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CONVIVIR CON EL CAOS Qué hacer cuando te sientes impotente El factor clave La verdadera religiosidad S atisfecho ¿Cuánto se necesita? CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

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CONVIVIR CON EL CAOSQué hacer cuando te sientes impotente

El factor claveLa verdadera religiosidad

Satisfecho¿Cuánto se necesita?

C A M B I A T U M U N D O C A M B I A N D O T U V I DA

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Año 12, número 8

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D Gabriel SarmientoD Gentian SuçiP Samuel Keating

© Aurora Production AG, 2011

http://es.auroraproduction.com

Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd.

A menos que se indique otra cosa, los versículos citados

provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960,

© 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado

1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.

A NUESTROS A MIGOS

Hay quienes dicen que la felicidad está en la actitud que uno adopte ante la vida. Cada vez me convenzo más de ello.

Luego de prestar asistencia a mucha gente que quedó desamparada tras el feroz terremoto y maremoto

que devastó numerosas poblaciones de Chile en el 2010, me he dado cuenta de que, como reza el dicho, tu actitud determina tu altitud. Hay gente positiva que sabe sacar el mejor provecho de cualquier situación, aun cuando le toca la peor parte. En el primer viaje que realicé con varios compañeros a la zona de desastre, conocimos a una señora, peluquera de profesión, que lo perdió todo cuando una de las olas del tsunami arrasó con su negocio. Al día siguiente de la catástrofe, se puso a escarbar en el barro donde antes tenía su local, y buscando buscando encontró unas tijeras, una capa y su máquina de cortar pelo. Además, descubrió que el mar había perdonado su espejo. Lavó sus implementos y poco después retomó su profesión con optimismo y gran espíritu de superación. Cuando la conocimos, nos abrazó con una sonrisa y un entusiasmo inverosímiles. Nos mostró la mediagua (casita temporal levantada por voluntarios) donde habitaba. Ya le había hecho una ventana para poder contemplar el bello bosque que rodea el campamento de damni� cados. Obviamente supo tornar su desventura en ventura.

Como ella hay muchos. Por ejemplo el pescador que luego de abrazarnos largamente en medio de un paisaje desolado me dijo:

—Caballero, ¿ve ese árbol que está allá en medio de la nada? Pues ahí quedaba mi casa. Lo perdí todo. Pero doy gracias a Dios que todavía tengo a mi familia. Él me dio buenos hijos y los hemos podido criar bien. Para qué me voy a quejar.

Su fe, optimismo y gratitud tuvieron su paga, pues dos meses más tarde lo volví a ver y se me acercó apresuradamente para contarme que, después que oramos para que consiguiera trabajo, un empresario lo había contratado, y ahora ganaba el doble que antes.

Mucha gente en esas circunstancias se amargaría y culparía a Dios de sus males. No es el caso de estos nobles amigos y otros miles de sobrevivientes que se han concentrado en lo positivo y en salir adelante a pesar de los pesares.

Si quieres ser feliz en la vida, compañero,pon la mira en la rosquilla y no en el agujero.

GabrielEn nombre de Conéctate

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Todavía recuerdo el día en que descubrí el maravi-lloso efecto de pasar unos momentos en contacto con la creación de Dios. Yo estaba en primaria, y andaba buscando como loca un cuaderno que necesitaba para la clase del día siguiente. Mientras más lo buscaba, más confundida y contrariada me sentía. Estaba por estallar en lágrimas cuando entró mi madre a la alcoba. Al verme en ese estado me aconsejó que saliese a tomar un poco de sol y aire fresco.

—Te despejará la cabeza, y recu-perarás las energías —me aseguró.

A mis nueve años esa solución no parecía tener sentido, pero decidí intentarlo. Recorrí el jardín respirando

Dios es el artista supremo. Contempló Su creación a medida que iba tomando forma y vio que era buena; y al darle las últimas pinceladas concluyó que era muy buena. Evidentemente el Gran Artista quedó muy complacido con Su mundo, colmado de objetos, formas y movimientos maravillosos, salpicado de vivos colores como los del arco iris y la rosa, con texturas suaves y agradables como la del pelaje del castor o la de las hojas de la magnolia, aromas intensos como el del membrillo y la madreselva, sonidos profundos como el del trueno y el de los riachuelos, y sabores exquisitos como el de la sandía y el chocolate. Clyde Kilby

profundamente. Todo tenía fragancia a primavera. Me dejé acariciar por el sol. Me detuve a oler las � ores que acababan de abrirse, y luego me senté al borde del estanque de nenúfares, con los pies en el agua, a observar los bruscos movimientos de los peces de colores. Me di la vuelta para mirar hacia la casa y de pronto me acordé de que había dejado el cuaderno entre los cojines del sofá mientras veía la televisión la noche anterior. ¡Qué alivio sentí! Me volvieron las energías. Mi madre tenía razón.

Ahora, ya siendo adulta, sigo aplicando esa pequeña enseñanza de mi niñez. Cuando las exigencias de la vida me dejan abatida, o cuando mi trabajo resulta estresante y la presión apabullante, me encanta

A L G U I E N M Á S

PODEROSO Q U E Y OEldora Sichrovsky

pasar unos minutos en contacto con la naturaleza. A veces me quedo mirando unas plantas en maceta en el alféizar de una ventana; otras tengo la oportunidad de contemplar un paisaje espectacular desde la cumbre de una montaña. En cualquier caso, las obras de Dios, con toda su diversidad y colorido, ejercen un extraordinario poder sobre mí. Me renuevan el espí-ritu y me despejan los pensamientos.

Es increíblemente reconfortante recordar que, al igual que toda la espléndida creación de Dios, mi vida está en manos de Alguien más poderoso que yo.

Eldor a Sichrovsk y está afi-liada a La Fa milia Inter nacio-nal y vive en Taiwán. ■

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A veces nos tomamos las cosas con excesiva seriedad, dándonos mucha importancia. Viene muy bien ser capaz de reírse de uno mismo; lo mantiene a uno humilde. El que no sabe reírse de sus equivocaciones ni tomar los fallos ajenos con sentido del humor peca de orgullo o tiene un concepto demasiado severo de la vida.

Dios quiere que gocemos de la vida, y nos ha proporcionado la capacidad, los sentidos y el entorno ideal para ello. Es más, nuestro principal propósito en la vida debe ser, como dijo Martín Lutero, «amar a Dios y disfrutar de Él eternamente».

Los cristianos deberíamos caracterizarnos por ser felices1, pues tenemos más razones que nadie para serlo. Contamos con el alegre amor de Jesús, que lleva todas nuestras cargas, soporta nuestros pesares y hasta alivia nuestras penas. Él dice que Su yugo es fácil, y Su carga, ligera2.

Si ese yugo te parece muy difícil de sobre-llevar, tal vez sea porque no echas todas tus preocupaciones sobre Jesús3. Quizá pretendes llevar una carga excesivamente grande y te esfuerzas demasiado por ti mismo en lugar de dejar obrar a Dios mediante Su poder, Su amor, Su gracia y Su fuerza. Él dice: «Sin Mí no podéis hacer nada»4. «Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará»5.

Cuando yo era joven, un misionero que había trabajado en un país donde estaba prohibido evangelizar se alojó por un tiempo en nuestra casa. Una noche se ofreció a lavar los platos de la cena, y yo me maravillé de su modestia, su gracia y su espíritu alegre y vivaz. Con todo lo que él

1. Salmo 146:5

2. Mateo 11:28–30

3. 1 Pedro 5:7

4. Juan 15:5 (N-C)

5. Salmo 55:22

6. Mateo 5:12

7. Soledad, 1883

alegría, alegría,David Brandt Berg

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1. Salmo 144:15 (NVI)

2. Salmo 37:4

3. 2 Corintios 3:17

SANTA DICHA

Dios no es un ser triste, sino un Dios feliz que quiere que noso-tros también seamos felices. La Biblia dice: «¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!»1 Ese es precisamente el propósito de la salvación: librarnos del sufrimiento, el dolor y la muerte. Dios no es un ogro que quiera negárnoslo todo para amar-garnos la vida. Al contrario, Él ama la vida y la creó para que la disfrutemos. Hizo este bello mundo para que lo habitásemos y nos recreásemos en él, y para ello nos dotó de un cuerpo, una mente y un corazón magní« cos. Hasta promete concedernos los deseos de nuestro corazón si nos deleitamos en Él2. David Brandt Berg

Profeso una religión alegre. Creo de todo corazón que Jesús nos ama y desea que seamos felices. Es más, anhela que gocemos de la vida, y Él mismo quiere gozar de ella con noso-tros. «Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad»3. Su verdad liberadora y la libertad de Su Espíritu nos permiten disfrutar de muchos placeres que ofrece la vida sin por ello alejarnos de Él. No es preciso que escojamos entre ser felices y complacer al Señor; se pueden compatibilizar ambas cosas. María Fontaine

cuando tienes ganas de llorar».Procuremos siempre sonreír en

medio de las lágrimas. Un rayo de sol es todavía más hermoso cuando llueve. Que haya entre nosotros más risas y alegría y no tanto pesimismo. El mundo está harto de tanto in� erno; démosle a conocer un poquito más de cielo. «Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los Cielos»6. La poetisa norteamericana Ella Wheeler Wilcox escribió: «Ríe, y el mundo contigo ríe. Llora, y nadie te escucha. Prestada es la alegría de esta vida, pero propias sus muchas desventuras»7.

Seamos alegres. Evitemos el mal humor y las caras largas. Me viene a la memoria la anécdota de Pepito y la mula: Luego de pasar todo un domingo en la � nca de su abuelo, un puritano muy estricto y de rostro grave que todo lo prohibía y a todo contestaba que no, el pobre Pepito fue

vagando cabizbajo hasta llegar al establo. Viendo allí a la mula, se

le acercó y, acariciándole la cara, le dijo: «Me imagino que tú

eres terriblemente religiosa, pues tienes una cara tan

larga como la del abuelo». Ese es el concepto de

religiosidad que tienen algunas personas.

¡Ojalá que no sea el nuestro! ■

había hecho para el Señor, se puso a lavar humildemente la vajilla conmigo.

Como yo pensaba hacerme misio-nero, le hice una pregunta que supuse que él sabría contestar mejor que nadie: «¿Cuál es la mayor virtud que debe tener un misionero?» Me esperaba una

respuesta solemne y profunda, producto de su extraordinaria

sabiduría y su vasto caudal de experiencia. Ya te imaginarás cuál fue mi

sorpresa cuando, dete-niéndose un momento

con las manos en el lavadero, me miró sonriente y dijo: «Sentido del humor. Ser capaz

de reír

alegría

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Algunas confesiones cristianas, así como otras religiones, enseñan que el sufrimiento y la tristeza son indicadores de la espiritualidad o devoción de una persona. En realidad, es todo lo contrario. Dios no quiere que la religión sea gravosa, y Jesús desde luego no enseñó que tuviera que ser así.

No veo cómo una persona puede ser verdaderamente feliz si no tiene satisfechas sus necesidades esenciales. Por más que alguien tenga todo lo que desea materialmente, hace falta algo más para aplacar su sed espiritual. Gracias a Dios, para eso está Jesús.

Mi religión me hace feliz; hasta mi trabajo me hace feliz, porque sé que ayuda a la gente. Claro que cuando me enfermo, sufro alguna pérdida o me veo en un grave apuro, no me siento muy feliz que digamos por un tiempo; pero eso no llega a invalidar totalmente mi felicidad. Puede que mi estado físico o las circunstancias

en que me encuentre dejen mucho que desear; pero eso no quita que pueda estar feliz en espíritu.

Son pocas las cosas que me quitan la alegría. Mi único deseo —no se me ocurre qué otra cosa podría querer— es que los demás sean tan felices como yo. Ese es el único gran anhelo que tengo: lograr que los demás entiendan todo lo que Jesús nos ofrece, para que ellos también sean felices. Por eso aprovecho cada ocasión que se me pre-senta para instarlos a abrir su vida y su corazón a Jesús. Sé que así descubrirán la misma dicha que yo he encontrado. Cuando una persona que anda triste me ve feliz, le entra curiosidad por saber a qué se debe, quiere tener lo que yo tengo. Y ese factor clave, naturalmente, es Jesús.

David Brandt Berg (1919–1994) fue fundador de La Familia Internacional. Este artículo es una adaptación de Aleluya por la alegría, publicado originalmente en mayo de 1975. ■

E L GOZO DE L SE ÑO RComo cristianos debemos re¬ ejar el gozo del Señor por el bien de los demás. Esa, sin embargo, no debiera ser la única razón: también nos hace bien a nosotros mismos. «El gozo del Señor es vuestra fuerza»1. Ese gozo se encuentra dedicándole tiempo a Jesús. «En Tu presencia hay plenitud de gozo»2. Se encuentra también absorbiendo Su Palabra: «Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido»3. Y se encuentra llevando a la práctica la Palabra: «Si sabéis estas cosas, bienaventu-rados seréis si las hiciereis»4. María Fontaine

L A VÍA DIR EC TANi los bienes materiales ni las circunstancias pueden proporcionarnos una felicidad auténtica y perdu-rable. Esta solo se alcanza viviendo cerca de Dios y siguiendo el plan que Él nos haya trazado. Virginia Brandt Berg

el factor clave

1. Nehemías 8:10

2. Salmo 16:11

3. Juan 15:11

4. Juan 13:17

David Brandt Berg

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Hace varias noches mi esposa y yo estuvimos contemplando el atarde-cer desde la terraza. Nos quedamos hasta que se empezaron a ver estrellas. Como suele suceder, la primera en aparecer fue el lucero de la tarde. Al cabo de una hora o más todavía era la más brillante en aquella noche sin Luna. No había otra que la igualara.

Se podría decir que el lucero de la tarde está en una injusta situación de ventaja sobre las demás estrellas, pues en realidad se trata del planeta Venus, que se hace pasar por estrella. Al igual que la Luna, no emite luz propia; se limita a re� ejar la del sol.

Me vino de pronto que si Venus y la Luna —que tienen una super� cie mate y carecen de luz propia— relucen con tanta intensidad, yo no tengo por qué preocuparme de mi propia capacidad para re� ejar a Dios, es decir, de mi grado de bondad o de piedad según mi propia percepción o la de los demás. En realidad lo único

No necesito luz propiaDavid Bolick

REFLEJOS DEL CREADORLa luz en sí es invisible. Solo vemos cómo la re¬ ejan distintos objetos. Así, hasta un granito de polvo, con lo pequeño que es, puede cente-llear como un diamante si le da la luz del sol. De no ser por el polvo, no se vería la luz; y si no fuera por la luz, no se vería el polvo. Ambos son necesarios. Podemos percibir cómo es el Creador viendo cómo lo re¬ ejan Sus creaciones2. Por consiguiente, «así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glori« quen a vuestro Padre que está en los Cielos»3. David Brandt Berg

1. 1 Corintios 13:12

2. Romanos 1:20

3. Mateo 5:16

que tengo que hacer es re� ejar la luz de Dios cuando Él me ilumine. Evidentemente eso no me da licencia para ser un abandonado y caer en una suerte de letargo espiritual; pero es liberador entender que no tengo que tratar de ser algo que no soy.

Luego de esa experiencia, un conocido versículo de la Biblia cobró para mí nuevo signi� cado: «Ahora vemos por espejo, oscura-mente»1. Siempre lo había aplicado a mi percepción de Dios y de las realidades espirituales; pero ahora me doy cuenta de que también se aplica a cómo los demás ven a Dios cuando yo lo re� ejo. Por mucho que me esfuerce, no puedo cambiar mi forma de ser, así como un planeta o una luna es incapaz de transformarse en estrella. La transformación se produce cuando Dios me baña con Su luz. Tal vez mi super� cie no sea de las más brillantes o re� ectantes que hay; Su luz, sin embargo, tiene su� ciente intensidad para conver-tirme en una estrella.

David Bolick está afiliado a La Fa milia Inter nacional y vive en México. ■

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1. Filipenses 4:6,7 (Biblia didáctica)

2. Salmo 46:10

3. Jesús te llama, © Grupo Nelson, 2010

4. Isaías 26:3

¿ E S T R E S A D O ?María Fontaine

y tomar entonces medidas sanas para contrarrestarlo es probablemente uno de los hábitos de trabajo más importantes que podemos cultivar. La mejor forma de hacerlo es pedir ayuda a Dios.

Debemos pedirle que nos ayude a detectar las primeras señales. En segundo término, debemos aprender a encomendarle nuestras cargas y preocupaciones y con� ar en que Él realizará la labor a través de noso-tros, a Su manera y en Su momento. «Que nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús»1.

Lo primero es lo primero¡El estrés es el enemigo a vencer!

Cuando los cristianos nos vemos agobiados por el trabajo, lo primero que solemos postergar es justamente lo que más falta nos hace: nuestros ratos de comunión con el Señor.

En cambio, cuando nos con-servamos fuertes y saludables en espíritu, leyendo la Palabra de Dios,

Cuando tenemos mucho que hacer en muy poco tiempo, es fácil caer en el agobio. Nos parece que no estamos rindiendo lo su� ciente o que nuestros avances son muy lentos, así que nos exigimos más. Lo cierto es que cuando nos dejamos apremiar de esa manera, por lo general merman aún más nuestra e� cacia y productividad. Lo que empezó como una actividad positiva, para la que nos sentíamos motivados, termina siendo estresante.

El estrés entorpece nuestro pro-greso de múltiples maneras. Somete a una mayor tensión nuestro sistema nervioso, con lo que disminuye nuestra agilidad mental. Nos lleva a forzar la marcha, lo que nos hace propensos a actuar con menos prudencia y oración y, por tanto, a cometer más errores. Nos resta inspiración. Nos pone de mal humor y nos impide relacionarnos armonio-samente con los demás. ¡Nos quita la dicha de vivir! Dejarnos abrumar por la presión resulta contraprodu-cente desde todo punto de vista.

¿Estrés o serenidad?Aprender a detectar el momento

en que el estrés empieza a afectarnos

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«Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios»2. Estar quietos también puede interpretarse como serenarse, relajarse y dejar de afanarse. Es un sugerente llamado de Dios para hacer a un lado nuestras preocupaciones y acudir a Su presencia. Estoy convencida de que Dios ansía más que nosotros mismos que pasemos esos ratos con Él. Sarah Young3

Dirige tus pensamientos hacia Dios y el amor y cariño que te mani« esta. Eso te ayudará a des-conectarte de la actividad y las preocupaciones del momento. Una vez que tu espíritu esté centrado en el Señor, todo ¬ uirá. María Fontaine

En un instante, Dios puede despejar todo lo que nos a¬ ige. Basta una sola aspiración profunda para que se renueve nuestro espíritu. Bastan unas pocas notas de música celestial para que se aclaran nuestros pensamientos. Jesús puede hacer que se esfumen nuestros temores y pesares si tan solo nos tomamos un instante de reposo y nos recreamos en esa com-pleta paz que Él nos da cuando nuestro pensamiento persevera en Él y en nadie más, porque en Él con« amos4. David Brandt Berg

meditando en ella y tomándonos tiempo para amarlo y dejar que nos ame, accedemos a uno de los mejores antídotos contra el estrés: la fe. La fe nos permite entender claramente a las personas y abordar las diversas situaciones desde la óptica sobrenatural de Dios. Y conscientes de que Dios es dueño de la situación, tenemos paz.

Acudir a Dios para pedirle ayuda es semejante a abrir la válvula de escape de nuestro espíritu. En cam-bio, si nos empeñamos en hacerlo todo a base de nuestro esfuerzo individual, la presión se acumula.

Dios se interesa por ti y desea tu felicidad. Quiere que lo incluyas en tus quehaceres. Quiere darte una mano con tu carga de trabajo, y lo hará en la medida en que se lo permitas. Si se lo pides, aligerará increíblemente los pesos que llevas a cuestas. Te calmará los nervios, te infundirá serenidad y te indicará qué hacer.

Dios tiene todas las soluciones

Obviamente, lo mejor es elimi-nar anticipadamente los factores que prevemos que nos van a generar

presiones. Por eso es importante pedirle a Dios que nos ayude a organizar nuestro trabajo. Hazlo antes de empezar la jornada y cada vez que surjan nuevos factores. Él puede inspirarte ideas que te alla-nen el camino y te simpli� quen de tal modo las cosas que ni siquiera llegues a sentir mucha presión.

Te sorprenderá lo explícito que puede ser el Señor en Sus instrucciones sobre cómo gestionar tu tiempo y abordar tu trabajo. Te dará ideas para hacer las cosas con mayor e� ciencia. Te recordará detalles que se te hayan olvidado o que hayas pasado por alto, y hasta te mostrará cosas que no tenías forma de saber, con lo que te ayudará a soslayar muchas complicaciones que te hacen perder tiempo y te causan tensión. Estará a tu lado en los buenos momentos, para brindarte mayor satisfacción y alegría, y también te ayudará a superar los malos dándote orienta-ción y fuerzas.

M ar ía Fontaine y su esposo, Peter A mster da m, dir igen el movimiento La Fa milia Inter nacional. ■

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Dulcinea Fox

Parece que últimamente la vida de muchos —yo incluida— está plagada de incertidumbre. El otro día me lamen-taba de eso mientras conversaba con una amiga, y ella me dijo: «A lo mejor lo que tienes que hacer es convivir con el caos».

¿Convivir con el caos? La cosa no es tan fácil. No me gusta el caos, ni conozco a muchas personas a las que les agrade. En todo caso, la sugerencia me quedó dando vueltas en la cabeza.

Unos días después salí a trotar como de costumbre. Llevaba una media hora corriendo cuando se oyeron truenos. Enseguida se desató un tremendo aguacero. Llovía a cántaros. Como no tenía dónde guarecerme, estaba claro que no me quedaba otra que procurar llegar a casa lo antes posible. Respiré hondo y salí disparada.

Al cabo de unos cinco minutos se me ocurrió de pronto: «¿Qué hago corriendo como una desesperada? ¿De qué estoy huyendo?» Ya estaba empapada. Tenía la ropa saturada de agua. No por correr iba a llegar menos mojada a casa. De

repente toda mi preocupación por mojarme me pareció una tontería. Volví a sopesar las opciones que tenía. ¡Decidí convivir con el caos!

A� ojé la marcha y me dedi-qué a disfrutar de los truenos y relámpagos, de la lluvia torrencial, de los surcos que formaba el agua y del torrente que corría por lo que antes era un sendero. ¡Fue electrizante!

Hasta ese momento me había estado lamentando de mi deplorable situación: estaba calada hasta los huesos, tenía la ropa toda pegada al cuerpo, el pelo me cubría la cara y el cuello como un emplasto, y mis zapatillas fangosas hacían un ruido asqueroso cada vez que daba

un paso. No obstante, apenas comprendí que no podía hacer nada, me abandoné a los rigores del tiempo, me relajé y hasta disfruté de la caminata a casa.

Hay cosas que son inevi-tables, como esas situaciones caóticas en que nos vemos de vez en cuando. La vida a veces nos arrincona hasta que ya no podemos retroceder más. Pero si dejamos de resistirnos a lo que no nos es posible cambiar y aceptamos las circunstancias sin sulfurarnos, podemos sacar el mejor partido de ellas.

Dulcinea Fox está afiliada a La Fa milia Inter nacional y vive en México. ■

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Andrew Mateyak

Satisfecho«Teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos»1. Recordé esas palabras mientras lavaba la vajilla del desayuno. Sin embargo, ¿es eso posible? ¿Me contentaría yo con tener alimentos, ropa y nada más? El apóstol Pablo escribió: «He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación»2. Yo no. Ha habido oca-siones en que he deseado tener cosas que veía que tenían otras personas. No siempre me siento satisfecho. Al terminar de limpiar la cocina me pre-gunté: «¿Cómo podría estar satisfecho con apenas comida y ropa?»

Como si fuera en respuesta a mi pregunta, mi mirada se posó sobre Kylie, mi sobrina de siete meses. Jugaba en silencio mientras mas-ticaba un pedazo de manzana. Se la veía contenta, era la viva imagen de la paz y la tranquilidad. Y sin embargo, ¿qué tenía? Un pañal y un trozo de manzana. Eso le bastaba para estar contenta.

Mi inquietud se disipó. Kylie no estaba preocupada por lo que

CO NTÉ NTATE

No eches a perder lo que tienes deseando lo que no tienes. Epicuro (341 a.C.–270 a.C.)

Para estar contentos, basta con pensar en lo felices que seríamos si lo perdiéramos todo y luego lo recuperáramos. Anónimo

El contentamiento es una perla de gran precio, y quien procure obtenerla a expensas de diez mil deseos hace una acertada adquisi-ción. John Balguy (1686–1748)

1. 1 Timoteo 6:8 (RV95)

2. Filipenses 4:11

comería al día siguiente ni por si se le acabarían los pañales. Tenía comida, tenía ropa y estaba feliz de la vida. Con� aba en que su madre la cuidaría y le daría justo lo que necesitara, en el momento preciso.

Me di cuenta de que debería ser como ella. Debería estar contento y satis-fecho con lo que Dios me da, y con� ar en que Él velará por mí y me proporcionará lo que de veras necesite. Ahora ya me siento satisfe-cho. No solo tengo comida, ropa y muchas comodidades, sino también algo que millones de personas no tienen. Tengo a Jesús y la salvación que Él me ha regalado. Tengo fami-lia, salud y amigos. Tengo a Kylie, que me quiere incondicionalmente. Es indudable que tengo todo lo que necesito. ¡Estoy verdaderamente satisfecho!

A ndr ew M ateyak está afilia-do a La Fa milia Inter nacional y vive en Filipinas. ■

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?Recobrar la dichaRecuerdo que de joven era más feliz.

¿Qué me aconsejan para recuperar la alegría de vivir que perdí?

Lo que el niño ama persiste en el ámbito del corazón hasta la vejez. Gibran Jalil Gibran (1883–1931)

La mayoría de los adultos hemos observado en algún momento a un niño retozando alegremente y deseado volver a la niñez. Cuando juegan, los pequeñines se ven felices, despreocupados y con ganas de vivir. Se ríen mucho, se divierten con facilidad y se entusiasman con las cosas más sencillas. Naturalmente, también sufren sus sobresaltos y sus tristezas, pero se recuperan. Los niños viven en el presente y por lo general pasan más horas felices que los adultos. He aquí algunos consejos para revivir el encanto de la infancia.Redescubrir el mundo que te rodea. Observa con más detenimiento las cosas que constituyen el telón de fondo de tu existencia: los brotes de ese árbol que ves todo los días cuando vas a la o� cina, los rayos matinales de sol que se cuelan por la ventana de la cocina, las nubes blancas que se destacan sobre el cielo azul o esa pequeña telaraña que hay en un rincón del jardín.Saborear los alimentos. No engullas la comida y salgas corriendo; aminora la marcha para poder saborearla y disfrutarla. ¿Recuerdas la primera vez que degustaste ese plato? ¿Qué comidas te encantan ahora que de niño no te gustaban?Aprender algo nuevo. Los niños no tienen tiempo de caer en rutinas porque siempre están descubriendo cosas nuevas. A� ciónate a un nuevo pasatiempo o actividad. Lee un libro de un autor distinto. Viaja, aunque sea en la imagi-nación, sumergiéndote en una revista o un libro de viajes.Darte premios. Ponte una meta para la semana y escoge el premio que te vas a dar cuando la cumplas. El

mejor incentivo es la expectativa que eso te genera. Da resultado, tengas la edad que tengas.Conversar con un niño. Si quieres ver las cosas con otros ojos, pregunta a niño. Los niños derrochan ingenio, sagacidad, imaginación, esperanza, patetismo... y mil cosas más. No te sorprendas si de tu subconsciente resurgen algunos pensamientos de tu niñez.Desenchufarte. Tu mundo no se acabará porque dejes de trabajar y producir por unos minutos. Relájate. Piensa en algo que te haga feliz. Da rienda suelta a tu imaginación.Dar gracias por cada cosita. Un niño se queda encantado con un regalito sencillo, una oportunidad de salir a jugar, un poco de atención que se le preste o un columpio vacío que encuentre en el parque. Piensa en las cositas que tú disfrutas y da gracias por ellas. ■

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¿Sabías que Gozo es uno de los nombres de Dios? En el original hebreo del Salmo 43:4, las palabras El Simchah Giyl signi� can literalmente «Dios supremo gozo». Si Dios nos creó a Su semejanza, se in� ere que Él desea que también nosotros estemos gozosos.

La creación desborda de alegría y alabanzas a su Creador.

Se visten de manadas los llanos, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aun cantan. Salmo 65:13

Alégrense los cielos, y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud. Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento. Salmo 96:11,12

Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes. Isaías 49:13

La felicidad más grande proviene de una comunicación estrecha con Dios.

En Tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a Tu diestra para siempre. Salmo 16:11

Gócense y alégrense en Ti todos los que te buscan. Salmo 40:16

Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor. Salmo 144:15

Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11

La fe en la bondad de Dios produce dicha.

Bienaventurado aquel […] cuya esperanza está en el Señor su Dios. Salmo 146:5

A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso. 1 Pedro 1:8

Aun en las dificultades, Dios puede darnos alegría.

[El] favor [de Dios] dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. Salmo 30:5

Aunque la higuera no � orezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en el Señor. Habacuc 3:17,18

En últimas, siempre podemos alegrarnos de estar salvados.

En gran manera me gozaré en el Señor, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestidu-ras de salvación. Isaías 61:10 ■

Esa felicidad profunda y duradera de la que nos habla la Biblia está a tu disposi-ción. Empieza por aceptar a Jesús como tu Salvador con esta sencilla oración:

Jesús, creo en Ti y quiero hallar la felicidad que Tú y Tu padre nos han prometido. Te ruego que te conviertas en parte de mi vida. Amén.

LECTURAS ENRIQUECEDORAS

La felicidad a tu alcance

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Nosotros mismos nos hacemos felices o infelices. Lo uno y lo otro exige el mismo esfuerzo. Carlos Castaneda (1925–1998)

Empéñate en conservar tu alegría. Ella y tú constituirán una fuerza invencible contra las di« cultades.Helen Keller (1880–1968)

La felicidad no está en las circuns-tancias, sino en nosotros mismos. No es algo que vemos, como un arco iris, o que percibimos con los sentidos, como el calor de una fogata. La felicidad es algo que somos. John Sheerin (1906-1992)

La felicidad no depende de acontecimientos externos, sino de cómo los percibimos. León Tolstói (1828–1910)

La felicidad es como una mari-posa. Cuanto más la perseguimos, más lejos queda de nuestro alcance. En cambio, si nos senta-mos tranquilamente, bien puede posarse sobre nosotros. Nathaniel Hawthorne (1804–1864)

REFLEXIONES

recetas paraDISFRUTAR

de la vidaEl hombre es muy afecto a enumerar sus pesares, no así sus alegrías. Si contara estas últimas como debe, se daría cuenta de que lo que le ha tocado en suerte trae siempre consigo una medida su« ciente de felicidad. Fiódor Dostoyevski (1821–1881)

El arte de ser feliz consiste en la capacidad de obtener felicidad de las cosas sencillas. Henry Ward Beecher (1813–1887)

Dios se siente a gusto cada vez que nos alegramos o nos reímos con todo el corazón. Martín Lutero (1483–1546)

La verdadera felicidad no consiste en la búsqueda egoísta de place-res y satisfacciones, sino en hallar a Dios, en comunicar Su amor y Su vida a los demás y en procurar la felicidad de otras personas. Es entonces cuando la felicidad nos persigue, nos da alcance y se adueña de nosotros sin haberla buscado siquiera. David Brandt Berg (1919–1994)

Empecé a entender hace mucho tiempo que quienes son más felices son quienes más hacen por los demás. Booker T. Washington (1856–1915)

La felicidad es un artículo mara-villoso: cuanto más se da, más le queda a uno. Blaise Pascal (1623–1662)

Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento. José L. López Aranguren (1909–1996)

La felicidad genuina se compone de cualidades espirituales como el amor, la compasión, la paciencia, la tolerancia, el perdón y otras semejantes. Son estas virtudes las que nos proporcionan felicidad a nosotros y a los demás.  Tenzin Gyatso, XIV Dalái Lama (1935– ) ■

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El acto de andar o caminar figura reite-radas veces en la Biblia. Se nos aconseja que andemos en los caminos de Dios1; que andemos por el camino de los buenos2; que andemos en el Espíritu3; que andemos decentemente4; que andemos en amor5; que andemos sabiamente6; que andemos en la verdad7, y que andemos como es digno del Señor8.

Pero ¿qué pasa cuando no sabemos por dónde andar? No hay luz que nos alumbre el camino, y una espesa niebla entorpece nuestro avance. No sabemos dónde pisar ni el rumbo exacto que debemos seguir. Ese es el momento de andar por fe9. Podemos andar por fe sin saber exactamente adónde nos dirigimos ni qué nos espera en el siguiente tramo porque no caminamos solos. Si acudimos al Señor, Él camina con nosotros10 y nos indica por dónde ir11. Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»12.

El siguiente ejercicio nos recuerda ese importante principio. Figúrate que caminas por las calles de una

ciudad desconocida o por un sendero no señalizado. Está anocheciendo cuando llegas a una trifurcación. ¿Qué haces? ¿Tomas el camino de la izquierda, el de la derecha, o sigues de frente? Imagínate que entonces Jesús se te acerca y le dices: «Indícame el camino que debo seguir»13. Jesús, linterna en mano, alumbra la calle o la senda que debes tomar y se pone a caminar contigo. Su presencia te sosiega. Sabes que vas por buen camino.

Piensa en una decisión o un problema que tienes pendiente, un asunto que no sabes cómo resolver. Sigue el mismo proceso que en la imagen anterior. Acude al Señor y pídele que te muestre qué hacer o qué rumbo tomar. Permítele que alumbre tu camino, ya sea por medio de un versículo, de unas palabras que te hable al pensamiento o de una convicción profunda que Él te inspire. Una vez que tomes el rumbo que Él te haya señalado, confía en que Él te ha orientado y está contigo. Nada tienes que temer.

Venid, […] y caminaremos a la luz del Señor. Isaías 2:5

Nunca caminarás solo si llevas a Jesús en tu corazón y vas asido de Su mano. David Brandt Berg

1. Deuteronomio 10:12

2. Proverbios 2:20

3. Gálatas 5:16

4. Romanos 13:13

5. Efesios 5:2

6. Colosenses 4:5

7. 3 Juan 1:4

8. Colosenses 1:10

9. 2 Corintios 5:7

10. Levítico 26:12

11. Isaías 30:21

12. Juan 8:12

13. Salmo 143:8 (LPD)

Ejercicio espiritual

ANDAR POR FE

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Hay quienes piensan que para ser feliz es preciso librarse de apuros y problemas. Mientras todo marche a gusto de ellos, están bien. Eso sí, apenas sufren una contrariedad es como si se les pinchara el globo y su felicidad se esfumara. Como las circunstancias determinan su estado de ánimo, siempre temen sufrir algún chasco, y nunca son capaces de relajarse totalmente, divertirse y gozar de la vida. Con ese enfoque es imposible que disfruten de una felicidad perdurable.

La felicidad que Yo ofrezco no depende de circunstancias siempre cambiantes. Tiene que ver más bien con Mi presencia y Mis promesas, que permanecen inalterables. Las circunstancias no inciden en las realidades eternas.

«Estas cosas os he hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tendréis a� icción; pero con� ad, Yo he vencido al mundo»1. No puedes esquivar todos los obstáculos que se te presenten, pero sí puedes remon-tarlos. No te es posible alcanzar todavía todo lo que te he prometido y he dispuesto para ti, pero te daré un anticipo de ello cuando tú quieras, donde sea que te encuentres. Puedo elevar tu espíritu por encima de esta dimensión terrenal, en la que la felicidad es frágil, y transportarlo hasta el mundo celestial, donde es sólida como una piedra. Mientras más tiempo pases conmigo, asimilando Mis palabras, llenándote de Mi amor y viendo las cosas desde Mi óptica, mejor sabrás hacer frente a los inevitables altibajos de la vida y más feliz te sentirás.

DE JESÚS, CON CARIÑO

A prueba de altibajos

1. Juan 16:33