vicios del s.n.i - ponenciaforotejeda
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Primer Foro Universitario Construyendo juntos nuestro futuro Xalapa, junio 2009.
La investigación científica en la provincia mexicana: contrastes, vicios
y estrategias básicas para su mejora
Adalberto Tejeda Martínez Grupo de Climatología Aplicada de la Licenciatura
En Ciencias atmosféricas de la Universidad Veracruzana atejeda@uv.mx Tel. 8421700 Ext. 11666
Xalapa, Ver.
Abstract(o)
A partir del número de integrantes del Sistema Nacional de Investigadores por cada 10 mil habitantes o por cada mil kilómetros cuadrados en cada entidad federativa, se bosqueja un mosaico de la intensidad de la investigación científica en el país, particularmente tenue en el sureste. Se analizan las necesidades de investigación a escala estatal, y se concluye sobre la conveniencia de estructurarla en tres pisos piramidales: para atender problemas locales más o menos cotidianos, para permitir la conectividad con la globalidad y para desarrollar puntas de lanza redituables cultural o económicamente. Por otra parte, se enuncian los principales vicios que mantienen rezagada la investigación en el conjunto del país, y se argumenta que por sí solo el incremento en los recursos financieros no resuelve el problema y sí puede acrecentar esos vicios, por lo que éstos deben ser evidenciados y encontrar las formas de reducirlos significativamente. Finalmente se hace una propuesta de organización de la investigación por estados o regiones, extrapolable a la Universidad Veracruzana dada su dispersión territorial.
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La investigación científica en la provincia mexicana: contrastes, vicios y estrategias básicas para su mejora
Adalberto Tejeda Martínez
Grupo de Climatología Aplicada de la Licenciatura En Ciencias atmosféricas de la Universidad Veracruzana
atejeda@uv.mx Tel. 8421700 Ext. 11666 Xalapa, Ver.
1. Los chocantes datos del S.N.I.
La distribución territorial del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)
permite una visión de la geografía de la investigación en México. Con casi
15 mil investigadores nacionales en el 2009, entre una población de 107
millones de mexicanos, la media nacional es de casi 1.4 miembros del SNI
por cada diez mil habitantes, dato ya aportado en este foro por un
estudiante de Ingeniería Mecánica Eléctrica.
La densidad es muy alta en el Distrito Federal y Morelos (6.5 y 4.6),
seguidos de estados que rebasan la tasa de uno: las Bajas Californias,
Colima, Querétaro, Yucatán y Nuevo León. Un grupo intermedio lo forman
aquéllos con una densidad entre medio y un SNI por cada 10 mil, y
finalmente los que no llegan a tener medio SNI en cada diez mil personas:
Chiapas, Durango, Guerrero, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco,
Tamaulipas y Veracruz.
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2. La tesis de la lasaña
Para los estados menos favorecidos, ante la imposibilidad de incrementar
sus centros de investigación en todas las áreas, se plantea una primera
estrategia consistente en cubrir tres pisos con distintas profundidades.
Al primer piso se le puede llamar investigación de fondo. Deberá
abordar fenómenos muy locales que no pueden entenderse a partir de
otros de mayor escala, sin al menos un análisis intermedio. Son los casos
del medio ambiente, salud pública, cultura, desarrollo social y desarrollo
económico, por ejemplo. En este nivel no basta con generar grandes
núcleos como el mencionado DF-Morelos, pues es claro que los temas
puestos como ejemplo no se comprenden sin la combinación de una
perspectiva foránea y una interna.
Un nivel intermedio debe potenciar el desarrollo vía la detección de
oportunidades para insertarse en el marco nacional o internacional y
aprovecharse de las riquezas propias. Significa un soporte investigativo
para que ni el medioambiente, ni la economía ni la cultura locales sean
borrados sino más bien adaptados y adoptados dentro de los procesos de
globalización.
Un tercer nivel son las puntas de lanza. Que cada estado impulse una o
varias áreas de investigación que estarían cercanas a la vanguardia
internacional, con un presupuesto relativamente alto porque igualmente
sería alta su capacidad para recuperar recursos.
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Atención especial merecen las ciencias básicas -lógicas, físicas,
naturales o sociales- entendidas como la investigación que no busca la
aplicación inmediata sino la profundidad en la solidez del conocimiento.
Deben cultivarse al menos en el primer nivel para desparramar de ahí
técnicas y expertos: no hay ingeniería sin matemáticas; no hay
biotecnología sin biología; no hay geociencias sin física; no hay buenas
prácticas de remediación social sin ciencias sociales.
3. Los vicios y los remedios
Por otra parte, es pertinente señalar algunos vicios frecuentes, sobre todo
en la provincia, que hacen menos eficiente el uso de los escasos recursos-
sobre todo los locales- en investigación. Es más, suponiendo que la
inversión en ciencia y tecnología en el país pasara del actual 0.4% del PIB
al deseado 1%, ¿seríamos capaces de aprovecharlo en un ambiente de
ineficiencia y deformaciones de la distribución de recursos, como en el que
se desenvuelve la investigación en México, pero más acentuadamente en
la provincia? Desde luego que la lucha por el incremento de los recursos
destinados a la investigación es necesaria, pero combatir a diario esos
vicios que señalaré a continuación es tan importante como lo anterior, y es
una obligación de autoridades e investigadores, de tomadores de
decisiones y de estudiantes.
El más común de ellos es la indiferencia de gobiernos y sociedad, en
paralelo con el autoritarismo y la discrecionalidad de las burocracias en la
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asignación de recursos. ¿Cuántas veces no hemos oído a un investigador
decir con orgullo que su proyecto será exitoso porque lo ve bien el
gobernador, por ejemplo?
Otras caras de lo mismo son la partidización de la entrega de
recursos para la investigación; la fotofilia y el control de los medios para
hacer aparecer los resultados de la investigación locales como únicos en el
país o quizás en el mundo; la sobrevaloración de los resultados y
personajes locales que sin razón el imaginario colectivo equipara con
innovadores mundiales.
Por su parte en las comunidades académicas son frecuentes los
grupos que se oponen a la inserción de sangre nueva en el desarrollo del
trabajo investigativo; los liderazgos académicos que ocasionalmente
degeneran en cacicazgos sustentados en el tráfico de influencias y
proclives al plagio a estudiantes y colaboradores, o la simulación de
coautorías para elevar la puntuación ante premios y estímulos.
Una serie de acciones mínimas pero fundamentales para mitigar los
vicios antes señalados, son, entre otras, que los fondos –para
investigación, organización o asistencia a congresos, becas- se distribuyan
por méritos y con transparencia, a través de convocatorias públicas, por
ejemplo; que los programas de divulgación de la ciencia atiendan más al
método que a los resultados, que a veces aparecen a los ojos del público
como actos de magia; que se comprenda que más allá de las falsas
disyuntivas sobre las llamadas prioridades en investigación, o ciencias
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duras contra ciencias sociales, está la calidad avalada por arbitrajes
estrictos; que no se confunda el reconocimiento a los valores locales con la
idolatría a vacas sagradas falsas
La Universidad Veracruzana ha dado los primeros pasos. Convocó
públicamente 7 millones de pesos en 2007 para proyectos de investigación,
y 11 millones en 2008 para la conformación de redes estratégicas entre al
menos tres regiones. La propuesta es que este tipo de convocatorias con
recursos internos se mantenga y se extienda a otros rubros que se
financian con criterios muy tradicionales, como el apoyo a la organización o
la asistencia a congresos; que ningún nuevo investigador ingrese a la UV si
no es por concurso. Que en la definición de las vocaciones regionales se
incorpore la discusión sobre los tres pisos que aquí propongo deben
estructurar la investigación, y que este foro sea un primer diagnóstico para
convocar públicamente la conformación de redes que aglutinen, orgánica y
funcionalmente, la dispersión de iniciativas académicas sobre temas
comunes
Por lo demás, habrá que seguir machacando que el Estado Mexicano
no ha cumplido con su obligación –moral y estratégica- de invertir
suficientemente en tecnología y en ciencias, en todas las ciencias, excepto
en las ciencias ocultas.
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