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Conservación y la Amazonia colombiana Thomas R Defler, Ph. D. * Introducción Colombia es un país especial en términos de su riqueza biológica, por ello se le ha clasificado como uno de los tres países del mundo con mayor biodiversi- dad después de Brasil e Indonesia (Mittermeier & Goetsch, 1997: 109-177; McNeely et al., 1990:93; Mast et al., 1993:205; Walschburger, 1992a: 93-94) en el número de especies de organismos que se encuentran dentro de los límites nacionales y sobrepasa a países gigantescos como Canadá, los Esta- dos Unidos y Rusia. Colombia, por sus características bióticas, es el primero en todo el mundo en número de especies de aves, de ranas y de orquídeas y probablemente segundo en el mundo (después de Brasil) en el número de es- pecies de plantas superiores (angiospermas) y especies de palmas. Además, mundialmente se clasifica al país entre los primeros en el número de especies de mamíferos, reptiles, peces de agua dulce e insectos aunque, empezando por los insectos, existen cantidades de organismos que, por nuestra ignoran- cia, aún no estamos en capacidad de enumerar. * Profesor, Instituto Amazónico de Investigaciones Imani, Universidad Nacional de Colombia, sede Leticia. Email: [email protected] 105

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Conservación y laAmazonia colombiana

Thomas R Defler, Ph. D. *

Introducción

Colombia es un país especial en términos de su riqueza biológica, por ello sele ha clasificado como uno de los tres países del mundo con mayor biodiversi-dad después de Brasil e Indonesia (Mittermeier & Goetsch, 1997: 109-177;McNeely et al., 1990:93; Mast et al., 1993:205; Walschburger, 1992a:93-94) en el número de especies de organismos que se encuentran dentro delos límites nacionales y sobrepasa a países gigantescos como Canadá, los Esta-dos Unidos y Rusia. Colombia, por sus características bióticas, es el primeroen todo el mundo en número de especies de aves, de ranas y de orquídeas yprobablemente segundo en el mundo (después de Brasil) en el número de es-pecies de plantas superiores (angiospermas) y especies de palmas. Además,mundialmente se clasifica al país entre los primeros en el número de especiesde mamíferos, reptiles, peces de agua dulce e insectos aunque, empezandopor los insectos, existen cantidades de organismos que, por nuestra ignoran-cia, aún no estamos en capacidad de enumerar.

* Profesor, Instituto Amazónico de Investigaciones Imani, Universidad Nacional de Colombia, sedeLeticia. Email: [email protected]

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Tabla 1. Clasificación de Colombia con relación al número de especiesde varios grupos de organismos (Mittermeier & Goettsch M., 1997).

Primero mundialmente Aves (1.815 especies/142 endémicas)

Anfibios (ranas) (700 especies/367 endémicas)

Orquídeas

Segundo mundialmente Palmas< ,

Angiospermas (plantas con flores)

Tercero mundialmente Número total de especies de plantas y animales(nivel de biodiversidad)

Reptiles (520 especies/97 endémicas)

Mariposas (3.100 especies)

Cuarto mundialmente Mamíferos (456 especies/28 endémicas)

Algunos han clasificado a Colombia como uno de los países de "megadiver-sidad" en el mundo, junto con naciones como Brasil, Ecuador, Perú, México, laRepública Democrática del Congo (Zaire), Madagascar, Australia, China, India,Indonesia y Malasia, es decir los países donde se alberga la mayor diversidad bió-tica del planeta. Colombia posee parte de los dos hotspots más amenazados delplaneta (los Andes tropicales y Chocó/Darién/Ecuador occidental) (Mittermeier,1988; Mittermeier & Werner, 1989; Gentry, 1992; Walschburger, 1992;Andrade, 1993, 1993a; Mittermeier & Gottschalk, 1997). Se puede posicionar aColombia como tercero en el mundo en el número total de especies de plantas yanimales, después de Brasil e Indonesia.

Schultes (1988:15;1990:137) ha identificado el nordeste de la Amazonia(que es la parte ocupada por Colombia) como el área más rica en plantas de todala región. Dentro del país la diversidad de aves (Haffer, 1974, 1987), primates(Hernández C. & DefIer, 1989:76) y probablemente otros grupos de mamíferos(Emmons, 1984, 1990; Voss & Emmons, 1996:59-60,66-67) alcanzan sus másaltos niveles de diversidad en la Amazonia.

Paralelamente a esta gran expresión de organismos amazónicos colombia-nos hay que destacar la riqueza de culturas indígenas que alcanzan también un

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nivel alto y diverso, probablemente como consecuencia del aislamiento de la re-gión. Toda esta diversidad biológica y cultural hace de la Amazonia colombianauna porción muy especial de la Amazonia continental, digna de subrayar comosobresaliente (Franco, 1992; Mejía Gutiérrez, 1987; Gentry, 1985).

Existen diversas razones causales de esta riqueza biológica, como el de-sarrollo de los multivariados ecosistemas que abarcan el país, la peculiar his-toria geológica del levantamiento de la cordillera de los Andes, lasglaciaciones, la ubicación del país como puente con Centroamérica y su varia-da topografía actual junto con la posición sobre el ecuador y una alta precipi-tación (Etter, 1993; Hernández c., 1993). Sin embargo, todavía no seentienden muy bien todos los mecanismos y condiciones ambientales quecontribuyen a esta megadiversidad colombiana; por tal motivo el estudio dela diversidad y sus causales es uno de los temas más apetecidos de la ecología(Huston, 1994:7-11; 75-155). Lo más importante es entender que el país esprivilegiado en la expresión de la diversidad de sus plantas, animales y ecosis-temas de una manera difícilmente igualada en el mundo y que dicha diversi-dad está seriamente amenazada, particularmente por la poca comprensiónsobre su importancia por parte de la población colombiana.

Además, la condición intacta de la Amazonia colombiana (menos pertur-bada comparativamente que otras regiones amazónicas) es otra de sus carac-terísticas sobresalientes (Defler & Mittermeier, en prensa). A mediados de ladécada de los años ochenta, por ejemplo, los disturbios, (zonas con 10% omás de tala), no sumaron más del 150/0 de la totalidad de la región amazónica(Defler, 1992). Realmente, se podría clasificar alrededor del 80% de la Ama-zonia colombiana! como selva virgen2, siendo igualada por pocas regiones delmundo sin disturbios antropogénicos, aparte de aquellos relacionados con losusos tradicionales por parte de indígenas de la zona (Defler & Mittermeier,en prensa). De esta forma, a excepción de los tres frentes de colonización delPutumayo, Caquetá y Guaviare, la selva colombiana se encuentra en un esta-do envidiable para muchos otros países neotropicales.

Este artículo pretende discutir la problemática de la conservación en laAmazonia colombiana, evaluando las necesidades para el futuro y señalando al-gunos de los problemas actuales que impiden una conservación sana. Se discute

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En este artículo el autor utiliza el término "Amazonia colombiana" de una manera más amplia que lacuenca amazónica colombiana, incluyéndose toda la selva desde el río Vichada y los PNN Picachos,Tinigua y La Macarena hacia el sur.El concepto de "selva virgen"es controvertido debido a la aseveración de varios arqueólogos que opi-nan que no hay un solo sitio en la Amazonia donde el ser humano no hubiese intervenido en los últi-mos 10.000 años. (Bailey, 1995; Roosevelt, 1994), propósito imposible de probar.

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más a fondo la necesidad de analizar más en detalle los problemas actuales deconservación de recursos naturales en los resguardos indígenas colombianos. Setermina con algunas conclusiones y recomendaciones.

Valorización de la Amazonia

¿Qué vale esta gran selva para el país sin poder introducir ganado sin problemasgrandes y costosos ni poder construir carreteras con mucho éxito ni ser apta parala colonización? (Plantinga et al., 1979). ¿Cuál es el valor real de esta tierra? Porun lado, el Estado, reconociendo los abusos del pasado, ya ha entregado alrede-dor del 50°;6 de esta tierra a los indígenas colombianos (República de Colombia,1988) para que estos pueden buscar sus propios destinos. Además de ser la tierratradicional de mucha gente indígena, el valor inmenso de la selva amazónica seencuentra en la misma diversidad biótica señalada anteriormente.

Pero, ¿cuál es el valor de esta diversidad? El concepto "valor" se haaplicado de diversas maneras, debiéndose entender en todas sus acepciones, puesno se trata únicamente de un valor económico (Naess, 1986; Hernández c.,1987; McNeely et al., 1990:27-35; Robinson & Redford, 1991 a & b; Primack,1993: 199-249). Usualmente el concepto de valor se divide en valores directos yvalores indirectos.

Los valores directos comprenden los del uso de consumo, o sea el valoren dinero de la leña, de la carne de monte, del pescado, etc., y el valor del usode producción, como el valor comercial de la madera, el pescado, etc. Los va-lores directos incluyen miles de usos tradicionales de plantas y animales porparte de las distintas etnias de indígenas y colonos, y que representan un valorinmenso para el futuro de todos (Balick, 1985; Schultes, 1988; Schultes &Raffauf, 1990; Plotkin, 1982, 1988, 1993; Davis, 1996). Aunque muchos deestos usos tradicionales no han sido adoptados por nuestra cultura dominan-te, siguen siendo una posibilidad para el futuro. Toda la caza tradicional de laselva, es un valor directo y enorme para el mantenimiento de la salud de lagente que allí habita (Robinson & Redford, 1991a). Sin embargo, si las cos-tumbres tradicionales de control se debilitan y las actividades de cacería ypesca de subsistencia se convierten en un comercio de una escala no tradicio-nal, con ganancia y acumulación de capital, se genera un delicado dilema en-tre los usos tradicionales y los usos comerciales. Es importante centrarnos entales problemas antes de que aumenten (Shaw, 1991). La tendencia a expresarvalores en dinero, además, tiene problemas de fondo que pueden afectar tam-bién el futuro de cualquier especie. Un valor económico asignado depende dedecisiones que la mayoría de las veces ignoran los valores reales y fundamenta-

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les, pues se basan en la historia evolutiva del organismo y sus valores indirec-tos (Norton, 1988).

Los valores directos suelen ser los valores más fácilmente comprendidospor la mayoría de la gente, porque implican un precio en dinero real o teóri-co. Sin embargo, no son los valores más importantes para la sociedad. Existeun rango amplísimo y a veces muy mal entendido de valores indirectos queson trascendentales al aplicar la ecuación de la valoración de la selva. Inclu-yen, por ejemplo, los servicios ambientales que prestan los varios ecosiste-mas, como el equilibrio y la conservación de la precipitación y el control delflujo de las aguas, la absorción de dióxido de carbono, la producción de oxí-geno y otros (Andrade, 1992b y otros). Por otra parte incluyen valores de usode no-consumo por ejemplo; las investigaciones científicas, la observación defauna como recreo, el turismo, etc. Además, existen valores muy importantestambién relacionados con opciones preservadas para el futuro, como el man-tenimiento del germoplasma de las especies para incrementar la posibilidadde generar mayores cosechas, criar mejores animales domésticos, producirmedicamentos o usarlos con fines todavía no definidos para el bien de la hu-manidad (Plotkin, 1982, 1988, 1993; Farnsworth, 1988; Davis, 1996). Asímismo, están los valores de existencia, que incluyen cualquier sentimiento, fi-losofía o cultura acerca de la existencia de la flora y fauna de la selva (Tho-reau, 1854; Naess, 1986 y muchos otros), puesto que mucha gente tiene laconvicción de que los organismos de la Tierra deben gozar de la protección dela humanidad, comprendida ésta por el único organismo que parece capaz deentender que todos los productos del proceso evolutivo tienen un valor in-trínseco irremplazable.

Parece claro que el valor de la mayoría de nuestra biodiversidad es pocoapreciada por nuestra civilización occidental actual, puesto que sólo los or-ganismos que dan algún rendimiento en nuestra condición del momento quereciben una consideración cultural. No hemos aprendido a asignarle valor alos organismos por su existencia como una expresión evolutiva, como una bi-blioteca genética única en el universo, que puede necesitar ser consultada enel futuro. Cuando desaparece una especie nunca se puede recuperarla y aúnno existe conciencia de esta verdad. Hay que buscar una ética ambiental quereconozca la historia evolutiva antigua de nuestra biodiversidad y apreciar laca-evolución de la humanidad con los demás organismos. No existimos apar-te de la naturaleza y nuestra existencia depende de ella (Defler, en prensa).

Con gran percepción escribe E.O. Wilson, distinguido biólogo y am-bientalista norteamericano en su reconocido libro The Diversity of Life. "Elcuidado del ambiente natural es también un dominio de la metafísica, dondeseguramente todas las personas reflexivas pueden encontrar un terreno en co-

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mún. Pero en un último análisis, ¿qué es la moralidad sino el dictado de laconciencia moderado por un examen racional de las consecuencias? ¿y qué esun precepto fundamental sino uno que sirva a todas las generaciones? Unaética ambiental que dure intentará preservar no solamente la salud y la libertadde nuestra especie, sino que garantizará acceso al mundo en el cual nació el espí-ritu humano (traducción de Defler de Wilson, 1992:351).

Breve historia de los esfuerzospara conservar la Amazonia colombiana

Uno de los primeros esfuerzos para conservar la biodiversidad de la selva amazó-nica colombiana fue el establecimiento de la Reserva Nacional La Macarena, me-diante Ley Nacional en 1948. Se reconoció el profundo valor científico de estasierra donde confluyen elementos amazónicos, andinos, orinoquenses y guyane-ses de flora y fauna. En aquella época la administración de la Reserva estaba acargo de la Universidad Nacional de Colombia; sin embargo, como consecuen-cia del periodo de la violencia y otras diversas razones, como el orden público, lareserva empezó a ser ocupada por colonos, lo cual generó problemas complejosen cuanto a la implementación de los programas propuestos (Universidad Nacio-nal de Colombia, 1989; Molano et al., sin fecha). Esta situación continúa en laactualidad.

Durante los primeros años de la década de los años setenta, el Inderenacreó, bajo la influencia del destacado biólogo colombiano Jorge Hernández Ca-macho, un listado de áreas preseleccionadas para la conservación de la Amazoniacolombiana, (las cuales contemplaron 17 zonas) basado en criterios biológicos ycaracterísticas ecológicas, geológicas y paisajísticas). Luego se amplió esta listacomo parte del trabajo preliminar del "Workshop 90" de Manaos (véase Her-nández C et al., 1990). Parcialmente basado en la primera lista y complementadocon nueva información generada por otros, el Inderena creó las siguientes unida-des de conservación (tabla 2;).

Estas unidades suman 4.747.375 hectáreas a o 13.6% de la Amazonia (in-cluida toda la selva hasta los ríos Vichada y el Ariari/GÜejar).

Se han ido generando presiones de diversa índole en varias de estas unida-des y el esfuerzo idealista del gobierno nacional de promulgar una políticano-conflictiva entre los asentamientos indígenas y la política ambiental de Par-ques Nacionales ha encontrado algunas barreras. Existen, además, muchas áreasde la Amazonia colombiana que de una forma u otra deben ser incluidas en estesistema nacional. Estas áreas se mencionan más adelante.

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En 1988 el gobierno nacional entregó el predio Putumayol a las comunida-des indígenas, completando así un sistema de reservas y resguardos indígenasque sumaron (en 1988) 208 unidades, con una superficie de 18.200.827 hectá-reasen todo el país; de éstas 12.162.333 hectáreas se encuentran en la Amazoniacolombiana, equivalentes al 42.4% de su extensión (República de Colombia,1987, 1988, 1991).

Tabla 2. Unidades de conservación creadas en la Amazonia colombiana(Hernández C. et al., 1984; Sánchez P. et al., 1990).

Nombre de unidad Año de ÁIea/creación Hectáreas

Reserva Nacional La Macarena, 1948 900.000realinderación 1989 629.280

Parque Nacional Natural 170.0001975 aumentó aAmacayacu; realinderado en 1987 293.500

Parque Nacional Natural Cordillera de los1977 286.000Picachos

Parque Nacional Natural La Paya 1984 442.000

Parque Nacional Natural Cahuinarí 1987 507.500

ReservaNacional Natural Puinawai 1987 1'092.500

Reserva Nacional Natural Nukak 1987 855.000

Parque Nacional Natural Picachos 1988 439.000

Parque Nacional Natural Tinigua 1989 201.875

Parque Nacional Natural La Macarena 1989 630.000

Durante los primeros afios de la explotación del caucho en la Amazonia colombiana, los colombia-nos BenjamínLarrafiaga y Crisóstomo Hernández establecieron mejoras en el alto Igará-Paraná queluegoconcedieron al peruano Julio C. Arana que poco a poco iba controlando el río Putumayo y laregiónal sur del río Caquetá por medio de su "Casa Arana", constituida en 1907 como el "PeruvianAmazonRubber Company". El gobierno peruano reconoció la concesión a la familia Arana de esteterritorio del predio putumayo en 1921, pero tras de negociación se reconoció la soberanía de la Re-públicade Colombia. Como abusos de esclavitud, la Casa Arana forzó el traslado forzado de grandesbandasde indígenas hasta la orilla peruana del río Putumayo y en 1939 el gobierno colombiano auto-rizó al Banco Agrícola Hipotecario para adquirir los derechos del predio Putumayo, lo que se hizopor US$200.000, pago que terminó en 1964 (República de Colombia, 1988:33-35)

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La esperanza del gobierno era la siguiente:

Sobre estas bases ha querido el Gobierno que su política en relación conlos indígenas se oriente a la preservación de las zonas tradicionalmentehabitadas por las comunidades, a la provisión de servicios sociales bási-cos, a la protección de sus derechos fundamentales y en especial de su in-tegridad social y cultural y a brindar a estas poblaciones los medios ymecanismos de participación que les permitan decidir sobre las políticas,programas y acciones del Estado que las afectan ...

Esta política está estrechamente ligada a la política ambiental, que tienecomo propósito el ordenamiento, la protección, la recuperación y elaprovechamiento sostenido de los recursos naturales, en especial en losecosistemas frágiles del medio selvático (República de Colombia,1988:15).

En 1990, en Manaos, Brasil, se reunieron representantes de todos los paísesamazónicos y expertos mundiales sobre la misma región con el propósito de de-finir áreas prioritarias para la conservación, basándose en la mejor informacióncientífica disponible. En dicha reunión se elaboró un mapa de la Amazonia conlas área calificadas como prioritarias. Por el lado de Colombia, todos los parquesquedaron clasificados como de primer orden para la conservación, más algunasregiones importantes, como el bajo Apaporis, el interfluvio de los ríos Caquetá yPutumayo a lo largo del río Puré y el raudal Jirijirimo entre otras. Así, estas zonasfueron reconocidas internacionalmente como prioritarias para ser conservadas(el., 1992; Rylands, 1990).

En 1991 Colombia publicó un ambicioso informe nacional para la Confe-rencia de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en el cualel país adopta o informa sobre posiciones y acciones ambientales fuertes con res-pecto a su contexto nacional e internacional, económico, social, cultural y cientí-fico. En dicho documento el gobierno reconoce la importancia del país entérminos de riqueza de recursos naturales y la posición de Colombia como repre-sentante de la tercera biodiversidad más alta del planeta (Mittermeier &Gottschalk, 1998). En el documento se reitera la adopción de un modelo cultu-ral de conservación de bosques amazónicos con cerca del 45% de la Amazoniaentregada a los indígenas colombianos (República de Colombia, 1991).

Durante un considerable período, varios entes no-gubernamentales hanestado trabajando en la Amazonia colombiana, principalmente en el campode la investigación, muchas veces dirigida hacia aspectos de la conservaciónde recursos. De dichas entidades se pueden mencionar las siguientes: Funda-ción Natura, Fundación Omacha (investigaciones de mamíferos acuáticos;educación ambiental), Fundación Puerto Rastrojo (investigaciones de agri-cultura de tumba y quema (Walschburger & v. Hildebrand, 1988), gestión

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ambiental para establecer el PNN Cahuinarí; conservación y manejo de la tor-tuga charapa [v. Hildebrand et al., 1988]; fauna y flora del PNN Chiribiquete);Tropenbos (investigaciones de agricultura apropriada, antropología, ecologíadel bosque [Duivenvoorden et al., 1988; Duivenvoorden & Lips, 1993; Galea-no, 1991 y otros], la pesca [Rodríguez F., 1991] Yotros), Centro de Investiga-ciones Ecológicas La Macarena (investigaciones de mamíferos especialmenteprimates [Izawa, 1990, 1992, 1994; Polanco 0.1993 y otros]; aves [Álvarez etal., 1993], flora [Kobayashi & Izawa, 1994; Kobayashi & Izawa, 1997 yotros]), etc. De ellas, como ejemplo, la Fundación Natura ha estado activa envarios campos de la conservación de la región, incluidas actividades de la cola-boración con la unidad de parques nacionales en la administración de dos par-ques nacionales en peligro (La Paya y Cahuinarí), control y vigilancia de lasnidificaciones de la amenazada tortuga charapa (Podocnemis expansa)(Güiroet al., 1996), investigaciones de la ecología de primates (Defler, 1991, 1994,1996; Palacios et al., 1996 y otros], aves [Bennett D., 1994 y otros] , etc., ges-tión para establecer un Parque Nacional en el bajo Apaporis (Defler & Bennett,1991), cursos de campo y educación ambiental llevados a cabo por la Estación Bio-lógica Caparú del bajo Apaporis, y otras actividades.

Acuerdos internacionales

Colombia ha firmado con países vecinos varios acuerdos que reglamentan laconservación de la Amazonia (República de Colombia, 1991).

• Acuerdo para la Conservación de la Flora y Fauna de los Territorios Ama-zónicos de la República de Colombia y la República Federal del Brasil (Bo-gotá, 1973).

• Acuerdo para la Conservación de la Flora y Fauna de los Territorios Ama-zónicos de la República Peruana y de la República de Colombia (Lima,1979).

• Tratados de Cooperación Amazónica entre la República de Colombia y laRepública Peruana (Lima, 1979).

• Acuerdo de Cooperación Amazónica Colombo-Ecuatoriana (1980).

Acuerdo de Cooperación Amazónica entre el Gobierno de la República Fe-deral del Brasil y la República de Colombia (Bogotá, 1981).

• Acuerdo de Cooperación Amazónica entre Colombia y Guyana (1983/1987).

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• Tratado de Cooperación Amazónica: Plan Modelo Colombo-Brasileñopara el Desarrollo Integrado de las Comunidades Vecinas del Eje Tabatin-ga-Apaporis.

Actualmente existe un conjunto de individuos y organizaciones que velanpor la conservación de la Amazonia colombiana, a pesar de las dificultades de lle-var a cabo algunos de los programas planteados. Aparte de las organizaciones nogubernamentales que están trabajando en este campo, existen varias entidadesdel Estado, incluidas dos o tres corporaciones regionales, el Sinchi, los gobier-nos de los respectivos departamentos, el Imani de la Universidad Nacional deColombia en Leticia y varios pueblos que están emprendiendo acciones en algu-nas áreas de la conservación amazónica.

El movimiento guerrillero Farc tiene algunas políticas positivas, que exigencontrol a los colonos, que antes explotaban los recursos sin medida. En este sen-tido vale la pena anotar la prohibición de la tala de madera en el alto Guayaberay la pesca en los lagos y madre viejas del río Guaviare. Así mismo están vigentesotros controles ambientales establecidas pare este grupo armado. Por otro lado,la expansión de los cultivos de coca van derrumbando más y más selva y laspolíticas positivas que han tomado las Farc parecen responder al juicio dealgunos comandantes y no a una política estricta de todo el movimiento.

Decisión sobre dónde y cuánto

Puesto que la Amazonia no es una selva homogénea (Gentry, 1988a/b, 1990,1992; Gentry & Emmons, 1987) y las diferencias importantes no son distingui-das con facilidad por la mayoría del público, se busca identificar los criterios re-levantes para su conservación en la toma de decisiones, priorizandodeterminadas zonas, con base en cierto nivel de conocimiento acerca de cada unade ellas. En la práctica, el nivel de conocimiento es variable. Sobrevolar las me-setas de Chiribiquete, por ejemplo, sería suficiente para saber que éstas represen-tan una topografía, un paisaje y una vegetación profundamente distinta no sólode las selvas circundantes sin de todo el resto de la Amazonia colombiana. Estopermite tomar decisiones en cuanto a su conservación como parque nacional. Enel caso de Chiribiquete, una colección de plantas realizada antes por R. Schulteshabía demostrado un alto endemismo de plantas, permitiendo un conocimientodel Chiribiquete hasta un nivel aún más profundo que sustenta la decisión decrear un nuevo parque nacional.

Rojas y Castaño (1990) enumeran los criterios de selección utilizados parael establecimiento de áreas protegidas en Colombia, a saber: (1) diversidad bio-lógica; (2) diversidad ecosistémica; (3) unidades ecológicas; (4) grado de amena-

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za; (5) endemismos O limitada dispersión de una especie; (6) presencia deespecies amenazadas de extinción; (7) valores ecológicos, escénicos e históri-co-culturales; (8) oferta de bienes naturales que generan beneficio a comunida-des vecinales; (9) valor para la investigación, educación y turismo; (10) actitudde la población que habita la región. Hernández C. et al. (1990) añadieron a lalista: (11) presencia de sitios de reproducción de fauna; (12) riesgo de degrada-ción o desaparición de los valores mencionados arriba; (13) posibilidad de ga-rantizar una regulación satisfactoria autoecológica y (14) nula o escasaintervención humana. Obviamente, para alcanzar este nivel de conocimiento,deben llevarse a cabo investigaciones que subrayen el valor de algunos de estoscriterios (Soulé, 1980, Primack, 1993:3-51).

Sin duda, la investigación ha sido la herramienta más importante para in-dagar la urgencia de la conservación de una zona determinada. Alguien tieneque dilucidar las características de un área para mostrar los rasgos sobresa-lientes dignos de conservar. Las colecciones amazónicas llenaron este papelvarias veces de manera bastante incisiva. Por ejemplo, las colecciones del ce-rro de Yupatí (Departamento del Amazonas) cerca de La Pedrera, de vonMartius, en el siglo XIX y luego las del botánico brasileño Ducke en la décadade los años cincuenta demostraron la importancia del cerro como centro deespecies vegetales endémicas. Así mismo la colección de Schultes en la partenorte de la Serranía de Chiribiquete subrayó su valor biológico al identificaruna vegetación muy endémica. En la Sierra de La Macarena, colecciones lle-vadas a cabo por el Instituto Smithsonian en la década de los años cuarenta,demostraron la mezcla interesante de diversos elementos de flora y fauna (notodos endémicos) con procedencia de los Andes, la Amazonia, la Orinoquia yde las Guyanas. Luego otras expediciones de la Universidad Nacional en losaños cincuenta y sesenta corroboraron la importancia de esta reserva. (Her-nández C. et al., 1984:75-83; Sánchez P. et al., 1990:160-171; Defler,1998:153-156)

Otras investigaciones ecológicas de organismos destacan las necesidadesambientales de ciertas especies que, a veces, requieren áreas grandes para susupervivencia (Thiollay, 1989), diferentes alturas, según la época (Stiles,1983) o ciertas plantas clave para vivir en una región (Terborgh, 1989; Gil-bert, 1980).

Es importante conocer la distribución de la diversidad biótica para poderconservarla. Algunas veces se encuentran especies en un espacio limitado; estasson las endémicas de la región. La región en cuestión puede ser el país, un de-partamento, la costa pacífica o la Amazonia. Investigaciones de J. Haffer y otrosornitólogos permitieron a Haffer (1974, 1987) distinguir "centros de distribu-ción" para especies de aves silvestres en varias áreas de la Amazonia. A partir

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de dicha información, planteó su teoría de refugios pleistocénicos4 para expli-carlos.

Sin abordar el tema de las valiosas áreas de aves endémicas en otras partesdel país, puede mencionarse que las regiones de la amazonia más destacadas enendemismos (es decir con más especies de aves que tienen areales de distribuciónrestringidas a una región) se encuentran en el alto Amazonas, en el oriente deEcuador, y en zonas de frontera entre Perú y Colombia, según Haffer (1974).Allí se reconoció un área que posee la mayor diversidad de avifauna conocida, sehalló una isoclina, es decir, una disminución gradual en el número de especies deadentro hacia fuera; al oriente, al norte y al sur (Hilty, 1994; Hilty & Brown,1986). Con base en dicha información se plantea una clase de gradientes en elnúmero de especies endémicas y en el número de especies distribuidas en zonasamplias, desde los Llanos Orientales hasta la inmensa región de la alta Amazo-nia; en pocas palabras y mucha evidencia, se plantea la presencia de mayor nú-mero de especies de aves en el sur de la Amazonia colombiana, quizá con cifrasmás elevadas hacia la Cordillera Oriental (Departamento del Putumayo).

Las investigaciones de Brown (1987) con dos grupos de mariposas (Helico-niini e Ithomiinae) encontraron centros de distribución, que en varias instancias,

4 El concepto de los "refugios pleitocénicos" se ha vuelto controvertido, pero sigue como una explica-ción muy llamativa para explicar por lo menos una parte de la diversidad en la Amazonia. Haffer(1969, 1974) sugirió que durante cambios en la lluvia, especialmente durante la época pleitocénica,la cobertura de la selva varió también, y que durante períodos de glaciación la disminución de lluviacausaba el fraccionamiento de la selva en refugios o islas de selva rodeada por otros tipos de vegeta-ción más xeromórfica. Haffer planteaba que, durante estos períodos, poblaciones de organismos sediferenciaban en poblaciones-hermanas a veces en especies-hermanas que, después de volver a unifi-carse estas islas o refugios, ya no se diferenciaban. Él mostraba mapas de muchas especies de aves queconcordaban con los refugios que él planteaba, con base en un decremento en la lluvia durante estosciclos glaciales pleistocénicos. Básicamente ha habido tres tipos de críticas sobre esta teoría. La pri-mera, avanzada por Endler (1977) era que había otras posibles razones para la distribución de los or-ganismos. Él planteaba un tipo de especiación simpátrica, donde podía haber un origen de especiesnuevas que se especializaban en las características de un ambiente local sin la necesidad del estableci-miento de barreras físicas. Segundo, Colinvaux (1999) encontró pólen de Podocarpus a una altura de1.100 m y aseveraba que las temperaturas bajas que permitían crecer Podocarpus a esta altura signifi-caba que había temperaturas por toda la cuenca amazónica qüe afectaban críticamente cualquier sel-va. El tercer argumento es que puede haber evidencia de parentesco genético utilizando secuenciasde ADN que demuestran edades para los orígenes de varias especies de aves anteriores al Pleistoceno.Sin embargo, estos argumentos tienen sus propios problemas que necesitan resolverse antes de poderaceptarlos en lugar de la hipótesis de los "refugios pleistocénicos". En breve, los problemas en se-cuencia son: no hay evidencia para la especiación simpática de Endler, hay especies de Podocarpusque llegan hasta el nivel del mar y no sólo la especie común de las alturas actuales de 1.800 m y haytodavía críticas válidas sobre la tasa de los "relojes moleculares" o sea, es posible que la tasa pueda va-riar, según los organismos. De todas maneras, no es posible descartar los "refugios pleistocénicos"como mecanismo, como una "bomba de especiación".

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concordaban con los centros de distribución de las aves y los primates y, en otrasinstancias, los centros de distribución no se reflejaban en las aves y los primates.Por otra parte, observaciones y colecciones llevadas a cabo por varios investiga-dores permitieron la elaboración de un mapa de especies macrosimpátricas deprimates (Hernández C. & Defler, 1989), en donde se observa con claridad lamisma tendencia en los primates: aumento en el número de especies (no todasendémicas) en el área comprendida entre dos ríos grandes ("gama-diversidad"),desde los Llanos Orientales hacia el sur, que presenta el mayor número de espe-cies de primates en el sur de la Amazonia colombiana y, es probable, el mayornúmero de especies del país en el occidente del Departamento del Putumayo (en-tre los ríos Guamués y San Miguel). Los mamíferos, como clase taxonómica,quizá tengan la misma tendencia, según Voss & Emmons (1996); sin embargo,debido a la carencia de datos, es menos claro y parece deberse a la tendencia deciertos órdenes de mamíferos (Marsupialia, Rodentia y Primates) y no a otrosórdenes de mamíferos, cuyos miembros se encuentran distribuidos con mayoramplitud.

El tipo de información presentada con anterioridad ilustra la existencia degradientes de diversidad que deben ser reconocidos y conservados. Existe latendencia a querer conservar las regiones más diversas (Myers, 1988). Sin em-bargo, hay que tener claro el concepto de los límites de distribución de cada es-pecie, puesto que hay muchos organismos que poseen areales de distribuciónlimitados, y cierta unidad conservada en el sur no necesariamente incluirá ciertosorganismos del norte. Por ejemplo el primate Saguinus inustus se encuentrasolamente al norte del río Caquetá y el primate Callimico goeldii sólo se encuen-tra al sur del mismo río; esto genera la necesidad de conservar cada una de estasdos especies en reservas distintas. Otros organismos exhiben un patrón de distri-bución en parches con grandes espacios vacíos de la especie entre ellos (Dia-mond, 1980).

Teniendo en cuenta los criterios enumerados anteriormente para seleccio-nar las unidades de conservación, existen muchas otras zonas de la Amazonia co-lombiana que deberían estar incluidas en algún sistema nacional de áreasprotegidas. Parte de ellas fueron listadas por el Inderena en los primeros años desu funcionamiento, luego se incluyeron otras en el documento preparatorio del"Workshop 90" en Manaos.

Estas unidades son listadas a continuación:

Caparú: zona del bajo Apaporis y el lago Taraira. Incluye el lago más gran-de de la Amazonia colombiana (sitio sagrado de los indígenas makuna y ta-nimuca), formado por un antiguo meandro del río Apaporis, que albergaespecies en peligro de extinción (cacajao de cabeza negra, delfines, manatí,caimán negro, perro de agua). La Serranía de Taraira, región que protege

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una vegetación probablemente endémica (por el tipo de afloramiento) (De-fler & Bennett, 1990, sin editar; Rojas & Castaño U., 1992).

• Jirijirimu-Isibukure (Vaupés-Amazonas): raudal del río Apaporis, alIadode la meseta Isibukure, conformado por rocas areniscas que sostienen va-rias comunidades de vegetación sobresaliente (con posibles especiesendémicas), señalada por Schultes (1988) como digna de conservar.

• Suroeste del Putumayo: (zona de Chingual-San Miguel) podría ser la zonaque presente la diversidad más alta del país (con especies de aves y primatesconfirmadas y posiblemente de otros mamíferos y demás vertebrados).

• Cerro Yupatí (Amazonas); cerro alIado del río Caquetá, que alberga unavegetación endémica, descubierto en el sigo XIX por von Martius.

• Área Guaviare-Matavén (Vichada-Guainía): complejo de sabanas llanerasy amazónicas con rebalse del río Guaviare.

• Cerro Cumaré (Caquetá): cerro aislado del oriente del Caquetá queprobablemente presente vegetación endémica.

• Ampliación del PNN Cueva de los Guácharos (Caquetá): laderas orientalesde la Cordillera Oriental como transecto altitudinal de un tipo de bosquemuy amenazado en Colombia.

• Ampliación del PNN Amacayacu (Amazonas): zonas hasta la frontera conBrasil. Aumentaría el área protegida de las zonas que presentan más diversi-dad en toda la Amazonia.

• Serranía Naken-Caparro (Guainía): cerro alto de la frontera colombo-bra-sileña en el sur del Guainía. Su vegetación es xerofítica (xeromórfica).

• Cerro Mabikure (Guainía): inselberg en la margen izquierda del bajo ríoInírida.

• Río Puré (Amazonas): zona deshabitada, de ecosistemas interfluviales ygran variedad de ecosistemas, flora y fauna.

• Serranía de San José o de La Lindosa (Guaviare): serranía aislada quepresenta vegetación endémica.

• Área Sibundoy-Mocoa (Putumayo)

• Área Futai-Maine Hanari (Amazonas)

• Área Yambi-Cubiyú (ampliación de la RNN Nukak en Guainía).

Estas zonas, según los criterios enunciados anteriormente, son dignas deser consideradas áreas especiales de conservación, y el país debe considerar laposibilidad de cuidarlas de manera que se les preserve para el futuro. Sinembargo, vale la pena mencionar que el sistema de parques como existe, vadegenerándose, debido a la falta de recursos para mantenerlo dotado con

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funciones de control y vigilancia. Hay críticos del sistema que destacan que nisiquiera se ha cuidado lo que existe y que un aumento en las unidades del sistemadificultaría mas su sostenimiento.

Pero ¿incluye esta lista todas las zonas de la Amazonia dignas de conservar?¡No! Por ejemplo, ni el Caño de Araracuara ni el rebalse del bajo Guaviare se en-cuentra en la lista nacional de prioridades, y éstas son apenas dos regiones que,en la opinión del autor, deberían ser incluidas por múltiples razones de conser-vación. Tampoco se encuentran los raudales de Gamitana en el río Yarí, dignosde estar incluidos en cualquier plan de conservación.

Puesto que las áreas de la Amazonia son poco conocidas aún, y en vista deque nuestra ignorancia acerca de la diversidad, los endemismos, y la rareza de es-pecies y los ecosistemas amazónicos es muy grande, es probable que, basados enfuturas exploraciones e investigaciones biológicas, geológicas y demás, identifi-quemos otras zonas candidatas a ser incluidas en la lista. Sigue siendo trascen-dental explicar a la población colombiana la importancia de la conservación deestas unidades para el futuro del país y del planeta.

Problemas actuales de conservación en la Amazonia

A pesar del inicio de una gestión ambiental multifacética por parte del gobiernonacional y de las actividades llevadas a cabo por organizaciones no-gubernamen-tales cada vez más comprometidas en este campo, existen aún problemas enor-mes relacionados con la ejecución de políticas articuladas y la financiacióninadecuada de proyectos. Además, los crecientes problemas de orden público, lafalta de control por parte del gobierno nacional y el abandono de vastos sectoresdel territorio amazónico en manos de la guerrilla, la producción de drogas ilíci-tas, la ausencia de control de la explotación aurífera, la colonización -que intro-duce una agricultura inapropiada para la región-, la creciente pobreza, laexplotación petrolera, la falta de apoyo del gobierno y del pueblo hacia los par-ques nacionales y, en general, la carencia de una visión ambientalista de la pobla-ción colombiana contribuyen a que los problemas ambientales en la Amazonia seagraven y continúen creciendo. Algunos de los problemas mencionados se discu-ten a continuación.

Parques Nacionales

Las unidades del sistema de Parques Nacionales son fundamentales en cualquierestrategia para la conservación de la biodiversidad amazónica. No obstante, nun-ca han recibido, hasta el reciente establecimiento de un Ministerio de Medio

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Ambiente, el apoyo financiero y político que merecen en virtud de su importan-cia como eslabón clave en la gestión ambiental. De las unidades listadas en la Ta-bla 2, sólo tres poseen personal, pero en un nivel completamente inadecuado asus necesidades, que son de tal magnitud que los jefes de parque muchas veces sesienten literalmente inundados de problemas. Las unidades carecen de equiposde profesionales que pueden trabajar con las poblaciones locales con el propósi-to de "ganar" un público defensor de los parques en vez de explotarlos. Debenmejorarse los sueldos, adquirir equipos, y contar con el apoyo que muchas vecesfalta debido al centralismo político y administrativo. Básicamente falta invertirmucho más en los principales problemas de cada unidad, los cuales en ciertas ins-tancias pueden ser casi intratables e incluso peligrosos para los mismos funciona-rios, si no gozan de un apoyo nacional público.

Por desgracia han aumentado las presiones locales y nacionales contra el es-tablecimiento de más parques nacionales. Debe considerarse una falla del Minis-terio de Medio Ambiente, de Parques Nacionales y de los entes ambientalistasno-gubernamentales el no enseñar la relevancia de los parques nacionales en latarea de cuidar y preservar los recursos naturales para el futuro. En cambio se co-nocen políticas de grupos de oposición que trabajan en contra del gran esfuerzoestatal, y tales entidades sí han podido convencer a las poblaciones locales de queel establecimiento de un parque nacional cerca de ellos no les favorece. Los Par-ques Nacionales no pueden dejar de invertir los recursos necesarios para explicaral público la importancia de este sistema. En los casos necesarios deben buscarseotras clasificaciones que se ajusten a las condiciones de la comunidad más cerca-na. Dentro de los resguardos indígenas, es necesario buscar un tipo de acuerdocon ellos e invertir mucho esfuerzo en enseñarles la importancia y las ventajas desu parque nacional.

La Macarena es un microcosmos de los problemas que tienen que enfrentarlos Parques Nacionales en todo el país. Por un lado, el parque está presionadopor colonos pobres que viven de aquel, y el gobierno no puede comprar suspropiedades por falta de fondos; por otro lado, no se puede aplicar la ley estric-tamente, porque los grupos subversivos, aplican su propia ley, en contra de losfuncionarios del gobierno.

El mito de los Resguardos Indígenas Amazónicos como herramientaadecuada para la conservación de la Amazonia

El gobierno colombiano ha reiterado en varias ocasiones su percepción de queno hay conflicto entre el sistema de resguardos indígenas y la conservación de laselva mediante el sistema de Parques Nacionales (República de Colombia, 1988,1991). Se ha utilizado este dictamen en varias reuniones internacionales y está

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incluso inscrito en la ley nacional (Bunyard, 1989). Vale la pena examinar estacreencia casi oficial, puesto que con ella se pretende conservar más de 180.000km2 de selva amazónica para el futuro.

Antes que nada, después de siglos de abuso, es justo que el gobierno nacio-nal intente rectificar parcialmente los abusos territoriales, culturales y de dere-chos humanos, entregándoles"las tierras tradicionales a los indígenas amazónicospara permitir la preservación de sus culturas y garantizar que su proprio futurosea dirigido por ellos mismos. Es también cierto que, en su mayoría, estas tierrasparecen estar en buen estado, o por lo menos contienen aún buena porción deselva. La cuestión es si están intactos los ecosistemas de dichas selvas y cuáles sonsus perspectivas para el futuro. Estos interrogantes tienen pocas respuestas en elmomento, aunque se sospecha que la creencia oficial padece un romanticismoque contribuye a formar la imagen que tenemos de los indígenas y a nuestra espe-ranza de que se conserven los ecosistemas por sí solos. Sin embargo, existe algu-na evidencia de cambios en el manejo tradicional de las tierras (Ulloa, 1996:Rubio T., 1996 y otros).

Según Reichel D. (1987) hay aproximadamente 70.000 indígenasamazónicos (según Correa [1985] la población es de 45.568 personas; segúnFranco [1992] la cifra es 53.000) que pertenecen a aproximadamente 50 gruposétnicos de más de 10 familias lingüísticas (E. Reichel D., 1987:307) y de loscuales siempre se ha subrayado la diversidad cultural. Por otra parte, se habla del"indígena" que se ha mantenido y conservado "dentro de su particularísimasabiduría ancestral sobre manejo de la naturaleza, durante todos los años de suexistencia" (República de Colombia, 1988: 13) como si existiera un monolito decreencias indígenas ambientalistas que se oponen a la destrucción ambiental.Infortunadamente nadie ha demostrado esto, y debe realizarse un análisis más afondo de los detalles de la creencia que el indígena es el "primer ecólogo". Por lotanto, en vista de los vastos territorios controlados por los indígenas, es urgenteexaminar el creer que las áreas de la Amazonia colombiana incluidas en losresguardos indígenas están bien protegidas y que ya no debemos preocuparnospor la conservación de esas tierras.

En la literatura se mencionan algunas costumbres utilizadas antiguamentepor algunos grupos para mantener un equilibrio entre el uso de la gente y la inte-gridad de la selva (E. Reichel D., 1987; G. Reichel D., 1976, 1990). En general, elpueblo indígena -a diferencia de nuestra cultura urbanizada- posee cuentos y mi-tos que buscan describir una relación más estrecha con su ambiente natural (Ro-dríguez & Van der Hammen, 1990). Sin embargo, aún está por demostrarse queestas creencias (1) son ampliamente adoptadas y (2) que se aplican hoy en día.

El autor, durante muchos años de residencia en la Amazonia, ha observadoen resguardos del bajo río Caquetá numerosos problemas de destrucción am-

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biental y explotación entre los indígenas, muy comparables a los de la gente"blanca". Ejemplos de ellos son (1) la comercialización de especies en peligro deextinción, como la tortuga charapa, (2) el uso de barbasco en muchas quebradas,el cual acaba ca todo tipo de vida en ellas, (3) la tala de especies de palmas deconsumo como el milpeso (Jessenia spp.) y el asaí (Euterpe spp.) en vez de reali-zar recogidas periódicas y sostenibles, (4) la venta particular de madera de losresguardos, que son una propiedad común, (5) la contaminación con vísceras, asícomo otros malos usos de los salados tradicionales, (6) la caza no controlada deciertas especies cuando se presenta la oportunidad (por ejemplo Tayassu pecarien manadas grandes y Amazonas spp. en salados).

Existe una amplia evidencia de la destrucción ambiental generada por gru-pos de indígenas en otros lugares del mundo con el propósito de ganarse la vida.En Madagascar, por ejemplo, la aparición de los primeros pobladores coincidiócon la extinción de por lo menos 18 especies de animales mayores presas de caza,incluidas 15 especies de primates y el ave más grande del mundo (el ave elefante)(Martin & KIein, 1989; Mittermeier et al., 1994:33-48). En el Caribe, desapare-cieron por lo menos tres especies de primates de las islas de Jamaica y Española yprobablemente uno de Cuba durante la ocupación de los primeros habitantes in-dígenas. Hay también buena evidencia arqueológica de que los indígenas origi-nales de la Isla de Pascua encontraron una isla rica en selva y recursos, peroacabaron con todos sus recursos renovables (Flenley, 1979; Flenley & King,1984). En Norteamérica, la desaparición de varias especies de mamíferos pleis-tocénicos ocurrió durante la época en que aparecieron los primeros pobladoresindígenas (Martin, 1973; Mosimann & Martin, 1975; Diamond, 1992:339-348; Pielou, 1991:251-266).

Es cierto que lo mencionado no es irrefutable evidencia de que los indíge-nas mismos extinguieron tales especies. Algunos investigadores sugieren cam-bios radicales en el clima como factor principal de dichas extinciones. Sinembargo, la coincidencia temporal es muy fuerte y resulta claro que los humanosjugaron un papel clave en dicho proceso.

La Amazonia ha estado ocupada por humanos desde hace miles de años, yquizá ha existido algún tipo de equilibrio, hasta donde sabemos, que no habíapermitido la extinción de las especies de presa ni de la selva que las alberga(Vickers, 1991; Diamond, 1992). Pero eso era probablemente debido a unapoblación humana poco densa que aprovechaba una base de recursos muyextensa mediante la tecnología de caza indígena basada en el uso de cerbatana,flecha y lanza y la técnica agrícola de tumba y quema. La historia sugiere, sinembargo, que han ocurrido desequilibrios con el medio natural (como en laspoblaciones occidentales, europeas y asiáticas) en las culturas indígenas. Unejemplo clásico de ello es la alta concentración de la población maya y la

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sobreexplotación de los recursos, que muy probablemente ocasionó el colapsode su sistema social, político y económico (Abrams et al., 1996; Culbert, 1973,1985).

En el presente siglo los cambios culturales afrontados por los indígenasamazónicos son mucho más profundos y deben preocuparnos los efectos am-bientales para el futuro. En el Departamento del Chocó, en resguardos indígenasdel Parque Nacional Natural Utría y en otros lugares, la escasez de los animalestradicionalmente cazados ya es notable, lo cual exige desarrollar programas decría de animales domésticos para proveer la proteína necesaria para cada familia(DUoaet al., 1996; Rubio T., 1996). Se plantea que un aumento de la densidadpoblacional con una base de recursos muy inferior a la del bosque amazónico co-lombiano ha contribuido a que se genere dicha situación.

Sin embargo, en la Amazonia colombiana las selvas de la zonas que habitanindígenas se ven intactas y no presentan grandes daños (véase Defler, en prensa).Se reconoce que existen unos mecanismos adaptativos que suelen mantener lacobertura selvática en gran parte de la Alnazonia (Meggers, 1971, 1985) dondeno hay colonos. Se reconoce, además, que este tipo de agricultura requiere unadensidad poblacional bastante baja, puesto que se necesita abrir un nuevo claro o"chagra" cada cinco o siete años, para permitir el crecimiento de vegetaciónsecundaria, que en el transcurso de muchos años posibilitará el surgimiento devegetación y suelo relativamente similares a los de la selva primaria de la selvacircundante. Una descripción interesante de este proceso y tipo de agricultura seencuentra en Walschberger (1987).

La tercera característica de estas culturas indígenas era la falta de una tecno-logía avanzada que permitiera una mayor explotación de la selva. La escopeta,por ejemplo, cambia radicalmente las posibilidades de la caza, haciéndola másefectiva y sencilla, derrumbando así cualquier equilibrio generado por los méto-dos de caza tradicionales (Yost & Kelley, 1983; Raéz L., 1993). Otras herra-mientas modernas como la motosierra y el motor fuera de borda tambiéngeneran efectos ambientales más fuertes que el hacha y la canoa tradicional.

Se debe añadir, que el creciente deseo de adquirir capital, entre la poblaciónindígena también contribuye a debilitar los esfuerzos encaminados a la "conser-vación de la selva". Esta influencia proviene de nuestra cultura, que utiliza el di-nero como medio de adquirir bienes y servicios y despierta el deseo natural delos indígenas de poseer bienes que ven en las manos de otra cultura. Para lograr-lo, el indígena ha entendido que primero debe conseguir dinero. Como hay pocoempleo remunerativo, la otra opción ha sido la venta de los recursos disponibles:madera, carne y pieles, lo cual contribuye aún más al debilitamiento de cualquier"visión indígena ambientalista" y repite los graves errores de explotación sincontrol llevados a cabo en el pasado por los "blancos".

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Además de los daños ecológicos sugeridos anteriormente, Correa (1993),ha señalado otro punto de vista, relacionado con los derechos de las poblacionesindígenas de organizarse como ellos quieren y tomar sus propias decisiones, singarantía de que van a tomar tales decisiones a favor de alguna tendencia ambien-talista en particular. Estos derechos, bien definidos por ley nacional, pueden enalgunos casos entrar en conflicto con la ley ambiental de la nación, como lo hananotado Rojas U. & Castaño U. (1992:9). El hecho de designar al indígena ama-zónico como sinónimo de "cuidandero" de los recursos amazónicos es una fic-ción legal y no hay que confiar en ella como solución para el futuro porque losintereses de la población indígena y su voluntad de querer conservar los ecosiste-mas de la selva amazónica pueden divergir en el futuro, aún más ahora, cuandoen muchas instancias se presentan serias divergencias dentro de las unidades deparques nacionales superpuestos con resguardos.

Si la población indígena abandona la agricultura de tala y quema, si esta po-blación crece demasiado o si se concentra y adopta tecnologías más avanzadas osi la población busca comercializar sus recursos naturales, ya veríamos muchocambio en la calidad de la selva y sus componentes. Es muy claro que los dere-chos de los indígenas colombianos deben ser respetados al igual que las decisio-nes de cualquier otro colombiano que busca medios que le permiten sobrevivir yprosperar en y junto con la población local, manteniendo cierto nivel de conser-vación de los recursos naturales. Sin embargo, la creencia oficial en que basta serindígena para conservar la selva no es suficiente garantía de preservación para elfuturo de los recursos naturales de la Amazonia. Esta creencia, ampliamenteaceptada por muchos colombianos, es más bien, un mito cultural de los "blan-cos" que buscan una imagen rusoniana de los indígenas (Sclater, 1996).

Sin embargo, en la ausencia de otros esfuerzos de conservación, el resguar-do indígena puede tener las ventajas de frenar la colonización y apoyar las cultu-ras indígenas que han tenido algunas actitudes ambientalistas en el pasado y quepueden tenerlas en el futuro. La poca población indígena en estas extensiones detierra puede contribuir a tal preservación. Pero, debido a la tasa creciente de abu-sos que se ve con respecto al aprovechamiento de recursos naturales, pareceimportante ofrecer a los resguardos capacitación en las herramientas de conser-vación actualizada que pueden emplearse junto con los mecanismos tradiciona-les que aún están vigentes en las comunidades.

Colonización y pobreza

Aunque no existe una política nacional que respalda la colonización fuera deciertas zonas de los tres frentes establecidos del Putumayo, Caquetá y Guaviare,la ocupación paulatina de tierras amazónicas sigue siendo un movimiento conti-

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nuo. Domínguez (1975,1985), Vieco (1992) y otros describen los problemas ge-nerales de la colonización amazónica, fenómeno que muchas veces carece delapoyo de los servicios de salud, educación, créditos, situación agravada por elaislamiento social, la ausencia de mercados y las condiciones ambientales extre-mas, incluida la baja fertilidad de los suelos. Estos problemas han obligado a mu-chos colonos a invertir en cosechas ilícitas, cuya alta rentabilidad y el mercadolocal disponible las convierten en una alternativa para sobrevivir.

En la región amazónica, los departamentos del Caquetá y Putumayo, alber-gan el mayor número de población (en 1985 albergaban 78.1% de la poblacióntotal de la Amazonia). Lógicamente en estas zonas se concentra la mayor partedel dañó ambiental ya que 29.4% del departamento del Caquetá (o 23.409 km2)

ha sido alterado al talar 10% o más de sus bosques (DefIer, en prensa).

La pobreza del colono es el principal factor que entorpece la defensa delos Parques Nacionales Naturales La Paya, Cordillera de los Picachos, Tiniguay La Macarena, especialmente dentro de los Parques La Paya, La Macarena y eloccidente de la Reserva Nacional Natural Nukak donde hay tenencia de tierrapor parte de muchos colonos. Nadie quiere hacer más difícil la vida de la gentepobre y por eso se practica poco control y vigilancia en las zonas habitadas den-tro de los parques nacionales. Además, en contraste con el tradicional métodode corte y quema utilizado por los indígenas, que permite a la selva recuperarsedespués de que sus suelos cultivados se empobrecen, la agricultura practicadapor el colono tradicional busca talar la selva y reemplazarla con pastos u otrotipo de vegetación que pueda dar rendimiento en el mercado tradicional agro-pecuario o que sostenga unas pocas cabezas de ganado (Andrade, 1992c). De-ben plantearse soluciones al problema de los colonos para que dichas entidadesse consoliden como tales. Sin embargo, la solución más inmediata es que elEstado compre esas tierras, pero los fondos no existen. Por otra parte, es claroque una familia que tiene hambre y debe buscar la forma de sobrevivir, a vecesno está en condiciones de respetar las leyes y normas ambientales (Andrade &Ruiz, 1988).

Urbanización Amazónica

Aunque la urbanización en la Amazonia colombiana no ha llegado al extremo dela del Brasil y Perú, existen, sin embargo, problemas ambientales ligados a con-centraciones de gente. La mayoría de los poblados tratan aún a los ríos comocloacas y descargan sus aguas negras directamente en ellos. Duque (este volu-men) trata algunos problemas crecientes, relacionados con la contaminación delas aguas. También van aumentando las enfermedades por el agua y el pescadocontaminados consumidos por la gente.

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Así mismo, como no existe una filosofía que promulgue el respeto por elmedio ambiente cuando llegan pobladores del interior del país, siguen vigenteslas mismas prácticas antiambientales de agricultura no apropiada y el conceptode la selva como impedimento para el desarrollo. Como aún no existen muchastecnologías y prácticas agrícolas apropiadas para la región amazónica, es eviden-te que -en el afán de alcanzar el desarrollo de otras épocas y lugares-, se hanadoptado prácticas ambientales dañinas para la región (Sarmiento, 1993). Pre-siones que resultan en la comercialización de los recursos de pesca y fauna sincontroles adecuados pueden dañar el recurso si no se respeta la capacidad de re-producción de las especies. (Redford & Robinson, 1991; Rocha, 1992).

Minería

Aunque la minería no es una actividad dominante en la Amazonia colombiana,definitivamente se lleva a cabo sin ninguno control, en especial la extracción deoro, que ha derivado en la invasión de resguardos indígenas, violencia y conta-minación de las aguas con mercurio y otras sustancias nocivas. Por ejemplo, Du-que (comunicación personal) encontró índices de contaminación con mercuriobastante serios en las bocas del río Taraira (el Vaupés), un lugar aguas abajo bas-tante alejado del área donde se realizan las actividades mineras. En Puerto Iníri-da, Defler (1994) encontró que, debido a los campamentos de playas cercanas ya la gran cantidad de actividad minera ilegal que utiliza dragas (en resguardos in-dígenas) río arriba, las aguas del río Inírida no eran potables para los habitantesde la zona. Hay que subrayar que ríos de aguas negras como el Taraira y el Iníri-da eran originalmente extremadamente limpios, sin partículas en suspensión ycarga de bacterias casi nula. Se dice que el río Puré, no habitado y aislado tam-bién se encuentra ya bastante contaminado debido a las operaciones mineras rea-lizadas desde balsas con dragas por cientos de mineros que vienen, la mayoría, alparecer de Brasil.

Petróleo

La importante industria petrolera, especialmente" en el Putumayo, también haocasionado problemas de contaminación y deterioro en la región. Vale la penaleer la descripción interesante de los efectos de esta industria en el oriente de lahermana república de Ecuador, en especial con referencia a las vidas de los indí-genas y a la contaminación que se presenta al extraer estos recursos (Kane,1995). La guerrilla, mediante la voladura de los oleoductos, producida delibera-damente con explosivos, ha ocasionado grave contaminación con petróleo en laalta cuenca del río Putumayo, siendo esto un ejemplo deplorable de ecoterroris-

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mo. Por fortuna, las Farc han suspendido este tipo de acción, aunque el ELN lamantiene en otras regiones del país.

Cocaína

Aunque, por la naturaleza ilícira de esta actividad, no se pueden tratar en detallelosproblemas ambientales que ésta genera, es sabido que la producción de cocaí-na genera muchos desperdicios químicos, arrojados sin control alguno en cual-quier sitio (ya sea en tierra o los ríos). Así mismo, como herramienta para lucharcontra la siembra de la coca, el gobierno se siente obligado a fumigar con herbici-das poco controlados, los cuales además de acabar con las cosechas prohibidas,producen graves daños ambientales. Se sabe que el área sembrada de coca en laAmazonia colombiana va aumentándose causando más contaminación y más de-forestación. Sin embargo, hace falta mayor información al respecto.

Ganadería

Existe ya gran cantidad de datos que sostienen que la ganadería no es una activi-dad apta para la Amazonia colombiana. En las conclusiones del estudio dePRORADAM del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, se subraya la baja poten-cialidad de esta región para dicha actividad, incluso se destacan los problemas deerosión en las zonas del piedemonte, donde más se ha desarrollado esta actividadagropecuaria (Plantinga et al., 1979:551-552). Puesto que Colombia es un país deconsumidores de carne, parece probable que la demanda de este alimento se man-tendrá y crecerá cerca de los centros de población ocupados por gentes que pro-vienen del interior del país, aunque es preferible intentar cambiar los gustos enprocura de obtener proteínas de otros fuentes más afines a la región, como el pes-cado y el cerdo (aunque la cría descontrolada de este animal también ejerce fuertepresión contra el ambiente). Además, si los grupos indígenas adoptan la ganaderíaen cualquier escala intensiva, se verá una presión más en contra de la recuperaciónde la selva en la agricultura tradicional de tumba y quema.

Extracción maderera

La selva ha sido y seguirá siendo una fuente de materiales de construcción. Por talrazón, debe haber un uso sostenible y renovable de dicho recurso. Sin embargo, lacomercialización no lo ha permitido en la Amazonia. Si una población regulada uti-liza el recurso maderable de manera que permita el reemplazo natural del recursodurante cierto tiempo razonable, en un futuro no lejano, puedan aprovechar dichosrecursos en la misma zona. Sin embargo, una vez concentrada la población, ciertos

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recursos son ya difíciles de encontrar y la gente debe ir cada vez más lejos para en-contrarlos. Este es un problema que puede tener algunas soluciones dependiendodel recurso explotado.

La comercialización de maderas ha sido una actividad poco sostenible en laAmazonia colombiana. Esta industria incrementa el empobrecimiento del bos-que y principalmente continúa con la explotación selectiva de especies como elcedro (Cedrela spp.) y el mamito (Virola spp.), taladas sin pensar en ellas comorecursos renovables. El proceso maderero en la Amazonia colombiana es, mu-chas veces, un proceso de extracción que carece de la intención de volver a sem-brar individuos de la especie utilizada, semejante a la práctica llevada a cabo enmuchos otros lugares del mundo bajo la misma filosofía de que "la selva nunca seacaba". Uhl (1988) discute la posibilidad de la recuperación de los bosque ama-zónicos, siempre y cuando se adopte la premisa de sembrar individuos de las es-pecies cosechadas. Esta es la única solución para que este recursos se conservepara el futuro.

Orden público y el movimiento guerrillero

Un problema creciente es la desconfianza que manifiesta el movimiento gue-rrillero de las Farc con relación a las organizaciones no gubernamentales,funcionarios u otros investigadores que trabajan e investigan en la Amazoniacolombiana. Parte de la tragedia es que los pocos recursos que se dedican aproyectos e investigaciones amazónicas están perdiéndose en una región quecarece precisamente de medios económicos y de capital social.

La reificación nacional de la gestión ambiental

Los gobiernos, en muchas de sus características, son similares en todo el mundo.Puesto que están conformados por políticos que desean aparecer ante los ojosdel pueblo y del mundo entero como funcionarios exitosos que resuelven losgrandes y complejos problemas, suelen crear programas y burocracias como unmedio de solución, y luego declarar al mundo que están resolviendo eficazmentelos problemas. Sin embargo, si los problemas requieren decisiones difíciles, per-manecen sin resolver y son ocultados por declaraciones oficiales que aseveranque la situación está bajo control y que el problema está resolviéndose. A menu-do los gobiernos muestran resentimiento cuando entidades no gubernamentalescritican señalando que determinados problemas están en igual estado que antes(o peor) y que la afirmación de los gobiernos oculta la realidad. Las burocraciasque se crean también dependen del gobierno que las creó; por eso mismo, suelenseguir la misma línea del gobierno.

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La declaración del gobierno antes de la Conferencia de la Naciones Unidassobre el Medio Ambiente y el Desarrollo era quizá una buena reificación de la si-tuación ambiental nacional, es decir, se adoptaron ciertas palabras como la reali-dad, en vez de la realidad misma. La declaración nacional de bienestar ambientalen Colombia es un buen sofisma, porque hay crisis en todas partes y es necesariauna autocrítica honesta que cOJIllevea un esfuerzo real para solucionar tales pro-blemas.

El arqueólogo colombiano Augusto Oyuela Caycedo comentó (comunica-ción personal) "El problema de conservación es un tema más político y ético quereal en un Estado que carece de presencia y legitimidad en la solución de proble-mas nacionales". Este análisis tiene cierto fundamento en cuanto a que muchoscolombianos perciben el Estado como fuente de soluciones.

El ex director de la Fundación Natura y reconocido ambientalistacolombiano Juan Pablo Ruiz (1992), entre muchos comentarios sobre la políticaamazónica ha escrito, por ejemplo, que el informe nacional declara que"Colombia se rige por el principio de que las áreas de selva poco intervenidas ono intervenidas deben recuperarse". Escribe Ruiz (op. cit.) sobre lo citado:

Por eso se construye la carretera marginal de la selva, se intenta construirel oleoducto al Pacífico atravesando el alto Calima, se construyeron sincuidado ambiental las carreteras en el Chocó biogeográfico y se permitenexploraciones petroleras en importantes áreas del piedemonte llanero yamazónico sin consideraciones ambientales.

Ruiz (op. cit.) comenta además:

La gran deficiencia del documento actual es insinuar que en la actualidadel Estado colombiano orienta sus acciones hacia una gestión estatal que secaracteriza por una clara voluntad política de priorizar acciones que ga-ranticen la sustentabilidad de nuestro proceso de desarrollo. Si analiza-mos la actual gestión, es claro que el Estado no actúa de acuerdo con esaprioridad.

Conclusiones y recomendaciones

Aunque una parte del pueblo colombiano tiene un conocimiento general acercade la importancia de la riqueza de la biodiversidad amazónica en Colombia, esteaspecto no es muy bien entendido por la gran mayoría, y la gestión ambiental di-rigida a esta región de Colombia es débil. Por otra parte, hay miles de colonos e

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indígenas que no tienen la menor idea de qué es una gestión ambiental y de cómodeben participar en ella. Es fácil para los políticos y otros hablar de la conserva-ción y la sustentabilidad; sin embargo, usualmente el tema no se toca más des-pués de hablar.

La importancia de la Amazonia colombiana en términos de su riqueza bio-lógica apenas está tocando la conciencia de algunos, pero no hay liderazgo delEstado. El esfuerzo ambiental más grande en la Amazonia han sido los parquesnacionales y éstos no han recibido el apoyo financiero ni político que necesitanpara convertirse en el programa bandera para la conservación de la Amazoniacolombiana. Además, al carecer de una educación ambiental sobre parquesmismos el entendimiento del pueblo sobre la importancia de las unidades de par-ques nacionales será seguramente nulo. Si el Estado no está convencido de latrascendencia del esfuerzo para conservar la Amazonia, el pueblo estará menosinteresado. Hace falta un esfuerzo educativo nacional para enseñar al pueblo laimportancia de pensar hacia el futuro y generar una ética nacional de uso soste-nible de recursos.

Hasta ahora, los daños ambientales llevados a cabo han tenido principal-mente su origen en la colonización (aunque la cacería comercial logró casi extin-guir dos especies importantes por sus pieles: el lobo de agua, Pteronurabrasiliensis, y el caimán negro, Melanosuchus niger, especies afortunadamente yaen recuperación, más que todo por la vigencia del tratado internacional deCites5). La urbanización, la industria petrolera, la minería, la producción de co-caína también han tenido un efecto ambiental negativo, aunque no es muy claroel nivel del daño, dado que hay pocas investigaciones sobre estas actividades. Talvez la urbanización es el fenómeno que ha tenido efectos ambientales más estu-diados. Sin embargo, por su naturaleza, las concentraciones de población creangrandes problemas para la Amazonia colombiana.

En términos de la colonización, por ejemplo, es cierto que la pobrezaafecta cualquier actividad que genera alimento para la familia. Sin embargo,se pueden plantear dos puntos: (1) Como las actividades agropecuarias estánmal adaptadas a la situación amazónica, es completamente necesario buscaralternativas apropiadas de siembras y técnicas y promulgar una adaptación al

5 Cites. Este es el convenio más importante para proteger internacionalmente las especies en peligro.Se estableció en 1973, con sede en Ginebra, Suiza, y está firmado por 118 países (incluida Colom-bia). Cites establece un listado de especies de plantas y animales cuyo comercio internacional debeser controlado y los miembros se ponen de acuerdo en las restricciones definidas. Se incluyen espe-cies en una de tres Apéndices (1,n, & I1I).Apéndice 1incluye 406 animales y 146 plantas, cuyo co-mercio internacional es prohibido. Apéndice n incluye más o menos 2500 animales y 25,000 plantascuyo comercio internacional está regulado y monitoreado.

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uso de ellas, junto con materiales y alimentos del bosque mismo. (2) Lageneración de conciencia ambiental y el aprecio por los múltiples valores dela selva amazónica tiene que ser inculcado en la población colombiana, paraque cuando se tenga que tomar una decisión en relación con el manejoambiental, se opte por la más adecuada. Si los colombianos aprenden aapreciar otros valores de la Atnazonia, pueden operar con un sentimiento deorgullo nacional y una colaboración social con respeto a la selva amazónica ysus componentes que, faltan hasta ahora. El reto es ayudar al colono teneruna vida sana y digna, a alimentarse con su familia de manera sostenible yeducarlos a reconocer la importancia de nuestra Amazonia para ellos y para elresto del mundo.

Aunque los indígenas que viven en zonas con baja densidad de población nohan dejado grandes zonas taladas como los colonos, los cambios culturales quevienen apareciendo pueden tener grandes repercusiones ambientales con eltiempo. Como el indígena es un explotador fino de los recursos naturales de sumedio ambiente, se pueden esperar cambios drásticos cuando los indígenas se in-teresen en la generación de capital para adquirir bienes. Además, hay evidenciasde prácticas que no son sostenibles.

Es necesario crear oportunidades para capacitar la población indígena en laconservación de la Amazonia en un nivel más explícito que las herramientas desu cultura antigua, las cuales son abandonadas cada día más, aunque poseen me-canismos notables a favor de un ambiente sostenible, en la forma de agriculturade corte y quema, una densidad poblacional baja y una tecnología primitiva decacería.Ahora los indígenas están cambiándose a la cultura dominante, capitalis-ta, explotadora y con poca ética de sostenibilidad. Hay que intentar apoyar as-pectos culturales que son ambientalmente sostenibles. Sería importante, para lasentidades interesadas en trabajar por el futuro de una Amazonia sostenible, ofre-cer puestos y trabajos a indígenas con la idea de ayudarles a formarse con respec-to a la problemática especial de la Amazonia colombiana. Así pueden influir enlas futuras políticas de la comunidad y de la nación, mientras desarrollan meca-nismos de conservación para el futuro.

Algunos mecanismos podrían ser, por ejemplo, "reservas indígenas de floray fauna" que buscan conservar zonas contra las actividades siempre depredado-res de la población humana. Para establecerlas, es necesario convencer a los indí-genas que ellos mismos tienen que buscar mecanismos novedosos paragarantizar la integridad de los ecosistemas amazónicos y que, con el tiempo, seríaventajoso para ellos pensar en el futuro de sus recursos naturales y evitar laexplotación incontrolada.

Se requieren soluciones como agricultura apropiada, control y cuidado delos recursos pesqueros, educación adecuada que incluya la formación de con-

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ciencia ambiental, apoyo de salud y en general el interés del gobierno local en elbienestar de las familias y una ética pública que no haga pensar al pueblo en quelos funcionarios públicos están para aprovecharse, en vez de servir. Finalmente,se requieren cambios radicales en la forma de pensar respecto a nuestro contextoambiental y en cómo vivimos juntos en la sociedad y en la naturaleza. Ese es elreto del futuro para buscar una vida de dignidad junto con la gran riquezabiológica que nos rodea en Colombia.

Sobre todo, hace falta una verdadera política integral de desarrollo sosteni-ble para la región y un cambio en la manera como todos vemos el futuro con res-pecto a la naturaleza. Sin eso, veo poco probable que se encuentren solucionesviables a los problemas de la conservación de la Amazonia colombiana con todassus riquezas bióticas.

Agradecimientos

Se agradece a todos los amigos y colegas que opinaron sobre versiones de este ar-tículo y que ayudaron a mejorar la calidad de la redacción. La opinión de este au-tor no necesariamente reflexiona sobre la opinión de los consultados. Enparticular se quiere mencionar la lectura y comentarios de Eduardo RodríguezMacuna, Erwin Palacios, Carlos Moreno B., Eisa Matilde Escobar, Sara Bennett,Carlos Zárate, Augusto Oyuela Caycedo, Michael Melampy, Amanda Barrera deJoergenson.

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