adolfo aristarain. el cine de la palabra

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ADOLFO ARISTARAIN El cine de la palabra Manuel González Ibarz Filosofía y cine

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ADOLFO ARISTARAIN

El cine de la palabra

Manuel González Ibarz

Filosofía y cine

4º Grado de Filosofía

ÍNDICE

1. Introducción…………………………………………….. Pág. 3

2. El diálogo en el cine de Aristarain……………………… Pág. 4

2.1 Del cine mudo al cine de la palabra…………………… Pág. 4

2.2 El cine-teatro y la cámara-narrador……………………..Pág. 6

2.3 El diálogo en el drama…………………………………. Pág. 7

3. El cine de Aristarain y la filosofía……………………….. Pág. 8

3.1 Follarse a las mentes……………………………………..Pág. 8

3.2 Vivir en la frontera……………………………………....Pág. 10

3.3 Sobre verdad y mentira en Adolfo Aristarain……………Pág. 12

4. Conclusión.……………………………………………..... Pág. 13

5. Bibliografía………………………………………….…….Pág. 15

1. Introducción.

Cada uno sabe lo que vale. En lo que se escribe está lo que uno es.

Pío Baroja

Cuando me preguntaba a mi mismo por el potencial filosófico del cine,

pensaba en el cine de diálogo como una de las vertientes más prolíficas a la hora de

incentivar la reflexión en el espectador de la gran pantalla. Este tipo de cine es

evidente en directores como Woody Allen o Danny Boyle, sin embargo, al pensar en

un tipo de cine cuyo potencial filosófico recayera en los diálogos el nombre que

primero me vino a la mente es el de Adolfo Aristarain.

El director argentino no es uno de los más conocidos, ni de los más

premiados, pero su cine a suscitado siempre un gran interés en mí. A sus setenta años,

Aristarain ha dirigido diez películas y ocho capítulos de una serie de televisión. Yo no

voy a hablar de todas sus realizaciones cinematográficas, sino que me centraré en las

que para mi cumplen más con la exigencia de hallar potencial filosófico en el cine. De

las diez películas que dirigió, las que he considerado no cumplían con este requisito

han sido cinco, dos de ellas porque las dirigió por encargo cuando empezaba: La

playa del amor (1979) y La discoteca del amor (1980). Y las otras tres porque son de

un corte muy diferente al del cine que él produce en su madurez como director: La

parte del león (1978), Los últimos días de la víctima (1982) y La ley de la Frontera

(1995). Las películas de las que si voy a hablar porque creo que cumplen con el

requisito citado son: Tiempo de Revancha (1981), Un lugar en el mundo (1992),

Martín (Hache) (1997), Lugares Comunes (2002) y Roma (2004).

Pero, ¿por qué estas películas las considero un cine de diálogo? y ¿por qué

creo que en cierta manera producen filosofía? En resumidas cuentas, mi propósito en

este monográfico será tratar de contestar a estas preguntas.

Para hacerlo más sencillo, he creído conveniente dividir en dos partes el

trabajo. En la primera parte, trataré de contestar a la pregunta sobre por qué el cine de

Aristarain es esencialmente diálogo. Y en la segunda intentaré demostrar por qué digo

que sus guiones guardan una gran carga filosófica.

2. El diálogo en el cine de Aristarain.

2.1 Del cine mudo al cine de la palabra.

Hasta que se incluyó el sonido, en el cine, que partía de ser un gran avance

técnico, el recurso expresivo que primaba era la imagen. La gracia del cine mudo era

la imagen en movimiento y las técnicas de interpretación por parte de los actores y

actrices tenían un carácter bastante mímico. Todo era distinto, los primeros planos

tenían un papel primordial y el montaje requería de un ritmo ágil y dinámico.

Con la aparición del cine sonoro todas estás cosas cambian, aparece el guión

y el diálogo toma una gran importancia. Entonces la dirección y los actores tornan la

vista hacia el teatro y hacia las posibilidades del drama, ya que la mayoría de películas

mudas, o las de más éxito, habían sido comedias (sobre todo en la industria

hollywoodiense que se lucro mucho con las películas de Chaplin, Keaton o Lloyd). El

diálogo pasó entonces a ser cada vez más elaborado y perfeccionado hasta alcanzar

los niveles dramáticos a los que se optaba en el teatro, incluso la comedia también se

torna dialógica.

Desde entonces, se han producido muchas películas en las que el peso

reflexivo del film recaía en los diálogos, hombres como Elia Kazan o John Ford

hacen un gran uso de ellos para llevar a la pantalla sus ideas y reflexiones. No

obstante, todavía no he conocido a un director que nos traslade a un universo

estilístico, poético y filosófico tan cargado de matices como lo hace Adolfo Aristarain.

Pero, ¿en qué radican las características de sus diálogos?, ¿qué cualidades guardan?,

¿por qué algunos se refieren al cine aristaraniano como el cine de la palabra?

Empecemos por recordar que además de director, Aristarain es el guionista de

la mayoría de sus películas. Y es que antes de iniciarse en el mundo del cine ya había

escrito algunas cosas, su idea era hacer algo con esos escritos, aunque luego el destino

le llevó por otros derroteros. De todos modos, antes que escritor, lo que confiesa

realmente ser Adolfo es un apasionado lector. Su amor por la lectura y por algunos

escritores se ve reflejado en sus citas o referencias a autores como Baroja, Stevenson,

Conrad, Kipling, Cendrars, Hammett, Borges, Cortázar o Pizarnik, que aparecen en

muchas de sus películas. No obstante, a medida que fue introduciéndose en el mundo

del cine, lo que escribía tenía ya forma de guión. Aristarain dice que el guión es

plasmar en el papel la película que quisieras ver. Por ello estudia al máximo los

diálogos, les da mil vueltas hasta que concuerdan a la perfección con la historia y las

características de los actores, en los que ya piensa mientras escribe el texto y a los que

más tarde no les permitirá ni un gramo de improvisación. Adolfo exige a sus actores

que se aprendan el guión sin cambiar ni una sola palabra. Y esto es algo asombroso

cuando encima sus diálogos alcanzan ese realismo que los hace parecer tan casuales y

cotidianos, las reflexiones aparecen sutilmente en una escena de una conversación

habitual entre amigos. Quizás ésta sería una de las claves, el hecho de que en las

películas de Aristarain la mayor parte de los diálogos se den entre personas que se

tienen un gran afecto, que son amigos, pareja o familia directa, así, los personajes son

ellos mismos de primeras, no hay trampa, son sus vidas, en un sentido auténtico, las

que se nos cuentan: su evolución, sus pasiones, sus debilidades… Esto sumado al

embelesado ritmo del diálogo, te adentra en la ficción. Pero, no por la acción, la

acción está en las palabras, son las palabras las que te elevan al mundo de las

emociones y no te dejan caer hasta que aparecen los créditos. El cine de la palabra,

así han llamado muchos críticos al cine de Aristarain. Sergio Casado se refiere a la

película Lugares Comunes diciendo: Está llena de palabras como actos. Ciertamente

sus palabras son actos, su estilo personal de narrar, influenciado por muchos de los

autores nombrados, seduce con frases directas, cargadas de sabiduría y elocuencia. El

diálogo puede comenzar con una conversación banal sobre cualquier cosa y acabar

describiendo la tragedia de la vida. Puede ser que influya también un uso de la lengua

popular, cercano y de la calle. Y un uso de la jerga argentina que pudiera hacer todavía

más atractivos los diálogos, para el público español que tiende a tildar de profundo y

absorbente el acento argentino, no obstante, la profundidad en este caso existe.

Es cierto que algunos críticos lo tachan de discursivo, puede que no todas sus

películas te atrapen con la misma intensidad, pero en general Aristarain no suele caer

en la discursividad, es decir, no abandona la trama, consigue situar al espectador en

una ficción que él mismo afirma pensar antes que nada. En el libro sobre el guión

cinematográfico en el cine argentino escrito por David Oubiña y Gonzalo Aguilar,

aparece una entrevista a Adolfo en la que nos cuenta como es la vorágine de la

escritura, y dice cosas tales como: Rechazo la idea de escribir un guión para decir

algo... Mi principio es apoyarme siempre en una narración fuerte: si la película

comunica algo, eso debería trascender por los hechos que se muestran y no por el

discurso de los personajes1. En este texto, Adolfo dice comenzar siempre por escribir

la historia, describir algún tipo de peripecia y a partir de ahí ir desarrollando el

esqueleto del guión. Creámoslo o no, sus historias conmueven.

1 Oubiña, David, y, Aguilar, Gonzálo, El guión cinematográfico, Barcelona,

Paidós, 1997, p. 158.

2.2 El cine-teatro y la cámara-narrador.

En el punto anterior he tratado de explicar qué es el cine de la palabra, y

hemos visto que ante todo es un cine cuya virtud radica en los diálogos. Por un lado,

María del Carmen Bobes en su estudio literario sobre el diálogo, nos cuenta:

Generalmente la aparición del diálogo en los textos líricos o narrativos se ha

interpretado como una aproximación al género dramático y a la vez como un signo de

dinamismo o de estilo realista2. Aunque aquí está hablando de literatura, los diálogos

obviamente tienen un carácter teatral, son tradicionalmente forma obligada del teatro,

es por ello que añaden dinamismo y realismo al texto. Estas mismas cualidades las

encontramos en el cine de Aristarain, sus obras son totalmente cercanas al teatro, no

habría ninguna dificultad en llevar a los escenarios la película Martín (Hache) o Un

lugar en el mundo, y esto se debe sencillamente a que diálogos son la columna

vertebral de sus films.

Por otro lado, Bobes habla de que en todo texto literario también tiene que

haber un narrador omnisciente o sujeto lírico que permanezca latente. Este sujeto es el

encargado de ponernos en situación y de describir el contexto. A su vez el narrador

tiene su tiempo, su espacio y su ideología, desde donde establece las relaciones con

los personajes. Es cierto que Bobes habla de literatura y que en el cine no hay un

narrador de este tipo, puede haber soliloquios de personajes o una voz en off que nos

presente la historia, pero no estaríamos hablando de un sujeto diferenciado. Yo creo

que en el cine, este papel lo tiene la cámara, es la cámara quien nos sitúa, quien

describe el lugar y a los personajes aprovechando su condición técnica. No obstante,

este es un trabajo que debe tener el mismo cuidado que el narrador literario tiene, son

una misma cosa, comparten una misma naturaleza. Aristarain llega con la cámara

donde sus diálogos no pueden llegar, pero no pierde el tiempo con los planos, se

centra en los actores, por ello decimos que es un cine muy teatral. Las bocas, los

gestos, las miradas son el centro de atención del objetivo de Aristarain. En sus

películas no suele entretenerse demasiado con momentos paisajísticos, ni musicales.

La música es importante, pero siempre se da en momentos justificados por el

personaje. Si suenan los temas de Brahms, Elmo Hope o Miles Davis, músicos a los

2 Bobes, Naves, María del Carmen, El diálogo. Estudio pragmático,

lingüístico y literario, Madrid, Gredos, 1992, p. 153.

que Adolfo tanto aprecia, siempre hay un personaje que se encarga de anunciarlos en

un momento, pero la banda sonora nunca suena para dotar de efectismo una escena.

Del mismo modo, que el narrador en un texto que pretenda ser dialogado no debe

excederse en sus funciones, en las películas de Aristarain ni el sonido, ni la cámara

tampoco lo hacen.

2.3 El diálogo en el drama.

Siguiendo con las ideas de Bobes, en este punto me gustaría hablar del

diálogo en el drama. La autora considera que el texto dramático utiliza como única

forma de expresión el diálogo. El drama es acción, representa un episodio o un

conflicto de la vida de los seres humanos. Bobes afirma: El diálogo es la esencia

misma del drama, pues con el va la temporalidad presente, la acción in fieri, la

vinculación palabra-acción, la representación, el cara a cara y el intercambio verbal

en oposición al discurso verbal3.

De las diez películas que ha rodado Adolfo Aristarain, siete son dramas. Esto

no es una coincidencia cuando hemos dicho que el drama encuentra su esencia en el

dialogo y que éste es la clave del cine aristaraniano.

Adolfo elije este género, tan propio del teatro, porque le interesa

precisamente hablar de los seres humanos y de sus vidas. Él no quiere hacer un cine

de acción, ni épico, ni una comedia romántica, podría hacerlo, pero no quiere porque

son géneros en los que la atención la produce el mismo género o las peripecias de la

trama y no hace falta más. Son películas que sólo requieren de un buen artesano para

dirigirlas, pero no hace falta llenarlas de mensaje, pueden ser absolutamente vacías y

sin una pizca de introspección. En este tipo de películas la lucidez se vería abocada al

olvido. El cine del director argentino rezuma lucidez, mensaje y directrices para vivir

la vida hasta el máximo de sus consecuencias.

A Aristarain no le gustan los finales felices, tampoco exagera el drama,

simplemente es fiel a las premisas que van lanzando sus personajes. Su cine es

dramático porque quiere hablar de la vida y, valga la redundancia, el drama es la

misma vida.

3 Bobes, Naves, María del Carmen, El diálogo. Estudio pragmático,

lingüístico y literario, Madrid, Gredos, 1992, p. 246.

3. El cine de Aristarain y la filosofía.

3.1 Follarse a las mentes.

(Hache)- ¿Te gustan más los hombres que las mujeres? (Dante)-¿En general dices?, No. De que sexo sean en realidad me da igual, es lo

que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar, es igual que con las drogas. A mi no me atrae un buen culo, un par de tetas o una

polla así de gorda. Bueno no es que no me atraigan, claro que me atraen, me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un

cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar.. La mente Hache, yo hago el amor con las mentes. ¡Hay que

follarse a las mentes!

Martín (Hache) (1997)

Estas palabras del personaje de Dante en la película de Martín (Hache) me

sirven perfectamente para empezar hablar de la filosofía en el cine de Aristarain. La

conversación sucede de madrugada en la terraza de Dante, después de una larga noche

de fiesta. Hache toca la guitarra apurando las últimas horas antes de irse a dormir,

cuando llega Dante, el cual le había mandado a casa hacía ya un rato para flirtear con

un desconocido en el que se había fijado. Hache, curioso e indiscreto pregunta a su

amigo detalles íntimos sobre su homosexualidad, y Dante después de llamarle la

atención, le contesta con el famoso discurso sobre la sexualidad que tenemos arriba.

Con estas palabras, Dante pretende describirle su forma de vivir el sexo y las

relaciones humanas, animando al muchacho a dejar a un lado las convenciones y

demostrándole la poca importancia que el género tiene para él. El alegato de Dante en

favor del carácter mental del sexo, apunta a la carga social y cultural que encierran los

cuerpos, el discurso de Dante pretende liberar esa carga a los ojos del joven Hache.

Si nos paramos a pensar, cuando Dante desmitifica la sexualidad y apologiza

la igualdad, estamos ante un discurso de marcado carácter feminista. La pensadora

Monique Wittig, perteneciente al feminismo queer, con su idea de marcas de opresión

pretendía desnaturalizar los conceptos de sexo y género por considerar que no tienen

una raíz ontológica y que no forman parte de la naturaleza del ser humano, lo cual

concuerda con la idea del discurso. Por su parte, la autora Gayle Rubin, reivindica una

concepción humanista de la sociedad sin marcas de sexo, género o sexualidad, y

aboga por un feminismo de la igualdad. Como vemos, este genial pasaje de Martín

(Hache), hace mella en cuestiones que tocan contundentemente con la filosofía, en

este caso se acerca a muchas de las ideas del pensamiento feminista.

El papel de la mujer en las películas de Aristarain siempre es muy importante.

Son personajes para nada menospreciados, Aristarain nos descubre a mujeres

inteligentes, libres, valientes, independientes e incluso, en ocasiones, dotadas de la

coherencia que suele faltarle al personaje masculino, el cual se halla perdido sin ellas.

Personajes como los de Cecilia Roth en Un lugar en el mundo o Mercedes Sampietro

en Lugares Comunes, son un ejemplo de este tipo de mujeres, presentadas a la misma

altura que los hombres, y como digo, a veces incluso a más.

Sin embargo, el homenaje a la mujer en el cine de Aristarain, si está en algún

sitio, es en la película Roma, dedicada a su madre. El personaje de Roma lo interpreta

Susú Pecoraro (una actuación inolvidable), que personifica a una madre que queda

pronto viuda, que sufre, pero que muestra una gran fortaleza y fidelidad a unos

valores que no abandona ni en los momentos más difíciles y que traslada a su hijo

como un tesoro de incalculable valor. Al final de Roma, Joaquín Góñiz (interpretado

por José Sacristán) concluye la historia lanzando al río estas palabras:

Sólo me queda tu recuerdo Mamá, tan convencida de que valía para algo. ¡Cómo

me protegiste y me enseñaste!, ¡cómo me quisiste!. No hay otra cosa en mi vida que valga la

pena recordar. Roma (2004).

Es evidente la relevancia que tiene la mujer en esta película, cuyos últimos

minutos le son dedicados entera y maravillosamente a ella.

Me gustaría terminar este punto, con una frase que Adolfo suele repetir en sus

películas, que refleja su idea de la mujer, de las personas en general y de las relaciones

amorosas: “Las mujeres no tienen dueño”.

3.2 Vivir en la Frontera.

El cine de Aristarain, por su contenido, se ha considerado de una carga

política importante, propia de alguien que vivió indignado la cruda realidad de la

dictadura militar en Argentina, lo cual así le ocurrió al director. En sus películas

vemos reflejada esta indignación en muchas escenas, se trata de una de las obsesiones

del director. En Roma lo vemos de forma explícita cuando los militares secuestran al

Góñiz joven y matan a su amigo Mario por pensar y ser consecuente con unas ideas

distintas a las del régimen. En Un lugar en el mundo, el matrimonio Dominici cuenta

en la cena con Hans (el geólogo), como tuvieron que marchar exiliados a España y

como los milicos asesinaron al hermano de ella. En Martín (Hache), los personajes no

parecen haber sufrido en sus carnes la dictadura, sin embargo Martín (padre) en una

cena con su hijo le describe sus ideas políticas y su concepción de Argentina de la

siguiente manera:

Es un país donde no se puede ni se debe vivir, te hace mierda. Si te lo tomas enserio,

si piensas que puedes hacer algo para cambiarlo, te haces mierda. Es un país saqueado,

depredado y no va a cambiar, los que se quedan con el botín no van a permitir que cambie.

Argentina es otra cosa, no es un país, es una trampa. Alguien invento algo como la zanahoria

del burro, vos dijiste que puede cambiar, la trampa es que te hacen creer que puede cambiar,

lo sientes cerca, ves que es posible, que no es una utopía, es ya, mañana, y siempre te cagan;

vienen lo milicos y matan treinta mil tipos o viene la democracia y las cuentas no cierran y

otra vez a aguantar y cagarse de hambre . Y lo único en que puedes pensar es en tratar de

sobrevivir o de no perder lo que tienes. El que no se muere, se traiciona y se hace mierda. Y

encima te dicen que somos todos culpables. Marín (Hache) (1997).

La perorata de Martín Echanique, nos deja constancia de la poca fe que tiene

Aristarain en la política de su país, aunque perfectamente estas ideas podrían ser

aplicadas a muchos otros países de Latino América y del mundo en general. Aristarain

perfila unos personajes que suelen profesar poco o ningún amor patrio. El mismo

personaje de Echanique dice que: la patria es un invento, cuando su hijo le pregunta si

viviendo en Madrid nunca extraña Argentina. La respuesta de su padre es clara, niega

que sienta nostalgia y afirma que el que se siente patriota es un tarado porque no se

echa de menos un país en sí, se puede echar de menos una casa o un barrio, pero no un

país porque lo que un tucumano tiene que ver con un salteño es lo mismo que lo que

tienen que ver un catalán o un portugués, no tienen que ver nada, son estadística,

números sin cara. Estas ideas nos recuerdan a muchos teóricos contemporáneos como

por ejemplo, al filósofo Toni Negri, que ya no habla de naciones-estado, sino de una

nación global a la que denomina Imperio. Esta nación global o Imperio se caracteriza

entre otras cosas por carecer de centro, no existe una metrópolis, ni un gobierno

central que lo regule. Las multinacionales no tienen rostro. Esta idea, Aristarain la

representa con Tulsaco, la empresa ficticia que aparece en muchas de sus películas

como símbolo del poder omniabarcante que avanza sin freno por el mundo,

absorbiendo la riqueza de muchos para dársela a unos pocos. Tulsaco es ese monstruo

imperturbable contra el que luchan muchos de los personajes de Aristarain llegando

incluso a perder la esperanza. Mario Dominici, por ejemplo, en Un lugar en el mundo,

se deja la vida luchando por una cooperativa en la que él cree, que representa unos

ideales nobles y una ética de solidaridad para/con el otro. El personaje de Dominici

pretende ganarle una batalla al sistema, pero acaba perdiendo la guerra.

En esta constante del cine de Aristarain, se fija Sergio Casado que habla del

concepto del asesino difuso, el asesino que empuja a Pedro Bengoa a cortarse la

lengua como señal de oposición al sistema en Tiempo de Revancha (1981) . El mismo

asesino que persigue a Fernando Robles, en forma de instituciones gubernamentales

que, entre otras cosas, le obligan a abandonar la enseñanza y le expulsan al campo con

su mujer Lily en Lugares comunes (2002). Este asesino difuso, para el filósofo Michel

Foucault sería hablar de bíopoder o de microfísica del poder. Y del bíopoder tan sólo

es posible escapar mediante conceptos como la transgresividad, de la que Foucault

habla en su texto Prefacio a la Transgresión, que escribe como homenaje a Georges

Bataille. En este texto, Foucault explica que sólo transgrediendo los límites podremos

alcanzar la vida. Los personajes de Aristarain viven en ese límite, arriesgando su vida,

la cual ganan y pierden al mismo tiempo. En Un lugar en el mundo, el personaje de

Hans hace referencia a esta idea al decir de Mario Dominici que es un Frontera.

Cuando su mujer le recrimina estar borracho, Hans le dice que: Borracho o vencido,

un frontera nunca pierde su dignidad.

Ser de la frontera significa vivir en el límite. Los fronteras son considerados

personas que van al ataque, cuando en realidad lo que hacen es una defensa a ultranza

de derechos y principios personales de su vida , tal como la han encontrado por

desdicha o tal como la han construido gracias a su esfuerzo e ilusión. Sin duda Adolfo

Aristarain es un Frontera.

3. 3 Sobre verdad y mentira en Adolfo Aristarain.

Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son.

Friedrich Nietzsche

Halla por el siglo diecinueve, hubo un pensador llamado Friedrich Nietzsche,

que desveló por primera vez a la humanidad el carácter relativo del lenguaje y de la

verdad. En su obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche describe

la forma en que el platonismo fijó la verdad en el mundo de las ideas y como el

cristianismo continuó con la tarea de seguir elevando el concepto, hasta situarlo en

Dios. Las ideas de Nietzsche desbancaron a la modernidad y forjaron la base del

postestructuralismo, cuyos criterios teóricos se basan en una concepción totalmente

relativa de la verdad y del lenguaje, al que optan por deconstruir.

Esta idea tan importante para la filosofía contemporánea no se le escapa a

Aristarain, que la incluye en varios de sus diálogos. En Lugares Comunes, el profesor

Fernando Robles, en su último día como docente, arenga a sus alumnos para que en el

momento en el que ellos ejerzan la enseñanza, dejen de lado cualquier tipo de

superstición o de idea la cual tengan por verdad, y no hagan aprenderse de memoria

las respuestas a sus alumnos, sino que les enseñen a dudar y pensar por si mismos.

Robles habla de despertar en los alumnos el dolor de la lucidez. La lucidez es un

concepto clave en Aristarain, es lo que salva a una persona de traicionarse así misma y

de convertirse en mediocre. El lúcido conoce el dolor de la ausencia de verdades, pero

recibe el placer de ser consciente de ese saber.

De nuevo, el personaje de Dante, que tantas veces da en el clavo en la

película Martín (Hache), vuelve hacerlo cuando cuenta a Hache la realidad sobre las

drogas. Un discurso que merece la pena que transcriba aquí:

Algunas te dan placer, pero no todas. Te pueden dar pánico o hacerte sentir una

angustia insoportable. Yo no soy un adicto Hache. Digo que soy adicto para escandalizar a

los pacatos, pero no es verdad. Me apasionan las drogas, he probado todas las que he podido

conseguir. Pero nunca lo he hecho para buscar el placer, para ser feliz o para no afrontar la

vida. Las drogas son maravillosas porque te abren la mente, te hacen comprobar que la

verdad no existe, que todo es relativo. La droga te da otra visión, otra dimensión, te hace ver

que nada es lo que parece, que nada es. La única realidad es tu realidad y será lo que tú seas

capaz de ver. Martín (Hache) (1997).

Dante no sólo reafirma la noción nietzscheana de la verdad sino que le añade

un matiz ontológico relacionado con la capacidad de los estupefacientes de

transformar nuestra perspectiva y de cambiar el marco gnoseológico que creemos

insalvable. De repente, nos encontramos en esta película con unas ideas sobre teoría

del conocimiento que sinceramente no tienen desperdicio alguno, del mismo modo

que el cine de Aristarain tampoco lo tiene.

4. Conclusión.

No sé si habré contestado a las preguntas que había lanzado al principio. A mi

parecer, creo que ha quedado demostrado porque se suele llamar al cine de Aristarain

el cine de la palabra, cuando he explicado que la acción en sus películas no está sólo

en la trama, sino que son también las palabras las que nos llevan de la mano durante

toda la proyección. ¿Es un cine de diálogo el de Aristarain? Sí, yo creo que ha

quedado contestado. En cuanto a la pregunta sobre la carga filosófica de las películas,

me parece que también queda contestada, desde que en la segunda parte del trabajo he

relacionado las ideas de filósofos como M. Wittig, T. Negri, M. Foucault o F.

Nietzsche, con las ideas que Aristarain introduce en sus diálogos. Sí, parece que

puedo decir que lo he conseguido, pero no ha sido fácil. Visionar toda su filmografía

ha sido un placer, pero un placer como el de la lucidez, un placer doloroso. Hay

momentos en los que su cine desprende un sentimiento pesimista que impregna al

espectador, aunque seguramente esa sea la intención del director. Y me pregunto: ¿lo

volvería a hacer? Sí, por supuesto. El cine del argentino contiene muchísimos detalles

en los que no te fijas la primera vez, pero que no dejan de sorprenderte. Aristarain

deja su marca en cualquier escena: en la música que suena de fondo, en los libros que

aparecen y sobre todo en cada palabra que sale de la boca de sus actores. Unas

actuaciones que se salen de la pantalla por su realismo y que te crees cada vez que

vuelves a ver la escena. Si, lo volvería a hacer y recomiendo a todo el mundo que no

conoce el cine de Aristarain que se ponga ver sus películas porque como el dice, en

varias ocasiones, a cerca de la lectura: Es un placer que no te puedes perder.

5. Bibliografía. (La filmografía no la incluyo aquí porque ya la expongo en

la introducción).

- Casado, Sergio, Adolfo Aristarain, Un nuevo humanismo, Madrid,

Ediciones JC, 2004.

- Bobes, Naves, María del Carmen, El diálogo. Estudio pragmático,

lingüístico y literario, Madrid, Gredos, 1992.

- Oubiña, David, y, Aguilar, Gonzálo, El guión cinematográfico, Barcelona,

Paidós, 1997.

- Feldman, Simon, La realización cinematográfica, Barcelona, Gedisa, 1979.

-Aumont, Jaques, Estética del Cine, Espacio fílmico, montaje, narración,

lenguaje, Barcerlona, Paidós, 1983.

- Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral,

Madrid, Tecnos, 1998.