la embargaba al jugar a las Aventuras del abuelo Horace.MientraseltranvíacruzabaelpuenteVauxhallysedeslizabasobrelosraílesporBelgravia,acaricióelcolmillodetigrequellevabacolgadodesucadenabajolablusa.

La estación Victoria era un caos, con gente que se movía en todasdirecciones, un mar de sombreros de copa y bastones y faldas largas ysusurrantes. Eleanor se bajó del tranvía y se deslizó entre la multitud lomásrápido que pudo hasta aparecer en una calle donde los coches y los ómnibustiradosporcaballosseabríanpasoaempellonespara llegara tiempoa lahoradelté.Casisaltódealegríapornoirabordodeninguno.

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Se tomó un momento para recuperar la compostura y luego siguió porGrosvenor Place. Avanzaba con rapidez y jadeaba. Londres tenía un olorcaracterístico,unadesagradablemezcladeestiércolygasesdeescape,aviejoyanuevo,ysealegrócuandoentróenHydeParkyaspiróelaromadelasrosas.Niñerasconuniformesalmidonadosdesfilabancongrandescochecitosdebebépor la tierra roja de Rotten Row, y el tramo de césped estaba cubierto dehamacas verdes a seis peniques. Barcas a remo moteaban el lago Serpentinecomopatosgigantes.

—¡Compren aquí sus recuerdos! —gritaba un vendedor callejero, cuyopuesto estaba lleno de banderas de la coronación y pinturas de la nueva ygigantescaestatuade lapazquesealzabadelantedelpalaciodeBuckingham.(«¿Paz?»,legustabarezongaraltíodeEleanorcadavezquepasabanencochejuntoaladescomunalestatua,cuyomármolblancorelucíacontraelnegrosuciode losmuros de piedra del palacio. «¡Tendremos suerte si no hay otra guerraantes de que termine la década!». Después de una afirmación así, su rostroadusto adoptaba una expresión autocomplaciente—nada le agradabamás queanticiparse a las malas noticias—, y Beatrice le regañaba: «No seas tanaguafiestas,papá»,antesde fijar suatenciónenalgúncochequepasaracerca.«¡Oh, mirad! ¿No es el coche de los Manner? ¿Has oído lo último de ladyDiana?¡Fuevestidadecisnenegroaunafiestabenéficaenlaqueelblancoeraobligatorio!¡TepuedesimaginarlafuriadeladySheffield!»).

Eleanor se apresuró. Hacia Bayswater Road, pasando por Marble Arch yatravesandoMayfairyMarylebone.ElletrerodeBakerStreetlerecordóunavezmás al tío Vernon, que se consideraba detective aficionado y disfrutabacomparando su ingenio con el de Sherlock Holmes. Eleanor había tomadoprestadosalgunosdeloslibrosdemisteriodelestudiodesutío,peronoeraunaentusiasta. La arrogancia del racionalismo no casaba bien con sus adoradoscuentos de hadas. Incluso ahora se sulfuró solo de pensar en esa petulantesuposicióndeHolmes según la cual no existíanadaquenopudiera explicarsemediante el proceso de deducción. Tan sulfurada estaba que, al acercarse aRegent’sPark,seolvidódelríomecanizadoqueteníaquecruzar.Pusoelpieenlacalzadasinmirarynovioelautobúshastaquecasi lo tuvoencima.Enesemismo instante,mientras el enorme anuncio de téLipton se cernía sobre ella,Eleanorsupoqueibaamorir.Suspensamientossevolvieronvertiginosos:ibaaregresarjuntoasupadreunavezmás,yanotendríaquepreocuparseporhaberperdido Loeanneth, pero, ay, ¡qué lástima no haber visto los tigres!Cerró los

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ojosconfuerza,alaesperadeldoloryelolvido.Laconmoción le cortó la respiración,una fuerzaalrededorde la cintura la

arrojóaunladoyEleanorsedesvanecióalchocarcontraelsuelo.Lamuertenoresultó ser en absoluto como se la esperaba. Los sonidos daban vueltas, lezumbabanlosoídosysesentíadesvanecida.Cuandoabriólosojos,seencontróconelrostromáshermosoquehabíavistonunca.Eleanorjamásseloconfesaríaanadie,peroduranteañossonreiríaalrecordarqueenesemomentopensóqueestabacaraacaraconDios.

NoeraDios.Eraunmuchacho,unhombre,joven,nomuchomayorqueella,decabellocastañoclaroyunapielqueleinspiróelrepentinodeseodetocarla.Estabaenelsueloasuladoylepasabaunbrazoporlaespalda,debajodeloshombros. Sus labios se movían, estaba diciendo algo que Eleanor no lograbacomprender,y laestudiabacon intensidad,primerounojoy luegoelotro.Porúltimo, mientras el ruido y el movimiento giraban en torno a ellos (se habíacongregadotodaunamultituddecuriosos),unasonrisaaparecióenelrostrodeljoven y Eleanor pensó que tenía una boca maravillosa y, acto seguido, sedesmayó.

***

Se llamaba Anthony Edevane y estudiaba en Cambridge para ser médico;cirujano,parasermásexactos.EleanorlosupoanteelmostradorderefrescosdelaestacióndeBakerStreet,dondela llevótrasel incidenteconelautobúsylainvitó a una limonada. Había quedado ahí con un amigo, un muchacho decabellooscuroyrizadoygafas,unodeesosjóvenescuyaindumentaria,Eleanorlosuponadamásverlo,siemprepareceríaelegidaatodaprisa,cuyopelonuncase quedaba donde debía. Eran cosas que Eleanor comprendía bien. Le cayósimpáticoalinstante.

—HowardMann—Anthonygesticulóhaciaeljovendespeinado—,EleanordeShiel.

—Un placer conocerla, Eleanor —dijo Howard estrechándole la mano—.Quéagradablesorpresa.¿Cómohaconocidoaesteamigomío?

Eleanorseoyódecir:«Acabadesalvarmelavida»,ypensóenlaescenataninverosímilquepintabanesaspalabras.

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Howard,encambio,noseinmutó:—¿Deverdad?Nomesorprende.Tienelacostumbredehacercosasasí.Si

nofueramimejoramigo,creoqueleodiaría.Aquella conversación jocosa en el café de una estación demetro con dos

desconocidospodríahaber resultado incómoda,pero, comodescubrióEleanor,evitarunamuerte segura liberabaacualquierade las reservashabituales sobrequé decir y cómo decirlo. Charlaron sin trabas y, cuanto más les oía, mássimpatíaleinspirabanambos.AnthonyyHowardbromeabanelunoconelotro,perosuactituderaafableyEleanorsesintióincluida.Sedescubrióasímismaexpresando opiniones como no lo había hecho en mucho tiempo, riéndose yasintiendo y mostrando su desacuerdo en ocasiones con una vehemencia quehabríahorrorizadoasumadre.

Los tres hablaron con pasión sobre ciencia y naturaleza, sobre política yhonor, familiayamistad.EleanordedujoqueAnthonyqueríasercirujanomásque nada en el mundo, y así había sido desde que era pequeño y su criadafavoritamurió de apendicitis por falta de unmédico cualificado.QueHowardera hijo único de un conde extremadamente rico que pasaba los días en laRivierafrancesaconsucuartaesposayenviabadineroparaelcuidadodesuhijoaunfideicomisoadministradoporungerentedebancoenLloyd’s.Quelosdosjóvenessehabíanconocidoelprimerdíadeinternado,cuandoAnthonyleprestóaHowardsuuniformederepuestoparaqueelsupervisornolecastigaraconlavarayquehabíansidoinseparablesdesdeentonces.«Másquehermanos»,dijoAnthony,quesonrióconcariñoaHoward.

El tiempopasóvolandoyenunmomentodeterminado,duranteunode losescasossilenciosenlaconversación,Howardfrunciólevementeelceñoydijo:

—Noesporseraguafiestas,perosemeocurrequealguienlaestaráechandodemenos.

Eleanorsequedódepiedracuandoconsultóelrelojdesupadre(lollevabadesde su muerte, para contrariedad de su madre) y comprendió que habíantranscurrido treshorasdesdequese separódesu familiaenel laberinto.Tuvounasúbitavisióndesumadreenestadodeapoplejía.

—Sí—semostródeacuerdo,triste—.Esunaposibilidadnadadesdeñable.—Bueno, en ese caso—dijo Howard—, deberíamos acompañarla a casa.

¿Noesasí,Anthony?—Sí—dijoAnthony,tambiénmirandosurelojconelceñofruncidoydando

golpecitosal cristal comosinodieracréditoa lahoraquemarcaba—.Sí,por

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supuesto. —Eleanor se preguntó si el tono de desgana en su voz eranimaginaciones suyas—. Qué egoísta por nuestra parte tenerla aquí hablandocuandoenrealidaddeberíaestardescansandodelgolpeenlacabeza.

De repente, a Eleanor le dominó el deseo desesperado de no separarse deellos.Deél.Comenzóaponerreparos.Alfinal,eldíahabíaresultadosublime;se sentíademaravilla; sucasaeraelúltimo lugaralque tenía intenciónde ir.Había llegadohasta allí, tan cercadel zoológico, ¡yni siquierahabíavisto lostigres!Anthonyestabadiciendoalgoacercadelacabezayelgolpetraslacaída,locualeramuyamableporsuparte,pero,deverdad,insistió,sesentíabien.Unpocomareada, ahora que intentó levantarse, pero era de esperar, hacíamuchocalorenelcaféynohabíacomidonada,y…¡ay!Talvezsisequedabasentadaunratitomáspararecuperarelaliento,esperaradejardeverborroso…

Anthonyfueinsistente;ella,obstinada,yHowardfuequientomóladecisión.Conunapequeñasonrisadedisculpa,latomódelotrobrazomientrasAnthonyibaapagarlacuenta.

Eleanor lo miró alejarse. Era inteligente y amable, y sentía una evidentefascinaciónporelmundoy loque teníaqueofrecer.Además,eramuyguapo.Esepelorubiooscuroyesapielbronceada,esamiradaeléctricaycuriosayesapasiónporaprender.Nopodía saberconcerteza si la cercaníade lamuerte lehabía nublado la vista, pero Anthony parecía brillar. Estaba tan lleno deentusiasmoyenergíayconfianzaquedabala impresióndeestarmásvivoquelaspersonasquelorodeaban.

—Esespecial,¿noescierto?—dijoHoward.AEleanor se le erizó la piel.No había sido su intención que se le notara

tanto.—Eselmásinteligentedelaclase,ganócasitodoslospremiosacadémicos

de la graduación. Aunque él nunca se lo habría contado, esmodesto hasta elexceso.

—¿Deverdad?—Fingiósolouninterésleve,cortés.—Cuandotengaeltítulo,suintenciónesabrirunconsultorioparagentede

pocosmedios.Esunavergüenzalacantidaddeniñosquenorecibenoperacionesdevitalimportanciaporfaltadedineroparapagaruncirujano.

La llevarondevueltaaMayfairenelRolls-RoycemodeloSilverGhostdeHoward. El mayordomo de Vera abrió la puerta, pero Beatrice, quien habíaestado observando desde la ventana de la habitación, bajó a toda prisa lasescalerasyllegócasialmismotiempo.

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—¡Cielo santo,Eleanor—musitó—, tumadre está furiosa!—Entonces, alrepararenAnthonyyHoward,recuperólacomposturaylesdedicóunamiradaseductora—.Muchogusto.

—Beatrice —dijo Eleanor con una sonrisa—, permíteme presentarte aHowardMannyAnthonyEdevane.ElseñorEdevaneacabadesalvarmelavida.

—Vaya, en ese caso—dijoBeatrice, sin inmutarse—, espero que pasen atomarelté.

Unavezmáscontaronlahistoriaanteunastazasdetéyunatartadelimón.AConstance,conlascejasarqueadasyloslabiosapretados,lereconcomíanlaspreguntassinformular(«¿QuéhacíaEleanorenMarylebone?»,paraempezar),peromantuvoporcompletolacomposturamientrasdabalasgraciasaAnthony.

—¿Edevane?—preguntó,esperanzada—.¿NoseráelhijodelordEdevane?—Elmismo—dijoAnthony,alegre,aceptandounasegundaporcióndetarta

—.Elmenordelostreshermanos.LasonrisadeConstanceseevaporó.(«¿Eltercerhijo?»,bramaríamástarde

aVera.«¡¿El tercerhijo?!Un tercerhijonodeberíadedicarsea irpor lacallesalvandoajovencitasimpresionables.¡Deberíahacersesacerdote,porelamordeDios!»).

Para Eleanor, sin embargo, eso lo explicaba todo. Su carácter sencillo ymodesto,esaaura inexplicable,casi regia,que loenvolvía, la formaenquesehabíanconocido.Eraeltercerhijo.

—Nacióustedparaserelhéroedeuncuento—dijoEleanor.Anthonyrio.—Nolosé,peromeconsideroafortunadoporsereltercero.—¿Ah sí?—La frialdad del tono de Constance bajó la temperatura de la

habitaciónvariosgrados—.¿Yporqué,sinolemolestaexplicarlo?—Mipadreyatieneherederoyunrepuesto,asíqueyosoylibreparahacer

loquequiera.—¿Yquéesexactamenteloqueustedquiere,señorEdevane?—Voyasermédico.EleanorcomenzóaexplicarqueAnthony,dehecho,estudiabaparacirujano,

queibaadedicarsuvidaaayudaralosmenosafortunados,quehabíaganadounmontóndepremiosacadémicos,peroesosdetallescarecíandeimportanciaparaConstance,quenotardóeninterrumpir.

—Sindudaunhombredesuclasenonecesitatrabajarparaganarselavida.Nocreoquesupadreloveaconbuenosojos.

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Anthonylamirócontalintensidadqueseevaporóelpococalorquerestabaenlahabitación.Laatmósferasellenódetensión.Eleanornohabíavistoanadiehacerfrenteasumadreycontuvoelaliento,alaesperadesuspalabras.

—Mipadre,señoraDeShiel,havisto,aligualqueyo,enquéseconviertenloshombresprivilegiadosy aburridosquenohan tenidoque esforzarsenuncaparaganarse la vida.No tengo intencióndepasarmisdíasociosoybuscandomanerasdematareltiempo.Quieroayudaralagente.Mehepropuestoserútil.—YenesemomentosegiróhaciaEleanor,comosiestuvieranlosdossolosenlahabitación,ydijo—:¿Yusted,señoritaDeShiel?¿Quéesperadelavida?

Algo cambió en esemomento. Fue una alteración pequeña, pero decisiva.Anthony era deslumbrante y Eleanor vio con claridad que el encuentro de lamañanahabíasidoobradeldestino.Laconexiónentreelloseratanpoderosaquecasi laveía.Cuántascosas teníaquedecirley, sinembargo,almismo tiempo,supoconunacertezaextrañaperoincuestionable,quenonecesitabadecirlenadaenabsoluto.Loveíaensusojos,enlaformaenquelamiraba.Élyasabíaquéesperaba ellade lavida.Queno tenía intenciónde convertirse enunade esasmujeres que se pasan el día sentadas, jugando al bridge, y chismorreando yesperandoaque los cocheros las llevarandeun sitio aotro,queella esperabamuchomásymuydiferente,tantoqueeraimposibleexpresarloenpalabras.Asíqueselimitóadecir:

—Quieroveresostigres.Anthony rio y una sonrisa beatífica se extendió por su rostro al mismo

tiempoqueextendíalasmanos.—Bueno,esonoesdifícil.Reposeesta tardeymañana la llevo.—Segiró

hacialamadredeEleanoryañadió—:Sinotienereparos,señoraDeShiel.Constance,eraevidentea todoelque laconocía, rebosabade reparosy se

moría de ganas de decir que no, de prohibir a aquel joven arrogante (¡tercerhijo!)que llevara a suhija aningunaparte.Eleanor sepreguntó si algunavezhabía visto a sumadre sentir tal antipatía por alguien, pero poco podía hacer.Anthony era de buena familia, había salvado la vida de su hija, le estabaofreciendo llevarla a un lugar al que ella deseaba ir. Negarse habría sido depésimogusto.Constanceesbozóunasonrisaagriaylogróemitirunleveruidodeasentimiento.Eraunamera formalidad.Todos lospresentespercibieronqueelequilibriodepoderhabíacambiadoyque,apartirdeesemomento,Constancedesempeñaríaunpapelapenasinfluyenteenelcortejodesuhija.

Terminadoelté,Eleanoracompañóaambosjóvenesalapuerta.

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—Espero verla pronto de nuevo, señorita DeShiel —dijo Howard concalidez, antes de mirar a Anthony con una sonrisa de complicidad—. Voy aadelantarmeparacalentarelmotordelGhost.

AnthonyyEleanor,unavezasolas,derepentesequedaronsinpalabras.—Bueno—dijoél.—Bueno.—Elzoológico.Mañana.—Sí.—Prométamequenosevaaarrojardelantedeunautobúsantes.Eleanorrio.—Loprometo.NotóqueAnthonyfruncíalevementeelceño.—¿Quéocurre?—preguntó,tímidaderepente.—Nada.Noesnada.Soloquemegustasupelo.—¿Esto?—Eleanor se tocó lamata de pelo,más desmadejada que nunca,

trasundíallenodeemocionesinesperadas.Anthonysonrióyalgomuydentrodeellaseestremeció.—Eso.Megusta.Mucho.YenesemomentosedespidióyEleanorlomiróalejarsey,cuandoentróy

cerrólapuertatrasdesí,supo,sencillayclaramente,quetodohabíacambiado.

***

Seríaunerrordecirqueseenamorarondurantelasdossemanassiguientes,puesyaestabanenamoradosdesdeelprimerdía.Yduranteesosquincedías,conlaprima Beatrice de carabina benevolente y poco estricta, apenas se separaron.Fueron al zoológico, donde Eleanor por fin vio a los tigres, perdieron díasenterosenHampstead,descubriendo rinconesverdesdelparqueyaprendiendolos secretos el uno del otro, exploraron los museos Victoria and Albert y deHistoriaNacionalyvieronactuaralBalletImperialochoveces.Eleanordejódeacudir a fiestas, a menos que también Anthony fuera a asistir. En su lugar,caminabanporelTámesis,hablandoyriendocomosiseconocierandetodalavida.

Cuandoterminaronsusvacaciones,lamismamañanaenquedebíaregresara

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Cambridge,Anthonydiounrodeoparaverla.Noesperóaqueestuvierandentro,sinoqueledijo,allímismo,enlapuerta:

—Hevenidoconlaideadepedirtequemeesperes.El corazón deEleanor latió con fuerza bajo el vestido, pero se le cortó la

respiracióncuandoAnthonyañadió:—Yluegomehedadocuentadequenoerajusto.—¿Deverdad?¿Noesjusto?—No,cómoibaapensarenpedirtealgoqueyomismono…—Yopuedoesperar…—Bueno,yono,niundíamás.Nopuedovivir sin ti,Eleanor.Tengoque

pedírtelo…¿Creesque…?¿Quierescasarteconmigo?Eleanorsonrió.Notuvoquepensárselodosveces.—Sí—dijo—.¡Sí,milvecessí!¡Claroquesí!Anthonylalevantóenbrazos,lahizogirarylabesóencuantolaposóenel

suelo.—Nuncavoyaquereranadiemásqueati—dijo,apartándolelosmechones

decabellodelacara.LodijoconunacertezaqueestremecióaEleanor.Elcieloeraazul,elnorte

estabafrentealsuryél,AnthonyEdevane,sololaquerríaaella.Eleanor leprometió lomismoyél sonrió, satisfecho,perono sorprendido,

comosiyasupieraqueeracierto.—Yasabesquenosoyunhombrerico—dijo—.Nuncaloseré.—Medaigual.—Notepuedoofrecerunacasacomoesta.—Señalólagrandiosaresidencia

delatíaVera.Eleanordijoindignada:—Yasabesquenomeimportanesascosas.—Ounacasacomoenlaquecreciste,Loeanneth.—Nolanecesito—dijo,yporprimeravezlocreyó—.Ahoramihogareres

tú.

***

FueronfelicesenCambridge.LashabitacionesdeAnthonyeranpequeñaspero

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pulcras,yEleanor lasvolvióacogedoras.Anthonycursabaelúltimoañode lalicenciaturaycasi todas lasnochesdespuésdecenar se sentabadelantede loslibros de texto; Eleanor dibujaba y escribía. Se notaba lo inteligente y lobondadoso que era incluso en cómo fruncía el ceño al estudiar, cómo a vecesgesticulabaconlasmanosalleerenvozaltalamejormaneraderealizarciertaoperación. Eranmanos inteligentes, cuidadosas y hábiles. «Siempre ha sabidoconstruir y arreglar cosas», le había dicho su madre a Eleanor el día que seconocieron.«Deniño,nadalegustabamásquedesmontarunrelojantiguodemiesposo. Por fortuna para nosotros (¡y para él!) siempre sabía cómo volverlo amontar».

Suvidaencomúnnoerarefinada;noacudíanagrandesfiestasdesociedad,pero recibían a sus amigosmás cercanos y queridos en reuniones pequeñas eíntimas.Howard iba amenudo a comer y se quedaba hasta tarde, hablando yriendoydiscutiendoanteunabotelladevino;lospadresdeAnthonyleshacíanvisitas ocasionales, perplejos pero demasiado educados para comentar lasestrechecesenquesuhijomásjovenysuesposahabíanelegidovivir,yelseñorLlewellyn era un invitado habitual.Gracias a su sabiduría y buen humor y alevidenteamorpaternalquesentíaporEleanor,prontoseconvirtiótambiénenunpreciadoamigodeAnthony; elvínculo seestrechócuandoAnthonydescubrióque,muchotiempoantesdequesudonparacontarhistoriasloconvirtieraporaccidente en una estrella literaria, también había estudiado medicina (aunquepara ser médico y no cirujano). «¿Nunca ha deseado volver a practicar?», lepreguntabaAnthonymásdeunavez,incapazdecomprenderquépodríaalejaraun hombre de su vocación. Pero el señorLlewellyn siempre sonreía y negabacon lacabeza.«Hedescubiertoalgopara loqueestoymejorpreparado.Mejordejar esas cuestiones a hombres capaces como usted que arden en deseos deayudar y curar». Cuando Anthony se graduó de su formación preclínica conmatrícula de honor y unamedalla de la universidad, fue al señor Llewellyn aquien invitó a sentarse junto a Eleanor y sus padres en la ceremonia degraduación.Cuando el vicerrector pronuncióun emotivodiscurso acercade lahombríayeldeber(«Siunhombrenopuedeserútilasupaís,máslevaleestarmuerto»),elseñorLlewellynseinclinóparasusurrarirónicoaloídodeEleanor:«Qué tipo tan jovial: me recuerda a tumadre», y ella tuvo que contener unacarcajada. Pero los ojos del anciano rebosaban orgullo al ver graduarse a sujovenamigo.

Anthonyhabíahabladoenseriocuandodijoquenole interesabaeldinero,

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también Eleanor, pero la vida puede ser artera y resultó que no tardaron enhacersemuy ricos.LlevabancasadosnuevemesescuandoacudieronalmuelledeSouthamptonadespedirsedelospadresyloshermanosmayoresdeAnthony,quepartíanrumboaNuevaYork.

—¿Tehabríagustadoque fuéramos?—dijoAnthonyporencimadel ruidodelamultitud.

Habíanhabladodeviajarconlafamilia,peroelpresupuestodeAnthonynodabaparacubrirlospasajesysehabíanegadoaquesuspadreslospagaran.Sesentíamal,avergonzadopornopoderpermitirsetaleslujos.PeroaEleanornoleimportabaenabsoluto.Seencogiódehombros.

—Enlosbarcosmemareo.—NuevaYorkesunaciudadmaravillosa.Eleanorleapretólamano.—Nomeimportadóndeestoy,siemprequeestécontigo.Anthony le dedicó una sonrisa tan llena de amor que la dejó sin aliento.

Cuando se giraron para decir adiós con la mano, Eleanor se preguntó si eraposibleserdemasiadofeliz.Lasgaviotasselanzabanenpicadoalaguayniñosconsombrerosde telacorrían juntoalbarcoquezarpaba,saltandosobre todoslosobstáculos.

—Un barco imposible de hundir —dijo Anthony, sacudiendo la cabezamientraselenormenavíosealejaba—.Imagínate.

***

PorsusegundoaniversariodebodasAnthonysugiriópasarelfindesemanaenunpequeño lugar en la costa que conocía.Despuésde llorar durantemeses lapérdidadesuspadresyhermanosenelfríoocéanoAtlántico,porfinteníanalgohermoso que celebrar. «Un bebé», había dichoAnthony cuandoEleanor se locontó,conunamiradadeprofundoasombro.«¡Figúrate!Unapequeñamezcladetiydemí».

Por la mañana temprano tomaron un tren de Cambridge a Londres y enPaddingtoncambiaronde línea.Fueunviaje largo,peroEleanorhabía llevadocomida y almorzaron durante el trayecto, llenando las horas de charlas ylecturas,deunalarguísimapartidaal juegodecartasdemoda,ytambiénhubo

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momentos de silencio satisfecho, uno al lado del otro, cogidos de la mano ymirandoporlaventanaloscamposdiscurriragranvelocidad.

Cuandollegaronalaestación,unconductorlosesperabayAnthonyayudóaEleanorasubiralautomóvil.Enfilaronunacarreteraestrechaysinuosay,enelinteriorcaldeadodelvehículo,ellargodíadeviajeterminóporvenceraEleanor.Bostezóyrecostólacabezacontraelrespaldo.

—¿Estás bien?—Anthony preguntó, amable, y cuando Eleanor respondióquesí,erasincera.

Cuando Anthony había mencionado el viaje por primera vez, Eleanor nohabía estado segura de qué sentiría al pasar tan cerca del lugar donde habíatranscurrido su infancia; de si reviviría la pérdida de su padre y de su hogar.Ahora, sin embargo, comprendió que por supuesto sería así, pero, si bien latristezadelpasadoerainevitable,elfuturolepertenecíaaella,alosdos.

—Mealegraquehayamosvenido—dijoEleanor,y sepuso lamanoenelvientre,levementeredondeado,mientraslacarreteraseestrechabaparaseguirlalíneadelocéano—.Hapasadomuchísimotiempodesdequevielmar.

Anthonysonrióyletomólamano.Eleanormirólamanodeélsobrelasuya,tan grande una y tan pequeña la otra, y se preguntó cómo era posible ser tanfeliz.

Acompañada de recuerdos semejantes, se quedó dormida. Le ocurría amenudodesde que estaba embarazada; nunca se había sentido tan cansada.Elmotordelautomóvilcontinuózumbando,lamanodeAnthonypermanecíacálidasobre la suya y el olor a sal impregnaba el aire. Eleanor no estaba segura decuántotiempohabíapasadocuandoAnthonylatocóyledijo:

—Despierta,BellaDurmiente.Se incorporó y se estiró, parpadeando a la luz azulada de ese día cálido y

dejandoqueelmundocobraraformaunavezmásantesusojos.Eleanorrespiróhondo.Allí estaba Loeanneth, su hogar querido, amado, perdido. Los jardines

estabandescuidados,lacasateníaunaspectomásdecadentedeloquerecordabay,sinembargo,eraperfecta.

—Bienvenidaacasa—dijoAnthony,levantandolamanodesuesposaparabesarla—.Felizcumpleaños,felizaniversario,felizcomienzodetodo.

***

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Los sonidos volvieron antes que las imágenes. Un insecto zumbaba contra elcristaldelaventana,unasráfagasfuertesybrevesdeansiedadestáticaseguidasdeunsilencio transitorio,ydespuésotroruido,mássuaveperomás insistente,un rasguño incesantequeEleanor reconoció,perono suponombrar.Abrió losojos y se encontró en un lugar que estaba a oscuras salvo por un jirón de luzcegadora que se colaba entre las cortinas corridas. Eran olores familiares, ahabitacióncerradacontraelcalordelverano,agruesascortinasdebrocadoyazócalos en sombras, a luz rancia. Era su habitación, comprendió, la quecompartíaconAnthony.EnLoeanneth.

Cerrólosojosdenuevo.Lacabezaledabavueltas.Estabaaturdidayhacíauncalorespantoso.Aquelveranoenquellegaronjuntos,en1913,habíahechoelmismocalor.Ambos,pocomásqueniños,habíanvividounaépocamaravillosaal margen del mundo y sus convenciones. La casa necesitaba muchísimasreparaciones, así que se habían instalado en el cobertizo de las barcas, elescenario de juegos de su infancia tan querido de Eleanor. Era una viviendarústica (una cama, una mesa, una cocina con lo indispensable y un pequeñoaseo),peroeranjóvenesyestabanenamoradosyacostumbradosavivirconcasinada.Durantemuchosaños,cuandoAnthonyestabaenelfrenteyloechabademenos,cadavezquesesentíatriste,solaoabrumada,Eleanoribaalcobertizo,llevandoconsigolascartasdeamorqueAnthonyleenviaba,yallí,másqueenningúnotro sitio, era capaz de palpar la felicidad y la verdad de lo que habíasentidoaquelverano,antesdequelaguerradestrozarasuparaíso.

Comían siempre al aire libre, huevos duros y queso que llevaban en unacesta,ybebíanvinobajoelliloeneljardíntapiado.Desaparecíanenelbosque,robabanmanzanas de la granja vecina, y flotaban en el arroyo en la pequeñabarca,mientrasunahoradesedaseentretejíaconlasiguiente.Unanocheclaraytranquilahabíansacadolasviejasbicicletasdelcobertizoypedaleadojuntosporel sendero polvoriento, echándose carreras, aspirando el aroma salino del airecálidomientraslalunahacíabrillarlaspiedras,aúncaldeadasporelsol,conunblancolustroso.

Había sido el verano perfecto. Eleanor lo había sabido ya entonces. Eltiempo soleado, su juventud, aquel amor nuevoy absorbente que acababandeencontrar;perotambiénhabíanintervenidootrosfactoresmáspoderosos.Aquelveranohabíasupuestouninicioparaambos(deunafamilia,unavidaencomún),perotambiénunfinal.Comoelrestodelahumanidad,seencontrabanalbordede un precipicio; la cadencia de sus vidas, inmutable durante generaciones,

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estaba a punto de sufrir una sacudida sísmica. Algunas personas habíanvislumbrado lo que se avecinaba, pero no Eleanor. El futuro le parecíainimaginable. Se había refugiado feliz en un presente sublime y embriagadordondenadaimportabasalvoelahora.Peroseavecinabannubarronesdeguerrayelporveniraguardabaentrebastidores…

ElinsectoseguíagolpeteandolasventanasemplomadasyEleanorsufrióotrapunzadadedoloramedidaque regresabaelpresente.Theo.Laspreguntasdelreportero, el fotógrafo, Alice en el umbral de la biblioteca. Eleanor habíareconocidolaexpresióndelrostrodeAlice.EralamismadecuandoEleanorlasorprendiógrabandosunombreportodalacasa,lamismadecuandolacocineralaenvióarribapor robargolosinasde ladespensa, lamismadecuandoechóaperdersuvestidonuevocongrandesmanchasdetintanegra.

Aliceparecíaculpable,sinduda,peronosoloeso.Dabalaimpresióndeestara punto de hablar. Pero ¿qué habría querido decir Alice? ¿Y a quién? ¿Sabíaalgo?Yahabíarespondidolaspreguntasdelagentedepolicía,comotodosenlacasa. ¿Era posible que dispusiera de información sobre el paradero deTheo yquenolohubieramencionado?

—¿Cómoibaasaberalgo?—lerespondióunavozenlaoscuridad—.Noesmásqueunaniña.

No había sido intención de Eleanor hablar en voz alta y fue perturbadorcomprobarquelohabíahecho.Escudriñólapenumbradelahabitación.Teníalaboca seca, supuso que debido a la medicación del doctor Gibbons. Estiró lamanoenbuscadeunvasodeaguaenlamesilladenocheylapersonaquehabíaalotroladodelamismacobróformaentrelassombras:erasumadre,sentadaenlabutacadeterciopelomarrónjuntoalescritorio.Eleanordijoenseguida:

—¿Algunanoticia?—Todavíano.—Sumadreestabaescribiendocartasy lapluma rasgabael

papeldevitela—.Peroelagentesimpático,eldemayoredad,elquetienemalelojo,mehadichoquehabíanrecibidoinformaciónquepodríaserdeayuda.

—¿Información?Ris-ras.—Bueno,Eleanor,yasabesquenotengocabezaparalosdetalles.Eleanordiounsorbodeagua.Le temblaba lamanoy lagarganta leardía.

TeníaqueserAlice.La imaginabadelantedelagentedepolicíaencargadodelcaso, la confianza visible en sus rasgosmientras sacaba ese cuaderno suyo yprocedíaaentregarleapuntes recién tomados.Observacionesy teoríasdecuya

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relevancianolecabíaduda.YtalvezAlicepodríaserdeayuda;talvezhabíavistoalgoquellevaraala

policía hasta Theo. Lamuchacha tenía la extraña costumbre de estar siempredondenodebía.

—TengoquehablarconAlice.—Tienesquedescansar.EsaspíldorasparadormirdeldoctorGibbons son

bienfuertes,oesomehandicho.—Madre,porfavor.Unsuspiro.—Nosédóndeestá.Yasabescómoesesachiquilla.Odeberíassaberlo;tú

erasigualasuedad,lasdosacualmásterca.Eleanornorechazólacomparación.Tampoco,desersincera,teníamotivos

para contradecir la descripciónde sumadre, si bien el adjetivo«terca» era talvezunaelecciónperezosa.Habíamuchosotrosmásadecuados.Eleanorpreferíadescribirseasímismadejovencomotenaz.Fervienteincluso.

—ElseñorLlewellyn,entonces.Porfavor,madre.ÉlsabrádóndeencontraraAlice.

—Tampocoaéllohevisto.Dehecho,lapolicíaloestábuscando.Heoídoquenoaparecíaporningunaparte…Heoídodecirquesehamarchado.Loqueesextraño,aunquelociertoesquenuncafuemuydefiaryúltimamenteestabamásnerviosoqueungato.

Eleanor intentó incorporarse. No se sentía con fuerzas para tolerar el yatradicionaldespreciodesumadreporelseñorLlewellyn.Tendríaqueencontrara Alice ella misma. Ah, pero la cabeza le estallaba. Se la sujetó con ambasmanosy,alospiesdelacama,Edwinagimoteó.

Solounminutoodospararecuperarse,eratodoloquenecesitaba.Paraquesus pensamientos dejaran de enmarañarse, para que la cabeza dejara de darlevueltas.Constanceestabametiendocizaña,Eleanorsabíaquedeningúnmodoelseñor Llewellyn la abandonaría en un momento como este. Había estadonervioso durante las últimas semanas, eso era cierto, pero era su amigo másquerido.Seguroqueestabaenalgúnlugardeljardín,cuidandodelasniñas;soloasíseexplicabasuausencia.Y,cuandoloencontrara,encontraríaaAlice.

Yesque,apesardelabrumaensucabeza,apesardequesemoríadeganasderecostarseenlacamayescondersebajolasmantas,denegarelhorrordeldía,Eleanor estaba decidida a hablar con Alice. Su hija sabía algo acerca de ladesaparicióndeTheo,nolecabíaduda.

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Capítulo9

Cornualles,2003

HabíapasadocasiunasemanadesdequesetopóconLoeannethySadiehabíavuelto todoslosdías.Dabaigual ladirecciónquetomaracuandosalíaacorrerpor lamañana, siempreacababaenaquel jardínabandonado.Su lugar favoritodondesentarseeraelbordedeunafuentedepiedraconvistasallago,yaquellamañana,altomarasiento,divisóunatoscainscripciónenelcontornoensombrasde la base de la fuente: A-L-I-C-E. Sadie pasó el dedo a lo largo de las fríashendidurasdelasletras.

—Hola,Alice—dijo—.Parecequenosvolvemosaencontrar.Estabanportodaspartes,lasinscripciones.Enlostroncosdelosárboles,en

lamaderablandadelosalféizares,eneltabladoresbaladizoycubiertodemusgodelcobertizodelasbarcasquehabíadescubiertoyexploradoelotrodía.SadiehabíacomenzadoasentirqueellayAliceEdevaneestabanjugandoalratónyalgatoseparadasporvariasdécadas,unaconexiónreforzadaporelhechodequellevabatodalasemanaleyendoaratosUnplatoservidofríomientras jugabaaestardevacaciones(siguiendoinstruccionesdeBertie)ytratabadearreglarlascosas con Donald (le había dejado seis mensajes desde el lunes, aparte deinnumerables llamadas, y todavía no sabía nada de él). A pesar de sus dudasiniciales,leerhabíaresultadoserunpasatiempomuyagradable.ASadielecaíabienDiggoryBrent, undetectivegruñón, y disfrutaba inmensamente cadavezquedetectabaunapistaantesqueél.Eradifícilimaginarquelamujerdegestoseverocuyoretratoaparecíaenlacontraportadadesusnovelashubierasidoenotro tiempo una delincuente juvenil que se dedicaba a pintarrajear el hogarfamiliar, pero le hacía sentir a Sadie un cariño inexplicable por Alice. Y le

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intrigaba, además, que una escritora famosa por inventar misterios complejosestuviera implicada, si bien de unmodo tangencial, en la investigación de uncrimen real y además sin resolver. Se preguntaba qué habría sido primero, laeleccióndelgéneroliterariooladesaparicióndelhermanopequeño.

Alolargodelasemana,envistadelsilenciodeDonaldymientrasintentabaresistirseaunaabrumadorasensacióndeimpotencia,Sadiesehabíasorprendidoasímismadandovueltasalacasaabandonadayelniñodesaparecido,intrigadaporelrompecabezas.HabríapreferidoestardevueltaenLondres,ensutrabajodeverdad,perocualquiercosaeramejorquecontemplarel relojyelpasodeltiempo,ysuinterésnohabíapasadodesapercibido.«¿Yalohasresuelto?»,solíapreguntarBertiecadavezqueSadieylosperrosentrabanencasa.Lodecíadebuenhumor,comosilecomplacieraverlaocupada,perotambiénconcautela.AlparecerSadienolohabíaconvencidodeltodoconsuspretendidasvacaciones.Aveceslosorprendíamirándola,reflexivo,conelceñofruncido,ySadiesabíaquelaspreguntasacercadesuvisitarepentinaaCornualles,esaausenciadeltrabajotan poco usual en ella, se amontonaban hasta formar una presa detrás de loslabios.ASadie cada vez se le dabamejor escaparse de la casa, lamochila alhombro y los perros detrás, cuando parecía que la presa estaba a punto dedesbordarse.

Losperros,porsuparte,estabanencantadosconlanuevasituación.Corríandelante de Sadie, disputándose el primer lugar mientras zigzagueaban por elbosque, antesdedesviarsepor completodel sendero, persiguiéndose el uno alotro entre lamaleza y deslizándose bajo el seto para retomar la pelea del díaanterior con los patos. Sadie iba a la zaga, pero los libros no eran ligeros ysiemprellevabalamochilallena,graciasasunuevoamigoAlastairHawker,elbibliotecariodelpueblo.

Desdequeloconoció,estelehabíaprestadotodalaayudaquelepermitíasulimitado catálogo. Por desgracia, no era gran cosa. La culpa era de Hitler.DurantelaSegundaGuerraMundialunabombahabíadestruidolosarchivosdelahemerotecaanterioresaenerode1941.«Lolamentomuchísimo»,habíadichoAlastair.«Noestáneninternet,perolospuedopediralaBibliotecaBritánica,ybuscarlealgomásparaempezar».

Sadiehabíadichoque leparecíamuybienyélsehabíapuestomanosa laobra, aporreado con energía un tecladoy repasadoviejas fichas de archivo encajones de madera, antes de excusarse y desaparecer a paso rápido tras unapuertaconuncartelquedecía:Archivos.

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—Hahabidosuerte—dijoalvolver,limpiandoelpolvodeunapequeñapiladelibros—.FamiliasnotablesdeCornualles—leyó,traslocualabrióelíndiceypasóeldedoporlalista,hastaquesedetuvoenmediodelapágina—.Capítuloocho:«LosDeShieldeHavelyn».

Sadielemiró,escéptica.—LacasaquemeinteresasellamaLoeanneth.—La Casa del Lago, sí, pero solía formar parte de una finca muchomás

grande.CreoqueoriginalmenteLoeannetheralaresidenciadeljardineroenjefe.—¿YlosDeShiel?—Formabanpartede laaristocraciadel lugar, fueronmuypoderososensu

día. La misma historia de siempre: el poder y la influencia de la familiamenguaron en paralelo a su saldo bancario. Algunas decisiones de negociosimprudentes, unas pocas ovejas negras, la inevitable colección de escándalosaristocráticos.—Blandióellibro—.Aquíestátodo.

Sadiesalióconuncarnédelabibliotecanuevoyreluciente,elprimeroquetenía,unafotocopiadelcapítuloocho:«LosDeShieldeHavelyn»yElpequeñoEdevane, deArnold Pickering, una apasionada crónica de la desaparición queSadie teníaeldudosohonordeser laprimerapersonaentomarprestadadesdeagosto de 1972. También había sacado un manoseado ejemplar deUn platoservidofrío.

Esatarde,mientrasBertiehacía tartadepera,Sadiese instalóenelpatioaescuchar losmurmullosdelmarya leer sobre la familiaDeShiel.Talycomohabía dicho el bibliotecario, era una historia de grandeza y declive. Leyó porencima los primeros quinientos años (unDeShielmarinero que había logradosaquear ingentes cantidades de oro a los españoles y a quien Isabel I deInglaterrahabíaarmadocaballero,laconcesióndetierrasytítulos,lasmuertes,matrimonios y herencias que siguieron) y centró su interés alrededor de 1850,cuando la fortuna de la familia sufrió un revés repentino. Se apuntaba a unaestafa relacionada con una plantación de azúcar en las Indias Orientales, agrandes deudas de juego y a un incendio el día de Navidad de 1878, quecomenzóenloscuartosdelservicioyseextendióhastadestruircasitodalacasaseñorial.Durantelostreintaañossiguientes,lafincasedividióyvendióparcelaaparcelahastaquelasposesionesdelafamiliaDeShielquedaronreducidasalaCasadelLagoylashectáreasquelarodeaban.

LosEdevanenoeranmásqueunanotaapiedepáginaenlahistoriade lafamilia. A tres párrafos del final del capítulo, el autor señalaba que Eleanor

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deShiel,laúltimadesuestirpe,sehabíacasadoconAnthonyEdevaneen1911,tras locualLoeannethfuerestauradayconservadacomoresidenciacampestre.NosemencionabaladesaparicióndeTheodoreEdevane,hechoquesorprendióaSadie hasta que reparó en que Familias notables de Cornualles había sidopublicadoen1925,casiunadécadaantesdequeelpequeñonaciera;dehecho,ochoañosantesdesudesaparición.

Enausenciadeesteenigma,elautorsehabíacentradoenelpapeldeEleanordeShiel como inspiración de El umbral mágico de Eleanor, de DaffydLlewellyn,unlibroparaniñosdegranéxitoenlaprimeradécadadelsigloXX.«DenohabersidoporlainverosímilrelaciónentreLlewellynylasagazhijadesu amigo, tal vez habría seguido siendomédico, sin llegar a descubrir su donparacontarhistorias,ygeneracionesenterasdeniñossehabríanvistoprivadasdeuncuentomuyadmirado».Llewellynhabíaseguidoescribiendoydibujando,yen1934habíarecibidoatítulopóstumolaOrdendelImperioBritánicoporsucontribuciónalaliteratura.SegúnAlastairHawker,todavíaeraposibleencontrarellibro,peronohabíaresistidoelpasodeltiempotanbiencomootroslibrosdesu época. Sadie tuvo que aceptar su palabra. No había leído el libro de niña;habíatenidounejemplar,pensaba,regalodesusabuelos,perosuspadreshabíandecidido que era un «disparate», ofendidos, como era previsible, por loselementosmágicosdelrelatoylohabíanarchivadocondesagradoenelmismolugardondelanguidecíanlostítulosdeEnidBlyton.

La edición que tenía ahora en el regazo había sido publicada en 1936. Elpapel era suave y pulverulento y tenía intercaladas páginas brillantes conilustracionesquecomenzabanadescolorarseen losbordes.Láminas, lashabíallamadoAlastair,cuandoSadiesellevóellibroellunes.Erauncuentosobreunaniñapequeñaquevivíaenunacasagrandeysolitariaconunpadreamableperoincompetenteyunamadrastraarribistayfríacomoelhielo.Undía,mientrassuspadresseencontrabanenLondres,laniñaestabacorreteandoporlacasallenadecorrientes de aire y se encontró ante una puerta en la que no se había fijadoantes.Alotroladohabíaunhombrearrugadodepeloblanco,«igualaCronos,elpadre del tiempo», rodeado de paredes cubiertas de arriba abajo de mapasdibujados a mano y paisajes bosquejados con esmero. «¿Qué haces aquí?»,preguntólaniña,comoeralógico;«Teheestadoesperando»,respondióél,antesdecomenzarelrelatodeunaremotatierramágicadondeunavezsecometióunterriblemal que rompió la paz y la guerra y los conflictos prosperaron. «Solo

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unapersonapuedearreglarlasituación,yerestú»,dijo.Graciasasusmapas,laniñadescubrióuntúneleneljardínabandonadoque

la llevó a la tierra mágica. Ahí se unió a una banda leal de oprimidos y seembarcóenunaseriedeaventurasybatallasparaderrocaralmalvadousurpadory restaurar la paz y la felicidad en esas tierras.Cuando por fin regresó por eltúnel, descubrió que no había pasado el tiempo y, aun así, su casa habíacambiado por completo. Su padre era feliz, sumadre aún vivía y la casa y eljardínhabíanperdidosutristeza.Cuandofuecorriendoahablarlealancianodesuéxito,encontrólahabitaciónvacía.Suspadresledijeronquetodohabríasidounsueñoylaniñacasilescreyóhastaqueencontró,ocultobajoelpapeldelapareddelcuartodeinvitados,unúnicomapadelatierramágica.

Sentadaalbordedelafuente,Sadiediounbocadoalsándwichdequesoquehabía llevadoen lamochilay sostuvoel libro frente a ellapara compararunailustracióndelcuentoconlacasareal.LehabíapedidoaAlastairquelebuscaramásinformaciónacercadelautor,DaffydLlewellyn.Segúnelprefacioqueabríaellibro,habíasidoamigoíntimodelafamiliaEdevaneynocabíadudadequesehabía inspiradoenLoeanneth.Lacasade la ilustracióndeLlewellynera laviva imagen de Loeanneth; había captado incluso el ángulo inclinado de laventanadelextremoizquierdo.Sadiehabíanecesitadovariosdíasdeinspecciónminuciosaantesdecomprobarquelaventananoeracuadrada.Pasóalaláminadenominadafig.ii,unailustracióndeunaniñapequeñadepelorebeldeyropasantiguas,depiejuntoaunpilardepiedraconunaargolladelatónenlabase.ElresplandordelsoleracegadorySadietuvoqueentrecerrarlosojosparaleereltexto que había debajo de la imagen:Ahí, bajo el saucemás ancho y oscuro,Eleanor halló lo que el mapa del anciano prometía. «Tira de la argolla»,parecíamusitarelaireentornoaella,«tiradelaargollayverásquéocurre».

Sadielanzólacortezadelsándwichaunainsistentebandadadepolluelosdecisneyselimpiólamanoenlaparteposteriordelpantalóndelchándal.Porloque veía, todos estos libros para niños eran iguales. Niño aislado encuentrapuertaamundomágico;sobrevienenaventurasyheroísmo.Elmalesderrotado,losviejosnarradores son liberadosde lasmaldicionesque los asolabany todovuelve a su cauce. Le daba la impresión de que muchos niños soñaban conescaparde la infancia,de tenerelpoderdecontrolarsudestino.ASadienolecostabacomprenderlo.Algunosencontrabanlasalidaenunarmario,otrosenloaltodeunárbolencantado;Eleanorhabíadescubiertounaescotilladeescapeenel jardín.Adiferenciadeotraspuertas, ladeEleanor era real.Sadie se alegró

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muchísimocuandolaencontróelmartesporlamañana,laargolladelatónyelpilar, justo como explicaba el cuento, ocultos bajo un sauce especialmentelóbregoalaorilladellago.Comoesnatural,intentóabrirla,pero,apesardetirarcontodassusfuerzas,latrampillanisemovió.

Sus infanciashabíansidomuydiferentes,peroapesardeelloSadie sentíaafinidad con Eleanor Edevane. Le caía bien esa niña del cuento de hadas, decarácterhonorable,valientey travieso;era justoel tipodeniñaqueaSadie lehabríaencantadoserdepequeña.Perohabíaalgomás.SadiesesentíaunidaaEleanorporalgoquehabíaencontradoenelviejocobertizodelasbarcaselotrodía, juntoalarroyo.Sehabíaencaramadoaunaventana rotayentradoenunahabitaciónamuebladaconunacama,unamesayotrosmueblessencillos.Todoestabacubiertodepolvo,mugreydeunhúmedomantodevejez,y,alcabodeunregistrometiculoso,Sadienohabíadescubiertonadaútil,salvounobjetoquelehabíaresultadodeverdadinteresante.Elsobresehabíacaídotraslacabeceradelacamayhabíapermanecidoextraviadodurantelamayorpartedeunsiglo.Dentrohabíaunaúnicahojadepapelconunelaboradodiseñodehojasdehiedracercadelosbordes,lasegundapartedeunacartafirmadaporEleanor.

Eraunacartadeamor,escritamientrasestabaembarazada,enlacual,entredeclaraciones íntimas de que su amor le había salvado la vida, intentabatransmitirasumaridolosmilagrososcambiosqueteníanlugarmientrascrecíaelbebé:esapequeñamezcladetiydemí.Alprincipio,Sadiehabíasupuestoqueelbebé eraTheoEdevane, hasta que se dio cuenta de queEleanor se lamentabaconmovedoramentedequesuamorestabademasiadolejos,quedeseabatenerlocerca, lo echabademenos con todo su ser.Comprendió entonces que la cartahabríasidoescritacuandoAnthonyseencontrabaenFranciadurantelaPrimeraGuerraMundial.Según«LosDeShieldeHavelyn», losEdevanehabían tenidotreshijas:Deborahhabíanacidoantesdelaguerra,ClementinedespuésdeestayAlice en plena contienda.Así, el bebé cuyo nacimiento Eleanor esperaba contantoanhelodebíadeserAlice.Apasionadaysincera,lacartaofrecíaunavisióntan evocadora de la personalidad deEleanor queSadie casi oía su voz, alta yclara,apesardelosnoventaañostranscurridos.

Cerró el libro de la biblioteca con un golpe seco que levantó esporas depolvo en todas direcciones.El sol estaba en lo alto del cielo y la humedad seevaporabasobrelasuperficiedel lago.Laluzreflejadadanzababajolasramasinclinadasylashojas,deunverdeimposible,relucían.Apesardelcalor,Sadiesintió un escalofrío al mirar hacia la casa. Aun sin el vínculo conEl umbral

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mágico de Eleanor, aquel lugar le producía la turbadora sensación de habercaído en las páginas de un cuento de hadas.Cuantomás tiempo pasaba en eljardíndeLoeanneth,cuantomásaprendíaacercadelacasaydesushabitantes,cadavezquedescubríaotrainscripcióndeA-L-I-C-E,menosintrusasesentía.Y,aunasí,nolograbaahuyentarlasensacióndequelacasalavigilaba.

Unaideasinsentido,descabellada,ridícula.Eraunpensamientomáspropiode la nueva amiga de Bertie, Louise; se imaginaba a Donald riéndose acarcajadas. Era la inmovilidad lo que la hacía reaccionar así, la ausencia dehabitantes humanos y su legado. Las casas no se construían para permanecervacías.Unacasasinhabitantes,enespecialunacasacomoaquella,aúnllenadelasposesionesdeunafamilia,eraelobjetomástristeyabsurdodelmundo.

Siguióelreflejodeunabandadadenubesporlasvidrierasemplomadasdelaplantadearribaysumiradasedetuvoen laventanadelextremoizquierdo.Elcuartodelosniños,elúltimolugarenquefuevistoTheoEdevaneantesdesudesaparición.Cogióunguijarroy logirópensativaentreelpulgaryel índice,sopesándolo distraída. Ahí estaba la clave de todo. La casa habría caídofácilmenteenelolvidodenoserporlahistoriaqueencerraba,elescándalodeladesaparicióndeesepequeño.Conelpasodeltiempo,elescándalosehabíaidomagnificando hasta convertirse en folclore. El cuento de hadas de un niñodesaparecidoyunacasasumidaenunsueñoeterno,inmóvil,mientraseljardínquelarodeabaseguíacreciendoasilvestrado.

Sadielanzóelguijarro,quetrazóunarcoperezosohaciaellago,dondehizounruidosonoroalcaer.Sinduda,eseelementodecuentodehadaseraunodelos aspectosmás peliagudos del caso. Los casos sin resolver eran siempre undesafío,peroestecontabaademásconelelementofolclórico.Lahistoriahabíasido contada o recontada tantas veces que la gente se había acostumbrado aaceptarelmisterio.Enrealidadcasinadie,esdecir,laspersonasdefuera,losquenoestabaninvolucrados,queríaunarespuesta;queelmisteriofuerairresolubleerapartedelencanto.Peronosetratabadebrujeríaomagia,ylosniñosnoseesfumaban así como así. Se perdían o los raptaban o traficaban con ellos. Enocasiones, también, los mataban, pero casi siempre eran arrebatados. Sadiefruncióelceño.Cuántoshijosdelassombrashabíaenelmundo,alejadosdesuspadres,tirandodelasfaldasdesusmamás.¿Dóndehabríaidoaquelpequeño?

Alastairhabíacumplidosupalabrayhabíaencargadocopiasdelosartículosoriginalesdelperiódico,yLouise,laamigadeBertie,quedabalaimpresiónde

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«pasarporallí»cadavezqueSadieentrabaen lacocina,habíaprometidoquepreguntaría en el ala de geriatría del hospital por si alguien sabía algo. Sadieconfirmóen laoficinade registrode lapropiedadqueen laactualidad lacasapertenecía a Alice Edevane, pero, a pesar de las orgullosas declaraciones ensentidocontrario,todoapuntabaaquelaautora«local»vivíaenLondresynolahabíanvistoenelpueblodesdehacíadécadas.Sadieencontróunadireccióndecorreopostal,peronodecorreoelectrónico;todavíanohabíarecibidorespuestaa sus cartas. Entretanto se tenía que conformar con El pequeño Edevane, deArnoldPickering,quehabíasacadodelabiblioteca.

El libro se había publicado en 1955 como parte de una serie llamadaMisterios deCornualles, que incluía también un volumende avistamientos dehadas y la historia de un famoso buque fantasma que aparecía en la bahía.Semejantes compañeros de páginas no infundieron demasiada confianza enSadiey,comoeradeesperar,lacrónicadePickeringsugeríamásamorporlosenigmasqueporlaverdad.Ellibronoaventurabaningunateoríasensata,puespreferíarecrearsecon«lamisteriosadesaparicióndeunanochedeverano».Sinembargo,conteníaloqueenaparienciaeraunresumendecentedeloshechos,ySadienoteníamuchodondeescoger.

Sacósusnotas,queacababadeorganizarenunacarpetaetiquetadaEdevane.Comenzabaaserunritualdiarioleerlasdecaboarabo,allí,sentadaenelbordedelaviejafuente.AsítrabajabasiempreSadie,repasandohastaelmenordetalledeuncasounayotravez,hastaqueeracapazderecitarelcontenidodelarchivodememoria.Donalddecíaqueeraobsesivo(éleramásdereflexionarconunacerveza delante), pero Sadie pensaba que lo que para unos es obsesión, paraotros es devoción. Si existía una manera más efectiva de descubrir fallos,contradiccionesydiscrepancias,aúnnolahabíadescubierto.

Según Pickering, Theodore Edevane había sido visto por última vez a lasoncedelanocheeldíadelafiesta,cuandosumadreseacercóaverlealcuartodelosniños.Lohacíatodaslasnoches,aesamismahora,antesderetirarsealacama,yelpequeñosolíadormirdeuntirónhastalamañana.Dormíabien,habíadichoEleanorEdevanealapolicía,yraravezsedespertabaporlanoche.

Suvisitaalcuartodelosniñoslanochedelafiestafueconfirmadaporunadelascriadas,quevioalaseñoraEdevanesalirdelcuartoypararseahablarunmomentoconotracriadaenlasescaleras.Lacriadaconfirmóqueeranlasoncepasadasydijoquelosabíaporquellevabaunabandejadecopasdechampándevueltaalacocinaparaquelaslavaranyestuvieranadisposicióndelosinvitados

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para losfuegosartificialesamedianoche.El lacayodeservicioenlapuertadeentradadeclaróhabervistoalaseñoraEdevanesalirdelacasapasadaslasonce,después de lo cual no volvió a entrar ningún invitado ni otro miembro de lafamilia, salvo para visitar el cuarto de baño situado en la planta baja, hasta elfinaldelafiesta.

La señoraEdevanepasóel restode lanocheenel cobertizode lasbarcas,donde las góndolas llevaban a los invitados a dar una vuelta por el arroyoiluminado con farolillos, y se retiró a la cama poco después del amanecer,cuando se marcharon los últimos invitados, dando por hecho que sus hijosestabandondedebíanestar.Sequedódormidaenseguidaynosedespertóhastalasocho,cuandounacriadalehizosaberqueTheonoestabaensucuna.

La familia hizo una búsqueda preliminar, pero sin sentirse en excesoalarmadosysinalertaralosinvitadosquesehabíanquedadoapasarlanoche.UnadelashijasEdevane(lamásjoven,Clementine)teníalacostumbredesalirdelacasatempranoy,enocasiones,sellevabaasuhermanitoconsigosiestabadespiertocuandopasabadelantedelcuartode losniños.Todossupusieronqueesoeraloquehabíaocurridoenestaocasión.

AúnseestabasirviendoeldesayunoenelsalóncuandoClementineEdevaneregresóalacasa,sola,pocodespuésdelasdiez.Cuandoaseguródesconocerelparadero de su hermano, pues la puerta del cuarto de los niños había estadocerrada cuando pasó a las seis, llamaron a la policía. Se declaró oficialmentedesaparecidoalniñoyseinicióunabúsquedaexhaustiva.

SibienPickeringparecíadispuestoacreerqueelniñosehabíadesvanecidoen medio de la noche, incluía un conciso sumario de las investigacionespoliciales, junto a una breve síntesis de dos explicaciones oficiales de ladesaparición de Theodore Edevane: el niño se había alejado caminando o lohabíansecuestrado.Lateoríadelpaseomereciómáscréditocuandosedescubrióque también había desaparecido su peluche favorito, pero, a medida que labúsquedaseampliabasinhallarrastrodelniño,yconsiderandolafortunadelafamilia, lasegundateoríasevolviómásplausible.Enalgúnmomentoentrelasonce de la noche y las ocho de lamañana siguiente alguien habría entrado ahurtadillasenelcuartodelosniñosysehabríallevadoalpequeño.

EraunasuposiciónrazonableySadiese inclinabaaaceptarla.Miróalotroladodellago,hacialacasa,ytratódeimaginarseasímismaenlanochedelafiesta descrita por Pickering: gente por todas partes, farolillos y bengalas,góndolasconpasajerosrisueñosnavegandoporelarroyoiluminado,lahoguera

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en medio del lago. La música y las risas y el ruido de trescientas personashablando.

Sielniñosehabíaalejadocaminando(yPickeringcitabaunartículode laprensaenelcualAnthonyEdevaneafirmabaquesuhijoacababadeaprenderatreparfueradelacunayqueunaodosveceshabíabajadolasescaleras),¿cómoeraposiblequenadieenlafiestalohubieravisto?Pickeringaludíaaunasvagasdeclaraciones de invitados que «tal vez» hubieran visto un niño, pero,evidentemente, no había nada concreto. Y, aun si el pequeño de once meseshubiera conseguido, quién sabía cómo, esquivar todas las miradas, ¿a quédistancia era razonable suponer que se habría alejado? Sadie no sabíamuchoacercadelainfanciaysusetapas,peropensóque,pormuyprecozquefuera,aesaedadsehabríacansadobastantepronto.Lapolicíalohabíabuscadoentodasdireccionesenkilómetrosalaredondaynohabíaencontradonada.Además,erapocoverosímilquehubierantranscurridosetentaañossinqueaparecieseningúnrastro:nielcadáver,niloshuesos,nisiquieraunjirónderopa.

Tambiénlateoríadelsecuestropresentabaproblemas.Paraempezar,¿cómoera posible que alguien entrara, se llevara al niño y se marchara sin levantarsospechas?Habíacentenaresdepersonasabarrotandolacasayeljardín,y,porloqueSadiesabía,nohabíaindicioscreíblesdequealguienhubieravistouoídoalgo.Dedicótodalamañanadelmiércolesarecorrerlosalrededoresdelacasaenbuscadesalidas,yencontródos,apartedelapuertaprincipal,queparecíanviables: las puertas vidrieras de la biblioteca y otra en la parte trasera. Labiblioteca quedaba descartada, sin duda, pues la fiesta se había apropiado deljardínqueteníaenfrente,peroSadiesepreguntóacercadelapuertatrasera.

Intentómirarporelojodelacerraduraydiounbuenempujónalapuerta,con la esperanzadequecediera;noera lomismo, al finy al cabo, entrar trasforzarlapuertaqueentrarsinmás.PorlogeneralSadienoperdíaeltiempoconmenudencias,yademás,quiénseibaaquejarsiforzabalacerradura,pero,dadalatensasituaciónconDonaldylasombraamenazantedeAshford,quienteníaelpodery talvez lasganasde expulsarladel cuerpo,pensóqueeramás sensatoportarsebien.Encaramarseaunaventanaparaentrarenuncobertizocasivacíoeraunacosa,forzarunapuertaparaentrarenunacasasolariegacompletamenteamuebladaeraotramuydistinta.LahabitaciónquehabíamásalládelapuertaseguiríasiendounmisteriohastaquereclutóaAlastairparaqueleencontraraelplano de la casa en los archivos del condado. «Me chiflan los mapas y losplanos», había dicho, casi incapaz de disimular el regocijo que le producía la

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solicitud.NotardónadayeljuevesSadiehabíadescubiertoquelapuertaeralaentradadelservicioalacocina.

Locualnoeraexactamenteunaayuda.Lacocinahabríaestadoabarrotadalanochedelafiesta.Sinduda,nohabríasidoposiblequealguienpasaraconTheoEdevanebajoelbrazosinservisto.

SadieechóotrovistazoalnombredeAlicegrabadoenaquellugarsecretoenlabasedelafuente.

—Vamos,Alice—dijo—.Túestabasahí.Échameunamano.Elsilencioeraensordecedor.Bueno,elsilenciono,puesallínoexistíatalcosa.Cadadía,cuandoelsolse

alzaba en el cielo, el coro de insectos que rondaban entre los juncos subía devolumenconvertidoenfebrilruidoestático.Eralafaltadepistasloqueresultabaensordecedor.

Frustrada, Sadie apartó las notas. Detectar lagunas en las pruebas estababien, pero el éxito del método dependía, qué casualidad, de la existencia depruebas. Pruebas de verdad: declaraciones de testigos, teorías policiales,información contrastable. De momento Sadie solo contaba con un esquemaendeble.

Recogiósuscosas,metióloslibrosylacarpetaenlamochila,yllamóalosperros.Acudieronaregañadientes,peroprontoacomodaronsupasoaldeSadie,que se alejó de la casa por el jardín trasero.A principios de la semana habíaencontradounarroyoenlapartetraseradelafincaquellegabahastaelpueblo.

En pocos días,Diosmediante, dispondría demateriales concretos.Uno delosdatosmásútilesquehabíasacadodellibrodePickeringeraelnombredelosagentesencargadosdelcaso,elmásjovendeloscualesaúnestabavivoyresidíaenlazona.SegúnPickering,aquelhabíasidoelprimercasodeCliveRobinsontras incorporarse al cuerpo de policía local. Tenía diecisiete años por aquelentoncesyeraelayudantedelinspectorHargreaves.

NoleresultódifícildarconladireccióndeCliveRobinson,puesaúnteníaamigos en la oficina de tráfico. Un amigo, por lo menos. Un tipo bastanteamable con quien se había dado un revolcón después de una noche de copasentrecolegasunosañosatrás.Ningunodelosdoshabíahabladodelasunto,perodesdeentoncesélsiempreatendíasolícitosuspeticionesdeinformación.SadieanotóladirecciónycondujohastaPolperro,unpueblocercano,elmiércolesporlatarde.Nohuborespuestacuandollamóalapuerta;sinembargo,lavecinadealladosemostródelomáscomunicativa.CliveestabadevacacionesenChipre

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con su hija y su cuñado, pero regresaría al día siguiente. La mujer lo sabía,aclarósinqueSadielehubierapreguntado,porqueseesforzabaenserunabuenavecina, le recogía el correo y le regaba las plantas hasta que volviera. Sadieescribióunanotaparaconcertarunacitaylametióenelbuzón.Diolasgraciasalamujerycomentóquelasplantasteníanunaspectoestupendo.SadiesentíaunafectoespecialporvecinascomoDoris,tandispuestasacompartirinformaciónconlosdemás.

Losperrossalieroncorriendopordelantedeellaycruzaronelarroyoporlapartemásestrecha,peroSadiesedetuvo.Habíaalgoenlapartemenosprofunda.Losacódelbarroylohizogirarentrelosdedos.Unapiedraoval,lisacomounamoneda, ideal para que rebotara en el agua. Bertie le había enseñado aidentificarlascuandoSadiese fueavivirconsusabuelosaLondresysalíanapasear,lostresjuntos,porlosalrededoresdelestanquedeVictoriaPark.Sadielaarrojósinlevantarelbrazo,satisfechacuandobotósobrelasuperficiedelagua.

Buscóentrelosjuncosyhabíaencontradootropreciosoguijarrocuandounaráfagadeluzyunosmovimientosalotroladodelarroyolellamaronlaatención.Supodeinmediatodequésetrataba.Apretóloslabiosyparpadeóconfuerza.Y,cómono,cuandomiródenuevolaniñailuminadadesdedetrás,conlasmanosenaltopidiendoayuda,yanoestaba.Sadiearrojóelguijarroyobservó,sombría,cómo se unía a su compañero en el agua. Cuando al fin se hundió sin dejarrastro,cruzósobrelaspiedrasalotroladoynosepermitióvolverlavistaniunasolavez.

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Capítulo10

Cornualles,1914

Tienesqueencontrarunaqueseamuyplana—dijoAnthony,escarbandoenlasaguaspocoprofundasdesdelaorilladelarroyo—.Comoestabellezadeaquí.—Sostuvo el pequeño guijarro, de forma ovalada, entre los dedos, admirándolomientraslohacíagirar.LaluzdelsolrelucíaasuespaldacuandolodepositóenlapequeñamanoimpacientedeDeborah.

Deborah lo miró maravillada. El pelo sedoso caía hasta rozarle los ojosazules abiertos de par en par. Pestañeó y luego exhaló un gran suspiro defelicidad, tanenérgicamentesatisfechacon lasituaciónqueno logróevitardarpataditasalsueloenunamuestradejúbiloexplosivo.Demaneracasiprevisible,lapiedrasedeslizódelapalmadelamanoycayóalaguaentresalpicaduras.

LabocadeDeborahdibujóuna«o»desorpresay,trasunabreveinspecciónde la mano vacía, un dedo regordete señaló indignado el lugar donde habíadesaparecidoelguijarro.

Anthonyserioylealborotóelcabellohaciaunoyotrolado.—Noimporta,tesoro.Haymuchasmás.Desdedondeseencontrabasentada,enunleñocaídobajoelsauce,Eleanor

sonrió.Aquello,aquel lugar, loera todo.Eldíade finaldeverano,elolordelmar a lo lejos, las personas quemás amaba en elmundo juntas en elmismolugar. En días como aquel daba la sensación de que el sol había lanzado unhechizoynuncavolveríaaserinvierno,ycasipodíaconvencerseasímismadequeesehorribleasuntoeran solo imaginaciones suyas…Pero, a continuación,huíadeesemomentoperfectoyelpánicoregresaba,undolorfuribundoqueleroía el estómago, porque cada día pasaba más rápido que el anterior y no

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importaba con cuánta determinación tratara de ralentizar el tiempo, se leescapabaentrelosdedoscomoelagua,comoesosguijarrosplanosdelríoentrelosdedosdeDeborah.

Debió de suspirar o fruncir el ceño, o tal vez expresó su zozobra de otramaneraporqueHoward,sentadoasulado,seinclinóparadarleungolpecitoenelhombroconelsuyo.

—Nodurarámucho—dijo—.Estarádevueltaantesdequenotesquesehaido.

—PorNavidad,dicen.—Nicuatromeses.—Pocomásdetres.HowardletomólamanoylaapretóyEleanorexperimentóelescalofríode

unacorazonada.Sedijoasímismaqueestabasiendounatonta,yseconcentróen la libélula que revoloteaba entre los juncos soleados. Las libélulas no secreían capaces de presentir el futuro; se limitaban a volar de aquí para allá,disfrutandodelsolenlasalas.

—¿HasrecibidonoticiasdetuCatherine?—preguntódebuenhumor.—Soloquesehaprometidoaunprimopelirrojodelnorte.—¡No!—Penséquealistarmelaimpresionaría,peropordesgracia…—Peorparaella.Notemerece.—No…Erayoelqueesperabamerecerlaaella.Lodijoa la ligera,peroEleanorsabíaque,apesardelbuenhumor,sufría.

EstabamuyenamoradodeCatherine; segúnAnthony,habíaestadoapuntodeproponerlematrimonio.

—Hay más peces en el mar —dijo Eleanor, que se estremeció por losimplistasquesonabansuspalabras.

—Sí.SoloqueCatherineeraunpezprecioso.Talvezsivuelvodelaguerraconunaheridapequeñaperoimpresionante…

—¿Unacojera,talvez?—Estabapensandomásbienenunparcheenelojo.Justolosuficientepara

darmeciertopícaroencanto.—Eresdemasiadoamableparaserunpícaro.—Me temía que ibas a decir algo así. La guerra me va a endurecer, ¿no

crees?—Nodemasiado,espero.

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Cercadelarroyo,lapequeñaDeborahsereíaencantadamientrasAnthonylemojaba los dedos del pie en un tramo de agua fresca y honda. El sol habíadescendidounpocoenelcieloysuluzbañabaaambos.LarisadelapequeñaeracontagiosayEleanoryHowardintercambiaronunasonrisa.

—Esunhombreconsuerte—dijoHoward,enun tonoinusualmentegrave—.NuncahetenidoenvidiadeAnthony(aunqueDiossabequemehansobradolosmotivos),peroestosíloenvidio.Serpadre.

—Prontotetocaráati.—¿Esocrees?—Losé.—Sí, supongo que tienes razón. ¿Quién no me encuentra irresistible? —

Hinchó el pecho y a continuación frunció el ceño—. Aparte de la dulceCatherine,porsupuesto.

La pequeñaDeborah caminó hasta donde estaban sentados, un breve viajeque resultó traicioneroporsubajaestaturaysuescasaexperienciaalcaminar.Extendiólamano,mostrandounapequeñapiedracontodalasolemnidaddeunaconcesiónregia.

—Québonita,cariño.—Eleanortomólapiedraentrelosdedos.Eracálidaysuaveylafrotóconelpulgar.

—Da—dijoDeborahconairesdedarseimportancia—.Da-da.Eleanorsonrió.—Sí,da-da.—Ven,pequeñaDe—dijoHoward,quelasubióahombros—.Vamosaver

quéhacenesospatosglotonesenellago.Eleanorlosmiróalejarse,suhijaentrechillidosyrisas,disfrutandodelpaseo

mientraseltíoHowardcorreteabayzigzagueabaentrelosárboles.Era un hombre bueno, amable, pero desde que lo conocía Eleanor había

percibidoenHowardunanaturalezaprofundamentesolitaria.Inclusosusentidodel humor, su costumbre de hacer reír a la gente, solo parecía aislarlo. «Esporqueestásolo»,habíadichoAnthonycuandoEleanorselomencionó.«Salvopornosotros.Haestadosolo toda lavida.No tienehermanos, sumadremurióhacemuchoysupadrenoseocupabadeél».Eleanortuvolasensacióndequeporesolecaíatanbien;porqueeraniguales,soloqueellahabíatenidolasuertedeencontrarasualmagemelaenunaconcurridacalledeLondres,mientrasqueHowardaúnseguíabuscando.

—Voyaconvertirlaenunacampeonadelanzarpiedras—dijoAnthony,que

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seacercóaelladesdeelarroyo.Eleanorapartó lospensamientos tristesysonrió.Anthony ibaarremangado

hastaloscodosyellapensóporenésimavezqueteníaunosbrazosmaravillososyunasmanosespléndidas.Nimásnimenosqueotros,ysinembargolasdeélerancapacesderecomponeralaspersonasrotas.Porlomenosasíseríacuandoterminaraconsuformaciónclínica,unavezqueaquellahorribleguerraacabara.

—Nomecabeduda—dijoella—.Aunquemepreocupaquehayasesperadotantoparacomenzarsuinstrucción.Casitieneoncemeses.

—Aprenderápido.—Ytienetalentonatural.—Enesohasalidoasumadre.—Anthonyseagachóparabesarla,tomando

subarbillaentrelasmanos,yEleanorseembelesóconsuaroma,supresenciaycalidez,ytratódegrabarelmomentoenlamemoria.

Anthonysesentójuntoaellaenelleñoysuspirósatisfecho.Cómolehabríagustado a Eleanor ser como él: seguro, confiado, en paz. Ella, en cambio, sepreocupaba sin cesar. ¿Qué iba a hacer cuando él semarchara? ¿Cómo iba acuidarbienalapequeñaDe?Suhijayasentíaunapredilecciónespecialporsupadre, lo buscaba cada mañana y sonreía de puro gozo cuando veía que, sí,alegríadealegrías,todavíaestabaallí.Eleanornosoportabaimaginarlaprimeravez que esa carita buscara a su padre en vano, tensa por la expectación de ladichaquelaaguardaba.Peoraún:elprimerdíaqueseolvidaraporcompletodeirensubusca.

—Tengoalgoparati.Eleanor parpadeó. Sus temores eran como moscas en un almuerzo

campestre: pormuchoque los espantara, no tardaban en ser reemplazadosporotros.

—¿Deverdad?Anthonyhurgóenlacestaquehabíatraídodecasayleentregóunpequeño

paquete.—¿Quées?—Ábreloyverás.—Esunlibro—dijo.—No.Ynodeberíasintentaradivinarlo.—¿Porquéno?—Undíavasaacertaryestropearáslasorpresa.—Yonuncaacierto.

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—Enesotedoylarazón.—Gracias.—Aunquesiemprehayunaprimeravezparatodo.—Voyaabrirlo.—Yaerahora.Eleanor rasgó el papely contuvo la respiración.Dentrohabía lamásbella

resmadepapeldecartasquehabíavistoenlavida.Eleanorpasólosdedossobrelas suaves hojas de algodón, siguiendo el elegante verde de la hiedra que seentrelazabaalrededordelosbordes.

—Esparaquemeescribas—afirmóAnthony.—Yaséparaquées.—Noquieroperdermenadamientrasestoylejos.Lapalabra«lejos»recordóaEleanorloqueestabaapuntodesuceder.Había

intentado contener sus preocupaciones con todas sus fuerzas.Anthony era tanfuerte y seguro de símismo y ella quería ser como él, no quería defraudarlo,peroaveceselmiedoamenazabaconconsumirla.

—¿Notegusta?—preguntó.—Meencanta.—¿Entonces…?—Ay,Anthony.—Laspalabrasseprecipitaroncomountorrente—.Séque

no es muy valiente por mi parte, y sé que hay que ser muy valientes en lostiemposquecorren,pero…

Anthonylepusoundedoenloslabios.—Nocreoquepuedasoportar…—Losé.Peropuedesy lovasaconseguir.Eres lapersonamás fuerteque

conozco.LabesóyEleanorseentregóasuabrazo.Anthonypensabaqueerafuerte.

¿Tal vezpodría serlo? ¿Tal vez, por el biendeDeborah, conseguiría contenersusemociones?Ahuyentólostemoresdesupensamientoyseperdióenladichaperfecta de aquel instante. El arroyo borboteaba camino al mar, al igual quesiempre,yEleanorapoyólacabezaenelpechocálidodeAnthonyyescuchóloslatidosrítmicosdesucorazón.

—Vuelveamí.—Nadamedetendrá.—¿Meprometesquenovasapermitirlo?—Loprometo.

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Capítulo11

Cornualles,2003

Sadie pasó por la biblioteca de camino a casa. Los perros ya se habíanhabituado a esta costumbre y dieron unas vueltas antes de ponerse cómodoscerca de la esquina del edificio, junto al cuenco de acero inoxidable lleno deaguaqueAlastairhabíacomenzadoadejarles.

El interior estaba en penumbra, pero, tras escudriñar unos instantes, Sadiedivisó al bibliotecario agazapado detrás de una pila de libros en la sección deletragrande.

Alastairsonrióalverla.—Tengoalgoparati.CogióunsobretamañoA4dedebajodelmostrador.—¿Esloquecreoquees?—ElPolperroPost—respondió—.Deldíasiguientealadesaparición.Sadieexhalóunbrevesuspirodesatisfacción.—Y eso no es todo. —Alastair le entregó un grueso fajo de páginas

encuadernadasconelnombredeSadiepegadoenlapartedelanteraconunanotaadhesiva—. Escapa(hui)das ficticias: madres, monstruos y metafísica en laliteratura infantil, tesis doctoral con un capítulo sobreDaffyd Llewellyn y ElumbralmágicodeEleanor.

Sadiearqueólascejas.—Yporúltimo,peronomenosimportante…—¿Haymás?—Nuestroobjetivoessatisfacera losusuarios.Otromapade lapropiedad,

que incluye los planos de la casa. Muy especial. Un buen golpe de suerte.

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Procededeunosdocumentosdescubiertoshacepocosaños.Estabanenunviejobaúl (solo Dios sabe quién los guardó ahí) y los encontraron al hacer unasreformasparaelnuevomilenio.Losoriginalesestabantandañadosporelaguaque los enviaron a que los restauraran.Y acaban de volver a los archivos delcondadoelmespasado.

Sadie asentía entusiasmada, con la esperanza de meterle prisa. Tuvo querecurriratodasupacienciaparanoabrirelsobredelahemerotecaydevorarsucontenidodeunatacada,peroescucharlasapasionadasnarracionesdeAlastairsobre la investigación erapartedel trato.Qué importabaqueSadieya contaracon un plano perfectamente satisfactorio de la casa y de la finca. Alastaircontinuabaconsucháchara,Sadieasentía,hastaquepor finélhizounapausapararespiraryellafuecapazdeintercalarungraciasyalgosobrelosperros,queteníanquevolveracasa.

Alsalirdenuevoalabrillanteluzdeesedíasoleadoconlospaquetesenlamano,suestadodeánimoeradeunaextrañaligereza.Nienunmillóndeañoshabríaimaginadoqueeraposiblesentirestetipodesatisfaccióntrasvisitarunabiblioteca,ymenosunapersonacomoella.

Habíaunpequeñohotelblancoalbajarlacalle,conalegresramosdefloresenmacetascolgantes,vistasalpuertoyuntentadorbancodemaderaenlapartedelantera. Sadie se sentó de espaldas a un letrero que decía: ¡SOLO PARAHUÉSPEDESDELHOTEL!,abrióelsobredeuntirónyrecorrióelartículoconlamirada.

Selecayóelalmaalospiesalcomprobarquelainformaciónnoeranueva.Era evidente que Pickering lo había usado durante su investigación.Había, almenos, dos fotografías que no había visto antes: una de unamujer elegante ysonriente sentada bajo un árbol rodeada de tres niñas pequeñas vestidas deblancoyunejemplardeElumbralmágicodeEleanorenelregazo;yotraenlaque aparecía la misma mujer, solo que esta vez estaba seria y erguida y unhombreapuestoyaltolarodeabaconunbrazo,lamanoenlacinturaamododesostén.Sadie identificó lahabitación:era labibliotecadeLoeanneth.Nohabíacambiado,nisiquieralafotografíaenmarcadasobrelamesajuntoalaspuertasvidrieras.¡PADRESCONSTERNADOS!,clamabael titular,antesdecontinuar:ElSr.ylaSra.Edevanerueganaquiendispongadeinformaciónsobreelparaderodesuhijo,Theodore,quelafacilite.

En el rostro de lamujer había una profunda tristeza que Sadie reconoció.

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Aquellamujeracababadeperderunapartedesímisma.Apesardequelacartadelpapeladornadoconhojasdehiedrahabíasidoescritaduranteunembarazoanterior,elanheloyelamorqueexpresabaporsuhijononacidodejabaclaroqueEleanoreradeltipodemujerparaquienlamaternidaderaunabendiciónyloshijos,unaalegría.Lasdécadastranscurridasdabanmásresonanciaaúnalafotografía.Lahabían tomadocuando el horror de la desaparición era reciente,cuandoEleanor Edevane aún creía en el regreso de su hijo y que el desgarrocausado por su ausencia era temporal. Sadie, que observaba ese momentocongelado desde el futuro, sabía que no sería así. Era una pérdida queacompañaría siempreaEleanor.Yno solo lapérdida: también la agoníade laincertidumbre.Nosabersisubebéestabavivoomuerto,sieraqueridoosufría,sipasabanochesinterminablesllamándolaagritos.

Dejó el papel a un lado y miró el camino empedrado que llevaba alresplandordelagua.LahijadeMaggieBaileylahabíallamadoagritos.CuandoSadie yDonald descubrieron a Caitlyn sola en el apartamento deHolborn, lacaradelapequeñaestabamanchadadelágrimasviejas.Ambosseabrieronpasoentreelcorreobasuraamontonadodetrásde lapuertayseencontraronconunolor tan desagradable que incluso el siempre impasible Donald tuvo arcadas;sobreelcubodebasuradelacocinarevoloteabanlasmoscas.

SadiejamásolvidaríalaprimeravezquevioalapequeñaBailey(estabaenelpasillocuando laniña,con losojosabiertoscomoplatos,apareciócomounfantasmaconsupijamadeDoralaExploradora).Pero,claro,nohabíanesperadoencontrarseunaniñaallí.Lavecinaquepresentólaquejainformódelmalolor;al ser preguntada por el inquilino del apartamento, había descrito a unamujerquenosehablabaconnadie,músicaaltaenocasiones,unamadrequeavecesvenía de visita. No había dicho nada de una niña. Más tarde, cuando Sadieindagóalrespecto,lamujerseencogiódehombrosantesdeofrecerlaconsabidarespuesta:«Nomelopreguntaron».

Se armó un alboroto mayúsculo cuando la encontraron. Dios santo, ¿unaniña, sola durante una semana entera en un apartamento cerrado con llave?DonaldllamóparainformarySadiesesentóenelsuelojuntoalaniña,juntoaCaitlyn (ya sabían sunombre), a jugarconunautobúsde juguete,mientras seesforzaba por recordar la letra de al menos una canción infantil y trataba deimaginar cómo cambiaría las cosas aquel giro de los acontecimientos. Y lascambióporcompleto.Lasniñasabandonadastendíanaconvocaralosserviciossociales en pleno, y los agentes de policía, los forenses y los funcionarios de

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protección de menores parecieron llegar todos a la vez y se pusieron a darvueltas por el apartamento minúsculo, midiendo, buscando y limpiando. Enalgúnmomento,amedidaqueeldíadabapasoalanoche,sellevaronalaniña.

Sadienollorabaporcuestionesdetrabajo,jamás,apesardelascosastristesyespantosasdelasqueeratestigo,peroesanochesalióacorrer,apisotearlasacerasdeIslington,atravésdeHighgate,porelparqueaoscuras,barajandolaspiezasdelrompecabezashastaquesedesdibujaronenunabrumaferoz.Sadiesehabía aleccionado para no dejarse dominar por el lado emocional de lainvestigacióndeun crimen.Su trabajo consistía endesentrañar rompecabezas;las personas implicadas eran importantes solo en la medida en que susnaturalezasservíanaesepropósito,determinarelmóvil,confirmarocontradecirlascoartadas.Peroaquellapequeña,conelpijamaarrugado,elpeloalborotadoyesosojosasustadosquellamabaasumadrenoseleibadelacabeza.

Quédiablos,aúnnoselehabíaido.Sadieparpadeóparaahuyentarlaimagendesumente,enojadaconsigomismaporhaberpermitidoquesuspensamientosacabaran de nuevo en aquel maldito apartamento. El caso estaba cerrado. Seconcentróenelpuerto,enlasbarcasqueregresabandelapesca,enlasgaviotasque las sobrevolaban en círculos, bajaban en picado y a continuaciónremontabanelvuelo.

Eran los paralelismos entre los casos, por supuesto: madres e hijos,separaciónforzosa.LafotografíadeEleanorEdevane,conelrostroconsumidoporlapérdida,porelmiedodehaberperdidoasuhijo,lacerabaelpuntodébildeSadie.AtacabalamismadebilidadquehabíapermitidoalcasoBaileyafectarlade aquelmodo, que le impedía dormir, convencida de queMaggie Bailey nohabríahechoalgoasí,marcharsesinmás,dejaraunaniñadedosañossolaenunapartamentocerradoconllavesinsaberquealguienlaencontraríaatiempo.

—Noquiero decepcionarte, Sparrow—había dichoDonald—, pero ocurremásamenudodeloquepiensas.Notodoelmundoestáhechoparasermadre.

Sadienodiscrepaba.SabíaqueDonaldteníarazón,losabíamejorquenadie.EralamaneraenqueMaggiehabíaabandonadoasuhija,laindiferencia,loquenoteníasentido.

—Peronoasí—habíainsistido—.TalvezMaggienosoportabamáslacargadesermadre,peronosehabríaarriesgadoaquesuhijasufriera.Habríallamadoaalguien,habríatomadomedidas.

YSadiehabía tenidorazón,enciertosentido.ResultóqueMaggiesíhabíatomadomedidas.AbandonóaCaitlynunjueves,elmismodíaqueelpadredela

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pequeñapasabasiemprearecogerlaelfindesemana.Salvoqueesasemanasehabía ido fuera de la ciudad, a pescar a Lyme Regis. «Se lo dije», habíaasegurado aferrado a un vaso de papel con ambas manos en la sala deinterrogatoriosdelaPolicíaMetropolitana.«Selohiceescribirenunahojaparaquenoloolvidara.Casinuncasalgo,peromihermanomeregalóelviajepormicumpleaños.Seloescribí».Elhombreestabafueradesí,desmenuzandoelvasodecafémientrashablaba.«Ojalá lohubiera sabido,ojaláme lohubieradicho.Cuandopiensoenloquepodríahaberocurrido…».

LainformaciónquelesproporcionóretratabaaunaMaggiemuydiferentedelaqueleshabíadescritosumadre,NancyBailey.Nofueunasorpresa.Erapartedelinstintomaternal,supusoSadie,retrataraunahijabajolamejorluzposible.Sin embargo, en este caso había resultado especialmente perjudicial. Era unalástimaqueSadienohubieraconocidoalpadre,Steve,enprimerlugar,antesdecreerse la historia de Nancy de pies a cabeza. «¿Sabes cuál ha sido elproblema?», había dicho Donald en tono amable cuando todo había quedadozanjado.«Laabuelaytú,queoshicisteisdemasiadoamigas.Errordenovato».De todos los comentarios que había hecho, ese fue el quemás había dolido aSadie.Perderlaobjetividad,dejarquelasemocionesseentrometanenelámbitodeloracional:erandelaspeorescríticasqueselepodíanhaceraundetective.

Especialmente a una detective que daba crédito a la acusación. Ni se teocurrahablarcon laabuela.Donald tenía razón.ASadie le había caídobienNancy,másaúnporquedecíatodoloqueSadiequeríaoír.QueMaggieeraunamadreresponsableysolícitaquehabríamuertoantesqueabandonarasuniña,que la policía estaba equivocada, que deberían buscar indicios de un crimen.«¿Porquéibaamentir?»,habíapreguntadoaDonald.«¿Quéganaríaconeso?».Donaldsehabíalimitadoanegarconlacabezaysonreírconcariño.«Essuhija,tonta.¿Quéibaadecir?».

SadiehabíarecibidolaadvertenciadenointentarvisitaraCaitlyndespuésdequeStevepresentaraladenuncia,perohabíavistoalaniñaunavezmás,justodespuésdequeelcasoquedaraoficialmentecerrado.CaitlynsalíadeScotlandYarddelamanodesupadreylaesposadeeste,Gemma,unaparejadeaspectoamable,concortesdepelocuidadosyropabonita.Alguienlehabíacepilladoytrenzado lamelena enmarañada aCaitlyn y,mientrasSadie las observaba conatención,Gemmasedetuvoaescucharalgoquedecíalaniñaantesdecogerlaenbrazosyhacerlareír.

Nofuemásqueunbreveatisbodesdelejos,perolebastóparasaberquelas

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cosas habían salido bien. Esa otra mujer, con su vestido de seda, su rostroamableysusgestosllenosdeternura,erajustoloqueCaitlynnecesitaba.SadiesupoconsolomirarlaqueGemmaeraeltipodepersonaquesiempresabíaquédecir y qué hacer, que sabía muy bien quién era Dora la Exploradora y queconocíadememorialaletradeunbuenpuñadodenanasparalahoradedormir.Sin duda,Donald había pensado lomismo. «Es lomejor que lamadre podríahaberhechoporella»,lehabíadichomástardeenelFoxandHounds.«Hastaunciego vería que está mejor con su padre y esa esposa suya». Y los niños semerecen eso, ¿no?, las mejores oportunidades al crecer. Ya había bastantesobstáculosahífueraesperandoparaponerleslazancadilla.

Los pensamientos de Sadie se centraron en la carta que había echado alcorreo.Yalehabríallegadoalaniña.Menosmalquehabíaescritoladireccióndelremitenteconclaridad.Sindudaeralaclasedecosasqueenseñabanenesaescuela cara a la que iba. Charlotte Sutherland. Era un buen nombre, decidióSadie; no el nombreque lehabríapuesto ella, pero, aun así, bonito.Sonaba apersonarica,conestudiosyéxito.Elnombredeunamujeraficionadaalhockey,alahípicayquenuncasemordíalalenguapormiedoaparecerestúpida.TodoloqueSadiehabíadeseadocuandoentregóasupequeñaa laenfermerayconojosempañadoslamiróalejarsehaciaunfuturomejor.

Detrásdeella,unruidorepentinolasobresaltó.Alguienabríaycerrabasincesarunaventanadeguillotinaatascada.Lacortinadeencajesehizoaunladoyaparecióunamujerconunaregaderadeplásticoverde,lanarizinclinadaeneseánguloinconfundiblededueñaabsoluta,yclavólamiradaenelasiento(¡SOLOPARAHUÉSPEDESDELHOTEL!),yconcretamenteenSadie.

Losperroshabían terminadodeexploraryestabansentados,con lasorejaslevantadas,observandoatentosaSadie,alaesperadelaseñaldepartir.Cuandolahosteleracomenzóaregareltiestoquependíaencimadeella,Sadieleshizoungestocon lacabeza.AshyRamsay sepusieronenmarchahacia lacasadeBertie,mientrasellalosseguía,tratandodehacercasoomisoalasombradeesaniñailuminadadesdedetrásquecaminabaasulado.

***

—¿Yalohasresuelto?—dijoBertiecuandoSadiey losperrosentraronpor la

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puerta.Lo encontró en el patio, detrás de la cocina, con las tijeras de podar en la

mano, juntoaunpequeñomontóndemalezay restosde ramasenel suelodeladrillo.

—Casi—respondió, dejando la mochila sobre la mesa del jardín—. Solofaltanlospequeñosdetallesdequién,cómoyporqué.

—Pequeñosdetalles,sí.Sadieseapoyóenlaparedderocaqueimpedíaqueeljardínsedesplomara

colina abajo hacia el mar. Respiró hondo y exhaló despacio; era la reaccióninevitable ante semejante paisaje. La hierba plateadamecida por el viento, laarena blanca en una cala oculta entre dos cabos, el mar vasto y sedoso quecambiaba del celeste al negro. Una estampa perfecta. La clase de postal queenviaban a casa turistas quemados por el sol para dar envidia a amigos yfamiliares.SepreguntósideberíamandarleunapostalaDonald.

—Senotaelolordelamareacreciente,¿aquesí?—dijoBertie.—Yyoqueechabalaculpaalosperros…Bertieserioehizouncortejuiciosoeneltallodeunpequeñoárbolenflor.Sadiesesentójuntoaél,conlospiesenelbordedeunaregaderadeacero.

Su abuelo tenía mano para las plantas, de eso no cabía duda. Aparte de lapequeña área pavimentada en el centro del jardín, el resto estaba ocupadoporfloresyplantasquesedesparramabancomoespumademar.

Enmediodeldesordenordenadolellamólaatenciónungrupodeflorecillasazulesconcentrosamarillosenformadesol.

—Nomeolvides de la islaChatham—dijo, recordandode repente el jardínque Bertie y Ruth habían tenido en el patio trasero de la casa de Londres—.Siempre me han gustado. —Entonces Bertie las tenía en macetas de barrocolgadas en las paredes de ladrillo; era asombroso lo que había logrado connuevemetroscuadradosyunahoradesolaldía.SadiesolíasentarseconélyconRuth por la noche, después de cerrar la tienda; no al principio, sinomástarde,cuandoyallevabaahíunosmesesyseacercabalafechadelparto.Ruthcon su taza humeante de Earl Grey y esos ojos amables, de bondad infinita:Decidasloquedecidas,Sadie,cariño,tevamosaapoyar.

Sadie se vio sorprendida por una nueva oleada de dolor. Era asombrosocómopodíaalcanzarladesprevenida,aunhoy,unañomástarde.Cuántoechabademenosasuabuela;quénohabríadadoparatenerlahoyallí,cálidayfamiliar,aparentementeinmortal.No,allíno.VolverateneraRuthyqueBertienuncase

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hubieraidodelacasadeLondres.Teníalaimpresióndequetodaslasdecisionesimportantes se habían tomado en aquel diminuto jardín amurallado, con susmacetasycanastascolgantes, tandiferenteaeseotro jardín,abiertoysoleado.Ensuinteriorcrecióunasensaciónrepentinaeintensaderechazoalcambio,unaoleadainfantilderabiairracionalquesetragócomounapíldoraamarga.

—Debede ser agradable tenerun jardínmás espacioso—dijo con forzadaalegría.

Bertiesonrióenseñaldeacuerdoy,acontinuación,señalóconungestounadesgastada carpeta llena de papeles bajo dos tazas usadas que parecían tenerpososdecéspedfangosoenelfondo.

—Louisese fuepocoantesdeque llegaras.Esoespara ti.No teayudarándemasiadoconelcaso,peropensóquetegustaríaverlosdetodosmodos.

Louise.Sadieseirritóantesderecordarseasímismaqueaquellamujereraunserhumanomuycordialqueleacababadehacerunfavor.Echóunvistazoalapila.Erannúmerosdeunaespeciedeperiódicodeaficionados,queconsistíaenunahojasueltacuyacabecerarezabaLaGacetadeLoeanneth,contipografíamedieval e ilustrado con un boceto a tinta de la casa y el lago. Las páginasestabanemborronadasydescoloridasyalpasarlasunpardepececillosdeplatasalieronde ellasbuscando la libertad.El papelolía amohoy a abandono; lostitulares, sin embargo, aún desbordaban vida, pregonando sucesos como: LAFAMILIA CRECE: ¡NIÑO AL FIN!; ¡ENTREVISTA CON EL SEÑOR LLEWELLYN,CÉLEBREAUTOR!; ¡AVISTAMIENTOINSÓLITO:LAMARIPOSARABICORTA,ENLOS JARDINES DE LOEANNETH! Cada artículo venía acompañado de unailustración firmada porClementine,Deborah oAliceEdevane, pero los textoserantodossinexcepcióndeAlice.

LamiradadeSadiesedetuvoenesenombreysintiólamismacercaníaqueexperimentabacadavezquedescubríaotroA-L-I-C-EgrabadoenLoeanneth.

—¿Dedóndehansalido?—preguntó.—Unode lospacientesdel hospital deLouise teníauna tía que trabajóde

criadaenlaCasadelLago.DejódetrabajarparalosEdevaneenlosañostreinta,cuando la familia abandonó Cornualles, pero esos periódicos debieron demezclarseconsuscosas.Alparecerhabíaunaimprentaenelcuartodelosniños,arriba, en el ático, cercade lashabitacionesdel servicio.Losniñosde la casasolíanjugarahí.

—Escuchaesto…—Sadieapartóelpapeldelresplandoryleyóenvozalta

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—:ENTREVISTACONUNAGROSERA: ¡HABLALAACUSADA!Hoypublicamosuna entrevista exclusiva con Clementine Edevane, acusada por LaMadre de«conducta grosera» tras un incidente reciente en el cual ofendió a Rose, laniñera. «Pero estaba gorda», se oyó gritar a la acusada detrás de la puertacerrada de la prisión de su habitación. «¡Solo estaba siendo sincera!».¿Sinceridadofarsa?Estimadolector, juzgueporsímismo.ReportajedeAliceEdevane,periodistadeinvestigación.

—AliceEdevane—dijoBertie—.Eslapropietariadelacasa.Sadieasintió.—TambiénconocidacomoA.C.Edevane,célebreescritoradenovelanegra.

Ojaláhubierarespondidoamiscartas.—Todavíanohapasadoniunasemana.—¿Y?—dijoSadie.Lapacienciano figuraba entre susvirtudes—.Cuatro

díasenterosdeperfectoserviciopostal.—Tufeenelserviciodecorreosesconmovedora.Adecirverdad,SadiehabíasupuestoqueAliceEdevaneestaríaencantadade

saberdeella.¿Unadetectivedepolicíadeverdad,dispuestaareabrir,sibiendemanera no oficial, el caso de la desaparición de su hermano?Había esperadorecibir noticias suyas a vuelta de correo. Incluso si, como decía Bertie, elserviciodecorreosdistabamuchodeserperfecto,yatendríaquehaberrecibidolacarta.

—Las personas a veces reaccionan de forma extraña cuando se trata delpasado—dijoBertie, que pasó los dedos levemente sobre un tallo fino—.Enespecial,despuésdealgo«doloroso».

Nocambióel tono,suconcentraciónenelárbolnodisminuyó,peroensuspalabras Sadie detectó la intensidad de una pregunta no formulada. EraimposiblequeBertiesupieraalgoacercadeCharlotteSutherlandylacartaquehabíadevueltoaquelterribleasuntoalpresente.Unagaviotagraznó,surcandoelcielo por encima de ellos, y por una fracción de segundo Sadie consideró laposibilidaddehablarledelaniñadeletraclaraysegurayfrasesocurrentes.

Peroseríaunaestupidez,sobretodoahoraquesehabíadeshechodelacarta.Bertiequerríahablardeelloyentoncesyaseríaimposibleecharlotodoalolvido,asíque,ensulugar,dijo:

—Por fin ha llegado el reportaje del periódico. —Sacó los materiales deinvestigacióndelamochila,yformósobresuregazounapequeñapiladelibros

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debiblioteca,carpetasyelcuadernodenotasquehabíacompradoenWHSmith—.Hayalgunasfotosquenohabíavistoantes,peronadaquesearealmenteútil.

Le pareció que Bertie suspiraba, tal vez porque presentía ese secreto nocompartido, y la asaltó la repentina y frágil conciencia de que él era la únicapersonaenelmundoalaqueamaba,quesequedaríasolasileperdía.

—Entonces —dijo Bertie, sabedor de que insistir no era buena idea—,estamosbastantesegurosdequeselollevaron,peronosabemoscómoniquién.

—Esoes.—¿Algunateoríasobreelmotivo?—Bueno,creoquepodemosdescartar losdepredadoresoportunistas.Había

una fiesta, y la casa está lejos de todo.No es el tipo de lugar que alguien seencuentradecasualidad.

—Amenosqueestépersiguiendounperro,porsupuesto.Sadieledevolviólasonrisa.—Locualnosdejadosposibilidades.Se lo llevaronporquealguienquería

dinero,oporquequeríanunhijo.—Pero¿nohuboningunapeticiónderescate?—NosegúnPickering,perolapolicíanosiemprehacepúblicasestascosas.

EstáenlalistadepreguntasparaCliveRobinson.—¿Hassabidoalgodeél?—No,perovolvíaayer,asíquetengolosdedoscruzados.Bertiepodóotrarama.—Digamosquenofuepordinero.—Entonces fuepor elniño.Yesteniñoenconcreto.No tiene sentidoque

alguienquedeseetenerunhijoelijaeldeunafamiliaricadeclasealtacontodoslosrecursosasualcanceparaencontrarlo.

—Parece una elección insensata.—Bertie semostró de acuerdo—.Habríapresasmásfáciles.

—Locual significaquequien se llevara aTheoEdevane loquería por serquienera.Pero¿porqué?—Sadiediogolpecitosconelbolígrafoenelblocdenotas.Eradepapelbarato,finohastaresultarcasi transparente,ylaluzdelsolpermitíaverlasmarcasdelaúltimacartaquehabíaescritoenél.Suspiró—.Esinútil. Hasta que disponga de más información (hasta que me escriba AliceEdevane,hableconCliveRobinson,conozcamejoralaspersonasinvolucradasy descubra quién tenía los medios, el móvil y la oportunidad) todo sonconjeturas.

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EnlavozdeSadiehabíaaparecidounanuevanotadefrustraciónyBertielanotó.

—Estáscompletamentedecididaaresolverlo,¿verdad?—Nomegustanloscabossueltos.—Hapasadomuchotiempo.Casitodaslaspersonasqueechabandemenosa

esepequeñoyasehabránidohacemucho.—Eso no es lo importante. Lo secuestraron. Eso no está bien; su familia

merece saber qué fue de él. Aquí…—Alzó el periódico—.Mira a lamadre,mira esa cara.Lo engendró, le pusounnombre, le dio su amor.Era suhijoyvivió el resto de sus días sin él, sin saber qué le había ocurrido, en qué seconvirtió al crecer, si fueono fue feliz.Y sinestarnunca segurade si estabavivoomuerto.

Bertieapenasmiróelperiódicoy,ensulugar,clavóenSadieunamiradadeamableperplejidad.

—Sadie,cariño…—Esun rompecabezas—seapresuróa responderSadie, conscientedeque

suvozsonabaestridenteyhabíaperdidoelcontrolsobreella—.Yameconoces,yasabesquenopuedoverunosinresolverlo.¿Cómoesposiblequesacaranaunniño de una casa abarrotada de gente? Hay algo que seme escapa. ¿Puertas,ventanas,unaescaleracomoenelsecuestrodeLindbergh?

—Sadie,estasvacacionestuyas…Ash ladróde repenteyambosperrosse levantarona todaprisaycorrieron

hastalaparedderocadelapartedeljardínquelindabaconelcamino.Sadietambiénlooyóentonces,unapequeñamotocicletaqueseacercabaala

casa y se detenía. Hubo un chirrido y un golpe sordo cuando el buzón de lapuertaprincipalseabrióyunpuñadodecartascayósobrelaalfombra.

—Elcorreo—dijoSadie.—Yavoyyo.—Bertiedejólastijerasdepodaryselimpiólasmanosenel

delantal. Frunció el entrecejo almirar a Sadie, pensativo, antes de agachar lacabezaydesaparecerporlapuertadelacocina.

Sadie esperó hasta perderlo de vista antes de permitir que su sonrisa sedesvaneciese.Ledolíalacara.CadavezeramásdifícilesquivarlaspreguntasdeBertie.Detestabamentirle, era ridículo para ambos, pero no soportaba que suabuelosupieraquehabíametidolapatadetalmaneraeneltrabajo.Loquehabíahecho, acudir a la prensa, era vergonzoso, casi humillante. Peor aún: erainevitablequelepreguntaraporquéhabíahechoalgotanimpropiodeella.Lo

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cualllevabadenuevoaCharlotteSutherlandylacarta.Nopodíacontárselo.Nose creía capaz de ver ese rostro amable expresando compasión mientrasescuchaba. Le daba unmiedo espantoso que al hablar de ello se volviera aúnmás real y la devolviera al pasado, atrapada en el cuerpo de esa adolescenteatemorizadae indefensaquehabíasido,encogidaante laolagigantescaqueseacercaba.Yanoeraesaniña.Senegabaaserlo.

Entonces,¿porquéactuabacomosilofuera?Sadiefruncióelceño.Esoeraexactamente lo que estaba haciendo, ¿no era cierto? Dejar las decisiones enmanos de Donaldmientras ella languidecía indefinidamente en el limbo, a laesperadelainvitaciónparareincorporarseauntrabajoenelquesobresalía.Enelquehabía trabajadosindescansopara lograrel éxito.Sehabíaenfrentadoainnumerables adversidades para ascender en el escalafón. ¿Por qué secomportabaahoraasí,tansumisa,escondidajuntoalmarencalmadetrásdeuncasocuyaspistassehabíanperdidohacíasetentaaños?

Sinpensárselodosveces, sacóelmóvildelbolsillo.Estuvounossegundoscambiándolodeunamanoaotrayacontinuación,conunsuspirocontundente,sedirigióalrincónmásremotodeljardín.Sesubióalmurodepiedrayalejóelcuerpotodoloquepudodelacasa,hastaqueenlapantallaaparecióunasolitariabarra de cobertura. Tecleó el número de Donald y esperó, murmurando entredientes:«Venga,venga,venga…».

SaltóelcontestadorySadiemaldijoenvozalta.Enlugardecolgaryvolvera intentarlo, escuchó el concisomensaje deDonald y, a continuación, dejó elsuyo.«Sí,Donald,mira,soySadie.SoloqueríadecirtequevuelvoaLondres.Yahearregladolascosasporaquíyestoylistaparavolveraltrabajolasemanaqueviene.Seríafantásticoquehabláramosantes.Yasabes,paraenseñartelasfotosde las vacaciones…». Le pareció que esa pequeña broma no tenía ningunagracia,peroprosiguió.«Bueno,dimecuándoydóndetevienemejor.¿Undíadelasemanaqueviene?».Terminóasí,dandoentonacióndepreguntaa laúltimafrase,ycolgó.

Yaestabahecho.Exhalóunsuspirode resolución.Lohabíahecho.Ahora,cuandoBertie lepreguntarapor susplanes, lepodríadar respuestasconcretas:después de un breve y agradable viaje a Cornualles, iba a regresar a casa, aLondres,lasemanasiguiente.

Guardóel teléfonoenelbolsilloy regresóa su asiento, cercadel árboldeBertie,a laesperadeunapazbienvenida.Peroestaba lejosdesentirseenpaz.Ahoraque lohabíahecho,nodejabadepensaren todas las cosasquedebería

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haberhechodeotromodo.Deberíahabersidomásespecíficarespectoallugaryla hora. Debería haber sido más amable, haberse mostrado más arrepentida,haberhabladocomosiaquellofueraideadeDonald.

SadierecordóenesemomentolaamenazadeestedeacudiraAshfordsinoseguía sus instrucciones al pie de la letra. No obstante, Donald era sucompañero;unhombrerazonable.Silahabíaobligadoatomarunpermiso,fueporquepensóqueeralomejorparaella,ySadiehabíaaprendidolalección:novolvería a filtrar noticias. Pero el caso Bailey ya estaba cerrado, habíadesaparecidodelosperiódicos,nadiehabíasalidoperjudicado.(AexcepcióndeNancyBailey, claro.Sadiehizounamuecadedolor al recordar elgestode lamujercuandoleanunciaronquelainvestigaciónestabacerrada.«Peropenséqueme creías, que mi hija jamás se habría marchado así. Pensé que la ibas aencontrar»).

TrasapartaraNancyBaileydesuspensamientos(Niseteocurrahablarconlaabuela),Sadiesedijoquehabíahecholocorrectoyseesforzóporcreérselo.

Aún teníaenel regazoelnuevomapade la fincaLoeannethy seobligóaprestarle atención,paradistraerse.Eramuchomásantiguoqueelque lehabíaproporcionadoAlastair (de 1664, según el título), trazado cuando la Casa delLagotodavíaeraunpequeñoanexoalacasasolariega.Apesardelaortografíaanticuada y la tipografía que hacía ilegibles determinadas palabras, Sadie, quehabíadedicadolaúltimasemanaaestudiarelplanoconlaesperanzadeintuirelcamino empleado por el secuestrador de Theo esa noche, reconoció ladistribuciónalinstante.Lashabitacionesylosespacioscomunesseencontrabantodosdondedebían.

Excepto…Sadiemirómásdecerca.Sacó el mapa original de la carpeta y lo desplegó junto al otro para

compararlos.Habíaunavariaciónenesteplano,despuésdetodo.Unapequeñahabitación

ounacavidad,justoalladodelcuartodelosniños,quenoaparecíaenelmapamásreciente.

Pero ¿qué era? ¿Un armario? ¿Existían los armarios empotrados en elsigloXVII?Sadiesospechabaqueno.E,inclusosiexistían,¿porquéincluirloenunplanoynoenelotro?

Sadie se dio unos golpecitos en los labios con el dedo, pensativa.Miró elárboldeBertie,losperrostumbadosjuntoalmurodepiedrayporúltimoelmar.

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Sumirada se posó en el bulto oscuro de un barco que hacía equilibrios en elhorizonte.

Y,acontinuación,elvagodestellodeunabombillaqueseenciende.Buscó en sus papeles hasta encontrar las notas que había tomado de «Los

DeShieldeHavelyn».Ahíestaba:lacasahabíasidoconstruidaduranteelreinadodeEnriqueVIII

por unDeShielmarino que se había dedicado a sustraer oro español.Aunquehabíaotronombreparaloshombrescomoél.

Lasconexionesalumbraron lamentedeSadie igualque los farosantiguos,queseencendíanencuantoveíaniluminarseelfarovecino:laposibilidaddeunDeShiel pirata… Louise había hablado de contrabandistas…, de túnelesexcavados en la costa…, el túnel de El umbral mágico de Eleanor con sucontrapartidareal…,elpilarylaargollaqueSadiehabíavistoconsuspropiosojos…

—Estoesparati—dijoBertie,devueltatrasrecogerelcorreo,tendiéndoleunsobrepequeño.

Sadielotomósindecirnada,tandistraídaporlateoríaquetomabaformaensu mente que apenas se fijó en el nombre escrito pulcramente en la esquinasuperiorizquierda.

—Es de ese agente de policía—la espoleó Bertie—. Clive Robinson, dePolperro. ¿No vas a…?—Titubeó—. ¿De qué se trata?, ¿quéme he perdido?Parecequehasvistounfantasma.

Sadienohabíavistounfantasma,peroteníalasensacióndequeacababadevislumbrarsusombra.

—Estahabitación—dijocuandoBertieseacercóamirarporencimadesuhombro—.Estaalcobadiminuta…Creoqueheencontradolavíadeescape.

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Capítulo12

Londres,2003

AquelrincónparticulardeSouthKensingtonestaballenodefantasmas,razónporlacuallashermanasEdevanelohabíanelegido.Cadaaño,enelaniversariodelamuertedeEleanor,tomabaneltéenelV&A,peroprimeroquedabanenelMuseodeHistoriaNatural.SupadrehabíadonadoalmuseotodasucolecciónyAliceteníalaimpresióndequesuespírituperdurabamásenaqueledificioqueencualquierotrolugar.

Era lógico recordara suspadreselmismodíamedianteunacto formal.Elsuyohabíasidounodeesosidiliosquelosescritoresrománticospregonabanaloscuatrovientosyenvidiabanlaspersonasdecarneyhueso:dosdesconocidosguaposyjóvenesquesehabíanconocidoporcasualidad,enamoradoaprimeravista y habían sido separados, puestos a prueba y fortalecidos por la PrimeraGuerraMundial.Deniñas,AliceysushermanashabíanaceptadolarelaciónsincuestionarlaysehabíanconvertidoenmujeresadultasarropadasporladevociónmutuadeEleanoryAnthony.Peroeldesuspadreshabíasidodeesaclasedeamor que convertía a todos los demás en intrusos. Con la excepción de unpequeñocírculodeamigosfieles,socializabanraravezyaregañadientesy,vistodesdeelpresente,eseaislamientoañadíaunanotademagiayasombroalafiestade verano anual. Cuando Eleanor murió de repente, sin previo aviso, y pocodespués que su esposo, la gente había meneado la cabeza ante la tragedia yaseguradoalashermanas:«Puesclaro,siesqueestabanhechoselunoparaelotro, hasta el fin».Esasmismaspersonasdevozmelosa sehabíandedicado ahablar a espaldas de las hermanas, en susurros llenos de insinuaciones: «Escomosinohubierapodidosoportarlaideadeestarseparadadeél».

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Alice fue la primera en llegar al museo, como siempre. Era parte de suscostumbres;unacuerdotácitoquepermitíaaAlicesentirsepuntualyaDeborah,ocupada.Seacomodóenunbancoenelvestíbulocentralymetiólamanoenelbolsoafindeacariciarlasuaveydesgastadapieldelcuadernoantesdesacarloydejarloenelregazo.Noeraunactoinusual;porlogeneral,paraAlicenoexistíamayor placer que observar a las personas, y con el tiempo había llegado adescubrir que lo que en circunstancias normales se consideraría entrometidopasabapordistraído,inclusoencantador,cuandosehacíaconlápizypapelenlamano.Hoy,sinembargo,no tenía intenciónde tomarnotas.Estabademasiadoabsortaensusituaciónpersonalparaperdereltiempoconextraños.

Abrióelcuadernoyechóunvistazoa lacartaqueteníaguardadaentre laspáginas.Nolavolvióaleer,noeranecesario.Eralasegundaquerecibía,ysucontenidoerasimilaraldelaprimera.Ladetectiveinsistíaunavezmásenverla,perosemostrabadeliberadamenteimprecisarespectoaloquesabíasobreelcasoEdevane(asílollamaba).Unadecisióninteligente,yjustoloquehabríaescritoAliceparaDiggoryBrent dehaberse interesadoprofundamentepor un crimensin resolver mientras veraneaba en Cornualles. Cualquier detective queconociera su oficio sabía que los resúmenes debían ser escuetos, con agujerosbiengrandesparaquecayeranenelloslostestigosdesprevenidos.PordesgraciaparaSadieSparrow,Alicenoestabadesprevenidaynoteníaintencióndedejarseengatusarpararevelarloquenoqueríarevelar.Deborah,encambio…

Cerrólalibretaylautilizóparaabanicarselasmejillas.Lanocheanteriorsehabíaquedadodespiertapensandoencómomanejarlasituación,sopesandolasprobabilidades de que esa tal Sparrowdescubriera algo importante, y se habíatranquilizadodiciéndoseque todohabíaocurrido tanto tiempoatrásqueyanoquedabanadaqueencontrar,cuandose leocurrióqueDeborahtambiénpodríahaberrecibidounacarta.Alpensarenello,elfiloinvisibledelpánicolahabíarecorridodepiesacabeza.

HabíaexaminadolaposibilidaddesdetodoslosángulosantesdedecidirqueDeborah, inocente por completo, se habría puesto en contacto con ella deinmediato de haber recibido una carta. Con el legado político de Tom queproteger, le habríahorrorizadopensar enuna entusiastadesconocidahurgandoenelpasadofamiliarysehabríaapresuradoapedirayudaaAlice.Hastaaquellamisma mañana, mientras cruzaba en taxi St.John’s Wood, no se le habíaocurridoaAlicequeDeborahtalvezhabíaesperadoahablarconellaenpersonadel asunto. Que con la reunión por el aniversario de Eleanor tan

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convenientementecerca,talvezhabíaguardadolacartaenelbolsoyseestabapreparandoparaabordareltemaenesemismomomento.

Suspiró para darse ánimos y miró una vez más hacia la entrada. Aún nohabíani rastrodeDeborah,perounhombredeaspectoagobiadoconvaquerosnegrosestabaarmandociertoalborotocercadelaspuertas.Alicehabíareparadoenélalllegar.Llevabadelamanoaunaniñapequeñaquevestíaunacamisetarosa fucsiayunpetovaquero.Lapequeñaseñalabaydabasaltitos,elhombre(supadre,supusoAlice)intentabamoderarsuentusiasmomientrasbuscabaalgo(¿unabotelladeagua, talvez?Hoyendíadaba la impresióndeque losniñosnecesitabanhidratarsecontinuamente)enunapequeñamochila.

Elhombreestabaahorafueradesí,agitabalasmanoscontraunguardiadeseguridadylaniñayanoestabaasulado.Elestremecedorpánicodeunpadreque ha perdido a una hija; Alice era capaz de percibirlo a un kilómetro dedistancia.Sumiradafuemásalládelenormeesqueletodediplodocus,hacia lagranescaleradepiedra,alfondodelacavernosasala.LaniñaestabaseñalandohaciaallácuandoAlicelavio,teníaunapelotaenlaotramano,deesasqueseiluminancuandoselasagita,comosiestuvieranhechasdeelectricidad,yensumirada ardía el inconfundible brillo de la determinación.De hecho, la niña seencontrabaahoraenlapartesuperiordelaescalera,conlamejillaapoyadaenlapiedrafríayplanadelabalaustrada,ylapelotadelantedelacara,preparándoseparadejarlarodar.

Elemental,queridoWatson.Alice intentódisfrutardelfamiliarconsuelodeestar en lo cierto. Siempre había tenido buena memoria… Más que eso, lacapacidaddeextraerconclusionesbasadasenlaspruebasdisponibles.Elméritodeafinar esahabilidad se loatribuíaa supadre.Había jugadoconellasdesdequeeranpequeñas,poseedordeunapetitoinsaciableporesospasatiemposquecansabanaotros adultos.Las llevaba en sus excursionespor lanaturaleza, lespermitía cargar alguna que otra herramienta, incluso la codiciada redcazamariposassiteníansuerte,ysedeteníaamenudoparaagacharseyponerseasualturayseñalarunaescena.«Pintaduncuadroenlamente»,solíadecir,«peronoveáissoloelárbol.Fijaosenelliquendeltronco,enlosagujeroshechosporelpájarocarpintero,enlashojasmásfinasdondenollegaelsol».Avecesdíasmástarde,cuandomenosseloesperaban,decía:«¡Alice!Eseárboldelbosque,diez detalles». Y a continuación cerraba los ojos y contaba con los dedosmientrasAlicerevivíalaescenaparaél,recuerdoarecuerdo.

Inclusoahora,leconmovíaelecodelaemocióndehaberlehechosonreír.La

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sonrisadesupadrehabíasidomaravillosa.Habíasidounadeesaspersonascuyorostro por entero era cautivo de su estado de ánimo; tan diferente deEleanor,cuya alta cuna la había vuelto impasible y precavida. Uno de los grandesmisteriosde la infanciadeAliceeracómolaEleanorde loscuentosdehadas,esa duendecilla aventurera, se había convertido en una mujer tan estricta yprevisible.Uno de sus recuerdos de infanciamás perdurables era la presenciaconstantedemadre,siempremirando,alaesperadequeunadeellasseportaramal para aprovechar la oportunidad, enviarla a su habitación y quedarse aAnthonyparaellasola.Alicehabía tardadoañosencomprenderquesumadreenvidiabaesaestrecharelaciónquecompartíanconsupadre,lomuchoquelasquería.

«Sí, pero esmuchomás complejo que eso», había dichoDeborah cuandohablarondeello.Alicelehabíainsistidoenqueseexplicaray,trasescogerlaspalabras con cuidado, Deborah había dicho: «Creo que tenía envidia de él,también, en cierto sentido. ¿Recuerdas, durante la guerra, cuando éramospequeñas,lodiferentequeera,lodivertida?¿Cómodabalaimpresióndeserunade nosotras, en lugar de un adulto de verdad como la abuela o Bruen, laniñera?». Alice había asentido incierta mientras las palabras de Deborahdespertabanrecuerdosremotosdeesconditesycuentosencantados.«Peroluegovolviópapáynosotrasloadorábamos,yellapocomenosquenosperdió.Todocambió.Ellatambiéndespuésdeeso,seconvirtióenunapersonadiferente,másestricta. Ya no podía…». Deborah se había detenido de repente, como si sehubierapensadomejorloqueestabaapuntodedecir.«Bueno»,habíaañadidoconungestodelamano.«Nopodíanserlosdosnuestrofavorito,¿verdad?».

Juntoalapuerta,Aliceidentificóunafigurafamiliar.EraDeborah,apoyadaen el brazo de James. Al llegar al vestíbulo, Deborah rio cuando su jovenconductordijoalgo.Lediounosgolpecitoscariñososenlamanoysedespidiódeél.Alicesuspiró.Suhermananoteníaelaspectodeunapersonaqueacababadeencontrarseunabombaenelbuzón.

DeborahpermanecióunmomentodondeestabacuandoJamessemarchó,enmediodelrevuelodelosencuentrosylossaludosdelasotraspersonas.Estabaacostumbrada,comotodaesposadepolítico,aponersiemprecaraamable,peroAlicesiemprehabíasidocapazdeverpordebajodelamáscara:unalevetensiónen la boca, el hábito conservado desde la infancia de apretar la punta de losdedoscuandoestabanerviosa.Esamañananopercibióningunadeesasseñales.Alicesintióquelatensiónremitía,peronoapartólavista.«Raravezdedicamos

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tiempoamirardecercaaquienesconocemosbien»,pensó.Deborahconservabasu estatura y su aplomo. Ya cerca de los noventa, seguía siendo elegante,ataviadaconelmismovestidodesaténquellevabaenlosañostreinta,ceñidoalacinturayconpequeñosbotonesnacaradosqueibandelcinturónalcuellodeencaje.Eracomounadeesasmariposasdepapá,atrapadaenlaplenituddesubellezay congelada en el tiempo, eternamente femenina.Todo lo contrariodeAlice,consuspantalonesysuszapatosplanos.

Alice se levantó y saludó, captando la atención de su hermana. Deborahllevababastón,asíqueAlicesupoquelemolestabalapierna.Supotambiénque,si le preguntaba por su estado de salud, Deborah sonreiría y aseguraría quenunca se había sentido mejor. Era inconcebible que una de las hermanasEdevane admitiera una flaqueza, un dolor o un remordimiento. Esa fortalezaemocionalformabapartedel legadodeEleanor, juntoconelhábitodeescribircartasyeldesprecioporlamalagramática.

—Lamentollegartarde—dijoDeborahalacercarsealbanco—.Hasidounamañanadelocos.¿Tehehechoesperarmucho?

—Quéva,ytengoaquímicuaderno.—¿Hasentradoaverlacolección?Alice respondió que no y se dirigieron en mutuo silencio a depositar la

chaqueta de verano deDeborah en el guardarropa.Un observador ajeno a lashermanastalvezhabríapensadoquesusaludohabíasidofrío,peronosedebíaalestadoemocionaldeDeborah.Nuncasebesabanalencontrarse, tampocoseabrazaban.Alicedeploraba la tendenciamodernade lloriquearyexplayarse,yellayDeborahcompartíanundesdénporlasmuestrasdeemociónexcesivas.

—Vaya, seguro que ustedes son hermanas—dijo el joven encargado delguardarropaconunaampliasonrisa.

—Sí—respondió Deborah, antes de que Alice pudiera lanzar una de susirónicasréplicas—.¿Seguro?

Eraciertoqueseparecíanmásahoraenlavejezqueencualquierotraépoca,pero para los jóvenes todas las personas mayores eran iguales. Elmarchitamiento del pelo, los ojos, la piel y los labios, la pérdida de rasgosindividualesamedidaqueelrostroseretirabadetrásdeunamáscaradearrugas.Enrealidad,noseparecían.Deborahaúnerabella(esdecir,conservabarestosdelabellezapasada),comolohabíasidosiempre.ElveranoqueseprometióaTom, el último verano en Loeanneth, hubo un artículo en The Times que lanombraba la jovenmás bonita de la temporada.Alice yClemmie no tuvieron

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piedadconsusburlas,perosoloparadivertirse.Elartículonolesdijonadaquenosupieranya.Entretodaslashermanas,habíaunaqueeclipsabaalasdemás.Alicehabíaescritoesa fraseenun libro,eloctavo,Lamuerteos llamará.EraunaobservacióndeDiggoryBrent,quienteníaunaasombrosahabilidadparaverelmundo igual queAlice. Era, sin embargo, hombre, y por lo tanto capaz deexpresarsemejantesideassinpareceramargoocruel.

No, decidió Alice, mientras Deborah reía alegre por un comentario delencargado,suhermananohabíarecibidounacartadeSadieSparrow.Sualiviosevioempañadocuandose leocurrióqueerasolocuestiónde tiempo.Que,amenosqueellaencontraralamaneradesatisfacerlacuriosidaddeladetective,estaacudiría,casiconseguridad,aDeborah.Porfortuna,Alicesabíaunaodoscosillassobredesviar laatención.Soloteníaqueser tranquilaymetódica,másdeloquehabíasidohastaahora.Alicenosabíaenquéestaríapensandocuandodijo a Peter que esa primera carta había llegado por error, que no sabía nadasobre el niño desaparecido. No había pensado con claridad, se había dejadollevarporelpánico.Teníalaintencióndenorepetiresaequivocación.

—¿Estás bien? Tienes buen aspecto —dijo Deborah al apartarse delmostrador.

—Muybien.¿Ytú?—Mejorquenunca.—Deborahseñalóconlacabezahaciaelvestíbulo.Un

sutil atisbo de desprecio le torcía los labios. Nunca le habían gustado ni losinsectosdesupadrenilosalfileresplateados,pormuchoquesepelearaparaserquien loayudaracuandoeranniñas—.Puesbien—dijo,apoyándosecautelosaen el bastón—. Vamos a acabar de una vez, para que después podamos ir atomarelté.

***

AliceyDeborahhablabanmuypocoduranteestasvisitas,salvoparacomentarque las mariposas seguían en su lugar correspondiente. La conservadora delmuseo había sacado las criaturas de las vitrinas de Anthony y las habíaredistribuido, añadiéndolas a la colección existente, pero Alice no teníadificultadalgunaparareconoceraquellasquehabíaayudadoarecolectar.Cadauna contaba una historia, casi podía oír las amables palabras de su padre

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mientrasellacontemplabalasalas,lasformasyloscoloresdesiempre.Deborahnosequejaba,peroeraevidentequelapiernalemolestaba,asíque

AlicepropusoacabarprontolaperegrinaciónycruzaronlacalleparairalV&A.El café estaba abarrotado, pero encontraron un rincón junto a la chimeneaapagadaenelsalónmáspequeño.Alicesugirióquesuhermanacuidaralamesamientrasellaibaabuscareltéy,cuandovolvió,bandejaenmano,Deborahteníaunasgafasdeleercolgadasdelapuntadelanarizymirabaporencimadeellassuteléfonomóvil.

—Quéinventonefasto—dijo,golpeandoeltecladoconunauña—.Nuncalooigocuandosuena,y¿creesqueconsigooírlosmensajesquemedejan?

Aliceseencogiódehombrosenseñaldecomprensiónysirviólaleche.Se recostóen lasillayobservóelvaporquesurgíadesu taza.Se lehabía

ocurrido que antes de hablar con la detective sería conveniente determinarcuántosabíasuhermana.Elproblemaeracómoempezar.

Mientras Deborah continuaba jugueteando con el teléfono, apartándolo yacercándolodenuevo,sindejardefarfullarmientrastratabadeleerlapantalla,Alicediounsorbodeté.

Deborahfruncióelceñoypulsóunatecla.—¿Talvezsi…?Alicedejólataza.—ÚltimamenteheestadopensandoenLoeanneth.Deborahexpresósolounleveatisbodesorpresa.—¿Ahsí?Concuidado,serecordóAlice.Veconcuidado.—Cuando papá volvió de la guerra, ¿recuerdas lo contenta que estaba

madre?Llenó la habitaciónde arriba con todas las cosas favoritas de papá: elmicroscopioylascajasdemuestras,lashilerasdelibros,suviejogramófonoysus discos de baile. Solíamos subir a hurtadillas para espiar por el ojo de lacerraduraaesedesconocidoaltoyapuestoquevivíaconnosotras.

Deborah bajó el teléfono y miró a Alice con los ojos levementeentrecerrados.

—Cielos—dijoalcabo—.Hoynoshemoslevantadonostálgicas.Alicehizocasoomisodelapreguntaimplícitasobrelosposiblesmotivos.—No estoy nostálgica—dijo—. No añoro románticamente el pasado.Me

limitoasacareltemaparaquehablemosdeél.—Túytusemántica.—Deborahnegóconlacabeza,divertida—.Bueno,si

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túlodices.¡Diosnoquieraquealguienteacusedesentimentalismo!Ysí,queconste,meacuerdo.Solíanponerseabailarallíytúyyointentábamoshacerlomismo.Porsupuesto,túbailabascomounpato…—Deborahsonrió.

—Ellaloestabasalvando.—¿Quéquieresdecirconeso?—Soloqueéldebíadeestaragotado(laguerra,todosesosañosfuera)yella

lodevolvióasuantiguoserabasedecariño.—Supongoquesí.—Élhizolomismoporella,másadelante,¿verdad?DespuésdelodeTheo.

—Alice se esforzó en hablar con un tono despreocupado—. Tenían suerte detenerse el uno al otro. La pérdida de un hijo, el no saber… No muchosmatrimonioslohabríanresistido.

—Esoescierto.Deborahhablabaconcautela,sindudapreguntándoseporquéAlicedirigía

la conversaciónenunadirecciónquehabíanacordado tácitamenteevitar.PeroAlicenopodíapermitirsepararahora.Estabapreparando lasiguientepreguntacuandoDeborahobservó:

—La noche anterior ami bodamadre vino ami habitación yme soltó unpequeñodiscurso.CitóunpasajedelacartadeSanPabloalosCorintios.

—¿«Elamorespaciente,esbondadoso»?—«Elamornoguardarencor».—Esoesuntantolúgubre.¿Quéquerríadecir?—Notengolamenoridea.—¿Noselopreguntaste?—No.Una vieja amargura impregnaba la voz de Deborah, aunque trataba de

enmascararla lomejorquepodía,yAlice recordóalgoquehabíaolvidado.Sumadreysuhermanahabíantenidoundesencuentroenlosdíaspreviosalabodade Deborah durante el cual se hablaban con brusquedad e imponían largossilencios al resto de la casa. Por aquel entonces la familia Edevane ya habíaregresado a Londres. La boda deDeborah yTom se había celebrado tan solocinco meses después de la desaparición de Theo, cuando la vida familiar enLoeannethhabíallegadoasufin.Nosereanudaría,aunqueningunodeelloslosabíaentonces;lainvestigaciónpolicialeramenosintensa,peroaúnseaferrabana la esperanza. Se habló de posponer la boda, pero Deborah y Eleanor semantuvieronfirmesparaquesecelebraracomoestabaprevisto.Fueloúnicoen

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loqueambasestuvierondeacuerdoporaquelentonces.—¿Tesirvomás?—dijoAlice,cogiendolatetera.QueDeborahmencionara esa visita de sumadre antes de la boda la había

pilladoporsorpresa.Nohabíasidosuintenciónrevivirviejosagraviosydeseóquelaequivocaciónnoleimpidieralograrsusfines.

Deborahempujósutazaysuplatosobrelamesa.—Lopasamosbien,¿verdad?—prosiguióAlice,eltésaliendoaborbotones

delabocadelatetera—.AntesdeTheo.—Sí, aunque yo siempre preferí Londres. Esa preciosa casa en Cadogan

Place, el señorAllan que nos venía a buscar con el Daimler, los bailes y losvestidosy losclubesnocturnos.Elcamponoera lobastanteemocionanteparamí.

—Pero era bonito. El bosque, el lago, los almuerzos campestres. Losjardines.—El tonodespreocupado funcionaba—.Por supuesto, cómono iba aserbonito.Madreteníaunejércitodejardinerosquetrabajabandíaynoche.

Deborahserio.—Quédíasaquellos.Ahoramecuestaencontraraalguienquepaseelpolvo

alarepisadelachimenea.—ElviejoseñorHarris,¿nose llamabaasí?,el jardinero jefe,ysuhijo,el

quevolviódelSommeconesaespantosalesióncerebral.—Adam,pobrecillo.—Adam,sí,yhabíaotrotipo,estoysegura.Unoconcontratotemporal.—

Alicesentíaloslatidosdelcorazónretumbándoleenlosoídos.Elruidodelcaféparecíalejano,comosiestuvierahablandodentrodeunaválvuladevacíoenunaviejaradio.Dijo—:¿Benjaminalgo?

Deborahfruncióelceño,seesforzóenrecordaryalcabonegóconlacabeza.—Nome suena de nada, me temo…, pero hace tanto tiempo ya, y había

tantosqueibanyvenían.Esimposiblerecordarlosatodos.—Puessí.Alicesonrióparamostrarsuacuerdoyseescondiódetrásdeunsorbodeté.

No había sido consciente de estar conteniendo la respiración. El alivio seapoderódeella,peroacompañadodeunaligeradesilusión.PorunafraccióndesegundohabíaestadototalmentepreparadaparaoíraDeborahdecir:«Munro.Sellamaba Benjamin Munro», y la perspectiva había sido muy emocionante.Contuvolasúbitatentacióndeinsistir,deforzaraDeboraharecordarlo,comoside algunamanera la connivencia de su hermana fuera a devolverle a la vida,

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fuera apermitirlehablar acercadeélypor tanto sentirdenuevo loquehabíasentidoenotrotiempo.Peroeraunimpulsoinsensato,unalocura,yloextinguió.Habíadescubiertoloquenecesitaba:DeborahnorecordabaaBenyAliceestabaasalvo.Lomássensatoahoraeradirigirlaconversaciónaterrenosmásseguros.Untódemantequillaunbollitoydijo:

—¿QuénoticiastienesdeLinda?Alice solo escuchó a medias mientras Deborah retomaba ese tema de

conversacióntanhabitual.LatediosahistoriadelaNietaErrantesoloimportabaaAliceporqueteníapensadolegarleLoeanneth.Noteníademasiadasopciones.LacasaeraunmayorazgoyAlicenoteníadescendientes;loshijosquenotuvoeranahorapocomásquefantasmasalpiedelacamaenlasnochesdeinsomnio,yvenderlacasaeraimpensable.

—Pippaestáfueradesí,porsupuesto—estabadiciendoDeborah—,eraellalaquemedejóanteselmensajedevoz,yquiénvaaculparlaporello.Lollamanañosabático,peroLindasefuehacecasicinco.

—Bueno,esjoven,ylasganasdeexplorarlasllevaenlasangre.—Sí,yambassabemosquéfuedelbisabueloHorace.—CreoqueenAustralianohaytribuscaribes.Esmuchomásprobableque

caigavíctimadelencantodelasplayasdeSídneyquedelcanibalismo.—EsonolesirvedeconsueloaPippa,metemo.—Linda terminaráporvolver a casa.—Cuando se le termine el dinerode

suspadres, pensóAlice, incisiva, si bien se abstuvo de decirlo. Jamás habíanhablado del tema abiertamente, pero Alice tenía serias reservas acerca de lapersonalidad deLinda.Estaba casi segura de queDeborah pensaba lomismo,peronoeradecorosocriticaralaúnicanietadeunahermana,noabiertamente.Además, lasdificultadesdeDeborahparaconcebirhabíanconferidoestatusderealeza a su escaso linaje—.Ya verás, va a regresar convertida en unamujernueva,unamujermejor,graciasaesaexperiencia.

—Esperoquetengasrazón.Alice también lo esperaba. La Casa del Lago había formado parte de la

familia DeShiel durante siglos y Alice no tenía intención de ser ella quienrompieraesatradición.

Había sido una conmoción recibir la casa tras lamuerte de Eleanor. Perotambién lo había sido lamuerte de sumadre. Corría el año 1946 y la guerrahabíaterminado.Despuésdetantasmuertesytantadestrucción,queunamujersalieraalacalleyunautobúsrumboaKilburndesdeKensingtonpusierafinasu

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vidaparecíaunescándalo.EnespecialcuandolapersonaeraEleanor.Noeraeltipodemuertequeunohabríaesperadoparaunamujercomoella.

El conductor del autobús había sufrido lo indecible. Durante la pesquisajudicialsehabíadesmoronadoyechadoallorar.HabíavistoaEleanor,declaró,depieen laacera,yhabíapensadoqueeraunadamamajestuosaconese trajeeleganteyesemaletíndecuero.Sehabíapreguntadodóndeiría.Habíaalgoensuexpresión,habíadicho,comosiestuvieraperdidaensuspensamientos,peroentoncesunniñohabíacomenzadoachillarenlapartetraseradelautobúsyélhabía apartado la vista de la calzada, solo un momento, solo un brevísimosegundo,comprenden,ylosiguientequenotófueelruidosordodelgolpe:Pum.Esafuelapalabraqueusó.Pum.Aliceaúnlooíacuandocerrabalosojos.

No había querido la casa, ninguna de ellas la había querido, pero elrazonamiento de su madre estaba claro: Deborah era rica, Clemmie estabamuerta,asíquesoloquedabaAlice.Alice,sinembargo,conocíabienaEleanor;sabíaqueenesaherenciahabíamásdeloqueparecíaasimplevista.Mástardehubo noches en queAlice, cuando la oscuridad la cercaba, había empezado asentirlástimaporsímismayabeberenexcesoantelamesadesnudadesutristeapartamento,rodeadadepensamientosatronadoresenelsilenciodelostiemposdepaz,enquelosmurosquehabíalevantadocontraelpasadohabíanempezadoatambalearse.Fueensuotravida,justoantesdecomenzaraescribir,antesdequeDiggoryBrent le ofreciera unmedio para encauzar susmiedos y pesares.Esas noches Alice veía con claridad que su madre la había castigado con laherenciadeLoeanneth.QueEleanorsiemprelahabíaculpadodeladesaparicióndeTheo,aunquejamáshubieradichounapalabraalrespecto.Yquécastigotanexquisito, qué certero, entregarle la posesión de un lugar que amabamás queningúnotroenelmundoperoqueelpasadolehabíaarrebatadoparasiempre.

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Capítulo13

AlicevolvióaHampsteadenmetro.Unanuncioadvertíaqueunapersonasehabíacaídoa lasvíasen laestacióndeGoodgeStreet,asíque tomó la líneaaPiccadilly hastaKing’sCross.Dos enamoradosviajaban con ella en el vagón,muyabrazados enun rincón, rodeadosdemaletasdeotraspersonas.La jovenestaba inclinadahacia elmuchachoy se reía unpocomientras él le susurrabaalgoaloído.

Alicedevolviólamiradaaunhombredeaspectopompososentadofrenteaella.Elhombrealzólascejasdesdeñosoalapareja,peroAlicesenegóaaliarsecon él y apartó la vista. Recordaba ese amor que todo lo abarca, el amor dejuventud,aunquehabíapasadomuchotiempodesdequelohabíasentido.Existíalabellezaenesaclasedeamor,tantocomoexistíaelpeligro.Anteeseamorelrestodelmundodesaparecía;teníaelpoderdevolverirracionalinclusoalamássensatadelaspersonas.

SiBenjaminMunrolehubierapedidoquemurieraporéleseverano,Alicetenía la certeza de que habría aceptado. Por supuesto, no lo había hecho; enrealidad,nolehabíapedidocasinada.Pero,porotraparte,nohabríahechofaltaquelereclamaranada;ellahabríaestadodispuestaadárselotodo.

Entonces Alice estaba convencida de estar conduciéndose con totaldiscreción.Qué tonta. Se creíamuy inteligente y adulta. Pero estaba ciega, elamor le había impedido ver los defectos, los suyos y los de él, tal y comoasegurabaWilliamBlakequedebíaser.YBenyellahabíansidovistosjuntos.Era posible queDeborah no supiera nada de lo que había entre los dos, peroalguiensí.

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Mientraselmetroavanzabatraqueteando,dosvocesdeantañoregresaronaellacomounaradioviejatransmitiendoatravésdelasdécadas.Eraunanochede invierno en 1940, el Blitz estaba en su apogeo y Clemmie, de paso enLondres gracias a un permiso inesperado, se había hospedado en el diminutoapartamento de Alice. Habían estado intercambiando historias de la guerradelantedeunabotelladeginebra: el trabajodeClemmie enTransporteAéreoAuxiliar,losrelatosdeAlicesobrelareconstruccióndelugaresbombardeadosy,amedidaqueavanzabalatarde,labotellasevaciabaylashermanassevolvíansentimentales,laconversaciónderivóasupadreylaGranGuerra,aloshorroresquehabríavistoyquesoloahoracomenzabanacomprender.

—Loocultóbien,¿verdad?—observóClemmie.—Noquerríaserunacargaparanosotras.—Perojamásdijounapalabra.Niuna.Nomeimaginopasarportodoesoy

luegodejarlototalyabsolutamentedeladounavezterminadalaguerra.Meveoamímisma aburriendo amis nietos hasta las lágrimas cuando seamuy,muyvieja, llenándoles lacabezadehistoriasde laguerraydemicontribucióna lamisma.Peropapáno.Jamáshubierapensadoquehabíaestadoenlastrincheras.Elbarroylasratasyelinfiernodevermorirasushombres.¿Algunavezhablódeesocontigo?

Alicenegóconlacabeza.—Le recuerdodiciendoque sealegrabade tenerhijas,queasíningúnhijo

suyotendríaqueiralfrentesihabíaotraguerra.—AlzólacopaanteeluniformedeClemmieysonrióamedias—.Supongoquenadietienerazóntodoeltiempo.

—Nisiquierapapá—aceptóClemmie—.Y,dijeraloquedijese,queríatenerunhijo.

—Comotodosloshombres,segúnlaabuelaDeShiel.—Alicenoañadióquela mezquina anciana había lanzado esa afirmación en octubre de 1920, justodespuésdelnacimientodeClemmie,insinuándoleasíasumadrequedaraluzaunaterceraniñanoeralamaneradedarlabienvenidaasuesposotraslaguerra.

—De todosmodos, al final tuvo uno—dijoClemmie—.Al final tuvo unhijo.

Guardaronsilenciocuandolaconversaciónlasllevódevueltaalainfanciayalgrantabúdelhermano,ensimismadaslasdosensusrecuerdosempapadosenginebra.Comenzóallorarelbebédelpisodearriba,sonabaunasirenaenalgúnlugardistantedeLondresyAliceselevantóenunahabitaciónquedabavueltaspara recoger lascopasvacíasconunamanoy llevarlas sujetasentre losdedos

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hasta el fregadero bajo la ventana, pequeña y tiznada, atravesada por tiras decintaadhesiva.EstabadeespaldascuandoClemmiedijo:

—Vi a ese hombre, ese jardinero que trabajó un tiempo en Loeanneth,caminodeFrancia.

La palabra chasqueó en la fría habitación como una cerilla al encenderse.Alicecerrólospuñosbajolasmangasdesujerseydepunto.Haciendoacopiodevalor,sevolvióhaciasuhermanayseoyóasímismadecir:

—¿Quéjardinero?Clemmieteníalamiradaclavadaenlamesademaderayrepasabalasvetas

con sus uñas cortas. No respondió, sabedora, por supuesto, de que no eranecesario,dequeambassabíanaquiénserefería.

—Allie—dijo,yeseapododelainfanciaestremecióaAlice—,hayalgoquenecesito…Quehequerido…Algoquevicuandoéramosniñas.

Alicesintióloslatidosdesucorazóngolpeandoensupecho.Sepreparóparalopeor.Unapartedeelladeseabadarporterminadalaconversaciónyotraparte,la parte ebria, cansada de huir del pasado, envalentonada en la presenciaconstantedemuertesypeligrosenaquellosañosdeguerra,casiqueríainvitarasu hermana a seguir.Era aterrador cómo el alcohol eliminaba las inhibicionesquepuedenevitarunaconfesión.

—Fueeseverano,elúltimo.Habíamosidoalespectáculoaéreounosmesesantesyyoestabaobsesionadaconlosaviones.Solíacorreralrededordelacasa,¿recuerdas?,fingiendoquevolaba.

Aliceasintió,teníalagargantaseca.—Fuia labase,esaqueestabamásalláde lagranjadeJackMartin. Ibaa

veces, solo para ver los aviones despegar y aterrizar, para imaginarme cómosería pilotar uno algún día. Volví tarde a casa, así que tomé un atajo por elbosque,alolargodelrío.Acabéenelviejocobertizodelasbarcas.

A Alice se le nubló la vista y miró parpadeando un cuadro de la pared,legadodel inquilinoanterior, unbarcoenunmar tempestuoso.Elbarcohabíaempezado amoverse.Alice lo observó escorarse a uno y otro lado levementesorprendida.

—Nomehabríaparado,teníahambreyprisaporllegaracasa,perooíunavozenelinterior,unavozdehombre.

Alice cerró los ojos. Durante años había temido ese momento, habíaimaginadodiferentescontextos,ensayadoexplicacionesyexcusas.Ahoraquealfinhabíallegado,noseleocurríanadaquedecir.

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—SabíaquenoerapapánielseñorLlewellynymepicólacuriosidad.Meacerquéa laventana.No lopudeevitar.Me subí aunabarcavolcaday lovi,Alice.Noeramiintención,perolovi.Esehombre,eljardinero…

—¡Cuidado!—lainterrumpióAlice.Diounsaltoparaagarrar labotelladeginebraylatiróenelintento.LoscristalesvolaronporlosairesyClemmiesepusoenpiedeunsalto.Empezóa sacudirse la ropa, sobresaltadaporel ruidorepentino, por la bebida fría—. Cuánto lo siento —dijo Alice—. Tenías elcodo… La botella estaba a punto de caerse. Intenté agarrarla. —Corrió alfregaderoyvolvióconuntrapo,quegoteabaaguaportodaspartes.

—Alice,para.—Dios,estásempapada.Déjameirabuscarteotracamisa.Clemmie protestó, pero Alice insistió y, para cuando las ropas estuvieron

cambiadas y la mancha limpiada, el estado de ánimo que predispone a lasconfidenciashabíadesaparecido. IgualqueClemmiea lamañanasiguiente.Ellugar donde había extendido su petate estaba vacío y no quedaba ni rastro deella.

Alicesintiótalalivioquesemareóunpoco.Nisiquieralanotasobrelamesalehizomellaenelánimo:Teníaqueirme,metocavuelotemprano.Nosvemosalavuelta.Tenemosquehablar.Importante.C.

EstrujóelpapelhastareducirloaunabolacompactaydiograciasaDiosporhaberselibrado.

ResultóqueDiospodíasercruel.Dosdíasmástarde,Clemmiefuederribadacuando sobrevolaba el océano, a cuatro millas de la costa inglesa. El aviónaparecióperonuncaencontraronsucuerpo.Secreequelapilotofueexpulsada,decíaelinforme,justoantesdequeelaviónfueraalcanzado.Unapérdidamásenunmundoquehabíadecididoquelavidaerabarata.Alicenoeratanegoístacomoparacreerqueeldestinodelosdemásteníaelpropósitodeenseñarleunalección;detestabalaexpresión«todopasaporunarazón».Sindudatodoloqueocurría tenía consecuencias, pero eso era otra cuestión. Por lo tanto, optó porconsiderar una simple coincidencia que la muerte de Clemmie le hubieraahorradodarexplicacionessobrelamuertedesuhermano.

AliceseguíaviendoaClemmiecuandomenosseloesperaba.Enlosdíasdeverano, cuando alzaba la vista hacia el sol palpitante y su campodevisión sellenabadeestrellas;unpuntonegroque recorríaelcielo, trazandounelegantearcoycaíaalmarensilencio;esaniñaquecorríaencírculospor loscampos,conlosbrazosextendidos;elsegundohermanodeAlicequedesaparecía.¡Cómo

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quisieratenerlasalasdeunapalomayvolarhastaencontrarreposo!El tren llegó a King’s Cross y los enamorados bajaron y se encaminaron

hacia la salida.Alice contuvo la tentaciónde seguirlos; solo para permanecer,duranteunmomento,enlaperiferiadesuenamoramientoabsorto.

No lo hizo, por supuesto. Se subió a la línea Northern y fue hastaHampstead,dondeal fin tomóel ascensorhasta la superficie.No tenía tiempoparaañoranzasofantasías; teníaquevolver,veraPeteryponerenmarchalasreparaciones.Enlacalle, latardeerahermosa.Elcalordeldíasehabíaido,elsolhabíaperdidosuímpetu,yAliceregresóacasaporelcaminodesiempre.

***

Petercogióunrotuladoramarilloyresaltópulcramentelaslíneas.Eraelfinaldeun largodíay sepermitióunmomentode celebración silenciosa.El editordeAlice quería que el sitioweb estuviera listo en el plazo de unmes y le habíaencomendadoproporcionar los textos (un trabajomásdifícilde loquedeberíaporlaconstantenegativaacolaborardelahomenajeada).

No se trataba de algo tan simple o tópico como que una octogenariarechazaselasnuevastecnologías;dehecho,Aliceseenorgullecíademantenersealdía.Internethabíacambiadoporcompletolosprocedimientospolicialesenlavida de Diggory, y Alice era muy rigurosa cuando se trataba de lograr elrealismo de sus libros. Lo que la ofendía era la «insidiosa intromisión» de laesfera pública en la privada. Hacer publicidad estaba muy bien, decía, pero,cuandoelautorsevolvíamásimportantequeloslibros,elmundosindudahabíaperdido el norte. Solo la cercanía del cincuenta aniversario y una súplicapersonal del director de la editorial la habían inducido a aceptar, y con unacondición:«Noquierosabernadaalrespecto,Peter.Túteencargasdetodo,¿deacuerdo?».

Peter le había dado su palabra y estaba cumpliendo su labor con cautela,cuidándose mucho de pronunciar palabras como «online» y «plataforma» enpresencia de Alice. La biografía de la autora había sido bastante sencilla (yateníaundocumentoquemanteníaactualizadoparaloscomunicadosdeprensa)yestaba bastante orgulloso de la página especial que había montado desde laperspectiva de Diggory Brent, pero ahora estaba trabajando en la sección de

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preguntas frecuentes y las cosas avanzaban despacio. El problema era que eltrabajo dependía de las respuestas de Alice. Sin su cooperación, se atascabaconsultandolosarchivosenbuscadeartículosqueofrecieranrespuestas.

Sehabíacentradoenel temadelprocesodeescribir,enparteporquesabíaquecomplaceríaaAlice,enparteparanocomplicarselavida.Alicenoconcedíamuchasentrevistasaquellosdías,ycuandolohacíaeraconlaestrictacondicióndequesolohablaríadesuobra.ProtegíasuintimidadconunfervorqueaPeterlepreocupabaaveces(siempreensilencioynuncadondeellapudieraintuiresapreocupación)quebordearalaneurosis.

Habíaincluido,sinembargo,algunaspreguntaspersonalespordeferenciaala publicista de Alice, quien había enviado una «breve lista» de treintasugerencias,yparaencontrarlasrespuestashabíatenidoqueremontarseavariasdécadasatrás.LosarchivosdeAlicenoeranunejemplodeorden.Alolargodelosañossehabíanusadointeresantesyvariadossistemasdearchivos,ylatareaeramáscomplicadadeloqueesperaba.

Pero, por fin, encontró algo. En una entrevista con el Yorkshire Post deagostode1956habíaunacitadeAliceque,conunleveretoque,podríaencajarcomorespuestaaunadelaspreguntaspersonalesmáspeliagudas:

P:¿Quéclasedeniñafue?¿Erayaescritoraentonces?

Petervolvióarepasarlaslíneasqueacababadesubrayar.

R:Siempreestabagarabateando,eradeesasniñasalasqueregañabanporescribirenlasparedesoporgrabarsunombreenlosmuebles.Tuvelasuertederecibirelapoyodeunamigode la familia, un escritor quenoparecía cansarse nuncadefomentar las fantasías de una niña.Uno de los regalosmás importantes que herecibidofuemiprimerdiario.Melodiomipadre.¡Cómoatesorabaesecuaderno!Lo llevaba conmigo a todas partes y despertó en mí una predilección por loscuadernos que jamás he perdido. Mi padre me regalaba uno nuevo cada año.Escribítodaunanovelademisterio,laprimera,enelquerecibíalcumplirquinceaños.

Encajabaalaperfección.Tarareandoparasí,Peterbajóporeldocumentoenlapantalladelordenador, a lacazadelespacioenblancodondedeberíahaberunarespuesta.Laluzcálidadelatardebañabaelteclado.Unautobússuspiróaldetenerseenlacalle,unamujerquehablabacomosiestuvieraapuntodereírse

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dijoaalguien«¡Dateprisa!»,yen lacalleparalelaunmúsicocallejero tocabaunacancióndeLedZeppelinenunaguitarraeléctrica.

Peteryaestabarecogiendosuscosasmentalmente,imaginandoellargoviajeenautobúsacasaencompañíadePipyAbelMagwitch,cuandootrapreguntadeldocumentolellamólaatención.O,parasermásprecisos,larespuestaqueélmismohabíatecleadodebajo.

P:EnunabrirycerrardeojosfuelaprimeranoveladeDiggoryBrentquepublicó,pero¿fuesuprimermanuscritoterminado?

R: Así es. Soy una de esas raras y afortunadas autoras que nunca han tenido queenfrentarsealrechazodeunaeditorial.

Peterdejódetararear.Miróunavezmáslaslíneassubrayadas.Las dos respuestas no se contradecían exactamente. Existía una diferencia

entre completar un manuscrito y escribir una novela en un diario deadolescencia,peroPetercreyórecordaralgo.

Hurgó en la pila de fotocopias que poblaba el escritorio en busca de laspáginasdelasquehabíaextraídolarespuesta.Laencontróenunaentrevistade1996delParisReviewylaleyóentera.

ENTREVISTADOR:En un abrir y cerrar de ojos fue el primer manuscrito que terminó,pero,sinduda,noseríaelprimeroquecomenzó.¿Noescierto?

EDEVANE:Dehecho,sí,fueelprimero.

ENTREVISTADOR: ¿Jamás se había puesto a escribir ficción antes de comenzarEn unabrirycerrardeojos?

EDEVANE:Jamás.Nisemehabíapasadoporlacabezaescribirunrelato,menosaúnuna novela policiaca, hasta después de la guerra. Una noche el personaje deDiggory Brent se me apareció en un sueño y a la mañana siguiente empecé aescribir.Esunarquetipo,porsupuesto,aunque,siunescritordegénerodicequesupersonajenocompartesuspreocupacioneseintereses,estámintiendo.

Peteroyóel tictacdelrelojdelarepisa.Selevantó,seestiró,seterminóelvasodeaguayseacercóalaventana.Pormuchasvueltasquelediera,lasdosentrevistassecontradecían.

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Volvióa sentarse traselescritorio.Elcursorparpadeabaentre laspalabras«estámintiendo».

Alicenoeraunamentirosa.Dehecho,erasinceradeunmodoescrupuloso;sincerahastaelpuntoderesultarofensivaenmuchoscasos.

Ladiscrepancia era, por tanto, un error.Habían transcurrido cuarenta añosentreunarespuestayotra,tiempodesobraparaolvidaralgo.Aliceteníaochentay seis años.Peterno lograba recordar concertezapartesde su infanciay soloteníatreintaaños.

Aunasí,noestabadispuestoapublicar en lapáginawebalgoquepudieracomprometeraAlice.Enlostiemposquecorríannoerafácilrestarimportanciaa las falsedades o las contradicciones.Todo se podía verificar al instante.Lascontradiccionessecazabanantesque loque tardabaencaerun insectoenunatelaraña.Yanoeraposibleserolvidado.

Peterdiogolpecitoseneltecladoconunsolodedo,distraído.Noteníagranimportancia, pero era irritante. No era posible preguntar a Alice directamentequé entrevista decía la verdad. Había prometido encargarse del sitio web sincausar molestias y no quería arriesgarse a insinuar que había dicho unamentirijilla.

Susojossedirigierondenuevoalapantalla.

Ni semehabíapasadopor la cabeza escribir un relato,menosaúnunanovelapoliciaca,hastadespuésde laguerra…¡Cómoatesorabaesecuaderno!Lo llevabaconmigo a todas partes y despertó en mí una predilección por los cuadernos quejamásheperdido…Escribítodaunanovelademisterio,laprimera,enelquerecibíalcumplirquinceaños.

Afuera,enlasescaleras,sonaronunospasosyPetermiróelreloj.LapuertadeentradaseabrióyoyóaAliceenelvestíbulo.

—¿Peter?—Enlabiblioteca—dijo,pulsandoelbotóndeapagadoqueredujolapágina

aunamanchaelectrónica—.Estabaacabando.¿Unatazadetéantesdequemevaya?

—Sí,porfavor.—Aliceaparecióenlapuerta—.Hayunoscuantosasuntosde los que me gustaría hablar contigo.—Parecía cansada, más frágil que decostumbre.Dabalaimpresióndequeelcalordeldíasehabíaacumuladoenlospliegues de su ropa, su piel, su actitud—. ¿Algún mensaje? —preguntó,

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sentándoseparaquitarseloszapatos.—Janellamóacercadelanuevanovela,Cynthiaquierehablardelacampaña

publicitariayhubounallamadadeDeborah.—¿Deborah?—Alicealzólavistadeinmediato.—Hacesolomediahora.—Perosilaacabodever.¿Estábien?¿Hadejadounmensaje?—Sí.—Peterapartólosarchivosdelasentrevistasparaencontrarlanota—.

Estáaquí,enalgúnlado.Loescribíparanoolvidarlo.—Encontróelpedazodepapelyfruncióelceñoalversugarabato.Deborahsiempreeramuyformalalhablar por teléfono, pero hoy se habíamostrado especialmente circunspecta yhabíainsistidoenquelerepitieraelmensajeaAlicepalabraporpalabra,queeraimportante—. Me pidió que le dijera que sí lo recordaba y que se llamabaBenjaminMunro.

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Capítulo14

Cornualles,23dejuniode1933

EnsuúltimamañanaenLoeanneth,TheoEdevanesedespertóconlospájaros.Solo tenía once meses de edad y era demasiado joven para comprender elconcepto del tiempo, más aún para leer la hora, pero, si hubiera sido capaz,habríasabidoquelasagujasdelenormerelojdelcuartoacababandemarcarlascincoyseisminutos.Theosolosabíaquelegustabacómolaluzsereflejabaenlasagujasplateadasylashacíabrillar.

ConelpulgarenlabocayPuppybajoelbrazo,rodóalegresobreuncostadoymiróenlapenumbrahaciadondedormíasuniñera,enunacamaindividualenunrincón.Noteníapuestaslasgafasy,sinlaspatillasmetálicasapuntalandolasfacciones,elrostroselehabíadesmoronadosobrelaalmohada,reducidoaunaseriedelíneas,arrugasybolsassuavesyfláccidas.

Theo se preguntó dónde estaría su otra niñera,Rose. La echaba demenos(aunquelosdetallesdeloqueechabademenosyacomenzabanadesvanecerse).Lanuevaeramásviejaymás severay suolor lehacía cosquillas en lanariz.Siempreguardabaunpañuelohúmedodentrodelamangadelvestidonegrodealgodón y tenía una botella de aceite de ricino en la repisa de la ventana. Amenudodecía:«Laspalabras“nopuedo”noexisten»y«Laautoalabanzadicepocodelapersona»,ylegustabasentaraTheoenelcochecitonegrograndeyllevarlodeun ladoaotroporelaccidentadocaminodeentrada.ATheono legustaba ir sentado en el cochecito, no ahora que sabía andar; había tratadodedecírselo,peronosabíamuchaspalabrasyBruen,laniñera,selimitabaadecir:«Silencio, señorito Theodore.No hemos pedido al señorMaleducado que nosacompañe».

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Theoestabaescuchandolospájarosporlaventana,observandoelamanecerquesubíaporeltecho,cuandoelsonidodelapuertaalabrirselehizoponersebocaabajoymirarentusiasmadoporentrelosbarrotesdelacuna.

Ahí,devolviéndolelamiradaenlaranuraentrelapuertaylajamba,estabasuhermanamayor, lade las trenzas largasycolorcastañoymejillas llenasdepecas,yTheosintióensuinteriorunaexplosióndeamoryemoción.Sepusoenpiecomopudoysonrió,golpeandoconlasmanoselbordedelacunaparaquetintinearanlasperillasmetálicasdelasesquinas.

Theo tenía tres hermanasmayores y las quería a las tres, pero esta era sufavorita.Lasotraslesonreíanylearrullabanyledecíanqueeraunaricura,perono podía contar con ellas de lamismamanera.Deborah lo soltaba siTheo seentusiasmaba demasiado y le tiraba del pelo o de la ropa, yAlice podía estarriendo un minuto mientras lo pasaban en grande jugando a cucú ¡tras! y alsiguienteadoptarunaexpresiónextraña,comosiyanoloviera.Entonces,ysinexplicaciónalguna,seponíadepieyseibamuylejos,dondevivíanlosadultos,yempezabaaarañarelcuadernoconunbolígrafo.

Esta, sin embargo, Clemmie, nunca se cansaba de hacerle cosquillas, deponermuecasdivertidasydehacerlepedorretasenlabarriga.Selollevabadepaseo,conesosbrazoscálidosydelgadosenvolviéndoleconfirmezalacinturay,cuandoporfinlodejabaenelsuelo,noleinterrumpía,comolasotras,justocuando había encontrado algo realmente interesante que explorar. No usabapalabrascomosucioopeligrosoo¡no!cuandoveníaabuscarloporlamañana,aprimera hora, como hoy, y siempre pasaban por la cocina, donde había pancalienteyreciénhechosobrelosestantesyfrascosdemermeladacontrozosdefresaenlaalacena.

Theo agarró a Puppy expectante y levantó los brazos, retorciendo elcuerpecito como si fuera a liberarse de la cuna si se esforzaba lo suficiente.Agitó lasmanos,estiró losdedosdealegríaysuhermanamayorsonrióde talmaneraquese le iluminaron losojosy laspecasdanzarony, talycomoTheosabíaqueharía,seacercóalacunaylosacóporencimadelosbarrotes.

MientraslollevabaatrompiconeshacialapuertayBruen,laniñera,roncabacontralaalmohada,laeuforiallenódeenergíaelcuerpodeTheo.

—Venga,gordito—dijosuhermana,quelebesuqueólacabeza—,vamosaverlosaviones.

ComenzaronabajarjuntoslasescalerasyTheosonrióalverlaalfombrarojaypensóenelpancalienteconmantequillaymermelada, en lospatos juntoal

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arroyo,enlostesorosqueibaaencontrarenelbarroyenlosbrazosextendidosdesuhermanaal jugarquevolabany,al cruzarelvestíbulo, rioconelpulgartodavíaenlabocasoloporlaalegríadeserfelizysentirseamadoyvivo.

***

Eleanoroyóelcrujidodelosescalones,perosumentedormidalotomóporalgoimaginado, parte de un sueño trepidante en el que ella era la maestra deceremoniasdeuncircograndeycaótico.Los tigresno sedejabandomesticar,los trapecistas no paraban de resbalarse y habían perdido un mono. Cuandodespertó a la realidad en su habitación, el ruido era ya un recuerdo lejano,perdidoenunvacíooscuroycavernosodelsueñoconlosdemásresiduosdelanoche.

La luz, la solidez, la mañana por fin. Tras meses de preparativos, habíallegadoeldíadelafiesta,peroEleanornosaltódelacamaconpresteza.Habíasido una noche interminable y tenía la cabeza como una esponja húmeda. Sehabía desvelado en la oscuridad y había permanecido horas despierta, con lacabezallenadepensamientosenlahabitaciónrecalentada.Lasovejasquehabíacontado se habían convertido en tareas pendientes para el día, y hasta elamanecernoseabandonóaunsueñotumultuoso.

Sefrotólosojosyseestiróy,acontinuación,cogióelviejorelojdesupadredelamesilladenoche,ymirósurostroredondoyleal.¡Noerannilassieteyyahacía ese calor insoportable! Eleanor se desplomó contra las almohadas. Dehaber sidocualquierotrodía, sehabríapuestoel trajedebañoyhabría idoalarroyo a darse un chapuzón antes del desayuno, antes de que los otrosdespertaranytuvieraqueconvertirseenmadre.Siemprelehabíagustadonadar,sentirlasuavidaddelaguacontralapiel,laclaridaddelaluzsobrelasuperficieondulante,cómo los sonidos seespesabancuandosumergía losoídos.Deniñatenía un lugar favorito, particularmente profundo, cerca del cobertizo de lasbarcas,dondecrecíalaverbenasilvestreenlariberaescarpadayelaireeradulcey acre. El agua estaba fresca cuando desaparecía debajo de la superficie,descendiendomásymás,hastasentarseentrelosjuncosresbaladizos.Losdíaseranmuchomáslargosporaquelentonces.

Eleanorextendiólamanoypasóunbrazosobrelasábanaasulado.Anthony

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noestaba.Sehabríadespertadotempranoyestaríaarriba,huyendodelalborotoque, como sabía por experiencia, traería el día consigo. Hasta hacía poco sepreocupabaaldescubrirqueyasehabíalevantado,sedesvivíahastaencontrarlo,solo;peroyanoeraasí.Habíaarreglado lascosasyese temorconcretohabíapasadoamejorvida.

Fuera arrancó una segadora y Eleanor exhaló el suspiro que había estadoconteniendo sin darse cuenta. La segadora era una señal de que hacía buentiempo,graciasaDios;unacosamenosde laquepreocuparse.Habríasidoundesastre que lloviera. De madrugada había oído truenos, y eso fue lo que ladesveló en primer lugar. Había corrido a la ventana y apartado las cortinas,temiendoelmundoempapadoqueveríaafuera.Sinembargoerauna tormentalejana,y los relámpagosnoerande losque traían lluvia.El jardínestabasecobajolaluzdelaluna,sumidoenunsilencioinquietante.

Aliviada, Eleanor había permanecido un rato de pie en la habitación aoscuras,observando las levesondulacionesdel lago, lasnubesdefiloplateadoquesedesplazabanporelcielodepeltre,abrigandolaasombrosasensacióndeserlaúnicapersonadespiertaenlatierra.Noeraunasensacióndesconocida;lerecordóesasnochesenquesushijaseranbebésylasamamantabaellamisma,paradisgustodesumadre,acurrucadaenelsillónjuntoalaventanadelcuartode los niños. Pequeños chillidos de satisfacción animal, manos diminutas yaterciopeladasentresussenoshinchados,elsilenciovastoeinmóvildelmundoquelasrodeaba.

AEleanor ledabandecomerenesamismahabitacióncuandoerabebé, sibien en condiciones muy diferentes. Su madre no toleraba las costumbres«vampíricas»delosbebésyhabíaenseñadoaBruen, laniñera(másjovenporaquelentonces,peronomenosanticuada),aprepararlechedevacaesterilizadapara«lapequeñadesconocida»,enunodelosbiberonesquehabíacompradoenHarrodsparatalfin.AúnhoyEleanornoeracapazdepercibireloloragomasinexperimentar una pronunciada sensación de náusea y aislamiento. Como eranatural,Bruen,laniñera,habíaaprobadosinreservaselrégimenyhabíapasadoaprepararbiberonesconprecisiónmilitaraintervalosdictadosporelfríorelojdelcuartodelosniños,envezdelosruidosdelpequeñoestómagodeEleanor.No vendría mal, habían acordado ambas mujeres, que la niña comenzara sueducaciónencuestionesdeordenypuntualidad.¿Cómosinoibaaconvertirseen una subordinada auténtica que aceptara con alegría su puesto en el últimoescalóndelajerarquíafamiliar?Fueronlosdíasdepapillainsípida,antesdeque

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llegara el padre de Eleanor y la rescatara de su infancia victoriana. Se habíadecididoaintervenircuandocomenzaronahablarsobrecontratarunainstitutrizyentoncesdeclaróquenoeranecesario,queéleducaríaasuhijapersonalmente.EraunadelaspersonasmásinteligentesqueEleanorhabíaconocido:nohabíatenidounaeducaciónformal,adiferenciadeAnthonyoelseñorLlewellyn,peroera un gran estudioso que recordaba todo lo que leía y oía, quemeditaba sincesar,queencajabadiferentespiezasdelsaberysiemprebuscabamás.

Eleanorserecostócontralasalmohadas,sepusoelqueridorelojylevinounrecuerdodesímismasentadaenelregazodesupadre,antesdelincendioenlabiblioteca,escuchándoleleerlatraduccióndeBeowulfdeWilliamMorrisyA.J.Wyatt.Erapequeña,demasiadopequeñaparacomprenderbienelsignificadodelinglésantiguo,ysehabíaquedadoamodorrada.Conlacabezaapoyadaenelpechodesupadrehabíaescuchadoelrumordeesavozquesurgíadelinterior,elecocálidodeunmurmulloqueestabaentodaspartesa lavez.Elparpadeodelas llamas anaranjadas que se reflejaban en el cristal del reloj de su padre lahabíahipnotizadoyelobjetosehabíaconvertidoensímbolodelaseguridadylasatisfacciónabsolutasquesentíaenaquelmomento.Ahí,juntoaél,enelojodelatormenta,enelcentrodeluniversoquegiraba.

¿Talvezsiempreexistíaesaconexiónentrepadresehijas?Anthonyerasindudaunhéroeparasusniñas.Asíhabíasidodesdequeregresódelaguerra.Alprincipio,sehabíansentidointimidadas,doscaritasquemirabancuriosastraslapuertadesuestudio,conlosojosabiertoscomoplatosyhablandoensusurros,pero no habían tardado en caer rendidas. No era de extrañar. Las llevaba deacampada a los prados, les enseñó a tejer barcos de hierba, escuchaba conpacienciatodossusllantosycuentos.Unavezenel jardín,uninvitadoconunjulepe de menta en la mano se había puesto a hablar con Eleanor mientrasAnthonyjugabaalpotroconDeborahyAlice.Entonceslehabíallegadoelturnoa la diminuta y tambaleanteClementine yAnthony se había convertido en uncaballoquegalopabaportodoeljardínylastresniñassemoríandelarisa.Elinvitado le había preguntado, con malicia disfrazada de compasión, si no lemolestabaquesumarido fuera tanclaramenteel favoritodesushijas.Eleanorhabíarespondidoqueporsupuestoqueno.

Eracasicierto.Despuésde lasprivacionesde laguerra,cuatro largosañosduranteloscualessehabíanvistoobligadosavivirseparados,acreceryasumirnuevasresponsabilidades,tenerlodevueltaencasayverelamoryelasombronoadulteradosconqueobservabaalasniñaseralapanacea.Comodisponerde

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unamáquinadeltiempoyviajardevueltaalaedaddelainocencia.Eleanorsacólafotografíaqueguardabajuntoalacama.Estabanlosdosen

elhuertodelacocinaenelaño1913,Anthonyconsusombrerodepaja,nuevoporaquelentonces.Mirabadirectamentealfotógrafo,lasonrisaladeadacomosiacabara de hacer un chiste. Eleanor lo contemplaba embelesada, con el pelorecogido en un pañuelo; ambos sostenían unas palas. Fue el día en que sepusieron a cavar el huerto de fresas y lo dejaron hecho un desastre. HowardMannestabadetrásde lacámara.LlegóundíaensuSilverGhost, impacientepor «comprobar que no habíais desaparecido de la faz de la tierra», y acabóquedándose toda la semana. Habían reído, bromeado y discutidoapasionadamentedepolítica,genteypoesía,igualqueenlosañosdeCambridgey,cuandoporfinregresóaLondres,lohizoaregañadientesyconlapromesadevolver pronto y un maletero lleno de las sobras de la primera cosecha deAnthonyyEleanor.Almirar ahora la fotografíay recordar cómoeran losdosporaquelentonces,Eleanorsintióenlomásvivoelabismodeltiempo.Sesentíapequeñacomparadaconaquellosdosjóvenesfelices.Tanconfiados,tanenteros,tanintactosporlavida…

Chasqueólalengua,impacienteconsigomisma.Eralafaltadesueñoloquelavolvíanostálgica,eljaleodelosúltimosmeses,elpesodelajornadaqueseavecinaba.Concuidado,dejó la fotografíasobre lamesilla.Elsolempezabaacalentar y en las cortinas de brocado había aparecido una deslumbranteconstelación de puntos de luz.Eleanor sabía que era hora de levantarse y, sinembargo,unapartedeellaseresistía,aferrándosealaideairracionaldequealquedarseenlacamadetendríalacuentaatrás.Impediríaquelaolalaengullera.Esimposibledetenerlamarea.Lavozdesupadre.LosdosmirabanelmarenMiller’sPoint, lasolasseestrellabancontra las rocasen labasedelacantiladoantesdecederyserarrastradasdenuevo.Estaninevitablecomoqueeldíasigaalanoche.Fuelamañanaenqueledijoqueestabaenfermoylehizoprometerquerecordaríaquiéneraellacuandoélsehubiera ido:Recuerdaseguirsiendobuena y valiente y sincera. Esa vieja y querida frase deEl umbralmágico deEleanor.

Eleanorapartóelrecuerdoyseconcentró.Losprimerosinvitadosllegaríanalasochode la tarde, locual significabaquedebíaestarvestiday listayhaberingeridounabebida fuerte antesde las siete ymedia.Ay, pero ¡cuántas cosasquedabanporhacer!Habríaqueinsistiralaschicasparaqueecharanunamano.AAlice le encargaría una tarea sencilla (agradable, dirían algunos, aunque no

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Alice, como sabía muy bien Eleanor): llenar los jarrones de los cuartos deinvitados con flores. Deborah habría hecho un trabajo excelente, peroúltimamenteestabademalhumor, irascibleyconganasde llevar lacontraria,llenadeesafeingenuadelosadolescentesquesecreencapacesdehacerlotodomejorquesuspadres,yEleanornoestabadehumorparadiscutir.EncuantoaClemmie,pobrecita,bastanteseríaquenoestorbara.LaqueridaClemmie,desdesiemprelamásinusualdelashijasdeEleanoryahoraatrapadaenesaetapadepotrillo,torpe,dentudaydesgarbada,resistiéndoseaabandonarlainfancia.

DerepenteseabriólapuertayentróDaisy,quesosteníaenaltolabandejadeldesayuno,orgullosa.

—Buenosdías,señora—saludóconunaalegríairritante—.¡Porfinllegóelgrandía!

Depositólabandejasobrelacama,sindejardeparlotearsobreelmenúylosinvitadosyellamentableestadodelacocina.

—¡Hedejadoa lacocinerapersiguiendoaHettiealrededorde lamesaconunagallinaenunamanoyunrodilloenlaotra!

Sealejóparadescorrerlascortinas,ylaluz,unaluzdeespecialintensidad,entróporloscristalesybarriólosúltimosrastrosdelanoche.

YmientrasDaisyselanzabaaunrelatoquenadielehabíapedidoacercadelospreparativosquesehacíanenelpatio,Eleanorsesirvió tédeunapequeñateteradeplatay sepreguntócómodiablos se las arreglaríaparahacer todo loquehabíaquehacer.

***

Lascortinasdelaventanadelahabitaciónseabrierony,desdesuasientoeneljardín, Constance vio a Daisy, la criada bobalicona, revolotear graznando ycacareando,sindudadandoganasaEleanordearrancarselasorejas.Seloteníamerecido.¡Aquiénseleocurríalevantarsetantardecuandohabíaunafiestaqueorganizar!PeroEleanorsiemprehabíasidounaniñadelomásimpredecible.

Constance había desayunado hacía una hora. Siempre se levantaba alamanecer;eralacostumbredetodaunavida.Noporesocarecíadedefectos;dehecho, siempre había pensado que una mujer tiene el deber de parecerinteresante,perolapuntualidaderaunavirtud,segúnleinculcarondeniña,sinla

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cualunoperturbabalavidadelosdemás.Unagroseríaimperdonable.Eljardínerayaunherviderodeactividad.Constanceteníapapelyunalista

decartasqueescribir,peroeracasiimposiblenocederalasdistracciones.Unaseriedehombres fornidoserigían sofisticados lanzadoresde fuegosartificialesenelpatioovaladoyhabíancomenzadoallegarcamionetasconcomida.Cerca,unpardetoscoslugareñosconcoronasdecorativassededicabanapisotear losarriatesmientrasbuscabanunlugardondeapoyar laescalera.Unodeellos,unmuchacho irritableconun sarpullidoenelmentón,habíacometidoel errordeacercarse aConstance cuando llegaron buscando «al jefe», peroConstance sehabíalibradodeélenseguidaconunamiradainexpresivayuncomentariosobreel tiempo. La senilidad era un disfraz útil. Era cierto que a veces se le iba lacabeza,peronotantocomoleshacíacreer.Aúnpodíaconcentrarseparaobtenergrandesresultadossisesentíasuficientementeinspirada.

Sí, ibaa serunbuendía.Apesardequenunca lohabría admitidoenvozalta,ymenosaúnaEleanor,aConstanceleencantabalafiestadelsolsticiodeverano.LosEdevanenorecibíaninvitadosamenudo,peroEleanornohabíasidocapazdeinterrumpirlatradición,graciasaDios.EsacelebraciónenLoeannetheraelpuntoálgidodelañoparaConstance, loúnicoporloquelecompensabavivir allí, enaquel lugardejadode lamanodeDios,dondeelolor amary elespantososonidodelromperdelasolascuandolabrisasoplabadedeterminadamanera bastaban para helarle la sangre. Constance detestaba ese sonido. Lerecordabaesanoche terriblede tantosañosatrás;pensabaquesehabía libradodeélaldejar lacasahacíamásdeveinteaños,pero lavidaaveceseraasídecruel.

Daba igual. El propósito y la emoción de los preparativos de la fiesta lerecordaron tiempos más felices: la emoción que sentía de joven, vestida consedasyjoyas,alrociarseconaguadecoloniayrecogerseelpelo;elmomentodela llegada, hacer la gran entrada, recorrer lamultitud con lamirada, llamar laatención de una conquista digna de ella, y, a continuación, la emoción de lapersecución,lacalidezdelarelucientepistadebaile,lahuidaentresusurrosporpasillosaoscurasparareclamarsupremio…Aveces,enlosúltimostiempos,elpasadosevolvíatanvívido,tanrealquecasicreíaseresajovendenuevo.

Elmovimiento rompió su ensoñaciónyConstance sintióque su sonrisa sedesvanecía. Se había abierto la puerta de entrada y había aparecido DaffydLlewellyn,que se tropezóenelumbralal ajustarseel sombreroycolocarseelcaballete en la cadera. Constance se quedó quieta, oculta en las sombras. Lo

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últimoquequería era verse arrastrada amantener una conversación con aquelhombre.Llewellynsemovíamásdespaciode lohabitual,casicomosi tuvieraalgúndolor.Constancelohabíanotadolaotratarde,cuandotodosestabanenelpatioyEleanorhizoel anuncio sobreelpremioqueestabaapuntode recibir.Acidez estomacal, al parecer… No es que fuera de su incumbencia ni leimportase;Constance no tenía tiempopara aquel hombre débil y tonto.Cómomerodeaba por la casa y el jardín cuando ella era la señora, con esa ropaexcéntricayesamiradatristeylosridículoscuentosdehadas…Cadavezquesedabalavueltaseloencontraba.¡Yesacrisisnerviosasuya!Constancehusmeócondesprecio.Elhombrenoteníaniorgullonivergüenza.¿Quémotivostendríapara sentirse abatido?Eraellaquien sedeberíahaber sentidoherida.Lehabíaarrebatado a su hija con sus disparates sobre tierras encantadas y sobre laredención,yencimaabusabadesuhospitalidad.LehabíapedidoaHenriqueloechara,peroHenri,dócilymaleableparatodolodemás,sehabíanegado.

YahoraeraelturnodeEleanordemimarycomplaceraesehombre.Deniñahabía sentido adoración por él, y él por ella, y aún compartían una singularamistad. Constance los había visto en un íntimo tête-à-tête hacía un par desemanas, sentados en el jardín, cerca de las rosas. Eleanor le estaba contandoalgo,surostroeralavivaimagendelaangustia,yélasentía,yentonceslehabíatocadolamejillaconlapuntadelosdedosyConstancehabíacaídoenlacuentadequeEleanorestaballorando.Enesemomentosupodequéestabanhablando.

Una cálida brisa soplaba ligera y los pétalos se esparcían como confeti.Constance veía muchas cosas aquellos días. Habría preferido conservar lajuventud y la belleza, pero no servía de nada rebelarse contra lo inevitable yhabía comprobado que envejecer acarreaba ciertas ventajas. Cuando perdió elpoder de atraer todas las miradas, adquirió la capacidad de quedarse quieta,respirar despacio, pasar inadvertida. Y, por tanto, ver cosas. Había visto aDeborahhacérselopasarmalasumadredesdequesehabíaprometido,aAliceescabullirseparaverseensecretoconesejardinerodepelooscuroyojosgitanosytambiénhabíasidotestigodelasuntoentreAnthonyylajovenniñera.

Erauna lástimaqueEleanorno fuera tanobservadoracomoConstance.Sehabría enterado antes de las cosas. Constance se preguntaba cuánto tiempotardaríaendarsecuenta.Por supuesto,podríahaberlecontadoa suhija loquehabíavisto,perolagentetendíaaculparalmensajeroyeraevidentequeEleanorhabíaterminadoporaveriguarlosola,pueslajovenniñerasehabíaido.Lahabíadespedido casi sin preaviso y sin armar jaleo.Ahí se pudriera.Esas sonrisitas

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disimuladas, esas conversaciones arrebatadas cuando pensaban que nadie losveía. Constance, sin embargo, los veía.Una tarde llegó a observar a la jovenentregándoleunregalo,unlibro.LavistadeConstancenoeraladeantesynohabía sido capaz de distinguir el título, no en ese momento, pero se propusoentrar a hurtadillas en el estudio deAnthony y allí, entre lasmariposas y laslupas,distinguiólamismaportadaverde.UnlibrodepoemasdeJohnKeats.

No era la infidelidad lo que la ofendía (Constance no veía por qué loshombresylasmujeresnodebíanconcederseelgustocuandolaoportunidadsepresentaba), pero la discreción era crucial. A las personas de su clase lescorrespondíatomardecisionescorrectas,paraquelanoticianosedivulgaramásalládelcírculo íntimo,dondeseconvertiríaenunchismorreo.Yahíestabaelquid de la cuestión. Sin duda alguna, una empleada no formaba parte de esecírculo,yenredarseasíconunanosoloerainsensato,tambiéncruel.Lesmetíaaloscriadosideasenlacabezaquenocorrespondíanasucondiciónynadabuenopodíasurgirdeello.

La familiaridad tendía a producir transgresiones, y Rose Waters se habíatomadodemasiadasconfianzas,sobretodoalcuidaralpequeñoTheo.Laniñeranohabíarespetadoniunasoladelasbarrerasprofesionalesqueerandeesperar:besuqueabaalniñoy lecanturreabaaloídodulcemente, lehacíacarantoñasalllevarloporel jardínenvezdesentarlocomoeradebidoenelcochecito.Esaszalamerías se podían tolerar a un miembro de la familia, pero jamás a unaempleada.Y las libertades no terminaban ahí. RoseWaters se había olvidadounayotravezdecuálerasusitio,hastaculminarrecientementeenunmomentodelocuraenelqueosóreprenderaConstanceporentrarenelcuartodelosniños«durantelashorasdedescanso».Constanceeralaabueladelniño,porelamordeDios, y solo quería sentarse junto a la cuna y contemplar al pequeño, esepechoquesubíaybajabaconinsultantebuenasalud.

Gracias a Dios había regresado Bruen. Constance se alegraba con solopensarlo. Qué bueno volver a ver a su antiguo bastión para hacerse cargo deTheo.Constanceteníauninterésespecialensupequeñonieto,yyaerahoraderestaurar lasnormasadecuadas.Sehizoelpropósitodehablar conBruenmástarde. Había visto algo del todo inaceptable apenas treinta minutos antes.Clementine,esaniñadedesafortunadorostropecosoydientesdecaballo,habíaaparecidoporunlateraldelacasa¡llevandoalbebéacaballito!Constancehabíasentidoeldespertardelarabiaensuinterior.Lahabíallamadoavoces,conlaintenciónderegañarla,perolaniñahabíahechocasoomiso.

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Constancemiróhacia el jardíndondehabíavistoporúltimavez a laniña,queahorahabíadesaparecidocercadel lago.La segadora traqueteaba sobre elcéspedasuespaldayseabanicóconelpapeldecartas.Losruidosmecánicosparecíanintensificarelcaloryhoyibaahaceruncalorespantoso.Lagentehacíacosas raras cuando los termómetros subían, cosas inesperadas. No erainfrecuentequeunapersona sevolvieraunpoco loca cuando las temperaturaseransofocantes.AConstancenuncalehabíagustadoShakespeare(casitodasuobraeraunverdaderotostón),peroteníarazónenalgo:elsolsticiodeveranoeraunaépocaextrañaeimpredecible.

NohabíanirastrodeClementineyelbebé.LarisadeTheotodavíarepicabaen su memoria y Constance sintió que se le ablandaba el corazón. Eraverdaderamente un niño de lo más encantador: naturaleza robusta, sonrisaadornadaconhoyuelosyesaspiernecitasregordetasyfuertes.Sepreguntaba,aveces, cómo habría sido el otro pequeño, el primero, de haber tenido unaoportunidad.

EstatardeibaasentarsejuntoaTheo,decidióConstance,yamirarlodormir.Últimamenteeraunadelascosasquemáslegustabahacery,ahoraquesehabíaidoRoseWaters,EleanorestabaocupadayBruen, laniñera,eraconscientededóndeestabasusitio,nadieseloimpediría.

***

Clemmie escogió el camino estrecho de hierba plana que discurría paralelo alarroyo. Había otras formas de llegar, más rápidas, pero a Theo le gustabachapotearenlasaguaspocoprofundasdelcruceyaClemmielegustabahacerlefeliz.Además,eralavísperadelsolsticiodeveranoyenlacasareinaríaalborototodo el día. Cuanto más tiempo estuvieran fuera, mejor. Se le ocurrió, de unmodo desapasionado, sin compadecerse de símisma, que era probable que nisiquieralosecharandemenos.

—Menosmalquenostenemoselunoalotro,gordito—dijo.—¡Ga!—gorjeóTheoamododerespuesta.Unaemocióntansimilaralaangustiacomoalamorlaembargóderepentey

sujetóconmásfuerzalaspiernasdeTheo,tanrechonchasyblanditas.Lehabíaarrebatadosulugarcomolapequeñadelafamilia,peroClemmieeraincapazde

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imaginarunmundosinsuhermano.Teníanelsolalaespaldaysussombraslargasyenlazadasseestirabanante

ellos, el cuerpo alargadodeClemmie con laspiernecitasdeTheoasomandoaambos costados. Theo erguía la cabeza por encima del hombro de Clemmieaferrado a su espalda, y de vez en cuando extendía el puño, pequeño yentusiasta, para señalar algo que veía al pasar. Había necesitado un poco depráctica, pero ya se le daba bien agarrarse fuerte al cuello. Clemmie inclusopodíaestirarlosbrazosdeparenparcuandoleveníaengana,paradeslizarseatravés del aire, escorándose a un lado y a otro en complicadas maniobrasacrobáticas.

Sedetuvocuando llegaronal crucedepiedras,dejóaun lado la cestaquehabíatraído(conpastelesparalafiestarobadosdelacocina),ybajóaTheoquesedeslizóentresuspiernashastaungranmontículodehierbasecaenlaribera.Aterrizóconunarisitadeplacerysepusoenpie.

—Agu—afirmóconairesdeimportancia,señalandoelarroyo—.Agu.MientrasTheopisoteabalos tréboleshasta llegara laorillaembarradayse

acuclillaba entre los juncos, Clemmie buscaba la piedra perfecta para querebotaraenel agua.Debía serpequeña,planay lisa,pero,apartedeeso, teníaqueasentarsebienentrelosdedos.Cogióunayjuzgóelpeso,laredondezdelosbordes,antesdedescartarlaporserdemasiadoirregular.

Este proceso lo repitió una, dos, tres veces, antes de encontrar una que, sibiennoeraperfecta,parecíaqueserviría.Laguardóenelbolsilloyempezóabuscarlasiguiente.

Alice era la mejor encontrando piedras. Era una de esas personas quesiempreganabanenlosjuegosporqueleencantabafijarseenlosdetallesyteníaun carácter obstinado que se negaba a rendirse. Solían pasar horas allíescogiendo y lanzando sus preciados guijarros. Daban volteretas, hacíancolumpioscon lassogas largasy fuertesde lasbarcasyconstruíancabañasenlasretamas.Sepeleabanysehacíancosquillasysereían,seponíantiritasenlasrodillas una a la otra y se quedaban dormidas, cansadas y sudorosas, bajo losarbustosdemayomientraselsoldelatardeblanqueabaelcolordeljardín.PeroaqueldíaAliceestabadistintayClemmiesesentíaabandonada.

Cogió una piedra de color claro con motas llamativas y la limpió con elpulgarmojado.Había sidoasídesdequevolvierondeLondres.TodosestabanacostumbradosaqueAliceseperdiera,absortaensuscuadernos,enlosmundosimaginariosdesus relatos,peroestavezeradiferente.Suestadodeánimoera

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variable,pasabadelregocijoextasiadoalaexasperaciónsombría.Poníaexcusaspococreíblesparaquedarseasolasensudormitorio(Necesitoecharme…Estoyocupada escribiendo… Tengo dolor de cabeza…), y luego se escapaba ahurtadillas,demodoquecuandoClemmieibaaverlayanoestaba.

Clemmie echó un vistazo a Theo, que escarbaba con un palo en la tierrajuntoalarroyo.SoltóunchillidodefelicidadcuandounsaltamontessaltódeunjuncoaotroyClemmie sonrió,nostálgica.Theoerauncríomaravilloso,peroechabademenosaAliceyhabríahechocualquiercosaporrecuperarla,paraquetodovolvieraa ser comoantes.Echabademenosa susdoshermanas.Ambashabíancontinuadosuvidasinella,convertidasenadultassinvolverlavistaatrásni una vez. Alice con su expresión ensimismada y Deborah comprometida.Clemmie lovivíacomouna traición.Ellano ibaa sercomoellas, jamás ibaacrecer.Losadultoserandesconcertantes.AClementineledesesperabaneltediocansinodesusinstrucciones(«Ahorano».«Másdespacio».«Estatequieta»),lasconversaciones aburridas, los misteriosos dolores de cabeza, las excusas queinventaban para desentenderse de cualquier actividad que pudiera resultardivertida y le contrariaban esas pequeñas traiciones constantes, ese reino deinsinuacionesymaticesquehabitaban,dondesedecíaunacosaysequeríadecirotra.Clemmievivíaenunmundomássencillo,blancoynegro.Paraunapilotonohabíanadacomolasopcionesbinarias:síono,arribaoabajo,bienomal.

—¡No!—siseó,amododeautorreproche.Suestadodeánimoyahabíaempañadoelsolmatinalyahoraprecisamente

aquello que quería olvidar ocupaba de nuevo su mente. Lo que había visto.Cuerposdesnudos,entrelazadosymoviéndose…

No.Clemmiecerrólosojosconfuerzayespantóelrecuerdo.Sabíaporquéhabíanvueltoesas terribles imágenes.Lashabíavistoenun

díacomoaquel;habíaidoalabase,amirarlosavioneseibadevueltaacasa.Golpeóconfuriaelsueloconelpie.Sihubieravueltoacasaantes,sialgole

hubieraimpedidoatajarporelbosqueypasarjuntoalcobertizodelasbarcas.Laespantosavisióndeellos,elmiedoylaconfusiónaltratardedarsentidoaloquehacían.

«Mi pobre niña», había dicho Deborah cuando le confió la horripilanteescena, incapaz de contenerse por más tiempo. «Has sufrido una conmociónterrible».HabíatomadoaClemmiedelasmanosylehabíadichoquedejaradepreocuparse.Habíahechobiencontándoselo,peroahoradebíaapartarlodesuspensamientos.«Yomeencargodeesto,teloprometo».Clemmiehabíapensado

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queeracomoprometerrecomponer lacáscaradeunhuevoroto,peroDeborahhabíasonreído,ysurostroeratanserenoyhermoso,suvoztanconfiada,quelaspreocupacionesdeClemmiesehabíanevaporadoporunmomento.«Hablaréconella personalmente», había prometido Deborah. «Ya verás… Todo va a salirbien».

Clemmiehizosonarlaspiedrasquellevabaenelbolsilloysemordiólauñadelpulgar,distraída.Aúnsepreguntabasideberíahaberacudidoamadreosidebería haberle contado a papá lo que había visto. Cuando se lo preguntó aDeborah,sinembargo,suhermanahabíarespondidoqueno.Lehabíadichoqueseolvidaradetodo,quenoselocontaraanadie,niaunalma.«Noharíamásquedisgustarlos,Clem,ynoqueremoseso,¿verdad?».

Cogióunguijarrorosadodeformaovaladay locolocóentreelpulgaryelíndice. Clemmie había considerado la posibilidad de ir directamente a Alicedespuésdeverlos,ydehaberestadomásunidasquizálohabríahecho,pero,taly como estaban las cosas, esa nueva distancia entre ellas surgida tan derepente…No,habíahecholocorrecto.Deboraheraeltipodepersonaquesabíaquéhacerencadasituación.Ellaseencargaríadetodo.

—¿Mimi?Theolacontemplabasolemne,consucaritadebebéconcentradaenlasuya,

yClemmiesediocuentadequeteníaelceñofruncido.Improvisóunasonrisay,tras pensárseloun segundo,Theo imitó la feliz expresión.Clemmie sintióunaoleadademelancolía,alegríaytemorcombinados.¡CuántafeteníaTheoenella!Tanta que bastaba una leve sonrisa para transformar su estado de ánimo porcompleto.Volvióaponerseseriay laalegríadesaparecióde losojosdeTheo.TeníaunpoderabsolutosobreélyparaClemmie,impotenteentantossentidos,darse cuenta de ello le resultaba embriagador. Sintió la vulnerabilidad de suhermano en lomás vivo.Qué sencillo sería para unamala persona abusar detantaconfianza.

Ladistrajoelruidodelasegadora.O,másbien,suinterrupción.Elbarullode la segadora era tan característico de las mañanas de estío que no habíareparado en él hasta que cesó y los otros sonidos (el arroyo, los pájarosmadrugadores,elparloteoincomprensibledesuhermano)derepenteadquirieronfuerza.

Seleensombrecióelgesto.Sabíaquiénseencargabadelasegadorayloquemenosqueríaeraverloaél,aesehombre.Niahora,ninunca.Ojalá,ojalá,ojalásefueralejos,muylejosdeLoeanneth.Asíquizáseríacapazdeolvidarloque

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habíavistoenelcobertizodelasbarcasytodovolveríaasercomosiempre.CogióaTheoyselopusoalacadera.—Venga,gorditorelleno—dijo,limpiándoseelbarrodelasmanos—.Todos

abordo,horadedespegar.Era un niño dócil; se lo había oído decir amadre al hablar conBruen, la

niñera, cuando reemplazó a Rose quince días atrás (dócil y de muy buencarácter, y el tono feliz y sorprendido daba a entender que la hija anterior,Clemmie,nohabíasidoningunadelasdoscosas).Theonoprotestó,seolvidóalmomento de sus exploraciones y se acomodó en la espalda de Clemmie, conPuppy a buen resguardo en el pliegue del codo. Manteniendo el equilibrio,Clemmie cruzó sobre las piedras al otro ladodel arroyoy sedirigió a la baseaérea,alotroladodelagranjadeJackMartin.Fueabuenpaso,conlosbrazosentrelazadosbajolasrodillasdeTheo,ysinmiraratrás.

***

Benbajódeunsaltodelasegadorayseagachóenelcésped,juntoalmotor.Lacadena estaba en su sitio, no había nada atascado en las hojas, el terreno quesegaba era plano. Hasta ahí llegaban sus conocimientos demecánica. Supusoquenohabíanadaquehacersalvoconcederunosminutosalamáquinaparaquereconsiderarasupostura.

Se recostó y buscó cerillas en el bolsillo de la camisa. El sol matinal lecalentabalanucayprometíaundíasofocante.Oíaalosgorrionesgorjearyuntrentempranerosalirdelaestación,yolíaeldulcearomadelasrosasdetéylahierbareciénsegada.

UnbiplanosobrevolabalazonayBenloobservóhastaqueseconvirtióenunpuntoinsignificanteydesapareció.Bajólamiradayvioqueelsoldabaenuncostado de la casa. Iluminaba las ventanas de arriba (los dormitorios, comosabía) y sintió la añoranza de siempre. Se maldijo a sí mismo por ser taninsensatoyapartólavista,dandounacaladaalcigarrillo.Sussentimientoseranirrelevantes;peoraún,eranunlastre.Yahabíacruzadodemasiadasrayas.Estabaavergonzadodesímismo.

Ibaaechardemenosaqueljardíncuandosefuese.Sucontratoeratemporal,lohabíasabidodesdeelprincipio,peronohabíasidoconscientedelorápidoque

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pasaría el tiempo ni de cuánto desearía quedarse. El señor Harris se habíaofrecido a prorrogárselo, peroBen le había dicho que tenía otros asuntos queatender. «Asuntos de familia», había dicho, y el hombre de más edad habíaasentido y le había dado unas palmaditas en el hombro mientras Adam, quetrasteaba a su espalda en el cobertizo, a sus treinta y tres años puso los ojosasombradosdeuncachorro.Bennohabíadadomásdetalles,nomencionóaFloy sus problemas, no era necesario. El señor Harris comprendía lasresponsabilidades de una familia mejor que casi nadie. Como todos los quecelebraban el retornodeun ser queridode laGranGuerra, sabíaque aquelloschicosavecesregresaban,peroenrealidadnuncavolvíanacasa.

Benseresguardódebajodelcenadorysedetuvojuntoalestanquecuandounrecuerdo lo asaltó como una sombra. En aquel lugar Alice le había leído porprimera vez partes de su manuscrito. Aún oía su voz, como si hubiera sidocapturadapor lashojasque los rodeabany la reprodujeranahora, soloparaél,comosisetrataradelagrabacióndeungramófono.

«He tenido una idea maravillosa», le oyó decir, tan joven e inocente, tanrebosante de alegría. «He estado trabajando en ello toda la mañana y no megustapresumir,peroestoyseguradequeeslomejorqueheescrito».

«¿Deverdad?»,habíacontestadoBenconunasonrisa.Bromeaba,peroAliceestabademasiadoentusiasmadaparanotarlo.Sehabíalanzadoacontarlelaidea,el argumento, lospersonajes, la trama,y la intensidadde suconcentración (supasión)lehabíacambiadoelrostroporcompleto,otorgándoleunavívidabellezaa sus rasgos. A Ben no le había parecido hermosa hasta que le habló de susrelatos.Selearrebolabanlasmejillasyleresplandecíanlosojosdeinteligencia.Yesqueeramuy inteligente.Hacía faltaun ingenioespecialpara resolverunrompecabezas: ser capaz de mirar hacia delante y ver todos los escenariosposibles,crearestrategias.Bennoteníauncerebroasí.

Alprincipiosehabíalimitadoadisfrutardesuentusiasmo,delplacerdequele contaran una historiamientras trabajaba, de la oportunidad de intercambiarideas, lo cual era muy parecido a jugar. Le hacía sentirse joven, suponía; lapreocupación juvenil de Alice por sus escritos, por el momento que vivían,resultabaembriagadora.Hacíadesaparecersuspreocupacionesdeadulto.

Sabíaquesuspadresnohabríanvistoconbuenosojossusencuentros,peronohabíacreídoquefueraahacerdañoanadie.Y,alprincipio,asíhabíasido.Nisiquiera había imaginado (ningunode los dospodría haberlo adivinado) cómoserían las cosas. Pero él eramayor queAlice; debería haberlo sabido; debería

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haberactuadoconmáscautela.Elcorazónhumano,lavida,lascircunstancias…Eradifícilcontrolarlotodo.Cuandosediocuentadeloqueestabasucediendo,yaerademasiadotarde.

Seleacabóelcigarrilloysabíaquedebíavolveraltrabajo.ElseñorHarrislehabíadadounalistadecosasquehacerparaprepararlafiesta;todavíaquedabaapilar leños para la hoguera y tendría que enviar a alguien a razonar con lasegadora.

Benechóunvistazoalrededorparaasegurarsedequenohabíanadieyluegosacó la carta. La había desdoblado tantas veces que los pliegues se habíandesgastado y los trozos de palabras que los atravesaban habían desaparecido.Ben las recordaba,sinembargo,comosusurros.Sinduda,Alicesabíaescribir;tenía un estilo hermoso.Leyó cada línea despacio, con esmero, y los párrafosqueanteslehacíanfelizahoraloapesadumbraron.

Ibaaechardemenosaquellugar.Ibaaecharlademenosaella.Pasó un pájaro volando bajo, grajeando como en una reprimenda, y Ben

dobló la carta y la guardó de nuevo en el bolsillo. Había cosas que hacer ycentrarseenelpasadonoayudabaanadie.«Quégranfogatavamosaverestanoche», había dicho el señor Harris, señalando la pila de madera que habíancortadodurantelasemana,ycasisonrióamedias.«SevaaverdesdeCaradonHill.Yasabes,hayunviejodichoporaquí:Cuantomásgrandeeslahogueradelsolsticiodeverano,másafortunadoseráelaño».

Benconocíaelrefrán.Aliceselohabíaenseñado.

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Capítulo15

Cornualles,2003

CliveRobinsoneraunhombredelgadoyvivazdecasinoventaaños.Teníalafrentedespejadayllenadearrugas,elcabellocanoyabundante,unagrannarizyunaampliasonrisa.Aúnconservabatodoslosdientes.Sumiradaeralímpidaypenetrante,locualsugeríaunainteligenciarápida,yobservabaaSadieatravésde unas gafas enormes de montura de baquelita marrón que de inmediatohicieronsospecharaestaquelasusabadesdelosañossetenta.

—Quécaloreldeaquelverano—dijo,negandoconlacabeza—,setemetíadebajodelapiel,eracasiimposibledormir.Seco,además,semanasenterassinuna gota y la hierba comenzaba a ralear. Pero no en la Casa del Lago, ojo.Tenían gente, jardineros, que se encargaban de evitarlo. Todo estabamontadocuandollegamos,losfaroles,laserpentina,lascoronasflorales.Nuncamehabíavistoenunaigual,untipocorrientecomoyoenunlugarsemejante.Québonitoera.Nosenviaronpastelesalahoradelté.¿Seloimagina?Eldíasiguientealadesaparicióndesuhijito,ynosmandanpastelesdecorados.Lomásbonitoquehabíavisto,todosglaseadosespecialmenteparalafiestadelanocheanterior.

Sadiesehabíapuestoencontactoconelagentedepolicíaretiradoencuantorecibiósucarta.CliveRobinsonhabíaescritosunúmerode teléfonoal finalySadie entró directa en casa para llamarlo, con las ramificaciones deldescubrimiento del plano de 1664 aún latiéndole bajo la piel. «La estabaesperando»,respondióencuantoSadieledijoquiénera,ysediocuentadequeeran las mismas palabras que empleó el anciano de El umbral mágico deEleanorcuandollegóEleanorpararesolverelentuerto.Porlamaneraenquelodijo,Sadienosupoconcertezasisereferíaalasveinticuatrohorasquehabían

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pasadodesdequeleenviólacartaoalossetentaañosdesdequesediocarpetazoalcaso.«Sabíaquealguienapareceríamástardeomástemprano,queyonoeraelúnicoqueaúnpiensaenellos».

Habían mantenido una breve charla por teléfono, tanteándose,intercambiando sus referencias policiales (Sadie omitió mencionar que seencontrabaenCornuallesdebidoaunabajaforzosa),traslocualsacaronelcasoacolación.Apesardeesanovedadapremiante,Sadiesecontuvo,nomencionóla teoríadel túnely se limitóadecirque le estaba resultandodifícil encontrarinformación,queporelmomentoselimitabaalacrónicadePickering,antelocualCliveresopló,entredivertidoydesdeñoso.

—Noabundaeninformaciónsólida—concedióSadie.—Ese pobre hombre no abundaba enmuchas cosas—dijo Clive con una

risotada—.Nopretendohablarmal de losmuertos, perome temoqueArnoldPickeringnoestabaenlacolacuandoelTodopoderosorepartiócerebros.

LepreguntósiqueríairaverloySadiesugirióquedaraldíasiguiente.—Queseaporlamañana—dijoClive—.MihijaBessvieneamediodíapara

llevarme a una cita.—Sedetuvo antes de añadir, envozqueda—:Nove conbuenosojosesteinterésmíoporelcaso.Dicequeesobsesivo.

Sadiesonrióanteelauriculardelteléfono.Conocíabienesasensación.—Preferiríaquemededicaraalbridgeoacoleccionarsellos.—Susecretoestáasalvoconmigo.Leveoalasnueve.Y así pues, ahí estaba, una luminosa mañana de domingo, sentada en la

cocinadeCliveRobinson,enPolperro,anteunatetera,unabandejadegalletasdigestivasydosporcionesdepasteldefrutas.Unmantelbordadocubríalamesaempotrada y los pliegues de la plancha sugerían que lo acababan de poner.ASadie le conmovió de un modo inesperado ver una pequeña etiqueta en eldobladillo,señaldequeestabadelrevés.

Si Clive se habíamostrado encantado de verla, la enorme gata negra quevivíaconélestabaatodaslucesindignadaantelaintrusión.

—No se lo tome como algo personal—dijo Clive a Sadie cuando llegó,acariciandobajoelmentónalagata,quebufaba—.Estáenfadadaconmigoporhabermeidodeviaje.Esmuyposesiva,miMollie.

Elanimalobservabalareuniónentredosmacetasdehierbasaromáticasenelalféizarsoleado,ronroneandoconmalhumormientrasagitabalacolaamododeadvertencia.

Sadietomóunagalletayrevisólaspreguntasdelalistaquehabíapreparado

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paraClive.Decidiótantearel terrenoantesdedecidirsipodríaconfiaronosuteoría al viejo policía; además, también existía el pequeño detalle de verificarque se trataba de una fuente fiable. Si bien había preparado encantada laentrevista,Sadieno teníaclarocuántorecordaríaunhombrequeseacercabaalosnoventaacercadeuncasoenelquehabíatrabajadosetentaañosatrás.PeroClive había disipado todas las dudas enseguida y Sadie no tardó en rellenarvariaspáginasdesublocdenotas.

—No he sido capaz de olvidarlo—dijoClivemientras servía el té con laayuda de un colador—.Tal vez no lo parezca, pero tengo buenamemoria. ElcasoEdevaneenparticularsemehaquedadodentro.Nomehabría libradodeeserecuerdoaunquelointentara.—Alzóunoshombrosmenudosquesehundíanbajolacamisadecuellobienplanchada.Pertenecíaaunageneraciónquedabaimportancia a esos aspectos del cuidado personal—. Erami primer año, sabeusted.—La examinó a través de las gruesas lentes—.Bueno, usted está en elcuerpodepolicía,asíqueyasabequéquierodecir.

Sadie dijo que lo sabía. Ningún curso, por intensivo que fuera, podíaprepararaunapersonaparalatempestadyelestrésdelprimercasoreal.Elsuyohabía sido una llamada por violencia doméstica. Lamujer tenía el aspecto dehaberresistidodiezasaltosenelcuadrilátero,lacaranegrayazulada,loslabiospartidos, pero se había negado a presentar la denuncia. «Me tropecé con lapuerta»,lesdijo,sinsiquieramolestarseeninventarunamentiracreíble.Sadie,reciénsalidadelaacademiayenfrentadaasuspropiosdemonios,quisodeteneralnoviodetodosmodos.Lainjusticialehabíahechohervirlasangre.Nopodíacreerse que no tuvieran otra opción; que, sin la cooperación de la víctima, nohubieranadaquehacersalvoexpedirunaadvertenciayalejarse.Donaldledijoque se acostumbrara, que no había límite para lo que unamujer asustada eracapazdehacerporprotegerasumaltratador,queelsistemaseloponíadifícil.Teníaelolordeeseapartamentotanpresentecomosi todohubieraocurridoeldíaanterior.

—Era la primera vez que veía el dolor—prosiguióCliveRobinson—.Demuchachoyovivíamuyprotegido,enunafamiliafeliz,unacasabastantebonita,hermanosyhermanasyunaabuelaenlacalledeallado.Nisiquierahabíaidoaun funeral cuando entré en la policía. Luego me tocaron unos cuantos, se lopuedo asegurar. —Frunció el ceño mirando algo sobre el hombro de Sadie,recordando—.Esacasa,esagente(suimpotencia,lasmiradasdedesesperación),inclusoelairedelashabitacionesparecíansaberquealgosehabíaperdido.—

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Diovueltasalatazadetésobreelplatillo,pequeñosajustesmientrasescogíalaspalabras—.Fuemiprimeravez.

Sadie leofrecióuna levesonrisadecomprensión.Nadacomoelcuerpodepolicía para experimentar de cerca los horrores de la vida. Los únicos que loteníanpeoreranlosparamédicos.

—Entonces,¿laprimerateoríafuequeTheoEdevanesealejócaminando?Unbreveasentimiento.—Supusimosqueesofueloquehabíasucedido.Poraquelentoncesanadie

seleocurríalaposibilidaddeunsecuestro.EnEstadosUnidossehabíadadoelcaso Lindbergh el año anterior, pero fue noticia precisamente por la rareza.Estábamossegurosdequeencontraríamosalcríoencuestióndehoras,que,alser tan pequeño, no podía haber idomuy lejos.Buscamos hasta el anochecer,peinamoslospradosyelbosquequebordeabalafinca,peronoencontramosnirastro.Niunasolapista.Aldíasiguientellevamosbuzospararevisarellagoy,cuandonohallaronnada,empezamosaindagarquiénhabríaqueridollevárselo.

Lo cual llevó a Sadie a la segunda serie de preguntas, anotadas la nocheanterior.Porlogeneral,evitabalaspreguntasrelacionadasconelporqué,sobretodo cuando acababa de comenzar la investigación. «El móvil es para losnovelistas»,legustabarefunfuñaraDonald.«Losnovelistasylosdetectivesdela tele». Contundente como siempre, pero no le faltaba razón. Los policíasnecesitabanpruebas;teníanqueresponderapreguntassobrecómosecometióelcrimenyquién tuvo laocasióndecometerlo.Porqué eraunadistracción,y amenudoseprestabaalengaño.

Enestecaso,sinembargo,dadoquelaspruebasbrillabanporsuausenciayhabíantranscurridosetentaañosdesdeloocurrido,Sadiepensóquedebíahacerunaexcepción.Además,elnuevomapacambiabalascosas.Lamisteriosaalcobaenlacavidaddelapared,laposibilidaddeotrotúnelqueconectaralacasaconelexterior,un túnelquehabíadesaparecidohacíamucho tiempodecasi todoslosplanosyrecuerdos.Deserasí,unodelosaspectosmásdesconcertantesdelcaso, elcómo, podría resolverse.Y con ello, era de esperar, elquién, pues elgrupo de personas que sabían de la existencia del túnel debía ser pequeño yexclusivo.DesdequehabíaconcertadolacitaconClive,aSadienoseleibadelacabezaunafrasedeUnplatoquesesirvefrío:Diggorysiempreempezabaporla familia. Era un error suponer que el dolor y la culpabilidad se excluíanmutuamente.LafraseprecedíaalaprimeravisitadeDiggoryBrentalaexesposaylahijadelfallecido.Sadiepreguntó:

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—¿Interrogaronalospadres?—Fueloprimeroquehicimos.Nohabíapruebasquelosinculparanyambos

tenían coartadas. Lamadre del niño, en particular, había estado a la vista detodos, al ser la anfitriona de la fiesta. Pasó lamayor parte de la noche en elcobertizo de las barcas, donde se ofrecían paseos en góndola a los invitados.Todoloquenosdijeronconcordaba.Nofueunasorpresa;¿porquéquerríanlospadressecuestrarasupropiohijo?

Un argumento válido, peroSadie no estaba dispuesta a eximirlos de culpatanfácilmente,apesardesentirciertaafinidadconEleanorEdevane.

—EllibrodePickeringsugeríaunperiododeunastreshorasentreelfinaldela fiesta y el descubrimiento de la desaparición. ¿Cuál fue el paradero de lospadresenesosmomentos?

—Ambos se retiraron a dormir a la misma hora. Ninguno salió de lahabitaciónhastalasochodelamañana,cuandofuelacriadaadecirqueelniñonoestabaenlacuna.

—¿Algúnindicioquesugirieraqueestabanmintiendo?—Niunosolo.—¿Oquetalvezhabíanactuadojuntos?—¿Parahacerdesapareceralcrío,quieredecir?¿Despuésdedespedirsede

sustrescientosinvitados?Expresadoasísonabaabsurdo,peroSadiesehabíapropuestosermeticulosa.

Asintió.—No encontramos a nadie que no dijera cuánto querían los padres a ese

niño.Másaún,cuántolohabíandeseado.LosEdevanehabíantenidoqueesperarmuchoa tener eseniño.Ya tenían treshijas (lamás joven teníadoce años enjuniode1933)yelniñoerasutesoro.Poraquelentoncestodaslasfamiliasricasqueríanhijos,para legarlesel apellidoy la fortuna.Yanoesasí.Minietamedice que todos sus amigos quieren tener hijas, que se portan mejor, es másdivertidovestirlasymásfácilcriarlas.—Alzólascejas,incrédulo—.Comosolohetenidohijas,puedoasegurarlequenoesasí.

SadieesbozóunalevesonrisamientrasCliveseservíaunagalleta.—Siustedlodice,lecreo—dijo,prestandounaatenciónminuciosaalalista

de los miembros de la familia que Clive le había entregado al llegar—. ¿Hadichoquelaabueladelniñovivíaconlafamilia?

Unlevemohínaparecióeneserostroporlodemásamable.—ConstancedeShiel.Unamujer insufrible.Unadeesaspersonasaltaneras

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quepreferiríanpegarteuntiroantesquerespondertuspreguntas.Salvocuandopreguntamosacercadesuhijaysuyerno…,entoncessevolviómáshabladora.

—¿Quédijo?—Pequeñas pullas, del tipo «las cosas no son siempre lo que parecen».

Aludió más de una vez a una infidelidad, insinuando que había habido unaaventura,peroevitódardatosconcretos.

—¿Insistieronalrespecto?—Por aquel entonces, alguien que pertenecía a la aristocracia, en especial

unamujer…Bueno,lasreglasdeconductaerandiferentes,nopodíamosinsistircomonoshubieragustado.

—Pero¿loinvestigaron?—Puesclaro.Comosabe, losconflictosfamiliaressonelpannuestrodela

policía;loshayquenosedetendríanpornadacontaldecastigarauncónyuge.Elpadrequeaparecepararecogeralosniñosporqueessuturno,selosllevaynolosdevuelve;lamadrequecuentaunasartadementirasasushijossobresuantigua pareja. Los derechos de los niños a menudo quedan olvidados en lasrefriegasentrepadres.

—Pero¿noenestecaso?—Lagentenoparabadedecirnoscuántosequerían losEdevane,queeran

unaparejainseparable.Sadiereflexionósobreello.Losmatrimonioseranunasuntomisterioso.Ella

nosehabíacasado,peroleparecíaquecadaunoeraunmundoensímismo,consecretos,mentirasypromesasquebullíanbajolasuperficie.

—¿Por qué lo habría sugeridoConstance deShiel de no haber sido cierto?¿Habíavistoalgo?¿Suhijaselohabíaconfesado,talvez?

—Madreehijanoestabanmuyunidas:noslodijomásdeuno.—¿Yaunasívivíanjuntas?—Aregañadientes,porloquetengoentendido.Laancianalohabíaperdido

todotrasunamalainversióndespuésdelamuertedesuesposoydependíadelacaridaddesuhijaysuyerno,situaciónquelecontrariaba.—Cliveseencogiódehombros—.Susinsinuacionestalvezsolofueranunadiablura.

—¿Conunniñodesaparecidodepormedio?Cliveagitóunamanoysuexpresiónsugirióquenadalehabríasorprendido,

quehabíavistotodotipodecosasdurantesusañosdeservicio.—Esposible,aunquehabíaotrasexplicaciones.En1933laancianaestabaen

lasprimerasfasesdedemenciasenil.Sumédiconosaconsejóquenocreyéramos

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todoloquenosdecía.Dehecho—estabanasolas,peroseinclinóparaacercarseunpoco,comosiquisieracompartirunsecretoyquenadielooyera—,eldoctorGibbons sugirió que Constance había sido un tanto inconstante en sumatrimonio,queeraposiblequesusobservacionesfueranenrealidadrecuerdosconfusos en lugar de informes fiables. Dicen que se vuelve difícil separar elpasadoyelpresente.

—¿Yustedquépiensa?Cliveextendiólasmanos.—Creo que era una amargada, pero inofensiva.Vieja y solitaria y con un

públicoatento.—¿Creequelohacíaparadarseimportancia?—Eracasicomosiquisieraquelehiciéramospreguntas,queimagináramos

queeralaartíficedeunplangrandiosoynefasto.Meatrevoadecirquelehabríacomplacido que la detuviéramos. Así habría recibido toda la atención quebuscaba y más todavía.—Clive cogió una migaja de la manta y la dejó concuidado en el borde de su plato—. No es fácil envejecer, sentir que laimportanciadeunosediluye.Habíasidohermosaenelpasado,eimportante,laseñorade la casa.Había un retratode ella sobre la chimeneade la biblioteca;formidable, la mujer. Todavía me estremezco al recordar cómo esos ojosparecían observar todos mis movimientos. —Lanzó una mirada a Sadie yentrecerrólosojos,demodoqueellapercibióalpolicíacurtidoquehabríasidoensus tiempos—.De todosmodos,unapistaesunapista,yDiossabequenoteníamosmuchas,asíqueobservéalosdos,aAnthonyyEleanor,muydecercadesdeentonces.

—¿Y?—Lapérdidadeunhijoescomounabombaenlamayoríadelasfamilias,lo

confirmanlasestadísticassobrepadresqueseseparantrasunatragediaasí,peroa ellos se les veía muy bien juntos. Él era muy atento con ella, amable yprotector, y se aseguraba de que descansara, le impidió que se uniera a labúsqueda.Casinolaperdíadevista.—Apretólabocamientrasrecordaba—.Deverdad, fueunaépocahorrible.Pobremujer, tienequeser lapeorpesadilladeunamadre, pero se comportaba con suma elegancia. ¿Sabe?Años después dequelafamiliasemarchara,solíavenirporaquí.

—¿Alpueblo?—Alacasa.Ellasola.Eso era nuevo.Louise, la amigadeBertie, había sugeridoquenadie de la

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familiasehabíaacercadoallugardesdeladesaparicióndeTheo.—¿Lavio?—Los policías oyen cosas, en el pueblo se corría la voz cada vez que se

instalabaalguienenlaCasadelLago.Medejécaerporahíunpardeveces,solopara comprobar que estaba bien, a ver si la podía ayudar en algo. Ella erasiempremuycortés,medecíaqueeramuyamablepormiparte,peroquesolohabíaidoatomarseundescansodeLondres.—Clivesonriócontristeza—.Yosabía,sinembargo,queesperabasuregreso.

—Paraellanohabíaterminado.—Claroqueno.Subebéestabaahí,enalgúnlugar.Unaodosvecesmedio

las gracias, dijo que nos agradecía que hubiéramos trabajado tanto, que noshubiéramosesforzadoenbuscarasuhijo.Inclusollegóahacerunadonacióndeuna generosidad excepcional a la comisaría local.Muy elegante, así era.Muytriste.—Fruncióelceño,absortoensusrecuerdos.Cuandohablódenuevo,unanota amarga, nostálgica, teñía su voz—. Durante un tiempo albergué laesperanzadeencontraralniñoporella.Nomesentababien,esecasosincerrar.Losniñosnodesaparecensinmás,¿verdad?Vanaalgúnsitio.Siemprehayuncamino,escuestióndesaberdóndebuscar.—Clivelamiró—.¿Algunavezhatenidouncasocomoeste?Tecomepordentro.

—Unaodosveces—dijoSadie,recordandoaCaitlynBaileyenelpasillodeaquelapartamento.Volvióaella lasensacióndeesamanita,cálidayconfiada,en la suya, el roce del cabello despeinado de la niña cuando fue a buscar suscuentosyapoyólacabezasobreelhombrodeSadie.

—Estefueelmío—dijoClive—.Yfueaúnpeorpornotenerapenasnadaconloquetrabajar.

—Perotendríasusteorías,¿no?—Había pistas, algunas más sólidas que otras. Cambios recientes en el

personal de servicio, un frasco de píldoras para dormir que desapareció ypensamos que habría sido utilizado en el secuestro, y un amigo de la familiamuertoencircunstanciasextrañas,untipoquesellamabaDaffydLlewellyn…

—Elescritor…—Esemismo.Muyconocidoensustiempos.Sadiesemaldijopornisiquierahaberabiertoesatesisconuncapítulosobre

Llewellyn.RecordólaintroduccióndeElumbralmágicodeEleanor,dondesemencionaba la concesiónpóstumade laOrdendel ImperioBritánico en1934.Nohabíareparadoenquelamuertehabíaocurridotanpróximaaladesaparición

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deTheo.—¿Quépasó?—Alospocosdíasdecomenzarlabúsquedaestábamosjuntoalarroyo,no

lejosdelcobertizodelasbarcas,yalguiengritó:«¡Uncadáver!».Peronoeraelbebé,eraunanciano.Resultóserunsuicidio.Pensamosquehabríasidolaculpa,quehabíatenidoalgoqueverconladesaparicióndelniño.

—¿Estásegurodequenofueasí?—Lo investigamos, pero carecía de móvil. Adoraba al crío y todas las

personasqueinterrogamosconfirmaronquesetratabadelamigomásíntimodeEleanor.Escribióunlibroacercadeellacuandoeraniña,¿losabía?

Sadieasintió.—Ella se quedó completamente destrozada… Cuando se lo dijeron se

derrumbó.Fue espantoso.—Clive negaba con la cabeza—.Una de las peorescosasquehevisto.

Sadiereflexionósobreello.Desapareceunhijoysemataunamigocercanodelafamiliahorasodíasmástarde.

—Pareceunacoincidenciaextraordinaria.—Ledoylarazón,perohablamosconelmédicodelpueblo,quiennosdijo

queLlewellynllevabasemanassufriendodeansiedad.Encontramosunfrascodebarbitúricosensubolsillo.

—¿Esoesloqueusó?—El forense confirmó la sobredosis. Llewellyn mezcló las píldoras con

champán,setumbójuntoalarroyoynovolvióadespertarse.Unacoincidenciaextraordinaria,comodice,dadoquesecuestraronalcríoa lamismahora,perono hay nada sospechoso en ello. Ciertamente nada que lo vinculara con eldestinodeTheoEdevane.Fueunameracoincidencia.

Sadie sonrió sin entusiasmo. No le gustaban las coincidencias. En suexperiencia,solíanservínculosqueaúnnosehabíandemostrado.Ysuinstintosedespertó.TeníalasensacióndequeenlamuertedeLlewellynhabíaalgoqueno se apreciaba a simple vista. Era evidente que Clive había descartado laposibilidad hacíamucho tiempo, peroSadie escribió una nota para indagar enellomástarde.SuicidioLlewellyn:¿casualidadorelación?¿Culpa?

Entretanto…diogolpecitosalpapelconelbolígrafo,pensativa,y trazóuncírculo en torno a la palabra accidente. Porque, sin duda, existía una terceraposibilidadenel casodeTheoEdevane, talvez lamásescalofriantede todas:queelniñonohubierasalidodelacasa,almenosnoconvida.Sadiehabíavisto

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casosdeniñosheridosomuertos(poraccidenteono)yelcrimenencubiertoacontinuación.Demanera invariable, los responsables intentaban que parecieraunafugaounsecuestroporqueasílaatenciónsecentrabalejosdelaescenadelcrimen.

UnaseriedeclicsinterrumpieronsuspensamientosynotóporprimeravezelgranrelojdigitalsituadoenelbancodetrásdeClive.Eradeesosquetienenlosnúmerosenpestañasdeplásticoyacababandegirar tresa lavezparamostrarqueeranlasonce.Sadiefueconscientedequeseacercabaelmediodía,cuandollegaríalahijadeClive,loquepondríapuntofinalaestaconversación.

—¿Quéhaydelashermanas?—preguntó,conapremiorenovado—.¿Hablóconellas?

—Másdeunavez.—¿Algoútil?—Másdelomismo.Queelcríoeramuyquerido,quenohabíanvistonada

extrañoyque,sirecordabanalgoquepudieraserdeayuda,noslodirían.Todasteníancoartadasparaesanoche.

—Hatorcidoelgesto.—¿Deverdad?—Cliveparpadeó,susojosazulcelesteeranenormesdetrás

de las gafas. Se pasó la mano sobre el pelo cano y, a continuación, alzó unhombro—. Supongo que siempre tuve la sensación de que la más joven secallabaalgo.Soloeraunacorazonada,algorelacionadoconsuextrañaformadecomportarse.Se sonrojó cuando la interrogamos, cruzó losbrazosy senegóamirarnosalosojos.Peroinsistióenquenoteníaideadequélehabríaocurrido,que nada inusual había sucedido en la casa en las semanas anteriores, y noexistíanielmenorindicioqueindicaraqueestabaimplicada.

Sadiesepusoareflexionarsobreelmóvil.Laenvidiaeraelmásobvio.Unaniña que había sido la pequeña de la familia durante casi doce años hasta lallegadadelhermano,unhijomuyqueridoque lehabíaarrebatado su sitio.Lafiestahabríasidoelmomentoidóneoparaacabarconeserival,pueselalborotoytantosinvitadoslahabríanayudadoapasarinadvertida.

O bien… (y sin duda más probable) que Clementine Edevane fuera unapequeña sociópata con tendencias asesinas. Sadie recordó que Pickeringmencionaba la costumbre de la niña de llevarse a Theo por las mañanas, suinsistenciaenque lapuertadelcuartode losniñosestabacerradacuandopasójuntoaellaesedíayquenoentróarecogerasuhermanopequeñocomoaveceshacía.Pero¿ysihubieraentradoyalgoterriblelehubierasucedidoalhermanito,

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unaccidente,yellaestuvierademasiadoasustada,demasiadoavergonzada,paracontarlo?

—Un equipo de limpieza se desplegó por el terreno—dijo Clive, que seanticipóa suspensamientos—.Desdeelmomentoenquesemarchóelúltimoinvitado, hasta el amanecer, estuvieron poniéndolo todo en orden. Nadie vionada.

Pero¿ysi,comosospechabaSadie,existíaotramaneradesalirdelacasasinservisto?EscribiólapalabraClementineenelblocdenotasylarodeóconuncírculo.

—¿Cómoera?ClementineEdevane.—Muypocofemenina,podríadecirse,peroalmismotiemporefinada.Todas

tenían algo especial, las Edevane. Encantadoras, carismáticas. Me teníanembelesado.Maravillado.Yo solo tenía diecisiete años, no lo olvide, y estabamuyverde.Noconocíaanadiecomoellas.Eraelelementoromántico,supongo:la gran casa, el jardín, su forma de hablar, las cosas de las que hablaban, susmodales finos y la sensación de que se regían por reglas no expresadas. Erancautivadoras.—ClivemiróaSadie—.¿Legustaríaverunafoto?

—¿Tieneunafotodeellas?Clive había hecho el ofrecimiento de manera espontánea, incluso con

entusiasmo,peroahoratitubeó.—No estoy seguro…Bueno, es un poco delicado, puesto que sigue en el

cuerpo…—Porahora—dijoSadie,antesdepodercontenerse.—¿Porahora?Sadiesuspiró,derrotada.—Hubo un caso—comenzó, y entonces, tal vez debido a la calma de esa

cocina,a la lejaníadeLondresyelmundo real, a laconexiónprofesionalquesentíaconCliveoalaliviodeconfesaralfinelsecretoquecontantoesfuerzohabía guardado a Bertie, Sadie se sorprendió a sí misma ofreciéndole unresumenconcisodelcasoBailey,cómosehabíanegadoadejarlascosascomoestaban,cómosehabíaconvencidoytratadodeconvenceratodosdequealgoselesescapaba,quenoestabaenCornuallesdevacaciones,sinodebajaforzosa.

Cliveescuchósininterrumpirlay,cuandoSadieterminó,nofruncióelceñonilesoltóunsermón,nilepidióquesemarchara.Selimitóadecir:

—Lovienlosperiódicos.Unasuntoterrible.—Nodeberíahaberhabladoconeseperiodista.

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—Pensabaquehacíalocorrecto.—No lo pensé lo suficiente, ese es el problema. —Se le cortó la voz,

hastiadadesímisma—.Tuveunacorazonada.—Bueno,noesnadadeloqueavergonzarse.Aveceslascorazonadasnoson

tan insustancialescomoparecen.Aveces sonelproductodeobservacionesdelasqueaúnnonoshemosdadocuenta.

Estaba siendo amable. Sadie sentía una antipatía instintiva contra laamabilidad. El trabajo de un policía habría cambiado desde la jubilación deClive, pero Sadie estaba bastante segura de que filtrar noticias debido a unacorazonada no había sido nunca una práctica aceptable. Atinó a esbozar unadébilsonrisa.

—¿Hadichoqueteníaunafoto?Clive captó la indirecta: no más preguntas sobre el caso Bailey. Pareció

reflexionarunmomentoantesdeasentir.—Enseguidavuelvo.SefueporelpasilloarrastrandolospiesySadielooyórevolverymaldecir

enunahabitacióndelapartetraseradelacasa.Lagatalaobservabaconsusojosverdesmuyabiertos, el rabomaquinandomovimientoscríticosy lentos.Vaya,vaya,vaya,parecíadecirelrabo.

—¿Quéquieresdemí?—farfullóSadieentredientes—.Yahedichoquefueculpamía.

Jugueteódistraídacon laetiquetadelmantel e intentónopensarenNancyBailey.Ni se te ocurra hablar con la abuela. Trató de hacer caso omiso a lasensación de la manita cálida entre las suyas. Echó un vistazo al reloj y sepreguntó si era posible que Clive estuviera hablando por teléfono con sussuperioresenaquellosmomentos.

Otrasdoscifrastemblaronycambiaron,yporfin,despuésdeloqueparecióuna era entera transcurrida a cámara lenta, regresó Clive, que parecía, o esopensó Sadie, tan nervioso como ella. Había en su gesto una vivacidadinexplicableySadiedecidióque,amenosquefueraunsádico,ynohabíahabidoningúnindiciodeellohastaelmomento,nolaacababadedenunciaraAshford.Notó que no llevaba una fotografía, sino lo que parecía una gruesa carpetadebajodelbrazo.Deunaclasequeleresultófamiliar.

—Estabaesperandoaverquéimpresiónmecausaba—dijoClivealllegaralamesa—.Cuandomejubilé,penséquenadielonotaríayanadieleimportaría,asíquemellevé…

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—¡Elexpediente!—Sadieabriólosojosdeparenpar.Unleveasentimiento—.SehallevadoelexpedientedelcasoEdevane.

—Lohetomadoprestado.Lovoyadevolverencuantosecierreelcaso.—¡Qué…!—Laadmiraciónlaruborizómientrassopesabalacarpeta,ahora

en la mesa, entre ellos, repleta de transcripciones de interrogatorios,ilustraciones, nombres, números, teorías—. ¡Menudo sinvergüenza está ustedhecho!¡Unsinvergüenzamaravilloso!

Clivealzóelmentón.—Ahíenlosarchivosnohacíanada,¿aqueno?Nohaynadiequelovayaa

echardemenos.Nisiquierahabíannacidolospadresdecasitodosesosagentesde ahora.—Le tembló el labio inferior levemente—. Es mi caso. Mi asuntopendiente.

Leentregóunafotografíaenblancoynegro,grande,queestaba laprimeraen el expediente: una familia bien parecida y de apariencia próspera cuyospeinados,vestidos,trajesysombrerossolopodíanserdelosañostreinta.Habíasidohechaalairelibre,duranteunameriendacampestre,yestabansentadosenunamantadecuadros,entreplatosyteteras;habíaunmurodepiedratrasellosqueSadiereconoció:pertenecíaaljardíndeabajo,cercanoalarroyo.EleanorysumaridoAnthonyseencontrabanenelcentrodelgrupo.Sadie los reconociógraciasalafotografíadelperiódico,sibienaquíteníanunaspectomásfelizy,por tanto,más joven. Unamujermayor, que debía de ser Constance deShiel,estabasentadaenunasillademimbrealaizquierdadesuhija,ytresmuchachas,adolescentesocasi,sehabíanreunidoalotrolado,conlaspiernasestiradasylostobilloscruzadosalsol.Deborah,lamayor,debellezamásconvencional,estabasentada junto a su padre, con el pelo recogido en un pañuelo; Alice era lasiguiente,ysumiradaarrebatadoraeralamismaqueaparecíaensuslibros;y,enelextremo,unaniñaaltaydesgarbada,queeraatodasluceslamásjoven,debíadeserClementine.Elpelo,castañoclaro,onduladoyconrayaaunlado,casilellegaba a los hombros, pero no se distinguía bien el rostro. No miraba alfotógrafo, sinoquesonreíaalpequeñosentadoa lospiesde lamadre.ElbebéTheo,conunbrazoextendidohaciasuhermanayunpelucheenlamano.

Sadie no pudo evitar sentirse conmovida por la fotografía. Las matas dehierba, las sombras de un día de verano demucho tiempo atrás, los pequeñospuntosblancosdelasmargaritasalfondo.Eraunmomentobreve,único,enlavidadeunafamiliafeliz,captadoantesdequetodocambiara.Clivehabíadichoque por aquel entonces no conocía a nadie como los Edevane, pero lo que a

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Sadielellamólaatencióneralanormalidadquesedesprendíadeaquellaescena,deaquellaspersonas.LachaquetadeAnthony,dejadadecualquiermaneraenelsuelodetrásdeél,el trozodepastelamediocomerenlamanodeDeborah,elrelucienteperrocobradorsentadoalerta,pendientedeunposiblebotín.

Fruncióelceñoymirómásdecerca.—¿Quiénes?Había otra mujer en la fotografía. Sadie no había reparado en ella al

principio,seperdíacontralaluzmoteadadelmurodepiedra.Cliveestudiólaimagen.—Eslaniñeradelpequeño.SellamabaRoseWaters.—Laniñera—dijoSadie,pensativa.Sabíaunpocodeniñeras;habíavisto

MaryPoppins—.¿Nosolíandormirenelcuartodelosniños?—Así era—dijoClive—. Por desgracia, dejó laCasa del Lago un par de

semanasantesde la fiesta.Tardamosun tiempoenencontrarla.Al finaldimosconellagraciasaunahermanaquevivíaenYorkshire.Yjustoatiempo:estabaenunhoteldeLondres,apuntodeembarcarparacomenzarotrotrabajo.—Cliveserascólacabeza—.EnCanadá,creoqueera.Hablamosconella,peronofuedemuchaayuda.

—Entonces,¿nohabíaniñeraenLoeannethdurantelafiesta?—Ah, sí, había una sustituta, claro que sí. Hilda Bruen. Una verdadera

sargento, unade esas niñeras prehistóricas, de las quedisfrutabandando a losniñosaceitedehígadodebacalaoyhaciéndoleslloraryluegolesdecíanqueerapor su bien.Más joven de lo que soy yo ahora, pero por aquel entonces meparecióunamatusalén.HabíatrabajadoenlaCasadelLagocuandoEleanoreraniñaydejólajubilacióncuandosefueRoseWaters.

—¿Estabaahílanochequedesaparecióelniño?—Enlamismahabitación.Eraunanovedadimportante.—Tendríaquehabervistouoídoalgo.Clivenegabaconlacabeza.—Dormíacomounbebé.Pareceserquesetomóunacopitadewhiskypara

nooírelruidodelafiesta.Noeralohabitual,porloquemedijeron.—¡VayaporDios!—Desdeluego.—EnellibrodePickeringniselamenciona.—No, bueno, era de esperar, ¿no? Era un insensato y nadie le daba ni la

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hora,asíqueselimitóaloqueencontrabaenlosperiódicos.—Noestoyseguradecomprendercómoalgoasínosalióenlosperiódicos…

¡Alguienquedormíaenlahabitacióndelniño!—Lafamiliainsistió.EleanorEdevanevinoaveramijefeparaasegurarse

dequenosedecíanadaenpúblicoacercadeHildaBruen.Laniñerateníaunarelaciónconlafamiliaqueveníadelargoynoibanapermitirquesureputaciónsalieramalparada.Alinspectorenjefenolehizogracia.—Cliveseencogiódehombros—. Pero, como digo, eran otros tiempos. Una familia como losEdevane,aristócratas,selestratabaconunadeferenciaquehoyyanoexiste.

Sadie se preguntó cuántas pistas se habrían perdido por la dichosadeferencia.Suspiró,serecostóenelrespaldolasillaymovióelbolígrafoaunladoyaotroantesdedejarlosobreelblocdenotas.

—Quépocotenemos.Clivesonrióamododetristedisculpa.Señalóconungestolagruesacarpeta.—Sabe, de todo ese montón, de cientos de interrogatorios, solo hubo un

testigoquecreyóentreveralgoquepodríaserdeayuda.Sadiealzólascejasparaanimarloahablar.—Una de las invitadas de la fiesta afirmó ver una silueta, una figura de

mujer,enlaventanadelcuartodelosniñoslanochedelafiesta.Justodespuésdemedianoche,segúnella.Durantelosfuegosartificiales.Habíaestadoapuntodenocontárnoslo,dijo.Sehabíaescabullidodelafiestaunratoconuntipoquenoerasumarido.

Sadiealzóaúnmáslascejas.—Dijoquenopodríavivirconsigomismasinoencontrabanalcríoporque

ellasehabíacallado.—¿Eradefiar?—Juróhaberlavisto,peroeraaldíasiguienteyaúnolíaaalcohol.—Esamujerquevio¿nopodríahabersidolaniñera?Clivenegóconlacabeza.—Lo dudo. Insistió en que la figura era esbelta y Hilda Bruen era muy

corpulenta.Sadievolvióacoger lafotografíadelameriendacampestre.Habíamuchas

mujeresenlafamiliaEdevaneytodasellaseranesbeltas.Dehecho,alestudiarla imagen observó que Anthony Edevane era el único hombre, aparte delpequeñoTheo,porsupuesto.Eraapuesto;decuarentaypocosaños,pelorubiooscuroygesto inteligente,yunasonrisaqueSadiesospechóquebrindabacon

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generosidadasusseresqueridos.Sumiradasedirigióalamujerqueestabajuntoalmurodepiedra,aoscuras

enlasombra,salvountobilloesbeltoqueiluminabaelsol.—¿Porquésemarchó?RoseWaters,quierodecir.—Ladespidieron.—¿Ladespidieron?—Sadiealzólavistabruscamente.—Unadiferenciadeopinión,segúnEleanorEdevane.—¿Sobrequé?—Algorelacionadocontomarselibertades.Eratodountantoimpreciso.Sadie reflexionó sobre ello. Le sonó a excusa, una de esas cosas que se

decíanparaocultarunaverdaddesagradable.MiróaEleanor.Aprimeravista,Sadiehabíasupuestoquelafotografíaeradeunafamiliafelizydespreocupadadisfrutandodeuncálidodíadeverano.SeleocurrióahoraquesehabíadejadoembaucarigualqueClive.Quehabíapermitidoqueelencantoylariquezadelafamilialadeslumbraran.Mirómásdecerca.¿EsatensiónenlosbellosrasgosdeEleanoreraunaimaginaciónsuya?Suspiródespacio,pensativa.

—¿YquéhaydeRoseWaters?¿Dijoellalomismo?—Sí. Además, estaba muy angustiada. Dijo que el despido había sido

inesperadoeinjusto.Especialmentetristeporquesetratabadesuprimertrabajocomoniñera.Habíapasadoallídiezaños,desdeque teníadieciocho.Peroquéiba a hacer; por aquel entonces, no existían los medios para presentar unareclamación.Tuvosuertederecibirunabuenacartaderecomendación.

Lacoincidenciaeneltiempo,RoseWatersafirmandoquesehabíacometidouna injusticia, suconocimientode la familiaysuscostumbres.Sadie tuvounasensaciónextraña.

—Tendríaquehabersidounasospechosa.—Todoseransospechosos.Todosyninguno.Esofuepartedelproblema:no

llegamos a estrechar el círculo. RoseWaters se pusomuy nerviosa cuando lainterrogamos, se desesperó al enterarse de lo ocurrido. Estaba preocupadísimaporelniño.Estabanmuyunidos,segúnlosotroscriados.Másdeunocomentóquequeríaalcríocomosifuerasuyo.

ElcorazóndeSadieseaceleró.Clivepareciónotarlo.—Sécómosuena—dijo—,peroentonces,despuésdelaprimeraguerra,era

algo muy común. Toda una generación de jóvenes se hundió en el barro deFrancia y con ellos las esperanzasdematrimoniodemillonesdemujeres.SerniñeraenunafamiliacomolosEdevaneeralomáscercanoatenerunhijopara

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muchasdeellas.—Debiódeserduroquelasepararandeunniñoalquequeríatanto.Clive,quehabíaprevistoeserazonamiento,respondióconcalma:—Sinduda,peroquereralhijodealguienesmuydiferentea secuestrarlo.

Nadalavinculabaconelcrimen.—Salvounatestigoquevioaunamujerenelcuartodelosniños.Cliveasintió,ambivalente,sindudamientraspensabaque,aunquetodoera

posible,lateoríaleparecíapocoplausible.—Nadielavioenlafinca,noestabaenlafiestayunempleadodelhotelde

Londresafirmóhaberleservidoeldesayunoel24dejunio.Las coartadas podían ser endebles.Habíamuchísimas razones por las que

unapersonapodríadarfedeltestimoniodeotra.EncuantoaqueRoseWatersnoestuvieraenLoeanneth,silacorazonadadeSadierespectoaltúnelresultabasercorrecta,erairrelevante.

Sadie experimentó el maravilloso cosquilleo de hallar una pista creíble.Pensóquejamássecansaríadeesasensación.Laniñeraqueríaalniño;lahabíandespedidodeunmodorepentinoy,desdesupuntodevista,injusto;unatestigohabíaafirmadoverunasiluetademujerenelcuartodelosniños.Además,RoseWatershabíavividoañosenlacasa.Noeraimpensablequehubieradescubiertoeltúnel.¿Graciasaunadelashijas,quizá?¿Clementine?¿Eraeseelsecretoqueguardaba,segúnsospechabaClive,lamásjovendelosEdevane?

Llevarse al niño era una medida extrema, sin duda, pero ¿no eran loscrímeneselresultadodereaccionesextremas?Sadietamborileóenelbordedelamesaconlapuntadelosdedos.EldespidodeRoseWaterseraimportante,noteníaduda.

—Levoyadecirunacosa.Fueunaverdadera lástimaquenoestuvieraenLoeannethesanoche—dijoClive—.MásdeuninterrogadocomentóqueRoseWaters era muy cuidadosa en todo lo referente al crío. La propia EleanorEdevanedijo quenadade esto habría ocurrido siRose, la niñera, aúnhubieraestadoahí.Estaballenaderemordimientos,sí.

—¿Porhaberdespedidoalaniñera?Cliveasintió.—Por supuesto, los padres siempre encuentran lamanera de culparse a sí

mismos. —Tomó la foto y la estudió, después de apartar delicadamente unamota de polvo con un dedo—. Ella dejó de ir a la casa durante la SegundaGuerraMundial.Penséqueseríalaguerra,queloarruinótodo,pero,inclusouna

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vezterminada,EleanorEdevanenoregresó.Avecesmepreguntabaporella,silahabríaalcanzadounabomba.Esterribledecirlo,peroasíeralaguerra:todosnos acostumbramos a que la gente muriera. Era triste pensar en esa casaabandonada, pero tenía sentido que permaneciera así. Cuánta guerra ydestrucción,losdíassehacíaneternos,seisañoslargosyoscurosdeguerra.Elmundoeraunlugardiferentecuandoterminó.Habíanpasadomásdeonceañosdesde la desaparición del niño. No sé de qué manera exactamente velaba laausencia del crío volviendo allí, pero creo que lo dejó atrás, que por fin sedespidiódelpequeño.

Sadie se preguntó si no tendría razón, si llegaba un momento en el queinclusoelsufridormásdeterminadoseretirabaafindemitigareldolor.Simásdemediadécadadeguerrayausteridad,depérdidasydestrozosincontableseracapazdeborrarelrecuerdodeunapenaencomparaciónpequeña,personal,pormuydevastadoraquehubierasido.Talvezfueraposibleaprenderavivirconlasombradeunhijo.Cualquiercosaeraposible:nohabíamásquemiraraMaggieBailey. Había abandonado a su hija. («No es cierto, jamás habría hecho algoasí»,habíainsistidoNancyBailey.Sadielaapartódesuspensamientos).

—Bueno—dijo Clive con una triste sonrisa—, pues eso es todo. El casoEdevaneenesencia.Milesdehorasdetrabajo,lasmejoresintenciones,décadasdeobsesiónpersonalycasinadaquemostraracambio.Notenemoshoyniunasolapruebamássólidadelasqueteníamosenlosprimerosdíasdeinvestigación.

Sadie sintió el peso de su teoría aún secreta flotando entre los dos.Habíallegadoelmomentoderevelarla.Éllehabíaconfiadoelexpedienteylomenosquepodíahacereradevolverleelfavor.Dijo:

—Talveztengaalgonuevo.Cliveinclinólacabeza,comosilehubierahabladoenunalenguaextranjera

yestuvieratratandodedescifrarelsentido.—Unateoría,quierodecir.—La he entendido. —Los ojos se le iluminaron y, al mismo tiempo, se

entrecerraron, como si quisiera protegerse de su propio entusiasmo. Cuandohabló,suvozsonóronca—.Continúe.

SadiecomenzóconelmapahalladoporAlastair,suantigüedadysucaídaenel olvido, su procedencia, y pasó a describir el plano, la pequeña cavidad sinnombreenunaparedylateoríadequepodríaconducirauntúnel.

CliveasintióconapremiocuandoSadieterminóydijo:—Yo sabía que había por lomenos un túnel, lo comprobamos en los días

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siguientes, aunque la trampilla del jardín estaba sellada, pero no sabía nadaacercadeunoquecondujerahastaesapartedelacasa…Nadielosabía.¿Esunmapaviejo,dice?

—Muyviejo. Se encontraba conotros papeles en unabodega inundada enalgún lugar, y no se encontró hasta una renovación reciente.Enviaron todo ellotepararestaurarloyacabóenlosarchivosdelcondado;asíescomodiconél.

Clivesefrotóelpuentede lanarizpordebajode lasgafas.Cerró losojos,pensativo.

—Me pregunto si es posible… —murmuró—. Pero ¿por qué no lomencionaríanadie?¿Talveznoloconocían?

—Nosotrostampoco—lerecordóSadie—.Noconcerteza.Tengoqueentrarenlacasaparacomprobarlo.HeescritoaAliceEdevane…

—Bah—dijoClivebruscamente,mirándolaalosojos—.Esmásfácilsacarsangredeunapiedraqueayudadeella.

—Yamehedadocuenta. ¿Porquéesasí?¿Porquénoestá tan interesadacomonosotrosenaveriguarlosucedido?

—Niidea.¿Perversidad?¿Terquedad?Esautoradenovelaspoliciacas.¿Losabía?Muyfamosa.

Sadie asintió, distraída. ¿Era esa la razón por la que no había recibidonoticias de ella? ¿Se habrían extraviado sus cartas entre los centenares querecibiríaunaautoracomoA.C.Edevane?Cartasdeadmiradores,peticionesdedinero,cosasasí.

—Elprotagonistade susnovelasesunagentedepolicía llamadoBrent—prosiguió Clive—. He leído unas cuantas. No están mal. Me descubría a mímismotratandodeleerentrelíneas,aversiencontrabaalgoqueayudaraconelcaso.Lavienlatelehaceuntiempo.Estabatalcomolarecordaba.

—¿Quéquieredecir?—Altiva, enigmática, segura de sí misma. Tenía dieciséis años cuando

desapareció su hermano, solo un año menos que yo, pero pertenecía a otraespecie.Cuandolainterrogamosestuvoimpasible.

—¿Demasiado?Unasentimiento.—Entoncesmepreguntésinoestaríaactuando.Nopodíacreermequeuna

chicatanjoventuvierataldominiodesímisma.Mástarde,viotroladodeella.Mimayorvirtudcomopolicíaporaquelentonceseramidocilidad.Igualqueunratoncilloerayo, siemprepasando inadvertido.Me resultabamuyútil.Mi jefe

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me había enviado a buscarle otra estilográfica (la suya se había quedado sintinta)yalvolveralvestíbulodeentradalaviescondidaenlasescaleras,yendoahurtadillas hacia la puerta de la biblioteca donde llevábamos a cabo losinterrogatorios, antes de cambiar de opinión y volver a esconderse entre lassombras.

—¿Creeque estaba tratandode armarse de valor para llamar a la puerta yconfesaralgo?

—Oesoosemoríadeganasdesaberquésedecíaahídentro.—¿Selopreguntó?—Me miró con esos fríos ojos azules y me dijo que dejara de perder el

tiempoconella,quesalieraabuscarasuhermano.Suvozrebosabaautoridad,perosucara…estabacasiblanca.—SeacercóaSadie—.Enmiexperiencia,laspersonasquesabenmásdeloquedeberíanacercadeuncrimensecomportandedosmaneras:osevuelveninvisibleso,delocontrario,sesientenatraídosporlainvestigacióncomounapolillaporlaluz.

Sadiereflexionósobreello.—Tengoqueentrarenesacasa.—Sí,tienequeentrar.Tenemosqueentrar.—Clivelesostuvolamirada—.

Nopienseniporunsegundoquenovoyaacompañarla.—Leescribiréotravezestatarde.—Sí…Parecióqueibaaañadiralgo.—¿Quépasa?Clive se estiró ambos lados del chaleco de punto y evitó deliberadamente

miraraSadiealacara.—Seríamejor,porsupuesto,contarconelpermisodeladueña…—Sí—concedióSadie.—…peroexisteotraopción.Unlugareño,alquepaganparaentrardevezen

cuando,acomprobarquelosvándalosylavidasalvajenocampenasusanchas.—Puesnohaestadohaciendomuybiensutrabajo.—Seacomosea,tieneunallave.—Ah.—Puedoponerlaencontactoconél,siquiere.Sadierespiróhondo,pensativa.Legustaría,claroquesí.Peroibaavolvera

Londresdentrodeunosdíasynopodíapermitirseni elmásmínimodesliz siqueríateneraDonalddesuparte…

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—Lovoyaintentarunavezmás—dijoalfin—.AversiconsigoelpermisodeAliceEdevane.

—Ysinoesasí…—Enesecaso,sédóndeencontrarle.

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Capítulo16

Cornualles,2003

La casadeBertie estabavacía cuando llegóSadie.Encimade lamesahabíaunanotasegúnlacualsuabuelohabíasalidoporasuntosdelfestivaly,allado,un regalo sin envolver, una tela enmarcada con palabras bordadas con manoinexperta en hilo naranja.Que tu pasado sea un recuerdo agradable. Que tufuturoesté llenodedichaymisterio.Que tuahora seaunmomentodegloriaque colme tu vida de profunda satisfacción.Una tarjeta aclaró aSadie que setratabadeunabendiciónceltahecha«conamor»porLouiseparaBertie.Arrugólanarizymetióunalonchadequesoentredosrebanadasdepan.Eraungestoagradable, supuso, pero Sadie se imaginaba qué habría dicho Ruth acerca desemejante mensaje. Su abuela siempre había detestado ese tipo desentimentalismo.PorloquesabíaSadie,Bertietambién.

Sellevóelsándwichasuhabitaciónysesentóenelasientobajolaventanacon el cuaderno encima de las rodillas.Clive se había negado a que Sadie sellevara el expedienteEdevane a casa, pero le dijo que podía tomar notas. Porsupuesto, Sadie había aceptado la oferta y aún estaba garabateando con furiacuando llamaron a la puerta y unamujer robusta con exceso de papada entróantesdeserinvitada.

—Sadie.—LavozdeCliveteníaunatisbodepánicomientrasseadelantabaalaintrusaqueseacercabaporelpasillo—.Estaesmihija,Bess.Bess,estaesSadie,mi…

—Compañera de bridge. —Sadie se movió con presteza para ocultar elexpediente antes de saludar a la otramujer con lamano extendida en cuantollegó a la cocina. Intercambiaron saludosbrevesy educadosyBess semostró

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complacida al saber que su padre había encontrado por fin un pasatiempoaceptable. Entonces Sadie se excusó y semarchó entre promesas de volver aquedarelfindesemana«parajugardenuevo».

Tenía la intención de hacerlo. Solo había arañado la superficie delexpediente. Había cientos de documentos y, con tan poco tiempo, se habíaconcentradoenestablecerunacronologíadelainvestigación.

DosdíasdespuésdedeclarardesaparecidoaTheoEdevane,lapolicíahabíallevado a cabo la mayor búsqueda de la historia de Cornualles. Cientos delugareños se presentaban cada día al amanecer dispuestos a cooperar con ungrupodehombresquehabíanservidoenelbatallóndeAnthonyEdevaneenlaPrimeraGuerraMundial.Sehabíapeinadolalíneadelacosta,aligualqueloscamposylosbosques.Lapolicíahabíallamadoacadapuertadecadacasapordondehubieranpodidopasarelniñoysusecuestrador.

CartelesconfotosdeTheosedistribuyeronyexhibieronentodoelcondadoy,enlosdíasposterioresalafiesta,lospadresdelniñolanzaronunllamamientoa través de los periódicos. La desaparición se convirtió en noticia de alcancenacionalalcaptar la imaginaciónpopulary lapolicíaseviodesbordadapor lainformación,algunaproporcionadadeformaanónima.Seinvestigarontodoslosindicios,pordisparatadoso inverosímilesque fueran.El26de junio lapolicíaencontróelcadáverdeDaffydLlewellyn,pero,comodijoClive,apesardelassospechasiniciales,noseestablecióconexiónalgunaentreelsuicidodelescritoryladesaparicióndelniño.

LainvestigaciónseprolongódurantetodoelmesdejulioyaloctavodíadeesemesvinieronagentesdelaPolicíaMetropolitanadeLondresparaapoyaralcuerpo local. Sadie se imaginó cómo habrían sido recibidos. No tardó enseguirlosellegendarioKeithTyrell,inspectorenjeferetirado,contratadocomodetectiveprivadoporunperiódicolondinense.Tyrellsemarchóalcabodeunasemana,sinnadanuevoqueaportartrassuestanciaenCornualles;lapolicíadeLondresregresópocodespués.Amedidaqueelotoñodabapasoalinvierno,lapolicíaredujolabúsqueda,incapazdecontinuarsinobtenerresultados.Apesarde los tres meses de investigación rigurosa, no habían hallado más pistas ninuevostestigos.

A lo largo de los años la policía siguió recibiendo chivatazos ocasionales,todosloscualesse investigaban,sin llegaranadaconcreto.Unperiódicolocalrecibióunacartaen1936dealguienqueafirmabaserelsecuestradordeTheoyque resultó seruna estafa; en1938,unmédiumdeNottinghamdeclaróque el

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cadáver del pequeño estaba enterrado bajo los cimientos de hormigón de uncobertizoenunagranjalocal,perolabúsquedafueenvano,yen1939,lapolicíaacudió a una residencia de ancianos en Brighton para interrogar de nuevo aConstance deShiel, a cuya nueva enfermera preocupaban las incesantes ylacrimosasafirmacionesdelaancianasegúnlascualesunniño,muyqueridoporella,había sidoasesinadoporunamigode la familia.Laenfermera, criadaenCornuallesyconocedoradelcaso,sumódosydosyllamóalapolicía.

«Sealteramucho»,leshabíadicholaenfermeraalosagentesencargadosdela investigación. «Le inquieta la pérdida del chiquillo, habla y habla de unaspastillasparadormirqueledabanparamantenerlocallado».Sibienprometedorenunprincipio,enparticularalaluzdeunfrascodesedantesdesaparecidoenelcasoEdevane,enúltimainstanciael indicioquedóennada.ConstancedeShielfue incapaz de facilitar a la policía información contrastable y cuando lainterrogabanofrecíaunanarraciónincoherentesobresuhijaEleanoryunbebémuerto.Sumédicodetodalavida,interrogadotrasregresardeunasvacaciones,confirmóquelaancianateníademenciaavanzadayelasesinatoerasolounodevarios temas a los que regresaba su mente confusa. Era igual de probable,afirmó,quecontaraa lapolicíasuotrahistoria favorita,undetallado relatodeunavisitaalreyqueenrealidadnuncahizo.Todolocuallosllevabadevueltaadonde se encontraban a finalesde juniode1933.Sadie arrojó el cuaderno alotroextremodelasiento.Devueltaaningunaparte.

***

Aquella tarde salió a correr. Hacía un día cálido y seco, pero el aire traíapromesa de lluvia. Siguió uno de los senderos del bosque y el ritmo de suspisadaslaayudóaordenareltumultodesuspensamientos.Habíaestudiadolasnotas del caso como una posesa («obsesionada», diría Donald) y le dolía elcerebrodetantoesfuerzo.

ElsolestababajocuandollegóalalindedeLoeanneth,ylahierbaaltadelapraderapasabadelverdealmalva.LosperrosteníanlacostumbredecontinuarhastalacasayAshgimoteódesconcertadocuandoSadiesedetuvo.Ramsay,quesolíaguardarlasdistancias,semovíaaunladoyotroaunosmetrospordelante.

—Hoy no toca,muchachos—dijo—. Es demasiado tarde. Nome apetece

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perdermeenelbosquecuandooscurezca.Habíaunpalograndeylisocercayloarrojóalapraderaamododepremio

de consolación. Los perros se lanzaron en su busca a toda prisa, saltando ytropezando entre sí. Sadie sonrió, observando cómo sedisputaban el palo, y acontinuación prestó atención al distante bosquecillo de tejos. Cada vez habíamenos luz, losgrillosocultosen las lindesdelbosquecomenzabansucanciónnocturna y cientos de diminutos estorninos sobrevolaban el bosquecilloenmarañado y ya en penumbra. Debajo de ellos, escondida tras losmuros devegetación,lacasasepreparabaparapasarotranoche.Sadieimaginólosúltimosrayosdelsolreflejadosenlasventanasdecristalemplomado,lafrescasuperficieazuloscurodellagoqueseextendíaantelacasa,eltejadosolitario.

Briznasdehierbalehacíancosquillasenlaspiernasysepusoatirardeellas,distraída, arrancando los tallos de uno en uno. La acción, sorprendentementeplacentera,lerecordóunartículodelosperiódicosdelaspequeñasEdevaneconinstruccionesparatejerunbarcodehierba.Sadieprobócondostalloslisos,quefue enlazando hasta formar una especie de trenza. Sus dedos eran torpes, noobstante,yesepasatiempoderecreoescolarleresultabademasiadoajeno.Habíapasadomuchotiempodesdequehabíahechoalgotandelicadoeinútil.Tirólostallos.

Reparó en que uno de los personajes de la novela de A. C.Edevane queestabaleyendomencionabaunveranodelainfanciadedicadoatejerbarcosconlargas hierbas. No era una coincidencia sorprendente, por supuesto. Teníasentidoqueunaautorarecurrieraasusvivenciasparadotarasuspersonajesdepensamientos y recuerdos. A eso se refería Clive cuando dijo que leía entrelíneas en las novelas de Alice en busca de pistas que arrojaran luz sobre ladesaparicióndeTheoEdevane.Noaclarósihabíaencontradoalgo;enrealidadhabía confesado su costumbre con una sonrisa irónica, autocrítica, comoinvitando a Sadie a reírse de lo desesperado que estaba por encontrarinformacióncreíble.Ahora,sinembargo,aSadielepicólacuriosidad.NosobrelasnovelasdeA.C.Edevane, sinosobre si eraposiblequeAlice supieraalgoimportante,algoquehabíamantenidoensecretotodosestosaños.

Sadieviootropalolargo,locogióygolpeóinquietaconélenelsuelo.¿Eraese el motivo por el que Alice no había respondido a sus cartas? ¿Era ellaculpable? Clive tenía razón; por lo general, existían dos tipos de culpables:aquellos que siempre se metían de por medio tratando de «ayudar» en lainvestigaciónylosquehuíandelapolicíacomodelapeste.¿PertenecíaAlicea

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este último grupo? ¿Había visto algo esa noche y estabaClive en lo cierto alsuponerquevolvíaalabibliotecadeLoeannethparainformaralapolicía?TalvezhabíasidoAlicequienhablódeltúnelaRoseWaters;talvezinclusohabíallegadoaveralaniñeraesamismanoche.

Sadiehincóelpaloconfuerzaenlatierra.Inclusomientraslopensaba,sabíaquenoerasuficiente.SuponiendoqueAlicehubierahabladodeltúnelconRose,noeraunpecadotangrandecomoparamentir,nocuandohabíadesaparecidounbebé, no a menos que existiera otra razón para que Alice protegiera con susilencio a RoseWaters. Negó con la cabeza, impaciente consigo misma. Erademasiado ambiciosa, se esforzaba en excesoy lo sabía.Exactamente por esonecesitaba seguir corriendo, para aplazar ese hábito que le impedía dejar deenhebrarteorías.

AshhabíaganadolapartidayllegóalospiesdeSadie,dondesoltóelpaloconaspectoorgulloso.Jadeósuplicante,antesdeempujarloconelmorro.

—Venga,vale—dijoSadie, acariciándole lasorejas—.Laúltimavez,quetenemos que irnos.—Lanzó el palo, lo que motivó ladridos de placer y unacarreraentrelahierba.

LociertoeraqueSadiehabíaperdidoelentusiasmosobrelateoríadeRoseWaters desde que se despidió de Clive. Por muchas vueltas que le diera,secuestrar a un niño parecía una reacción excesiva para una mujer en suscabales.Ysegúntodoslosinformes(elexpedienteconteníamásdeuno),RoseWaters estaba en sus cabales. Además, la describían, por ejemplo, como«eficiente»,«interesante»y«vivaz»,ysuhistoriallaboraleraimpecable.SolosehabíatomadounmeslibreenlosdiezañostranscurridosdesdequecomenzaraatrabajarconlosEdevaneysedebióa«unasuntodefamilia».

Inclusosieldespidohabíasidoinjusto,yaunsihubieradeseadovengarsedesus antiguos contratadores, el agravio sufrido no parecía justificar semejantecrimen.Además,habríanexistidoenormesdificultadesprácticasparaejecutarelrapto. ¿Era posible que unamujer hubiera actuado sola? Si no era así, ¿quiénhabríasidosucómplice?¿DaffydLlewellynoundesconocido?¿Ycómohabíainducidoaesapersonaaquelaayudaraensuvenganzapersonal?No,seestabaaferrandoaunclavoardiendo, tratandodeestablecerconexionesdondeno lashabía. Incluso el móvil ahora le parecía débil. No había habido petición derescate, lo cual echaba por tierra, ¿o no?, que Rose buscara una recompensaeconómica.

TruenoslejanoscrisparonelaireySadiemiróelhorizonte.Elsolseestaba

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poniendo, iluminando un grupo de nubes oscuras y grises sobre el mar. Seavecinaballuvia.Llamóalosperros,deseosaderegresar.Selehabíadesatadoun cordón y apoyó el pie en una piedra cercana para atárselo.Independientementedequiénselollevarayporqué,estabalacuestióndequéhabíasidodeTheoEdevane.Suponiendoquehubierasobrevividoaesanochedelveranode1933,habríatenidoqueiraalgúnsitio.Eraimposiblerobaraunniñoyadaptarloaunanuevasituaciónsin llamar laatención.Alguienhubierareparado en ello.Habrían surgido sospechas, sobre todo en un caso objeto detanta atención por parte de la prensa.A lo largo de setenta años nada creíblehabía llegado a la policía, lo cual sugería que Theo había estado muy bienescondido, y el mejor lugar para ocultar a un niño era a la vista de todos.Inventandounasituacióntancreíblequeanadieseleocurrieracuestionarla.

Sadieseestabaapretandoelotrocordóncuandoalgoenlapiedralellamólaatención. El tiempo había devorado las letras y estaban recubiertas de liquen,pero la palabra todavía era perfectamente legible para Sadie, quien llevabaviéndolados semanas:ALICE. Salvo que esta era diferente a las demás; habíaalgomásgrabadodebajo.Searrodillóyapartólahierba,mientrasempezabanacaerlosprimerosgoteronesdelluvia.Eraotronombre.Sadiesonrió.Elgrabadodecía:ALICE+BEN.SIEMPRE.

***

La cabaña aún estaba vacía y a oscuras cuando Sadie y los perros regresaronmuertosdefrío,empapadosyhambrientos.SadiebuscóunatoallasecaparaAshyRamsayyacontinuacióncalentósobrasdeunguiso(¡lentejasyamor!).Comióencorvadasobre lasnotasesparcidaspor lamesamientras la lluviagolpeteabasin cesar el tejado y los perros roncaban satisfechos a sus pies. Tras dejarreluciente el segundo cuenco, escribió una tercera carta a Alice Edevanesolicitando permiso para entrar en la casa. Consideró preguntar si existía untúnel oculto en el pasillo, cerca del cuarto de los niños, en la segunda planta,peroprefiriónohacerlo.TampocomencionóaRoseWatersnielagudointerésque sentía por Clementine Edevane y por cualquier dato que tuviera sobre elcaso.Selimitóadecirqueteníaunateoríaqueleencantaríacomprobaryquesesentiría muy agradecida si Alice le escribiese. Ya había pasado la hora de

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recogidadecorreodelsábado,perocogióunparaguasysalióalaoscuridadparaecharlacartadetodosmodos.ConsuertellegaríaaAliceelmartes;entretanto,seconformaríasabiendoqueestabadecamino.

Yaqueestabaenelpuebloydisponíadeunabarradecobertura,aprovechópararefugiarsebajolacarpadeunmercadoycomprobarsiteníamensajesenelteléfono.No había nada deDonald y sopesó el hecho antes de decidirse a nointerpretar ese silencio comoun reproche, sino comouna autorización tácita aque se reincorporara al trabajo, tal como había sugerido, después de que sevieranenLondreslasemanasiguiente.

En un impulso, antes demarcharse, llamó a Clive para preguntarle por laentrevistaconConstancedeShielenlaresidenciadeancianos,en1939.Algoenla crónica que había leído había encendido un piloto rojo en el control demandosdesumente,peronosabíaconcertezadequésetrataba.Clivesesintiócomplacidoaloírsuvoz,peroledecepcionóoírlapregunta.

—Ah,eso—dijo—.Nofuenada.Yaestabaenplenadecadenciaporaquelentonces, pobrecilla. Qué manera más horrible de irse: se pasaba los díasdespotricandoydelirando sobreelpasado,mezclando las cosas,muyalterada.No,esAliceEdevanequientienelallavepararesolveresteasunto.Esellaconquientenemosquehablar.

Las lucesde laCabañadelMarestabanencendidas cuandoSadiedoblóelrecodo del estrecho camino del acantilado. Bertie estaba en la cocina,preparandoté,ycogióunasegundatazadelescurridorcuandoSadiesesentóalamesa.

—Hola,cariño—dijo—.Hastenidoundíamuylargo.—Podríadecirlomismodeti.—Docecajasdejuguetesempaquetadasylistasparavender.—Tendráshambre.Tehasperdidolacomida.—Estoybien.Hetomadoalgoporahí.ConLouise,sinduda.SuabuelonoofreciómásdetallesySadienosequiso

mostrarmezquinanimolesta,asíquesecontuvoynoinsistió.Sonrió(unpocoadesgana)cuandoBertieleentregóunatazahumeanteysesentófrenteaella.

SadievioqueelbordadoquelehabíaregaladoLouisecolgabadelapuerta.—Nosemehapasadotucumpleaños,¿verdad?Bertiesiguiósumiradaysonrió.—Esunregalo,sinmás.—Quéamableporsuparte.

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—Louiseesamable.—Bonitomensaje.Unpocosimplista,talvez.—Sadie…—SédóndelohabríaguardadoRuth.¿Recuerdaseseejemplarenmarcadode

Desiderataqueteníaenlapuertadelbaño?—Serio.Larisasonóhueca.—Sadie…—Decíaquesiunapersonanopodíairagustoalváter,sinruidoniprisas,

¿quéesperanzaquedabaenelmundo?Bertieestiróelbrazoalolargodelamesaytomósumano.—Sadie.Miniñaquerida.Ella se mordió el labio inferior. Sin explicación posible, de un modo

exasperante,esaspalabrasbastaronparaqueunsollozose lequedaraatrapadoenlagarganta.

—Erescomounahijaparamí.Mesientomásunidoatiqueamihija.Esoesextraño. Esmi hija, pero no tengo nada en común con tumadre. Ya de niñasiempre le inquietaba qué pensarían los demás, le preocupaba que noestuviéramos haciendo las cosas «como es debido», que Ruth o yo laavergonzáramossinonosvestíamosohablábamosopensábamosexactamenteigualquelosotrospadres.—Sonriócondulzurayseacariciólabarbablancaydesmañada que lucía desde que Sadie llegó a Cornualles—. Tú y yo nosparecemosmuchomás.Paramí, tú eresmihija y séque túme considerasunpadre.PeroSadie,cariño,nosoymásqueunapersona.

—Desdequeestásaquíeresdiferente,abuelo.Nosabíaqueibaadeciralgosemejante.Nisiquierasabíaquesesentíaasí.

Estabahablandocomounaniñapequeña.—Esoespero.Esmiintención.Estoyintentandoseguiradelante.—Sihastatehassacadoelcarnédeconducir.—¡Vivo en medio del campo! Aquí no puedo depender del metro para

desplazarme.—Pero todoesode loquehablaLouise,que lamagiaexiste,quedejemos

decidiraluniverso,esebordado…Noespropiodeti.—Antessíloera,deniño.Semehabíaolvidado…—Sinduda,noespropiodeRuth.—Ruthsehaido.—Ynoscorrespondeanosotrosrecordarla.LavozdeBertiesonóinusualmentecrispada.

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—Tuabuelayyonosconocimoscuandoyoteníadoceaños.Norecuerdoloque es vivir sin ella.Mi dolor, su pérdida…,medevoraría por completo si lopermitiese.—Seacabóel té—.Esebordadoesun regalo.—Sonriódenuevo,pero había tristeza detrás de esa sonrisa ySadie lamentó saber que ella era lacausa.Queríadecirquelosentía,peroenrealidadnohabíandiscutidoysesentíacriticada,ysuspicaz,yasíeradifícildisculparse.Aúnestabatratandodedecidirqué decir cuando su abuelo se adelantó—.No encuentromi colador favorito.Creoquevoyasubirabuscarlo.

***

Sadiepasóelrestodelatardesentadaconlaspiernascruzadasenelsuelodesuhabitación. Forcejeó con las primeras tres páginas deEscapa(hui)das ficticiasantesderepararenqueelcapítulosobreDaffydLlewellyneraunainterpretaciónde su obra en lugar de una biografía, e indescifrable para más inri. Prefiriócentrarseen lasnotasquehabía tomadoencasadeClivey lasalternócon lospequeñosperiódicosdelashermanasEdevane.HabíaestadopensandoacercadelacertezaconqueClivehabíadichoqueAliceteníalaclave,yesolerecordóelgrabado que encontró por la tarde en la piedra. Tenía la vaga sensación dehabersetopadoconesenombre,Ben,enalgúnmomentodeldíaanterior,pero,pormásquepensaba,nolograbarecordardónde.

La lluvia se deslizaba por los cristales de la ventana, el dulce aroma delhumo de pipa se colaba por los resquicios del techo y Sadie recorrió con lamiradalamarañadepáginas,notasgarabateadasylibrosesparcidosenelsuelodelante de ella. En algún lugar, dentro de ese desorden, sabía que existíandetalles a la espera de un vínculo, lo sentía. No importaba que fuera la vivaimagendelaanarquíaenformatopapel.

Conunhondosuspiro,dejólainvestigaciónysemetióenlacama.AbrióUnplato que se sirve frío y leyó un rato para despejarse. Resultaba que elrestaurador había sido asesinado y cada vez parecía más probable que laexesposafueralaculpable.Llevabandivorciadosveinteaños,duranteloscualesel hombre había hecho carrera y fortuna mientras que ella se entregaba alcuidado de su hija discapacitada. Había sacrificado tanto sus aspiracioneslaboralescomosulibertad,peroqueríaasuhijayelarreglohabíasidodecomún

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acuerdo.Eldesencadenante(Sadiepasabalaspáginascadavezmásdeprisa)fueque

el hombre anunció un día como si tal cosa que se iba de vacaciones aSudamérica.Suexesposa llevaba toda lavidasoñandocon iraMachuPicchu,perolahijanoestabaensituacióndeacompañarlaynolapodíadejarsola.Quesuexmarido(unhombresiempredemasiadoocupadoeimportanteparaayudarenelcuidadodelahija)sepropusieravivirsugransueñohabíasidomásdeloquelamujerpodíasoportar.Décadasdedolormaterno,elaislamientoquesufrentodosloscuidadoresylasublimacióndelosdeseospersonalesdetodaunavidahabían llevado a estamujer demodales amables a la conclusión inevitable dequeteníaqueimpediratodacostaelviajedelexmarido.

Sorprendida, satisfecha y extrañamente estimulada, Sadie apagó la luz ycerrólosojos,escuchandolatormentayelmarpicado,losperrosquesoñabanyroncabanalospiesdelacama.A.C.Edevaneteníaunaperspectivainteresantesobrelamoralidad.Sudetectivehabíadescubiertolaverdadsobrelamuerteenapariencianaturaldelhombre,perohabíapreferidonoinformaralapolicía.Sudebercomodetectiveprivado,razonabaDiggoryBrent,eraencontraralculpablesiguiendo el rastro del dinero. Y lo había hecho. Nadie le había pedido queindagaraenlosmotivosdelamuertedelrestaurador;nisiquierahabíalevantadosospechas.Laexmujerhabíasobrellevadounaenormecargadurantemuchísimotiempoy a cambiodemuypoco; si la hubierandetenido, la hijahabría salidomalparada.Diggory había decidido que no diría nada y dejaría que la justiciasiguierasucursosinsuintervención.

Sadie recordó la descripción de Clive de una joven Alice Edevane querondaba la biblioteca durante la investigación policial y su sensación de quesabía más de lo que contaba y su corazonada más reciente (y un tantodesesperada)dequeunodesuslibrospudieracontenerlaclave.UnplatoquesesirvefríonoreflejabalossucesosdeladesaparicióndeTheoEdevane,perosindudasugeríaqueAliceposeíaunaopiniónmatizada respectoa la justiciaysucurso. La novela, además, tenía mucho que decir acerca de la complicadarelaciónentrepadresehijos,relaciónquedescribíatantocomounacargacomounprivilegio,unvínculoinextricable,paralobuenoyparalomalo.EraevidentequeAlicenoveíaconbuenosojosaquienesrehuíansusresponsabilidades.

Sadie intentó dormir, pero le costaba conciliar el sueño incluso cuando seencontrabaenunbuenmomentoy sedescubrióa símismapensandoenRoseWaters. Supuso que se debía a las reflexiones sobre la maternidad y el

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compromisodeloscuidadores.ElamorquelaniñerahabíamostradoporTheo,«comosifuerasuhijo»;suimpecablehistoriallaboralyeldespidorepentinoe«injusto»queladejódesconsolada;latestigoquehabíajuradoveraunamujeresbeltamoviéndoseenelcuartodelosniñosdespuésdelamedianoche…

Resopló, se dio la vuelta e intentó ordenar sus pensamientos. Surgió de lanadaesaimagendelafamiliaEdevanedurantelameriendacampestre.Elmaridoylaesposaenelcentro,elpequeñotanqueridoenprimerplano,eltobilloylapiernaesbeltosen lassombras.Oyó lavozdeClive,quedecía lodeseadoquehabíasidoelniño,cuántotiempolohabíanesperadolosEdevane,ypensóenelinterrogatoriode1939aConstancedeShiel,duranteelcual laanciana«divagóacerca de Eleanor y un niño muerto en el parto». Tal vez no hubiera sidoproducto de su cabeza trastornada. Tal vez Eleanor se hubiera quedadoembarazada entreClementine yTheo. «No era ningún secreto que querían unhijo»,habíaaseguradounodelosinterrogadosenelexpedientedeClive.«Fueunabendicióncuandoalfinlotuvieron.Yanoloesperaban».

Sadie abrió los ojos en la oscuridad. Algo trataba de abrirse paso en sumente.

Encendió la luz, se inclinó sobre el borde de la cama y hurgó entre lospapelesdelsueloenbuscadeunapágina.Eraunodeesospequeñosperiódicosescritosyproducidospor lashermanasEdevaneen lavieja imprentilla.EstabaseguradehaberleídoalgoacercadeRose,laniñera.

Ahíestaba.Se llevó laspáginas envejecidas a la cama.UnartículodeAlice enelque

detallabaelcastigorecibidoporClementineEdevaneporhaberllamadogordaaRose, la niñera. Sadie comprobó la fecha, hizo un cálculomental rápido y selevantódelacamadeunsaltoenbuscadesucuaderno.Pasófebrillaspáginashasta llegar a las notas que resumían el historial laboral de RoseWaters; enespecial, su ausencia de unmes, julio de 1932, cuando la habían llamado por«asuntosfamiliares».Lasfechasconcordaban.

Sadiemirópor laventana(elacantiladoa la luzdela luna,elmarnegroyturbulento,laslucesdelhorizonte)mientrasintentabaponerordenensusideas.Clivehabíadicho:«¿Porquéquerríanlospadressecuestrarasupropiohijo?».SereferíaaAnthonyyEleanorEdevaneylapreguntaeraretórica,unabroma,puesporsupuestolospadresnonecesitabansecuestrarasushijos.Yalostenían.

Pero¿yenaquelloscasosenquenofueraasí?Empezóaarderle lacara.Unanuevaposibilidadempezabaa tomar forma.

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Seleocurríaunarazónporlacualunpadrequerríasecuestrarasuhijo.Los detalles encajaban, como si siempre hubieran estado allí, como si la

hubieran estado aguardando. Una sirvienta en apuros… Un pequeño quenecesitabaunhogar…Laseñoradelacasaquenopodíatenerunhijo…

Habíasidounasoluciónidóneaparatodos.Hastaqueundíadejódeserlo.

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Capítulo17

Londres,2003

Elmensajeeraseco,inclusoparaAlice.Habíasalido,volveríamástarde.Peterestudióel trozodepapel (leparecíaexcesivo llamarlonota)ysepreguntóquésignificaba.Últimamente laconductadeAlicehabíasidoextraña.Semostrabaquisquillosa,másquedecostumbre,ymuydistraída.Petersospechabaque lascosasno ibanbienconelnuevo libro,másalláde la inquietudpropiade todoescritor que era de esperar, y que los problemas creativos de Alice eran unsíntomaynolacausadesusproblemas.

Presentía que conocía la causa. Cuando el viernes le había transmitido elmensajedeDeborah, lacaradeAlicehabíaperdidoelcolorysureacción,eseligero estremecimiento en la voz, le había recordado esa carta de la detectiverecibidaaprincipiosdesemanaquepreguntabaporunantiguocasosinresolver.Existíaunaconexiónentreambascosas,aPeternolecabíaduda.Esmás,estabaconvencido de que también estaban relacionadas con ese crimen real en elpasado familiar de Alice. Ahora conocía la historia del niño, de Theo. Alicehabíatratadodeocultarlaconmociónquelehabíacausadolacarta,peroPeterhabíanotadocómocomenzabanatemblarlelasmanos,cómolashabíaocultadobajolamesa,dondeélnopudieraverlas.Lareacción,juntoasuvehemenciaalrestar importanciaalcontenidodelacarta,habíadespertadoel interésdePetertanto como para, sentado esa noche ante el ordenador de su casa, teclearEdevane yniño desaparecido en elmotor de búsqueda de internet. Así habíadescubiertoqueelpequeñohermanodeAlicedesaparecióen1933ynuncafuehallado.

LoquenosabíaeraporquédiablosAlicementíaalrespectoyporquétodo

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eseasuntolahabíaafectadodeesamanera.Unamañana,alllegaraltrabajo,lahabía encontradodesplomada enunabutacade la biblioteca.Se le desbocó elcorazón, y por una fracción de segundo se temió lo peor. Estaba a punto deadministrar unos tentativos primeros auxilios cuando Alice dejó escapar unronquido y Peter comprendió que estaba dormida. Alice Edevane nunca seechaba la siesta. A Peter le habría sorprendido menos si al abrir la puerta lahubieraencontradobailandoladanzadelvientreconunafaldadegasaribeteadademonedas.AlicesehabíadespertadoconunsobresaltoyPeterhabíasalidoalpasilloparaquelosdospudieranfingirquenohabíavistonada.Seesforzóenhacerruidoalquitarse loszapatosydioalpercherounabuenasacudidaporsiacaso,antesde regresaryencontrarla leyendoelbocetodeuncapítuloconunbolígrafo rojo en lamano.Y ahora esto.Una ruptura inesperada de la rutina.SoloqueAliceEdevanenorompíanuncalarutina,nolohabíahechoniunasolavezdurantelostresañosquehabíatrabajadoparaella.

Esteinesperadogirodelosacontecimientoseradesconcertante,peroporlomenosledabalaoportunidaddeterminarlaseccióndepreguntasfrecuentesdelapáginaweb.LoseditoresdeAlice,cuyapacienciaseagotabaamedidaqueseacercabalafechadepublicación,sehabíanvueltoaponerencontacto,yPeterleshabíaprometidoenviarleslaversióndefinitivaafinalesdeesasemana.Yloiba a cumplir. Lo único que le quedaba hacer era determinar si Alice habíaescritoonoun libro antesdeEnunabrir y cerrardeojos.En el artículodelYorkshirePostde1956delcualqueríaextraerlarespuesta,Aliceafirmabaquehabíaescritounanovelademisteriocompleta,laprimera,enelcuadernoqueleregalaronalcumplirquinceaños,yPeterpensóqueseríasencilloconfirmarlo.Aliceerapatológicaenloquesereferíaasuscuadernos;noibaaningúnladosinunoylosguardabatodos,sinexcepción,enunasestanteríasdesuestudio.LoúnicoqueteníaquehacerPetererabuscarlainformación.

Comenzóasubirlasescaleras,sedescubrióasímismosilbando,cohibido,yse detuvo. No había necesidad alguna de aparentar ser la viva imagen de lainocencia. Solo los culpables hacían eso y no había nada indecoroso en suactuación.LaentradaaldespachodeAlicenoestabaprohibida;por lomenos,nadasehabíadichoenesesentido.Peternosolíaentrar,peroesoerasolounacuestión circunstancial. Rara vez se presentaba la oportunidad. Siempre sereunían en la biblioteca yPeter trabajaba en la ampliamesa de la cocina o, aveces,enelcuartodeinvitados,destinadohacíatiempoalosarchivos.

Eraundíademuchocaloryelsolentrabaaraudalesporlaestrechaventana

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enloaltodelasescaleras.Elairecálidosubíayseestancabaenelrellano,sinotro lugardonde ir,yaPeter lealegróabrir lapuertadelcuartodeescribirdeAlice,frescoyenpenumbra,yentrar.

Como era de esperar, en el estante, debajo de las primeras edicionesinternacionales,encontróloscuadernos.Elprimeroerapequeñoydelgado,contapasdecueromarrón,suaveydescoloridoporeltiempo.Peterabriólacubiertayvio,enel frontispicioamarillento, lacaligrafíacuidaday redondeadadeunaniña esmerada. Alice Cecilia Edevane, 8 años. Sonrió. Esa línea manuscritadejaba entrever la Alice que él conocía (segura de sí misma, formidable,dispuestaahacerlascosasasumanera),perodeniña,diligente,contodalavidapordelante.Dejóelcuadernoensusitioycontóalolargodelestante.Segúnsuscálculos,lalibretaquebuscabaeralaquelehabíanregaladoen1932,queusóalañosiguiente.Sedetuvoysacódelaestanteríaunejemplarmásgrandequelosdemás.

Peter supo en el acto que había algo extraño. El cuaderno era demasiadoligeroparasutamaño,ydemasiadodelgado.Dehecho,cuandoloabrió,faltabanlamitad de las páginas, y no quedabamás que una gruesa franja irregular dedonde las habían arrancado. Confirmó que, en efecto, era el cuaderno de1932-1933,ypasóeldedopensativoporlosjironesdepapel.Ensímismo,esono significaba nada. Por lo que sabía, unmontón de adolescentes arrancabanpáginasdesusdiarios.Salvoqueenestecasonosetratabadeundiario,sinodeuncuaderno.Ynoeranunascuantaspáginas;faltabanmásdelamitad.¿Cabríaahíelborradordeunanovela?Dependíadelaextensión.

Echó un vistazo a las primeras páginas que quedaban.La peculiaridad delhallazgohabíaañadidounmatizincómodoalatareayderepentesesintiócomounladrón.Serecordóasímismoquesoloestabahaciendosutrabajo.QueAlicelepagabaparahacerlo.Noquierosabernadaalrespecto,lehabíadichocuandoleencomendó lapáginaweb.Encárgate túde todo.Encuentra la respuesta, sedijoasímismo,dejaelcuadernodondeestabayseacabó.

Las primeras páginas eran prometedoras. Parecía que iban a rebosar deobservacionessobresufamilia(PetersonrióalreconocerenladescripciónqueAlicehacíadesuabuela—unesqueletoenlascenizasdeunvestidocaro—unacita de Grandes esperanzas), además de ideas para una novela sobre unospersonajes llamados Laura y lord Hallington que vivían una complicadísimahistoriadeamor.TambiénhabíafrecuentesreferenciasauntalseñorLlewellyn,quien Peter supuso sería el escritor queAlicemencionaba en la entrevista, el

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mentordesuniñez.Peroenesemomento la tramase interrumpíabruscamente,abandonada,al

parecer,porunalistanumeradaquellevabaportítulo:LasreglassegúnelseñorRonaldKnox,adaptadasdelaintroduccióndeLosmejoresrelatosdedetectives.

La listade reglas, sibienanticuadasypedantesparaelgustoactual,habíasupuestouncambioradicalenlavidacreativadeAlice,puesapartirdeentoncescesabanlasmencionesaLauraylordHallington(oalseñorLlewellyn,paraelcaso)ysupuerilrelaciónerasustituidaporreflexionesgeneralessobrelavidayelamor,sincerasydeunidealismoconmovedorporsuingenuooptimismo.

PeterechóunrápidovistazoalasadolescentesexhortacionesdeAliceacercadelobjetivodelaliteratura,susintentosporemularlasextasiadasdescripcionesde la naturaleza de las poesías románticas que citaba como favoritas, susentusiastasaspiracionesdefuturo:ansiarmenosposesionesmaterialesyvivirunamor superior. Comenzaba a experimentar la incómoda sensación de ser unintruso,ycasiestabaapuntodeabandonarlabúsquedacuandoseencontróconalgoquelosobresaltó.LasinicialesBMcomenzaronaaparecerenlasnotasdeAlice.SegúnBM…,BMdice…,VoyapreguntaraBM…OtrapersonatalveznohabríarecordadoelnombrequeDeborahlehabíapedidoquemencionaraaAliceensumensaje,peroPeterhabíaidoalcolegioconunniñollamadoBenjamin,ylos dos habían repartido publicidad para un tendero llamado señorMunro, demodoque,cuandoDeborahdijoelnombre,lacoincidencialohabíafijadoenlamemoriadePeter.BenjaminMunro,elhombrecuyasolamenciónhabíahechopalideceraAlice.

Hacia alrededor de la misma fecha en que las siglas BM comenzaban asalpicar el diario, Alice parecía planear la trama de una nueva novela. ¡Unmisterio esta vez, una buena historia policiaca, con un ingeniosométodo quenadieadivinará!Laplanificacióncontinuabaenlaspáginassiguientes,flechasypreguntas garabateadas y mapas y diagramas bosquejados apresuradamente(técnicasquePeterconocíadeloscuadernosmásrecientes)yalfinunaentradafechadaenabrilde1933:MañanaaprimerahoraempezaréAPB.Yatengolaprimeray laúltima fraseenmente, yuna ideaclarade todo loque tienequesucederentremedias(gracias,enparte,aBM).Séqueestalavoyaterminar.Yanoto ladiferencia con todo loquehe escritoantes.Peterno supo si habíacomenzado o no APB, o si la había terminado o no. Tras declarar susintenciones, Alice había garabateado algo con tal vehemencia que habíaagujereadoelpapelyluegonohabíanada.Faltabaelrestodelaspáginas.

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¿PorquéhabríaarrancadoAliceelborradordeunanovela?Ella,queeratanmeticulosa,casisupersticiosa,respectoalanecesidaddeconservartodoloquecontribuía a la creacióndeun libro.«¡Unaescritora jamásdestruye suobra!»,habíadeclaradoalaBBC.«Inclusosi ladetesta.Destruirlaseríalomismoquenegarlaexistenciadeunhijotorpe».Peterselevantóyseestiró,mirandoporlaventanaquedabaalparque.Talveznosignificaranada.Eranunaspáginasquefaltabande undiario adolescente. Páginas escritas hacía setenta años.Pero noconseguíasacudirselasensacióndeinquietudquesehabíaapoderadodeél.LaconductadeAlice,lamaneraenquehabíarestadoimportanciaaeseviejocasopolicial,laconmociónalrecibirelmensajedeDeborah,cuandoélpronuncióelnombredeBenjaminMunro.Inclusoesepequeñoeinexplicablemisteriodeporquédecíaalosperiodistasquenohabíaescritonadaantesdesuprimeranovelapublicada.AlgoocurríayAliceestabapreocupada.

Peterdeslizóelcuadernoensusitio,conmuchocuidadodenohacerruido,comosiasípudieraborrarelhechodehaberlosacadodelestanteymiradoensuinterior.Decidióqueomitiríadelaseccióndepreguntasfrecuenteslareferidaala primera obra de ficción que había completado Alice. Deseó haberlo hechodesdeelcomienzoenlugardellegarhastaahíyabrirlacajadePandora.

Quizáfueranlasprisasporabandonarlabuhardillayolvidartodoelasuntolo que le hizo tropezar con la lámpara. Quizá fue, simplemente, su habitualtorpeza.Encualquiercaso,eraunalámparadepie,alta,yPeterlalanzócontraelescritorio de Alice. Un vaso, por fortuna vacío, se volcó, y Peter lo estabaponiendoensusitiocuandoviounsobredirigidoaAlice.Ensímismonoeraunhechoinusual;seencontraban,alfinyalcabo,encasadeAlice.Sinembargo,Peter era quien se ocupaba del correo y no había visto esa carta. Lo cualsignificaba que había sido interceptada en el montón de la mañana sin suconocimiento.

Vaciló, pero solo unmomento. Le tenía cariño aAlice.No es que fueranexactamente abuela y nieto, pero se preocupaba por ella y, dado todo lo queestabaocurriendo, se sentía responsable.Abrió lacarta, solo lo suficienteparaver de quién era. Sadie Sparrow. No era un nombre que olvidara alguienaficionadoalaspalabrasyPeterrecordóalinstantelacartallegadaexactamenteuna semana antes. La detective que investigaba el viejo caso de un niñodesaparecido.Uncasode1933,elmismoañoqueBMhizosuaparicióneneldiario de Alice y el controvertido manuscrito había sido (o eso imaginaba)arrancado.Peterexperimentólasombríasensacióndeverencajar laspiezasde

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un rompecabezas, pero sin que lo abandonara la frustración de no saber quéimagenrevelaba.Sediounosgolpecitosenloslabios,pensativo,ymiróunavezmáslafinahojadepapeldobladasobreelescritorio.Estoyasíerahusmear.Sinduda,noformabapartedesusresponsabilidades.Tuvolasensacióndeestaralbordedeunacantilado,decidiendosisaltaro retirarse.Negócon lacabeza,sesentóycomenzóaleer.

***

Alicedecidiódarunpaseoporelparque.Elairefresco,sedijoasímismaconnopocadeesa ironía tan suya, le sentaríabien.SaliódelmetroenHydeParkCornerysubiólasescaleras.Hacíamuchomáscalorqueaprincipiosdesemana.Nocorríaaireyelcaloreradenso,esecalordeciudadqueparecíamagnificarseentreelasfaltoy losedificios.Las líneasdemetro,consus furiosasserpientesque siseaban a lo largo de los túneles, eructando viajeros sudorosos en cadaestación, parecían salidas de una obra deDante. Se dirigió a Rotten Row sindejar demirar los jardines de rosas y el tenue aroma de las lilas, como si deverdadestuvierapaseandoporqueleapetecíaestarasolasconlanaturaleza,ynosimplementeparapostergarunpocolaterribletareaquelaaguardaba.

Era Deborah quien había impuesto la cita. Alice, después de que Peter letransmitieraelmensajeelviernes(¡quéespantosoescalofríoaloírasuasistentepronunciar el nombre de BenjaminMunro!), había decidido que lomejor eranegarlotodo.NohabíaningunarazónparaqueellayDeborahdebieranverseenlos próximos meses. El aniversario de Eleanor ya había quedado atrás, lapróxima reunión familiar no sería hasta las Navidades, lo cual le dabamuchísimo tiempo para que el asunto se enfriara. Para que Alice hiciera lonecesarioparaqueseenfriara.PeroDeborahhabía insistido, recurriendoaesacaracterísticacoacciónamablequesiempreesgrimíaporserlahermanamayoryquehabíallegadoadominartrasdécadasdeestarcasadaconunpolítico.«Haycosasquesencillamentetenemosquehablar».

Supiera lo que supiera acerca de Theo, era evidente que había hurgado aconcienciaenelbaúldelosrecuerdoshastahacerundescubrimientoqueponíamuynerviosaaAlice.¿Cuánto,sepreguntóAlice,sabíaDeborah?RecordabaaBen, pero ¿sabía lo que había hecho Alice? Seguramente sí. Si no, ¿por qué

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habríainsistidoenquedarparahablardelpasado?«¿Te acuerdas deRose, la niñera?», había dichoDeborah antes de colgar.

«Quéraro,¿noteparece?,quesemarcharaasí,derepente».Alicehabíasentidoquelosmurosquehabíacontenidotantotiemposecerrabanasualrededor.Eraextraordinario cómo todo ocurría al mismo tiempo. (Aunque había sido ella,Alice, quien había despertado el interés de Deborah con tanta pregunta en elmuseo.Ojalánohubieraabiertolaboca).JustoestamañanaAlicehabíarecibidola tercera carta de la detective, más brusca que las otras, con una novedadpreocupante. Esa tal Sparrow ahora solicitaba permiso para entrar en la casa«conelfindecomprobarunateoría».

Alice dejó de caminar y una libélula se le acercó planeando. Sympetrumflaveolum.Elnombre lesaliósolo.Observóal insectoaletearhaciauncanterocercano,unaespectacularmarañadefloresdeverano,rojas,malvasynaranjasintensos.Los jardineseranunverdaderobálsamo.Unaabejavacilabaentre lasflores y un repentino fogonazo de recuerdos le recorrió todo el cuerpo. Leocurríaamenudoúltimamente.Sintiócómoseríaarrastrarseporese jardín, sucuerpoágilyajenoaldolor,serpentearbajoelfollajefrescoyreposarsobrelaespalda,demodoqueelcielosedescompusieraenrombosazulbrillanteentrelasramasysusoídossellenarandeuncorodeinsectos.

No lohizo,por supuesto.Continuópor el sendero,dejandoel jardíny eseextraño recuerdo tras ella. Pensó que esa teoría de Sadie Sparrow solo podíatratarse del túnel. De algún modo habría descubierto el segundo túnel. Aliceesperó una oleada de pánico, pero en su lugar solo la visitó una resignaciónapática. Era inevitable, lo sabía desde siempre.Uno de los grandes golpes desuerteentodoesteasuntoeraquenadiehabíamencionado(hastaahora)eltúnela la policía. PorqueAlice no era la única que lo conocía en 1933.Habíamáspersonas.Suspadres,sushermanas,laabuelaDeShielyRose,laniñera,aquienfuenecesariodecírseloelinviernoenqueClemmiesequedóatrapadaporculpadeaquelpestillotravieso.

AliceaminoróelpasoalllegaralapartedeRottenRowdondeelcaminosebifurcaba para formar un puente sobre el lago Serpentine. Más allá del aguaestaba la vasta extensión verde del parque. Alice era incapaz de mirarlo sinpensarenlaSegundaGuerraMundial.Poraquelentonceshabíasacosdearenayhuertasalineadas, todoel terrenocedidoapropósitosproductivos.Vistoahora,parecía una mera curiosidad, un retorno a la época medieval. Como si unanaciónhambrientaybombardeadapudieraalimentarsede lassobrasdelhuerto

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deSuMajestad.Poraquelentonceshabíaparecidounaacciónsensata;másqueeso, vital. Los muchachos morían en tierras remotas, llovían bombas sobreLondrescadanocheylosbuquesdesuministrosucumbíanantelossubmarinosantes de llegar a puerto, pero el pueblo de Gran Bretaña no se moriría dehambre.Ibanaganarlaguerra,huertaahuerta.

EnelMuseoImperialdelaGuerra,unosañosatrás,AlicehabíaoídoaunaparejadecolegialesburlarsedeuncarteldelaPatataPete,enelqueunapatataanimada presumía de ser un sabroso ingrediente para una sopa. Los niños sehabían rezagadodelgrupoy,cuandoelprofesor les regañó,elmásaltodio laimpresióndeiraecharseallorar.Alicesehabíaalegrado.¿Porquécasitodalaparafernalia que quedaba de la guerra la hacía parecer algo cortés, delicado ocaballeroso, cuando en realidad había sido cruel y letal? Las personas erandiferentesantaño,másestoicas.Sehablabamuchomenossobre lasemocionesdeuno.A laspersonasse lesenseñabadesde la infanciaano lloraralhacersedaño, a ser buenos perdedores, a negar el miedo. Incluso Rose, la niñera, ladulzuraenpersona,habría torcidoelgestoalver lágrimascuandovertíayodosobre raspones y arañazos. De los niños se esperaba que hicieran frente a susuerte cuando les tocaba. Estas virtudes luego resultaron ser muy útiles entiemposdeguerra;dehecho,tambiénenlavida.

LasmujeresEdevanehabíancontribuidoalesfuerzodelaguerra.ClemmiesehabíaalistadoenelTransporteAéreoAuxiliarysehabíadedicadoatrasladaraviones entre bases para la RAF; Alice había conducido un coche fúnebreconvertido en ambulancia por las calles bombardeadas, y Deborah habíareclutado miembros para el Servicio Voluntario de Mujeres. Pero había sidoEleanorquiensorprendióa todos.DeborahyAlicehabíanrogadoasuspadresquebuscaranrefugioenelcampo,perosumadresehabíanegado.«Nosvamosaquedaraquíahacernuestraparte»,dijo.«Nisenosocurriríaescabullirnos,yosprohíboquelosugiráis.SielReyylaReinapueden,entoncesnosotrostambién.¿Noesasí,cariño?».HabíasonreídoaAnthony,queyapadecíalapleuresíaquelo llevaría a la tumba, y él le había apretado lamano, solidario.YEleanor sehabía alistado en la Cruz Roja y había recorrido el East End en bicicletaofreciendo asistencia médica a madres y niños que habían perdido su hogardurantelosbombardeos.

AvecesAliceveíalaciudadcomounmapa,conalfileresclavadosentodoslos lugares relacionados con ella. El mapa estaba lleno y los alfileres seacumulabanunosencimadeotros.Eraasombrosopasarcasi todalavidaenel

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mismo lugar. Adquirir innumerables recuerdos que se van acumulando capasobre capa en la cabeza, demodo que determinadas geografías adquieren unaidentidadconcreta.LoslugareseranuncomponentetanimportanteenlamaneraqueAliceexperimentabaelmundo,queavecessepreguntabacómomedíanlosnómadaselpasodeltiempo.¿Cómomarcabanymedíansusavancessinoeraenrelación a una constantemuchomayorymásduraderaque ellosmismos?Talveznolohacían.Talvezeranmásfelicesprecisamenteporello.

UnadelascosasquemáslehabíanintrigadoacercadeBenerasucarácternómada.Eranincontableslaspersonasquesehabíanquedadosinhogardespuésde laPrimeraGuerraMundial, hombres tristes cuyapresencia en las callesdetodaGranBretaña, portando carteles que solicitaban trabajo, comidaodinero,habíaempañado laprimeradécadadepaz.AAlicey sushermanas leshabíanenseñado a compartir cuando pudieran y a no quedarse nunca pasivas; acompadecer al prójimo. Ben, sin embargo, no era como esos soldadosdesplazados.EralaprimerapersonaquehabíaconocidoAlicequevivíaasíporelecciónpropia.Detrabajoentrabajo,sinmásposesionesquelasquecupieranen su mochila. «Soy un vagabundo», le había dicho con una sonrisa,encogiéndose de hombros. «Mi padre solía decir que tengo sangre gitana porparte de madre». Para Alice, cuya abuela siempre tenía muchísimo que decirsobre los gitanos y los vagabundos que pasaban por el bosque cercano aLoeanneth,laideaeraanatema.Habíacrecidoconlasraícessólidasysegurasdesupasadofamiliar.Ellegadodelafamiliapaterna,suhistorialdetrabajoduroyespírituemprendedor,laconstruccióndelimperioEdevane.Lafamiliamaterna,cuyas raíces se hundían en esa parcela de tierra que todavía llamaban hogar.Incluso lacelebradahistoriadeamordeEleanoryAnthonygirabaen tornoalrescatey restauracióndeLoeanneth.Alice siemprehabíapensadoqueeraunahistoriamuynobleydebuenaganahabíaheredadolapasióndesumadreporlaCasadelLago.Eraincapazdeimaginarqueexistieraotraformadevivir.

PeroBeneradistintoylehacíaverlascosasdemaneradiferente.Noansiabaposeerobjetosniacumularriquezas.Lebastaba,decía,conpoderirdeunlugaraotro.Suspadreshabían trabajadoenexcavacionesarqueológicasenel lejanoorientecuandoéleraniñoyhabíaaprendidoqueeldestinodeesasposesionestancodiciadas enelpresente, siempre fugaz, eradesaparecer;o convertirse enpolvoypermanecerbajotierraalaesperadelacuriosidaddelasgeneracionesvenideras.Supadrehabíadescubiertomuchosdeesosbellosobjetos,decía,porlos que antaño habían estallado guerras. «Y todos ellos acabaron perdidos o

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desechados y sus antiguos dueñosmuertos y desaparecidos. Lo único quemeimporta son las personas y las experiencias. Conexión: esa es la clave. Esechispazo de electricidad entre las personas, el lazo invisible». Alice se habíasonrojadocuando lodijo.Sabíaconexactitudaqué se refería; ella también losentía.

SolounavezAlice lehabíaoídohablarcon tristezaypesarsobreno tenerdinero.Lorecordabadebidoaladesagradableemociónquehabíadespertadoenella. Ben había crecido junto a una chica, decía, una muchacha inglesa unospocosañosmayorqueélcuyospadres trabajabanen lamismaexcavaciónquelos suyos. Se había convertido en su protectora, pues tenía trece años y Benocho, y, como tenían mucho en común, juntos en una tierra extraña, habíanterminado por estarmuy unidos. «Yo andaba un poco enamorado de ella, porsupuesto»,dijoentrerisas.«Meparecíamuybonita,consuslargastrenzasyojoscoloravellana».Cuandolamuchacha,quesellamabaFlorence(BenlallamabaFloylaintimidaddeesediminutivohabíaheridoaAlicecomounapúa),regresóaInglaterraconsuspadres,empezaronaescribirsecartas,cadavezmásextensaseíntimasamedidaqueBensehacíamayor.Amboshabíanseguidosiendounaconstanteenlaitinerantevidadelotroy,cuandoBenregresóaGranBretañaalos diecisiete años, habían recuperado la amistad. Ella ya estaba casada, perohabía insistido en que Ben se alojara en su casa cada vez que pasara porLondres; seguían siendo amigos íntimos. «Es la persona más generosa delmundo», había dicho Ben. «Extremadamente leal, muy amable y siempredispuestaareírse».Recientemente,sinembargo,ellaysumaridovivíantiemposdifíciles.Habíanluchadoporponerenmarchaunnegocio,invirtiendotodossusahorros y trabajando hasta desfallecer, y ahora el casero amenazaba condesalojarlos.«Han tenidootrasdificultades,además»,habíadicho.«Problemaspersonales. Unas personas tan buenas, Alice, con aspiraciones de lo máshumildes.Estoesloúltimoquelesfaltaba».Afilabalastijerasdepodarcuandodijo: «Haría cualquier cosa por ayudarlos». Apareció en su voz una nota defrustración.«Peroloúnicoqueserviríadeayudaesdineroynotengomásqueloquellevoenelbolsillo».

El sufrimiento de su amiga entristecía a Ben y Alice, ya perdidamenteenamorada, había ansiado ayudarle.Almismo tiempo la cegaba lamás negraenvidiaporaquellamujer(Flo,cómodetestabalabrevedaddeeseapodo),cuyopapel en la vida deBen era vital, cuya infelicidad, a cientos de kilómetros dedistancia,enLondres,teníaelpoderdeagriarelestadodeánimodeBen,aquíy

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ahora.Sin embargo, el tiempo tenía el extraño poder de eclipsar incluso las

pasionesmás intensas. Ben no había vuelto amencionar a su amiga y Alice,quien,alfinyalcabo,erajoven,yportantoegocéntrica,sehabíaolvidadodeFloydesusdificultades.Paracuando,tresocuatromesesmástarde,lecontóaBen la idea que había tenido para Adiós, pequeño Bunting, ni recordaba suafirmación de que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa (lo que fuera) paraobtenereldineroconelqueayudarasuamigadelainfancia.

***

AlotroladodellagoSerpentineunniñocorríahaciaelagua.Alicevacilóysedetuvo,observandocómolaniñaoelniño,eradifícilsaberlo,llegabaalaorillaycomenzabaadesmenuzaruntrozodepanyalanzarlostrozosaungrupodepatosquesehabíacongregado.Notardóenapareceruncisnegraznandoquesehizoconelbotíndeungolpe.Teníaunpicoafiladoqueseacercódemasiadoalniñoyesteempezóallorar.Llegóelpadre,comoeshabitualenestoscasos,yelniño se calmó enseguida, pero el incidente recordó a Alice los patos deLoeanneth, tan codiciosos y osados. Se preguntó si aún seguirían allí, y se lehizo un nudo en la garganta. Sucedía a veces. Tras años de una negación sinfisuras, ahora la dominabauna curiosidaddespiadada, casi abrumadora, por lacasa,ellago,losjardines.

Deniñas, enLoeanneth, sushermanasyellapasabanelveranoentrandoysaliendo del agua, bronceándose bajo el sol, el pelo cada vezmás claro, casiblanco.Apesardesuconstituciónfrágil,Clemmieeraquienpasabamáshorasalairelibre,conesaspiernaslargasyflacuchasdepotrilloyesecarácterinquieto.Debería haber nacido más tarde. Debería haber nacido ahora. CuántasoportunidadeshabíahoydíaparamuchachascomoClemmie.Alicelasveíapordoquier, animadas, independientes, francas y centradas.Muchachas poderosas,que no se dejaban atar por lo que la sociedad esperaba de ellas. Le alegrabaverlas,aesasjóvenes,consusanillosenlanariz,supelocortoysuimpacienciacon el mundo. A veces Alice sentía que casi vislumbraba el espíritu de suhermanaenellas.

Clemmiesehabíanegadoahablarconnadiedurantelosmesesposterioresa

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la desaparición de Theo. Una vez que la policía dio por concluidos losinterrogatorioshabíacerrado labocayhabíaempezadoacomportarsecomositambién tuviera cerradas las orejas. Siempre había sido excéntrica, peroAlicetuvo la impresión, al mirar atrás, que, a finales del verano de 1933, se habíavuelto completamente salvaje. Apenas estaba en casa. Pasaba el tiempomerodeandoporelaeródromo,batiendo juncosconunpaloafilado,yvolvíaahurtadillasacasasoloparadormir,ynisiquieratodaslasnoches.Acampabaenel bosque o cerca del arroyo. Solo Dios sabía qué comía. Huevos de aves,probablemente.Clemmiesiemprehabíatenidoundonparasaquearnidos.

Madreestabafueradesí.ComosilaangustiaporTheonofuerasuficiente,ahora tenía que preocuparse por Clementine, ahí fuera, a la intemperie.Clemmie,sinembargo,regresóalfin,conoloratierra,elpelolargoyenredadoybuenaspecto.Elveranohabíamaduradoysehabíapodrido,demodoqueelotoño al llegar fue densoy sombrío.Con su llegada, unpesar interminable seposósobreLoeanneth,comositodaslasesperanzasdehallaraTheosehubieranmarchado con el calor. Cuando la búsqueda de la policía fue oficialmentecancelada entre incesantes disculpas de los agentes, se decidió que la familiaEdevane regresara a Londres. La boda de Deborah se iba a celebrar ahí ennoviembre y era lógico que la familia dedicara unas semanas a adaptarse.Inclusomadre,siempretanreaciaadejarelcampo,parecíacontentadeescaparde la fría y agobiante tristeza de la Casa del Lago. Cerraron las ventanas,echaronelcandadoalaspuertas,cargaronelcoche.

De vuelta en Londres, Clemmie se vio obligada a usar zapatos de nuevo.Compraronvestidospara reemplazar losquehabía rotoy losque lequedabanpequeños y la matricularon en un colegio para niñas especializado enmatemáticas y ciencias. Fue de su agrado. Tras una serie de institutricesanticuadas,ningunadelascualeshabíaduradograncosaenLoeanneth,irauncolegiodeverdadhabíasidounincentivo,unpremioacambiodesudocilidad.Fueunalivio,enciertosentido,verlaregresardelbordedelabismo,peroAlicehabía llorado en silencio la pérdida de su hermana salvaje. La reacción deClemmie al dolor había sido tan primitiva, tan animal que observarla habíaresultado,dealgúnmodo, liberador.Su regresoa lacivilizaciónexacerbaba latragedia y la volvía permanente, pues, si Clemmie había abandonado todaesperanza,esquenoquedabaninguna.

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Alicecaminabamásrápidodeloquesehabíapropuestoyteníaundolorenelpecho. Flato, se dijo a sí misma, nada que ver con un ataque al corazón.Encontróunasientoysedejócaer.Decidióquesequedaríaunrato,arecuperarelaliento.Labrisaleacariciabalapiel,ligeraycálida.Frenteaellaseextendíaun camino de herradura y más allá un parque infantil donde había niñosencaramados a coloridos columpios de plástico, persiguiéndose unos a otrosmientras las niñeras, jóvenes con coleta y vestidas con vaqueros y camiseta,charlaban bajo un árbol. Junto al parque infantil había un recinto cubierto dearena donde entrenaba la guardiamontada del cuartel deKnightsbridge.Alicecayó en la cuenta de que se encontrabamuy cerca de donde se había sentadojuntoaClemmieesedíade1938.Eraciertoloquesedecía:alenvejecer(yquésutilmenteocurría,quétaimadoeraeltiempo),losrecuerdosdelpasadoremoto,reprimidos durante décadas, se volvían claros y vívidos.Una niñita primorosarecibía una clase de equitación, dando vueltas y vueltas en la pista de arena.AliceyClemmieestabansentadasenunamanta,almorzandoycomentando laintencióndeClemmiedecomenzaruncursodevuelo.Eraantesdelaguerraylavida enLondres para las hijas de familias acomodadas seguía inalterada, perohabíarumoresportodaspartessiunosabíadóndeescuchar.Alicesiemprehabíasabidodóndeescuchar.Y,alparecer,tambiénClemmie.

Ya con diecisiete años se había negado en redondo a participar en latemporadadebailesyhabíaestadoapuntodeserdetenidaen lasdársenasdelpuertodeLondresdespuésdevenderunas cuantas reliquiasde la familiaparacostearseelviajeaEspañayluchardelladorepublicanoenlaguerracivil.Alice,impresionada por las agallas de su hermana, se había alegrado no obstantecuandolallevaronarastrasdevueltaacasa.Aquellavez,sinembargo,alverlaobstinación de Clemmie, el fiero entusiasmo con el que le habíamostrado elanunciodelperiódicodeunaescueladeaviación,Alicelehabíaprometidohacerloquefueranecesarioparaayudaraconvencerasuspadres.Eraundíacálido,habíanterminadodecomerysehabíaapoderadodeellasundeliciosoletargo,enpartedebidoal acuerdoqueacababandealcanzar.Alice estabaapoyada sobrelos codos, con los ojos cerrados tras las gafas de sol, cuando Clemmie habíadicho,sinveniracuento:«Aúnestávivo,¿sabes?».

Resultóquenohabíaabandonadolaesperanza,despuésdetodo.

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Alice buscó el lugar preciso donde habían estado sentadas. Era cerca de unparterre, recordó, entre dos enormes raíces de un castaño. Entonces el parqueinfantil no existía y las niñeras, ataviadas con vestidos largos y sombreros detela,sereuníanjuntoalSerpentine,adondellevabanalosniñosasucargo;losmásmayores ibande lamanoy lospequeñosencochecitosgrandesynegros.AntesdelasNavidadesdeeseañoyanoquedaríahierba,queseríareemplazadapor trincheras contra los futuros ataques aéreos. Ese día con Clemmie, sinembargo, la guerra, con todo su terror y sus muertes, aún quedaba lejos. Elmundoestabaenteroyelsolaúnbrillaba.

—Aúnestávivo,¿sabes?Habíanpasadocincoaños,peroAlicesupoalinstanteaquiénserefería.Era

la primera vez que Alice oía hablar a su hermana acerca de Theo desde quedesaparecióysersuconfidentelaabrumó.AltenerlacertezadequeClemmieseequivocaba,laresponsabilidadaumentaba.Sinsaberquédecir,preguntó:

—¿Cómolosabes?—Losé.Losiento.Laniñaacaballoya ibaal trote,yelcaballosacudió lacrinde formaque

relucieraorgullosa.—Nohubopeticiónderescate—dijoClemmie.—¿Y?—Bueno,¿noloves?Sinopidieronrescate,quienselollevólohizoporque

lequería.Alicenorespondió.¿Cómodecepcionarasuhermanacondelicadezaysin

dejarlugaradudasalmismotiempo?¿Cómohacerlosinconfesardemasiado?El rostro de Clemmie,mientras tanto, se había animado.Hablaba deprisa,

como si hubiera estado esperando cinco años para ello y, ahora que habíacomenzado,quisierahacerlodeuntirón.

—Creo que fue un hombre —estaba diciendo—, un padre sin hijos, queestabadevisitaenCornuallesyvioanuestroTheodecasualidadyseenamoró.Esehombreteníaunaesposa,unamujerbuenaquedeseabatenerhijosperonopodía. Es como si los estuviera viendo,Alice, almarido y a su joven esposa.Acomodados,peroniestiradosnipresuntuosos,enamoradoselunodelotroydeloshijosqueimaginabantener.Losveocadavezmástristesamedidaquepasan

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losañosylamujernosequedaembarazada,ypocoapocovancomprendiendoquenuncaoiránlospasosdeunospiececitosporelpasilloorisasenelcuartodelosniños.Unasombraseinstalaenlacasaytodalamúsica,laalegríaylaluzabandonansusvidas,hastaqueundía,Alice,undíaenqueelhombresevadeviajedenegociosoaunareunión—agitóunamano—,quémásda,elcasoesquepasaporLoeannethyveaTheo,ypiensaqueeseniñopodríadevolverlelaalegríaasuesposa.

El caballo resopló en ese momento y Alice vio Loeanneth ante ella, lastierras de cultivo, los caballos de la finca vecina para los cuales solían hurtarmanzanasdelacocina.LahistoriadeClemmieteníamuchoscabossueltos,porsupuesto, pues nadie llegaba por casualidad a Loeanneth; además, estabainspirada,almenosenparte,enlosproblemasdeDeborah.(«Cincoañosyaúnsin hijos», susurraban en las fiestas de sociedad). Le vino un recuerdo deruiseñoresjuntoallagocercadelamanecerytuvounviolentoescalofríoapesardelafuerzadelsolsobresupiel.Clemmienisediocuenta.

—Loves, ¿a que sí,Alice?No estuvo bien y fue un suplicio para nuestrafamilia,peroescomprensible.Theoerairresistible.¿Recuerdascómomovíalosbrazos cuando estaba feliz, como si intentara despegar?—Sonrió—.Y fue unniño muy deseado. Lo están criando rodeado de amor, Alice, feliz. Era muypequeñocuandosefue,yasehabráolvidadodenosotras,dequeformabapartedenuestrafamilia,aunquenosotrasnolevamosaolvidarnunca.Puedosoportareldolorsipiensoqueesfeliz.

No había nada que Alice pudiera decir a eso. Ella era la escritora de lafamilia,peroClemmie teníaeldondeverelmundodesdeotraperspectiva.Adecirverdad,aAlicesiemprelehabíaasombrado,inclusoinspiradounpocodeenvidia, la imaginación de su hermana, como si su creatividad, sus relatos, elproductode tanto esfuerzoy tantos errores sevolvieran insignificantes ante laoriginalidad innata de Clemmie. La ingenuidad de Clemmie era tal que suinterlocutorseveíaobligadosiempreaasumirelpapeldeescépticodespiadado.Alice no siempre se sentía capaz de interpretar ese papel y ¿de qué serviríadiscutir?¿Porquédestruirlaencantadorafantasíaquehabíacreadosuhermana:una nueva vida paraTheo, una familia cariñosa? ¿No bastaba que ella,Alice,supieralaverdad?

Pero Alice, codiciosa, había querido oír más de la historia de Clemmie.«¿Dóndeviven?»,habíapreguntado.«¿CómoesTheoahora?».

MientrasClemmiehilabasusrespuestashabíacerradolosojosyescuchado,

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envidiandolainocenciaylacertidumbredesuhermana.Quémaneradepensartanseductora,porequivocadaquefuera.PorqueTheonovivíaunanuevavidarodeado de amor en una hermosa casa. Clemmie tenía razón acerca de lo delrescate, pero interpretaba mal su significado. Alice, sin embargo, lo conocía.NadiehabíapedidounrescateporquetodohabíasalidomuymalyTheoestabamuerto.Alicelosabíaporquelohabíaplaneadoexactamenteasí.

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Capítulo18

Eldíaenqueseleocurriólaideahabíacomenzadocomocualquierotro.Era1933, a principios de una primavera todavía fría, y llevaba toda la mañanasentadaenelcuartodesecarlaropa,conlospiesenfundadosenunoscalcetinesdelanayapoyadoscontraelcalentadordeagua,leyendolacolecciónderecortesdeperiódicoqueguardababajo llave en una caja demetal afiligranadaque elabueloHoracehabíatraídodelaIndiayqueellahabíasustraídodelabuhardilla.Había encontrado un artículo sobre el secuestro del pequeño Lindbergh enEstadosUnidosquelehabíahechopensarenrescatesynotas,yenlasdistintasmaneras en que un delincuente podría despistar a la policía. Acababa decomprender (coincidiendo con su nueva obsesión porAgatha Christie) que loque le faltaba a sus anteriores tentativas era un rompecabezas, un giro de losacontecimientoscomplejoeimprevistoconelcualengañarydesconcertaraloslectores. También un crimen. La clave de la novela perfecta, había decididoAlice,erahacergirarlahistoriaalrededordelasoluciónauncrimenyalmismotiempoengañarallectordándolelaimpresióndeestarhaciendounacosacuandoen realidad hacía otra muy diferente. Alice garabateaba y tomaba notas,barajandoideassobreelquién,elporquéy,sobretodo,elcómo.

Seguíainmersaenesospensamientosdespuésdecomer,cuandoenvueltaenelviejo abrigodemarta cibelinade sumadre salió al jardín enbuscadeBen.Hacíaundíadesapacible,peroesteseencontrabajuntoalestanque,dondeestabaconstruyendoel jardín secreto, resguardadoporcompleto trasun setocircular.Alicesesentóenelbordedemármoldelestanque,escarbandoconlostaconesdelasbotasdeagualatierracubiertademusgo,yexperimentóunapunzadade

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placeralverelejemplarque lehabíaprestadodeElmisteriosocasodeStylesasomandodelpetatedeBen.

Élestabaenelotroextremodeljardínarrancandolasmalashierbas,ynolaoyóllegar,asíqueAlicesequedósentadaunmomento.Benteníalosantebrazosalaireysupielhúmedacomenzabaacubrirsedesudoryarena.Seapartó losmechonesmáslargosdelosojosyAliceyanofuecapazdecontenersemás.

—Hetenidounaideabrillante—dijo.Bensegiróenseguida;Alicelohabíasobresaltado.—¡Alice!—Enseguidalasorpresadiopasoalplacer—.¿Unaidea?—Heestadotrabajandoenellatodalamañanaynomegustapresumir,pero

estoyseguradequeeslomejorqueheescrito.—¿Deverdad?—Deverdad.—Yenaquelmomentopronunciólaspalabrasquemástarde

desearía con todas sus fuerzas no haber dicho—. Un secuestro, Ben. Voy aescribirunlibrosobreunsecuestro.

—Unsecuestro—repitióBen,rascándoselacabeza—.¿Deunniño?Aliceasintióconentusiasmo.—¿Porquéalguienquerríallevarseaunniñoquenoessuyo?—¡Porquelospadressonricos,porsupuesto!Ben la miró perplejo, como si no estuviera seguro sobre cómo una cosa

conducíaalaotra.—Poreldinero.—Alicepusolosojosenblanco,juguetona—.Elrescate.—

Unmatizdeafectaciónlehabíaafiladolavoz,queasuspropiosoídoslesonóavozdemujerdemundo.Mientrascontinuabaesbozandoelplan,nopudoevitaradmirarelseductorelementodepeligroqueledabasuhistoria,esaimpresióndesaber muchísimo acerca de las maquinaciones de la mente criminal—. Elsecuestradordemihistoriaatraviesaunmomentodifícil.Nosémuybiencómo,aún no he decidido esos detalles. Tal vez lo desheredaron o tal vez es uncientíficoyhahechoungrandescubrimiento,perosusocio,elpadredelniño,leharobadolaideayhaganadomuchodedineroyélestáamargadoyresentido.Larazóndaigual,soloimporta…

—…queespobre.—Sí,yqueestádesesperado.Necesitaeldineroporalgunarazón,quizápor

unadeuda,oporquesequierecasarconunajovendeotraclasesocial.—Alicesintió calor en las mejillas, consciente de que casi acababa de describir lasituación de ellos dos. Se apresuró a recuperar el hilo de la trama—. En

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cualquier caso, necesita muchísimo dinero de forma rápida y piensa que asípuedeconseguirlo.

—Nopareceun tipomuyagradable—dijoBen,mientras sacudíade tierralasraícesdeunamalahierba.

—Nohacefaltaqueelmaloseaagradable.Notienequeserlo.Eselmalo.—Perolaspersonasnosonasí,¿verdad?,obuenasdeltodoomalasdeltodo.—Noesunapersona,esunpersonaje.Soncosasdistintas.—Bueno…—Benseencogiódehombros—.Túereslaescritora.Alicearrugó lanariz.Estaba inspirada,pero la interrupción lehabíahecho

perder el hilo. Consultó las notas con la esperanza de volver adonde lo habíadejado.

—Aunqueahoraque lopienso…—Benhundió lahorquilla en la tierra—.Esaesunadelascosasquenomegustandeestasnovelaspoliciacastuyas.

—¿Elqué?—Las pinceladas gruesas, la falta de matices, la idea de que la moral es

inequívoca.Elmundo real no es así, ¿verdad?Es simplista.Como si fueraunlibroparaniños,uncuentodehadas.

Alicerecibióesaspalabrascomounacuchillada.Inclusoahora,alosochentayseisaños,alpasarjuntoaloscamposdefútboldeRottenRow,diounrespingoalrecordarlas.Benhabíaestadoenlocierto,porsupuesto,ysehabíaadelantadoa su tiempo. Hoy día el porqué prevalecía sobre el cómo, pero por aquelentoncesAlicenohabíadadoimportanciaalasugerenciadetratarelfascinantetema de por qué una persona común y corriente puede llegar a cometer uncrimen;sololehabíaninteresadolostrucosylosrompecabezas.UnaoleadadeangustiasehabíaapoderadodeellaaloírlaspalabrasdeBen,comosilahubierallamado simplista a ella y no al género. El día había sido frío, pero, entre lavergüenza y la indignación que la dominaban, Alice estaba que ardía. Habíahechocasoomisodelacríticayhabíaproseguidoresueltaconsudescripcióndelahistoria.

—Lacriaturasecuestradahademorir,porsupuesto.—Pobreniña.—Niño.Mejorsiesunniño.—¿Deverdad?ABenlehabíaparecidogracioso,locualhabíaresultadoexasperante.Alice

senegóadevolverlelasonrisayhablóenuntonodeimperiosapaciencia.Comosileestuvieraexplicandocosasqueyadeberíasaber.Ylopeoreraquesehabía

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comportadocomosiloestuvieraaleccionandosobreuntemaqueunhombredesuclaseeraincapazdecomprender.Habíasidoespantoso.Aúnseoíaasímismainterpretandoalapequeñaniñarica,papelquedespreciaba,peroqueeraincapazdeevitar.

—Los niños sonmás valiosos, ya sabes, desde el punto de vista familiar.Herederosdelastierrasyeltítuloytodoeso.

—Muybien,niñoentonces.—Benhablóconelmismotonodespreocupadode siempre. ¡Más exasperante todavía!—. Pero ¿por qué tiene que morir elpobre?

—¡Porqueenunanovelapoliciacatienequehaberunasesinato!—¿Otra de tus reglas? —Estaba bromeando. Sabía que había herido sus

sentimientosyqueríaenmendarse.Bueno,puesAlicenoestabadispuestaaponérselofácil.Dijofríamente:—Nosonmisreglas.SondelseñorKnox,publicadasenLosmejoresrelatos

dedetectives.—Ah,yaveo.Bueno,enesecasoesdiferente.—Bensequitólosguantesy

cogióunbocadilloenvueltoenpapeldeparafina—.¿YquémásreglastieneelseñorKnox?

—El detective no puede servirse de un accidente o de una intuicióninexplicable.

—Parecejusto.—Nodebehabergemelosnidoblesamenosqueellectorhayasidoavisado

deantemano.—Seríacasicomohacertrampas.—Ynodebehabermásdeunahabitaciónsecretaopasajeoculto.Esaregla

esimportanteparamirelato.—¿Deverdad?¿Porqué?—Losabrásasudebidotiempo.—Siguiórecitandolasreglas,contandocon

losdedos—.Elcriminaldebesermencionadoalprincipiodelanovela;ellectorno debe conocer sus pensamientos, y, por último, pero no por ello menosimportante, el detective debe tener un amigo estúpido, unWatson que sea unpoco,solounpoco,menosinteligentequeellectormedio.

Ben se detuvo a medio bocado y los señaló a los dos con un gestodespreocupado.

—TengolasensacióndequeyosoyelWatsonenesteequipo.Alice sintióuncosquilleoen los labiosyyanopudocontenersemás.Qué

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guapoestaba,cómosonreía,yeldíacomenzabaaaclarar,elsolasomabaentrelasnubes.Era imposiblepermanecerenfadadaconél.Alicerio,y laexpresióndeBencambió.

Alice siguió su mirada por encima del hombro, entre la brecha del seto.DuranteunespantosomomentoestuvoseguradequeibaaveraRose,laniñera,detrás de ella. El otro día los había visto por la ventana, aBen y a la niñera,hablando. Había tenido la impresión de que se llevaban mejor de lo que lehubieragustado.PeronoeraRosesinomadrelaquesalióporlapuertadeatrásy se sentó en el banco de hierro con los brazos cruzados.Una tenue cinta dehumosurgíadelcigarrilloentresusdedos.

—No te preocupes —dijo, poniendo los ojos en blanco y agachando lacabeza, paraque sumadreno la viera—.Nonosva amolestar…Hoyno.Sesuponequenosabemosquefuma.

Intentóparecerdespreocupada,peroeltonodesenfadadodelaúltimamediahora había desaparecido. TantoAlice comoBen sabían lo importante que eramantener su relación en secreto, en especial de cara amadre.Eleanor noveíaconbuenosojosqueAliceserelacionaseconBen.Enlosúltimosmeseshabíadejadocaerunoscuantoscomentariosgenerales sobre la importanciadeelegirlascompañíasconcuidado,y luego,unanochesehabíaproducidounaescenaparticularmenteviolentacuandomadrelepidióaAlicequesereunieraconellaen la biblioteca después de cenar. Había una extraña tensión en el gesto deEleanor,apesardesuintentodefingirtranquilidad,yAlicehabíaintuidoloqueseavecinaba.Yhabíaestadoenlocierto:«Noesdecoroso,Alice,queunachicacomo túpase tanto tiempohablandoconel servicio.Séquenosignificanada,perolagentesevaahacerunaideaequivocada.Sindudatupadrenoloveríaconbuenosojos. Imaginaquemirarapor laventanadesuestudioyvieraasuhijatratándoseconalguientaninapropiado,unjardinero,porelamordeDios».

Alice no creyó ni por un momento que papá fuera tan estrecho de mirascomo para desaprobar algo así (no le importaban ni un ápice las arbitrariasdiferencias de clase), pero no dijo nada. No se atrevió. Madre era capaz dedespediraBenenunabrirycerrardeojossidecidíaquecausabademasiadosproblemas.

—Vamos—dijoBen,guiñándoleunojo—.Vetedeaquí.Yodeberíaestartrabajandoytútienesunaobramaestraqueescribir.

AAliceleconmoviósupreocupación,laatenciónimplícitaensuvoz.—Nomedamiedometermeenlíos,yalosabes.

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—Nolopensaba—dijoBen—.Niporunmomento.—LeentrególanoveladeAgathaChristie.Alicetemblócuandolaspuntasdesusdedossetocaron—.Cuéntamemás de tu relato cuando lo sepas.—Bennegó con la cabeza en ungestodehorrorfingido—.Matarniñospequeños.Quétruculento.

***

Pasó el autobús de la línea 9mientrasAlice esperaba para cruzarKensingtonRoad. Era un viejo Routemaster de dos pisos y llevaba un anuncio del balletKirovqueibaainterpretarEllagodeloscisnes.AAlicelehabríagustadoverlo,pero temía que ya fuera demasiado tarde para conseguir entradas. No iba alballetamenosquepudierasentarselobastantecercacomoparaoírelruidodelaszapatillascontralostablonesdelescenario.LaexcelenciaeraelresultadodemuchísimotrabajoyAlicenoteníaintencióndefingirlocontrario.Comprendíaque la ilusiónformabapartedeunaactuación,que losbailarinesseesforzabanpor aparentar sencillez; sabía, además, que para muchos en el público eseencantode laeleganciasinesfuerzoeraclave;peronoparaella.Eraunagranadmiradoradelrigorfísicoymentalyconsiderabaqueunaactuaciónmejorabamuchosipodíaapreciarelsudorenloshombrosdelbailarínprincipal,elsuspiroalfinalizarelsolodelabailarina,elgolpesecodelosdedosdelospiescontralamadera mientras el bailarín giraba y sonreía. Era lo mismo que entrever loscimientosquesustentabanloslibrosdeotrosautores.Serconscientedelartificionosolonoatenuabasudisfrute,sinoqueloaumentaba.

Alice no era de tendencias románticas. Era una de las maneras dediferenciarsedeliberadamentedeEleanor,unadecisióndelainfanciaconvertidaencostumbre.Dabafedeelloquelaanécdotafavoritadesumadrerelacionadaconelballetfueradelveranoenqueconocióasupadre.«Era1911,antesdelaguerra, y el mundo aún estaba lleno de magia». Eleanor la había contado amenudoalolargodelosaños.«YomehospedabaencasademitíaenMayfairyhabíaconocidoatupadreaprincipiosdeesasemana.MeinvitóaverlosBalletsRusosyaceptésinpensármelodosveces,sinpreguntarleamimadresiquiera.Yaospodéisimaginar:laabuelaDeShielcasimedeshereda.Ah,peromerecióla pena. ¡Qué noche! Qué perfecto fue todo y qué jóvenes éramos. Quéimposiblemente jóvenes».Enesemomentosiempreesbozabauna levesonrisa,

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al ser consciente deque sus hijas nunca llegarían a aceptar que sus padres nohabíansidocomoeranahora.«NijinskienLeSpectredelaRosenoseparecíaanadaqueyohubieravistoantes.Bailóun solodequinceminutosquepasaroncomounsueño.Vestíaunasmallasdesedacubiertasdedocenasdepétalosdeseda rosas, rojos y púrpuras diseñadas por Léon Bakst. Era la criatura másexóticadelmundo,hermosísimo,comouninsectorelucienteyeleganteapuntodevolar.Saltabacomosino lecostaseesfuerzoalguno,permanecíaenelairemuchomásde loque eraposibleyparecíano tocar el escenario entre saltoysalto.Aquellanochecreíqueelhombrepodríavolar,quetodoeraposible».

Pero no… Alice torció el gesto. Estaba siendo injusta. Tal vez Eleanorhubieraconservadoalhablaresasolturainfantilquesevislumbraenellenguajedeloscuentosdehadas,perosucarácterrománticonoselimitabaalashistoriasdeamorya los finales felices;eraunamanerademirarelmundo,unsistemamoral propio. Poseía un innato sentido de la justicia, un complejo sistema deequilibriosquedeterminabalamedidadeaquelloqueellallamaba«locorrecto».

Este instinto de equilibrio moral había quedado bien patente durante laúltima conversación que habíanmantenido. Eleanor acababa de volver a casatras ver La visita del inspector en el New Theatre y había telefoneado deinmediato aAlice para contarle que había sido una noche «edificante».Alice,queyahabíavistolaobra,habíaguardadosilencioduranteunmomentoantesderesponder:«¿Terefieresalaparteenquemaltratanalachicainocenteyestasesuicida o a cuando muestran a la despreciable familia Birling, a quien no leimportabaelsufrimientodelachicasalvoparasalvarelpellejo?».

Eleanor había hecho caso omiso de la ironía y había proseguido con sucrítica. «El final es portentoso, es como tenía que ser. Cada miembro de lafamilia era culpable de una manera u otra y a uno le queda la satisfactoriasensación de que la verdad sale a relucir». También, de manera un tantopredecible,habíaadmiradolaindecisióndelpersonajedelinspectorGoole.«Ay,Alice», había dicho decepcionada, cuando Alice sugirió que su aparición sepodríahaberexplicadodeformamásverosímil.«Esonoesloimportante.Esunarquetipo, un símbolo, una personificación de la justicia. No importa cómoaveriguólodeesapobrechicaoquiénoquéeraenrealidad;loqueimportaeslarestauracióndelorden».

Alice había farfullado algo acerca de la caracterización y la verosimilitud,pero Eleanor, cansada, había puesto fin a la conversación, al menos por elmomento.«Yateconvenceré.Mañananosvemosyvolvemosahablardeello».

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Nollegaronahacerlo,porsupuesto.EleanorsedirigíaalapartamentodeAliceenShoreditchcuandocruzóMaryleboneRoadfrenteaunconductorquehabíaapartadolavistadelacalzada.MientrastantoAliceestabasentadaenlacocinaen penumbra, con una botella de leche fresca aguardando en la nevera y unmantelremendadosobrelamesa,sinsiquierasospecharquesumundosehabíapuestodelrevésmientrasellaesperaba.

En eso Ben se había equivocado. Alice parpadeó para espantar el súbitodolordelapérdida.Estababienqueprefirieralaspersonasaloslugares,perolaspersonas tenían el repugnante hábito de cambiar. O de irse. O de morir. Loslugares eranmás fiables. Prevalecían. Y, en caso de sufrir daños, era posiblereconstruirlos, incluso mejorarlos. No se podía confiar en que las personaspermanecieran cerca. «Salvo la familia». Alice oyó la voz de Eleanor en sucabeza.«Poresohetenidotantashijas.Paraquetengáissiempreaalguien.Yosupequéeraestarsola».

***

MientrascaminabaporExhibitionRoadhacialosmuseos,Alicenoestabasola.Había gente por todas partes, en su mayoría muchachos adolescentes. Alicesintiólástimadeellos,atrapadoscomoestabanenlaluzcegadoradelajuventud,cuandotodoparececrucial,esencial,importante.Sepreguntóadóndeirían.¿Almuseo deCiencias? ¿AlVictoria andAlbert? ¿O tal vez incluso almuseo deHistoria Natural, donde pasarían junto a los insectos que habían aleteado porúltimavezbajolaluzdelsoldeLoeanneth?«Ojalánolosmataras»,oyódeciraEleanorunavez;fuelomásparecidoaunacríticaapapáquelehabíaoído.«Mepareceunacrueldad.Unascriaturastanbellas».HabíasidoAlice,quienllevabalosguantesblancosdelaayudante,quienhabíasalidoendefensadesupadre,sibien también detestaba esos alfileres. «La naturaleza es cruel. ¿No es verdad,papá? Todo ser vivo ha demorir. Y siguen siendo bellas. De hecho ahora loseránparasiempre».

Un grupo de muchachas pasó a toda prisa, riéndose, y se giraron parabromearconunmuchachoapuestodepelonegroquelesgritóalgoindescifrableamododerespuesta.IrradiabanjuventudyexuberanciaenondasqueAlicecasipodíaver.Recordóqué se sentía al ser comoellas.Vivirporprimeravezuna

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pasiónqueexacerbaba la realidadmisma.Poraquelentonces, laatracciónqueBenejercíasobreellahabíasidocasiinexorable,tanpoderosaquehabríadejadodeparpadearantesquealejarsedeél.Habíaignoradolassúplicasdesumadreyhabía continuado viéndose con él. Se había vuelto más cautelosa, másdisimulada.

Durante las siguientes semanas,mientras Ben escuchaba y lanzaba algunaqueotraexclamación,Aliceperfeccionósuplanparaelsecuestroperfecto.Unabellamañanadeprimaveradeairedespejadotrasunanochedelluvia,mientraslas truchas saltaban en el arroyo,Alice extendió lamanta bajo un sauce.BenexcavabahoyosparaunacercanuevayAliceestabatumbadabocabajo,conlostobillos entrelazados, meciendo las piernas, mientras fruncía el ceño ante elcuaderno.Derepentedijo:

—Se me acaba de ocurrir que voy a necesitar un cómplice. Nadie va acreersequeelcriminalactuósolo.

—¿No?Alicenegóconlacabeza.—Demasiadodifícil.Demasiadoscabossueltos.Noesfácilsecuestraraun

niño,yasabes.Sinduda,noestrabajoparaunasolapersona.—Uncómplice,entonces.—Alguienquesepadeniños.Apoderser,alguienqueconozcaaesteniño

enconcreto.Unadultodeconfianza,quemantengaalpequeñocalladocomounratón.

Benlelanzóunamirada.—Nomehabíadadocuentadelotaimadaqueeres.Aliceaceptóelcumplidoconunleveencogimientodehombrosysechupó

pensativa un mechón de pelo. Observó un grupo de nubes henchidas quevagabanporelcieloazul.

Bensehabíatomadoundescansoparaliarseuncigarrillo.—Unpocoforzado,¿no?Alicealzólavistaparamirarle,inclinandolacabezaparaqueelhombrode

Bentaparaelsol.—¿Porqué?—Bueno, una cosa es que nuestro criminal planee un secuestro. Es un

delincuente,quieredinero.Pero¿cuáleslaprobabilidaddequeencuentreaotrapersona,alguienenquienconfíelosuficientepararevelarleesteplanhorrendoyqueestédispuestoaayudarle?

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—Muysencillo.Tieneunamigodelincuente,alguienaquienconocióenlaprisión.

Bensellóelpapeldefumar.—Muyflojo.—¿Unamigoaquienvadarlamitaddeldinero?—Tendríaquesermuchodinero.Elriesgoesenorme.Alice apoyó la punta del bolígrafo contra los labios y se dio golpecitos

mientrasreflexionaba.Sepreguntóenvozalta:—¿Por qué aceptaría una persona hacer algo así? ¿Por qué colaboraría

alguienenundelitotangrave?Lamujertambiéntienequesacaralgodeello.—¿Mujer?Alicesonrióconpicardía.—Lagentenosuelesospechardelasmujerescuandosecometeundelito…

No cuando tienen que ver con niños, al menos. Una mujer sería la cómpliceideal.

—Bueno,entonces…—Bensearrodillójuntoalbordedelmantel—.Estánenamorados.Laspersonashacentodotipodeatrocidadesporamor.

El corazón de Alice se desbocó contra el suelo duro como si quisierasalírsele del pecho. Las palabras de Ben estaban preñadas de significadosocultos. Sugerencias, una promesa. Últimamente decía cosas de ese estilo ydirigía la conversación a asuntos como el amor, la vida y el sacrificio. Aliceintentóqueeltemblornoselenotaraenlavoz.

—Enamorados.Sí.—Sumenterebosabadecosasqueharíaporamor.Sentíaqueseleruborizabalapieldelanuca;estabaseguradequeBenlonotaría.Seobligó a pensar en la novela, a concentrarse en la trama—. Por lo menos, élpiensaqueestánenamorados.

—¿Ynoloestán?—Pordesgraciaparaél,no.Ellatienessuspropiasrazonesparainvolucrarse.—¿Sededicaalatratadeblancas?—Buscavenganza.—¿Venganza?—Contralafamiliadelniño.—¿Porqué?Aliceaúnnohabíapensadoenello.Hizoungestoimpacienteconlamano.—Lo importante es que tiene pensado traicionar a su amante. Acepta

ayudarle, trazan un plan, roban el niño de su cuarto y lo llevan a otro lugar.

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Escribenlapeticiónderescate,peronolaenvían.—¿Porquéno?—Porque…Porque…—Elavanceenlatramadeprontolareconfortóyse

sentóconbrusquedad—.Porque tienes razón.Lamujernoquiere lamitaddeldinero.Quierealniño.

—¿Deverdad?—Noquieredevolverlo;quierequedárselo.Sehaencariñadodeél.—Quérápidotehasalido.—Esunniñoencantador,oquizáyaloquería,tienealgunarelaciónconél.

Noimportaporqué;loqueimportaesqueloquiere.Talvezesehasidosuplantodoeltiempo,quedarseconelniño.

—Anuestrodelincuentenolevaahacermuchagraciaeso.—No,claroqueno.Necesitaesedinero,elplanerasuyoyyahadedicado

tiempoydineroaprepararelsecuestro.—¿Yentonces?—Entonces discuten. La mujer intenta llevarse al niño, el hombre la

amenaza, forcejean.—Una sonrisa de comprensión se extendió por la cara deAliceysuspirósatisfecha,encantada—.¡Elniñomuere!

—¿Duranteelforcejeo?—¿Porquéno?—Suenauntantolúgubre.—Entonces,mientrasduerme…Quémásda.Talvezyasesentíaindispuesto

y duerme muy profundamente. —Se sentó muy erguida—. O tal vez lo handrogado.Esperabanqueelsecuestrofueramássencilloasí,perocalcularonmal.Laspíldorasparadormireranparaadultosyladosisesdemasiadofuerte.Ellosmismos echan por tierra el plan. La petición de rescate no llega a enviarse yningunodelosdosrecibeniunpenique,ytampocosequedanconelniño.Ay,Ben…—Enunimpulso,estiróelbrazoparaestrecharsumano—.Esperfecto.

***

Alcruzarelsemáforocercade laparadademetrodeSouthKensington,Alicevio un puesto de flores pintado de verde junto al paso peatonal. En la puertahabíauncuboconramosde rosasyunoenconcreto le llamó laatención,una

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variedaddecoloresquelerecordóladescripciónquehabíahechosumadredeldisfrazdeLe Spectre de laRose. Se dejó llevar por un capricho y compró elramo para Deborah, que ya la estaría esperando,mirando el reloj de la salitamatinal, ese elegante reloj negro que había sido un regalo de bodas, ypreguntándosecuándollegaríaAlice.Peronolaesperaríadebrazoscruzados,noDeborah. Estaría empleando el tiempo de una forma sensata, respondiendocartas,sacandobrilloalaplataohaciendoalgunadelascosasconlascualeslasdamasdeciertaedadllenabansutiempo.

Apareció un hombre menudo de pelo negro ataviado con un delantal defloristayAliceseñalólasrosasconungesto.

—¿Huelenbien?—Mucho.—¿Yesunaromanatural?—Seinclinóyolfateó.—Comolalluviafresca.Alice tenía dudas. No soportaba que rociaran las flores con aceites

aromáticos,perolascompródetodosmodos.Lahoradelaverdadhabíallegadoy se sentía extrañamente temeraria. Aguardó mientras el florista envolvía lostallos en papel de estraza y ataba el ramo con un lazomarrón, tras lo cual sedirigió a Chelsea, contemplando las flores al caminar. A Deborah le iban agustar y Alice estaba contenta. Su satisfacción solo se veía empañada por lapreocupacióncrecientedequesuhermanacreyeraqueel regaloeraun intentodeablandarla.

Qué extraño era dirigirse a confesar un terrible secreto a alguien a quienconocíacasitanbiencomoasímisma.Alicejamásselohabíacontadoanadie.En las horas inmediatamente posteriores que siguieron al secuestro de Theohabíaestadoapuntodedecirlealapolicíatodoloquesabía.«FueBen»,habíapracticadomentalmenteunayotravez, e incluso llegóa subirdepuntillas lasescalerasparaacecharjuntoalapuertadelabiblioteca.«BenMunrosellevóaTheo. Le hablé del túnel, fue idea mía, pero no pretendía que nada de estoocurriera».Seimaginósusmiradasdeincertidumbreyseoyóasímismadecir:«Lo vi esa noche, en la linde del bosque.Dejé la fiesta y fui a dar un paseo.Estabaaoscuras,perohabíancomenzadolosfuegosartificialesylovicercadelatrampilladeltúnel.Séquefueél».

Cadavez,sinembargo,sehabíarefrenado,puessuinstintodesupervivenciaerademasiadofuerte.Sehabíasentidodébilyasustadayhabíadecididotenerfe.Habría una petición de rescate, había razonado; sus padres tenían dinero,

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pagaríanlasumaexigidayTheovolveríaacasa.BendispondríadeldineroquenecesitabaparaayudarasusamigosynadiesabríadelaparticipacióndeAlice.

LosdíaspasarondespacioyAliceseguíapendientedelainvestigaciónydelbuzón. Oyó a una de las criadas decir a la policía que faltaba un frasco depíldoras para dormir, pero no le dio demasiada importancia. Al tercer día,cuando recibieron la noticia del suicidio del señor Llewellyn y el dolor de sumadre amenazóconconsumirla,Alicehabía comprendidoque la situación eramuchomás grave de lo que había pensado.Oyó al doctorGibbons advertir amadre que las píldoras para dormir que le había recetado eran muy potentes(«Tomedemasiadasynosedespertará»)ysumenteregresóaaquellatardeconBen,cómoellahabíaexplicadolaimportanciadecontarconuncómplicedentrode la casa, cómo había defendido la idea de dar al niño píldoras para dormir,cómohabíaadvertidodelriesgodedarledemasiadas.

De repente comprendió por qué no habían recibido la petición de rescate.Pero entonces ya era demasiado tarde para dar la señal de alarma. Antes suconfesiónhabríaayudadoalapolicíaadarconTheo.Ahorayanoteníasentidoalguno. Y tendría que explicar por qué había esperado tres días para hablar.SabríanqueellaeraresponsablenosolodeladesaparicióndeTheosinotambiéndesumuerte.Jamáslaperdonarían.¿Cómoibanaperdonarla?Demaneraquenodijo nada.Había guardado el secretodurante setenta añosyno se lo habíacontadoanadie.Hastaahora.

Siteníaquecontárseloaalguien,AlicesealegrabadequefueraaDeborah.Estaban unidas, una cercanía que no semanifestaba en la necesidad de pasarmuchotiempojuntas,sinodeunmodomuydistinto,intrínseco.Ambasestabanhechas de la misma pasta. Ambas seguían allí. Y, como no se cansaba derecordarle, Deborah había estado allí el día que Alice nació. «No eras enabsoluto lo que yo me esperaba. Toda roja y enfadada… ¡y desnuda! Quésorpresamellevé.Vicómoretorcíasesepequeñocuellotuyoydescomponíaselgesto como solo hacen los bebés. Madre no sabía que yo había entrado aescondidasenlahabitaciónysequedómuysorprendidacuandomeacerquéalacama, estiré los brazos y le pedí que me diera a mi bebé. Nos llevó unosmomentosdetensiónzanjarnuestrasdiferencias.Cuántasvecesmehabíadichodurante el embarazo que iba a llegar un recién nacido, que yo iba a ser lahermana mayor y que sería mi responsabilidad cuidarte mientras ambasviviéramos.Metemoquemelotoméalpiedelaletra.Mesentíconmocionadaymuydecepcionadacuandoserioymedijoque,despuésdetodo,¡túnoerasmi

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bebé!».Labondadosa,laamable,laresponsableDeborah.¿Quédiríacuandosupiera

loquehabíahechoAlice?Estahabíadedicadogranpartedelasemanaanterioratratar de adivinarlo. Ya hacíamucho tiempo que había aceptado su culpa. Sucomportamiento no había sido nimalintencionado ni deliberado. Era culpableporquehabíasidoideasuya,peronoveíalanecesidaddeconfesarsealapolicía,no ahora. Ya era demasiado tarde para hacer nada al respecto, y no iban aprocesarlaporunainfracciónasí.¿Dequéibanaacusarla?¿Dehaberescritouncrimen?Además,yahabíarecibidosucastigo.Aúnlorecibía.Eleanorestabaenlo cierto.Elmundo tenía suspropiosmecanismosparamantener el equilibrio.Losculpablespodríanevitarserprocesados,peronuncaescapabandelajusticia.

A pesar de todos sus esfuerzos en diferenciarse de Eleanor, cuandocomprendió que su madre había tenido razón en lo referido a la justicia, laescrituradeAlicehabíadadounsaltocualitativo.DejóatrássusumisaadhesiónalracionalismodelosdetectivesdelaedaddeoroyaparecióDiggoryBrent,quesustituyóalosinvestigadoresmojigatos,satisfechosdesímismosyhuecosconlos quehabía trabajadohasta elmomento.A la gente (periodistas, lectores) ledecíaqueselehabíaaparecidoenunsueño,locualeracasicierto.Loencontróal fondo de una botella de whisky en los meses finales de la guerra. Estabapensando en Clemmie, en la conversación que no habían llegado a manteneracercadeloquehabíavistoporlaventanadelcobertizodelasbarcas.AliceaúnhacíaunamuecadedolorcadavezquepensabaquesuhermanapequeñahabíaestadoahílatardeenquesehabíaofrecidoaBen.Quécontentaestabaconsigomisma cuando llamó levemente a su puerta, con el manuscrito en la mano.ApartedeellayAgathaChristie,noconocíaaotraautoradenovelaspoliciacasquehubieraosadomataraunniño,yestaba impacienteporqueBenleyerasulibro y viera qué ingeniosa era, cómo había entretejido la trama que habíancompuestoentrelosdosenlahistoria.Suvozdedieciséisañosllegóflotandoalpresenteatravésdelasdécadas,desdeeldíaenqueseleocurriólaidea:

—Untúnel,Ben,hayuntúnelsecreto.—¿Subterráneo,quieresdecir,bajotierra?—Yaséquévasadecir,nohacefaltaquelodigas.Vasadecirqueespoco

realista,simplista,unafarsa.¡Ynoesasí!Alice había sonreído, encantada consigo misma, y le había contado todo

sobreeltúnelsecretodesucasa.Laentradaocultacercadelcuartodelosniñosenlasegundaplanta,elpestillodemecanismoanticuadoquehabíaquesacudir

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dedeterminadamaneraparaqueseabriera,laescaleraexcavadaenlapiedraqueconducíaalbosqueyalalibertad.TodoloquenecesitabasaberparasacaraunniñodeLoeanneth.

***

Alice ya había llegado a Chelsea. Compradores con bolsas de las tiendas deKing’sRoadcaminabanenambasdireccionesyviolasescalerasquellevabanala casadeDeborah.Elnúmero56estabapintadoennegrobrillante sobreunacolumnablancayhabíadosmacetascongeraniosrojosaambosladosdelprimerescalón.Hizoacopiodevaloryseencaminóhaciaellas.

Unfrondosojardínllenabaelcentrodelaplaza,cuyaverjadehierronegracerrabaelpasoalosforasteros,yAlicevacilóbajounahiedratupida.Allíhabíamás silencio, atenuado el bullicio de la calle principal por los altos edificiosvictorianosquerodeabanloscuatroladosdelaplaza.Lasgolondrinassepiabanunas aotras en las ramasy el sonido resultabamás encantador e irreal por sucontrasteconelbarullourbano.Porelcristalestriadodelaventanadelasalitamatinal de Deborah entrevió el contorno de una figura alta y delgada. AliceEdevanenoteníalacostumbredecancelaruncompromiso,menosaúncuandolaotra persona estaba ahí mismo esperándola, pero, ay, cómo deseó seguircaminando.Sucorazóndiounvuelcoalimaginarlahuida.Podríafingirquesehabíaolvidado,reírsecuandoDeborahllamaraparapreguntarporella,echarlaculpaalavejez.Alfinyalcabo,eravieja.Nomayorolongevaocualquieradeesas palabras que la gente empleaba porque les parecían más delicadas yagradables.Aliceeraviejaylosviejosteníanciertosprivilegios.Perono,sabíaque era pura fantasía. No supondría más que posponer lo inevitable. Habíallegadolahora.

Llamóalapuertaylepillódesprevenidaqueseabrieracasideinmediato.YlomássorprendentefuequeabrióDeborahenpersona.Ibaarregladaconelbuengustodesiempre,unvestidodesedadrapeadoyceñidoalrededordesuestrechacintura.Llevabaelpeloplateadorecogidoenunelegantemoño.

Las hermanas se saludaron con un gesto de la cabeza, pero no dijeronpalabra.Conunalevesonrisa,Deborahseapartóylehizoungestoconlamanoparaqueentrara.

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La casa estaba impecable y reluciente, con abundantes arreglos florales entodas las superficies. Alice se acordó. Cada tres días, desde hacía tiempo,DeborahhacíaunpedidodefloresfrescasaunatiendadeSloaneSquare.Miróel ramo de rosas que tenía en las manos. De repente parecía poca cosa, unainsensatez.Seloofreciódetodosmodos.

—Toma.Parati.—Oh,Alice,gracias,sonpreciosas.—Noesnada.Unatontería.Merecordaronamadre,esoestodo,Nijinski…—EltrajedeBakst.Deborahsonrió,llevándoselasfloresalanariz,tantoparaolerlafragancia,

pensó Alice, como para ganar algo de tiempo. Por supuesto ella temía elencuentro tanto como Alice. La bondadosa Deborah no iba a disfrutar de laconversaciónquelesaguardaba.

Alice siguió a su hermana a la salitamatinal, dondeMaria, más asistentepersonal que ama de llaves, disponía los utensilios del té sobre la mesa. Seenderezó,conlabandejavacíabajoelbrazo,ypreguntósinecesitabanalgomás.

—Unjarrón,sinoesmolestia,Maria.Alicemehatraídoflores.¿Aquesonpreciosas?

—Hermososcolores—admitióMaria—.¿Quiereponerlasaquí,enlasalita?—Enmihabitación,creo.MariatomólasfloresdemanosdeDeborahysalióconunarapidezenérgica

yeficiente.Alicecontuvolasganasdellamarla,depreguntarleporsumadreosus muchos hermanos, de entretenerla un poco más. Pero no lo hizo, y laspartículas de aire de la habitación se acomodaron para llenar el espacio queMariaanteshabíaocupado.

Lashermanassemiraronalosojosysindecirpalabrasesentaronunafrentea la otra en sofás tapizados en tela.En esemomentoAlice reparó enun librosobre lamesita que había entre ellas. Unmarcapáginas de cuero señalaba unpunto cerca del final. El reconocimiento fue instantáneo y visceral. Su padresiemprellevabaconsigounaedicióndelospoemasdeKeats,unadesusobrasfavoritas,enlaquehallóconsueloduranteañosyalaqueseaferróinclusoensulechodemuerte.Alverlaleardieronlasmejillas,comosisuspadresestuvieranconellasenlahabitación,alaesperadeescucharloquehabíahechosuhija.

—¿Té?—Porfavor.Leresultóinsoportablemirarelchorronítidoycristalinodetéquesalíadela

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tetera.Aliceteníatodoslossentidosaflordepiel.Eraconscientedeunamoscaal ladode labandeja,de losmovimientosdeMaria en laplantadearriba,deltenueypersistentearomaalimóndelabrillantadordemuebles.Hacíacalorenlahabitacióny deslizóundedopor debajo de la blusa y la separódel cuello.Elpesodesuinminenteconfesiónlaaplastaba.

—Deborah,tengoque…—No.—¿Perdón?—Por favor.—Deborah dejó la tetera y juntó con fuerza la punta de los

dedos de ambas manos. Después las posó sobre el regazo. Fue un gestoangustiado.TeníalacarapálidaydemacradayderepenteAlicecomprendióquelo había entendido todo mal. Que no estaba allí para hablar de Ben, que suhermana estaba enferma, tal vez incluso se moría, y ella, Alice, había estadodemasiadoensimismadaparanotarlo.

—¿Deborah?Suhermanaapretólaboca.Suvozerapocomásqueunsusurro.—Ay,Alice,quépesotangrande.—¿Quésucede?—Deberíahaberdichoalgohacetiempo.Ymelopropuse,deverdad.Alo

largodelosaños,hahabidomuchasocasionesenquecasi…Yentonceselotrodía, en el museo, cuando mencionaste Loeanneth, al jardinero… Mesorprendiste,noestabapreparada.

Asíquenosetratabadeunaenfermedad.Porsupuestoqueno.Alicecasiserio de su infinito instinto de supervivencia. Ahí estaba ella, sentada en elconfesionario y buscando todavía un resquicio por el que escapar.Afuera, untaxicirculabadespacioporlacalle.Alicevioeldestellodecolornegroatravésde lascortinasdegasa.Queríaestarenel interiordeese taxie irse lejos,muylejos,estarencualquierpartemenosallí.

—Theo—dijoDeborah,yAlicecerró losojos,a laesperade loquesabíaqueseavecinaba—.Séquéleocurrió.

Despuésdedarlemilyunavueltas,despuésdeañosdeguardarelsecreto,deconvivir con la culpa, había llegado el momento. Alice se sintiósorprendentemente ligera. Ni siquiera había tenido que decirlo ella misma:Deborahyalosabía.

—Deborah,yo…—Losé todo,Alice.Séqué leocurrióaTheoysaberlomeestávolviendo

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loca.Fueculpamía,¿sabes?Todoloquepasófueculpamía.

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Capítulo19

Oxford,2003

ResultóqueRoseWatersteníaunasobrinanietaquevivíaenOxford.MargotSinclair era directora de un exclusivo colegio privado y «una persona muyocupada».Lasecretaria,sinembargo,logróencontraraSadieunhuecodemediahora a la una en punto del martes. En realidad, no empleó la expresión «enpunto»,perolodioaentender.

La entrevista era un recurso desesperado (la mayoría de las personas noguardanunarelacióndemasiadoestrechaconsutíaabuela),peroSadie,ansiosacomounsabuesoysinotraspistasqueseguir,llegóamediodíayseconcentróen las preguntas que había anotado.Estar preparada era clave. Iba a necesitartoda su sutileza para que Margot Sinclair se explayara sobre la posibleimplicación de su tía abuela en el secuestro de su hijo ilegítimo, nacido ensecretoyalquehacíanpasarporelhijodesusempleadores.

—¿Estásseguradequenoteestásinventandounanovela?—preguntóBertiecuandoleexplicósuteoría.

Sadiepusolosojosenblanco.Eralahoradeldesayuno,lamañanasiguienteasucasidiscusión,yambosseesforzabanensonardespreocupadosydebuenhumor.

—Vale, vale. Recuérdame una vez más por qué los Edevane se habríanquedadoconelniño.

—Porqueteníanproblemasparaconcebirdenuevodespuésdesutercerahijayqueríandesesperadamenteunniño.Habíanpasadodiezañosy,aunqueEleanorsequedóembarazadaen1931,elbebénaciómuerto…EsoeraloqueConstancetratabadedecir,peronadieleprestóatención.Imagínateloterriblequedebióde

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ser,loinjustoquelesparecía,sobretodotrassaberqueRoseWaters,suniñerasoltera,tambiénestabaembarazadaensecretoyseguramentenopodríaquedarsecon el niño. No hace falta mucha imaginación para ver qué sucedió acontinuación.Sedesviviríanporquedarseconelbebé,¿nocrees?

Bertie se rascó la barbadepocosdías, antes de asentir con la cabezaparaadmitirquealgoasíeraposible.

—El deseo de tener un hijo es sin duda muy poderoso. Mi madre solíabromeardiciendoquesiyonohubierallegadocuandollegué,habríaempezadoaecharelojoalosbebésdentrodeloscochecitosdelparque.

—SoloqueEleanorEdevaneno tuvoque robarunbebéenunparque.Unpequeñoquenecesitabaunbuenhogarcayójustoensuregazo,porasídecirlo.YtodofuncionóalaperfecciónhastaqueEleanordespidióaRoseyestadecidióquequeríaasubebé.

—Unadecisiónmuyarriesgada,despediralamadrebiológicadelniño.—Talvezeramásarriesgadotenerlacerca.Esoesloquepretendoaveriguar.Berniesuspiró,pensativo.—Supongoquenoeslateoríamásdisparatadaquesetehaocurrido.—Gracias,abuelo.—AhorasolotienesquecontárselaaalguienqueconocieraaRoseWaters.

***

FueAlastairquienlocalizóaMargotSinclair.Alamañanasiguientedeformularsu teoría,Sadie fuedirecta a la bibliotecay esperó recorriendo la acera deunladoaotrohastaquellegóAlastairyabriólaspuertas.

—¿Café?—preguntóSadie,ofreciéndoleunvasodepapel.Alastairalzólascejas níveas pero no dijo palabra, y la hizo entrar mientras ella explicabaatropelladamenteloqueselehabíaocurrido.Alparecercomprendiólaesenciapues,cuandoSadieterminóyrespiró,dijo:

—NecesitasencontraraalguienquesepaquéfuedeRosecuandosemarchódeLoeanneth.

—Exactamente.Alastairsepusoenacción,sacandocarpetaspolvorientasdelasestanterías,

tecleandoenlosmotoresdebúsquedadelordenador,pasandotarjetasdearchivo

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y, por fin: «¡Bingo!».Tras lo cualmencionó algo acerca de un viejo historiallaboral,elcenso,familiaresy,acontinuación,anuncióquelahermanadeRoseWaters,Edith,vivíaeneldistritodelosLagosyEdithteníaunanietaqueahoraestabaenOxford.ElamigodeSadieenlaOficinadeTráficohizoelresto(sindudaledebíaunabuenabotelladealgocuandovolvieraaLondres)yledejóladireccióndelcolegioenelbuzóndevozdelteléfono.

—Esperoquenoteestésmetiendoenlíos,Sparrow—dijoantesdecolgar.—Claroqueno,Dave—murmuróSadie,querecogiósusnotasylasmetió

enelbolso—.Claroqueno.Elrelojdelsalpicaderomarcabalaunamenosdiez,asíquecerróelcochey

cruzóentredoscolumnascoronadasconanimalesmitológicos,dosgrifos,traslocual siguió el amplio camino de entrada hacia un edificio que no habríadesentonadojuntoalPalaciodeBuckingham.Eralahoradecomeryniñosconsombrerosdepajayamericanasibanyveníanenpequeñosgruposporlavastaextensióndecésped.Enaquelmundo,aquelcírculosoleadotandistintodelquefrecuentaba, Sadie, en vaqueros y camiseta, se sintió de pronto mal vestida.Aquellosniñosconsusaparatosdentalesysuscoletas tupidasybrillantes,susrisassinmiedoysusfuturosprometedoresresplandecían.

Encontró la conserjería y dio su nombre a una joven de aspecto recatadosentadadetrásdeunescritoriodemaderaoscura.

—Porfavor,tomeasiento—dijolamujerenunsusurrocortés—.LadoctoraSinclairestaráconustedenbreve.

En la recepción no se oían voces, pero sí el ruido del trabajo. El furiosogolpeteodelosdedosdelarecepcionistacontraelteclado,elgalopedelreloj,elzumbidoarrogantedeunaparatodeaireacondicionado.Sadiesediocuentadequeseestabamordiendootravezlauñadelpulgaryparó.Seinstóasímismaatranquilizarse.

En elmundo exterior, elmundo real, Sadie se enorgullecía de su falta deestudios formales. «Túy yo, Sparrow», le había dichoDonald enmás de unaocasión con una mirada de desdén fulminante por encima del hombro al«experto» al que acababan de interrogar, «nos hemos formado en la calle.Nicientosdepapelesquedigan almundo lo listaque eres igualan eso».Eraunamaneratentadoradeverlascosas,queequiparabalosestudiosconlariquezayla riqueza con el esnobismoy el esnobismo con la pobrezamoral.Ayudaba aSadieahacermejorsutrabajo.HabíavistocómopersonascomoNancyBaileyse estremecían y cohibían cuando el inspector Parr-Wilson comenzaba a

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hablarles con ese acento cortante. Solo cuando visitaba lugares como aquel,Sadiesentíalacomezóndeloquepodríahabersido.

Seenderezóelcuellodelacamisetamientraselminuterodelrelojseponíavertical.Alaunaenpuntolapuertadelaoficinaseabrió.Unamujerescultural,contrajecolorcremaeimpecablemelenacastañahastaloshombros,inclinólacabezaymiróasuvisitanteconsusojosazulesmuyabiertos.

—¿DetectiveSparrow?SoyMargotSinclair.Porfavor,pase.Sadieobedeció,reprendiéndoseporecharatrotar.—Graciasporrecibirme,señoraSinclair.—DoctoraSinclair.Noestoycasada—dijoladirectora,quesonrióenérgica

mientras se sentaba detrás de su escritorio.Con un gesto de lamano indicó aSadiequetomaraasientofrenteaella.

—DoctoraSinclair—secorrigióSadie.Nohabíaempezadoconbuenpie—.Nosémuybienquélehabrádichosusecretaria.

—Jennymedijoqueleinteresamitíaabuelamaterna,RoseMartin…,RoseWaters,desoltera.—Suformademirarporencimadelasgafassugeríainteréssinsuspicacias—.Esustedagentedepolicía.¿Estátrabajandoenuncaso?

—Sí—dijoSadie,antesdedecidirqueMargotSinclaireradelasqueponenlos puntos sobre las íes y añadir—:Aunque no demanera oficial.Es un casoantiguosinresolver.

—¿Deverdad?—Laotramujersereclinóenlasilla—.Quéinteresante.—Un niño desaparecido, en los años treinta. No se llegó a saber cómo

desapareció.—Supongoquemitíaabuelanoessospechosa.—AMargotSinclairparecía

divertirletalposibilidad.Sadieledevolviólasonrisa,conlaesperanzadequeelgestodieraaentender

queestabadeacuerdo.—Sucedióhacemuchísimotiempoyescomobuscarunaagujaenunpajar,

peroesperabaaveriguaralgoacercadesuvidadesoltera.Noestoyseguradesilosabe,perotrabajódeniñeracuandoerajoven.

—Alcontrario—dijoMargotSinclair—,conozcobienlavidaprofesionaldeRose.Fueunadelaspersonasenlasquebasémitesisdoctoralsobremujeresyeducación.Fueinstitutriz.Enseñabaaloshijosdearistócratas.

—¿Institutriz?¿Nofueniñera?—Comenzóasí,cuandoeramuyjoven,perollegóaconvertirseeninstitutriz

y luego en profesora de cierto prestigio.Rose era increíblemente inteligente y

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dedicada.Poraquelentoncesnoerafáciladquirirlosconocimientosnecesariosparamejorardecondiciónsocial.

Tampocoahora,pensóSadie.—Tengoaquíunejemplardemitesis.—Margotseacercóraudaaunapared

cubiertadeestanterías,sacóuntomoencuadernadoencueroylimpióellomoyaimpecable—. Hoy día el tema no interesa demasiado, pero de estudiante meapasionaba.Talvezsuenetonto,peroRoseera,ysiguesiendo,miinspiración.Alolargodemicarreraprofesionallaheconsideradounejemploinmejorabledeloqueesposiblesiunoseesfuerzaunpoco.

Tras regresar a su asiento,Margot comenzóuna entusiasta descripción deltemadesutesismientraslamiradadeSadierecorríaeldesplieguedediplomasenmarcadosquecolgabanpulcramentedelapared.Undoctoradoenbiologíaporla Universidad de Oxford, una segunda licenciatura en pedagogía, además dediversos diplomas y distinciones. Se preguntó cómo sería ir por la vida conpruebas,grabadasendoradoyenmarcadasenébano,deserunapersonavaliosa.Inteligente.

Sadie tenía quince años cuando, ante la exhortación del director de suinstituto,había aceptadopresentarse a labecadeundistinguidocolegiodeunpueblo vecino. Aún recordaba la carta que le comunicaba que tenía plaza ensexto,peroelrecuerdohabíaadquiridoelairesurrealistadeunsueño.Elviajeparacomprareluniforme,sinembargo,habíaquedadoenterradoensupsique.Sadie y su madre habían ido juntas, la madre vestida como imaginaba quevestían las personas distinguidas, con los nervios a flor de piel mientrascaminabaal ladodeSadie,decidida,comosiempre,arepresentarsupapelalaperfección.Todofuebienhastaqueseperdieronporel laberintodepatiosdeledificio.Lacitaeraaunahoraenpunto;eldespiadadorelojdelatorredepiedraavanzaba inexorabley sumadrehabía tenidounodeesosataquesdeansiedadquetodoshabíanacordadollamarasma.Sumadreeraunaperfeccionistayunaesnob,ylagrandiosidaddellugar,lapresiónporestaralaaltura,laconcienciade que su retraso «echaría todo al traste» fueron demasiado para ella. Sadiebuscó un banco donde sentarsemientras sumadre se recuperaba, tras lo cualdetuvo a un encargado, quien les explicó cómo ir a la tienda de uniformes.Cuando llegaron, solo quedaban veinte minutos de la hora que les habíanreservado, que su madre pasó en actitud de reproche silencioso mientras unamujer le medía las piernas a Sadie con una cinta métrica y hablaba confamiliaridadyreverenciade«lachaquetadetweed»,de«nuestrapequeñaboina

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de terciopelo»ydeotrasprendascon lasqueSadie fue incapazde imaginarsevestida.

Alfinalnadadetodoesofuenecesario.Aquelveranoconocióaunchico,unchicoapuesto,concocheyunencanto irresistible,yantesdequeempezaraelcurso Sadie se había quedado embarazada. Pospuso el colegio con la idea dematricularse al año siguiente, pero para cuando hubo acabado todo, era unapersonadiferente.

InclusosiSadiesehubieraencontradoencondicionesdecomenzar,cuandollegóelnuevoañoescolarsuspadresnolaqueríanencasa(habíandichoasusamigos que estaba terminando el instituto en EstadosUnidos; ¿qué impresióndaríansivolvíaunañoantes?)ylabecanoincluíagastosdealojamiento.RuthyBertieleaseguraronqueencontraríanlamaneradearreglarlascosas,peroSadiesabíaquenopodríancostearlosgastossinendeudarseseriamente.Erapedirlesdemasiado.Lesdio lasgracias,pero lesdijoqueno.No lesgustósudecisión,puesqueríanlomejorparaella,peroSadieseprometióasímisma,yaellos,quetriunfaríaasumanerayquenonecesitabairauncolegiodistinguidoparaello.Aprobó los exámenes de acceso a educación superior estudiando en unaacademianocturnayseunióalapolicía.Parasusabuelosfueunasorpresa,perono desagradable. Les alivió saber que no iba a acabar al otro lado de la ley.Habíahabidounmomentoenquenolashabíantenidotodasconsigo,despuésdelallegadadelbebé,cuandoSadieestabaencaídalibre.

—Aquílatiene—dijoMargotSinclair,ylepasólatesisaSadieporencimadelescritorio—.Nosési responderásuspreguntas,perosinduda leayudaráaconocermejor aRose.Ahora, ¿vamos al grano?Me temo que tengo otra citadentrodequinceminutos.

Margot era brusca pero colaboradora, lo cual era del agrado de Sadie. SehabíapreguntadocómoreaccionaríaalaspreguntasacercadelavidapersonaldeRose, si debería tratar el tema con sumo cuidado, pero, dado que había pocotiempoyMargotSinclair la animabaaqueno se anduviera con rodeos,Sadiedecidiólanzarse.

—Creoquesutíaabuelatuvounbebédejoven,doctoraSinclair.Antesdecasarse.CuandotrabajabadeniñeraparaunafamiliadeCornualles,losEdevane.

HubounmomentodesilencioyasombromientrasMargotSinclairasimilabala información.Sadieaguardóaqueseescandalizarao lonegara,peroparecíaestar algo conmocionada y permaneció inmóvil mientras se le tensaba unpequeño músculo del mentón. La afirmación a bocajarro de Sadie flotaba

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amenazadora entre las dos y, al pensarlo ahora, comprendía que habría sidopreferible una aproximación más sutil. Estaba razonando cómo mitigar lasituacióncuandoMargotSinclairrespiróhondoysoltóunlargosuspiro.AlgoensuexpresiónllamólaatencióndeSadie.Estabasorprendida,sinduda,locualeradeesperar,perohabíaalgomás.Derepente,Sadiecayóenlacuenta:

—Yasabíalodelbebé—dijo,asombrada.MargotSinclairnorespondió,noenelacto.Selevantódelescritorioy,con

la compostura propia de una exalumna de un colegio privado de señoritas, seacercóacomprobarquelapuertaestababiencerrada.Unavezsatisfecha,sediolavueltaydijoenvozqueda:

—Siemprehasidoalgoasícomounsecretodefamilia.Sadieintentónomostrarsuentusiasmo.¡Habíaestadoenlocierto!—¿SabecuándosequedóembarazadaRose?—A finales de 1931.—Margot volvió a sentarse y entrelazó los dedos—.

Dioaluzenjuniode1932.CasialmismotiempoqueelcumpleañosdeTheoEdevane.LavozdeSadie

temblóunpococuandodijo:—Y,apesardeello,¿volvióatrabajaraLoeannethalcabodeunmesmáso

menos?—Esoes.—¿Qué hizo con el bebé? —Sadie esperó la respuesta que conocía de

antemano.MargotSinclairsequitólasgafas, lassostuvoenunamanoymiróaSadie

congestodesdeñoso.—Detective Sparrow, seguro que no necesito explicarle que por aquel

entonces las cosas eran diferentes. Las jóvenes que se quedaban embarazadasfuera del matrimonio no lo tenían fácil. Además, lamentablemente Rose nodisponíadelosmediosparacuidardeunbebé.

—¿Renuncióalbebé?—Nolequedómásremedio.Sadie a duras penas lograba contener la emoción. Estaba a punto de

encontraraTheoEdevanedespuésdetodoaqueltiempo.—¿Sabeaquiénseloentregó?—Claroquesí.Teníaunahermanaenelnorte,dispuestaacuidaryacriaral

bebécomosifuerasuyo.Ynoeraniño,eraniña.Mimadre,dehecho.—¿Niña…?¿Qué?

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Margotprosiguió.—PoresoaRoseleafectótantoquelosEdevaneladespidieran.Sintióque

habíarenunciadoasupropiahija,quehabíaentregadotodosuamoralhijodelmatrimonio,paraqueluegoladespidieranporunmotivotrivial.

—Pero…—Sadieseaclaró lagarganta,aúnintentandoponerordenensuspensamientos—.PerosilahijadeRosefueaviviralnorte,¿quiéneralamadredeTheoEdevane?

—Bueno,ustedeslainvestigadora,detectiveSparrow,perolológicoesquefueralaseñoraEdevane.

Sadie frunció el ceño. No tenía sentido. Había estado convencida. Laincapacidad de Eleanor de concebir de nuevo (un niño), seguido del partofallido;elembarazosecretodeRose,queencajabaalaperfeccióneneltiempo;Eleanor,quedespidióaRose;Rose,querecuperóasuhijo.Salvoquenohabíatenidounhijo,sinounahija.LamadredeMargotSinclair,criadaeneldistritode los Lagos por la hermana de RoseWaters. Y no había prueba alguna quedemostraraqueEleanorhabíaperdidounbebé,salvolatrastornadadeclaracióndeConstancedeShiel.Lateoríaenterasevinoabajocomouncastillodenaipes.

—¿Seencuentrabien,detectiveSparrow?Estámuypálida.—Margotpulsóunbotónenelintercomunicadordelescritorio—.¿Jenny?Unpocodeagua,porfavor.

Lasecretariatrajounabandejaredondaconunajarraydosvasos.Sadiedioun sorbo, agradecida por tener algo que hacer mientras recuperaba lacompostura. Poco a poco se reanimóy se le ocurrieron nuevas preguntas.TalvezRosenofueralamadredeTheo,perodetodosmodoslahabíandespedidode forma repentina e inesperada en un momento sospechosamente cercano alsecuestro.¿Porqué?SinoeraporqueEleanorEdevanesesentíaamenazadaporsupresenciamaterna,¿quéhabíahechoRoseparacaerendesgracia?Teníaquehaberunmotivo.Sialguienhacebiensutrabajoyesqueridoporaquellosparaquienestrabaja,noeslógicoquelodespidan.PreguntóaMargot.

—No creo queRose llegara a comprenderlo nunca. Sé que le hizomuchodaño.Me dijo que le encantaba trabajar en Loeanneth. Cuando yo era niña yvenía de visita solía contarme historias acerca de la casa junto al lago, y yosiempreme sentí cerca, y celosa también, de las niñas que crecieron ahí. Talcomo locontabaRose, casi lleguéacreerqueenaquel jardínhabíahadas.Sehabíaencariñadodesusempleadores.Ademáshablababiendeellos,enespecialdeAnthonyEdevane.

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—¿Ahsí?—Esoerainteresante.SadierecordólaconversaciónconClive,sucrónica del interrogatorio a Constance deShiel, en el cual dio a entender quehabía habido una infidelidad que tal vez estuviera relacionada con ladesaparicióndelniño—.¿Creequeesposiblequeestuvierademasiadounidaasuempleador?¿AAnthonyEdevane?

—¿Situvieronunaaventura,quieredecir?Ante la franqueza de Margot Sinclair, Sadie se recriminó su timorato

eufemismo.Asintió.—Lo menciona en sus cartas, sé que lo admiraba. Era un hombre muy

inteligenteyRoselecompadecía,porsupuesto,peronuncatuvelaimpresióndeque hubiera algo más. Sí dice que fue él quien sugirió que tenía dotes deexcelenteprofesorayquienlaanimóaseguirestudiando.

—Pero¿nadaromántico?¿Nisiquieraunindicio?—Nadadenada.Dehecho,creoque,trassuembarazo,Rosesevolviómuy

cautelosaa lahorade iniciarunarelaciónromántica.Nosecasóhastacasi loscuarentaynadaindicaquetuvierapretendientesantesdeeso.

Otro callejón sin salida. Sadie suspiró. Había renunciado a disimular ladesesperaciónensuvoz.

—¿Hay algomás que se le ocurra? ¿Algo que sea pertinente a la hora deexplicarporquéRosedejódetrabajarparalosEdevane?

—Hayalgo.Nosésiespertinente,exactamente,perosíunpocoextraño.Sadieasintióparaanimarlaahablar.—Rose jamás comprendió por qué la despidieron, por lo cual resulta aún

más desconcertante que le dieran una excelente carta de recomendación y ungenerosoregalodedespedida.

—¿Quétipoderegalo?—Dinero. Lo suficiente como para costearse el viaje y los estudios que

hicieronposibleelrestodesucarreraprofesional.Sadieasimilólainformación.¿Porquédespediraalguienyalmismotiempo

ofrecerle un generoso regalo? Solo se le ocurrió pensar que el dinero era unchantaje,peronoparecíatenermuchosentidochantajearaalguienquenoteníaniideadeporquélaestabanchantajeando.

Llamaron a la puerta y la recepcionista asomó la cabeza para recordar aMargotSinclairqueteníaunareuniónconelconsejodirectivoencincominutos.

—Bueno—dijoladirectoraconunasonrisadedisculpa—,metemoquevoyatenerquedespedirme.Nosésilehesidodemuchaayuda.

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Sadietampocolosabía,peroestrechólamanodeMargotSinclairylediolasgraciasporsutiempo.Estabajuntoalapuertacuandoseleocurrióalgo.Sediolavueltaydijo:

—Unapreguntamás,doctoraSinclair,sinoesmolestia.—Deningúnmodo.—Antes dijo que Rose compadecía a Anthony Edevane. ¿Por qué lo

compadecía?¿Quéhaqueridodecir?—PuesqueelpadredeRosesufríadelmismotrastorno,asíquecomprendía

susufrimiento.—¿Trastorno?—Mi bisabuelo pasó una guerra espantosa. Bueno, supongo que no existe

otro tipodeguerra.LogasearonenYpresy luego loenviarona las trincheras.Novolvióaserelmismo,según laabuela.Sufríapesadillasy lapsus terribles;por lo visto no dejaba dormir a nadie con sus ataques. Hoy lo llamaríamostrastornoporestréspostraumático.Poraquelentonceseraneurosisdeguerra.

—Neurosisdeguerra—repitióSadie—.¿AnthonyEdevane?—Esoes.Roselomencionamuchasvecesensudiario.Intentóayudarle,y

dehecho fue su tratoconél loque inspiró sus teoríasposterioresacercade laenseñanza de la poesía, en especial de la época romántica, a refugiadosadolescentes.

Neurosis de guerra. Era una sorpresa. Sadie repasó mentalmente toda laconversación mientras caminaba hacia el coche. Lo sorprendente no era quepadeciera ese trastorno; al fin y al cabo había combatido en Francia duranteaños.Másbienloquelesorprendíaeranohaberhalladoningunaotramenciónhastaelmomento.¿Eraunsecreto?Enesecaso,¿porquéconocíaRoseWatersla verdad? Tal vez, como había dicho Margot, era tan sencillo como que laniñeraestabafamiliarizadaconlossíntomasyveíaseñalesqueotrospasabanporalto.Sadiesepreguntósiaquelloeraimportanteoseestabaagarrandoaunclavoardiendo.Pensóenllamaraalguien(Clive,Alastair,Bertie)paracomentárselo,paraversipodíanarrojar luzsobreese trastorno,perocuandosacóel teléfonovio que no tenía batería.Como la cobertura en la casa deBertie era tanmalahabíaperdidolacostumbredecargarlo.

Sonóunacampanaylosestudiantesvolvíanaclase.Sadielosobservóporlaventanilla del coche.Charlotte Sutherland iba a un colegio como aquel.En lafotografíaqueacompañabasucartaibavestidaconuneleganteuniforme,conunescudoenlachaquetayunalistademéritosbordadadebajo.Lalistaeralarga.

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Sindudausaríanchaquetadetweedyunaboinapequeñayvistosaenlosmesesmásfríos.Sereprendióasímismaporsertanmezquina.LealegrabapensarenCharlotteenunlugarcomoaquel.¿Paraquéhabíahecholoquehizo,sinoeraparaquesuhijatuvieralasoportunidadesdelasqueellanuncadisfrutó?

Sadie logró que el coche arrancara y se ordenó a sí misma olvidarse deCharlotte,deunavezypara siempre.Lacartahabíadesaparecido,devueltaalremitente,direcciónequivocada.Sesuponíaqueseibaasentir,yacomportarse,comosinolahubierarecibido.SeconcentróenencontrarlasalidadeOxfordy,una vez en la M40 en dirección a Londres, repasó su reunión con MargotSinclair, extrayendo toda la información nueva (la excelente carta derecomendaciónquehabíarecibidoRoseWaters,elgenerosopago),queanalizódesde varios ángulos, y se preguntó vagamente si la neurosis de guerra deAnthonyEdevanecambiabaenalgolascosas,ycómo.

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Capítulo20

Londres,1931

Al salir,aEleanor leparecióbuena idea tomarseun téenelLiberty.Lacitahabía concluido antes de lo que esperaba, de modo que tenía dos horas pordelantehastaquesalieraeltrenaPaddington.SedetuvoenlaesquinadeHarleyStreet conMarylebone Road, donde las nubes grises se fundían con edificiostambiéngrises,antesdedecidirquenolevendríamalanimarseunpocoypararun taxi.Y allí estaba. Trazó círculos con la elegante cuchara para remover lalecheyacontinuaciónlediounosgolpecitoscontraelfinobordedeporcelanade la taza.Llamó la atencióndeunhombrebienvestido sentadoenunamesacercanaperonoledevolviósusonrisaamableycuriosa.

Qué estúpidopor su parte haber albergado tantas esperanzas, pero lo teníamerecido.Nohabíapeorciegoqueelquenoqueríaver.Anthonyhabíaestadoenlocierto:aquelmédiconoteníanadanuevoqueofrecer,salvolapalabreríadesiempre.Eleanorsepreguntabaavecessilaesperanza,esehábitomaravillosoyterrible, llegaba amorir;mejor aún, si era posiblematarla. Todo seríamuchomásfácilsiasí fuera,si resultara tansencillocomopulsarun interruptor.Peropordesgraciaelresplandordelaesperanzasiempreparecíabrillaralolejos,sinimportarcuántotiempoviajaraunoenvanohaciaella.

Eleanor soltó la cucharilla. Inclusomientras lopensaba, sabíaque cometíaunerror.Anthonyhabíaperdidolaesperanza.NoenloscamposdeFrancia,talvez,peroenalgúnmomentode ladécadasiguiente.Yahíestabaelproblema,poresodebíaseguiresforzándose.Habíaocurridoensupresencia.Nolehabíaprestado suficiente atención o, de lo contrario, se habría dado cuenta y habríahecholonecesarioparaevitarlo.PorquehabíahechounapromesaaAnthonyya

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símisma.Llovía yLondres estaba del color de la pizarra y emborronado.Las calles

brillabanporloscharcososcurosyunamareadeparaguasnegrosflotabaencimade los transeúntes. Las personas caminaban más rápido bajo la lluvia, conexpresióndecidida,lamiradafija,cadaunoconcentradoensudestino.Enmediode tanta resolución y tantas prisas, aEleanor le había abrumado el cansancio.Ahora,enelambientecaldeadodelsalóndetésesentíainertecomounmaderoaladerivaenunmardedeterminacionesqueamenazabaconvencerla.Nuncasele había dado bien matar el tiempo. Debería haberse traído un libro deCornualles.Deberíahabersetraídoasumarido.

La negativa de Anthony a acompañarla había sido previsible; fue suvehemencialoquelasorprendió.

«Basta»,lehabíarespondidocuandoabordóeltema.«Porfavor.Yabasta».PeroEleanornolehabíahechocaso.TrasleerunartículoenlarevistaThe

LancethabíadecididoqueAnthonyyelladebíanconoceraldoctorHeimer.Alparecer no había sido la única con semejante idea. Hubo de esperar semanashasta que concertó la cita y tuvo que contener el entusiasmo, las esperanzas,mientrasllegabaeldía,sabedoradequeeramejornoabrumaraAnthony.

«Basta».Noalzólavoz,fuecasiunsusurro.«Estopodríaserloquebuscamos,Anthony»,habíainsistidoEleanor.«Este

hombre,estedoctorHeimer,haestadotrabajandoenelproblema,estudiandoaotros hombres con elmismomal, y ha tenido éxito, aquí dice que sabe cómoarreglar…».

«Por favor». Con aquellas dos palabras afiladas como cuchillos habíamutilado el resto de la frase de Eleanor. Anthony no la había mirado, habíaseguidoconlacabezainclinadasobreelmicroscopio,demaneraqueEleanoralprincipionosediocuentadequeteníalosojoscerrados.

—Yabasta.Eleanorseacercó.Podíaoleruntenuerastroasudormezcladoconelextraño

oloralaboratoriodelahabitación.Hablóconvozsuaveperofirme:—Novoyadarmeporvencida,Anthony,pormuchoqueintentesapartarme.

Ymenosahoraquetalvezhayamosencontradoaalguienquetepuedeayudar.AnthonylahabíamiradoconunaexpresiónqueEleanorhabíasidoincapaz

de nombrar. Lo había visto ofendido antes, demasiadas veces, esas pesadillasque tenía incluso de día, los sudores nocturnos y el terrible temblor que nolograbadetener,nisiquieraconlafuerzadelcuerpodeellacontraelsuyo;pero

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esto había sido diferente. La inmovilidad. El silencio. Esa expresión que laestremeciócomosilahubierangolpeado.

—Ni unmédicomás—dijoAnthony en un susurro grave y firme que noadmitíadiscusión—.Niunomás.

Eleanorlohabíadejadoensuestudioyhabíacorridoescalerasabajo,conelrostroacaloradoylospensamientosdispersos.Mástarde,asolas,habíaevocadosu rostro. No lo había podido evitar; la expresión de Anthony la habíaacompañado toda la tardemientras seentregabacomouna sombraa las tareasdeldía.Hastalaoscuridaddelanoche,conAnthonydurmiendoasuladoyelladespierta, escuchando las aves nocturnas en el lago, recordando aquella nochelejana en que habían paseado en bicicleta sobre piedras que la luz de la lunavolvía blancas, no le vino a la cabeza la palabra exacta.Asco, eso era lo quehabía visto en su gesto. Esas facciones que tanto amaba y que desde hacíamucho tiemposehabían torcidoenungestodeascoyaversiónpor logeneralreservados a los peores enemigos. Eleanor habría podido soportar esarepugnancia si hubiera estado dirigida contra ella; pero sabía queAnthony loreservabaparasímismoyporelloquisolloraryaullarymaldecir.

Porlamañana,apesardetodo,Anthonysehabíamostradodenuevoamable.Inclusohabíasugeridoalmorzar juntoalarroyo.Laesperanzahabíaresucitadoy,sibiensenegóunavezmásaacompañarlaaLondres,almenosestavez lohizoconunasonrisaylaexcusadequeteníacosasquehacerenelestudio.Asípues, Eleanor se llevó la esperanza consigo. La había acompañado desde laestación Looe durante todo el trayecto, en el asiento vacío que debería haberocupadosumarido.

Ahora, inclinó la tacitaycontempló losposos tibiosmoversedeun ladoaotro.AsushijasleshabíadichoqueibaaLondresaunamodistaenMayfairylahabíancreído,puesalgoasíencajabaconlaideaqueteníandeella.Madre.Norecordabansusprimerosañosdeinfancia,cuandoAnthonyestabaenlaguerrayellasestaban solasenLoeanneth.El tiempoquehabíandedicadoaexplorar lafincajuntas,lashistoriasquelescontaba,loslugaressecretosquelesmostraba.Cuántos aspectos de Eleanor no conocían sus hijas. A veces los sacaba y lesdabalavuelta,parainspeccionarlosyadmirarlosdesdetodoslosángulos,comosifueranperlaspreciosas.Acontinuación, losenvolvíadenuevoylosponíaabuen recaudo.Noestabadispuestaa revelarlosotravez,puesentonces tendríaqueexplicarporquéhabíacambiado.

Eleanor no hablaba de Anthony con los demás. Hacerlo habría sido

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abandonarsufeeneljovendelquesehabíaenamoradoaquelveranoenLondresveinteañosatrásy, loquetalvezeraaúnmásdevastador,enlaconviccióndeque también todo aquello quedaría atrás algún día. Cuando así fuera, cuandohallara la manera de devolverle la ligereza de espíritu y todo lo que habíaperdido,cuandoestuvierarecuperado,Anthonyagradeceríaquenadiesupieralobajoquehabíacaído,nadiesalvoEleanor.Sudignidadlomerecía.

Jamáshabíapermitidoquelasniñaslosupieran.Anthonyamabaasushijas.Apesardetodo,eraunbuenpadreylasniñasloadoraban.Nohabíanllegadoaconoceraesejovendeambicionesexcepcionales;erasimplemente«papá»ysusexcentricidadesloconvertíanenunniñomásasusojos.Loslargospaseosporelbosque,avecesdedíasdeduración,deloscualesregresabaconlamochilallenademuestras de esta hoja de helechoo aquellamariposa, tesoros que las niñasmiraban absortas y le ayudaban a clasificar.Ellas, a diferencia deEleanor, nohabíanvistoalhombreconsuajadomanualdemedicinasobreelregazo,conlosojoscerradosmientras tratabade recordar loshuesosde lamano, sumano,enotrotiempotaneleganteycapazysegura,queahoratemblabasobreelpapel.Alpresentir lapresenciadealguienhabíaabierto losojosyesbozadouna sonrisatriste,tensa,alcomprobarqueeraella.

—Meheconvertidoenunodeesoshombres—dijo—,unodeesostiposquesepasanel tiemposentados tratandode llenar lashorasvacíasconactividadesinútiles.

—Eso no es cierto—dijo ella—. Estás trabajando en tu libro de historianatural.Hasdejadodepracticarlamedicinaporuntiempo,perovolverás.Vasacompletartuformaciónclínicayserásmejorqueantes.

—¿Cuándovasaentenderqueesdemasiado tarde?¿Cuándovasaaceptarqueyanosoyesehombre?¿QueesehombremurióenFrancia?Lascosasqueocurrieron,Eleanor,losdilemasterribles,lasdecisionesmonstruosas…

—Háblamedeello.Cuéntamelo,porfavor,yasípodrécomprenderlo.Peronolohacía,selimitabaamirarlayanegarconlacabezayvolvíaasus

libros.En laentradadel salónde té,unamujer llamó la atencióndeEleanor.Era

muy hermosa y llevaba de lamano a un niño (de tres años, supuso Eleanor),ataviadoparalaocasiónconunelegantetrajeblancodemarinero.Teníaelrostrodeunquerubín,grandesojosazules,mejillas redondeadasysonrosadas, labioscon forma de arco de cupido y entreabiertos en un gesto de asombro alcontemplarlasalaajetreadaybieniluminada.

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Eleanor sintió la familiar acometida de la nostalgia. Aún albergabaesperanzasdetenerotrobebé.Másqueesperarlo,loansiaba.Ardíaendeseosdeacunaraunniñoenbrazosdenuevo,decosquillearybesuquearyabrazaruncuerpecito regordete. A veces tenía la impresión de parecerse a la reina delcuentodelseñorLlewellyn,quienhabíaperdidoasuhijoyansiabatantotenerotroqueestabadispuestaapactarconeldiablo.ElanhelodeEleanornoeraporcompletoegoísta.Unapequeñapartedeellasepreguntabasitalvezotrohijo,unniño, era lo queAnthonynecesitaba.Él quería a las niñas, pero ¿nodeseabantodos los hombres un hijo que creciera a su imagen y semejanza? Se llevó lamano, distraída, al abdomen, plano y firme. Todavía había ocasionalesmomentosde ternuraentreellos,cuandoéleracapaz;existía laposibilidaddequedarseembarazadadenuevo.Pero,apesardesubuenavoluntad,desudeseo,nohabíaocurridoendiezaños.

Nostálgica, Eleanor se obligó a apartar la mirada de la mujer y el niño,sentadosjuntosalamesa,elpequeñoesmerándoseenguardarlosmodalesquele habían enseñado mientras lo traicionaban sus grandes ojos redondos, queestudiabansinpararaquelambienteextraño.Eleanorsevolvióhacialaventana.Nubesoscurashabíandescendido sobreLondresy la ciudad estaba sumida ensombras.Enelsalóndetéhabíanencendidolaslucesymientrassefijabaenelcálidointeriorreflejadoenelcristaloscuro,másalládelcualcaminabanagranvelocidad transeúntes espectrales,Eleanor se encontró por error con su propioreflejo.

Siempreeraperturbadorsorprenderseaunamismaenreposo.Lamujerquele devolvía lamirada era un ejemplo de respetabilidad y discreción. Tenía laespalda recta, ropas elegantes aunque no a la última, el pelo pulcramenterecogido bajo el sombrero. Su rostro era una máscara agradable que noexpresabanada,unodeesosrostrosquenadiemiramuchotiempo.Lamujerdelcristal era todo loqueella sehabía juradono llegar a ser.Sinduda,noera lapersona en la que Eleanor la Aventurera había deseado convertirse. A vecespensaba en su alter ego de la infancia, esa niña de mirada salvaje y curiosa,cabellorebeldeypoderosoespírituaventurero.Legustabaimaginarquetodavíaexistía, en algún lugar.Que no había desaparecido en su interior, sino que sehabíatransformadoenperlaysehabíaalejadorodando.Queaguardabaenalgúnlugaraquelashadaslaencontraranyelbosqueladevolvieraalavida.

EraunaideatristeyEleanorhizoloquesiemprehacíacuandolaasaltabanpensamientos sombríos. Se ponía en marcha. Con un gesto rápido llamó al

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camarero, pagó la cuenta, recogió el bolso y el vestido, su excusa, que habíacomprado sin apenas dedicarle unamirada, y, con una sacudida para abrir elparaguas,salióbajolalluvia.

***

La taquilla estaba abarrotada cuando llegó a la estación y todo olía a ropamojada.Eleanor sepuso a la coladeviajerosmalhumoradosy avanzópoco apoco.

—TengounareservaanombredeEdevane—dijoalempleadoalotroladodelmostrador.

Elhombrecomenzóahurgarenelarchivadory,mientrasmusitabanombresEleanormiróatrás,alamultitudquesedabaempujones.

—Porloqueveo,eltrenvalleno—dijo.Elhombrenoalzólavista.—El anterior tuvouna avería.Toda la tarde estoha estado abarrotado con

gentetratandodeconseguirplazaenelsiguientetren.¿Edevane,hadicho?—Sí.—Aquítiene,entonces.—Elhombredeslizódosbilletesbajolarejilla—.La

salida,enelandéntres.Eleanor se giró para irse y miró los dos billetes en su mano enguantada.

Volvióalmostrador.—Mimaridonoviajaconmigo—dijocuandoelempleadoleprestóatención

—.Hasurgidounimprevisto.—Másexcusas.Yalasformulabasinpensar.—No se admiten devoluciones—dijo el hombre antes de atender al señor

queibadetrásdeella.—No quiero que me devuelvan el dinero, solo quiero ceder el billete.—

Eleanor lodeslizóalotro ladodelmostrador—.Yono lonecesito.Talvez lopuedausarotrapersona.

Sesentóenelvagónalaesperadequeel trensalieradelaestación.Enelandén, hombres trajeados caminaban atareadosdeun lado aotro,mientras losmozos empujaban torres inclinadas de equipajes entre lamultitud y pequeñosgrupos de personas se entregaban a los íntimos rituales de las despedidas.Mientrasobservaba,Eleanorpensóquealgunosde losmomentosmás intensos

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desuvidahabíantranscurridoenestacionescomoaquella.EldíaenquehabíaconocidoaAnthony,lalimonadaenlaestacióndeBakerStreetyesamañanade1914enquelohabíadespedidocuandosefuealaguerra.Estabadeslumbranteconsuuniforme,conHowardallado,ambosrebosantesdejuventud.

Cuando le dijoque tenía intenciónde alistarse, tumbados sobreunamantajuntoalarroyodeLoeanneth,aEleanorselehabíanocurridomilrazonesparaquenolohiciera.

—Perosomostanfelices—espetó.—Yvolveremosaserfelicescuandoregrese.—Siesqueregresas.Enfurruñada,fueloprimeroquelevinoalamenteylopeorquepodíahaber

dicho.Egoísta,infantilysincera.Mástardesereprendióasímisma.Loscuatroaños siguientes leenseñarían templanza,pero, almismo tiempo,elmiedoyelpánicoysuincapacidaddecontenerloslavolvíanferoz.

—Esunaguerra.Noesningunabroma.Anthonyleapartóuntercomechónqueletapabalosojos.Alsentirlapunta

desusdedossobrelafrenteEleanorseestremeció.—Tengo formación médica, Eleanor. Puedo ser útil. Esos hombres, mis

amigos,vananecesitarpersonascomoyo.—Soyyoquientenecesita.Hayotrosmédicos,hombresconexperiencia.Anthonysonriócondulzura.—Nohaynadaquedeseemásquequedarmeaquí,contigo,pero¿enquéme

voyaconvertirsinovoy?¿Cómovoyavivirconmiconcienciasinoofrezcomiayuda?¿Cómomevasamirarsinopongomiparte?Siunhombrenopuedeserútilasupaís,máslevaleestarmuerto.

Eleanorsupoentoncesquenadadeloquedijeraleharíacambiardeopiniónysaberlolahirióenlomásprofundo.Labocaselellenódesaboracenizas.

—Prométeme que vas a volver —dijo, rodeándolo con los brazos yhundiendoelrostrocontrasupecho,aferradaaélcomosifueraunarocaenunmarenfurecido.

—Porsupuestoquevoyavolver—respondiósinelmenoratisbodeduda—.Nadamevaadetener.Nolovoyapermitir.

EldíadesumarchafueronapiejuntoshastalaestaciónyEleanorsesentóasu lado en el vagón mientras subían a bordo otros jóvenes soldados conuniformesreciénestrenados.AnthonylabesóyEleanorpensóporunmomentoquenoseríacapazdedejarlomarchar,yentoncessonóelsilbatoyseencontró

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denuevoenelandén,sinél,mientraseltrensealejaba.Lacasa,cuandovolvió,estabacaldeadaysilenciosa.Elfuegodelabibliotecaardíabajoenlachimenea,igualquecuandosalieron.

Quésilencio.Enelescritorio,bajolaventana,habíaunafotografíadelosdosy,mientras

miraba el rostro sonriente deAnthony, Eleanor intentó convencerse de que élestabaarriba,ocercadel lago,yquevolveríaencualquiermomento,yque lallamaría desde el vestíbulo para que le hiciera compañía. Sin embargo suausencia estaba escrita en todas partes, y vislumbró de repente lo largos queseríanlosdías,lassemanas,losmesesvenideros,loinsoportablementelargos.

GraciasaDiosqueteníaasubebé,aDeborah,paraayudarlaamantenerlacabezasobreloshombros.Noerafácilabandonarsealmiedocuandoseestababajolaatentamiradadeunosojillosconfiados,deunapequeñadeseandosonreíreinterpretandolosgestosdesumadreparasabersiteníapermisoparahacerlo.Sinembargo,detrásdeesaexpresiónalegreyforzada,detrásdelascancionesdecuna y los cuentos infantiles, Eleanor casi no se atrevía ni a respirar. Cadallamadaalapuertaleprovocabauncosquilleodepánicoentodoelcuerpo.Cadahistoria que oía en el pueblo de otro soldado muerto era un suplicio y, acontinuación, el secreto alivio de saber que no era Anthony. El consuelo derecibirunacartaenvezdeuntelegramadebordesnegroseraefímero,puesleíala fecha y comprendía que Anthony la había enviado varios días atrás y quedesdeentoncespodíahaberocurridocualquiercosa.

Las cartas no revelaban nada, no al principio. Había alusiones a losbombardeos,porsupuesto,yazepelinesdestruidosenlasproximidadesperoqueen las crónicas de Anthony sonaban a pequeños inconvenientes. Cuandoexperimentóporprimeravezelgasalemánfue«encircunstanciasideales»,conun tipo que les había demostrado «lo efectivas que eran las medidaspreventivas».Eleanorsupoqueocultabacosas,locuallaenternecíayenfurecíaapartesiguales.

Anthonypasóun findesemanadepermisoenLondresyEleanor fuea suencuentro,fueradesídebidoalaexcitaciónnerviosa,incapazdeconcentrarseeneltren,conellibroabiertosobreelregazotodoeltrayecto.Sehabíavestidoconesmero,peroalverloseavergonzódesusesfuerzos,pueseraAnthony,elamordesuvida,yangustiarseportrivialidadestalescomoquévestidolafavoreceríamásparecíaseñalarunafaltadefeenellos,enloquedeverdadimportaba.

Cuando se encontraron, ambos se pusieron a hablar a la vez. «¿Vamos

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a…?».«Supongoque…»y,trasunmomentodedudaatrozduranteelcualdiolaimpresióndequetodoloqueteníanencomúnsehabíaconvertidoenpolvo,seecharonareír,ynopodíanparar,yaúnsereíanpornadacuandosesentaronatomarelté.Despuésdeesovolvieronaserellosmismos,AnthonyyEleanor,yellainsistióenqueselocontaratodo.

«Todo», había dicho. «Sin suavizar las cosas», desesperada por rasgar lasuperficiecortéseinsuficientedesuscartas.

Así pues, él se lo contó.Hablódel barro, de los huesos rotos resultadodearrastrarseporélydeloshombresalosquehabíaengullido.DijoqueelSommeera unamáquina de triturar carney que la guerra era intolerable.Describió latorturaqueleproducíafallara«sushombres».Semorían,decía,unotrasotro.

DespuésdeesavisitasuscartascambiaronyEleanornoestabamuysegurade si alegrarse por ello. Pensó que debería haber sido más cautelosa con susdeseos. El censor purgaba los fragmentos peores, pero lo que quedaba erasuficienteparasaberquelarealidadseguíasiendosórdida,quelaguerraexigíaalos hombres cometer actos horrendos y, como recompensa, cometía actoshorrendoscontraellos.

CuandomataronaHoward,eltonodelascartascambiódenuevo.Nohubomásreferenciasa«sushombres»yAnthonynovolvióamencionaranadieporsu nombre. Lo más escalofriante de todo fue que, si antes sus cartas habíanestado siempre llenas de preguntas sobre casa, ávidas delmás leve detalle deDeborahydelareciénnacida,Alice(Ojaláestuvieraahíyotambién.Medueleestar tan lejos de vosotras. Sé fuerte,mi amor, y, entretanto, ¿nome podríasenviarunmechóndecabellode laniña?), ahoraeranpocomásque recuentosestadísticos y desapasionadosde lo que sucedía en el frente.Laspodría haberescrito cualquiera, para cualquiera.Y asíEleanor tuvo que lidiar con la doblepena de la muerte de Howard (la conmoción de la noticia, su insoportableirrevocabilidad)y la consiguientepérdidade sumarido, quienya estaba lejos,ocultotrasunmuroimpenetrabledecortesía.

Elmismodíadesuregresodefinitivo,el12dediciembrede1918,EleanorllevóalasdospequeñasaLondresaverllegareltren.Habíaunaorquestaenlaestación y los violines tocaban villancicos. «¿Cómo sabremos que es papá?»,habíapreguntadoDeborah.Sentíaunacuriosidadintensaporaquellapersonaalaquesoloconocíaporunafotografíadeestudiojuntoalacamademamá.

«Losabremos»,habíadichoEleanor.Cuando llegóel tren, laestaciónse llenódehumoy,cuandosedisipó, los

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soldadosyaestabanbajandoalandén.Cuandolovio,enesafraccióndesegundoantesdequeéllavieraaella,Eleanorsintióenlomásvivoelpasodelosaños.Las preocupaciones se agolparon como polillas alrededor de una llama.¿Seguirían conociéndose el uno al otro? ¿Sería todo como antes? ¿Habíanpasadodemasiadascosas?

«Me haces daño en la mano, mamá», había dicho Alice. Aún no habíacumplidolosdosañosyyateníaeladmirabletalentodelafranqueza.«Perdona,tesoro.Losiento».

YenesemomentoAnthonylamiróalosojosyduranteuninstanteEleanorvio algo en su mirada, una sombra con la forma de Howard y los otros quedesaparecióalcabodeunmomento,yentoncesAnthonysonrió,yeraAnthony,suAnthony,alfinencasa.

***

Afuera sonó el silbato. El tren estaba a punto de partir, y ya era hora. Por laventana,Eleanorcontemplólasvíascubiertasdehollín.Habíasidomaravillosotenerlo de vuelta en casa. Las niñas no se cansaban de él. Loeannethresplandecía gracias a su presencia, todo se veía más claro, como si alguienhubieraajustadoelobjetivodeunacámara.Lavidaproseguía,talycomoéllehabíaprometido.Habíantranscurridomásdecuatroaños,perohabíanganadolaguerrayrecuperaríaneltiempoperdido.Ysiavecesletemblabanlasmanos,sisecallabaamitaddefraseynecesitabaaclararselasideasantesdeproseguir,sienocasiones sedespertabaconunmal sueñoy senegabasiempreahablardeHoward,bueno,eranproblemascomprensiblesy,sinduda,searreglaríanconeltiempo.

Oesohabíacreído.La primera vez que sucedió estaban en el jardín.Las chicas habían estado

persiguiendo patos y la niñera las llevó dentro para la cena. Hacía una tardemaravillosa,elsolparecíadudarantesdeponerse,comosinoquisieraterminareldía.Estabasuspendidoenelhorizonteydesplegandocintasrosasymalvasatravés del cielo como cuerdas, y el dulce aroma a jazmín impregnaba el aire.Habíansacadodelacasalassillasblancasdemimbre,yAnthony,traspasarlatarde jugando con las niñas, al fin había abierto el periódico que se había

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llevado,soloparaponerseadormitarocultodetrásdesuspáginas.Edwina,lanuevacachorra,dabasaltosalospiesdeEleanoralacazadeuna

pelotaquehabíanencontradolasniñasyellalahacíarodarcondelicadezaporelcésped,riendoconafectomientraslaperritasetropezabaconlasorejasaltraerladevuelta.Eleanorlaprovocabajuguetona,levantandolapelotajustofueradesualcanceporelplacerdeverlahacerequilibriossobrelaspatastraseras,moverlaszarpas en el aire y lanzar una dentellada.Tenía los dientes afilados.Ya habíalogradoagujerearcasi todas lasmediasdeEleanor.Preciosodiablillo, teníaunsextosentidoparahurgardondenodebía,peroeraimposibleenfadarseconella.Le bastaba lanzar una mirada con esos enormes ojos castaños e inclinar lacabezayEleanorsederretía.Habíadeseadotenerunperrodesdeniña,perosumadrehabíadeclaradoqueeran«bestiasrepugnantes»yahísehabíaquedadoelasunto.

Eleanor tiró la pelota yEdwina, a la que nada le gustabamás que jugar aatacar, hundió los dientes en la goma.Todo era perfecto.Eleanor rio,EdwinagruñóentusiasmadaalapelotaantesdeabalanzarseentreladridoscontraunpatoyelsolbrillabanaranjaenelcielocuandodeprontoAnthonysepusoenpieconunpotentealarido.Conunmovimientovelozagarróalaperritaylasujetóporelcuello.

—Cállate—decíaentredientes—,cállate.Edwinaaulló,elpatosedioalafugayEleanor,sorprendida,selevantóde

unsalto.—¡Anthony!¡No!¡Para!—Estabamuyasustada;noentendíaloqueestaba

ocurriendo—.Anthony,porfavor.—EracomosiAnthonynolaoyera,comosiEleanor no estuviera ahí. Hasta que no corrió a su lado y lo sujetó por loshombrosnolamiró.Entonceslaapartósacudiendoloshombrosy,duranteunafracciónde segundo,Eleanorpensóque también iba a abalanzarse contra ella.TeníalosojosabiertosdeparenparyEleanorentreviódenuevoesasombra,laque había atisbado por un instante en la estación cuando fueron a recibirlo—.Anthony—repitió—,porfavor.Suéltala.

Anthony jadeaba, su pecho subía y bajaba, su expresión iba de la furia almiedo y de ahí a la confusión. En algún momento dejó de agarrar con tantafuerza aEdwina, pues la perrita se zafó y, con un pequeño gañido lastimoso,volvióalaseguridaddelasilladeEleanoralamerselasheridas.

Ningunodelosdossemovió.Mástarde,Eleanortuvolaimpresióndequeambossehabíanquedadoparalizadosporunasensacióncompartida,unacuerdo

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tácito,segúnelcualalnohacernadaevitaríanqueelcascaróndelhuevosiguieraresquebrajándose. Pero entonces se había percatado de que Anthony estabatemblandoy,enunacto instintivo,Eleanor lehabía tomadoensusbrazosy lehabíaestrechadoconfuerza.Estabahelado.

«Yapasó»,sehabíaoídodecirasímisma.«Yapasó»,unayotravez,igualquesiunadelasniñassehubieraraspadounarodillaoseacabaradedespertardeunapesadilla.

Más tarde se habían sentado juntos a la luz de la luna, ambos callados yconmocionados por lo ocurrido. «Lo siento», había dicho Anthony. «Por unmomentopensé…Habríajuradoquevi…».

Pero no llegó a contarle qué creyó haber visto. En los años transcurridosdesdeentonces,despuésde leer informesyhablar conmédicos,EleanorhabíaaprendidolosuficienteparasaberqueAnthonyestabareviviendountraumadeguerraalatacaraEdwina,peroélnuncahablabadeaquelloqueloacechabaenlassombras.Ylosfantasmashabíanregresado.Avecesestabahablandoconélynotaba de repente que tenía la mirada extraviada en algún punto lejano, lamandíbula tensa, asustado al principio, decidido luego. Con el tiempo dedujoque guardaba relación con Howard, con la forma en que había muerto, peroAnthonysenegabaahablardeello,asíquenopodíaestarseguraacercadelosdetalles.

Sedijoasímismaquenoimportaba,quelosuperaría.Todoelmundohabíaperdidoaalguienenlaguerra,todomejoraríaconeltiempo.Cuandoledejarande temblar las manos retomaría los estudios; eso lo cambiaría todo. Seríamédico,comosiemprehabíaplaneado,cirujano:teníaunavocación.

Pero las manos no dejaron de temblar y las cosas no mejoraron con eltiempo.Fueron apeor.En loúnicoqueEleanoryAnthonymejoraron, juntos,fue en ocultar la verdad. Había, además, pesadillas espantosas, de las que sedespertabaaullandootemblandoylesurgíaalosdosaavanzardeprisa,asalir,ahacercallaraunperro.Noseponíaviolentoamenudo,ycuandolohacíanoeraculpasuya,Eleanorlosabía.Sugranmotivaciónenlavidahabíasidosiempreayudarysanar;jamásharíadañoasabiendas.Eltemorahacerlo,sinembargo,loconsumía.

—Silasniñas—comenzaba—,sihubierasidounadeellas…—Shhh.—Eleanor le impedía dar voz a esa idea absurda—. Eso no va a

pasar.—Esposible.

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—Novaapasar.Nolovoyapermitir.Teloprometo.—Nopuedesprometeralgoasí.—Sípuedo.Yteloprometo.CuántomiedoseagolpabaenelrostrodeAnthonyycómoletemblabanlas

manosalagarrarlasdeEleanor.—Prométeme que, si alguna vez te ves obligada a elegir, las protegerás a

ellas.Sálvamedemímismo.Nopodríavivirsabiendoque…Eleanor le puso los dedos en los labios para impedirle pronunciar tan

terriblespalabras.LobesóyloabrazócontodassusfuerzasmientrasAnthonytemblabapegadoaella.Eleanorsabía loque leestabapidiendoy tambiénqueharíatodoloqueestuvieraensumanoparacumplirsupromesa.

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Capítulo21

Londres,2003

El apartamento de Sadie tenía el aspecto y el olor de los lugares a los queestaba acostumbrada por su trabajo. «Se pueden deducirmuchas cosas de unapersonaporcómoessucasa»,lehabíadichounavezDonaldentonomojigato,nomuypropiodesucarácterviril,uncomentariountantoridículoteniendoencuentaqueerasuesposaquienhacíatodaslastareasdelhogar.Sadierecogiólapublicidadylasfacturasdispersasporlaalfombrillaycerrólapuertaconelpie.Eltiemposehabíavueltogris,pero,alpulsarelinterruptor,solounadelastresbombillasseencendió.

Traspocomásdedossemanasfuera,yasehabíaasentadounacapadepolvoentodaslassuperficies.Elolordelahabitacióneraacre,alugarabandonado,ylos muebles de Sadie, que no destacaban por su belleza, ahora le parecierontristesyresentidosporsuausencia,másdestartaladosdeloquerecordaba.Comotoquefinalaairededescuido,deabandono,deme-importa-un-bledo,estabalamacetadelacocina.«Vaya»,dijoSadie,ysoltóelbolsoydejóelcorreoenelsofá al acercarse al pobre y triste cadáver. «¿Qué te ha pasado?». La habíacomprado un par de meses atrás en la feria de Pascua de una guardería delbarrio,enunarrebatodedespechohaciaelhombreconquienhabíamantenidoalgoparecidoauna relaciónycuyogritodedespedidahabía resonadopor lasescaleras cuando se había ido: «Estás tan acostumbrada a estar sola que nisiquiera serías capazde cuidar deunaplanta».Sadie aplastó las hojas secasyarrugadassobreelfregaderodeaceroinoxidable.Eltipoteníarazón.

El ruido de la calle, tráfico y voces, daba a la habitación una atmósferaextrañamente silenciosa. Sadie buscó el mando a distancia y encendió la

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televisión.AparecióStephenFrydiciendocosas inteligentesydivertidas sobrealgoySadiebajóelvolumenhastareducirloaunzumbidoymirólanevera.Eraotrazonacatastrófica.Casivacía,salvoporunpardezanahoriasmustiasyunenvasedezumodenaranja.Mirólafechadecaducidaddelzumoydecidióqueseis días no era mucho, siempre tomaban demasiadas precauciones con estascosas.Sesirvióunvasoysedirigióalescritorio.

Mientraselordenadorseencendía,enchufóelteléfonoysacóelexpedienteEdevanedelbolso.Dioun sorbode zumoagrioy se sentó conunamuecadedesagrado.Loschirridosdelmódemalconectarseainternetseoíancomoruidode fondo. Durante el viaje de vuelta a casa había repasado mentalmente laentrevistaconMargotSinclair.Habíaestado tan seguradequeRoseWatersyAnthonyEdevanehabíantenidounaaventuraydequeTheoerahijodeRose,node Eleanor, que le costaba procesar la nueva información. Las piezas delrompecabezashabíanencajadotanbienquetuvoquerecurriratodasufuerzadevoluntad para retirarlas y comenzar de nuevo. Quizá por eso se aferraba a lacorazonadadequeAnthonyEdevaneeraimportante.Cuandosecargóelmotordebúsquedadelapáginadeinicio,tecleóneurosisdeguerra.

Una listade sitiosaparecióen lapantallayechóunvistazoa lasopcioneshasta encontrar una entrada de una página llamada firstworldwar.com, queparecíaseria.Hizoclicycomenzóaleerladefinición.Términoempleadoparadescribir el trauma psicológico… la intensidad de las batallas de artillería…crisis neuróticas de soldados por lo demás mentalmente estables. Había unafotografíaenblancoynegrodeunhombreuniformadoquemirabaalacámaracon una tristemedia sonrisa, situado demodo que el lado derecho del rostroquedaba oculto en la sombra. El artículo proseguía: Los soldados llegaron aidentificar los síntomas,peroel reconocimientooficialde laautoridadmilitartardó en llegar… Ataques de pánico, parálisis mental y física, aterradoresdolores de cabeza, sueños espantosos…Muchos sintieron los efectos duranteaños…Lostratamientoseranrudimentariosenelmejordeloscasos,peligrososenelpeor…

HabíaunenlacealfinaldelapáginaaunestudiodeldoctorW.H.R.Riversenelqueexponíasuteoría,basadaenobservacionesdesoldadosheridosenelhospitaldeguerradeCraiglockhart entre1915y1917.Granpartedel artículoexplicaba el proceso de represión; según el doctor Rivers, los soldados quepasaban lamayorpartedel tiempo tratandodeolvidar los temoresy recuerdoseranmás propensos a sufrir recaídas en el silencio y la soledad de la noche,

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cuandoelsueñodebilitabasuautocontrolyloshacíavulnerablesapensamientoslúgubres.

Tenía sentido.Según laexperienciadeSadie, casi todoeramás intensodenoche.Sindudaeraentoncescuandosuspensamientossombríosseliberabandesusrestriccionesyseconvertíanensueñosquelaatormentaban.Siguióleyendopor encima. Según el doctor Rivers, la represión contribuía a que lospensamientos negativos acumularan energía, lo cual ocasionaba pesadillas eimágenesoníricasvívidaseinclusodolorosasqueseapoderabanviolentamentedel intelecto. Sadie anotó la frase en su cuaderno, reflexionó y rodeó con uncírculo la palabra violentamente. Elmédico se refería a los pensamientos quepoblaban lamente del soldado, pero la palabra, sobre todo en el contexto delmisteriosodestinodeTheoEdevane, laperturbó.Desdeelcomienzosupoqueexistía una tercera posibilidad, lamás espeluznante: que el niño ni se hubieraalejadonihubierasidovíctimadeunsecuestro,sinoquehubieratenidounfinalviolento. Después de hablar con Clive se había preguntado si ClementineEdevane podría haber estado implicada en la muerte de su hermano,accidentalmenteono.Pero¿ysihubierasidoAnthony?¿YsielculpablehubierasidoelpadredeTheo?

Sadie hojeó las notas hasta llegar a las de la conversación con Clive.Anthony y Eleanor se habían proporcionado coartadas el uno al otro. Eleanorhabía estado rota de dolor durante los interrogatorios y había necesitadosedación aquella semana. Clive había reparado en que Anthony se habíamostradoespecialmentecariñosoyatentoyquehabíaprotegidoasuesposaconuñas y dientes.Él eramuy atento con ella, le había contadoClive, amable yprotector, y se aseguraba de que descansara, le impidió que se uniera a labúsqueda.Casi no la perdía de vista. Sadie se levantó y se estiró.Cuando loescribió había aceptado la observación de Clive como prueba del poderosovínculode losEdevane,de suamormutuo, las acciones lógicasdeunaparejaenfrentada a lo inimaginable.Desde luego no había despertado sus sospechas.Peroahora,alcontemplarlobajolaluzdeesateoríaincipiente(ynoeramásqueeso,serecordóasímisma,unacorazonadabasadaenotra),elcomportamientoadquiría un tonomás siniestro. ¿Era posible queEleanor supiera lo que habíahechosumaridoyloestuvieraencubriendo?¿Haríaalgoasíunamadre?¿Unaesposa?¿LahabríaapaciguadoAnthony,vigilándolaparaquenotuvieraocasiónderevelaralapolicíaloquesabía?

Sadieechóunvistazoalrelojdigitalenlaesquinadelapantalla.Duranteel

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viajederegresodesdeOxfordhabíadecididoqueesanocheeratanbuenacomocualquier otra para ponerse al día con Donald. Debería estar aclarándose lasideas para convencerlo de que estaba lista para volver al trabajo en lugar deperseguirfantasmasporinternet.Deberíadesconectaryvolveralsitiowebmástarde. Debería guardar el cuaderno y ducharse. Nada decía «preparada yprofesional» como observar los preceptos básicos del aseo personal. Pero unanotagarabateadamásabajo le llamó laatención (lacrónicadeClive sobre lasvisitasanualesdeEleanoraLoeanneth)ysiguió leyendo.Clive lehabíadichoqueEleanorregresabacadaañoconlaesperanzadequesuhijohubierahalladoelcaminoacasa,peronoeramásqueunasuposiciónsuya.Eleanornolehabíaconfesado a Clive que esa fuera su esperanza; tan solo se trataba de unainterpretacióndelasaccionesdeEleanor.¿YsinohubieraesperadoelregresodeTheoporqueyasabíaqueestabamuerto?¿YsinohubieraidoaLoeannethcadaañoaesperarasuhijosinoaguardarlutoporél,igualqueotraspersonasvisitabanlastumbasdelosseresquehabíanperdido?

Sadie dio golpecitos con el bolígrafo en el cuaderno. Eran muchassuposiciones. En ninguno de los interrogatorios se había usado la palabra«violento» para describir a Anthony Edevane, y el doctor Rivers hablaba dedisociación,depresión,confusión,lasensacióndelsoldadodeestar«aoscuras»,peronomencionaba tendencias violentas. Se sentó y navegópor unas cuantaspáginas web, que leyó por encima, hasta que encontró el testimonio de uncorresponsal de guerra llamado Philip Gibbs, quien había escrito acerca delregresodelossoldadosdespuésdelaguerra:

Algoibamal.Volvíanavestirsusropasdecivilyaojosdesusmadresyesposaseranlosmismosjóvenesquehabíanconocidoenlosdíasdepazanterioresaagostode 1914. Pero no eran los mismos. Algo había cambiado en su interior. Sufríancambiosdehumoryextrañosestallidosderabia,depresionesprofundasquedabanpaso a una impaciente búsqueda de placer. Muchos se veían arrastrados confacilidad a pasiones que les hacían perder el control de sí mismos, muchos seexpresabanconamargura,conopinionesviolentas,aterradoras.

Sadie se pasó la lengua por los labios y releyó el pasaje. Cambios dehumor…, extraños estallidos de rabia…, pérdida de control…, opinionesviolentas,aterradoras.Trastornosque sindudapodrían llevar aunapersonaacometerunaterribleequivocación,unactoatrozdelquenohabríasidocapazensusanojuicio.

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A continuación un artículo describía las condiciones de las trincheras delfrente occidental, la espantosa insalubridad, las ratas y el olor a moho ydescomposicióndelpiede trinchera, lospiojosquesealimentabande lacarneputrefacta.Sadie se sumergióen la lectura, absorta,y cuando sonóel teléfonofijoel sobresalto fue talquecasivio las imágenesdelbarroyde lasmatanzasdesvanecerseasualrededor.

Descolgó.—¿Diga?EraBertieysuvozcálidayacogedorafueunbálsamoqueSadieagradeció.—Solo llamabaparaver quehas llegadobien aLondres.Nomecogías el

móvil.Meibasallamarcuandollegaras.—¡Ay, abuelo, lo siento! Soy una nieta lamentable que no se merece un

abuelocomotú.Mehequedadosinbatería.Hicevariasparadasenelcaminoyel tráfico en la M40 era una pesadilla. Acabo de entrar por la puerta. —SeimaginóaBertieenlacocina,enCornualles,alosperrosdormidosbajolamesa,ysintióunadolorosanostalgiaenelpecho—.¿Quétaleldía?¿Cómoestánmismuchachos?

—Te echan de menos. Cuando fui a ponerme los zapatos me siguieronexpectantes,listosparasaliracorrer.

—Bueno,puesyasabesloquetienesquehacer.Notienesmásqueseguirlos.Bertieserio.—Yame imagino cuánto lesgustaría salir a correr conun servidor. ¡Sería

unacompeticiónparaverquiéncojeamásrápido!Elpesarllegócomounaolainesperada.—Mira,abuelo,sobrelaotranoche…—Aguapasada.—Estuvedesconsiderada.—EchasdemenosaRuth.—Ycriticona.—Mecriticasporqueteimporto.—MecaebienLouise,parecebuenapersona.—Ha sido una buena amiga. Necesito amigos. No intento buscar sustituta

paratuabuela.Yahoradime:¿quétaltuencuentroconlasobrinanietadeRose?—Otrocallejónsinsalida,másomenos.—¿Elbebénoerahijodelaniñera?—Alparecer,no.—Sadieleofrecióunconcisoresumendelaconversación

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con Margot Sinclair, la decepción por el aparente deceso de su teoría y larevelación final e inesperada acerca de la neurosis de guerra de AnthonyEdevane—. No sé si es pertinente, pero he estado leyendo cosas y es difícilimaginarqueunhombrepaseporalgoasísinquelecambielavida.—Mientrashablabasehabíaacercadoalaventanayahorasequedómirandolacalle,dondeunamujerforcejeabaconunniñoquesenegabaamontarensusilladepaseo—.¿AlguiendetufamilialuchóenlaPrimeraGuerraMundial,abuelo?

—ElprimodemimadrecombatióenelSomme,perovivíaenelnorte,asíquenolleguéaconocerlo,ymitíofavoritocombatióenlasegunda.

—¿Eradiferentecuandovolvióacasa?—Novolvió, lomataron en Francia.Una pérdida terrible,mimadre no la

superónunca.Nuestrovecino,encambio,elseñorRogers,volviódelaPrimeraGuerraMundialenunestadolamentable.

—Lamentable¿enquésentido?—Pasó dieciocho horas enterrado después de una explosión. ¡Dieciocho

horas!¿Te lo imaginas?Estabaen tierradenadieysuscompañerosnopodíansalir en su busca en pleno bombardeo. Cuando al final lograron desenterrarloestaba catatónico, conmocionado. Lo enviaron a casa y lo trataron en uno deesoshospitalesquemontaronencasasdecampo,peronovolvióaserelmismo,segúnmispadres.

—¿Cómoera?—Laexpresióndesucaraeradehorrorpermanente.Sufríapesadillasenlas

que no podía respirar y se despertaba por la falta de aire. Otras noches nosdespertaba un aullido espantoso que traspasaba las paredes de nuestra casa.Pobre hombre. Todos los niños del barrio le teníanmiedo; solían jugar a verquiénseatrevíaallamarasupuertaantesdesalircorriendoaesconderse.

—Peronotú.—No,bueno,mimadremehabríadespellejadosolodesospecharqueyoera

capazdeesacrueldadinfantil.AdemásteníamosuntratopersonalconelseñorRogers.Mamá lohabía tomadobajo suprotección.Cocinabaunplatodemásparaéltodaslasnoches,lehacíalacolada,seasegurabadequesucasaestuvieralimpia.Ellaeraasí,conuncorazónenorme,felizdepoderayudaraquieneseranmenosafortunados.

—Ojalálahubierasconocido.—Mehabríaencantado,sí.—PorloquedicesseparecíaaRuth.—Sadierecordólabuenavoluntadcon

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queRuthlahabíaacogidoensucasacuandonoteníaotrolugaralqueir.—Escuriosoquedigaseso.Cuandomamámurióynoshicimoscargodela

tienda,RuthtambiénsehizocargodelseñorRogers.Dijounayotravezquenopodíamosdejarloenlaestacada.

—Nomecuestanadaimaginarladiciendoalgoasí.Bertieserioyluegosuspiró,ySadiesupoqueibaasubirlasescalerasdela

buhardillaencuantoterminaranlallamada,ahurgarentrelascajasenbuscadealgúnpequeñorecuerdodeRuth.Sinembargonolavolvióamencionaryllevólaconversaciónatemasmásinmediatos,tangiblesydemásfácilsolución.

—¿Tienesalgoparacenar?Sadieseconmovió.Esoeraamor,¿verdad?Alguienquesepreocupabapor

sabersiteníasalgoparacomer.Abriólaneverayarrugólanariz.—Claroquesí—dijoantesdecerrarlapuerta—.Hequedadoconunamigo.

***

ElFox andHounds estaba abarrotado los juevespor la noche, debido engranparte a su ubicación frente a un albergue juvenil y a que su hora feliz durabacuatro horas. Había otros bares más próximos a la Policía Metropolitana,siempre atestados de agentes, pero Donald pensaba que ya los veía bastantedurante la jornada laboralyqueno tenerquehablarde trabajocompensabaeldesplazamiento. Sadie había aceptado esa explicación sin rechistar durante untiempo, hasta que notó que Donald siempre le permitía acompañarlo y quesiempre acababan hablando de trabajo, por lo general por iniciativa de él. LociertoeraqueelFoxandHoundsservíalascervezasmásbaratasaaquelladodelTámesis y Donald era un tacaño. Un tacaño adorable, pero tacaño de todosmodos. Elmartes también era la noche en que sus cuatro hijas iban a casa acenar y en una ocasión le había confesado a Sadie que necesitaba un buenreconstituyenteparaquenoledolieralacabezaencuantoentraraporlapuerta.«Lasdiscusiones,Sparrow, laspeleasy las lealtadescambiantes.No leveonipies ni cabeza. ¡Mujeres!».Había negado con la cabeza. «Sonunmisterio, ¿aquesí?».

TodolocualdemostrabaqueDonalderaunacriaturadecostumbresfijasy,cuandoSadieseencaminóalFoxandHoundsconunhambredelobo,supoque

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loencontraríaenelreservadodesiempre,bajoelcuadroenmarcadodelaranadelafábula.Enefecto,cuandollegó,unareveladoracolumnadehumosalíadelreservado. Pagó un par de cervezas y las llevó cautelosa a través de la sala,dispuestaaocuparelasientovacíofrenteaél.Peroelasientonoestabavacío.Harry Sullivan estaba desplomado en un rincón riéndose a carcajadas de algoqueacababadedecirDonald.Sadiedejólasdoscervezassobrelamesaydijo:

—Losiento,Harry.Nosabíaqueestabasaquí.Comotodoslosagentesveteranos,Donaldhabíavistotantascosasquehabía

perdidolacapacidaddesorpresa.Lomáscercanofuelainsinuacióndeunceñofruncido.

—Quéhay,Sparrow—dijoasintiendo,comosiSadienohubierapasadodossemanasenmediodeningunaparteapeticiónsuya.

—Hola,Don.—Penséqueestabasdevacaciones,Sparrow—dijoHarrydebuenhumor—.

¿Yatehascansadodelsolylasolas?—Algo así, Sully.—Sadie sonrió a Donald, que se acabó la cerveza que

teníadelanteyse limpióelbigoteconeldorsode lamanoantesdeapartarelvasovacíohastaelbordedelamesa.

—EnCornualles,¿verdad?—prosiguióSully—.Yo teníauna tíaquevivíaenTruroycadaveranoibaconmihermanoymihermanaa…

—¿Quétalsinostraesotraronda,eh,Sull?—sugirióDonald.El joven detective observó las cervezas aún intactas queSadie acababa de

llevary abrió labocapara señalar aDonqueyaestababien servido, antesdecerrarla.No era elmás listo de la clase, pero comprendió.Señaló con el vasovacíohacialabarraydijo:

—Másvalequevayaapedirmeotra.—Estupendo—dijoDonaldconamabilidad.Sadie se apartó para que Harry pudiera salir y, a continuación, ocupó su

lugar.Elcueroestabacaliente,unadesagradablemanifestaciónempíricade sucrecientesensacióndeestarsiendoreemplazada.

—Entonces¿Sullytúestáisjuntos?—Sí.—¿Conalgúncasointeresante?—Unallanamiento.Lodesiempre.Sadiesemoríadeganasdeconocerlosdetalles,perosabíaqueeramejorno

insistir.Tomóelmenúyleechóunvistazo.

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—Memuerodehambre.¿Teimportasicomoalgo?—Enabsoluto.ElaburguesamientogastronómiconohabíallegadoalFoxandHounds,que

selimitabaaofrecercuatroopciones,todasservidasconpatatasfritas,igualqueen 1964. Tan orgullosa estaba la dirección de su resistencia al cambio que laanunciaba en letras enormes en la carta. No hacía falta decir que Donald laapoyabaconentusiasmo.«Malditas tapas»,habíadichoaSadieenmásdeunaocasióncuandouncasolosobligabaacomerenotrositio.«¿Quétienedemaloelpasteldecarnedetodalavida?¿Cuándosehavueltolagentetanesnob?».

VinolacamareraySadiepidiópescadoconpatatasfritas.—¿Túquieresalgo?Donaldnegóconlacabeza.—Cenafamiliar—dijoentonolúgubre.LacamarerasemarchóySadiediounsorbodecerveza.—¿Lafamilia,bien?—Muybien.—¿Ytú?¿Muyocupado?—Mucho.Escucha,Sparrow…—Yotambiénheestadoocupada,conuncasosinresolver.—Encuantolo

dijo,Sadiesediounapatada.NohabíasidosuintenciónmencionaralafamiliaEdevane. Indagar acerca de un niño desaparecido hacía setenta años, rastrearmapasantiguosyviejosexpedientespoliciales,interrogaralosdescendientesdelosimplicados…Noeraexactamentelavivaimagendeundescanso,peroveraSullyahísentadolahabíaexasperado.¡Idiota!

YanohabíamaneradetragarselaspalabrasySadiepensóquelomejorseríacambiardetema,taparsuequivocación.Perosabíaqueerademasiadotarde.LasorejasdeDonaldsehabíanestiradocomolasdeunalsacianoquehahusmeadoasupresa.

—¿Uncasosinresolver?¿Paraquiénloinvestigas?—Ah,noesnada,deverdad.UnagentejubiladodeCornuallesquebuscaba

consejo.—Bebióotrosorbodecerveza,setomóuntiempoparadarformaalamentira—.Unamigodemiabuelo.Nomepodíanegar.

ComenzóaexponerelcasoEdevaneantesdequeDonaldtuvieraocasióndepreguntarmásacercadecómohabíacomenzadotodo.Eramejorquelacreyerabenévolayservicialenlugarderarayobsesiva.Donaldlaescuchó,asintiendodevezencuando,mientrasrecogíapequeñasbriznasdetabacodelamesa.

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—Tengolacorazonadadequeestaneurosisdeguerraesimportante—dijoSadie mientras la camarera depositaba un plato de pescado demasiado fritofrenteaella.

—Túytuscorazonadas,¿eh?Sadie maldijo la mala elección de las palabras, pero no cayó en la

provocación.—¿Sabesalgoalrespecto?—¿Deltrastornodeestréspostraumático?Unpoco.SadierecordóentoncesqueelsobrinodeDonaldhabíaservidoenlaguerra

delGolfo.Sucompañeronodestacabaporsulocuacidad,peroSadiehabíaoídobastantes referencias veladas y dedujo que Jeremy no había vivido lo queeufemísticamentesedenominaba«unabuenaguerra».

—Una putada. Justo cuando pensamos que estámejor, le entra de nuevo.Una depresión horrorosa. —Negó con la cabeza, como si no dispusiera depalabras para describir el sufrimiento de su sobrino—.No son los bajones deánimotípicos,esalgomuydiferente.Desesperación,abatimiento,terrible.

—¿Ansiedad?—Esotambién.Palpitaciones,miedo,pesadillasqueparecenreales.—¿Ytendenciasviolentas?—Sepodría decir así.Mi cuñada se lo encontró con el rifle de cazade su

padre y apuntando a la puerta de su hermano pequeño. Pensaba que habíamilitaresdentro;habíatenidounavisión.

—Dios,Don,losiento.Los labios deDonald se redujeron a una fina línea. Se permitió un rápido

gestodeasentimiento.—Eshorrible.Unchicomajo,deverdad,debuencorazón,ynolodigosolo

porque sea el hijo de mi hermano. Siempre sabía que podía estar tranquilocuandomisniñasestabanconJeremy.—Barriólosrestosdetabacodelamesaconunmovimientoairado—.Lascosasquetuvieronquehaceresosmuchachos.Lascosasquevieronyquenopuedenolvidar.¿Cómovuelveunapersonaalanormalidaddespuésdeeso?¿Cómolepuedespediraunhombrequemateyqueluegovuelvaalanormalidad?

—Nolosé.—Sadienegóconlacabeza.Donaldcogiólacervezaybebióconavidez.Cuandovacióelvaso,sepasóel

dorsodelamanoporelbigote.Teníalosojosinyectadosensangre.—Don…

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—¿Quéhacesaquí,Sparrow?—Tellamé,tedejéunmensaje.¿Nolooíste?—Teníalaesperanzadequefueraunabroma.Comoeraviernestrece…—Noerabroma.Estoylistaparavolver.Sipudierasconfiarenmí…—Esdemasiadotarde,Sparrow.—Habíabajadolavozycasisusurraba.Se

acercó,echandounvistazoporencimadelhombrohaciadondeSullyseapoyabaen la barra y se reía junto a una mochilera rubia—. Ashford ha abierto unainvestigación sobre el chivatazodel casoBailey.Se looí decir aParr-Wilson,quesiempreseenteraantesquenosotros.Leestánpresionandodesdearriba,hayquedarejemplo,cosasdepolíticainterna.Yasabes.

—Vayamierda.—Desdeluego.Guardaron silencio un momento mientras sopesaban la gravedad de la

situación.Dondabavueltasalvasosobrelamesa.—Santocielo,Sparrow.Yasabesquemecaesmuybien,perome jubiloa

finalesdeañoynomepuedometerenlíos.—Sadieasintiómientrasasimilabalanuevasituación—.LomejorquepuedeshaceresregresaraCornualles.Silaverdad sale a la luz (y no va a salir demi boca), por lomenos podrás alegaragotamiento mental, reconocer que te equivocaste y te apartaste para noempeorarlascosas.—Sadieserascólafrente.Ladecepciónlehabíadejadounregustoamargoen labocayelbardeprontosevolviómuchomás ruidoso—.¿Estásconmigo,Sparrow?—Sadieasintiódemalagana—.Buenachica.Nohasestadoaquíestanoche.HasestadoenCornuallestodoeltiempo,descansando.

—¿YSully?—NotepreocupesporSully.Conesarubitaahíriéndoleloschistesniseva

aacordardecómotellamas.—Vaya,puesgracias.—Deberíasalegrarte.—Sí,sí.—Yahoradeberías irte.—Sadie cogió el bolso—.Otra cosa,Sparrow.—

SadiesevolvióhaciaDonald—.Tenmeinformadodecómotevaconelcasoesesinresolver,¿eh?

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Capítulo22

Estaba lloviendo cuando Sadie llegó a su barrio, finos dardos de plata querasgabanelresplandordelasfarolas.Sehabíanformadocharcosalbordedelacarretera y cada coche que pasaba levantaba regueros de agua a ambos lados.Sadie había pensado que le sentaría bien ir corriendo a casa, pero no tenía lacabeza más despejada que cuando salió de Fox and Hounds y encima estabaempapada.Sedijoasímismaquepor lomenos lascosasnopodían irapeor,que no había nada que una ducha caliente no aliviara, pero al acercarse a subloquedeapartamentosvioaalguienentrelassombras,bajoeltoldodeentrada.Nadiepermanecíabajolalluviapordiversión,yelhombreolamujer(Sadienoloveíaconclaridad)queestabaapoyadoen laparedparecíaestaresperandoaalguien: los hombros caídos, los brazos cruzados, actitud vigilante. Sadieaminoró el paso y miró hacia arriba. Todas las luces de sus vecinos estabanencendidas;lasúnicasventanasaoscuraseranlasdesucasa,locualsignificaba,probablemente,quelapersonaqueaguardabaenlaoscuridadlaesperabaaella.Conunsuspirodecidido,hurgóenelbolsoenbuscadelasllavesyasiólamásafilada. A Sadie la habían pillado desprevenida antes (un sospechosodescontentoenuncasodedrogas)ysehabíajuradoquenolevolveríaapasar.

Seinstóamantenerlacalma,aseguircaminandoalmismoritmomientraslaadrenalinacorríabajosupiel.Repasótodosloscasosenlosquehabíatrabajado,lalistadeconocidospocofiables,cualquieradeloscualespodríahaberdecididoqueestanocheeralaoportunidadperfectaparasaldarcuentas.Llevóacabounadisimuladainspeccióndeloscochesaparcadosenlacalleenbuscadeunposiblecómpliceyrecordó,apesadumbrada,queteníaelmóvilarriba,cargándose.

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Alacercarse,elataquedemiedoinstintivodiopasoalairritación.Noestabade humor para seguirle el juego a nadie, no después de la noche que habíapasado.Apretólosdientesyseadelantóaldesconocido.

—¿Mebuscaba?Lapersonasegiróenseguida.—Penséquesehabíaidodeviaje.Eraunavozdemujer.La luzde la farola ledioen lacara,quese iluminó

anaranjada, y, como Sadie no era ni mucho menos ni tan veterana ni tanexperimentadacomoDonald,supoquesusorpresahabíaresultadoevidente.

—Ymefui—balbuceó—.Yahevuelto.Hoy.NancyBaileyleofrecióunalevesonrisa.—Vaya,justoatiempo,¿eh?¿Leimportasientro?Sadiesemostróreacia.Cielosanto,sí,leimportaba.Unavisitadelamadre

de Maggie Bailey era lo último que necesitaba ahora que trataba de pasarinadvertidadurantelainvestigacióndeAshford.NolecostabaimaginarsecómoseinterpretaríaquemantuvieraaquelvínculoconelcasoBailey.

—Mepidióquesiguiéramosencontacto—aclaróNancy—,quelaavisarasisemeocurríaalgo.

Estúpida.Sadiesemaldijoasímismaporsertantorpe.Recordócuándolohabíadicho,durantelaúltimavisitaqueDonaldyellalehabíanhechoaNancy,en lacual lehabían informadodequeelcasoestabacerradoyel trabajode lapolicía respectoa suhija, finalizado.«Estoy seguradequecomprende, señoraBailey, que no podemos dedicarnos a buscar a todos los que deciden irse devacacionessinavisar».FueDonaldquienlediolanoticiaySadiesemantuvoasulado,asintiendo.Trassaliralacalle,SadieanuncióqueselehabíaolvidadoelcuadernoarribaysubiócorriendoallamaralapuertadeNancy.Idiota.Sadieestabafuriosaconsigomisma,pero¿quépodíahacerahora?

—Pase—dijo, abriendo la puerta y acompañando a la madre de Maggiedentro del edificio. Echó un vistazo por encima del hombro. No le habríaextrañadoveraunodelosespíasdeAshfordtomandonotas.

Dentrodelapartamento,latelevisiónaúnzumbabaylaplantamuertaseguíamuerta.La iluminación era inquietanteo romántica, según semirase.Sadie seapresuróaretirarlascosasdelsofá(unamochiladelaquesobresalíanprendas,lascartasylapublicidadquehabíaarrojadoantes)yaamontonarlasaunladodelamesadecentro.

—Póngasecómoda—dijo—.Mevoyasecar.Notardonada.

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En la habitación maldijo entre dientes mientras forcejeaba al quitarse lacamisetamojadaybuscabaotraenelcajón.Mierda,mierda,mierda.Sesecóelpeloylacaraconunatoallayrespiróhondo.RecibiraNancyencasanoeraloideal,nocabíaduda,peroalmenospodíaaprovecharparaponerpuntofinalasurelación.Conunsuspirohondoyresuelto,volvióalsalón.

Nancy estaba sentada en el sofá, tamborileando con los dedos sobre susvaqueros descoloridos, y aSadie le impresionó su aspecto vulnerable, juvenil.Solo tenía cuarenta y cinco años. El pelo rubio ceniza le caía liso sobre loshombros,yllevabaelflequillolargoymarcado.

—¿Quieresunatazadeté,Nancy?—Seríaunplacer.Unrápidovistazoalacocinarevelóquenolequedabaté.—¿Quétalunwhisky?—Seríaunplaceraúnmayor.SadierecordólobienquelecaíaNancy.Enotravidahabríansidoamigas.

Esoerapartedelproblema.Cogiódosvasosylosllevóalamesa,juntoconunabotelladeJohnnieWalker.Sabíaloqueteníaquehacer:negarseaentablarunaconversación sobre la «desaparición» de Maggie, comportarse como si fueraevidentequelahijadeNancysehabíamarchadoyfueramásqueprobablequevolvieraacasaenlaspróximassemanas,haceruncomentariodespreocupadodeltipo:«¿HassabidoalgodeMaggie?».Peroantesdeabrirlabocaparadecirlo,lacerró.Trasdefender con tantavehemencia la teoríadequeMaggiehabía sidovíctimadeuncrimen,habríasonadodemasiadofalso.DecidiódejarqueNancyhablaraprimero.Sirvióelwhiskyenlosvasosylediouno.

—Pues fui a ver a las personas que semudaron al piso deMaggie—dijoNancy—.Bueno, ahora el pisodeellos…El hombre que lo alquilaba decidióvenderlo,atodaprisaycondiscreción,comosimiMaggienohubieraexistido.

—¿Fuisteaveralosnuevospropietarios?—Soloqueríaasegurarmedequesabíanloquehabíapasado.Porsiacaso.No explicó nadamás, pero no era necesario. Sadie sabía qué quería decir.

PorsiacasoMaggievuelve.Nolecostóimaginarselaconversación.Segúnsuexperiencia, a lamayoríade laspersonasno les complacíacomprarovivir enuna casa que había formado parte de una investigación criminal, si bien elabandonodeunaniñaerapreferiblealaescenadeunasesinato,supusoSadie.

—¿Y?—dijo—.¿Quétalfue?—Eransimpáticos.Una jovenparejade reciéncasados…Suprimeracasa.

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Aúnestabansacandolascosasdelascajas,peromeinvitaronaunatazadeté.—¿Yaceptaste?—Porsupuestoquesí.Porsupuestoquesí.LafedeNancyenMaggieerafebril,solocomparablea

lasmolestiasquesetomaríaparademostrarqueestabaenlocierto,quesuhijanohabíaabandonadoalapequeña.

—Queríaver lacasapordentro, solounavezmás.Peroellanoestaba,miMaggie.Eracomounsitiodiferente,sinsuscosas.

LascosasdeMaggieestabanencajas,Sadielosabía,apiladasunaencimadelaotraenelcuartodeinvitadosdeNancy,elquehabíaamuebladoparaCaitlyn.Nancyparecía apuntode echarse a llorarySadieno sabíabienquédecir.Nisiquierateníaunacajadepañuelosquedejarsobrelamesa.

—Séqueno teníasentido—prosiguióNancy—.Séque fueunaestupidez.Fueronmuyamables,mehicieronpreguntassobreella,peroviensuscarasquesentíanlástimademí,quepensabanqueestabaloca.Unalocaviejaytriste.Séquefueunaestupidez.

Ylohabíasido.Unaparejamenoscomprensivahabríallamadoalapolicía,lahabríanacusadodeacosooinclusoallanamientodemorada.Perotambiéneracomprensible. Sadie pensó en Loeanneth, todavía amueblada setenta añosdespuésde ladesaparicióndeTheo,y en laspalabrasdeClivequedescribíancómoEleanorEdevaneregresabaañotrasañosoloparaestarenellugardondesuhijohabíasidovistoporúltimavez.Estoeralomismo,salvoqueNancynosepodíapermitirellujodemantenerunsantuarioparasuhijadesaparecida.Todoloqueteníaeraunahabitaciónllenadecajasymueblesbaratos.

—¿CómoestáCaitlyn?—preguntó,cambiandodetema.LapreguntadibujóunasonrisaenlacaradeNancy.—Estábien,miflorecilla.Echademenosasumadre.Nolaveotantocomo

megustaría.—Nosabescómolosiento.—Yeraverdad.CuandointerrogóaNancypor

primeravez,aSadielehabíaimpresionadovertantasfotografíasenmarcadasdela niña en el piso. Encima del televisor, colgadas de la pared, entre otrasfotografías en la estantería.Al parecer pasabanmucho tiempo juntas antes dequeMaggiesefuera.NancycuidabadeCaitlynamenudocuandoMaggieestabatrabajando.

—Tengolasensacióndequeheperdidoalasdos.—NancyjugueteabaconelbordedeuncojíndelsofádeSadie.

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—Pero no es así.Me parece que Caitlyn te va a necesitar ahoramás quenunca.

—Yanosédóndeencajo.Catytieneunavidanueva.Lehandecoradounahabitación en la casadeSteve, llenade juguetes, conuna camanueva conunedredóndeDoralaExploradora.Doraessufavorita.

—Meacuerdo—dijoSadieevocandoalaniñaenelpasillo,conelcamisónrosadeDora.Elrecuerdofuecomoundoloragudoenelpecho,ycomprendiócuántosufríaNancyalverquesuhijahabíasidosustituidatanfácilmenteenelcorazóndelaniña—.Essolounaniña.Alasniñaslesgustanlosjuguetesylospersonajesdelatele,perosabenloquedeverdadimporta.

Nancysuspiróyseapartóelflequillo.—Eresbuenapersona,Sadie.Noséquéhagoaquí.Nodeberíahabervenido,

solotevoyameterenlíos.—Sadienomencionóqueyalohabíahecho.Ensulugar,volvióa llenar losvasos—.Supongoqueahora estás trabajandoenotracosa.

—No hay descanso para los malvados. —Sadie sopesó resumir el casoEdevane,soloparacambiardetema,perodecidióquelosparalelismos(unniñodesaparecidodelquenosesabíanada)seríanunlastre.YdetodosmodosNancynoescuchaba,nodejabadepensarenMaggie.

—Hayalgoquenotienesentido—dijo,dejandoelvasoyentrelazandolosdedos—.¿PorquéMaggieibaaabandonaraCaitlyntrastodaslasdificultadesquetuvoquesuperarparatenerla?

—¿Para quedarse embarazada, quieres decir? —Sadie estaba ligeramentesorprendida.Eralaprimeravezqueoíahablardeproblemasdefertilidad.

—Dios,no,soloteníanquemirarse,aquellosdos.Tuvieronqueadelantarlaboda, ya sabes qué quiero decir.No,me refiero a cuando se divorciaron, a lacustodia. Maggie tuvo que esforzarse mucho para demostrar que era buenamadre; tuvo que reunir declaraciones de testigos y soportar a los serviciossociales, que la visitaban y tomaban notas.Como era tan joven, al tribunal lecostódecidirse,peroestabadispuesta anoperder aCaitlyn.Medijo:«Mamá,Caty es hija mía y debe estar conmigo». —Nancy miró a Sadie con unaexpresiónimplorante,enciertosentidotriunfal.¿Esquenoloves?,parecíadecir—.¿Porquéibaapasarportodoesoparaluegoirse?

SadienotuvoánimosparadeciraNancyqueunjuicionodemostrabanada.Quehabíamuypocosdivorciosenlosquelospadresnolucharanabrazopartidopara lograr lacustodiayqueesadeterminaciónamenudonoreflejaba tantoel

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deseodecuidardeloshijoscomoeldeimponerseasuexpareja.Habíavistoapersonas, por lo demás sensatas, que se enzarzaban en encarnizadas batallaslegalesporunacobayaylacuberteríayelretratoquelatíaabuelaMildredhabíapintadodeBilbo,elterrier.

—Y no fue fácil. La situación económica de él era mejor que la de miMaggie,y sehabíavueltoa casar.AMaggie lepreocupabaque los tribunalesdecidieranquedosadultos,unamadreyunpadre,eranmejorqueunosolo.Perolajuezaacabóacertando.ViolobuenamadrequeeramiMaggie.Yesqueerabuenamadre.Sé lo que te ha contadoSteve, toda esa historia sobre que se leolvidó recogeraCaitlynde laguardería,pero fueunmalentendido.Solo llegótardeporquehabíacomenzadounnuevotrabajoy,cuandovioqueibamuyjustade tiempo, yo comencé a ayudar. Era una madre maravillosa. Cuando Catycumplió dos años, lo único que quería era un viaje a la costa y eso es lo queplaneamoshacerensucumpleaños.Loprometimosunayotravezylohablamosdurante semanas, pero el día anterior se puso malita. Una fiebre alta, estabatristona y quejosa. ¿Sabes qué hizoMaggie? Trajo la costa a Caty. Asaltó elalmacéndel trabajoenbuscadesuministrossobrantesysepasó toda lanochehaciendoolasdecelofánycartón,conpecesygaviotasyconchasparaqueCatylasrecogiera.Organizóunteatrodemarionetassoloparaella.

Los ojos azules de Nancy resplandecían al recordar. Sadie le devolvió lasonrisa, pero la suya estaba empañada de compasión. Comprendió por quéNancyhabíaidoaverlaaquellanocheylaentristeció.Nohabíahabidoningúnavanceenelcaso;simplementequeríahablardeMaggiey,enlugardeacudiraun amigo o un familiar, había elegido a Sadie como confidente. Durante lasinvestigaciones no era inusual que los familiares de la víctima forjaran unvínculo anormalmente estrecho con el agente encargado del caso. A Sadie lepareciócomprensiblequealguiencuyavidaestabadesgarradaporlaconmocióny el trauma de un crimen inesperado se aferrara a la persona que parecíaproporcionar soluciones y seguridad, asumir la responsabilidad, arreglar lascosas.

Pero Sadie ya no tenía la responsabilidad de encontrar aMaggie y, desdeluego,noeracapazdearreglar lascosas.Ni lasdeNancyBaileyni lassuyas.Miró el reloj digital del horno. De repente la invadió una oleada de extremocansancio.Habíasidoundíalargoyduroyteníalaimpresióndequedespertarseen Cornualles era algo que le había sucedido a otra persona en un tiemporemoto.SentíalástimadeNancy,perohablarotravezdelasmismascosasnoles

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beneficiaríaaningunadelosdos.Recogiólosvasosvacíosylospusojuntoalabotelladewhisky.

—Nancy,mira,losiento,noquierosergrosera,peroestoycansadísima.Laotramujerasintiórápidamente.—Claroquesí,losiento…Esquemequedoatascada,¿sabes?—Losé.—Y tenía un motivo para venir. —Sacó algo del bolsillo, un pequeño

cuadernode cuero—.He estadomirandootra vez las cosas deMaggie, por siacasoencontrabaunanuevapista,yensudiarioviqueteníaunacitaparacenarconunhombrellamadoMT.Haestadotodoeltiempoahí,peronocaíenloqueera. Ahora me he acordado de que era un nuevo compañero de trabajo. —Señalabalasinicialesconunauñamordidahastalacarneviva.

—¿Crees que este hombre, ese talMT, podría estar implicado? ¿Que tuvoalgoqueverconsudesaparición?

NancylamirócomosiSadiehubieraperdidolosestribos.—¡No,tontorrona!Creoqueestodemuestraquenosefueaningunaparte,al

menosnoporgusto.Maggienosalíaconnadie,nodesdequeseseparódeSteve.No le parecía bien confundir aCaty con un desfile de hombres. Pero este eradiferente,el talMT.Mehablódeélmásdeunavez.«Mamá»,decía,«esmuyguapoybuenapersonaydivertido».Pensabaquepodíaserelhombredesuvida.

—Nancy…—Pero ¿es que no te das cuenta? ¿Por qué se iba amarchar justo cuando

todoempezabaairlebien?A Sadie se le ocurrieron varias razones, pero las razones apenas tenían

importancia a aquellas alturas. Era lo que siempre decíaDonald: pensar en elmóvileraunadistracción.Silospensamientosnoconducíandirectamenteaunaexplicación,impedíanverloqueseteníajustoenfrente.LoúnicoqueimportabaeraqueMaggiesehabíaido.Habíanhalladopruebasindiscutibles.

—Habíaunanota,Nancy.—Lanota.—Nancymoviólamano,frustrada—.Yasabesloquepiensode

esanota.Enefecto,SadiesabíaquépensabaNancydeesanota.Ynoeranadabueno.

Demodountantoprevisible,Nancyestabaconvencidadequelanotaerafalsa.Apesardequevariosgrafólogoslehabíanasegurado,variasvecesyconaltasdosisdeconvencimiento,queelmensajelohabíaescritoMaggie.

—No tiene sentido —dijo Nancy—. Si la hubieras conocido estarías de

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acuerdo.Sadie no conocía aMaggie, pero sí conocía el caso. Sabía que había una

nota,sabíaqueCaitlynteníahambreymiedocuandolaencontraron,sabíaquelaniñaahoraestabaasalvoy feliz.SadiemiróaNancy,sentadaalotro ladodelsofá,conelrostrodescompuestoporelhorribleesfuerzodeinventarunsinfíndeposibilidadesqueexplicaranlosucedidoaMaggie.Pensóqueelcerebrohumanoteníaunacapacidadcreativailimitadacuandodeseabamuchocreeralgo.

Pensó una vez más en Eleanor Edevane, cuyo hijo también habíadesaparecido. En las notas deClive no había indicios de que Eleanor hubierasugerido alguna explicación alternativa a lo ocurrido al niño.De hecho,Clivedijoquesehabíacomportadoconelegancia,quenosehabíaentrometidoenlalabor de la policía, que su marido le había impedido salir y ayudar con labúsqueda, que Eleanor había decidido no ofrecer una recompensa, pero habíadonadodineroalapolicíacomoagradecimientoporsusesfuerzos.

De repente a Sadie le pareció un comportamiento muy poco natural. QuédiferentealaconvicciónciegadeNancyBaileydequelapolicíaseequivocaba,asusincansablesintentosdeencontrarnuevasvíasdeinvestigación.Dehecho,la pasividad de Eleanor Edevane casi podría considerarse una prueba de queconocía el paradero de su hijo. Clive, ciertamente, no pensaba así. Él estabaconvencidodequemanteníalacomposturaporsuenormefuerzadevoluntadyque se había derrumbado solo cuando se sumó la tragedia del suicidio de suamigoLlewellyn.

Claroqueunonopodíacontar siempreconque los investigadoresmiraranmásalládelarelaciónpersonalquehabíanforjadoconlasfamilias,enespecialun agente joven que acababa de comenzar. Sadie se quedó muy quieta y sumenteseactivóderepente,sopesandolasposibilidades.¿Podíaserladonaciónalapolicíaunaespeciededisculpa,porhacerlesperderel tiempoy recursosenuna búsqueda que ella sabía que era inútil? ¿La búsqueda de un niño que yaestaba muerto? ¿Que, tal vez, ya había sido enterrado en algún lugar deLoeanneth?¿Enesebosquequeresguardabalacasadelosintrusos?

—Losiento.Estáscansada.Deberíairme.Sadieparpadeó.Ensimismadaensuspensamientos,casisehabíaolvidadode

suinvitada.Nancycogióelbolsoporelasayselocolgódelhombro.Selevantó.—Hassidomuyamablealrecibirme.—Nancy…—Sadiesedetuvo.Nosabíamuybienquéqueríadecir.Siento

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quelascosasnohayanacabadodeotromodo.Sientohabertefallado.Sadienosolíadarabrazosy,sinembargo,enesemomentosintióunanecesidadimperiosadeabrazaraaquellamujer.Ylohizo.

***

Cuando Nancy se fue, se quedó un rato sentada en el sofá. Aún se sentíacansada, pero estaba demasiado acelerada para dormir. Se maldijo por haberdevueltoEscapa(hui)das ficticias antesde irsedeCornualles; lehabríavenidobienunbuensedante.La tristezay la soledaddeNancy, lo traicionadaquesesentíaporlahuidadesuhija,habíandejadounlúgubreecoenelpiso.EraunaverdaderalástimaquesintieraquelahabíanseparadodeCaitlyn,peroaSadielealegraba que la niña tuviera otra familia, un padre cariñoso con una segundaesposadispuestaacuidardelahijadeotramujer.Habíabuenaspersonasenelmundo,personascomoBertieyRuth.

ElveranoqueSadiedescubrióqueestabaembarazadamantuvounadolorosasucesión de discusiones con sus padres. Estos habían insistido, inflexibles, enque«nadieseenterara»yexigidoquelo«solucionara»delaformamásrápidaydiscreta posible. Sadie se había sentidodesorientada y asustada, pero se habíanegado.Lasituaciónempeoró,supadrebramóylaamenazó,yalfinal(ahoranorecordabasifueéloellaquiendioelultimátum),Sadiesehabíaidodecasa.Fueentonces cuando intervinieron los servicios sociales y preguntaron si tenía aalguien con quien quedarse mientras se apaciguaban los ánimos, familiares oamigosquepudierancuidardeella.Alprincipio,Sadiehabíarespondidoqueno.Solocuando insistieronseacordóde losabuelosa losquesolíavisitarcuandoerapequeña.AfloraronvagosrecuerdosdelviajeencocheaLondres,elasadode los domingos y el diminuto jardín amurallado. Había habido un altercado,recordó(suspadres,cerrilese inflexibles, los teníanamenudo),y lamadredeSadiehabíarotolarelaciónconsumadreysupadrecuandoSadieteníacuatroaños.

SadiehabíaestadonerviosacuandovolvióaveraBertieyaRuthdespuésdetantosaños.Lascircunstanciasdelareuniónlahacíansentirseavergonzada,loque le provocaba indignación. Había pegado la espalda contra la pared de latienda, disfrazando su timidez de hosquedad, mientras el señor y la señora

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Gardiner intercambiaban las cortesías de rigor con aquellos abuelos a los queapenas se atrevía a mirar. Ruth había hablado mientras Bertie aguardaba ensilencioconelceñofruncido,ySadiesehabíamiradoloszapatos, lasuñas, lapostalenmarcadajuntoalacajaregistradora…,cualquiercosaantesqueaesosadultos bienintencionados que acababan de asumir el control de su pequeñomundo.

Había sido ahí, de pie, contemplando la postal, una fotografía sepia de lapuertadeunjardín,cuandosintióunapatadadelbebéporprimeravez.Comosicompartiéramos el secretomás asombroso, esa diminuta persona oculta y yo,habíaescritoEleanoraAnthonyenesepapelcondibujosdehiedra,yeso fueexactamenteloquehabíasentidoSadie.Ellosdossoloscontraelmundoentero.Fueentoncescuandolaideallegócomounsusurro:talvezpodríaquedarseconelbebé, talvez todo saldríabien siemprequepermanecieran juntos.Desdeunpunto de vista práctico, no tenía sentido: no tenía ingresos ni perspectivas detenerlos,nosabíanadadecuidarniños(ellamismaeraunaniña),peroeldeseoeratanpoderosoqueporuntiempoanulótodasensatez.Lashormonas,oesolehabíandicholasenfermeras.

Conunsuspiro,recogióelmontóndecorreodelamesayempezóasepararlas facturasde lapublicidad.Casihabía terminadocuando se encontróconunsobre que no era ni una ni otra cosa. Su dirección estaba escrita a mano yreconociólaletraalinstante.DuranteunafraccióndesegundoSadiepensóqueseríalaquehabíadevueltolasemanapasada,queelcarterohabríacometidounerroryselahabíaentregadoaellaenvezdealremitente.Entoncessediocuentadeque,porsupuesto,eraunanuevacarta,queCharlotteSutherlandhabíavueltoaescribirle.

Sesirvióuntragodewhiskyparadarsevalor.Una parte de Sadie no quería abrir el sobre, pero otra parte semoría por

saberquédecíalacarta.Lapartecuriosaganó.Solíaserasí.Laprimeramitaderamuysimilaralaanterior,formalyeducada,explicaba

quiénerayhablabaunpocodesímisma,desuslogrosyaficiones,susgustosyfobias,perocuandoSadiellegóalúltimopárrafonotóquelacaligrafíaperdíalamesuraysevolvíairregular.Sobresalíanunpardelíneasenconcreto:Porfavor,responde:noquieronadadeti,soloquierosaberquiénsoy.Nomereconozco,memiroenelespejoyyanoséquiénsoy.Porfavor.

Sadie soltó la carta como si le quemara. Las palabras parecían sinceras.

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Podría haberlas escrito ellamisma quince años atrás. Recordó vívidamente eldolordesentirqueyanoseconocíaasímisma.DemirarseenelespejoencasadeBertieyRuth,elbultotirantedesuvientre,porlogeneralplano,lasensacióndeunavidaquesemovíaahídentro.Lopeor,sinembargo,vinomástarde,esasmarcasde lapielquerevelaban laexperienciavivida.Habíaesperadovolveraserladeantesyhabíacomprendido,demasiadotarde,queeraimposible.

Enelhospitalaconsejabannoponernombrealosbebés.Asíeramásfácil,alparecer,ytodoelmundoseempeñabaenquetodoresultarafácil.Nadiequeríauna escena. De vez en cuando ocurría, le había confesado la enfermera, pormucho cuidado que tuvieran. Era inevitable, había proseguido con sosegadasabiduría;apesarde lobienque funcionabael sistema,siempresedabaalgúncaso.Habíahabidounachica,morenaydeaspectoitaliano,cuyosgritosSadieavecesoíaaún.Quieroamibebé,denmeamibebé.Corríaporelpasillopintadodeblanco,labataentreabiertaylamiradaenloquecida.

Sadie no había gritado. Apenas había hablado. Y cuando Bertie y Ruthfueronabuscarla,cuandotodohuboterminado,recorrióesepasilloconlaropadesiempreylosojosclavadosenlapuerta,comosinohubierapasadonadayelepisodioenterofueraaquedarseenesahabitaciónverdeclaroconunagrietaenlaparedqueteníalaformadelríoNilo.

EnsuvidaprofesionalSadiehabía tratadoconmadres jóvenesysabíaqueahoralas institucionescooperabanconellasalorganizar lasadopciones.Selespermitíaveralbebédespuésdelnacimiento,ponerlenombre,pasarun tiempoconél.Enalgunoscasoseraposiblerecibirnoticiassobreelprogresodelniño,inclusovisitarlo.

Perolascosaserandiferentesporaquelentonces.Habíamásreglas,normasdistintas.Acostadaenlacama,conelbrazotodavíaconectadoaunmonitorenlamesa junto a ella, las enfermeras yendo de un lado a otro en ese bullicio quesigue al nacimiento de un bebé, había sostenido en brazos un bulto extraño ycálido,deextremidadespequeñitas,vientreredondeadoymejillasqueparecíandeterciopelo.

Noventaminutos.Había tenido a su bebé en brazos noventa minutos antes de que se lo

llevaran.Todavíaveíaesamanopequeñayfrágilquetemblabasobrelamantaarayas amarillas y blancas en la que estaba envuelta. Era la misma manitamilagrosaqueSadiehabíapasadohoraymediaacariciandoyacunando,quesehabía cerrado con fuerza en torno a su dedo como reclamándola, y por un

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instanteenlahabitaciónsehabíaabiertounabismoporelquefuecayendotodoloqueSadiequeríadeciralapequeña,todoloquequeríaquesupiera,acercadelavidaydelamor,elpasadoyelfuturo.Perolasenfermerasteníansusistemay,antesdequeSadiepudierapensarymenosaúnhablar,elpequeñobultohabíadesaparecido.Aveceselecodesugritoaúnleproducíaescalofríos.Lacalidezdeesamanitalahacíadespertarsedenocheenvueltaenunsudorhelado.Inclusoahora, allí, en aquel cuarto de estar, tenía frío, mucho frío. Sadie solo habíainfringidounadelasreglasdelhospital.Lehabíapuestonombreasuhija.

***

Las cervezas con Donald, el whisky con Nancy y la bruma de pensamientosdolorososlahabíandejadoagotaday,aunquesoloeranlasnueveymedia,Sadiedebiódequedarsedormida,pues lo siguientequesupoesquesumóvilestabasonando. Parpadeó en la penumbra del piso tratando de recordar dónde habíadejadoelmalditocacharro.

Lodejócargándose.Sadiefueacogerloatrompicones,tratandodeaclararselas ideas. Tenía la cabeza llena de bebés. Bebés perdidos, bebés adoptados,bebésabandonados.Incluso,talvez,unbebéasesinado.

Alcanzó el teléfono y vio unmontón de llamadas perdidas en la pantalla,todasdeunnúmeroquenoconocía.

—¿Diga?—¿DetectiveSadieSparrow?—Alhabla.—Me llamo Peter Obel. Trabajo como asistente de la novelista A.

C.Edevane.Alice.Sadiesintióunaoleadadeadrenalina.Seespabilódegolpe.—Sí.—Lamentollamartantarde,perosetratadeunasuntodelicadoynoquería

dejarunmensaje.Ahoraeracuandolaamenazabaconemprenderaccioneslegalessinodejaba

enpazasujefa.—LaseñoraEdevaneharecibidosuscartasrespectoaladesaparicióndesu

hermanoTheoymehapedidoquelallame.

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—Sí.—Le gustaría concertar una cita para hablar sobre el caso. ¿Le viene bien

esteviernes?

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Capítulo23

Londres,2003

ElprimerrecuerdoauténticoqueAliceguardabadesupadreeradeundíaenelcirco. Pocas semanas antes de que cumpliera cuatro años, las carpas rojas yamarillas habían aparecido como por arte demagia en un descampado en lasafuerasdelpueblo.«¿Cómosabíanqueeramicumpleaños?»,habíapreguntadoasumadre,conlosojosabiertoscondeleitealpasaranteellugar.Laemociónseacumuló durante los días siguientes a medida que aparecían carteles en lasparedesyenlosescaparates,mostrandopayasos,leonesy,loquemásgustabaaAlice,unaniñaquevolabaagranalturaenunfastuosocolumpioconcintasrojasondeandoasuespalda.

LapequeñaClementineestabaconunainfecciónrespiratoria,demodoque,cuandoporfinllegóelgrandía,madresequedóencasamientrasellosibandelamanoporlosprados.Aliceibadandosaltitosjuntoasupadre,conlafaldadelvestidonuevobamboleandodeformaagradable,tratandodepensarencosasquedecirle, tímida pero sintiéndose importante. Se le ocurrió ahora que Deborahtambién debería haber estado allí, pero la mente de Alice había borradooportunamenteasuhermanadelrecuerdo.Alllegarlosasaltóeloloraserrínyestiércol,elsonidodelamúsicadeferia,losgritosdelosniñosylosrelinchosdeloscaballos.Unacarpagigantesealzabaanteellos,subocaoscuraabiertadeparenpar, lacubierta inclinadaquepartíaelcieloendos,yAlicesedetuvoamirarconlosojoscomoplatoslabanderaamarillaizadaenloalto,queflameabaenlabrisamientrasdiminutosestorninosnavegabanlascorrientesdeviento.«Estremendo»,dijo,satisfechaconlanuevapalabra,quehabíaoídodeciralaseñoraStevensonenlacocinaydesdeentoncessehabíaestadomuriendodelasganas

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deemplearla.Unafiladepersonasavanzabaaempelloneshacialaentrada,niñosyadultos

quecharlabananimadosalavezqueentrabanalagrancarpaytomabanasientoen los bancos de madera. Mientras esperaban a que comenzara, la tensiónestática se palpaba en el aire. El sol brillaba con fuerza y el tufo a lonarecalentadasemezclabaconelolordelaexpectación,hastaquealfinunredobledetamboresretumbóenlapista,silenciandolasvoces,ytodoelmundosesentóal borde de sus asientos. Elmaestro de ceremonias se pavoneó y resopló, losleones rugieron y las bailarinas a lomos de elefantes dieron vueltas a la pista.DurantetodoesetiempoAliceestuvohipnotizadaysolodesviabalaatención,enocasiones y por un instante, paramirar a su padre, para absorber su gesto deconcentración, la mejilla hundida, el mentón afeitado. Él todavía era unanovedad, lapiezaquecompletabaelrompecabezas, loqueleshabíafaltadoenlosañosdeguerrasinnisiquierasaberlo.Elolorajabóndeafeitar,lasenormesbotasenelvestíbulo,lacalidezdeesarisabigotuda.

Despuéssupadrecompróunabolsadecacahuetesycaminarondejaulaenjaula,metiendo lamano entre los barrotes, abriendo los dedos para recibir unlametónáspero.Habíaunhombrequevendíadulces enunaalegrecaravanayAlice tiró del brazo de su padre hasta que este dio su consentimiento. Conmanzanasdecarameloenlamano,rebosantesdelacálidayagotadorasensacióndel placer compartido, se dirigieron a la salida, donde se cruzaron con unhombre con dos patas de palo y un trozo demetal que le cubría lamitad delrostroqueestabasentadoenelsuelo.Aliceleclavólamiradacreyendoquesetrataríadeotraatraccióndeferia,comolamujerbarbudaoelenanopayasoconsombrerodecopaygestotristepintado,perosupadrelasorprendiócuandosearrodillójuntoalhombreysepusoahablarconélenvozqueda.Pasóeltiempoy Alice, que comenzaba a aburrirse, dio patadas en la arena y se comió lamanzanahastadejarsoloelcorazónpegajoso.

Volvieron a casa por los acantilados, con las embestidas delmar lejos, alfondo,y lasmargaritasmeciéndoseen losprados,ysupadre leexplicóqueelhombredelamáscarademetalhabíasidosoldado,comoél.Notodoelmundohabíatenidolafortunaderegresaraunhogarmaravillosocomoelsuyo,conunaesposayunashijaspreciosas;habíamuchosquehabíanperdidounapartedesíenellododeFrancia.«Peronotú»,dijoAliceconosadía,orgullosadesupadrepor regresar a casa sin un rasguño, por conservar los dos lados de su apuestorostro.La respuesta deAnthony se quedó en el aire cuandoAlice, que estaba

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haciendo equilibrios sobre las piedras picudas, se resbaló, cayó y se hizo uncorteprofundoen la rodilla.Eldolor fue inmediato,metálico,y lloró lágrimasardientesyllenasdefuriacontralarocaquesehabíaentrometidoensucaminoylahabíahechotropezar.Supadrelevendólarodillaconunpañueloyledijopalabras amables que se llevaron el dolor, antes de ponérsela a caballito yllevarlaacasa.

—Tupadresabecómoarreglarlascosas—dijomadremástarde,despuésdequeAliceregresaraacasaconlacaraquemadaporelsolydebuenhumor,deque se hubiera bañado, peinado y comido huevos cocidos en el cuarto de losniños—.Antesdequenacierasfueaunagranuniversidaddondesoloadmitenalaspersonasmás inteligentesde Inglaterra.Ahíesdondeestabaaprendiendoacuraralagente.Ahíesdondeestabaaprendiendoasermédico.

Alice torció el gesto, reflexionando sobre esta nueva información antes denegarconlacabezaanteelerrordesumadre.

—Mipapánoesmédico—dijo—.NosepareceennadaaldoctorGibbons.(EldoctorGibbonsteníadedosfríosymalaliento).Mipapáesmago.

Eleanorsonrió,sentóaAlicesobreelregazoysusurró:—¿Algunaveztehecontadoquepapámesalvólavida?EntoncesAliceseacomodóparaescucharesahistoriaquepasaríaaseruna

de sus favoritas. Tan vívida era la narración de su madre que podía oler lamezcladegasesdeescapeyestiércol,verlacalledeMaryleboneabarrotadadeautobusesymotocarrosytranvías,sentirsumiedocuandoalzólamiradayvioelanunciodeTÉLIPTONquesecerníasobreella.

—¿Alice?Aliceparpadeó.EraPeter,suasistente.Estabaindeciso.—Debedeestarapuntodellegar—dijo.Alicemiróelreloj.—Tal vez. Aunque pocas personas son puntuales, Peter. Tú y yo somos

excepciones.—Seesforzóparaquelosnerviosnoselenotaranenlavoz,perolaamablesonrisadePeterleindicóquenolohabíalogrado.

—¿Quierequehagaalgomientrasestéaquí?¿Tomarnotas,servirelté?Quédateamilado,quisodecir,paraqueseamosdosyellasolouna.Para

quenomesientataninsegura.—Nosemeocurrenada—dijosindarleimportancia—.Siladetectivesigue

aquídespuésdequinceminutos,talvezseabuenaideaofrecerleté.Notardaré

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másendecidirsiesonounapérdidadetiempo.Entretanto,puedesdedicarteaotrascosas.

Peter le tomó la palabra y fue a la cocina, donde llevaba toda la mañanatrabajando en la dichosapáginaweb.Cuando se fue, la habitación se llenóderepente de obstinados recuerdos. Alice suspiró. Todas las familias eran uncúmulo de historias, pero al parecer la suya conteníamás capas de cuentos yversiones que la mayoría. Eran muchos, para empezar, y a todos les gustabahablaryescribiryhacersepreguntas.AlvivirenLoeanneth,unacasayaricaenhistoria, era inevitable que construyeran sus vidas como una serie de relatos.Pero al parecer un capítulo de vital importancia no había sido nunca contado.Unaverdadtanimportante,tancentralquesuspadreshabíandedicadosusvidasamantenerlaensecreto.EsedíaenelcircoAliceseequivocóalapiadarsedeesehombre de patas de palo ymáscara de estañomientras daba saltos junto a supadre y se vanagloriaba de que él hubiera salido indemne. Su padre tambiénhabíaperdidounapartedesímismoenFrancia.

—MadremelocontójustodespuésdelDíadelaVictoria—lehabíadichoDeborah el martes. Estaban sentadas juntas en su casa, tomando el té, y suinexplicable mea culpa aún flotaba entre las dos—. Estábamos en plenospreparativosdelafiestadecelebraciónypapádescansabaarriba.Seaproximabasufinal,ymamáestabapensativa,supongo.Hiceuncomentariobanal,sobrequeeramaravillosoquelaguerrahubieraterminado,quelosjóvenespudieranvolveracasayretomarsusvidasyellanorespondió.Estabaenunaescalera,colgandounabanderadelaventana,ymedabalaespalda.Penséquenomehabíaoído.Hasta que no lo repetí no vi que le temblaban los hombros y comprendí queestaballorando.Fueentoncescuandomecontólodepapá,lomuchoquehabíasufrido.Lomuchoquehabíansufridolosdosdespuésdelaprimeraguerra.

Alice,sentadaalbordedelsofá,conlatazadefinaporcelanaenlamano,sehabíasentidodeltodoperpleja.Porlaneurosisdeguerradesupadre,peromásaúnporlaeleccióndeDeborahdeconfesarloahora,cuandoestabanhablandodeTheo.

—Nunca hubo indicación alguna de que sufriera esa neurosis —dijo—.VivíanenLondresdurantelosbombardeos,porelamordelcielo.Losvimuchasvecesyniunavezseacobardóantelosruidos.

—Pues no era así,me dijomadre. Sumemoria ya no era la de antes y letemblabanlasmanosdebidoalgasnervioso…Nopudocompletarsuformacióny trabajar de cirujano, lo que le sumió en una profunda depresión. Pero el

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verdaderoproblemaeraalgomásespecífico,algoqueocurrióallíyporlocualnuncafuecapazdeperdonarse.

—¿Elqué?—Madrenomelodijo.Noestoydel todoseguradequelosupierayélse

negabaahablarconlosmédicos,peroesoquevioohizoleprovocópesadillastodasuvida,ycuandoloatenazabaelterrordejabadeserélmismo.

—Nomelocreo.Jamásviniunindicio.—Habíanhechoun trato.Madremecontóque tuvieronmuchocuidadode

ocultarlo. A nosotras, a todo el mundo. Papá estaba decidido a que no losupiéramos. Había habido demasiados sacrificios, decía, para que ahorafracasaraensupapeldepadre.Sentílástimademadrecuandomelodijo;medicuentadelosolaquehabíaestado.Siemprehabíapensadoquenuestrospadreseranautosuficientes,reservadospordecisiónpropiayderepentesemeocurrióque la vida retirada quemadre llevaba era una consecuencia del trastorno depapá. Cuidar de un ser enfermo esmuy difícil, peromantener el trastorno ensecreto supone cortar lazos con amigos y familiares, y mantener siempre ladistancia.Notuvoanadieenquienconfiarentodoesetiempo.Yofuiunadelasprimeraspersonasaquienlehablódeellodesde1919.¡Másdeveinticincoañosdespués!

AlicehabíaechadounvistazoalarepisadelachimeneadeDeborah,dondehabíaunafotografíaenmarcadadelabodadesuspadres,increíblementejóvenesyfelices.LainviolabilidaddelmatrimoniodeEleanoryAnthonyhabíasidounodelospilaresdelamitologíadelafamiliaEdevanedesdequeAliceteníausoderazón.Descubrir que los dos habían guardado un secreto todo ese tiempo eracomomirarunaobramaestrayverderepentequeerafalsa.Paracomplicarelasunto,yparamayorindignacióndeAlice,Deborahlohabíasabidodurantecasisesentaañosmientrasqueaellalehabíanocultadotodo.Lascosasnoeranasí.Ella era la sabuesade la familia, la que se enterabade lo quenodebía saber.Levantóelmentón.

—¿Porquétantosecreto?Papáfueunhéroedeguerra,noteníamotivosparaavergonzarse.Lohabríamoscomprendido.Lehabríamosayudado.

—Estoydeacuerdo,peroesevidentequemadre lehizounapromesapocodespuésdesuregreso,yyasabescómoeraellaconsuspromesas.Huboalgúnincidente,por loquededuzco,yella leprometióquenadie seenteraría.Élnotendría que preocuparse por si nos asustaba, ella no lo permitiría, sin más.Aprendieron a reconocer los síntomas de un ataque inminente y madre nos

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manteníaalejadasdeélhastaquepasaba.—Conpromesasosinpromesas,lotendríamosquehabernotado.—Yo también tenía mis dudas, pero entonces comencé a recordar cosas.

Brotaron cientos de miedos, pensamientos y observaciones, diminutos yparciales, y comprendí que en cierto sentido yo ya lo sabía.Que lo he sabidosiempre.

—Bueno, pues yo sin duda no lo sabía y tengo la costumbre de prestaratención.

—Yalosé.Siempreteadelantasatodo.Peroentonceserasmásjoven.—Solounpardeaños.—Unpardeañosvitales.Ypasabasmucho tiempoen tumundo,mientras

queyoobservabaalosadultos,deseosadeunirmeaellosenelaireenrarecidodelpisodearriba.—Deborahsonrió,perofueungestodesprovistodealegría—.Vicosas,Alice.

—¿Quétipodecosas?—Puertasquesecerrabandegolpecuandomeacercaba,vocesalzadasque

derepentecallaban,ungestodemadre,esamezclaparticulardepreocupaciónyamorcuandopapá se ibaalbosqueyella esperabaaquevolviera.Todasesashorasquepasabasoloensuestudioylainsistenciaconquemadrenospedíaquenolemolestáramos,esosviajesinterminablesalpuebloarecogerpaquetes.Enciertaocasiónsubíahurtadillasymeencontréconlapuertacerradaconllave.

Alicehizoungestodesdeñosoconlamano.—Queríaprivacidad.Siyotuvierahijos,tambiéncerraríaconllavelapuerta

demiestudio.—Estaba cerrada por fuera, Alice. Y cuando se lo mencioné a madre,

muchísimosañosmástarde,cuandoporfinmehablódesuneurosisdeguerra,dijoqueélhabíainsistido,quecuandosentíalallegadadeunataque,enespecialcuandosentíaqueibaaserdefuria,nosedeteníaennadaparaevitarhacernosdaño.

—¡Daño!—Alicesemofó—.Nuestropadrejamásnoshabríahechodaño.No solo le parecía una idea ridícula,Alice ni siquiera entendía por qué lo

mencionaba ahora su hermana. Iban a hablar de Theo, de lo que le ocurrió aTheo.TalycomoloveíaAlice,laneurosisdeguerradesupadrenoteníanadaqueverconBenjaminMunroyelsecuestroqueellahabíaplaneado.Lodijodenuevo:

—Jamásnoshabríahechodaño.

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—No a sabiendas, no—dijo Deborah—. Ymadre dejó muy claro que lafuriadepadreibadirigidaasímismo.Peronosiemprepodíacontrolarse.

Enesemomento,comounaráfagadeaireheladoqueentraporlaventana,sehizolaluzenlamentedeAlice.EstabanhablandodeTheo.

—¿CreesquepapáhizodañoaTheo?—Másquedaño.Alice fue consciente de que tenía la boca abierta y de que había dejado

escapar una pequeña bocanada de aire. Cosas solo sugeridas antes cobraronclaridad ahora. Deborah creía que su padre habíamatado a Theo.Papá. Quehabíasufridounaespeciedeataquedefuriainducidoporlaneurosisdeguerra.Quehabíamatadoasuhermanitoporaccidente.

Perono,Alicesabíaquenoeraeso loquehabíaocurrido.HabíasidoBenquien se llevó a Theo. Había seguido el plan que ella había esbozado en sumanuscritoconlaintencióndeenviarunapeticiónderescate,dechantajearasuspadresporeldineroquenecesitabaparaayudaraFlo,suamigadeLondres,quepasaba por una época difícil. Y aunque la explicación podía parecerdescabellada,Alicenosebasabaenunameracorazonada.HabíavistoaBenenelbosquedeLoeannethaquellanoche.

La alternativa que sugería Deborah era absurda. Papá era el hombre másbondadoso que había conocido, el más amable. Jamás habría hecho algosemejante,nisiquieraenplenoataquedefuria.Eraunaposibilidaddesgarradora.Nopodíaser.

—Nomelocreo—dijo—.Niporuninstante.Si,pongamosporcaso,papáhizoloquedices,entonces,¿quéfuedeTheo?Desucadáver,quierodecir.

—CreoqueloenterraronenLoeanneth.Loescondieron,talvez,hastaquesemarchólapolicía,yluegoloenterraron.

A pesar del espantoso escenario que describía, Deborah hablaba con unacalmaprodigiosa,comosireunierafuerzasdelaindignacióndeAlice.

—No—dijo Alice—. Dejando la violencia aparte, nuestro padre no pudoengañarnos de esa manera. Él y madre se amaban. Eso era real. La gentecomentabalomuchoquesequerían.No.Nosolomepareceimposiblequepapácometiera un acto tan atroz, tampoco puedo aceptar que hubiera guardado unsecretoasíamadre.EnterraraTheo,porelamordeDios,mientrasellasemoríadelapreocupaciónporsuparadero.

—Noesesoloquehedicho.—¿Entonces…?

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—Hepensadoenello,Alice.Lohepensadohastavolvermeloca,metemo.¿Recuerdascómoerandespués?Alprincipioestabantremendamenteunidos,eraimposible ver al uno sin el otro, pero cuando nos fuimos de Loeanneth yvolvimosaLondresyasehabíainstaladoentreelloseseextrañodistanciamiento.No lohabríanotadonadiequeno losconociera, fueuncambiomuysutil.Eracasicomosihicieranteatro,altenertantosmiramientoselunoconelotro.Aúnse mostraban cariñosos en sus conversaciones y en su actitud, pero con unanueva rigidez, como si les costase un gran esfuerzo lo que antes les habíaresultado natural. Y a veces la sorprendía mirándolo así, con preocupación,cariño, pero también algo más, algo siniestro. Creo que ella sabía qué habíahechoyloencubrió.

—Pero¿porquéibaahaceralgoasí?—Porqueloamaba.Yporqueselodebía.Alicesedevanólossesos,esforzándoseunavezmásporentenderelvínculo

entreunacosayotra.Eraunaexperienciaalaquenoestabaacostumbrada.Nolegustaba.Porprimeravezendécadassesintióatrapadadenuevoenelpapeldehermanapequeña.

—¿Por cómo se habían conocido? ¿Porque madre pensaba que le habíasalvadolavidaeldíadelostigres,yqueluegoélhabíasalvadoLoeannethporella?

—Poreso,sí,perohabíaalgomás.Esloquetratabadedecirte,Alice.TodotienequeverconloqueClemmievioporlaventanadelcobertizodelasbarcas.

Elcalorfueinstantáneo.Aliceselevantó,abanicándose.—¿Alice?Iban a hablar de BenjaminMunro, después de todo. El recuerdo asaltó a

Alice,cómoseofrecióaélesatardeenelcobertizodelasbarcas,soloparaserrechazada,contalamabilidad,taldelicadeza,quequisoarrastrarseaunagujerooscuro y quedarse dentro, convertirse en tierra y no poder sentir el dolor y lahumillación de ser tan estúpida, tan poco atractiva, tan niña. Eres una niñamaravillosa,Alice, lehabíadichoBen.Nohabíaconocidoantesaalguienconunamente tan perspicaz. Vas a crecer y vas a viajar y a conocer gente y nisiquieratevasaacordardemí.

—¿Estásbien?—LacaradeDeborahreflejabasupreocupación.—Sí.Sí,losiento,solohetenidounsúbito…—Hayotra,¿verdad?,lehabía

dicho, furiosa,comocorrespondíaaunabuenaheroína romántica.No lohabíacreídoniporunmomento,lohabíadichopordecir,peroélnohabíacontestado

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ysucarasehabíallenadodecompasión,ydeprontoAlicehabíacomprendidoqueestabaenlocierto—.Unsúbito…

—Sonmuchascosasqueasimilar.—Sí.—AlicesesentódenuevoenelsofádelinodeDeborahyrecordóuna

expresión, algo que había oído decir a unamujer en elmetro y lo anotó parausarloenunanovela:Meordenéamímismaponermelospantalonesdepersonamayor yhacer loque teníaquehacer.Alice estaba cansadadedisimular.Erahora de ponerse los pantalones de persona mayor y enfrentarse al pasado—.EstabashablandodeClemmie—dijo—.Supongoquetecontóloquehabíavistoporlaventanadelcobertizodelasbarcas.

—Sí,yeseeselmotivoporelquenuncapodréperdonarmeamímisma—dijoDeborah—.Selocontéapapá,yaves.Fuiyoquienleprovocóelataquedefuriaaqueldía.

Alicefruncióelceño.—Deverdad,noveoquérelaciónhayentrelasdoscosas.—¿SabesquévioClemmie?—Claroquesí.—Entonces, sabes que para ella habría sido muy confuso. Vino directa a

vermeyledijequeyomeencargaríadetodo.Enesemomento,nisemepasabaporlacabezacontárseloapapá,peroalfinalsentítantalástimadeélyestabatanenfadadaconella…Fui ingenuae insensata.Deberíahabermantenido labocacerrada.

Alice estaba completamente confundida. ¿Él, ella, enfadada con quién?¿Clemmie? ¿Cómopodía lo ocurrido entreAlice yBen en el cobertizo de lasbarcashaberenfurecidoasupadretantoqueDeborahlocreíacapaznadamenosquedehacerdaño aTheo?Conun suspirode exasperación,Alice levantó lasmanos.

—Deborah, para, por favor. Ha sido un díamuy largo y la cabezame davueltas.

—Sí,cómono,pobrecita.¿Quieresmásté?—No,noquieromásté.Loquequieroesqueretrocedasunpocoymedigas

exactamentequévioClemmie.

***

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AsíqueDeborahselohabíacontadoy,cuandoacabó,Alicehabíasentidoganasde levantarse y salir de aquella hermosa salita, de estar sola, de sentarsemuyquietaenunlugardondenadielamolestarayconcentrarse.Deevocartodoslosrecuerdosde cadavezque lehabíavisto, cada conversación, cada sonrisaquehabían compartido.Necesitaba comprender cómo era posible haber estado tanciega.Porqueresultabaquehabíaestadoequivocadatodosesosaños.ClemmienohabíavistoaAliceporlaventanayDeborahnosabíaqueAlicehabíaestadoenamorada de Ben Munro. Ni siquiera había sospechado que Alice hubieraayudadoasecuestraraTheo.Teníasuspropiosmotivospararecordarelnombredeljardineroalcabodetodosestosaños.

Alice no se había quedado mucho más tiempo. Tras pretextar cansancio,había prometido a Deborah que se verían pronto y se habíamarchado. En elmetrosesentómuyquietayuntropeldeemocionescombatieronporadueñarsedeellamientrasanalizabalainformaciónnueva.

No podía creer lo insensata y egocéntrica que había sido. Qué niña tandesesperadayanhelante, tanabsortaensumundoquenihabíavisto loqueenrealidad sucedía. Clemmie lo había sabido, sin embargo, y había intentadodecírselo a Alice aquella noche lóbrega del Blitz, pero incluso entonces, casidiezañosmástarde,yaadultas,cuandolaguerra leshabíaenseñadolosmalesdelmundo,Alicehabíasidodemasiadoestúpidaparaescucharla.Habíaseguidoaferradaasusideaserróneas.PreocupadaporsiClemmielahabíavistoconBeny,por lo tanto, lapodíavincular conun secuestrador.PeroClemmienohabíavisto a Alice y a Ben juntos. Alice se había equivocado. ¿Era posible quetambiénsehubieraequivocadorespectoaloocurridoconTheo?

Alice se quedó en elmetro toda la tarde sin reparar apenas en los demásviajeros.Durantemuchísimo tiempohabíaestadoconvencidade suversióndelos hechos, pero la revelación deDeborah había sacado a la superficie dudaspequeñaseincómodas.Siemprehabíainterpretadoelquenohubierapeticiónderescatecomopruebadequealgohabíaidomalduranteelsecuestro.Peroahora,vistosinlacargadeunaculpaasfixiante,leparecíaunaposibilidadremota,unasuposiciónconpocosindiciosquelarespaldaran.Parecíaunaideapropiadeunanovela,yademásmala.

La certeza de haber visto a Ben en el bosque esa noche (algo en lo quebasaba toda su convicción) ahora le parecía la ilusión de una jovenimpresionable que deseaba más que nada volver a verlo. Estaba oscuro, seencontraba a cierta distancia, había trescientos desconocidos en Loeanneth

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durante la fiesta. Podría haber sido cualquiera. Podría no haber sido nadie. Elbosqueerataimado,proyectabasombras,tendíatrampasalaspersonas.Ojalánohubiera ido nunca allí. Cuántas cosas habrían salido de otromodo si hubieraesperadoalseñorLlewellyn, talcomolehabíaprometido.Entreotras,suviejoamigotalvezhabríasobrevivido.(UnaideaqueAliceporlogeneraltratabadeahuyentar.Noiraverlo,talcomohabíanacordado,ese«algoimportante»deloquequeríahablarconella,elpobrehombretendidojuntoalarroyoalaesperadela muerte. ¿Habría podido salvarlo si hubiera ido a su encuentro en lugar dedirigirsealbosque?).

La admisión de esas dudas fue como encender una cerilla. La ideamismaahora le parecía una extraordinaria locura: un jardinero cuya amiga necesitadinerosecuestraalhijodesuempleadorduranteunafiestamultitudinariaconlaintención de pedir rescate. Usa un túnel secreto y un frasco de píldoras paradormir,ejecutandoelmismoplanquetrazaunamuchachadedieciséisañosconinclinacionesliterarias…Eraderisa.Bennoeraunsecuestrador.Alicesehabíadejado cegar por el sentimiento de culpa. Las convicciones adolescentes sehabían endurecido como el cemento y ningún razonamiento adulto había sidocapazdealterarlas.Peroenrealidadnohabíaintentadoalterarlas.Habíahecholoindecibleparaevitarpensarenellas.

Encomparación,laversióndeloshechosdeDeborah,sibiendesagradable,poseía una claridad de la que carecía la versión deAlice.Había lógica y unasencillez subyacentes a la secuencia de los acontecimientos, fatalidad incluso.Theo no había llegado a salir de Loeanneth. Por eso la policía no habíadescubiertorastrodeélenningunaparte.Habíaencontradolamuerteencasa,amanos de alguien a quien quería y en quien confiaba.Una víctimamás de laGranGuerraysushorroresincesantes.

Ese conocimiento la hizo revivir la viejamuerte y allí, en elmetro, ocultadetrás de unas gafas de sol oscuras, Alice había sentido el escozor de laslágrimasen losojos.Lágrimasporsuhermano,pero tambiénporsupadre,unbuenhombreculpabledelactomásatroz.Enaquelmomentolavidalepareciódeunacrueldadyfrialdadinverosímilesysesintiósúbitamenteexhausta.Aliceno creía enDios, pero le agradeció de todosmodos queClemmie no hubierallegadoaenterarse.QuehubieramuertocreyéndosesucuentodehadasacercadelaparejasinhijosylanuevaydichosavidadeTheo.

Vergüenza y remordimiento, horror y pesar. Pero había otra emociónacechandoenloslímitesdesuexperienciacuandoalfinsedirigióacasaesedía,

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unaemociónmásligeraquenolograbaidentificar.Hastaúltimahoradelatarde,cuandosalióde laestacióndeHampstead,Alicenocomprendióquese tratabadealivio.QuetodoesetiemposehabíaculpadoasímismaporrevelaraBenlaexistenciadeltúnel,peroque,despuésdesetentaaños,laconfesióndeDeborah(queplanteabalaposibilidaddequeloshechosdeesanochefuerandistintos)lahabía,enciertosentido,liberado.

Sinembargo,noeraelalivioloquelahabíallevadoapediraPeterquesepusieraencontactoconSadieSparrow,sinolacuriosidad.EnotraépocaAlicese habría reído si alguien le hubiera sugerido que confiara a un extraño losdetallesmásíntimosdesuhistoriafamiliar.Elorgulloyeldeseodeprivacidadlohabríanimpedido.PeroAliceyaeravieja.Seleestabaacabandoeltiempo.Y,después de oír a Deborah, mientras, despierta en la cama, repasaba todas lascombinacionesposiblesyunarevelación llevabaaotray loshechosaceptadosdesuvidacambiabancomolosprismasdeuncaleidoscopioparaformarnuevasimágenes,Alicesupoqueteníaqueaveriguarlaverdad.

Tras años de tramar novelas, estaba habituada a cribar información yconvertirla enmaterial narrativo, así que no tardó en organizar los hechos deformalineal.Perohabíalagunas,entreellaselpequeñodetalledelaspruebas,yAlice necesitaba llenar los huecos. Necesitaba el panorama completo. Habríahecho ellamisma las investigaciones necesarias, pero en ciertas ocasiones erasensato reconocer los obstáculos y, a sus ochenta y seis años,Alice tenía queadmitir ciertas limitaciones físicas.A riesgode sonardemasiadoparecidaa sumadre, la aparición de una investigadora profesional, interesada en llegar alfondodelcasojustocuandoAlicelanecesitaba,eraunacoincidenciadelomásfeliz. Además, después de estar informándose sobre ella desde el martes,solicitandofavoresatodosloscontactosqueteníaenelcuerpodepolicía,SadieSparrowyanoeraunadesconocida.

Alicesacóelexpedienteyestudiólasnotas,deteniéndoseenlainformaciónrecopiladaacercadelasúltimasinvestigacionesdeladetectiveSparrow.Saltabaa la vista que era una excelente detective, descrita como apasionada, tenaz eincluso terca. No había sido fácil encontrar nada que fuera remotamentecensurable en su historial. InclusoDerekMaitland se habíamostrado reacio ahablar en contra de su integridad y eso eramucho decir, peroAlice sabía sermuyconvincente.HabíaseguidoelcasoBaileyenlaprensa;aAlicesiempreleinteresabanlasnoticiasdepersonasdesaparecidas.Habíavistoquesedabaporcerrado,pues lapolicíaestabaconvencidadeque lamadrede laniña lahabía

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abandonado,yhabíaleídounartículosubsiguientequehablabadeunacortinadehumo.Supoquealguienenelcuerposehabría idode la lengua,yahorasabíaquién.Siempreeraútiltenerunagarantíay,aunqueAliceseestremecíasolodepensarlo (en la sordidez del chantaje, pues no había otramanera de llamarlo),con el as en lamangadeDerekMaitland se sentía segura de que la detectiveSparrowtrataríaellegadoEdevanecondiscreción.

Cerró el expedientey echóunvistazoal reloj.Elminutero casi rozaba lasdoce, lo que significaba que en cuestión de segundos Sadie Sparrow llegaríatardeyAlicepodríadisfrutardelasensación,untantomezquinaperonoporellomenosplacentera,deencontrarse enventaja.Tendría la sarténpor elmangoytodo iríabien.Sediocuentadequeestabaconteniendoelalientoysacudió lacabeza,divertidaporsubrevecaídaenlasuperstición.Quétonta.Secomportabacomo si el éxito de la cita, la resolución misma del misterio de su familiadependieradelafaltadepuntualidaddeunainvitada.Aliceseserenó,volvióalcrucigramadel periódico que llevaba intentando terminar desde el desayunoyobservóimpasiblecómoelminuterosepreparabaparadarlasdoce.Cuandolaaguja se disponía a saltar llamaron a la puerta y, a pesar de sus buenospropósitos,elcorazóndeAlicetambiéndiounsaltodentrodesupecho.

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Capítulo24

Sadie se detuvo a recuperar el aliento en los escalones de entrada. Habíacorrido desde la parada de autobús, lo cual no era sencillo con esos zapatoselegantesquehabíadesenterradodel fondodelarmarioenelúltimomomento.Estabancubiertosdepolvoyolíanahumedad,yresultóqueunodelostaconesibasujetoporunaúnicatiraadhesiva.Seagachóparalimpiarunarozaduraquenohabíavistoantes.Suspiesparecíanlosdeotrapersona,alguienquenoestabasegura de si le gustaba, peroA. C.Edevane se vestía con esmero y Sadie noteníaintencióndeofenderlasensibilidaddelaancianapresentándoseensucasacon su desaliño de costumbre. Y tampoco tenía intención de llegar tarde, pormuy difícil que fuera correr con esos tacones. A. C.Edevane era puntillosacuandosetratabadelapuntualidad.Unavezsenegóahacerunaentrevistaconunperiodistaquehabía llegado tarde,yeracélebre la reprimendaque lehabíasoltadoaunpresentadorde laBBCporhacerla esperar.Sadie sabía todoestoporquesehabíapasadodosdíasymedioenunabrumadefrenesíinvestigador,repasando entrevistas antiguas y leyendo todo lo que encontraba sobre A.C.Edevane. (Para su sorpresa había resultado ser una tarea agradable—habíaalgo en Alice Edevane que le resultaba extrañamente cautivador—, más aúnporque había servido para distraer sus pensamientos de la segunda carta deCharlotte Sutherland, que acababa de llegar). También sabía que la autoraprefería las plantas a las flores y reparó con un gesto de satisfacción en lasmacetasdebojquehabíaenlosalféizares.Hastaahí,todoibabien.Complacida,Sadie sintió una confianza renovada mientras se enderezaba los puños de lacamisa.Ibaahacerlaentrevistasiguiendoelguionquehabíapreparadoynose

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iríasinlainformaciónquebuscaba.Levantólamanoparallamardenuevo,perolapuertaseabrió.NoeraAlice

Edevanequienseencontrabaalotrolado,sinounhombredeunostreintaaños,depiernaslargasybarbadepocosdías.Parecíaunextradeunapelículasobrelos Rolling Stones. Sadie sintió un inesperado, y no del todo desagradable,escalofríodeatracciónfísica.

—¿Peter?—adivinó.—DetectiveSparrow.—Petersonrió—.Pase,Alicelaestáesperando.Lostablonesdelsuelocrujieronbajosuszapatosyenalgunaparteunreloj

marcabaelpasodeltiempo.Peterlallevóaunasaladeestar,amuebladahastaelexceso,elegante,conunairemuymasculino.

UnamujerqueSadiereconociódeinmediatograciasalasfotografíasdelapublicidaddesuslibrosestabasentadaenunasillajuntoalachimeneaapagada.AliceEdevane.Como suele ocurrir en presencia de una personamuy famosa,Sadie experimentó una abrumadora sensación de familiaridad. No un déjà vupasajero,sinolaimpresióninnegabledeconoceraesapersona.Elmodoenquecruzaba las piernas, enfundadas en unos pantalones, hacia un lado, la formadespreocupadadesostenerelperiódico,inclusolamaneradealzarelmentónleresultaban,dealgunamanera,conocidos.Aunque,porsupuesto,nolaconocíaenabsoluto,salvoporlasnumerosasentrevistasquehabíadevorado.Seacordódeunafrase—Nohaynadatanmolestocomoalguienquecreesertuamigosoloporque te reconoce—y se sonrojó al darse cuentadeque erade la noveladeDiggoryBrentquehabíaleídolasemanapasada.

—Alice—dijoPeter—,estáaquílaagenteSparrow.—SevolvióaSadieyseñalóconamabilidadunsillóncapitonédecolorverde—.Lasdejosolas.Estaréenlacocina,porsimenecesitan.

Encuantosalió,eltictacdelrelojdelarepisasevolviómássonoroySadiesintió la necesidad imperiosa de decir alguna cosa. Se mordió la lengua alrecordarqueAlicehabíacomentadodesdeñosaenunaentrevistaquehoydíalaspersonas no sabían estar en silencio. Sadie estaba decidida a no permitir queAlicedetectaranielmásleveatisbodeansiedad;locontrario,sospechaba,seríadesastroso.

Alicelaestabaobservando.Ojospequeñosypenetrantesdeunbrilloinusualeneserostroapagado.DerepenteSadietuvolacertezadequeunosojosasíerancapaces de ver el alma de las personas.Al cabo de unos pocos segundos queparecieronhoras,laancianahabló.Suvozeraladeunaactrizdeteatroconuna

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dicciónpropiadeotraépoca.—Bueno—dijo—.Porfinnosconocemos,detectiveSparrow.—Porfavor,llámemeSadie.Mivisitanoesdecarácteroficial.—No,diríaqueno.Sadie se quedó cortada. No eran las palabras en sí (eran un mero

asentimiento),sinolamaneraenqueAlicelashabíadicho.Conesamiradaquedecíaquesabíacosas.

—Hehechoaveriguacionesacercadeusted,detectiveSparrow.Estoysegurade que coincidirá conmigo en que fue lomás sensato que podía hacer.Ustedescribiósolicitandopermisoparaentrarenlacasademifamilia,parahurgarennuestros archivos, sin duda, y manifestó un especial interés en hablar de ladesaparición demi hermano. Soy una personamuy reservada, como ya habrádeducido, a pesar de mi profesión; no hablaría de mi familia con cualquiera.Necesitabasaberquepodíaconfiarenusted,yesoimplicabainvestigarunpocoparahacermeunaideadecómoes.

Sadieseesforzóenocultarsuterrorbajounasonrisasosegada,mientrassepreguntabaquéideaseríaesa.

Alicecontinuó:—Estoy al tanto del caso Bailey. En concreto estoy al tanto de su charla

extraoficialconelperiodistaDerekMaitland.Sadie sintióque la sangre abandonaba su cabezay se le concentraba en la

puntadelosdedos,dondecomenzóapalpitarcomosinecesitarairtodavíamáslejos.Alice sabía que había filtrado información. Las palabras brillaron comoletras de neón y, por un instante, el resplandor ardiente del pánico anulócualquierpensamiento.Pocoapoco,sinembargo, recuperóelusode larazón.Alice sabía que era ella quien había filtrado información y aun así la habíainvitadoairaverla.

—Meintrigasaber,detectiveSparrow,quélehizosentirsetanseguradequeesamujerdesaparecida,MaggieBailey,habíasidovíctimadeuncrimencuando,porloqueveo,nohabíapruebaalgunaquelosugiriera.

Sadie no había previsto una conversación sobre el caso Bailey, pero laanciana lo mencionaba por un motivo. Alice podría haber informado a lossuperioresdeSadieynegarseatratarconella.Ensulugar,lahabíainvitadoasucasa. La única explicación era que quería poner nerviosa a Sadie. Conocía lajugada.EljuegotácticodelosinterrogatorioseraunodelosdeportespreferidosdeSadie.Sintiórespetoprofesionalporlaanciana.

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—Noesfácildeexplicar.La decepción hizo decaer la expresión deAlice.Era una respuestamala y

sosa,ySadiesupoquedebíahacerlomejor.Seapresuróaañadir:—Paraempezar,elaspectodelpiso,lospequeñosdetallesquerevelaban,si

no dinero, al menos esmero a la hora de decorarlo. El piano pintado de unamarilloalegre,lapareddedicadaalosdibujosdelaniña,consunombreescritoconorgulloenunaesquina.Meresultabadifícilcreerquelamujerresponsablede talesmuestras de amor abandonara a su hija. Nome convencía y, cuandoempezamosahablarconpersonasquelaconocían,estuvierondeacuerdo.

—¿Quépersonas?—Sumadre,porejemplo.Alicearqueólascejas.—Pero, detective Sparrow, una madre siempre apoyará a su hija en una

situaciónasí.¿Interrogóaotraspersonasque laconocían?Habíaunexmarido,¿noescierto?¿Lediolamismaimpresión?

—Sudescripciónnofuetanelogiosa.—¿Ahno?—No,perounexmaridosiempreserámenosefusivoenunasituaciónasí.Alice permitió que una fugaz sonrisa, levemente divertida, asomara a sus

labios. Se arrellanó en su butaca y miró a Sadie por encima de las manosentrecruzadas.

—Haygentequenoesdefiar,¿verdad?Inclusoeltestigomásconcienzudo,deseosodecomplacerysinnadaqueganar,puedecometererrores,salpicarsutestimoniodepequeños recuerdos confusos, suposicionesyopiniones en lugardehechos.

Sadie recordó que Clive había dicho que Alice se había mostrado reaciadurante el interrogatorio de 1933. La manera en que había acechado en elpasillo,juntoalabiblioteca,lasensacióndequeobienocultabaalgoosemoríadeganasdeoírloquesedecíaenlosinterrogatorios.

—Todos somos víctimas de nuestra experiencia —continuó Alice—,propensosaverelpresenteatravésdelalentedenuestropasado.

Sadie tuvolaclara impresióndequeyanohablabandeabstracciones.Unavezmás,Alicehabíaclavadoenellaesamiradadepájaro.

—Esverdad—dijo.—Me pica la curiosidad, detective Sparrow. Dejando a un lado por un

momentolasdeclaracionesdelostestigos,¿habíapruebasrealesquerespaldaran

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susensacióndequelehabíaocurridoalgomaloalamadre?—No—concedióSadie—.Dehecho,habíaunacarta,firmadaporMaggie,

queapoyabalateoríadequelahabíaabandonado.—Lo recuerdo por los artículos de la prensa. Encontraron la carta una

semanadespuésdeaparecerlaniña.—Sí,porentoncesyanoshabíamospuestoa investigarotrasposibilidades.

Lacartasehabíacaídoporunhuecoentrelaneveraylapared.—Pero,inclusodespuésdeencontrarla,ustednoaceptóqueMaggieBailey

sehubierafugadosinmás.—Mecostórenunciaramiteoría.—Hastatalpuntoquehablóconlaprensaaespaldasdelcuerpo.Sadiesostuvo lamiradadeAlice.Negarlonoeraunaopción,Alicenoera

tonta. Además, Sadie no quería ocultar lo que había hecho. La anciana teníainformación suficiente para destrozar su carrera profesional y ese hecho leresultabainesperadamenteliberador.DesdequeestabadepermisoapenashabíatenidoocasióndehablarconsinceridadsobreelcasoBailey.Donaldsenegabaaoír una palabra, Sadie necesitaba mantener cierta reputación profesional conClive y no había querido decepcionar a Bertie con la verdad. Pero ahora, derepente,podíahablarcon libertad.No teníanadaqueperder:Aliceyasabía lopeor.

—No vi otra forma demantener el interés del público por el paradero deMaggie.Lapolicíadioelcasoporcerrado(losagentesqueseempeñanengastarel dinero de los contribuyentes en casos sin pruebas sólidas no recibendemasiadoapoyo),peroyonosoportabapensarquelehabíaocurridoalgoyquenadieestabadispuestoaseguirbuscando.

—Vaaquedarsesintrabajosidescubrenquefueusted.—Losé.—¿Legustasutrabajo?—Muchísimo.—Perolohizodetodosmodos.—Teníaquehacerlo.—¿Esustedunapersonatemeraria,detectiveSparrow?Sadiesopesólapregunta.—Espero que no. Desde luego no acudí a DerekMaitland llevada por un

arrebato.YmegustaríapensarqueactuédeunmodoresponsableconMaggie,en lugar de un modo irresponsable con mi trabajo. —Exhaló un suspiro

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contundente—.No,nosoyunapersonatemeraria.Soyconcienzuda.Talvezunpelínobstinada.

Mientras Sadie trazaba su perfil psicológico, Peter había entrado en lahabitación.Sadielomiróexpectante,preguntándosesiAlicehabríaactivadoelbotónocultodelasexpulsionesyestabaallíparaacompañarlaalapuerta.Peternodijonada,peromiróinterroganteaAlice.Estaasintióunavezconlacabeza,condecisión,ydijo:

—Creoquenosvendríabienunpocodeté.Gracias,Peter.Esteparecióexcesivamentecontento.—Vaya,quégrannoticia.Mealegromucho.DedicóaSadielamáscálidadelassonrisasalsalir,algoquelaconmovió,

aunque no sabíamuy bien qué había hecho paramerecerla. Sí, sin duda, esejovenlaatraía.Yeraextraño,puesnoerasutipoenabsoluto.Laintrigaba,conesepelo largo,enmarañado,ysusmodalesdeotraépoca.Nopodíasermuchomayorqueellayeraencantadordeunamanerauntantolibresca.¿Cómohabríaacabadoallí,haciendodeLurchmoderno?

—Es doctor. En literatura, no en medicina —dijo Alice Edevane, que lehabíaleídoelpensamiento—.Y,conmucho,elmejorasistentequehetenido.

Sadiecomprendióquehabíaestadomirándolo.Apartólavista, lafijóenlarodillayprocedióalimpiarseunapelusainvisible.

—¿Haleídoalgunodemislibros,detectiveSparrow?Sadiediounaúltimamanotadaalpantalón.—Uno.—EntoncesconoceaDiggoryBrent.—Sí.—Esposiblequenosepaqueseconvirtióen investigadorprivadodespués

dehabersidoexpulsadodelcuerpoporalgomuysimilarasurecientefalta.—Nolosabía.—No,bueno,enlosviejostiemposseesperabaquelosautoresofrecieranun

breveresumendelahistoriaalcomienzodecadalibrocuandoformabanpartedeuna serie, pero los editores dejaron de insistir y, después de tantos libros,mealegré de poder prescindir de esa costumbre. Existe un número limitado demanerasdedecirlomismounayotravez,ymetemoquesehabíaconvertidoenunatareatediosa.

—Meloimagino.—Diggorynoencajababienenelcuerpo.Erauntrabajadormuymotivado,

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pero que había sufrido terribles calamidades en su vida personal. Perdió a suesposa y a su niño pequeño y esa pérdida le dio una tenacidad no siemprevalorada por sus colegas, por nomencionar a sus superiores. Perder a un hijosuele crear a las personas una pertinaz sensación de ausencia, según heobservado.

Noporprimeravez,SadietuvolaextrañasensacióndequeAlicesabíamásde su pasado de lo que debería. Sonrió evasiva mientras Alice Edevanecontinuabahablando.

—ADiggory le conveníamuchomás lavidadel investigador, lejosde loslímitesestrictosde la ley.Noesqueseaunhombreproclivea infringir la ley,todo lo contrario, es un hombre de honor, muy concienzudo. Concienzudo y,¿cómolohaexpresadoantes?,unpelínobstinado.

Peter volvió con una bandeja de té, que dejó sobre el escritorio, detrás deSadie.

—¿Cómo le gusta?—preguntó, tras lo cual sirvió con elegancia el té conlechequelepidióSadie.

—Gracias, Peter. —Alice aceptó su té, solo, sin azúcar. Dio un sorbo,dudandounmomentoantesdetragar,yacontinuacióndejólatazayelplatillodespuésdegirarligeramenteelasa—.Yahora—dijo,ysutonodioaentenderque iba a cambiar de tema—, vayamos al grano, ¿de acuerdo? En su cartamencionabaunateoría.QueríaentrarenlaCasadelLagoainvestigar.SupongoquehadescubiertoelsegundotúneldeLoeanneth.

Así,sinmáspreámbulos,habíanabandonadoaMaggieBaileyyaDiggoryBrent y Alice había dirigido la conversación hacia la desaparición de suhermano.Sadiesealegródevolveraltema,perplejaporlamaneradeabordarlo,perodeseosadeseguiradelante.

—Sí—dijo,irguiendolaespalda—,peromisideashancambiadodesdequelaescribí.Queríasabersipodríahacerleunaspreguntasacercadesupadre.

Aliceapenasparpadeó,casicomosihubierasabidoloqueseavecinaba.—Podríahacerlas,detectiveSparrow,perosoymuymayorymi tiempoes

muyvalioso.Seríamásdemiagrado,ysindudamásútilparausted,sisedejaraderodeosymecontarasuteoría.¿QuécreequelesucedióaTheo?

TrasdiezañosdetrabajarenlaPolicíaMetropolitana,Sadieestabaseguradenohaber interrogadonuncaanadiecomoAliceEdevane. Intentónomostrarsedesconcertada.

—CreoquesuhermanomurióesanocheenLoeanneth.

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—Yo también. —Alice parecía casi satisfecha, como si estuvieran en unexamenySadiehubieradadolarespuestacorrecta—.Durantemuchotiemponopensé así, creía que lo habían secuestrado, pero hace poco he llegado a laconclusióndequemeequivocaba.

Sadiehizoacopiodevalorparacontinuar.—Supadresufríaneurosisdeguerra.Unavezmás,Alicesemostróimpasible.—Asíes.Sibien,unavezmás,esoesalgoquenohesabidohastahacepoco.

Fue un secreto quemis padres guardaronmuy bien.Me lo contómi hermanaDeborah, y ella no lo descubrió hasta 1945. —Los largos dedos de Aliceacariciaban los ribetesde terciopelodelbrazodel sillón—.Asípues,detectiveSparrow,hemosestablecidoquemipadresufríaneurosisdeguerrayestamosdeacuerdo en que lo más probable es que mi hermano muriera en Loeanneth.¿Cómorelacionaestosdoshechos?

Habíallegadoelmomento.SadiesostuvolamiradadeAlice.—Creoquesuhermanofueasesinado,señoraEdevane,accidentalmente,por

supadre.—Sí—dijoAlice—.Desdehacepocoyopiensolomismo.—CreoqueestáenterradoenLoeanneth.—Eslaexplicaciónmáslógica.Sadieexhalóunpequeñosuspirodealivio.Ensuexperiencia, laspersonas

no solían agradecer la sugerencia de que un ser muy querido fuera capaz decometeruncrimen.HabíaimaginadoquetendríaquepersuadiraAlice,razonarcon ella, explicar y cuidar de no herir sus sentimientos. Sin duda, aquellaaceptaciónfrancaerapreferible.

—Elúnicoproblemaesquenosécómoprobarlo.—Eneso,detectiveSparrow,talvezyopuedaayudarla.Sadiesintióunpequeñohormigueodeemoción.—¿Cómo?—Después de tantísimo tiempo dudo mucho que queden «pistas» físicas,

perohayotrasfuentesalasqueacudir.Mifamiliaeramuydadaaponerlotodoporescrito.Nosésiesustedaficionadaaescribir.

Sadienegóconlacabeza.—¿No?Bueno,noimporta,nosonsussecretoslosquequeremosdescubrir.

Mipadrellevabaundiarioenelqueescribíareligiosamente.Mimadrenoteníadiario, pero era muy aficionada a escribir cartas. Fue una de esas niñas que

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dejabannotitasencantadorasparalashadasycuandonuestropadresemarchóalaguerra,justodespuésdecasarse,elhábitodeescribircartasperduró.

Sadie recordó la carta de amor en papel con hojas de hiedra que habíaencontradoenelcobertizodelasbarcas,lamisivadeEleanoraAnthony,escritacuando él estaba en el frente y ella estaba embarazada de Alice. Considerómencionarla, pero ese interés, visto desde la perspectiva de la hija, podríaparecermalsano.Además,Aliceyahabíacambiadodetema.

—HayunestudioeneláticodeLoeannethdondeseconservanlosarchivosde la familia que se remontan a varias generaciones y donde mi padre solíatrabajar. También hay un secreter con cierre de persiana en el cuarto de mimadre.Yoempezaríaporahí.Guardabatodasucorrespondencia.Escribíatodassus cartas por triplicado, guardaba las libretas terminadas en el secreter yconservabatodaslascartasquerecibíaenloscajoneslaterales.Estáncerrados,peroencontrarálallaveenunpequeñoganchodebajodelasilladelescritorio.De niña me empeñaba en averiguar este tipo de cosas. Por desgracia, no meimaginabaqueentrelospapelesdemimadrehubieraalgodignodesaberse,ynomehabríaatrevidoaallanarelestudiodemipadre.Noshabríaahorradomuchasmolestiassihubieseechadounvistazoentonces.Noimporta.Másvaletardequenunca.Nopuedogarantizarquevayaaencontrar lasrespuestasquebuscamos,pero soy optimista. No he oído nada salvo elogios acerca de sus dotesinvestigadoras.

Sadieatinóadedicarleunasonrisaqueesperabareflejaraseguridad,calma.—Durante subúsquedaencontrará todaclasedecosas.Confíoenque será

discreta.Todostenemossecretosquenoqueremoscompartir,¿verdad?Sadiecomprendióquelaestabachantajeando.Educadamente,esosí.—Puedeconfiarenmí.—Seme da muy bien juzgar a los demás, detective Sparrow, y creo que

puedoconfiarenusted.Tieneelvalordedefendersusconvicciones.Siempreheadmiradoeserasgo.Megustaríasaberexactamentequésucedióaquellanoche.Medesagradalapalabra«conclusión»;laideadeunfinalcerradoestábienenlaficción, pero es una ilusión más bien infantil en este vasto mundo en quevivimos. Aun así, estoy convencida de que no es necesario explicar lo quesignificaríaparamíobtener respuestas.—Alicecogióun juegode llavesde lamesita que tenía al lado. Después de hacerlas girar un par de veces, se lasentregó a Sadie—. Las llaves de Loeanneth. Y tiene usted mi permiso parabuscardondeleplazca.

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Sadietomólasviejasllavesconsolemnidad.—Sihayalgoqueencontrar…—Loencontrará.Sí,excelente.Ahorabien,anoserquenecesitealgomás,

creoquehemosterminado.Sadie tuvoplena concienciadeque la acababande echar, pero se le había

ocurridoalgomientrasAlicedescribía laaficióna losdiariosdelpadreya lascartas de la madre. Alice parecía confiar en que las pruebas necesarias paraimplicarasupadreen lamuertedeTheoestaríanahí,perosiSadieconseguíaestablecerlasconexiones,sindudaEleanorEdevane,conscientedeltrastornodesumaridodesdeelprincipio,tambiénlohabríahecho.

—¿Cree…?¿Esposiblequesumadrelosupiera?Aliceniparpadeó.—Creoquedebiósaberlo.—Pero…—Lasimplicacioneseranasombrosas—.¿Porquénoselocontóa

lapolicía?Siguió casada con él. ¿Cómoesposible, teniendo en cuenta loquehizosumarido?

—Estabaenfermo;jamáshabríahechoalgoasídemaneraintencionada.—Peroperderaunhijo…—Mimadreteníaideasmuyarraigadassobrelamoralylajusticia.Creíaque

unapromesa,unavezhecha,debecumplirse.Sentiríaquehastaciertopuntosehabíamerecidolosucedido,inclusoquelohabíaprovocado.

Sadietuvolasensacióndeestarperdiéndosealgo.—¿Porquéibaapensaralgoasí?Aliceestabasentadaerguidaeinmóvilcomounaestatua.—HubounhombrequetrabajóenLoeannethduranteuntiempo,unhombre

llamadoMunro.—BenjaminMunro,sí,losé.Ustedestabaenamoradadeél.Aliceparecióperderlacomposturaentonces,sibienmuyligeramente.—Vaya,vaya.Veoquehaestadohaciendolosdeberes.—Melimitoahacermitrabajo.—ASadieleirritólacursileríadesufrase.—Sí,bueno,malenestecaso.—Alicealzóunhombroyunhuesoanguloso

se marcó bajo la blusa de seda color marfil—. Tal vez yo sintiera unencaprichamientoinfantilhaciaBen,peronofuemásqueeso.Yasabecómosonlosjóvenes,tanvolublesconsusafectos.

Porlamaneraenquelodijo,SadiesepreguntósiAlicesabíaalgoacercadesupasiónadolescente.Deaquelmuchachodepiroposocurrentes,cochelustroso

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ysonrisaquehacíaqueletemblaranlasrodillas.—BenjaminMunro semarchódeLoeanneth justoantesde ladesaparición

deTheo—dijoSadie.—Sí.Terminósucontrato.—NotuvonadaqueverconloquelesucedióaTheo.—Noenunsentidopráctico,no.Sadieseestabacansandodeacertijos.—Enesecaso,metemoquenoentiendoporquéestamoshablandodeél.Alicealzóelmentón.—Me ha preguntado por quémimadre se sentía responsable de lo que le

pasó a Theo. Una semana antes de la fiesta de verano, mi hermana mayor,Deborah, le contó algo ami padre que lo sumió en un estado terrible. Lo hesabidohacepoco.Alparecer,enlassemanaspreviasalafiestadelsolsticiodeverano,mimadretuvounaaventuraamorosaconBenjaminMunro.

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Capítulo25

Cornualles,1931

Eleanorseenamoróporsegundavezcuandotenía treintayseisaños.Nofueamor a primera vista, no como lo había sido con Anthony; en 1931 era unapersonadiferentealamuchachadeveinteañosatrás.Sinembargoelamoresdemuchos colores, y esta vez fue así: un Londres gris, lluvioso, el médico deHarley Street, un té en Liberty, un mar de paraguas negros, una concurridaestacióndetren,elasientoamarilloyásperoenelvagónfríoyhúmedo.

Afuerasonóelsilbato,eltrenestabaapuntodepartiryyaerahora.Eleanorestabamirandopor la ventana las vías ennegrecidasdehollíny apenas se fijócuandounhombresubiódeunsaltoenelúltimomomentoytomóasientojuntoa laventana, frenteaella.Viosu reflejoenelcristal:era joven,por lomenosdiezañosmásjovenqueella;percibióvagamenteunavozagradablequeledecíaalhombresentadoasuladoquehabíatenidosuertedeconseguirbillete,alguienlohabíadevueltoaúltimahora,yyanoleprestómásatención.

Eltrensealejódelaestaciónconunabocanadadehumoylalluviacomenzóa deslizarse por los cristales, de modo que el mundo exterior se disolvió. AmedidaqueLondres dabapaso al campo abierto,Eleanor repasó su encuentrocon el doctor Heimer y se preguntó si le habría revelado demasiado. Lamecanógrafaremilgadaymenudaenunrincónquetrasladabaalamáquinatodolo que decía Eleanor le había resultado desconcertante en su momento, perorecordarla ahora le producía náuseas. Eleanor sabía que era importantesincerarseconelmédico,contarleconexactitudloqueAnthonydecíayhacía,y,sin embargo, al revisar sus descripciones, al oír las palabras que habíapronunciado,sintióelpesocrueldehabertraicionadoalmaridoquehabíajurado

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proteger.Anthony era mucho más que los síntomas que padecía. Eleanor había

queridotransmitiralmédicoloamablequeeraconlasniñas,lojovialyapuestoy entusiasta que había sido cuando se conocieron, lo injusto que era que unaguerratuvieraelpoderdedejaraunhombrehueco,dedesgarrareltapizdesuvida dejando solo las hebrasmaltrechas de los sueños pasados para rehacerla.Pero, a pesar del cuidado que había puesto en sus palabras, no había logradohacerveralmédicocuántoamabaasumarido,nohabíasabidocomunicarquesoloqueríasalvaraAnthonyigualqueéllahabíasalvadoaella.Habíaqueridoque el médico la absolviera de su fracaso, pero, en lugar de eso, él la habíaescuchadoimpávidodetrásdesutrajegrisysusanteojosdemonturametálica,con la pluma contra los labios, y había asentido y suspirado y en ocasionesanotadoalgunacosaen losmárgenesdesu libreta.LaspalabrasdeEleanor sehabían convertido en gotas al llegar a él, habían resbalado por el peloengominado del médico como el agua por la espalda de un pato, y mientrastanto, en el silencio clínico y formal de la habitación, el tac tacatac de lamáquinadeescribirhabíasonadocomounreprocheconstante.

Eleanornosupoqueestaballorandohastaqueelhombresentadoenfrenteseinclinóparaofrecerleunpañuelo.Alzólavista,sorprendida,yvioquesehabíanquedadosolosenelvagónsalvoporunaancianasentadaenelbordedelasiento,juntoa lapuerta.Eleanorhabíaestadodemasiadoabsortaensuspensamientospararepararenlasparadasdeltren.

Aceptóelpañueloysesecólosojos.Leavergonzaba(másaún,laenfurecía)seresapersona,esamujerquellorabaeinspirabalaamabilidaddeunextraño.Parecióun acto íntimo, aceptar el pañuelodeunhombre joven, yEleanor fuedolorosamente consciente de la anciana junto a la puerta, que fingía estarconcentradaensulabordepuntomientrasleslanzabamiradasdereojo.

—No—dijoelhombrecuandotratódedevolverleelpañuelo—,quédeselo.No le preguntó por sus problemas y Eleanor no los reveló. El hombre se

limitóasonreíramablementeyvolvióasusasuntos.Sus asuntos, vio Eleanor, consistían en un pequeño trozo de papel que

manipulaba con movimientos rápidos pero certeros, plegando y formandotriángulos y rectángulos, tras lo cual giraba el papel y comenzaba de nuevo.Eleanorsepercatódequeteníalamiradaclavadaenélyapartólavista,peronodejó de observarlo, esta vez en el reflejo de la ventanilla del tren. Él hizo unajuste final y a continuación sostuvoel papel enunamanoy lo estudiódesde

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todoslosángulos.Eleanorsintióunainesperadasatisfacción.Eraunpájaro,unaespeciedecisnedealaspuntiagudasycuellolargo.

Eltrencirculabadespaciohaciaeloesteyalotroladodelaventanacayóunaoscuridadtanabsolutacomoladeunteatrounavezterminadalarepresentación.Eleanordebióde sumirseenunsueño largoyprofundo,pues lo siguientequesupofuequeeltrenhabíallegadoalfinaldelalínea.Eljefedeestaciónestabatocandoelsilbatoparadarlaordendebajaryporlaventanadelvagónseveíapasaralosviajeros.

Trató de coger los bultos del portaequipajes y, como no alcanzaba, él laayudó.Fueasídesencillo.Labolsadelacomprasehabíaquedadoatascadaenuntrozodemetal,eradifícilsacarlayEleanorseguíadesorientadaporelsueño,cansadadespuésdeunajornadaquehabíacomenzadoantesdelamanecer.

—Gracias —dijo Eleanor—. Y por lo de antes. Me temo que le heestropeadoelpañuelo.

—No tiene importancia —dijo él con una sonrisa que le dibujó un levehoyueloenlamejilla—.Essuyo.Yestotambién.

SusmanosserozaroncuandoellacogiólabolsaqueleofrecíayEleanorlemiróalosojosunmomento.Éltambiénlohabíanotado,Eleanorlosupoporlaformaenqueseenderezó,labreveexpresióndeperplejidadquecruzósurostro.Fueeléctrico,unachispadereconocimientocósmico,comosienesemomentoel tejido del tiempo se hubiera abierto y hubieran vislumbrado una existenciaalternativaenlaqueeranalgomásqueextrañosenuntren.

Eleanorseobligóaponer suspensamientosenorden.Por laventanavioaMartin,suchófer,enelandénbieniluminado.Estabaestudiandoalrestodelospasajeros,buscándolaaella,preparadoparallevarlaacasa.

—Bien—dijo,enelmismotonoformalconelquepodríahabersedirigidoaunacriadareciénllegada—,graciasdenuevoporsuayuda.

Y,trasunabreveinclinacióndecabeza,dejóaljovenenelvagón,levantólabarbillaysealejó.

***

Sinolohubieravistodenuevo,seguramentelohabríaolvidado.Unencuentrocasualenuntren,unapuestodesconocidoquehabíatenidounpequeñogestode

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amabilidad con ella. Unmomento trivial relegado entre los recovecos de unamemoriayarebosantederecuerdos.

Pero Eleanor volvió a verlo, algunosmesesmás tarde, un día nublado deagosto.Eraunamañanadeuncalorinusual,deairecargado,yAnthonysehabíadespertadodemalhumor.Eleanorlohabíaoídodarvueltasantesdelamanecer,combatiendo las terriblesvisionesque loasaltabandenoche,y supoque teníaqueprepararseparalopeor.Tambiénhabíallegadoasaberporexperienciaquelamejordefensaeraunbuenataque. Inmediatamentedespuésdeldesayuno lohabíaenviadoarriba.TrasobligarloatomardospíldorasparadormirdeldoctorGibbons, informó con firmeza al servicio que el señor estaba ocupado en unproyecto importante y no debía ser importunado. Por último, como era el díalibre de Rose, la niñera, había reunido a las niñas y les había dicho que sepusieranloszapatos;ibanalpuebloapasarlamañana.

—¡Oh,no!¿Porqué?—EralavozdeAlice,siemprelaprimeraenquejarse,ylamásvehemente.NosehabríamostradomáshorrorizadasiEleanorhubierasugeridoquepasaranunasemanaenlasminas.

—Porque tengo que recoger unos paquetes en la oficina de correos y mevendríabienvuestraayuda.

—¿Deverdad,madre?¿Máspaquetes?AestasalturasyahabráscompradounacosadecadaenLondres.

Refunfuñarymásrefunfuñar.—Yabasta,Alice.Algúndía,siDiosquiere,estarásacargodeunhogary

entoncesserástúquiendecidasicompraronolosartículosnecesariosparaquetodofuncione.

LamiradadeAlicegritó¡Jamás! y aEleanor le asombró reconocerse a símisma en el gesto obstinado de su hija de catorce años. Esta constatación lairritóyseirguiócuanlargaera.Suvozsonómáscrispadadeloquehabíasidosuintención.

—Notelovoyarepetir,Alice.Vamosalpueblo.Martinyahaidoasacarelcoche,asíqueveabuscartuszapatos.

Alicehizounamuecaaltivaylosojoslebrillaroncondesdén.—Sí,madre—declaró,pronunciandoel tratamientocomosi lequemaraen

loslabios.Madre.Nadieleteníaespecialcariñoamadre.InclusoEleanortorcíaelgesto

en ocasiones ante la incesante pedantería de esa otra mujer. No era nadadivertida y siempre empañaba los momentos alegres con un sermón sobre la

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responsabilidado laseguridad.Y,sinembargo,eraesencial.Eleanorsehabríaderrumbadobajoladesgarradoratensióndel trastornodeAnthony,peromadresiempre estaba a la altura de las circunstancias. Se aseguraba de que lasmuchachas dejaran tranquilo a su padre cuando lo necesitaba y siempre semantenía ojo avizor para intervenir antes de una recaída. A madre no lepreocupaba que sus hijas la vieran como una vieja bruja. ¿Por qué le iba apreocupar? Todo lo que hacía iba encaminado a convertirlas en mejorespersonas.

AEleanorencambiosíleimportaba,ymucho,yañorabaloslejanosañosdeguerra,cuandolasniñasseacurrucabanensuregazoyescuchabansuscuentos,cuando corría con ellas por la finca, explorando y mostrándoles los lugaresmágicos de su infancia. Pero hacíamucho tiempo que había dejado de sentirlástimadesímisma.Habíavistootrasfamiliascuyavidagirabaen tornoa lasexigencias de un inválido y había decidido que no quería ese sufrimientoañadido.SenegabaaquelasombradeladecepciónylaangustiadeAnthonysecerniera sobre la vida de sus hijas. Si ella lograba absorber los problemas deAnthony, lasmuchachasno severían afectadas, yundía, cuandodiera con elmédico indicado, cuando descubriera la cura de sus males, nadie se habríaenteradodenada.

Entretanto,EleanorsededicóamantenerocultoeltrastornodeAnthony,taly como le había prometido. En cumplimiento de esta promesa, hacía confrecuenciapedidosalosgrandesalmacenesdeLondres.Nonecesitabalamitadde lascosasquecompraba,peroesono teníaninguna importancia.Eraunadelas formasmássencillasycreíblesquehabíapergeñadoa lo largode losañospara mantener alejadas a las niñas. Además de las visitas a la playa o lasexcursiones a la pradera, tenían que acompañarla al pueblo a recoger lospaquetes. Por su parte, a ellas les resultaba del todo verosímil (si biensumamente irritante) que su madre fuera una compradora compulsiva que noestabacontentahastatenerlaúltimafrusleríadelacapital.Yasíocurrióaquellamañana.

—¡Deborah,Clementine,Alice!¡Venid!Martinestáesperando.Seprodujoelalborotodecostumbremientraslasniñascorríanporlacasaen

busca de esos zapatos esquivos. Más tarde tendría que soltarles un sermón:señoritas,responsabilidad,deberparaconsigomismas,cosasasí.Amadreseledaba bien impartir lecciones. Claro que no era de extrañar, había tenido elejemploperfectoenConstance.Eleanorsesorprendíaasímismaaloírsehablar

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con tanta dureza, tan fría, sin sentido del humor. Cuando las reprendía conseveridadsobresusmodales,lascarasdesushijaseranlavivaimagendeltedioylaantipatía.Lopeoreraque,salvoelocasionalybrevísimoatisbodedoloryconfusiónqueatravesabalacaradeDeborah(comosicasirecordaralosdíasenque las cosas habían sido distintas), revelaban una absoluta falta de sorpresa.ParaEleanor, estoera lomásaterradorde todo.Sushijasno teníanni ideadecómo envidiaba su libertad y cuánto le reconfortaba su desprecio por losmodales de sociedad. Qué parecida a ellas había sido una vez y qué grandesamigashabríanpodidosersilascosashubieransalidodeotramanera.

Por fin aparecieron lasniñas al piede las escaleras,másdesaliñadasde loquelehabríagustadoaEleanor,peroconunzapatoencadapie,locualyaeraalgo. Eleanor las llevó afuera, donde Martin aguardaba con el coche, y seamontonaron en el asiento de atrás. Mientras las niñas discutían sobre quiénviajaría junto a laventanillayquién estaría sentada sobre elvestidodequién,Eleanor miró hacia el ático, donde Anthony estaba durmiendo. Si lograbamanteneralasniñasfueratodalamañana,porlatarde,Diosmediante,Anthonyse habría recuperado y podrían aprovechar parte del día.A veces losmejoresmomentos en familia llegaban tras mañanas como aquellas. Era un extrañopatróndetirayafloja,enelcuallointensodeladesesperacióndeAnthonyeraproporcional al alivio radiante de su recuperación. Eran como joyas, esosmomentos; raros pero preciosos recordatorios del hombre que solía ser. Elhombrequeaúnera,secorrigióasímisma,enlomáshondo.

Cuando llegaron al pueblo las nubes se habían dispersado. Los botes depescaregresabanapuertoylasgaviotasvolabansinrumboygraznabansobreunmar inmóvil y grisáceo.Martin aminoró lamarcha cuando llegaron a la calleprincipal.

—¿Quierequeladejeenalgúnlugarenconcreto,señora?—Aquíestábien.Gracias,Martin.Martinaparcóelcoche,abriólapuertaysalieron.—¿Prefierequeespereaquímientrashacelascompras?—No, gracias. —Eleanor se alisó la falda sobre las caderas mientras la

saladabrisamarinaleacariciabalanuca—.EstoyseguradequetendráquehacerrecadosparalaseñoraStevensonynosotrastardaremosunpardehoras.

Elchóferacordórecogerlasalasdoceymedia, loquefuerecibidoconlasprotestasderigor:

—Pero¡doshorasenteras,madre!¿Pararecogerunoscuantospaquetes?¡Me

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voyamorirdelaburrimiento!—Elaburrimientoespropiodenecios.—SeoyódecirEleanor—.Ydigno

delástima.—Yañadió,haciendocasoomisodelasprotestasquelarodeaban—:He pensado que podríamos tomar el té. Así me contáis qué habéis estadoaprendiendoenvuestraslecciones.

No gran cosa, sospechaba Eleanor. A juzgar por el número de pequeñosperiódicos que circulaban y las risitas disimuladas de las criadas cuandodeberíanestarocupadasconotras cosas, lasniñasprestabanmásatencióna lavieja imprentilla que a sus tareas escolares. Eleanor había sido igual, porsupuesto,peronohabíanecesidaddequesushijaslosupieran.

Animadasuntantoporlaperspectivadetomaruntrozodetarta,másqueporla charla sobre las lecciones, las niñas siguieron a Eleanor al salón de té delpaseomarítimo,dondelascuatrocompartieronunmomentoderelativaalegría,empañadasolocuandoClementinevolcóunajarradelecheytuvieronquepediruncuboyunafregona.

Por desgracia, la cordialidad no podía alargarse indefinidamente. Tanto laconversacióncortéscomoel tésehabíanterminadocuandoEleanorconsultóahurtadillaselrelojdesupadreyvioqueaúnteníanunahorapordelante.Pagólacuentay recurrió alplanB.Habíavenidopreparadacon razones ficticiasparavisitarlamercería,lasombrereríaylajoyería,ycondujoalasniñasporlacalleprincipal. Para cuando terminó la consulta sobre el arreglo del broche de unapulseradeoro,noobstante,estabanfueradesídelaburrimiento.

—Por favor, madre—dijo Alice—. ¿No podríamos ir al mar mientras túterminasaquí?

—Sí,porfavor,madre—apoyóasuhermana,Clementine,quiencasihabíarototresrelojesensendosminutos.

—Déjame que las lleve,madre—dijoDeborah, que, a sus dieciséis años,estaba comenzando a vislumbrar su papel de hijamayor, cerca ya de la edadadulta—.Yolasvigilo,meencargodequeseportenbienylastraigodevueltaparaayudarteconlospaquetesantesdequevuelvaMartin.

Eleanor las miró marcharse y dejó escapar el suspiro que llevaba tiempoconteniendo. En realidad se alegraba tanto como ellas. Era mucho más fácilmatareltiempocuandonoteníaquemantenerlasarayayentretenidas.Diolasgraciasaljoyero,aceptóelarreglosugeridoysaliódelatienda.

HabíaunbancodemaderaenlaplazayaEleanorlaalegróverlovacío.Sesentó y pasómedia hora tranquila, observando el ir y venir de las gentes del

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pueblo. De niña nunca había comprendido el placer que parecían extraer losadultos simplemente de sentarse.La ausencia de exigencias y expectativas, depreguntas y conversaciones era la encarnación más sencilla y auténtica de lafelicidad.Conciertopesar,comprobóquesolofaltabanquinceminutosparaqueMartinregresarayellaaúnteníaquepasarseporlaoficinadecorreos.

Es decir, había llegado el momento (Eleanor hizo acopio de valor) deenfrentarsea laencargadade laestafeta.MarjorieKemplingeraunachismosacon una en apariencia inagotable fuente de información que se moría porcomunicar.DebidotalvezalasfrecuentesvisitasdeEleanorarecogerpaquetes,la señorita Kempling había decidido que eran algo así como una pareja deconspiradoras. Era una suposición errónea que Eleanor no estaba dispuesta aalentar. Teníamuy poco interés en conocer los entresijos de las vidas de susvecinos,peroalparecernielmássecodelossilenciosempañabaelentusiasmode la otramujer.Dehecho, daba la impresióndeque, cuantomayordistanciaponíaEleanorentrelasdos,másseesforzabalaseñoritaKemplingenllenarla.

Eleanorvacilóun instanteenelúltimoescalóndeledificiodepiedrade laoficina de correos. Del arquitrabe al otro lado de la puerta colgaba unacampanilla y su efusivo tintineo había llegado a producirle pavor. Para laseñoritaKemplingeraeltoquearebato;paraEleanorseñalabaelcomienzodelasalto. Se preparó, resuelta a entrar, y con cortesía pero también con firmeza,rescatar sus paquetes y salir de allí con el menor alboroto posible. Asió elpicaporteconmásenergíadelanecesariaysedispusoaempujar.Justoenesemomento, el picaporte se le escapó de entre lasmanos y, para su humillacióninstantánea,Eleanorsediodebrucesconunhombrequesalía.

—Cuánto lo siento, discúlpeme—dijo dando un paso atrás, volviendo alrellano.

—No, por favor. Ha sido culpa mía. Iba con prisas. De repente sentí lanecesidad incontenible de respirar un poco de aire fresco y de un rato desilencio.

Eleanornopudoevitarreír.Miróalhombrealosojosytardóunmomentoen recordar de qué lo conocía. Estaba cambiado. Llevaba el pelo más largo,oscuro y rizado, y su piel estaba mucho más bronceada que antes. Tenía unaspectomuydistintoaldelpulcrojovenquehabíaconocidoeneltrendevueltaacasa.

Susonrisalacautivó.—¿Nosconocemos?

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—No—seapresuróaresponderEleanor,recordandoelviaje,elpañuelo,laemoción que había sentido cuando sus dedos se rozaron—, no creo que nosconozcamos.

—¿DeLondres,talvez?—No.Enabsoluto.El hombre frunció levemente el ceño, pero sonrió como si no tuviera una

solapreocupaciónenestemundo.—Errormío,entonces.Misdisculpas.Buenosdías.—Buenosdías.Eleanordejódecontenerlarespiración.Elincidentelahabíaafectadodeun

modoinesperadoyaguardóunosminutosantesdeentrar.Lacampanillatintineóalegreytuvoquecontenerlasganasdeasestarleungolpeyacallarla.

Losojosdelaencargadadelasucursalseiluminaronencuantolavio.—Señora Edevane, qué gran placer recibir su visita. Tengo unos cuantos

paquetesaquíparausted.Pero,santocielo,¡quépálidaestá!—Buenosdías, señoritaKempling.Me temoque acabode tropezarmecon

uncaballeroenlaescalera.Unlamentabledescuidopormiparte.Estoyunpocoalterada.

—¡Válgameelcielo!Habrásidoel señorMunro.Venga, siéntese,querida,permítamequeletraigaunvasodeaguafresca.

ElseñorMunro.DeberíahaberadivinadoqueMarjorieKemplingsabríadequiénsetrataba.Eleanorsedetestóasímismaporsentirtantointerés.Sedetestóincluso más por el irracional ataque de celos que había sentido al oír lafamiliaridadconquelaencargadadelaoficinapronunciabasunombre.

—¿Verdadqueesapuesto?—LaseñoritaKemplingsalióafanosamentedelmostradorconunvasodeaguaenlazarpa—.¡Podríasalirenlaspelículas!Nocomolosotros jóvenesquevemosporaquí.Esunchicopara todo,por loquetengoentendido.Sededicaaviajaryatrabajarenloqueencuentra.EsteveranohasidopeónenelmanzanardelseñorNicolson.—SeacercótantoqueEleanorolió la grasienta crema hidratante que llevaba puesta—. Vive en una viejacaravanajuntoalrío,igualitoqueungitano.Senotaalmirarlo,¿noescierto?,queprobablementetieneunpocodesusangre.¡Esapiel!¡Esosojos!

Eleanor sonrió con desgana, despreciando el entusiasmo de la mujer, sugustoporloschismorreosyalmismotiempodominadaporeldesorbitadodeseodeoírmás.Pero¡quéhipócritaera!

—No es un caballero, exactamente—estaba diciendo lamujer—, pero de

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buenosmodalesyunaconductaencantadora.Voyaechardemenossusvisitas.¿Echardemenos?—¿Ah,sí?—A eso ha venido justo ahora, a decirme que no va a necesitar que le

sigamos guardando la correspondencia. Su contrato con el señor Nicolson setermina y se va la semana que viene. No ha dejado su nueva dirección, quélástima. Todo unmisterio, ese hombre. Le he dicho: «Pero ¿y si le llega unacartaynotengodóndeenviarla?».Y¿sabequémeharespondido?

—Notengoniidea.—Mehadichoque todas laspersonasque le importabanyasabríandónde

escribirle,yquepodíavivirsinelresto.

***

Despuésdeaquellonofueposibleolvidarlo.LaseñoritaKemplinghabíadadoaEleanor la informaciónnecesariapara avivar su interésy,durante las semanassiguientes, esta se sorprendió a menudo pensando en él. El señor Munro. Elnombre sehabía coladoen suspensamientosy afloraba en losmomentosmásextraños.CuandovisitabaaAnthonyensuestudio,cuandomirabaalasniñasenel jardín, cuando se acostaba y las aves nocturnas comenzaban a gemir en ellago. Era como una canción pegadiza que no lograba sacarse de la cabeza.Recordaba la calidez de su voz, la forma en que la había mirado, como siestuvierancompartiendounabromaprivada,cómosehabíasentidocuandosusmanos se rozaron en el tren, como si fuera obra del destino y el de amboshubierasidoencontrarse.

Sabíaquetalespensamientoseranpeligrososyunerror.Elescalofríofurtivoque los acompañaba era señal de ello. Se escandalizaba a sí misma, estabaconsternada;jamássehabríacreídocapazdesentiratracciónporalguienquenofueraAnthonyy el descubrimiento lahacía sentirsemancillada.Se tranquilizódiciéndosequeeraalgopasajero,unaaberración;queno tardaríaenolvidarlo;que mientras tanto sus pensamientos eran solo suyos y nadie tenía por quéconocerlos. El hombre se había marchado semanas atrás y no había dejadodirecciónalguna.Nohabíapeligroreal.¿Quéteníademalorecuperardevezencuandounrecuerdogratoyrecrearseenél?Asíquenodejódeacordarsedeél,a

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vecesinclusodeinventarlo.ElseñorMunro.Esasonrisafácil,laatracciónquehabía sentido cuando la miró, lo que podría haber ocurrido si hubierarespondido:«Puesclaroquelerecuerdo.Noshemosvistoantes».

***

Pero siempre existe un riesgo cuando en el corazón se abre una brecha, porpequeñaoinocuaqueparezca.LasiguientevezqueEleanornecesitóalejaralasniñasdeLoeannethhacíaunamañanapreciosa,laprimeradespuésdesemanasdellovizna,ynadaleapetecíamenosqueencorsetarseenunvestidoformalparahacerelviajealpueblo.Porlotanto,decidió,saldríandeexcursión.

LaseñoraStevensonlesempaquetóunalmuerzoysepusieronenmarchaporelsenderoentrelossetosdelaurelybordeandoellago,hastallegaralarroyoquediscurríaal finaldel jardín.Edwina, nuncadispuesta a quedarse atrás, jadeabacon fervor a su lado. Era una perra preciosa, leal a todos pero en especial aEleanor. Habían establecido un lazo tras el incidente con Anthony, cuandoEdwina era solo una cachorra. El pobre animal ahora tenía artritis en lasarticulaciones,peronorenunciabaaacompañarasudueñaatodaspartes.

Hacía un tiempo excepcional y, tal vez porque habían permanecidoencerradasdurantedías,seaventuraronmáslejosdeloacostumbrado.MástardeEleanorsejuróasímismaquenolashabíallevadohastalalindedelhuertodelseñorNicolsonapropósito.DehechoeraClementinelaquehabíaencabezadolamarcha, corriendodelante con losbrazos extendidos, yDeborah la que señalóaquel claro cubierto de hierba debajo del sauce cerca de la orilla y dijo:«¡Sentémonos aquí, es perfecto!». Eleanor sabía dónde se encontraban, porsupuesto, y experimentóun leve temblordevergüenza cuando le asaltaron lasfantasíasque llevabaalbergando todoelmes.Peroantesdequepudieraponerobjeciones,sugerirquesiguierancorrientearribaobuscaranotroprado,lamantaya estaba extendida en el suelo y las dos niñasmayores se habían sentado enella. Alice fruncía el ceño ante el cuaderno, mordiéndose el labio mientrasforzabaalaplumaaseguirelritmodesuspensamientosalborotados,yEleanortuvoqueaceptar,conunsuspiro,quenosemoveríadeallí.Y,enrealidad,nohabíamotivoparairaotraparte.Esejoven,elseñorMunro(seleencendieronlasmejillassolodepensarenesenombre),sehabíamarchadosemanasatrás.Era

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su conciencia culpable la que rechazaba la idea de sentarse en ese prado enconcreto,enesagranjaenparticular.

Eleanor abrió la cesta del almuerzo y sacó las golosinas de la señoraStevenson. Mientras el sol subía en el cielo comieron sándwiches de jamón,manzanasCox’sOrangePippinsydemasiadatarta,todoregadoconcervezadejengibre fresca.Edwina observaba suplicante y se arrojaba sobre cadamigajaquecaíacercadeella.

Verdaderamente, ¡aquel calor era impropio de octubre! Eleanor sedesabrochólospequeñosbotonesde lospuñosysedobló lasmangasuna,dosveces,formandopulcrospliegues.Unasomnolenciaseapoderódeelladespuésdecomer,yseacostósobrelamanta.Cuandocerrólosojos,oyóalasniñas,quesedisputabanperezosamente laúltimaporciónde la tarta, pero su atención sedesvió, navegando más allá, hacia el chapoteo en el agua cada vez que lastruchas relucientes saltaban en el arroyo, el rumor de los grillos ocultos en lalinde del bosque, el cálido susurro de las hojas de los árboles cercanos.Cadasonido estabamagnificado, como si alguien hubiera lanzado un hechizo sobreaquellaparceladetierraqueparecíasalidadeuncuentodehadas,unodeesosrelatosquelecontabaelseñorLlewellynensuinfancia.Eleanorsuspiró.Hacíamásdeunmesqueelancianosehabíaido.Sehabíamarchado,comosiempre,alterminarelverano,enbuscadelclimamáscálidodeItaliaqueaplacaraeldoloren suspiernasy suespíritu inquieto.Eleanor lo echabamuchodemenos.LosmesesdeinviernoenLoeannetheransiempremáslargosyfríosporsuausenciayellapersonalmentesevolvíamásrígida,máscontenida.Éleralaúnicapersonaquealmirarlaaúnveíaalachiquilladepeloenmarañadoyespírituenaparienciainsaciable.

Se quedó dormida casi sin darse cuenta; se hundió en el abismo de lainconscienciay soñóque eraunaniña.Estaba en subarca, con lavelablancahenchida por la brisa, y su padre y el señor Llewellyn la saludaban desde laorilla.Sucorazónrebosabafelicidad;nosentíaniincertidumbrenimiedo.Laluzse mecía en el agua y las hojas relucían, pero entonces, cuando se giró parasaludardenuevo,vioquesehabíaalejadomásdeloquehabíaquerido,queellagohabíaadoptadounaformaqueyanoreconocíayseabríaparaalejarladelacasaydesufamilia,quelafuertecorriente laseparabacadavezmásdeellos,queelaguaestabapicadaylabarcasebalanceabadeunladoaotro,ytuvoqueagarrarseconfuerzaparanocaer…

Sedespertóderepenteynotóquealguienlazarandeaba.

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—¡Madre!¡Despierta,madre!—¿Qué pasa?—Ya no lucía el sol. Grandes nubarrones se aglutinaban al

oesteyelvientosoplabaconfuerza.Eleanorseincorporóenseguidaymiróasualrededorparacontarasushijas—.¿Clementine?

—Estábien.EsEdwinalaquenospreocupa.Saliócorriendotrasunconejohacemediahorayaúnnohavuelto,ysevaaponerallover.

—Hacemediahora…Pero¿cuántotiempoheestadodurmiendo?—Eleanormiróelreloj.Erancasilastres—.¿Pordóndesehaido?

DeborahseñalóunbosquecillolejanoyEleanorsequedómirándolo,comosialobservarlosárbolesconsuficienteinteréspudieraconvocaraEdwina.

El cielo estaba de color morado. Eleanor podía oler la tormenta que seavecinaba, esa combinación de calor y humedad. Iba a llover, y muy pronto,pero no podían abandonar así a Edwina, tan lejos de casa. Estaba vieja yparcialmenteciega,yconlasarticulacionestanfrágilesnoseríacapazdevolversola.

—Voyabuscarla—dijoEleanor,decidida,metiendolosrestosdelalmuerzoenlacesta—.Nohabráidomuylejos.

—¿Teesperamos?Eleanorreflexionóunmomentoantesdenegarconlacabeza.—Notienesentidoquenosmojemostodas.Llevaatushermanasacasa.Y

asegúratedequeClemmieseprotegedelalluvia.Tras despedirse de las niñas y ordenarles con severidad que no se

entretuvieran,Eleanorsedirigióalbosquecillo.LlamóaEdwina,peroelvientosoplabaconfuerzaysellevabasuspalabras.Caminóapasorápidoysedetuvoconfrecuenciaparaescudriñarelhorizonte, llamaryescuchar,perono recibióningúnladridoderespuesta.

Estabaoscureciendomuyrápidamenteyacadaminutoquepasabacrecíalapreocupación de Eleanor. Edwina estaría asustada, lo sabía. En casa, cuandollovía,laancianaperrasalíadisparadaenbuscadesucama,detrásdelacortinadelabiblioteca,yunavezallí,conelraboentrelaspiernasylaspatassobrelosojos,setumbabaaesperarlopeor.

Untruenoenormeresonóentodoelvalle;lasnubesdetormentasecerníansobre ella. El último trozo de cielo claro había sido absorbido por tinieblastumultuosasy,sinlamenorvacilación,Eleanortrepóporlacercayseadentróenel campo limítrofe. Una ráfaga de viento la rodeó y un rayo rasgó el cielo.Cuandocomenzaronacaerlosprimerosgoterones,sellevólasmanosalaboca

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ylallamódenuevo:«¡Edwina!»,perosuvozseperdióenmediodelatormentaynorecibiórespuesta.

Un trueno retumbó en la llanura y Eleanor se empapó en cuestión deminutos.Lateladelvestidoselepegabaalaspiernasytuvoqueentrecerrarlosojos para ver algo entre la cortina de lluvia torrencial. Hubo un potentechasquidocuandounrayocayóenlascercaníasy,apesardetemerporEdwina,Eleanorsintióunapunzadadeemociónycuriosidad.Latormenta,elpeligro,lalluvia intensa, todo se combinó para borrar su barniz demadre. Volvió a serEleanor,alairelibre,EleanorlaAventurera.Libre.

Llegóa lacimadeunacolinayahí,al fondo,depiea laorilladelarroyo,había una pequeña caravana del color del vino de Borgoña, con ruedas coloramarillo desvaído. Sabía a quién pertenecía y se dirigió hacia ella con unescalofrío de aceptación. La caravana estaba vacía, las ventanas cubiertas porcortinas ajadas. Estaba algo deteriorada, pero bajo la pintura descascarilladadistinguiórestosdeundibujofloralquedebiódeadornarlaantaño.Sepreguntóvagamente dónde estaría él ahora. Cómo sería vivir así. Libre para viajar,explorar,huir.Leenvidióesa libertady suenvidiacobró formadeextraña iracontra él. Algo absurdo, puesto que él no le debía nada. Solo su fantasíaalimentabaesasensacióndehabersidotraicionada.

Eleanor casi había llegado al arroyo y se debatía entre seguir haciaLoeannethocruzarlo,cuandoechóunvistazoa lacaravanayseparóenseco.Unas rudimentariasescalerasdemaderadabanaundescansilloyahí, tansecacomoeraposible,seencontrabaEdwina.Eleanorsoltóunacarcajada.

—Perobueno,¡miraquéinteligente!Túahísentadatanagustoyyocaladahastaloshuesos.

El alivio fue instantáneo e inmenso. Subió corriendo las escaleras y searrodillóparatomarlacaraqueridaentrelasmanos.

—Menudo susto me has dado —dijo—. Pensé que te habías quedadoatrapadaenalgunaparte.¿Tehashechodaño?—Comprobóquenoteníaheridasenlaspatasyacontinuación,asombrada,sefijómejorenelprecariodescansillo—.Pero¿cómodiabloshassubidohastaaquí?

Nooyólapuertadelacaravanaalabrirse.Loquelerevelósupresenciafuelavoz.

—Laayudéyo—dijo él—.Laoí debajode la caravana, nerviosa, cuandoestalló la tormenta y pensé que estaría más cómoda aquí. —Tenía el peloenmarañado ymojado, e iba enmangas de camisa—. La invité a pasar, pero

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prefirióquedarsefuera.Sospechoquelaestabaesperando.AEleanorno se le ocurriónadaquedecir.Fue la conmocióndeverlo.Se

suponíaqueyanovivíaahí.Sesuponíaquesehabíamudado,quetrabajabaenotrolugar.Sucorreo,esascartasdelaspersonasqueleimportabanyqueteníanqueencontrarloenunadirecciónnueva.Y,sinembargo,noerasoloeso.Eraunasensación parecida a un déjà vu, pero mucho más poderosa. La intuicióninexplicable,quizáalentadaporlatormentasalvajeolaextrañezadeldía,dequeestaba allí porque ella lo había conjurado. De que aquel momento, aquelencuentro, era algo inevitable.Deque aquel era el desenlace lógico.No sabíaqué hacer, qué decir. Miró a su alrededor. Todavía hacía mal tiempo. Latormenta azotaba los campos. Se sintió en tierra de nadie, ni aquí ni allí,encaramada a un estrecho puente entre dos mundos. Y entonces él habló denuevoyelpuentesederrumbóbajosuspies.

—Estabaapuntodehacerfuego—dijo—.¿Legustaríaentrarhastaquepaselatormenta?

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Capítulo26

Londres,2003

Pocodespuésde lamarchadeSadieSparrow, con las llavesdeLoeanneth abuen recaudo en el bolso, Alice salió al jardín trasero. Caía la noche y unamelancólicacalmahabíadescendidojuntoconlaoscuridad.Siguióelcaminodeladrillos cubierto demaleza, anotandomentalmente los pequeños arreglos quehabrían de hacerse en las siguientes semanas. Eranmuchos.Alice prefería unjardínconpersonalidad,perohabíaunadiferenciaentreelcarácteryelcaos.Elproblemaeraquenosalíaaljardínlobastante.Enlaépocadelantes,encambio,leencantabaestaralairelibre.

UnamarañadejazmíndeestrellaseesparcíaalolargodelcaminoyAlicesearrodillóparaarrancarunramito,llevárseloalanarizyoleresearomaarayodesol.Llevadaporunimpulso,sesoltóloscordonesdeloszapatos.Enunrincón,juntoalacamelia,habíaunadelicadasilladehierroyAlicesesentó,sedescalzóy se quitó los calcetines, moviendo los dedos de los pies en el aireinesperadamentebalsámico.UnamariposarevoloteabasobreunrosalcercanoyAlice se acordó, como siempre, de su padre. Toda su vida había sido uncientíficoaficionado;Alicejamáshabíaimaginadoquedesearaalgodiferentealoquetenía.Deniñasabíaqueunavez,enunpasadoremoto,habíaestudiadomedicinayquehabíaaspiradoaejercer,peroeso,aligualquetodoslossueñosyanhelosde lospadres, existía enunámbitomuchomenos realque el presenteradiante e inmediato que Alice habitaba entonces. Ahora, sin embargo,comenzaba a entender cuánto le había arrebatado la guerra. Fragmentos deconversaciones afloraron en sus recuerdos, balbuceos y maldiciones por susmanostemblorosas,ladificultadparaconcentrarse,losjuegosdememoriaalos

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que se entregaba con entusiasmo en un intento de poner orden en suspensamientos.

Alicemoviólasplantasdelospiessobrelosladrilloscálidos,conscientedecada guijarro, de cada flor marchita que tocaba. Ahora tenía la piel sensible,nadaqueverconlospiesencallecidosdesuinfancia.Duranteloslargosveranosde Loeanneth había pasado semanas enteras sin zapatos y tenía que correr abuscarloscadavezquemadreanunciabaunadeesasextrañasvisitasalpueblo.Esacarreralocaportodalacasa,agachándoseparamirardebajodelascamas,detrásdelaspuertas,bajolasescaleras,y,porfin,eldescubrimientotriunfal.Eraunrecuerdotanvívidoquecasipodíatocarlo.

Suspiróconfuerza.EntregarlasllavesdeLoeannethaSadieSparrowhabíadespertadoenellaunatristezalargotiemporeprimida.Cuandosumadremurióyellaheredó la casa,Alicehabíaescondido las llavesy sehabíaprometidoa símismanovolver.Unapequeñapartedeella,sinembargo,habíasabidoque lapromesa solo era temporal, quepor supuesto cambiaríadeopinión.Loeannetherasuhogar,suamadohogar.

Peronohabíacambiadodeopiniónyahoraparecíaqueno loharíanunca.Habíaentregadolasllavesylatareaderevisarlossecretosdesufamiliaaotrapersona, una joven detective interesada pero de unamanera impersonal, cuyoafánporsolucionarelcrimenerapuramenteacadémico.Enciertosentidodabala impresión de ser un punto final, la admisión de que ella, Alice, jamásregresaría.

—¿Leapeteceungintonic?EraPeter,conunajarradecristalenunamanoydosvasosenlaotra.Los

cubitosdehielotintineabancomoenunaobradeteatrodeNoëlCoward.AlicesonrióconmayoraliviodelquehabíasidosuintenciónydelquePeter

habíaesperado.—Nadameapetecemás.SesentaronjuntosenlamesadehierroforjadoyPetersirvióungintonica

cadauno.Cítrico,astringenteyhelado,justoloqueAlicenecesitaba.Charlaronsobreeljardíneintercambiaroncomentarioscordiales,locualfueparaAliceungrato cambiodespuésde sus sombrías reflexiones.SiPeter reparó en sus piesdescalzosypensóqueeraunaalarmante rupturadelprotocolo, fuedemasiadocortésparadecirlo.Cuandoseterminósucopa,selevantóydevolviólasillaasusitio.

—Supongoqueeshoradeirme—dijo—.Amenosquenecesitealgunacosa

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más.—Nosemeocurrenada.Peter asintió pero no se fue, y a Alice se le ocurrió que una muestra de

agradecimientonoseríainoportuna.—Graciasportodoloquehashechohoy,Peter.Pororganizarelencuentro

conladetectiveSparrow,porencargartedetodomientrasestabaaquí.—Por supuesto, faltaría más. —Peter agarró un zarcillo de hiedra y dio

vueltasaunahojaentrelosdedos—.Lareuniónfuefructífera,espero.—Creoquesí.—Bien.Buenanoticia—dijo,peronosemarchó.—¿Peter?—Alice.—Siguesaquí.Petersuspiró,decidido.—Vale,voyadecirlo.—Porfavor.—Ahora que he terminado la páginaweb,me pregunto si podría tener un

pocodetiempolibre,sipodríaprescindirdemisserviciosunosdías.Alicesequedóperpleja.Peternuncahabíapedidotiempolibreysuprimer

instinto fue negarse. No quería prescindir de él. Estaba acostumbrada a supresencia.Legustabatenerlocerca.

—Yaveo.—Hayalgoimportante…Algoquemegustaríamuchohacer.Alicelemiróalacaraydeprontosevioasímismaconsusojos.Elpobre

muchacho jamás le había pedido nada, hacía todo lo que le solicitaba sinquejarse,lepreparabaloshuevosdurosjustocomolegustabanyallíestabaella,poniéndole las cosas difíciles.Qué cascarrabias se había vuelto. ¿Cómo habíaocurrido?Ella,antesunamujersiemprealegre,quepensabaenelmundocomoun lugar de posibilidades infinitas. ¿Sería eso lo que le habría ocurrido aEleanor?Tragósalivaydijo:

—¿Cuántotiempocreesquevasanecesitar?PetersonrióysualiviohizosentirculpableaAlice.—Imaginoquebastaríantresocuatrodías,incluidoelfindesemana.Aliceestuvoapuntodeespetar:«¿Bastaríanparaqué?»,perosecontuvoa

tiempo.Seobligóaesbozarlasonrisamásamabledelaqueeracapaz.—Cuatrodías,deacuerdo.Teveodevueltaelmiércoles.

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—Bueno…—¿Peter?—Teníalaesperanzadequemeacompañara.Aliceabriólosojosdeparenpar.—¿Devacaciones?Peterserio.—Noexactamente.Creoquedeberíamos ir aCornualles, aLoeanneth.No

paraentrometernosen la investigaciónde ladetectiveSparrow,soloparaestarahí.Ustedpodríasupervisaryyopodríaayudarconlosdiariosylascartas.Leerentrelíneas,análisistextuales…Esaloquemededico.

Peterlaobservabaintensamente,alaesperadesureacción.UnahoraantesAlicehabríadichoqueno,deningúnmodo,peroahoralaspalabrassenegabanasalir de su boca.Mientras bebían la ginebra y charlaban, la brisa de la tardehabía traído el olor familiar del jardín a tierra mojada y setas, y Alice habíaexperimentadoelsobresaltodeunrecuerdoyunanostalgiainesperados.HabíaalgoenLoeannethquedeseaba,comprendió,unemblemadelaniñaquehabíasido, de la culpa y la vergüenza que había sentido todos aquellos años, y deprontolonecesitómásdeloquehabíanecesitadonadaenmuchotiempo.Tuvola sensación de que, si quería dejar todo el asunto atrás, primero tenía querecuperarlo.

Ysinembargo…RegresaraLoeanneth.Sehabíaprometidoasímismanohacerlo…

Simplemente, era incapaz de decidirse. Ese hecho en sí mismo ya eradesconcertante.AliceEdevanenosoportabalaindecisión.Nopodíaevitarsentirqueel tejidodesuvidacomenzabaadeshilacharse,quesedeshacía.Másaún,quedejarloescaparnoeratanmalaidea.

Peterseguíaesperando.—Nolosé—dijoAliceporfin—.Laverdadesquenolosé.

***

Alice permaneció en el jardín una hora después de que Peter semarchara. Sebebió una segunda ginebra, y una tercera, y escuchó mientras los vecinos sededicaban a las tranquilizadoras rutinas del anochecer, mientras el tráfico

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aumentaba y luego disminuía en la calle,mientras los últimos pájaros del díabuscabanrefugio.Eraunodeesosperfectosanocheceresestivalescuandotodoestáensuapogeo.Unodelosmomentoscumbredelanaturaleza.Elaireestabacargado de fragancias, el cielo alternaba de rosa amorado a azulmarino y, apesardelosdescubrimientosdelosúltimosdíaslaembargóunagransensacióndepaz.

Cuandoalfinseaventuróaentrarencasa,vioquePeterlehabíadejadolacena en la cocina.Lamesa estaba puesta con su vajilla preferida y había unanota apoyada en un soporte de utensilios de cocina junto al fogón explicandocuántotiempohabíaquecalentarlasopa.AlparecerAlicehabíatransmitidounaimpresiónde ineptitudde lomás convincente.Aúnno teníahambreydecidióleer un rato. En la sala de estar, sin embargo, se encontró sosteniendo lafotografíafamiliardelya lejanoalmuerzocampestreenLoeanneth.Justoantesdequetodoserompiera.Aunque,porsupuesto,serecordóasímisma,yaestabarotoentonces.

Estudió lacaradesumadre.Eleanor tenía treintayochoañosen1933,unvejestorioparaunaadolescentededieciséisaños,peroapenasunaniñapara laAliceactual.Habíasidobella,derasgosatractivos,peroAlicesepreguntócómohabíapodidopasarledesapercibidalatristezadesuexpresión.Almirarlaahora,sabedora del incesante padecimiento deEleanor por tener que cuidar de papá,mantener su trastorno en secreto y absorber sus frustraciones como propias,Alicevioesatristezaconclaridad.Enciertosentidohacíaasumadreaúnmásatractiva.Habíaunareservaensuactitud,unacualidadinquietanteenesamiradapenetrante, una concentración del ceño que expresaba resistencia o tal vezdesafío.Erafrágil,fuerteycautivadora.NoeradeextrañarqueBensehubieraenamoradodeella.

Alice dejó la fotografía. Cuando le contó a Deborah lo que había visto,Clemmiesehabíamostradoconsternada.

—Tenía doce años y medio—dijo Deborah—, pero era inocente para suedad.Senegabaaabandonarlainfancia.Y,porsupuesto,setratabademadre.

Alice podía imaginar a su hermana encaramada al porche de madera delcobertizodelasbarcas,presionandoelbrazocontraelvidrio,apoyandolafrenteen la mano para mirar por la ventana. Qué confusión habría sentido al ver amadreyaBenjuntosasí.Yquédevastadorparapapáenterarse.TambiénparaDeborah.

—PenséqueodiaríaamadreparasiemprecuandomelocontóClemmie—

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reconocióDeborahcuandoAliceinquirióalrespecto.—Peronofueasí.—¿CómoibaaodiarladespuésdeloquelesucedióaTheo?Esapérdidafue

muchísimomásimportantequesuinfidelidad,¿nocrees?Supongoquesentíqueya había recibido su castigo y la compasión prevaleció sobre la ira. Además,después de lo ocurrido volvió a volcarse en papá. Pensé que, si él podíaperdonarla,entoncesyotambién.

—¿YClemmie?Deborahnegóconlacabeza.—NuncafuefácilsaberquépensabaClemmie.Novolvimosahablardeello.

Lo intenté una o dos veces, peromemiró como si le hablara en otro idioma.Estabaentregadaporcompletoavolar.Avecesdabalaimpresióndesercapazdeelevarseporencimadelaspreocupacionescotidianasquenosatrapabanalosdemás.

Pero¿eraasí?Depronto,eldistanciamientoentreClemmieymadreadquirióparaAlice una nueva perspectiva. Siempre había supuesto que era una facetamás del carácter rebelde y solitario de Clemmie; jamás habría imaginado, nisiquiera por un momento, que pudiera deberse a algo tan específico, tantraumático.

¿Y qué hay demí?, consiguió no decirAlice. En su lugar, simulando unadespreocupaciónquenosentía,añadió:

—Mepregunto por qué nome lo has contado antes.No lo de la aventuraamorosa,nomerefieroaeso,sinoatodo.Papá,laneurosisdeguerra,Theo…

LoslabiosdeDeborah,apretadosenunalíneafirme,temblaron.—Todosqueríamosapapá,perotú,Alice…Túloidolatrabas.Noqueríaser

yoquien tearrebataraeso.—Intentóreír,peroelsonidofuemetálico—.Cielosanto, así dicho parece quemi decisión fue noble y no es así.No, de ningúnmodo.—Suspiró—.No te lo conté,Alice, porque sabía queme culparías pordespertarlarabiadepapá.Sabíaquemeculparías,sabíaquetendríasrazónynopodíasoportarlo.

AcontinuaciónDeborahsehabíaechadoa llorar, llevadapor laculpayeldolor,yhabíaadmitidoqueavecessepreguntabasisusproblemasparaconcebirhabíansidouncastigoporloquehabíahecho,peroAlicelahabíatranquilizado.Para empezar, el universo no funcionaba de esa manera; por otro lado, sureacciónhabía sidodel todocomprensible.Había sentidouna lealtad fervientehaciapapáyunairaferozcontramadre.Nopodríahaberpredicholosterribles

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acontecimientosquehabíadesencadenadoconsusilencio.Eraunrompecabezasconmuchaspiezasycadapersonateníaunasdistintas.

Laúnicapersonaque lohabíasabido todofueEleanor,ynohabíahablado.ASadieSparrowledesconcertabacómoEleanorhabíasidocapazdeperdonarasuesposo.LapreguntanoformuladaestuvoimplícitadurantelaconversaciónconAlice:¿Esquenoqueríaasubebé?PeromadrehabíaadoradoaTheo.Nadieque la conocierahabríapensado lo contrario.Había llorado supérdida toda lavida,regresabaaLoeannethcadaañoy,sinembargo,jamássehabíadesquitadoconpapá.«El amornoes rencoroso», lehabíadichoEleanor aDeborahen lavíspera de su boda, y en su caso fue cierto. Y había tenido otra razón parapermanecer junto a sumarido. Tal vez resultara difícil de comprender para ladetectiveSparrow,peroAlicesabíaquesumadresesentíaculpable.Queparaellatodolosucedidohabíasidouncastigoporincumplirlapromesaquelehabíahechoapapá.

Volvióamirarlafotografía.Sepreguntócuántohabríaduradolaaventuradesu madre con Ben. ¿Habría sido un breve encuentro o habían llegado aenamorarse?CuandoDeborahselocontó,Alicehabíasentidovergüenza.Pensóde inmediato en el cobertizo de las barcas, en la tarde que Ben la rechazó.Entonces ella le había preguntado si había alguien más y la ternura en laexpresióndeBenlehabíadichoquesí.Peronodequiénsetrataba.

Se había imaginado a los dos riéndose de ella a sus espaldas y se habíasentido increíblemente estúpida. Pero ya no se sentía tonta. Las abrumadorasemociones de días atrás se habían desvanecido hasta convertirse en sombras.CuandoconocióaBeneraunaniñadequinceaños,precozpero ingenua,ysehabíaenamoradodelprimerhombrequemostróinterésenella,confundiendolaamabilidadconelamor.EraalgonormalycorrienteyAliceseperdonabahabersido joven.Sabía, también,que sumadre jamás sehabría reídodeella.Porelcontrario, ahora entendía por qué Eleanor se había mostrado tan enojada, taninsistentecuandoaconsejabaaAlicequenoseencariñaradealguientan«pocoidóneo».

TampocoestabacelosadequeBenhubieraelegidoaEleanorenlugardeaella. ¿Cómo iba a envidiar a su madre, quien había sufrido y perdido tanto?Entonces eramuchomás joven queAlice ahora y ya llevabamuerta casi seisdécadas. Sería como tener celos de un hijo o del personaje de un libro leídomucho tiempo atrás. No, Alice no estaba celosa, estaba triste. No estabanostálgica;ensuemociónnohabíanadainexplicableniabstracto.Leentristecía

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que su madre hubiera tenido que sufrir en soledad. Se le ocurrió, mientrasestudiabaalrostrodesumadre,quetalvezahíhubieraresididolaatracción.Beneraunhombrebueno,amable,agradableylibredelasresponsabilidadesqueaEleanoravecestuvieronqueresultarleunacargainsoportable.

LaatencióndeAlicesecentróahoraensupadre,sentadoenunbordedelamanta,ensegundoplano.HabíaunmurodepiedradetrásdeélyAlicecayóenlacuenta,almirar la fotografía,dequesupadresiempre lehabíaparecido tanseguro y estable como las vallas de piedra que atravesaban los campos deLoeanneth.DeborahhabíadichoqueAliceloidolatraba.Sinduda,ellalohabíaamadodemaneraespecialyhabíadeseadoqueéllacorrespondiera.Perotodaslohabíanquerido,todashabíancompetidoporsuafecto.

Contemplóahoracadadetalledeese rostro familiary tratódeentrever lossecretos que ocultaban aquellas facciones tan queridas.Alice sabía algo de laneurosisdeguerra,lomismoquesabíatodoelmundo.Sabíadelostembloresylosmalossueñosyde loshombres traumatizadosqueseencogíandemiedoaloírruidosfuertes.PeroDeborahhabíadichoqueenelcasodepapánoeraasí.Había disminuido su capacidad de concentración y a veces le temblaban lasmanos,demasiadoparareanudarsuformacióncomocirujano.Sinembargoalgolo había atormentado, una experiencia en concreto, más que el peso de loshorroresvividos.Una terribleexperienciaenel campodebatallaquea suvezhabíatenidoconsecuenciasdevastadorasparalavidafamiliar.

LamiradadeAliceseposóentonces,comoerainevitable,enTheo.Sentadoa los pies de madre, con el rostro iluminado por una sonrisa cautivadora,extendía un brazo hacia Clemmie. Su peluche pendía de unamano y alguienajenopodríapensarqueseloestabaregalandoasuhermana.PeroTheojamáshabríaregaladoaPuppy,noporvoluntadpropia.¿Quéhabríasidodelpequeñopeluche? El paradero dePuppy no tenía importancia en el panorama general,pero, aun así, Alice sintió curiosidad. Era la novelista que llevaba dentro,supuso,siempreenbuscadedarsentido inclusoa losdetallesmásnimios.Noobstante,aúnquedabancuestionesmásamplias.Desdelasmásbásicas(¿cómosucedió? ¿Cuándo se dio cuenta papá de lo que había hecho? ¿Cómo lodescubriómadre?)hastalasmásapremiantesenloquesereferíaaAlice:¿Quédiabloslehabíaocurridoasupadreparaquereaccionaraasí?Alicehabríadadocualquier cosa por volver atrás y hablar con su madre y su padre, por poderpreguntarlesabiertamente,perosuúnicaesperanzaerahallarlasrespuestasentrelospapelesdeLoeanneth.

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Había confiado a Sadie Sparrow la tarea de encontrarlas, pero ahora leparecióevidentequenopodíaquedarsedebrazoscruzados.SehabíaprometidoasímismanovolvernuncaaLoeanneth,peroderepentelodeseómásquenadaenelmundo.Selevantódesúbito,paseóporlabiblioteca,seabanicóelrostroacalorado.VolveraLoeanneth…Peterhabíadichoquesoloteníaquellamarydecirquequeríahacerlo…¿Deverdadibaapermitirquelaataraunapromesadictadaporlajuventud,laincertidumbreyelmiedo?

Alicemiróelteléfonoyletemblólamano.

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Capítulo27

Cornualles,1932

Lasuyaeraunavidaprivilegiada.Esoeraloqueloempeorabatodo.Teníaunaesposaalaqueamaba,treshijascuyainocenciaybondadiluminabansusdíasyahoraibaanacerotrobebé.Vivíaenunahermosacasaconunjardínlaberínticoenellímitedeunbosquegrandeyfrondoso.Lospájaroscantabanenlosárboles,las ardillas construían sus refugios y las truchas engordaban en el arroyo.Eramucho más de lo que se merecía. Millones de hombres habían perdido laoportunidaddevivirunavidanormal,habíanmuertohundidosenelbarroylalocura, hombres que lo habrían dado todo por lo que él tenía.Mientras ellosyacíanmuertosyolvidados,Anthonyseguíasumandomotivosparaserfeliz.

Rodeóellagoysedetuvoalverelcobertizodelasbarcas.Siempreseríaunlugar especial. Qué días tan sencillos entonces, antes de la guerra, cuandoestabanreformandolacasayEleanoryélacampabanjuntoalarroyo.Noestabasegurodesihabíavueltoaserasídefeliz.Entoncesestabasegurodetodo.Teníaunobjetivoylacapacidadylaconfianzaquedanserjoven,íntegro,inexperto.Decidióquepodíaafirmarconsinceridadqueentonceseraunhombrebuenoqueveíalavidacomouncaminorectoalaesperadequeéllorecorriera.

Cuando terminó la guerra y regresó a casa, Anthony había pasadomuchotiempoenelcobertizodelasbarcas.Avecesselimitabaasentarseycontemplarelarroyo,otras releíaviejascartas;hubodíasenquesolodormía.Estabamuycansado.Enocasionespensabaquejamássedespertaría;muchosdíaslehabríagustadoqueasífuera.Perosísedespertaba,sedespertabasiempreyconayudadeEleanormontóunestudioeneláticodelacasa,yelcobertizodelasbarcasquedó para las niñas. Se había convertido en escenario de juegos y aventuras

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infantiles,yahoravivíaallíel servicio.Aquelpensamiento leagradó; imaginólas capas de tiempoy los distintos usos, los fantasmas del ayer que cedían susitioalosprotagonistasdelpresente.Losedificioseranmuchomásgrandesquelavidadeunhombrey¿noeraesoalgohermoso?Eraloquemáslegustabadelbosquey loscamposdeLoeanneth.Generacionesenteras loshabíanrecorrido,loshabíantrabajadoyhabíansidoenterradasbajoellos.Laperdurabilidaddelanaturaleza resultaba reconfortante. Incluso los bosques de Menin ya habríanvueltoacrecer.Eradifícildeimaginar,peroasísería.¿CreceríanfloressobrelatumbadeHoward?

Avecespensaba en las personasquehabía conocido enFrancia. Intentabaevitarlo, pero aparecían en su cabeza por voluntad propia, esos aldeanos ygranjeroscuyoshogareshabíainvadidolaguerra.¿Seguiríanallí,sepreguntaba,monsieur Durand y madame Fournier y los innumerables paisanos que loshabían alojado, de buen o de mal grado? Cuando se firmó el armisticio y seguardaron las armas, ¿habrían iniciado esas personas cuyas vidas habíandesbaratado,cuyascasasygranjashabíandestruido,ellargoylentoprocesodereconstrucción?Supusoqueseríaasí.¿Adóndeibanairsino?

Anthony bordeó el seto y se dirigió hacia el bosque. Alice había queridoacompañarloaqueldía,peroEleanorlehabíadichoquenoysehabíainventadounatareaparamantenerlaocupada.Suesposasehabíaconvertidoenunaexpertaeninterpretarsuestadodeánimo;enocasionesparecíaconocermejoraAnthonyqueélmismo.Últimamente,sinembargo,lascosashabíanidoapeor.DesdequeEleanor le dijo lo del bebé, todo había ido a peor. Le preocupaba. Ella habíapensado que la noticia le haría feliz, y en cierto sentido así era, pero suspensamientosvolvíancadavezmásamenudoalgranerodelagranjademadameFournier.Denocheoíaesellantofantasma,unllantodeniño,ycadavezqueelperro ladraba teníaquepermanecermuyquietoycalladoydecirseasímismoque todo iba bien, que solo eran imaginaciones suyas. Como si eso fuese amejorarenalgolascosas.

UnabandadadepájaroscruzóvelozelcieloyAnthonyseestremeció.Porunafraccióndesegundoestuvoallídenuevo,enelsuelo,detrásdelcobertizodeordeño,enFrancia,conelhombrodoloridoenelsitioenqueHowardlehabíagolpeado.Cerrólosojosconfuerzayrespirócincovecesantesdeentreabrirlosydejarquelaluzllenarasuvisión.Seconcentróenversololoscamposabiertosyvastos de Loeanneth, el columpio de Alice, la última cerca que separaba lospradosdelbosque.Despacio,decidido,echóaandarhaciaella.

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Menosmalqueestabasolo.Eleanorestabaenlocierto.Seestabavolviendoimpredecible. Le preocupaba lo que podría hacer sin darse cuenta, lo que lasniñaspudieranveruoír.Ynodebíanenterarsedeloquehabíahecho,enloquesehabíaconvertido;nosoportaríaquelosupieran.O,peoraún,quealgunavezsospecharan lo que casi había hecho, esa monstruosa raya que casi habíacruzado.

LaotranochelohabíadespertadounruidoenlaoscuridaddelahabitaciónquecompartíaconEleanor;seincorporóenlacamayreparóenalgoquehabíaenun rincónensombra,cercade lascortinas.Alguien.Elcorazónse lehabíadesbocado.

—¿Quiénestáahí?—preguntóentredientes—.¿Quéquieres?Elhombrehabíacaminadolentamentehaciaély,cuandocruzóuncharcode

luzdeluna,AnthonyhabíavistoquesetratabadeHoward.—Voyaserpadre—decía—.Voyaserpadre,Anthony,igualquetú.Anthony había cerrado los ojos con fuerza, se había tapado los oídos y le

habíantembladolasmanosencontactoconlassienes.Losiguientequesupofueque Eleanor estaba despierta y lo abrazaba, la lámpara de la mesilla estabaencendidayHowardsehabíaido.

Volvería, sinembargo;siemprevolvía.Yahora,conunbebéencamino,aAnthonyleibaaresultarimposiblemantenerloaraya.

***

Habíanluchadoenlaguerradurantedosañosymedio.Laluchaenelfrentesehabía recrudecido y habían entrado en una alternancia aparentementeinterminable de periodos de combate en primera línea con periodos deacantonamiento.ConocíanbienelpueblodeWarloy-Baillonysusgentes,ysehabíanacomodadolomejorposibleallimbodelaguerradetrincheras.Corríaelrumor,sinembargo,dequeseestabapreparandounagranofensivayAnthonysealegraba;cuantoantesganaranaquellamalditaguerra,antesvolveríanacasa.

Erasuúltimodíadepermisodelastrincherasyestabasentadoalamesaderoble de la cocina de su renuente anfitrión, monsieur Durand, disfrutando detomareltéenunatazadeporcelanaenlugardeestañomientrasreleíalaúltimacarta de Eleanor. Le había enviado una fotografía de Deborah y de la recién

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nacida, Alice, una cosita regordeta de expresión sorprendentemente intensa ydecidida.Trasunaúltimamirada,seguardólafotoconcuidadoenelbolsillodelachaqueta.

La carta, escrita en el papel condibujos dehiedraque le había regalado aEleanor,eraexactamenteloquelehabíapedido:unrelatotrasotrodeunavidaqueélcomenzabaasentirquesolohabíaexistidoenlaficción.¿Deverdadhabíauna casa llamada Loeanneth, un lago con patos y una isla en el centro y unarroyo que serpenteaba entre los jardines ladera abajo? ¿Dos niñas pequeñas,llamadasDeborahyAlice,pasaban lasmañanasenunhuertoplantadoporsuspadres, dándose atracones de fresas? Se pusieron muy malitas luego, escribíaEleanor,pero¿quélevoyhacer?Sonmuypícarascuandosetratadeasaltarlahuerta.DeborahseguardalasfresasenlosbolsillosyselasdaaAlicecuandoyonomiro.¡Nosésiestarorgullosaoenfadada!Y,auncuandosospecho,notengovalorparadetenerlas.¿Hayalgomejorquerecogerfresasdirectamentedelamata?¿Yzampárselasysentirquenosdisolvemosensudulzura?Esosí,elcuartode lasniñas,Anthony,yesosdeditospegajososestuvieronoliendoamermeladadurantedías.

AnthonyalzólavistayvioaHowardenlapuertadelacocina.Sorprendidoen un momento íntimo, vulnerable, se apresuró a doblar la carta y la guardójuntoalafotografía.

—Cuandoestéslistonosvamos—dijo,recogiendosugorrayponiéndosela.Howardsesentóenlasillarústicaalotroladodelamesa.—Noestáslisto—dijoAnthony.—Novoyair.—¿Quenovasairadónde?—Devueltaalfrente.Anthonyfruncióelceño,perplejo.—¿Estásbromeando?¿Tehaspuestoenfermo?—Ni lounoni lootro.Lodejo,voyadesertar, llámalocomoquieras.Me

voyconSophie.Anthony no solía quedarse sin palabras, pero entonces no supo qué decir.

HabíasabidoqueaHowardlegustabaelamadellavesdemonsieurDurand.Lapobremuchachahabíaperdidoasumaridoenlasprimerassemanasdelaguerra.Soloteníadieciochoañosyunhijopequeño,Louis,asucargo,sinfamiliaresniamigosenelpueblo.Peronosehabíadadocuentadeque la relaciónsehabíaconvertidoenalgoserio.

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—Estamosenamorados—dijoHoward—.Yaséquesuenaridículoenestostiempos,peroasíes.

Loscañonesjamásguardabansilencioallí,siempreformabanpartedelruidode fondo.Sehabíanacostumbradoa los tembloresde la tierray al tintineodetazasyplatosencimadelamesa.Cadavezselesdabamejorignorarelhechodequecadasacudidasignificabalamuertedemáshombres.

Anthony sujetó la tacita y miró cómo temblaba la superficie del líquidorestante.

—Enamorado —repitió. Qué extraño oír esa palabra, ahora que solohablabanderatasybarroyextremidadesensangrentadas.

—Nosoyhombredeguerra,Anthony.—Ahoratodossomoshombresdeguerra.—Yono.Hetenidosuerte,perosemevaaacabar.—Tenemosque terminar loquehemosempezado.Siunhombrenopuede

serútilasupaís,máslevaleestarmuerto.—Esoesunaestupidez.Nosésialgunavezlohecreído.¿Dequélesirvoyo

a Inglaterra? Soy mucho más importante para Sophie y Louis que paraInglaterra.

Señalóvagamentehacialaventana,yAnthonyvioqueSophieestabasentadaconelbebéenunbancodel jardín,alotro ladodelpatio.Estabaarrullandoalpequeño(unpreciosoniñodegrandesojoscastañosylímpidosyunhoyueloencadamejilla),quereíayestirabaunamanitaregordetaparaacariciarlacaradesumadre.

Anthonybajólavoz.—Mira. Puedo conseguirte un permiso. Puedes volver a Inglaterra unas

semanas.Paraaclarartelasideas.Howardnegóconlacabeza.—Novoyavolver.—Notienesalternativa.—Siemprehayalternativa.Mevoyestanoche.Nosvamos.—Vasavolverconmigoahora,esunaorden.—Quieroestarconella.Quierolaoportunidaddellevarunavidanormal.De

serpadre.Marido.—Puedessertodoeso,lovasaser,perotienesquehacerlobien.Nopuedes

irtesinmás.—Notelohabríadicho,peroeresmásqueunamigo.Eresunhermano.

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—Nopuedodejarquelohagas.—Tienesquedejarme.—Losdossabemosloquelessucedealosdesertores.—Primerotendríanqueencontrarme.—Yloharán.Howardsonriócontristeza.—Anthony, viejo amigo, yo ya estoy muerto. Mi alma está muerta y mi

cuerpoprontoloestará.—Selevantóycolocólasillaensusitio,despacio,concuidado. Salió de la cocina silbando una canción queAnthony no había oídodesdehacíaaños,delosbailesdesuépocauniversitaria.

Elsilbido,lamelodía,lamaneradespreocupadaconlaquesuamigoestabafirmandosusentenciademuerte…Todaslascosasespantosasquehabíanvistoy hecho juntos, la atrocidad de la empresa entera, todo lo queAnthony habíareprimidoparaseguiradelante(ladesoladaintensidadconqueechabademenosaEleanoryasushijas, lapequeñaAliceaquienaúnnoconocía)amenazaronconabrumarlo.

Selenublólamenteysepusodepieconbrusquedad.Saliódelacocinayrecorrió deprisa la explanada de hierba, los caminos entre granjas. Alcanzó aHoward en el callejón de la parte trasera del cobertizo de ordeñode la granjavecina.SuamigoestabaalotroladoyAnthonygritó:

—¡Eh,altoahí!Howardnosedetuvo;ensulugar,dijoporencimadelhombro:—Yanoeresmisuperior.Anthonysesintióasustadoydesvalidoylafuriacrecióensuinteriorcomo

una ola negra que nada podía contener. No podía consentir que aquelloocurriera;teníaqueevitarlocomofuera.

Echó a correr. Nunca había sido un hombre violento (tenía vocación demédico,desanador),peroteníaelcorazóndesbocado,lasangreseagolpabaenlas venas y toda la rabia y la tristeza y la frustración acumuladas durante losúltimos añospalpitabanbajo supiel.Cuando llegóhastaHoward, se abalanzósobreélyloderribó.

Losdoshombres rodaronpor el suelo, enzarzados, tratando inútilmentedealcanzar al otro con un puñetazo definitivo. Howard fue el primero enconseguirlo,apartándose losuficientepara lanzarunganchode izquierda.UnallamaradadedolorlíquidoatravesóelpechoyelhombrodeAnthony.

Howardhabíaestadoenlocierto,noerahombredeguerra,ytampocoloera

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Anthony,ylaescaramuzaresultósorprendentementeagotadora.Sesoltaronysesepararon, tumbados bocabajo, jadeando mientras trataban de recuperar elalientotrassuataquedelocuratransitoria.

—Diosmío—dijoHowardalfin—.Losiento.¿Tehehechodaño?Anthonynegóconlacabeza.Miróalcielo,másdeslumbranteahoraquele

faltabaelaliento.—Malditasea,Howard.—Losiento,yatelohedicho.—Notienescomidaniprovisiones…¿Enquéestáspensando?—Sophieyyo…tenemossuficiente.Nostenemoselunoalotro.Anthonycerró losojosyse llevó lamanoalpecho.Elsol lecalentaba las

mejillasdeunamaneraagradableyteñíadenaranjaelinteriordesuspárpados.—Sabesquemideberesdetenerte.—Vasatenerquedispararme.Anthony parpadeó. Una flecha negra de pájaros cruzaba el cielo azul. Al

observarlos,sucertezapareciódesmoronarse.Eldía, la luzdesol, lospájaros,todoparecía ajeno a losdominiosde laguerra.Daba la impresióndeque alláarriba cobraba forma una realidad alternativa. De que si lograban elevarse,escaparíandeaquellugaralquellamabanmundo.

Howard estaba sentado, con la espalda contra la pared de ladrillos,mirándose lamanoamoratada.Anthonyfueasentarseasu lado.Ledolían lascostillas.

—Estásdecidido.—Estamosdecididos.—Entonces, cuéntame el plan. Tienes que tener un plan. Nome creo que

seastanestúpidocomoparaquereratravesarelpaísconunamujeryunbebésinmás.

MientrasHowardexponíasuplan,Anthonyescuchó.Intentónopensarenelejércitoy lasnormasy loqueocurriría si suamigoeracapturado.Se limitóaescucharyasentir,yaobligarseacreerquepodríafuncionar.

—EstatíadeSophie…¿vivealsur?—CasienlafronteraconEspaña.—¿Osvaaalojar?—EscomounamadreparaSophie.—¿Yquéhaydelviaje,delacomida?—HeestadoguardandoracionesyelpaquetequeenvióEleanor,ySophieha

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conseguidoalgodepanyagua.—¿DelacocinademonsieurDurand?Howardasintió.—Piensodejarledineroacambio.Nosoyningúnladrón.—¿Dóndehabéisestadoalmacenandolasprovisiones?—Hayungraneroenel límitede lagranjademadameFournier.Yano lo

usan.Lasbombashanagujereadoeltechoygoteacomouncolador.—Unas pocas raciones, un pastel, una hogaza de pan… No va a ser

suficiente.Vaisatenerquepermanecerescondidosdurantedíasyesimposiblesaberquéosencontraréisdecaminoalsur.

—Nosvaairbien.Anthonyseimaginóelalmacéndelacocinadelejército.Laslatasdecarne

deterneraylechecondensada,laharina,elquesoylamermelada.—Vaisanecesitarmás—dijo—.Esperahastaqueanochezca.Todosestarán

preparándoseparalaofensivademañana.Teveoenelgranero.—No,novengas.Noquieroqueteinvolucres.—Yaestoyinvolucrado.Eresmihermano.

***

Esa nocheAnthony llenó unamochila con todo lo que consiguió escamotear.Tomóprecaucionesparaquenolosiguieran.Altenerrangodeoficial,disfrutabademásprivilegiosquelamayoría,perodetodosmodosnopodíapermitirsequelosorprendieranenellugarequivocadoconunamochiladeprovisionesrobadas.

Sacudióelportóndelgranerocuandollegóyllamóunasolavez,talycomohabíanacordado.Howardabriódeinmediato;debíadehaberestadoesperandoalotrolado.Seabrazaron.Anthonynorecordabaquesehubieranabrazadoantes.Másadelantesepreguntaríasiamboshabíanpresentidoloqueseavecinaba.Leentrególamochila.

LaluzdelalunasecolabaporunorificiodeltechoyAnthonyvioaSophiesentada sobre un fardo de heno en un rincón, con el bebé sujeto al pechomediante una bandolera de tela. El niño estaba dormido y tenía los rosadoslabiosfruncidos,ungestodeintensaconcentraciónensucarita.Anthonyenvidiósupaz;entoncesyasabíaquenuncavolveríaadormirasí.Saludóconungesto

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de la cabeza y Sophie sonrió, tímida. Allí, ya no era el ama de llaves demonsieur Durand, sino la enamorada del mejor amigo de Anthony. Eso locambiabatodo.

Howard se acercó a ella y hablaron en voz queda. Sophie escuchaba conatención y a veces asentía con gestos veloces. En ciertomomento apoyó unamano pequeña y fina en el pecho de Howard. Howard puso la suya encima.Anthonysesintiócomounintruso,peronopodíaapartarlamirada.Leasombrólaexpresióndesuamigo.Parecíamayor,peronoporqueestuvieracansado.LamáscaradedespreocupacióndetrásdelaqueseocultabadesdequeAnthonyloconocíayesasonrisaprotectoraquese reíadelmundoantesdequeelmundopudierareírsedeélhabíandesaparecido.

LosdosenamoradosconcluyeronsutiernaconversaciónyHowardseacercóa Anthony para una rápida despedida. Este comprendió que había llegado elmomento.Sehabíapreguntadotodalatardequédiríallegadalaocasión,habíarepasado toda una lista de buenos deseos y pesares y cosas aparentementealeatorias que quizá no volvería a tener la posibilidad de decir, pero todo seevaporó.Habíademasiadoquedecirydemasiadopocotiempo.

—Cuídate—dijo.—Tútambién.—Ycuandotodosehayaacabado…—Sí.Cuandotodosehayaacabado.Llegóunruidodefuerayambossequedaronpetrificados.Unperroladrabaalolejos.—Howard—llamóSophieenunsusurroasustado—.Dépêche-toi!Allons-y.—Sí.—Howardasintió,sinapartar lamiradadeAnthony—.Tenemosque

irnos.CorriójuntoaSophie,seechólamochiladelejércitoalhombroycogióla

otrabolsaqueestabacercadelospiesdeella.Elperroseguíaladrando.—Cállate—dijoAnthonyentredientes—.Porfavor,cállate.Peroelperrono secalló.Estabagruñendoy ladrandoy seacercaba, ibaa

despertaralbebéyahoratambiénseoíanvocesfuera.Anthonymiró a su alrededor. Vio la cavidad de una ventana, pero estaba

demasiadoaltaparasacaralbebéporella.Unapuertaabiertaenlaparedopuestadabaaunpequeñohabitáculo.Loseñalóconungesto.

Seapretujarondentro.Sinlaluzdelaluna,laoscuridaderamayorytodos

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contuvieron el aliento, escuchando. Poco a poco sus ojos se acostumbraron.AnthonypudovereltemorenlacaradeSophie.LaexpresióndeHoward,quelarodeabaconunbrazo,noeratanfácildeinterpretar.

Labisagradelportónsesacudióyseabrióconestrépito.El bebé estaba despierto y había comenzado a balbucear en voz baja. No

había nada divertido en aquella situación, pero eso el niño no lo sabía. Ledominabalasencillaalegríadeestarvivoyrio.

Anthony se llevó un dedo a los labios, instando a Howard y a Sophie ahacerlecallar.

Sophiesusurróaloídodelbebé,perosolosirvióparahacerle reírconmásganas.Unjuego,decíansusojososcurosydanzarines,¡quédivertido!

Anthony se enfureció.Lospasos seoíanahoramuycerca, elmurmullodevoces era alto y claro. Una vez más, se llevó el dedo a los labios, y Sophiezarandeóalbebéysussusurrossetiñerondepánico.

PeroelpequeñoLouisestabacansadodejugar,hambrientotalvez,yquisoquesumadre losoltaraynocomprendióporquéno ledejaba.Susgorjeosseconvirtieron en llanto, cada vez más fuerte y, en un abrir y cerrar de ojos,AnthonyseacercóaSophie,alargólasmanosytiródelpequeñobulto,tratandodesacarlode labandoleradeSophie, tratandode tapar labocadelniñoconlamano, para que el ruido cesara, para hacerle callar y que todos estuvieran asalvo.

Pero el perro ya había llegado a la segunda puerta, rascaba la madera yHowardestabadetrásdeAnthonyytirabadeél,obligándoleaapartarseconunafuerzaenorme,yelbebéseguíallorando,yelperroladraba,yHowardrodeabaconunbrazoaSophie,quetambiéngimoteaba,yelpomodelapuertatembló.

Anthonydesenfundósuarmaycontuvoelaliento.Cuando la puerta se abrió, la luz de las linternas fue cegadora. Anthony

parpadeó y levantó lamano en un gesto instintivo. Estaba desorientado, perodistinguió a dos hombres fornidos en la oscuridad. Uno, comprendió cuandoempezó a hablar en francés, eramonsieurDurand; el otro vestía uniforme delejércitobritánico.

—¿Quéestodoesto?—dijoeloficial.Anthony casi oyó girar los engranajes del cerebro del hombre y no le

sorprendióquedijera:—Sueltelamochilayapártese.Howardobedeció.

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ElpequeñoLouissehabíacallado,notóAnthony,yestirabaunbrazoparatocarlasmejillaspálidasdeSophie.Continuóobservandoalniño,fascinadoporsuinocencia,porelasombrosocontrasteconelhorrordelasituaciónquevivían.

Yesesilenciotrajoconsigolaconstatacióndeloquehabíaestadoapuntodehacer,ladepravacióndesuinstintoenaquelmomentoespantoso.

Anthony negó con la cabeza. ¡Era monstruoso! Era imposible. Algoimpensableenél,quesiemprehabíapodidoconfiarensímismo,ensucontrol,suprecisiónysucuidado,ensudisposiciónaayudaralprójimo.

Confuso,seobligóadesecharlaideayseconcentródenuevoenelpequeñoLouis.Seleocurrióqueenunmundoenelquelabondadhabíasidosocavadaporcompleto,todosdeberíanestarmirandoaaquelpreciosoniño,maravilladosdesupureza.Dejaddehablar,quisodecir.Miradalpequeño.

Estaba perdiendo la cabeza, por supuesto. Era lo que sucedía en losmomentosprevios a enfrentarse a lamuerte.Puesnocabíadudadeque todosibanamorir.Ayudaraundesertoreracomparableadesertar.Curiosamente,noestabaresultandotanmalocomoAnthonyhabíaimaginado.Porlomenostodoterminaríapronto.

Estaba cansado, comprendió,muy cansado, y ya podía dejar de esforzarsetanto en intentar volver a casa. Eleanor sufriría por él, pero cuando seacostumbrara le complacería saber que había muerto por intentar ayudar aHoward a comenzar una nueva vida. Anthony casi rio. ¡Comenzar una nuevavida!Enaquellosmomentos,cuandoelmundosecaíaapedazos.

SonóungolpeyAnthonyparpadeó.Lesorprendiócaerenlacuentadequeseguía en un granero en Francia. El oficial había abierto la mochila y habíavolcadolossuministrosrobadosalejército.Latasdecarnedeternera,estofadoylechecondensadaestabanesparcidasporelsuelo…Anthonysehabíaaseguradode aprovisionarse lo bastante para que Howard y Sophie pudieran ocultarsedurantesemanassieranecesario.

Eloficialsilbóligeramente.—Parecequealguienestabaplaneandounaspequeñasvacaciones.—Ymehabríasalidoconlamía—dijoHowardderepente—,siEdevaneno

mehubieraalcanzado.Anthonymiróasuamigo,confundido.Howardnoledevolviólamirada.—Elmuycerdomehaseguido.Intentóconvencermedequenolohiciera.«Dejadehablar»,pensóAnthony,«dejadehablardeunavez.Esdemasiado

tarde».

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EloficialmirólapistolaquesosteníaAnthony.—¿Esesocierto?—Miróaambos—.¿Estabaintentandollevarlodevuelta

alcuartel?PeroAnthonynoeracapazdeformarfraseslosuficientementerápido,cada

palabraera comoun trozodeconfeti enundíademuchovientoyno lograbajuntarlas.

—Ledijequetendríaquepegarmeuntiro—seapresuróadecirHoward.—¿Edevane?Anthonyoía al oficial, pero como si estuvieramuy lejos.Ya no estaba en

aquelmalditograneroenFrancia;estabadevueltaenLoeanneth,enelhuerto,viendojugara lasniñas.Estabacuidandode lahuertaqueélyEleanorhabíanplantadohacíatodaunavidaypodíaolerlasfresascálidasbajoelsol,sentirelsolenlacara,oírlascancionesdelasniñas.«Vuelveacasaconmigo»,lehabíadichoEleanoresedía, juntoalarroyo,yél lehabíaprometidoqueloharía.Sereuniríaconellasaunquelefueralavidaenello.Habíahechounapromesa,peronoerasoloeso.Anthonyibaavolveracasaporquelodeseaba.

—Intentédetenerlo—seoyódecir—.Ledijequenosefugara.Pusieron a Howard entre los dos y emprendieron la marcha hacia el

campamento,mientrasSophie gemía enun francés balbuceante, yAnthony sedecíaquehabíaconseguidounpocomásdetiempoparasuamigo.Queaquellonoacabaríaasí.Quedondehabíavidahabíaesperanza.Encontraríalamaneradeexplicarlotodo,desalvaraHoward,dequelascosasvolvieranasercomoantes.Elfrenteestabaakilómetrosdedistancia;disponíademuchotiempoparapensarcómosalirdeaquelembrollo.

A casi un kilómetro del campamento, sin embargo, aún no se le habíaocurrido nada, y reparó en que ya no podía oler las fresas, solo el hedor apodredumbrede laguerra, abarroyadesechos,yque teníaun regustoacreapólvoraenloslabios.Oíaaunperroladrarenalgunapartey(estabaseguro)aunniñoquellorabaenlanocheremota,yelpensamientoselevinoalacabezasinquepudieraimpedirlo,fríoygrisydesprovistodeemoción:quesihubieraterminadoloquehabíaempezado,sihubierasilenciadoalbebé,aesepreciosoniñocuyavidaacababadeempezar,quenosehabríaenteradodenadaporque,esosí,Anthonyhabríasidomisericordiosoyactuadoconceleridad,Howardsehabría salvado. Que esa había sido su única oportunidad para salvar a suhermanoyquehabíafracasado.

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Capítulo28

Cornualles,2003

ASadieleparecióquenoteníamuchosentidoquedarseenLondrestrashaberhabladoconAliceEdevane.LasllavesdeLoeannethlequemabanenelbolsilloy,antesdevolverasuapartamento,yahabíadecididoquesaldríadeinmediato.Regóconunvasodeagualaplantadeshidratada,recogiósusnotasyseechólabolsa,queporsuerteaúnnohabíadeshechodespuésdelviajeaCornualles,alhombro.Cerrólapuertaalsaliry,sinmiraratrás,bajólosescalonesdedosendos.

Lascincohorasdecochepasaronsorprendentementerápido.Atrásquedaronun condado tras otro, confundidos en una mancha verdosa mientras Sadie sepreguntaba por las pruebas que, según Alice, encontraría en los archivos deLoeanneth.ErancasilasnueveymediayyaoscurecíacuandosaliódelaA38yse dirigió a la costa.Aminoró lamarcha al acercarse a la señal inclinada queindicabaelcaminohaciaelbosqueylaentradaocultaaLoeanneth;latentacióndetomareldesvíofueenorme.SuimpacienciaporempezarsoloeracomparablealdeseodeevitarseladifíciltareadeexplicaraBertieporquéhabíavueltotanpronto. Imaginaba su expresión compungida al preguntarle: «¿Otrasvacaciones?».PeroenlaCasadelLagonohabíaelectricidad,Sadienollevabaunalinternay,amenosquetuvieraintencióndeevitarelpuebloyasuabueloporcompleto, enalgúnmomento tendríaquehacer frentea laspreguntas.No,decidió,lomejorerapasarelinterrogatoriocuantoantes.

Conunsuspirodereaciadeterminación,continuóporlacarreteradelacostahasta el pueblo, donde habían empezado los preparativos para el festival delsolsticiodeverano.Porlascallesseestabancolgandofarolillosdecoloresyen

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la plaza del pueblo, a intervalos regulares, se habían apilado montones demadera y lonas que luego se convertirían en barracas. Sadie condujodespacioporlascallejuelasestrechasantesdecomenzarelascensohacialacasadeBertie.Doblólaúltimacurvayahíestaba,encaramadaenloaltodelacantilado,conlaslucesde lacocinaencendidasyel tejadoadosaguas recortadocontraelcieloestrellado.Laestampaparecía salidadeunapelículanavideña,pero sinnieve.Lo que convertía a Sadie en la pariente pródiga, supuso, que llega sin previoavisoaperturbarlapaz.Aparcóelcocheenunbordedelaestrechacalle,sacósubolsadelasientodeatrásysubiólasescaleras.

DentrolosperrosladrabanylapuertadeentradaseabrióantesdequeSadiepudierallamar.Bertiellevabaundelantalyteníauncazoenlamano.

—¡Sadie!—dijo conuna amplia sonrisa—.Hasvenido apasar las fiestas.Quéagradablesorpresa.

Porsupuesto,asíera.Genial.Ramsay yAsh saltaron detrás de Bertie y olisquearon a Sadie con alegría

desenfrenada.Nopudoevitarreírseysearrodillóparahacerlesunosarrumacos.—¿Tieneshambre?—Bertiemetióalosperrosencasa—.Estabaapuntode

cenar.Entrayveteuntandopanconmantequillamientrassirvo.

***

Cadasuperficiede lacocinaestabacubiertade tarrosdemermeladaypastelespuestos a enfriar, así que comieron en la mesa de madera del patio. Bertieencendió las velas dentro de los faroles y, mientras las pequeñas llamasvacilaban y la cera ardía, Sadie se puso al día de las novedades del pueblo.Comoera de esperar, en los días previos a las fiestas nohabían faltadoni lasintrigasnielmelodrama.

—Perobienestá loquebienacaba—dijoBertiemientrasrebañabaconuntrozodepanelplatovacío—ymañanaaestahorayasehabráterminadotodo.

—Hastaelañoqueviene—dijoSadie.Bertiealzólavistaalcielo.—Perositeencanta.Amínomeengañas.Miralacocina.Hascocinadopara

unejército.Bertieparecióaterrado.

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—Cielo santo, toquemosmadera, no tientes a la suerte.No hables así. Loúltimoquenecesitamosmañanaesotroconflicto.

Sadierio.—Veo que sigues tan supersticioso como siempre. —Echó un vistazo al

jardínyalmariluminadoporlaluna,alcielodespejadoyestrellado—.Creoquevaahacerbuentiempo.

—Encualquiercaso,vamosa tenerqueponernosa trabajarmuy tempranomañanasiqueremosquetodoestélistoalahora.Mealegracontarconotropardemanos.

—Respectoaeso—dijoSadie—,metemoquenohesidodel todosincerasobreelmotivodemivuelta.

Bertiearqueóunaceja.—HahabidoprogresosenelcasoEdevane.—Vaya,vaya,¿deverdad?—Bertieapartóeltazón—.Cuéntamelotodo.Sadie leresumióelencuentroconAlicey la teoríaa laquehabían llegado

respectoaAnthonyEdevane.—Comoves,laneurosisdeguerraeraimportante,despuésdetodo.—Diosmío—dijoBertie, negando con la cabeza—.Qué terrible tragedia.

Pobrefamilia.—Porloquededuzco,lamuertedeTheofueelcomienzodelfin.Lafamilia

jamásregresóaLoeanneth,estallólaguerray,paracuandotocóasufin,ocasi,Eleanor,Anthonyylamáspequeñadelastreshijas,Clemmie,habíanmuerto.

Un búho levantó el vuelo sin que lo vieran, aleteando en el aire cálido, yBertiesuspiró.

—Qué extraño, ¿no?, desenterrar los secretos de quienes ya no están connosotros.Noescomo tuscasosnormales,dondeel finesdetenerycastigaralculpable.Enestenoquedanadieaquiencastigar.

—No.—Sadieestuvodeacuerdo—.Perolaverdadsiguesiendoimportante.Piensaenlosqueaúnestánvivos.Ellostambiénhansufrido;merecensaberquépasóenrealidad.SiconocierasaAlice,veríasloduroquehasidoparaellanosaberlo.Creoquehavividosiemprealasombradelosterriblessucesosdeesanoche,peroahoramehadadolasllavesdelacasaypermisoparabuscardondeme parezca. Estoy decidida a no irme sin encontrar lo que necesitamos parademostrarlaimplicacióndeAnthonyenlamuertedeTheo.

—Bueno,mepareceformidableloqueestáshaciendo,ayudarlaadejartodoeso atrás. ¡Y qué golpe maestro! Solventar un crimen que ha sido todo un

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misteriodurantesetentaaños.Debedeserunasensaciónmaravillosa.Sadiesonrió.Eraungolpemaestro.Yunasensaciónmaravillosa.—Yestodoundetallequetussuperiorestedenmástiempoparaatarcabos.Sadie se sonrojó al instante; Bertie, en cambio, era la viva imagen de la

inocenciamientrasacariciabaelcuellodeRamsay.Sadienosuposihablabaenserioosi traseseaspectotranquiloseocultabaunapreguntanoformulada.Encualquiercaso,podríahabermentido,peroenesemomentonoestabadehumorpara ello. Lo cierto era que estaba cansada de fingir, en especial con Bertie,quieneratodasufamilia,laúnicapersonaenelmundoconquienpodíaserellamisma.

—Locierto,abuelo,esquehetenidounproblemillaeneltrabajo.Bertienoseinmutó.—¿Deverdad,cariño?¿Quiereshablardeello?YasífuecomoSadieseencontróhablandodelcasoBailey.Delapoderosa

intuicióndequeMaggiehabíasidovíctimadeuncrimen,desunegativaaseguirel consejo de sus superiores y de su decisión en última instancia de acudir aDerekMaitland.

—Eslareglanúmerouno:nosehablaconperiodistas.—Perotúeresunaexcelentedetective.Pensaríasqueteníasunbuenmotivo

pararomperlasreglas.Sufeenellaeraconmovedora.—Esopensaba.Estabaconvencidadequemi instintoestabaen lociertoy

parecíalaúnicamanerademantenerlaatenciónenelcaso.—Entonces,actuastedebuenafe,aunquedemaneraequivocada.Sinduda,

esotendrásuimportancia,¿no?—Las cosas no son así.Me habríametido en un buen lío de haber tenido

razón, pero no la tenía. Tomé una decisión desacertada, el caso me afectópersonalmente,yahorahayunainvestigaciónenmarcha.

—Ay,cariño.—LasonrisadeBertie rebosabacompasión—.Si tesirvedealgo,yomefiaríadetuinstintosindudarlo.

—Gracias,abuelo.—¿YDonald?¿Losabe?¿Quédice?—Fuequiensugiriólodelpermiso.Unamedidapreventiva,porasídecirlo.

Así,sidescubrenquefuiyo,puedoargumentarquemeheapartadodelservicioactivopordecisiónpropia.

—¿Yesoservirádealgo?

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—Porloquesé,Ashfordjamáshapecadodeindulgencia.Mesuspenderádeempleoysueldo,comopoco.Y,sihatenidounmaldía,meecharádelcuerpo.

Bertienegóconlacabeza.—Noparecejusto.¿Hayalgoquepuedashacer?—Elmejorplanquesemehaocurrido,apartedepasarinadvertidayevitara

NancyBailey,escruzarlosdedos.Bertiealzóunamanoconlosdedosentrelazados.—Entoncesyotambiéncruzolomíos.Y,mientrastanto,tienesqueresolver

elmisteriodelaCasadelLago.—Exactamente.—Sadiesintióunapunzadadeemociónalpensareneldía

siguiente.SeestabafelicitandoasímismaensilencioporhaberleconfesadoalfinlaverdadaBertie,cuandoesteserascólacabezaydijo:

—MepreguntoquéteníaelcasoBailey.—¿Quéquieresdecir?—¿Porquécreesqueteafectótantoestecasoenconcreto?—Madresehijas—dijoSadieencogiéndosedehombros—.Siempresonlos

quemeresultandifíciles.—Perohastenidootroscasossimilaresenelpasado.¿Porquéeste?¿Porqué

ahora?Sadieestabaapuntodedecirlequeno lo sabía,queeraunadeesascosas

inexplicables, cuando la primera carta deCharlotte Sutherland surgió de entresus recuerdos. En ese momento algo espantoso, algo muy parecido al dolor,crecióensuinterioryunaolaquehabíatratadodecontenerdurantequinceañosamenazóconahogarla.

—Recibíunacarta—dijoatropelladamente—.Haceunosmeses.Laniñayatienequinceaños.Meescribió.

LosojosdeBertieseabrierondeparenpartraslasgafas.Soloatinóadecir:—¿Esther?El nombre, así pronunciado, fue como una flecha en el corazón. La única

reglaqueSadiehabíaroto,ponerlenombreasuhijacuandovioesamanitaconformadeestrellaasomardesdedebajodelamantaamarillayblanca.

—¿Esthertehaescrito?Dosveces,pensóSadie,peronolodijo.—UnpardesemanasdespuésdecomenzarconelcasoBailey.Nosécómo

encontró mi dirección; supongo que guardan un historial de nombres y losfacilitansialguienpregunta,ynoesdifícilencontrarunadirecciónparticularsi

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sabesdóndebuscar.—¿Quédecía?—Hablabaunpocodesímisma.Unabuenafamilia,unbuencolegio,todas

lascosasbonitasquelegustahacer.Ydecíaquequeríaconocerme.—¿Estherquiereconocerte?—NosellamaEsther.SellamaCharlotte.CharlotteSutherland.Bertieseapoyócontraelrespaldodelasilla,conunasonrisaleveyaturdida

enelrostro.—SellamaCharlotteyvasaconocerla.—No.—Sadienegóconlacabeza—.No,novoyaconocerla.—Pero,Sadie,cariño.—Nopuedo,abuelo.Lohedecidido.—Pero…—Ladienadopción.¿Quévaapensardemí?—Noerasmásqueunaniña.Sadie seguía negando con la cabeza, en un gesto involuntario. Aunque la

nocheeracálida,tuvounescalofrío.—Pensaráquelaabandoné.—Sufristemuchomientrasdecidíasloqueseríalomejorparaella.—Nolovaaverdeesamanera.Mevaaodiar.—¿Ysinoesasí?—Mírame…—No tenía marido, casi no tenía amigos, hasta su planta se

estaba muriendo, abandonada. Lo había sacrificado todo por el trabajo, y nisiquiera en ese ámbito le iba bien. Era inevitable que la decepcionara—. Notengomaderademadre.

—No creo que esté buscando a alguien que le ate los cordones de loszapatos.Porloqueparece,lehaidomuybienenesesentido.Soloquieresaberquiénessumadrebiológica.

—Túyyosabemosquelabiologíanogarantizaelcariño.Aveceslomejorque le puede ocurrir a una persona es tener unos padres nuevos.Mira lo queRuthytúhicisteispormí.

Ahora era Bertie quien negaba con la cabeza, pero sin tristeza. Estabairritadoconella,Sadiesediocuenta,peronopodíahacernadaporevitarlo.Esadecisiónnolecorrespondíaaél,sinoaella,yyaestabatomada.Parabienoparamal.

Parabien.Suspiró,decidida.

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—Ruthsolíadecirquesiensudíaactuastedeformacorrectaylovuelvesahacerdenuevo,loúnicoquetequedaesseguiradelante.

LosojosdeBertieseempañarondetrásdesusgafas.—Siemprefuesabia.—Ysolíatenerrazón.Esoesloquehehecho,abuelo,heseguidoelconsejo

deRuth.Durantequinceañosheseguidoadelanteynohemiradoatrás,ytodohaidobien.Todosestosproblemascomenzaronporlacarta.Hatraídoelpasadodevueltaamivida.

—Noeraeso loqueRuthqueríadecir,Sadie, cariño.Queríaque siguierasadelantesinlamentaciones,noquenegarasporcompletoelpasado.

—Noloniego,simplementenopiensoenello.Toméladecisiónquetoméynoserviríadenadadesenterrarelpasado.

—Pero¿noesesoloquepretendeshacerconlosEdevane?—Esoesdiferente.—¿Deverdad?—Sí.Y lo era.No encontraba las palabras para explicarlo, no en esemomento,

perolosabía.LeirritabalaoposicióndeBertie,peronoqueríadiscutirconél.Bajólavozydijo:

—Escucha, tengoque irahacerunas llamadasantesdequeseademasiadotarde.¿Quéteparecesipongoaguaahervirytraigotéparalosdos?

***

Apesardelsoporíferovaivéndelmar,aquellanocheSadienologróconciliarelsueño. Había conseguido apartar a Charlotte Sutherland, a Esther, de suspensamientos,peroahoranosequitabaalosEdevaneyLoeannethdelacabeza.Dio vueltas y más vueltas mientras se imaginaba la noche de la fiesta delsolsticiodeveranode1933.EleanoryendoavercómoestabaelpequeñoTheoantes de regresar junto a los invitados, los botes a pedales y las góndolas quenavegabanporelarroyohaciaelcobertizodelasbarcas,laenormehogueraqueardíaenlaislaenmediodellago.

Aúnnohabíaamanecidocuandodecidióqueerainútil intentardormirysepuso el chándal. Los perros se despertaron entusiasmados cuando pasó por

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delantedelacocinayseapresuraronaseguirlaencuantosepusoenmarcha.Laoscuridaderademasiadocerradaparairporelbosque,asíqueseconformóconbordearelcabomientras repasaba todo loquenecesitabahacercuandoentraraenLoeanneth.EstabadevueltaencasadeBertieytostandolatercerarebanadadepancuandolaprimeraluzdelamanecerempezóacruzardepuntillaslamesadelacocina.DejóunanotaparaBertiedebajodelhervidor,cargóelcocheconlosarchivos,unalinternayuntermodetéyacallóalosperros.

El horizonte estaba doradomientras conducía hacia el este.Elmar relucíacomosialguienlohubieraespolvoreadoconlimadurasdehierroySadiebajólaventanillaparasentirlabrisafríaysalobreenlacara.Ibaahacerundíacálidoydespejado para las fiestas y se alegró por Bertie. Le alegró también haberescapadoantesdequesedespertara,evitandoasíqueserepitieralaconversacióndelanocheanterior.Nosearrepentíadehaberlecontadolodelacarta,peronoqueríahablarmásdeello.Estabadecepcionado,losabía,porsudecisióndenover a Charlotte Sutherland, convencido de quemalinterpretaba a sabiendas elconsejo deRuth, pero era una situación que él no sería capaz de comprender.Encontraría las palabras para explicarle qué significaba ceder un bebé enadopción,lasfuerzasquehabíanecesitadoparasuperarelhechodequeexistíaalguiende supropia sangre aquiennopodría conocer, pero,por elmomento,contodoloqueestabapasando,erademasiadocomplicado.

Sadie llegó a la señal inclinada, con la pintura blanca descascarillada trasañosde fuertesvientos,ygiróa la izquierda.Lacarreteraquesealejabade lacostaeraestrecha,grandesretazosdehierbainvadíanelasfaltodescoloridoysevolvíaaúnmásangostaalserpentearporelinteriordelbosque.Elamaneceraúnno había penetrado la espesura, así que Sadie encendió los faros para ver elcamino entre los árboles. Condujo despacio, escudriñando la vegetación enbuscade laentradaaLoeanneth.Según las instruccionesdeAliceEdevane, laverjadehierroforjadoseríadifícildever.Estabaapartadadelacarretera,habíadicho,y teníaundiseño intricadoque seconfundíacon loszarcillosdehiedraque, incluso durante los años de esplendor de la familia, trepaban por ellaamenazandoconsepultarla.

En efecto, Sadie casi pasó de largo. Solo cuando los faros del coche sereflejaron en el borde de un poste deslustrado comprendió que había llegado.Dio marcha atrás enseguida, aparcó en el arcén, bajó de un salto y manoseónerviosalasllavesquelehabíaentregadoAlice,enbuscadelaquedecíaVerjadeentrada.Susdedossemovíancontorpezaporlaemociónytuvoqueprobar

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variasvecesantesdeacertarconelcerrojo.Alfinal,sinembargo,loconsiguió.Laverja estabaoxidaday se resistióunpocoperoSadie siemprehabía tenidounafuerzafísicasorprendentecuandoestabamotivada.Laabrióapulsoydeparenpar,paraquepasaraelcoche.

Era la primera vez que se acercaba a la casa desde aquella dirección y laasombró,cuandoemergióporfindelfrondosobosque,loocultaquequedabadelresto delmundo, apartada en su propio valle, la casa y los jardines interioresprotegidos por una barrera de olmos. Siguió el camino de entrada sobre unpuente de piedra y aparcó el coche bajo las ramas de un árbol enorme en unsuelodegravillacolonizadopormatasdehierba.El sol todavíanoestabaaltocuandoabriólacancelayentróeneljardín.

—Quémadrugador—dijocuandovioalancianosentadoenelbordedeunamacetagrande.

Clivesaludóconlamano.—Llevoesperandoestemomentosetentaaños.Noibaaesperarunminuto

másdelonecesario.Sadielohabíallamadolanocheanteriorylehabíapuestoaldíaacercadesu

encuentro con Alice. Clive escuchó asombrado la nueva teoría de que TheoEdevane había sido asesinado por su padre. «Estaba seguro de que habíansecuestrado al crío», había respondido cuando Sadie acabó de hablar. «Todosestos añoshe albergado la esperanzade encontrarlo».Había un temblor en suvoz y Sadie fue consciente del empeño personal que había puesto en el caso.Conocíabienesasensación.«Todavía tenemosun trabajoquehacer», lehabíaasegurado.«Ledebemosaesepequeñoaveriguarexactamentequésucedióesanoche».EntonceslecontólodelasllavesylainvitacióndeAlicearegistrarlacasa.«La llaméantesdehablarconustedy lemencionésupersistente interés.Ledijeloimportantequehabíasidosuayudahastaahora».

EstabanbajoelpórticomientrasSadie forcejeabacon lapuertadeentrada.Duranteuninstantesobrecogedortuvieronlaimpresióndequeelcerrojoestabaatascadoy la llaveno ibaagirar,peroentoncesseprodujoelgratosonidodelmecanismo al ceder.Momentos después, Sadie y Clive cruzaron el umbral yentraronenelgranvestíbulodelaCasadelLago.

La habitación olía a humedad y hacía más frío de lo que Sadie habíaesperado.Lapuertadeentrada seguíaabiertadeparenpary, cuandomiródereojo elmundo exterior que se despertaba, todo le pareciómás luminoso queantes.Alcanzabaaverdesdeelcaminocubiertodemalezahastalasuperficiedel

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lago,relucientebajolosprimerosrayosdesoldelamañana.—Escomosieltiemposehubieradetenido—dijoCliveenvozbaja—.La

casa no ha cambiado desde que estuvimos aquí en aquella ocasión.—Giró elcuello para mirar desde todos los ángulos y añadió—: Con excepción de lasarañas. Esas son nuevas. —Clive miró a Sadie a los ojos—. Entonces, ¿pordóndetegustaríaempezar?

Sadie imitó la leve reverencia de su tono de voz.Había algo en una casacerradadurantetantotiempoqueinvitabaaesosgestosteatrales.

—AlicepensabaquelomásprobableesqueencontráramosloqueestamosbuscandoenelestudiodeAnthonyoenelsecreterdeEleanor.

—Y¿quéesexactamenteloqueestamosbuscando?—Cualquier cosaque aclare el trastornodeAnthony, enparticulardurante

las semanas previas al solsticio de verano de 1933. Cartas, diarios… Unaconfesión firmada sería ideal. —Clive sonrió mientras Sadie proseguía—:Vamosaavanzarmejorsinosseparamos.¿Ysitúmirasenelestudio,yoenelsecreterynosvemosdentrodeunpardehorasparacompararnotas?

Sadie fue consciente del silencio de Clive mientras subían juntos lasescaleras, la forma en que miraba a su alrededor, el profundo suspiro aldetenerse en el rellano de la primera planta. No podía ni imaginar lo quesignificaríaparaélvolveraaquellacasadespuésdetantasdécadas.SetentaañosduranteloscualeselcasoEdevanehabíaseguidovivoparaél,sinperdernuncalaesperanzade resolverlo.Sepreguntósihabríapasado lanoche repasando lainvestigación original y si ciertas piezas del rompecabezas, antes inocuas,habríancomenzadoaencajar.

—Nohepensadoenotracosa—respondióClivealapreguntadeSadie—.Me iba a la cama cuandome llamaste, perome fue imposible dormir. Estuvepensando en lo cerca que se mantuvo él de ella durante los interrogatorios.Entonces supuse que era para protegerla, para que no se viniera abajo tras ladesaparicióndelcrío.Peroahorasemeocurrequehabíaalgocasiantinaturalenesa cercanía. Casi como si hiciera guardia, para asegurarse de que ella norevelaba,noteníaocasiónderevelar,loqueélhabíahecho.

Sadieestabaapuntoderespondercuandolesonóelteléfonoenelbolsillodelos pantalones vaqueros. Clive indicó con un gesto que se iba al estudio deAnthonyySadieasintiómientrassacabaelmóvil.SelecayóelalmaalospiesalreconocerelnúmerodeNancyBaileyenlapantalla.Sadieseconsiderabaunaexperta en rupturas y había pensado que «Adiós y cuídate» no dejaría lugar a

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dudas:eraunaformadiscreta,inclusoamable,decerrarlapuerta.Eraevidentequeibaanecesitarunenfoquemásexplícito.Peronoahora.Silencióelteléfonoy lo volvió a guardar en el bolsillo. Ya se ocuparía deNancy Bailey en otromomento.

LahabitacióndeEleanorestabaenelmismopasillo, solodospuertasmásallá, pero Sadie no semovió. Sumirada se detuvo en la alfombra de un rojodesvaído, roídaenpartes,que seprolongabaporun tramode lasescalerasdelfondo.Habíaalgoquedebíahacerenprimerlugar.Subióalaplantadearribayrecorrió el pasillo hasta el final. Ahí hacía más calor y el aire estaba máscargado. De las paredes colgaban cuadros que conmemoraban las diversasgeneraciones de la familia DeShiel y detrás de cada puerta entreabierta, lashabitaciones,queaúnconteníantodaclasedeobjetosenlasmesillasdenoche:lámparas, libros,peinesyespejos.Erasobrecogedory la invadióunapoderosasensación, del todo irracional, de que no debía hacer ruido alguno. La parterebeldedeellatosiósoloparaquebrarelsilenciogeneral.

Alfinaldelpasillo,lapuertadelcuartodelosniñosestabacerrada.Sadiesedetuvoalllegar.Habíaimaginadoesemomentomuchasvecesalolargodelosúltimosquincedías,peroahoraqueseencontrabaanteelumbraldelcuartodeTheo todo le pareció más real de lo que había previsto. No solía concederimportanciaaritualesysupersticiones,perohizounesfuerzoporevocaraTheoEdevane, ese bebé de ojos grandes y mejillas redondeadas de las fotos de laprensa, y se dijo a sí misma que estaba a punto de franquear una habitaciónsagrada.

Abrió la puerta despacio y entró. El aire estaba cargado y aunque lascortinas,blancasantañoyahoragrisesymordisqueadasporlaspolillas,estabanechadas, la luz pasaba sin trabas. El cuarto eramás pequeño de lo que habíaimaginado. En el centro, la delicada cuna de hierro colado era un clarorecordatoriodelopequeñoyvulnerablequeeraTheoEdevaneen1933.Estabasobreunaalfombraredondadetelaymásallá,juntoalaventana,habíaunsillónde cretona que en otro tiempo debía de haber sido de un amarillo alegre eintenso,peroqueahorateníauntonobeistristeeimpreciso.Noeradeextrañar,despuésdedécadasdepolvoeinsectosysoldeverano.Elestanteconjuguetesdemadera de la época, el caballo balancín debajo de la ventana, la bañera debebéenunrincón:todoleresultabafamiliargraciasalasfotografíasdelaprensaySadieexperimentólasensaciónuntantoinquietantedeligeroreconocimiento,comosi se trataradeunahabitacióncon laquehabía soñadooque recordaba

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vagamentedesupropiainfancia.Seacercóainspeccionarlacuna.Aúnestabahecha,consábanasyunamanta

de punto alisada y remetida por uno de los extremos.Ahora tenía un aspectopolvoriento,triste.Sadiepasólamanoconsuavidadsobrelosbarrotesdehierroyseprodujoundébiltintineo.Unadelascuatroperillasmetálicastemblabaensuposte.AllíhabíanacostadoaTheoEdevane lanochede la fiesta.Bruen, laniñera,habíadormidoen la camapegadaa lapareddeenfrente,bajoel techoinclinado, y afuera, en el césped junto al lago, cientos de personas se habíanreunidopararecibirelverano.

Sadieechóunvistazoalapequeñaventanalateralenlacuallaúnicatestigodelcasohabíaafirmadoveraunamujeresbelta.Lainvitadaalafiestadijoqueeraalrededordelamedianoche,perodebiódehabercometidounerror.Oselohabía imaginado todo (según Clive, seguía borracha al día siguiente). De locontrario tenía que haber sido otra ventana, otra habitación. Era posible quehubieraentrevistoaEleanorenelcuartodelosniñoscuandofueaveraTheo,comoerasucostumbre,peroenesecasosehabíaequivocadoen lahora,puesEleanorhabíasalidodelcuartoalasonce, traslocualsehabíadetenidoenlasescaleras para dar instrucciones a una criada. Y los testigos habían visto aEleanorjuntoalcobertizodelasbarcas,dondelasgóndolasseguardaronjustoantesdemedianoche.

Unrelojcirculardeausteraesferablanca,cuyasagujasmarcabanlas tresycuarto de algún año remoto, acechaba en lo alto y cinco grabados del ositoWinniecolgabanenhileraenlapared.Esasparedeslohabíanvistotodo,peroelcuarto no hablaba. Sadie miró hacia la puerta y la huella fantasmal de losacontecimientos de la noche en cuestión se dibujó ante sus ojos. En algúnmomentodespuésdelamedianocheAnthonyEdevanehabíarecorridoelpasilloy cruzado la habitación hasta llegar a la cuna, al igual que hacía ahoraSadie.¿Qué sucedió a continuación?, se preguntó. ¿Se llevó al pequeño del cuarto otodoocurrióaquí?¿SellegóadespertarTheo?¿Reconocióasupadreylesonrióosusurróalgunacosa,ocomprendiódealgúnmodoquehabíaalgodiferenteenestavisita,algo terrible?¿Forcejeóogritó?¿Yquésucediódespués?¿CuándodescubrióEleanorloquehabíahechosumarido?

Algoenel suelo,debajode la cuna, llamó la atencióndeSadie:unobjetopequeñoybrillantesobrelaalfombra,iluminadoporunrayodesol.Seagachópararecogerlo;eraunbotónplateadoconeldibujodeuncupidoregordete.Leestabadandovueltasentre losdedoscuandoalgosemovióencontactoconsu

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pierna.Sesobresaltó,conelcorazónenunpuño,antesdecomprenderquesoloera elmóvil, que le vibraba en el bolsillo.El alivio no tardó en dar paso a laexasperacióncuandoviounavezmáselnúmerodeNancyBailey.Conelceñofruncido, Sadie pulsó el botón de rechazar llamada, desactivó la vibración yguardóelteléfonoyelbotón.Volvióarecorrerlahabitaciónconlavista,peroelhechizosehabíaroto.YanoveíaaAnthonyavanzarsigilosohacialacunanioíael ruido de la fiesta.No eramás que un cuarto viejo y solitario y ella estabaperdiendoeltiempoconbotonesextraviadosypensamientosmorbosos.

***

LahabitacióndeEleanorEdevaneestabaenpenumbrayelaireolíaarancio,atristezayabandono.GruesascortinasdeterciopelovestíanlascuatroventanasyloprimeroquehizoSadiefuedescorrerlas,tosiendomientrasnubesdepolvoselevantaban y dispersaban. Abrió todo lo que pudo las rígidas ventanas deguillotinaysedetuvounmomentoaadmirarlavistadellago.Elsolyarelucíaylospatosestabanajetreados.Undébilgorjeolellamólaatenciónyalzólosojos.Ocultobajolosalerosdetejadoatisbóunnido.

Cuando una corriente de aire límpido entró por la ventana abierta, Sadiesintió una oleada de resolución y decidió dejarse llevar por ella. Se fijó en elsecreterconcierredepersianapegadoalapareddeenfrente,exactamentedondeAlice le había dichoque estaría.Eleanor era quienhabía impulsado aSadie aaquellainvestigación;eraEleanorconlaquehabíasentidounaconexióninicialinspiradapor la carta en el papel condibujodehiedra, y eraEleanorquien laayudaría a demostrar lo sucedido al pequeño Theo. Sadie recordó lasinstruccionesdeAliceybuscódebajodelasilla,palpólamaltrechatapiceríadelasiento y recorrió con los dedos los bordes demadera. Por fin, donde la pataderechaseuníaalasiento,susdedossetoparonconunpardediminutasllavescolgadasdeungancho.Bingo.

Unavezabierta,latapademaderaseplegósindificultadespararevelarunpulcro escritorio con una escribanía de piel y un portaplumas. Una serie dediariosocupabanlosestantesdelfondoyunvistazorápidoalprimerodescubrióque se trataba de los cuadernos con hojas por triplicado que, según Alice,Eleanorempleabaparalacorrespondencia.Sumiradarecorrióávidaellomode

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losvolúmenes.Nadaindicabaqueseencontraranenordencronológico,perounamiradaalescritorio,ordenadoydespejado,sugeríaqueeraprobable.LafamiliahabíaabandonadoLoeannethafinalesde1933,locualsignificabaque,talvez,laúltimalibretaabarcaríalosmesespreviosalafiestadeeseaño.Sadielasacódelestantey,enefecto,enlaprimerapáginafigurabaunacartadatadaenenerode1933,escritaenunabellacaligrafíaaalguienllamadodoctorSteinbach.Sadiese sentó en el suelo con la espalda apoyada contra el lateral de la cama ycomenzóaleer.

Era la primera de lo que resultó ser una serie de cartas a una serie demédicos,encadaunadelascualesEleanoresbozabalossíntomasdeAnthonyysolicitabaayudamediantefrasescortesesquenolograbanocultarporcompletosu desesperación. Las descripciones que hacía de las dificultades de Anthonyeran conmovedoras: el joven entusiasta cuya prometedora vida le había sidoarrebatadaporelservicioasupaís,quehabíaintentado,desdesuregreso,a lolargo de los años, recobrarse y recuperar sus habilidades. Sadie se conmovió,peronodisponíadetiempoparalamentarlasatrocidadesdelaguerra.Hoysolotenía una atrocidad por demostrar, y para ello debía concentrarse en buscarreferenciasaposiblestendenciasviolentasdeAnthonyantesdel23dejunio.

SienlascartasqueEleanorescribióalosmédicosdeLondresseapreciabaciertareserva,enlasqueenvióaDaffydLlewellyn(yerannumerosas)el tonoeramuchomásíntimo.TambiénmencionabanelproblemamédicodeAnthony(Sadie había olvidado que Llewellyn había sidomédico antes de dejarlo paraconvertirse en escritor), pero, sin la carga de tener que formular susdescripciones de tal modo que preservaran la dignidad y la privacidad de sumaridoaojosdeundoctordistante,Eleanoreracapazdedescribirsuestadoysudesesperaciónconsinceridad:Aveces temoquenuncavolveráaser libre,queesta búsqueda mía ha sido en vano… Daría cualquier cosa por que serecuperara, pero ¿cómo puedo serle de ayuda si él ya no está dispuesto aayudarseasímismo?HabíaciertasfrasesenparticularquepersuadieronaSadiedeencontrarseenlasendacorrecta:Anochevolvióasuceder.Sedespertóconunalarido,gritandounavezmáscosassobreelperroyelbebéeinsistiendoenquedebíansalirya,ytuvequeabrazarmeaélcontodasmisfuerzasparaevitarquesaliera corriendo de la habitación. Pobre amor mío, cuando se pone así,retorciéndose y temblando, ni siquiera me reconoce… Por las mañanas sedespiertallenoderemordimientos.Aveceslemiento,finjoquemeheheridoyosola al ir con prisas. Sé lo que piensas de eso y estoy de acuerdo en que, en

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principio, lasinceridadexpresadacontactoeselmejormétodo,perosaber laverdadlodestrozaría.Jamásmataríaunamoscaasabiendas.Yonosoportaríaverlo tan avergonzado…Ahora bien, ¡no te preocupes!No te habría contadotodoestosihubierasabidoqueteibaahacersufrirasí.Teaseguroqueestoybien.Lasheridascorporalessanan;muchopeoressonlasheridasdelespíritu…LehiceunapromesaaAnthony y laspromesashayque cumplirlas.Túme loenseñaste…

Amedidaqueleía,aSadieleresultóevidentequeLlewellyntambiénestabaenteradodel romancedeEleanor conBenjaminMunro.Miamigo, como tú teempeñas (¡hipócritamente!) en llamarlo, está bien… Por supuesto que meremuerdelaconciencia.Esmuyamabledetuparteseñalarlasdiferenciasentremi madre y yo, pero debajo de esas palabras generosas sé que nuestroscomportamientosnosontandiferentes…Enmidefensasiesquesemepermitedefenderme,diréqueloamo,deformadiferenteaAnthony,porsupuesto,peroahora séqueesposibleparael corazónhumanoamarendosámbitos…Y,acontinuación,enlaúltimacarta:Tienestodalarazón,Anthonynodebellegarasaberlo.Seríamásqueunrevés,seríasudestrucción…

Laúltimacartaestabafechadaenabrilde1933ylalibretanoconteníamás.Sadie recordó que Daffyd Llewellyn solía pasar en Loeanneth los meses deverano,locualexplicabaquenohubieramáscorrespondenciaentreEleanoryél.Releyóalgunasfrases:Tienestodalarazón,Anthonynodebellegarasaberlo…,seríasudestrucción.Noeraexactamenteunaprueba,peroresultabainteresante.A juzgarpor la respuestadeEleanor, aLlewellyn lehabíapreocupadomuchocómo reaccionaría Anthony si descubría la aventura. Sadie se preguntó si suansiedadhabríacontribuidoa ladepresiónque lo llevóal suicidio.Noeraunaexperta, pero no le parecía imposible. Sin duda ayudaría a explicar lacoincidenciatemporal,quenodejabaderondarlelacabeza.

Sadie se animó. Alice había dicho que su madre guardaba las cartas querecibíaenloscajoneslateralesdelsecreter.ConunpocodesuertelasdeDaffydLlewellyn estarían ahí. Así podría leer de su puño y letra todo lo que habíatemido (y cuánto). Abrió ambas gavetas. Cientos de sobres, rasgados dondehabíansidoabiertos,formabanfajossujetosconcintasdecolores.TodosestabandirigidosalaseñoraE.Edevane,algunosmecanografiadosydeaspectooficial,otros escritos amano. Sadie los revisó, fajo a fajo, en busca de las cartas deDaffydLlewellyn.

Aún no había hallado nada cuando un fajo le llamó la atención, pues el

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primer sobre no tenía ni dirección ni sello. Perpleja, echó un vistazo al resto.Habíaunoodossobresquehabíanllegadoporcorreo,peroelrestoestabantanenblancocomoelprimero.Yentoncescayóenlacuenta.Ladelicadacintaroja,elligeroaromaempolvadoaperfume.Erancartasdeamor.

Noera,enunsentidoestricto,loquehabíaidoabuscar,perolacuriosidadseapoderó de Sadie. Además, existía la posibilidad de que Eleanor hubieracompartido con su enamorado los temores que albergaba acerca de Anthony.Tiródelacintaroja,tanimpacientepordeshacerelfajoquelascartasacabaronesparcidas por el suelo. Se estaba maldiciendo a sí misma por haberlasdesordenadocuandoalgolellamólaatención.Algoquenoencajabaenabsolutoenaquelfajodecartas.

Reconoció el papel a primera vista, el diseño de zarcillos de hiedra verdeintensoqueserpenteabanen losmárgenes, lacaligrafía, laplumaestilográfica.Todo encajaba a la perfección. Era la primera mitad de la carta que habíaencontrado al registrar el cobertizo de las barcas, la carta que Eleanor habíaescritoaAnthonycuandoeste se encontrabaenel frente.El corazóndeSadielatiócon fuerza inclusomientrasalisaba lahojadepapel.Más tarde tendría laimpresióndehaberpresentidoentoncesloqueestabaapuntodedescubrir,pues,alcomenzaraleer,unadelaspiezasquefaltabanenelrompecabezas,unapistaquehabíabuscadosinsiquierasaberlo,lecayóenelregazo.

—¿Sadie?Alzólavistasobresaltada.EraClive,depieenelumbral,conuncuaderno

decueroenlamanoyexpresiónanimadaenelrostro.—Ah,aquíestás—dijo.—Aquí estoy —repitió Sadie como un loro, aún absorta en las

ramificacionesdeloqueacababadedescubrir.—Creoque lo tenemos—dijo emocionado, caminando tan rápido como le

permitían sus piernas envejecidas para sentarse al borde de la cama, cerca deSadie—.En el diario deAnthonyde 1933.Alice estaba en lo cierto, eramuyprolífico.Hay un diario por cada año, llenos sobre todo de observaciones delmundonaturalydeejerciciosdememoria.Los reconocídemisprimerosdíascon la policía, cuando los usaba para poder recordar todos los detalles de laescenadelcrimen.Perotambiénhayentradasdediarioenformadecartasauntipo llamado Howard. Un amigo que me imagino que murió en la primeraguerra.Ahíesdondeloencontré.Enjuniode1933,Anthonypareciósufrirotradesusrecaídas.Lediceasucompañeroqueduranteelúltimoañosuestadoha

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idoapeor,quealgohacambiado,peroquenosabequéesyqueelnacimientode su hijo no ha mejorado las cosas. De hecho, en las entradas anterioresmenciona unas cuantas veces que el llanto del pequeño le despertaba viejosrecuerdos de una experiencia a la que llama «el incidente», algo que ocurriódurantelaguerra.Enlaúltimaentradaantesdelafiestadeveranoescribequesuhijamayor,Deborah,habíaidoahablarconélyquelehabíacontadoalgoquelocambiaba todo, y explica que tiene la sensación de que su ilusión de vidaperfecta«haquedadohechaañicos».

—Laaventura—dijoSadie,alrecordarlostemoresdeDaffydLlewellyn.—Tienequesereso.Anthonyhabíadescubiertolaaventuradesuesposajustoantesdelafiesta.

Sindudaesohabríabastadoparasacarlodesuscabales.ErajustoloquehabíatemidoDaffyd Llewellyn.Ahora, sin embargo, a la luz de lo que acababa deleer,Sadiesepreguntósiseríaesotodoloquehabíadescubierto.

—Y tú ¿qué tal?—Clive señaló con un gesto de la cabeza los sobres aúndispersossobrelaalfombra—.¿Algodeinterés?

—Esunaformadedecirlo.—¿Ybien?Sadie le contóquehabía encontrado en el cobertizode las barcasparte de

unacartaqueEleanorhabíaescritoaAnthony,cuandoellaestabasolaencasa,embarazadadeAlice,élenelfrente,ysepreguntabacómoibaavivirsinél.

—¿Y?—laanimóaseguirClive.—Acabodeencontrarlaotraparte,laprimeramitad.Aquí,entreelrestode

lacorrespondenciadeEleanor.—¿Esesa?—CliveseñalólahojadepapelqueSadieteníaentrelasmanos

—.¿Puedo?SadieselaentregóyClivelaleyóporencima,lascejasarqueadas.—Cielosanto.—Sí.—Esapasionada.—Sí.—PeronoestádirigidaaAnthony.Dice:QueridísimoBen.—Cierto —respondió Sadie—. Y la fecha es de mayo de 1932. Lo que

quieredecirqueelbebéalqueserefierenoesAlice.EsTheo.—Peroesosignifica…—Exactamente.TheoEdevanenoerahijodeAnthony.ErahijodeBen.

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Capítulo29

Cornualles,1932

NohabíasidointencióndeEleanorquedarseembarazada,nodeBen,peronolo lamentó ni por un instante.Lo había sabido casi en cuanto ocurrió.Habíantranscurridodiez años desdeClementine, pero no lo había olvidado.Sintió unamor inmediato e inmenso por la personita que crecía en su interior. EnocasionesAnthonylehabíaenseñadoloqueseveíaporelmicroscopio,asíqueEleanor sabía de células, de losmisterios de la reproducción y el tejido de lavida.Suamorporelbebéeracelular.Eranunoylomismoysesentíaincapazdeconcebirsuvidasineseserdiminuto.

Tan intenso, tanpersonalera suamor,que le resultaba fácilolvidarqueelbebé tenía padre, que no lo había concebido ella sola con la fuerza de suvoluntad…,enespecialahoraqueelniñoprometidotodavíaeramuypequeñoyestabaasalvodentrodeella.Aquelniño(estabaseguradequeeravarón)erasusecreto, y a Eleanor se le daba bien guardar secretos.Había adquiridomuchapráctica.HabíaguardadoelsecretodeAnthonyduranteaños,yelsuyopropiodesdequeconocióaBen.

Ben. Al principio Eleanor se había dicho a sí misma que era solo unaadicción.Unavez,cuandoerapequeña,supadrelehabíaregaladounacometa,unacometaespecialllegadanimásnimenosquedeChina,ylehabíaenseñadoahacerlavolar.Eleanorhabía sentidoverdaderapasiónpor aquella cometa: lacolahechadecintasdecoloresbellísimos,latensióndelhilotemblorosoensusmanos, lacaligrafíaextrañaymaravillosaenunodelosladosqueparecíamásunailustraciónqueunidioma.

Juntos,ellaysupadrehabíanrecorrido loscamposdeLoeannethenbusca

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delmejor lugar para lanzar la cometa, losmejores vientos para hacerla volar.Eleanor sehabíaobsesionado.Tomabanotasdevueloenuna libreta,dibujabanumerososdiagramasyplanosparadiseñarajustesyamenudosedespertabaenplena noche para repasar los movimientos con los que soltar el sistema deanclaje, con sus manos guiando el hilo de una cometa imaginada como siestuvieraenelprado.

—Tienes una adicción—había dichoBruen, la niñera, con unamirada deintenso desagrado, antes de llevarse la cometa del cuarto y esconderla—. Lasadicciones sonobradeldiablo,yeldiablodesaparececuandose topaconunapuertabiencerrada.

EleanorsehabíahechoadictaaBen,oesosedecíaasímisma,peroahoraeraunapersonaadulta,dueñadesudestino.NohabíaunaBruenquequemaralacometaycerraralapuerta,asíqueeralibreparaabandonarseasuadicción.

***

—Estabaapuntode encender el fuego—habíadichoBeneldíaque sehabíaencontradoconélenlacaravana—.¿Legustaríapasaryesperaraqueacabelatormenta?

Aún caía una lluvia torrencial y, sin lamotivaciónde encontrar aEdwina,Eleanorreparóenqueteníamuchofríoyestabaempapada.Detrásdeélviounasalitadeestarquedeprontoleparecióelcolmodelacomodidadylacalidez.Asuespalda llovíaacántarosyEdwina, a suspies,a todas luceshabíadecididoquedarse.Eleanortuvolaimpresióndequenoteníaotraopción.Diolasgracias,respiróhondoyentró.

Elhombrelasiguióycuandocerró,elruidodelalluviaquedódeinmediatoamortiguado.Trasdarleunatoalla,hizofuegoenunapequeñaestufadehierroque había en el centro de la caravana. Mientras se secaba el pelo, Eleanoraprovechóparamirarasualrededor.

Lacaravanaeraconfortable,perosinlujoalguno.Benhabíahecholojustopara que resultara acogedora. En el alféizar de una ventana, reparó Eleanor,habíadelicadasgrullasdepapelcomolaquelehabíavistoplegareneltren.

—Porfavor,siéntese—dijoBen—.Notardonadaenencenderesto.Esunpocotemperamental,peroúltimamentenoshemosllevadobien.

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Eleanorahuyentóunasomoderecelo.EraconscientedequelacamadeBen,el lugar donde dormía, se veía detrás de la cortina, al fondo de la caravana.Desviólamirada,dejólatoallaenunasillademimbreysesentó.Lalluviacaíaahora plácidamente y se le ocurrió, no por primera vez, que era uno de lossonidosmásagradablesqueconocía.Estarbajotecho,conlaesperanzadeentraren calor y secarse pronto mientras llovía fuera era un placer magnífico ysencillo.

Cuandolasllamasdanzaronyelfuegocomenzóacrepitar,Benselevantó.Arrojólacerillausadaalfuegoycerrólarejilla.

—Sí que nos conocemos —dijo—. En el tren, el viaje de Londres aCornualles,haceunosmeses.

—Sinomefallalamemoria,eraustedelqueibaenmivagón.Ben sonrió y Eleanor sintió un hormigueo peligroso e inesperado en el

estómago.—No se lo puedonegar.Tuvemucha suerte de conseguir un billete.—Se

limpió el hollín de las manos sobre el pantalón—. La recordé en cuanto nosseparamosenlaoficinadecorreos.Mevolví,peroyasehabíaido.

Así que se había vuelto. Resultaba desconcertante y Eleanor disimuló sunerviosismoobservandoconatenciónlacaravana.

—¿Viveaquí?—preguntó.—Porelmomento.Pertenecealgranjeroquemedatrabajo.—Pensé que ya no trabajaba para el señor Nicolson. —Se maldijo a sí

misma.Ahoraibaasaberquehabíaestadohaciendopreguntasacercadeél.BennoreaccionóyEleanorseapresuróacambiardetema—.Nohayaguacorrientenielectricidad.

—Nolasnecesito.—¿Dóndecocina?Benseñalóelfuegoconungesto.—¿Dóndesebaña?Ladeólacabezaendirecciónalarroyo.Eleanoralzólascejas.Benrio.—Encuentroqueesunlugarmuytranquilo.—¿Tranquilo?—¿Nuncahasentidodeseosdedesaparecerparaelrestodelmundo?Eleanorpensóenlosrigoresdesermadre,enelodioquesentíacuandoveía

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asupropiamadreasentirenseñaldeaprobación,lavigilanciaconstantequeleendurecíaloshuesosylosengranajesdelcerebrocomosiunasbandaselásticastirasendeella.

—No—dijo,coneseremedodevozdespreocupadaquehabíaperfeccionadoconlosaños—,nocreoquelohayadeseadonunca.

—Supongoqueno leocurre a todoelmundo—dijoBenencogiéndosedehombros—.¿Leapetecetomarunatazadetémientrassesecansuscosas?

LamiradadeEleanorsiguióelgestodesubrazo,queseñalabaunacacerolaenlacocina.

—Bueno—dijo.Hacía frío, al finyal cabo,y seguía teniendo loszapatosmojados—.Quizá,mientrasesperoaqueescampe.

BenpreparóeltéyEleanorlepreguntóporlacacerola.Élrioyledijoquenoteníahervidor,peroqueaunasíselasarreglaba.

—¿Nolegustanloshervidores?—Ningunaobjeción.Simplementenotengo.—¿Nisiquieraensucasa?—Estaesmicasa;almenosporahora.—Pero¿adóndevaaircuandosemarche?—Alsiguientelugar.Megustacambiardeaires—explicó—.Nomequedo

muchotiempoenningúnsitio.—Nocreoquesoportaranotenerunhogar.—Mihogarsonlaspersonas,misseresqueridos.LasonrisadeEleanorfueagridulce.Recordabahaberdichoalgomuysimilar

hacíamuchosaños,todaunavida.—¿Noestádeacuerdo?—Las personas cambian, ¿no? —No había sido intención de Eleanor

emplearuntonotanáspero—.Unacasa,sinembargo…Unacasaconparedesysuelo y un tejado; con habitaciones llenas de cosas especiales; con recuerdosentrelassombras…Bueno,daseguridad.Essólidayrealy…

—¿Honrada?—Ben le entregóuna taza de té humeante y se sentó enunasilla,juntoaella.

—Sí—dijoEleanor—.Sí, exactamente.Honrada y, bueno, leal.—Sonrió,avergonzadadesúbitoporhaberexpresadounaopinióntanvehemente.Sesintióvulnerable,ytambiénextraña.¿Quéclasedepersonaalbergatalessentimientosporunacasa?PeroBentambiénsonrió,yEleanorcomprendióque,aunquenoestuvieradeacuerdo,lacomprendía.

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Había pasado mucho tiempo desde que Eleanor había conocido a alguiennuevo,desdequehabíapodidorelajarselosuficienteparapreguntaryescucharyresponder. Bajó la guardia y conversó con él, le hizo preguntas acerca de suvida.SehabíacriadoenelLejanoOriente,supadreeraarqueólogoysumadreuna ávida viajera; lo habían animado a ser independiente y no seguir lasexpectativas de la sociedad. Sentimientos que Eleanor casi recordaba haberalbergadoellamisma.

El tiempo transcurrió de unmodo extraño, como si la atmósfera dentro lacaravanaexistieraajenaa losvaivenesdelmundoexterior.Laestructurade larealidad se había disuelto y solo quedaban ellos dos. En el transcurso de losaños,Eleanorhabíaobservadoque,inclusosinreloj,eracapazdesaberlahoraconunmargendeerrordeunoscincominutos,peroentoncesperdiólanocióndel tiempopor completo.Hastaqueviopor casualidadunpequeño reloj enelalféizarnosediocuentadequehabíanpasadodoshoras.

—Tengoqueirme—dijosinaliento,devolviéndolelatazavacíamientrasseponíadepie.Semejantedescuidoerainaudito.Impensable.Lasniñas,Anthony,madre…,¿quéestaríandiciendo?

Bentambiénsepusoenpie,peroningunodelosdossemovió.Pasóentrelosdos esa extraña corriente, lamisma que había percibido en el tren, y Eleanorsintiólatentacióndequedarse,deesconderse,denosalirnuncadeallí.Deberíahaberdicho:«Adiós»,peroloquedijofue:

—Todavíatengosupañuelo.—¿Deltren?—Benserio—.Yaselodije:essuyo.—Nopuedoaceptarlo.Anteseradiferente,noteníaformadedevolvérselo,

peroahora…—¿Ahora?—Bueno,ahoraséqueestáaquí.—Sí—dijoBen—.Losabe.Eleanorsintióqueunescalofríolerecorríalacolumnavertebral.Nolahabía

tocado,perocomprendióquedeseabaqueéllatocara.Sesentíaalbordedeunprecipicioyenesemomentodeseócaer.Mástardecomprenderíaqueyalohabíahecho.

***

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—Sinduda,tenotomásanimada—señalósumadreesamismatarde—.Esunamaravillacómopuedealigerarelespírituquedarseatrapadaenlalluvia.

Yesanoche,cuandoseacostóal ladodeAnthony,cuandolebuscóyél lediounapalmaditaenlamanoantesdegirarse,Eleanorpermanecióquietaenlaoscuridad,recorriendomentalmentelaslíneasdeltecho,escuchandomientraslarespiracióndesumaridosehacíaacompasadayprofunda,ytratóderecordarelmomentoenquehabíaempezadoaaislarsedelosdemás,ypensóeneljovendeltren,esehombrecuyonombredepila,reparóahora,aúnnosabía,quelehabíahechoreíryreflexionaryenternecerse,yqueestabaaunpaseodedistancia.

***

Al principio era una mera cuestión de sentirse viva después de tantos años.Eleanornosehabíadadocuentadequeseestabaconvirtiendoenunaestatua.SabíaquehabíacambiadoenloscercadediezañostrascurridosdesdeelregresodeAnthony,peronohabíasidoconscientedehastaquépuntosudeterminaciónde cuidarde él, deprotegerloy sanarlo, de impedir que lasniñas sufrieran, lahabía menoscabado. Y ahí estaba Ben, tan libre, despreocupado y jovial. Laaventura amorosa le brindaba una vía de escape, una intimidad y un placeregoísta,yerasencillodecirseasímismaquesetratabadeunameraadicción,deunconsuelotemporal.

Perolossíntomasdeunaadicción(lospensamientosobsesivos,losdesvelos,elexquisitoplacerqueseobtienealgarabatearelnombredeotrapersonaenunahojadepapel,deverloescrito,pensamientoconvertidoenrealidad)separecennotablementealosdelenamoramiento,yEleanortardóendarsecuentadeloqueocurría.Al finyalcabo,nuncahabía imaginadoque fueraposibleamaradospersonas a la vez. Se quedó conmocionada cuando un día se descubriótarareandounaviejamelodíadeballetdelaquenosehabíaacordadoenañosycayóenlacuentadequeestarconBenlahacíasentirigualquecuandoconocióaAnthony, como si elmundo se hubiera vuelto, sorprendente, inesperadamente,másluminoso.

Estabaenamoradadeél.Pronunciadas mentalmente, las palabras la asombraban y sin embargo

sonabansinceras.Habíaolvidadoqueelamorpodíaserasí,sencilloyalegre.El

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amorquesentíaporAnthonysehabíavueltomásprofundoconlosaños,habíacambiado;lavidaleshabíapuestoobstáculosysuamorsehabíaadaptadoparasuperarlos.Amar había llegado a significar poner a la otra persona en primerlugar, sacrificarse, mantener la maltrecha embarcación a flote durante latempestad.ConBen,sinembargo,amareraflotarenunpequeñobotederemosenunmarencalma.

***

Cuando se quedó embarazada, Eleanor supo de inmediato quién era el padre.Aunasí,dedicóunesfuerzoacalcularlassemanas,soloparacerciorarse.TodohabríasidomuchomásfácilsielbebéhubierasidodeAnthony.

NoselepasóporlacabezamentiraBeny,apesardetodo,noselocontóenseguida. El cerebro humano tiene un don para afrontar los problemascomplejosmediantelanegaciónyEleanorseconcentróensualegría:ibaanacerun bebé, siempre había soñado con tener otro, un bebé haría feliz aAnthony.Más que eso, otro niño le curaría de su enfermedad. Esta idea había formadoparte de sus pensamientos durante tanto tiempo que Eleanor era incapaz deponerlaenduda.

Alprincipiosenegóareconocerelespinosotemadelapaternidaddelniño.Incluso cuando su vientre empezó a endurecerse y sintió un aleteo de levesmovimientos,mantuvoelsecreto.Aloscuatromeses,sinembargo,trasrevelarlamaravillosanoticiaaAnthonyylasniñas,supoquehabíallegadoelmomentodehablarconBen.Elembarazoempezabaanotársele.

Mientrassopesabacómodecírselo,Eleanorcomprendióqueestabaaterrada,peronoporquetemieraqueBenlefueraaponerlascosasmásdifíciles.Desdeelprimer día en la caravana, Eleanor había estado esperando que desapareciera,previendosombríaeldíaenquefueraabuscarloysehubieraido.Cadavezquerecorríaapieelsenderodelarroyoparareunirseconél,conteníaelalientoysepreparabapara lopeor.Desde luego,nuncahabíadichoenvozalta lapalabra«amor».La ideadeperderlohabíasidouna tortura,peroEleanornodejabaderecordarse que Ben era un trotamundos y que ella lo había sabido desde elprincipio.Habíasidounodelosmotivosdelaatracciónylarazónporlacualsedejóllevar.Suprovisionalidadlehabíaparecidoelantídotoperfectoalacarga

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quesobrellevaba.Undíase iría,sedecíaasímisma,y todohabría terminado.Sinlazos,sinlamentaciones.Sinhaberhechodañoanadie.

Perosehabíaestadoengañando,yahoracayóenlofalsaypresuntuosaquehabía sido su despreocupación. Ante la perspectiva de darle la noticia que loahuyentaría,aél,asuamantebohemio,unhombrequenoteníaniunhervidor,sediocuentadelomuchoquedependíadeél,desuconsueloysubuenhumor,de su actitud tranquila y amable. Lo amaba y, a pesar de que su marcharepresentabaunasoluciónprácticaalproblema,noqueríaquesefuera.

Almismotiempo,Eleanorsemaldecíaporalbergaresperanzastaningenuas.Porsupuestolascosasnopodíanseguirigual.Ibaatenerunhijo.Estabacasadacon Anthony. Él era su marido y ella lo amaba, siempre lo amaría. No lequedabamás remedio que decirle a Ben que iba a ser padre y verlo hacer elequipaje.

***

Nohabíatenidoencuentalabiología.Nohabíatenidoencuentaelamor.—Unhijo—dijoBenasombradocuandoEleanorselocontó—.Unhijo.Su rostro adquirió una expresión inusual, una sonrisa de alegría y placer,

pero, sobre todo, de sobrecogimiento. Ya antes de que naciera, Ben se habíaenamoradodeTheo.

—Hemos engendrado una personita —dijo. Él, que había rehuidoresponsabilidadesycompromisos todasuvida—.Jamás imaginéqueseríaasí.Mesientounidoalbebé,yati;esunvínculoirrompible.¿Losientestútambién?

¿Quéibaadecir?Claroquelosentía.ElbebéatabaaEleanoraBendeunamaneraqueno teníanadaqueverconelamorquesentíaporAnthony,conelfuturoqueimaginabaparasufamiliaenLoeanneth.

Alo largode losmesessiguienteselentusiasmodeBen,suoptimismo,sunegativaaaceptarni lamás levesugerenciadeque laconcepcióndelbebénofueraalgoperfectoydeseadosehicieroncontagiosos.

Ben estaba tan convencido de que todo iría bien («Las cosas siempre searreglan»,decía,«hevividotodalavidadejandoquelascosassearreglenporsísolas»),queEleanorcomenzóacreerle.¿Porquénoibaacontinuartodoigual,ellayelbebéenLoeannethyBenallí?Habíafuncionadohastaahora.

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Pero Ben tenía otros planes y, en los meses de verano, a medida que seacercabalafechadelparto,ledijoquedejabalacaravana.Alprincipio,EleanorhabíapensadoquesemarchabadeCornuallesyelcambiodeopiniónrepentinoledolió,peroBenleapartóunmechóndecabelloyledijo:

—Tengoqueestarmáscerca.Heaceptadountrabajoquevianunciadoenelperiódico local. El señorHarrisme ha dicho que podría comenzar la próximasemana.Alparecer,envuestrapropiedadhayuncobertizoparalasbarcasdondeavecessealojanlosjardineros.

Quizá la preocupación de Eleanor se reflejó en su rostro, pues Ben seapresuróaañadir:

—Novoy a crearte problemas, lo prometo.—Condelicadeza, puso ambasmanos sobre su vientre firme y redondo—. Pero tengo que estar más cerca,Eleanor.Tengoqueestarconvosotrosdos.Túyelbebésoismihogar.

***

Ben empezó a trabajar en Loeanneth a finales del verano de 1932.Una tarderecorrióelcaminodeentradabajouncalorsofocante,conaspectodeignorarlotodoacercadelapropiedadexceptoquehabíavistounanuncioenquebuscabanunjardinero.InclusoentoncesEleanorseconvencióasímismadequetodoiríabien.Bentendríaunempleoestabledesdeelquevercrecerasuhijo;ellapodríavisitarlo cuando quisiera, yAnthony, su queridoAnthony, no tendría por quéenterarsedenada.

Eleanor, por supuesto, se engañaba. El amor, la alegría por la inminentellegadadelbebé,ellargoycálidoverano…Todojuntoleimpedíadarsecuentade la realidad, pero la venda que tenía en los ojos no tardó en caérsele. LaproximidaddeBenhacíareallarelaciónentrelosdos.AnteshabíaexistidoparaEleanor en una dimensión distinta, pero ahora formaba parte de la vida quecompartíaconsufamilia,yelsentimientodeculpaqueEleanorhabíareprimidodurantetantotiempoempezóaaflorar.

SehabíaequivocadoaltraicionaraAnthony.Eleanorloviocontalclaridadqueno supo enquéhabía estadopensando. ¿Qué se había apoderadode ella?Anthonyerasugranamor.Volvióavereserostrojovenyalegre,enesamañanayaremotaenquelasalvódelautobús;eldíadesuboda,cuandoéllasonrióyle

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apretólamanoyellaentrevióelfuturoanteellos;esatardeenlaestacióndetrencuandose fuea laguerra, tandeseosode serútil…yquisoacurrucarseenunrincónymorirdevergüenza.

Comenzóaevitareljardín.Eraunapenitenciajusta,eljardínsiemprehabíasido su parte favorita deLoeanneth, un lugar de recreo y consuelo, ymerecíaquedarse sin él. Pero había otra razón por la que se mantenía lejos. Suculpabilidad había alimentado unmiedo neurótico a delatarse por accidente, aencontrarse con Ben y de alguna manera revelar su secreto. No podíaarriesgarse;lasconsecuenciasdealgoasíparaAnthonyseríandevastadoras.SeapartabarápidamentedelaventanasiveíaaBencercadelacasaycomenzóadesvelarse por las noches, preocupada por lo que pasaría si Ben decidía quequeríamásdelniñodeloqueEleanorestabadispuestaaconcederle.

Pero, por mucho que se reprendiera a sí misma, por mucho que searrepintiera, Eleanor no llegó a lamentar del todo lo ocurrido. ¿Cómo iba ahacerlo,cuandosusactoslehabíanconcedidoaTheo?Habíaqueridoalniñodeunmodo especial desde que supo que lo llevaba dentro, pero, una vez nació,llegóaadorarlo.Noesqueloquisieramásdeloquehabíaqueridoasushijascuandoestashabíannacido,sinoqueahoraeraunamujermuydiferente.Lavidalahabíatransfigurado.Eramayor,mástriste,másnecesitadadeconsuelo.Pudoamaraaquelbebéconunaabnegaciónliberadora.Lomejordetodoeraque,conTheo, cuando estaban solo los dos, podía ser Eleanor de nuevo.Madre habíadesaparecido.

***

Nunca, ni una sola vez, entre todas las posibilidades que había imaginado ytemido,selehabíapasadoaEleanorporlacabezaqueeltrastornodeAnthonypudiera empeorar con el nacimiento de Theo. A lo largo de los años habíallegadoacreercontalfirmezaqueunreciénnacido(¡unhijo!)erajustoloquenecesitabapararecuperarse,quenohabíacontempladootraposibilidad.Perosehabíaequivocado.Losproblemassurgieroncasideinmediato,cuandoTheosoloteníaunassemanasdeedad.

Anthony lo adoraba, lo mecía con ternura, contemplaba con asombro surostropequeñoyperfecto,perosualegríaamenudoseteñíademelancolía,de

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amarga vergüenza por disfrutar una vida perfecta cuando otros sufrían tantasprivaciones.Peoraún:aveces,cuandoelbebélloraba,elsemblantedeAnthonyadoptaba una expresión vacía, como si estuviera absorto en otros asuntos,asuntossecretosenunlugarrecónditodesumente.

En noches así, cuando lo visitaban los malos sueños, los tembloresaterradores, las órdenes expresadas a gritos: «Que deje de llorar el bebé» o«Hacedle callar» y Eleanor debía emplear todas sus fuerzas para evitar queirrumpiera en el pasillo y lo hiciera él mismo, se preguntaba angustiada quéhabíahecho.

Yentonces,cuandoClementinecumpliódoceañosleregalaronelplaneador.HabíasidoideadeAnthony,ytodounacierto,peropusofinalaesperanzadeEleanordeevitareljardín.HabíanterminadodecomercuandoClemmieabrióelregaloysaliódecasacorriendo,demodoquesoloquedabaneltéylatartaantesdedarpor terminadas lasformalidadesdeldía.Eleanorsedijoasímismaquenadamalopodríaocurrirentanpocotiempoyordenóalacriadaquesacaralabandejaaljardín.

Hacíamuybuentiempo,unadeesastardesfrescasysoleadasdeotoñoenlasquelosmásosadosaúnseatrevíanairanadar.Todossehabíancontagiadodelespíritu festivo de la jornada y se divertían sobre el césped, lanzando elplaneador,riéndosecuandocasisellevabaunacabezapordelante.PeroEleanorestabatensa.EraconscientedequeBenestabatrabajandojuntoallago,deseabaevitar que su familia los viera juntos y le preocupaba queBen reparara en elmoisésdeTheoybuscaraunpretextoparaacercarseyunirsealafiesta.

Ben no haría algo así, se lo había prometido. Pero el miedo induce aimaginarlocurasyEleanorsolodeseabaqueterminaraeldía,quesetomaranelté y la tarta y regresaran a la seguridad de la casa. Clementine, sin embargo,tenía otros planes.De hecho, daba la impresión de que la familia al completoconspirabaensucontra.Nadiequeríaté,desdeñabanlosofrecimientosdetartaysevioobligadaainterpretarelpapeldemadre,cuandoloúnicoquequeríaeraestarsola.

Y entoncesClemmie, que parecía tener el don de elegir el peormomentoposibleparaejercersutemeridadinnata,sesubióalgransicomoro.AEleanor,con los nervios ya crispados, se le encogió el corazón y creyó que no losoportaría. Se situó bajo el árbol y concentró sus cinco sentidos en su hijapequeña,quetrepabaporelárbolconlospiesdescalzos,lafaldarecogidaylasrodillasarañadas,decididaa,sicaía,cogerlaalvuelo.

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Poresonoreparóenellocuandoocurrió.Rose,laniñera,fuelaprimeraendarsecuenta.DioungritoahogadoyasiólamanodeEleanor.

—Deprisa—susurró—.Elbebé.Fueron palabras escalofriantes. El mundo pareció inclinarse sobre su eje

cuandoEleanorvolviólacabezayvioqueAnthonysedirigíahaciaelmoisésdeTheo.ElpequeñoestaballorandoyEleanor,porlaposturarígidaypoconaturaldeAnthony,supoquenoestabaensuscabales.

Roseyahabíacomenzadoacruzarelcésped.EraunadelaspocaspersonasqueconocíaneltrastornodeAnthony;Eleanornolehabíadichonada,lohabíaaveriguadoporsísola.Supadrehabíasufridodelomismo, lehabíaexplicadoRoselanocheenqueseacercóaEleanorparadecirlequepodríacontarconsuayudasialgunavezlanecesitaba.

—Daffyd—dijoEleanor—,llévatealasniñasalabarca.Daffyddebiódepercibir elpánicoen suvozporque tardóuna fracciónde

segundo en comprender, y entonces, con su mejor voz de bardo, reunió aDeborahyClemmieyselasllevóalarroyo,dondeestabaamarradalabarca.

Eleanor echó a correr y estuvo a punto de tropezar con Alice, quien seapresurabapara seguir a sushermanas.Tenía el corazóndesbocadoypensabasoloenalcanzaraAnthonyatiempo.

Cuandollegóasuladolebastómirarloalosojosparasaberqueélnoestabaahí.Había desaparecido allí donde se extraviaba cada vez que la oscuridad seapoderabadeél.

—Elbebé—decíaunayotravez,condesesperaciónenlavoz—,quedejedellorar,hacedquesecalle.

Eleanorsujetóasumaridoconfuerzaylollevóhacialacasa,susurrándolequetodoibabien.Cuandotuvolaoportunidad,miróaRose,laniñera,yvioqueestaba arrullando a Theo. Rose le devolvió la mirada y Eleanor supo quemantendríaasalvoalpequeño.

***

Esanoche,unavezqueAnthonysehubosumidoenunsueñoprofundoinducidoporlaspíldorasparadormir,Eleanorsaliódelahabitaciónyrecorriódescalzaelpasillo.Bajólasescalerasconcuidadodeevitarelmalremiendodelaalfombra

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deBaluchdelbisabueloHoraceyconsupropiasombrasiguiéndolaporelsuelo.Las losas del camino del jardín conservaban el calor del día y Eleanor

agradeciósusolidezbajolassuavesplantasdelospies.Esasplantasqueenotrotiempohabíanestadoencallecidas.

Cuando llegóalbordedel lago,Eleanor sedetuvoyencendióunodeesoscigarrillosquenadiesabíaquefumaba.Diounaprofundacalada.

Habíaechadodemenoseljardín.Suamigodelainfancia.Ellagosemecíaenlaoscuridad,lospájarosnocturnosseacicalabanlasalas,

unapequeñacriatura(unzorro,talvez)huyó,llevadaporunmiedorepentino.Eleanor terminó el cigarrillo y se acercó con pasos rápidos al agua. Se

desabrochó el vestido y se lo sacó por la cabeza, quedándose solo con lasenaguas.

No era una noche fría, si bien hacía demasiado fresco para nadar. PeroEleanorsentíaunfuegoenelpecho.Queríasentirserenacer.Queríasentirsevivaylibreysinataduras.Queríaperderse,olvidarsedetodoydetodos.«¿Nuncahasentido deseos de desaparecer para el resto delmundo?», le había preguntadoBenenlacaravana.Sí, lohabíadeseado, lodeseabaahora,esanochemásquenunca.

Se sumergió y buceó hasta el fondo, sintiendo los juncos frescos yresbaladizosalcontactoconsuspies,lossedimentosdelaguaacariciándolelasmanos. Imaginó ser unmadero a la deriva que la corriente lleva de un lado aotro,sinresponsabilidades,sinpreocupaciones.

Desgarró la superficie del agua iluminada por la luna y flotó de espaldasmientrasescuchabalossonidosdelanoche:uncaballoenunpradocercano,lospájarosenelbosque,elgorgoteodelarroyo.

Enalgúnmomento reparó enquenoestaba sola, ypor algúnmotivo supoquesetratabadeBen.Nadóhastalaorilla,saliódelagua,yfueasentarseasuladoenel troncocaído.Bensequitóelabrigoy laenvolvióconély, sinquetuvieraqueexplicarleloqueibamal,laabrazóyleacaricióelpeloyledijoqueno se preocupara, que todo saldría bien.YEleanor le dejó hacerlo, porque lehabía echado de menos, y el consuelo de estar en sus brazos, allí, en aquelmomento,leprovocóunnudoenlagarganta.

PeroEleanorsabíalaverdad.EllaeracomolareinadeElumbralmágicodeEleanor, quien deseaba tanto un niño que había hecho un trato con el diablo.Eleanorhabíaabiertolapuerta,habíacruzadoelumbralybuscadoamordondeno debía, y ahora tenía que sufrir las consecuencias. El mundo era un lugar

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regidoporelequilibrioylajusticianatural.Siemprehabíaquepagarunprecio,yahoraerademasiadotardeparacerrarlapuerta.

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Capítulo30

Cornualles,2003

Que me parta un rayo. —Clive tenía la mirada clavada en Sadie, los ojosazulesbienabiertos tras lasgafas,mientras las implicacionesde loquehabíandescubiertocomenzabanaencajar.

—Nosécómonosemehabíaocurridoantes—dijoSadie.—¿Yporquéseteibaaocurrir?Yoestabaaquíen1933yconocíatodala

familia.Nadiedijonadaquesugirieraalgoasí.—¿CreesqueAnthonylosabía?Clivesilbóentredientesmientrassopesabalaposibilidad.—Siasíera,loocurridoseríaaúnmássiniestro.Sadiesemostródeacuerdo.—¿Algo interesante en los diarios? —preguntó—. ¿Más o menos por la

épocaenqueDeborahfueaverloasuestudio?—Silohabía,erademasiadocrípticoparamí.—¿Ydurantelosinterrogatoriosde1933?Yaséqueacabasdedecirqueno,

quenadasugeríaqueAnthonynofueraelpadrebiológicodeTheo,pero¿huboalgomás?¿Loquefuera?¿Algúnpequeñodetallequenoparecierasignificativoentoncesperosíahora?

Clivereflexionó.Cuandoalfinhabló,sutonoeradeduda.—Hubo algo. No sé si tiene importancia, me siento un poco tonto por

mencionarlo,perocuandollevamosacabolosinterrogatoriosmijeferecomendóque los Edevane hablaran con los medios de comunicación. Opinaba que sicontaban con la compasión del público, habríamás personas que buscarían alcrío. Fue un día sofocante, con todos en la biblioteca del piso de abajo, un

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fotógrafo,elperiodista,AnthonyyEleanorEdevanesentados juntosenelsofámientras la policía rastreaba el lago. —Negó con la cabeza—. Horrible, fuehorrible. De hecho, Eleanor tuvo una pequeña crisis y fue entonces cuandoAnthonypuso fin al interrogatorio de forma abrupta.No le culpé en absoluto,pero loquedijo semequedóen la cabeza. «Tenganpiedad», dijo, «mimujerestá conmocionada, su hijo ha desaparecido».—Clive miró a Sadie, con unadeterminaciónnuevaenlamirada—.No«nuestrohijo»,sino«suhijo».

—Talvezsoloseestabaidentificandoconella,describiendosureacciónenparticular.

Clive,cadavezmásanimado,dijo:—No,nolocreo.Dehecho,cuantomáspiensoenello,mássospechosome

parece.Sadiesintióunapunzadadeescepticismo.AmedidaqueCliveseconvencía

de queAnthony sabía que no era el padre de Theo,más deseos tenía ella dedemostrarle que no era así. Su obstinación no se sustentaba en la lógica,sencillamente se negaba a creerlo. Hasta ese momento Sadie y Alice habíanactuadobajolasuposicióndequeAnthonyhabíamatadoaTheoporaccidente,comoconsecuenciadeunataquedeirainducidoporlaneurosisdeguerra.PerosiTheo, ese bebé tan querido y esperado, no era su hijo biológico yAnthonyhabíadescubierto laverdadal enterarsede la infidelidadde sumujer, seabríaunaposibilidadmuchomásfunesta.

Sadiesabíaque,dehaberestadoallí,Donaldlaacusaríadedejarsellevarporsussentimientoshacialafamilia,demodoquemientrasClivecontinuabaconsulista de pequeñas observaciones realizadas en 1933, retorciéndolas para queencajaranensuincipienteteoría, intentómantenerlamenteabierta.LedebíaaAlicenodejarquelasemocionesofuscaransucapacidadderazonamiento.Aunasí,elpanoramaquedibujabaCliveeramuyfeo.EltiempoquehabríadedicadoAnthony a elegir la noche perfecta para cometer el crimen: una fiesta anualdurante la cual sabía que su mujer estaría desbordada por sus deberes deanfitrionayelserviciodemasiadoocupadoparapercibirningunairregularidad.El oportuno traslado de Rose Waters, cuya vigilancia, tal y como habíalamentado Eleanor durante el interrogatorio, habría impedido que le ocurrieranadamaloalpequeñoTheo.Elreemplazode la jovenniñeraporHildaBruen,quiennodudaríaenentonarseconunacopitadewhiskysielruidodelafiestaleimpedía dormir. Había mucha premeditación. ¿Y Eleanor? ¿En qué lugar ladejabaaquellateoría?

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—¿Creesqueellalosabía?—preguntóSadie.—Tenía que saberlo. Es lo único que explica su negativa a ofrecer una

recompensa.Sabíaquenoserviríadenada,quejamásencontraríanasuhijo.—Pero ¿por qué habría ayudado a encubrir el crimen? ¿Por qué no dijo

nada?SiguiócasadaconAnthonyEdevane,¡yfelizmentealparecer!—Lassituacionesdomésticassoncomplicadas.Talvezlaamenazó, talvez

amenazóaBenjamin.Sinduda,esoexplicaríaporquédesaparecióMunrodelafazdelatierra.TalvezEleanorsesintióculpableenciertosentido,puesfuesuinfidelidadlaqueimpulsóaAnthonyacometerelcrimen.

Sadie recordó su conversación conAlice, la descripción de Eleanor comounamujerdeprincipiosmoralesfuertesyprecisos.Eradeesperarqueunamujerasí hubiera sentido una culpa devastadora al romper los votos matrimoniales.Pero¿hastaelpuntodeaceptarlamuertedeTheocomojustocastigo?No.UnacosaeraperdonaraAnthonyunaccidente(yesoyaeramuchodecir)yotramuydistintaexcusarelasesinatodesuhijo.Y,pormuchoqueseesforzaraSadieenmantenerlamenteabierta,eraincapazdecasarlasdescripcionesquehabíaleídode Anthony Edevane como padre cariñoso, marido entregado, valerosoexcombatiente,conaquelretratodeunmonstruovengativo.

—Entonces—dijoClive—,¿quépiensas?Esperaba con impaciencia su conformidad, pero Sadie no fue capaz de

ofrecérsela. Había algo que se les escapaba. Estaban a punto de encontrarleexplicaciónatodo,perolapiezaquefaltabaenelrompecabezaseracrucial.

—Creoquedeberíamosbajar,abrireltermoytomarnosunté.Dejarreposarunpocotodaestainformación.

Clive pareció decepcionado, pero asintió. El sol entraba a raudales en lahabitacióny,mientrasSadie recogía los sobres dispersos,Clive se acercó a laventanaabierta.

—Perobueno—dijo—.¿Esquienpiensoquees?Sadieseacercóyescudriñóelpaisajefamiliar,el jardínselváticoyel lago

queseextendíaacontinuación.Dosfigurasavanzabandespacioporelcamino.Sadieno sehabría sentidomás sorprendidadehabervisto almismísimoTheogateandoendirecciónalacasa.

—EsAlice—dijo—.AliceEdevaneysuayudante,Peter.—AliceEdevane—repitióClive, con un silbido de incredulidad—.Al fin

regresaacasa.

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***

—He cambiado de opinión—se limitó a decir Alice a modo de explicacióncuandoSadieyClivesalieronarecibirlaalvestíbuloyunavezqueellayClivehubieronsidopresentadosdenuevo.Peter,trasacompañarasujefaalapuerta,fue enviado de vuelta al coche a recoger lo que Alice llamó un tantomisteriosamente«lospertrechos»,yella,depieenlaslosaspolvorientasyconaspectodevagaindignación,parecíalaseñoradeuncastilloquehasalidoadarsu paseomatinal y, de vuelta en casa, no se encuentra demasiado complacidaconsuineptoservicio.Continuóconbrío—:Aestaviejacasalevendríabienunbuenrepaso.¿Nossentamosenlabiblioteca?

—Sí —aceptó Sadie, que se encogió de hombros y dirigió a Clive unamiradadesconcertadaantesdeseguiraAliceporunapuertaenlaparedcontrariadelvestíbulo.EralamismahabitaciónqueSadiehabíaentrevistoporlaventanaelprimerdíaquesetopóconLoeanneth,elmismolugardondelapolicíahabíallevado a cabo los interrogatorios en 1933 y donde, según Clive, Anthony yEleanor habían recibido al periodista y al fotógrafo el día siguiente a ladesaparicióndeTheo.

Clive se sentó a un lado del sofá ySadie al otro.Todo estaba cubierto depolvo,pero,salvorealizarunalimpiezadeprimaveradeurgencia,nohabíagrancosa que hacer al respecto. Era de suponer que Alice estaba allí para que lapusieran al día de la investigación y no era de esas personas que toleranobjecionesoquepermitenqueunpocodemugreseinterpongaensusplanes.

Sadie esperó a que Alice se sentara en el sillón y comenzara a dispararpreguntas, pero la anciana continuaba recorriendo la sala, de la puerta a lachimenea,hastaelescritoriobajolaventana,ysedeteníaunmomentoencadapuntoantesdeproseguir.Teníaelmentónbienalto,peroSadie,con lamiradaperspicazpropiadeunadetective,vioqueestabaactuando.Aunque tratabadeocultarlo con todas sus fuerzas, Alice estaba nerviosa, turbada. Y no era deextrañar.Pocasexperienciaspodríanresultarmásextrañasqueregresaralhogardelainfanciasetentaañosdespuésdehaberloabandonadoyencontrarloigual.Yeso sin tomar en consideración el traumático acontecimiento que había puestofin a la residencia de los Edevane en aquella casa. Alice se detuvo cerca delescritorioylevantóelbocetodelacaradelniño.

—¿Esél?—preguntóSadiecondelicadezaalrecordarlabellezaangelicalde

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la ilustración que había entrevisto por la ventana la mañana que descubrióLoeanneth—.¿Theo?

AlicenolevantólavistayporunmomentoSadiepensóquenolahabíaoído.EstabaapuntoderepetirlapreguntacuandoAlicerespondió:

—Lodibujóunamigodelafamilia,DaffydLlewellyn.HizoelbocetoeldíaqueTheomurió.—Miróporlaventana,conlamandíbulaentensión.Laszarzasbloqueabancasitodalavista,peroAlicenopareciódarsecuenta—.Levivenirconéldesdeelarroyo.Solíaquedarseaquílosmesesdeverano,enlahabitaciónmorada, arriba. Salía temprano casi todas las mañanas, con el caballete alhombroyun cuadernodedibujobajo el brazo.No supequehabíadibujado aTheohastaqueviesteretrato.

—Una coincidencia interesante —tanteó Sadie, con delicadeza—. Laprimeravezquedibujóasuhermanofueeldíaquedesapareció.

Alicealzólavistadeinmediato.—Coincidencia, tal vez, pero yo no la llamaría interesante. El señor

Llewellyn no tuvo nada que ver con lo que le ocurrió aTheo.Me alegra quedibujarael retrato,apesarde todo;paramimadre fueungranconsueloensumomento.

—DaffydLlewellynfalleciópocodespuésdeTheo,¿noescierto?Sadie recordó su conversación con Clive, las sospechas que le había

despertadolaproximidaddeambossucesos.CliveasintiócuandoAlicedijo:—La policía halló su cadáver durante la búsqueda. Fue una muy

desafortunada…—¿Coincidencia?—sugirióSadie.—Vicisitud—completóAliceentonomordaz.Volvióacentrarlaatención

enelbocetoy suexpresión se suavizó—.Qué tragedia,quépérdida tanatroz.Unasiempresepregunta,porsupuesto…—Nollegóadecirquéera loquesepreguntaba—.TodosqueríamosmuchoalseñorLlewellyn,peroélymimadreestabanespecialmenteunidos.Élnodisfrutabamuchode lacompañíadeotrosadultosymimadreeraunaexcepción.Paraella fueungolpedoblecuando loencontraron muerto poco después de la desaparición de Theo. En otrascircunstanciahabríabuscadoconsueloenlaamistadquelosunía.Eracomounpadreparaella.

—¿Laclasedepersonaalaquehabríareveladosussecretos?—Imagino que sí. Mi madre no tenía muchos amigos, al menos no lo

bastanteíntimoscomoparaconfiarlessusproblemas.

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—¿Tampocoasumadre?Alice había estado mirando el boceto, pero ahora levantó la vista entre

irónicaydivertida.—¿Constance?—Vivíaconustedes,¿noesasí?—Muyasupesar.—¿Talvezsumadrelecontabacosas?—Imposible.Mimadreymiabuelanuncase llevaronbien.Desconozco la

causadesumalarelación,peroveníadelargoyestabamuyarraigada.Dehecho,despuésdemorirTheoydemarcharnosdeLoeannethserompieronlos tenueslazosque lasunían.Laabuelanovinoconnosotros aLondres.Nogozabadebuena salud; en los meses anteriores a la fiesta había tenido periodos deconfusión y poco después cayó en picado. La enviaron a una residencia deBrighton,dondepasósusúltimosdías.Fueunadelaspocasocasionesenqueviamadre dedicarle unamuestra de verdadero afecto. Insistió en que la abuelafuera a la mejor residencia, en que todo debía ser perfecto. Las familias soncomplicadas,¿noescierto,detective?

Másdeloquesupone,pensóSadie,queintercambióunamiradaconClive.Esteasintió.

—¿Qué pasa? —Alice, astuta como siempre, miró a ambos—. ¿Hanencontradoalgo?

SadieaúnteníalacartadeEleanoraBenenelbolsillotraseroyselaentregóaAlice,queleyósucontenidoarqueandounasolaceja.

—Sí, bueno, ya habíamos llegado a la conclusión de que mi madre yBenjaminMunrovivieronunahistoriadeamor.

SadieexplicóquehabíaencontradootrapáginaenelcobertizodelasbarcasenlaqueEleanorhablabadesuembarazo.

—Supuse que le escribía a Anthony mientras estaba en el frente. Decíacuánto loechabademenos, lodifícilque seríacuidardelbebé sinél,pero, alencontrar esta hoja arriba caí en la cuenta de que le escribía a Ben.—Sadievacilóuninstante—.SobreTheo.

AlicesesentódespacioenunabutacaySadiecomprendióloquesignificabalaexpresióndequeaalguienselecaeelalmaalospies.

—CreequeTheoerahijodeBen—afirmóAlice.—Asíes.Breveycontundente,peroSadienoveíaotramaneradedecirlo.

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Alice, que se había quedado pálida con la noticia, ahora tenía la miradaperdida en algún punto lejano y movía un poco los labios como si hicieracálculosmentales.EnLondres sehabíamostrado imponente,peroahoraSadieentrevió su vulnerabilidad. No es que pareciera frágil, sino que Alice habíasalidodedetrásdesupropialeyendaysehabíareveladocomounserhumano,conlamismafragilidadqueelrestodelosmortales.

—Sí—dijoalcabo,conunatisbodeasombroenlavoz—.Sí,tienesentido.Tienemuchísimosentido.

Cliveseaclarólagarganta.—Esolocambiatodo,¿noleparece?Alicelomiró.—Nocambialamuertedemihermano.—No,porsupuestoqueno.Mereferíaa…—Sereferíaalmóvildemipadre.Séloqueinsinúayleaseguroqueesdel

todoimposiblequemipadrehicieradañoaTheoapropósito.Sadiehabíaopinado lomismocuandoClivesacó la teoríaacolación,pero

ahora,alverlavehementenegativadeAliceaconsiderarsiquieralaposibilidad,sepreguntósitampocoellaestaríapensandoconclaridaddebidoalrechazoqueleinspirabalaidea.

SeoyeronpasosenlahabitacióndealladoyaparecióPeterenlapuerta,deregresodesumisteriosocometido.

—¿Alice?—preguntó, titubeante—.¿Seencuentrabien?—SevolvióhaciaSadie,conlosojosmuyabiertosporlapreocupación—.¿Vatodobien?

—Estoybien—dijoAlice—.Todovabien.Trasacercarseaella,Peterlepreguntósiqueríaunvasodeagua,airefresco,

algodecomer,todolorechazóAliceconunmovimientodelamano.—Deverdad,Peter,estoybien.Essolo lasorpresadeestaraquídenuevo,

losrecuerdos.—Ledioelboceto—.Mira,mihermanopequeño.Theo.—Vaya,quémaravilladedibujo.¿Ustedlo…?—Por supuesto que no. —Alice casi se rio—. Lo hizo un amigo de la

familia,DaffydLlewellyn.—Elescritor—dijoPeter,tancomplacidoconlanoticiacomosiacabarade

resolverunviejoenigma—.Puesclaro.ElseñorLlewellyn.Eslógico.La mención del escritor recordó a Sadie que la conversación se había

desviadoantesdequepudierasatisfacersucuriosidadacercadelsuicidio.Seleocurrióque talvezLlewellyn sehubiera sentidoculpable,noporhaberhecho

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dañoaTheo,sinopornohaberdetenidoaAnthony.—¿SupadreeramuyamigodeDaffydLlewellyn?—preguntó.—Sellevabanbien—dijoAlice—.Mipadreloconsiderabaunmiembrode

lafamilia,peroademásseteníanungranrespetoprofesional,yaqueamboseranmédicos.

Teníanmáscosasencomún,recordóSadie.DaffydLlewellyn,al igualqueAnthony, había sido incapaz de continuar practicando lamedicina después desufrirunacrisisnerviosa.

—¿TieneideadeloquedesencadenólacrisisnerviosadelseñorLlewellyn?—No tuve ocasión de preguntárselo. Siempre lo he lamentado… Tenía

intencióndehacerlo.Losdíasantesdelafiestanosecomportócomosolía,peroyoteníaotrascosasenlacabezayesperédemasiado.

—¿Habíaalguienmásquehubierapodidosaberlo?—Madre,talvez,perodesdeluegonolodijonunca,ylaotrapersonaquelo

conociódejovenfuelaabuela.Sacarlelaverdadaellahabríasidounahazaña;no se podían ni ver. Constance no toleraba la debilidad y para ella el señorLlewellyn era un ser despreciable. Qué despechada se sintió cuando leconcedieron la Orden del Imperio Británico. Los demás nos sentimosinmensamente orgullosos… Ojalá hubiera vivido para poder aceptarla enpersona.

—Fuesumentor—dijoPeterenvozqueda—.ComolaseñoritaTalbotparamí.

Alicealzóelmentón,comosiestuvieradispuestaadesafiarlaslágrimasencasodequesepresentaran.Asintió.

—Sí, por un tiempo, hasta que decidí que me había hecho mayor. ¡Quéarrogancia! Pero los jóvenes siempre están impacientes por deshacerse de losviejos,¿no?

Petersonrió;contristeza,leparecióaSadie.ElrecuerdodebiódedespertaralgoenelinteriordeAlice,puessuspirócon

determinaciónyjuntólasmanos.—Pero basta de todo esto —dijo, tras lo cual se volvió hacia Peter con

renovada energía—. Hoy no es día de lamentaciones, a menos que sea parasuperarlas.¿Tieneslospertrechos?

Peterasintió.—Loshedejadojuntoalapuertadeentrada.—Espléndido.¿Creesquepodríastraer…?

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—¿Eltablóndelsueloconeldibujodeunacabezadealce?Estoyenello.—Excelente.Sadiehizocasoomisoa laconversaciónsobrecabezasdealceyaceptóde

nuevolacartadeEleanorcuandoselaofrecieron.Nopodíaniimaginarloquehabría sentido al leer una carta así escrita por su propia madre. Una voz delpasado remoto llegada al presente para enturbiar una certeza que había sidoimportante para ella. Decidió que hacía falta mucho valor para poner lossentimientosdeunoenunpapelyentregaresepapelaotrapersona.

Levinoa lacabezauna imagendeCharlotteSutherland.Debidoalpánicoque le producía recibir la cartas de Charlotte, Sadie no se había detenido unmomento a considerar el acto de valentía que había supuesto escribirlas yenviarlas.Habíaalgoincreíblementeíntimoentransmitirunsentimiento;yenelcaso de Charlotte, que había escrito no una, sino dos veces, había supuestoarriesgarse a ser rechazada por segunda vez. La primera vez a Sadie le habíafaltado tiempo para rechazarla. ¿EraCharlotte valiente o insensata al volver apormás?

—Loquenoentiendo—dijo,tantoparasícomoparalosotros—esporquéalguienconservaríaunacartacomoesta.Unacosaesescribirlaenlaexaltacióndel momento, pero guardarla para siempre… —Negó con la cabeza—. Esdemasiadoíntima,demasiadocomprometedora.

EnelrostrodeAlicesedibujóunasonrisayvolvióaparecerladesiempre.—Si hace esa pregunta es porque no tiene costumbre de escribir cartas,

detective Sparrow. De lo contrario, sabría que un escritor jamás destruye suobra.Aunquetemaquepuedainculparle.

Sadie estaba reflexionado sobre aquello cuando alguien llamó desde elexterior.

—¿Hola?¿Hayalguienahí?EralavozdeBertie.—Esmiabuelo—dijoSadie,sorprendida—.Disculpenunmomento.—Traigo el almuerzo —dijo Bertie al llegar a la puerta de entrada,

levantandounacestacargadaconunenormetermoypanqueolíaareciénsalidodelhorno—.Heintentadollamar,peronorespondíasalteléfono.

—Caramba,losiento.Lohepuestoensilencio.Bertieasintiócomprensivo.—Necesitabasconcentrarte.—Algoasí.—Sadiesacóelteléfonoymirólapantalla.Habíaseisllamadas

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perdidas.DosdeBertie,lasotrascuatrodeNancy.—¿Quépasa?Hastorcidoelgesto.—Nada. No importa. —Le sonrió, acallando una preocupación creciente.

Nancypodíaserobstinadacuandosetratabadeladesaparicióndesuhija,peronoeranormalquellamaratantasveces—.Entra,tevoyapresentaratodos.

—¿Atodos?Sadielehablódelasvisitasinesperadasmientraspensabaqueeraunasuerte

que estuvieran ahí. Tenía el presentimiento de que, en caso contrario, Bertiehabría dirigido la conversación al asunto de Charlotte Sutherland o lasrepercusionesdelcasoBailey,dostemasqueSadiequeríaevitaratodacosta.

—Vaya,menosmalquesiemprecocinodemás—dijoBertiealegrecuandoSadielollevóhastalabiblioteca.

Alice estaba en pie con los brazos cruzados, mirando el reloj ytamborileandoconlosdedos,yaCliveparecióaliviarleelregresodeSadie.

—Esteesmiabuelo,Bertie—dijo—.Hatraídoelalmuerzo.—Quéamable—dijoAlice,queseadelantóparaestrecharlelamano—.Soy

AliceEdevane.—Losindiciosdenerviosismohabíandesaparecidoyderepenteeralaseñoradelacasa,conesaautoridadgenuinaqueSadiedecidióquedebíadehaberformadopartedelaeducacióndelasfamiliasacaudaladasdeantes—.¿Cuáleselmenú?

—Hehechosopa—dijoBertie—.Yhuevosduros.—Mi comida favorita. —Alice lo premió con un breve gesto de grata

sorpresa—.¿Cómolosabía?—Todaslasgrandespersonasprefierenloshuevosduros.Cosainesperada,Alicesonrió,unagenuinamuestradeagradecimientoquele

transformóelsemblante.—Miabuelosehapasadolasemanacocinandoparalacasetadelhospitaldel

festivaldelsolsticiodeverano—comentóSadie,sinquevinieraacuento.AliceasentíaenseñaldeaprobacióncuandoregresóPeterconunapequeña

bolsanegraenlamano.—Cuandomediga—dijo,yluego,alrepararenBertie—.Ah,hola,quétal.Realizadalapresentaciónderigor,hubounmomentodeconfusiónenelque

Alice yPeter debatieron sobre la conveniencia de llevar a cabo lo planeado ohacer primero una pausa para comer, tras lo cual decidieron que sería unagroseríadejarqueseenfriaralasopadeBertie.

—Espléndido —dijo Bertie—. Díganme cuál sería el lugar más indicado

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paraalmorzar.Noestabasegurodesilacasaestaríahabitable,asíquehetraídounamantadepícnic.

—Muy sensato—dijoAlice—.El jardín es perfecto para almorzar al airelibre.Estáuntantoabandonado,metemo,perohayalgunosrinconespreciososjuntoalarroyoynoquedademasiadolejosapie.

AlicesaliódelahabitaciónjuntoaPeteryBertie,lostresenfrascadosenunaconversación sobre un sicomoro del jardín, un planeador de madera y elcobertizodelasbarcas.

—Mishermanasyyonospasábamoseldíaallí—ibadiciendoAlice,cuyavozsedesvanecíaamedidaquedesaparecíanporelcaminoempedrado—.Hayunpasadizoenlacasaquellevahastalalindedelbosque,cercadelcobertizodelasbarcas.Lopasábamosengrandejugandoalescondite.

Lamañanahabíadadoungiroinsólitoy,cuandosehizoelsilencio,SadiesevolvióhaciaCliveconunlevegestodedesconcierto.

—Supongoquevamosahacerundescansoparacomer.Cliveasintió.—Eso parece, sí. Te acompaño, pero no me puedo quedar. Mi hija y su

familia me van a llevar esta tarde de antigüedades. —No parecía muyentusiasmado con el plan ySadie hizo ungesto de conmiseración.Caminaronhaciadondeesperaban losdemás,yhastaquenoempezaronabordearel lagoSadie no reparó en que iban en dirección opuesta adonde estaba aparcado elcoche.Además,cayóenlacuenta,nohabíavistoelcochedeClivealllegarporlamañana.Y,encualquiercaso,laverjadeentradahabíaestadocerrada.

—Clive—preguntóSadie—,¿cómohasvenido?—Enbarco—respondió—.Tengounalanchaenelpueblo,amarradaconel

pesquero de un amigo. Aquí es la manera más fácil de desplazarse… y másrápidaqueelcoche.

—Ytienequeseruntrayectoprecioso.Conlapazqueserespiraaquí.Clivesonrió.—Avecesnotecruzasniconunalma.Enesemomentosonóel teléfonodeSadiehaciendoañicosel sosiegoyel

silencio.Losacódelbolsilloehizounamuecaalverlapantalla.—¿Malasnoticias?—EsNancyBailey.Deesecasodelquetehablé.—Laabuelade laniñapequeña—dijoClive—.Lorecuerdo.Mepregunto

quéquerrá.

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—Nolosé,perollevallamandotodoeldía.—Debedeserimportantesitellamasinpararunsábado.—Talvez.Esmuyobstinada.—¿Levasadevolverlallamada?—En realidad no debería. Hay una investigación en curso y si el

subinspectorjefeseenteradequesigoencontactoconella,notardarámuchoenatarcabos.Además,tenemosmuchoquehaceraquí.

Cliveasentía,peroSadiesediocuentadequenoparecíaconvencido.—¿Creesquedeberíallamarla?—Nomecorrespondeamídecirlo,peroaveces,cuandouncasoteafectaes

porqueaúnhayalgoaloquedebesprestaratención.Mírameamí,aquí,setentaañosmástarde.

El teléfono sonó de nuevo, el número de Nancy Bailey apareció en lapantallaySadiemiróaClive.Clivesonrióparaanimarlay,trassuspirarhondo,Sadiecontestó.

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Capítulo31

MástardeSadiesereunióconlosdemásjuntoalarroyo.Habíanextendidolamanta bajo un sauce y un pequeño velero llamado Jenny se mecía en lacorriente,al finaldelmuelledelcobertizode lasbarcas.PeteryCliveestabanenfrascadosenunaanimadaconversaciónyAlice,sentadapulcramenteenunaviejasillarescatadadealgúnlugar,sereíadealgoqueacababadedecirBertie.Sadie se sentó al borde de lamanta y aceptó una taza de sopa, distraída. Lasideasseleagolpabanenlacabezayseapresuróadesempaquetarunaaunalaspruebas que con tanto esfuerzo había ido arrinconando durante las últimassemanas. En el transcurso de cada caso llegaba un momento, un punto deinflexión,enelcualunapistaenconcretoproporcionabaunanuevaluzbajolacual todo se volvía de repentemás claro, diferente, conectado. Lo queNancyacababadecontarlelocambiabatodo.

—¿Ybien?—dijoClive—.Nopodíairmesinsaberquétehabíadicho.LasconversacionescesaronytodosmiraronaSadie,expectantes.Estacayó

enlacuentadequetodaslaspersonasalasquehabíaconfiadosuignominiosaimplicaciónenelcasoBaileyestabanallí.

—¿Sadie, cariño?—Bertie la animó con delicadeza—.Clive nos ha dichoqueNancyBaileyllevabatodoeldíatratandodehablarcontigo.

Elcasoestabaoficialmentecerrado.Elembrolloenelqueestabametidanopodíairamás.Temíaexplotarsinolecontabaaalguienlainformaciónnueva.Sadierespiróhondoydijo:

—Nancymehadichoqueharecibidounallamadadelosnuevospropietariosdelpisodesuhija.

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Bertieserascólacabeza.—¿Losnuevospropietariostienensunúmerodeteléfono?—Esunalargahistoria.—¿Quélehandicho?—Llamaronparadecirlequehabíanvistoalgoescritoenelbordedeformica

de lamesaempotradade lacocina.Elmensajedecía:«Fueél».No lehabríandadodemasiadaimportancia,dijoNancy,sinofueraporqueellaacababadeiravisitarlosyaúnteníanfrescaladesaparicióndeMaggie.

Hubo un momento de silencio mientras todo el mundo asimilaba lainformación.

—¿Quiéneraélyquéhizo?—dijoPeter,perplejo.SadiereparóenqueelayudantedeAliceeraelúnicodelospresentesqueno

conocíaelpapelqueellahabíadesempeñadoenelcasoBailey,sussospechasdeque se había cometido un crimen, y le puso al día. Una vez terminado elresumen,Peterobservó:

—Entonceseste«él»,seaquiensea,eselhombrealqueestábuscando.Sadie observó agradecida que había dado por hecho que ella estaba en lo

ciertorespectoaladesaparicióndeMaggie.—Ahoratengoqueaveriguarquiénes.Aliceaúnnohabíahablado,yseaclarólagarganta.—Siunamujerenapurosdice«Fueél»,esporquepiensaquelagentesabrá

dequiénsetrata.¿HabíamuchoshombresenlavidadeMaggieBailey?Sadienegóconlacabeza.—Nohabíamuchagenteensuvida.SolosuhijaCaitlynyNancy,sumadre.—¿YelpadredeCaitlyn?—Bueno,sí…—Queahoratienelacustodiadelapequeña.—Sí.—Secasótrassepararsedelamadredelaniña,¿noesasí?—Hacedosaños.—¿Ynohantenidohijos?—No. —Sadie recordó la ocasión en que había visto a Caitlyn en la

comisaría,cómolaesposadeSteve,Gemma,habíarecogidoelpelodelaniñacon lazos, cómo la llevaba de la mano y le sonreía con un cariño que Sadiepercibió incluso desde donde se encontraba—. Pero su nueva esposa parecequerermuchoaCaitlyn.

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Alicesemantuvofirme.—¿Cómoeselmarido?—¿Steve? Serio, entusiasta. No lo conozco bien. Colaboró en la

investigación.Clivefruncióelceño.—¿Cuánto?SadiereflexionósobreSteve,quienhabíadirigidobúsquedasdeMaggieyse

habíapresentadoenlacomisaríaporiniciativapropiaparaofrecer informaciónacerca del carácter y el pasado deMaggie, de la que había pintado un retratomuyclarodemujerfrívolaeirresponsablealaquelegustabadivertirseyseveíaabrumadaporlapresióndetenerquecuidardeunaniña.

—Mucho—respondió Sadie—.De hecho, diría que fue excepcionalmenteservicial.

Cliveemitióunleveruidodesatisfacción,comosilarespuestacorroboraraunateoríasuya,ySadierecordóderepentesucomentarioenrelaciónconelcasoEdevane,sobrelasdosmanerasenquesolíancomportarselosculpables.Sintióunhormigueoen lapiel.Estabaelprimer tipo,habíaaseguradoClive, losqueevitabanalapolicíacomolapeste,yelsegundo,losserviciales,queacudíanalapolicíaa lamenoroportunidadysecolocabanenelcentrode la investigaciónmientrasocultabansuculpabilidad.

—Perohabíaunanota—seapresuróadecirSadiemientrasseesforzabaporordenar unas ideas que daban tumbos en su cabeza hasta formar una imagennuevayespantosa—.UnanotadeMaggie,desupuñoyletra…

Selequebró lavozal recordarcómoStevehabía lamentadolanegligenciade Maggie, cómo le había reprochado olvidarse de que se iba de viaje esasemana.Sobre el cambiode fechahabíadicho:«Se lohice escribir», antesdevariarlaspalabrasenlafrasesiguiente:«Seloescribí».Unpequeñoajuste,peroque a Sadie le había llamado la atención. Había supuesto que era un simpledesliz.Steveestabaalteradoysehabíaconfundidoalescoger laspalabras.Notenía importancia. Sin embargo ahora se preguntó si no habría sido un deslizfreudiano.Undescuidoqueapuntabaaotraposibilidad:quehubieraobligadoaMaggieaescribirloqueledictaba.

—Pero¿unasesinato?—Estabapensandoenvozalta—.¿Steve?—Nuncalohabíanconsideradosospechoso,nisiquieraantesdeencontrarlanota.Teníacoartada, recordó, laexcursióndepescaaLymeRegis.Habíancomprobado lainformación que les había proporcionado, pero solo porque formaba parte del

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procedimiento. Todo resultó ser cierto (el hotel, el tiempo que se ausentó deltrabajo, la empresa de alquiler de barcos) y ahí se había acabado el asunto.Ahora, no obstante, lejos de absolverlo, de repente a Sadie le pareció que laausenciadeLondresdeSteve(porunviajequelollevóaunlugarlejanojustoenelmomentodeladesaparicióndesuexesposa),eralacoartadaperfecta—.Pero¿yelmóvil?—Encontradesupropiocódigodeconducta,Sadienopudoevitarreflexionarsobreelmóvil—.SteveyMaggieestuvieroncasados.Sequisieron.Apenassehabíantratadodesdeeldivorcio.¿Porquéibaamatarladerepente?

La voz nítida de Alice Edevane se abrió paso entre la maraña depensamientosdeSadie.

—UnodemisprimerosmisteriosdeDiggoryBrentsebasabaenunahistoriaquemecontómihermanaClemmie.EstábamossentadasenHydePark,antesdelaSegundaGuerraMundial,ymehablódeunhombrecuyaesposadeseabatantoun hijo que le robó uno. Jamás se me olvidará esa historia. Me pareciócompletamenteverosímilqueeldeseodeunaparejadetenerunhijo,sumadoalamordeunhombreporsuesposa,condujeraalamásdrásticadelasacciones.

Sadie imaginó la cara feliz y amable de Gemma, cómo había llevado aCaitlyndelamanoalsalirdelacomisaría,conquénaturalidadselaapoyabaenla cadera.Dios, Sadie recordó lomucho que se había alegrado porCaitlyn alverlas, aliviada al saber que, a pesar de la desaparición de su madre, la niñahabíaacabadoenunhogarllenodeamor,conunospadresquelaquerían.

LavozdeBertiesonóamable.—¿Quévasahacer,Sadie,cariño?Sí, una lista de cosas que hacer. Eso ayudaría. Sería muchomás útil que

hacersereprochesasímisma.—TengoquevolveracomprobarlacoartadadeSteve—dijo—,paraversi

puedo situarlo en el piso de Maggie cuando se suponía que estaba fuera deLondres.Voyatenerquehablarconéldenuevo,peronovaaserfácil,noconlainvestigaciónenmarcha.

—¿NopodríasllamaraDonald?¿Pedirlequehagaalgunaspreguntasentulugar?

Sadienegóconlacabeza.—Tengoqueestarabsolutamenteseguraantesdeinvolucrarlo.—Fruncióel

ceñocuandoseleocurrióunanuevaidea—.TambiénvoyatenerqueecharotrovistazoalanotadeMaggie,encargarunanálisisforenseenbuscadepruebas.

—¿DeADN?

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—Deesoydequehubocoacción.Losgrafólogosyaanalizaronlanotaparacompararla conotrasmuestras de la escritura deMaggieydijeronque ciertoselementosparecíanforzados,que indicabanquehabíasidoescritaa todaprisa.Mediporsatisfechaconeso,perolosgrafólogospuedenverunmontóndecosasquenosonvisiblesparaelrestodenosotros.Dimosporhechoquelasprisassedebíanalaenvergaduradeloqueestabaapuntodehacer.Teníasentido.

La nota había sido escrita en una elegante cartulina.Maggie trabajaba enWHSmith y, segúnNancy, se había aficionado a los artículos de papelería decalidad.Sadiehabíaestadodeacuerdoenlopulcrodelacaligrafía,perohabíaun brusco garabato en la parte superior de la tarjeta que le había dado quepensar.«Estaríaprobandoelbolígrafo»,sehabía limitadoa responderDonald,encogiéndosedehombros.«Yolohehechocientosdeveces».YSadietambién,peroaunasínocuadraba.¿Porqué,sehabíapreguntadoSadie,unapersonaquedabalaimpresióndeseruntantomaniáticaibaaprobarelbolígrafoenlamismacartulinacaraqueseproponíautilizarparaescribirunmensajeimportante?

«No estaba en sus cabales», había respondido Donald cuando Sadie loplanteó.«Estabaapuntodeabandonarasuhija,sometidaamuchapresión,dudoque estuviera pensando si la tarjeta quedaría bonita».EntoncesSadie se habíamordido la lengua.Lanotahabía sidoun revésquedesbarataba su teoríay lahacíaparecerunalocafantasiosa.Loúltimoquenecesitabaerainsistirsobreunpoco de tinta en una cartulina. Sin embargo Nancy se había mostrado deacuerdo.«Maggiejamáshabríahechoalgoasí»,lehabíaasegurado.«AMaggielegustabanlascosaslimpiasyordenadas,desdequeerapequeñatodoteníaqueestarensusitio».

Desúbito,elgarabatoadquirióimportancia.¿Ysieralapruebadequehabíaalguien con Maggie? Alguien que la vigilaba de cerca, que tal vez inclusohubieraprobadoelbolígrafoantesdedictarleelmensajequedebíaescribir.

Sadie consiguió exponer estas ideas a los demás mientras, arrodillada, sehurgaba en el bolsillo en busca del teléfono. Por fortuna, aunque era del todoilegal, había fotografiado la nota antes de que la etiquetaran y archivaranoficialmente. Buscó entre sus fotografías hasta encontrarla y después pasó elteléfonoparaquetodospudieranverla.

Selevantóycomenzóacaminardeunladoaotro.¿HabríasidocapazStevedeplanearalgotanhorrendo,deejecutarunplantanespeluznante?Eraposiblequeseestuvieravolviendoloca,queseestuvieraaferrandoaunclavoardiendo,peroalmiraralosotrosSadiesetranquilizó.Unpolicíajubilado,unaescritora

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denovelaspoliciacasyuninvestigadorconundoctorado.Conesascredencialescombinadas formaban un equipo de investigación de élite, y todos parecíanpensarquesunuevateoríaeradignadeconsideración.

Bertie sonrió, y su rostro amable y familiar reflejó algo muy similar alorgullo.

—¿Quévasahacer,Sadie,cariño?—preguntódenuevo—.¿Quévaapasarahora?

Tantosiestabaenlociertocomosino,apesardelasposiblesconsecuenciasadversas, si existía la más leve probabilidad de que Steve hubiera vigilado aMaggiemientras escribía esa nota, siMaggie había previsto que las cosas noibana terminarbienyaunasíhabía reunidoelvalorparadejaresapistaa losinvestigadores, Sadie debía investigarlo. O asegurarse de que otra persona lohacía.

—Creoquetengoquehacerunallamada—dijo.Bertieasintió.—Yotambiénlocreo.PeronoaDonald.Existíalaposibilidaddequeaquellanuevapruebaquedara

ennada.Nopodíaarriesgarseaquesemetieraenotrolíoporsucausa.Tendríaqueacudir a instanciasmásaltas, aunqueeso implicara revelarquehabía sidoellalafuentedelafiltración.MientrasBertieylosdemásrecogíanlosrestosdelalmuerzo,SadiemarcóelnúmerodelaPolicíaMetropolitanaypreguntóporelsubinspectorjefeAshford.

***

CuandoesatardelosdemásregresaronalpuebloSadienolosacompañó.ClivesemarchóabordodelJennyjustodespuésdecomer,trashaberhechoprometera Sadie que lo llamaría tan pronto como recibiera noticias de la PolicíaMetropolitana,yBertie,aquienlecorrespondíaelprimerturnoenlacasetadelhospital, debía presentarse antes de las tres, hora de la inauguración de lasfiestas.HabíatratadodetentaraSadieconbollitosreciénhechosynataespesa,pero la idea de estar rodeada de gente divirtiéndose mientras ella tenía losnerviosaflordepielleprovocabanáuseas.

Alice,sinembargo,dedicóaBertieunadesusmuyinusualessonrisasydijo:

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—HacesiglosquenopruebolanataespesadeCornualles.Fruncióel ceñocuandoPeter le recordócon tacto esamisteriosa tareaque

contantoahíncosehabíanpropuestohacerdesdesullegaday,trasungestodelamano,declaróque,sihabíaesperadotantotiempo,bienpodríaesperarotrodía.Además, era conveniente pasar por la recepción del hotel antes de quecomenzaranlasfiestasylaplazadelpuebloestuvieraabarrotada.Alicesehabíacomprometidoafirmarlibrosparaladueñadelhotel,unamedidafundamentalparaconseguirdoshabitacionesenplenasfiestascontanescasaantelación.

AsípuesSadiesequedósola,contemplandolosdoscochesdesaparecerporel camino de entrada, engullidos, uno tras otro, por el bosque. En cuanto semarcharon,sacóelteléfono.Seestabaconvirtiendoenunacostumbre.Nohabíallamadas perdidas, lo cual no era sorprendente, dado que había subido elvolumen al máximo, y lo guardó de nuevo con un suspiro de profundacontrariedad.

Sadie no había sido del todo sincera con los demás cuando dijo que en laPolicíaMetropolitanalehabíanagradecidolanuevapista.EnrealidadAshfordnosehabíamostradoenabsolutocontentoconsullamaday,unavezoyóloqueSadie teníaquedecir, sehabíapuestocomouna furia.ASadieaún ledolíaeloídode labronca recibida.No tenía lacertezadeque la salivadeAshfordnohubiera recorrido la línea telefónica para escaldarla. Su propia ira habíaaumentadoenrespuesta,perosehabíaesforzadoporcontenerla.Lehabíadejadohablar y, a continuación, con toda la calma de que había sido capaz, le pidiódisculpasporsuerroryleexplicóquedisponíadeinformaciónnueva.Ashfordnohabíaqueridoniescuchar,asíque,acongojadayconscientedequeseestabajugandoeltrabajoquetantoamaba,SadielerecordóqueaúnteníaelnúmerodeDerekMaitlandyquelaimagendelapolicíapodíasalirmalparadasiresultabaqueestabaenlociertoyunamujerhabíasidoasesinadasinquehicierannadaalrespecto.

EntoncesAshfordporfinescuchó,conlarespiraciónardientecomoladeundragón,y,cuandoSadieterminó,habíadichobrusco:«Voyaponeraalguienaello»,y luegocolgósinmás.ASadieno lequedabaotracosaquehacersalvoesperaryalbergarlaesperanzadequeAshfordtuvieralaamabilidaddellamarlaparacontarlequéhabíandescubierto.

Asíqueallíestaba.Sadietuvoqueadmitirqueexistíanpeoreslugaresdondematareltiempo.Lacasaeradiferenteporlatarde.Ahoraquehabíacambiadoelángulo del sol, daba la impresión de que el lugar entero se hubiera sosegado.

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Había cesado la frenética actividad matutina de aves e insectos, el tejado seestiraba y hacía crujir sus cálidas articulaciones con la facilidad que da lacostumbreylaluzentraba,lentaysatisfecha,porlasventanas.

SadiefisgoneóunratoenelestudiodeAnthony.Losmanualesdeanatomíaseguían en los estantes situados sobre el escritorio, su nombre con caligrafíapulcrayesperanzadaenelfrontispicio,yenelúltimocajónSadieencontrólascondecoracionesescolares:primerode laclaseen lenguasclásicas,hexámetroslatinosymuchasotrascosas.Escondidaenun rincónal fondodelcajónhabíauna fotografíadeungrupode jóvenescon togasybirretesuniversitariosentreloscualesSadiereconocióaunjovencísimoAnthony.Elmuchachoquereíaasulado era elmismoque aparecía en un retrato de estudio enmarcado que habíaencima del escritorio, un soldado de pelo negro enmarañado y expresióninteligente. Bajo el cristal había una ramita de romero que semantenía en sulugarceñidaporelmarco,perosucolorpardoindicóaSadiequeseconvertiríaenpolvoyselallevaríaelvientoencuantosesacaradelmismo.EnelescritoriotambiénhabíaunafotografíaenmarcadadeEleanor,depiedelantedeunedificiode piedra. Sadie la cogió paramirarlamás de cerca. La fotografía había sidotomada en Cambridge, supuso, donde habían vivido antes de que AnthonysorprendieraasuesposaconlarecuperaciónylavueltaaLoeanneth.

Los diarios de Anthony ocupaban todo un anaquel de una estantería quellegabaal techoenlapareddelfondoySadieseleccionóunoscuantosalazar.No tardóenquedaratrapadapor suspalabras,y leyóhastaque ledolieron losojospor la luzmortecina.Lasanotacionesnocontenían indicioalgunodequeAnthony albergara intenciones asesinas. Por el contrario, rebosaban depropósitosde«ponersebien»;dereprochesasímismoporhaberdefraudadoasuesposa,asuhermano,asupaís;y,comoClivehabíadicho,habíapáginatraspáginajuegosdememoria:intentosporobligarasumentefracturadaafuncionarde nuevo. La culpa que sentía por haber sobrevivido mientras otros habíansucumbido lo devoraba; sus cartas a Howard, el amigo perdido, erandesgarradoras.Descripcionessencillasyelegantesdeloquesuponíasobrevivir,como él decía, una vez se ha dejado de ser útil, y sentir que la vida era unpremioinmerecido,robadoacostadelosdemás.

Lasexpresionesde lagratitudque sentíahaciaEleanory lomuchoque seavergonzaba de sí mismo eran difíciles de leer, pero peores eran lasdescripcionesdesuterroraherirporaccidentealosseresquemásamabaenelmundo.Tú,queridoamigo,sabesmejorquenadiequesoycapazdeello.(¿Por

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qué?Sadiefruncióelceño.¿Queríaesodeciralgo?¿OAnthonysolosereferíaaquesuamigoloconocíabien?).

Era evidente, también, que la incapacidad de Anthony de ejercer comocirujano lo atormentaba. No pensaba en otra cosa, escribía, después de losucedido en Francia. La única manera que tenía de arreglar las cosas eraasegurándome de que mi supervivencia servía de algo. Regresar a casa, aInglaterra,paraejercerdemédicoyayudaramáspersonasde lasquehabíaherido.PeronolohabíalogradoySadiesintióunaprofundacompasiónporél.Su breve experiencia sin poder trabajar en lo que le entusiasmaba le habíaresultadomuydura.

Giró la rígida silla de madera para observar el resto de la estancia enpenumbra.Era un espacio solitario, triste ymarchito.Trató de imaginar cómohabríasidoparaAnthonylaexperienciadeverseconfinadoensemejantelugar,conlaúnicacompañíadesusdemoniosydesilusiones,siempreconeltemordesucumbiraellos.Ysustemoreseranfundados,puesesofueprecisamenteloquesucedió.

Porque,porsupuesto, lamuertedeTheotuvoqueserunaccidente.AunsiBen Munro era el padre de Theo, e incluso si Anthony había descubierto lainfidelidaddeEleanorylehabíadominadounataquederabiaycelos,mataralhijo de su esposa era el crimen más abominable que cabía imaginar. Laspersonas cambiaban, la vida daba muchas vueltas, pero Sadie era incapaz decreer que Anthony hubiera hecho algo así. La conciencia de Anthony de suestado, su angustia por saberse capaz de cometer actos violentos, lasprecaucionesquehabíatomadoparaevitarlosindudacontradecíanlateoríadeClivesegúnlacualhabíacometidoesecrimenatrozapropósito.LapaternidaddeTheonoerapertinenteaquí.LacercaníatemporalentrelamuertedeTheoyeldescubrimientodelaaventuradesumujereraunacoincidencia.Sadiefruncióelceño.Coincidencia.Unavezmásesamolestapalabra.

Suspiróy se estiró.El lento anochecer estivalhabía empezado.Losgrilloshabían comenzado su cántico nocturno en los rincones ocultos del jardínagostadoporelsolydentrodelacasalassombrassehacíanmáslargas.Elcalordel día se había estancado y flotaba, denso e inmóvil, a la espera de que elfrescorde lanochese lo llevara.Sadiecerróeldiarioy lodevolvióalestante.Trascerrar lapuertadelestudiodeAnthonysinhacerruido,bajólasescaleraspara recuperar su linterna. Iluminó brevemente la pantalla del teléfono (nadatodavía)ysedirigióalescritoriodeEleanor.

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No tenía ni idea, en realidad, de qué estaba buscando; solo sabía que lefaltaba algo y no se le ocurrió mejor lugar donde buscar que las cartas deEleanor. Empezaría antes del nacimiento de Theo y lo leería todo con laesperanzadehallareldatovital, la lentea travésde lacual todoencajaría.Enlugar de leer las cartas por destinatario, avanzó cronológicamente, empezandopor los cuadernos de Eleanor y, a continuación, buscando la respuestacorrespondiente.

Era un proceso lento, pero Sadie disponía de tiempo, no la esperaban enningunaparteysentíalanecesidadpoderosadedistraerse.SeobligóaapartarelcasoBaileyyaAshforddesuspensamientosydejóqueelmundodeEleanorcobraravidaensulugar.EraevidentequeparaEleanorlarelaciónconAnthonyhabía sido la más importante de su vida, un gran amor ensombrecido por elimplacablehorrorylaconfusióndesuterribletrastorno.Enunacartatrasotra,amédico tras médico, suplicaba ayuda en tono siempre cordial, sin perder laesperanzadeencontrarunacura.

Peroesosruegosamablesescondíanungrandolor,queresultabaevidenteenlas cartas aDaffyd Llewellyn.Durantemucho tiempo él fue el único a quienEleanorhabíaconfesadoeldecliveyelsufrimientodeAnthony.Lasniñasnolosabíanytampoco,alparecer(salvonotablesexcepciones),elservicio.Tampocolo sabía Constance, cuya enemistad con Eleanor, y también al parecer conDaffydLlewellynveníadelargo.

Eleanor le había prometido aAnthony, lo escribía enmás de una ocasión,guardarleelsecreto,ynoseplanteabaromperlapalabradada.Paraelrestodelmundohabíacreadounafantasíaenlaqueellaysumaridovivíansinunasolapreocupación:ella,dedicadaa llevar lacasa;él,enfrascadoensusestudiosdelmundo natural y la producción de una obra maestra. Ella escribía cartasafectuosas a sus pocos conocidos acerca de la vida en Loeanneth llenas deobservacionesdivertidas, enocasionesagudas, acercade sushijas,acualmásexcéntrica.

Sadie admiraba la obstinada insistencia de Eleanor, si bien negaba con lacabezaanteloinviableydescabelladodelatareaquesehabíaimpuesto.DaffydLlewellynlehabíarogadoquesesinceraraconquieneslarodeaban,enespeciala principios de 1933, cuando los temores de Eleanor se volvieron másacuciantes.Comosiempre,estabapreocupadaporAnthony,peroahoraademástemíaporsubebé,cuyonacimiento,decía,habíadespertadoalgoespantosoenlamentedesumarido.

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Habíaafloradounprofundotrauma,recuerdosdeunaexperienciaaterradoravivida en la guerra cuando perdió a Howard, sumejor amigo.Es como si seacumulara todo. Le amarga su buena suerte y lamenta en lo más hondo nopoderejercer lamedicina,ydealgunamanera todosehaconfundidoconsusrecuerdos de la guerra, con un «incidente» en particular. Le oigo gritar ensueños.Pidequesalganya,quemantenganalperroyalbebéensilencio.

Y a continuación, unas semanasmás tarde:Como sabes, Daffyd, llevo untiempo haciendo discretas averiguaciones. Me había extrañado no hallarmención alguna deHoward en el cuadro de honor, así que indagué un pocomás, y ¡ay, Daffyd, es horrible! Lo fusilaron al amanecer, pobre hombre.¡Nuestro propio ejército! Di con un tipo que había servido en el mismoregimiento que Howard y Anthony y me lo contó: Howard había intentadodesertar y Anthony lo impidió. Pobre amormío, debió de haber pensado quepodríamantenerloensecreto,pero intervinootrooficialy lascosasacabaroncomoacabaron.ElhombreconquienhablémedijoqueAnthonyselotomómuymal y, conociendo amimarido como lo conozco, tengo la certeza de que sesentirátanculpablecomosihubieraapretadoelgatilloélmismo.

Sinembargo,larazóndelosterroresnocturnosdeAnthonynoexplicabaquehubieran aumentado aquellos días y tampoco había ayudado a Eleanor en ladifíciltareadecalmarloydevolverloalarealidad.AnthonyadorabaalpequeñoTheo, escribía Eleanor, y el temor a hacerle daño lo desesperaba, llegandoincluso,enlosmomentosmásdifíciles,ahablarde«acabarcontodo».Nopuedopermitirlo, escribía Eleanor. No puedo consentir que las esperanzas y laprometedora vida de este gran hombre acaben así. Tengo que encontrar lamaneradearreglar lascosas.Cuantomáslopienso,másconvencidaestoydequehastaqueAnthonynohableabiertamentedeloquelesucedióaHowardnoselibrarádelosterroresqueloatormentan.Tengolaintencióndepreguntarleacerca del «incidente» yo misma, debo hacerlo, pero no hasta que todo secalme.Nohastaquetodosesténasalvo.

Durantetodoaqueltiempo,laúnicaluzenlaexistenciadeEleanor,laúnicatregua, había sido su relación con Ben. Era evidente que le había hablado aDaffydLlewellyndeél,y tambiénque lehabíaconfiadoaBen laenfermedadmental de Anthony. Había algo en la naturaleza nómada de Ben, escribíaEleanor,ensufaltaderaíces,queloconvertíaenlapersonaperfectaconquiencompartirelsecreto.Noesquehablemosdeelloamenudo,nocreas.Tenemosmuchosmástemasdeconversación.Haviajadoportodaspartes,suinfanciaes

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untesorodeanécdotasacercadepersonasylugaresdiversosymemueroporoírlas todas. Es una forma de escapar, aunque solo por un rato. Pero, enalgunasocasiones, cuandonecesito desahogarme, él es el único, aparte de ti,queridoDaffyd, enquienpuedoconfiar.Hablarconél es comoescribir en laarenaogritaralviento.Sunaturalezaestansencillaqueséquepuedodecirlecualquiercosayquenosaldrádesuslabios.

SadiesepreguntóquéhabríasentidoBenrespectoaltrastornodeAnthony…enespecialrespectoalaamenazaquepodíasuponerparaEleanoryelpequeñoTheo.Era,al finyalcabo, suhijo.LacartaquehabíaencontradoSadieenelcobertizodelasbarcasdejabaclaroqueBensabíaqueasíera.PasóeldedoporelfajodecartasdeBenaEleanor.Hastaentonceshabíaevitadoleerlas.Hurgaren las cartas de amor de alguien suponía sobrepasar un límite. Ahora sinembargodecidióquetendríaqueecharunvistazo.

Hizo algo más que eso. Las leyó todas. Y cuando llegó a la última, lahabitaciónsehabíasumidoenunaoscuridadcompletayen lacasayel jardínreinaba tal silencio que se oía el lejano vaivén delmar. Sadie cerró los ojos.Teníaelcerebroexhaustoyestimuladoalmismotiempo,unextrañomatrimoniodedosestadoscontradictorios,ytodoloquehabíavistoyleídoyescuchadoypensadoesedíagirabaalavezdentrodesucabeza.AlicehablandoaBertiedelpasadizocercadelcobertizodelasbarcas;Cliveysubarca…(«Aquíeslamejormaneradedesplazarse…Avecesnotecruzasniconunalma»);lapromesadeEleanoraAnthonyysustemoresporTheo;losrelatosdeinfanciadeBen…

Pensó también enMaggie Bailey y las cosas de las que eran capaces laspersonasporprotegeraunhijo;enCaitlynyenlaformaenqueGemmalehabíasonreído; en RoseWaters y el intenso amor que se puede sentir por un niñoaunque sea hijo de otra persona. Compadeció a Eleanor, que había perdido aTheo,aBenyaDaffydLlewellynenapenasunasemana.YvolvióunayotravezaladescripciónquehabíahechoAlicedesumadre:Creíaqueunapromesa,unavezrealizada,debíacumplirse.

No fue tanto el descubrimiento de una única pista como la conexión entremuchospequeñosdetalles.Esemomentoenqueelsolcambiadeánguloyunatelaraña,antesinvisible,comienzaabrillarcomoplatafinamentehilada.Porquede pronto Sadie vio cómo estaba todo conectado y supo qué había sucedidoaquella noche. Anthony no había matado a Theo. Ni a propósito, ni poraccidente,nideningunamanera.

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Capítulo32

Cornualles,23dejuniode1933

La hoguera ardía en el centro del lago. Las llamas anaranjadas danzabanirregularescontraelcieloestrelladoylospájaroseransiluetasnegrasenloalto.AConstanceleencantabaelsolsticiodeverano.Eraunadelaspocastradicionesde la familia de sumarido que aprobaba. Siempre había agradecido tener unaexcusa para una fiesta, y los fuegos y los farolillos, la música y el baile, lapérdidadeinhibicioneshacíanaquellaespecialmenteemocionante.AConstanceno le interesaba un ápice toda esa charlatanería supersticiosa de los DeShielsobrerenovaciones,transicionesyproteccióncontraespíritusmalignos,aunqueeste año se preguntaba si tal vez no tendría algo de sentido. Esta nocheConstanceteníaintencióndehacerunimportantecambioensuvida.Alcabodecasicuarentaaños,habíadecidido,alfin,dejaratrásunaviejaenemistad.

Se llevó lamano al corazón. El viejo dolor seguía ahí, alojado en su cajatorácicacomoelhuesodeunmelocotón.Últimamente,trasreprimirlosdurantedécadas, los recuerdosaflorabanamenudo.Quéextrañoerahaberolvidado loque había cenado la noche anterior y en cambio recordarse vívidamente a símisma en la frenética turbulencia de aquella habitación, aquella mañana,mientras afuera amanecía y su cuerpo se rompía por dentro. La criada idiotatitubeandoconelpañoflácido,lasmangasdelacocinerasubidashastaloscodosenrojecidos,elcarbónquechisporroteabaenlachimenea.HabíahabidohombresenelpasillodebatiendosobreQuéDeberíaHacerse,peroConstancenoleshabíaoído;susvocessehabíanahogadoenelsonidodelmar.Elvientohabíatraídomalos augurios aquellamañana y cuando los allí presentes, una confusión demanostoscasyvocesagudas,empezaronamoverseenlaoscuridadliminaren

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tornoaella,Constancehabíadesaparecidobajolaembestidaimplacabledelasodiosas olas. (¡Cómo detestaba ese sonido! Incluso ahora, amenazaba convolverlaloca).

Mástarde,enelerialdelassemanassiguientes,Henrihabíallamadoaunoscuantosmédicos, losmejoresdeLondres, todos loscualescoincidieronenquehabía sido inevitable (el cordón umbilical se había enrollado como una sogaalrededor del cuello diminuto) y que lo mejor para todos sería olvidar esedesgraciadoincidentecuantoantes.PeroConstancenolohabíaolvidadoysabíaque se equivocaban. El «incidente» no había sido inevitable; su hijo habíamuerto por incompetencia. Incompetencia de él. De Daffyd Llewellyn. Porsupuesto,losmédicoshabíancerradofilasparaprotegerlo:eraunodelossuyos.La naturaleza no siempre era amable, le habían asegurado, a cual másempalagoso,peronolaengañaban.Nadalesimpedíavolveraintentarlo.

Almaltiempo,buenacara.Cuantomenossehablaradeello,mejor.Lascosasseríandiferenteslasiguientevez.En eso sí acertaron. Cuando Eleanor nació doce meses más tarde y la

comadronalalevantóparaexaminarla(«¡Esniña!»),Constancelahabíamiradode pies a cabeza, lo suficiente como para ver que estaba mojada y rosada ychillaba, antesde asentir con sequedad,darse lavueltaypedirque le llevaranunatazadetébiencaliente.

Esperaba que los sentimientos terminarían llegando, la emoción del amormaternal y el anheloquehabía sentido la primeravez (¡ay, esa cara gordita ycérea,losdedoslargosyfinos,losdulceslabioscurvadosdelosquenosaldríasonido alguno!), pero pasaron los días, uno tras otro, los pechos se le habíanhinchado,lehabíandolidoydejadodedolery,antesdequepudieradarsecuentaeldoctorGibbonshabíavueltoparadarleelaltayliberarladesuconfinamiento.

Para entonces, sin embargo, algo entre las dos había quedado silenciosa ymutuamente resuelto. La pequeña lloraba y gritaba y se negaba a calmarsecuandoestabaenbrazosdesumadre.Constancemirabaelrostrovociferantedelaniñaynose leocurríaningúnnombreparaella.FueHenriquienescogióelnombre,lasostuvoenbrazosylacalmóhastaquepudieronponerelanuncioyBruen,laniñera,sepresentóantelapuertaconsusreferenciasimpecablesysusnormasestrictas.ParacuandointervinoDaffydLlewellyn,consuscuentosysusversos,ConstanceyEleanoryaerandosextrañas.Conlosañosfuealimentandosuiracontraesehombrequelehabíaarrebatadonouno,sinodoshijos.

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Pero (Constance suspiró) se había cansado de estar enfadada. Se habíaaferrado a ese odio candente durante tanto tiempo que se había convertido enaceroylahabíaapresadoensurigidez.Mientraslabandaatacabaotramelodíaalegreylasparejasgirabanenlapistadebaileiluminadaporfarolillosyrodeadadesauces,Constancecruzóentrelagentehacialasmesasdondeloscamareroscontratadosservíanbebidas.

—¿Unacopadechampán,señora?—Gracias.Yotraparamiamigo,porfavor.Aceptólasdoscopasrebosantesdechampányfueasentarseenelbancodel

cenador.Noibaaserfácil(laviejaanimadversiónerayaalgotanfamiliarcomosuimagenenelespejo),peroyaerahoradelibrarsedelairayelpesarquelateníanprisionera.

En ese preciso instante Constance vislumbró a Daffyd Llewellyn algoseparadode lagente.Sedirigíadirectamentehaciael cenador, sorteandoa losinvitados,casicomosisupieraqueellaloestabaesperando.ParaConstance,esehecho cimentó aúnmás la certeza de estar haciendo lo correcto. Sería cortés,incluso amable; se interesaría por su salud (sabía que sufría de ardor deestómago) y lo felicitaría por sus logros recientes y el gran honor que iba arecibir.

Aparecióunasonrisanerviosaenlacomisuradesuslabios.—SeñorLlewellyn—lo llamóy sepusoenpiepara saludarlo.Suvoz era

másagudadelohabitual.ElseñorLlewellynmiróalrededoryalverlaseleagarrotóelcuerpoporla

sorpresa.Resurgió el destello de un recuerdo y Constance lo vio de joven, aquel

médico brillante y atractivo del que su marido se había hecho amigo. Hizoacopiodevalor.

—Mepreguntabasitendríaunmomento.—Letemblabalavoz,peroatinóacontrolarla. Estaba decidida, resuelta, dispuesta a liberarse—. Esperaba quetuviéramosunmomentoparahablar.

***

Constance lehacíaseñascon lacopadelchampándesdeelcenador,elmismo

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lugardondeDaffyddebíaencontrarseconAlicealcabodequinceminutos.Lamuchacha tenía un sexto sentido para detectar el paradero de Ben Munro yEleanor le había rogado que la mantuviera ocupada esta noche. «Por favor,Daffyd», le había rogado. «Todo se echaría a perder siAlice apareciera en ellugarequivocadoenelmomentomenosindicado».

Habíaaceptado,perosoloporqueEleanoreralomáscercanoaunahijaquejamás iba a tener. La había querido desde que era diminuta. Un bultitoencantadorque era comoun apéndicedeHenri, siempre en susbrazos, ymásadelante,cuandocreció,sobresushombrososaltandoasu lado.¿Separeceríatantoasupadresinohubierapasadotantotiempoconélcuandoerapequeña?Eraimposibledecirlo,peroasíera,yDaffydlaqueríaporello.«Porfavor»,lehabía rogado Eleanor, tomando su mano entre las suyas. «Te lo suplico. Nopuedohacerestosinti».Yél,cómono,habíaaccedido.

En realidad tenía serias dudas acerca del plan.Lapreocupaciónque sentíaporEleanorleteníainquietoyangustiado.SuardordeestómagosehabíavueltocrónicodesdequeEleanor lehabíacontadotodo,y laviejadepresión,esemalqueunavez estuvo cercade consumirlo, había regresado.Conocíadeprimeramanoloquelespodíasucederalasmujeresqueperdíanunhijo.EldeEleanoreraunplanfrutodeladesesperación,unplanquesololafaltadelucidezquedanlasnochessindormirhacíaparecerviable.

Lehabíarogadoqueloreconsiderara,durantelasmuchasconversacionesenqueellalehabíaabiertosucorazón,peroEleanorsehabíamostradoinflexible.ÉlcomprendíasulealtadaAnthony(loshabíavistojuntoscuandoeranjóvenesy había vivido como propio el sufrimiento de Eleanor por su marido) ycompartíasustemoresporelpequeñoTheo.Pero¡realizarsemejantesacrificio!Teníaquehaberotrasolución.«Dimecuál»,habíainsistidoEleanor,«yteharécaso». Pero, por muchas vueltas que diera a las piezas del rompecabezas, nohabía sido capaz de encontrar una manera de disponerlas que satisficiera aEleanor.Nosinreconocerante losdemáslosproblemasdeAnthony,algoa loqueellasenegabaenredondo.

«Lehiceunapromesa»,dijo,«y túdeberías sabermejorquenadieque laspromesasnoserompen.Túmeloenseñaste».Daffydhabíaprotestado,contactoalprincipioyconseveridaddespués,paraintentarhacerleverquelalógicaquesustentaba sumundo imaginario de hadas, esos hilos luminosos que tejía paracomponersusrelatosnoeranlobastantesólidosparasostenerlascomplejidadesde la existencia de un ser humano.PeroEleanor nodio su brazo a torcer. «A

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vecesamardesdelejosestodoaloquepodemosaspirar»,habíaconcluido,traslo cualDaffyd se consoló a símismodiciendoquenadadurabapara siempre.QueEleanorsiemprepodríacambiardeparecer.Quetalvezesofueralomejor,proporcionaralpequeñounrefugiotemporal.

Así pues, había hecho lo que le pedía. Había quedado con Alice allí esanoche para evitar que husmeara donde no debía y echara por tierra el plan.Eleanor había estado convencida de que la curiosidad natural de lamuchachabastaría para que colaborara y Daffyd llevaba todo el día preparándose,repasandoposibleseventualidades,previendoproblemas.PeronohabíaprevistolaintrusióndeConstance.PorlogeneralDaffydintentabapensarenConstancelomenosposible.Jamáshabíanestadodeacuerdoennada,nisiquieraantesdeaquella noche espantosa. Durante el largo cortejo de Henri, Daffyd habíaobservadosinintervenirmientrasConstancehacíasufrirasuamigo.Quécruel,quédespiadadahabíasidoy,sinembargo,Henrihabíacaídorendidoasuspies.Habíapensadoquepodríadomarla,que,cuandoaceptaracasarseconél,susdíasdecoquetearsehabríanacabado.

Apesardetodo,eldolordeConstancetras lamuertedesuhijohabíasidoreal;Daffydnolodudaba.Selehabíarotoelcorazón,habíanecesitadoaalguiena quien echar la culpa y se había fijado en él.Daba igual cuántos doctores leexplicaranlodelcordónumbilicaloleaseguraranqueelresultadohabríasidoelmismo con cualquier otro médico; ella se negaba a creerles. Jamás habíaperdonadoaDaffydelpapelquehabíadesempeñado.Dehecho,éltampocosehabía perdonado a sí mismo. No había vuelto a ejercer. Su pasión por lamedicinahabíamuertoaquella tristemañana.Loatormentaban imágenesde lacara del bebé, el calor sofocante de la habitación, el llanto desgarrador deConstancemientrasseaferrabaalcadáverdiminuto.

Peroahoraaquíestaba,ofreciéndoleunacopadechampánypidiéndolequehablaran.

—Gracias —dijo, y acto seguido aceptó la copa y dio un sorbo másprolongadodelorazonable.EstabafríoyburbujeanteyDaffydnosehabíadadocuentadeloresecaqueteníalagarganta,delonerviosoqueestabaporlatareaqueteníadelante.Cuandoterminódebeber,Constanceloestabaobservandoconunaexpresiónextraña,sorprendida,sinduda,porsugroseraformadebeber.

YentonceslaexpresióndesaparecióyConstancesonrió.—Siempre me ha encantado esta época del año. El aire está lleno de

posibilidades,¿nocrees?

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—Demasiadagenteparamí,metemo.—Enlafiesta,talvez,peroyohablabaenunsentidomásgeneral.Laideade

renovarse,decomenzardenuevo.Había algo inquietante en su conducta. Estaba tan nerviosa como él,

comprendióDaffyd.Diootrosorbodechampán.—Vaya, túmejorquenadie tendríasqueconocer lasventajasdecomenzar

de nuevo, ¿no, Daffyd? Qué transición la tuya. Qué segunda oportunidad tansorprendente.

—Hesidoafortunado.—QuéorgullosoestabaHenridetucarreraliteraria.YEleanor…Bueno,ella

besaelsueloquepisas.—Yotambiénlaquieromuchísimo,desdesiempre.—Ahsí, losé.Lahasmimadoamásnopoder.Todosesoscuentosque le

contabas,yescribirdeellaentulibro.—Constanceriodespreocupada,antesdeexperimentarunaparenteyrepentinocambiodehumor—.Mehehechomayor,Daffyd. A menudo me descubro pensando en el pasado. Oportunidadesmalgastadas,personasperdidas.

—Nosocurreatodos.—Tenía intención de felicitarte por tu reciente distinción, la orden real.

Habráunarecepciónenpalacio,supongo.—Esocreo.—Vas a conocer al rey. ¿Tehe contado algunavezque estuve a puntode

disfrutardelmismoprivilegiocuandoerajoven?Pordesgraciacaíenfermaymihermana Vera acudió en mi lugar. Fue una de esas cosas inevitables, porsupuesto. La vida da muchas vueltas. Tu éxito, por ejemplo… Un ejemploasombrosoderesurgirdelascenizas.

—Constance…—Daffyd.—Constance respiróhondoyse irguiócuanaltaera—.Tenía la

esperanza de que coincidirías conmigo en que ya es hora de dejar el pasadoatrás.

—Yo…—Unanopuedeaferrarseparasiemprealrencor.Llegaunmomentoenque

laaccióndebesustituiralareacción.—Constance,yo…—No, déjame acabar, Daffyd, por favor. He imaginado esta conversación

muchas veces. Tengo que decirlo. —Daffyd asintió y Constance sonrió un

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momento en señal de agradecimiento, antes de levantar la copa. La mano letemblaba levementeyDaffydnosuposisedebíaa laemociónoa lavejez—.Megustaríaproponerunbrindis.Porlaacción.Porelremedio.Yporrenacer.

Entrechocaron las copasybebieron.Daffyd casi vació la suya.Necesitabatiempoparareaccionar;sesentíaabrumado.Eratodotaninesperadoynosabíabienquédecir.Unavidaenteradesentimientodeculpaydolorleformóunnudoen la garganta y se le empañaron los ojos. Era demasiado en una noche yasobrecargadadepenosasresponsabilidades.

Sudesconciertodebióderesultarevidente,puesConstanceloestudiabaconlamisma atenciónque si lo estuviera viendopor primera vez.Tal vez porqueestaba siendo observado,Daffyd se sintiómareado.De repente tenía calor. Elaireestabacargado,erasofocante.Habíademasiadagentearmandoescándaloylamúsicaestabamuyalta.Apurólasúltimasgotasdelchampán.

—¿Daffyd?—dijoConstance,conelceñofruncido—.Estáspálido.Daffyd se llevó la mano a la frente, como para recobrar el equilibrio.

Parpadeó, en un intento de enfocar la vista, de dejar de ver auras borrosasalrededordetodoydetodos.

—¿Voyabuscarteunvasodeagua?¿Necesitasunpocodeairefresco?—Aire—afirmó.Teníalagargantamuysecaylavozronca—.Porfavor.Habíagenteportodaspartes,rostros,voces,todoborroso,ylealegróqueel

brazo de Constance lo guiara. Ni en un millón de años se habría imaginadoDaffydunasituaciónen laque fueraConstancequien leprestaraayuda.Ysinembargo,sinellatemíacaersealsuelo.

PasaronentreungrupodepersonasquesereíanyleparecióveraAlicealolejos.Tratódedeciralgo,deexplicaraConstancequenopodíaalejarsemucho,queteníaunasuntoimportantequeatender,perosulenguaestabaapáticayeraincapazdeformarpalabras.Todavíahabía tiempo.Eleanorhabíadichoquenose verían hasta medianoche. Cumpliría su promesa, solo necesitaba tomar unpocodeairefresco.

Habíanseguidoelsenderomásalládelseto,hastaqueelruidodelamultitudpareció venir demuy lejos. Tenía el corazón desbocado.No eran el ardor deestómago o la ansiedad habituales; oía la sangre agolpándosele detrás de lasorejas.Laculpa la tenían,porsupuesto, losrecuerdosdeese terribleamanecerdemuchotiempoatrás;sufracasoalahoradesalvaralpequeño.YqueahorafueraConstancequienintentarahacerlaspaces.Daffydsintióunasabrumadorasganasdellorar.

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Lacabezaledabavueltas.Voces,muchasvoces,cacofónicas,distantes,perounasesobrepusoatodas,aguda,cercadesuoreja,ensuoído.

—Esperaaquí.Descansaunmomento,voyabuscarteunpocodeagua.Derepentesentíamuchofrío.Miróasualrededor.Ladueñadelavozhabía

desaparecido. Estaba solo. ¿Dónde habría ido? ¿Dónde habría ido quién?Alguien había estado a su lado. ¿O lo había imaginado?Estaba cansado,muycansado.

Tenía la cabeza llena de los sonidos que lo rodeaban. Peces que dabancoletazos en las aguas oscuras, ruidos goteantes y misteriosos en lasprofundidadesdelbosque.

Vioelcobertizodelasbarcas.Habíademasiadagente,quesereíaychillabamientras se divertía en las barcas a la luz de los farolillos.Necesitaba estar asolas,respirar,recuperarlacompostura.

Sealejaríasolounpocoenlaotradirección.Alolargodelarroyo.Siemprehabíasidounodesusrinconesfavoritos.Québuenosmomentoshabíanpasadoallí,díaslargosysoleados,Henri,ély,mástarde,lapequeñaEleanor,saltandodeunladoaotroydeleitándolosconsuperspicacia.DaffydjamásolvidaríalaexpresióndeHenri almirar a su hija, su adoración sin reservas.Daffydhabíatratadodeesbozaresaexpresiónmuchasveces,peronohabía logradocaptarlasobreelpapel.

Tropezóyrecobróelequilibrio.Teníaunasensaciónextrañaenlaspiernas.Estaban flojas, como si los ligamentos se hubieran vuelto de goma. Decidiósentarse un momento. Solo un momento. Rebuscó en el bolsillo una píldoracontraelardordeestómago,selametióenlabocaylatragócondificultad.

La tierraestaba fríayhúmedayapoyó laespaldacontrael tronco fuerteysólidodeunárbol.Cerrólosojos.Supulsoeracomounríocrecidodespuésdelalluvia,rítmico.Sesentíacomounbarcoatrapadoenlacorriente,meciéndose,cabeceando,palpitando.

PodíaverelrostrodeHenri.Elrostrodeuncaballero,deunabuenapersona.Eleanorteníarazón.Avecesamardelejoseratodoaloquepodíamosaspirar.Yeramejor,sinduda,quenohaberamado.

Ah,peroquéduroera.ElarroyolamíadespaciolasorillasylarespiracióndeDaffydLlewellynse

acompasóylatiómásdespacio.TeníaqueveraAlice;selohabíaprometidoaEleanor. Enseguida se pondría enmarcha. Solo unos pocosminutosmás allí,notando la tierra sólida y fresca a sus pies, el árbol fiel, la brisa suave en las

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mejillas.Y lacaradeHenrienel recuerdo, suviejoamigo,que lo llamaba, lehacíagestosconlamanoparaquenotardaraenreunirseconél…

***

Alice iba mirando el reloj cuando casi se tropezó con su abuela. La ancianacaminabamuydeprisayparecíaencontrarseenunestadodeexcitacióninusualenella.

—Agua—dijocuandovioaAlice.Teníalasmejillassonrosadasylosojosbrillantes—.Necesitounpocodeagua.

Enotrascircunstanciasesaenergíainusualensuabuelahabríabastadoparadespertar la curiosidad de Alice, pero no aquella noche. Su mundo se habíaderrumbado y estaba demasiado ocupada ahogándose en su vergüenza yaflicción para interesarse por las peculiaridades de los demás. Solo por unprofundo sentido del deber había ido a reunirse con el señorLlewellyn.Aliceapenas soportaba recordar la conversación que habían tenido aquellamañana;susganasdedeshacersedeél,suimpacienciaporiryenseñarlesumanuscritoaBen,suorgullo.Quégranerrorhabíaresultadoser.

Señor,¡quévergüenza!Alicesesentóenunasillabajoelcenadorysellevólasrodillasalpecho,abatidaporcompleto.Nohabíaqueridoiralafiesta,habríapreferido lamerse las heridas a solas, pero madre había insistido. «No vas apasarte toda la noche encerrada y enfurruñada», dijo. «Te pondrás tu mejorvestido y saldrás con el resto de la familia. No sé qué te pasa ni por qué hatenidoquepasarteprecisamenteestanoche,perono lovoya consentir,Alice.Organizarestafiestahacostadomuchotrabajoynolavasaestropearcontumalhumor».

Asíqueallíestaba,demalagana.Habríaqueridoquedarselanocheenteraensuhabitación,ocultabajolasmantas,tratandodeolvidarloinsensata,estúpidaytontaquehabíasido.TodoeraculpadelseñorLlewellyn.Esamañana,cuandopor fin logró desembarazarse del anciano, Alice había decidido que no habíatiempo para mostrarle a Ben el manuscrito; el señor Harris y su hijo podíanvolver en cualquier momento. Por lo tanto había decidido ir con la noveladirectamentealcobertizodelasbarcaspor la tarde.Así,habíarazonadoAlice,podríanestarjuntosyasolasporfin.

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Leardiólapielalrecordarlo.Cómohabíasubidolasescalerasasaltosparallamar a la puerta, rebosante de emoción, confiada. Con qué esmero se habíapeinadoyvestido.Lasgotasdeperfumedesumadreconquesehabíarociadoaescondidas bajo los botones de la blusa y en el interior de lasmuñecas, tal ycomohabíavistohaceraDeborah.

—Alice —dijo Ben al verla, sonriendo (confuso, ahora se daba cuenta;entonceshabíapensadoqueestabatannerviosocomoella.¡Quéhumillacióntangrande!)—.Noesperabavisitas.

Ben abrió la puerta del cobertizo de las barcas y Alice cruzó el umbral,complacida con el rastro de perfume que dejaba tras de sí. El interior eraacogedor,consoloespacioparaunacamayunacocinarústica.Alicenohabíaentradoenlahabitacióndeunhombreantesytuvoqueesforzarseparanomirarboquiabierta como una tonta el edredón a cuadrosmal doblado en uno de losextremosdelcolchón.

Encima había un pequeño regalo de forma rectangular, envuelto consencillezpero tambiénconesmero,sujetoconuncordelyacompañadodeunatarjetahechaconunodelosanimalesdepapeldeBen.

—¿Esparamí?—dijoAlice,al recordarque lehabíadichoque teníaalgoparaella.

Bensiguiósumirada.—Sí. No es gran cosa, solo un pequeño detalle para animarte a seguir

escribiendo.Alicecasiestallódeplacer.—Hablandodeeso—dijoAliceantesde lanzarsea laemocionadacrónica

decómohabía terminadoelmanuscrito—.Recién salidode la imprenta.—Lepusoenlasmanoselejemplarquehabíahechoespecialmenteparaél—.Queríaquefueraselprimeroenleerlo.

Bensealegróporellayunaampliasonrisaledibujóunhoyueloenlamejillaizquierda.

—¡Alice! Esto es maravilloso. ¡Qué gran logro! El primero de muchos,recuerdabienloquedigo.

Alicesesintiómuyadulta,deleitándoseensuselogios.BenleprometióqueloleeríayporunmomentoAlicecontuvoelaliento,alaesperadequeabrieralatapayvieraladedicatoria,pero,envezdeeso,lodejóenlamesa.Habíacercaunabotellaabiertadelimonada,yAlicederepentenotólagargantaseca.

—Mataríaporalgodebeber—dijoentonopícaro.

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—Noesnecesario.—Benlesirvióunvaso—.Lacompartoconmuchísimogusto.

MientrasBennolamiraba,Alicesedesabrochóelprimerbotóndelablusa.Benledioelvasoysusdedossetocaron.UnescalofríoeléctricorecorrióvelozlacolumnavertebraldeAlice.

Sin apartar lamirada de él,Alice dio un sorbo.La limonada estaba fría ydulce.Sepasódespaciolalenguaporloslabios.Habíallegadoelmomento.Eraahoraonunca.Conunrápidomovimientodejóelvaso,seacercóaBeny,trastomarsucaraentrelasmanos,seinclinóparabesarlocomohabíahechoensussueños.

Duranteunsegundo¡todohabíasidoperfecto!Respirósuaroma,acueroyalmizcleyunligeroatisbodesudor,ysuslabioserancálidosysuavesyAlicesederritió,pueshabíasabidoqueseríaasí,lohabíasabidodesdeelprincipio…

Yentonces,de súbito, la llamacreciente seapagó.Ben seapartóymiróaAliceconojosinterrogantes.

—¿Quépasa?—preguntóAlice—.¿Lohehechomal?—Ay,Alice.—Ensurostrosedebatíanlacomprensiónylapreocupación—.

Alice,losiento.Hesidounestúpido.Noteníaniidea.—¿Dequéestáshablando?—Pensé…Nopensé.—Bensonrió,conamabilidad,contristeza,yAlicevio

que sentía lástima de ella y fue entonces cuando lo supo. De pronto locomprendió.Élnosentíalomismoqueella.Nuncalohabíasentido.

Benseguíahablandoconexpresiónseria,elceñofruncidoymiradaamable,pero a oídos de Alice las palabras que suponían su humillación sonaronestridentes,implacables.Enocasioneselvolumendescendíayoíafragmentosdelugares comunes: «Eres una gran chica…, muy inteligente…, una escritoramaravillosa…,ungranfuturopordelante…,conocerásaotro…».

Tenía la garganta seca, estabamareada y ya no tenía ningúnmotivo paraseguir allí, en aquel lugar donde se había humillado; donde el hombre al queamaba,elúnicohombrealqueamaría jamás, lamirabacon losojos llenosdecompasiónyremordimientoylehablabaenesetonoqueempleabanlosadultosparaapaciguaralosniñoscuandoestánconfusos.

Con toda ladignidadquepudo reunir,Alice cogió el vasoy se terminó lalimonada.Recogióelmanuscritoconsunauseabundadedicatoriaysedirigióalapuerta.

Fueentoncescuandovio lamaleta.Más tarde reflexionaría sobreelloy se

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preguntaríasiestaríaensusanojuicio,pues,auncuandoseleestabarompiendoelcorazón,unapequeñapartedeellasemanteníaalmargendelasemocionesytomaba notas. Todavía más tarde, tras familiarizarse mejor con la obra deGrahamGreene, supoque solo se tratabade esa astilla dehieloque todos losescritoresllevanclavadaenelcorazón.

Lamaletaestabaabiertacontralaparedyllenaderopalimpiapulcramentedoblada.LaropadeBen.Estabahaciendoelequipaje.

Sindarselavueltaparamirarlo,dijo:—Tevas.—Sí.—¿Porqué?Ah, qué horrible vanidad, peroAlice había albergado la esperanza de que

quizá la amara y fuera su amor lo que le obligaba a partir. Por respeto a sujuventudypordeberparaconlafamiliaquelehabíadadotrabajo.

Perono.Ensulugar,Bendijo:—Yaeshora.Dehecho,yahapasadolahora.Micontratoacabóhacedos

semanas.Solomehequedadoparaayudarconlospreparativosdelafiesta.—¿Dóndevasair?—Aúnnoestoyseguro.Teníaalmadenómada,porsupuesto,deviajero.Jamássehabíadescritoen

otrostérminos.Yahoraseiba.Saldríadesuvidaconlamismadespreocupaciónconquehabíaentrado.Levinounpensamientosúbito.Sevolvió.

—Hayotra,¿verdad?Bennorespondió,peronohizofalta.Porsugestocompungido,Alicesupoal

momentoquehabíaacertado.Trasunasentimientoleveydesconcertado,ysinmirarlo,saliódelcobertizo.

Lacabezaalta,lamiradafija,unpasofirmetrasotro.—Alice,turegalo—dijoBentrasella,peroAlicenovolvió.Solodespuésdedoblar la curvadel camino apretó elmanuscrito contra el

pecho y echó a correr hacia la casa tan rápido como le permitían los ojosempañados.

¿Cómohabíapodidoequivocarseasí?Sentadaenelbancobajoelcenador,mientras a su alrededor comenzaban las celebraciones para recibir el verano,Aliceseguíasincomprender.RepasótodounañoderelaciónentreBenyella.Siempresehabíamostradoalegredeverla,lahabíaescuchadoconatencióncadavezquehablabadesuescritura,desufamilia,einclusolehabíadadoconsejos

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cuandosequejabademadre,delosmalentendidosquetenían,enunintentoporenmendarladistanciaquelasseparaba.Alicenohabíaconocidoanadiequesepreocuparatanto,quelaentendieracomoél.

Eraciertoquenunca,nisiquieraunavez,lahabíatocado,nodeverdad,nocomo ella deseaba, y había pensado con curiosidad en los comentarios deDeborah sobre los jóvenes y sus atenciones impúdicas y lascivas. Pero habíasupuesto que él era todo un caballero. Y ahí radicaba el problema. Habíasupuesto demasiadas cosas.En todomomentohabía visto solo lo quedeseabaver:elreflejodesusdeseos.

Conunsuspirodescorazonado,AlicemiróasualrededorenbuscadelseñorLlewellyn.Llevabaesperandomásdequinceminutosynohabíanirastrodeél.Deberíamarcharse.Después de venir a rastras para verlo, ni siquiera se habíatomado lamolestia de acudir a la cita. Probablemente lo habría olvidado porcompleto.Osehabíaentretenidoconalgunacompañíamásagradableyllegaríatarde.Leestaríabienempleadocuandoporfinllegaraynolaencontrara.

Pero ¿dónde podía ir? ¿A las góndolas? No, estaban demasiado cerca delcobertizodelasbarcas.Noqueríavolveraponerelpieallí.¿Acasa?No,habíacriadas por todas partes, todas ellas espías al servicio de madre, y estaríanencantadasdeinformarledesudesobediencia.¿Alapistadebaile?¡Deningúnmodo!Noseleocurríanadaqueleapetecieramenosquesaltarsobrelostalonesyponerse a dar alaridos con todos esos idiotas…Yademás, ¿conquién iba abailar?

Yahíestaba.Laespantosaverdad.No teníanadamejorquehacerynadieconquienhacerlo.NoeradeextrañarqueBennolaquisiera.Noeradignadeseramada. Quedaban diez minutos para la medianoche, los fuegos artificialesestaban a punto de comenzar y Alice se sentía muy sola. Desesperada y sinamigos,noveíademasiadasrazonesparaseguiradelante.

Sevioasímismacomosimiraradesdearriba.Unafigurasolitaria,trágica,ataviada con su vestidomás elegante, abrazándose las rodillas, unamuchachaincomprendidaportodasufamilia.

Dehecho,podíaserunajoveninmigrante,sentadaenelmuelletrasunlargoviaje por elmar.Había algo en la curva de sus hombros, la inclinación de lacabeza,elcuellofinoyrecto.Eraunamuchacharesueltaenfrentadaaunagranpérdida. Su familia entera habíamuerto (¿cómo?Demanera horrible, trágica,cuyosdetallesnoimportaban,noahora).Pero,conunadeterminaciónfortísima,sehabíapropuestovengarla.Alicesesentómáserguidamientras lasemillade

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una idea germinaba en su cabeza.Metió lamano despacio en el bolsillo paraacariciarelcuaderno.Pensando,pensando…

Lamuchacha estaba sola en elmundo, desposeída de todo, abandonada yolvidadaporaquellosenquienescreyópoderconfiar,perotriunfaría.Aliceibaaasegurarsedeello.Seapresuróalevantarsemientrasunachispadeentusiasmolaalumbrabapordentro.Surespiraciónsehabíaaceleradoylacabezalerebosabadehilosresplandecientesdeideasquedebíaentretejer.Teníaquepensar,tramar.

¡El bosque!Ahí es adonde iría. Lejos de la fiesta, lejos de todos aquellostontos divirtiéndose. Se concentraría en su siguiente historia. No necesitaba aBen,nialseñorLlewellyn,nianadie.EraAliceEdevane,contadoradehistorias.

***

El plan era encontrarse en el bosque cinco minutos después de medianoche.Hasta que no lo vio allí, justo donde había dicho que estaría, Eleanor nocomprendió que llevaba toda la noche conteniendo el aliento, esperando quetodosalieramal.

—Hola—dijoEleanor.—Hola.Qué formalidad extraña. Era la única manera de poder llevar a cabo la

espantosa tarea que les aguardaba. No se abrazaron, apenas se rozaron losbrazos, los codos, las muñecas, en una torpe aproximación del afecto, laconfianzaalaqueambossehabíanacostumbrado.Todoeradistintoesanoche.

—¿Nohastenidoproblemas?—dijoél.—Me he cruzado con una criada en las escaleras, pero iba nerviosa,

buscandolascopasdechampán,asíquenoledioningunaimportancia.—Esprobablequeinclusonosvengabien.Tesitúaenlaescenamuchoantes

delsuceso.Asíresultamenossospechoso.Eleanor se estremeció ante la rotundidadde las expresiones.En la escena.

Menossospechoso.¿Cómohabíanllegadoaeso?Unaabrumadorasensacióndepánico y confusión creció en su interior, amenazando con partirla en dos. Elmundoque la rodeaba, elbosquecircundante, la fiesta a lo lejos, sevolvieronborrosos. Se sintió desconectada por completo de todo ello. No había uncobertizo de las barcas iluminado por farolillos ni invitados que reían y

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coqueteabanataviadosdesedaysatén,niellagonilacasanilaorquesta;soloexistíaesto,ahora,loquehabíanplaneado,loqueensumomentohabíaparecidotanrazonable,tanlógico.

Uncoheteenformadepeoníacruzósilbandoporelcielo,cadavezmásalto,hastaque estalló enuna cacofoníade chispas rojasque cayeron sobre el lago.Fueelpistoletazodesalida.Losfuegosartificialesibanadurartreintaminutos.Eleanorhabíaordenadoalpirotécnicoqueofrecieraunespectáculoalquenadiefueracapazderesistirse;tambiénhabíadadopermisoalservicioparadisfrutarloyDaffydmantendríaaAliceocupada.

—Tenemosqueponernosenmarcha—dijoEleanor—.No tenemosmuchotiempo.Vananotarmiausencia.

Susojos sehabían acostumbradoa laoscuridaddelbosquey ahoraveía aBen con claridad. Su rostro era la viva imagen de la renuencia y elarrepentimiento, y sus ojos oscuros escudriñaban los de ella, buscando, supoEleanor, una fisura en su determinación. Sería muy sencillo mostrarle una.Decir: «Creo que hemos cometido un error», o: «Vamos a pensarlo un pocomejor», e irse por donde habían venido. Pero sacó fuerzas y se dirigió a latrampillaporlaqueseaccedíaalpasadizo.

Talvez,pensóqueélnolaseguiría,esoesperabaquizá.Yenesecasopodríaregresarsola,dejaralbebédormidodondeestaba,volveralafiestacomosinotuviera nada de que preocuparse.Mañana se despertaría y, cuando volviera acruzarse con Ben, ambos negarían con la cabeza en un gesto de divertidaincredulidad, de asombro ante la locura que se había apoderado de ellos, eldisparatequehabíanestadoapuntodehacer,elhechizoenelquehabíancaído.«Afolieàdeux»,dirían,«unalocuraadosmanos».

Pero incluso mientras lo pensaba, mientras ese pensamiento la animaba yreconfortaba,sabíaquenoeralasolución.Anthonyestabapeorquenunca.Theocorría peligro. Y ahora, en un inimaginable (y devastador) giro de losacontecimientos,Deborah yClemmie habían descubierto su relación conBen.Cuandopensabaque sushijas sabíanquehabía sido infiel a supadre,Eleanorqueríaconvertirseenunadiminutamotadepolvoyperderseenelaire.Locualeraalgopropiodedébiles,devagos,yademássololeservíaparaodiarsemásasímisma.No,esteplan,esteplanrepugnanteeimpensableeralaúnicamaneradeevitareldesastre.Másaún,eraprecisamenteloqueellasemerecía.

Eleanordioelprimerpaso.Algoacababademoverseenelbosque, estabaseguradeello.Habíaentrevisto(¿olohabíaoído?)algoenlaoscuridad.¿Había

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alguienahí?¿Leshabríandescubierto?Escudriñólosárboles,casisinatreversearespirar.Nohabíanada.Selohabíaimaginado.Noeranadamásquesuconcienciaculpable.Aunasí,seríamejornoentretenerse.—Deprisa—susurró—,sígueme.Deprisa.Bajó por la escalerilla y se apartó para dejarle sitio en el angosto túnel de

paredesdeladrillo.Benhabíacerradolatrampillayreinabaunaoscuridadmáscerradaquelanoche.EleanorencendiólalinternaquehabíaescondidoantesyguioaBenporelpasadizohacialacasa.Olíaamohoyamilesdeaventurasdeinfancia.Derepentedeseóserunaniñadenuevo,sinmáspreocupacionesquecómo llenar los días interminables de sol. Un sollozo le quemó la garganta,amenazó con salir y Eleanor sacudió la cabeza, enojada, maldiciéndose porpermitirse esa indulgencia. Tenía que ser más fuerte. En los días siguientestendríaqueenfrentarseacosasmuchopeores.Porlamañanaenalgúnmomentoalguien descubriría lo ocurrido, se organizaría una búsqueda, intervendría lapolicía. Habría interrogatorios e investigaciones, y Eleanor tendría queinterpretarsuterriblepapel…yBenyasehabríaido.

Ben. Podía oír sus pasos detrás de ella y volvió la conciencia fugaz ydolorosadequetambiénibaaperderloaél.Queencuestióndeminutossedaríalavuelta,sealejaríaynovolveríaaverlo…No.Eleanorapretólamandíbulayseobligóaconcentrarseencaminar.Unpiedelantedelotro,paradetenersesoloalllegaralosescalonesdepiedraqueascendíanporlacavidadenlapareddelacasa. Con la luz de la linterna iluminó la puerta en lo alto y respiró hondo.Dentrodelpasadizoelaireeracargado,pesadoyterroso,ylasmotasdepolvoflotabansuspendidasenelhazdeluz.Unavezatravesaranesapuerta,nohabríavueltaatrás.EstabahaciendoacopiodevalorparainiciarlasubidacuandoBenlasujetóporlamuñeca.Sorprendida,segiróparamirarlo.

—Eleanor,yo…—No—dijo,conlavozinesperadamenteinexpresivaenelespacioangosto

—.Ben,no.—Nosoportotenerquedecirteadiós.—Puesnolohagas.Comprendióalinstante,porelgestoqueleiluminóelrostrobajolaluzdela

linterna, que Ben la había malinterpretado. Que pensaba que ella estaba

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sugiriendoquenosemarchara.Seapresuróaañadir:—Nodigasnada.Hazloquetienesquehacerypunto.—Tienequehaberotrasolución.—Nolahay.Nolahabía.Delocontrarioyalahabríadescubierto.Eleanorhabíapensado

ypensadohastaquesintióquelesangrabaelcerebrodetantoesfuerzo.Lehabíapedido ayuda al señor Llewellyn y este había sido incapaz de sugerir unaalternativaaceptable.Noexistíalamaneradehacerloquehabíaquehaceryquetodosfueranfelices.Estoera lomáscercanoquehabíahallado,esteplancuyacargahabríadesobrellevarella.Theoestaríaconfundidoalprincipio(queDioslaayudara, tambiénsufriría),peroerapequeñoyolvidaríapronto.CreíaaBencuando le decía que la quería, que no quería vivir sin ella, pero tenía almanómada y llevaba el viajar en la sangre. Tarde o temprano habría terminadomarchándose.No, era ella quien sufriríamás, atrapada allí y sobrellevando lapérdidadeambos,echándolosdemenosigualquelalunaechademenosalsol,preguntándosesiempre…

No. No pienses en ello. Con toda la fuerza de voluntad que fue capaz dereunir,Eleanorseapartó,lesoltólamanoaBenycomenzóasubirlasescaleras.Debería estar concentrándose en si había hecho todo lo necesario para que elplan funcionara. Si esa copita de whisky sería suficiente para que Bruen, laniñera,nodespertara.SielseñorLlewellynestaríaenesosmomentosconAlice,quiensehabíamostradodifíciltodalanoche.

Una vez arriba, echó un vistazo por lamirilla oculta de la puerta secreta.Tenía losojosempañadosyparpadeó furiosaparaaclararse lavista.Elpasilloestabavacío.Alolejosoíalosfuegosartificiales.Miróelreloj.Quedabandiezminutosdeespectáculo.Teníantiempo.Eljusto.

Notó el pomo de la puerta sólido y real en contacto con sumano. Habíallegadoelmomento.Esemomentoquesabíaque teníaque llegar,peroquesehabíanegadoaimaginar,concentrándoseenlalogística,sinpermitirsepensarenloquesentiríaunavezquecruzaraelumbral.

—Dimedenuevoquéclasedepersonasson—dijoenvozqueda.Detrásdeella,lavozdeBeneracálidaytristey,lopeordetodo,resignada.—Lasmejores—dijo—.Trabajadoresy lealesydivertidos, sucasaesuno

deesos lugaresquesiemprehueleabuenacomiday,aunque lespuedan faltarotrascosas,nuncalesfaltaamor.

¿Dóndeestá?,quisopreguntarEleanor.¿Adóndetelollevas?Perolehabía

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hechoprometerquenuncaselodiría.Nopodíaconfiarensímisma.Elplansolofuncionaríasinosabíadóndeencontrarlo.

Benlepusounamanoenelhombro.—Tequiero,Eleanor.Eleanorcerrólosojosyapoyólafrenteenlamaderadurayfríadelapuerta.

BenqueríaqueEleanortambiénlodijera,losabía,perohacerloseríafatídico.Conunabreve inclinaciónde cabeza,Eleanor levantó el pestilloy salió al

pasillo vacío. Mientras los fuegos artificiales retumbaban sobre el lago y lasluces azules, rojas y verdes entraban por la ventana y se derramaban sobre laalfombra,Eleanorsepreparóparaentrarenelcuartodelosniños.

***

Theo se despertó de repente. Reinaba la oscuridad y su niñera roncaba en lacama del rincón. Hubo un golpe sordo y una luz verde traspasó las delgadascortinas. Había otro ruido también, un ruido alegre, de mucha gente, lejos,afuera. Pero lo había despertado otra cosa. Se chupó el pulgar mientrasescuchaba,concentrado,yluegosonrió.

Supoantesdeque llegaraa lacunaqueera sumamá.Eleanor locogióenbrazosyTheoseacurrucóbajosubarbilla.Habíaunhuecoahídondelacabezaleencajabaalaperfección.EleanorlesusurróaloídoylamanitaizquierdadeTheo se alzó hasta acariciarle la cara. El pequeño suspiró, satisfecho. Theoquería a su mamá más que a nadie en el mundo. Sus hermanas eran másdivertidasysupadrelolevantabaenvolandasmásaltoquenadie,peronadaeracomparablealolordesumadreyalsonidodesuvozyalamaneraenquesusdedosleacariciabanlacaraconternura.

Entonces hubo otro ruido yTheo alzó la cabeza.Había alguienmás en lahabitación.Susojosyaseestabanadaptandoalaoscuridadyvioaunhombredetrásdesumadre.ElhombreseacercóysonrióyTheovioquesetratabadeBen, el que siempre estaba en el jardín.ATheo le caíamuy bienBen.Hacíafigurasdepapelylecontabacuentosqueterminabanencosquillas.

Sumadreleestabasusurrandoalgoaloído,peroTheonoescuchaba.Estabaocupado jugando al escondite por encima del hombro de mamá, intentandocaptar la atención de Ben. Mamá lo estaba abrazando más fuerte que de

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costumbre,asíquetratódezafarse.Lebesuqueólamejilla,peroTheoseapartó.QueríahacersonreíraBen.Noqueríaarrumacos,queríajugar.CuandoBenseacercóparaacariciarlelamejilla,unarisitaseescapóentornoalpulgardeTheo.

—Shhh—susurrómamá—,shhh.—HabíaalgodiferenteensuvozyTheonoestabasegurodesilegustaba.Lamiró,peroellayanolomirabaaél.Estabaseñalandoalgodebajodelacuna.TheoobservóaBen,quesearrodillóyvolvióa levantarseconunabolsaalhombro.NoeraunabolsaqueTheoreconociera,asíquenoledioimportancia.

EntoncesBenseacercóyalzólamanoparatocarlamejillademamá.MamácerrólosojosyapoyólacabezaenlapalmadelamanodeBen.

—Yotambiéntequiero—dijo.Theomiróunacaray luego laotra.Ambosestabanmuyquietos, sindecir

palabra,yTheointentóadivinarquéocurriríaacontinuación.CuandomamálodejóenbrazosdeBen,Theosesintiósorprendido,peronoledisgustó.

—Yaeshora—susurró,yTheoechóunvistazoalgranrelojdelapared.Nosabíabienquéeraesodelahora,perosabíaqueprocedíadeahí.

Salieron del cuarto de los niños y Theo se preguntó dónde irían. No eranormalsalirdelcuartodenoche.Sechupóelpulgaryobservóyesperó.Habíaunapuertaenelpasilloquenohabíavistoantes,perosumadrelaabrió.Bensedetuvoyseinclinóhaciamamá,lesusurróalgoaloído,peroTheonopudooírlas palabras. Theo también hizo un sonido susurrante, güisa, güisa, güisa, ysonrió satisfecho. Entonces Ben se lo llevó y la puerta se cerró tras ellos sinhacerruido.

Estaba oscuro. Ben encendió la linterna y comenzó a bajar las escaleras.Theomiró a su alrededor en busca demamá. No la veía. ¿Tal vez se estabaescondiendo?¿Eraestounjuego?ObservóesperanzadoporencimadelhombrodeBen,a laesperadequesumamádieraunsaltoydijera:¡Cucú!Perono lohizo.Probóunayotravez,peronada.

El labio inferior de Theo tembló y pensó en llorar, pero Ben le estabahablandoysuvozlehizosentirseasalvoyreconfortado.Habíaalgobuenoenesavoz,delmismomodoquelacabezadeTheoencajabaalaperfecciónbajoelmentóndemamá,igualqueelaromadelapieldesuhermanaClemmie,queolíaigual que la suya. Theo bostezó. Estaba cansado. Levantó aPuppy, lo colocósobreelhombrodeBenyacomodólacabezaencima.Semetióelpulgarenlaboca,cerrólosojosyescuchó.

Estabatranquilo.ConocíalavozdeBentantocomoconocíaasufamilia,de

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esemodoespecial,unconocimientotanantiguocomoelmundomismo.

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Capítulo33

Cornualles,2003

Reinabaunaoscuridad completa salvopor los haces blancos de las linternasque iluminabanel suelounosmetrospordelante.Peterno sabíamuybienporqué estaban allí, en el bosque contiguo aLoeanneth, en lugar de en el pueblodisfrutando de las fiestas. Le habría apetecido un plato de guiso de pescadoseguido de un copa de aguamiel local, pero Alice se había mostrado tanobstinadacomomisteriosa.

—Deacuerdo,irdenochenoesloideal—habíaexplicado—,perohayquehacerloy tengoquehacerloyo.—Locualnoexplicabaporquénohabían idoantes,talycomohabíanplaneado—.Noibaaponermeaelloconladetectiveysuabueloporahí.Esunasuntoprivado.

Larespuestasonabasincera,enparte,porqueAliceeraunadelaspersonasmásreservadasquePeterconocía.Sehabríapreguntadoporquélehabíapedidoqueviniera, pero la lista de objetos que le había pedido que comprara para laexcursión,«lospertrechos»,como insistíaAliceen llamarlos,dejabaclaroqueestabaallíencalidaddeporteador.Habíalogradoencontrartodoloquelehabíapedido. No resultó sencillo en un plazo tan breve, pero Peter hacía bien sutrabajoynohabíaqueridodecepcionarla.

Eraevidenteque la tareaeramuyimportanteparaAlice,comodemostrabasu llamadadel viernespor lanoche a casadePeterpara anunciarlequehabíapensado en ello y que lo acompañaría a Cornualles después de todo. Habíasonado inusualmente emocionada, parlanchina incluso, y a Peter se le ocurrióquetalvezselehabíaidolamanoconlaginebradespuésdeirseél.

—No tengo intención de ponerme al mando de la investigación —había

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aclaradoAlicejustoantesdedecirlequeestaríalistaalascincodelamañana—.Mejorevitarel tráfico,¿no teparece?—PetersehabíamostradodeacuerdoyestabaapuntodecolgarcuandoAliceañadió—:Yotracosa,Peter.

—¿Sí,Alice?—¿Crees que podrías conseguir una pala y unos buenos guantes de

jardinería?Hayalgoquemeencantaríahacermientrasestamosahí.AlicesehabíapasadotodoeltrayectodesdeLondresconlamismaexpresión

distraída y respondiendo «No hace falta» cada vez que Peter sugería que sedetuvieran a tomar el aire, a comer, a beber agua o a estirar las piernas. Noestabadehumorparacharlar, locualnoleimportóenabsolutoaPeter,quesehabía limitado a subir el volumen de su audiolibro y a escuchar el capítulosiguiente de Grandes esperanzas. Había estado tan ocupado las últimas dossemanas que no había tenido tiempode terminar la novela, pero pensó que ellargoviaje sería laocasiónperfecta.Cuandoseacercabanalpueblo, sugirió irprimeroalhotelpararegistrarse,peroAlicerespondiócortante:

—No.Bajoningúnconcepto.TenemosqueirdirectosaLoeanneth.Fueentoncescuandolehablódelallavequedebíairabuscar.—Arriba hay un cuarto para secar la ropa—le había explicado— y en el

suelo,bajoeltendedero,hayuntablónsuelto.Loreconocerásporundibujoquese parece muchísimo a una cabeza de alce. Debajo encontrarás una bolsapequeñadecuero.Dentrodelabolsahayunallave.Esmíayllevomuchísimotiempoqueriendorecuperarla.

—Entendido—había respondidoPeter—.Tablón suelto, dibujo con formadecabezadealce,bolsapequeñadecuero.

LadeterminacióndeAliceseguíapatentecuandoseunieronalosdemásparaelpícnic.Lehabíahechollevarlasherramientasconlaideadeiralbosqueencuantohubieranterminado,peroentonceselabuelodeSadieSparrow,Bertie,sehabía ofrecido a llevarla a las fiestas y Alice había aceptado sin dudarlo unmomento. Peter se habría sentido de lomás desconcertado salvo porque en eltranscursodelamañanahabíaentrevistoalgoqueparecíaexplicaresecambiodeplanes.Nopodía estar seguro, perohabía tenido la sensacióndequeBertie lehabíacaídosimpáticoaAlice.Leescuchabaconinterés,sereíadesusbromasyasentía con entusiasmo ante sus relatos. Era, a todas luces, una conductaimpropia en Alice, que no solía crear vínculos tan rápido. Ni rápido ni deningunaotramanera,enrealidad.

En cualquier caso, habían vuelto al pueblo, habían pasado por el hotel y

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Alicehabíadisfrutadodeunrecorridoporlasfiestas.Peter,entretanto,sehabíaexcusadoylogróescabullirse.Llevabatodalatardedándolevueltasaalgo,unacuriosidadpersonalquenecesitabasatisfacer,ysehabíaacercadoalabibliotecapara hacer una consulta. Y aquí estaban ahora, en la oscuridad de la noche,siguiendoelmismocaminodeantes,rodeandoellagoendirecciónalcobertizode las barcas. Cuando llegaron al arroyo, Alice no se detuvo y le pidió quesiguiera hacia el bosque. Peter vaciló, no sabía si era apropiado llevar a unaoctogenariaaunbosqueenplenanoche,peroAliceledijoquenosepreocupara.

—Conozcoestebosquecomolapalmademimano—dijo—.Unapersonajamásolvidaelpaisajedesuinfancia.

***

NoeralaprimeravezqueAliceagradecíaaDiosquePeternofuerahablador.No quería hablar ni explicarse, ni entretener a nadie. Solo quería caminar yrecordar la última vez que había seguido aquel sendero del bosque. Un avenocturna pasó volando sobre sus cabezas y regresaron a ella los sonidos deaquella noche de casi setenta años atrás, cuando se había escabullido paraenterrarlo:elresoplidodelcaballo,elaguadellago,elvuelodelascurrucas…

TropezóyPeterlasujetóporelbrazo.—¿Estábien?—preguntó.Eraunbuenchico.Habíahechopocaspreguntas.Habíahechotodoloquele

habíapedido.—Yanofaltamucho—respondió.Caminaron en silencio, entre las ortigas, cruzando el claro donde se

encontraba oculta la trampilla del pasadizo, y dejaron atrás el estanque de lastruchas.Alice sintióunaextrañaeuforiaporhaber regresadoaLoeanneth,porestarallíenelbosque,esanoche.Erajustocomoselohabíaimaginadosentadaen su biblioteca deLondres la noche anteriormientras escuchaba el tictac delreloj en la repisa, cuando la llama de la nostalgia se había convertido en unanheloardienteydecidióllamaraPeter.Noeraquesesintierajovendenuevo,nada de eso;más bien, por primera vez en siete décadas, se había concedidopermiso para recordar a lamuchacha que había sido. Esamuchacha asustada,enamorada,insensata.

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Por fin llegaronal lugarqueAlicehabíaescogido,el lugardondesuculpahabíapermanecidoancladatodoaqueltiempo.

—Yapodemosparar—dijo.Lellegóunolor,aratóndecampoysetas,yelrecuerdofuetanabrumador

quetuvoqueagarrarsealbrazodePeterparanoperderelequilibrio.—Mepreguntositemolestaríaescarbarunpocopormí—dijo—.Merefiero

aescarbardeverdad.Enlatierra,noentustextos.Benditomuchacho,no lepreguntónada.Se limitóa sacar lapaladel saco

quehabíallevadoacuestasyaponerselosguantesycomenzóaexcavardondeellaleindicó.

Alice orientó la linterna para iluminar un círculo en el que Peter pudieratrabajar. Contuvo el aliento recordando esa noche, la lluvia, el dobladilloembarrado de su vestido, que se pegaba a las botas. No se lo había vuelto aponer. Había hecho una bola con él al llegar a casa y lo había quemado encuantoselepresentólaocasión.

Se había obligado a cruzar los campos a pesar de la lluvia. Podría haberusado el pasadizo. No habría sido fácil, no con ese pestillo tan raro, aunquehabríaencontradolamanera.PeronohabíaqueridoiraningúnlugarporelquehubierapasadoBen.Seducidapor supropia teoría, estaba seguradeque él sehabíallevadoaTheo.Leaterrorizabaquealguienmásataracabosydescubrierasuimplicaciónenloshechos.

—Alice—dijoPeter—,¿puedesenfocarporaquí?—Losiento.—Habíadejadoquelaluzdelalinternasedesviaratantocomo

suspensamientosyrectificó.Huboungolpemetálicocuandolapalachocócontraalgosólido.Petersehabíapuestoagatasparasacardelagujeroloquehabíaencontrado.

LodesenvolvióyquitóloquequedabadelabolsadetelaenqueAlicelohabíaguardado.

—Esunacaja—dijoalzandolavistaparamirarla,conlosojosabiertosdeparenpar—.Unacajametálica.

—Esoes.Peterselevantó,limpiándoseelpolvoconlasmanosenguantadas.—¿Quierequelaabra?—No.Noslavamosallevaralcoche.—Pero…Elcorazónlelatíaatodaprisadesdequehabíarecuperadolacaja,peroAlice

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consiguióhablarconcalma.—Nohacefaltaabrirlaahora.Sémuybienloquehayensuinterior.

***

Sadieseabriócaminoentrelamultitudenelfestivaldelsolsticiodeverano.Lascallesquedesembocabanen laplazadelpuebloestabanabarrotadasdecasetasquevendíanmazorcasdemaíz,tartaletasyempanadascaserasdecerdo.Salíanllamas de barriles dados la vuelta y en el puerto había un pontón cargado defuegosartificialesalaesperadelamedianoche.AliceyPetersealojabanenelhoteldelaesquinadelacalleprincipal,unedificioblancoconcestasdeflorescolgadasalolargodelafachadayunadueñadelomásantipática,perosortearelgentíoleestaballevandomástiempodelprevisto.Esperabaqueestuvieranahíy no en las fiestas. Se moría de ganas de contarles lo que había descubiertoacercade lamuertedeTheo,deexplicaraAlicequeAnthonynohabía tenidoculpaalguna.

Estabasonandosuteléfono,sintiólavibracióncontralapierna.Losacócondificultad del bolsillo en el preciso instante en que un niño con un enormealgodóndeazúcarledabauncodazoalpasar.Sadiemirólapantallayvioquelallamabandelasedecentral.

—¿Diga?—Sparrow.—¿Donald?—Bueno,estavezsíquehasarmadounbuenjaleo.Sadiesedetuvoenseco.Elcorazónseleaceleró.—¿Quéhapasado?¿Hanhabladoconelmarido,conSteve?—Estáaquíahoramismo,detenido.Lohaconfesadotodo.—¿Qué?Espera, deja que vaya a un lugarmás tranquilo.—Fuemás fácil

decirloquehacerlo,peroSadielogróencontrarunrincónenelmurodepiedradelpuertoaresguardodelamultitud—.Cuéntameexactamentequéhapasado.

—Ashfordtrajoprimeroalanuevaesposa.EldetectiveHeatherseencargóde hacerle las preguntas, qué tal con Caitlyn, cosas así, todo muy cordial, yentoncespasaronahablardesi teníaotroshijososiquería tenermás.Resultaquenopuedetenerhijos.

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Sadiesetapólaotraorejaconlamano.—¿Quéhasdicho?—Queellayelmaridohabíanestadounañointentandotenerunhijoantes

deiralmédicoahacerselaspruebas.Coincidía con la hipótesis que habían barajado durante el pícnic en

Loeanneth, la misma situación que Alice había descrito en esa novela deDiggoryBrent, laqueestaba inspiradaenunahistoriaque lehabíacontadosuhermanaañosatrás.

—Asíqueéldecidióconseguirleunahijaasumujer.—Másomenos.Dijoquesumujersehabíaquedadodestrozadaalenterarse

dequeeraestéril.Siemprehabíadeseado tenerhijos,queríaunaniñamásquenada en elmundo.Los intentos por quedarse embarazaday losmedicamentospara la fertilidad la habían dejado aún peor.Tenía tendencias suicidas, dijo, yqueríahacerlafeliz.

—Consiguiéndoleunahija—dijoSadie—.Lasoluciónperfecta,salvoporelinoportunodetalledequeCaitlynyateníamadre.

—Se vino abajo en el interrogatorio. Nos dijo lo que había hecho, dóndebuscarelcadáver.Unviajedepesca,¡yuncuerno!Tenemosbuzosallíahora.Secomportócomoeltípiconovato.Lloraba,decíaquenoeramalapersona,quenohabíaqueridoqueestosucediera,quenohabíasidosuintenciónirtanlejos.

Sadieapretóloslabiosconfirmeza.—DebióhaberlopensadoantesdeobligaraMaggieaescribiresanota,antes

dematarla.—Le hervía la sangre.Recordó a Steve desmenuzando el vaso depapel durante el interrogatorio, su pantomima de padre afectuoso, de sufridoexmarido,preocupadoyconfundidoydispuestoahacerloquehicierafaltaparaencontraralairresponsabledeMaggie,cuandosabíamuybiendóndeestaba.Yloquelehabíahecho.

Maggiedebiódehabersabidoquéibaaocurrir.Enalgúnmomento,durantesuconfrontaciónfinal,debiódehaberloaveriguado.Fueél,habíagarabateadoaladesesperada.Fueél.ASadienuncalehabíaparecidotanescalofrianteelusode un pretérito. Ni tan valiente. La pequeña bendición fue que Caitlyn, alparecer,nohabíavistoloquelesucedióasumadre.

—¿DijoquéhizoconsuhijamientrasseencargabadeMaggie?—LepusoDoralaExploradora.Lapequeñanisemovió.Y, sabiendo que Caitlyn seguía en el piso,Maggie no se habría resistido,

paraprotegerasuhijadeloqueacababadecomprenderqueseavecinaba.Por

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segundavezenesanoche,Sadietuvomotivosparareflexionarsobreloqueeracapazdehacerunpadrecontaldeprotegeraunhijoamado.

LavozdeDonaldsevolvióazorada.—Oye,Sparrow…—Dejóasuhijasolaenelpisotodaunasemana.—Dice que pensaba que la abuela iría a visitarla… Que la encontrarían

muchoantes.Ibaairélmismo,dijo…—HayquecontárseloaNancyBailey.—Yahanenviadoaunoficialdeenlace.—Teníarazóndesdeelprincipio.—Sí.—Su hija no se fugó. Maggie nunca habría hecho algo así. Justo como

Nancydijo.—Habíasidoasesinada.Yelloshabíanestadoapuntodedejarqueel exmarido se saliera con la suya. Sadie se sintió aliviada y reconocida, perotambién asqueada, pues la hija deNancy jamás volvería a casa—. ¿Qué va apasarconCaitlyn?

—Ahoramismoestáconlosserviciosdeproteccióndelmenor.—¿Ymásadelante?—Nolosé.—Nancyadoraaesaniña—dijoSadie—.SolíacuidarlacuandoMaggieiba

a trabajar. Ya tiene una habitación preparada para Caitlyn. La niña deberíapermanecerconsufamilia.

—Lovoyacomentar.—Tenemosquehaceralgomásquecomentarlo,Donald.Selodebemosala

pequeña.Yalehemosfalladounavez.Tenemosqueasegurarnosdenovolverahacerlo.

SadienoibaaconsentirqueCaitlyndesaparecieradentrodelsistema.Seledababienserlanotadiscordanteyestabadispuestaasertandiscordantecomohicierafaltaparaquelascosasacabarancomodebían.

Justomientras estaba decidiendomentalmente que se cobraría los favoresque le debían, que no se detendría ante nada hasta que Caitlyn y Nancyestuvieranjuntas,reconocióadospersonasentrelamultitud.

—Oye,Don,tengoquecolgar.—Estábien,Sparrow,loentiendo,deberíahaberteescuchadoylo…—Notepreocupes.Hablamosluego.Perohazmeunfavor.—Claro.

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—Asegúratedequeesaniñaysuabuelaestánjuntas.Tras colgar y guardar el teléfono, se abrió paso entre el gentío tan rápido

comolefueposiblehaciaellugardondehabíavistoaAliceyaPeter.Sedetuvounmomento al llegar ymiró a un lado y otro, hasta que vio el inconfundiblecabelloplateado.

—¡Alice!—Moviólamanoporencimadelamuchedumbre—.¡Peter!Los dos se pararon y se volvieron, desconcertados, hasta que Peter, que

sacabaunacabezaacasi todoelmundo,vioaSadieysonrió.Unavezmásseprodujoelchispazo.Nocabíadudaalrespecto.

—DetectiveSparrow—dijoAlice,sorprendida,cuandoSadiesereunióconellos.

—Cómome alegra haberles encontrado.—Sadie estaba sin aliento—.FueBen.Fueél.

Fue entonces cuando Sadie reparó en que había una pala en el saco quellevabaPeteralhombroyqueAliceestrechabaalgoentre losbrazos,unacajamásbiengrande.Laancianaparecióapretarlamásfuerte.

—¿Sepuedesaberdequéestáhablando?—preguntó.—BensellevóaTheo.Supadre,Anthony…Élnofue.Erainocente.—Está delirando —dijo Alice a Peter—. Ayúdala, Peter, está diciendo

disparates.Sadienegóconlacabeza.Seguíaeufóricayalteradaporlaconversacióncon

Donald.Necesitabacalmarse,comenzardesdeelprincipio,hacerseentender.—¿Hayalgúnsitiodondepodamoshablar?¿Unlugartranquilo?—Estáelhotel—dijoAlice—,perodudomuchoqueestétranquilo.Sadie alzó la vista hacia el hotel. Alice tenía razón; ahí sería imposible

escapar del ruido. Pensó en el patio de Bertie, en lo alto del pueblo, con susvistasalmar.

—Venganconmigo—dijo—.Conozcoellugarperfecto.

***

Bertieseguíaen lasfiestas,perohabíadejado la luzdelporcheencendiday lallave sin echar. Los perros se arremolinaron en torno a los recién llegados,curiosos,antesdeaceptarquesetratabadeamigosyseguirlosalacocina.

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—¿Les apetece una taza de algo?—ofreció Sadie, recordando vagamentequeexistíanciertosdeberesrelacionadosconelpapeldeanfitriona.

—Sospechoquemásbienvoyanecesitarunacopadealgo—dijoAlice—.Algofuerte.

SadieencontróunabotelladejerezalfondodeladespensadeBertie,reunióunas copas y llevó a sus acompañantes al patio. En los muros de piedra deljardín,lasbombillasdecoloresyatitilabany,mientrasAliceyPeteracercabanlassillasalamesa,Sadieencendiólasvelasdelosfaroles.Sirvióunacopaparacadauno.

—Entonces —dijo Alice, que evidentemente no estaba de humor paramiramientos—,¿quédecíaacercadeBenjaminMunroymihermano?Penséquehabíamosllegadoaunaconclusión.Mipadre,laneurosisdeguerra…

—Sí—dijoSadie—,asíes,yesindudablequeesotuvosuimportancia,peroTheo nomurió esa noche. Ben se lo llevó y no actuó solo. Él y sumadre loplanearontodo.

—¿Dequéestáhablando?LamanodeAliceseposósobrelacajademetalquehabíallevadoconsigo.

Estabacubiertadetierray,enuninstante,SadievinculólatierraconlapaladePeterantesdeapartarelpensamientoycontinuar.

—Teníamos razón acerca de la amenaza que representaba la neurosis deguerra de su padre, pero nos equivocamos al suponer quehabía hechodaño aTheo.BenyEleanordecidieronquedebíanprotegeralbebéyeltúnel,lafiesta,los fuegos artificiales les dieron la oportunidad perfecta para hacerlodesaparecer.Estáensuscartas.Almenossisesabecómobuscar.Asumadrelecostómuchodecidirse,peronoseleocurrióotramaneradeprotegeraTheo.Nopodía abandonar a Anthony, lo quería y le había prometido mantener susufrimientoensecreto.Talcomoellaloveía,noexistíaotraalternativa.

—Y Ben era el padre biológico de Theo —observó Peter, quien habíaescuchado sin dejar de asentir—. La personamás indicada a quien confiar elpequeño.

—Laúnica—estuvodeacuerdoSadie.—Por esonoofrecióuna recompensa—dijoAlicede repente, que ató los

cabosconlavelocidadyprecisiónqueerandeesperardeunamujerquellevabamediosiglotramandonovelaspoliciacas—.Esalgoquesiempremeintrigó.Nolograbaentenderporquéfuetancategóricaalrespecto.Ensumomentodijoqueel dinero atraería a los desesperados, a los oportunistas, que saldrían de todas

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partesycomplicarían lascosas.Ahora tienesentido:noqueríaquebuscaranaBenyaTheo.Noqueríaquenadielosencontrara.

—TambiénexplicaporquéinsistióenquenosemencionaraenlaprensalanegligenciadeBruen, laniñera—dijoSadie—.YporquédonóaRoseya lapolicíalocalimportantessumasdedinero.

—¿Deverdad?—dijoAlice—.Esonolosabía.—Rose se quedó destrozada cuando la despidieron y no es de extrañar: la

despidieron por hacer demasiado bien su trabajo. El plan no habría podidofuncionar conRose a cargodeTheo.Cuando semarchó, sumadre le diounaexcelentecartaderecomendaciónyunabonificaciónquelepermitióestudiaryencauzarsuvida.

—Fueunaformadeindemnizarla—dijoPeter.Sadieasintió.—El «secuestro» fue una ficción creada por ella, así que se aseguró de

compensar a quienes sufrieron las consecuencias, a quienes salieronperjudicadoseconómicamenteorealizarontareasinnecesarias.

—Suena muy propio de madre —dijo Alice—. Se dejaba guiar por susentidodelajusticia,deloqueeracorrecto.

—Entonces,¿quépasóluego?—preguntóPeter—.BensellevóaTheoporeltúnel,lejosdeLoeanneth.¿Creequelocrioél?

Alicefruncióelceñomientrashacíagirarlacopadejerezentrelosdedos.—BencombatióenlaSegundaGuerraMundial.Murióeneldesembarcode

Normandía, pobre hombre… Qué cruel, morir así, justo al final de todo. Yllevabamucho tiempoenel frente, además.MihermanaClementine lovioenFranciaen1940.

—Theo aún era unniñodurante laSegundaGuerraMundial—dijoSadie,quehizounrápidocálculomental—.Soloteníasieteañoscuandocomenzó.SiBen se alistó al principio, no es posible que criara aTheo comohijo suyo.Amenosquesecasaraconotramujer…

—OqueTheoacabaraenotrolugar—observóPeter.—Lo cual nos deja en el mismo lugar en el que empezamos—concluyó

Alice.El desánimo se abatió sobre los presentes y fueAsh quien lo expresó, al

soltar un largo suspiro perruno en sueños. Sadie volvió a llenar las copas ybebieronen silencio.Delpueblo llegaba el distantebulliciode las fiestas, queaumentabaalacercarselamedianoche.

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—¿Yquéhaydelascartas?—dijoAlicealfin—.¿HabíaalgoqueindicaraadóndefueronBenyTheotrasmarcharsedeLoeanneth?

—Por lo que vi, no.De hecho, sumadre insistió en queBen no le dijeraadóndesedirigían.

—¿Talvez,detodosmodos,éllediounapista?—Nocreo.—Algosutil.Algopersonal,quetalvezselehayaescapadoaalguienajeno

alafamilia.La conviccióndeSadie no tenía nadaquehacer frente a la obstinaciónde

Alice.—Merecelapenaecharunvistazo—dijoSadie—.Voyabuscarlacarpeta.

Mehetraídounaspocascartasacasa.BertieentrabaporlapuertajustocuandoSadiellegóalacocina.—Hola, Sadie, cariño —dijo con una sonrisa cansada pero feliz—. He

logrado escaparme antes de que la fiesta empezara de verdad. ¿Quieres cenaralgo?

SadieexplicóqueAliceyPeterestabanenelpatio,hablandosobreelcasoEdevane.

—Hemosencontradounapistaimportante,perotambiénunanuevalistadeinterrogantes.

—Cenaparacuatro,entonces.Marchando.—¿Noestáscansadodeservirtartadepera?—¡Jamás!Quésacrilegio.MientrasSadiesacabalacarpetadelamochila,Bertietarareabaenvozbaja

juntoalhervidor.—¿Y qué hay del otro asunto? —preguntó al tiempo mientras ponía las

bolsitasdetéenlastazas—.¿Tehanllamadodelacentral?SadieresumióenpocaspalabraslallamadadeDonald.—Vaya—dijoconsombríasatisfacción—.Asíqueestabasenlocierto.Te

dije que podías fiarte de tu instinto.—Bertie sacudió la cabeza y frunció loslabios en un gesto de compasión—. Pobre mujer, pobre niña. Supongo querecuperarástupuesto.

—Noestoy segura.Ashford sabeque filtré la información.Novaaquererperdonarmi comportamiento a pesar de cómohan terminado las cosas.Habráque esperar y ver.Entretanto…—Sostuvo en alto la carpeta y señaló el patioconlacabeza.

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—Puesclaro.Voyenunosminutos.SadiellegócuandoAliceleestabadiciendoaPeter:—Sabes,siemprecreíhabervistoaBenenelbosqueesanoche.—¿Porquénoselodijoalapolicía?—preguntóSadie,quesesentóydejó

lacarpetaenelcentrodelamesa.Alicemiró al lugar donde una brisa racheada agitaba la ristra de luces de

colorescontralapiedra.—No debería haber estado ahí —dijo. Las sombras jugueteaban en su

pómulo—.TeníaquereunirmeconelseñorLlewellynenlafiesta.Siempremeheculpadoporloquelepasó;mepreguntabasihabríaacabadodeotromododehaberle esperado en el cenador un poco más. Ese mismo día se me habíaacercado,muyinteresadoenquenosviéramos.Insistióenqueteníaquehablarconmigoacercadealgo.Leesperé,peronovino.

—Otracoincidenciaquenomegusta—dijoSadieconelceño fruncido—.Hayalgoquenoencajaen lamuertedel señorLlewellyn.AdorabaaEleanor,sabíaloqueestabaplaneando,cuántosejugabaenello…Nomeconvencequedecidieraacabarconsuvidajustoenesemomento.

—Totalmente de acuerdo —dijo Alice—. No tiene sentido. Pero ladepresión,comotantosotrostrastornosnerviosos,noesunmalracional.

—Si supiéramos más acerca de esta depresión en concreto…—Sadie selevantó,caminandodeunladoaotro,sobrelosladrillos—.Deesaprimeracrisisnerviosa, cuando abandonó la medicina y comenzó a escribir libros. En miexperiencia, cuandoalguien tomaunadecisión así y cambiadevida, hay algodetrás.Sisupiéramosdequésetrató,talvezarrojaríaunpocodeluz.

Peteralzólamano.—Enrealidadcreoquetengolarespuestaaeso.Sadie segiróen redondoparamirarlo;Alice loobservópor encimade las

gafas.—¿Peter?—Hoy en Loeanneth, mientras hablabais acerca de la crisis nerviosa de

Llewellyn y os preguntabais qué la habría causado, recordé vagamente haberleídoalgoacercadeelloenunademisclasesenlauniversidad.Mepaséporlabibliotecadelpuebloestatardeyconocíaunhombredelomássolícito…

—Alastair—sugirióSadie.—Precisamente,ydiolacasualidaddequeteníaellibroperfectoahímismo,

sobreelmostrador.Había llegadodeotrabibliotecayestabaahí, listoparaser

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devuelto,cuandolovi.Deverdad,fuelamásasombrosacoinciden…—Nolodigas.—Buenasuerte.HabíauncapítulodedicadoaLlewellynyElumbralmágico

de Eleanor, un muy interesante análisis alegórico basado en los principioskantianosdelarepresentaciónsimbóli…

—Peter—dijoAliceconseveridad.—Sí,sí, losiento.ElautorsosteníaqueelrelatodeLlewellynpodíaleerse

comounaalegoríade supropia experiencia, enparticularde la crisisnerviosaque había sufrido cuando era un médico joven y tuvo que atender un casourgenteenlacasadecampodeunamigoyperdióunpaciente.

—Unbebé—dijoSadie,sinaliento—.Elpacienteeraunreciénnacido.—¿Cómolosabe?—preguntóAlice—.¿Québebé?¿Dequién?Peter sostuvo la mirada de Sadie, procesando la información durante un

momento,ycuandolocomprendió,sonrió.—PiensaquefueelbebédeConstance.—Sí. —Sadie se acercó a la mesa—. Sí, sí, sí. —Hojeó con rapidez los

contenidosdelacarpetamientraslaluzdelasvelasvacilabaasulado.—Esoloexplicatodo—dijoPeter,másparasíqueparaSadieyAlice—.La

tensiónentrelosdos,laantipatíadeella.EraunaauténticaseñoritaHavisham.LoconfusiónirritóaAlice.—Peter—dijo impaciente—,¿quédiantres tienequeverDickenscon todo

esto?Petersevolvióhaciaellaconlosojosbrillantes.—Cuandoestabatrabajandoentupáginawebmedijistequenotemolestara,

que me encargara de todo, y, como necesitaba la respuesta a una pregunta,consultéunodelosdiarios,entuoficina.

—Sí,¿y?—Hacíasuncomentariosobretuabuela:ladescribíascomo«unesqueletoen

lascenizasdeunvestidocaro»,unacitadeGrandesesperanzas.—Esmuyposible.Eraunaverdaderaarpíayleencantabaenfundarseenesos

vestidosgrandiososdesusdíasdegloria…Aunquenounvestidodenovia,mealegradecir.¿Yquétienequeveresoconelbebé?

—Aquíestá.—Sadiesacólapáginadondehabíaescritolasnotasacercadelsegundo interrogatorio a Constance que la policía había llevado a cabo en laresidenciadeancianos—.LaenfermeradijoqueConstancenodejabadehablaracercadeEleanoryunbebéfallecido.PenséqueEleanorhabríatenidounparto

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malogradoantesdeTheo,peronofueEleanorlaqueperdióelhijo.Alicecontuvolarespiración.—Fuelaabuela.Sadieasintió.—Y Daffyd Llewellyn, el médico que la asistió. Eso lo explica todo. Su

relaciónconConstance;lacausadesudepresión;porquéabandonólamedicinaybuscóconsueloinventandocuentosdehadasparaniños…

—También explica el argumento deEl umbral mágico de Eleanor—dijoPeter—. El viejo sumido en el dolor y exiliado del reino, la cruel reina cuyodueloporelhijoperdidoprovocauninviernoeterno,lapequeñaEleanor,cuyainocenciaesloúnicolobastantepoderosoparaenmendarlaruptura…—Sediounosgolpecitosenelmentón,pensativo—.Loúnicoquenoexplicaesporquésesuicidódurantelafiestadelsolsticiodeveranode1933.

—Nosesuicidó—dijoAliceenvozqueda,sosteniendolamiradadeSadie—.Nosemató,¿verdad?

—No.—Sadie sonrió, experimentando ladichosa sensacióndeverque laspiezasencajaban—.No,nolocreo.

FueelturnodePeterderascarselacabeza.—Perosabemosquemuriódeunasobredosisdebarbitúricos.Hubopruebas,

unexamenmédico.—Tambiénhubounfrascodesomníferos,muypotentes,querobaronenla

casaesanoche—dijoAlice—.DurantemuchotiempocreíquelashabíanusadoparadormiraTheo.

—Pero no fue así —dijo Sadie—. No tuvo que ser difícil, unas pocaspíldorasdisueltasenunabebidayvoilà.Porque lamuertedesubebé lahabíatorturadodurantedécadasyquería…

—…vengarse.—Petercompletólafrase—.Sí,entiendoloquedices,perohabíanpasadocuarentaaños.¿Porquéesperartanto?

Sadie reflexionó sobre la pregunta. Ramsay le había hecho el honor desentarseasuspiesySadielerascódebajodelamandíbula.

—El caso es que acabo de leer un libro que planteaba eso mismo—dijopensativa—.Unamujer quemata a su exmarido sin venir a cuento tras habersoportadosumezquindadduranteaños.Al final fueunpequeñodetalle loquecolmó el vaso. Él decidió irse de vacaciones al lugar que ella siempre habíasoñadovisitaryesanoticiafueeldesencadenantedetodo.

—Unplatoquesesirvefrío—dijoAliceentonoaprobatorio—.Unademis

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novelasmenosfamosas,perotambiéndemisfavoritas.Noobstante,¿cuálfueeldesencadenanteparalaabuela?Porloquerecuerdo,elseñorLlewellynnoteníaplaneadoningúnviajeexótico.

—Pero había recibido una noticia importante hacía poco —dijo Peter derepente—.Lo hasmencionado hoy. Le iban a conceder laOrden del ImperioBritánico;inclusodijistequetuabuelasesintiódespechada.

—Ladistinciónreal—dijoSadie.—Ladistinciónreal—repitióAlice—.Constancesepasólavidaesperando

una invitación que le permitiera codearse con la realeza. De joven la habíaninvitado a palacio, pero no pudo acudir. ¡Cuántas veces oímos esa historia deniñas!Nollegóasuperarladecepción.—Aliceofrecióunasonrisadesombríasatisfacción—. Es el desencadenante perfecto. Ni yo misma lo habría escritomejor.

Permanecieronensilencio,escuchandoelembatedelmar,losruidoslejanosde la fiesta, y disfrutando de la reconfortante sensación de haber resuelto unmisterio.Quelagentesequedaraconsusdrogasysualcohol,pensóSadie,nadaeracomparablea laemocióndedesentrañarunenigma,enespecialunocomoaquel,conunasolucióntansorprendente.

Elmomentodereflexióndurópoco.Alice(conquienSadiese identificabacadavezmás)seenderezóyacercólacarpetahaciasí.

—Bueno—dijo—, si no recuerdo mal, estábamos buscando una pista dedóndesellevóBenaTheo.

PeteralzólacejaaSadie,divertido,perolosdosobedecieronyseacercaronalamesaparainspeccionarlacarpeta.

Al cabo de un tiempo, tras no haber hallado nada que sirviera de ayuda,Alicedijo:

—Me pregunto si el comportamiento demadre, su costumbre de volver aLoeannethcadaañopodríaserunapista.—Fruncióelceño—.Perono,nohaymotivos para pensar que Ben siguiera viviendo en Cornualles o que hubierallevado a Theo de vuelta a Loeanneth.—Suspiró, decaída—. Es mucho másprobablequesetrataradeunaespeciedeluto,unamaneradesentirsecercadeTheo.Pobremadre,nopodemosniimaginarloqueessaberquehayunniñoenalgúnlugar,unniñodetumismasangre.Lacuriosidad,eldeseo,lanecesidaddesaberqueeraamadoyfelizdebierondeserabrumadores.

Bertie,quellegabaalpatioconunabandejacargadadetartadeperaycuatrotazasdeté,lanzóaSadieunamiradasignificativa.

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Sadie evitó deliberadamente mirarle y ahuyentó de sus pensamientosimágenes de Charlotte Sutherland con su chaqueta escolar, de esa manita enformadeestrellasobrelamantadelhospital.

—Supongoque,unavez tomada ladecisiónde renunciaralbebé, loúnicoque podía hacer era aceptar las consecuencias. Era lo justo.Dejar que la niñasiguieraconsuvidasinmáscomplicaciones.

—Elniño—corrigióPeter.—Elniño—repitióSadie.—Quépragmáticaesusted,detectiveSparrow.—Alicearqueóunasolaceja

—.Talvezsealaescritoraquellevodentro,peroimaginoquetodoslospadresque renuncian a un hijo deben conservar un atisbo de esperanza de que algúndía,dealgunamanera,suscaminossecruzarándenuevo.

SadieseguíaesquivandolamiradadeBertie.—Esposiblequehayacasosenquelospadrescreanquesuhijosesentiría

decepcionado al conocerlos. Enojado y herido por haber sido entregado enadopción.

—Supongo que sí —dijo Alice, que sacó un artículo de periódico de lacarpeta de Sadie, para mirar el retrato de Eleanor tomado bajo el árbol deLoeanneth y rodeada de tres niñas con vestidos de verano—. Pero mi madresiempretuvoelcorajequeledabansusconvicciones.Nomecabedudadeque,trashaberrenunciadoaTheoporlasmejoresrazonesposibles,tuvoelvalordeenfrentarsealaposibilidaddequeélleguardararencor.

—¡Perobueno!TodosalzaronlavistaparamiraraBertie,quesetambaleabajuntoalamesa

conunplatodetartadeperaenunamanoyunatazadetéenlaotra.—¿Abuelo?Peterfueelmásrápidoyselevantódeunsaltopararescatarlatartaylataza

antesdequecayeranalsuelo.AyudóaBertieatomarasiento.—Abuelo,¿estásbien?—Sí, yo… Es solo que menuda… Bueno, no, no es una coincidencia, la

genteconfrecuenciausaesapalabrademodoincorrecto,¿no?Quierendecirquealgoesunaconcatenacióninesperadadeacontecimientos,peroolvidan,comoyoahora,queexisteunarelacióndecausalidad.Noesunacoincidenciaenabsoluto,solounasorpresa,unaenormesorpresa.

Sehabíaaturullado,balbuceabayaSadielepreocupóderepentequeeldíahubierasupuestounacargademasiadopesadaparaél,queleestuvieradandoun

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ictus.Elamoryelmiedosecombinaronysetransformaronendeterminación.—Abuelo—dijoentonosevero—,¿dequéestáshablando?—Deestamujer—dijoBertiedandounosgolpecitossobrelafotografíade

Eleanor en el artículo deAlice—.La conozco, de cuando trabajaba siendounmuchachoenlatiendademispadres,durantelaguerra.

—¿Conocisteamimadre?—dijoAlice,altiempoqueSadiedecía:—¿ConocisteaEleanorEdevane?—Sí a ambas preguntas. La vi unas cuantas veces. Aunque no sabía su

nombre.SolíaveniralatiendadeHackneycuandotrabajabadevoluntaria.—Sí.—Aliceestabaencantada—.TrabajóenelEastEnddurantelaguerra.

Ayudabaalosniñosquesehabíanquedadosincasaporlosbombardeos.—Lo sé.—Bertie ahora sonreía abiertamente—.Eramuy amable.Una de

nuestrasclientasmásfieles.Solíavenirycomprarcosassueltas,artículosquesindudanonecesitaba,yyolepreparabaunatazadeté.

—Bueno,esosíesunacoincidencia—dijoPeter.—No—dijoBertie—,esoesloqueestoytratandodedecir.—Serio—.Sin

duda, es una sorpresa ver su fotografía después de todo este tiempo ycomprenderqueestabarelacionadaconelasuntodelaCasadelLago,quetantohaabsorbidoaminieta,peronoestanfortuitocomopodríaparecer.

—¿Abuelo?—Ellaeslarazónporlaquememudéaquí,aCornualles,ellafuequienme

metió la ideaen lacabeza.Teníamosuna fotografíacolgadaencimade lacajaregistradora,unapostaldemitío,unapequeñapuertademaderaenlatapiadeladrillodeunjardíncubiertadehiedrayhelechos,yellalavioymehablódelosjardines de Cornualles. Creo que porque le pregunté…Yo tenía un libro quetranscurríaenCornuallesyeselugarsiempremehabíaparecidomágico.Ellamehablódelacorrientedelgolfoydelasespeciesexóticasquesepodíancultivaraquí. Jamás loheolvidado. InclusomencionóLoeanneth,ahoraque lopienso,aunquenoporesenombre.Medijoqueellanacióycrecióenunafincafamosaporsusgrandeslagosyjardines.

—Increíble—dijoPeter—.Ypensarqueañosmástardetunietadescubriríasucasaabandonadayseobsesionaríaconelcaso.

—Obsesionarme,exactamente,no—corrigióSadie—.Interesarme.Bertie no hizo caso de la interrupción, absorto en sus recuerdos de las

conversaciones que mantuvo tiempo atrás con Eleanor Edevane acerca deLoeanneth.

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—Lodescribíacomosifueraunlugarmágico,lasalyelmar,lostúnelesdeloscontrabandistasylashadas.Dijoqueinclusohabíaunjardínenminiatura,unrincónperfectoytranquiloconunestanquedepecesdecoloresenelcentro.

—Cierto—dijoAlice—.LoconstruyóBenMunro.—¿BenMunro?—UnodelosjardinerosdeLoeanneth.—Vaya,bueno…—Bertieinclinólacabeza—.Esosíqueesextraño.Mitío

sellamabaasí,mitíofavorito,elquemurióenlaSegundaGuerraMundial.AlicefruncióelceñoenelprecisoinstanteenquePeterdijo:—¿SutíotrabajóenLoeanneth?—Noestoyseguro.Esposible,supongo.Hacíatrabajosdetodotipo.Noera

delosquesequedanmuchotiempoenelmismositio.Sabíamuchodeplantas.TodossemiraronentresíyAlicefruncióaúnmáselceño.—Debe de tratarse de otro Benjamin Munro. El Ben que conocimos en

Loeannethnopodíasereltíodenadie;erahijoúnico.—YtambiénloeraeltíoBen.Noeramitíocarnal.Eraunbuenamigodemi

madre.Secriaronjuntosysiempreestuvieronmuyunidos.Losdosteníanpadresarqueólogos, que viajaban mucho debido a su trabajo. Ben y mi madre seconocieroncuandosusfamiliasestuvierondestinadasenJapón.

Todos callaron y el aire que los rodeaba pareció cargarse de electricidadestática. El silencio se rompió por un enorme estallido, seguido del sonidoefervescentedelprimerfuegoartificialquesealzabaenelcielosobreelpuerto.

—¿Dóndenaciste,Bertie?—LavozdeAliceeratensa.—Alabueloloadoptaronsiendounbebé—dijoSadie,haciendomemoria.Bertie le había contado todo acerca de sumadre y de las dificultades que

habíatenidoparaquedarseembarazada,cómosehabíaalegradocuandoélllegóal fin,cuántosehabíanqueridoelunoalotro.Se locontócuandoSadiefueavivirconellosyaquellahistoriahabíaayudadoaestaaaceptarsudecisióndeentregarasubebéenadopción.Salvoquemástardeeldatosehabíaborradodesumemoria.Habíasidounaépocaconfusa,habíahabidotantospensamientosyemociones que acaparaban su atención, y a lo largo de los años Bertie habíahabladotanamenudoacercadesuspadresconunamoryunaternuratales,queaSadieselehabíaolvidadoquenoeransufamiliabiológica.

Bertieseguíahablandodesumadre,Flo,ydesutíoBen,ajenoalhechodequeAlice se había levantado sin hacer ruido alguno y había rodeado lamesahastaacercarseadondeélestabasentado.TomólacaradeBertieentresusmanos

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temblorosas. Sin decir palabra, los ojos de Alice recorrieron sus rasgos,estudiándolosunoauno.UnsollozoquedóatrapadoensugargantayPeter selevantóparasostenerla.

—Abuelo—dijoSadieconunanotadeasombroenlavoz.—Bertie—dijoPeter.—Theo—dijoAlice.

***

Seguían sentados en el patio de la Cabaña del Mar cuando las estrellascomenzaron a diluirse y la promesa del alba dibujó una franja a lo largo delhorizonte.

—Me escribía —dijo Bertie mientras abría la caja de madera que habíabajadodelático.Sacóun fajodecartas.Laprimeradatabade1934—.Muchoantesdequeyosupieraleer,peromispadresmelasleían.Avecesveníanconpequeños regalos o con animales de origami que había plegado para que yojugara.Cadavezqueviajabapormotivosde trabajo,ycuandosemarchóa laguerra,me escribía. Ya os lo he dicho, erami tío favorito. Siempreme sentíunidoaél.Unaformadeparentesco,creoyo.

—Séquéquieresdecir—aseguróAliceunavezmás.Esaspalabrassehabíanconvertidoenunmantra—.Yosentí lamismaconexióncuando teconocíestamañana.Unafamiliaridad.Comosidealgunamaneratehubierareconocido.

Bertielesonrióyasintió,conlosojosempañadosdenuevo.—¿Qué más hay en la caja, abuelo? —preguntó Sadie con tacto, pues

percibióquelevendríabienladistracción.—Bueno,cosasdeaquíydeallá—dijo—.Recuerdosdeinfancia.Sacóunperritodepeluchedestartalado,unviejolibroyunpequeñotrajede

bebé.Sadievioquelefaltabaunbotónydioungritoahogado.Metiólamanoenelbolsillode losvaquerosysacóelcupidoregordetequehabíaencontradoenLoeanneth.Encajabaalaperfección.

—¿Algunaveztehablarontupadreotumadredetuspadresbiológicos?—preguntóPeter.

Bertiesonrió.—Solíancontarmeuncuentoacercadeuntigreyunaperla.Depequeño,a

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mí me encantaba creer que me habían traído de África en la forma de joyaencantada;quehabíanacidoenelbosque,quelashadasmecuidaronyluegomedejaronalapuertadelacasademispadres.—Sacóuncollardelacajadelquependíauncolganteenformadedientedetigre,ypasóelpulgarporlasuperficiedescoloridademarfil—.EltíoBenmeloregalóyparamíerapruebadequeelcuento era cierto. Cuando crecí, dejé de preguntar. Me habría gustado saberquiénes fueron, por supuesto, peromispadresmequerían (nopodría habermecriadoenunafamiliamásfeliz),asíqueacepténosaberlo.—MiródenuevoaAlice,conlosojosrelucientesporlaemocióndetodaunavida—.¿Yquéhaydela tuya?—preguntó, señalando la cajametálica que estaba encimade lamesaenfrentedeella,aúncubiertadetierra—.Yoteheenseñadolamía.

Alice sacó la llave del bolso, abrió la caja de filigrana y levantó la tapa.Habíadospilasdepapelidénticas.Adiós,pequeñoBunting,rezabaeltítulo,porAliceEdevane.

—Sonmanuscritos—dijoBertie.—Sí—concedióAlice—.Lasúnicascopiasqueexistendelaprimeranovela

queterminé.—¿Quéhacenenesacaja?—Unaescritorajamásdestruyesuobra—dijoAlice.—Pero¿quéhacíanbajotierra?—Esunalargahistoria.—¿Quetalvezmecuentesalgúndía?—Talvez.Bertiecruzólosbrazossimulandoestardisgustadoy,duranteunafracciónde

segundo,aSadieleparecióveraAlice.—Porlomenoscuéntanosdequétrata—rogó—.¿Esunmisterio?Alice rio. Era la primera risa abierta, sin reservas, que Sadie le oía. Un

sonidomusical,juvenil.—Ay,Bertie—dijo—.Theo.Sitelocontaranolocreerías.

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Capítulo34

Londres,1941

Había acudido en cuanto supo dónde habían caído las bombas la nocheanterior. Habían pasado dos años desde que recibiera la carta, que apenascontenía nada salvo la noticia de que se había alistado y una dirección enHackney.HastaahoraEleanorhabía logradomantenersealejada.Su trabajodevoluntaria a veces la llevaba tan cerca que cuando veía niños en las calles,cuando los observaba jugar a las canicas o de camino a algún recado enpantalonescortosgrisesyzapatosgastados, sepodíaconvencera símismadequeéleraunodeellos.Peroaqueldía,cuandoleyósobrelosbombardeosenelperiódico,cuandosepresentóatrabajarporlamañanayleentregaronlalistadecallesarrasadasquedebíavisitar,sehabíadadolavueltayechadoacorrer.

Escombros de piedras y ladrillos y muebles reventados jalonaban la calleagujereada,peroEleanorseabriócaminoatodaprisa.Unbomberolasaludóconungestode lacabezayEleanor,cortés, ledevolvióelsaludo.Tenía losdedoscruzados (un gesto tonto e infantil, pero que la ayudaba) y un nudo en lagargantaquesetensabacadavezquepasabadelantedeunacasaderruida.

No habían contado con que habría otra guerra.Cuando le hizo prometer aBen que no le escribiría nunca, cuando insistió en que no debía saber dóndehabíallevadoaTheo,Eleanornohabíaimaginadounfuturoasí.Sehabíadichoasímismaquebastaría,quedebíabastar,saberqueseencontrabaalcuidadodeseresqueridosdeBen;quesuhijo(esebebéprecioso)crecíafelizyasalvo.Peronohabíacontadoconquehabríaotraguerra.Esolocambiabatodo.

Eleanor no le iba a hablar aAnthony de su visita. No tenía sentido. Soloqueríacomprobarquelacasanohabíasidoalcanzadaporlasbombas;noibaa

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entrar.No tenía ninguna intención de ver a Theo.Almismo tiempo, sintió elescalofríodeloilícito.AEleanornolegustabaguardarsecretos;lossecretosdelosdos,losdeellaylosdeAnthony,habíansidosuperdición.

Habíacreídoqueenterarsede suaventura lodestruiría,peronohabía sidoasí.UnosdíasdespuésAnthonysehabíaacercadoaella,tranquilo,pararogarleque lo abandonara. Por entonces ya había comprendido que Theo no era hijosuyoy ledijoquequeríaqueella tuvieraotraoportunidaddeser feliz.Estabacansado de ser una carga, de hacer daño a las personas quemás quería en elmundo.

Pero¿cómoibaahacerEleanoralgoasí?IrseconBenyTheo,comenzardenuevo.JamáshabríaabandonadoasushijasynopodíaarrebatárselasaAnthony.Además,ellaqueríaasumarido.Siemprelohabíaquerido.Losqueríaaambos,aAnthonyyaBen,yadorabaaTheo.Perolavidanoerauncuentodehadasyexistíanmomentosenqueunanopodíatenertodoloquedeseaba,noalmismotiempo.

En cuanto a Anthony, descubrir la aventura de sumujer con Ben parecióaliviarhastaciertopuntosucarga.Dijoqueasísuvidaeramenosperfecta;quehabíapagadounprecio,queestabaunpasomáscercadelaexpiación.

—¿Expiación de qué?—le había preguntadoEleanor, con la esperanza dequealfinfuerasinceroconella.

—Detodo.Habersobrevivido.Haberregresadoacasa.Eleanor, por supuesto, sabía que había algo más, que Anthony estaba

hablando,sibiendeunmodocríptico,delasombraenormequeloacechabay,una vez que Theo estuvo a salvo, lejos de Loeanneth, se había decidido apreguntarleporHoward.AlprincipioAnthonysehabíamostradoenojadoymásalteradodeloqueEleanorlehabíavistonunca,peroalfinal,trasmuchotiempoypaciencia,habíaconfirmadolahistoriaqueellayahabíadeducido.Lehablódetodo;deHowardySophie,ydelpequeñoLouistambién;deaquellanocheenelgranero,cuandocasihabíaayudadoasuamigoafugarse;delalíneaterriblequehabíaestadoapuntodecruzar.

—Peronolohiciste—dijoEleanoralfin,mientrasAnthonyllorabasobresuhombro.

—Quisehacerlo;deseéhaberlohecho.Avecesaúnlodeseo.—DeseabassalvaraHoward.Loquerías.—Teníaquehaberlosalvado.—Él no habría querido, no así. Él quería a Sophie y al pequeño. Se

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considerabaunpadreparaLouisyunpadresiempresesacrificaporsuhijo.—Perosihubierahabidootramanera…—Nolahabía.Teconozco:silahubierahabido,lahabríasencontrado.EnesemomentoAnthonylahabíamiradoyEleanorvislumbróunalevísima

luzensusojos,laesperanzadequeellaestuvieraenlocierto.Eleanorprosiguió:—Sihubierashechootracosa,oshabrían fusiladoa losdos.Howard tenía

razón;violascosasconclaridad.—Sesacrificópormí.—Intentasteayudarlo.Corristeungranriesgoparaayudarlo.—Ylefallé.No había nada que responder a eso. Así que Eleanor se había limitado a

hacerlecompañíamientras lloraba lamuertedesuamigo.Porúltimo, lehabíaapretadolamanoconfirmezaylehabíasusurrado:

—Amínomehasfallado.Mehicisteunapromesa.Medijistequenadateimpediríavolveracasa.

Solo hubo un secreto que Eleanor no compartió con Anthony: la verdadsobre lo que le había sucedido a Daffyd. Anthony lo apreciaba y no habríasoportado enterarse de lo que Constance había hecho. Pero Eleanor habíaencontradoelfrascovacíodepíldorasparadormirenlahabitacióndesumadreyloentendiótodo.Sumadrenosemolestóendesmentirlo.

—Era la única solución—dijo—. La única esperanza queme quedaba decomenzardenuevo.

LarelaciónentreConstanceyEleanor,quenuncahabíasidobuena,sevolvióinsostenible.EraimpensablequelaancianasemudaraconellosaLondres,perotampocopodíaabandonarla.Nodel todo.Eleanorbuscópor todasparteshastaquealfinencontróSeawall.Eracaro,perovalíahastaelúltimopenique.

—Nohay en toda Inglaterra una residencia de ancianosmejor.Y con unaubicaciónmagnífica—había dicho la supervisora que hizo de guía a Eleanordurantesuvisita—,justofrentealmar.Nohayunasolahabitacióneneledificiodesdedondenoseoiganlasolasdelmar,quevienenyvan,vienenyvan.

—Esperfecto.Justoloquebuscaba—habíacomentadoEleanoralfirmarlosformulariosdeadmisión.Yloera.Perfectoyjusto.OírelsonidoincesantedelmarporelrestodesusdíaseranimásnimenosloqueConstancesemerecía.

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***

Eleanorgiróenlacalleyestuvoapuntodechocarconunagentedepolicíadeaspectoseveromontadoenbicicleta.Recorriólascasasconlamiradahastaqueencontrólatiendadecomestibles.Selequitóunpesodeencimaalverelcartel:¡MÁSABIERTOSQUENUNCA!

Elaliviofueinstantáneo.Nolahabíanalcanzadolasbombas.Eleanordecidióque,yaqueestabaallí,podíaecharunvistazoalafachada.

Siguió caminando hasta que estuvo lo bastante cerca para mirar por elescaparate, protegido con tiras de cinta adhesiva. Se fijó en el nombre de latienda,pintadoconorgullosobreelcristal,yenlaesmeradadisposicióndelaslatas en los estantes del interior. Era una casa de ladrillo de dos plantas, concortinas a juego en las ventanas.Un lugar agradable. Cómodo. Eleanor podíaimaginarelesfuerzodedicadoamantenereltoldoyloscristalesasídelimpiosdurantelosataquesaéreos.

Lacampanatintineóconsuavidadcuandoabrió lapuerta.Erauncomerciopequeño,perosorprendentementebienabastecidoteniendoencuentalaescasezreinante.Alguiensehabíatomadomuchasmolestiasparaasegurarsedeofrecerartículos de interés a clientes cansados de la guerra. Ben había dicho que suamigaFlo era una fuerza de la naturaleza: «Nuncahacenada amedias».Eso,unidoalapromesadeBendequesuamigaeraamable,buenayleal,habíasidounodelosfactoresquehabíanayudadoaEleanoraencariñarseconestamujeralaquenoconocía,aquienibaaconfiarunaparteenormedesucorazón.

Enlatiendareinabaelsilencio.Olíaahojasdetéfrescasyalecheenpolvo.NohabíanadiedetrásdelmostradoryEleanor sedijoa símismaqueeraunaseñal.Habíavistoloquehabíaidoaveryerahoradeirse.

Perounapuertaenelfondoestabaentornadayseleocurrióquedebíadaralacasa.Allugarenelqueéldormíaporlanocheytomabasuscomidas,ydondereíayllorabaysaltabaycantaba,elhogarenelquevivía.

Elcorazónseleaceleró.Sepreguntósiseatreveríaaasomarsealapuerta.Eleanormiróporencimadelhombroyvioaunamujerconuncochecitonegroquesubíapor lacalle.Nohabíanadiemásenla tienda.Todoloqueteníaquehacer era asomarse a la puerta abierta. Respiró hondo para calmarse y lasobresaltóunruidoasuespalda.Cuandosediolavueltaencontróquehabíaunniñodetrásdelmostrador.

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Loreconociódeinmediato.Habíaestado sentadoenel suelo todoese tiempoy lamirabacon losojos

abiertosdeparenpar.Teníaunamatadepelorojizoylisoqueparecíauntazóndado la vuelta y llevaba un delantal blanco atado a la cintura. Era demasiadolargoparaélyselohabíanrecogidoparaquelequedarabien.

Tendríamásomenosnueveaños.No,másomenosno: teníanueveaños.Nueveañosydosmeses,paraserprecisos.Eraesbeltoperonoflaco,yteníalasmejillas redondeadas. Sonrió a Eleanor abiertamente, la sonrisa de alguienconscientedequeelmundoesunlugarbueno.

—Lamentohaberlahechoesperar—dijo—.Hoynonosquedamuchaleche,me temo,pero tenemosunoshuevosestupendos, recién llegadosdeunagranjadeKent.

AEleanorledabavueltaslacabeza.—Huevos—atinóadecir—.Huevos.Esoseríamaravilloso.—¿Unoodos?—Dos,porfavor.Sacó la libreta de racionamiento y, mientras el niño se volvía hacia un

canasto situado en un estante detrás delmostrador y empezaba a envolver loshuevosenpapeldeperiódico,Eleanorseacercó.Sentíaloslatidosdelcorazóncontralascostillas.Siestirabaelbrazo,podríatocarlo.

Enlazó las manos con firmeza sobre el mostrador y vio un libro. Estabaraspadoymanoseadoylefaltabalasobrecubierta.Noestabaahícuandoentróenlatienda.Elniñodebiódedejarloahícuandosaliódesuescondrijoenelsuelo.

—¿Tegustaleer?Elchico lanzóunamiradaculpableporencimadelhombroysesonrojóal

instante.—Mimamádicequesemedamuybien.Mimamá.Eleanorseestremeció.—¿Deverdad?Elniñoasintió,conelceñolevementefruncido,absortoenlosdetalleshasta

queterminódeajustar losextremosdelsegundohuevoenvueltocomosifueraundulce.Pusoambosenelmostrador,traslocualescondióellibrodebajo,enunestante.MiróaEleanorydijo,solemne:

—Enrealidad,nodeberíaleermientrasestoyacargodelatienda.—Yoeraigualquetúcuandoteníatuedad.—¿Ycambiastealcrecer?

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—Nomucho.—Yocreoquetampocovoyacambiar.Esteyamelohe leídounascuatro

veces.—Vaya,entonces,casitelosabrásdememoria.Élsonrióorgullosoenseñaldeacuerdo.—Trata de una niña que vive en una casa grande y vieja en el campo y

descubreunapuertasecretaaotromundo.Eleanortuvoquesujetarseparanoperderelequilibrio.—LaniñaviveenunlugarllamadoCornualles.¿Lesuena?Eleanorasintió.—¿Haestado?—Sí.—¿Cómoes?—Elairehueleamarytodoesmuyverde.Hayjardinesmagníficosllenos

deplantasextrañasymaravillosasquenoseencuentranenningúnotrolugardeInglaterra.

—Sí—dijoél,conlosojosllenosdeluz—.Sí,esoesjustoloquepensaba.Mitíomelodijo.Éltambiénhaestadoallí,¿sabe?Dijoquedeverdadexistencasascomolademilibro,conlagosypatosypasadizossecretos.

—Yocrecíenunlugarcomoese.—Vaya. Qué suerte. Mi tío (ahora está en la guerra) me ha enviado esta

postal.Eleanor miró adonde señalaba el niño. A un lado de la caja registradora

habían pegado una fotografía sepia de la puerta de un jardín. En la esquinainferiorderechasearremolinabanunasletrasblancasyencursivaqueenviabanaldestinatarioRecuerdosmágicos.

—¿Creeenlamagia?—preguntóelniño,muyserio.—Meparecequesí.—Yotambién.Se sonrieron uno al otro, un momento de perfecta sintonía, y Eleanor se

sintióenelumbraldealgoquenohabíaprevistoyquenosabíadescribirbien.Laposibilidadparecíaimpregnarelaireentrelosdos.

Pero, entonces, un alboroto de ruido y movimiento desvió la atención deambosyunamujerirrumpióporlapuertadeatrás.Teníaelpelorizadoyoscuro,y una cara alegre de labios gruesos y ojos brillantes, uno de esos espíritusindomablescuyapresenciabastaparallenarunahabitación,yEleanorsesintió

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vulnerableydébil.—¿Qué haces aquí, cariño? —Alborotó el pelo del niño y le sonrió con

enormeafecto.CentrósuatenciónenEleanor—.¿Bertielahaatendidobien?—Hasidodegranayuda.—Nolahabráestadoentreteniendo,espero.Michicohablahastadebajodel

agua.Bertie sonrió y Eleanor comprendió que aquella era una broma recurrente

entreellos.Un dolor le atravesó el pecho y se apoyó en elmostrador.De repente, se

sentíamareada.—¿Seencuentrabien?Notienebuenacara.—Noesnada.—¿Estásegura?Bertie,veaponeraguaahervir,cariño.—No, de verdad—dijo Eleanor—. Tengo que irme. Todavía me quedan

muchas visitas por hacer.Gracias por los huevos,Bertie. Los voy a saborear.Hacíatiempoquenoveíahuevosdeverdad.

—Duros—dijoBertie—,esaeslaúnicamaneradecomerhuevos.—Nopodríaestarmásdeacuerdo.La campanilla sobre la puerta volvió a tintinear cuando la abrió yEleanor

experimentó el resplandor de un recuerdo, de un día diez años atrás, cuandoabriólapuertadelaoficinadecorreosyseencontróconBen.

Elniñoledijocuandosalía:—Lapróximavezquevenga,leprepararéunatazadeté.YEleanorsevolvióylesonrió.—Meencantaría—ledijo—.Megustaríamucho,claroquesí.

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Capítulo35

Londres,2004

Quedaron, como siempre, en el Museo de Historia Natural, el día delaniversario de Eleanor. No se abrazaron, pues no formaba parte de suscostumbres,perosecogierondelbrazoyseapoyaronunaenlaotradurantelavisita.Nohablaron;enlugardeellocaminaronjuntas,calladas,absortasensusrecuerdosíntimosdeAnthonyyLoeannethyentodoloquehabíandescubierto,demasiado tardepara ayudarlo, pero a tiempoparapoder, en ciertomodo,darporcerradouncapítulodesusvidas.

Los otros se reunieron con ellas más tarde, para tomar té en el museoVictoriaandAlbert.InclusoBertieviajódesdeCornualles.

—Nomelohabríaperdidopornadadelmundo—habíarespondidocuandoAlice lo llamó por teléfono para invitarlo—. Además, ya tenía pensado ir aLondresesasemana.Alfinyalcabo,hayunainauguraciónalaquemegustaríaasistir…

Ya les estaba guardando unamesa cuandoDeborah yAlice llegaron y lasllamóconlamano.Selevantóconunasonrisaylasabrazó.Quéextraño,pensóAlice mientras Deborah le daba palmaditas en las mejillas y se reía, que suaversión a los saludos físicos no fuera extensible a su hermano pequeño. Eracomosi, trashaberleechadodemenostantísimotiempo,sintieranlanecesidadfísicaderecuperarlosañosperdidos.Otalvezsedebíaaquesehabíanquedadosinélcuandoeratanpequeñitoqueelamorquesentíanlesexigíaunaexpresióntáctil,delamismamaneraqueunadultoesincapazdenoabrazaraunniño.Encualquier caso, estaban felices con él. Alice pensó en cuánto complacería aEleanorsaberquesehabíanreencontrado.

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Sadie fue lasiguienteen llegar, llevandounfajodepapeles.Caminaba tanrápidocomodecostumbreyconlacabezagacha,mientrasintentabaordenarlashojas.

—Lo siento—dijo al llegar a lamesa—.Se retrasó elmetro.Llego tarde.Así es mi vida últimamente, intentando tenerlo todo preparado para lainauguración.Esperonohaberoshechoesperardemasiado.

—De ningún modo —dijo Deborah, que sonrió con cariño—. Nosotrasacabamosdellegar.

—YaquívienePeter—dijoBertie,queseñalólaentradaconungestodelacabeza.

SadieentregóelmanuscritoaAlice.—Hemarcado todo lo que he podido encontrar, pero no había gran cosa.

Soloalgunosdetallesdeprocedimiento.Ah,Alice—dejóelbolsoysedejócaerenunasientovacío—,esbuena.Buenísima.Nopodíadejardeleer.

Alicesemostrósatisfecha,peronodeltodosorprendida.—Me alegra decir que la número cincuenta y uno resultó más grata de

escribirquelanúmerocincuenta.Peter llegó a lamesa y se agachópara besar aSadie en lamejilla.Ella le

agarródelacamisayledevolvióelbeso.—¿Quétaltehaido?—preguntóSadie—.¿Lohasconseguido?—Aquílotengo.—Diounosgolpecitosenlacartera.—¿Cómolohashecho?Medijeronquetardaríaotrasemana.Petersonrió,misterioso.—Tengomismétodos.—Nolodudo.—Los tiene, y es mi ayudante —dijo Alice—, así que ni se te ocurra

robármelo.—Jamásmeatrevería.—Continúa, entonces —dijo Bertie—. No nos dejes con este suspense.

Enséñanoslo.Petersacóunpaqueterectangularyplanodelamochilayretiróelpapelde

sedaqueloenvolvía.Elmetalbrillóplateadocuandolosostuvoenaltoparaquelovieranbien.

Alice se puso las gafas y se acercó un poco para leer la inscripción:S.Sparrow,investigadoraprivada.Porfavor,llamealtimbresinecesitaayuda.Doblólasgafasylasguardóensuestuche.

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—Bueno —dijo—, va directo al grano y eso me gusta. No soporto losnegocios con nombres ingeniosos tipo Sin pájaros en la cabeza, A vista depájaro[1]…

—Másvalepájaroenmanoquecientovolando—dijoPeter.—Vaya,esemegusta—dijoBertie.—Ah,peronoesmío—dijoPeter—.SeleocurrióaCharlotte.—¿Vaavenir?—Hoy no —dijo Sadie—. Tiene demasiados deberes. Pero ha dicho que

intentaráiralainauguracióndelaagenciaelsábadoporlanoche.—Bueno, entonces —dijo Bertie, con una sonrisa que unía orgullo,

satisfaccióneintensafelicidad—,¿quéosparece?¿Prescindimosdeltéporunavezytomamosunpocodevinoespumoso?Meparecequetenemosmuchísimoquecelebrar.

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Agradecimientos

Comosiempre,tengounadeudadegratitudenormeconmuchaspersonas.Lainestimable Annette Barlow leyó, sopesó y comentó más versiones delmanuscrito de lo que debería pedirse a nadie, yMaria Rejt no pudo ser másamable, considerada y sabia. Sois unas verdaderas joyas, y gracias a vosotraspublicaresunplacer.

MuchasgraciasaChristaMunns,EloiseWood,IsoldeSauer,SophieOrme,Josie Humber, Liz Cowen, Ali Lavau, Simone Ford, Rachel Wright y KateMooreporsumaravillosahabilidadconlaspalabrasysuatenciónaldetalle;alos diseñadores Lisa White, Ami Smithson y Laywan Kwan por crear unassobrecubiertas tan bonitas, y a Geoff Duffield, Anna Bond, Karen Williams,TamiRex,AndyPalmer,KatieJamesyLisaSciambraporconvertirElúltimoadiósenunlibrotancuidadoyatractivo.

Mi sinceragratitud aCarolynReidy, JudithCurry ami apreciada editora,LisaKeim,por suenormeentusiasmoysuapoyo;aRobertGormanporsu feinquebrantable en mí y en mis libros; a Anthony Forbes por su dedicaciónconstante;aWenonaByrneporsusmuchosyasombrosostalentos,yatodoslosqueenAllen&Unwin,Australia,PanMacmillan,ReinoUnido,yAtria,EstadosUnidos,hanparticipadoenelprocesodeconvertirElúltimoadiósenunlibrodeverdad.

También estoy en deuda conmuchos excepcionales editores y traductoresgraciasacuyosesfuerzosmislibrosseleenenidiomasqueyonoleo;yacadalibrero, bibliotecario, periodista y lector que ha amparado mis novelas. Unahistorianoesmásqueunaseriedemarcasnegrasenunapáginaenblancohasta

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quealguienlalee.Mi familia y mis amigos nunca se cansan de ayudarme. Gracias a Julia

Kretschmer,quehaestadoahídesdeelprincipio,rebosantedeánimocuandolahistoria era apenas un puñado de piezas de rompecabezas que tal vez podíanencajar; ami agente, SelwaAnthony, por su generosidad, atención y agudezainimitables;aDiMcKeanporserunaaliadarazonable,calmadayorganizada;amiscolegasdeprofesiónMary-RoseMacCollyLouiseLimerickporsuvaliosocompañerismo; a Herbert y Rita Davies, que fueron mentores geniales yqueridos, y a Karen Robson, Dalerie Patterson y Di Morton, por habermeconcedidosuvaliosotiempo.

Me gustaría hacer unamención especial aDidee, cuyo amor y compasióninquebrantablessonunejemplo,siempre,deloqueunamadreescapazdehacerporsushijos.

Sobretodoycomosiempre,megustaríadarlasgraciasamimarido,Davin,inteligente,buenoydivertido,yamis treshijos,Oliver,LouisyHenry.Entretodos han hecho de mí una persona y escritora más lúcida, multifacética,vulnerable,valientey(espero)mejor.

LalistacompletadelasfuentesconsultadasmientrasescribíaElúltimoadiósesdemasiadolargaparaincluirlaaquí,peroalgunasdelasobrasmásútilesyquemásempleésonThePerfectSummer:England1911,JustBeforetheStorm,deJuliet Nicolson; The Victorian House, de Judith Flandes; Talking aboutDetective Fiction, de P. D.James; The Reason Why: An Anthology of theMurderousMind,editadaporRuthRendell;ForLoveandCourage:TheLettersofLieutenantColonelE.W.Hermon,editadoporAnneNason;AWarofNerves,de Ben Shephard; yTestament of Youth, deVera Brittain (de donde saqué lalúgubrefrasedelvicerrector:«Siunhombrenopuedeserútilasupaís,máslevaleestarmuerto»).

Elsitiowebwww.beaumontchildren.comproporcionó informaciónsobreelprocesodeinvestigación,ywww.firstworldwar.comcontieneabundantematerialsobre la neurosis de guerra. También es, por cierto, el sitio web que SadieconsultatrassuconversaciónconMargotSinclair.HeleídomuchascrónicasenInternetsobrelasexperienciasdemujeresjóvenesconlaadopción.Lamayoríaeran anónimas y agradezco a sus autoras la valentía de hacer públicas sushistorias.

ElcondadodeCornuallessiguesiendounagran fuentede inspiraciónparamíyhasidounverdaderoplacerpasarenélgranpartedemitiempoimaginario.

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Notas

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[1]Sparroweningléssignifica«gorrión»,deahílasfraseshechasconlapalabra«pájaro».<<