acuerdos iii encuentro convergencia de izquierdas
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En el presente documento se presenta nuestra posición política para el período, la que fue acordada en el "III Encuentro de Convergencia de Izquierdas".TRANSCRIPT
ACUERDOS TERCER ENCUENTRO DE CONVERGENCIA DE IZQUIERDAS:
UNA NUEVA DEMOCRACIA, UN FRENTE AMPLIO ALTERNATIVO AL DUOPOLIO, UNA FUERZA
POLÍTICA RENOVADORA DE LA IZQUIERDA: DESAFIOS DE HOY
A.- CHILE VIVE UNA CRISIS POLITICA Y SOCIAL PROFUNDA
El país vive una crisis profunda que tiene su origen en la contradicción fundamental entre un modelo
socioeconómico y político neoliberal y una sociedad excluida de la participación política y del
desarrollo económico y social. El neoliberalismo radical impuesto violentamente en Chile maximiza la
privatización y concentración de las riquezas económicas y minimiza los derechos básicos de las
personas para convertirlos en campo de negocios. El capitalismo neoliberal ha demostrado, en lo
económico, su fracaso en lograr el bienestar para las mayorías, y por el contrario ha concentrado
riqueza y poder en una reducida elite.
Como correlato necesario, desarticula el tejido social y exacerba el individualismo y la competencia
para entregar la actividad política a un sistema de partidos que se convierte en sustentador de un
sistema político, social y económico, excluyente e injusto, cargado de amarres, escaso de controles
democráticos. El Estado subsidiario, buscado y resultante, reducido a una función de garante de la
rentabilidad privada, deja una ciudadanía frustrada, sufriendo las consecuencias de la desigualdad y sin
mayor peso en las decisiones políticas.
Este conflicto esencial, que ha tenido importantes manifestaciones en los últimos años, se expresa hoy
en una crisis del sistema político, la que se encuentra en pleno desarrollo. Esta crisis tiene variadas
expresiones, caracterizadas por una pérdida de legitimidad de la actividad política en general y en el
acrecentamiento del rechazo popular y de la desconfianza ciudadana hacia el funcionamiento de las
instituciones.
La crisis se desencadena a partir de las gigantescas ilegalidades cometidas transversalmente por una
élite política y empresarial, incapaz de respetar las normas que ella misma ha creado y por la evidencia
de que el sistema de partidos políticos ha renunciado a representar a la ciudadanía para encarnar los
intereses particulares de la propia élite económica y política. Hoy día la élite muestra deterioro en su
capacidad para conseguir adhesión en torno al conjunto de su modelo económico y la imagen de un
modelo sólido “que no se desvanece en el aire” comienza a diluirse, mientras empieza a emerger
cuestionamientos a la hegemonía de la casta político-económica y su lógica, su racionalidad y sus
valores, a los que han subordinado el desarrollo e intereses del país y del 99% por ciento de la
población.
Hoy se han hecho evidentes los mecanismos de corrupción de los actores políticos que, no bastándole
una legislación inmoral en materia de financiamiento de la actividad política, recurren a
comportamientos delictivos y fraudulentos. Las revelaciones cotidianas sobre los casos Penta, SQM los
distintos casos de corrupción que siguen apareciendo, dejan claro y en términos muy concretos, el
sometimiento de la política al poder económico, lo que es expresión de una moralidad corrupta
incubada al interior de un sistema ideado para mantener intacto el modelo de dominación neoliberal.
El caso CAVAL muestra una corrupción de distinto tipo e incluso más extendida, pero que pone de
manifiesto el ambiente moral en los círculos del poder, síntoma de cómo la ideología neoliberal ha
penetrado en la cultura de, incluso, sectores pretendidamente de izquierda.
Esta crisis, entonces, expresa el conjunto de problemas que arrastra Chile bajo el modelo neoliberal,
que ha integrado como uno solo las estructuras políticas, económicas e ideológicas. Dirigido por una
amalgama política y financiera, ha logrado construir mecanismos de control político, cultural, social y
económico para mantener el statu quo y la defensa de sus intereses, mecanismos hoy seriamente
cuestionados.
El sistema político prevaleciente nunca ha sido más que una semi-democracia diseñada para burlar la
voluntad ciudadana a través de una serie de instituciones que debilitan la representación y garantizan
la mantención de las bases del orden neoliberal. Entre ellas, un sistema de partidos burocratizado,
favorecido por un sistema binominal de elecciones, que crecientemente se alejó de la ciudadanía y se
fusionó con las lógicas empresariales, tanto a través del acceso a recursos económicos como por el
predominio ideológico, en los sucesivos gobiernos, de las lógicas tecnocráticas por sobre las del interés
ciudadano. La independencia de instituciones clave, como el Tribunal Constitucional o el Banco
Central, deja fuera de todo control democrático decisiones en materias normativas y de política
económica, que terminan favoreciendo a los grandes poderes económicos.
El sistema económico neoliberal se caracteriza por una feroz concentración de la riqueza, articulada a
través del sistema financiero; la apropiación de los bienes comunes por manos privadas; la
desregulación de los mercados, los negocios y las finanzas, con consecuencias nefastas sobre el medio
ambiente y el mundo del trabajo; una inserción económica internacional predominantemente primario
exportadora; generación de empleo centrada en el sector exportador junto a un sector servicios
altamente heterogéneo en materia de productividad; mercados altamente concentrados y
desregulados que ocasionan abusos gigantescos con los consumidores, y lógicas mercantiles en las
relaciones laborales, donde se niega el derecho a huelga y las formas civilizadas de negociación
colectiva. Consustancial a este modelo, el pequeño tamaño del Estado y los bajos niveles de
recaudación tributaria comparados con cualquier país OCDE, impiden responder a las aspiraciones
ciudadanas, que deben contentarse con migajas de inclusión en lugar de la realización de sus derechos
sociales.
En efecto, la reducción del Estado y su relegación a un rol subsidiario tienen como consecuencia la
pésima calidad de los servicios sociales, por debajo de niveles aceptables. Así, tenemos una educación
pública de mala calidad y fuertemente privatizada; una salud pública desmantelada; un sistema de
previsión social orientado a proveer de capitales a las grandes empresas y no de pensiones dignas a los
jubilados; viviendas sociales deficientes, enclaustradas en verdaderos guetos, etc. Las políticas
focalizadas de paliativo a la pobreza, como la práctica de los bonos, obedecen a lógicas clientelares
que deterioran aún más la dignidad de las personas y no resuelven las carencias generadas por el
modelo.
En lo ideológico, la industria de las comunicaciones valida el modelo socioeconómico y político
transmitiendo una racionalidad centrada en el individualismo y el consumo como valores supremos,
falsa conciencia que contribuye a extender la dispersión de los actores sociales y políticos.
Instrumentos ideológicos del sistema, los medios de comunicación alimentan un patrón de alienación
y despolitización masivas a través de la frivolización de la vida social y política .
La ideología del modelo ha moldeado la conciencia de las personas sobre la base de una promesa de
inclusión por medio de una riqueza que se repartirá vía chorreo hacia los de abajo gracias a sus
esfuerzos individuales. Pero de hecho, para las grandes mayorías, el endeudamiento ha sido el único
camino para acceder los bienes de consumo, ilusión de bienestar que obra como paliativo de la
creciente brecha entre la realidad y las expectativas creadas por la manipulación comunicativa.
Como consecuencia de este modelo, hoy en Chile vivimos una gran crisis social. El 74% de los
trabajadores gana menos de $400.000 mensuales, las pensiones de los jubilados son misérrimas y la
precariedad laboral es la condición común para la mayoría de los/as trabajadores/as. La cultura
individualista, la destrucción del tejido social y la pérdida de los valores de solidaridad social abren
paso a manifestaciones marginales y violentas de búsqueda del “bienestar” y el consumo, como son el
narcotráfico y la delincuencia. En tal panorama, en el país vivimos en medio del temor a las
enfermedades, a jubilar, al desempleo, a las deudas y a la delincuencia.
Este desolador cuadro, sin embargo, no se expresa fácilmente en la esfera política. La despolitización
de la sociedad, incentivada por la propia cultura individualista y privatizadora de la ideología
neoliberal, se ha visto exacerbada por la frustración ante la incapacidad del sistema político de hacerse
cargo de los problemas sociales y económicos consustanciales al modelo. El descrédito de la política y
del sistema de partidos lleva a un mayor alejamiento de la ciudadanía respecto de lo público y a su
reclusión en la actividad privada. Esto incide en que el debate en torno a opciones para enfrentar las
crisis en muchas ocasiones se encauce hacia propuestas superficiales y que no involucran cambios de
fondo.
B.- HACIA UNA CRISIS DE HEGEMONÍA
Las profundas raíces de la crisis política del momento actual hacen que Chile enfrente un período muy
complejo de su vida nacional. Ella puede devenir sólo en una reestructuración parcial y acotada, que le
permita a los que mandan en Chile parchar al modelo y mantener su control de la sociedad, o puede
derivar en una crisis de hegemonía. La salida va a depender del movimiento social y político y la
posibilidad de levantar una alternativa de transformación profunda.
Lo que ha entrado en crisis en el Chile de hoy es la capacidad de la élite política y económica de
mantener una base de aceptación social que sustente la continuación del sistema neoliberal, limitando
los alcances de los cambios. Sin embargo, el descrédito de la llamada “clase política” es total y la
respuesta del gobierno es mínima. El llamado a ponerse en manos de las instituciones o la formación
de una comisión asesora presidencial destinada a formular propuestas para enfrentar la colusión entre
dinero y política, constituyen refugios momentáneos para capear el temporal, pero carecen de
credibilidad, por su escasa representatividad social y política.
Las demandas sociales desde hace tiempo vienen aflorando al margen del sistema de partidos, otrora
legítimos canales de expresión política de organizaciones y movimientos sociales. Se desencadenan
fuertemente en torno a la movilización por la educación en 2011, pero hay que recordar, antes y
después de ese año, el movimiento pingüino, la defensa del medio ambiente y de los territorios contra
la destrucción de la naturaleza, las demandas por los derechos de los pueblos originarios, la multitud
de movilizaciones y huelgas de los trabajadores pese a la precariedad de la organización sindical,
etcétera. La emergencia del movimiento estudiantil actúa como detonante de la frustración y de una
crisis de representación política largamente gestada y logra poner en la agenda pública la realización
de reformas sociales importantes.
Las reformas prometidas a la ciudadanía, pese a las distintas posiciones que se manifiestan al interior
de la coalición gobernante, han sido desnaturalizadas en los pasillos del poder; la elite, desacreditada y
no representativa, busca recomponer su desgastada legitimidad y rearticularse como bloque
hegemónico dominante, por medio de acuerdos espurios, para que las reformas solo sean
gatopardismo para garantizar su hegemonía Por ello, afirmamos que no existe solución real a los
problemas nacionales sin un cambio de fondo en el sistema político que abra paso a la superación del
neoliberalismo y ponga al ser humano en el centro de un nuevo orden. Un cambio constitucional que
entregue a la ciudadanía las capacidades de representación y control del poder político y establezca,
en el efectivo ejercicio de la soberanía popular, un orden socioeconómico justo, es la única salida que
permitirá superar el permanente conflicto que deteriora cada vez más la convivencia y la calidad de
vida en nuestro país.
Por ello creemos que es necesario cuestionar no sólo a quienes cometieron ilegalidades o faltas de
ética, sino el ejercicio del poder mismo, los intereses que defiende y la forma en que se
autoreproduce. Se trata de avanzar hacia una situación en que quienes hoy tienen el poder no lo
puedan seguir ejerciendo, Y que mañana el poder político no sea servil a los grandes intereses
económicos, sino que se ejerza en función de los intereses mayoritarios y populares. Por ello el gran
objetivo de este periodo es avanzar hacia una crisis de hegemonía , construyendo un sujeto político y
social alternativo capaz de enfrentar la hegemonía de las elites. El éxito de esta política se
materializará en la movilización de la ciudadanía y la canalización de su descontento en expresiones
políticas
C.- UN FRENTE AMPLIO ALTERNATIVO AL DUOPOLIO PARA FUNDAR UNA NUEVA DEMOCRACIA
Eso implica un gran desafío. La crisis del sistema político abre hoy posibilidades reales de cambio, pero
ello exige construir una alternativa política y social amplia que ponga en el horizonte un proceso de
reemplazo de este orden neoliberal.
Para ello necesitamos construir un frente muy amplio capaz de levantar una alternativa al modelo
neoliberal y a su expresión política, esto es a la Concertación y la Alianza por Chile.
Este frente amplio, político y social, deberá ser la expresión política de un proyecto de refundación
republicana y de convivencia nacional, sustentada en una nueva democracia participativa, que se
construye, a su vez, en torno a la decencia y al logro de objetivos civilizatorios basados en la
colaboración, la inclusión, la sustentabilidad ambiental y el desarrollo comunitario. Aspiramos a que en
ella participen todas aquellas fuerzas con vocación transformadora, con las que podamos coincidir en
estos objetivos superiores, independientemente de las distintas estrategias que podemos haber
sostenido hasta ahora.
Creemos que una de las primeras expresiones de este frente amplio de refundación democrática, debe
ser el reconocimiento de que las instituciones han perdido legitimidad y que es necesario generar
nueva institucionalidad, en particular una nueva constitución, desde una Asamblea Constituyente, que
sea reconocida como legítima por la ciudadanía, y ratificada plebiscitariamente. Ello deberá marcar el
inicio del fin de una política que se hace entre cuatro paredes, de espaldas a la ciudadanía y al pueblo,
y que se funda en su despolitización.
Afirmamos que construir ese frente amplio es imprescindible pues de lo contrario el descontento
podría desembocar en el populismo de derecha que fácilmente devendrá en nuevas formas de
autoritarismo. El Frente Amplio deberá ser entendido como un frente político y social, que exprese un
nuevo bloque histórico por los cambios.
D.- LA CONSTRUCCIÓN DE UNA FUERZA RENOVADORA DE IZQUIERDA: UN DESAFÍO DE HOY
Ese frente amplio requiere una fuerza renovadora de izquierda que levante las necesidades y
demandas populares en él y también sea un factor de profundización democrática. Por ello, es que de
manera simultánea, e insertos en el proceso de construcción de esta alianza amplia, buscaremos la
construcción de una nueva organización política junto a otras fuerzas afines, que sea el motor del
proceso de transformaciones que debemos iniciar, y nos permita actuar con mayor presencia en todos
los espacios en los que libraremos la lucha política, es decir en su dimensión territorial, sindical,
estudiantil, medioambiental, electoral o de la comunicación masiva de nuestras ideas.
El trabajo unitario que estamos realizando con otras fuerzas debe permitir su surgimiento desde una
práctica cotidiana, que nos lleve a establecer con otros una relación de confianza y fraternidad que
vaya más allá del estrecho marco de las relaciones políticas formales o puramente rituales. La
solidaridad y la camaradería son para nosotros principios fundamentales de una consecuente práctica
política de una izquierda que tiene sus raíces profundamente entroncadas con la cultura socialista en
un sentido amplio.
Debemos trabajar en la construcción de una organización política democrática y socialista que se
constituya en el instrumento para trabajar con otras fuerzas en los mencionados frentes de acción.
Para ello es necesario dotar de nuevos contenidos conceptos tan manoseados y desvirtuados como:
política, socialismo, poder o izquierda.
Por ello, es que deberemos ver a nuestra organización como parte de un proceso de refundación del
socialismo chileno y, en conjunto con otros, de renovación de la izquierda. Entendemos que ese
proceso de refundación también podría significar la búsqueda de confluencia con otras fuerzas con las
que teniendo un amplio marco de acuerdos generales y, en algunos casos, hasta doctrinales, sólo nos
separan una diferencia de interpretación del período actual.
Este proceso refundacional del socialismo, deberá, asumiendo su necesaria pluralidad interna,
considerar en primer lugar 1) la recuperación de la dimensión ética de la política y la congruencia entre
el proyecto de largo plazo y la práctica política, donde la consecuencia entre los dichos, objetivos y
actos sean reales. 2) También deberá rescatar los valores y principios con los cuales este cuerpo
doctrinal se proyectó como una gran esperanza. En particular rescatar la gran síntesis allendista del
corto y largo plazo: realizar las transformaciones y reformas que las condiciones permitan, sin
renunciar jamás a la superación del capitalismo. En definitiva ser un instrumento de liberación de los
pueblos y de los oprimidos, asumiendo como valores fundamentales de la acción política la defensa
de los valores humanistas y los derechos humanos y la relación armónica entre la humanidad y la
naturaleza, expresada en la preservación de los ecosistemas naturales y la sustentabilidad ambiental.
Ello también exigirá una mirada autocrítica respecto de aquellas visiones de izquierda, que
justificaban atropellos a los derechos humanos si los cometían regímenes dictatoriales que se
denominaban “de izquierda” o “socialistas”; así como visiones autoritarias que también existieron en
nuestra izquierda.
También de una mirad de instrumentalización de organizaciones sociales, lo cual no significa
despolitizarlas, si no por el contrario, politizar la lucha social. Del mismo modo, deberá ser una
izquierda programática, superando las parcelas identitarias, el machismo, la homofobia y la negación
de los pueblos indígenas asimilándolos a rajatabla a la figura del campesino.
E.- LOS DESAFIOS INMEDIATOS
Plantear que la única solución a la crisis hoy, es devolver la soberanía al pueblo, para lo cual la
Presidenta de la República deberá mandar un proyecto de reforma con un artículo único que
convoque a un plebiscito donde el pueblo se pronuncie sobre la convocatoria a una Asamblea
Constituyente.
Contribuir desde nuestros espacios de acción política, sindicales, territoriales, frentes y comisiones,
contribuir a la creación y formar parte de un movimiento ciudadano, social y político que impulse los
cambios. Para ello necesitamos una interlocución permanente con las distintas expresiones del
movimiento social y sus organizaciones, que nos permita identificar y encauzar sus demandas de
transformación al sistema político.
Avanzar en el desarrollo de las conversaciones y las acciones políticas conjuntas con vistas a los
procesos de construcción de una fuerza renovadora de izquierda. Creemos que un amplio debate
puede contribuir a acercar posiciones, de corto y largo plazo.
Avanzar en el encuentro con otros actores políticos con vistas a la constitución de un frente amplio. El
debate programático será fundamental para avanzar en el acercamiento de posiciones. Debemos
llenarlo de contenidos y objetivos como una democracia participativa, decente, y civilizada; entender
que Chile vive en condiciones primitivas en materias sociales, laborales, étnicas y de género y que a
tono con los avances mundiales es la base para plantear una alternativa política seria. Construir
mecanismos de participación ciudadana y de descentralización deberán ser partes fundantes de un
pacto de esa naturaleza. En esos espacios también insistiremos en la necesidad de la recuperación de
los recursos naturales como bienes nacionales. Entendemos como intransable y urgente alcanzar
niveles modernos en materia de educación pública, salud pública, viviendas sociales, seguridad social,
derechos laborales y sindicales, reconocimiento a los derechos plenos de la mujer y de la diversidad
sexual, reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, participación e inclusión social. Dotar
de contenidos estos conceptos, en dialogo estrecho con los actores sociales y ciudadanos es
imprescindible.
El desarrollo de Convergencia de Izquierdas, en términos políticos y orgánicos, de inserción social y
territorial, debemos entenderlo como un instrumento para estos propósitos, y por ende son tareas
urgentes. Para incidir en el curso de los acontecimientos en esta fase crítica, debemos fortalecer
nuestra organización mediante la reflexión y el diálogo interno y la acción política concreta,
insertándonos efectivamente en todos los espacios de lucha política y social.
Mayo 2015