chac mool - revista de la universidad de méxico · 2014-02-22 · da" en el oscuro anonimato...

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UNIVERSIDAD DE MEXICO -" " 7 CHAC MOOL Por Carlos FUENTES H ACE poco tiempo, Filiberto mu- rió ahogado en Acapu!co. Fué en Semana Santa. Atiúque des- pedido de su empleo en la Se- cretaría, Filiberto no pudo resistir la ten- tación burocrática de ir, como todos los a.ños,. a la pensión alemana, comer una choltcroutc, por el sudor de la ro.cina tropical. y sentirse "gente conoci- da" en el oscuro anonimato vespertino de la playa de Hornos. Claro. sabíamos que en Slt juventud había nadado bien, peTO ahora, a los cuarenta, y tan desmejorado como se le veía, i intentar salvar, y a me- dianoche, un trecho tan largo! Frau Miil- lel- no permitió que se le velara -cliente tan ántiguo- en la pensión; por el con- trario, esa noche organizó un baile en la terracita sofocada, mientras Filiberto es- ¡ieraba, muy pálido en su caja, a que saliera el camión matutino de la terminal, y pasó acompañado de huacales y fardos la primera noche de su llueva vida. Cuan- do llegué, temprano, a vigilar el embar- que del féretro, Filiberto estaba escondi- clo bajo un túmulo de cocos; el chofer dijo que 10 acomodáramos rápidamente en el toldo y cubriéramos de lonas, para que no se espantaran los pasaj eros, y a \'er si no le habíamos echado la sal al viaJe. Salimos de Acapulco, todavía en la bri- sa. Hasta Tierra Colorada nacieron el ca- lor y la luz. Con el desayuno de huevos y chorizo, abrí el cartapacio de Filiberto, recogido el día anterior, junto con sus otras pertenencias, en la pensión de los Müller. Doscientos pesos. Un periódico derogado de México; cachos de la lotería; el pasaje de ida -¿ sólo de ida?- Y el cuaderno barato. de hoias cuadriculadas y tapas eh: papel mármol. Me aventuré a leerlo, a pesar de las curvas, el hedor él vómito, y cierto senti- miento natural de respeto a la vida pri- vada de mi difunto amigo. Recordaría -sí, empezaba con eso- nuestra cotidia- na labor en la oficina; quizá, sabría por qué fué declinando. oh'idando sus deberes, por qué dictaba oficios sin sentido ni nú- mero, ni "Sufragio Efectivo". Por qué, en fin, fué corrido, olvidada la pensión, sin respeto a los escalafones. * * * "Hoy fuí a arreglar 10 de mi penSIOIl. El licenciado. amabilísimo. Salí tan con, tento que decidí gastar cinco pesos en un Café. Es el mismo al que íbamos de jóve- nes y al que ahora nunca concurro, por- que me recuerda que a los veinte años podía darme más lujos que a los cuaren- ta. Entonces todos estábamos en un mis- mo plano, hubiéramos rechazado con ener- gía cualquier opinión peyorativa ha.cia los compañeros -de hecho librábamos la ba- talla por aquellos a quienes en la casa elis- cutían la baja extracción o falta de ele- gancia. Yo sabía que muchos (acaso los más humildes) llegarían muy alto, y aquí, en la Escuela, se iban a forjar ías amis- tades duraderas en cuya compañía crusa- ríamos el mar bravío. No, no fué así. No hubo reglas. Muchos de los humildes que- daron allí, muchos llegaron más arriba de lo que pudimos pronosticar en aquellas fogosas, amables tertulias. Otros, que parecíamos pr0111eterlo todo, quedamos a la mitad del camino, destripados en un exa.men extracurricular, aislados por una zanja invisible de los que triunfaron y de los que nacla alcanzaron. En fin; hoy volví a sentarme en las sillas, moclerniza- das -también, como barricada de una in- vasión, la fuente de soclas- y pretendí leer expedientes. a muchos, cambia- dos, amnésicos, retocados de luz neón, prósperos - con el Café que casi no rc- conocía, con la ciudad misma, habían iclo cincelándose a ritmo distinto del mío. No, va no me reconocian, o no me querían ;·('conocer. A lo sumo -uno o dos- una mano gorda y rápida en el hombro. "Adiós viejo, qué tal". Eutre ellos y yo, mediaban Jos dieciocho agujeros del Country Club. Me disfracé en los expedientes. Desfila- ron los .años de grandes ilusiones, de

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

-" "

7

CHAC

MOOLPor Carlos FUENTES

HACE poco tiempo, Filiberto mu­

rió ahogado en Acapu!co. Fuéen Semana Santa. Atiúque des­pedido de su empleo en la Se­

cretaría, Filiberto no pudo resistir la ten­tación burocrática de ir, como todos losa.ños,. a la pensión alemana, comer unacholtcroutc, endu~zada por el sudor de laro.cina tropical. y sentirse "gente conoci­da" en el oscuro anonimato vespertino dela playa de Hornos. Claro. sabíamos queen Slt juventud había nadado bien, peTOahora, a los cuarenta, y tan desmejoradocomo se le veía, i intentar salvar, y a me­dianoche, un trecho tan largo! Frau Miil­lel- no permitió que se le velara -clientetan ántiguo- en la pensión; por el con­trario, esa noche organizó un baile en laterracita sofocada, mientras Filiberto es­¡ieraba, muy pálido en su caja, a quesaliera el camión matutino de la terminal,y pasó acompañado de huacales y fardosla primera noche de su llueva vida. Cuan­do llegué, temprano, a vigilar el embar­que del féretro, Filiberto estaba escondi­clo bajo un túmulo de cocos; el chofer

dijo que 10 acomodáramos rápidamenteen el toldo y cubriéramos de lonas, paraque no se espantaran los pasaj eros, y a\'er si no le habíamos echado la sal alviaJe.

Salimos de Acapulco, todavía en la bri­sa. Hasta Tierra Colorada nacieron el ca­lor y la luz. Con el desayuno de huevosy chorizo, abrí el cartapacio de Filiberto,recogido el día anterior, junto con susotras pertenencias, en la pensión de losMüller. Doscientos pesos. Un periódicoderogado de México; cachos de la lotería;el pasaje de ida -¿ sólo de ida?- Y elcuaderno barato. de hoias cuadriculadasy tapas eh: papel mármol.

Me aventuré a leerlo, a pesar de lascurvas, el hedor él vómito, y cierto senti­miento natural de respeto a la vida pri­vada de mi di funto amigo. Recordaría-sí, empezaba con eso- nuestra cotidia­na labor en la oficina; quizá, sabría porqué fué declinando. oh'idando sus deberes,por qué dictaba oficios sin sentido ni nú­mero, ni "Sufragio Efectivo". Por qué,en fin, fué corrido, olvidada la pensión,sin respeto a los escalafones.

* * *"Hoy fuí a arreglar 10 de mi penSIOIl.

El licenciado. amabilísimo. Salí tan con,tento que decidí gastar cinco pesos en unCafé. Es el mismo al que íbamos de jóve­nes y al que ahora nunca concurro, por­que me recuerda que a los veinte años

podía darme más lujos que a los cuaren­ta. Entonces todos estábamos en un mis­mo plano, hubiéramos rechazado con ener­gía cualquier opinión peyorativa ha.cia loscompañeros -de hecho librábamos la ba­talla por aquellos a quienes en la casa elis­cutían la baja extracción o falta de ele­gancia. Yo sabía que muchos (acaso losmás humildes) llegarían muy alto, y aquí,en la Escuela, se iban a forjar ías amis­tades duraderas en cuya compañía crusa­ríamos el mar bravío. No, no fué así. Nohubo reglas. Muchos de los humildes que­daron allí, muchos llegaron más arriba delo que pudimos pronosticar en aquellasfogosas, amables tertulias. Otros, queparecíamos pr0111eterlo todo, quedamos ala mitad del camino, destripados en unexa.men extracurricular, aislados por unazanja invisible de los que triunfaron yde los que nacla alcanzaron. En fin; hoyvolví a sentarme en las sillas, moclerniza­das -también, como barricada de una in­vasión, la fuente de soclas- y pretendíleer expedientes. Ví a muchos, cambia­dos, amnésicos, retocados de luz neón,prósperos - con el Café que casi no rc­conocía, con la ciudad misma, habían iclocincelándose a ritmo distinto del mío. No,va no me reconocian, o no me querían;·('conocer. A lo sumo -uno o dos- unamano gorda y rápida en el hombro. "Adiósviejo, qué tal". Eutre ellos y yo, mediabanJos dieciocho agujeros del Country Club.Me disfracé en los expedientes. Desfila­ron los .años de la~ grandes ilusiones, de

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los pronósticos felices, y, también, todaslas omisiones que impidieron su realiza­ción. Sentí la angustia de no poder meterlos dedos en el pasado y pegar los trowsde a!gún rompecabezas abandonado; peroel arcón de los juguetes se va olvidando,V al cabo, i quién sabrá a dónde fueron adar los soldados" de plónio, los cascos, lasespadas de madera! Los disfraces tanqueridos, 'no fueron más que eso. Y, sinembargo, había habido constancia, disci­plina, apego al deber. ¿ N o era suficiente,o sobraba? No dejaba, en ocasiones, deasaltarme el recuerdo de Rilke. La eranrecompensa de la aventura de juventuddebe ser la muerte; jóvenes, debemos par­tir cen todos nuestros secretos. Hoy, notendría que tornar la vista a las ciuda,ksde sal. Cuenta. ¿ Cinco pesos? Dos depropína.

* * *"Pepe, aparte de su pasión por el dere­

cho mercantil, gusta de teorizar. Me viósalir de Catedral, y juntos nos encamína­mas a Palacio. El es descreído, pero nole basta: en media cuadra tuvo que fabrí­car una tt:oría: que si no fuera mexicano,no ac10raría a Cristo, y "No, mira, pareceevidente. Llegan los españoles y te pro­ponen adores a un Dios muerto, hechoün coágulo, con el costado herido, clavadoen una cruz. Sacrificado. Ofrendado.¿ Qué cosa más natural que aceptar unsentimiento tan cercano a todo tu ceremo­nial, a toda tu vida?"

-Cuidado ...

"CLANGCLANG rututut

"Sí ... figúrate, en cambio, que Méxicohubiera sido conquistado por budistas omahometanos. N o es concebib!e que nues­tros indios veneraran a un individuo quemurió de indigestión. Pero un Dios al queno le basta que se sacrifiquen por él, sinoque incluso va a que le arranquen el co­razón, ¡caramba! jaque mate a Huitzilo­pochtli. El cristianismo, en su sentido cá­lido, sangriento, de sacrificio y protocolo,se vuelve una prolongación natural y no­vedosa de la religión indígena. Los aspt:c­tos de caridad, amor y la otra mejilla, encambio, son rechazados. Y todo en Méxi­co es eso: hay que matar a los hombrespara poder creer en ellos".

"Pepe sabía ele mi afición, elesde joven,por ciertas formas del arte indigena me­xicano. Yo colecciono estatuillas, íelolos,cacharros. Mis fines de semana los pasoen Tlaxcala, o en Teotihuacán. Acaso poresto le guste a Pepe relacionar todas lasteorías que elabora para mi consumo conestos temas. Por cierto que busco unaréplica razonab'e del Chal' Mool elesdehace tiempo, y hoy Pepe me informa eleun lugar en la Lagunilla dO;lde vendenuno de piedra, y parece que barato. Voya ir el domingo.

"Un chistoso pintó de rojo el agua delgarrafón en la oficina, con la consiguienteperturbación de las labores. He debidoconsignarlo al Director, a quien sólo ledió mucha risa. El culpable se ha validode esta circunstancia pal"a hacer sarcas·mas a mis costillas el día entero, todos eritorno al agua. j Ch ! ..."

* * *"Hoy, domingo, aproveché para ir a

la Lagunilla. Encontré al Chac Mool en la

tienducha que me señaló Pepe. Es unapieza preciosa, de tamaño natural, y aun­que el marchante asegura su originalidad,10 dudo. La piedra es corriente, pero dIono anlinora la elegancia de la postura olo macizo del bloque. El desleal vendedor~e r.a embarrado salsa ele tomate en labarriga para CO:lvencer a los turistas dela autenticidad sangrienta ele 'a escultura.

"El traslado a la casa me costó más quela adquisición. Pero ya está aquí, por elmomento en el sótano mientras .eorganizomi cuarto de trofeos a fin de darle cabida.Estas figuras necesitan sol, sol vertical'l fOJoso; ese fué su e~emento y conelición.¡'icrele mucho en la oscuridad del ~iót:mo,

como simple bulto agónico, y su muerap:lrece reprccharm~ que le niegué: la luz.El comerciante tenía '-111 foco cxactamen­te vertical a la estatua, que recortaba to­das las arisats,y le daba una expresió;]más amable a mi Chac Mool. Habrá queseguir su ejemplo".

* :;: *"Amanecí con la "luceria descompuesta.

Incauto, dejé correr el agua de la cocina," se desbordó, corrió per el piso y llegóhasta el sótano, sin que me percatara. ElChac Mool resiste la humedad, pero mism~letas sufrieron, y todo esto en' elía delabores, me ha obligado a llegar tarde ala oficim".

* * *"Vinieron, por fin, a arreglar la tu­

bería. Las maletas, torcidas. Y el Chal'Moa', 'Con lama en la base".

* * *"Desperté a la una: había escuchado

un quejido terrible. Pensé en ladrar es.Pura imaginación".

* * *"Los lamentos nocturnos han seguido.

N o sé a qué atribuirlo, pero estoy nervio­so. Para colmo de males, la tubería volvióa descomponerse, y las lluvias se han co­lado, inundando el sótano".

* * *"El plomero no viene, estoy desespera­

do. Del Departamento del Distrito, másvale no hablar. Es la primera vez que elagua ele las lluvias no obedece a las cola~

deras y viene a dar 3 mi sótano. Los que­j idos han cesado: vaya una cosa por otra".

"Secaron el sótano, y el Chac Mool estácubierto de lama. Le da un aspecto gro­tesco, porque toda la masa de la escultu­ra parece padecer de una erisipela verde,salvo los ojos, que han permanecido depiedra. Voy a aprovechar el domingo pararaspar el musgo. Pepe me 'ha recomenda­do cambiarme a un apartamiento, y en elúltimo piso, para evitar estas tragediasacuáticas. Pero no puedo dejar este case­rón, ciertamente muy granele para mí solo,~m closets, un poco lúgubre en su arqui­tectura porfiriana, pero que es la únicaherencia y recuerdo de mis padres. N o

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sé que me daría ver una fuente de sodascon sinfonola instalada en el sótano y unacal>a de decoración en la planta baja".

* ,. *"Fuí a raspar la lam3 del Chac Mool

con una espátula. El musgo parecía' serya parte de la piedra; fué Iübor de másde una hora, y sólo a las seis de la tardepude terminar. N o era posible distinguirbiea en la penumbra, y al dar fin al tra­baj o, CO:l la mano seguí !os CO:ltornos elela piedra. Cada vez que los repasaba, elbloque parecía reblalidecerse. N o quisecreerlo: era ya casi una pasta. Este merca­der de la Lagunilla me ha timado. Su es'cultura precolombina es puro yeso, y lahumedad acabará por arruinarla. Le hepuesto encima unos trapos, y mañana lapasaré a la pieza de arriba, antes de quesufra un deterioro total".

"Los trapos están en el suelo. Increíhle.Volví a palpar a Chac Mool. Se ha en­durecido, pero no vuelve a la pieelra. N oquiero escnbirlo: hay en el torso algo elela textura de la carne, lo aprieto comogoma, sIento que algo corre por esa figu­ra recostada ... Volví a bajar en la noche.N o cabe duda: el Chac Maol tiene velloen los brazos".

"' * *"Esto nunca me había_suceelido. TergI­

versé los asuntos en la oficina; giré unaordeli de pago que no estaba autorizada,y el Director tuvo que llamarme la aten­ción. Quizá hasta me mostré elescortésconlos compañeros. Tendré que ver a un mé­dico, saber si es imaginación, o delirio, oqué, y deshacerme de ese maldito ChacMool".

*, * *

Hasta aquí, la escritura de Filibertoera la vieja, la que tantas veces vi en me­morándumsy formas, ancha y ovalada.La entrada del 25 ele agosto, parecía escri­ta por otra persona. A veces como niño,separando trabajosamente cada letra;otras, nerviosa hasta diluirse en lo ininte­ligible. Hay tres días vacíos, y el relatocontinúa:

"Todo es tan natural; y luego se creeen lo real ... pero esto 16 es, más que Jocreído por mí. Si es real un garrafón, ymás, porque nos damos mejor cuenta desu existencia, o estar, si pínta un bromistade rojo el agua. Real bocanada de cigarroefímera, real imagen monstruosa en unespejo de circo, reales, ¿no lo son todoslos, muertos" presentes y, olvidados? ...'Si un hombre atravesara el Paraíso enun sUf'ño, y le dieran una flor como prue­ba de que había estado allí" y si al desper­tar encontrara esa flor en su mano ...¿ entonces, qué?' .. . Realidad: cierto dí"la qu~braron en mil, pedazos, la cabezafU,é 'a dar allá, la cola aquí, y nosotros noconocemos más que 1mo de los -crozas des­prendidos de su gran cuerpo. Océano li­bre y ficticio, s610 'real cuando se"le apri­siona en un caracol, Hasta ,hace lr~s <;lías,mi realidad lo era al 'grado dé haberse

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borrado hoy: era movimiento reflejo, ruti­na, memoria, cartapacio. Y Juego, comola tierra que un día tiembla para que re­cordemos su poder, o la muerte que l1e­rrará recriminando mi olvido de toda lab , b'vida, se presenta otra realidad que sa la-mas estaba allí, mostrenca, y que debesacudirnos para hacerse viva y presente.Creía, nuevamente, que era imaginación:el Chac Moa!, blando y elegante, habíacambiado de' color en una noche: :1.m3­ril1o, casi dorado, parecí3 indicanm queera un Dios, por ahora laxo, con las roeli­l1as menos tensas que antes, COI1 la sonrisamás benévola. Y ayer, por fin, UI1 des­pertar sob¡'esaltado, con esa seguridad es­pantosa de que en la oscuridad laten máspulsos que el propio. Sí, se escuchab:mpasos en la escalera. Pesadil1a. Vuelta adormir ... No sé cuanto tiempo pretendídormir. Cuando volví a abrir los ojos,aún no amanecía. El cuarto olía a horror,a incienso y sangre. Con la mirada negra,recorrí la recámara, hasta detenerme endos ori ficios de luz parpac1eante, en dosflámulas crueles y amarillas. Casi sinaliento encendí la luz."

"A1li estaba Chac Mool, erguido, son­riente, ocre, con su barriga encarnada. Meparalizaban los dos oj il1os, casi bizcos,muy pegados a la nariz triangular. Losdientes inferiores, mordiendo el labio su­perior, inmóviles; sólo el bril10 del cas­quetón cuadrado sobre la cabeza anormal­mente voluminosa, delataba vida. ChacMool avanzó hacia la cama; entonces em­pezó a llover."

* * *

Recuerdo que a fines de agosto, Fili­berta fué despedido de la Secretaría, conuna recriminación pública dd Director, yrumores de locura y aun robo. Esto no locreí. Sí, vi unos oficios descabellados, pre­guntando al Oficíal Mayor si el agua po­día olerse, ofreciendo sus servicios al Se­cretario de Recursos Hidráulicos para ha­cer llover en Altata. No supe qué expli­cación darme; pensé que las lluvias ex­cepcionalmente fuertes, de ese verano, 10habían crispado. O que alguna depresiónmoral debía producir la vida en aquel ca­serón antiguo, con la mitad de los cuartosbajo llave y empolvados, sin criados Ilivida de familia. Los apuntes siguientesson de fines de septiembre:

"Chac Mool puede ser simpático cuandoquiere, ' ... un glu-glu de agua embelesa­da .. .' Sabe historias fantásticas sobre Josmonzones, las lluvias ecuatoriales, el cas­tigo de los desiertos; cada ianta arrancade su paternidad mítica: el sauce, su hijadescarriada; Jos lotos, sus mimados; susuegra, el cacto. Lo que no puedo tolerares el olor, extrahumano, que emana eleesa carne que no lo es, de las chanclasflamantes de ancianidad. Con risa estri­dente, el Chac Móol revela cómo fué des­cubierto por Le Plongeon, y puesto física­mente en contacto con hombres de otrossímbolos. Su espíritu ha vivido en el cán­taro y la tempestad, natural; otra cosa essu piedra, y haberla arrancado al escon-

o dite es artificial y cruel. Creo que nuncalo perdonará el Chac Mool; él sabe de lainminencia del hecho estético.

"He debido proporcimarle sapolio paraqtIese lave el estómago que el mercader

le untó de ketchup al creerlo azteca. Nopareció gustarle mi pregunta sobre su pa­rentesco con Tláloc, y, cuando se enoja,sus dientes, de por sí repulsivos, se afilany brillan. Los primeros días, bajó a dor­mir al sótano; desde ayer, en mi cama."

* * *

"Ha empezado la temporada seca. Ayer,desde la sala en que duermo ahora, em­pecé a oír los mismos lamentos roncos delprincipio, seguidos de ruidos terribles.Subí y cntn'abrí la puerta de la recámara;el Olac Mool estaba rompiendo las lám­paras, los muebles; saltó hacia la puertacon las manos arañadas, y apenas pudecerrar e irme a esconder al baño ... Lue­go bajó jadeante y pidió agua; todo el díatiene corriendo las llaves, IlQ queda uncentímetro seco en la casa. Tengo que dor­mir muy abrigado, y le he pedido no em­papar más la sala." *

* * *"El Chac Mool inundó hoy la sala.

Exasperado, dije que lo iba a devolver ala Lagunilla. Tan terrible como su risilla--horrorosamente distinta a cualquier risaeJe hombre o animal- fué la bofetada queme dió, con ese brazo cargado de braza­letes pesados. Debo reconocerlo: soy MI

prisionero. Mi idea original era distinta:yo dominaría al Chac Mool, como se do­mina a un juguete; era, acaso, una pro­longación eh: mi seguridad infantil, perola niñez -¿ quién lo dijo?- es frutocomido por los años, y yo no me he dadocuenta ... Ha tomado mi ropa, y se ponelas batas cuando empieza a brotarle mus­go verde. El Chac Mool está acostumbra­do a que se le obedezca, por siempre; yo,que nunca he debido mandar, sólo puedodoblegarme. Mientras no llueva -¿ y supoder mágico?- vivirá colérico e irrita­ble."

* * *

"Hoy descubrí que en las noches elChac Mool sale de casa. Siempre, al os­curecer, canta una canción chirriona yanciana, más vieja que el canto mismo.Luego cesa. Toqué varias veces a su puer­ta v cuando no me contestó, me atreví ae~t;ar. La recámara, que no había vueltoa ver desde el día en que intentó atacar­me la estatua, está en ruinas, y allí seconcentra ese olor a incienso y sangre queha perineado la casa. Pero detrás de ]apuerta, hay huesos: huesos de perros, deratones y gatos. Esto es lo que roba enla noche el Chal' Mool para sustentarse.Esto explica los ladridos espantosos detodas las madrugadas."

* * *"

"Febrero, seco. Chac Mool vigila cadapaso mío; ha hecho que llame a una fon­da para que me traigan diariamente ~n:oz

con pollo. Pero lo sustraído de la oflcmaya se va a acabar. Sucedió lo inevitable:desde el día primero, cortaron el agua yla luz por falta de pago. Pero Chac h,1clescubierto una fuente pública a dos cua­dras de aquí, y él me obst;rva desde .laazotea mientras, todos los dlas, hago diez

--*-Filiberto no explica en qué lengua se en­tendía con el Chac Moa!.

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o doce viajes por agua. Dice que si inten­to huir me fulminará; también es Diosdel Rayo. Lo que él no sabe es que estoyal tanto de sus correrías nocturnas ...Como no hay luz, debo acostarme a lasocho. Ya debería estar acostumbrado alChac Mool, pero hace poco, en la oscuri­dad, me topé con él en la escalera, S"11tísus brazos helados, las escamas de supiel renovada, y quise gritar."

* * *"Si no llueve pronto, el Chac M001 va

a convertírse en piedra otra vez. He no­tado su dificultad reciente para moverse;a veces se reclina durante horas, paraliza­do, y parece ser, de nuevo, un ídolo. Peroestos reposos sólo le dan nuevas fuerzaspara vejarme, arañarme como si ]1udic-raarrancar algún líquido de mí carnc. Yano tienen lugar aquellos intermedios ama­bles en que relataba sus viejos cuentos;creo Ilotar un resentimiento concentrado.Ha habido otros indicios que me h;¡npuesto a pensar: se está acabando mi bo­dega; acaricía la seda de las batas; quie­re que traiga una criada a la casa; me h;¡hecho en señalarle a usar jabón y lociones.Creo que el Chac Mool está cayendo ententaciones humanas, incluso ilay algoviejo en su cara que antes parecía eter­na. Aquí puede estar mi salvación : si tIChac Mool se humaníza, posiblemente to­dos sus siglos de vída se acumulen en uninstante y caiga fulminado. Pero también,aquí. puede germinar mi muerte: el Chacno querrá que asista a su derrumbe, esposible que desee matarme."

* * *

"Hoy aprovecharé la excursión noctur­na de Chac para huir. Me iré a Acapulco;veremos qué puede hacerse para adquirirItrabajo, y esperar la muerte. de ChacMool: sí, se avecina; está canoso, abota­gado. Necesito asolearme, nadar, recupe­rar fuerza. Me quedan 400 pesos. Iré ala Pensión Müller, que es barata y cómo­da. Que se adueñe de todo el Chac Mool:a ver cuánto dura sin mis baldes de agua."

* * *Aquí termina el diario de Filiberto. No

quise volver a pensar en su relato; dormíhasta Cuernavaca. De ahí a México, pre­tcndí dar coherencia al escrito, relacionar­lo con exceso de trabajo, con algún moti­vo psicológico. Cuando a las nueve ele lanoche ]legamos a la terminal, aún no po­día concebir la locura ele mi amigo. Con­traté una camioneta para llevar el féretroa casa de liiliberto, y desde allí ordenarsu entierro.

Antes de que lJudi("ra introducir la lla­ve en la cerradura, la puerta se abrió.Apareció un inelio amarillo, en bata decasa, con bu fanda. Su aspecto no podíaser más repulsivo; emanaba un olor aloción barata; su cara, polveaela, queríacubrir las arrugas; tenia la boca embarra­ela ele lápiz labial Illal apl icado, y el pelodaba la impresión de estar teñido.

-Perdone ... no sabía que Filibertohubiera ...

-No importa; lo sé todo. Dígale a loshombres que lleven el cadáver al sótano.