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75 años Acción Católica Argentina Arquidiócesis de Paraná - Año 2006

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Staff ..............................................................................5

A modo de inicio .............................................................5

Nuestro Pastor con nosotros ..............................................7

Instauración de la Acción Católica Argentina

en la diócesis de Paraná ....................................................9

Jubileo de la Acción Católica

en la Arquidiócesis de Paraná ........................................... 13

Acción Católica y formación integral ................................. 14

Sector Rural, la Acción Católica en el campo ...................... 18

La Acción Católica en la comunidad eclesial ....................... 22

75 años de formación y presencia

en lo social, político y económico .................................... 24

Breve descripción de la Sede de la Acción Católica .............. 30

Asamblea Federal Paraná, agosto de 1996 .......................... 31

Nuestro Oratorio consagrado

a Santa Gianna Beretta Molla ........................................... 35

¿Dónde estamos hoy? ..................................................... 36

Aspirantes de Acción Católica ......................................... 37

Prejuveniles de Acción Católica ........................................ 37

Retiros Siembra ............................................................. 37

Un encuentro con Mons. Estanislao Esteban Karlic .............. 38

Misión del Instituto de Formación Política ......................... 40

Los tres amores blancos de la Acción Católica ..................... 40

El Encuentro Espiritual del jueves ..................................... 42

A modo de despedida ...................................................... 42

Indice

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Señor Jesús, al reunirnos en tu Nombre, te rogamos ilumines nuestra inteligencia con la luz del Espíritu Santo, para discernir lo que es recto, aceptar lo que es bueno y descubrir la voluntad del Padre sobre nosotros.

Concédenos tu Gracia para expresar con sencillez y claridad nuestro parecer y escuchar con espíritu abierto el pen-samiento de los demás, a fin de que en diálogo fraterno asumamos mejor nuestro compromiso apostólico.

Que esta reunión sea fecunda, se orien-te al mayor provecho de nuestros hermanos y sirva para que participemos de un modo más eficaz en la construcción del Reino. María, Madre de la Iglesia, enséñanos a amarla profundamente y a trabajar en ella con fidelidad plena y confianza per-manente. Amén

Comenzamos con nuestra oración ofi-cial de inicio pues esta es una reunión, un encuentro mas, esta vez, escrito.

Un encuentro que nace por la pasión del anuncio de Aquel que se entregó por nosotros, por nuestra salvación. Un encuentro jubilar. Un encuentro que une nuestros recuerdos, nuestros proyectos, nuestros desafíos. Un encuentro del pasado, del presente y del futuro. Un encuentro de aquellos que hace 75 años eran aspirantes y hoy son ancianos con los que hoy son aspirantes. Un encuentro entre los que partieron a la casa del Padre y los que todavía peregrinamos en este mundo. Un encuentro entre nuestra vida parroquial, diocesana y nacional, hacien-do vida la comunión eclesial.

Pero, fundamentalmente es un en-cuentro para dar gracias al Señor por sostener nuestra tarea en la Acción Cató-lica Argentina.

Junto a nuestra Madre, Nuestra Se-ñora del Rosario, comencemos, pues, este encuentro en la presencia de su hijo Jesucristo.

A modo de inicio

Publicación del Consejo de Acción Católica de la Arquidiócesis de ParanáBuenos Aires 3773100 ParanáTeléfono(0343) [email protected]

diseño y diagramaciónPablo Matías Pidone

este encuentro ha sido posible gracias a• Área Aspirantes del Consejo Arquidiocesano• Área Jóvenes del Consejo Arquidiocesano• Equipo de Retiros Siembra• Mons. Estanislao Karlic• Mons. Mario Maullion• Silvina Battisti• Roberto Calloni• Elodia Colantonio• Soledad Gabas• Fabiola García• Mario Giunta• Nilda Lopez• Alejandro Madero• José Sachs• Martín Schell• Ricardo Villa• Alejandro Jonson• Y por supuesto, nuestros auspiciantes

impreso enImprenta Acosta Hnos. S.H.Belgrano 40273000 Santa FeTeléfono(0342) 4520230

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El 9 de julio del 2003 la Arquidiócesis estaba de fiesta. Teníamos Pastor. Asumía la conducción de la Iglesia de Paraná Mons. Mario Luis Bautista Maulión.

Venía de ejercer su ministerio pastoral en la Diócesis de San Nicolas, habiendo sido también, Asesor del Consejo Nacional de Acción Católica.

Haciendo realidad la estrecha relación con el Obispo que tiene nuestra Institución Mons. Mario L. B. Maulión nos dejó el siguiente mensaje:

Deseo que la celebración de estos 75 años contribuya tanto a una renovación tanto personal como institucional para continuar cre-ciendo en ese carisma tan propio de la Acción Católica y así servir al Señor, en y para la Iglesia, para la presencia y testimonio en el mundo. Mons. Mario Luis Bautista MauliónArzobispo de Paraná

Nuestro Pastorcon nosotros

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Monseñor Julian P. Martinez.Obispor de Paraná, fundador de la Acción Católica en Entre Ríos

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instauración de la Acción católica

Argentina en la diócesis de

ParanáExtracto de la publicación 60 años de la Acción Católica Argentina

en Entre Ríos (1931-1991), del recordado Prof. José (Pepe) Almará. Con motivo de nuestros 75 años se está digitalizando y

actualizando dicha publicación

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•La evolución de la Arquidiócesis de Entre RíosLa Diócesis de Paraná fue canónicamente erigida por Bula del Papa Pío IX de fecha 13 de junio de 1859 a solicitud del General Justo José de Urquiza. El 23 de octubre del mismo año, a los 19 años exactos de la creación de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de la Bajada del Para-ná, por acuerdo del Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, fue ejecutada la Bula Pontificia por el Internuncio Apostólico Mons. Mariano Marini.

La Diócesis comprendía entonces las provincias de: Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y los territorios nacionales de Misiones, Chaco y Formosa.

En 1910 se erigió la Diócesis de Co-rrientes con jurisdicción en el mencionado estado y Misiones.

Como consecuencia de estos sucesivos desmembramientos, quedó reducida la Diócesis de Paraná a la provincia de Entre Ríos con un territorio jurisdiccional de 78.781 km2.

El quinto Obispo de la Diócesis fue Monseñor Julián P. Martínez (entrerriano) y sucedió al cultor de las artes y de las letras Monseñor Dr. Abel Bazán y Busto. Nacido en Villa San José (Colón), E. Ríos, el 29 de abril de 1881.

Se desempeña desde el 7 de julio de 1927, durante siete años (1927 – 1934) y es en su desempeño pastoral que instaura

la Acción Católica entrerriana; a la par que patrocina el Primer Congreso Eucarístico Diocesano y los primeros Congresos de Jóvenes y de las Jóvenes de Entre Ríos.

Al ser elevada a la categoría de Ar-quidiócesis, Monseñor Martínez deja la conducción pastoral y es preconizado primer Arzobispo de Paraná, Monseñor Dr. Zenobio L. Guilland.

•Constitución de la Acción Católica en Entre Ríos

Instalación provisoria: 15 de diciembre de 1931

Instalación definitiva: 28 de junio de 1932

Antes de proceder a su implantación diocesana, y a instancia de la Junta Na-cional tuvieron lugar del 10 al 15 de di-ciembre de 1931, las Primeras Jornadas De Oración Y De Estudio para laicos; simultáneamente con otra similar para el clero de toda la provincia y dirigidas por el Asesor Nacional, el entonces Pbro. Dr. Antonio Caggiano – luego Cardenal Argentino – y por el Reverendo Padre Federico Rademacher, en el salón del Colegio de Nuestra Señora del Huerto, asistiendo en presentación de la Junta Nacional el Dr. Tomás L. Casares. No sólo que constituyó un éxito cuantitativo sino que por el contenido espiritual y doctrina-rio se pudo desembocar en la concreción de instalar la Acción Católica en todo el

ámbito provincial, mediante un decreto del Obispo Diocesano que fue luego publicado en el “Boletín Eclesiástico” Año 1931, pp. 310 y sig., y en el “Anuario Católico Argentino”, año 1932, pp. 16 y 17, que dice textualmente así: “NOS JULIAN PEDRO MARTINEZ, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, OBISPO DE PARANA, en la República Argentina, considerando que la Acción Católica Argentina ha sido oficialmente estable-cida en esta Provincia Eclesiástica por la Carta Pastoral Colectiva del Episcopado Argentino, de Pascua de Resurrección y que en consecuencia, clausurada hoy auspiciosamente la Primera Semana de Oración y Estudio que se acostumbra, corresponde designar en nuestra Diócesis la Junta Diocesana y los cuatro Consejos Diocesanos respectivos: Por las presentes letras nombramos para:

Junta Diocesana: Presidente: Dr. Juan L. Chiara; Asesor Eclesiástico: Pbro. Lo-renzo A. Sartori; Miembros: Dr. Carlos A. Arigós y Dr. Ángel Gómez del Río. Para el Consejo Diocesano de la Asociación de Hombres Católicos: Presidente: Tte. Coronel Matías Aldasoro; Asesor Eclesiás-tico: Pbro. Enrique Popelka; Miembros: Dr. Juan Ramón Álvarez Prado, Dr. Clodo-miro Rodríguez Nuñez, Sebastián Marcó, Damián Aranguren, Prof. Francisco Pings-dorf, Prof. Octaviano Imas y Juan B. Monti. Para el Consejo Diocesano de la Liga de Damas Católicas: Presidenta: Sra. Sylvia

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Barros de Alvarez Prado, Asesor Eclesiás-tico: Cgo. José Zaninetti, Miembros: Sra. Lola Mihura de Nuñez, Catalina Martinez Fontes de Perez Colman, Isabel Viñas de Ricciardi, Manuel Zavalla de Gómez del Río, Matilde Mendez de la Rosa, Celia Ba-saldúa de Marchini, Aída Arigós de Basal-dúa y Ofelia Aranguren de Rancillac. Para el Consejo Diocesano de la Federación de la Juventud Católica: Presidente: Sr. Carlos Bianchi; Asesor Eclesiástico: Pbro. Carlos A. Armelin, Miembros: Manuel Crespo Zavalla, Luis Calderón Hernández, Agustín Fayó y Augusto Goncebat. Para el Consejo Diocesano de la Liga de la Juven-tud Femenina Católica: Presidenta: Srta. María Judith Zavalla Carbó, Asesor: Cgo. Dr. Juan Villar. Miembros: Srtas. María Aspillaga, Mercedes Fontanetto, María del Carmen Argülles, Adela Salvarini, Lola Izaguirre, María Isabel Martínez, Antonia Aranguren y Matilde Uzín.

Las personas designadas desempeña-ran sus cargos provisoriamente. Regístre-se. Comuníquese. Publíquese. Dadas en Paraná, a 15 días de diciembre de 1931.

Fdo. Julian P. Martinez, Obispo de Paraná – Andrés Tibiletti. Canónigo Se-cretario”.

En el acta Nº 1 de la Junta Diocesana de fecha 28 de diciembre de 1931 se procede a la constitución de la misma:

Presidente: Dr. Juan L. Chiara.Asesor: Obro. Lorenzo A. Sartori.Secretario: Dr. Carlos Alberto Arigós.

Tesorero: Dr. Angel Gomez del Río.Vocales: los presidentes de cada uno

de los cuatro Consejos Diocesanos. Hom-bre: Coronel Matías Aldasoro, Mujeres: Sylvia Barros de Alvares Prado, Jóvenes: Dr. Carlos Bianchi y las Jóvenes: Srta. María Judith Zavalla Carbó.

También en dicha sesión se procede a la recepción de bienes de la ex-Unión Popular Católica Argentina (el balance de los depósitos bancarios arroja un importe de $ 21.050,40 en Caja de Ahorro Banco Nación, $ 20.000 crédito hipotecario a cargo de Pedro Prieto y un inmueble en Santa Fe, con afectación, por $ 55.000). Otro tema tratado fue el nombramiento de un escribiente rentado por la Junta recayendo la designación en el Sr. F. Antonio Villamonte.

•Primeras obras y actividadesViviendas para obreros

Precisamente con el aporte de la Gran Colecta Nacional, la flamante Junta Diocesana de la Acción Católica, en un plan de ayuda para la obtención de casas destinadas a obreros, adjudica cerca de cuarenta propiedades y lotes manzanas del radio urbano para ser abonadas a precios accesibles y en plazos harto con-venientes al trabajador.Colegios de artes y oficios

Una de las preocupaciones iniciales del

apostolado laico organizado junto al Obis-po, fue el fomento educacional. Así fue fundado el Colegio de Artes y Oficios de Paraná, que se erige gracias a la generosa dama paranaense: Lucía Funes de Carbó que, en homenaje y a la memoria de su esposo Dr. Enrique Carbó, sobre el terreno donado por Micaela Palma de Coraleras, sito en la intersección de las calles Rosario del Tala, Boulevard Alsina y Uruguay hace construir dicho establecimiento educacio-nal para orientar a la juventud de escasos recursos en trabajos laborales concretos. La piedra fundamental de edificio es colocada el 29 de septiembre de 1932. El edificio fue proyectado por el Arquitecto René Beveraggi y la adjudicación de la obra a los Ingenieros Pedro V. Gasco y Sebastián Segovia (h) e inaugurado en 1934. La Junta de Acción Católica resuelve otorgar la propiedad y el destino educati-vo a los Padres Salesianos (Obra de Don Bosco), “por su competencia y simpatías del pueblo” y, además, otorga becas para niños pobres en condiciones de recibir este tipo de instrucción. En 1935 llegan los primeros salesianos: Luís Ramazo y José Brasesco.Liceo pensionado, casa – cuna y come-dores escolares

Una obra financiada gracias al produci-do de la GRAN COLECTA NACIONAL, reali-zada por la Unión Popular y transferida a la Acción Católica, fue el Liceo Pensionado para Señoritas, ubicado en calle Buenos

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Aires 249; levantado en esta ciudad por la bienhechora Micaela Palma de Coraleras a la memoria de su esposo el Dr. Esteban Coraleras.

También realiza los pasos encamina-dos a instalar una Casa – Cuna y Comedo-res Populares, gracias al aporte brindado por los esposos Tiburcio Alvarez Prado y Joaquina Sagastume de Alvarez Prado.Federación de empleadas católicas

Por su parte, el flamante Secretariado Económico Social de la Junta Diocesana de Acción Católica instala la “Federación de Empleadas Católicas”. Con ello agre-ga esta obra destinada a considerar a la mujer trabajadora dando un paso más a la igualdad con el hombre trabajador. Este mismo Secretariado implanta las Conferencias económico – sociales para hombres que se dictan en el Círculo Católi-co de Obreros e implanta la Federación de Maestros y Profesores Católicos.Apoyo a la junta católica

Por otra parte, la juventud – semillero de la Acción Católica – no podía estar exenta del apoyo moral y material y el pri-mer aporte de la Junta es una contribución para el Congreso de la Juventud Católica celebrado en Paraná en 1932. Luego la ayuda será para la difusión de la buena prensa, la suscripción de 30 acciones para el diario católico “La Acción”.Semana de oracion y estudio

También preparando el despegue de la Acción Católica entrerriana organiza la Se-mana de Oración y Estudio que se llevan a cabo en diciembre de 1931. Dirigidas – por separado – al clero y al laicado. Fueron sus disertantes el entonces Pbro. Antonio Caggiono y el R. P. Federico Rademacher, con la presencia del Obispo Martínez.Otras acciones apostólicas

Mediante la lectura de las actas inicia-les se pueden constatar otras acciones como la implantación de los retiros espiri-tuales mensuales para laicos, cursos cate-quísticos, reuniones periódicas de oración y estudio, fundación de juntas, centros y

círculos, visitas y concentraciones parro-quiales en toda la Provincia; Difusión de libros y publicaciones, cristianización de los hogares, celebración de la Fiesta del Pontífice y del “Día de Cristo Rey”, orga-nización de la procesiones para Corpus Christi, Congresos Eucarísticos, etc, hasta

titución y trata de blancas; permanente condena. Buena prensa.

Del Secretariado de Publicidad y Pro-paganda: campañas de Navidad, Pascual, Precepto Dominical, Fieles Difuntos, etc. Difusión de libros y Oficina del Libro (libre-ría de la Acción Católica). Hora Católica en radio L.T. 14 de Paraná.En los consejos diocesanos

El de hombres: Conferencias de Cultu-ra Católica, difusión música litúrgica y po-pular, Clases de Cultura Católica, Cruzada pro-enseñanza religiosa en las escuelas, difusión diario “La Acción”, festejos “Día de San José”, Hora Santa, etc.

El de mujeres: Campaña de instalación de Círculos parroquiales en la provincia.

El de los jóvenes: organización y rea-lización del Primer Congreso Diocesano de Jóvenes Católicos del 7 al 10 de julio de 1932 a fin de orientarlos uniforme y decididamente a su acción. Duró tres días y asistieron 270 delegados que represen-taban a 40 parroquias y a 18 centros parro-quiales, acompañados a orientarlos hacia la naciente Acción Católica, intensificación de la vida sobrenatural, formación moral y hacia la caridad cristiana. Además: retiros espirituales, nuevos Centros e incorpora-ción de la Sección de Aspirantes durante el período del Consejo.

El de las jóvenes: organización y rea-lización del Primer Congreso Diocesano de la Juventud Femenina Católica, del 10 al 20 de febrero de 1933, con el fin de orientarlas hacia la Acción Católica. Asis-tieron 260 delegadas parroquiales (sólo faltaron de 3 parroquias, 31 parroquias representadas y 3 capellanías). Bajo el lema “La vida sobrenatural base de todo apostolado”. Asistieron y desarrollaron el Asesor Nacional, el entonces Pbro. Dr. Antonio Caggiano y el asesor del Consejo Nacional, Mons. Dr. Nicolás Fasolino. Además el Consejo promueve: retiros espirituales para maestras y de perseve-rancias. Cursos de Catequesis, Lecciones de Acción Católica, etc.

concluir el mandato con la convocatoria a las primeras asambleas diocesanas; sin olvidar la obtención de la sede propia actual y el premio anual al seminarista del último año de Teología.Secretariados

De lo ya dicho del Secretariado Econó-mico – Social podemos agregar: organiza el Sindicato de Obreros y Empleados de la fábrica de Pórtland, Agrupación de Perso-nal Doméstico y del gremio de Costureras. Círculos de estudios sobre Doctrina Social de la Iglesia, difusión de las encíclicas papales sobre cuestión obrera, etc.

Del Secretariado de Moralidad: difu-sión moral de revistas, películas, pros-

Dr. Juan L. Chiara. Primer presidente diocesano de

la ACA en la provincica de Entre Ríos

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La celebración del Jubileo de los 75 años de la Acción Católica Argentina, lo vivimos como un tiempo de gracia especial, y sigue siendo un motivo de verdadera alegría, que se prolonga en cada una de las celebraciones particulares de las diócesis, como la de ustedes, ya que es allí donde la experiencia de la Acción Católica trasciende, se expresa y se hace vida, a través de los militantes que día a día testimonian el mensaje del Evan-gelio en las diversas y complejas realidades donde viven.

Como todo jubileo, se nos ha invitado a reflexionar y repasar lo vivido, para alegrarnos por tantos años, para dar gracias al Señor por ellos y por tantos testimonios de militantes que lo han hecho posible, y aquí se me ocurre pensar en tantos amigos de la diócesis a quienes ustedes pondrán nombre, y tantos amigos con quienes vengo caminando juntos, que han entregado y entregan parte de sus vidas para hacer crecer la institución. Cómo decía cariñosamente Juan Pablo II al referirse a la Acción Católica, “Sé que siempre estáis”, elogiando la importancia de la permanencia. Permanecer viva, fuerte, vigente.

Mirar hacia atrás, es un ejercicio que lejos de generar en nosotros nostalgia, tiene que enriquecernos, si descubrimos en ello, la fuerza que animó a tantos durante tanto tiempo. Y esta fuerza es la que debe animarnos a continuar escribiendo la parte de la historia que nos toca.

La síntesis de esta vida de pasión y servicio, es sin duda la fidelidad a la identidad de la Acción Católica, a su carisma. Una fidelidad que se ha manifestado de diversos modos, y que siempre ha sido la expresión de una Acción Católica que asume los signos de los tiempos en los que le ha tocado vivir, y a los que siempre ha tratado de dar una respuesta adecuada. Así, también hoy se nos plantea la necesidad de dar una respuesta a las situaciones que la vida del país y de la Iglesia demandan.

Nos proponemos trabajar para que la Acción Católica se comprometa fuertemente con la realidad, ser en ella constructora del bien común, generadora de espacios de comunión y diálogo, y protagonista para lograr un cambio positivo en ella. Un pro-grama ambicioso , que queremos asumir como desafío con la confianza de saber, que estaremos todos trabajando juntos para lograrlo, como una verdadera familia, los niños, los jóvenes, de la mano de los adultos, preocupados los unos por los otros. Así el entusiasmo, la pasión y el ardor de unos, contagiará a los otros. Las fuerzas y las ganas de unos, compensarán las debilidades y desánimos de otros. Solo así y entre todos, ayudaremos a fortalecer la pertenencia, nuestra militancia.

El Jubileo ha sido una oportunidad para renovar nuestro compromiso personal y comunitario, para concretar lo que nos hemos propuesto.

La realidad que vivimos es también la oportunidad para hacer grande la Acción Católica si la asumimos como el campo de nuestra acción evangelizadora, aportando lo que cada uno pueda dar.

Nos alienta la invitación de Juan Pablo II a hacer propio el programa de vivir intensamente una vida de contemplación, al servicio de la comunión, para hacer así más fecunda la misión.

Nos motivan los desafíos que los obispos argentinos enun-cian en el documento Navega Mar Adentro, y poner nuestro esfuerzo y aporte para revertirlos.

Deseo de corazón, que la gracia que brota del Jubileo en la Arquidiócesis de Paraná, llegue a todos los que día a día hacen presente la vida de la Acción Católica, y fortalezca en cada uno el deseo de ser cada día más santos.

Alabado sea Jesucristo!!Alejandro Madero

Presidente del Consejo Nacional ACA

Jubileo de la Acción católica en la Arquidiócesis de ParanáQueridos amigos de la Arquidiócesis de ParanáQueridos hermanos en la vocación

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Acción católica y formación

integral

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Quiero testimoniar, antes que a refe-rencias a documentos y declaraciones y acciones abundantísimas de la Acción Católica en materia de educación, a lo que ha sido y es como agente en la dimensión profunda de la formación de la persona humana en su integralidad natural y sobrenatural.

Para esto apelo a lo vivido por toda una generación, y reconociéndola como el regalo inmenso que Dios nos hizo, llevándonos desde el ya lejano tiempo de Aspirantes a través de un camino en el que se forjó nuestra vida en su totalidad.

En el los Círculos internos de los Colegios Católicos y conjugando la labor educativa de los mismos, ya en la infancia, el camino tenía como funda-mento sólido la centralidad en Cristo y la Iglesia, armonizando Fe y razón y el amor a la Iglesia y su Magisterio.

Conocimos, ya en ese tiempo, en una catequesis sistemática y vivencial también los lineamientos de la Doctrina Social de la Iglesia. Como no recordar, en los últimos cursos de la primaria, las clases sobre la Rerum Novarum que nos daba el Padre asesor en esos comienzos. Captábamos así con entu-siasmo la proyección del ser cristiano en la sociedad.

Pero también adquiríamos una se-rie de capacidades y destrezas para organizar reuniones, y documentarlas

en libros de Actas casi del tamaño de nuestra estatura. Espontáneamente aprendíamos a usar la palabra oral y escrita y a saber comunicarnos y expre-sarnos, y usar también la máquina de escribir. Por supuesto que todo tenía que ver con el compromiso apostólico, llevar a Cristo a la casa y al grupo de compañeras. Compromiso apostólico alimentado con la oración privilegiando la liturgia. La Santa Misa y Comunión diarias era el alimento que se nos fue haciendo insustituible.

Ya en el secundario y con la parti-cipación en el Círculo de las Jóvenes se intensificó la formación humana y cristiana.

Las grandes certezas de la identidad cristiana iban conformando nuestra per-sonalidad y nos incorporaba progresiva-mente a una militancia comprometida con Ideales y Valores que fueron y son permanentes. Nos “jugábamos” con de-cisión en un sin número de situaciones por las que transitamos, en la historia local y nacional. Simultáneamente en el círculo de estudiantes secundarias de escuelas estatales se hacia el camino que tuvo una proyección significativa a la hora de superar en las mismas el laicismo predominante.

El paso siguiente en el tiempo de los estudios universitarios fue la per-tenencia al Círculo de Universitarias de la Acción Católica. Nuestra inolvidable

AUDAC. Fue entonces que la Acción Católica nos ofreció la integración de la Filosofía, la Teología y la Ciencia.

Con retroactividad puedo decir con verdad que la síntesis “Fe – Cultura – Vida” (expresión acuñada por el Magisterio en el documento “Escuela Católica” - 1977), nos la brindó anti-cipadamente la ACA incluso en forma sistemática.

Muchos eventos importantes en orden a Fe y Cultura promocionó enton-ces la ACA, en foros importantes de la educación, en cátedras y con presencias relevantes y autorizadas del momento en el orden nacional e internacional.

Estábamos enamoradas de la Verdad que no es algo sino Alguien: Jesús, VIVO, Camino, Verdad y Vida, y por ello, el compromiso de testimoniarlo aún en ámbitos contrarios o indiferentes nos resultaba obvio, pese a los conflictos y dificultades que no eran pocas.

Nuestra presencia militante fue reco-nocida aún por profesores que no com-partían nuestros ideales, pero tenían gusto de tenernos como interlocutores, en clases que resultaban participadas e interesantes y realmente pluralistas.

Ni que decir de la participación de la ACA en encuentros, jornadas, etc., espe-cíficamente referidas a la Educación. Por otra parte en los círculos parroquiales se seguía el camino de la formación in-tegral y la proyección apostólica en ese

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ámbito, que abarcaba geográficamente toda la Provincia, antes de la creación de las Diócesis de Gualeguaychú y Concordia.

En la década del 40 y hasta mediados de los 50, durante la vigencia de la en-señanza optativa de la religión católica en las escuelas estatales, la ACA ofreció el apoyo a docentes, padres y alumnos a través de distintas actividades, en especial la formación de maestros y profesores catequistas. En la Sede de la ACA se concretaron cursos sistemáticos, autorizados y reconocidos por el Sr. Arzobispo, que era entonces Mons. Ze-nobio Guilland. Fueron 10 años fecundos para la evangelización y la catequesis, una siembra que dejó sus huellas en toda una generación que recuerda con afecto a los maestros y profesores de religión y moral (alternativa para los que no optaban por religión) y los valores permanentes cimentados en la infancia y adolescencia a través de ellos. Esta es la verdad de la historia de ese tiempo, pese a las versiones prejuiciales que se han dado muchas veces.

En la década del 50 y ante circuns-tancias que llevaron al enfrentamiento entre el estado argentino y la Iglesia, so-bre todo los jóvenes de ACA dimos tes-timonio de fidelidad, afrontando serios riesgos y alimentados por los Ideales que la misma nos había brindado.

Poco después vino el tiempo de la

lucha por la Libertad de Enseñanza y una vez más la ACA nos promocionó el conocimiento y el amor a las grandes verdades en materia de Educación. No cabría en esta reseña el espacio para mencionar los innumerables textos, documentos, bibliografía, etc., para dar fundamento serio a nuestro com-promiso.

En la década del 80, fue el tiempo de la participación responsable y com-prometida en los años de la gestación y realización del Congreso Pedagógico Nacional. Gracias a la conjunción con los ya en ese tiempo numerosos movimien-tos e instituciones, pertenecientes a la Iglesia Católica se logró a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria que a la hora de las conclusiones, y pese a todas las trabas puestas en el camino, se tuvieran en cuenta las principales verdades en materia de educación, relativas al Fin, Sujeto y Agentes. Entre ellas la familia como natural, y principal agente y, la persona en su integralidad natural y sobrenatural como sujeto.

Volviendo a la década del 50 también fue la ACA, matriz del surgimiento de partidos políticos de inspiración cris-tiana. Fruto del conocimiento y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia que brinda la ACA. Surgieron así dirigentes políticos entre los socios de la ACA, pero distinguiendo claramente la misión. Aclarándose desde el inicio que el rol

de dirigente político no era compatible con el de dirigente de la ACA, si con la de ser simple socio. Pero no solo la fecundi-dad de la ACA se plasmó en este sector sino que también en su seno surgieron otros movimientos e instituciones de apostolado laico.

Vale también mencionar que desde la década del 40 la ACA y en su sede, brindó servicios educativos sistemá-ticos en coordinación con la entonces Federación de Maestros y Profesores Católicos. Se organizó un servicio de post-escuela para el apoyo de alumnos de primaria y secundaria con dificulta-des para el aprendizaje, ayudando así a padres y alumnos a no tener que acudir a maestros y profesores particulares que implicaban un costo inaccesible para muchas familias; en cambio la post-escuela requería una cuota mínima y accesible.

Especialmente la post-escuela prestó el servicio, en ese entonces muy impor-tante, para la preparación del examen de ingreso al 1º año del secundario, obliga-torio y muy exigente.

Pero no solo la ACA brindaba y brinda la formación de la inteligencia, sino que en su totalidad constituyó el ámbito de una formación afectiva en orden a la madurez humana y cristiana.

Los Círculos, así llamados entonces, y el Consejo Arquidiocesano forjaron entre sus miembros amistades para siempre,

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también más allá de la muerte, siguiendo siendo amigos con toda la realidad de la verdad, de la Comunión de los Santos.

También en esos círculos de amistad surgieron numerosos noviazgos que se concretaron en matrimonios y obvia-mente en familias, verdaderas “iglesias domésticas”.

Sin dejar de mencionar las también numerosas vocaciones a la vida con-sagrada, masculinas y femeninas y al sacerdocio. Y en todo esto la ACA y la seria formación espiritual natural y sobrenatural, ascética y “mística” con fundamentos teológicos profundos brin-dados por sabios y santos sacerdotes, nuestros queridos asesores. Como nota singular debo recordar que en el lejano 1947 “descubrimos” gracias a uno de nuestros asesores la edición completa del “Breviario Romano” (hoy Liturgia de las Horas), traducida al español por el

P. Pubianas O.S.B. y que pacientemente nos enseñó a rezar, anticipándonos así a lo que el Vaticano II hizo común para todo el pueblo de Dios. Es deber de gratitud mencionar, colaborando con los asesores la presencia de los padres Benedictinos de la Abadía del Niño Dios de Victoria, pertenecían a nuestra Arquidiócesis, antes de la creación de la Diócesis de Gualeguaychú.

Precisamente fue para nuestra gene-ración el Vaticano II, la concreción de un “sueño” largamente vislumbrado, para la realidad de la Iglesia, su identidad plena y la relación con el mundo. Cada Documento (Constituciones, Decretos y Declaraciones) los recibimos con gran entusiasmo, los estudiábamos y nos empeñábamos en hacerlos conocer y trabajábamos en la medida de las posi-bilidades en lograr su concreción.

En este largo camino debe mi gene-

ración, de la que soy testigo, a la Acción Católica Argentina el don inmenso de las certezas acerca de Dios, el hombre y el mundo. La roca, el cimiento sólido capaz de soportar todas las tempestades, los desafíos de cada tiempo y de este tiempo. Los criterios para discernir la Verdad, de los errores y las opiniones de todos los relativismos, sin dejar de reconocer las “semillas de verdad” que permiten el diálogo auténtico.

En síntesis Verdad en el Amor y Amor en la Verdad.

Es el legado formativo, la educación en plenitud que la querida ACA nos deja. Es la herencia inapreciable por la que hoy elevamos a Dios Nuestro Señor, la acción de gracias, por haberla inspirado y sostenido, por hacerla realidad ayer y hoy y en El para siempre, en la Iglesia y en el mundo.

Elodia C. Colantonio

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El Área Sectores agrupa a todos aquellos miembros que participan en la evangeli-zación de ámbitos funcionales como son: Educación, Trabajo, Rural, Problemáticas Sociales, Política, Ciencia y Tecnología y Arte y Comunicación.

En la institución, el trabajo en la zona rural de la arquidiócesis fue impulsada y concretada por la Comisión Diocesana del Área Jóvenes de A.C. en el departamento Feliciano mediante la misión rural en el trienio 1995-1997.

Brindar un servicio a un sector de nuestra Iglesia local, particularmente necesitado y revitalizar los grupos parro-quiales a través de una acción apostólica concreta fueron los objetivos generales

que guiaron a la primera misión que se llevó a cabo del 18 al 29 de enero de 1995, en La Verbena, La Libertad y Rincón de Mesa del Departamento Feliciano. Es digno mencionar que desde agosto de 1994 los misioneros se preparaban en los distintos aspectos que atañe a la misión (formativo, espiritual, económico) con la guía del Área Joven y el apoyo incondicio-nal del por entonces, párroco de ese lugar Presbítero Fabián Castro, quien viajaba asiduamente desde Feliciano y se reunía con los militantes para preparar la misión. En esta primera experiencia misionera se contaba con 43 misioneros pertenecientes a las siguientes parroquias: San Miguel, San Francisco de Borja, Sagrado Corazón,

Santa Teresita (de Paraná) y Nuestra Señora de la Merced de Villa Seguí, en dos centros de misión. Durante los días de misión por la mañana se visitaban los hogares y por la tarde se realizaba actividades recreativas, la catequesis, representaciones como el Vía Crucis, el nacimiento de Jesús, entre otras, para culminar la jornada en torno al ban-quete eucarístico. Durante la misión se administraron sacramentos (Bautismo, Comunión, Confirmación, regularización de matrimonios).

La Misión Rural se continuó en los años posteriores –donde las parro-quias se fueron sumando a esta tarea arquidiocesana- en el Departamento

Sector rural, la Acción católica en el campo

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Feliciano, siempre bajo la organización del Área Joven. Culminado el trienio, enmarcados en la preparación hacia el Jubileo del año 2000, tras el compromiso misionero pedido en el COMLA VI, CAM I y respondiendo al llamado de nuestros

pastores y vivenciando que la Iglesia es esencialmente misionera, y por lo tanto la Acción Católica, el Consejo Arquidioce-sano asume la misión rural. Es así, ahora con la presencia de varios adultos, como se pone en marcha la misión rural en el

departamento de La Paz, desarrollándose en los centros: Tacuara, Yacaré y Paso Telégrafo en el mes de enero de los años 1998, 1999 y 2000.

El P. Miguel Petty en su libro “La Pro-moción Humana en los medios rurales”

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escribe: “.... se suele decir que la promo-ción humana y evangelización deben ir juntas y que en la práctica evangelizadora ambas son inseparables...”

En el medio rural hay aspectos de la promoción que están muy ligados a las diferencias climáticas, a los diversos tipos de producción agropecuaria, a las tradi-ciones locales y, en fin, al nivel cultural y de desarrollo de la población.

Una de las dimensiones de la promo-ción humana es la que afecta la comer-cialización y producción de bienes. Pero la promoción es lógicamente mucho más amplia ya que abarca aspectos educati-vos, de salud, de seguridad, de vivienda.

En el caso de la zona rural del departa-mento Feliciano, luego de concluirse los tres años de misión se comenzó a llevar adelante un trabajo de promoción humana asumido por el Área Sectores, tomando como base el paraje de La Verbena y La Libertad, las cuales poseían un total de 400 a 500 habitantes.

Con el aporte de los registros de los mi-sioneros y previo análisis de las carencias materiales y de los recursos existentes en la zona, a cargo de profesionales y personas de buena voluntad, se decide trabajar en la extensión de la red de agua y en la construcción de viviendas, lo cual apuntaba a tres fines:

1- Construir casas, las cuales tengan acceso a ciertas comodidades: luz eléctri-ca, agua corriente, piso de cemento, con la metodología de autoayuda comunitaria.

Que la Iglesia parroquial participe prestando su ayuda y comprometa a

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mantener su trabajo.Compartir con jóvenes y adultos de

otros movimientos la tarea de capacitar a los jefes de familias e hijos a levantar sus hogares.

Este trabajo de promoción humana no tuvo el acompañamiento por parte de los militantes de Acción Católica y se concre-tó la extensión de la red de agua.

En lo que se refiere a lo realizado en la zona rural del Departamento La Paz, se puede decir que se realizó pequeñas aproximaciones de promoción humana.

A través de estos años de experiencia misionera, fue evidente el aumento del compromiso apostólico. Para algunas parroquias no fue necesario que el nivel Diocesano, organice y lleve adelante la Misión Rural, ellas mismas la planificaron y llevaron a cabo.

Un fruto que no se puede dejar de mencionar, es que muchas de las últimas vocaciones sacerdotales y religiosas sur-gieron a partir de jóvenes que han tenido alguna experiencia de Misión en Feliciano o La Paz.

Existe un mundo rural, en el cual na-cen, viven y mueren hombres y mujeres identificados con su medio, que se sienten “en lo suyo”, con características que los distinguen y para quienes el campo es la clave de su personalidad, porque es este el ámbito donde queremos ser agriculto-res de Dios en el marco de estos 75 años de Pasión y Servicio.

Nilda LópezResponsable del Área Sectores

del Consejo Arquidiocesano

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Cuando comencé a pensar el tema, me pa-reció que podría ser de interés reflexionar a la luz de las propuestas que presenta el proyecto institucional. Proceso que tiene sus orígenes en abril del año 1990 con la “Líneas Pastorales para Nueva Evangelización”

La preparación del proyecto comienza en la Asamblea Federal de Mendoza bajo el lema Renovarnos para servir y que propone una nueva Acción Católica para la Nueva Evangelización. Luego de un período de estudio tiene, el respaldo en abril de 1993 de la Asamblea del Episco-pado Argentino y es aprobado en agosto del mismo año. Tal como lo expresa en el prologo nuestro querido Marcelo Zapiola, el proyecto presenta las bases teológico-pastorales que caracterizan a la Acción Católica como apostolado orgánico de los laicos al servicio de la misión global de la Iglesia. Los dos objetivos inseparables en la vida de la institución: la evangelización a través de la acción laical y la formación integral de sus miembros. Para ello revisa también la estructura orgánica para adecuarse a los nuevos tiempos de evangelización.

•La Iglesia Ministerio de ComuniónLa eclesiología de comunión es la idea central y fundamental del pensamiento conciliar. La realidad de la Iglesia comu-nión representa el contenido central del misterio o sea del designio de salvación de la humanidad. Así la Acción Católica debe continuamente profundizar en esta convivencia comunional.

Diversidad y Complementariedad en la Comunión Eclesial

Nuevas épocas asociativas de los fieles laicos (Ch. L. 29), nos plantea que en la misión hay lugar, para todos y para todas las formas apostólicas compatibles con el sentir de la Iglesia; donde ante todo se debe reconocer la libertad de asociación de los fieles laicos en la Iglesia que deriva del bautismo.

Las asociaciones de laicos se presen-tan a menudo muy distanciadas unas de otras. Sin embargo se puede encontrar una profunda convergencia; tal como participar responsablemente en la misión que tiene la Iglesia.

Lo que la ACA aporta o puede aportar a la comunidad

La Acción Católica puede y debe apor-tar caminos de formación para la misión, compartiendo el compromiso evangélico con las necesidades de los hombres y la promoción de líderes para ese compromi-so. Ofrece un itinerario que quiere ser para toda la vida y su constante disponibilidad para cooperar fraternalmente en la Iglesia con las demás formas de apostolado.

•La ACA y la pastoral de conjuntoLa comunidad, unida en torno a los pas-tores elegidos por Cristo, es la portadora de la misión y el sujeto de la actividad pastoral. Generar y vivir ese sentido de Iglesia, así como trabajar por la formación cristiana de las conciencias (AA 20 a) tí-pico servicio que debe cumplir la Acción Católica en la vida de la comunidad. Es necesario que existan ciertos espacios

de participación donde pastores y fieles, imaginen las modalidades de evangeli-zación. Por su naturaleza debe estar al servicio de las iniciativas pastorales de orden nacional diocesano y parroquial que tengan que ver con la promoción del laicado.

•Razón de ser eclesial de la ACA – Identidad Institucional

El Papa Pío XI el 19 de marzo de 1927 dice que la definición sobre la Acción Católica fue “pensada, deliberada y dada hasta puede decirse, no sin divina inspiración”, refiriéndose a un hecho innovador que estaba conformándose en el seno de la Iglesia. Esto se refería a la necesidad de un organismo, que inserte a los laicos, de forma estable, y asociada, dentro del dinamismo de la Iglesia, en colaboración con el ministerio jerárquico. En ella se une más íntimamente a los laicos con el apostolado de la Jerarquía y hace más estimable su contribución a la difusión del reino de Dios, en virtud de sus cuatro notas características: • El mismo fin apostólico de la Iglesia • Su identidad Laical • La Organización• Bajo la dirección superior de la Jerar-quía.

La Acción Católica es un espacio ecle-sial donde se pone en acto un compromiso profundo ligado a una maduración del “sentido de la Iglesia”.

La Acción Católica está llamada a desempeñar una forma singular de “mi-nisterialidad” laical. Se puede afirmar

La Acción Católica en la comunidad eclesial

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que el sujeto de aquella singular forma de ministerialidad mencionada por los Pontífices es la Institución en su conjunto y no cada de sus miembros. Es un minis-terio asociativo ejercido por los laicos en cuanto actúan unidos a modo de cuerpo orgánico. Esto da origen al mandato y supone una relación profunda: trabajar juntos y en un grado de vinculación, mi-nisterio pastoral-laicado más estrecho. Éste explicita el grado de estrecha unión con la Acción Católica.

•La mística del servicio en la ACEn su mística, la Acción Católica tiene que profundizar el ardor por el anuncio del Evangelio. Ciertamente, ama al mundo, pero con un amor que recibe inspiración en el ejemplo de Cristo. Su modo de ser-vir al mundo y de promover los valores del hombre consiste primariamente en evangelizar. Su vocación es siempre, en definitiva, una vocación a la santidad, cualquiera sea su profesión, actividad o ubicación en la sociedad.

El miembro de la ACA, responde ge-nerosamente, brindándose en plenitud y poniendo al servicio de la Institución sus mejores aptitudes; consciente de que su compromiso con ella es para toda la vida. Está llamado a impregnar del espíritu evangélico las estructuras de la vida social, mediante la presencia activa y asumiendo opciones válidas. Lo propio del laico es la renovación de los ambientes desde el Evangelio, o sea dar

vida en el Espíritu al contexto cultural en que se vive.

Tomar conciencia laical es asumir de manera personal y en el mayor grado posible todo lo propio y peculiar a su condición de laico. En la medida que sea fiel a su vocación, irá buscando su santidad, haciendo fructificar al máximo los talentos recibidos.

Por ser miembro de la ACA sabe que está integrado en un todo, que es más que la suma de las partes; en el cual todos trabajan unidos a la manera de cuerpo or-gánico, de forma que se manifieste mejor la comunidad de la Iglesia y resulta más eficaz el apostolado.

En esta disponibilidad del miembro de ACA, se realiza esa maravillosa comunión de fe y amor, por la cual el Espíritu Santo anima, hace crecer, gobierna y expande el Cuerpo de Cristo.

•Ministerio Sacerdotal y Acción CatólicaUn sacerdote debe estar preocupado por que haya laicos colaboradores para el compromiso que le fue confiado por el Obispo, y que estos laicos lo sean también en el actuar y no solo en la consulta y en el intercambio de ideas. El cultivo de una fecunda interrelación de la ACA con los sacerdotes y semina-ristas se deberá basar en una visión de conjunto del laicado donde se valorice la funcionalidad de la vocación laical a la AC dentro de ese conjunto y se la ubique como elemento valioso para el propio

ministerio pastoral. El servicio que se espera del sacerdote es, por lo tanto eminentemente pastoral; maestro de la Fe, guía espiritual hacia la santidad, artífice de a comunión eclesial en torno al obispo y acompañante amigable y respetuoso en la maduración de cada miembro, en el compromiso laical y evangelizador.

•La ACA y la OrganizaciónEl proyecto institucional, entre otras co-sas, tiene por objeto adaptar y dinamizar las formas organizativas de la ACA, para responder adecuadamente a su servicio evangelizador y formativo, así como las necesidades pastorales e la iglesia y a los desafíos que nos presenta la sociedad argentina.

•ConclusiónLuego de haber recordado la inserción en la Iglesia de la ACA y a su rol, el cual pienso que se lleva adelante en algunos aspectos; creo que el poder integrarla a organización no podemos decir que ha sido fácil y menos aún que se ha desa-rrollado y logrado ocupar los nuevos es-pacios plantados como ser: matrimonios, jóvenes adultos y adultos jóvenes P. Ej: Son metas a retomar para poder avanzar de una manera armónica en lo institu-cional. Roguemos a Dios y la Santísima Virgen que trabajemos en estas metas y así poder contribuir de una manera más eficaz a la comunidad eclesial.

Mario Giunta

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75 años de formación y

presencia en lo social, político y

económico“… es necesario que El reine…” (1 Cor.12, 25); su reino está misteriosamente presente en la tierra y sólo alcanzará su

perfección cuando el Señor vuelva. Mientras tanto la espera de la segunda venida de Cristo nos llama a ordenar la sociedad humana

instaurando todo en El (Gaudium et Spes, 39).

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Cristo ha de reinar en las inteligencias por el conocimiento de su doctrina y fidelidad a la verdad revelada; reinar en las voluntades, para que el obrar nuestro se identifique con su voluntad redentora; es necesario que reine en nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo (Pío XI, Quas Pri-mas, 28); en el trabajo, familia, sociedad, estado, comunidad internacional.

Cristo es el que elige, llama y envía a esparcir su sagrada doctrina imitán-dolo en su pobreza, humildad y amor sin límites (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 144,6). Y la Acción Católica fue una respuesta de laicos organizados al llamado de Pío XI a colaborar en el apos-tolado jerárquico de la Iglesia (Carta del 13 de noviembre de 1928) e instaurar “la paz de Cristo en el reino de Cristo” (Carta al Episcopado Argentino, 4 de febrero de1931), bajo aquella consigna juvenil de entonces: “Sentir con la Iglesia luchando en la JAC!”.

Así, sostenidos por una vida interior alimentada en la Sagrada Escritura y la dirección espiritual, la Acción Católica se entregó a la acción en el marco de una organización sólida y adecuada a las realidades locales, parroquial, di-ocesana, nacional. Nunca separada de la vida e historia de la Iglesia, la Acción Católica creció y maduró en familia, entre jóvenes y adultos, en el ambiente socio-económico y político, en la nación y en el mundo, porque “Dios lo quiere y el Papa nos llama… nuestro joven esfuerzo recla-man la Familia, la Patria y la Fe” (Himno Juventud Católica de Entre Ríos).

•FormacionLo que sigue indica los principales temas de formación sistemática en lo económico – político – social que la ACA incluyó en sus planes de estudio y directivas gene-rales y se relacionan con circunstancias históricas de cada época; pero es indis-pensable que se lea atentamente los Nº 87 a 104 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005).

Cuando nace la Acción Católica, tanto el laicismo como el materialismo y sus consecuencias: capitalismo liberal, marxismo-leninismo y totalitarismo na-cional socialista (nazismo), procuraban la dominación de la sociedad. Actuaban violentamente especialmente contra la Fe, calificada como “opio del pueblo”. Rusia Soviética o URSS (1917 – 1989), México (1924 – 1934), España (1931 – 1939) y Alemania (1933 – 1945) impusieron leyes persecutorias que llevaron al martirio a incontables católicos – obispos, sacer-dotes, religiosos y religiosas; laicos de toda edad y condición, muchos de ellos de Acción Católica; estos nunca olvida-dos en las publicaciones de entonces como “Primeras Armas” (niños de Acción Católica), “Aspirantes”, “Ideales” (chi-cas), “Sursum” (muchachos), “Diálogo” (mujeres), “Concordia” (hombres) y el periódico juvenil “Antorcha”.

Pesaba también un ambiente de sensualidad, desprecio de las virtudes humanas, el debilitamiento de la familia y los odios de clases y estas circunstancias

marcaban el campo del apostolado laico y exigían una formación sólida y dirigida a la acción.

Ya en 1981 el Papa León XIII había trazado las líneas de una justa relación entre el capital y el trabajo (Rerum No-varum); documento precedido por otros que señalaban los errores del socialismo, nihilismo y comunismo (1878) y sobre la verdadera libertad y el liberalismo (1888): La encíclica Rerum Novarum, piedra basal de la Doctrina Social Católica, fue siempre objeto de estudio y guía de acción de la Acción Católica naciente y su valor lo da el hecho de estar incorporada en cualquier cátedra universitaria de derecho laboral hasta hoy, como también en medios sindicales donde un militante obrero la difundiera.

Acabada la 1ra. Guerra Mundial (1914 – 1919) que afligiera el pontificado de Benedicto XV, le sucede S.S. Pío XI (1922 – 1939) quien se propone “Establecer la paz de Cristo en el reinado de Cristo”; celebra los 40 años de la encíclica Rerum Novarum con la publicación de “Quadra-gesimo Anno” (1931), señala los avances logrados en beneficio de la condición de los trabajadores y por primera vez define el principio de la acción subsidiaria del Estado, distingue la “Justicia Social” y el “Bien Común” por entonces ignorados. Apunta los errores del socialismo y el liberalismo. Afirma que sólo una reforma moral asegurará la paz entre capital y trabajo y entre las naciones.

La respuesta laical de la Acción Católica recién nacida fue admirable: se multipli-

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caron conferencias, semanas sociales y acción personal. Entre las jóvenes, Marta Ezcurra publicaba en “Ideales” capítulos de lo que fue después “Primeras Nociones de Doctrina Social Católica” (1937), librito que por su sencillez y no menor profundi-dad fue adoptado por todas las ramas de la Acción Católica al punto que era objeto de estudio donde hubiera un Centro o Círculo de Acción Católica. En 1939 la Junta Central de la Acción Católica Argentina edita “Silabario Social” del Dr. Francisco Valsecchi quien, en tres volúmenes, de-sarrolla principios sociológicos, económi-co – sociales y políticos que integran la doctrina social católica. De este modo la

Acción Católica Argentina respondía a un expreso pedido del Episcopado Argentino en forma tal que Mons. Gustavo Frances-chi expresó: “… no vacilo en afirmar que hasta ahora no di, en castellano, con uno solo (libro) que dentro de su sencillez sea más completo y se adapte mejor que este a las funciones para que fue preparado” (de Prólogo); agregando que era el texto del curso de doctrina social en el Semi-nario de Buenos Aires.

A mediados de 1931 el fascismo ital-iano disuelve los centros juveniles de la Acción Católica Italiana. Pío XI rechaza la acción totalitaria del gobierno; defiende la apostolicidad de la Acción Católica;

afirma la prohibición a los dirigentes de Acción Católica de ser a la vez dirigentes de cualquier partido político y reclama para la Iglesia el derecho a la educación cristina de la juventud (Non Abbiamo Bisogno, 1931).

En 1926 y 1933 Pío XI denuncia la persecución religiosa en México y España por “odio sectario contra la Iglesia”, seña-lando el testimonio de los militantes de la Acción Católica de esos países – muchos de ellos mártires – en defensa de la Fe; hechos que eran noticia en las publica-ciones de la Acción Católica Argentina, incluso las de aspirantes y niños (Pío XI, encíclica Iniquis Afflictisque, 1926; Acerba

Primer congreso diocesano. Liga de la Juventud Femenina Católica de Entre Ríos. Las delegadas al Congreso frente a la Catedral el día de la apertura,

Paraná del 10 al 20 de febrero del año 1933

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Animi, 1932; y Dilectissima Nobis, 1933).En el mes de marzo de 1937, con po-

cos días de por medio, Pío XI condena el nacional – socialismo y el comunismo. La encíclica “Mit Brennender Sorge” rechaza el panteísmo y la adulteración de lo sa-grado por un neopaganismo y denuncia leyes totalitarias que apartan a los padres de la educación de sus hijos. La encíclica “Divini Redemptoris” condena el comu-nismo marxista por ser “intrínsecamente perverso” (Nº 58) en razón de privar al hombre de su libertad y dignidad moral, y el Papa convoca a la Acción Católica a un urgente trabajo de formación para un eficaz apostolado social. En ambos casos, la Acción Católica Argentina difundió am-pliamente el magisterio y debe recordarse que, a solo cinco meses de publicada la nombrada en segundo término, se realizó en Buenos Aires la 1ra. Semana de Estu-dios Sociales cuyas conclusiones ocup-aron un volumen de 400 páginas.

Así testimoniaba la Acción Católica Argentina su fidelidad a los llamados del Papa y lo siguió haciendo muchos años más bajo los pontificados de Pío XII (1939 – 1958) y Juan XXIII (1958 – 1963).

Eugenio Pacelli fue elegido Papa me-ses antes de que estallara la 2da. Guerra Mundial (1939 – 1945). Siendo Cardenal Secretario de Estado visitó Argentina en 1934 en ocasión del Congreso Eucarístico Internacional. Durante la guerra se destacó en obras de auxilio, protección y asistencia sin hacer distinción de per-sonas ni credos y siguen siendo conmo-vedores sus radiomensajes de Navidad

de entonces. Pero más aún sobresalió por sus cartas, discursos y audiencias a gente de toda clase social, profesión, edad, nacionalidad y muchas veces en sus propios idiomas. Son importantísimos sus documentos sociales y políticos y tan numerosos como eran sus interlocutores: Aquí se mencionan sólo los más sobre-salientes.

Persona humana, derecho, Estado y comunidad internacional se destacan en la labor doctrinal de Pío XII. Construir la paz derrotando el odio, egoísmo y descon-fianza fue su mayor deseo. Sobresale el radiomensaje de Navidad de 1944 sobre la dignidad humana y la sana democracia, cimentada en “… los inmutables principios de la ley natural y la verdad revelada…” (Nº 28); afirma la necesidad de un or-ganismo internacional para mantener la paz.

En 1948 el Papa alienta la idea de la unión europea sostenida por sus raíces cristianas – cuestión retomada intensa-mente por Juan Pablo II ya en este nuevo siglo XXI – y en los años 1953 y 1955 insiste en conformar una comunidad internacional que garantice la paz y el progreso de los pueblos. Pío XII muere en plena guerra fría – 1958 – signada por el avance del comunismo en el mundo y el endurecimiento de las dictaduras en los países bajo el dominio soviético luego de la insurrección de Hungría (1956).

La Acción Católica Argentina siguió haciéndose eco de la doctrina pontificia y se anticipó en años en el estudio de cues-tiones como los métodos de regulación

de la fertilidad, aborto, eutanasia, fecun-dación artificial, libertad de enseñanza, moral profesional y profundización de criterios de orden social y político cris-tiano. Puntualmente se recuerda el libro “Función Sexual” del Dr. Bello – entonces presidente nacional de la ACA – que aún hoy es una expresión no igualada de educación para el amor y fuera texto de formación para jóvenes y aspirantes de la Acción Católica.

Juan XXIII es Papa desde 1958 a 1963. En sus Encíclicas “Mater et Magistra” (1961) y Pacem in Terris” (1963) ahonda la doctrina de la Iglesia sobre el orden económico-social y las bases de la paz mundial respectivamente. Convoca al Concilio Vaticano II y al mismo tiempo el mundo vivía en la amenaza de guerra nuclear entre la URSS y los EEUU, países estos que alentaban conflictos armados en Corea, Vietnam, Camboya, Angola y luchas subversivas en América Latina, África, España, Italia; algunos de los cu-ales aún persisten.

Por entonces la Acción Católica Ar-gentina se entregó de lleno al estudio y difusión de aquellas dos encíclicas, sin faltar charlas explicativas que jóvenes y adultos hacían en capillas, centros de evangelización y lugares públicos. No menos atención se dio a los documentos conciliares – el de liturgia, por ejemplo – aunque no trataran temas de orden social: hubo que esperar la Constitución “Gaudium et Spes”. Promulgada en 1965 por Pablo VI, ya fallecido Juan XXIII.

El Papa Pablo VI (1963-1978) entrega la

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Encíclica “Populorum Progressio” (1967) en una época en que se cuestiona la con-cepción cristiana del hombre, la sociedad, la autoridad, el Estado, la cultura, todo en un afán destructivo y sin rumbo – recordar la explosión social del mayo francés de 1968 – y al punto de expresar Pablo VI que el “humo de satanás había entrado en la Iglesia”. Ante la “… turbación y perplejidad en muchas almas fieles” el Papa explicita una profesión de Fe, conocida como “El Credo del Pueblo de Dios” (29 de junio de 1968); debe afrontar luego las reacciones adversas a la Encíclica “Humanae Vital” (1968) y torcidas interpretaciones de los documentos conciliares; lo cual da una idea de la confusión reinante en el seno de la Iglesia.

La Acción Católica sentía con la Iglesia y decayó su empuje: sufría aquella perple-jidad y veía cómo “… algunos católicos se dejan llevar de una especie de pasión por el cambio y la novedad” (Pablo VI, Credo citado). Tentados por un falso ideal de justicia, muchos fueron los que se en-tregaron a la lucha armada como única vía de solución de la cuestión social y el orden económico, siguiendo las directivas marxistas de la guerra revolucionaria y olvidando toda doctrina social católica.

Pablo VI tuvo que reiterar la doctrina sobre el comunismo ateo, carente este sistema de criterios aptos para solucionar los problemas; “… dogma vano que degra-da y … destroza en su misma raíz cualquier orden social que pretenda construir” (Encíclica Eclesial Suam, nº 104, 1964), y más adelante, en la Encíclica Octogésima

Adveniens (1975) expresa; aceptar la interpretación marxista de la lucha de clases conduce a “… un tipo de sociedad totalitaria y violenta …” (nº 34).

Por entonces, para fortalecer la in-tegridad de la formación doctrinaria, la Acción Católica Argentina acompaña al Episcopado Argentino en la ejecución del Programa de Acción Pastoral Matrimo-nio y Familia (1975), la edición del libro “Mensaje Cristiano” (1977) de amplísima difusión y varias ediciones, además de numerosas publicaciones originadas en su mayoría en la rama Profesionales de Acción Católica.

Al brevísimo pontificado de Juan Pablo I (1978) sucede Juan Pablo II (1978 – 2005), quien nos entregó las Encíclicas “Laborem Exercens (1981), seguida por “Sollicitude rei sociales” (1988) y en 1991 “Centesimus Annus”; exponiendo de este modo cien años de enseñanza de doctrina social católica.

En Argentina, a partir del Documento de Puebla (1978) la Acción Católica basó la formación en textos memorables como el “Manual de Doctrina Social Católica” de Seijo y Numa Sánchez en primera edición de Junta Central y rama Profesionales de Acción Católica; libro que además alcanzó mas de cuatro ediciones; también se editó por Junta Central el libro “Criterios cris-tianes para la acción política” (1983), sin olvidar “Iglesia y Comunidad Nacional” (1981), “Iglesia y derechos humanos” (1984), ambos documentos del Epis-copado y de importantísimo contenido político y social.

Hoy día, cuando se cuestiona la doc-trina, se hostiliza y hace burla del testi-monio cristiano, llegando a perseguirlo sordamente en actitudes verdaderamente discriminatorias y hasta hacerlo víctima de denuncias infamantes o someterlo a un juicio injusto, el “Catecismo de la Iglesia Católica” (1992) y “El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia” (2004) son la columna vertebral de la formación laical para ser testigos creíbles y fieles de la verdad de Cristo en el orden de las realidades temporales; sin olvidar el regalo que es la edición semanal de L`Osservatore Romano en castellano, impresa en Argentina, para que realmente sintamos con la Iglesia.

•¡Presentes!Desde el comienzo, la Acción Católica

Argentina asumió una presencia notable y lo económico-social y político fue el campo de aquella presencia desde los Secretariados Económico-Social que alen-taron todo tipo de obras a nivel Familia, Sociedad y Estado.

A partir de Familia, surgieron las Ligas de Padres y Madres de Familia; desde la educación, la Asociación de Maestros y Profesores Católicos, los Ateneos juveniles y las acciones en defensa de la libertad de enseñanza. Las Misiones Rurales y los Cen-tros de Acción Católica rural, promovieron el desarrollo humano, laboral y cristiano de muchas zonas de la campaña. En lo sindical, la formación de la Acción Sindical Argen-tina (1959) surgió de militantes de Acción

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Católica, entre otros; en el orden nacional, pero con proyección a toda la república se destaca la Corporación de Médicos Católicos y la Corporación de Abogados Católicos, ambas asociaciones integradas por no pocos militantes de Acción Católica de la antigua rama de Profesionales, al igual que la Aso-ciación Cristiana de Dirigentes de Empresas, que se formó con la señoría del inolvidable Padre Manuel Moledo, quien lo fue también de la Liga de Madres de Familia. El R.P. Dr. Domingo Basso o.p., antiguo asesor de la Acción Católica y destacado en bioética, nos ha regalado obras escritas de inmenso valor formativo, de indispensable lectura en el hoy que vivimos. No es ajeno a la Acción católica

el Movimiento Familiar Cristiano y así otras asociaciones laicales.

En el orden político-partidario, la pres-encia de militantes de Acción Católica no ha sido relevante, teniendo en cuenta la incompatibilidad estatutaria del cargo dirigente de la Acción Católica con simul-tánea dirigencia partidaria. Sin embargo, son innumerables los miembros que se destacaron en la Administración Pública, empresas, sindicatos, docencia superior, poder judicial, organizaciones civiles de todo tipo, dirigencia empresaria, etc.; todo en sucesivas épocas, incluso en las más convulsionadas y difíciles.

Esa presencia fue posible por el em-

peño de jóvenes y adultos, hombres y mujeres que se animaron a “sentir con la Iglesia”, dispuestos a cumplir la consigna “agotemos los sagrarios”; a se “firmes en la Fe, viriles en la acción”; sabiendo que “la juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo”; siendo fieles a la dirección espiritual para no aflojar en la “oración, sacrificio, estudio y acción” ; buscando ser heroicos ante la Verdad, en la humildad, en la caridad y borrando nuestro yo porque sin Ti, Señor, nada podemos hacer!.

A María Santísima¡Alabado sea Jesucristo!

Ricardo Andrés Villa

Primer congreso diocesano. Federación de la Juventud Católica de Entre Ríos. Los delegados saliendo del Palacio Episcopal, después de la sesión inaugural

del Congreso, Paraná 7 al 10 de julio de 1932.

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La institución de laicos practicantes se estableció en Paraná el 15 de diciembre de 1931, tras la firma del decreto diocesano de Monseñor Ju-lián Martínez y su primer presidente fue el Dr. Juan L. Chiara. Entre sus obras más importantes figuran la construcción de casas obreras con el apoyo de la gran Colecta Nacional, la fundación del Colegio de Artes y Ofi-cios (luego Instituto Enrique Carbó de la Obra de Don Bosco), el Pensionado de Señoritas (donde hoy funciona la Facultad de Humanidades) y la casa cuna y comedor popular.

En el año 1939 adquiere la vivienda ubicada en calle Buenos Aires 377 al Dr. Juan Álvarez Prado para establecer allí

su sede definitiva.Este inmueble conforma el entorno

de la Plaza Alvear y su construcción data de principios de la década de 1920. Su fachada adhiere a un lenguaje ecléctico y se organiza simétricamente siguiendo los conceptos academicistas, con un basamento con entrantes y salientes que le dan ritmo y balcones con balaustradas que se integran a él. El muro liso se estructura con pilastras almohadilladas con capiteles tipo jónicos, dando lugar entre medio a los vanos. Las aberturas con carpinterías de madera y dinteles rectos, son rematadas con guardapolvos con frontis curvos, completos en el cen-tro y quebrados las de los extremos.

La cornisa está sostenida visualmente

por una línea de ménsulas que enfatizan el tramo central de la fachada; sobre ella corre un pretil con tramos de balaustra-das y parapeto ciego en el centro, donde es rematada con un frontón curvo inter-rumpido que enmarca una composición ornamental.

La tipología de la vivienda respondía al tipo de la casa vestíbulo, con zaguán que permite acceder a un hall distri-buidor en el cual la espacialidad es re-alzada por la presencia de un lucernario con vidrios de color. En 1941 se realiza el cerramiento del patio central.

El edificio está declarado de Interés Municipal por Ordenanza Nº 7.305 – De-creto Nº 1.035 del año 1995.

Alejandro Jonson

Nuestra casabreve descripción de la Sede de la Acción católica

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Comentar lo que es una Asamblea Federal de Acción Católica es difícil, y si además uno es militante y ha par-ticipado en varias, más difícil. Porque entra a hablar el corazón, el fuego que llevamos dentro. Todo pasa vertigino-samente durante tres días (recepción, actos masivos, Misas, encuentros, comidas, despedida); es un volcán que hace erupción y luego se apaga. Trataré, sin embargo, compartir algo de aquello que nos pasó.

Lo principal: la asistencia del Señor en esta asamblea; su Providencia estu-vo presente desde el primer momento acompañando a asambleístas, servido-res y organizadores. Lo comprobarán en varios momento de este relato.

Todo comenzó cuando, después de las Asambleas Federales vividas en Tu-cumán en 1993, el Consejo Arquidioce-sano de Paraná se planteó la posibilidad de ser la próxima sede. Les comento que cuando se vota esta posibilidad en

el Consejo yo fui una de los dos que se opusieron. Pero los caminos del Señor, que no son los nuestros, indicaron que terminara siendo el presidente de la Comisión de Organización de la Asam-blea Sede Paraná (conocida por todos como el COA, ya una institución de toda Asamblea Federal)

Y por abril-mayo de 1995 comenza-mos a recorrer el camino de la organi-zación, pocos, con cautela, con muchas dudas, pero sabiendo que si era volun-tad del Señor haríamos lo máximo para que luego El complete con su Gracia nuestro trabajo.

Y un objetivo que quedó claro, desde un principio, fue el carácter eclesial que tendría este acontecimiento. Junto a nuestro pastor, en aquel entonces Mons. Estanislao E. Karlic, nos propu-simos involucrar a toda la Iglesia de la Arquidiócesis. Y podemos decir que se logró. Las asociaciones y movimientos, no solo diocesanos, sino también parro-

quiales nos acompañaron. Compartieron algo mas que sus dirigentes (desde ya una gran ayuda dada la calidad de los mismos), compartieron su carisma enriqueciéndonos todos.

Y la primer tarea, la más importante de todas, era la oración; nuestra, de toda la ACA, de toda la Iglesia. Por ello nos contactamos con todos los religio-sos/as de clausura para que con su oración sostuvieran nuestra actividad.

Los sábados por la tarde se reali-zaban las reuniones generales, pero a medida que se acercaba la fecha se multiplicaban. La COA Paraná estuvo formada por militantes de Acción Ca-tólica, por hermanos de asociaciones y movimientos eclesiales y también por personas de buena voluntad. Pero en el trabajo, en las apasionadas discusiones y en la entrega no había diferencias. Realmente de primera. Una prueba de ello es que durante gran parte de la pre-paración nuestra Sede estuvo invadida

Los elegí para que vayan y den frutos (Jn 15.16)XXII

Asamblea Federal Paraná, agosto de 1996

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por albañiles, pintores, electricistas que la estaban dejando a punto; sin embargo a pesar de lo complicado que era reunirse no hubo reproches; incluso alguna vez nos reunimos enfrente, en la Plaza Alvear.

Cuando comenzamos con el releva-miento de las plazas de hotel compro-

bamos que nos faltaba alojamiento; tuvimos que cruzar el Paraná y solicitar ayuda a la Acción Católica de la Arqui-diócesis de Santa Fe. Y así una noche nos recibió la Junta Arquidiocesana presidida por Camilo Bértola. Y ellos, que hacía 12 años habían organizado las XXVIII Asambleas Federales pusieron

su corazón y laboriosidad para darnos una mano. Reclutaron algunos de los dirigentes comprometidos con la organi-zación de sus AAFF y a trabajar. En Santa Fe se armó un Centro de Recepción y de información. Se armó con infraestruc-tura, sonido, informática, militantes y servidores. La sintieron su asamblea;

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no puedo olvidarme la descompostura que sufrió Camilo cuando no llegaba el material para la recepción. Gracias San-ta Fe por hacer ese puente maravilloso de la entrega y oración que permitió que el Río Paraná no existiera.

A propósito de la hotelería, esta asamblea fue la última en que la contra-tación de la misma fue manejada por el COA. Dada las innumerables variaciones de plazas informadas por las Diócesis, los encargados de hotelería, a pesar de estar informatizados, se volvieron “locos”.

No me olvido el acompañamiento que recibimos de los dirigentes del Consejo Nacional, y en especial Osvaldo González Prandi, Fidel Luis Bocchicchio y Manuel Dilernia. Muchos fueron los viernes y sábados que compartimos con ello la planificación de esta Asam-blea, y nos sostuvieron cuando muchos problemas amenazaron la realización de la misma.

Alguien me preguntó qué pasó con la ciudad de Paraná…. Vibró con la asamblea. Antes de la misma, aproxima-damente un mes, hizo eclosión toda la promoción que se había ido realizando cada vez con mayor insistencia. Los llamados para ofrecer sus casas, de los medios de comunicación para soli-citar información, negocios o empresas que se ofrecían para alguna ayuda son muestra de ello.

Vale la pena recordar una anécdota al respecto. Llamaron de la más importan-te cooperativa láctea de la ciudad para ayudarnos. Primeramente le solicitamos leche en polvo para los Aspirantes a lo que accedieron gustosos. Luego nos informaron que nos donaban una impre-sionante cantidad de sachets de agua. Nosotros, sin tener mucha idea de que fuera muy necesaria aceptamos el “re-galo”. Aquellos que asistieron a la AAFF recordarán los días calurosos que se vivieron. En la inauguración con remera

corta, en pleno agosto…; consecuencia: se terminaron los sachets de agua. Para la ceremonia de clausura tuvimos que solicitar su provisión a Defensa Civil de la Municipalidad. Solo la Divina Provi-dencia lo había previsto, recuerdan que les dije al comienzo…

Paraná fue más ciudad, mas unida, ya que muchísimas personas se habían conocido y trabajado juntas. Una cadena de amistades concretadas permitió una mejor convivencia.

Muchas personas de la organización fueron consultadas por organizaciones intermedias cuando tuvieron que reali-zar encuentros con un gran número de personas. De hecho, para la organiza-ción del I Congreso Americano Misionero y VI Congreso Misionero Latinoameri-cano en 1999 en la ciudad de Paraná, la estructura y muchos integrantes de la misma fueron los mismos que los de la Asamblea Federal.

Y es obvio que no podemos dejar de lado a los servidores, otra institución de nuestras asambleas federales.

En un número aproximado a los 1300 se entregaron al servicio de los asambleístas. Los había de Paraná, del interior de la Arquidiócesis, de Santa Fe, los había jóvenes y adultos, los comprometidos con la Iglesia, los que se “engancharon” a la misma por el entu-siasmo de algún amigo, los había judíos y de otras denominaciones cristianas (la presidenta electa del Consejo Nacional Beatriz Buzzetti Thomson les envió car-tas agradeciendo su actitud).

Un momento muy emocionante, vivi-do por mi, fue la noche anterior al inicio de la Asamblea cuando los servidores se habían reunido en la Pquia. San Miguel Arcángel. Me llamaron para que les dirigiera unas palabras de aliento para la tarea que se acercaba. Al entrar al templo estaban en silencio en adoración al Santísimo. No me salieron palabras; además, estaban recibiendo el mejor

aliento, la presencia del Señor en la Eucaristía. De nuevo se puso de mani-fiesto que entregarse a la Providencia es la mejor manera de vivir nuestra vida cristiana.

Los Aspirantes tuvieron su asam-blea en los cuarteles del Ejército Argentino de nuestra ciudad. Fue impresionante cómo se habían trans-formado los mismos: carpas armadas, baños químicos, iluminación especial, equipos de sonido, escenario, lugares de comida. Los aspis con su llegada revolucionaron el cuartel. En poco tiempo se veía a oficiales, suboficiales y soldados dirigiendo y acomodando colectivos, cargando bolsos y elemen-tos de los aspirantes, ayudándolos en algunas actividades. Y su revolución fue hacer vida lo que dice la Canción del Aspirante: En tu rostro la sonrisa / en tus ojos mucha luz / donde todos, todos vean / la mirada de Jesús.

Cuando recién terminaba la Asam-blea, y los micros iban partiendo hacia los distintos lugares de la Argentina, el comisario de la Policía de Entre Ríos a cargo del operativo de seguridad nos manifestaba su sorpresa por el comportamiento de los asambleistas, cerca de 12000. No tuvieron que usar la fuerza, no tuvieron que “dar órdenes”, con indicar y explicar era suficiente. Nos dio las gracias pues se habían sentido personas dignas por el respeto que se les había demostrado. La oración daba sus frutos.

Como dato que hace a nuestra his-toria de la Acción Católica Argentina, la asamblea de Paraná en 1996 fue la primera conforme al nuevo estatuto, y por ello su expresión es singular, Asamblea Federal. Las anteriores fueron Asambleas Federales, pues las hacían en conjunto todas las ramas. Asimismo, fue elegida presidente del Consejo Nacio-nal Beatriz Buzzetti Thomson, primera mujer en ocupar ese lugar en la historia

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de la ACA.Para terminar, un secreto. En nues-

tra sede tuvimos una “organizadora de primera”. Aproximadamente dos meses antes de de la asamblea se acercó desde la Catedral la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Allí, donde luego sería el oratorio, ejerció acompañamiento. Ante Ella confiába-mos nuestros problemas, preocupa-ciones, alegrías, miedos, en fin, todo aquello que vivíamos en esos momen-tos. Cuando la asamblea era historia y la noche nos cobijaba, un grupo nos encontrábamos de rodillas, y con rostros demacrados por el cansancio, rezábamos el Rosario ante nuestra Madre. Agradecíamos por todo lo que habíamos recibido, no solo la Acción Católica, también toda la Iglesia, la ciudad, cada uno de nosotros. Y las lágrimas que no podíamos contener eran expresión de esa lluvia de gracia que el Señor había derramado. Sí, puedo dar fe que así fue.

Hoy, a diez años de ello doy nueva-mente gracias al Señor. Y saben qué, hoy no votaría en contra de volver a repetir algo similar; el Señor me enseñó que no hay obras imposibles si es su voluntad y nosotros ponemos nuestro esfuerzo, creatividad y entrega.

Nos volvemos a encontrar en la próxi-ma asamblea federal…

Alabado sea JesucristoRoberto Calloni

75 años Acción Católica Argentina Arquidiócesis de Paraná15 de diciembre 2006 35

Nuestro Oratorio consagrado a Santa Gianna Beretta Molla

Uno de los acontecimientos para festejar nuestros 75 años es el de consagrar el Oratorio de nuestra sede arquidiocesana a Santa Gianna Beretta Molla. A tal fin, y para conseguir una imagen de esta san-ta, el vicepresidente del Consejo Arqui-diocesano, Luis Pidone, envió un correo electrónico realizando este pedido.

El mismo fue contestado por Gianna Emanuela Molla, que es la hija que Santa Gianna Beretta Molla salvó de

morir entregando para ello su propia vida. Transcribimos a continuación este conmovedor mensaje:

Gentile Signor Luis Alberto Pidone:Mi perdoni per il ritardo con cui le ris-pondo, essendo impegnata quasi tutta la giornata nel prendermi cura del mio ca-rissimo papà, e se le rispondo in italiano, ma non conosco la votra lingua.Nella speranza di aver ben compreso

quanto mi chiede, le mando una bella fotografia della mia Santa Mamma che può ingrandire per l`Oratorio della vostra sede.

Tanti cordiali saluti e un grazie di cuore per la vostra devozione alla mia carissima e Santa Mamma.

Tanti cari auguri a tutta l`Azione Ca-ttolica Argentina.

Gianna Emanuela Molla30-10-2006

75 años Acción Católica Argentina Arquidiócesis de Paraná15 de diciembre 2006 36

¿dónde estamos hoy?Toda institución tiene su evolución en el tiempo. Cambia su estructura, la forma de expresar su mensaje, sus integrantes. La Acción Católica no es ajena a ello. A lo largo de estos 75 años han ido modificándose sus estatutos, forma del distintivo y también su pre-sencia parroquial. Parroquias que an-taño fueron baluarte de la institución hoy tal vez están languideciendo, y otras lo contrario. Muchas de ellas fue-ron madres de grupos que se iniciaron en otra parroquia o capilla. Todas, las que están y las que no, forman parte de nuestra historia. Gracias a todas ellas, a sus párrocos y asesores, por formar parte de esta historia de salvación.

Finalizando el 2006, la Acción Católica Argentina se encuentra dis-tribuida en las siguientes parroquias y capillas.

PARROQUIAS

Inmaculada Concepción (Villaguay)Santa Rosa de Lima (Villaguay)Ntra. Sra. del Carmen (Nogoyá)San Ramón Nonato (Nogoyá)Nuestra Señora de La Paz (La Paz)San Cipriano (Diamante)San José (Feliciano)San Lucas Evangelista (Lucas González)Sagrado Corazón (Ramírez)Nuestra Señora de la Merced (Seguí)Santa Ana (Maria Luisa)

Nuestra Señora del CarmenNuestra Señora del RosarioNuestra Señora de la PiedadSanta Teresita del Niño JesúsNuestra Señora de FátimaSan CayetanoSagrada FamiliaSanta Rafaela MaríaNuestra Señora de LujánSan José (Puerto Nuevo)San José ObreroSan Francisco de BorjaBuen PastorNtra. Sra. de la EsperanzaSagrado Corazón de JesúsSan Benito AbadSan Miguel Arcángel

ConsejosParroquiales

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XXXX

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Aspirantes

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Jóvenes

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Adultos

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X

Interior de la aquidiocesis

Paraná

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Concurso “Querer”

Aspirantes de Acción Católica•¿Cómo surgió? En el año 1977, los Delegados arqui-diocesanos del Área Aspirantes, en ese momento los Sres. Florencio Méndez y Sergio Moretto, participaron de un Retiro que se realizó en la Provincia de Buenos Aires con la presencia de representantes de diferentes diócesis del país.

En dicho retiro, se propuso la realiza-ción de un concurso, el Concurso “Querer” como método y herramienta que se utili-zaría para trabajar tanto en la formación,

en la espiritualidad, etc.

•¿En que consiste?Consiste en un trabajo anual en donde el Área Arquidiocesana de Aspirantes propone 3 me-tas o más (según la necesidad), relacionado con los lineamientos implementados por el Consejo Nacional. Estas metas son trabajadas por las parroquias durante todo el año.

La culminación de este concurso se llama “Clausura”, que es un encuentro en donde todos los aspirantes de las parro-

quias de la arquidiócesis se reúnen en un lugar (ciudad o pueblo) generalmente del Interior y comparten dos días en donde, no solo se evalúa y se premia el trabajo anual, sino también se conocen y se divier-ten mediante diferentes actividades, tanto de animación, como formativas.

La primer Clausura se realizó en la ciudad de Villaguay en el año 1978 y la última en este año 2006, en la ciudad de Hasenkamp.

Área Arquidiocesana de Aspirantes

El Concurso “Crecer” es una propuesta de trabajo que tiene como objetivo fundamental el que los grupos de pre-juveniles de la Arquidiócesis orienten las actividades del año de acuerdo a lo que el Área Arquidiocesana de Jóvenes adopta como objetivos (o prioridades), enunciándolas como metas a desarrollar durante el año.

Las metas son objetivos o temáticas que cada grupo de prejuveniles debe concretizar en actividades específicas, de acuerdo a su realidad, creatividad y posibilidades.

El Concurso es una actividad que admite la competencia, pero solo como un incentivo para el trabajo de la sec-ción; y la premiación es para reconocer

el esfuerzo y la dedicación al trabajo de los grupos que se han destacado durante el año.

El cierre del Concurso se realiza en un encuentro llamado “Clausura” donde los prejuveniles de toda la Arquidiócesis se reúnen y comparten actividades al aire libre, tareas formativas y espirituales.

Área Arquidiocesana de Jóvenes

Concurso “Crecer”

Prejuveniles de Acción Católica

Con esta propuesta queremos evangelizar y santificar a los hombres y formar cristia-namente sus conciencias, de suerte que puedan imbuir de espíritu evangélico las distintas comunidades y los diversos am-bientes... (Pablo VI, nº 1 del llamado “De-cálogo de la Acción Católica”, 23/09/73; P.I 10.2). Los objetivos generales del Retiro son:- Propiciar un momento de encuentro con Jesús Vivo, que invite a la conversión.- Permitir un momento de Revisión de Vida y reflexión personal.- Apuntar a que cada uno se descubra activo miembro de la Iglesia inserto en la comunidad.- Revalorizar el sentido de la pertenencia a la Acción Católica.

•Un poco de historia...En el año 2003 dos jóvenes asumen el desafío de organizar por primera vez en la arquidiócesis el RETIRO SIEMBRA destina-do, en un principio, a los Jóvenes Mayores de la institución, buscando así revalorizar e impulsar la identidad de Acción Católica en los mismos.

Al año siguiente se planteó la posibili-dad de hacer Siembra para Juveniles y así se hizo, teniendo en el 2004 un Siembra para Juveniles y otro para Jóvenes Mayo-res. A partir de este año también, se formó el Equipo Coordinador de los Retiros Siembra que se encargó de coordinar y organizar los mismos.

Con gran alegría podemos contar que durante estos cuatro años, han pasado

cerca de 200 jóvenes y esto sigue dando frutos... por eso hay que seguir soñando y sembrando empecinadamente como lo hace el Sembrador, en esperanza de que el mañana multiplique lo que hoy desparrama, sin saber lo que decidirán las lluvias, las heladas, los calores... Sabe sí que tiene que sembrar. No es ingenuo, sabe también de la ingratitud de esa tie-rra, sabe que parte de lo sembrado se va a perder. Sabe que hay zonas que parece buena tierra pero abajo tiene piedras, sabe que va a tener que llorar por plantas que cuando solo les faltaba fructificar murieron asfixiadas, y sin embargo no mezquina en la siembra, porque ¿quién que ame realmente no está dispuesto a perder mucho por lo que ama?

Equipo de Retiros Siembra

retiros Siembra

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Un encuentro de Acción Católica

Un encuentro con mons. estanislao esteban KarlicLlegamos al Seminario Arquidiocesano poco antes de las 16hs. Para nuestro alivio, en una tarde tan calurosa, los frondosos árboles nos recibieron con la frescura añeja de sus grandes copas. A los minutos de anunciarnos, se presentó Monseñor Karlic con su sonrisa afectuosa y nos invitó a pasar a una de las salas de esa agradable casa de oración y estudio.

Mons. Karlic, ¿cómo fue su contacto con la ACA, cómo fueron sus inicios, qué recuerda de aquella época?

El primer contacto con la Acción Católica fue en Córdoba, en el año 1942 cuando empezaba el tercer año del secundario en el Colegio Monserrat. Fue la primera vez que participé en una reunión de Acción Católica, invitado por un compañero mío que era del Centro de Jóvenes de la Parroquia del Sagrado Corazón en Alta Córdoba. Siempre estuve, gracias a Dios, en el mismo centro durante todo el secundario y el primer año de universidad. Estuve cinco años. Fue muy lindo. Viví una integración no solamente a la vida de la parroquia, a la vida de la institución en toda la diócesis, sino a la vida de la familia, de mis compañeros. La educación que recibimos en nuestro colegio era ejemplar. Lo repito con mucha alegría

y agradecimiento a Dios. Era un signo de la Argentina de ese tiempo; una Argentina marcada por el espíritu de fraternidad, de esperanza, de proyecto, de trabajo

Teníamos las reuniones de los jóvenes todos los días jueves, a la siete de la tarde, no me puedo olvidar. Era muy lindo estar en el atrio de la Iglesia esperando la hora de la reunión y luego pasar al salón. Estábamos acompañados por un gran asesor, el Padre Vicente, un capuchino español excelente. Era excelente el trato con los padres y hermanos capuchinos. Esto marcó mi co-mienzo con la Acción Católica. Repetíamos: “La Acción Católica será lo que sean los Asesores”.

Es interesante hacer notar que mis com-pañeros, que sabían que era de Acción Cató-lica tenían un respeto sincero por nosotros. El joven de AC era visto como bien formado, y consecuente con su fe. Nos consideraban buenos amigos, muy responsables de todo lo que era deber nuestro, era realmente en-trar en una escuela de cristianismo profundo y de apostolado.

¿Qué actividades recuerda de aquella época?

Una de las actividades que nos movili-zaba mucho era la reunión semanal, con

el estudio del texto correspondiente, que debíamos explicar nosotros mismos. Me acuerdo cuando tuve que explicar el Sacra-mento de la Penitencia.

Otros momentos importantes eran el día sábado. Se rezaba el Rosario. El domin-go, con la Santa Misa. Loa asesores nos entusiasmaban con la Misa diaria y con la Comunión diaria. Eso nos ponía en contacto personalísimo con el Señor. La formación era profundamente religiosa y al mismo tiempo intensamente apostólica.

Me parece importante aquí destacar el ritmo con el que se hacían las asambleas: un año la parroquial, el siguiente la diocesana y al tercero la nacional. Siempre estábamos con un proyecto en marcha.

Mons. Usted ya tenía decidida su vocación sacerdotal antes de terminar la secundaria ¿verdad?

Al final de la secundaria ya lo tenía pensado. Era algo que se nos planteaba fuertemente porque en la Acción Católica nos enseñaban a dar sentido a la vida. El discernimiento se hacía con mucha libertad. La mayoría de los seminaristas de Córdoba eran de la ACA. Era claro que era el Señor quien llamaba a las diferentes vocaciones.

El hecho de que militara en la ACA, ¿des-

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pertó o maduró su vocación sacerdotal?Es evidente. Y la maduración fue hecha

con toda normalidad. Con mi hermana reli-giosa nos preguntamos por dónde llegó el llamado de Dios, y respondíamos que llegó con el ejemplo de casa.

Y maduró después en la vida intensa de la AC por las cosas que se decían del sacerdocio, por la vida espiritual, y por el gran testimonio de nuestros padres espi-rituales. Uno de ellos tuvo mucho que ver, el Padre Severo Reynoso. El era viceasesor diocesano de los jóvenes y vicerrector del Seminario, típico asesor de Acción Católica. Muy buen sacerdote, buen predicador, buen director espiritual, inteligente, poeta, no hacía mucho que había regresado de Roma y estaba lleno de entusiasmo. Puedo decir claramente que quise ser sacerdote porque quería imitar a los sacerdotes que veía, muy especialmente al Padre Reynoso. El era gran amigo del Padre Moledo. Ellos se querían profundamente. Se admiraban. Creo que fueron compañeros de estudio en Roma.

¿Qué universidad comenzó Ud.?Después del bachillerato en el Colegio

Monserrat, pasé a la Universidad Nacio-nal de Córdoba a estudiar Derecho Civil y también Filosofía, pues me parecía que iban a ser los estudios que me permitirían, después, ingresar más fácilmente al Semi-nario. Ese año tenía que acompañar a mi hermana menor que había quedado sola. Mi otra hermana era religiosa y mi madre había fallecido. Esto pospuso mi ingreso al seminario.

Hemos escuchado y leído a muchos decir que la AC les adelantó el Concilio Vaticano II, Ud. ¿qué piensa?

El Concilio fue preparado por los grandes carismas que Dios había regalado antes al Iglesia. Fue preparado por el movimiento litúrgico, por el movimiento bíblico y muy especialmente por el movimiento laical, que ciertamente tiene a la Acción Católica como una de las expresiones más fuertes. Nosotros no sentimos como un hecho

extraño el Concilio. Lo recibimos como preparados por el espíritu eclesial que nos había dado la A.C.

Deberíamos volver a recoger la riqueza de los documentos del Concilio para forta-lecer las raíces de la Acción Católica. Redes-cubrir el Misterio de la Iglesia, del Pueblo de Dios para vivirlo en la liturgia, en la misión, en la consagración del mundo.

La formación integral de las personas que lograba la Acción Católica se vio, espe-cialmente, en los jóvenes y en las chicas. De ahí surgieron tantos dirigentes políticos, profesionales e incluso dirigentes de otros movimientos laicales. El esplendor de la Acción Católica sólo se recuperará con una formación espiritual profundísima, como fue la de los primeros años.

Recorriendo la historia de la Acción Ca-tólica Argentina ¿cómo puede Ud. recordar sus líneas maestras?

La ACA nos hacía encontrar personal-mente con Nuestro Señor, por la formación espiritual, la catequesis, la oración, el rezo del Rosario, los Sacramentos de la Confe-sión y la Eucaristía -incluso la comunión diaria-, y todo en un hondo sentido de Igle-sia. Sentirnos Pueblo de Dios, sentirnos en la Madre Iglesia.

Por eso quiero recordar los tres amores blancos de la Acción Católica: el Papa, la Virgen Santísima y la Eucaristía. Hay que recordarlo pues esto manifiesta la profun-didad y la riqueza de la vida espiritual que se nos ofrecía.

¿Qué recuerda en especial de la ACA en la Arquidiócesis de Paraná?

Recuerdo en especial haberme encon-trado con un grupo de viejos miembros de Acción Católica, muy bien formados y con el espíritu que yo había conocido antes. Es decir que la identidad de la Acción Católica, aquí la volví a encontrar. Ellos estaban dispuestos a seguir en el mundo, muy com-prometidos con sus tareas, de grandes res-ponsabilidades familiares, profesionales, sociales y queriendo vivir el espíritu de la AC, siempre queriendo encontrar cauce a sus

inquietudes. Uno se pregunta cuales son los caminos para seguir aprovechando lo que esas personas aún son capaces de dar.

Usted que ha vivido y acompañado a la Acción Católica Argentina durante 64 años, ¿cómo la ve al comienzo del tercer milenio?

Nosotros aprendimos que nadie es tan pobre que no puede dar algo, y nadie es tan rico que no tenga alguna necesidad. Esto es propio del cristianismo y lo ha hecho vivir a fondo la AC, pues establece un espíritu para la vida, hasta el fin de ella. Eso era lo que nos dijeron que querían darnos, eso es lo que nos han dado, eso es lo que se conserva. Por eso la Acción Católica es auténtica.

La Acción Católica tiene vigencia en lo fundamental de su espíritu. Debemos tener cuidado para que por cambios estructurales no lleguemos a dejar de lado cosas esencia-les. Debemos defender con claridad que la A.C. es el laicado que se organiza junto a la Jerarquía para consagrar al mundo.

La Acción Católica tiene como carisma especial, que debe ser para beneficio de toda la Iglesia, el servir para despertar la conciencia en todo el laicado en la parroquia y en la diócesis, de su vocación de santificar el mundo. La conciencia de su pertenencia a la Iglesia y de su deber de apostolado, de difundir la verdad del Evangelio y de difundir la Gracia. Así debe ser.

¿Qué titulo le pondría a este encuen-tro?

Le pondría “Un encuentro de Acción Católica”.

Y así sin duda fue. Un encuentro con quien transmite su alegría de haber tran-sitado y estar viviendo intensamente su vocación. Alguien que nos hizo, realimentar nuestro amor a la Acción Católica y muy profundamente a la Iglesia.

Al salir a despedirnos, como si todo lo que nos había brindado fuera poco, sacó de su bolsillo un Rosario que se los regaló a nuestras nenas más chiquitas que nos acompañaron en esta inolvidable visita. Entrevista realizada por Fabiola García y Roberto Calloni

en el Seminario de Paraná en noviembre de 2006.

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Conciente la Acción Católica Argentina que la solución a los problemas de la sociedad de hoy exige hombres y mujeres cada vez más capacitados en lo intelectual y a la vez, dispuestos a encarnar en sus propias vidas los valores que la sociedad reclama para sus dirigentes, es que decide instrumentar el Instituto de Formación Política. El mismo, bajo la dirección del Consejo Nacional, se concibe como un espacio de formación diri-gido a toda persona de buena voluntad que quiera participar activamente en la gestión de los asuntos de la vida pública. Y uno de los instrumentos puestos en marcha es el “Curso de Formación Política” conjuntamente con la Universidad Católica Argentina.

En el año 2003 el Consejo Arquidiocesano tomó la iniciativa de sumar Paraná al dictado de este curso. Fueron varias las dificultades que surgieron, y que mas de una vez hicieron pensar que no se podría realizar, pero el entusiasmo y el tesón dieron sus frutos. A esta iniciativa se sumó también la Junta Arqui-diocesana de Laicos. Fue así que todo estuvo listo para comenzar en el año 2005; llegaron

los bancos, tizas, pizarrón y la inscripción. Y aquí la primer sorpresa, aproximadamente 90 inscriptos que colmaban el salón principal de la sede.

Y comenzaron a transcurrir los viernes (día de la actividad presencial del curso), y así a descubrir quienes eran esos ciuda-danos que habían confiado en la Acción Católica: vecinalistas, estudiantes uni-versitarios, profesionales, amas de casa, docentes, algunos militantes de partidos políticos, empleados del estado, todos deseosos de comprender la gestión de los asuntos de la vida pública.

Actualmente, cerca de 40 personas han egresado del Curso de Formación Política.

Este curso está organizado en cuatro módulos, teniendo cada uno de ellos un profesor integrador con el concurso de especialistas en los temas que se abor-dan. En el caso de Paraná los módulos y sus respectivos profesores integradores son: “Fundamentos, principios y contexto de la Acción Política” (Profesor integra-

dor Dr. Hermo Pesutto), “Estudios sobre Argentina” (Profesor integrador Lic. Sara del Rosario Mentasti), “El contex-to internacional” (Profesor integrador Lic. Sebastián Juan Roberto Aguilar) y “Estrategias y técnicas de intervención política” (Profesor integrador Lic. Gus-tavo Tarragona).

Es de esperar que este curso pueda seguir prestando el servicio de mejorar el nivel de formación de los actuales y futuros dirigentes políticos, de contribuir a la renovación de la clase política diri-gente argentina, de promover el respeto por las reglas de juego de la democracia, de cultivar la solidaridad entendida como valoración de prójimo, y el respeto por la identidad nacional, entendida como sentido de pertenencia y destino común, compartido por todos.

Que la Acción Católica no se canse de buscar el bien común y la forma de vivir los valores del Evangelio para que Cristo reine en todos los hombres. Que así sea.

Recrear la política como instrumento del bien común

misión del instituto de Formación Política

Los tres amores blancos de la Acción católicaCada Institución o Movimiento tiene sus características particulares que solemos llamar mística de esa institución.

La Acción Católica Argentina tiene en-tre los puntos básicos de su mística algo que aprendimos desde aspirantes; son lo que llamamos los tres amores blancos de la Acción Católica.

Ellos son:El amor a Jesús Sacramentado, que

es centro de nuestra vida cristiana. No se puede concebir un miembro de la Acción Católica que no participe cada domingo de

la Santa Misa y de la Sagrada Comunión.El segundo es el amor a la Santí-

sima Virgen María, la Madre de Jesús y nuestra Madre del cielo bajo la ad-vocación de Nuestra Señora de Luján, que es la patrona de la Acción Católica Argentina, y que siempre está dispuesta a ayudarnos e interceder por nosotros ante su Divino Hijo Jesús.

El tercero de estos amores es el amor al Papa, el dulce Cristo en la tierra, es el Cristo visible del Cristo invisible. Para un miembro de la Acción

Católica la palabra del Papa es sagrada y cualquier insinuación suya es como una orden para nosotros.

Por eso nunca debe faltar en nuestros programas el estudio de los documentos del Santo Padre.

Que estos tres amores blancos nos acompañen toda nuestra vida, y estemos seguros que al fin de nuestra existencia seremos llevados por nuestra Madre Ma-ría a los brazos de su Hijo Jesús.

¡Que así sea!José Sachs

75 años Acción Católica Argentina Arquidiócesis de Paraná15 de diciembre 2006 42

¿Qué pasa todos los jueves con los mili-tantes de la Acción Católica Argentina? ¿Es cierto que se juntan todos a rezar? ¿Pero eso no lo hacen los Aspis nada más? ¿En definitiva, de qué estamos hablando cuando los militantes nos des-pedimos con la frase “hasta el encuentro del jueves…”?

El Pbro. Ariel Carlos Consoli (hoy Ase-sor Nacional del Área Adultos) nos acerca estas reflexiones.

•Como la Iglesia, la Acción Católica, vive de la EucaristíaNuestra Unidad se fundamenta en la Eu-caristía. Jesucristo presente y vivo en La Eucaristía es fundamento de la Unidad de la Iglesia, la Iglesia vive de la Eucaristía. Hasta tal punto esto es así que la Euca-ristía nos mueve al amor social, a los servicios, a la solidaridad.

¿Por qué este encuentro del Jueves?Hemos, por decisión libre y personal

aceptado vivir nuestra propia vida como signo, testigos y artífices de comunión. Y toda comunión implica el “encuentro”.

Toda autentica espiritualidad y por ello también la piedad ha de ser profundamen-

te Eucarística, para ser plenamente cristo-céntrica y auténticamente eclesial, no por nada el primer gran amor de los miembros de la Acción Católica es la Eucaristía.

Esta devoción podemos vivirla en:- La Misa en primer lugar.- La comunión Eucarística, frecuente o

diaria, según las reales posibilidades.- La visita a Jesús Sacramentado en

el Sagrario.- La comunión espiritual.Cada miembro de la Acción Católica,

movido por el amor de Cristo busca en un dialogo íntimo con Él, ante la presencia Eucarística, donar, sacrificar su tiempo a favor del resto de los hermanos, rogando uno por todos, y todos por cada uno (aspirantes, jóvenes, adultos, sectores y asesores).

¿Por qué el jueves?- Día de especial luminosidad para la

piedad eucarística. - Contemplamos los misterios de la

Luz.- Día de la manifestación y entrega

de Jesús.- La A.C. vuelve sus ojos desde la cele-

bración Eucarística, a la tarde del Jueves Santo, a la Última Cena...

Por ello, todos los jueves de año los

militantes de todo el país nos acercamos al Sagrario para rezar a Jesús por toda la Acción Católica y por su misión en el mundo.

Rezamos siempre por toda la Acción Católica, pero especialmente el:

Primer jueves del mes por los Aspi-rantes; segundo jueves del mes por los Jóvenes; tercer jueves del mes por los Adultos; cuarto jueves del mes por los Sectores; Cuando hay quinto jueves por toda la institución en general.

Cada jueves podemos agregar todas las intenciones que tengamos en forma personal, grupal y/o diocesana.

- Rezamos una decena o los misterios Luminosos completos.

- Lectura del Evangelio del día.- Momento de silencio y diálogo per-

sonal con Cristo.- Oración Oficial.El Encuentro del Jueves es, en verdad,

una experiencia concreta de la comunión de los santos, para vivirla todos, aspi-rantes, jóvenes, adultos, asesores (cada uno según su realidad y posibilidad), un estupendo instrumento para crecer en uno de nuestros grandes amores, Jesús vivo y presente en la Eucaristía.

¡Hasta el Encuentro del Jueves!

A modo de despedidaYa está, estamos concluyendo este encuentro. Pero es el inicio de otros encuentros. Mucho quedó en el tintero, mucho por decir.

Esto es una muestra de este caminar, entre luces y sombras, a lo largo de 75 años, desde el 15 de diciembre de 1931 hasta el 15 de diciembre de 2006,

Esta es la Acción Católica Argentina que peregrina con la Iglesia de Paraná. Aquí está, Señor, para hacer tu volun-tad.

Señor Jesús, antes de separarnos queremos agradecerte por haber estado en nuestra compañía.

Te rogamos permanezcas con tu

Gracia y Caridad en cada uno de nosotros para que tu presencia nos estimule a irradiar el mensaje de sal-vación y para que el Espíritu Santo nos impulse a cumplir fielmente nuestras resoluciones. Amén

¡Alabado sea Jesucristo!Por siempre sea alabado…

el encuentro espiritual del jueves

75 años Acción Católica Argentina Arquidiócesis de Paraná15 de diciembre 2006 43

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