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Calle Cadenas de San Gregorio Valladolid
Dossier elaborado por el Grupo de Desarrollo Cultural
José Herrador Alonso Mª Ángeles López Fraguas
Fco. Javier Gómez González Laura de Domingo Sanz
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Calle Cadenas de San Gregorio Un poco de historia
Esta calle está unida a la construcción del
Colegio de San Gregorio y a las cadenas de
hierro situadas sobre pilares a lo largo de la
fachada del Colegio.
No obstante, estos pilares fueron desmontados
ya que impedían el paso de los carruajes.
Durante la invasión francesa en la Guerra de
Independencia, el Colegio se extinguió y el
edificio fue utilizado como Gobierno civil,
Delegación de Hacienda, Instituto de segunda
enseñanza, clases universitarias, etc.
En la actualidad lo poseen los Padres
Dominicos y lo usan como sede Museo
Nacional de Escultura.
A lo largo de la calle se ubican algunos de los
edificios con más historia de la ciudad de
Valladolid formando parte del complejo del
Museo Nacional de Escultura.
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los fondos del Museo Nacional de
Reproducciones Artísticas, Artísticas y acoge
una colección de reproducciones exactas
de piezas clásicas, realizadas en su mayoría
en el siglo XIX por la hoy prohibida técnica
del vaciado.
Pintada de blanco, como exigían los puristas
del Renacimiento italiano, conserva el aire
de una iglesia clásica, plenamente acorde
con las obras expuestas en su diáfano
espacio.
Iglesia de San Benito el Viejo/ Museo de Reproducciones Artísticas
La Iglesia de San Benito el Viejo se constituyó
como la capilla del Palacio del Conde de
Gondomar o Casa del Sol. En 2012 fue
rehabilitada y desacralizada y se integró
dentro del complejo del Museo Nacional de
Escultura, al lindar con el Colegio de San
Gregorio, sede principal del complejo
museístico.
Su nombre se debe a la necesidad de
distinguirla de la Iglesia del monasterio de
San Benito el Real.
Tras la amplia rehabilitación realizada entre
2011 y 2012, se inauguró el 28 de febrero de
2012 como nuevo espacio expositivo del
Museo Nacional de Escultura, albergando
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Palacio del Conde de Gondomar/ Casa del Sol
El palacio del Conde de Gondomar
conocido también por el nombre de “Casa
del Sol” por el sol que aparece encima del
escudo en la portada, fue construido entre
los años 1539 y 1540, según indica la fecha
que se puede ver en la portada.
Tiene anexada la Iglesia de San Benito el
Viejo.
En 1599 el palacio pertenecía a los herederos
de Don Hernando de Rivadeneira, los cuales
lo vendieron a finales del siglo XVI a Don
Diego Sarmiento de Acuña, conde de
Gondomar, caballero de la Orden de
Calatrava, y embajador de Felipe III en
Inglaterra, un gran erudito y poseedor de una
de las bibliotecas más importantes de su
época.
En la actualidad lo único que se mantiene
del palacio es su fachada, ya que su interior
está muy modificado y han desaparecido sus
elementos principales.
En el año 1999 pasó a ser propiedad del
Estado.
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Colegio de San Gregorio
El Colegio de San Gregorio, fue fundado a
finales del siglo XV por el dominico Alonso de
Burgos, personaje muy vinculado a los Reyes
Católicos, como centro de estudios
teológicos de la orden dominica, en un
momento de reformas espirituales y políticas
en todo Europa.
En el siglo XVIII con la llegada de los vientos
ilustrados y la oposición de los Borbones al
poder ideológico de las instituciones
colegiales, el Colegio de San Gregorio fue
perdiendo la influencia y el esplendor
intelectual de los primeros tiempos.
El siglo XIX marca el final de la institución, con
la ocupación de las tropas napoleónicas y la
exclaustración de Mendizábal en 1835.
Hasta que en 1933 se convirtió en sede del
Museo Nacional de Escultura, el edificio se
siguió utilizando otorgándole los usos más
dispares: presidio, Instituto de Bachillerato,
Escuela de Derecho, Escuela Normal de
maestros o cochera de tranvías. A pesar de
ello la construcción no perdió, en lo esencial,
su estructura formal.
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Palacio de Villena
El Palacio de Villena es una residencia
aristocrática construida para D. Antonio
Velasco y Rojas a mediados del siglo XVI y
situada frente al Colegio de San Gregorio.
Tras sucesivas herencias, la propiedad del
edificio recayó en la esposa del Marqués de
Villena en el siglo XVIII (motivo por el que se
conoce la casa con ese título) y
posteriormente, en los duques del Infantado,
el Marqués de Casa Pombo o los marqueses
de Alonso Pesquera, quienes la vendieron
finalmente al Estado en 1919. Desde
entonces y hasta 1982 el palacio sirvió de
sede al Gobierno Civil.
La gran calidad arquitectónica del edificio
radica en la relación de los espacios zaguán,
patio, y escalera, junto con la luz que los
ilumina.
En cuanto a la fachada del edificio, el único
elemento original es la portada, los torreones
de las esquinas no figuraban en las trazas
originales del edificio y fueron un encargo del
Marqués de Casa Pombo, realizados a finales
del siglo XIX con la intención de emular otros
palacios vecinos. También realizó una
trasformación neorrenacentista de la
fachada, reordenando los vanos y
colocando sobre ellos frontones triangulares y
curvos.
En la actualidad, el palacio es un edificio
anexo al Museo Nacional de Escultura, cuyo
uso principal es el de mostrar las colecciones
del Museo y la celebración de exposiciones
temporales, también alberga la sala de
conferencias, la biblioteca, y los talleres de
restauración del Museo.
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Palacio de Pimentel
Su construcción se inicia en el siglo XV por
orden del Marqués de Astorga, para pasar a
ser de Bernardino Pimentel, siendo él el
propietario del palacio cuando Felipe II nació
en su interior, al estar albergada en el
palacio la familia real para asistir a las Cortes
celebradas en abril de 1527.
La leyenda cuenta que por una de las
ventanas del palacio, de la que cuelga una
cadena, fue sacado el rey Felipe II al nacer
para que fuera bautizado en la Iglesia de San
Pablo, pues de salir por la puerta del palacio
debería haber sido bautizado en la cercana
Parroquia de San Martín.
Sin embargo, parece ser que leyenda es una
deformación de los hechos reales: para el
bautizo de Felipe II se construyó un pasadizo
elevado entre la iglesia de San Pablo y el
palacio para que la familia real discurriese
por él sin pisar la calle. Al estar elevado el
pasadizo, se usó como salida del palacio una
de las ventanas.
En 1530, el edificio era propiedad de los
condes de Rivadavia. Los herederos de estos
lo vendieron en 1849 a Mariano Reinoso,
quien a su vez lo vendió a la Diputación
Provincial de Valladolid en 1875, para instalar
en él sus dependencias, donde aún
continúan .
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Iglesia de San Pablo
Entre 1445 y 1468, el cardenal Fray Juan de
Torquemada, tío del inquisidor general Tomás
de Torquemada, sufragó las obras para la
construcción de la iglesia gracias a las bulas
papales. Esta nueva construcción sustituyó a
otra iglesia de tipo mendicante, cubierta con
techumbre de madera.
A la muerte de Torquemada, fue mecenas
del convento el obispo palentino Fray Alonso
de Burgos,
En 1601, con el traslado de la capital del
Imperio a Valladolid, el duque de Lerma,
valido de Felipe III, se convirtió en su patrono;
costeó la reforma de su fachada principal y
dotó al convento de numerosas obras de
arte.
En la iglesia de San Pablo fueron bautizados
los reyes Felipe IV y Felipe II.
En el siglo XIX con la invasión francesa, las
tropas napoleónicas profanaron la iglesia y el
convento causando graves daños. La
progresiva ruina del conjunto y los distintos
procesos desamortizadores, en especial la
desamortización de 1835, acabaron con las
dependencias conventuales para
transformarlas en presidio, quedando
solamente en pie la iglesia.
En el siglo XX, la iglesia sufrió un incendio y se
llevaron a cabo varias restauraciones.
Durante los primeros años del siglo XXI, la
iglesia ha sido objeto de una restauración
integral.
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Exposición sobre El Greco en el Museo Nacional de Escultura Entre el cielo y la tierra. Doce miradas al Greco cuatrocientos años después
Entre el cielo y la tierra. Doce miradas al
Greco cuatrocientos años después, explora
la influencia del Greco en un grupo de
artistas que están trabajando hoy, y que
pueden servir como testigos de la vigencia
de su arte en la creación contemporánea.
Un sentido relevante de la celebración de
este IV Centenario de la muerte del Greco
es, sin lugar a dudas, el que ofrece el estudio
de lo que representa el arte del Greco en la
creación actual.
Los artistas presentes en esta muestra
plantean abiertamente su vínculo con el
cretense, un reconocimiento que a veces es
explícito en sus trayectorias y en otras,
aunque menos evidente, igualmente intenso.
La exposición se articula en torno a una serie
de conceptos comunes de estudio y trabajo
del griego y de los artistas de hoy. Temas
como la condición humana, la religión, la luz,
lo invisible... son tratados desde un punto de
vista conceptual que ayuda a ver y a
comprender la vigencia del Greco en el arte
contemporáneo.
El Greco era un hombre muy culto, hoy en
día se conservan unas dieciocho mil palabras
autógrafas en las que plantea el carácter de
su proyecto estético. Un pintor-pensador
capaz de elaborar su propia teoría estética,
perfil que coincide con muchos de los artistas
contemporáneos.
Hay muy pocos artistas ‘clásicos’ que hayan
influido de forma tan intensa en el arte
producido en las últimas décadas. La
vigencia del proyecto artístico del Greco es
clara en un mundo en el que “por
naturaleza, todos los hombres anhelan el
saber”, como dijo el también griego
Aristóteles.
Doménikos Theotokópoulos, El Greco (1541-1614)