corrÃgeme si me equivoco estrategias de comunicación para miti

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Libro de auto ayuda psicológica para grupos y parejas

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  • CORRGEME SI ME EQUIVOCO

  • GIORGIO NARDONE

    CORRGEME SI ME EQUIVOCO

    Estrategias de comunicacin para mitigarlos conflictos en las relaciones de pareja

    Traduccin: Jordi Bargall ChavesRevisin: Adela Resurreccin Castillo

    Herder

  • Ttulo original: Correggimi se sbaglioTraduccin: Jordi Bargall ChavesDiseo de la cubierta: Claudio Bado

    2005, Ponte alle Grazie srl, Miln 2006, Herder Editorial, S.L., Barcelona

    ISBN: 84-254-2480-1La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso

    de los titulares del Copyright est prohibida al amparo de la legislacin vigente.

    Imprenta: ReinbookDepsito legal: B - 37.415 - 2006Printed in Spain Impreso en Espaa

    Herderwww.herdereditorial.com

  • NDICE

    Prlogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    CAPTULO 1EL DILOGO QUE FRACASA . . . . . . . . . . . . 15

    Primer ingrediente: Puntualizar . . . . . . . 18Segundo ingrediente: Recriminar . . . . . . 21Tercer ingrediente: Echar en cara . . . . . . 24Cuarto ingrediente: Sermonear . . . . . . . . 27Quinto ingrediente: Te lo dije! . . . . . 28Sexto ingrediente:

    Lo hago slo por ti . . . . . . . . . . . . . . 30Sptimo ingrediente:

    Deja, ya lo hago yo . . . . . . . . . . . . . 31Octavo ingrediente: La receta secreta:

    reprobar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32La estructura del dilogo fallido . . . . . . . 35

    CAPTULO 2DIALOGAR ESTRATGICAMENTE . . . . . . . 45

    Primer ingrediente: Preguntar antes que afirmar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

  • Segundo ingrediente: Pedir confirmacin antes que sentenciar . . . . . . . . . . . . . . . 56

    Tercer ingrediente: Evocar antes que explicar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

    Cuarto ingrediente: Actuar antes que pensar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

    La estructura del dilogo estratgico . . . 69

    CAPTULO 3ALQUIMIAS MGICAS: EJEMPLOS DE DILOGO ESTRATGICO

    CON LA PAREJA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

    Dilogo 1: De los celos a la confianza . . 77Dilogo 2: De la rivalidad a la colabo-

    racin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82Dilogo 3: El Pigmalin temeroso . . . . . 86

    CONCLUSIN. DIALOGAR PARA MEJORAR . . . . . . . . . . . . 93

    BIBLIOGRAFA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

  • PRLOGO

    Es imposible conocer a los hombres

    sin conocer la fuerza de las palabras.

    SIGMUND FREUD

    Imagnese el lector que se encuentra con su pare-ja tras una dura jornada de trabajo; de una mane-ra dulce y complaciente, ella pregunta:

    Me permites que te haga algunas preguntasque quizs podran molestarte?.

    Y usted, obviamente, no puede ms que res-ponder:

    Claro!.As que ella contina: ltimamente ests un poco menos atento

    conmigo porque tienes problemas o porque tesientes menos interesado?.

    Esta pregunta abre un escenario en el cualusted tiene dos respuestas posibles; sin embargo,si no quiere llegar a una ruptura directa de las rela-ciones, su respuesta ser:

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  • Porque tengo problemas.Sin embargo, te has dado cuenta de que eres

    menos carioso conmigo o lo ests descubriendoahora que te lo digo?

    Si no quiere mostrarse insensible y verdade-ramente poco atento, no puede contestar con lasegunda opcin, as que tendr que admitir queya se haba dado cuenta.

    En este punto, ella, con ojos dulces y esbo-zando una sonrisa, dice:

    Corrgeme si me equivoco: t te has dadocuenta ltimamente de que me prestas menos atencin y de que no eres carioso conmigo comoantes, pero has estado tan ocupado con tus pro-blemas que no has sabido hacerlo de otro modo.

    Despus de su declaracin no puede ms queasentir, as que tendr que decir:

    S, as es!.Y mientras lo dice, empieza a sentir que ella

    se merecera ciertamente ms atencin y cario,considerando tambin el hecho de que ahora leest haciendo notar su defecto de un modo muydelicado, aceptable y, por qu no, casi agradable.

    Imagnese que ella an contina pregun-tndole:

    Cundo estamos juntos y estamos bien, si-gues teniendo problemas o entonces desaparecen?.

    La respuesta slo puede ser:Cuando me haces estar bien realmente no

    pienso en los problemas.Pero crees que si, cuando estamos juntos,

    prestaras atencin a las cosas bonitas que pode-

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  • mos darnos notaras ms tus problemas o los nota-ras menos?

    No puede ms que responder:Claro que los notara menos.Y ella dulcemente apremia:Sin embargo, para ti, cuando tienes proble-

    mas, sera muy difcil ser amable conmigo de talforma que yo an lo sea ms contigo, o sera fcilhacerlo?.

    Planteada as slo se puede decir:No es tan imposible ser amable aun cuando

    se tengan problemas.En este punto ella, con una sonrisa cada vez

    ms dulce y abierta, mirndole a los ojos, dice:Corrgeme si me equivoco: t, ltimamen-

    te, has tenido problemas que te han llevado a estarmenos atento conmigo. Sin embargo, te das cuen-ta de que cuando t y yo estamos juntos y esta-mos bien, estos problemas no los notas; adems,si t eres dulce y amable conmigo, haces que yoan lo sea ms contigo y, gracias a esto, las cosasentre los dos incluso mejoran y todos los proble-mas, en esos momentos, desaparecen.

    No podr ms que estar de acuerdo con estepunto de vista. Y mientras le da su confirmacin,sentir que algo extrao se mueve dentro de usted:un deseo natural de ser ms amable, dulce y afec-tuoso con ella, ya que el dilogo no le ha hechosentirse reprochado sino comprendido, no repren-dido sino aceptado, no condenado sino aprecia-do, no forzado sino dulcemente empujado. Tan-to a nivel racional como emocional sentir que

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  • aprecia an ms a la persona que est a su lado.Una posible discusin ha sido trasformada mgi-camente en una afectiva unin.

    Permtame el lector ahora presentar la mismasituacin pero con unas caractersticas y un desa-rrollo realmente diferentes, una situacin que esmucho ms frecuente en la realidad.

    Se produce el mismo encuentro vespertino,tras una jornada de duro trabajo: la compaera salea recibirlo y se pone rgida de inmediato, baja losojos y no dice nada; usted experimenta una sensa-cin de fastidio por dentro y piensa: Slo faltabaesto, despus de todos los problemas del da.

    Luego ella le mira y con expresin dura y vozcortante le dice:

    Te ests dando cuenta de que ltimamenteya no eres amable conmigo?.

    Usted se siente procesado, la forma le moles-ta, tiene ganas de contestar mal o intenta defen-derse disculpndose, pero a sus excusas ella res-ponde:

    Claro, t te disculpas, pero luego continashacindolo! Y adems, si no te lo hubiese dicho,ni siquiera te habras dado cuenta.

    En este momento su irritacin est por lasnubes, as que la increpa verbalmente o aguantaapretando los dientes y dice:

    Tendras que entenderlo precisamente t sabes los problemas que tengo en esta poca.

    Y ella, an ms enfadada:Ah, claro, tus problemas estn antes que yo.

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  • Entonces, desarmado, puede contraatacargenerando un conflicto de rdago o encerrarse en un silencio despreciativo. La velada avanzar enuna atmsfera tensa de incomprensin y rechazoo de victimismo por su parte. La despedida apa-recer al final de la velada como una liberacin.

    Cul es la diferencia entre la idlica forma dedilogo presentada al principio y la irritante for-ma de dilogo presentada despus?

    El lector podra pensar que la primera mujeres un ngel y la segunda un demonio y que al finaltodo depender de la calidad individual de laspersonas. Sin embargo, en realidad, la diferenciareside en el hecho de que la primera persona hautilizado una tcnica evolucionada de dilogoque le ha permitido no slo evitar el conflicto,sino crear en la pareja una mayor cercana, com-prensin y deseo. Ha transformado de este modouna situacin desagradable en agradable: del ries-go al rechazo recproco se ha pasado al deseo deun cambio constructivo y al descubrimiento con-junto de cmo realizarlo.

    El objetivo de este libro es presentar al lectorla estructura de este mtodo para dialogar estra-tgicamente con la propia pareja, fruto de la inves-tigacin y de la experiencia de decenios de traba-jo orientado a conducir a las personas a cambiarsu realidad a travs de la forma de comunicarsecon los dems y consigo mismo.

    Guiaremos al lector por un recorrido deaprendizaje de sencillas, y al mismo tiempo efica-ces, tcticas para comunicarse con las personas

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  • con el fin de alcanzar y transformar los desacuer-dos en acuerdos, los posibles conflictos en alian-zas. Nunca hemos de olvidar, en efecto, que en larelacin con las personas a las que estamos liga-dos afectiva y emotivamente no existe un ven-cedor o un vencido, sino que ambos ganan oambos pierden.

    Como dice mile Cioran: No se pueden evi-tar los defectos de los hombres sin renunciar, almismo tiempo, a sus virtudes.

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  • CAPTULO 1

    EL DILOGO QUE FRACASA

  • El egosmo no consiste en vivir como nos parece,

    sino en exigir que los dems vivan como nos parece a nosotros.

    OSCAR WILDE

    Uno de los mtodos ms eficaces para poner a pun-to una estrategia o para seleccionar un instru-mento til para ciertos fines consiste en determi-nar antes que nada los posibles fallos que hay queevitar. La mayora de los inventores, de Arqume-des a Leonardo o a Edison, al llevar a cabo susgeniales intuiciones ha utilizado el mtodo que sedescribe de manera fulgurante en la tradicin delarte de la estratagema: Si quieres enderezar unacosa, aprende antes todos los mtodos para torcer-la an ms. Tambin en nuestro caso, para apren-der a dialogar estratgicamente con nuestra pare-ja, el primer paso ser determinar todos los modosseguros para hacer fracasar nuestro intento.

    Para hacer la lectura ms clara y agradable,permtanme que evoque la analoga entre el dilo-go y la alquimia, presentando y describiendo losingredientes que sirven para la preparacin de lapocin mgica capaz de producir un encantamien-to en la relacin de pareja.

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  • Empezar por unos preparados alqumicoscapaces de producir encantamientos malignos, ele-mentos estos que tienen el poder de llevar el di-logo en la direccin del fracaso. Solamente a con-tinuacin pasar a describir los ingredientes quepueden orientar de forma constructiva la relacinde pareja, o los elementos que constituyen la basepara las pociones capaces de producir mgicosbeneficios.

    PRIMER INGREDIENTE: PUNTUALIZAR

    Un rasgo que caracteriza a las personas inteligen-tes en sus relaciones es la tendencia a puntualizarlas situaciones y las condiciones, las sensacionesy las emociones en relacin con otras, para tenerbajo control y programar la relacin del mejor mo-do posible. Esta podra parecer una modalidad deinteraccin correcta con la propia pareja: de he-cho, evita equvocos o incomprensiones que po-dran transformarse en roces y conflictos. Sinembargo, esta modalidad puede llegar a ser redun-dante y transformarse en una prctica que, en lugarde prevenir los problemas, los alimenta. La raznes que pocas cosas son tan fastidiosas como sen-tir que nos explican cmo son las cosas y cmodeben ser para que funcionen mejor. Creo queel lector habr vivido al menos una vez esta expe-riencia: alguien que puntualiza los lmites de la re-lacin que tiene con l y que le indica, de formaprescriptiva, cmo tendra que ser. A menudo tam-

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  • bin podemos constatar que nuestra pareja tienerazn, pero al mismo tiempo, el modo como lodice nos irrita y hace surgir en nosotros el deseosalvaje de transgredir las reglas de la relacin. Lapersona racional y sensata que tenemos frente anosotros se transforma en un magnfico pelmazo:esto, traducido en trminos emocionales, signi-fica para nosotros la anulacin del deseo y unareaccin de fuga o de conflicto.

    Por desgracia, la tendencia a puntualizar estestrechamente conectada a la moderna evolucinde las relaciones, en cuanto representa la expre-sin ms tpica de estrategia de mediacin den-tro de una relacin paritaria. Como sucede amenudo, cosas buenas producen efectos malossencillamente a causa de la sobredosis, exacta-mente igual que un frmaco suministrado en dosisexcesivas se convierte en veneno. En este caso, elintercambio emotivo afectivo, sometido al anli-sis racional, se reduce a algo fro y distante, envez de exaltar los aspectos de calor e implicacinque son el fundamento de toda relacin afectiva.

    En otras palabras, analizar y discutir a nivelracional una cosa que funciona tambin, y sobretodo, sobre la base de las sensaciones, las emocio-nes y los sentimientos esferas no reconduciblesa una fra lgica empobrece los vnculos que man-tienen unidas a las personas. La estrategia de lapuntualizacin podra definirse como una per-versin de la racionalidad, ya que produce efec-tos irracionales a partir de un comportamientosper-racional.

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  • La racionalidad de una puntualizacin pro-duce reacciones emotivas en litigio con la puralgica ordinaria de la disertacin presentada.

    Nosotros no funcionamos solamente segnel sentido comn y la lgica: la mayor parte de las veces, sobre todo cuando se trata de dinmi-cas afectivas, son las reacciones emotivas las queguan nuestro comportamiento.

    Y de este modo reaccionamos de maneras dife-rentes de las racionales: maneras que, si nos fija-mos bien, no son ilgicas, sino sencillamente fun-dadas en una lgica que no es la aristotlica, sinouna en que lo verdadero y lo falso pueden coin-cidir, en que las contradicciones son terreno frtilpara sacar conclusiones; las convicciones, aunqueirracionales, pueden sentirse como autnticas;nuestros autoengaos son el tejido de nuestra rea-lidad perceptivo-emotiva.

    No es casualidad que la lgica matemtica msavanzada y la psicologa experimental se ocupenprecisamente de fenmenos de lgica no ordina-ria y aparentemente irracional.

    Por lo que aqu respecta, sin aventurarnos encampos demasiado especializados, la dinmica deconflicto entre emociones, sentimientos e intuicio-nes por un lado y razonamientos, deducciones,confutaciones, argumentaciones por el otro, nosexplica cmo el ingrediente comunicativo de lapuntualizacin, todo y siendo racional, produ-ce efectos irracionales.

    El hecho de puntualizar se nos muestra como uningrediente fundamental del dilogo que fracasa.

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  • Como nos sugiere con suavidad Oscar Wilde:Siempre hay algo de fatal en las buenas inten-ciones.

    SEGUNDO INGREDIENTE: RECRIMINAR

    Si puntualizar provoca reacciones que estn enconflicto con la intencin de partida, el hecho derecriminar incluso transforma su objeto, es decir,la culpa del otro, en legtimos derechos.

    Intente pensar el lector en todas aquellas situa-ciones en las que su pareja le ha recriminado spe-ramente alguna cosa como culpa suya: las conclu-siones rpidas nos hacen sentir casi inocentes y laculpa, aunque sea muy grave, pierde fuerza. Elacto comunicativo del recriminar, es decir, some-ter a la pareja a un proceso en el que se puntuali-zan sus culpas, aunque pueda parecer una mane-ra correcta y legtima de aclaracin, tiende aproducir en el acusado reacciones emotivas derebelda. Tambin en este caso, la forma de lacomunicacin y su modalidad emocional trans-forman un mensaje correcto en el plano formal enun acto de relacin que desplaza su atencin delos contenidos sobre los que siempre se pue-de establecer un acuerdo a la esfera emocional.

    El sentirse cuestionados y condenados haceque se disparen reacciones que desplazan el pla-no de la discusin del nivel lgico en el cual so-lamente se cuestionan simples hechos a un ni-vel de relacin en el que las emociones en juego

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  • son el rechazo y la rabia. Esta reaccin emocio-nal anula la culpa y hace que nazca el deseo deescapar o de atacar.

    La diferencia est entre los contenidos de unacomunicacin y sus efectos concretos. Como nosindic Paul Watzlawick hace ms de cuarenta aos,en su Teora de la comunicacin, cada acto comu-nicativo posee al mismo tiempo un efecto infor-mativo y un efecto relacional. Esto quiere decirque cuando comunicamos no cuenta nicamenteel significado de lo que decimos, ya que el cmolo decimos amplifica, reduce o transforma el efec-to. Podemos tambin estar convencidos, a nivelpuramente racional, de que nuestra pareja tienerazn cuando recrimina, pero al mismo tiempo,de modo totalmente irracional, nos vemos empu-jados a reaccionar como si fusemos inocentes con-denados inicuamente.

    Razones y emociones no estn siempre deacuerdo, ms bien a menudo estn en conflicto.Lo ms importante es acordarse de que habitual-mente es la razn la que pierde mientras que laemocin gana.

    Como sostiene Nietzsche: Los seres hu-manos son capaces de autoengaos sublimes:transforman sus propias culpas en culpas de losdems La memoria y los sentidos de culpa cedengustosos el paso a las sensaciones presentes.

    Se debera, pues, recordar que cada vez quese nos ocurre recriminar algo a alguien, el resul-tado no ser la aceptacin de nuestras razones,sino una reaccin de rechazo emocional que pue-

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  • de llevar a un fro distanciamiento, o a un enfren-tamiento que puede transformarse en un litigio.

    El hecho de recriminar tiene bien poco quever con la que tendra que ser la atmsfera rela-cional de un vnculo afectivo; tiene, en cambio,mucho que ver con la praxis jurdica que utilizaesta tcnica como recorrido para definir al impu-tado culpable.

    Por desgracia, los hombres, que han llevadoa cabo un recorrido de evolucin cultural, trans-fieren, a menudo, acciones y mtodos que tomanprestados de mbitos prestigiosos a nivel social(aunque no por ello adaptados a cada objetivo) asituaciones completamente diferentes, en las queaquellas modalidades de comunicacin no funcio-nan en absoluto. De hecho, si una requisitoria pro-cesal requiere para ser eficaz el hecho de recrimi-nar la culpa al imputado, no por ello esta estrategiade comunicacin ha de adaptarse a otro mbito.En este caso, la transposicin de esta modalidada una relacin afectiva produce resultados nega-tivos, muy diferentes de los que podra producirsi se utilizara en un contexto adecuado. La esfe-ra de las relaciones afectivas es una dimensin den-tro de la cual ms que los contenidos de nuestrascomunicaciones cuentan los mensajes emociona-les, que se derivan de la manera de comunicar.Como nos ensea John Langshaw Austin, hablarcon alguien no es sencillamente dar informacio-nes sino hacer con las palabras.

    El efecto del recriminar, desde un punto devista analgico, podra describirse como un juez

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  • que se erige contra un culpable sometido a unarequisitoria. Si esto puede hacernos sentir fuertesen la posicin asumida y en nuestras razones,hemos de considerar tambin que, de esta mane-ra, producimos en nuestra pareja un sentimientodesagradable contra el que rompern nuestrasrazones.

    Finalmente, no hay que infravalorar, comonos ensea mile Cioran, que nuestros rencoresderivan del hecho de que, permaneciendo por de-bajo de nosotros mismos, no hemos sido capacesde alcanzar la meta. Esto nunca se lo perdonamosa los dems.

    Considerado todo esto, podemos definir laestrategia de la recriminacin como un ingredien-te fundamental para una relacin catastrfica.

    TERCER INGREDIENTE: ECHAR EN CARA

    Si puntualizar y recriminar producen efectos bas-tantes desastrosos, el echar en cara los supera aambos: echar en cara es un acto comunicativo que induce a exacerbar en vez de reducir aque-llo que se quisiera corregir. Tambin en el caso deesta modalidad comunicativa, creo que muy po-cos tienen la suerte de no haberla experimentado,es decir, de no haber sido sometidos al menos una vez a la estrategia del victimismo por parte de una persona querida que nos acusa de haberlehecho sufrir con nuestras acciones y de haberexperimentado, en consecuencia, ms que un sen-

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  • tido de culpa, una irrefrenable sensacin de rabiafrente a quien quiere constreirnos en nuestrascarencias afectivas y en nuestro egosmos.

    El que echa en cara se coloca como vctimadel otro y, desde esta posicin de dolor, utiliza supropio sufrimiento para inducir a la pareja a quecorrija aquellos comportamientos que lo hangenerado. Sin embargo, por desgracia, el resul-tado habitualmente es que no slo la pareja cam-bia de comportamiento, sino que incluso se indis-pone, se enfada y a menudo llega a ser an msopresivo.

    Este resultado paradjico de echar en carase puede explicar recurriendo al estudio de las rela-ciones interpersonales y de sus efectos. Dentro deeste sector de estudios es muy conocido el hechode que quien se coloca como vctima constru-ye sus verdugos.

    Como afirma Humberto Maturana: No sonlos tiranos los que crean a los oprimidos, sino alrevs. Esto quiere decir que si yo me pongo enel rol de vctima del otro, lo convierto automti-camente en mi verdugo. Si este ltimo se enfadame har an ms vctima, yo se lo har notar yl ser cada vez ms agresivo e insoportable.

    Lo que se establece, entre el que echa en caray el que sufre, es una forma de complementarie-dad patgena de comunicacin que tiende a estruc-turarse como un autntico guin interpersonal,dentro del cual el que es culpabilizado es llevadoa reaccionar rechazando o atacando al otro que,al actuar como vctima, lo coloca en esta posicin.

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  • Actuando as, la vctima aumenta la sensacin deserlo y se sentir an ms metida en este rol, loque desencadenar una posterior reaccin derechazo o de agresin por parte de quien se hacesentir culpable. La dinmica ser la de un crcu-lo vicioso del cual, una vez activado, es realmen-te difcil salir. Es como estar capturados por untornado que, con su espiral de energa, arrolla has-ta el impacto final.

    Lo que es importante subrayar es que todoesto es el producto de la modalidad comunicati-va del echar en cara como vctima. Como vere-mos ms adelante, hay maneras de comunicar alotro nuestro sufrimiento muy diferentes de echar-le en cara sus malas acciones y que permiten evi-tar la construccin de la relacin vctima/ver-dugo y la desastrosa escalada de este dramticoguin.

    No deberan olvidarse las palabras de Atta-lo: Una mala conciencia bebe ella misma lamayor parte de su veneno; por lo tanto, si nos ha-cemos las vctimas acabamos por bebernos noso-tros todo el veneno producto de la situacin quese crea.

    Tambin en este caso, creo que el lector notendr dudas en darse cuenta de que el echar encara es un ingrediente fundamental de un dilogocon la propia pareja destinado al fracaso.

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  • CUARTO INGREDIENTE: SERMONEAR

    La cuarta estrategia para un dilogo fallido esaquella en la que probablemente hemos sido todoseducados desde nios, porque todos hemos pade-cido los sermones de nuestros padres, del cura,del maestro y as sucesivamente. Si puntualizar esllevar la relacin afectiva a un mtodo de comu-nicacin del mundo cientfico, as como recrimi-nar significa utilizar un lenguaje jurdico legalen el mbito de una relacin afectiva, el hechode predicar representa trasladar a la relacin de dosun mtodo que se toma prestado de la esfera delsermn moral y religioso. Por lo tanto, antes quenada, como en el caso de las otras dos estrategias,ha de quedar claro la falta de idoneidad de estamodalidad de comunicacin en el planeta de lasrelaciones de dos personas, ya se trate de una rela-cin de enamorados, de socios profesionales oentre padres e hijos.

    La estructura de hacer el sermn es proponeraquello que es justo o injusto a nivel moral y, sobreesta base, examinar y criticar el comportamientoajeno. El efecto de esta accin comunicativa es quehace venir el deseo, tambin en quien no lo tiene,de transgredir las reglas morales puestas comofundamento del sermn mismo.

    Sobre este tema cada uno de nosotros es unespecialista: a quin no le ha sucedido rebelar-se, directa o indirectamente, ante un sermn reci-bido, transgrediendo las prescripciones que se noshan dado, o traspasar los lmites impuestos?

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  • En mi memoria guardo una imagen muy cla-ra: una vez un polica de trfico me par a causade una maniobra peligrosa, pero no se limit aponerme la multa, sino que me dio un sermn noslo sobre mi violacin del cdigo de circulacin,sino en general a propsito del que se salta lasreglas. Recuerdo muy bien que me cost no serdescorts; mi reaccin, ciertamente poco amable,fue proponerle al polica de trfico que me dobla-ra la multa pero que se ahorrara el sermn.

    Creo que esta experiencia personal se aseme-ja a muchas otras vividas por los lectores, todasellas basadas en el sentimiento de rebelda primor-dial que se desencadena en nosotros hacia quiennos somete a un sermn. Es interesante notar, ade-ms, que a menudo dentro de un buen sermnpodemos encontrar tanto la recriminacin comola puntualizacin y el echar en cara como vctima.En este caso, sermonear representa la quintaesen-cia de un dilogo desastroso.

    En efecto, como dice Voltaire elegantemente:Es propio de las censuras acreditar las opinionesque stas atacan.

    QUINTO INGREDIENTE: TE LO DIJE!

    Ms all de las formas desastrosas de comunicar,como son puntualizar, recriminar, echar en cara,que podemos definir como ingredientes bsicospara el dilogo fallido, existen formas menores de

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  • comunicacin, menos articuladas aunque capacesde provocar con grandes probabilidades de xi-to la irritacin y el alejamiento de la pareja. stos,habitualmente, son actos comunicativos puntua-les y no secuencias interactivas, pero su poder evocativo es formidable. Su fuerza reside en queconsigue evocar de inmediato en la otra personalas sensaciones de provocacin, irritacin y des-calificacin. La madre de todas stas es sin dudala clsica frase pronunciada a continuacin de cual-quier acontecimiento desagradable: Te lo dije!.

    Esta declaracin generara rabia en cualquie-ra, hasta en un santo. Creo que no habr lector queno haya experimentado el poder de esta frase.

    El efecto desastroso es directamente propor-cional a la importancia en el plano afectivo de lapersona que pronuncia estas palabras, ya quecuanto ms implicados emocionalmente estemos,tanto ms insoportable es or que nos dicen Telo dije!. Existen muchas variantes de esta fra-se, pero todas tienen la misma estructura y fun-cin, como por ejemplo: Yo ya lo saba oNo me quisiste hacer caso, ves?.

    La idea de fondo es que la pareja nos comu-nica el hecho de que nosotros hemos cometidoalgn error porque no le hemos escuchado o nole hemos dado importancia a sus palabras o a su opinin. Si yo ya estoy enfadado conmigo mis-mo porque he cometido un error, el hecho de queel otro me haga notar que lo he cometido des-de el momento en que no le he hecho caso admi-tiendo que esto sea cierto y no sea solamente una

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  • impresin suya no me ayuda en absoluto, msbien hace que me enfurezca an ms conmigo mis-mo y con l. Cuando pronunciamos esta frase-cita nos transformamos en el pararrayos de larabia de nuestra pareja, a la cual le damos la posi-bilidad de descargar contra nosotros toda la car-ga que tena contra s a causa de su error.

    SEXTO INGREDIENTE: LO HAGO SLO POR TI

    El segundo ingrediente menor para un fracasoseguro en el dilogo con la pareja est represen-tado por otra frase esencial, capaz de desencade-nar la furia de la persona ms tranquila, es decir:Lo hago slo por ti.

    De esta manera se declara un sacrificio uni-direccional por parte de uno de los dos miembrosde la relacin: esto no slo hace sentir al otro en deuda, sino que lo obliga tambin a recibir algoque le hace sentirse inferior, ya que necesita deun generoso acto altruista. Es comprensibleque este mensaje, que la mayora de veces llegasin que lo pidan, sea muy irritante porque colo-ca en una condicin emocional ambivalente: ten-dra que agradecrselo por la generosidad, peroestoy en dificultad en cuanto no ha sido deseadopor m, ni solicitado. Esta declaracin viola unaregla fundamental de la llamada nobleza de esp-ritu, o nunca reclamar al otro lo que hacemospor l.

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  • En efecto, si alguien nos reclama un sacrificioque ha hecho, o tambin sencillamente un peque-o favor, esto nos indica su necesidad de ser re-conocido y gratificado por aquello que, si de ver-dad hubiera sido noble y generoso, tendra quehaberlo hecho sin que se notara.

    No debe sorprender que las reacciones a estemensaje pueden parecer actos de ingratitud: unacto altruista declarado se transforma en unamaniobra decididamente egosta. Si yo no preten-do el reconocimiento de mi sacrificio, la otra per-sona si no es precisamente despreciable se darcuenta por s sola y me estar doblemente agra-decida: una vez por el favor recibido y otra porno habrselo reclamado.

    SPTIMO INGREDIENTE: DEJA, YA LO HAGO YO

    La ltima de las tcnicas menores es una actitudque se disfraza de gentileza pero que en realidadesconde una forma de descalificacin de las capa-cidades de la otra persona. Se trata de aquellassituaciones en que se sustituye al otro al realizaruna tarea, haciendo que nuestra actuacin parez-ca un acto de cortesa y atencin en nuestra rela-cin. Querida, deja, ya aparco yo el coche obien Querido, deja que haga yo esto, etctera.

    En apariencia parecen de verdad actos gen-tiles para salvar al otro de su torpeza, pero en rea-lidad el que padece la gentileza la vive como un

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  • acto de descalificacin de sus propias capacida-des. Una ayuda no requerida no slo no ayuda,sino que perjudica. Esto es as porque el acto, sibien a un nivel ms superficial de comportamien-to comunica una buena intencin, a un nivel emo-cional ms profundo significa: Djame hacer am porque t no eres capaz.

    La evocacin de este mensaje subterrneo tie-ne un poder formidable, que envenena y enturbiaincluso la ms sincera de las buenas intenciones.

    OCTAVO INGREDIENTE:LA RECETA SECRETA: REPROBAR

    En este punto se podra pensar que si un miem-bro de la pareja fuese capaz de gestionar todasestas dinmicas catastrficas, podra evitar que sealcanzara una alquimia venenosa para la relacin.Por desgracia no es as, ya que tambin frente alconocimiento de los ingredientes que envenenanla relacin se puede poner en acto un encantamien-to verdaderamente especial, capaz de transformartambin al prncipe ms gentil o a la ms encanta-dora princesa en un sapo. Si se tuviese que tra-tar con una persona realmente extraordinaria paraconseguir evitar el conflicto, una persona capazde rebatir cada una de las tcnicas descritas paraarruinar el dilogo con contramovimientos quereconduzcan cada vez al compaero a un serenoraciocinio, ste puede siempre recurrir a una autn-tica receta secreta para llevar a cabo el maleficio.

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  • Imagnese, como ejemplo extremo, una per-sona capaz de responder a un tediosa puntuali-zacin con: Claro querida, estoy de acuerdo contigo, ste es el modo correcto de llevar las co-sas; una persona que frente a una dura recrimi-nacin sea capaz de replicar sin ninguna irritacin:Nunca haba considerado las cosas desde ese punto de vista, entiendo tu enfado, har de mane-ra que esto no vuelva a repetirse; una persona quefrente a alguien que le echa algo en cara respondecon calor y dulzura: Nunca habra pensado que poda hacerte tanto dao, podrs perdonar-me si estoy atento en no volver a hacerlo nuncams?; alguien que se sienta y con paciencia, sinninguna rabia, escucha vuestro sermn y al finalos dice: Es realmente til que de vez en cuandodigamos las cosas como las sentimos de verdad.

    Una persona que le cuenta un fracaso buscan-do su comprensin, y cuando usted lo vapuleacon el clsico Te lo dije!, con aire sumiso y arre-pentido afirma: Si te hubiera escuchado, todo estono habra ocurrido. Un compaero que a sudeclaracin lo he hecho slo por ti, con suaveligereza replica: Siempre he sabido que eres unapersona extraordinaria, nica en tu generosidad.Finalmente, alguien que, ante el sutil estoque dedescalificacin que subyace en Deja, lo hago yo,porque normalmente esto no puedes mientras lse encuentra haciendo alguna cosa, le respondecon serenidad: Gracias de todo corazn, apreciomucho tu cortesa y que ests atento en que no memeta en dificultades.

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  • Imaginemos que exista una persona as. Estclaro que para conseguir que entre en crisis estemaravilloso equilibrio de la relacin es necesariobuscar una acrobacia imposible. En este puntopodemos destapar la receta secreta anunciada paraobtener con seguridad un dilogo fallido: el subli-me arte de la reprobacin.

    La reprobacin como tcnica evolucionada noes una crtica directa, no es una contestacin, no esun poner en duda la capacidad del otro, sino quees una secuencia representada por una primeraparte en la cual se felicita al otro y una segun-da parte en la cual se afirma que, sin embargo, sepodra haber hecho mejor, ms o que aquello noes suficiente. Imagine el lector que llega a una citacon su pareja con un precioso regalo: ella est sen-tada a la mesa de un restaurante elegante y so-fisticado al cual la ha invitado y, tras haber degus-tado platos exquisitos y cava, finalmente abre elregalo. Mientras abre el paquete le da las graciasdulcemente. Hasta aqu, todo parece maravillo-so. Luego, ella saca el regalo, un esplndido ani-llo de oro blanco con una serie de brillantes. Enese momento, le mira, y con una sonrisa que setransforma en una mueca, le dice: Es bellsimo,querido, pero cmo es que has olvidado que a m me gustan con una nica piedra y de oroamarillo?.

    Hasta la ms virtuosa de las parejas tendraganas de zamparse el anillo.

    ste es un ejemplo extremo, pero pinsesecuntas veces nos hemos odo decir: S, est

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  • bien, pero no es suficiente, podras haberlo he-cho mejor.

    El poder formidable de esta receta secretapara echar a perder la ms extraordinaria de lasrelaciones reside en el contraste entre la primeray la segunda parte del dilogo. Es una especiede estrategia invencible para crear problemas ancuando no exista ni siquiera sombra de ellos. Poreste motivo podemos definirlo no como un ingre-diente sino como una receta en s misma. Unapocin venenosa para la que no existen antdo-tos: el lector que quiera de forma estratgica echara perder una relacin, que recurra a este sistemay tendr resultados catastrficos garantizados.

    LA ESTRUCTURA DEL DILOGO FALLIDO

    Tras haber pasado revista a los ingredientes y a lastcnicas superiores y menores para tener discusio-nes, fricciones, motivos de enfado o rechazo, com-plementariedad patgena o escaladas simtricas enla relacin con la pareja, creo que ha llegado el mo-mento de trazar sintticamente las lneas caracte-rsticas que estn en la base de estas diferentes mo-dalidades de comunicacin fallida. Pero antes deeso es importante aclarar que no es suficiente unaexpresin episdica de uno o ms de estos actos decomunicacin para llevar a cabo una dinmica de relacin connotada de incomprensiones, fric-ciones y peleas, sino que se necesita la insistenciay la repeticin constante de al menos uno de ellos.

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  • Las tcnicas superiores garantizan, obviamen-te, mayores efectos que las menores, aunque estasltimas son eficaces en provocar reacciones inde-seadas. Sin embargo, el verdadero artista del di-logo catastrfico es capaz de utilizar si no todasellas, s una buena parte de las tcnicas descri-tas y pasar imperceptiblemente de una a otra.Como una especie de combatiente que no permi-te al otro entrar en su lmite defensivo y en cadaintento de parada al embate provocativo por par-te de la pareja reacciona cambiando rpidamentede tctica, hasta que no consigue, en un objetivoparadjico, que el otro se enfurezca de verdad.

    Aunque es posible recurrir a los artificios msdispares, la metodologa para preparar una pocinvenenosa posee algunas caractersticas fundamen-tales que merecen enumerarse.

    La primera caracterstica comn a las formasde comunicacin hasta aqu descritas es que sebasan en las mejores intenciones. En otros tr-minos, la persona pone en accin cierto tipo dedinmicas con la intencin de prevenir o resolverun problema o un conflicto con su pareja, obte-niendo, sin embargo, el resultado contrario. Laintencin que lleva a puntualizar, recriminar y as sucesivamente es querer mejorar las cosasdentro de la relacin, pero la utilizacin de unaestrategia no idnea para este objetivo produceefectos indeseados.

    Eso significa que el problema nace, no sobrela base de las intenciones o de las ideas de las per-sonas, sino como consecuencia de las formas de

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  • comunicacin que se llevan a cabo, que modelanel contenido de las declaraciones y el modo comoson acogidas por el interlocutor. Puedo tener dis-tintos tipos de lquido, pero si los pongo en el mis-mo recipiente, todos asumen la misma forma. Laforma connota y da sentido a los contenidos, por-que es esta forma la que produce, ms que los mis-mos significados, los efectos en el otro a nivel per-ceptivo y emocional.

    Quisiera sealar asimismo que no es suficien-te tener buenas intenciones para tener buenas rela-ciones, sino que, en cambio, es fundamental po-seer la capacidad de utilizar de manera eficaz lasformas de comunicar. Aclarado este primer pun-to, creo que el lector, tras haber ledo las pginasque preceden, prestar ms atencin a la utiliza-cin de sus modalidades de comunicacin.

    Un segundo rasgo esencial est representadopor el hecho de que quien pone en accin lasmodalidades de comunicacin fallidas est firme-mente convencido de sus propias razones. Con-tina insistiendo tambin frente a las primerasreacciones negativas, con la conviccin de que alfinal su pareja comprender lo que es correcto.Por desgracia, es precisamente este apremio loque lleva la mayora de veces al conflicto. Una delas mayores dificultades que experimentan losseres humanos es ponerse en la perspectiva delotro, sobre todo cuando se est fuertemente con-vencido de la propia razn y si quiere, por lo tan-to, obligar a nuestra pareja a que la asuma comosuya. Bastara pararse a pensar que si quien tene-

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  • mos enfrente asume la misma actitud, provocauna situacin de estirar la cuerda, en la que cada uno de los dos contendientes hace de to-do para arrastrar al otro hacia su propio terreno.Cuando ms tira uno, ms intenta el otro re-sistir. Cuando ms rgido me vuelvo en mis convicciones, ms incremento la posibilidad dediscusin con el otro.

    Adems, algo que an resulta ms turbadorpara quien est atado a la idea de la verdad abso-luta as como a lo definitivamente correcto esque hay que considerar que la misma cosa per-cibida desde puntos de vista diferentes cambia.Por lo tanto, no puede existir la Verdad, sinoque existirn tantas cuantas sean las perspecti-vas que puedan ser asumidas. La firmeza de laspropias convicciones no slo es disfuncional enlas relaciones interpersonales, sino que es tambinuna idea incorrecta sobre cmo funcionan las cosasen este mundo. Es decir, sostener obstinadamen-te las propias razones no slo es perjudicial en lasrelaciones con los dems, sino que es tambin unaposicin filosficamente equivocada.

    Como nos recuerda Hermann Hesse: Laparadoja de las paradojas es que lo contrario de laverdad es igualmente verdad.

    No es casualidad que desde la Antigedadquienes se han ocupado de la comunicacin efi-caz sugieren modalidades de otro tipo. Aristte-les, por ejemplo, aconseja a su prncipe Alejan-dro: Si quieres persuadir a alguien has de hacerloa travs de su propias argumentaciones.

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  • Blaise Pascal muchos siglos despus escribe:Cuando se quiere reprender con utilidad y mos-trarle a alguien que se equivoca, hay que observardesde qu lado ste considera el asunto, porquegeneralmente desde ese lado es correcto, y reco-nocerle esa verdad, pero desvelarle aquel otro ladodesde el cual ste es falso. Y l se contentar conesto, porque ver que no se engaaba y que sudefecto era solamente el no ver todos los lados dela cuestin.

    Otra actitud muy importante, que contribu-ye a la preparacin de la pocin que produce elencantamiento malfico, consiste en proponerleal otro las propias opiniones y sensaciones sin dar-le la posibilidad de expresarse. La pareja, comocualquiera que se siente atacado, tiende a defen-derse hasta el punto de que tambin las afirma-ciones ms razonables sern atacadas o desmen-tidas. Afirmar las propias ideas antes de haberescuchado y valorado las del interlocutor, si pue-de ser una buena tcnica en el debate poltico, enque el objetivo es vencer retricamente al conten-diente, dentro de un dilogo en el cual el objeti-vo es el encuentro y no la discusin, impide aque-llo que debera realizarse. Si yo inicio un dilogoproponiendo asertivamente mis convicciones, creode inmediato una atmsfera de protesta ms queorientar al intercambio comunicativo hacia elencuentro y la relacin. Este comportamientoarrambla con toda una serie de creencias, fruto deuna psima psicologa, que invita a quien quiereafirmar sus propias convicciones a ser asertivo.

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  • De esta forma, en efecto, una persona no sloparece tozuda e insistente, es tambin decidida-mente provocativa y antiptica, y reduce a cero lasposibilidades de entrar en contacto con sus pro-pios interlocutores. Eso es exactamente lo opues-to a lo que tendra que suceder en un dilogo, esdecir, el intercambio recproco, la intimidad, el pla-cer de sentirse en contacto con el otro.

    Por lo tanto, las diferentes trampas comu-nicativas que llevan a realizar un dilogo fallido seponen en marcha al no considerar el hecho de queel lenguaje que utilizamos a menudo nos utiliza anosotros y que diferentes modalidades de comu-nicacin construyen realidades diferentes.

    Los sofistas, los mayores cultivadores del artede comunicar, sostenan que la realidad no es nadams que el lenguaje que utilizamos para comuni-carla y comunicrnosla. Esta afirmacin, en apa-riencia demasiado fuerte, porque parece negar laimportancia de los hechos y de los contenidos,quiere decir en realidad que son los cdigos lingsticos que nosotros utilizamos los que defi-nen, modelan y transforman los hechos y los con-tenidos por nuestra percepcin y por las percep-ciones de cuantos se comunican con nosotros.

    Las palabras son como balas, escriba Lud-wig Wittgenstein, por eso se necesita hacer un usomuy cuidadoso, de otro modo y de forma incons-ciente podemos herir a los dems y a nosotros mis-mos. Como veremos en el prximo captulo, paraevitar engaarnos en la relacin con los dems yrealizar lo contrario de lo que queremos, prime-

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  • ro hay que prestar mucha atencin a las formasde comunicar, seleccionando y utilizando aque-llas modalidades que inducen a un dilogo fun-cional. Por fortuna, miles de estudios, investi-gaciones, aplicaciones empricas del lenguaje como vehculo para influenciarse a uno mismo y a los dems ponen a nuestra disposicin tcni-cas refinadas.

    Una vez determinadas, como hemos hecho en este captulo, las formas seguras de dilogo fallido, el primer paso consiste en evitarlas; el se-gundo, en sustituirlas por estrategias y tcticas real-mente capaces de hacernos alcanzar nuestro obje-tivo. En otros trminos, conocidos los modos paratorcer an ms una cosa, podemos eludirlos y pa-sar a ocuparnos de aquellos para enderezarla.

    Sin embargo, en este punto surgen otras dosdificultades de tipo moral e ideolgico que inva-den la cultura occidental: la idea de que utilizarestratgicamente la comunicacin es una formade manipulacin y la conviccin de que hacin-dolo as se ataca la espontaneidad de la persona.

    Concdame el lector otro espacio para des-mantelar estas dos peligrosas convicciones antesde pasar a la descripcin de las formas de dialo-gar estratgicamente.

    Dialogar estratgicamente no significa mani-pular al otro, como podra parecer, sino hacerlode modo que encontremos junto a ste el pun-to de encuentro. El trmino dilogo, de hecho,significa intercambio de inteligencias, encuentrode dos inteligencias.

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  • Es necesario despejar el campo de un prejui-cio moralista respecto a la comunicacin que indu-ce cambios en el otro, o sea, el lenguaje persua-sivo. Debajo de este prejuicio subyace la idea, deltodo infundada, de que puede existir un modo decomunicar que no influencie al otro. Cualquierinteraccin entre dos personas, se quiera o no,consciente o inconscientemente, representa unproceso de influencia recproca. Considerado esto,podemos decidir hacer como el avestruz queesconde la cabeza bajo la arena cuando es perse-guido por un depredador para no verlo; o bien,decidir aprender a utilizar el lenguaje persuasivo.El instrumento en s no es nunca ni bueno ni malo, es el uso que hacemos de l lo que lo vuel-ve como tal. Si yo decido no aprender a manejarlas estrategias de comunicacin por mero recha-zo moralista, he de tener tambin en cuenta queser vctima de ellas.

    Si, en cambio, aprendo a manejarlas, puedoescoger si utilizarlas o no. En otras palabras, lapersona ha de decidir si es artfice de lo que cons-truye y gestiona, o vctima de aquello que in-conscientemente construye y luego padece.

    La tcnica de dialogar estratgicamente quees el fruto de una larga y exhaustiva investigacinaplicada a los procesos de comunicacin en elmbito literario, filosfico, teraputico y empre-sarial es un proceso que se emancipa de la tradi-cin del lenguaje manipulador. Ya sea en su es-tructura como en sus efectos, el dilogo estratgicose enfoca en el descubrimiento conjunto por parte

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  • de ambos dialogantes de aquellas perspectivas que permiten encontrar el acuerdo. Por tanto, eneste caso no puede hablarse de manipulacin sino de conjuncin interactiva.

    A la utilizacin de estrategias de comunica-cin dentro de una relacin ntima se la acusa deromper la espontaneidad y la autenticidad de lasexpresiones entre la pareja. Sin embargo, tambinla espontaneidad es un mito, porque en los hechosnunca existe, desde las primeras relaciones socia-les de una persona que se desarrollan precisamen-te sobre la constitucin de estos guiones de reac-cin que definimos de manera impropia comoespontneos. De hecho, como nos ensean lasmodernas investigaciones neurofisiolgicas, todoaquello que se repite durante cierto periodo que-da automatizado. La espontaneidad, pues, no esms que el ltimo aprendizaje convertido enadquisicin.

    Si entre la pareja o en la familia el estilo decomunicacin se orienta al dilogo constructivoy al descubrimiento conjunto, se construyenespontneamente modalidades funcionales de re-lacin y comunicacin con el otro. Por desgracia,tambin vale lo contrario, que es ciertamente larealidad ms frecuente, o que aprendemos espon-tneamente a comunicar con el otro de modomalfico.

    Finalmente, el lector ha de saber que la tc-nica que vamos a presentar en el prximo cap-tulo se ha mostrado extraordinariamente eficazy til en el campo teraputico, en el empresarial

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  • y all donde existan problemas complejos y pato-logas. Podemos imaginar cul podr ser su efica-cia en la resolucin y prevencin de las dinmicasconflictivas en las relaciones de pareja, relacionesen las que la mayora de las veces los conflictos,las fricciones y las incomprensiones se estructu-ran sobre equvocos que podran evitarse.

    Como Georg Lichtenberg nos advierte: Lanica prueba de una teora es su aplicacin.

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  • CAPTULO 2

    DIALOGAR ESTRATGICAMENTE

  • La inteligencia no es no cometer errores,

    sino descubrir el modo de sacarles provecho.

    Bertolt Brecht

    PRIMER INGREDIENTE: PREGUNTAR ANTES QUE AFIRMAR

    La primera consecuencia directa de cuanto se haexpuesto hasta ahora puede resumirse en la indi-cacin: Si quieres obtener, empieza preguntan-do en vez de proponer.

    Eso significa que el modo ms eficaz para evi-tar la resistencia del otro est representado por elhecho de preguntarle qu es lo que piensa respec-to a lo que queremos introducir como tema dediscusin.

    Sin embargo, no se trata simplemente de hacerpreguntas sobre cierto tema, sino de introducir unaforma particular de interrogacin: preguntas cons-truidas estratgicamente que propongan en su inte-rior las alternativas de respuesta hacia las que que-remos guiar a nuestra pareja. Por ejemplo, yopuedo preguntarle a la persona que tengo a mi lado:

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  • Cmo es que no me tomas demasiado enconsideracin?.

    Esta pregunta abre muchas posibilidades derespuesta y suena demasiado perentoria, tanto quecomplica las cosas en vez de llevarlas en la direc-cin deseada. Pero si yo le pregunto:

    En los ltimos das me dedicas poca atencin,es porque he cometido una serie de errores o sen-cillamente porque crees que no estoy a la altura?.

    De este modo construyo una interaccincomunicativa completamente diferente. Ahora miinterlocutor se encuentra frente a una preguntano perentoria ni provocativa, sino que contieneuna especie de solicitud de ayuda: la otra personano te hace sentir culpable por tu conducta, sinoque se sita como si ella estuviese en la posicinequivocada. Esta condicin creada por la formu-lacin de la pregunta nos da ganas de ayudar alotro a que comprenda y, en consecuencia, a res-ponder de forma no cortante ni evasiva, sino cola-boradora e incluso protectora. En esta va el otroresponder escogiendo una de las alternativas pro-puestas. De esta manera el dilogo empieza a enfo-carse enseguida sobre la prevencin de conflictosy en la posible solucin de las disputas.

    Dialogar de forma estratgica prev antes quenada evitar empezar con afirmaciones y continuarhaciendo preguntas no provocadoras, sino capa-ces de crear un clima de colaboracin entre losinterlocutores. Las preguntas estratgicas, ade-ms, que contienen alternativas hipotticas de res-puesta, orientan la interaccin hacia una actitud

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  • de comprensin del problema y no hacia la bs-queda del culpable. Como sostena Epteto: Acu-sar a los dems de nuestras desgracias es una prue-ba de la ignorancia humana; acusarnos a nosotrosmismos significa empezar a entender; no acusarni a los dems ni a nosotros mismos es verdaderasabidura.

    Si yo formulo una pregunta que me ayude aentender como estn las cosas en vez de propo-ner mi interpretacin, hago sentir al otro que esl quien dirige la conversacin: esto derriba susbarreras, porque no le hago sentirse forzado. Enapariencia esto puede parecer un sometimiento alotro, pero en realidad es guiar el dilogo de for-ma que salga de la dinmica usual de contraposi-cin. Es un modo para establecer enseguida unarelacin connotada por el deseo de conectarse yno de enfrentarse. Cuando se dialoga con una per-sona importante para nosotros, el objetivo no es vencer haciendo perder al otro, sino vencer juntos.

    En la teora de los juegos de Johann von Neu-mann, esto es lo que se define como un juego desuma distinta a cero, es decir, un juego en el cualambos ganan o ambos pierden, porque el objeti-vo final es conjunto. En los juegos de suma iguala cero, como en los enfrentamientos deportivos oen el juego del ajedrez, siempre existe, en cambio,un vencedor y un vencido. En nuestro caso no esimportante someter a nuestro interlocutor, sinoque es fundamental hacer que se sienta como el que gestiona la situacin.

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  • l ha de experimentar el deseo de incremen-tar esa sensacin suya, deseo que lo volver deci-didamente colaborador. Si en el proceder de nues-tro dilogo proponemos una serie de preguntasestructuradas de este modo, seremos capaces deguiar a nuestra pareja como por una especie de embudo, hasta el punto que descubrir, comosi fuese una conquista personal suya y no unaimposicin nuestra, aquello que nosotros hemosquerido proponerle directamente. De esta mane-ra se llega a una conjuncin de miras, evitandodiscusiones y resistencias al cambio.

    El primer ingrediente de la alquimia mgicadel dialogar estratgicamente est, por lo tanto,representado por el hecho de colocarse de formaaparentemente humilde, en el rol de quien pide alpropio interlocutor que le explique como estnlas cosas. Sin embargo, al hacer esto se utiliza una estructura particular en nuestras preguntas:stas contienen las alternativas de respuesta hacialas que deseamos que se oriente el dilogo. Lasecuencia de preguntas as estructuradas guiara nuestra pareja, a travs de sus respuestas, a des-cubrir autnomamente aquello que si nosotrosse lo hubiramos propuesto directamente ha-bra sido probablemente rechazado al vivirsecomo algo forzado.

    Por ejemplo, si a la pregunta propuesta ante-riormente nuestra pareja respondiese: Te ten-go un poco menos en consideracin, no porque no te quiera, sino porque ltimamente has come-tido una serie de errores, gracias a esta respues-

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  • ta, inducida por la pregunta estructurada con lasdos alternativas, habremos ya obtenido una infor-macin importante y que enfoca el dilogo hacialo que ha creado y mantiene el problema. Nues-tra pareja al responder nos da informaciones rea-les sobre su perspectiva. Esto nos permite reco-ger su punto de vista sin discutirlo, de tal modoque con la pregunta siguiente se crea un acerca-miento emotivo an mayor.

    Podemos continuar as:Crees que los errores que he cometido y

    que hacen que pierdas la confianza los he come-tido de manera deliberada o que he hecho las cosassin darme cuenta?.

    Con esta pregunta, a menos que estis con-siderados de entrada como un delincuente, vues-tra pareja se orientar a declarar que cree que vuestras malas acciones no han sido volunta-rias, sino errores inconscientes de los que oshabis dado cuenta demasiado tarde. Actuandoas, gracias a vuestra pregunta, que ha orienta-do la respuesta, l ha dicho que en realidad soisculpables de alguna cosa por desatencin o infra-valoracin, pero no por voluntad. Esto hace quela situacin sea decididamente ms aceptable paraambos.

    El fenmeno importante de verdad de esteproceso de comunicacin lo representa el hechode que mientras una persona responde a una pre-gunta escogiendo entre las alternativas propues-tas, se persuade por s misma de esta afirmacinpensando que es su visin de las cosas.

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  • Este proceso de autopersuasin es bien cono-cido desde la Antigedad, tanto que uno de losms famosos sofistas, Protgoras, enseaba a susalumnos a convencer a su interlocutor de sus pro-pias tesis poniendo preguntas que guiasen las res-puestas en la direccin prefijada. Dialogar estra-tgicamente con la pareja prev la adquisicin deesta tcnica retrica, basada en la proposicin de preguntas en cuyo interior se presentan dosposibles respuestas, de tal modo que una de ellasaparece como menos conflictiva, mientras que laotra se ve ya como una ruptura. De este modo, sinuestra pareja no est decidida a romper la rela-cin o a activar un conflicto, se ver inducida aescoger la respuesta menos peligrosa. Esto ya esorientar el dilogo hacia la colaboracin en vez dehacia la discusin. Las preguntas siguientes, cali-bradas sobre las respuestas, tendrn que orientarno slo a aclarar cmo puede alimentarse la difi-cultad, sino tambin a dirigir el dilogo hacia lasposibles vas de salida de la trampa. Por ejemplo,en el caso que estamos exponiendo, tras las dosprimeras preguntas se podra aadir:

    Estos errores que he cometido sin darmecuenta y que solamente despus he visto lo moles-tos que eran para ti, son cosas que se puedensuperar o todo lo que ha ocurrido es algo irre-parable?.

    Esta pregunta, que suena como un autnticoarrepentimiento y una declaracin de intencionesreparatorias y constructivas, inducir incluso a lapersona ms ofendida a ofrecer una posibilidad

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  • de recuperacin. Esto porque la pregunta estruc-turada de este modo hace sentirse al otro no sloen la razn, sino como total responsable de unaeventual ruptura; se le ofrece, al mismo tiempo,la posibilidad de poner en marcha una especie decamino de expiacin de culpas por parte de quiense ha equivocado al conferirle el rol gratificantede protagonista indiscutible del cambio.

    Como el lector podr imaginar, la atmsferaentre los dos, gracias a estas tres preguntas y a susrespuestas, ya ha cambiado sustancialmente: deuna situacin de friccin, rechazo y rencor, se hapasado ahora a una actitud comprensiva, repara-dora y constructiva. En otras palabras, de un pun-to de partida connotado por una alta probabili-dad de ruptura, se ha llegado a un punto con unaalta probabilidad de reconciliacin.

    Despus de estas tres preguntas, la estruc-tura correcta de un dilogo estratgico prev laparfrasis del contenido de la conversacin a tra-vs del resumen de los puntos esenciales para veri-ficar y consolidar el acuerdo alcanzado, como seexpone en el dilogo al principio del libro. La tc-nica del parafrasear para reestructurar, que repre-senta el segundo ingrediente para dialogar coneficacia, necesita un tratamiento especfico y serel tema del pargrafo siguiente. Ahora continua-mos analizando solamente la secuencia en embu-do de las preguntas hasta llegar al objetivo finaldel dilogo.

    Una vez orientado el intercambio comunica-tivo a alcanzar un acuerdo sobre cmo cambiar

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  • las condiciones que hacen crtica la relacin, esimportante establecer los pasos siguientes que hayque efectuar. En esta direccin la pregunta siguien-te podra ser:

    Crees que en mi esfuerzo por evitar come-ter de nuevo los mismos errores, sera til quet intervinieras de inmediato en el caso de que yofuera otra vez en la direccin equivocada hacin-domelo ver; o bien, crees que sera mejor que lohiciera todo yo solo/a, asumiendo el riesgo a equi-vocarme de nuevo?.

    Pngase el lector en la piel de la persona aquien dirigen esta pregunta. Creo que la mayorparte de la gente respondera de manera construc-tiva declarando que, con el fin de evitar que se pre-senten las mismas situaciones que han creado elproblema, estara bien intervenir de inmediatocuando stas se volvieran a presentar, para evitarsu evolucin. Es decir, corregir los errores invo-luntarios desde el principio, de modo que el otroaprenda gradualmente a controlarlos.

    Desde un punto de vista relacional, se instau-ra una dinmica en la cual ambos se convierten enartfices colaboradores de la evolucin construc-tiva de la relacin, en cuanto quien debe corregir-se es ayudado por el que desea la correccin aevitar la recada en el error. Se establece, por lotanto, una especie de complicidad y sano equili-brio en la relacin, dentro de la cual ahora el sen-tido implcito compartido es la construccin deuna dimensin que satisface a ambos. En trmi-nos puramente psicolgicos crear este tipo de

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  • orientacin y expectativa entre la pareja ya es pors mismo haber construido los fundamentos parael resultado positivo. Porque esta actitud ante laevolucin de la relacin tiende inevitablementea influir de manera positiva, es una profeca quese autorrealiza.

    Es bien conocido, de hecho, que el estar con-vencidos de llevar a cabo algo constructivo o reso-lutivo en relacin con un problema incrementapor s mismo la eficacia de nuestra intervencin.Si, adems, como en nuestro caso, esto se haceconjuntamente entre dos personas, el efecto esdoble.

    Gracias al dialogar mediante preguntas estra-tgicamente estructuradas y puestas en secuenciaen embudo hacia el cambio constructivo, no slose crea un recorrido de colaboracin hacia la solu-cin del problema, sino que se aade el efecto dela expectativa positiva que incrementar su efi-cacia.

    En este punto al lector le asombrar cons-tatar que es posible en la comunicacin obte-ner tanto mediante tan poco. Sin embargo, porlo dems, el efecto mgico de las palabras y deldilogo sabiamente construido es una realidadmuy conocida desde la Antigedad. A menudo,en el curso de la historia este conocimiento mgi-co por desgracia ha sido ocultado y utilizadosolamente por unos pocos elegidos para sus pro-pios fines de poder, o rechazado de forma mora-lista en nombre de la verdad absoluta que nohay que poner en duda. El objetivo del que escri-

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  • be es hacer al lector capaz de utilizar, al menos enparte, la magia de la comunicacin, ofrecien-do algunas alquimias especficas capaces de pre-venir o incluso resolver los problemas que puedensurgir en las relaciones a travs del arte de hacerpreguntas. Por decirlo como Ralph Waldo Emer-son: Las preguntas del hombre sabio contienenya la mitad de las respuestas.

    SEGUNDO INGREDIENTE: PEDIR CONFIRMACINANTES QUE SENTENCIAR

    El segundo ingrediente del dilogo estratgico lo constituye el hecho de pedir confirmacin a las respuestas recibidas despus de las preguntaspropuestas. Sin embargo, la manera estratgica depedir confirmacin, es decir, parafrasear el conte-nido de dos o tres respuestas obtenidas tras unasecuencia de preguntas, no es nicamente una veri-ficacin de lo que se ha comprendido, sino unanclaje de todo lo acordado. Parafrasear dos o tresrespuestas recibidas a nuestras preguntas estrat-gicas es un modo de reforzar aquello que se estconstruyendo: si yo propongo una serie de pre-guntas y obtengo una serie de respuestas, y ade-ms resumo las respuestas obtenidas pidiendo unasentimiento a mi parfrasis, en el momento enque el otro me asegura que lo he entendido, l mis-mo se convence de aquello. Por ejemplo, si a con-tinuacin de algunas respuestas yo digo:

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  • Corrgeme si me equivoco, por todo lo queme has dicho, parece que.

    A mi parfrasis, la pareja responde:S, as es.De esta manera no slo me he confirmado a

    m mismo que estoy en el buen camino, sino quehe hecho que l est de acuerdo conmigo: o sea, hecreado un acuerdo sobre todo lo que hasta ahorahemos descubierto conjuntamente respecto a nuestro desacuerdo anterior.

    Por lo tanto, no slo verifico la direccin demi proceder, sino que creo un acuerdo sobre loque estamos construyendo: una secuencia depequeas alianzas, como nos dicen los expertosde la persuasin, conduce con comodidad a la rea-lizacin de la gran alianza final. Si gracias a misparfrasis creo este tipo de acuerdo, refuerzo ohago ms rpido el proceso hacia el cambio cons-tructivo de la situacin problemtica.

    Pongamos un ejemplo concreto volviendo alas preguntas del pargrafo anterior y a sus res-puestas:

    ltimamente me dedicas poca atencin por-que he cometido una serie de errores, o sencilla-mente porque crees que no estoy a la altura?.

    Te presto menos atencin, no porque no tequiera, sino porque ltimamente has cometidouna serie de errores.

    T crees que los errores que he cometidoy que hacen desconfiar los he cometido de ma-nera deliberada, o he hecho las cosas sin darmecuenta?

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  • No creo que hayas sido capaz de cometer-los a propsito, pienso que los has cometidoinconscientemente, pero de todas formas los hascometido.

    Esos errores que he cometido sin darmecuenta y que slo despus me he dado cuenta delo mucho que te molestaban, son cosas que pue-den superarse, o todo lo que ha ocurrido es algoirreparable?

    Si t corrigieras ciertos errores, podremosrecuperarlo todo, sera suficiente evitar ciertascosas.

    Despus de esta secuencia, se podra para-frasear:

    Corrgeme si me equivoco: t crees que losproblemas entre nosotros dos se deben a una seriede errores mos que, sin embargo, he cometidosin darme cuenta, aunque te han ofendido. Sinembargo, sera suficiente, para recuperar la si-tuacin, que yo dejara de cometer estos fallosinconscientes.

    La pareja no podr ms que responder: S,as es, considerando que slo he secuenciadoaquello que l mismo ha declarado.

    En el momento en que el otro aprueba miparfrasis, no slo me confirma que me estoymoviendo en la direccin correcta, sino que anclatambin en l la idea de que estamos en el buencamino. Se obtiene una invitacin implcita a arre-glar las cosas sin haberlo pedido de forma directa.

    En otros trminos, de una situacin de posiblerigidez se pasa a una condicin de apertura. Para-

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  • frasear las respuestas a las preguntas estratgicasno es solamente verificar que estamos procedien-do correctamente, sino hacer sentir a nuestro inter-locutor que tambin l conduce el dilogo y esco-ge la direccin; y esto transforma la relacinemocional de competitiva en colaboradora.

    Una vez realizado este primer acuerdo fun-damental, relativo a cmo han ido las cosas equi-vocadas y al hecho de que pueden enderezarse, esimportante definir y programar concretamente elrecorrido hacia el cambio deseado. Para lograrlolas preguntas se enfocan sobre lo que es impor-tante hacer en la prctica, y la parfrasis siguien-te tendr que contener la descripcin puntual delos pasos necesarios para alcanzar el objetivo pre-fijado. Todo ello de modo que se enfatice la sen-sacin de cambio en marcha, la concreta realiza-cin del proceso y la colaboracin necesaria paraeste fin. Este procedimiento aparentemente redun-dante es de fundamental importancia, ya que con-vierte el acuerdo que se obtiene sobre aquello quepuede hacerse para resolver el problema en algoque de las palabras se pasa a los hechos concretos,sin que ello parezca algo forzado sino un deseocomn. Para aclarar mejor este paso, retomamosnuestro ejemplo de dilogo estratgico en el cualhemos llegado a la primera parfrasis a la que lesigue otra pregunta constructiva:

    Crees que en mi esfuerzo por evitar come-ter de nuevo los mismos errores sera til que tintervinieras de inmediato en el caso de que yofuera otra vez en una direccin equivocada,

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  • hacindomelo notar; o bien crees que sera mejorque yo lo hiciera todo solo/a y asumiera el riesgoa equivocarme de nuevo?.

    Como anticipamos, la respuesta ms proba-ble ser:

    Claro, si yo vigilara interviniendo ensegui-da sobre tus errores inconscientes sera mejor, por-que as se evitaran problemas y t aprenderasms deprisa a corregirlos.

    Ante esta respuesta podemos hacer la siguien-te parfrasis:

    Corrgeme si me equivoco, t crees que lamejor manera para lograr que yo evite repetir estoserrores que te han molestado tanto es que yo meesfuerce en prestar atencin y que t vigiles misacciones, interviniendo enseguida cada vez que yovaya en una direccin equivocada. Hacindolo as,yo podra, antes que nada, evitar grandes proble-mas, ya que quedara enseguida bloqueado/a enmis eventuales errores y, adems, aprender a travs de la experiencia a corregirme gracias a tu control.

    Una vez ms, la pareja no podr dejar de estarde acuerdo. Se sella, de este modo, una especie desagrada alianza: los dos interlocutores estn unidos para combatir al enemigo comn repre-sentado por los anteriores equvocos y los erro-res cometidos. Ahora es como si todo ello fueraun problema extrao a la relacin porque ya seha superado, algo negativo que hay que mante-ner fuera de una relacin que se basa en la cola-boracin. En otras palabras, el cambio ya se ha

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  • producido y est en marcha hacia la solucin del problema.

    Dialogar estratgicamente, de hecho, convier-te el cambio no slo en deseable sino tambin eninevitable.

    TERCER INGREDIENTE: EVOCAR ANTES QUE EXPLICAR

    El tercer ingrediente de un preparado mgicorealmente eficaz para la constitucin de una rela-cin interpersonal constructiva lo constituye elsaber tocar las cuerdas emotivas de nuestro inter-locutor aun antes que influenciar su capacidadcognitiva. Como dice Santo Toms de Aquino:No existe nada en el intelecto que antes no pasepor los sentidos. Para conseguir que los conflic-tos y las fricciones se transformen en acuerdos esnecesario que nuestra pareja sienta el deseo, y noslo a nivel racional, de llevar a cabo una relacinbasada en la confianza y en la colaboracin. Tam-bin los dos ingredientes anteriores de nuestraalquimia trabajan, como hemos aclarado, sobrelas percepciones y sobre las emociones que trans-portan las nuevas perspectivas cognitivas.

    El hecho de preguntar y parafrasear estrat-gicamente supone ya instrumentos para evocarnuevas sensaciones.

    A menudo, sin embargo, es til reforzar elaspecto evocativo del lenguaje que se utiliza du-rante el dilogo, porque, como los poetas, los li-

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  • teratos y los oradores nos han enseado desdesiempre, la capacidad de evocar sensaciones yemociones intensas es un instrumento persuasi-vo mucho ms potente que cualquier otra for-ma lgica y racional de argumentacin. El lectorpuede experimentar sobre s mismo esta diferen-cia midiendo el efecto diferente de las dos sen-tencias siguientes:

    Sentencia racional: Cuando t inconscientemen-te haces algo equivocado respecto a m, eso meprovoca rabia y rechazo.

    Sentencia evocativa: Cuando inconscientemen-te me hieres, me provocas un gran dolor, comouna pualada por la espalda, y me dan ganas dereaccionar intentando herirte tambin.

    El significado de las dos afirmaciones es exac-tamente el mismo, pero el efecto es realmente diferente: la primera indica y describe; la segun-da, mientras describe, hace sentir. En otros trmi-nos, mientras por una parte se juega en el nivel dela relacin y de la comprensin, por la otra se jue-ga en el nivel de la sensacin y de las emocionesevocadas, para llegar solamente despus a la com-prensin. Es evidente que, si se considera el hechode que primero percibimos y luego comprende-mos, la segunda modalidad de comunicacin tie-ne un impacto decididamente mucho ms fuerteque la primera, precisamente gracias a su poderde evocacin.

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  • La caracterstica evocativa del lenguaje nun-ca debera infravalorarse, puesto que es el ins-trumento principal para inducir en nuestro in-terlocutor, as como en nosotros mismos, las sensaciones que hacen que se disparen las reaccio-nes deseadas. Por ejemplo, si yo quiero crear unareaccin de aversin hacia algo, puedo hacerlomediante una descripcin por imgenes que evo-quen sensaciones de temor o de desagrado. Si quie-ro, por el contrario, inducir a una amplificacinde una cierta reaccin, tendr que evocar sensa-ciones de placidez o de gratificacin.

    Para aclarar an mejor este concepto es tilrecurrir de nuevo a un ejemplo concreto de los dostipos de evocacin:

    Sentencia evocativa adversa: Cuando me repren-des porque miro a las dems, haces que tenga aunms ganas de hacerlo. Como si me dijeras que noprobara ese pastel porque es demasiado bueno.

    Sentencia evocativa exaltante: Cuando me mirasy me sonres as, eres como el viento fresco queme reconforta en un da clido.

    En el primer caso, la sensacin evocada ser eltemor a insistir en el propio repertorio de acusa-ciones, ya que esto incrementar en vez de reducirel comportamiento no deseado por la pareja. En elsegundo, en cambio, se transmite una sensacingratificante de aprecio y se induce en la pareja latendencia a incrementar la actitud que lo exalta.

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  • La magia del lenguaje, cuando se aplica a lasrelaciones interpersonales ms ntimas, muestraan ms su poder y nunca ha de infravalorarsecomo si slo fuese un adorno intil de la comuni-cacin. Sera como sostener que clase y eleganciason intiles para que seamos deseables, mientrasque todos sabemos que estas dos caractersticas,aparentemente no fundamentales, pueden hacerms deseable a una persona no bella respecto a otraque efectivamente s lo es. En nuestro dilogo ten-dremos siempre que recordar todo esto, convir-tiendo nuestro lenguaje en algo sobrio pero ele-gante, claro pero evocador, sencillo pero lleno designificado, bello de escuchar.

    En este punto, quisiera volver a nuestro ejem-plo de dilogo estratgico: imagnese que a laspreguntas que parecen tener alternativas y a las pa-rfrasis que reestructuran se le aade algo, unapincelada de color. Por ejemplo, se aade a la pri-mera parfrasis una imagen evocadora que lerefuerce el efecto:

    En otras palabras, cuando yo te he heridoinconscientemente, haciendo como si te apuala-ran por la espalda, he desencadenado en ti el deseode herirme, rechazndome.

    As se transmite no slo la razn de las reac-ciones de rechazo, sino tambin las sensacionesque experimentamos al haberlo provocado en el otro.

    Esto hace sentirse a nuestro interlocutor msque comprendido, justificado en sus reaccionesemotivas; se reforzar as la sensacin de acerca-

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  • miento entre los miembros de la pareja y la pre-disposicin a superar las dificultades. Sera til,por lo tanto, despus de haber parafraseado lasrespuestas de nuestra pareja ordenndolas ensecuencia, como hemos descrito en el pargrafoanterior, aadir una imagen que refuerce en unplano emocional los conceptos expresados en elracional. El lector, ahora, pensar que sta es unaoperacin difcil de realizar, porque pocos se sien-ten artistas del lenguaje capaces de crear imge-nes evocadoras. En realidad, usar imgenes evo-cadoras no significa ser poetas o literatos, sinosencillamente aadir a la explicacin lgica que seha propuesto una sugestin que concierne a laesfera emocional. Puede bastar una ancdota dela vida cotidiana, o una sencilla imagen natura-lista. Lo importante es insertar en el canal lgicode la conversacin un canal ms sensorial, com-puesto por imgenes ms que por razonamientos.Con un mnimo de esfuerzo y ejercicio, cada unode nosotros puede aprender a reformular unaargumentacin lgica con una serie de imgenes,ofreciendo as a nuestro interlocutor no slocorrectos y adecuados anlisis lgicos, sino tam-bin sensaciones que refuerzan la capacidad decomunicacin. Volviendo an al dilogo de ejem-plo, la ltima parfrasis podra acompaarse de lasiguiente imagen: De este modo yo me sentirprotegido/a y guiado/a, como un nio que explo-ra libremente el espacio a su alrededor bajo lamirada vigilante de un adulto presto a interveniren el momento de peligro.

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  • sta es una imagen decididamente sencilla, nouna elaborada formulacin lingstica con doblessentidos o paradojas, ni una metfora articulada;sin embargo, transmite al interlocutor en estecaso, la pareja ofendida y en posicin defensi-va una visin inmediata de lo que antes ha sido definido en un plano lgico. Gracias a esta ima-gen la pareja se sentir tambin emocionalmentede acuerdo. La analoga utilizada le har sentir anms como el que gua la relacin, anulando todoslos temores relativos a lo que el otro podra hacera sus espaldas.

    Ahora nuestro preparado alqumico est real-mente prximo a convertirse en una pocinmgica capaz de transformar los sapos y las ranasen prncipes y princesas. Es decir, transformar unarelacin conflictiva en una relacin constructi-va basada en el acuerdo mediante el uso sabio deuna forma de dialogar que todas las personas pue-den aprender a utilizar. Obviamente, cuanto mshbil se es, tanto ms se puede obtener; cualquie-ra puede aprender a tocar un instrumento musi-cal, pero son pocos los que saben hacer un arte deello, y esto vale tambin para el arte de comuni-car. De todas formas, usar imgenes evocadoraspara reforzar nuestros mensajes representa unatcnica superior del dilogo estratgico con nues-tra pareja.

    En efecto, el verdadero descubrimiento,escribe Marcel Proust, no es ver nuevos mundossino cambiar de ojos.

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  • CUARTO INGREDIENTE: ACTUAR ANTES QUE PENSAR

    Una de las convicciones ms fallidas del hombremoderno es creer que una vez he entendido cmofunciona una cosa automticamente ser capaz dedominarla.

    Por desgracia, la vida cotidiana de cada unode nosotros desmiente continuamente esta con-viccin, que tiene sus orgenes en la supremacaque se atribuye al pensamiento sobre la accin.

    Cuntas veces nos sucede que sabemos loque hemos de hacer para evitar o resolver un pro-blema y despus no somos capaces de hacerlo? Elejemplo ms claro a este respecto es el miedo: pue-do intentar convencerme cuanto quiera a nivelracional de que volar es mucho ms seguro queviajar en coche, pero si tengo miedo a volar, noservir de nada, slo para incrementar el sentidode frustracin y desconfianza conmigo mismo.

    Este ejemplo del miedo nos explica que paraobtener un cambio real es indispensable no sloentender sino tambin ser capaz de actuar demodo diferente. Esto vale an ms si nos refe-rimos a las dinmicas personales. Pinsese en unapareja que discute democrticamente hasta muytarde por la noche y llega, por agotamiento o por autntica comprensin, al acuerdo de que, porla maana, desde el primer momento parte de cero con la discusin. El problema reside en elhecho de que si un acuerdo que hemos estable-cido no pasa al plano de la accin, su posibilidad

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  • de llevarse a cabo es casi nula. Si, por el contrario,a un acuerdo le sigue una serie de acciones acor-dadas conjuntamente, es probable que el proyec-to comn se convierta en realidad. Cada forma decreencia estructurada necesita, para constituirse,de una serie de secuencias repetidas, de rituales decomportamiento.

    El ejemplo ms claro son las religiones que,aunque muy diferentes entre ellas, basan su pro-pio enraizamiento y mantenimiento en el nimohumano en una serie de rituales: plegaria, confe-sin, penitencia, procesiones y as sucesivamen-te. Lo mismo vale para todos los grupos que serenen para alcanzar un objetivo comn, dentrode los cuales los rituales y las acciones que se en-caminan hacia el objetivo prefijado refuerzan la creencia relativa a su validez.

    Entre la pareja es importante no infravalo-rar todo esto y, en consecuencia, proyectar pla-nos concretos de accin que hay que realizar paraobtener el cambio deseado.

    En nuestro ejemplo de dilogo, dos interlo-cutores estn de acuerdo en la necesidad de corre-gir concretamente la situacin anterior medianteuna serie de acciones recprocas. stas, mientrasllevan cabo el acuerdo verbal entre ambos, ampli-fican tambin su efecto. En lnea con la filosofaoriental: Un hombre sabio vive haciendo, y nopensando en hacer, y aun menos pensando en loque pensar cuando habr acabado de hacer.

    Como dice Heinz von Foerster: Si quieresver aprende a obrar.

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  • LA ESTRUCTURA DEL DILOGOESTRATGICO

    Despus de haber hablado individualmente decada ingrediente de la pocin mgica capaz de transformar los encantamientos malficos enencantamientos benficos, repasemos la rece-ta en su conjunto.

    Reconstruyamos el dilogo entero de ejem-plo para captar su armona y para sentir el impac-to sugestivo y persuasivo.

    Ella: ltimamente me consideras muy poco,porque he cometido una serie de errores o porque sencillamente crees que no estoya la altura?

    l: Creo que te considero un poco menos, noporque no te quiera, sino porque ltima-mente has cometido una serie de errores.

    Ella: Crees que los errores que he cometido yque te han hecho perder confianza los hecometido de forma deliberada o he hecholas cosas sin darme cuenta?

    l: No creo que hayas sido capaz de cometer-los deliberadamente, creo que los has come-tido de manera inconsciente, pero de todasformas los has cometido.

    Ella: Estos errores que he cometido sin darmecuenta y que solamente despus he visto lomolestos que podan ser para ti, son cosasque pueden superarse o bien todo lo suce-dido es algo irreparable?

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  • l: Si t corrigieras ciertos errores, podemosrecuperarlo todo, sera suficiente evitar cier-tas cosas.

    Ella: Corrgeme si me equivoco: t crees que losproblemas entre nosotros dos se deben a unaserie de errores mos que, sin embargo, hecometido sin darme cuenta, aunque te hanofendido. No obstante, sera suficiente, para recuperar la situacin, que yo dejara decometer estos fallos inconscientes. En otraspalabras, cuando yo te he herido inconscien-temente, haciendo que te sintieras como site apualaran por la espalda, he desenca-denado en ti las ganas de herirme t a m,rechazndome.

    l: S, as es.Ella: Crees que en mi esfuerzo por evitar come-

    ter nuevamente los mismos errores sera tilque t intervinieras de inmediato en el casode que yo fuera otra vez en la direccinequivocada hacindomelo notar; o crees quesera mejor que lo hiciera todo yo sola, asu-miendo el riesgo a equivocarme de nuevo?

    l: Claro, si yo vigilara e interviniera ensegui-da sobre tus errores inconscientes seramejor, porque as se evitaran problemas yt aprenderas ms rpido a corregirte.

    Ella: Corrgeme si me equivoco, t crees que lamejor manera de que evite repetir los erro-res que te han molestado tanto es que meesfuerce en estar atenta y que vigile misacciones, y que t intervengas enseguida

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  • cada vez que yo vaya en la direccin equi-vocada. Hacindolo de este modo, antes quenada, no se crearan grandes problemas yaque quedara inmediatamente bloqueada en mis eventuales errores y, adems, apren-dera a travs de la experiencia a corregirmegracias a tu control. De este modo me sen-tir protegida y guiada, como un nio queexplora libremente el espacio que hay a su alrededor, bajo la mirada atenta de unadulto presto a intervenir en el momento depeligro.

    l: S, lo creo precisamente as.

    Como en el caso del primer dilogo presentadoen nuestra exposicin, tambin ste, tomado ensu conjunto, evidencia la fluidez del intercambioentre interlocutores. Preguntas y respuestas sesuceden acuerdo tras acuerdo, enfocndose sobreel cambio deseado despus de haber hecho emer-ger lo que creaba el problema. Todo ello en unaatmsfera privada de rencor y rivalidad, dentrode la cual la pareja converge hacia la misma meta.

    El desacuerdo inicial disminuye a medida queel dilogo se desarrolla y las posiciones de ambosmiembros de la pareja se acercan cada vez ms,hasta el punto de conjuncin.

    El lector puede pensar que esto sea verdade-ramente magia, pero en realidad es el efecto de unatecnologa refinada aplicada al lenguaje. En otraspalabras, se utilizan las propiedades de la comu-nicacin capaces de crear, en el dilogo con la pare-

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  • ja, las condiciones para una complementariedadde miras y de emociones.

    ste es una arte antiguo, retomado y perfec-cionado durante decenios de trabajo orientado aproducir cambios en las personas a travs del di-logo respecto a problemas por resolver o a obje-tivos por alcanzar. Para ser capaz de preparar nues-tra magia, est bien aclarar el procedimiento quehay que seguir mediante un sencillo esquema:

    Preguntar

    Parafrasear las respuestas

    Utilizar imgenes evocadoras

    Resumir parafraseando

    Orientar hacia la accin

    Al tener clara esta secuencia, el dilogo se devananaturalmente, a condicin de que las preguntas seenfoquen sobre los intentos de resolver los pro-blemas.

    Expliqumoslo mejor: en la estructura del di-logo estratgico, la vela mayor que empuja el navoal cual sube la pareja est representada por el enfo-que sobre la comprensin de los mecanismos quepermiten a un problema ser persistente ms que sobre las causas que lo han producido. Larealidad, explica Aldous Huxley, no es lo que

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  • ocurre sino lo que hacemos con lo que ocurre. Elpreguntarse cmo mantenemos y alimentamos los problemas mediante nuestras convicciones ynuestras acciones, de hecho, nos orienta enseguidahacia su cambio una vez que hemos descubierto elmal funcionamiento. Esta orientacin metodol-gica nos evita la tentacin de la bsqueda, intil ydesviante, de las culpas y de los culpables, porque,si el problema hace referencia a la relacin con lapareja, ambos polos de la relacin estn activamen-te implicados en el mantenimiento de la condicinno deseada. Una vez desvelada la dinmica redun-dante que nutre nuestra dificultad, encontrar y pla-nificar qu hacer en concreto para cambiar la situa-cin ser una sencilla consecuencia. Esta nuevaperspectiva se descubrir de forma conjunta pre-cisamente porque se ha hecho emerger lo que eracontraproducente en la relacin.

    El dilogo converge sobre el presente y elfuturo de la relacin emancipndola as de loshechos pasados que, por definicin, al formar par-te del pasado, ya no pueden ser resueltos; sinembargo, si se remueven continuamente puedeninfluir negativamente en el presente.

    Como espero haber aclarado con la necesariaclaridad, para iniciar un dilogo constructivo sedebe enfocar la atencin y la indagacin sobre elpresente. Nuestras preguntas han de orientarse adesvelar los mecanismos disfuncionales de la rela-cin, o aquellos tipos de actos comunicativos o deconvicciones en relacin con el otro que alimen-tan los problemas.

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  • Al parafrasear las respuestas, as como al pro-poner imgenes evocadoras, se deber despertaren nuestra pareja la sensacin de la necesidad delcambio, evitando cualquier tipo de oposicin peroaceptando el punto de vista del otro, de modo quenunca se sienta humillado ni juzgado de formanegativa sino constantemente aprobado en sumanera de ser. Este modo de proceder es esencialpara alcanzar el objetivo, porque la colaboracinde la pareja se puede obtener solamente si sta nose siente discutida.

    En este punto de nuestra exposicin, creo queel lector podr empezar su prctica de aprendizde mago de la relacin experimentando el arte depreparar la pocin mgica capaz de transfor-mar el encantamiento malfico en benfico.

    La nica precaucin que hay que recordar alnovel alquimista es la de no desistir ante las pri-meras dificultades que seguramente encontrar alo largo del camino, porque el arte del dilogorequiere una actitud humilde y un ejercicio cons-tante. Sin embargo, si se consigue superar la frus-tracin que se deriva de las dificultades y de losprevisibles tropiezos iniciales, el esfuerzo se verampliamente recompensado, porque los efectosmgicos de esta alquimia afectan en primera per-sona. Cuanto ms hago estar bien a mi pareja, tan-to ms ella me har estar bien a m.

    En efecto, como ensea Lao Tse: Quien quie-re tener, ha de empezar dando.

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  • CAPTULO 3

    ALQUIMIAS MGICAS:EJEMPLOS DE DILOGO ESTRATGICO

    CON LA PAREJA

  • Estudia las palabras a partir de las cosas,no las cosas a partir de las palabras.

    Platn

    Con el fin de hacer ms claro y accesible lo expues-to hasta aqu, me parece indispensable presentaralgunos dilogos reales, no intervenciones de quienescribe sino transcripciones de dilogos manteni-dos durante demostraciones pblicas de la tc-nica del dilogo estratgico.

    DILOGO 1: DE LOS CELOS A LA CONFIANZA

    Ella: Cmo ha ido el da hoy?l: Bien, he tenido un da muy duro como de

    costumbre, pero ha ido todo bien.Ella: Con cuntas mujeres te has visto hoy?l: Bueno, ya sabes que veo a mucha gente todos

    los das, as que tambin a algunas mujeres.Ella: Y te has visto con mujeres bonitas?l: No es fcil ver mujeres bonitas de verdad.Ella: Como siempre, me escondes lo que te pasa.l: Qu es lo que te escondo? Slo te he dicho

    que no es fcil ver mujeres que sean boni-tas de verdad.

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  • Ella: No, me dices eso para evitar mis reacciones.Seguro que te has visto con alguna mujer queincluso te habr gustado. Sabes que cuandome escondes las cosas siempre me doy cuen-ta y el que esconde las cosas es culpable.

    Un sencillo dilogo vespertino se est transfor-mando en un conflicto dramtico. Estamos anteuna bonita escena de celos, pero en este punto l,como le ha sido sugerido, cambia de modo de co-municacin llevando el dilogo de forma comple-tamente diferente.

    l: Disclpame, pero antes de que empecemosa discutir como de costumbre, puedo pre-guntarte una cosa?

    Ella: Claro.l: T te fas tan poco de m porque crees que

    soy un hombre incapaz de controlar mispropios impulsos sexuales o porque creesque soy una persona deseable que puede servctima de la seduccin de mujeres malin-tencionadas?

    Ella: Si creyese que eres un hombre sin freno des-de luego que no estara contigo; creo senci-llamente que eres demasiado sensible alencanto femenino.

    l: Crees que soy tan sensible al encanto fe-menino porque amo la belleza y me gustacontemplarla o porque, llevado por mis ins-tintos, me dejo llevar para vivirlos cada vezque tengo la ocasin?

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  • Ella: Creo que t amas la belleza y que te gustano slo contemplarla sino tambin disfru-tarla.

    l: Corrgeme si me equivoco: t crees que yosoy una persona realmente sensible al encan-to femenino, y eso es cierto, pero no meparece que sea patolgico. Crees, tambin,que podra ser vctima de la seduccin dealguna bruja peligrosa, ya que segn t noslo me gusta contemplar la belleza sinotambin disfrutar hasta el fondo de la be-lleza.

    Ella: S, lo creo precisamente as.l: Segn t, cuando ests tan encima de m, juz-

    gndome, haces que experimente an msel deseo de contemplar e incluso captar labelleza, o esta inquisicin tuya me frena?

    Ella: Pensndolo bien, y me pongo en tu piel, siuna persona hiciese lo mismo conmigo qui-zs an me daran ms ganas no slo de con-templar la belleza sino tambin de disfru-tarla.

    l: Desde tu punto de vista, por lo tanto, con-tinuar sometindome a tus investigacionesdiarias, que slo acaban en discusiones, meempujar a querer estar contigo o a buscarotras cosas?

    Ella: Visto de esta perspectiva, claro, todo eso nohace ms que empujarte a buscar otra cosa.

    l: De todo en lo que estamos de acuerdo has-ta aqu, parece que t ests tan encima dem, sometindome a tus investigaciones,

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  • porque crees que yo soy una persona a laque le atrae mucho la belleza femenina y quepuede ser engaado por alguna buenaseductora. Y eso lo haces para controlarme;pero t acabas de decir que, si te ocurrieraa ti lo mismo, te provocara an ms ga-nas de transgredir y te das cuenta de queactuando de ese modo me ests echando a los brazos de cualquier otra. A fuerza detratar a uno de ladrn se le convierte en tal.

    Ella: S, me doy cuenta si lo pienso, pero en esemomento estoy tan angustiada y turba-da por mis celos que tengo que estar