artaud antonin los cenci

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  • 8/16/2019 Artaud Antonin Los Cenci

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    ACTO I

    ESCENA I

    Una galeria profund y en espiral amilo y enci entran con-uers ndo

    CAMILO. - j ah ... Un asesinato no es un drama. Paraquien dispone de la vida de las almas despues de todo que es en ulrirnainsrancia la perdida de un cuerpo? Sin embargo existen las apariencias: sf la moral publica lascostumbres toda una fachada social que el Papa vaJoraespecialrnenre Es la causa de su dureza conUd .. . Yde sus exigencias... Y fue necesaria toda mi influeneia enel conclave para inducirlos a librarlo a usred de toda sospecha.Cedale sus rierras siruadas mas alla del Pincio y pasara la esponjasobre sus pecados.

    CENCI. jMaidici6n l jUn tercio de mis posesiones

    CAMILO. Le parece demasiado?

    CENCI. Esdemasiado que lavida de un hombre sea tasada enrres loces de tierra con sus viriedos incluidos.

    CAMILO. - D e que se queja?

    CENCI. - Me quejo de mi cobardfa.

    CAMILO. - Le gustarfa mas sin duda que su crimen fuera denunciado?

    CENCI. - Y enronces? i publicidad que sele ha dado a mi crimen no quiere decir que tenga que expiarlo

    CAMILO. - Y que haria Ud.?

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    CENCI - La guerra. Me veo perfectamenre bien haciendole laguerra al papado, Este Papa esdemasiado amigo de las riquezas, Yhoy dia es mu y faci para un poderoso terrareniente tapar sus crimenes con sus denarios, Prefiero a la plebe antes que a todos esossoberbios, Detras de las muraHas armadas de mi castillo de Petrella, me sicnro capaz de desafiar las iras del papado,

    CAMILO - [Caramba iC6mo se deja impresionar por una simple cuesrion de coneieneia

    CENCI - Lo que nos separa a nosotros, a Ud. y ami es qu e yono tomo conciencia de las miserias de la misma forma que Ud.

    CAMILO - jCalma, conde Cenci, calma No vaa soliviantar todo un pais po r un crimen que se Ie ha d icho qu e ya esta expiado.

    CENCI - En efecro•.es 1 que me deriene. iLa guerra me desviaria de cierto plan

    CAMILO - Sin duda a lguna nueva ignomin ia con la cua l su espiritu se complace.

    ~ E N I- Pu ede ser, Pero es mi pr oblema. La Iglesia no tienenmgun derecho a meterse en mi coraz6n secreto,

    CAMILO - Conde Cenci, estamos cansados de batallas, E1 mun-do es debil. ansla la paz. El gesto del Papa es un gesto de rreguaque incita a la calma.

    CENCI - Celebrarfa esra amnistia general COn un a orgia d6nde ~ a estar rodos Uds. invitados: jefes de la nobleza y del saccrdoClO un a gran orgia de t iempos de molicie, donde los vicios delviejo Conde Cenci les mosrraran 1 que quiere decir la paz.

    CAMILO - Suficienre. Conde Cenci, suficiente. Terminaria Ud.por hacerme [amentar rni elocuencia. Ud. no es tan joven comopara tener ciernpo atin para lamentar su pasado,

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    CENCI - jPavadas jEstas cosas de la Iglesia Para mf no hay masni futuro ni pasado, por 1 t an to no hay ningun arrepentirnientoposible. S61 me ocupo de perfeccionar bien mis crlmencs, Un abella obra de arte negra, es la unica herencia que rodavia me imporra dejar.

    CAMILO - Ud. seria pueril , conde Cenci . s i yo no fuese pagadopor creer en sinceridad.

    CENCI - Al fin las palabras de un h om br e qu e sabe comprenderme, Yoserla un nino, en efecro, si no se pudiese creer qu e soyun verdadero rnonstruo, porque rodos los crimenes que me irnagino. ru sabes mu y bien que soy capaz de comererlos.

    CAMILO - que me da mi ed o no es la m ue rt e de un h om br e.porque finalmente a esra vida humana tan preciada, la hipocresfasocial se las arregla para sacrificarla en exceso, cada vez que so pre

    texto de golpe de estado, de revoluei6n, de guerra. el la se escudadetras de su habitual cornplice, el destine.

    CENCI - No me has enrendido tan mal. Porque mira. yo. el viejo Conde Cenci . sol ido todavia en su f rigi l e squeleto , me pasamas de una z en suefios de identificarrne COn destine. Ahf esfa la razon de mis vieios y de esta inclinaci6n natural al odio, don-de mis mas cercanos son los que mas me moles ran, Yo me creo ysoy Una fuerza de la naturaleza, Para rnl , no hay ni vida, ni muer-re, ni dios, ni incesto, ni arrepentimiento, ni crimen. Obedezco ami ley qu e no me da vertigo, y mala suerte para quien es ta a tra

    pado y se hunde en el abismo en que me he transformado. Buscoy hago mal porque es mi destine y por principio. No sabrla resisrir a las fuerzas que arden po r abalanzarse en mi.

    CAMILO - Sicreyera en Dios, dir ia qu e hay aqul un a prueba dela antigua hagiografia crisriana: Lucifer no habla mejor que ru.

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    Aqui se oye voz deAndrea desde bastidores

    ANDREA. - Senor aquf hay alguien de Salamanca que dice tenet noticias imporrantes y convenientes para comunicarre.

    EN I - Esta bien. Que espereen mi gabinere privado.

    CAMILO. - Adios Sin embargo voy a rezar al Senor para quetus palabras impfas y sacrllegas no obliguen a su espfriru a abandonarte tan rapidarnente

    Sale Camilo

    CENCI. - iUn tercio de mis bienes Y que queda para endulzar los dfasde mis descendientes. iAy Dios Salamanca no esta aunbastanre lejana: solo queda la muerre de la cual sesabe por experiencia que las almas se resisten a aparecer una vez que ya se hanido. Sin embargo. yo esperaba verme liberado de esasdos. Las velas del entierro es todo que yo puedo todavla pagarles.

    Lo que diferencia los hechos de lavida de los del teatro esque enla vida se hace mas y se dice rnenos y que en reatro se hablamucho para hacer muy poca cosa. Sinembargo yo reestablecerla equilibrio y reestableceriaen perjuicio de la vida. Lo restariade mi numerosa familia.

    Sepone a contar con los dedos

    Dos hijos alia una mujer aqui. En cuanto a mi hija rarnbien laperjudico ipero por otros caminos El mal despues de rodo no esra desprovisto de gozo. Torturarfa el alma aprovechando el cuer

    po ye n cuanro esto este hecho en la medida que un hombre viviente pueda hacerlo que vengan a revelar mi farsa y mi gusto porel teatro si pueden. Quiero decir si se atreven.

    Aqui, estira mano derecha y muestra su dedo me-fiique que cuelga

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    Queda todavia una cosa pendiente: Bernardo. Les dejare a mi hi-jo menor Bernardo para que pueda llorar sobre ellos .

    Exhala, al aire

    Aire te conflo mis pensamientos.

    Vtl Y vienepor galeria

    Y ni eco de mis pasos corre por el aire. Ustedes son tan silenciosos uno como otro Ni los muros los escuchadan.

    Saca su espada y un gran golpe sabre un gong. An-drea, el sirviente, aparece

    ANDREA. - Monsefior

    EN I _ Ve y dile a Beatriz mi hija que quiero verla a solas.Esta noche a medianoche. Desaparece.

    T L N

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    FSCENAII

    ORSINO. - BEATRlZ.

    A derecha, a galeria del Palacio Cenci. centro, un Jardin alum-brado por a luna.

    BEATRIZ. - ,Se acuerda usted dellugar donde ruvimos nuesrrap r ~ m e r ac o ~ v e r s a c i n ?]u tamente desde aqui se vee1lugar del cipres. La rrusma luna que esa noche descend fa po r las laderas delPincio,

    ORSINO. - Me acuerdo, entonees deda qu e me queria.

    BEATRIZ. - Usrcd cs cura, no me hable de amor.

    ORSINO. - Qu e importan mis votos, p ue st o que la he v ue lt o ae n c ~ n r r a rno h ay Iglesia que pueda luchar Contra mi propio corazon,

    ~ E T ~ Z- No es la Iglesia ni su corazon que nos separa, Or -Sino, srno el desrino.

    ORSINO. - ,Que destino?

    BEATRIZ. - Mi padre. Ese es mi rnaldito destine.

    ORSINO. - ,Su padre?

    BEATRIZ. - Por su culpa ya no esroy hecha para los amores hum nos Mis amorcs cuentan so o p r muerte.

    ORSINO. - Abandone esc tono sibilino. Cualquiera sean los obstaculos, me hare fuertc para vencerlos, siempre qu e me sienta respaldado po r usted,

    BEATRlZ. - iRespaldado po r mi No cuente con eso, no cuente

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    mas co n eso, Ors ino. Aqui hay algo mas que un hombre que va yviene entre esas rnurallas de rniseria, y me obliga a ml, a quedarme. Y por mas qu e me parezca dura mi esclavitud tiene nombresqueridos. Antes de Orsino, esra Bernardo, y mi madre que sufre.EI arnor para rni no tiene mas las virtudes del sufrimienro. El deber es rni unico amor.

    ORSINO. - Ho y sopla po t aqui, un extrafio aire de misticismo.Confiesese, hace falta un sacramento insigne, para exorcizar codasesas locuras,

    BEATRIZ. - No hay sacramento para luchar contra la c rueldadque me oprirne. H a y q ue actual. Esra noche mi padre da una fiesta sunruosa, Orsino; ha recibido noticias felices de Salamanca, dernis hermanos que estan alia. Es po r esta demosrraci6n exterior deamor que se buda de su odio secrero. Es una audaz hipocresla,pues tendrla mas alegria en festejar sus muertes, po r las qu e he

    visro rogar de rodillas... iGran Dios, que un padre sernejanre pueda ser el mioSe h an hecho grandes preparatives y rodos mis parientes Cencivan a estar al la co n toda la al ta nobleza de Roma.Nos ha mandado d eci r a mi ma dre y a m qu e nos vistarnos connuesrras mas bellas galas de fiesta [Pobre mujer Ella espera algunfeliz alivio a sus sombrios pensamiemos; yo, nada.En a cornida, volverernos a hablar de rodo coraz6n; hasta enton-ces, adios.

    Salt Beatrlz

    ORSINO. - i Ha st a I ceria No voy a esperar hasta enronces. Yonecesi to tu corazon, Beatriz, y estarta mu y l oc o si lo d ej ar a escapar.

    Orsino sale

    T E L N

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    ESCENA III

    Cenci, Camilo, Beatriz, Lucrecia e inuitados entre lascualesestdePrincipe Colonna. Gran cantidad de maniquies. escena recuerdamds 0 menos s bodas de Cana, pero esmds bdrbara. Vuelan al vien-to los cortinados purpuray caen en pesadospliegues sobre las mura-llas Repentinammre, al leuantarse e telon, estalla la escena de unaorgiafuriosa, pintada como en rrompe I'oeil.

    Las campanas de Roma suenan a todo ouelo pero en sordina deacuerdo con el ritmo turbulento delftstin.

    Las voces suben de tono, tomando el sonido grave 0 sobreagudoyclarificado de s campanas. Por momentos, un sonido uoluminoso seexpande y estalla como detenido por un obstdcula que hace resur-gir comoflechas afiladas.

    CENCI Se leuanta, ya un poco despeinado). - Mis queridos amigos, la soledad es mala consejera. Por demasiado tiernpo, he vivido lejos de ustedes, Mas de uno, se, me ha crefdo rnuerto, y casi diria se ha alegrada de mi rnuerre, sin arreverse,sin embargo, areemplazarme por mi propia descendencia. Yo misrno, siguiendoen eso la mala volunrad general, me he puesro a considerar a vecesel miro en que me he convertido,Hoy, hevenido para decirlesque elmiro Cenci ha llegado a su fin,y que esroy lisro para realizar mi leyenda.Toquen esros huesos y diganme si estan hechos para vivir en silen

    cio y recogimienro.

    CAMILO. - iSe ha levamado viento? jUn extrafio aireciro frio meha subido, de repente, por la espalda

    UN INVITADO. - Esrepreambulo no presagia nada bueno.

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    OTRO INVITADO con voz estrangulada). - Si l K u c l l d o ~

    Conde Cenci, n nos has reunido para fesrejarun l n ~que te on ierne .I,,. (,',('il.i·' t

    CEN CI. - Los he reunido, no para desrruir, pero s l p tr d: 1\8t

    mar una leyenda, y ames de eso, yo les pregunro, iSoy yo elbobre de los crlmenes que me son impurados? T u, Principe C o l o ~ ~

    na, con testa. El Principe Colonna se leuanta}

    COLONNA - AIverte, porque creo comprenderte, dirla que todos aqut, rodos nosorros, esramos muy lejos de pensar en un asesinato,CENCI - Esjusramenre que querla olrte decir; nosorros no tenemos ni los unos ni los otros aspecto de asesinos,

    qui cada inoitado mira a su uecino disimuladamente)

    CAMILO. - Yo reentiendo, pero como enrre rinieblas. Lo que dices no es mu y catolico: pero mi conocimienro del idioma de laIglesia me permire adivinarre. Sin embargo, me cosraria decir quenueva maldad va a resulrar de esro.

    UN INVITADO. - Nosotros suponiamos que una sanra razon tehabfa impulsado a reunirnos.

    CENCI - Qu e orra sanra razon es la que regocijami corazon depadre y me demuestra que Dios me ha escuchado generosamenre.

    UN INVITADO. - iEscuchado en que?

    BEATRIZ muy inquieta en su sit io , s imula leuantarse) . - jDiosmfo Creo comprender que va a agregar.

    LUCRECIA poniendole la mano sobre el hombro) . - Pero no,rranquilicese hijita.

    \

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    CENCI. - Tengo dos hi jos que no han cesado de a torrnentar micorazon de padre.Es po r ese motivo que he sido escuchado.

    BEATRIZ afirmando adivinando . - A mis hermanos les ha pasado una desgracia horrible.

    LUCRECIA. - iPero, no i J no hablarfa Con tal cinismo

    BEATRIZ. - Estoyasustada,

    CENCI. - Tome, Beatriz, lea estas cartas a su madre y que se diga despues de esto si e cielo no esta de mi lado.

    Beatriz duda

    Ac l esta, roma y mira que he hecho por tus hermanos.

    La mirada desafiante del Conde Cenci hace lentamente un recorrido por el salon

    iEnronces que Ustedes se niegan a comprender: mis hijos desobedientes y rebeldes estan muertos. Muerros, desaparecidos, acabados, m e oyen? Y que vengan a hablarme, si quieren, de amor parernal: dos cuerpos rnenos para preocuparme.

    Lucrecia que tambien sehabla levantado, sedesplomaen los braeosde Beatriz

    B E T ~ Z- No.es verdad. Abra los ojos, madrecita. Los cieJosyase hubiesen par tido en dos si esto no fuese Una menri ra, No se

    puede desafiar irnpunernenre la justicia divina.CENCI. - Qu e un rayo de Dios caiga sobre mi cabeza si mienro.Esra justicia que invocas, ya veras que esta de mi lado. .

    Blande las cartes sobre su cabeza

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    EI primero muri6 sepultado por los escombros de iglcsi euya c up ul a cay6 sob re el. EI otro muri6 po r culpa e un mientras qu e el rival de los dos hada eJarnor co n ~ . . , iganme entonces, despues de esro, si la providencia no ~ ,

    f ~ ~ P S 1

    mlgo.: r:

    UN INVITADO. - iAntorchas, antorchas, anrorchas .iAntordw

    para i luminar mi camino, me voy

    CENCI. - Espere

    OTRO INVITADO. - iPero no , quedare, la payasada es quizasexagerada. Pero no es mas que una payasada.

    CENCI leuantando un copa de uino . - Este v in o no es u na payasada. EI sacerdo te bebe su Dios en la misa. iQuien entoncespuede impedirme creet que yo bebo la sangre de mis hijos

    EL MISMO INVITADO. - Serias un loco si .no fueras tan patetico. Vayamonos rodos.

    CAMILO. - C en ci , no estas en tu sa no juicio. Todavia q ui erocreer qu e suefias, Dejarne decirles qu e no estas bien.

    UN INVITADO. - Si , esroy sofiando qu e he escuchado bien.

    Griterio. Los invitados seprecipitan hacia la salida

    CENCI. - Bebo po r la condena de mi familia. Si Dios existe, quela certera maldici6n de un padre los despoje a rodos del t rono deDios.

    Un gran silencio. El griterio cesa de golpe. Todo elmun o queda clavado en su sitio

    Toma Andrea, ofrece vino a todos

    Andrea, temblando, empieza a pasar entre los invi ta-

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    dos. Uno de ellos hace volar l copade un rnanotazo enel moment en que Andrea se acerca)

    UN INVITADO con uoz exasperada), - ~ s i n oNo habra unhombre capaz de hacerle tragar sus palabras ignominiosas?

    CENCI. - Quedense en sus sir ios, 0 nadie saldra vivo de aqui.

    Los inoitados aparecen en desorden por todos lados. Sepisotean enloquecidos y auanzan como sijUeran a unabatalla, pero a una batalla de fantasmas. Salen comopara atacar fantasmas, losbrazos en alto como si tuuie-ran en las manos una lanza 0 un escudo) .

    BEATRIZ Cerrdndoles l salida). - Por piedad, nos sevayan, nobles invitados. Ustedes son padres.No nos dejen con esta bestiasalvaje, 0 yo no podr ia mas ver unacabezacanosa sin sentir el deseo de blasfemar contra la paternidad.

    CENCI Dirigiindose a los inuitados, apretados todos en un rin-con). - Ella tiene razon: rodos ustedes son padres. Es por eso queles aconsejo pensar en los suyos antes de abr ir la boca sobre que acaba de suceder aquf.

    Beatriz correalrededor del escenario y se para delantede supadre)

    BEATRIZ. - Tii , ten mucho cuidado.

    Cenci hace el gesto de pegarle)

    Tened mucho cuidado, que si Dios recibe la maldicion de un mal

    padre, no les de armas a sus hijos.

    Todos los presentes, comosi hubieran recibido unpune-tazo en el estomago, respiran y despuis pegan un gritoestridente. Luego seprecipitan hacia sodas las salidas.Beatr iz retoma su movimiento girando y enfrentadoahara a multitud)

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    jCobardes ,Todavla no han elegido entre el y nosotros?

    CENCI - Vayan, jjtintense todos para aplasrarrne No seran bastantes todas sus fuerzas juntas. Y ahora, afuera todo el mundo,quiero quedarme solo con esta,

    La senala a Beatriz. Los inuitadosse van mdosjuntos alos empujones, solo Colonna y Camilo tratan t imida-mente de hacer frente y salen juntos con un aire digno.Beatriz, que se ocupa de Lucrecia, parece no haberentendtdo las Ultimas palabras de Cenci . Se preparapara salir siguiendo a los demds. Lucrecia, que se harennimado, solloza

    LUCRECIA. - jDios mlo Que otra cosa mas ha dicho?

    CENCI Lucrecia). - Usred, vayaa su cuarto,

    Beatriz acercdndose a ella)

    Tu no tan rapido, No reiris antes de haberme escuchado bien.

    Lucrecia trata de cerrarle el paso a Cenci. Bea tri z lehace una setialcon cabeza de no hacer nada. Lucreciaha comprendido, seua lentamente, desputs de una ;Iti-ma mirada a Beatriz. Beatr iz y el viejo Cenci quedanenfrentados. Se miden largamente con l mirada. Cencisedirige a l mesay sesirue otro uaso de uino. Depron-to, muchas antorchas se apagan. Se oyen, ahara, lossonidos graves de las campanas. Una Calma extraiiaflota sobre escena. Algo como un sonido de violinvibra muy alto y suauemente. Beatriz se sienta en unasillay espera. Cenci seacercalentamente a ella. Su acti-tu d se ha transformado completamente. Aparenta unasuerte de gran emocion serena. Beatriz mira y pare-ceria tambien que desconfiaza de ella, repentina-mente, seha disipado)

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    CENCI en tonobumildey muy emocionado . - Beacriz.

    BEATRIZ. - Padre.

    Ella dice siguiente en un tono emocionado y pro-fundo

    Apartate de rnl hombre impio. No olvidare nunca qu e fuiste mi

    padre pero desaparece. Ca n esta condicion podria quizas perdonarre

    CENCI se pasa la mano por lafente . - Tu padre tiene sed Beatriz. N o Ie darfas alga de beber a tu padre?

    Beatriz uaa la mesa y lealcanza una enorme copa deuino. Cenci toma la copa y hace ademdn de pasar lamano sobre elpelo de Beatriz. Beatriz que acercaba lacabeza, la retira violentamente

    CENCI con un tono bajoy los dientes apretados . - jAh vihota Sede un hechizo qu e te valved mansa y entregada.

    ilnte s ultimas palabras de Cenci, Beatriz se sientedominada por una inmensa locura. De pronto se escapade un salta como si hubiese comprendido todo. Andrea,que sigue los mouimientos de su patron, hace el gesto decerrarle el pasoa Beatriz

    Deja no mas.

    Una pausa

    Deja hechizo se cumple. Ahara ella no se me puede escapar.

    TEL6N

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    ACTO II

    ESCENAI

    E TRIZ - LUCRECIA. - BERNARDO.

    Un dormitorio en el Palacio Cenci. En el medio del cuarto unacama grande. EI dia estd terminando.

    LUCRECIA meciendo a Bernardo . - No llores Yo no soy tu madre pero te quiero mas qu e tu madre. He sufrido y para un a mu-j e r d igna de lIamarse mujer Bernardo todo gran dolor moral escomo un nuevo parto

    Beatriz irrumpe, enloquecida, en la escena

    BEATRIZ. - H a pasado pa r ad ? La ha visto Ud. madre?

    Afina el oldo

    Es el. Oigo sus pasos en la escalera No es su mana sabre la u ~ -

    ta? Desde ayer oigo pa r todos lados. No puedo mas Lucrecia.Ayudanos madre ayudanos Estey cansada de tanto luchar

    Lucrecia toma en sus manos la cabeza de Beatriz.Silencio. Afuera los pajaroscbillan. Se oyen como desdearriba, ruidos de pasos

    ·Ah Ese paso que rerumba en las paredes. Su paso. La veo como esruviera aqui. Su cara espantosa resplandece. Deberia odiarlopero no puedo Su viva imagen esta en rnl como un cr imen quellevo dentro

    LUCRECIA - Calma calma hijira Un crimen solo existe cuando se ha cometido.

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    Beatriz se retuerce las manos y de repente un sollozo laahoga y va en aumento

    BEATRIZ. -Prefiero morirme antes que cederle

    LUCRECIA. - Cederle?

    BEATRIZ. - Si. iConoces un padre que pueda tener coraje dedejar madurar en el y conservar una monscruosidad semejantesin que el coraz6n Ie falle?

    LUCRECIA. - Perc finalmente a que ha podido atreverse?

    BEATRIZ. - Hay alguna cosaa la que el no pueda atreverse? Todo que he soportadc es nada 1 lado de que el se prepara ahacerrne Me ha alimentado con manjares apestados Me ha hecho asistir dfaa dla l lento martirio de mis hermanos y sabes queno me he quejado. Pero ahora .. . ahora .. .

    Se retuerce s manos, soliow cada uez mds. La pu rtse abre. Beatriz se tobresalta y se leuanta de improuiso.La mucama aparece. Beatriz uuelue a sentarse, aliviada

    iGracias Dios mlo No es mi padre.

    MUCAMA. - El sefior Orsino manda preguntar a que hora podrfa verla con toda discreei6n.

    LUCRECIA. - Esra noche en la iglesia

    La mucama sale y depronto, los pasos oidos antes, cru-jen con intensidad. Beatriz escucha alerta, se leuantaotra uez. Cenci acaba de entraren el dormitorio

    BEATRIZ. - iAh

    Cenci, que se acercaba a Bernardo, ue de pronto aBeatriz

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    CENCI. - jAh

    Despues como si se preparase a tom r una grave deci-sion, dice nueuamente

    AhBeatriz; en un rincon tiembla como una gacela, y ama-

    ga,pero sin resoluerse, un gesto de escaparse afteraCENCI acercdndose a ella . - Puede quedarse Beatriz Anoche seatrevio mir rme l c r

    Beatriz cadavez mds temblorosa, empieza a deslizarsepor lapared

    CENCI tironedndola del braze , - jBueno ... Q ue esta esperando?

    LUCRECIA interponiendose . - jPOt piedad

    CENCI. - Ustedes ya me conocen demasiado bien como paraque yo aun pueda sentir vergiienza por que pienso.

    LUCRECIA. Po r piedad mi querido esposo Esta desfallecienteo No la torture.

    Bernardo, que seha leuantado, sepone a su uez detrdsde Lucrecia

    CENCI. - jA tu sitio viejaA Bernardo

    Y n tarnbien ru presencia me recuerda algunos amorcs s6rdidosque han arruinado mis rnejores afios. Vete odio los afeminados.Que se vaya Su cara lechosa me da nauseas

    Lucrecia hace senas a Bernardo para que se vaya. Estese dirigehacialapuertay de repente, precipitdndose so-breBeatriz; la toma de la mano y trata dearrastrarla

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    Derenganse. a me jor no. De usredes dos, el que me interesasiempre se donde encontrarlo.

    Beatriz y Bernardo se van. Cenci, depues de dar unavu ls r el cuarto, se tira comodamente sabre cama

    LUCRECIA. - iLe duele algo?

    CENCI - SI la familia. Es hf donde esroy herido.

    LUCRECIA con un tono de profunda ldstima . - Desgraciadamente cada un a de sus nuevas palabrases como un golpe qu e nosda.

    CENCI sentada sabre el borde de cama . - iY que? Es la famil ia que ha viciado rodo.

    LUCRECIA. - iY que? 5610la famil ia te habra permitido tener lamedida de la crueldad. Sin la familia , ique serfas tu?

    CENCI - Ninguna comunicaci6n humana es posible entre seresq ue no ha n nacido sino para eliminarse uno al otro y q ue a rd enpor devorarse

    LUCRECIA - iDios mlo

    CENCI - Al di abl o con Dlos.

    LUCRECIA. - Pero con palabras asi , no hay mas sociedad.

    CENCI - La familia que yo dirijo y qu e he creado es mi unic asociedad

    LUCRECIA - Eso es t ir ania.

    CENCI - t iranfa es la unica arrna que me queda para luchar Ontra la guerra que usredes trarnan.

    LUCRECIA - No hay guerra mas qu e en cabeza, Cenci.

    40

    CENCI - Ha y la que ustedes me hacen y que se, todavla mejor,devolverselas. Arrevete a decir que no has sido tu la que ha sugerido a rni hija rransforrnar el banquete de anoche en un encuentro de asesinos.

    LUCRECIA. - Qu e me lleve Dios si he tenido los pensarnienrosque usted me atr ibuye.

    CENCI - Cuando l crimen no les basta, ustedes usan Ia calum-nia criminal. Como rni espfritu dernasiado perspicaz les molesta,ha n tratado de hacerme encerrar como a un loco. Tu mi hija Beatriz y mis hijos, de quienes, justamenre, la providencia que invocas me acaba de Iiberar; rodos eran parte del inmundo cornplor.

    LUCRECIA - Me ahogo.

    CENCI - No culpe mas que a usrcd misma del aire que respi ra ,

    LUCRECIA. - Dejarne buscar un lugar donde pueda ternblar enpaz.

    CENCI - En efec to, puedes prepara rte a temblar, pero no de lamanera que te imaginas. Tu Beatr iz y ese aborro que mimas como si 10hubieras parido, preparense a hacer su equipaje.

    LUCRECIA con un suspiro resignado). - iPara d6nde?

    CENCI - Para Petrella. Tengo en rnis t ierras un castillo rnudo,que nunca ha dejado entrever los secreros que guarda. Aila podrancornplorar en paz.

    LUCRECIA - Yo en lugar esperarla un tiempo para tomaraliento antes de seguir acusandonos,

    CENCI - iRespirar en este ambience infectado

    LUCRECIA. - 5610su imaginaci6n sacri lega ha creado laatmosfera que a usted 10 enferma.

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    CENCI - Si esroy enfermo es s610a rnl que me cor responde liberarrne. Por el rnornenro a ustedes los tengo aislados

    La noche cae sobre elgran cuarto. Cencise acerca len-tamente a un espacio todavia iluminado Cenci, dan-do algunos p450S bacia el ado por donde Lucrecia hasalida}

    Y ni neche ttl que engrandeces todo entra aquf se golpea en elmediodel pecho art las formas desmesuradas de todos los crlmenes que un o imagina. No puedes expulsarrne de mi mismo. EI hech o que lIevo en mf es mas grande que tu

    r LON

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    ESCENA

    CAMILO - GIACOMO

    Un lugar indeterminado Pasillo, pdramo, escalera, galeria 0 quese quiera Las tinieblas enuueluen todo

    CAMILO - Vamos eres un verdadero Cenci. Pero si tuviese qu ed an e u n consejo es no cansar al Papa con s lamentos de escriba enloquecido

    GIACOMO - Que quiere decir eso Senot Camilo?

    CAMILO - Quiere dec ir que tienes rodos los defectos de la familia Cenci sin tenet la fuerza. Si tu padre re ha desheredado escon el con quien tienes que arreglarre sin POt eso recurrir al Papaen auxil io de s sordidas dispuras

    GIACOMO - Emonces debo pelearme la guerra? Tengo quetornar a mi padre del cuel lo.

    CAMILO - Sf s i r ienes el coraje de cual dudo De rodos losCenci ni eres el iinico que la idea de un asesinato puede hacerternblar

    GIACOMO - Pero que tu me pides hacer no es la guerr a ami padre es laguerra a la auroridad

    CAMILO - Pot riesgosa que sea la p topues ta no es c om o p at a

    espantarrne. He conocido los t iempos en los qu e los hijos tenIana su servicio a sus viejos padres pero con este demonic de Cencison los padres cuyo despotisrno secrario provoca a los hijos a rebelarse.

    GIACOMO - Para set un sacerdote de [csucrisro hablas un lenguaje mu y extrafio. Yo no ses i la anarquia cs mu y recomendable

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    Tu Papa es como eldormiJ6n de la fabula: seagira en suefios y sonesos los curas que nos empujan a mararnos entre nosotros Tencuidado que lo qu e tu aconsejas hacer. no se transforme en unasuerre de guerra contra propia auroridad.

    Entre cada una de las frases, sus pasos simulan conti-nuar caminando, pero no auanzan como normalmentedeber/an hacerfq

    CAMILO. - Un a protesra general de laque desde ya Yeo los Iirni-res no esra hecha para preocuparme.

    GIACOMO. - iN o es pa r t consejos serpiente que e Papa Ieha sugendo a rru padre conspirar para desheredarnos?

    CAMILO. - Nuestra alta rnonarquia eclesiastica asi como la orraha odiado siempre el feudalismo.

    GIACOMO. - iY enronces que

    CAMILO. - iN o cornprendes que la fortuna del viejo Cenci sustesoros . sus casrilles sus rierras deben volver papado pasandopor enama de Ja fumiJial

    GIACOMO. - Eres de un cinismo capaz de rebelar a los fides, sies que rodavla exisren en el catolicismo.

    ~ L O - Todo que digo jamas he temido pedirlo en plenoconclave. Los Papas estan hechos de cinisrno.

    Una pausa. Se los oye volver a caminar, pero sus cuer-pos no auanzan nada

    GIACOMO. - Si no fuera pa r miedo a Jarniseria no ternerfa exil iarme. Un pais donde los viejos son Ia ley ha terrninado pa r asquearme. No hay fortuna que no se pueda volver a hacer cuandose esra apoyado pa r los suyos Yo no puedo conrar mas ca n los

    44

    mlos Es su amor qu e ha buscado convencer a rni padre lpo·jarme de 1 que yo tenia.

    CAMILO. - tComo es esoi

    GIACOMO. - Cornudo y estafado. Eso es que soya los ojosde rni mujer que no se dec ide a perdo narme. Y sus hijos revelo

    rean a su alrededor como los reproches que ella me haria.CAMILO. - Ahara entiendo redo.

    GIACOMO. - 51 el desprecio que engendra odio esa es la he-rencia que Cenci me ha dejado.

    CAMILO. Escuchame no quiero que nadie dude de que voy

    a tener que sugenrre.

    GLACOMO. - jAb jOilo enseguida

    Aqul se oyen pasos preapitados. Camilo se esfumay de-

    saparece. Orsino entra

    CAMILO Cuya voz llega en un soplo . - Vaya aqui hay alguienque podra aclararte rnejor las cosas.

    ORSINO. - iQue cornplotaban ca n ese cura rarado?

    GIACOMO. - iYo? N ad a. Usted sabe muy bien del e nr ed o enque estoy merido. Ese cura piensa qu e Ud. t i ene una manera qu epueda ayudarme a librarme de 1

    ORSINO. - Til rus hermanos tU hermana ru padre; no cesaran

    hasra haber desrrozado rodo. Hacienda un aparte Quiero darle aesta raza maldira los medias para que se devore.Sabes que yo iba a casarrnc co n Bearriz Su viejo padre anua demanera de echar pa r tierra las esperanzas que yo alimenraba. Acaba de caer s ab re roda esta g en te una exrrafia faralidad. Los hijosmueren e padre extraviado la hija surnida en insoportable mis-

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    ticismo. Ud. no estaba en Roma anoche, peto esimposible que nohaya Ilegado a sus oidos el escandalo que estal lo en este palacioque para Ud. esta vedado para siempre.

    GIACOMO. - Q ue escandalo?

    ORSINO. - Todas las puertas cerradas, los invitados creyeron verlIegar su ultima hora, Yo por o tto lado, me he enterado de rodoeso por las indiscreciones de la servidumbre. Los verdaderos invirados tienen la boca sellada.

    GIACOMO. - A t punto?

    ORSINO. - De d6nde sale Ud.? Sedirla que olvido de que sangre viciada proviene usred, De rodos rnodos, el viejo Cenci ha sabido imponer silencio a sus invitados,

    GIACOMO. - En nuestros dias tal secrero ya no seria posible deocultar. Estarnos, al fin y al cabo, en el.sigloXVI. Ye l rnundo haprogresado.

    ORSINO. Y en cuanto a su hermana y a Lucrecia, no necesirodecirle agobiadas que estan por el terror.

    GIACOMO. - Y bueno .. . todo esto viene de rnaravillas, porqueyo tambien esroy destrozado,

    ORSINO. - A go me dice, sefior Cenci, que este sornerirnienrono puede durat mas. He visro al Papa para tratar de interesarlo enlos sufrimienros de esta familia arerrorizada, Su Santidad se me haretdo en la cara. Que me subleve, me dijo, contra laautoridadnatural de un padre; que debilite, de esa forma, principio de mipropia auroridad? No, jarnas , agreg6. Es Ud. mismo quien tiene que hacerse cargo. Cuando no hay justicia, esbueno que todoslos oprimidos se agrupen fuera de toda legalidad.

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    GIACOMO. - Sienro que mi exasperaci6n ha superado los limitesy por otro lado no tengo nada mas que arriesgar.

    ORSINO. - El m un do tiembla al borde del abismo. Es el rnomente de intentarlo rodo. Te dejo, signore Giacomo. Reflexionasobre que te acabo de decir. Y acuerdate que los intereses de tufamilia como los os propios, estan desde ahora coaligados.

    T L N

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    TO

    ESCENA

    BE TRIZ LUCRECI

    BEATRIZ entrando a escena enloquecida . - jUn a armadura y unafortaleza jOn ejerciro iUn a coraza secretaQu e no pueda mas acercarse a ml.;

    LUCRECIA. - Quien?

    BEATRIZ. - jMi padre

    LUCRECIA. - Q ue ha hecho? jTengo rniedo de enrender

    B EATR IZ . - D eb es d ec id irr e a comprender que peor ,ya est.hecho,

    LUCRECIA. - iLo peor? iQue ha podido agregar de peor a todo que nos ha hecho soportar?

    BEATRIZ. - Cenci mi padre , me ha u lt ra jado

    Se derrumba sollozando. Lucrecia atrauiesa la escenapersignandos« cuatro ueces

    LUCRECIA. - jDios mlo jDios mio p ios mlo jDios mio

    BEATRIZ entre sollozos . - Todo esra contaminado. To do . EIcuerpo esta suc io , pero es el a lma la que ha sido profanada. Yanohay ni un pedazo de rnf misma donde pueda refugiarme.

    Lucrecia separa cerca de ella

    LUCRECIA. - Cuentarne rodo que paso.

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    Beatriz solloza cuatro ueces, suspirando

    BEATRIZ. - Mi unico crimen es haber nacido. Si bien puedo elegir mi r nu er te , no he podido elegir mi nacimiento. Es ahl dondeestalla la faralidad.

    Abraza las piernas de Lucrecia como hizo MariaMagdalena al pie de la cruz

    Dime madre, n qu e sabes, si rodas las familias so n parecidas,porque entonces yo podrfa perdonarme la injusticia de haber nacido,

    LUCRECIA separdndose suauemente , - Clllate me obl igaras aacusar a la justicia que permi te sernejanres crimenes.

    BEATRIZ. - Ahora me doy cuema que suf ren los locos, la -

    cura es como la muerte. Yo esroy rn ue rr a y mi a lm a qu e se aferraa la vida, no consigue l iberarse.

    LUCRECIA arrodillandose allado de ella . - Te suplico Beatriz,sufre, tratare de consolartelPero vuelve a la rea lidad, yo enloquezco cuando desvarias. Si nopuedes volver en t i rnisma, crceria que estamos rodos poseldos.

    BEATRIZ. -Uds. las rnadres, no saben mas que quejarse. Y mientras tanto aqui, bajo nuestros pies, se unen las fuerzas de u n m undo dispuesco a arrasar CO n rodo.

    LUCRECIA escondiendo la cara entre las manos . - jMi DiosTengo mucho rniedo qu e peor au n no haya sucedido.

    BEATRIZ entre sollozos . - Ha habido en este mundo salvaje cosas horribles , exrraordinarias uniones, exrrafias confusiones delb ie n y del mal. Pero j am as una mente ha sofiado...

    Un silencio

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    Cuando era chica tenia un suefio que se repetia rodas las noches.Yoestoy desnuda en un gran cuarro y un animal como solo existe n en los suefios no cesa de jadear.Me doy cuenta qu e mi cuerpo brilla. Quiero huir pero tengo quedisirnular rni deslurnbrante desnudezEnronces se abre una puerta.Tengo hambre y sed y de repente descubro qu e no esroy soja.

    iNo Junto con el animal que jadea a mi lado parece qu e otras cosasrespiran y entonces yeo hervir a mis pies un rnundo de COSas asquerosas. Yese mundo esra tarnbien harnbrienroErnpiezo una carrera obstinada para tratar devolver a encontrar laluz. jPorque siento que s61 la Iuz me va a perrnirir saciarme Pero la bestia que se pega a ml me persigue de cueva en cueva Ysintiendola sobre rn comprendo que mi hambre no es solo un capricho. s que cada vez cuando sienro que mis fuerzas estan apunto de abandonarme despierro de golpe.

    Lucrecia tu que has sido como mi madre dime que me comprendes porq ue hoy te puedo decir qu e mi suefio curiosarnente se haesfumado.

    LUCRECIA. - No era necesario t suefio para hacerme ver queun o no escapa a su destine

    BEATRlZ . - No poder creer qu e haya sofiadoQu e mi suerio de nina se repitaY que una puerta donde alguien va a golpearAl abrirse me d id otra vez

    Qu e es el memento de despertarrne

    Alguien golpea suauemente puerta que abre casiinmediatamente dejando entrar a Orsino con Giacomoque se esconde detras deII

    50

    Orsino ies enronces una ley de familia que los padres po r poseera sus hijas deban deshacerse de sus hijos?

    ORSINO - Q ue es lo que quiere decir?

    BEATRIZ. - Quiero decir que Cenci mi padre ha llegado al colmo de sus aberraciones.

    ORSINO - Es previsible pero no 1 es.BEATRlZ. - Qu e sea 0 que no sea abstengase de preguntarselo.Esro es. Eseo ha sido. Yahora aconsejerne de manera que esro enadelanre no vuelva a suceder Otra vez.

    LUCRECIA. - Orsino si puedes hacer algo te suplico qu e intervengas tengo miedo.

    ORSINO - Ha y jueces. Redacte una den uncia. Enrregue a su padre a los brazos seculares.

    BEATRIZ. - iD6nde esta el juez que podd devolverme el aJma?Hayen mis venas Orsino un a sangre qu e no deberia estar aHI Nopuedo creer ahora mas que en la justicia que yo misma elegire.

    ORSINO - Cual?

    BEATRlZ. - No Jose pero algo hay que hacer. Un hecho cnorme que borre hasra la sombra de este crimen.He sofiado en rnor ir pero rerno que rni rnuer re sea un refugiocontra un crimen que rodavla no ha sido expiado.

    ORSINO - iMori r? No se deje inf lu ir po r las apariencias su jusricia es para los insensaros.

    BEATRlZ. - Y bueno proponga alguna cosa. p iga algol Por masatroz que sea no ha y modo al que yo no pueda asociarme. Pero1 mas irnportanre es actuar sin demora

    5\

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    T L N

    genre de esa calafia se encuentra f.1cilmente. pero llO d ato-bre los asesino, cornunes la venraja de no hablar.

    BEATRIZ. - La prudencia no excluye la urgencia; Orsino, mafiana sera demasiado tarde.

    En ese momenta se escucban unospesos

    LUCRECIA. - jDios rniol Es Cenci que vuelve imprevistamenre.

    BEATRIZ. - Los pasos que llegan no deben jamas pasar por elpuente que acabo de mencionar.

    LUCRECIA. - iConoces esa horrible y salvaje prisi6n que se conoce por el castillo de Petrella?Es alia que el quiere encerrarnos.

    BEATRIZ. - No riene que llegara eso.

    ORSINO - iSera de dla rodavfa cuando ustedes lleguen alli?

    LUCRECIA. - Recien sehabra puesro el sol.

    BEATRIZ. - Pero yo recuerdo que ados millas antes de llegar alcastil lo el camino cruza una especie de precipicio, abajo un rorrente tenebroso hierve constantemenre denrro de las cuevas, y sobre el abismo han rendido un puente.

    GI COMO (desapareciendo). - La familia, el oro, la justicia, rodo pongo en la rnisma bolsa.

    Todos se van

    ORSINO - Esroy a favor de una jusricia eficienre que resue va

    que se ha propuesw. No descarro la violencia, ciertarnente, peroquiero que se aproveche bien la violencia. Detesto los hechos desIurnbrantes y que hay que repetir sin cesariUsted quiere vengatse, me imagino ... iQuiere sobre todo irnpedit a Cenci volver a empezar?

    BEATRIZ. - iSl

    ORSINO - iYbueno No alborote laopinion publica. Acnie, Pero acnie en silencio. Es e momenro de los asesinos ocultos.

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    BEATRIZ. - Ocultos, iPOt que? Ire a las plazas publicas a decirque mi padre me ha deshonrado,

    Aqui Orsino descubre a Giacomo que seadelanta

    ORSINO - Aqul Ie traigo un nuevo oprimido. Aconsejele quevaya a gritat POt la ciudad, que Cenci, SU padre, ha esquilmado. Mi justicia es prudente y sabe e1egir los recursos que le evitan

    fracasar.

    os lleua a todos a un rincon}

    Tomen a Giacomo con usredes...] untense, Incluyan a Bernardoen eI secrete. Hagan frenre contra una autoridad descarriada, Reconsrruyan una familia. Es alrededor de la sangre de las familiasque se concenrran los mejores conspiradores. Con Bernardo suman cuatro, Que queden cuarro en el secreto del hecho. Para elacto ensf tengo dos mudos

    BEATRIZ. - iii

    LUCRECIA. iii

    ORSINO - Sf. Dos desalrnados idiotas y obstinados que a la vida de un hombre Iedan laimporrancia de un pape roto. Ho y dia

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    ESCENA II

    En tinieblas. La escena recomienza sin interruption. Una tormen-ta espantosa se desencadena. Algunos truenos estallan en cortos inter-ualos. Inmediatamente seve entrar a Orsino, seguido porsus dos ase-

    sinos. Lucban contra un uiento furioso. Orsino ubica a sus asesinos.

    ORSINO. - Han enrendido. Somos nosotros la tempestad POteso mismo no ternan gritar.

    GIACOMO - iCrees que podran hacerlo? Pideles que maten asu hombre no lespidas concertar sus mentes con la rempestad desencadenada..

    Se oyen tres fuertes truenos. Aparecen uarios hombrescon armaduras, se mueuen con excesiua lentitud, COmo

    los pendulosdelgran reloj de la Catedra] de Estrasbur-go, Truena sin cesar)

    ORSINO - Quedate tranquilo. Todo esta bien. Cada uno sabeelrol que tiene que cumplir.

    GIACOMO - Tengo miedo que por haberlo ensayado tanto nosepan hacerlo de verdad.

    Los pasos entrecortados se oyen nueva mente,Lucrecia, Bernardo y Beatriz aparecen marcbando almismo paso de estatuas, y muy lejos atrds, cerrando

    lamarcha, auanza el Conde Cenci. La tormenta arreciamdsy mds. Y mezcladas con el uiento se oyen voces quepronuncian el nombre de Cenci, primero con un tonoprolongado y agudo, y despuis como el compds del p n-dulode un reloj. Cenci, Cenci, Cenci, Cenci.

    54

    Por mementos todas las voces se[untan en un punto delcielo como miles de pdjaros que se unen en ouelo. Des-puis, las voces exageradas se oyen como en un uuelo muycercano}

    CENCI enfrentando a las voces, grita en la tormenta , - iY buenoque

    En el mismo instante se uen las siluetas de los asesinosque brotan como trompos y secruzan bajoun reldmpa-go. l mismo tiempose oyen dos [uertes disparos de pis-tola. Todo se oscurece. Cesan los reldmpagos y todo desa-parece

    GIACOMO - iEntonces fall6?

    ORSINO. - jFaIl6

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    A CT O I V

    ESCENA

    N I - LUCRECIA.Cenci entraempujando a Lucrecia.

    CENCI - D6nde se esconde ella? D6nde se esconde? Deseo,furor, arnor, no se que, pero me estoy quemando. Tengo hambrede ella. Ve a buscarrnela.LUCRECIA. - jBasta ... jBasta . .. jBasta Aire. Un descanso.Quiero vivir, No hernos nacido para ser marririzadas.

    CENCI - ,Y yo, puedes decirrne por que he nacido?

    LU CRECI A. - No se porque has nacido, pero s o que rodos tuscrlmenes hacen que tu vida sea un a cosa precaria, Cenci, bien precaria, y mu y expuesra.

    CE N CI. - Mienrras tanto vea traerrnela.

    Lucrecia sale. De pronto Cenci duda y se pasa i manopor frenre

    CENCI con una especie de risa), - ijQue me arrepienral? P orque? EI arrepentirniento esra en manes de Dios. Es 1 quien debelarnenrar mi acto. P or que me ha hecho padre de un ser qu e to -

    do me incira a desear? Qu e quienes acusen mi crimen, cuipen prirnero a la fatalidad. ,Ljbre? Cuando el cielo es d a PUnto de caernos sobre la cabeza, ,qui.on puede, todavia, atreverse a hablarnosde libenad?

    Se aleja

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    Es por eso qu e ahora abro las compuerras para no ahogarme. Ha yen mi como un demonio des tinado a vengar las of ensas de unmundo En adelanre , no hay des tine que me impida ejecura r

    que he sofiado.

    Cenci desaparece. Entra Beatriz con los asesinos. Pasaun tiempo bastante largo. Parece escucharse e ruido de

    pasos. Beatriz empujaa los dos asesinos a un rincon. Lu-crecia aparece

    BEATRIZ. - ,Crees que estara dormido?

    LUCRECIA - He puesto un narco tico en su bebida . Sin embargo, hace un rnornenro todavfa 1 escuchaba gritar.

    Beatriz haceauanzar a los asesinos a primer plano

    BEATRIZ. - Espero qu e esta vez sean mas hab ib que anoche,

    Los dos asesinos rien. Beatriz les saca lasmanosde de-bajo de sus abrigos y ellos cierran sus punos. Sus brazosse endurecen. Beatriz gira alrededor de ellos, muoluim-dolos con eIftltMn de 10 abrigos, como sifuesen momias

    con los punos afuera

    j esd.

    Les pasa l mano por cara para borrar sus gestos bur-iones. Despues de una ultima mirada sabre los asesinos

    i h las rm s

    Se acerca a Lucrecia que le muestra dos punales y lospone en las manos de los asesinos. Volviendose a losasesinos

    jVayan

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    Los acompafia y retorna hacia Lucrecia. Cae sabre laescena un silencio de muerte. Beatriz apoya sus manossabre el corazon.Sedirfa que va a desmayarse. Lucrecia la sostiene, otrauezhay unapausa

    [Dios mlo jDios mlo Rapido no se si podre soportarlo

    Se oye un gemido como de una voz que hablara entresueiios

    LUCRECI - Pareciera qu e habla

    Beatriz muevela cabeza. Se oye una carrera enloqueci-d Los dos asesinos aparecen, uno arrastrando al otro quetrata de resistirse. A los dos les tiembla todo el cuerpo)

    BEATRIZ iY?

    Uno de los dos asesinos hace ademdn de que le ha fal-tado coraje y el otro que tntento hacerlo de todos modos,pero que se dejo acobardar)

    iCobardes iQue cobardes iNo se animaron a dar el golpe

    Ella corre hacia elfondo dela escena y uuelue)

    iDonde estan sus armas?

    Beatriz desaparece corriendo. Una pausa. Uno de losdos asesinos toea el brazo del otro sefialando a Lucrecia.Lucrecia sevuelvehacia ellos y los fulmina con la mira-d mismotiempo reaparece Beatriz

    BEATRIZ No cnconrre las arrnas y la ventana estaba abierrade par en par.

    los asesinos)

    58

    Usredes prerenden marar y rienen miedo de un viejo que suefia ylucha co n sus culpas. jVayan jSuban Y partanle la cabeza 0 rnato yo c on qu e encuentre y los acuso a usredes de su rnuerte .

    Los asesinos, sometidos, salen otra uez. El tiempo pasa.Se 0ye un alarido. Los asesinos vueluen esta uez cubier-tos de sangre. Beatriz desaparece corriendo y regresa conuna bolsa y una especie de casulla resplandeciente de oroque les tira desordenadamente)

    jVayan Lo t icnen merecido .

    Los asesinos salen empujdndose. Se ve en laparte altadel decorado a Cenci que aparece tambaleando, elpunocerrado sabre su ojo derecbo como sise sostuuiera algunacosa. mismo tiempo estallan aterradoras fanfarriascuyo sonido va en aumento

    T L N

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    ESCENA II

    Sabre el decorado cae unfimdo de cielo quepronto es iluminado.Vuelve a oirse laf tnft rria extraordinariamente cerca amenazante.

    BEATRIZ tapdndose las orejas . - j asra j asra l ruido de esarrompera me impide respirar.

    LUCRECIA. - Suena como si fuese la ult ima.

    BEATRIZ. - Sera ya. .. Pero no no es posible. Todo duerme. Todo duerme. Escasi como sia rnf misma me cosrase darme cuenrade que acaba de pasar. Es demasiado pronro. Nada pudo haberrrascendido

    BERNARDO -Soldados por rodas panes Bearriz. Tengo rniedopo r ti escondete rapido

    El llora

    BEATRIZ. - Es demasiado pronro para rener miedo Bernardopero mu y rarde para llorar sobre que ya esta hecho.

    Beatriz Bernardo se alejan. Lucrecia que entraba delmismo adopor donde se olalaftnftrria, retrocede azo-rada ante una luz enceguecedora y terrible que inundapoco a poco el decorado. El telon de fOndo se leuanta sininterrupcion. Beatriz, Lucrecia Bernardo entran aldecorado en el mismo momenta en que Camilo, seguidoporguardia: precedido por el resplandor deun bosquede antorchas entra por el lado opuesto

    LUCRECIA. - jCamilo

    CAMILO hace conla mano izquierda un gesto tajante), - No n -da de Camilo soyel Delegado de Su Sanridad. Tengo que hablarsin demoras con e conde Cenci. Duerme?

    LUCRECIA - jCreo que duerme

    BEATRIZ. - jTendria que esrar durmiendo

    CAMILO - Lamenro mucho preocuparlas pero el conde Cenciriene que responder a acusaciones de gran importancia yenseguida: es mi rnision.

    LUCRECIA. - Aqu no hay nadie que pueda hacerse cargo y responsabilizarse po r tratar de desperrarlo.

    BEATRIZ. - Realmente nadie

    CAMILO - Enronces tendre que despertarlo yo mismo. Vamosrapido rengo los minuros conrados

    Bernardo uuelue sigilosamente se esconde detrds deBeatriz)

    LUCRECIA. - Bernardo acompaiia al Delegado al dormiroriode ru padre.

    Camilo, Bernardo das guardias salen. Los demds secolocan en semicirculo, comosi quisieran cercar a las dosmujeres. Lucrecia como una sondmbula se coloca en elcentro del clrculo. Beatriz sepone a suladocanactituddesafiante)

    LUCRECIA - ;Dios mio Un minuro antes y Cenci todavia esrarla respirando. Si el riempo pudiera rerroceder

    BEATRlZ. - Yo no rengo nada porque llorar. He hecho que debia haeer. Lo que va a suceder me es ajeno

    Gl

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    LUCRECIA tratando desesperadamente de oir). - Ya esta. Esranrnoviendo cuerpo. Ya sospechan algo.

    De repente un alboroto estalla: iSocorro. jSocorro jUncrimen jAsesinos... Los asesinos )

    LUCRECIA. Todo esta perdido. Todo se ha consumado.

    EI alboroto cesa bruscamente. Silencio)Nada mas. Siento que se dan cuenta. Empiezan a trazar drcu- donde nos van a encerrar.

    Una pausa. Camilo vuelvecon los guardias)

    CAMILO. - Revisen todo l castillo. Vigilen las puertas. Desdeeste momenta todos ustedes son prisioneros.

    BEATRIZ (corriendo bacia i/ {Que ha pasado?

    BERNARDO. - Beatriz tengo miedo... No sc que decir. Cencinuestro padre ha sido asesinado.

    BEATRIZ. - {Como? Si he visto hace apenas una hora. Dorrnla EI peso de sus crfrnenes no pareda perturbarlo.

    BERNARDO. - No Beatriz no asesinado. Con un c avo hundido en la cabeza.

    Beatriz mueue fa cabeza)

    LUCRECIA. - jAsesinado Pero si yo tengo las llaves de su cuar

    to. Nadie mas que nosotros ha entrado ahl

    Se tapa fa boca ddndose cuenta de que ba habfado de-masiado)

    CAMILO. - iAh {Es asf?

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    Se acerca a Bernardo y toea en el bombro)

    Tu contesta. Si sabes algo jhabla iDe quien debo sospechar?

    BERNARDO - No se.

    BEATRIZ interuiniendo), - Yo y mi madre Lucrecia estarnos cansadas Ie pedimos permiso para retirarnos.

    Auanzan bacia fa puerta. Camilo, dirigiindose a eliasles haceuna seiia para que se detengan)

    CAMILO. - Un momento. Todo esto es muy raro. Usredes no seiran antes de decirme... Es cierto que vuestro padre los ha hechosufrir semejantes ultrajes...

    BEATRIZ. - Monsefior no Iepermito a nadie l derecho de meterse en l secreto de mis pensamientos.

    CAMILO. - Pero es indudable Beatriz que hace mucho que Us

    ted deseaba esta muerte...

    BEATRIZ. - Monsetior le ruego tenga cuidado en confundirseapresuradamente.

    (Muestra sus manos blancas. Una pausa. Seiiala con facabeza baciaatrdsellugar donde Cenci se desplomo)

    La sangre de mi padre todavla esta caliente...

    CAMILO. - Hay aqul un secreto que debo penetrar.

    (Hace una sefia a los guardias que rodean a las dosmujeres. Bernardo se metedentrodel circulo y se estrechacontra Beatriz. Camilose mete en medio de los soldadosy tomando a Bernardo por fa cabeza saca suauementepara aftera. EI circulo de soldados vuelvea cerrarse)

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    BEATRlZ mirando los brazos . - iPor piedad: No me lleven.

    BERNARDO enun verdadero ataque de neruios . - iNo, No, NoAdonde ella vaya, yo la seguire.

    Se abalanza uiolentamente sabre los soldadosy losgolpea

    LUCRECIA. - jDios mlo Si es igual a Cenci. Callate, Cenci.

    BERNARDO. Dios mlo, matenrne. Pero devuelvanrne mi alma.

    Los soldados empujan

    Es mi alma la que estan sacrificando. Es mi alma la que estan sacrificando, Es mi alma laque esran sacrificando...

    Aul a desesperadamente mientras cae el telon

    T L N

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    ESCENA III

    BEATRIZ. - BERNARDO.

    En el techo del escenario una rueda gira como sobre un eje queatrauiesa su didmetro. e triz colgada por el peloy empujadapor unguardia que le tira los brazos para atrds, c min arrastrada por el ejede la rueda. Cada dos 0 tres pasos que ella da, un grito se oye sabreun ruido de torno, de ruedaquegira 0 de vigas astilladas, que uienende un rincon diftrente del «scenario.

    La prisi6n exbala un ruido de usina en mouimiento.

    BERNARDO. - Los oyes... No hay un solo r incon de esta maldira prision donde dejen de rorrurar.

    BEATRlZ. - La sorprendente es que ustedes hayan podido esperar de esta prision que se llama vivir,Otracosa que no sean torment s

    Bernardo como ebriode admiracion se acerca a Beatriz.EI tambien tiene s manos atadas, pero sus pies libres.Se adelantay gira alrededor de ella y describe sin dejarde hablar, un circulo completo

    BERNARDO. -Beatriz, ignoro cual esel destino que nos esta reservado a nosotros dos. Pero desde que reyeo vivir, puedo decirte que de un alma como latuya, jarnasmi alma podra olvidarse.

    Una pausa... Beatriz sigue girando

    BEATRlZ. Adios llora pero no te desesperes. Por el amorque redebes a ti misrno, yo te suplico, se fiel al amor que me has dedicado.

    La rueda gira. La prisi6n grita

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    Te dejo como un ant iguo legado las palabras de una musica qu ecuran el mal de exist ir

    Una musica muy suavey muy inquientante se oye

    Como sofiador que se rambalea perdidoEn las rinieblas de suefio mas horribleQu e la misma muerre

    Duda si abrir los ojosPorque sabe que aceprar vivirEs renunciar a despertarse.

    Es asl que co n el almaMarcada po r las penas que me ha d ep ar ad o la vidaRechazo al Dios que me ha hechoEsra a lma como un incendioQu e libere de crear.

    Et soldado sedetiente llora. Se oye un gran barullo en

    los sotanos e f prisidn

    BERN RDO Yavienen.Dejarne besar tus labios ribiosAnres que el fuego que rodo destruyeNo desrruya sus petalos suavesQu e rodo eso que fue BearrizNo terrnineComo una rafaga de viento

    Beatriz to abraza. Luego miray to besa derribdndo-

    to. Entra Camilo, con Lucrecia, Giacomo y losguardias

    C MILO secdndose f cara . Es hora de que esra hisroria terrni-ne. Esroy enfermo de horror.

    A Beatriz

    Vamos confiesa. Tus mudos ha n confesado su culpabilidad

    LUCRECI Bearriz cuando el p ec ad o esta h ec ho e s el rno-menro de pensar en el casrigo y no dejarse desgarrar el cuerpo po run a inutil obsrinaci6n.

    GI COMO Beatr iz el cerebro del complor se ha fugado: Or -sino ha escapado del Pincio disfrazado de carbonero. Adernas

    basra de rorturas Los culpables no rienen mas qu e pagar.

    BEATRIZ. iPagar que? Acepro el crimen pero niego la culpabi-lidad.

    C MILO H e a q ui l a sentencia y la orden de ejecuci6n. Firma.Pero no esperes ni un poco de perdon.

    BEATRIZ. La crueldad del Papa se junta con la del viejo Cen-ci. Sin embargo dejarne decirre que no esta bien qu e los padres seunan cont ra las familias que ellos mismos ha n creado. No he pre -sentado mi defensa ante el padre de la Crisr iandad.

    C MILO i Ya ru padre Ie h as dado la oporrunidad de presen-rar la suya cuando vinisre a degollarlo?

    BERN RDO Ella ha marado para defenderse.

    LUCRECI iHay entonces un a ley qu e ordene a los padres de-vorar aquello que ha n creado y a los hijos dejarse devorar?

    C MILO No esroy aqui para discurir una ley natural pero slpara llevarle al Papa la confesi6n firrnada de Bearriz cuyo crimenya

    escijuzgado.

    BERN RDO iPor quien?

    C MILO Por eI Papa. Sin embargo los abogados no Iefalra-ron. Pero pierda cuidado aunque la opinion publica esre de su la-do usred n o p od ra doblegar la auroridad.

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    BEATRIZ. los han confesado su culpabilidad. Pero que juezcelestial ha podido asegurar la mia sin avergonzarse de que elhada?

    BERNARDO. Hay momenros en que la mas poderosa autori-dad sabe comprender que es necesario volver arras.

    LUCRECIA. Calmate. La senrencia de losjueces es temible pa-

    ra quien esta privado de la libertad.

    CAMILO. No es la autoridad la que re aplasra pero sl un po-der con el que los jueces anudan extrafias complicidades.

    Hacefirmar f sentencia a Beatriz

    Desarenla. Denies un respiro a todos Que bajen a prepararsepa-ra que les espera.

    ?4 Beatriz

    Bearriz que lamuerte reseadulce. Es todo que me esta perm i-rido desearte. Espero que el juez de alla arriba sea para ri menosinexorable de que el Papaha sido aqui en la rierra.

    BEATRIZ. Alejare de mf Camilo. u nadie me hable nuncamas de Dios.

    BERNARDO. Rapido Rapido Den vuelta la hoja que sepue-da creer que rodo esrono ha existido jamas

    Todo elgrupose ordena como una especie de marchaalsuplicio que estalla con un ritmo inca en siete tiempos

    BEATRIZ. Me muero pero no remo decir que esremundo havivido siempre bajo el signo de injusticia. Es la vida que muere n mi

    Los soldados cabizbajos toman f delantera del cortejo

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    CAMILO a Bernardo . A ri te perdonamos la vida eres joventrara de olvidar.

    BERNARDO. Vivir cuando la llama que me ha hecho vivires-t:i a punro de consumirse.

    BEATRIZ. Todo muere porque el mundo arde dudando enrreel b ien y el mal.

    Una pausa

    Ni Dios ni el hombre ni n inguno de los poderes que dominaneso que Ilamamos nuestro destino han elegido enrre el bien y elmal.

    Una pausa

    Me muero y no he elegido .

    La musicase 0ye masfuerte. Una especie e voz huma-na desesperada se une a su ritmo obsesioo

    Tan joven y ya debo irmeCaer en la funebre tierraDonde gritan detras sin cesarEl mundo que seme escapano me sobrevivira.

    LUCRECIA. No semara el trigo cuando esca en f lor. No se in-cendia la ciudad recien consrruida

    BEATRIZ. Si me muero es que han condenado la juvenrud.

    LUCRECIA. La juvenrud que ellos han destruido los arrastraen la muerte.BEATRIZ. Bellay no he disfrurado de mi belleza.

    LUCRECIA. Rica no he aprovechado de los bienes que una vi-da engaftosa pareda haber puesro a mi disposici6n.No se que hacer con laabundancia que insulta a la pobreza.

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    BEATRIZ. Mi corazon que nada ha conreutado se detiene an-res de habet podido larir

    LUCRECIA. iEs enronces pata esta tragedia precoz que la vi-da ha sido creada? Conozeo la injusncia de vivir p m no me atre-vo a Ilamar asf iay de rnll a la iusticia de morir.

    BEATRIZ. Ojos mlos sobre que horrible espectaculo rnurien-do osabtiteis. u i n es e que podra asegurarrne que alia no val-vere a enconrrarme con mi padre.Este pensamien hace que mi muerte sea mas amatga.Porque tengo miedo que la rnuerte me ensefie que he rerminadopor parecerme a el

    odo el cortejo desaparece l r itmo de fa musica mien-tr s el telon c e lent mentr

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