carta de antonio maceo a eusebio hernández
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Carta de Maceo a Eusebio Hernández en la que hace referencia a la actividad pedagógica y política de José de la Luz y CaballeroTRANSCRIPT
A Eusebio Hernández
New York, Julio 30 de 1885
Sr. Dr. Eusebio Hernández
Kingston
Mi muy querido amigo:
Hace tiempo que no tengo el placer de leer sus bien sentidas consejeras cartas,
que tanto gusto me dan cuando sus ideas robustecen mi espíritu, debilitado
algunas veces por nuestras calamidades humanas, por el poco amor que los
hombres tienen a nuestros ideales y a los altos fines del humano porvenir; sólo
me queda, después de tanta vaguedad e incertidumbre, que por esos seres se
me ocurren, el cumplimiento de deberes superiores a toda personalidad; mi ideal
es el bien, asociado al porvenir de nuestra Patria. Y sin embargo, no por eso dejo
de ver con horroroso asombo, lo que hoy se escribe de nuestros hombres, esas
glorias de Cuba, que, al decir de ellos, ven a Washington con el negro lunar que
empequeñece su historia.
La esclavitud del hombre por el hombre, fue sostenida por él -Don Pepe de la Luz
y Caballero-, tan desinteresado como aparece hoy por nuestros historiadores,
testó a sus esclavos cuando desaparecía de esta babel de miserias humanas,
para confundirse en la otra vida con los impíos; no hubo pureza en José de la Luz
y Caballero.
Rodríguez, el autor de su biografía, no amó la “justicia”, que Sanguily quiere
expresar con el sentimiento de su pasado. Pepe de la Luz fue el “educador” del
privilegio cubano, no fue “tan desinteresado”, carecía de “religiosidad”, de esa
bondad humana de que quieren revestirle sus admiradores, no era “hombre
ornado con todas las perfecciones” que se le atribuyen al gran educador. ¿Para
quién preveía un tiempo glorioso? ¿Para esa juventud que le recuerda con justa
gratitud? ¡Ah!, estudie bien ese asunto, y desapasionadamente juzgue de él,
echando un velo a todo el beneficio que Ud. y otros hayan recibido de aquel
hombre, dirigiendo la vista hacia tantos que el egoísmo material tiene postrados
en la más profunda ignorancia. ¿Puede haber justicia donde no es igualmente
distribuida? Ud. me contestará que las instituciones españolas se lo prohibían;
pero eso no es exacto; Don Pepe tenía influencia y mucho talento, que pudo
ejercer en beneficio de todos, como lo hizo en favor de algunos; pero era un
imposible, el hombre no tenía grandes sentimientos; se confundió con Saco.
El uno proclamó la conservación de la esclavitud, que es lo mismo que declarar
eterno el Gobierno de España en Cuba, y el otro, heredó y sostuvo la esclavitud
que testó a su muerte. ¿Dónde está pues, esa decantada grandeza? Caballero
no completó su obra; fue un buen hombre, tenía talento para la enseñanza, pero
la ejerció mal. No fue político, tuvo miedo y le faltó valor para realizar la obra, que,
sin darse cuenta, acometió, retrasándola con sus pensamientos de evoluciones,
lo de hoy, llevado a cabo por sus discípulos.
Si tantos juicios apasionados creen que aquel hombre cumplió su misión en la
vida, conformándose con dejar incompleta su obra de instrucción y regeneración
de un pueblo, podríamos dar por concluída la nuestra, por el mero hecho de
haberla empezado con el sacrificio de tantos que han perecido en la contienda;
pero no debe ser así, si queremos que el mundo aplauda nuestras grandezas.
(Sin firma)