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El Barroco andaluz HÉCTOR ABAD FACIOLINCE "Un dolor muy hondo nos hace perder el apego a la vida " LUIS MATEO DÍEZ Dostoievski y la justificación del crimen Ejemplar gratuito I Número 97 I Enero 2008 Revista fundada para el fomento del libro y la lectura I Año X PABLO AULADELL

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Barroco Andaluz -Mercurio, Suplemento literario

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  • El Barrocoandaluz

    HCTOR ABAD FACIOLINCE "Un dolormuy hondo nos hace perder el apego a la vida"LUIS MATEO DEZ Dostoievski y la justificacin del crimen

    Ejemplar gratuito I Nmero 97 I Enero 2008

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    20HCTOR ABAD FACIOLINCE: ORGULLO DE HIJO Toms Val. Fotos Porfirio Mungua En El olvido que seremos el escritor colombianoreivindica la figura de su padre asesinado

    L E C T U R A S

    25NARRATIVA Hctor Abad, Cormac McCarthy, Giorgio Bassani,Andrs Prez, Jos Carlos Somoza, Juan CobosWilkins, Antonio Ortuo, Iban Zaldua, Jos EduardoTornay, Vicente Luis Mora, Clara Usn

    38POESA Y ENSAYO Billy Collins, Andrs Neuman, Rene Vivien, Pablo G. Casado, Philippe Sollers, Jos Gutirrez Solana 43CLSICOLuis Mateo Dez

    EL VERDADERO MAQROLLMario Mendoza

    Dostovievski explor la vertiente simblica de los espacios urbanos

    La vida en la puerta de la nevera, Europa de juego en juego, Canciones infantiles y nanas de Babushka, Imagina una noche

    F I R M A I N V I T A D A

    50 El personaje literario del Hotel Bellavista de Cartagena de Indias

    EL BARROCO ANDALUZ

    08ANDALUCA BARROCA 2007Jos Antonio Chacn Un proyecto cultural sobre uno de los referentesartsticos ms significativos

    16LOS LIBROS DE ANTIGEDADES Y EL DISEO DE LA CIUDADAsuncin Rallo Gruss Los smbolos de un pasado mitad fabuloso,mitad histrico

    10COORDENADAS DEL BARROCOMara del Pilar Palomo La poca en que el artista se aproxima a la vidasin atender a arquetipos y a jerarquas sociales12CARTOGRAFA LITERARIA EN ANDALUCAJos Lara Garrido El papel de la imprenta y la relacin entre las ciudades en la produccin literaria15EL INGENIO ERTICO EN LOS POEMAS DE JUAN DE SALINAS J. Ignacio Dez El juego malicioso de la adivinanza

    18LOS CAMINOS DEL BARROCOEva Daz Prez

    Nmero 97 I Enero 2008

    Sevilla, Granada, Antequera y Osuna con su patrimonio arquitectnico

    LITERATURA INFANTIL Y JUVENILCare Santos 47

    E N T R E V I S T A S

    ASTROMUJOFF

    36MARTN KOHAN: TODAVIA HAY PERSONAS, DE LASQUE SE APROPIARON LOS REPRESORES ARGENTINOS, QUE IGNORAN SU HISTORIA

    Ricard Ruiz Garzn

    Ciencias morales, una novela sobre el concepto dela autoridad ganadora del Premio Herralde

  • Olleras, 34 29012 Mlaga. Espaa Telfono [34] 952 133 940w w w. d p m - c u l t u r a . o r g

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    tro Poesa, pasin de vida. Ensayos y estudios del 27 220 84-7785-430

    -012

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    a/Prosa307/357 84-7785-60

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    Mujer yLitera

    tura enel siglo XX

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    Rafael Osuna Semblanzas de revistas du

    rante la repblica341 84-7785-760-I

    12Escondidoen la

    luz.Jos

    Mara Hinojo

    sa y su tiempo. Ed. Julio Neira y Almoraima Gonzlez

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    hombre, un universo 337 84-7785-3 90-8 12

    Manuel Carm

    ona Todo lo vivido

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    Juan de Dios Ru

    iz Copete La otra Generacin del 27 249 84-7785-503-x 12

    Vicente Aleixandre Cartas a Jaime Siles. Ed. Irma Emiliozzi 132 84-7785-776-8 12

    COLECCIN ESTUDIOS

    DEL 27

    AlfonsoSnchez Rod

    rguez Este lm inacabado182 84-

    7785-504-8

    12

    Laurence Breysse-

    Chanet En la memoria del aire.Poesa y potica

    de Manuel Altolaguirre 275

    84-7785-659-1 12

    Gabriele Morelli La Generacin del 27 y su modernidad 305 978-84-7785-794-5 12

    N PGINAS ISBN PRECIOAUTOR TTULO

    Emilio Prados Mosaico (Poema con esp

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    4-7785-309

    -6 12

    Luis Cernuda Los placeres prohibidos

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    Luis Cernuda Donde habite el o

    lvido84-77

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    Manuel Altolaguirre Entre dospblic

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    El Maquinista de la Generacin, 14OCTUBRE 2007. ISSN: 1577-340X. 18 eurosEl 27 en la joven poesa: 19 poetas menores de 40 aos aportan su visin sobre la Generacin del 27 en su ochenta aniversario

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    UN ESTADODE NIMO

    EDITORIAL

    El Barroco,cuyo estilo artstico y movimiento cultural se

    desarroll durante los siglos XVII y XVIII, expres la

    conciencia de una crisis causada por las guerras y las

    enfermedades como la peste, que diezm una cuarta parte

    de la poblacin espaola, provocando que el hombre tuviese una

    visin pesimista ante la fugacidad de las cosas, la sensacin de

    inestabilidad y el concepto del mundo como laberinto, representado

    en las obras de Gracin, de Quevedo y de Gngora. Esa visin trgica

    dio lugar a que la literatura optase indistintamente por la evasin de

    la realidad, como hizo Lope de Vega, por el estoicismo que expresaba

    las quejas acerca de la vanidad del mundo, defendido por Caldern,

    por la corriente moralista representada por Saavedra Fajardo y por la

    stira de la realidad que simbolizaron Quevedo y la novela picaresca.

    Estas distintas formas de interpretar este perodo contribuyeron al

    renacimiento de las letras clsicas en un intento de defender la

    capacidad de superacin del hombre, por medio de la razn, al mismo

    tiempo que propiciaron el placer de lo mundano y lo carnal. Las

    contradicciones entre lo popular, el esteticismo, la religin y el

    erotismo, se dieron tambin en el arte y en la arquitectura que

    favorecieron que el barroco tambin fuese una poca de brillante

    creatividad. En este nmero, diferentes catedrticos y especialistas

    abordan el espritu del barroco, sus caractersticas y la influencia que

    tuvo en Andaluca.

    Este estado de nimo del barroco cobra cierta vigencia en el

    presente siglo donde el hombre parece desenvolverse entre las

    mismas dudas y contradicciones, entre la picaresca, el desengao, la

    sensualidad y la vanidad que definen el mundo actual igual que

    definieron el mundo del barroco.

    Presidente Jos Manuel Lara Vicepresidente Jos Creuheras MargenatVocales Consuelo Garca Priz

    Antonio Prieto Martn

    Directora Ana Gavn

    Mercurio es una publicacin de la Fundacin Jos Manuel Lara para el fomento de la lectura

    Director Guillermo BusutilEditor grfico Ricardo MartnCoordinador Fernando MartConsejo Editorial Carlos Pujol

    Adolfo Garca Ortega Manuel BorrsIgnacio F. GarmendiaJess Vigorra

    Maquetacin milhojas. servicios ed.

    Imprime Artes Grficas GandolfoDepsito Legal SE-2879-98ISSN 1139-7705

    FUNDACIN JOS MANUEL LARAc/Fabiola, 5. 41004 SevillaTel: 95 450 11 [email protected]

    Envo de libros para reseas:Revista MercurioFundacin Jos Manuel Lara

    Para publicidad en Mercurio:Marcos [email protected]: 95 450 11 40

    La direccin de esta publicacin nocomparte necesariamente las opiniones desus colaboradores. Tampoco mantienecorrespondencia sobre artculos nosolicitados.

    Mercurio tiene una difusin mensual de50.000 ejemplares con distribucinnacional en libreras y grandes superficies.

    El Barrocoandaluz

    HCTOR ABAD FACIOLINCE "Un dolormuyhondo nos hace perder el apego a la vida"

    LUIS MATEO DEZ Dostoievski y la justificacin del crimen

    Ejemplar gratuito I Nmero 97 I Enero 2008

    Revistafundadaparaelfomentodellibroylalectura

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    PABLO AULADELL

    PANORAMA DE LIBROS

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    ILUSTRACIN DE SCAR ASTROMUJOFF

    El artista del barroco se aproxima a las cosas, a la vida que perciben sus sentidos, sin atender

    a arquetipos ni a jerarquas sociales

    El Barroco andaluz

    MARIA DEL PILAR PALOMO

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    JOS ANTONIO CHACN

    AndalucaBarroca 2007La Junta de Andaluca ofrece una visin ampliade este periodo artstico con exposiciones,conferencias y la rehabilitacin delpatrimonio arquitectnico

    Extravagante, raro, grotesco, di-sonante, confuso... No es unacascada de adjetivos dedicada alarte contemporneo por algn

    defensor de la tradicin, sino algunasde las perlas que importantes tericosdel arte desgranaron sobre el Barroco.poca, por otra parte, donde igualmen-te fue adquiriendo un notable reconoci-miento a la vez que el injusto protago-nismo de ser considerado un arte caducoy representante de una cultura pasada yalejado de una sociedad que defenda losprincipios de una nueva era.

    El acercamiento de estudiosos e in-vestigadores al Barroco ha ido generan-do una creciente complejidad en tornoal alcance del estilo y de su definicin y ala dificultad de establecer con certezasus lmites cronolgicos. El Barroco es,por consiguiente, de esencia y existen-cia complejas, como destacan los comi-saros de La Imagen Reflejada. Andaluca. Es-pejo de Europa, una de las grandes exposi-ciones abiertas en la restaurada Iglesiade Santa Cruz (Cdiz) y que muestra conobras de excepcional calidad las in-fluencias mutuas entre el barroco anda-luz y el europeo.

    En las investigaciones ms recienteses el acadmico y otrora aorado direc-tor del Museo de Bellas Artes de SevillaAntonio Bonet Correa quien firma unode los ms importantes estudios sobre lasingularidad del barroco andaluz, Anda-luca Barroca, publicado hace tres dca-das. Un sugerente libro que inmediata-mente se convirti en un clsico de lahistoriografa artstica espaola. Aun-que sus investigaciones se centraranms concretamente en la arquitectura yel urbanismo desde mediados del XVII yel XVIII, este periodo vendr a marcar, aldecir del propio Bonet, cualquier mani-festacin artstica y festiva andaluza

    Nada sehace hoy anivel popular enAndaluca que nolleve an el sellodel barrocoAntonio Bonet Correa, catedrtico de Historia del Arte

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    desde entonces. Nada se hace hoy a ni-vel popular en Andaluca que no llevean el sello de este estilo. Su extenso yriguroso trabajo es el origen desde el quese argumenta el grueso programa de ac-tividades diseado y desarrollado den-tro del proyecto Andaluca Barroca 2007.Una iniciativa de la Consejera de Cultu-ra de la Junta de Andaluca con la que sepretende ofrecer una visin amplia y no-vedosa del fenmeno barroco en Anda-luca, adems de servir de acicate paranuevas investigaciones. Para lograr esteobjetivo se han realizado catlogos deexposiciones, conciertos, ediciones derestauracin y programas didcticos, enlos que han colaborado ms de un cente-nar de especialistas y que ya se conocenen su conjunto como La Enciclopedia del Ba-rroco Andaluz.

    Durante los siglos XVII y XVIII Anda-luca conquist un importante protago-nismo en el desarrollo histrico de Espa-a. La incidencia de este inigualablemovimiento cultural en Andaluca tras-ciende el margen temporal para erigirseen sea de identidad de una Andalucaque se evoca en la potica de Gngora;en los pinceles de Velzquez, Zurbarn,Murillo, Alonso Cano o Valds Leal; enla gubia de Montas, Pedro de Mena oPedro Roldn; en los barros de La Rolda-na; en el urbanismo, en la arquitecturade palacios, iglesias y catedrales. En suscelebraciones, ritos y fiestas. Muestrade ello es la exposicin Fiesta y Simulacroque acoge el Palacio Episcopal de Mlagacomo evidencia de la importancia de s-tas y su trascendencia todava en la An-daluca del siglo XXI.

    Granada y Sevilla, las dos ciudadesms pobladas de Espaa a mediadosdel XVI, son el referente artsticoms significativo de Andaluca Ba -rroca. Las relaciones de Velzquez,Zurbarn, Cano, Montas o Gn-gora en la Corte de Felipe IV pon-drn el acento andaluz al arte ba-rroco ms prestigioso. La contra-posicin entre las dos ciudades no

    va ms all de mnimos matices,ya que ambas escuelas estaban estre-

    chamente ligadas al acontecer de laspropuestas artsticas que, al igual que

    otras manifestaciones festivas o polti-cas, pasaban por la influyente Iglesia es-paola. Este invisible eje artstico seejemplifica, entre otros, en la forma-cin granadina del gran maestro de laescuela sevillana Montas; en la gra-nadina del sevillano Pedro Roldn o enla sevillana del granadino Alonso Cano,que compartir con Velzquez el presti-

    EL FULGOR DE LA PLATAIglesia de San Agustn. Crdoba

    24 de septiembre-30 de diciembre 2007

    ANTIGEDAD Y EXCELENCIASMuseo de Bellas Artes. Sevilla

    24 de octubre-30 de diciembre 2007

    FIESTA Y SIMULACROSala de Exposiciones del Palacio Episcopal. Mlaga

    19 de septiembre-6 de enero de 2008

    TEATRO DE GRANDEZASHospital Real. Granada

    14 de noviembre 2007-30 de enero 2008

    LA IMAGEN REFLEJADA, ANDALUCA, ESPEJO DE EUROPA

    Iglesia de Santa Cruz. Cdiz

    26 octubre-30 de enero de 2008

    LA ROLDANAReales Alczares. Sevilla

    25 de julio-14 de octubre 2007

    ANDALUCA BARROCA.EXPOSICIN ITINERANTE

    Antequera: Real Colegiata de Santa Mara

    septiembre-octubre 2007 (Clausurada)

    Jerez de la Frontera. Alczar

    noviembre 2007-15 de enero 2008

    Guadix. Catedral

    18 de enero-24 de febrero de 2008

    Jan. Antigua Iglesia de Santo Domingo

    marzo-abril 2008

    CALENDARIODEEXPOSICIONES

    gioso taller de Francisco Pacheco, unode los artistas ms influyentes del mo-mento.

    Si el barroco sevillano se considerams abierto, frente al ms recogido e in-timista granadino, como destacan mu-chos historiadores, ambos son lo mssublime y reconocido de este periodo enel mbito artstico, puesto de manifies-to de manera excepcional en dos monu-mentales exposiciones en el Museo deBellas Artes de Sevilla y en el HospitalReal de Granada. Ms de doscientas pie-zas seleccionadas entre pinturas, escul-turas, mobiliario, tallas, cermicas yobjetos varios que, bajo los epgrafes deAntigedad y Excelencias y Teatro de Grandezasrene por primera vez lo ms destacadodel arte barroco sevillano en Granada ygranadino en Sevilla.

    Pero no slo sern estas dos capitaleslas nicas con gran protagonismo. Sevi-lla jug en mayor medida un papel rele-vante en la Espaa Barroca por su im-portancia como capital del valle del Gua-dalquivir y por ser puerto con Europa yAmrica, al que llegaban ingentes can-tidades de oro y plata. El arte de la plate-ra prosigue durante el siglo XVII la flo-reciente andadura iniciada en la centu-ria anterior, con una notable actividaden Sevilla, Cdiz, Mlaga, Jan y Grana-da. Pero la gran protagonista de la plate-ra peninsular del Barroco tardo y delRococ ser sin duda Crdoba. Un prota-gonismo que todava mantiene y que sepone de manifiesto en El Fulgor de la Plata,inaugurada en la iglesia cordobesa deSan Agustn, y que viene a ser la mayor yms completa seleccin de platera ba-rroca de las realizadas hasta la fecha enAndaluca.

    Andaluca Barroca 2007 ha desarrolladotambin un amplio programa de restau-raciones y rehabilitaciones como las delretablo del Hospital de la Caridad o el deSanta Mara de la Oliva de Lebrija, ade-ms de una serie de actividades didcti-

    Las relaciones deVelzquez, Zurbarn,Cano, Montas o Gngoraen la Corte de Felipe IVpondrn el acento andaluzal arte barroco msprestigioso

    cas que han contribuido a acercar al p-blico el hecho barroco. Un proyecto queevidencia el esplendor del Barroco anda-luz y anima, como se ha puesto de ma-nifiesto en el Congreso Internacional ce-lebrado con tal motivo en Antequera, aseguir profundizando en uno de los pe-riodos creativos ms importantes y sig-nificativos de la Historia de Andaluca.

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    MARA DEL PILAR PALOMO

    Coordenadas del Barroco

    El Barroco es un concepto de estilo yun concepto de poca. Como estilono tiene necesidad de circunscri-birse a un determinado tiempo y

    puede, incluso, entraar una singularforma de concebir y entender la realidadvlida tambin en nuestra poca.

    Concretndonos a Espaa, designa lacultura en todas sus manifestacionesque, a partir de 1600, se extiende a los lar-go de los reinados de Felipe III, Felipe IV yCarlos II. Aunque creo que debera adelan-tarse la fecha en coexis-tencia con movimientosmanieristas a los aos quegiran alrededor de 1580: esla fecha en que comienza aescribir Lope y Cervantesregresa a Espaa tras sucautiverio en Argel para en-contrarse frente a una so-ciedad que ha cambiado designo y recomienda la dis-crecin frente al herosmo.Una sociedad por la quetransita un nuevo persona-je: el licenciado Desenga-o, como llam a su prota-gonista el sevillano Fernn-dez de Ribera en su Antojosde mejor vista, que con ellosvea el interior de los hom-bres ms all de su aparien-cia externa. Ya en figura deanciano, ser el personajeque gue a Quevedo por las rutas de El mun-do por de dentro, y es su presencia continuaen el interior del hombre la que le hacedesconfiar de una realidad aparencial quetal vez sea slo un mundo soado. El sueodel caballero titul Antonio de Pereda unode sus ms significativos lienzos, en don-de el hombre, dormido, contempla su au-tntica verdad: el destino del hombre,personificado en el Tiempo y la Muerte,verdaderos protagonistas de la inestabili-dad y fugacidad de la existencia.

    El tiempo es una abstraccin, pero elhombre del Barroco lo siente como unaagobiante realidad anmica, como un n-timo y perenne desasosiego. La belleza,

    en los cuadros terribles del Hospital de laCaridad de Sevilla, en ese Finis gloriae mundide Valds Leal.

    Frente a la armona csmica que ins-pir a Fray Luis de Granada su visin deun Divino Artfice, Gracin que tanto leley opone ahora un universo regido porla desarmona, la lucha y los contrastes,donde slo el Gran Moderador, por el actocontinuo de la creacin, logra la no des-integracin de un mundo presidido por laoposicin de contrarios. Lucha y desar-mona que ataen tanto al macrocosmos

    como a ese microcosmos quees el hombre. De ah las con-tinuas metforas y alegorasbarrocas para designar la re-alidad diversa y contrastadadel mundo: un mundo alrevs, regido por la locura;una gran plaza universal omesn habitado por ele-mentos discordes; un con-fuso laberinto, donde todoes apariencia, un juego deespejos. El mundo es un tea-tro, dijeron los estoicos, yese antiguo tpico se reafir-ma con tal fuerza que permi-te a Caldern, sobre el tabla-do escnico, elevarlo a unplano teolgico.

    El profesor Orozco, enuna obra de ttulo revelador,El teatro y la teatralidad del Barro-co analiz la unin vida=tea -

    tro o teatro=vida del imaginario barroco.Esa unin determina que sea el teatrotexto y espectculo el gnero que, talvez, mejor puede ilustrarnos sobre el Ba-rroco europeo. Pensemos que, tras el tea-tro ateniense, slo el siglo XVII teatralpudo crear los grandes mitos escnicos.As, junto a Edipo, Electra, Antgona oMedea, sern los barrocos Fuenteovejunacomo hroe colectivo, Don Juan, Segis-mundo, Hamlet, Otelo, Romeo y Julieta,Fausto o Tartufo, los que se alzan peren-nes como mitos universales. El teatro fueen el siglo XVII un autntico fenmenode comunicacin de masas, en gran n-mero analfabetas, que acudan a los corra-

    El teatro fue un autnticofenmeno de masas, engran nmero analfabetas,que acudan a los corralesde comedias con autnticaadiccin

    el arte... todo pasa: T eres, tiempo, elque te quedas / y yo soy el que me voy,constata Gngora melanclicamente. Y,en ntima rebelda, exclamara Quevedo:...soy un fue, un ser y un es cansado.En consecuencia, la poesa y la pintura sepueblan de relojes y de calaveras, en unaalegora contrarreformista. Porque, co-mo sostuvo Hatzfeld, Contrarreforma oreligiosidad tridentina, absolutismo yBarroco son trminos que deberamoscontemplar unidos, y en los que la inani-dad del existir se plasma pictricamente

    Durante el siglo XVII el arte transmite el desasosiego del hombre yla fugacidad de la existencia

    Corral de Comedias de Almagro, siglo XVII.

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    cuencia, se redescubre lo popular, seasienta el costumbrismo y unos exalta-dos sensualismo y sensorialismo cubrenlos viejos temas. Por esa va puede lle-garse a la ms tajante desmitificacinde temas heredados, formas y mitos, enpardicas imitaciones caricaturescas:Orlando, el enamorado, es un necio, co-mo escribi Quevedo, la diosa del amores Venus en pelota, y la corona de lau-rel que Dafne entrega a Apolo es el vul-gar condimento del escabeche. Realis-mo y vida que irrumpen en un siglo quevio nacer a los artistas ms universalesde la cultura espaola.

    les de comedias con autntica adiccin. Yfue, como es lgico, un fenmeno neta-mente urbano: Londres, Pars y Madridson los escenarios de un fabuloso nego-cio teatral que, desde all, se expanda alresto de las ciudades. Las obras se escri-ban para todas las clases sociales, me-diante una polivalencia textual que am-pliaba su mensaje, pero donde el vulgotena sus prerrogativas como dira ma-chaconamente Lope en su Arte nuevo de ha-cer comedias.

    Porque el descubrimiento y trata-miento artstico de la realidad es otra delas grandes innovaciones del Barroco. El

    punto de vista del artista se aproxima alas cosas, a la vida que perciben sus sen-tidos, sin atender a arquetipos y jerar-quas sociales. Ante el ojo del especta-dor, cuya mirada cmplice se busca, semuestran los valores expresivos de unafigura en primer plano o el carcter in-dividualista de un personaje. Y en la re-novacin del horaciano ut pictura poesis, latcnica pictrica pasa a los poemas y, enambos, alcanzan categora artstica lascosas cotidianas: los prodigiosos bode-gones de Zurbarn o Snchez Cotn,una Vieja friendo huevos, o el gracioso en es-cena, diciendo obscenidades. En conse-

    In ictu oculi de Juan de Valds Leal (Iglesia del Hospital de la Santa Caridad en Sevilla).

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    JOS LARA GARRIDO

    Cartografa literaria en Andaluca

    Para dar cuenta de la riqueza yvariedad del Barroco literario enAndaluca es preciso pasar de lahistoria-relato y su reducido ca-

    non de nombres a otra de multiplicadasdimensiones. Esta nueva historia ha decobijar a varios centenares de autores yser capaz de comprender a la vez los fen-menos de larga duracin y los microfen-menos relativos tanto al marco sociocul-tural de los productores como de los tex-tos en su puesta en circulacin y consu-mo. Contemplar, por tanto, la geografa ehistoria de ese mbito de literatura me-diante un cartografiado completo que hade ubicar los efectos concretos de las di-versas instituciones formativas as comodel mecenazgo cumplido por la nobleza,las oligarquas y el patriciado urbano y lasaltas jerarquas eclesisticas; que debe ca-racterizar, en fin, la relacin cambianteentre literatura e imprenta as como la delas formas de comunicacin y sancin delos distintos grupos. En este programa elcentro gravitatorio se encuentra en lasciudades, cuyos mapas de evolucin his-trica resulta preciso atender de formapermanente.

    El mapa de las ciudades literarias debefundarse, en primer trmino, en el anli-sis de la imprenta. Con la excepcin de Se-villa (con 55 impresores entre 1590 y 1720)y las semiexcepciones de Granada y Cr-doba (con 20 y 18 en el mismo tramo tem-poral) el tejido impresor andaluz fue muyendeble. Publicar slo era posible con unpatrocinio econmico y casi nunca parecehaberse producido con una programacinque implicase relaciones estables entre elescritor y la imprenta. Tampoco, fuera delas relaciones de sucesos y los sermones,los impresores se especializaron en un g-nero, resultando extraordinaria la seriede novelas publicadas por el taller sevilla-no de Pedro Gmez de Pastrana entre 1630y 1648. nicamente la historiografa localy los libros de antigedades y excelenciasde las distintas ciudades contaron con el

    respaldo permanente de instituciones omecenas locales y con un horizonte segu-ro de negocio editorial. Particularmenteesquiva fue la relacin entre imprenta ypoesa, como muestra el caso de Gngoraen la Crdoba del XVII. En 1626 el autor delas Soledades otorg carta de donacin a unsobrino del manuscrito de sus obras, asen poesa como en prosa, que no fueaprovechado en la imprenta y lamenta-blemente se ha perdido. Un destino seme-jante al que corri la mayor parte del ar-chivo cordobs conformado por el estre-cho crculo de admiradores del poeta. Ce-losos por amparar en lo posible la fiel difu-sin de la poesa gongorina, dejaron pa-sar las tres dcadas en que su edicin fueun best seller sin dignarse acudir a la im-prenta. Como comentaba en 1647 desdeCrdoba un conocedor del asunto, ni susdeudos ni aficionados a don Luis, ciudad,ni dems caballeros son hombres que gas-tarn un real en cosas tales.

    La evolucin de los grupos letrados enlas distintas ciudades de la Andaluca delBarroco ofrece otro mapa de relieves e in-tensidades enormemente variables. Co-mo itinerarios mostrativos y ventanasabiertas al conjunto cabe recordar lo ocu-rrido en dos crculos poticos distintos:los de Crdoba y Sevilla. Aunque en am-bos casos puede detectarse un proceso deenrarecimiento y prdida de los ambien-tes que favorecieron y ampararon el culti-vo de la lrica, los tiempos y modos resul-tan ser netamente distintos. Lo que enuno se describira como el enclaustra-miento en la fidelidad gongorina que seacompasa con la inevitable deriva ideol-gica de un crculo cerrado y aislado, en elotro, con el punto de fuga desplazado enbuena parte hacia la Corte, supuso el ago-tamiento final de dos lneas de escriturabrillantemente explotadas hasta el lmi-te. En contraste con Granada, cuya nutri-da serie de academias y certmenes evi-dencian un grado notable de socializacinde la prctica potica, Crdoba se encerren un cultivo controlado de devociones al

    La imprenta y la relacin entre las ciudades y la Corte marcaron laproduccin literaria de la poca

    Arriba, el Gngora de Gonzalo de Hoces.Portada de esta edicin, impresa en Madriden 1633 (Biblioteca del Seminario,Barcelona). Sobre estas lneas, retrato deLuis de Gngora a la edad de 60 aosgrabado del famoso manuscrito Chacn,base de las ediciones de Gngora(Biblioteca Nacional, Madrid).

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    sometida a cambios estructurales en fun-cin de globales desplazamientos socia-les de poder. Los mismos que hoy la in-vestigacin histrica empieza a desen-traar fueron difcilmente percibidos porlos propios actores, y an menos por losautores. Puede iluminarse as, por ejem-plo, la frustrada carrera cortesana deGngora, quien slo tuvo residencia esta-ble en Madrid desde 1617. La capellanareal obtenida no fue como l pensaballave maestra a mayores ascendencias.Los movimientos inadecuados en el labe-rinto de la Corte, la concepcin a des-tiempo del Panegrico al duque de Lerma o elmal calculado juego con Olivares habraque relativizarlos desde los dos tiemposde un modelo cambiante. Lerma habaorquestado una poca de inflacin demercedes de hacienda; con el Conde-Duque que se limit a atribuirse el mo-desto ttulo de secretario de mercedes,stas no salan del erario sino que se ha-ban reducido a honras y honores. Gn-gora probablemente haba obtenido yacon el hbito de una orden militar paraun sobrino suyo y los negociados paraotros caballeros de Crdoba todo lo que laCorte hasta ese momento estaba en dis-posicin de otorgarle.

    autor de las Soledades. Su sombra benefac-tora termin pesando demasiado en unaciudad sin mecenazgo y donde los intere-ses de las lites diligentes haban dado laespalda al quehacer lrico.

    La doctrina neoestoica que compartanlos lricos de Sevilla predicaba una tica es-tricta y una fortalecida moral interior yvinculaba, desde criterios de escepticismoy razn, la felicidad a la virtud. Pero tam-bin consenta un cierto compromiso conla realidad, en direccin opuesta a la huidapara la libertad hacia un retiro muy propiopara olvidar y ser olvidado que predicidealmente Rodrigo Caro. l mismo tuvotambin sus ambiciones cortesanas, yquiso seguir el camino de Rioja, Fonseca yFigueroa o Calatayud. El triunfo de este es-trecho crculo de amigos en Madrid y suferviente entrega a la causa del valido, re-verso del desengao purificador mediantela sencilla vida en la ciudad natal que habaprogramado Andrada pocos aos antes ensu Epstola moral a Fabio, supusieron una rup-tura definitiva con el humus vital y la co-herencia ideolgica del grupo. Slo qued,adelgazada y pronto exhausta, la lnea deun neoherrerianismo que jugara final-mente a calcar en cancionero su lenguapo tica y sus smbolos.

    El mapa esencial viene tambin deter-minado por la relacin entre el centro y laperiferia, las ciudades y la Corte. Poderosoimn como verdadero campo sancionadorde lo literario en todos sus rdenes, elmundo cortesano ofreca posibilidadesmultiplicadas de mecenazgo y con l decargos y honores. No era frecuente el cursoseguido por un Francisco de Rioja, cuyosnumerosos beneficios y rentas le llegarona suponer ingresos equiparables a los deun mediano potentado. Lo normal resul-taba ser el desengao y retiro al paraso ce-rrado de la propia ciudad, como es el casoejemplar de Soto de Rojas, o una supervi-vencia en condiciones anlogas a la del lu-gar de partida segn ocurri con lvaroCubillo de Aragn, quien sin obtener ayu-da regia y para vivir del mismo oficio queen Granada, tuvo que comprar en 1641 elcargo de escribano. Slo ciertos autores demucho xito y prestigio consiguieron tra-mar una aceptable carrera ulica. Es lo quese constata con los dramaturgos AntonioMira de Amescua y Luis Vlez de Guevara.

    El cartografiado del patronazgo regio ysu incidencia en los autores de la Andalu-ca barroca permitir afinar el exacto per-fil de tantos casos lmite y en aparienciaanmalos. La Corte es una configuracin

    Imprenta en el siglo XVII. Grabado de Hans Merian en la Gottfrieds Chronik, 1642.

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    Amenudo Barroco y religiosidadse hermanan en un slidocompuesto, y no sin razn. Sinembargo, la poesa barroca

    tambin se nutre de un gil ingenio quebusca manifestaciones ms ligeras y, aveces, decididamente erticas. Es para-digmtico el caso de Juan de Salinas(1562-1643), exiliado enSegovia durante unabuena parte de su vida,que regresa a Sevillatras el complejo procesode particin de la he-rencia paterna. A partirde 1600, el administra-dor de un hospital y vi-sitador de monjas com-pondr en su Sevilla na-tal una poesa rica eningenio ertico. Pero nose trata, como podraerrneamente pensar-se, de que el cannigoen Segovia renuncia alos placeres del cantoertico mientras losdescubre en sus ms decuarenta aos de vidasevillana: el trayecto esmenos ntido. AunqueSalinas paga el bolo alBarroco ms religioso,sus composiciones deeste signo no suelen so-brepasar, en palabrasde Henry Bonneville (sumoderno editor), lhon-nte mdiocrit. Significa-tivamente, en la socie-dad sevillana del seiscientos, cabe ima-ginar que en el refinamiento de los aris-tocrticos salones brilla mucho ms in-tensamente el ingenio y la agudeza decomposiones cortas con un toque mali-cioso.

    A estos fines se presta un gnero an-tiguo y muy efectista: el enigma, msconcretamente el doble enigma, pues la

    cruel / que se encoge y que se alarga, / yescupe saliva amarga / aunque comadulce miel?), pero como el lectorcomprueba, no es la primera solucinposible.

    Esta poesa supuestamente de saln(concebida en la Segovia levtica o en laSevilla galante) convive con manifesta-ciones menos amables, que la tradicin

    literaria ha condenado,como es frecuente con lapoesa ertica menos dige-rible socialmente, al dis-currir manuscrito. A unamujer pblica llamadaSalvadora es un epitafioburlesco (gnero tan culti-vado por Quevedo, porejemplo) que se construyeen torno a un chiste irreve-rente, pues tanto Cristocomo esta mujer ambossalvadores de todo el g-nero humano son hora-dados, aunque de mane-ras distintas. Las referen-cias sexuales en este casovan ms all del ingenioque se puede degustar ensociedad, y se interna enun uso mucho ms pun-zante, para tocar dos te-mas comprometidos comoson los referentes de la so-ciedad cristiana y la anula-cin, en algunos contex-tos, de la entonces esen-cial diferencia jerrquicade los estamentos socia-les: Yace aqu, que nondebiera, / Salvadora la es-

    tevada, / moza, que por horadada / lallamaron Salvadora; / yace aqu, oh ls-tima fiera!, / el remedio cotidiano / delseor y del villano; / y para decirlo aho-ra, / yace aqu la Salvadora / de todo elgnero humano. El ingenio va de lamano de la risa del religioso, que se per-cibe con una libertad que hoy nos asom-bra. Eso tambin es el Barroco.

    adivinanza que se plantea en un puadode versos suele disponer de dos respues-tas, una conocida que es tambin la es-perable por su decencia y otra que seadentra en el erotismo. As, la adecuadarespuesta a Yo soy un fuerte soldado /que donde hay mayor aprieto / me sea-lo, y acometo / a lo que est ms cerra-do; / y con tener por molestas / las ar-

    mas cuantos las traen, / no veris que seme caen / jams las armas de acuestases el sello. Pero hay una segunda opcinms obvia incluso que la oficial. Esesentido del humor malicioso es muyapropiado para, sin traspasar el buengusto, jugar con sus lmites. La jeringaes la ptima respuesta de un segundoejemplo enigmtico (Cul es la sierpe

    J. IGNACIO DEZ

    Eurdice y Orfeo. Rubens.

    El ingenio ertico en lospoemas de Juan de Salinas La poesa tambin se nutre de la adivinanza con un toque malicioso

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    ASUNCIN RALLO GRUSS

    Los libros de antigedades y el diseo de la ciudad

    Existe un gnero literario casi des-conocido y poco estudiado, debidoquiz a la mezcla de saberes y dis-ciplinas sobre las que se vertebra:

    el de los libros de antigedades. Sin em-bargo ofrecen un gran inters no slo poralbergar diferentes manifestaciones ar-tsticas (de panegricos a leyendas, epope-yas y descripciones de lugares) sino comoespejos de la sociedad coetnea.

    La cultura del Barroco en Andaluca sevivi de modo particular en las ciudades,que mostraban en los aos de esplendoreconmico su retrato ilustre en estos li-bros de antigedades y de santos. Duran-te el siglo XVII rara es la ciudad de la queno se escribiera su alabanza: exaltacin

    Renace la ciudad ofrecida en smbolostroquelados sobre un pasado mitad fabulo-so mitad histrico, que brindan las ruinasy restos materiales en los que los anticua-rios creen leer las seas de antigedad per-manentes. Los smbolos (con)funden elprobable pasado de los autores clsicos, deHrcules y las navegaciones fenicias, con elnecesitado origen bblico del nieto de No,Tubal. A ello se suma la cristianizacin porSantiago y los primeros mrtires y santosque brindan los falsos cronicones, a los quela mayora de estos escritores se acogen.

    Se mezclan entonces instrumentos dela nueva historiografa que, sobre bases decomprobacin arqueolgica, potencianuna reconstruccin fidedigna, con ficcio-nes que todos repiten apropindose para

    de sus particularidades y excelencias, re-cuperacin de un pasado glorioso, sem-brado de hroes de sus fundaciones (la le-jana pagana y la cristiana) y dibujado enlos vestigios romanos.

    Estos libros que tienen como modelogenrico la obra de Ambrosio de Morales,Antigedades de las ciudades de Espaa (1575),recuperaban la tradicin retrica de lasLaudes urbium, combinada con los nuevoscauces historiogrficos del humanismo,(la visin integral de la poca clsica y lacorografa). Los anticuarios son huma-nistas tardos, en su mayora clrigos; yson tambin poetas (A. Tejada Pez, Ro-drigo Caro), comentaristas (abad de Rute,Daz de Ribas), comedigrafos (Ordoezde Ceballos).

    La recuperacin de un pasado glorioso y la edicin de panegricos yleyendas constituyeron el modelo cultural de la poca

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    talinas aguas abastecen las necesidades dela ciudad, riegan las huertas y mueven losmolinos. La eficaz conjuncin del medio yel hombre se refleja en los campos, en losrebaos o en los ingenios. Un paraso don-de las carencias y las enfermedades estnausentes, pudiendo trascender al paran-gn con Jerusaln, como la Antequera deTejada Pez cuyo monte de Veracruz pareceidntico al monte Calvario, o la Granada deBermdez de Pedraza con palacios seme-jantes a los de David. Por otro lado no fal-tan, en cuanto presencia mtica, los pozosmgicos (en Cdiz), ni las ermitas milagre-ras y santuarios de la tradicin cristiana.

    su ciudad de un pasado digno adherido a lareligin y a la monarqua. Cada ciudadbusca su antecedente romano, y cuandono lo halla en monedas y lpidas, lo alcan-za por conjeturas: por la similitud fonti-ca, por leyendas de los fundadores y de losprimeros reyes, que son los grandes hom-bres, hroes fundadores o conquistadores.Se incluyen desde el curioso origen delnombre de Porcuna al de la pea llamadade los enamorados, de la fundacin de Se-villa por Hispan a la historia de Florinda ydon Julin para dar nombre a Mlaga.

    La semblanza de la ciudad atiende al en-torno dibujado desde su situacin geogr-fica, marcada por la influencia de las estre-llas y el clima, suma de excelencias, hastael agua que brindan sus fuentes, la mayo-ra salutferas y eficaces en las enfermeda-des, sus ros, del Guadalquivir al Guadaleteo ro del olvido en que los antiguos coloca-ron el paso al otro mundo. Casi todos seatribuyen los Campos Elseos. Los montesofrecen a la par que cuevas mgicas, minasde metales que, como tesoros, simbolizanla riqueza y el atractivo singular, demos-trado por el variado conjunto de pueblosque han deseado habitarlos. Fertilidad yregalo la pintan casi como jardn: las cris-

    Cada ciudad busca suantecedente romano, ycuando no lo halla enmonedas y lpidas, loalcanza por leyendas delos fundadores y de losprimeros reyes

    Dentro se asiste a una ciudad viva, ricay autosuficiente, que ofrece el colorido desus calles y plazas, donde abunda todo ti-po de alimentos y mercaduras, y renova-da desde la conquista cristiana tanto en lomaterial (nuevos muros, conventos y er-mitas), como en lo espiritual (nuevos san-tos y nuevas veneraciones). La conquistacristiana alcanza en estos libros andalu-ces un valor muy especial, como segundafundacin, convirtindola en hazaa pi-ca y a sus protagonistas en hroes; lo quese explica por ser pasado tan reciente,contrapuesto al inters mximo de cons-truir la imagen de una ciudad de prestigioclsico en su antigedad reconocida, y deindudable esencia cristiana en su cuali-dad moral y espiritual.

    Si la mayora de las ciudades econmi-camente destacadas tuvieron su libro (olibros) de antigedades, nada de su parti-cular excelencia quedaba sin constata-cin. Suponen una escritura en simbiosisde naturaleza, artificio humano y pre-tensin eterna en la glorificacin de unespacio ciudadano, recreado en cuantolugar privilegiado y en cuanto tiempo pa-sado ilustre; todo en proyeccin sobre elpresente.

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    numentos est escrito ese desengao ba-rroco con los juegos de claroscuros la ciu-dad deambul a oscuras por el Siglo de lasLuces, el tenebrismo, el trampantojo, elartificio de quien aparenta exageradamen-te porque ya no tiene nada.

    El paseo por ese barroco hermoso deldesengao tiene paradas en la Iglesia delSalvador con su colosal fachada; el Palaciode San Telmo; el Hospital de los Venera-bles, tratado perfecto de las claves barro-cas; la portada del Palacio Arzobispal; laFbrica de Tabacos, o la Iglesia de San Luiscon su exuberante ornamentacin here-dera del horror vacui y de los conceptos barro-cos de espejos y teatralidad.

    Otras pginas barrocas se escondenen el Hospital de la Caridad donde se lee

    Andaluca no se podra entendersin el Barroco. Hay en sus ciuda-des libros cuya escritura en pie-dra est dominada por el movi-

    miento de cornisas, juegos de luces y som-bras, la sensualidad de torres y espadaas,el artificio escenogrfico de sus fachadas.Hay un sentido final en el recargamiento,en el horror vacui, en el exceso que se puedeencontrar de igual forma en un retablo oen una charla informal en una taberna.Por eso, los itinerarios del barroco en An-daluca tienen una ambicin pantesta:suean con llenarlo todo. Porque todo esbarroco, desmedido, hiperblico.

    La esttica barroca en Andaluca tuvoun prlogo importante en el manierismo y

    EVA DIAZ PREZ

    Los caminos del Barrocoluego se extendi durante dos siglos, pri-mero con la indagacin en el barroco seve-ro de los Austria hasta llegar a un barrococastizo y popular que alcanza el final delsiglo XVIII, un barroco llamado paradji-camente de la Ilustracin o barroco tardoque triunfa por encima del neoclasicismoacadmico. Desde entonces, hay muchaAndaluca empeada en repetir esa fr-mula del ideal barroco como forma dereinvencin: barroco tardo, tardobarroco,neobarroco... Pero hubo una poca en laque el Barroco fue la salvacin esttica deuna tierra que entendi como ninguna eldesengao barroco. Es el caso de Sevilla,que en los inicios del siglo XVII comienza aadivinar su decadencia tras haber sido ca-pital econmica del imperio. En sus mo-

    Portada del Palacio de San Telmo, Sevilla. RICARDO MARTIN

  • visita a la cripta de los Condes de Buena-vista, otro ejemplo de estremecedor espa-cio funerario barroco.

    En los itinerarios porlas ciudades barrocasque nunca dejaron de ser-lo no puede faltar Antequera.Habr que contemplarlas iglesias del Car-men, de Beln, de laVictoria o de Santiago. Ycontemplar la audaz torre de Madre deDios o la de la Colegiata de San Sebastin,que combina la tradicin mudjar del la-drillo con la esttica barroca. Un vistazo ala portada en caliza roja del Torcal del Pa-lacio del Marqus de Villadarias culminaeste paseo impresionante.

    Se puede seguir la leccin en piedra,madera, mrmol o incluso yeso comomaterial ideal para las caprichosas for-mas barrocas y que en Andaluca en-troncan con la tradicin musulmana. Yhabra que detenerse en la portada de laIglesia de la Cartuja de Jerez, como ejem-plo de fachada retablo; en las columnassalomnicas de las gaditanas casas de lasCadenas; en el convento de la Merceden Crdoba; ante la maestra ba-rroca de la capilla del Sagra-rio de la Iglesia de laAsuncin enPriego (Crdo-

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    el ttrico libro que se esconde en todotratado barroco con los cuadros de Val-ds Leal sobre las postrimeras, el fin delas glorias del mundo de lectura tan ba-rroca. Para terminar contemplando lascpulas barrocas de la Iglesia de la Mag-dalena, revestidas con tejas vidriadas ypolicromadas donde la ciudad se siguemirando en el espejo barroco.

    Otro recorrido sera el de Granadadonde en la fachada de su Catedral rena-centista se aprecia el carcter esceno-grfico, casi de teln en movimiento,que sugiere la piedra con sus contrastesde luces a base de concavidades. O laCartuja con el espectacular baldaquinosobre ocho columnas salomnicas.

    El paseante en busca de glorias barro-cas deber buscar la iglesia de los SantosJusto y Pastor con las excepcionales pi-lastras corintias de la portada, el varia-do alzado de la Magdalena, recorrer lasAngustias, el Hospital de San Juan deDios o la Colegiata del Sacromonte don-de termina un itinerario sacro de crucesy capillas. Y pasear ante la fachada de laantigua Madraza con sus estpites ba-rrocos, la Universidad o el antiguo Pala-cio de los Seores de Ansoti.

    De Mlaga se podra destacar la Cate-dral-Iglesia del Sagrario-Palacio Episcopalo la Iglesia de la Victoria, con un curiosoejemplo de camarn-torre. Sin olvidar la

    Baslica de Nuestra Seora de las Angustias, Granada.Cartuja de Jerez.

    Escultura de la Fama enla antigua Fbrica deTabacos de Sevilla.

    ba); o pasear al caer la tarde para contem-plar los contrastes de luces por una callebarroca, la de San Pedro en la villa ducalde Osuna (Sevilla).

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    Hctor Abad Faciolince am mu-cho a Hctor Abad Gmez, supadre, que cay acribillado porunos pistoleros en Medelln,

    Colombia. El crimen fue un martes, 25 deagosto de mil novecientos ochenta y siete.Seran, ms o menos, las cinco de la tar-de. Veinte aos despus, Hctor Abad pu-blica El olvido que seremos, un libro en el querecuerda la relacin paterno filial conaquel hombre que quera cambiar elmundo, que le ense que la Literatura esun arma que modifica a los seres huma-nos y que lo ms importante en la vida deun nio es el amor. La bonhoma de AbadGmez despert recelos y odios; su empe-o en mejorar la existencia de los ms hu-

    EL ORGULLO DEL HIJO

    Entrevista de Toms Val | Fotos de Porfirio Mungua

    Hctor Abad ha publicado las novelasAsuntos de un hidalgo disoluto, Fragmentos deamor fuertito, Basura y Angosta. Tambin esautor de libros de cuentos, de viajes, deun diccionario personal

    El poema atribuido a Borges que da ttulo allibro (ya somos el olvido que seremos, el pol-vo elemental que nos ignora), tambin dicems adelante: Pienso con esperanza en aquelhombre, que no sabr que fui sobre la tierra.Ignoro si este libro, dedicado a la memoria desu padre, tiene por objeto que su memoriaperdure.

    Pretende lo imposible: hacer ms du-radero lo que es inevitablemente fugaz.Lo que pasa es que los seres humanos nos

    mildes le condujo a la muerte y el libroque ahora se publica es la reivindicacinde aquel hombre, el testimonio de cuntole quiso su hijo, este escritor.

    Cunta vida le devuelvea un muerto un libro?En la realidad, ninguna;en la memoria de loshombres, mucha

    HCTOR ABADFACIOLINCE

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    conformamos con una eternidad de si-glos. Todo se mide segn lo que dura unavida promedio. Cuando uno compra uncachorro de perro puede tener casi la segu-ridad de que lo ver envejecer y morir. Unao de perro son cinco aos humanos.Cunta vida le devuelve a un muerto unlibro? En la realidad, ninguna, en la me-moria de los hombres, mucho. Yo he lo-grado que algunas personas conozcan lavida de este mdico bueno. La suya fueuna vida ejemplar, creo yo, y me gustausar esta palabra de las novelas cortas deCervantes. Las vidas ejemplares puedenhacer mejores a los hombres.

    La novela es un canto de amor, veinte aosdespus de que fuera asesinado, hacia su padre,Hctor Abad. Su lectura me ha hecho recordarotro libro en el que dice que todo hombre ten-dra que recordar claramente la ltima vez quecamin de la mano de su padre. Recuerda us-ted ese momento?

    No recuerdo el da ni la hora. Recuerdoque caminbamos por los caminos de tie-rra de Llanogrande, a dos mil cien metrosde altitud, cerca de Medelln. Recogamosmoras, guayabitas, mortios y nos senta-mos a descansar debajo de un rbol. l melea en voz alta Martn Fierro, y yo me em-belesaba con el sonido de las palabras.Despus volvimos a la finca y prendamosla chimenea, y yo le preguntaba de todo lodivino y de todo lo humano. l me contes-taba hasta donde saba, y si no saba, alvolver a la casa sacaba la enciclopedia. To-do eso que me ense yo lo he olvidado,pero recuerdo su actitud. Lo ms impor-tante es la actitud.

    En el bolsillo de la chaqueta de su padre encon-traron el poema al que antes hacamos referen-cia. Inevitablemente he pensado en AntonioMachado, quien, cuando muri, tambin llevabaunas lneas manuscritas en el bolsillo: estos d-as azules, este sol de la infancia. Podramosestablecer un cierto paralelismo entre los dos?

    Mi amor por Antonio Machado es unamor casi filial. Con ningn poeta espa-ol siento un nexo tan ntimo. Su mane-ra de ser, su voz en el Juan de Mairena, lacadencia de sus versos. Yo me s variospoemas de Machado de memoria. Yovoy soando caminos de la tarde. Las co-linas doradas, las polvorientas encinasAdnde el camino ir? Me s inclusoversos de su hermano, el filipichn, eltonto, el franquista por cobarda, Ma-nuel, que mi padre me recitaba por loscaminos de la tarde: Nadie ms corte-sano ni pulido / Que nuestro rey Felipe,que Dios guarde / siempre de negro has-ta los pies vestido. Es la descripcin ms

    pas es saber que si yo lo hubiera querido co-mo lo quera de nio, no hubiera permitidoque lo mataran. Haba suficientes indicioscomo para obligarlo a esconderse, a sacarlodel pas. Su muerte violenta no lo hizo msgrande ante mis ojos, ni ms amado. Sola-mente ms trgico, ms solo, incluso mspotico, por aquello que dice Petrarca: unbel morir tutta una vita onora.

    La mayor tragedia familiar el futuro ya no vol-vera a ser el mismo fue la muerte de Marta, suhermana, sobrevenida por un cncer de piel. Esollev a que se acentuara el compromiso socialde su padre y a que tomara menos precaucionesy despreciara los riegos, pues la vida merecamenos la pena.

    perfecta de un cuadro de Velzquez queno he visto, pero que debe de existir. Yocito en el libro a Juan de Mairena; un li-bro precioso de Fernando Vallejo se lla-ma Los das azules. El poema que mi padrellevaba termina diciendo, ms irnico,bajo el indiferente azul del cielo. Todoes casual, tal vez, pero la serie de las rela-ciones es fascinante e interminable.

    En el libro queda de manifiesto que usted adora-ba a su padre cuando era un nio, pero me gus-tara saber si esa muerte violenta le ha engran-decido a sus ojos y ha aumentado su cario.

    De nio lo quera sobre todas las perso-nas vivas y muertas. Cuando lo mataron yalo quera menos. Es ms: una de mis cul-

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    S. Un dolor muy hondo nos hace per-der el apego a las cosas, a las vanidades,incluso a la vida. Qu puede importarque a uno le roben el reloj o que le choquenel carro si uno tiene una hija de quinceaos con cncer? Todo adquiere una di-mensin distinta, terrible, pero ms real.La vida individual pierde valor despus deun gran sufrimiento, pero es posible darlesentido al resto de vida que queda, graciasa esa circunstancia. Es posible ser ms va-liente cuando la propia muerte ya no im-porta tanto. Creo que mi padre pudo sertan valeroso porque para l morir ya noera tan grave.

    Tal vez sea una impresin equivocada, pero enlas pginas que describen la muerte de Martaencuentro ms desesperacin y dolor que en lasque nos cuentan la de su padre.

    Eso tiene mucho que ver con lo ante-rior. Mi padre haba tenido una vida ple-na y vivi cincuenta aos ms que mi her-mana, que slo vivi 16. Sesenta y cincoaos no es una vida corta. Pero lo absurdaque es la existencia se ve con ms claridadcuando se trunca una vida adolescente. Elmundo se puede convertir, de un momen-to a otro, en una pesadilla sin sentido. Elasesinato de mi padre nos produjo un ho-rror humano ante la brutalidad de loshombres. La muerte de mi hermana nosprodujo algo ms radical: el asombro anteel sinsentido de la vida. Es el estupor antelo dolorosa y absurda que puede ser la vidamisma. Y no hay rebelda posible, comono sea ante un Dios en el que yo dej decreer. Si Dios existe, pienso desde enton-ces, es un Dios malo.

    Por qu despierta tanto odio la bondad inclusoen aquellos que predican el amor? En el libro,usted recuerda que el cardenal Lpez Trujilloprohibi el funeral de su padre, adoptando unapostura similar a la de Creonte ante la muerte dePolinices, el hermano de Antgona: Nunca elenemigo, ni despus de muerto, es amigo

    Los malos no se consideran malos y pa-ra los malos la bondad ajena es lo mismoque la maldad. A nosotros nos puede pa-recer bueno que haya ms igualdad, me-nos privilegios, ms agua potable para to-dos. Pero gastar en acueductos puede sig-nificar que alguien deje de percibir unaganancia importante para la construc-cin de una fbrica o de una carretera o deuna discoteca. Y el perjudicado puede verla construccin del acueducto como unacto malo. Estamos obligados por eso ahacer una jerarqua de valores. Los malostambin tienen valores: lo que pasa es queponen ciertos valores ms arriba, porejemplo la propia conveniencia econmi-

    Aos despus, cuando Espaa exigi visado alos colombianos, firm una carta jurando queno volvera a Espaa y, hasta el momento, hacumplido su juramento. Mantendr su pala-bra indefinidamente?

    Bueno, la mantendr hasta que Espa-a nos quite la visa a los colombianos.Eso ocurrir dentro de unos tres o cuatrosiglos, creo yo. Tengo pedazos de Espaaen Colombia: leo libros espaoles, mehago tortilla espaola, tomo vino espa-ol cuando vendo un artculo, y contes-to entrevistas a peridicos espaoles.En este instante estoy en Espaa con mipensamiento.

    Cuando su padre volva a casa de mal humor,se encerraba en la biblioteca a leer y escucharmsica y, al poco rato, sala transformado. Essa, la de hacernos mejores, quizs la ms im-portante de las virtudes de la Literatura?

    En mi padre produca ese efecto. Yome pregunto si algunos libros no nosharn tambin peores. Hay libros perni-ciosos, pero como el criterio de lo que espernicioso no se puede saber con seguri-dad, es necesario permitir todos los li-bros. Creo que cuantos ms libros se le-an, ms poderes tenemos para identifi-car los libros perniciosos. Aunque no s;parece que haba nazis que eran tam-bin grandes lectores. En mi padre lalectura produca una metamorfosis fe-liz; creo que en la mayora es as. Perono voy a idealizar los libros. Los librosson como los cuchillos: sirven para pelarnaranjas y para matar gente.

    Terminemos con el soneto de Borges con elque comenzbamos. Parece ser que formabaparte de una estrategia del argentino para im-presionar a las mujeres por las que se intere-saba, que finga una sbita inspiracin peroque, en realidad, se trata de una especie deborrador mental de los aos 60 que nunca qui-so publicar. Considera plausible esta teora?

    Eso es lo que sostiene por ah un poe-ta colombiano. Ese soneto de Borges,que no aparece ni en su obra potica nien sus obras completas, se me ha con-vertido a m en una obsesin. Llevo unao persiguiendo al verdadero autor, alverdadero asesino de ese poema. Puedocontar que mis pesquisas me han lleva-do a Madrid (por correo) a Mendoza, aNueva York, y ahora estn en Pars.Quin es el asesino? Como en El nombrede la rosa de Eco, el asesino es Jorge, y yovoy a demostrarlo contra todos los es-pecialistas en Borges, y contra la mis-ma seora Kodama, que lo niega. Den-tro de un ao, si le parece, hablamos alrespecto.

    Un dolor muy hondo nos hace perder el apego a las cosas, a lasvanidades, incluso a lavida. Todo adquiere unadimensin distinta, peroms real

    ca, o su posicin en la jerarqua. Todosbuscamos la propia conveniencia, pero aalgunos nos da vergenza pensar y actuarslo para eso.

    Durante veinte aos guard la camisa ensan-grentada que llevaba su padre en el momentodel asesinato y, al concluir este libro, la quem.Ha servido esta novela como terapia para supe-rar, en cierto modo, el dolor?

    La mejor terapia es el tiempo. Yo ya nosiento el dolor, si no lo pienso. Para sen-tirlo, tengo que concentrarme en l: en lamaldad de entonces, en el acto, en el su-frimiento mo o de mis seres ms queri-dos. Lo bueno, o lo malo, del olvido es queuno deja de sentir con la misma intensi-dad. La felicidad recordada alegra, peromenos que la felicidad vivida. Lo mismopasa con la tristeza recordada: ya no estan triste. Si se escribe con mucha fuerza,sin embargo, es como si se la reviviera, co-mo si estuviera pasando otra vez en estemomento.

    Fueron aos terribles para Colombia aquellos enlos que se desarrolla su narracin. Ha mejoradola situacin actual y, si ha sido as, qu ha hechoque las cosas cambien?

    La situacin est mejor. De 6.500 ase-sinatos al ao en Medelln, ahora, conms poblacin, hemos pasado a 650. Esoes muy positivo: hay casi seis mil doloresmenos. Somos una sociedad menos tris-te, menos trgica. Muchos factores hanincidido y puede que el mismo dolor hayaenseado sobre el sinsentido de la muerteviolenta. Lo que ms ha ayudado, creo yo,son administraciones polticas ms sen-satas. En los ltimos cuatro aos hemostenido un alcalde que se gasta en educa-cin el 40% del presupuesto del munici-pio. Esa receta ha funcionado: los margi-nales no se sienten tan marginales y venque en su vida puede haber futuro.En 1987 usted tuvo que exiliarse en Espaa parano correr el mismo destino trgico que su padre.

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    Quiz porque la vidamejora casi siemprea la ficcin sucedeque a veces la biogra-

    fa parece novela, que se pen-sara fruto de la fantasa lo queresulta ser producto natural dela Historia. En esta tesituranos vemos a la hora de encua-drar en uno u otro gnero estelibro esplndido del colombia-no Hctor Abad Faciolince. Noes inusual valerse de lo auto-biogrfico para expandir, msall del yo, las truculencias deuna contemporaneidad con-vulsa (recordemos El mundo deayer, de Stefan Zweig, porejemplo). Muestras de lo indi-vidual trascendido a paradig-ma las encontramos en lo me-jor de cada casa de la literaturauniversal. Lo que llama laatencin en este caso es lafranqueza con la que Abad Fa-ciolince abre en canal susemociones para denunciar laperversin de la sociedad co-lombiana auspiciada por losparamilitares y sus estragossobre las vidas de la gente.

    A falta de otras virtudes quelas recomienden son muchaslas novelas o memorias quehoy da se acomodan en los es-pacios culturales aureoladaspor el dudoso mrito de la ve-racidad. Cunta insustancia-lidad se filtra por los poros deeste barmetro faciln paravender, cuando no insulsez,dramas cotidianos que los co-munes mortales sobrellevansin alharaca. Viene este librocomo anillo al dedo para ilus-trar el caso contrario: el de lahonestidad relevante, proce-dente y bienvenida.

    El olvido que seremos es, bsi-camente, una historia de

    amor, la del nio Hctor haciasu padre y maestro en la vida,Hctor Abad Gmez, hombreinslito y padre excepcional,los eptetos son intercambia-bles. Abad Gmez fue mdicoen Medelln en el ltimo cuar-to del pasado siglo, un profe-sional ntegro comprometidocon la medicina social, defen-sor de la prioridad de cons-truir una adecuada red deacueductos para prevenir in-fecciones derivadas de la insa-lubridad del agua, en lugar deabocar a la poblacin a consu-mir antibiticos. Combatienrgicamente las desigual-dades sociales, as como la re-ligin oscurantista y pacataque impeda a los ms pobresponer coto a la injusticia. Nocuesta adivinar la peligrosi-dad de esta arriesgada discre-pancia en la contracorrientede sostenida corrupcin mo-ral de un pas acostumbrado ala complicidad de unos seg-mentos sociales conveniente-mente amordazados, y queculminara con el asesinatodel doctor Abad Gmez en

    1987. Partiendo de la rbita fa-miliar Abad Faciolince alza elvuelo para hacer su drama ex-tensivo a la penosa singladurade Colombia.

    Casi ms impactante nosresulta Abad Gmez como pa-dre. En unos aos en los que laeducacin de los hijos distabamucho todava de ser pasto depedagogas varias, asombra laternura que este padre prodiga su hijo, seguro de que suamor nunca sera demasiadosino, por el contrario, una ni-ca herencia intransferible,abono para la fructificacin deun ser feliz: para sufrir, la vi-da es ms que suficiente y yono le voy a ayudar, sentenciaen la pgina 35.

    Slo algunas historias re-cientes, comoEl viento de la lunade Muoz Mo-lina, han acer-tado tanto en lacalibrada emo-cin con que seexploran las re-laciones pater-nofiliales. Condiferentes co-tas de drama-tismo ambos autores se hanatrevido a mirar por el retrovi-sor de la infancia para saldarcuentas con la memoria y ren-dir homenaje a los formida-bles hombres annimos quefueron sus padres. En el casodel escritor colombiano cabepreguntarse por qu ha tarda-do tanto. Quiz porque busca-ba atinar con el tono, apaci-guar el resquemor de la ao-ranza; o quiz porque el reen-cuentro con el pasado que es-cuece es siempre una com-prensible cita pospuesta.

    El olvido que seremos

    Hctor Abad FaciolinceSeix Barral18,50 euros274 pginas

    CUANDO EL PADREES MAESTRO

    LALE GONZLEZ

    SEIX BARRALHctor Abad Faciolince.

    UNA HISTORIA DEAMOR HACIA ELPADRE,ASESINADO PORCOMBATIR LASDESIGUALDADES YLA CORRUPCINMORAL DECOLOMBIA

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    Para leer y entenderLa carretera hay queaceptar las reglasque propone Cormac

    McCarthy al final del libro: loscuentos no son verdad y Notienen por qu. Son cuentos.La carretera es un cuento aleg-rico, y no quiere parecerse alas novelas verdaderas deCormac McCarthy (Rhode Is-land, 1933).

    La tierra ha sido devastadano se sabe por qu (o acaso porquin o quiz es el Apocalip-sis: todas esas posibilidadesson alguna vez sugeridas) yno se sabe cunto tiempo ha-ce, aunque las huellas denuestro presente estn ah:no hay vegetacin, no hayanimales, no llueve y hacefro, toda la superficie es ceni-za, no hay estado pero s que

    hay ley. Losque han sobre-vivido a la de-vastacin se di-viden en dos:quienes se co-men a sus hijospequeos parasobrevivir yquienes prote-gen a sus hijosa toda costa y

    con su propia vida. Los prime-ros, los malos, son ms fuer-tes y estn organizados, in-cluso forman algo parecido aciudades; los segundos, losbuenos, se mueven a salto demata tratando de evitar a susdepredadores, siempre aler-ta, siempre con miedo, siem-pre con la pistola preparada.

    Los protagonistas de la no-vela son un padre y un hijo delos buenos. La esposa y ma-dre de ellos no pudo soportar

    durante ms tiempo el calva-rio de sobrevivir y se suicid,no sin reprochar al padre suobsesin por continuar vivo enun lugar muerto.

    El padre y el hijo, que re-cuerdan, aunque sin su fuer-za, a los protagonistas delmagnfico cuento de JuanRulfo No oyes ladrar los perros, ca-minan penosamente por esatierra de cenizas, salvando to-dos los peligros que encuen-tran, que no son pocos: ban-das de malos, falta de agua,falta de alimento y hambrebrutal, ataques inesperados,robos, heridas, el climaQuieren llegar a un mar, conla esperanza de que all las co-sas sean diferentes: no lopueden saber, pero quierencreerlo.

    En No es pas para viejos, la an-terior novela de CormacMcCarthy, Llewelyn Moss, elprotagonista que se ha queda-do con un dinero que no le per-tenece, que es perseguido porsus propietarios y que ha rotocompletamente con su vida ycon su mujer, le dice a una jo-ven autoestopista a la que aca-

    ba de recoger: No se trata desaber dnde ests. Se trata depensar que llegaste all sin lle-var nada contigo. Tus ideas so-bre empezar de nuevo. O las deotro. No se empieza de nuevo.Ese es el quid. Cada paso quedas es para siempre. (...) Tu vi-da se compone de los das deque est compuesta. Los dosprotagonistas de La carretera si-guen esa potica al pie de la le-tra: un da ms es un da msen el que estn vivos. No se sa-be muy bien por qu ni paraqu, pero siguen caminando,tratando de llegar al mar odonde sea.

    El padre tiene en la cabezalas imgenes del pasado, yesos recuerdos le atormentan:sabe que no puede contarle na-da a su hijo, sabe que no tieneque recordar. El hijo es asalta-do cuando duerme por las pe-sadillas, por el terror: sabe queno puede contarle nada a supadre para que no se asuste. Elpadre y el hijo conviven consus temores mientras siguenesa vida de cada paso que dases para siempre, asumida conun extrao orgullo.

    La carretera podra ser el do-ble de larga o la mitad de cortay termina con algo parecido aun deus ex machina que te dejabastante perplejo, con una re-flexin sobre el misterio y so-bre Dios que no estaba en laspginas anteriores del cuen-to: Dijo que el aliento de Diosera tambin el de l aunquepasara de hombre a hombrepor los siglos de los siglos. Esposible que el mensaje aleg-rico de esta novela de CormacMcCarhty sea sobre la fe: quetampoco tiene por qu ser ver-dad; es fe.

    La carretera

    Cormac McCarthyMondadori18,90 euros240 pginas

    SE OYEUN PERRO?

    FLIX ROMEO

    MONDADORICormac McCarthy.

    LA CARRETERA ESUN CUENTOALEGRICO Y ESPOSIBLE QUE SUMENSAJE SEASOBRE LA FE: QUETAMPOCO TIENEPOR QU SERVERDAD; ES FE

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    Es excelente de principioa fin La novela de Ferrara,que Giorgio Bassani (Fe-rrara,1916-Roma, 2000)

    fue escribiendo a lo largo demuchos aos y publicando enlos aos 50, 60, 70 y 80, dos co-lecciones de cuentos y cinco no-velas, que yo empezara a leerpor el relato Una lpida en ViaMazzini, para pasar despus aLos lentes de oro, la historia delmdico Athos Fadigati y suamor suicida por el joven Deli-liers, y El jardn de los Finzi-Contini,para ir retrocediendo, a placer,a los primeros cuentos y saberms sobre los personajes queviven en estas 900 pginas. Fe-rrara es la gran protagonista dela novela, con sus muros socia-les, entre la estrechez provin-ciana y la inmensidad de la tra-gedia juda, como deca Pasoli-ni, en los aos en torno a la IIGuerra Mundial, sin que Bassa-ni eluda narrar la connivenciacon el fascismo de la burguesajuda ferraresa. La primera per-sona acaba imponindose atravs de la voz de uno que po-dra ser Bassani, aprendiz dehombre de letras, implicado enel mundo que se va pavorosa-mente, y habitado por una se-creta tristeza embargada dedespedida.

    Giorgio Bassani fue poeta,novelista, traductor y publi-cista. Su literatura, poltica yexquisita, naca de un traumafundamental, segn Italo Cal-vino: la persecucin antisemi-ta, que, vista con los ojos de unburgus de Ferrara, conciliabael amor nostlgico por un mo-do de vivir del que el judo Bas-sani form parte, y el odiomortal por las heridas que lossuyos recibieron de ese mun-

    do. Aqu estn la placidez de lavida cmoda en la Ferrara felizde entreguerras, la violentacampaa denigratoria contralos judos que precedi a las le-yes raciales de 1938 en Italia, ladeportacin de 183 judos fe-rrareses a Alemania, donde to-dos, menos uno, acabaran enlos hornos crematorios. Eshistoria. Es vida ntima, fami-liar. El jardn de los Finzi-Contini,esa novela inolvidable, cuentala imposibilidad del amor porMicl Finzi-Contini, la hija dela ms selecta familia juda deFerrara, personificacin rubiade la belleza y la inteligencia,y la destruccin del paraso. Lapuerta del esplndido jardndaba al campo de exterminioalemn.

    En ese amor imposible deldoble de Bassani hacia Micl,su igual, el presente cuentamenos que el pasado, porquelas principales criaturas de Bas-sani comparten el vicio deavanzar mirando hacia atrs.No es raro que, asesor de edito-res, Bassani descubriera El Ga-topardo, de Tomasi di Lampedu-sa, otra obra maestra consagra-da al tiempo perdido. Pero estarposedos por el pasado produceefectos secundarios: el asom-

    bro, por ejemplo, ante las cosasms cotidianas, de ahora mis-mo, domsticas, tan extraascomo verse a uno mismo en elespejo al despertar, o como laexperiencia de ese muchachoque, mientras sus compaerosde clase provocan a un amigopara que diga lo que piensa del, escucha escondido en la no-vela Detrs de la puerta. Pier PaoloPasolini confesaba no amar elpasado, precisamente porqueha pasado, y de l me defiendono pensando en l jams, y de-ca que, precisamente por eso,Bassani le provocaba un dolorclnico.

    Giorgio Bassani rebosa rea-lidad en laevocacin desu poca trgi-ca. Tuvo unamirada cine-matogrfica,fue guionistade Antonioni yVisconti, y elcine acogi sushistorias (Unanoche de 1943,dirigida porFlorestano Vancini; Los lentesde oro, de Giuliano Montaldo;El jardn de los Finzi-Contini, de Vit-torio de Sica, con DominiqueSanda en el papel de Micl). Re-trospectivo e introspectivo, hi-zo de Ferrara y sus habitantesun emblema de Italia, de la Eu-ropa de aquellos aos. Todo,del pasado, puede convertirseen materia de sueo, argu-mento de leyenda, escribi. Lanovela de Ferrara es monumentaly memorablemente ntima,un bien precioso que ha de sersalvado, deca Pasolini. La tra-duccin de Carlos Manzano es-t a la altura de la obra elegida.

    La novela de Ferrara

    Giorgio BassaniTraduccin de CarlosManzanoLumen32 euros974 pginas

    LA DESTRUCCINDEL PARASO

    JUSTO NAVARRO

    Giorgio Bassani.

    LA NOVELA DEFERRARA ESMONUMENTAL ENTIMA. AQUESTN LAPLACIDEZ DE LAVIDA DEENTREGUERRAS YLA DEPORTACINDE JUDIOS

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    ltimamente da laimpresin de que elentretenimientoqueda relegado a los

    best sellers, que los escritoresde fuste son remisos a tejerhistorias que abreven en lasaguas de la literatura popular.Sin embargo, ah estn auto-res como Jos Carlos Somoza,Luis Manuel Ruiz o Albert Sn-chez Piol, que han sabido in-tegrar en sus obras las caracte-rsticas ms nobles de la nove-la de consumo, es decir, la ac-cin trepidante, el aire deaventura y sus tramas dinmi-cas, que avanzan a golpes deintriga, sin que ello suponganingn quebranto para su ca-lidad literaria. Se trata de unaactitud loable, donde conflu-yen su visin de la literaturacon el anhelo de llegar a ese

    pblico masi-vo que, a la lar-ga, por muchoque nos pese,son los desti-natarios lti-mos de la lite-ratura.

    Andrs P-rez Domnguezes otro de esosescritores conganas de na-rrar, que de-

    muestran que el entreteni-miento y la literatura no sonincompatibles. Ya nos con-venci de ello con La clave Pin-ner, y vuelve a hacerlo ahoracon El factor Einstein, novela quecomo la anterior puede encua-drarse dentro del gnero de es-pas, pero que por el cuidadoque el autor pone en el retratode sus personajes, siempreenredados en pasiones pro-

    pias del alma humana, si-guen ms la estela de GrahamGreene o Le Carr que la deFrederick Forsyth. Si su ante-rior novela transcurra en Se-villa, esta discurre en Berln yNueva York, aunque, pese a lainternacionalidad de los esce-narios, lo ms acertado quizssea la poca escogida, el ao1939, en el que el mundo pare-ca aguantar la respiracin sinapartar los ojos de los tejema-nejes de Hitler. No puede elautor, por tanto, favorecersede la pica de la contienda queestallara luego, pero tampocola necesita, porque uno de losaciertos de esta novela es pre-cisamente su clima de tensaespera, esa morbosa e inquie-tante expectacin que sumaal planeta, y que Prez Do-minguez logra transmitir a laperfeccin al mostrarnos laangustia de los cientficos exi-liados en Amrica, temerososde que las investigaciones enel campo de la fsica atmicapusieran en las voraces manosdel Fhrer el arma ms devas-tadora de todos los tiempos,

    mientras el resto del mundotodava crea que la fabrica-cin de una bomba atmicaera algo ms propio de las no-velas de ciencia ficcin.

    Partiendo de un hecho real,la carta que Einstein dirigi alpresidente Roosevelt advir-tindole que deban fabricaruna bomba atmica para ade-lantarse a los nazis, Prez Do-mnguez especula sobre qupudo ocurrir antes de dichosuceso, y para ello hace viajara la ciudad de los rascacielos ala agente secreta Frida vonKleinsberg, cuya misin sercontactar con Alfonso Altami-ra, un exiliado que malviveenseando Fsica a los chava-les acomodados de Brooklyn,para poder recabar informa-cin sobre los traidores alReich, pero sobre todo paracomprobar qu saben estos delprograma atmico alemn.

    Pero, como ya hemos di-cho, la trama de espas quedaen un segundo plano porqueal autor le interesan ms laspasiones que gobiernan a suspersonajes, desde Einstein,al que logra humanizar msall del tpico, hasta los men-cionados Frida Klein y Alfon-so Altamira, atrapados a supesar en un amor subterr-neo que sin embargo acabardividindolos, como los to-mos de la bomba atmica conla que aos despus el EnolaGay arrasara Nagasaki e Hi-roshima. Pero eso ya es otrahistoria, una historia quequizs Prez Domnguez sedecida a contarnos en unaprxima novela, porque, trasla lectura de sta, uno slopuede concluir que valor y ha-bilidad no le faltan.

    El factor Einstein

    Andrs Prez Domnguez Martnez Roca22 euros572 pginas

    ESPERANDO A LATORMENTA

    FLIX J. PALMA

    MARTNEZ ROCAAndrs Prez Domnguez.

    PREZDOMNGUEZTRANSMITE LAANGUSTIA DE LOSCIENTFICOSEXILIADOS ENAMRICA,TEMEROSOS DEQUE HITLERDISPUSIERA DE LABOMBA ATMICA

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    Los arcanos de la exis-tencia han dado lugardesde antiguo a un tipode literatura visionaria

    que ms tarde, en el siglo XIX,recibi fuerte impulso con lanarrativa gtica y la imagine-ra romntica del terror, coninvenciones de pura fantasa ycon un gnero casi nuevo, lafanta ficcin. A comienzos dela pasada centuria, el nortea-mericano H. P. Lovecraft (1890-1937) marc un hito con unconjunto de fbulas (algunastan prestigiosas, aunque mi-noritarias, como la inquie-tante y extraordinaria serieMitos de Cthulhu) de evidentepersonalidad e incluso cre es-cuela, un llamado "Crculo deLovecraft" donde militaronescritores que seguan almaestro y continuaban, am-plificaban e incluso rectifica-ban sus escritos.

    No es este somero apunteuna digresin historicista.Hace falta como clave previa eimprescindible para entrar enLa llave del abismo, y tampocotiene mayor mrito el advertir-lo porque el propio Jos CarlosSomoza declara esta explcitafiliacin de su novela y su de-pendencia del ciclo de Cthulhual final de la misma. Tal veztendra que haber puesto lanoticia al comienzo del libroporque as el lector estara so-bre aviso del concreto mbitonarrativo en el que se inscribela obra. Valdra decir que el es-critor cubano se agrega al Cr-culo lovecraftiano aportn-dole los signos de la postmo-dernidad.

    La llave del abismo es variascosas fundidas en un solo ar-gumento. Es una novela bi-

    zantina de aventuras, y un re-lato criminal, y una historiade suspense, y una narracinesotrico misteriosa, y una pe-ripecia de fanta ficcin, ade-ms de una obra con preten-siones intelectuales y conser-vacionistas que insina unaalerta sobre el desarrollismotecnolgico en el reverso de suancdota. Todo eso es, fundi-do o, mejor, amalgamado, enlas desventuras de un modestosupervisor de trenes alemnque recibe sin quererlo un se-creto del que depende el futurode la humanidad porque en lest la clave para que crimina-les que pretenden dominar elmundo puedan hacerlo. Ahempieza el sinvivir del hombreinocente, pillado en una espi-ral de ataques y horrores, fsi-cos y morales, que le obliga arecorrer una dantesca e ignotageografa oriental.

    Para todo da este atroz ar-gumento. Asesinatos ms unsurtido de otras agresiones,traiciones sin cuento, buenos

    que parecen malos y al revs,malsimos que son malsi-mos, verdades sospechosas,personas biolgicas y de dise-o, hechiceras y magia,muertos que perviven, cuer-pos habitados por espritus co-lonizadores, espacios fantas-magricos, catacumbas, apa-ratos de tecnologa futurista,etc., etc. Amn, claro, de tras-cendentalismos: la llave delabismo guarda el secreto paraque los seres humanos puedandestruir un da a Dios y dejende tener miedo para siempre.

    Somoza trae a cuento el cogo-llo de inquietudes lovecraftianas:el destino (por qu existe lamuerte?), lospoderes telri-cos, la religin,el ansia de co-nocimiento, lospeligros de laciencia, lasamenazas a lacivilizacinEstos asuntoslos maneja contcnicas de fo-lletn y los re-mueve en la coctelera postmo-derna de los moldes narrativospopulares indicados. Serioproblema es el de la medida: sele va la mano y el exceso deaventuras resulta cansino y re-petitivo, la historia se hace pe-sada y, aunque entretiene du-rante un buen trecho, terminapor aburrir. Con estos mim-bres sale una novela a mediocamino de Indiana Jones y Ste-phen King. O sea: Somoza re-baja el fondo serio de proble-mas de la buena narrativa demisterio a un producto comer-cial con descarada voluntad debest seller.

    La llave del abismo

    Jos Carlos SomozaPremio Ciudad deTorrevieja Plaza & Jans18,90 euros526 pginas

    MISTERIOS YTRASCENDENTALISMOS

    SANTOS SANZ VILLANUEVA

    Jos Carlos Somoza.

    UNA NOVELABIZANTINA DEAVENTURAS YMISTERIO, CONPRETENSIONESECOLOGISTASQUEINSINAN UNAALERTA SOBRE ELDESARROLLISMOTECNOLGICO

    AMAYA AZNAR

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    Cmo afronta un hom-bre su destino pocashoras antes de ser eje-cutado? Relatando,

    en esa crnica de un ajusti-ciamiento anunciado, partede su vida. Al hilo, compartesu ltima noche con el com-paero elegido, un calculadoacompaante para despejaralgunos de los fantasmas delpasado. Un atisbo de huma-na expiacin leemos en algu-nas de las pginas magistra-les de El mar invisible (2007) por-que, en esta novela, se cuen-ta cmo Damin JaramundiExpsito, ex-boxeador y reode muerte, conversa con Lo-renzo Alange Lunar, maestrode escuela y homosexual,condenado por defender laslibertades cvicas en este pa-s. Dialogan entre las paredes

    de una crcelque represen-taba un siste-ma peniten-ciario tan ti-rnico comovejatorio.

    Con esa ma -es tra que vieneejerciendo ensu breve obra enprosa, definidapor un lenguajetan ex quisito

    como preciso, repleto de met-foras y smbolos (como leemosen unos dilogos que propa-gan lo cotidiano y genuinodel habla variopinta y cosmo-polita de Huelva), Juan CobosWilkins recrea algunas horasde un convicto y elabora unadursima visin de los hechosy una firme conviccin delvalor de la justicia y de la li-bertad, como hizo en El cora-

    zn de la tierra (2001) y Mientrastuvimos alas (2003). Este relatoexistencial refleja una pocacaduca, un ambiente confi-gurado por los clichs de unasociedad con datos que mues-tran esa otra realidad: la re-presin poltica, la eclesis-tica, la sexual o la moral, enesa nula posibilidad de laimaginacin para poderreinventar la libertad absolu-ta y ver ese mar invisible.

    Tanto el Jara como elAlange se sirven del poder dela palabra para conversar so-bre los temas y las obsesio-nes que les han sobrecogidoa lo largo de su vida; en rea-lidad, tpicos acerca delamor, la soledad o la libertadque se patentizan en el rela-to, tanto en su aspecto indi-vidual como colectivo. Suvoz es la de los deshereda-dos, las de unas vidas almargen de esa sociedad: un

    asesino sin que descubra-mos si cometi sus atrocescrmenes, a la espera del in-dulto; y un homosexual,condenado por la represinque ejerca el contexto vi-vencial franquista. Es a tra-vs de ese poder de la pala-bra, en la razn ltima dehacernos partcipes de partede unas vidas, donde se sus-tenta esta historia, y al exte-riorizar sus fantasmas cuan-do estos dos personajes redi-men sus propias pesadillas.Uno y otro irn desgranandosus miserias para dejar cons-tancia de una poca oscura,los ltimos aos de una dic-tadura donde cualquier as-pecto intelectual de la vidaprivada supona un desafo.Cobos Wilkins cae en el tpi-co de mostrar el intelectua-lismo y ensimismamientode una cultura popular queva del Sbado Grfico al NoDopara arrastrarnos a un pasa-do de horror.

    Como en otras ocasiones,el onubense parte de un dato,el homenaje que una placaofreca a los homosexualesen la crcel de Huelva encar-celados all por la sencilla ra-zn de serlo. Lo ms signifi-cativo, la criba realizada porel escritor para montar la fic-cin y sugerir que algunos deestos personajes pudieron vi-vir entre las paredes de aque-lla prisin. Un relato estre-mecedor que convulsionaralgunas conciencias que anhoy no dejan de ver que esaotra oscura sensibilidad con-vive en la ms absoluta clari-dad de nuestra realidad: lamaravillosa exploracin delalma masculina.

    El mar invisible

    Juan Cobos Wilkins Plaza & Jans18,90 euros366 pginas

    VIVA LA MUERTE

    PEDRO M. DOMENE

    PEPE ORTEGAJuan Cobos Wilkins.

    COBOS WILKINSDA VOZ A UNASVIDAS AL MARGENDE ESA SOCIEDAD:LA DE UN ASESINOA LA ESPERA DELINDULTO Y A LA DEUN HOMOSEXUALCONDENADO PORLA REPRESINFRANQUISTA

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    LECTURAS NARRATIVA

    Conocamos ya la obraliteraria del mejicanoAntonio Ortuo. Re-cuerdo de mis lecturas

    veraniegas de este ao, haberledo, publicado en Pginasde Espuma, un libro suyo ti-tulado El jardn japons. Docecuentos unitarios en los que elobjeto de la narracin es elmismo: las miserias de lamasculinidad o los nulos in-tentos del hombre por domi-nar a la mujer, considerada,con justicia, un ser superior.La violencia y la truculenciason notas dominantes y que am me vienen a la cabezacuando lo rememoro. Todoello envuelto en un aire, enuna forma, de humor negroque, a veces resultaba difcilde entender. Tambin podradecirse que algunos de los te-mas planteados en El jardn ja-pons son tan serios como laviolencia y la tortura, asuntosque a mi entender admitenpocas bromas. Tanto un pun-to de vista como el otro pue-den hacernos creer que a An-tonio Ortuo le convencen laambigedad moral y la inde-terminacin de su escritura,como si dijramos una ciertafrivolidad, tan peligrosa enocasiones. Apunt igualmen-te en mis notas veraniegas delectura que algunas de aque-llas narraciones breves po -dran dar lugar a una novelalarga y debidamente desarro-llada. Todo ello daba la impre-sin, y es la ltima de misanotaciones sobre El jardn japo-ns, de un boceto, de una prc-tica universitaria, de un ejer-cicio de estilo ms que de esto(homenaje mo a Cabrera In-fante). No puse en duda, en

    ningn momento, la voca-cin literaria del narradormejicano. Anteriormente aesa coleccin de cuentos, An-tonio Ortuo, que naci en1976 en Guadalajara, la capi-tal del estado de Jalisco, e hijode inmigrantes espaoles,haba publicado una novela,una pera prima, no publica-da en Espaa, que yo sepa, yno leda por m. Pero de la quetengo referencias crticas. Yesas referencias me dicen queEl buscador de cabezas que as sellama, es un texto imperfec-to, tmido y convencional y enel que el talento del escritorqueda por encima del resulta-do final. Y llegamos, por fin,a Recursos humanos con la queAntonio Ortuo, que es tam-bin Jefe de Redaccin del pe-ridico Pblico-Milenio, haquedado finalista del presti-gioso y desigual Premio He-rralde de Novela que convocala editorial espaola Anagra-ma. Ahora Ortuo nos propo-

    ne la lectura de una novelacorta de extensin, ciento se-tenta y siete pginas, dividi-das, a su vez, en cinco captu-los, en los que los dilogos sontan abundantes como las des-cripciones. Y nos cuenta la re-belin que un modesto em-pleado de una empresa, denombre Gabriel Lynch (dedonde deriva la palabra espa-ola linchamiento) intentacontra su jefe de nombreConstantino. La novela es, ami modesto juicio, una actua-lizacin, que no revisin, deun episodio de la Biblia. Y nosoy detective de oficio, pues elautor nos da las suficientes pis-tas e indicioscomo para quecomo lectoresperspicaces quesomos nos de-mos cuen ta:Ja cob, le ganaal ngel. Hassido fuer te con-tra Dios y loshombres y lo has vencidoQueda claro?. Pues todavahay ms, una cita bblica conla que se abre la que llamare-mos convencionalmente no-vela: Y so una escalera queestaba apoyada en tierra y suextremo tocaba el cielo. nge-les de Dios suban y descen -dan por ella, cita sacada delGnesis. La lectura de Recursoshumanos me deja un sabor deboca agridulce. Creo que Or-tuo tiene talento, pero nue-vamente, y como al principio,me invade la sensacin de en-contrarme ante un texto in-acabado y poco elaborado, al-go precipitado. Aunque las re-ferencias sean, nada menos,que bblicas.

    Recursos humanos

    Antonio OrtuoFinalista Premio Herralde Anagrama15,50 euros167 pginas

    UNA NOVELABBLICAJOS MARA BERNLDEZ

    Antonio Ortuo.

    EL RELATO BBLICODE LA ESCALERADE JACOB INSPIRALA HISTORIA DE LAREBELIN DE UNEMPLEADOCONTRA SU JEFE

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    EL RITMO ES LO QUE IMPORTA

    JESS MARTNEZ

    Si la novela corta y elcuento suelen desper-tar toda suerte de sos-pechas sobre quienes

    alevosamente insisten en suprctica, reconzcaseles coraje,

    al menos, anteel sombromaana queles aguarda.No es el casode Jos Eduar-do Tornay (Al-geciras, 1968),articulista,ensayista y

    autor de un reciente libro decuentos, Los observatorios (2006),quien ahora afronta con Losdueos del ritmo (2007) un retoque, sin duda, despertar lasimpata e inters de los que

    JUAN JOS TLLEZ

    No resulta fcil situaren un cuadro sinp-tico las narracionesque Iban Zaldua

    agrupa bajo el ttulo de Porveniry que merecieron el Premio

    Euskadi de Li-teratura 2006.Las ha publica-do adecuada-mente Lenguade Trapo y atravs de suprosa limpia lomismo paseanasuntos pro-pios del realis-

    mo sucio que de aquello que sellam situacionismo.

    En cualquier caso, si existie-ra algn denominador comnen estos relatos, sera el de la

    paradoja: nada es lo que pare-ce, o lo que es no pudiera habersido de haber ocurrido el pasa-do de otra forma. De ah, quizsu ttulo: el porvenir es un azarque proviene del ayer. Quiz to-dos los textos responden a lapregunta que abre el ltimo yque es el que da ttulo al con-junto: Mam: a los muertos,adnde se los llevan?.

    El libro est bien escrito, conesa sobriedad parca de recursosde alguien que sabe manejarlostan bien que tambin sabe c-mo no abusar de ellos. Lejos delescapismo sobre asuntos can-dentes como demuestran Lacosa no tiene remedio y La Bella Dur-miente, una historia econmica,Zaldua parte de la vida cotidia-na para diseccionar las contra-dicciones de su entorno: lase

    an creemos en las causas per-didas, el de vencer las reticen-cias que despierta este gnerotan inhabitual, y sobre el queel maestro M. Baquero soste-na que frente al disfrute de lanovela como una sinfona, seeriga el cuento como una solavibracin emocional y la no-vela corta como una vibracinms larga, ms sostenida.

    Pues bien, tras este ensimointento de imposible clasifica-cin, Tornay edifica un vivsimofresco narrativo, centrado en lafigura de Vicente Carrillo Fowler,cnico ejecutivo hecho a s mis-mo, inmoral, descredo y triun-fador, cuyo anhelo es huir cadatarde de su ostentosa mansinpara cabalgar a lomos de su viejoRitmo por las vitales y estrechasarterias donde anida el secreto la-

    por ejemplo, tan evidente comosutil, Viaje de verano. El suyo esun trayecto que va de lo indivi-dual a lo colectivo, que toma co-mo partida sus parientes y ami-gos o la realidad de Euskadi pa-ra explorar los horizontes leja-nos de la globalizacin mercan-til. Piensa globalmente, escri-be localmente. Glocalizado, sunarrativa es algo ms que unclip entre el IKEA, el Media-markt, el Champion y las pgi-nas ocres de Sven Hassel. A lolargo de su prosa, suenan tim-bres, hay bombas, manifesta-ciones, anuncios de la DGT y uncierto aire pop de actualidad,pero si se le quita esa primeracscara, ms o menos amable,el sabor es clsico. Esto es,amargo. Un anticipo del futu-ro, probablemente.

    tido de la existencia. Escapadasnecesarias al infierno de la me-moria, a la infancia reconocible,a los orgenes del sueo, a la car-ne rejuvenecedora y a la dignidadolvidada del perdedor.

    Los dueos del ritmo no es sinoun espejo trampa en el que se es-conde una de esas tardes dondela vida transcurre a varias veloci-dades, parsimoniosa e imprevi-sible; una gil sucesin de es-tampas que, con un lenguajeexacto y medido, confirman allector la sospecha inicial: el au-tntico dueo del ritmo es J. E.Tornay, un buen medio centrocontenedor, en palabras de M.Ruiz Torres, con muchsimo ofi-cio. Un narrador del que uno noprescindira si tuviera que apos-tar por un futuro muy, pero quemuy actual.

    UN NARRADOR DELQUE UNO NOPRESCINDIRA SITUVIERA QUEAPOSTAR POR ELFUTURO DE LANOVELA CORTA

    EL AUTOR TOMACOMO PARTIDA LAREALIDAD DEEUSKADI PARAEXPLORAR LOSHORIZONTES DE LAGLOBALIZACINMERCANTIL

    IBAN ZALDUA REGRESA AL FUTURO

    Porvenir

    Iban ZalduaLengua de Trapo17,50 euros192 pginas

    Los dueos del ritmo

    Jos Eduardo TornayLa Fbrica14 euros126 pginas

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    Vicente Luis Mora esttejiendo un universodiscursivo coherentey actual. Eso signifi-

    ca, hoy da, aires de vanguar-dia alternativa: si antes era eltrash la suciedad oculta bajo elpaisaje cotidiano ahora es elpop alternativo la extraezaante ese mismo paisaje. Siantes una conciencia y suspercepciones sensoriales eranel eje que vehiculaba la nove-la, ahora la articula una es-tructura deshumanizada, frac-tal, catica, como el fluir de lavida urbana en la metrpolistardo-industrial, o el zappingtelevisivo... Forma parte de laGeneracin Nocilla, un grupo deautores que comparten ene-migos (la crtica conservado-ra), se recomiendan unos aotros lecturas afines y discu-ten lecturas comunes. Su uni-verso se construye en blogs (deV.L. Mora, Diario de Lecturas), enartculos (ver la polmica en-tre J. Calvo y Fernndez Malloen el Cul