a.a. fair - cool y lam 16, un desliz sin importancia

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Policiáco

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A. A. Fair

Un desliz sin importancia

Cool & Lam-16

Ttulo original: Some slips dont show

A. A. Fair, 1957

Traduccin: Alfredo Crespo

Ilustraciones: Alvaro

Introduccin

DURANTE ms de treinta y cinco aos, mi amigo Joseph E. Ragen ha estado tratando con hombres que han violado la ley. Ha sido sheriff, alcaide, agente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, y ahora vuelve a ser alcaide. Y, sin embargo, posee una fe profunda, inquebrantable, en la naturaleza humana.

Joseph E. Ragen ha sido alcaide de la Penitenciara del Estado de Illinois, Joliet-Stateville Branch, casi durante veintids aos, con la excepcin de dieciocho meses en que actu en el Departamento de Justicia. Ha sido inspector de crceles en otros diecisis Estados y el antiguo gobernador Herter, de Massachusetts, le ha descrito como el ms destacado administrador de prisiones de los Estados Unidos.

En Illinois no empezaron a apreciar realmente a Joe Ragen hasta despus de haber presentado su dimisin reglamentaria en 1941, al ser elegido un nuevo gobernador.

El 9 de octubre de 1942, la banda de Touhy introdujo armas en el presidio y organiz una fuga que dej tras de s a guardianes heridos y maltrechos y una opinin pblica muy alborotada.

La gente quiso que Joe Ragen regresara, prescindiendo de toda consideracin poltica. De modo que Joe regres, y desde entonces ha estado all.

Ragen opina que muchos de sus reclusos son criminales a causa de errores de los padres. Afirma que un nio debe tener responsabilidades y deberes en su hogar. Cree que debiera ensearse a los nios el valor del dinero y de la disciplina, drseles instruccin religiosa y vocacional, y, sobre todo, enserseles a aceptar y tener responsabilidades.

Ha aprendido su credo al conocer miles de vidas arruinadas, por el estudio de casos que iban desde la violacin y el asesinato hasta la falsificacin y el incendio.

Una vez tales hombres pasan a la jurisdiccin de Ragen, ste consigue rehabilitar a un gran porcentaje, dndoles el trato que l considera que sus padres debieran haberles dado mucho antes.

Ragen preconiza una disciplina de hierro, sostenida con absoluta justicia y completa imparcialidad.

Los hombres le respetan.

No le da importancia a cruzar la barbera del presidio, donde cerca de cincuenta reclusos barberos estn empuando afiladas navajas.

sta es la prueba bsica.

He estado en presidios donde los alcaides teman abandonar el edificio administrativo.

Los presidiarios han violado la ley, pero respetan la justicia.

En general, se reconoce que el alcaide Ragen tiene algunas ideas que disminuiran la criminalidad si se pusiesen en prctica.

Pero el pblico est demasiado ocupado con sus propios problemas para acordarse de los presidios.

Y semejante preocupacin es la responsable de muchos de nuestros crmenes. Si usted, lector, dedicase un momento a pensar y a escuchar las voces de nuestros ms destacados criminlogos, ayudara a salvar muchas vidas destrozadas, una serie de crneos aplastados; evitara unos cuantos asesinatos, y conseguira que el grfico de nuestra criminalidad iniciara una curva descendente.

Y por ello, dedico este libro a mi amigo Joseph E. Ragen.

ERLE STANLEY GARDNER

LA voluminosa Bertha Cool dio vuelta al pomo de la puerta de mi despacho particular con sus vigorosos y enjoyados dedos, y entr majestuosamente, con ojos brillantes de ira.

Elsie Brand, mi secretara, haba estado discutiendo conmigo acerca del caso de secuestro que llevaba meses sin resolver. Haba una recompensa de un centenar de los grandes para la persona que aclarara el caso. Ech una ojeada a Bertha y dije:

Eso es todo, Elsie.

Bertha permaneci inmvil, con los brazos en jarras, hasta que Elsie Brand hubo salido del despacho. Entonces dijo:

Donald, no puedo soportarlo!

Soportar qu?

A un hombre arrepentido y que lloriquea.

Por qu me lo cuentas?

Hay uno en mi despacho.

Y no te gusta?

No.

chalo.

No puedo.

Por qu?

Tiene dinero.

Qu quiere?

Desea contratar un buen detective, desde luego.

Y que quieres que hay yo?

Donald dijo Bertha con su tono ms conciliador, quiero que hables con l. Sabes tratar a la gente. Pareces encontrar algo interesante en todo el mundo. A Bertha no le es posible. A Bertha le gustan o no le gustan, y si ocurre esto ltimo, odia hasta la tierra que pisan.

Qu tiene de malo ese individuo, Bertha?

Todo! Por qu diablos no pens en lo mucho que amaba a su esposa y a su hijo mientras se insinuaba a esa rubia, en lugar de esperar dos semanas para venir a gimotear a mi despacho?

Cunto dinero tiene?

Le he dicho que necesitaramos un anticipo de quinientos dlares, incluso antes de ocuparnos del caso. He pensado que esto le asustara. Si hubiese sido as, lo hubiera lamentado todo el da, pero

Qu ha hecho l?

Ha sacado una cartera y ha contado cinco billetes de cien dlares. Tengo la pasta encima de mi mesa.

Sin cheque?

No quiere que la transaccin se refleje en su contabilidad.

Ech hacia atrs mi silln.

Llvame a donde est el tipo se.

El rostro de Bertha se llen de sonrientes arrugas.

Saba que podra contar contigo, Donald. Eres tan condenadamente comprensivo

Bertha atraves el despacho de Elsie Brand, la sala de espera y entr en su oficina.

El hombre que se sentaba en el silln de los clientes, situado junto a una esquina de la mesa, se puso en pie en un salto, nerviosamente, al entrar yo.

Mr. Fisher dijo Bertha, le presento a Donald Lam, mi socio. He pensado que podra ser una buena idea conocer un punto de visto masculino sobre este caso.

Fisher tena el cabello rojizo oscuro, cejas ligeramente ms plidas, claros ojos azules, y pareca a punto de echarse a llorar.

Me estrech la mano, y dijo:

Mr. Lam, es un placer.

Pero no tena aspecto de haber disfrutado de ningn placer en un solo momento de su vida.

Ech una ojeada a los cinco billetes de cien dlares que estaban esparcidos sobre el secante de Bertha.

sta lanz un suspiro de alivio, mientras instalaba su voluminosa figura en el crujiente silln giratorio. Nos mir a ambos con una expresin que deca a las claras que se lavaba las manos respecto a aquel asunto, tom el dinero, abri el cajn de su mesa, guard los billetes, y cerr de golpe.

Ya he contado a Mrs. Cool la mayora de mis problemas dijo Fisher.

Cuntelos de nuevo dijo Bertha. Pero ahora a Donald.

Fisher aspir aire profundamente.

Se llama Barclay Fisher dijo Bertha con tono protector. Comercia en bienes races. Est casado y tiene un nio de dieciocho meses. Hace dos semanas fue a San Francisco, a una reunin de negocios. Ahora, Fisher, siga desde aqu.

Es difcil explicar lo que hice dijo Fisher, oprimindose los nudillos de su mano izquierda con los dedos de la derecha.

No haga crujir los nudillos exclam Bertha. Se le volvern ms grandes.

Siempre lo estoy haciendo contest Fisher.

Entonces, pierda esa costumbre replic secamente Bertha.

Qu hizo usted en San Francisco? pregunt.

Me me emborrach.

Y luego?

No s.

Es una gran ayuda.

En en apariencia, pas la noche en una habitacin que no era la ma.

A quin perteneca?

Parece ser que la joven se llamaba Lois Marlow.

Dnde la conoci?

Formaba parte de un grupo de chicas que alegraban la convencin.

Qu clase de convencin?

Barcas, yates.

Qu tiene que ver eso con usted?

He financiado una empresa que fabrica una barca de plstico. Es de un diseo bastante revolucionario, una barca movida por un motor fuera de borda. Las hacemos de diferentes tamaos, pero nos hemos especializado en la de quince pies. Tal vez no lo sepa usted, Mr. Lam, pero este negocio de las embarcaciones pequeas se est difundiendo por todo el pas. Invert hace ao y medio un pequeo capital en esta Compaa, y hemos obtenido un xito tan inmediato que bueno, en la actualidad es un negocio excelente.

De modo que, como gerente de la Compaa, fue usted a la convencin?

Como presidente de la Compaa.

Disclpeme.

No tiene importancia.

Volvi a hacer crujir sus nudillos.

Bertha se estremeci.

Estese quieto!

As pues prosegu, Lois asisti a la convencin como una especie de alegre compaera?

En cierto modo Haba media docena de jvenes. Ignoro exactamente de dnde salieron. Esto sucedi despus de las reuniones de la convencin. Todos fuimos a una suite. La suite haba sido alquilada por uno de los fabricantes de motores. Nos proyect varias pelculas sobre el funcionamiento de su motor en condiciones reales. Es un motor nuevo, y naturalmente trataba de obtener pedidos de los fabricantes de embarcaciones.

Cmo se llama el motor?

El Jensen Thrustmore. Carl Jensen es presidente de la Compaa. Se trata de un hombre muy emprendedor. Fabrica un motor verdaderamente potente. Nos mostr pelculas sobre esqu acutico, sobre carreras de lanchas, etc. Y, desde luego, haba docenas de baistas esparcidas por el paisaje. Aquellas chicas estaban presentes. Creo que varias de ellas eran las que aparecan en traje de bao en las pelculas, y otras eran simplemente Bueno, de adorno.

Cmo si dijsemos para alegrarles las pajaritas a los clientes? pregunt.

Exactamente.

Y usted se encaprich de Lois Marlow?

Ella me llen varias veces la copa. Bebamos un ponche de frutas que pareca inofensivo.

No hubo champaa?

S, eso vino despus.

Bebi usted?

S.

Le llen Lois la copa?

S.

Cuntas veces?

Lo siento, no puedo recordarlo, Mr. Lam. Lois se mostr muy atenta, muy activa.

Est bien. Y cul es el problema?

ste contest Fisher.

Metise la mano en el bolsillo interior de la americana, sac un sobre y me lo alarg. El sobre llevaba el matasellos de San Francisco e iba dirigido a Barclay Fisher, presidente de la Compaa de Inversiones Fisher, y a continuacin la calle, el nmero, y el distrito postal.

Desea que lea esta carta? pregunt.

Fisher asinti con la cabeza.

Saqu el papel. Era una nota seca, mecanografiada, que deca:

Muy Sr. mo:

Los hombres como usted son responsables de ms dramas, de ms delitos y de ms disgustos que cualquier otro miembro de nuestra civilizacin moderna.

Lois Marlow sera una muchacha trabajadora y formal si no existiesen hombres como usted. A ella le encantan las emociones. Es una muchacha sociable. Le gusta la compaa y la camaradera. Ustedes, los hombres, la emborrachan, y as consiguen confundir sus conceptos morales, y luego siguen tranquilamente su camino, satisfechos con la sensacin de que son irresistibles para las mujeres. En realidad, nada les interesa. Slo se preocupan de pasar un buen rato. Supongo que estar usted casado. Desde luego, pienso averiguarlo.

Volver a or hablar de m.

GEORGE CADOTT

Alargu la carta a Bertha.

La he visto dijo ella rechazndola con un ademn.

Barclay Fisher dijo:

Es terrible, sencillamente terrible. Nunca se lo podra explicar a Minerva.

Minerva es su esposa? pregunt.

Asinti lgubremente.

Esto me ha hecho pedazos, Lam.

Quin es ese George Cadott?

No s. En mi vida lo he odo nombrar.

Est bien dije. Se hizo usted amigo de Lois. Muy amigo?

Le digo que no lo s. Estaba borracho. Perd el sentido.

Estaba usted en la habitacin de la chica?

Estaba en el apartamiento de una mujer, probablemente el suyo.

Cuntemelo.

Lo ltimo que puedo recordar es que empec a sentir una sed tremenda. Me arda la garganta y el champaa me la refrescaba. Luego unas manos suaves me acariciaron la frente y despus rein la oscuridad. Creo que hubo un intervalo de nuseas. Despus me despert y era ya de da. Estaba en un apartamiento; durmiendo en un divn. Estaba sin traje y cubierto con una manta. La habitacin contigua era un dormitorio. La puerta estaba abierta.

Qu hizo usted?

Me levant y mir alrededor. Tena un horroroso dolor de cabeza. Me asom a la otra habitacin. Quera un sorbo de agua. Vi a una mujer tendida en la cama.

Esa Lois Marlow?

No s. Lo nico que s es que tena el pelo rubio. Estaba vuelta de espaldas y y no quise molestarla.

Qu hizo entonces?

Mi traje estaba en una silla. Me lo puse y abandon el apartamiento. Me encontr en una casa desconocida por completo. Tuve que explorar el pasillo hasta encontrar el ascensor. Recuerdo que estaba en el tercer piso. Baj a la calle, busqu un taxi, pero no pude encontrarlo. Supongo que deba de ofrecer un aspecto extravagante. Anduve hasta una calle importante y tuve la suerte de que pasara un taxi. No hubo necesidad de que le hiciera seas. El taxista me ech una ojeada y se detuvo. Le di el nombre de mi hotel, y me llev hasta all.

Le vio alguien cuando abandonaba el apartamiento? pregunt.

Por desdicha, s.

Quin?

No s. Un hombre avanzaba por el pasillo y Bueno, supongo que deba conocer a la ocupante del apartamiento. Se detuvo en seco cuando me vio abrir la puerta y salir.

Qu dijo?

Nada.

Qu edad tena?

Alrededor de los treinta y dos aos. En aquel momento no me fij mucho en l.

Corpulento?

De estatura mediana.

Dije:

Debi de dar usted a Lois Marlow una tarjeta, una de sus tarjetas profesionales.

No lo s. Por qu piensa eso?

La direccin Debi de tomar su nombre de la tarjeta y despus escribirle esta carta. Cundo la recibi?

Ayer tarde.

Cundo tuvo lugar esa convencin?

Hace dos semanas.

Est bien dije. Evidentemente, el tipo aquel se apoder de la tarjeta que le dej usted a Lois Marlow. Le vio salir del apartamiento. Hace diez das que sabe quin es usted. Por qu ha esperado?

No lo s.

Yo s. Estaba investigando acerca de usted. Averiguando su capacidad econmica. Se disponen a pegarle un buen mordisco, y quieren saber lo profundamente que pueden clavar los dientes.

A quines se refiere?

Sin ninguna duda, l y Lois trabajan juntos.

Oh, no! Desde luego que no! Lois es una muchacha muy agradable, y Bueno, ste es otro de los motivos por el que me siento avergonzado acerca del asunto, Mr. Lam.

A qu se refiere?

Estoy seguro de que Lois simpatiz verdaderamente conmigo. Yo Ella se sinti atrada. Un hombre puede saber cundo atrae a una mujer. Y yo no le dije que estaba casado.

Le dijo que no lo estaba?

Yo Fisher se retorci en la silla, y, finalmente, tartamude. Le repito, Mr. Lam, que no recuerdo todo lo que ocurri.

Dije:

Muy bien. Puede usted hacer dos cosas. O pagar, o luchar. Si paga, habr una pausa entre el primer y el segundo mordisco. Despus, empezarn a apretarle las clavijas mientras le vean asustado. Si lucha, corre el riesgo de que todo el asunto se descubra. Qu desea hacer?

Ninguna de las dos cosas, Mr. Lam. No quiero pagar, y no quiero que Oh, ojal no hubiese ido nunca a San Francisco! No no s lo que me emborrach de aquella manera Yo

Olvdelo! le dije. Ya est hecho! No hay manera de deshacerlo. Veamos. Usted es casado. Hbleme de su esposa.

Minerva es probablemente la mujer ms maravillosa del mundo.

Tolerante? Comprensiva? pregunt.

Una mujer maravillosa!

Muy bien. Vyase a su casa y cuente a su esposa toda la historia. Dgale que lo nico que ocurri fue que permiti usted que una muchacha ambiciosa le emborrachara con champaa, y que ahora ha descubierto que se trata de un chantaje. De esta forma, se ahorra quinientos pavos.

Bertha Cool me fulmin con la mirada.

Barclay Fisher titube.

Bueno dije con impaciencia, qu le ocurre ahora?

No conoce usted a Minerva. Minerva es maravillosa. Es comprensiva, tolerante. Es la mejor mujer del mundo. Todo el mundo lo sabe. Pero nunca en la vida comprendera una infidelidad.

No hubo ninguna infidelidad dije.

Fisher guard silencio.

La hubo? inquir.

Puesto que no s lo que ocurri, mis palabras distaran de ser convincentes. Supongo que es usted soltero, Mr. Lam, verdad?

En efecto.

Eso me pareca.

Qu hara su esposa si se enterara de esto?

Me me dejara y se llevara al pequeo.

Qu edad tiene su hijo?

Dieciocho meses.

Cunto tiempo lleva usted casado?

Poco ms de un ao.

Caramba! Retrocedamos dije. Se confunde usted de fechas o es que mi calendario funciona mal?

No, no dijo. Es una larga historia. Ha de saber que el nio es hijo de la hermanastra de Minerva. Minerva se hizo cargo de l para criarlo. sta es una de las cosas maravillosas de Minerva. Siempre hace todo lo posible para ayudar al prjimo. El marido de su hermanastra muri antes de nacer el pequeo. Luego, poco despus del parto, la hermanastra comprendi que no vivira mucho tiempo. Le escribi a Minerva. Minerva hizo cuanto pudo. Despus, al morir su hermanastra, Minerva regres a Arizona, la enterr y se trajo al pequeo.

Eso fue antes de su matrimonio?

Unos dos meses despus.

Est bien dije. Supongamos que ocurre lo peor. Supongamos une Minerva pide el divorcio. En qu situacin estn los bienes? Separados o en comunidad?

Yo yo Debera ver a un abogado. Estoy invirtiendo el dinero de mi esposa. Eso es. Ella me paga un sueldo y un tanto por ciento de los beneficios, pero el dinero procede de la herencia de su hermanastra.

Parece que la hermanastra tena varias propiedades y entre ellas algunas de petrleo tejano. Los pozos produjeron poco antes de morir la hermanastra. Minerva lo convirti todo en dinero. Obtuvo treinta mil dlares. Me los entreg para que los invirtiera. Cuando hizo eso, yo estaba en una situacin financiera ms bien precaria. Desde entonces, todo ha aumentado de valor. Mis propias inversiones han ido bien, y el capital de Minerva se eleva ahora a ms de doscientos cincuenta mil dlares.

Deducidos impuestos?

Bueno, no. Pero la mayora representa una ganancia de capital. Invert dinero en unos yacimientos de uranio que han resultado ser muy ricos.

Qu sueldo le paga su esposa?

Desde luego, ha aumentado al mismo tiempo que el capital. Ahora cobro diez mil dlares al ao y un diez por ciento sobre los beneficios.

Cundo cobra el diez por ciento?

No hemos discutido este detalle. Nos limitamos a fijarlo en el diez por ciento de los beneficios; es decir siempre que los hubiese. En realidad, muchos de estos beneficios de momento slo estn sobre el papel.

Dije:

Tendr que ir a San Francisco. Tratar de ganarles por la mano. No s en lo que me voy a meter. Tal vez necesite dinero y la colaboracin de la polica.

Nada de publicidad! Nada de publicidad! exclam. Recurdelo, no puedo permitirle la menor publicidad. Ni una insinuacin de escndalo. Minerva debe ignorarlo todo.

Va a costarle dinero, y no puedo garantizarle nada le contest.

Cunto dinero?

Dije:

Si consigo aclarar el asunto de manera que no vuelvan a molestarle nunca ms, supondr un buen pellizco en su sueldo. Tal vez haya de comprar un poco de colaboracin.

De acuerdo, Mr. Lam Completamente de acuerdo! Yo No cree que deberan ir los dos? Tratndose de una mujer Bueno, Mrs. Cool

Bertha sacudi enfticamente la cabeza, y dijo:

No menosprecie a Donald. Es pequeito, pero tiene talento y sabe moverse. Si alguien puede sacarle de esto, es precisamente l. Pero, como le ha dicho, va a costarle dinero.

Lo supona contest Fisher.

Bertha me mir y asinti con la cabeza, hecha puro almbar.

Preparar el recibo, Donald. Mejor ser que reserves billete para el avin de San Francisco.

MI amigo del Departamento Automovilstico, respondi a mi conferencia telefnica y prometi tenerme preparada la informacin para cuando llegase a San Francisco.

Le telefone desde el aeropuerto, y averig que Lois Marlow tena licencia de agente de comercio, contaba veintisiete aos y viva en los Apartamientos Wisteria.

Los Apartamientos Wisteria era un edificio residencial tpico de San Francisco, de cinco pisos, con una estrecha fachada, la puerta de la calle cerrada, y a un lado una relacin de vecinos, una serie de timbres y tubos acsticos.

Vi que Lois Marlow ocupaba el 329, apret el timbre y esper.

Un momento despus, el zumbador anunci que el pestillo de la puerta haba sido abierto y pude entrar en la casa.

Aparentemente, Lois era democrtica. No preguntaba nombres. Uno apretaba su timbre y ella apretaba el pulsador que abra la puerta.

Una bombilla de quince watios iluminaba adecuadamente la cabina del ascensor, que haba sido decorada de nuevo con terciopelo rojo y pintura dorada. Apret el botn del tercer piso. El mecanismo del ascensor cerr lentamente la puerta y despus la cabina empez a ascender.

Baj en la tercera planta y encontr el 329. Apret el botn de madreperla que haba a la derecha de la puerta.

La mujer que abri la puerta era notablemente atractiva y lo saba. Era rubia, con ese cutis suave tan caracterstico de las mujeres que viven en San Francisco. Tena ojos grises, grandes y francos, y permaneci en el umbral, mirndome de arriba abajo y tratando de situarme.

Le conozco? me pregunt con una sonrisa que form en su rostro dos hoyuelos.

Ahora s le dije.

Me parece que se ha equivocado de apartamiento, de casa, de persona y de todo me contest, pero mantuvo abierta la puerta y los hoyuelos siguieron visibles.

Puedo entrar y explicarle de qu se trata? pregunt.

No dijo, y sigui sonriendo.

Est bien. Se lo explicar aqu mismo. Me llamo Donald Lam. Soy amigo de Mr. Fisher, significa esto algo para usted?

Nada en absoluto.

Barclay Fisher?

Mene la cabeza.

Recuerda la convencin de fabricantes de lanchas, de motores?

Oh, aguarde un momento. Cmo ha dicho que se llamaba su amigo?

Fisher. Barclay Fisher.

El recuerdo suaviz levemente su mirada.

Y que hay de Barclay Fisher?

Conoce usted a un hombre llamado George Cadott?

Oh, Dios mo! dijo. Se hizo a un lado y mantuvo la puerta abierta. Pase cmo ha dicho que se llamaba?

Lam.

Y su nombre de pila?

Donald.

Bueno, entre, Donald. Sintese y desembuche. De qu se trata?

Era un bonito y confortable apartamiento. Haba una sala con un divn, que era evidentemente donde Barclay Fisher haba pasado por lo menos parte de la noche, y tambin se vea una puerta cerrada a medias que daba a un dormitorio. Otra puerta que se cerraba sola comunicaba sin duda con una cocinita. El apartamiento estaba bien amueblado, quiz ligeramente recargado en cuanto a decoracin. Un suave perfume impregnaba el lugar.

Lois Marlow se dej caer en una silla, y mostr una generosa racin de nylon.

Ha estado George creando conflictos, Donald?

Ha tratado de hacerlo.

No s qu hacer con l, a menos que le cloroformice!

Dije:

Barclay Fisher est casado.

Bueno, espere un momento replic ella. Aclaremos una cosa. Es Barclay Fisher ese pelirrojo que hace crujir sus nudillos?

El mismo.

La chica lanz una carcajada gutural, suave.

El papel de conquistador atrevido y con experiencia, fue demasiado para l. Se le notaba desplazado.

Me lo imagino dije. Qu ocurri?

Empez a beber champaa como si fuese agua, despus de haber tomado un ponche de frutas. La combinacin no le sent bien.

Y qu ocurri?

Fue al cuarto de bao.

Y luego?

Tiene que averiguar todos los detalles?

S.

Vomit.

Y despus?

Lo tend en el divn.

Nada ms?

Por qu lo pregunta?

George Cadott le ha escrito una carta.

S?

Est bien le dije. Soy detective particular. Aqu tiene mi tarjeta.

Lois la mir y dijo:

Quin es B. Cool?

La B quiere decir Bertha contest. Bertha Cool es una solterona implacable, de muy mal gnero, ciento sesenta y cinco libras de hueso y de msculo. Es tan dura y hostil como un rollo de alambre espinoso, y tiene aproximadamente la misma forma. Le encantara.

Qu delicioso!

Y aunque probablemente no lo parezca prosegu, yo mismo puedo ser bastante desagradable.

Me examin con atencin.

Narices puede ser! Tiene usted una expresin vida, Donald, apostara a que las mujeres quieren protegerle y arrullarle. Apostara a que tiene usted que sacrselas de encima.

Mi vida privada no tiene nada que ver con lo que hablamos le dije.

Por qu no? Bien hablamos de la ma.

Mis amigas no escriben cartas.

Ella ri, y luego se puso furiosa.

Hubiese debido estrangular a ese tipo hace mucho tiempo.

Dije:

Si ste es un chantaje ordinario, va usted a convertirse en la persona ms triste y miserable de San Francisco. No conseguir ningn dinero. Recibir un rapapolvo que la sorprender, y probablemente acabar fichada por la polica.

No sea tonto. No es chantaje, Donald.

Pues qu es?

Resulta difcil de explicar. Aprecio mucho a George. Es uno de esos individuos sinceros y honrados que tal vez un da peguen fuego al mundo. Y si no le pega fuego, tratar de volverlo a hacer a su gusto. Cree que me ama. Lleva algn tiempo creyndolo.

Qu siente usted por l?

A veces me aburre mortalmente. Otras me fascina por su carcter. Desaprueba mi vida, pero me quiere.

A qu se dedica?

Piensa.

Qu hace para vivir?

No necesita hacer nada. Hered un capital. Piensa.

Qu capital?

Muy elevado.

Piensa mucho?

No demasiado. Lo suficiente.

Qu pretexto da para existir?

Va a escribir la mejor novela americana. Va a pintar. Va a meterse en poltica. Va a introducir un elemento de honestidad en el mundo corrompido.

No resulta a veces difcil de soportar?

La muchacha cambi de posicin. Sus ojos y su sonrisa indicaron un concepto de la vida muy amplio.

Donald dijo, todos los hombres son a veces difciles de soportar. Ha puesto usted sus cartas boca arriba y yo voy a hacer lo mismo. He corrido bastante. Me gusta la alegra. Me gusta rer. Me gusta la vida. Y me gusta variar. Ahora empiezo a cansarme un poco de la variedad. Me gustara mucho poseer una sombrerera. Hay una en venta. George quiere comprrmela. Est dispuesto a aceptar mi pagar. Y ahora, Donald, si usted y esa B. Cool suya me estropean el trato, conocer usted a la gata ms furiosa que haya caminado sobre dos pies.

Y qu quiere George Cadott a cambio de financiar la sombrerera? pregunt.

No s contest modosamente. No me lo ha dicho todava.

Matrimonio?

Cielos, no! No otra vez.

Qu quiere decir con otra vez?

He estado casada. No dio resultado.

Baj la mirada.

As pues, qu quiere George?

Quiere tener las prerrogativas de prometido. Tambin quiere protegerme. Yo no quiero que me protejan. Slo quiero la sombrerera. George teme que tenga tendencia a ser ligera.

Cmo define l la ligereza?

Todos los hombres la definen igual. Cualquier cosa que una haga con ellos, est muy bien. Cualquier cosa que una sienta tentaciones de hacer con algn otro, es ligereza.

Y armara George alboroto a causa de Barclay Fisher?

Dios sabe de lo que George sera capaz!

Quiere darme su direccin?

No. No quiero que George y usted tengan la ms remota probabilidad de encontrarse.

Mene la cabeza.

No tiene usted suerte, Lois. Voy a ver a ese sujeto.

An no le ha visto?

No.

Ha sido usted sincero conmigo. Le despedir. Desde este momento deja de tener algo que ver conmigo.

Adelante, si cree que as conseguir algo.

No le detendr esto?

Nada va a detenerme, Lois. Soy un profesional. Ver a ese tipo. Hablar con l. Le explicar las realidades de la vida. Le dir que si amenaza a Barclay Fisher o intenta informar a la esposa de Barclay de que su marido tuvo una aventura amorosa durante la convencin en San Francisco, se ver metido en un buen lo.

Va a meterle el miedo en el cuerpo?

Eso es.

Podra llegar a un acuerdo con usted, siempre que estuviese segura de que eso es todo.

Cmo se enter de lo de Barclay? pregunt.

Lois dijo con cierta emocin:

Tres puertas ms abajo, en el apartamiento 316, vive un hombre llamado Dutton. Su nombre de pila es Horace. Est casado con una gansa que se llama Caroline. Caroline es prima de George. Tambin hered dinero de la misma fuente que George: un abuelo fallecido. Yo quisiera que tanto Horace como Caroline fuesen deportados, se hiciesen picadillo en un accidente de automvil o se ahogaran. Me quedara tan fresca.

No la pierden de vista?

Horace Dutton es amigo de George Cadott. Horace Dutton podra ser un buen sujeto si tuviese oportunidad. Pero nunca ser nada mientras siga con Caroline. Dutton est medio chiflado. Caroline le da lo que se supone es afecto y una asignacin mensual. Horace pinta. Es muy amigo de George Cadott. Caroline es puro almbar ante m y vinagre a mis espaldas. Es incomprensiva, metomentodo, chismosa. Es capaz de hacer que cualquiera tenga hipercloridia en menos de una semana.

La muchacha continu:

Horace Dutton vio a Barclay Fisher cuando sala de mi apartamiento. Dutton comunic fielmente a Caroline lo que haba visto. A Caroline le falt tiempo para explicrselo a George. George vino a verme hecho un basilisco. Haba tenido durante toda la noche a un hombre en mi apartamiento. Haba vuelto a ser una cualquiera, una buscona, una mujer ligera. Bueno, le dije que se largara. Con sombrerera o sin ella. Le dije que quera vivir mi vida como me pareciese, que no era mi dueo y que no quera tener ninguno.

Y luego?

Le ech.

Y luego?

Sigui merodeando por aqu. Encontr alguien que haba estado en la convencin. Averigu que haba tratado de mostrarme amable con ese Barclay Fisher.

Y por qu lo hizo usted?

Porque Carl Jensen me dio doscientos cincuenta dlares para que me mostrase decorativa y agradable. Me pidi que me dedicara a Barclay Fisher, porque Fisher fabrica no s qu tipo de lancha en la que Jensen cree que su motor encajara como anillo al dedo. Me pidi que me cuidara del sujeto. Personalmente, deseara no haber visto nunca los doscientos cincuenta pavos ni a Barclay Fisher. Durante un rato lo pas bien. Necesitaba la pasta, y eso es todo.

Y ms tarde arregl sus asuntos con George? pregunt.

Ms tarde no he hecho nada parecido. No le he visto desde que le desped del apartamiento. Sigo mostrndome inflexible.

Tiene motivos para pensar que l volver?

Volver.

Y cuando lo haga, financiar su sombrerera?

Seguro que s. Pero primero tendr que disculparse.

Se disculpar si sabe que cobr usted por ser amable con los miembros de una convencin?

Qu quiere decir con ser amable?

Usted ha utilizado la expresin.

Procuraba que su copa estuviese siempre llena. Hice que se sintiera halagado.

Y despus?

Al cabo de un rato, cuando Barclay empez a mostrarse conquistador, en vez de ponche le di champaa, porque prefera tenerlo mareado en mi divn que no que fuese el da siguiente a Carl Jensen dicindole que le haba abofeteado.

Le hubiese abofeteado?

Ha visto a su cliente? pregunt la joven.

Qu hara si fuese mujer? Echarse en la cama y escuchar como haca crujir sus nudillos?

Me re.

Est bien dijo ella. Usted ha sido franco conmigo. Yo lo he sido con usted.

Dnde puedo encontrar a George Cadott?

Pruebe en el primer sitio que se le ocurra. Personalmente, estoy dispuesta a apostar a que no lo consigue. Y procurar que as sea.

Ignoraba que le haba escrito una carta a Barclay Fisher?

Cielos, s!

Y ahora le dir que lo sabe?

Depende.

De qu?

De muchas cosas.

Le dir que estoy en la ciudad y que si hace algo para cumplir sus amenazas, si escribe algo que llegue a manos de Mrs. Fisher, si escribe alguna otra carta a alguien y la enva por correo, va a verse en un apuro tan grande que nunca ms saldr de l?

Haga usted sus propias amenazas.

No puedo hacerlas si no le localizo antes.

Eso es cierto.

Si se propone usted advertirle, por qu no lo hace tambin de mi parte?

Porque contest sonriendo, en caso de que no lo sepa, Donald, sta no es la mejor manera de conseguir que le financien a una, una sombrerera. Y ahora, si es usted buen chico y se larga de una vez, empezar a tomar ciertas medidas y Bueno, el resultado de lo que voy a hacer tal vez ayude a su cliente.

Pues me marcho le dije.

La muchacha me acompa hasta la puerta.

Adis. Sea buena chica.

Hizo una ligera mueca.

Ahrrese lo ltimo. Djelo a cargo de George. Es su tema favorito. Sin embargo, para su informacin le dir que voy a ser muy, muy cuidadosa.

EMPEC a ocuparme de George Cadott.

Lois haba hecho un buen trabajo.

No fue demasiado difcil localizar el apartamiento de George. Se haba marchado una hora antes de llegar yo. El portero dijo que haba telefoneado diciendo que estara ausente unos das y le encarg que guardara su correspondencia en lugar seguro, que no se limitara a dejarla en el casillero. Tena un automvil deportivo. Me dio una descripcin del auto, as como su matrcula.

Si George quera mostrarse huidizo, no me sera posible localizarle por un sistema corriente. Lois se encargara de eso.

Empec a trabajar con el telfono. Llam a comerciantes de cuadros, a clubs de artistas. Llam a modelos. Finalmente, encontr a un comerciante que conoca a Horace Dutton. Tena varias pinturas de Dutton en depsito.

Hice unas cuantas preguntas, dije que no se trataba del Dutton que buscaba, y colgu. Luego fui a la tienda del comerciante y le ech un vistazo.

El comerciante estaba especializado en arte cubista. En mi opinin, era terrible. Encontr una pintura con la firma de Horace Dutton.

Se titulaba Sol en el Sahara. Su precio era de cincuenta y siete dlares. Pareca un huevo frito que se hubiese despachurrado por el camino. El artista hubiera podido pintarlo con el fondillo de sus pantalones.

Me alej un poco y lo contempl. Inclin la cabeza sobre un hombro. Despus la inclin sobre el otro. Form un crculo con el pulgar y el ndice. Lo sostuve frente a mis ojos. Lo acerqu a la cara y despus lo alej.

El comerciante tendra que haber sido ciego para no reparar en mi comedia.

Le gusta? pregunt, cayendo sobre m.

Tiene un no s qu especial.

Desde luego!

Logra una especie de resplandor.

Ciertamente.

Me pregunto si el marco no ser algo inadecuado.

No, lo he probado con otros. ste es el que mejor le va.

Tal vez le parezca absurdo dije, pero me gustara ver qu efecto causa con un marco de color prpura.

Un marco prpura! Es la primera vez que oigo cosa semejante!

La naturaleza da a las sombras un tinte purpreo. Cuando el ojo se cansa de la luz solar, crea un tono purpreo como medio para aplacar la irritabilidad del nervio ptico. Por eso las sombras parecen tan calmosas en un claro da de sol. Por eso puede usted dejar atrs el luminoso sol de California, entrar en una vieja casa de adobes y sentirse inmediatamente descansado.

El fulano no me contradijo. Cualquiera que conociese los primeros rudimentos del arte de vender, no hubiese contradicho a un posible comprador de un Horace Dutton a cincuenta y siete dlares. Si hubiese dicho que la luna era en realidad un queso suizo y que los crteres eran los lugares donde los agujeros del queso en cuestin haban sido rellenados por los meteoritos, el fulano hubiese dicho que s.

Tal vez no vaya desencaminado dijo con vaguedad.

Por Cristo! Ya lo creo que s. Forme un crculo con el pulgar y el ndice y trate de enmarcar el cuadro.

Lo intent.

S, s dijo con cauteloso entusiasmo.

Resulta, verdad?

Ciertamente convino.

Tema preguntar lo que resultaba.

Un marco redondo color prpura dije. Prpura por el exterior, con una franja dorada por el interior.

Redondo! exclam.

Ciertamente insist con la mayor condescendencia. Estoy seguro de que el artista no estara de acuerdo con este marco rectangular. Todo el tema del cuadro es circular. El sol, la aureola de color naranja Es lo que le estoy diciendo desde el principio. Por eso formaba el crculo con el pulgar y en ndice. Crea que lo haba entendido usted.

En efecto, en efecto dijo apresuradamente. Yo Bueno, pensaba en las dificultades tcnicas de conseguir un marco circular de madera. Comprendo su opinin, desde luego. El color prpura por el exterior para que descanse la vista, y la franja dorada por el interior para apoyar el efecto de resplandor.

Exactamente! Quiero hablar con el artista acerca de ello.

Bueno dijo dubitativamente, desde luego, si va usted a comprar el cuadro, podra

Desde luego! le interrump. No imaginar que le he robado su triunfo, he hecho todas esas sugerencias y despus solicito hablar con el artista sobre este asunto, si no me propusiera comprar el cuadro. Aunque slo fuese como inversin, lo comprara. Algn da, ese artista ser famoso.

Saqu la cartera, abr el departamento donde guardaba el dinero para gastos y cont tres billetes de veinte dlares.

Dnde puedo ver al artista? pregunt.

Creo que podra concertarle una cita.

Magnfico! Cunto rato har falta?

Bueno, desde luego, he de localizarle y

Tiene telfono?

S.

Por qu no le llama? Dgale que un cliente quiere hablar con l acerca de su cuadro. Me gustara mucho que el artista supervisara la construccin del marco. Desde luego, har falta recortar un poco las esquinas, y quisiera conseguir la aprobacin del artista antes de hacerlo.

Pero el cuadro es suyo, Mr

Billings dije. Donald Billings.

El cuadro es suyo. Puede usted hacer lo que quiera.

No con una obra de arte. Un hombre puede comprar el derecho a poseer un cuadro, a retenerlo, a contemplarlo, a colgarlo en su casa, pero ciertamente no tiene derecho a desfigurarlo o destruirlo. Quisiera el permiso del artista.

El comerciante dijo:

Estoy completamente seguro de que cuando le diga a Mr. Dutton que ha pagado usted cincuenta y siete dlares por su cuadro Sol en el Sahara, no le importar aunque lo meta en la mquina de picar carne.

De repente, el comerciante se dio cuenta de que haba ido demasiado lejos. Dijo:

Ja, ja! Desde luego, se trata de una broma. En seguida llamo a Mr. Dutton.

El comerciante no permiti que oyese la conversacin. Se meti en un despacho privado, pero sali al cabo de tres minutos, mostrando una ancha sonrisa.

Mr. Horace Dutton vive en el apartamiento 316 del edificio Wisteria. Se ha mostrado muy interesado cuando le he hablado de sus opiniones sobre el cuadro. Le gustara mucho hablar con usted. Ha dicho que puede verle en su casa durante la hora y media siguiente.

Magnfico! dije con dignidad. Ahora, le ruego que me envuelva el cuadro y me d un recibo, y me marcho a verle.

Podemos enviarle el cuadro, si

No, gracias. Tengo prisa. Quiero que el artista examine esto en seguida. Tal vez deba marcharme de la ciudad.

Me dieron el cuadro y el recibo. Un taxi me condujo a los apartamientos Wisteria. Confiaba en que no me tropezara con Lois Marlow en el pasillo o en el ascensor. Era un riesgo que tena que correr.

Sub a la tercera planta y apret el timbre del 316. Se abri la puerta. El hombre que se asom tena el mismo aspecto que el paquete que llevaba bajo mi brazo izquierdo.

Billings? pregunt.

Asent con dignidad.

Es usted Dutton?

Me alegro de conocerle dijo, me alegro mucho. Estrech con fuerza mi mano derecha. Es un verdadero placer encontrar a alguien que comprende el arte, alguien que tiene ideas positivas, ideas originales. Pase, pase! Desde luego, es un gran placer. Mr. Billings, le presento a mi esposa, Caroline. Mr. Billings es el que ha comprado el cuadro, querida. Sintese, Mr. Billings. Deme su sombrero. Deje el cuadro aqu. Qu prefiere tomar, ginebra o coac?

Ginebra, gracias.

Sirvi tres copas.

Dutton era un hombre enjuto, de ojos ardientes y movimientos nerviosos. Su hablar era entrecortado. Su mujer era distinta. Era una mujer que una vez se fijaba una idea, no paraba hasta verla realizada. Su marido era como un perro nervioso que cazase conejos en un campo grande. Durante un rato, estara hurgando en una madriguera y luego correra a hurgar en otra. Caroline, no. Ella se sentara, acechara, esperara y luego saltara; y cuando saltase tendra lo que deseaba.

Rondaba la treintena y tena buen tipo; pero en su rostro apareca una expresin obstinada y agria que le impeda ser hermosa. Llevaba un jersey muy ceido.

Dutton me alarg mi vaso. Brindamos.

Dutton dijo:

Tengo entendido que desea usted cambiar el marco del cuadro.

Dej mi vaso, me puse en pie y me acerqu al cuadro. Con movimientos casi reverentes, quit el papel, coloqu el cuadro sobre la mesa, me apart y lo contempl. Form un crculo con el pulgar y el ndice y examin el cuadro con expresin grave.

Al cabo de un momento, Dutton hizo lo mismo.

El motivo del cuadro es circular dije. El sol, la aureola, los rayos que surgen todos del centro.

Es smbolo de la luz solar dijo Dutton.

Naturalmente que s. El cuadro debera tener un marco circular.

Por Cristo, Billings! Tiene usted razn!

Deseaba su permiso dije. Quiero cubrir la menor parte posible del cuadro, pero deseo un marco circular.

Tiene usted razn! Por completo! Por completo repiti Dutton.

Es un tema audaz le dije. Tiene originalidad. Tiene fuerza. Tiene impacto. Es tremendo!

Gracias, gracias. Es un placer hablar con alguien que entienda lo que trato de conseguir con mi trabajo. Quiero interpretar la naturaleza. Es la interpretacin lo que cuenta.

Naturalmente.

De lo contrario prosigui, tanto dara que fuese con una cmara fotogrfica y sacase fotos en colores. No dara ni un centavo por un cuadro que cualquier persona pudiera comprender a la primera mirada. Todas las cosas que merecen la pena son cosas que no se entienden. Tienen que ser interpretadas. Un artista es, esencialmente, un intrprete.

Hasta el punto de que incluye su propia personalidad en el cuadro, en el momento en que crea algo. Tal vez no lo sepa usted, Dutton, pero est iniciando una nueva escuela.

S?

Ya lo creo.

Me gustara que viera usted el cuadro en que ahora trabajo.

Me encantara.

Termin mi ginebra. Dutton abri la puerta de un armario y sac un caballete y un cuadro. Retir el trapo que cubra la tela.

Era un pedazo de arpillera con crculos de diversos colores y rayas en zigzag, de color rojo y anaranjado, que lo cruzaban.

Lo inspeccion con detenimiento. Pareca un grupo de globos de colores que un vendedor llevase durante el carnaval, con una violenta tempestad en segundo trmino, cuyos rayos no conseguan hacer blanco en los globos.

Trat de pensar en un ttulo. El otro cuadro era Sol en el Sahara. Pens que aqul debera llamarse Tormenta en un carnaval.

Retroced unos pasos para estudiar el efecto; despus, me acerqu para observar las pinceladas. Luego inclin la cabeza sobre un hombro. A continuacin, la inclin sobre el otro.

Al cabo de un momento, asent con la cabeza. Dutton no pudo esperar a que le expresara mi opinin.

Dijo:

Su ttulo es Inspiracin. Muestra los relmpagos de iluminacin que cruzan entre los crculos que representan los distintos pensamientos que pueblan el cerebro de un hombre.

Esper cinco segundos largos antes de decir nada. Vi que me observaba con ansiedad febril. Luego pronunci una palabra.

Tremendo!

Dutton se deshizo en sonrisas. Me cogi la mano y volvi a sacudirme.

Por Cristo! Billings, es usted un hombre que sabe apreciar verdaderamente el arte.

Contempl Inspiracin durante otros cinco segundos, y despus me encar solemnemente con Horace Dutton, y dije:

Creo que he encontrado al hombre que puede hacerlo!

Hacer qu? pregunt.

Pintar el cuadro que llamar ms la atencin de todos los pintados en la poca moderna.

Se qued contemplndome y pareci algo vacilante.

Qu cuadro es? pregunt por fin.

Conflicto.

Entorn los ojos.

Lo malo del mundo actual son los conflictos. Las naciones tienen conflictos con otras. Los individuos tienen conflictos con otros, las ideas entran en conflicto con otras. Las ideologas estn en conflicto con otras ideologas.

Cmo lo mostrara en un cuadro? pregunt pensativamente.

Me entusiasm con el tema:

Sabe el sonido que produce el cambio de marchas de un auto cuando lo utiliza un novato? Coja un auto viejo y un hombre que no conozca el mtodo del doble embrague. Trata de cambiar normalmente y los dientes de los engranajes empiezan a chirriar y a destrozarse.

Dutton asinti.

Pinte ese sonido, y llmelo Conflicto.

Retrocedi un paso y se me qued mirando.

Puede hacerse le dije. Usted pinta engranajes que no entrechocan. Los dientes encajan. Utilice colores que choquen. Ponga un rojo vivo junto a un verde. Haga con la vista lo mismo que los engranajes mal manejados hacen con el odo. Conseguir un cuadro que con su discordia alterar todo el sistema nervioso; y entonces no tiene ms que titularlo: Conflicto.

Vlgame Dios! dijo Duttoncon admiracin. Puede hacerse!

Usted puede hacerlo le dije. Usted!

Cre que el tipo iba a besarme.

Caroline, con los ojos entornados, dijo:

Mejor ser que averiges lo que Mr. Billings quiere por su idea, Horace.

La mir y ergu la cabeza.

Nada! dije. No soy pintor. Tengo ideas. Quiero aportar mi humilde contribucin al arte.

Me abraz, despus cubri su pintura Inspiracin y se apresur a guardarla en el armario.

Voy a ocuparme de ello, Billings. Voy a ocuparme esta misma noche. Dios mo! Es la cosa ms tremenda que he odo en mi vida. Puedo hacerlo! Puedo pintar el conflicto de tal manera que cause tanto impacto en el espectador que le haga rechinar los dientes. Conflicto! Qu idea tan maravillosa!

Soy hombre de posibilidades limitadas dije. No puedo garantizarle que lo compre, pero s que causar sensacin. Conozco algo sobre publicidad. Creo que conseguir atraer la atencin de los crticos sobre su obra.

Dutton sirvi ms bebida. Prcticamente llen los vasos. Brindamos y bebimos.

Al cabo de un rato, dije:

Me gustara ver otros cuadros suyos, y hablar con pintores en cuyo estilo haya influido usted.

No he influido en ninguno.

Oh, s, ya lo creo. Forzosamente. Cualquiera que haya visto su trabajo y sepa apreciarlo, comprender que en l hay algo. Fuerza! Impacto! Vitalidad! Virilidad!

Caroline dijo pensativamente:

Est George, Horace.

Quin es George? pregunt.

George Cadott dijo Caroline es mi primo. Primo hermano. Pinta un poco y me consta que est influido por Horace.

S, supongo que s dijo Horace en tono de duda.

Dnde puedo encontrar a George Cadott? pregunt.

Bueno dijo Dutton, de momento George no est aqu.

Lstima dije.

Bebimos ms ginebra. La botella estaba vaca. Baj a la calle y compr otra en la tienda de la esquina.

Dutton se estaba mareando. En cuanto a Caroline, no podra decirlo. Permaneca muy erguida, observndome con ojos atentos.

Dutton dirigise al telfono. Su voz era algo pastosa.

Conferencia dijo a la telefonista. Aqu Horace Dutton, Lakeview 6-9857. Quiero hablar con George Cadott. George est ahora en el Roadside Motel, en Vallejo. No s el nmero de la habitacin que ocupa, pero aparecer en el registro.

No se ha inscrito con su nombre, Horace dijo Caroline.

Un momento. Es cierto, es cierto dijo. Un momento. Cmo diablos es el nombre? Un momento, cmo diablos es el nombre? Un momento, telefonista, he de acordarme de ese nombre.

No nos lo ha dicho intervino Caroline.

S. A m s me lo dijo. Es Chalmers. George Chalmers! Esto es, telefonista. C-h-a-l-m-e-r-s. No, llmelo, esperar.

Hubo una espera de un par de minutos. Dutton alcanz su vaso y bebi un par de sorbos mientras esperaba la comunicacin. Luego, de repente, dej el vaso. Su rostro se ilumin.

Oye, George? Hola, George, muchacho! Sabes lo que ha ocurrido, George? He vendido Sol en el Sahara y he conseguido la mejor idea que hayas odo en tu vida.

Por fin he encontrado a un experto en arte que me comprende. Creme, me comprende. Sabe reconocer el talento cuando lo ve.

Bueno, espera un momento, George, muchacho. Espera! Lo s, lo s. No queras que se te llamara excepto por un asunto de la mayor importancia, pero ste lo es, George. Quiero decir que esto es una crisis. Est transformando toda mi vida. Es la culminacin de una carrera. Es verdaderamente importante. Sabes qu, George, muchacho? He conseguido la idea para pintar el mejor cuadro del ao. Me lo han explicado con todos los detalles. Lo nico que tengo que hacer es pintarlo Es la idea ms condenadamente buena que has odo en tu vida, George, muchacho. Es tremenda! Extraordinaria! Voy a pintar a un tipo cambiando de marchas Eh! Oiga Oiga!

Dutton sacudi el gancho del telfono.

Oiga, telefonista! Maldita sea, me ha cortado la comunicacin!

Hubo un momento de silencio mientras Dutton escuchaba. Luego, con expresin incrdula, colg el aparato.

Volvise hacia Caroline y hacia m y dijo con voz despectiva:

Qu les parece? El muy cerdo ha colgado.

Nos terminamos nuestras bebidas. Me disculp y avanc tambaleante hacia la puerta, con el precioso cuadro bajo el brazo.

Horace Dutton me acompa hasta el ascensor.

Hasta el segundo intento no consigui apretar el botn. La cabina subi y se detuvo ante nosotros.

Abr la puerta.

Dutton dijo:

Sabe una cosa, Billings?

Qu?

Voy a empezar ese cuadro ahora mismo. Esta misma noche. Tengo una idea extraordinaria para conseguir que los colores choquen entre s Sabe otra cosa? Me ha dado una idea acerca de los marcos de formas originales. Pondr el cuadro en un marco de seis lados, pero ninguno de ellos ser igual. Colores detonantes! Un marco completamente irregular. Billings, me ha hecho usted el mayor favor que un hombre puede hacer a otro. Es usted uno de los fenmenos que ms escasean en la tierra: alguien que puede inspirar al genio.

La puerta del ascensor se cerr.

Encontr un taxi a una manzana de distancia Estaba bastante mareado. Me detuve en el bar del hotel, y beb tres tazas de caf bien cargadas. Sub a mi habitacin, me ech en la cama diez minutos, y luego me tambale hasta el cuarto de bao. Vomit y me sent mejor. Ped por telfono ms caf.

Puse una conferencia telefnica con Barclay Fisher.

Qu tal le va? pregunt Fisher.

Creo que bien dije. Voy a ponerme en contacto con Cadott. Le he localizado.

Dnde?

En el Roadside Motel, en Vallejo. Est inscrito con el nombre de George Chalmers, y se oculta cuanto puede; pero le encontrar.

Dnde est usted?

Se lo dije.

Qu se propone decirle? pregunt Fisher, y casi pude or como haca crujir sus nudillos.

Voy a decrselo expliqu, tratando de conservar una expresin de dignidad.

Pero, qu puede decirle?

Se lo dir!

Lam pregunt ansiosamente, est bien?

Claro que estoy bien le contest. He localizado a Cadott, no? Y crame, ha sido difcil. Slo se lo comunico para que conozca mis progresos.

Colgu el telfono y me contempl en el espejo. Me azot el rostro con una toalla mojada, y volv a tenderme en la cama. El caf empezaba a hacer su efecto. Me sent mucho mejor, pero cuando cerr los ojos, las cosas empezaron a dar vueltas.

Mir mi reloj de pulsera. Eran las cinco de la tarde. Cog el telfono. Experimentaba una terrible sensacin de responsabilidad y de urgencia.

Ped una conferencia con Bertha Cool, con gastos a su cargo.

Su voz son en el auricular, furiosa y como una gallina mojada porque haba hecho la llamada a sus expensas.

Le expliqu dnde estaba y dije:

Bertha, slo quera tranquilizarte.

Sobre qu?

Sobre los cincuenta y siete pavos que aparecern en la cuenta.

Cincuenta y siete machacantes de una vez? pregunt con voz ronca.

En efecto.

Para qu? Podas haber pescado esa merluza por un total de cinco pavos. Por qu has usado champaa?

Ha sido por un cuadro. Lo he comprado. Se llama Sol en el Sahara, voy a ponerlo en un marco de color prpura y

Esto es una conferencia, condenado idiota me chill Bertha. Al grano. Por qu me has llamado y por qu te has emborrachado? Apenas puedo entenderte.

Nadie es capaz de entenderme dije.

Bertha colg violentamente el telfono.

Sacud el instrumento hasta que contest la telefonista del hotel.

Llmeme a las siete dije, colgu y me dej caer en la cama.

Aquello me permitira descansar dos horas.

Dos horas durante las cuales el caf producira efecto. Despus me encaminara hacia Vallejo, para ver a George Cadott.

UNOS nudillos llamaron a la puerta. Recobr lentamente la conciencia.

Los golpes cesaron. Permanec tendido en la cama, pensando. Los golpes no podan haber sonado en la puerta. Estaban en algn punto de mi cerebro. Un martilleo uniforme, rtmico. Era una sensacin de apremio, que me impulsaba a hacer algo pero no pude averiguar de qu se trataba.

Entonces volvieron a empezar los golpes en la puerta. Esta vez no poda haber error. Eran unos golpes vigorosos, desesperados, y cada sonido se repeta en el interior de mi crneo como un disparo de revlver en una habitacin cerrada.

Consegu sentarme. Palp buscando el interruptor de la luz que haba junto a la cama, lo mov, me puse en pie y me acerqu a la puerta.

Di, vuelta a la llave y abr.

Barclay Fisher estaba ante ella.

Hola, Fisher dije.

Qu diablos le ocurre? me pregunt. He estado llamando a la puerta y tratando de despertarle. Siempre duerme tan profundamente?

Ni siquiera se ha quitado la ropa.

He tenido mucho trabajo le expliqu.

Mi lengua saba como el interior de un corral de ovejas. Tena la garganta spera y seca. Mir mi reloj de pulsera. Eran las tres y media.

Qu est haciendo aqu? pregunt a Fisher.

No poda dormir me contest. He cogido el avin de medianoche.

Qu le ha contado a su esposa?

Lam dijo con solemnidad, le he mentido a Minerva. Se da cuenta lo que este maldito asunto ha hecho conmigo? Me ha obligado a mentir a Minerva.

Es una lstima.

Me acerqu al telfono, lo descolgu y dije:

Haba pedido que me llamasen a las siete. Por qu no lo han hecho?

Un momento dijo la dulce voz femenina.

Se produjo una pausa y despus la voz dijo:

S, Mr. Lam. Tenemos que llamarle a las siete. No se le ha llamado porque an no lo son. Son las tres y cuarenta minutos.

Gru y dije:

Est bien, pngame con el servicio.

Una vez tuve la comunicacin, encargu un vaso de zumo de tomate fro, una botella de salsa de Worcestershire y un par de limones. Me puse unos almohadones tras la espalda y me acomod en la cama.

Qu le ha dicho Cadott? pregunt Fisher. Ha podido meterle el miedo en el cuerpo?

No le he visto dije. He averiguado donde est. Eso es todo.

No le ha visto?

No.

Pero usted me ha telefoneado antes de las cinco dicindome que estaba en Vallejo y

En efecto.

Pero, por qu no le ha visto?

Ante todo, porque dej el encargo de que me llamaran a las siete, y la tonta de la telefonista ha credo que me refera a las siete de la maana.

Qu quiere decir?

Encargu que me llamasen a las siete de la tarde. Tuve que beber ocho o diez copas con el amigo de Cadott, para averiguar dnde se ocultaba ste. Quera dormir un par de horas antes de ir a Vallejo.

Y ha dormido demasiado?

He dormido demasiado.

Fisher hizo crujir sus nudillos. Sus ojos plidos y acuosos me miraron con reproche, e incluso el sonido de sus nudillos pareca llevar una nota acusadora.

Tena la esperanza de que a estas horas estuviese todo arreglado dijo.

Cadott se ha escondido le expliqu. He tenido que utilizar mtodos heroicos para averiguar dnde estaba.

Por qu se oculta?

Porque su amiga, Lois Marlow, le ha dicho que se meta en un agujero y que no salga de l hasta nuevo aviso.

Y por qu le ha dicho eso?

Dije:

Espero que uno de estos das conseguir la respuesta, pero desde luego Lois quera sacarlo de en medio, y ciertamente lo ha conseguido.

Fisher dijo nerviosamente:

En cualquier momento, Lam, Cadott puede escribir a Minerva; incluso puede descolgar el telfono y ponerle una conferencia. Es peligroso. Toda la situacin est cargada de dinamita. No podemos permitirnos perder ni un segundo.

Est bien dije. Qu quiere que haga? Que telefonee al tipo a las cuatro de la madrugada, y que le diga: Oiga, Cadott, no puede causarle molestias a Fisher, porque si lo hace ser un desastre?

Si utilizo esta tcnica prosegu, se encontrar por completo en manos de Cadott. l sabr que usted teme y que tiene poder sobre usted. Empezar a utilizar tal poder. Piense que es un fantico que se propone cambiar el mundo.

Entonces, qu vamos a hacer con l? pregunt Fisher. Cmo impediremos que se dirija a Minerva? Cmo evitaremos que cause ms molestias?

Hay una respuesta a esto, pero ni siquiera voy a pensar en ella hasta haberme tomado mi zumo de tomate.

Fisher anduvo por la habitacin e hizo crujir uno de sus nudillos de la mano izquierda con la fuerza de un disparo de pistola.

Tiene habitacin? le pregunt.

No, acabo de llegar.

Consgase una.

No tengo sueo.

Yo s.

Ya ha dormido usted bastante me espet acusadoramente.

Y adems, he comprado un cuadro.

Un cuadro?

En efecto. Lo he comprado con su dinero. Le ha costado a usted cincuenta y siete dlares. Su autor es Horace Dutton y se titula Sol en el Sahara. Quiere verlo?

Me mir con la expresin que suele reservarse para la gente que est completamente chiflada.

Cruc la habitacin y quit el papel que envolva el cuadro.

Vlgame el cielo! exclam, dando un paso atrs. Dice que ha comprado eso?

En efecto. Ha sido mi sistema para conseguir la direccin de Cadott. Tambin compr una botella de ginebra. Qu fuerte la hacen!

Llamaron a la puerta. Me dirig a ella y la abr. El sonido del hielo en el cubito fue uno de los sonidos ms dulces que he odo en mi vida.

Vert el zumo de tomate en un vaso grande, aad hielo, salsa de Worcestershire y limn y empec a apagar el fuego que arda en mi garganta.

Fisher contemplaba el cuadro de Dutton con expresin de fascinada incredulidad.

Quiere? pregunt a Fisher, sealando el zumo de tomate.

Mene la cabeza.

Antes de subir he tomado un poco de caf. No quiero nada ms Lam, este asunto me preocupa.

Eso me ha parecido.

Luchamos contra el reloj.

Asent con la cabeza.

Est bien dijo. Dice usted que el chantaje siempre se realiza por etapas. El primer pago es slo la primera etapa.

Asent de nuevo.

Podramos pagar de momento y ganar tiempo.

Me serv otra racin de zumo de tomate, exprim un limn, aad una buena porcin de salsa de Worcestershire, y dije:

Lo malo es, Fisher, que no se trata de chantaje.

Qu es pues?

No estoy seguro, pero creo que es un problema para un psicoanalista.

A qu se refiere?

Dije:

En mi opinin, Cadott ha hecho algo que le preocupa. No se atreve a confesarlo, pero no puede tranquilizar su conciencia mientras se crea un pecador. En consecuencia, se ha creado un complejo que le hace desear dar a la publicidad los pecados de todos los dems, basndose en la teora de que as se convencer a s mismo de que no es peor que los otros.

Probablemente, los psiquiatras tienen un nombre para esto. No s cul es. Yo lo llamara un intento de expiar su culpa.

Y qu? pregunt Fisher.

Cuando la conciencia de un hombre empieza a atormentarle hasta tal punto, est a un paso de la confesin. No me sorprendera demasiado que consiguiera que Cadott me contase lo que verdaderamente tiene en la cabeza, lo que le hace parecer un fantico cruzado.

Entonces podr amenazarle con ello? pregunt Fisher.

Nada de eso. Creo que si Cadott se quita ese peso de su conciencia, perder su afn redentor y tal vez acepte la vida ms como es en realidad. Entonces podra hacer feliz a Lois y dejar de ser una pesadilla.

Debe usted saber cosas que yo ignoro, Lam.

Por qu no? Me ha contratado para que las averige, no?

Usted no me las ha contado.

Imagneselas por s mismo. He aqu a un individuo puritano hasta el extremo que se enamora de una muchacha a quien le gusta la vida, la accin y la variedad. El individuo tiene perodos de normalidad y otros en que se vuelve rgido, agrio y con todas las cualidades desagradables de un fantico reformista.

Cadott piensa que ha metido usted a Lois Marlow en una situacin incmoda y le escribe una carta dicindole que va a deshacer por completo su reputacin. Va a exponerle a los ojos del mundo. Va a conseguir que Lois Marlow reconozca sus pecados y usted su perfidia.

Vengo a hablar con el individuo y l va y se esconde. Y ahora, cmo consigue encajar todo esto?

No puedo dijo por fin.

Tampoco yo, excepto con la teora de que lo que tiene contra usted es insignificante. El tipo se ha vuelto emocionalmente inestable. Si le ha escrito esa carta, probablemente habr amenazado tambin a otras personas.

Qu quiere decir eso?

Puede significar mucho. Depende de lo que tenga contra esas otras personas.

Beb ms zumo de tomate.

Bueno dijo Fisher, reconozco que su idea parece plausible pero sigo opinando que sera mejor hacer callar a ese tipo con dinero.

Est bien dije. Ir con usted hasta este punto: si es chantaje puede pagarle y ganar tiempo hasta que encontremos la respuesta. Personalmente, no creo que sea chantaje Dnde est su maletn?

Abajo. Pedir una habitacin y ya nos veremos a a las ocho. Nos desayunaremos y luego iremos a Vallejo.

Sacud la cabeza:

Nos veremos a las siete y media dije. Nos desayunaremos y saldremos de aqu a las ocho.

Muy bien, hasta las siete y media.

Fisher sali. Me quit la ropa, me met en la baera llena de agua muy caliente, permanec all durante veinte minutos, sal, me sequ, me afeit, examin mi traje arrugado, pregunt al conserje si podan planchrmelo y devolverlo a las seis cuarenta y cinco, me aseguraron que s, le vaci los bolsillos, envi el traje a la planchadora, y termin de beberme el ltimo zumo de tomate. Por entonces me senta como un guiapo.

Sol en el Sahara hizo que mi nervio ptico protestara y me trajo a la memoria desagradables recuerdos. Volv el cuadro de cara a la pared, envi a buscar los peridicos, le un rato, dormit otro poco y el estridente sonido del telfono me despert a las siete. Me puse en comunicacin con el conserje, quien pas mi llamada a un camarero.

Mi traje no estaba listo. El camarero explic que hasta las siete no llegaba y que le sera imposible tener el traje antes de las siete y media. Me mostr enojado, y consegu que me prometiera darse prisa.

Saqu una muda limpia de mi maleta. Met lo dems en la bolsa para la lavandera, y la entregu cuando me entregaron el traje, a las siete y veinte.

A las siete y media estaba abajo, en el bar.

Fisher estaba sentado ante el mostrador, tomando caf.

Hola dije. Me ha ganado usted.

Me mir con resignacin.

No he podido dormir.

Cunto rato lleva aqu?

Han abierto a las seis y media. Desde entonces.

Se ha desayunado?

Mene la cabeza.

Slo caf.

Haba un taburete vacante a su lado. Dije a la camarera:

Zumo de naranjas, ciruelas hervidas, huevos con tocino, y pase la cuenta a este seor.

Fisher empuj a travs del mostrador su vaca taza de caf.

Vuelva a llenarla dijo.

Mejor ser que no tome ms le aconsej. Le pondr demasiado nervioso. Intente comer unos huevos con tocino.

Hizo una mueca.

Slo pensar en comida me da nuseas.

Me desayun apresuradamente. La camarera entreg la cuenta a Fisher. l le dio una propina miserable. Me met la mano en un bolsillo, saqu un dlar de plata, lo dej en el mostrador y dije:

Puesto que desde las seis y media est dndole la lata, por lo menos, mustrese generoso ahora. Por lo dems, todo ir en la nota de gastos.

Contempl el dlar de plata.

Bueno, tal vez tenga razn.

Recogi sus veinticinco centavos, y se los meti en un bolsillo del pantaln.

Puede apostar a que s le dije, y saqu otros cincuenta centavos.

La camarera haba permanecido inmvil, examinando la operacin. Me dirigi una rpida sonrisa y mir a Barclay Fisher como si se tratara de un marciano.

Fisher se encamin hacia la puerta, haciendo crujir sus nudillos.

Qu medio de transporte tenemos? pregunt.

Dispongo de un auto alquilado.

Saqu el vehculo y nos abrimos paso contra la corriente de autos que entraban en la ciudad desde el otro lado de la baha. Despus salimos a la autopista, y por un rato tuvimos el camino despejado luego volvimos a encontrarnos metidos en un intenso trnsito. Llegamos a Vallejo y encontramos sin dificultad al Roadside Motel.

Preguntamos por l con su falso nombre? inquiri Fisher.

No sea tonto dije. No preguntaremos por nadie con ningn nombre. El individuo tiene un auto deportivo y est inscrito con el nombre de Chalmers. Miremos por ah.

A aquella hora de la maana, el encargado dorma profundamente despus de haberse pasado la mitad de la noche alquilando pabellones. La mayora de los clientes se haban marchado ya. Las criadas arreglaban los pabellones.

Recomend a Fisher que echara hacia atrs los hombros y que anduviera con decisin.

Lo primero que tiene que aprender para convertirse en detective, es no actuar como si buscara algo, porque, si es as, la gente empezar a preguntarse qu es y tal vez alguno se le acerque y le pregunte si puede ayudarle. Entonces se acordarn de usted y quiz hablen demasiado.

Lo que conviene es ir aprisa, no demasiado, pero andar con decisin, como si supiese exactamente a dnde se dirige. Luego, si no encuentra lo que busca, d media vuelta y mrchese rpido, como si hubiera olvidado algo.

Avanzamos a buen paso por la pista del hotel.

Distingu el auto deportivo en el garaje contiguo al pabelln veinticuatro.

Y ahora qu? pregunt Fisher. Ya le hemos encontrado. Qu sacamos de ello?

Hablemos con el individuo dije.

Nos acercamos a la puerta, y llam.

No hubo respuesta.

Llam con ms fuerza.

Sigui sin suceder nada.

Tal vez haya salido a desayunarse dije. Venga, vmonos.

Dimos media vuelta y anduvimos rpidamente hasta el restaurante, ms all de las oficinas.

Sabe qu aspecto tiene? pregunt Fisher.

Creo que podr identificarle. Es un cruzado fantico, intolerante, rgido, mojigato. Probablemente tendr pmulos salientes, ojos brillantes, cabello enmaraado y una boca dbil. Se mover con ademanes nerviosos e intranquilos.

Entramos en el restaurante. Fisher se tom otra taza de caf. Yo ped una tostada y chocolate.

Lenta, cuidadosamente, examin a todos los que se hallaban en el restaurante. No pude encontrar a George Cadott, a menos que estuviese confundido por completo respecto al aspecto del individuo, por lo que saba de su carcter.

Tal vez estuviese en la ducha dije. Volvamos a llamar.

Regresamos al pabelln. Golpe con fuerza la puerta. No hubo respuesta. Di la vuelta al pomo y empuj.

Oiga, oiga! Qu est haciendo? pregunt Fisher.

Echar una ojeada contest.

La puerta se abri suavemente en sus bien engrasados goznes.

Fisher retrocedi.

No quiero saber nada de esto dijo.

Entonces, espere fuera le dije.

Casi prefera hablar a solas con Cadott. Saba que podra calibrar mejor al individuo si Fisher no estaba all, haciendo crujir sus nudillos.

No crea posible que el sujeto estuviese durmiendo a aquella hora, a menos de estar borracho, pero nunca se sabe.

Necesit un momento para acostumbrarme a la dbil luz que haba en el interior. Cerr la puerta con suavidad a mis espaldas.

La cama no haba sido utilizada.

No lo entend.

Di la vuelta a la cama, en direccin al cuarto de bao y de repente me detuve. Un par de pies calzados aparecieron a mi vista. Eran unos pies enormemente elocuentes. Contaban su historia con rigidez inanimada.

Acab de dar la vuelta a la cama para poder mirar al suelo.

El cuerpo estaba completamente vestido y no debi haber sangrado mucho. Haba una mancha roja en el pecho y un poco de sangre seca en la descolorida alfombra.

El rostro tena el inconfundible color de la muerte. Era el rostro de un hombre con una espesa cabellera negra que llevaba muy corta. Los pmulos eran salientes. Los ojos se hallaban cerrados. La mandbula estaba cada y pareca dbil e insignificante.

No haba seales de lucha. Todo estaba en perfecto orden. Un llavero de cuero estaba medio oculto por la americana del hombre. Lo cog y me lo guard en un bolsillo.

Retroced dando la vuelta a la cama, saqu mi pauelo, limpi el pomo de la puerta, la abr, sal, y, ocultando el pauelo en la palma de mi mano derecha, cerr con suavidad la puerta al tiempo que frotaba el pomo con el pauelo.

Fisher se haba alejado unos quince metros y trataba de aparentar que nunca en su vida me haba visto.

Anduve rpidamente, alcanc a Fisher, y dije:

Vamos.

Qu ha dicho? pregunt Fisher.

No est. Tengo la impresin de que el fulano ha ido a la ciudad a poner alguna conferencia telefnica.

No est?

No lo he visto. Slo he abierto la puerta y me he asomado. No he registrado el pabelln.

Oh dijo Fisher, entonces, no estaba en la cama?

La cama no haba sido utilizada.

No puede ser!

Pues es.

Pero su auto est aqu, no?

Eso creo.

Bueno, no puede haberse alejado mucho. No sera mejor preguntar en el registro para estar seguros?

No; tengo el nmero de la matrcula. Es la de Cadott. Creo que por lo que respecta al auto podemos estar seguros.

Bueno. Qu vamos a hacer?

Nos marchamos.

No lo entiendo. Hemos venido hasta aqu para hablar con el individuo se y ahora dice que nos marchamos.

Eso es. Hemos cambiado de idea.

No entiendo por qu.

No tiene por qu entenderlo todo. En realidad, su presencia ha sido ms bien una molestia para m.

No he podido evitarlo. Tena que estar en la lnea de fuego. Quiero saber lo que ocurre. No puedo soportar esa terrible espera. Dgame, Lam, cree usted que el individuo ha cumplido su amenaza y ha escrito ya a Minerva?

No lo s.

Tenemos que localizarle. Hemos de ponernos en contacto con l, Lam. Hemos de impedrselo.

Creo que ya se lo he impedido.

Cmo?

Fui a ver a Lois Marlow y le dije quin era y lo que me propona.

Y supone que ella se lo cont?

De lo contrario, por qu tena que correr hasta aqu e inscribirse con nombre falso?

S, es cierto respondi Fisher.

De modo que le acompaar hasta el aeropuerto de Oakland. Coja el primer avin de regreso.

Pero no es eso lo que quiero. Deseo quedarme con usted. He venido a ayudarle.

Usted va a regresar le dije. Est ya en camino. Aqu slo sirve para entorpecer mi trabajo.

No puedo marcharme desde Oakland. He de ir al hotel y recoger mi maletn.

Est bien le dije. Regrese al hotel y coja el maletn. Despus mrchese en el primer avin.

Fisher me mir recelosamente.

Parece usted haber cambiado mucho sus planes de repente.

En efecto. Cuando me conozca mejor sabr que sta es una de mis peculiaridades.

NO saba el tiempo de que dispona, pero s que los minutos eran preciosos. Calcul que una hora sera probablemente el mximo. Entonces, alguna criada descubrira el cadver de Cadott, examinaran el certificado del automvil y la polica lo invadira todo.

La tercera llave del llavero que haba recogido en el hotel encaj en la cerradura del apartamiento de Cadott. Entr.

No s qu tiene de particular el hombre que vive solo, pero siempre he notado que impregna su vivienda de un olor especial. Dicho olor es penetrante y slo en parte puede atribuirse a las colillas que llenan los ceniceros.

El apartamiento de Cadott ola de tal forma.

Lo examin rpidamente.

Haba libros de metafsica, otro titulado La rueda del destino, otro La Filosofa oriental, y otro Expiacin y Karma.

El escritorio estaba cerrado. Examin las llaves del llavero y no tuve ninguna dificultad. Slo haba una del tamao de aquella cerradura.

Abr el escritorio. All todo estaba en un orden perfecto. Tena un cajn con un archivo alfabtico, otro cajn con papel de copia, papel blanco, sobres y sellos. Sobre la mesa haba una mquina de escribir porttil.

Saqu la carpeta correspondiente a la F y, naturalmente, encontr una copia de la carta que haba escrito a Fisher. Despus encontr algo que me dej helado. Era la copia de una carta escrita dos das antes a Mrs. Barclay Fisher, dirigida a su domicilio particular, donde se indicaba Privada, personal y confidencial.

Le con cuidado la copia. Era dinamita pura.

Deca:

Apreciada Mrs. Fisher:

Le ruego que no me crea un mentecato. Soy un hombre que ha dedicado su vida a hacer mejor este mundo en que vivimos.

Lois Marlow, que vive en los apartamientos Wisteria de esta ciudad, es en el fondo una buena chica, pero algo alocada, frvola y que todava no ha aprendido a apreciar las verdades eternas.

Llevo algn tiempo dedicndome a ella, tratando de que comprenda que uno solo cosecha lo que siembra. La ley del Karma es inflexible. Nuestras acciones son pesadas en las balanzas de la eternidad.

Cinco aos atrs me cas con Lois. Era una muchacha adorable e inocente. No nos avenimos. Fue a Reno y se divorci de m.

Desde entonces, cada vez ha ido cayendo ms bajo. Slo cree en la frivolidad y en la alegra. Va por el mundo con el cuerpo de una mujer y la mente de una adolescente.

La aprecio demasiado para permitir que tal situacin contine.

El motivo de que le hable de ella es que su esposo pas una noche en su compaa, cuando estuvo aqu, con motivo de una convencin. Me siento moralmente obligado a proteger a Lois frente a s misma.

En circunstancias ordinarias, no se me ocurrira considerarle a l nico responsable; pero como mis investigaciones demuestran que ha aceptado la responsabilidad de hacer de padre de una niita hurfana, mi sentido de la justicia requiere que pida a las autoridades que investiguen si est moralmente capacitado para desempear tal papel.

Ahora puedo demostrar que Karl Jensen, un importante industrial, usa deliberadamente el sexo como sistema de venta. Paga a mujeres jvenes para que se muestren complacientes, con el fin de que Jensen logre vender ms motores Thrustmore.

He hecho una advertencia a ese Jensen. No le har ninguna ms. Ese hombre es un peligro para la sociedad.

Su esposo ha pecado. Adems, ha tentado a otra persona para que lo haga.

Que se haga justicia.

Atentamente suyo,

GEORGE CADOTT

Dobl las copias de ambas cartas y me las guard en un bolsillo. Consult apresuradamente mi reloj de pulsera e hice un breve examen del escritorio. Saba que corra un riesgo, pero, al fin y al cabo, un hombre tiene que correrlos de vez en cuando, si tiene que realizar un trabajo para un cliente.

Encontr una libreta de notas con tapa de cuero, de unos quince por treinta centmetros. La hoje. Era un diario. Me lo guard en el bolsillo. No encontr ningn otro diario.

Abandon el pabelln, asegurndome de que no dejaba huellas dactilares. Me detuve en una marroquinera y compr una cartera. Met en ella el diario, las copias de las cartas y las llaves.

Tom un taxi hasta la consigna de las calles Tercera y Townsend, met la cartera en un casillero, guard la llave del mismo en un sobre, y dej ste a una camarera del restaurante, dndole un dlar y dicindole que me lo guardara hasta mi regreso.

Desde semejante punto de vista, estaba limpio. Podan registrarme tan a fondo como quisieran: no encontraran nada.

Dej aparcado mi coche de alquiler, y cog un taxi hasta los apartamientos Wisteria.

Quera ver el rostro de Lois Marlow cuando se enterara de lo sucedido.

Cruc silenciosamente por delante del apartamiento de Dutton, el 316. Olfate el aroma de caf que surga por debajo de la puerta y supuse que los Dutton se estaban desayunando tarde.

Apret el timbre del 329.

Lois Marlow pregunt desde el otro lado de la puerta:

Quin es?

Donald Lam.

Vacil un momento y despus o el sonido de un cerrojo que se descorra, luego el de una cadena de seguridad que era soltada, y por fin se abri la puerta.

Lois Marlow llevaba una bata, zapatillas, una expresin de buen humor pintada en el rostro, y aparentemente nada ms.

El diablico detective dijo. No da a una chica ni oportunidad de vestirse?

Est usted vestida.

No estoy vestida. Estoy cubierta.

He de hablar aqu en el pasillo, para que todo el mundo se entere de lo que digo, o puedo entrar?

Hay otra alternativa.

Cul?

Que no diga nada.

Me limit a sonrer, y dije:

Quera pagar una apuesta.

Qu apuesta?

Usted apost a que no podra encontrar a George Cadott. Yo apost a que s. Ahora regreso a casa.

No lo ha encontrado, verdad?

Le pagara si no?

Qu apostamos?

No s. Qu apostamos?

Pase me invit Lois. Siempre me han gustado los caballeros que desean pagar sus apuestas. Soy muy interesada. Qu me propone usted?

Podra pagarle unas copas le dije.

Por la puerta abierta distingu el dormitorio. La cama estaba an sin hacer. La muchacha cruz la habitacin, cerr la puerta, se sent en el divn, cruz las piernas, vio que mi mirada se desviaba, y dijo:

Es un buen pedazo de pierna, verdad Donald?

Cambi las piernas de lugar, puso la bata en su sitio, permaneci rgida por un momento, y despus dijo:

Oh, qu diablo! Supongo que ya habr visto otras piernas de mujer y volvi a cruzar las piernas. Alcanz un cigarrillo, golpe su extremo, encendi una cerilla, aspir una profunda bocanada de humo, y dijo: Me parece que es usted uno de esos tipos trabajadores y debe de hacer horas que se ha levantado.

No demasiadas.

Quiere caf?

Aj.

Est bien, lo preparar tan pronto como acabe el cigarrillo. Quiero volver a sentarme con tranquilidad y tener tiempo para averiguar lo que realmente se propone.

Pagar una apuesta. No recuerda?

S, recuerdo. se fue el gambito de apertura.

Tal vez si pagase razonablemente mi apuesta, usted me dira donde est George Cadott.

No lo s. Le dije que desapareciera.

Y desapareci?

No es as?

En apariencia. Slo me pregunto cmo pudo usted decirle que desapareciera y obedecer l con tanta rapidez y docilidad.

Le dije que un detective privado le segua la pista.

Y eso le preocup?

Supongo que s.

Saba usted que obrara as?

Lo sospechaba.

Le importara decirme por qu?

Oiga, Donald, quiero quedarme sentada y gozar del cigarrillo. Quiero descansar antes de empezar con usted el juego de quin es ms listo. Despus, quiero caf y, si es usted buen muchacho, puede preparar unos huevos con tocino mientras yo me visto. Entonces podramos sentarnos, desayunarnos y charlar.

Hay varias cosas que me gustara saber.

A usted le gustara saber muchas cosas. Siempre quiere saber demasiado.

Bueno, sintese y acabe su cigarrillo. Sin embargo, tengo que hacerle una pregunta antes de que prepare el caf.

Lois cambi ligeramente de posicin, aspir con fuerza el humo del cigarrillo, me mir calculadoramente y dijo:

Qu pregunta es?

Qu impuls a George Cadott a iniciar su gran cruzada moralizadora?

Ella sonri y dijo:

sa es la pregunta de los sesenta y cuatro mil dlares, no?

Eso parece.

Apag el cigarrillo y dijo:

Bueno, preparar el caf.

Se puso en pie y se encamin hacia la cocina. Tuve oportunidad de admirar la parte posterior de la bata. Tena buen corte.

O como llenaba de agua la cafetera y luego el roce del metal sobre el fogn, y en seguida estuvo de regreso.

Me gusta el caf bien cargado dijo Lois.

A m tambin.

Uso un caf molido muy finamente. Desenchufe la cafetera en cuanto haya hervido un par o tres de minutos. Voy a ponerme algunas ropas. Quiere vigilar?

La operacin?

No sea tonto. La cafetera.

Se meti en el dormitorio, peg una patada a la puerta para cerrarla. La hoja qued entornada, pero ella no retrocedi para cerrarla. Distingu fugazmente cmo se quitaba la bata y el reflejo del sol en la carne rosada.

Est vigilando el caf, Donald? me grit desde el dormitorio.

An no. Si se vigila una cafetera nunca acaba de hervir.

Lois abri la puerta y se mostr en bragas. La luz que entraba por la ventana del dormitorio formaba una sombra intrigante.

Cuidado con los deslices le advert.

Ella ri, mir la sombra que formaba su cuerpo, y dijo:

Hay deslices que no se notan, Donald.

Qu quiere decir? pregunt.

Volvi a rer y contest:

Esto tendr que averiguarlo por s mismo. Usted es el detective. Slo quera explicarle que algunos de mis deslices no se notan; por lo menos eso espero. Y ahora, vyase a vigilar el caf. Los huevos y el tocino estn en la nevera.

Me lav las manos en el fregadero, las sequ con una toalla de papel, encontr tocino y huevos, y empec a frer el tocino a fuego lento. Casqu media docena de huevos en un cazo, mov la sartn para que la grasa se desprendiera del tocino sin hervir, encontr un tarrito en el armario y vert en l el exceso de grasa.

Dor bien el tocino, reun tres o cuatro toallas de papel, las dobl para que formasen como una montaa dentro, y coloqu encima el tocino, a fin de que se desprendiera la grasa.

Bat bien los huevos, los ech en la sartn y empec a removerlos.

Empezaban a adquirir consistencia cuando se abri la puerta y Lois Marlow entr y se detuvo a mi lado.

Cmo le va? pregunt.

Muy bien, si le gustan revueltos.

Me gustan revueltos.

Con un poco de paprika?

Con un poco de paprika.

Y unas gotitas de salsa de Worcestershire?

Nunca lo he probado.

Pues ahora lo probar. Ya la he puesto.

Sal, pimienta? pregunt ella.

Aj. Sal. Est bien. Y ahora muy poco de pimienta, porque quiero que se note el sabor de la paprika.

Y de la salsa de Worcestershire?

Y la salsa de Worcestershire.

Se le est enfriando el tocino.

En cuanto ponga los huevos en la bandeja, volver el tocino a la sartn y lo calentar otra vez antes de sacarlo a la mesa.

Tiene usted que ser casado, Donald.

No.

Entonces, cmo sabe tanto de cocina?

Es esto un sntoma de matrimonio?

Preparar el desayuno, s. Cuando un individuo se casa descubre que su esposa prefiere dormir por la maana. Tambin descubre que ella tiene jaqueca y se disgusta mucho si no se le sirve el caf. Eso lleva al marido a la cocina, y una vez est all, descubre que tanto da que, de paso, prepare tambin el tocino y los huevos.

Resulta bonito, verdad?

Aj.

Sin embargo, usted no cree que le gustase ensear a George cmo se cocina, verdad?

Eso depende.

Cmo adquiri George ese complejo que tiene?

Si se lo contara, lo sabra usted, verdad?

Claro.

Lois contempl cmo los huevos se espesaban y luego cmo eran vertidos en una bandeja. Me vio recoger el papel que contena el tocino, volcarlo en la sartn para que se calentara y luego ponerlo en la bandeja.

Dijo:

Si se lo contase, le derribara de golpe del rbol de Navidad.

Es difcil hacerme caer del rbol de Navidad le contest. Tostadas?

No me vendran mal.

Ah tiene un tostador elctrico. se es trabajo suyo.

Ella ri, cogi pan, meti un par de rebanadas en el tostador, lo enchuf y me observ con expresin calculadora.

Esper hasta que las tostadas estuvieron listas y ella las hubo untado con mantequilla. Entonces puse la bandeja con los huevos y el jamn en la mesita de la cocina.

Nos sentamos. Lois llen de caf dos tazas. Me limit a probar los huevos y a mordisquear una tostada.

Dijo:

No parece muy hambriento.

Es mi segundo o tercer desayuno, ya he olvidado cul.

Saba que era usted un tipo madrugador.

Se bebi el caf, prob los huevos, se sirvi otra racin, cat un pedazo de tocino y dijo:

Caramba, Donald! Sera usted un marido maravilloso.

Me temo que no contest. Me volvera desptico. Echara a mi mujer de la cama, y le dira que se apresurase a prepararme el desayuno mientras yo me afeitaba.

No, no lo hara. Si una muchacha fuese buena con usted, usted le correspondera.

Tal vez.

Permaneci callada por un momento, calibrndome.

Creo que en esto dice usted la verdad, Donald.

Quiere comprobarlo?

Estaba pensando en ello. Por dnde empezamos?

Podra decirme si estaba enamorada de George cuando se cas con l suger.

La taza de caf estaba a medio camino de sus labios. La baj. La taza choc contra el plato. Me mir.

Se ha movido usted mucho me dijo.

Lo estaba?

Inspir profundamente.

Cre que lo estaba.

Qu sucedi?

George cambi.

Bueno, qu le hizo cambiar?

Se qued contemplndome.

Adelante dije, cunteme qu le hizo cambiar.

Me mir pensativamente y despus dijo:

Asesin a su abuelo.

Me cost muchsimo mantener el rostro inexpresivo.

Saba que le sorprendera dijo.

Contest:

Aclreme eso: Caroline Dutton es su prima?

En efecto.

Y ella y George heredaron dinero de su abuelo?

Un usufructo. Segn el testamento, George hered el doble de dinero que Caroline.

Pero ambos se beneficiaron de la muerte del abuelo?

Exactamente.

Y usted cree que le asesinaron?

S.

Qu me dice de Caroline? Lo sabe ella?

Seguira callada si lo supiese?

Estaba ms sorprendido de lo que haba esperado. Dije apresuradamente:

Ella es del tipo que Es decir me correg, si ella es del tipo que usted me ha descrito

Lois Marlow dijo:

Por los clavos de Cristo!

Qu sucede? pregunt.

Donald, es usted un diablo. Apuesto a que lo hizo!

De qu est hablando? inquir, sabiendo que haba cometido un grave error.

Caroline y Horace entraron anoche. Estaban borrachos como cubas. Estaban muy emocionados acerca de su buena suerte. Horace haba vendido un cuadro a un hombre que era experto en arte y Maldita sea! Donald, usted es ese tipo.

Qu tipo?

El que compr el cuadro. No diga que no. Hay algo en la expresin de su rostro, en la manera cmo se ha detenido cuando empezaba a hablar de Caroline. No quera que yo supiese que la conoca. Donald, si ha hecho esto, es una sucia jugarreta. Y muy cruel. Horace es un hombre que anda por las nubes. Est en el sptimo cielo!

Dije:

Esto es maravilloso! Un pintor puede realizar mucho mejor obra creadora cuando est entusiasmado. Cualquier artista puede trabajar mejor si considera que la obra que realiza no va a resultar un lastre en el mercado.

Y, ahora, dgame lo que le hace pensar que George asesin a su abuelo.

Bueno, espere un momento me dijo. Si usted es el tipo, y yo creo que s, y si Horace averigua que es usted detective privado y que compr uno de sus cuadros para enterarse de dnde estaba George, sufrir una decepcin que le dejar para el arrastre. Se sentir como si se hubiese cado desde lo alto de un edificio de veinte pisos.

Entonces, sera mejor que no se lo dijsemos, verdad, Lois?

Sera capaz de hacer una cosa tan mezquina, Donald?

No lo s dije.

No me venga con cuentos. Le he hablado de George. Ahora, explquese usted.

Est bien, lo hice.

Y alent usted su vanidad para poder averiguar dnde estaba George?

Eso es.

Le detesto. Voy a permitir que est aqu el tiempo suficiente para que lave los platos y despus desaparezca de este departamento y de mi vida.

Aguarde un momento. Hasta ahora no he hecho ningn dao.

Qu quiere decir con eso?

Contest:

Le he dado nimos a Horace, un impulso de inspiracin. Empezar a pintar como un loco. Le he sugerido un par de temas.

Ella medit sobre aquello, y despus dijo:

Anoche me cont que tena una idea fenmeno. Estaba muy mareado, pero pronto se serenara y esta maana se levantara temprano para empezar a trabajar.

Dije:

Si no se lo dice usted nunca, se convertir en un pintor mucho mejor de lo que era antes de conocerme.

Pero Horace cree que usted es un experto en arte o un coleccionista que viaja de incgnito.

Tal vez lo sea.

Pero tambin es posible que no.

Los detectives pueden entender de arte.

Le habl usted de que le llevara donde est George?

No con esas palabras.

Pero le engatus de algn modo. Le entusiasm tanto que telefone a George para darle la noticia?

Algo as.

Es usted un cerdo!

Habla como Berta Cool.

Habla ella as?

S.

Apostara a que le tiene un cario maternal, verdad?

Ella no tiene nada de maternal Me odia.

Bah!

Qu me dice de George y de su abuelo?

No hubiera debido hablar tanto, Donald.

Pero ya lo ha hecho. Ahora ya no puede detenerse.

Qu se cree usted eso! Ya me he detenido.

Unos nudillos golpearon con fuerza la puerta.

Bueno, quin trata de derribar la puerta a puetazos? pregunt ella con impaciencia, mientras se levantaba para ir a ab