concepcion virginal de jesus

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LA CONCEPCIÓN VIRGINAL DE JESÚS GONZALO ARANDA En la Declaración de Eisenach, suscrita en octubre de 1892 por 25 firmantes relacionados con la revista «Die Christliche Welt», la crítica protestante liberal reaccionaba contra las posiciones de grupos conser- vadores que, dentro de la misma Reforma, consideraban la concepción virginal de Jesús verdad fundamental —piedra de toque— de la fe cristiana. A juicio de la Declaración tal posición tergiversaba la fe exi- gida por el N.T., y perturbaba las conciencias. De hecho, se creó una ruptura entre las afirmaciones de los críticos y la predicación de los pastores. Esta ruptura, que duró décadas, ha venido a superarse en los medios protestantes alemanes, e incluso entre algunos católicos, aceptando que la concepción virginal de Jesús constituye una «verdad de fe», un teologúmeno que sirve para expresar la relación filial de Jesús con Dios, pero que no pertenece a la historia, ni ha de enten- derse como tal su manifestación en la Sda. Escritura. A partir de los años treinta y, sobre todo, tras los escritos de Dibelius, este consenso se ha ido imponiendo más como un «proceso de estandarización» que como una «conquista científica indiscutible». Este es el status actual de la cuestión, cuya historia somete Freitas Ferreira a un análisis crítico *, considerando «las bases científicas de las hipótesis histórico literarias más significativas y de mayor repercusión, contrarias a la historicidad de la concepción virginal» (p. 6). * José DE FREITAS FERREIRA, Conceigao Virginal de Jesús. Análise crítica da pesquisa liberal protestante, desde a «Declaracáo de Eisenach» até boje, sobre o testemunho de Mt 1,18-25 e Le 1,26-38, Roma («Analecta Gregoriana», Voí. 217. Se- ries Facultatis Theologiae: Sectio B, n. 69), 1980, 535 pp. El subtítulo del libro indica su contenido propio. La bibliografía sobre el tema en los dos últimos siglos desborda cualquier intento de síntesis. El A. ha querido «establecer un poco de orden en la selva de la investigación histórico-literaria, po- niéndola a prueba a través de un riguroso análisis crítico cuyo fin fundamental no es la refutación de métodos, de argumentos, de hipótesis y de conclusiones, sino reco- ger las adquisiciones científicas verdaderamente sólidas, capaces de iluminar el pro- blema en cuestión» (p. 1). SCRIPTA THEOLOGICA 14(1982/3) 831-846 831

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exegesis.

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  • LA CONCEPCIN VIRGINAL DE JESS

    GONZALO ARANDA

    En la Declaracin de Eisenach, suscrita en octubre de 1892 por 25 firmantes relacionados con la revista Die Christliche Welt, la crtica protestante liberal reaccionaba contra las posiciones de grupos conser-vadores que, dentro de la misma Reforma, consideraban la concepcin virginal de Jess verdad fundamental piedra de toque de la fe cristiana. A juicio de la Declaracin tal posicin tergiversaba la fe exi-gida por el N.T., y perturbaba las conciencias. De hecho, se cre una ruptura entre las afirmaciones de los crticos y la predicacin de los pastores. Esta ruptura, que dur dcadas, ha venido a superarse en los medios protestantes alemanes, e incluso entre algunos catlicos, aceptando que la concepcin virginal de Jess constituye una verdad de fe, un teologmeno que sirve para expresar la relacin filial de Jess con Dios, pero que no pertenece a la historia, ni ha de enten-derse como tal su manifestacin en la Sda. Escritura. A partir de los aos treinta y, sobre todo, tras los escritos de Dibelius, este consenso se ha ido imponiendo ms como un proceso de estandarizacin que como una conquista cientfica indiscutible. Este es el status actual de la cuestin, cuya historia somete Freitas Ferreira a un anlisis crtico *, considerando las bases cientficas de las hiptesis histrico literarias ms significativas y de mayor repercusin, contrarias a la historicidad de la concepcin virginal (p. 6).

    * Jos DE FREITAS FERREIRA, Conceigao Virginal de Jess. Anlise crtica da pesquisa liberal protestante, desde a Declaraco de Eisenach at boje, sobre o testemunho de Mt 1,18-25 e Le 1,26-38, Roma (Analecta Gregoriana, Vo. 217. Se-ries Facultatis Theologiae: Sectio B, n. 69), 1980, 535 pp.

    El subttulo del libro indica su contenido propio. La bibliografa sobre el tema en los dos ltimos siglos desborda cualquier intento de sntesis. El A. ha querido establecer un poco de orden en la selva de la investigacin histrico-literaria, po-nindola a prueba a travs de un riguroso anlisis crtico cuyo fin fundamental no es la refutacin de mtodos, de argumentos, de hiptesis y de conclusiones, sino reco-ger las adquisiciones cientficas verdaderamente slidas, capaces de iluminar el pro-blema en cuestin (p. 1) .

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  • GONZALO ARANDA

    Nos proponemos ahora presentar y analizar esta obra, ya que pen-samos que su autor ha sabido presentar con objetividad las diversas hiptesis y sealar, especialmente en los resmenes y balances crticos con los que cierra cada apartado importante, sus aportaciones vlidas y sus puntos dbiles. El estudio se divide en dos grandes partes: la primera dedicada a la historia de la investigacin literaria en torno a Mt 1,18-25 y Le 1,26-38; la segunda, centrada en las explicaciones de un origen teologumenolgico a partir de corrientes religiosas de la poca. Sigue un Balance General y una Conclusin.

    1. La concepcin virginal en Mt 1,18-25 y Le 1,26-28

    En tres captulos el autor expone la investigacin crtica liberal so-bre cada uno de estos pasajes y sobre las relaciones entre ellos. En el interior de cada captulo sigue el orden cronolgico de la historia de la investigacin. Seala el A. cmo el punto de partida de dicha crtica, a finales del siglo pasado y an hoy, es el presupuesto, here-dado de F. Strauss, de la no historicidad de la concepcin virginal de Jess. En aras de ese presupuesto de tipo histrico-filosfico se manipu-l la crtica literaria de los textos; pero en lo que esa misma crtica literaria va aportando de verdadera investigacin cientfica no slo se alza contra las afirmaciones en las que se apoyaba la negacin de la historicidad, sino que apunta en la direccin contraria y sirve para una comprensin ms profunda de la enseanza evanglica.

    a) Mt 1,18-25

    En 1891 J. Hillmann consideraba Mt 1-2 como una interpolacin posterior a la redaccin del primer Evangelio. Pero el carcter profun-damente semita de tales captulos llev a otros autores a tener como interpolacin nicamente Mt 1,18-25. Este pasaje, se arga, estara en contradiccin con la genealoga, que originariamente mostrara la ascen-dencia davdica de Cristo a travs de la filiacin fsica de Jos, y con Mt 2, que presupondra dicha filiacin fsica (por ej., W. Soltau en 1902). Pero ya J. Weiss y Th. Zahn vieron la profunda conexin entre Mt 1,18-25 y la genealoga que, al mencionar mujeres pecadoras tendra, segn ellos, carcter apologtico frente a calumnias judas sobre el nacimiento irre-gular de Jess. R. Seeberg en 1907 explicaba el carcter apologtico de la genealoga como respuesta a la acusacin juda de que Jess era hijo de extranjera. Con ello Mt 1,18-25 se consideraba pieza inde-pendiente, de carcter apologtico, posterior a la primera redaccin del Evangelio y sin garantas de historicidad. Pero con ello, seala Freitas, la crtica literaria de la poca asentaba que el tema de la concepcin

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  • LA CONCEPCIN VIRGINAL DE JESS

    virginal en Mt 1,18-25 no haba entrado en el Evangelio con la forma de leyenda, sino de apologa, suponiendo, por tanto, que Mateo no era su creador, sino que ya exista enraizada en la fe cristiana y que, habiendo provocado escndalo entre los medios judos, Mateo sale en su defensa acreditndolo como cierto.

    En el rea anglosajona, F.C. Burkitt en 1904, mediante estudios lingsticos reafirm que Mt 1-2 era del mismo autor que el resto del Evangelio, y descartaba la hiptesis de que las tradiciones primitivas fuesen contrarias a la concepcin virginal que l vea presupuesta ya en la genealoga. C. H. Box en 1905 se fijaba en las tcnicas midr-sicas de composicin presentes en Mt 1-2, incluido Mt 1-18-25, po-niendo de relieve el carcter profundamente judaico, tanto en la forma como en el planteamiento general, de estos captulos. La concepcin virginal se considera unida midrsicamente, a travs de Is 7,14, a la misin redentora de Jess; se trata por tanto de un elemento de tra-dicin judeo cristiana palestinense recogido en una composicin mi-drsica. En 1920 V. Taylor confirmaba estos resultados mostrando adems la profunda unidad entre Mt 1-2 y el resto del Evangelio: Mateo habra compuesto la genealoga partiendo de la creencia en la concep-cin virginal de Cristo y en su mesianismo davdico.

    Los autores pertenecientes a la escuela de la Historia de las Formas, obcecados por su crtica histrica, dejaron en la penumbra importantes cuestiones de crtica literaria. As R. Bultmann, que sigue manteniendo el origen helenista del tema de la concepcin virginal como expresin de la filiacin divina de Jess. De ah que se esfuerce por explicar la presencia de un motivo helenista en una narracin profundamente semita. Su respuesta de que se trata de una refundicin helenista de una antigua leyenda semita sobre la imposicin del nombre se encuen-tra con graves dificultades, tales como la ausencia en la percopa ma-teana de cualquier rasgo de mentalidad helenista, e incluso de la idea de filiacin divina de Jess. Sin embargo, a partir de Bultmann quedar patente la unidad de Mt 1,18-25 como unidad literaria semita muy antigua. M. Dibelius se colocara en otra perspectiva: Mt 1,18-25 re-presenta una exposicin apologtica, realizada por Mateo, de la con-cepcin virginal, de la que ya se servan con anterioridad los cristianos para afirmar el nacimiento milagroso del Mesas. Le 1,26-28 recogera la leyenda originaria, mientras que la forma narrativa de Mateo estara en funcin de justificar la realidad histrica del matrimonio entre Jos y Mara, y el papel y los derechos de aqul, que, como en los relatos teogmicos greco romanos, mantiene los derechos de marido y de padre a pesar de la ausencia de relacin con su esposa. Pero tal hiptesis es insostenible desde la estructura literaria de Mt 1,18-25, puesto que aqu no aparece el tema de la filiacin divina de Jess que sin embargo estara testimoniado antes en Lucas y subsisten los rasgos profunda-

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    mente semitas, cosa impensable si dependiese de Lucas que Dibelius considera helenstico.

    En cuanto a la fase prerredaccional de Mt 1-2 ha existido cierta unanimidad en afirmar que Mt 1,18-25 pertenece a los elementos de tradicin anteriores a la redaccin. Ya se entienda como una respuesta a la pregunta de por qu Jos no se divorci (G. D. Kilpatrick en 1946), o como elemento de una visin apocalptica de la historia (E. Lohmeyer en 1956), o como narracin en torno a Jos (W. L. Knox), o como reflejo del mesianismo de Jess (C. F. Davis), etc., en cual-quier caso se reafirma su relacin con Mt 2 incluso antes de la redac-cin definitiva. A Mateo pertenecera, en cambio, la composicin arti-ficial de la genealoga armonizando la concepcin virginal con la ascen-dencia davdica.

    Los estudios sobre la redaccin de Mt 1-2 han iluminado la inten-cionalidad del evangelista: mostrar quin es y de dnde procede Jesu-cristo (K. Stendahl), presentar una visin histrico-biogrfica de la in-fancia de Jess en composicin midrsica (G. Strecker), ensear que el nacimiento de Jess y su pertenencia a la casa de David son fruto de los planes de Dios (H. Raisanen). A pesar de las divergencias entre los autores se reafirma la anterioridad del tema de la concepcin virginal respecto a la forma literaria que presenta en Mt 1,18-25, y se abandona definitivamente la hiptesis de la intencionalidad apologtica.

    La consideracin de los modelos literarios subyacentes a Mt 1-2 ha puesto de relieve la mentalidad y forma judeo veterotestamentaria del pasaje. La mayora de los autores insiste en el paralelismo con la le-yenda de Moiss transmitida por Flavio Josefo y el Pseudo-Filn. D. Daube sugera en 1956 que el modelo era el midrs pascual sobre la figura de Jacob. Pero sigue prevaleciendo la visin de un paralelismo con Moiss, incluso en Mt 1,18-25: dudas y sueo de Jos (C. H. Cave, P. Winter); atendiendo al presupuesto de la literatura midrsica de que as como fue el primer libertador, as ser tambin el ltimo libertador. Con todo, las diferencias entre la leyenda de Moiss y Mt 1,18-25 son tales que la concepcin virginal de Jess no puede derivarse de la tipologa de Moiss; pertenece a un estrato ms antiguo que la forma midrsica que se refleja en Mt 1,18-2,23. La genealoga, en cambio, se considera cada vez ms como obra redaccional de Mateo en cone-xin con Mt 1,18-25.

    La conclusin a la que llega Freitas Ferreira tras este estudio es que como sntesis final se puede afirmar que el anlisis literario de Mt 1-2 sita la concepcin virginal en el mundo judeo cristiano tradi-cionalista todava anterior a su formulacin midrsica. (...) Una cosa es indudable: el presente resultado es una premisa en orden a la crtica histrica solamente redimensionable por la propia crtica literaria, nun-ca por la crtica histrica (p. 83).

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    Un excursus dedicado a analizar el carcter apologtico de la con-cepcin virginal pone en evidencia que ni las noticias sobre la calum-nia de bastarda (en Orgenes contra Celso y en la literatura rabnica) que tienen carcter tardo, ni la mencin de mujeres pecadoras en la genealoga, ni la misma percopa de Mt 1,18-25 hacen necesario y ni siquiera verosmil tal carcter apologtico.

    b) Le 1,26-38

    Como a propsito de Mt 1,18-25, tambin la crtica liberal de finales de siglo pasado recurri a la fcil solucin de considerar que el tema de la concepcin virginal era una interpolacin helenista en Le 1-2 cuyo carcter judaico nunca dej de reconocerse. La discusin primera se centr en el hipottico texto interpolado. Para algunos co-mo Hillmann y Harnack se habran interpolado los vv. 34-35 (pregunta de Mara y respuesta del ngel), ya que ambos estn indisociablemente unidos; para otros la interpolacin abarcara del v. 34 al 37 (J. Weiss, F. Spitta, etc.), ya que la referencia al embarazo de Isabel slo tiene sentido en unin con lo anterior; para otros, finalmente, slo se habra intercalado la ltima parte del v. 34 no conozco varn (H. Weinel, A. Merx, etc.), pues el resto pertenece a la estructura del pasaje en perfecto paralelismo con el anuncio a Zacaras y no implicara l concepcin virginal, sino nicamente la uncin del Esp-ritu Santo desde el seno materno. Sin embargo ninguna de las tres tentativas de demostrar la existencia de una interpolacin fue coro-nada por el xito, ya que cada una tiene en frente a las otras y deja puntos importantes sin explicar.

    Tras estudios lingsticos se ve que incluso Le 1,34-35 est lleno de lucanismos (Zimmermann contra Harnack) y V. Taylor llega a decir, en 1920, que la insercin de Le l,34s. se debera al propio Lucas en una segunda redaccin en la que descuidara las incoheren-cias que presentaba con el contexto de la redaccin anterior. A pesar de sus exageraciones, tales anlisis quitan todo fundamento a la hiptesis de interpolacin, pues vienen a mostrar que las narraciones lucanas de la infancia, incluida la concepcin virginal, formaron parte desde el principio del Evangelio de Lucas: pensar en dos figuras de Lucas una de traductor y otra de interpolador-^ - no tiene sentido, como tampoco lo tendra pensar en dos fuentes narrativas preluca-nas de la infancia, una presuponiendo la concepcin virginal y otra sobre la base de la paternidad fsica de Jos. Por otra parte, en los anlisis citados se ha resaltado el paralelismo entre la anunciacin a Zacaras y la anunciacin a Mara. En tal paralelismo la concepcin virginal, afirmada en el v. 34b, no puede dejarse de lado, ya que significa la superioridad de Jess sobre Juan y es el presupuesto de

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    los w. siguientes. Adems se constata la ausencia de cualquier ras-tro de teogamia al observar el gnero femenino de ruah y los tr-minos episkizein y hgion kalesthai. Se trata de un acto del poder creador de Dios, no de generacin o fecundacin en el sentido de que Dios o el Espritu Santo asuman las funciones del varn. En 1969 H. Raisnen explicaba que la pregunta de Mara (v. 34) cons-tituye un eslabn imprescindible en la estructura literaria de Le 1, 26-38, ya que, al modo como ocurre en los anuncios del A.T., pro-voca la tensin narrativa y prepara el punto culminante que es la respuesta del ngel.

    Otros autores, como D. Vlter ya en 1896, recurrieron a la hi-ptesis de una composicin progresiva de Le 1-2: Le 1 habra sido al principio una narrativa sobre Juan Bautista con una anunciacin a Zacaras y otra a Isabel siguiendo el modelo de Jue 13. As lo habra recogido Lucas, pero ms tarde un autor cristiano transform la escena de la anunciacin a Isabel en anunciacin a Mara intro-duciendo la concepcin virginal por influjo helenstico. A pesar de los esfuerzos ms recientes de P. Winter en 1956 y E. Norden en 1969 por perfeccionarla, esta hiptesis no es comnmente admitida, pues el argumento del paralelismo entre Jue 13 y Le 1 no la justi-fica. Ms refinada era la hiptesis de G. Erdmann en 1932 que atri-bua la concepcin virginal a una creacin de Lucas que quera resaltar la superioridad de la intervencin del poder de Dios en el nacimiento de Jess Mara no aparece ni como estril ni como an-ciana frente al nacimiento del Bautista que servira de modelo. Pero no se ve en absoluto que Le 1,26-28 venga como consecuencia del relato anterior (Ph. Vielhauer) y menos que Lucas sea el creador de tal motivo (M. Dibelius). A pesar de todo se reconoce el estrecho paralelismo literario entre las dos anunciaciones y la integridad lite-raria de Le 1,26-45.

    Entre los autores de la escuela de la Historia de las Formas, R. Bultmann considera Le 1,34-37 como un inciso secundario intro-ducido por Lucas en la fase redaccional para unir la anunciacin y la visitacin; sera un elemento helenista entre dos piezas profun-damente semitas. Pero como ya sealara H. Gressmann en 1914 y ms tarde Dibelius, Le 1,26-38 presenta los rasgos de una unidad literaria en s; reflejo, dirn estos autores, de una leyenda judeo cristiana formada a partir de un mito teogmico egipcio que Lucas une a la leyenda de Juan y a la de los pastores introduciendo algunos retoques: Le 1,27.36.37. As, Lucas habra formado un relato armo-nioso sobre la base de la concepcin virginal, centrado en el mesia-nismo del nio que va a nacer. Pero, como seala Freitas Ferreira, la hiptesis de Dibelius tropieza con dificultades insolubles desde el punto de vista de la crtica literaria y as lo mostrar despus la

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  • LA CONCEPCIN VIRGINAL BE JESS

    Redaktionsgeschichte, pues ignora la elaboracin redaccional de Lucas, confunde leyenda con escena, y sita la concepcin virginal como objeto directo del relato leyenda cuando de hecho ah aparece como seal subyacente. Considerar los vv. 27.36.37 como frases redac-cionales de Lucas, ausentes de la leyenda originaria, cae en el mbito de lo inverosmil. En el fondo, la crtica literaria de Dibelius sigue tergiversada en aras de su crtica histrica. Con todo, es importante haber reconocido el carcter tradicional del motivo de la concepcin virginal, anterior a la forma literaria actual, as como la ausencia de cualquier rasgo teogmico pagano por tratarse de una afirmacin semio-lgica de la presencia omnipotente de Dios en la venida del Mesas.

    El estudio de la Historia de la Redaccin del tercer Evangelio ha puesto en evidencia, por otra parte, que Le 1-2 encierra la misma con-cepcin teolgica que el resto de la obra lucana (H. H. Oliver, W. B. Tatum, P. Minear); mientras que anlisis lingsticos muestran que toda ella se debe al mismo redactor, familiarizado con expresiones de los LXX y amante de escenas duplicadas (R. Morgenthaler, P. Minear). Le 1-2 aparece as (contra la opinin de H. Conzelmann en 1954) como verdadero prlogo de la obra lucana introduciendo las lneas maestras de su teologa. Ello hace muy difcil, dirn los crticos, poder aislar las fuentes que empleara Lucas.

    En resumen, desembarazada la crtica literaria de los presupuestos de crtica histrica, el anlisis de Le 1,26-38 ofrece los siguientes resul-tados: a) la concepcin virginal es un presupuesto que no puede sepa-rarse de la anunciacin a Mara, b) sta hunde sus races en el mundo judeo cristiano de tipo palestinense, c) el motivo de la concepcin vir-ginal, independientemente de la forma literaria de Le 1,26-38, era un elemento pacfico de la fe judeo cristiana, d) este motivo, sin ningn resabio teogmico, est perfectamente de acuerdo con la mentalidad ju-daica (p. 199).

    En un excursus dedicado a la hiptesis de una narrativa baptista independiente, Freitas Ferreira seala cmo, tras numerosos intentos en su defensa por parte de autores como D. Vlter, M. Dibelius y Ph. Vielhauer, nunca fue aceptada por la crtica (D. W. Baldensperger, H. J. Holtzmann, F. Dornseiff, etc.); y tras estudios como los de E. Hirsch, H. Sahlin y ltimamente E. W. Wink tal hiptesis se consi-dera privada de fundamento y en contraste con otros datos de los sinpticos: la narrativa sobre el Bautista nace en funcin de la de Jess.

    c) Mt 1,18-25 y Le 1,26-38, dos testimonios independientes de una tradicin comn

    An admitiendo que la concepcin virginal procede de una nica tradicin originaria, los autores han discrepado siempre a la hora de

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    explicar la relacin existente entre las narrativas de Mateo y Lucas. Fallidos los intentos primeros de reconstruir la fuente originaria a base de ambos evangelios y la literatura apcrifa (A. Resch, L. Con-rady, etc.), se puso de relieve que ambas narraciones eran independien-tes y que incluso se excluiran, seran fruto del talante legendario del cristianismo primitivo (ya F. Strauss). Pero esta explicacin no poda satisfacer a la crtica literaria, de ah que algunos autores optaran por considerar Mt 1,18-25 como originario y Le l,34s., como interpola-cin posterior a partir de Mateo. Pero quienes aceptaron un carcter apologtico para la narracin de Mateo (H. Gressmann, M. Dibelius, etc.) consideraron ms originario el relato de Lucas y el de Mateo dependiente de ste. Otros, como Bultmann, tuvieron a ambas narra-tivas, marcadamente semitas, como secundarias respecto a una hipo-ttica leyenda original proveniente del helenismo. Lo que se desprende de la crtica literaria en este campo es, tal como concluye Freitas Ferreira, que ninguna de las formas narrativas nos conduce a una hipottica fuente legendaria de la concepcin virginal, sino simple-mente a dos comunidades independientes entre s, donde aquella tra-dicin ya tena races profundas. La crtica literaria nos asegura in-cluso que se trata de comunidades judeo cristianas, de tipo palesti-nense (p. 237).

    En este contexto el autor analiza las diversas explicaciones de la crtica liberal en torno a la relacin existente entre la concepcin virginal y la filiacin divina de Jess. F. Strauss, H. Gressmann, etc., entendan la concepcin virginal como un iers gamos; Harnack, Bult-mann y otros como un teologmeno de la filiacin divina. Sin embargo detenidos anlisis literarios, como los de Stendahl, Dibelius, Wilckens, Raisnen, etc., han ido mostrando que tanto para Mateo como para Lucas el valor de la concepcin virginal es esencialmente semiolgico en orden al mesianismo de Jess y por tanto algo secundario aun-que firmemente introducido que no refleja intereses doctrinales ni el teologmeno de la filiacin divina de Jess en sentido fisicista. De hecho Mt 1,18-25 no alude a la filiacin divina y Le 1,35 no difiere substancialmente del concepto teocrtico de filiacin divina de los w. 32 ss., el dio ka no tiene necesariamente sentido causal.

    A continuacin, en un excursus, Freitas Ferreira aborda el tema del silencio del N.T. (excepto Mt 1-2 y Le 1-2) acerca de la concepcin virginal. De los tres pasajes que han entrado en juego (Me 6,3; Jn 1,13; Gal 4,4) slo Jn 1,13 se considera como testimonio probable de la concepcin virginal. Los otros dos guardan silencio, lo cual no quiere decir ni que la desconozcan, ni menos que la nieguen. Tal silencio no es decisivo ni en pro ni en contra de la historicidad.

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  • LA CONCEPCIN VIRGINAL DE JESUS

    2. Gnesis teologumenolgica de la concepcin virginal

    Es la segunda parte del libro en la que el A. va analizando la viabi-lidad, o mejor, la inviabilidad de los intentos de encontrar una expli-cacin del origen de la concepcin virginal como teologmeno.

    Para la crtica protestante liberal a partir de F. Strauss, el carcter mtico de una narracin se puede demostrar por su estilo literario, por la explicacin de la idea subyacente de la que ha surgido el mito en cuestin, y por la forma en que se ha desarrollado. En este sentido, segn el mismo Strauss, la concepcin virginal era un motivo genuina-mente cristiano, cristalizacin mtica de la idea de la filiacin divina de Jess de acuerdo con la tendencia universal de la exaltacin de los personajes. Pero en 1864 B. Bauer rechaza tal hiptesis mostrando la imposibilidad de que del judaismo surgiese un motivo semejante; sin un motivo pagano como catalizador, dice, no se explicara el origen teologumenolgico de la concepcin virginal. A partir de esas fechas las hiptesis se dividen segn la importancia que se d al ju-daismo o al paganismo.

    a) La serie de autores que propugnaron un origen judeo cristiano de la concepcin virginal como teologmeno va encabezada por A. v. Harnack quien subraya la repugnancia del cristianismo, heredada del judaismo, por la mitologa pagana. Esta mitologa, dirn, no tiene ningn paralelismo con Mt 1,18-25 donde el Espritu Santo aparece como poder de Dios y no como persona o substancia fecundante (H. van Baer), y donde ni siquiera se afirma la filiacin divina de Jess. Segn esto habran sido los cristianos quienes creasen tal teologmeno a partir de su idea sobre la persona de Cristo conjuntada con la ex-gesis rabnica de Is 7,14 (Harnack) o como expresin apocalptica de la generacin pneumtica de Cristo (E. Lohmeyer), o incluso como representacin popular de la filiacin divina de Jess entendida fsica-mente no ya en sentido teocrtico o metafisico como ocurrira origi-nariamente en medios judos o helensticos (P. Lobstein). Pero, en realidad, estas hiptesis o no encuentran fundamento en la pretendida exgesis rabnica de Is 7,14, o caen en la falta de lgica de atribuir al judeo cristianismo representaciones mtico paganas. Es por ello por lo que los autores ms avisados entienden que en la base hubo de haber algn hecho histrico que motivase la idea de la concepcin virginal: un nacimiento prematuro de Jess justificado despus de forma apologtica (Harnack), u otras circunstancias que los familia-res entendieron luego como un gran milagro (H. v. Baer). La misma crtica responder a esto diciendo que desde el punto de vista apolo-gtico la concepcin virginal creara mayores problemas que los que quisiera solucionar, o que no existe tal intencionalidad apologtica en los relatos evanglicos.

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  • GONZALO ARANDA

    Para H. Gese, en 1971, la clave de explicacin a partir del A.T. estara en que el nacimiento del nuevo David, Hijo de Dios, slo puede ser comprendido como nacimiento virginal. Ya Sal 2,7 y 110,3 expresan la entronizacin del rey davdico sobre Sin en trminos de nacimiento y creacin por parte de Dios; Is 9,5 ss. expresa el rechazo por parte de Dios de la dinasta reinante y la identificacin de la entronizacin con el nacimiento fsico, siendo las dos realidades obra de Dios que manifiesta su presencia en el mundo: Enmanuel. El Mesas, pues, sera Hijo de Dios por nacimiento. De esta forma, el A.T. pone el fundamento para que el cristianismo, al ver en el naci-miento de Jess el acontecimiento de la salvacin, d el paso a la concepcin virginal: Jess sera Hijo de Dios por nacimiento, e Hijo de David por adopcin; heredero de David porque es Hijo de Dios. Pero H. Gese, a pesar de su gran esfuerzo, no consigue superar la dificultad de fondo: la idea de filiacin fsica divina del Mesas no puede proceder del judaismo, ni an en el caso que se diera esa fuerte relacin entre filiacin divina y nacimiento.

    b) Convencidos de que el motivo de la concepcin virginal no puede provenir del judaismo, otros autores han buscado su gnesis en la mitologa pagana: cristianos provenientes del paganismo habran aplicado a Cristo lo que se deca de los hroes paganos.

    De la mitologa greco-romana se destac el paralelismo entre la concepcin virginal de Cristo y las leyendas sobre el origen teogmico de Platn y otros personajes, partiendo de que Mt 2 reflejara la persecucin de Nern y la tensin entre el culto imperial y la doctrina cristiana sobre la naturaleza de Cristo (Usener) Segn los autores de la antigua historia comparada de las religiones, ya Justino y Orgenes habran reconocido tal paralelismo. Pero se trata de una afirmacin muy superficial y falsa, pues estos dos escritores eclesis-ticos, an queriendo exponer semejanzas entre el cristianismo y las ideas greco-romanas en una argumentacin ad hominem, sin juicio crtico, lo que ponen especialmente de relieve es que la divinidad de Cristo no se explica a partir de la concepcin virginal de su cuerpo constitucin somtica semidivina, sino desde su realidad preexis-tente y eterna de Hijo de Dios. Por otra parte, como ha ido mostran-do despus la crtica, en ningn caso las leyendas mitolgicas hablan de concepcin virginal, sino de sustitucin del varn por alguna divinidad; y las semejanzas con los relatos evanglicos son demasiado vagas y genricas como para deducirse una dependencia, a no ser que se desvirte a priori el motivo cristiano con categoras mitolgicas.

    H. Leisegang en 1922 recurra al misticismo griego apoyndose en un anlisis comparativo de tipo filolgico y gramatical. En la expresin de Mt 1,18 por obra del Espritu Santo vea una influen-cia de leyendas populares de algunas tribus nmadas en torno a

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    espritus capaces de fecundar. Episkizein de Le 1,35 tendra su trans-fondo en Filn que lo emplea para significar el xtasis, influido por la mstica griega, donde se encuentra una generacin pneumtica, por obra del espritu proftico, que hace surgir palabras del vientre del profeta e, incluso, en el caso de Dionisios, hace nacer a un pro-feta. La concepcin virginal tambin habra llegado al Evangelio a travs de Filn quien, influido esta vez por los misterios griegos, describe la unin de Dios con el alma virgen para suscitar las virtu-des, aplicndolo alegricamente a algunas mujeres del A.T. En el am-biente filosfico filoniano Dios engendra con la Idea de Virginidad la fuerza creadora del universo, el Logos. Pero la hiptesis de Lei-segang no tuvo aceptacin entre los crticos. Para H. v. Baer porque en Mt 1,18.20 Espritu Santo no puede ser considerado en sentido personal como los espritus fecundantes, sino como fuerza de Dios, y porque, adems, no aparece con funciones de padre, ni Jess como Hijo de Dios. En cuanto a Le 1,26-38, autores como Norden, Bult-mann, Buchsel, etc., consideran fallido tal intento de explicacin des-de el mundo griego, pues ah, dicen, no es posible documentar la concepcin pneumtica de una mujer. Por otra parte se pone de relieve que en Filn episkizein no alude en modo alguno a un acto de fecundacin (M. Dibelius).

    E. Norden recurrir al sincretismo greco-egipcio, aduciendo que, segn Plutarco, los egipcios pensaban que Dios poda unirse a una mujer mortal generando principios germinales a travs del espritu. La estructura del mito egipcio estara representada en Le 1,26-38 con la variacin de presentarse aqu como anuncio. As Lucas evitara los rasgos teogmicos aludiendo discretamente, a travs del trmino episki-zein, importado del lenguaje mstico filoniano, a la generacin en sen-tido fsico. El tema de la concepcin virginal estara ya testimoniado en Filn que lo recoge de los misterios helenistas y completa de esa forma a Plutarco en la exposicin de la pretendida doctrina greco-egipcia segn la cual Dios engendra un hijo mediante la unin pneumatolgica con una virgen. Pero se trata de una hiptesis sin fundamento, ya que, en rigor, la nocin de espritu en Plutarco se sita en la esfera de lo sen-sible (aire, luz, calor...) y no supera la nocin de unin teogmica; por otro lado, Plutarco desconoce la concepcin virginal. Las diferencias entre Lucas y Plutarco son tan abismales, y la congruencia con Filn tan infundada que la hiptesis de Norden no se mantiene (Buchsel, Machen).

    Otro campo de atencin han sido los cultos mistricos. W. Bousset haca derivar la concepcin virginal de una fiesta en honor de Dionisios (identificado con Dusares, Osiris y Ain) testimoniada por Epifanio y Cosme de Jerusaln. Esta fiesta celebrada en Alejandra, Petra y Elusa la noche del 5 al 6 de enero honrara a la virgen que dio a luz a Dionisio o a Ain. En rplica, los cristianos la aplicaran a Jess. R. Kittel

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    considera la traduccin de los LXX de Is 7,14 influida por ese motivo mistrico. Pero todo son conjeturas en el aire, ya que de las noticias de Epifanio y Cosme no se deduce que en el s. I d.C. se celebrase un nacimiento virginal comparable al de Jess. Lo ms que podra pro-barse es una fiesta gnstica con elementos paganos y cristianos.

    La historia de la investigacin que acabamos de resumir nos da, en conclusin de Freitas Ferreira, un dato positivo: muestra donde no se encuentran los paralelismos y las races del motivo cristiano (p. 382), y esto, no porque no se haya revisado suficiente material comparativo, sino por la singularidad del motivo cristiano. As lo reconoce T. D. Bos-looper en 1962 tras un examen riguroso de la situacin. Por eso este autor intentar otra va de explicacin: la ley de analoga biogrfica, es decir, como una versin cristiana de la tendencia universal a describir la vida de un hroe de modo semejante a otros. As el esquema mtico volvera a resurgir al narrar la vida de Jess, pero con caractersticas propias y singulares. Pero la hiptesis de Boslooper tropieza con los mismos obstculos que quiere evitar, pues no pasa de ser una variante de la explicacin desde los influjos paganos considerados como ley universal.

    c) Unida a la cuestin de la gnesis del teologmeno de la con-cepcin virginal se plantea la del momento y rea en que habra sido asumida por el cristianismo. Las hiptesis siguen siendo dispares. Para unos tal asumpcin la realizara el cristianismo helenista para expresar la filiacin divina de Jess (Usener, J. Weiss, R. Bultmann, etc.). Pero dado el carcter judeo cristiano de las narraciones evanglicas y la ausencia en ellas de conexin directa entre filiacin divina y concep-cin virginal, la crtica no ha aceptado tales hiptesis. De ah que otros autores propusieran el judeo cristianismo aduciendo que la idea de la concepcin virginal ya habra sido aceptada por el judaismo palesti-nense precristiano al que habra llegado desde Egipto por medio de soldados, siendo aplicada al rey judo escatolgico en medios populares (H. Gressmann, E. Norden). Pero que el judaismo palestinense asu-miese un mito egipcio es impensable. De ah que Dibelius propusiera el judaismo helenista intentando salir del impasse al que haba llegado la crtica.

    Dibelius reconoce que en Le 1,26-38 no hay reminiscencias paga-nas la concepcin virginal se presenta como milagro del poder crea-dor de Dios y no como una forma de teogamia, y que las categoras de este pasaje evanglico son veterotestamentarias: en el helenismo no existe leyenda semejante. En el helenismo slo se encuentra el teolo-gmeno egipcio de generacin pneumtica y el motivo mistrico de concepcin virginal. Estos datos habran sido asimilados por el judaismo helenista como lo manifiesta el trmino parthnos en los LXX, la in-terpretacin que de l hacen Mateo y Justino, las afirmaciones pauli-

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    as sobre la generacin de Isaac (Gal 4,23) y las explicaciones de Filn sobre la fecundacin de Sara, La, Rebeca y Sfora atribuida exclusivamente a Dios quien, segn el mismo Filn, slo se une con una virgen (Sara habra recobrado la virginidad por medio de la vejez). As, la fusin de ambos elementos generacin pneumtica y con-cepcin virginal se habra aplicado primero a Isaac y luego a Cristo como teologmeno de su mesianismo. Ms tarde, al confrontar estos datos con la realidad histrica, el teologmeno habra sufrido un proceso de mitologizacin en el que se sita el nacimiento de Jess en contexto matrimonial como en los modelos grecorromanos.

    Con pequeas variantes siguieron a Dibelius, G. Erdmann, E. Hirsch y otros. Pero esta hiptesis tampoco se mantiene. Entre otras razones porque, como sealara H. Braun, no demuestra que en el judaismo helenista se encuentre el motivo de la concepcin virginal. En efecto, Gal 4,23 kata pneuma no puede interpretarse como generacin divina con exclusin de varn; y Filn no da muestras de conocer generaciones teogmicas: habla alegricamente de las virtu-des para traducir su especulacin filosfica en lenguaje metafrico si-guiendo la exgesis rabnica del nacimiento de Isaac; en ningn caso se refiere a la generacin pneumtica en una mujer de carne y hueso. Las expresiones filonianas sobre la virginidad son asimismo metfo-ras para indicar las disposiciones del alma que pretende recibir a Dios, la semilla de las virtudes o la sabidura. Las categoras de Filn ni dependen de ningn teologmeno ni se pueden traducir en trmi-nos fsico-biolgicos. Por otra parte la polmica entre Justino y Filn, o entre Orgenes y Celso, deja entrever que el judaismo, ni palesti-nense ni helenista, jams conoci motivos semejantes.

    Por lo expuesto, en la dcada de los sesenta otros autores del campo de la Reforma, como F. Hahn, Ph. Vielhauer, G. Friedrich, han intentado corregir la hiptesis de Dibelius en base a las viejas teoras de ver en la concepcin virginal algo ms que un signo milagroso sobre la eleccin del Mesas; quieren ver ah una afirmacin de la filiacin divina en sentido fsico. Pero en realidad caen en una contra-dicin, pues precisamente el fundamento en que Dibelius basa su hi-ptesis sobre un origen judeo cristiano helenista de la concepcin virginal es precisamente la purificacin que ha sufrido tal motivo de todo rastro teogmico. Esto, segn Dibelius, slo habra podido darse a travs del judeo helenismo. Por tanto, la opinin estandarizada de que la concepcin virginal habra nacido en el judaismo helenista como cristologmeno de la filiacin divina de Jess es acrtica y acientfica (p. 417). La sugerencia de O. Michel-O. Betz de que ya en Qumrn se encontrara el teologmeno de la concepcin pneum-tico-virginal no se confirma: ah se manifiesta la filiacin teocrtica

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    del Mesas sin hablar de concepcin virginal. No apoya, por tanto, la hiptesis de Dibelius.

    Tras todos estos anlisis, he aqu la conclusin de Freitas Fe-rreira: Ninguna hiptesis existente sobre el origen teologumenol-gico de la concepcin virginal resiste la crtica objetiva... La intensa y minuciosa bsqueda de la historia de las religiones y de la historia de las tradiciones cristolgicas todava no ha conseguido justificar satisfactoriamente el postulado de la crtica histrico literaria sobre la no historicidad del motivo de la concepcin virginal (pp. 448-449).

    3. Balance y conclusin

    Tras el estudio analtico, el autor del libro hace un Balance General de la historia de la investigacin protestante liberal en el que pone de relieve las discusiones entre los autores y la estandarizacin infundada a partir de los aos treinta de un origen judeo cristiano helenista de la concepcin virginal de Jess. Entre los planteamientos ms cr-ticos, como el de H. Risnen, se recurre al silencio del tema en el resto del N.T., para decir que no puede constituir un artculo de fe obliga-torio. La crtica literaria cuando acta independientemente del proble-ma histrico se muestra incompatible con las hiptesis de Dibelius, Erd-mann o Bultmann; la crtica histrica, sin embargo, sigue utilizando aquellas mismas hiptesis, a veces de forma amalgamada y contradicto-ria, para mantener sus argumentos, forma de proceder que ha llegado incluso a autores catlicos. Las voces de protesta contra tal forma de proceder se levantaron incluso en el mbito protestante. As K. Schmid reconoca en 1935 que la concepcin virginal de Jess es algo total-mente nuevo e inesperado, sin paralelismo alguno en el judaismo o en el paganismo. Y, aunque no se decide por la historicidad, ve que, sub conditione facti, se explican los datos del N.T., e incluso la escasa inci-dencia del tema en la situacin primera de la Iglesia.

    En realidad, seala el A., las races histricas de la crtica a la historicidad de la concepcin virginal, estn en los argumentos filos-ficos de Kant recogidos por Schleiermacher y Strauss; y, junto a ellos, una hermenutica racionalista que parte de la negacin del milagro o del escepticismo. La concepcin virginal se llega a entender como expresin mtica de la filiacin divina; sentencia que siguen muchos autores a pesar de que la crtica literaria e histrica han demostrado la falta de consistencia de tal teologmeno. Pero la repugnancia racionalista frente al milagro sigue obrando de forma prctica (W. Trillhaas).

    Freitas Ferreira acaba su obra con una pregunta que va ms all de los anlisis efectuados a lo largo del libro: Historicidad de la con-cepcin virginal? Tras recoger en una clara sntesis los resultados v-

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    lidos de la crtica literaria e histrica (pp. 488-491), concluir que lo que falta para pasar de la verosimilitud a la certeza histrica es docu-mentar histricamente el hiato entre la fe de las referidas comunida-des (judeo cristianas) y los hechos histricos (p. 492). Objetivo que el A. considera inalcanzable con los datos histricos de que disponemos. Pero concluye que aun sin noticias decisivas sobre la existencia de una tradicin de la familia de Jess respecto a la concepcin virginal, la inexistencia de alternativas, la inexistencia de obstculos, su mxima verosimilitud, y el buen sentido histrico lleva a admitirla (salvadas las reservas de orden epistemolgico) como nica base histrica plau-sible de la fe judeo cristiana en la concepcin virginal de Jess (p. 493).

    Consideramos la obra de Freitas Ferreira como una aportacin valio-ssima, en cuanto sntesis crtica, que tiene su puesto en el mbito apo-logtico, pues efectivamente muestra con rigor cientfico que incluso en el plano estrictamente histrico no existen objeciones dignas de crdito contra la fe milenaria de la Iglesia. Por el contrario son muchas las razo-nes para mantenerla intacta en su limpidez histrica, sin refuncionaliza-ciones acrticas de tipo teologumenolgico (493). Pero pensamos que en la Conclusin no da respuesta completa a la pregunta que se plantea sobre la historicidad de la concepcin virginal, pues an documentada esa tradicin de la familia de Jess todava quedara en juego la pre-gunta radical sobre la credibilidad y formacin originaria de dicha tra-dicin por parte de los familiares de Jess. Hay que sealar, por otra parte, que algunos crticos catlicos de primera lnea ven reflejada esa tradicin en las alusiones de Le 1,66; 2,19.51 (A. Feuillet); argumen-tos que Freitas Ferreira no parece tener en cuenta.

    Pero se acepte o no la documentacin crtica sobre el origen de la tradicin en los medios familiares de Jess, la respuesta a la pregunta inicial no podra ser otra, segn plantea su Conclusin Freitas Ferreira, que la de la verosimilitud: no hay obstculos insalvables desde el estudio crtico literario, tiene mucha mayor riqueza teolgica el conside-rar la concepcin virginal como un acontecimiento histrico. Se queda por tanto, como hemos dicho, en el aspecto apologtico y ah est el valor del libro. Sin embargo, no seala cules son las muchas razones para mantener intacta en su limpidez histrica la fe milenaria de la Iglesia sin refuncionalizaciones teolgicas. Quiz la exposicin de estas razones requerira un nuevo libro, pero una vez planteada la pre-gunta en los trminos en que al Autor lo hace, parece obligado no slo orientar a una respuesta afirmativa sino indicar al menos los funda-mentos o las razones en que tal respuesta se apoya: los mismos relatos evanglicos y la fe perenne de la Iglesia.

    En efecto, las narraciones evanglicas, aunque construidas con pro-cedimientos midrsicos, afirman ciertamente la concepcin virginal de

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    Jess no como un teologmeno sino como un acontecimiento real e histrico. Llegar al ambiente originario de la tradicin o salir al paso de falsos argumentos de tipo literario sobre un origen mtico es sin duda muy importante, pero nunca suficiente para producir certeza his-trica acerca de la realidad de un acontecimiento milagroso como la concepcin virginal. Tal acontecimiento por su mismo carcter sobre-natural escapa a la constatacin emprica y de ah que la certeza sobre su historicidad se apoye en la confianza depositada en la veracidad de su comprensin y transmisin a travs de los evangelistas quienes, como afirma la Const. Dei Verbum, n. 11 nos transmitieron datos autn-ticos y genuinos acerca de Jess.

    Otra razn fundamental en orden a la certeza histrica sobre la con-cepcin virginal radica en la misma fe milenaria de la Iglesia que ha afirmado dicha historicidad desde los primeros tiempos del cristianismo hasta nuestros das. Ahora bien puede existir, y de hecho existe, el intento de recurrir a una reinterpretacin desmitologizadora de este dato de la Tradicin. Pero tal intento es ilegtimo desde el mbito de la fe, no tanto porque estudios histrico crticos vengan a afirmar la verosimilitud del hecho, sino fundamentalmente porque la Iglesia, fiel a la tradicin recibida, sigue reafirmando su fe en la concepcin virginal de Jess como un hecho real e histrico. Son significativas a este res-pecto las expresiones del n. 63 de la Lumen Gentium viri nescia, Spiritu Sancto obumbrata y la enseanza de Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios: Creemos que Mara es la Madre, siempre Virgen, del Verbo Encarnado. Recientemente, no podemos dejar de sealarlo, S.S. Juan Pablo II prodigaba en Zaragoza su enseanza sobre la virgi-nidad perpetua de Mara y reafirmaba el sentido realstico de esta verdad de fe, tal como haba sido recordado en 1978 por la Comisin Episcopal para la Doctrina de la fe en Espaa. Verdad de fe que en palabras del Papa en la citada ocasin se ha de mantener siempre en toda su amplitud.

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