alvin gouldner la dialectica de ideologia y tecnologia

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Interesante trabajo acerca de la evolucion de las comunicaciones y el papel de las ideologias en la produccipon social de sentido

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138 A l v i n W . Gouldner

2 . 5

Lo público es una esfera ante la que uno es responsable, pero reposa en un sistema familiar privado en el que los hombres domi-nantes sólo son responsables ante otros miembros de la familia en un grado muy limitado. Ser «responsable» significa que uno puede ser obligado a revelar lo que ha hecho y por qué lo ha hecho; de este mo-do, la acción y la razón de ella están abiertas a la crítica por extraños que tienen menos inhibiciones para exigir justificación y fundamentos razonables. Dada la dependencia mutua, el afecto y el tacto en los grupos familiares, y dado el poder de los hombres en ellos, hay estrictos límites a las cuestiones que se plantearán a sus varones. A la inversa, dada la falta de afecto, dependencia emocional, tacto y poder directo de unos sobre otros, habrá menos restricciones a lo que puede ser cuestionado en público.

Los públicos, en este sentido, no tienen trabas para plantear cuestiones y exigir justificaciones concernientes a cursos de conduc-tas; por lo tanto, estos serán protegidos de la exigencia de justifica-ción racional por el uso de una importante táctica; el ocultamiento y el secreto. Esto, a su vez, engendra inevitables presiones para la cen-sura, particularmente en un mundo de medios informativos senil* autónomos,

Pero ¿por qué, cabria preguntarse, el ámbito de lo privado (y, por ende, el familiar) ha de restringir el flujo de información y limi-tar la exigencia de responsabilidad? Primero, porque los intereses de las personas particulares y sus familias pueden entrar en conflicto con los intereses de otras personas particulares y sus familias; porque (o cuando), en cierta medida, todos juegan a un juego de suma cerp unos contra otros; y también porque se comportan de un modo que se opone a los interese? del grupo como un todo o del Estado. Por debajo del crecimiento de lo privado, pues, había un individualismo posesivo y autoprotector enraizado en un sistema propiedad privada competitiva. Esta integración del sistema familiar patriarcal a un sis-tema de propiedad privada fue la base fundamental de lo privado, una esfera que no debía rutinariamente dar explicación de sí misma, brindando información sobre su conducta o justificación de ella. La propiedad privada y el patriarcado fueron, pues, indirectamente, el fundamento de lo público. Porque si bien la esfera privada limitaba lo público, por este hecho mismo también apoyaba y protegía a la esfera pública, en la cual al menos de algunas cosas debía darse cuenta y se podía someterlas a un discurso racional abierto.

La esfera pública burguesa constituyó uno de los grandes avances históricos en la racionalidad. Impidió firmemente tratar la comuni-

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dad y el Estado como el asunto privado de un grupo único de no-tables, Puesto que en este enclave de lo privado concurren dos importantes intereses (la propiedad y el patriarcado), la crítica del orden burgués a menudo comenzó con un ataque a ambos.

£1 caso más notable de esto fue el de los sansimonianos, quienes íueron los incubadores de la critica socialista de la propiedad y la familia, y quienes lanzaron una «vertiginosa» discusión interna sobre el «amor libre» y la monogamia. A pesar de su espíritu aristocrático, los románticos alemanes o franceses son en verdad una fuerza fun-damentalmente progresiva porque heredaron este aspecto del movi-miento dual; la crítica del patriarcado y la represión patriarcal en nombre de la espontaneidad y libertad de los sexos* Así, el * roman-ticismo» subvierte y rechaza de plano el derecho del sistema fami-liar a controlar las relaciones entre los sexos y, muy particularmente, el papel subordinado de la mujer. £1 romanticismo destruye clara-mente el derecho masculino, patriarcal, de asignar las mujeres. La «contracultura» moderna, como rechazo de las responsabilidades sociales y fuerza ¿política, tiene uno de sus centros en esta perma-nente crítica del patriarcado, fundada desde hace tiempo en el roman-ticismo.

La fantasía (ambivalente) del burgués del siglo xix, a saber, que el comunismo implicaba la comunización de las mujeres, no menos que de la propiedad (o como otra forma de propiedad), no era total-mente absurda. Era la contrapartida burguesa del empuje sansimonia-no. Se estaba haciendo claro para todos que el sistema de la propiedad estaba protegido dentro de una esfera privada nucleada por la familia patriarcal. Pero correspondientemente, el esfuerzo para hacer respetable el socialismo moderno para un público masculino llevó a la postergación represiva del tema de la emancipación del patriarcado.

A pesar de ocasionales alusiones a la «cuestión femenina», el socialismo progresó principalmente como un sistema de política pu-blica del que las mujeres estaban excluidas en su mayoría, excepto como auxiliares o como símbolos de emancipación. (Esto es penosa-mente visible en eí propio hogar de Marx, quien tuvo un hijo con Helene Demuth, la sirvienta enviada como un «presente» por su suegra, y luego la obligó a sacar al niño de la casa)5.

La esfera privada, pues, es al mismo tiempo el cimiento y el límite de lo público. La esfera privada es, por una parte, un ámbito del que está excluida la racionalidad pública y donde no es menester

s Se hallará el detalle de esta trágica historia en Yvonne Kapp, Eleonor Marx, Vol. 1, 18H-1883, Lawrence & Wishart, Londres, 1972,

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