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1 CONSTRUYENDO UNA PEDAGOGÍA PARA LA PAZ DESDE EL PROYECTO SOBRE VIOLENCIA Y CONVIVENCIA EN CALI: NUEVOS ESCENARIOS DE LA EDUCACIÓN POPULAR Por: Miryan Zúñiga E. Rocío Gómez Z. Profesoras de la Universidad del Valle Este texto contiene algunas observaciones y reflexiones que pueden ser claves para la articulación de una Pedagogía para la Paz; ellas surgen de la revisión de seis estudios de caso que sistematizan experiencias que de alguna forma abordan la problemática de la violencia en Cali y sus alrededores. Las observaciones se refieren a los principios y procesos de intervención pedagógica utilizados en esas experiencias para instaurar relaciones de convivencia en el manejo de conflictos y las reflexiones intentan hacer un aporte coherente para el diseño de una pedagogía para la paz. Estos estudios son: 1.LA CONVIVENCIA FAMILIAR: UN NUEVO ESCENARIO DE LA EDUCACIÓN POPULAR por Daniel Campo Sarria 2.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE LAS PROMOTORAS DE SALUD EN LA ATENCIÓN DE SALUD PÚBLICA EN JAMUNDÍ por Cicerón Valencia Paredes 3.PISTAS PARA LA FORMACIÓN CIUDADANA DE JÓVENES URBANOS INTEGRADOS: LA SISTEMATIZACIÓN DEL SEMINARIO TALLER DE FORMACIÓN EN LIDERAZGO por Claudia Lucía Mora Motta 4.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIOA DE EDUCACIÓN DE ADULTOS DE LA COMUNA 1 DEL ALTO AGUACATAL DE CALI DE LA CORPORACIÓN PARA LA ACCIÓN COREDUCACCIÓN por Diana Janet López Franco 5.TRADICIONES Y PASIONES EN LA SOCIALIDAD: SISTEMATIZACIÓN DE LA FORMACIÓN Y CONFORMACIÓN DE UNA BARRA POPULAR SEGUIDORA DE UN EQUIPO DE FÚTBOL DE LA CIUDAD DE CALI por Diego Fernando Bolaños 6.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE LAS MUJERES PAZ-ÍFICAS DE CALI por Rocío Gómez Z. Y Miryan Zúñiga E.

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CONSTRUYENDO UNA PEDAGOGÍA PARA LA PAZ

DESDE EL PROYECTO SOBRE

VIOLENCIA Y CONVIVENCIA EN CALI:

NUEVOS ESCENARIOS DE LA EDUCACIÓN POPULAR

Por: Miryan Zúñiga E.

Rocío Gómez Z.

Profesoras de la Universidad del Valle

Este texto contiene algunas observaciones y reflexiones que pueden ser claves

para la articulación de una Pedagogía para la Paz; ellas surgen de la revisión de

seis estudios de caso que sistematizan experiencias que de alguna forma abordan

la problemática de la violencia en Cali y sus alrededores. Las observaciones se

refieren a los principios y procesos de intervención pedagógica utilizados en esas

experiencias para instaurar relaciones de convivencia en el manejo de conflictos y

las reflexiones intentan hacer un aporte coherente para el diseño de una

pedagogía para la paz. Estos estudios son:

1.LA CONVIVENCIA FAMILIAR: UN NUEVO ESCENARIO DE LA EDUCACIÓN

POPULAR por Daniel Campo Sarria

2.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE LAS PROMOTORAS DE SALUD

EN LA ATENCIÓN DE SALUD PÚBLICA EN JAMUNDÍ por Cicerón Valencia

Paredes

3.PISTAS PARA LA FORMACIÓN CIUDADANA DE JÓVENES URBANOS

INTEGRADOS: LA SISTEMATIZACIÓN DEL SEMINARIO TALLER DE

FORMACIÓN EN LIDERAZGO por Claudia Lucía Mora Motta

4.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIOA DE EDUCACIÓN DE ADULTOS

DE LA COMUNA 1 DEL ALTO AGUACATAL DE CALI DE LA

CORPORACIÓN PARA LA ACCIÓN – COREDUCACCIÓN por Diana Janet

López Franco

5.TRADICIONES Y PASIONES EN LA SOCIALIDAD: SISTEMATIZACIÓN DE LA

FORMACIÓN Y CONFORMACIÓN DE UNA BARRA POPULAR SEGUIDORA

DE UN EQUIPO DE FÚTBOL DE LA CIUDAD DE CALI por Diego Fernando

Bolaños

6.SISTEMATIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE LAS MUJERES PAZ-ÍFICAS DE

CALI por Rocío Gómez Z. Y Miryan Zúñiga E.

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I. LA NECESIDAD DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA PAZ

Hay algunas razones: porque las guerras persisten al interior de la sociedad.

Porque diversas formas de violencia, tanto abierta como estructural, son

mantenidas por instituciones políticas, económicas, culturales y sociales, y por

actitudes excluyentes que rechazan la diversidad. Porque es necesario superar la

impotencia de muchos ciudadanos/as, ante un país desgarrado por la intolerancia,

la explotación de unas poblaciones en beneficio de otras, la distribución injusta de

la riqueza, el desempleo, el desplazamiento forzado, y las agresiones a las

mujeres, los niños, las minorías y los desvalidos. Porque ante la posibilidad de la

desesperanza generada por las violencias, hay que potenciar relaciones que

aborden los conflictos desde posiciones que exalten la fuerza de las ideas en el

diálogo, el debate y la negociación, en lugar de aquellas posiciones que

privilegian el uso de las armas y de las fuerzas física y financiera para resolver las

diferencias. Y porque después de las dos últimas devastadoras confrontaciones

militares mundiales y de las guerras regionales, nacionales y locales de las cuales

la humanidad ha sido testigo en esta época de globalización, las mayorías del

mundo se han comprometido con la construcción de una Cultura de la Paz.

II. CULTURAS DE PAZ Y EDUCACIÓN PARA LA PAZ

En términos generales, las Culturas de Paz son aquellas que promueven

pacíficamente tanto la diversidad cultural como la bio-diversidad con el ánimo de

lograr la supervivencia del planeta en condiciones de equidad, solidaridad,

democracia, y respeto por los Derechos Humanos. Son culturas que asumen la

paz como un concepto dinámico que conlleva a la realización de la justicia en los

distintos niveles de las relaciones humanas y que incluye modos de vida, patrones

de comportamiento, creencias y arreglos institucionales que facilitan el cuidado

mutuo y el bienestar, así como el aprecio por las diferencias humanas, individuales

y colectivas, y la valoración y el cuidado de los recursos naturales para el

beneficio colectivo de la actual y futuras generaciones. Una cultura de paz es

aquella que asume una postura ética y se compromete con un proyecto político

democrático de superación de las múltiples violencias, tanto en los ámbitos

pequeños y cercanos, como en los más amplios espacios de la nación.

La Campaña Global por una Educación para la Paz aprobada en La Haya en

Mayo de 1999 declaró que “Se logrará una cultura de paz cuando los ciudadanos

del mundo entiendan los problemas globales; tengan las habilidades para resolver

constructivamente conflictos; conozcan y vivan bajo los estándares

internacionales de los Derechos Humanos y de la equidad racial y de género;

aprecien la diversidad cultural; y respeten la integridad de la tierra. Tal aprendizaje

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no puede lograrse sin un proceso intencional, sostenido y sistemático de

Educación para la Paz”

Según Elise Boulding ( 2000) son tres las condiciones para lograr una cultura de

paz: lograr satisfacer la necesidad que los seres humanos tienen de sentirse

vinculados y cercanos a otros y aceptados por propios y ajenos; ofrecer la

oportunidad a todos de tener espacio propio para desarrollarse y crecer en un

contexto de autonomía; y garantizar que los seres humanos puedan establecer

vínculos y sentirse en casa en la eco-región que habitan. Ella señala además, que

hay una amplia literatura sobre el tema de si los seres humanos son pacíficos o

violentos por naturaleza., pero que más allá de los argumentos fundamentalistas

sobre la naturaleza humana, está el reconocimiento del potencial de las personas

tanto para desarrollar comportamientos violentos como pacifistas y en

consecuencia, existe la posibilidad de formarlos para manejar conflictos, desde

principios que favorezcan la convivencia pacífica.

El Encuentro del Grupo de Expertas sobre Contribución de las Mujeres a una

Cultura de Paz de Manila en Abril de 1995 afirma que Una cultura de paz sería

“un festival de diversidades”, el cual enriquece las posibilidades de progreso del

potencial humano aceptando y tolerando la diferencia, se basaría en la diversidad

de las diferentes culturas y el aprecio del “otro”; significando el completo rechazo

de dominio explotación y discriminación en todas las relaciones humanas y

estructuras sociales … en una cultura de paz es necesario que los conflictos no

produzcan violencia; las diferencias deberían Abordarse con un espíritu de

reciprocidad; y las disputas resueltas de un modo que concilie y fortalezca las

comunidades.

A. Pascual Moran (2003), vocera de la Cátedra UNESCO de Educación para la

Paz, propone las siguientes pautas para prevenir la violencia y crear una cultura

de paz:

1) Abordar y confrontar nuestra trágica fascinación y adicción por la violencia.

2) Construir y vivir el concepto de “paz en positivo”

3) Educar para la “paz conflictual”

4) Transformar la universidad, la escuela – y toda entidad formativa – en fuerza de

paz; es decir en espacios “en los que se puede hablar pacíficamente incluso de

los problemas mas insolubles de nuestro tiempo” (U. Eco, 2002)

5) Asumir nuevos paradigmas noviolentos de investigación, educación y acción

6) Educar en valores éticos

7) Educar para una “paz integral” desde una visión de “equidad intergeneracional”.

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La Cultura de Paz, en consecuencia aparece como el resultado de un proceso

educativo denominado Educación para la Paz. La Educación para la Paz según

Swee-Hi Toh, premio UNESCO de Educación para la Paz en el año 2000, parte de

cuatro principios básicos:

1) El holismo, es decir la visión integral tanto de los verdaderos orígenes de los

conflictos como de las reales condiciones para la paz. “[…] Sólo es posible una

solución efectiva y durable de los conflictos si se entienden sus verdaderos

orígenes. Ya sean políticas, económicas, sociales, culturales y/o históricas, estas

causas complejas y, a menudo, interconectadas deben ser reveladas, porque, de

otro modo, es probable que las estrategias de resolución que se intenten sean

excesivamente lineales y simplistas” (p. 98)

2) La formación en valores, principalmente aquellos relacionados con el respeto a

los demás, la empatía, el reconocimiento d que los individuos y los grupos pueden

producir cambios positivos, el respeto por la diversidad y el compromiso con la

justicia, la equidad y la no-violencia.

3) El diálogo, referido a la necesidad de encontrarse con otros distintos en un

ambiente de confianza mutua y el permitirse convivir y afrontar los problemas con

entusiasmo.

4) El espíritu crítico, o en palabras de Freire la concientización, que permite un

reconocimiento de las relaciones de políticas y de poder en los procesos

económicos y sociales, con miras a transformar y equilibrar esas relaciones.

III. UNA CONCEPCIÓN GENERAL DE PEDAGOGÍA

La responsabilidad para instaurar una cultura de la paz corresponde entonces a la

pedagogía, cuyo significado aún no es claro, aunque circulan ampliamente las

propuestas de elaborar una “Pedagogía de la Convivencia” o una “Pedagogía de

los Derechos Humanos” o una “Pedagogía para la Democracia”. Algunos de estos

proponentes conciben la pedagogía como un acto de comunicación eficiente;

otros como un proceso de construcción de ambientes para el aprendizaje; y otros

como la disciplina que trabaja sobre las técnicas y materiales para enseñar.

En este texto se considera que el objeto de la Pedagogía como saber más o

menos sistematizado, es la transformación integral del ser humano, en su

estructura de conciencia, en sus saberes, en sus prácticas y en sus disposiciones,

para lo cual, hombres y mujeres se relacionan con la naturaleza, con los otros,

con la sociedad y consigo mismos. Tal transformación se orienta, en las

pedagogías modernas, a potenciar las relaciones mencionadas, con el fin de

ampliar las libertades humanas y lograr un bienestar colectivo.

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La estructura de la conciencia de las personas se va produciendo a través de

procesos de relacionamiento con su entorno, con los otros y consigo mismo: ella

no viene inscrita genéticamente, sino que se forma mediante las relaciones

personales, sociales, culturales y ecológicas. Se inicia desde el nacimiento y se

desarrolla a lo largo de la vida, cuando el individuo construye creencias, desarrolla

saberes, actitudes y disposiciones que mantiene o transforma, en la medida en

que contribuyen a constituir su proyecto de vida, a elevar su autoestima y a lograr

el reconocimiento social.

Tales procesos son de carácter pedagógico, cuando son planificados para

orientar y asistir sistemáticamente el desarrollo y transformación de los seres

humanos. Todo proceso pedagógico implica un proceso de relación entre saberes

que pugnan por legitimarse. Este proceso de legitimación o invisibilización de unos

u otros saberes puede, desde los principios de lo que Paulo Freire (1971),

denominarse “Educación Bancaria” o “Educación Liberadora”.

La Educación Bancaria es aquella que se centra en la transmisión de

conocimientos , valores, habilidades y destrezas seleccionados por los expertos

en Educación bajo los criterios de las élites sociales. Los procesos pedagógicos

de la Educación Bancaria reconocen como actor principal al Maestro quien es el

que sabe, el que piensa, el que habla, el que transmite – eligiendo las mejores

metodologías y técnicas para lograr que sus mensajes queden bien “depositados”

en las conciencias de sus alumnos – y el que evalúa y califica.

La Educación Liberadora es aquella que se centra en las necesidades e

intereses del educando, en comunidad y en contexto; como Sujeto social o como

“Hombre-Mundo” insertado en su realidad y con conciencia de ella, a la que, por

compromiso, debe transformar con “responsabilidad participante”. Los procesos

pedagógicos de la Educación Liberadora tienen como ejes la problematización y el

diálogo. La problematización permite ubicar a los aprendices en su realidad, en

el “aquí y el ahora” - que ofrece los contenidos - planteando al mundo como un

problema y proponiéndoles que lo “ad-miren” críticamente y en consecuencia, que

lo “re-admiren” para encontrarle la “razón”, la cual “se va revelando como un

mundo de desafío y posibilidades, de determinismos y de libertad, de negación y

de afirmación de su humanidad, de permanencia y de transformación, de valor y

cobardía, de espera, en la esperanza de la búsqueda, y de espera sin esperanza,

en la inacción fatalista” ( Freire:1973). El diálogo es comunicación, es

relación horizontal, que nace de una actitud crítica, que además genera crítica y se

basa en una serie de valores humanos que Freire llama amor, humildad,

esperanza, fe y confianza: es amor, pues en él encuentra su fundamento la

relación entre sujetos libres; es humildad, pues es incompatible con la

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autosuficiencia; es fe en las personas y en su poder de hacer y re-hacer, de crear

y re-crear, derecho de todos/as y no privilegio de algunos/as; y es esperanza,

pues ella está en la raíz misma de los humanos como seres inconclusos en

permanente búsqueda.

Pero además la Educación Liberadora es ante todo una situación gnoseológica en

la cual dialogan “educador-educando y educando-educador como sujetos

cognocentes, frente a objetos y situaciones cognocibles que los mediatizan... allí,

además cada uno inicia un diálogo consigo mismo. Se pone delante a sí mismo.

Indaga, se pregunta así mismo. Y cuanto más se pregunta, más curiosidad siente

en torno al objeto del conocimiento... el aula no es un aula, en el sentido

tradicional, sino un encuentro, donde se busca el conocimiento, y no donde se

transmite... si la educación es esta relación, ella es necesariamente un quehacer

problematizador. La tarea del educador, entonces, es la de problematizar a los

educandos, el contenido que los mediatiza, y no, la de disertar sobre él, darlo,

extenderlo, entregarlo, como si se tratase de algo ya hecho, elaborado, acabado,

terminado. En este acto de problematizar a los educandos, él se encuentra,

igualmente problematizado ... el educador, al problematizar, “re-admira” el objeto

problemático a través de la “ad-miración de los educandos. Esta es la razón por la

cual, el educador continúa aprendiendo...”.

IV. APORTES PEDAGÓGICOS DE LOS ESTUDIOS DE CASO

Tal como se señaló anteriormente, los procesos pedagógicos, implican procesos

de relación entre saberes y de planificación dirigidos a orientar transformaciones

en los seres humanos. A continuación se presenta una síntesis de los principales

aportes pedagógicos de los siete estudios de caso considerados:

1.- El estudio de Daniel Sarria (2005) sistematiza una experiencia de convivencia

familiar desarrollada en un barrio popular de Cali. En una primera etapa, esta

experiencia se orientó a la capacitación de promotoras comunitarias en temas

relacionados con la convivencia familiar. Luego, durante la segunda etapa las

promotoras hicieron visitas a los hogares, realizaron talleres con las familias del

barrio y organizaron festivales comunitarios para promover la convivencia y

prevenir la violencia intrafamiliar.

El proceso pedagógico de este proyecto se centró en la experiencia cotidiana de la

gente, más que en contenidos y textos seleccionados por los profesionales

encargados de la capacitación. El inicio de la capacitación, de exploración de las

expectativas de las participantes y de sensibilización sobre la problemática

central del proyecto, marcó el tono de la relación pedagógica, amable, solidaria y

empática entre capacitadores y capacitadas. La metodología diseñada por los

profesionales incluía dinámicas, encuentros y celebraciones, en las cuales se

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utilizaron materiales de apoyo como lecturas, historias, cuentos, fábulas y

reflexiones de expertos, que facilitaron la creación del clima adecuado para que

los/as participantes compartieran sus experiencias, exorcisaran sus miedos y

desarrollaran reflexiones que les ayudaran a pensarse a sí mismos/as, para

poder luego ayudar a los demás. Este enfoque llevó a la reflexión, en el proceso

de sistematización, sobre el carácter clínico o educativo del proyecto, así como

sobre el carácter privado o público de la violencia intrafamiliar y sobre la necesaria

superación de la cultura patriarcal por una cultura democrática, basada en el

diálogo, la participación, el compromiso mutuo y la concertación; también se

reflexionó sobre las importancia de los talleres, los cuales se catalogaron como “la

llave maestra de los trabajadores comunitarios”. La experiencia señaló además, la

necesidad de construir redes de apoyo, local e institucional, para las familias en

problemas y para las promotoras, con el objeto garantizar la sostenibilidad del

proyecto en el sentido de prevenir la violencia y promover la convivencia.

Una de las características educativas más importantes de esta experiencia fue la

visión positiva que se tuvo de la Educación Popular y sus principios como

estrategias de resistencia y respuesta de las comunidades de los barrios pobres a

la exclusión.

2.- El estudio de Cicerón Valencia (2005) sobre la labor de las promotoras de

salud pública de Jamundí en los contextos tanto institucional, del Sistema General

de Seguridad Social en Salud, como social, de precariedad socioeconómica,

violencia y conflicto armado. La misión fundamental de las promotoras de salud

era de carácter comunitario y se orientaba a informar, educar, atender problemas

de salud de baja complejidad y organizar a la comunidad en la perspectiva del

proceso de vigilancia epidemiológica. A partir de la ley 100 de 1993 el modelo de

atención en salud giró hacia un enfoque más individualista.

La sistematización de esta experiencia permitió observar que el trabajo de las

promotoras de salud está centrado en procesos de intervención pedagógica para

promover nuevas subjetividades, cambios en los patrones de interacción,

resignificación de mitos y ritos y abordaje de resistencias ante nuevos discursos y

prácticas institucionales sobre salud. Su labor se desarrolla mediante la

construcción de confianza reconociendo los saberes de cada quien, la

actualización y legitimación de los saberes de los agentes de salud locales, el

desarrollo de habilidades personales para influir en los factores que determinan la

salud, y la intervención sobre el entorno para promover los patrones adecuados

para garantizar estilos de vida saludables.

El proceso pedagógico instaura a las promotoras de salud como “puente

mediático” entre la institución (el hospital) y la comunidad y como “negociadoras

de saberes” con parteras y sanadores locales, mediante una relación de

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reconocimiento mutuo. Sus actividades pedagógicas precisan contenidos

definidos por su experticia en el contexto de las condiciones de salud de la

población, los cuales se desarrollan a través de charlas; manejo de portafolios,

carteleras y materiales audiovisuales; y realización de censos, observaciones y

visitas domiciliarias.

3.- El estudio de Claudia Lucía Mora (2005) sistematiza el Seminario Taller de

Formación en Liderazgo para los estudiantes de la Universidad Javeriana de Cali.

Este Seminario Taller (SEMITA) se desarrolla en tres etapas: momento uno de

Contacto, momento dos de Conexión y momento tres de Experiencia Extrema. Los

contenidos del SEMITA son propuestos y controlados por los facilitadores; pero los

participantes progresivamente intervienen en la selección de temas a partir del

momento dos, de tal manera que el mayor control de los expertos sobre el

programa se efectúa en el momento uno y el menor control en el momento tres. Es

tal el control de los facilitadores sobre el primer momento, que se habla del

“manejo del misterio” y de una pedagogía invisible de jerarquías, secuencias y

criterios implícitos. Cada día del SEMITA es orientado por una consigna, como

“dar y recibir”, “estar presentes”, “.en búsqueda del tesoro”, que tiene la función de

articular las experiencias de la jornada, las cuales son evaluadas y planificadas

diariamente, en equipo, por los facilitadores.

La relación entre facilitadores y participantes le concede la autoridad pedagógica a

los primeros, quienes intermitentemente y de acuerdo con las circunstancias,

juegan el papel de psicólogos, maestros y guías espirituales. Sin embargo, son

relaciones de afecto, solidaridad y empatía que permiten establecer vínculos de

convivencia. Las actividades desarrolladas incluyen juegos, relatos, entrevistas,

discusión en grupos y dinámicas cuyos escenarios son construidos por los

facilitadores para lograr el propósito de inculcar valores, promover actitudes y

desarrollar aptitudes y prácticas.

La evaluación es un elemento importante del proceso pedagógico pues se realiza

diariamente y se relaciona con la planificación del día siguiente. Es individual,

dirigida por los siguientes interrogantes planteados por los facilitadores: “¿Qué me

impactó?”, y ¿A qué me mueve esto?” y posteriormente es grupal para “tomar la

temperatura del grupo”. El objeto de evaluación no es el contenido del SEMITA

sino las transformaciones que, tanto los contenidos como las formas

metodológicas, promueven en las conciencias y las prácticas de los participantes.

El eje pedagógico central de esta experiencia es la puesta en práctica de un tipo

de pedagogía invisible que consigue no hacer explícitos –y por tanto no poner en

cuestión- los principios de autoridad y control subyacentes en el Taller.

Adicionalmente, el Taller tiene un planteamiento pedagógico enfocado a la

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transformación persona (su fortalecimiento, su capacidad de relación consigo

mismo, sus conflictos etc) como punto de partida para la transformación del

mundo circundante.

4.- La sistematización de la experiencia de COREDUCACCIÓN realizada por

Diana Janet López (2005) se refiere a un programa de Educación Formal de

Adultos ubicado en un barrio popular de Cali, Alto Aguacatal, donde las

condiciones socioeconómicas y culturales afectan la convivencia pacífica. El

programa se rige por lo establecido en la Ley General de Educación, pero sus

contenidos fueron organizados por los profesores en áreas curriculares que

permiten la participación de los alumnos en la inclusión de temas de interés para

ellos y su contexto. Además de los componentes curriculares con contenidos

académicos, el programa ofrece capacitación laboral para el trabajo y desarrolla

proyectos “transversales” sobre Educación Sexual, Convivencia, Recuperación del

Río Aguacatal, y Huerta Escolar, que se conectan con las áreas académicas y

enfatizan en reflexiones y prácticas sobre Derechos Humanos, Medio Ambiente,

Equidad, y Respeto por la Diversidad Humana y Natural.

Los procesos pedagógicos estimulan relaciones horizontales entre profesores y

alumnos y promueven trabajos en grupo y en proyectos, para estimular el

aprendizaje social, reivindicarlos como personas, elevar su autoestima y

ayudarles a construir su proyecto de vida en sociedad. La evaluación es por

competencias como lo establecen las normas del Ministerio de Educación, pero

además se fomenta la autoevaluación reflexiva sobre los procesos de toma de

decisiones de los alumnos.

El eje pedagógico de está experiencia se basa en dos ideas centrales: por un lado,

la necesidad de diseñar formas educativas novedosas que asuman la complejidad

de la educación de adultos (y por lo tanto no se reduzcan a la adaptación de las

propuestas educativas para niños); y por otro, el interés por crear un Proyecto

Educativo Institucional centrado en el diálogo de saberes y la relación violencia -

convivencia.

5.- Diego Fernando Bolaños (2005) sistematizó la experiencia de formación de una

Barra de Fútbol de Cali, la Barra el Barón Rojo Sur que como otras barras

deportivas, caen fácilmente en confrontaciones violentas con los seguidores de los

equipos antagónicos. El estudio no se refiere en particular al enfoque pedagógico

utilizado para la conformación de la barra y el desarrollo de la identidad social de

los barristas, aunque en los relatos se reconocen las formas de vinculación y el

aprendizaje colectivo no-formal para llevar las banderas, crear los cánticos,

pronunciar las “letanías”, hacer la “torcida”, ganarse “el territorio”, hacer el

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aguante, bautizar con sobrenombres a los barristas y gritar los goles; también se

reportan los materiales que la barra utiliza para hacerse visible: banderas, trapos,

tiras, sombrillas y pólvora; y se describe la organización jerárquica de la barra en

bloques con líderes, voceros y consejo.

Sin embargo, el proceso de sistematización articuló una pedagogía reflexiva que

permitió a los miembros de la barra recrear su trayectoria, confrontarse en sus

actitudes y prácticas, potenciando su estructura organizativa y su orientación

social y confortarse - animarse y fortalecerse - en los momentos de éxito y de

derrota.

Para el caso de las Barra Barón Rojo Sur, se evidencia al menos dos ejes

pedagógicos importantes. En primer lugar hay una intensión educativa de parte de

la misma barra reflejada en su intención de formarse y cualificarse como barra en

sí (crear nuevos y mejores cánticos y salidas impactantes, organizar viajes etc.),

esta formación la obtienen a través del contacto y la confrontación – en los

estadios o a través de la televisión y el internet - con sus pares (otras barras). En

segundo lugar está la intención educativa de las instituciones (OG y OGN)

interesadas en pacificar las barras, quitarles su carácter violento y convertirlas en

potencial lugar de encuentro. Desde el punto de vista de N. Fraizer la intención

educativa en este caso estaría enfocada a normalizar la barra, institucionalizarla,

cristalizarla para hacerla administrable.

6.- La sistematización de la experiencia de las Mujeres Paz-íficas de Cali realizada

por Rocío Gómez y Miryan Zúñiga (2005) recrea el proceso de formación de un

grupo de mujeres de diverso origen social y educativo comprometidas con

reivindicaciones desde la doble perspectiva de género y de la no violencia en la

solución de conflictos.

Esta experiencia si bien no exhibe un proceso pedagógico previa y

sistemáticamente planificado, para lograr sus propósitos de empoderar a las

mujeres e incorporar la perspectiva de género en la superación de los conflictos y

en el proceso de construcción pacífica de la paz, utiliza materiales y técnicas

pedagógicas, como carteleras, comunicados, representaciones (“performances”),

consignas, tarjetas, foros, etc para “visibilizar”, la problemática de la violencia

desde la perspectiva de las mujeres y para proponer opciones pacíficas de manejo

de los problemas.

A medida que la experiencia de Mujeres Paz-íficas avanza, se hace más evidente

la necesidad de diseñar un proceso educativo más formal – La Escuela Política de

Mujeres - que les permita a las mujeres empoderarse como actores políticos

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importantes en los procesos de pacificación del país. Algunos de los ejes

pedagógicos de esa propuesta son la flexibilidad curricular y la inclusión

transversal de temáticas como la diferencia y la equidad de género, el análisis de

la coyuntura social del país y la construcción de salidas no violentas al conflicto

colombiano.

En cada uno de los estudios anteriormente reseñados se identificaron, además,

núcleos temáticos (NT) o unidades de sentido, contenidos en los relatos de los/as

participantes y sobre ellos se avanzaron las reflexiones. Es así cómo varios

estudios coinciden en el sentido de las reflexiones de sus NT. Por ejemplo el

estudio de Mora trabajó el NT de Subjetividades, el estudio de Valencia trabajó

el de Desarrollo Individual y Social en Relación con la Salud, y el de Gómez y

Zúniga el de empoderamiento, todos los cuales proponen la necesidad de

mirarse a sí mismos/as, conectar con sus propias emociones, desarrollar el

sentido del yo y la confianza en sí mismo/a, para integrarse de manera eficiente

en la sociedad, crear y recrear vínculos que garanticen relaciones pacíficas de

convivencia, e impulsar transformaciones en las subjetividades de los/as

participantes, que les permita abordar su contexto conflictivo de maneras

creativas y no violentas.

Otra línea de reflexión convergente la dan los NT sobre Convivencia Pacífica en

el estudio de López, sobre Ciudadanía en el de Mora, sobre Convivencia tanto

en el de Campo como el de Gómez y Zúniga y sobre Educación en Salud como

Labor de Concientización. En estos NT se reflexiona sobre las estrategias de

intervención social orientadas a promover la convivencia pacífica enfatizando tanto

sobre el papel de la participación de los actores de la experiencia en el

planeamiento, desarrollo y evaluación de las actividades, como en el proceso de

construcción de relaciones personales respetuosas y significativas. Sólo en el

estudio de Bolaños, la pasión y la fiesta son reconocidas explícitamente como

bases para la organización de un grupo social. En oposición a los otros casos, lo

que liga a los participantes es la pasión por el equipo y en esa medida todo su

proceso formativo se organiza en torno a la fiesta del fútbol.

Finalmente el NT sobre Dimensión Educativa del estudio de Mora, el de

Estrategia Pedagógica del estudio de López, y el de Educación en Salud de

Valencia coinciden en otorgarle a la educación un papel importante en la

formación para aprender a vivir juntos. En efecto, la pedagogía propicia para la

convivencia pacífica es, según las reflexiones de estos estudios, aquella que es

abierta a la problemática del contexto y a los intereses de los y las participantes:

flexible en el orden regulativo de las relaciones entre los diversos tipos de actor

del proyecto, y promotora de los valores sociales que respaldan el respeto de los

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Derechos Humanos y la exaltación de la diversidad cultural y natural. En el caso

del estudio de Mora, hay un énfasis mucho mayor en una pedagogía centrada en

la persona; en los otros dos casos, las condiciones socioeconómicas de los

participantes generan de entrada un mayor énfasis en una pedagogía de cara a

los problemas sociales de violencia y convivencia.

V. TENDENCIAS DE LA PEDAGOGÍA DE LA PAZ

Ghiso (1998) distingue tres tipos de modalidades educativas desde las cuales

enfrentar la relación pedagogía – conflicto: “la primera es aquella en la que el

conflicto y el error son negados y castigados; en la segunda la situación

problemática es eludida, administrada, invisibilizada y tratada con el fin de

controlar las disfunciones”. En ambos casos, se puede hablar de aquello que J.

Trilla denomina neutralidad pasiva, la cual “consiste en excluir de la situación

educativa el tratamiento de aquellas cuestiones ante las cuales se considera que

el educador o la institución deben mantenerse neutral. Se trata de una neutralidad

por omisión” que lleva a los procesos educativos a posiciones falsas de no

implicación.

La tercera modalidad educativa es aquella que visibiliza el conflicto y el error,

asumiéndolos como componentes dinamizadores del proceso de formación y

situándolos en el centro de la dinámica pedagógica”. En esta tercera modalidad

“es en torno al conflicto y a los desaciertos que los procesos pedagógicos

construyen las aptitudes reflexivas y autorreflexivas, las capacidades críticas y

autocríticas que facilitan las transformaciones en la acción” (p. 2) En este caso,

para J. Trilla se debe hablar de una neutralidad activa que “consiste en facilitar la

introducción y el debate en la escuela de un determinado tema controvertido y de

las posiciones enfrentadas en relación a él, pero renunciando el educador o la

institución a influir en que el educando se decante por una posición determinada”.

(p.3)

A partir de esta clasificación general de las modalidades educativas, Ghiso plantea

las siguientes clasificaciones posibles de la relación pedagogía – conflicto:

Pedagogías entre y bajo el conflicto: “son aquellas propuestas educativas

que, entre y bajo el conflicto, buscan pasar sin ser tocadas. Aunque

reconocen los antagonismos y las confrontaciones las evaden formando en

la ceguera, en el abstencionismo y el silencio cómplice.”p.5

Pedagogías según y desde el conflicto: para el autor estas son las prácticas

propias de la educación popular. Estas propuestas reconocen “el quehacer

educativo como un proceso social, histórico y contextualizado en el que la

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interlocución y la interacción son indispensables”. Estas propuestas “se

construyen en el disenso y privilegian el diálogo para resolver las

diferencias y buscar consensos y aprender en la práctica cómo se

resuelven los conflictos”(p.4)

Pedagogías ante y contra el conflicto: para A. Ghiso estas son las llamadas

PEDAGOGÍAS DE LA PAZ. Estas pedagogías no son de ninguna manera

sinónimos de conformismo; por el contrarios tienen “la intención de

fomentar procesos de aprendizaje en los cuales se examinaran las causas

estructurales y sociales de la presencia de guerras y conflictos en los

diferentes espacios de vida cotidiana”. Cuatro ejes fundamentales

sustentan las pedagogías de la paz: el político, el económico, el ecológico y

el ético. Igualmente estas pedagogías se han construido estrategias y

técnicas de resistencia contra la guerra y a favor del pacifismo muy

interesantes: “la lucha no-violenta, la no-violencia contra las personas, la

denuncia pública de la injusticia, la no cooperación, la desobediencia civil,

la creación de redes e instituciones paralelas”.(p. 5).

Pedagogías en y con el conflicto: parten del reconocimiento crítico de la

escuela como estructura social – cultural – política cuya función esencial es

la reproducción de los sistemas hegemónicos de dominación. “Estas

pedagogías ubican el conflicto al interior de la escuela reconociendo y

controlando su papel dialéctico como motor de cambios y expresión de

contradicciones que requieren ser superadas” p. 6

Al interior de las Pedagogías que reconocen el conflicto, es posible distinguir

algunas variaciones:

1- Pedagogías que retoman el mundo de la vida. Esta perspectiva asume y se

compromete con el mundo social y el mundo personal de los participantes.

El conflicto y la diferencias permiten a los participantes desafiar y proponer

alternativas a las fuerzas dominantes.

2- Pedagogías comunicativas – socio – críticas. Las propuestas educativas

son asumidas como procesos de interacción, autorreflexión y diálogo

permanente a través de los cuales los participantes tiene oportunidad de

concientizarse sobre sus propios condicionamientos y liberarse de las ideas

preconcebidas y concepciones “que considera suyas pero que en realidad

responden a unas experiencias y a una historia personal condicionada por

la educación, la familia, el estado, la cultura y la religión” (p. 10). En este

tipo de pedagogías el conflicto sirve para construir mejores consensos. El

disenso y la diferencia son asumidos como fuentes importantes de

construcción de procesos de autorreflexión y argumentación cada vez más

cualificados.

14

3- Pedagogías pos-estructuralistas. El eje central de esta propuesta consiste

en construir con los participantes un instrumental para “desmantelar

discursos y reconstruir textualizaciones producidas por la cultura

dominante” (p.11). El objetivo central en este tipo de pedagogías es

desarrollar un proceso básicamente hermenéutico que permita mapear la

construcción de significaciones en las formaciones sociales

contemporáneas. “El conflicto es el motor que permite el desarrollo de

discursos y practicas emancipatorias que reconocen la diversidad y que

cuestionan la propia discursividad”. (p. 11)

La noción sobre Educación para la Paz de Paulo Freire, es quizá la que mejor

sintetiza las distintas tendencias educativas que reconocen y trabajan el conflicto.

“No creo en ningún esfuerzo llamado Educación para la Paz que, en lugar de

revelar el mundo de las injusticias lo vuelva opaco u tienda a cegar a sus víctimas”

(Freire, 1986).

VI. EJES CONCEPTUALES DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA PAZ

Una lectura intensiva y comparativa de los Estudios de Caso mencionados,

enriquecida con lecturas sobre Educación y Convivencia, permiten esbozar un

marco de referencia para una Pedagogía comprometida con la Paz y proponer su

conformación con base en dos ejes: uno que articula principios sociopolíticos con

principios pedagógicos y otro que articula el orden instruccional con el orden

regulativo del proceso educativo.

1. Primer eje: articulación de los principios sociopolíticos con los principios

pedagógicos.

Los principios sociopolíticos de una pedagogía para la paz son aquellos que

constituyen los valores centrales que deben animar todo el proceso educativo y

que respaldan los objetivos instruccionales o de intervención sociopedagógica.

Estos valores constituyen la matriz orientadora de las políticas sociales y

educativas de experiencias comprometidas con la superación, por la vía

pacífica de los conflictos. Cada experiencia que se comprometa con un proceso

de intervención pedagógica, explora los valores centrales con los cuales se

puede comprometer.

El principio sociopolítico principal de la educación para la paz es “la

construcción de un nuevo orden internacional basado en un concepto de paz

positivo, de modo que las relaciones en cualquier nivel (individual, familiar,

15

social, nacional e internacional) tengan como resultado la solución noviolenta de

los conflictos y la justicia” (Movimiento de Investigación sobre la paz). La paz en

consecuencia equivale a la práctica real de los Derechos Humano porque ellos

contienen las leyes fundamentales de una ética global y la semilla de una

cultura de la paz, y porque ellos ofrecen las bases para la construcción de leyes

y normas nacionales y locales. Pero además, se puede revisar algunos valores

propuestos en conferencias internacionales, como los siguientes (Reardon:

2001):

(1) La sostenibilidad ambiental , que se refiere a la conservación de la

capacidad de sostener la vida en el planeta y que implica la capacidad de

desarrollar conciencia ecológica.

(2) El reconocimiento de la integridad y diversidad cultural, que significa

respetar la singularidad de cada cultura y la diversidad de culturas, valor que

demanda el desarrollo de las capacidades para apreciar las diferencias

culturales y para funcionar en otras culturas.

(3) La solidaridad humana, que significa el reconocimiento de que todos los

humanos pertenecen a una misma especie y por tanto están comprometidos

con el bienestar de la humanidad. Esto implica comprometerse con el desarrollo

de capacidades para actuar como un/a ciudadano/a del mundo para participar

en el análisis de los problemas globales y lograr instaurar una cultura de la paz

entre los pueblos y al interior de cada comunidad.

(4) La responsabilidad social, que es actuar por el bienestar de la comunidad

y el desarrollo social definido por el conjunto de ciudadanos/as. Esto implica

desarrollar competencias y habilidades para afrontar conflictos y para participar

en procesos de conciliación y reconciliación.

(5) La perspectiva de género, que se refiere al reconocimiento de la igual

dignidad y valor del hombre y la mujer y que implica desarrollar la capacidad de

apreciar las singularidades y diferencias de hombres y mujeres sin que esto

signifique desigualdad, y la capacidad para actuar consecuentemente.

(6) La tolerancia, que significa reconocer la existencia de otros diferentes,

aceptarlos y garantizar la ausencia de jerarquías entre ellos; reconocer el

derecho de los otros a la vida y a la dignidad. Esto implica desarrollar la

capacidad de manejar la diferencia con respeto; de comprender la perspectiva

de otras culturas frente a temas sobre los cuales tenemos diferente posición; de

cultivar habilidades para cuidar de los otros; y de aprender a mantener la

esperanza en la posibilidad de cambios pacíficos que redunden en el bien de

todos.

Los principios pedagógicos son aquellos que orientan la planificación,

ejecución y evaluación de una estrategia pedagógica. Se proponen los

16

siguientes porque consideramos que ellos auspician una pedagogía para la paz

:

(1)El centro de la acción pedagógica son los aprendices/participantes, situados

en su contexto sociocultural; ellos son los protagonistas de su destino personal

y de su bienestar colectivo y por consiguiente, ellos deben participar en la

selección de sus aprendizajes; además sus maneras de acceder al

conocimiento y de desarrollar sus capacidades, son imperativos para el

desarrollo del proceso educativo en las experiencias comprometidas con el

logro de una convivencia pacífica.

(2)La atención sobre los estilos de aprendizaje, los talentos especiales y las

dificultades de los participantes, garantiza procesos educativos sostenibles en

las experiencias que buscan construir escenarios de paz.

(3)El reconocimiento del carácter conflictivo de la realidad, lo cual lleva a

articular una pedagogía problematizadora.

(4)La búsqueda de consonancia entre las formas de enseñar y las

manifestaciones culturales de los participantes; la cosmovisión local y el ethos

cultural son punto de referencia para los procesos educativos.

(5)El estímulo a la formación grupal, al trabajo asociado y a la acción

comunitaria, fundados en la participación crítica y conciente permiten la

construcción de vínculos para la convivencia

(6)La confrontación interactiva de las propias experiencias de los participantes,

permite que los participantes revalúen sus actuaciones y comportamientos

mediante una actividad reflexiva y crítica.

(7)La exploración y experimentación de nuevas alternativas de intervención y

desarrollo social, incorporan la creatividad en procesos de convivencia.

(8)El establecimiento o profundización de vínculos de solidaridad entre los

actores de la experiencia, favorece la experiencia de vivir juntos.

(9)El estímulo al aprendizaje reflexivo que invita al autocuestionamiento y a la

autovaloración en un proceso de profundo diálogo interior, facilita el encuentro

con los otros iguales o diferentes.

(10)La construcción de ambientes de aprendizaje que fomenten el respeto

mutuo, la cooperación y la solidaridad y que le hagan el seguimiento a las

competiciones destructivas y a la intolerancia son activos para la paz.

(11)El estímulo a la investigación conducente a la transformación de los

conflictos en oportunidades de desarrollo colectivo es abrirle espacio a la

imaginación y a la ciencia para superar los conflictos.

(12)La valoración de los actores de la experiencia como individuos que merecen

apoyo emocional y respaldo en sus propuestas de bienestar comunitario, los

potencia frente al compromiso de contribuir a la construcción de una cultura de

paz

17

(13)La garantía a la igualdad de condiciones y de oportunidades

independientemente del género, la etnia, la orientación sexual y la condición

social, política y religiosa de los participantes en la experiencia, despeja el

camino hacia la paz.

2. Segundo eje: articulación del orden instruccional con el orden regulativo.

El orden instruccional, está constituido por el qué, el cómo y el para qué de

los procesos educativos. Es decir los conocimientos considerados legítimos

para ser incluidos en el currículo formal o no-formal; los métodos y técnicas

considerados apropiados para enseñar y aprender; y los criterios y estándares

de evaluación.

El currículo, o el qué, de una estrategia pedagógica para la paz en

experiencias comunitarias de educación popular puede explorar las

relaciones del objeto de la experiencia (salud, promoción comunitaria,

medio ambiente, producción, recreación, deporte, educación formal o

no-formal, ciudadanía, comunicación,etc) con situaciones de conflicto y

posibilidades de convivencia. Esta exploración permite seleccionar los

temas, problemas o proyectos objeto del currículo. Así se observa que

en el proyecto de Campo, el tema central de la estrategia educativa es

la convivencia familiar; en el de Mora: el tema central es el liderazgo;

en el de Valencia, los contenidos se refieren a salud y desarrollo

comunitario; en el de López el contenido transversal del currículo es el

de la convivencia; en el proyecto de Mujeres Paz-íficas el tema central

es el pacifismo y en el de la Barra de Fútbol el contenido es el de las

relaciones de convivencia; todos estos temas relacionados con el

manejo de conflictos y el logro de relaciones dialógicas en las cuales

se negocian las diferencias para que nadie se sienta “perdedor/a”.

Pero hay además algunos temas que pueden incorporarse de diversas

maneras a las reflexiones de los actores de la experiencia; ellos son: la

naturaleza de las Culturas de Paz, Diversidad Cultural, Convivencia,

Derechos Humanos y Ciudadanía, Conflicto, Comunicación,

Intolerancia/Prejuicios/Racismo/Machismo, No Violencia, Justicia

Restaurativa, Medio Ambiente, etc. Sin embargo, la clave para

organizar el currículo es la flexibilidad que permita la intervención

comunitaria y de los participantes en la experiencia en la selección de

problemas, temas o proyectos a trabajar.

Abordar estos contenidos curriculares desde una perspectiva

multidisciplinaria y en su relación directa con los problemas locales y

experiencias de los actores, enfatizando además en su potencial para

18

realizar análisis y autoanálisis, puede ofrecer un horizonte de reflexión

que facilite la convivencia.

Los métodos y técnicas de una estrategia pedagógica para la

convivencia (el cómo) deben enfatizar en procesos de aprendizaje

colectivos desarrollados en un clima de relaciones interpersonales que

facilite la libre expresión y el crecimiento integral de todos/as los/as

participantes. La propuesta metodológica en lugar de buscar la

transmisión de información, apunta directamente a la creación de

situaciones que faciliten el encuentro de vivencias personales y el

diálogo colectivo de saberes. Este tipo de diálogo puede convertirse en

generador de: conocimientos que permitan confrontar el miedo a la

intolerancia y el rechazo; emociones y sensibilidades hacia valores,

actitudes y creencias que pueden ser rescatados para la convivencia

pacífica; autoestima en tanto una autoimagen positiva favorece la

aceptación, el respeto y la empatía por otros y por consiguiente la

solidaridad con ellos; y actitudes y comportamientos basados en el

respeto por el bien común (Internacional Bureau of Education: 2003).

Igualmente, este diálogo puede proponerse la creación de técnicas y

herramientas que den oportunidad de superar las formas destructivas y

violentas de resolución de conflictos (Gómez y González, 2003).

La Investigación Acción Participativa (IAP) es una estrategia de

investigación con la gente para transformar su realidad y es al mismo

tiempo una metodología que orienta de manera particular los

procesos de enseñanza/aprendizaje/acción en las estrategias de

intervención de experiencias participativas de Educación Popular. En

este sentido, la IAP puede utilizar técnicas lúdicas, vivenciales,

dramáticas y socializantes que partiendo de las sensibilidades y

habilidades de los/as participantes en las experiencias, permitan

construir ambientes de confianza para compartir vivencias; confrontar

ideas y decisiones; reconocer diferentes formas de pensar, sentir y

expresar; revisar la vida cotidiana y comunitaria; observar los

comportamientos de grupos e instituciones; y explorar y apoyar

propuestas alternativas para abordar conflictos y construir futuro

asociado, porque el “Aprender a Vivir Juntos” no es una materia del

currículo sino un concepto que debe permear todo el proceso de

relación con la comunidad.

Los estudios revisados coinciden no sólo en el enfoque dinámico,

reflexivo y solidario de sus métodos y técnicas, sino además en el

desarrollo de la investigación desde la perspectiva teórica de la IAP:

19

negociación y concertación permanentes entre el investigador y los

participantes de la experiencia; interés por empoderar a los

participantes de la experiencia y cualificarlos en su capacidad para

comprender y ampliar los logros de la experiencia; compromiso ético y

político del investigador con respecto a la experiencia; respeto a las

diferencias e interés por hacer del conflicto un espacio de aprendizaje

y crecimiento individual y colectivo.

La evaluación en el orden instruccional fija criterios y estándares de

logro de los valores, habilidades y disposiciones de los actores de la

experiencia, necesarias para la convivencia pacífica en el contexto de

las prácticas culturales que le son propias. Sin embargo, en el

contexto de la Educación para la Paz más que evaluar para la

convivencia, se trata de promover una autoevaluación que además

genere vínculos propicios al establecimiento o profundización de

vínculos con “los nuestros” y con “los otros”.

El orden regulativo del segundo eje, define la forma particular que asumen las

relaciones sociales entre los actores de la experiencia. Una Pedagogía para la

Paz pone atención al contacto humano, al ambiente de confianza y seguridad

que ofrece la experiencia a sus participantes, y en especial, a las necesidades

de aquellos individuos y grupos que tienen mayor riesgo de ser excluidos,

porque la exclusión y la marginalidad generan violencia. Una Pedagogía para la

Paz no es neutral respecto a los valores que animan las relaciones humanas,

ella favorece la solidaridad, el respeto por los derechos individuales y

colectivos, las actitudes positivas ante la diversidad, la no violencia y la equidad

entre personas, etnias, géneros, religiones, grupos políticos, etc.

El orden regulativo para el caso de experiencias o proyectos cuyo horizonte es

potenciar la convivencia pacífica, promueve la comprensión de los otros con un

espíritu pluralista, de respeto por las diferencias y de aprecio por la creciente

interdependencia –ecológica, económica y social- de individuos, comunidades y

naciones en un mundo cada vez más interconectado. Este hecho significa que

“todas las gentes se están convirtiendo en vecinos” como se expresó en la

Conferencia Internacional de la UNESCO de Ginebra en 2001.

Las relaciones pedagógicas para la paz son flexibles y garantizan que todos sus

participantes (promotores sociales, educadores, comunidades) desarrollen

habilidades para comprender las particularidades de la cultura local, para

reconocer a “los otros”, expresar empatía con sus interlocutores, aceptar las

debilidades y dificultades humanas, exaltar las fortalezas de los demás, asumir

20

y promover una conciencia ecológica, y establecer alianzas con organizaciones

comunitarias, instituciones sociales, familias y autoridades civiles y religiosas

comprometidas con una paz sustentada en la justicia y la equidad, y sustentable

hacia el futuro.

Los Encuentros, las Celebraciones, Festivales, Foros y eventos por la Paz,

como parte de la estrategia pedagógica de las experiencias de convivencia,

tienen como condición regulativa el diálogo. Este ha llegado a ser el principal

instrumento de negociación para llegar a acuerdos.Interpretando el

pensamiento de Estanislao Zuleta, Alberto Valencia G. (2004) plantea tres

condiciones para una ética del diálogo que pueden ser consideradas como

imperativos del orden regulativo de la estrategia pedagógica. Estas condiciones

son:

El reconocimiento del valor y la legitimidad del interlocutor: “El otro es

verdaderamente un interlocutor cuando le ofrezco todas las oportunidades de

oponerse y diferir, porque reconozco su heterogeneidad respecto a mí y acepto

que tiene cosas que enseñarme”. Pero la tolerancia no consiste simplemente en

aceptar la posición del otro, sino en asumir con todas sus consecuencias, el

carácter creador y enriquecedor de las diferencias. No se trata de “aniquilar” al

contradictor sino de buscar el acuerdo.

La actitud crítica frente a la propia posición, no por simple modestia, sino

por el reconocimiento de que nadie está en la capacidad de abarcar desde un

solo punto de vista la complejidad de un problema.

El reconocimiento de la existencia de unas normas mínimas a las cuales

se deben acoger los interlocutores: ni u objetivismo extremo, ni un subjetivismo

a ultranza. El diálogo efectivo sólo es posible en el marco del respeto que

significa tomar en serio el pensamiento del otro, asumiendo también la defensa

del pensamiento propio.

Las relaciones pedagógicas en los estudios reportados tuvieron como

característica común plantearse, desde su particular objeto de trabajo, como

relaciones flexibles interesadas en promover el reconocimiento de “los otros”.

Observando el conjunto de estudios base de esta reflexión, hay que resaltar la

importancia del manejo del orden regulativo en las estrategias pedagógicas por

la paz expresado en el énfasis en relaciones pedagógicas de empatía y

solidaridad, en el toque sensibilizador de las técnicas pedagógicas y en la

concepción como “llave maestra para el trabajo comunitario” de los talleres,

que en términos pedagógicos son espacios en los cuales se aprende haciendo

y desde la propia experiencia vital.

21

También fue clave dentro de los estudios, el tipo de metodología de

investigación utilizado. El Modelo de Sistematización empleado permitió

recrear los sentidos que los participantes tenían de la experiencia desde una

perspectiva que pretendía construir desde el conflicto; es decir, crear

condiciones para que los participantes en una actitud de diálogo permanente,

se confrontaran y confortaran en el proceso de interpretación de su experiencia

de convivencia social. En términos pedagógicos esto implicó generar fortalecer

el orden regulativo flexible y horizontal que las experiencias habían construido.

VII. Y FINALMENTE….

Una de las primeras conclusiones que se pueden derivar de los siete estudios

analizados, es que en todos los casos, hay una intención explícita de los

educadores involucrados de superar la inmovilidad de lo establecido, de construir

– como diría A. Ghiso – planteamientos metodológicos no evasivos que permitan

adelantar acciones educativas diferentes. Sin embargo, una de las características

de estos estudios es que los cambios planteados se hacen desde los parámetros

de instituciones formalmente constituidos. Su alternatividad consiste en su

capacidad para “montarse” en las reglas de juego de los organismos

internacionales (como el Banco Interamericano de Desarrollo, Plan Internacional) y

las instituciones del Estado (como los Ministerio de Educación, Ministerio de

Protección Social, Alcaldía Municipal) para desde allí hacer propuestas distintas

de convivencia. Pero cuidado, que no se piense que se trata de algún tipo de

renuncia y pérdida de capacidad crítica. En tanto el discurso de la Educación

Popular, ha sido cooptado – es decir, funcionarizado y convertido en fórmula

salvadora - por agencias públicas y privadazas nacionales e internacionales, lo

que está ocurriendo es que muchas ONG y comunidades le están volviendo a dar

el sentido político que tuvo. Desde la perspectiva de la Educación Popular, una

pedagogía para la paz está implicando un fortalecimiento real de sus principios

fundantes.

Los principios pedagógicos, sociopolíticos y las formas como deben operar los

órdenes regulativos e instruccionales de una pedagogía para la paz, son en

general principios propuestos por la Educación Popular desde sus orígenes. Por

tanto, la urgencia de pensar y diseñar estrategias educativas coherentes con la

promoción de una cultura de paz tiene que pasar hoy por explicitar y retomar los

aprendizajes y aportes de la Educación Popular.

Los estudios revisados demuestran igualmente, cómo las experiencias de

educación popular son en si mismas experiencias de formación en las cuales los

participantes aprenden principalmente a convivir con discursos institucionales

22

provenientes de agencias nacionales e internacionales. Este proceso de

convivencia ha implicado un ejercicio de formación muy interesante por parte de

los participantes. Ellos -comunidades y educadores populares- han ido

formándose en la habilidad de manejar los discursos, las temáticas y los formatos

provenientes de estas agencias. Para el caso de la temática de violencia y

convivencia, se observa cómo los participantes han aprendido a dialogar con

instancias que en las primeras etapas de la Educación Popular eran consideradas

antagónicas, y han establecido con ellas alianzas estratégicas para desarrollar

proyectos de desarrollo comunitario. Mas que procesos de confrontación directa,

lo que se observa son procesos de negociación en los cuales las partes

involucradas logran establecer pautas y normas de funcionamiento. Es este el

caso de la experiencia de las Promotoras de Convivencia en el cual la agencia

financiadora es Plan Internacional; o en la experiencia de la barra de fútbol en la

cual sus participantes han logrado apropiarse de discursos y elementos para

interlocutar con las autoridades civiles y militares del municipio. Igualmente ocurre

con las promotoras de salud, quienes han logrado revertir desde adentro las

condiciones de inequidad que plantean las nuevas reformas en el sistema público

de salud. En la experiencia del Proyecto “Cali de Vida” se destaca principalmente

la capacidad de sus participantes de negociar y trascender los términos de

referencia que pretendía imponer el Banco Interamericano de Desarrollo.

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