tentaciones del desierto

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linda reflexión sobre las tentaciones en el desierto

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Señor, y pruébame, sondea hasta lo más íntimo de mi ser; 3 porque tu amor está siempre ante mis ojos, y yo camino en tu verdad.

En el momento de su bautizo en el Jordán por Juan, Jesús ve cómo el cielo se abre y de ahí desciende el Espíritu Santo posándose sobre él, mientras escucha las palabras:

“Éste es mi hijo amado, en quien tengo mi complacencia”.

El Espíritu Santo se queda con él y lo lleva al desierto para un gran combate donde va a asumir su vocación de Mesías con toda su plenitud humana.

Muchos hombres religiosos se han sentido llamados al silencio de modo que su espíritu se expanda

en una relación con Dios, sin que nada distraiga esa tensión.

Muchos han experimentado el ayuno como una forma de purificación

en que el cuerpo para que el espíritu emerja.

Siempre han existido eremitas, en todas las culturas religiosas,

pero esta tentación tiene un valor mesiánico.

Jesús es tentado en cuanto Mesías, pues el diablo le dice: “Si eres Hijo de Dios...,” Se producen, además, en el desierto, símbolo y escenario de la edad mesiánica.

Ya en tiempos de los profetas existía la tradición según la cual el tiempo de la restauración de Israel, los tiempos mesiánicos, se verán precedidos de un período más o menos largo

en el que se repitan las experiencias del pueblo de Dios en su peregrinación por el desierto antes de entrar en la tierra prometida.»

Estaban convencidos de que el Mesías había de venir del desierto y que inauguraría la era mesiánica repitiendo la fenomenología del desierto.

Todos los elementos concurren a ello: la cifra de cuarenta días, las citas del Deuteronomio, el “maná,” la condena de la idolatría recordando la escena del “becerro de oro,”

son sucesos todos del pueblo de Israel en el desierto. Todo ello hace ver que el sentido de estas tentaciones fue mesiánico.

El diablo, como enemigo lúcido que plantea los verdaderos problemas, será el padre de la mentira, que intentará disuadir a Jesús de su misión.

Este agente oscuro es tan importante en la vida de los hombres, que si se excluye no se entienden problemas como el mal y el bien,

ni mucho menos el Evangelio de Jesucristo.

El demonio es un ser vivo, creado, inteligente, pero pervertido y pervertidor.

Él se rebela contra Dios de un modo lúcido y consciente, y encuentra en ese orgullo

un gozo amargo y triste al tiempo.

El diablo significa, conforme a su etimología “echador,” en sentido de acusador,

calumniador o tentador.

Su oficio es triple en la literatura rabínica: solicitar al hombre al pecado (Zac_3:1; Job_2:6ss),

acusarlo luego ante el tribunal de Dios y aplicar la muerte en castigo al pecado; de ahí llamarle “el ángel de la muerte.”

En sus tentaciones, no tratará solamente de investigar

quién es Jesús, sino de plantear su propia tentación al hombre

que ha sido llamado el Hijo Amado que trae el bautismo de fuego superior al bautismo de agua.

El diablo no cree que un hombre pueda amar

más allá del amor propioy se lo va a decir a Jesús,

no sin engaños y con métodos capciosos.

Después de cuarenta días siente hambre, se agota, experimenta las limitaciones del cuerpo, la mente también es influida por el cansancio y el hambre y la soledad.

Satanás elige el momento más adecuado para tentarle, aquel en que está debilitada la humanidad. Ahí, en situación extrema,

es donde se verá si Cristo acepta el reto que le va a plantear.

Jesús experimenta la tentación, ve el lado positivo que toda tentación propone,

y descubre lo negativo, más o menos oculto, pero que acabará saliendo a relucir.

De ahí, también, que la victoria sea real, humana.

El resultado final confirma a Satanás que se puede ser fiel al proyecto amoroso

del Padre, que es posible cumplir la voluntad de Dios también como hombre, a pesar

de las alternativas que se le ponen delante.

Es cierto que las tentaciones son un ejemplo para que los hombres venzan

las provocaciones al mal.

Muchos ven en las tentaciones las tres concupiscencias:

1- El desorden de la sensualidad y la carne, atonta y enferma…

2- La llamada de la soberbia y del orgullo, con el ansia de dominar a los demás…

3- La inquietud por el dinero y el poder para luego creerse omnipotentes como Dios…

Las respuestas de Cristo aciertan en las soluciones:

1- El espíritu está sobre la materia y debe regirla.

2-La humildad lleva a confiar en Dios.

3- El poder es para servir a Dios y a los demás.

La Primera TentaciónLas tres tentaciones tienden a quebrar el mesianismo de Jesús. Pero hay un nivel más profundo.

Jesús tiene cuerpo, por tanto necesidades sensitivas y afectivas.

La tentación dice: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes", es decir haz un milagro con tu poder de Hijo de Dios para satisfacer tus necesidades.

Se esperaba entonces que el Mesías, al modo de Moisés, haría descender otra vez del cielo una lluvia de “maná”, del que se comería en aquellos años.

Si el diablo le hubiese propuesto algo ilícito Jesús lo habría tenido que rechazar, de forma obligada; pero, Jesús rechaza algo que en sí no es malo, pero se trata de vivir un amor que vaya más allá

del amor propio y de la satisfacción estas producen. Ahí incide la tentación: transformar el gozo natural en amor propio.

Jesús alude aquí al sentido espiritual de confianza en la omnipotencia de Dios, en función de otra vida superior, a la que hay que atender con preferencia.

Que es lo que Jesús recordará más tarde junto al pozo de Siquem:

“Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió” (Jn 4:34).

Por eso dijo a sus discípulos: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis”

(Jn 4:32).

El abandono a la Providencia fue el medio para rechazar la tentación.

Jesús responde: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios".

El que ama con este amor espiritual supera las atracciones de lo sensible, sin decir que sean malas, aunque pueden serlo por desorden o por exceso.

La segunda tentación es más profunda y complicada. El diablo cita el salmo 91 diciendo: "Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo.

Pues escrito está: Dará órdenes acerca de ti a sus ángeles, para que te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra".

Satanás plantea la posibilidad de la salvación de la humanidad a través de un milagro.

En una de las concepciones rabínicas se contaba precisamente que el Mesías

se revelaría estando de pie, sobre el techo del Templo, para anunciar a Israel

que su redención había llegado.

En aquel ambiente, y a la hora de los sacrificios, hubiese sido un prodigio

tal que acusaría ser él el Mesías.

Jesús podía usar su poder, pero en lugar de satisfacer su amor propio es precisamente en la aceptación humilde de la dolorosa cruz

donde revelara revela el mayor amor.

La tentación es contra el mismo Dios como se ve en la respuesta de Jesús:

"Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios".

La tercera tentación es aún más honda. Jesús se proclamará, como había sido profetizado,

rey de justicia, de paz, de prosperidad, de victoria, y ahí incidirá la seducción.

"De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos

del mundo y su gloria, y le dijo:

Todas estas cosas te daré si postrándote me adoras".

Los judíos contemporáneos de Jesús esperaban un Mesías político y nacional, que aparecería

con pompa dominación y prodigios.

Así se presentaron una serie de pseudo-mesías, como se ve en los evangelios

(Mc 10:35ss; Lc 24:21; Jn 6:15).

Le propone un reino donde impere la justicia, la ley buena, la paz donde refulge lleno de gloria.

Pero hay dificultades que el diablo oculta, y no en vano será llamado por Jesús

"príncipe de este mundo".

Es fácil que los poderosos se cieguen, se sirvan a sí mismos, se mundanicen en todos los sentidos de la palabra.

Pero, se trata de que los hombres conviertan su corazón, que el reino de Dios anida en

su interior y después se transmita a lo exterior.

Dios respeta la libertad de los hombres, no quiere imponerse desde arriba,

sino desde el amor personal.

La respuesta de Jesús es más tajante que en los casos anteriores: Entonces le respondió Jesús:

"Apártate Satanás. Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo darás culto".

Esto es el reino de Dios: la justicia de Dios entre los hombres y el que ellos veneren y acaten la perfección del amor divino. El reino será realidad en los que quieran:

no será quitada la libertad a los hombres. Cierto que la pueden usar para burlarse de Dios, pero siempre tendrán al alcance su misericordia.

"Entonces lo dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían".

Es el primer triunfo en el interior de Cristo, pero las batallas seguirán hasta que la muerte sea también vencida.

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