autores varios. ingenieria romana

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7/26/2019 Autores Varios. Ingenieria Romana. http://slidepdf.com/reader/full/autores-varios-ingenieria-romana 1/143 Ingeniería Romana  Alicia Cámara Muñoz y Bernardo Revuelta Pol, coordinadores LECCIONES JUANELO TURRIANO DE HISTORIA DE LA INGENIERÍA

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  • 7/26/2019 Autores Varios. Ingenieria Romana.

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    Ingeniera RomanaAlicia Cmara Muoz y Bernardo Revuelta Pol, coordinadores

    LECCIONES JUANELO TURRIANO DE HISTORIA DE LA INGENIERA

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    INGENIERA ROMANA

    Que la majestad de tu Imperio cuente

    con el adecuado prestigio de edificios pblicos

    Vitruvio

    Conferencias impartidas en el curso:

    Ingeniera Romana. Que la majestad de tu Imperio cuente con el adecuado prestigio de edificios

    pblicos, celebrado en Segovia del 9 al 11 de noviembre de 2012

    y organizado conjuntamente por la UNED y la Fundacin Juanelo Turriano.

    Curso coordinado por Alicia Cmara Muoz y Bernardo Revuelta Pol.

    Edicin 2013

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    La Fundacin Juanelo Turriano ha realizado todos losesfuerzos posibles por conocer a los propietarios de losderechos de todas las imgenes que aqu aparecen y porconocer los permisos de reproduccin necesarios. Si seha producido alguna omisin inadvertidamente, el pro-pietario de los derechos o su representante puede diri-girse a la Fundacin Juanelo Turriano.

    Revisin de textos:

    Jess Lpez Daz

    Fotografas:Jos Mara lvarez Martnez, Fernando Aranda (Confe-deracin Hidrogrfica del Guadiana), Gonzalo Arias,Carlos Caballero, Fundacin Juanelo Turriano, Giaco-mo Gillani, Irene Glendinning, Max Guy, Eduardo Saa-

    vedra, Giorgio Viazzo, Alonso Zamora

    Diseo, maquetacin y produccin:Lucam

    De la edicin, Fundacin Juanelo Turriano De los textos, sus autores De las fotografas y dibujos, sus autores

    ISBN: 978-84-937754-7-6

    www.juaneloturriano.com

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    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

    PATRONATO

    PRESIDENTE

    Victoriano Muoz Cava

    VI CE PR ES ID EN TE

    Javier Goicolea Zala

    SECRETARIO

    Pedro Navascus Palacio

    VO CA LE S

    Jos Calavera Ruiz

    David Fernndez-Ordez Hernndez

    Jos Mara Goicolea Ruigmez

    Fernando Senz Ridruejo

    Jos Manuel Snchez Ron

    PRESIDENTE DE HONOR

    Francisco Vigueras Gonzlez

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    P R E S E N T A C I N

    Este libro tiene su origen en el curso celebrado en el Centro Asociado de la UNED de Segovia, como

    fruto de una colaboracin entre la UNED y la Fundacin Juanelo Turriano, que lo financi. Su t-

    tulo, Ingeniera Romana. Que la majestad de tu Imperio cuente con el adecuado prestigio de edificios

    pblicos, inclua las palabras de Vitruvio, que expresaban la estrecha relacin entre la obra pblica

    construida por los ingenieros y la grandeza de un imperio que gracias a esas infraestructuras contro-l las extensas tierras bajo su dominio.

    Queramos dar respuesta a preguntas tales como: de qu manera se comunicaba un extenso impe-

    rio?, qu papel jug la religin en la ingeniera hidrulica?, hasta qu punto la obra pblica facili-

    t la vida de los ciudadanos?, cmo se abasteca de agua una ciudad?, qu sabemos del Acueducto

    de Segovia? cmo podemos identificar un puente romano?, cmo interpret el Renacimiento es-

    paol la ingeniera romana? La coincidencia del curso con la exposicin Artifex, en la Casa de la

    Moneda de Segovia, permiti a los asistentes conocer con amplitud todas las vertientes de la inge-

    niera y sus aplicaciones en ciudades y territorios del Imperio.

    Con este libro la Fundacin Juanelo Turriano inicia una serie de publicaciones donde se recogern

    las lecciones impartidas por reconocidos especialistas en los cursos de extensin universitaria, para

    de ese modo contribuir a difundir en la sociedad la historia de la ingeniera.

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    N D I C E

    1Aquae augustanae.............................................................................................................................9JOSMARALVAREZ MARTNEZ

    2Algunas huellas de construccin en el Acueductode Segovia .................................................................................................................................................31ALONSOZAMORACANELLADA

    3

    Ingeniera hidrulica y religin en el Imperio Romano:Trajano y la construccin de canales ..........................................................47SANTIAGOMONTEROHERRERO

    4Calzadas romanas: El Imperio vertebrado .........................................65CARLOSCABALLEROCASADO

    5Proyecto y construccin de los puentes romanosde Hispania .............................................................................................................................................83MANUELDURNFUENTES

    6Artifex. Ingeniera romana en Espaa ......................................................99BERNARDOREVUELTAPOL

    7De ingeniosas comparaciones: La mirada

    del Renacimiento ....................................................................................................................117ALICIACMARAMUOZ

    OTRAS PUBLICACIONES DE LA FUNDACIN JUANELO TURRIANO.......139

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    Para todo el que llegaba a la coloniaAugusta Emeritapor la calzada que vena deAsturi-cao por la de Corduba, deba de ser, al tiempo que una seal inequvoca de que se al-canzaba una gran urbe, donde se haba reflejado con creces la grandeza del Imperio, unmotivo de admiracin semejante al que se puede experimentar al contemplar moderna-mente cualquier smbolo de una de nuestras ciudades ms representativas, el encontrar-se con la grandeza de las arqueras de San Lzaro [FIG. 1]o las de Los Milagros, que hubonecesidad de tender sobre el valle del ro Albarregas para salvar su depresin y permitirla llegada de las aguas a una cota favorable desde donde se distribuyera a voluntad portoda la antigua colonia. Estas arqueras, que formaron parte de dos de las tres conduc-ciones planificadas enAugusta Emerita, llamaron poderosamente la atencin de eruditos,historiadores y arquelogos, quienes las ponderaron a la hora de describir sus monumen-tales vestigios.

    Todo ello motiv una amplia literatura, repetitiva por lo

    dems en la mayora de los casos y referente, en lo funda-mental, a las aludidas arqueras o a las cabeceras de dos delas conducciones, los embalses de Proserpina y Cornalvo. Aestas descripciones, ms o menos acabadas y ms o menosrigurosas, sera preciso aadir interesantes documentos gr-ficos como los que debemos a Villena1, Fernando Rodrguez2o Laborde3, por citar los ms significativos ejemplos. Ese pa-norama, definido en su da por Jimnez Martn, autor de unaobra de sntesis de las conducciones y de uno de sus princi-pales estudios crticos4, en la actualidad ha experimentadoavances significativos como apreciables descripciones, sobre

    1Aquae augustanae

    JOS MARA LVAREZ MARTNEZDirector del Museo Nacional de Arte Romano de Mrida

    FIG. 1 El acueducto de SanLzaro, segn A. de Laborde.

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    todo en lo que atae al conducto de Rabo de Buey-San Lzaro y una apreciable docu-mentacin grfica referente a los recorridos5. Por el contrario, echamos en falta anlisisreferentes al recorrido y estudios profundos de las fbricas conservados que nos lleven acomprender mejor su estructura, fases de las construcciones, refacciones y detalles quenos acerquen a su correcta cronologa no tan fcil de determinar6.

    Entre los estudios ms significativos no podemos silenciar el ya referido de Jimnez Mar-tn7, el muy completo y lleno de aportaciones valiosas de Fernndez Casado8, las descripcio-nes de Mlida9, las consideraciones de Hauschild10y los recientes trabajos derivados de lasactuaciones de la Confederacin Hidrogrfica del Guadiana en los conductos11. Ya circuns-critos a aspectos parciales y a conducciones concretas referiramos los de Plano y Garca12,Celestino Gmez13, lvarez Senz de Buruaga14, Canto de Gregorio15y Feijoo16.

    No deseamos olvidar en modo alguno otra colaboracin nuestra con la Escuela deTopografa de Mrida, con el equipo dirigido por Garca Morant, que ofreci como re-sultado, tras la aplicacin de la topografa y de la geofsica, el descubrimiento de un buen

    tramo de la conduccin de Proserpina-Milagros17

    .

    LASCAPTACIONES

    Resulta en verdad sorprendente el grado de conocimiento del medio que demostraron losresponsables del diseo de la nueva coloniaAugusta Emerita. En el caso de la ejecucin dela infraestructura, los architecti et libratoressupieron sacar el mximo partido de las con-diciones que ofreca la actual campana de Mrida para establecer un aspecto primordialde la arquitectura de su territorio, como fue el de las conducciones hidrulicas.

    Es cierto, como llegan a decir Roso de Luna y Hernndez-Pacheco18, que en la zonade Mrida existen pocos manantiales y fuentes, y por ello se aprovech al mximo loexistente y se canalizaron convenientemente pequeas corrientes de agua como las delarroyo de Las Arquitas, Las Tomas y aledaos, a las que se aadira todo el caudal pro-cedente del predio de Valhondo recogido, al parecer, en una presa, hoy apenas visible, yconducido por galeras (cuniculi) a la corriente principal del conducto de Rabo de Buey,

    y el que se originaba en la zona de Casa Herrera, a veces curiosamente confundido conun aporte de la conduccin de Cornalvo19.

    Casos diferentes, y ejemplos sobresalientes en el contexto general de la arquitectura

    del territorio emeritense, fueron los embalses de Cornalvo y Proserpina.El primero de ellos20, en el momento de mximo aforo, cubicaba unos diez millones de

    metros cbicos y ocupaba una amplia nava, en terreno pizarreo, de 300 m de altitud, algomenos de 100 m que la de la ciudad a la que se dirigan las aguas. De ah que con poco gasto

    y la construccin de una presa se determinara un embalse de grandes proporciones.Por su parte, la presa de Proserpina, as llamada por la aparicin en sus inmediacio-

    nes, en el siglo XVIII, de una inscripcin dedicada a la dea Ataecina turobrigensis Proser-pina21, con un aforo de 6 hm, en sus mejores momentos, se alzaba en una depresin delos campos granticos de la campana emeritense, a unos 245 m de altitud, 25 m ms quela cota ms alta de la ciudad. Las aguas se concentraban en tal depresin derivando delos arroyos que corren por las cercanas. La conduccin, perfectamente canalizada22,

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    pudo aprovechar como uno de sus aportes principales las aguas del denominado arroyode Las Adelfas [FIG. 2], que surge en las inmediaciones de la actual Carretera Nacio-nal 630, al que habra que unir el proporcionado por el arroyo de Las Pardillas.

    Ambos embalses estn ubicados fuera del valle de arroyos importantes, por lo que puedenser considerados como verdaderos vasos naturales constituidos por depresiones muy pocoacentuadas de la vieja penillanura, que rene excelentes condiciones para almacenar aguas23.Constituyen excepcionales ejemplos de la arquitectura hidrulica romana y tambin, comohan puesto de manifiesto varios autores, responden a modelos un tanto diferentes.

    El embalse de Cornalvo [FIG. 3]cuenta con un dique que llega a los 222 m en su coro-nacin y su altura est en torno a los 18 m. Desde finales del sigloXIX, momento en el quese produjeron periodos considerables de sequa y que hicieron pensar a ms de uno, tantoen Mrida como en otros lugares, en la idea de recuperar para el consumo ciudadano lasantiguas canalizaciones romanas, se vino estudiando su restauracin, puesto que se halla-ba en mal estado y desprovisto de muchos de sus paramentos. Dicha refeccin obedeci aun proyecto obra de Francisco Rus, elaborado en 1913, y no fue efectivo hasta el ao1926, cuando lo llev a cabo, con algunas reformas sobre el original, Juan Garca y Garca.

    FIG. 2 Canalizacin del arroyo

    de Las Adelfas en la conduccinde Proserpina.

    FIG. 3 Vista del embalsede Cornalvo.

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    Todo ello motiv el enmascaramiento de su primitiva facies, aunque por diversos documen-tos e ilustraciones de la poca sera posible un acercamiento a la misma.

    En realidad comprenda tres muros longitudinales y paralelos a las aguas y otros mspequeos y perpendiculares a las mismas que delimitaban espacios a manera de retculaque fueron rellenados con tierra en la parte baja y hormign en la superior. De esta ma-nera se puede hablar de tres partes bien diferenciadas en el dique, las correspondientesa los muros transversales antes referidos. A la superficie, que adopt forma escalonada,se le aplic un paramento de sillarejo. En el lado de aguas abajo se dispuso el consabidoespaldn de tierras, de unos 10 m de espesor por trmino medio24.

    Si hoy no resulta apreciable la estructura, al menos como sera de desear, s lo son loscaracteres constructivos de su interesante torre de tomas, separada del propio dique porrazones de practicidad y de seguridad, a lo que parece, pero unida a l por medio de unarco, cuyo arranque lo marca la presencia del salmer embutido en la torre y cuyas dovelasafortunadamente se pudieron recuperar en buena parte [FIG. 4]. La altura que alcanza la

    fbrica es de 20 m y su planta es prcticamente rectangular. Estuvo dotada de tomas a dosalturas, una coincidente con el fondo del vaso y otra unos metros ms profunda.Hasta tal punto se conoce el carcter y la estructura de la presa que los recientes estu-

    dios llevados a cabo han modificado la idea constructiva que de ella tenamos25. Debemosestos datos al doctor Arenillas y su equipo26. Su cronologa sera posterior a la primera fasedel conducto,Aqua Augusta.

    Celestino Gmez llev a cabo su descripcin aportando datos muy interesantes acerca desus sistemas de evacuacin27, en los que no nos vamos a detener de acuerdo con los lmites quenos hemos trazado en estas consideraciones28.

    En verdad resulta sorprendente la moder-nidad de esta presa29, cuya perduracin la ob-servamos en el ejemplo de la madrilea de ElGasco, del sigloXVIII, pero si analizamos algunosejemplos probablemente no lo es tanto.

    Sin embargo, como adelantbamos, el an-lisis de la fbrica de su torre de compuertas ses ms revelador y prximo a ejemplos deEmeritay su zona de influencia. La sillera al-mohadillada que presenta, a pesar de lo que se

    ha dicho, no guarda precisamente relacincon la de los puentes emeritenses de clara cro-nologa augustea, como ya expresamos en sumomento30. Es, al parecer, otro tipo de fbricaque en principio podramos relacionar con laque apreciamos en la fachada occidental del

    Anfiteatro y que correspondera quiz a una desus fases que acaso podra relacionarse con lasreformas flavias31y, quiz, con paramentos deotras singulares obras bien conocidas, como elpropio Puente de Alcontar, una de las realiza-FIG. 4 Cornalvo. Torre de toma de aguas.

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    ciones ms importantes de la intensa obra que Trajanollev a cabo en los inicios de su imperio en la Va de laPlata32. Con todo, lo que expresamos no es otra cosa queimpresiones derivadas de un anlisis visual que sera pre-ciso cimentar con un buen estudio an no realizado.

    La verdad es que las observaciones referidas nos ha-ran pensar en una poca ms avanzada que la propiaaugstea, a la que sin duda correspondera una buenaparte de esta conduccin, cuyo nombre afortunadamenteconocemos,Aqua Augusta33[FIG. 5].

    Esa cronologa augstea, aclarada por la inscripcinreferida y por ciertos detalles constructivos del recorrido,como el de los arcos sin dovelas, rasgo ciertamente arcai-co sobre el que justamente llam la atencin Jimnez

    Martn a propsito del tramo de Cao Quebrado34

    , noslleva a plantear una posibilidad cuyo enunciado no noscorresponde y s a una observacin de Celestino Gmez, quien en su da sugiri la posibilidadde que el gran aporte de El Borbolln, que desde los montes de Campomanes discurra hastael valle del Albarregas por una caera de excelente factura, por donde todava se desliza unamodesta corriente de agua a pesar del dao que hizo una plantacin de eucaliptos en esosparajes que lleg a desecar prcticamente el caput aquae, hubiera podido ser el primer granconducto hidrulico augustano35, lgicamente enriquecido por otros aportes y por el discurrirdel tramo por el propio valle del Albarregas. Es una teora muy plausible, porque denota, ade-ms de un buen conocimiento del medio, una practicidad bien clara, ya que con poco coste sepudo traer el agua, por cierto de excelente calidad, a Emerita36.

    Probablemente, en una segunda fase, de poca de los flavios, Trajano?, si tenemos encuenta los caracteres de la fbrica de la torre de toma de aguas, la conduccin fue reforzadapor la presa, y quiz su recorrido se ampli por la denominada Va Ensanche, como supu-so tambin Jimnez Martn37, aunque para nosotros esta particularidad no est muy clara.

    Respecto a la presa de Proserpina [FIG. 6],hace unos aos pudo ser estudiada por laConfederacin Hidrogrficadel Guadiana y el equipo delprofesor Miguel Arenillas,

    quienes, tras los trabajos devaciado y limpieza, nos hanrevelado datos del mayor in-ters que han venido a cam-biar nuestra tradicional con-cepcin del embalse38.

    FIG. 5 Caput aquae. Aqua Augusta.

    FIG. 6 Vista

    area de la presade Proserpina.

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    Su estructura, con sus 425,80 m de longitud en su coronacin y dibujando en plantatres alineaciones, y sus ms de 21 m de altura, era conocida, pero ahora se ha podidodeterminar mejor tras los trabajos antes referidos.

    Comprenda en el tramo de aguas arriba un ncleo de hormign paramentado consillera y sillarejo [FIG. 7], igualmente escalonado como en Cornalvo, aunque con disposi-cin un tanto diferente y la existencia de nueve contrafuertes de seccin rectangular,tambin de granito y posicin igualmente escalonada. En el de aguas abajo, nos encon-tramos con el consabido espaldn, bien potente, que refuerza una obra de fbrica dis-puesta junto al dique propiamente dicho, con diecisis contrafuertes pequeos dispues-tos entre las dos torres de toma, que esta vez s se asocian al propio dique39. Estas torressufrieron profundas reformas en los siglos XVIIy XVIIIpara poner en funcionamiento elcomplejo y dar vida a unos molinos y un lavadero de lanas.

    La estructura del alzado de la presa, por primera vez conocido en toda su dimen-sin, nos presenta varias fases debidas a otras tantas restauraciones, de las que algunasestn atestiguadas, principalmente la del siglo XVII, obra del gobernador Felipe de Al-

    bornoz, asistido por los comisarios y regidores Diego del Carpio y Juan de Tovar. Sabe-mos que esta restauracin fue importante gracias a algunos documentos, parcos en

    verdad para nuestra desgracia, y sobre todo a las noticias, breves tambin, del cronistade la ciudad Bernab Moreno de Vargas40. Con posterioridad, segn refieren ciertosdocumentos del Archivo Histrico Municipal de Mrida dados a conocer por lvarezSenz de Buruaga41, se efectuaron otros trabajos en 1700 y 1730 que posiblementellegaron a solucionar los problemas atestiguados desde el ao 1654, aunque las difi-cultades del momento, la guerra contra Portugal, impidieron su ejecucin y a prin-cipios del siglo XIX.

    El alzado de la presa ha sido estudiado en la medida de lo posible por los autores delproyecto de rehabilitacin, consolidacin y puesta en valor del complejo. Los datos que

    FIG. 7 Estructura de la

    presa de Proserpina.

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    se han podido extraer son muy valiosos y permitirn un acercamiento a su carcter y a ladefinicin de las distintas fases que se leen en su estructura.

    Se apunta a que pudieron haber existido dos fases en la presa: una menor, la queconclua en los contrafuertes redondeados que se han podido conocer por primeravez, y otra que configur el recrecimiento de la anterior donde figuran esos contra-fuertes escalonados antes citados [FIG. 8]. Es una lstima, reiteramos, que no conte-mos con una especificacin del proyecto de la gran remodelacin de la presa llevadaa cabo por el gobernador Albornoz a comienzos del siglo XVII, al contrario de lo quenos sucedi cuando acometimos el estudio del gran puente sobre el Guadiana, yconsideramos la restauracin que se llev a cabo casi coetnea, de la que los Librosde Acuerdos del cabildo emeritense dieron buena cuenta42. Pero, como dato signifi-cativo, s queremos hacer constar que observamos en una buena parte del dique si-llares apaisados similares a los que aparecen en los cinco nuevos arcos que se ten-dieron en la referida restauracin.

    Entre las nuevas aportaciones derivadas del reciente estudio no nos ha pasado preci-samente desapercibido el descubrimiento de un tapn de madera, de casi un metro delongitud, que pudo haberse empleado para desatascar uno de los conductos de sali-da [FIG. 9]. La prueba del carbono 14 sobre l efectuada ha revelado una cronologa que,a lo que parece, cae plenamente en el siglo Id. C., ms bien en su mitad. Podra, en lamedida de su validez, ser una prueba ms que habra que tener en cuenta para fijar lacorrecta cronologa de la conduccin, que ahora, tras las interesantes consideraciones

    de Feijoo, se ha querido retrasar hastael periodo de la dominacin rabe, loque no nos parece probable43.

    En lo que atae a la posible crono-loga de la conduccin, como puedeapreciarse bien controvertida y sobrela que se han vertido toda clase deopiniones, s queremos llamar la aten-cin sobre ciertos aspectos arquitec-tnicos considerados por FernndezCasado44y Alfonso Jimnez45, y que

    FIG. 8 Parte baja del dique

    de Proserpina y bocines de salida.

    FIG. 9 Tapn de madera de un bocn.

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    nosotros en su da no supimos ver o aceptar. Es claro que la planta de los pilares de lasarqueras elevadas de Los Milagros, y sobre todo la imposta o cornisa que remata laprimera parte del pilar, es preciso ponerlas en relacin con ejemplos bien determinan-tes de la arquitectura de puentes de Lusitania, Alcontar, por ejemplo, donde aparecenarcos rebajados como los de las arqueras de Los Milagros, y por ello habra que pensaren una proximidad al periodo trajaneo46.

    LOSRECORRIDOS

    El recorrido de las conducciones desde su origen hasta la llegada a la ciudad y su poste-rior distribucin, aunque conocido en una parte muy considerable, es una de las asigna-turas pendientes en el estudio de los acueductos augustanos. Vamos a reflejar el estadode la cuestin considerando conducto por conducto.

    Cornalvo

    La conduccin, ya perfectamente configurada, se originaba en el embalse ya descritoy comprenda el aporte procedente de El Borbolln, de aguas abundantes y de excelen-te calidad, y que tena su verdadero caput aquaeen las alturas de la denominada Sierrade Mirandilla, entre las fincas de Zorrilla y La Vieja. Se conserva, con las consiguientesroturas que producen innumerables fugas, casi intacto el canal con su cobertura. Detrecho en trecho, se observan pequeos pozos o respiraderos para procurar la aireacin

    y facilitar la limpieza del conducto. Actualmente, por culpa de la referida repoblacinde eucaliptos, la otrora abundante corriente de agua ha visto reducido sensiblementesu caudal.

    No se ha estudiado con detenimiento, aunque existe una planimetra ms o menoscorrecta del conducto, el recorrido y sus particularidades. S contamos con la descrip-cin de tramos puntuales por el inters de las obras de fbrica descubiertas.

    El canal, segn apreciaciones de Fernndez Casado, discurra en pequea galerasubterrnea de diferente altura de acuerdo con la topografa de su recorrido y aprove-chando aguas sublveas en su primer tramo, con encharcamientos primero y caucerelleno de sedimentos despus. Se observan algunos registros, con la misin actual de

    servir de pozos para captar el agua de la galera47. La canalizacin, tras concluir suprimer tramo, al pasar por el pueblo de Trujillanos, al quedar en ladera, se desarrollade manera ms superficial y resulta aparente en algunas vaguadas con importantesobras de fbrica.

    Uno de los restos ms expresivos es el del paraje conocido con el nombre de CaoQuebrado, junto a la carretera de Valverde y en el recinto del Hospital Psiquitrico eme -ritense. Dichas estructuras comprendensubstructioy arcuationes. Se conserva perfecta-mente el muro de aguas arriba y un trozo del macizo de aguas abajo. Por la topografa dela vaguada, se ha estimado en veinte los arcos que pudieron existir. De ellos se conservalas leves trazas de uno, que apoyaba en un pilar y del que no se observan dovelas dife-renciadas48.

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    Otros restos de obra de fbrica se aprecian en la vaguada de Cerro Gordo, aunque deestructura ms simple, porque en este caso el canal se eleva sobre muro en unos 30 m, encuya parte central existe una alcantarilla de 86 cm de luz con aliviadero de descarga49.

    Los asomos restantes del canal hasta la ciudad son de poca consideracin, aunqueresultan significativos a la altura de la antigua Nacional V, donde, antes de llegar a latrinchera practicada, se pudieron observar dosspiramina. La conduccin se pudo descu-brir en el curso de unas excavaciones en zona de necrpolis, y sus caracteres son simila-res a lo descrito, con una altura aproximada de 50 cm.

    Est claro que se dirige a la ciudad, a travs del campo de ftbol, hacia la zona delantiguo depsito de aguas. Precisamente, segn sospechamos, en su momento de entra-da en la colonia, en el muro de la cerca, existi una inscripcin con el nombre de lamisma (Aqua Augusta). Expresivos son los restos hallados en el recinto del Colegio P-blico Giner de los Ros, donde se pudo conocer un buen tramo del conducto que se di-riga hacia el Teatro y Anfiteatro, a los que surta [FIG. 10].

    Las recientes excavaciones practicadas en el solar del antiguo cuartel de la Guardia

    Civil, para sede del nuevo Museo Visigodo, han aportado datos que, unidos a los ya co-nocidos con anterioridad, nos permiten conocer tanto la derivacin del conducto hastala denominada Va Ensanche, como determinar que, al contrario de lo que pens Rich-mond50, el acueducto no iba situado sobre la lnea de muralla, sino que el muro dejabael conducto en el interior del recinto y se desarrollaba paralelo a l, a una pequea dis-tancia, formndose entre ambas estructuras una suerte de paso.

    No conocemos la ubicacin de lapiscina limariade este acueducto, que se ha queri-do ubicar, con hiptesis ms o menos plausibles, en las inmediaciones de la antigua ca-rretera Nacional V.

    S reviste inters el considerable tramo que se puede apreciar en la Va Ensanche.Se compone de una substructioconservada en 85,70 m y de 3,08 m de espesor, con

    FIG. 10 Specusde la conduccinde Cornalvo.

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    altura mxima de 2,20 m. El basamento cuenta con un ncleo de hormign con para-mento de opus incertum,con la caracterstica presencia de los encintados de morteroen las juntas, motivo bien conocido en Mrida. El specustiene una anchura de 57 cm

    y su altura es tambin de 57 cm. Este tramo cont con un sistema de arcuationes, loque se explicara por su estructura y por la presencia de algunas cepas para pilares deplanta cuadrada o rectangular.

    El conducto conclua presumiblemente en la plaza de toros, junto a la Casa del Mitreo.

    Rabo de Buey-San Lzaro

    El recorrido de este acueducto es, quiz, con interrogantes lgicas todava, el mejor co-nocido de todos. A todo ello contribuy decisivamente la circunstancia de que, al seraprovechadas sus aguas hasta hace poco tiempo, el Ayuntamiento emeritense decidierarealizar obras para un mejor uso de sus aportes en varias ocasiones. Las ms importantes

    se efectuaron a finales del siglo pasado, por iniciativa de Miguel Nogales y la ejecucindel alcalde Pedro Mara Plano, quien dio buena cuenta del resultado de los trabajos ensu obra51.

    Uno de los problemas que ataen todava a la correcta configuracin de su recorridoes el de fijar convenientemente los aportes que recibe el conducto principal, aunque seha avanzado en los ltimos aos52.

    S tuvo un aporte importante, el procedente del predio de Valhondo, dado a cono-cer en sus detalles ms esenciales por lvarez Senz de Buruaga53. El agua, en abun-dancia, y con caudal mayor al que hoy ofrece, de tres litros por segundo, fue aprove-chada del propio arroyo Valhondo y de pequeas escorrentas prximas. Para ello fueacertada la construccin de una presa, hoy semienterrada, verdadero caput aquaedelconducto. De ella partan unas galeras, actualmente destruidas, hasta el punto de quea finales del pasado siglo, cuando se quiso recuperar para la ciudad esos aportes, nofue posible dirigirlos hacia el conducto principal de Las Tomas-Rabo de Buey, y s fuems factible construir unas nuevas galeras, de mayor altura y anchura que las roma-nas, con paredes laterales formadas de piedra sin argamasa para propiciar la filtracinde pequeas corrientes de agua que vinieran a engrosar el conducto. Luego, por mediode tuberas de hierro, se diriga hasta el depsito de Rabo de Buey.

    Hoy se conoce bien el trazado del conducto principal, no ya tan solo por los trabajos

    de finales de siglo antes aludidos, sino tambin por el levantamiento planimtrico quelos alumnos de la Escuela de Topografa de Mrida han realizado bajo la direccin deldoctor Hernndez Ramrez54.

    Se origina en el denominado, durante los siglos XVIy XVII,valle de Mari-Prez, queen la pasada centuria cambi su nombre por el de Las Tomas. All estara situado, ensu caput aquae, el ramal procedente de Las Hospitaleras. Desde aqu, a lo largo deunos 4 km, por galera subterrnea fundamentalmente, el agua llegaba a la ciudad.No vamos a referir el total de la conduccin por lo prolijo, pero s nos referiremos asus caractersticas esenciales.

    Se consignan a lo largo de toda la galera (cuniculus) un total de 99 lumbreras,arquetas ospiramina, que, adems de servir en algn caso para bajar al conducto,

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    para lo que haba dispuestas unas escaleras estratgicamente, tenan la funcin deventanas o claraboyas para dar luz al largo tramo cubierto. Son obras perfectas, consillera en hiladas, cerradas por losas de granito cuadradas actualmente. La distanciaentre una y otra es variable, como la generalidad de las que conocemos en otrosejemplos de acueductos romanos.

    Cuatro bajadas al interior existen a lo largo del conducto [FIG. 11]. Por fuera sus entra-das son semejantes a las de los dems registros. Estn provistas de escaleras de sillera.Sus muros son de mampostera, de diorita, y la bveda bien definida con ladrillo, fruto alo que parece de restauraciones (antiguamente eran de piedra).

    Los cuniculio galeras [FIG. 12]ofrecen alturas diferentes, mayores en el primer tramoy decrecientes segn se acercan al cerro de Rabo de Buey. La construccin es en mam-postera de diorita en hiladas bien definidas, con refecciones evidentes marcadas por la

    presencia del ladrillo. En cuanto a la bveda, es de hiladas de piedra, y a veces la roca viva sirve de cobertura. Elspecus, de anchos diferentes, sin sobrepasar los 80 cm, a vecespresenta el revestimiento hidrulico con los ngulos matados, y en ocasiones la soleraes simplemente hormign a cara vista.

    Resulta interesante observar los puntos de entronque con otras conducciones, sobretodo con la antigua de Valhondo en el rea de La Godina.

    El sistema de galeras, que tanto impresionan hoy a los que las pueden contemplar, esbien conocido en el mundo romano, y a la evidente espectacularidad de las emeritenses ha-bra que aadir otros relevantes ejemplos, entre los que citaramos muy someramente los de

    Argelia55, Ascoli56, en la Galia en varios lugares bien conocidos: Antibes, Vienne, Arles, Font-Giraud en Saintes, Rodez, Poitiers, Cimiez, Nmes, etc., y en Hispania, Segobriga57.

    FIG. 11 Escalera de bajada

    a la galera de la conduccinde Las Tomas.

    FIG. 12 La galera

    de la conduccinde Las Tomas-Rabo

    de Buey.

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    Probablemente, lapisicina limaria, al igual que la correspondiente a la conduccin deProserpina, estuvo ubicada en el cerro de Rabo de Buey, a cuyos pies comenzaba la depre-sin del valle del Albarregas. Precisamente la anchura, mayor en esta zona que en la de LosMilagros, as como su profundidad, determin la construccin de unas arqueras de mayorlongitud y altura que las de sus congneres.

    Pero lamentablemente estas arqueras tuvieron peor fortuna debido a mltiples cir-cunstancias, a las que no debe de ser ajena la construccin, inservible y demostrativa dehasta qu punto se haba degenerado en el conocimiento de la materia hidrulica, de unacueducto en el siglo XVI, que aprovech materiales y a veces la estructura del anterior,que probablemente, tambin es justo resaltarlo, estara ya muy arruinado. Del monu-mental puente de arqueras solo han llegado a nosotros dos pilares laterales de plantairregular y otro central de estructura rectangular [FIG. 13]. Estn unidos por arqueras demedio punto. A lo que parece, segn la topografa de la zona, corresponderan a la parteintermedia y es apreciable un cambio de direccin en la cara de aguas abajo hacia lazona del cuartel de artillera y de la Casa del Anfiteatro, hasta donde llegaran en granmedida las arcuationes.

    En la primera altura tenemos un basamento de sillera sobre el que se instalaba la

    segunda. Los pilares cuentan con un almohadillado pronunciado. En cuanto a los arcos,las dovelas no resultan tan abultadas, pero s se destaca la clave. En el segundo pisoapreciamos la combinacin de sillera y de fbrica de ladrillo, fbrica que se utilizaba enlas bvedas y quiz tambin en sus tmpanos y en sus franjas horizontales que atraviesantodo el pilar y aparecen en todas las caras, alternando cuatro hiladas de sillera y cuatrode ladrillo.

    Lamentablemente una parte del acueducto, la cercana a la Casa del Anfiteatro, sedestruy hace unas dcadas, en tiempos del alcalde Miguel Galn, y sus restos, al igualque sucede con los de Rabo de Buey, aparecen diseminados por el suelo.

    La conduccin pasaba a un castellum,al que nos referiremos en su momento, a tra-vs de unasubstructioapreciable en el recinto de la referida casa.

    FIG. 13 Arcos

    inferiores de piedrade las arqueras

    de San Lzaro.

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    FIG. 14 Tnel de la conduccin

    de Proserpina en la finca Carija.

    Proserpina-Los Milagros

    Conocidos los pormenores de la recogida de aguas en el embalse y referidas sus caracte-rsticas, pasamos a considerar el recorrido del acueducto hasta la ciudad.

    El agua sala por una galera estrecha por la que se puede penetrar hasta el bocn. Dichasalida se halla en la huerta de la finca de la familia Pacheco, contigua al embalse, donde anse conserva un pequeo acueducto moderno, documentado en los Libros de Acuerdos del

    Ayuntamiento de Mrida. Esta pequea canalizacin elevada, ms que acueducto, se cons-truy para encauzar el agua que se perda despus del abandono de la obra romana, con elfin de aprovecharla para el uso de varios molinos, cuyas ruinas an son visibles.

    El diseo fue arduo, pues hubo que salvar varios obstculos: vaguadas, pequeas depresio-nes y macizos granticos. Todo ello explica los trabajos considerables que hubieron de acome-terse y los rodeos que el conducto dibuja buscando siempre las cotas favorables y las curvas denivel antes que atravesarlas. De ah que el recorrido alcance cerca de 10 km.

    Se ha hablado mucho del carcter de esta conduccin, sobre todo por FernndezCasado, quien alude al recorrido a cielo abierto58. Esto no es exacto, puesto que en nues-tra prospeccin por el discurrir del total de la conduccin nos hemos encontrado vesti-

    gios ms que suficientes de bveda de cubricin. El canal estaba concebido como los delas otras conducciones emeritenses. Es una fbrica de opus caementiciumcon paramen-to exterior de sillarejo u opus incertum. Se aprecia el uso del ladrillo como caementay enla bveda que cubra el canal. Es destacable, tambin, sealar que el tamao de loscaementadisminuye a medida que nos alejamos del caput aquaey que el material em-pleado es la piedra del lugar, con presencia de cantos de ro en las partes ms cercanasal Guadiana.

    Aparece el canal por primera vez a 500 m del embalse. Hasta el cruce de la carreterade Montijo, en la finca del Cuarto de la Charca, nos encontramos con interesantes obrasde fbrica y, por primera vez atestiguado en Mrida, con la presencia de un tnel exca-

    vado en el macizo grantico de la zona [FIG. 14].

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    El tnel se practic a 1 km del embalse con el fin de salvar la masa ptrea antes alu-dida. Fue detectado gracias a unas prospecciones geofsicas efectuadas por la Universi-dad Complutense de Madrid con la supervisin de la Escuela de Topografa de Mrida yla nuestra. Posteriormente, se realiz la excavacin correspondiente, que dio como re-sultado el espectacular descubrimiento delspecusabierto en la roca. De trecho en trechose ubicaron unosspiramina. Este expediente es conocido en varios ejemplos del mundoromano, entre ellos en el acueducto de Nmes.

    Obras importantes, tambin, en la finca aludida y en la de Carija, donde haba quesalvar vaguadas. La obra comprende, en el caso de las tres vaguadas que conocemos,

    substructiones, con espesor constante. Permanecen los arranques y no se conservan lostramos de arcuationesde la parte central. Quiz lo ms significativo corresponda a lasegunda vaguada. La construccin visible alcanza 24,40 m de longitud y 2,85 m de altu-ra. La anchura de la substructioes de 1,40 m, mientras que la del specus alcanzalos 56 cm [FIG. 15].

    Pasada la tercera vaguada, el canal se desliza por el terreno grantico sensiblementellano, para formar cinta continua. En los aledaos del cruce de la carretera de Montijo, vasobre muro de 1,20 m de altura.

    FIG. 16 Detalle de lapiscina limariade la conduccin de Proserpina.

    FIG. 15 Obras de fbrica en las vaguadas

    de la conduccin de Proserpina.

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    La canalizacin atravesaba parte de la finca Araya para, enfilando hacia el puerto deCarija, venir a desembocar al cortijo La Calera, desde donde comenzaba la bajada a laciudad pasando junto a una fuente moderna, El Sapo, donde se halla un buen tramo enforma de horquilla de 130 m de longitud.

    Es interesante citar lapiscina limariadel conducto descubierta en el cerro del cementeriomunicipal [FIG. 16]. Es una arqueta de 3,60 x 3 m en el interior, con desage de fondo concmara de compuertas y salida superior en vertedero. Desde esta altura elspecusva sobre unmuro cada vez ms elevado para seguir sobre pilares y arcos en el valle del Albarregas.

    La longitud del tramo de arqueras, desde el citado depsito de decantacin al terminal exis-tente en el cerro de El Calvario, es de 827 m, mientras que la altura mxima llega a 25 m.

    Su estructura revela la perfeccin y dominio que los ingenieros romanos alcanzaronen la solucin de este tipo de problemas. Consiste bsicamente en una serie de pilarescon fuerte ncleo de hormign y revestimiento de sillares y ladrillos, cinco y cinco hila-das respectivamente. Los pilares tienen 3 m de lado y a veces cuentan con un estribo entalud, de 2 m de ancho y 2,50 m de largo [FIG. 17].

    Los pilares se enlazaban por medio de arqueras de ladrillo, aunque en los que flan-quean la corriente del Albarregas son de sillares. Los pilares tendidos sobre el ro estnprovistos de tajamares en diedro.

    Sobre las arqueras se ubic elspecus, desaparecido en buena parte.Se nota perfectamente el cambio de direccin para llegar al castellumterminal del

    conducto.

    FIG. 17 Las arqueras de Los Milagros.

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    Los castella

    Descubrimientos considerables se produjeron a propsito de los acueductos con motivode las excavaciones llevadas a cabo en la denominada Casa del Anfiteatro y en la ermi-ta de El Calvario, pues ambas dieron como resultado el hallazgo de sendos castella, elcorrespondiente a la conduccin de Las Tomas y el de la de Proserpina.

    Del castellumde Cornalvo ya hemos referido su posible existencia en las inmediacio-nes de la Casa del Mitreo, junto a la plaza de toros. Es, efectivamente, el cerro de San

    Albn el lugar idneo para situarlo de acuerdo con la topografa.Por su parte, el de la conduccin de Las Tomas fue descubierto en el curso de las

    excavaciones antes aludidas. Se trata de un edificio de planta rectangular alargada, conobra de fbrica compuesta de sillera, mampuestos y ladrillo, con notable espesor en loslaterales a fin de estribar la bveda de ladrillo que cubra todo el espacio [FIG. 18]. Su mi-sin era, segn Jimnez Martn59, la de decantar el agua de impurezas, por lo que se

    tratara de unapiscina limaria,opinin que no compartimos exactamente.Todo el fondo, que se halla a un nivel ms bajo que el de los propios canales, est

    revestido de mortero hidrulico; por el contrario, el resto del edificio estaba provisto deun enlucido fino de cal y arena, sobre el que se pintaron, a manera de frontones, unostringulos formados por varias lneas contiguas, en rojo y verde. Bajo ellos existan unasrepresentaciones ya irreconocibles en el momento de su hallazgo. Se ha considerado queestas pinturas podran estar en relacin con la sacralizacin de las aguas.

    FIG. 18 Castellum divissoriumde la conduccin de Las Tomas.Dibujo dePREZVIGO.

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    Nuestra opinin es que se trata de un diuissorium, en el que se produce, incluso an-tes de la llegada del conducto principal, una bifurcacin para el abastecimiento de unazonasuburbana perfectamente localizada en el lugar del acueducto para abastecer almenos dos reas, la de la regin del teatro y anfiteatro y la parte central de la ciudad,como muestra bien a las claras el conducto hallado en las excavaciones del Museo. Nohay que descartar, pero hoy resulta imposible de dilucidar, que junto a la muralla, aligual que sucede en la de Proserpina, pudiera haberse ubicado un gran depsito terminal(castellum aquae).

    Muy interesante tambin es la estructura del gran depsito final del acueducto de

    Proserpina. Fue hallado bajo la ermita de El Calvario, donde de antiguo se haba consi-derado la existencia de una estructura relacionada con la conduccin60.

    Se trata de una construccin de planta casi cuadrada, un ninfeo relacionado en cuantoa su alimentacin y carcter con el vecino castellum61. En el lado mejor conservado alcan-za una longitud de 15,40 m. La altura de la fbrica no sobrepasa los 2,70 m [FIG. 19].

    El depsito se asent sobre un firme natural de roca, por lo que se dispuso una plataformade hormign con el fin de crear una base plana. Sobre la plataforma se desarrolla, a lo largo detoda la fbrica, una hilada de sillares de granito bien escuadrados que formaba la verdaderabase de cimentacin. La construccin, buscando ya la cima, presenta un paramento de mam-postera muy irregular de piedra de diorita. Todo el ncleo era de hormign. Entre la mampos-tera, caracterstica esta muy peculiar del complejo hidrulico, se coloc un verdugn de dos

    FIG. 19 Ninfeo en el castellum aquae del conducto de Proserpina.

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    hiladas de ladrillo, con el fin de alisar convenientemente las filas de piedra y para acelerar laconstruccin sin esperar al fraguado de lo anterior.

    La parte central de la fuente contaba con dos escalones. El interior alcanza 5,85 mde longitud y 2 m de altura y fue revestido de una lmina de mrmol gris veteado tantoen las paredes como en el fondo, segn nos permiten apreciar los pequeos restos con-servados. Se observan, adems, huellas evidentes de antiguas restauraciones. La cima dela construccin, en lo conservado, presenta una gruesa capa de mortero hidrulico de33 cm de espesor y hacia el centro de la misma una pequea canalizacin, nico testigoremanente de las varias conducciones de entrada al depsito.

    La ubicacin de esta fuente, junto al castellumy en el comienzo del cardo maximus,es una evidencia de la importancia de dicha arteria, la principal de la ciudad, y un moti-

    vo de ornato, de gran efecto, a la entrada de la ciudad por el norte.La ubicacin de este castellum,junto a la muralla de la ciudad, es casi la cannica,

    aunque a veces se hallaban ms al interior de las poblaciones.

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    NOTAS

    1. A. M. CANTO: La Arqueologa Espaola bajo Carlos IV y Godoy: Preludio a los dibujos emeritenses de Villena y Mozio (1791-1794),Anas, n. 7-8, 1994-1995, pp. 31-56; Id.: La arqueologa espaola en la poca de Carlos IV y Godoy. Los dibujos de Don

    Manuel de Villena Mozio. 1791-1794.Madrid, Ediciones El Viso, 2001, n. 9, 10, 17, 19, pp. 140-143, 156-162.2. S. ARBAIZABLANCO-SOLERyC. HERASCASAS:Fernando Rodrguez y su estudio arqueolgico de las ruinas romanas de Mrida y sus

    alrededores (1794-1797),Academia. Boletn de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, n. 87, 1998, pp. 309-364.3. A. DELABORDE: Voyage pittoresque et historique de lEspagne. Pars, 1806, v. II.4. A. JIMNEZMARTN: Los acueductos de Emerita,Augusta Emerita.Madrid, 1976, pp. 111-125.5. Los trabajos de LVAREZSENZDEBURUAGAy la labor de la Escuela de Topografa de la Universidad Politcnica de Mrida, bajo

    del impulso de sus profesores y en especial del doctor Hernndez Ramrez, nos han proporcionado datos del mayor inters

    para fijar mejor el trazado de las conducciones. Todo ello supone un avance primordial en el conocimiento de los complejos

    hidrulicos y un punto de partida para un trabajo sistemtico del que antes se careca.6. Una obra de conjunto sobre las conducciones emeritenses es lo que en realidad sera oportuno abordar, con la participacin

    de equipos multidisciplinares.7. A. JIMNEZMARTN: Op. cit.; Id.: Problemas de los acueductos emeritenses, Habis,n. 7, 1976, pp. 271-292.8. C. FERNNDEZCASADO: Acueductos de Mrida, Informes de la Construccin, n. 205, 1968, pp. 51-74; Id.: Acueductos roma-

    nos en Espaa. Madrid, Instituto Eduardo Torroja, 1972.9. J. R. MLIDA:Catlogo Monumental de Espaa. Provincia de Badajoz. Madrid, 1925, vol. I, pp. 106 ss.10. TH. HAUSCHILD:Problemas de las construcciones romanas en Mrida,Augusta Emerita. Madrid, 1976, pp. 107-109.

    11. Resultan muy valiosos los numerosos trabajos llevados a cabo recientemente por un buen nmero de cualificados profesio-nales entre los que citamos a Fernando Aranda, Jos Luis Snchez Carcaboso, Juan Martn Morales y Miguel Arenillas, consus respectivos equipos. La referencia de sus trabajos en A. VELZQUEZJIMNEZ:Repertorio de bibliografa arqueolgica emeri-tense III. Emerita 2010. Mrida, 2011.

    12. P. M. PLANOYGARCA:Ampliaciones a la Historia de Mrida. Mrida, 1894, pp. 22 ss.13. R. CELESTINOGMEZ:Los sistemas romanos de abastecimiento de agua a Mrida. Estudio comparativo para una posible

    cronologa, Revista de Obras Pblicas, diciembre 1980, pp. 959-967.14.J. LVAREZSENZDEBURUAGA:La conduccin de Rabo de Buey-San Lzaro, de Mrida, Estudios dedicados a Carlos Callejo

    Serrano. Cceres, 1979, pp. 71 ss.15. A. M. CANTODEGREGORIO: Sobre la cronologa augstea del acueducto de Los Milagros de Mrida, Homenaje a Senz de

    Buruaga. Madrid, 1982, pp. 157 ss.16. S. FEIJOOMARTNEZ:Las presas y los acueductos de agua potable, una asociacin incompatible en la antigedad: el abasteci-

    miento enAugusta Emerita, en T. NOGALES(ed.):Augusta Emerita. Territorios, espacios, imgenes y gentes en Lusitania romana.Monografas Emeritenses, 8. Mrida, 2005, pp. 171 ss.

    17.J. M. LVAREZ, J. GARCAMORANTet alii: Localizacin de la conduccin romana desde el embalse de Proserpina hastaMrida mediante la aplicacin compartida de la topografa y la geofsica,Jornadas sobre Teledeteccin y Geofsica apli-cada a la Arqueologa.Madrid, 1992, pp. 189-196.Al panorama de las conducciones hidrulicas emeritenses ya noshemos referido en diversas ocasiones, en las que hemos ido incorporando las novedades que se venan produciendo.

    Entre los trabajos ms significativos citamos los siguientes: Las conducciones hidrulicas emeritenses. Estado de lacuestin, en J. MANGASyS. CEBALLOS(edit.);El agua en las ciudades romanas.Madrid, 2007, pp. 183-212; Los prime-ros aos de la colonia Augusta Emerita, en E. LAROCCA, P. LENyC. PARISIPRESICCE: Le due patrie acquisite. Studi di

    Archeologia dedicati a Walter Trillmich . Bullettino della Comisione Archeologica Comunale di Roma. Supplementi, 18,pp. 27-40.

    18. I. ROSODELUNAyF. HERNNDEZ-PACHECO:Mapa geolgico de Espaa. Explicacin de la Hoja n. 777. Mrida (Badajoz). Madrid,1950, p. 69.

    19.J. LVAREZSENZDEBURUAGA: Op. cit., pp. 71 ss.20. La denominacin de Cornalbo o Cornalvo es antigua y se ha querido poner en relacin con el topnimo latino cornus albus

    debido a la forma que dibuja su cuenca y a lo blanquecino de algunas partes de sus orillas.

    21.J. LVAREZSENZDEBURUAGA: El nuevo hallazgo de la perdida lpida emeritense de Proserpina,AEspA, vol. 30, 1957, pp. 245-251. Es curioso este hallazgo sin duda relacionado con la existencia de algn lugar de culto a la diosa infernal en lo que seconsideraba una entrada al reino de las sombras.

    22. FRONTIN:De aquae ductu urbis Romae (Ed. P. Grimal, Guillaume Bud, Paris, 1961), XV, 1; X, 5,6.23. I. ROSODELUNAy F. HERNNDEZ-PACHECO:Op. cit., p. 31.24. R. CELESTINOGMEZ: Los sistemas romanos de abastecimiento de agua a Mrida. Estudio comparativo para una posible

    cronologa, Revista de Obras Pblicas,diciembre 1980, pp. 964 y ss.; J. A. FERNNDEZORDEZet alii: Catlogo de noventapresas y azudes espaolas anteriores a 1900.Madrid, 1984, p. 32.

    25. Una buena fuente para ese conocimiento lo proporciona un dibujo de Fernando Rodrguez, de finales del sigloXVIII. S. ARBAI-ZABLANCO-SOLERy C. HERASCASAS:Op.cit., n.os42 y 43, A-5959, pp. 339-340.

    26. M. ARENILLASet alii:Apuntes documentales para la historia de la presa de Cornalvo, V Congreso de Historia de la Construc-cin. Madrid, 2007, pp. 57-73.

    27. R. CELESTINOGMEZ:Los sistemas..., p. 966.28. Sobre los pormenores tcnicos del embalse de Cornalvo recomendamos los excelentes estudios efectuados por la Confede-

    racin Hidrogrfica del Guadiana. F. ARANDAGUTIRREZy J. L. SNCHEZCARCABOSO:Las grandes desconocidas de las presasromanas principales: La Alcantarilla y Cornalbo, I Congreso Nacional de Historia de las presas. Mrida, 8-11 de Noviembre

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    de 2000. Actas, I(F. BUENO, ed.). Badajoz, 2002, pp. 273-278;J. MARTNMORALESet alii:La presa de Cornalbo en Mrida.I Congreso Nacional de Historia de las presas,I, pp. 279- 287.

    29. Esa modernidad ha hecho sospechar a ms de uno que gran parte de la estructura fue modificada en el siglo XVIII. No nosparece muy acertado puesto que en esencia la estructura del dique no vari y s algunos aspectos de la presa, puesto que elconocido poltico de la segunda mitad del Siglo de las Luces Conde de Campomanes instal, por concesin Real, diversos

    dispositivos de carcter industrial en el predio de su nombre.30.J. M. LVAREZMARTNEZ:El Puente romano de Mrida. Monografas Emeritenses, 1. Badajoz, 1983. Sobre los paramentos del

    Puente, pp. 60-61.31. T. NOGALESBASARRATE:Espectculos en Augusta Emerita. Espacios, imgenes y protagonistas del ocio y espectculo en la sociedad

    romana emeritense. Monografas Emeritenses, 5. Badajoz, 2000. Sobre las etapas del Anfiteatro, pp. 34 ss.32. Sobre este tema:J. M. LVAREZMARTNEZ:Calzadas romanas de Hispaniae ideologa imperial, Va Claudia Augusta. Unarteria

    alle origini dellEuropa: ipotesi, problemi, prospettive.Attii del Convengo Internazionale. Feltre, 24-25 Settembre 1999 (V. GA-LLIAZZO, ed.).Treviso, 2002, pp. 375 ss.

    33.J. HIERNARDy J. M. LVAREZMARTNEZ: Aqua Augusta. Una inscripcin con letras de bronce de Mrida, Sautuola III, 1982,pp. 221 ss.

    34. A. JIMNEZMARTN: Los acueductos..., p. 114.35. R. CELESTINOGMEZ:Los sistemas, pp. 960-961.36. Sobre esta particularidad:J. M. LVAREZMARTNEZ: Los primeros aos de la colonia Augusta Emerita. Las obras de infraestruc-

    tura, en E. LAROCCA, P. LENy C. PARISIPRESICCE: Le due patrie acquisite. Studi di Archeologia dedicati a Walter Trillmich.Bullettino della Commissione Archeologica Comunale di Roma. Supplementi, 18. Roma, 2008, pp. 36-38.

    37. A. JIMNEZMARTN: Los acueductos..., pp. 115-116.

    38. Sobre los trabajos llevados a cabo en la dcada de los noventa en la presa de Proserpina remitimos a los efectuados por laConfederacin Hidrogrfica del Guadiana y por el equipo del profesor don Miguel Arenillas, del mayor inters por sus apor-taciones tcnicas y por la aportacin de nuevos datos para conocer mejor la estructura del embalse: M. ARENILLASet alii: Lapresa romana de Proserpina (Mrida). Confederacin Hidrogrfica del Guadiana. Mayo de 1992; J. MARTNMORALES: Hor-migonar Proserpina, I Congreso Nacional de Historia de las Presas, II, pp. 75 y ss.; J. SERENOMARTNEZ:Aproximacin a losusos histricos de los embalses. La Charca de la Albuhera de Carixa (Proserpina) en los siglos XVII, XVIIIy XIX, I Congreso

    Nacional de Historia de las presas, II, pp. 235 ss.39. Cfr. M. ARENILLASet alii: op. cit.,p. 14.40. B. MORENODEVARGAS:Historia de la ciudad de Mrida.Madrid, 1633 (segunda reedicin. Mrida, 1974), pp. 87-88.41.J. LVAREZSENZDEBURUAGA:Materiales para la Historia de Mrida (de 1637 a 1936). Los Santos de Maimona, 1994,passim.42.J. M. LVAREZMARTNEZ: El Puente,pp. 53-55.43. S. FEIJOOMARTNEZ: Op. cit., pp. 195 ss.44. C. FERNNDEZCASADO:Los acueductos romanos. Madrid, 1972, pginas sin numerar.45. A. JIMNEZMARTN: Op. cit., pp. 120 ss.

    46.J. M. LVAREZMARTNEZ: Trajano y las obras pblicas en Hispania,J. GONZLEZ(ed.):Trajano, ptimo Prncipe. De Itlica a lacorte de los Csares. Sevilla, 2004, pp. 49 ss.47. C. FERNNDEZCASADO:Acueductos romanos de Espaa.48. A. JIMNEZ: Los acueductos, p. 114.49. C. FERNNDEZCASADO:Ibidem.50. I. A. RICHMOND: The first years ofAugusta Emerita,Archaeological Journal, LXXXVII, 1930, pp. 99 ss.51. P. M. PLANOYGARCA:Ampliaciones, pp. 22 ss.52. Sobre todo por los estudios llevados a cabo por los ingenieros de la Confederacin Hidrogrfica del Guadiana.53.J. LVAREZSENZDEBURUAGA: Op. cit., p. 658, nota adicional.54.J. HERNNDEZRAMREZ:El conducto de Rabo de Buey-San Lzaro (Mrida). Mrida. Ciudad y Patrimonio, 2, 1998, pp. 39-65.55.J. BIREBENT:Aquae romanae. Argel, 1964.56. M. PASQUINUCCI: Studio sull urbanistica di Ascoli Piceno romana,Asculum,I. Pisa, 1975, p. 59, fig. 84.57. M. ALMAGRO:El acueducto romano de Segobriga (Saelices, Cuenca), R.A.B.M., LXXIX, 4, 1976, pp. 875 ss.58. C. FERNNDEZCASADO:Acueductos romanos de Espaa.59. A. JIMNEZ:Los acueductos de Emerita, p. 119.60.J. M. LVAREZMARTNEZ: En torno al acueducto de Los Milagros, op. cit., pp. 49-60.61. Unas excavaciones, posteriores a las realizadas a comienzos de los aos setenta del pasado siglo, aportaron ms datos para

    fijar la estructura del complejo: T. BARRIENTOSVERA: Intervencin arqueolgica en el solar de la calle Adriano, 62. El Cerrodel Calvario, Mrida. Excavaciones Arqueolgicas. Memoria, 2, 1996, Mrida, 1998, pp. 27-54.

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    Lo primero que debe decirse es que es preciso entender al acueducto como un solo con-junto, sea cual sea la poca o la entidad de las partes que lo integran. Fue un conjuntode obras en el inicio, de reparaciones y de reformas despus, hasta llegar a nuestros dascon ese carcter de monumento heterogneo, en el que no siempre es posible entendercompletamente lo que le ha ido ocurriendo, ni fecharlo. Con todo, debe valorarse cadaparte como miembro del conjunto, como esencial para su funcionamiento y, por tanto,para su conservacin a lo largo de la Historia.

    En todas las zonas quedan huellas de construccin, o de reparacin, o de uso.Cuando no hubo sillera, el edificio se levant con mampuestos irregulares, de tc-nica muchas veces repetida a lo largo de la Historia, de lo que se conservan pocos

    vestigios de fabricacin, adems de poco representativos. Por ello nos referiremosespecialmente a las trazas de talla y manejo que han quedado sobre el granito de los

    sillares y las arcuationes, ya que es material que permite una ms fcil identificacinde esas seales. Podemos agruparlas en varios tipos: factura y acabado, levantamien-to y colocacin.

    LOSCANALES

    Lo primero que era necesario a la hora de planificar el trazado de la construccin,una vez tomada la decisin de levantarla, era el uso del chorobates, un nivel de aguacon el que pueden definirse las visuales horizontales y las pendientes a reproducircon el futuro canal, de modo que la gravedad impulse el agua desde la captacin

    2Algunas huellas de construccin

    en el Acueducto de Segovia

    ALONSO ZAMORA CANELLADAEx-director del Museo Provincial de Segovia

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    hasta los lugares en los que ha de usarse. Ello supone el establecimiento de pendien-tes adecuadas, as como de pequeas cubas para limpieza y prdida de energa, en sucaso, cada poca distancia. Esta especie de registro repetido recibi el nombre de

    spiramen, o lumen, y es bsico para el mantenimiento del acueducto, por cuanto per-mite eliminar presiones indeseables, efectuar tareas de limpieza y reparacin y ayudar

    a la oxigenacin y depuracin del agua. El canal podra ser construido subterrnea-mente, o bien en superficie, o elevado sobre ella. Normalmente era un conjunto enel que los tres tipos se mezclaban, segn las necesidades de la nivelacin y el tiempoo el dinero disponibles. Tambin se hicieron en tneles, o en sifones, o tallados enbloques de granito, por ejemplo. Normalmente, los corruguseran canales descubier-tos, a cielo abierto, para el agua de uso industrial. Elspecus, para el agua de con-sumo humano, iba cubierto con losas. As era el monumento segoviano en la zona dela carretera de La Granja, antes de que fuesen retiradas las cobijas, su cubiertaprotectora. Y parece posible suponer que fuese ese el sistema seguido desde ese pun-

    to hasta la captacin.Los hormigones romanos suelen poseer una notable cohesin. Quiz el ms utili-zado en las obras de finalidad hidrulica, aunque no exclusivamente, sea el conocidocomo opus signinum, una mezcla de cal, piedra ms o menos molida y ladrillo, tambinmolido, todo ello bien amasado e introducido y prensado entre tapiales, que hacen demoldes. Es la mezcla con la que tambin se hacan canales, cuando no eran de made-ra, o de plomo (a veces con los sellos de los talleres correspondientes), o de tubos decermica. En otros casos, como cuando se hacen sifones, se forman con tambores depiedra perforados en el centro, machihembradas e impermeabilizadas las juntas conaceite y zulaque, una pasta que fragua y acaba trabando fuertemente las uniones.Como en otros casos de obra hidrulica, las aristas entre el suelo y los laterales se cu-bran con refuerzos, tambin designinum, con el fin de mejorar la dureza de esa zona

    y de evitar la erosin directa de las esquinas por las impurezas que arrastra el agua,esencialmente de la muy notable capacidad de raspado de las arenas, al tiempo que sefacilita la limpieza.

    LOSDESARENADORES

    La preocupacin por la pureza del agua llev al mundo clsico a construir desarenado-res, decantadores o torres del agua. Una turrisaquaeo piscina limariaconsiste enuna caseta que alberga un estanque central, al que entra y del que sale el agua delcanal. Las alineaciones de ambos pasos no coinciden, de modo que el agua es obligadaa girar en el estanque, perdiendo velocidad y fuerza de arrastre. En consecuencia, lasimpurezas caen al fondo, de donde son evacuadas a travs de una trampilla. Del mismomodo, las ramas o las espumas, es decir lo que flote, puede sacarse por otro conducto,tambin usado cuando hay que cortar el paso por la salida principal, para limpiar, opara hacer reparaciones.

    En la conduccin segoviana existen dos desarenadores, ambos reparados o recons-truidos en varias ocasiones, los dos ya en las cercanas de la carretera de La Granja.

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    HUELLASDEEXTRACCIN

    Con el granito an en la cantera, los perfiles de los bloques a extraer se marcaban conpequeas lneas retalladas. Sobre esas marcas se iban clavando varias cuas, de modoque se acabe desgajando el bloque deseado. El resultado es la presencia de marcas, equi-

    valentes a la mitad de las caras ms anchas de las cuas, ya que la otra mitad queda se-alada en la parte no extrada del granito. Suelen estar dispuestas a similares distanciasentre ellas, tener tambin similar profundidad y a menudo desaparecen con el trabajoposterior sobre las aristas. Las cuas de hierro sustituyen a las antiguas de madera quese hinchaban con agua, o por el hielo. Es un sistema sustituido ya hoy prcticamente deltodo por la maquinaria mecnica. Algunas de estas marcas se localizan en los mrgenessuperiores del canal, en la primera zona area, antes del desarenador grande. En esa zonalos basamentos de mampostera albergan un canal de bloques de granito, cuyos hombrosfueron cubiertos, a ambos lados, con unas pequeas losas. Es en las aristas de esas losas,

    sobre todo en las interiores, donde aparecen claramente estas huellas. Se situaron all enla restauracin de 1974, y no he visto este tipo de restos en otros lugares, eliminados porel tratamiento de acabado de los sillares y/o por la erosin de siglos.

    En cualquier caso, la construccin area comienza con la bsqueda de cimentacionesadecuadas. Unas zanjas localizan la roca ms dura, menos meteorizada, sobre la queasentar los primeros sillares de cada pilar. Situados estos en su lugar y alcanzado el nivelsuperior de esas fosas de fundacin, se rellenan estas con el escombro cercano; losposibles restos de otros materiales que puedan incluir, como restos de cermica, ayuda-rn a fechar el momento del relleno y, por tanto, el de la finalizacin del trabajo en estazona del monumento [FIG. 1].

    FIG. 1 Primer tramo areo de la conduccin. Huellas de las cuas metlicas insertadas para forzar la extraccin

    o la fragmentacin controlada del granito. Se disponen a intervalos similares, y muestran perfiles y profundidadestambin similares sobre el plano de desgajado. Fotografa: A. ZAMORA.

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    Caben dudas sobre la procedencia del granito, ya que no se han localizado exacta-mente las canteras de las que se extrajo. Es posible tambin que se hayan utilizado lostpicos bolos, de los que ha habido y hay varios en las cercanas. Probablemente se

    trate de varios puntos, que no han de estar muy lejos del monumento, quiz ocultos porobras posteriores. En apoyo de esta hiptesis cabe indicar que se usaron varios tipos depiedra, como fcilmente puedeverse en el monumento. En cuanto a la talla, se efectucon las herramientas usuales, prcticamente las mismas hasta nuestros das: elscalprum(cortafros), elscoplum(escoplo), elmalleus(mazo) y los varios tipos de aschiae(hachas),esencialmente la dolabra(un corte vertical y un pico), la bipennis(dos cortes verticales),

    y la upupa(las actuales alcotanas, con dos cortes dispuestos en sentidos contrarios).Si nos referimos a la construccin con sillares, en general, el resultado de la manera de

    hacerlo recibe el nombre de opus quadratum. En el caso segoviano es bastante regular, contamaos de sillera tambin bastante similares. Toda ella se dispuso a tapajunta y enseco, o a hueso, es decir, de modo que los sillares superiores tapen las uniones de losinferiores, para protegerlas y mejorar la estabilidad, y sin el uso de argamasas.

    HUELLASDEIZADO

    Es de suponer el uso del tympanon, dos ruedas paralelas y unidas por travesaos, a modode cilindro, en cuyo interior se mueven una o varias personas, obligando con su peso algiro y al enrollado de la cuerda en el eje, que funciona como un torno. La rueda se dis-

    pone sobre una base, lo mismo que los brazos, a modo de horquilla, en cuyo vrtice sefijaba una polea, o bien un polipasto. El conjunto se llamamachina, y sera gra orien-table mediante cuerdas fijadas a sus lados, movidas por ergata, o tornos verticales provis-tos de aspas sobre las que ejercer la presin necesaria. Es sistema adecuado para grandespesos que, en el caso del acueducto segoviano, no debi de ser imprescindible, sustitui-do por tornos horizontales o verticales, movidos a sangre, de ms fcil construccin,traslado y manejo; los ha habido siempre de varios tamaos, unidos a poleas (orbiculus),o a polipastos (trochlea), y cabrias, tambin de diferentes medidas, adecuadas al peso ola altura de cada caso. En general, tales materiales y mecanismos han seguido en usoprcticamente hasta nuestros das, con muy pocas variantes de forma, hasta que losmotores han venido a sustituir la traccin tradicional, a sangre.

    FIG. 2 Eslingas, tenazas y holivelas,

    sistemas utilizados para el levantadode los sillares. En el Acueducto de Segovia

    se usaron mayoritariamente las tenazas,es decir, la opcin intermedia.

    Fuente:J. P. ADAM: La Construction..., p. 52.

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    Al final de las maromas as movidas, y de las poleas correspondientes, para lograrla sujecin de las piezas, se pudieron utilizar tres tipos de sistemas diferentes: eslingas,holivelas y tenazas [FIG. 2].

    Eslingas

    Los sillares pueden simplemente atarse, si bien dejarlos en su posicin final ha de ser msdificultoso, debiendo calzarlos para poder retirar las cuerdas de sus caras. Las eslingas,simples lazadas de cuerda, pueden fijarse en caras alternas, sin ocupar la inferior. Pero enese caso la presa de las cuerdas supone la necesidad de unos tetones, unos resaltes talladosen esas caras, de forma que las maromas no resbalen. Una vez situado el bloque en sulugar y retiradas las eslingas, los resaltes ya no son necesarios y suelen picarse, aunque nosiempre, pues tambin se entendieron como sistema decorativo. Cuando se eliminan desa-parece toda huella del proceso de izado. Pudo ser sistema utilizado en el acueducto sego-

    viano, aunque la eliminacin final de los resaltes no permita documentar su uso.

    Holivelas

    Es un conjunto de piezas, dos o ms entre las que hay una que hace de llave, unidaspor un eje comn; se introducen en un alvolo, tallado al efecto en la cara superior dela pieza a levantar. Llegada esta a su posicin, se retira el eje, se libera la llave y se sacael conjunto de la herramienta. Los retalles necesarios son, en este caso, alvolos cuyaseccin longitudinal es de perfil vertical en forma de trapezoide, con el lado corto en lasuperficie del sillar. Tambin puede tener uno de los lados en disposicin oblicua, verti-cal el otro, un hueco cuya base es mayor que su boca, en resumen. Dentro se mete la

    holivela, cuya forma, tambin trapezoidal, se ajusta a los dos lados, en la zona ms anchade la talla. Las medidas de la boca impiden que el instrumento pueda salirse, mientrasno se retire su llave [FIG. 3].

    FIG. 3 Una holivela montada. Ejemplar de tres piezas llave, de perfiles

    cuadrangulares y grosores regulares, en el centro. Su nmero permite acoplarel instrumento a tallas de diversos tamaos. El clavo funciona como seguro

    y cierre del conjunto, adems de soporte del asa. Tiene tambin un pequeo pasadoren el extremo distal para impedir que pueda salirse sin ser retirado previamente

    (pieza de la coleccin Rmul Gavarr).Fuente: I. GONZLEZTASCNeI. VELZQUEZ: Ingeniera romana..., p. 247).

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    El sistema se utiliz especialmente en piezas en cuyas caras no deban aparecer huellas demanipulacin, como columnas o capiteles, aunque no falte en sillares o en otros bloques. Lashuellas de talla permanecen visibles en las caras superiores solo hasta que son ocultadas porlos nuevos sillares. As, en el caso del acueducto, no puede apreciarse resto alguno del uso deeste sistema, si es que se aplic, sin que se pueda descartar totalmente. En cualquier caso,

    efectuar las tallas necesarias requiere una cierta habilidad, ya que el peso de la pieza a levantarse va a concentrar en unos pocos centmetros, y la holivela debe ajustarse cuidadosamente.

    Gafas o tenazas

    Los sillares fueron izados hasta su lugar usando los llamadosferrei forfices, una herra-mienta utilizada hasta nuestros das. Consiste en unas grandes tenazas, o tijeras de hie-rro forjado, a modo de comps, colgadas de manera que se aprovecha el peso levantadopara evitar que se abran y conseguir que sus extremos abracen fuertemente la carga.Requieren la talla de unos pequeos rehundimientos, normalmente cnicos, para alber-

    gar las puntas de cada rama y evitar que se deslicen. Suelen tallarse en el tercio superiory en la zona central de las caras opuestas de la carga a levantar, de modo que se evitenbalanceos indeseables, excepto en el caso de las dovelas, que s deben bascular hasta lainclinacin que hayan de ocupar sobre las cerchas de los arcos, lo que se consigue des-centrando los huecos para las presas [FIG. 4].

    Es el sistema mayoritariamente usado en la construccin del acueducto. Los rehun-dimientos permanecen visibles en la inmensa mayora de los sillares, lo que nos lleva apreguntarnos por aquellos casos en los que no aparecen. En primer lugar, debe tenersepresente la altura a la que se encuentran. En los casos de situacin alta, es posible

    pensar en que la erosin ha podido eliminar muchas de estas marcas, a pesar de su pro-fundidad; sobre todo en el caso de las piezas talladas sobre granito menos resistente.Tambin el espesor del almohadillado, sobre el que pudo tallarse el alvolo, ha podidoser rebajado posteriormente a la colocacin de la pieza, haciendo desaparecer las marcas.Si se trata de sillares situados en zonas de escasa altura, cabe el que se hayan podidodeslizar con palancas, cuerdas o rampas. Pero debe tenerse en cuenta que el actual sue-lo, sobre todo en la Plaza del Azoguejo, es un relleno de varios metros sobre el primitivo

    valle fluvial, por lo que la altura a considerar ser siempre algo subjetivo.Con estos sistemas se van aadiendo nuevos blo-

    ques, de modo que los pilares vayan ganando altura has-

    ta que se sitan las piezas de las cornisas, sobre las quesostener las cimbras de madera para apoyar las dovelasde los arcos, actuando el canal como cierre superior delconjunto y notable ayuda a la estabilidad general.

    FIG. 4 Izado de un sillar mediante tenazas. El peso de la pieza

    tiende a cerrar las ramas, facilitando el levantamiento.A partirdeA. RAMREZGALLARDO:Supervivencia...,p. 29.

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    HUELLASDEAJUSTEDELOSBLOQUES

    Una vez izados los bloques y depositados junto a su ubicacin definitiva, el ajuste final serealiza mediante palancas (vectis), unas simples barras de hierro provistas de una ua enuno de los extremos, como las actuales. La presin se ejerce sobre nuevas pequeas tallasen las aristas de las denominadas superficies de espera de los bloques, ya definitivamen-te asentados. Son pequeas, de unos 5 cm de largo, en nmero que vara segn la longituddel sillar a asentar, y casi siempre son claramente visibles en las aristas superiores de cadapieza. Es procedimiento muy utilizado en toda la construccin del acueducto. Revela tam-bin una talla previa, con el consiguiente planeamiento, tambin previo, de la tarea. Pudohacerse antes o despus del izado, si bien nos inclinamos por suponerlo posterior, en mu-chos casos. Puede observarse ms de una de estas marcas cuando el sillar superior es largoo se asienta mostrando su lateral mayor, dispuestas de modo que se alejan de las

    juntas verticales, a sus lados y distribuidas simtrica y regularmente, es decir, realizadas a

    medida, a la vista ya de la longitud del sillar por ajustar [FIG. 5].

    FIG. 5 Uno de los pilares,en la plaza del Azoguejo. Aparecen lastallas (sealadas por las flechas) para

    las palancas de ajuste, en las aristassuperiores de los sillares. El crculo

    seala uno de ellos con el crtex,la corteza de erosin, que no fue retirada.

    Es un caso muy raro, si no nico, en toda

    la construccin. La cornisa tan baja,sobre la acera, ha de indicar que existen

    al menos 3 m ms de pilar bajoel pavimento de la calle. Los alvolos

    para las tenazas, cuando no son visiblesa esta altura, han de situarse en otras

    caras de los sillares.Fotografa: A. ZAMORA.

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    Tambin aqu es posible sealar algunos casos en los que las tallas estn realizadasen las aristas inferiores de algunos sillares. No parece fcil explicarlo, como no sea con-siderando una posible equivocacin de tallado. La posicin del sillar ha podido ser inver-tida, quiz por situacin errnea del alvolo para el izado en el tercio inferior de la cara,no en el superior. En tal caso, estos rehundimientos para las uas de las palancas serantallas desechadas. Pero tambin se utilizaron a veces para ayudar al ajuste de los nuevosbloques. Es tema complicado, en cualquier caso, que requiere de una extensin queahora no podemos concederle, y que quiz permita la identificacin de algn operario o

    taller concreto, si es que no debe hablarse de bloques reaprovechados, por ms que nolo parezca. Son casos muy poco numerosos, de cualquier manera.

    HUELLASDEACABADO: ELTALLADODELASSUPERFICIES

    Los paramentos externos de los sillares pueden encuadrarse en el tipo denominado comode sillera almohadillada, aquel en el que las caras que van a mostrarse solamente sedesbastan, permaneciendo en relieve sobre el plano que determinan las aristas del blo-que. Una pequea zona, paralela a esos bordes, a modo de cinta, s se alisa. Es un siste-ma que permite una velocidad mucho mayor en la talla de cada caso, adems de mayorfacilidad y seguridad frente a raspaduras o a posibles roturas en el transporte. Podranhaberse retocado las esquinas, o tallarse esa banda paralela al borde una vez a pie deobra, previamente al izado y sin elegir la posicin que el bloque habra de ocupar defini-tivamente. Pero en muchos casos solamente se dispuso la cinta en uno de los laterales,el externo, el que forma la arista de la construccin, lo que parece indicar la terminacinde la pieza una vez izada y colocada; o bien una fluida comunicacin entre los operariossituados a pie de obra y los que trabajan sobre el andamio, de modo que las piezas pu-diesen encargarse a medida. Sea como fuere, el resultado de estas cintas, unidas

    visualmente, tuvo que ser el de remarcar todas las aristas externas de pilares y arcos consu color, ms claro debido al pulimento, que el del resto de la superficie, simplementedesbastada. Algo bastante lejano al aspecto actual de la construccin [FIG. 6].

    En cuanto a las caras ocultas, uno de los sistemas utilizados en el mundo antiguo paramejorar la rapidez de talla consiste en la llamada anathyrosis, el alisado de una banda peri-metral, en todas las aristas, que han de coincidir con la posicin de otras similares en el sillar

    vecino. El interior de cada cara se trabaja de modo que quede rehundida, que no apoye sobrela cara a adosar, como una especie de almohadillado negativo cuya ventaja es evitar el tra-tamiento ms lento de alisado de toda la cara. Naturalmente, una vez colocada la pieza en sulugar, nada de este sistema ser apreciable sin desmontar la construccin, oculto por los si-llares dispuestos a cada lado, o en la parte trasera. As, no podemos decir que sea mtodo

    FIG. 6 Picado de las superficies de los sillares. Ejemplo obtenido

    desde los dos laterales de una de las caras visibles de la pieza.Fotografa: A. ZAMORA.

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    utilizado en el acueducto segoviano, aunque todo parezca indicar que no, que las caras novisibles de los sillares fueron desbastadas y pulidas hasta lograr que apoyasen totalmenteunas en otras. Si incluimos esta rpida referencia al sistema de talla, es porque su uso ha sidomuy comn, y porque no es posible afirmar sin lugar a dudas que no se haya usado en laconstruccin, como decimos. Puede aadirse que en algunas zonas (partes bajas de las pilas

    en el extremo norte del Azoguejo) se han conservado algunos puntos aislados, en los que lasuperficie original de un sillar coincide con la del inferior. Han sido interpretados como pro-ducto de una cierta capacidad del granito para soldarse. Pero entendemos que nicamenteson puntos de mayor dureza de la piedra, que son tiles porque revelan el buen ajustadoinicial de las superficies y su desigual resistencia a la erosin.

    Hechas bien a pie de obra, bien con la pieza ya ajustada en su lugar, se ven muy amenudo otras huellas de talla en las superficies mostradas. Son rastros de pico, nor-malmente en forma de estras prcticamente paralelas, de arriba abajo, a veces en gruposde varias direcciones, en las mismas caras. Describen arcos de pequea curvatura, que

    ha de depender de la posicin y la longitud del brazo que maneja el pico. S parece posi-ble indicar que los bloques se situaban sobre caballetes, o bien sobre otros sillares, esdecir, a cierta altura, ya que los arcos que describen estas huellas son bastante verticales;por lo dems, el hacerlas con las piezas ya en sus posiciones finales puede suponer me-nos manipulaciones, cosa sin duda perseguida con el fin de ahorrar tiempo y mano deobra, adems de facilitar gruesos homogneos en el almohadillado, al ser posible la tallaa la vista de las dems caras de las piezas cercanas, ya ajustadas [FIG. 7].

    LAINSCRIPCINDEDICATORIA

    Como otros monumentos del mundo romano, el Acueducto de Segovia tena tambin unacartela dedicatoria, que estuvo en el centro de la plaza del Azoguejo, en un ensanchamientosituado entre los dos rdenes de arcos. Bordeado por piezas de cornisa, est clara la intencinde remarcar ese espacio, de convertirlo en una zona privilegiada, en un campo epigrficodestacado, en el que ira situada la cartela conmemorativa de la construccin. Sobre los silla-res del interior de ese espacio pueden verse unos pequeos agujeros, en alguno de los cualeshay an restos del plomo que hubo de sostener las patillas de fijacin de las letras. Pues bien,si entendemos que la inclinacin de esas patillas hubo de ser la misma que la de los trazos de

    cada letra y la de los correspondientes huecos tallados sobre el granito, debemos reconocerque existe la posibilidad de leer la vieja cartela dedicatoria, cuyas ltimas letras an son cita-das en el siglo XV. En ella deba de figurar el nombre y la titulatura del Emperador, ademsdel de los magistrados locales que autorizasen las obras y seguramente las pagasen, siguiendo

    FIG. 7 Vista de los restos de la cinta tallada

    en las aristas externas de los sillares de los pilares y delos arcos. Su hoy ya escasa presencia nos habla del

    elevado grado de erosin que ha sufrido el conjunto.Fotografa: A. ZAMORA.

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    las costumbres evergticas romanas. Es decir, si se pudiese reconstruir el contenido de ladesaparecida cartela, tendramos la oportunidad de fechar la conduccin [FIG. 8].

    El texto, seguramente en letras de chapa dorada, debi ser el mismo en ambos lados del mo-numento, quiz con algunas variantes en la distribucin de las palabras; quiz las letras se orga-nizaban en tres lneas; aunque no haya acuerdo total sobre este punto, s parece lo ms claro.Hipotticamente, las mismas letras tuvieron siempre las mismas patillas y los huecos del granitoorientados del mismo modo, en las mismas posiciones. Pero no todo es tan sencillo, ya que hahabido al menos cinco intentos desde 1820 en adelante (Gmez de Somorrostro), y ninguno de

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    FIG. 8 Marcas en el lugar que ocup la cartela dedicatoria de laconstruccin, seguramente formada con letras de chapa dorada.

    Son patentes las piezas de cornisa, rodeando y destacando el campoepigrfico, y los alvolos que albergaron las patillas para las letras.

    En varios de ellos quedan an hoy restos del plomo original

    de poca romana.Fotografa: A. ZAMORA.

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    sus resultados coincide. Y es que las patillas pueden no ser las mismas para las mismas letras,como los huecos pudieron coincidir con las juntas de los sillares, por ejemplo, cambiando suinclinacin, o haber desaparecido por la erosin o los esfuerzos para arrancar los soportes. Lapropia altura de las letras tambin ha podido ser variada, segn los requerimientos de cada sillar,de cada zona, aunque no parezca muy probable. Pero el que los resultados