bonsái, número 1

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Bonsái Literatura mínima

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Literatura mínima

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Page 1: Bonsái, número 1

BonsáiLiteratura mínima

Page 2: Bonsái, número 1

Directorio

EditorEs

Miréia AnievaHerson Barona

ConsEjo Editorial

Belinda OrtizGraciela RomeroJezreel SalazarRafael Zamudio

asEsorEs

Alberto ChimalCristina Rivera GarzaBlanca Rodríguez GaonaLiliana Weinberg

ContaCto

@[email protected]

Bonsái. Literatura mínima. Año 1.

Número 1. Julio 2011. México.

Bonsái es una publicación electrónica independiente

de periodicidad mensual sin fines de lucro.

El contenido de esta publicación puede ser dis-

tribuido y compartido libremente siempre que se

reconozcan los créditos del autor y de la revista.

Las opiniones expresadas en los textos publicados

en esta revista son responsabilidad exclusiva de

sus autores y no representan necesariamente el

criterio de Bonsái y sus editores.

Page 3: Bonsái, número 1

El fruto es el resumen del árbol.

Roberto Juarroz

Page 4: Bonsái, número 1

POESÍA

Flores, 9el hombre de arena, 11Yaxkin Melchy

alguien que no soy tú, 13del tacto nadie queda intacto, 15continuidad de la piel, 16Frank Lozano

la vida me coge, 27Ashauri López

por el puerto, 43adiós, 45deshojando, 46juan Luis Mora

el alambrado, 49alejandro Zambra

la mujer del muelle, 59nínive, 61pavel Andrade

CUENTO

sigues, 24eva Rivera

origen, 26brianda Pineda

Zoológico de animales muertos, 29gabriel Rodríguez

cuerpo con cuerpo, 73Graciela Romero

ENSAYO

scrittore traditore, 18la vanidad de subrayar, 20el círculo perFecto, 22Fabio Morábito

Contenido

Page 5: Bonsái, número 1

CRÓNICA

región X, los lagos, 64Diego Olavarría

TUITS

triacontaedro sobre la lectura, la escritura y otras magias, 37Martín Quintana

espejo roto en dieciséis pedaZos. diálogos imaginarios, 47Belisa Bartra

la medida de mis posibilidades, 54Marco Colín

espera, 70josé Luis Martínez

RESEÑA

Los escLavos, de alberto chimal, 40guso macedo péreZ

como un árbol crecería, 50Herson Barona

Page 6: Bonsái, número 1

La literatura es presente: creación y, más to-davía, lectura presentes. Lo que se escribe y se lee ahora. Los textos del pasado siguen ahí, en caso de que tengamos suerte, pero ningu-no termina de existir ni de completarse por sí mismo: son semillas, o bombas, que germinan o estallan (o viceversa, claro que viceversa) pero sólo cuando leemos. Si es que leemos.

Ahora.Siempre ha sido así, pero en otras épocas

teníamos más fe o éramos más inocentes: creí-mos que los confines de la página eran todo lo existente y creímos también que lo escrito, lo fijo más allá de la memoria humana, podía existir con independencia de nosotros. Ya no nos queda nada de estas dos ilusiones.

Todavía conservamos, por otra parte, una tercera: la ilusión de que el lenguaje nos habla. No es poca cosa: mientras lo creamos podre-mos seguir sondeando, con la ayuda del len-guaje, nuestras vidas de adentro y de afuera, para entenderlas o para vislumbrar, al menos,

PRESENTACIÓN

Page 7: Bonsái, número 1

su tamaño verdadero y tremendo. Es un efecto mágico: la creencia en poder del lenguaje es el poder del lenguaje.

Y, por lo menos, ese poder no ha disminuido, aunque se encuentre disperso por todas par-tes y aparezca en todos los géneros, en notas banales y en proyectos de obra completa, en libros ob(s)esos y en tuits intangibles.

Bonsái se abre desde aquí a este presente, y sobre todo a su parte más rápida: la que está hecha de lo más breve. El futuro que tienen los lectores a una página o dos de distancia está a punto de llegar.

Ahora:

Alberto Chimal

Page 8: Bonsái, número 1
Page 9: Bonsái, número 1

Yaxkin Melchy

Flores

Todo en el mismo poema

en el mismo poema abandonado

crecen algas y animales florecientes

Una cinta, la lectura que se enrosca

una serpiente de trenzas

es la lectura quien lee las trenzas

como rayos negros

Corren las prosas de los vagones

se separan los muslos del poema

el poema está en lilear el campo

y nuestra vida se repitió en las flores

Tú paseas por un campo

que te envuelve con tinta seca

no entiendo sino que la noche es una flor ya abierta

y lejos en el horizonte

se asoma el botón de su muerte

9

POESÍA

Page 10: Bonsái, número 1

Una flor de rayos naranjas

y por fin lo ves, al mismo poema recostado

con las letras de otro día:

omnia iam vulgata

Virgilio dijo hace dos mil años: Todo está dicho

Y sembré 2000 flores nuevas por los años

y 730 000 flores por los días

que me he tardado en escribir este poema10

POESÍA

Page 11: Bonsái, número 1

el hombre de arena

un muchacho maya dijo hace 2000 años, todo está dichoasí que este poema lo escribí antes de nacer

Antes cuando yo no existía Miraba el Universo Me sacaba la

ropa La corbata que me puso mi madre La camisa húmeda

Antes cuando yo no existía y el Universo era de mariposas Y

los soles de gelatina y los fantasmas de los que vienen también

estaban plegados en una semilla Antes cuando cada palabra

estaba pegada en mi hombro y cada árbol estaba en cada pa-

labra Cada árbol de lenguaje Antes cuando todo pasaba entre

mi pene y mi boca Cuando la Vía Láctea aún era un punto

cómico Y las cortinas de las auroras no se habían levantado

Antes cuando era nuevo el espacio y recién cortado el tiempo

Antes que Dios cayera y aparecieran las montañas Cuando yo

no existía Ni la palabra amor ni su reflejo de vampiro en el

mar Cuando todo era una trampa y los gitanos corrían des-

nudos y se arrancaban los cabellos Cuando la célula era más

grande que mi pensamiento Y mi cerebro giraba en un carru-

sel de dinamita Cuando yo no existía y habitaban los esquele-

tos sin mandíbula y sin cabeza Y miraba arañas oscuras que

11

POESÍA

Page 12: Bonsái, número 1

iban tejiendo el cuerpo de esta red de pesca llamada espacio

Yo no sabía mucho Casi nada Y los peces dorados me lleva-

ban a la morgue Y entonces pensaba Aunque sea un niño des-

nudo el mundo me desatará la lengua y Escogía mi cuerpo Y

me vestía de los animales y las plantas Alzaba mis brazos que

aún no existían Alzaba mi poema muerto entre las preguntas

12

POESÍA

Page 13: Bonsái, número 1

Frank Lozano0

alguien que no soy tú

Hay alguien enfrente. Alguien está enfrente de mí. Yo estoy

enfrente de alguien. Yo soy alguien.

(¿Se elige ser alguien, o al ser algo, ser alguien es un re-

galo, una añadidura?

¿O alguien te regala su alguien y te hace alguien en al-

gún lugar, o un no lugar?)Entre nosotros hay una mesa de madera. Debajo de nosotros

el piso es de madera. Quizá por dentro también llevemos un Roble. Tal vez las manos se tornen ramas. Quizá las plantas de los pies añoren volverse leños.

Estamos en el tercer piso de un edificio singular. Es un edificio que casi es una mujer. Es una mujer que se curva. Es una curva que juguetea con el aire. Es el aire que da vuelta por la calle Vertiz. Nuevamente, es esta ciudad de las penurias.

Hablamos. Nos miramos. Por alguna razón ese alguien que está frente a mí viene y va de adentro hacia fuera en una suerte de flujo escénico. Por razones distintas, mi propio alguien responde y se desdobla, se vuelve una antena, un pararrayos, un receptor parabólico de señales que el otro

0 Fragmentos de El libro de Alaciel.

13

POESÍA

Page 14: Bonsái, número 1

alguien emite de forma no solo insospechada, sino también nítida.

Sus ojos hablan. Habla su piel. Hablan sus cejas. Habla su cabello. Habla su boca. Cada molécula cuenta una historia. Cada poro narra su versión de los hechos. Las uñas su-surran, los vellos del cuerpo relatan. Frente a mí, acontece una crónica de lo inacabado.

Yo mismo soy una crónica inacabada. Flecha rota. Espejo fragmentado. Noción de astilla.

No cuento. No narro. Guardo silencio y permito que por dentro las hormigas devoren mi nombre. Son rojas y son millones. Están furiosas. Las hormigas no saben detenerse a pensar.

Elevan sus antenas y siguen un rastro. Avanzan por mi cuerpo desde el corazón a los confines del pelo y la uña. No puedo matarlas sin matarme. No puedo vomitarlas sin que-dar exangüe. Me hacen ser alguien: alguien que quizá no soy, alguien que quizá seré, alguien que tal vez ya fui; al-guien que pudo ser.

Alguien contigo. Alguien sin ti.

14

POESÍA

Page 15: Bonsái, número 1

Del tacto nadie queda intacto

Ahí está la trinchera, corre, arrójate. Es un lengua, una nube,

una mano, un torso lleno de filamentos. Es un ojo abierto. Es

el oído de las cosas que nadie quiere escuchar. Es el centro

del universo. Es una piedra de sacrificio. Es un mundo aden-

tro del mundo que está en el mundo que solo tú habitas.

Llega ahí, yo ya llegué. Quédate un poco, aunque quedar-

se sea ir demasiado lejos. Yo estoy ahí sin haber llegado del

todo. Yo estoy ahí a modo de penumbra humana. Yo estoy ahí

desprendiendo ese olor a travesura que el musgo extrae del

corazón seco de la roca.

Llega. Tiéndete. Sé también una lengua que habla del ori-

gen de la guerra y del comienzo de la paz. Acuéstate sobre la

nube y llueve. Échate como mano que golpea la mesa porque

quiere más.

Cobíjame.

La música comenzó: llegó tu pelo, llegó tu cuerpo.

Mis manos terminan donde comienza tu gemido. Las llevo

más adentro hasta que encuentren su propia asfixia y mueran.

15

POESÍA

Page 16: Bonsái, número 1

Continuidad de la piel

Calla. Aunque no hables, calla. Aunque calles, calla. Yo callo.

También he caído. Afuera, la ciudad de las penurias es otro

silencio.

No me dejo engañar por el grito, por el maullido de un

auto, ni por la falsa algarabía que sale de la boca de la glo-

rieta. Tampoco te engañes, el silencio de la ciudad no es un

silencio, es un ofrenda. Nace en nuestros pechos, ahora su-

dados. De nuestras bocas que ahora susurran. De las manos

que se tocan. De los hombros que sacan breves chispas.

Calla. Cállate. Está hablando el aroma a sexo. Dice cosas;

dice que la música nos inunda; que la música no sabe callar.

Pero cállate y cállame. Este momento se tramó hace millones

de siglos. Este instante nació de la cauda de un cometa que

surcaba en silencio el silencio mismo del espacio.

Callémonos. En otro momento tendremos que hablar de

aquel momento donde callamos, de aquel páramo en el que

nos tendimos a desmembrar la piel como continuidad del

silencio.

Del sortilegio, del azar y la penumbra.

Siempre habrá una excusa para hablar o escribir, pero este

16

POESÍA

Page 17: Bonsái, número 1

momento, que ya es pasado, dice y dice bien: aprendamos

a callar. Piel adentro, en la membrana de las cosas, en la

molécula adormilada del tiempo, un coro de memorias en-

saya el canto de una noche de mayo.

Dejémosle en paz.

17

POESÍA

Page 18: Bonsái, número 1

Fabio Morábito

scrittore traditore

A los siete años me enamoré de un compañero del colegio.

Me habría podido enamorar de una niña, pero en mi escuela

los niños y las niñas estaban separados, así que me enamoré

de la única niña que estaba a mi alcance, y esa niña era Mas-

simo P., un niño tímido de facciones delicadísimas que no

hablaba con nadie. Era el primer día de colegio, estábamos en

el recreo y Massimo se acercó a pedirme que le amarrara los

cordones de los zapatos. Se veía desvalido entre tantos niños

que gritaban correteando en el patio, y quedé prendado de

su hermosura y de su fragilidad. “Pareces una niña”, le dije,

y él, quizá acostumbrado a oír eso, se limitó a sonreír. Acabó

el recreo y regresamos al salón de clase. Su lugar estaba sepa-

rado del mío por dos hileras, nunca volteó a verme y pensé

que se había olvidado de mí. Llegó la hora de la lectura. Cada

uno debía leer en voz alta algunos trozos de un cuento que

venía en el libro. Leyeron unos cuantos niños antes de que el

maestro señalara a Massimo. Él puso su dedo sobre el inicio

del párrafo y pronunció la primera palabra; mejor dicho, la

balbuceó; en la segunda palabra volvió a atorarse, y también

en la siguiente. Leía tan mal, que no pudo concluir la frase, el

18

ENSAYO

Page 19: Bonsái, número 1

maestro perdió la paciencia y le dijo a otro que siguiera ley-

endo. Acepté la triste verdad: Massimo P., a pesar de su apa-

riencia angelical, era un burro redomado. Entonces llegó mi

turno. Tomé una decisión repentina: leer peor que Massimo.

Pienso que, de haberlo hecho, ahora sería un hombre dife-

rente del que soy, sin duda mejor. Si hay episodios decisivos

en la infancia, ése fue uno de ellos, porque después del primer

trastabilleo adrede, me di cuenta de que no podría seguir es-

tropeando una palabra más, y me solté a leer con una fluidez

que el maestro aprobó con gesto de admiración. Esto es leer

bien, dijo, y creo que fue entonces cuando vislumbré que mi

vocación sería escribir libros, casi al mismo tiempo que con-

ocí el sabor de la traición. Siempre he pensado que son dos

vocaciones estrechamente unidas.

19

ENSAYO

Page 20: Bonsái, número 1

la vanidad de subrayar

Un amigo mío, al que ya no veo, no abría un libro sin tener

un lápiz a la mano para subrayar lo que le gustaba. Era in-

diferente el género del libro: poesía, novela, historia, ensayo

político o científico. Leer y subrayar para él eran casi sinóni-

mos. Tardé cierto tiempo en entender por qué me producía

tanta incomodidad esa ansia suya por dejar alguna marca

visible en las páginas de sus libros. Él aspiraba a escribir,

tenía un indudable talento para ello, pero algo lo bloqueaba

secretamente. Bastante mayor que yo, no había publicado

una sola línea. Ahora creo que su manía de subrayar fue una

de las causas de su esterilidad. Para empezar, era la coartada

perfecta para no tener ningún libro prestado, pues se supone

que uno no debe subrayar un libro que tiene que devolver.

Así, en su vasta biblioteca no había un solo libro ajeno, todos

eran suyos y, como eran suyos, podía subrayarlos libremente.

Pronto entendí que había caído en un círculo vicioso y que

no los subrayaba porque eran suyos, sino que, al ser suyos,

tenía que subrayarlos. En cierto modo, no eran verdadera-

mente suyos hasta que no tuvieran algún subrayado. Llegó a

confesarme que habría sido capaz de reconocer sus subraya-

20

ENSAYO

Page 21: Bonsái, número 1

dos en medio de miles de otros, no sólo por el carácter de las

rayas que hacía, que en verdad no tenían nada de particular,

sino por el tipo de cosas que le gustaba destacar. Pero cuando

le pregunté qué eran esas cosas tan peculiares, sólo hizo un

gesto vago e intuí que ese hombre varios años mayor que yo

era un ser vanidoso e inseguro, que nunca publicaría nada.

Subrayaba de manera compulsiva, como un sustituto de la

escritura misma. Al subrayar tanto, se defendía de los libros,

los mantenía a raya con sus rayas, y por eso nunca se animó a

escribir uno. Jamás habría soportado que alguien subrayara

un libro escrito por él, pues aspiraba a escribir un libro per-

fecto, un libro subrayable desde la primera a la última pa-

labra, y encontrarse con un lector que sólo hallara algunas

partes dignas de subrayarse, lo habría sumido en una pro-

funda consternación.

21

ENSAYO

Page 22: Bonsái, número 1

el círculo perFecto

Es muy conocido el apólogo chino en el que un rey le pide al

pintor más famoso de su reino que pinte un círculo perfecto.

El pintor acepta el encargo, pero le pide al rey diez años para

realizarlo, además de un palacio lleno de sirvientes y de toda

clase de lujos. Durante ese tiempo no toma una sola vez el

pincel y se dedica a disfrutar la vida palaciega. El último día,

cuando el mensajero del rey toca a su puerta para pedirle el

cuadro prometido, se acerca a la tela y delante de los ojos del

mensajero dibuja con un solo gesto un círculo perfecto. Es

a todas luces una parábola sobre el talento: el que lo tiene

sabrá expresarlo en cualquier momento sin esforzarse. Pero

imaginemos una variante de la historia: el rey le advierte al

pintor que, a cambio del palacio, tendrá que matarlo si no

logra pintar el círculo. Merced a esa amenaza de muerte en-

tendemos que durante los diez años de aparente holgazanería

el pintor no hizo más que trabajar en su cuadro y que la to-

talidad de ese tiempo confluyó en los cuatro segundos que le

tomó trazar con pulso impecable el círculo solicitado por el

monarca. Entendemos también que el palacio es una jaula de

oro. El pintor nunca sale de él, no porque le esté prohibido,

22

ENSAYO

Page 23: Bonsái, número 1

sino porque se resentiría su dedicación al cuadro prometido,

echando a perder el resultado. El pintor vive literalmente en

cautiverio, y todo por un simple círculo. Entiende al final de

su vida la trampa que le tendió el rey. Éste, celoso de su fama,

lo encerró en aquel círculo y, dándole un palacio suntuoso,

lo hizo esclavo de un trazo de pincel de la duración de unos

pocos segundos. Durante los diez años que duró su esplendo-

roso exilio el pintor no sólo dejó de pintar sino, sobre todo, de

vivir, pues su mente estaba absorbida día y noche por el cír-

culo. Lo que ignoran ambos, el pintor y el rey, es que la fama

del primero ha trascendido los siglos gracias a ese cuadro. Su

obra que le diera tanta fama yace olvidada junto con la de to-

dos sus contemporáneos y hoy gracias a ese círculo sabemos

de él, del rey y de aquel reino.

23

ENSAYO

Page 24: Bonsái, número 1

CUENTO

Eva Rivera

Sigues

Ayer fui al lugar donde alguna vez vivimos. Ahí siguen nuestros

recuerdos, aunque ahora están llenos de polvo y soledad. Ya

no hay quién los revise ni quién se preocupe por recordar qué

cosa u olvidar esta otra.

Es increíble cómo pasa el tiempo y todo sigue siendo igual.

Que no te olvido y que te extraño, pero ya no te lloro tanto.

Pude ver de nuevo tu letra y acordarme de cuando escribiste

mi nombre en mi espalda. Pude ver tu ropa desordenada, tus

cosas cubiertas por oscuridad y un velo de suciedad.

Prendí las velas con las que te despedí e inspeccioné los

rincones para encontrarte en ellos de nuevo. Pude ver todo

con ese aire de nostalgia que antes no había. Encontré tu lin-

terna con la que alguna vez jugamos, aunque ya éramos adul-

tos. Quise jugar, pero ya no era divertido.

Siguen ahí nuestros besos y caricias, aunque ya no gritan

nuestros nombres. Todavía está el calendario que te regalé

para que recordaras nuestras fechas importantes, aunque

siempre lo olvidabas. Julio es el mes donde lo dejaste.

Aún entra viento por la ventana rota, aunque ya no me da

frío como antes. Sigue estando ahí el lugar donde nos perdi-

24

Page 25: Bonsái, número 1

CUENTO

mos y muchas veces nos encontramos. Donde está tu barco

con el nombre de ella. Ahí sigue, aunque no quisiera.

Cerré la puerta que siempre está abierta por una extraña

razón que desconozco cuando paso a visitar el lugar. Ya no

hay fotos tuyas, pero te sigo viendo en todas las habitacio-

nes, en todas las esquinas. Un sin fin de imágenes mentales

tuyas: una donde te lavas los dientes frente al lavabo, otra

donde cocinas arroz rojo en la cocina, otra donde te sientas a

la orilla de la cama a amarrarte los zapatos, una más donde

cuelgas tu ropa en el cuarto que era tu armario, otra donde te

ajustas el nudo de la corbata para que quede acuerdo con tu

traje, otra donde estás sentado a la mesa escribiendo cartas

de disculpa y una última en el pequeño espacio que teníamos

como jardín, donde miras sin mirar.

Cuando entro, todos tus tú me saludan y les sonrío. Paso

tiempo con cada uno de ellos, aunque no diga nada; me gusta

verte hacer tus actividades. Que me mires y me preguntes en

qué pienso, con una dulce sonrisa y una mirada desconcer-

tante. Y a todos tus tú les doy la misma respuesta: en que te

fuiste.

25

Page 26: Bonsái, número 1

Brianda Pineda

origen

Se perdieron los recuerdos a través de los años, la arena se

escapó del reloj y llegó hasta mi puño.

Enterré mi primer sonido,

mi primera palabra,

mi primera invención.

¿Qué fue lo que me hizo olvidarme del abismo de las entra-

ñas de mi madre? ¿Qué olor del mundo entró por primera

vez en mis fosas nasales? ¿Mi llanto primigenio fue de triste-

za, de enojo, o de confusión? ¿Supe por instinto quiénes eran

mis padres o tuvieron que enseñármelo?

No logro recordar el origen.

El fruto se olvidó de la semilla, la tierra se piensa sin agua,

esto que soy ahora, un despojo, un reniego del pasado, se pasa

la tarde llorándole a un niño muerto, sin rostro, cubierto con

un manto tejido por las manos del olvido.

26

CUENTO

Page 27: Bonsái, número 1

Ashauri López

la vida me coge

La vida me coge como si no me fuera a dar propina. Soy un si-

lencio embarrado en el último ocaso que miraron mis abuelos

mientras que la vida me coge y el cielo retumba, las máquinas

se deshacen sobre el pavimento y nada se cuela, nada se es-

tima, nada roza mi rostro en las noches después de que el sol

me discrimina. Una rima al sol en silencio, el cigarro devo-

rando su propia colilla y todo estalla de nuevo; las banquetas

truenan, los árboles se retuercen y rozan mis pantorrillas, el

cielo es un mar siniestro donde se sumergen todos los que

tienen miedo. Dejo atrás el miedo. Recuerdo a mi madre, re-

cuerdo al perro que me lamió la mano en la calle y me burlo

de las piernas abiertas. Es el juego de llegar corriendo al lugar

donde nadie te espera. Al lugar donde la vida se alza la falda

y la aspiro como si fuera una blanca colegiala. Al lugar donde

estallo, donde observo cómo el universo gesta nuestras entra-

ñas hasta que mis abuelos se besan de nuevo y renazco como

flor solitaria que lucha contra el pavimento. La vida me coge

como si quisiera despertar a mi lado cada año nuevo, cada

noche de calor donde desnudos le cantamos al fuego, cada

martes, cada jueves, cada instante en que respiro, me tiro y

27

POESÍA

Page 28: Bonsái, número 1

derrito con el tiempo creciendo como helecho de sueños. La

vida me coge y yo sigo enamorado del cielo.

28

POESÍA

Page 29: Bonsái, número 1

gabriel Rodríguez

Zoológico de animales muertos

De vez en cuando se aprecia vida en el Zoológico de Animales

Muertos. Son los buitres devorando. Quién sabe desde dónde

vienen, con sus antojos urgentes y sus tétricas caras de ro-

dilla. Parecen ancianitas tejiendo con maestría una prenda

de hilos rojos. En una misma jornada las aves de rapiña al-

muerzan, comen, cenan y mueren empachadas, volviéndose

parte de la muestra. Dos veces por semana se repite la ceremo-

nia con parvadas renovadas y copiosas.

Y justo cuando piensas que dentro de las jaulas prevalece la

inercia, otro movimiento casi imperceptible domina las pri-

siones, dotándolas de una sutil dinámica rutinaria que bien

podría ser confundida con necios achaques de vida. Basta

con observar los dioramas detenidamente para que de pronto

“algo” se agite milimétricamente (como observar un tramo de

césped o mojar música). Criterios entusiastas jurarían que es

debido a que los animalitos fallecidos están eligiendo en qué

otra especie reencarnar. Más bien se trata del movimiento

continuo de las innumerables moscas que se frotan las manos

formulando planes y sobrevolando con insistencia de amor

no correspondido por entre las vísceras, los tejidos rotos, los

29

CUENTO

Page 30: Bonsái, número 1

químicos internos goteando, la carne pudriéndose y los anos

aún con mierda. Regimientos de bichos lisonjeros rentan do-

micilio en cada uno de los bellos animales fenecidos que, por

sólo cuarenta pesos de martes a domingo, entre las nueve de

la mañana y las seis de la tarde, son visitados por familias

enteras, turistas, poetas, periodistas, morbosos, niños, niñas,

adolescentes y adultos.

El zoológico es un éxito y su misterioso dueño se está haci-

endo millonario. La gente abarrota las taquillas con premura,

temiendo que tarde o temprano la exhibición sea declarada

desperdicio. Los espectadores humanos se pasean en lentos

turnos visitando cada cadáver encerrado. La descomposición

de los animales evoluciona con constancia, provocando que la

travesía siempre esté dotada de novedades y olores distintos

al del día anterior, además de innegables detalles macabros

que sólo un ocioso podría especificar sin tener que contener

el vómito. Así pues, resulta encantador darle satisfactorio

seguimiento a dicho bestiario del fin del mundo.

La señalética informativa del zoológico todavía ilustra el

paseo común y corriente que los animales vivos brindaban

30

CUENTO

Page 31: Bonsái, número 1

apenas hace unos cuantos meses. Aquel burdo pormenor

provoca entre los visitantes un inconsciente pesar silencioso.

Es como habitar transitoriamente a lo largo de un extenso

“minuto de silencio” susurrado entre todos y para la salvación

de las almas de aquellas bestias momificándose y hediendo.

Un despacho de diseño ya se encuentra ideando los nuevos

panfletos y guías. Además se tienen planeados diferentes sou-

venirs que extiendan la experiencia del visitante adinerado.

Una línea de muñecos de peluche saldrá a la venta a finales

de mes. Los juguetes representan adorables animales muer-

tos con la lengua de fuera y ojos de tache. Estampas, llaveros

y cuadernos para colorear se venderán en cada una de las tres

tiendas de recuerdos ubicadas al inicio, al final y en medio del

traslado. Si las cosas siguen como hasta ahora, se tiene pen-

sado lanzar una página web que atraiga visitantes lejanos.

No es raro que los veladores asignados comenten entre

ellos: “Por las noches aquí espantan”. De día el viaje trans-

curre así:

Entre las primeras atracciones se encuentra la jaula del

rinoceronte. Poco queda ya de su imponente fuerza, aquella

31

CUENTO

Page 32: Bonsái, número 1

armadura finamente soldada ahora luce más como un tirade-

ro de ollas, cazos y cucharas oxidadas y oxidándose. Pobre

tanque tristemente inútil. Al cadáver le han crecido precipita-

das flores encima de la macilenta escala de grises que escurre

de sus huesos. Alguien hurtó el cuerno.

La jaula de los pandas es una película violenta en blanco y

negro y rojo. A los niños les encanta.

Si viras a la izquierda te topas con el aviario. Todo ahí den-

tro es la redundancia última de un eco formado por gritos

alegres de ave colorida. En el suelo se despliega un tapiz de

pájaros pisoteados y aplastados como hojas de otoño y mone-

das. En algunas secciones del macabro tapete se alcanzan a

esbozar las marcas concatenadas de un insistente neumático.

A los visitantes se les incita a que utilicen la cámara fotográ-

fica de sus celulares para retratarse al lado de los ángeles de

sangre que quedaron marcados en las paredes cuando las

aves comenzaron a estrellarse desesperadas.

Allí a un lado está la plaza ocupada por los avestruces. No es

sencillo encontrar las palabras para describir la forma en que

se exhiben sus humillantes muertes. Un pésimo pintor venía

32

CUENTO

Page 33: Bonsái, número 1

cada dos o tres días, se sentaba al frente del matrimonio de

pajarracos y bosquejaba lo que terminó siendo un cuadro que

nada tiene que ver con la realidad: plumas volando suspen-

didas y dos avestruces con la cabeza metida en la tierra del

suelo. Sólo un detalle nos permite afirmar que los animales

han perdido la vida: una procesión de hormigas entra y sale

por el hueco donde los polluelos gigantescos depositaron su

cara. Deltas de hormigas entran y salen removiendo trozos de

merienda.

A la derecha se ubica la jaula que congrega más personas.

Un letrero dice: “Favor de no arrojar comida a los animales”.

Otro dice: “León”. Pero el león muerto no aparece. Los niños

pasan horas esperando a que surja uno, pero, como a veces

sucede en los zoológicos de animales vivos, no hay rastro al-

guno de la fiera. Dicen que son tres. Un chiquillo grita: “Ahí

está”. Pero no. Se trata de las vísceras de una rata metiche

que en paz descansa.

Con el tigre ocurre algo muy distinto. Murió al centro de su

cajón y rodeado de sus cachorros. Recién nacidos que nunca

ingirieron alimento y, por lo tanto, carecen de flora bacterial

33

CUENTO

Page 34: Bonsái, número 1

que los descomponga. Desabridos, rodean a su madre solici-

tando teta. Pasado el mediodía, a la tigresa se le forma una

aureola circular que le rodea la cabeza. Los religiosos se ex-

altan y la hija del misterioso dueño propone que al animal

se le inserten varias flechas de utilería justo al centro de sus

manchas más bonitas.

El oso murió de pie y con prisa se va transformando en

un irreconocible cuerpo carnoso al que acaban de rapar. En

breve quedará reducido a huesos, ya que el sol le pega de

frente. Se prevé que su equivalente en peluche sea el más

vendido. Quien analice su cadáver con malicia notará cierto

detalle: parece que fue torturado. Grasiento, su esqueleto

lucha por permanecer erguido o saludando. “Rufo”, lo llama-

ban. “Rufo”, dice el collar morado de estrellas y lunas que le

cuelga del desfasado cuello.

Dios estallaría en rabia e hipos al ver cómo exhiben aquí a

su animal favorito y privilegiado: la jirafa.

Allá a lo lejos está la rotonda del elefante, pobre globo

desinflado. Saqueado por roedores de diferente índole y co-

ladera, mantiene su bofa prepotencia con ayuda de muletas

34

CUENTO

Page 35: Bonsái, número 1

y poleas de brillante gris. Un gracioso sistema de ductos le

ayuda a disparar agua por la trompa retorcida. El agua lo

asea renovándose y la gente puede descansar los pies en las

banquitas alrededor de dicha fuente.

Más allá está el acceso al serpentario, cementerio de letras

que no existen. O bien víboras que comieron víboras que co-

mieron víboras hasta concluir en un embutido de pellejos y

texturas, rombos de diez o doce lados. Huele a zapatos moja-

dos, a sexo y a veneno venido a menos.

La cebra es el animal que más sufrió. La quemaron. No

queda nada de su piel de prisionero, nada de su escrupuloso

tatuaje falso, nada de sus enigmas en vivo cuneiforme.

El hipopótamo flota involuntariamente en su estanque,

como cuando un bebé es arrojado a una alberca. Chapotea mi-

moso y caricaturesco, incluso tierno. A veces se atasca en una

de las esquinas y entonces hay que esperar a que perezosamente

gire la panza, se hunda y regrese zarandeando el agua puerca.

Falleció con el hocico abierto. La gente aplaude porque parece

como si aún después de muerto siguiera tragando. Le arrojan

pescaditos de goma, bolsas de fritangas vacías y pañales.

35

CUENTO

Page 36: Bonsái, número 1

“¡Mira, papá!”, grita una niñita y señala a un abandonado

fulano que llora cabizbajo. Es el entrenador de las focas.

En las jaulas de los simios, tres en total, se dispusieron

varias vitrinas donde se pueden colocar quincenalmente dife-

rentes anuncios publicitarios. Esta semana: una crema

antiedad, una pasta de dientes ultrafresca y varios jugos a

base de néctar ciento por ciento natural. El vidrio que prote-

ge las lonas promocionales devuelve un reflejo quisquilloso:

humanos calvos, obesos y preevolucionados reunidos con

mirada de asombro. Los cadáveres de los changuitos reposan

después de la masacre. O acaso después de la orgía.

¿Cómo murieron los animales?, se pregunta más de uno.

Los guías instruidos saben que la respuesta es sencilla: “No

sabemos pero conviene comprar el pase semestral, lleno de

convenientes descuentos y beneficios. Además, cada jueves

los adultos mayores entran gratis”.

Claro. Los ancianos, material de carroña, rara vez vienen.

36

CUENTO

Page 37: Bonsái, número 1

martín Quintana @fragmentario

triacontaedro sobre la lectura, la escritura y otras magias

1. Primer mandamiento. La lectura y la escritura son, ante

todo, formas de juego.

2. (Una mujer leyendo desnuda.)

3. Cada lectura es una nueva obra. Cada edad de relectura es

también una lectura diferente.

4. (En la habitación entra un hombre con una libreta. Él está

vestido. El hombre mira a la mujer. La mujer no lo ve.)

5. Principio de no correlación. Escritores geniales con una

historia de pésimas lecturas. Grandes lectores que jamás es-

cribieron una línea.

6. (El hombre, sin hacer ruido, se ubica en un ángulo que le

permite ver el libro.)

7. Se escribe a lápiz para sacarle punta al mundo.

8. (El libro es La broma, de Milan Kundera. Saciada su cu-

riosidad, el hombre se sienta en la cama y hace garabatos en

la libreta.)

9. El conocimiento es un efecto secundario de la literatura.

Se lee para encontrar placer. El aprendizaje viene enredado.

10. (El hombre describe a la mujer. Su cuerpo se convierte en

la palabra cuerpo.)

37

TUITS

Page 38: Bonsái, número 1

11. La moral de la escritura es la belleza.

12. (En medio de los dos sucede algo inaprensible. Sucede

también la lluvia, el canto de las ranas.)

13. Las verdaderas marcas de lectura están más en las elec-

ciones de vida que en los párrafos subrayados.

14. (La mujer lee algo sobre una habitación con una mujer

desnuda y un hombre vestido.)

15. Los ensayos se escriben en piedra. Los cuentos, en la

madera. La poesía, en el agua.

16. (El hombre recuerda un cuento de parques continuos. Re-

cuerda un personaje que lee de espaldas a la puerta.)

17. Leer es dormir siempre en la intemperie.

18. (La mujer escucha el sonido de la ropa que cae al piso. Su

respiración se acelera. No deja de leer.)

19. La escritura aparece cuando el autor se esconde.

20. (Se abren despacio, hasta caer rendidas, las páginas del

libro.)

21. Como en la borra del café, como en las manos, en las pa-

labras también hay un futuro por leerse.

22. (El lector sabrá si en este momento se detiene o no la lluvia.)

38

TUITS

Page 39: Bonsái, número 1

23. Escribimos sobre el mundo para recordarnos, todos los

días, cómo era el mundo.

24. (Se muerden, se buscan con urgencia en el cuerpo ajeno.)

25. Excurso: el cuerpo de este texto también se lee entre

líneas.

26. (Ahora es ella quien lo arroja. El lápiz yace en el piso,

junto a la libreta.)

27. El acto de escritura es a la vez inauguración, finalización,

derrota.

28. (Un furor contenido estalla en dos geografías.)

29. Después de todo, a quién le importan las historias.

30. (Alguien escribe una historia.)

39

TUITS

Page 40: Bonsái, número 1

Guso Macedo Pérez

Los escLavos, de alberto chimal

Dada la generación a que pertenezco,

quizá debería avergonzarme porque

no conocía la obra de Alberto Chimal.

Pero pasó que algún amigo me dio a leer

Grandes hits, vol.1: nueva generación de narradores mexicanos, compilado por

Tryno Maldonado y editado por Almadía;

y entre cuentos cortos y fragmentos de novelas —unos mara-

villosos, otros olvidables, otros más deplorables— sobresalió

ante mis ojos la porción mostrada de Los esclavos de Chimal.

Lo que el compilado exhibía de la novela se leía turbio, obsce-

no, viscoso y perturbador; tanto, que en tres días ya tenía mi

copia de la obra completa, con su sobrecubierta en cartón ne-

gro, bella y austeramente editada por Almadía (2009).

Chimal narra dos historias de sumisión absoluta, la de

Marlene y Yuyis y la de Mundo y Golo. Ambas “realidades”

(porque Chimal dice que Nabokov dice que la palabra “realista”

debe entrecomillarse siempre) se presentan lo conveniente-

mente alejadas como para no amenazarnos, pero con la

cercanía suficiente para incomodarnos. En la primera historia,

40

RESEÑA

Page 41: Bonsái, número 1

Marlene crea a su esclava, quien no conoce otra realidad que

no sea vivir para su ama. En la segunda, Mundo se entrega

como esclavo, accede.

Las tramas se van desdoblando a través de las 136 pági-

nas, de pronto marcando una línea muy clara, de pronto

zigzagueando, pero siempre a altas velocidades y con ese

efecto “sostengo la respiración durante todo el párrafo” que

a veces se logra. El lenguaje de Chimal varía entre ambas

historias, como dos chimales tratando el mismo tema en dife-

rentes tiempos: uno narra la historia de Yuyis y Marlene con

parquedad y diálogos, el otro la de Golo y Mundo con amplias

descripciones y close-ups a las reflexiones de los personajes.

En Los esclavos no hay malos ni buenos. Se viven situa-

ciones sórdidas —Yuyis creciendo con un dildo como único

juguete—, humillantes —Mundo orinado por otra esclava— y

francamente decadentes —los amos ofreciendo libertad a sus

esclavos, quienes se horrorizan ante la idea—. Pero se brin-

dan pistas que develan no una ausencia de moral, sino una

relatividad de la misma. Así, vemos como Golo y Mundo se

enorgullecen de su relación y tachan de hipócritas a quienes

41

RESEÑA

Page 42: Bonsái, número 1

las ocultan; mientras que Marlene es la madre tuerta en la

tierra de las madres ciegas.

Los cinco capítulos de la novela están conformados por 101

secciones concisas (no las conté, vienen numeradas) que van

marcando un compás en la lectura. Se aspira profundo, se

atraviesa una sección de quince líneas y luego se levanta la

mirada unos segundos… antes de meterse en la siguiente sec-

ción, de siete o quizá veinte líneas. Cada sección es concreta,

centrada en la historia, sin dar espacio a adornos o apéndi-

ces, siempre arrojando información nueva o, para mayor

dramatismo, desmintiendo la ya dada.

A pesar de lo denso de la “realidad” abordada, Los esclavos

es una obra de rápida lectura, no de esas que requieren mas-

ticarse y digerirse, sino más como aquellos licores que se

empujan de un solo trago y aturden en minutos. Cerrar el

libro brinda alivio, devuelve la cadencia a la respiración. Y

dan ganas de volverse a enervar.

42

RESEÑA

Page 43: Bonsái, número 1

Juan Luis Mora

por el puerto

por el puerto se asoma

una barca a lo lejos

viene de la memoria

no es de este tiempo

ya se acerca la barca

no trae remeros

que vengan a contarte lo que te quiero

por el puerto se asoma

una barca a lo lejos

viene de la nostalgia

no es de este tiempo

en la madera lleva

tu nombre escrito

para que sepas lo que te necesito

por el puerto se asoma

una barca a lo lejos

43

POESÍA

Page 44: Bonsái, número 1

viene de la esperanza

no es de este tiempo

se despide la barca

en la orilla un niño

se divierte en el agua con tu cariño

por el puerto se pierde

una barca a lo lejos

viaja hacia nuestro amor

no es de este tiempo44

POESÍA

Page 45: Bonsái, número 1

adiós

cuando nuestros silencios

no sean los de ahora

(silencios de sábana, luna y compañía)

sino que sean presagio

de ausencia de besos

palabras muertas

o salas de espera de algún hospital

habrá que decir algo

adiós, por ejemplo 45

POESÍA

Page 46: Bonsái, número 1

deshojando

y así vamos deshojando las mañanas,

los amores y las luces,

las semanas,

el enemigo y las sombras

y los meses,

el cansancio y el dolor,

pasan los años,

la memoria y el olvido

y la vida

deshojándonos a golpe de segundo

y no nos damos cuenta

46

POESÍA

Page 47: Bonsái, número 1

Belisa Bartra @soybelisa

espejo roto en dieciséis pedaZos.diálogos imaginarios

1. En el primer acto hay un leve movimiento, un pedazo de

ficción resquebrajado. No se abrió el telón: te insinuabas en

mi espejo.

2. Patiné en el espejo hasta hundirme en él. Dejé la puerta

abierta, pero invisible, sólo la huella deleble en el vaho pulido.

3. A media luz dibujé la mitad de tu contorno en el reflejo de

la media luna.

4. El sueño —que no es más que la otra cara de mi espejo— te

contiene.

5. Amor, no tengo otra forma de vivir más que esta: detrás del

espejo.

6. ¿Es el amor imaginario del amor imaginario más real que

él mismo?

7. ¿Y si nos imaginamos hasta perdernos en la inexistencia?

8. Más te vale que seas real, me costó mucho imaginarte.

9. Me invento partes de ti que ni siquiera sabes que tienes.

10. Estoy segura de que si dejo descansar mi cabeza en tu

pecho, podría escuchar el mar.

11. Eres mar adentro en la luna de mi espejo. Tu beso de agua

me hace aguas.

47

TUITS

Page 48: Bonsái, número 1

12. Se llama naufragio si llego hasta tus orillas, si me dejo

llevar por la embestida de tus olas.

13. La muralla te contiene,

te aprisiona el espejo,

se deslizan mis dedos,

te difuminas entero.

14. No cabes en mi memoria, por eso te reinvento.

15. No te espero, sólo destejo cada día nuestra historia.

16. Último acto: un brusco movimiento, una grieta en tus mu-

rallas. No se cierra el telón: se rompe el espejo donde estás.48

TUITS

Page 49: Bonsái, número 1

Alejandro Zambra

el alambrado

En todo caso el árbol continúa

Su absurdo crecimiento en los alambres

Incluso si su forma se detiene

Un árbol es un golpe de raíces

Que rompen la costuras del bolsillo

Incluso si sus ramas se detienen

Y hacen la figura sospechosa

Del tiempo acomodado en su maceta

El árbol continúa en los alambres

Creciendo como un árbol crecería. 49

POESÍA

Page 50: Bonsái, número 1

Herson Barona

como un árbol crecería

1. Raíces

Alejandro Zambra (Santiago, 1975). Co-

laboraba en diversos periódicos como El Mercurio, La Tercera, The Clinic y Las últimas noticias, donde mantuvo la colum-

na de crítica literaria Hoja por hoja. Fue

conocido como poeta (Bahía inútil, 1998 y

Mudanza, 2003) hasta 2006, cuando saltó a la narrativa con

su primera novela, Bonsái (Anagrama).

2. Maceta

De un puñado de semillas que originalmente eran poemas,

Bonsái creció para sublimarse en algo que parece una novela,

un cuento largo, una nouvelle. A Zambra no le interesaba

ceñirse a un género; para él, su libro es ante todo —y acaso

solamente— el resumen de sí mismo: “una historia liviana

que se pone pesada”.

3. El árbol vivo

Julio conoce a Emilia. Mantienen una relación amorosa

50

RESEÑA

Page 51: Bonsái, número 1

basada en los libros: en ellos encuentran el erotismo, el ro-

mance y la satisfacción de sentirse personajes literarios. “Al

final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura”,

leemos en el primer párrafo. El resto es Bonsái, una pieza

narrativa miniaturizada, un libro en el que más que contarse

una historia, se sugiere.

Esta obra puede leerse como el viaje iniciático de dos es-

tudiantes de literatura. Una novela sobre dos jóvenes tristes

que se refugian en una habitación a leer novelas, fumar

marihuana, coger (porque no se sienten tan chilenos para cu-

liar y no tienen edad para hacer el amor), prodigarse alguna

mentira de vez en cuando y a esperar que lo suyo durara por

lo menos el tiempo necesario para terminar los siete tomos

de En busca del tiempo perdido. Pero no, el amor —si era

amor— se les termina antes.

En este sentido, Zambra escribe en realidad una historia,

no de iniciación, que ya hay bastantes, sino de despedida,

de elaboración de un duelo, una suerte de homenaje. Ju-

lio, muchos años después, sin saber qué hacer de su vida y

sin haber olvidado nunca a Emilia, termina escribiendo una

51

RESEÑA

Page 52: Bonsái, número 1

novela que se titula Bonsái y al mismo tiempo decide hacer

un bonsái; compra manuales y revistas, consigue las herra-

mientas y lo hace. “Escribir es como cuidar un bonsái, piensa

Julio”.

Bonsái es, entonces, la historia de un hombre que busca

darle forma a una historia que no pudo tener un final, de

alambrar el lenguaje para hacerlo decir, por una vez, algo

claro, de la misma manera en que se alambra un árbol para

darle su forma breve de bonsái: una novela podada (Zambra

ha declarado que el texto no llegaba a las cuarenta páginas y

que, de ser una novela, es “una novela que desconfía de las

novelas”).

Un bonsái es una réplica artística de un árbol en miniatura,

dice uno de los manuales que lee Julio. Bonsái es una réplica

artística de una historia en miniatura.

4. Crecimiento

Escribir es aprender a elegir qué no escribir. Escribir es

contar la historia del árbol narrando solamente los huecos

del follaje por donde se filtra la luz. Alejandro Zambra sabe

52

RESEÑA

Page 53: Bonsái, número 1

que las historias ocurren después y que también son sólo un

pretexto. Que la majestuosidad de un árbol grande puede

contenerse en la brevedad de un bonsái, sólo es necesario

hacer un acercamiento. Que las historias, así como los árbo-

les, también continúan en el cielo y en lo subterráneo.

53

RESEÑA

Page 54: Bonsái, número 1

Marco Colín @MarcoColin

la medida de mis posibilidades

1. La noche es un silencio largo y artificial, como si esto fuera

un foro gigantesco y cinematográfico. Pero no, es un bosque

de verdad.

2. Y en el bosque hay escondido un vecindario y encajado en

él hay una casa. Y en esa casa hay un hombre que escribe en

silencio.

3. El hombre que esto escribe —o el de la historia, porque es

imposible diferenciar entre uno y otro— cuenta la historia de

otro hombre.

4. “Esto es un pinche origami del infierno”, dice una mesera

en un café de chinos muy lejos del vecindario. La mesera se

llama Estrella.

5. Un hombre en la mesa contigua a la que atiende Estrella

dibuja una calaca en una servilleta. “Yo quisiera que ya fuera

martes”, piensa.

6. El hombre en la casa que escribe esta historia no entiende

la historia del café de chinos ni conoce a Estrella. No entiende

nada.

7. “Debo seguir escribiendo”, piensa mientras observa un

incendio lejano en la montaña. “Algo se quema y no soy yo,

54

TUITS

Page 55: Bonsái, número 1

vamos de gane”.

8. Son las once de la noche y el fraccionamiento en el bosque

se hace profundamente oscuro: el silencio es su cueva. “Algo

anda mal”.

9. La mesera del café de chinos le dice al policía: “No me lla-

mo Estrella”. El policía toma una hormiga del tazón de azúcar

y la come.

10. El policía mira detenidamente al hombre que escribe y le

pide una historia. El hombre se esconde y el policía amenaza

a Estrella.

11. Estrella y el policía salen del café y abordan un Valiant

color caca. Huele a nuevo. La mesera se excita. El policía es

idéntico a ti.

12. Cruzan la ciudad inundada por un aguacero que no para.

Han entrado empapados al coche y ella percibe el olor agrio

de él. Se acercan.

13. “Esta película no es para niños”, dice la vecina mientras

lee con desgano la caja de un cereal del que sus hijos comen

a puños.

55

TUITS

Page 56: Bonsái, número 1

14. “Y esto no es cereal, esto es la muerte”. La madre toma

una cuchara y le saca los ojos a sus hijos cuidadosamente con

ella.

15. Los hijos se someten a la ceremonia en silencio y sin

dolor. “No podremos ver caricaturas nunca más”, piensan.

Estrella toca la puerta.

16. El policía la espera afuera mientras ella sube. La madre y

la mesera pelean. Un vecino prepara la pequeña alberca in-

flable y el lodo.

17. El hombre que escribe escucha una manguera en el jardín

del vecino. Escucha gemidos de mujeres y golpes. Piensa que

es Wimbledon. La TV.

18. El hombre deja de escribir y sale al jardín trasero de su

casa y entra al del vecino. A través de la ventana mira a un

niño sin ojos.

19. El policía, en la calle, escucha al hombre en el jardín y

decide investigar. Uno de los niños ciegos canta una canción

de José José.

20. Arriba, la lucha sube de intensidad y las mujeres se han

despojado de su ropa. Pero no hay problema porque los niños

56

TUITS

Page 57: Bonsái, número 1

son ciegos.

21. El policía mira la espalda del hombre, indefenso y miran-

do una ventana amarilla en un segundo piso. La noche es azul

y fría y hermosa.

22. “Esto es una locura”, piensa el hombre que escribía

probablemente esta historia. “No sé dónde termina”, dice. Y

decide salir a caminar.

23. En el jardín de su casa, el hombre mira a un policía que

está acercándose a otro hombre que mira pelear a unas mu-

jeres desnudas.

24. “Habrá muertes y heridos si no intervengo”, piensa el

hombre que escribía mientras recita un poema que calma a

las mujeres.

25. El policía intenta evitar al hombre que escribe pero el otro

hombre lo detiene con un acto de mímica prehistórico. Los

niños bailan.

26. Las mujeres se visten y bajan. Los niños recogen sus ojos

y los insertan en sus cuencas. Los perros ladran. El policía

llora. Amanece.

27. Las mujeres ponen la mesa en el jardín. En una sencilla

57

TUITS

Page 58: Bonsái, número 1

ceremonia se casan, una con el policía, la otra con el hombre.

Hay baile.

28. Las mujeres ayudan a los niños a hacer la tarea. El policía

y el hombre hablan del futbol. El hombre que escribe observa

el cielo.

29. Estrella y la madre hablan de novelas. Los niños juegan.

El policía y el hombre beben cerveza light. El escritor decide

volver a casa.

30. El hombre se vuelve a sentar frente a su computadora y

piensa: “Tengo que escribir una historia”.58

TUITS

Page 59: Bonsái, número 1

Pavel Andrade

la mujer del muelle

Tomar por la cintura a una mujer

a la orilla de un muelle

cubrirle el pecho con un brazo

adorar la caída del sol

sobre su insistencia de niña

amarle la piel desnuda

el húmedo correr de la sal bajo su cuerpo

la tibieza de la espalda contra el viento

amarle los pies descalzos

y las piedras que los sostienen

el libre albedrío de los cabellos

amarle la respiración que crece

los hombros que simulan horizonte

de mar y luz

amarle por el resto de la tarde

de pie por un segundo

sostener su mano de peregrino

amarle ciegamente, indistintamente

la seca longitud del cuello

erigida en suave curvatura

59

POESÍA

Page 60: Bonsái, número 1

amarle más allá de la frente

luminosa de sudor y de agua

la boca del vientre cálido

los hijos que no vendrán

los que no volverán a nacer

amarle el temblor de las piernas

la dureza de las rodillas

las pupilas frágiles como la espuma

amarle las líneas del rostro

la unión, la coyuntura de los labios

roja, empapada de grana

amarle por un instante

infinitamente

y después partir

un poco más allá

a aquel lugar donde la gente

se sienta a alimentar a las gaviotas.

60

POESÍA

Page 61: Bonsái, número 1

nínive

En la cima de Nínive hay ruinas

olvidadas por su belleza

un paso entre oriente y occidente

donde nacen calles y bibliotecas

un río desteñido de sangre

un muro vivo

no del arrepentimiento

ni de los clicios

Nínive tallada en piedra

de jardines de agua

que bañan hombres y mujeres

ciudad de Ishtar y Senaquerib

de palacios, acueductos y murallas

levantados por manos de barro

con nombre y rostro

ciudad de niños heridos

por un capricho de dios

Nínive se levanta en un cúmulo de nubes

que no ha sido tocado por el fuego

es naciente y es eterna

61

POESÍA

Page 62: Bonsái, número 1

sus ruinas son las ruinas de su tiempo

sus palabras las palabras de sus muertos

Nínive vuelve a nacer

sin arrepentimiento y limpia de pecado

vestida de hierro y bronce

el nombre libre de polvo

las manos blancas de tierra

Nínive, cuando vengan con largos dedos

hablando de tu idolatría

sabré besar tus cicatrices

sabré mirar tu suelo fértil

hasta que otra vez a ti llegue la guerra

entonces la guerra haré contigo

mi mano firme a un costado de la tuya

así desaparecerás un día

por mano del tiempo y su destino irremediable

no por las palabras de un loco

no por las entrañas de un pez

ese día vas a renunciar al nombre

y a esta historia hecha de ruinas

62

POESÍA

Page 63: Bonsái, número 1

dirás, Este es mi verdadero nombre

este es mi cuerpo

este mi brazo izquierdo

soy aún porque seguí siendo

entonces cruzaremos las murallas

de este mundo.

63

POESÍA

Page 64: Bonsái, número 1

Diego Olavarría

región X, los lagos

¿Qué tanto es posible ver a través de un cristal empañado?

Afuera, la lluvia no cesa de estrellarse contra el asfalto, con-

tra el pasto y el agua de los lagos. Afuera, la lluvia diluye la

claridad, la convierte en una semioscuridad confusa. ¿Dónde

estoy? La pregunta no podría ser más honesta que ahora que

me enfrento a un mundo irreconocible. Con el calor de mi

mano he dibujado un círculo en una ventana para borrar la

ceguera e intentar ver más allá de la cortina de lluvia, pero el

paisaje siempre pasa como borrones.

Apenas ayer había sol. Apenas ayer el cielo azul y claro per-

mitía mirar las montañas, la nieve acumulada por milenios

en los volcanes. Apenas ayer nos sentamos en un bosque

silencioso a mirar las reverberaciones del agua en un lago.

Pero hoy es como si me hubiera mudado de planeta. ¿Qué

me rodea? No sé. El autobús de Puerto Varas a Puerto Montt

avanza en un mundo gris. En Puerto Montt habremos de

despedirnos. Aún no asimilo lo que ocurre: estás en el asiento

junto al mío, jugamos con nuestras manos ateridas, las ar-

ticulaciones dolidas y la piel mojada. Y mañana ya no.

Apenas anoche: bajo las sábanas de una cama encontrada

64

CRÓNICA

Page 65: Bonsái, número 1

de último minuto, con un vino comprado en el último minuto

(entré de contrabando al supermercado, por la puerta de

salida, pero es que ese vino lo tenía que comprar), masti-

camos aceitunas y queso de cabra. Apenas anoche, sabor a

vides en el paladar, el olor de una recámara en el sur de Chile,

un refugio en el que podríamos evitar la lluvia, el frío, la soledad

que empezó a gestarse desde el segundo en que nacimos.

Apenas anoche: me quitaste la ropa y te quité la tuya. Con

ternura, me sujetaste, acercando tu piel a la mía. Como lo

hemos hecho todo este tiempo, hasta hoy, cuando todo cam-

biará. Apenas anoche me sentí ligeramente acostumbrado a

tu cuerpo, a pesar de todo lo que vendría. A pesar de que tu

cuerpo estaría a punto de convertirse en una sensación del

pasado.

¿Qué tanto ocurre allá afuera? La lluvia inmoviliza el paisaje.

Las montañas se aburren, las tormentas están en guerra con

la visibilidad, ganan las primeras. Del bosque patagónico que

alguna vez llenó los campos, queda apenas madera aniqui-

lada que decora fachadas que la lluvia flagela. Un recuerdo

que llora el momento en que lo convirtieron en casas y bar-

65

CRÓNICA

Page 66: Bonsái, número 1

cos. Unos lagos, unos kilómetros de tierra triste, un poco de

quietud chilena bajo la melancólica lluvia de Chile.

Apenas anoche: cubiertos por las sábanas, por un techo

y paredes que alejan la niebla húmeda y nocturna, la carne

como un refugio contra el destino. Nuestros movimientos son

cadenciosos y rítmicos, como los de un navío a la zozobra.

Las costillas son como puñales que amenazan con atravesar-

nos, con acuchillarnos. Mordemos nuestros labios en busca

de respuestas, de un entendimiento. Y de pronto, entre sus-

piros, lentamente, como si una marea dentro se retrajese y

luego golpeara, se acaba. Tú sollozas, recibes mi semilla en

tu vientre estéril por obra de los químicos. Un vientre, que al

igual que esta recámara, es sólo para nuestro placer.

¿Qué me esperará cuando lleguemos a Puerto Montt? Un

último beso y un adiós incierto. Despedirme de ti en una ter-

minal de autobuses, allí junto al mar donde Chile se termina y

se despedaza en solitarios trozos de tierra y hielo. Unos minu-

tos después, subirme a un autobús incómodo y atravesar los

baldíos de un país en busca de un avión que me regrese a otro

sitio, mientras tú sigues por las carreteras, por las regiones

66

CRÓNICA

Page 67: Bonsái, número 1

que podrán tener nombre y número pero que ambos sabemos

que no son ninguna parte.

Apenas hace unas horas: dormimos entrelazados, nuestras

manos acomodadas en las partes más tibias de nuestros

cuerpos. Jugamos otro poco, pero te sientes desgastada. Te

acomodas de rodillas sobre la cama, el tórax erguido. Con el

dedo recorro el camino entre tus pechos y tu pubis como si

fuera una carretera recta y no hubiera marcha atrás.

No olvidaré este instante, te digo, registrándote: la suavi-

dad de tu vientre, las líneas que tus pechos marcan, los vellos

de tu pubis como la punta de una flecha.

Me concentro y tatúo esta última imagen tuya en mi mente.

Ya en la estación, colocamos las mochilas sobre el suelo.

Las personas se desparraman por todas partes. Estamos en

la época de vacaciones, el verano en todo su esplendor. Pero

eso resulta difícil de creer si miramos por la ventana: el color

del cielo es una variante del cemento. Entonces descubro que

me miras a los ojos. Y me doy cuenta que duele. Que tus ojos

son la única parte de tu cuerpo que me resulta insoportable

mirar.

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CRÓNICA

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Así que busco algo más. Entre baldosas sucias y heladas,

me concentro en otra cosa que no sea la luz: en la risa de un

niño que atraviesa pasillos, en los murmullos pesados de los

pasajeros, en el olor de la lluvia mezclada con zapatos sucios.

Allá atrás de la ventana, pienso con ojos cerrados, el mundo

no ha cambiado, ni cambiará. Y aunque se supone que hay

unos lagos y hay vida, deben ser grises también. Como la

muerte.

No me amas, ¿o sí?, preguntas.

Mañana sabremos qué sentimos. Mañana sabremos qué

buscamos. Mañana, cuando ambos estemos lejos el uno del

otro, sabremos de qué se trató. Y sabremos qué sigue, te digo,

sin responder tu pregunta.

Pero en el fondo sé que esto es el final.

¿Qué tanto es posible ver a través de un cristal empañado?

Al lado de la carretera, y por el círculo que dibujé en la ven-

tana, por ese ojo de cristal, veo cómo pasamos velozmente

junto a un letrero con un mapa dibujado. En la parte superior

dice: Región X, Los Lagos. ¿Eso responde a alguna interro-

gante? No, a ninguna.

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CRÓNICA

Page 69: Bonsái, número 1

Un último beso y unos pasos que se alejan. Me siento en

el suelo a esperar. Sollozos sin lágrimas y la distancia que

comienza a fraguarse: un pulso que se expande circular y

concéntrico. Como la sangre que los latidos bombean, como

las ondas que recorren la superficie de un lago hasta trasto-

carla toda.

No te amo, pero eres lo más parecido al amor que tengo,

respondo en mi cabeza. Lo pienso. No te lo digo. Sólo lo pienso.

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CRÓNICA

Page 70: Bonsái, número 1

José Luis Martínez @JoseJardinero

espera

1. Un trago. Suspiro. Ojos cerrados y cabeza hacia atrás.

Silencio. Otro trago. Espera. Se abre la ventana.

2. Después de muchos tiempos caen las primeras gotas.

Apenas aprendía a vivir sin ser fértil.

3. La última persona que pasó por aquí quedo enterrada.

Encima le puse recuerdos inventados y arena.

4. Si no fuera por el viento y el crujir de los insectos, esta

canción eterna no se habría inventado.

5. Maldito horizonte, está por todos lados.

6. ¿Qué pasaría si la luz se apaga? La de tu mano. La de tu

dedo. La de tu uña. La de la mugre bajo ella.

7. Antes tenía pies, pero los enterré. Y al verlos cubiertos de

arena decidí regalárselos al desierto. Los necesita más que yo.

8. Estúpido tiempo, se disfraza de arena y cree que nadie lo

ve.

9. Volví a echar la cabeza hacia atrás, lo más lejos que pude.

10. Traté de recordar cuando era niño, pero hace tanto que ya

no es hoy por la mañana.

11. Además, pensar sin cabeza no me ayudará a encontrarla.

12. Me quité una mano. La que no dejé entre tus piernas. La

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TUITS

Page 71: Bonsái, número 1

aventé lejos para que fuera a buscar cosas, espero que no re-

grese con mi otra mano.

13. Cómo saber si tú te vuelves desierto o el desierto se vuelve

tú.

14. Quiero ver tu ombligo. Quizá así recuerde dónde dejé la

cabeza.

15. Traté de imaginar mi muerte, pero dicen que los desiertos

no mueren.

16. Maldito viento, cree que un puñado de arena y palabras

secas va a derrumbar lo poco que soy.

17. Querida cabeza: Donde quiera que estés te pido que le

digas a mis manos que se agarren fuerte, donde quiera que

estén.

18. Después de que mis brazos se desprendan del cuerpo,

pienso donarlos a alguien que esté más solo que yo.

19. Ser desierto es algo que no acabaría de explicarte ni con

toda la arena del mundo.

20. Increíble, soy un pedazo de pecho abandonado en la are-

na que sigue esperando que llegues.

21. Ahora que soy de arena me dedicaré a contar historias

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TUITS

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sobre tiempo.

22. Se cierra la ventana. Llega. Beso. Se abren los ojos. Silen-

cio. ¿Un trago?

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TUITS

Page 73: Bonsái, número 1

Graciela Romero

cuerpo con cuerpo

Cuánto tu nombre. De alguna forma no más sueños y en

cambio escalofríos y el perturbador sonido hueco de un solo

corazón. Sobre la cama el cuerpo, y en el cuerpo, agazapado

entre las piernas, el sexo que se piensa olvidado pero se des-

cubre siempre latente. Sobre la mente el rostro deforme, té-

trica caricatura de la fealdad con hermosos labios de color in-

cierto. Otra vez escalofrío pero tu nombre. Al sexo lo penetran

deseos, y de pronto, sobre el cuerpo: un cuerpo. Ahora sudor

entre los pliegues que forma la carne de los enormes senos.

Ojos abiertos nada contemplan en el dibujo de las sombras.

Jadeos. Cuánto tu nombre. El cuerpo en incontrolable

necesidad de sentir un cuerpo dentro.

Antes que los labios de trazo perfecto dibujen sonrisa que

deforme el grotesco ceño, sobre la cama el cuerpo, sobre la

cama sangre y un objeto afilado.

Hay pasos. Hay un cuerpo que se aleja sin actitud culpable.

Al menos ya no escalofríos, ya no deseo, ya no tu nombre: un

cuerpo. Extraño dolor que se disipa al goteo de los segundos

y, al fin, silencio.

Ya ni siquiera silencio.

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CUENTO

Page 74: Bonsái, número 1

Pavel AndradeMéxico, DF, 1985. Hizo la li-cenciatura en Estudios Lati-noamericanos en la UNAM. Ha impartido clases de Historia de América Latina en el siglo XX. Escribe poesía y cuento. Se le puede leer en: memoriadesimpleshechos.blogspot.comHerson BaronaMéxico, DF, 1986. Estudió simultáneamente Lengua y Literaturas Hispánicas y Es-tudios Latinoamericanos, am-bas en la UNAM. Ha obtenido premios de cuento, ensayo y poesía. Textos suyos han sido publicados en revistas como El Tímpano, Periódico de Poesía, Literal Magazine, La palabra y el hombre, entre otras.Belisa BartraNació en Inglaterra y vive en Barcelona. Desde siempre imagina historias, se inventa el mundo a cada paso y, cuando aprendió a hacerlo, también comenzó a reescribirlo. En la actualidad cuenta con un proyecto de microliteratura y escribe en su blog personal:www.soylasalamandra.comMarco ColínMonterrey, México, 1967. Publicista. Escribe, lee, dibuja, hace palíndromos, persigue la felicidad y aprende a ver todos los días.

Ashauri LópezMéxico, DF, 1988. Narrador postapocalíptico, twittero frenético y poeta imprevisto. Su vida y obra transcurre en la urbe, entre las tocadas clandestinas y los deleitables horrores de la vida cotidiana. Su primera nove-la, Hiroshima, una suerte de telenovela-manga sobre los últimos días de la Ciudad de México, está pronta a salir del laboratorio para hacer florecer un jardín de estallidos en la mente de sus lectores.Frank LozanoJalisco, México, 1974. Filósofo, atlista, gestor cultural involuntario y colaborador de Milenio Jalisco. Ha hecho de las letras su estilo de muerte. Vive en sus ratos libres y tam-bién deja vivir. Escribe en frank-lozano.blogspot.comGuso Macedo PérezChihuahua, México, 1978. Psicólogo social dedicado a la museología. Muy lector, poquito escritor. Obstinado usuario de las redes sociales y devoto de la música de van-guardia y las bicicletas. Publica sus apuntes en: gusopuntocom.blogspot.comjosé Luis MartínezMonclova, México, 1978. Diseñador Industrial y MA en Diseño y Comunicación. Ac-

tualmente radica en Saltillo, Coahuila, donde se dedica a la Publicidad y la Imagen Corpo-rativa. Como personaje, José Jardinero nace de una con-fusión y es, entre otras cosas, silbador profesional y perdedor de objetos valiosos. Se le puede leer en: josejardinero.blogspot.comYaxkin MelchyMéxico, DF, 1985. Escribe un libro que se llama El Nuevo Mundo, del cual ha publicado dos partes: El Nuevo Mundo I (2008), El Sol verde (2010) y un libro satélite en órbita: Los poemas que vi por un telescopio. Ha publicado en fanzines, re-vistas y libros cartoneros algu-nos compendios como: Nada en contra, Las pequeñas galaxias y ADN Digital. Ha participado como editor nó-mada de la revista Trifulca y fue coordinador del portal de poetas, libros y movimientos emergentes: Red de los poetas salvajes.juan Luis MoraMadrid, España, 1973. Se ini-cia en la escritura a edad tem-prana, dedicando la mayor parte de su obra a la poesía. En la última etapa participa activamente en redes sociales orientando dicha participación hacia la microliteratura, pre-para un libro de relatos cortos

Colaboradores

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y ultima la grabación de un dis-co con canciones propias.Tiene dos libros de poemas au-topublicados, La luz sin som-bras (2004) y La muerte en vida, la mosca en el espejo y otros silencios (2010).Fabio MorábitoAlejandría, Egipto, 1955. Poe-ta, narrador, ensayista y tra-ductor. De padres italianos, fue llevado a Milán desde niño y más tarde a la Ciudad de Méxi-co, donde escribió los poe-marios Lotes baldíos (Premio Carlos Pellicer 1995), De lunes todo el año (Premio Aguas-calientes de Poesía, 1991) y Alguien de lava. En 1997 ob-tuvo el Premio Internacional White Raven por su novela Cuando las panteras no eran negras. En prosa, también es-cribió Caja de herramientas, La lenta furia, La vida orde-nada y Grieta de fatiga (Pre-mio de Narrativa Antonin Ar-taud, 2006). En 2009, publicó su segunda novela, Emilio, los chistes y la muerte y en 2011, el poemario Delante de un prado una vaca.Diego OlavarríaMéxico, DF, 1984. Nació en México, pero pasó casi toda su infancia viviendo en países centroamericanos y en Estados Unidos. Ha ganado concursos de cróni-

ca, cuento y ensayo. Sus tex-tos han aparecido en diversos medios impresos de México y España (La Tempestad, Punto de Partida), así como digitales (Distintas Latitudes, BME-zine). Actualmente, además de escribir, trabaja como intér-prete y traductor.Brianda PinedaXalapa, México, 1991. Xalapa todavía conserva las ruinas de su infancia en sus parques. Estudia Lengua y literatura hispánicas en la facultad de letras de la Universidad Vera-cruzana.Martín QuintanaChaco, Argentina, 1985.Ahora vive en Corrientes. Es profe-sor de literatura en la escuela pública. Le gustan las ventanas que tienen paisajes y las manos que se levantan para decir que no. Se le puede leer en http://fragmentario.com.arEva RiveraMéxico, DF, 1991. Estudiante de Psicología, mamá, papá, pseudoescritora lectora, y sobreviviente de un tornado llamado vida. Ella es tragedias, no mujer. Se le puede leer en: oleosobrehojuelasdemaiz.blogspot.comGabriel RodríguezTepito, México, 1980. Ha es-crito el libro de cuentos El De-monio Perfecto (BUAP, 2008)

y la novela Balas en los Ojos (Ediciones B, 2011).Graciela RomeroGuadalajara, México, 1982. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadala-jara y ha publicado cuento en el Periódico Público (Milenio en Guadalajara) y la revista El perro, y artículos en Palabras Malditas y Blink. El resto de lo que escribe es todo en internet, antes en blog y ahora Twitter.alejandro ZambraSantiago, Chile, 1975. Poeta, crítico y narrador elegido en 2010 por la revista británica Granta entre los 22 mejores escritores de lengua española menores de 35 años. Entre su obra como poeta están Bahía Inútil (1998) y Mudanza (2003). En 2006 salió a la luz su primera novela, Bonsái, editada por Anagrama y tra-ducida al inglés para Melville House. En 2007, publica la novela La vida privada de los árboles y en 2011, Formas de volver a casa, ambas también en Anagrama.