angustia existencial

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REVISTA I+E CSI CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 E-Mail [email protected] 1 NÚMERO 26 AGOSTO DE 2006 – VOL. III ISSN 1696-7208 DEPOSITO LEGAL: SE – 3792 - 06 LA ANGUSTIA EXISTENCIAL EN LOS DRAMAS DEL S. XIX AUTORA: María Isabel Martínez Paradas

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Page 1: Angustia existencial

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NÚMERO 26

AGOSTO DE 2006 – VOL. III

ISSN 1696-7208

DEPOSITO LEGAL: SE – 3792 - 06

LA ANGUSTIA EXISTENCIAL EN

LOS DRAMAS DEL S. XIX

AUTORA: María Isabel Martínez Paradas

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INTRODUCCIÓN La expresión “conciencia desgraciada” define el sentimiento de fracaso de la existencia ante un mundo injusto, que presenta unos obstáculos infranqueables para las aspiraciones del hombre romántico. Así, la vida se siente como un destierro, como una agonía, donde, a veces, la única salida es el refugio del ensueño. Este pesimismo que encierra EL MAL DEL SIGLO es una actitud que envuelve todas las cosas y que podemos ver claramente en Larra y Espronceda. Es lo que Meléndez Valdés llamó “fastidio universal”. El mal del siglo arrastra a muchos al suicidio porque es la desazón ante los conflictos que conlleva la existencia. Es el miedo, la inseguridad de vivir en un mundo sin normas, que conduce a la depresión, y en ocasiones, al alcohol y las drogas. El hombre romántico había idealizado tanto la existencia que, al volver a la realidad, cae en la frustración. El ejemplo más claro lo tenemos en el amor, un amor imposible que es para algunos una metáfora que expresa las ansias de vida, unas ansias que terminan en fracaso. LO MACABRO El mal del siglo desembocará en lo MACABRO, unas veces será sólo mediante la contemplación de ruinas, otras, las más violentas, a través del suicidio. La llamada estética del terror, lo macabro, es signo de impotencia que siente el hombre, manifestando su rebeldía mediante el sarcasmo. Es una protesta ante las frustraciones, pero no una búsqueda de consuelo en la muerte, por ejemplo. Aquí, la noche, los horrores, las brujas, los aquelarres, los cadáveres, suponen una plasmación del fracaso de las aspiraciones humanas, de ahí que el mal del siglo desemboque en esta estética de lo macabro. El romántico, así, revaloriza lo grotesco, entendido como lo feo, incluso lo absurdo. El tema de la MUERTE no es nuevo en literatura, al contrario, es una de las constantes más peculiares de ella, pues aflora espontáneamente en todas las épocas. A veces, esa muerte es un acceso a la esperanza en la eternidad de un amor que puede perdurar en la otra vida, una vida de ultratumba; y es aquí donde conecta con el tema de lo ultraterreno, donde veremos fantasmas, sombra y apariciones, e incluso magia y hechicería. Don Juan se salva con la esperanza de poder amar a la “sombra de doña Inés”, es por eso que no le importa morir. El tema de la hechicería o encontramos en El trovador, Azucena es una bruja, al menos algunos personajes la presentan como tal, aunque en realidad, no es seguro que lo sea. Ella no hace ningún encantamiento ni ninguna hechicería, fue su madre, según le cuenta Jimeno, la que había hechizado al hijo del conde don Lope de Artal y le había provocado la muerte. Aparte de este suceso o aparece ningún otro indicio de brujería en el texto. Hemos visto cómo la vida del romántico es una continua angustia, camino de dolor y muerte, es un viaje hacia la muerte, un deseo de desaparecer. Don Álvaro manifiesta ese deseo en varias ocasiones con expresiones como: “la muerte la busco yo”, “busco ansioso el morir”, “poco me queda ya de este mundo”, “soy homicida”, etc. La muerte será el final del viaje romántico, el final de una angustia. La muerte no es enemiga sino una meta, una amiga, porque es la gran liberadora, la que trae la paz. De esta manera, el desgraciado llega al suicidio, que es también un deseo de unión con la muerte, como don Álvaro, será la única salida, la última posibilidad de demostrar un desafío titánico a la fortuna adversa del hombre romántico. Otros, los valientes, conseguirán una muerte heroica, es la muerte que no le importaría al trovador (dice que no le importa morir por defender a su madre). Don Álvaro, en cambio, se preocupa porque va a morir en un patíbulo, como un criminal, no le asusta la muerte, porque, en realidad, la desea, sino la forma de morir.

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La muerte se presenta con muchas virtudes que el romántico desea, pues la muerte conoce las angustias del hombre. La ofrece la tranquilidad, el reposo, el ensueño, el olvido, pretende apartarle del ruido, del mundo, de la tormenta, del dolor, de las lágrimas, ¿quién podría resistirse ante esta tentadora oferta? Aparece también el suicidio femenino, Leonor se toma un veneno porque prefiere morir antes que pertenecer a Nuño; es un hecho que la convierte en heroína, aunque tal vez el hecho de que hiciese falsas promesas a Nuño, pues no pensaba cumplirlas, pueda alejarla de ello. El romántico siente especial preferencia por vincular la muerte a la NOCHE, donde la luna y las estrellas serán testigos de muchas cosas. Parece que no se encuentra mejor marco de misterio para encuadrar a un personaje siniestro. La oscuridad de la noche proporciona el momento adecuado para morir y para soñar con la muerte y las apariciones. Los MISTERIOS serán otro factor que acentúe lo macabro. Estos misterios tienen su antecedente en las tragedias neoclásicas, y en concreto en las refundiciones. El primer héroe misterioso es don Álvaro, y probablemente influya en otras obras. El misterio de este personaje forma parte de su propia naturaleza, y es la causa inmediata de sus desgracias. En El trovador también puede verse un toque de misterio en torno al protagonista, Manrique, del que se llega a conocer al final de la obra casi, que es el hermano de Nuño. Los SONIDOS tendrán una función vagamente evocadora porque su función será hacer misteriosa la realidad. Así, los toques de campanas sugieren sucesos importantes: muertes, ejecuciones. En otros casos se recurre a la música o al griterío. A veces el trueno, el ruido de las olas del mar, presagian la muerte. En las obras dramáticas estos sonidos causarán un gran efecto cuando se lleven a escena. TITANISMO En ocasiones el hombre romántico hace un esfuerzo por dominar el mundo sin poderes ultraterrenos, sino a partir de una fuerza interior. El TITANISMO es difícil separar del Satanismo. Es una defensa del yo ante todo. Es gritar a los dioses que no queremos nada de ellos. Esto constituye una vía de liberación de la sociedad que los oprime, por eso profanan instituciones, como podemos ver en Don Juan Tenorio, que no siente ningún respeto hacia el matrimonio. Pero sin duda, el ser titánico por excelencia aparece en El estudiante de Salamanca. Don Félix no es simplemente un espíritu satánico porque no se busca un castigo o una salvación, el personaje de Espronceda es un ser titánico que mantiene unos valores distintos a los de la sociedad del momento, no cambia al final de la obra, no se salva, como hace don Juan, porque el pecado no existe en la obra.

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