a hermano mayor de •moisés. era hijo de amram y … · ab palabra hebrea que designa el quinto...

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A AARÓN Hermano mayor de •Moisés. Era hijo de Amram y Jocabed (Nm. 26:59). Cuando Moisés recibió el encargo de Dios de ir a liberar al pueblo de Israel, puso a Dios una excusa, diciendo: “He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?” (Éx. 6:30), por lo cual Dios le contestó: “... tu hermano A. será tu profeta... A. tu hermano hablará a Faraón...” (Éx. 7:1–2). Así, A. sirvió de vocero a Moisés. Una señal de que estos hermanos venían con autoridad de Dios sería que A. echaría “su vara delante de Faraón y de sus siervos”, y ésta se tornaría en una culebra que devoraría las que traerían los magos egipcios (Éx. 7:9–12). La misma vara de A. fue usada, siguiendo instrucciones divinas, para otros prodigios, como la plaga de convertir agua en sangre (Éx. 7:20), la de las ranas (Éx. 8:5–6) y la de los piojos (Éx. 8:16–17). Al producirse un ataque de los amalecitas contra Israel, “Moisés, A. y Hur subieron a la cumbre del collado” para orar. A. y Hur sostuvieron las manos de Moisés, que se cansaban, mientras duró la batalla, que resultó así victoriosa para los israelitas (Éx. 17:8–13). Otra experiencia gloriosa para A. fue cuando con sus hijos Nadab y Abiú y setenta de los ancianos de Israel” acompañó a Moisés subiendo al Monte Sinaí, donde “vieron al Dios de Israel.... y vieron a Dios, y comieron y bebieron” (Éx. 24:9–11). Al seguir Moisés su ascenso a la cima de la montaña, A. y Hur quedaron al frente del pueblo (Éx. 24:14). Mientras Moisés recibía las leyes, que incluían privilegios especiales para A. y sus hijos (Éx. 28:1), “viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron a A.y le pidieron que les hiciera “dioses que vayan delante de nosotros”. A. cayó en el pecado de complacerles formando con el oro que le trajeron “un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”. Hizo, además, un altar. El pueblo se sentó “a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Dios le dijo a Moisés lo que estaba pasando. Éste descendió, y al ver lo que pasaba, rompió las tablas de la ley que traía, quemó el becerro, lo molió, esparció el polvo sobre las aguas y las dio a beber al pueblo. Cuando Moisés le pidió cuentas a A. sobre sus hechos, éste no pudo contestar satisfactoriamente y alegó que el pueblo “es inclinado al mal” y que le pidieron que hiciera el becerro, que el pueblo le trajo oro “y lo eché en el fuego, y salió este becerro”. El resultado fue que “Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó A.” (Éx. 32:1– 35). “Contra A. también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo”, pero Moisés intercedió por él (Dt. 9:20). A pesar de eso, después de construido el •tabernáculo A. fue hecho sumo sacerdote, siendo ungido junto con sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar (Lv. 8:1–13; Nm. 3:1–3). En los inicios de su ministerio sacerdotal, los primeros dos de éstos, pusieron en sus incensarios un “fuego extraño, que él [Jehová] nunca les mandó”, por lo cual “salió fuego de delante de Jehová y los quemó”. A. tomó la tragedia con resignación, y Dios le confirmó en el cargo sacerdotal (Lv. 10:1–7). Como inmediatamente Dios le dijo a A. que los sacerdotes no debían ingerir bebidas embriagantes antes de ministrar (Lv. 10:8–11), muchos infieren que es posible que Nadab y Abiú cometieran su falta bajo el influjo de éstas. Más tarde A. se unió a su hermana María en criticar el liderazgo de Moisés, pero la verdadera causa fue que “él había tomado mujer cusita”, es decir, africana (Nm. 12:1–2). María fue herida con lepra, pero A. pidió perdón por ambos (Nm. 12:11–12). Más tarde le tocaría a A. ver cómo su liderazgo y el de Moisés era cuestionado por la rebelión de •Datán y •Abiram Este incidente es conocido también como “la contradicción de Coré”, porque éste fue uno de los levitas que participó, aparentemente porque pretendía también ejercer el sacerdocio. Moisés les propuso que ofrecieran incienso “delante de Jehová”, haciendo A. lo mismo. Al hacerlo “la gloria de Jehová apareció a toda la congregación” y Datán y Abiram murieron tragados por la tierra. “También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los

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A

AARÓN Hermano mayor de •Moisés. Era hijo de Amram y Jocabed (Nm. 26:59). Cuando Moisés recibió el encargo de Dios de ir a liberar al pueblo de Israel, puso a Dios una excusa, diciendo: “He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?” (Éx. 6:30), por lo cual Dios le contestó: “... tu hermano A. será tu profeta... A. tu hermano hablará a Faraón...” (Éx. 7:1–2). Así, A. sirvió de vocero a Moisés. Una señal de que estos hermanos venían con autoridad de Dios sería que A. echaría “su vara delante de Faraón y de sus siervos”, y ésta se tornaría en una culebra que devoraría las que traerían los magos egipcios (Éx. 7:9–12). La misma vara de A. fue usada, siguiendo instrucciones divinas, para otros prodigios, como la plaga de convertir agua en sangre (Éx. 7:20), la de las ranas (Éx. 8:5–6) y la de los piojos (Éx. 8:16–17).

Al producirse un ataque de los amalecitas contra Israel, “Moisés, A. y Hur subieron a la cumbre del collado” para orar. A. y Hur sostuvieron las manos de Moisés, que se cansaban, mientras duró la batalla, que resultó así victoriosa para los israelitas (Éx. 17:8–13). Otra experiencia gloriosa para A. fue cuando con sus hijos “ •Nadab y •Abiú y setenta de los ancianos de Israel” acompañó a Moisés subiendo al Monte Sinaí, donde “vieron al Dios de Israel.... y vieron a Dios, y comieron y bebieron” (Éx. 24:9–11). Al seguir Moisés su ascenso a la cima de la montaña, A. y Hur quedaron al frente del pueblo (Éx. 24:14).

Mientras Moisés recibía las leyes, que incluían privilegios especiales para A. y sus hijos (Éx. 28:1), “viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron a A.” y le pidieron que les hiciera “dioses que vayan delante de nosotros”. A. cayó en el pecado de complacerles formando con el oro que le trajeron “un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”. Hizo, además, un altar. El pueblo se sentó “a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Dios le dijo a Moisés lo que estaba pasando. Éste descendió, y al ver lo que pasaba, rompió las tablas de la ley que traía, quemó el becerro, lo molió, esparció el polvo sobre las aguas y las dio a beber al pueblo. Cuando Moisés le pidió cuentas a A. sobre sus hechos, éste no pudo contestar satisfactoriamente y alegó que el pueblo “es inclinado al mal” y que le pidieron que hiciera el becerro, que el pueblo le trajo oro “y lo eché en el fuego, y salió este becerro”. El resultado fue que “Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó A.” (Éx. 32:1–35). “Contra A. también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo”, pero Moisés intercedió por él (Dt. 9:20).

A pesar de eso, después de construido el •tabernáculo A. fue hecho sumo sacerdote, siendo ungido junto con sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar (Lv. 8:1–13; Nm. 3:1–3). En los inicios de su ministerio sacerdotal, los primeros dos de éstos, pusieron en sus incensarios un “fuego extraño, que él [Jehová] nunca les mandó”, por lo cual “salió fuego de delante de Jehová y los quemó”. A. tomó la tragedia con resignación, y Dios le confirmó en el cargo sacerdotal (Lv. 10:1–7). Como inmediatamente Dios le dijo a A. que los sacerdotes no debían ingerir bebidas embriagantes antes de ministrar (Lv. 10:8–11), muchos infieren que es posible que Nadab y Abiú cometieran su falta bajo el influjo de éstas.

Más tarde A. se unió a su hermana María en criticar el liderazgo de Moisés, pero la verdadera causa fue que “él había tomado mujer cusita”, es decir, africana (Nm. 12:1–2). María fue herida con lepra, pero A. pidió perdón por ambos (Nm. 12:11–12). Más tarde le tocaría a A. ver cómo su liderazgo y el de Moisés era cuestionado por la rebelión de •Datán y •Abiram Este incidente es conocido también como “la contradicción de •Coré”, porque éste fue uno de los levitas que participó, aparentemente porque pretendía también ejercer el sacerdocio. Moisés les propuso que ofrecieran incienso “delante de Jehová”, haciendo A. lo mismo. Al hacerlo “la gloria de Jehová apareció a toda la congregación” y Datán y Abiram murieron tragados por la tierra. “También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los

doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso” (Nm. 16:1–35; Sal. 106:16–18). El exterminio habría sido mayor si no hubiera sido porque A. intercedió “e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad” (Nm. 16:46–48). Como la discusión había sido alrededor del asunto del liderazgo, Dios señaló de nuevo a A. con un milagro, haciendo florecer su vara en comparación con la de los demás líderes de Israel (Nm. 17:1–12). Había sido decisión divina que ni Moisés ni A. entrarían a la Tierra Prometida “... por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel” (Nm. 20:7–12). Dios ordenó a Moisés que subiera al monte Hor, donde se haría la transferencia del sumo sacerdocio de A. a su hijo Eleazar. Eso se hizo “a la vista de todo el pueblo” A. murió allí (Nm. 20:25–29). Esteban lo cita en su defensa ante el concilio (Hch. 7:40) y en la epístola a los Hebreos su ministerio sacerdotal es contrastado con el del Señor Jesús (He. 4:14; 7:11).

“Los hijos de A.” ejercieron el sacerdocio entre los hijos de Israel por muchas generaciones, hasta la destrucción del •templo de Jerusalén en el año 587 a.C. (2 R. 25:8–9). Al retorno del exilio, •Esdras, que era descendiente de A. a través de Eleazar (Esd. 7:1–5), reorganizó el culto con ellos. Después de la conquista por los griegos y los romanos se realizaron diversos cambios en el ejercicio del sumo sacerdocio que no respetaban las instrucciones de la ley, pero los israelitas siempre tildaban, con razón, de ilegítimos esos esfuerzos.

AARÓN, BENDICIÓN DE Fórmula ordenada por Dios para ser utilizada en la bendición de los sacerdotes al pueblo de Israel. También llamada “bendición sacerdotal”. La tradición judía era que se impartía dos veces al día, con los sacrificios de la mañana y de la tarde. Su texto aparece en Nm. 6:22–27.

AARÓN, VARA DE El bastón o báculo de Aarón fue usado por Dios para demostrar que Moisés y su hermano venían con su autoridad, pues A. echó “su vara delante de Faraón y de sus siervos”, y ésta se tornó en una culebra que devoró a las que presentaron los magos de Egipto. Esa vara también fue usada cuando Dios envió varias plagas a los egipcios (Éx. 7:20; 8:5–6, 16–17). Más tarde, durante la peregrinación en el desierto, •Coré, un levita, junto con otros, “se levantaron contra Moisés” y Aarón, con envidia y diciendo que “toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová” (Nm. 16:1–3). Lo que se discutía, entre otras cosas, era la exclusividad del sacerdocio para la familia de Aarón. Dios actuó con un juicio en contra de los conspiradores (Nm. 16:4–50). Pero después, para ratificar la elección que había hecho, Dios ordenó que todos los líderes del pueblo pusieran sus varas o bastones “en el tabernáculo del testimonio”. Al otro día se encontró que “la v. de A. ... había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras”. Se determinó así que Dios había decidido dar a Aarón el privilegio sacerdotal. La vara fue guardada en “el arca del pacto”, como una señal para las futuras generaciones (He. 9:4).

AB Palabra hebrea que designa el quinto mes del calendario israelita, entre los meses de julio-agosto. Esta designación es posterior al exilio, quizás tomado del babilonio Abu. En el día 7mo. de A. se celebra un ayuno en conmemoración de la destrucción de Jerusalén por los caldeos. (587 a.C.)

ABADÓN •Infierno.

ABAGTA (Prob. iraní, Don de buena fortuna). Eunuco enviado por el rey •Asuero, junto con otros, a buscar a la reina •Vasti (Est. 1:10)

ABANA Río en Siria en cuyas orillas está la ciudad de •Damasco. Nace en el Antilíbano y corre hacia el SE y es aumentado por un afluente, el `Ain Fijeh, regando las llanuras desérticas y haciéndolas muy fértiles. Hoy se le conoce como Barada. En el caso de •Naamán, cuando •Eliseo le ordenó bañarse en el •Jordán, el sirio protestó diciendo que en su tierra había ríos

mejores, mencionando el A. y el Farfar, quizás pensando también en el carácter sagrado que se atribuía a sus aguas (2 R. 5:12).

ABARIM (Regiones más allá). Región montañosa que se encuentra entre •Moab y el •mar Muerto. Sus alturas más famosas son los montes •Nebo (Dt. 32:49), •Pisga (Dt. 34:1) y •Peor (Nm. 23:28). Los israelitas acamparon por estos lugares en varias ocasiones durante su peregrinación por el desierto (Nm. 21:10–20; 33:44). El territorio de los amorreos colindaba con A. y cuando los israelitas quisieron abandonar A. pidieron permiso a •Sehón, rey amorreo, pero éste se negó, con la consecuente guerra de la cual salió victorioso Israel. La expresión “hacia todas partes” en Jer. 22:20, puesta por RV60 así: “Sube al Líbano y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes”, es traducida por la BJ y NBE como “desde A.”

ABBA Palabra de origen arameo. Manera familiar de llamar al progenitor (padre o papá). No aparece en el AT ni en la literatura intertestamentaria, pero sí en papiros o en documentos de carácter no religioso. En el NT, cuando se usa esta palabra se le acompaña con su traducción al griego (Abba, Padre), quizás pensando quien oraba (mayormente el Señor Jesús) en el bilingüísmo de sus amigos. El Señor Jesús la utilizó para expresar su íntima relación con el Padre celestial (Mr. 14:36). Pablo utiliza el término, lo cual significa que era de uso común en la iglesia primitiva. Con él se manifiesta “el espíritu de •adopción”, pues “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:15; Gá. 4:6).

ABDA (Abrev. de Siervo de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los funcionarios de Salomón, padre de Adoniram (1 R. 4:6).

2. Levita que vivía en Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 11:17). Hijo de Samúa. En 1 Cr. 9:16 su nombre aparece como “Obadías”.

ABDEEL (Siervo de Jehová). Padre de Selemías, un funcionario de Joacim enviado a prender a Jeremías y Baruc (Jer. 36:26).

ABDI (Abrev. de Siervo de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Miembro de la familia de Merari. Abuelo de Etán. (1 Cr. 6:44; 2 Cr. 29:12).

2. Personaje que regresó del exilio. Se había casado con mujer extranjera y fue obligado a divorciarse de ella (Esd. 10:26).

ABDÍAS (Siervo de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Mayordomo del rey •Acab. Era “en gran manera temeroso de Jehová”. “Cuando •Jezabel destruía a los profetas de Jehová”, A. escondió a cien de ellos en cuevas “y los sustentó con pan y agua” (1 R. 18:1–4). En los días de la sequía que vino por la oración de Elías, Acab envió a A. “por el país” en busca de “fuentes de aguas” para ver si podían conservar la vida “a los caballos y a las mulas”. Cumpliendo con esa misión se encontró con Elías, que le envió a concertar una entrevista con el rey. De esa reunión salió la convocatoria para el encuentro de Elías con los profetas de Baal en el monte Carmelo (1 R. 18:4–20).

2. Personaje en la descendencia de David (1 Cr. 3:21).

3. Jefe de la tribu de Zabulón en tiempos de David (1 Cr. 27:19).

4. Uno de los funcionarios enviados por el rey •Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:7–9).

5. Levita en tiempos de •Josías, que participó como mayordomo en la obra de reparación del •templo (2 Cr. 34:12).

6. Profeta cuya visión se registra en el libro que lleva su nombre (Abd. 1). •Abdías, Libro de.

ABDÍAS, LIBRO DE Es el cuarto de los profetas menores y el libro más corto del AT, con sólo veintiún versículos. Se desconocen detalles sobre la vida de este profeta, y de su escrito tampoco se deduce ningún dato personal. No se sabe, pues, si está relacionado con alguna de las personas que llevan este nombre en el AT. Existe una tradición rabínica que lo identifica con el A., mayordomo del rey •Acab, que escondió a los profetas de Jehová en tiempos de la persecución de •Jezabel. Esto, sin embargo, presenta serias dificultades cronológicas.

El oráculo está dirigido a los habitantes de •Edom, descendientes de •Esaú y, por tanto, parientes de los israelitas, aunque siempre en rivalidad con ellos, como sucedió cuando Israel quiso pasar por su territorio y los edomitas se negaron (Nm. 20:14–21). La mayoría de los expertos piensan que la época de este escrito profético fue cuando los caldeos avanzaban hacia el S. Los edomitas se rindieron y luego se aliaron a los invasores para combatir contra Jerusalén (587 a.C.). Pero como existieron muchos conflictos con Edom, algunos expertos fijan otros eventos y fechas para este libro, pensando en la invasión de “los filisteos y los árabes que estaban junto a los etíopes”, en tiempos de •Joram (2 Cr. 21:16–17), o cuando los edomitas habían venido y atacado a los de Judá, y habían llevado cautivos", en días de •Acaz (2 Cr. 28:17). Pero A. dice: “El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos” (v. 11). Por otra parte, menciona que “en el monte de Sion habrá un remanente que se salve ... y la casa de Jacob recuperará sus posesiones” (Abd. 17). Esas expresiones son las que más sugieren la toma de Jerusalén por los caldeos, por lo cual se piensa que A. fue un profeta posexílico. También algunos plantean que A. es una recopilación de varios oráculos, pero la mayoría está de acuerdo en que es una sola composición.

A. se sitúa dentro del tenor general de los oráculos contra Edom en varios libros del AT, que siempre pronosticaban su desaparición como nación, lo cual efectivamente aconteció. Pronunciamientos similares a los de A. fueron hechos por otros profetas (Isa. 21:11–12; Ez. 25:12–14; Am. 1:11–12). Como un ejemplo del paralelismo entre A. y otras profecías hay que señalar el parecido de su texto con otros del AT, especialmente Jer. 49:7–22. Así, Jeremías dice: “¿No hay más sabiduría en Temán? ¿Se ha acabado el consejo de los sabios?” (Jer. 49:7), mientras que A. pronuncia: “¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados” (Abd. 8–9). Dice Jeremías: “Si vendimiadores hubieran venido contra ti, ¿no habrían dejado rebuscos? Si ladrones de noche, ¿no habrían tomado lo que les bastase?” (Jer. 49:9). Exclama A.: “Si ladrones vinieran a ti, o robadores de noche ... ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?” (Abd. 5). Es difícil determinar quién copia de quién, pero si A. fue un profeta posexílico no habría que pensar que el texto original fue suyo.

Es indudable que este profeta vivió en tiempos de mucha turbulencia y problemas para Jerusalén. Anuncia a Edom que será destruida por haberse aliado con los enemigos de Sion. Las fortalezas en lugares casi inaccesibles que tenían los edomitas y que eran su orgullo no servirían de nada en el Día del Señor, esto es, en el momento en que Dios traiga su juicio. Israel, en cambio, volverá a ser bendecido. Siete veces A. dice a Edom “no debiste” (vv. 12–

14), señalando las graves faltas cometidas al participar alegremente en la destrucción de Jerusalén. “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio” “... no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron” “... ni debiste haberte jactado en el día de la angustia” “No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento” “... no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad” “Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen” “... ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia”.

El hecho de tomar a Edom como coprotagonista con Jerusalén o el monte de Sion, no significa que la enseñanza de A. esté restringida a esa nación. En realidad, el mensaje lo que anuncia es que “cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones” (Abd. 15). Se trata, por tanto, de una apelación universal que toma a Edom para personalizar en él las fuerzas del mal que combaten contra el pueblo de Dios. De manera que el libro enseña la soberanía de Dios y su control de la historia. Los resultados del “día de Jehová” serán que “todas las naciones” (Abd. 16) beberán de su ira y “serán como si no hubieran sido” (Abd. 16). “Ni aun un resto quedará de la casa de Esaú” (Abd. 18). Se producirá una recomposición de las posesiones geográficas de los pueblos, saliendo beneficiados “los cautivos de este ejército de los hijos de Israel” y “los cautivos de Jerusalén” (Abd. 20). Y el fin de todas las cosas se establecerá cuando “el reino será de Jehová” (Abd. 21).

ABDIEL (Siervo de Dios). Miembro de la tribu de Gad, de los que habitaron “en Galaad, en Basán y en sus aldeas” (1 Cr. 5:15–16).

ABDÓN (Siervo... ¿de Dios?). Nombre de personas y de lugar del AT.

1. Villa adjudicada a la tribu de Aser en la distribución de la tierra (Jos. 21:30). Fue ciudad levítica (1 Cr. 6:74). = •Hebrón #2.

2. Personaje que fue juez de Israel por ocho años. Se dice de él que “tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos”, lo que sugiere una gran fortuna e influencia (Jue. 12:13–15).

3. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Sasac (1 Cr. 8:23).

4. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Abigaón (1 Cr. 8:30).

5. Levita en la descendencia de Merari que en tiempos del rey Josías participó en la reparación del •templo (2 Cr. 34:12).

6. Funcionario de la corte del rey •Josías. Cuando se encontró el libro de la ley, fue enviado junto con otros para consultar a la profetiza •Hulda (2 Cr. 34:20–22).

ABED-NEGO Nombre que fue puesto a uno de los tres compañeros de Daniel (Dn. 1:7). Su nombre hebreo era Azarías, que quiere decir Jehová ha ayudado o ayuda, pero los caldeos lo cambiaron por A., que significa Siervo de •Nebo, siendo este último una deidad babilónica. Daniel obtuvo que el rey de Babilonia pusiera a A., junto con sus dos compañeros, “sobre los negocios de la provincia de Babilonia” (Dn. 2:49). Pero calumniado por otros funcionarios envidiosos fue echado en un horno de fuego, del cual Dios le libró, siendo repuesto en su cargo (Dn. 3:1–30; He. 11:33–34). •Sadrac.

ABEJA En el AT no se menciona específicamente la crianza de a., aunque eso era algo conocido ya en Asia Menor desde tiempos muy antiguos. Para resaltar que la Tierra Prometida era muy fértil, se usaba la figura “tierra que fluye leche y miel”. De manera que

por la riqueza de la vegetación, Canaán tenía abundancia de a., lo que se ve en el caso del león muerto por •Sansón, en el cual prontamente se formó un panal (Jue. 14:8). Para señalar un ataque de un enemigo numeroso y agresivo, en el Sal. 118:12 se utiliza la expresión “me rodearon como a.”. Nombre científico: Apis mellifica. •Animales de la Biblia.

ABEL (Inestabilidad, transitoriedad). Segundo hijo de •Adán y •Eva, que se dedicó al pastoreo. Trajo una ofrenda a Dios, la cual fue preferida por éste antes que la de Caín (Gn. 4:1–2). No se nos dice la razón para esta preferencia en la narración de Génesis, ni se nos enseña que en aquellos tiempos los sacrificios de animales fueran preferidos por encima de las ofrendas vegetales, pero en He. 11:4 la causa que se señala para el agrado de Dios es que A. hizo su ofrenda “por la fe”. Su hermano Caín lo mató por envidia. A. sólo es mencionado, en el AT, en el libro de Génesis, pero en el NT el Señor Jesucristo lo llama “el justo” (Mt. 23:35; Lc. 11:50–51).

ABEL (Prado). Ciudad cerca de Bet-semes, donde había una gran piedra. Se menciona un refrán que puede significar que era muy antigua e ilustrada: “Quien preguntare, pregunte en A.” (2 S. 20:18). Los filisteos devolvieron allí el arca de Jehová que habían capturado en una batalla (1 S. 6:18). En la toponimia de Israel esta palabra se usa como un prefijo.

ABEL-BET-MAACA (Pradera de la casa de Maaca, o de opresión). Ciudad en el N de Israel. •Joab le puso sitio porque Seba, en rebelión contra David, se había refugiado en ella (2 S. 20:14–15). La expresión que se usa en 2 S. 20:19, “una ciudad que es madre en Israel”, parece indicar que tenía otros pueblos bajo su jurisdicción. Fue ocupada por •Ben-adad, rey de Siria, cuando éste hizo alianza con •Asa en contra del Reino del Norte (1 R. 15:20). Conquistada por •Tiglat-pileser en el 733 a.C. (2 R. 15:29). Se le identifica con Tell Abil, en una región regada por uno de los tributarios del Jordán. •Abel-Maim

ABEL-MAIM •Abel-bet-maaca (2 Cr. 16:4).

ABEL-MEHOLA (Prado de la danza). Ciudad hasta donde •Gedeón persiguió a los madianitas (Jue. 7:22). De allí era Eliseo (1 R. 19:16). Usualmente se le identifica con Tell Abu Sifri, a mitad de camino entre el lago de Genesaret y el mar Muerto.

ABEL-MIZRAIM (Prado de los egipcios). Lugar en la región del Jordán, hasta donde llegaron los egipcios acompañando a José, haciendo duelo por la muerte de su padre Jacob. Su nombre original era Atad. Por el gran llanto de los egipcios se le puso el nombre al sitio. Luego los hijos de Jacob siguieron hasta Canaán, donde enterraron a su padre en la cueva de •Macpela, “al oriente de Mamre” (Gn. 50:11–14)

ABEL-SITIM (Prado de las acacias). Último lugar en que los israelitas acamparon al terminar su peregrinación por el desierto (Nm. 33:49). Usualmente se le llama Sitim y está al E del Jordán, en tierra de Moab.

ABI Forma abreviada del nombre Abías. Madre de •Ezequías (2 R. 18:2).

ABI-ALBÓN Nombre de uno de los treinta valientes de David (2 S. 23:31). También llamado Abiel Arbatita (1 Cr. 11:32)

ABIAM Hijo de •Roboam = •Abías #5.

ABÍAS (Mi padre es Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote en tiempos del rey David. Le tocó la octava suerte u orden en el servicio en la casa de Jehová (1 Cr. 24:10). Su familia fue reorganizada en tiempos de Nehemías y •Esdras bajo el liderazgo de •Zicri (Neh. 12:17). •Zacarías, el padre de Juan el Bautista, era “de la clase de A.” (Lc. 1:5).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bequer (1 Cr. 7:8).

3. Hijo de Samuel (1 S. 8:1–5) que se distinguió por su corrupción, junto con su hermano •Joel, provocando por su mal comportamiento que el pueblo deseara ser gobernado por un rey.

4. Hijo de Jeroboam I que cayó enfermo, enviando el rey a su esposa ante el profeta •Ahías para indagar si sanaría. A pesar de su dictamen de juicio, el profeta dijo que Israel haría duelo por él, a causa de que se había “hallado en él alguna cosa buena delante de Jehová Dios de Israel” (1 R. 14:1–13).

5. Rey de Judá, sucesor de •Roboam, que continuó la guerra contra •Jeroboam I de Israel (1 R. 15:6–7). Su reinado fue de unos tres años. Parece ser que tuvo un mal principio, siguiendo el ejemplo de su padre, pero luego cambió su comportamiento. Las Escrituras dicen que Dios permitió a A. vivir “por amor a David” (1 R. 15:4). En 2 Cr. 13:1–20 se narra el enfrentamiento final de A. con Jeroboam II. Estando en desventaja numérica, A. dio un discurso reiterando la legitimidad de la línea sucesoral davídica y haciendo hincapié en que en Judá se seguía al verdadero Dios, con el verdadero culto. La batalla fue favorable a A., que incluso llegó a tomar “a Bet-el con sus aldeas, Jesana con sus aldeas, y a Efraín con sus aldeas. Y nunca más tuvo Jeroboam poder en los días de A.”

6. Madre de Ezequías (2 Cr. 29:1). En 2 R. 18:2 se le llama •Abi.

7. Uno de los cabeza de familia que vinieron con Zorobabel a Jerusalén (Neh. 12:4).

8. Mujer de la descendencia de Judá, esposa de Hezrón (1 Cr. 2:24).

ABIASAF (Padre ha aumentado). Hijo de Coré, de la familia de levitas (Éx. 6:24). En 1 Cr. 6:23, 37 y 9:19 es llamado •Ebiasaf.

ABIATAR (Padre es preeminente). Sacerdote, hijo de Ahimelec el que ayudó a David en su huida de Saúl. Escapó de la matanza hecha por Doeg (1 S. 22:17–20) y se juntó con David, y le sirvió como sacerdote en consultar a Dios, pues trajo consigo el •efod. Cuando la rebelión de •Absalón, permaneció fiel a David, y recibió instrucciones de éste para que se quedara en Jerusalén y le informara de los acontecimientos (2 S. 15:24–29). Sin embargo, en los últimos días de David prefirió a •Adonías en vez de Salomón, que era el escogido. Cuando éste subió al trono le despojó del oficio sacerdotal y lo envió a su heredad en Anatot, perdonándole la vida porque había cargado el arca de Jehová y acompañado a David en sus aflicciones. Fue así como la casa de •Eli, a la que pertenecía A., perdió el oficio de sumo sacerdote, en cumplimiento de una predicción (1 S. 2:27–36). En Mr. 2:26 se indica que A. era sumo sacerdote cuando David, huyendo, comió de los panes sagrados, lo cual podría indicar que A. compartía el oficio principal con su padre •Ahimelec.

ABIB (Espigas maduras). Nombre de origen cananeo relacionado con la cosecha de la cebada y que correspondía al primer mes del calendario litúrgico hebreo (Éx. 13:4). Después del exilio se le llamó “Nisán” (Neh. 2:1). Se celebraba en él la Fiesta de los panes sin levadura o Pascua (marzo-abril) (Éx. 13:4–7). El calendario civil hebreo era de otoño a otoño. •Calendario.

ABIDA (Padre de conocimiento). Descendiente de •Madián, y éste, a su vez, de Abraham (Gn. 25:4).

ABIDÁN (Padre es juez). Personaje de la tribu de Benjamín que participó en el censo realizado por Moisés (Nm. 1:11; 2:22; 7:60, 65; 10:24).

ABIEL (Dios es mi padre). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín. Antepasado del rey Saúl (1 S. 9:1; 14:51).

2. Uno de los valientes de David. Era arbatita (1 Cr. 11:32). = •Abi-albón.

ABIEZER (Padre es ayuda). Nombre de personas del AT.

1. Personaje de la descendencia de Manasés, cabeza de un clan al cual perteneció la familia de •Gedeón (Jue. 6:11). Los abiezeritas respondieron inmediatamente al llamado de éste para pelear contra los amalecitas y madianitas (Jue. 6:34). = •Jezer (Nm. 26:30).

2. Uno de los valientes de David, procedente de Anatot (2 S. 23:27), que comandaba una división de veinticuatro mil hombres que servían en el mes noveno (1 Cr. 27:12).

ABIEZERITA Descendiente de Abiezer #1, miembro de ese clan.

ABIGABAÓN Personaje en la descendencia de Benjamín. Antepasado del rey Saúl. Su mujer se llamó Maaca (1 Cr. 8:29).

ABIGAIL (Mi padre se regocija). Nombre de personas del AT.

1. Esposa de •Nabal, del Carmelo. Viendo la necedad de su cónyuge al negarle alimentos a David, hizo provisión y la trajo a éste. Cuando Nabal supo del peligro que había pasado cayó enfermo y murió. David tomó a A. por mujer (1 S. 25), de quien tuvo un hijo llamado Quileab (2 S. 3:3) o Daniel (1 Cr. 3:1), nacido después de reinar David en Hebrón.

2. Una de las dos hermanas de David (1 Cr. 2:16). Según 2 S. 17:25 era medio hermana. Era madre de •Amasa, a quien •Absalón nombró jefe del ejército en lugar de •Joab.

ABIHAIL (Mi padre es poderoso). Nombre de personas del AT.

1. Levita de la familia de Merari (Nm. 3:35).

2. Esposa de Abisur, de los descendientes de Judá (1 Cr. 2:29).

3. Personaje en la descendencia de Gad. Uno de los que habitaron la tierra de Basán (1 Cr. 5:14).

4. Hija de •Eliab, uno de los hermanos de David. Una hija de A., llamada •Mahalat, casó con Roboam (2 Cr. 11:18).

5. Padre de •Ester (Est. 2:15).

ABILINIA Tetrarquía situada en el Antilíbano, cuya capital, Abila, estaba situada a orillas del río Abana, hoy Barada, bastante cerca de •Damasco. En una época existió como un reino bajo

Ptolomeo Meneo y su hijo Lisanias, entre los años 85 al 36 a.C. Pero en el tiempo que narra Lucas, el •Lisanias que se menciona como “tetrarca de A.” era otro, distinto al anterior (Lc. 3:1). Esa tetrarquía pasó más tarde a la autoridad de la familia de •Herodes Agripa, por decisión de los romanos.

ABIMAEL (Mi padre es Dios). Semita. Hijo de Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:26–28).

ABIMELEC (Mi padre es rey). Nombre de personas del AT. Posiblemente este término señalara más bien el cargo de rey entre los filisteos, como puede verse en el título del Sal. 34, donde el rey filisteo Aquís es llamado A.

1. Filisteo contemporáneo de Abraham. Era rey en •Gerar. Tomó a •Sara cuando Abraham dijo que ésta era su hermana, pero Dios le habló en sueños y por ello la devolvió (Gn. 20:1–14). Luego A. hizo pacto con Abraham, tras discutir sobre un pozo que los siervos de Abraham habían cavado, porque vio que Dios estaba con él (Gn. 21:22–32).

2. Probablemente hijo del anterior. Conoció a Isaac cuando éste se vio forzado a habitar en •Gerar a causa de un hambre. También Isaac dijo que su esposa •Rebeca era su hermana, pero este A. no la tomó, sino que amonestó a Isaac cuando le sorprendió acariciando a Rebeca y luego hizo pacto con Isaac (Gn. 26).

3. Hijo de •Gedeón, de una concubina cananea, de •Siquem (Jue. 8:31). A la muerte de Gedeón, hizo una conspiración con la ayuda de los habitantes de •Siquem y mató a todos sus hermanos, que eran setenta, con excepción de •Jotam. Cuando los israelitas ofrecieron a Gedeón el título de rey, éste lo rechazó diciendo: “No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros” (Jue. 8:23). A., sin embargo, se hizo rey sobre Siquem, pero a los tres años los ciudadanos de esa ciudad se rebelaron contra él. Un tal •Gaal, que fingió al principio ser amigo de A., después le traicionó. Finalmente A. combatió y destruyó a Siquem, incluyendo una famosa torre, la cual quemó con los que en ella se refugiaron. Luego sitió a •Tebes, donde murió cuando una mujer dejó caer desde la muralla una piedra de molino sobre su cabeza (Jue. 9:1–57).

4. Sacerdote hijo de Abiatar, de los tiempos de David (1 Cr. 18:16). = •Ahimelec #2.

ABINADAB (Mi padre es noble). Nombre de personas del AT.

1. Levita de •Quiriat-jearim en cuya casa fue dejada el arca cuando fue devuelta por los filisteos (1 S. 7:1). Al llevar David el arca a Jerusalén, dos hijos de A. la conducían y uno de ellos, llamado •Uza, puso sus manos sobre el arca y murió (2 S. 6:3–8).

2. Uno de los hijos de Saúl, muerto con él en Gilboa (1 Cr. 8:33; 1 S. 31:2).

3. Hermano de David (1 S. 16:8). Era el segundo hijo de Isaí. Acompañó a Saúl en la guerra contra los filisteos (1 S. 17:13).

4. Padre de un oficial de tiempos de Salomón, que casó con una hija de éste (1 R. 4:11).

ABINOAM (Mi padre es benevolencia). Padre de •Barac, el juez de Israel que junto con •Débora derrotó a los cananeos comandados por Sísara (Jue. 4:6: 5:1, 12).

ABIRAM (Mi padre es exaltado). Nombre de personas del AT.

1. Rubenita que participó en la rebelión de •Coré contra la autoridad de Moisés (Nm. 16:1) y pereció con su familia tragados por la tierra. En Dt. 11:6 se refiere a esa rebelión como la de “Datán y A.” . Igualmente en Sal. 106:17.

2. Primogénito de •Hiel de Bet-el, que murió cuando este último reedificó a •Jericó, cumpliéndose así la profecía de Josué (Jos. 6:26; 1 R. 16:34). Algunos suponen que su muerte fue un sacrificio en el momento de colocar los cimientos de la ciudad.

ABISAG (Mi padre es errante). Hermosa virgen que servía a David en su vejez, sobre todo calentándole en su lecho (1 R. 1:1–4). Muerto David, •Adonías quiso tomar a A. como esposa, pidiéndola a través de •Betsabé, para así afirmar aun más su derecho al trono en vez de Salomón, por lo cual éste le consideró como reo de traición (1 R. 2:13–23). A. era de •Sunem. En aquel entonces para significar una mujer sumamente hermosa se decía sunamita.

ABISAI (Mi padre existe). Uno de los sobrinos de David, junto con •Joab y •Asael, hijos de •Sarvia. Se destacó siempre como valiente guerrero leal a David. Acompañó a éste cuando Saúl lo perseguía, incluso fue con él al campamento del rey mientras dormía y animó a David a que lo matara, pero éste se negó. David le ordenó que tomara solamente la lanza y la vasija de agua que Saúl llevaba (1 S. 26:5–15).

Compartió con su hermano Joab el mando del ejército en la guerra contra los sirios y los amonitas, los cuales fueron vencidos (2 S. 10:9–19). Puso en sujeción a los edomitas (1 Cr. 18:12–13). Salvó a David en un momento en que éste estaba en peligro de ser atravesado por la lanza de un gigante filisteo (2 S. 21:16–17). Tuvo una victoria sobre 300 filisteos (1 Cr. 11:20). Se le menciona como el más renombrado de los treinta principales valientes de David (1 Cr. 11:21). A. colaboró en la muerte de •Abner (2 S. 3:30). Cuando David huía de Jerusalén a causa de la rebelión de •Absalón, A. quiso matar a •Simei, que venía maldiciendo al rey (2 S. 16:9–10). Lo mismo quiso hacer cuando Simei pidió perdón (2 S. 19:19–20).

ABISALOM Otra forma para el nombre •Absalón (1 R. 15:2, 10).

ABISMO Palabra (hebreo, sin fondo) con la que se designa en el AT al océano (Gn. 1:2). Es el lugar donde están las aguas y de donde provienen (Sal. 33:7). Señala también un lugar profundo, hondura (Sal. 69:15). En el NT denota lugar oscuro y de muerte, un pozo profundo donde moran los demonios (Lc. 8:31), de donde saldrán, teniendo por rey al “ángel del a.” (Ap. 9:11). •Infierno.

ABISÚA (Mi padre es salvación). Nombre de personas del AT.

1. Benjamita, hijo de Bela y nieto de Benjamín (1 Cr. 8:4).

2. Hijo de Finees (1 Cr. 6:4). Antepasado de •Esdras (Esd. 7:5).

ABISUR (Mi padre es una muralla). Personaje de la tribu de Judá, en la familia de Hezrón. Esposo de •Abihail, con quien tuvo dos hijos (1 Cr. 2:28–29).

ABITAL (Mi padre es rocío). Mujer de David, que le dio un hijo llamado Sefatías (2 S. 3:4; 1 Cr. 3:3).

ABITOB (Mi padre es bondad). Descendiente de Benjamín, hermano de Elpaal. Su madre fue Husim (1 Cr. 8:11).

ABIÚ Hijo de Aarón (Éx. 6:23) y como tal consagrado sacerdote (Éx. 28:1). Tuvo el privilegio de acompañar a los setenta ancianos de Israel que fueron al monte •Sinaí (Éx. 24:1), pero luego, con su hermano •Nadab, ofreció “fuego extraño” delante de Dios y murió (Lv. 10:1–2).

ABIUD (Mi padre es majestad). Nombre de dos personas en el AT.

1. Descendiente de Benjamín (1 Cr. 8:3).

2. Personaje que aparece en la genealogía del Señor Jesús como hijo de •Zorobabel (Mt. 1:13).

ABLUCIONES Baño ceremonial con propósito de purificación para participar en el culto. No debe entenderse con sentido higiénico, puesto que antes de las a. todo el cuerpo debía estar limpio. Las a. debían hacerse preferiblemente en aguas vivas, esto es corrientes, como un río, un manantial o en el mar. Se podían hacer en un cuerpo de agua de ciertas dimensiones siempre que las mismas hubieran sido traídas de manera natural, no extraídas. Las a. podían ser por inmersión. Es de notar el énfasis que se da en el libro de Levítico a los lavamientos a que tenían que someterse las personas que se hubieran contaminado de alguna forma (Lv. 13:6, 34, 55–58; 15:8, etcétera).

En He. 9:10 se usa el término (gr. baptismos), traduciéndose también como “bautismos” en He. 6:2. Los lavamientos previos a la adoración aparecen señalados por la existencia de la fuente en el •tabernáculo, en la cual los sacerdotes tenían que lavarse las manos y los pies antes de oficiar. En Lv. 15:11 se habla de una a. de las manos después de una impureza. Jesús y sus discípulos, como un acto de protesta contra el ritualismo excesivo, no eran tan estrictos en cuanto a la tradición judía (y especialmente de los fariseos)de lavarse las manos antes de comer (Mt. 15:2; Mr. 7:1–5). •Lavamientos.

ABNER (Mi padre es lámpara). Primo del rey Saúl y jefe de sus ejércitos, o ministro de sus fuerzas armadas (1 S. 14:50). David mismo lo reconoce como un hombre valiente (1 S. 26:14–16). Fue testigo del deseo de Saúl de matar a David (1 S. 20:25–33). Dormía al lado de Saúl cuando David se infiltró en el campamento y tomó la lanza del rey y su vasija de agua. David le hizo ver su descuido (1 S. 26:1–16). Tras la muerte de Saúl, A. trató de continuar la línea sucesoria por medio de •Is-boset, a quien siguieron todas las tribus menos la de Judá.

En la guerra civil que siguió, A. era la contrapartida de •Joab, que hacía las veces de general de David. A punto de comenzar una batalla junto al estanque de Gabaón, A. propuso que en vez de chocar las tropas se eligieran doce jóvenes representantes de cada bando. Así se hizo. Pero no hubo decisión porque todos murieron, lo cual obligó a la batalla, que resultó favorable a las fuerzas de David. A. tuvo que huir y le persiguió •Asael, hermano de Joab. Tras pedirle que dejara de perseguirle, a lo cual Asael se negó, A. le mató deteniéndose brevemente e hiriéndole con la parte trasera de su lanza (2 S. 2:23).

A. fue leal a Is-boset hasta el día en que éste le reconvino por haberse allegado a una mujer que fuera concubina de Saúl. La acusación probablemente incluía la sospecha de querer sentarse en el trono (2 S. 3:7–11). Tras ese incidente A. decidió hacer las paces con David, que le festejó en •Hebrón. Pero ido A., fue mandado a buscar por Joab, que le mató para vengar la muerte de su hermano Asael. David lamentó y lloró esa muerte, diciendo: “¿No sabéis que un príncipe y grande ha caído hoy en Israel?” (2 S. 3:20–38).

ABOGADO El que defiende la causa de otro. En el antiguo Israel no existía una profesión como la conocemos actualmente. Pero el término abogar se usa varias veces en el AT y el NT. Dios aboga por su pueblo (Is. 51:22; Jer. 50:34) y por la causa del alma del profeta Jeremías

(Lm 3:58). En el NT aparecen expertos en asuntos legales, llamados doctores de la ley o intérpretes de la ley con funciones que incluían, entre otras cosas, algo parecido a la de un a.

Además, en el NT el apóstol Juan utiliza unas cinco veces el término griego parákletos, que en su Evangelio se traduce como Consolador, refiriéndose al Espíritu Santo (Jn. 14:16, 26; 15:26; 16:7) y en su primera epístola como a., refiriéndose a Cristo (1 Jn. 2:1). Los creyentes necesitan un a. porque tienen un acusador constante en su contra (Ap. 12:10). •Tértulo, a quien los judíos usaron para acusar a Pablo era un orador que en su discurso manifestó estar familiarizado con los procedimientos romanos (Hch. 24:1).

ABOMINACIÓN Lo que produce agudo desagrado o repulsión, sobre todo desde el punto de vista moral y religioso. Para las israelitas, casarse con un incircunciso era a. (Gn. 34:14). Para los egipcios, comer pan con los rudos pastores hebreos era a. (Gn. 43:32). Los restos de ciertos sacrificios, después de ciertos días eran a. (Lv. 7:18); algunos animales, en términos de comida o de tocar sus cuerpos muertos eran a. (Lv. 11). Los actos sexuales antinaturales son a. (Lv. 18:1–30; 20:13). El usar vestidos para aparentar que se es de otro sexo es a. (Dt. 22:5). Ofrendar a Dios un dinero mal habido es a. (Dt. 23:18). La magia, la adivinación, la hechicería, etcétera, son a. (Dt. 18:9–13). El fraude en los pesos y medidas es a. (Dt. 25:15–16). La sodomía es a. (1 R. 14:24). Pero la a. más grande para Dios es la idolatría (Dt. 7:25; 13:12–16; 27:15), la cual siempre viene acompañada de otros pecados, como el sacrificar a los hijos, o la adivinación, o la magia y la fornicación (Dt. 18:9–13).

Todas estas cosas eran ampliamente practicadas por los pueblos de Canaán, y son llamadas “las a. de las naciones” (1 R. 14:24; 2 Cr. 28:3). La caída de Israel en esas prácticas es objeto de la denuncia de los profetas, especialmente Ezequiel, que menciona muchas veces las a. del pueblo como causa del juicio de Dios (Ez. 5:9, 11; 6:9, 11; 7:3, 4, 8–9; etcétera). Pero incluso un culto que supuestamente se haga a Jehová donde no exista sinceridad de corazón es también a. (Is. 1:11–14). El libro de los Proverbios menciona como cosas que son a.: “el peso falso” (11:1); “los perversos de corazón” (11:20); “los labios mentirosos” (12:22); “el sacrificio de los impíos” (15:8); “el camino del impío” (15:9); “los pensamientos del malo” (15:26); “todo altivo de corazón” (16:5); “el que justifica al impío y el que condena al justo” (17:15); etcétera.

ABOMINACIÓN DESOLADORA, LA Expresión utilizada por el Señor Jesús en Mt. 24:15 y Mr. 13:14, que guarda relación con las palabras que aparecen en Dn. 9:27; 11:31 y 12:11. Esta abominación aparece asociada con un “desolador” y con acontecimientos en los cuales “quitarán el continuo sacrificio y pondrán la a. d.”. Según las palabras de Cristo, esto tendrá lugar “en el lugar santo”. Generalmente se interpretan las palabras de Daniel como refiriéndose a la profanación que hizo •Antíoco Epífanes alrededor del año 168 a.C., que prohibió el culto a Jehová en el •templo y puso allí una estatua de •Zeus Olímpico. En el libro apócrifo 1 Mac. 1:57, se utiliza el término “abominación de la desolación” para referirse a esos hechos.

Las palabras del Señor Jesús constituían una profecía que algunos interpretan como cumplida cuando los romanos destruyeron el •templo. Pero otros interpretan que todavía hay una referencia futura en relación con ellas, vinculada a la aparición del •anticristo, “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios ... tanto que se sienta en el templo de Dios” (2 Ts. 2:4).

ABORRECIMIENTO Aversión extrema hacia una persona o cosa. Dios tiene a. por la idolatría y las costumbres paganas (Dt. 12:29–32; 16:22); por los que hacen iniquidad (Sal. 5:5); por “los ojos altivos”; por “la lengua mentirosa”; por “las manos derramadoras de sangre inocente”; por “el corazón que maquina pensamientos inicuos”; por “los pies presurosos para correr al mal”; por “el testigo falso que habla mentiras”; por “el que

siembra discordia entre hermanos” (Pr. 6:16–19); por las fiestas religiosas no sinceras (Is. 1:14); por el divorcio (Mal. 2:16). El hombre impío siente a. por el justo (Sal. 34:21; 35:19); por la corrección (Sal. 50:17); por Jehová (Sal. 81:15; 83:2); por el consejo del Altísimo (Sal. 107:11); por la paz (Sal. 120:6); por la ciencia (Pr. 1:22); por la sabiduría (Pr. 1:29). El justo siente a. por la reunión de los malignos (Sal. 26:5); por los que esperan en vanidades (Sal. 31:6); por el mal (Sal. 97:10); por la obra de los que se desvían (Sal. 101:3); por los hombres hipócritas (Sal. 119:113); por todo camino de mentira (Sal. 119:128); por los que aborrecen a Jehová (Sal. 139:21); por el soborno (Pr. 15:27); por la avaricia (Pr. 28:16); por la ganancia de violencias (Is. 33:15).

Si se comprobaba que una muerte no había sido accidental, sino por a., si el culpable había ido a una ciudad de refugio era sacado de allí y entregado a la muerte (Dt. 19:11–12). La mención de a. que se hace en Dt. 21:15 entre dos mujeres, una amada y otra aborrecida, sugiere que el a. puede a veces significar un amor menor comparado con otro (Lc. 14:26). No se podían hacer diferencias en caso de herencia, dando la primogenitura al hijo de la preferida. Se realizaba un proceso en el caso de un recién casado que siente a. por su esposa a causa de sospechas en cuanto a su virginidad. Si se determinaba que tenía razón, la mujer moría. Pero en caso contrario, se le imponía una multa al hombre y no podía repudiar a su mujer (Dt. 22:13–21).

ABORTO Cristo es el “Autor de la vida” (Hch. 3:15). Dios es Dios del feto “Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Sal. 22:9–10). El proceso de gestación es obra de Dios: “Tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.... no fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos” (Sal. 139:13–15). “Antes que te formase en el vientre te conocí” (Jer. 1:5).

En las Escrituras no hay referencia directa sobre la eliminación intencional de la vida en el vientre de una madre, hecho que desde muy antiguo se tenía por negativo. Pero sí se menciona muchas veces el infanticidio (Éx. 1:15–17; 1 R. 16:34; 2 R. 3:27; Is. 57:5). La Biblia nunca pone en duda la condición humana de un feto. Job dijo: “¿Por qué no morí yo en la matriz o expiré al salir del vientre?” (Job 3:11). Éx. 21:22–25 dice: “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida”. Algunos pretenden interpretar aquí que el feto no es considerado como individuo, por pagarse una multa y no aplicarse la ley del talión, vida por vida. Pero esa interpretación supone que las palabras si hubiere muerte (traducido también como daño) se refieren únicamente a la mujer. Así pensaban algunos expertos del Talmud. En el texto de la Septuaginta, sin embargo, la palabra “muerte” o “daño” se refiere al feto y no a la mujer, considerándose, entonces, que como consecuencia de un golpe fortuito la criatura podía nacer prematuramente, pero sana. Si nacía con daño o muerta, se pagaba una multa. No se aplicaba la ley del talión porque la muerte habría sido accidental, no intencional.

La palabra que el traductor español pone como abortare, en hebreo yeled, quiere decir “dar su fruto”. La Biblia usa otro término para “abortar”, que es shakol (Éx. 23:26; Os. 9:14). Los rabinos consideraban que si un niño al nacer amenazaba la vida de la madre, debía ser destruido dentro de ella si no había salido una parte grande de él, pues la vida de la madre tiene precedencia sobre la vida del hijo. De que esta era la interpretación de los hebreos lo atestigua Josefo diciendo que “la Ley ha mandado criar todos los hijos y ha prohibido a las mujeres abortar o destruir simiente; una mujer que haga eso debe ser juzgada como asesina de niños porque ella ha causado que se pierda un alma y que se disminuya la familia de los hombres” (citado en Encyclopedia Judaica, Vol. 2, p. 99). El pensamiento hebreo, pues, consideraba el extraer al feto mediante acciones intencionales como un hecho reprobable. Así puede verse, por ejemplo, en el libro II de los “oráculos sibilinos”, obra pseudoepigráfica del

período intertestamentario (siglo II a.C.), donde un judío escribe una larga lista de los delitos que condenarán a las personas en el juicio final, incluyendo a “los que antes realizaron malas acciones y cometieron crímenes ... cuantos desataron el ceñidor de una virgen y se unieron a ella a escondidas; cuantas abortan la carga de su vientre y aquellos que rechazan a sus hijos con iniquidad”. El respeto a la vida y la dignidad de la persona como dones provenientes de Dios es lo que debe normar la conducta de los creyentes. •Vientre.

ABRAHAM Hijo de •Taré, semita, que vino a ser padre de los patriarcas que iniciaron el pueblo israelita. Originalmente su nombre era Abram, cuyo significado podría ser padre exaltado, pero Dios se lo cambió por el de A. que quiere decir padre de multitudes. Es el padre de los ismaelitas y de otras tribus semitas (Gn. 25:1–6). A. era un habitante de •Ur de los caldeos, en la •Mesopotamia, cuando recibió el llamamiento de Dios para que abandonara su patria y la casa de su parentela para ir a una tierra que Dios le revelaría. Partió con su padre Taré hacia •Canaán, siguiendo la ruta de las buenas tierras llamadas en tiempos modernos la Media Luna Fértil, y se detuvo en Harán, donde quedaron un tiempo, hasta la muerte de su progenitor (Gn. 11:27–32).

Continuó viaje con su sobrino •Lot hasta llegar a Canaán, donde vivió como peregrino adorando al Dios verdadero (Gn. 12:7–9). A causa de un hambre en Canaán bajó a Egipto, donde cayó en el pecado de no decir la verdad sobre su relación con •Sara, lo cual trajo un conflicto con Faraón, que la tomó para su harén (Gn. 12:10–20). Vuelto a Canaán, tuvo que separarse de su sobrino Lot en vista de la abundancia de ganado que tenían, lo cual causaba a veces tropiezo entre sus siervos (Gn. 13). Lot habitó en •Sodoma. Y cuando ésta perdió una guerra y fueron tomados prisioneros sus habitantes, A. armó a sus siervos y vino y los rescató, no tomando para sí nada del botín y dando el diezmo a •Melquisedec (Gn. 14:1–20).

Siendo A. un hombre viejo, recibió de Dios la promesa de un hijo (Gn. 15:1–5), pero cayó en el error de buscarlo por medio de consejos humanos, atendiendo a la recomendación de Sara para que procreara con •Agar su sierva (Gn. 16:1–4), que dio a luz a •Ismael (Gn. 16:15). Al hacer Dios pacto con él, se dio como señal del mismo la circuncisión (Gn. 17:10). Dios visitó a A. y le renovó la promesa de un hijo, hablándole también del juicio que haría sobre •Sodoma y Gomorra, lo cual abre la oportunidad para esfuerzos que hace A. para interceder por esas ciudades (Gn. 18:16–33). A. habitó después en Gerar, donde vuelve a cometer el pecado de esconder sus verdaderas relaciones con Sara, lo cual provoca un incidente con •Abimelec el rey de aquel sitio, que tomó a Sara pero la devolvió cuando Dios le habló en sueños (Gn. 20:1–14).

Finalmente Sara dio a luz a •Isaac (Gn. 21:1) y ésta pide que Agar sea echada de la casa, lo cual A. hace con mucho pesar y sólo tras haber recibido instrucciones de Dios sobre el particular (Gn. 21:12). La gran prueba de la fe de A. viene cuando Dios le pide que sacrifique a su hijo Isaac, prueba de la cual sale victorioso porque creyó que Dios podía resucitar de entre los muertos a su hijo (Gn. 22:1–13; He. 11:17–19). El NT dice que A. fue justificado porque “creyó a Dios” (Ro. 4:3) y es llamado por ello “padre de los creyentes” (Ro. 4:11), en contraste con su relación con los israelitas, de los cuales es “padre según la carne” (Ro. 4:1). Tanto los judíos, como los mahometanos y los cristianos reconocen a A. como patriarca.

Juan el Bautista advirtió que nadie debía envanecerse de su parentesco con A. (Mt. 3:9) si no hacía sus obras de fe. Los judíos de su tiempo alardeaban de ser descendientes de A. (Jn. 8:39), pero Jesús les dijo que si fueran hijos de A. harían sus obras (Jn. 8:40). Una de las declaraciones de la deidad de Jesús fue la que hizo diciendo que él era antes que A. (Jn. 8:58).

San Pablo aclaró que la promesa no fue dada a A. por sus obras, sino por su fe (Ro. 4:9) y, por tanto, “los que son de fe, éstos son hijos de A.” (Gá. 3:7). Aclaró también que la promesa no fue hecha “a las simientes” de A., sino “a su simiente”, la cual es Cristo (Gá. 3:16). La grandeza del sacerdocio de Melquisedec se prueba porque A. le dio los diezmos, estando todavía •Leví “en los lomos” de A. (He. 7:1–9). La fe de A. es lo que más resalta de su personalidad. Eso “le fue contado por justicia” y por ello fue llamado “amigo de Dios” (Stg. 2:23).

ABRAHAM, APOCALIPSIS DE Libro pseudoepigráfico de origen judío (89–100 d.C.) en el cual se narra la conversión de A. del politeísmo al monoteísmo y se hacen predicciones sobre su descendencia. Algunos pasajes aparentan ser interpolaciones cristianas. Fue escrito originalmente en hebreo, pero se conservó en idioma eslavo antiguo.

ABRAHAM, SENO DE El Señor Jesús, al relatar la historia del rico y Lázaro, dice que este último “fue llevado por los ángeles al s. de A.”, mientras que el rico fue al •Hades (Lc. 16:19–31). El Señor también dijo: “... vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mt. 8:11).

El s. de A. era el lugar de privilegio al cual podían aspirar los justos. Esta manera de referirse al estado de los justos después de la muerte era común en la literatura rabínica de los tiempos del Señor Jesús. Se describía como una situación de beatitud en la cual éstos “dormían” en el s. de A. Por ejemplo, en el libro apócrifo de los •Jubileos, escrito en el siglo II a.C., se lee que Abraham antes de morir da instrucciones a Jacob y le concede el privilegio de dormir con él (“Terminó así de darle órdenes y bendecirle, y se echaron ambos juntos en el mismo lecho, durmiéndose Jacob en el seno de su abuelo Abraham, que lo besó siete veces” [Jub. 22:25]). En los libros •apócrifos de los Macabeos se narra el martirio de una madre y sus siete hijos, que mueren por negarse a dejar su fe judía. La madre animaba a sus hijos diciéndoles: “Si así padecemos, nos recibirán Abraham, Isaac y Jacob, y nos alabarán todos nuestros antepasados” (2 Mac. 7:1–42; 4 Mac. 13:17). •Sima.

ABRAHAM, TESTAMENTO DE Libro pseudoepigráfico de origen judío con interpolaciones cristianas. Algunos dan como fecha de su composición el siglo II a.C., pero otros señalan el siglo II d.C. Narra el anuncio que se hace a A. de su muerte, que pide que se le permita ver la creación desde los cielos. El arcángel •Miguel le conduce, y en el camino A. mira que en la tierra se cometen muchos pecados y crímenes, pidiendo que sean eliminados los que tal hacen. Dios le hace conocer su misericordia. A. se niega a morir, rechazando a la muerte, pero ésta queda a su lado hasta que logra engañarlo y llevárselo.

ABROJOS Planta espinosa que abunda en los desiertos del Oriente Medio (Jue. 8:16). •Espinas. •Plantas de la Biblia.

ABRONA Uno de los lugares donde los israelitas acamparon en su peregrinar por el desierto (Nm. 33:34–35).

ABSALÓN (Padre de paz). Tercero de los hijos de David. Su madre era una princesa de •Gesur (2 S. 3:3). Famoso por su hermosura física, especialmente su pelo (2 S. 14:25–26), era el hijo favorito de David. Y como tenía ascendencia real por padre y madre, se creía destinado al trono. Su hermano de padre •Amnón se enamoró de •Tamar y la deshonró (2 S. 13:1–19), lo cual produjo grande odio en A. que era hermano de padre y madre de Tamar (2 S. 13:14–20). A. mató a Amnón y huyó hacia •Gesur, la tierra de sus abuelos maternos, donde estuvo tres años exiliado (2 S. 13:37–38). Después de un tiempo, David estaba triste por el exilio de su hijo preferido y •Joab, dándose cuenta, usó a una mujer con una historia triste para poder

tratarle el tema al rey, que ordena que A. regrese. Joab fue a Gesur a buscarlo y lo trajo a Jerusalén, pero David no lo recibió en audiencia (2 S. 14:23–24) por unos dos años más, al cabo de los cuales A. quiso hablar con Joab, y al negarse éste, mandó a quemarle un campo de cebada, lo cual forzó a la entrevista en la cual A. pidió que el rey le recibiera. David accedió y le recibió con un beso (2 S. 14:29–33).

Pero A. elaboró una conspiración contra su padre, yendo a Hebrón, proclamándose rey (2 S. 15:1–10) y marchando sobre Jerusalén. David tuvo que huir de la ciudad y A. la ocupó. Por consejo de •Ahitofel, y a fin de demostrar la radicalidad de su rompimiento con su padre, se allegó, a la vista de todo el pueblo, a varias concubinas de David que se habían quedado cuidando la casa (2 S. 16:22). Pero David sabiamente dejó a •Husai, un amigo confiable, para que fingiera traicionarlo quedándose con A. Debía confundir el consejo de Ahitofel y mantener a David bien informado (2 S. 15:32–37), lo cual logró hacerse. A. sustituyó a Joab como general del ejército, poniendo a •Amasa (2 S. 17:25).

Finalmente los seguidores de A. se enfrentaron con los de David en el bosque de Efraín, siendo la batalla desfavorable para A., que tuvo que huir montado en un mulo, pero su pelo se enredó en las ramas de una encina y quedó colgando allí. Avisado Joab, vino y le mató (2 S. 18:6–15). David, de manera pública había rogado que tuvieran piedad de su hijo. Y cuando se enteró de su muerte lo lloró amargamente. A. tuvo tres hijos y una hija. No se dan los nombres de los hijos, lo que hace suponer que murieron pequeños. Algunos piensan que por eso A. “había tomado y erigido una columna... porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre” (2 S. 14:27; 18:18). La hija se llamaba Tamar. •Roboam casó con •Maaca, “hija de A.”. Si Maaca no es otro nombre de Tamar, entonces se trata probablemente de una nieta de A. (2 Cr. 11:20–21).

ABSOLUCIÓN Palabra de uso eclesiástico, pero que no aparece en la Biblia. Se refiere al acto de declarar perdonados los pecados. Entre los católicos es considerado como un “sacramento” y tiene que ser realizado por un sacerdote. En sentido estrictamente bíblico, la a. la concede Cristo al pecador, perdonando sus pecados por medio de su muerte en la cruz (Mt. 9:5–6; Lc. 5:20; Col. 2:13–14).

ABSTINENCIA La negación autoimpuesta en cuanto al disfrute de ciertas cosas, como el comer, el beber o el acto sexual. El ayuno, por tanto, es una a. de comida o bebida. El voto de nazareo suponía a. por la duración del voto en cuanto a vino (Nm. 6:14), tocar cadáveres, cortarse el pelo, etcétera. La a. podía ser temporal o permanente. Este último fue el caso de los •recabitas, que tenían por costumbre no tomar bebidas embriagantes (Jer. 35:1–11).

ABUBILLA Ave del orden de las trepadoras, con un pico afilado y muy largo, hermoso penacho, cola abundante, y plumaje cruzado por franjas blancas. Habita en el S de Europa y el N de África. Se alimenta de insectos, muchas veces buscándolos en los excrementos de animales. Se tejieron alrededor de la a. varias supersticiones, entre ellas la de guardar una cabeza del ave en el bolsillo para evitar ser engañado en los negocios. Era muy apreciada en Egipto porque aparecía en los campos cuando era tiempo de cosecha. Los egipcios la tenían como símbolo de la piedad filial. Fue considerada como inmunda (Lv. 11:19; Dt. 14:18). •Animales de la Biblia.

ACAB (Mi padre es hermano). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de •Omri y séptimo rey (873–853 a.C.) de Israel (1 R. 16:30). Era emprendedor, logró reinar durante 22 años con cierta prosperidad en la misma época en que Judá gobernaban •Asa y •Josafat. Tuvo aciertos políticos y militares, al llevar a cabo una serie de alianzas por motivos de seguridad y comerciales. La primera la hizo con los fenicios, casándose con •Jezabel, hija del rey de los sidonios (1 R. 16:31), que inclinó su corazón a

la idolatría, haciendo altares a •Baal y a •Asera. Además, azuzado por su esposa, persiguió cruelmente el culto de Jehová, matando a sus profetas (1 R. 18:13). Fue Jezabel quien hizo matar a •Nabot para darle su viña a A. (1 R. 21:1–19).

Contra A. se levantó Elías, que le reprochó sus pecados (1 R. 18:18–19) y oró para que no lloviese. Siria peleó contra Israel, y sitió a Samaria, pero un profeta cuyo nombre no conocemos anunció a A. que los sirios serían derrotados, lo cual en efecto sucedió. El profeta recomendó a A. que aprovechara el tiempo y se fortaleciera porque los sirios volverían. Estos regresaron, pensando que el Dios de Israel era un dios de las montañas, por lo cual Dios dijo que los entregaría en manos de Israel, lo cual también sucedió. •Ben-adad, el rey de Siria, pidió misericordia a A. y éste lo perdonó. Se especula que lo hizo por el temor ya existente a la amenaza asiria que venía del N. Pero Dios se enojó con A. por haber perdonado a Ben-adad, y el profeta le llamó la atención y le predijo que por eso perdería la vida (1 R. 20:1–43).

A. fue el primer rey de Israel que hizo la paz con Judá. Josafat vino a visitarle, y ambos decidieron pelear contra los sirios. Los profetas falsos de A. le predecían la victoria, pero Josafat pidió que se consultara a un profeta de Jehová. Fue traído •Micaías, que dijo que serían derrotados. A. se disfrazó para pelear como un soldado cualquiera, pero un hombre que lanzó una flecha al azar le hirió, y murió poco después (1 R. 22:1–37). La historia secular registra una alianza entre A. y Ben-adad, que pelearon contra el rey asirio •Salmanasar III en la batalla de Karkar, junto al río Orontes, en Siria, y fueron vencidos.

2. Hijo de Colaías. Uno de los profetas falsos que anunciaban paz a los habitantes de Jerusalén en los días de Jeremías. A. vivía haciendo maldad y cometiendo adulterio. Jeremías profetizó que el rey de Babilonia lo asaría al fuego (Jer. 29:21–23).

ACACIA Árbol cuya madera (en heb. sitim) fue utilizada para la construcción del •tabernáculo en el desierto (Éx. 25:5, 10, 13, 23). Existen diversas variedades de a. La más abundante en las regiones desérticas de Palestina y la península del Sinaí es algo espinosa, con hojas pequeñas y unas florecillas amarillas que se dan en racimos, pero su tronco no es muy ancho, lo cual hace difícil creer que fuera ésta la utilizada en la construcción del mobiliario del tabernáculo. Por eso una de las preguntas retóricas que hacían los rabinos era: “¿De dónde en el desierto fueron nuestros padres capaces de obtener madera de acacia?” Existe, sin embargo, una variedad, la acacia albida, que crece en regiones tropicales y subtropicales, no de mucha altura pero sí con un tronco grueso, que produce una madera de bastante dureza, pero liviana. Además, no absorbía humedad y no era muy atacada por insectos, por lo cual, además de muebles, se le utilizaba para la construcción de naves. La a. era considerada sagrada. En el día de la redención de Israel, Dios dará “en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos” (Is. 41:19). •Plantas de la Biblia.

ACAD Una de las ciudades donde comenzó Nimrod su reino, junto con •Babel, Erec y Calne (Gn. 10:10). Se le sitúa al N de Babilonia. La Biblia no ofrece más detalles sobre ella, pero por la historia secular sabemos que Sargón I la convirtió en la capital (2242–2186 a.C.) de un reino que incluía Mesopotamia y partes de Siria y Asia Menor. No se ha excavado todavía la ciudad de A. y se supone que se encuentra en el actual Tell Der.

ACAICO (Persona de Acaya). Creyente de •Corinto. Miembro de una comisión enviada por la iglesia de allí, con •Estéfanas y •Fortunato, con una carta para el apóstol Pablo en •Éfeso, que se alegró con su visita (1 Co. 16:17). Es probable que portaran la carta mencionada en 1 Co. 7:1. También es posible que volvieran a Corinto llevando la respuesta, que hoy conocemos como 1 Corintios.

ACÁN (Perturbador). Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de Esaú. Hijo de Ezer (Gn. 36:27).

2. Hijo de Carmi. Cometió la prevaricación de tomar del botín de Jericó, considerado •anatema. Se descubrió su pecado cuando los israelitas fueron derrotados al atacar la ciudad de •Hai. Josué preguntó la razón de la derrota, y Dios le dijo que el pueblo había pecado. Se identificó a A. como el culpable, que confesó haber tomado “un manto babilónico ... y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos”. A. fue llevado al valle de •Acor, apedreado, y quemados sus restos. Estos eventos dieron el nombre al valle (Acor significa perturbación) (Jos. 7:1–26).

ACAYA Toda la Grecia al S de •Macedonia. A sus habitantes se les conoce como los aqueos. Cuando se escribe el NT, Grecia formaba parte del Imperio Romano. Los romanos la conquistaron en el 146 a.C., y la convirtieron en provincia, con •Corinto como capital, en el 27 a.C. Como distrito administrativo romano incluía, entre otras, las ciudades de •Atenas y Esparta. Después de predicar en Tesalónica, esto es, en Macedonia, Pablo viajó al S, hacia •Atenas y luego a •Corinto (Hch. 17:15; 18:1). En esos días •Apolos visitó también las iglesias de A. (Hch. 18:24–28), las cuales, junto con las de •Macedonia, decidieron hacer una ofrenda para los santos de Jerusalén (Ro. 15:26; 2 Co. 9:1–2). Sin embargo, Pablo, que recibió ofrendas de los tesalonicenses, a los cuales pone como un ejemplo (1 Ts. 1:7–8), decidió no recibir para él ofrendas de las iglesias de A. (2 Co. 11:8–10).

ACAZ (Ha agarrado, probable abrev. de Joacaz —Jehová ha agarrado). Rey de Judá, hijo de •Jotam Se distinguió por un comportamiento impío, llegando a quemar en sacrificio a sus propios hijos (2 Cr. 28:3–4). Su reinado abarca los años 732–715 a.C., en una época de amenazas de invasión desde Asiria, ante la cual el rey de Israel, •Peka, y el de Siria, •Rezín, le propusieron una alianza defensiva. A. se negó, por lo cual esos reyes invadieron a Judá, le infligieron grandes derrotas y le tomaron muchos prisioneros (2 Cr. 28:5–8). De esos prisioneros, los que estaban en el reino de Israel fueron devueltos por la intervención del profeta •Obed. Los edomitas aprovecharon la situación de debilidad de A. y atacaron a Judá. Todo esto aconteció por la impiedad de A. (2 Cr. 28:19). A. pidió auxilio a los asirios comprando su ayuda con los tesoros de la casa real y de la casa de Jehová (2 R. 16:8). La ayuda de •Tiglat-pileser consistió en atacar a Siria. Tomó Damasco y mató a Rezín, pero impuso su yugo sobre A. y Judá (2 Cr. 28:20–21), eliminando su soberanía y dejándolo como tributario, situación que duraría unos cien años. A. visitó a Tiglat-pileser en Damasco y vio un altar pagano cuyo diseño le gustó, lo mandó copiar e hizo uno igual, haciendo modificaciones en el •templo. Apoyó el desarrollo de cultos paganos.

ACBOR (Ratón). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Baal-hanán, uno de los reyes de Edom antes que hubiera rey en Israel (Gn. 36:31, 38–39).

2. Funcionario del rey •Josías. Enviado por éste a consultar con la profetisa •Hulda, con motivo del hallazgo del libro de la ley (2 R. 22:12, 14).

3. Padre de Elnatán, un funcionario del rey •Joacim, en tiempos de Jeremías (Jer. 26:20–23).

ACCIÓN DE GRACIAS Acto de expresar gratitud a Dios por medio de un sacrificio o en oración. Uno de los sacrificios de paz era el de a. de g. (Lv. 7:11–15; 22:29). Un descendiente de •Asaf, en tiempos de Nehemías, era quien “empezaba las alabanzas y a. de g. al tiempo de la oración” (Neh. 11:17). Debe entrarse en los atrios de Dios con a. de g. (Sal. 100:4), y

manos lavadas (Sal. 26:6–7). De un Israel restaurado saldrá a. de g. (Jer. 30:19). Cuando la a. de g. se realiza en público, hay que orar de manera que los oyentes entiendan para que puedan decir “Amén” (1 Co. 14:16). En vez de palabras deshonestas, debemos decir a. de g. (Ef. 5:4). Por todos los hombres se deben hacer “rogativas, oraciones, peticiones y a. de g.” (1 Ti. 2:1). Dios creó los alimentos “para que con a. de g. participasen de ellos los creyentes” (1 Ti. 4:3). La a. de g. es parte de la adoración celestial (Ap. 7:12). •Oración.

ACEITE Es el líquido graso que se saca de frutos y semillas. Los más comúnmente usados eran de la oliva y la almendra. El fruto de la oliva se cosechaba sacudiendo el árbol o pegándole con un palo (Dt. 24:20; Is. 17:6). Luego se tomaban las aceitunas que caían y se exprimían en una prensa. •Getsemaní significa prensa de a., probablemente porque en aquel huerto se hacía este proceso (Mt. 26:36). Era preferible hacerlo cuando la aceituna estaba verde, porque así se obtenía un a. más fino. Se derramaba a. sobre un objeto para santificarlo o expresar que era algo especial. Así, Jacob derramó a. en la piedra sobre la cual durmió (Gn. 28:18). Formaba parte del culto en el •templo (Éx. 25:6), como combustible para alumbrar en el candelero (Éx. 27:20), para preparar panes sin levadura (Éx. 29:2), para derramarlo sobre la cabeza del sacerdote al ser consagrado (•Unción) (Éx. 29:21), en el rito de limpieza de un leproso (Lv. 14:16), y en varios tipos de ofrenda.

La abundancia de a. era signo de la bendición de Dios (Dt. 7:13). Atribuir a otro el a. que Dios proveía era idolatría (Os. 2:5). El Señor prefiere “el hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios” antes que “diez mil arroyos de a.” (Mi. 6:7–8). Los sacerdotes y los reyes eran ungidos con a. (1 S. 10:1; Sal. 133:2), simbolizándose así la capacitación que Dios obraba en ellos para ejercer su función.

El principal uso de los a. era para la preparación de alimentos, pero también se usaban con fines cosméticos y medicinales. Para suavizar la piel se preparaban •ungüentos. Untarse a. después de bañarse era algo deseado (Rt. 3:3). Ungirse con a. era signo de gozo y bienestar (Sal. 23:5; 92:10; He. 1:9). Se usaba a. para curar heridas (Is. 1:6; Lc. 10:34). Se ora por los enfermos ungiéndoles con a. (Stg. 5:14). El a. simboliza al Espíritu Santo. Así, “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret” (Hch. 10:38), que es el Ungido del Señor o •Mesías (Lc. 2:26). Los creyentes tienen “la unción del Santo” (1 Jn. 2:20).

ACEITUNA •Plantas de la Biblia. Oliva

ACÉLDAMA (Campo de sangre). Terreno adquirido con las treinta piezas de plata que •Judas recibió por traicionar al Señor Jesús (Mt. 27:3–10). Arrepentido, el Iscariote arrojó el dinero en el •templo. Los sacerdotes, más preocupados por los ritos que por la justicia, decidieron que no se podía recibir ese dinero como ofrenda porque era “precio de sangre”, por lo cual lo tomaron y compraron el terreno donde Judas se ahorcó para sepultura de los extranjeros. Es en ese sentido que deben interpretarse las palabras de Hch. 1:18–19, donde dice que Judas “con el salario de su iniquidad adquirió un campo”.

ACEPCIÓN (DE PERSONAS) Acto de preferir a una o más personas en comparación con, o detrimento de, otras. Dios no hace a. (Dt. 10:17), sino que trata a todos por igual. Su juicio no hace a. (1 P. 1:17). Los cristianos no deben hacerla tampoco (Stg. 2:1) ya sea por razones étnicas, económicas, culturales, sociales, etcétera (Hch. 10:34–35; Gá. 3:28).

ACEPTACIÓN Es el acto de recibir bien o ser aprobado para fines de comunión con otra persona. En el AT, el término hebreo rasa es traducido como a., “estar contento con” o “ser favorable a”. •Jacob rogó a •Esaú, cuando se encontraron tras largos años: “Acepta, te ruego, mi presente que te he traído” (Gn. 33:11).

El pecado de los hombres los alejaba de Dios, creaba una enemistad, pues el carácter divino exige el castigo del pecado. Para resolver ese problema era necesario que el juicio fuera hecho y la culpa eliminada. Eso lo hizo el Señor Jesús, en la cruz del Calvario. De eso hablaban anticipadamente los sacrificios del AT. Esas ofrendas tenían que ser de animales que no tuvieran defecto alguno, a fin de que fueran bien recibidos por Dios (“Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya” [Lv. 1:4]). En este caso el énfasis está en la a. de la ofrenda misma. Pero en Lv. 22:18–19 (“Cualquier varón de la casa de Israel ... que ofreciere su ofrenda ... para que sea aceptado, ofreceréis macho sin defecto...”), se habla de cómo sería bien recibido o acepto el oferente. En Ez. 43:27 se lee: “... los sacerdotes sacrificarán ... vuestras ofrendas ... y me seréis aceptos”. De manera que la perfección de la ofrenda y la correcta intención del oferente eran imprescindibles para que se realizara la a. de parte de Dios. Los israelitas cayeron en el error de pensar que la simple ofrenda de sacrificios, sin una adecuada actitud de corazón, podía ser suficiente para mantenerles en paz con Dios. Pero los profetas se encargaron de denunciar esa noción (“... cuando ofrezcan holocausto y ofrenda, no lo aceptaré” [Jer. 14:12]).

En el NT se usan varias palabras. Una es dektos que significa “agradable”, “acepto”. Pablo habla de la ofrenda que le enviaron los filipenses llamándola “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Fil. 4:18). Euprosdektos es “agradable”, “aceptable” (“... para que los gentiles le sean ofrenda agradable...” [Ro. 15:16]). La ofrenda del cuerpo de nuestro Señor Jesús en la cruz del Calvario, “como un cordero sin macha y sin contaminación” (1 P. 1:19), fue completamente satisfactoria para Dios, que ha escogido a los creyentes “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef. 1:6). Estos son edificados como “casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” [1 P. 2:5]).

ÁCIMOS Panes sin levadura. Regularmente eran delgados y se utilizaban en situaciones imprevistas, como una visita inesperada, cuando no se podía esperar el proceso de fermentación (Gn. 18:6). A Dios sólo se podían ofrecer panes a. (Lv. 2:4–11, 7:12). En la fiesta de los a., vinculada a la •Pascua, sólo se comía pan en esa forma durante siete días y se eliminaba la levadura que hubiera en la casa (Éx. 12:14–15). •Levadura.

ACMETA (Lugar de reunión). Ciudad que fue capital de los medos. En tiempos de •Darío se encontró en un archivo de ella el edicto de •Ciro sobre los judíos (Esd. 6:2–3). Sus ruinas están debajo de la actual Hamadán, cerca de Teherán y no han sido muy exploradas. Se sabe, sin embargo, que era una ciudad de mucho comercio, por estar situada estratégicamente en la ruta de Asia Central hacia Mesopotamia. •Ciro la capturó alrededor del 548 a.C., y desde entonces perdió su preponderancia. Los libros apócrifos la mencionan como Ecbatana (Tob. 3:7; 6:9; 2 Mac. 9:3).

ACO Ciudad en la costa mediterránea de Israel, con el mejor puerto natural de la región, al N del monte •Carmelo, más allá de Haifa. La tribu de Aser no eliminó a sus habitantes (Jue. 1:31). El nombre de •Tolemaida le fue puesto en honor de Ptolomeo Filadelfo, por las obras que éste realizó allí. En el año 65 a.C. vino a formar parte del Imperio Romano. Al regresar de su tercer viaje misionero Pablo desembarcó en este importante puerto, pues quería visitar su iglesia (Hch. 21:7). En tiempos de las Cruzadas fue una fortaleza, hasta que Saladino la tomó en el año 1187. Los Cruzados la llamaron San Juan de Acre. =Acco. = •Tolemaida.

ACOR (Perturbación). Valle al cual se le dio ese nombre porque allí fue apedreado y luego quemado •Acán (Jos. 7:24–26). Haciendo un contraste entre el origen y el significado del nombre A. y la prosperidad que habrá en los tiempos mesiánicos, se dice que será “el valle de A. para majada de vacas” (Is. 65:10) y que Dios le dará a Israel “el valle de A. por puerta de esperanza” (Os. 2:15).

ACRABIM (Escorpiones). Lugar escarpado que formaba parte de los límites de la Tierra Prometida (Nm. 34:4, Jue. 1:36). El territorio de la tribu de Judá tenía por término la parte S de “la subida de A.” (Jos. 15:3).

ACRÓSTICO Forma literaria mediante la cual se hace una composición con líneas que, ya sea con su primera o última letra, van formando una palabra o dando una secuencia del alfabeto. Los Sal. 34 y 119 son a., pues cada línea comienza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo, en orden sucesivo.

ACSA (Adorno de tobillo). Hija de •Caleb, que había prometido que la daría como esposa “al que atacare Quiriat-sefer y la tomare”, lo cual llevó a cabo •Otoniel. Éste hizo que A. pidiera un aumento en la dote concedida por Caleb, que consistía en tierras del •Neguev, lo cual le fue concedido dándosele “las fuentes de arriba y las de abajo” (Jos. 15:13–19).

ACSAF Ciudad cananea cuyo rey formó parte de la confederación de •Jabín para pelear contra Israel, y fue derrotada. Su territorio fue asignado a la tribu de Aser (Jos. 11:1; 12:20; 19:25). No se conoce con certeza su localización actual, se señala Tell Kisán, cerca de Acco como probable.

ACUB (Perseguidor). Nombre de varios personajes del AT.

1. Descendiente de David, hijo de Elioenai (1 Cr. 3:24).

2. Cabeza de una familia de porteros del •templo. Un grupo de ellos regresó del exilio (1 Cr. 9:17; Esd. 2:42).

3. Cabeza de una familia de sirvientes del •templo. Un grupo de ellos regresó del exilio (Esd. 2:45).

4. Uno de los levitas que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída por •Esdras y otros levitas (Neh. 8:7). Es probable que fuera el mismo #2, o el #3.

ACUEDUCTO Obra de ingeniería realizada para conducir agua de un lugar a otro a través de canales cavados en la tierra o elevados en estructuras especiales. •Ezequías construyó uno a través de un túnel para dar agua a Jerusalén en caso de sitio (2 R. 20:20). Los a. romanos son famosos. En Israel, uno de los restos más hermosos de un a. romano puede hallarse en Cesarea.

ACUSADOR Usualmente se refiere a un adversario (gr. kategoros), sobre todo en un tribunal (“... ¿dónde están los que te acusaban?” [Jn. 8:10]). Pero la palabra se utiliza también para señalar a •Satanás, “el a. de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10).

ACZIB (Engaño). Nombre de lugares del AT.

1. Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:44). Miqueas (1:14) dice que como parte del juicio de Dios “las casas de A. serán para engaño a los reyes de Israel”. Se considera que es la misma •Quezib, donde le nació un hijo a Judá (Gn. 38:5). Se le sitúa probablemente en el Tell el Beida, al O de •Adulam.

2. Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Aser en la repartición de la tierra (Jos. 19:29), a orillas del Mediterráneo. Los aseritas no desalojaron a sus habitantes. Trabajos

arqueológicos han determinado que los habitantes de A. construyeron canales que hicieron de la ciudad prácticamente una isla, posiblemente por motivos defensivos.

ADA Nombre de dos mujeres del AT.

1. Esposa de •Lamec. Es la primera mujer de la cual se tiene testimonio que tuvo que compartir el esposo con otra, pues “Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue A., y el nombre de la otra, Zila” (Gn. 4:19–24).

2. Mujer de •Esaú, hija de un cananeo. Fue madre, entre otros hijos, de •Amalec (Gn. 36:16).

ADADA Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:22).

ADAÍA (El Señor ha adornado). Nombre de varios personajes del AT.

1. Abuelo de Josías, de Boscat (2 R. 22:1).

2. Personaje en la descendencia de •Asaf (1 Cr. 9:12–13).

3. Sacerdote mencionado entre los que habitaron en Jerusalén. Era hijo de •Jeroham (1 Cr. 9:12).

4. Padre de Maasías #2 (2 Cr. 23:1).

5. Levita que regresó del exilio en tiempos de Esdras y que fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Era de los hijos de •Bani (Esd. 10:29).

6. Otro levita que regresó del exilio en tiempos de Esdras y que fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. También era de los hijos de •Bani (Esd. 10:39).

ADAÍAS (El Señor ha adornado). Nombre de varias personas en el AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:21).

2. Personaje en la descendencia de Judá, habitante de Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 11:5).

3. Sacerdote, habitante de Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 11:12).

ADALÍA Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. A. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

ADAM Ciudad cercana al Jordán, 30 km al N de Jericó. Cuando el pueblo cruzó el Jordán, “las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de A.” (Jos. 3:16).

ADAMA (Tierra). Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:36).

ADAMI-NECEB (Adam del paso). Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:33).

ADÁN (Hombre, persona). (Posible combinación de las palabras ha adam –terreno– y ha adama –rojizo). Nombre del primer hombre, porque Dios “formó al hombre del polvo de la tierra” (Gn. 2:7). La palabra A. es de uso frecuente en el AT, casi siempre traducida como “hombre”. Dios creó al hombre en el sexto día, varón y hembra, a su imagen (Gn. 1:27). Inmediatamente antes de su creación, Dios discurre o habla sobre lo que va a hacer, cosa que no hace con sus otras creaciones (Gn. 1:26) . Le ordenó señorear sobre la creación (Gn. 1:28–30). Lo puso en el huerto de •Edén (Gn. 2:8). Le dio responsabilidades relacionadas con el cultivo y cuidado de la tierra (Gn. 2:15), así como mandamientos (Gn. 2:16–17).

Los animales no le proporcionaban “ayuda idónea” (Gn. 2:19–20) y Dios le buscó una, haciéndole dormir y formando a •Eva de una de sus costillas (Gn. 2:18–23). A. tenía perfecta comunión con Dios (Gn. 3:8–9). A. desobedeció a Dios al comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gn. 3:6), violando así el pacto con Dios (Os. 6:7), tras lo cual se escondió (Gn. 3:8). Cuestionado por Dios, echó la culpa a Dios mismo diciéndole: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí” (Gn. 3:12). Junto con Eva fue echado del Edén (Gn. 3:24). Tuvo muchos hijos e hijas, entre ellos •Caín, •Abel y •Set (Gn. 4:1–2; 5:3–4). Vivió novecientos treinta años (Gn. 5:5).

En la genealogía del Señor Jesús que aparece en Lc. 3:38, se dice que A. era “hijo de Dios”. Aunque tenía, pues, el mejor padre, A. falló. Como consecuencia de su caída, se perdió la inocencia (Gn. 3:7), cayó maldición sobre la serpiente (Gn. 3:14–15); se multiplicó el dolor en la preñez de la mujer (Gn. 3:16a); se inició el abuso del hombre sobre la mujer (Gn. 3:16b); comienza el desequilibrio ecológico (Gn. 3:17); el trabajo del hombre se torna incómodo y menos productivo (Gn. 3:19a); y sobre todo, se introdujo la muerte en la humanidad (Gn. 3:19b).

Así “reinó la muerte” en los seres humanos que le siguieron (Ro. 5:14). A pesar de haber pecado, Dios preparó para A. y Eva “túnicas de pieles y los vistió” (Gn. 3:21). Asimismo, les hizo una promesa relacionada con una futura redención (Gn. 3:15). Para comparar los efectos de su acción con los de la obra de Cristo, la Escritura habla del “primer A.”, que fue hecho “alma viviente”, mientras que el Señor Jesucristo es el “postrer A., espíritu vivificante” (1 Co. 15.45). Y “así como en A. todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (l Co. 15:22). El NT establece un paralelo entre A. y Cristo, de manera que así como A. fue el responsable de la introducción de la muerte en la historia de la humanidad, Cristo es el Autor de la Vida, la cabeza de una nueva creación. Además, el daño introducido por el primer A. no es comparable con los beneficios que trae el segundo A. (Cristo), pues por éste “abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios” (Ro. 5:15).

ADÁN Y EVA, VIDA DE, Existen diversos libros pseudoepigráficos relacionados con las figuras de nuestros primeros padres, así como de otros personajes del AT. La versión griega de “La Vida de Adán y Eva” es una narración libre que incluye ciertas notas apocalípticas y que se propone contar lo que supuestamente aconteció después de la •caída. Es de origen judío, un poco antes del año 70 d.C. La versión latina tiene más detalles, con posibles inserciones cristianas. Ambas versiones mencionan la resurrección y el juicio final.

ADAR (Nebuloso). Nombre de un lugar, una persona y un mes.

1. Nombre de una ciudad que formaba parte de los límites de Judá (Jos. 15:3).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bela (1 Cr. 8:3).

3. Nombre babilónico del duodécimo mes del calendario hebreo, que comenzaba con la luna nueva en el mes de febrero y terminaba en la luna nueva de marzo (Esd. 6:15; Est. 3:7). En este mes Dios libró a los judíos de la conspiración de •Amán, por lo cual se celebra la fiesta de •Purim los días 14 y 15 (Est. 8:12; 9:1).

ADARGA •Armadura y armas. El escudo.

ADBEEL Tercero de los hijos de •Ismael. Progenitor de una tribu árabe (Gn. 25:13; 1 Cr. 1:29).

ADDÁN Lugar en la tierra de los caldeos de donde vinieron algunos que no pudieron probar su genealogía (Esd. 2:59). Algunos piensan que la expresión “Querub, A. e Imer” se refiere a un solo sitio, pero se desconoce la ubicación exacta (Esd. 2:59; Neh. 7:61).

ADER Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:15).

ADI Personaje de la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:28).

ADIEL (Adorno de Dios). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:36).

2. Personaje en la descendencia de Aarón (1 Cr. 9:12).

3. Padre de Azmavet, el tesorero de David (1 Cr. 27:25).

ADÍN (Voluptuoso). Nombre de varias personas del AT.

1. Cabeza de una familia de cuatrocientos cincuenta y cuatro personas que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:15; Neh. 7:20).

2. Uno de los que firmaron el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:16, 29).

ADINA Rubenita. Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:42).

ADINO (Él empuñó su espada). Uno de los valientes de David. “Mató a ochocientos hombres en una ocasión” (2 S. 23:8). La redacción de este texto no es clara. Muchos opinan que el nombre •Joseb-basebet es realmente parte del texto introductorio del personaje A. Sería, entonces, “él empuñó su espada... y mató a ochocientos hombres... A., el eznita”.

ADITAIM Una de las ciudades que correspondieron a la tribu de Judá en el reparto de Canaán (Jos. 15:36).

ADIVINACIÓN •Magia. Mago.

ADLAI Padre de •Safat, el hombre que cuidaba “del ganado que estaba en los valles” perteneciente al rey David (1 Cr. 27:29).

ADMA Una de las ciudades de la llanura, compañera de •Sodoma, Gomorra y Zeboim (Gn. 10:19). Aliada de éstas cuando se rebelaron contra Quedorlaomer (Gn. 14:1–16) y con ellas destruida (Gn. 19:24–25; Dt. 29:23; Os. 11:8).

ADMATA (No conquistado). Uno de los príncipes que acompañaban a •Asuero en su festín (Est. 1:14). Probablemente formaba parte de un cuerpo consultivo.

ADNA (Placer). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de Pahat-moab, en tiempos del regreso del exilio, que se había casado con mujer extranjera (Esd. 10:30).

2. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. A. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Harim (Neh. 12:15).

ADNAS (Placer). Nombre de personas en el AT.

1. Miembro de la tribu de Manasés que dejó a Saúl y vino a unirse a David en Siclag (1 Cr. 12:20).

2. General en el ejército del rey •Josafat. Comandaba trescientos mil hombres (2 Cr. 17:14).

ADOBE •Ladrillo.

ADÓN Lugar en el imperio caldeo de donde salieron algunos para el regreso a Jerusalén (Neh. 7:61).

ADONAI Título de Dios como Señor. Aparece por primera vez en Éx. 34:6. Es una referen-cia al Señor, Dios misericordioso y clemente. Después del exilio, cada vez que se leía el •Tetragrámaton YHWH, no se pronunciaba, sino que se usaba este título de A. Sin embargo, han aparecido en fecha relativamente reciente manuscrita del AT en hebreo que ponía el Tetragrámaton, lo cual indica que la práctica de sustituirlo con Kyrios no era generalizada y que surgió, probable-mente con la Septuaginta o por influencia de escribas cristianizados. Los que compusieron el texto masorético de las Escrituras hicieron una combinación de los dos nombres, poniendo las vocales de A. dentro del Tetragrámaton. Así surgió el término “Jehová” que se utiliza en RV60 y otras versiones.

ADONÍAS (Mi Señor es Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Cuarto de los hijos de David. Su madre se llamaba Haguit (2 S. 3:4). Ostentaba la primogenitura en virtud de la muerte de •Amnón, •Absalón y aparentemente Quileab. En los últimos tiempos del reinado de su padre proclamaba que sería rey. David no le decía nada (1 R. 1:5–6). Pero A. intentó apresurar su ascenso al trono al saber que competía con Salomón, que era el favorito de David. Para ello consiguió la colaboración de •Joab, general del ejército, y •Abiatar, sumo sacerdote (1 R. 1:7).

La conspiración consistía en celebrar una fiesta en •Rogel, sin invitar “al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano” (1 R. 1:9–10) y proclamarse rey. •Natán habló con •Betsabé, la que a su vez fue a David, que ordenó que Salomón recibiera los honores como su sucesor (1 R. 1:28–34).

Cuando A. lo supo huyó al •templo y se agarró de los cuernos del altar pidiendo de Salomón que no lo matara. Fue perdonado. Pero más tarde A. pidió que se le concediese como esposa a Abisag, la joven que acompañaba a David en sus últimos días para dar calor a su cuerpo. Esto fue interpretado como una insistencia en el afán de sustituir al difunto rey. Salomón ordenó su ejecución (1 R. 2:13–25).

2. Uno de los levitas enviados por el rey Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:7–9).

ADONI-BEZEC Rey cananeo vencido por Josué. “Le prendieron, y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies”, tal como él había hecho a unos setenta reyes. Murió en Jerusalén (Jue. 1:3–7). Probablemente es el mismo •Adonisedec.

ADONICAM (Mi Señor se ha levantado). En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Seiscientos sesenta y seis “hijos de A.” regresaron del exilio (Esd. 2:13; Neh. 7:18).

ADONIRAM (Mi Señor es exaltado). Funcionario real de tiempos de David, Salomón y •Roboam (1 R. 4:6; 5:14). Era encargado de los impuestos (2 S. 2:24). Murió apedreado por el pueblo cuando trató de cobrar los tributos a nombre de Roboam, que se había negado a reducirlos (1 R. 12:18). También se le llama “Adoram” (2 S. 20:24; 2 Cr. 10:18).

ADONISEDEC (Mi Señor es justicia). Proba-blemente es el mismo •Adoni-bezec. Era rey de Jerusalén cuando llegaron los israelitas a Canaán. Habiendo oído lo que aconteció a Jericó y Hai, así como la alianza con •Gabaón, convocó una liga de los reyes de •Hebrón, •Jarmut, •Laquis y •Eglón para combatir a la ciudad de los gabaonitas. Fueron derrotados por Josué. Los reyes de esas ciudades se escondieron en una cueva y luego Josué ordenó que los mataran (Jos. 10:1–26).

ADOPCIÓN Acto de tomar a una persona y reconocerla como hijo. No era una práctica abundante entre los israelitas, al punto de que no existía en hebreo una palabra para designar a. Otros pueblos, como los egipcios y los hurritas (•Nuzi), sí tenían la costumbre. Jacob adoptó a Efraín y Manasés, hijos de José, aunque no se utiliza en el texto la palabra a. (Gn. 48:5). Cuando la hija de Faraón adoptó a Moisés, se dice que lo “prohijó” (Éx. 2:10). Los judíos en el destierro fueron practicando la a. Mardoqueo adoptó a Ester (Est. 2:7). Pero de todas maneras cuando se menciona el término a. refiriéndose a personas del AT, no debe entenderse que se trata de algo idéntico a la práctica en tiempos del NT, pues la idea de a. era extraña a los judíos, aunque muy común en las culturas griega y romana.

Todavía en el día de hoy las leyes judías no contemplan la a., aunque existen disposiciones que logran efectos parecidos. De acuerdo con la ley romana, un hombre que no tuviera hijos podía tomar a otra persona, siempre que fuera adulta y consintiera en el acto, para incluirla en su familia con los mismos derechos que si hubiera nacido en ella de forma natural. Esto se realizaba mediante una venta y compra simbólica ante testigos. Se consideraba que el adoptado había nacido en ese momento en la familia del adoptante. Era, por tanto, una nueva criatura.

Esta idea es usada en el NT, especialmente por San Pablo, para señalar la relación del creyente con Dios, que le acepta en su familia, para lo cual fue predestinado (Ef. 1:5). La a. es fruto de la redención hecha por Cristo (Ga. 4:5). Es posible por la intervención del Espíritu Santo y por eso el creyente tiene confianza al hablar con Dios y le llama “Abba, Padre” (Ro. 8:15). El acto hecho por Dios de haber escogido a Israel como pueblo especial es nombrado por Pablo como una a. (Ro. 9:4). El acto de Dios en el último tiempo de resucitarnos y dotarnos de nuevos cuerpos es la expresión máxima de la a. (Ro. 8:23). Para todo esto es necesario que la persona crea en Cristo, pues “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12). Juan, en sus escritos, no usa la palabra a., pero la idea está muy presente en ellos (1 Jn. 3:1–2, 9–10; 5:1).

ADORACIÓN Acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor, amor y obediencia a Dios. En el AT se utiliza la palabra shachah para indicar esa actitud, con la connotación de “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”. En el NT el término es proskusneo, que es reverenciar a una persona. Usualmente el adorante baja “la cabeza hacia el suelo” (Éx. 34:8) o se postra en tierra (Job 1:20; Sal. 95:6), por lo cual muchas veces se usa la palabra “ inclinarse” como equivalente a a. (Éx. 20:5; 2 R. 5:18). Pero el acto físico de inclinar el cuerpo puede tener otro sentido, como súplica a una persona (Gn. 23:7–12), o simple reverencia ante un rey (1 S. 24:8–9). Para que exista a. es imprescindible una actitud del corazón que reconoce en el objeto de la a. el carácter de soberano señor y dueño, como en el Sal. 99, donde se comienza reconociendo la grandeza de Dios: “Jehová reina.... Él está sentado sobre los querubines.... Jehová en Sion es grande y exaltado sobre todos los pueblos”, etcétera. Y luego se reclama la a.: “Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante su santo monte”.

Abraham, así como los otros patriarcas, construía altares a Dios, lugares especiales de a. (Gn. 12:8) donde rendía culto a Jehová. La a. se realiza en privado (2 S. 12:19–20) o en público. Por extensión se designa como a. a los rituales que acompañan el acto en público. Después de Moisés, la a. pública giró alrededor del •tabernáculo, con ritos muy elaborados que surgieron tras la experiencia liberadora del éxodo, en los cuales una clase sacerdotal, la de •Aarón, dirigía el culto. Tras la construcción del •templo, siguió la tradición aarónica, con los cambios que surgieron por el hecho mismo de que se tenía entonces un lugar especial en el territorio, •Jerusalén. David diseñó muchos aspectos de la liturgia del •templo, y organizó el culto, especialmente con la participación de músicos.

Sólo a Jehová se debe adorar (2 R. 17:35–36, Mt. 4:10; Ap. 14:9–11). Los ángeles obedientes a Dios no aceptan que se les adore (Ap. 22:9). No se debe adorar a un hombre (Hch. 10:25–26). La a. se hace en el “temor” de Dios (Sal. 5:7), “en la hermosura de la santidad” (Sal. 29:2), y con cántico alegre (Sal. 66:4) y alabanza (2 Cr. 7:3), asegurándose de que se hace de corazón (Is. 29:13). De igual manera, la palabra “servir” puede señalar la a. (Éx. 3:12; Dt. 4:28). Salvo casos extremos, no se podía hacer a. a Dios “con las manos vacías” (Dt. 16:16). Por lo tanto, la a. incluía un sacrificio o una ofrenda (Gn. 8:20; Dt. 26:10). El pueblo de Israel se desvió, dedicándose a la a. de dioses falsos (2 Cr. 7:22; Jer. 22:9), adoptando sus ceremonias y costumbres violentas e indecorosas (1 R. 18:28–29). Adoraron “la obra de sus manos” (Jer. 1:16), lo cual es idolatría, una abominación (Dt. 7:25; 13:12–16; 27:15). En contraposición con una a. ritualista o tradicionalista de los judíos y samaritanos, el Señor Jesús dijo que Dios busca adoradores sinceros, que lo hagan “en espíritu y en verdad” en cualquier sitio (Jn. 4:21–24). El Señor Jesús aceptó que se le rindiera a. (Mt. 14:33; Jn. 5:22–23), dando así señal de su deidad. Los ángeles rinden a. al Señor Jesús (He. 1:6).

La iglesia original de Jerusalén, teniendo el •templo, siguió por un tiempo reuniéndose en cierto rincón del mismo. Generalmente se acepta que la costumbre de la iglesia primitiva de reunirse el primer día de la semana (Hch. 20:7, 1 Cor. 16:2) tenía por propósito la a. Pero muchos judíos cristianos continuaron observando el sábado y las fiestas tradicionales. Muy pronto, sin embargo, los cristianos gentiles decidieron reunirse para hacer su a. pública el primer día de la semana (Hch. 20:7; 1 Co. 16:2), que fue llamado “el día del Señor” (Ap. 1:10), en conmemoración de la resurrección de Cristo.

El NT no da detalles sobre la forma en que se realizaba la a. pública. Sabemos, sin embargo, que en sus reuniones se celebraba el partimiento del pan (Hch. 2:46); se leía la Palabra de Dios (Col. 4:16; 1 Tes. 5:27); se profetizaba (1 Co. 14:1); se hablaba en lenguas y se interpretaban éstas (1 Co. 14:4–6, 13, 28); había oraciones (1 Co. 14:14); se cantaban “salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16). Llegará un día en que “toda la tierra”

(Sal. 66:4) y “todas las naciones” (Sal. 22:27; 86:9) adorarán a Jehová (Fil. 2:10–11). •Oración.

ADORAIM Ciudad fortificada en el SO del territorio de Judá (2 Cr. 11:9). En el libro apócrifo de 1 Macabeos (13:20) aparece mencionada como una ciudad edomita (Adorá). Hoy se le conoce como Dura, al O de Hebrón.

ADORAM (Mi Señor es exaltado). Nombre de personas del AT.

1. Semita. Hijo de •Joctán. Llegó a ser cabeza de una tribu árabe (Gn. 10:27).

2. Funcionario del rey David (1 R. 4:6; 5:14). = •Adoniram

3. Hijo de Toi, rey de Hamat. = •Joram #1.

ADRAMELEC (Adar es rey). Nombre de personas del AT.

1. Deidad pagana que requería sacrificios humanos, especialmente de niños (2 R. 17:31). Era adorada por los habitantes de •Sefarvaim, los cuales cuando los asirios los trasladaron a Israel, trajeron esa práctica.

2. Hijo del rey asirio •Senaquerib. A. y su hermano •Sarezer asesinaron a su padre “y huyeron a tierra de Ararat” (2 R. 19:37).

ADRAMITENA Procedente de Adramitium, un importante puerto en la costa NO de la provincia romana de Asia, en lo que hoy es Turquía. Pablo, en su viaje hacia Italia, se embarcó “en una nave a.” (Hch. 27:2).

ADRIÁTICO Parte del mar Mediterráneo. La ubicación de esas aguas, por las cuales navegó Pablo en su viaje a Roma encontrando una tempestad que duró catorce días, no debe confundirse con el golfo de Venecia. En aquella época se llamaba A. a la zona que quedaba al S de la península itálica. Así, •Malta quedaba en el A. (Hch. 27).

ADRIEL (Dios es mi ayuda). Esposo de •Merab, la hija mayor de Saúl. Tras la victoria de David sobre Goliat, ésta debía serle dada por esposa, pero Saúl no cumplió su promesa y la entregó a A. (1 S. 18:19). David casó luego con la hija menor, llamada •Mical, que no tuvo hijos, pero crió los de Merab, que aparecen como suyos en 2 S. 21:8.

ADULAM (Refugio). Nombre de lugar en el AT.

1. Ciudad cananea conquistada por los israelitas (Jos. 12:15). Fue parte del territorio de la tribu de Judá (Jos. 15:35; 2 Cr. 11:7).

2. Cueva donde David se escondió cuando huía de Saúl. Allí “se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu”, llegando a tener una tropa de 400 hombres (1 S. 22:1–2). Lo más probable es que esta cueva quedara cerca de la #1.

ADULAMITA Habitante de la ciudad de Adulam •Hira a. era amigo de Judá (Gn. 38:1).

ADULTERIO La infidelidad matrimonial. El comercio sexual entre una persona casada y otra que no fuera su cónyugue. Esto fue prohibido por Dios con el séptimo mandamiento del Decálogo: “No cometerás a.” (Éx. 20:14). Esta prohibición abarcaba tanto el a. cometido por

un hombre como por una mujer, como lo prueba el hecho de que el castigo era el mismo para ambos: la muerte (Lv. 20:10; Dt. 22:22–24). Sin embargo, como resultado de la opresión que el hombre ejerce sobre la mujer tras la •caída (Gn. 3:16), los israelitas interpretaban, en la práctica, que el a. sólo se cometía cuando en el intercambio sexual se violaban los votos de una mujer, no los de un hombre. El concepto de esposa iba ligado a la idea de propiedad (Éx. 20:17; Dt. 5:21). Por tanto, el a. era tratado como una •fornicación (penada también) pero agravada por el rompimiento del derecho de exclusividad de un hombre sobre su mujer. En ningún caso se habla de una mujer soltera que tuviera relaciones sexuales con un hombre casado para señalar eso como a. del hombre. Así, en un matrimonio poligámico no había a. si el esposo se allegaba a concubinas. Pero si se unía sexualmente a una mujer que estuviera casada con otro, se cometía a. No se acusa a David por sus uniones con varias mujeres, pero en el caso de •Betsabé sí, porque ella era casada.

Una mujer de quien su esposo sospechara que había cometido a. tenía que someterse al proceso de •aguas amargas. No se habla nada en cuanto a sospechas recaídas sobre un hombre (Nm. 5:11–31). El libro de los Proverbios hace repetidas advertencias sobre la mujer adúltera (Pr. 2:16–19; 5:1–14; 6:24–35; 7:5–27) y señala que “el que comete a. es falto de entendimiento” (Pr. 6:32). Mientras los gentiles veían el matrimonio como un contrato civil, como en el caso del código de •Hammurabi, los hebreos lo veían como un pacto ante Dios (Gn. 31:50; Pr. 2:17), por lo cual su violación ofendía a éste. La responsabilidad del hombre en caso de a. se ve subrayada en los profetas. Dios “ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto” (Mal. 2:14). Y se amonesta: “No seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud” (Mal. 2:15).

Cristo enseñó por lo menos en dos ocasiones que el a. es la única causa permitida para un divorcio (Mt. 5:32; 19:3–9), contrarrestando la enseñanza de algunos rabinos, que decían que se podía hacer “por cualquier causa”. Hay que aclarar, sin embargo, que el término porneia que se utiliza en Mt. 5 puede ser traducido también como cualquier acto de inmoralidad sexual. También aclaró “que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mt. 5:27–28), señalando así la íntima relación entre el séptimo mandamiento y el décimo, donde se dice: “No codiciarás la mujer de tu prójimo” (Éx. 20:17).

“A los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He. 13:4) y éstos no “heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9–10). Fue también muy rígido en hablar tanto en contra del a. del hombre como de la mujer (Lc. 16:18), sin establecer privilegio masculino alguno. El caso de la mujer adúltera en Jn. 8 señala la desviación cultural en la aplicación del mandamiento, pues habiendo sido sorprendida “en el acto mismo de a.” (v. 4), se le trajo a ella sola ante el Señor Jesús y no se mencionó siquiera al hombre.

La apostasía es considerada como a. espiritual. Dios es un Dios celoso (Éx. 20:5; 34:14), y cuando Israel se aparta y adora ídolos, comete a. Dios llama adúltera a Jerusalén porque se entregó a la idolatría (Ez. 16:27–35), faltando así al pacto. Santiago considera que la amistad con el mundo por parte de los cristianos es una forma de a. espiritual (Stg. 4:4). •Divorcio. •Mujer.

ADUMÍN (Rocas rojas). Desfiladero en la frontera N de Judá (Jos. 15:7) y S de Benjamín (Jos. 18:17). La tradición lo identifica como el pasaje por el cual vino el “buen samaritano” rumbo a Jerusalén, donde existe hoy una posada con el nombre de la parábola.

ADVENIMIENTO (Lat. Adventus, venida). Palabra usada tradicionalmente en la Iglesia para referirse tanto a la primera llegada al mundo del Señor, como su •segunda venida. Los inicuos se burlan de la promesa del a. (2 P. 3:4). En el catolicismo, se usa el término “adviento” para

designar al período inmediatamente anterior a la •Navidad, especialmente los cuatro domingos.

ADVERSARIO El que se opone a otro. Satanás es el a. de los creyentes (1 P. 5:8), por oponerse a todo lo que sea de Dios. Así se manifestó al engañar a Eva (Gn. 3:1–5) y tentar al Señor Jesús (Mt. 4:1–11). Dios levantó un a. al rey Salomón debido a su apostasía (1 R. 11:14, 23, 25). También lo hizo levantando pueblos en contra de Israel a causa de la magnitud de su maldad y de la multitud de sus pecados (Jer. 30:14).

AFEC (Sitio fuerte). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad real cananea conquistada por Josué, que derrotó a su rey cerca del Jordán (Jos. 12:18). Quedaba en la llanura de •Sarón. Usualmente, cuando los filisteos salían a pelear contra Israel, se reunían en A. En días del sacerdote •Elí, lo hicieron así en dos ocasiones consecutivas y salieron victoriosos, y se llevaron en la segunda ocasión el arca (1 S. 4:1–10). En tiempos de Saúl, allí se reunieron de nuevo y pelearon contra Israel (1 S. 29:1). Es la misma •Antípatris mencionada en Hch. 23:31, adonde fue llevado Pablo para salvarle de una conspiración contra su vida.

2. Ciudad en la frontera de Canaán con la tierra de los amorreos que quedaba por conquistar cuando murió Josué (Jos. 13:4).

3. Ciudad que correspondió a la tribu de Aser en la repartición de la tierra (Jos. 19:30).

4. Ciudad adonde vinieron los sirios para pelear contra Israel en tiempos de Elías. El rey •Acab los derrotó, y los sirios, entre ellos su rey •Ben-adad, se refugiaron en ella y luego pidieron misericordia a •Acab, que los perdonó, lo cual motivó condena de parte de Dios (1 R. 20:26–43).

AFECA Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la distribución de la tierra (Jos. 15:53).

AFÍA Personaje en la descendencia de Benjamín. Antepasado del rey Saúl (1 S. 9:1–2).

AFRENTA Deshonor, vergüenza que se sufre, se lleva o se atribuye. Usualmente aparece como consecuencia de alguna falta, ya sea por hecho o dicho, así como por la carencia de algo. Los fabricadores de ídolos llevarán su a. (Is. 45:16). Ser estéril era considerado una a. (Lc. 1:25). Ante los ojos humanos, muchos sufren a. por su amor a Dios (Sal. 69:7). En la iglesia, la discriminación en contra de los pobres constituye una a. (Stg. 2:6). La epístola a los Hebreos advierte sobre el peligro de hacer a. al Espíritu de gracia (He. 10:29).

ÁFRICA En la Biblia, el continente africano es mencionado de varias maneras. Los hijos de Cam fueron “Cus, Mizraim, Fut y Canaán” (Gn. 10:6). Estos ocuparon lo que hoy se conoce como la tierra de Israel (Canaán), •Egipto (Mizraim), •Libia (Fut) y •Etiopía (Cus), extendiéndose luego a regiones aledañas (Gn. 10:13–20). A veces se hace refe-rencia a Á. como la tierra de los ríos. Así, en Is. 18:1, 7: “¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía.... pueblo de elevada estatura y tez brillante ... cuya tierra es surcada por ríos”. Etiopía llegó a conquistar a Egipto, y su rey •Tirhaca amenazó a Asiria (2 R. 19:9). Muchos toman las referencias a Etiopía en las Escrituras como que señalan, por extensión, a Á. Moisés tomó por mujer a una etíope o de otro país africano, la “cusita”. Esto causó disgustos con Aarón y •María (Nm. 12:1).

El país africano de más relación con Israel fue Egipto. Allí fueron dos de los patriarcas a residir por un tiempo (Abraham y Jacob) y los israelitas habitaron por más de cuatro siglos. Después del éxodo, la influencia egipcia se hizo sentir en Israel de muchas maneras. Unas

veces pacíficamente: Salomón casó con la hija de Faraón (1 R. 3:1) y otras por guerras e invasiones (2 Cr. 12:1–2; 35:20). Los etíopes trataron de conquistar a Israel (2 Cr. 14:8–13). No era raro que etíopes vivieran en Israel. Algunos eran soldados (2 S. 18:21) y funcionarios públicos (Jer. 38:12–13). Después de la destrucción de Jerusalén, especialmente durante el reinado de Ptolomeo Filadelfo, muchos judíos se refugiaron en Egipto y Etiopía, y establecieron colonias que propagaron la fe de Israel. Actualmente viven en Israel miles de personas traídas de Etiopía que son practicantes del judaísmo o posiblemente descendientes de judíos.

Egipto sirvió de asilo a José y María, con el niño Jesús (Mt. 2:13–19). Se supone que el eunuco etíope que se convirtió por la predicación de •Felipe llevaría el cristianismo a su país (Hch. 8:26–39). También se menciona en las Escrituras a •Libia. Algunos de los que oyeron el primer sermón de Pedro venían de “ Á. más allá de Cirene” (Hch. 2:10), esto es, el N de Á., donde luego hubo comunidades cristianas muy importantes. En el último tiempo, dice Dios, “devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento. De la región más allá de los ríos de Etiopía me suplicarán...” (Sof. 3:9–10).

AFSES (Esparciendo). Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno decimoctavo en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:15).

AGABO Cristiano que vivía en Jerusalén y que tenía el don de la profecía. Vino a •Antioquía después que •Bernabé y Pablo habían llegado allí. A. predijo que vendría una gran hambre en la tierra, lo cual motivó a que los hermanos de Antioquía decidieran enviar una ofrenda a los santos en Jerusalén (Hch. 11:27–30). Tanto el historiador romano Suetonio como el judío Josefo, dan testimonio de la escasez de alimentos que se presentó en varios lugares del Imperio Romano, especialmente en Judea. En otra ocasión, estando Pablo en Cesarea, camino a Jerusalén, A. vino desde Judea y le profetizó que sería hecho preso y le entregarían “en manos de gentiles” (Hch. 21:10–11), como en efecto sucedió.

AGAG (Furioso). Nombre de persona y de un pueblo del AT.

1. Nombre simbólico de •Amalec (Nm. 24:7).

2. Rey de Amalec. Probablemente A. no era nombre propio, sino el título que los amalecitas daban a su rey. Este pueblo era enemigo tradicional de los israelitas y muy famoso por su crueldad (Dt. 25:17–19). Dios decidió que sería destruido cuando Israel hubiera descansado tras la entrada a Canaán. Eso vino a acontecer en tiempos de Samuel. Saúl recibió la orden de exterminar totalmente a Amalec, pero el rey israelita, aunque hizo una campaña exitosa, no obedeció la orden al pie de la letra y perdonó la vida a A., junto con lo mejor de su ganado. Samuel, al comprobar el hecho, mató a A., cortándolo “en pedazos” (1 S. 15).

AGAGUEO (Descendiente de Agag). Sobrenombre de •Amán, el funcionario del rey •Asuero (Est. 3:1, 10; 8:3, 5; 9:24). Amán era enemigo radical de los judíos. Algunos interpretan que su nombre lo señala como descendiente del rey •Agag, muerto en días de Saúl. •Mardoqueo era benjamita, como Saúl. Otros piensan que el sobrenombre significa simplemente que era amalecita.

ÁGAPE (Amor). Palabra que se utiliza en el NT para señalar al amor divino, que busca por gracia el bien de la persona amada. A veces, cuando el á. lo expresa un ser humano, se traduce caridad (1 Co. 13). Entre los primeros cristianos se hizo costumbre celebrar una comida de amor o á., en la cual se practicaba la confraternidad cristiana y se proveían alimentos para los necesitados. Parece ser que originalmente esta actividad se relacionó con la celebración de la

Santa Cena (Hch. 2:42, 46; 20:11). Los abusos contra los cuales Pablo escribe en 1 Co. 11 puede que aludan a ello. Hay otros señalamientos en el NT sobre esos abusos, como en 2 P. 2:13 y Jud. 11–12. Quizás por esa razón poco tiempo después, los creyentes separaron ambas cosas.

AGAR (La que vaga o huye). Sierva de •Sara, probablemente una de las que Faraón regaló a Abraham (Gn. 12:16). Viendo Sara que pasaban los años y ella no concebía hijo, hizo que su esposo se llegara a A., pensando quizás que así se cumpliría la promesa que le había sido hecha por Dios al patriarca de que tendría descendencia (Gn. 16:2). A. quedó encinta, tras lo cual menospreciaba a su ama, que era estéril (Gn. 16:4). Sara la echó del hogar y A. vagó por el desierto, donde un ángel le dice que su hijo sería llamado •Ismael, Dios oye, el cual sería padre de muchas gentes (Gn. 16:10), pero que debía volver a su ama y someterse (Gn. 16:9).

A. nombra al lugar de esta revelación “Pozo del Viviente-que-me-ve” (Gn. 16:14). Abraham tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael (Gn. 16:16). Más tarde, Sara concibió conforme a la promesa divina y tuvo a Isaac. Cuando éste fue destetado Abraham hizo una gran fiesta, en la cual Ismael se burlaba de Isaac, lo cual vio Sara, que pidió de nuevo a Abraham que la echara “porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo” (Gn 21:8–10). Eso preocupó a Abraham, pero Dios le dijo que protegería a Ismael, por lo cual A. fue despedida, yendo al desierto, donde faltándole agua, puso a su hijo “debajo de un arbusto” para no verle morir. Un ángel le habló, reafirmándole la promesa divina y mostrándole una fuente (Gn. 21:17–19). Cuando Ismael creció, A. le buscó esposa en Egipto (Gn. 21:21).

San Pablo toma estos incidentes como “una alegoría” en la cual se representa a “los dos pactos” (Gal. 4:24), uno de “la Jerusalén actual” y otro de “la Jerusalén de arriba”. La primera “está en esclavitud” y la segunda “es libre” (Gal. 4:25–26). Las descendencias de ambas representan, uno a los nacidos “según la carne” y otro a los nacidos “según el Espíritu”, que son los creyentes, esto es, “los hijos de la promesa”, los cuales son libres en Cristo. En leyendas y tradiciones judías se dice de A. que: a) Era hija de Faraón, que la dio por sierva a Abraham; b) Su crítica a Sara consistió en acusar a su ama de evitar los hijos para conservar la belleza de su cuerpo; c) •Cetura, la mujer que Abraham tomó después de la muerte de Sara, era A., que volvió a la fe verdadera.

AGARENOS Tribu de beduinos enemigos de Israel. En tiempos de Saúl, continuando el proceso de apoderarse de la Tierra Prometida, los rubenitas hicieron la guerra “contra los a., y Jetur, Nafis y Nodab” (1 Cr. 5:10, 19–20) y los vencieron, y les tomaron grande botín y ocuparon sus ciudades (1 Cr. 5:21–23). Uno de los funcionarios del rey David, llamado •Jaziz, encargado de las ovejas, era a. (1 Cr. 27:31). En el Sal. 83:5–8, los a. aparecen confabulados contra Israel, en compañía de “los ismaelitas y Moab”, así como “Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro.... el asirio”. Algunos piensan que los a. descienden de Agar.

ÁGATA Piedra preciosa. Un cuarzo traslúcido en el cual aparecen varios colores, a veces en círculos concéntricos. El •pectoral del sumo sacerdote llevaba una piedra de á., la segunda en la tercera línea de piedras ornamentales con los nombres de las tribus de Israel (Éx. 28:19; 39:12). Igualmente, se presenta a la nueva Jerusalén con muros cuyos cimientos son de piedras preciosas, de las cuales la tercera es el á. (Ap. 21:19). •Piedras preciosas.

AGE Padre de Sama, uno de los valientes de David (2 S. 23:11).

AGORERO •Adivinación.

ÁGRAFA Palabras de Cristo que no se encuentran en la Biblia. Durante cierto tiempo la historia del Señor Jesús circulaba oralmente entre los creyentes. En Hch. 20:35 Pablo cita

unas palabras del Señor Jesús que no figuran en los Evangelios, pero aun después de escritos éstos quedaron en la tradición oral muchas citas que fueron luego recogidas en obras no canónicas, mayormente en los llamados evangelios apócrifos, especialmente en el Evangelio de Tomás y en los escritos de los padres de la Iglesia. Incluso en la tradición mahometana se pueden encontrar muchas citas que se atribuyen al Señor Jesús. Se conocen varios cientos de á. de distintos tipos, pero la inmensa mayoría de ellas no inspiran confianza. Algunas guardan cierta similitud con expresiones de Cristo en los Evangelios. Ejemplos: Del Evangelio de Tomás: “Quien está cerca de mí, está cerca del fuego; y quien está lejos de mí, está lejos del fuego”. De Tertuliano: “Nadie puede lograr el reino de los cielos sin haber pasado por la tentación”. De Clemente: “Pedid las grandes cosas, y Dios añadirá lo que es pequeño”. De Justino: “Allí donde os encuentre, allí os juzgaré”. De Jerónimo: “Y sólo entonces debéis estar contentos; cuando miréis a vuestros hermanos con caridad”.

AGRICULTURA El pueblo de Israel nació primeramente como grupo nómada, muy unido a la actividad ganadera, lo cual le permitía mayor movilidad. Abraham andaba "removiendo su tienda" (Gn. 13:18) y era muy rico en “ovejas, vacas, asnos ... asnas y camellos” (Gn. 12:16). La promesa de Dios incluía que llegaría el momento en que su descendencia tendría una tierra (Gn. 13:15). Es decir, que llegarían a asentarse, dejando el nomadismo y dedicándose a la a., viviendo en “ciudades grandes y buenas ... y ... viñas y olivares que no plantaste” (Dt. 6:10–11). El maná cesó cuando entraron a la Tierra Prometida y “comieron los frutos de la tierra” (Jos. 5:12). Desde entonces los israelitas se dedicaron a trabajar la tierra.

Las áreas aptas para la a. no eran muchas, pero la tierra era usada muy intensivamente para poder mantener una población de varios millones de personas. El terreno se preparaba con el arado, rompiendo y quebrando “los terrones de la tierra” (Is. 28:24). Los arados eran de madera, pero la punta de la reja era metálica o estaba recubierta de metal, lo que hacía importante la tecnología para “afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz” (1 S. 13:19–20). No se sembraba un mismo terreno todos los años sino que para conservar la fertilidad del suelo se utilizaba un sistema de rotación. De la misma manera, las siembras se escalonaban en el tiempo, para evitar que un solo fenómeno natural negativo dañara toda la cosecha. Algunos reyes de Israel se destacaron por su amor a la a., como Salomón (Ec. 2:4–6) y •Uzías (2 Cr. 26:10). Los cultivos más comunes eran el trigo, la cebada, el olivo y la vid. También, de manera secundaria, las “habas, lentejas, millo y avena” (Ez. 4:9), así como distintas hortalizas. Los terrenos más propicios para la a. eran los del valle del Jordán, pero durante muchos años (hasta tiempos de David) éstos no pudieron ser conquistados de manos de los cananeos, por lo cual los hebreos, viviendo en lugares altos, hicieron terrazas para sus cultivos, lo cual trajo como consecuencia una deforestación que luego dejaría los suelos muy degradados (Jos. 17:15–18). Como el agua no es muy abundante, cavaban pozos. Se han encontrado también huellas de sistemas de irrigación. Pero mayormente se dependía de la pluviometría. Las lluvias tempranas (fines de octubre-principios de noviembre) permitían preparar los terrenos. Las lluvias tardías (fines de marzo-principios de abril) hacían madurar los frutos para la cosecha. Entre estos dos períodos llovía bastante, pero el agua se escurría fácilmente, por lo cual se construían cisternas, a fin de conservarla para los días en que faltara.

La cebada era cosechada en los meses de abril o mayo. El trigo se cosechaba aproximadamente en junio-julio. Se cortaba éste a cierta altura del suelo, dejando parte de la planta para que sirviera de alimento al ganado. Luego se llevaban las gavillas a la era, que consistía en un espacio de terreno plano y apisonado, donde se separaban los granos por diversos métodos, mayormente golpeando las ramas con un palo. Después se tomaban los granos y se aventaban, sacudiéndolos de manera que el viento se llevara la paja que estuviera mezclada. Esto se hacía regularmente en la tarde, para aprovechar la brisa. Limpiado el grano, se guardaba en recipientes de alfarería o en graneros.

Los viñedos se hacían mayormente en pendientes y se rodeaban con una cerca de piedras. A veces se construía una torre para vigilarlos. Entre julio y octubre se hacía la cosecha, (mayormente agosto y septiembre). Se comían las uvas frescas o se secaban para hacer pasas, de las cuales se formaban tortas. El olivo era un cultivo también apreciadísimo a causa de la producción de aceite. Después de sembrado, este árbol dura más de cien años. Cuando su fruto, la aceituna, estaba para ser cosechado, se sacudía el árbol o se golpeaban sus ramas con un palo para hacerlo caer. Éste era luego exprimido en una prensa, o bajo los pies. El aceite así producido se usaba para cocinar o alumbrar. Asimismo se le daba un uso medicinal y como cosmético. El ganado consistía mayormente en ovejas y cabras, las cuales proveían de leche y quesos. Su carne se comía en ocasiones especiales.

Como la vida de Israel giraba alrededor de la a., muchas de sus festividades estaban ligadas a los distintos aspectos de esa actividad. Así, la fiesta de la Pascua y de los panes sin levadura, se celebraba en la primavera (Éx. 12:1–3; Lv. 23:4–14). La de Pentecostés correspondía a la época de las cosechas de grano (Éx. 23:16; Lv. 23:15–21). La fiesta de las cabañas o de los tabernáculos era en otoño, cuando se cosechaban las uvas (Dt. 16:13–16). La práctica del año sabático, en el cual no se sembraba, era algo conveniente para renovar la tierra (Éx. 23:10–11; Lv. 25:3–5). La relación de Israel con Dios tenía sus efectos en la a. Si el pueblo obedecía al Señor, él daría “vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera” (Lv. 26:4–5). El Señor Jesús utilizó muchas figuras tomadas de la a., como las parábolas del sembrador y del trigo y la cizaña (Mt. 13). La del hombre rico y sus graneros (Lc. 12:13–21). La de la semilla de mostaza (Mt. 13:31–32). La oveja perdida (Lc. 15:3–7). La vid (Jn. 15:1–8), y muchas otras más. San Pablo dijo que los creyentes son “labranza de Dios” (1 Co. 3:9), por lo cual deben dar “el fruto del Espíritu” (Ga. 5:22). Los creyentes serán finalmente recogidos y puestos como “trigo en el granero” (Mt. 3:12; Lc. 3:17).

AGRIPA Nombre de varios gobernantes de Israel en tiempos de los romanos.

1. Agripa I. •Herodes Agripa.

2. Agripa II. Hijo del anterior. Fue el que escuchó a Pablo cuando éste estaba preso en Cesarea. Al morir su padre tenía diecisiete años, por lo cual no se le permitió reinar en su lugar. Pero alrededor del año 50 d.C. se le hizo rey de Calcis, en lo que hoy es el Líbano. Más tarde llegó a gobernar sobre Abilene por orden del emperador Claudio. También sobre Iturea, Galilea y Traconite en tiempos de •Nerón. Cesarea, adonde fue conducido Pablo preso desde Jerusalén, no estaba bajo su jurisdicción. Festo quiso que escuchara al apóstol, quizás porque A. tenía el manejo de los asuntos religiosos judíos, especialmente el sacerdocio. No gozaba de mucha popularidad porque tenía por mujer a su hermana •Berenice, con quien se presentó pomposamente a oír al apóstol Pablo, y dijo, cuando éste terminó: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hch. 25:13–27; 26:1–32). Cuando los judíos se rebelaron contra los romanos, se puso del lado de estos últimos. Tras la destrucción de Jerusalén pasó a Roma acompañando a Tito. Murió alrededor del año 100 d.C.

AGUA Israel es, en general, una tierra seca, con abundancia de zonas desérticas y un régimen de lluvias escaso. No tiene ríos caudalosos, con excepción del Jordán. Los arroyos generalmente permanecen secos la mayor parte del tiempo y cuando viene la temporada de lluvias vierten su caudal con mucha rapidez. De ahí que el a. sea doblemente preciada y buscada, para lo cual se construyen cisternas y pozos. •Isaac se distinguió por los muchos pozos que cavaba (Gn. 26:18–33). La hija de •Caleb, cuando casó, pidió a su padre que le diera una heredad que tuviera a. (Jue. 1:15).

En el AT los sacerdotes tenían que usar agua para lavar parte de los sacrificios y en otros ritos de purificación (Éx. 29:4; Lv. 1:9; 15:10; Nm. 8:7). En los Salmos se utiliza la figura del a. en muchos sentidos. Unas veces como bendición: el justo es como un “árbol plantado junto a corrientes de a.” (Sal. 1:3). También se le relaciona con la abundancia (Sal. 73:10). El a. que Dios dio de la roca en el desierto era demostración de la providencia divina (Sal. 78:15; 105:41). Pero en ocasiones, “las muchas a.” simbolizan la aflicción: “me sacó de las muchas a.” (Sal. 18:16; 32:6; 69:1–2). El justo desea la presencia de Dios como un sediento el a. (Sal. 63:1). En el día de la redención de Israel “a . en abundancia serán extraídas para ellos” (Sal. 73:10), pues “el lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de a.” (Is. 35:7). Para señalar la majestad y soberanía de Dios se dice que él tiene sus “sendas en las muchas a.”, hablando del mar (Sal. 77:19) y que “en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas a., más que las recias ondas del mar” (Sal. 93:4–5).

En los profetas Dios se presenta como el a. que satisface a todos los que la toman. Así, él será “como arroyos de a. en tierra de sequedad” (Is. 32:2). Todos deben venir a él para beber (Is. 55:1). Se queja de que su pueblo le deje para buscar en “cisternas rotas que no retienen a.” (Jer. 2:13). En el NT, Cristo es el a. de vida (Jn. 4:10). También se utiliza el lenguaje simbólico del a. para referirse al Espíritu Santo, pues el que cree en Cristo “de su interior correrán ríos de a. viva” (Jn. 7:38). Juan bautizaba en a. pero el que venía tras él bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11). Hay que nacer “de a. y del Espíritu” (Jn. 3:5). Asimismo el a. es símbolo de la Palabra de Dios (Ef. 5:26).

AGUAS AMARGAS (O DE CELOS) Rito ordenado en caso de sospecha de adulterio. El marido celoso traía una ofrenda de cebada, sin incienso ni aceite. La mujer era puesta delante del sacerdote, que tomaba “agua santa” y “polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo” y los mezclaba. Escribía la maldición “en un libro” y luego las borraría con las a. a., dando de éstas a beber a la mujer tras conjurarla sobre si era o no culpable del hecho. Si era culpable “su vientre se hinchará y caerá su muslo y la mujer será maldición en medio de su pueblo” (Nm. 5:11–31).

AGÜERO Adivinación practicada por los paganos, generalmente usando las entrañas de animales, el vuelo de las aves, fenómenos meteorológicos, etcétera. Los israelitas cayeron en esa práctica a pesar de la prohibición de Dios (2 R. 17:17). El impío rey Manasés “miraba en a.” (2 Cr. 33:6). •Magia. Mago.

AGUIJÓN Punzón, instrumento puntiagudo. La palabra se usa para señalar también todo aquello que se utiliza para punzar, ya sea algo hecho por el hombre o parte de algún animal, como un insecto o un escorpión. Dios le dijo a Israel que si no exterminaba a los pueblos de Canaán, ellos serían “por a. en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados” (Nm. 33:55). A. era también la vara con un extremo punzante, o con un clavo que se usaba para obligar a los bueyes en el trabajo al arar. Si un buey daba coces contra el aguijón se hería y se hacía más daño. Por eso Cristo le dijo a Pablo que “dura cosa te es dar coces contra el a.” (Hch. 9:5). Pablo llamó “a . en mi carne” a una debilidad que Dios no le quitó a fin de mantenerlo humilde a pesar de la grandeza de las revelaciones que recibió (2 Cor. 12:7). Algunos piensan que se trataba de una enfermedad de los ojos que Pablo sufrió (Gá. 6:11), pero realmente no se sabe qué era.

ÁGUILA Ave de gran tamaño. Sobresalen en el águila su rico plumaje, sus amplias alas, su pico curvo y sus garras. Es depredadora, usando una poderosa vista y un raudo vuelo para conseguir sus presas (Job 9:26). Tanto Babilonia como Egipto son comparados a “una gran á. de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores” (Ez. 17:2–3). La Biblia usa la palabra á. para referirse en términos generales a aves carnívoras de presa, pero en algunas ocasiones debe entenderse como referente al •buitre, que es “calvo como á.” (Mi.

1:16). De igual manera en Mt. 24:28 y Lc. 17:37, pues la palabra en griego es la misma que se usa para buitre.

Eso explica que se considerara al á. como impura, o no apta para comerse (Lv. 11:13), ya que los buitres se alimentan de carroña (Pr. 30:17). Los israelitas siempre admiraban al á. por su poder y vuelo majestuoso. Dios utiliza la figura de un á. para expresar la forma en la cual él condujo a su pueblo (Éx. 19:4) porque las á. llevan a sus aguiluchos sobre sí o van junto a ellos en la fase de aprendizaje de vuelo. Se creía que el á. se rejuvenecía cuando cambiaba su plumaje, lo cual probablemente dio motivo a la expresión: “de modo que te rejuvenezcas como el á.” (Sal. 103:5; Isa. 40:31). En varias ocasiones en el AT se hace alusión a la rapidez del á. Así vuelan ciertas riquezas (Pr. 23:5). Algunos ejércitos vienen con esa rapidez (Jer. 4:13; Lm 4:19; Os. 8:1; Hab. 1:8). O para indicar que alguien se protege en lugares altos como el á. hace su nido (Jer. 49:16; Abd. 4). También Dios “como á. volará” para hacer juicio (Jer. 48:40; Ez. 17:3, 7). Los seres vivientes en la visión de Ezequiel tenían “cara de á.” (Ez. 1:10), y uno de los seres de alrededor del trono celestial es “semejante a un á. volando” (Ap. 4:7). Nombre científico: Aquila sp. •Animales de la Biblia.

AGUJA Instrumento para coser. Aunque la palabra no aparece en el AT, la confección de vestuario y las cortinas del •tabernáculo (Éx. 26:1–13) suponen su existencia. Esto está avalado, además, por abundantes hallazgos de a. en excavaciones arqueológicas. Los israelitas usaban a. de varios tamaños con la misma forma que se usa hoy corrientemente. Los materiales de que estaban hechas eran hueso, hierro o bronce. La expresión del Señor de que “es más fácil pasar un camello por el ojo de una a., que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt. 19:24; Mr. 10:25; Lc. 18:25) es una forma de hablar bastante usual entre hebreos, utilizando lo absurdo para enfatizar lo difícil de alguna cosa. No existe evidencia arqueológica conocida para apoyar la versión que algunos alegan de que existía un hueco en la muralla de Jerusalén para peatones y que había que quitarle al camello la carga y hacerle pasar arrodillado por ese hueco. Aunque no hay que descartar que en alguna otra parte del oriente existiera tal cosa.

AGUR Autor de unas palabras, calificadas como “profecía”, que aparecen en Pr. 30, en cuyo primer versículo se dice que era “hijo de Jaqué”. No se tienen datos históricos sobre este personaje. El título del cap. parece que sólo se refiere a los vv. del 1 al 14 y así lo interpretó la •Septuaginta. Estos versículos guardan cierto parecido con algunos pasajes de Job.

AHARA (Seguidor del hermano). Tercero de los hijos de Benjamín (1 Cr. 8:1).

AHARHEL (Hermano de Raquel). Cabeza de una familia entre los descendientes de Judá (1 Cr. 4:8).

AHASBAI Hijo de Elifelet. A. era uno de los valientes de David (2 S. 23:34).

AHASTARI Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:6).

AHAVA Río de •Babilonia en cuyas orillas se reunieron con Esdras los que habrían de regresar del exilio, que publicó ayuno “junto al río A., para afligirnos delante de nuestro Dios” (Esd. 8:21). Como Dios les “fue propicio” (Esd. 8:23), de allí partieron “para ir a Jerusalén” (Esd. 8:31). No se conoce la exacta localización y se presume que se trataba de uno de los muchos canales para irrigación que existían en la zona.

AHBÁN (Hermano de un sabio). Descendiente de Judá, hijo de una mujer llamada Abihail (1 Cr. 2:29).

AHER (Otro). Personaje de la tribu de Benjamín. Padre de Husim (1 Cr. 7:12).

AHÍ (Mi hermano). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Gad. Hijo de Abdiel (1 Cr. 5:15).

2. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Semer (1 Cr. 7:34).

AHÍA (Hermano de Jehová). Padre del rey •Baasa, de Israel (2 R. 9:9). También llamado “Ahías” (1 R. 15:27).

AHIAM (Pequeño hermano). Uno de los valientes de David. “Hijo de Sarar, ararita” (2 S. 23:33; 1 Cr. 11:35).

AHIÁN (Tío). Personaje en la descendencia de Manasés (1 Cr. 7:19).

AHÍAS (Mi hermano es Jehová). Nombre de personas en el AT.:

1. = •Ahimelec.

2. Uno de los secretarios de Salomón (1 R. 4:3).

3. Profeta de los tiempos de Salomón, •Roboam y •Jeroboam. Era de •Silo (silonita). Jeroboam era un hombre valiente y activo al que Salomón había confiado ciertas responsabilidades (1 R. 11:26–29). Pero Dios, a causa del pecado del rey y el pueblo, decidió que el reino sería dividido, escogiendo a Jeroboam para ese fin. A. fue encargado de dar ese mensaje a Jeroboam (1 R. 11:29–30). A partir de ese momento Jeroboam se rebeló contra Salomón y huyó a Egipto. Muerto Salomón, su hijo •Roboam no quiso disminuir la carga tributaria al pueblo, cosa que sucedió “para confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de A. silonita a Jeroboam” (1 R. 12:15). Este fue buscado “y le hicieron rey sobre todo Israel” (1 R. 12:20). Siendo ya rey, Jeroboam construyó altares en Bet-el y Dan para evitar que la gente fuera a Jerusalén, haciendo así que el pueblo pecara. Cuando su hijo •Abías enfermó, Jeroboam mandó a su mujer disfrazada para que consultara al profeta A., que ya estaba ciego. Pero Dios le advirtió al profeta el motivo de la visita y cuando oyó los pasos de la mujer la invitó a entrar, dándole un duro mensaje de juicio contra Jeroboam y su casa (1 R. 14:6–15).

4. Padre del rey Baasa, de Israel (1 R. 15:27). También llamado “Ahías” (2 R. 9:9).

5. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 2:25).

6. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:7).

7. Uno de los valientes de David (1 Cr. 11:36).

8. Funcionario de David, que “tenía cargo de los tesoros de la casa de Dios y de los tesoros de las cosas santificadas” (1 Cr. 26:20).

9. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:26, 29).

AHICAM (Mi hermano es levantado). “Hijo de Safán”. Funcionario del rey •Josías. Cuando se encontró en el •templo el libro de la ley, A. fue enviado en comisión con otros a consultar “a la profetisa Hulda” (2 R. 22:12–14). Muerto Josías, sirvió bajo su hijo •Joacim, lo que le permitió dar protección al profeta Jeremías (Jer. 26:24). Cuando los caldeos tomaron Jerusalén, pusieron por rey al hijo de A., •Gedalías, a cuya casa llevaron a Jeremías cuando le

sacaron de la cárcel (Jer. 39:14). A. tenía como hermanos a •Elasa, que llevó una carta de Jeremías a los cautivos en Babilonia (Jer. 29:1–3) y •Jaazanías, que aparece en una visión de Ezequiel con un incensario en su mano (Ez. 8:11).

AHIEZER (Hermano de ayuda). Nombre de personas del AT.

1. “Jefe de los hijos de Dan” (Nm. 2:25). Escogido en el momento de hacer el censo (Nm. 1:4–19). Fue de los príncipes que “trajeron ofrendas para la dedicación del altar”, tocándole hacerlo el décimo día (Nm. 7:66, 71). En la marcha por el desierto estaba “a retaguardia de todos los campamentos” (Nm. 10:25).

2. Miembro, al igual que Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–3).

AHILUD (Un hermano ha nacido). Padre de un •Josafat que era cronista en tiempos de David (2 S. 8:16). Este “hijo de A.” era canciller en tiempos de Salomón. En esa época A. tenía otro hijo llamado •Baana que era gobernador de amplios territorios (1 R. 4:12).

AHIMAAS (Hermano poderoso). Nombre de personas del AT.

1. Suegro de Saúl. Su hija se llamaba •Ahinoam (1 S. 14:50).

2. Hijo del sacerdote •Sadoc. Cuando David tuvo que salir huyendo de Jerusalén por causa de la rebelión de Absalón, pidió a Sadoc que se quedara y le enviara avisos con su hijo A., junto con •Jonatán hijo de •Abiatar (2 S. 15:27–29, 36). Los dos jóvenes se escondieron “junto a la fuente de Rogel” (2 S. 17:17). Allí recibieron por vía de sus padres las noticias de lo que acontecía en Jerusalén alrededor de •Absalón y salieron a avisar a David. Siendo perseguidos, una mujer los escondió en un pozo (2 S. 17:17–20). Luego llegaron a David, que así avisado se apresuró a cruzar el Jordán. A. participó en la batalla donde fue muerto Absalón y quiso ir a dar la noticia, pero Joab no quiso enviarle porque éstas eran malas por la muerte del hijo del rey y envió a un etíope, pero A. de todas maneras corrió y pasó al etíope, llevando a David la nueva de la victoria. Éste le preguntó por su hijo, pero A. esquivó el asunto diciendo que no sabía. Luego llegó el etíope y dio las noticias completas (2 S. 18:19–33).

3. Gobernador de Neftalí en tiempos de Salomón (1 R. 4:15). Algunos piensan que es el mismo #2, alegando que fue sacado del sacerdocio probablemente por algún incidente en tiempo de guerra que le impedía el oficio y que se le premió con la gobernación antes mencionada.

AHIMÁN Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de •Anac, junto con •Sesai y •Talmai, de la raza de los gigantes. Vivía en •Hebrón. Los hijos de Anac eran “pueblo grande y numeroso, y alto” (Dt. 2:10). Los espías que mandó Moisés llegaron hasta donde éstos habitaban (Nm. 13:22). Caleb echaría a esa familia de su lugar (Jos. 15:14).

2. Levita. Era portero (1 Cr. 9:17).

AHIMELEC (Mi hermano es rey). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote, descendiente de Elí, que en tiempos de Saúl “llevaba el efod” en una de las campañas contra los filisteos (1 S. 14:3). Aconsejó a Saúl que consultara a Dios antes de

comenzar la pelea con éstos (1 S. 14:36). Vivía en Nob, ciudad que sucedió a Silo como centro sacerdotal después de la victoria de los filisteos cuando tomaron el arca. Al salir David huyendo de Saúl, vino a Nob y pidió pan y la espada de Goliat (1 S. 21:9), cosas que A. proveyó, creyendo que David andaba en servicio de Saúl. Presenció esos hechos •Doeg edomita, siervo de Saúl, que lo reportó a su amo (1 S. 22:9). Saúl mandó buscar a A., con “toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob” (1 S. 22:11). Interrogado A., explicó que David consultaba a Dios por su vía de manera acostumbrada y que era yerno del rey y su siervo y que no sabía del asunto ninguna cosa “grande ni pequeña” (1 S. 22:15). Pero Saúl dio la orden de matarlos a todos. Los soldados israelitas no quisieron poner sus manos contra los sacerdotes de Jehová, por lo cual Saúl dio la orden a Doeg, que los mató, y pasó a cuchillo también a la ciudad de Nob (1 S. 22:17–19; Sal. 52). = •Ahías #1.

2. Hijo de Abiatar, que como su padre fue sacerdote en tiempos de David (2 S. 8:17). = •Abimelec #5.

3. Soldado de David cuando éste huía de Saúl (1 S. 26:6).

AHIMOT Levita, descendiente de Coat (1 Cr. 6:25).

AHINADAB (Hermano es noble). Funcionario de Salomón que gobernaba sobre •Mahanaim (1 R. 4:14).

AHINOAM (Hermano es amistad). Nombre de mujeres del AT.

1. Esposa del rey Saúl. Hija de •Ahimaas (1 S. 14:50).

2. Esposa del rey David y madre de su hijo mayor •Amnón (2 S. 3:2). Era nativa de Jezreel (1 S. 25:43; 27:3; 1 Cr. 3:1).

AHÍO (Hermano pequeño). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de un levita llamado •Abinadab en cuya casa fue dejada el arca tras ser devuelta por los filisteos. Cuando David llevaba el arca a Jerusalén, dos hijos de Abinadab, A. y •Uza conducían la procesión. Uza puso su manos en el arca y murió (2 S. 6:3–4).

2. Benjamita, hijo de Elpaal, habitante de Jerusalén (1 Cr. 8:14).

3. Benjamita, hijo de Abigabaón, habitante de Jerusalén (1 Cr. 8:31). Era tío de Saúl (1 Cr. 9:35–37).

AHIRA (Hermano es amigo). “Hijo de Enán”. Líder de la tribu de Neftalí cuando se hizo el censo en el desierto (Nm. 1:15). Estaba entre los príncipes que “trajeron sus ofrendas delante de Jehová” en la dedicación del •tabernáculo (Nm. 7:1–3, 78–82).

AHIRAM (Mi hermano es exaltado). Benjamita, cabeza de familia de los ahiramitas (Nm. 26:38).

AHIRAMITA Descendiente de •Ahiram (Nm. 26:38).

AHISAHAR (Hermano es aurora). Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bilhán (1 Cr. 7:10).

AHISAMAC (Hermano ha apoyado). Varón de la tribu de Dan. Su hijo •Aholiab fue especialmente capacitado por Dios para la obra del •tabernáculo (Éx. 31:6; 35:34; 38:23).

AHISAR (Mi hermano ha cantado). Alto funcionario de Salomón, mencionado como su “mayordomo” (1 R. 4:6).

AHITOB (Mi hermano es bueno). Nombre de varios sacerdotes en el AT.

1. Uno de los dos hijos de •Finees. Nieto de •Elí. Habitaba en Silo. (1 S. 14:3). A. fue padre de •Ahimelec (1 S. 22:9, 11, 12, 20).

2. Hijo de Amarías y padre de •Sadoc (2 S. 8:17; 1 Cr. 6:7–8). En la genealogía que ofrece 1 Cr. 9 es mencionado como abuelo de Sadoc y llamado “príncipe de la casa de Dios” (1 Cr. 9:11).

AHITOFEL (Hermano de necedad). “Consejero de David”, (2 S. 15:12) famoso por su sabiduría y prudencia, cuyo consejo “era como si se consultase la palabra de Dios” (2 S. 16:23). A. se sumó a la conspiración de •Absalón, lo cual preocupó mucho a David (2 S. 15:31), por lo cual pidió a su amigo •Husai que se quedara en Jerusalén fingiendo traicionarle para que tratara de hacer “nulo el consejo de A.” (2 S. 15:34). Cuando Absalón entró en Jerusalén, A. le aconsejó que demostrara lo radical de su rompimiento con su padre tomando las concubinas de David a vistas de todo el pueblo (2 S. 16:21). Luego propuso perseguir a David esa misma noche con doce mil hombres (2 S. 17:1), pero consultado Husai éste dijo que era muy peligroso acosar a David y sus hombres. Y que lo recomendable era esperar para reunir un gran ejército para una batalla decisiva (2 S. 17:7–13). Absalón prefirió ese consejo. A. comprendió que eso daría tiempo a David para cruzar el Jordán, recuperarse y reagrupar sus fuerzas. Y viendo perdida la causa de Absalón se fue a su casa y se ahorcó (2 S. 17:23). Betsabé era hija de Eliam (2 S. 11:3) y éste hijo de A. (2 S. 23:34), por lo cual es posible que A. participara en la rebelión en venganza de lo que David hizo con su nieta. Una tradición judía así lo expone.

AHIUD (Hermano de honor). Nombre de personas del AT.

1. Príncipe de la tribu de Aser, de los que encabezaron la repartición de las tierras (Nm. 34:27).

2. Benjamita, hijo de Gera. De los que “fueron transportados a Manahat” (1 Cr. 8:7).

AHLAB (Fértil). Ciudad cananea. Se dice de ella que “tampoco Aser arrojó ... a los que habitaban en Sidón, en A.” (Jue. 1:31). Algunos identifican A. con Jirbet el-Mahalib, en la costa libanesa, 6 km al N de Tiro.

AHLAI Nombre de personas del AT.

1. Personaje de la tribu de Judá. Hijo de Sesán (1 Cr. 2:31).

2. Padre de Zabad, uno de los valientes de David (1 Cr. 11:41).

AHOA (Jehová es hermano). Personaje en la descendencia de Benjamín (l Cr. 8:4).

AHOGADO “No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre” (Lv. 17:14) fue el mandamiento recibido por Israel. Por lo cual los judíos son extremadamente escrupulosos al sacrificar animales para el consumo humano, con

reglamentos muy elaborados para asegurar el cumplimiento de las reglas dietéticas. Los gentiles, en sus carnicerías, no se preocupaban por eso y mataban a los animales sin derramar toda su sangre. Sacrificarlo así, para un judío, era “ahogarlo” y no debía comerse. En adición a la práctica en la vida corriente, en la primitiva comunión de los cristianos se incluían comidas o •ágapes en los cuales los creyentes judíos tenían problemas con la carne que se servía en ellas, por lo cual el llamado •Concilio de Jerusalén decidió pedir a los cristianos gentiles que se abstuvieran “de a. y de sangre” a fin de que los creyentes judíos y gentiles pudieran tener confraternidad entre ellos sin problemas (Hch. 15:20, 29; 21:25).

AHOHITA Término aplicado a los descendientes de •Ahoa. “Eleazar, hijo de Dodo, a., uno de los tres valientes que estaban con David...” (2 S. 23:9, 28; 1 Cr. 11:12, 29; 27:4).

AHOLA (Su propio tabernáculo). Nombre simbólico que Dios usa hablando con Ezequiel para señalar a Samaria y las diez tribus (Ez. 23:4–5, 36, 44), así como utiliza el término •“Aholiba” para designar a Jerusalén. Los dos nombres describen a “dos mujeres, hijas de una madre, las cuales fornicaron” con Egipto (Ez. 23:2–3) y Asiria (Ez. 23:7, 12). •Aholiba.

AHOLIAB (Tabernáculo del padre). Personaje de la tribu de Dan que colaboró en la construcción del •tabernáculo. A él y a Bezaleel Dios los llenó “de sabiduría de corazón para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce...” (Éx. 31:3, 6; 35:34)

AHOLIBA (Mi tabernáculo en ella). Nombre simbólico de Jerusalén en Ez. 23. La comparación con Samaria se establece en que ésta tenía un santuario inventado o creado por ella misma (propio), mientras que el de Dios estaba en Jerusalén. •Ahola.

AHOLIBAMA (Tabernáculo de lugar alto). Nombre de personas en el AT.

1. Mujer de Esaú. “Dio a luz a Jeús, a Jaalam y a Coré ... en la tierra de Canaán” (Gn. 36:2, 5, 14, 18). Era “hija de Aná” (Gn. 36:25).

2. Descendiente de Esaú. Uno de “los jefes” de Edom. Dio origen a una tribu edomita (Gn. 36:41; 1 Cr. 1:51–52).

AHORCAMIENTO •Horca. •Cruz.

AHUMAI Descendiente de Judá, que con otros de sus hermanos formaron “las familias de los zoratitas” (l Cr. 4:2).

AHUZAM (Poseedor). Personaje en la descendencia de Judá. Su madre era Naara (1 Cr. 4:6).

AHUZAT (Posesión"). Uno de los miembros de la corte del rey filisteo •Abimelec que acompañó a éste en su visita a Isaac, que les hizo banquete (Gn. 26:26–31).

AÍA •Hai.

AÍN (Manantial). Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad al O de Ribla, parte de la frontera de Canaán (Nm. 34:11).

2. Ciudad perteneciente a las tribus de Judá (Jos. 15:32) y Simeón (1 Cr. 4:32). Se menciona varias veces junto con otra: •Rimón (Jos. 19:7).

3. Ciudad entregada a los levitas (Jos. 21:16).

AIRE Lo único del a. que los israelitas conocían de manera consciente era su movimiento, identificándose varios tipos de •viento. El a. era el lugar donde se movían las aves (Gn. 1:20; Dt. 4:17) dejando un rastro oculto para el hombre (Pr. 30:18–19). En sentido figurado, para expresar la idea de vaciedad se decía “como el viento” (Job 6:26). Así, “el que turba su casa heredará el viento” (Pr. 11:29), igualándose a la vanidad (Is. 41:29). Por eso, San Pablo dice que no peleaba “como quien golpea al a.” (1 Co. 9:26), es decir, en vano. Y a los hermanos que hablaran en lenguas extrañas sin interpretar les decía: “hablaréis al a.” (1 Co. 14:9). Pero también se usa la palabra para aludir a la expansión, de la tierra a las nubes y más allá, que es campo de acción de seres espirituales. Satanás es “el príncipe de la potestad del a.” (Ef. 2:2), que gobierna sobre las “huestes espirituales en las regiones celestes” (o en los aires) (Ef. 6:12). Precisamente allí se verá la victoria final de Cristo, cuando seamos arrebatados “para recibir al Señor en el a.” (1 Tes. 4:17).

AJA (Halcón). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de •Esaú. Hijo de Zibeón. Su hermano •Aná fue “el que descubrió manantiales en el desierto” (Gn. 36:24; 1 Cr. 1:40).

2. Padre de •Rizpa, la concubina de Saúl (2 S. 3:7; 21:8).

AJALÓN (Campo del venado). Nombre de lugares del AT.

1. Valle donde se encontraba una ciudad de amorreos que fueron vencidos por Josué en una famosa batalla, cuando oró: “Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de A.” (Jos. 10:12–13). Correspondió al territorio de la tribu de Dan (Jos. 19:42), pero fue dedicada para uso de los levitas (Jos. 21:24; 1 Cr. 6:69). “El amorreo persistió en habitar” en A. (Jue. 1:35). Los israelitas, bajo Saúl, derrotaron “a los filisteos desde Micmas hasta A.”, y no obtuvo una victoria mayor porque Saúl había obligado al pueblo a no comer ese día (1 S. 14:31). Durante el reinado de •Roboam A. perteneció a Judá y Benjamín como ciudad fortificada (2 Cr. 11:10). En el reinado de •Acaz los filisteos la tomaron (2 Cr. 28:18). Se ha localizado A. cerca de •Emaús, 23 km al NO de Jerusalén.

2. Ciudad en el territorio de Zabulón. Allí fue enterrado “Elón zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años” (Jue. 12:11–12).

AJAT. • Hai (Is. 10:28).

AJELET-SAHAR. •Salmos.

AJENJO Arbusto de mal olor y sabor, proba-blemente usado como purgativo. El a. es símbolo de la amargura, especialmente la que viene como juicio (Lm 3:15). El final de una relación ilícita con una mujer “es amargo como el a.” (Pr. 5:4). Los que manipulan la justicia la convierten en a. (Am. 5:7). Apocalipsis habla de una estrella que caerá sobre el mar y lo convertirá en a. (Ap. 8:10–11) como parte del juicio divino al final de los tiempos. Nombre científico: Conium maculatum •Plantas de la Biblia.

AJO Planta liliácea que tiene un fuerte olor y sabor. Se utiliza mucho como condimento. Los israelitas añoraban en el desierto la comida de Egipto, que incluía los “pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los a.” (Nm. 11:5). Nombre científico: Allium sativum •Plantas de la Biblia.

ALA Órgano que las aves utilizan para volar. Como las aves dan abrigo a sus polluelos bajo el a., simbólicamente se utiliza el término para indicar protección. Un salmista pide a Dios: “Escóndeme bajo la sombra de tus a.” (Sal. 17:8, 36:7). El Señor Jesús lloró sobre Jerusalén diciendo que había querido juntar a sus hijos “como la gallina junta sus polluelos debajo de las a.” (Mt. 23:37). Jehová sacó de Egipto a su pueblo con mucho cuidado y protección (“... os tomé sobre a. de águilas” [Éx. 19:4; Dt. 32:11–12]). Cuando salga el sol de justicia “en sus a. traerá salvación” (Mal. 4:2). “Los que esperan a Jehová... levantarán a. como las águilas” (Is. 40:31).

ALABANZA El término hebreo hillel se traduce como a. Es la acción de proclamar o reconocer las virtudes de otra persona. Así, los siervos de Faraón vieron la belleza de •Sara “y la alabaron delante de él” (Gn. 12:15). •Absalón era “alabado por su hermosura” (2 S. 14:25). “Alábete el extraño y no tu propia boca” (Pr. 27:2) es una advertencia en contra del autoelogio. La a. a Dios es el acto de reconocer, proclamar y bendecir las virtudes, grandeza, belleza y gloria, tanto de él como de sus obras. El que sea nuestro Dios hace que sea natural que lo alabemos (Éx. 15:2). El propósito del pueblo de Dios es publicar sus a. (Is. 43:21). La a. sale de un corazón gozoso (1 Cr. 16:35). En la oración se distinguen la a., las peticiones, las súplicas y las acciones de gracias.

Los Salmos, libro de a. por excelencia, nos enseña, entre otras cosas, que: “Jehová es digno de ser alabado” (18:3); La a. a Dios es “suave y hermosa” (147:1). Hay que llegar “ante su presencia con a.” (95:2; 100:4; 145:3); Dios “habita entre las a. de Israel” (22:3); Alabamos a Dios por “su justicia” (7:17); su “poder” (21:13); su “palabra” (56:4); “su misericordia” (63:3; 107:8); “su santidad” (97:12); su bondad (100:5; 106:1); por la grandeza de su nombre (138:1–2); por su salvación (27:6; 40:3; 142:7); por las respuestas a nuestras oraciones (118:21); por su creación (96:5–6).

Alaban a Dios los que temen a Jehová (22:23). Los que habitan en su casa (84:4); “en la congregación de los santos” (22:22; 149:1); “en la reunión de ancianos” (107:32); en su “santo templo” (138:2). Y lo hacen con sinceridad y rectitud de corazón (9:1; 86:12; 119:7); con gozo (28:7); con danza, cánticos e instrumentos musicales (43:4; 69:30; 71.22; 149:3). Un día “todos los reyes de la tierra” y “todos los pueblos” alabarán al Señor (67:3, 5; 117:1; 138:4). Así como toda la creación canta su gloria porque “los cielos cuentan la gloria de Dios” (19:1; 145:10).

En el NT el término es aineo. Los ángeles “alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas...” (Lc. 2:13–14). •Oración.

ALABASTRO Mineral. Dos clases son más conocidas en el Oriente Medio. En el valle del Jordán existía una variedad del yeso que por ser blando se prestaba para ser tallado o esculpido, y de él se hacían vasos, jarrones, ollas, lámparas y estatuas. En Egipto existía un a. que era más duro, una especie de ónix de color marrón o amarillo. •Asuero hizo un pabellón con un “losado de pórfido y de mármol, y de a. y de jacinto” (Est. 1:6), probable-mente aquel a. que se caracterizaba por su dureza. Pero en Israel no existía ese material. •María de Betania vino a Jesús “con un vaso de a. de perfume de gran precio” (Mt. 26:7; Mr. 14:3), probablemente un frasco pequeño, sin asas, con un cuello delgado que había que romper para usar el contenido. Como se hacían muchos vasos o frascos de a., por extensión se aplicaba el nombre aun a recipientes parecidos que podían ser hechos de vidrio u otro material.

ALAMELEC (Encina de un rey). Ciudad del territorio de la tribu de Aser (Jos. 19:26). Se desconoce su localización exacta.

ALAMET (Lugar de esconder). Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Bequer (1 Cr. 7:8).

ÁLAMO Uno de los árboles cuyas ramas fueron utilizadas por Jacob en sus esfuerzos para influir en el color de las ovejas que nacían en el rebaño que cuidaba para Labán (Gn. 30:37). Su tronco es de un color blanco y sus hojas eran verdes de un lado y blancuzcas de otro. Jacob tomó “varas verdes de á., de avellano y de castaño y descortezó en ellas mondaduras blancas” y las puso delante del ganado para influir sobre las que parieran y conseguir que tuvieran “borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores” (Gn. 30:37–39). Por ser alto y frondoso, los israelitas lo usaban para sus cultos idolátricos que hacían “debajo de las encinas, á. y olmos que tuviesen buena sombra” (Os. 4:13). Nombre científico: Populus alba.

ALAMOT •Salmos.

ALARMA Toque de dos trompetas de plata con las cuales se avisaba al pueblo de Israel que se prepararan para levantar el campamento en el desierto (Nm. 10:2–6), o para la guerra (Nm. 10:9). También se tocaban para convocar a ciertas festividades, pero con notas distintas al toque de guerra. El deseo de paz nacional se expresa como la ausencia de “grito de a. en nuestras plazas” (Sal. 144:14).

ALAZÁN Color más o menos rojo. Para la purificación de los inmundos se sacrificaba una “vaca a.” (Nm. 19:2). Zacarías tuvo una visión de un varón montado en un “caballo a.” (Zac. 1:8, 6:2).

ALBA, AMANECER Hora de la mañana cuando el sol muestra sus primeros resplandores. Jacob luchó con el •Ángel de Jehová hasta que “rayaba el a.” (Gn. 32:24). La presencia de Dios llega como el a. (Is. 60:2). El a. es la hora preferida de los orantes (Sal. 63:1; 108:2; 119:147). Los que no vuelven a la ley y al testimonio “es porque no les ha amanecido”, esto es, están en la oscuridad de la ignorancia (Is. 8:20).

ALBARDA Parte del aparejo de un animal de carga que servía para hacer más cómodo el montarlo. La a. tenía la forma de dos almohadas que se unían sobre el lomo de la bestia. Raquel escondió unos ídolos sentándose sobre una a. (Gn. 31:34).

ALDEA Poblado pequeño. En Lev. 25:29–31 encontramos la definición de la diferencia básica entre la ciudad y las a., que consistía en que estas últimas “no tienen muro alrededor” (Nm. 21:25–32; Jos. 15:45; Jue. 11:26). La a., sin embargo, a veces era cercada con piedras y espinos para protegerla de las fieras.

ALEGORÍA Figura del lenguaje que consiste en hacer que una cosa represente a otra diferente. También es poner en un texto o discurso dos sentidos, uno estricto y otro figurado, que se van desarrollando paralelamente. La interpretación, entonces, es doble: una en sentido estricto y otra en sentido figurado o alegórico. Algunos eruditos distinguen entre un símil o parábola y una a., señalando que esta última es casi siempre extensa. Los profetas usaron mucho de la a., especialmente Ezequiel (Ez. 17:2; 24:3). Jesús acostumbraba hablar “en a.” o “por a.” (Jn. 16:25). La •parábola es, pues, una de las formas más frecuentes de a. (Jn. 10:6). Una cosa o una historia pueden ser interpretadas alegóricamente sin que necesariamente en sus orígenes hubiera esa intención. Pablo interpreta como “una a.” la historia de Sara y Agar (Gá. 4:24). La interpretación alegórica de una historia no quiere decir que esta última sea una fábula o que no aconteció. El Cantar de los Cantares, por ejemplo, es interpretado como a., pero eso no significa que el relato poético no corresponda a algo que ocurrió.

ALEGRÍA Estado de ánimo grato con que se hace algo o que se produce como resultado de algo. “Dios de mi a. y de mi gozo” (Sal. 43:4) llama el creyente a su Señor. Dios es el dador de la a. (Sal. 4:7), especialmente con su “presencia” (Sal. 21:6). Esperaba que su pueblo comiera en su santuario “con a.” (Dt. 12:7, 12, 18) y se alegrara en sus fiestas solemnes (Dt.

16:10–11). La comida comunal o el banquete era momento de a. (Dt. 14:26; Hch. 2:46). La abundancia de cosecha es motivo de a. (Is. 16:10). O el momento de una victoria (1 S. 18:6). Asimismo, la reunión de adoración (Sal. 42:4). Pero hay momentos en que la a. puede ser pecaminosa (Is. 22:13; Ez. 21:10). “La a. de los malos es breve” (Job 20:5).

En el NT el mensaje del evangelio, las buenas noticias de salvación son motivo de a. El Evangelio de Lucas lo demuestra al recoger la a. de Zacarías por la noticia del nacimiento de Juan Bautista (Lc. 1:14); por la a. de Juan Bautista, que todavía en el vientre de su madre, saltó de a. al oír la voz de María (Lc. 1:44); por el lenguaje poético del •Magnificat de María (Lc. 1:46–55); y por el cántico de Zacarías (Lc. 1:67–79). La esperanza del galardón es a. de los creyentes que sufren (Mt. 5:12; Lc. 6:23). En los escritos de Pablo los términos que se utilizan son gozo y gloriarse. La mayor a. de los creyentes es Jesucristo (“... en quien creyendo... os alegráis con gozo inefable y glorioso” [1 P. 1:8]).

ALEJANDRÍA Ciudad en el delta del Nilo. No es mencionada en el AT porque fue fundada por •Alejandro Magno, siguiendo el diseño de su arquitecto Dinócrates, alrededor del 332 a.C., es decir, durante el período intertestamentario. En el NT se alude a la existencia de una sinagoga de alejandrinos (Hch. 6:9), algunos de cuyos miembros disputaron con •Esteban. También se nos dice que •Apolos era de A. (Hch. 18:24) y que Pablo viajó en barcos de origen alejandrino (Hch. 27:6; 28:11).

Tras la muerte de Alejandro, surgió en Egipto la dinastía de los Ptolomeos, que dio gran impulso a la ciudad, la cual en cien años se convirtió en la más grande del mundo. Con el advenimiento de los romanos, quedó como capital administrativa de Egipto dentro del Imperio. Es tradición que el evangelio fue llevado a A. por San Marcos en el año 45 d.C. Josefo dice que en A. habitaron judíos desde los tiempos de Alejandro Magno. Se sabe que llegaron a constituir una parte importante de la población. La mezcla de culturas, especialmente egipcia, griega, romana y judía creó un ambiente de tolerancia religiosa. Pero hubo revueltas judías causadas por problemas relacionados con el asunto de la ciudadanía romana.

Los pueblos conquistados, con excepción de los griegos, tenían que pagar impuestos. Los judíos querían tener el mismo privilegio que los griegos, a lo cual éstos se negaron. Esto creó entre esas dos comunidades una rivalidad que condujo a enfrentamientos armados. En tiempos de Calígula los judíos de A. fueron perseguidos, con cierta colaboración del gobernador romano local. Pero a la muerte del emperador se rebelaron, consiguiendo apoyo de otros judíos en Egipto y Palestina, cayendo con furia sobre la población griega. Es posible que estos conflictos motivaran la salida de Apolos de A. hacia Éfeso, en donde conoció a •Aquila y •Priscila, que “le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios” (Hch. 18:26).

Una delegación de los judíos alejandrinos fue enviada a Roma en el año 46 d.C. para dirimir el conflicto, siendo uno de los miembros el famoso filósofo Filón de A. Este erudito es el más alto representante del intento que hizo la comunidad judía alejandrina de armonizar la filosofía griega con los conceptos del judaísmo. Filón escribió muchos libros, varios de los cuales fueron conservados por cristianos y judíos por tratarse, entre otras cosas, de exposiciones del Pentateuco. Las obras de Filón están influenciadas por la •Septuaginta, la cual, precisamente, fue la primera traducción de la Biblia al griego, hecha en los años 185–244 a.C. en la ciudad de A.

La fama de A. era grande mayormente por su vida cultural. La dinastía de los Ptolomeos fundó en ella instituciones de educación e investigación. Había allí un museo, con una biblioteca que fue la más grande de la antigüedad. Esto condujo a que en los principios del cristianismo A. desempeñara un papel muy importante, llegando a reconocérsele como una de

las cuatro grandes “sedes”, juntamente con Antioquía, Jerusalén y Roma. En A. se fundó “La Escuela de Alejandría”, una institución de educación superior del siglo II d.C., entre cuyos líderes estuvieron Clemente y Orígenes.

ALEJANDRO (Defensor del hombre). Nombre griego de varias personas del NT.

1. Hijo de •Simón Cireneo (Mr. 15:21).

2. Pariente del sumo sacerdote Anás que participó en un interrogatorio a Pedro (Hch. 4:6–7).

3. Judío de Éfeso que fue maltratado por la multitud que se alborotó por causa de la pérdida de la venta de los “templecillos de Diana” (Hch. 19:24, 33–34).

4. Persona que apostató de la fe, junto con •Himeneo, a los cuales Pablo entregó “a Satanás para que aprendan a no blasfemar” (1 Ti. 1:20).

5. Persona que causó “muchos males” a Pablo (2 Ti. 4:14). No se sabe si era el mismo #4.

ALEJANDRO MAGNO Hijo de Filipo II de Macedonia que se convirtió en uno de los generales más grandes de la historia, al destruir el poder de los persas y llevar sus victorias por todo el Asia Menor y hasta la India y Egipto. No encontramos su nombre en los libros históricos del •canon bíblico, pero generalmente se entiende que Daniel profetizó acerca de A. y sus conquistas, hablando de ellas como “un tercer reino de bronce” (vientre y muslos de bronce en la estatua que vio Nabucodonosor) (Dn. 2:32–40); la “tercera bestia semejante a un leopardo” en la visión que tuvo el mismo profeta “con cuatro alas de aves en sus espaldas” y “cuatro cabezas” (Dn. 7:6); “el macho cabrío” (Dn. 8:5, 8); “el rey valiente” que se levanta contra el rico monarca persa (Dn. 11:1–4).

En el apócrifo 1 Macabeos se ofrece un resumen de sus victorias (1 Mc. 1:1–9). Tras consolidar su poder entre los macedonios y los griegos, planteó en •Corinto la necesidad de atacar al imperio persa, gobernado por •Darío III. Cruzó el Bósforo y obtuvo una primera victoria sobre las tropas de éste, haciéndole muchas bajas y tomando gran botín, que mandó a •Atenas. Después fue por la costa de Asia Menor a tomar las antiguas colonias griegas. Darío le enfrentó en Isos, con un ejército de más de quinientos mil hombres, pero A. le derrotó, matando más de cien mil soldados y tomando como prisioneras a la madre, la esposa y dos hijas de Darío, a las cuales puso en libertad.

Siguiendo hacia el S, conquistó a •Tiro, después de un sitio de siete meses, y a •Gaza. Egipto se rindió. A. tenía por costumbre honrar a los dioses de los países que conquistaba, se ganaba así la buena voluntad de la población. El encuentro final con los persas ocurrió en el año 331 a.C. cuando derrotó a Darío en Gangamela tras cruzar la Mesopotamia. Dueño ya de Persia, adoptó las costumbres orientales, incluso haciéndose adorar como dios, y se alejó de la sobriedad de los macedonios, lo cual le produjo descontento con el ejército. Para entusiasmar a éste emprendió la conquista de la •India, siguiendo su sueño de un reinado universal. Las conquistas iniciales en aquel continente, sin embargo, no cambiaron el ánimo de las tropas que, cansadas, se negaron a continuar hacia el territorio del Ganges, y tuvo que regresar. Estando en Babilonia fue víctima de una fiebre, posiblemente paludismo, de la cual murió. El imperio que fundó fue entonces dividido entre sus generales. La mayoría interpreta que a esto se refiere la profecía de Daniel de que “el macho cabrío... estando en su mayor fuerza... fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables...” (Dn. 8:8).

Según Josefo, cuando A. visitó Jerusalén hizo un sacrificio en el •templo y trató bien a los judíos. Los territorios que conquistó quedaron por siglos bajo la influencia de los griegos, y se

inauguró un período en que la cultura de éstos, especialmente su lengua, dominó en Europa, Asia Menor y buena parte de Asia. Muchas obras de la literatura universal de entonces fueron traducidas al griego, incluyendo las Escrituras (•Septuaginta). El NT fue escrito en ese idioma.

ALELUYA (Alabad a Jehová). Exclamación de alabanza. En hebreo la composición supone el uso de una abreviatura del Nombre (Jah, de Yahvéh). Como los judíos decían que el nombre de •Jehová era impronunciable, su tradición explica que este uso es antiquísimo y se desconoce su origen. La palabra ocurre en el AT solamente en el libro de los Salmos, algunas veces en su encabezamiento (111; 112; 113; 135, 146; 148; 149; 150), o al final (104; 105; 115; 116; 117), o en ambas posiciones (106; 113; 135; 146; 148; 149; 150) y en otras ocasiones traducida como “alabad a Jah” (135:3; 147:1). Comúnmente se llama a estos salmos “aleluyéticos”.

La primera parte de la palabra está en un plural imperativo, lo cual lleva a muchos a pensar que era una indicación o señal que daba quien dirigía el culto en el •templo esperando una respuesta pública. Estos himnos vinieron a ser muy importantes en las sinagogas. Los judíos consideraban a los salmos del 113 al 118 como una unidad desde el punto de vista litúrgico, llamada Hallel. Se recitaba en la celebración de la •Pascua. Posiblemente a ello se refieran dos evangelistas cuando dicen que Jesús y sus discípulos, después de la cena pascual, “cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos” (Mt. 26:30; Mr. 14:26). La palabra A. aparece en el NT en el libro de Apocalipsis cuatro veces, cuando se narra la alegría celestial “¡... porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” (Ap. 19:1, 3, 4, 6).

ALEMET (Encubrimiento). Nombre de persona y de lugar del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín. Hijo de Jonatán (1 Cr. 8:36; 9:42).

2. Ciudad en tierra de Benjamín que fue dedicada a los levitas (1 Cr. 6:60).

ALETAS Membranas que sobresalen del cuerpo de un pez en forma de pequeñas alas que utiliza para nadar. Un pescado era “limpio” o apto para comer si tenía “a. y escamas” (Lev. 11:9; Dt. 14:9).

ALFA Y OMEGA La primera y la última letra del alfabeto griego. Se usan estas palabras para expresar la idea de “principio y fin.... el primero y el último” (Ap. 1:8, 11; 21:6), refiriéndose al “Señor... el Todopoderoso”, el cual es eterno. Dios es origen y destino de todas las cosas. Esta manera de expresarse proviene del AT, pues Dios dice: “Yo soy el primero, y yo soy el postrero” (Is. 41:4; 44:6; 48:12). Además, en Lev. 26:3–13 se da una lista de las bendiciones que Dios daría a Israel si guardaba sus mandamientos que comienza con la primera letra del alfabeto hebreo (alef) y termina con la última (tau), por lo cual los rabinos decían que el Todopoderoso Dios bendijo a Israel “desde alef hasta tau”, hablándose así de totalidad, lo completo. Juan identifica a ese Todopoderoso como el “Señor Jesús” (Ap. 22:12–13, 20).

ALFABETO Sistema de símbolos convencionales con los cuales se pone por escrito un idioma. La palabra a. es de origen griego, compuesta por los nombres de las dos primeras letras de ese idioma (alfa y beta), como en español se dice el “abecedario”, por A, B, C, etcétera. Los hombres comenzaron a expresar gráficamente sus ideas primeramente por medio de pinturas. Luego con figuras y símbolos, o sea jeroglíficos, los cuales pueden ser pictóricos, cuando se representa el objeto con su dibujo, o simbólico, cuando para representar una idea abstracta se usa un objeto cualquiera del mundo visible. Este tipo de escritura es llamada ideográfica, siendo las más popularmente conocidas la egipcia y la china.

En el Oriente Medio también se utilizó otro sistema de escritura, el cuneiforme, en el cual cada signo significaba una sílaba. Representó un enorme progreso para la humanidad el paso a la forma fonética en la cual se utiliza un signo para cada sonido del lenguaje. Se atribuye este invento, que de seguro tomó varios siglos en perfeccionarse, a los fenicios. Se supone que el carácter viajero y comerciante de este pueblo le obligó a buscar una forma de registrar y comunicarse mejor con las muchas y distintas comunidades con las cuales tenía contacto. Partiendo de la escritura jeroglífica egipcia, fueron desarrollando la propia hasta constituir un conjunto de veintidós caracteres, o letras, con las cuales construían las sílabas y con éstas sus palabras. Los pueblos semíticos, incluyendo a los hebreos, aprendieron de los fenicios para formar sus a. Los griegos copiaron de los fenicios, quitando algunas letras y añadiendo otras.

Una de las modificaciones griegas fue la introducción de signos para señalar las vocales, pues los a. semíticos no las utilizaban. Los etruscos, aprendieron de los griegos el uso del a. Los romanos aprendieron de los etruscos. Cada cultura hacía sus modificaciones a la forma de los signos, pero siempre quedaba el principio del fonetismo, esto es, la representación de los sonidos. Las letras del a. hebreo siguen el mismo orden que el fenicio, como puede verse en el Salmo 119, que está escrito en veintidós estrofas de ocho versos cada una. A cada estrofa corresponde una letra del a., con la cual se comienza cada uno de los ocho versos. Otros pasajes bíblicos fueron escritos en esa forma acróstica (Sal. 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, 145, etcétera).

ALFARERO Persona que fabrica vasijas de barro. La alfarería es una artesanía conocida desde muy antiguo (4000 a.C.). El a. israelita trabajaba sentado en un banco y teniendo en frente una rueda horizontal hecha de tal manera que pudiera girarla con los pies. Encima de la rueda se colocaba el barro. Y mientras giraba la rueda iba con sus manos dándole a ese barro la forma que quería. Si una de las vasijas que hacía no era de su agrado, la rompía para hacer otra. De especial importancia era la calidad del barro que se iba a usar. Usualmente el alfarero mismo preparaba ese barro tratando de que tuviera la consistencia óptima para ese tipo de trabajo. Para ello se pisaba el barro muchas veces, acción que es tomada para ilustrar la forma en que el enemigo del N “pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el a.” (Is. 41:25).

La obra de un a. es por naturaleza quebradiza. Por eso se dice de Dios y sus enemigos: “Como vasija de a. los desmenuzarás” (Sal. 2:9; Is. 30:14). Los trabajos hechos por el a. hablan de él mismo (Is. 29:16). La “obra de mano del a.”, sin embargo, no es algo precioso (Lm 4:2). Israel es para Dios “como el barro en la mano del a.” (Jer. 18:6), en el sentido de que el Señor es soberano y hace con Israel su voluntad, destruyéndole si peca y construyéndole si se arrepiente. Los arqueólogos han encontrado restos de lo que fueron talleres de a., sobre todo en •Meguido y •Hazor.

ALFEO Nombre de personas del NT.

1. Padre de Jacobo, uno de los apóstoles (Mt. 10:3; Lc. 6:15; Hch. 1:13).

2. Padre de Mateo, uno de los apóstoles (Mr. 2:14).

ALFOLÍ •Granero.

ALFORJA Saco o talego cerrado o amarrado en los extremos, con una abertura en el medio por donde se introducía la carga que se quería llevar, balanceando así el peso al colocarla sobre los hombros o sobre el lomo de un animal. Las a. de Saúl estaban vacías y no tenía un presente para el vidente Samuel (1 S. 9:7). Jesús ordenó a los discípulos que salieran a predicar en total dependencia de Dios, sin proveerse “de oro, ni plata, ni cobre... ni de a. para el camino...” (Mt. 10:9–10, Mr. 6:8, Lc. 10:4).

ALGARROBO Árbol de hojas siempre verdes, alto (hasta 10 m de altura) y frondoso. Tiene un tronco ancho y fuerte. Produce unas frutas en forma de vaina curva de cáscara dura. Dentro de ellas hay varias semillas envueltas en una pulpa de suave textura y dulce sabor, de muy alto valor nutritivo. El fruto del a. era considerado el pan de los pobres. Según la parábola del Hijo Pródigo se usaba como alimento para el ganado (Lc. 15:16). •Plantas de la Biblia

ALGUACIL Funcionario subordinado o asistente que forma parte de un sistema judicial o policíaco. Entre los judíos eran siervos de los principales sacerdotes. Se enviaron a. para prender al Señor Jesús, pero éstos se maravillaron de su doctrina y no le trajeron (Jn. 7:32, 45–47). Finalmente, los a., con soldados y una turba, le apresaron (Jn. 18:3, 12). Un a. abofeteó al Señor (Jn. 18:22). Los a. acompañaron a los sacerdotes en pedir la crucifixión (Jn. 19:6). Cuando en Hch. 16:35, 38 se traduce “a.” , no es la misma palabra que en el caso de los judíos, sino que se trata de funcionarios romanos, llamados lictores los que fueron enviados a soltar a Pablo

ALHAJAS •Joyas. •Piedras preciosas.

ALHEÑA. Planta aromática cuyas hojas trituradas producen un tinte de color amarillo rojizo muy apreciado como cosmético. Sus florecillas blancas, en racimos, son muy fragantes. En el Cantar de los Cantares la esposa compara a su Amado con un “racimo de flores de a. en las viñas de En-gadi” (Cnt. 1:14). Éste, a su vez, le dice que “sus renuevos son paraíso... de flores de a.” (Cnt. 4:13). Nombre científico: Lawsonia alba. •Plantas de la Biblia.

ALIANZA •Pacto.

ALIENTO Aire que se inhala o exhala por la nariz. Respiración. Siendo ésta una función imprescindible para la vida, la Biblia a veces identifica a. con el principio de vida en los animales y los hombres. Así, Dios sopló “ a. de vida” en el hombre (Gn. 2:7) y con el •diluvio destruyó “todo lo que tenía a. de espíritu de vida en sus narices” (Gn. 7:22). El a. o soplo de Dios es poderoso, tanto para crear (Sal. 18:15, 33:6) como para destruir (Job 4:9). Hay dos palabras en hebreo para a., ruah y nesama. Según Is. 42:5, Dios es “el que da a. –nesama– al pueblo... y espíritu –ruah– a los que por ella andan”. Una idea paralela aparece en el NT. Él “da a todos vida y a.” (Hch. 17:25). •Alma. •Espíritu.

ALIMENTO El ser humano necesita sostener la vida mediante la ingestión de cosas que contengan nutrientes. Inicialmente el hombre se alimentaba sólo de vegetales (Gn. 1:29–30), pero después del diluvio Dios ordenó que también de animales, siempre que no comiese su sangre (Gn. 9:2–5). Desde el principio Dios, en su soberanía, ha intervenido en la dieta del ser humano. Le dijo a Adán qué debía comer y qué no debía (Gn. 2:16–17). Luego a Noé. En el AT, Dios señaló al pueblo de Israel una serie de ordenanzas según las cuales los a. quedaron divididos en limpios y no limpios (o impuros). De ahí el extremo cuidado de los judíos en cuanto a su alimentación, cosa que trajo problemas en los inicios de la iglesia cuando se convirtieron los gentiles. Algunos cristianos judíos querían obligar a los gentiles a guardar las leyes dietéticas del AT. Los apóstoles y los hermanos de Jerusalén decidieron no imponerles esa “carga” (Hch. 15:23–29). •Concilio de Jerusalén.

En el NT, San Pablo dice que “nada es inmundo en sí mismo” (Ro. 14:14) y “todo lo que Dios creó es bueno... si se toma con acción de gracias” (1 Ti. 4:4). El comer a. es causa de alegría (Ec. 2:24), pero “mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio” (Pr. 15:17). Tanto el AT como el NT condenan el exceso en el comer (Dt. 21:20; Pr. 23:20–21; Lc. 21:34; Ro. 13:13). Además, “no sólo de pan vivirá el hombre”, dijo Cristo a Satanás, “sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Dt. 8:3; Mt. 4:4). La ocupación principal de los cristianos debe hacer énfasis en “el reino de Dios y su justicia” (Mt. 6:32–33) antes que en una preocupación por los a. materiales, pero siempre

recordando las palabras de Dios en Gn. 3:19 (“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”), así como las de Pablo en 2 Ts. 3:10, 12 (“... si alguno no quiere trabajar que tampoco coma”).

El a. es provisión de Dios, hecho que se resalta en el caso del maná, que era “pan del cielo” (Éx. 16:4, 15; Jn. 6:31), “a. espiritual” (1 Co. 10:3), figura de Cristo, que es el “verdadero pan del cielo” (Jn. 6:32–33), el a. del creyente.

En varias ocasiones se señala a la Palabra de Dios como a., que puede ser unas veces, como leche (1 P. 1:25; 2:1–2) y otras como “a. sólido” (He. 5:12, 14), pero siempre es como la miel (Sal. 19:10; 119:103). La palabra profética se ingiere como un a. y es dulce al paladar, mas amarga en el vientre (Ez. 3:1–4; Ap. 10:8–10). La promesa del Señor para el “que venciere” es que le dará “a comer del maná escondido” (Ap. 2:17).

ALJABA Cesta estrecha y alargada en la cual se llevaban las flechas (Is. 49:2). En la batalla los arqueros la portaban en la espalda, amarrada al cuerpo con una correa. Los que iban en carros podían ponerlas también en parte de la estructura de los mismos. La a. es símbolo de abundante poder. Tener muchos hijos es como poner muchas flechas en la a. (Sal. 127:5). La capacidad de destrucción de los caldeos se señala diciendo que su a. era “como sepulcro abierto” (Jer. 5:16).

ALMA En el AT se utilizaba la palabra nefesh (aliento) para señalar a individuos y animales vivientes. Así, “dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes” (Gn. 1:20). También en el Sal. 74:19 leemos: “No entregues a las fieras el a. –nefesh– de tu tórtola”. Cuando Dios crea al hombre, se dice: “... y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). Al mencionar el soplo divino, el autor del Génesis está estableciendo una diferencia cualitativa entre el hombre y los animales, puesto que éstos ya estaban creados y no dijo que se hizo lo mismo con ellos. Algunos rabinos interpretaban que el soplo divino equivalía a la capacidad intelectual, a la habilidad para las ideas y las palabras. La mayoría de las veces en que aparece nefesh los traductores escribieron a., como puede verse en Gn. 35:18, donde al hablar de la muerte de •Raquel, se lee: “Y aconteció que al salírsele el a. –nefesh– (pues murió)...” También en 1 R. 17:22: (“...el alma –nefesh– del niño volvió a él”). Así, el “salírsele el a.” es morir, y “volver el a.” es retornar a la vida.

Dependiendo de la intención del hablante o el escritor, la palabra apunta al hombre (cuerpo-alma) que es visible y puede sentir hambre y sed (“Hambrientos y sedientos, su a. desfallecía en ellos” [Sal. 107:5]), o señala a algo invisible en él, que siente, por ejemplo, angustia (“... pues vimos la angustia de su a. cuando nos rogaba...” [Gn. 42:21]). Sin embargo, generalmente la palabra a. se utiliza para aludir, no a una parte de la persona humana, sino a ella como un todo. El a. nunca es considerada como algo separado del cuerpo. En el pensamiento del AT el hombre no es cuerpo+alma, sino cuerpo-alma. Cuando el cuerpo moría, lo hacía también el a. Pero como en el hombre la cualidad de ser viviente está unida a la conciencia, en otras oportunidades se emplea el término a. para referirse a sus sentimientos, aversiones, amor, odio, ira, congoja, etcétera, como si el a. fuera una parte separada, llegando el lenguaje poético de la Escritura a describir diálogos del hombre consigo mismo: “Oh a. mía, dijiste a Jehová...” (Sal. 16:2). “¿Por qué te abates, oh a. mía ... ?” (Sal. 42:5). Incluso, haciendo uso de un antropomorfismo, se habla del a. de Dios para referir algunos de sus sentimientos: “Mi a. os abominará” (Lv. 26:30). “Vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi a.” (Is. 1:14). “Mi escogido, en quien mi a. tiene contentamiento” (Is. 42:1).

En el NT se continúa con los conceptos del AT sobre a. y la palabra griega equivalente es psyjé, que tiene el significado de lo viviente, en unas ocasiones, y de los sentimientos, en otras. Pero surge una idea desconocida en el AT: la inmortalidad del a. El Señor Jesús, que “sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Ti. 1:10), fue quien habló de “los

que matan el cuerpo, mas el a. no pueden matar” (Mt. 10:28). Juan vio “bajo el altar las a. de los que habían sido muertos...” y “las a. de los decapitados” (Ap. 6:9; 20:4). En estas declaraciones se menciona el a. con una vida que persiste aun más allá de la existencia del cuerpo. •Espíritu.

ALMENDRO Árbol, muy estimado en Israel, que crece hasta llegar a veces a unos 7 m de altura y que da como fruto la almendra, muy buena para comer y para hacer un aceite que se utilizaba como medicina. Jacob ordenó a sus hijos que llevaran al varón de Egipto (José) un presente “de lo mejor de la tierra”, incluyendo almendras (Gn. 43:11). Las lámparas del candelero tenían “forma de flor de a.” (Éx. 25:33). La vara de Aarón que reverdeció había “producido almendras” (Nm. 17:8). En Jer. 1:11–12 se produce un juego de palabras en hebreo, donde Dios le muestra al profeta un a. (shaked) y luego le dice que apresura (shoked) su “palabra para ponerla por obra”. La idea podría estar relacionada con el hecho de que el a. se “apresura” para florecer antes que nazcan sus hojas, marcando el principio de la primavera. •Plantas de la Biblia.

ALMODAD (Dios es un amigo). Descendiente de Sem Hijo de Joctán (Gn. 10:26; 1 Cr. 1:20).

ALMÓN (Refugio). Ciudad de Benjamín que fue dada a los levitas (Jos. 21:18). = •Alemet (1 Cr. 6:60).

ALMON-DIBLATAIM Uno de los lugares donde acampó Israel en su viaje por el desierto (Nm. 33:46–47).

ALMUD •Pesos y medidas de la Biblia.

ÁLOE Nombre de dos plantas, una de ellas preciosa por su madera y otra por sus hojas. El á. maderable, preciadísimo, se traía mayormente de la India. Su madera emite una fragancia agradable (Sal. 45:8, Pr. 7:17; Cnt. 4:14). Se usaba en la construcción de artefactos y se quemaba como incienso. Si no es error de traducción, parece ser que en tiempos remotos había árboles de á. en Canaán, pues Balaam dice que Israel era “como á. plantados por Jehová” (Nm. 24:6). Nicodemo “vino trayendo un compuesto de mirra y de á.” para el cuerpo de Cristo (Jn. 19:39). En este caso se trata de otro tipo de planta, de la familia de las liliáceas, que tiene unas hojas gruesas que molidas producen un aceite utilizado para embalsamar. Los israelitas aprendieron esa costumbre de los egipcios. •Plantas de la Biblia.

ALÓN (Roble). Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:37).

ALÓN-BACUT (Roble o encina de las lágrimas). Lugar donde “fue sepultada al pie de Betel, debajo de una encina”, “Débora, ama de Rebeca” (Gn. 35:8).

ALÓN-SAANANIM Lugar limítrofe del territorio de la tribu de Neftalí (Jos. 19:33). = •Zaanaim (Jue. 4:11).

ALOT Parte de la jurisdicción que correspondía a •Baana hijo de Husai, funcionario de Salomón (1 R. 4:16).

ALTAR Lugar donde se realiza una ofrenda a Dios. El término en el hebreo está relacionado con la palabra “sacrificio”, con el sentido de matanza, de sangre que se derrama, pero por extensión se aplicó también al sitio donde se hacen sacrificios no sangrientos. El a. supone la existencia de una construcción hecha por el hombre con fines de adoración. Ésta puede ser muy elaborada, como era costumbre en las naciones paganas, pero a los israelitas se les prohibió hacerlo de esa manera. En realidad, se les pedía que hicieran sus a. como una simple elevación de tierra. Y en caso de hacerlo de piedra, que éstas fueran sin tallar y sin hacer

gradas para subir a él (Éx. 20:24–26). No se permitían a. de ladrillos a los israelitas (Is. 65:3). Estos mandamientos hay que verlos como contraposición a los elaborados a. que hacían los paganos, especialmente los egipcios y los cananeos. De igual manera, se prohibía plantar árboles cerca del a., en vista de la práctica corriente en la antigüedad que relacionaba a éstos con cultos idolátricos (Dt. 16:21).

Los patriarcas levantaban a. para adorar a Dios, sin que se nos diga las características físicas de los mismos. El primer a. que se menciona en la Biblia fue el construido por Noé después del diluvio (Gn. 8:20). Abraham hizo lo mismo cuando Dios le prometió la tierra de Canaán (Gn. 12:7), y otros entre •Bet-el y •Hai (Gn. 12:8), en •Hebrón (Gn. 13:18) y en la tierra de •Moriah, donde iba a sacrificar a Isaac (Gn. 22:9). Isaac hizo lo propio cuando Dios se le apareció en •Beerseba (Gn. 26:23–25). Jacob levantó uno cerca de Siquem “y lo llamó •El-Elohe-Israel” (Gn. 33:20) y otro en Bet-el (Gn. 35:6–7). También Moisés “edificó un a., y llamó su nombre •Jehová-nisi” (Éx. 17:15). También Josué (Jos. 8:30), Gedeón (Jue. 6:26), •Manoa (Jue. 13:20), los hombres que participaron en la guerra civil contra Benjamín (Jue. 21:4), Samuel (1 S. 7:17) y David (2 S. 24:25).

Cualquier israelita podía levantar un a., siempre que cumpliera con los requisitos en cuanto a su forma de construcción y que fuera para un uso especial y momentáneo, sin ánimo de sustituir al que estaba en el •tabernáculo o en el lugar escogido por Dios. Cuando las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés levantaron un monumento conmemorativo en forma de a. “de grande apariencia” casi estalla una guerra civil (Jos. 22). Se han encontrado muchos a. en Israel en excavaciones arqueológicas. En •Arad se descubrió en un santuario israelita un a. con las mismas dimensiones de Éx. 27:1, hecho con piedras sin tallar.

ALTAR DE BRONCE •Tabernáculo. •Templo.

ALTAR DE ORO. ALTAR DEL INCIENSO •Tabernáculo. •Templo.

ALTIVEZ Soberbia. Sentimiento de autosuficiencia que hace que el hombre no busque a Dios (Sal. 10:4). Sinónimo del pecado de orgullo (Pr. 21:4). Dios “mira de lejos” a los altivos (Sal. 138:6) y los abate (2 S. 22:28). Los cristianos, especialmente aquellos que tienen bienes materiales, no deben ser altivos (1 Ti. 6:17). •Orgullo.

ALÚS Uno de los lugares donde los israelitas acamparon durante su peregrinación por el desierto (Nm. 33:13, 14).

ALVA Personaje en la descendencia de Esaú. Uno de “los jefes de Edom”. Dio origen a una tribu edomita (Gn. 36:40; 1 Cr. 1:51).

ALVÁN Personaje en la descendencia de Seir (Gn. 36:23; 1 Cr. 1:40).

AMAD Una de las ciudades que correspondió a la tribu de Aser en la repartición de la tierra (Jos. 19:26).

AMADO, AMADA, Persona que es objeto de amor y cariño por parte de otra. El Señor Jesús es el Hijo a. de Dios (Lc. 3:22). Se llama al Señor el A. en el cual somos aceptos (Ef. 1:6). Los justos y creyentes son los a. de Dios, a quienes salva (Sal. 108:6). En el libro de los Cantares la novia llama al novio a. (Cnt. 1:13, 2:8, 5:8).

AMAL (Trabajo o fatiga). Personaje en la descendencia de Aser (1 Cr. 7:35).

AMALEC. AMALECITAS Pueblo de nómadas. En los días de Abraham una invasión devastó “el país de los a.”, que quedaba en el •Neguev, cerca de •Cades, al derrotar •Quedorlaomer al

rey de Sodoma y sus aliados (Gn. 14:7). Era un pueblo fuerte, por lo cual Balaam le llamó “cabeza de naciones” (Nm. 24:20). Para los hebreos, el origen de este pueblo fue así: “Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a A.” (Gn. 36:12). Los a. fueron enemigos irreconciliables de Israel, al que atacó sorpresivamente en •Refidim (Éx. 17:8). “Desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado” (Dt. 25:17–18). Israel se vio en posición difícil, por lo cual Moisés se dedicó a la intercesión mientras Josué dirigía la batalla. “Cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía A.” (Éx. 17:11). Como las manos de Moisés se cansaban “Aarón y Hur sostenían sus manos” (Éx. 17:12). Finalmente Israel venció, pero los a. no fueron destruidos.

Dios decretó que los a. serían aniquilados en un futuro (Éx. 17:14–16) y así continuó una enemistad que duró hasta los tiempos de Saúl. Unidos a los cananeos, los a. derrotaron a Israel en Horma (Nm. 14:45). En tiempos de los jueces, “Eglón, rey de Moab”, en alianza con los amonitas y los a. obtuvo una victoria y “tomó la ciudad de las palmeras” –probable-mente Jericó– (Jue. 3:12–13; 2 Cr. 28:15). Los a. hostigaban a Israel constantemente (Jue. 6:3), aliados a los madianitas. •Gedeón pudo derrotarlos (Jue. 7:1–25). Una de las primeras campañas de Saúl fue contra los a., a los cuales derrotó, pero no definitivamente (1 S. 14:48). Samuel le ordenó que lo hiciera. Saúl volvió a atacar y en esta ocasión casi lo hace, pero desobedeció a Dios dejando vivo al rey Agag y a lo mejor del ganado (1 S. 15:1–35), por tal desobediencia Dios le rechazó como rey. David, viviendo en Siclag, atacaba a los a. (1 S. 27:8) y los derrotaba (2 S. 1:1). Un pequeño grupo de a. quedó en la tierra, pero fueron destruidos por quinientos hombres de la tribu de Simeón (1 Cr. 4:42–43).

AMAM Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la distribución de la tierra (Jos. 15:26).

AMÁN El gran visir, o primer ministro del rey persa •Asuero. Era “hijo de Hamedata agagueo” (Est. 3:1). La interpretación tradicional judía es que estaba relacionado de alguna forma, quizás por descendencia, con Amalec y su rey •Agag, al que Saúl perdonó la vida. Se piensa así para explicar la radicalidad de su odio contra los judíos, característica de los amalecitas. Ese odio aumentó cuando vio que un judío llamado •Mardoqueo no le hacía la reverencia como los demás. A. tramó una conspiración que condujo a Asuero a decretar el exterminio del “pueblo de Mardoqueo” (Est. 3:6). Ester se enteró por Mardoqueo de la infausta noticia y arregló una cena para Asuero, con la presencia de A. (Est. 5:7). Al segundo día de la fiesta desenmascaró a A. y Asuero dictó un decreto que permitía a los judíos defenderse (Est. 8:8). También ordenó que A. fuera colgado, lo cual se hizo precisamente en una horca que había preparado para Mardoqueo (Est. 7:10).

AMANA Una cumbre en el Antilíbano mencionada en el Cantar de los Cantares (4:8).

AMANECER •Alba.

AMARÍAS (El Señor ha hablado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Aarón. Abuelo de Sadoc (1 Cr. 6:7, 52).

2. Personaje en la descendencia de Aarón. Hijo de Azarías (1 Cr. 6:11).

3. Levita, descendiente de •Coat. Fue de los que “echaron suertes ... delante del rey David, y de Sadoc y de Ahimelec, y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas” para distribuirse las labores en el servicio de Jehová (1 Cr. 23:19; 24:23, 31).

4. Sumo sacerdote en tiempos del rey •Josafat, designado para que “presida en todo asunto de Jehová” (2 Cr. 19:11).

5. Levita en tiempos del rey •Ezequías. Bajo las órdenes de •Coré, hijo de Imna, era uno de los encargados “de la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová, y de las cosas santísimas” para repartirlas entre sus hermanos (2 Cr. 31:14–16).

6. En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. Una de las órdenes fue la de A., a cuya cabeza estaba •Johanán (Neh. 12:13).

7. Personaje de tiempos de Esdras, de los que se casaron con mujeres extranjeras (Esd. 10:42). Posiblemente es el mismo que aparece como firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:3; 12:2, 13).

8. Personaje en la ascendencia de •Ataías, aquel miembro de la tribu de Judá que fue uno de los que volvieron del exilio en tiempos de Esdras y Nehemías (Neh. 11:4).

9. Ascendiente del profeta Sofonías (Sof. 1:1).

AMARNA, DOCUMENTOS DE EL En 1887 se descubrieron en Tell el-Amarna, a unos 320 km al S del Cairo una gran cantidad de tabletas con escrituras cuneiformes en un dialecto del acádico. Es una colección de cartas de carácter diplomático escritas durante los reinados de los faraones Amenofis III y IV, aproximadamente entre los años 1402 y 1347 a.C. Los remitentes parecen ser gobernantes de países al N de Egipto, como •Asiria, •Babilonia, •Siria y algunos de Canaán. Los datos que estas cartas proporcionan son muy importantes para entender la vida de esos países en aquella época. Hablan de una Canaán estremecida por revueltas y problemas entre las distintas ciudades-reinos. En relación con estos problemas se utiliza la palabra “abiru”, que muchos eruditos creyeron que era una referencia a los “hebreos”, empeñados en la conquista de Canaán.

AMASA (Cargador). Nombre de personas del AT.

1. Sobrino de David, hijo de su hermana •Abigail y de un ismaelita llamado •Jeter. Era, por tanto, primo de •Joab. •Absalón, tras entrar en Jerusalén durante la revuelta contra su padre, nombró a A. como “jefe del ejército en lugar de Joab” (2 S. 17:25). Derrotada la rebelión, David quiso ganarse a A. y le ofreció hacerle “general del ejército ... en lugar de Joab” (2 S. 19:13). Pero Joab, resentido por ese hecho, le mató en un momento en que simuló que iba a dar un beso a A., tomándole afectuosamente por la barba, pero hundiéndole una daga “en la quinta costilla” (2 S. 20:8–10). El cuerpo de A. “revolcándose en su sangre en mitad del camino” fue motivo de mucha perplejidad para el ejército, que debía empeñarse en la “persecución de Seba hijo de Bicri”, por lo cual alguien lo apartó “del camino al campo, y echó sobre él una vestidura” (2 S. 20:10–12). David no estuvo de acuerdo con este crimen. Y cuando llegó la hora de traspasar el trono a su hijo Salomón, le recordó los asesinatos de •Abner y A., cometidos por Joab, recomendándole a su heredero Salomón que hiciera justicia (1 R. 2:5–6).

2. Príncipe de Efraín en tiempos del rey •Peka de Israel. Cuando éste venció a •Acaz, rey de Judá, y tomó muchos prisioneros que fueron llevados a Samaria, A. hijo de Hadlai y otros líderes obedecieron las palabras del profeta •Obed que señalaba eso como un gran pecado. Los cautivos fueron bien tratados y devueltos a su tierra (2 Cr. 28:8–15).

AMASAI (Jehová ha cargado). Nombre de personas del AT.

1. Levita descendiente de •Coat (1 Cr. 6:25, 35) que fue padre de uno de los que en tiempos de •Ezequías fue de los que “se santificaron, y entraron... para limpiar la casa de Jehová” (2 Cr. 29:12–15).

2. Personaje valeroso de la tribu de Benjamín que no quiso estar con Saúl y se unió a David cuando éste estaba en Siclag. En el momento de tomar esa decisión “el Espíritu vino sobre A. ... y dijo: Por ti, oh David, y contigo oh hijo de Isaí ... pues también tu Dios te ayuda” (1Cr. 12:1, 16, 18).

3. Sacerdote de tiempos de David que participó en el traslado del arca a Jerusalén, junto con otros que “tocaban las trompetas delante del arca de Dios” (1 Cr. 15:24).

4. Sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Nehemías. Vivía en Jerusalén (Neh. 11:13).

AMASÍAS (Jehová es fuerte). Nombre de personas del AT.

1. Octavo rey de Judá, hijo de •Joás. “Cuando comenzó a reinar era de veinticinco años y veintinueve años reinó en Jerusalén”. Fue un buen rey, “aunque no como David su padre”. Vengó el asesinato de su padre Joás, pero respetó a los hijos de los asesinos. Hizo una gran reorganización del ejército, que incluyó el reclutamiento de cien mil hombres del Reino del Norte (Israel) para hacer la guerra a Edom. Pero un profeta le dijo que no usara a esos mercenarios “porque Jehová no está con Israel” (2 Cr. 25:5–7). A. obedeció y despachó a los soldados alquilados y fue a la guerra contra Edom, consiguiendo una gran victoria, “mató... a diez mil edomitas en el Valle de la Sal, y tomó a Sela en batalla, y la llamó Jocteel” (2 R. 14:1–7).

Sin embargo, estos acontecimientos tuvieron dos consecuencias negativas. Por un lado, los mercenarios despedidos se disgustaron mucho y al regresar a sus hogares “invadieron las ciudades de Judá... y mataron a tres mil de ellos y tomaron gran despojo” (2 Cr. 25:13). Por el otro, cuando A. derrotó a los edomitas, “trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso” (2 Cr. 25:14).

Quizás por los desmanes de los mercenarios despedidos y lleno de orgullo por su victoria contra •Edom, A. desafió al rey •Joás, del Reino del Norte (Israel). Este no quería la guerra entre ellos, pero ante la insistencia de A. “se vieron las caras él y A. rey de Judá, en Betsemes.... y Judá cayó delante de Israel” (2 R. 14:8–12). A. cayó prisionero. Joás “rompió el muro de Jerusalén.... y tomó el oro y la plata ... en los tesoros de la casa del rey”, y regresó a Samaria con los hijos de A. como rehenes. A. sobrevivió a Joás por unos quince años. Una conspiración en Jerusalén le hizo huir a •Laquis, pero allí le mataron.

2. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:34).

3. Personaje en la descendencia de Merari (1 Cr. 6:45).

4. Alto funcionario y militar de la corte del rey •Josafat, que “se había ofrecido voluntariamente a Jehová”. Se desconocen las razones de este voto. Comandaba doscientos mil valientes (2 Cr. 17:16).

5. Uno de los sacerdotes establecidos por •Jeroboam II en el santuario de Bet-el. Se opuso a la predicación del profeta •Amós, acusándole de conspirar contra el rey. Amós le profetizó unas desgracias familiares por ello, incluyendo su muerte “en tierra inmunda” (Am. 7:10–17).

AMATISTA Piedra preciosa. Una forma de cuarzo cristalizado de color violeta, con un alto contenido de óxido de hierro. En el •pectoral del sumo sacerdote, había en “la tercera hilera,

un jacinto, una ágata y una a.” (Éx. 28:19; 39:12). En la visión de Juan aparece también como parte del muro de la nueva Jerusalén (Ap. 21:20). •Piedras preciosas.

ÁMBAR Resina vegetal petrificada que aparece en colores amarillo, marrón y, a veces, rojo. Se utiliza para confeccionar joyas y otros útiles. El á. no se menciona en la Biblia, pero teniendo en mente la idea de su color brillante, la Septuaginta usó la palabra á. al traducir Ez. 1:4, 27 y 8:2. Así lo utiliza RV 1909. Posteriormente el término fue revisado y se usa “bronce refulgente”. •Piedras preciosas.

AMÉN (Es verdad, o Así sea, o Que sea verdad). Palabra (una interjección) que viene directamente del hebreo y que se utiliza para: a) confirmar una aseveración o apoyarla; y b) expresar el deseo de que se realice o sea verdad, sin importar que la misma sea positiva o negativa. Al final de una bendición o de una maldición, se dice a. para señalar que se está de acuerdo con ella o que se espera que se cumpla. Así, en el caso de las maldiciones que escribe el sacerdote por sospecha de adulterio, la mujer responde: a. a. (Nm. 5:22). Al escuchar las maldiciones que vendrían si no cumplía la Ley “todo el pueblo dirá a.” (Dt. 27:11–26). Cuando Benaía recibe instrucciones de proclamar rey a Salomón, dice: “A. Así lo diga Jehová” (1 R. 1:36). Después de una alabanza de David a Dios, “dijo todo el pueblo, A.” (1 Cr. 16:36). El uso del a. en muchos salmos da a entender que esa era la palabra con la cual respondían los levitas a las oraciones y alabanzas en el •templo (Sal. 41:13; 72:19; 89:52; 106:48), costumbre que siguió en la sinagoga.

El NT utiliza el a. más abundantemente que el AT. Algunos eruditos opinan que las palabras “cierto, de cierto”, que utilizaba el Señor Jesús, son una traducción de “amén, amén”. Y que era costumbre del Señor hablar en esa forma para enfatizar lo que iba a decir y reafirmar la seguridad de sus palabras. Una tradición rabínica prohíbe el uso del a. al final de las oraciones, con unas cuantas excepciones. Pero se sospecha que puede ser una reacción contra la costumbre que adoptaron los cristianos de terminar las suyas siempre con un a. Hay un a. al final del Padrenuestro (Mt. 6:13). Cada evangelio termina con un a. (Mt. 28:20; Mr. 16:20; Lc. 24:53; Jn. 21:25). Las bendiciones de Pablo o sus doxologías terminan con un a. (Ro. 1:25; 1 Co. 16:24; 2 Co. 13:14; Gá. 1:5; Ef. 3:21; Fil. 4:20; 1 Ti. 1:17; 2 Ti. 4:18; Tit. 3:15; Flm 25). Así también Pedro (1 P. 4:11; 2 P. 3:18), Juan (1 Jn. 5:21; 2 Jn. v.13) y Judas (v. 25). Cuando un cristiano ora en público, debe hacerlo de manera que el oyente pueda decir a. (1 Co. 14:16).

Tan vinculada está la palabra a la idea de lo firme y seguro, que Cristo es llamado “el A., el testigo fiel y verdadero” (Ap. 3:14), expresión relacionada con el “Dios de verdad” (Heb. Dios Amén) de Is. 65:16. Por eso se nos dice que “todas las promesas de Dios” son en Cristo “Sí, y en él A.” (2 Co. 1:20)

AMI Cabeza de una familia de “siervos de Salomón” que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:57–59). El “Amón” mencionado en Neh. 7:59 probablemente sea la misma persona.

AMIEL (Mi pariente es Dios). Nombre de personas del AT.

1. Miembro de la tribu de Dan, escogido como uno de los espías para explorar la tierra. Hijo de Gemali (Nm. 13:12).

2. Habitante de Lodebar, cuyo hijo Maquir dio abrigo a •Mefi-boset (2 S. 9:4).

3. Padre de Bet-súa, o •Betsabé, la que fue mujer de David y madre de Salomón (1 Cr. 3:5). También llamado Eliam (2 S. 11:3).

4. Levita. Portero en el servicio de Jehová en tiempos de David (1 Cr. 26:5).

AMIGO Persona con la cual nos une un sentimiento fraterno, de cariño y afecto. Cuando la palabra se usa en relación con un rey generalmente se incluye la idea de consejero, consultor, como en el caso de •Ahuzat, a. de Abimelec (Gn. 26:26) o “Husai a. de David” (2 S. 15:37), o Zabud, a. de Salomón (1 R. 4:5). La Biblia, especialmente los Proverbios, alaba la amistad, advirtiendo contra las cosas que pueden dañarla (Pr. 6:1; 16:28; 17:9; 19:4, 6; 26:19; 27:14). “A. hay más unido que un hermano” (Pr. 18:24). “El cordial consejo del a.”, alegra al hombre (Pr. 27:9). Pero no se debe prestar atención a “tu a. íntimo” si te invita a pecar (Dt. 13:6). Es triste sentir que los a. fallan, como en el caso de Job (Job 12:4; 16:20). Es famosa la amistad de David y Jonatán (1 S. 18:3), así como la de •Rut y •Noemí (Rt. 1:16–17). Tal fue la intimidad de Abraham con Dios, que éste le llamó su a. (Is. 41:8). De igual manera, el Señor Jesús llamó a sus discípulos a. (“... porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” [Jn. 15:15]). La amistad con Dios se obtiene a través de la obediencia (Jn. 15:14).

AMINADAB (Mi pariente es generoso). Nombre de personas del AT.

1. Suegro de Aarón (Éx. 6:23).

2. Padre de Naasón, de la tribu de Judá (Nm. 1:7). Figura como antepasado del rey David (Rt. 4:19) y en la genealogía del Señor Jesús (Mt. 1:4; Lc. 3:33).

3. Hijo mayor de •Coat (1 Cr. 6:22).

4. Levita, “principal de los hijos de Uziel”, que en número de ciento doce participaron en el traslado del arca a Jerusalén en tiempos de David (1 Cr. 15:10).

5. En Cnt. 6:12, la novia dice que su alma se “puso entre los carros de A.” Esta expresión no luce clara, quizás porque el lenguaje poético señalaba a algo o alguien ampliamente conocido entonces pero de lo cual (o de quien) ya no se tiene memoria. Algunos piensan que se trataba de unos carros reconocidos por su ligereza al correr. Otros tratan de eliminar la palabra A. como nombre propio y aplicar su significación hebrea, esto es, “mi pariente es generoso” o “el compañero de la tribu se ha mostrado generoso”. Así, el texto se podría leer: “mi alma me puso entre los carros de mi pariente generoso”. Sin embargo, la eliminación de A., como nombre propio es algo difícil.

AMISABAD (El pariente ha dotado). Hijo de •Benaía, el amigo de David. A. servía en la misma división que su padre (1 Cr. 27:6).

AMISADAI (El Altísimo es mi pariente). Padre de Ahiezer, el príncipe de la tribu de Dan que participó en el censo en el desierto (Nm. 1:12; 2:25; 7:66, 71; 10:25).

AMITAI (Fiel). Padre del profeta Jonás (2 R. 14:25; Jon. 1:1).

AMIUD (Hombre digno de alabanza). Nombre de personas del AT.

1. Padre de •Elisama #1, el príncipe de la media tribu de Efraín que participó en el censo en el desierto (Nm. 1:10; 2:18; 7:48).

2. Padre de Semuel, aquel que fue uno de los varones que fueron nombrados para repartir la tierra (Nm. 34:20). Era de la tribu de Simeón.

3. Padre de •Pedael, aquel que fue uno de los varones que fueron nombrados para repartir la tierra (Nm. 34:28). Era de la tribu de Neftalí.

4. Padre de •Talmai, rey de •Gesur. Era abuelo materno de •Absalón (2 S. 13:37).

5. Personaje en la descendencia de Judá. Padre de Utai (1 Cr. 9:4).

AMMA (Madre, comienzo). Lugar, una colina o collado, hasta donde •Joab y •Abisai persiguieron a •Abner después de la batalla en la cual murió •Asael. “Está delante de Gía, junto al camino del desierto de Gabaón” (2 S. 2:24).

AMMI (Pueblo mío). Expresión usada en el libro de •Oseas para señalar la obra de reconciliación que Dios hace con su pueblo (Os. 2:1).

AMO •Señor.

AMOC (Inalcanzable). En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. Una de las órdenes fue la de A., a cuya cabeza estaba •Eber (Neh. 12:20).

AMÓN “Dios de Tebas” (Jer. 46:25). Deidad del viento entre los egipcios. Como Amón-Ra era el dios supremo del imperio.

AMÓN (Fiel). Nombre de personas del AT.

1. Rey de Judá (15to.). Hijo de •Manasés. “De veintidós años era A. cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén” (2 R. 21:19). Fue impío “y no anduvo en el camino de Jehová” (2 R. 21:22). Lo mataron en una conspiración. Y entonces “el pueblo de la tierra” puso en el trono a •Josías, su hijo (2 R. 21:24; 2 Cr. 33:25). La Biblia no dice las razones de su muerte, pero algunos historiadores judíos piensan que los “siervos” que conspiraron eran enemigos de la política pro asiria de Manasés y A. (Judá era entonces tributario de Asiria). Mientras que “el pueblo de la tierra” es una referencia a los grandes terratenientes, que entronaron a Josías para evitar problemas ante una indagación de los asirios.

2. Gobernador de Samaria en tiempos del rey •Acab, encargado, junto con •Joás hijo del rey, de guardar en la cárcel al profeta •Micaías (1 R. 22:26–27).

3. Siervo de Salomón. Varios de sus descendientes volvieron a Jerusalén con Nehemías (Neh. 7:59).

AMÓN, HIJOS DE AMONITAS Tribu semita que desciende de la unión incestuosa de una de las hijas de •Lot con su padre. El hijo así concebido fue llamado “Ben-ammi, el cual es padre de los a. hasta hoy” (Gn. 19:38). Habitaban al oriente del territorio de la tribu de Gad, teniendo por frontera N el río •Jaboc y al E el desierto. Su principal asentamiento era •Rabá. La Biblia generalmente los llama “los hijos de Amón”. Dios ordenó a Israel respetar el derecho de los a. (“no los molestes, ni contiendas con ellos” [Dt. 2:19]). Pero no podían participar en el culto “ni hasta la décima generación” (Dt. 23:3–4).

Aunque pueblos con parentesco entre sí, los a. y los israelitas mantuvieron una historia de constantes conflictos. Por sí mismos o aliados a los amalecitas o moabitas, los a. pelearon contra Israel desde los tiempos de los Jueces. •Aod (Jue. 3:13), y •Jefté (Jue. 10:6–18; 11:1–40) fueron líderes que dirigieron a Israel en su lucha contra los a. La decisión de tomar un rey

fue hecha por los israelitas ante la inminencia de un ataque de •Nahas, rey de los a. (1 S. 12:12). Elegido Saúl, “hizo guerra ... contra los hijos de A.” y los venció (1 S. 14:47). Nahas protegió a David cuando Saúl le perseguía. Cuando murió este rey a. David envió una embajada al hijo que reinó en su lugar, pero ésta fue desairada, lo cual fue motivo de guerra, decidida en una batalla que ganó Joab (2 S. 10:1–19), que luego sitió a Rabá.

Durante esta guerra tuvo lugar el incidente de David y •Betsabé y •Urías heteo (2 S. 11). Finalmente Rabá fue tomada y su población puesta en servidumbre (2 S. 12:26–31). Cuando David huía de •Absalón, un hijo de Nahas le ayudó (2 S. 17:27). Salomón casó con una princesa a., de la cual nació su sucesor, •Roboam (1 R. 14:21). Esta mujer le introdujo en el culto de “Milcom, ídolo abominable de los a.” (1 R. 11:5). En tiempos de Josafat, los a. se unieron a los moabitas para atacar Jerusalén, pero se confundieron y se mataron entre sí (2 Cr. 20:1–30). Fueron tributarios en tiempos de •Uzías (2 Cr. 26:8) y vencidos por •Jotam, que volvió a ponerles bajo tributo (2 Cr. 27:5).

Jeremías advirtió a los a. que debían servir a •Nabucodonosor (Jer. 27:1–8). Aparecen tropas a. como aliadas de los caldeos cuando éstos atacaron Jerusalén (2 R. 24:1–2). Quizás por eso se les permitió invadir •Galaad, para ensanchar sus fronteras hacia el O, donde cometieron muchas atrocidades (Am. 1:13–14). Pero más tarde •Baalis, rey a., conspiró y ordenó matar a •Gedalías “a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra” (Jer. 40:14; 41:1–2). Esto sugiere la posibilidad de que los a. se rebelaran contra Nabucodonosor, que hizo una expedición punitiva en la cual hubo un momento en que tuvo que decidir a cuál pueblo atacaría primero, si a Jerusalén o a los a. (Ez. 21:18–21, 28–32). Profecías de destrucción fueron pronunciadas contra “los hijos de A.” (Jer. 49:1–6), diciéndose que desaparecerían como pueblo (Ez. 25:10).

AMOR En el AT se traducen varias palabras hebreas como a. o el verbo “amar”, especialmente el término ahabah, que tiene como raíz a ahab o aheb, lo que agrada, lo que gusta. Se expresa así el a. hacia la esposa, como Jacob, que sirvió por siete años por Raquel “y le parecieron como pocos días, porque la amaba” (Gn. 29:20). También el a. hacia un amigo, como Jonatán, que amó a David “como a sí mismo” (1 S. 18:1). También el a. de Dios hacia su pueblo (“Con a. eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” [Jer. 31:3]).

El a. de Dios es algo que fluye de manera natural de su propia persona, porque “Dios es a.” (1 Jn. 4:8). En cuanto al ejercicio del a. por parte de Dios, hay que considerar que se trata de un acto de su soberanía, como puede verse en la expresión: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9:13). El ser favorecido con el a. de Dios no depende de ningún mérito de parte del recipiente (“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido ... sino por cuanto Jehová os amó” [Dt. 7:7–8]). Más aún, el a. de Dios se extiende hacia su pueblo a pesar de las infidelidades de éste. El libro del profeta •Oseas es todo un tratado sobre esto. Pero se nos dice que Dios ama a los que le obedecen (“Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado, y puesto por obra.... te amará” [Dt. 7:12–13]). El Señor “ama a los justos” (Sal. 146:8). La actitud que corresponde al hombre es la de un a. absoluto hacia Dios (“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” [Dt. 6:5; Mt. 22:37]). Ese a. hacia Dios se expresa en el a. hacia el prójimo (“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” [Lv. 19:18]).

La interpretación que se daba a ese mandamiento entre los israelitas limitaba la práctica del a. sólo dentro de la comunidad nacional, teniendo en cuenta las instrucciones para destruir a los pueblos de Canaán y no hacer pactos ni emparentar con ellos. El Señor Jesús, sin embargo, establece que el a. ha de ser practicado aun hacia los enemigos (Lc. 6:27). Así lo vemos en el supremo ejemplo del a. divino, pues “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). El a. se expresa dando. Se puede dar sin amar, pero es imposible amar sin dar. Así, “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito” (Jn. 3:16).

En el NT se utilizan los términos griegos agape, philadelphia y philantrophia. Ágape señala a ese a. espiritual, tanto de Dios hacia los hombres como de los hombres hacia Dios o hacia los otros seres humanos, como en Jn. 15:13: “Nadie tiene mayor a. que éste, que uno ponga su vida por sus amigos”. O en 1 Co. 13:4: “El a. es sufrido”. En forma de verbo, el término es agapaö. Como en Jn. 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo”. O en Ro. 8:28: “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Cuando la referencia es más específicamente al a. entre hermanos, se utiliza la palabra philadelphia. Como en Ro. 12:10: “Amaos los unos a los otros con a. fraternal (philadelphia)”. Philantrophia es a. hacia los hombres, ya sea de Dios o de otro ser humano. En Hch. 28:2, describiendo las atenciones que dieron los maltenses a Pablo y los náufragos, se dice: “Los naturales nos trataron con no poca humanidad (philantrophia)”.

La Biblia no ofrece una definición teórica del a., sino que nos lo presenta mayormente en forma de acción, exponiéndonos lo que el a. hace o no hace. Así, “el a. es sufrido, es benigno ... no es indecoroso ... no busca lo suyo... etcétera” (1 Co. 13:1–8). El a. no es tanto un sentimiento como un acto de la voluntad, pues el Señor Jesús ordena: “Amaos unos a otros” (Jn. 13:34), por lo cual no debe pensarse que hay que esperar que el a. nazca espontáneamente en nosotros, sin un esfuerzo consciente por ejercerlo hacia una persona. El verdadero a. nace de la voluntad y se convierte en sentimiento, no al revés. Sólo Dios ama sin ningún esfuerzo de voluntad porque él es, en esencia, a. (1 Jn. 4:8), por lo cual, cuando ama, de suyo ama. Dios, por medio de su Espíritu Santo, nos capacita para el a., dándonos así de su propia naturaleza (Ro. 5:5). Así, el mandamiento de amar no resulta gravoso, porque Dios pone a nuestra disposición la capacidad para ello.

El a. reina como supremo por encima de todas las virtudes (“Ahora permanecen la fe, la esperanza y el a., estos tres; pero el mayor de ellos es el a.” [1 Co. 13:13]). El a. conduce a los creyentes a la búsqueda permanente del bien del otro. De lo contrario, no se considera válida una manifestación de a. hacia a Dios, porque “el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Jn. 4:20). La práctica del a. entre los cristianos es lo que puede decir al mundo que son verdaderos seguidores del Señor Jesús, que dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviéreis a. los unos con los otros” (Jn. 13:35). Los creyentes son alentados a soportarse “los unos a los otros en a.” (Ef. 4:2) y a seguir “la verdad en a.” (Ef. 4:15).

AMORREOS (Acadio: Del O., Occidentales). De manera general se llamaba así a los pueblos semitas que habitaban al O de la Mesopotamia como nómadas en el desierto en el tercer milenio a.C. Otra teoría señala que su nombre proviene del dios que adoraban, “martu” (en sumerio). Parte de esas tribus se expandieron hacia Mesopotamia, la conquistaron y establecieron una dinastía de la cual •Hammurabi fue uno de sus más famosos gobernantes. Algunos piensan que fue en esa época cuando Abraham emigró.

Otra parte fue más al S, y ocupó lo que sería la Tierra Prometida. Las Cartas de el-•Amarna mencionan varias veces pueblos de a. y sus relaciones con los “abiru” (hebreos). El término a. es usado para señalar, entre los descendientes de Canaán, o cananeos, a un grupo particular (Gn. 10:15–18). Pero a veces es también utilizado como equivalente a “cananeo”, pues se dice los “a. en cuya tierra habitáis” (Jos. 24:15; Jue. 6:10; Am. 2:9). Abraham vivió entre los a. e hizo amistad con algunos de ellos (Gn. 14:13). Pero eran pueblo de muy malas costumbres, cuyo pecado iba en aumento (Gn. 15:16), por lo cual Dios decidió eliminarlos, junto con otros pueblos de Canaán (Gn. 15:18–21) y dar su tierra a los israelitas (Éx. 3:8, 17; 23:23; 33:2; 34:11). Jacob luchó contra los a., y les tomó tierras (“con mi espada y con mi arco” [Gn. 48:22]).

Los principales reyes a. hicieron resistencia y pelearon contra Israel (Nm. 21:21–23), pero fueron vencidos (Nm. 21:24–25). Estos hechos tuvieron amplia resonancia e influyeron en las

subsecuentes victorias contra los otros pueblos, pues Dios haría “con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los a., y con su tierra, a quienes destruyó” (Dt. 31:4–5). Josué derrotó a los a. en una famosa batalla en la cual cayeron piedras del cielo, cuando “el sol se detuvo y la luna se paró” (Jos. 10:6–13). Pero los israelitas no los destruyeron totalmente y éstos se quedaron viviendo entre ellos (Jue. 3:4–6) e indujeron al pueblo de Israel a la idolatría, que era una práctica por la cual los a. fueron famosos (1 R. 21:26; 2 R. 21:11). En tiempos de Salomón, a los “que quedaban de los a.” se les aplicó trabajo forzado en obras públicas (1 R. 9:17–21).

AMÓS (Porteador). Profeta que denunció los pecados y males de Israel (Reino del Norte) “en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo Joás, rey de Israel” (Am. 1:1). Era natural de Tecoa, 16 km al S de Jerusalén, en Judá, donde ejercía el oficio de pastor antes de ser llamado a profetizar. Sin embargo, la mayor parte de sus oráculos van dirigidos a Israel (Reino del Norte). Encontró la oposición de •Amasías, un sacerdote del santuario de Bet-el, que le acusó de estar conspirando contra el rey Jeroboam II. A. contestó diciendo: “No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres” (Am. 1:1; 7:14). Pero aclaró que había recibido de Dios el mandamiento de profetizar. Su mensaje estaba orientado a condenar al pueblo por haberse apartado del verdadero Dios y por las injusticias sociales que imperaban en su seno. El juicio divino por todo ello se ejecutaría e Israel sería llevado cautivo. Esto se cumplió unos cuarenta años después con la invasión asiria, la destrucción de Samaria y el consiguiente exilio.

AMÓS, LIBRO DE Uno de los libros de la Biblia llamados “profetas menores”, contentivo de los oráculos del profeta •Amós, natural de Tecoa, en Judá.

Circunstancias. En los tiempos de •Jeroboam II los asirios ocuparon el N de Siria, lo cual permitió a este rey atacar a los sirios y conquistar •Damasco y •Hamat. Esta expansión había sido predicha por el profeta Jonás (2 R. 14:25–28). Como los asirios se habían retirado hacia el N de su territorio para ocuparse de otros problemas, Israel se sintió en seguridad. Comenzó así una época de gran prosperidad comercial para el Reino del Norte. Pero la riqueza se quedaba acumulada en manos de los comerciantes israelitas que, además, oprimían al pueblo. Israel insistía en sus cultos idolátricos, especialmente en el santuario de •Bet-el. Es en medio de estas circunstancias históricas que el profeta recibe el llamamiento de Dios y lleva su mensaje.

Desarrollo. La forma en que está editado el libro permite su división en por lo menos siete partes principales:

a) Tras la introducción, se presentan los juicios contra ocho naciones: Damasco, •Gaza, •Tiro, •Edom, •Amón, •Moab, Judá e Israel. Estos se exponen con una fórmula introductoria que dice: “Por tres pecados de ... y por el cuarto”, dándose a continuación las razones para cada uno. La intención no es simplemente aritmética, sino que es una forma de expresar que el pecado de esos pueblos había más que llegado a su culminación. Se alude en el caso de las naciones no israelitas a conflictos en que ellas habían participado y en los cuales su comportamiento había sido cruel e inhumano. Pero a Judá se le acusa de haber menospreciado la ley de Jehová. Se resalta la injusticia social como pecado grande de Israel, así como su deslealtad religiosa (Am. 1:1–15; 2:1–16).

b) Luego se pasa a una ampliación de lo justificado y merecido que era el juicio sobre Israel, que habiendo sido escogido (“A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” [Am. 3:2]) no sabe “hacer lo recto ... atesorando rapiña y despojo en sus palacios” [Am. 3:10]). Por tanto, Dios castigará “los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar” (Am. 3:14). Esto no es algo que vendría sin aviso, pues el Señor había hecho juicios admonitorios en la forma de períodos de hambre, sequías y lluvias inoportunas

que dañaban sus cosechas, vientos impetuosos y plagas de langostas. Incluso con derrotas a manos enemigas. Pero Israel no se había arrepentido. Dios les repite varias veces: “Con todo, no os volvisteis a mí”. Por lo tanto, es deber del profeta proclamarle ahora: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Am. 4:6–13).

c) Sin embargo, todavía había camino abierto para la reconciliación con Dios, pero no sobre la base de una práctica de ritos anquilosados y sin sentido. “Buscadme y viviréis” dice Jehová “y no busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba.... buscad al que hace las Pléyades y el Orión.... Buscad lo bueno, y no lo malo...” (Am. 5:1–14). Dios aborrecía “vuestras solemnidades, y ... vuestras asambleas”. No le complacían sus sacrificios, ni sus cánticos y salmodias. Pero “corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (Am. 5:15–27).

d) Los que impiden que esto acontezca son los líderes del pueblo, “los notables y principales entre las naciones.... [que] duermen en camas de marfil ... gorjean al son de la flauta ... beben vino en tazones ... y no se afligen por el quebrantamiento de José” (Am. 6:1–6). Por eso serían de los primeros en ir cautivos. Dios abomina “la grandeza” de ellos y aborrece “sus palacios” (Am. 6:7–8). Esos, que habían “convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo” (Am. 6:12), pensando que lo que habían logrado se debía a su propia fuerza, serían oprimidos “desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá”, esto es, por todo su territorio, de N a S.

e) El profeta describe cinco visiones. En las primeras dos se muestra al Señor que prepara un juicio y luego no lo ejecuta tras la intercesión del hombre de Dios. Una era una plaga de langosta y la otra un juicio con fuego. En ambos casos el profeta intercede (“Señor Jehová, perdona ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño”). Y Dios dijo: “No será esto” (Am. 7:1–5). Pero luego, en la tercera visión, en la que aparece una plomada de albañil, Dios se muestra como que mide al pueblo con ella y, encontrándolo falto, dice: “No lo toleraré más” (Am. 7:8). Se intercala una narración en la cual el sacerdote •Amasías, del santuario idólatra de Bet-el, acusa a A. de conspirar contra el rey y trata de ahuyentarle hacia Judá (“Come allá tu pan, y profetiza allá” [Am. 7:12]). El hombre de Dios se niega y reafirma su vocación profética anunciando juicio contra Amasías (Am. 7:10–17). Luego se describe la visión de un canastillo de “fruta de verano” (kayits), mediante la cual, usando un juego de palabras, se confirma el mensaje de la plomada, pues había “venido el fin” (ha-kets) “sobre mi pueblo Israel” (Am. 8:1–3).

f) El oráculo ruge contra los que maltratan a los pobres (“Explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra” [Am. 8:4]). Se describen muy gráficamente las injusticias sociales que se cometían: la corrupción administrativa, los negocios fraudulentos, los engaños en el comercio, pues había los que decían: “¿Cuándo ... achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza, para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos...?” (Am. 8:5–7). Esto produce indignación, y el juicio será tal que vendrá un día en que buscarán la “palabra de Jehová, y no la hallarán” (Am. 8:8–14).

g) Pero se incluye una visión final de la gloria de Dios. “El Señor ... estaba sobre el altar”. Nadie puede esconderse de él ni ponerse fuera del alcance de su mano. Se confirma que habrá juicio. La casa de Israel sería “zarandeada entre todas las naciones”. Pero luego Dios levantaría “el tabernáculo de David”, haría una restauración de Israel, que pasaría a poseer “todas las naciones”. En esa época la abundancia será tal “que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán...” Terminaría el cautiverio de Israel y viviría en paz (“Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová” [Am 9:1–15]).

AMOZ Padre del profeta Isaías (2 R. 19:2, 20; 20:1; 2 Cr. 26:22; Is. 1:1; 2:1).

AMPLIAS Íntimo amigo de Pablo, al que saluda en Ro. 16:8 llamándole “amado mío en el Señor”. A. es diminutivo de “Ampliatus” (Lat.).

AMRAFEL Rey de •Sinar aliado de •Quedorlaomer que venció a los reyes de •Sodoma, Gomorra, •Adma y •Zeboim, y que fue luego vencido por Abraham Algunos eruditos lo identifican con •Hammurabi (Gn. 14:1–16).

AMRAM (El pueblo es exaltado). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Moisés y Aarón. Vivió ciento treinta y siete años (Éx. 6:20; Nm. 26:59). Se menciona en el NT, aunque no por nombre, cuando se les pone a él y a su esposa como ejemplos de fe porque “no temieron el decreto del rey” y escondieron a Moisés (He. 11:23).

2. Descendiente de Esaú. Hijo de Disón (1 Cr. 1:41).

3. Uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras (Esd. 10:34).

AMRAMITA Descendiente de •Amram #1. El nombre fue conservado por los descendientes de •Coat a través de ese hijo (Nm. 3:27; 1 Cr. 26:23).

AMSI (Mi fuerza). Nombre de personas en el AT.

1. Levita de la familia de •Merari que era antepasado de Etán, uno de los cantores en el servicio de Jehová en tiempos de David (1 Cr. 6:46).

2. Antepasado de un sacerdote que habitaba en Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 11:12).

AMULETOS Objeto pequeño que los pueblos primitivos usaban con fines mágicos. Se llevaban en el cuerpo porque se suponía que de esa manera se podían alejar los espíritus y malas influencias. Se utilizaban como a. piedras preciosas, placas con inscripciones, ornamentos, bolsitas que contenían algún conjuro, etcétera. Se han encontrado muchos a. en excavaciones arqueológicas en Israel, lo cual hace suponer que los israelitas los usaban mucho, pero en la Biblia no existe una referencia directa a ellos. Al parecer, fue algo que copiaron de las costumbres de los paganos, porque de conformidad con la ley de Moisés, la •idolatría, la •magia y la •hechicería estaban prohibidas.

ANA (Gracia, favor). Nombre de una mujer del AT y otra del NT.

ANÁ Nombre de personas del AT.

1. “Hijo de Zibeón heveo”, padre de •Aholibama, mujer de Esaú (Gn. 36:2). “Es el que descubrió manantiales en el desierto...” (Gn. 36:24).

2. Uno de “los hijos de Seir horeo” (Gn. 36:20; 1 Cr. 1:40).

1. Esposa preferida de •Elcana (la otra era •Penina). A. no tenía hijos y Penina se burlaba de ella. En una de las ocasiones en que “aquel varón subía de su ciudad para adorar ... en Silo” (1 S. 1:3), A. pidió a Dios un hijo, y prometió que lo dedicaría a Jehová (1 S. 1:11). El sacerdote •Elí, que la veía orando en voz baja, pensó que estaba borracha, pero luego al

saber el asunto predijo que le sería contestada su oración (1 S. 1:12–17). A. concibió y dio a luz a •Samuel (1 S. 1:20) y después que lo destetó lo trajo a Elí (1 S. 1:25). El •Magnificat tiene cierto paralelismo con el cántico de A. que aparece en 1 S. 2:1–10. Y en el mismo aparece por primera vez en la Biblia la palabra •“Ungido” (1 S. 2:10). Además, cuando A. hacía su oración pidiendo descendencia usó el término “Jehová de los ejércitos” (1 S. 1:11), que es la primera mención de ese nombre de Dios en la Biblia. Después de Samuel, Ana “dio a luz tres hijos y dos hijas” (1 S. 2:21).

2. “Hija de Fanuel”. Profetisa, “de edad muy avanzada” que se presentó “en la misma hora” en que Jesús fue llevado por •José y •María al •templo por primera vez. A. reconoció que Jesús era el •Mesías “y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lc. 2:36–38).

ANAB (Uva). Ciudad en la zona montañosa conquistada por Josué tras vencer a los anaceos. Fue adjudicada a Judá (Jos. 11:21; 15:50).

ANAC (Cuello). Antiguo morador cananeo de Hebrón. Tanto A. como sus hijos “Sesai, Ahimán y Talmai” eran de gran estatura (Num 13:22; Jos. 15:13–14; 21:11; Jue. 1:20). •Gigantes.

ANAC. HIJOS DE, Cananeos de gran estatura que tenían como antepasado a •Anac. Diez de los espías enviados por Moisés a Canaán reportaron que habían visto “allí gigantes, h. de A., raza de los gigantes” (Nm. 13:32–33; Dt. 1:28), lo cual llenó de terror a los hijos de Israel. A cualquier persona que fuese muy alta se le comparaba con ellos (Dt. 2:10–11). Su fama era grande, de tal modo que había un refrán que decía: “¿Quién se sostendrá delante de los h. de A.?” (Dt. 9:2). La expresión “h. de A.” o “anaceo” vino a ser equivalente a “gigante”.

Caleb fue el que finalmente desalojó a los h. de A. de •Hebrón (Jos. 15:14). “Ninguno de los anaceos quedó en la tierra ... solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod” (Jos. 11:22). Entre los descendientes de los pocos que quedaron se menciona a •Goliat (1 S. 17:4), •Isbi-benob (2 S. 21:16), •Saf (2 S. 21:18); •Goliat geteo (2 S. 21:19), “Lahmi, hermano de Goliat geteo” (1 Cr. 20:5), •Sipai (1 Cr. 20:4) y otro que fue muerto por un sobrino de David (2 S. 21:20–24).

ANAHARAT Ciudad en el valle de •Jezreel. Pertenecía a Isacar (Jos. 19:19).

ANAÍAS (El Señor ha contestado). Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:22, 29).

ANAMELEC (Acadio: Anu es rey). Deidad que adoraban en •Sefarvaim, una de las regiones de donde los asirios trajeron habitantes para repoblar Samaria, los cuales “quemaban sus hijos en el fuego para adorar a A.” (2 R. 17:31).

ANAMIM Pueblo de ascendencia egipcia (Mizraim) (Gn. 10:13).

ANÁN (Nube). Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:26, 29).

ANANI (Dios se ha revelado). Descendiente del rey David (1 Cr. 3:24).

ANANÍAS (Dios se ha revelado). Nombre de personas y un lugar del AT y personas del NT.

1. Ascendiente de uno de los que ayudaron a reconstruir los muros de Jerusalén (Azarías) (Neh. 3:23).

2. Padre de uno de los funcionarios (Sedequías) de •Joacim, presente cuando se leyó el rollo escrito por Jeremías (Jer. 36:12).

3. Uno de los compañeros de Daniel, junto con •Misael y •Azarías, “del linaje real de los príncipes” judíos llevados a Babilonia (Dn. 1:3–6). Su nombre fue cambiado a •Sadrac. Acompañó a Daniel en su propósito de “no contaminarse” (Dn. 1:7–8). Éste le pidió a A. y sus compañeros que orasen cuando la crisis del sueño de •Nabucodonosor (Dn. 2:17). Se negó a adorar la estatua del rey caldeo y fue echado en un horno, de donde salió sin “siquiera olor de fuego” (Dn. 3:27).

4. Ciudad habitada por los descendientes de Benjamín en tiempos de Nehemías (Neh. 11:32).

5. Miembro de la primitiva iglesia de Jerusalén que poco después de •Pentecostés vendió una herencia y trató de engañar a los apóstoles al declarar el precio de la venta. Cuando Pedro le descubrió “cayó y expiró”. Lo mismo pasó a su mujer •Safira (Hch. 5:1–11).

6. Cristiano que vivía en •Damasco, “a quien el Señor dijo en visión” que fuera a confirmar en la fe a •Saulo de Tarso. A. respondió hablando sobre “cuántos males [Saulo] ha hecho a tus santos en Jerusalén”, pero Dios le ratificó la orden, la cual cumplió (Hch. 9:10–19).

7. Sumo sacerdote. Ordenó que a Pablo “le golpeasen en la boca”. El apóstol no sabía que era el sumo sacerdote y le llamó “pared blanqueada” (Hch. 23:1–4).

ANÁS Sumo sacerdote en tiempos de Cristo. A. fue escogido para ese alto oficio por los romanos alrededor del año 6 d.C., y duró en el mismo unos nueve años. Los mismos romanos le depusieron, y colocaron en su lugar a su yerno •Caifás, pero como para los judíos el cargo era vitalicio éstos le siguieron considerando como sumo sacerdote. Eso explica la expresión “siendo sumos sacerdotes A. y Caifás, vino palabra de Dios a Juan” (Lc. 3:2). Así, cuando apresaron al Señor Jesús “le llevaron primeramente a A.” (Jn. 18:13), el que luego “le envió atado a Caifás” (Jn. 18:24).

En el período inmediato a la muerte del Señor Jesús, A. es todavía mencionado como “sumo sacerdote” (Hch. 4:6). Tan grande fue su influencia que además de su yerno •Caifás, cinco de sus hijos ocuparon el sumo sacerdocio.

ANAT Padre de •Samgar, un personaje mencionado en el libro de los Jueces. A. se llamaba una diosa cananea. No se sabe si la expresión “hijo de A.” tiene relación con ella o si simplemente alude a otro personaje o al lugar de nacimiento de Samgar (Jue. 3:31).

ANATEMA En el AT es traducción de la palabra hebrea herem que señalaba a algo apartado de una forma que no podía ser utilizado para un fin profano y que pertenecía a Dios. Específicamente se refiere al botín de guerra cuyo uso lo decidía Jehová, si no ordenaba su completa destrucción. Así, si en una guerra se tomaba una persona cautiva como a., no podía “ser rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta” (Lv. 27:29). Cuando se venciera a los pueblos cananeos, los israelitas debían quemar en el fuego “las esculturas de sus dioses”, cuidándose de no codiciar “plata ni oro de ellas para tomarlo”, ni traerlos a sus casas (“para que no seas a.; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es a.” [Dt. 7:25–26]). Dios condenó a Jericó como “ciudad a. a Jehová, con todas las cosas que están en ella” (Jos. 6:17). El pecado de Acán consistió en que “tomó del a.” (Jos. 7:1).

La cosa consagrada como a. si era usada fuera de ese contexto contaminaba al que así lo hacía, lo convertía en a. Por esta razón, en el caso de Acán Dios dijo que Israel había “venido a ser a.” (Jos. 7:12). También Saúl recibió censura por haber conservado lo que él llamó “las

primicias del a.” tras la victoria sobre Amalec (1 S. 15:21). Igualmente cuando •Acab derrotó a los sirios y perdonó la vida a •Ben-adad, Eliseo le reconvino (“... soltaste de la mano el hombre de mi a.” [1 R. 20:42]).

Después del exilio se desarrolló entre los judíos la costumbre de declarar “a.” a una persona, como exclusión definitiva o transitoria de la comunidad. En tiempos de Esdras se decidió que el que no acudiera a la convocatoria hecha para resolver el problema de los matrimonios mixtos “el tal fuese excluido de la congregación” (Esd. 10:8). Esa costumbre siguió en la sinagoga (Jn. 9:22). En el NT la palabra aparece en Lc. 21:5, donde se dice que “el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas (anathëma)”, con el sentido que tenía en el griego de una cosa apartada, consagrada para un dios.

Esa misma palabra “a.” , pero con una carga de destrucción y aniquilamiento, se usa para señalar algo destinado a maldición y condenación. Pablo hubiera escogido ser a. si eso hubiera hecho posible la salvación de sus hermanos judíos (Ro. 9:3). Es imposible, entonces, “que nadie que hable por el Espíritu de Dios llame a. a Jesús” (1 Co. 12:3), pero “el que no amare al Señor Jesucristo, sea a.” (1 Co. 16:22). Igualmente, si alguien “anunciare otro evangelio diferente ... sea a.” (Gá. 1:8). La palabra anathëma, cuando se usa en forma de verbo en griego, se traduce como “maldecir” (Mr. 14:71; Hch. 23:12, 14, 21).

ANATOT Ciudad otorgada a los levitas dentro del territorio de Benjamín (Jos. 21:18; 1 Cr. 6:60). Quizás fue sede del culto a la diosa cananea •Anat. Salomón hizo que •Abiatar se fuera a sus heredades en A., exiliado, por su participación en el asunto de •Adonías (1 R. 2:26). De los valientes de David dos eran de A.: Abiezer (2 S. 23:27) y Jehú (1 Cr. 12:3). Jeremías era “de los sacerdotes que estuvieron en A.” (Jer. 1:1) y profetizó “mal sobre los varones de A.” (Jer. 11:23). Sin embargo, como muestra de la esperanza de redención, el profeta, bajo órdenes divinas, compró una heredad en aquella tierra que sabía iba a ser destruida por los caldeos (Jer. 32:7–37). Es posible que fuera destruida en la invasión caldea hacia Jerusalén (Is. 10:30), pero Esdras registra que con él volvieron 128 “varones de A.” (Esd. 2:23).

ANCIANIDAD. ANCIANOS Los primeros seres humanos vivían muchos años (Gn. 5:1–32). Algunos interpretan que en vista de la maldad de los seres humanos, Dios disminuyó grandemente el período de vida (“... mas serán sus días ciento veinte años” [Gn. 6:3]). En el Sal. 90:10 se dice que “los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo”. De todas maneras, el disfrutar de una larga vida es una bendición de Jehová (“Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” [Sal. 91:16]). Por eso se dice que en la era mesiánica “no habrá ... niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla” (Is. 65:20). El obedecer los mandamientos del Señor trae larga vida (“... para que tus días se alarguen sobre la tierra” [Éx. 20:12; Dt. 6:2; 22:7; 25:15; Ef. 6:3]).

Sin embargo, se reconoce también la “molestia y trabajo” que vienen con los muchos años. En Ec. 12:1–7 se puede encontrar todo un poema que habla de la vejez (“... antes que lleguen los días malos ... antes que oscurezca el sol ... y se perderá el apetito ... antes que la cadena de plata se quiebre ...”, etcétera). Por eso, una persona debía orar diciendo: “No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares” (Sal. 71:9).

Una ventaja de la vejez es la experiencia, porque “en los ancianos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia” (Job 12:12). Este es el concepto que tradicionalmente utilizaron casi todos los pueblos para poner a las personas de más edad a gobernar los asuntos de la comunidad. Dios ordenó llamar a setenta ancianos de Israel para que representasen al pueblo (Nm. 11:16–17). En los estatutos otorgados por Moisés, los ancianos representaban un papel muy importante, sirviendo mayormente como jueces (Dt. 19:12; 21:2–3, 19, 20; 22:15, 18).

Todavía después del exilio, los ancianos siguieron con su importante función. Unos ancianos fueron a consultar a Ezequiel (Ez. 8:1).

En tiempos del NT los ancianos continuaban con su función en el gobierno del pueblo. El Señor Jesús predijo que “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas” (Mt. 16:21). “Los ancianos y todo el concilio” juzgaron al Señor (Mt. 26:59).

Esta costumbre de confiar la dirección de los asuntos en manos de los de mayor edad fue copiada por la iglesia primitiva. La colecta que hicieron los hermanos de •Antioquía fue enviada “a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo” (Hch. 11:29–30). La decisión del concilio de Jerusalén fue tomada por “los apóstoles ... los ancianos ... (y) toda la iglesia” (Hch. 15:22). Pablo reunió en •Mileto a los ancianos de Éfeso (Hch. 20:17). También encomendó a •Tito que estableciera en Creta “ancianos en cada ciudad” (Tit. 1:5), indicándole las cualidades que debían tener (Tit. 1:6–9). Estas mismas cualidades las recomienda a •Timoteo para los •obispos (1 Ti. 3:1–7), lo cual indica que las palabras anciano y obispo son intercambiables.

Las funciones de los ancianos son gobernar, predicar y enseñar (1 Ti. 5:17). Los que “gobiernan bien” merecen ser sostenidos por la iglesia (1 Ti. 5:17). Contra ellos no se puede admitir “acusación sino con dos o tres testigos” (1 Ti. 5:19). Deben apacentar “la grey de Dios ... no teniendo señorío ... sino siendo ejemplos de la grey” (1 P. 5:1–3). Si “alguno está enfermo” debe llamar a los ancianos, que orarán por él “ungiéndole con aceite en el nombre del Señor” (Stg. 5:14). Los jóvenes deben estar “sujetos a los ancianos” (1 P. 5:5). El término es intercambiable con el de “pastores”. La palabra presbuterion, que significa “los más ancianos”, se utiliza varias veces en el NT refiriéndose a “los ancianos del pueblo” (Lc. 22:66; Hch. 22:5). El conjunto de ancianos de una iglesia es el “presbiterio” (1 Ti. 4:14).

En la adoración celestial, Cristo recibe el homenaje de veinticuatro ancianos (Ap. 5:9; 11:16; 19:4). Diversas interpretaciones se han hecho sobre ese número de ancianos, unos diciendo que se refiere a los doce patriarcas y los doce apóstoles, fundadores del pueblo de Israel y de la Iglesia, otros indicando que más bien recuerdan las veinticuatro órdenes sacerdotales y levíticas. •Obispo.

ANCLA. Objeto pesado que se lanzaba desde los barcos atados a una cuerda para asegurar que la embarcación se quedara en un mismo lugar. Cuando el barco en que viajaba Pablo se vio en peligro, diversas anclas fueron utilizadas tratando de evitar el naufragio (Hch. 27:13–44). Para ilustrar la esperanza que tienen los creyentes, el autor de Hebreos dice que el Señor Jesús es “segura y firme a. del alma” (He. 6:19).

ANDAR. CAMINAR El vocablo hebreo halak se traduce como caminar, andar. Trasmite la idea de movimiento de una parte a otra. En adición al sentido literal relacionado con el movimiento de los pies del hombre al trasladarse, se usa el término para hablar de un comportamiento, en sentido moral (“Caminó Enoc con Dios” [Gn. 5:22]). Dios dijo a Abraham: “Anda delante de mí, y sé perfecto” (Gn. 17:1). Los pensamientos y mandamientos de Dios son el camino por donde el hombre debe andar.

En el NT es frecuente referirse a la vida pasada de los creyentes diciendo que se comportaban de una manera muy negativa. Andaban “conforme a la carne” (Ro. 8:1) y “siguiendo la corriente de este mundo” (Ef. 2:2). Pero una vez redimidos por Cristo, se les exhorta: “Andad en el Espíritu” (Gá. 5:16). Han de tener un comportamiento que sea “digno de la vocación con que” fueron llamados (Ef. 4:1).

ANDRÉS (Varonil). Uno de los apóstoles. Pescador como su hermano Pedro, era originario de •Betsaida (Jn. 1:44) pero vivía en •Capernaum Era discípulo de •Juan el Bautista y al oír el mensaje de éste siguió a Jesús. Luego fue y trajo a su hermano Simón diciéndole: “Hemos hallado al Mesías” (Jn. 1:33–42). Fue el que presentó al Señor Jesús a un muchacho con “cinco panes de cebada y dos pececillos”, y dio pie al milagro que luego hizo el Señor Jesús (Jn. 6:8–9). Los griegos que querían ver al Señor lo dijeron a Felipe y éste a A. (Jn. 12:20–23), quizás porque eran de Betsaida, donde el griego era más comúnmente hablado. “Pedro, Jacobo, Juan y A.” inquirieron del Señor Jesús sobre cuándo sería el fin (Mr. 13:3–5).

ANDRÓNICO (Conquistador de hombres). Cristiano al que Pablo saluda en Ro. 16:7. Al mencionarlo junto a Junias, Pablo los llama “mis parientes y mis compañeros de prisiones”, añadiendo que “son muy estimados entre los apóstoles”. Parece que pertenecía a una comunidad de creyentes muy primitiva, puesto que dice: “fueron antes de mí en Cristo”.

ANEM (Dos manantiales). Ciudad en el territorio de Isacar que fue dedicada a los levitas (1 Cr. 6:73). Llamada también •En-ganim (Jos. 19:21; 21:29).

ANER Nombre de una persona y un lugar en el AT.

1. Cananeo que era aliado de Abraham y que le acompañó en el rescate de •Lot (Gn. 14:13).

2. Ciudad en el territorio de Manasés que le fue otorgada a los levitas (1 Cr. 6:70).

ANFÍPOLIS Ciudad que en un tiempo fue capital de •Macedonia. Al salir de Filipos, Pablo y Silas “pasando por A. y Apolonia, llegaron a Tesalónica” (Hch. 17:1). El mencionar que se detuvieron en esta última ciudad “donde había una sinagoga de los judíos” hace pensar que en A. no había lugar de reunión de los judíos, por lo cual no se detuvieron allí.

ÁNGELES La palabra significa “mensajero”. Son seres espirituales que cumplen misiones entre Dios y los hombres. El nombre les viene por la función. Se mencionan ciento ochenta veces en el AT y ciento sesenta y cinco en el NT. “Son espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (He. 1:14), de los cuales son consiervos, no admitiendo el ser adorados por ellos (Ap. 19:10). Son criaturas superiores a los hombres (He. 2:9). Frecuentemente se dice de ellos que son “enviados” por Dios (Gn. 19:13; Éx. 23:20; Sal. 78:49; Dn. 3:28; 6:22), ya sea para proteger a los hombres (Sal. 34:7) o ejecutar los juicios divinos (2 S. 24:16). Se presentan en forma de “varones” (Gn. 19:1, 5, 10). Se dice de ellos que forman el ejército de los cielos (Jos. 5:14), de donde viene el nombre de “Jehová de los ejércitos” (Sal. 24:10; Is. 1:9). Están con Dios en el cielo, formando su corte (Gn. 21:17; 1 R. 22:19; Mt. 18:10), pero Jacob los vio en la tierra (Gn. 32:1–2).

Fueron testigos de la creación (Job 38:4–7). Participaron en la entrega de la ley (Gá. 3:19; He. 2:2), en el nacimiento del Señor Jesús (Mt. 1:20; Lc. 1:28–30) y en su resurrección (Mt. 28:2). No contraen matrimonio (Mr. 12:25). Sienten curiosidad por los misterios de la Iglesia y el evangelio (1 P. 1:12). Acompañarán al Señor Jesús cuando regrese (Mt. 16:27). Los á. desempeñarán un gran papel en el fin del siglo (Mt. 13:39–49; 24:31), como puede verse en las muchas menciones que de ellos se hace en el libro de Apocalipsis. Son personas, puesto que tienen sentimientos, pensamientos y voluntad, aunque no cuerpo físico. Como tales están sujetos a juicio, cosa en la cual participarán los creyentes (1 Co. 6:3).

Las expresiones “muchos millares de á.” (He. 12:22) y “millones de millones” (Ap. 5:11) aluden a la gran cantidad de á. que existen. Del estudio de los distintos nombres que se les aplican y las funciones que aparentan tener, muchos deducen que entre ellos hay una especie de rangos o jerarquía. Esta idea se desarrolló mayormente en el período intertestamentario, pero el NT parece que la continúa utilizando, pues en Col. 1:16 leemos: “Porque en él fueron

creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”. Así, los eruditos identifican a:

El arcángel. La palabra aparece sólo dos veces en el NT: 1 Tes. 4:16 y Jud. 9. En este último versículo se ofrece un nombre: Miguel. En el AT se le llama “uno de los principales príncipes” (Dn. 10:13), lo cual debe relacionarse con el uso del prefijo “arc” en el NT. Al decirse “uno de los...” se entiende que hay más. En el pseudoepígrafo libro de Enoc aparece una lista con muchos nombres de a., siendo principales Uriel, Rafael, Ragüel, Miguel, Saraqael y Gabriel como “los santos a. que vigilan” (1 En. 20:1). Generalmente se tiene al arcángel Miguel como muy relacionado con el pueblo de Israel, pues se le llama “el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo” (Dn. 12:1). El regreso del Hijo del Hombre se hará “con voz de arcángel” (1 Ts. 4:16).

El querubín. Aparecen mencionados los querubines como puestos por Dios “al oriente del huerto de Edén” para impedir el acceso al árbol de la vida (Gn. 3:24). Además, en la construcción del •tabernáculo y del •templo se utilizan figuras que representan q. (Éx. 25:18–22; Nm. 7:89; 1 R. 6:23–35), de donde sale la expresión de que Dios “mora entre los q.” (1 S. 4:4; 2 S. 6:2; 2 R. 19:15; Is. 37:16) y que está “sentado sobre los q.” (Sal. 80:1; 99:1). En las visiones de Ezequiel se presenta a los q. como “seres vivientes”, con “semejanza de hombre” y otros detalles que aparecen en Ez. 1:5–14. Es universal la interpretación de que Satanás es descrito como un q. en Ez. 28. ( •Carro).

Los serafines. Sólo son mencionados en la visión de Isaías, en el cap. 6 de su libro. Estaban “por encima” del trono, “cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban”, y daban voces diciendo: “Santo, santo, santo...” (Is. 6:1–3). Su labor permanente es la alabanza de la gloria de Dios. Los serafines son descritos como que tienen alas, pero eso no debe aplicarse necesariamente a los demás ángeles.

Otras órdenes angelicales posibles surgen de la interpretación que se da a varias expresiones bíblicas en las cuales se nos habla de: “Principados y potestades” (Ro. 8:38); “Principado y autoridad y poder y señorío” (Ef. 1:21); “Principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef. 3:10); “Principados ... potestades ... gobernadores de las tinieblas ... huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12); “Tronos ... dominios ... principados ... potestades” (Col. 1:16).

El diablo también tiene sus á., que le acompañaron en su rebelión y compartirán su destino final (Mt. 25:41; Ap. 12:9). Son llamados •demonios. Se les trata en artículo aparte. •Demonios. •Principados y potestades. •Satanás.

ÁNGEL DE JEHOVÁ •Teofanía.

ÁNGULO, PUERTA DE Se llamaba así a una sección del muro de Jerusalén, con una entrada. Junto a ella edificó •Uzías una torre (2 Cr. 26:9). Nehemías la reconstruyó (Neh. 3:20). Es posible que quedara entre la puerta de los Caballos y la puerta de las Aguas, al S del •templo.

ANGUSTIA Aguda congoja. Jacob levantó un altar al Dios que le respondió en el día de la a. (Gn. 35:3). Para el pobre, Dios es “refugio para el tiempo de a.” (Sal. 9:9). En muchos salmos se repite la idea de Dios como refugio, salvador, librador de la a. (Sal. 25:22, 50:15, 91:15, 120:1). La mujer, cuando da a luz, tiene fuerte a. (Jer. 4:31; 50:43; Ap. 12:2).

ANIAM (Lamento del pueblo). Personaje en la descendencia de Manasés. Hijo de Semida (1 Cr. 7:19).

ANÍAS (El Señor ha contestado). Levita. Uno de los que acompañaron a Esdras en la lectura de la ley “sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello” (Neh. 8:4).

ANILLO Pieza de forma circular que se utilizaba mayormente con fines estéticos en los dedos, la nariz o las orejas. También se tallaba en él algún signo que indicara la identidad del dueño, como símbolo de autoridad, en forma de sello. Así se estampaba con el a. en barro blando o cera señalando quien aprobaba o enviaba o hacía algo. Por eso Faraón “quitó su a. de su mano, y lo puso en la mano de José”, indicando así su exaltación al poder (Gn. 41:42). El decreto de Asuero “fue escrito, y sellado con el a. del rey” (Est. 3:12). Es, pues, símbolo de autoridad. Dios promete a •Zorobabel que le pondrá “como a. de sellar” (Hag. 2:23).

Dar un a. significaba otorgar dignidad y aceptación a la persona. Terminada su aflicción, a Job sus familiares y amigos le dieron dinero “y un a. de oro” cada uno (Job 42:11). En la parábola del hijo pródigo, el padre ordena que le pongan “a. en su mano” (Lc. 15:22). Santiago advierte que no se discrimine en la congregación entre un pobre y un “hombre con a. de oro” (Stg. 2:2). Es también símbolo de belleza (“Sus manos, como a. de oro engastados de jacintos” [Cnt. 5:14]). •Joyas.

ANIM (Manantiales). Ciudad perteneciente al territorio de Judá, a unos 16 km al S de Hebrón (Jos. 15:50).

ANIMALES DE LA BIBLIA En el orden de la creación, los a. aparecen en el día quinto, cuando los peces y las aves son creados en el mar y la tierra. Al día siguiente, el sexto, Dios hizo “a. de la tierra según su género”. Ese mismo día creó al hombre (Gn. 1:20–27). La idea que se presenta en Gn. 1 es que tanto los hombres como los a.se alimentaban de vegetales (Gn. 1:29–30). En la era mesiánica “un niño ... pastoreará” a las fieras y “el león como el buey comerá paja” (Is. 11:6–7). Dios cuida de los a.(Mt. 6:26), actitud que los hombres deben imitar (Dt. 14:21; 22:6–7). En su señorío, también los utiliza a discreción, como en el caso de un “gran pez” que preparó para que tragara a •Jonás (Jon. 1:17), o el “gusano” que “hirió la calabacera” (Jon. 4:7), es decir, desde el más grande de los a.hasta el más pequeño.

Dios los hizo, los protege y los utiliza a veces hasta para enviar juicio a los hombres, como es el caso de plagas de langostas o fieras devoradoras (Lv. 26:21–22). En términos religiosos los a. eran clasificados en puros e impuros, según pudieran usarse o no en el culto y la dieta. Se especula que el origen de las prohibiciones en cuanto a sacrificar ciertos a.o comerlos surgió del hecho de que muchos de ellos eran objeto de culto por parte de pueblos paganos, por un lado, y por otro por razones de carácter sanitario.

Gran cantidad de a.son mencionados en las Escrituras, pero siempre de una manera casual y nunca como objeto de observación científica. Los escritores de la Biblia y sus personajes vivían en contacto con la naturaleza, por lo cual se entiende que sean presentados en relación con el mundo a. Además, se toman detalles de la vida de a. para sacar de ellos conclusiones de carácter espiritual, como es el caso de la hormiga, por industriosa (Pr. 6:6; 30:25).

La fauna existente hoy día en Israel no es la misma de los tiempos bíblicos debido a que muchas especies han desaparecido por diversas causas, especialmente la caza indiscriminada con armas muy poderosas en los últimos siglos, pero la arqueología ha producido testimonios abundantes sobre la veracidad del texto bíblico en cuanto a los a.que menciona. Sin embargo, los nombres que se utilizan en las distintas traducciones de la Biblia varían porque no siempre es posible identificar de manera cierta a cuál tipo de a.se refiere un determinado texto. Los traductores hacen comparaciones entre textos y sacan conclusiones por los contextos, aplicando luego su conocimiento de la fauna de hoy para poder utilizar un término que dé una idea al lector. Por eso varias versiones bíblicas pueden usar una palabra diferente para un mismo a.Esto debe ser tomado en cuenta al leer los diferentes artículos sobre ellos.

ANTICRISTO •Escatología.

ANTÍLOPE La palabra “antílope” que RV60 traduce en Dt. 14:5, es interpretada por otros como “búfalo” (BJ), o “bisonte” (NBE). Se menciona en la lista de los animales que se podían comer. La idea es de un cuadrúpedo con astas o cuernos. Existen testimonios arqueológicos y en pinturas rupestres de la existencia de ellos en Canaán. El término a. usado por RV60 es muy adecuado por cuanto se refiere de manera general a cuadrúpedos de talla esbelta, patas altas y finas y cornamenta de distintas formas, de los cuales se conocen más de cien especies, siendo los más famosos los de la fauna africana. En Is. 51:20 se usa la figura de un “a. en la red”, lleno de furia, lo cual parece aludir a la reacción del animal atrapado en una cacería y que lucha inútilmente por librarse de la trampa. Nombre científico: Bison bonasus. •Animales de la Biblia

ANTIMONIO Las mujeres del Oriente Medio arreglaban la apariencia de sus ojos, haciéndolos parecer más grandes e impresionantes, pintando sus alrededores con una sustancia de color negro o gris. Como las romanas utilizaban el metal llamado a., se hizo costumbre llamar así a todos los materiales usados para esos fines. Pero el cosmético usado por las israelitas estaba compuesto de sulfuro de plomo. •Jezabel se arregló con a. para aparecer frente a Jehú (2 R. 9:30). En tiempos de Jeremías, Jerusalén fue vista por Dios como una mujer infiel que no podría escapar del juicio (“... aunque pintes con a. tus ojos” [Jer. 4:30]). •Metales y Minería.

ANTÍOCO (El firme). Seleuco, general de Alejandro Magno, heredó una de las cuatro partes en que se dividió el imperio de éste a su muerte. Así comenzó la dinastía de los seléucidas, en la cual hubo dieciséis reyes con el nombre de a. De especial interés para los estudiosos de la Biblia son los siguientes:

1. Antíoco II Teos, hijo de A. I. Gobernó del 261 al 246 a.C. Tras ser derrotado en una guerra contra •Ptolomeo Filadelfo de Egipto, tuvo que hacer una alianza con éste casándose con su hija, para lo cual tuvo que repudiar a su esposa anterior, llamada Laodicea. Generalmente se cree que es el rey mencionado en la profecía de Daniel 11:6 (“Al cabo de los años harán alianza, y la hija del rey del S vendrá al rey del N para hacer la paz”).

2. Antíoco III, el Grande. Gobernó del 242 al 187 a.C. Tuvo éxito en consolidar y fortalecer el imperio seléucida. La tierra de Israel estaba bajo los Ptolomeos de Egipto. De manera que al guerrear A. III contra ese país los judíos sufrieron mucho por estar pasando de mano en mano entre ambos poderes durante unos veinte años. Finalmente los judíos, que simpatizaban con A. III, le abrieron las puertas de Jerusalén y le ayudaron a expulsar la guarnición egipcia, por lo cual fueron recompensados con la reconstrucción de la ciudad, fondos para reparar el •templo, exenciones de impuestos por tres años y el derecho a cierta autonomía administrativa. Enfrentado a los romanos, A. III fue vencido, y tuvo que pactar con ellos, perdiendo muchos territorios, cosa que narra 1 Mac. 8:6–8. A. III murió luego cerca de Susa tratando de sofocar una revuelta interna.

3. Antíoco IV, Epífanes (Gr. Dios manifiesto). Gobernó del 175 al 164 a.C. Hijo de A. III. Personaje importantísimo en la historia de los judíos. Cuando su padre fue derrotado por los romanos quedó como rehén en Roma, donde aprendió y admiró sus instituciones. Su hermano Seleuco IV fue asesinado y A. IV venció a los culpables y ascendió al trono. Hizo guerra contra Egipto y lo invadió, y logró controlarlo, con excepción de Alejandría. Por un tiempo Egipto fue una especie de protectorado bajo A. IV. Viose obligado de nuevo a invadir el país del Nilo, pero finalmente los egipcios lograron la ayuda de Roma y A. se retiró a sus dominios. Trató de impulsar un fuerte proceso de helenización en todo su imperio, fundando numerosas ciudades griegas e introduciendo por todas partes su

cultura. Esto trajo problemas con los judíos, que habían vivido con cierta autonomía desde los tiempos de A. III.

Había en Jerusalén dos partidos, uno religiosamente muy conservador y otro favorable a la helenización. Este último pagó una fuerte suma de dinero a A. IV, que les permitió construir un gimnasio en la ciudad para introducir a la juventud en las costumbres educativas griegas. Más tarde A. IV tomó Jerusalén por la fuerza, y mató a miles de judíos o los vendió como esclavos. Impuso su política y prohibió la práctica del culto a Jehová, y llegó incluso a levantar un altar a •Zeus Olímpico en el •templo de Jerusalén. Los judíos, que llegaron a llamar A. IV, “Epimanes” (el Loco), reaccionaron con la famosa rebelión de los Macabeos. Generalmente se acepta que Daniel profetizó muchos de estos eventos (Dn. 11:21–39).

ANTIOQUÍA Ciudad que fue capital del Imperio Seléucida, una de las cuatro partes en que se dividió el imperio de Alejandro Magno. A. queda a orillas del río Orontes en Siria, hoy territorio turco. Fue una de las dieciséis Antioquías fundadas por Seleuco I Nicátor en honor de su padre Antíoco. Llegó a ser una de las tres grandes ciudades del Imperio Romano, siendo Roma la primera, después Alejandría y luego A. Desde el siglo II a.C. había allí muchos judíos. Josefo alaba la magnificencia de su sinagoga. Entre los diáconos escogidos por la iglesia de Jerusalén figura un “Nicolás, prosélito de A.”, es decir, un gentil que se había convertido al judaísmo (Hch. 6:5). Tras el martirio de Esteban muchos creyentes fueron esparcidos hasta “Fenicia, Chipre y A.”, siendo en esta última ciudad donde por primera vez se predicó el evangelio “a los griegos” (Hch. 11:19–20), muchos se convirtieron. Bernabé fue enviado a examinar el asunto y “cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó” y luego trajo a Saulo, y se quedaron allí “todo un año” (Hch. 11:22–26).

Fue allí donde “a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez” (Hch. 11:26). Allí el profeta •Agabo predijo un hambre en Judea, y los creyentes decidieron hacer una colecta y enviar socorro a los hermanos por mano de Bernabé y Saulo (Hch. 11:28–30). La iglesia de A. envió los primeros misioneros (Hch. 13:1–3). Cuando Pedro estuvo allí se juntaba con los creyentes gentiles, pero luego se apartó cuando vinieron hermanos de Jerusalén, lo cual Pablo recriminó (Gá. 2:11).

La discusión del problema sobre la circuncisión y la ley de Moisés obligó a que la iglesia de A. enviara a Bernabé y Saulo a Jerusalén (Hch. 15:2), lo que ocasionó el primer concilio, cuya decisión fue remitida en una carta leída luego en A. (Hch. 15:22, 30, 35). La comunicación incluía una especie de designación de Bernabé y Pablo, “hombres que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo”, para el ministerio entre los gentiles (Hch. 15:25–26; Gá. 2:7–10).

Durante mucho tiempo A. fue un centro cristiano de gran importancia. Excavaciones arqueológicas han identificado más de veinte iglesias de alrededor del siglo IV. En los siglos III y IV su escuela de teología fue muy famosa, rivalizando con la de Cesarea. Esta última interpretaba la Biblia de forma alegórica, pero la escuela de A. lo hacía de conformidad con su significado literal e histórico.

ANTIOQUÍA DE PISIDIA Una de las ciudades fundadas por Seleuco Nicátor en honor de su padre Antíoco. Situada al NE de Colosas y Laodicea y al NO de Iconio y Listra, era conocida como centro comercial importante. Antes de llegar a A. de P. Juan Marcos se apartó de Pablo y Bernabé (Hch. 13:13). En la ciudad éstos fueron a la sinagoga y Pablo predicó. Al terminar, “los gentiles les rogaron que ... les hablasen de estas cosas” y “muchos de los judíos y prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé”. En el próximo día de reposo se juntó una gran multitud, lo cual dio celos a algunos judíos que se opusieron de tal manera que Pablo dijo “he aquí, nos volvemos a los gentiles” (Hch. 13:42, 43, 46), lo cual alegró mucho a éstos.

Pero por insinuación de los judíos, Pablo y Bernabé fueron echados de la ciudad (Hch. 13:50–51). Sin embargo, los discípulos continuaron “llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hch. 13:52), y se fundó una comunidad cristiana que dio testimonio allí por unos siete siglos.

ANTIPAS (Gr. dimin. de Antípatros: En lugar o retrato de su padre). Nombre de personas en el NT.

1. Sobrenombre de uno de los •Herodes, el que fue tetrarca de Galilea y Perea, que ordenó la muerte de Juan el Bautista (Mt. 14:1–11).

2. Mártir cristiano mencionado en la carta a Pérgamo como “testigo fiel” (Ap. 2:13). Una antigua tradición cuenta que lo mataron asándolo en una olla.

ANTÍPATRIS Ciudad entre Jerusalén y Cesarea fundada en el año 6 a.C. por Herodes el Grande en honor de su padre Antípater en el mismo sitio de la antigua •Afec. Cuando la conspiración para matar a Pablo, los soldados romanos “le llevaron de noche a A.” y luego a Cesarea (Hch. 23:30–33).

ANTONIA, TORRE Parte de las fortificaciones del muro de Jerusalén. Se encontraba al N del •templo y tenía escaleras y pasajes subterráneos que lo comunicaban con éste. Desde tiempos de Nehemías se le conoció como “la fortaleza de Jerusalén” o “ciudadela” (Neh. 2:8; 7:2). Herodes la reedificó, dándole este nombre en honor a Marco Antonio. En su interior había un palacio, habitaciones para la corte, baños y cisternas. Generalmente se piensa que “el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata” era el patio de la torre A.

ANTORCHA Leño en cuyo extremo se amarraban pedazos de tela o paja y luego se les empapaba de aceite u otra sustancia de combustión lenta que produjera buena luz. El efecto de una a.que alumbra en la oscuridad expresa la idea de algo a la vista de todos, que todos ven. Así llegará el día de la salvación de Sion, en el cual “su salvación se encienda como una a.” (Is. 62:1). La a. era también usada para fines bélicos. Por eso se dice que Dios pondrá a los capitanes de Judá “como a. ardiendo entre gavillas” (Zac. 12:6). Judas vino a buscar al Señor Jesús con mucha gente “con linternas y a.” (Jn. 18:3). Tenemos la palabra profética a la cual, por la luz que arroja sobre el futuro, debemos atender “como a una a. que alumbra en lugar oscuro” (2 P. 1:19).

ANUB Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Cos (1 Cr. 4:8).

ANZUELO Pieza pequeña, en forma de arpón doblado, que sirve para pescar. Profetizando contra Egipto, Isaías menciona a “los pescadores... los que echan a. en el río” (Is. 19:8). Cristo hizo un milagro ordenando a Pedro echar un a. al mar y tomar dinero de la boca del primer pez que sacara, para pagar el impuesto del •templo (Mt. 17:27). En la Biblia no se usa la palabra a. con el sentido de trampa que se le da en el habla popular.

AÑO •Calendario.

AÑO SABÁTICO Ordenanza de Dios era que de cada siete años, el último tenía que ser de descanso para la tierra, la cual no debía ser cultivada. Los frutos de ella quedaban “para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo” (Éx. 23:10–11). El mandamiento está íntimamente ligado al sábado (Éx. 23:12). “El séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová” (Lv. 25:4). Dios prometía que enviaría su bendición en el año sexto “y ella hará que haya fruto por tres años” (Lv. 25:20–21). También ordenó Dios que debían contar “siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que

los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años”, con el propósito de santificar “el año cincuenta” (Lv. 25:8, 10–11), que sería de jubileo.

En este año del jubileo los israelitas debían pregonar “libertad en la tierra a todos sus moradores” (Lv. 25:10). Todas las deudas eran perdonadas (“... para que así no haya en medio de ti mendigo” [Dt. 15:4]) y las tierras volvían a sus dueños originales. Hay mucha discusión sobre si estas ordenanzas eran guardadas o no antes del exilio, porque no existe registro bíblico que lo atestigüe. Sin embargo, los que regresaron del exilio en tiempos de Nehemías acordaron “que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra, y remitiríamos toda deuda” (Neh. 10:31). Esa decisión parece indicar un retorno a los estatutos antiguos.

No se aplicaba el descanso de la tierra en el exilio, porque Dios había dicho que ese mandamiento era para ser guardado en la Tierra Prometida (“Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová” [Lv. 25:2]). Sin embargo, los rabinos exigían que se cumpliese la remisión de las deudas, aun en el exilio. Cuando Alejandro Magno conquistó Jerusalén los judíos le pidieron que les eximiera de impuestos en el a. s., a lo cual éste accedió. Según Josefo, también Julio César hizo lo mismo en su época.

AÑUBLO Plaga, especie de hongo, que afecta a ciertos vegetales, especialmente a los cereales. La desobediencia a Dios traería a. a las cosechas de los israelitas (Dt. 28:22). Salomón, al orar en la inauguración del •templo, indicó que si venía a. a las cosechas, Dios contestaría las oraciones que se hicieran en él (1 R. 8:37).

AOD Juez que libró a Israel del poder de los moabitas. A. “se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo” y vino a traer un presente enviado por los israelitas para •Eglón, rey moabita. Como era zurdo, escondió el puñal debajo de su vestidura en el lado derecho y pidió a Eglón que le permitiera una palabra en privado. Estando solos, lo mató y se fue. Los siervos de Eglón pensaron que su rey se había quedado haciendo alguna necesidad fisiológica, lo cual permitió a A. escapar. Luego reunió a todo el pueblo “en el monte de Efraín”. Tomando “los vados del Jordán” derrotó al ejército de moabitas y amalecitas, y reposó “la tierra ochenta años” (Jue. 3:15–26). A. era benjamita.

APACENTAR Guiar y cuidar el ganado para que coma pasto. Jacob apacentaba las ovejas de su tío •Labán (Gn. 30:36). Moisés las de su suegro •Jetro (Éx. 3:1). Los malos líderes del pueblo son personas que “se apacientan a sí mismos” (Ez. 34:8). Jesús es el Buen Pastor, que nos lleva a “lugares de delicados pastos”. Después de resucitado, Cristo pide a Pedro que apaciente sus ovejas (Jn. 21:17).

APAIM (Ventana de la nariz). Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 2:30–31).

APEDREAMIENTO La manera de ejecutar a los que habían cometido crímenes contra la ley era el a. o •lapidación. También se apedreaba un animal que hubiere matado a un hombre (Éx. 21:29). Los que acusaban, que debían ser por lo menos dos, tenían que lanzar la primera piedra, que debía ser grande. Luego los demás tiraban piedras más pequeñas (Dt. 21:21). El acto tenía que hacerse fuera de la ciudad (Dt. 17:5–7).

•Acán fue muerto de esa manera (Jos. 7:25). Entre los pecados que se castigaban con el a. están: el sacrificar los hijos a •Moloc (Lv. 20:2); la adivinación o evocación de muertos (Lv. 20:27); la blasfemia (Lv. 24:23); la violación del sábado (Nm. 15:35–36); la idolatría, ya fuera ante objetos hechos de mano de hombre (Dt. 13:6–10), o frente a los astros (Dt. 17:2–7); la deshonra a los padres que incluyera desobediencia, borrachera y haraganería (Dt. 21:18–21); el ir una mujer al matrimonio fingiendo virginidad (Dt. 22:19–21); y el adulterio (Dt. 22:22).

Jesús lamentó que Jerusalén rechazara a los enviados de Dios (“apedreas a los que te son enviados” [Mt. 23:37]), y siguiendo la ley, dijo a los que acusaban a una mujer adúltera: “el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Jn. 8:7). •Lapidación.

APELACIÓN Derecho de un reo a pedir que su caso sea conocido por un tribunal superior. Moisés, por consejo de su suegro •Jetro, constituyó jueces en Israel, pero se reservó él mismo para conocer los casos difíciles, una especie de recurso de a. (Éx. 18:26). Pablo apeló al emperador (César) ejerciendo un derecho que le correspondía como ciudadano romano (Hch. 25:11).

En otro sentido, a. (episkaleo en griego) aparece en el NT como una forma de llamar. A veces se traduce “sobrenombre”, como en el caso de José Barsabás, (episkaleo) Justo (Hch. 1:23), José (episkaleo) Bernabé (Hch. 4:36), Juan (episkaleo) Marcos (Hch. 12:12). También es un llamamiento, un recurso elevado a Dios que trae salvación (Hch. 2:21; Ro. 10:12, 13; 1 Co. 1:2; 1 P. 1:17), en tales casos se traduce por “invocar”.

APELES Cristiano que vivía en Roma. Pablo lo saluda y lo llama “aprobado en Cristo” (Ro. 16:10).

APIA Destinataria, junto con •Arquipo y •Filemón, de una carta de Pablo llevada por el antiguo esclavo de este último. A. residía en Colosas (Flm 2). El Apóstol la llama “la amada hermana A.”.

APIO •Foro de Apio.

APIS •Becerro de oro.

APOCALIPSIS (Revelación). Este libro, que fue escrito en un estilo que prestaría su nombre para designar el género llamado apocalíptico, comienza en griego con la palabra apokalupsis, que indica ya la naturaleza de la obra, que no es didáctica, ni sapiencial, sino una revelación de cosas que estaban ocultas. Se trata de “la revelación de Jesucristo” (Ap. 1:1), que puede significar “perteneciente a”, tanto como “relativa a” o “hecha por”. Tiene un evidente propósito de develar cosas del futuro, (“... para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” [Ap. 1:1]), pero no es un libro de futurología destinado a entretener la curiosidad de los posibles lectores, sino a revelarles las glorias del Señor Jesús, especialmente desde el punto de vista de su victoria final en la culminación de la historia, donde representa el bien que triunfa sobre el mal. Por ello se enfatizará el uso de la palabra “trono” en todo el libro, hablando de la soberanía y control final de Dios sobre todas las cosas.

Fue escrito en un momento de crisis para la iglesia de Jesucristo, cuando el poder imperial romano se levantaba desafiante, reclamando no sólo sujeción, sino adoración por parte de los súbditos. El emperador Domiciano, que gobernó del 81 al 96 d.C. , desató una gran persecución contra los creyentes. En medio de ella, las iglesias necesitaban un consuelo, la exaltación de la esperanza, la reafirmación de su gloria futura. La respuesta era poner la mira en el Cristo de la Gloria, el resucitado, “el Alfa y la Omega, principio y fin ... el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. Con este fin se escribió el A., probablemente entre los años 90 al 95 d.C.

Introducción. El autor se identifica como Juan. En su salutación pide “gracia y paz” de parte de Dios para las iglesias de Asia y pronuncia una doxología exaltando la próxima venida

del Hijo de Dios. Pasa enseguida a describir una serie de visiones. Por eso el verbo “ver” se utiliza constantemente. La orden que recibió fue: “Escribe en un libro lo que ves” (Ap. 1:11).

El Hijo del Hombre. Lo primero que el autor ve es “a uno semejante al Hijo del Hombre”, de gloriosa apariencia, en medio de “siete candeleros de oro”. Éste “tenía en su diestra siete estrellas” y él mismo declara que esas estrellas "son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros ... son las siete iglesias" (Ap. 1:12–20).

Los mensajes a las iglesias. En ellos se hacen distintas observaciones, advertencias, admoniciones y alabanzas, según cada caso, a las iglesias de •Éfeso, •Esmirna, •Pérgamo, •Tiatira, •Sardis, •Filadelfia y •Laodicea (Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22).

Visión del cielo abierto. La siguiente visión es la escena de “un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”, rodeado a su vez por “veinticuatro tronos” en los cuales estaban sentados “veinticuatro ancianos”. También “cuatro seres vivientes” alrededor del trono principal, que alababan a Dios (Ap. 4:1–11).

Visión de los siete sellos. El Cordero va abriendo los sellos. Los primeros cuatro de ellos se relacionan con caballos y jinetes, todos augurando desastres venideros. El quinto sello es un cuadro que presenta a los mártires en el cielo que reclaman justicia. El sexto sello describe cataclismos cósmicos (Ap. 6:1–17). El séptimo sello, que se describe después de la intercalación de una visión de los escogidos y sellados por Dios, presenta a siete ángeles que reciben siete trompetas que anunciarían los juicios de Dios (Ap. 8:1–6).

Visión de los escogidos. En ella se presentan dos grupos de personas. Por un lado están “ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel” y, por el otro, “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Ap. 7:1–17). Más adelante se presenta a los ciento cuarenta y cuatro mil que cantaban un nuevo cántico estando “en pie sobre el monte Sion” (Ap. 14:1–5).

Visión de las trompetas y los ayes. Los ángeles tocan las trompetas y con su sonido se precipitan acontecimientos que vienen revestidos de una clara alusión a desastres ecológicos. Pero a pesar de todo la humanidad no se arrepiente (Ap. 8:6–13; 9:1–21).

Visión del ángel y los siete truenos. En esta ocasión se ve a un ángel de aspecto muy glorioso que “tenía en su mano un librito abierto”. El ángel jura “que el tiempo no será más”, indicándose que con la 7ma. trompeta “el misterio de Dios se consumará”.

Visión de los dos testigos. Es la presentación de “los dos olivos y los dos candeleros” que profetizan y hacen grandes milagros en nombre de Dios. Se introduce entonces la figura de “la bestia que sube del abismo”, la cual les hace guerra y los mata. Su muerte es presenciada por todos los habitantes de la tierra, pero luego resucitan y suben al cielo (Ap. 11:1–14).

La séptima trompeta. El séptimo ángel toca la trompeta y se proclama que “los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo”. Esta consumación se corona con una visión del trono celestial, los veinticuatro ancianos y el templo de Dios abierto en el cielo (Ap. 11:15–19).

Visión de la mujer y el dragón. Describe a una mujer en trance de alumbramiento, que da a luz “un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones”. El dragón trata de matar al niño. El dragón es identificado como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás”, que al no poder matar al niño “se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella...” (Ap. 12:1–17).

Visión de las dos bestias. Parado frente al mar, Juan ve salir de él una bestia, a la cual el dragón “le dio su poder y su trono, y grande autoridad”. Otra bestia subió “de la tierra ... y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella” y hace que los moradores de la tierra adoren a la primera bestia. Se establece un control en el comercio del mundo para que nadie puediese comprar ni vender si no tenía su marca “en la mano derecha o en la frente” (Ap. 13:1–18).

Visión de los tres ángeles. Éstos son vistos como que traen mensajes al mundo. El primero llama a que se adore a Dios “porque la hora de su juicio ha llegado”. El segundo anuncia que “ha caído Babilonia”. El tercero advierte que quien reciba la marca de la bestia “beberá del vino de la ira de Dios” (Ap. 14:1–13).

Visión de la siega de la tierra. El Hijo del Hombre aparece sobre una nube blanca, teniendo “en la mano una hoz aguda”. Un ángel le exhorta a meter la hoz en la tierra, lo cual se hace. Así “vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios” (Ap. 14:14–20).

Visión de los siete ángeles y las siete plagas. Del templo en el cielo salen estos ángeles y estas plagas con las cuales “se consumaba la ira de Dios”. (Ap. 15:1–8). Los ángeles vierten sus copas. La primera trae úlcera maligna y pestilente; la segunda convierte el mar en sangre; la tercera convierte los ríos en sangre; la cuarta produce gran calor del sol que quema a los hombres; la quinta trae tinieblas; la sexta seca el Éufrates para preparar una invasión; la séptima desencadena una serie de cataclismos cósmicos (Ap. 16:1–21).

Visión de la gran ramera. Es “una mujer sentada sobre una bestia escarlata”, cuyo nombre es “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. Se dan detalles sobre las siete cabezas y los diez cuernos de la bestia (Ap. 17:1–18).

Visión de la caída de Babilonia. Se proclama: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia” y se anuncia: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados”. Se describen las actividades de ella y los lamentos del mundo por su destrucción (Ap. 18:1–24). Pero en el cielo se prorrumpe en alabanzas a Dios, anunciándose las bodas del Cordero (Ap. 19:1–10).

Visión del Verbo de Dios. Éste, que es el “Fiel y Verdadero” se presenta sobre “un caballo blanco”, con la inscripción: “Rey de reyes y Señor de señores”, seguido por los ejércitos celestiales. La bestia y los reyes de la tierra hacen guerra contra él “y contra su ejército”, pero son derrotados (Ap. 19:11–21).

Visión de los mil años. El dragón, “la serpiente antigua que es el diablo y Satanás” es atado por mil años. Los santos ocupan tronos y juzgan. Luego Satanás es soltado y engaña de nuevo a las naciones. Éstas pelean contra “el campamento de los santos y la ciudad amada” y son derrotados. El diablo, la bestia y el falso profeta son echados en el lago de fuego (Ap. 20:1–10).

Visión del gran trono blanco. “Los muertos, grandes y pequeños” se presentan delante del trono de Dios y son juzgados (Ap. 20:11–15).

Visión del cielo nuevo y tierra nueva. Juan ve a “la nueva Jerusalén”. Dios, que es el Alfa y la Omega, hace nuevas todas las cosas. Se describe la gloria del “tabernáculo de Dios con los hombres” (Ap. 21:1–27).

Visión del trono y la ciudad de Dios. Del “trono de Dios y del Cordero” sale un río “de agua de vida”. Allí está “el árbol de la vida”, cuyas hojas son “para la sanidad de las naciones” (Ap. 22:1–5).

Epílogo. Se anuncia la pronta venida de Cristo y se ofrecen bienaventuranzas para los que guardan “las palabras de la profecía de este libro” (Ap. 22:1–21).

Las distintas interpretaciones. A través de la historia de la iglesia se han planteado diversas formas y maneras para entender este libro. León Morris, en su comentario sobre el A. (Tyndale New Testament Commentaries, Eerdmans Publishing Co., Michigan, 1984), explica que se pueden resumir cuatro actitudes básicas: Primero: El punto de vista “preterista”, que prefiere pensar que el libro se refiere solamente a eventos de los tiempos de Juan, para animar a la iglesia de su época y circunstancia. De ser así podría decirse que fue muy útil para los creyentes de entonces, pero no tanto para los de ahora. Segundo: El punto de vista “historicista”, que cree encontrar en el libro un resumen apretadísimo de toda la historia de la humanidad. De ser así, A. no tendría mucho sentido para los creyentes de los tiempos de Juan, que no lo habrían podido entender. Tercero: El punto de vista “futurista”, que pone a los primeros capítulos como referidos a la época de Juan y el resto como escrito para los creyentes de los últimos tiempos de la historia. Pero de ser así las generaciones intermedias no encontrarían significado alguno para ellas. Cuarto: El punto de vista “idealista”, que mira al libro sin referencias a situaciones históricas, sino más bien como que expone principios generales, ideas y conceptos expresados en forma poética, sobre la forma en que Dios actúa en la historia. Morris señala que estos cuatro puntos de vista, en realidad, son todos necesarios para una correcta interpretación del A.

APOCALÍPTICA, LITERATURA Género literario que floreció entre los judíos en los doscientos años anteriores al cristianismo y los primeros doscientos años de éste. Incluye también escritos cristianos de los primeros dos siglos que se derivan de este género de la literatura judía. La premisa básica de estos escritos es que aunque había cesado el período de la profecía del AT, este don sería renovado al final de los tiempos. Por eso los escritos apocalípticos en su mayoría son pseudoepigráficos, es decir, que su autoría se atribuye a algún personaje prominente del AT, desde Adán hasta los profetas. Pero los verdaderos escritores son personas que piensan estar viviendo precisamente en los últimos tiempos y que, por lo tanto, pretendían haber recibido “revelaciones” acerca de misterios que están fuera de la capacidad de comprensión de la mente humana y que se refieren a los secretos de la creación, el papel y los nombres de los ángeles, el fin del mundo, y otros temas escatológicos.

La culminación de los tiempos en esta literatura siempre se presenta con grandes cataclismos cósmicos, dándose en la tierra una batalla final entre las fuerzas del bien y del mal. La intervención de una figura mesiánica con características de superhombre, hace que la victoria sea del bien. Como todo está concebido con el sentido de urgencia que proporciona la idea de estar viviendo los días del fin, no queda lugar alguno para la modificación de la historia por la vía del arrepentimiento, pues el juicio y la resolución final son inminentes. Casi todos estos escritos fueron producidos en momentos reales de grandes crisis y tenían el propósito de dar aliento a los que las sufrían. La obra apocalíptica usualmente termina con un gran énfasis en el trono de Dios, que es reconocido como soberano sobre todas las cosas, mientras que el hombre aparece como destinado a la gloria.

Esta “revelación” frecuentemente es hecha por la aparición de un ángel que da el mensaje o las explicaciones. Frente a este ángel, la persona que recibe la “revelación” sufre un desmayo, o cae en éxtasis, o se postra a sus pies. El lenguaje que se utiliza está lleno de símbolos, es muy repetitivo, usa muchos números y animales fantásticos. El nombre de “apocalíptica” fue tomado para esta literatura directamente del libro de Apocalipsis, ya en tiempos de la era cristiana.

No es fácil hacer una catalogación precisa de la l. a., porque algunos libros contienen también algunas enseñanzas morales y de otro tipo, mientras que otras obras que son dedicadas precisamente a esas enseñanzas pueden contener porciones de carácter apocalíptico. Son ejemplos de l. a. las siguientes obras: I y II Enoc, Oráculos Sibilinos, Tratado de Sem, Apócrifo de Ezequiel, Apocalipsis de Sofonías, Apocalipsis de Esdras, Apocalipsis de Sedrac, Apocalipsis de Abraham, Apocalipsis de Adán, Apocalipsis de Elías, II Baruc (siríaco), III Baruc (griego), IV Esdras.

APÓCRIFOS Y PSEUDOEPIGRÁFICOS DEL AT, LIBROS Los apócrifos (en griego “escondidos”, “secretos”), son obras literarias escritas en los siglos I y II a.C. que fueron consideradas como parte del canon de las Escrituras por los católicos romanos y los griegos ortodoxos. Aunque aparecen en la Septuaginta, Jerónimo no los consideraba parte de la Biblia, pero Agustín sí. La tradición protestante sigue los consejos de Jerónimo, viendo a los apócrifos como escritos que merecen lectura, pero no consideración como Sagrada Escritura. Los eruditos judíos nunca los aceptaron como canónicos. Esto se debe, entre otras cosas, a que en algunas partes de estos libros aparecen hechos que contradicen doctrinas de las Escrituras. Se narran con aprobación episodios de clara superchería, por no decir hechicería, se presenta a ángeles y santos que interceden en el cielo ante Dios, se ruega por los muertos, etcétera.

Debe anotarse, sin embargo, que la literatura intertestamentaria, que incluye los apócrifos, es de particular importancia para el entendimiento de muchos pasajes del NT y que, contrario a lo que usualmente se enseña, existen pasajes del NT que aluden a asuntos que aparecen escritos en los apócrifos y pseudoepigráficos. Por ejemplo, Pablo cita los nombres de los magos egipcios que “resistieron a Moisés” (2 Ti. 3:8). Se llamaban •Janes y Jambres. La Biblia no nos dice esos nombres, pero eran conocidos por tradiciones y escritos judíos extrabíblicos. En el llamado “Documento de Damasco”, conocido desde finales del siglo XIX pero del cual se encontraron muchos fragmentos en las cuevas de Qumrán, se mencionan estos nombres de los magos, diciéndose que eran hermanos. Estos magos son mencionados por autores gentiles no cristianos. Entre ellos Numenio, un filósofo prepitagórico, habla de dos magos con estos nombres, que se distinguieron en Egipto en la época en que los judíos fueron “expulsados” de allí. También la epístola de Judas denota que su autor conocía y usó varios libros pseudoepigráficos. En los vv. 14–15 cita específicamente del “Libro de Enoc”. También usa en el v. 9 la obra “La Asunción de Moisés”. En los vv. 6 y 8 hay indicaciones de que podía tener en mente “El Testamento de Neftalí” y el “Testamento de Aser”.

Los apócrifos reconocidos por la Iglesia Católica son: Tobías, Judit, Eclesiástico, Sabiduría de Salomón, I y II Macabeos, la Oración de Manasés, Baruc, la Epístola de Jeremías, unas adiciones al libro de Ester y otras al libro de Daniel, incluyendo el relato de Susana, Bel y el Dragón, y la oración de Azarías.

A continuación los títulos de algunos de los libros apócrifos no reconocidos como canónicos por los católicos, así como de pseudoepigráficos del AT: Carta de Aristeas, III Esdras, Jubileos, Antigüedades Bíblicas (Pseudo-Filón), Vida de Adán y Eva (versiones griega y latina), Paralipómenos de Jeremías, III y IV Macabeos, Vida de los Profetas, Salmos de Salomón, Libro Arameo de Ajicar, José y Asenet, Oráculos Sibilinos, I, II y III Enoc, Ascensión de Isaías, Testamentos de los Doce Patriarcas, Testamento de Job, Asunción de Moisés, Testamento de Abraham, Testamentos de Isaac y Jacob, Testamento de Salomón, Testamento de Adán, apócrifo de Ezequiel. •Apocalíptica, Literatura.

APÓCRIFOS Y PSEUDOEPIGRÁFICOS DEL NT, LIBROS. Entre los siglos II y V de la era cristiana surgió una gran cantidad de escritos que supuestamente trataban de llenar los huecos de información que algunos encontraban en los evangelios y las epístolas del NT, especialmente en lo relativo a la vida del Señor Jesús, la Virgen María y las primeras acciones de los apóstoles. También con proposiciones doctrinales de carácter herético, muchas veces en

la forma de epístolas o tratados. Así, aparecieron los llamados “evangelios apócrifos”, como el de los Egipcios, el de los Ebionitas, el de Marción, el de los Doce Apóstoles, el de Bernabé, el de Pedro, el de Bartolomé, el Pseudo-Mateo, el de Tomás, etcétera. Sobre la vida de María y la de José circularon varias obras, entre ellas la Natividad de María, la Dormición de María, el Evangelio de José el Carpintero, y otras.

Muchos de estos escritos tienen un evidente origen gnóstico. De particular relevancia entre éstos son los documentos de •Nag Hammadi. En ese lugar de Egipto se descubrieron en el año 1945 trece códices contentivos de unos cuarenta y ocho a cincuenta trabajos separados y que incluyen, entre otros, el Apocalipsis Apócrifo de Santiago, el Libro de Tomás el Atleta, el Evangelio de Tomás, la Sabiduría de Jesús el Cristo, la Epístola de Pedro a Felipe, el Pensamiento del Gran Poder, el Evangelio de la Verdad, etcétera.

En la literatura apócrifa y pseudoepigráfica del NT es frecuente la descripción de sucesos espectaculares y fantasiosos, especialmente en los llamados evangelios. Además de la influencia gnóstica se pueden encontrar en muchas de estas obras claras intenciones docetistas, que tratan de probar que el Señor Jesús no tenía un verdadero cuerpo, sino que era una especie de aparición, negando así la doctrina de la encarnación. Algunas pretenden dar más relevancia al papel de la Virgen María. Otras surgieron en los momentos en que comenzaban las tendencias monásticas y ascéticas en el seno de la Iglesia y se inclinaban a justificarlas. No debe por ello pensarse que no son de ningún interés, pues a través de ellas se puede apreciar la evolución de parte del pensamiento cristiano en aquellos siglos y aprender sobre las cosas que preocupaban a los creyentes de entonces.

APOLIÓN Palabra griega apollyon, de apolyo, destruir. Así se designa en Ap. 9:11 a un ángel caído que es el líder de los seres con apariencia de langosta que traen juicio sobre la tierra. Algunos piensan que este término supone una ironía, al derivarse del nombre de Apolo. El nombre hebreo, Abadón, también significa “destrucción”.

APOLONIA (Lugar de Apolo). Ciudad en Macedonia, 44 km al O de •Anfípolis, por la cual pasaron Pablo y Silas en camino de Filipos a Tesalónica (Hch. 17:1).

APOLOS Judío de •Alejandría, “varón elocuente, poderoso en las Escrituras” (Hch. 18:24) que vino a Éfeso, donde predicó “con denuedo en la sinagoga” (Hch. 18:26). “Priscila y Aquila le tomaron aparte” y le instruyeron en el Evangelio. Parece que sabía algo de las doctrinas de Jesús, “aunque solamente conocía el bautismo de Juan” (Hch. 18:25). Luego fue a •Corinto, donde su trabajo le hizo muy popular.

De los cuatro grupos que se formaron en la iglesia allí, uno se decía ser “de A.”, lo cual Pablo reprobó (1 Co. 3:4–8). Es evidente que eso no se hizo con la aprobación de A., porque Pablo lo pone como un ejemplo de servidor de Cristo (1 Co. 4:6). Pablo más bien expone que él plantó, es decir, que comenzó la obra, y “A. regó”, ayudando con su predicación, “pero que el crecimiento lo ha dado Dios” (1 Co. 3:6). Porque “con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo” (Hch. 18:28). Dado su origen como culto alejandrino, muchas personas, entre ellas Lutero, piensan que A. fue el escritor de la Epístola a los Hebreos.

APOSENTO ALTO Habitación que se arreglaba como un segundo piso sobre algunas casas en Palestina. Podía ser muy sencilla, hasta en forma de tienda de campaña. Pero también las había sólidas y amplias, como la que alojó al Señor Jesús con sus discípulos (Mr. 14:15) el día de la Pascua, que era “un gran a. a.”, suficiente como para recibir a trece personas. La costumbre era tener esa habitación preparada para huéspedes.

APOSTASÍA Palabra que en griego es compuesta de apó (caer, alejarse de) y stasis (rebelión) y que se utilizaba para señalar una revuelta política o militar. Significa el acto de rechazar la fe o las doctrinas profesadas o creídas, apartándose para adoptar otras. Los traductores de la Septuaginta adoptaron el término para expresar el apartamiento o la rebelión contra el Dios de Israel, como en Jos. 22:22: “... si fue por rebelión [apostasía] o por prevaricación contra Jehová”. Aunque usando otras palabras en hebreo, los profetas denunciaron la a. de Israel. Ellos “dejaron a Jehová ... se volvieron atrás” (Is. 1:4; Jer. 2:17). “Tentaron y enojaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios; sino que se volvieron ... como arco engañoso” (Sal. 78:56–58). El concepto de a. aparece, pues, en el AT, aunque con diferentes palabras, como cuando se dice: “cualquier hombre ... que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere puesto sus ídolos en su corazón ... yo Jehová le responderé...” (Ez. 14:7).

El término viene a ser usado en Israel después del período de la helenización, cuando una parte de la sociedad judía se hizo partidaria de adoptar las costumbres griegas. En la literatura intertestamentaria se aplicó la palabra a. a los hechos de esa clase, especialmente cuando el intento de •Antíoco Epífanes de “imponer la a.” cambiando la fe y las costumbres israelitas por las helénicas. Desde esa época, abandonar la fe de Israel era “apostatar”.

En tiempos del NT los judíos acusaban a Pablo de que enseñaba “a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés” (Hch. 21:21). Los cristianos siguieron con el uso judío del término. El mismo Pablo les recuerda a los tesalonicenses que el •anticristo “no vendrá sin que antes venga la a.”, esto es, un período de total rebelión contra Dios encabezada por dicho •anticristo, “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto” (2 Ts. 2:3–4). La epístola a los Hebreos se refiere en forma especial al peligro que en determinadas circunstancias pueden tener los cristianos de apostatar de la fe. (He. 2:1–3; 3:12–19; 6:1–9; 10:26–39). •Herejía.

APÓSTOL Persona que ha sido enviada con cierta autoridad para cumplir una misión. El término es de origen griego, derivado de apostello (enviar). Los traductores de la Septuaginta lo utilizaron en pasajes como Nm. 16:28: “En esto conoceréis que Jehová me ha enviado”; e Is. 6:8: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré...?” El Señor Jesús tomó la palabra y le dio un sentido especial cuando “estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad...” (Mr. 3:14–15), “a los cuales también llamó a.” (Lc. 6:13). El hecho de que Cristo utilizara un término del idioma griego, cuando el lenguaje usual de su tierra y época era el arameo, no tiene nada de particular, puesto que en la Galilea, donde él se crió, era común el uso de la lengua helena.

Las listas de los nombres del grupo denominado “los doce” las encontramos en Mt. 10:2–4; Mr. 3:16–19; Lc. 6:14–16 y Hch. 1:13. Eran •Pedro, •Jacobo, •Juan, •Andrés, •Felipe, •Tomás, •Bartolomé, •Mateo, •Jacobo hijo de Alfeo, •Simón el Zelote, •Judas hermano de Jacobo y •Judas Iscariote. Muerto Judas, los a. quisieron completar el número de doce. Ese número tiene especial significación para los judíos. Y en el caso específico de los a., el Señor Jesús les había dicho que los que le habían seguido se sentarían “sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19:28). Para llenar la vacante dejada por el Iscariote se quería a uno de los hombres que había estado junto con ellos “todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía” para que fuera “hecho testigo ... de su resurrección” (Hch. 1:21–22). Así que escogieron a •Matías para ello. En Ap. 21:14 aparecen escritos sobre los cimientos de la Nueva Jerusalén “los doce nombres de los doce a. del Cordero”. Después de Jesucristo, la iglesia está edificada “sobre el fundamento de los a. y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2:20). Por eso los creyentes “perseveraban en la doctrina de los a.” (Hch. 2:42).

Los Evangelios son muy específicos al decir una y otra vez “los doce”, para hablar del grupo primigenio de escogidos por el Señor Jesús (Mt. 11:1; 20:17; 26:14, 20, 47; Mr. 4:10;

6:7; 10:32; Lc. 8:1; 18:31; Jn. 6:67, 70). Lucas lo repite en Hch. 6:2. Pablo hace referencia también a “los doce” (1 Co. 15:5). Aunque esa palabra adquirió esa significación que alude a ese grupo especial, no se usa en todos los casos con esa acepción. Como una especie de título se aplica a otras personas que no eran del grupo primigenio, como es el caso de “los a. Bernabé y Saulo” (Hch. 14:14). Tito, de quien Pablo dice que “es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros (apóstoles) de las iglesias, y gloria de Cristo” (2 Co. 8:23). Pablo dice que en un viaje a Jerusalén conoció a “Jacobo, el hermano del Señor”, pero que no vio a “ningún otro de los a.” (Gá. 1:19). Ese •Jacobo es, entonces, llamado a. sin haber pertenecido “a los doce”. De la misma manera, •Epafrodito, senviado por los filipenses con una ofrenda para Pablo, es llamado “vuestro mensajero (apóstol), y ministrador de mis necesidades” (Fil. 2:25). Andrónico y Junias, parientes de Pablo y convertidos antes que él eran “muy estimados entre los a.” (Ro. 16:7). Pablo dice a los tesalonicenses: “podíamos seros carga como a. de Cristo” (1 Ts. 2:6). Por la narración que hace del incidente de Filipos que compartió con Silas (1 Ts. 2:1–4), y siendo éste firmante de la carta (1 Ts. 1:1), parece que también se aplicaba el término a. a este compañero de Pablo. De manera que individuos investidos por las iglesias con una misión especial eran también llamados a., sin hacer referencia necesariamente a “los doce”.

Muchas personas, al ver el tratamiento de respeto y consideración que incluía el tratamiento de a. trataron de utilizar el título o aparentar el oficio. Pero se esperaba de un a. que hiciera señales (Hch. 2:43; 2 Co. 12:12) y se comprobó que eran “falsos a.” (2 Co. 11:13; Ap. 2:2).

Cuando la designación de Matías, Pedro usó las palabras “ministerio y apostolado” (Hch. 1:25). Más tarde, Pablo se llama a sí mismo a. al comienzo de todas sus cartas, con excepción de Fil., 2 Ts. y Flm. Algunos habían puesto en duda el derecho de Pablo de llamarse a., cosa que tuvo que aclarar a los corintios y a los gálatas (1 Co. 9; 2 Co. 11). Sin embargo, su defensa no quiere decir que se consideraba como “uno de los doce”, porque él mismo dice, hablando de la resurrección de Cristo, “que apareció a Cefas, y después a los doce. Después ... a más de quinientos hermanos ... después ... a Jacobo; después a todos los a.; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Co. 15:5–8).

La expresión “después a todos los a.” parece sugerir que se refiere a un grupo mayor que “los doce”, pues éstos ya habían sido mencionados. Si recordamos que el término a., no era exclusivo de “los doce”, entendemos con mayor facilidad la defensa que hace Pablo, que aclara que él había sido “llamado a ser a.” directamente por el Señor Jesús, “por quien [había recibido] la gracia y el apostolado” (Ro. 1:1, 5). Por lo cual, aunque él se consideraba indigno “de ser llamado a.” (1 Co. 15:9), no por ello era “en nada ... inferior a aquellos grandes a.”, cosa que dice dos veces en una misma carta (2 Co. 11:5; 12:11), sobre todo teniendo en cuenta que “las señales de a. habían sido hechas entre” los corintios (2 Co. 12:12).

APRISCO Lugar protegido, generalmente cercado con una valla o muro, dentro del cual se encerraba el ganado por la noche o en momentos de tempestad o peligro. El rey •Ezequías hizo “a. para los ganados” (2 Cr. 32:28). Dios promete a su pueblo que “en los altos montes de Israel estará su a. ... Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré a., dice Jehová el Señor” (Ez. 34:14–15).

AQUILA Y PRISCILA (Aquila = águila, en lat.; Priscila = ancianita, en lat.) Pareja de creyentes que vivía en Corinto tras salir de Roma “por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen” de allí (Hch. 18:1–2). Al llegar Pablo a Corinto, “como era del mismo oficio, se quedó con ellos” haciendo tiendas (Hch. 18:3). Cuando Pablo sale de Corinto por mar, A. y P. van con él hasta Éfeso, donde se quedan mientras que el apóstol sigue para Cesarea (Hch. 18:18–22). Es entonces cuando llega a Éfeso •Apolos, al que ellos escuchan

predicar y “le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios” (Hch. 18:26).

En el hogar de A. y P. se reunía la iglesia (1 Co. 16:19). Más tarde regresaron a Roma, pues en su carta a los hermanos de allí Pablo los saluda llamándoles sus “colaboradores en Cristo Jesús” (Ro. 16:3) y da testimonio de que habían expuesto sus vidas por él. No se conocen las circunstancias de ese hecho, pero quizás fue cuando tomaron a Pablo “y le llevaron al tribunal” en Corinto, luego la multitud se apoderó de •Sóstenes para golpearle. Finalmente parece que volvieron a vivir en Éfeso, porque Pablo le dice a Timoteo: “Saluda a Prisca y a A. ” (2 Ti. 4:19). Timoteo vivía en Éfeso. En varias ocasiones se nombra primero a Priscila, lo cual parece sugerir que ella era más activa o que su papel era más relevante en la iglesia (Hch. 18:18, 26; Ro. 16:3; 2 Ti. 4:19).

AQUILÓN Viento del N (Cnt. 4:16). En Israel era generalmente un viento seco que soplaba desde junio hasta septiembre.

AQUIS Nombre de dos reyes filisteos, de Gat.

1. El que protegió a David. Sus siervos desconfiaban de David, recordando lo de •Goliat (1 S. 21:10–11), pero David “se fingió loco” (1 S. 21:13) y luego huyó a la cueva de •Adulam. Más tarde, cuando ya era jefe de seiscientos hombres, volvió a A., que le designó la ciudad de •Siclag como morada (1 S. 27:1–6). David engañaba a A. atacando a otros pueblos y diciéndole que lo había hecho contra Israel, lo cual hizo creer al rey filisteo que David se había enemistado definitivamente con su nación (1 S. 27:8–12). Pero cuando A. decide atacar a Israel, sus príncipes se oponen a que David los acompañe (1 S. 29:1–11). En el título del Salmo 34, A. es llamado “Abimelec”.

2. El sucesor del anterior. Vivía en tiempos de Salomón. •Simei, que había maldecido a David cuando éste huía de Absalón, fue a A. para procurar unos siervos que se le habían escapado, lo que causó su muerte, pues tenía prohibición de salir de Jerusalén (1 R. 2:39–46).

AR Ciudad de Moab, en la ribera S del río •Arnón, cerca del mar Muerto. Cerca de allí acampó el pueblo de Israel durante su peregrinación por el desierto (Nm. 21:13–15). Dios prohibió que fuera atacada, diciendo: “porque yo he dado a A. por heredad a los hijos de Lot” (Dt. 2:9).

ARA (Fuerte). Nombre de personas en el AT:

1. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Jeter (1 Cr. 7:38).

2. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Ula (1 Cr. 7:39).

3. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Setecientos setenta y cinco “hijos de A.” regresaron del exilio (Esd. 2:5; Neh. 7:10).

4. Padre de un sacerdote de tiempos de Esdras, llamado Secanías, que a su vez era suegro de •Tobías, uno de los enemigos de los judíos (Neh. 6:18).

ARAB (Emboscada). Aldea “en las montañas”, cerca de •Hebrón, que fue otorgada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:52).

ARABÁ (Llanura, desierto). Una de las grandes regiones en que se divide el territorio de Israel. Es una depresión geológica muy larga que comprende el valle que se extiende desde el monte •Hermón hasta •Eilat, incluyendo el lago de Genesaret, la llanura del Jordán, el mar Muerto y la tierra más al S de éste, hasta el mar Rojo. Gran parte de la región está bajo el nivel del mar. El mar Muerto está a unos 400 m por debajo de ese nivel (es el punto más bajo de la superficie de la tierra). Uno de los últimos campamentos de Israel fue “en el A. frente al Mar Rojo” (Dt. 1:1). Cuando se dice “el mar del A.” se está refiriendo al mar Muerto (Dt. 4:49; Jos. 3:16).

ARABIA. ÁRABES La Biblia no usa el término A. con el sentido amplio que tiene en el día de hoy. Con mayor frecuencia se usaba para señalar a los pueblos que vivían en la parte más al N de la península arábica, al SE de Canaán o Israel y, en casos menos frecuentes, a los que habitaban el extremo S de la península, considerado lugar muy lejano, como •Sabá. Los á. descienden de los hijos que Abraham, ya sea por •Ismael o por sus otros hermanos, hijos de •Cetura, a los cuales el patriarca “envió lejos de Isaac... hacia el oriente, a la tierra oriental” (Gn. 25:1–6).

La palabra á. vino a usarse genéricamente después del establecimiento del reino israelita. Antes se les llamaba ismaelitas, para los descendientes de Ismael y a los demás por sus nombres nacionales respectivos. Así, en la historia de José, aparecen los ismaelitas que le llevaron a Egipto (Gn. 37:28). Se mencionan los que fueron vencidos por Gedeón (Jue. 8:24–28), pero en los días de Salomón “todos los reyes de A.” le rendían tributo (1 R. 10:15; 2 Cr. 9:14).

La península arábica ocupa un territorio de unos 3.000.000 km2, con una pluviometría muy escasa y enormes zonas desérticas. Aunque en varios lugares se desarrollaron civilizaciones avanzadas, la mayoría de las narraciones bíblicas están relacionadas con pueblos que se caracterizaban por el nomadismo, que habitaban en tiendas, “las tiendas de Cedar” (Cnt. 1:5) y eran famosos guerreros (Is. 21:17). Hacían gran uso del •camello, tanto para el comercio (1 R. 10:2) como para fines militares (Jue. 6:5). David tenía un ismaelita como encargado de sus camellos (1 Cr. 27:30). •Cedar es un nombre aplicado a los pueblos á. La Reina de Sabá, gobernaba un país en el SO de Arabia, que incluía territorios de lo que hoy es Yemen. Los sabeos comerciaban con sus caravanas, “los caminantes de S.” (Job 6:19), recorriendo A. hasta Canaán, Egipto y África NO. Traficaban con oro, piedras preciosas, incienso y otras especias (Sal. 72:15; Jer. 6:20). Tanto Isaías como Jeremías profetizaron grandes calamidades a los pueblos á. (Is. 21:13–17; Jer. 49:28–33).

En el NT se mencionan los á. entre los testigos del día de Pentecostés (Hch. 2:11). Pablo, después de su conversión, fue a A. (Gá. 1:17). Algunos piensan que es una referencia a lugares cercanos a Damasco. Otros señalan que probablemente estuvo en la región de Petra, capital del reino nabateo. El rey •Aretas, cuyo gobernador en Damasco procuró apresar a Pablo, era un á. nabateo. No se sabe exactamente cuál fue el propósito del apóstol para este viaje, pero algunos sugieren que pasó allí un tiempo en meditación.

ARACEO Descendientes de Canaán, pobladores de una ciudad cananea (Gn. 10:17; 1 Cr. 1:15).

ARAD (Fugitivo). Nombre de una ciudad y una persona en el AT.

1. Entre las conquistas en tiempos de Josué figura “el rey de Arad” (Jos. 12:14). Era una ciudad cananea en la parte S del desierto de Judá. Está localizada a unos 32 km al S de Hebrón. En •Arad se descubrió un santuario israelita con un altar con las mismas dimensiones de Éx. 27:1, hecho con piedras sin tallar.

2. Personaje en la descendencia de Benjamín, de los que habitaron en Jerusalén (1 Cr. 8:15).

ARALOT Collado cerca de •Gilgal. Allí Josué “circuncidó a los hijos de Israel” (Jos. 5:2–3).

ARAM (Exaltado). Nombre de una región y de personas del AT.

1. Hijo de Sem (Gn. 10:22–23; 1 Cr. 1:17).

2. En el AT, el término A. muchas veces es traducido como •Siria, o los sirios. La designación de “tierra de los arameos” llegó a abarcar la región que se extendía desde el Líbano en el O hasta el río Éufrates en el E, y desde los montes Taurus en el N hasta Damasco en el S. Incluía, por tanto, gran parte de lo que hoy es Siria. En tiempos de los patriarcas se llamaba A. mayormente a la Mesopotamia. Los hebreos reconocían que eran originarios de A. Así, en el momento de ofrecer las primicias, un israelita debía decir en oración: “Un arameo a punto de perecer fue mi padre” (Dt. 26:5). Abraham quiso que Isaac casara con una pariente aramea (Gn. 24:1–4; 25:20). Isaac hizo lo mismo con Jacob (Gn. 28:1–2). Un rey arameo, “Cusan-risataim rey de Mesopotamia”, oprimió a Israel en tiempos de los Jueces (Jue. 3:8–9).

Los pueblos arameos se formaron con tribus que invadieron el Oriente Medio desde el N en tiempos muy remotos, y establecieron diferentes reinados en las tierras que hoy se identifican como Turquía, Siria e Irak. Entre esos reinos estaban el de •Soba y el de •Damasco.

Saúl hizo guerra contra los reyes de Siria (1 S. 14:47). Lo mismo hizo David, que derrotó a “Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba” y a los sirios de Damasco que vinieron en su ayuda (2 S. 8:3–7; 1 Cr. 18:3–7). El rey arameo de Hamat, llamado •Toi, hizo alianza con David, pues era enemigo de Hadad-ezer. En tiempos de Salomón la alianza con Toi tuvo problemas, porque el rey israelita conquistó •Hamat (2 Cr. 8:3). •Rezón, un escapado de Soba, se hizo “capitán de una compañía”, y fue “adversario de Israel” todos los días de Salomón y logró hacerse rey en Damasco (1 R. 11:23–25).

El sucesor de Rezón fue •Hezión (1 R. 15:18). Entre sus descendientes estaban Ben-adad I y II. Ben-adad I, reinó en tiempos de •Baasa, rey de Israel y Asa, rey de Judá. Fue comprado por Asa para luchar contra Baasa (1 R. 15:16–21). Ben-adad II es aquel de quien se narra un sitio de Samaria, al frente de una confederación de “treinta y dos reyes, con caballos y carros” (1 R. 20:1). Este rey, junto con otros, se enfrentó en el año 853 a.C. Salmanesar III, rey de Asiria. La batalla, que tuvo lugar en Karkar, territorio sirio, logró la expulsión de los asirios. Es proba-ble que este Ben-adad sea el mismo rey bajo el que •Naamán era general (2 R. 5:1–19).

Ben-adad II fue asesinado por •Hazael, que comenzó su propia dinastía. Este rey de Damasco venció a una alianza de •Ocozías, rey de Judá y •Joram, rey de Israel, y este último quedó mal herido (2 R. 8:27–29; 2 Cr. 22:5). Hazael conquistó mucho territorio, sobre todo al E del Jordán (2 R. 10:32–33) y la ciudad de Gat (2 R. 12:17). Atacó a Jerusalén, pero esta ciudad se libró gracias al pago de un fuerte tributo por parte del rey •Joás (2 R. 12:17–18). El hijo de Hazael se llamó •Ben-adad III. Reinó en tiempos de •Joacaz, rey de Israel. Oprimió a los israelitas, siguiendo la política de su padre, pero finalmente Joás logró derrotarle en tres ocasiones, y recobró el territorio que había conquistado Hazael (2 R. 13:25).

Los sirios de Hamat y Damasco se opusieron a la expansión asiria, pero finalmente fueron vencidos. Varios reyes de Israel prefirieron pagar tributo a los asirios, dejando a

los sirios la responsabilidad de servir de contención contra el avance del cruel pueblo del N. La predicción de Amós 1:4: “Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad”, se cumplió cuando los asirios invadieron Siria. Lo mismo había predicho Jeremías (Jer. 49:27). Pero una vez vencidos los sirios, Asiria cayó sobre Israel y conquistó Samaria, y la destruyó. Más tarde, otra tribu aramea, los caldeos, aunque subyugada originalmente por los asirios, se convirtió en su rival, hasta lograr la dominación y establecer su propio imperio. Tras los caldeos y los persas, vinieron los imperios griego y romano, sobre los cuales se comenta en el artículo •Siria.

3. Descendiente de A., su homónimo, pariente de Abraham (Gn. 22:20–21).

4. Descendiente de Aser (1 Cr. 7:34).

5. Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Mt. 1:3, 4; Lc. 3.33).

ARAM DE SOBA Nombre de una región en un valle entre el Líbano y el Antilíbano y del pueblo que habitaba allí. Saúl les hizo guerra y los venció (1 S. 14:47). Lo mismo hizo David, que extendió los límites de Israel hasta el Éufrates, venciendo a varios reyes arameos (2 S. 8:1–13). •Soba.

ARAMEO (LENGUA) Idioma semítico que se utilizaba en gran parte del Oriente Medio, especialmente en la región desde el Líbano en el O hasta el río Éufrates en el E, y desde los montes Taurus en el N y hasta Damasco en el S. Todavía en el día de hoy es utilizado como dialecto en algunos lugares. Los eruditos identifican varias etapas en el desarrollo de este idioma, partiendo del a. más antiguo, del cual se han encontrado en Siria inscripciones que datan del 700 a.C.; el a. oficial, del cual hay ejemplos en algunas escrituras del AT; el a. medio, que fue el que se esparció por todas las tierras conquistadas por los persas, a partir de la primera mitad del siglo VI a.C.; y el a. posterior, que incluye los dialectos que se hablaban en Galilea y Samaria en tiempos del Señor Jesús.

Pequeñas porciones de Esdras y Daniel y otros libros del AT aparecen escritas en a. oficial (Gn. 31:47; Esd. 4:8 al 6:18; 7:12–26; Jer. 10:11; Dn. 2:4 al 7:28). Es utilizado también en los documentos de •Elefantina. Algunos de los manuscritos del mar Muerto ( •Qumrán) aparecen en a. medio, así como algunas palabras que se utilizan en el NT. El vocabulario del a. es el que más se parece al hebreo entre todas las lenguas semíticas, y sus fonemas consonantes son casi iguales a los del hebreo.

ARAMEO (PUEBLO). •Aram

ARAM-NAHARAIM (Aram de los Ríos). Nombre de una región contra la cual David hizo guerra. Aparece en el título del Salmo 60. Equivale a “Mesopotamia”, o a una parte de ésta. El siervo de Abraham “llegó a Mesopotamia” buscando esposa para Isaac (Gn. 24:10). En esa región vivía •Balaam (Dt. 23:4).

ARÁN (Cabra salvaje). Hijo menor de Disán, horeo, de la descendencia de Esaú (Gn. 36:28; 1 Cr. 1:42).

ARAÑA Animal pequeño de la familia de los arácnidos. Por la forma de su cuerpo no se le clasifica como insecto. Tiene alrededor del ano un órgano llamado hilera o aracnidio que produce un líquido gelatinoso que al contacto con el aire se endurece rápidamente. Con las uñas de sus patas la a. va tejiendo su tela, que no es otra cosa sino una red para atrapar insectos, su comida. La a. es abundantísima en Israel. La fragilidad de la tela de a. es usada como figura de la inseguridad. Del impío se dice que “su confianza es tela de a.” (Job. 8:14). Se describe el pecado de los israelitas diciendo, entre otras cosas, que “tejen telas de a.”

porque “confían en vanidad” (Is. 59:4–5). Sin embargo, se considera sabia a la a. porque hace su tela “en palacios de rey” (Pr. 30:28). Nombre científico: Araneida. •Animales de la Biblia.

ARARAT Región de Asia Menor, conocida hoy como Armenia. Después del diluvio, “reposó el arca ... [de Noé] sobre los montes de A.” (Gn. 8:4). Nótese que no dice el monte. Cuando •Senaquerib, rey de Asiria, fue asesinado por sus hijos, éstos “huyeron a la tierra de A.” (2 R. 19:37; Is. 37:38). En A. floreció un reino que estuvo en constante guerra con Asiria. Es mayormente a través de los archivos asirios que se obtienen más datos de ese estado, que era llamado Urartu.

Tiglat-pileser III lo subyugó, así como Sargón II (ambos asirios). Jeremías profetizó que “los reinos de A.”, junto con otras naciones, se levantarían contra Babilonia (Jer. 51:27). En el día de hoy existe una montaña llamada A. donde hacen frontera Turquía, Rusia e Irán. Diversas teorías se han presentado sobre la existencia allí de los restos del arca de Noé, y se han llevado a cabo muchas expediciones, sin resultados concluyentes hasta ahora. Existen otras versiones que señalan otras montañas en la misma región como el lugar posible del arca.

ARARITA (Montañés). Varios de los valientes de David eran descendientes de a.: “Sama, hijo de Age a.” (2 S. 23:11, 33), “Jonatán, hijo de Sage a., Ahiam hijo de Sacar a.” (1 Cr. 11:34, 35). La palabra posiblemente indica que aquellos hombres venían de las montañas de Judá.

ARAUNA. Propietario de un terreno que se utilizaba para sacudir los granos ( •era). Cuando David pecó haciendo un censo, “Jehová envió la peste sobre Israel” (2 S. 24:15). A punto de destruir a Jerusalén, “el ángel de Jehová estaba junto a la era de A. jebuseo” (2 S. 24:16–18). Tras la confesión penitente de David el profeta •Gad le dijo que levantara un altar allí. A. quiso regalar el sitio, pero David insistió en pagar (“... no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” [2 S. 24:24]). En ese sitio se construyó más tarde el templo. En 1 y 2 Cr. el nombre aparece como “Ornán” (1 Cr. 21; 2 Cr. 3). Algunas tradiciones judías ponen a A. como el último de los reyes jebuseos.

ARBA (Cuatro). Nombre de persona y un lugar del AT.

1. “A. fue un hombre grande entre los anaceos” (Jos. 14:15), quizás su progenitor. La ciudad de “Quiriat-arba ... que es Hebrón” era residencia de “los tres hijos de Anac” a quienes Caleb desalojó (Jos. 15:13–14).

2. = •Hebrón (Gn. 35:27).

ARBATITA Habitante de Bet-arabá. •Abi-albón, uno de los valientes de David, era a. (2 S. 23:31; 1 Cr. 11:32).

ARBITA Sobrenombre que se atribuye a •Paarai, uno de los valientes de David, diciéndose que era a. (2 S. 23:35). Puede referirse a su padre o a su lugar de origen. Algunos opinan que esta última forma señala que a. quiere decir habitante de Arab.

ÁRBOL El paisaje actual de Israel no corresponde con lo que era en tiempos antiguos. Había en aquel entonces muchos á. La diversidad de clima (subtropical, desiertos, montañas, pantanos) permitía muchas especies de á., tales como acacia, almendro, manzano, cedro, ciprés, palma, pino, etcétera. Josué permitió desmontes con fines agrícolas (Jos. 17:15), y la Biblia habla de la abundancia de bosques. La batalla contra el rebelde Absalón tuvo lugar junto al bosque de Efraín y al ser vencidos los seguidores de éste, muchos murieron al huir por él, a causa de la densidad de su espesura (2 S. 18:8).

El cuidado que Dios quería que se tuviera con los á. aparece en la misión que impuso a Adán de cuidar de los que había en el jardín de Edén (Gn. 2:9, 15). Además, vemos su prohibición de cortar los bosques aun de ciudades enemigas asediadas, como era la costumbre de los paganos (Dt. 20:20). En esos casos a los israelitas sólo se les permitía cortar á. que no fueran frutales, si eran necesarios para construir baluartes para el asalto.

Dios prohibió la costumbre de plantar á. frondosos para el culto de •Asera (Dt. 16:21). El Señor Jesús dijo que todo á. que no da buenos frutos es cortado (Mt. 7:17–19). El juicio de Dios se compara al corte de un á. inútil (Lc. 3:9). Los israelitas reconocían la vida que hay en un á., diciendo que se saciaban de savia (Sal. 104:16), aplauden (Is. 55:12), se alegran (Sal. 96:12), tienen envidia (Ez. 31:9), etcétera. Un á. frondoso era muchas veces utilizado como lugar de reunión (Jue. 4:5) o de culto pagano (Dt. 12:2; Is. 57:5). Se escogía a veces un á. para enterrar cerca de él a un pariente (Gn. 35:8).

ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL Dios plantó este árbol en el huerto del •Edén (Gn. 2:9), y ordenó a Adán que no debía comer de él (“De todo árbol del huerto podrás comer; mas del á. de la c. del b. y del m. no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” [Gn. 2:16–17]). El término hebreo da’at, que se traduce aquí como “ciencia”, equivale a “conocimiento”. Sería, entonces, “árbol del conocimiento del bien y del mal”. La mayoría de los eruditos entienden este lenguaje como simbólico, pero son muy diversas las opiniones sobre su significado. Una de ellas es que este árbol representa la capacidad de “decidir” qué es lo bueno y qué es lo malo, atributo que sólo puede provenir de la personalidad perfecta de Dios. •Satanás sugirió a Eva que desobedecieran a Dios, a fin de que fueran ellos quienes decidieran qué era ético y qué no lo era (“...el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” [Gn. 3:5]). La decisión, entonces, de desobedecer la restricción divina equivalía a una rebeldía contra Dios, un intento de igualarse a él (“... seréis como Dios...”) para determinar autónomamente el sentido moral de la vida.

ÁRBOL DE LA VIDA En la religión mesopotámica y otras del Oriente Medio, se hablaba de la existencia de un á. de la v. como algo que se encontraba en un lugar inaccesible para el hombre y disponible sólo para los dioses. En el libro de Génesis, Dios aparece sembrando el á. de la v. “en medio del huerto” de •Edén (Gn. 2:9). Esto indica que el hombre fue creado con la capacidad de una vida permanente, siempre que se nutriera de esta provisión divina, lo cual estaba sujeto a su obediencia a Dios. La •caída trajo como consecuencia que se imposibilitara el acceso del hombre a ese á. de la v. (Gn. 3:22), lo que significó la introducción de la •muerte. El á. de la v. reaparece en la visión de Juan en el Apocalipsis (“En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el á. de la v., que produce doce frutos ... y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Ap. 22:2). “Los que lavan sus ropas” son los que tienen “derecho al á. de la v.” (Ap. 22:14).

ARCÁNGEL •Ángeles.

ARCILLA Sustancia mineral, generalmente de color blanco, compuesta de sílice y alúmina. Cuando se moja con agua es fácil manejarla y darle cualquier forma, pero se endurece con el calor. Para confeccionar instrumentos destinados al culto en el •templo, se usaron moldes de a. (1 R. 7:46; 2 Cr. 4:17). También hay un tipo de a., formada por arena, óxidos de hierro y caliza, que se utilizaba para la •alfarería.

ARCO IRIS Fenómeno que se presenta cuando una luz distante atraviesa un cuerpo de agua que esté en forma de lluvia, vapor o niebla. Según el ángulo con el cual el rayo de luz atraviesa la gota de agua, se proyectan distintos colores en forma de la mitad de una rueda. Después del diluvio Dios dijo a Noé que el a. i. serviría de señal para recordar que “no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne” (Gn. 9:9–17). Según Ezequiel, “como parece

el a. i. que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor.... de la semejanza de la gloria de Jehová” (Ez. 1:28). Juan vio “alrededor del trono un a. i.” y un ángel “con el a. i. sobre su cabeza” (Ap. 4:3; 10:1). Algunos rabinos señalan que el a. i. está en forma invertida hacia la tierra, como baja un guerrero su arco cuando deja de usarlo, lo cual es símbolo de paz.

ARCHIVO Era costumbre de los reyes dedicar una parte del palacio que servía de tesorería para la conservación de los documentos públicos. Así, “Darío dio la orden de buscar en la casa de los a., donde guardaban los tesoros allí en Babilonia” el decreto de •Ciro concerniente a los judíos y Jerusalén (Esd. 6:1).

ARD Personaje en la descendencia de Benjamín (Gn. 46:21; Nm. 26:40).

ARDITA Personaje en la descendencia de la familia de Ard (Nm. 26:40).

ARDÓN Uno de los hijos de Caleb. Su madre era Azuba (1 Cr. 2:18).

ARELI Uno de los hijos de Gad (Gn. 46:16; Nm. 26:17).

ARELITA Personaje en la descendencia de Areli, que fue hijo de Gad (Nm. 26:17).

ARENA Pequeñas partículas de piedra o sílice que se encuentran mayormente a orillas del mar, de los ríos y en los desiertos. Dada la enorme cantidad con que aparece en estos lugares, el término se utiliza para expresar abundancia. Así, Dios prometió a Abraham que su descendencia sería “como la a. que está a la orilla del mar” (Gn. 22:17). Para David, así son sus pensamientos sobre Dios (“Si los enumero, se multiplican más que la arena” [Sal. 139:18]). También comunica la idea de algo pesado. “La a. pesa, mas la ira del necio es más pesada” (Pr. 27:3). O inestabilidad: el hombre insensato “que edificó su casa sobre la a.” (Mt. 7:26). En su bendición para Zabulón, Jacob habló de “los tesoros escondidos de la a.” (Dt. 33:19). Esta tribu habitó a la orilla del mar.

AREOPAGITA Sobrenombre de •Dionisio, personaje principal de Atenas, que era miembro del Areópago, participante en sus decisiones. Después del discurso de Pablo allí, unos pocos se convirtieron, “entre los cuales estaba Dionisio el a.” (Hch. 17:34).

AREÓPAGO (Colina de Ares). Lugar elevado y rocoso en •Atenas donde se reunía el concilio supremo de la ciudad. Por extensión se llamó A. a ese cuerpo, que en tiempos anteriores al NT tenía muchas atribuciones, pero cuando escuchó a Pablo sólo guardaba influencia en asuntos educativos y religiosos. En la época precisa del famoso sermón del A. (Hch. 17:16–34) esta institución no celebraba sus reuniones en la colina (donde cinco siglos antes había juzgado a Sócrates), sino en el llamado “Pórtico Real”, cerca del mercado de la ciudad. La expresión “le trajeron al A.” [a Pablo] no señala necesariamente al sitio, sino a la institución.

ARETAS (Nabateo: Virtuoso, agradable). Nombre de varios reyes nabateos. Este pueblo semita habitaba una parte del territorio de Edom, siendo una de sus principales ciudades la famosa Petra. Al principio eran nómadas, pero se situaron en ese lugar por ser estratégico para el tráfico de las caravanas. Fueron grandes comerciantes. Uno de sus reyes, A. III, conquistó •Damasco. Cuando los romanos hicieron lo mismo, dejaron como gobernador a un nabateo. La mención que hace Pablo en 2 Co. 11:32–33 (“En Damasco, el gobernador de la provincia del rey A.”), se refiere a un oficial de A. IV, que reinó en tiempos de •Herodes Antipas.

Una hija de A. IV fue esposa de este Herodes Antipas, pero él se divorció de ella para casarse con Herodías. Por eso, y por una disputa fronteriza, hubo guerra entre A. IV y Herodes Antipas. Los nabateos ganaron, pero Herodes apeló a los romanos, quienes mandaron

un ejército al mando de Vitelio, procónsul de Siria. Éste, sin embargo, no llegó a atacar a A. IV al enterarse de la muerte del emperador Tiberio. El nuevo emperador, Calígula, dio cierta autonomía a A. IV.

Es en esa época cuando sucede la conversión de Saulo y sus primeros testimonios en Damasco. Los judíos de la localidad, en complicidad con las autoridades “guardaban las puertas de día y de noche” (Hch. 9:24), con el propósito de matarle. Para salvarle, “los discípulos ... le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta” (Hch. 9:25).

ARFAD (Apoyo). Ciudad en el NO de Siria que fue conquistada por el rey asirio Tiglat-pileser III. Su importancia se infiere del orgullo con que soldados de •Senaquerib recordaban esa victoria cuando ante los muros de Jerusalén en días de Ezequías decían: “¿Dónde está el dios de Hamat y de A.?”, indicando que sus dioses no habían podido librarle de sus manos (2 R. 18:34, Is. 36:19; 37:13). A. casi siempre es mencionada junto a •Hamat, otra gran ciudad siria.

ARFAXAD Tercer hijo de •Sem Abuelo de Heber. (Gn. 10:22–24; 1 Cr. 1:17, 24–25; Lc. 3:36). Nació dos años después del diluvio (Gn. 11:10) y vivió cuatrocientos treinta y ocho años (Gn. 11:12–13). Se le menciona en las genealogías como antepasado de los hebreos.

ARGOB Nombre de un lugar y una persona en el AT.

1. Territorio conquistado por los israelitas a •Og, rey de Basán (“sesenta ciudades, toda la tierra de A.... que se llamaba la tierra de los gigantes”) y que fue asignada “a la media tribu de Manasés” (Dt. 3:4, 13). Además de las sesenta ciudades mencionadas tenía muchas otras sin amurallar. En tiempos de Salomón esta región estaba gobernada por “el hijo de Geber” (1 R. 4:13). Josefo localiza esta región en lo que hoy es el Golán. •Refaim

2. Personaje que acompañó a •Peka y •Arie en su conspiración contra el rey •Pekaía, al que mataron en Samaria (2 R. 15:25).

ARGOL Palabra hebrea de difícil traducción. Algunos piensan que equivale a “grillo”, un insecto coleóptero abundante en llanuras tropicales, en regiones semiáridas y zonas de pasto. Era apto para comer (Lv. 11:22). Nombre técnico: Cerambyx (?). •Animales de la Biblia.

ARIDAI Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. A. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

ARIDATA (Regalo de Hari). Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. A. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

ARIE Personaje que acompañó a •Peka y •Argob en su conspiración contra el rey •Pekaía, al que mataron en Samaria (2 R. 15:25).

ARIEL (LUGAR) (Brasero, lugar donde se quema). Nombre poético de Jerusalén, “ciudad donde habitó David” (Is. 29:1–3). Su uso en Isaías es evidentemente un juego de palabras (“Pondré a A. en apretura, y será desconsolada y triste; y será a mí como A.”), que proba-blemente indica que el mismo término tenía dos acepciones. En Ez. 43:15–16, donde se menciona la parte superior del altar o brasero, se dice en hebreo arû’el. Quizás entonces se pueda leer el texto entendiendo a Jerusalén como lugar donde se queman sacrificios (Ariel) y la incitación de Dios es que se siga en ello (“Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso”), pero viene un juicio del Señor (“Yo pondré a A. en apretura, y será desconsolada y triste”). Eso acontece a través de la hecatombe producida por la invasión enemiga: (“Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes”).

Entonces A. “será para mí como A.”, un brasero o lugar donde se quema, pues Jehová la visitará “con llama de fuego consumidor”.

ARIEL (PERSONA). (León de Dios). Miembro de una delegación que envió Esdras “a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia” (Esd. 8:16–17) para buscar levitas. Los árabes y los persas acostumbran usar el nombre “A.” para referirse a una persona notable por su bravura, a un campeón. Así, en 2 S. 23:20, donde dice que •Benaía “mató a dos leones de Moab”, puede traducirse también “dos campeones de Moab” o “dos famosos héroes moabitas”.

ARIETE •Armadura y armas. Máquinas de guerra.

ARIMATEA Lugar de procedencia del rico funcionario, “varón bueno y justo”, que pidió el cuerpo del Señor Jesús (Lc. 23:50). La ciudad quedaba en Judea y es posible que su nombre signifique “ciudad de los judíos”. Algunos eruditos identifican a A. como el mismo •Naiot, en •Ramá, hogar del profeta Samuel, pero no hay unanimidad en esta opinión.

ARIOC Nombre de dos personas en el AT.

1. Rey de Elasar, aliado de •Quedorlaomer en la guerra contra Sodoma (Gn. 14:1).

2. Capitán de la guardia de •Nabucodonosor al que “Daniel habló sabia y prudentemente” al indagar la causa de la orden “para matar a los sabios de Babilonia”. A. se lo explicó a Daniel y éste se dedicó a orar. Luego le pidió a A. que lo llevara ante el rey, lo cual éste hizo, y dijo al monarca: “He hallado un varón... el cual dará al rey la interpretación” (Dn. 2:14–27).

ARISAI Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. A. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

ARISTARCO (El mejor gobernante). Cristiano de Tesalónica que acompañó a Pablo en su tercer viaje misionero. En el alboroto de Éfeso la multitud se levantó “arrebatando a Gayo y a A., macedonios, compañeros de Pablo” (Hch. 19:29). Después de esto, se embarcó hacia Macedonia con Pablo y otros (Hch. 20:3–4). También viajó con San Pablo hacia Roma (Hch. 27:2), desde donde envió saludos a los Colosenses (“A. mi compañero de prisiones, os saluda” [Col. 4:10]). Lo mismo hace a Filemón (Flm 24).

ARISTÓBULO (El mejor asesor). Cristiano al que San Pablo saluda en Ro. 16:10 como cabeza de una familia. No se tienen datos históricos sobre él, pero una antigua tradición dice que era hermano de Bernabé y que fue ordenado obispo.

ARMADURA Y ARMAS. Las armas de guerra mencionadas en el AT y el NT son esencialmente las mismas, con pequeñas diferencias de forma o estilo. Se utilizaban:

El casco o yelmo era un gorro de protección metálico que se amarraba a la cabeza por debajo del cuello. Así, Goliat “traía un casco de bronce en su cabeza” (1 S. 17:5). También Saúl (1 S. 17:38). En Is. 59:17 Dios es presentado “con yelmo de salvación en su cabeza”, listo para actuar a favor de su pueblo. Pablo nos habla del “yelmo de la salvación” y “la esperanza de salvación como yelmo” (Ef. 6:17; 1 Ts. 5:8).

La coraza y la cota de malla. Se utilizaban para defender el torso (cubrían desde el cuello hasta la cintura) de un soldado. La coraza regularmente era de cuero endurecido, al cual se agregaban placas metálicas o se recubría totalmente de metal. También podía ser como una especie de túnica compuesta por tiras metálicas horizontales unidas por pequeños anillos. La cota de malla (a veces se traduce “coselete”), consistía en una túnica de tela o de piel sobre la

cual se adherían pequeñas piezas metálicas, mayormente en forma de anillos. Esto permitía una mayor flexibilidad y movilidad al guerrero que las corazas corrientes. •Goliat usaba una cota de malla que pesaba unos “cinco mil siclos de bronce”, aprox. 176 lbs. u 80 kg. (1 S. 17:5). La de •Saúl también era pesada y David no quiso usarla (1 S. 17:38–39). El rey •Acab fue herido “entre las junturas y el coselete”, posiblemente en la parte donde se juntaban la parte posterior y la anterior de su coraza (2 Cr. 18:33). “ •Uzías preparó para todo el ejército escudos ... coseletes...” (2 Cr. 26:14). Mientras se reconstruía el muro en tiempos de Nehemías la mitad de los hombres “tenía lanzas, escudos, arcos y corazas” vigilando la obra (Neh. 4:16). De manera simbólica Isaías nos dice que Jehová “de justicia se vistió como de una coraza” (Is. 59:17). Pablo, describiendo la armadura del cristiano, habla de “la coraza de justicia” que éstos deben vestir (Ef. 6:14). También dice: “Habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor” (1 Ts. 5:8).

El cinto. Era una correa de la cual se colgaban la espada y la daga. Dependiendo del peso de estas armas se usaba como cinturón (2 S. 20:8), o colgando de un hombro y atravesando el pecho. Los cintos eran de piel de animales guarnecidos con pedazos de metal, pero las personas importantes los usaban con diversos adornos y hasta de oro y piedras preciosas. Jonatán dio a David “su •talabarte”, o cinto donde colgaba su espada (1 S. 18:4). Desatar “el cinto de los fuertes” quiere decir desarmar a los poderosos (Job 12:21).

Las grebas. Eran unas planchas de metal que cubrían la parte delantera de la pierna, desde la garganta del pie hasta la rodilla. Goliat “sobre sus piernas traía grebas de bronce” (1 S. 17:6).

El escudo, el pavés, la adarga. Consistía en una pieza plana o semiplana hecha de material duro, ya fuera cuero o metal, que se usaba para defenderse de los golpes de un adversario. Generalmente eran pequeños, de forma redonda u ovalada. Estos últimos eran llamados “adargas”, hechos de cuero (“Escudo y adarga es su verdad” [Sal. 91:4]). Pero los había más grandes, que podían cubrir gran parte del cuerpo. Los soldados llevaban generalmente un escudo. Los jefes y personas importantes tenían un ayudante, llamado escudero, que se encargaba de su armamento y llevaba su escudo en la batalla, ayudándole en la defensa. Se mencionan los escudos grandes (tsinnah, protección), que cubrían todo el cuerpo (Sal. 5:12; 91:4) y los más pequeños y ligeros (magen). La diferencia entre ambos tipos de escudo puede apreciarse en 2 Cr. 9:15–16, al ver la cantidad de oro utilizada en la confección de los “paveses” y los “escudos” que hizo Salomón. Escudos de este tipo eran utilizados en las grandes ceremonias y procesiones. El “pavés” era un escudo hecho con un material liviano, generalmente madera, con el cual se podía proteger todo el cuerpo. A veces se hacían huecos en medio del pavés para pasar por allí un arma ofensiva.

La figura de Dios como escudo es ampliamente utilizada en la Biblia. Dios dijo a Abraham: “Yo soy tu escudo” (Gn. 15:1). Sobre todo en los Salmos se repite la figura (Sal. 3:3; 5:12; 7:10; 18:2, 30, 35, etcétera). En el NT Pablo exhorta: “Tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Ef. 6:16).

La espada de los hebreos era de hoja ancha, de doble filo, de 18 a 22 plg. (46 a 56 cm) de largo. Se llevaba en una vaina unida al cinturón o talabarte, mayormente del lado izquierdo. “Ceñirse la espada” significaba comenzar una pelea o una guerra. “Desceñírsela”, que la lucha había terminado (1 R. 20:11).

Como arma ofensiva por excelencia, la espada vino a ser sinónimo de guerra y matanza (Lv. 26:6; Nm. 14:3). Puede representar el fin de “la mujer extraña”, pues éste es “agudo como espada de dos filos” (Pr. 5:4). O hablar de grandes calamidades (Ez. 5:2). O de la experiencia de grandes conflictos mentales (Lc. 2:35). Muchas veces simboliza el juicio de Dios (Dt. 32:41; Ez. 21:9). El llevar la espada es símbolo de autoridad (Ro. 13:4). La Palabra

de Dios es “la espada del Espíritu” (Ef. 6:17), “más cortante que toda espada de dos filos” (He. 4:12).

La daga tenía la forma de la espada, pero en más pequeña dimensión, de tal forma que a veces podía incluso disimularse entre la palma de la mano y el brazo. En el momento de saludar a •Amasa, Joab hizo como que su daga se le había caído, la recogió, la dejó en su mano y al abrazar a su contrincante, “le hirió con ella en la quinta costilla” (2 S. 20:8–10). •Sicarios.

La lanza consistía en una vara o asta, generalmente de 5 a 6 pies (1.5 m a 1.8 m) de largo, terminando en una pieza metálica puntiaguda, en forma de hoja, de doble filo. En el caso de Goliat y de otro gigante las dimensiones eran mucho mayores (1 S. 17:7; 2 S. 21:19). En la parte inferior del asta se ponía una pieza metálica, como un casquillo puntiagudo, que servía para darle cierto contrapeso, protegía la madera y permitía clavar la lanza en tierra. Se llama •regatón. Fue con esta parte de su lanza que •Abner mató a •Asael (2 S. 2:23). Cuando se lee que Saúl tenía su lanza “clavada en tierra” debe entenderse que es del lado del regatón (1 S. 26:7). Pidiendo a Dios que le defienda de sus enemigos, David le dice “saca la lanza, cierra contra mis perseguidores” (Sal. 35:3).

La jabalina era una lanza de dimensiones más reducidas, teniendo por cabeza una pieza metálica alargada que a veces podía medir un tercio del largo total de esta arma. Goliat traía una “jabalina de bronce entre sus hombros”, en adición a su lanza (1 S. 17:6). Esa era la costumbre en los soldados que podían costearse un armamento completo. Era un arma arrojadiza.

El dardo. Arma ofensiva, arrojadiza, en forma de lanza corta (o flecha larga y más pesada). En Ez. 39:9 se da una lista de “armas, escudos, paveses, arcos y saetas, dardo de mano y lanzas”. Joab tomó “tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo” cuando colgaba de la encina (2 S. 18:14). A veces se ponía en la punta de los dardos material inflamable que, encendido, se arrojaba a los enemigos para quemar sus habitaciones, tiendas o bastimentos. De ahí la expresión de Ef. 6:16: “Tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.

El arco y la flecha. El arco consistía en una o varias varas largas y delgadas bien amarradas entre sí y reforzadas con metal o cuero, a las cuales se les daba una forma curva. Luego se ponía atada a cada extremo una cuerda, generalmente hecha de piel o intestino de algún animal. La palabra arco se utiliza para expresar poder. Así, en la profecía de Jacob sobre sus hijos, dice en cuanto a José que “su arco se mantuvo poderoso” (Gn. 49:24). David, confiando en el poder de Dios, dice: “No confiaré en mi arco” (Sal. 44:6). La derrota de Babilonia se expresa diciendo que “el arco de ellos fue quebrado” (Jer. 51:56), porque romper el arco del enemigo significa haber eliminado su poder bélico (Os. 1:5; Jer. 49:35). Un arco quebrado es símbolo de paz. Dios, con su inmenso poder, destruye las armas de guerra y hace la paz, pues él “quiebra el arco, corta la lanza” (Sal. 46:9). Con la venida del Mesías “los arcos de guerra serán quebrados” (Zac. 9:10).

La flecha era un asta fina y recta, de una madera liviana, que terminaba en una punta afilada la cual se podía cubrir con una pequeña pieza metálica (primeramente se usó el bronce, luego el hierro). La flecha se apoyaba en la cuerda del arco, tensando ésta para darle impulso. Esto se hacía con las manos y los brazos, y en casos excepcionales con los pies.

La honda era un arma arrojadiza que se hacía con dos tiras de cuero o nervios de animales, largas, en forma de cuerda. En medio de éstas se ponía otra pieza de cuero, pero ancha, capaz de servir como receptáculo a la piedra que se pensaba lanzar. Se movía la honda en forma de remolino sobre la cabeza y, de pronto, se soltaba uno de los extremos de las tiras,

lo cual hacía que la piedra saliera disparada. Las piedras que se iban a utilizar debían ser lisas y con una forma adecuada (1 S. 17:40). La tribu de Benjamín era famosa por sus honderos, que “tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban” (Jue. 20:16). En una actitud de juicio y rechazo, Dios dice: “Arrojaré con honda los moradores de la tierra” (Jer. 10:18).

El hacha o la maza no son mencionadas mucho en la Biblia como instrumentos de guerra, aunque eran armas que se utilizaban para ello desde tiempos primitivos, adoptando variadas formas, desde un grueso palo al cual se le incrustaban pedazos de metal en la cabeza hasta las que tenían una cuchilla en forma de media luna. Algunos piensan que la expresión “los quebrantarás con vara de hierro” en el Sal. 2:9, es una referencia a este tipo de arma. También el “martillo” de Pr. 25:18.

La estaca. Era orden divina que todo soldado israelita portara una estaca o trozo de madera pequeño que le sirviera para hoyar la tierra y cubrir luego sus excrementos (Dt. 23:13). Esta es una de las medidas de sanidad militar más antiguas que se conocen.

El carro. Los carros de guerra egipcios tenían dos ruedas y llevaban en el lado derecho pequeños compartimientos para las armas, arcos, flechas, lanzas, etcétera. La estructura, incluyendo las ruedas, la vara y el yugo eran de madera. A veces se ponían pedazos de hierro en las ruedas o éstas eran totalmente recubiertas de ese metal. Toda la estructura estaba unida a base de cuero, que se usaba también para el arnés de los caballos. Algunos tenían el piso hecho de cuerdas tejidas, lo cual proporcionaba una superficie flexible que amortiguaba los golpes. La parte trasera de los carros estaba abierta y era por allí por donde subían las personas, que solían ser tres: el conductor, el guerrero principal y su escudero. Pero podía ser manejado por una sola persona. Generalmente eran tirados por dos caballos.

Los cananeos tenían “carros herrados” (Jue. 4:3), que eran más pesados que los egipcios. Dios ordenó a los israelitas que quemaran los carros de los enemigos vencidos (Jos. 11:6). Los israelitas, por mucho tiempo, no usaron carros de guerra en grandes cantidades, quizás por lo accidentado del terreno de su país. David capturó los carros a varios enemigos, inutilizando la mayoría (2 S. 8:4; 10:18). Salomón llegó a tener unos mil cuatrocientos carros en ciudades especiales para ello y en Jerusalén (1 R. 10:26). En el lenguaje bíblico el carro es usado como figura de poder (Sal. 20:7). Y se dice poéticamente que “los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares” (Sal. 68:17). •Carro.

Las máquinas de guerra. Se mencionan en la Biblia por lo menos tres tipos: los enormes arcos para lanzar grandes dardos, las catapultas, y los arietes. El rey Uzías “hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros ... para arrojar saetas y grandes piedras” (2 Cr. 26:15). Las catapultas podían lanzar piedras enormes, que podían pesar de cincuenta a trescientas libras. Los arietes eran el arma que utilizaba un ejército sitiador para derribar una parte de los muros de la ciudad sitiada a fin de abrir una brecha. Podía ser de dos clases. El más simple era un tronco largo y fuerte, casi siempre con una pieza de metal en forma de cabeza de carnero como punta, que varios soldados cargaban, y golpeaban el muro o la puerta que se quería derrumbar. Más elaborados, eran verdaderas máquinas en las cuales un armazón sobre ruedas sostenía al ariete pendiendo de unas cuerdas, de manera que sólo había que hacer fuerza para alejarlo hasta donde permitían esas cuerdas y luego dejarlo caer en dirección al muro o la puerta. En el sitio de Jerusalén los caldeos usaron arietes (“He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla” [Jer. 32:24; 33:4; Ez. 4:2; 21:22; 26:9]). •Carro. •Guerra.

ARMAGEDÓN (Montaña de Meguido). Nombre dado por el autor del Apocalipsis al sitio donde tendrá lugar la batalla final de Dios contra las fuerzas satánicas (Ap. 16:16). El texto dice que este lugar es llamado así “en hebreo”. No se conoce hasta hoy precedentes del uso de esta palabra. Por eso algunos piensan que se trata de algo simbólico. Otros señalan la

posibilidad de que sea una expresión algo deformada de varias palabras hebreas que significarían “ciudad Meguido”, o “monte de reunión”, o “montaña de Meguido”, siendo esta última la interpretación más frecuente. Los que prefieren una interpretación literal de la palabra A. y la relacionan con Meguido, tienen en mente un sitio estratégico, con una colina fortificada ante una llanura extensísima, donde han tenido lugar muchas batallas. Una de ellas, en la cual Israel venció a •Sísara en tiempos de •Débora, se mantenía con particular relevancia en la memoria del pueblo. Es posible que esa, junto con las otras que se dieron a lo largo de la historia, influyera al escoger el nombre de A. para el sitio en el cual “tres espíritus inmundos ... van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.” (Ap. 16:13–16).

ARMENIA •Ararat.

ARMONI (Del palacio). Uno de los hijos de Saúl que los gabaonitas “ahorcaron en el monte delante de Jehová” como juicio por la matanza que Saúl había hecho contra esos pobladores. Su madre se llamaba “Rizpa, hija de Aja” (2 S. 21:1, 8–10).

ARNÁN (Fuerte, rápido). Personaje en la descendencia de •Zorobabel (1 Cr. 3:21).

ARNÓN Río que era “límite de Moab” (Nm. 21:13). Baja por los montes de Transjordania y desemboca en el mar Muerto. Israel derrotó a “los señores de las alturas de A.” (Nm. 21:28), pues el cauce de este río es una hondonada o cañón cuyas altas riberas estaban fortificadas en muchos puntos. “Levantaos, salid, y pasad el arroyo de A.” fue la exhortación de Dios a Israel para que se lanzara a la conquista de la Tierra Prometida (Dt. 2:24). El juicio de Dios sobre Moab se expresa diciendo: “Anunciad en A. que Moab es destruido” (Jer. 48:20).

AROD (Jorobado). Hijo de Gad. De él descienden los •aroditas (Nm. 26:17). También es llamado •Arodi en Gn. 46:16.

ARODI (Jorobado). Hijo de Gad (Gn. 46:16). De él descienden los •aroditas. Llamado •Arod en Nm. 26:17.

AROER. (Ruinas). Nombre de dos ciudades en el AT.

1. Ciudad a orillas del •Arnón que fue conquistada por los israelitas de mano de “Sehón rey de Hesbón” (Dt. 2:30–36). Fue repartida, con su territorio, “a los rubenitas y a los gaditas” (Dt. 3:12). Estos últimos la reconstruyeron (Nm. 32:34). Un rubenita, Bela, que poseía mucho ganado, “habitó en A.” (1 Cr. 5:8). Cuando David ordenó a Joab hacer el censo se comenzó desde A. (2 S. 24:5). •Hazael rey de Siria la conquistó de manos de Israel (2 R. 10:33).

2. Ciudad en el S de Judá, como a diecinueve kilómetros al SE de Beerseba. David envió regalos del botín “a los ancianos de Judá” en varias ciudades. A. fue una de ellas (1 S. 30:26–28).

AROERITA Perteneciente a Aroer. De allí eran dos de los valientes de David, “Sama y Jehiel hijos de Hotam a.” (1 Cr. 11:44). Proba-blemente se refiere a •Aroer #2.

ARPA •Música e instrumentos musicales.

ARQUELAO •Herodes Arquelao.

ARQUEOLOGÍA BÍBLICA La arqueología es la ciencia que estudia los materiales que en cualquier forma hayan dejado los hombres en épocas remotas. Se llama a. b. a la que se realiza en lugares que están de alguna manera relacionados con las Sagradas Escrituras y que pueden por ello ayudar a comprender mejor cómo era la vida en los tiempos bíblicos, incluyendo las costumbres, la literatura, las creencias, etcétera. De especial relevancia para ello son las investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en Israel, Siria, Egipto, Líbano (los fenicios), Irak (asirios y caldeos), Turquía, Grecia, islas del mar Egeo, Roma, etcétera.

Se llaman “documentos arqueológicos” a todos esos materiales que quedaron como rastro de las pasadas civilizaciones. Son “documentos escritos” los que aparecen en inscripciones en piedra, o en metal, o en madera, o en pergaminos y papiros. Los “documentos no escritos” son los restos que aparecen en diversas formas, tales como objetos domésticos, vasos, vestidos, herramientas, huesos humanos, edificaciones, esculturas, armamentos, piezas de alfarería, etcétera. Algunos de estos documentos pueden ser encontrados “a flor de tierra”, como es el caso de las pirámides de Egipto, pero en la mayoría de las oportunidades es necesario realizar excavaciones en lugares en los que por alguna razón se piensa que pueden existir restos arqueológicos, pues ciudades enteras han podido quedar enterradas a causa de la erosión de terrenos cercanos de superior nivel, o por la acumulación de polvo durante siglos, o por algún cataclismo.

Existen en el Oriente Medio unas formaciones de roca y polvo, llamadas “Tell”, que dan la apariencia de colina, pero que en realidad representan la superposición de ciudades construidas una encima de la otra en el devenir de mucho tiempo. Generalmente se formaron porque el lugar fue habitado y luego destruido. Nuevos pobladores lo reconstruyeron, nivelando el lugar y levantando sus casas encima de los restos anteriores. La repetición de esto puede llegar a formar hasta veinte diferentes niveles que representan cada una de ellos épocas distintas de ocupación del lugar. Estos “Tell” son objeto preferente de la investigación arqueológica en el Oriente Medio, habiéndose desarrollado con el tiempo técnicas especiales para ello. También se encuentran muchos documentos en antiguos cementerios, cuevas, fosas y hasta vertederos de basura que usaron los antiguos.

Puede decirse que la a. b. nació en el siglo XIX. En el año 1838 los señores Edward Robinson y Eli Smith realizaron investigaciones en la Tierra Santa que lograron identificar diversos lugares mencionados en la Biblia. No realizaron excavaciones. Pero F. de Saulcy las hizo en los años 1850 a 1851. También en 1863. Un punto luminoso de la historia de la arqueología lo representó el momento en 1890, en que Flinders Petrie planteó la idea de utilizar los restos de cerámica para establecer las fechas aproximadas de los niveles excavados. La forma de los recipientes y sus adornos varían de época a época. Por lo tanto, si en un nivel determinado se encuentran restos de cerámica que puedan ser identificados y diferenciados de los que estén en otros niveles, se puede tener una idea aproximada de la fecha del yacimiento. Existe ya una clasificación de las cerámicas que sirve admirablemente para ello. A eso se agrega que con los avances tecnológicos recientes se han descubierto nuevas formas de fechar los documentos arqueológicos, entre ellos el método llamado del “carbono 14".

La arqueología ha contribuido de manera notable al mejor entendimiento de las Escrituras. Frecuentemente se realizan hallazgos que arrojan luz sobre algún evento descrito en las mismas, ofreciendo detalles que no están en el texto bíblico. Por ejemplo, cuando se encontró en •Nuzi, al N de la •Mesopotamia, una biblioteca con más de veinte mil tablillas escritas en escritura cuneiforme, pudo saberse de las costumbres hurritas. Un matrimonio sin hijos se consideraba incompleto. Se establecía entonces que la mujer era estéril y era su deber proporcionar una muchacha al esposo para que tuviera hijos de ella. El conocimiento de éstos

y otros detalles ayudó a comprender la historia de •Abraham, •Sara y •Agar, así como lo que hicieron •Raquel y •Lea al ofrecer sus siervas a Jacob.

También la a. b. ha permitido confirmar la verdad histórica de eventos que sólo eran conocidos a través de las Escrituras y que muchos pusieron en duda hasta que las excavaciones probaron que éstas tenían la razón.

ARQUIPO Creyente miembro de la iglesia de •Colosas al que Pablo exhorta: “Decid a A.: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor” (Col. 4:17), por lo que se especula que en algún momento no fue lo diligente que debiera. Pablo, sin embargo, lo trata con respeto y cariño, llamándolo “nuestro compañero de milicia”. Fue uno de los destinatarios de la carta a Filemón (Flm 2).

ARQUITAS Miembros de una tribu o clan mencionados en Jos. 16:2 como habitantes en parte del territorio que se dio a los hijos de José. •Husai a. fue el íntimo amigo de David que se quedó en Jerusalén siguiendo las instrucciones de éste para hacer “nulo el consejo de Ahitofel” (2 S. 15:32–37).

ARQUITECTURA Cuando entraron en •Canaán los israelitas, como nómadas que eran, no poseían mucha experiencia en materia de construcciones permanentes, por lo cual copiaron los métodos de los cananeos. •Casa. •Ciudad. Para las edificaciones que fueran algo sofisticadas, como el •templo de Salomón y ciertos palacios, se utilizaba tecnología fenicia, como lo demuestra la alianza con •Hiram rey de •Tiro para la provisión de materiales y obreros especializados. Los materiales a usar eran la madera, abundante en aquel entonces, la piedra caliza, el barro y la arena, que se podían encontrar en las cercanías y, de manera excepcional, el mármol, que se traía de largas distancias si era necesario. En las zonas costeras se utilizaba la piedra arenisca, por su disponibilidad. Por lo general se procuraba poner unos cimientos con pedazos de piedra y desechos. Para los techos se usaban cañas sobre las cuales se vertían capas de barro que lo impermeabilizaban. Igualmente se usaba el barro para cubrir las paredes del exterior e interior de las viviendas.

No se conservan vestigios del •templo de Salomón ni de los palacios que construyó ese rey, pero por los datos que figuran en las Escrituras puede apreciarse que los conocimientos arquitectónicos de entonces no permitían grandes espacios techados sin profusión de columnas. Con éstas o limitando las distancias de pared a pared se creaban las áreas, apoyando los techos sobre vigas de madera, especialmente de cedro y pino. En excavaciones realizadas en •Samaria y •Meguido se han encontrado palacios construidos sobre un promontorio en los cuales se utilizaron excelentes sillerías, ornamentos de relieve en marfil y columnas de estilo jónico antiguo. Pero después de la destrucción del Reino del Norte (Israel) y el del Sur (Judá) por los asirios y los caldeos hubo una declinación en la arquitectura israelita, ocasionada sin duda por la pobreza en que se vio sumido el país.

Hay un resurgimiento después de la conquista de •Alejandro Magno y con el proceso de helenización posterior, construyéndose en Israel ciudades que seguían los modelos urbanísticos y arquitectónicos griegos. El punto culminante en este sentido lo representa sin duda •Herodes el Grande con su inmenso programa de construcciones, que incluye la reconstrucción del •templo, cuyo perímetro fue ampliado, el Herodión, Masada, la torre de Fasael, la torre Antonia y otras muchas. Las que estaban en Jerusalén fueron totalmente destruidas por los romanos en el año 70 d. C., pero todavía en el día de hoy la sola vista de los enormes sillares de lo que era parte del muro occidental del •templo causan asombro.

La construcción israelita más influyente, sin embargo, resultó ser la •sinagoga. Se han excavado muchas de ellas. Las iglesias cristianas, que siguieron arquitectónicamente el

modelo de las basílicas grecorromanas, denotan también una influencia innegable de las sinagogas judías.

ARRAS El objeto que se entrega como garantía de que se cumplirá una promesa. Puede ser una suma de dinero que representa el primer pago para la adquisición de algo. Es una palabra utilizada en el comercio, proba-blemente introducida por los •fenicios. Las a. siempre implican que existe un resto, un saldo pendiente que ha de pagarse o entregarse. Así, Pablo enseña que Dios “nos ha sellado, y nos ha dado las a. del Espíritu en nuestros corazones” (2 Co. 1:22). Esto permite a los creyentes vivir “confiados siempre”, porque “las a. del Espíritu” son avance y garantía de que lo mortal será “absorbido por la vida” (2 Co. 5:5–6). Esta es la promesa de Dios. Y el Espíritu Santo es “las a. de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida” (Ef. 1:14). •Prenda.

ARRAYÁN •Plantas de la Biblia. Mirto.

ARREPENTIMIENTO El término hebreo naham, que se utiliza mucho en el AT, significaba sentir una pena por algo con tal fuerza que conduzca a un cambio de actitud frente al objeto por el cual se siente la pena. En ese sentido, Dios “se arrepintió... de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”, por lo cual decidió hacer juicio en tiempos de •Noé (Gn. 6:5–7). Dios también puede desistir de algún juicio anunciado. Así, cuando el incidente del becerro de oro, por la intercesión de Moisés “Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” (Éx. 32:14). En muchas ocasiones Dios se ha arrepentido de hacer juicio, pero advierte que puede llegar el día en que diga: “Estoy cansado de arrepentirme” (Jer. 15:6). Sin embargo, el Señor nunca se arrepiente para no cumplir las promesas de bendición que hace, pues él “no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm. 23:19; Dt. 32:36; 1 S. 15:29), “porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11:29).

En varios lugares del AT se usa también el término para referirse al a. del hombre, o de la nación, por pecados cometidos. Casi siempre se pone el a. como condición de las promesas de bendición. Así, si el pueblo se arrepintiere “... en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios ... entonces Jehová hará volver a tus cautivos” (Dt. 30:1–3). Cuando hubo una guerra civil entre los israelitas y murieron muchos de la tribu de Benjamín, “los hijos de Israel se arrepintieron a causa de ello”, pues vieron que esa tribu iba a desaparecer. Decidieron, por tanto, buscar una solución para que esto no aconteciera (Jue. 21:6–7). También Job, cuando recibió la revelación de Dios “desde un torbellino”, le dijo al Señor: “Me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 38:1; 42:6). En todos estos casos citados está presente el dolor de corazón por los hechos cometidos. Pero el verdadero a. va más allá, puesto que procede inmediatamente a un cambio de actitud, como puede verse en la amonestación de Ez. 14:6 (“Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos...”).

Los términos griegos que se utilizan en el NT apuntan a la idea de “tornarse de algo y volverse hacia otra cosa”, en el sentido religioso. Se emplea el sustantivo metanoia, que significa un cambio de mente con una consiguiente modificación de conducta. En esa forma se utiliza la palabra en Mt. 3:8: “Haced, pues, frutos dignos de a.”, o en Hch. 11:18: “De manera que también a los gentiles ha dado Dios a. para vida”. El verbo “arrepentirse” es metanoeö, muy usado en el NT, como en Mr. 1:15: “Arrepentíos, y creed en el evangelio”, o en Lc. 15:7: “Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente...” Pero el énfasis neotestamentario, sin excluir la idea de dolor por el pecado, se coloca sobre el acto de la voluntad que se inclina o se decide a cambiar, a volverse hacia Dios. Judas, por ejemplo, “devolvió arrepentido las treinta piezas de plata”, pero su a. no le llevó a la determinación de volverse hacia Dios, sino al suicidio.

De manera que el a. viene a ser el acto del hombre mediante el cual siente pena y dolor por los pecados cometidos contra Dios, los confiesa, y decide volverse por completo hacia él para ponerse bajo su señorío. El a. forma parte fundamental de la doctrina cristiana (He. 6:1). Este era el mensaje central de Juan el Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Y con esas mismas palabras comenzó su ministerio el Señor Jesús (Mt. 4:17), que vino a llamar los pecadores al a., pues los que se creen justos piensan que no lo necesitan (Lc. 5:32; 15:7). El bautismo es una señal externa que se da para confesar que realmente ha ocurrido el hecho del a., por lo cual Juan el Bautista hablaba del “bautismo de a.” (Mt. 3:11; Mr. 1:4; Lc. 3:3). “Delante de los ángeles de Dios” se produce un gran regocijo cuando un pecador se arrepiente (Lc. 15:10). La simple profesión de cristianismo, no precedida de verdadero a. es algo vano, porque hay que hacer “obras dignas de a.” (Hch. 26:20). El deseo de Dios es que “todos procedan al a.” (2 P. 3:9).

ARRODILLARSE Genuflexión. Poner las rodillas en tierra como acto de respeto o adoración. Generalmente a. suponía también poner el rostro en tierra. Salomón, para orar en la inauguración del •templo, quiso a. (2 Cr. 6:13). Daniel se a. tres veces al día para orar (Dn. 6:10). Era costumbre pagana hacerlo delante de los grandes dignatarios (Gn. 41:43). •Mardoqueo no quiso a. delante de •Amán (Est. 3:2–5). Es un acto que debe hacerse sólo ante Dios (1 R. 19:18). Juan quiso postrarse ante un ángel, pero éste no se lo permitió (Ap. 22:8–9).

ARROGANCIA •Orgullo

ARSA Funcionario del rey •Ela, de Israel. A este rey lo mataron “estando él en Tirsa ... en casa de A. su mayordomo” (1 R. 16:9).

ARTAJERJES Nombre de varios reyes de Persia. El que reinaba en los días de Esdras y Nehemías fue A. I, conocido en la historia como el “Longímano” (Larga Mano), que gobernó del 465 al 425 a.C. Durante los primeros dieciséis años de su reinado tuvo constantes conflictos con los griegos que atacaban sus posesiones al NO. Su general Megabizos, que era sátrapa de Siria, Israel y Transjordania, reconquistó Egipto, pero luego se rebeló contra él. Es probable que fuera en este período que las autoridades de Samaria recomendaran la inconveniencia de reconstruir a Jerusalén, porque eso constituiría un desafío a su autoridad (Esd. 4:7–24). Más tarde, sin embargo, nombró a •Nehemías, su copero, gobernador de Judea, autorizándole a la reconstrucción (Neh. 2:6–8). Hay cierta duda sobre si fue A. I, o A. II, quien autorizó la misión de Esdras.

ARTE Aunque el a. nace entre los hebreos atendiendo a las necesidades religiosas y de ornamentación que sintieron los israelitas, expresando sus creencias y costumbres, sus concepciones estéticas deben ser estudiadas utilizando como telón de fondo las que se produjeron en todo el Oriente Medio, especialmente en •Mesopotamia, •Canaán, •Egipto y •Arabia.

Como pueblo que había salido del politeísmo, no prosperaron entre los hebreos la pintura y la escultura en los niveles alcanzados entre los caldeos, los asirios, los egipcios y los griegos. El Decálogo prohibía terminantemente el hacer “imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éx. 20:4). Moisés le recordó al pueblo: “... ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros ... para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra...” En Lv. 26:1 se incluye en esta prohibición toda “piedra pintada para inclinaros a ella”. No debían, pues, hacer ninguna “figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la

tierra” (Dt. 4:15–18). Esto se ratifica en Dt. 5:8 (“No harás para ti escultura, ni imagen alguna...”).

Si se toman estas palabras dentro de su contexto, es fácil advertir que lo que se prohibía era la realización de figuras con el propósito de adorarlas. La construcción del •tabernáculo incluía diseños de figuras angelicales. Dios ordenó: “Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio” (Éx. 25:18). Las cortinas tenían figuras de querubines (Éx. 26:1; 36:35). Asimismo, Dios ordenó a Moisés hacer una serpiente de metal (Nm. 21:8). No fue pecado, entonces, hacerla. Pero cuando más tarde el pueblo la adoró, se consideró una gran transgresión (2 R. 18:4). Durante mucho tiempo, las prohibiciones de la Torá fueron tomadas como un mandato absoluto de dibujos o esculturas de todo tipo para cualquier uso. Eso, definitivamente, impidió que se lograran grandes avances en el desarrollo del a. pictórico o escultórico entre los israelitas.

Pero el recuerdo de la experiencia egipcia y los contactos con otros pueblos eran algo con lo cual tenían que luchar constantemente y en lo cual, desafortunadamente, cayeron más de una vez. Aarón hizo “un becerro de fundición” (Éx. 32:4). Tras la entrada a Canaán, imitaron a los pueblos de la tierra, copiando sus costumbres y sus dioses, sobre todo a •Baal y •Astarté. Por la abundancia de figuras de estos dioses y del dios-buey Apis egipcio que nos proporciona la arqueología es posible tener hoy una idea aproximada de lo que pudo ser el a. israelita en ese sentido. La costumbre pagana de pintar dioses en la pared también fue copiada por el pueblo, por lo cual encontramos que el profeta Ezequiel habla en contra de “todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.... en sus cámaras pintadas de imágenes...” (Ez. 8:7–12). La profecía de Is. 2:16 alude a un juicio de Dios sobre “todas las pinturas preciadas”.

Las muchas invasiones y devastaciones experimentadas por la tierra de Israel no dejaron abundancia de huellas de estas obras de a. Gran cantidad de las obras de a. excavadas en la Tierra Santa (arquitectura, estatuas, mosaicos, etcétera) pertenecen al período del segundo •templo, por la influencia griega y romana. En yacimientos arqueológicos se han encontrado magníficas estatuas de Astarot, pero la opinión generalizada es que las mismas obedecen a un patrón cananeo. Los ornamentos de marfil de la casa que construyó Acab, y de los cuales se han encontrado algunos restos, tienen una influencia del a. fenicio, y probablemente fueron hechos por artesanos traídos por •Jezabel (1 R. 22:39). Los •sellos que se han descubierto en las excavaciones son todos de estilo egipcio o asirio.

De todas maneras, la capacidad estética era considerada como un don divino. Se nos dice que para la construcción del •tabernáculo Dios “llamó por nombre a Bezaleel” y a •Aholiab, llenándolos “del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo a., para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor” (Éx. 31:1–5). Aunque se evitaban las figuras humanas o de animales en los diseños, las de vegetales eran permitidas. En las vestiduras del sumo sacerdote se ponían en el ruedo, alternados, “una campanilla... y una granada” (Éx. 28:34). En el •templo también se usó mucho la figura de la •granada (1 R. 7:18). •Arquitectura. •Danza. •Escritura. •Idolatría. •Música e instrumentos musicales.

ARTEMAS (Gr. abrev. de Dado por Artemis). Ayudante de Pablo, que planeó enviarle a sustituir a •Tito en •Creta, para que éste fuera a acompañarlo en •Nicópolis (Tit. 3:12). El término está relacionado con Artemisa, nombre griego de la diosa •Diana (Hch. 19:27).

ARTEMISA •Diana.

ARTESA Recipiente de madera o cerámica, no muy profundo, en el cual se preparaba o se leudaba la masa antes de ser horneada. En la plaga de ranas en Egipto éstas llenaron hasta las a. (Éx. 8:3). Como premio a la obediencia, Dios prometió que “benditas serán tu canasta y tu a. de amasar” (Dt. 28:5).

ARTESANOS En los albores de la civilización, los hombres comenzaron a trabajar la tierra y fueron descubriendo poco a poco las formas de elaborar instrumentos para la agricultura, conseguir y preparar los alimentos, confeccionar sus vestidos, etcétera. En Gn. 4:20–26 se nos muestra una especie de división del trabajo que se produjo entre los descendientes de •Adán y Caín. “Jabal fue el padre de los que habitan en tiendas y crían ganados”. Su hermano Jubal “fue padre de todos los que tocan arpa y flauta”. Tubal-caín fue “artífice de toda obra de bronce y de hierro”. Como se ve, se está hablando del origen de la agricultura, las artes y la artesanía. Nacen así los oficios, el conocimiento de los cuales es transmitido de padre a hijo, por generaciones. Es probable que los primeros instrumentos que se confeccionaron servían para conseguir (caza, agricultura) y preparar los alimentos. El hombre aprendió a preparar ropa para cubrirse y protegerse, así como lugares donde morar. Todo esto condujo a que fueran estableciéndose costumbres en cuanto a la manera de hacer las cosas. Al principio, cada individuo tenía que aprender de todo, porque todo lo tenía que hacer. Pero paulatinamente se fue produciendo la especialización, hasta llegar al momento en que se encargaba a un miembro de la comunidad la elaboración de un instrumento u objeto que todos necesitaban.

Así, para la agricultura había que preparar arados, instrumentos para cavar, vehículos para transporte, cuero, etcétera. En cuanto a vestidos, había que saber hilar, coser y tejer, así como dar colores a las telas. Para la construcción de viviendas era necesario preparar tela y cuerdas para tiendas, o trabajar la madera, o hacer ladrillos. La necesidad de recipientes para preparar comida, vasos, jarras, etcétera, produjo los alfareros. Y para objetos con carácter ornamental o religioso surgieron los plateros y forjadores de metales. En Éx. 31:1–5, al hablar de •Bezaleel, se nos da una idea aproximada del desarrollo artesanal que habían alcanzado los israelitas en el momento de su salida de Egipto. Este hombre era lleno del “Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera, para trabajar en toda clase de labor”. Cuando los israelitas llegan a la Tierra Prometida, todavía no eran expertos en el manejo de la tecnología del hierro, la cual aprendieron de los filisteos (1 S. 13:19–22). Tampoco eran grandes carpinteros, porque en tiempos de Salomón fue necesario importarlos de entre los fenicios, pues “Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y carpinteros, para que le edificasen una casa” (1 Cr. 14:1).

Como los conocimientos de artesanía se transmitían de padre a hijo, y a veces se constituían pequeñas empresas familiares, los a. se iban agrupando hasta formar verdaderos gremios, llamados “familias”, pues vivían juntos en un lugar de la ciudad. Así, leemos que “las familias de los escribas que moraban en Jabes fueron los tirateos...” (1 Cr. 2:55); “... y las familias de los que trabajaban lino en Bet-asbea...” (1 Cr. 4:21); en el valle de Carisim vivía la familia de los “artífices” (1 Cr. 4:14; Neh. 11:35).

ARTESONADO Adorno en los techos, usualmente de madera, formado por figuras poligonales y cóncavas. Salomón adornó el •templo y lo “cubrió con a. de cedro” (1 R. 6:9). Sólo personas pudientes podían tenerlos en sus casas. Hageo criticó a los que vivían en “casas a.” mientras descuidaban la casa de Dios (Hag. 1:4).

ARUBOT (Celosía). Uno de los doce departamentos o regiones que tenían la responsabilidad de abastecer a Salomón. “El hijo de Hesed en A.” era el gobernador (1 R. 4:10).

ARUMA (Encumbrado). Ciudad hasta donde llegó •Abimelec tras su victoria contra •Gaal, caudillo de •Siquem (Jue. 9:41). No se conoce su ubicación.

ARVAD Ciudad sobre una pequeña y rocosa isla en el N de Siria, famosa por sus actividades marinas. Mantenía mucha relación con los fenicios, especialmente con •Tiro. Su flota, así como sus habitantes, se prestaban a combatir como soldados para otros pueblos. Así, de Tiro se dice que “los moradores de Sidón y de A. fueron tus remeros.... y los hijos de A. con tu ejército estuvieron sobre tus muros...” (Ez. 27:8, 11). Estuvo bajo el dominio de Egipto originalmente, pero tras la declinación del poder de éste (1164 a.C.) A. llegó incluso a dominar algunas ciudades fenicias. En tiempos de •Alejandro Magno, los habitantes de A. se le sometieron y prestaron su flota para la conquista de Tiro (333 a.C.).

ARVADEO Perteneciente a •Arvad. Los a. eran descendientes de Canaán (Gn. 10:18; 1 Cr. 1:16).

ASA (Sanador). Nombre de personas del AT.

1. Rey de Judá, sucesor de •Abiam “Reinó cuarenta y un años en Jerusalén.... hizo lo recto ante los ojos de Jehová...” (1 R. 15:8–11). Comenzó a reinar siendo muy joven, mientras que su abuela •Maaca, a quien se le llama su “madre”, conservó influencia como reina-madre. Pero cuando asumió plenamente el poder la depuso “porque había hecho un ídolo de Asera” (1 R. 15:13). Inspirado por el profeta •Azarías, llevó a cabo una renovación religiosa bastante profunda, pues “mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos” (2 Cr. 14:3–4). Y aunque “los lugares altos no se quitaron.... Con todo, el corazón de A. fue perfecto para con Jehová...” (1 R. 15:14). La cúspide de la reforma religiosa de A. se vio en la celebración de una magna asamblea en Jerusalén, con “todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés y de Simeón” cuando “prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres...” (2 Cr. 15:9–15).

A. comenzó una política de afianzamiento de la seguridad de Judá, construyendo ciudades y fortificando la frontera con el Reino del Norte (Israel). Logró un período de larga paz (2 Cr. 14:6), pero no durante los veinticuatro años del reino de •Baasa de Israel, pues mientras este rey vivió hubo guerra con A. “todo el tiempo de ambos” (1 R. 15:16). •Zera, rey etíope, atacó Judá “con un ejército de un millón de hombres”, pero A. clamó a Dios “y Jehová deshizo a los etíopes delante de A.” (2 Cr. 14:9–13). Existe una gran contradicción entre la actitud de A. frente a los etíopes y su búsqueda de una alianza con •Ben-adad rey de Siria, cuyo apoyo compró con “el oro de los tesoros de la casa de Jehová” para que le ayudara en su lucha contra Baasa (2 Cr. 16:1–4). Esa alianza fue efectiva, pero “el vidente Hanani” le reprendió recordándole su diferente comportamiento en el caso de los etíopes. Lamentablemente A. se enfureció y encarceló al profeta. Incluso “oprimió A. en aquel tiempo a algunos del pueblo” (2 Cr. 16:5–10). A. en los días de su vejez “enfermó de los pies” (2 Cr. 16:12–14). Entre las tradiciones de los judíos se interpreta que esa enfermedad fue un castigo por esos abusos últimos, que incluyeron obligar a personas al servicio militar sin importarle que fueran estudiantes de la ley o recién casados. “A. en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos” (2 Cr. 16:12). No debe entenderse la palabra “médicos” en el sentido moderno. Quizás hasta podría referirse a “hechiceros”.

2. Levita, en la ascendencia de Berequías (1 Cr. 9:16).

ASAEL (Dios ha hecho). Nombre de personas del AT.

1. El más joven de los hijos de •Sarvia, siendo •Joab y •Abisai sus otros hermanos. “Era ligero de pies como una gacela del campo” (2 S. 2:18). En la batalla entre los siervos de David y los de •Is-boset (hijo de Saúl), éstos últimos huyeron. •Abner, general de Is-boset, iba corriendo, pero A. se lanzó tras él. Abner le dijo que siguiera a otro, pero A. insistió. Abner le dijo que no quería matarlo, por causa de Joab su hermano. “Y no queriendo él irse, lo hirió Abner” en una maniobra que consistió en disminuir su propia velocidad y darle al que le seguía con la parte trasera de su lanza (2 S. 2:23). Esto fue causa de que más tarde Joab matara a Abner “en venganza de la muerte de A. su hermano” (2 S. 3:27).

2. Uno de los levitas enviados por el rey •Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:7–9).

ASAF (Jehová ha juntado). Nombre de personas del AT.

1. Famoso levita designado por sus hermanos en tiempos de David para participar en los cantos del servicio de Jehová. Era hijo de Berequías (1 Cr. 6:39; 15:17). Cuando David trajo el arca a Jerusalén, A. junto con “Hemán ... y Etán, que eran cantores, sonaban címbalos de bronce” (1 Cr. 15:19). Fue de los encargados para que “ministrasen de continuo delante del arca, cada cosa en su día” (1 Cr. 16:37). Su descendencia se especializó en este ministerio (1 Cr. 25:1) y él los dirigía. Además, A. “profetizaba bajo las órdenes del rey” (1 Cr. 25:2).

A. compuso salmos. Cuando la reforma religiosa de •Ezequías, éste y sus príncipes “dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y de A. vidente” (2 Cr. 29:30). Después de la cautividad 128 miembros de su familia retornaron a Jerusalén y participaron en los cánticos cuando se pusieron los fundamentos del •templo. Los salmos 50 y del 73 al 83 son atribuidos a A., pero eso no debe interpretarse como indicación de que él los escribió, pues algunos son evidentemente posexílicos. Es posible que formaran parte de una colección de salmos que sus descendientes utilizaban.

2. Entre los funcionarios de •Ezequías había uno que se llamaba “Joa, hijo de A.”, que fue de los que vinieron “rasgados sus vestidos” a contar al rey “las palabras del Rabsaces” (2 R. 18:37).

3. Entre los levitas que regresaron de Babilonia había un “Matanías, hijo de Micaía, hijo de Zicri, hijo de A.” (1 Cr. 9:15).

4. Entre los porteros del •templo había un levita llamado “Meselemías hijo de Coré, de los hijos de A.” (1 Cr. 26:1).

5. Guardabosque del rey •Artajerjes para quien Nehemías pidió cartas para conseguir “madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad y la casa...” (Neh. 2:8).

ASAÍAS (Dios ha hecho). Nombre de personas del AT.

1. Funcionario del rey •Josías. Enviado por éste a consultar con la profetisa •Hulda, con motivo del hallazgo del Libro de la Ley (2 R. 22:12, 14).

2. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:36).

3. Principal entre los hijos de •Merari que participaron en llevar el arca a Jerusalén desde la casa de •Obed-edom David le incluyó al decir al grupo: “Vosotros que sois los principales padres de las familias de los levitas, santificáos...” (1 Cr. 15:6, 11–12).

4. Primogénito entre los silonitas que moraban en Jerusalén (1 Cr. 9:5)

ASÁN Ciudad de Judá dedicada a los levitas (Jos. 15:42; 1 Cr. 6:59).

ASAREEL (Dios es juntado). Personaje en la descendencia de Judá, hijo de Jehalelel (1 Cr. 4:16).

ASARELA (Dios ha cumplido con gozo). Levita. Uno de los “hombres idóneos para la obra de su ministerio” musical “bajo la dirección de Asaf su padre” (1 Cr. 25:1–3).

ASBEL Hijo de Benjamín (Gn. 46:21), padre de la familia de los asbelitas (Nm. 26:38).

ASBELITA Miembro de la familia descendiente de •Asbel.

ASCALÓN Situada en la costa, 12 km al N de •Gaza, junto con ésta, •Ecrón, •Asdod, y •Gat, era una de las cinco ciudades principales de los filisteos. La mención de “ascaloneo” hecha en Jos. 13:3 parece sugerir que había otros habitantes allí antes de los filisteos. La tribu de Judá tomó a “A. con su territorio”, pero la conquista no fue completa, porque “no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados” (Jue. 1:18–19). Los filisteos dominaron la técnica del hierro antes que los israelitas.

Todavía en tiempos de •Sansón A. seguía siendo filistea (Jue. 14:19), y en tiempos de •Elí y •Samuel (1 S. 6:17). Cuando finalmente Saúl es derrotado por los filisteos, David, en su lamento, menciona a A. (“No lo anunciéis en Gat, ni deis las nuevas en las plazas de A.” [2 S. 1:20]). Siendo Gat la ciudad más al N en Filistea y A. la más al S, la idea poética es que no se anuncie en todo el territorio de los enemigos de Israel. A. permaneció independiente durante toda la época del AT. Los profetas anunciaron el juicio de Dios contra A. “Destruiré ... a los gobernadores de A.” (Am. 1:8). “Gaza será desamparada y A. asolada” (Sof. 2:4). “A. no será habitada” (Zac. 9:5). En el anuncio de la invasión caldea, Jeremías menciona a A. como parte de las naciones que beberían el “vino de este furor” de Dios (Jer. 25:15–28). En efecto, habiéndose negado a pagar tributo a •Nabucodonosor, éste la destruyó.

ASCALONEO Habitante de •Ascalón (Jos. 13:3).

ASCENSIÓN Término que no aparece en la Biblia, pero que se utiliza para hacer referen-cia al hecho de que el Señor Jesús ascendió a los cielos cuarenta días después de su resurrección. Lucas escribió sobre “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba” (Hch. 1:2). Narra que estando en el monte de los Olivos, después de ratificar a sus discípulos la promesa del Espíritu Santo, “viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hch. 1:9).

Muchas personas han levantado críticas a la crónica de Lucas, que es el único que da detalles sobre el suceso. La mayor dificultad surge del intento de compatibilizar las ideas que se hacen del cielo, considerándolo como fuera del espacio y el tiempo, una esfera totalmente espiritual, con el hecho de que un hombre de carne y hueso penetró en ella. No encontrando una explicación lógica, prefieren acusar al texto de tener carácter legendario. Las Escrituras, sin embargo, hablan de que “hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (1 Co. 15:44). Cuando el Señor resucitó tenía verdadero cuerpo, no era una aparición ni un ente etéreo (“Palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” [Lc. 24:39]). En ese cuerpo el Señor Jesús ascendió a los cielos.

La A. se menciona también en Lc. 24:51 (“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo”) y Mr. 16:19 (“Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios”). Algunos códices antiguos no incluyen estos versículos, lo cual llevó a que se sugiriera que se trata de interpolaciones, pero la mayoría piensa que el relato de Hch. 1 debe ser considerado como una ampliación de Lc. 24:51 en correspondencia con Mr. 16:19.

El mismo Señor Jesús había hablado a sus discípulos de que iría “adonde estaba primero” (Jn. 6:62). Se habla de él como “el que de arriba viene ... el que viene del cielo” (Jn. 3:31). Había dicho: “Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió” (Jn. 7:33). El que lo envió fue el Padre (“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí” [Jn. 5:37]). Y ese es el “Padre nuestro” que está “en los cielos” (Mt. 6:9). Esto era necesario para que Cristo fuera glorificado “con aquella gloria” que tuvo con el Padre “antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5).

El NT presenta al Señor Jesús “en los lugares celestiales” (Ef. 1:3), pues el poder de Dios “operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra” (Ef. 1:20; 2:6). Él “subió por encima de todos los cielos” (Ef. 4:8–10). Pedro dice que el Señor Jesús “habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios” (1 P. 3:22). Es desde allí que regresará a la tierra (“Porque el Señor mismo ... descenderá del cielo...” [1 Ts. 4:16]). Él se manifestará “desde el cielo con los ángeles de su poder” (2 Ts. 1:7).

ASCETISMO Palabra que no aparece en la Biblia, pero que regularmente se utiliza para señalar la actividad de una persona que con rígido autocontrol se dedica a la abstinencia y la vida solitaria. En el AT se recomendaba el ayuno temporal y los votos de •nazareo, pero no se insistía en una abstinencia permanente de comidas (salvo los animales declarados impuros) ni en que se viviera una vida apartada de los demás. En el NT, Juan el Bautista tenía costumbres de mucho a. (Lc. 7:33), pero no las imponía a otros. Pablo advierte sobre aquellos que exigían la abstinencia de ciertas comidas (1 Ti. 4:3).

ASDOD (Fortaleza). Una de las cinco ciudades principales de los filisteos, junto con •Ascalón, •Gat, •Ecrón y •Gaza. Situada no muy lejos de la costa (5 km), a unos 32 km al N de Gaza. Su localización, en la ruta principal del comercio entre Egipto y Siria, la hacía muy importante. A pesar de las conquistas de Josué, los anaceos “quedaron en Gaza, en Gat y en A.” (Jos. 11:22). Era territorio asignado a la tribu de Judá, que debía posesionarse de ella (Jos. 15:46–47), pero esto no pudo ser posible.

Los filisteos llegaron a derrotar y hasta a oprimir a los israelitas. Tras una batalla, lograron como botín el •arca de Jehová, la cual llevaron a A. la metieron en la casa de Dagón" S. 5:1–2). Dios hizo juicio destruyendo al ídolo y una plaga azotó a los filisteos, los cuales devolvieron el arca con algunos dones (1 S. 6:1–18). El rey •Uzías venció a A. y derribó su muralla (2 Cr. 26:6). Los profetas anunciaron el juicio contra A. “Destruiré a los moradores de A.” (Am. 1:8). “Saquearán a A. en pleno día” (Sof. 2:4). “Habitará en A. un extranjero y pondré fin a la soberbia de los filisteos” (Zac. 9:6). Esto aconteció “en el año que vino el Tartán a A., cuando lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra A. y la tomó” (Is. 20:1). En el NT, A. es •Azoto. Tras bautizar al etíope, “Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea” (Hch. 8:40).

ASDODEO Habitante de •Asdod. Es posible que la mención que se hace de ellos en Jos. 13:3 haga referencia a otro pueblo anterior a los filisteos.

ASEDIO Acción de guerra que consiste en rodear la ciudad o plaza enemiga restringiendo su comercio y abastecimiento de comida y, a veces, de agua (Nah. 3:14). Rodear por varios días

a Jericó fue un a. (Jos. 6:3), pero a veces éste puede ser largo, por meses y hasta por años. Con la monarquía Israel llegó a tener un ejército organizado profesionalmente y se fue perfeccionando la técnica de a. Joab sitió a •Abel-bet-maaca y trató de minar su muralla (2 S. 20:15). El rey •Uzías perfeccionó máquinas de guerra especiales para el a. (2 Cr. 26:15). Israel cantó por la liberación de Dios cuando el a. contra ella por parte de las naciones (Sal. 118:10–11). El pecado, enemigo del alma, nos a. y debemos despojarnos de él (He. 12:1).

ASENA Nombre de lugar y personas en el AT.

1. Dos ciudades otorgadas a la tribu de Judá (Jos. 15:33, 43).

2. Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresaron con Esdras (Esd. 2:50).

ASENAT Esposa de José. Era “hija de Potifera sacerdote de On” (Gn. 41:45, 50; 46:20).

ASENÚA Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 9:7).

ASER Hijo de Jacob. Al igual que Gad, hijo de •Zilpa sierva de •Lea (Gn. 30:13; 35:26). Sus hijos fueron Imna, Isúi, Bería y Sera (esta última mujer). 1 Cr. 7:30 añade otro nombre: Isúa. La descendencia a través de ellos formó la tribu de A. (Nm. 26:44–47). En la bendición de Jacob se pronostica que “el pan de A. será sustancioso, y él dará deleites al rey” (Gn. 49:20), lo que da a entender que tendría un territorio muy productivo. La parte que correspondió a A. en Canaán estaba en el N, teniendo como límites al S a la tribu de Manasés y los montes del Carmelo, al E la tribu de Neftalí y al O el mar Mediterráneo.

“Tampoco A. arrojó a los que habitaban en Aco, ni a los que habitaban en Sidón, en Ahlab.... Y moró A. entre los cananeos que habitaban en la tierra; pues no los arrojó” (Jue. 1:31–32). En la lucha contra •Jabín y •Sísara, esta tribu no apoyó al ejército de •Débora, por lo cual ésta en su cántico dice:

“Se mantuvo A. a la ribera del mar, y se quedó en sus puertos” (Jue. 5:17). Sin embargo, cuando va a comenzar la lucha contra los madianitas, Gedeón “envió mensajeros a A.” y la actitud fue distinta (Jue. 6:35; 7:23). Aunque formó parte del Reino del Norte (Israel), “algunos hombres de A. ... se humillaron y vinieron a Jerusalén” a celebrar la pascua convocada por el rey •Ezequías (2 Cr. 30:11). La profetisa •Ana, que estuvo presente cuando el niño Jesús fue llevado al •templo para presentarlo al Señor, era de la tribu de A. (Lc. 2:36).

ASERA Diosa cananea de la fertilidad. Era considerada esposa de la deidad principal, llamado “El”, por lo cual se le denominaba “Madre de los Dioses”. Parece ser que A. tenía alguna relación con el mar, por lo cual también se la estudia como un paralelo semítico de Afrodita. Aparece representada como una joven desnuda a horcajadas de un león, con un lirio en una mano y una serpiente en la otra, representando el lirio la gracia femenina y el atractivo sexual, y la serpiente la fertilidad. Su culto incluía prostitución ritual, tanto femenina como masculina. Era especialmente adorada entre los fenicios, pero su culto fue bastante popular en Israel. Las reinas extranjeras, como •Maaca y •Jezabel, lo alentaban, llegando a tener numerosos sacerdotes (1 R. 15:13; 18:19). El rey •Manasés, incluso, puso “una imagen de A. en el •Templo” (2 R. 21:7). Más tarde •Josías la quitó y la destruyó (2 R. 23:6). La expresión “imágenes de A.”, muy frecuente en el AT, no señala directamente a la diosa sino a un o unos objetos, proba-blemente de madera, que eran sembrados o colocados en lugares de culto idolátrico. No se sabe exactamente qué ni cómo eran. Algunos piensan que eran postes o ídolos pequeños. Ciertos traductores, en vez de poner “imágenes de A.”, leían “arboledas”. Por eso RV60 traduce: “No plantarás ningún árbol para A. cerca del altar de Jehová tu Dios” en Dt. 16:21. Pero otros eruditos piensan que estos objetos eran confeccionados por los hombres.

ASFALTO Sustancia parecida al petróleo. Se encuentra como líquido viscoso o en formas más duras en pozos, de los cuales había abundancia en el Oriente Medio. Se utilizaba para calafatear barcos, impermeabilizar paredes y pavimentar vías. Se registra el uso del a. por primera vez para fines de construcción, especialmente con ladrillos, en “una llanura en la tierra de Sinar”, donde se edificó la torre de •Babel (Gn. 11:2–3). El extremo sur del mar Muerto, o valle de •Sidim, tenía abundancia de pozos de a. (Gn. 14:10). Por eso a ese mar se le llamaba “lago Asfaltitis”.

ASIA En la Biblia se llama A. a una región de la Anatolia, hoy Turquía. El nombre tiene su origen entre los asirios, que usaban la palabra Aszu, “salida del sol”, en contraposición a Ereb, “ocaso del sol”, de donde viene el nombre de Europa. El término aparece utilizado sólo en el NT, la mayoría de las veces con un sentido restringido a la provincia del Imperio Romano que era llamada A. y que incluía las tierras y naciones entre el mar de Mármara, al N, el Mediterráneo, al S, Galacia al E y el mar Egeo al O.

Inicialmente, el Espíritu Santo no permitió que Pablo predicara en A. (Hch. 16:6), sino que dio prioridad a Macedonia. Pero luego el apóstol viajó a Éfeso y regiones aledañas, donde quedó “por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en A. ... oyeron la palabra del Señor Jesús” (Hch. 19:10). Los funcionarios romanos de la provincia de A., llamados •asiarcas, intervinieron frente a Pablo para que no fuese al teatro en medio del gran tumulto que se levantó (Hch. 19:31). La predicación del evangelio fue muy fructífera en A., pues escribiendo desde Éfeso a los corintios, Pablo dice: “Las iglesias de A. os saludan” (1 Co. 16:19). Más tarde Juan escribiría, en el Apocalipsis, las famosas cartas “a las siete iglesias que están en A.” (Ap. 1:4, 11).

ASIA, AUTORIDADES DE •Asiarca.

ASIARCA Funcionarios de la provincia romana de •Asia. Eran electos anualmente y se encargaban de asuntos de gobierno, así como también de la celebración de los juegos en honor del emperador. Algunos de ellos oficiaban como sacerdotes del culto local al emperador. En Hch. 19:31, RV60 traduce esta palabra como “autoridades de Asia”, algunos de los cuales eran amigos de Pablo y le rogaron que no se presentase en el teatro. Como encargados de los juegos y representaciones, sabían muy bien lo difícil que es controlar multitudes alborotadas.

ASIEL Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:35).

ASIMA Cuando los asirios repoblaron a Samaria trajeron gente de distintos pueblos que habían hecho sus propios dioses. “Los de Hamat hicieron a A.”, deidad que fue entonces introducida en Israel (2 R. 17:30).

ASÍNCRITO. (Incomparable). Cristiano saludado por Pablo en Ro. 16:14.

ASIR (Prisionero). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de •Coré (Éx. 6:24; 1 Cr. 6:22).

2. Personaje en la descendencia de Salomón. Hijo del rey •Jeconías (1 Cr. 3:17).

3. Personaje en la descendencia de •Coré. Hijo de Ebiasaf (1 Cr. 6:23, 37).

ASIRIA El pueblo asirio surgió en •Mesopotamia como consecuencia de emigraciones desde Babilonia que vinieron a asentarse en la ciudad de •Asur, en la margen occidental del •Tigris, la cual fue durante un tiempo capital del reino asirio. Otras ciudades importantes eran •Nínive y •Cala, que aparecen mencionadas en el AT como fundadas por •Nimrod junto con •Babel

(Gn. 10:9–12). A. aparece en el registro bíblico por primera vez en Gn. 2:14, donde se habla del río •Hidekel, “el que va al oriente de A.”

Los monumentos asirios describen a una población de fuerte contextura, de tez oscura, nariz prominente, con barba hirsuta, grandes guerreros, y famosos por su crueldad. Su idioma era de origen semítico y lograron desarrollar una escritura cuneiforme que se basaba mayormente en ideogramas mezclados con elementos silábicos que esculpían en rocas o en tablillas de arcilla. Las excavaciones arqueológicas han resultado en hallazgos de obras monumentales y grandes bibliotecas. Esto ha permitido aprender mucho sobre su historia, la cual permaneció durante mucho tiempo tan perdida que llevó a algunos a cuestionar las menciones que sobre los asirios se hacían en la Biblia.

La religión de los asirios era politeísta, sin rastro alguno de monoteísmo. Entre sus dioses principales estaba Asur, que era considerado como el fundador de la nacionalidad asiria, •Bel, Anu y Ea. Bel era también una deidad babilónica (Is. 46:1; Jer. 50:2; 51:44). Otros dioses eran Salmán o Salmanu, el dios sol, que aparece como parte del nombre de reyes ( •Salmanasar), y Sin, el dios de la luna, también utilizada en esa forma ( •Senaquerib). También la famosa Istar, diosa de las estrellas.

En la ciudad de Asur se fue formando el reino asirio originalmente para los años 1700 al 1100 a.C. En cosa de tres siglos llegó a tener tanto poder como para compararse con otros reinos al S, incluso tratando con Egipto de igual a igual. Pero el rey que expande el territorio hasta llevarlo a los niveles de un imperio fue Tiglat-pileser I, aproximadamente en los años 1114 al 1076 a.C. Sus conquistas se extendieron hacia el Mediterráneo, por el O, favorecido por la declinación del poderío de los hititas gracias a las invasiones de los pueblos egeos que venían ocupando parte del continente desde sus bases en las islas. Luego este rey atacó Armenia, en el N, y conquistó parte de su territorio. Nace así el imperio asirio, que en el momento de su mayor apogeo llegó a conquistar toda Mesopotamia, Canaán y Egipto.

Después de Tiglat-pileser I vinieron varios reyes en un período de decadencia de los asirios, hasta el arribo al trono de •Salmanasar III, que reinó en tiempos del rey israelita •Acab. Ya había comenzado la amenaza asiria a Israel. Se hizo una alianza sirio-israelita en contra de A., pero fue derrotada en la batalla de Karkar, a orillas del río Orontes, en el 853 a.C. A partir de esa fecha los avances asirios hacia el S son cada día más insistentes, llegando a conquistar varias ciudades en Siria y Fenicia e imponiendo tributo incluso a Israel, en tiempos del rey asirio Rimón-nirari III, en el 810 a.C.

Pero el primer gobernante asirio que se menciona en la Biblia es Tiglat-pileser III, que reinó del 745 al 727 a.C. Éste logró dominar a Babilonia, donde se le conoció con el nombre de •Pul. El rey de Israel •Manahem pagó un tributo a los asirios para conseguir apoyo a su posición, tras obtener el trono después de una conspiración (2 R. 15:14–22). De manera que el Reino del Norte (Israel) vino así a constituirse en vasallo de los asirios. Cuando posteriormente el rey •Peka decidió no seguir pagando ese tributo, Tiglat-pileser III invadió “y tomó a Ijón, Abel-bet-maaca, Janoa, Cedes, Hazor, Galaad, Galilea, y toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a A.” (2 R. 15:29; 1 Cr. 5:26).

•Acaz, rey de Judá, no compartió la rebelión de Peka contra el poder asirio, por lo cual el rey de Israel se alió con •Rezín, rey de Siria, para atacar a Jerusalén y obligar así a Acaz a una política unida frente a los asirios. Ante estos hechos surge el oráculo de Isaías, anunciando la destrucción del Reino del Norte y de Rezín (Is. 7:1–25). La acción fracasó porque Jerusalén no pudo ser tomada y, además, Acaz solicitó el auxilio de Tiglat-pileser III, que atacó Damasco y la tomó, matando a Rezín (2 R. 16:1–11). Acaz se reunió con el rey asirio en Damasco y copió un altar que vio allí (2 R. 16:1–12).

Cuando más tarde “el rey de A. descubrió que Oseas conspiraba” con Egipto, para librarse del yugo asirio, se produjo otra invasión. Samaria fue sitiada y tomada “y llevó a Israel cautivo a A., y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos” (2 R. 17:1–6), cumpliéndose así las profecías de juicio que se habían hecho contra el Reino del Norte (Israel). La invasión la hizo Salmanasar V, pero el sitio de Samaria duró unos tres años, y la conquista de la ciudad se completó cuando reinaba Sargón II, en el año 720 a.C.

Sargón atacó Egipto, que era la potencia rival de A. Isaías, viendo lo que había acontecido con Samaria en manos asirias, aconsejó siempre al reino de Judá que no buscara alianza alguna con Egipto. Sargón conquistó a •Asdod, que se había rebelado contra los asirios (Is. 20:1–6). En tiempos de •Senaquerib, hijo de Sargón, el rey judío •Ezequías se alió con •Merodac-baladán, rey caldeo y con los egipcios para rebelarse contra A., por lo cual el gobernante asirio vino “contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó” (2 R. 18:13), y se efectuó el sitio de Jerusalén, que sólo fue librada cuando “el ángel de Jehová ... mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil”. Senaquerib volvió a su tierra, donde murió asesinado por dos de sus hijos (2 R. 18:13–37; 19:1–37; 2 Cr. 32:1–22; Is. 36:1–22; 37:1–38).

Los asirios representaron siempre en el AT una amenaza para Israel, en términos militares. Los profetas describen a A. como un instrumento ejecutor de los juicios de Dios sobre su pueblo, que se había apartado en pos de la idolatría. Leemos en Is. 10:5: “Oh A., vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira”. Sin embargo, encontramos en las Escrituras una hermosa promesa: “En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a A., y asirios entrarán en Egipto y egipcios en A.; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová” (Is. 19:23). Es decir, que en los tiempos mesiánicos aun la pugna entre estas dos potencias rivales desaparecerá.

ASKENAZ Primogénito de los hijos de •Gomer (Gn. 10:3; 1 Cr. 1:6). Jeremías 51:27 menciona a un pueblo que es llamado a aliarse con “los reinos de Ararat y de Mini” contra Babilonia. Se considera que los pueblos descendientes de A. estaban, entonces, en las cercanías de esos reinos, en lo que hoy es Armenia, formando las naciones llamadas •escitas.

En términos más amplios muchos entienden que es una referencia a las tribus salvajes que habitaban el NE de Europa y NO de Asia, en la Rusia central, gente muy fiera y de civilización poco avanzada. “Escita” vino a ser sinónimo de bárbaro. En la literatura rabínica medieval, sin embargo, se usó el nombre de A. como una referencia a Alemania.

ASMÓN Parte de la frontera de la tierra de Canaán, en el SO de Judá, siendo el límite “desde A. hasta el torrente de Egipto” (Nm. 34:5).

ASNAPAR •Asurbanipal.

ASNO Cuadrúpedo, de la familia de los équidos, al igual que el caballo. Cuando es joven se le llama pollino. Es muy apreciado en el Oriente. Se le considera oriundo de Arabia. Es uno de los animales más mencionados en la Biblia, en la cual no abundan pasajes denigratorios sobre él, sino casi siempre señalando su utilidad. Se menciona a menudo como símbolo de riqueza el tener muchos a. (Gn. 24:35; Job 1:3). Su crianza era tan importante que David tenía un funcionario con la responsabilidad de cuidar sus a. (1 Cr. 27:30). Su pérdida era algo muy lamentable (Dt. 28:31; 1 S. 9:3).

Era la cabalgadura que utilizaban jueces, sacerdotes, reyes y personas de importancia (Jue. 5:10), siendo el caballo reservado sólo para la guerra. Por eso el Mesías vendría “sobre un pollino de a.” (Zac. 9:9; Mt. 21:7). Faraón dio a Abraham a. (Gn. 12:16) y éste “enarbaldó su a.” para ir a llevar a su hijo Isaac al sacrificio (Gn. 22:3). El a. era el animal de carga por

excelencia, especialmente para los nómadas. Los hermanos de Jacob lo usaron cuando fueron a Egipto a buscar comida (Gn. 42:26). Servía también para faenas agrícolas, especialmente para arar, pero estaba prohibido uncirlo junto con un buey (Dt. 22:10). Algunos pueblos antiguos gustaban de la carne de a. pero a los israelitas les estaba prohibido (Lv. 11:1–8). Se menciona varias veces al a. salvaje (Equus hemionus), que era bastante común en los desiertos de Israel (Job 6:5; 39:5; Sal. 104:11). Nombre científico: Equus asinus. •Animales de la Biblia.

ASÓN Puerto en la costa NO de Asia Menor, en la Anatolia, actualmente Turquía, frente a la isla de Lesbos. En su tercer viaje misionero Pablo viajó de •Troas a A. por tierra mientras •Lucas y sus otros compañeros lo hacían en barco, al parecer porque la vía marítima era más larga y así pudo quedarse más tiempo con los hermanos en Troas. Luego se encontraron en A. y navegaron a •Mitilene (Hch. 20:13–14).

ASPATA Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. A. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

ASPENAZ “Jefe de los eunucos” del rey •Nabucodonosor. Recibió el encargo de éste de entrenar en “las letras y la lengua de los caldeos” a algunos jóvenes traídos de Judea entre los cuales estaban Daniel y sus compañeros, a quienes cambió sus nombres hebreos por otros caldeos (Dn. 1:3–7). Es posible que A. usara el título de •Rabsaris.

ASPERSIÓN Acto de rociar con líquido a una persona o cosa. Con sangre de un sacrificio se acostumbraba rociar para fines de declarar santificación y limpieza. Moisés roció con sangre sobre el pueblo después del pacto en Sinaí (Éx. 24:8). Lo mismo se hizo para consagrar a Aarón y sus hijos (Éx. 29:21), aunque en ésta ocasión también se usó •aceite. Para la purificación de un leproso, también se utilizaba la a. con sangre y aceite, pero añadiendo agua. Primero se tomaban dos avecillas sobre aguas corrientes o vivas, una era sacrificada y la otra se dejaba ir. Con el agua mezclada con sangre se rociaba al que se purificaba. Luego se le aplicaba aceite (Lv. 14:1–7, 27). La a. se debía aplicar con madera de cedro, •grana e •hisopo. La purificación de una casa se hacía también así (Lv. 14:52). De igual forma aquellas personas que hubieren quedado inmundas por haber tocado un cadáver (Nm. 19:13), o por otras causas.

En He. 9:13 se nos explica que esas cosas eran hechas para la purificación de la carne y que la aplicación de la sangre de Cristo es algo superior (He. 12:24). Los creyentes han sido elegidos “para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 P. 1:2). En el lenguaje religioso de hoy se habla del bautismo por a., significando una forma en la cual se echa agua sobre la cabeza del que se bautiza en vez de sumergirlo en agua, pero es evidente en la Escritura que el sistema que se utilizaba era el de inmersión.

ÁSPID •Serpiente. •Animales de la Biblia.

ASRIEL Descendiente de Manasés. Su madre fue una concubina siria (Nm. 26:31; Jos. 17:2; 1 Cr. 7:14).

ASRIELITA Descendiente de Asriel (Nm. 26:31).

ASTAROT Nombre de una diosa y de un lugar en el AT.

1. •Astoret.

2. Ciudad en el país de •Basán, donde había un santuario a la diosa •Astoret. Allí habitaban los refaítas (Jos. 12:4 13:12). Fue capital de •Og, rey derrotado por los israelitas (Dt. 1:4;

Jos. 9:10). Fue asignada a la tribu de Manasés (Jos. 13:31). Posteriormente fue designada como ciudad levítica para los descendientes de •Gersón (1 Cr. 6:71). Hay varias opiniones sobre la ubicación actual de A. Una de ellas es Tell `Astarah, que queda alrededor de 32 km al E del Lago de Genesaret.

ASTAROTITA Habitante de Astarot (1 Cr. 11:44).

ASTAROT KARNAIM (Astarot de los dos cuernos). Ciudad derrotada por “Quedorlaomer, y los reyes que estaban de su parte” antes de vencer también a los reyes de Sodoma y sus aliados (Gn. 14:5–10).

ASTARTÉ •Astoret.

ASTORET Diosa cananea del amor sensual y la fertilidad, así como de la guerra. También llamada Astarot. Es la misma que los caldeos adoraban como •Istar. Se le identificaba con el planeta Venus. Otras veces con la luna, cuando era llamada •Astarté. Era la “diosa de los sidonios” que Salomón llegó a adorar, entre otras falsas deidades (1 R. 11:5; 2 R. 23:13). Para designar a esta diosa, los judíos tomaron el nombre de Istar y le pusieron las vocales que correspondían a una palabra hebrea que significa “vergüenza”. El término vino a ser utilizado para aludir de manera general a “diosas”. Así, por ejemplo, en 1 S. 7:3, donde se lee “quitad los dioses ajenos y a A. de entre vosotros”, puede traducirse también “quitad los dioses ajenos y a las diosas de entre vosotros”. De la misma manera en Jue. 2:13; 10:6 y otros lugares.

A. aparece en documentos semitas como hermana de •Anat. Ambas son esposas de •Baal y se les asocia con los caballos y la caza. Algunos piensan que A. y Anat son dos facetas de la misma deidad. A veces se le representa como una joven desnuda a horcajadas sobre un caballo con un arco y una flecha, o con una jabalina y un escudo.

ASTROLOGÍA Supuesto arte o ciencia de relacionar los movimientos de los astros con los acontecimientos de la historia. Los antiguos creían en esa relación, por lo cual trataban de adivinar el porvenir mediante observaciones y cálculos astronómicos. La •astronomía, verdadera ciencia, nació de la a. Al observar los astros y suponer influencia de ellos sobre el destino de los hombres, se les llegó a considerar dioses, por lo cual los que ejercían este oficio eran generalmente sacerdotes. En el capítulo 12 del apócrifo “Libro de los Jubileos” se plantea que Abraham era astrólogo en Babilonia antes de convertirse al monoteísmo.

En tiempos de Daniel existían en la corte de •Nabucodonosor muchos “magos, astrólogos, encantadores y caldeos” (Dn. 1:20; 2:2; 2:10 etcétera). Fue tanta la fama de esta actividad en Mesopotamia que la palabra “caldeo” llegó a ser sinónimo de astrólogo. Suponen algunos que los magos que vinieron a adorar al Señor Jesús eran astrólogos (Mt. 2:1) en vista de su observación de la estrella. Los caldeos estudiaban de manera especial el sol y la luna, así como otros cinco astros a los que llamaban “dioses intérpretes”, que eran Sin (la luna), Bel (Júpiter), Meinodach (Marte), Nebo (Mercurio) y Milita (Venus). De estos se hacían representaciones escultóricas (dioses), algunos de los cuales son mencionados en Is. 46:1 (Bel y Nebo). Isaías profetizó contra Babilonia diciendo: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti” (Is. 47:13).

Dios condenó la a. (Dt. 4:19). Samuel la iguala a la rebelión (1 S. 15:23). Leemos en Jeremías: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman” (Jer. 10:1–2). En la reforma religiosa del rey •Josías se eliminó la práctica de “los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército del cielo” (2 R 23:5). La expresión “signos del

zodíaco” fue puesta por los traductores por el término hebreo mazalot, que más literalmente significa “planetas”. De todas maneras, es evidente por este texto que la a. llegó a ser practicada entre los israelitas a pesar de la prohibición. Josefo da testimonio de que en sus días era algo muy corriente en Israel. •Astronomía. •Estrellas.

ASTRONOMÍA Ciencia que estudia los astros, con las leyes de sus movimientos. La Biblia se refiere al sol y a la luna como “las dos grandes lumbreras” (Gn. 1:14–19). De las estrellas se realza su enorme número (“Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar” [Gn. 15:5; Dt. 1:10]), que sólo Dios conoce (Sal. 147:4). Los israelitas no se dedicaron mucho a estudiar los cuerpos celestes, sin duda por el temor a caer en la idolatría, como lo hicieron los caldeos, de donde vino Abraham, y los egipcios, donde el pueblo de Israel vivió mucho tiempo. Dios le advirtió al pueblo: “No os corrompáis.... no sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas” (Dt. 4:16, 19). Esto está corroborado en los profetas (“Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman” [Jer. 10:1–2]).

Sin embargo, la necesidad de medir el tiempo llevó a los israelitas a algunos conocimientos básicos de “las leyes de la luna y de las estrellas” (Jer. 31:35–36) y “las leyes del cielo y la tierra” (Jer. 33:25). En Jue. 5:20 se habla de la órbita o curso de las estrellas. Y en Job 38:33 de “las ordenanzas de los cielos”. Por lo tanto, se tenía la idea de que existía cierto orden en los movimientos de los astros. Importante entre las observaciones que fueron capaces de hacer fueron aquellas relacionadas con los ciclos de la •luna, lo que les permitió hacer su calendario.

En las Escrituras se mencionan específicamente, además del sol, la luna y las estrellas, a “la •Osa, el •Orión y las •Pléyades” (Job 9:9; 38:31; Am 5:8). La deidad caldea •Quiún (Am. 5:26) se identificaba con Saturno. Y el “Lucero hijo de la mañana” (Is. 14:12), con •Venus. •Calendario. •Cielo. •Estrellas. •Luna. •Quiún. •Sol. •Zodíaco.

ASUERO Nombre con que los hebreos designaban a varios reyes persas (Irán). En el AT aparecen tres.

1. El A. mencionado en Esd. 4:6. Probable-mente Jerjes I, que reinó del 485 al 465 a.C. Los adversarios de los judíos le escribieron para delatar que se estaba reconstruyendo el muro, algo que debía tomarse como principio de rebelión.

2. El A. mencionado en el libro de Ester. La descripción del personaje y el ambiente de la época encaja bastante bien con el mismo Jerjes I. Este rey fue hijo de Darío I. Su imperio incluía a Egipto y Babilonia. Ambos se le rebelaron, pero los subyugó. Continuó el estado de guerra con Grecia comenzado por su padre Darío, que había sido derrotado en la batalla de Maratón. Jerjes hizo un puente de barcos de orilla a orilla del Helesponto, en el estrecho del Bósforo que separa Asia de Europa. Hizo cruzar por allí su ejército y se enfrentó a los griegos en las Termópilas, donde venció. Ocupó e incendió Atenas. Pero luego fue derrotado en la batalla naval de Salamina. Después de estas experiencias, Jerjes se dedicó a una vida de autocomplacencia parecida a la descrita por el libro de Ester.

3. Padre de Darío, rey de los medos (Dn. 9:1).

ASUR Nombre de personas del AT.

1. Segundo hijo de Sem (Gn. 10:22; 1 Cr. 1:17).

2. Hijo de Hezrón, padre de Tecoa (1 Cr. 2:24; 4:5).

ASURBANIPAL (Asur crea un hijo). Gran rey asirio que gobernó del 669 al 626 a.C. Hijo de •Esar-hadón y nieto de •Senaquerib. Es mencionado en Esd. 4:10 como “el grande y glorioso Asnapar” que transportó diversos pueblos a Samaria. Las excavaciones arqueológicas en Nínive hablan del carácter de A. como protector de las artes y la literatura, habiéndose encontrado una biblioteca con más de 22.000 documentos en tabletas cuneiformes. Es posible que el exilio del rey Manasés a Babilonia fuera en tiempos de A., o de su padre (2 Cr. 33:11), pues en su época los reyes asirios gobernaban desde esa ciudad.

ASURIM (Poderosos). Una de las tribus descendientes de la unión de Abraham y •Cetura (Gn. 25:3).

ASVAT Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Jaflet (1 Cr. 7:33).

ATAC Ciudad adonde David envió regalos del botín “a los ancianos de Judá” junto con otras ciudades, buscando su buena voluntad para su coronación (1 S. 30:26–30).

ATAD Cuando Jacob murió fue llevado “hasta la era de A., que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí...” (Gn. 50:10–11). Es posible que A. fuera una persona dueña de la era. En ese lugar acamparon José y los suyos, con los egipcios, y lloraron “con grande y muy triste lamentación” durante siete días. Después llevaron el cuerpo de Jacob a •Macpela. No se ha ubicado con seguridad el sitio actualmente. •Abel-Mizraim

ATADURA Lo que amarra una cosa o varias entre sí, especialmente por cuerdas o sogas anudadas. Cuando Sansón fue entregado por “varones de Judá” a los filisteos, “el Espíritu de Jehová vino sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las a. se cayeron de sus manos” (Jue. 15:10–14). El término se utiliza para señalar situaciones positivas y negativas. Así, Dios dice a Israel: “Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras a.” (Is. 28:22). También dice: “Apacenté, pues las ovejas.... Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro A.; y apacenté las ovejas” (Zac. 11:7, 14). La mayoría de los eruditos interpreta el uso de la palabra a. en este último pasaje como una referencia a la futura unión de Judá e Israel en un solo reino

ATAI (Puntual). Nombre de personas del AT.

1. En la descendencia de Judá hubo un señor llamado Sesán que “no tuvo hijos, sino hijas”. Casó una de ellas con “un siervo egipcio llamado Jarha”. Hijo de esta unión fue A. (1 Cr. 2:34–35).

2. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto ... sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–11).

3. Hijo de •Roboam, de su segunda esposa •Maaca, que a su vez era hija de •Absalón (2 Cr. 11:20).

ATAÍAS Entre los que regresaron de Babilonia con Nehemías y habitaron en Jerusalén, estaba “A. hijo de Uzías”, que era de la tribu de Judá (Neh. 11:4).

ATALAYA Torre elevada que se utilizaba como observatorio para vigilar la llegada de personas, amigas o enemigas, a un campamento o ciudad (Is. 21:6–10). A la persona encargada de ese trabajo se le llamaba también a. Israel pecó haciendo imágenes de •Asera en lugares altos, entre ellos a. (2 R. 17:9–11). Como el a. tenía la responsabilidad de avisar sobre cualquier peligro que se acercara, Dios utiliza esa figura para decir a Ezequiel que le había

“puesto por a. a la casa de Israel” (Ez. 3:17), por lo cual debía cumplir con su deber de a. espiritual avisando al pueblo.

ATALIA Puerto en la provincia de •Panfilia, en el S de la Anatolia, hoy Turquía. Su nombre se deriva de Átalo Filadelfo, que fue rey de •Pérgamo por los años 159–138 a.C. Pablo pasó por A. durante su primer viaje misionero, partiendo luego por la vía marítima hacia •Antioquía, de donde había salido originalmente (Hch. 14:25–26). En la actualidad se llama Adalia.

ATALÍA (Jehová es fuerte). Nombre de personas del AT.

1. Reina de Judá, esposa de •Joram (842–836 a.C.). Era hija de •Acab rey de Israel. De manera que su matrimonio con Joram selló una alianza entre los dos reinos. Cuando Joram subió al trono asesinó a todos sus hermanos los hijos de •Josafat (2 Cr. 21:4). Muchos creen que ese crimen fue instigado por A. su esposa, que, además, se distinguió por el fomento de la idolatría, especialmente el culto a Baal, a lo cual indujo a su esposo (2 R. 8:18; 2 Cr. 21:6).

A la muerte de Joram, A. siguió teniendo gran influencia en el reinado de su hijo •Ocozías, que duró sólo un año (2 R. 8:26). Gobernando en el Reino del Norte (Israel) otro Joram, Dios decidió castigar a su familia, la casa de •Acab, cosa que dijo por boca del profeta Eliseo (2 R. 9:1–10). El escogido para ello fue •Jehú, que mató a Joram, rey de Israel y a su pariente Ocozías, rey de Judá (2 R. 9:14–27). Al ver esto, A. “destruyó toda la descendencia real”, para asegurar el reino para sí, tal como lo había hecho su difunto esposo Joram, rey de Judá, y se salvó sólo el recién nacido •Joás, hijo de Ocozías (2 R. 11:1–2). Seis años más tarde una conspiración dirigida por el sumo sacerdote •Joiada coronó a •Joás y A. fue muerta y el templo de Baal destruido (2 R. 11:4–18).

ATALÍAS (Jehová es fuerte). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:26).

2. Padre de uno de los líderes de aquellos que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 8:7).

ATAR Y DESATAR El uso de estos términos formaba parte del vocabulario rabínico de la época, refiriéndose a la autoridad que se atribuía a los rabinos para dictaminar en asuntos doctrinales y disciplinarios. Hablando sobre lo que sería la disciplina dentro de la Iglesia, el Señor Jesús dijo a sus discípulos: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mt. 18:15–20) Anteriormente esta autoridad había sido conferida a Pedro (“... y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” [Mt. 16:19]). Al señalar el resultado que las acciones disciplinarias eclesiásticas tendrían en los cielos el Señor enfatizó la importancia de ellas. La posibilidad de un arrepentimiento y retorno a la comunidad del miembro disciplinado queda siempre abierta, como puede deducirse por el uso de la palabra “desatar”.

ATARA Segunda mujer de Jerameel. Madre de Onam (1 Cr. 2:26)

ATARIM Vía, camino por el cual los israelitas iban hacia el •Neguev. Cuando “el rey de Arad, que habitaba en el Neguev, oyó que venía Israel” por allí, le atacó. (Nm. 21:1).

ATAROT (Coronas, o diademas). Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad que correspondió a la tribu de Gad (Nm. 32:3, 34) y que éstos edificaron.

2. Población en la frontera del territorio que “tocó en suerte a los hijos de José” (Jos. 16:1–2, 7).

ATAROT-ADAR Lugar en la frontera entre Benjamín y Efraín. Posiblemente •Atarot #2 (Jos. 16:5; 18:13).

ATAROT-SOFÁN Ciudad edificada por los gaditas cerca de •Atarot #1 (Nm. 32:35)

ATAVÍOS Ornamentación, adornos personales. Tanto los hombres como las mujeres israelitas utilizaban, en adición al vestido, diversos a., como partidores de pelo, zarcillos, aros en la nariz y las orejas, etcétera. Se dice de •Jezabel que cuando oyó que •Jehú venía a Jezreel, “se pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza” (2 R. 9:30). Todo lo que •Ester pedía le era dado “para venir ataviada con ello” a presentarse delante del rey Asuero (Est. 2:13). Dar a. a la novia es expresión de amor y cuidado (Ez. 16:11–13). La •nueva Jerusalén aparece como una novia ataviada para su marido (Ap. 21:2). Las mujeres cristianas deben poner cuidado en su a., procurando que éste “no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón.... Porque así también se ataviaban aquellas santas mujeres...”, dice el apóstol Pedro (1 P. 3:1–6).

ATENAS Capital del Ática, en Grecia, famosa como centro cultural y filosófico del mundo antiguo. Su nombre viene de Atenea, diosa de la sabiduría. Era famosa también por sus edificios, monumentos y estatuas, especialmente en la Acrópolis, donde se levanta el legendario Partenón, cumbre de la arquitectura griega. Los ciudadanos atenienses estaban siempre atentos a los desarrollos intelectuales del momento y “en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo” (Hch. 17:21). Cuando Pablo la visitó “su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría” (Hch. 17:16). Discutió con los filósofos •epicúreos y •estoicos. Fue llevado al •Areópago, donde dio un discurso que terminaba hablando de la resurrección de Cristo y el juicio venidero, el cual no fue aceptado sino por unos pocos.

ATER (Lisiado). Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Noventa y ocho “hijos de A.” regresaron del exilio (Esd. 2:16; Neh. 7:21). Varios de ellos figuran como porteros (Esd. 2:42).

2. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:17).

ATLAI Uno de los que contrajeron matrimonio con mujeres no israelitas en tiempos de Esdras y fueron obligados a separarse de ellas. Era “de los hijos de Bebai” (Esd. 10:28).

ATRIO Es un patio cercado, en el interior de alguna edificación. En la Biblia se utiliza la palabra refiriéndose mayormente al a. del •tabernáculo (Éx. 27:9–13). También a los a. del •templo de Salomón (1 R. 6:36; 7:12; 2 Cr. 4:9). Por eso, entrar en los a. de Dios significa penetrar en el templo. Los a. de Dios son lugar de bienaventuranza (Sal. 65:4). Es “mejor un día en” esos a. “que mil fuera de ellos” (Sal. 84:10). En la visión del templo que recibió Ezequiel hay numerosas referencias al a. (Ez. 40:14–47). En el templo construido por •Herodes se añadió un a. más, de manera que había tres, uno para los gentiles, otro para los israelitas y otro para los sacerdotes.

ATROT-BET-JOAB (Las coronas de la casa de Joab). Villa de Judá en las cercanías de Belén (1 Cr. 2:54). Se desconoce su ubicación exacta.

AUGUSTA Compañía del ejército romano, estacionado cerca de •Cesarea. Al ser Pablo transportada a Roma, se le confió como prisionero “a un centurión llamado Julio, de la compañía A.” (Hch. 27:1).

AUGUSTO •César.

AUSTRO Viento del S. (Cnt. 4:16, Zac. 9:14). Soplaba en Palestina de febrero a junio, a veces por un día completo. En el día de hoy los árabes lo llaman siroco

AUTOR Persona que es causa de algo. El Señor Jesús es “el A. de la vida” (Hch. 3:15), el “A. de eterna salvación” (He. 2:10; 5:9) y “A. y consumador de la fe” (He. 12:2). El término griego que se usa (arquƉgos) aparece también en Hch. 5:31 (“A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe (arqüegos) y Salvador...”).

AUTORIDAD Poder que tiene una persona para hacer o decir algo legítimamente. Eso que lo faculta para ello. El término está asociado a conceptos de fuerza y potencia, así como de jerarquía. “La palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?” (Ec. 8:4). A esas ideas de poder, fuerza, potencia y jerarquía se añade el concepto de legitimidad. Así, cuando Dios envía por Isaías un mensaje al mayordomo y tesorero •Sebna, le dice: “En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías, y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad...” (Is. 22:20–21). En el NT la palabra que se utiliza es exousía, tomándose el significado común de “mando”, como en el caso del centurión de Capernaum, que dijo al Señor Jesús: “También yo soy hombre bajo a., y tengo bajo mis órdenes soldados...” (Mt. 8:8–9).

Dios es el único que tiene el poder de hacer lo que quiere soberanamente. Y como creador de todo lo que existe, tiene el derecho de hacer lo que le plazca con su creación. Por eso sólo él tiene plena y total a. Como un alfarero tiene a. para hacer con el barro lo que bien le parezca (“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro...” [Ro. 9:21]), Dios tiene todo el derecho de actuar con soberanía sobre su creación, sin referencia a ningún otro poder y sin tener que contestar preguntas a nadie. Por eso, también tiene poder para delegar su a. Por lo cual enseña Pablo que “no hay a. sino de parte de Dios y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Ro. 13:1).

El mismo Satanás es presentado en la Escritura con ejercicio de a. como “príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11). Incluso se le llama “el dios de este siglo” (2 Co. 4:4). Cuando tentó al Señor Jesús mostrándole “todos los reinos de la tierra”, le dijo: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Lc. 4:5–6). Cristo rechazó la propuesta, pero en Ap. 13:2, 4, 12 aparece Satanás delegando ese poder. Los hombres “están cautivos a voluntad de él” (2 Ti. 2:26), pero “para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”, y librarlos de su a. (1 Jn. 3:8). Esa a. del Señor Jesús se vio en su forma de tratar a los demonios, por lo cual los que fueron testigos de sus hechos “estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con a. y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?” (Lc. 4:36). Aun los elementos se sujetan a su a., pues él “reprendió al viento y a las olas; y cesaron...”, y se preguntaron los discípulos: “¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” (Lc. 8:24–25).

“Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo” , al ver al Señor Jesús enseñar en el •templo, le preguntaron: “¿Con qué a. haces estas cosas? ¿y quién te dio esta a.?” (Mt. 21:23). Asombraba a los religiosos de su época que él contrastara algunos mandamientos rabínicos con órdenes suyas, diciendo: “Pero yo os digo...” (Mt. 5:18, 20, 22, 28, etcétera). Igualmente, cuando “dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”, pues “cavilaban en sus corazones: ... ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Mr. 2:1–

12). El pueblo, por su parte, “se admiraba” de la doctrina del Señor “porque les enseñaba como quien tiene a., y no como los escribas” (Mt. 7:28–29). Esa a. le venía a Jesús como consecuencia de su condición de Mesías, pues él era el “Hijo del Hombre”, a quien Dios le había dado “a. de hacer juicio” (Jn. 5:27). Era también Hijo de Dios y su Padre le había “dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los” que el mismo Dios le había entregado (Jn. 17:1–2). Por su vida de obediencia perfecta, su muerte en la cruz y su resurrección, él recibió “toda potestad ... en el cielo y en la tierra” (Mt. 28:18). Esto fue testificado por los apóstoles. Pedro, en su sermón del día de Pentecostés, dijo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificásteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch. 2:36), y escribió en una de sus epístolas que tras “la resurrección de Jesucristo” éste subió “al cielo” donde está “a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, a. y potestades” (1 P. 3:21–22).

Teniendo, entonces, toda a., la delega en sus siervos, a los cuales envía con el mensaje del evangelio, como sus representantes o embajadores (Mt. 10:40; 2 Co. 5:20). Él dijo: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Jn. 17:18). Por eso el apóstol Pablo podía hablar de “nuestra a.” (2 Co. 10:8) y actuaba “conforme a la a. que el Señor” le había dado “para edificación y no para destrucción” (2 Co. 13:10). Los apóstoles, entonces, ejercían su ministerio “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 5:4). Así daban órdenes y organizaban las iglesias (“Os ordenamos ... en el nombre de nuestro Señor Jesucristo...” [2 Ts. 3:6]). Estas órdenes debían ser acatadas como “mandamientos del Señor” (1 Co. 14:37).

AVA Una de las tierras de donde •Sargón, rey de Asiria, trajo colonizadores “y los puso en las ciudades de Samaria” para repoblar Israel (2 R. 17:24).

AVARICIA Apego desordenado a las riquezas. Avaro es la persona que ama el dinero, que lo codicia todo el tiempo y no escatima el uso de medios ilícitos para conseguirlo. En el AT se utiliza el término betsá, que significa “lucro” o “ganancia” con sentido deshonesto, lo cual se prefirió traducir como a. en castellano.

El décimo mandamiento dice: “No codiciarás” (Éx. 20:17). Hay que evitar el ansia de enriquecerse rápidamente, porque “se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza” (Pr. 28:22). Los gobernantes deben evitar la a., porque se nos dice que “el príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; mas el que aborrece la a. prolongará sus días” (Pr. 28:16). David pedía que Dios inclinara su corazón a sus “testimonios, y no a la a.” (Sal. 119:36). Los jueces deben ser personas “que aborrezcan la a.” (Éx. 18:21), porque “las dádivas corrompen el corazón” (Ec. 7:7).

En el NT se declara que “raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Ti. 6:10). El avaro es idólatra (Ef. 5:5) y no entrará en el reino de los cielos (1 Co. 6:10). Por lo tanto, la a. es algo que no debe ni siquiera nombrarse entre cristianos (Ef. 5:3). Hay que cuidarse de los falsos maestros que por a. “harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2 P. 2:2–3). El verdadero siervo de Dios no encubre a. en su ministerio (1 Ts. 2:5). Las costumbres de los creyentes deben ser sin a. (He. 13:5).

AVECILLA En el rito para la declaración de limpieza de un leproso se utilizaban dos a. No se indica de qué tipo. Una de ellas se sacrificaba “en un vaso de barro sobre aguas corrientes”, su sangre se rociaba sobre la otra y se soltaba “la a. viva en el campo” (Lv. 14:1–7). •Animales de la Biblia. Paloma. Tórtola. •Aspersión.

AVELLANO Uno de los árboles cuyas ramas fueron utilizadas por Jacob en sus esfuerzos para influir en el color de las ovejas que nacían en el rebaño que cuidaba a Labán (Gn. 30:37). La traducción se ha hecho particularmente difícil en este caso. Algunos eruditos piensan que se

trataba de un árbol cuyo nombre científico es Storax officinalis que crece abundantemente en el Oriente Medio. De buena madera y muy frondoso, con hojas que tienen un color plateado en uno de sus lados y un fruto no comestible para humanos, era también utilizado para plantar bosques con fines idolátricos. •Plantas de la Biblia.

AVÉN (Maldad, iniquidad, perversidad). Nombre de lugares del AT.

1. Designación que a título de desprecio usó el profeta Oseas para referirse a •Bet-el (“Y los lugares altos de A. serán destruidos, el pecado de Israel” [Os. 10:8]). También lo llama •Bet-avén (Os. 4:15).

2. Ciudad de Egipto. •On. o Heliópolis. En una profecía contra Egipto, el profeta Ezequiel la llama A. , como una señal de desprecio, en vista de la gran abundancia de ídolos que tenía (“Y pondré fuego a Egipto.... los jóvenes de A. y de Pibeset caerán a filo de espada...” [Ez. 30:16–17]).

3. Valle en Siria mencionado en una profecía de •Amós contra ese país (“... y destruiré a los moradores del valle de A.” [Am 1:5]). Es probable que también aquí el nombre se aplicó sustituyendo el correcto por esta expresión de desprecio.

AVENA Palabra que se utiliza para traducir un término en Is. 28:25 y Ez. 4:9 donde se está hablando de la forma en que se cultivaba “el eneldo ... el comino ... el trigo ... la cebada ... y la a.” Hay inseguridad en cuanto al tipo de grano que se menciona último. Algunos piensan que se trataba de un tipo inferior de trigo. •Plantas de la Biblia.

AVENTADOR Instrumento agrícola en forma de una larga horquilla que se utilizaba para trillar. Con él se tomaba la paja y se sacudía en el aire para separar los granos. Ese acto de separar grano y paja se utiliza como figura de juicio: “Los aventé con a. hasta las puertas de la tierra” (Jer. 15:7). Juan el Bautista la usa para describir al Mesías y su obra: “Su a. está en su mano...” (Mt. 3:12; Lc. 3:17).

AVEOS Nombre de pueblos del AT.

1. Tribu de cananeos que “habitaban en aldeas hasta Gaza” (Dt. 2:23). Su territorio no había sido conquistado a la muerte de Josué (Jos. 13:3). Fueron dominados por los filisteos.

2. Habitantes de una ciudad en la Mesopotamia, no identificada hasta ahora, desde donde los asirios trajeron emigrados a Samaria. “Los a. hicieron a Nibhaz y a Tartac”, es decir, levantaron santuarios a los dioses que adoraban en su país de origen (2 R. 17:31).

AVESTRUZ Ave del orden de las corredoras. Es la mayor de las aves vivientes y más veloces que un caballo. Se le conocía bastante en las zonas desérticas del Oriente Medio. En Job 39:13–18 se hace una descripción del a., mencionando: a) Sus plumas. Por generaciones éstas han sido apreciadas como adorno. Todavía se conservan hoy, en el museo del Cairo, algunas de las plumas que usó el faraón Tutankamen; b) La actitud de desamparar sus huevos. Varias hembras del a. ponen sus huevos en un mismo lugar, y los cubren parcialmente con arena, lo cual da la idea de desamparo. Además, el a. trata de evitar el peligro haciendo uso de su gran velocidad, pero abandonando sus huevos; c) Su actitud de dureza para con sus hijos. Esto podría surgir de la observación de que el a. deja varios huevos sin cubrir ni empollar como alimento para los que nazcan y al mencionado abandono en caso de peligro. A eso podría también referirse la crueldad mencionada en Lm 4:3. El a. era considerado inmundo (Lv. 11:16; Dt. 14:15). La creencia generalizada de que el avestruz esconde su cabeza en la tierra es falsa. Nombre científico: Struthio camelus. •Animales de la Biblia.

AVIM •Aveos.

AVISPA Insecto himenóptero. En tres ocasiones dice la Biblia que Dios enviaría a. delante del pueblo de Israel (“... que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti” [Éx. 23:28, Dt. 7:20; Jos. 24:12] tábano). Al no disponerse de más detalles sobre el particular, se han propuesto varias interpretaciones a estos pasajes: a) Que se trató de un fenómeno natural, en forma de plaga; b) Que son expresiones simbólicas que se refieren a invasiones previas hechas por los egipcios a Canaán, siendo la a. símbolo de los faraones; c) Que señala al terror que sobrevino sobre los pueblos cananeos como consecuencia de lo que Dios había hecho con el pueblo en Egipto y por el desierto; d) Que se trataba de enfermedades pestilenciales. Nombre científico: Vespa orientalis. •Animales de la Biblia.

AVIT Ciudad donde moraba el rey edomita “Hadad hijo de Bedad”, de la descendencia de Esaú, que “derrotó a Madián en el campo de Moab” (Gn. 36:35; 1 Cr. 1:46).

AVIVAR En relación con el fuego, a. quiere decir hacer algo, animarlo, para que caliente o brille más. Como en Os. 7:4: (“... el hornero, que cesa de a. el fuego después que está hecha la masa, hasta que se haya leudado”). El término es usado en el Sal. 119:37 (“Aparta mis ojos, para que no vean la vanidad; avívame en tu camino”) y en Hab. 3:2 (“Oh Jehová, a. tu obra en medio de los tiempos”). Pablo aconsejaba a Timoteo: “...que a. el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Ti. 1:6).

AY Expresión onomatopéyica. Palabra que se usa para expresar lamentación por algún motivo. La primera vez que se usa en la Biblia es en Nm. 21:29, dentro de una cita de un proverbio: “¡A. de ti, Moab! Pereciste, pueblo de Quemos”. Son famosos los “ayes” de Isaías contra los que acaparan heredades, los borrachos, “los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad”, los que dicen bueno a lo malo y malo a lo bueno, los sabios en sus propios ojos, los valientes para beber vino y “los que justifican al impío mediante cohecho” (Is. 5:8–23). También lanzó un a. por sí mismo cuando vio la gloria de Jehová (“¡ A. de mí, que soy muerto...” [Is. 6:5]).

El Señor Jesús lanzó “ayes”, lamentando las características de diversas personas y casos, siendo más conocidos los que usó al hablar de los escribas y fariseos (Mt. 23:13–29). En Apocalipsis se exclaman varios ¡A.!, especialmente los relacionados con los juicios que anuncian las trompetas (Ap. 11:14).

AYO Persona a la cual se le encomienda el cuidado de un niño para que supervise su educación. El rey •Acab tenía “en Samaria setenta hijos” bajo el cuidado de a. (2 R. 10:1–5). En el NT es traducción del término griego pedagogos, usado por Pablo en 1 Co. 4:15 y Gá. 3:24–25 para señalar que “la ley ha sido nuestro a. para llevarnos a Cristo”.

En la cultura griega y romana el a. era un esclavo que tenía la responsabilidad de llevar el niño a la escuela y traerlo. Defendiendo su ministerio frente a los corintios Pablo les aclara que aunque tuvieran “diez mil a.” no tendrían “muchos padres”, porque había sido él quien les había engendrado “en Cristo Jesús ... por medio del evangelio” (1 Co. 4:15).

AYUDADOR Uno que es aliado de otro y le da soporte, apoyo. Dios es el a. de Israel y del creyente (Sal. 30:10; 146:5), por lo cual no se debe temer a lo que pueda hacer el hombre (Sal. 56:4, 11; He. 13:6). La palabra hebrea azar es una raíz usada también para la “ayuda idónea” que Dios buscó para Adán.

AYUNO Abstinencia de alimentos por un tiempo determinado. También se llama a. al período en que éste es practicado. No se conoce ningún ejemplo de a. entre los patriarcas ni existe un mandamiento en el •Pentateuco acerca del a., salvo el ejemplo de Moisés en el Sinaí, donde estuvo “cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua” (Éx. 24:18; Dt. 9:9).

Sin embargo, todo parece indicar que su práctica es algo inmemorial, compartida por los hebreos con otros pueblos y religiones que subrayan al a. como una costumbre eminentemente religiosa.

La primera mención que leemos del a. en las Escrituras aparece en el libro de los Jueces, cuando en la guerra civil contra la tribu de Benjamín los israelitas fueron inicialmente derrotados. “Los hijos de Israel ... ayunaron aquel día hasta la noche; y ofrecieron holocaustos ... preguntaron a Jehová...” (Jue. 20:26–27). De manera que desde este momento se nos menciona el a. relacionado con la oración. En otra ocasión el pueblo fue reunido por Samuel en •Mizpa “y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra Jehová hemos pecado” (1 S. 7:6). En esta ocasión es el resultado de una actitud de contrición, arrepentimiento y confesión.

El a. puede incluir abstinencia de otras cosas en adición a los alimentos. La idea a veces es “afligir el alma”. David, por ejemplo, “pasó la noche acostado en tierra”, sin bañarse, ni ungirse, ni cambiar de ropa, cuando oraba por la vida del hijo que había tenido de •Betsabé (2 S. 12:15–20). El a. se realiza como un acto de dependencia de Dios, hacia quien se vuelve el alma. El rey •Acab ayunó “y anduvo humillado” como una demostración de arrepentimiento (1 R. 21:27). El a. a veces es utilizado como una expresión de gran duelo. Cuando murieron Saúl y sus hijos, David y los suyos “lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche” (2 S. 1:12).

Las prácticas de a. llevadas a cabo por •Daniel pueden verse en que no sólo “propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”, por lo cual pidió que le diesen “legumbres a comer” (Dn. 1:8–15), sino que volvió su “rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en a., cilicio y ceniza” (Dn. 9:3). Además, Daniel estuvo “afligido por espacio de tres semanas”, cuando no comió “manjar delicado” ni “carne ni vino”, ni se ungió “con ungüento” (Dn. 10:1–3). •Ester pidió que se ayunara por ella (y ella misma ayunó) en el período inmediatamente anterior a una decisión o acción difícil o peligrosa (Est. 4:16). Ante el descarrío del pueblo, Joel recomienda la conversión a Dios “con a. y lloro y lamento” (Jl. 2:12).

La práctica del a. no está exenta de peligros. Se puede caer en el mero formalismo, es decir, en hacerlo sólo ritualmente, sin el acompañamiento de un espíritu humillado y buscador de justicia. Por eso Dios decía: “En el día de vuestro a. buscáis vuestro propio gusto y oprimís a todos vuestros trabajadores” (Is. 58:3). O se hace por competir con otros (“Para contiendas y debates ayunáis” [Is. 58:4]). O por exhibicionismo, como lo hacían los fariseos (“Demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan” [Mt. 6:16]).

El Señor Jesús no ordenó que se ayunara, sino que daba por sentado que sus seguidores lo harían, puesto que dice: “Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro para no mostrar a los hombres que ayunas” (Mt. 6:16–17). Y cuando los discípulos de Juan le señalaron que ellos ayunaban pero que los discípulos del Señor no lo hacían, les dijo que vendría el día “cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán” (Mt. 9:14–15). Es significativo que la iglesia de Antioquía, formada mayormente por gentiles, practicaba el a., y en medio de esa actividad el Espíritu Santo ordenó el inicio de lo que sería la gran obra misionera del apóstol Pablo (Hch. 13:1–2; 14:23). Pero lo más importante es el ejemplo del Señor mismo, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Mt. 4:2). Por esa razón el a. ha sido siempre una práctica de la mayoría de los creyentes, muchos de los cuales lo llevan a cabo en la actualidad con abstinencia total de alimentos durante un período, ingiriendo solamente agua.

AZAFRÁN Planta pequeña que produce una flor cuyo estigma es muy útil para condimentar alimentos y como colorante y en perfumería. Se cosechaba en el Oriente desde tiempos antiguos. Los renuevos de la esposa son “nardo y a., caña aromática y canela...” (Cnt. 4:14). Nombre científico: Crocus sativus. •Plantas de la Biblia.

AZAI Entre los que volvieron de Babilonia y habitaron en Jerusalén estaba “Amasai, hijo de Azareel, hijo de A.” (Neh. 11:13).

AZAL Lugar de localización desconocida (se supone cerca de Jerusalén). Zacarías dijo que los habitantes de Jerusalén huirían “al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta A.” (Zc. 14:5)

AZALÍA Padre de un escriba del rey •Josías llamado •Safán (2 R. 22:3).

AZÁN Padre de uno de los encargados de repartir la tierra de Canaán (“De la tribu de los hijos de Isacar, el príncipe Paltiel hijo de A.” (Nm. 34:26).

AZANÍAS (El Señor ha escuchado). Padre de uno de los que firmaron el •Pacto de Nehemías, llamado Jesúa (Neh. 10:9, 29).

AZARAEL Sacerdote que participó en la celebración con motivo de la restauración del muro de Jerusalén “con los instrumentos musicales de David varón de Dios” (Neh. 12:36).

AZAREEL (Dios es ayudador). Nombre de personas en el AT.

1. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–6).

2. Uno de los levitas “instruidos en el canto para Jehová”. Le correspondió la onceava suerte en los turnos que se distribuyeron en el •templo (1 Cr. 25:18).

3. Jefe de la tribu de Dan en tiempos de David (1 Cr. 27:22).

4. Uno de los que tomaron mujeres extranjeras en tiempos de Esdras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:41).

5. Sacerdote en tiempo de Nehemías (Neh. 11:13). Probablemente sea el mismo llamado •Azarael en Neh. 12:36.

AZARÍAS (El Señor ha ayudado). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote, hijo de •Sadoc. Fue alto funcionario en la corte de Salomón (1 R. 4:2).

2. Superintendente de los gobernadores de Salomón (1 R. 4:5).

3. Rey de Judá (785–734 a.C.), conocido también como “Uzías”. Ascendió al trono tras el asesinato de su padre •Amasías (2 R. 14:18–21). “Cuando comenzó a reinar era de dieciséis años, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén” (2 R. 15:2). Aunque los lugares altos no fueron quitados, A. fue un buen rey. Tuvo muchas victorias: “edificó a Elot, y la restituyó a Judá” (2 Cr. 26:2); “rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod” (2 Cr. 26:6); “Dios le dio ayuda contra ... los árabes ... y contra los amonitas” (2 Cr. 26:7–8). Además de sus victorias militares, le hicieron famoso sus construcciones: “Edificó ciudades en Asdod” (2 Cr. 26:6); “torres en Jerusalén ... y las fortificó” (2 Cr. 26:9); “torres en el desierto, y abrió muchas cisternas” (2 Cr. 26:10). “Era amigo de la agricultura” (2 Cr. 26:10).

Reorganizó el ejército y lo armó adecuadamente (1 Cr. 26:11–14), incluyendo “máquinas inventadas por ingenieros” para la guerra (2 Cr. 26:15). Después de mucha

prosperidad, “su corazón se enalteció para su ruina” y trató de ejercer el oficio sacerdotal, por lo cual Dios le hirió con lepra, lo que le obligó a pasar el resto de su vida en una casa aparte, donde murió (2 Cr. 26:16–23).

Amós dice que comenzó a profetizar “en días de Uzías ... dos años antes del terremoto” (Am. 1:1). Zacarías también habla del “terremoto en los días de Uzías” (Zac. 14:5). Fuentes extrabíblicas confirman lo de la lepra, así como un terremoto en tiempos de A. Josefo ofrece algunos detalles al narrar que A. se puso vestiduras sacerdotales y entró en el •templo a ofrecer el incienso a pesar de la oposición de los sacerdotes. Pero que cuando estaba frente al altar del incienso la tierra tembló y el templo se abrió. Por la abertura cayó un rayo de luz sobre el rostro del rey, que quedó leproso al instante. Fue “en el año que murió el rey Uzías” cuando Isaías tuvo su visión del “Señor sentado sobre un trono alto y sublime” (Is. 6:1).

4. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Etán (1 Cr. 2:8).

5. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Jehú (1 Cr. 2:38).

6. Levita, hijo de Ahimaas (1 Cr. 6:9).

7. Personaje “que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén” (1 Cr. 6:10–11).

8. Sacerdote, hijo de Hilcías (1 Cr. 6:13, 14). Un ascendiente de Esdras (Esd. 7:1).

9. Ascendiente de Hemán (1 Cr. 6:36).

10. Profeta, hijo de •Obed, en tiempos del rey •Asa. Su exhortación de que “Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros” (2 Cr. 15:1–2), incitando con estas y otras palabras al rey y al pueblo, tuvieron como resultado un avivamiento religioso (2 Cr. 15:8–15).

11. Dos hijos del rey Josafat se llamaban A. (2 Cr. 21:2).

12. Jefe de centena que se unió al sacerdote •Joiada en la conspiración para coronar a •Joás (2 Cr. 23:1).

13. Sumo sacerdote en tiempos de •Uzías (llamado también A.), que le hizo resistencia cuando éste quiso ofrecer el incienso (2 Cr. 26:17, 20).

14. Uno “de los principales de los hijos de Efraín” en tiempos de •Acaz, que junto con otros se opuso a tomar como prisioneros a sus hermanos de Judá (2 Cr. 28:12–15).

15. Cuando •Ezequías restableció el culto del •templo, “Joel hijo de A. ... y A. hijo de Jehalelel” estaban entre los levitas que se “santificaron ... para limpiar la casa de Jehová” (2 Cr. 29:12, 15).

16. Sumo sacerdote en tiempos del rey •Ezequías, que dio testimonio de que tras las reformas religiosas “Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones” (2 Cr. 31:8–10).

17. Personaje que participó en los trabajos con Nehemías, (“restauró A. hijo de Maasías, hijo de Ananías, cerca de su casa” [Neh. 3:23]). Probablemente sea el mismo A. que regresó con •Zorobabel (Neh. 7:7).

18. Levita que ayudó a explicar la ley en tiempos de Nehemías (Neh. 8:7).

19. Firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:2). Probablemente el mismo que participó en la procesión cuando la inauguración del muro, como uno de los “príncipes de Judá” (Neh. 12:33).

20. Enemigo de Jeremías. Hijo de Osaías. Junto con unos “varones soberbios” se negaron a creer el mensaje del profeta (Jer. 43:1–2).

21. Uno de los compañeros de Daniel, al que pusieron el nombre caldeo de •Abed-Nego (Dn. 1:6–7).

AZAZ (Poderoso). Personaje en la descendencia de Rubén. Padre de Bela. (1 Cr. 5:8).

AZAZEL Denominación aplicada a uno de los dos machos cabríos que eran traídos delante del sumo sacerdote en el gran día de la expiación. Había que echar suerte sobre ambos. “El macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová” era sacrificado. “Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por A., lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a A. al desierto” (Lv. 16:8–10).

Se ha discutido mucho sobre el significado de esta palabra. Se habla de que quizás A. era el nombre de un lugar y el animal recibía por eso ese nombre. Pero una gran parte de los eruditos opina que el animal era enviado al desierto, considerado éste como habitación de los demonios (comp. Lc. 11:24: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo”), llevando hacia allá “todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados.... Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada” (Lv. 16:21–22).

De las muchas ideas asociadas a este hecho, no puede dejar de subrayarse la que se relaciona con la realidad del olvido divino de los pecados confesados (“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? ... porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” [Mi. 7:18–19]).

También se interpreta que A. es el nombre de un “poder” o ser angelical maligno. De manera que al mandar el animal al desierto “a A.”, se está remitiendo el pecado a su origen. En uno de los libros apócrifos que lleva el nombre de Enoc, se pone a un ángel caído llamado A. como el líder de los seres angelicales que buscaron ayuntamiento con las hijas de los hombres. Ese A., según el relato apócrifo, fue quien enseñó a los hijos de los hombres a fabricar armas y ornamentos.

AZAZÍAS (El Señor es fuerte). Nombre de personas del AT.

1. Levita en tiempos de David que estaba en el grupo de los que “tenían arpas afinadas en la octava para dirigir” cuando David trajo el arca a Jerusalén (1 Cr. 15:21).

2. Padre de un funcionario de David llamado Oseas (1 Cr. 27:20).

3. Uno de los mayordomos en el •templo en tiempos de •Ezequías (2 Cr. 31:13).

AZBUC Padre de un Nehemías que fue de los que trabajaron en la reconstrucción del muro (Neh. 3:16).

AZECA Ciudad fortificada del territorio de Judá. En sus alrededores tuvieron lugar varias batallas. Tras su victoria sobre •Adonisedec, rey de Jerusalén, Josué persiguió al enemigo “hasta A.”, y “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras ... y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron” (Jos. 10:10–11). Cuando David mató a •Goliat, los filisteos estaban acampados “entre Soco y A.” (1 S. 17:1). Esta ciudad detuvo momentáneamente el avance del ejército de Nabucodonosor en su marcha hacia Jerusalén (Jer. 34:7). Se le identifica con el Tell ez-Zakarîyah, a unos 42 km al NO de Hebrón

AZEL (Noble). Personaje en la descendencia del rey Saúl. Su padre fue Elasa (1 Cr. 8:37; 9:43).

AZGAD (Gad es fuerte). Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Mil doscientos veintidós “hijos de A.” regresaron del exilio (Esd. 2:12; Neh. 7:17).

2. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:15, 29).

AZIEL Uno de los levitas que tocaban “salterios sobre Alamot” cuando David trajo el arca a Jerusalén (1 Cr. 15:20).

AZIZA (Fuerte). Personaje que fue de los que casaron con mujeres extranjeras en tiempos de Esdras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:27).

AZMAVET Nombre de personas y un lugar en el AT.

1. Uno de los valientes de David. Era •barhumita (2 S. 23:31).

2. Personaje en la descendencia del rey Saúl (1 Cr. 8:36).

3. Personaje de la tribu de Benjamín cuyos hijos Jeziel y Pelet se unieron a David en Siclag (1 Cr. 12:3).

4. Personaje que “tenía a su cargo los tesoros del rey” en tiempos de David (1 Cr. 27:25).

5. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Cuarenta y dos “hijos de A.” regresaron del exilio (Esd. 2:24). La lista paralela de Nehemías dice •Bet-azmavet (Neh. 7:28).

6. Población cercana a Jerusalén donde buscaron levitas para participar en la música cuando la dedicación del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 12:29).

AZNOT-TABOR (Las orejas de Tabor). Parte de la frontera de Neftalí (Jos. 19:34).

AZOR En Lv. 11:13 y Dt. 14:12 se menciona una gran ave que debía tenerse como inmunda, no comestible. “Águila marina” (BJ). “Buitre negro” (NBE). La referencia es posiblemente a un ave de rapiña de la familia de las falcónidas. Posiblemente un Accipiter nissus. •Animales de la Biblia.

AZOR (PERSONA) Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Mt. 1:13, 14).

AZOTAR. AZOTE Instrumento que se utilizaba para golpear infligiendo castigo a una persona. Normalmente consistía en un palo al que se ataban varias correas que podían tener uno o más nudos. El palo servía de mango y las correas eran las que entraban en contacto con la piel del azotado. Los jueces de Israel podían sentenciar a azotamientos, lo cual tenía que hacerse en su presencia. El número de a. dependía de la gravedad de la culpa (“según su delito”), pero “se podrá dar cuarenta a., no más” para que no “se sienta tu hermano envilecido” (Dt. 25:1–3).

Los rabinos, para asegurar aun más que eso se cumpliera, ordenaron que la pena máxima fuera de treinta y nueve a., que se pegaban utilizando un a. de tres correas. De esa forma sólo había que golpear trece veces. Es proba-ble que el a. utilizado para golpear al Señor Jesús fuera romano, el cual difería del judío por ser más cruel, al tener en vez de nudos pedazos de huesos o de metal al final de las correas. San Pablo recibió “de los judíos cinco veces ... cuarenta a. menos uno” (2 Co. 11:24). Autoridades romanas le azotaron tres veces con varas, pero estaba prohibido azotar a un ciudadano romano, cosa que Pablo reclamó a lo menos en una ocasión (2 Co. 11:25; Hch. 16:22–23, 37).

AZOTEA Parte superior de la casa, encima del techo. Las casas en Israel eran, por lo general, de techo plano. Se subía a éste por una escalera. Era obligatorio poner un pretil a la a. para evitar que alguien cayera de ella. La a. era utilizada como lugar de descanso (2 S. 11:2), oración o para examinar los alrededores. Pedro subió a una a. para orar (Hch. 10:9). Las expresiones del Señor Jesús sobre proclamarlo todo desde las a. se refieren a que nada podrá encubrirse sino que se hará de público conocimiento (Mt. 10:27; Lc. 12:3).

AZOTO •Asdod.

AZRICAM (Mi ayuda se ha levantado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Zorobabel (1 Cr. 3:23).

2. Personaje en la descendencia del rey Saúl (1 Cr. 8:38; 9:44).

3. Levita en la descendencia de los hijos de Merari. Padre de Hasub (1 Cr. 9:14).

4. Mayordomo del rey •Acaz que fue asesinado por •Zicri (2 Cr. 28:7).

AZRIEL (Dios es mi ayuda). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los “hombres valientes y esforzados, varones de nombre y jefes de las casas de sus padres”, de la media tribu de Manasés que habitaron en •Basán (1 Cr. 5:23–24).

2. Personaje en la descendencia de Neftalí. Padre de Jerimot (1 Cr. 27:19).

3. Padre de un funcionario del rey •Joacim, llamado Seraías (Jer. 36:26).

AZUBA (Abandonada). Nombre de personas del AT.

1. Madre del rey •Josafat (1 R. 22:42).

2. Esposa de Caleb, de la cual enviudó. Madre de Jeriot (1 Cr. 2:18–19).

AZUFRE Metaloide de color amarillo que arde al contacto con el aire, por lo cual siempre se le asocia con el fuego. Abunda en zonas volcánicas. Se encuentra en la región del mar Muerto. “Jehová hizo llover sobre Sodoma y Gomorra a. y fuego ... desde los cielos” (Gn. 19:24). Se le menciona para ilustrar el juicio de Dios: “Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, a. y viento abrasador” (Sal. 11:6); “Sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en a., y su tierra en brea ardiente” (Is. 34:9); “haré llover sobre él ... impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y a.” (Ez. 38:22).

Juan contempla en su visión a unos “caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de a. ... y de su boca salía fuego, humo y a.” (Ap. 9:17). El que adore a la bestia “será atormentado con fuego y a.” (Ap. 14:10). Al final el diablo será “lanzado en el lago de fuego y a.” (Ap. 20:10).

AZUL Material muy apreciado que se utilizó para la confección del •tabernáculo (Éx. 35:5–6). Probablemente sea una referencia al añil, que era importado de la India o Ceilán. La Biblia dice que “todo hombre que tenía a., púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, o pieles de tejones, lo traía” (Éx. 35:23).

AZUR (Ayudador). Uno de los “cabezas del pueblo” que firmaron el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:14, 17).

B

BAAL. Nombre con el cual los semitas designaban al dios de la naturaleza, de la fertilidad. La palabra significa “señor”, “amo”, “esposo”. Existía cierta jerarquía en el uso de la palabra. Si

se decía baalim, era una referen-cia a dioses menores o domésticos, como “sirvieron a los baales” en Jue. 2:11; 3:7; 8:33. Para dioses locales o de una comunidad se añadía el nombre de ésta al de B. Así, existía •Baal-Gad (Señor de la buena fortuna), •Baal-Hamón (Señor de la

riqueza), •Baal-Meón (Señor de la habitación), etcétera.

Cuando se señalaba al dios principal se añadía en hebreo el artículo, para leer “el B.” Se da el caso de que el término B. aparece como parte de nombre de personas. •Gedeón llegó a llamarse Jerobaal (Jue. 7:32). Uno de los hijos de Saúl fue llamado •Es-baal (1 Cr. 8:33). Sin embargo, como un rechazo a las implicaciones idolátricas esos nombres fueron cambiados luego, sustituyéndose la palabra B. por el término boset, que significa “vergüenza”. Así, Es-baal fue llamado luego •Is-boset (2 S. 2:8). •Mefi-boset se llamó originalmente •Meri-baal (1 Cr. 8:34; 9:40).

A diferencia de Egipto, que tenía el Nilo y sus inundaciones periódicas, Canaán dependía de las lluvias para la agricultura. Los cananeos tenían a B. como el que las proveía. La llegada de los israelitas a Canaán les puso en contacto con esa experiencia, para ellos nueva, y sucumbieron muy pronto al culto de este supuesto rey de la naturaleza.

Los •“lugares altos” eran escogidos para esta actividad, así como árboles frondosos (Is. 57:5). Aunque en otras culturas semíticas B. aparece acompañado de la diosa Aná, en Israel se sustituía a ésta con •Astoret y •Asera (Jue. 2:13; 2 R. 23:4), también diosas de la fertilidad. El culto a B. incluía orgías sexuales, como en el caso de Baal-peor (Nm. 25:19; Sal. 106:28). Sus seguidores se autoinfligían heridas para lograr el favor de su dios (1 R. 18:28). Los profetas lucharon fervorosamente en contra del culto a B. •Jezabel, mujer del rey •Acab, promovió mucho el culto a B., llegando a tener unos cuatrocientos cincuenta profetas. Por la oración de Elías quedó probado que Dios era el verdadero señor de la naturaleza y de la lluvia (1 R. 18:20–39).

El culto a B., sin embargo, no se extinguió, a pesar de que de vez en cuando se realizaban reformas religiosas dirigidas a ello. •Jehú hizo una matanza de “los profetas de B.” (2 R. 10:18–26). Dirigido por •Joiada, “el pueblo de la tierra entró en el templo de B., y lo derribaron” (2 R. 11:18). Pero el rey •Acaz alentó el culto a B. (2 Cr. 28:2). •Ezequías trató de eliminarlo, pero su hijo •Manasés lo apoyó (2 R. 21:3). Y así sucesivamente. Se atribuye la destrucción de Jerusalén al culto que rendía a B. (Jer. 19:35).

BAALA (Querida, concubina). Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad perteneciente al territorio de Judá. También llamada •Quiriat-jearim. Allí reunió David a “todo el pueblo... para hacer pasar de allí el arca de Dios” (2 S. 6:2).

2. Monte en la frontera de Judá (Jos. 15:9).

3. Aldea, probablemente en el monte B. que correspondió a Judá en el reparto de la tierra (Jos. 15:29).

BAALAT (Querida, concubina). Ciudad que correspondió a la tribu de Dan en el reparto de la tierra (Jos. 19:44). Salomón la fortificó (1 R. 9:18: 2 Cr. 8:6). Posiblemente la misma que •Quiriat-jearim.

BAALAT-BEER (Señora del pozo). Ciudad que fue asignada a la tribu de Simeón en el reparto de la tierra (Jos. 19:8). = •Ramat del Neguev.

BAAL-BERIT (Señor del pacto). Deidad cananea. Su santuario principal estaba en •Siquem. “Cuando murió Gedeón, los hijos de Israel... escogieron por dios a B.” (Jue. 8:33). Siquem no había sido conquistada por Josué y constituía un enclave cananeo. •Abimelec, hijo de Gedeón, en un intento de constituir un reino, hizo pacto con sus habitantes, quienes “le dieron setenta siclos de plata del templo de B.” (Jue. 9:4). Con ese dinero, Abimelec alquiló “hombres ociosos y vagabundos”, a quienes usó para matar a sus setenta hermanos, de lo que se salvó sólo Jotam.

Tres años después, “envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem”, quienes se rebelaron (Jue. 9:23). En la lucha que siguió, los siquemitas se refugiaron en “la torre de Siquem” o “la fortaleza del templo del dios Berit”. Pero Abimelec ordenó al pueblo cortar ramas y con ellas le pusieron fuego. Los siquemitas son también llamados “hijos de Hamor” (Jos. 24:32; Jue. 9:28; Hch. 7:16). La palabra Hamor significa “asno”. Entre estos cananeos era costumbre sacrificar un asno para sellar un pacto o acuerdo, por lo cual se ha especulado que posiblemente la alianza entre los siquemitas y Abimelec incluyó ese acto.

BAAL-GAD (Señor de la buena fortuna). Ciudad “en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón”, punto N hasta donde llegó la conquista de la tierra en tiempos de Josué (Jos. 11:17; 12:7). Dos lugares son actualmente señalados como posibles localizaciones, Hasbeiyah o Tell Haus.

BAAL-HAMÓN (Señor de la riqueza). Nombre de un lugar donde “Salomón tuvo una viña” (Cnt. 8:11). Algunos han especulado que “viña” es una palabra en clave para señalar al harén de Salomón. Y que Hamón se refería a Jerusalén. Pero no hay ningún dato adicional que permita confirmar esta opinión.

BAAL-HANÁN (Baal es con gracia). Nombre de personas en el AT.

1. Uno de “los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel”, lo cual no quiere decir que fuera necesariamente edomita. Era hijo de •Acbor (Gn. 36:38; 1 Cr. 1:49).

2. Funcionario de David que tenía responsabilidad “de los olivares e higuerales de la Sefela” (1 Cr. 27:28). Es posible que sea el mismo “Hanán hijo de Maaca” que figura en la lista de los valientes de David (1 Cr. 11:43).

BAAL-HAZOR (El Baal o señor de Hazor). Montaña en Efraín, al NE de Betel, al pie de la cual “Absalón tenía esquiladores” e hizo una fiesta a la que invitó a sus hermanos. Allí mató a •Amnón (2 S. 13:23, 28–29).

BAAL-HERMÓN (El Baal o señor de Hermón). Villa en las faldas del monte •Hermón, donde probablemente había un santuario a •Baal. La conquista de la tierra no incluyó a “los heveos [que] habitaban en el monte Líbano, desde el monte de B. hasta llegar a Hamat” (Jue. 3:3). =? •Cesarea de Filipo.

BAALI (Mi Señor). Nombre simbólico de Dios utilizado en el libro del profeta Oseas. Dios le dice a Israel que en el último tiempo “me llamarás Ishi (mi marido), y nunca más me llamarás B. (mi señor), porque quitaré de su boca los nombres de los baales” (Os. 2:16–17).

BAALIS Rey de •Amón en tiempos de Jeremías que conspiró contra •Gedalías. Éste había quedado en Judá como gobernador tras la destrucción de Nabucodonosor. El complot fue develado, pero Gedalías no creyó la denuncia y murió asesinado por •Ismael hijo de Netanías (Jer. 40:13–16; 41:13).

BAAL-MEÓN (Señor de la habitación). Ciudad amorrea que correspondió a la tribu de Rubén en la repartición de la tierra. Los rubenitas la fortificaron y le pusieron el nombre (Nm. 32:37–38). Posiblemente sea la misma “Beón” que se menciona en Nm. 32:3. En Jos. 13:17 se le llama “Bet-baal-meón”. La ciudad fue ocupada luego por moabitas. Jeremías, profetizando contra Moab, anunció “juicio sobre la tierra de la llanura; sobre... B.” (Jer. 48:21, 23). Lo mismo hizo Ezequiel (Ez. 25:9).

BAAL-PEOR (Señor de Peor). Deidad moabita, probablemente identificada también como •Quemos. Al no poder maldecir a Israel, •Balaam, comprado por el dinero de •Balac, le sugirió poner una trampa al pueblo de Dios por medio de las mujeres moabitas, las cuales invitaron a los israelitas a las fiestas de sus dioses, donde hicieron uso de comida sacrificada a éstos y participaron en las orgías sexuales que eran comunes a ese tipo de culto (Ap. 2:14). En el libro apócrifo “Antigüedades Bíblicas” o “PseudoFilón”, se conserva la tradición judía sobre el particular con las siguientes palabras: “Entonces le propuso Balaam: Ven, veamos qué puedes hacerles. Elige unas cuantas mujeres hermosas entre las que están entre vosotros y en Madián y ponlas ante ellos desnudas y adornadas de oro y piedras preciosas. Cuando las vean y se acuesten con ellas, pecarán contra su Señor y caerán en vuestras manos. De otro modo no te será posible vencerlos”. Así se hizo y como consecuencia “el furor de Jehová se encendió contra Israel”. Se ordenó colgar a los que se habían juntado con este dios. Un simeonita llamado •Zimri, trajo a •Cozbi, una madianita, para fornicar con ella en su tienda y •Finees los alanceó a ambos. Vino una mortandad al pueblo por la cual murieron unas veinticuatro mil personas (Nm. 25:1–15). Esta experiencia impactó al pueblo, que la recuerda a menudo en su devenir histórico.

BAAL-PERAZIM (Señor de las roturas). Lugar cercano al valle de •Refaim donde David venció a los filisteos, “y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos” (2 S. 5:20; 1 Cr. 14:11).

BAAL-SALISA (El señor de Salisa). Lugar de Efraín. Cuando Eliseo estaba en •Gilgal, cerca de B., un hombre piadoso de allí “trajo al varón de Dios panes de primicias” que Eliseo milagrosamente hizo que alcanzaran para “cien hombres” (2 R. 4:42–44). =? •Salisa.

BAAL-TAMAR (Señor de la palma). Lugar cerca de Betel, en tierra de Benjamín, donde el ejército de Israel se puso “en orden de batalla en B.” en su campaña contra la tribu de Benjamín. Desde B. se inició el ataque contra Gabaa (Jue. 20:33).

BAAL-ZEBUB (Señor de las moscas). Deidad que se adoraba en la ciudad filistea de •Ecrón. En tiempos de Elías, el rey •Ocozías “consultó a B. dios de Ecrón.” tras sufrir una caída, para ver si sanaría de su enfermedad, lo cual motivó una reprensión del profeta (2 R. 1:3, 6, 16). Algunos sugieren que el nombre original quizás fue “Baal-zebul” (excelentísimo señor o príncipe) y que los israelitas lo cambiaron a B. para señalar su menosprecio hacia él. Lo que es seguro es que el culto a B. estaba relacionado con la sanidad de enfermedades, lo cual explica la consulta de Ocozías. El término aparece en el NT como •Beelzebú. Los fariseos, viendo las sanidades que hacía el Señor Jesús, decían: “Este no echa fuera los demonios sino por B., príncipe de los demonios”, a lo cual Cristo contestó mostrándoles su contradicción, porque “si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido” (Mt. 12:24–26; Mr. 3:22; Lc. 11:15–19). Algunos rabinos, para mostrar su desprecio hacia B., lo llamaban también “Baal-zebel” (Señor del estiércol).

BAAL-ZEFÓN (Señor del invierno). Lugar “entre Migdol y el mar” donde Dios ordenó que Israel acampara antes de cruzar el mar Rojo. Allí “los alcanzaron acampados junto al mar” los egipcios que los perseguían (Éx. 14:2, 9; Nm. 33:7).

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BAANA (Hijo de pena). Nombre de personas del AT.

1. Militar al servicio de •Is-boset, hijo de Saúl. Él y su hermano •Recab eran “capitanes de bandas de merodeadores”. Ambos conspiraron y mataron a Is-boset cuando se supo que •Abner había muerto. Trajeron su cabeza a David creyendo que así conseguirían su favor, pero él los mandó ejecutar (2 S. 4:1–12).

2. Padre de Heleb, que era uno de los valientes de David (2 S. 23:29; 1 Cr. 11:30).

3. Gobernador, en tiempos de Salomón, “en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam” (1 R. 4:12).

4. Gobernador, en tiempos de Salomón, “en Aser y en Alot” (1 R. 4:16).

5. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:2; Neh. 7:7). Proba-blemente padre de uno que colaboró en la reconstrucción del muro y el mismo que firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 3:4; 10:27).

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BAARA (El que arde). Mujer del benjamita Saharaim. Éste “engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a B. que eran sus mujeres” (1 Cr. 8:8).

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BAASA (Baal oye). Tercer rey de Israel (Reino del Norte). Mientras •Nadab, hijo de •Jeroboam sitiaba la ciudad filistea de Gibetón, B. conspiró contra él y lo mató, y reinó en su lugar. Inmediatamente “mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente... conforme a la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías...” (1 R. 15:26–29). B. reinó veinticuatro años pero “hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de Jeroboam” (1 R. 15:34), por lo cual Dios le predijo a través del profeta •Jehú, hijo de Hanani, que no prosperaría (1 R. 16:17). Su reinado se caracterizó por una guerra permanente contra •Asa, rey de Judá (1 R. 15:32).

B. intentó fortificar a •Ramá “para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá” (2 Cr. 16:1). Ramá quedaba a unos 6 km de Jerusalén. B. quería evitar que gente de Israel (Reino del Norte) fuera a adorar al •templo, por las posibles consecuencias políticas de ello. Es posible que esto fuera motivado por el avivamiento espiritual que tuvo lugar durante el reinado de •Asa en Jerusalén (2 Cr. 15:1–15). Pero el rey Asa hizo alianza con •Ben-adad, rey de Siria para que éste atacara a Israel (Reino del Norte), lo cual sucedió. “Oyendo esto B., cesó de edificar a Ramá, y abandonó su obra” (2 Cr. 16:26). Después de la muerte de B. su hijo •Ela sólo reinó dos años y fue asesinado por •Zimri (1 R. 16:8–10).

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BAASÍAS Uno de los antepasados del levita •Asaf, cantor (1 Cr. 6:40).

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BABEL (Puerta de Dios). Nombre de una ciudad y una torre en el AT.

1. Una de las ciudades sobre las cuales reinó •Nimrod, “quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra” (Gn. 10:8). Los babilonios o caldeos son mencionados en los primeros libros del AT en las referencias a la tierra de •Sinar, donde Nimrod fundó su reino, y se edificaron •B., Erec, Acad y Calne (Gn. 10:8–10). Fue allí donde se edificó la famosa torre (Gn. 11:19). •Amrafel, rey de Sinar, que peleó contra Sodoma y Gomorra, fue identificado por mucho tiempo por los eruditos con •Hammurabi, pero esa teoría ya se ha abandonado.

2. Torre construida después del Diluvio por las generaciones que vinieron de los hijos de Noé que “salieron de oriente” y “hallaron una llanura en la tierra de Sinar”, cerca de Babilonia. Dios decidió confundir sus lenguas y esparcirlos “sobre la faz de toda la tierra”. Se hizo un juego de palabras con el nombre de B. por su parecido con otra que significa “confundir” (Gn. 11:19). ¿Cuáles motivos tuvo Dios para actuar como lo hizo en el caso de B.? Algunos dicen que la torre de B. tenía la pretensión de “llegar al cielo”, lo cual era una demostración de la soberbia humana. Pero a esto contestan otros que en el original hebreo no figura la palabra “llegar” y que la expresión lo que quiere decir es “un edificio muy alto”, al igual que se dice hoy “rascacielos”. Otros señalan que el problema consistió en una desobediencia a la orden que Dios había dado de “llenar la tierra” y que los hombres prefirieron concentrarse en B.

Lo que sabemos es que B. marca el paso hacia la urbanización de los hombres: “Edifiquémonos una ciudad” (Gn. 11:4). Lo cual está vinculado a ciertos descubrimientos tecnológicos: el ladrillo cocido a fuego y “el asfalto en lugar de mezcla” (Gn. 11:3). En la tradición rabínica la opinión más generalizada es que la torre de B. tenía propósitos idolátricos y de rebeldía contra Dios, relacionándola con la persona de •Nimrod, cuyo nombre se deriva de un término que significa “rebelión”, porque se caracterizó por esa actitud frente a Dios. Como cazador fue el primer ser humano que comió carne e hizo guerra contra otras gentes. Fue el constructor de la torre de B. y exigió ser adorado como

Dios. Algunos eruditos consideran que la torre de B. fue un zigurat ( •Babilonia), una construcción piramidal que los caldeos hacían para sus templos y que usaban también como observatorios de los astros.

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BABILONIA Antiguo país entre los ríos •Tigris y •Éufrates, (al S de Mesopotamia), en lo que hoy es Irak. La capital del imperio babilónico estaba situada en las orillas del Éufrates, a unos 87 km al S de Bagdad. En tiempos de Nabucondonosor II la ciudad estaba protegida por una muralla de unos 18 km de largo y 26 m de ancho, teniendo torres reforzadas cada 20 m La muralla tenía ocho puertas, cada una de ellas con el nombre de una deidad: Istar, Marduc, Ninurta, Urash, Sin, Adad, Enlil y Samas. La puerta de Istar era la principal y daba a una gran avenida que se llamaba la Vía Procesional, que era de unos 23 m de ancho.

Fue construida por Nabucodonosor II en honor del dios Marduc. Este rey se hizo muy famoso por las construcciones que realizó embelleciendo su ciudad. El templo de Marduc, con una gran estatua de oro de ese dios, se llamaba Esagila, y tenía a su lado un gran zigurat. El zigurat es una construcción en forma de torre piramidal de muchos pisos que se levanta superponiendo los niveles, que se van reduciendo de tamaño hasta llegar a la cúspide. El que se encuentra en Esagila es llamado comúnmente “la torre de Babel”, por la suposición que se hace de que quizás dicha torre tenía esa forma. En la fiesta de Año Nuevo de B. se hacía una procesión llevando a Marduc desde su templo a otro que se encontraba en las afueras de la ciudad. Es posible que Is. 46:1–13 fuera escrito teniendo en cuenta esa ceremonia.

Entre las grandes obras realizadas por Nabucodonosor II se encontraban los “jardines colgantes”, que eran una estructura sobre la cual se instalaron unas terrazas sembradas de árboles y flores. De ellos se escribió en la antigüedad como una de las siete maravillas del mundo. Obras como esa trajeron gran orgullo al corazón de Nabucodonosor, que llegó a decir: “¿No es ésta la gran B. que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?”, por lo cual recibió el castigo de una locura que duró “siete tiempos” (Dn. 4:29–37).

La agricultura en B. se hacía muy intensivamente gracias al aprovechamiento de las aguas del Éufrates, con las cuales se regaban los sembradíos con una gran abundancia de canales. Es probable que a estos canales se refiera la expresión: “Junto a los ríos de B., allí nos sentábamos, y aun llorábamos” (Sal. 137:1). B. es conocida como la tierra de los caldeos, aunque los habitantes originales fueron los sumerios, pero distintas tribus fueron dominando el territorio según crecían y se convertían en reinos, siendo los caldeos los que finalmente tuvieron más preponderancia. Entre los pueblos que ejercieron dominación en B. están los acadios, los amorreos, los casitas y los asirios.

Los caldeos eran originalmente un pueblo de merodeadores (Job 1:17), pero lograron ser preponderantes en B. y luego se rebelaron contra los asirios, a los cuales vencieron, y fundaron un imperio que duró más de cien años, que abarcaba Mesopotamia y gran parte del resto del Oriente Medio. En el período de conflicto con Asiria se distinguió •Merodac-baladán, babilonio que trató de librar su pueblo del dominio de aquel país, en tiempos de Tiglat-pileser III. Finalmente, cuando subió al trono asirio Sargón II, Merodac-baladán trató de conseguir una alianza con •Ezequías, rey de Judá, para oponerse a los asirios. No consta que Ezequías accediera, pero mostró a los embajadores caldeos “toda la casa de sus tesoros”, por lo cual fue duramente reprendido por el profeta Isaías (2 R. 20:12–19; Is. 39:18). Merodac-baladán fue vencido y tuvo que huir de B.

El dominio de los caldeos en Mesopotamia fue logrado por el rey Nabopolasar al unirse con los •medos y vencer a Nínive en los días de •Asurbanipal, y comenzó una dinastía que

llegó a ser muy famosa, sobre todo por su hijo •Nabucodonosor II (605–562 a.C.), en cuyos tiempos se realizó la expansión hacia el S, y la invasión del reino de Judá, con la conquista y posterior destrucción de Jerusalén. El poder caldeo vino a declinar bajo el gobierno de un rey llamado Nabonido, que utilizó como cogobernante a su hijo •Belsasar, que fue vencido por los medos y persas. Nabucodonosor II trajo a B. a los exiliados de Judá, con los vasos y utensilios del •templo (Dn. 1:12), pero Dios prometió el regreso a Israel de esos exiliados (Jer. 29:10).

La dominación de los babilonios sobre Judá, la destrucción de Jerusalén y el exilio de los judíos en B. representan hechos de trascendental importancia para la historia de Israel y de los escritos bíblicos. Sobre los caldeos y los acontecimientos que suscitaron con Israel escribieron varios profetas, entre ellos •Isaías, •Jeremías, •Habacuc, •Abdías, etcétera. La cultura de los caldeos incluyó grandes avances en astronomía, matemáticas, medicina y otras ciencias, a tal punto que el término “caldeo” vino a ser sinónimo de sabio, de hombre de ciencia y, especialmente, de astrólogo. Así se utiliza el término en el libro de Daniel (1:20; 2:2; 2:10 etcétera. •Astrología.

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BACBACAR (Buscador diligente). Levita en la descendencia de Asaf (1 Cr. 9:15).

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BACBUC (Redoma). Cabeza de una familia de sirvientes del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:51; Neh. 7:53).

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BACBUQUÍAS (Cántaro de Jehová). Levita en tiempos de Nehemías. Era uno de los “porteros para la guardia a las entradas de las puertas” (Neh. 11:17; 12:9).

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BÁCULO Vara o bastón que se utilizaba para apoyarse al caminar. •Judá entregó su b. a •Tamar como prenda (Gn. 38:18, 25). Un antiguo cántico de Israel conmemoraba la acción de los líderes del pueblo al cavar en el desierto buscando agua con sus b. (Nm. 21:17–18). El ángel que se le apareció a Gedeón tenía un b. en su mano (Jue. 6:21). A veces, “andar con b.” implicaba cojera o debilidad. Así, cuando David supo que Joab había matado a Abner, dijo: “Caiga sobre la cabeza de Joab... que nunca falte de la casa de Joab quien... ande con b...” (2 S. 3:29).

El b. se usaba para golpear, especialmente a animales. Dios llama a Asiria “vara y b. de mi furor, en su mano he puesto mi ira..” (Is. 10:5). En Jer. 48:17, lamentando sobre Moab, se le dice que había sido una “vara fuerte... b. hermoso”. Se procuraba usar como b. una madera fuerte, que brindara buen apoyo. Al decirse en Ez. 29:6: “Y sabrán todos los moradores de Egipto que yo soy Jehová, por cuanto fueron b. de caña a la casa de Israel”, lo que se quiere es expresar la idea de que Egipto era un falso apoyo, débil y traicionero. •Bordón.

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BAHURIM (Joven). Aldea al E de Jerusalén, cerca del monte de los Olivos. Cuando •Abner restituyó a •Mical como mujer de David, quitándosela a •Paltiel, éste “fue con ella, siguiéndola y llorando hasta B.” (2 S. 3:16). Por allí pasó David cuando huía de •Absalón y le encontró un habitante de aquel lugar, “Simei, hijo de Gera... maldiciendo y arrojando piedras contra todos los siervos del rey...” (2 S. 16:56). •Jonatán y •Ahimaas, al servicio de David, se

escondieron allí en un pozo para luego dar aviso al rey sobre los acontecimientos en Jerusalén (2 S. 17:18–19).

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BAILE •Danza. Baile.

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BALA (Secada). Villa “en medio de la heredad de los hijos de Judá” que fue adjudicada a los simeonitas en la distribución de la tierra (Jos. 19:3).

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BALAAM (Devorador). Famoso vidente que fue contratado por •Balac, rey moabita, para que maldijera a Israel. Los líderes moabitas fueron “con los dones de adivinación en sus manos” para invitarlo a ello. Dios no permitió que B. fuera. Balac envió de nuevo con “más príncipes y más honorables que los otros”, los cuales enfatizaron las promesas de dones. Esta vez Dios permitió que fuera. En el camino “el ángel de Jehová” se le apareció, pero B. no lo vio. Su asna, que sí se dio cuenta, se negaba a seguir la marcha, por lo cual B. la maltrató. “Entonces Jehová abrió la boca al asna”, que reprendió a su amo y luego Dios “abrió los ojos de B., y vio el ángel de Jehová” (Nm. 22:1–31)

B. quiso retornar, pero el ángel le dijo que siguiera y dijera sólo las palabras que él le dijera. A la hora en que supuestamente debía maldecir a Israel, “Jehová puso palabra en la boca de B.”, la cual era una hermosa bendición. Balac le pidió ir a otro sitio para desde allí intentar la maldición, pero de nuevo Jehová “puso palabra en su boca” y volvió a bendecir a Israel. De nuevo Balac llevó a B. a otro sitio para un tercer intento, con los mismos resultados. A pesar de las protestas de Balac, B. profetizó entonces sobre el futuro del pueblo de Israel (Nm. 22:32–41; 23:1–30; 24:1–25). “Dios volvió la maldición en bendición” (Neh. 13:2).

Sin embargo, B. cayó en la tentación de aceptar las ofertas de Balac y le “aconsejó” (Mi. 6:5) para poner una trampa al pueblo de Dios por medio de las mujeres moabitas, las cuales invitaron a los israelitas a las fiestas de sus dioses, donde hicieron uso de comida sacrificada a éstos y participaron en las orgías sexuales que eran comunes a ese tipo de culto (Nm. 31:15–16; Ap. 2:14). Como consecuencia “el furor de Jehová se encendió contra Israel”. Este incidente es recordado en la historia de Israel con el nombre de la deidad •Baal-peor.

Así, B. pasó a la historia como un hombre de Dios que sucumbe ante el soborno o el deseo de bienes materiales. A esto Pedro llama “el camino de B. hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” y dice que actuó locamente (2 P. 2:15). Judas habla de los que “se lanzaron por lucro en el error de B.” (Jud. 11). B. murió en tiempos de Josué a manos de los israelitas (Jos. 13:22). Los rabinos dieron mucha importancia a B., al cual consideraban uno de los grandes profetas de Dios, pero de los gentiles, diciendo que por causa de estos hechos el Espíritu de Dios abandonó a los gentiles y cesó entre ellos el don de la profecía.

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BALAC (Destructor). Rey de los moabitas. Al enterarse de “todo lo que Israel había hecho al amorreo” ofreció a •Balaam grandes riquezas para que maldijese al pueblo de Dios. Este vidente no pudo hacerlo, pero le recomendó que usara a las mujeres de su pueblo para atraer a los israelitas a los sacrificios de sus dioses. B. se llevó de ese consejo y puso “tropiezo ante los hijos de Israel” (Mi. 6:5; Ap. 2:14). B. no hizo guerra contra Israel, pero por el consejo de Balaam le hizo un gran daño a ese pueblo (Jue. 11:25).

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BALANZA Instrumento utilizado para pesar objetos. Las que se usaban en Israel consistían en un eje horizontal que se apoyaba por el centro sobre otro vertical o fulcro. En un extremo del eje horizontal se podían colgar piezas con un peso determinado sobre plataformas preparadas al efecto, colocando luego en el otro extremo los objetos que se querían pesar. También se hacían b. dejando colgar de una cuerda un eje horizontal, amarrado por el centro. Las balanzas más antiguas eran pequeñas. Se utilizaban mayormente para pesar objetos preciosos, como oro, plata, joyas, especias, etcétera. Durante muchos años los valores para el intercambio ( •Dinero) se establecían pesando metales en una b., como lo hizo Jeremías al comprar una heredad (“... pesé el dinero en b.” [Jer. 32:10]).

El mandamiento de Dios era que el pueblo de Israel debía tener “b. justas, pesas justas y medidas justas” (Lv. 19:36). Así se ratifica en Dt. 25:15 (“No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. Pesa exacta y justa tendrás, efa cabal y justo tendrás...”), y en Ez. 45:10 (“B. justas, efa justo, y bato justo tendréis”). Se condena al “mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión” (Os. 12:7), pues “el peso falso es abominación a Jehová, mas la pesa cabal le agrada” (Pr. 11:1).

En sentido figurado, se habla de que Dios “pesó los montes con b.” (Is. 40:12). Y que “vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón; pesándolos a todos igualmente en la b., serán menos que nada” (Sal. 62:9).

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BALSAMERA Palabra empleada por los traductores de RV60 para señalar a una planta mencionada en 2 S. 5:23–24 y 1 Cr. 14:14. David consulta a Jehová sobre la forma en que debe atacar el campamento de los filisteos y recibe la respuesta de hacerlo “cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las b.”. NBE traduce “por la copa de las moreras”. Estudiosos de la flora de Israel estiman que se trata de un arbusto, el Pistacia lentiscus, del cual se extrae una resina o bálsamo. •Plantas de la Biblia.

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BÁLSAMO Existe en Israel un árbol, de nombre científico Commiphora opobalsamum, de cuya savia se extrae un perfume que era muy preciado en la antigüedad. Los ismaelitas que compraron a •José, venían de •Galaad, trayendo “aromas, b. y mirra, e iban a llevarlo a Egipto” (Gn. 37:25). También los hermanos de José llevaron b. a Egipto (Gn. 43:11). Al b. se le atribuían poderes medicinales, especialmente en las picaduras de serpientes y escorpiones (“¿No hay b. en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?” [Jer. 8:22]); “... tomad b. para su dolor, quizá sane” [Jer. 51:8]). La palabra, sin embargo, vino a significar en términos generales un ungüento perfumado, aunque fuera constituido por otras especias.

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BALUARTE Obra de ingeniería militar mediante la cual se establece un punto estratégico, en forma de torre o plataforma, desde el cual se hace posible o se facilita el ataque a una ciudad o fortaleza. También se aplica a una parte de una fortificación que sobresale sobre el resto y que facilita la defensa. Pero la mayoría de las veces se usa en la Biblia con el sentido de una fuerza agresora que levanta esta estructura para su ataque. Los israelitas construían b. en asedios a ciudades (Dt. 20:19–20). Atacando a •Abel-bet-maaca Joab puso “b. contra la ciudad” (2 S. 20:15).

A los razonamientos críticos de los amigos de Job éste contestó: “Vuestras máximas son refranes de ceniza, y vuestros b. son b. de lodo” (Job 13:12). Dios anuncia a “Ariel, ciudad donde habitó David”: “... acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti b.” (Is. 29:14).

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BAMOT (Alturas). = •Bamot-baal.

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BAMOT-BAAL (Las alturas de Baal). Lugar al N del río •Arnón. Allí llevó •Balac a •Balaam para que maldijera al pueblo de Israel. Fue asignado a la tribu de Rubén en la distribución de la tierra (Jos. 13:17). Se desconoce su ubicación exacta. = •Bamot.

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BANDERA Objeto que elevado sobre un asta sirve como insignia para un grupo, tribu o nación. Los israelitas, en la peregrinación por el desierto, se movían y acampaban “cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres” (Nm. 2:2, 34). No es posible saber la forma de estas insignias, si eran pedazos de paño u otro objeto, pero en la literatura rabínica se ofrece una teoría que le atribuye a cada tribu una b. hecha de tela con sus respectivos colores distintivos.

La expresión “alzar pendón” viene del lenguaje militar, pues los ejércitos utilizaban sus b. para ubicar la posición de las tropas. Uno de los juicios contra Israel incluía que Dios alzaría “pendón a naciones lejanas” (Is. 5:26; 11:12). Para dar una señal a toda una comarca acerca de alguna noticia importante se colocaba una b. “sobre un monte alto” (Is. 13:2). Para que ésta pudiera ser vista adecuadamente era necesario que estuviera sola sobre la cima, sin árboles alrededor, por lo cual también se utiliza la figura de una b. sobre un monte para expresar soledad (“... hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como b. sobre una colina” [Is. 30:17]).

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BANI (Construido). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los valientes de David. Era de Gad (2 S. 23:36).

2. Levita en la descendencia de •Merari (1 Cr. 6:46).

3. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 9:4).

4. Cabeza de una familia de seiscientas cuarenta y dos personas que regresaron del exilio con •Zorobabel (Esd. 2:10). Varios de ellos se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:29, 34–42).

5. Personaje homónimo del #4, perteneciente a su misma familia. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:38). Fue de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:14).

6. Ascendiente de un levita, Rehum, que participó en los trabajos de restauración del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:17).

7. Levita que fue uno de los que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída en tiempos de Esdras (Neh. 8:7; 9:4, 5). Al proclamarse ayuno por causa de los que se habían casado con mujeres extranjeras fue uno de los que “sobre la grada de los levitas... clamaron en voz alta a Jehová su Dios” (Neh. 9:1, 4).

8. Otro levita que fue uno de los que “hacían entender al pueblo la ley” cuando ésta fue leída en tiempos de Esdras (Neh. 9:4). Fue firmante del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:14).

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BANQUERO En la parábola de los talentos, el Señor Jesús habló de un “siervo inútil”, que “escondió el dinero de su señor” y no tuvo la sabiduría de, por lo menos, dar el “dinero a los b.” para así haber conseguido “los intereses” (Mt. 25:13–30). La palabra griega que se traduce como b. es trapezites (v. 27). En la Biblia, sólo aparece en esa porción. Es una referencia a los •cambistas (Mt. 21:12; Mr. 11:15; Jn. 2:14–15). Éstos, además de la función de cambiar el dinero a los que venían al •templo desde muy lejos, recibían sumas en depósito, pagando un interés, a pesar de las prohibiciones que existían sobre el particular en el Pentateuco (Dt. 23:19). •Cambistas. •Usura.

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BANQUETE Comida espléndida y abundante que se ofrece a un grupo de invitados por algún acontecimiento especial. Al ser visitado por los ángeles, Abraham “porfió con ellos mucho” para que se quedaran con él “y les hizo b.” (Gn. 19:3). También “hizo Abraham gran b. el día que fue destetado Isaac” (Gn. 21:8). Se mencionan otras fiestas de esta naturaleza, entre ellas la ofrecida por Isaac a •Abimelec y •Ficol (Gn. 26:26–30), los que realizaban los hijos de Job (Job 1:4), etcétera.

En ocasión de bodas era costumbre celebrar un gran b., que a veces podía durar varios días. Cuando Jacob casó con •Lea, el padre de ésta “juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo b.” (Gn. 29:22). Ese fue el caso de Sansón, cuya boda duró unos siete días (Jue. 14:10–20). En los b., además de la comida abundante, se disfrutaba de la música (“Y en sus b. hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino...” Is. 5:12). Isaías denunció a los líderes de Judá por dedicarse a muchos b. sin ocuparse de las cosas divinas (“... y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos” [Is. 5:11–12]).

En el NT vemos que el Señor Jesús asistió a casa de Leví, que “le hizo gran b. en su casa” (Lc. 5:29). Aunque no se usa esa palabra, puede decirse que la cena que le ofrecieron al Señor en casa de Lázaro (Jn. 12:1–11) fue un b.

En las religiones paganas se realizaban b. de carácter ritual, en los cuales los comensales, en teoría, disfrutaban de la comunión con sus dioses. Algunas veces esto incluía que parte de la comida era tomada como si representara a la misma deidad. Es probable que esa era la idea que estaba detrás de la “fiesta” que Aarón proclamó cuando hizo el •becerro de oro, cuando “se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse” (Éx. 32:16). En el sistema de sacrificios y ritos establecido por Moisés había ciertamente casos en los cuales el que ofrecía el sacrificio participaba de parte de él, pero nunca tuvo dicho sistema celebraciones que pudieran catalogarse propiamente como b. al estilo de las naciones paganas. La misma celebración de la •Pascua, en la cual había una comida comunal, no tenía el sentido casi orgiástico que los gentiles daban a sus comidas rituales.

Las promesas del Señor Jesús para los creyentes incluyen palabras que transmiten la idea de un b. celestial (“Yo, pues, os asigno un reino... para que comáis y bebáis a mi mesa en mi

reino...” [Lc. 22:29–30]). Esto se ratifica con las palabras de Ap. 19:9 (“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”).

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BAÑOS •Lavamiento.

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BAR Prefijo arameo que significa “hijo”. Así, •Barjesús significa “hijo de Jesús”; •Barrabás, “hijo del padre”; •Barsabás, “hijo del sábado”; •Bartimeo, “hijo de Timeo”, etcétera.

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BARAC (Rayo). Personaje de la tribu de Neftalí, en la época de los Jueces. “Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa” (Jue. 4:4). Se levantó un rey en •Hazor, llamado •Jabín, quizás descendiente del otro •Jabín al que derrotó Josué (Jos. 11; 1–14). Este Jabín hizo una confederación de tribus cananeas con la cual “había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años”. Los israelitas no manejaban todavía muy bien la tecnología del hierro, y Jabín “tenía novecientos carros herrados”, comandados por •Sísara (Jue. 4:3).

“Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová” y éste contestó a través de Débora, que hizo llamar “a B. hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí”, y le indicó que debía reunir al pueblo en el monte •Tabor. B. accedió, pero poniendo como condición que Débora le acompañara. En la batalla que siguió los israelitas triunfaron, Sísara huyó y luego fue muerto. Débora y B. cantaron la victoria en un hermoso cántico que aparece en Jue. 5:1–31, en el cual se da a entender que las palabras que Débora había dicho animando a B.: “¿No ha salido Jehová delante de ti?” (Jue. 4:14), estaban relacionadas con una poderosa lluvia que hizo que “el antiguo torrente... de Cisón” se desbordara, impidiendo las maniobras de los carros herrados de Sísara (Jue. 5:20–22).

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BARAQUEL (Dios ha bendecido). Padre de •Eliú, el más joven de los amigos de Job, quien “se encendió en ira contra éste” (Job 32:2, 6).

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BARBA Tal como puede verse en grabados y monumentos antiguos, la b. era usada en varias formas por las gentes de los países del Oriente Medio. Los pueblos semitas aparecen con b. tanto hirsutas como finas y arregladas. Los caldeos y los persas son pintados con barbas bien cuidadas, muy onduladas. Los etíopes, los hititas y la mayoría de los egipcios aparecen afeitados, salvo algunos faraones que se presentan con una b. trenzada que sale de la punta de la barbilla. José, antes de presentarse ante Faraón, se afeitó (Gn. 41:14).

El mandamiento en contra de cortar “la punta” (o las esquinas) de la barba (Lv. 19:27; 21:5) es interpretado en medios judíos como refiriéndose a las patillas. Al parecer eso estaba relacionado con alguna costumbre pagana. La b. era motivo de orgullo para un israelita. Por eso, el haberle afeitado “la mitad de la b.” a unos embajadores de David significó una gran afrenta (2 S. 10:4). Afeitarse la b. podía ser una señal de luto o aflicción (Esd. 9:3; Is. 15:2). Un leproso tenía que afeitarse la b. (Lv. 14:9). Se usaban navajas metálicas de bronce o de hierro, con un mango de madera. El rey y las personas importantes solían usar mangos de marfil o de huesos. Existían personas que se dedicaban al oficio de la barbería (Ez. 5:1).

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BÁRBARO Los griegos llamaban b. a todas las personas que no hablaban su idioma. El término, sin embargo, no tenía connotaciones peyorativas. En Hch. 28:2 y 4, donde Lucas dice que “los naturales” de Malta les trataron bien, la palabra griega es “bárbaros”. Igualmente en Ro. 1:14, donde se lee “no griegos” y en 1 Co. 14:11, donde se lee “extranjero”. En el evangelio “no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, b. ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Col. 3:11).

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BARBECHO Terreno labrantío que se deja sin sembrar para dejar descansar la tierra. Después de seis años de cultivo la tierra debía ser dejada libre por un año (Éx. 23:11; Os. 10:12). Esto permitía que los pobres pudieran aprovecharla y, además, ayudaba a la renovación del terreno. Había, pues, en el mandamiento un sentido social y ecológico. Se nos dice en Proverbios que “en el b. de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio” (Pr. 13:23), indicándonos que a las propiedades agrícolas no se les saca, a veces, lo que pueden rendir, por falta de inteligencia, conocimiento o aplicación de tecnologías adecuadas.

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BARCA •Nave.

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BARCOS Cabeza de una familia de servidores del •templo que regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:53; Neh. 7:55).

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BARHUMITA Dícese de un habitante de •Bahurim, una ciudad en el territorio de Benjamín. •Azmavet, uno de los valientes de David, era b. (2 S. 23:31; 1 Cr. 11:33).

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BARÍAS (Huyendo). Descendiente de David y Salomón, hijo de Semaías (1 Cr. 3:22).

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BARIM Lugar no identificado del cual se nos dice que “Seba hijo de Bicri.... pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca y todo B.” huyendo de Joab tras la muerte de •Amasa (2 S. 20:14).

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BARJESÚS (Hijo de Jesús). “Mago, falso profeta, judío”, llamado también “Elimas” (Hch. 13:8), al que hallaron Bernabé y Saulo en •Pafos, tras atravesar Chipre. B. “estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente” (Hch. 13:67). B. se opuso al mensaje de Bernabé y Saulo, “procurando apartar de la fe al procónsul” (Hch. 13:68), por lo cual Saulo le reprendió, anunciándole que quedaría ciego y no vería el sol “por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano” (Hch. 13:9–11). Es posible que B. fuera su nombre judío, mientras que Elimas, con la connotación de “sabio” o “mago”, su nombre griego.

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BARRABÁS (Hijo del padre). Personaje que estaba en prisión cuando el Señor Jesús fue traído a juicio ante Pilato. Era “un preso famoso”. Pilato “acostumbraba... soltar al pueblo un preso” y queriendo libertar a Cristo, “porque sabía que por envidia le habían entregado”, preguntó a la multitud que a cuál debía poner libre. La gente pidió a gritos que soltase a B. (Mt. 27:15–26). B. era acusado de un motín. Con varias otras personas, presos con él, “habían cometido homicidio en una revuelta” (Mr. 15:7; Lc. 23:19). Era, además, ladrón (Jn. 18:40). Pedro, en uno de sus sermones, le recuerda al pueblo: “Vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida” (Hch. 3:14).

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BARRIL En la parábola del mayordomo infiel se mencionan “cien b. de aceite” (Lc. 16:6). La palabra griega es batos, una medida para líquidos equivalente a unos 37 litros. •Pesos y medidas de la Biblia.

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BARRO La mezcla de tierra y agua. Del uso que se hacía de éste en la •alfarería (Is. 29:16) surgen varias expresiones. Job dice a Dios: “Acuérdate que como a b. me diste forma” (Job 10:9). Una idea parecida expresa •Eliú (Job 33:6). El b. no puede decir “al que lo labra: ¿Qué haces?” (Is. 45:9; Jer. 18:46; Ro. 9:20–21). En varias ocasiones se presenta al hombre como b. en las manos de Dios (Is. 64:8; Jer. 18:6). Como el hombre aprendió a moldear el b. y secarlo al sol para hacer ladrillos (Éx. 1:14), se dice de él que habita “en casas de b.” (Job 4:19). “El conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” es algo que los creyentes tienen, pero ellos son “vasos de b.” (2 Co. 4:67).

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BARSABÁS (Hijo del sábado). Nombres de personas del NT.

1. Discípulo que estuvo “todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre” los suyos “comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que... fue recibido arriba”. También fue “testigo de su resurrección” (Hch. 1:21–22). Fue uno de los que los Once pusieron delante del Señor, echando suertes, para ver quién ocuparía el puesto de •Judas Iscariote, pero fue seleccionado •Matías (Hch. 1:23–26).

2. Discípulo que fue escogido, junto con Pablo y Silas, para llevar a •Antioquía la decisión adoptada por la iglesia de Jerusalén sobre el problema que se había levantado con los judaizantes. B. era un sobrenombre, pues se llamaba Judas (Hch. 15:22).

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BARTIMEO (Hijo de Timeo). Ciego que vivía en Jericó. En una ocasión el Señor Jesús pasaba por allí y B. “estaba sentado junto al camino mendigando”. Al oír que Jesús pasaba le llamó insistentemente. “Muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más”. El Señor finalmente le sanó (Mr. 10:46–52).

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BARTOLOMÉ (Hijo de Tolmai). Uno de los doce apóstoles del Señor Jesús. En las listas de apóstoles aparece en Mt. 10:3; Mr. 3:18; y Lc. 6:14. Muchos lo identifican con •Natanael.

Eusebio dice que entre los años 150 y 200 d.C. alguien encontró un evangelio según San Mateo en hebreo dejado allí por B. Es tradición que B. murió desollado vivo en Armenia.

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BARUC (Bendito). Nombre de personas del AT.

1. Personaje que colaboró “con todo fervor” en la reconstrucción del muro de Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 3:20). Posiblemente el mismo que firmó el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:6).

2. Padre de Maasías, un miembro de la tribu de Judá, de los que regresaron del exilio y quedaron viviendo en Jerusalén (Neh. 11:5).

3. Escriba, secretario o amanuense del profeta Jeremías. Cuando éste va a comprar una heredad dice: “Y di la carta de venta a B. hijo de Nerías, hijo de Maasías.... y di orden a B. ...” (Jer. 32:12–13), lo cual indica que estaba a su servicio. Más tarde, Jeremías llama a su secretario “y escribió B. de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado” (Jer. 36:4). Se deja constancia de su obediencia: “Y B. hijo de Nerías hizo conforme a todas las cosas que le mandó Jeremías profeta...” (Jer. 36:8). Esto incluía que el libro dictado por Jeremías fuera leído “en la casa de Jehová, en el aposento de Safán escriba”, lo cual fue comunicado a varios miembros de la corte del rey •Joacim, quienes llamaron a B. e hicieron que les leyera el libro. Tras despedirlo, llevaron el documento al rey, que sólo escuchó unos párrafos y luego lo quemó. Joacim mandó a buscar a B. para meterlo preso, así como a Jeremías “pero Jehová los escondió” (Jer. 36:26). Jeremías volvió a dictar a B. el libro con las mismas palabras “y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes” (Jer. 36:32). Como Jeremías recomendaba que no se luchara contra los caldeos, algunos nobles creyeron que esa postura provenía de B. (“... hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos” [Jer. 43:13]). Cuando algunos judíos deciden huir a Egipto, se llevan también a Jeremías y a B. (Jer. 43:6). Los muchos sufrimientos hicieron que B. se quejara, por lo cual Dios envió una profecía dirigida a él por boca de Jeremías en la cual le dice que no buscara grandezas, porque tampoco era agradable para Dios castigar a su pueblo (“He aquí que yo destruyo a los que edifiqué y arranco a los que planté” [Jer. 45:15]).

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BARUC. LIBRO DE Libro apócrifo que se atribuye a •Baruc, el ayudante del profeta Jeremías. Fue escrito probablemente alrededor del siglo I a.C., pero algunos lo fechan quizás hasta el año 300 a.C. Contiene admoniciones para los israelitas que vivían en Babilonia después de la destrucción de Jerusalén, así como unos poemas de lamento y consolación. También una carta que se presenta como escrita por Jeremías. •Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros.

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BARZILAI (Fuerte como hierro). Nombre de personas del AT.

1. Amigo de David que vino a socorrerle cuando éste huía de la rebelión de •Absalón. Junto con otros, encontró a David y los suyos en Mahanaim y le dieron muchas provisiones (2 S. 17:27–29). B. “era hombre muy rico” y “muy anciano, de ochenta años” (2 S. 19:32). Tras la derrota de Absalón, cuando David vuelve a Jerusalén, “ B. galaadita descendió de Rogelim y pasó el Jordán con el rey” (2 S. 19:31). David lo invitó a seguir con él hasta Jerusalén, pero B. rehusó a causa de su edad, pero recomendó a Quimam, lo cual el rey

aceptó (2 S. 19:33–39). David quedó permanentemente agradecido de B. Y cuando da instrucciones a Salomón le dice: “A los hijos de B. galaadita harás misericordia... porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano” (1 R. 2:7). B. tenía una hija con la cual casó un sacerdote que adoptó por nombre el del padre de ella (#3).

2. Padre de Adriel, aquel que tuvo por mujer a •Mical, hija de Saúl (2 S. 21:8).

3. Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras, los cuales “buscaron su registro de genealogías y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio” (Esd. 2:60–62). Adoptó el nombre de B. porque casó con una hija de B. galaadita.

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BASÁN Región al N del río Yarmuk, al E del Jordán y del lago de Genesaret. Era conocida como muy fértil, alabándose “las encinas de B.” (Is. 2:13; Ez. 27:6) y por sus condiciones para el ganado, al producir vigorosos corderos, carneros y machos cabríos (Dt. 32:14), así como los famosos toros de B. (Sal. 22:12). Una antiquísima vía de comunicación atraviesa el territorio de B., el llamado “camino real”, que viniendo del S y paralelo al río Jordán, conducía hasta Damasco (Nm. 20:17). Los antiguos habitantes de B. eran llamados •refaítas (Gn. 15:20). Cuando llegaron los israelitas, el rey de B. era •Og. Su territorio era llamado “la tierra de los gigantes” y su capital era •Astarot (Dt. 1:4; 3:13), incluyendo sesenta “ciudades fortificadas con altos muros” (Dt. 3:35).

Og combatió a los israelitas. Moisés recibió instrucciones divinas de vencerle, destruirle y ocupar sus ciudades (Nm. 21:32–35), que fueron repartidas entre las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés (Nm. 32:33). En tiempos de Salomón B. formaba un distrito sobre el cual había un representante del rey o gobernador (1 R. 4:13), pero con la división del reino quedó como parte del Reino del Norte (Israel). Luego pasó a manos de los arameos en días de •Jehú (2 R. 10:31–33), hasta la invasión asiria, que tomó el territorio. Más tarde fue parte del reino de los nabateos. En los tiempos del NT Herodes administraba B. para los romanos.

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BASÁN-HAVOT-JAIR Nombre puesto por •Jair, hijo de Manasés, a la tierra que tomó por posesión en el territorio de Basán, en la Transjordania (Dt. 3:14).

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BASEMAT (Dulce olor de perfume). Nombre de personas del AT.

1. Mujer de Esaú, hija de Elón heteo. Junto con la otra esposa, “Judit hija de Beeri heteo... fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca” (Gn. 26:34–35).

2. Otra mujer de Esaú, que tomó cuando vio “que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre; y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalat, hija de Ismael, hijo de Abraham” (Gn. 28:89). Esta Mahalat es llamada B. en Gn. 36:34, 10, 13 y 17.

3. Hija de Salomón. Este rey puso como gobernador a “Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a B. hija de Salomón” (1 R. 4:15).

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BASTARDO Una de las leyes transmitidas por Moisés para proteger la institución matrimonial consistía en que no se permitiría participar en el culto a una persona que fuere fruto de una unión ilegítima (Dt. 23:2). La prohibición llegaba “hasta la décima generación”. En el NT, hablando de la disciplina, se nos dice que si Dios no la ejerce sobre nosotros no seríamos hijos, sino b. (He. 12:8).

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BATALLAS DE JEHOVÁ, LIBRO DE LAS Nombre de un libro hebreo perdido. Se cita solamente en Nm. 21:14 (“Por tanto se dice en el l. de las b. de J.: Lo que hizo en el mar Rojo...”). Aparentemente estaba constituido por una colección de poemas que celebraban las victorias de Israel en distintos momentos de su devenir histórico. Algunos eruditos piensan que la cita podría también ser traducida así: “Por tanto se dice: Libro de las batallas de Jehová que hizo en el mar Rojo...”. De ser así, no se trataría del nombre del libro, sino de una parte del cántico que se cita. También se opina que los otros poemas o canciones que se mencionan en Nm. 21:17–18 y 27–30 formaban parte de la misma colección. Estas citas demuestran que para escribir el •Pentateuco se hizo uso de fuentes orales o escritas anteriores.

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BATO •Pesos y medidas de la Biblia.

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BAT-RABIM (Hija de multitudes). Una puerta en las murallas de la ciudad de •Hesbón que estaba adornada con dos hermosos estanques. El novio compara los ojos de su amada a “los estanques de Hesbón junto a la puerta de B.” (Cnt. 7:4).

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BAUTISMO El agua viene ligada con la idea de purificación en casi todas las religiones. En el AT pasa lo mismo. Los •lavamientos previos a la adoración aparecen señalados por la existencia de la fuente en el •tabernáculo, en la cual los sacerdotes tenían que lavarse las manos y los pies antes de oficiar. Después de un accidente que causara impureza ritual, había que lavarse con agua (Lv. 15:11). De estos lavamientos se habla en He. 9:10 usándose la palabra “abluciones” (gr. baptismos). Se nos habla de los “lavamientos” —baptismos— de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos" que practicaban los fariseos (Mr. 7:3–4).

A partir del siglo II a.C. en el desarrollo en la vida religiosa judía se incrementaron las prácticas de abluciones, que se hacían consuetudinariamente. Los esenios y la comunidad de Qumrán ponían mucho énfasis en baños rituales, como puede leerse en las reglas de esa comunidad. Hablando de uno que participaba en el rito, dice: “Y cuando su carne es rociada con el agua purificadora y santificada por el agua limpiadora, será hecha limpia por medio de la humilde sumisión de su alma a todos los preceptos de Dios”. Algunos dicen, incluso, que los judíos bautizaban a los prosélitos, es decir, a los gentiles que se convertían a la fe judía. Con este trasfondo histórico es que surge Juan el Bautista.

El b. de Juan, sin embargo, no era algo que se hacía recurrentemente, sino una sola vez, como expresión de arrepentimiento. La gente venía y confesaba sus pecados (Mt. 3:56). Además, Juan enseñaba que su b. tenía un carácter transitorio y provisional, hasta que viniera el que bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11). En realidad, Juan sabía que él mismo necesitaba ser bautizado así (Mt. 3:14–15). Hay que notar que los judíos entendían que el b. era una especie de señal que anunciaba la era mesiánica, por lo cual le preguntaban a Juan por

qué bautizaba (“... ¿si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?” [Jn. 1:25]). Durante un período los discípulos del Señor Jesús bautizaban al mismo tiempo que Juan el Bautista lo hacía en otra parte (Jn. 3:22–23; 4:12).

Después de su muerte y resurrección, el mandamiento del Señor fue que se predicara su evangelio y se bautizara a aquellos que creyeran (Mt. 28:19). Los apóstoles obedecieron, de manera que su exhortación fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hch. 2:38). Así, el b. cristiano es un mandamiento del Señor y una tradición apostólica (Hch. 2:41; 8:12–16, 36–38; 9:18; 10:47–48, etcétera). Constituye una expresión en el mundo material de los hechos ocurridos en el mundo espiritual de un creyente. Debe ser una demostración y confesión pública de que ha ocurrido en él arrepentimiento y conversión. Por lo tanto, sólo los convertidos a Cristo deben ser bautizados. Ninguna persona, que no ha tenido esa experiencia, debe ser bautizado. El b. es la señal del nuevo pacto (Col. 2:10–11).

El símbolo se logra con la utilización de aguas en las cuales el creyente es sumergido. Es eso lo que tiene Pablo en mente cuando dice que somos “sepultados con él (Cristo) en el b.”. Y cuando la persona sale de las aguas está proclamando con ese b. que ha resucitado con el Señor (Col. 2:12). “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el b., a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Ro. 6:34).

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BAUTISMO POR LOS MUERTOS En 1 Co. 15:29 Pablo hace la pregunta: “¿Qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan?”. Estas palabras han sido siempre de muy difícil interpretación y se han presentado diversas opiniones sobre ellas. Buena parte de los eruditos explica que al parecer había en Corinto una práctica de creyentes que habían muerto antes de poder ser bautizados y que parientes o amigos de ellos hacían el rito bautismal en su nombre. Otros dicen que se hacía eso en el caso de personas que morían como mártires por su fe antes de recibir el bautismo. Existen pruebas de que entre ciertos grupos heréticos en el siglo II existía una costumbre parecida, pero no ha quedado ninguna prueba de cuál era, en realidad, lo que hacían los hermanos de Corinto. El argumento de Pablo no va dirigido a aprobar la práctica, cualquiera que esta fuera, sino a señalar su futilidad si acaso los muertos no resucitaban, que era la falsa enseñanza que combatía en esos párrafos.

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BAUTISMOS •Abluciones.

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BAVAI (El que desea). Personaje de tiempos de Nehemías que colaboró en la restauración del muro de Jerusalén. Fue “gobernador de la mitad de la región de Keila” (Neh. 3:18).

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BAYIT Sitio de Moab al cual Isaías se refirió en una profecía contra esa nación. Junto con Dibón, son llamados “lugares altos” (Is. 15:2).

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BAZLUT (Pidiendo). Cabeza de familia de sirvientes del •templo que volvieron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:52; Neh. 7:54).

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BEALÍAS (Jehová es Señor). Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–5).

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BEALOT (Poseedores). Población que correspondió a Judá en la distribución de la tierra (Jos. 15:24).

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BEATITUD •Bienaventuranza.

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BEBAI (Paternal). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de familia de un grupo de personas que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. “Los hijos de B., seiscientos veintitrés” (Esd. 2:11; 8:11). Algunos habían tomado mujeres extranjeras (Esd. 10:28). Uno de sus descendientes, Zacarías, junto con veintiocho varones formaron parte de los que “subieron de Babilonia, reinando el rey Artajerjes” (Esd. 8:1, 11).

2. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:15, 29).

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BEBIDA •Vino.

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BECÁ •Pesos y medidas de la Biblia.

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BECERRA •Animales de la Biblia. Ganado vacuno.

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BECERRO DE ORO Ídolo confeccionado por Aarón cuando Moisés estuvo cuarenta días con sus noches en el monte Sinaí. El pueblo, viendo que “Moisés tardaba en descender”, pidió a Aarón que les hiciera dioses que fueran delante de ellos. Se tomaron los zarcillos de oro de las mujeres, niños y niñas. Con ellos se hizo “un becerro de fundición”. El pueblo lo adoró y se dedicó a hacer festejos, en franca violación a la prohibición que Dios había hecho al respecto (Éx. 20:4–5).

Siempre se ha levantado la pregunta: ¿Por qué un becerro? Lo más lógico es pensar que no fue algo inventado en el momento, sino que estaba relacionado con cosas que los israelitas habían visto antes. Los israelitas cayeron en la idolatría en Egipto, antes del éxodo (Ez. 20:7–

8). En aquel país se adoraba al buey o toro Apis. Lo más probable es que la confección del b. de o. se tratara de un retorno, una evocación de ese culto.

El buey Apis era considerado como una deidad proveniente de Osiris y Phtah. Se le seleccionaba tomando en consideración ciertas cualidades y una vez declarado como sagrado se le trataba como a un dios. Se construía una casa para él y allí se le consultaba. Sus respuestas dependían de a cuál habitación se iba después de la consulta o si aceptaba alimento de la mano del consultante. Aun cuando moría el buey Apis, se le concedían grandes homenajes. Como Apis era “la más completa expresión de la divinidad bajo forma animal viviente entre los antiguos egipcios” (Enc. Espasa Calpe), era natural que los israelitas cuando quisieron confeccionar un dios, pensaran en él.

Mucho tiempo después, el rey •Jeroboam I hizo “dos b. de o.” y puso “uno en Bet-el y el otro en Dan” con el propósito de que los habitantes del Reino del Norte (Israel) no fueran a Jerusalén a adorar (1 R. 12:26–30). Jeroboam constituyó un sacerdocio para estos santuarios y estableció fiestas religiosas sustitutivas de las que se hacían en el •templo. Esto fue causa de la ira de Dios, anunciada por los profetas, porque “dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros” (2 R. 17:16). Dijo Oseas: “Tu b., oh Samaria, te hizo alejarte” (Os. 8:5).

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BECORAT (Primogénito). Personaje en la genealogía de Saúl (1 S. 9:1).

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BEDAD (Separación). Padre de •Hadad, el rey edomita “que derrotó a Madián en el campo de Moab” (Gn. 36:35).

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BEDÁN (Hijo de juicio). Hijo de Ulam, descendiente de Manasés (1 Cr. 7:17).

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BEDELIO Término que aparece dos veces en la Biblia. En la tierra de •Havila “donde hay oro ... hay allí también b. y ónice” (Gn. 2:11–12). El maná tenía “color como color de b.” (Nm. 11:7). Hay dos interpretaciones. La Septuaginta lo toma como una piedra preciosa, quizá una perla, por el hecho de que se menciona entre minerales. Otra prefiere pensar en una resina que servía para perfumes. Josefo, al hablar de la apariencia del maná, toma esta última. De ser así se trataba posiblemente de la que se extraía de la Commiphora africana. •Plantas de la Biblia. •Piedras preciosas.

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BEDÍAS (Sirviente del Señor). Personaje de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:35).

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BEELIADA (Baal sabe). Uno de los hijos de David nacidos en Jerusalén (1 Cr. 14:7). En 2 S. 5:16 y 1 Cr. 3:8 su nombre aparece como “Eliada” (Dios sabe). El cambio puede estar relacionado con un intento de eliminar la alusión a •Baal.

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BEELZEBÚ •Baal-zebub. •Satanás.

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BEER (Pozo). Nombre de lugares en el AT.

1. Sitio donde los israelitas acamparon en su viaje por el desierto. “Este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Reúne al pueblo, y les daré agua” (Nm. 21:16).

2. Sitio donde se escondió •Jotán, el más joven de los hijos de Gedeón, cuando escapó de su hermano •Abimelec (Jue. 9:21).

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BEERA (Pozo). Nombre de personas del AT.

1. Personaje “principal entre los rubenitas”, “el cual fue transportado por Tiglat-pileser rey de los asirios” (1 Cr. 5:6).

2. Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Zofa (1 Cr. 7:37).

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BEER-ELIM (Pozo de la encina). Lugar en Moab. Isaías, profetizando contra esa nación, dijo que “hasta Eglaim llegó su alarido, y hasta B. su clamor” (Is. 15:8). Es posible que sea el mismo •Beer.

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BEERI (“Hombre del pozo”). Nombre de personas del AT.

1. Varón heteo, padre de •Judit, una de las mujeres de Esaú (Gn. 26:34).

2. Padre del profeta Oseas (Os. 1:1).

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BEEROT (Pozos). Una de las ciudades de los gabaonitas, que “usaron de astucia” para concertar alianza con Israel (Jos. 9:3–4, 17). En la repartición de la tierra correspondió a la tribu de Benjamín (Jos. 18:25). Dos capitanes de Saúl, Baana y Recab, eran hijos de un habitante de B. llamado Rimón (2 S. 4:2). Entre los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras habían personas de B. (Esd. 2:25; Neh. 7:29).

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BEEROT-BENE-JAACÁN (Pozos de los hijos de Jaacán). Uno de los lugares donde acamparon los israelitas en su peregrinación por el desierto (Dt. 10:6).

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BEEROTITA Habitante de •Beerot. Baana y Recab, capitanes de Saúl, eran b. También lo era Naharai, escudero de Joab, de los valientes de David (2 S. 23:37; 1 Cr. 11:39).

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BEERSEBA (Pozo del juramento). Lugar en el S de Israel, en el •Neguev, entre el mar Mediterráneo y la punta final del •mar Muerto. Allí Dios mostró a •Agar “una fuente de agua” con la cual salvó a su hijo •Ismael, que moría de sed (Gn. 21:19). Luego Abraham cavó un pozo, y juró •Abimelec que así había sido (Gn. 21:25–34). Por eso le pusieron el nombre de B., lo cual fue confirmado más tarde por Isaac (Gn. 26:31–33). Algunos, sin embargo, traducen “Pozo de los Siete”.

Tanto Abraham como •Isaac vivieron allí un buen tiempo (Gn. 22:19; 26:23). Desde B. •Jacob comenzó su viaje a •Harán en busca de sus familiares (Gn. 28:10) y cuando fue viejo inició su viaje a Egipto para encontrarse con José (Gn. 46:1–6). En el reparto de la tierra, correspondió a la tribu de Simeón (1 Cr. 4:28), siendo limítrofe con Judá, a cuya tribu se le atribuye también (1 R. 19:3). En tiempos de Samuel, sus hijos •Joel y •Abías gobernaban como jueces sobre esa parte del territorio (1 S. 8:2).

Abraham plantó “un árbol tamarisco en B., e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno” (Gn. 21:33). Así, B. vino a ser desde tiempos muy remotos un santuario importante. El culto allí, que el profeta Amós llama “el camino de B.” parece que se convirtió en una adoración a Jehová, pero con manifestaciones idolátricas (Am. 5:5; 8:14).

En B. se desarrolló una ciudad. La expresión “desde Dan hasta B.” (Jue. 20:1; 2 S. 3:10; 24:15) se usaba para señalar a todo el territorio de Israel, por la situación de B., en el S y la de Dan en el extremo N, con sus respectivos santuarios. Después de la división del reino se diría “desde Geba hasta B.” (2 R. 23:8). Tras matar a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, •Elías “vino a B.”, dejó allí su criado y siguió por el desierto hasta llegar a •Horeb (1 R. 19:1–8). Después del exilio fue habitada de nuevo por judíos (Neh. 11:27, 30). La ciudad antigua queda a unos 4 km al NE de la moderna B. Los árabes la llaman Tell el-Seba.

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BEESTERA Ciudad en •Basán que fue otorgada a los levitas hijos de •Gersón (Jos. 21:27). Algunos piensan que este nombre es una contracción de “Bet-Astoret”, o sea, “Casa de Astoret”.

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BEHEMOT (Bestias). Animal descrito en Job 40:15–24. Inmediatamente después se habla también del •leviatán, por lo cual en las tradiciones judías se mencionan casi siempre juntos. Lo que se dice del b. hace pensar que es una referencia al hipopótamo (Hippopotamus amphibius), un paquidermo enorme que llega a pesar hasta tres ton. Por un tiempo se pensaba que la expresión “aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca” era una licencia poética, pero se han descubierto recientemente esqueletos de hipopótamos que demuestran su existencia en Israel en tiempos remotos. La literatura judía, sin embargo, le ha dado siempre el tratamiento de un animal mitológico, quizás porque se pensaba que no existió en la Tierra Santa. El apócrifo 1 Enoc 60:7–10 habla de B. como femenino y Leviatán como masculino. •Animales de la Biblia.

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BEL Nombre de una deidad babilónica. Aparece unas veces como un título aplicado a Marduc ( •Merodac), el principal dios de Babilonia y otras como una deidad paralela a éste. Son el dios o los dioses patronos de •Babilonia. Por eso Jeremías, cuando anuncia la destrucción de esa ciudad, dice: “B. es confundido, deshecho es Merodac”. El dios •Nebo era hijo de Marduc o Merodac. En Is. 46:1–7 se mencionan juntos a B. y Nebo en una exposición en contra de la idolatría que parece utilizar la celebración del Año Nuevo babilónico, cuando se hacía una gran procesión con estos ídolos.

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BELA (Tragando). Nombre de un lugar y varias personas del AT.

1. Nombre antiguo de •Zoar, ciudad que posiblemente quedaba en la ribera SE del mar Muerto. Junto con Sodoma, Gomorra y otras ciudades, fue tributaria del rey •Quedorlaomer por doce años. Al rebelarse, éste las atacó y venció en una batalla en el valle de •Sidim (Gn. 14:1–10). Cuando la destrucción de Sodoma y Gomorra, Lot pidió que se le permitiese refugiarse en B. diciendo que era pequeña, por lo cual se le cambió el nombre a •Zoar (“Pequeña”) (Gn. 19:17–23).

2. Hijo de Beor. Uno de “los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel” (Gn. 36:31–32), lo cual no quiere decir que fuera necesariamente edomita. “El nombre de su ciudad [capital] fue Dinaba” (Gn. 36:32).

3. Primogénito de Benjamín (Gn. 46:21; Nm. 26:38, 40; 1 Cr. 7:6, 7; 8:1, 3).

4. Personaje importante de la tribu de Rubén. “Habitó en Aroer hasta Nebo y Baal-meón” (1 Cr. 5:8).

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BELAÍTA Descendientes de Bela, el primogénito de Benjamín (Nm. 26:38).

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BELÉN (Casa del pan). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad natal de David y del Señor Jesús. Se encuentra en la vía que conecta a Jerusalén con •Hebrón, a unos 8 km al SO de la primera. Allí fue enterrada •Raquel (Gn. 35:19). Fue habitada por miembros de la tribu de Judá. Natural de B. fue •Booz, el que fue esposo de Rut, la moabita (Rt. 2:4), que le dio a luz a Obed, que engendró a •Isaí, el padre de David (Rt. 4:21–22).

En B. ungió Samuel a David por rey sobre Israel (1 S. 16:1–13). Hubo un momento en que B. cayó en manos de los filisteos. David quiso beber agua del pozo de B. y tres de los suyos arriesgaron sus vidas para traerla, pero él no quiso tomarla y la derramó (2 S. 23:14–17; 1 Cr. 11:16–19). Cuando el reino se dividió, •Roboam fortificó a B. (2 Cr. 11:6). Los que mataron a •Gedalías, el gobernador puesto por los caldeos, se escondieron cerca de B. para luego irse hacia Egipto (Jer. 41:17). Ciento veintitrés “hijos de B.” regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:21). Un oráculo de Miqueas profetizó que en B. nacería el Mesías (Mi. 5:2; Jn. 7:42). Eso fue lo que dijeron “los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo” cuando fueron consultados por •Herodes a causa de la visita de los magos (Mt. 2:4–6). Éstos hallaron al niño en una casa de B. (Mt. 2:11). Al parecer ya •José y María habían abandonado el pesebre cuando los magos llegaron. Herodes, cuando se vio burlado por los magos, hizo una matanza en B. de “los niños

menores de dos años”, pero ya José, advertido por un ángel del Señor en sueños, había tomado a la familia y salido para Egipto (Mt. 2:12–16).

2. Villa que correspondió a la tribu de Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:15). Es probable que •Ibzán, que juzgó a Israel después de •Jefté, era de este B. (Jue. 12:8–10). Se le identifica con Bet-lam, a unos 11 km al NO de Nazaret.

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BELIAL Palabra hebrea de etimología desconocida que siempre señala al concepto de la impiedad, lo perverso, la perdición. RV60 la traduce de diversas maneras: “mujer impía” (1 S. 1:16); “hombres impíos” (1 S. 2:12); “malos y perversos” (1 S. 30:22); “hombre perverso” (Pr. 16:27), etcétera. En la literatura intertestamentaria el término es usado frecuentemente, pero como una referencia al impío y perverso por antonomasia: Satanás. Pablo recoge ese uso en 2 Co. 6:15: “¿Qué concordia Cristo con B.?” •Satanás.

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BELSASAR (Oh Bel, guarda al rey). Hijo y corregente de •Nabonido, el último de los reyes de Babilonia. Al salir Nabonido en una expedición a Arabia, dejó a B. con toda la autoridad real en el año 553 a.C. Se nos dice que •Nabucodonosor era padre de B. porque éste descendía de aquel rey a través de su madre Nitrocris y, también, porque en la usanza semita a los sucesores se les llamaba “hijo” de algún antecesor destacado.

B. celebró un gran banquete con sus príncipes y, “con el gusto del vino”, mandó a buscar los vasos que Nabucodonosor había traído del •templo de Jerusalén, en los cuales bebieron. En ese momento “aparecieron los dedos de una mano de hombre” que escribieron sobre la pared: •“Mene, Mene, Tekel, Uparsin”. Buscados los sabios caldeos, no pudieron descifrar la escritura, hasta que fue llamado Daniel, que la interpretó (Dn. 5:1–31).

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BELTSASAR Nombre que le fue puesto a Daniel cuando fue introducido en la corte caldea (Dn. 1:7; 5:12). Los eruditos entienden que sale de la expresión Balat-sarri-usur (Proteged la vida del rey). En griego es Baltasar. •Daniel.

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BENAÍA (Jehová ha edificado). Nombre de personas del AT.

1. Hombre de confianza de David y Salomón. Era el jefe de los cereteos y peleteos, esto es, de un grupo originario de pueblos que habitaban al S de los filisteos y que se aliaron a David, y se convirtieron en su guardia personal (2 S. 8:18; 23:22–23). B. era uno de los valientes de David. Se hizo famoso porque derrotó a varios campeones (“leones”) de Moab. Asimismo a un egipcio de gran estatura a quien se enfrentó con sólo un palo en su mano. “Ganó renombre con los tres valientes” (2 S. 23:20–23). Comandaba una división con veinticuatro mil hombres, a quienes les correspondía estar de servicio en el tercer mes de cada año (1 Cr. 27:5). No siguió a •Adonías en su conspiración por la sucesión en contra de Salomón (1 R. 1:8, 10). Cuando David ratificó que Salomón sería el rey, B. y otros líderes lo coronaron (1 R. 1:33–39). Le correspondió ejecutar a Adonías después que éste no se comportó dignamente frente al perdón otorgado por Salomón (1 R. 2:25). Lo mismo hizo con Joab, tras lo cual “el rey puso en su lugar a B. hijo de Joiada sobre el ejército” (1 R. 2:28–35). También ejecutó a Simei, enemigo de David (1 R. 2:36–46).

2. Uno de los valientes de David, nativo de Piratón (2 S. 23:30; 1 Cr. 11:31).

3. Personaje en la descendencia de Simeón (1 Cr. 4:36).

4. Levita. Portero y músico en tiempos de David (1 Cr. 15:18, 20; 16:4–5).

5. Sacerdote en tiempos de David. Uno de los que “tocaban las trompetas delante del arca de Dios” (1 Cr. 15:24).

6. Personaje en la ascendencia de Jahaziel #4 (2 Cr. 20:14).

7. Uno de los que sirvieron como mayordomos del rey •Ezequías cuando éste hizo sus reformas (2 Cr. 31:13).

8. Uno de “los hijos de Paros” que regresó del exilio. Se había casado con una mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella (Esd. 10:25).

9. Otro de “los hijos de Pahat-moab” que regresó del exilio. Se había casado con una mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella (Esd. 10:30).

10. Uno de “los hijos de Bani” que regresó del exilio. Se había casado con una mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella (Esd. 10:34–35).

11. Uno de “los hijos de Nebo” que regresó del exilio. Se había casado con una mujer extranjera y fue obligado a separarse de ella (Esd. 10:43).

12. Personaje en la ascendencia de •Pelatías (Ez. 11:1, 13).

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BEN-ADAD (Hijo [del dios] Hadad). Nombre que utilizaban algunos reyes de Siria. Esto puede conducir a confusiones porque el uso del término puede aplicarse a reyes de distintas épocas.

1. Ben-adad I, el “hijo de Tabrimón, hijo de Hezión” (1 R. 15:18). Reinó en tiempos de •Baasa (900–860? a.C.), rey de Israel y de •Asa, rey de Judá. Baasa tenía un acuerdo con B. para atacar a Judá y estaba construyendo un asentamiento en •Ramá “para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa rey de Judá” (1 R. 15:16–21). Sin embargo, Asa compró la amistad de B. para que rompiera su alianza con Baasa y lo atacara. Así, Ben-adad “conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí” (1 R. 15:20). Estas últimas tierras incluían “las ciudades de aprovisionamiento” (2 Cr. 16:4). Baasa tuvo que dejar de construir Ramá para ir a defender su territorio, “entonces el rey Asa convocó a todo Judá, sin exceptuar a ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera ... y edificó ... a Geba de Benjamín...” (1 R. 15:21–22).

2. Ben-adad II, hijo del anterior (860–843?). En el AT se dice siempre “Ben-adad”, y se da la apariencia de que se trata siempre del mismo Ben-adad I, pero eso significaría que su reinado sería extremadamente largo (casi sesenta años), mientras que por registros asirios se tiene constancia de que hubo una transición de poder en Siria alrededor del año 853 a.C.

De todos modos, la política de confrontación con Israel continuó. B. invadió el Reino del Norte al frente de una confederación de “treinta y dos reyes, con caballos y carros” y

sitió a Samaria (1 R. 20:1). Seguro de su triunfo, B. exigió al rey •Acab la entrega de todas sus riquezas, pero los ancianos del pueblo aconsejaron que no se hiciera esto. Además, un profeta predijo que B. sería derrotado, lo que en efecto sucedió. Los consejeros de B. le dijeron que esa derrota se debía a que “sus dioses [de Israel] son dioses de los montes ... mas si peleáramos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos” (1 R. 20:23).

El próximo año volvió B. a atacar. El varón de Dios dijo al rey de Israel que volvería a vencer “por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios de los valles” (1 R. 20:28). Las fuerzas sirias fueron derrotadas y huyeron. B. cayó prisionero, pero Acab le perdonó la vida, a cambio de un acuerdo que incluía intercambios comerciales entre Samaria y Damasco (1 R. 20:34), lo cual disgustó al Señor, que le reprendió por medio del varón de Dios (1 R. 20:35–43).

Por fuentes extrabíblicas se sabe que B. estuvo al frente de una coalición de reyes, incluyendo al de Israel, que se enfrentaron a los asirios en el año 853 a.C. Salmaneser III, rey de Asiria, cobraba tributos a Siria, Israel y otros pueblos cercanos bajo la amenaza de que si no lo hacían los destruiría. La batalla, que tuvo lugar en Karkar, territorio sirio, logró la expulsión de los asirios. A pesar de la participación de un rey israelita en esta alianza, continuaron las diferencias entre Israel y Siria. •Josafat, rey de Judá, en visita que hiciera a Acab, recibió una propuesta de éste de luchar juntos contra B. para recuperar a •Ramot de Galaad. A pesar de las advertencias del profeta •Micaías, los dos reyes fueron a la guerra, pero en esta ocasión B. salió como triunfador, muriendo el rey Acab en la batalla. Es probable que éste B. sea el mismo rey bajo quien •Naamán era general (2 R. 5:1–19). También el rey B. que enfermó y mandó a su siervo •Hazael a que consultara con Eliseo sobre su enfermedad. Eliseo recibió la revelación de que ese Hazael sería rey de Siria en lugar de B. y, además, de que haría mucho daño en Israel (2 R. 8: 7–15), lo que en efecto sucedió.

3. El hijo de •Hazael. Reinó en tiempos de •Joacaz, rey de Israel. Oprimió a los israelitas, siguiendo la política de su padre. “Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía”, “y dio Jehová salvador a Israel...” (2 R. 13:4–5). •Joás, rey de Israel, “tomó de mano de B. hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel” (2 R. 13:25). La predicción de Amós 1:4 “Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de B.”, se cumplió cuando los asirios invadieron Siria. Lo mismo había predicho Jeremías (Jer. 49:27).

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BEN-AMMI Hijo incestuoso de Lot con la menor de sus hijas. Este es “padre de los amonitas hasta hoy” (Gn. 19:38).

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BENDICIÓN Biendecir, hablar bien de una persona o cosa. El término hebreo es barak y se utiliza en dos sentidos. Por un lado, “el menor es bendecido por el mayor” (He. 7:7). Este acto en que la persona que bendice es superior a la bendecida, supone un beneficio para esta última que le vendrá más allá de las simples palabras o, por lo menos, un privilegio. Así, Dios bendijo a Abraham (Gn. 22:17). Por el otro, el menor puede “biendecir” del mayor, en cuyo caso este último lo que recibe es alabanza. Así, el siervo de Abraham bendijo a Dios (Gn. 24:27). Otro uso consiste en expresar con la palabra el deseo de que Dios beneficie, sea propicio o prospere a una persona. David “bendijo al pueblo en el nombre de Jehová” (1 Cr.

16:2). También se usa la palabra para expresar acción de gracias. Los beneficios de Dios concedidos al ser humano son una b. A los creyentes Dios les ha bendecido “con toda b. espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). Por lo cual éstos bendicen al “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (1 P. 1:3). •Bienaventurado. Bienaventuranza.

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BENEDICTUS Término con el cual se conoce la oración que hizo Zacarías cuando vio al niño Jesús en el •templo. Se le llama así porque en latín se lee “Benedictus Dominus Deus Israel...” (“Bendito el Señor Dios de Israel...” Lc. 1:68).

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BENE-BERAC (Hijos del rayo). Ciudad que correspondió a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:45).

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BENE-JAACÁN (Los hijos de Jaacán). Uno de los lugares donde acampó el pueblo de Israel durante su peregrinación por el desierto (Nm. 33:31–32).

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BEN-HAIL (Hijo de fortaleza). Uno de los funcionarios enviados por el rey •Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová ... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:7–9).

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BEN-HANÁN (Hijo de gracia). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Simón (1 Cr. 4:20).

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BENIGNIDAD. BONDAD El término hebreo tob comunica la idea de bueno, beneficioso, favorable, correcto. Puede referirse a cualquier objeto material, en el sentido práctico o económico (“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer” [Gn. 2:9]), como también a conceptos abstractos que indican aquello que es deseable, conveniente o bello (“Los hijos de Dios” vieron que “las hijas de los hombres eran hermosas...” [Gn. 6:2]). Se emplea en sentido moral (“Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno” [Job 34:4]), en contraste con lo malo (“Apártate del mal, y haz el bien” [Sal. 34:14]). Dios es bueno (Sal. 34:8), por lo cual los hombres deben alabarle (“porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia” [Sal. 106:1]).

En el NT, los términos crëstos y crëstotës se usan para la idea de bondad y benignidad. La bondad de Dios se manifestó de manera suprema en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo (“su bondad para con nosotros en Cristo...” [Ef. 2:7]). Los creyentes deben dar “el fruto del Espíritu”, que es en “toda bondad” (Ef. 5:9; Gá. 5:22). Pablo oraba por los tesalonicenses para que Dios cumpliera “todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder” (2 Ts. 1:11). Los creyentes deben ser “benignos unos con otros” (Ef. 4:32).

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BENINU (Nuestro hijo). Levita. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:13, 29).

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BENJAMÍN (Hijo de la mano derecha). Nombre de personas del AT y de una de las tribus de Israel.

1. Hijo de Jacob y •Raquel. Antes de morir en el parto ésta quiso llamarlo •Benoni (Hijo de mi tristeza), pero Jacob prefirió llamarlo B. Era el más pequeño de los hijos de Jacob y el único que nació en Canaán. Cuando sus hermanos fueron enviados a Egipto, Jacob dejó a B. en casa (Gn. 42:4), pero más tarde José exigió que fuera traído, por lo cual Judá se responsabilizó por él frente a Jacob. Ya en Egipto, José le trató benévolamente. Al intentar el regreso a Canaán, se encontró la copa de José (que la había puesto allí) en el costal de B. Cuando se dilucidó el asunto y viendo como Judá estaba dispuesto a sacrificarse por B., José se identificó frente a sus hermanos “y se echó sobre el cuello de B. su hermano, y lloró.” Al despedirlos, José dio regalos especiales a B. (Gn. 42:36–38; 43:1–34; 44:1–34; 45:1–15, 22), que regresó luego con Jacob y su familia para vivir en Egipto. No se conocen más detalles sobre la vida y el carácter de B.

2. Tribu de los descendientes del #1. El territorio de esta tribu era bastante reducido y quedaba al NE de Judá hasta la margen occidental del Jordán y por el N hasta los montes de Efraín, “entre los hijos de Judá y los hijos de José”. Incluía ciudades como Jericó, Bet-hogla, Gabaón, Ramá, etcétera, (Jos. 18:11–28). A pesar de ser pequeña en territorio y población, la tribu de B. fue muy importante en la historia de Israel, ya que produjo líderes como el juez •Aod (Jue. 3:15) y Saúl, el primer rey israelita (1 S. 9:1). En los días de •Débora los benjamitas participaron en la lucha contra •Jabín y su capitán •Sísara (Jue. 5:14). Como el territorio de B. era muy estratégico los filisteos trataron de dominarlo, por lo cual es natural que el líder israelita que intentara librar al pueblo del yugo filisteo fuera un benjamita: Saúl. La tribu de B. era famosa por su carácter guerrero, lo que muchos relacionan con las palabras de la bendición de Jacob, donde se dice que B. sería “lobo arrebatador; a la mañana comerá la presa y a la tarde repartirá los despojos” (Gn. 49:27). Hubo una guerra civil en la cual todas las tribus pelearon contra B. por causa del asesinato de la mujer de un levita, lo cual se narra en Jue. 19, 20 y 21. Un censo hecho antes de la guerra contó veintiséis mil “hombres que sacaban espada”, más setecientos “que moraban en Gabaa”. Entre estos benjamitas había una gran cantidad de zurdos, muy hábiles con la honda (Jue. 20:15–16). Los benjamitas pelearon bien y hasta derrotaron dos veces a los israelitas, pero luego fueron masacrados, quedando sólo unos seiscientos de esta tribu. Fue necesario raptar mujeres para conseguir esposas para ellos, a fin de que no fuera eliminada de Israel una tribu. En tiempos de David, los benjamitas permanecieron leales a la casa de Saúl, bajo •Is-boset, hasta la unificación del reino. Pero tras la rebelión de •Absalón surgieron de nuevo los antiguos rencores benjamitas contra David, al cual consideraban suplantador de Saúl, como puede verse por los incidentes de •Simei y la revuelta de •Seba (2 S. 16:5–13; 20:1–2). En los días de Salomón B. era un distrito administrativo (1 R. 4:18).

3. Personaje en la descendencia del #1. Probablemente su nieto (1 Cr. 7:10).

4. Uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras en tiempos de Esdras y fueron obligados a separarse de ellas. Era de los hijos de Harim (Esd. 10:31–32).

5. Personaje que participó en la reconstrucción de los muros de Jerusalén en tiempos de Nehemías (Neh. 3:23).

6. Puerta “que conducía a la casa de Jehová” donde había un cepo en el cual el sacerdote •Pasur puso a Jeremías (Jer. 20:1–2).

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BENO (Su hijo). Levita. Hijo de Jaazías. Fue de los que “echaron suertes ... delante de David, y de Sadoc y de Ahimelec, y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas” para distribuirse las labores en el servicio de Jehová (1 Cr. 24:26–27, 31).

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BENONI (Hijo de mi dolor). Nombre que puso •Raquel a su 2do. hijo. Lo hizo en el momento de morir, pues “al salírsele el alma ... llamó su nombre B., mas su padre lo llamó Benjamín” (Gn. 35:18).

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BENZOHET (Hijo de Zohet). Descendiente de Judá. Hijo de Isi (1 Cr. 4:20).

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BEÓN •Baal-meon.

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BEOR (Antorcha). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Bela, el primer rey de Edom (Gn. 36:32; 1 Cr. 1:43).

2. Padre del vidente •Balaam (Nm. 22:5; Dt. 23:4; 2 P. 2:15).

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BEQUER Nombre de personas del AT.

1. Segundo de los hijos de Benjamín (Gn. 46:21; 1 Cr. 7:6).

2. Hijo de Efraín. Cabeza de la familia de los bequeritas (Nm. 26:35).

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BERA Rey de Sodoma. Junto con otros reyes se rebeló contra •Quedorlaomer y fue vencido. Después de la intervención de Abraham, que salvó a •Lot y a los demás prisioneros tomados a Sodoma, B. pidió al patriarca que se quedara con el botín y sólo le devolviera las personas. Abraham se negó (“para que no digas: Yo enriquecí a Abram” [Gn. 14:1–24]).

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BERACA (Bendición). Nombre de una persona y un lugar del AT.

1. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–3).

2. Valle donde se reunieron los hombres de •Josafat después de pasar tres días recogiendo los despojos tras la victoria contra Moab y Amón. “Allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de B., hasta hoy” (2 Cr. 20:26).

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BERAÍAS (El Señor ha creado). Hijo de Simei, de la tribu de Benjamín (1 Cr. 8:21).

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BEREA Ciudad de Macedonia, hoy conocida como Verria, situada a unos 65 km al O de •Tesalónica. B. no era muy grande, con una población compuesta de artesanos y campesinos. También cortadores de piedras. Pablo y Silas fueron sacados de Tesalónica por los hermanos, “de noche” tras el alboroto en Tesalónica y llevados a Berea, donde predicaron “en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch. 17:10–11). Muchos se convirtieron. Entre ellos muchas “mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres” (Hch. 17:12). Uno de ellos, •Sópater, acompañó a Pablo en sus viajes (Hch. 20:4).

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BERED (Grito). Nombre de lugar y de persona del AT.

1. Lugar al S de Canaán. Cerca de allí está el “Pozo del Viviente-que-me-ve”, donde •Agar recibió la visión del ángel que le hizo volver a •Sara. Quizás B. fue una ciudad no lejos de •Cades, pero se desconoce la ubicación exacta (Gn. 16:14).

2. Segundo de los hijos de Efraín (1 Cr. 7:20).

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BERENICE (Victoriosa). Hija mayor de Herodes Agripa I. Estando Pablo preso “el rey Agripa y B. vinieron a Cesarea para saludar a Festo” (Hch. 25:13). Por fuentes extrabíblicas, especialmente •Josefo, sabemos que se había casado con un tal Marcos. Después con su tío •Herodes, rey de Calcis, que la dejó viuda. Más tarde casó con Polemo, rey de Cilicia, pero lo abandonó poco después de la boda. Finalmente vino a Jerusalén, donde vivía abiertamente con Agripa II, cuando tuvo lugar la mencionada visita a Cesarea, donde escucharon una larga exposición de Pablo, tras la cual “se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos”, los cuales “hablaban entre sí diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre”, lo que da la apariencia de que B. participaba en esa opinión (Hch. 26:1–32). Sin embargo, su fama de mujer corrupta fue grande en su época. Llegó a ser concubina del emperador Vespasiano, así como de su hijo Tito.

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BEREQUÍAS (Jehová ha bendecido). Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de Salomón. Hijo de Zorobabel (1 Cr. 3:20).

2. Levita, de “los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová”. Padre de •Asaf (1 Cr. 6:31, 39).

3. Levita, “hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habitó en las aldeas de los netofatitas” (1 Cr. 9:16).

4. Levita, junto con otro llamado Elcana “eran porteros del arca” (1 Cr. 15:23). Quizás el mismo #2.

5. Uno de los “varones de los principales de los hijos de Efraín” que se opusieron a que Israel (Reino del Norte) mantuviera como prisioneros a una gran cantidad de sus hermanos de Judá tras la derrota que infligió el rey •Peka a •Acaz. El profeta •Obed dio palabra de Jehová en tal sentido y por la intervención de B. y sus compañeros “el ejército dejó los cautivos”, a los cuales vistieron, alimentaron y cuidaron B. y los demás “y los llevaron hasta Jericó”, en un acto de misericordia y obediencia a Dios (2 Cr. 28:8–15).

6. Padre de uno de los que colaboraron en la reconstrucción del muro de Jerusalén: Mesulam (Neh. 3:4, 30).

7. Padre del profeta •Zacarías (Zac. 1:1, 7). El Zacarías hijo de B. que se menciona en Mt. 23:35 es una referencia a Zacarías, hijo de Joiada, apedreado en el •templo por orden del rey •Joás (2 Cr. 24:17–26). Puede uno ser llamado a confusión por la expresión “hijo de” (en un caso “de B.” y en el otro “de Joiada”). Algunos sugieren que el evangelista Mateo cometió un error. Pero debe recordarse que la expresión “hijo de” no significa siempre una relación de padre a hijo. Muchas veces equivale a: “de la casa de”, o “de la descendencia de”, o “de la familia de”. También se propone la posibilidad de que el Zacarías de Mt. 23:35 era también “de la familia de” o “hijo de” un antepasado llamado B.

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BERI (Expositor). Descendiente de Aser. Hijo de Zofa (1 Cr. 7:36).

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BERÍA (Tragedia, infortunio). Nombre de personas del AT.

1. Cuarto hijo de Aser. Tuvo dos hijos: Heber y Malquiel (Gn. 46:17; Nm. 26:44–45; 1 Cr. 7:30–31).

2. Hijo de Efraín, que tenía muchos otros, pero “los hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a tomarles sus ganados”. Efraín hizo duelo “por muchos días”. Después “se llegó a su mujer” y tuvo otro hijo “al cual puso por nombre B., por cuanto había estado en aflicción en su casa” (1 Cr. 7:20–23)

3. Descendiente de Benjamín, que junto con Sema “fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a los moradores de Gat” (1 Cr. 8:13).

4. Levita, uno de los cuatro hijos de Simei. Él y su hermano Jeús “no tuvieron muchos hijos, por lo cual fueron contados como una familia” (1 Cr. 23:10–11).

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BERILO Piedra preciosa. La esmeralda y el agua marina son variedades del b. Se presenta en diversos colores, mayormente verde, amarillo y azul. Una de las doce piedras en el pectoral del sumo sacerdote era el b. (Éx. 28:20; 39:13). Daniel vio en visión a un varón cuyo “cuerpo

era como de b.” (Dn. 10:6). Igualmente, se presenta la nueva Jerusalén con muros cuyos cimientos son de piedras preciosas, de las cuales la octava es el b. (Ap. 21:20). •Piedras preciosas.

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BERIT (Pacto). Deidad cananea. Su santuario principal estaba en •Siquem. Cuando “envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem”, éstos se rebelaron (Jue. 9:23). En la lucha que siguió, los siquemitas se refugiaron en “la torre de Siquem” o “la fortaleza del templo del dios B. ”. Pero •Abimelec ordenó al pueblo cortar ramas y con ellas le pusieron fuego (Jue. 9:45–49).

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BERNABÉ (Hijo de la profecía que trae consolación). Nombre que pusieron los apóstoles a •José, un levita nativo de •Chipre. “Varón bueno, y lleno del Espíritu Santo” (Hch. 11:24), que vendió una heredad “y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles” (Hch. 4:36–37). Fue uno de los primeros converti-dos al cristianismo. Cuando Pablo se convirtió y vino a Jerusalén los discípulos “le tenían miedo”, pero B. le tomó y le introdujo con los apóstoles (Hch. 9:26–27).

La iglesia de Jerusalén envio a B. para cerciorarse de lo que acontecía en •Antioquía. Al ver “la gracia de Dios” que operaba en aquella iglesia, buscó a Pablo en •Tarso y le trajo a Antioquía. Allí pasaron “todo un año con la iglesia”. Fue entonces que “a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez” (Hch. 11:22–26). Habiéndose predicho que venía una gran hambre, la iglesia de Antioquía decidió recoger una ofrenda y mandarla a los hermanos de Judea “por mano de B. y Pablo” (Hch. 11:27–30). Escogidos por el Espíritu Santo, B. y Pablo salieron en el primer viaje misionero, y partieron hacia Chipre, de donde era nativo B., visitando varias ciudades allí (Hch. 13:1–12). Después pasaron a •Asia Menor. En •Listra confundieron a B. con •Júpiter (Hch. 14:12–13).

Cuando se levantó una discusión con los judaizantes, se dispuso que subiesen Pablo y B. a Jerusalén donde “refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos” (Hch. 15:4). Luego llevaron la carta de la iglesia de Jerusalén para los creyentes gentiles (Hch. 15:25, 35). Pablo quiso entonces visitar de nuevo los lugares donde habían predicado, pero hubo un desacuerdo con B., que quería llevar a •Marcos con ellos. Así, Pablo viajó con •Silas y B. se fue con Marcos hacia Chipre. A partir de ese momento B. desaparece del relato de Hechos, pero en varias ocasiones Pablo le menciona en sus epístolas en una forma que da a entender que era conocido de las iglesias (1 Co. 9:6; Gá. 2:1, 9, 13; Col. 4:10). Una tradición cristiana dice que murió mártir en Salamina en el año 61 d.C. Algunos piensan que la Epístola a los Hebreos es obra de B. Existe un escrito apócrifo titulado “Epístola de Bernabé” ( •Apócrifos y pseudoepigráficos del NT, Libros).

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BEROTA (Pozos). Ciudad en Siria hasta donde David extendió su dominio cuando “vinieron los sirios de Damasco para dar ayuda a Hadad-ezer rey de Soba”. David venció a •Hadad-ezer y sus aliados, y tomó de “los escudos de oro que traían los siervos de Hadad-ezer” y de B. “gran cantidad de bronce”. Se le llama también “Berotai” (2 S. 8:5–8). Según la profecía de Ezequiel, en un futuro B. estará en la frontera N de la tierra de Israel (Eze. 47:15–16).

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BEROTAI •Berota.

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BESAI Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:49; Neh. 7:52).

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BESAR •Beso.

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BESER (Fuerte). Nombre de un lugar y una persona del AT.

1. Ciudad “en el desierto, en tierra de la llanura” designada como ciudad de refugio “para los rubenitas” al E del Jordán (Dt. 4:43; Jos. 20:8). Fue entregada a los levitas (Jos. 21:36; 1 Cr. 6:78).

2. Descendiente de Aser. Hijo de Zofa (1 Cr. 7:37).

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BESO Ósculo. Acto de poner los labios sobre alguna parte del cuerpo de otra persona, generalmente en las mejillas, o los labios, o las manos, o los pies. Los rabinos enseñaban que el b. era aceptable sólo en tres tipos de ocasiones: Primero, como un signo de respeto —Samuel besó a Saúl tras ungirlo como rey (1 S. 10:1); segundo, como una salutación después de una larga separación —Aarón besó a Moisés cuando éste regresó de Madián (Éx. 4:27); y tercero, como una despedida —Orfa besó a su suegra Noemí antes de regresar a su tierra (Rt. 1:14).

El b. en la mejilla era una señal de familiaridad —Isaac besó a Jacob (Gn. 27:27), y Jacob a Raquel porque era su prima (Gn. 29:11). Labán “besó sus hijos y sus hijas” (Gn. 31:55). También José a sus hermanos (Gn. 45:15). El b. en la boca era considerado como antihigiénico e inapropiado.

El b. romántico es mencionado en la Biblia en Cnt. 1:2; 8:1. Preceptos rabínicos prohibían que los hombres besaran a las mujeres, aun en la mejilla. Sin embargo, la iglesia cristiana le dio al asunto un giro distinto. Cinco veces se exhorta en el NT a saludar “los unos a los otros” con ósculo, añadiendo Pablo el adjetivo “santo” cuatro veces y Pedro diciendo “de amor” (Ro. 16:16; 1 Co. 16:20; 2 Co. 13:12; 1 Ts. 5:26; 1 P. 5:14). La idea es que los cristianos son familia íntima entre sí, lo cual expresaban de esa manera. Los llamados “padres de la iglesia” mencionan un momento en la liturgia al cual llamaban “el b. solemne”.

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BESODÍAS (En el íntimo consejo de Jehová). Padre de Mesulam, uno de los que restauraron “la puerta Vieja” en tiempos de Nehemías (Neh. 3:6).

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BESOR (Frío). Es un wadi o cauce seco que a veces se llena de agua que queda en la región de •Siclag. Cuando los amalecitas tomaron esa ciudad y se llevaron cautiva a su población, que eran los familiares de David y sus hombres, éstos los siguieron “hasta el torrente de B.” Había llovido, porque el wadi venía con mucha agua, por lo cual “se quedaron atrás

doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de B.” (1 S. 30:9–10). Luego alcanzaron a los amalecitas con la ayuda de un siervo egipcio que había sido dejado abandonado (1 S. 30:11–20).

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BESTIA Animal cuadrúpedo. Hay tres usos básicos en la Biblia para esta palabra. Uno se aplica en sentido general, a los animales tanto limpios como aquellos considerados inmundos. Otro se refiere a animales domésticos, especialmente aquellos que se utilizan para carga. Y también se usa el término para señalar a los animales salvajes. Las b. fueron creadas “de la tierra” (Gn. 2:19). Dios le dio señorío al hombre sobre las b. (Gn. 1:24, 26). Las b. no debían trabajar en el sábado (Éx. 20:10). El ayuntamiento de hombre con una b. era castigado con la muerte ( •Bestialidad). Dios quería que su pueblo tuviese especial cuidado de los animales, especialmente las b. Si una de ellas se extraviaba, el que la encontraba debía devolverla a su dueño. Y si era encontrada caída bajo el peso de la carga, había que ayudarla. Los terrenos debían dejarse descansar en el séptimo año, pues así “de lo que quedare comerán las bestias del campo” (Éx. 23:4–5, 10–12).

El término es usado también en sentido figurado, especialmente en visiones proféticas en las cuales aparece un animal de características fantásticas con una significación simbólica. Daniel ve “cuatro b. grandes, diferentes la una de la otra” (Dn. 7:3, 17) que vienen a representar imperios, reyes y períodos históricos. Juan tiene varias visiones en las cuales aparecen dos b. con significaciones parecidas (Ap. 11:7; 13:1). •Animales de la Biblia.

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BESTIALIDAD Ayuntamiento sexual de un humano, varón o hembra, con un animal. Los cananeos tenían esta abominable práctica (Lv. 18:23–25). Según Herodoto también la tenían los egipcios. La ley de Moisés prescribía la muerte para aquellos que cayeran en actos de b. (Éx. 22:19, Lv. 20:15).

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BET Segunda letra en el alfabeto hebreo. En el hebreo primitivo el signo que la representaba tenía la forma de una casa. Como palabra, es un prefijo que se utiliza para significar “habitación”, o “casa”, o “lugar de”. •Betania. •Bet-arabá, etcétera.

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BETA (Confianza). Ciudad del reino de •Soba a cuyo rey David venció, y tomó “los escudos de oro que traían los siervos de Hadad-ezer” y de B. y de •Berotai “gran cantidad de bronce” (2 S. 8:5–8).

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BETÁBARA (Casa del vado). Lugar en la ribera oriental del Jordán donde Juan bautizaba (Jn. 1:28). Por el nombre se supone que era un sitio por donde muchos cruzaban el río Jordán, con una profundidad que permitía las inmersiones bautismales que Juan practicaba. En algunos manuscritos en vez de B. se lee •“Betania”.

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BET-ANAT (Casa de Anat). Villa fortificada en el territorio de Neftalí, situada entre •Horem y •Bet-semes. Los cananeos no fueron expulsados de allí (Jos. 19:38). Es pro-bable que fuera un santuario de la diosa cananea Anat.

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BETANIA (Casa de miseria?). Nombre de lugares del NT.

1. Pequeño pueblo en la ladera SE del monte de los Olivos, a unos 3 km al E de Jerusalén, cerca del camino a •Jericó. Se nos dice que el Señor Jesús “yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa” (Lc. 10:38). Este fue el principio de una gran amistad con su familia, que completaban •María y •Lázaro. El Señor acostumbraba quedarse allí cuando iba a Jerusalén (Mt. 21:17; Mr. 11:11).

En B. ocurrió la resurrección de Lázaro (Jn. 11:1–44). “Le hicieron allí una cena” (Jn. 12:2) en casa de •Simón el leproso. Es posible que Simón había sido sanado de su lepra y, además, que fuera pariente o amigo cercano de Marta, María y Lázaro, porque “Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él” (Jn. 12:2). María derramó sobre él “un vaso de alabastro de perfume de gran precio” (Mt. 26:7).

En el último viaje del Señor Jesús a Jerusalén, “llegando cerca de Betfagé y de B. ... envió dos de sus discípulos” a preparar el lugar para celebrar la Pascua (Lc. 19:29). Tras su resurrección, “los sacó fuera hasta B., y alzando sus manos, los bendijo.... y fue llevado arriba al cielo” (Lc. 24:50–51). En el día de hoy se le identifica con la aldea de Al-Azaríe, nombre árabe equivalente a Lázaro.

2. En algunos manuscritos muy antiguos el lugar que RV60 llama •Betábara aparece como B.

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BET-ANOT (Casa de Anot). Una de las ciudades adjudicadas a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:59). Quedaba cerca de •Hebrón.

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BET-ARABÁ (Casa del desierto). Lugar en la frontera entre Judá y Benjamín. (Jos. 15:6, 61; 18:22).

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BET-ARAM Ciudad que fue adjudicada a la tribu en Gad en la distribución de la tierra. Junto con •Bet-nimra, •Sucot y •Zafón, estaba “en el valle” del Jordán (Jos. 13:27). “Los hijos de Gad” la fortificaron (Nm. 32:34–36).

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BET-ARÁN •Bet-aram.

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BET-ARBEL Nombre de una ciudad mencionada por el profeta Oseas como conquistada por •Salmán ( •Salmanasar V) (Os. 10:14). Esta localidad se encontraba en la frontera de Israel y

sufrió el primer impacto de la invasión asiria. Sin embargo, algunos eruditos creen que el Salmán mencionado por Oseas fue un rey sirio llamado “Salmán el moabita”, del cual se tienen noticias por inscripciones asirias.

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BET-ASBEA Lugar no identificado donde se nos dice que vivían “las familias de los que trabajaban lino”, de la tribu de Judá (1 Cr. 4:21).

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BET-AVÉN (Casa de ídolos). Ciudad cercana a •Hai, “hacia el oriente de Bet-el” (Jos. 7:2; 1 S. 13:5). Cerca de allí se juntaron los filisteos para pelear contra Saúl, pero fueron vencidos (1 S. 14:23). Jeroboam I, “el que hizo pecar a Israel”, levantó un becerro de oro en Bet-el. Y como B. quedaba cerca también se convirtió en un centro idolátrico, por lo cual el profeta Oseas lo denuncia (“Por las becerras de B. serán atemorizados los moradores de Samaria” [Os. 4:15; 5:8; 10:5]).

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BET-AZMAVET (Casa de Azmavet). En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Cuarenta y dos “varones de B.” regresaron del exilio (Neh. 7:28). La lista paralela de Esdras dice •Azmavet (Esd. 2:24).

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BET-BAAL-MEÓN •Baal-Meón (Jos. 13:17).

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BET-BARA (Casa del cruce). Lugar en las orillas del Jordán por donde se podía cruzarlo. Cuando Gedeón venció a los madianitas y éstos huyeron, se les cortó la retirada mandando tomar “los vados de B. y del Jordán” (Jue. 7:24). •Betábara.

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BET-BIRAI (Casa de mi creación). Ciudad asignada a la tribu de Simeón en la repartición de la tierra (1 Cr. 4:31).

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BET-CAR (Casa del cordero). Lugar no identificado. En tiempos de Samuel los filisteos fueron en una ocasión vencidos y luego perseguidos “hasta abajo de B.” (1 S. 7:11).

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BET-DAGÓN (Casa de Dagón). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:41; 19:27).

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BET-DIBLATAIM Ciudad mencionada por Jeremías, junto con otras, en una profecía en contra de Moab (“Vino juicio sobre la tierra de la llanura ... sobre B-D. ...” [Jer. 48:22]). •Almón-diblataim.

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BET-EDÉN Ciudad mencionada por Amós, junto con otras, en una profecía contra Siria (“... y destruiré a los moradores del valle de Avén, y los gobernadores de B.” [Am. 1:5]). Probablemente se trata de la misma que en otros textos es llamada “Edén”, una localidad situada cerca de •Carquemis. Los asirios la conquistaron. El •Rabsaces se ufanaba de ello ante las murallas de Jerusalén (2 R. 19:12; Is. 37:12). Ezequiel señala que esta ciudad hacía negocios con •Tiro (Ez. 27:23).

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BET-EL (Casa de Dios). Ciudad de los cananeos, que la llamaban Luz. Luego fue israelita. Estaba situada a unos 17 km al N de Jerusalén, donde hoy está la comunidad de Beitin. Quedaba cerca de la ciudad de Hai. Entre ambas ciudades plantó Abraham su tienda y “edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido” (Gn. 12:7–8). El nombre de B. le fue puesto por Jacob, que tuvo allí su famoso sueño y revelación cuando huía de Esaú (Gn. 28:10–22). Cuando la invasión a •Canaán, los israelitas al mando de Josué pelearon contra Hai y B. (Jos. 8:17), pero fue en tiempos de los Jueces que se logró la conquista final de B., cuando “la casa de José subió contra B.” y tomó la ciudad (Jue. 1:22–25). El profeta Samuel “todos los años iba y daba vuelta a B.” junto con otras ciudades, gobernando al pueblo (1 S. 7:16).

Cuando la división del reino, •quedó en manos de Jeroboam I, que la convirtió en un lugar de culto, erigiendo un becerro y poniendo sacerdotes suyos, con el fin de evitar que el pueblo fuera a adorar a Jerusalén. También en •Dan puso otro centro de culto idolátrico. Asimismo, estableció fiestas que sustituyeran las que se celebraban en el •templo (1 R. 12:29–33). Esto, como es natural, encontró la oposición de los profetas. Un varón de Dios predijo que el altar de B. se quebraría, y se derramarían sus cenizas, lo cual sucedió (1 R. 13:1–5). El profeta •Ahías mostró siempre su oposición a estos hechos de Jeroboam I (1 R. 14:1–20). No había buenas relaciones entre los habitantes de B. y los profetas, como puede verse por los incidentes de •Hiel de B., que reconstruyó Jericó (1 R. 16:34) y los muchachos de B. que se burlaban de Eliseo (2 R. 2:23–24). También por los peligros que corrió •Amós en B. (Am. 7:10–17).

El rey •Abías conquistó B. de manos de Jeroboam I (2 Cr. 13:19), pero luego volvió a manos del Reino del Norte (Israel) en tiempos de •Baasa. Tras la caída de Samaria y el traslado allí de personas de otros países, fue enviado a B. un sacerdote de los exiliados en Asiria para que enseñara a los nuevos habitantes el culto a Jehová (2 R. 17:27–28), hasta que vino el rey •Josías y destruyó “el altar que estaba en B. y el lugar alto que había hecho Jeroboam” (2 R. 23:15). En la invasión caldea B. fue destruida. Aparecen doscientos veintitrés varones de B. y Hai retornando a Judea en tiempos de Esdras (Esd. 2:28).

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BET-EMEC (Casa del valle). Ciudad adjudicada a la tribu de Aser en la distribución de la tierra (Jos. 19:27). Algunos la identifican con Tell Mimas, a unos 11 km al NE de Aco.

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BETÉN (Abdomen). Ciudad adjudicada a la tribu de Aser en la repartición de la tierra. Es difícil localizarla actualmente, pero por algunos comentarios de Eusebio podría identificarse como Abtun, a unos 4 km al NE del monte •Carmelo.

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BETER Aldea al SO de Jerusalén mencionada en el Cantar de los Cantares 2:17 (“Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo sobre los montes de Beter”). La traducción literal es “montes de aquellos cortados en pedazos”. Por lo cual algunas traducciones lo ponen de manera diferente. Por ejemplo, la BJ dice: “como el cervatillo sobre los montes de la alianza”, pensando que el nombre se refiere al corte ritual de los animales para los sacrificios. B. fue hecha capital de la rebelión de •Barcoquebas, y fue el último reducto que cayó en manos de los romanos en el año 135 d.C.

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BETESDA (Casa de gracia). Estanque en Jerusalén, “cerca de la puerta de las ovejas”. Tenía “cinco pórticos”. Allí el Señor Jesús sanó a “un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo” (Jn. 5:1–15). En RV60 se lee que “un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque” y movía el agua, dando sanidad al primero que se lanzara en ella. Algunos eruditos dicen que esa parte del relato no aparece en los manuscristos más antiguos de Juan.

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BET-ESEL (Casa de al lado). Lugar no identificado que se menciona en Mi. 1:11 (“Pásate, oh morador de Safir, desnudo y con vergüenza; el morador de Zaanán no sale; el llanto de B. os quitará su apoyo”). Es posible que sea = •Azal (Zac. 14:5). Miqueas y Zacarías describen la tragedia de Jerusalén, en la cual el llanto del vecino, el de la casa de al lado, no sale en conmiseración por la desgracia de Sion.

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BET-FAGÉ (Casa de los higos verdes). Aldea cercana a Jerusalén, en la ladera oriental del monte de los Olivos, cerca de •Betania, desde la cual el Señor Jesús envió a dos de sus discípulos a buscar “una asna atada y un pollino” (Mt. 21:1–2) con los cuales haría su entrada triunfal en Jerusalén. Se la identifica hoy al sur de Kefr et-Tûr.

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BET-GADER Descendiente de Judá. Hijo de Haref (1 Cr. 2:51).

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BET-GAMUL (Casa de recompensa). Lugar de •Moab sobre el cual Jeremías profetiza juicio divino (“Vino juicio sobre la tierra de la llanura ... sobre B.” [Jer. 48:21, 23]).

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BET-HANÁN (Casa de gracia). Aldea en el segundo distrito administrativo del rey Salomón, la cual tenía que proveer para el palacio real, bajo la dirección del “hijo de Decar” (1 R. 4:9). RV60 dice “en Elón y en B.”, pero algunas traducciones ponen: “en Elón-Bet-Hanan”, es decir, como si fueran una misma localidad. Se desconoce su ubicación.

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BET-HAQUEREM (Casa del viñedo). Importante localidad a unos 13 km al S de Jerusalén. “Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo de Recab, gobernador de la provincia de B.” (Neh. 3:14). Parece que era un lugar desde el cual se hacían señales de humo a Jerusalén en caso de peligro (“alzad por señal humo sobre B.” [Jer. 6:1]). Se han excavado allí una fortaleza y un palacio construidos por •Joacim (Jer. 22:13–19). Por el hallazgo de sellos de ciertos gobernadores se comprueba que sirvió de centro administrativo. Estaba localizada en el centro de una región vitícola.

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BET-HOGLA. Paraje al N del mar Muerto, en el límite de los territorios adjudicados a las tribus de Judá y Benjamín (Jos. 15:6; 18:19–21).

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BET-HORÓN Nombre de dos poblaciones vecinas en un sitio escarpado (“ B. la baja y la alta” [1 Cr. 7:24]). Estaba en una posición estratégica, dominando el camino hacia Jerusalén. En una batalla de Josué contra los amorreos “a la bajada de B., Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos” (Jos. 10:10–11). “B. la de abajo” sirvió de límite para el territorio de •Efraín (Jos. 16:3). B. fue cedida como ciudad de levitas (Jos. 21:22; 1 Cr. 6:68). Fue edificada por una hija de Efraín llamada •Seera (1 Cr. 7:24). Salomón “reedificó a B. la de arriba y a B. la de abajo” (1 R. 9:17; 2 Cr. 8:5).

En el reinado de •Amasías, éste contrató mercenarios de Efraín y luego tuvo que despacharlos por recomendación de un profeta. Los mercenarios despedidos se disgustaron mucho y al regresar a sus hogares “invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta B., y mataron a tres mil de ellos, y tomaron gran despojo” (2 Cr. 25:13).

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BET-JESIMOT (Casa de soledad). Lugar donde “finalmente acamparon” los israelitas antes de entrar en la tierra de Canaán (Nm. 33:49). Quedaba en el límite del reino de •Sehón, amorreo (Jos. 12:2–3). Fue asignada a los rubenitas (Jos. 13:20). Posteriormente fue territorio de Moab (Ez. 25:9).

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BET-LE-AFRA (Casa de Afra). Lugar mencionado por el profeta •Miqueas cuando describe la desgracia de Jerusalén (“... revuélcate en el polvo de B.” [Mi. 1:10]), en una alusión a la invasión asiria, que llegaría hasta la zona donde estaba esta comunidad.

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BET-LEBAOT (Guarida de la leona). Villa “en medio de la heredad de los hijos de Judá” que fue adjudicada a los simeonitas en la distribución de la tierra (Jos. 19:6).

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BET-LEHÉN •Belén.

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BET-MARCABOT (Casa de los carros). Ciudad otorgada a la tribu de Simeón en la repartición de la tierra (Jos. 19:5; 1 Cr. 4:31).

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BET-MEÓN •Baal-meón.

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BET-NIMRA (Casa de agua amarga). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Gad en la distribución de la tierra. Junto con •Bet-aram, •Sucot y •Zafón, estaba “en el valle” del Jordán (Jos. 13:27). “Los hijos de Gad” la fortificaron (Nm. 32:36).

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BETONIM (Pistachos). Paraje que fue adjudicado a la tribu de Gad en la repartición de la tierra (Jos. 13:24–26).

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BET-PASES (Casa de dispersión). Paraje que fue adjudicado a la tribu de Isacar en la repartición de la tierra (Jos. 19:21).

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BET-PELET (Casa de refugio). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:27; Neh. 11:26). Quedaba cerca de •Beerseba.

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BET-PEOR (Casa de Peor). Ciudad moabita situada en un valle ante el monte Peor (Dt. 3:29). Allí repitió Moisés la ley al pueblo (Dt. 4:44–46). En sus cercanías enterró Dios el cuerpo de Moisés (Dt. 34:6). B. fue adjudicada a la tribu de Rubén (Jos. 13:20).

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BET-RAFA (Casa de un gigante). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Estón (1 Cr. 4:12).

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BET-REHOB (Casa de Rehob). Poblado en el N de la tierra de Canaán hasta donde llegaron los espías mandados por Moisés (Nm. 13:21). Situada en un valle, en tiempo de los jueces “la tribu de Dan buscaba posesión para sí” y llegaron hasta allí (Jue. 18:1, 28). En 2 S. 10:6 aparecen los amonitas tomando como mercenarios “a los sirios de B.”, lo cual hace pensar a algunos que se trata de dos ciudades diferentes, pero es posible que en época posterior al aposentamiento de la tribu de Dan los sirios la conquistaran. = •Rehob #1 (Nm. 13:21; 2 S. 10:8).

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BETSABÉ (Hija del juramento). Esposa de •Urías, luego de David. Madre de Salomón. Estando Urías ausente peleando en el sitio de •Rabá, David se enamoró y tuvo relaciones

ilícitas con ella, quedando encinta. Lo hizo saber a David, que mandó a buscar a Urías y trató de que éste durmiera en su casa, para que no se supiera que el niño no era suyo. Al fallar en su intento, David ordenó el asesinato de Urías y luego tomó a B. por mujer (2 S. 11:1–27).

Aunque el niño concebido en esa forma murió, más tarde B. tuvo cuatro hijos con David: •Salomón, •Simea, •Sobab y •Natán (1 Cr. 3:5). B. tuvo un papel importante en la ejecución de lo que David había prometido sobre la sucesión del trono, y ocupaba como reina madre un lugar especial junto a su hijo Salomón, que fue el escogido. En esa función intercedió frente a su hijo para que •Abisag fuera dada por esposa a •Adonías, lo cual causó la muerte de éste (1 R. 1:11–53; 2:13–25).

B. era nieta de •Ahitofel (2 S. 23:34). Algunos rabinos y otros eruditos piensan que este consejero de David participó en la rebelión de •Absalón por su resentimiento a causa del incidente de Urías. = •Bet-súa.

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BETSAIDA (Casa del pescador). Aldea en la ribera N del mar de Galilea, donde vivían •Andrés, •Pedro y •Felipe (Jn. 1:44; 12:21). En “un lugar desierto de la ciudad llamada B.” el Señor Jesús alimentó a “cinco mil hombres” (Lc. 9:10–17). También envió a sus discípulos “delante de él a B.” en una barca y después se les apareció andando sobre el mar (Mr. 6:45–53). Allí curó a un ciego (Mr. 8:22–26). B. fue testigo de muchos milagros del Señor. Sin embargo, el Señor Jesús lamenta su dureza de corazón diciendo “¡Ay de ti, B.! que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros ... se habrían arrepentido” (Lc. 10:13–14). Actualmente el lugar de B. es conocido como et-Tell, a unos 3 km al N del mar de Galilea.

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BET-SÁN (Casa de descanso). •Bet-seán. Importante ciudad situada justo en el sitio donde se une el valle de •Jezreel con el del Jordán (Jos. 17:16). En la repartición de la tierra fue adjudicada a Manasés (Jos. 17:11), aunque “los hijos de Manasés no pudieron arrojar a los de aquellas ciudades” porque los habitantes de la “tierra de la llanura, tienen carros herrados” (Jos. 17:12, 16; Jue. 1:27). Tras la batalla de •Gilboa, cuando los filisteos hallaron el cuerpo de Saúl “colgaron su cuerpo en el muro de B.” (1 S. 31:10–13), lo mismo que los cuerpos de sus hijos, de donde fueron rescatados por los hombres de •Jabes de Galaad (2 S. 21:12).

Parece ser que David logró conquistarla, pues B. es mencionada como parte de una de las regiones de las cuales se abastecía al rey Salomón (1 R. 4:12). Actualmente es un lugar deshabitado, pero de interés arqueológico. Las excavaciones han subrayado su importancia desde tiempos anteriores al siglo XV a.C., cuando fue conquistada por los egipcios, luego por otros pueblos, incluyendo a los asirios, los caldeos y los romanos.

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BET-SEÁN •Bet-sán.

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BET-SEMES (Casa de Semes (dios sol). Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad fronteriza entre las tribus de Judá y Dan que fue asignada a los levitas (Jos. 15:10; 21:16). Inicialmente los israelitas no pudieron subyugar la ciudad, pero la hicieron tributaria (Jue. 1:33). Cuando el arca cayó en mano de los filisteos y éstos sufrieron una plaga por ello, decidieron devolverla poniéndola en un carro halado por dos vacas a las

cuales quitaron sus becerros. Los animales “se encaminaron por el camino de B. ... sin apartarse ni a derecha ni a izquierda”, lo cual fue reconocido como señal de que la plaga era de Dios. Los habitantes de B. “cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto a Jehová”. Pero “Dios hizo morir a los hombres de B., porque habían mirado dentro del arca de Jehová” (1 S. 6:1–14, 19). B. era parte de una región de donde se abastecía al rey Salomón (1 R. 4:9). Allí también tuvo lugar una batalla entre •Amasías, rey de Judá y •Joás, rey de Israel, en la cual resultó este último vencedor (2 R. 14:11–13; 2 Cr. 25:21–23). En tiempos del rey •Acaz, los filisteos recuperaron B. (2 Cr. 28:18). = •Ir-semes (Jos. 19:41).

2. Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Isacar en la distribución de la tierra (Jos. 19:22).

3. Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Neftalí en la distribución de la tierra (Jos. 19:38).

4. Ciudad mencionada por Jeremías en una profecía contra Egipto (“Además quebrará [Dios] las estatuas de B., que está en tierra de Egipto” [Jer. 43:13]). La palabra B. puede ser traducida aquí como “templo del sol”. Se trata de •On, o Heliópolis, ciudad dedicada al dios sol.

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BET-SITA (Casa de la acacia). Lugar hasta donde huyeron los madianitas cuando Gedeón los atacó con sus trescientos valientes (Jue. 7:22). Quedaba en la parte N del valle de •Jezreel.

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BET-SÚA Otra forma del nombre •Betsabé (1 Cr. 3:5).

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BETSUR (Casa de roca). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:58). Quedaba en un sitio estratégico, cerca de •Hebrón, a más de 1.000 m de altura. •Roboam la fortificó (2 Cr. 11:7). En tiempos de Nehemías era capital de una división del territorio (Neh. 3:16). Como puesto militar de importancia fue muchas veces atacado y destruido hasta que fue abandonado aproximadamente en el siglo II a.C.

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BET-TAPÚA (Casa de manzanas). Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:53). Hoy se le conoce como Taffûh, a unos 5 km al O de •Hebrón.

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BETUEL (Habitante en Dios). Nombre de una persona y un lugar en el AT.

1. Hijo de •Nacor, hermano de Abraham y •Milca. B. fue el padre de •Rebeca y •Labán (Gn. 22:20–22; 24:15, 24). Es llamado “arameo de Padan-aram” (Gn. 25:20). Cuando tuvo lugar la visita del siervo de Abraham, aparentemente B. era ya muy anciano o estaba enfermo, pues su hijo Labán protagoniza el trato con •Eliezer, que quería llevarse a Rebeca. Algunas tradiciones judías relatan que B., cuando vio los tesoros que traía Eliezer, trató de matarle con comida envenenada, pero el ángel que acompañaba al siervo

de Abraham cambió los platos y fue B. quien murió, por lo cual no aparece actuando mucho en la transacción del matrimonio de Rebeca.

2. Lugar en el territorio de Judá donde habitaron “los hijos de Simei”, que “no tuvieron muchos hijos, ni multiplicaron toda su familia como los hijos de Judá” (1 Cr. 4:27–30). Probablemente sea Kirbet el-Qaryatein, al NO de •Beerseba.

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BETUL Probablemente •Betuel #2. La ciudad fue adjudicada a la tribu de Simeón, cuya “heredad fue en medio de la heredad de los hijos de Judá” (Jos. 19:1, 4).

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BEULA (Desposada). Nombre simbólico que se utiliza en Is. 62:4 para señalar la condición de felicidad en que estará Israel en la época mesiánica: “Serás llamada Hefzi-bá (mi deleite en ella) y tu tierra B. desposada)”.

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BEZAI Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Trescientos veintitrés “hijos de B.” regresaron del exilio (Esd. 2:17; Neh. 7:23).

2. Uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:18).

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BEZALEEL (Bajo la protección de Dios). Nombre de personas del AT.

1. Miembro de la tribu de Judá a quien el Señor llenó “del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” para los trabajos del •tabernáculo (Éx. 31:1–3). •Aholiab, de la tribu de Dan, fue su compañero de labores (Éx. 36:1).

2. Uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras en tiempo de Esdras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:30).

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BEZEC Nombre de lugares en el AT.

1. Sitio donde tuvo lugar una batalla de Judá contra los cananeos y ferezeos después de la muerte de Josué (Jue. 1:4). Allí capturaron al rey •Adonisedec. Se le identifica con la actual Kirbet-Bezqa.

2. Sitio donde Saúl reunió a Israel para salir a defender a los habitantes de •Jabes de Galaad que eran atacados por •Nahas, amonita (1 S. 11:1–8). Se le identifica entre •Siquem y •Bet-san.

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BIBLIA Las Sagradas Escrituras. A los libros del AT los judíos le llamaban en hebreo Ha-Sefarim (Los Libros). Así aparece utilizado en Dn. 9:2 (“yo Daniel miré atentamente en los libros” ). Al traducir al griego la expresión, se decía “Biblia”. El uso más antiguo de ese nombre que se conoce se hace en la Carta de Aristeas (v. 316), un libro apócrifo de mediados del siglo II a.C. (•Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros), donde se lee: “Y yo, personalmente, he sabido del poeta trágico Teodectes que, cuando iba a introducir en una obra suya alguno de los textos del Libro, se quedó ciego”.

En la introducción del traductor del libro apócrifo Eclesiástico (vv. 24–26) se usa la palabra “Biblia”, en griego (“... sino que también la misma Ley, los Profetas, y los otros libros...”). La palabra pasó al castellano desde el latín clásico, en el cual se decía “Biblia”, refiriéndose a los libros del AT y el NT. En 1 Mac. 12:9 se usa la denominación de “libros santos”, o Sagradas Escrituras (“Nosotros, aunque no tenemos necesidad de esto por tener como consolación los libros santos que están en nuestras manos...”). En 2 Mac. se le llama “el libro sagrado” (“Además, mandó a Esdrías que leyera el libro sagrado”).

También en la Carta a Aristeas se utiliza el término “Escritura” (v. 155 “Por eso insiste también a través de la Escritura...”). Este último uso fue el adoptado por los judíos helenizados. De ellos copiaron los escritores del NT. Así, Mt. 21:42 (“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras ...?”), Mr. 12:10 (“¿Ni aun esta escritura habéis leído ...?”), Lc. 4:21 (“Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”), Ro. 1:2 (“... que él había prometido antes por su profetas en las santas Escrituras...”), 2 Ti. 3:15 (“... que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras”), etcétera.

El uso de la palabra “Escritura” tenía especial significación para los judíos, porque por lo general se contraponía a las opiniones rabínicas y a las tradiciones orales que circulaban entre el pueblo. Así, decir: “Está escrito” implicaba que lo que se decía a continuación tenía •autoridad final. En efecto, la B. tiene esa autoridad para todo lo que se relacione con la fe y la práctica del creyente, y predomina su texto por encima de cualquier tradición, costumbre o mandamiento que provenga de otra fuente. También en materia histórica es infalible. Componen la B. los libros reconocidos como inspirados por Dios, lo que se llama el •Canon.

La palabra hebrea berit en el AT, cuando fue traducida al griego se interpretó como diatheke (pacto). Traducida al latín, se ponía testamentum, con el sentido de “un documento escrito formal”. Este uso se popularizó. En la Epístola a los Hebreos se utiliza indistintamente el término diatheke para señalar a una disposición de los bienes que se hace antes de morir (“Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador” [He. 9:16]) o para indicar un “pacto” (mejor testamento, “mejor pacto” [He. 7:22; 8:6]). Los traductores al castellano utilizan a veces el término “testamento” como sinónimo de pacto, considerándolo como la voluntad definitiva de Dios. Las referencias neotestamentarias al “antiguo pacto” (2 Co. 3:14) y al “nuevo pacto” (Mt. 26:28; Mr. 14:24; 2 Co. 3:6) dieron origen al uso “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento” para referirse a las dos partes de que se compone la B.

Usualmente se hablaba de tres divisiones del AT: la ley, los profetas y los salmos. Así, leemos en Lc. 24:44 (“Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”) . En Mt. 5:17 (“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas”). Y en Lc. 16:29 (“A Moisés y a los profetas tienen, óiganlos”). La B. hebrea contaba veinticuatro libros. Hoy contamos treinta y nueve porque los profetas menores se tomaban como un solo libro. Además, porque los libros de Samuel, Reyes y Crónicas figuraban como uno sólo. Esdras y Nehemías estaban juntos. Para ver la forma tradicional como se organizaban los libros de la B. refiérase a •Canon.

La B. que utilizan los cristianos evangélicos tiene treinta y nueve libros en el AT y veintisiete en el NT. Los católicos romanos, así como los griegos ortodoxos, incluyen en la B. varios libros, llamados apócrifos o deuterocanónicos. Pero los cristianos evangélicos prefieren seguir el consejo de Jerónimo, que aunque los recomienda como de lectura provechosa, los excluye. Algunas iglesias en el Oriente Medio todavía no aceptan como canónicos algunos libros del NT, como 2 Pedro, 2 y 3 Juan o el Apocalipsis. La división de los libros de la B. en capítulos la realizó el cardenal Hugo, en el año 1250 d.C., buscando más comodidad para su manejo. La división por versículos la realizó Robert Estienne (“Stephanus”), un calvinista, en el año 1551. •Canon. •Testamento.

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BIBLIOTECA No se mencionan b. en la Biblia, si bien que distintas civilizaciones antiguas, como los sumerios y los egipcios, llegaron a tener abundantes colecciones de libros, ordenados de alguna forma. Quizás las más famosas fueran las de Alejandría y Pérgamo, que contenían centenares de miles de volúmenes, especialmente papiros. Pero se tienen noticias también de b. en tablillas de arcilla con documentos escritos en caracteres cuneiformes, como la del famoso •Hammurabi. En el NT Pablo solicita a Timoteo que le traiga a •Troas “los libros, mayormente los pergaminos” (2 Ti. 4:13), lo cual hace suponer una especial preocupación del Apóstol por su b. particular.

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BICRI Padre de •Seba, aquel que se rebeló contra David después de la derrota de •Absalón (2 S. 20:1, 2, 6, 7, 10, 13, 21, 22).

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BIDCAR Capitán a las órdenes de •Jehú a quien éste ordenó echar el cadáver del rey •Joram “a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel”, y se cumplió así la palabra del profeta •Eliseo sobre el destino de la casa de •Acab (2 R. 9:24–26).

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BIENAVENTURADO. BIENAVENTURANZA El término hebreo barak y sus derivados comunican la idea de “bendición”. La raíz significa “rodilla”, por lo cual algunos interpretan que la palabra “bendito” se derivó del acto de estar arrodillado adorando o recibiendo una bendición de él. En la mentalidad hebrea, al hablar de bendición se pensaba en un acto mediante el cual la persona recibía poder para obtener éxito, prosperidad, fecundidad, longevidad, etcétera.

La bienaventuranza es, entonces, un estado de felicidad. El término “bienaventurado” se utiliza casi siempre como una expresión equivalente a “feliz aquel”. Así, en el cántico de Moisés, se dice: “Bienaventurado tú, oh Israel, ¿quién como tú, pueblo salvo por Jehová” (Dt. 33:29). La reina de Saba, tras ver la gloria de Salomón, exclamó: “Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos...” (1 R. 10:8). Es con ese sentido que se utiliza el término en otras porciones, como el Sal. 1:1 (“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos”).

El Señor Jesús habló de ocho bienaventurados en Mt. 5:3–11 (“los pobres en espíritu”, ... “los que lloran”, ... “los mansos”, ... “los que tienen hambre y sed de justicia”, ... “los misericordiosos”, ... “los de limpio corazón”, ... “los pacificadores”, ... “los que padecen persecución por causa de la justicia”). En Lc. 6:20–23 aparecen como bienaventurados “los pobres.... los que ahora tenéis hambre.... los que ahora lloráis....” y también aquellos a los

cuales los hombres “aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”.

Cuando el hombre se dirige a Dios, llamándole “Bienaventurado” (“el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores” [1 Ti. 6:15]), o “bendito” (“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” [1 P. 1:3]), está expresando adoración y reconociendo que él es la fuente de “toda buena dádiva y todo don perfecto” (Stg. 1:17).

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BIGTA Uno de los “siete eunucos que servían delante del rey Asuero”, a quienes éste mandó que trajesen a la reina •Vasti (Est. 1:10).

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BIGTÁN Compañero de “Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta” que “procuraban poner mano en el rey •Asuero” y fueron denunciados por •Mardoqueo (Est. 2:21–22).

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BIGVAI Nombre de personas del AT.

1. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Dos mil cincuenta y seis “hijos de B.” regresaron del exilio (Esd. 2:14; Neh. 7:19).

2. Personaje que fue de los que regresaron del exilio con Zorobabel (Esd. 2:2). Fue uno de los firmantes del •Pacto de Nehemías (Neh. 10:16, 29). Según Josefo, B. sucedió a Nehemías en el cargo de gobernador.

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BILDAD (Hijo de disensión). Uno de los tres amigos de Job que vinieron a visitarlo y maravillaron por su estado. El calificativo de “suhita” bien podría referirse a que fuera descendiente de Súa, uno de los hijos que Abraham tuvo con •Cetura (Gn. 25:2). •Job, Libro de.

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BILEAM Ciudad en el territorio de la tribu de Manasés que fue adjudicada a los levitas “para los de las familias de los hijos de Coat que habían quedado” (1 Cr. 6:70). = •Ibleam (Jos. 17:11).

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BILGA (Brillantez). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondió el turno decimoquinto en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:14). Esta familia fue reorganizada en tiempos de •Nehemías y •Esdras, teniendo a su cabeza a Samúa (Neh. 12:18).

2. Sacerdote que regresó del exilio con •Zorobabel (Neh. 12:5, 18). Es posible que el “Bilgai” que aparece firmando el •Pacto de Nehemías, del que se dice que era sacerdote, se trate del mismo B. (Neh. 10:8).

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BILGAI •Bilga #2.

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BILHA (Modestia ?). Nombre de una persona y un lugar en el AT.

1. Sierva de Labán, que la dio a su hija Raquel (Gn. 29:29). No pudiendo ésta tener hijos, pidió a Jacob que tomara por concubina a B., naciendo Dan y Neftalí (Gn. 30:1–8). Más tarde, después que Raquel tuvo a José y Benjamín, Rubén (que era hijo de Lea) “durmió con B. la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel” (Gn. 35:22), lo cual le costaría los privilegios de la primogenitura (Gn. 49:4).

2. Aldea en Judá donde habitaron los hijos de Simei, los cuales “no tuvieron muchos hijos, ni multiplicaron toda su familia como los hijos de Judá” (1 Cr. 4:27, 29).

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BILHÁN Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de Esaú. Hijo de Ezer. Cabeza de una tribu edomita (Gn. 36:27; 1 Cr. 1:42).

2. Descendiente de Benjamín. Hijo de Jediael (1 Cr. 7:10).

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BILSÁN (Investigador). Personaje que fue de los que regresaron del exilio con Zorobabel (Esd. 2:2; Neh. 7:7).

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BIMHAL Descendiente de •Aser. Hijo de Jaflet (1 Cr. 7:33).

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BINA Descendiente de Saúl. Hijo de Mosa (1 Cr. 8:37).

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BINÚI (Fornido). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia de seiscientas cuarenta y ocho personas que regresaron del exilio con Zorobabel (Neh. 7:15).

2. Padre o ascendiente de un levita, Noadías, que actuó como uno de los tesoreros en tiempos de Esdras recibiendo “la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:33).

3. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Era “de los hijos de Pahat-moab” (Esd. 10:30).

4. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas. Era “de los hijos de Bani” (Esd. 10:38).

5. Levita “que con sus hermanos oficiaba en los cantos de alabanza” en tiempos de Nehemías (Neh. 12:8).

6. Personaje que aparece contribuyendo en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:24).

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BIRSA Rey de Gomorra en tiempos de Abraham. Junto con otros reyes se rebeló contra •Quedorlaomer y fue vencido, siendo rescatado por Abraham (Gn. 14:1–2).

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BIRZAVIT (Pozo del olivo). Personaje en la descendencia de Aser. Hijo de Malquiel (1 Cr. 7:31).

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BISLAM Uno de los enemigos de los judíos que regresaron del exilio. Junto con •Mitrídates, •Tabeel “y los demás compañeros suyos ... escribieron a Artajerjes rey de Persia” diciendo que era peligrosa la reedificación de Jerusalén (Esd. 4:6–16).

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BITIA (Hija del Señor). Nombre de una mujer que aparece en 1 Cr. 4:18: “Estos fueron los hijos de B. hija de Faraón, con la cual casó Mered”. Aunque esto es todo lo que sabemos por la Biblia acerca de esta mujer, existen muchas leyendas en las tradiciones judías sobre ella, según las cuales se trataba de la hija del Faraón que rescató a Moisés de las aguas. También dice la leyenda que había casado con un miembro de la tribu de Judá y al irse el pueblo de Egipto, ella se fue con los israelitas. Su nombre sugiere una conversión.

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BITINIA Provincia romana al S del mar Negro en lo que hoy es Turquía, que incluía el lado asiático del estrecho del Bósforo. Tenía al S la provincia de •Galacia. La de •Asia le quedaba al S y al O. En su segundo viaje misionero Pablo quiso ir a B. “pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas” (Hch. 16:7–8). No obstante, parece que otros fueron y formaron iglesias, porque la primera carta de Pedro es dirigida “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y B.” (1 P. 1:1). Es en esta región donde se celebrarían luego varias reuniones importantes en la historia de la Iglesia, como los dos concilios de Nicea (325 y 787 d.C.) y el de Calcedonia (45l d.C.).

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BITRÓN Región a la cual llegaron “Abner y los suyos” huyendo tras su derrota por los siervos de David. “Caminaron por el Arabá ... y pasando el Jordán cruzaron por todo B. y llegaron a Mahanaim” (2 S. 2:29). No se ha podido identificar con seguridad.

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BIZOTIA Lugar cerca de •Beerseba que fue adjudicado a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:28).

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BIZTA Uno de los “siete eunucos que servían delante del rey Asuero”, a quienes éste mandó buscar a la reina •Vasti (Est. 1:10).

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BLANCA Moneda judía de cobre, la del valor más pequeño que se acuñaba en tiempos del Señor Jesús. La expresión “no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun la última b.” en Lc. 12:59 quiere decir “hasta el último centavo”. Dos b. era lo mínimo que requerían los rabinos como ofrenda, lo que explica en parte la acción de la “viuda pobre” que “echó dos b., o sea un cuadrante” (Mr. 12:42; Lc. 21:2).

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BLASFEMIA Toda palabra o acto que irrespete la majestad de Dios, o que injurie sus obras. Esto incluye tomar el nombre de Dios en vano (Éx. 20:7). Por eso se evitaba pronunciar el •Nombre ( •Adonai. •Tetragrámaton). Un hijo de padre egipcio y madre israelita “blasfemó el Nombre, y maldijo”, por lo cual fue condenado a muerte, y se estableció esa pena para los blasfemos (Lv. 24:10–16, 23). Las maldades cometidas en el santuario por los hijos de •Elí fueron consideradas como b. (1 S. 3:13). El pecado de David con •Betsabé fue causa de que “los enemigos de Jehová” blasfemaran (2 S. 12:14). Un creyente que hurta está blasfemando el nombre de su Dios (Pr. 30:9). Los fariseos y demás líderes religiosos estaban siempre al acecho porque querían acusar al Señor Jesús de b. Cuando el Señor perdonaba pecados los fariseos pensaban que cometía b., porque se estaba atribuyendo algo que sólo correspondía a Dios (Mt. 9:1–3; Mr. 2:7; Lc. 5:21). Por eso llegaron a decirle que le criticaban por b. (“Porque tú, siendo hombre, te haces Dios” [Jn. 10:33]). Finalmente, cuando le condenaron, se basaron en un supuesto pecado de b. (Mt. 26:65). Cuando unas personas atribuyeron a Satanás las obras del Espíritu Santo, el Señor Jesús advirtió que hacer eso constituye una b. que no tiene perdón (Mr. 3:22–30).

Se considera también b. la falta de respeto, no sólo a Dios, sino a sus siervos. Así, cuando quisieron hacer daño a Esteban, los líderes religiosos judíos “sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios” (Hch. 6:11). Los judíos en Antioquía de Pisidia “rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando” (Hch. 13:45). Es dudoso que en este caso se tratara de expresiones directas en contra de Dios, sino argumentos violentos e insultos contra Pablo y su mensaje. La doctrina, entonces, también puede ser objeto de b. Se nos dice que “el camino de la verdad” puede ser blasfemado (2 P. 2:2), lo que indica injuria contra las enseñanzas del evangelio. Los últimos tiempos se caracterizarán, entre otras cosas, por la abundancia de hombres blasfemos (2 Ti. 3:1–5). La Escritura, además, advierte que no se debe cometer b. contra “las potestades superiores” (Jud. 8–10) y se nos exhorta a respetarlas, aun a los ángeles adversarios de Dios.

Las injurias contra las cosas sagradas, o contra los siervos de Dios, o contra “las potestades superiores” (Jud. 8–10) serán severamente castigadas. ¡Cuánto más cuando las

injurias sean dirigidas contra el Espíritu Santo, que es Dios! El Señor Jesús dijo que “cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (Mr. 3:29). Es evidente que se estaba refiriendo, en primer lugar, a la crítica que le hacían ciertos líderes religiosos, los cuales “decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios” (Mr. 3:22). Llamaban, entonces, Beelzebú, nada menos que al Espíritu de Dios. Esta b. es imperdonable, dice el Señor.

Pero por otras Escrituras sabemos que no sólo con palabras se hace injuria al Espíritu Santo. Por medio de éste era que el Señor realizaba los milagros y maravillas, “pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él” (Jn. 12:37). Esta incredulidad es también un insulto al •Espíritu Santo.

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BLASTO (Capullo). “Camarero mayor” de Herodes Agripa I, a quien “los de Tiro y Sidón” sobornaron cuando el conflicto con ese rey (Hch. 12:20). Se desconoce cuál era el motivo del problema. •Tiro y •Sidón eran ciudades independientes, pero dependían mucho de la producción de alimentos de Judea.

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BOANERGES (Hijos del trueno). Sobrenombre que el Señor Jesús puso a •Juan y •Jacobo, hijos de •Zebedeo (Mr. 3:17). Generalmente se piensa que el motivo para ello fue el carácter fogoso de estos hermanos, quienes pidieron al Señor “que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda” (Mr. 10:35–36). En una ocasión Juan prohibió “a uno que echaba fuera demonios” en el nombre de Jesús (Lc. 9:49). Cuando unos samaritanos no quisieron recibirlos, los hermanos preguntaron al Señor: “¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (Lc. 9:52–54).

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BOAZ (En él hay fortaleza). Nombre que Salomón puso a una de las dos columnas a la entrada del •templo (1 R. 7:21). •Jaquín y Boaz.

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BOCA El término hebreo es peh. El uso más repetido se refiere a la parte del cuerpo que nos sirve para hablar (“haced lo que ha declarado vuestra b.” [Nm. 32:24]; “en la b. de ellos no hay sinceridad” [Sal. 5:9]). Cuando se menciona la b. como si Dios la tuviera, lo que se quiere decir es que él se comunica (“de todo lo que sale de la b. de Jehová” [Dt. 8:3; Mt. 4:4]; “porque la b. de Jehová lo ha dicho” [Is. 1:20]). También se usa el vocablo para indicar la abertura de algo, como un pozo (“había una gran piedra sobre la b. del pozo” [Gn. 29:2]), o un costal (“el dinero ... estaba en la boca de su costal” [Gn. 43:21]).

En el NT, la palabra es stoma (“Y abriendo su boca, les enseñaba...” [Mt. 5:2]; “... y estaban maravillados de las palabras de gracias que salían de su b.” [Lc. 4:22]). El Señor Jesús dio enseñanzas acerca de que sus seguidores debían ser cuidadosos de las palabras que salen de sus b. (“Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” [Mt. 5:37]). •Lengua. •Mentira. •Verdad.

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BOCINA •Música e instrumentos musicales.

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BOCRU (Joven, lloroso). Personaje en la descendencia de Saúl (1 Cr. 8:38; 9:44).

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BODA Celebración en la cual un hombre y una mujer se hacen esposos ante Dios y los hombres. En el AT no se tienen detalles de ninguna ceremonia especial que se realizara en ese acto. Simplemente se nos dice: “Cuando un hombre tomare mujer y se casare con ella...” (Dt. 24:1; Ex. 2:1). Se sabe, sin embargo, que las b. eran motivo de fiesta para la familia o la comunidad. La fiesta de b. incluía un •banquete que podía durar hasta siete días, como fue el caso de Jacob (Gn. 29:21–28) y de Sansón (Jue. 14:12). Al parecer se incluían cánticos en la fiesta, con los que alababan la belleza de la novia (“sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales” [Sal. 78:63]). Tanto el novio como la novia vestían de manera especial (“me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas” [Is. 61:10]).

En Dt. 22:15 se habla de “las señales de la virginidad de la doncella”. Era costumbre que durante los días de la b. el marido entregaba a los padres una sábana o una tela con manchas de sangre que probaban que la joven había venido virgen al matrimonio. Esto era guardado por la familia y se exhibía si el esposo “atribuye faltas que den que hablar” (Dt. 22:14).

La parábola de las diez vírgenes (Mt. 25:1–13) tiene como fondo la celebración de una b. Por lo general, las b. comenzaban en la noche, por lo cual las vírgenes tomaron “sus lámparas”. El novio, acompañado de sus amigos (“los que están de bodas” [Mt. 9:15]; “el amigo del esposo” [Jn. 3:29]), salía de su casa hacia la de su novia, que le esperaba acompañada de sus familiares y amigas. Luego todos realizaban una especie de procesión, con música y danzas, hacia la casa donde vivirían los esposos, o al lugar donde se celebraría la fiesta. No había un vestido especial para b., pero se esperaba que los invitados a la fiesta vistieran sus mejores galas (Mt. 22:11–12).

La feliz reunión del Señor Jesús con su iglesia en el cielo es presentada como una b., motivo de gran celebración (“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las b. del Cordero, y su esposa se ha preparado” [Ap. 19:8–9; 21:2]).

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BOHÁN (Pulgar). Personaje en la descendencia de Rubén. Había un paraje que se conocía como “la piedra de B.” que era parte de la demarcación de las fronteras del territorio de la tribu de Judá (Jos. 15:6; 18:17).

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BOJES (Singular: boj). Arbusto de ramas abundantes y siempre verdes que se usaba mucho para adornar conjunto de flores. Al prometer la futura gloria de Israel, se lee en Isaías: “Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y b.” (Is. 41:19). Nombre científico: Buxus sempervirens. •Plantas de la Biblia.

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BOLSA Recipiente en forma de saco. Las que se usaban como parte de la vestimenta eran pequeñas, generalmente hechas de piel o tela. Se llevaban colgadas de la cintura, guardando en ellos los objetos de valor, especialmente los que servían como •dinero. Las monedas vinieron a ser utilizadas en Israel después de la época persa. Las pesas de una balanza se

ponían en b. (“No tendrás en tu b. pesa grande y pesa chica” [Dt. 25:13; Mi. 6:11]). Como •Judas Iscariote manejaba los fondos del grupo del Señor Jesús y sus discípulos, se dice de él que “teniendo la b., sustraía” de ella (Jn. 12:6). Los creyentes deben procurar “b. que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote” [Lc. 12:33]).

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BOOZ Personaje en el libro de •Rut. Era pariente de •Noemí por vía de su esposo •Elimelec. Era “hombre rico” (Rt. 2:1) que tenía tierras en •Belén (Rt. 2:4). Rut fue a recoger espigas en su campo y él la trató amablemente. •Noemí, recordando que el parentesco incluía la posibilidad de que se aplicara la ley del •levirato, esto es, que al morir un hombre sin dejar descendencia su hermano o el pariente más cercano debía casarse con la viuda, instruyó a Rut de tal modo que conquistó el corazón de B., que hizo lo necesario para tomarla como esposa.

De su unión nació •Obed, que fue abuelo de David (Rt. 4:21). B. aparece también en la genealogía del Señor Jesús (Mt. 1:5; Lc. 3:32). Según tradiciones judías, B. era de ochenta años y Rut de cuarenta cuando se casaron. B. murió al otro día de la boda, pero de aquella unión nació Obed. El uso del nombre de Dios en la salutación de B. a los segadores: “Jehová sea con vosotros” y la respuesta de éstos: “Jehová te bendiga” (Rt. 2:4) es permitido como una costumbre que inició B. Como la historia de Rut se desarrolló en tiempos de los Jueces, algunos rabinos identifican a B. con el juez “Ibzán de Belén”, que “juzgó a Israel siete años.... y fue sepultado en Belén” (Jue. 12:8–10).

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BOQUIM (Los que lloran). Lugar donde “el ángel de Jehová subió de Gilgal a B.” y dio un duro mensaje a los israelitas reconviniéndoles porque no habían cumplido con el mandato de Dios en cuanto a la destrucción de los cananeos. Por esto, dice el Señor, “no los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero” (Jue. 2:1–3). Ante esto, “el pueblo alzó su voz y lloró. Y llamaron el nombre de aquel lugar B.” (Jue. 2:4–5).

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BORDÓN Bastón largo que usaban los peregrinos para apoyarse. Jacob, antes de morir, adoró a Dios sosteniéndose con su b. (He. 11:21). Los israelitas, al comer la •pascua, debían hacerlo con el b. en la mano, señal de que estaban listos para partir (Éx. 12:11). El b. servía también para cargar enseres o comida del caminante. Cristo ordenó a sus discípulos que salieran a predicar sin “oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de b.” (Mt. 10:10; Mr. 6:8; Lc. 9:3). •Báculo.

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BOSCAT (Altura). Lugar adjudicado a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:39). Quedaba entre •Laquis y •Eglón. Jedida, la madre del rey •Josías, era de B. (2 R. 22:1).

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BOSES (Brilloso, o fangoso). Una de las dos formaciones rocosas que flanqueaban el paso de •Micmas (el otro se llamaba •Sene) por donde •Jonatán tenía que pasar si había de atacar el campamento de los filisteos. Jonatán puso una señal a Dios, que le respondió afirmativamente y por eso subió “trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas”, y logró una victoria (1 S. 14:4–14).

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BOSQUE •Árbol.

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BOSRA (Lugar fortificado). Capital de •Edom, en el N de su territorio. Estaba situada en un lugar alto y estratégico, que dominaba las vías por donde traficaban las caravanas hacia Canaán. Los profetas hablaron en su contra. “Jehová tiene sacrificios en B., y grande matanza en tierra de Edom” (Is. 34:6; 63:1–3). “Vino juicio ... sobre B.” (Jer. 48:21, 24). “Asolamiento, oprobio, soledad y maldición, será B.” (Jer. 49:13). “Prenderé fuego en Temán, y consumirá los palacios de B.” (Am. 1:12). El lugar ha sido identificado modernamente como Buseira, a unos 48 km al SE del mar Muerto.

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BOYERO Persona que conduce bueyes o que los tiene bajo su cuidado. El profeta •Amós era b. (Am. 7:14).

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BOZAL Lo que se ponía sobre la boca de los animales para impedirles comer las plantas que encontraban en su camino mientras laboraban. Se nos dice en Dt. 25:4: “No pondrás b. al buey cuando trillare”. Se estableció así una prohibición de poner b. al buey en los momentos en que trabaja durante la cosecha. Estas palabras son interpretadas por Pablo como referentes a los obreros del Señor. Así, “los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co. 9:9–14; 1 Ti. 5:18).

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BRAZALETE Joya ornamental que las mujeres utilizaban alrededor de sus brazos. •Eliezer, el siervo de Abraham, le dio a •Rebeca “dos b. que pesaban diez” siclos (Gn. 24:22, 47). Para la construcción del •tabernáculo, los israelitas ofrecieron b. (Nm. 31:50). En el día de juicio Dios quitará, entre otras cosas, los b. a las hijas de Sion, porque “se ensoberbecen” (Is. 3:16–19). Narrando su relación con Israel en un principio, Dios habla de una joven a quien rescató: “Te atavié con adornos, y puse b. en tus brazos ...” (Eze. 16:11), y lamenta su traición.

Podían ser usados b. en uno o en ambos brazos al mismo tiempo. Se acostumbraba que algunos hombres usaran un b. en la parte superior del brazo, como en el caso de Saúl (2 S. 1:10), mientras que las mujeres en la parte inferior. En excavaciones se han encontrado b. de bronce, plata, hierro, vidrio y oro, generalmente en forma de dos semicírculos que se presionan para juntarse en el ornamento circular. •Joyas.

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BRAZO El término hebreo zeroa significa b., hombro. Incluye la idea de fuerza o poder. Se utiliza en la Biblia frecuentemente en forma metafórica, simbolizando la fuerza de una persona. Así, se dijo con respecto al rey de Asiria: “Con él está el b. de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas” (2 Cr. 32:8). En lenguaje militar, a veces la RV60 traduce “fuerzas” en pasajes que se refieren al b. o el poder de un ejército, como en Dn. 11:15 (“... y las fuerzas del sur no podrán sostenerse ... porque no habrá fuerzas para resistir”). Quitar al enemigo la capacidad para hacer la guerra es “cortar o quebrarle el b.”, es quitarle la fuerza (“He aquí, vienen días en que cortaré tu b. y el b. de la casa de tu padre” [1 S. 2:31]; “He quebrado el b. de Faraón” [Ez. 30:21]).

En varios lugares se hace una figura antropomórfica con el término b. referente al poder de Dios (“Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su b.” [Is. 30:30]). El poder de Dios en acción es su “b. extendido”. Dios hizo “el cielo y la tierra” con su “gran poder” y con su “b. extendido” (Jer. 32:17). También sacó a los israelitas de Egipto con “mano poderosa y b. extendido” (Éx. 6:6; Dt. 4:34). Es el b. de Jehová el que salva (Sal. 98:1). Los creyentes esperan el día en que “Jehová el Señor vendrá con poder, y su b. señoreará” (Is. 40:10). Los b. de Dios, su poder, preservan a su pueblo (“El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los b. eternos” [Dt. 33:27]).

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BREA Material usado para calafatear el •arca de Noé. •Asfalto.

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BRONCE Aleación de cobre y estaño muy usada en la antigüedad para la fabricación de toda clase de utensilios (Jos. 6:19), incluyendo armas defensivas y ofensivas (1 S. 17:5–6). •Tubal Caín fue “artífice de toda obra de b. y de hierro” (Gn. 4:22). El b. se utilizó ampliamente en la construcción del •tabernáculo (Éx. 26:11, 37; 27:2–19, etcétera). Moisés hizo una serpiente de b. para la sanidad del pueblo atacado por culebras venenosas (Nm. 21:9). La cantidad de b. usada en el •templo fue enorme. “Y no inquirió Salomón el peso del b. de todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos” (1 R. 7:47). Mucho de ese b. había sido botín obtenido por David de sus enemigos (1 Cr. 18:8). •Roboam sustituyó con escudos de b. los que su padre Salomón había hecho de oro, los cuales se llevó •Sisac (2 Cr. 12:9–10). Cuando los caldeos destruyeron el •templo se llevaron para Babilonia el b. de las columnas que había levantado Salomón (2 R. 25:13).

En términos poéticos se usaba el b. para señalar dureza. Así, Dios advierte que en caso de desobediencia de los israelitas él pondría su tierra “como b.” (Lv. 26:19). Job dice: “¿Es mi carne de b.?” (Job 6:12). Isaías dice de los judíos: “Por cuanto conozco que eres duro ... y tu frente de b.” (Is. 48:4). Para el reino del Mesías, dice Dios, “en vez de b. traeré oro, y por hierro plata” (Is. 60:17). En las visiones de Ezequiel se menciona a menudo el “b. refulgente” (Ez. 1:4, 7, 27; 8:2). Parte de la estatua de la visión de Daniel era de b. (Dn. 2:32–35). En la visión de Juan, el Señor Jesús aparece con unos “pies semejantes al b. bruñido” (Ap. 1:15; 2:18).

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BRUJERÍA •Magia. Mago.

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BRUÑIR Acto de sacar brillo a un objeto metálico. “Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de Jehová” muchos utensilios de “bronce bruñido” (1 R. 7:45). Los pies de los seres vivientes en una de las visiones de Ezequiel “centelleaban a manera de bronce muy bruñido” (Ez. 1:7). Lo mismo se dice del “varón vestido de lino” en una de las visiones de Daniel (“sus pies como de color de bronce bruñido” [Dn. 10:6]). En el caso de la visión de Juan, éste dice que aquel que era “semejante al Hijo del Hombre” tenía los “pies semejantes al bronce bruñido...” (Ap. 1:13–15).

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BUENOS PUERTOS Ciudad portuaria en el S de la isla de •Creta por donde pasó la nave que llevaba a Pablo a Roma (Hch. 27:8).

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BUEY •Ganado vacuno. •Búfalo.

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BÚFALO Las referencias bíblicas son generalmente a un toro salvaje, de pelaje muy ralo, famoso por su furia, muy peligroso aun para los cazadores experimentados. Los eruditos piensan que se trata del Bos primigenius. Se alaba su fuerza (Nm. 23:22; 24:8; Dt. 33:17; Sal. 92:10) y su rebeldía (Job 39:9–10). •Animales de la Biblia.

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BÚHO Ave predadora que caza mayormente de noche. Tiene abundante plumaje y puede volar silenciosamente para tomar sus presas. Para ello le ayuda su magnífica visión nocturna y su gran capacidad auditiva. Sus ojos están colocados de frente en su cara, que es redonda y su pico es curvo. Se alimenta de insectos y pequeños mamíferos, ratas, lagartos y otros reptiles. Aparece en la lista de los animales prohibidos para comer (Lv. 11:17; Dt. 14:16). Muchas veces habitan en ruinas (Is. 34:15), en huecos de peñas o de árboles. La referencia al “búho de las soledades” en Sal. 102:6 apunta a una especie que abunda en los desiertos de Israel. Generalmente se le encuentra solo o en parejas. Hay muchas clases de b. Se mencionan, entre otros, el Athene noctua glaux, el Athene noctua saharae y el Asio flammeus. •Animales de la Biblia.

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BUITRE Ave de grandes proporciones (el largo de sus alas puede llegar a 3 m), que se alimenta mayormente de animales muertos. El b. aparece en la lista de animales prohibidos para comer (Lv. 11:18). En la Biblia se utilizan diversas palabras para señalar al b. Algunas veces la traducción usa “águila” , como en Job 39:27–30, donde es obvio que se refiere a un b. porque habla que “donde hubiere cadáveres, allí está ella”. Lo mismo acontece en Mi. 1:16, donde se menciona a un águila calva, que usualmente es una refe-rencia al b. De igual manera en Mt. 24:28 y Lc. 17:37, pues la palabra “águila” en griego es la misma que se usa para b. Los b. nombrados en la Biblia son el Buteo sp., el Aegypius monachus y el Neophron percnopterus. •Animales de la Biblia.

BUL Octavo mes en el calendario hebreo (mediados de octubre a mediados de noviembre), llamado también Marjesván. “En el undécimo año, en el mes de B., que es el mes octavo, fue acabada la casa” (1 R. 6:38).

BUNA Descendiente de Judá. Hijo de Jerameel (1 Cr. 2:25).

BUNI Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de Leví que en tiempos de Nehemías “se levantaron sobre la grada de los levitas ... y clamaron en voz alta a Jehová su Dios” confesando los pecados del pueblo (Neh. 9:4–38) e hicieron pacto con el Señor. Fue de los firmantes del •Pacto de Nehemías.

2. Ascendiente de un levita que se menciona en Neh. 11:15 como escogido por suertes para morar en Jerusalén.

BUQUI (Probado del Señor). Nombre de personas del AT.

1. Príncipe de la tribu de Dan, fue uno de los que “mandó Jehová que hiciesen la repartición de las heredades a los hijos de Israel en la tierra de Canaán” (Nm. 34:22–29).

2. Sacerdote. Antepasado de Esdras (1 Cr. 6:5, 51; Esd. 7:4).

BUQUÍAS (Vaso del Señor). Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la sexta suerte en los turnos que se distribuyeron en el •templo (1 Cr. 25:4, 13).

BUZ (Desprecio). Nombre de personas y de una tribu en el AT.

1. Hijo de Nacor el hermano de Abraham. Su madre fue Milca. (Gn. 22:21).

2. Personaje de la tribu de Gad. Padre de Jahdo (1 Cr. 5:14).

3. Pueblo de los descendientes del #1 (Jer. 25:23). Se desconoce su ubicación, pero se piensa que quedaba en Arabia.

BUZI (Mi desprecio). Padre del profeta Ezequiel (Eze. 1:3).

BUZITA Habitante de •Buz. En el libro de Job se nos presenta a “Eliú, hijo de Baraquel, b.” (Job 32:2).

C

CAB •Pesos y medidas de la Biblia.

CÁBALA Es una manera de interpretar la •Torá aplicada por miembros de la religión judía. Con ideas esotéricas y teosóficas tratan de lograr un entendimiento de Dios y la creación teniendo en cuenta que los elementos intrínsecos de éstos están más allá de la capacidad del intelecto. Creen, sin embargo, que se pueden percibir a través de una contemplación y una iluminación que, dicen, viene a ser la transmisión de una revelación concerniente a la naturaleza de la Torá y otros asuntos religiosos. Se considera que la c. es el equivalente, entre los judíos, de los movimientos místicos de otras religiones.

Estos conceptos religiosos comenzaron a ser difundidos entre los judíos a partir del siglo XII d.C. Los eruditos explican que se trataba de una reacción a las enseñanzas de Maimónides, al que se acusaba de ser demasiado racionalista y aristotélico. Sin embargo, los cabalistas señalan que la c. se vino formando desde muchos siglos antes. Según la tradición judía, la obra principal de la c., el “Zohar” (Resplandor), fue escrita en el siglo II d.C. por el rabí Shimón Bar Ioajay.

La c. se divide en teórica y práctica. La primera trata mayormente los problemas acerca de la esencia de Dios y la influencia de la •Torá sobre el mundo. La segunda procura dar una aplicación práctica a los secretos que devela de la divinidad, a fin de obrar milagros y producir hechos sobrenaturales. La c. práctica floreció en Alemania, mientras que la teórica lo hizo en España, donde el rabí Moshe de León hizo la presentación del Zohar en el siglo XIII. Hubo en Italia grandes centros de estudio de la c., especialmente en Gerona.

La c. tomó desde el principio una fuerte influencia gnóstica, al sostener que de la divinidad, a quien llama “En-sof”, o el infinito, surgen diez emanaciones, llamadas “Sefirot” (esferas). Estas son: Kéter (corona), Jojmá (sabiduría), Biná (razón), Jésed (gracia), Guevurá

(fuerza), Tiféret (belleza), Netzaj (constancia), Hod (majestad), Iesod (fundamento) y Maljut (imperio).

Para la c. todas las palabras de la Torá son de origen divino y guardan un significado secreto que debe buscar el estudioso.

CABALLO La primera mención del c. en la Biblia aparece en la profecía de Jacob sobre Dan, que dice que llegaría a ser como “víbora junto a la senda, que muerde los talones del c.” (Gn. 49:17). Aparte de eso, no se dice que los patriarcas usaran c., sino asnos. Se estima que fue en las llanuras de Asia y África donde se domesticaron los c. Siendo Israel tierra en buena parte montañosa, no se usaban mucho los c. porque éstos son más bien para las llanuras y las estepas. El c. era considerado un lujo, y su uso básico era para la guerra. Se prohibía al rey de Israel ir a Egipto “con el fin de aumentar c.” (Dt. 17:16). Llegó un momento en que el profeta Isaías denuncia de Judá, como cosa muy negativa, que “su tierra está llena de c., y sus carros son innumerables” (Is. 2:7) y se lamenta de aquellos “que descienden a Egipto por ayuda, y confían en c.” (Is. 31:1).

Generalmente se entiende que el c. y los carros fueron introducidos en Egipto desde el Asia Central y la Mesopotamia por los hicsos, entre los años 1700 al 1555 a.C. En tiempos de José ya los caballos eran valiosos en Egipto, porque él cambió “alimentos por c.” (Gn. 47:17). Faraón envió carros para recibir a Jacob y José fue a buscarle en carros (Gn. 46:5, 29). Más tarde, otro Faraón perseguiría a Israel con c. y carros, los cuales fueron destruidos en el mar (Éx. 14:9–28).

Se alaba la fuerza del c. y su valor, pues “sale al encuentro de las armas; hace burla del espanto y no teme” (Job 39:19–24). El uso de la caballería y los carros de guerra daba una conside-nrable ventaja a los que los tenían. Pero como el terreno no era adecuado para el uso de la caballería en Israel, usualmente después de una victoria los israelitas desjarretaban los c. y quemaban los carros (Jos. 11:9; 2 S. 8:4). No obstante, Salomón llegó a tener cuarenta mil c. y doce mil jinetes (1 R. 4:26) en ciudades especiales para ellos y en Jerusalén (1 R. 9:19; 10:26). No cumplió con la prohibición de ir a Egipto a comprar c. (1 R. 10:28).

La Biblia denuncia continuamente a los que “confían en c. ... y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová” (Sal. 20:7; Is. 31:1). Jehová “no se deleita en la fuerza del c.” (Sal. 147:10), y promete que salvará a Judá no “con c. ni jinetes” (Os. 1:7), es decir, sin fuerza de los hombres. El c. es símbolo de poder, de guerra, de victoria (“... y los pondrá como su c. de honor en la guerra” [Zac. 10:3]). El Señor Jesús es presentado en Apocalipsis montado sobre “un c. blanco” (Ap. 19:11). Nombre científico: Equus caballus. •Animales de la Biblia.

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CABAÑAS, FIESTA DE LAS •Tabernáculos, Fiesta de los.

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CABELLO •Pelo.

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CABEZA En el lenguaje bíblico la c. es la parte principal del cuerpo de una persona. A veces se usa el término para señalar a la persona completa. La expresión “herir en la c.” implica entonces una destrucción completa. Así, Dios dijo a la serpiente que la simiente de Eva le heriría “en la c.” (Gn. 3:15). “Levantar la c.” a alguien es honrarlo o restaurarlo en honra (Gn.

40:20). Para bendecir a una persona se colocaba la mano sobre su c. (Gn. 48:14). A veces, para adorar, se bajaba la c. hacia el suelo (Éx. 34:8). Para expresar duelo se cubría la c., pero a los sacerdotes se les prohibió hacer eso, así como raparse (Lv. 10:6; 19:27). Echar polvo, o tierra, o ceniza sobre la c. era señal de duelo, tristeza o gran dolor (1 S. 4:12; 2 S. 1:2; 15:30). Rapar la c. a alguien era someterle a una gran vergüenza (Is. 3:24). Los leprosos debían andar con la c. descubierta (Lv. 13:45). En el caso de una mujer sospechosa de adulterio, se dice: “Descubrirá la c. de la mujer” (Nm. 5:18), lo cual parece sugerir que las mujeres, a lo menos las casadas, llevaban la c. cubierta.

La c. de un •nazareo era consagrada, no se cortaba el pelo mientras durara su voto (Nm. 6:5–19). La expresión “su sangre sea sobre su c.” apunta a la culpabilidad de una persona (Jos. 2:19; 2 S. 1:16; 1 R. 2:33). Menear la c. significa burlarse de alguien (Sal. 22:7). También la ciudad principal de una nación o región es su c. (Is. 7:8). Ser c. significa tener autoridad, ser jefe, señor o principal de un grupo. Dios prometió a Israel que si obedecía le pondría “por c. y no por cola” entre las naciones (Dt. 28:13). David prometió que el que conquistara a •Jebús, sería “c. y jefe” (1 Cr. 11:6). Cristo es la c. del hombre (1 Co. 11:3). Es c. de la iglesia, que es su cuerpo (Ef. 5:23).

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CABEZAL Almohada pequeña, generalmente de forma cuadrada, que tenía varios usos, entre ellos el de servir de asiento en un bote. Viajando Jesús con sus discípulos en el mar de Galilea se levantó una tempestad y él “estaba en la popa, durmiendo sobre un c.”. Temerosos, le despertaron y él calmó las aguas (Mr. 4:37–38).

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CABÓN Paraje que fue adjudicado a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:40).

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CABRA, CABRÍO. CABRITO Mamífero, rumiante, doméstico, muy apreciado en el Oriente Medio por la multiplicidad de usos que podía hacerse de él. Para los israelitas era animal limpio, apto para los sacrificios y comestible (Gn. 15:9; Ex. 12:5; Lv. 1:10; Dt. 14:4). Podía ser criado juntamente con las ovejas, de donde sale la expresión “como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Gn. 30:33; 31:38; 1 S. 25:2; Mt. 25:32). Su carne es de agradable sabor (Gn. 27:9; Jue. 6:19; Lc. 15:29). Asimismo, su leche es muy nutritiva y digestiva (Pr. 27:27). Con el pelo de cabra se hacían telas y almohadas (1 S. 19:16). Las cortinas del •tabernáculo fueron hechas con este material (Éx. 25:4; 26:7). El cuero de cabra servía como componente de diversas vestiduras, sandalias, correas, etcétera (Heb. 11:37). Y para fabricar tiendas. Un uso abundante de la piel de la cabra era la confección de •odres para guardar agua (Gn. 21:14), leche (Jue. 4:19), o vino (Jos. 9:4, 13; Mt. 9:17). El macho cabrío era utilizado en una ceremonia especial el Día de la Expiación. Se tomaban dos de ellos. Uno era sacrificado y el otro enviado al desierto para llevar los pecados del pueblo ( •Azazel). Se mencionan también las cabras salvajes (Capra nubiana), muy abundantes en Israel (1 S. 24:2; Job 39:1; Sal. 104:18; Is. 13:21). Nombre cientíco: Capra hircus y Capra aegagrus. •Animales de la Biblia.

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CABRAHIGO •Higuera. Higo. •Sicómoro. •Plantas de la Biblia.

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CABSEEL Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en el repartimiento de la tierra (Jos. 15:21). Quedaba cerca de la frontera con •Edom. •Benaía, uno de los valientes de David, era de C. (2 S. 23:20; 1 Cr. 11:22). “Algunos de los hijos de Judá habitaron ... en Jecabseel” después de regresar del exilio (Neh. 11:25).

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CABUL Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad adjudicada a la tribu de Aser en el repartimiento de la tierra (Jos. 19:27). Se le localiza hoy a unos 16 km al E NE del monte •Carmelo, como Kabul.

2. “El rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea” las cuales no gustaron a Hiram, “y les puso por nombre, la tierra de C.” (1 R. 9:11–13). Parece ser que la palabra significaba “algo sin valor”. Hiram expresó así su disgusto.

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CADEMOT (Región Oriental). Ciudad que quedaba cerca del desierto desde el cual los israelitas enviaron “mensajeros a... •Sehón rey de Hesbón con palabras de paz” para que les dejara pasar hasta cruzar el Jordán. Este no quiso y libró una batalla que perdió (Nm. 21:21–24; Dt. 2:26, 33). C. fue adjudicada a la tribu de Rubén (Jos. 13:18). Luego fue dedicada para uso de los levitas (Jos. 21:37; 1 Cr. 6:79).

CADENAS •Joyas.

CADES, CADES-BARNEA C., o Cedes, es traducción del heb. “lugar sagrado”. El nombre abunda en Israel porque designaba sitios donde había santuarios o lugares de culto paganos. C. B. era un oasis muy importante entre los desiertos de •Parán y de •Zin, al S de Edom. Antiguamente se le conoció como En-mispat. •Quedorlaomer y su confederación de reyes asolaron el lugar antes de la batalla contra Sodoma, Gomorra y sus aliados (Gn. 14:5–8). A la vera de un pozo cerca de allí •Agar recibió un mensaje de un ángel (Gn. 16:14). En una época “Abraham acampó entre C. y Shur” (Gn. 20:1). Desde allí Moisés envió los espías a explorar la tierra de Canaán (Nm. 13:26). “Allí murió •María, y allí fue sepultada” (Nm. 20:1). “Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde C.” pidiendo permiso para pasar por su territorio, pero éste no quiso e Israel se desvió (Nm. 20:14–21). Más tarde volvió a ese lugar.

Israel acampó “en C. por muchos días” (Dt. 1:46). “Porque no había agua para la congregación” los israelitas “se juntaron contra Moisés y Aarón”. A ambos Dios ordenó que hablaran a la peña, pero Moisés la golpeó, lo cual desagradó al Señor (“Por cuanto no creísteis en mí” [Nm. 20:1–2, 8–13; Dt. 32:51]), lo cual definió la muerte pronta de Aarón y el impedimento a Moisés de entrar a la tierra prometida. Por eso las aguas de C. fueron llamadas “las aguas de las rencillas” (Nm. 20:13; 27:14; Eze. 47:19). Josué comenzó la conquista de “toda la región de las montañas, del Neguev, de los llanos y de las laderas ... desde C. hasta Gaza” (Jos. 10:40–41). El profeta Ezequiel habla de los límites futuros de Israel diciendo que serán “del lado meridional, hacia el S, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde C. y el arroyo hasta el Mar Grande” (Ez. 47:19).

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CADMIEL Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia de levitas que regresó del exilio con •Zorobabel (Esd. 2:40; Neh. 7:43).

2. Cabeza de una familia, de la tribu de Judá, que “como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios” tras el regreso del exilio (Esd. 3:9).

3. Levita, de los que “se levantaron sobre la grada ... y clamaron en voz alta a Jehová su Dios” cuando Esdras confesó los pecados del pueblo (Neh. 9:4–5).

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CADMONEOS (Orientales). Uno de los muchos pueblos que habitaban Canaán (“desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates”) cuya tierra Dios prometió darla a la descendencia de Abraham. Sólo se mencionan en Gn. 15:18–21. Es posible que el nombre haga referencia a grupos que vivían al oriente del Jordán.

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CAFIRA Una de las ciudades aliadas de los gabaonitas. A sus habitantes “no los mataron los hijos de Israel, por cuanto los príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de Israel”. Engañaron a los israelitas diciendo que vivían lejos (Jos. 9:17–18). De “los hijos de Quiriat-jearim, C. y Beerot” setecientos cuarenta y tres regresaron del exilio (Esd. 2:25; Neh. 7:29).

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CAFTOR, CAFTORIM Nombre que se da en el AT a la isla de •Creta. En la lista de naciones del primer capítulo de 1 Cr. se menciona a “Patrusim y Casluhim; de éstos salieron los filisteos y caftoreos” (1 Cr. 1:12), quienes destruyeron “a los aveos que habitaban en aldeas hasta Gaza” (Dt. 2:23; Am. 9:7). En una profecía de Jeremías se dice que “Jehová destruirá a los filisteos, al resto de la costa de C.” (Jer. 47:4).

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CAÍDA Comúnmente se utiliza esta palabra en teología para señalar los acontecimientos relacionados con la pérdida de la inocencia por parte de nuestros primeros padres (Gn. 3). •Eva es seducida por la serpiente incitando su curiosidad y deseo de probar el fruto del •árbol de la ciencia del bien y del mal. Ésta, tras tomarlo, lo da a •Adán. A continuación se dan cuenta de que están desnudos y se hacen vestidos de hojas. Se habla de Dios antropomórficamente, al indicar que los buscaba en el •huerto del Edén. Al confesar Adán lo sucedido, Dios se ve en la obligación de castigar la desobediencia.

Cinco pasos pueden identificarse como conducentes a la c. Primero, Satanás logra introducir la duda en el corazón de Eva (“Conque Dios os ha dicho” [Gn. 3:1–5]). Segundo, interviene entonces la concupiscencia (“Y vio la mujer que el árbol era bueno” [Gn. 3:6]). Tercero, eso conduce a la desobediencia. Eva “comió; y dio también a su marido...” (Gn. 3:6). Cuarto, la desobediencia trae luego el sentido de culpa (“Fueron abiertos los ojos.... se hicieron delantales ... se escondieron” [Gn. 3:7–8]). Quinto: pierden la comunión con Dios (“Echó, pues, fuera al hombre” [Gn. 3:23–24]).

Entre las consecuencias inmediatas de la c. figuran: a) la maldición sobre la serpiente y el establecimiento de enemistad entre ésta y la simiente de la mujer (Gn. 3:14–15); b) el cambio hacia el dolor, que se mostraría sobre todo en el parto (Gn. 3:16); c) el inicio de un enseñoreamiento del hombre sobre la mujer (Gn. 3:16); d) la decadencia ecológica por el mal trato de los hombres hacia la tierra (Gn. 3:17–18); e) la pérdida del gozo en el trabajo, que se convertiría en algo incómodo y, también, menos productivo (Gn. 3:19); y f) la separación del hombre y la mujer del estado de paz, equilibrio, protección y gozo que representaba el huerto

del Edén (Gn. 3:23–24). El hecho más trascendental fue que en la c. se introdujo el pecado en la humanidad, con su secuela: la muerte (Ro. 5:12).

A esto, en la historia de la iglesia, se le llamó “el pecado original”. Pero en el siglo IV se introdujo en la iglesia la doctrina llamada “pelagianismo”, que negaba esa verdad, enseñando que el hombre era esencialmente bueno, por lo cual estaba capacitado para tomar la iniciativa fundamental en la búsqueda de la salvación. Con esto se negaba que la gracia de Dios es la que se mueve primero para salvación del ser humano. Decía, además, que el hombre nacía sin pecado y que existía la posibilidad de mantener ese estado de inocencia por toda la vida, puesto que el pecado era un acto de la voluntad del hombre, que podía decidir si cometerlo o no. En la controversia suscitada por este tema se levantó Agustín de Hipona defendiendo la doctrina del pecado original. Más tarde se planteó también otra posición teológica que ha sido catalogada como “semipelagianismo”, que enseña que el hombre daba el primer paso en la obra de la salvación y luego venía la gracia en su auxilio. La Iglesia Católica propugna por una clase especial de semipelagianismo cuando propone que el hombre puede contribuir con sus obras al proceso de su salvación.

Entre los componentes negativos del pelagianismo está la no consideración, o por lo menos la depreciación, de la redención; pues, si el hombre puede mantenerse sin pecado “por demás murió Cristo” (Gá. 2:21). La Escritura lo que enseña es que “la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Ro. 8:7). Y que “por la desobediencia de uno [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores” (Ro. 5:19). Que los que andan sin el Señor Jesús están “muertos en ... delitos y pecados” (Ef. 2:1), sin ninguna esperanza que no sea la gracia de Dios. Pero “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Así, “por la obediencia de uno [Cristo], los muchos serán constituidos justos” (Ro. 5:19).

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CAIFÁS Sumo sacerdote en tiempos del Señor Jesús (18–36 d.C.). C. es un sobrenombre, pues se llamaba José. En su época la persona para el cargo era designada por las autoridades romanas. El procurador Valerio Grato fue quien lo designó en sustitución de su suegro •Anás. Como para los judíos el cargo debía ser vitalicio y por el poder de Anás, que era inmensamente rico, la influencia de éste continuó durante el ejercicio de C. Eso explica la expresión “siendo sumos sacerdotes Anás y C., vino palabra de Dios a Juan” en los inicios del ministerio del Bautista. (Lc. 3:2). “Los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio” para discutir qué hacer con el Señor (Jn. 11:47). Esta reunión se hizo “en el patio del sumo sacerdote llamado C.” (Mt. 26:3), que opinó diciendo: “Nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca”, lo cual fue tomado por el evangelista Juan como una profecía hecha por C., que “no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación” (Jn. 11:47–51).

Una vez hecho preso el Señor Jesús, “le llevaron al sumo sacerdote C.” (Mt. 26:57), ante el cual supuestamente le juzgaron. Lucas menciona a Anás y C. al relatar la comparecencia de Pedro y Juan ante el concilio después de la resurrección de Cristo, diciendo que se reunieron “en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y C. y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes” (Hch. 4:5–6).

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CAÍN (Herrero). Hijo mayor de Adán y Eva. Originalmente su nombre fue escogido porque se parecía a la palabra qanah, que significa “ganar” (Gn. 4:1), pero parece que finalmente el término quedó como “herrero”, lo cual se relaciona con uno de sus descendientes, “Tubal-

caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro” (Gn. 4:22). C. y Abel trajeron ofrendas a Dios, que se agradó de la de Abel y no de la de C. El relato de Génesis no explica la causa para la reacción divina, pero en Hebreos se nos dice que “por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que C.” (He. 11:4).

Juan dice que C. “era del maligno”. Y en cuanto a Abel, escribe: “¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Jn. 3:12). Tras matar a Abel, C. fue condenado a labrar con pocos resultados la tierra y a andar “errante y extranjero” (Gn. 4:12), y se puso una “señal en C., para que no lo matase cualquiera que le hallara” (Gn. 4:15), y se fue a habitar “en tierra de Nod [errante]” (Gn. 4:16). Finalmente se casó, y edificó luego una ciudad a la cual puso el nombre de su hijo •Enoc. La epístola de Judas, hablando de “hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios”, los pone como que “han seguido el camino de C.” (Jud. 4, 11).

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CAINÁN Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Enós. Padre de Mahalaleel. (Gn. 5:9, 10, 12, 13, 14; 1 Cr. 1:2; Lc. 3:37).

2. Personaje que figura en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:36).

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CAL Es un óxido de calcio que se obtiene quemando en hornos la piedra caliza u otras sustancias que contengan sus elementos. Se utilizaba, mezclada como argamasa con agua y arena, para unir piedras en muros, edificios, etcétera. Era útil para lograr superficies en las que fuera fácil hacer inscripciones o como elemento decorativo. Al cruzar el pueblo el río Jordán, Dios ordenó: “Levantarás piedras grandes, y las revocarás con c.; y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley” (Dt. 27:2–4). Una piedra de c. resulta muy quebradiza. En Is. 27:9 se dice que “será perdonada la iniquidad de Jacob ... cuando haga todas las piedras del altar como piedras de c. desmenuzadas”. Los pueblos enemigos de Sion “serán como c. quemada” (Is. 33:12).

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CALA (Puerta santa). Una de las ciudades fundadas por Nimrod, “vigoroso cazador delante de Jehová”, junto con •Babel, •Nínive y otras de la tierra de •Sinar (Gn. 10:9–12). Localizada entre la confluencia de los ríos •Tigris y Zab, a unos 35 km al S de Nínive. •Asurbanipal I la hizo su capital. Actualmente se llama Nimrud. Exploraciones arqueológicas han encontrado indicaciones de su relación con Israel. Un importante hallazgo fue el famoso obelisco negro de •Salmanasar, donde aparece un rey israelita ( •Jehú) como tributario del rey asirio. Es probable que la ciudad “Halah” mencionada en 2 R. 17:6 como lugar, entre otros, adonde fueron trasladados los israelitas, sea la misma C. Se han encontrado allí muchas ruinas importantes para el conocimiento de la historia asiria, entre otras, el templo y la torre o zigurat edificados por •Asurbanipal en honor de Ninurta, dios de la guerra y de la caza.

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CALABACERA Árbol que “preparó Jehová Dios ... para que hiciese sombra” sobre la cabeza de Jonás (Jon. 4:6). La mayoría es de la opinión de que esta c. se trataba de la Ricinus communis, una planta que produce unas cápsulas de hermosa apariencia de cuyas semillas se extrae el aceite de ricino. Sus hojas son amplias, divididas en varios lóbulos con bordes aserrados forman un buen follaje, lo cual, a su vez, ofrece una buena sombra. Comúnmente se

le llama “palmacristi”. Es abundante en climas tropicales. Dios “preparó” la c. (Jon. 4:6), así como antes “tenía preparado” un gran pez (Jon. 1:17). También “preparó un gusano el cual hirió la calabacera” y “preparó ... un recio viento solano y el sol hirió a Jonás en la cabeza” (Jon. 4:7–8). •Plantas de la Biblia.

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CALABAZA Planta en forma de enredadera que producía un fruto redondo, parecido a la naranja. La casa de Dios “estaba cubierta de cedro por dentro y tenía entalladuras de c. silvestres y de botones de flores” (1 R. 6:18) y el mar tenía “por debajo unas bolas como c.” (1 R. 7:24). La pulpa de la c. podía ser venenosa. Uno de los hijos de los profetas recogió en ignorancia “c. silvestres” y las echó en un potaje que todos iban a comer, y lo envenenó. Eliseo resolvió el problema (2 R. 4:38–41). Nombre científico: Citrollus colocynthis. •Plantas de la Biblia.

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CALAI En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. C. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Salai (Neh. 12:20).

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CÁLAMO AROMÁTICO Planta aromática tropical usada, al igual que el incienso, mayormente para fines medicinales y rituales (Is. 43:24; Jer. 6:20). En Cnt. 4:14 se la menciona en un contexto de perfumería (“Nardo y azafrán, c. a. y canela, con todos los árboles de incienso”). Son varias las plantas que tenían esos usos, pero generalemente se piensa en la Saccharum biflorum, que crecía cerca de los ríos y depósitos de agua. = •Caña aromática. •Plantas de la Biblia.

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CALAMÓN Ave zancuda, de pico largo y recto. Se alimenta básicamente de yerbas, pero en la época de cría come huevos, avecillas y pequeños mamíferos. Al igual que el •ibis, el c. era muy reverenciado. Se domestica fácilmente. Y al ser considerado como protegido por los dioses, se le criaba en los alrededores de templos. No apto para comerse (Lv. 11:18; Dt. 14:16). •Animales de la Biblia.

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CALAVERA •Gólgota.

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CALCOL Uno de los hijos de •Mahol, que eran considerados como de los hombres más sabios de la humanidad. Se dice de Salomón que era más sabio que ellos (1 R. 4:31; 1 Cr. 2:6). •Etan ezraíta.

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CALDEA, CALDEOS •Babilonia.

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CALEB (Perro). Nombre de personas y un lugar en el AT.

1. Príncipe de la tribu de Judá que fue de los escogidos para explorar a Canaán (Nm. 13:6). Era hijo de Jefone. Miembro de una tribu no israelita, los •cenezeos, que se había unido a Israel (Nm. 32:12), especialmente con la tribu de Judá. Cuando el pueblo temió ante el mal reporte de diez de los espías “C. hizo callar al pueblo ... y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión” (Nm. 13:30). C. y Josué “rompieron sus vestidos” recomendando que pasaran a tomar la tierra. Por eso ambos fueron los únicos de esa generación que entrarían a ella (Nm. 14:6, 24, 30; Dt. 1:36). C. fue escogido para la labor de repartición de la tierra entre las tribus (Nm. 34:16–19). Siendo de ochenta y cinco años, se sentía “tan fuerte como el día que Moisés” le envió como espía (Jos. 14:11) y pidió a Josué que le diera el monte •Hebrón, al cual conquistó y echó de allí a los hijos de •Anac (Jos. 15:14). Atacó también Quiriat-sefer, y ofreció a su hija •Acsa en matrimonio para el que la tomara, lo cual hizo •Otoniel (Jos. 15:16–17). Acsa le pidió “a su padre tierras para labrar.... y él le dio las fuentes de arriba, y las de abajo” (Jos. 15:18–19).

2. Hijo de Hezrón. Hermano de Jerameel (1 Cr. 2:18, 19, 25, 42, 50).

3. Lugar donde murió Hezrón. Probable-mente la misma Efrata (1 Cr. 2:24).

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CALENDARIO Los hebreos usaban un c. lunar de 354 días. La cantidad de días en los meses variaba de 29 a 39. Para resolver el problema de inexactitud que esto producía añadían un mes en los años 3ro., 6to., 8vo., 11ro., 14to., 17mo. y 19no. de un ciclo de diecinueve años. Ese mes añadido se llamaba “segundo Adar”. También se hacían otros ajustes atendiendo a necesidades por la celebración de ciertas festividades. Se solemnizaba la aparición de la luna nueva avisándole al Sanedrín por medio de testigos. Éste, a su vez, pasaba la noticia a todo el territorio mediante señales de humo o por el envío de mensajeros. Los nombres de los meses y su correspondencia con el c. que usamos son los siguientes:

Nisán se cuenta como el primer mes de año porque en ese mes salieron los israelitas de Egipto. Así se establece en Éx. 12:2 (“Este mes os será principio de los meses”). Aparentemente existían nombres de origen cananeo para los meses. En la Biblia se mencionan de manera específica cuatro de ellos. Así, se nombra el mes de •Abib en relación con el éxodo (“Vosotros salís hoy en el mes de Abib” [Éx. 13:4]). En ese mes, llamado luego Nisán, se celebraba la Pascua. Se nos dice que Salomón comenzó a “edificar la casa de Jehová” en el mes de •Zif (1 R. 6:1), equivalente a Iyar. A los siete años, terminó la obra “en el mes de Bul” (1 R. 6:38), equivalente a Marjesván. También que Salomón trajo el arca al •templo en el mes de •Etanim (1 R. 8:2), equivalente a Tisri. Pero los nombres cananeos de los meses fueron sustituidos por el uso de números, hablándose del 1er. mes, el 2do., el 3ro., etcétera. Así, leemos de unos gaditas que se unieron a David y “pasaron el Jordán en el mes primero” (1 Cr. 12:15). También que Jeroboam I instituyó “fiesta solemne en el mes octavo” (1 R. 12:33). Durante y después del exilio fue costumbre utilizar los mismos nombres para los meses que usaban los caldeos.

Otra manera corriente de aludir a los meses era designándolos por la actividad agrícola característica de ellos. Así, los espías fueron enviados en su misión en “el tiempo de las primeras uvas” (Nm. 13:20), probablemente en julio-agosto, o sea el mes de Ab. •Noemí y •Rut llegaron a Belén “al comienzo de la siega de la cebada” (Rt. 1:22), o sea en el mes Nisán, a fines de marzo. •Mes. •Semana.

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CÁLIZ •Copa.

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CALNE Una de las ciudades fundadas por Nimrod “vigoroso cazador delante de Jehová”, junto con •Babel, Nínive y otras en la tierra de •Sinar (Gn. 10:9–12). Se le menciona en Is. 10:9 y Am. 6:2.

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CALUMNIA Pecado que consiste en acusar a una persona de un hecho negativo que no ha realizado. El que “calumniare a su prójimo” debía restituir “el daño de la c. ... por entero ... y añadirá a ello la quinta parte” (Lv. 6:2–5). “El que no c. con su lengua” habitará en el tabernáculo del Señor (Sal. 15:3). “El que propaga c. es necio” (Pr. 10:18). Muchas veces la c. tiene por propósito “derramar sangre” (Ez. 22:9). •Juan el Bautista aconsejaba a los soldados que venían a él: “No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis” (Lc. 3:14). Los cristianos deben “orar por los que los calumnian” (Lc. 6:28). Y se les exhorta: “Hablad verdad cada uno con su prójimo” (Ef. 4:25), y “las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras” (1 Ti. 3:11). Se enfatiza a las ancianas que deberían ser “no calumniadoras” (Tit. 2:3). “En los postreros días vendrán.... habrá hombres ... calumniadores” (2 Ti. 3:1–4).

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CALVARIO •Gólgota.

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CALVICIE Así como la abundancia de pelo era signo de belleza entre los israelitas, su ausencia o disminución era mal vista. En un lenguaje de juicio, se nos dice que “el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion” (Is. 3:17). Unos niños irrespetuosos, para burlarse de •Eliseo resaltaban a gritos su c. diciéndole: “¡Calvo, sube!” (2 R. 2:23). Parece ser que el profeta era todavía joven cuando esto aconteció. La tonsura, o recorte de pelo en la parte superior de la cabeza era algo prohibido (Lv. 19:27). Raerse la cabeza era una señal de duelo (Jer. 16:6; Mi. 1:16), pero no estaba permitido a los sacerdotes (Lv. 10:6).

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CALZADA Senda o camino con cierta preparación que lo elevaba del resto del terreno. Así, las c. de Dios “serán levantadas” (Is. 49:11). No se utilizaba, como en tiempos modernos, el construir aceras a ambos lados de la calle junto a las casas.

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CALZADO •Zapato.

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CALZONCILLOS Pieza de vestir que cubría las partes privadas de los hombres. En el caso de los sacerdotes era obligatorio utilizarlos para el culto, y debían ser de lino fino y cubrir “desde los lomos hasta los muslos” (Éx. 28:42).

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CALLE Espacio libre entre hileras de casas que se utiliza para la circulación de personas, animales y carruajes. En el Oriente Medio eran generalmente muy estrechas, sinuosas y sucias (“Como lodo de las c.” [2 S. 22:43; Sal. 18:42; Is. 10:6; Mi. 7:10; Zc. 9:3; 10:5]). Se utilizaban piedras para pavimentar las c., pero sólo en muy raras ocasiones. Algunas tenían nombre, como “la c. de los Panaderos”, en tiempos de Jeremías (Jer. 37:21), o “la c. que se llama Derecha” en Damasco, donde estaba Saulo tras su conversión (Hch. 9:11). En contraste con “el lodo de las c.” de las ciudades terrenales, se nos dice de la Jerusalén celestial que “la c. de la ciudad era de oro puro” (Ap. 21:21) y “en medio de la c. de la ciudad ... estaba el árbol de la vida” (Ap. 22:2).

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CAM Nombre de una persona y un lugar en el AT.

1. Segundo hijo de Noé. Tuvo, a su vez, cuatro hijos: Cus, Mizraim, Fut y Canaán (Gn. 10:6), de los cuales descienden los habitantes del continente africano, Egipto y Canaán, así como los pueblos del sur de Arabia. Sobre la narración de Gn. 9:22–27, cuando Noé descubre los efectos del fruto de la vid y “C., padre de Canaán, vio la desnudez de su padre” se dan muchas interpretaciones, todas con diversas dificultades. Para tratar de sortearlas, algunos piensan: a) que las palabras “vio la desnudez”, siguiendo la idea de Lev. 18, donde se prohíbe “descubrir la desnudez” de ciertos parientes, sugieren algún acto indecoroso más allá de la simple vista; y b) que Canaán, el nieto de Noé, participó de alguna manera en dicho acto. Esto se hace para explicar de alguna manera la razón por la cual la maldición fue lanzada sobre Canaán y no sobre C., su padre, pero esto no satisface a todos. •Canaán. •Canaán, Maldición de.

2. Nombre con el cual a veces se hace refe-rencia a Egipto, como “la tierra de C.” (“Después entró Israel en Egipto, y Jacob moró en la tierra de C.” [Sal. 78:51; 105:23, 27; 106:22]).

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CAMA Mueble utilizado para dormir sobre él. Su uso era bastante extendido en Egipto, aun en las clases menos privilegiadas. Pero los israelitas usualmente dormían en el suelo, sobre esteras o alfombras. Los más pobres se envolvían en sus capas. Por eso se prohibía tomar como prenda de un préstamo “el vestido de tu prójimo.... Porque sólo eso es su cubierta.... ¿En qué dormirá?” (Éx. 22:26–27). Eso no quiere decir que no se construyeran muebles especiales para dormir, pues vemos que en el caso de la pitonisa de Endor Saúl “se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una c.” (1 S. 28:23), lo que quiere decir que la c. era algo levantado a un nivel superior, sobre el piso. •Og, rey de Basán, tenía una cama de hierro (Dt. 3:11). La ramera que trata de seducir al joven incauto en Pr. 7:16 le dice: “He adornado mi c. con colchas recamadas con cordoncillo de Egipto”. El profeta •Amós habla de personas que “duermen en c. de marfil” (Am. 6:4). Si un deudor no pagaba corría el riesgo de que le quitaran su c. (“Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?” [Pr. 22:27]). En el NT la parábola de la lámpara que no se pone “debajo de la c.” se refiere a un “banco para comer” o un mueble con patas que podía usarse tanto para comer de día como para dormir de noche (Mr. 4:21). Como lugar donde más usualmente se llevaba a cabo el acto sexual (Cnt. 3:1), se exhorta a los cristianos a guardar “el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He. 13:4).

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CAMALEÓN Reptil del orden de los saurios. Una especie de lagarto de pequeña talla (25 a 30 cm de longitud) que se alimenta de insectos a los cuales caza con un rápido movimiento de su

larga lengua. Su color es verdoso. Cuando cambia de color puede pasar a un matiz bronceado, verde amarillento o verde azulado. Algunos tipos de c. son capaces de adoptar los colores de su entorno a voluntad. Vive en los arbustos. Puede pasar muchos días sin comer, pero necesita beber a menudo. Se mantiene inmóvil en las hojas esperando que una presa se ponga al alcance de su lengua y luego la toma. Aparece en la lista de animales prohibidos para comer (Lv. 11:30). Nombre científico: Chamaeleon. •Animales de la Biblia.

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CÁMARA El término hebreo heder comunica la idea de un lugar techado donde se puede gozar de privacidad (“Entonces José... buscó dónde llorar; y entró en su c., y lloró allí” [Gn. 43:30]). Generalmente se usa para las habitaciones de personas de autoridad (“Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la c. donde duermes” [Éx. 8:3]). Cuando •Is-boset fue asesinado, estaba durmiendo “sobre su lecho en su c.” (2 S. 4:7). En el •templo había muchas c., en las cuales moraban “cantores, jefes de familia de los levitas” (1 Cr. 9:33). RV60 a veces traduce la palabra como “aposento” (“He aquí tú lo verás en aquel día, cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte” [1 R. 22:25]).

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CAMBISTAS Personas que se encargaban en Israel de cambiar las monedas extranjeras por la local. En el caso del •templo, los judíos y los prosélitos que venían del extranjero a adorar tenían la necesidad de ese cambio, pues procedían “de todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5). Cada país, y muchas veces cada ciudad, tenía su sistema monetario propio. Las personas traían considerables sumas de dinero para sus gastos y para pagar el impuesto del templo y sus ofrendas. La moneda que se exigía para esos fines era la de •Tiro. El templo, además, servía como lugar para dejar en seguridad depósitos de dinero. Todo ello significaba una gran abundancia de monedas de diversas denominaciones y orígenes. Los c. usualmente trabajaban en los alrededores del templo, pero en la época de las grandes festividades se les permitía hacerlo en el atrio de los gentiles en vista de la abundancia de visitantes. Algunos eruditos dice que las comisiones que se cobraban eran de alrededor de 4 a 8%. Jesús “volcó las mesas de los c.” y dijo que habían convertido el templo en “cueva de ladrones” (Mat. 21:12–13; Mr. 11:15–17; Jn. 2:14–16). •Banquero.

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CAMELLO Cuadrúpedo. Rumiante. El c. es uno de los primeros animales domesticados por el hombre. Necesita poco cuidado y es apto para llevar mucha carga a grandes distancias, por lo cual era el medio de transporte preferido en el Oriente Medio, sobre todo para los desiertos. Además, porque se puede aprovechar de él su leche, la piel para correas y otros utensilios, su pelo blando, lanoso, con el cual se puede tejer tela para tiendas de campaña o vestiduras (Mt. 3:4; Mr. 1:6), y sus excrementos, que secados al sol constituyen un buen combustible. La carne, aunque dura y correosa, es comida por los pueblos orientales, pero a los israelitas les estaba prohibida (Lv. 11:4; Dt. 14:7). Era usado también para fines bélicos (Jue. 6:5; 7:12; 1 S. 30:17; Is. 21:7). David tenía un funcionario encargado de sus muchos c. (1 Cr. 27:30). La abundancia de c. era signo de riqueza personal. Así, Job tenía tres mil y luego seis mil c. (Job 1:3; 42:12). Las palabras del Señor Jesús: “Es más fácil pasar un c. por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt. 19:24; Mr. 10:25; Lc. 18:25) es una forma de hablar bastante usual entre hebreos, utilizando lo absurdo para enfatizar lo difícil de alguna cosa. Nombre científico: Camelus dromedarius. •Aguja. •Animales de la Biblia.

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CAMINAR •Andar. Caminar.

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CAMINO La vía para llegar a un sitio. Después de la •caída, Dios tuvo que impedirle al hombre “el c. del árbol de la vida” (Gn. 3:24). Se utiliza la palabra para aludir a la manera de vivir de las personas, que viene a ser “sus c.”. Así, leemos que antes del diluvio “toda carne había corrompido su c.” (Gn. 6:12). Pero Dios tiene sus maneras, o sus c. y da testimonio de que sabía que Abraham mandaría “a sus hijos... que guarden el c. de Jehová” (Gn. 18:19). Los c. de Dios no son como los c. del hombre, sino mucho más altos (Is. 55:8–9). Por eso los hombres deben pararse “en los c.” y preguntar “por las sendas antiguas, cuál sea el buen c.” (Jer. 6:16), para andar por él. Pues el hombre que no “estuvo en c. de pecadores” es bienaventurado (Sal. 1:1), ya que “Jehová conoce el c. de los justos” (Sal. 1:6). El Salmo 119, que habla tanto de la ley de Jehová, usa muchísimo el término c., enfatizando que el conocimiento de esa ley es para afectar la práctica, el comportamiento (Sal. 119:1, 3, 5, 9, 14, 15, 26, 27, etcétera). El Señor Jesús dijo: “Yo soy el c.” (Jn. 14:6). En el libro de los Hechos se habla de “C.” aludiendo al conjunto de las doctrinas y prácticas de los cristianos (Hch. 9:2; 24:14; 24:22).

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CAMINO DE UN DÍA DE REPOSO •Pesos y medidas de la Biblia. •Sábado.

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CAMÓN Lugar en tierra de Galaad donde fue sepultado Jair (Jue. 10:5).

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CAMPAMENTO Reunión de una tropa o un grupo de personas que se asientan en un lugar para fines de descanso, concentración de fuerzas, etcétera. Sitio donde un nómada pone su tienda. Este asentamiento ha de ser temporal, removible. En hebreo, la palabra tiene un origen militar, relacionado con la forma circular en que se disponían las tropas o las personas para hacer más fácil la defensa. Moisés estableció un orden para la forma en que debía acampar el pueblo de Israel en su peregrinación por el desierto. En el centro se ponía el •tabernáculo, luego los levitas alrededor de éste, y finalmente las tribus, “cada uno en su c., y cada uno junto a su bandera, por sus ejércitos” (Nm. 1:52–53), en el siguiente orden: Al E, Judá, Isacar y Zabulón; Al S: Rubén, Simeón y Gad; Al O: Efraín, Manasés y Benjamín; Al N: Dan, Aser y Neftalí.

Diferentes disposiciones obligaban a que ciertas actividades tenían que hacerse “fuera del c.”, especialmente el “becerro para la expiación”, que era quemado allí (Lv. 4:8–12), también ciertos restos de sacrificios (Éx. 29:14). Un leproso, o una persona que por cualquier razón llegare a estar inmunda tenía que vivir “fuera del c.” hasta el día de su purificación (Lv. 13:46; 14:3; Nm. 5:2–3). Las ejecuciones se hacían también “fuera del c.” (Nm. 15:36). En He. 13:11–12 se establece un paralelismo entre el hecho de sacar “fuera del c.” a los animales sacrificados cuya sangre se ha usado en la expiación, y la muerte del Señor Jesús, que “padeció fuera de la puerta”.

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CAMPANILLAS •Música e instrumentos musicales.

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CANÁ (Carrizo, junco, caña). Nombre de lugares en el AT.

1. Arroyo en la frontera de Efraín y Manasés. Pasaba cerca de •Siquem (Jos. 16:8; 17:9).

2. Ciudad que quedaba en la línea fronteriza de Aser. Se le conoce hoy como Qana, a unos 9.5 km al SE de Tiro (Jos. 19:28).

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CANÁ (DE GALILEA) Lugar donde el Señor Jesús hizo su “principio de señales” al convertir el agua en vino. El suceso tuvo lugar durante la celebración de una boda donde “estaba ... la madre de Jesús. Y fueron también invitados ... Jesús y sus discípulos” (Jn. 2:1–11). Sólo el evangelista Juan la menciona. Narra también, como una “segunda señal”, que allí el Señor recibió a “un oficial del rey”, que vino desde Capernaum y le pidió que sanase a su hijo. “Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive”. Y su hijo fue sano (Jn. 4:46–54). Natanael era oriundo de C. (Jn. 21:2). No se ha localizado con seguridad el sitio donde estaba C., pero lo más probable es que corresponda a Kfar Kaná, a unos 8 km al N de Nazaret.

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CANAÁN, CANANEOS La Biblia no da una descripción exacta de los límites de la tierra de Canaán, pero leemos que “fue el territorio de los cananeos desde •Sidón, en dirección a •Gerar, hasta •Gaza; y en dirección de •Sodoma, •Gomorra, •Adma y Zeboim, hasta Lasa” (Gn. 10:19). En Nm. 34:2–12 se dan unos límites que ponen en el extremo N una línea del mar Grande (Mediterráneo) hasta •Hamat; en el S se pone como límite “el torrente de Egipto”; al E la línea iba bajando desde Hamat, incluía la zona de •Damasco y seguía hasta la costa del mar de Cineret ( •Mar de Galilea) y el Jordán; y al O el mar Grande. La Transjordania no se incluía en las descripciones que se hacían de Canaán. Fue un territorio que varias tribus quisieron tener antes de pasar a la Tierra Prometida. A veces se dice que el cananeo “habita junto al mar, y a la ribera del Jordán” (Nm. 13:29).

“C. engendró a Sidón su primogénito, a •Het, al •jebuseo, al •amorreo, al •gergeseo, al •heveo, al •araceo, al •sineo, al •arvadeo, al •zemareo y al •hamateo” (Gn. 10:15–18). De manera, pues, que había una gran diversidad de pueblos que habitaban aquella tierra. A veces se les llama a todos “amorreos” (Gn. 15:16). C. no llegó nunca a conformar una unidad política sino hasta la llegada de los israelitas y el establecimiento de su reino. Existía una cantidad de ciudades con sus propios reyes. De las principales eran •Sidón, •Gebal, •Meguido, •Astarot, •Aco, •Siquem, •Jerusalén y •Ascalón. Por las diferencias en los nombres de los reyes en listas que se han encontrado, es fácil apreciar la diversidad de pueblos que invadieron en épocas remotas la tierra de Canaán. En Jos. 12 puede verse una lista de los 31 reyes cananeos que fueron conquistados por los israelitas.

La estratégica situación de C. la hizo presa apetecible de distintos imperios a través de la historia, y llegó a ser dominada, entre otros, por los egipcios y los heteos, mientras que, al mismo tiempo, los reyes locales se combatían los unos a los otros. Se calcula que la invasión israelita tuvo lugar aproximadamente en el año 1200 a.C. A su llegada, encontraron ciudades bien edificadas y una cultura más avanzada en muchos aspectos. La arquitectura cananea era superior aun a las estructuras que levantaron luego los israelitas sobre sus ruinas. En los distintos estratos que se han excavado pueden apreciarse palacios y fortalezas muy bien construidas y ornamentadas. Para la construcción del •templo, Salomón tuvo que usar técnicos fenicios. Durante mucho tiempo los filisteos poseyeron los secretos de la metalurgia, lo cual les permitió ventajas militares y políticas sobre Israel.

Pero en el momento de la invasión hebrea los cananeos habían comenzado a declinar. Su religión estaba llena de ritos orgiásticos y se practicaban los sacrificios humanos. La deidad principal se llamaba “El”, que mantenía su principalía a pesar de que de él se contaban

historias absurdas de crueldad. Su hijo, el famoso “Baal”, era el dios del trueno y la tormenta. Las diosas •Aná, •Astarté y •Asera dominaban el mundo de la fertilidad, el sexo y, al mismo tiempo, de la guerra. En su culto se practicaba la prostitución, tanto de hombres como de mujeres (Dt. 9:4–5). El deseo de Abraham de que su hijo no casara con una mujer cananea se debía precisamente a la escasa moralidad de los habitantes de la tierra (Gn. 24:3).

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CANAÁN, MALDICIÓN DE La execración que lanza Noé: “Maldito sea C., siervo de siervos será a sus hermanos” en Gn. 9:20–27 es interpretada por algunos judíos como cumplida a partir de la invasión israelita a la tierra de los cananeos. Otros señalan que C. sería siervo tanto de Sem como de •Jafet, lo cual piensan se cumplió con la invasión de los israelitas y los pueblos de las islas egeas (filisteos). En las leyendas judías surgió la supuesta explicación de que los descendientes de C. tenían la piel oscura como resultado de esta maldición, lo cual fue utilizado por muchos para intentar justificar la esclavitud de los africanos.

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CANANISTA (Deriv. del arameo: fanático, celoso). Apelativo que se usaba como sobrenombre de uno de los apóstoles, llamado •Simón, para diferenciarlo de Simón Pedro (Mt. 10:2–4; Mr. 3:18). La palabra equivalente a c. en griego es “zelote”. Por eso también se le llama así (Lc. 6:15; Hch. 1:13). No se sabe el motivo de este nombre, pero la mayoría de los eruditos suponen que era una alusión al movimiento revolucionario nacionalista judío de tiempos del ministerio terrenal del Señor Jesús. •Simón. •Zelote.

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CANASTA Recipiente que podía ser hecho de diversos materiales pero mayormente de cualquier tipo de fibra vegetal, que servía para varios usos. Se utilizan en el AT distintas palabras que se traducen como c. Las primicias de los primeros frutos debían ser traídas en una c. (Dt. 26:2, 4). Moisés, siendo un bebé, fué puesto en una c., probable-mente hecha con papiro, calafateada “con asfalto y brea” (Éx. 2:3). Las c. utilizadas para recoger el pan que sobró después de la alimentación de los 4.000 tenían que ser de gran capacidad, puesto que la palabra griega que se utiliza para mencionarlas es la misma usada para señalar la c. dentro de la cual Pablo fué bajado del muro de Damasco (Mt. 15:37, Hch. 9:25).

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CANCILLER Funcionario real en Israel y Judá. La palabra hebrea mazkĦr significa “uno que recuerda”. No se tienen detalles de los deberes de este cargo. Era uno de los consejeros del rey y posiblemente tenía la responsabilidad de conservar los archivos reales, así como escribir ciertos registros. No era un escriba, porque se nos dice que Salomón tenía a “Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, c.” (1 R. 4:3). En tiempos del rey •Ezequías, su c. se llamaba “Joa hijo de Asaf”, quien junto con otros se entrevistó con el •Rabsaces cuando éste sitió a Jerusalén (2 R. 18:17–19; Is. 36:3), lo cual parece indicar que el cargo incluía participación en asuntos de relaciones exteriores. Lo mismo sugiere el caso en que los enemigos de los judíos que reconstruían Jerusalén trataban de oponerse a la obra. “Rehum c. y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes” (Esd. 4:8–9).

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CANCIÓN Palabras dichas con música y ritmo. Los israelitas utilizaban mucho las c., tanto para el culto, como ayuda para memorizar textos y para eventos corrientes de la vida, incluyendo el amor (Sal. 45 tít.). Generalmente se piensa que las palabras de •Lamec, una

bravata violenta y autoenaltecedora fue una especie de c. (Gn. 4:23–24). Su hijo •Jubal es presentado como el inventor de los instrumentos musicales (Gn. 4:21). No se conoce mucho de la música de las c. israelitas, pero los estudiosos piensan que la misma no se hacía en la forma en que las conocemos hoy, sino que seguía patrones melódicos primitivos que pueden compararse mejor con los cantos gregorianos. No sabemos si todas las c. que se mencionan en la Biblia eran tales en el sentido musical, pues muchas quizás eran poemas, llamados cánticos, como el de Moisés (Éx. 15:1), el del pueblo de Israel al cavar el pozo de Beer (Nm. 21:17), etcétera. Pero es evidente que las c. eran mayormente expresiones de alegría, como cuando David volvía de matar a •Goliat (1 S. 18:6). Por los salmos sabemos que las c. se acompañaban de diversos instrumentos musicales (Sal. 81:2).

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CANDACE Reina de •Etiopía. El eunuco que fue evangelizado por •Felipe en “el camino que desciende de Jerusalén a Gaza” era un “funcionario de C. reina de los etíopes” (Hch. 8:26–27). C. no es un nombre propio, sino más bien el título de la gobernante, así como “faraón” lo era en Egipto. El término “Etiopía” se refiere a un área mayor a la ocupada hoy por la nación que lleva ese nombre. Incluía lo que se llamaba Nubia en el NE de África, desde las orillas del Nilo en el Alto Egipto hacia el E hasta el mar Rojo, con parte de lo que hoy es Sudán al S y al O el desierto libio. Sus ciudades principales eran Napata y Meroe, y se han encontrado en esta última tumba en forma de pirámide de varias “candaces”.

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CANDELERO •Tabernáculo. •Templo.

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CANE Ciudad mencionada en Ez. 27:23 junto a otras que sostenían mucho comercio con •Tiro. Es la misma •Calno de Is. 10:9 o •Calne de Am. 6:2. Actualmente se desconoce su ubicación.

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CANELA Árbol cuya corteza es interiormente muy aromática. Los expertos piensan que en Israel se conocía c. traída de la China, de Ceylán y de Indochina, y cada una de ellas tenía ciertas características que la distinguían de las otras. De la corteza se saca un aceite que se utilizaba como perfume en las habitaciones (Pr. 7:17) y el cuerpo (Cnt. 4:14). Era uno de los ingredientes para confeccionar el aceite de la unción (Éx. 30:23). Entre las mercaderías con que comerciaba “la gran Babilonia” se menciona la c. (Ap. 18:13). La flor de la c. es la •casia. Nombre científico: Cinnamonum. •Plantas de la Biblia.

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CANON Palabra que se utiliza restrictivamente para señalar los libros o escrituras que son aceptados como inspirados por Dios. El término es de origen sumerio y designaba a una caña o vara de medir. Así pasó a los hebreos y luego a los griegos que lo usaron para referirse a su literatura clásica. En el siglo II los cristianos lo adoptaron con el sentido de “regla de fe”. Luego, en el siglo IV los llamados padres de la Iglesia lo usaron con el sentido que tiene hoy, referido a la colección de libros de la Sagrada Escritura. Los judíos no tenían una palabra equivalente, pero utilizaban el concepto de “libros externos” para referirse a los no inspirados. En círculos cristianos se llaman canónicos a los libros inspirados y no canónicos a aquellos que no tienen esa característica. Cuando se discute si un libro debe o no estar incluido en el c. se dice que se habla de su canonicidad.

C. del Antiguo Testamento. Los judíos dividían los libros de las Sagradas Escrituras de diversas maneras, pero lo más frecuente era la catalogación en tres partes: la Ley (Torá) o Pentateuco, los Profetas (Nevi’im) y los Escritos (Ketuvim) o Hagiógrafa.

A la organización de los textos bíblicos en esa forma se llegó mediante un largo proceso por el cual poco a poco se fueron aceptando los distintos libros y grupos de libros. Ya en el año 180 a.C. Ben Sira, en su libro “Eclesiástico”, cap. 39 v. 1, hablaba de “la ley del Altísimo”, “la sabiduría de todos los antiguos” y “las profecías” como una especie de organización del c. En el prólogo a ese mismo libro, el nieto de Ben Sira menciona “la Ley, los Profetas y los otros libros de los antepasados”. Esta división en tres partes aparece también en Lc. 24:44, donde el Señor Jesús dice a sus discípulos: “Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

No hay dudas de que los libros de Moisés, la Torá, fue la primera parte de la Biblia en ser considerada como inspirada. Cuando se encuentra un ejemplar de la Torá en días del rey •Josías, se reconoce enseguida su autoridad. “Cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos”, el libro fue leído en público y se produjo una reforma religiosa (2 R. 22:8–20; 23:1–25). Otro momento en que fue leído en público el Pentateuco fue al retorno del exilio, en tiempos de Esdras y Nehemías (Neh. 8:1).

Los libros de los profetas fueron reconocidos rápidamente como inspirados, pero se estableció una especie de cierre del c. cuando entre los judíos tomó cuerpo el pensamiento de que a causa del pecado del pueblo éste había perdido el privilegio del ministerio profético. En la tradición judía se pensó que los últimos profetas enviados por Dios fueron •Hageo, •Zacarías y •Malaquías. Una característica de la época que se conoce como la del segundo •templo fue precisamente la ausencia de profetas. Ciertos pasajes eran usados para esta afirmación, especialmente Zac. 13:2 (“Haré cortar de la tierra a los profetas”), pero también Ez. 7:26; Am. 8:11 y Mi. 3:7. Se alegaba que las últimas palabras de Malaquías (4:4–6) son una especie de epílogo para todo el período de la profecía hasta entonces.

En cuanto a los libros hagiógrafos el proceso fue más largo, llegando hasta el siglo II d.C. Antes de eso, se usaba la expresión “la ley y los profetas”, lo que indica que la tercera parte de la colección bíblica no tenía un nombre fijo y estaba en vías de ser reconocida. Era de suponer que libros como Esdras, Daniel y Crónicas debieron haber sido clasificados dentro de los Profetas, pero no se hizo así por varias razones, entre otras porque fueron escritos muy posteriormente. Así, se les colocó entre los hagiógrafos.

Después de la destrucción de Jerusalén se intentó reconstituir el •Sanedrín en la ciudad de Jamnia. Los sabios escogidos discutieron, entre otras cosas, sobre la canonicidad de varios libros, como Eclesiastés y el Cantar de los Cantares. Se ha dicho que en el año 100 d.C. hubo una decisión sobre todo el c. del AT, pero algunos eruditos objetan diciendo que no hay prueba de ello.

Los judíos dispersos en lo que había sido antes el imperio heleno quisieron tener las Escrituras en griego y éstas se comenzaron a traducir. Pero en este proceso no se respetó el c. hebreo, sino que se incluyeron libros que los judíos no habían reconocido como inspirados. Además, se hizo un reordenamiento de los libros, que se catalogaron en atención a sus características literarias, y surgió así la división en cuatro partes: La Ley, los libros históricos, los poéticos y didácticos y los proféticos.

C. del Nuevo Testamento. Los creyentes del primer siglo de la era cristiana considera-ban como Santas Escrituras a todos los libros del AT que figuran en el c. hebreo, y constantemente hacían citas de él, pero las noticias sobre la vida del Señor Jesús y las doctrinas de su evangelio eran al principio un material oral. El crecimiento de las iglesias y la

expansión del cristianismo fueron levantando requerimientos que surgían espontáneamente (en apariencia) y que motivaron a algunos apóstoles y discípulos a escribir cartas instructivas a iglesias y personas. De esas cartas se hacían copias que circulaban ampliamente. Y ya en el siglo I tenemos el testimonio de Pedro referente a las epístolas de Pablo que dice que en ellas hay algunas cosas difíciles “de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras” (2 P. 3:15–16).

Al mismo tiempo, diversas personas se dedicaron a coleccionar los dichos del Señor Jesús, recogiendo los que circulaban de boca en boca, sobre todo entre los apóstoles (Lc. 1:1–3). Luego surgieron los •evangelios, de los cuales se escribieron muchos, pero las iglesias, sin un concierto previo, iban examinando la gran diversidad de escritos que se producían para determinar cuáles de ellos tenían autoridad apostólica, ya sea porque fueran apóstoles los autores o personas que trabajaron con ellos. No todas las iglesias conocían todos los escritos al mismo tiempo, de manera que unas aceptaban algunos de ellos como inspirados y los usaban, rechazando otros. Así, el desarrollo del c. del NT se realizó en el devenir de varios siglos, bajo el escrutinio de muchas iglesias y personas en distintos lugares.

En el siglo II los líderes cristianos que habían conocido a los apóstoles, a los cuales se les llama “padres apostólicos”, escribieron cartas y tratados doctrinales en los cuales hay citas del AT, así como de diversos pasajes claramente influenciados por libros del NT, incluso algunas citas de él, pero éste todavía no formaba un cuerpo como tal. Se cuidaban, sin embargo, de poner muy en claro que ellos no escribían con la misma autoridad que las Santas Escrituras, es decir, que no lo hacían bajo la inspiración del Espíritu Santo, con lo cual ya de por sí estaban creando un deslinde que establecía diferencias entre sus opiniones y los escritos inspirados.

A pesar de sus combatidas proposiciones heréticas, es posible que debamos a Marción la primera lista que se conoce de libros del NT, la cual compuso probablemente en la primera mitad del siglo II. En ella incluía solamente el Evangelio de Lucas y diez cartas del apóstol Pablo. No tomó en consideración las epístolas pastorales, ni Hebreos, ni las epístolas de los otros apóstoles. Pero por su ejemplo podemos darnos cuenta de que ya se veía en las iglesias la necesidad de establecer una “lista oficial” de escritos neotestamentarios considerados como inspirados por Dios. Se conoce también un documento publicado en el año 1740, pero probablemente escrito a mediados del siglo II, que contiene otra lista. Se da el nombre de “fragmento muratoniano” a la misma porque su descubridor y publicador fue Ludovico Antonio Muratori. La lista se compone de ochenta y cinco líneas, faltando el principio y el final. En ella se incluyen tres Evangelios. No se lee el nombre del Evangelio de Mateo, pero se estima que éste iniciaba la enumeración. Después de los Evangelios aparecen los Hechos, más trece epístolas de Pablo. También incluye a Judas y dos epístolas de Juan, pero deja fuera I Juan y I y II Pedro, Santiago y Hebreos. Menciona una Epístola a los Laodicenses y otra a los Alejandrinos. Dice que la Iglesia reconocía el Apocalipsis de Juan pero no el de Pedro. Además, nombra el “Pastor” de Hermas y escritos de Valentino, Basílides y otros autores, pero indica que no son aceptados por la Iglesia.

Ya a finales del siglo II la mayoría de las iglesias aceptaban como inspirados casi todos los libros que hoy componen el NT. En efecto, existía una colección compilada como tal, con obras traducidas al latín que circuló mayormente en el N de África. Tertuliano, Cipriano y Agustín llegaron a utilizarla. Se hacían algunas exclusiones, tanto por parte de la iglesia romana como la siria. Los libros que más tardaron en ser reconocidos como canónicos fueron Apocalipsis, II Pedro, Santiago, II y III Juan, y Hebreos. Estas divergencias desaparecieron casi por completo en el siglo III, y se confirmó luego el c. del NT en diferentes concilios, comenzando con el de Nicea, en el año 325 d.C.

El orden en que aparecen los libros del NT no obedece a un criterio cronológico, sino a un conjunto de factores que se discutieron en el siglo II d.C. Las epístolas de Pablo se colocaron en orden a su extensión.

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CANTAR DE LOS CANTARES Libro escrito en forma poética, como los •Salmos, •Proverbios, •Eclesiastés y •Lamentaciones. El título en la versión castellana viene de la Vulgata, que tradujo como Canticum Canticorum unas palabras que en hebreo podrían significar “lo mejor de las canciones de Salomón”. Este libro es único en muchos sentidos. Al igual que el libro de •Ester, en C. de los C. no se menciona a Dios. Pero Ester por lo menos tiene mucho sentido nacionalista, lo cual está ausente en C. de los C. Como la Biblia es un libro eminentemente religioso muchas personas han tenido dificultad para entender el papel de este poema amoroso dentro del •Canon. En efecto, no faltaron sugerencias para su exclusión. Cuando se suscitó este tema en la reunión de Jamnia en el año 90 d.C., el famoso rabino Akiva, defendió su inclusión, diciendo que todas las Escrituras eran santas, pero que el C. de los C. era “la más santa entre las santas”, comparándola con el Lugar Santísimo.

Algunos han planteado que no se trata de un solo poema sino una colección de poemas amorosos. El poeta utiliza imágenes muy atrevidas, así como expresiones y comparaciones de gran hermosura. Y a pesar de que su tema es el amor humano, entre un hombre y una mujer, con claras connotaciones eróticas, en ningún momento el poema cae en lo prosaico o vulgar, y mantiene siempre una altura expresiva que ha sido la admiración de todos.

También se ha planteado que fue escrito en forma de un drama. Unos decían que con dos personajes, otros que con tres. La teoría del drama con dos personajes pone a Salomón y la Sulamita, mientras que la de los tres personajes introduce a un supuesto pastor que es el verdadero prometido de la muchacha. Salomón se ha llevado a la joven a su harén, pero las exclamaciones de amor de ésta son interpretadas como dirigidas a su novio, el pastor, al que permanece fiel y con quien finalmente logra unirse. Esta teoría, sin embargo, parece muy forzada y generalmente los eruditos la rechazan, prefiriendo ver solamente dos personajes, y sin atribuir a la obra la cualidad de drama, sino viéndola como un poema lírico sin nada que se parezca a una moraleja final. Esto no elimina la posibilidad de que este poema fuera escrito para ser leído con la participación de varias voces, entre ellas un coro.

Se han propuesto tres teorías de interpretación del C. de los C.: la naturalista o literal, la alegórica, y la simbólica. Los rabinos siempre le dieron una interpretación alegórica, pensando que el libro habla de la relación amorosa de Dios con su pueblo Israel. Más tarde algunos de los llamados padres de la Iglesia siguieron ese ejemplo, pero cambiando a Israel por la Iglesia. Es decir, que el poema describe el amor del Esposo, que es Cristo, por su Esposa, que es la Iglesia. Orígenes fue el primero en introducir esta teoría. La interpretación literal pone atención al poema como fruto de una realidad histórica específica, esto es, el idilio entre dos personas: una de ellas fue la Sulamita y otra que proba-blemente fuera Salomón. Se miran entonces las expresiones del escrito como verdaderas confesiones y exclamaciones de amor entre humanos. La interpretación simbólica reconoce como histórico el hecho de ese idilio, pero piensa que del mismo pueden colegirse enseñanzas y símbolos que apuntan a realidades de otro orden, como sucede con muchas otras escrituras. El Salmo 45, por ejemplo, es una “canción de amores”, probablemente para uso en una boda real, pero no hay dudas de que su lenguaje encierra enseñanzas relacionadas con la persona de Cristo. Lo mismo puede hacerse con C. de los C.

En cuanto a quién lo escribió y cuándo, ha habido también mucha discusión. Los lingüistas señalan que al parecer fue escrito en tiempos en que ya el arameo había desplazado al hebreo como lengua popular, pero hay suficientes arcaísmos como para asegurar que

probablemente fuera escrito, o por lo menos fuera editado en la forma en que lo conocemos, alrededor del año 400 a.C. Esto no rechaza el posible origen salomónico del C. de los C. que es la tradición corrientemente aceptada, puesto que el texto pudo muy bien surgir en días de Salomón y pasar por un proceso de conservación y, al mismo tiempo, de elaboración, hasta llegar a la forma de hoy.

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CÁNTARO Traducción de varias palabras hebreas y griegas que señalan todas a una vasija, generalmente de barro, de distintos usos y dimensiones. En el caso de •Rebeca se trataba de un c. para cargar una buena cantidad de agua para fines domésticos (Gn. 24:14–46). Un hombre que lleva un c. de agua serviría de señal a los discípulos enviados por el Señor Jesús en razón de que no se acostumbraba que los hombres hicieran eso (Mr. 14:13; Lc. 22:10). Se usaban c. para guardar vino (Hag. 2:16; Jn. 2:6). •Gedeón hizo que sus soldados llevaran teas encendidas dentro de c., lo cual no permitía que fueran observados al acercarse de noche al campamento enemigo (Jue. 7:16–20). El c. roto junto a la fuente es una figura poética que habla de la vejez, cuando la persona no puede disfrutar, aun teniéndolas cerca, de ciertas cosas a causa de la debilidad (Ec. 12:6). La mujer samaritana, tras hablar con el Señor, “dejó su c.” y fue a dar la buena nueva a su ciudad (Jn. 4:28).

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CÁNTICO GRADUAL Inscripción que se encuentra como título en los Salmos 120 al 134. No se sabe exactamente su significado. Los eruditos exponen diversas opiniones. Una de ellas es que la composición de las palabras usa un sistema “en ascenso”, conectando la última palabra de una cláusula con la primera de la próxima. Otra alega que la expresión está relacionada con el tipo de melodía que se debía usar. La tradición judía (Misná) es que estos salmos eran cantados sobre unas gradas, en número de quince, que existían en el segundo •templo. Algunos piensan que eran cantados por los peregrinos que iban subiendo hacia Jerusalén, por lo cual les viene el nombre de gradual, o “en ascenso”.

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CANTO •Música e instrumentos musicales.

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CANTORES, CANTORAS •Música e instrumentos musicales.

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CAÑA •Junco.

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CAÑA AROMÁTICA •Cálamo aromático. •Plantas de la Biblia.

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CAÑA (Medida). •Pesos y medidas de la Biblia.

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CAPA •Ropa. Vestido.

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CAPADOCIA Provincia romana situada en el Asia Menor en lo que hoy es Turquía. Tenía el •Ponto o mar Negro al N, al S la •Cilicia, al E Armenia y al O •Galacia. Por causa de la trasmigración realizada por los asirios muchos israelitas vivían allí. Se conocen documentos sobre ellos desde el siglo II a.C. Algunos de estos israelitas estaban en Jerusalén y escucharon el sermón de Pedro el día de •Pentecostés (Hch. 2:9). Luego el mismo Pedro dirige una epístola “a los expatriados de la dispersión” en C. (1 P. 1:1).

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CAPERNAUM (Ciudad de Nahúm). Ciudad en la ribera del mar de Galilea. A pesar de su nombre no es el lugar de nacimiento del profeta •Nahúm. El Señor Jesús “dejando a Nazaret, vino y habitó en C., ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí” (Mt. 4:13), y la utilizó como centro para su ministerio, por lo cual fue llamada “su ciudad” (Mt. 9:1). El evangelio de Marcos utiliza dos veces la expresión “estar en casa” (Mr. 2:1; 9:28), lo que da una idea de la familiaridad del Señor con el lugar. Por lo menos cinco de sus apóstoles eran pescadores de C., ciudad que sirvió de escenario para muchos de sus milagros. Allí sanó al siervo del centurión (Mt. 8:5–13), lo cual parece indicar que en C. había una guarnición militar. Probablemente había también una aduana o un puesto de recolección de impuestos a cargo de Leví, o •Mateo, que se convirtió en un discípulo de Cristo (Mt. 9:9).

Pedro tenía su casa en C. y su suegra fue sanada allí de una fiebre (Mt. 8:14–15). Jesús en “los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba” en C. (Mr. 1:21). El famoso sermón del “pan de vida” fue predicado en esa sinagoga (Jn. 6:59). Predicando un día, la multitud era tan grande que tuvo que pedir a Pedro que apartara una barca para predicar desde ella (Mt. 13:1–2). Asimismo sanó a un hombre “que tenía seca una mano” (Mt. 12:9–13). Curó a un paralítico que le bajaron en su lecho desde el techo de una vivienda (Mr. 2:3–12). Resucitó a la hija de Jairo (Mr. 5:41–42). Fueron tantos los milagros que realizó allí que estando en Nazaret él mismo esperaba que le dijeran: “De tantas cosas que hemos oído que se han hecho en C., haz también aquí en tu tierra” (Lc. 4:23). Sin embargo, el Señor mismo se quejó de la incredulidad de C.: “Y tú, C., que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida” (Lc. 10:15). Las ruinas que se han encontrado en Tel Hûm son identificadas como el lugar de la antigua C. En las excavaciones se encontró una hermosa sinagoga de finales del siglo II o comienzos del III d.C. De igual manera restos de una iglesia del siglo IV d.C.

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CAPITÁN Esta palabra es la traducción de unos doce vocablos diferentes en el hebreo y el griego que tienden a significar el jefe, la cabeza de una partida de personas, civiles o militares pero mayormente éstos últimos. Usualmente se utilizaba para señalar al que se ponía al frente de un grupo de personas, como en Nm. 14:4: “... decían el uno al otro: Designemos un c., y volvámonos a Egipto”. El número de las personas debajo de un capitán podía variar mucho, como en Nm. 31:14: “Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra”. A veces, pues, la palabra c. se usa para señalar al líder principal de un ejército, como en Jue. 4:2: “Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor; y el c. de su ejército se llamaba Sísara”.

En tiempos de Saúl el ejército ya se había organizado en compañías de mil personas (1 S. 17:18). David organizó milicias en divisiones de veinticuatro mil personas que servían cada mes del año (1 Cr. 27:1–15), cada una con su jefe. En 2 R. 1:9 se señala la cantidad de soldados que comandaba un c.: “Luego envió [Ocozías] a él [Elías] un c. de cincuenta con

sus cincuenta” (2 R. 1:9). Lo cual parece indicar que un c. comandaba esa cantidad de personas. En 2 R. 11:19 se nos dice: “Después tomó [Joiada] a los jefes de centenas, los capitanes, la guardia y todo el pueblo de la tierra...” En el NT se utiliza la nomenclatura romana y se decía quiliarcos, o comandante de mil hombres, traducido “tribuno” en varios lugares (Jn. 18:12; Hch. 21:31, etcétera) los cuales tenían bajo su mando a centuriones, o c. de cien hombres.

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CARA •Rostro.

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CARACOL Molusco cuya concha toma forma de espiral. Cuando los peldaños de una escalera se organizan de esa manera para permitir un ascenso más vertical se dice que es una “escalera de c.”. En el •templo de Salomón había una de ellas (1 R. 6:8). Aparece también en una visión de Ezequiel (Ez. 41:7). El animal que vive en la concha de algunos caracoles es una especie de gusano que se disuelve fácilmente si entra en contacto con ciertas sustancias. El impío se “deslíe” como el caracol (Sal. 58:8). •Animales de la Biblia.

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CARAVANA Agrupación de personas y animales que se hacía para llevar mercancías de un lado a otro, especialmente en el Oriente Medio. Gran parte del comercio se realizaba en c., pues los negociantes se juntaban por razones de seguridad. A veces les acompañaban también otro tipo de viajeros o peregrinos. Usualmente acampaban en oasis u hostales cercanos a las ciudades. Al principio se usaban más los asnos, pero después se impuso el camello. Cuando José iba a ser asesinado por sus hermanos, vieron “una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto” (Gn. 37:25). De seguro era una c. Como el comercio de •Tiro se hacía mayormente por mar, se dice en Ezequiel: “Las naves de Tarsis eran como tus c.” (Ez. 27:25).

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CARBÓN Material vegetal o mineral que sometido al fuego se encendía y producía a su vez un fuego, calor y luz. Lo que utilizaban los israelitas era mayormente el c. vegetal. Se dice poéticamente que el aliento de Dios “enciende los c.” (2 S. 22:9; Job 41:21; Sal. 18:8). En el altar de Dios hay “c. encendidos” que son utilizados para purificar los labios de Isaías (Is. 6:6). En la visión de Ezequiel, “la semejanza de los seres vivientes” tenía un aspecto “como de c. de fuego encendidos” (Ez. 1:13). •Fuego.

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CARBUNCLO Piedra preciosa mencionada como una de las que componían el •pectoral del sumo sacerdote (Éx. 28:17; 39:10). Dios prometió sobre Jerusalén: “Yo cimentaré tus piedras sobre c. ... tus puertas de piedras de c.” (Is. 54:11–12). En Ez. 28:13, hablando de una figura que muchos identifican con Satanás, se nos dice que estuvo “en Edén, en el huerto de Dios ... de toda piedra preciosa era tu vestidura, de ... c.”. Como c. se conocía una piedra preciosa de color rojo que se extraía de las minas de cobre de la península de Sinaí. •Piedras preciosas.

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CARCA Ciudad fronteriza en el territorio de Judá (Jos. 15:3).

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CARCAS Uno de los “siete eunucos que servían delante del rey •Asuero”, a quienes éste mandó buscar a la reina •Vasti (Est. 1:10).

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CÁRCEL Aunque en Egipto se conocían las c., pues José estuvo en una de ellas, en las leyes que Dios dio a Israel en el desierto no se incluyeron penas que privaran de libertad a las personas ( •Ciudades de refugio). La necesidad de movilidad impedía que hubiera instalaciones permanentes para este fin. Entre los israelitas la c. era usada de manera preventiva, mientras se decidía cuál sería la pena que se iba a aplicar, como en el caso de un hombre que violó el sábado (Lv. 24:12). También se mencionan los encarcelamientos de varias personas en c. por instrucciones administrativas u órdenes de un gobernante, casi siempre por motivos políticos. Así, el rey •Acab echó en la c. al profeta •Micaías (1 R. 22:27) y •Asa encarceló a •Hanani (2 Cr. 16:10).

Los filisteos tenían c., puesto que pusieron a •Sansón en una de ellas (Jue. 16:21). Los caldeos encarcelaron al rey •Joaquín, de Judá (2 R. 17:4). La c. usada por los reyes judíos se encontraba adjunta a “la torre alta que sale de la casa del rey” (Neh. 3:25). A Jeremías lo mantuvieron preso allí durante el sitio de Jerusalén por los caldeos (Jer. 32:2; 38:6).

Se mencionan varias veces las c. en los tiempos del NT. El Señor Jesús animaba: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto ... no sea que ... te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la c.” (Mt. 5:25). También hizo una parábola en la cual un siervo echó a otro “en la c.” por una deuda pequeña (Mt. 18:30). Profetizó que sus seguidores serían echados en c. (Lc. 21:12). “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria” y haga juicio, bendecirá a muchos, diciendo: “Tuve hambre, y me dísteis de comer ... estuve ... en la c., y vinisteis a mí” (Mt. 25:31–40). Juan el Bautista fue puesto en una c. (Mt. 11:2). Muchos de los apóstoles y los primeros cristianos estuvieron presos en c. (Hch. 4:3; 5:18; 8:3; 12:4, etcétera). El que más c. conoció fue el apóstol Pablo (2 Co. 6:5; 11:23). En Hebreos se exhorta a los creyentes: “Acordáos de los presos” (He. 13:3), refiriéndose a cristianos que estaban en la c. •Cepo.

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CARCOR Lugar donde se reconcentraron •Zeba y Zalmuna, reyes de Madián, cuando iban huyendo de Gedeón (Jue. 8:10).

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CARDO Arbusto espinoso. Hay muchas clases de c. en Israel, y se usó en la Biblia varias palabras para referirse a ellos. Estudiosos de la flora de la Tierra Santa señalan a la Centaura spinosa (Gn. 3:18; Os. 10:8); la Scolymus maculatus (Os. 9:6, “ortiga”); la Silybum marianum (Is. 34:13), etcétera. •Espinas. •Plantas de la Biblia.

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CARGA Algo que pesa mucho. Responsabilidad que tiene que asumirse. Problema que debe sufrirse. Molestia. Faraón puso comisarios para recabar los tributos del pueblo israelita para “que los molestasen con sus c.” (Éx. 1:11). Las responsabilidades de los hijos de •Coat en el •tabernáculo son llamadas “las c.” (Nm. 4:15). Abrumado por el mucho trabajo, Moisés dijo al pueblo: “¿Cómo llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras c. y vuestros pleitos?” (Dt. 1:12). Job se quejaba de haberse convertido en “una c. para mí mismo” (Job 7:20). David dijo que sus iniquidades “como c. pesada” se habían agravado sobre él (Sal 38:4). Es enseñanza

del NT que debemos sobrellevar “los unos las c. [gr. baros] de los otros” (Gá. 6:2), entendiéndose aquí c. como dificultades y tentaciones. Pero que “cada uno llevará su propia c. [gr. phortion]”, o sea, su propia responsabilidad (Gá. 6:5).

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CARISIM (Artífices). Lugar no identificado donde se asentaron algunos miembros de la tribu de Judá, llamados hijos de “Joab, padre de los habitantes del valle de C., porque fueron artífices” (1 Cr. 4:14). Es posible que realmente éstos fueran •ceneos.

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CARISMAS •Dones espirituales.

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CARMEL (Jardín de frutas). Aldea en el territorio de Judá (Jos. 15:55). Tras la victoria de Saúl contra los amalecitas “se levantó un monumento” allí (1 S. 15:12). •Nabal, hombre muy rico, “tenía su hacienda en C.”. Tras su muerte, David tomó a su viuda por mujer (“ •Abigaíl, la del C.” [1 S. 25:39–42]).

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CARMELO (Jardín de frutas, o de árboles). Monte principal de una sierra de unos 20 km de largo, que se halla en la parte N de la llanura costera de Israel. En la conquista de la Tierra Prometida los israelitas vencieron al “rey de Jocneam del C.” (Jos. 12:22). Sirvió de punto de referencia para marcar la frontera de la tribu de Aser (Jos. 19:26). Su forma imponente, especialmente cuando se ve desde el mar, hizo que muchos antiguos creyeran que era la habitación de un dios. C. está muy cerca de Fenicia. Se conoce una inscripción romana que dice que los fenicios adoraban allí a Hadad, Baal del C. Por tanto, la solicitud del profeta •Elías al rey •Acab: “Congrégame a todo Israel en el monte C.” (1 R. 18:19) fue un verdadero desafío al culto pagano.

Cuando Dios consumió con fuego el sacrificio de Elías, el pueblo aclamó a Jehová y el profeta mató allí 450 “profetas de Baal” (1 R. 18:19–40). Se nos dice que •Eliseo vivía en el C. (2 R. 2:25; 4:25). En la esperanza de Sion se incluye que “la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del C. y de Sarón” (Is. 35:2). Esa belleza es tal que en Cnt. 7:5 se dice a la esposa: “Tu cabeza encima de ti, como el C.” En el momento de su ira “Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén ... y se secará la cumbre del C.” (Am. 1:2), cosa que nadie podrá evitar, porque “si se escondieren en la cumbre del C., allí los buscaré y los tomaré” (Am. 9:3). Pero promete que volverá “a traer a Israel a su morada, y pacerá en el C. y en Basán” (Jer. 50:19). El monte C. tenía exhuberante vegetación, lo cual explica las expresiones sobre secarse el monte por la ira de Dios, algo considerado como muy extremo o difícil. Asimismo, por la abundancia de árboles, podía ser refugio de alguien que quisiera esconderse, siempre y cuando no fuera Dios quien lo buscara.

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CARMELITA Habitante del monte Carmelo. Hezrai, uno de los valientes de David, era c. (2 S. 23:35; 1 Cr. 11:37).

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CARMESÍ Color rojo negruzco que se obtenía de un insecto llamado cochinilla, del cual hay muchas especies. Se le secaba y luego se molía. Con el polvo se teñía la lana u otro tejido. Los hijos de Israel debían ofrendar c. para la construcción del •tabernáculo, pues era un material muy requerido para las cortinas, el velo, el pectoral, etcétera (Éx. 25:4; 26:1; 26:31; 28:15).

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CARMI Nombre de personas del AT.

1. Hijo menor de Rubén. Acompañó a su padre cuando Jacob y su familia fueron a ver a José en Egipto (Gn. 46:9; Éx. 6:14).

2. Padre de •Acán, el que “tomó del anatema” (Jos. 7:1).

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CARMITAS Rubenitas descendientes de Carmi (Nm. 26:6).

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CARNE La primera referencia a la palabra c. en la Biblia aparece en Gn. 2:21, donde dice que Dios “cerró la c. en su lugar” tras tomar una costilla de Adán para hacer a Eva. Así, c. (heb. basar) es lo que forma el cuerpo del hombre. También de los animales, pues el propósito del •diluvio fue “destruir toda c. en que haya espíritu de vida” (Gn. 6:17). La expresión “toda c.” se utiliza mayormente para referirse a la humanidad (“Tú oyes la oración; a ti vendrá toda c.” [Sal. 65:2]). Dios promete derramar su Espíritu “sobre toda c.” (Jl. 2:28). La c. no es duradera (“Se acordó de que eran c., soplo que va y no vuelve” [Sal. 78:39]). “Toda c. es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita” (Is. 40:6).

También en el NT la palabra c. alude a lo que forma el cuerpo. “No toda c. es la misma c., sino que una c. es la de los hombres, otra c. la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves” (1 Co. 15:38–39). Tras la resurrección, el Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Palpad y ved; porque un espíritu no tiene c. ni huesos, como veis que yo tengo” (Lc. 24:39). Pero se pone especial cuidado en diferenciar las alusiones al “cuerpo” (gr. soma) y a la c. (gr. sarx). Cuando se usa este último término la referencia más frecuente es a todo aquello que en el hombre, aun en el creyente, intenta operar en una esfera independiente de la confianza en Dios y opuesta a su voluntad. Es lo que lleva al hombre a querer regirse por sus instintos y pensamientos, lo cual afecta sus sentimientos, actitudes, deseos, motivaciones, intenciones y pasiones. Así, se establece una contraposición entre c. y espíritu. Entre “andar conforme a la c.” y hacerlo “conforme al Espíritu” (Ro. 8:1). “El deseo de la c. es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la c.” (Gá. 5:17). “La mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Ro. 8:7).

El uso de la palabra c. con los dos sentidos antes expuestos aparece claramente en 2 Co. 10:2–4: “... algunos que nos tienen como si anduviésemos según la c. Pues aunque andamos en la c., no militamos según la c.; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios”. El apóstol reconoce que “andamos en la carne”, pero “no militamos” según ella. El creyente no vive, no milita, de conformidad a los instintos y pensamientos que surgen dentro de su naturaleza carnal, sino que se guía por el Espíritu de Dios. Pues la c. produce obras muy negativas, mientras que el Espíritu produce frutos agradables a Dios. Por eso los creyentes “han crucificado la c. con sus pasiones y deseos” (Gá. 5:18–25).

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CARNERO El macho de la oveja, cuando pasa de un año. El menor de un año se llama cordero. Se daba preferencia al sacrificio de los c. a fin de preservar los vientres reproductores de las ovejas. Dios pidió “un c. de tres años” a Abraham para un sacrificio (Gn. 15:9). Y luego proveyó uno para ser sacrificado en lugar de Isaac (Gn. 22:13). En el •tabernáculo se usaron “pieles de c. teñidas de rojo” (Éx. 25:5). Para la consagración de Aarón y sus hijos se sacrificaron c., uno de ellos llamado “de las consagraciones” (Éx. 29:1, 27).También para los sacrificios de expiación (Lv. 5:15), de paz (Lv. 9:4) y los holocaustos (Lv. 8:18). •Animales de la Biblia.

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CARPINTERO Persona que trabaja la madera para construir muebles, arados y otros artefactos. Los c. eran también maestros constructores en la edificación de viviendas. Desafortunadamente, también fabricaban ídolos (Is. 44:13). Como los israelitas fueron nómadas en el desierto por largo tiempo, esta artesanía no se desarrolló mucho en ellos, por lo cual “Hiram rey de Tiro envió a David embajadores, y madera de cedro, y albañiles y c., para que le edificasen una casa” (1 Cr. 14:1). El Señor Jesús fue conocido como c. (Mt. 13:55; Mr. 6:3). •Artesanos.

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CARPO (Fruto). Cristiano que recibió en su casa de Troas al apóstol Pablo. Escribiendo desde la prisión en Roma, Pablo le pide a •Timoteo que le traiga “el capote que dejé en Troas en casa de c., y los libros, mayormente los pergaminos” (2 Ti. 4:13).

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CARQUEMIS (Ciudad del [dios] Quemos). Ciudad sirio-hetea estratégicamente situada cerca de los primeros vados del río Éufrates de forma tal que era un cruce obligado de muchas rutas comerciales. Se le identifica hoy con Jerablus, a unos 100 km al NE de Alepo. Ciudad-reino unas veces y en otras conquistada y hecha tributaria por distintos pueblos, fue finalmente destruida por los asirios, quienes deportaron a sus habitantes. Es posible que a eso se refiera Is. 10:9: “¿No es Calno como C., Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?”

En tiempos del rey Josías, “Necao rey de Egipto subió para hacer guerra en C. junto al Éufrates; y salió Josías contra él” (2 Cr. 35:20). El propósito de este faraón era ayudar a los asirios, sus aliados, que estaban en guerra con los caldeos. Josías murió en una batalla que tuvo lugar en •Meguido. Necao II siguió hasta C. y la ocupó. Sin embargo, el profeta Jeremías emitió una palabra “con respecto a Egipto: contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en C.” (Jer. 46:1–28) prediciendo que los egipcios serían derrotados, como sucedió, por mano de •Nabucodonosor II en el año 605 a.C. Los egipcios tuvieron que retirarse. De esta manera los caldeos controlaron todo el O de Mesopotamia, y siguieron más tarde su expansión hacia el S, que traería como consecuencia la toma de Jerusalén.

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CARRIZO Planta que crece en terrenos muy húmedos o pantanosos (Is. 19:6). La madre de Moisés “tomó una arquilla de juncos ... y lo puso en un carrizal a la orilla del río” (Éx. 2:3). El que se encuentra en el Nilo recibe el nombre científico de Typha angustata. •Plantas de la Biblia.

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CARRO Vehículo de tracción animal. Se hacían de diversas formas para muchos usos, pero la mayor cantidad de referencias en la Biblia es a aquellos que tenían fines militares ( •Armadura y armas). Los patriarcas no usaron c., que aparecen mencionados por primera vez en la historia de José (Gn. 41:43; 45:19; 46:29). Se sabe que fue un pueblo llamado los hicsos quienes introdujeron en Egipto el uso de la rueda. Por tanto, la mencionada historia debe colocarse en tiempos de la dominación de dicho pueblo, o después.

El c. para fines civiles era de madera, halado por caballos o por bueyes. Podía tener dos o cuatro ruedas y su uso era mayormente para carga. Se sabe que en la peregrinación por el desierto los israelitas tenían c., porque “los príncipes de Israel ... trajeron sus ofrendas delante de Jehová” en “seis c.”, los cuales Moisés entregó a los levitas para uso en su ministerio (Nm. 7:2–8). Los filisteos, para devolver el •arca a los israelitas, la pusieron sobre un c. al cual uncieron dos vacas (1 S. 6:1–10). En el primer intento de traslado de dicha arca a Jerusalén, la pusieron sobre “un carro nuevo”, halado por bueyes (2 S. 6:1–7). Durante la cosecha, las gavillas eran cargadas en un c., de donde sale la expresión de Amós 2:13 (“...yo os apretaré en vuestro lugar; como se aprieta el c. lleno de gavillas”). El profeta Isaías habló de que “Jehová vendrá con fuego, y sus c. como torbellino, para descargar su ira con furor” (Is. 66:15). La idea de fuego y torbellino se relacionan a veces con una manifestación gloriosa de la presencia de Dios. En la ascensión de Elías, “un c. de fuego con caballos de fuego” lo separó de Eliseo y el profeta “subió al cielo en un torbellino” (2 R. 2:11). En la descripción de “la visión de la semejanza de la gloria de Jehová” que tuvo Ezequiel se incluyen las ideas de “viento tempestuoso ... nube ... fuego envolvente ... resplandor ... relámpagos....” y también de cuatro “ruedas” (Ez. 1:1–28). En esta visión Dios aparece en su trono. Como en el Sal. 99:1 Dios aparece “sentado sobre los querubines”, en la interpretación bíblica de los judíos se pensaba que los querubines eran “el c. de Dios” y “el trono de Dios”. El Sal. 18:10 dice que él “cabalgó sobre un querubín, y voló; voló sobre las alas del viento”. Esta idea se repite exactamente en el 2 S. 22:11.

Otro uso de la figura del c. en la profecía lo hace Zacarías, que recibió una visión sobre cuatro c., que “son los cuatro vientos de los cielos” (Zac. 6:1–8), que la mayoría interpretan como una alusión a la acción del Espíritu Santo, en el caso de la visión de este profeta, que se movía en la ejecución de juicios divinos. La imagen de “los cuatro vientos” es usada también en Ap. 7:1–3.

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CARSENA (Persa: Negro). Uno de los príncipes que “veían la cara del rey” Asuero y aparecen acompañándole en su famoso festín (Est. 1:14). Probablemente formaba parte de un cuerpo consultivo.

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CARTA •Epístola.

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CARTA Ciudad en el territorio de Zabulón que fue señalada para los levitas de las “familias de los hijos de Merari” (Jos. 21:34).

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CARTÁN Ciudad en el territorio de Neftalí que fue señalada para los levitas (Jos. 21:32).

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CASA Las tribus israelitas, tras una vida nómada, al llegar a Canaán copiaron los métodos de construcción de los pueblos de esa tierra, o simplemente ocuparon los edificios que éstos dejaron vacíos (Dt. 6:10–11). La arqueología ha revelado que las c. se construían alrededor de un patio central con salida a la calle y con dos pisos. En el caso de personas pudientes se cavaba un pozo en medio del patio. La escalera que conectaba los dos niveles era exterior. Generalmente, la parte baja de la c. era construida de piedra y la alta de adobe o madera. Se recubrían las paredes con cal. Los pisos eran de tierra apisonada o con incrustaciones de piedra.

Las ventanas proporcionaban ventilación e iluminación, pero no eran muchas ni grandes. Se hacían los techos en forma horizontal, con vigas de madera, rellenando los espacios con maleza, trozos de madera y barro. El terrado era utilizado a veces para dormir en él, o para celebrar reuniones familiares (1 S. 9:25; 2 S. 11:2). Era obligatorio construir en el terrado un pretil, para evitar que alguien cayera de él (Dt. 22:8). Usualmente se utilizaba el aposento alto como lugar de habitación y la parte baja de la casa para almacén.

Se utiliza muy frecuentemente el término c. para referirse a la familia de alguien (Gn. 18:19; 36:6), o a una dinastía real (2 S. 7:27; 21:1; 2 R. 10:10; Lc. 1:69). Se aplica también a lugares dedicados al culto religioso, ya fuera para dioses falsos o para el Dios verdadero. El templo de •Dagón, dios de los filisteos, es llamado así (Jue. 16:23, 26). Se nos dice que •Micaía “tuvo c. de dioses” (Jue. 17:5). Cuando Jacob tuvo su especial experiencia con Dios en Bet-el, dijo: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que c. de Dios, y puerta del cielo” (Gn. 28:17). El •tabernáculo llegó muy pronto a ser conocido como la c. de Dios, como puede verse en el hecho de que tras la destrucción de Jericó, los israelitas “pusieron en el tesoro de la c. de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y hierro” (Jos. 6:24). Los gabaonitas, aunque engañaron al pueblo de Israel para realizar con él una alianza, fueron condenados a ser aguadores “para la c.” de Dios (Jos. 9:23). Por eso cuando se construyó el •templo de Salomón, éste vino a ser llamado “la c. de Jehová” (1 R. 3:1) y “la c. de Dios” (1 Cr. 23:28; 24:19; 25:6).

En el lenguaje del NT se utiliza la figura de la c. para referirse al pueblo de Dios, o la Iglesia. Los creyentes son un “edificio de Dios” (1 Co. 3:9), “edificados como c. espiritual” (1 P. 2:5), “para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2:22).

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CASCO •Armadura y armas.

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CASIA Comúnmente se llama c. a la flor del árbol de la •canela. Los expertos piensan que se conocía canela traída de la China, de Ceylán y de Indochina, teniendo cada una de ellas ciertas características que la distinguían de las otras. Se llama c. en el texto bíblico al tipo de canela que era traída de China. La c. también se usaba para fabricar “el aceite de la santa unción” (Éx. 30:24) y como perfume en el vestido: “Mirra, áloe y c. exhalan todos tus vestidos” (Sal. 45:8). Nombre científico: Cinnamonum cassia. •Canela. •Plantas de la Biblia.

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CASIFIA Lugar no identificado de Babilonia donde vivían los levitas exiliados que fueron mandados a buscar por Esdras para que le acompañaran en su viaje y sirvieran como “ministros para la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:16–19). Es posible que estos levitas, además de su condición como tales, fueran obreros calificados, porque entre las interpretaciones del nombre C. se da la de “lugar de plateros”.

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CASIS Ciudad adjudicada a la tribu de Benjamín en la repartición de la tierra. Se le menciona como “el valle de C.” (Jos. 18:21). Se desconoce su ubicación.

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CASLUHIM Uno de los pueblos de donde salieron los filisteos (“Patrusim y C.; de éstos salieron los filisteos y los caftoreos” [1 Cr. 1:12]).

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CASTAÑO Uno de los árboles cuyas ramas fueron utilizadas por Jacob en sus esfuerzos para influir en el color de las ovejas que nacían en el rebaño que le cuidaba a Labán (Gn. 30:37). Como en muchas menciones de árboles en la Biblia, es difícil saber exactamente el significado de la palabra original en hebreo o identificarla con la flora hoy conocida. •Plantas de la Biblia.

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CASTIDAD Pureza. El término griego es agnos. Y se emplea en pasajes como: “En todo os habéis mostrado limpios en el asunto” (2 Co. 7:11); “...para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Co. 11:2); “todo lo puro” (Fil. 4:8); “Consérvate puro” (1 Ti. 5:22); “...a ser prudentes, castas” (Ti. 2:5). Aunque modernamente la palabra aparece como ligada exclusivamente a la limpieza en asuntos sexuales, originalmente no era así, sino que su sentido era más amplio.

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CASTIGO Retribución que se recibe o aplica por un delito cometido. La enseñanza bíblica es que todo pecado es una ofensa a Dios, que no puede dejarlo sin c. Los hechos y palabras que perjudiquen a otra persona, a la familia, a la sociedad, a la nación, o aun al mismo individuo que los ejecuta, son juzgados primeramente por su implicación en cuanto a Dios. Todo delito o pecado es una afrenta al carácter de Dios, que es santo (“Seréis santos, porque yo soy santo” [Lv. 11:44]) y justo (“Jehová es justo” [Éx. 9:27]). Su santidad y justicia le impiden dejar sin retribución los pecados del hombre o de los seres angelicales. El c., entonces, tiene como primer propósito la satisfacción de la santidad y justicia divinas.

Si •Abimelec hubiera tocado a •Sara, habría pecado “contra” Dios, en primer lugar (Gn. 20:6). Faraón confesó a Moisés: “He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros” (Éx. 10:16). Samuel entendía que dejar de orar por su pueblo era un pecado “contra Jehová” (1 S. 12:23). Para juzgar la severidad de los c. del AT, lo que muchos han criticado, debe recordarse primeramente quién es el ofendido. Estos c. deben verse con la perspectiva de la época y sin cometer el anacronismo de juzgarlos con los criterios de hoy. En el AT no se hacía énfasis en los premios o c. de la vida venidera, sino que el pensamiento que regía era que los c. y las bendiciones se recibían en la vida presente.

Cuando Dios establece sus mandamientos por medio de Moisés, incluye junto con ellos, los c. que se recibirían en caso de no cumplirlos. Éstos no tenían por propósito conseguir la reforma del delincuente o lograr un efecto de admonición en el resto de la sociedad. Estas cosas eran, ciertamente, subproductos del c. Pero hay que enfatizar que lo que había que satisfacer en primer lugar era la justicia y santidad de Dios. Luego viene el concepto de equilibrio, de justicia, de equidad, aplicándose el principio general de “vida por vida, ojo por

ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éx. 21:23–25), que afecta a las relaciones humanas.

Existían varias formas de c., incluyendo la pena de muerte y la flagelación. La cárcel llegó a usarse como una situación transitoria del reo, mientras se le juzgaba. También se conoció el cepo (Jer. 20:2; 29:26). La pena capital se aplicaba en los casos de asesinato (Éx. 21:12–14), secuestro (Éx. 21:16), hechicería (Éx. 22:18), idolatría (Lv. 20:1–5), adulterio (Lv. 20:10), incesto (Lv. 20:11–12), blasfemia (Lv. 24:14) y violación del sábado (Nm. 15:32–36), utilizándose para ello la lapidación, la hoguera o la horca. Algunos opinan que en el caso de ahorcamiento, éste era realizado después de haber sido ejecutado el delincuente en otra forma. Los jueces de Israel podían sentenciar a azotes, lo cual tenía que hacerse en su presencia. El número de azotes dependía de la gravedad de la culpa (“según su delito”), pero “se podrá dar cuarenta azotes, no más” para que no “se sienta tu hermano envilecido” (Dt. 25:1–3). •Azote. Si alguien provocaba un •aborto accidentalmente y el feto moría, había que pagar una multa “conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces”. No se aplicaba la pena capital en atención a que la muerte del feto había sido accidental. Pero si la mujer moría, el criterio era otro (Éx. 21:22–23).

El concepto de multa iba asociado a la idea de restitución. Así, “si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto” (Éx. 21:35). El ladrón tenía que pagar el doble de lo robado (Éx. 22:3–4). Si alguien difamaba a una virgen de Israel y se comprobaba el infundio, tenía que pagar una multa al padre de la joven (Dt. 22:13–19). Las restituciones se hacían directamente al agraviado. En todo caso, cuando se constataba la comisión de un delito “en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre, entonces, habiendo pecado y ofendido” era necesario hacer restitución (“restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente, lo restituirá por entero” [Lv. 6:2–7]). También se hacía un sacrificio a Dios, que era el primer ofendido.

En la carta de Artajerjes a Esdras se habla de que “cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión” (Esd. 7:26). Puede verse allí la mención de una especie de c. del cual no se habla mucho en otras partes de la Biblia: el destierro. •Prisión por deudas.

El NT enseña que es deber de las autoridades civiles “castigar al que hace lo malo” (Ro. 13:1–4). En adición a esto, se habla claramente sobre la •disciplina, tanto la que aplica Dios a sus hijos como la llamada “eclesiástica”. Dios castiga a los creyentes en diversas maneras (1 Co. 11:32). “Yo reprendo y castigo a todos los que amo” (Ap. 3:19). “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (He. 12:6). En el contexto de la Iglesia, los pastores deben estar “prontos para castigar toda desobediencia” una vez que ellos mismos hayan encontrado perfecta su obediencia personal (2 Co. 10:6).

El c. definitivo vendrá después del •juicio final, cuando Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Ro. 2:6). No obstante se señala que “los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después” (1 Ti. 5:24). Estas palabras, relacionadas con una enfermedad que padecía •Timoteo, encierran la idea de que es posible la retribución en esta vida como consecuencia del pecado, pero se concede que a veces eso no acontece aquí. No faltará, sin embargo, en el siglo venidero.

Los c. que han de aplicarse mientras tanto por los delitos cometidos en la vida social se dejan a la autoridad civil, a los príncipes, a los reyes, a los gobernadores, que son enviados por Dios “para c. de los malhechores y alabanza de los que hacen bien” (1 P. 2:14).

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CÁSTOR Y PÓLUX Personajes de la mitología griega. En su viaje a Roma, Pablo navegó desde la isla de •Malta a Puteoli en una nave alejandrina “la cual tenía por enseña a C. y a P.” (Hch. 28:11). Según la mitología, Leda, la madre de ambos, tuvo un hijo con Júpiter (Pólux) y otro con el rey Tíndaro (Cástor). La primera acción heroica de C. y P. fue destruir la piratería que infestaba el mar Egeo. Por esa razón eran considerados dioses patronos de los marineros. Se creía, además, que la constelación “Gemini” (los Gemelos) correspondía a esos dioses. Verla en medio de una tempestad supuestamente era señal de buena suerte.

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CATAPULTA •Armadura y armas. Máquinas de guerra.

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CATAT Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Zabulón en la repartición de la tierra (Jos. 19:15).

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CÁTEDRA En el NT se utiliza tres veces esta palabra, y se traduce como “silla” en las porciones que describen la limpieza del •templo por el Señor Jesús (“volcó ... las sillas [kathedra] de los que vendían palomas” [Mt. 21:12; Mr. 11:15]). Pero en Mt. 23:2, los traductores prefirieron usar c. (“En la c. de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”). Los escribas enseñaban sentados. Entre los rabinos, cuando uno ocupaba el puesto de otro se decía que tomaba o “se sentaba en su silla”.

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CAUTIVERIO, CAUTIVIDAD Con esta palabra se alude en las Escrituras al exilio de los israelitas, que fueron llevados a tierras extrañas por los asirios y los caldeos. La mayoría de las veces señala al exilio de los judíos, es decir, de los habitantes de Judá, pues Nabucodonosor II, rey de Babilonia, “llevó en c. a toda Jerusalén” (2 R. 24:14) y “toda Judá fue transportada, llevada en c. fue toda ella” (Jer. 13:19). La nación exiliada es la “cautiva hija de Sion” (Is. 52:2) y sus ciudadanos son llamados “los del c.” (Zac. 6:10). En Babilonia, esos exiliados suspiraban y lloraban pensando en su tierra. El Sal. 137 expresa sus sentimientos: “Los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos... diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?”

El c. es una obra de Dios, un juicio. “Judá ha ido en c.... porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones; sus hijos fueron en c. delante del enemigo” (Lm. 1:3, 5). Los profetas, que habían prevenido al pueblo sobre la posibilidad del c. si no se arrepentían de sus pecados, tienen que recordarle las advertencias hechas a tiempo por la paciencia de Dios. Pero también le anuncian que Dios tendría misericordia de ellos y los exiliados retornarían a Israel (“Cuando yo haga volver el c. de mi pueblo” [Os. 6:11]). Israel no debe temer, porque Jehová dice: “Yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de c.” (Jer. 30:10). Esa promesa se convierte en la esperanza de Israel, que canta: “Cuando Jehová hiciere volver la c. de Sion, seremos como los que sueñan” (Sal. 126:1).

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CAUTIVO Persona que cae prisionera, generalmente como resultado de una guerra. La costumbre en la antigüedad era que los habitantes de una ciudad o región que resultaban perdedores eran muertos (2 Cr. 36:17) o llevados c. (Gn. 14:11–12), amarrados con cadenas o sogas. Los asirios tomaron muchos c. cuando destruyeron a •Samaria, y los esparcieron por distintas regiones. Luego los caldeos hicieron lo mismo con los judíos tras la destrucción de Jerusalén. Un c. era sometido a muchas humillaciones. Los asirios les obligaban tirar del carro del rey victorioso. También se les mutilaba, se les sacaba los ojos o se les ponía un anillo en la nariz. Eran objeto de mofa, como en el caso de Sansón (Jue. 16:27). Así como el rey •Sedequías de Judá, que fue puesto en una jaula y exhibido públicamente (Ez. 19:9). Los que intentaban escapar eran severamente castigados con mutilación o muerte. En el NT se dice que el diablo mantiene c. a los hombres (2 Ti. 2:25–26).

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CAVERNA •Cueva.

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CAYADO Palo o bastón que utilizaban los pastores en sus labores de cuidado del rebaño. Servía para apoyarse, para atraer o dispersar a las ovejas y como arma. David, para enfrentarse con •Goliat tomó su c. en la mano (1 S. 17:40). La oveja se siente segura cuando ve el c. en manos de su pastor (“Tu vara y tu c. me infundirán aliento” [Sal. 23:4]). •Vara.

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CAZA Cuando Dios bendijo a •Noé después del diluvio le dijo que “todo lo que se mueve y vive” sería para su mantenimiento (Gn. 9:1–3). Pero no se habla de comer animales antes del •diluvio. •Nimrod “llegó a ser el primer poderoso de la tierra”, y se relaciona su poder con la c. (Gn. 10:8–9). También fue •Esaú “diestro en la c.” (Gn. 25:27). Sansón “cazó trescientas zorras” (Jue. 15:4). Se les dijo a los israelitas qué animales podían cazar y comer (Dt. 12:15, 22; 14:3–21). Se mencionan actividades de c. de aves (Lm. 3:52) y gacelas (Pr. 6:5). Se cazaba con arcos y flechas (Gn. 27:3), así como con trampas (Sal. 91:3). Al principio se cazaba sólo para buscar alimento, pero más tarde se convirtió en un “deporte” o juego, a lo menos entre naciones no israelitas, como puede verse en numerosos testimonios arqueológicos que muestran escenas de personas que cazan.

En el lenguaje bíblico se usa el término en sentido figurado para señalar una persecución (Lm. 3:52); al acto de atrapar a alguien con engaño (Jer. 5:26) o con superstición (Ez. 13:18). También se utiliza la idea de cacería al advertir contra “la blandura de la mujer extraña.... [que] c. la preciosa alma del varón” (Pr. 6:24, 26), o “la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella” (Ec. 7:26).

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CEBADA Planta de la familia de las gramíneas. La c. es un cereal que aparece muy utilizado en Canaán desde antes de la llegada de los hebreos. Se menciona la Tierra Prometida como bendecida con siete especies: “Tierra de trigo y c., de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel” (Dt. 8:8). El uso extendido de la c. se debía a que la misma puede cultivarse bastante bien en terrenos pobres y de poca pluviometría. En realidad, con el tiempo el trigo fue sustituyendo a la c. en la dieta de los israelitas y cada día más se utilizaba la c. como alimento para el ganado (1 R. 4:28). El pan de c. era considerado como pan de los pobres. Así, en una ocasión en que Jesús quería alimentar una multitud, Andrés “le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de c. y dos pececillos”. Y de la multiplicación hecha

por Jesús “recogieron ... y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de c. sobraron” (Jn. 6:8–13).

La c. producía antes que el trigo (Éx. 9:31–32). La expresión de que Ruth y Noemí “llegaron a Belén al comienzo de la siega de la c.” es equivalente al “inicio de la primavera” (Rt. 1:22). El valor de un terreno se estimaba de acuerdo con su capacidad para producir c. (“... su estimación será conforme a su siembra; un homer de siembra de c. se valorará en cincuenta ciclos de plata” [Lv. 27:16]). El trigo es superior a la c. y se consideraba que ésta valía la mitad de aquel: (“Mañana a estas horas valdrá el seah de harina un siclo, y dos seahs de c. un siclo, a la puerta de Samaria” [2 R. 7:1]). Lo mismo se aplica al pan que se elabora con ellos. En Ap. 6:6 la comparación es más desfavorable a la c., pues se dice: “Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de c. por un denario”. •Plantas de la Biblia.

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CEBOLLA Uno de los vegetales que los israelitas añoraban cuando tras salir de Egipto no podían cultivar nada (“Nos acordamos ... de las c. y los ajos” [Nm. 11:5]). Las c. egipcias tenían un peculiar sabor y se comían tanto crudas como cocinadas. También servían de condimento. •Plantas de la Biblia.

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CEDAR (Oscuro o fuerte). Segundo hijo de •Ismael (Gn. 25:13). De quien descienden los •árabes que vivían en el desierto “desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiria” (Gn. 25:18; Eze. 27:21), formando “las aldeas donde habita c.” (Is. 42:11) con tiendas hechas de pieles generalmente de color oscuro, alabadas en la Biblia: “Morena soy ... pero codiciable como las tiendas de c.” (Cnt. 1:5). Isaías predijo que “toda la gloria de c. será deshecha” (Is. 21:16). De la misma manera Jeremías profetizó en contra de “los hijos del oriente”: “Así ha dicho Jehová: Levantaos, subid contra c.” (Jer. 49:28–33), hablando del ataque de •Nabucodonosor.

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CEDEMA Último de los doce hijos de •Ismael. Progenitor de una tribu árabe (Gn. 25:15).

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CEDES (Lugar sagrado). Nombre de lugares del AT. Se usaba mucho en Israel porque designaba sitios donde había santuarios o lugares de culto paganos.

1. Ciudad cananea conquistada por los israelitas (Jos. 12:22). Fue adjudicada a la tribu de Neftalí y constituida ciudad de refugio (Jos. 20:7; 1 Cr. 6:76). Débora “envió a llamar a •Barac hijo de Abinoam, de C. de Neftalí” para la lucha contra •Jabín, rey de Canaán y el capitán de su ejército, •Sísara (Jue. 4:6). Fue una de las ciudades conquistadas por el rey asirio •Tiglat-pileser, que llevó sus habitantes al cautiverio (2 R. 15:29).

2. Ciudad adjudicada a Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:23).

3. Ciudad dedicada a los levitas en el territorio de Isacar (1 Cr. 6:72). = •Cisón. = •Quisión.

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CEDRO Árbol muy alto y frondoso que ofrece una madera apreciadísima, tanto por su fortaleza y adaptabilidad al tallado como por su suave olor. Se le utilizaba en la construcción de palacios, templos y viviendas (2 S. 5:11; 1 R. 6:9–20; 1 Cr. 17:1), como mástiles en los barcos (Ez. 27:5) y para la confección de muebles, incluyendo ídolos (Is. 44:14). El c. que crecía en grandes cantidades en el Líbano es el más mencionado en la Biblia, aunque parece que existía otra especie de c. que fue utilizado para utensilios durante el viaje de Israel por el desierto (Lv. 14:6).

•Balaam comparó las tiendas de Jacob “como c. junto a las aguas” (Nm. 24:6), es decir, que un c. plantado en esa forma ofrece una vista de hermosura y fortaleza. Como resultado de la alianza de Salomón e •Hiram, este último proveyó muchos c. del Líbano para la construcción del •templo y de la casa del rey israelita. La madera de c. fue cortada en la montaña y traída hasta el mar, desde donde la trasladaron en balsas a Israel (1 R. 5:9). Cuando se reconstruye el templo en los días de Esdras, “dieron dinero a los albañiles, y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios para que trajesen madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope” (Esd. 3:7).

La belleza y majestuosidad de éste árbol hace que se le utilice para comparaciones poéticas. El “behemot” de Job 40:15–18 “su cola mueve como un c.” “El justo ... crecerá como c. en el Líbano” (Sal. 92:12). En Cantares se dice del novio: “Su aspecto como el Líbano, escogido como los c.” (Cnt. 5:15). El profeta Zacarías dijo: “Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus c. Aúlla, oh ciprés, porque el c. cayó” (Zac. 11:1–2), pero en la gloria mesiánica Dios dará “en el desierto c., acacias, arrayanes y olivos” (Is. 41:19). Nombre científico: Cedrus libani. •Plantas de la Biblia.

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CEDRÓN (Oscuro, sombreado). Valle que separa la ciudad de Jerusalén del monte de los Olivos y que desemboca finalmente en el mar Muerto. No se sabe si el nombre viene de que sus aguas fueran turbias o de la profundidad que llega a tener en muchas partes. C. estaba seco la mayor parte del tiempo, pero en épocas lluviosas se convertía en torrente. La fuente de •Gihón, que era el abastecimiento básico de agua para Jerusalén, nacía en la ladera occidental de C. Esta fue la que luego •Ezequías desvió hacia dentro de la ciudad.

El agua no utilizada corría por el fondo del valle junto con las aguas negras hacia el mar Muerto. Generalmente se identifica a C. con el llamado “valle de Save, que es el Valle del Rey”, lugar donde •Abraham fue bendecido por •Melquisedec (Gn. 14:17). Por allí huyó David cuando la rebelión de •Absalón (2 S. 15:23). El C. era considerado como límite de Jerusalén. Salomón así lo señaló a •Simei diciéndole “el día que salieres y pasares el torrente de C., sin duda morirás” (1 R. 2:37). El terreno rocoso del valle de C. fue utilizado como cementerio (2 R. 23:6). La parte central del valle de C. fue posteriormente llamada “valle de Josafat” donde, según la creencia judía (y también árabe) tendrá lugar la resurrección de los muertos. Fue escogido como lugar donde se quemaron las abominaciones idolátricas de Israel en tiempos de •Asa (1 R. 15:13; 2 Cr. 15:16), •Josías (2 R. 23:4–6, 12) y •Ezequías (2 Cr. 29:16; 30:14).

El Señor Jesús, la noche que fue entregado, “salió con sus discípulos al otro lado del torrente de C., donde había un huerto” (Jn. 18:1). Actualmente el lecho de C. está a una profundidad de 3 a 15 m de su nivel original. Hoy pueden verse algunos monumentos funerarios en C. que la tradición asocia con •Josafat, Absalón, •Jacobo el Menor, •Zacarías, etcétera, pero los estudiosos piensan que la mayoría de ellos son del siglo III a.C.

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CEELATA (Asamblea). Uno de los lugares donde acamparon los israelitas durante su peregrinación por el desierto (Nm. 33:22–23). No se ha localizado su ubicación.

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CEFAS •Pedro.

CEGUERA, CIEGO Pérdida de la visión. Era considerada como un defecto para fines rituales. Un c. no podía ser sacerdote (Lv. 21:18), ni podía ofrecerse en sacrificio un animal c. (Dt. 15:21). Pero era maldito quien “hiciere errar al c. en el camino” (Lv. 19:14; Dt. 27:18). Job recordó que en su piedad “era ojos al c.” (Job 29:15). A causa de su vejez, Isaac llegó a quedar c. (Gn. 27:1). Lo mismo Jacob (Gn. 48:10) y el profeta •Ahías (1 R. 14:4). No era raro que a un prisionero de guerra le sacaran los ojos, como fueron los casos de Sansón y el rey •Sedequías (Jue. 16:21; 2 R. 25:7). “Jehová abre los ojos de los c.” (Sal. 146:8). Diversas promesas proféticas hablaron del Señor en esa función (Is. 35:5; 42:7).

En el NT, el Señor Jesús aparece sanando a muchos ciegos, entre ellos a uno de nacimiento (Mt. 11:5; Mr. 8:22–23; 10:46–52; Jn. 9:1–41), porque él había venido para dar “vista a los c.” (Lc. 4:18). Satanás, “el dios de este siglo” es quien “cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio”. Pero Dios resplandeció en los corazones de sus escogidos “para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co. 4:3–6). Así, el salir de la c., recibiendo la vista, ilustra la conversión. Pablo tuvo una c. espiritual permanente que desapareció al convertirse en el camino a Damasco, pero en el proceso sufrió una c. física temporal que fue sanada cuando le visitó •Ananías (Hch. 9:1–18).

Una señal de que alguien ha sido iluminado y no está ciego lo constituye el amor hacia los hermanos, porque “el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (1 Jn. 2:11). •Medicina.

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CELO, CELOS Se usa la palabra c. básicamente en cuatro sentidos:

a) El estado ardoroso de un animal en el período en que necesita copular para reproducirse. Así, “cuantas veces se hallaban en c. las ovejas”, Jacob ponía varas delante de ellas (Gn. 30:41). Jerusalén es comparada por Jeremías a un “asna montés acostumbrada al desierto.... en el tiempo de su c. la hallarán” (Jer. 2:24).

b) El sentimiento de disgusto cuando se piensa en la violación de la exclusividad en la relación amorosa. “Los c. son el furor del hombre” (Pr. 6:34). Son “duros como el sepulcro” (Cnt. 8:6). •Aguas amargas. Dios dice que es un “Dios celoso” (Éx. 20:5; 34:14), que no admite la infidelidad.

c) Envidia, sentimiento de inconformidad por el bien de otro. Así, los miembros de la secta de los •saduceos “se llenaron de c.” al saber de los prodigios que hacían los apóstoles (Hch. 5:17). Los creyentes deben evitar los c. y contiendas (Gá. 5:20).

d) Sentimiento profundo y empecinado por buscar el bien o la gloria de una persona. •Finees es alabado “por cuanto tuvo c. por su Dios”, en el caso de Baal-peor (Nm. 25:13). El Señor Jesús, al echar fuera a los vendedores y cambistas del •templo, hizo recordar a los discípulos las palabras del Sal. 69:9 (“Porque me consumió el c. de tu casa” [Jn. 2:17]). Pablo daba testimonio de que los judíos tenían “c. de Dios, pero no conforme a ciencia” (Ro. 10:2). Usó también el término al escribir a los corintios: “Os c. con c. de Dios” (2 Co. 11:2).

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CENA DEL SEÑOR En la última cena, en el aposento alto, “mientras comían”, el Señor Jesús tomó “pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre” (Mt. 26:26; Mr. 14:22–26; Lc. 22:17–20). Y añadió: “Haced esto en memoria de mí” (Lc. 22:19; 1 Co. 11:24–25). Después de su muerte y resurrección y tras el derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos, obedeciendo a este deseo de su Señor y Maestro, se reunían “partiendo el pan en las casas”. A esta reunión para partir el pan en memoria del Señor Jesús el apóstol Pablo le llamó “la c. del S.” (1 Co. 11:20). También se usa el término “partimiento del pan” (Hch. 2:42).

En el principio de la historia de la Iglesia, la celebración de la c. del S. incluía el concepto de una comida fraternal, y usábase el pan y el vino en la parte final. Aparentemente cada persona traía sus alimentos. Esto trajo problemas, porque no todos tenían y algunos comían mientras otros no (1 Co. 11:20–21). Tratando el asunto, el apóstol Pablo contrastó los términos “c. del S.” (gr. kuriakon deipnon) con “su propia cena”, es decir, de un participante (gr. idion deipnon), queriendo significar que estas cosas eran diferentes. Fue necesario, entonces, establecer cierto orden sobre el particular para que los creyentes comieran en su casa (1 Co. 11:22, 34). El resultado fue, entonces, que la celebración quedó reducida a tomar el pan y el vino.

“El primer día de la semana” los discípulos se reunían “para partir el pan” (Hch. 20:7). Pablo preguntaba: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Co. 10:16). De allí salió el uso de la palabra “comunión” como equivalente a la c. del S. El término “eucaristía” que se utilizó después de escrito el NT, quiere decir en griego “acción de gracias” o “hacimiento de gracias”.

La c. del S. tiene por propósito recordar a Cristo (“en memoria de mí”). Ella es también una proclamación de su muerte (“la muerte del Señor anunciáis” [1 Co. 11:26]), así como un anuncio de su venida (“hasta que él venga” [1 Co. 11:26]). Por medio de ella los creyentes expresan su unidad como parte del cuerpo de Cristo, pues “siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Co. 10:17). Para participar en la c. del S. es preciso examinarse a uno mismo para confesar los pecados, a fin de no comer ni beber “indignamente”, pues ello acarrea juicio (1 Co. 11:27–32).

Alrededor del tema de la c. del S. existen diferencias de interpretación en relación con las palabras “esto es mi cuerpo.... esto es mi sangre”. La iglesia católica enseña con ellas la doctrina llamada de la “transubstanciación”, según la cual, por la bendición del sacerdote oficiante, el pan y el vino (llamados “los elementos”) se convierten en la verdadera carne y sangre del Señor Jesús, que son tomadas por el comulgante. El uso de los elementos equivale a un sacrificio, como el sacrificio de paz del AT, del cual participan Dios, el sacerdote y el comulgante.

Este punto de vista fue rechazado por los reformadores protestantes, que propusieron otras interpretaciones. Lo principal de éstas es que miran el hecho sólo con un sentido espiritual. Participar de los elementos es participar espiritualmente del cuerpo y la sangre de Cristo, manteniendo dichos elementos sus condiciones materiales. Otra interpretación, la más aceptada en los círculos del protestantismo evangélico, pone la c. del S. como una conmemoración, en la cual los elementos sólo son símbolos. Frecuentemente se usa el término “Santa Cena”, aunque éste no aparece en la Escritura.

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CENAZ Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Elifaz. Nieto de Esaú (Gn. 36:11, 15; 1 Cr. 1:36). Fue cabeza de una tribu de edomitas (Gn. 36:42; 1 Cr. 1:53), posiblemente los llamados •“ceneos” (Gn. 15:19).

2. “Hermano menor de Caleb”. Padre de Otoniel (Jos. 15:17; Jue. 1:13).

3. Nieto de Caleb (1 Cr. 4:15).

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CENCREA La ciudad de •Corinto estaba situada en un estrecho istmo, y tenía dos puertos, C. en el E y Lequeo en el O. Había allí una comunidad cristiana, pues •Febe era “diaconisa de la iglesia en C.” (Ro. 16:1). Tras el alboroto que se formó en Corinto, Pablo decidió pasar a Siria, por lo cual tuvo que ir al puerto oriental “habiéndose rapado la cabeza ... porque tenía hecho voto” (Hch. 18:18).

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CENEOS (Trabajador del metal, herrero). Uno de los pueblos que habitaban la tierra prometida a Abraham (Gn. 15:19). Se menciona al lado de los •cenezeos, posiblemente sus parientes. Eran nómadas y aparecen mezclados con los •madianitas y los •amalecitas ocupándose de trabajar metales, especialmente cobre. Exiliado en tierra de •Madián, Moisés fue yerno de •Jetro, un c. (aunque también se le llama madianita) y cuando partía con el pueblo de Israel por el desierto invitó a su familia para que le acompañara. Así lo hicieron y los hallamos acampados con Israel cuando Balaam trataba de maldecirle, entonces “viendo al c., tomó su parábola y dijo: Fuerte es tu habitación. Pon en la peña tu nido” (Nm. 24:21–24).

De manera que los c. vinieron a ser aliados de los hebreos en la conquista de la tierra de Canaán, y la habitaron mayormente mezclados con la tribu de Judá (Nm. 10:29–33; Jue. 1:16). Por eso aparecen al final de la genealogía de esa tribu (“...las familias de los escribas que moraban en Jabes fueron los tirateos, los simeateos y los sucateos, los cuales son los c. que vinieron de Hamat padre de la casa de Recab” [1 Cr. 2:55]). En la próxima genealogía de Judá posiblemente sean “los hijos de Cenaz” y “los habitantes del valle de Carisim, porque fueron artífices” (1 Cr. 4:13–14).

Caleb, príncipe de Judá, es mencionado como cenezeo (Nm. 32:12; Jos. 14:6), lo cual parece indicar que las tribus de los c. y los cenezeos eran muy cercanas. Ambas se integraron al territorio de Israel. Heber, el esposo de •Jael, la que mató a Sísara, era c. (Jue. 4:11, 17). Las relaciones, pues, entre los israelitas y los c. eran muy buenas. Por esta razón cuando Saúl iba a atacar a los amalecitas dijo “a los c.: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto” (1 S. 15:6).

De igual manera, cuando David venció a los amalecitas que destruyeron •Siclag, “envió del botín a los ancianos de Judá.... que estaban ... en las ciudades del c.” (1 S. 30:26–29), lo que indica que trató de ganárselos para su causa. Algunos piensan que el •Recab de 1 Cr. 2:55 es el mismo que aparece en Jer. 35 como cabeza de un clan que observaba abstinencias especiales.

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CENEZEO Descendiente de Cenaz (Nm. 32:12; Jos. 14:6, 14). Los ceneos y los c. provienen de •Esaú. •Caleb, príncipe de Judá, realmente era c., pero su tribu se había identificado de tal manera con la de Judá que llegó a ser líder de ésta.

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CENIZA Polvo de desecho que queda después que algo, especialmente madera, ha sido consumido por el fuego. Una forma de hacer pan consistía en poner la masa sobre ascuas y cubrirlas con c. Por eso Elías le pide a la viuda de •Sarepta “una pequeña torta cocida debajo de la c.” (1 R. 17:13). En el sistema levítico se apartaba un lugar limpio “donde se echan las c.” (Lv. 1:16; 4:12) y para la purificación de los inmundos se usaba c. con otras cosas (Nm. 19:9–10, 17). En la Biblia se menciona la c. también relacionándola con la idea del estado final en que quedan los huesos de los muertos. Así, junto con el polvo y el cilicio, es símbolo de humillación, dolor y duelo.

Ante Dios Abraham se consideraba “polvo y c.” (Gn. 18:27), reconociendo humildemente su condición. Como castigo a la desobediencia de Israel, “dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y c.” (Dt. 28:24), es decir, malas condiciones climatológicas y esterilidad. Cuando •Tamar fue violada “tomó c. y la esparció sobre su cabeza” (2 S. 13:19). •Mardoqueo, cuando supo del decreto real de persecución contra los judíos “rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de c.” (Est. 4:1). Esta acción era una bien conocida manifestación de duelo, de dolor profundo. Como en el caso de Jeremías, que dice: “Hija de mi pueblo, cíñete de cilicio, y revuélcate en c.; ponte luto como por hijo único” (Jer. 6:26).

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CENSO Cuando se cuentan y se hace un registro de los habitantes de una región o país, con sus pertenencias, se está haciendo un c. Esta es una costumbre muy antigua, utilizada mayormente para determinar los impuestos y el reclutamiento militar. Sin embargo, entre los pueblos primitivos existía cierto “tabú” en contra de los c. En parte, por el temor de que se pudiera hacer algo mágico con el nombre de la persona en un registro y también por el aspecto, no siempre agradable, de los impuestos.

Al principio del éxodo, Dios determinó que se hiciera un primer c. de Israel. Cada individuo tendría que pagar medio siclo “para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado” (Éx. 30:12). Ese primer c. fue hecho ante el Monte •Sinaí. “Todos los que pasaron por el c., de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta” (Éx. 38:26), sin contar a los levitas, que fueron unos veintidós mil (Nm. 3:39). El siguiente fue realizado en •Sitim, en Moab, antes de entrar a la Tierra Prometida, dando por resultado seiscientos un mil setecientos treinta adultos varones y veintitrés mil levitas (Nm. 26:2, 51, 62). El tercer c., el realizado por David, contó ochocientos mil en Israel y quinientos mil en Judá (2 S. 24:9).

El c. de David fue el resultado de una acción de juicio de parte de Dios que, como en el caso de Job, dio mano libre a Satanás, que “incitó a David a que hiciese c. de Israel” (1 Cr. 21:1). Este c. hacía que David pusiera su confianza en el ejército y no en Dios. “Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel setenta mil hombres” (1 Cr. 21:14), como un castigo. Se mencionan otros c. parciales hechos en Transjordania “en días de Jotam rey de Judá y en días de Jeroboam (II) rey de Israel” (1 Cr. 5:17).

Hay mucha discusión entre los expertos sobre los números que a veces se registran en el AT, siendo la causa de ello el desconocimiento exacto de la forma que se utilizaba para representar las cantidades que arrojaba el conteo. El uso de la palabra “miles”, aducen algunos, no significaba siempre 1000, sino “un grupo grande” que obedecía a criterios que no

se conocen bien hoy en día. En Esd. 2 encontramos un c. de los que regresaron del exilio, que fueron unos cuarenta y dos mil trescientos sesenta, con siete mil quinientos ochenta y dos levitas.

En tiempos del NT, los romanos acostumbraban hacer c. frecuentes, mayormente con fines de recabar los impuestos. Existen noticias de que se hacían cada catorce años. El Señor Jesús nació en los días en que “se promulgó un edicto de parte de Augusto •César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer c. se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria” (Lc. 2:1–2). El método que obligaba a las personas a inscribirse en su ciudad natal no era precisamente romano, pues éstos contaban a la gente en el lugar de su residencia. Pero se conoce de un c. hecho en Egipto en el año 194 d.C. que siguió el mismo sistema descrito por Lucas, quien en Hechos nos habla de un segundo c. al relatar las palabras de Gamaliel al hablar de que un tal “Judas el galileo, en los días del c.” hizo una revuelta (Hch. 5:37). Se entiende que esa revuelta fue la que dio origen a la secta de los •zelotes.

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CENTENO Planta de la familia de las gramíneas. Con el grano de c., que es un cereal, se fabrica un pan muy nutritivo y de agradable sabor. Sus hojas y tallo se usan como forraje. La plaga de granizo en Egipto no destrozó el trigo y el c. “porque eran tardíos” (Éx. 9:32). La cosecha de c. se hacía en invierno. Nombre científico: Triticum dicoccum. •Plantas de la Biblia.

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CENTINELA Persona que se mantenía en vigilancia para avisar de cualquier peligro a un grupo, tropa o ciudad. •Gedeón atacó el campamento de los madianitas “al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los c.” (Jue. 7:19). Nehemías, cuando reconstruía el muro de Jerusalén, ordenó que todos “de noche sirvan de c. y de día en la obra” (Neh. 4:22). La impaciencia por la llegada de la mañana es usada en el Sal. 130:6 para ilustrar el extremo anhelo del alma por su Dios: “Mi alma espera a Jehová más que los c. a la mañana, más que los vigilantes a la mañana”. Generalmente el c. ejercía su función desde un lugar alto, que le diera amplia visión, preferiblemente una torre o •atalaya. El •atalaya, cuyas responsabilidades aparecen descritas en Ez. 33:1–9, era un c. Los profetas eran verdaderos c. espirituales (“Porque el Señor me dijo así: Vé, pon c. que haga saber lo que vea” [Is. 21:6]). Habacuc dijo: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá” (Hab. 2:1).

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CENTURIÓN Militar romano que comandaba una centuria (cien hombres), la unidad más reducida en la nomenclatura de la infantería romana. Eran respetados y temidos como soldados profesionales del gran imperio. En el NT se mencionan varios. Entre ellos: a) el de Capernaum, que tenía un criado enfermo y de quien el Señor Jesús dijo “que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mt. 8:5–13); b) el que comandaba a los soldados que crucificaron al Señor, que luego dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mr. 15:39); c) Cornelio, “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre” (Hch. 10:2), a quien Pedro le predicó el evangelio; y d) “Julio, de la compañía Augusta”, que salvó la vida de Pablo cuando le conducía preso a Roma (Hch. 27:1).

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CEPO Instrumento que se utilizaba mayormente en las prisiones para inmovilizar a los presos. Consistía de dos tablas que tenían huecos. Se colocaban los pies del prisionero sobre los huecos de una tabla y luego se tomaba la otra poniéndola encima, de forma tal que el hombre no se pudiera mover. Además del aspecto de seguridad, el uso del c. incluía castigo y tortura. Job se quejaba diciendo: “Pones, además, mis pies en el c.” (Job 13:27; 33:11). A Jeremías lo pusieron "en el c. que estaba en la puerta superior de Benjamín" (Jer. 20:2). Se acostumbraba poner a los locos en el c. (Jer. 29:26). El carcelero de Filipos, en el caso de Pablo y Silas, “los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el c.” (Hch. 16:24).

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CERA Sustancia que producen las abejas para hacer sus panales. Era usada luego por los seres humanos para fabricar velas, que se derretían por la combustión del pábilo o mecha. Por esa característica, en el AT se utiliza la c. para señalar el acto de diluirse, deshacerse, delante de la poderosa presencia de Dios (Sal. 97:5), o por una calamidad (Sal. 22:14).

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CERDO Era incluido dentro de los animales que no se podían comer (Lv. 11:7; Dt. 14:8) y tradicionalmente tratado como el más inmundo y repulsivo de todos. Por eso se decía que una “mujer hermosa y apartada de razón” era como “un zarcillo de oro en el hocico de un c.” (Pr. 11:22). Los esfuerzos de helenización de los judíos por parte de •Antíoco incluían el proponer que se hicieran sacrificios de c. Pero los judíos se negaban y muchos preferían morir antes que sacrificar o comer puerco, como puede verse en el libro apócrifo 2 Mac. 6:18. Desde esa época existía la noción entre los sabios judíos de que criarlos conllevaba una maldición. El “hato de muchos c.” que se menciona en los Evangelios, donde el Señor sanó a unos endemoniados, era seguramente una crianza de gentiles, porque la región de •Gadara tenía precisamente una gran población no judía (Mt. 8:28–34; Mr. 5:1–14; Lc. 8:26–37). De igual manera hay que considerar la posibilidad de que los c. que cuidaba el hijo pródigo de la parábola, eran de algún gentil en la “provincia apartada” (Lc. 15:11–32). Existían c. salvajes que dañaban las cosechas (Sal. 80:9–14). Nombre científico: Sus domestica. •Animales de la Biblia.

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CERETEOS Y PELETEOS El c. fue un pueblo cercano a los filisteos. Vivían al SE de éstos, en “la parte del Neguev que es de los c.” (1 S. 30:14). En una profecía contra los filisteos, Ezequiel dice: “Cortaré a los c.” (Ez. 25:16). Y Sofonías: “¡Ay de los que moran en la costa del mar, del pueblo de los c.” (Sof. 2:5). De los p. no se tienen muchos datos. Algunos opinan que eran mercenarios de la isla de Creta, lugar de donde vinieron originalmente los filisteos.

Era común que un líder utilizara a extranjeros, que no tuviesen muchas conexiones con el pueblo, como guardia personal. Quizás por eso David reclutó de entre los c. y los p., que no eran israelitas, a sus guardaespaldas. Los comandaba •Benaía (2 S. 20:23). Es posible que los conociera en los tiempos en que pasó viviendo entre los filisteos, cuando huía de Saúl. Fueron muy leales a David. Le acompañaron cuando éste abandonó Jerusalén por la rebelión de •Absalón (2 S. 15:18) y participaron en la proclamación de Salomón como rey (1 R. 1:38). Se supone que su función desapareció con la muerte de David, pues no se les menciona más.

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CERRADURA Las puertas de las casas en Israel tenían muchas veces ciertos mecanismos en las jambas, usualmente un orificio, donde se introducía una pieza o pasador que podía ser de madera o metal, la cual tenía varios agujeros en los cuales se ponían clavijas. La •llave era el

instrumento con el cual era posible mover dichas clavijas para permitir el movimiento del pasador y así abrir la puerta. Las puertas de las murallas de algunas ciudades tenían c. (1 S. 23:7; 1 R. 4:13).

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CERTEZA, CERTIDUMBRE La seguridad que se tiene de alguna verdad o cosa. El vocablo hebreo aken se utiliza para aseverar algo con énfasis. Jacob dijo en Bet-el: “Ciertamente Jehová está en este lugar” (Gn. 28:16). •Labán dijo a Jacob: “Ciertamente hueso mío y carne mía eres” (Gn. 29:14). •Eliú se expresó, diciendo: “Ciertamente, espíritu hay en el hombre” (Job 32:8). La certeza puede ofrecerse, recibirse o buscarse. Las promesas de Dios producen seguridad y certidumbre (“Los juramentos a las tribus fueron palabra segura” [Hab. 3:9]). Pablo escribía que “todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Co. 1:20). El autor de Hebreos decía: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza” (He. 6:11).

Toda la Biblia asegura que la confianza en Dios, la fe en él, es la base de toda certeza (“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” [He. 11:1]). Podemos tener certidumbre de todo lo dicho o prometido por Dios en razón de su propia naturaleza, que no cambia (“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” [He. 13:8]). Por eso hay que confiar en él, y no en las riquezas, “las cuales son inciertas” (1 Ti. 6:17).

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CERVIZ Nuca. Parte posterior del cuello. Como el yugo se pone sobre el cuello de un animal y al quitárselo se le libera, la expresión “poner el yugo sobre la c.” vino a significar “esclavizar”, y “quitar el yugo” vino a ser sinónimo de “liberar”. Así Isaac, al bendecir a •Esaú le dice: “A tu hermano servirás; y sucederá cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu c.” (Gn. 27:40). Dios promete a Sion que quitará “el yugo de tu c.”, refiriéndose a la opresión asiria (Is. 10:27). Dios se compadece de Israel y es “como los que alzan el yugo de sobre su c.” (Os. 11:4).

En el NT, Pedro dijo en el •concilio de Jerusalén: “¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la c. de los discípulos..?” (Hch. 15:10). Una expresión de victoria sobre un enemigo era poner la mano o el pie sobre su c. Jacob bendice a Judá diciendo: “Tu mano en la c. de tus enemigos” (Gn. 49:8). Dios promete a Israel: “Te daré la c. de todos tus enemigos” (Éx. 23:27). El uso más frecuente en la Biblia, sin embargo, es la expresión “de dura c.” o “endurecer su c.”, que posiblemente nació de la observación de los bueyes que no respondían a las señales del arador, porque tenían la c. menos flexible que los otros, o que eran de dura c.

Con esas palabras se quiere señalar, entonces, a alguien que posee una mezcla de terquedad, orgullo y persistencia en desobedecer. Dios dice a Moisés: “Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura c.” (Éx. 32:9), y se repite este calificativo en Éx. 33:3, 5; 34:9; Dt. 9:6, 13; 31:27, etcétera. El Señor exhorta a su pueblo: “No endurezcáis más vuestra c.” (Dt. 10:16).

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CÉSAR Título de los emperadores de Roma. Originalmente fue un sobrenombre de una familia romana. La grandeza de uno de ellos, Julio César, hizo que sus sucesores conservaran el nombre de C., viniendo a ser como el equivalente al título de “Faraón” en Egipto. Cuando nació el Señor Jesús, el C. era •Augusto (Lc. 2:1). Quien nombró a •Pilato como gobernador de Judea fue •Tiberio (Lc. 3:1), cuya efigie estaba en la moneda que el Señor utilizó para

contestar la pregunta sobre el tributo (Lc. 20:21–25). Se menciona una gran hambre “en tiempo de Claudio” (Hch. 11:28). Y el C. a quien Pablo apeló fue Nerón (Hch. 25:8, 10–12). Los convertidos “de la casa de C.” mencionados en Fil. 4:22, no eran miembros de la corte de Nerón, sino personajes del servicio doméstico. •Roma. Romanos.

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CESAREA (Perteneciente a César). Ciudad que •Herodes el Grande construyó en honor de Augusto César en la costa de Judea, en el camino de •Tiro a Egipto, a unos 104 km al NO de Jerusalén. Anteriormente estaba en ese sitio la Torre de Estratón. Fue capital de la provincia de Judea. •Pilato tenía allí su residencia, y en excavaciones arqueológicas se encontró una piedra con la inscripción de su nombre. •Felipe el evangelista llegó a esa ciudad con la predicación (Hch. 8:40; 21:8). Cuando ciertos griegos conspiraron para matar a Pablo, los hermanos le enviaron a C. y de allí a •Tarso (Hch. 9:30).

•Cornelio, el centurión, vivía en C. y allí fue donde por primera vez se predicó el evangelio a los gentiles (Hch. 10:1–48). •Herodes Agripa I murió en C. “comido de gusanos” (Hch. 12:23). Fue en C. donde Pablo recibió la profecía de •Agabo (Hch. 21:8–12). Hasta allí fue llevado Pablo como prisionero y entregado a •Félix (Hch. 23:22–24). El apóstol estuvo dos años preso en C., siendo acusado por los judíos, que usaron al orador •Tértulo. En C., Pablo predicó a •Félix, •Drusila, •Festo y •Agripa, tras lo cual apeló a •César (Hch. 24, 25 y 26).

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CESAREA DE FILIPO Ciudad situada en las faldas del monte •Hermón. Posiblemente fuera antes un santuario cananeo llamado •Baal-hermón. •Herodes el Grande construyó allí un templo dedicado a Augusto •César. Su hijo •Herodes Felipe siguió haciendo construcciones y la llamó C. de F. para distinguirla de la •Cesarea que su padre había construido en la costa. Es el lugar más lejano hacia el N que el Señor Jesús visitó (Mr. 8:27). Allí preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mt. 16:13). Actualmente se llama Banias.

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CESIA (Canela). Una de las hijas que le nacieron a Job después de su restauración y prosperidad. “No había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra” (Job 42:14–15).

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CETRO Vara o bastón de mando utilizado como señal de autoridad. El que entraba sin ser llamado a la presencia del rey •Asuero debía morir, “salvo aquel a quien el rey extendiere el c. de oro” (Est. 4:11). El c., de manera general, vino a significar soberanía, poder y autoridad. Así, hablando “contra el rey de Babilonia”, dice Isaías: “Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el c. de los señores” (Is. 14:5). “c. de justicia es el c. de tu reino”, se nos dice del Señor (Sal. 45:6). Como una burla para decir que la autoridad de Jesús era supuesta, los soldados romanos “pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha” (Mt. 27:29) para ridiculizarlo. La caña simulaba un c.

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CETURA (Incienso). Una de las mujeres de Abraham. Le dio seis hijos, siendo el más prominente de ellos •Madián. A esos hijos, Abraham “los envió lejos de Isaac ... hacia el

oriente, a la tierra oriental” llenos de regalos (Gn. 25:1–6). En ciertas tradiciones judías se identifica a C. con •Agar.

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CHACAL Cuadrúpedo. Mamífero. De la familia de los cánidos. Su cuerpo es parecido al de la zorra, aunque la cabeza se asemeja a la del lobo. Puede ser domesticado y a veces se cruza con los perros. Se alimenta tanto de carne como de vegetales. También de carroña (Sal. 63:10). Vive en manadas, no muy grandes. Algunos piensan que los trescientos animales que •Sansón capturó, para las cuales se usa una palabra hebrea que ha sido traducida como “zorra”, pudieron ser “chacales”, porque el término también se usa para éstos (Jue. 15:4–5). Las zorras viven solas, mientras que los c. en manadas que podían haber sido fácilmente entrampadas. El c. era mirado con respeto por los egipcios, que lo representaban como el dios de los muertos en muchas inscripciones y estatuas. Quizá se deba al hecho de que este animal emite por las noches, tras olfatear los aires (Jer. 14:6), un aullido con el cual llama a sus iguales, pero que a los hombres parece estremecedor (Is. 13:22; Mi. 1:8). Como el c. es habitante de la estepa, un lugar solitario y desolado es “morada de c.” (Sal. 44:19; Is. 34:13; 35:7). Nombre científico: Canis aureus. •Animales de la Biblia.

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CHIPRE (Cobre). Isla que en la antigüedad tenía minas de cobre, pero que hoy están agotadas. Es la tercera en tamaño en el Mediterráneo. Tiene unos 9.251 km2 Está situada a unos 74 km al S de Anatolia (Turquía) y a 96 km al O de Siria. En su parte más larga mide 224 km y mide de ancho 96 km En el AT se le llama •Quitim. En la lista de las naciones de Gn. 10 (2, 4) aparece como poblada por los descendientes de •Jafet a través de su hijo •Javán (1 Cr. 1:7). Mantenía mucho contacto con •Tiro, que quedaba frente a ella en la costa continental, un poco al S.

Isaías profetizó que la “oprimida virgen hija de Sion” se refugiaría en Quitim, sin encontrar allí reposo (Is. 23:1, 12). Jeremías señaló que Quitim no había “cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses” (Jer. 2:10–11). Los habitantes de Quitim sobresalieron en marinería y construcción de barcos. Hablando de Tiro, Ezequiel dice que sus barcos tenían remos “de encina de Basán” y “bancos de pino de las costas de Quitim, incrustados de marfil” (Ez. 27:6). En Dn. 11:30 aparece otra referencia a “las naves de Quitim”.

En el año 58 a.C. pasó a formar parte del Imperio Romano. Bernabé era nativo de allí (Hch. 4:36). “Los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, C. y Antioquía” y algunos chipriotas creyentes “hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús” (Hch. 11:19–20). En su primer viaje misionero, Pablo y Bernabé fueron a C., donde “anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos...” (Hch. 13:4–6). Allí tuvieron un encuentro con un mago llamado •Barjesús, o •Elimas, a quien Pablo encegueció “por algún tiempo”. Más tarde, cuando Pablo y Bernabé se separaron, este último, “tomando a Marcos, navegó a C.” (Hch. 15:39). Viajando Pablo a Jerusalén, vinieron “algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de C., discípulo antiguo” que iba a ofrecerles alojamiento en aquella ciudad (Hch. 21:16).

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CHISME •Calumnia.

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CHUZA Esposo de Juana, una de las mujeres que seguían a Jesús y “le servían de sus bienes”. C. era “intendente de •Herodes” Antipas (Lc. 8:3).

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CIEGO •Ceguera.

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CIELO En el AT se dice siempre samayim, en plural. En el NT el término más frecuente es ouranos y se usa en plural o en singular. Los hebreos acostumbraban referirse al universo uniendo los conceptos de c. y tierra. Como en Gn. 1:1 (“En el principio creó Dios los c. y la tierra”). Abraham llama a Dios: “Jehová Dios Altísimo, creador de los c. y de la tierra” (Gn. 14:22). La idea que se tenía de los c. no aparece en ninguna parte explicada, pero por las distintas expresiones de la Escritura se colige que eran considerados como una gran sábana extendida por Dios. Así, leemos: “Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los c.” (Is. 44:24). Dios es el “que extiende los c. como una cortina” (Sal. 104:2; Is. 40:22).

Se dice c., en plural, porque en efecto los hebreos pensaban que había varios. Primeramente estaba la “expansión en medio de las aguas” (Gn. 1:6–7), que es el espacio entre el mar y las nubes (“las aguas que están sobre los c.” [Sal. 148:4]). Allí se mueven “las aves de los c.” (Gn. 1:26; Job 28:21). Luego viene “el firmamento”, el lugar donde están los astros, el sol, la luna, las estrellas (“Alabadle en la magnificencia de su firmamento” [Sal. 150:1]). Después estaban “los c. de los c..”, el lugar donde está Dios (“El que mora en los c.” [Sal. 2:4]), adorado por los ángeles (1 R. 22:19). “He aquí de Jehová tu Dios son los c. y los c. de los c.” (Dt. 10:14). “He aquí que los c., los c. de los c., no te pueden contener.... Tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los c.” (1 R. 8:27, 30). Hay que tener esto en cuenta para interpretar las palabras de Pablo cuando dice que fue “arrebatado hasta el tercer c.” (2 Co. 12:2). Incluso hay expresiones en el judaísmo tardío que hablan de hasta de siete y diez c.

También se habla entre los hebreos como si los c. fueran una bóveda, un vaso invertido que se apoya sobre la tierra. Es interesante el lenguaje de Job, que menciona “las columnas del c.”, pero al mismo tiempo dice que Dios “extiende el N sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada” (Job 26:7–11). También se dice que los c. tienen cimientos (2 S. 22:8). Esa bóveda celestial tiene “cataratas”, por las cuales se derramó el diluvio (Gn. 7:11) y “ventanas” (Mal. 3:10). En el AT se expresa que los juicios que Dios hará por causa del pecado del hombre incluirán a los c., que serán conmovidos, o removidos, o destruidos (Is. 13:13; 34:4). En efecto, Dios promete una nueva creación, con nuevos c. (“Porque como los c. nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí” [Is. 66:22]).

A veces se dice en las Escrituras que el c. es el trono de Dios, o que Dios tiene su trono en el c. (Is. 66:1; Mt. 5:34). Jehová es el “Dios de los c.” (Gn. 24:7; Esd. 1:2). Por eso cuando se dice que algo viene del c., se entiende que viene de Dios. Eso es lo que querían decir los fariseos cuando le pedían al Señor “señal del c.” (Mr. 8:11), El Señor Jesús habló de sí mismo diciendo que había descendido del c. (Jn. 6:33–58). Y luego de su muerte y resurrección subió allá (Hch. 1:11; 1 P. 3:22), “traspasó los c.” (He. 4:14), donde permanece “hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21).

El mismo Señor prometió llevar a los suyos al c. (Jn. 14:2–4). Allí está la ciudadanía de todos ellos (Fil. 3:20). Sus nombres están escritos en los c. (Lc. 10:20), donde han sido bendecidos “con toda bendición espiritual ... en Cristo” (Ef. 1:3). Los santos que han muerto son presentados vivos “ante el trono de Dios” (Ap. 7:9), sin tener que padecer los problemas de esta tierra (Ap. 7:16–17).

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CIENCIA •Conocimiento.

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CIERVO, CIERVA Mamífero. Rumiante. Cuadrúpedo de talla grande y formas esbeltas. Su cuello es largo y muchas veces con una crin en su parte inferior. Los machos tienen unos cuernos redondos, a veces ramificados. Era apto para comer (Dt. 12:15, 22). Las patas del c. le permitían tanto un correr muy veloz como la capacidad de afincarse bien en el terreno, por lo cual el salmista dice que Dios “hace mis pies como de c., y me hace estar firme sobre mis alturas” (Sal. 18:33; Hab. 3:19). Por lo grácil de sus formas se usaba la figura de la c. en poemas amorosos (Pr. 5:19; Cnt. 2:7). La expresión “el c. brama por las corrientes de las aguas” (Sal. 42:1) está relacionada con el comportamiento de los c. en los períodos de celo, cuando los c. emiten un bramido que se parece al de los toros. Nombre científico: Cervus capreolus. •Animales de la Biblia.

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CIGÜEÑA Ave zancuda, de talla grande, pico cónico muy largo y grandes alas con las cuales vuela distancias enormes (Zac. 5:9). Gusta de construir sus nidos tanto en árboles (Sal. 104:17) como en la altura de edificios. Se alimenta de animales pequeños y, a veces, de carroña. No era apta para comer (Lv. 11:19; Dt. 14:18). La c. emigra de las temperaturas frías. Cuando los árabes veían llegar unas c. hacían una fiesta porque se sabía que había pasado el invierno. Por eso se dice que “aun la c. en el cielo conoce su tiempo” (Jer. 8:7). Nombre científico: Ciconia ciconia. •Animales de la Biblia.

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CILICIA Provincia romana del SE de Asia Menor, situada en lo que hoy es Turquía. •Tarso, la ciudad natal de Pablo, era capital de C. (Hch. 22:3). Hacía frontera por el N con •Capadocia y Licaonia. Al S quedaba el Mediterráneo, al E Siria y al O •Panfilia. Algunos judíos de C. disputaron con •Esteban (Hch. 6:9). Pablo predicó el evangelio en su provincia natal poco después de su conversión (Gá. 1:21). Muy pronto se formó allí una comunidad cristiana, pues el concilio de Jerusalén se dirige “a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en C.” (Hch. 15:23). En su segundo viaje misionero Pablo “pasó por Siria y C., confirmando a las iglesias” (Hch. 15:41).

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CILICIO Tela burda que se utilizaba para confeccionar sacos o bolsas donde se cargaban frutos y otros objetos. Generalmente eran de color oscuro y estaban hechos de pelos de cabra. El nombre viene de •Cilicia, lugar famoso por la confección de esta tela. Por su uso humilde, su fealdad y por lo incómodo que resultaba usarlo pegado a la piel, el c. se vestía para manifestar humillación, luto y arrepentimiento. Jacob “puso c. sobre sus lomos, y guardó luto” por la supuesta muerte de José (Gn. 37:34). David se arrepintió de haber censado al pueblo, y al ver al ángel de Jehová listo para hacer juicio contra Jerusalén, él y los ancianos “se postraron sobre sus rostros, cubiertos de c.” (1 Cr. 21:16).

En un momento de arrepentimiento por sus pecados, el rey •Acab “rasgó sus vestidos y puso c. sobre su carne, ayunó, y durmió en c.” (1 R. 21:27). •Mardoqueo, al oír la sentencia sobre su pueblo, “se vistió de c. y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor” (Est. 4:1). Job dice: “Cosí c. sobre mi piel, y puse mi cabeza en el polvo” (Job 16:15). De igual modo, David dice: “Puse c. por mi vestido” (Sal. 69:11). Son muchas

las expresiones en las Escrituras en las cuales se unen los términos “c. y ceniza” para indicar duelo o arrepentimiento profundos. Así, el Señor Jesús, hablando de las ciudades de •Capernaum, •Corazín y •Betsaida, señaló que si en •Sodoma y Gomorra se hubieran hecho las maravillas que se hicieron en aquéllas, “tiempo ha que se hubieran arrepentido en c. y en ceniza” (Mt. 11:21).

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CÍMBALO •Música e instrumentos musicales.

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CIMIENTO La parte más baja de un edificio, encima del cual éste se apoya. Al edificar el •templo, Salomón usó “piedras grandes ... costosas, para los c. de la casa” de Dios (1 R. 5:17). Éstos fueron reconstruidos en tiempos de Esdras (Esd. 3:6). Por extensión se usa el término para aludir a la parte fundamental de alguna cosa. Así, se habla de “los c. de los cielos” y “los c. de los montes” (2 S. 22:8; Sal. 18:7). La justicia y el juicio son los c. del trono de Dios (Sal. 89:14). El Mesías es el “c. estable” que Dios pone en Sion (Is. 28:16). •Piedra angular.

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CINA Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:22).

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CINERET (Arpa, lira). Nombre de lugares del AT.

1. Denominación antigua del mar de Galilea. •Genesaret.

2. Ciudad fortificada en el territorio de Neftalí, en la ribera occidental del lago del mismo nombre (Jos. 19:35). •Genesaret.

3. Distrito del territorio de Neftalí. Fue conquistado por •Ben-adad, rey de Siria, cuando hizo alianza con •Asa, rey de Judá, contra •Baasa, rey de Israel (1 R. 15:20).

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CINTO, CINTURÓN Parte de la vestidura tanto de hombres como de mujeres. En hebreo hay varias palabras que se traducen como c. en castellano. La más usual se refiere al c. corriente, que servía para ceñir el vestido interior y el exterior a la cintura. No se hacía lo mismo con la otra pieza, el manto. El c. que utilizaba •Elías era, en realidad, muy ancho, casi como un delantal (2 R. 1:8), así como el de Juan el Bautista (Mt. 3:4). Ambos eran de cuero. Dios usó como figura “un c. de lino” que Jeremías debió esconder debajo de una peña en el •Éufrates (Jer. 13:1–7). Ese tipo de c. era considerado como valioso. El c. podía ser de la misma tela que el vestido, o de cuero, o de lana. Sólo en Daniel y Apocalipsis se mencionan c. de oro (Dn. 10:5; Ap. 1:13; 15:6).

La expresión “ceñir los lomos” significa tomar el ruedo del vestido y amarrarlo a la cintura con el c. para estar preparado para la acción, ya sea viajar o para trabajar (Éx. 12:11; 2 R. 4:29; 9:1). También se consideraba el uso del c. como señal de que el niño había llegado a ser hombre, porque podía usar armas. El c. se utilizaba para llevar dinero (a veces escondido) o en una bolsa pequeña que también servía para guardar algunos alimentos. Por eso el Señor

Jesús dijo a sus discípulos que no se proveyeran “de oro, ni plata, ni cobre en vuestros c.” (Mt. 10:9). En el c. se llevaban armas (2 S. 20:8). El espacio entre el borde de la falda y el c. podía utilizarse como recipiente para transportar granos. Bastaba tomar la falda por el ruedo y levantarla. A eso se refiere la expresión “dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (Lc. 6:38). •Armadura y armas.

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CIPRÉS Árbol de la familia de las cupresáceas. Era muy abundante en el Líbano. Salomón la usó en la construcción del •templo (1 R. 5:8; 6:15; 2 Cr. 2:8). Era muy apreciada para la construcción de barcos. En la era mesiánica “en lugar de la zarza crecerá c.” (Is. 55:13). Algunos piensan que la “madera de Gofer” con la cual se construyó el arca era c. (Gn. 6:14). En Israel hay dos tipos: el Cupressus sempervirens horizontalis y el Cupressus sempervirens pyramidalis. •Plantas de la Biblia.

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CIRCUNCISIÓN Hacer la c. es cortar circularmente para extirpar del pene el tejido que cubre el glande, llamado prepucio. El origen de esta costumbre es esencialmente religioso y ritual. Sólo en tiempos modernos se le utiliza expresamente con fines médicos. Su práctica se ha extendido por muchos pueblos. En el caso israelita, comenzó con Abraham, que se circuncidó a los noventa y nueve años (Gn. 17:24), cuando Dios le dijo que como señal del pacto “será circuncidado todo varón de entre vosotros.... de edad de ocho días” (Gn. 17:10, 12; Lv. 12:3). Así lo hicieron con Juan el Bautista (Lc. 1:59), con el Señor Jesús (Lc. 2:21) y con Pablo (Fil. 3:5).

Cuando los israelitas entraron en Canaán fue necesario circuncidarlos a todos, pues durante la peregrinación en el desierto no la habían practicado (Jos. 5:2–9). Pero no se entendió bien entre ellos el significado de la c., pues Dios estaba interesado en circuncidar su corazón (Lv. 26:41; Dt. 30:6). Sin embargo, el pueblo tomó el asunto sólo como un rito externo que les diferenciaba de los demás pueblos, llegando a despreciar a las naciones que no se circuncidaban, cuyos hombres eran “incircuncisos” (Gn. 34:14; Jue. 14:3; 1 S. 14:6; 17:26). La falta de entendimiento de Israel sobre el significado de la c., manifestada en su vida de desobediencia y corrupción, trajo el juicio de Dios que decidió castigar “a todo circuncidado, y a todo circunciso ... porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón” (Jer. 9:25–26; Hch. 7:51).

Pero los israelitas continuaron aferrados al concepto externo del rito, enorgulleciéndose de ser ellos “la c.” (Ef. 2:11), insistiendo en no tener en cuenta que “la c. aprovecha, si guardas la ley”, pero al transgredirla, su c. se volvía incircunsición (Ro. 2:25–27). Que la verdadera c. no es “la que se hace exteriormente en la carne”, sino “la del corazón, en espíritu” (Ro. 2:28–29). En los principios de la iglesia, muchos creyentes judíos tuvieron problemas para desprenderse del antiguo concepto de la c. e intentaron obligar a los gentiles recién convertidos a circuncidarse, cosa que fue rechazada en el llamado •Concilio de Jerusalén (Hch. 15:1–29). “Los apóstoles, los ancianos y los hermanos” escribieron a los creyentes gentiles diciéndoles que aquellos que les mandaban a circuncidarse y guardar la ley les habían perturbado. Pablo escribió que “la c. nada es, y la incircunsición nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios” (1 Co. 7:19; Gá. 5:6). Pedro fue llamado el apóstol de la c., porque inicialmente predicaba entre los judíos, mientras que Pablo es el apóstol de los gentiles, o de la incircunsición (Gá. 2:7).

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CIRENE Capital de la provincia de Cirenaica, un territorio al O de Egipto que los romanos arrebataron a los Ptolomeos, en lo que hoy es el territorio de Libia. Originalmente C. fue una colonia griega. Cuando el Señor Jesús llevaba su cruz hacia el Calvario “hallaron a un hombre de C. que se llamaba •Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz” (Mt. 27:32). En la lista de países cuyos peregrinos oyeron el mensaje de Pedro en •Pentecostés, se habla de algunos que eran de “las regiones de África más allá de C.” tras mencionar Egipto (Hch. 2:10). Entre los que discutían con Esteban habían algunos de C. (Hch. 6:9). Algunos de C. se convirtieron y luego predicaron el evangelio en •Antioquía (Hch. 11:20). Uno de ellos, llamado •Lucio, era uno de los “profetas y maestros” de aquella iglesia que encomendaron a •Bernabé y Saulo la obra misionera (Hch. 13:1).

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CIRENIO Por fuentes extrabíblicas sabemos que su nombre completo era Publius Suspicius Quirinius. Era gobernador de Siria en los días del nacimiento del Señor Jesucristo, cuando se hizo un “primer censo” (Lc. 2:1–5). Existe mucha discusión acerca de la fecha de los dos censos mencionados en el NT. Los romanos acostumbraban hacer censos con frecuencia, mayormente con fines de recabar impuestos. •Censo.

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CIRO Rey de Persia (559–529 a.C.) que llegó a formar un gran imperio. Heredero legítimo de la dinastía de un modesto reino en lo que hoy es Irán, se alió con •Nabonido, rey de Babilonia para conquistar a los medos. Luego venció a Creso, rey de •Lidia, famoso en la historia por sus riquezas, se apoderó finalmente de todas las colonias griegas de la costa de Anatolia y dominó en el Oriente Medio. Se distinguió por una política de tolerancia religiosa hacia los pueblos vencidos.

C. emitió el famoso edicto que lleva su nombre que permitía el retorno a Jerusalén de los judíos que estaban en Babilonia. Esto fue posible porque “Jehová despertó el espíritu de C.” para ello y para que se edificara “casa en Jerusalén, que está en Judá” (2 Cr. 36:22–23; Esd. 1:1). Dios dice de Ciro: “Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero” (Is. 44:28). Le llama “su ungido” y proclama que hará grandes cosas a través de él, pero aclarando: “aunque no me conociste” (Is. 45:1, 5), lo que es una muestra más de la acción soberana de Dios en la historia. Daniel “prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de C. el persa” (Dn. 6:28).

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CIS Nombre de personas del AT.

1. Padre del rey Saúl. Era “hombre valeroso” (1 S. 9:1). Aunque Saúl dijo que su familia era “la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín” (1 S. 9:21), en realidad C. no era demasiado pobre, porque tenía asnas y siervos (1 S 9:3). Fue sepultado en “tierra de Benjamín, en Zela”, donde también se puso el cadáver de Saúl (2 S. 21:14).

2. Personaje de la tribu de Benjamín, hijo de Abigabaón (1 Cr. 8:30).

3. Levita hijo de Mahli, padre de Jerameel (1 Cr. 23:21).

4. Levita hijo de Abdi que participó en el avivamiento de tiempos de •Ezequías (2 Cr. 29:12).

5. Personaje en el linaje benjamita de •Mardoqueo (Est. 2:5).

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CISÓN Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad de levitas en el territorio de la tribu de Isacar (Jos. 21:28). = •Quisión.

2. Arroyo que corre en la porción occidental del valle de Jezreel. Nace en los montes de •Gilboa y •Tabor, y desemboca en el Mediterráneo. Gran parte de su trayecto es un lecho seco que se llena torrencialmente en la temporada de lluvias. A la altura de Meguido, sin embargo, toma aguas más permanentes. Allí tuvo lugar la batalla donde •Barac y •Débora derrotaron a •Sísara (Jue. 4:4–16). Dios mandó decir a Barac: “Yo atraeré hacia ti al arroyo de C. a Sísara ... con sus carros y su ejército” (Jue. 4:7). Cuando llueve mucho, las riberas del C. se inundan y el terreno se torna fangoso. Es posible que eso contribuyera a la victoria israelita, porque Sísara vino con “novecientos carros herrados” (Jue. 4:13) que no pudieron maniobrar bien en aquel lugar. Eso podría explicar la expresión del Canto de Débora: “Los barrió el torrente de C., el antiguo torrente, el torrente de C.” (Jue. 5:21).

—CISTERNA Hoyo cavado en el suelo, mayormente en la roca, con el propósito de recolectar y almacenar el agua lluvia. Los pozos eran excavaciones donde había agua subterránea. En Israel ésta era abundante en el invierno, pero escasa en verano, lo cual obligaba a la gente a encontrar formas de almacenarla. Usualmente el hoyo tenía la forma de una pera. El agujero por donde se extraía el agua se tapaba con una piedra. Por eso la ley mosaica imponía responsabilidades al que “abriere un pozo, o cavare c., y no la cubriere” (Éx. 21:33–34), pues “un buey o asno” podía caer en ellos. El Señor dijo a Israel que le daría “c. cavadas que tú no cavaste” (Dt. 6:11). El rey Uzías “edificó torres en el desierto, y abrió muchas c.” (2 Cr. 26:10). Dios se queja de la infidelidad de Israel diciendo que le habían dejado a él, “fuente de agua viva, y cavaron para sí c., c. rotas que no retienen agua” (Jer. 2:13).

Los hermanos de José intentaron acabar con su vida echándole en una c. (Gn. 37:24), pero ésta estaba vacía. Una c. seca, o casi seca, podía usarse como prisión. Como el agua en la c. no corría ni se movía, cuando quedaba poca podía ser muy fangosa. A Jeremías le echaron “en la casa de la c.” (Jer. 37:16), o sea la cárcel. “Y en la c. no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno”, pero el rey •Sedequías le mandó sacar (Jer. 38:6–13). En Lm. 3:52–54 el profeta recuerda esa experiencia.

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CÍTARA •Música e instrumentos musicales.

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CITAS En el AT acontece, por diferentes razones, que las palabras de un libro se encuentran repetidas en otro. Pueden llamarse c., aunque no explican que se está citando y sin decir la fuente. Pero en el NT se utilizan expresiones atribuidas de manera específica a autores o libros del AT, a los libros •apócrifos, o a otras fuentes extrabíblicas. Casi siempre la c. está acompañada por fórmulas que indican que se está citando. Así, se dice: “Como está escrito”, o “escrito está”, o “escrito en el profeta...”, o “lo dicho por el Señor”, etcétera.

Al considerar estas c. neotestamentarias hay que tener en cuenta que los autores disponían de diversas versiones de las Escrituras del AT. Es cierto que mayormente usaban la •Septuaginta, pero hay ocasiones en que no es así. Treinta y una citas hechas por el evangelista Mateo no fueron tomadas de la Septuaginta.

En algunas ocasiones, la diferencia de palabras entre la c. y el texto del AT se debe precisamente al uso que se hace de diferentes versiones. Mt. 21:16 (“De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza”) es una c. del Sal. 8:2 (“De la boca de los niños y de los que maman fundaste la fortaleza”). Aquí Mateo usó la Septuaginta, la cual indica como “alabanza” un término que en el texto masorético aparece como “fortaleza” o “gloria”. Otras veces las c. no son hechas de manera exacta, sino tomando la idea esencial del texto, cambiando a veces una que otra palabra, como el caso de Mt. 21:5, que cita muy libremente a Zac. 9:9. También hay que tener en cuenta que no siempre se disponía a mano del texto escrito, lo cual obligaba a realizar las c. de memoria.

Los autores del NT toman a veces ciertas palabras del AT y las aplican directamente a una circunstancia o persona del NT aparentemente sin poner atención al contexto de la porción original. Así, el texto de Os. 11:1 (“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”), que evidentemente se refiere en primer lugar a Israel, es tomado por Mateo y aplicado al caso del Señor Jesús (“Para que se cumpliese lo que dijo el Señor:... De Egipto llamé a mi hijo” [Mt. 2:15]).

La literatura intertestamentaria y apócrifa, que incluye muchas obras pseudoepigráficas ( •Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros) muestra el desarrollo de ideas que estaban en la mente de las personas en los días anteriores al ministerio terrenal del Señor Jesús, incluyendo conceptos sobre la resurrección, el Mesías, y otras. En el NT hay también c. de esta literatura, algunas de ellas hechas de manera expresa. Judas, por ejemplo, cita del primer Libro de •Enoc (“De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: ”He aquí, vino el Señor..." [Jud. 14]). La lucha que describe entre Miguel y el diablo por el cuerpo de Moisés (Jud. 9) es algo tomado del libro apócrifo “La Asunción de Moisés”. Pablo toma de otro libro apócrifo los nombres de “Janes y Jambres”, los magos egipcios (2 Ti. 3:8). La explicación que ofrece Pedro sobre lo que pasó a los “espíritus encarcelados” (1 P. 3:18–20) está tomada directamente de los capítulos 6 y 10 del apócrifo primer Libro de Enoc.

Pablo, además de hacer referencias directas de los apócrifos del AT, usa en varias ocasiones c. de autores clásicos griegos. En Hch. 17:28 cita a Epiménides (“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”) y a Aratos (“Como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos”). Epiménides fue un poeta cretense, autor de una legislación civil y religiosa para aquella isla (también citado en Tit. 1:12). Las palabras de Aratos fueron tomadas de su obra “Phaenomena”. Esos conceptos, además, fueron repetidos por otros autores griegos, entre ellos el estoico Cleanto, en su “Himno a Zeus”.

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CIUDAD En la Biblia, especialmente en el AT, se llama c. a un grupo de casas protegidas por una muralla o defendidas por una fortaleza dentro de cuyo perímetro estaban incluidas. La mayoría de las c. conquistadas por el pueblo de Israel no eran grandes urbes. Como lo que daba carácter de c. era el muro, la destrucción de éste significaba indefensión y vergüenza (Jer. 50:15; Neh. 1:3). La ley de Moisés establecía diferencias entre “casa de habitación en c. amurallada” y las “casas de las aldeas” (Lv. 25:29–31). Caín fue el primero que “edificó una c., y llamó el nombre de la c. del nombre de su hijo, Enoc” (Gn. 4:17). Un avance tecnológico, la técnica de fabricar el ladrillo, marcó el aumento de la construcción de c. (“Les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla” [Gn. 11:3]), lo cual, a su vez, condujo al descuello de la arquitectura (quisieron construir una torre).

Las calles de las c. eran generalmente muy estrechas, sinuosas y sucias (“Como lodo de las calles” [2 S. 22:43; Sal. 18:42; Is. 10:6; Mi. 7:10; Zc. 9:3; 10:5]). Algunas calles tenían nombre, como “la c. de los Panaderos”, en tiempos de Jeremías (Jer. 37:21), o “la c. que se llama Derecha” en •Damasco, donde vivió Saulo tras su conversión (Hch. 9:11). Generalmente los sitios de reunión al aire libre se situaban en las puertas de las murallas. Allí se comerciaba y se discutían los asuntos de la comunidad (Rt. 4:1; Pr. 31:23). También se celebraban los juicios y transacciones legales. Job recordaba: “Cuando yo salía a la puerta a juicio, y en la plaza hacía preparar mi asiento...” (Job 29:7). La c. por excelencia en la Biblia es “Jerusalén, que se ha edificado como una c. que está bien unida entre sí” (Sal. 122:3), y que es llamada “c. de Dios” (Sal. 46:4). En el NT se nos enseña que Dios prepara una c. para los suyos (He. 11:16), que es “la santa c., la nueva Jerusalén” (Ap. 21:2).

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CIUDAD DE DAVID Era parte de una colina, en el SE de Jerusalén, donde había una fortaleza de los •jebuseos. David la conquistó y la reconstruyó, edificó un palacio para sí y le dio su nombre (1 Cr. 11:5–8). También se llama C. de D. a •Belén, por haber nacido allí el rey de Israel (Lc. 2:11).

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CIUDADANÍA El concepto de c. que tenemos hoy no existía en el Israel antiguo, donde cada individuo pertenecía a una tribu. Las personas eran clasificadas como miembros de las tribus, como esclavos, o como extranjeros. Algunas disposiciones referentes a la participación de extranjeros en las fiestas de Jehová podrían compararse con la idea de c., pero recordando siempre que se trata sólo de la incorporación a la vida religiosa del pueblo (Éx. 12:48; Dt. 23:2–8).

En el NT se menciona el caso de la c. romana. Para el que no fuera un natural romano, esta c. podía ser adquirida por adopción, por méritos de guerra, o sobornando a los funcionarios para obtener ese privilegio. Pablo, aunque judío, había nacido c. romano (Hch. 22:28). Entre las ventajas que se lograban con la c. romana estaba el no recibir nunca torturas ni penas infamantes como la crucifixión o la •flagelación, ni ser castigado sin juicio previo. El ciudadano romano sólo podía ser juzgado por tribunales romanos, con un jurado en casos civiles y con el representante de Roma en asuntos criminales. Pablo reclamó sus derechos de c. romana en varias ocasiones (Hch. 16:37; 22:25; 25:11). El apóstol recuerda a los creyentes que “nuestra c. está en los cielos”, con todos los privilegios espirituales inherentes (Fil. 3:20). Ser ciudadanos romanos era un privilegio para los filipenses, pero era superior el ser ciudadanos del cielo.

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CIUDADES DE REFUGIO Se estableció en Israel que en caso de que alguien matara a otro de manera involuntaria, podía buscar refugio en ciudades que fueron señaladas para tal efecto. Eran lugares adonde podía huir “el homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención” (Nm. 35:11). Esto era necesario porque el pariente más cercano al muerto tenía el deber de convertirse en “el vengador de la sangre”. Se evitaba de esta manera que se efectuara venganza antes de entrar “en juicio delante de la congregación” (Nm. 35:12). El culpable de la muerte era juzgado por los ancianos de la c. de r. y si se determinaba que no lo había hecho con intención, quedaba librado del “vengador de la sangre”, a condición de que permaneciera viviendo en esa ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote (Nm. 35:15–28).

Estas ciudades eran: •Cedes ... de Neftalí, •Siquem ... en Efraín, •Hebrón ... de Judá; •Beser ... de Rubén; •Ramot ... de Gad; y •Golán en Basán (Jos. 20:1–9). Algunos eruditos ven

un problema con el señalamiento de esas ciudades porque, en su opinión, varias de ellas vinieron a ser israelitas en tiempos muy posteriores a Moisés. No se conocen casos específicos de asilo en la Biblia. Sin embargo, puede verse que el santuario era considerado como lugar de asilo, pues •Adonías se puso allí “asido de los cuernos del altar” (1 R. 1:51). Lo mismo hizo Joab (1 R. 2:28). Era una demanda de protección, aunque no era automáticamente otorgada (Éx. 21:14).

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CIZAÑA Planta de la familia de las gramíneas que crece silvestre en Israel. Se caracteriza por su aparente similitud con el trigo, pero no es apta para el consumo humano. Por eso, en los casos en que creciera junto a éste, se le dejaba hasta el momento de la siega. Los segadores podían distinguir fácilmente entre la c. y los tallos con granos de trigo. El Señor Jesús utilizó esto en una parábola (Mt. 13:24–30, 36–43). Nombre científico: Lolium temulentum. •Plantas de la Biblia.

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CLAUDA Pequeña isla del Mediterráneo a unos 80 km al SO de •Creta por donde pasó la nave que llevaba a Pablo a Roma. Tratando de capear el temporal causado por el viento •Euroclidón, llegó un momento en que “iban costeando a Creta.... Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada C.” (Hch. 27:13–16).

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CLAUDIA Creyente de Roma que estuvo presente cuando Pablo escribía su Segunda Carta a Timoteo. Unió su saludo con los de “ •Eubulo ... Pudente, •Lino ... y todos los hermanos” (2 Ti. 4:21).

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CLAUDIO Su nombre completo era Tiberio Claudio Nerón Germánico, cuarto de los emperadores del Imperio Romano (41–54 d.C.). El profeta •Agabo predijo que en tiempos de c. “vendría una gran hambre”, lo que motivó a que los hermanos de •Antioquía enviaran “socorro a los hermanos” de Judea (Hch. 11:27–30). En el principio del reinado de c. hubo tolerancia para con los judíos, pero luego cambió de política y ordenó que éstos salieran de Roma. Es probable que esta medida tuviera como motivo los conflictos desatados en la comunidad judía en Roma por la llegada de cristianos después de Pentecostés. Cuando Pablo llegó a •Corinto “halló a un judío llamado Aquila, natural de Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto c. había mandado que todos los judíos saliesen de Roma” (Hch. 18:1–2). Probablemente la decisión de c. incluyó a los cristianos, porque éstos eran todavía considerados como una secta del judaísmo.

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CLAUDIO LISIAS Tribuno (militar) romano que rescató a Pablo de una multitud enfurecida en Jerusalén. “Ordenó que fuese examinado con azotes”, pero al enterarse de que Pablo era romano desistió de someterlo al tormento (Hch. 21:31; 22:24–29). Recibió la información de que se intentaba asesinar a Pablo y ordenó que le trasladaran de noche a Cesarea a •“Félix el gobernador”, y le escribió una carta que es un buen modelo de correspondencia militar romana. El tribuno comandaba una cohorte, unidad castrense que podía tener de seiscientos a mil hombres.

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CLAVO Pequeña pieza metálica, puntiaguda en uno de sus extremos, que sirve para unir dos cuerpos o tablas de madera (“El carpintero ... lo afirmó con c., para que no se moviese” [Is. 41:7]). David “preparó ... mucho hierro para la clavazón de las puertas, y para las junturas” del •templo que construiría Salomón (1 Cr. 22:3). “Las palabras de los sabios son ... como c. hincados” (Ec. 12:11). Las manos y los pies del Señor Jesús fueron traspasados con c. al ser crucificado. Por eso •Tomás dijo: “Si no viere en sus manos la señal de los c. y metiere mi dedo en el lugar de los c. ... no creeré” (Jn. 20:25).

CLEMENTE (Benévolo). Cristiano de Filipos al que Pablo incluye entre sus “colaboradores”, junto a •Evodia, •Síntique y otros “cuyos nombres están en el libro de la vida” (Fil. 4:3). Orígenes y Eusebio suponen que este C. es el mismo que luego se conoció en Roma como uno de los llamados “padres apostólicos”, unos escritores cristianos que conocieron a los apóstoles. No parece probable que C. fuera uno de ellos.

CLEOFAS Nombre de personas en el NT.

1. Uno de los dos discípulos de •Emaús a quienes Jesús apareció resucitado. No le reconocieron inicialmente, pero cuando “tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.... les fueron abiertos los ojos” (Lc. 24:30–31).

2. Esposo de una de las Marías que “estaban junto a la cruz de Jesús” (Jn. 19:25). La tradición lo identifica como •Alfeo, padre de Jacobo el menor (Mt. 10:3), pues una de las Marías que estuvo allí era “la madre de Jacobo el menor y de José” (Mr. 15:40).

CLOÉ Mujer mencionada por Pablo en 1 Co. 1:11 en relación con la noticia que recibió sobre las disensiones de los •corintios (“He sido informado acerca de vosotros ... por los de C.”. Se desconocen detalles sobre ella y la forma específica en que se trasmitió la noticia. Para algunos, C. más bien es nombre de lugar.

COA Tribu aramea mencionada por Ezequiel junto con otras llamadas Soa y Pecod. Esta última habitaba en la margen oriental del Bajo •Tigris, estando c. un poco más al N. Conquistada por los caldeos, vino a ser parte de su imperio y sus tropas formaban parte de su ejército. Por eso Ezequiel profetiza de Jerusalén diciendo que haría venir contra ella a “todos los caldeos, los de Pecod, Soa y c.” (Ez. 23:23).

COAT Segundo de los hijos de Leví, que aparece con sus hermanos Gersón y Merari entrando con Jacob en tierra de Egipto (Gn. 46:11). Tuvo cuatro hijos: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel, que fueron a su vez cabezas de familias levíticas (Nm. 3:19). Vivió ciento treinta y tres años (Éx. 6:18).

COATITAS Levitas descendientes de •Coat. Se estableció que “las familias de los hijos de Coat acamparán al lado del tabernáculo, al S” (Nm. 3:29). Tenían “la guarda del santuario” (Nm. 3:28), incluyendo “el arca, la mesa, el candelero, los altares, los utensilios del santuario con que ministran, y el velo con todo su servicio” (Nm. 3:29–31). Pero sólo podían acercarse a esos enseres después que los sacerdotes los hubiesen cubierto y sin tocar “cosa santa, no sea que mueran” (Nm. 4:15). Moisés dio carros a los otros levitas para hacer su servicio, “pero a los hijos de Coat no les dio, porque llevaban sobre sí en los hombros el servicio del santuario” (Nm. 7:9). En Jos. 21 se nombran las ciudades que recibieron los c., algunas de ellas designadas como de refugio. Cuando el •templo fue construido algunos c. se dedicaron a la música, tales como “el cantor •Hemán hijo de Joel ... y su hermano •Asaf, el cual estaba a su mano derecha” (1 Cr. 6:33, 39). “Algunos de los hijos de Coat ... tenían a su cargo los panes de la proposición” (1 Cr. 9:32). En tiempos de •Josafat los hijos de Coat y de •Coré alabaron “a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz” animando al pueblo para la batalla contra los moabitas y amonitas (2 Cr. 20:19). Cuando la reforma de •Josías, algunos

levitas de la línea de Merari y de Coat fueron puestos “para que activasen la obra” (2 Cr. 34:12).

COBRE Metal de color rojizo, el más maleable después del oro y la plata. El •bronce es una aleación de c. y zinc. Se menciona a •Tubal Caín como el primero que hizo esta aleación, que por su versatilidad llegó a ser muy apreciada (Gn. 4:22) en la manufactura de muchos utensilios. El c. fue recibido como ofrenda para la construcción del •tabernáculo (Éx. 25:3), junto con plata y oro. En el •templo, tanto en el edificio como en la utilería, se usó mucho el c. (1 R. 7:15). Se utilizaba el c. para la acuñación de monedas, normalmente las de menor valor, como se puede interpretar de las palabras del Señor Jesús cuando ordenó a sus discípulos que cuando fueran a predicar no se proveyeran de “oro, ni plata, ni c.” (Mt. 10:9). La Tierra Prometida tenía mucho c. (Dt. 8:9), el cual era extraído de minas que estaban entre el mar Muerto y Akaba. •Metales y minería.

COCODRILO Reptil, del orden de los saurios, anfibio. Lagarto grande, de mandíbulas alargadas y abundante dentadura. Sus lomos están protegidos por fuertes placas, muy duras. La piel de los costados y el abdomen es lisa. Habita en ríos, lagos y lagunas. El más conocido para los israelitas era el c. del Nilo. Los egipcios lo consideraban sagrado. Sólo se menciona por nombre en la lista de animales prohibidos para comer (Lv. 11:30), pero en hebreo se usa un término (tannim) para describir en lenguaje poético a un “leviatán” cuya descripción se asemeja a la de un c. (Job 41:1–34). Esa misma palabra, traducida como “dragón”, es usada para señalar al “Faraón rey de Egipto ... que yace en medio de sus ríos” (Ez. 29:3). Nombre científico: Crocodilus vulgaris. •Animales de la Biblia.

CODICIA Es el deseo vehemente de poseer o disfrutar cosas materiales sin prestar atención alguna a las leyes de Dios o de los hombres. En Éx. 20:17, donde se dice: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo...”, la palabra que se utiliza es chamad, que quiere decir “desear” o “deleitarse en”. Cuando en la idea que se quiere expresar está envuelto el deseo deshonesto de dinero o riqueza, se usa la palabra betsá, casi siempre traducida como “avaricia”. Pablo exhorta a los ricos a no poner su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas (1 Ti. 6:17). •Riqueza.

CODO •Pesos y medidas de la Biblia.

CODORNIZ Ave pequeña de la familia de las gallináceas. Su plumaje es de color pardo terroso con líneas amarillas en el dorso y pardo rojizo en el vientre. Vuelan a poca altura. Se alimentan de granos, y es frecuente verlas en los campos sembrados. Ante la queja de los israelitas por la ausencia de carne en el desierto, Dios dispuso de un viento que “trajo c. del mar y las dejó sobre el campamento” en grandes cantidades (Nm. 11:31–34; Sal. 78:27–31). Todavía en el día de hoy las c. cruzan el Mediterráneo emigrando del N hacia el continente africano en la primavera. Extenuadas por el largo vuelo intentan descansar sobre el terreno, donde son cazadas en gran número mediante redes dispuestas para ello. Nombre científico: Coturnix coturnix. •Animales de la Biblia.

COFIA Red de hilo fino o redecilla que utilizaban las mujeres para recogerse el pelo. Entre los atavíos que Dios dice que quitaría a las hijas de Sion en su momento de juicio, estaban “las c.” (Is. 3:20).

COJO Usualmente “herido de los pies”, un defecto mencionado muchas veces, tanto en el AT como en el NT, consistente en una desigualdad entre las extremidades inferiores. Por tratarse de una imperfección, un c. no podía oficiar como sacerdote (Lv. 21:18). Tampoco se podía ofrecer en sacrificio un animal c. (Dt. 15:21). •Mefi-boset, hijo de •Jonatán, quedó c. en su

niñez (2 S. 4:4). Se consideraba que este defecto menoscababa la capacidad para la guerra, que usualmente requería largas marchas y maniobras. Cuando se quería decir que se iba a lograr una victoria con facilidad se usaba la expresión “aun los ciegos y los c. te echarán” (2 S. 5:6). Pero cuando venga el Mesías hasta “los c. arrebatarán el botín” (Is. 33:23) y “saltarán como un siervo” (Is. 35:6). El Señor Jesús sanó a muchos c. (Mt. 11:5; 15:30). También lo hicieron los apóstoles (Hch. 3:1–10; 14:8–10). •Medicina.

COLAÍAS (Voz de Jehová). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Benjamín (Neh. 11:7).

2. Padre del falso profeta •Acab (Jer. 29:21).

COLORES Los c. que se mencionan en la Biblia de manera específica son el blanco, el negro, el rojo, el verde, el azul y el amarillo. Se habla del blanco en las ovejas. Jacob apartó a aquellas “que tenían en sí algo de blanco” cuando trabajaba para •Labán (Gn. 30:35). Es el c. de los dientes (Gn. 49:12) y de ciertas asnas (Jue. 5:10), así como de la nieve (Sal. 51:7). Se asocia el blanco a la pureza (“vuestros pecados ... vendrán a ser como blanca lana” [Is. 1:18]). En la transfiguración los vestidos del Señor “se hicieron blancos como la luz” (Mt. 17:2). Y los santos en las visiones de Apocalipsis son presentados con vestiduras blancas (Ap. 3:4; 4:4; 7:9, etcétera). También leemos varios casos en que se habla de “un caballo blanco” (Zac. 1:8; Ap. 6:2).

El negro se menciona como el c. de un pelo sano, cuando se está tratando el problema del reconocimiento de la lepra (Lv. 13:31, 37). Entre los materiales acumulados por David para la construcción del •templo había “piedras negras” (1 Cr. 29:2). También se mencionan caballos negros (Zac. 6:6; Ap. 6:5). El rojo es el c. del guiso que comió •Esaú (Gn. 25:30). El vino es rojo (Gn. 49:12; Is. 27:2), al igual que la sangre (2 R. 3:22). Se tiñeron de rojo pieles de carnero para ser utilizadas en el •tabernáculo (Éx. 25:5; 26:14). Las manchas de lepra podían tener una apariencia rojiza (Lv. 13:19, 24). El verde es el c. de la hierba, las plantas, la vegetación en general (Gn. 1:11; 9:3). Se menciona el azul como parte de los c. del pabellón del rey •Asuero (Est. 1:6). •Azul. El amarillo es el c. del oro (Sal. 68:13) y de uno de los caballos del Apocalipsis (Ap. 6:8).

En otras ocasiones se alude al c. al hacer comparación entre ciertos objetos. Así, el maná era “como c. de •bedelio” (Nm. 11:7). Las ruedas que ve Ezequiel eran semejantes “al c. del •crisólito” (Ez. 1:16). Daniel vio un varón cuyos pies era “como de c. de bronce bruñido” (Dn. 10:6).

COLOSAS Ciudad de Asia Menor, hoy Turquía, situada a orillas del río Lico, cerca de donde éste hace confluencia con el Meandro. La región en que estaba se llamaba •Frigia. Según Herodoto, había sido un centro comercial importante de la antigüedad, pero en tiempos de Pablo no lo era. Formaba una especie de confederación con •Hierápolis y •Laodicea, siendo esta última más importante. Varios de los colaboradores de Pablo figuran relacionados de una manera u otra con esa ciudad. Especialmente •Epafras, •Filemón, •Onésimo y •Arquipo. Una carta del apóstol, la epístola a los •Colosenses, fue dirigida a la comunidad cristiana que había en C. Un terremoto destruyó C. alrededor del año 65 d.C.

COLOSENSES, EPÍSTOLA A LOS Carta escrita a los hermanos de la iglesia de •Colosas. No se tienen noticias de que el apóstol visitara personalmente esa ciudad, pero durante su larga estancia en •Éfeso “todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús” (Hch. 19:10). Colosas quedaba en Frigia, al E de Éfeso, muy cerca de •Hierápolis y •Laodicea. Muchos de los convertidos y luego compañeros de Pablo, tales como •Epafras, •Tíquico, •Onésimo, •Filemón, etcétera, eran de Colosas. Es probable que fuera

Epafras, junto con otros, el que inició la predicación en aquellas tres ciudades (Col. 1:7; 4:12–13).

Autor y fecha. Fue escrita por el apóstol Pablo, alrededor del año 62 ó 63 d.C. Algunos piensan que originalmente Pablo escribió algo muy corto y que fue aumentado el texto en tiempos posteriores. Las observaciones surgen del hecho de que en esta epístola se tratan problemas relacionados con ideas gnósticas. El gnosticismo es un fenómeno del siglo II d.C. Pero lo cierto es que ya sus planteamientos básicos se venían manifestando incluso desde antes de la era cristiana.

Circunstancias. Pablo, preso en Roma, predica el evangelio y se convierte Onésimo, un esclavo escapado de Filemón. Ambos decidieron que Onésimo debía arreglar su relación personal con su antiguo amo, por lo cual Pablo le envía con cartas para Filemón, para los hermanos de Colosas y para los de Laodicea. Tíquico acompaña a Onésimo en el viaje. La preocupación que parece estar en la mente de Pablo con respecto a la salud espiritual de la iglesia en Colosas se relacionaba con ciertas enseñanzas erradas que estaban circulando en ella. La evidencia interna del texto de la epístola indica que se trataba de una mezcla de enseñanzas judías y filosofía griega.

En los primeros años de la predicación del evangelio era una tentación permanente para los nuevos creyentes el dejarse influenciar por estas dos corrientes de pensamiento. A veces, y esto fue lo que pasó con los colosenses, se intentaba combinar ambas en el marco de la doctrina cristiana, haciendo un verdadero sincretismo. Las ideas que combate Pablo en la carta eran el germen de lo que más tarde conformaría el gnosticismo.

Las ideas protognósticas o pregnósticas que se habían introducido en esa iglesia incluían los conceptos de que la salvación se obtenía por medio de la “gnosis”, un conocimiento revelado a un círculo de privilegiados; que existía una oposición cosmológica entre el espíritu y la materia, representando el primero al bien y la segunda al mal; que por ser la materia mala, no podía haber sido creada por Dios, sino por un ser intermedio, el demiurgo; que el hombre se encontraba como prisionero en el cuerpo, que es material; que siendo de materia, entonces, no podía tener contacto con la deidad sino a través de seres intermediarios, los ángeles; que por la visión dualista de espíritu-materia, y siendo esta última mala, lo recomendable era una vida de estricto ascetismo que intentara, además, cumplir con las tradiciones judaicas. Contra estas ideas escribe el apóstol.

Introducción. Pablo presenta sus credenciales como “apóstol de Jesucristo” a los hermanos de Colosas, de los cuales había tenido noticias. El evangelio había llegado a ellos (“así como a todo el mundo”), por vía de Epafras. Habiendo oído de su “amor en el Espíritu”, Pablo oraba incesantemente por ellos para que anduvieran “como es digno del Señor” (Col. 1:1–14).

La persona de Cristo. Lo primero que el apóstol quiere poner en claro es que el cosmos ha sido creado por el Señor Jesús, que es “la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas ... todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:15–17). Pablo señala insistentemente a la persona del Señor Jesús. Él es “cabeza del cuerpo que es la iglesia”, “el principio”, “el primogénito”, “en él habita toda la plenitud”, “por medio de él” Dios hace la reconciliación, tras lo cual los colosenses serán presentados “santos y sin mancha ... delante de él” (Col. 1:18–23).

La verdadera gnosis. El apóstol menciona “la gloria de este misterio entre los gentiles”. También quiere que los creyentes puedan “conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (gnosis)”.

Advierte que hay quienes quieren engañarles “con palabras persuasivas”. Les aclara que la materia (“todas las cosas”) fue creada por Cristo, la cabeza de la iglesia, quien no es un ser intermedio ni un demiurgo (“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”). Con la doctrina de la encarnación, Pablo da respuesta a una de las preocupaciones fundamentales de los colosenses (Col. 2:1–9).

La verdadera circuncisión. Les recuerda que ellos mismos habían sido “reconciliados, en su cuerpo de carne” y, además, “circuncidados con circuncisión no hecha a mano”. Cristo anuló “el acta de los decretos que había contra nosotros” y había triunfado en la cruz sobre los principados y potestades. Por lo cual nadie debía juzgarles “en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo”. El asunto de los ángeles lo trata diciéndoles: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto”. Pablo combate la idea del ascetismo judaizante diciendo: “¿Por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos, tales como: No manejes, ni gustes, ni aún toques...” Les explica que esos son mandamientos de hombres, que pueden tener “cierta reputación ... pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne” (Col. 2:22–23).

Recomendaciones prácticas. Una vez tratados los puntos doctrinales más controversiales, Pablo enfatiza cuáles deberían ser las cosas que realmente debían preocuparles como personas que habían “resucitado con Cristo”. Les exhorta a hacer morir “lo terrenal” en ellos, dando ejemplos de las cosas que deben abandonar. Deben vestirse “como escogidos de Dios, santos y amados”. Les incita al amor y a perdonarse unos a otros, exhortándose con “la palabra de Cristo” y alabando al Señor en todo. Se dirige a las casadas, a los maridos, a los hijos, a los padres, a los siervos y a los amos, diciéndoles cuál debía ser su actitud cristiana. Incita a todos a la oración y pide que oren por él. Termina con salutaciones personales y les pide que se acuerden de sus prisiones (Col. 3:1 a 4:18).

COLUMNA Soporte en un edificio, generalmente en forma de cilindro alargado que se apoya en el suelo. También se levantaban de la misma manera con fines ornamentales. Los materiales que se utilizaban para construirlas eran madera, piedra y adobe. Pero las c. del pabellón de •Asuero eran de mármol (Est. 1:6). Se tiene entendido, por excavaciones arqueológicas, que las c. que Sansón derribó en el templo de los filisteos (Jue. 16:25–30) eran de madera. Se usaron c. en el •tabernáculo para sostener los cortinajes (Éx. 35:17; 38:10–11, etcétera). Salomón usó c. de cedro en el •templo (1 R. 7:2–6) y “vació dos c. de bronce” a las cuales llamó •Jaquín y •Boaz (1 R. 7:15–21), nombres cuyo significado es oscuro. En un lugar cerca de ellas se colocaba el rey en las grandes celebraciones (2 R. 11:14). Poéticamente se dice que “de Jehová son las c. de la tierra” (1 S. 2:8).

Se usa el término c. para señalar la forma en que la presencia de Dios dirigía a los israelitas en el desierto, por medio de una c. de nube y una de fuego (Éx. 13:21–22). Se tenía la costumbre de levantar una c. o un pilar con fines conmemorativos. Jacob erigió una en memoria de •Raquel (Gn. 35:20). Absalón levantó “una c. ... en el valle del Rey”, a la cual puso su nombre, para memoria suya porque no tenía hijo varón (2 S. 18:18). También pueden considerarse c. •las piedras verticales, a veces traducidas como “estatuas” que erigían los paganos en sus templos o lugares de culto. Los israelitas debían derribarlas (Éx. 23:24; Dt. 16:22).

Jacobo, Cefas y Juan son llamados c. de la iglesia de Jerusalén (Gá. 2:9). La iglesia es “c. y baluarte de la verdad” (1 Ti. 3:15). Una promesa a los creyentes es: “Al que venciere, yo le haré c. en el templo de mi Dios” (Ap. 3:12).

COLLAR Adorno para el cuello, generalmente en forma de cadena o piedras preciosas unidas por un hilo. Lo usaban tanto los hombres como las mujeres. Era señal de dignidad. Faraón puso un c. de oro a José (Gn. 41:42). •Nabucodonosor ofreció un c. de oro al que revelara su sueño, lo cual hizo Daniel (Dn. 5:7). Como muestra de su amor hacia Sion, Dios dice que la atavió con un c. (Ez. 16:11). Salomón alababa la belleza del cuello de su amada adornado por c. (Cnt. 1:10). A veces el c. era hecho de perlas, de piezas de cerámica o de vidrio. •Joyas.

COMADREJA Mamífero carnicero de cuerpo sumamente delgado y flexible, de pelaje rojizo. Caza principalmente durante la noche. Es famosa porque ataca y vence a las serpientes. La mención de la c. en Lv. 11:29, como animal que no se podía comer, debe tomarse como una alusión genérica a animales parecidos al ratón, pero de cuerpo más largo. El nombre científico de la c. es Mustela vulgaris.

COLLARES •Joyas.

COMER Dios dio a Adán y Eva las plantas y los frutos de la tierra. “Os serán para c.”, les dijo (Gn. 1:29). A Noé le dijo: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento”, poniendo sólo una limitación: “Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis” (Gn. 9:3–4). Esta prohibición se repite por medio de Moisés (Lv. 17:10) y en el NT por medio del Concilio de Jerusalén (Hch. 15:29). Más tarde, por vía de Moisés, estableció otras limitaciones, determinando que ciertos animales no debían ser comidos. Los israelitas fueron en términos generales muy cuidadosos en cumplir con estas regulaciones. Su alimentación básica se componía de pan de centeno o de trigo, frutas, agua, vino, leche, mantequilla y quesos. La carne, mayormente de ovejas o cabras, se comía en celebraciones especiales.

La mayoría de las personas hacían dos comidas al día, una en la mañana y otra en la tarde, como puede verse en la expresión: “Jehová os dará en la tarde carne para c. y en la mañana pan hasta saciaros” (Éx. 16:8). Debe suponerse que durante el día los individuos estarían ocupados en las labores del campo, donde sólo tendrían una ligera merienda. Se hacían comidas al mediodía (Gn. 43:25; 1 R. 20:16), pero no eran lo más común, como puede verse por el hecho de que Pedro estaba al mediodía en la azotea de una casa orando “y tuvo gran hambre, y quiso c.; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis” (Hch. 10:9–10).

Se tomaban los alimentos con las manos, de donde surge el proverbio: “El perezoso mete su mano en el plato, y ni aun a su boca la llevará” o “se cansa de llevarla a su boca” (Pr. 19:24; 26:15). Por eso era imperativo lavarse las manos antes de c. De allí la insistencia de los fariseos sobre el asunto y su asombro cuando vieron a los discípulos del Señor c. pan con manos no lavadas (Mt. 15:2). Lo que era una buena costumbre ellos lo habían elevado al nivel de mandamiento de purificación. El Señor tuvo que aclararles que “el c. con las manos sin lavar no contamina al hombre” (Mt. 15:20). Dos o más personas comían de un mismo plato, como puede verse en la escena en que el Señor Jesús habla de Judas diciendo: “El que moja conmigo en el plato” (Mr. 14:20).

La expresión “sentado a la mesa” no debe llevarnos a imaginar que se sentaban sobre una silla, aunque éstas se usaban en casos especiales (1 S. 20:25). Las mesas eran unas plataformas bajas. Y las personas se reclinaban sobre pieles, o alfombras, o esteras, o cojines, según sus posibilidades. Para ello se apoyaban en el codo izquierdo, usando la derecha para tomar los alimentos. Por eso se lee que Juan “estaba recostado al lado de Jesús” (Jn. 13:23). Varias escenas descritas de comidas a las cuales asistió el Señor, inclusive la Última Cena, sugieren que los comensales se colocaban con los pies hacia la pared y frente a ellos, la o las mesas, que formaban como una “U”. Esto permitió a la mujer pecadora llegar hasta los pies del Señor, que se encontraba aparentemente en el último lugar en la comida de •Simón el

fariseo (Lc. 7:36–50). Fue así que el Señor Jesús pudo levantarse en medio de la cena y lavar los pies de los discípulos (Jn. 13:3–12).

La •hospitalidad era algo muy importante en la cultura hebrea. Ella se demostraba, entre otras cosas, en la atención a los huéspedes, a los cuales se les lavaba los pies y se les ofrecía alimentos. Por eso Abraham, al recibir a los tres varones, les dijo: “Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies, y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan” (Gn. 18:4–5). Se demostraba un privilegio especial dando la mejor porción o una mayor al invitado más apreciado, como hizo José con Benjamín (Gn. 43:34).

COMERCIO La tierra de Canaán era escasa en recursos naturales y materias primas, por lo cual sus exportaciones eran mayormente de productos agrícolas. Los israelitas, tras invadirla, no se convirtieron en comerciantes. Se piensa que la estructura tribal de Israel y sus costumbres autárquicas no contribuía al fomento de una tradición comercial entre los miembros de su sociedad. La Ley (Torá) no contiene muchas disposiciones relacionadas con el c. A lo más, se limita a ordenar que se debían utilizar “balanzas justas, pesas justas y medidas justas” (Lv. 19:36; Dt. 25:13–16) y a evitar los abusos de la usura. Además, los principales puertos quedaron en manos de cananeos. Los primitivos habitantes de Canaán, en cambio, se distinguían por su habilidad para el c. hasta tal punto, que la palabra “cananeo” vino a ser sinónima de mercader y así es traducida muchas veces (Pr. 31:24, Is. 23:8; Zac. 14:21; Os. 12:8).

La posición geográfica de Canaán la favorecía grandemente en términos comerciales, puesto que al encontrarse colocada entre los continentes, su territorio servía de ruta para las caravanas entre ellos. Los fenicios, desde su costa, llevaban el intercambio a los lugares más remotos por vía marítima. Ezequiel nos proporciona una descripción bastante detallada de ese c., que incluía el tráfico “con plata, hierro, estaño y plomo”, así como “con utensilios de bronce.... caballos y corceles de guerra y mulos.... colmillos de marfil y ébano.... perlas, púrpura, vestidos bordados, linos finos, corales y rubíes.... trigos ... miel, aceite y resina.... vino ... lana blanca.... hierro labrado, mirra destilada y caña aromática.... paños preciosos para carros.... corderos y carneros y machos cabríos.... especiería, y toda piedra preciosa, y oro.... mantos de azul y bordados ... cajas de ropas preciosas, enlazadas con cordones, y en madera de cedro etcétera” (Ez. 27:12–24).

Cuando se constituyó el reino de Israel, las actividades comerciales internacionales se incrementaron grandemente. La ampliación del mercado y el control que se logró de importantes rutas comerciales, sirvió de acicate al intercambio. Fue entonces natural que se estrecharan las relaciones con los fenicios, especialmente con Tiro, comenzando con David y Salomón. Para las obras públicas que se desarrollaban en Israel se necesitaban materiales que no estaban a su disposición. Por eso los intercambiaron con los fenicios, pagándoles con productos agrícolas. Salomón pidió a Hiram mano de obra especializada y “madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo”, proporcionando al rey fenicio “veinte mil coros de trigo en grano, veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino y veinte mil batos de aceite” (2 Cr. 2:8–10). Las crónicas del reinado de Salomón resaltan la intensa actividad comercial que lo caracterizó. Como Israel controlaba las rutas de las caravanas, esto le permitía dirigirlas a los puertos de su interés que se beneficiaban del tráfico terrestre. Los fenicios controlaban las rutas marítimas del Mediterráneo, por lo cual Salomón quiso explotar las que iban hacia el E utilizando el puerto de •Ezión-geber. Para ello, consiguió tecnología marinera de los fenicios, con los cuales se asoció (1 R. 9:26–28). Los viajes que se hacían por Arabia, la costa de África y posiblemente hasta la India, eran muy provechosos, pues traían “mucha madera de sándalo, y piedras preciosas”, así como “oro, plata, marfil, monos y pavos reales”, etcétera (1 R. 10:11, 22). El c. por tierra incluía el envío de mercaderes reales que “traían de Egipto caballos y lienzos” que eran revendidos a otros países, (“...el carro por seiscientas piezas de

plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían ... todos los reyes de los heteos, y de Siria” [1 R. 10:28–29]).

La visita de la reina de Sabá puede ser considerada desde el punto de vista del c., pues ésta gobernante vino “con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en abundancia, y piedras preciosas” (1 R. 10:1–2), una verdadera delegación comercial. Al parecer, los comerciantes de Salomón y sus expediciones hasta Ofir afectaban el área de influencia de esta reina, lo cual pudo haberle movido a buscar un entendimiento con el rey israelita con fines de intercambio.

Aun después de la división del reino de Israel, los gobernantes israelitas prosiguieron sus esfuerzos por fortalecer el c. de sus respectivas jurisdicciones. Para ello era imprescindible tener buenas relaciones con los fenicios. •Omri hizo alianza con el rey de Tiro mediante el matrimonio de su hijo •Acab con la hija de éste, •Jezabel. Más tarde se formaría una alianza entre Judá (Josafat), Israel (•Ocosías, hijo de Acab) y el rey de Tiro que propició una época de gran prosperidad comercial. Fue en esos días que Josafat intentó reiniciar los viajes desde Ezión-geber, para lo cual de seguro contó con la ayuda de la técnica fenicia. Aparentemente el profeta •Eliezer se opuso a la participación de Ocozías en la empresa marítima, a lo cual Josafat quiso atender a última hora, pero de todas maneras “las naves se rompieron y no pudieron ir a Tarsis” (1 R. 22:48–49; 2 Cr. 20:35–37).

Por otra parte, los comerciantes sirios tenían una “delegación” en Samaria, que operaba como una “plaza” comercial, mientras que los israelitas tenían lo mismo en Damasco. Cuando Acab derrotó al rey sirio •Ben-adad, entre las condiciones de paz que se lograron fue el restablecimiento del intercambio comercial. Así deben interpretarse las palabras de 1 R. 20:34: “Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con este pacto”.

La actividad comercial interna de Israel y Judá se hacía en plazas, mercados y calles, mayormente a base de trueques. Usualmente se prefería como sitio para el intercambio las zonas aledañas a las puertas de las ciudades. Leemos en la Biblia que había compraventa de animales (2 S. 12:3; Esd. 7:17), harina (2 R. 7:16), granos, trigo (Neh. 5:3; Am. 8:5–6), vino, uva, higos (Neh. 13:15), artículos de vestir (Jer. 13:2), enseres del hogar, generalmente de cerámica (Jer. 19:1), leña (Lm. 5:4), aceite (2 R. 4:7), etcétera.

En el NT no se describen actividades comerciales que se diferencien mucho de lo que se hacía en tiempos del AT. Hay que resaltar, sin embargo, que el Imperio Romano proporcionaba una atmósfera general de seguridad internacional. Las carreteras construidas por los romanos y la protección de las rutas marítimas y terrestres facilitaba grandemente los intercambios. Además, la eliminación de muchas fronteras representaba un mercado muy ampliado y demandante. Todo eso propició un gran auge en el c. mundial del cual el Oriente Medio, y en especial •Palestina, participaba con intensidad. Los viajes de Pablo ofrecen detalles muy sugestivos de la forma activa en que se empleaban las vías de comunicación, lo que le permitió moverse con relativa facilidad en un área bastante grande. Véase, por ejemplo, que para su viaje a Roma tomó “una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia” (Hch. 27:2) y luego, después del naufragio en Malta, “una nave alejandrina” que iba hacia la capital del imperio (Hch. 28:11). Ello nos habla de la intensidad del tráfico marítimo y comercial. El c. del Imperio Romano llegaba en aquella época hasta la India y China.

Se mencionan en el NT compras y ventas de aceite (Mt. 25:9–10), aves (Mt. 10:29), pan (Mr. 6:37), tejidos (Mr. 15:46), etcétera. En Apocalipsis aparece una lista de mercancías que incluye: “oro ... plata ... piedras preciosas ... perlas ... lino fino ... púrpura ... seda ... escarlata ... madera olorosa ... objeto[s] de marfil ... cobre ... hierro ... mármol ... canela,

especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros...” (Ap. 18:12–13).

COMIDAS, BANQUETE Entre los hebreos, como en los demás pueblos del Oriente Medio, el acto de participar con otro en una comida se consideraba una expresión de comunión. Dos enemigos no comían en la misma mesa. Al ser visitado por los ángeles, Abraham “porfió con ellos mucho” para que se quedaran con él “y les hizo banquete” (Gn. 19:3). También “hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac” (Gn. 21:8). Se mencionan otras fiestas de esta naturaleza, entre ellas la ofrecida por Isaac a •Abimelec y •Ficol (Gn. 26:26–30), los que realizaban los hijos de Job (Job 1:4), etcétera.

En ocasión de bodas era costumbre celebrar un gran banquete, que a veces podía durar varios días. Cuando Jacob casó con •Lea, el padre de ésta “juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete” (Gn. 29:22). Ese fue el caso de Sansón, cuya boda duró unos siete días (Jue. 14:10–20). En los banquetes, además de la comida abundante, se disfrutaba de la música (“Y en sus b. hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino” Is. 5:12). Isaías denunció a los líderes de Judá por dedicarse a muchos b. sin ocuparse de las cosas divinas (“...y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos” [Is. 5:11–12]).

En el NT vemos que el Señor Jesús asiste a casa de Leví, que “le hizo gran banquete en su casa” (Lc. 5:29). Aunque no se usa esa palabra, puede decirse que la cena que le ofrecieron al Señor en casa de Lázaro (Jn. 12:1–11) fue un banquete. En las religiones paganas se realizaban banquetes y comidas de carácter ritual, en los cuales los comensales, en teoría, disfrutaban de la comunión con sus dioses. Algunas veces esto incluía que parte de la comida era tomada como representación de la misma deidad. Es probable que esa era la idea que estaba detrás de la “fiesta” que Aarón proclamó al hacer el •becerro de oro, cuando “se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse” (Éx. 32:1–6). En el sistema de sacrificios y ritos establecido por Moisés había ciertamente casos en los cuales el que ofrecía el sacrificio participaba de parte de él, pero nunca tuvo dicho sistema celebraciones que pudieran catalogarse propiamente como banquete al estilo de las naciones paganas. La misma celebración de la •Pascua, en la cual había una comida comunal, no tenía el sentido casi orgiástico que los gentiles daban a sus comidas rituales.

Las promesas del Señor Jesús para los creyentes incluyen palabras que transmiten la idea de un banquete celestial (“Yo, pues, os asigno un reino ... para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino” [Lc. 22:29–30]). Esto se ratifica con las palabras de Ap. 19:9 (“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”). •Comer.

COMINO Nombre de una pequeña planta nativa de los países del Mediterráneo. Produce unas semillas finas, de color pardo, que molidas se utilizan como condimento. Se le atribuían virtudes medicinales. En Is. 28:24–29, hablando de las técnicas que se usaban para la cosecha, el profeta nos dice que sobre el c. “no se pasa rueda de carreta”, y que el c. se sacude “con una vara”. Según Dt. 14:22 era necesario diezmar “todo el producto del grano”, lo cual excluía a las hortalizas, pero los rabinos exageraron el mandamiento, lo cual es criticado por el Señor Jesús que les sacó en cara que diezmaban “la menta, el eneldo y el c.” pero se olvidaban de “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mt. 23:23; Lc. 11:42), o sea que se ocupaban de minucias y dejaban lo verdaderamente importante. •Plantas de la Biblia.

COMPAÑÍA Grupo de personas reunidas en un lugar o recinto, o agrupadas en un esquema organizativo. Puede tratarse de comerciantes, como la “c. de ismaelitas” a la cual fue vendido José (Gn. 37:25); o de profetas, como la que encontró Saúl (1 S. 10:5). En tiempos de Salomón se menciona “la c. de los mercaderes del rey” que hacía distintos negocios (1 R. 10:28). En términos militares, la palabra no designaba necesariamente a un número

determinado de soldados, sino a un grupo grande, considerable. Así, “ •Rezón hijo de Eliada.... se había hecho capitán de una c.” para oponerse a Salomón (1 R. 11:23–25). Cuando se organizó el servicio militar en el reinado de David una c. vino a ser de más o menos cien hombres. La palabra que se traduce por “c.” en Hch. 10:1 equivale a “cohorte”. La cohorte estaba formada generalmente por 500 a 600 hombres, o sea la décima parte de una •legión. •Cornelio comandaba cien hombres “de la c. llamada la Italiana” (Hch. 10:1). Un “centurión llamado Julio, de la c. Augusta” fue el encargado de llevar a Pablo a Roma (Hch. 27:1).

COMPASIÓN Con esta palabra se traducen términos que en diferentes lugares de las Escrituras quieren expresar el tener o sentir piedad. Se apunta a un sentimiento profundo de conmiseración que nace de un amor que siente pena por el otro. La hija de Faraón tuvo c. del niño que encontró en el río (Éx. 2:6). Job pedía a sus amigos que tuvieran c. de él (Job 19:21). Dios le dice a Israel: “Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi c.” (Os. 11:8) y se inclina al perdón. De la misma manera, el Señor Jesús “al ver las multitudes, tuvo c. de ellas” (Mt. 9:36). “El Señor es muy misericordioso y compasivo” (Stg. 5:11). Así también deben ser los creyentes (1 P. 3:8).

COMÚN Para los hebreos había cosas sagradas y cosas c.; algunas eran limpias y otras eran inmundas o c., no aptas para el culto, para comerlas, o aun para tocarlas. La legislación mosaica señalaba las diferencias, que corrientemente son llamadas “rituales” porque determinaban si una persona podía o no participar en los ritos. El sacerdote •Ahimelec dijo a David: “No tengo pan c. a la mano, solamente tengo pan sagrado” (1 S. 21:4). Pedro, cuando ve en éxtasis una sábana con diversos animales y oye la voz que le dice que los coma, contesta: “Ninguna cosa c. o inmunda he comido jamás” (Hch. 10:14). La legislación mosaica señalaba la diferencia entre lo limpio y lo inmundo (o c.) (Lv. 11:47; 20:25). También se dice “lo santo y lo profano” (Ez. 22:26). Por otra parte, se usa el término c. para señalar “lo que es de todos”, lo compartido. Así, “todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en c. todas las cosas” (Hch. 2:44). Se habla de “la fe que nos es c.” (Ro. 1:12; Tit. 1:4) y de “nuestra c. salvación” (Jud. 3).

COMUNIÓN Es la participación y el compañerismo entre personas. El término hebreo está relacionado con la idea de amistad y conocimiento profundo. “La c. íntima de Jehová es con los que le temen” (Sal. 25:14), “con los justos” (Pr. 3:32). En el NT se enseña que la c. de los creyentes es con el Padre (1 Jn. 1:3); con el Hijo (1 Co. 1:9); con el Espíritu Santo (2 Co. 13:14); con la sangre y el cuerpo del Señor (1 Co. 10:16); “unos con otros” (Hch. 2:42) y en el evangelio (Fil. 1:5).

El término utilizado para c. en el NT es el sustantivo koinonia. En la idea de c. se incluye el compartir los bienes materiales. En Ro. 15:26 se lee: “Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda [koinonia] para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén”. En forma de verbo aparece varias veces koinoneo, traducido como “comunicar” o “participar”. Así, Pablo amonesta diciendo que “el que es enseñado en la palabra, haga partícipe [comunique] de toda cosa buena al que lo instruye” (Gá. 6:6). •Santa Cena.

CONANÍAS (El Señor ha establecido). Nombre de personas del AT.

1. Levita. Funcionario del rey •Ezequías que tuvo a su cargo “las primicias y los diezmos y las cosas consagradas” (2 Cr. 31:12).

2. Uno de los jefes de los levitas que participó en la celebración de la Pascua que hizo •Josías ofrendando él mismo liberalmente (2 Cr. 35:9).

CONCIENCIA El concepto de c. como voz interna, una facultad que permite al ser humano tener cierto discernimiento entre lo bueno y lo malo, no es de los hebreos, para quienes lo importante era que el hombre rindiera cuentas a Dios, no a sí mismo. La idea de c. surgió más bien entre los griegos, quizá entre los estoicos. Pero ya en el libro apócrifo de la Sabiduría (17:10) la encontramos introducida en el mundo judío, cuando se lee que “la maldad ... a sí misma se condena; acosada por la c. imagina siempre lo peor”. El uso de c. en el Sal. 16:7, “aun en las noches me enseña mi c.”, puede traducirse mejor como “mente”.

Pero ya en los tiempos del NT el concepto de c. se había afirmado en Israel. Se hace uso de él en el caso de la mujer adúltera, cuando todos se fueron “acusados por su c.” (Jn. 8:9). Pablo, en su afán por presentar el evangelio a los gentiles, utiliza ampliamente el término en sus epístolas. Así, Pablo enseñó que “los gentiles que no tienen ley ... son ley para sí mismos ... dando testimonio su c., y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Ro. 2:14–15). La c. “da testimonio en el Espíritu Santo” (Ro. 9:1); merece ser atendida (Ro. 13:5); pero no es un juez definitivo, sino el Señor (1 Co. 4:4); hay personas con c. débil (1 Co. 8:7); no se debe molestar la c. innecesariamente (1 Co. 10:25, 27–29); el amor debe ser “nacido ... de buena c.” (1 Ti. 1:5); y así debe mantenerse “el misterio de la fe” (1 Ti. 3:9); hay personas que “naufragaron en cuanto a la fe” por haber desechado la “buena c.” (1 Ti. 1:19); otras tienen cauterizada la c. (1 Ti. 4:2).

Se dice de los “corrompidos e incrédulos” que “...hasta su mente y su c. están corrompidas” (Tit. 1:15). Sólo “la sangre de Cristo ... limpiará vuestras c. de obras muertas para que sirváis al Dios vivo” (He. 9:14). Entonces podemos acercarnos al Señor “con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala c.” (He. 10:22).

CONCILIO •Sanedrín.

CONCILIO DE JERUSALÉN La palabra “concilio” se traduce del griego sunedrion y siempre se refiere al •Sanedrín. Pero en la historia de la iglesia se utilizó el término para señalar a ciertas reuniones o asambleas de líderes cristianos, regularmente obispos, que se celebraban para tratar asuntos generales de doctrina o disciplina eclesiástica. Tras aplicar esta designación a muchas asambleas de esa naturaleza, se hizo costumbre decir que la reunión de “los apóstoles y los ancianos” en Jerusalén que se describe en Hch. 15 fue “el primer c.” de la iglesia cristiana.

Esa reunión estuvo motivada por el conflicto surgido entre los primeros cristianos a causa de que “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído” (Hch. 15:5) querían obligar a los gentiles a circuncidarse y a guardar la ley de Moisés. Era inconcebible para un judío practicante que alguien tuviera acceso a la santidad de Dios y la salvación prescindiendo de los ritos mosaicos. Ante esa dificultad, la respuesta que dieron los apóstoles con experiencia entre los gentiles fue señalar que el Espíritu Santo también había sido derramado sobre los no judíos. Ante ese hecho innegable no había argumento posible. Cuando Pedro habló, así lo expuso (“Dios ... les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros” [Hch. 15:8]). Si el Señor no les exigió otra cosa ¿por qué lo harían los creyentes de Jerusalén? Dios, agregó Pedro, “ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos” (Hch. 15:9). Terminó diciendo que la salvación era por fe tanto para judíos como para gentiles (Hch. 15:11).

Hubo mucha discusión, pero finalmente habló •Jacobo, que opinó que no se debía inquietar “a los gentiles que se convierten a Dios”, sino escribirles para “que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre” (Hch. 15:19–20). Así se hizo, enviando las cartas por medio de •Bernabé, Pablo, Judas y •Silas. De este modo se reafirmó el pensamiento de los cristianos en cuanto a la salvación por gracia y, al mismo

tiempo, se eliminaron los problemas prácticos que podrían existir para la comunión entre judíos y gentiles creyentes a causa de tradiciones o costumbres de los primeros.

CONCUBINA Se llamaba así a la compañera de un hombre que cohabitaba con él aunque por alguna razón no se le atribuía la categoría de esposa. A veces era una esclava, como en el caso de la sierva de Sara, Agar, c. de Abraham (Gn. 16:1–2). Existen pruebas documentales (Código de Hammurabi) de que era costumbre hacer un contrato matrimonial en el cual se proveía que si la esposa era estéril, debía dar una criada al esposo para que pudiera tener hijos. Los que así nacían participaban en la herencia, pero si luego la esposa tenía hijos, los suyos tenían precedencia sobre los de la sierva.

Es famosa la historia de un levita que tomó “para sí mujer c. de Belén de Judá”. Cuando la mujer fue maltratada por personas de la tribu de Benjamín, eso ocasionó una guerra civil (Jue. 19:1–30). “Había tenido Saúl una c. que se llamaba •Rizpa”, que fue luego causa de división entre •Is-boset y •Abner (2 S. 3:7). Los reyes de Israel tenían c., las cuales estaban claramente diferenciadas de sus esposas. Pero el intento de cohabitar con una c. real era un delito equiparado a la usurpación del trono. Por eso “ •Ahitofel dijo a •Absalón: Llégate a las c. de tu padre” (2 S. 16:21). El NT insiste en el modelo matrimonial original, monogámico, en el cual “cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Co. 7:2).

CONCUPISCENCIA El término griego epithumia se traduce como “deseos” (Ro. 13:14; Efe. 2:3), pero siempre con la idea de exageración en ese sentimiento o inclinación. Cuando el Señor Jesús dice: “¡Cuánto he deseado comer esta pascua con vosotros antes que padezca!” está usando esa misma palabra (epithumia =cuánto he deseado [Lc. 22:15]. Pero mayormente la palabra es utilizada para señalar la inclinación al mal de nuestra naturaleza caída, que produce apetencias, codicia ilegítima, deseos exagerados, recurrentes, desordenados, vehementes y siempre pecaminosos. Así, los hombres viven “en la c. de sus corazones” (Ro. 1:24), pero los creyentes no deben obedecer las c. del pecado en sus cuerpos mortales (Ro. 6:14; 1 P. 4:2–3)

CONDENACIÓN Las palabras griegas que se utilizan en el NT (krima, krisis) siempre están ligadas al acto de discernir o distinguir. Cuando al hacer un juicio el veredicto es negativo o adverso para el acusado, se produce una c., lo cual implica una pena, un castigo. El ladrón en la cruz habló de estar “en la misma c.” (Lc. 23:40). Los malos serán objeto de c. de parte de Dios, que siempre procederá “condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza” (1 R. 8:32). Cristo habló de una “c. del infierno” de la cual los fariseos no escaparían (Mt. 23:33). El término se usa también significando el juicio último, definitivo, con el castigo divino. Los que están en Cristo escaparán de la c. eterna (Jn. 5:24; Ro. 8:1).

CONDUCTA Manera de vivir, forma de comportarse. La palabra griega (anastrophë) también se traduce como “manera de vivir” (Efe. 4:22). Pero en la mayoría de los casos en la VRV antigua se usa “conversación” (1 Ti. 4:12; Stg. 3:13; 1 P. 1:15). Los cristianos deben mantener “buena [su] manera de vivir entre los gentiles” (1 Pe. 2:12). Las esposas cristianas pueden ganar a sus esposos “considerando [su] c. casta y respetuosa” (1 P. 3:1–2). “Teniendo buena conciencia” serán avergonzados “los que calumnian vuestra buena c. en Cristo” (1 P. 3:16).

CONEJO Existe en Israel un animal pequeño, mamífero, cuadrúpedo, roedor, parecido a un c. que es el que se menciona en Lv. 11:5 como no apto para comerse. Aunque abundante en llanuras y montañas, así como en el Neguev, la traducción de su nombre al castellano es difícil por no ser muy conocido en otros países, por lo cual se utiliza el término “c.”. El nombre científico es Procavia Syriaca. Tienen una glándula anal que despide un fuerte olor si son atacados. Viven en grupos y son activos durante el día, haciendo sus madrigueras en hoyos entre rocas (Sal. 104:18; Pr. 30:26). La referencia a que “rumia, pero no tiene pezuña” surge de una observación a simple vista, porque este animal da la apariencia de hacer lo

mismo que los rumiantes al mover su mandíbula después de haber comido, pero no tiene varios estómagos, que es lo que caracteriza científicamente a los rumiantes. •Animales de la Biblia.

CONFESIÓN Hay dos acepciones principales de este término en las Escrituras. Primeramente, se refiere al hecho de decirle a Dios los pecados que hemos cometido, buscando su perdón. Todo el sistema de sacrificios del AT suponía que “cuando alguno pecare ... confesará aquello en que pecó” (Lv. 5:5; Nm. 5:6–7), como condición para recibir el perdón divino, pues era necesario un verdadero arrepentimiento (Pr. 28:13). En el día de la expiación, el sumo sacerdote confesaba sus pecados y los del pueblo (Lv. 16:21). La c. podía ser individual, pero también colectiva (Neh. 1:6; 9:2–3; Dn. 9:20). Hay perdón, “si confesamos nuestros pecados” (1 Jn. 1:9). Hay bienaventuranza después de la confesión (Sal. 32:1–2).

La otra forma en que se usa el término significa una declaración abierta y pública que hacemos identificándonos con Dios, con su Hijo Jesucristo, con su obra y con su pueblo. David decía: “Yo te confesaré entre las naciones” (2 S. 22:50; Sal. 18:49). El pueblo de Dios recibiría la bendición del perdón si “se convirtiere, y confesare” el nombre de Dios (2 Cr. 6:24). Al que confiesa al Señor Jesús, él también le confesará delante de su Padre (Mt. 10:32). Llegará el día cuando “toda lengua” confesará “que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:11).

CONFIRMACIÓN En la Biblia, es el acto de alentar, animar, infundir fuerza o vigor. El Señor Jesús dijo a Pedro: “Confirma a tus hermanos” (Lc. 22:32). Pablo, en su tercer viaje misionero, fue por “la región de •Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos” (Hch. 18:23). Aparece luego en la historia de la Iglesia un rito llamado de la c. con el propósito de reconocer o renovar el bautismo. Algunos piensan que la expresión de He. 6:1–2, “no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento ... la doctrina de bautismos, de la imposición de manos...” es una alusión al rito de la c. El catolicismo romano sigue todavía en el día de hoy esa corriente.

CONGREGACIÓN Término que se utiliza para traducir varias palabras hebreas con el sentido de “reunión”, o “asamblea”, o “concurrencia”. Es frecuente el uso en la forma de “la c. de Israel”, para referirse al pueblo, que otras veces es mencionado simplemente como “la c.” (Éx. 12:3; 16:1; 35:4; Lv. 4:13; Nm. 1:2, etcétera). “Entrar a la c. de Jehová” significaba poder participar con plenitud de derechos en los privilegios y beneficios del pueblo de Israel, especialmente en lo referente a la adoración a Dios en el •tabernáculo o el •templo (Dt. 23:1–8).

La palabra ekklësia (iglesia), tan usada en el NT, fue introducida por los traductores de la Septuaginta, que la ponían en lugar de la palabra hebrea cajal (congregación). Por lo tanto, cuando el Señor Jesús usó el término ekklësia (Mt. 16:18; 18:17) el mismo no era desconocido para sus oyentes.

CONÍAS •Jeconías.

CONJURO Exhortación, ruego o súplica encarecida que se hace utilizando el nombre de una persona, autoridad o deidad. En caso de sospecha de adulterio en una mujer se le conjuraba bajo maldición (Nm. 5:21) a decir la verdad. Para expresar su vehemencia en la búsqueda del Amado, la novia “conjura” a las doncellas de Jerusalén (Cnt. 2:7). Para hacer más fuerte el c. se utilizaba el nombre de Dios (2 Cr. 18:15). Así, hasta un demonio pide al Señor Jesús, bajo c., que no lo atormente (Mr. 5:7). Caifás exigía, por c., que el Señor Jesús le dijera si era el Cristo (Mt. 26:63).

CONOCIMIENTO La raíz hebrea yadá aparece en las palabras que se utilizan para dar la idea de c., pero también se usa con una gran variedad de sentidos, queriendo significar, entre otras cosas, entender, discernir, descubrir, etcétera. Como un eufemismo para señalar el acto sexual, se usa el término c. Así, se dice de •Rebeca que “era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido” (Gn. 24:16). Sobre José y María se dice: “...no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito” (Mt. 1:25).

En el pensamiento hebreo no se hacían especulaciones sobre teoría del c. ni se tenía éste como la recepción o acumulación de datos sobre la realidad. Su preocupación suprema era el c. de Dios. “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová” (Jer. 9:23–24). Este c. de Dios no era entendido como algo teórico o cosa enunciable en fórmulas. No se veía a través de explicaciones, sino por los resultados que producía. No era algo expresado o entendido discursivamente, sino que se manifestaba por el comportamiento ante Dios, el cual demostraba la existencia del c. Así, por ejemplo, cuando •Oseas denuncia: “Espíritu de fornicación está en medio de ellos, y no conocen a Jehová” (Os. 5:4), está diciendo que no puede existir c. de Dios y pecado al mismo tiempo. Al hablar de que no había “c. de Dios en la tierra”, añade que “perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen” (Os. 4:1–2). Por eso el “pueblo fue destruido, porque le faltó c.” (Os. 4:6). El contexto indica claramente que se está yendo más allá de un simple saber teórico. Luego dirá que lo que se quería era “c. de Dios, más que holocaustos” (Os. 6:6). De manera que cuando se lee la promesa de que la tierra será “llena del c. de Jehová” (Is. 11:9), se nos quiere hablar de una tierra donde “mora la justicia” (2 P. 3:13), no una tierra de filósofos y teólogos.

Con el sentido de “saber” o “entender” se usa esta palabra para anunciar los hechos de Jehová, a través de los cuales manifiesta su poder y gloria, que hacen que su pueblo y los pueblos comprendan que él es Dios. Este uso es frecuentísimo (71 veces) en Ezequiel, donde se repite “sabréis que yo soy Jehová” (Ez. 5:13; 6:7, 10, 13, etcétera). La idea va dirigida a la revelación. Dios hace cosas en la historia y a través de ellas entendemos lo que él quiere que entendamos.

En el NT las palabras ginöskö, epiginöskö y oida, son las que más se utilizan para comunicar las ideas de conocer, reconocer, saber, entender y ver. Se habla del “c. de la gloria de Dios” (2 Co. 4:6), “el c. de Dios” (2 Co. 10:5), “el c. del Hijo de Dios” (Ef. 4:13), el c. de la voluntad de Dios (Col. 1:9), “el c. de la verdad” (1 Ti. 2:4; 2 Ti. 3:7), etcétera. El sentido general sigue los lineamientos del AT en cuanto al contenido práctico de lo que se quiere comunicar, pero hay también ocasiones en las cuales la referencia es a un c. teórico o intelectual, sobre todo cuando se está comparando con la ciencia, filosofía, o sabiduría del mundo. Explica que él mismo era “tosco en la palabra”, pero “no en el c.” (2 Co. 11:6). Pablo advertía que “el c. envanece” (1 Co. 8:1), que no todos lo tienen (1 Co. 8:7) y que debemos cuidarnos de no causar problemas a nuestros hermanos por nuestro c. (1 Co. 8:10–11). También enseña que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del c.” (Col. 2:3). El apóstol consideraba como basura todos sus logros y estaba dispuesto a perderlos por la excelencia del c. de Cristo Jesús (Fil. 3:8–10).

CONSAGRACIÓN Varias palabras en el Antiguo Testamento se traducen como “consagrar”. La mayoría de ellas encierran ideas relacionadas con “dedicar”, o “santificar”, haciendo énfasis en “separar para algo o para alguien”. A veces, también se incluye el concepto de “llenar las manos”, en el sentido de colocar en las manos de una persona los símbolos de su oficio. Había una c. obligatoria, una voluntaria y otra ritual. La obligatoria se refería a todos los primogénitos de Israel. Así, decía el Señor: “Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es” (Éx. 13:2).

Ese primer hijo, como en el caso de •Samuel, era dedicado a Jehová. Pero el Señor permitía que el primogénito fuera “redimido”, es decir, comprado a Dios de vuelta mediante un sacrificio o el pago de una suma en efectivo hecha en el santuario. Lo que se enfatizaba era que lo primero, lo mejor, siempre tenía que ser para el Señor. Otra c. obligatoria era el día de reposo, que se dedicaba especialmente a buscar la comunión con Dios, pues era “consagrado a Jehová” (Éx. 16:23). También los diezmos. “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová” (Lv. 27:30).

La c. voluntaria es lo que se conoce con el nombre de “nazareato”, que era un voto que alguien decidía hacer para el Señor diciéndole que se dedicaría por completo a él durante un período específico de tiempo (Nm. 6:1–5). También se podía consagrar voluntariamente un objeto, como una casa (Lv. 27:14–15). Muchos israelitas consagraban utensilios o dinero para el servicio de Dios. Una parte de todo botín de guerra era de igual modo consagrado. La c. ritual era la que se hacía con los sacerdotes, especialmente el sumo sacerdote, que llevaba una placa sobre la frente que decía “Santidad a Jehová” (“Consagrado a Jehová”). El profeta Zacarías anuncia el día cuando “estará grabado sobre las campanillas de los caballos: Santidad a Jehová” (Zac. 14:20–21).

CONSEJO, CONSEJERO Dar orientación, guiar, ayudar a tener o clarificar los propósitos. El vocablo hebreo es ya’as, que se usa por primera vez en Éx. 18:19, cuando •Jetro le dice a Moisés: “Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré y Dios estará contigo”. Las palabras de un c. se supone que vienen de una acumulación de experiencias por parte del que aconseja, pero no constituyen una orden. •Absalón recibió c. de •Ahitofel y de •Husai, escogiendo el de é0ste último (2 S. 17:1–14). •Natán, viendo que •Adonías quería suceder en el trono a David, dijo a •Betsabé: “Ven, pues, ahora, y toma mi c., para que conserves tu vida, y la de tu hijo Salomón” ( 1 R. 1:12).

Se suponía que el c. de los ancianos era el más apreciado. El libro de Proverbios abunda en recomendaciones dirigidas a que se busque y se atienda a los c. (“Para recibir el c. de prudencia” [Pr. 1:3]; “Retén el c., no lo dejes” [Pr. 4:13]; “El hijo sabio recibe el c. del padre” [Pr. 13:1, etcétera]). Para grandes decisiones del pueblo, los ancianos se reunían a deliberar, para luego emitir un c. (Mt. 12:14; Mr. 15:1). Por eso, el término c. vino a ser equivalente de “asamblea o grupo que se reúne para deliberación”. Los ancianos de Israel fueron consultados por •Roboam sobre las peticiones de disminución de impuestos que hacía el pueblo pero, desafortunadamente, se llevó de los c. que dieron sus jóvenes amigos (1 R. 12:1–14).

Consejero es la persona que de manera permanente ofrece sus c. a otra, principalmente un rey u otra autoridad. •Ahitofel era c. de David (2 S. 15:12). Lo usual era que el rey tuviera varios (2 R. 25:19), porque “en la multitud de c. hay seguridad” (Pr. 11:14), “se afirman” los pensamientos (Pr. 15:22) y se obtiene “la victoria” (Pr. 24:6). El único que no tiene consejeros es Dios (Ro. 11:34).

Haciendo contraste con la sabiduría que se suponía venir de las deliberaciones de un grupo humano, se habla en la Biblia de los c. de Dios (“Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el c. y la inteligencia” [Job 12:13]). Esa comparación es más evidente en el Sal. 33:10–11 (“Jehová hace nulo el c. de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos. El c. de Jehová permanecerá para siempre”). Es ese c. de Dios el que diseña el plan de salvación para los hombres. Aunque los hombres rebeldes “aborrecieron el c. del Altísimo” (Sal. 107:11), el Señor Jesús fue “entregado por el determinado c. y anticipado conocimiento de Dios” (Hch. 2:23) para obtener su salvación.

CONSOLADOR •Espíritu Santo

CONTAMINACIÓN •Común. •Inmundo.

CONVERSIÓN Es el cambio de un estado pecaminoso a uno de santidad, de un comportamiento de corrupción a uno de pureza, de un sometimiento a Satanás al dominio de Dios. Supone una profunda convicción de pecado, el •arrepentimiento, la confesión de Jesús como Señor y la recepción del Espíritu Santo. Lleva a una vida nueva, al servicio a Dios y a la esperanza de la manifestación de Cristo. Los tesalonicenses se convirtieron “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Ts. 1:9). Desde el AT, las ideas de arrepentimiento, obediencia y fructificación aparecen unidas a la de c. (“...te arrepintieres en medio de todas las naciones ... y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres...” [Dt. 30:1–2]). Esa fue la exhortación constante de los profetas (“Conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras” [Jer. 18:11]). Unas veces se trata de un retorno a Dios después de haber caído en la idolatría. En otras ocasiones ese regreso está visto en un sentido más amplio: es una vuelta a la ley que incluye una separación de aquellos que viven en el pecado. En el NT el mensaje también une los dos conceptos (“Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” [Hch. 3:19]). Cada uno debe convertirse “de su maldad” (Hch. 3:26), “de los ídolos” (1 Ts. 1:9), “al Señor” (Hch. 9:35), “al Dios vivo” (Hch. 14:15), “de las tinieblas a la luz” (Hch. 26:18).

COPA Recipiente pequeño utilizado para beber. Las había de diversos materiales, como barro, cuero, plata, oro (Jer. 51:7). Se utiliza la palabra (o su sinónimo “cáliz”) a menudo para simbolizar el trago amargo del juicio de Dios. Así, Jerusalén bebió “de la mano de Jehová el cáliz de su ira” (Is. 51:17). Dios dice a Jeremías: “Toma de mi mano la c. del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones...” (Jer. 25:15). De igual manera los impíos tendrán que beber “del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira” (Ap. 14:10).Aunque utilizando la palabra “vaso”, la misma idea de una experiencia amarga está contenida en el pasaje donde el Señor Jesús dice a los hijos de Zebedeo: “Del vaso que yo bebo, beberéis” (Mr. 10:39). Cristo dijo a Pedro: “La c. que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn. 18:11) refiriéndose a la experiencia de la cruz, aunque en su oración en •Getsemaní pedía: “Padre, si quieres, pasa de mí esta c.” (Lc. 22:42). Una familia judía tomaba una c. de vino al término de la comida y bendecía a Dios por ella. De allí surge la expresión “la c. de bendición” (1 Co. 10:16), que Pablo relaciona con la Santa Cena. Tomando la c. el creyente se identifica con la muerte de Cristo.

COPERO Funcionario de la corte que contaba con toda la confianza del rey. A causa de las conspiraciones y por temor de ser envenenado, éste, antes de comer o beber, esperaba que su c. probara los alimentos y bebidas. José pidió al c. de Faraón que intercediera por él (Gn. 40:13–14). Nehemías “servía de c. al rey” •Artajerjes en Persia (Neh. 1:11).

COPIA Duplicado que se hace de una cosa, especialmente un documento. Los israelitas tenían la costumbre de hacer c. de correspondencias y contratos. Estaba estipulado que el rey debía hacer una c. de la Ley para leerla constantemente (Dt. 17:14–19). En el libro de Esdras se mencionan varias c. de correspondencia oficial (Esd. 4:11; 5:6; 7:11), así como en •Ester (3:14). Jeremías tenía una c. de un contrato de venta de un terreno (Jer. 32:11).

CORAL Material calcáreo producido por la petrificación de microorganismos en el mar. Puede ser blanco, negro o rojo. Era muy apreciado para la fabricación de adornos, por lo cual se dice que la sabiduría es más valiosa que el c. (Job 28:18). En Ez. 27:16 se describe a •Edom como que negociaba con •Tiro, entre otras cosas con c., probablemente del mar Rojo. •Animales de la Biblia.

CORASÁN Uno de los lugares de Judá a cuyos ancianos David envió parte de un botín (1 S. 30:30).

CORAZA •Armadura y armas.

CORAZÍN Ciudad galilea que fue escenario de muchos de los milagros del Señor Jesús. No es muy conocida en la historia fuera del NT. Eusebio la menciona como muy cercana a Capernaum. A unos 4 km de esa ciudad se encuentra hoy Kerazeh, donde se han encontrado algunas ruinas, entre ellas una sinagoga. El Señor Jesús, hablando de C. y •Betsaida menciona “los milagros que han sido hechos en vosotras” y se lamenta de la incredulidad de sus habitantes (Mt. 11:20–21; Lc. 10:13–15).

CORAZÓN En el lenguaje de las Escrituras se habla del c. como el centro de la naturaleza humana, el asiento de las emociones y la voluntad. Tristemente, Dios vio “que todo designio de los pensamientos del c.” de los hombres “era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5; 8:21). El mandamiento principal dice: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu c., y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Dt. 6:5). Pero el c. del hombre es engañoso “más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9). De él salen las cosas que contaminan al hombre (Mt. 15:18–20), por lo cual se nos advierte a tener mucho cuidado con él, por encima de todas las cosas (Pr. 4:23), cuidándonos de guardar en él la palabra de Dios para no pecar contra él (Sal. 119:11). Dios obra en el c. de las personas por medio de su Espíritu Santo (Ro. 5:5) produciendo fe, arrepentimiento y amor. El entregar el c. a Dios implica entregarle todo nuestro ser (Pr. 23:26).

CORBÁN Traducción de una palabra hebrea que significaba en el AT todo lo que se ofrecía a Dios o a su santuario. Se usa en Levítico y Números muchas veces. Posteriormente el vocablo vino a señalar el tesoro del •templo. Después del exilio se hizo costumbre declarar como ofrenda para Dios (vía el templo) una cosa, tras lo cual ésta se consideraba como un voto, algo dedicado a Dios. El Señor Jesús criticó la adhesión a este ritual si con ello se dejaban de lado obligaciones humanas esenciales, especialmente las familiares. Así, si alguien decía “es c. (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte” y negaba así la ayuda debida a los padres, cometía pecado (Mr. 7:11). En muchos casos este voto era tomado precisamente con la mala intención de no cumplir con ese deber esencial, lo cual transgredía una parte de la ley que debía estar por encima de cualquier ritual: “Honra a tu padre y a tu madre” (Éx. 20:12).

CORDERO Llámase así al hijo de la oveja hasta de un año de edad. Por su mansedumbre e inocencia era el animal predilecto para la realización de sacrificios. Dios ordenó que se tomara “un c. de un año, sin defecto, para holocausto” (Lev. 9:3). Se sacrificaba un c. por la mañana y otro por la tarde (Nm. 28:4); al comienzo de cada mes (Nm. 28:11). También uno en cada día de la Pascua (Nm. 28:16–24). Igualmente en la fiesta de Pentecostés (Nm. 28:26–30). Asimismo se ofrecían c. en el día de la Expiación (Nm. 29:7–10) y en ocasiones de ofrendas de paz o voluntarias. La figura de un c. ofrecido en sacrificio es utilizada por Isaías al profetizar de nuestro Señor Jesucristo cuando dice que “como c. fue llevado al matadero” (Is. 53:7). Para señalar la gran paz que habrá en el reino mesiánico se nos dice que “morará el lobo con el c.” (Is. 11:6). •Animales de la Biblia.

CORDERO DE DIOS Frase que utilizó Juan el Bautista para señalar la persona y obra del Señor Jesús, que es “el C. de D. que quita el pecado del mundo”. La reiteró de nuevo frente a Juan y •Andrés (Jn. 1:29, 36). La figura de un c. sacrificado, tan repetida en el AT, señalaba al Señor Jesús, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). Los creyentes han sido redimidos “con la sangre preciosa de Cristo, como de un c. sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:19). Pablo dice que “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Co. 5:7). Veintiocho veces se llama a Cristo “El c.” en el libro de Apocalipsis. En la primera ocasión (Ap. 5:5) se le anuncia a Juan que “el León de la tribu de Judá, la raíz de David” había vencido “para abrir el libro y desatar sus siete sellos”, pero cuando el apóstol se vuelve para mirar lo que ve “en medio del trono ... y en medio de

los ancianos” es “un c. como inmolado”, a quien se rinde el mismo homenaje que a Dios (Ap. 5:6–14).

CORDÓN, CORDEL, CUERDA Se usaba en Israel una c. para medir longitudes y ordenar tierras y edificaciones. Encontramos varias expresiones que se refieren a ello, como hevel, que aparece en Am. 7:17 “...tu tierra será repartida por suertes” (o por c.). Otra expresión es hevel middah, según Jer. 31:39 (“Y saldrá más allá el c. de la medida”). Estos y otros usos parecidos señalan a un c. que se utiliza para medir. Así, en el Sal. 16:6 (“Las c. me cayeron en lugares deliciosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”). Ezequiel tiene una visión en la que aparece un varón que “tenía un c. de lino en su mano, y una caña de medir” (Ez. 40:3). Lo mismo ve Zacarías (Zac. 2:1). El uso más frecuente del término “cuerdas” se refiere a la soga con la cual se sostenían las tiendas de campaña, como es el caso del •tabernáculo (Nm. 3:26). O como en Is. 54:2 (“Ensancha el sitio de tu tienda ... alarga tus c.”). El “cordón” era menos grueso, para amarrar cosas, como en el •pectoral del sumo sacerdote (Éx. 28:14)

CORÉ (Calvo). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Esaú y Aholibama (Gn. 36:5, 14, 18; 1 Cr. 1:35).

2. Nieto de Esaú. Hijo de Ada. Aparece como uno de los “jefes de Elifaz en la tierra de Edom” (Gn. 36:16).

3. Miembro de la tribu de Leví. Hijo de Izhar (Nm. 16:1). Participó junto con •Datán y •Abiram y doscientos cincuenta hombres más en una rebelión contra Moisés y Aarón. Su lema era que “toda la congregación, todos ellos son santos”. Estaban en contra de la selección de Aarón y su descendencia para el oficio sacerdotal. Moisés les propuso que ofrecieran incienso “delante de Jehová”, haciendo Aarón lo mismo. Al hacerlo “la gloria de Jehová apareció a toda la congregación” y C., Datán y Abiram murieron tragados por la tierra. “También salió fuego de delante de Jehová y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso”. Dios ordenó que sus incensarios de bronce fueran usados para construir el altar (Nm. 16). “Mas los hijos de C. no murieron” (Nm. 26:11) y su descendencia formó parte del cuerpo de levitas, como porteros y cantores (1 Cr. 9:17–19; 2 Cr. 20:19). En el encabezamiento de muchos salmos se les atribuye la autoría (Sal. 42, 44–49, 84–85, 87–88).

4. Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Hebrón (1 Cr. 2:43).

5. Levita. Padre de Salum (1 Cr. 9:19).

6. Levita. Era “guarda de la puerta oriental; tenía cargo de las ofrendas voluntarias para Dios” (2 Cr. 31:14).

COREÍTA Miembro de la familia de los hijos de •Coré #3 (Éx. 6:24; Nm. 26:58; 1 Cr. 9:19, 31; 12:6; 26:1, 19).

CORINTIOS, EPÍSTOLAS A LOS Cartas escritas por el apóstol Pablo a los hermanos de la ciudad de Corinto.

Circunstancias. Después de predicar en •Atenas, el apóstol Pablo visitó •Corinto. Allí conoció a •Aquila y •Priscila, que como él, hacían tiendas. Se alojó con ellos y comenzó a predicar en la sinagoga. Los judíos rechazaron su mensaje, por lo cual Pablo se mudó a la casa de al lado, donde vivía un recién convertido llamado •Justo, y se dedicó a predicar a los gentiles. “Muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (Hch. 18:8). “El Señor dijo a Pablo en visión” que prosiguiera, porque él tenía “mucho pueblo en esta ciudad”.

Así pasaron dieciocho meses. Los judíos locales, llenos de celo, tomaron a Pablo “y le llevaron al tribunal”, acusándole de revoltoso, pero el procónsul •Galión no les hizo caso, al darse cuenta de que se trataba de un problema religioso.

Tiempo después, Pablo “navegó a Siria”, acompañado por •Aquila y •Priscila. Estos últimos permanecieron en Éfeso mientras Pablo visitaba otras regiones. Entonces llegó a Éfeso “un judío llamado •Apolos” que “había sido instruido en el camino del Señor ... aunque solamente conocía el bautismo de Juan”, pero predicaba fervorosamente y con diligencia. A éste le tomaron los esposos mencionados y “le expusieron más exactamente el camino de Dios” y le animaron cuando quiso “pasar a Acaya”. Así que fue a Corinto, donde “con gran vehemencia” predicaba “que Jesús era el Cristo” (Hch. 18:1–28).

Pablo no podía estar en todas partes al mismo tiempo, pero procuraba consolidar las iglesias que fundaba por cuantas vías pudiera. Una de ellas era la correspondencia. Las cartas que conocemos de él no son todas las que escribió, pues algunas no llegaron hasta nosotros. Una de esas se menciona en 1 Co. 5:9, donde dice: “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios”. Después de escribir esta epístola, hoy perdida, Pablo fue informado (1 Co. 1:11) de que la misma no había sido lo efectiva que se deseaba y que todavía había problemas en la iglesia de Corinto. Incluso le llegó una correspondencia de la misma iglesia (1 Co. 7:1) en la cual le planteaban muchas preguntas.

El resultado fue que el apóstol les contestó con la epístola que hoy conocemos como Primera a los Corintios, en la cual les dice que pronto les visitaría (1 Co. 4:19). Antes de mandarla ya había enviado a •Timoteo para ver si podían arreglarse las cosas.

Primera a los Corintios. Los problemas principales que motivan la carta podrían resumirse así:

a) Había división entre los hermanos, que usaban el nombre de Pablo, Apolos, Cefas y hasta el de Cristo como excusa;

b) Había una situación de mundanalidad y pecado en la iglesia, incluso se daba el caso de un incesto; y

c) Había un espíritu de pleito entre los hermanos, y se acusaban algunos entre sí ante los tribunales de los paganos.

Antes de contestar las preguntas que le hacían por carta, Pablo, que se había enterado de estos otros problemas por otra vía, los trató en primer lugar. Luego pasó a dar respuesta a sus inquietudes, que versaban sobre:

a) Asuntos relacionados con el matrimonio y el celibato;

b) El tratamiento a los alimentos ofrecidos a ídolos;

c) El orden en los cultos o reuniones;

d) El ejercicio de los dones espirituales; y

e) El tema de la resurrección.

En cuanto al asunto de las divisiones entre los hermanos, aparentemente ellas se producían por discusiones relacionadas con la sabiduría atribuida a uno u otro apóstol o líder.

Pablo les recuerda su bautismo. “¿Fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co. 1:13). También les aclara “que el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría”, sino que “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Co. 1:21), la cual está centrada en la proclamación de “Cristo crucificado” (1 Co. 1:23). Que ellos mismos, los corintios, no eran “muchos sabios según la carne” y, sin embargo, “lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios ... a fin de que nadie se jacte en su presencia”. Por lo cual “el que se gloría, gloríese en el Señor”, y no en hombres (1 Co. 1:26–31). Además, en cuanto a él, les había predicado con sencillez, pero “con demostración del Espíritu y de poder, para que” su fe “no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Co. 2:5). Pablo había recibido “sabiduría de Dios”, pero sólo la podía hablar “entre los que han alcanzado madurez” (1 Co. 2:6–13). Esto no lo pudo hacer con los corintios (“No pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche” [1 Co. 3:1–2]). La mejor prueba de su infantilismo espiritual eran las divisiones (1 Co. 3:3–5). Los hermanos debían aprender “a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros” (1 Co. 4:6).

En cuanto a la mundanalidad y el incesto que había en la iglesia, cosas que Pablo había oído, les señala que deberían avergonzarse y lamentarse “para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción” (1 Co. 5:2). Inmediatamente hace un juicio en el cual él, y ellos reunidos en espíritu, deciden “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” que “el tal sea entregado a Satanás” (1 Co. 5:3–5). Les recuerda que en la carta anterior les había hablado acerca de no juntarse con los fornicarios, aclarándoles ahora que eso no significaba salir de entre los gentiles, sino que no se juntaran “con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón”. Que, por lo tanto, debían excomulgar al incestuoso (“Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” [1 Co. 5:9–13]).

Al tratar el tema de los pleitos entre creyentes ante tribunales paganos, les saca a la luz “que los santos han de juzgar al mundo”, así como “a los ángeles” (1 Co. 6:1–2). Si eso es así, ¿cómo no aparecía entre ellos alguien que juzgara las “cosas de esta vida?” (1 Co. 6:4–6). Se estaban dando en la iglesia casos en que los hermanos defraudaban a los hermanos. Y al parecer se trataba de asuntos en los cuales estaban envueltos diversos pecados. Pablo les recuerda que “ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9–10). Algunos de ellos, en el pasado, podían caber en alguna de estas categorías, pero ahora habían “sido santificados ... justificados en el nombre del Señor Jesús” (1 Co. 6:11). Sobre todo, debían huir “de la fornicación”, porque se trata de una ofensa contra el cuerpo, que es “templo del Espíritu Santo” (1 Co. 6:15–20).

Pasando a las preguntas que le habían hecho, les dice que sería “bueno ... al hombre no tocar mujer”, como algunos proponían, “pero a causa de las fornicaciones” lo mejor era casarse (1 Co. 7:1–2). En el matrimonio los cónyuges no son dueños cada uno de su propio cuerpo, sino que el cuerpo de la mujer es del marido y viceversa. Ambos tienen que cumplir el deber conyugal de dar satisfacción sexual al otro. Sin embargo, es indudable que para poder actuar con más libertad en la obra, el estado de soltería era más cómodo, pero eso está reservado para los que “tienen don de continencia”. Los que no lo tienen, deben casarse, pues mejor es hacerlo “que estarse quemando” (1 Co. 7:3–9). Siguió luego con diversos consejos sobre matrimonios en los cuales uno de los cónyuges es cristiano y el otro no, así como sobre las decisiones que debían adoptar los padres en cuanto al casamiento de sus hijas solteras.

“En cuanto a lo sacrificado a los ídolos” (1 Co. 8:1) les explica que muchos de ellos sabían que “un ídolo nada es” y que “sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas.... Pero no en todos hay este conocimiento”, es decir, que algunos tenían una “débil

conciencia”. La actitud de los que entendían debía ser amorosa, evitando “poner tropiezo” a sus hermanos más débiles. Pablo se pone como ejemplo, pues siendo apóstol, y aunque el Señor ordenó “a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co. 9:14), él no había “usado de este derecho” (1 Co. 9:12) y se hacía “débil a los débiles” (1 Co. 9:1–27). Trae a su memoria el incidente de •Baal-peor y la hecatombe que trajo al pueblo, para concluir diciéndoles: “Huid de la idolatría” (1 Co. 10:1–14). Y en cuanto a comer o beber, que lo hagan todo “para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31–33).

El orden en los cultos o reuniones estaba relacionado con el papel de la mujer en las actividades públicas, sobre lo cual describe las costumbres que existían en “las iglesias de Dios”. Luego trata sobre la •Cena del Señor, a fin de eliminar algunas irregularidades que se presentaban. Para ello, separó claramente esa cena de la que los hermanos traían para comer, recordándoles la sencillez del acto que el Señor había instituido y, a la vez, su profundo significado espiritual (1 Co. 11:1–34).

A continuación trata el tema del ejercicio de los dones espirituales. Dos cosas de manera especial quiere comunicarles. Por un lado, que “hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” (1 Co. 12:4). Con esto enfatiza la necesidad de la unidad, que ilustra con la figura del cuerpo, en el cual hay muchos miembros, pero todos colaboran entre sí (1 Co. 12:12–27). Así, “Puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros...” (1 Co. 12:28–31). Por otro lado, les señala que por encima de los dones está el amor, sobre el cual escribe las famosas palabras que forman el cap. 13. Luego da preferencia a la profecía por encima del hablar en lenguas e instruye poniendo orden en cuanto a la forma en que este último don debe ejercerse. Termina diciendo: “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Co. 14:1–40).

Pasa entonces a explicar doctrinalmente el tema de la resurrección de los muertos, que considera fundamental para la fe cristiana, pues “si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.... Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Co. 15:16–20). Todo el capítulo 15 trata de esta doctrina con una gran elocuencia. Al final dice que gracias a esa verdad de que hay resurrección, los corintios debían estar “firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co. 15:1–58).

Terminando la epístola, Pablo da algunos detalles sobre sus planes futuros y se despide de los hermanos (1 Co. 16:1–24).

Segunda a los Corintios. Aparentemente la visita de Timoteo y 1 Co. no resolvieron el problema, así que Pablo fue a la ciudad. El libro de los Hechos no narra esta segunda visita, pero parece que Pablo tuvo que hablar muy fuertemente a los corintios, aunque su propósito fue darles “una segunda gracia” (2 Co. 1:15). Fue una experiencia dolorosa. Los problemas persistieron y Pablo volvió a •Éfeso profundamente perturbado, sintiéndose obligado a enviarles otra carta (la tercera que les enviaba), la cual escribió “con muchas lágrimas” (2 Co. 2:1–4), pues tenía que tratarles con severidad. Esta carta #3, al igual que la #1, se ha perdido. Algunos sugieren que parte de su contenido aparece en 2 Co., pero es dudoso. Más tarde, el apóstol recibió noticias por vía de •Tito de que las cosas habían mejorado en Corinto, pues Tito les hizo saber la reacción de los hermanos (“Vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí” [2 Co. 7:7]).

Entonces Pablo decide hacer una tercera visita a Corinto. Para preparar a los hermanos para ese evento les escribe otra carta: la que hoy conocemos como 2da. a los Corintios. Por eso les dice: “He aquí por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros” (2 Co. 12:14) y “esta es la tercera vez que voy a vosotros” (2 Co. 13:1). Les habla principalmente de:

a) Sus peripecias en Asia. Agradece las oraciones;

b) El arrepentimiento de los corintios;

c) La sinceridad de su ministerio en Cristo y sus sufrimientos por él;

d) Los planes para la ofrenda que se deseaba recoger para los santos; y

e) Su autoridad, ejercida en mansedumbre.

Ciertamente, Pablo había experimentado muchas dificultades en Asia, llegando al punto de perder “la esperanza de conservar la vida” (2 Co. 1:8), pero Dios, “que resucita a los muertos” le libró (2 Co. 1:9–10). Los corintios habían cooperado para ello “con la oración” (2 Co. 1:11), siendo así “compañeros en las aflicciones” y “en la consolación” (2 Co. 1:7).

El apóstol les había escrito antes porque no quería “ir otra vez ... con tristeza” (2 Co. 2:1). Al parecer, en su visita anterior le habían entristecido mucho, quizá le habían ofendido. Pero al saber que los hermanos habían arreglado el asunto, reprendiendo al culpable, lo que se imponía ahora era “perdonarle y consolarle” (2 Co. 2:3–11). Dice que al principio le dolió escribirles la carta “dolorosa”, pero que ahora se gozaba porque veía que ésta había producido contrición en ellos (“Habéis sido contristados según Dios.... la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento” [2 Co. 7:8–10]). Ellos habían reaccionado satisfactoriamente (“¡Qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación!” [2 Co. 7:11]).

Pablo no tenía necesidad de presentar credenciales como ministro frente a los corintios. Ellos mismos eran “carta de Cristo”, testimonio vivo del ministerio que le había encomendado el Señor (2 Co. 3:1–3). Para ese ministerio Dios le había hecho competente y “según la misericordia” recibida de él, no desmayaba, sino que proseguía, renunciando “a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino ... recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Co. 3:4–18; 4:1–2). Pero reconoce que se trata de un “tesoro en vasos de barro”, lo cual demuestra con alusiones a sus sufrimientos (2 Co. 4:3–18) y sus tensiones, que le llevaban a extremos difíciles (“...quisiéramos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor” [2 Co. 5:8]). Se recomienda como ministro de Dios, “en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios...” (2 Co. 6:4–10).

En cuanto a los planes para la ofrenda que se recogería para los santos de Judea, les pone como ejemplo a los hermanos de •Macedonia, que de “la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” y “se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Co. 8:1–5). Pero el ejemplo supremo es el Señor Jesús, “que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico” (2 Co. 8:9). Les anima en el propósito de ofrendar y explica que la administración de esos fondos debía hacerse “honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres” (2 Co. 8:21). Debían preparar su generosidad de antemano y hacerlo recordando “que el que siembra escasamente, también segará escasamente” (2 Co. 9:1–6). Pedía al Señor que estuvieran “enriquecidos en todo para toda liberalidad” (2 Co. 9:10–15).

Pablo ruega a los corintios “por la mansedumbre y ternura de Cristo”, que no le obligaran a usar de osadía con ellos. No los quería “amedrentar por cartas”, pero debían saber “que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes”. Les recuerda que él fue el primero “en llegar hasta vosotros con

el evangelio de Cristo”, por lo cual no tiene que gloriarse en trabajos ajenos. Aunque él era “tosco en la palabra”, no lo era “en el conocimiento”. Había trabajado entre ellos sin recibir un centavo, despojando a “otras iglesias, recibiendo salario” para servirles. Otros, sin embargo, “se glorían según la carne”. Él se ve obligado a hablarles como “con locura”, de sus privilegios como judío, sus sufrimientos y sus “visiones y revelaciones”. Pero Dios le había dado la gracia de “un aguijón” en la carne, que le hacía mantenerse humilde (2 Co. 10:1–18; 11:1–33; 12:1–21).

Termina advirtiendo que en esta tercera visita no sería indulgente. Que debían tener cuidado (“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” [2 Co. 13:5]). Que no era su deseo “usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción” (2 Co. 13:10).

CORINTO Ciudad griega de gran importancia. Situada en el istmo que lleva su nombre, el cual conecta Grecia central con el Peloponeso. Este istmo tiene una anchura de sólo unos siete km, de manera que C. venía a quedar en una situación muy estratégica para el comercio y las comunicaciones, ya que las naves se ahorraban centenares de km al no tener que rodear todo el Peloponeso, fuera que vinieran de E a O, o viceversa, haciendo una travesía que era, además, muy peligrosa. Por esa razón, se pasaba por tierra las cargas, y a veces hasta en naves sobre rodillos, entre los dos puertos de la ciudad, •Cencreas, en el O del istmo y •Lequeo, al E.

C. fue destruida por los romanos en el año 146 a.C., y estuvo deshabitada por más de un siglo, hasta que Julio César la reconstruyó en el 44 a.C., y se convirtió de nuevo en una ciudad riquísima, con una gran población de comerciantes, artesanos y funcionarios romanos. Había también muchos esclavos, los cuales formaban dos tercios del total. C. era capital de la provincia romana de •Acaya. Era gobernada por un procónsul. El de los tiempos de Pablo se llamaba •Galión (Hch. 18:12).

La mezcla de culturas era muy pronunciada, como puede verse por las distintas deidades que se adoraban, contándose entre ellas muchas orientales, como Isis y Serapis, pero el santuario principal era el de la diosa Afrodita, situado en la Acrópolis, donde había más de mil prostitutas “sagradas” ejerciendo su oficio. De ahí la fama de C. por su promiscuidad. Tanto así, que la expresión “una muchacha corintia” vino a ser equivalente a mujer de malas costumbres. Y “ser un corintio” casi equivalía a libertino y borracho. Usar de “palabras corintias” vino a significar, en la cultura griega, hacer pretensión de conocimientos de filosofía y literatura. Como Pablo escribió su carta a los Romanos desde C., es evidente que este ambiente influyó en las palabras que Pablo usa en Ro. 1:18–32.

Cerca de C. se celebraban los Juegos Ístmicos, lo que posiblemente diera pie a las palabras que Pablo usa en 1 Cor. 9:24–27. Las visitas de Pablo a C. aparecen registradas en Hch. 18:1–18 y 20:2. Las palabras de Pablo en 2 Ti. 4:20 sugieren otro viaje del cual no se tienen más noticias. Aunque se ha encontrado un fragmento de inscripción de una sinagoga de C., no se sabe si se trata de la misma donde Pablo predicó (Hch. 18:4).

CORNALINA Piedra preciosa color rojo-amarillento, muy traslúcida. Posiblemente la misma que la “piedra sárdica” y el “sardio” que formaban parte de la vestimenta del sumo sacerdote (Éx. 28:17; 39:10). Aparece también en la del rey de Tiro mencionado en Ez. 28:13 (cornerina). En el Ap. el que está “sentado en el trono ... era semejante a piedra de jaspe y c.” (Ap. 4:3). Asimismo uno de las piedras en los cimientos de la nueva Jerusalén es c. (Ap. 21:20). •Piedras preciosas.

CORNELIO Militar romano, “centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa”. Vivía en •Cesarea, que era entonces el centro administrativo del gobierno romano. Por visión de Dios mandó a buscar a Pedro, que estaba en •Jope y que también había sido prevenido por el Señor para su llamado. El apóstol fue a Cesarea. C. quiso adorarlo, pero Pedro se lo impidió. Tras escuchar la historia del centurión, Pedro predicó el evangelio y C. y su casa se convirtieron y fueron bautizados. La mayoría de los eruditos piensan que C. no era un prosélito judío completo, sino un simpatizante, pero que creía en Dios y oraba, y hacía, además, muchas buenas obras.

Lucas hace el relato de su conversión poco después de narrar la de Pablo. Es evidente que ambas tienen una enorme importancia para el desarrollo de la predicación evangélica por todo el mundo. Con C. se abre la puerta a los gentiles en la iglesia de Dios. Muchos afirman que en esta ocasión Pedro, por medio de su sermón (Hch. 10:34–44), usó las •llaves (Mt. 16:19) del reino de los cielos para abrir esa puerta. Ya lo había hecho para los judíos con su mensaje en el día de Pentecostés (Hch. 2:14–41). El derramamiento del Espíritu Santo sorprendió a “los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro”. Ante ese sello de Dios, no podía “alguno impedir el agua” para que estos gentiles fueran bautizados. “Cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión” por el caso de C. Pero cuando el apóstol contó lo que había pasado “callaron, y glorificaron a Dios” porque “también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida” (Hch. 10 y 11). Generalmente se piensa que el nombre “la Italiana” utilizado para la compañía comandada por C. (Hch. 10:1), se debía a que los soldados habían sido reclutados en Italia, pero hay algunos que opinan que la referencia es a “Itálica”, o sea, la colonia romana de Sevilla, España. De ser esta última tesis cierta, es posible que C. fuera español.

CORNERINA •Piedras preciosas. Cornalina.

CORO •Pesos y medidas de la Biblia.

CORONA Objeto ornamental que se utiliza sobre la cabeza como señal de autoridad, realeza, nobleza o alta posición. El término atarah se emplea para designar una ornamentación bella en la cabeza, que podría ser un tocado especial, pero mayormente se refiere a una c., como en Ez. 23:42 (“...pusieron pulseras en sus manos, y bellas c. sobre sus cabezas”). David conquistó Rabá “y quitó la c. de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas” [2 S. 12:30]). La investidura de un rey se mostraba con su coronación, como puede verse en el caso de •Joás (2 R. 11:12). La c. es el símbolo real por excelencia (Sal. 21:1–3). Como figura poética se usa la palabra para señalar una honra especial de alguien. Así, “la mujer virtuosa es c. de su marido” (Pr. 12:4). “Las riquezas de los sabios son su c.” (Pr. 14:24). “c. de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia” (Pr. 16:31). “c. de los viejos son los nietos” (Pr. 17:6), etcétera.

En el NT se usan las palabras stephanos y “diadema”. Al Señor Jesús le pusieron una c. (stephanos) “tejida de espinas” (Mt. 27:29; Mr. 15:17; Jn. 19:2–5). Lo hicieron para burlarse de él, señalando que esa era su c. como “rey de los judíos”. Los creyentes, empero, “vemos ... a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte” (He. 2:9). Juan lo ve en Apocalipsis con “muchas diademas” sobre su cabeza (Ap. 19:12). Y él promete “la c. de la vida” a los que son fieles (Ap. 2:10) y soportan la tentación (Stg. 1:12). También dará “la c. de justicia ... a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:8). La autoridad temporal de las fuerzas del mal se ilustra con las visiones que tiene Juan, que nos describe a un dragón que tenía muchas cabezas y “siete diademas”, así como en la bestia con “diez diademas” en sus cuernos (Ap. 12:3; 13:1). •Diadema.

Se menciona también en el NT la c. que se daba a los atletas en los juegos. Éstas consistían en una guirnalda de hojas de laurel o de otros árboles, que representaba así la gloria

de su triunfo. Pero esas c. se marchitaban pronto. Pablo dice que esos atletas luchaban “para recibir una c. corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Co. 9:25), que es la que recibirán los pastores que cuidan fielmente de su rebaño (“la c. incorruptible de gloria” [1 P. 5:4]), la cual colocarán los santos a los pies del Cordero, reconociendo que todo homenaje debe ir a él, que es quien lo merece “Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono ... y echan sus c. delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria...” [Ap. 4:10–11]).

CORREO Se conocía como c. a la persona a quien se encargaba llevar un mensaje oral o escrito de una parte a otra. Se utilizaban personas que corrieran rápidamente o montaran cabalgaduras veloces. “Mis días han sido más ligeros que un c.”, decía Job (9:25). El crecimiento de los imperios antiguos hizo necesaria la institucionalización de c. que mantenían informados a los gobernantes de lo que acontecía en sus confines más remotos y, además, llevaban sus órdenes. Los persas fueron de los primeros en organizar un servicio para ello. Así vemos que “los c., pues, montados en caballos veloces, salieron a toda prisa por orden del rey” Asuero para informar del decreto que permitía a los judíos defender su vida (Est. 8:14). Generalmente los particulares tenían que utilizar amigos o familiares para enviar sus cartas. Tal fue el caso de Pablo, Pedro y otros escritores del NT, que mandaron sus cartas por mano de algunos creyentes.

CORRUPCIÓN El vocablo hebreo shahat significa daño y destrucción (“Se corrompió la tierra delante de Dios.... toda carne había corrompido su camino” [Gn. 6:11–12]). La idea apunta a un proceso en el cual una cosa se ha dañado y está a punto de destruirse por completo o de perder su sentido de ser (“...se corrompían más que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirles” [Jue. 2:19]). “Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón” [Ec. 7:7]).

Se relaciona la c. con la muerte (1 Co. 15:42). Cuando •Ezequías sanó de su enfermedad, dijo: “...mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción” (Is. 38:17). En la •resurrección del Señor Jesús se cumplió lo que dice el Sal. 16:10 (“No dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea c.” [Hch. 2:27]).

En el NT, el sustantivo phthora y el verbo phtheirö se traducen como c. y corromper, respectivamente. Los problemas ecológicos son demostración de que “la creación misma” necesita ser “libertada de la esclavitud de c.” a la cual ha estado sujeta por el pecado del hombre (Ro. 8:21). Los creyentes deben huir de la c. que hay en el mundo (2 P. 1:4).

CORZO Animal cuadrúpedo, rumiante, de tamaño algo mayor que la cabra y formas esbeltas. El macho tiene dos cuernos negros que mirados de frente parecen una lira. Su rabo es corto y el color de la piel gris rojizo. Era considerado como apto para comer (Dt. 14:5), muy apreciado (1 R. 4:23). Por la hermosura de sus formas, su andar elegante, su velocidad al correr y su carácter delicado e inocente se le usa a menudo en la poesía. Así, en Cantares es mencionado varias veces junto al ciervo o el cervatillo (Cnt. 2:7, 9, 17; 3:5; 8:14). Nombre científico: Artiodactyla ruminantia. •Animales de la Biblia.

COS (Espinoso). Nombre de varias personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:8).

2. Sacerdote de tiempos del rey David, al cual le tocó la séptima suerte u orden en el servicio en la casa de Jehová (1 Cr. 24:4, 10).

3. Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras, los cuales “buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio” (Esd. 2:60–62).

4. Antepasado del Meremot que trabajó en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 3:4, 21).

COS (ISLA DE) (Cumbre). Isla que se encuentra al SO de Anatolia (Turquía). Cuando Pablo y sus acompañantes salieron de •Mileto en su viaje a Jerusalén fueron “con rumbo directo a C., y al día siguiente a Rodas” (Hch. 21:1). Esta isla era famosa por su puerto y por su escuela de medicina, de la cual fue miembro Hipócrates.

COSAM (Adivinador). Uno de los antepasados de nuestro Señor Jesucristo (Lc. 3:28).

COSECHA •Siega.

COSELETE •Armadura y armas.

COSMÉTICOS •Aceite. •Antimonio. •Perfume. •Ungüento.

COSMOS •Mundo.

COSTA Lugar junto al mar. Al definirse las fronteras de Israel, se dice que llegaría “a la c. del mar de Cineret, al oriente” (Nm. 34:11). Pero también cuando la palabra se usa en plural se refiere a lugares lejanos a los cuales se arribaba por mar (“Las c., vieron y tuvieron temor” [Is. 41:5]). “Oidme c. y escuchad, pueblos lejanos” (Is. 49:1). Los moradores de esos pueblos apartados también serían bendecidos y temerían a Jehová (Is. 60:9). •Isla.

COTA •Armadura y armas.

COZBI (Exuberante). Mujer madianita “hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián” (Nm. 25:15) a quien •Zimri, de la tribu de Simeón, trajo al campamento de Israel “a ojos de Moisés y de toda la congregación” (Nm. 25:6) para fornicar con ella. •Finees “los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel” (Nm. 25:8). El incidente es recordado como parte del caso de •Baal-peor.

COZEBA (Falsedad). Aldea en la región de Judá, en la Sefela. Se mencionan a varios varones de allí que “dominaron en Moab y volvieron a Lehem, según registros antiguos” (1 Cr. 4:22). Otra traducción dice “se casaron y volvieron a Lehem”. Otra dice: “en Moab y Jashubilehem”.

CREACIÓN Con esta palabra se hace refe-rencia al universo, los cielos y la tierra, la naturaleza, los seres vivientes y el hombre, así como al acto de Dios que los hizo existir. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Estas, las primeras palabras del libro de Génesis, resumen admirablemente la idea básica que enseñan las Escrituras en cuanto al origen de ese universo, de la materia, del espacio y del tiempo. Todo fue creado por Dios. Los cielos y la tierra, la faz del abismo, la luz, el día y la noche, la expansión, las aguas, la tierra seca, los mares, la hierba, la semilla, el árbol, el sol, la luna, los peces, las aves, los animales, las bestias, las serpientes, el hombre... todo (Gn. 1:1–31). Este es el énfasis repetido de la Escritura, que Jehová es el “Creador de los cielos ... el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora en ella” (Is. 42:5). Él se proclama a sí mismo diciendo:

“Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre” (Is. 45:12). Vivimos en “la creación que Dios creó” (Mr. 13:19). Más aun, la Biblia declara que el Señor Jesús fue el instrumento para toda la c. y el propósito de ella, “...porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra ... todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16). La obra suprema de la c. es el hombre (“Y creó Dios al hombre a su imagen” [Gn. 1:27]; “Acuérdate de tu Creador...” [Ec. 12:1]).

La firme convicción de que todo lo que existe fue creado por Dios no es algo que pueda lograrse mediante simples mecanismos de razonamiento humano, pues para ello es necesario el ejercicio de la fe (“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” [He. 11:3]).

Evolución, creacionismo, creacionismo evolucionista. En el día de hoy, los cristianos se ven en la obligación de rebatir ciertas formulaciones de algunas de las teorías llamadas “de la evolución” cuando éstas se presentan con un carácter materialista y ateo. Es completamente falso, por ejemplo, que sólo haya existido la materia y que ésta haya desarrollado la naturaleza, incluyendo el ser humano, mediante un proceso dialéctico de autoordenamiento progresivo.

En sus esfuerzos de refutación a esa teoría, muchos cristianos le anteponen lo que se llama el creacionismo, que es una teoría que ellos mismos elaboran y que plantea que el universo fue creado en un instante, un “big-bang”, una especie de flash instantáneo. Muy importante para esta teoría es el cálculo que se hace sobre la edad de la tierra. Los creacionistas, basándose en interpretaciones de pasajes bíblicos, aducen que ésta no puede tener más de diez mil años.

Otros creyentes, sin embargo, siempre aceptando que todas las cosas fueron creadas por Dios, no ponen objeción al pensamiento de que estos actos divinos tuvieran lugar en una sucesión de tiempos, e incluso concuerdan con algunos aspectos de la evolución. Sólo que ratifican que quien hace todos los procesos es Dios, creador de la materia, el tiempo y el espacio.

La Biblia nos habla de un principio. La materia no es eterna, no existió siempre. Comenzó, vino a ser, cuando Dios lo decidió y ordenó. No hay forma de soslayar ese hecho con sutilezas y argumentaciones. La c. de la materia, entonces, da inicio, a su vez, al tiempo y el espacio. Éstos no existían antes, pues en ese antes, sólo estaba Dios, eterno, fuera de todo espacio y todo tiempo.

A este acto de Dios de darle ser a las cosas sin tener que utilizar ningún material anterior los llamados •padres de la Iglesia lo llamaban creatio ex-nihilo, es decir, “c. de la nada”. La Biblia ciertamente habla de “c.”, un verbo que en hebreo sólo se usa para esa obra de Dios. Pero la expresión ex-nihilo es un aditamento humano, añadido por los hombres en su afán de buscar explicaciones a los actos creadores de Dios, sujetándolos a los procesos lógicos de sus mentes finitas. No es malo decir ex-nihilo, pero no hay manera de que con ello demos una idea exacta del acto de la c.

Escribiendo a los hermanos de Colosas (Col. 1:15–17), donde se había infiltrado una teoría sobre la c. que la ponía como obra de un ser inferior a Dios, un demiurgo, Pablo les dijo que Cristo “es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda c. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.

La mente de una persona no iluminada por el Espíritu Santo encuentra dificultades infranqueables si quiere analizar todas las implicaciones de la expresión “en él”. Todas las cosas, no solamente fueron creadas “por él” y “por medio de él”, sino que fueron hechas “en él”. Luego, no se puede hablar sino en términos relativos de una c. ex-nihilo. Lo que la Biblia enseña es que fue “constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. La BJ lo traduce así: “De manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece”. La NBE dice: “Haciendo que lo visible surgiera de lo que no aparece”.

Además, es enseñanza bíblica también que en Dios “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hch. 17:28). Dios es lo que da existencia a todo lo que hay y es. “Todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:17). Él “es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (He. 1:3). Reconocer la inmanencia de Dios en el cosmos no es enseñar panteísmo, porque Dios es distinto del cosmos y lo trasciende infinitamente.

El creyente se asombra frente a estas paradojas, que sólo pueden ser conocidas por la fe, pero cada vez que intenta explicarlas de conformidad con las categorías de pensamiento de los filósofos y científicos, encuentra que no puede. Y debe, en honestidad, reconocer que no puede, decidiéndose siempre por la Palabra de Dios, sin aditamentos, tal como nos ha sido revelada, sabiendo que las teorías humanas no son más que eso: teorías, hipótesis, muchas de ellas con verdades, pero ninguna de ella es la verdad, que sólo aparece en la revelación de Dios.

Lo que Dios ha revelado es que él hizo el universo. ¿Cómo lo hizo? Por su palabra. Dios dijo, y fue así. Para Dios no hay diferencia entre una fracción de segundo y mil milenios. Por lo tanto, no hay pecado en enseñar que la c. fue hecha en una millonésima de fracción de segundo o que lo hizo en millones de millones de años, siempre que se recuerde que eso no tiene importancia para Dios. Son los seres humanos, decían algunos padres de la Iglesia, los que necesitan que se les explique el asunto en forma de un proceso (“días”).

La aceptación firme y absoluta de lo que Dios nos ha revelado no es en nada incompatible con el quehacer científico, el cual, no teniendo verdades dadas “a priori” tiene necesariamente que trabajar a base de hipótesis y teorías que luego se van corrigiendo según se comprueban los hechos cada vez más fehacientemente. La diferencia entre el científico cristiano y el no creyente es que el primero sabe que al final de toda verdadera ciencia está la realidad última que es Dios. Firme en esa convicción, no le teme al uso de las hipótesis, pues está seguro de que en aquello en que las mismas coincidan con la verdad de Dios, habrá confirmación.

El creacionismo, como fenómeno estructurado de pensamiento, es una propuesta levantada en círculos cristianos para rebatir la teoría de la evolución de Darwin. Ciertamente, la teoría darwiniana implica (en la forma en que la interpretan algunos científicos actuales) serios peligros para la concepción que el hombre se hace de sí mismo, de la historia y de su comportamiento en ella. Puede asegurarse que ese pensamiento está en la base misma de las dos más grandes aberraciones ideológicas del siglo XX: el nazismo y el comunismo. Pero ese hecho no quiere decir que Darwin o Marx no hicieran ningún planteamiento verdadero o que nunca se aproximaran a alguna verdad.

El error, para serlo, tiene necesariamente que nutrirse de verdades parciales. Con ellas se reviste para lograr su aceptación entre los hombres. El comportamiento de los creyentes en relación con los planteamientos contradictorios al cristianismo casi siempre se manifiesta mediante: a) un rechazo a todo lo que se relacione con ellos; o b) una aceptación acrítica de los mismos que los llevan a intentar, nada más y nada menos, que ¡un supuesto ajuste de la revelación de Dios a las teorías humanas!

Pero sucede que la teología es también una teoría humana. Su fundamento está en la interpretación de la revelación. Desafortunadamente, muchas veces se cae en el error de añadir a la Palabra de Dios. ¿Cuándo acontece esto? Cuando se toma una interpretación cualquiera y se le atribuye carácter de inspirada, cuando se canonizan las interpretaciones.

Así, por ejemplo, la Biblia dice que Dios “formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida”. Muchos creyentes interpretan eso como que Dios esculpió una estatua de barro, con la forma del hombre, y luego le insufló vida. Existe libertad para este tipo de interpretación. Pero no hay derecho para negarle condición de cristiano al que lo interprete de otro modo. Eso sería añadir a la Palabra. Donde Dios no ha revelado, tenemos libertad de inquirir, incluso de suponer, pero no de poner como doctrina infalible el resultado de esas inquisiciones o suposiciones.

De manera que el evolucionismo, el creacionismo y el creacionismo evolucionista tienen que ser vistos como elaboraciones humanas. Impregnadas, por lo tanto, de la posibilidad del error. El hecho de que el creacionismo sea sustentado por personas muy pías y sabias no le otorga categoría de Palabra de Dios. Lo mismo debe decirse del creacionismo evolucionista. Nunca debemos olvidar que hombres muy píos y sabios sustentaron durante siglos que la tierra era plana ¡y decían apoyarse en la Biblia!

Un creyente no puede admitir la teoría de la evolución en todas sus partes, con todas sus implicaciones, por muchas razones, entre otras porque ella supone la existencia desde siempre de la materia y una abstracción, o negación, de la existencia de Dios. La idea de propósito está ausente en las elaboraciones que hacen la mayoría de los evolucionistas en cuanto a la existencia del cosmos y del hombre. Los creyentes, por el contrario, sabemos que Dios lo hizo todo. Y lo hizo con un propósito. No hay manera de que se puedan armonizar ambas posiciones. Cuando, pues, se dice que la Biblia no apoya la teoría de la evolución, se habla la verdad. Como tampoco apoya las teorías de Freud. Pero eso no quiere decir que los pensadores del mundo no hayan llegado a verdades parciales y que debamos rechazar todo lo que ellos planteen. La posición más sana sigue siendo la que recomienda la Escritura: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21).

CRESCENTE (Creciente). Amigo de Pablo y su compañero en una de sus prisiones. En 2 Ti. 4:10 dice que “c. fue a Galacia”, pero algunos manuscritos dicen “Galia”, o sea, Francia. No se tienen más noticias suyas.

CRETA Una de las grandes islas del mar Mediterráneo, al SE de Grecia y SO de Turquía. Es la más grande de las islas que se encuentran entre •Chipre y Sicilia. Los •filisteos eran originarios de C., que en la Biblia se llama •Caftor (Dt. 2:23; Jer. 47:4; Am. 9:7). Entre los que oyeron el sermón de Pedro en •Pentecostés había judíos de C. (Hch. 2:11). Poco después de esto, se establecieron iglesias en C. El libro de los Hechos no nos da detalles, es evidente que el apóstol visitó la isla, porque escribió a •Tito, diciéndole: “Por esta causa te dejé en C., para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” (Tit. 1:5). La carta a Tito contiene regulaciones para las iglesias de C. Pablo utiliza una cita del filósofo Epiménides, “uno de ellos, su propio profeta”, que dijo: “Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos” (Tit. 1:12). El barco que llevaba a Pablo a Roma pasó por C., quedando por cierto tiempo en “un lugar llamado Buenos Puertos”, hasta que “la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de C. que mira al NE y SE, e invernar allí”, pero una tormenta los llevó hasta •Malta (Hch. 27:7–12).

CRIMEN Ofensa o violación de las leyes o costumbres aceptadas como reglas por la comunidad. Siendo Israel una teocracia o procediendo las leyes de la Divinidad, toda violación a ellas era considerada como ofensa a Dios mismo. Se señalaban c. y penas

específicos, unas veces por delitos contra las personas, como podía ser el homicidio (Nm. 35:20) o el daño (Dt. 25:11–12). Los c. sexuales eran claramente señalados también (Éx. 20:14; Dt. 22:13–30). Los c. religiosos, eran mayormente la •idolatría (Éx. 20:3–5), la •blasfemia (Lv. 6:3) y la violación del •sábado (Dt. 5:12–15). •Castigo.

CRISÓLITO (Piedra de oro, dorada). Piedra preciosa, un complejo de silicato de magnesio con hierro. Su color era aceitunado. En Ez. 28:13, hablando de una figura que muchos identifican con Satanás, se nos dice que estuvo “en Edén, en el huerto de Dios ... de toda piedra preciosa era tu vestidura, de ... c....”. Se le menciona en el fundamento de la nueva Jerusalén (Ap. 21:20). Algunos identifican el c. con el berilo, mencionado como una de las piedras en el pectoral del sumo sacerdote (Éx. 28:20), aunque en Ap. 21:20 aparecen como dos piedras diferentes. •Piedras preciosas.

CRISOPRASO Piedra preciosa, probable-mente una variedad de la calcedonia, color verdemanzana. Aparece mencionada como el décimo fundamento de la nueva Jerusalén (Ap. 21:20). Algunos traducen “esmeralda”. •Piedras preciosas.

CRISPO “Principal de la sinagoga” de Corinto, que “creyó en el Señor con toda su casa” al escuchar la predicación de Pablo (Hch. 18:8), que más tarde escribió diciendo que fue uno de los pocos a los cuales bautizó (1 Co. 1:14).

CRISTAL Mineral de cuarzo casi transparente que los antiguos pensaban que era agua solidificada. En la visión de Ezequiel, “sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de c. maravilloso” (Ez. 1:22). Juan nos dice que “delante del trono había como un mar de vidrio semejante al c.” (Ap. 4:6) y de él salía “un río limpio de agua de vida, resplandeciente como c.” (Ap. 22:1).

CRISTIANO “A los discípulos se les llamó c.”, esto es, seguidores de Cristo, “por primera vez en Antioquía” (Hch. 11:26). El rey •Herodes Agripa, tras oír un discurso de Pablo, le dijo: “Por poco me persuades a ser c.” (Hch. 26:28), lo cual indica que ya para esa época el uso de la palabra se había extendido. Es posible que originalmente la intención de usar el calificativo de c. contenía cierto sentido peyorativo, pero la iglesia primitiva adoptó el término, pues el mismo Pedro lo utiliza (“pero si alguno padece como c.” [1 P. 4:16]) cuando escribe para animar a los creyentes en tiempos de la persecución de •Nerón. El vocablo fue acuñado por personas ajenas a la comunidad de los seguidores del Señor Jesús, que se llamaban a sí mismos “creyentes”, “hermanos”, “santos”, etcétera. El uso de esta palabra para señalar a cosas, ideas, instituciones, etcétera, fue un desarrollo histórico extrabíblico, porque el NT señala solamente a individuos.

CRISTO •Mesías.

CRÓNICAS, LIBRO DE LAS Libro del AT. En el •Canon hebreo formaba parte de la división llamada “los Escritos (Ketuvim)” o Hagiógrafa. Por lo tanto, no estaba clasificado junto a •Josué, •Jueces, los libros de Samuel y los de Reyes, sino con los Salmos, Proverbios, Job, etcétera. El nombre hebreo (Divrei ha-Yamim) significa “los eventos de los tiempos”. Se trata de un apelativo genérico que se aplicaba a los anales y registros reales. No debe confundirse con “el libro de las historias de los reyes de Israel” (1 R. 14:19), ni con “las crónicas de los reyes de Judá” (1 R. 14:29). Éstos más bien fueron fuentes que se utilizaron para la presente obra. Los traductores de la •Septuaginta lo llamaron el libro “de las cosas omitidas”, queriendo decir que es una especie de suplemento de lo narrado en los libros de Samuel y Reyes. Originalmente, el L. de las C. era un solo libro.

Autor y fecha. Fueron muchas las fuentes que se utilizaron para confeccionar esta obra. Algunas de ellas son mencionadas por nombre. Otras no. Varias han llegado hasta nuestras

manos y son conocidas, otras han desaparecido. El autor o los autores dicen que usan el “libro de los reyes de Judá y de Israel”, el “libro de los reyes de Israel”, el “libro de los reyes de Israel y Judá”, las “actas de los reyes de Israel” y la “historia del libro de los reyes” (2 Cr. 16:11; 25:26; 20:34; 27:7; 33:18; 24:27). No se sabe si se trata de libros diferentes o si estas son distintas maneras de aludir a una misma obra. Se usa también a Isaías (2 Cr. 26:22; 32:32).

Entre las obras que no han llegado hasta nosotros se mencionan las siguientes: “las crónicas de Samuel vidente” (1 Cr. 29:29), “las crónicas del profeta Natán” (29:29; 2 Cr. 9:29), “las crónicas de Gad vidente” (1 Cr. 29:29), “el [libro] del profeta Semaías” (2 Cr. 12:15), “el [libro] del vidente Iddo” (2 Cr. 12:15; 13:22), “[libro del] registro de las familias” (2 Cr. 12:15), “las palabras de Jehú hijo de Hanani” (2 Cr. 20:34) y “las palabras de los videntes” (2 Cr. 33:19). Además, se toma del •Pentateuco, •Josué, •Jueces, los libros de •Samuel y los de •Reyes. En varios lugares puede notarse incluso la influencia de Jeremías y Zacarías, así como de algunos Salmos. Es evidente, entonces, que el L. de las C. fue elaborado cuando ya se conocían esas profecías como tradición oral o porque se disponía de los escritos. Todo lo cual apunta a una fecha que puede situarse hacia la mitad del exilio babilónico. El L. de C., el de Esdras y Nehemías guardan semejanzas entre sí en cuanto a su lenguaje, la forma del pensamiento y la teología, lo cual lleva a muchos a pensar que detrás de todos ellos está una misma mano. Una tradición judía los atribuye a Esdras.

Desarrollo. La historia de los distintos reinados de Judá e Israel aparecen en el artículo •Israel, Historia de. Por eso se ofrece aquí sólo un bosquejo de este libro. •Reyes, Libro de los.

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CRUZ, CRUCIFIXIÓN Uno de los métodos que se utilizaban en la antigüedad para ejecutar a un reo consistía en el llamado empalamiento, que se realizaba atravesando un palo por el cuerpo de la persona, generalmente por el ano, hasta sacarlo fuera del tórax. Levantaban luego el palo y lo clavaban en tierra, exhibiendo así al condenado. Este método fue utilizado por los asirios, los fenicios, los cartagineses y los persas. Luego se modificó porque los reos morían demasiado rápido y lo que se buscaba era, además de la tortura, que sirviera de escarnio y advertencia a los demás. Así, se inventó añadir al palo vertical otro horizontal en el cual se amarraba al reo y se le clavaban las manos, dejándolo morir lentamente. Los griegos copiaron el método de los persas y luego los romanos de los griegos. Estos últimos añadieron al palo vertical una pequeña repisa o asiento que daba cierta sustentación al cuerpo del reo pero que, al mismo tiempo, prolongaba su agonía.

Una persona podía pasar hasta ocho días en el proceso, antes de morir. Si los que lo ejecutaban querían acelerar la muerte, le rompían las piernas. El reo moría después de sufrir gran sed. El peso de su propio cuerpo, tirando de las heridas, le ocasionaba intensísimos dolores, mientras que le abatían fiebres y convulsiones. Para los romanos, el palo vertical, sólo, era llamado crux simplex. Dos palos atravesados en forma de “X” se llamaban crux decussata. El palo horizontal, llamado por los romanos patibulum, a veces se ponía sobre el tope del vertical, formando así la llamada crux commissa, en forma de una “T”. Pero si el horizontal atravesaba el vertical, dejando sobresalir éste un poco como a manera de cabecera, se le llamaba crux immissa. Por la mención que se hace de un letrero sobre la cabeza del Señor se deduce tradicionalmente que fue en este tipo de c. en la cual clavaron a nuestro Señor Jesucristo. Los arqueólogos han encontrado cerca de Jerusalén los restos de una persona que sufrió este tipo de condena. En su caso, además de la especie de asiento para las asentaderas, había otro como repisa para los pies, los cuales fueron fijados uno encima del otro con un clavo de hierro. Se encontró con los restos parte de la madera de la c., que era de olivo. No fue clavado por las manos, sino por los brazos en la barra horizontal.

Los hebreos no conocieron la crucifixión sino hasta tiempos de Alejandro el Grande. Hasta entonces, las ejecuciones se hacían por lapidación o apedreamiento. En el caso de los blasfemos, después de apedreados colgaban sus cuerpos “en un madero”, “porque maldito por Dios es el colgado” (Dt. 21:23), pero cuando apareció la crucifixión, se consideró a ésta como equivalente al ahorcamiento. •Josefo relata que •Antíoco Epífanes crucificó a muchos judíos que se negaban a aceptar el proceso de helenización. Narra también que unos tres mil seiscientos judíos fueron crucificados por los romanos (año 64 d.C.), lo cual motivó la rebelión última de éstos. Por varios siglos este método fue el preferido por las autoridades romanas para martirizar a los cristianos, hasta que fue suspendido por Constantino (337 d.C.). Antes de la crucifixión el condenado era azotado en público y luego se le obligaba a ir a un lugar fuera de la ciudad cargando su c. Así se hizo con el Señor Jesús (Mt. 27:32: Lc. 23:26; Jn. 19:17). A un ciudadano romano no podía aplicársele la muerte en c., a menos que fuera acusado de alta traición. Se reservaba este castigo para los asesinos, los participantes en rebeliones o robo armado, siempre que fueran esclavos o extranjeros. Cicerón, el famoso pensador y orador romano, llegó a decir que la crucifixión era “el castigo más cruel y repugnante”. Decía también que no era sólo malo “el que uno lo aguante, sino hasta que uno esté sujeto a ser penado con ella, la sola expectativa de ella, es más, la sola mención de ella, es inadecuada para un ciudadano romano y un hombre libre”. En los días del ministerio terrenal del Señor Jesús, este tipo de tortura y ejecución era ya muy conocido y el Señor se refirió a él diciendo que “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su c., y sígame” (Mt. 16:24).

En el NT se utiliza la palabra c. para señalar la muerte de Cristo y su significación para toda la humanidad. El hecho de que la salvación se obtenga por la c. de Cristo era un “tropiezo” para los judíos (Gá. 5:11), que insistían en las justificación por la ley; y una “locura” para los griegos, que se aferraban a su filosofía (1 Co. 1:18–23). Pero al mismo tiempo, los creyentes se ven a sí mismos como crucificados juntamente con Cristo (Gá. 2:20). Ellos han “crucificado la carne con sus pasiones” (Gá. 5:24) y el mundo es crucificado a ellos y ellos al mundo (Gá. 6:14).

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CUADRANTE En el sistema romano, era la moneda de menos valor. Por eso la expresión de pagar una deuda “hasta el último c.” (Mt. 5:26), esto es, hasta el último centavo. Entre los judíos, un c. valía “dos blancas”, que fue la ofrenda que echó la viuda (Mr. 12:42). •Denario. •Dinero. •Moneda.

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CUARTO Compañero de Pablo, miembro de la iglesia en •Corinto, que se menciona en Ro. 16:23 y envía saludos a los hermanos de Roma. Una tradición afirma que fue uno de los setenta discípulos enviados por Cristo (Lc. 10:1, 17) y que más tarde fue obispo de Berea.

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CUARTO (moneda). Moneda de cobre en el sistema romano. En relación con el •sestercio equivalía a una cuarta parte. En relación con el •denario equivalía a una 16va. parte. “¿No se venden dos pajarillos por un c.?” (Mt. 10:29), o sea el valor requerido para una ofrenda de una persona pobre que redimía a su primogénito (Lc. 2:24). •Moneda.

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CUCHILLO Varias palabras que se utilizan en el AT son traducidas como c., pero siempre se refiere a un instrumento cortante utilizado mayormente para propósitos domésticos. Por los

descubrimientos arqueológicos sabemos que podían medir de 15, 24 a 25, 40 cm y que eran de piedra (3500 a.C.), de cobre (1220 a.C.) y de hierro (resto de los tiempos bíblicos). Para el sacrificio de Isaac, Abraham llevó un c. (Gn. 22:6). Para ciertos fines ceremoniales se usaban c. pequeños. Dios ordenó que Josué hiciera “c. afilados” (Jos. 5:2–3) para circuncidar al pueblo. Los profetas de Baal se cortaban con c. a sí mismos (1 R. 18:28). Ezequiel se cortó el pelo con un “c. agudo” para simbolizar la guerra (Ez. 5:1). En la lista de artefactos devueltos al •templo por •Ciro aparecen “veintinueve c.” (Esd. 1:9), pero muchos traducen la palabra como “incensarios”.

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CUERDA •Cordón. Cordel. Cuerda.

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CUERDA (medida). •Pesos y medidas de la Biblia.

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CUERNO Protuberancia dura que se forma sobre la cabeza de ciertos animales. Debido a que muchos de ellos la usan como arma defensiva y ofensiva, llegó a convertirse en sinónimo de poder. Así, hay pasajes donde la palabra c. es traducida como “poder” o “poderío”. (“Mi poder se exalta en Jehová” [1 S. 2:1]; “Cortado es el poder de Moab” [Jer. 48:25]). En lenguaje figurado aparece a menudo el c. como significado de un rey o una potencia (Dn. 7 y 8; Zac. 1:18–21; Ap. 13:1; 17:3, 12). El poderío de Cristo se presenta por la figura del Cordero con siete c. (Ap. 5:6). Los c. se usaban para guardar líquidos preciosos, como aceite y perfume (1 S. 16:1). Igualmente se preparaban de tal manera que pudieran servir como instrumentos musicales. En la toma de Jericó “siete sacerdotes [llevaban] siete bocinas de c. de carnero” (Jos. 6:4). •Sofar. Con ese tipo de instrumento se convocaba al pueblo para la guerra (Jue. 3:27; 6:34).

Los c. del altar eran salientes en las cuatro esquinas de los altares de bronce y de oro, en forma de c. En días especiales, como el de la Expiación, la sangre de los sacrificios era rociada sobre los c. del altar. Los fugitivos, siempre que no lo fueran por homicidio voluntario, recibían asilo si se agarraban de los c. del altar. Cuando Joab hizo eso, sin embargo, Salomón lo mandó matar, porque Dios había dicho que si la muerte había sido “con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera” (1 R. 2:28; Éx. 21:14).

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CUERO Piel de animal sometida a un tratamiento al cual se llama “curtir”. Se utilizaban de distintos animales y para muchos usos, incluyendo sandalias, correas, vestidos, bolsas o zurrones, hondas, recipientes de líquidos, etcétera. La mayoría de los rollos del mar Muerto están hechos de c. También se utilizaban vestidos de c. sin curtir (He. 11:37).

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CUERPO Aquello del hombre que es carne, sangre y huesos. En el pensamiento hebreo no se hacía mucha distinción entre el alma y el c., pero cuando se quiere llamar la atención sobre la parte física del hombre se usa el vocablo gewiya. Se puede referir a un c. vivo, como es el caso de los egipcios que dijeron a José: “Nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra” (Gn. 47:18), o a un c. muerto. Sansón “se apartó del camino para ver el c. muerto del león” (Jue. 14:8). El AT hace muchas referencias a partes del cuerpo humano. La más mencionada es el corazón, casi siempre señalando a los

sentimientos y no al órgano físico. También los riñones y el hígado se mencionan como sede de sentimientos. El cerebro no se menciona en el AT.

En el NT, la palabra es soma. Generalmente significa el hombre completo pero, según el contexto, puede referirse a la parte física de él e incluso a un cadáver. El Señor Jesús enseñó claramente que el c. de la persona que no cree será “echado al infierno” (Mt. 5:29). Los creyentes no deben temer “a los que matan el c.” (Mt. 10:28). Contrariamente a los que preconizaban que el c. es algo mal y que sólo el espíritu es bueno ( •Gnosticismo), la enseñanza apostólica da mucha importancia al c. Al decir que los gentiles “deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Ro. 1:24), Pablo está señalando que el c. debe ser honrado. Enseña también que nuestros c. han de ser redimidos (Ro. 8:23) ( •Resurrección). El creyente desea que la vida del Señor Jesús se manifieste en su c. (2 Co. 4:10). Pablo oraba por los tesalonicenses: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y c., sea guardado irreprensible” (1 Ts. 5:23). Debemos huir de la fornicación (1 Co. 6:13), evitar toda “contaminación de carne y de espíritu” (2 Co. 7:1) y ofrecer nuestros c. “en sacrificio vivo, santo, agradable al Señor” (Ro. 12:1).

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CUERPO DE CRISTO Cuando resucitó, el Señor dijo a sus discípulos: “Palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lc. 24:39). Pablo dice que “grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne” (1 Ti. 3:16). De manera que el Señor Jesús tenía un c. humano real, sujeto al espacio y al tiempo. Esto es sumamente importante para la doctrina de la •expiación, pues “somos santificados mediante la ofrenda del c. de Jesucristo hecha una vez para siempre” (He. 10:10). Un •gnosticismo incipiente se infiltró en muchos círculos cristianos en el siglo I, enseñando un dualismo en el cual sólo lo espiritual era bueno y todo lo material era malo. Decían que lo que se hacía con el cuerpo era esencialmente negativo o no tenía importancia. Por eso los apóstoles tuvieron que enfatizar la doctrina de la •encarnación, para proclamar que “Jesucristo ha venido en carne” (2 Jn. 7).

El NT enseña, además, que la •Iglesia es el c. de C., ya que el Espíritu Santo habita personalmente en cada creyente y, por lo tanto, en el conjunto de éstos. Cada individuo que forma parte de la Iglesia es considerado como uno de los miembros de un cuerpo, dependiendo los unos de los otros para poder llevar a cabo su función particular, pero dirigidos todos por una sola cabeza, Jesucristo. Pablo preguntaba a los corintios: “¿No sabéis que vuestros c. son miembros de Cristo? ... ¿O ignoráis que vuestro c. es templo del Espíritu Santo?....” (1 Co. 6:15, 19). “Porque somos miembros de su c., de su carne y de sus huesos” (Ef. 5:30). Es así que formamos parte de “la iglesia, la cual es su c., y él es su Salvador” (Ef. 5:23). El entender esta verdad debe conducirnos a una apreciación de la unidad del c. de C. y a su búsqueda en el campo de la práctica, “porque de la manera que en un c. tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un c. en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Ro. 12:4–5).

La frase “c. místico de Cristo”, referente a la iglesia, no aparece en la Biblia. Es una denominación que utilizan los cristianos para referirse a que ellos, con sus c., la forman. Pero esta frase no puede decirlo todo al respecto. El carácter de misterio de estas enseñanzas no debe conducirnos a pensar que se trata de simples metáforas. Se trata de un hecho, una realidad en la esfera de lo divino, donde las leyes del espacio y el tiempo no se aplican. •Encarnación.

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CUERVO Ave considerada como no apta para comerse (Lv. 11:15; Dt. 14:14), usada en la mitología de muchos pueblos con fines de adivinación o como símbolo del poder de lo oculto. Hay muchas especies de c., pero el más conocido es el que tiene plumaje negro (Cnt. 5:11), con una corvadura en la mandíbula superior de su pico. Se alimenta de pequeños animales y carroña. Noé “envió un c., el cual salió” a explorar las aguas después del diluvio (Gn. 8:7). Esta costumbre fue usada luego en los tiempos de la navegación rudimentaria por los marineros con el fin de que estas aves encontraran tierra para ellos, pues tiene un gran sentido de orientación. Dios usó c. que “traían pan y carne por la mañana” a Elías (1 R. 17:4–6). Los c. andan en bandadas. Aun crecidos, los jóvenes c. dependen de los mayores para alimentarse, por lo cual lanzan muchos graznidos, que motiva la expresión de que Dios es el que “da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los c. que claman” (Sal. 147:9). Nombre científico: Corvus sp. •Animales de la Biblia.

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CUEVA Cavidad en el subsuelo causada generalmente por acción del agua. Algunas también han sido hechas por mano humana. Abundaban en Israel y eran usadas como vivienda, almacén, o sepulcro. Abraham compró la c. de •Macpela “como una posesión para sepultura” y allí enterró a •Sara (Gn. 23:19–20). Lot “habitó en una c. él y sus dos hijas” (Gn. 19:30). Cinco reyes se escondieron “en una c. en Maceda” al ser derrotados por Josué (Jos. 10:16). En tiempos de los jueces, cuando los madianitas afligían a “los hijos de Israel ... [éstos] se hicieron c. en los montes, y cavernas” para esconderse (Jue. 6:2). Lo mismo hicieron ante la opresión de los filisteos (1 S. 13:6). David se escondió en la c. de Adullam. Y luego, estando en otra c., perdonó la vida a Saúl, que entró al mismo lugar para satisfacer una necesidad fisiológica (1 S. 24:3).

Cuando la persecución de •Jezabel, •Abdías “escondió de cincuenta en cincuenta en c.” a los profetas de Jehová (1 R. 18:4). Huyendo de la misma Jezabel, Elías fue a Horeb “y allí se metió en una c., donde pasó la noche” (1 R. 19:9). Como los asaltantes y bandidos se escondían en c., ante el comportamiento del pueblo para con la casa de Dios éste preguntó: “¿Es c. de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre?” (Jer. 7:11), palabras que citó el Señor cuando limpió el •templo de negociantes (Mt. 21:13; Mr. 11:17; Lc. 19:46). El sepulcro donde fue puesto •Lázaro “era una c., y tenía una piedra puesta encima” (Jn. 11:38).

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CULANTRO, CILANTRO Hierba que crece silvestre en muchas partes de Asia Menor. En algunas partes es cultivada. Su nombre científico es Coriandrum sativus. Tiene flores blancas y un fruto en forma de habichuela, algo redondo. Las hojas y el fruto despiden un olor desagradable, pero son usados como condimento, y añaden buen sabor a ciertas comidas. Se dice del maná que “era como semilla de culantro”, con referencia a la forma, no al gusto, que era “como de hojuelas con miel” (Éx. 16:31). •Plantas de la Biblia.

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CULEBRA •Animales de la Biblia. •Serpiente.

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CURTIDOR Persona que se dedicaba al trabajo de tratar la piel de animales para convertirlas en •cuero. El oficio como tal es mencionado en el NT, aunque en el AT se hace mención de diversas pieles y cueros. El •tabernáculo fue confeccionado con “pieles de carneros teñidas de rojo, [y] pieles de tejones” (Éx. 25:5). Con pieles de animales se hacían correas, sandalias,

bolsas y odres. En Lv. 13:52 se legisla para el caso de que “cualquier obra de cuero” presentara síntomas de lepra. Como para realizar este trabajo de curtir había que tener contacto con animales muertos, los judíos no tenían en mucho aprecio este oficio. Las costumbres judías obligaban a que las tenerías estuviesen en las afueras de la ciudad. Eso quizás explica el caso de “Simón el c., que tiene su casa junto al mar”, en Jope, donde se alojó Pedro (Hch. 10:5–6).

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CUS (Negro). Nombre de lugar y personas del AT.

1. Designación con la cual se conocía en la antigüedad a la región que quedaba al S de Egipto, en el continente africano, o sea •Etiopía. Al describir el •Edén se nos dice que de allí salía el río •Gihón que “es el que rodea toda la tierra de c.” (Gn. 2:13). La región fue poblada por hijos de •Cam, a través de c., su primogénito. Moisés “había tomado mujer cusita”, esto es, de origen africano, por lo cual Aarón y María lo criticaron (Nm. 12:1).

2. Primogénito de Cam. “Y c. engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra” (Gn. 10:6–8; 1 Cr. 1:8–10).

3. Personaje que aparece en el título del Salmo 7: “ •Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de c. hijo de Benjamín”. No se tienen más noticias sobre él, pero David pide en el Salmo: “Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame” (Sal. 7:1). Parece que fue un enemigo de David, quizá un hombre de confianza de Saúl, enviado a darle muerte.

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CUSAÍAS Levita de la descendencia de Merari. Padre de Etán (1 Cr. 15:17).

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CUSÁN Pueblo mencionado en Hab. 3:7 en relación con Madián. “He visto las tiendas de C. en aflicción”. Algunos piensan que puede ser una voz poética referida al mismo Madián. Otros dicen que se trata de un pueblo diferente, relacionado con •Cus.

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CUSÁN-RISATAIM (Cusan del doble crimen). Rey de •Mesopotamia que en tiempos de los jueces oprimió a los israelitas, los cuales “sirvieron a C. ocho años”. •Otoniel “salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a C.” (Jue. 3:8–10). En la historia secular no ha sido posible identificar con certeza a este rey.

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CUSITA Se llamaba así a los que vivían al S de Egipto, en el continente africano, o sea •Etiopía. Moisés “había tomado mujer cusita”, esto es, de origen africano, por lo cual Aarón y María lo criticaron (Nm. 12:1). •Cus.

CUTA Ciudad en •Mesopotamia. Después de su victoria, “trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de C., de Ava ... y los puso en las ciudades de Samaria ... y habitaron en sus ciudades” (2 R. 17:24). Se identifica el sitio con Tel Ibrahîm, al NO de Babilonia. Los

habitantes de C. trajeron consigo el culto a •Nergal, dios del subsuelo, y mezclaron su religión con la de Israel. “Temían a Jehová, y honraban a sus dioses” (2 R. 17:30–33).

D

DABERAT (Pasto). Ciudad de levitas en el territorio de Isacar, en la frontera con Zabulón (Jos. 19:12). Se le identifica hoy con Dabûriya, al pie del monte Tabor por el NO. Fue designada para los hijos de Gersón (1 Cr. 6:72). Cuando Barac fue a combatir a Sísara “descendió del monte de Tabor” (Jue. 4:14), probablemente de D.

DABESET (Joroba). Ciudad en la frontera de Zabulón (Jos. 19:11). No se ha ubicado con certeza en el día de hoy.

DAGA •Armadura y armas.

DAGÓN Dios de las cosechas, de la fertilidad (la raíz de la palabra está relacionada con otra que en hebreo significa “grano”). Los filisteos, que fue un pueblo marinero en sus inicios, lo adoptaron como deidad principal después de asentarse en Canaán, donde era adorado antes de su llegada. Lo representaban con torso y cara de hombre y cuerpo de pez. En su culto, que venía desde tierras de Siria y Mesopotamia, oficiaban una especie de profetas que emitían los oráculos en estado de •éxtasis. Cuando Sansón cayó preso de los filisteos éstos “se juntaron para ofrecer sacrificio a D. su dios y para alegrarse” y mandaron traer al prisionero al templo de D. que Sansón destruyó, y murió también (Jue. 16:23–30). En tiempos de Elí, “cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron ... a Asdod.... y la metieron en la casa de D., y la pusieron junto a D.” A los dos días el ídolo fue encontrado derribado y “la cabeza de D. y las dos palmas de sus manos” cortadas, por lo cual los filisteos reconocieron que la mano de Jehová “es dura sobre nosotros y sobre nuestro dios D.” (1 S. 5:2–7). Más tarde, cuando vencieron a Saúl, “pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de D.” (1 Cr. 10:10–11). Se han encontrado varios templos de D. en tierra de Israel.

DALAÍAS (Dios ha levantado). Personaje en la descendencia del rey Salomón (1 Cr. 3:24).

DALFÓN Uno de los diez hijos de “Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos”. D. y sus hermanos fueron muertos “pero no tocaron sus bienes” (Est. 9:7–10).

DALILA Mujer que vivía en el valle de Sorec y de la cual Sansón se enamoró. La Biblia no dice si se casó con ella o si ésta era israelita o filistea. Lo cierto es que se vendió a “los príncipes de los filisteos” para que descubriera “en qué consiste su gran fuerza”. Después de tres intentos fallidos, Sansón le dijo el secreto. Ella le hizo dormir, cortó sus cabellos y lo entregó a los filisteos quienes “le echaron mano y le sacaron los ojos y le llevaron a Gaza” (Jue. 16:4–21). Una tradición judía dice que D. logró sacarle la verdad a Sansón mientras consumaba con él el acto sexual y que supo que decía la verdad porque éste dijo “soy nazareo de Dios” (Jue. 16:17) y ella sabía que él no usaría el nombre de Dios en vano.

DALMACIA Provincia romana ubicada en la costa oriental del Adriático. Era parte de la región llamada •Ilírico, debido a una tribu que habitaba la región. Los griegos colonizaron esa zona. Luego los romanos la dominaron alrededor del año 168 a.C., y la convirtieron en provincia del Imperio. Los judíos habían llegado allí con el ejército romano. Pablo, escribiendo a los romanos, dice: “De manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Ro. 15:19). Por esto sabemos que el apóstol incluyó a esa región en sus planes evangelísticos. En 2 Ti. 4:10 Pablo dice que Tito, tras terminar su trabajo en •Creta, fue a D., se supone que en alguna comisión relacionada con dichos planes.

DALMANUTA Región mencionada en Mr. 8:10, donde dice que después de la alimentación de los cuatro mil, “entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de D.” En Mt. 15:39 se usa el nombre “Magdala”, lo cual hace suponer que ambos nombres se usaban para una misma región. Magdala, o D., fue identificada por algunos rabinos como Migdal Zobaiya, a unos 7 km de Tiberias, pero esto todavía está bajo discusión. Unas ruinas al N de Tiberias, junto al lago, se señalan como pertenecientes a Magdala, o Dalamanuta.

DÁMARIS Una de las primeras convertidas en Atenas tras la predicación de Pablo en el Areópago, junto con •Dionisio “y otros con ellos” (Hch. 17:34). Crisóstomo sugirió que posiblemente fuera esposa de Dionisio, pero eso no se sabe con seguridad.

DAMASCO Ciudad de Siria, hoy su capital. Uno de los asentamientos humanos más antiguos del mundo. Está situada a unos 80 km de la costa mediterránea en un oasis al SO del monte •Hermón, en un punto estratégico para las rutas comerciales de esa parte del Oriente Medio. Cuando Abraham venció a Quedorlaomer y sus aliados los “fue siguiendo hasta Hoba al N de D.” (Gn. 14:15). •Eliezer, el mayordomo de Abraham, era de esa ciudad (Gn. 15:2). En tiempos de David, sus habitantes apoyaron y dieron “ayuda a Hadad-ezer rey de Soba” y fueron vencidos, “y puso David guarnición en Siria de D.” (2 S. 8:3–7). Más tarde, en días de Salomón, “Rezón hijo de Eliada” fue hecho rey de D., y se convirtió en adversario de Israel (1 R. 11:23–25). Una vez dividido éste en dos reinos, Judá e Israel, ambos buscaron una que otra vez aliarse con los sirios de D. para pelear contra su vecino. Así, el rey •Asa de Judá pagó al rey de D. •Ben-adad para que rompiera su alianza con •Baasa, rey de Israel (1 R. 15:16–22; 2 Cr. 16:1–5). El poderío de D. creció hasta el punto de tomar territorio a Israel y sitiar a Samaria en tiempos del rey •Acab, pero éste logró vencer dos veces. Acab perdonó la vida al rey damasceno y éste le restituyó territorios, y le concedió derecho para que comerciantes israelitas pudieran operar en D. (1 R. 20:1–43).

A pesar de su enemistad, los habitantes de D. se aliaron con el reino de Israel para defenderse ambos de los asirios, a los cuales vencieron en el año 853 a.C. Cuando se reanudaron las viejas hostilidades entre Israel y D., el rey Acab murió en una batalla (1 R. 22:29–36). Eliseo fue a D. y le profetizó a •Hazael que sería rey de Siria (2 R. 8:7–13). El poder de D. creció. Vencieron los sirios a •Joás, rey de Judá (2 Cr. 24:23). Quitaron mucho territorio a Israel en tiempos de •Jehú y su hijo •Joacaz (2 R. 10:32–33; 13:1–3), pero luego Jeroboam II “restituyó al dominio de Israel a D. y Hamat, que habían pertenecido a Judá” (2 R. 14:28) posiblemente cuando los asirios volvieron a atacar a los sirios. Más tarde los damascenos se aliaron con el rey •Peka de Israel para atacar a Jerusalén a causa de que su rey •Acaz se había entendido con los asirios “mas no pudieron tomarla”.

“Subió el rey de Asiria contra D., y la tomó, y llevó cautivos a los moradores.” Acaz fue “a encontrar a Tiglat-pileser rey de Asiria en D.” y vio allí un altar que mandó copiar (2 R 16:5–11). Siglos después, D. seguía siendo un centro comercial importante. En el año 64 a.C. cayó bajo el poder romano, pero éstos dejaron como gobernadores a una dinastía nabatea. Saulo de Tarso, en su afán de perseguir a los creyentes, “pidió cartas para las sinagogas de D.” adonde se dirigía cuando tuvo su encuentro con el Señor Jesús. Hch. 9 narra sus experiencias en esa ciudad. La mención que hace Pablo en 2 Co. 11:32–33 (“En D., el gobernador de la provincia del rey Aretas”), se refiere a un etnarca puesto por Aretas IV, que reinó en tiempos de •Herodes Antipas. D. tenía muchas sinagogas. En ellas se levantó un ambiente persecutorio contra Pablo, quien tuvo que huir. Pero más tarde regresó a esa ciudad después de haber ido a Arabia (Gá. 1:17).

DAN (Derivado de una palabra hebrea = vindicar, juzgar). Nombre de una persona, una tribu y un lugar del AT.

1. Hijo de Jacob con •Bilha, sierva de •Raquel. Cuando nació, esta última dijo: “Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre D.” (Gn. 30:6).

2. Tribu que desciende del hijo de Jacob con Bilha. Gente agresiva, en la bendición de Jacob se profetizó que sería “serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo y hace caer hacia atrás al jinete” (Gn. 49:17). En la bendición de Moisés se dice que “ D. es cachorro de león que salta desde Basán” (Dt. 33:22). Se ordenó que al acampar en el desierto “la bandera del campamento de D. estará al N” del •tabernáculo (Nm. 2:25). En la marcha D. iba en la retaguardia (Nm. 10:25). En la batalla contra las tropas de •Sísara esta tribu no estuvo presente, por lo cual Débora dijo: “Y D., ¿por qué se estuvo junto a las naves?” (Jue. 5:17). Sansón era de la tribu de D. (Jue. 13:2, 24–25). Originalmente el territorio que correspondió a D. estaba en la región de •Jope, en la costa, cerca de los filisteos (Jos. 19:40–48), pero “les faltó territorio” y emigraron hacia el N. Esta tribu fue la última en asentarse definitivamente en Canaán (Jue. 18:1). La forma en que buscaron su heredad es un ejemplo típico de cómo actuaban las tribus de Israel en sus migraciones. Primero “enviaron de su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes ... para que reconociesen y explorasen bien la tierra.... aquellos cinco hombres vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado” (Jue. 18:2, 7). Tras verificar que no tenían alianza con otros pueblos, les atacaron, quemaron la ciudad, luego la reedificaron “y llamaron el nombre de aquella ciudad D.” (Jue. 18:29). Más tarde, la región habitada por D. se distinguiría por su idolatría. El profeta •Ezequiel hablando del repartimiento futuro de Canaán “según las tribus de Israel”, menciona a D. (Ez. 47:21; 48:1), pero es curioso que no aparezca en la lista de las tribus que hace Juan en Apocalipsis (Ap. 7:4–8). Algunos opinan que su omisión se debe a que el nombre de D. vino a estar muy relacionado con la idolatría.

3. Ciudad de Israel, antes llamada Lais, conquistada por la tribu de D., que le cambió el nombre. Quedaba al N del territorio de Israel, mientras que Beerseba muy al S. De ahí surgió la expresión “desde D. hasta Beerseba”, que indica toda la extensión territorial israelita (1 S. 3:20; 2 S. 3:10; 2 Cr. 30:5). Por su ubicación al N, cuando se dividió el reino, Jeroboam I hizo “dos becerros de oro.... y puso uno en Bet-el y el otro en D. Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar...” (1 R. 12:28–30). Su propósito fue evitar que el pueblo fuera a Jerusalén para que no tuviera contacto con el rey de Judá.

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DANA (Fortaleza). Aldea en las montañas perteneciente al territorio de Judá (Jos. 15:48–49).

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DANIEL (Jehová es mi juez). Nombre de personas del AT.

1. Segundo de los hijos de David. Hijo de •Abigail. Probablemente murió en edad temprana, pues no se le menciona más que en 1 Cr. 3:1.

2. Personaje de la nobleza judía, “del linaje real de los príncipes” que fue llevado como exiliado a Babilonia cuando •Nabucodonosor tomó a Jerusalén por primera vez, al regresar de su victoria sobre los egipcios y asirios. Cuando llegó a su exilio, D., a quien los caldeos llamaron •Beltsasar, ya era un hombre altamente educado. Junto con varios compañeros ( •Ananías, •Misael y •Azarías), fue enseñado en “las letras y la lengua de los caldeos” (Dn. 1:1–7). D. “propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”. La razón para esto residía, además del deseo de mantener las tradiciones dietéticas de la religión judía, en el hecho de que se

sabía que las comidas eran ofrecidas a los ídolos antes de ser consumidas. Por eso pidió a •Aspenaz, que tenía a su cargo a los jóvenes, que les diera a comer legumbres y agua durante diez días. Se hizo la prueba, que resultó exitosa. Así, D. y sus compañeros pudieron seguir practicando las costumbres de sus mayores. Cuando llegó la fecha para ser examinados por el rey, éste “habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como” D. y sus amigos, pues eran “diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino” (Dn. 1:8–21).

Nabucodonosor tuvo un sueño que le perturbó mucho, y llamó a sus sabios para que se lo explicaran. Pero él no recordaba los detalles del sueño y pedía que ellos le dijeran qué había sido y cuál era la interpretación. Los sabios contestaron que nadie había hecho jamás tal solicitud y se declararon incompetentes. El rey, entonces, “mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia”. Cuando Daniel se enteró, logró llegarse ante el monarca y le pidió algún tiempo para encontrar la respuesta. Luego solicitó a sus compañeros que oraran al Señor y “entonces el secreto fue revelado a D. en visión de noche”. Tras alabar a Dios, D. fue y contó a Nabucodonosor el sueño que dicho monarca había tenido y su interpretación. Maravillado, “el rey engrandeció a D.” y a sus amigos (Dn. 2:1–49). Más tarde, Nabucodonosor tuvo otro sueño, que también fue correctamente interpretado por D. La interpretación de este sueño indicaba que el rey sufriría una locura temporal, lo cual en efecto aconteció. Tras su recuperación, Nabucodonosor dictó una proclama en la cual relató esos hechos y alababa “al Rey del cielo” (Dn. 4:1–37).

Asimismo, D. fue llamado para interpretar la visión de •Belsasar de “los dedos de una mano de hombre” que escribieron sobre la pared: “Mene, Mene, Tekel, Uparsin”. La interpretación que dio D. estaba relacionada con el fin del reinado de Belsasar y la caída de la ciudad en manos de •Darío, lo cual también sucedió (Dn. 5:1–31).

Darío colocó a D. en una altísima posición en el gobierno, lo cual le trajo la envidia de personas que, no pudiendo acusarle de nada “en lo relacionado al reino”, procuraron acusarle con una motivación supuestamente religiosa. Para ello propusieron a Darío que durante treinta días nadie podía demandar “petición de cualquier dios u hombre” que no fuera el rey. Como D. continuó orando al Señor, lo acusaron delante de Darío quien, a su pesar, tuvo que echarlo en “el foso de los leones”. Al otro día, sin embargo, el rey vino e inquirió “con voz triste” si el Dios de D. había podido librarle de las fieras. D. contestó que sí, que Dios había enviado “su ángel, el cual cerró la boca de los leones”. El rey se alegró, sacó a D. del foso y lanzó en éste a sus acusadores (Dn. 6:1–28).

D. tuvo visiones, sueños y revelaciones que aparecen en el libro que lleva su nombre. Vivió hasta los tiempos del gran rey •Ciro. El profeta Ezequiel menciona a un D. (“...si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, D. y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas” [Ez. 14:14, 20; 28:3]). Como Ezequiel era contemporáneo de D., algunos piensan que es difícil que se estuviera refiriendo al joven noble que había sido llevado a la corte de Nabucodonosor y que, quizás, se relacione con la legendaria existencia de un sabio de tiempos más antiguos, cosa de la cual hay testimonio en los textos de •Ugarit.

3. Sacerdote en la línea de Itamar, de los tiempos de Esdras y Nehemías (Esd. 8:2; Neh. 10:6).

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DANIEL, LIBRO DE Este libro ha sido quizá el más discutido de los que componen el canon del AT. Aunque era considerado como sagrado o “canónico” por los judíos, desde el Siglo II d.C. comenzó una serie de críticas en su contra cuando Porfirio, filósofo neoplatonista que

escribió varios libros en contra de los cristianos, negó la fecha tradicionalmente atribuida al libro (Siglo VI a.C.) y alegó que debió haber sido escrito en tiempos de los macabeos, esto es, en los alrededores del siglo II a.C. Las razones para esta crítica residen, precisamente, en el admirable carácter profético de D. Para buscar una explicación racional a la forma exacta en que describe acontecimientos que en el momento de escribirse eran muy futuros, muchos quieren pensar que el texto fue compuesto “después” de consumados los hechos, considerándolo, por lo tanto, un libro de relatos, no de profecía.

Todos los esfuerzos que se hacen para desacreditar al libro de D. tienen el propósito de negar la realidad de la profecía bíblica. Con este fin se le han hecho, antigua y modernamente, diversas críticas que incluyen observaciones de tipo lingüístico y supuestos errores históricos. Sin embargo, el desarrollo de la lingüística y las investigaciones históricas más recientes, especialmente de la arqueología, han venido a refutar esas críticas. Para poner un solo ejemplo, baste señalar que en •Qumrán se encontraron porciones de D. a las cuales se aplicó la famosa prueba del carbono 14, y se determinó que esos manuscritos habían sido hechos antes del siglo III a.C. Si ya para esa fecha era considerado sagrado por los judíos, no hay otra conclusión que no sea entender que para entonces (Siglo III a.C.) era muy antiguo. De manera que estos descubrimientos “criticaron la crítica”, y quedó vindicada la tradición judía y cristiana que acepta a D. como un libro inspirado, sagrado y sobrenaturalmente profético.

Pero no era necesario esperar por esas recientes confirmaciones en favor del libro de D. El Señor Jesús aludió de manera directa a este libro, diciendo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta D. ... entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mt. 24:15–16; Mr. 13:14). Además, utilizó de manera repetida, aludiendo a él mismo, el apelativo de “Hijo del Hombre” (Mt. 8:20; 12:8; Mr 2:10; 8:31; Lc. 6:5; 17:22; Jn. 1:51; 12:23). Este título se menciona primeramente en Dn. 7:13–14 (“He aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre.... Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará”). El uso del libro de D. por parte del Señor Jesús es la mejor prueba de su autoridad sagrada.

En cuanto a la autoría del libro, aunque éste no lo dice específicamente, todo apunta hacia aquel a quien el Señor Jesús llamó el “profeta D.”, quien lo escribiría en el siglo VI a.C., y llegaría hasta nosotros después de ser copiado innumerables veces a través del tiempo. El libro tiene por propósito principal dar testimonio de que Dios controla los acontecimientos de la historia. Los movimientos de las naciones, su poderío y aparente victoria, comparada con las desgracias de Israel, debían ser vistas desde esa perspectiva, pero sabiendo que Dios no desampararía a su pueblo. El libro trae consuelo a los judíos explicándoles que su exilio no sería para siempre y que vendría el momento cuando retornarían a Sion. Más aun: que la esperanza de Israel se centraba en la venida de un Mesías. Los lectores debían entonces dirigir sus ojos, no tanto hacia la aparente preponderancia del mal y las naciones, sino hacia el retorno a su tierra y al Ungido, el Hijo del Hombre.

Los primeros seis capítulos de D. incluyen el relato histórico de los acontecimientos en los cuales se vieron envueltos el joven exiliado y sus amigos en la corte de Nabucodonosor ( •Daniel. •Sadrac). Entre ellos se destacan las interpretaciones que dio D. a dos sueños que tuvo Nabucodonosor. A partir del capítulo 7, quien sueña es D. mismo, quien inquiere y recibe “la interpretación de las cosas” (Dn. 7:16). Desde los puntos de vista de los sueños y revelaciones descritos en D., se puede hacer el siguiente resumen:

El sueño de la imagen de Nabucodonosor (Dn. 2:31–45). Su interpretación revela una especie de sinopsis histórica de los tiempos comprendidos entre el reino babilónico y la implantación del reinado del Mesías. Las diferentes características de la imagen son generalmente interpretadas como aplicables a la sucesión de reinos o imperios babilónico,

medo-persa, griego, y romano. Pero las diferencias de opinión son muchas cuando se trata de interpretar el “calendario” de los eventos que conducen a la destrucción de la imagen por parte de la piedra no cortada con mano y el establecimiento del reino de Cristo. Esas diferencias dependen mayormente de la posición milenarista o amilenarista que se adopte.

El sueño del árbol cortado de Nabucodonosor (Dn. 4:10–37). El rey ve un gran árbol que es cortado, aunque se deja en tierra su raíz. D. declara que vendría una locura temporal a Nabucodonosor. Esto le acontece cuando se jacta de haber logrado con su brazo las grandes obras de Babilonia. Después de un tiempo de trastorno mental, el rey se recupera y alaba a Dios.

La visión de •Belsasar (Dn. 5:1–31). Profanando los vasos del •templo de Jerusalén, Belsasar estaba festejando con ellos cuando vio unos dedos de mano de hombre que escribían sobre la pared: “Mene, Mene, Tekel, Uparsin”. D. interpreta esto diciendo que Dios había hecho una evaluación del reino de Belsasar, lo había “hallado falto” y que los medos y los persas lo tomarían. Así sucedió, en efecto.

Visión de las cuatro bestias (Dn. 7:1–28). Estas bestias surgen del mar y tienen características muy feroces (león, oso, leopardo, etcétera) La cuarta bestia, con muchos cuernos, quitó “a las otras bestias su dominio”. Vino “uno como hijo de hombre”, a quien el Anciano de días le dio “dominio, gloria y reino”. La interpretación que recibe D. es paralela a la descripción de los reinos que figura en la visión de la imagen vista por Nabucodonosor.

Visión del carnero y el macho cabrío (Dn. 8:1–27). Describe la lucha entre estos dos animales, uno que representaba al imperio persa y el otro al imperio griego, pelea de la cual sale victorioso el segundo. Pero el cuerno de éste es quebrado cuando estaba “en su mayor fuerza” y en su lugar salen cuatro cuernos. Uno de ellos actúa contra “la tierra gloriosa”, quita “el continuo sacrificio” y profana el santuario. Gabriel es quien da la interpretación. Es casi unánime la opinión de que se trata de una referencia a la lucha de Darío y Alejandro Magno, la victoria de éste, su muerte y la repartición final de su imperio en cuatro reinos encabezados por sus generales. La exactitud de esta predicción es una de las cosas que tientan a los incrédulos para decir que D. fue escrito después de estos acontecimientos.

Visión de las setenta semanas (Dn. 9:1–27). El hombre de Dios, haciendo ayuno y oración, confiesa los pecados del pueblo y los propios, queriendo saber sobre el futuro de su pueblo y de Jerusalén. Gabriel le habla de un período de setenta semanas en el cual: a) se terminaría la prevaricación; b) se pondría fin al pecado; c) se expiaría la iniquidad; d) se traería la justicia perdurable; e) se sellaría la visión y la profecía; f) se ungiría al santo de los santos (Dn. 9:24). También menciona que “desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas”. Asimismo que “después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías” (Dn. 9:25–26). Se ha discutido mucho esta visión, pero la mayoría entiende que Dios complació a D. dándole una idea de lo que acontecería con su pueblo, con su ciudad santa y con el Ungido que vendría. Las opiniones e interpretaciones difieren en cuanto al calendario y las fechas de los acontecimientos, no en cuanto a su esencia. De nuevo influye en esto mucho el punto de vista (milenarista o amilenarista) que se adopte. A pesar de todo eso, resalta la singularidad de la profecía que habla de la muerte del Mesías.

Visión del varón con semejanza de hijo de hombre (Dn. 10:1–21; 11:1–45). Muchos consideran que este varón es una •teofanía. Otros dicen que no, porque él mismo dice que necesitó de la ayuda de •Miguel en su lucha contra el príncipe del reino de Persia. De todos modos, se habla de una lucha en el mundo de los espíritus que tiene lugar en relación con los eventos históricos. De nuevo se habla a D. de la lucha de los persas contra los griegos, de la victoria de estos últimos y de su división en cuatro reinos. También se describen las luchas

que se darían entre varios de esos reinos, las cuales afectarían al pueblo de Israel. La mayoría ve en esto alusiones muy claras a las dinastías de los Ptolomeos (“rey del S” –Egipto) y los Seléucidas (“rey del N” —Siria). Se menciona la aparición de un “hombre despreciable”, que obtiene grandes victorias, cuyo corazón será “contra el santo pacto”, que “del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres”. Este personaje es identificado universalmente con el •anticristo mencionado en el NT (Mt. 24:4–5; Mr. 13:21–22; 1 Jn. 2:18; 2 Ts. 2:3–4; Ap. 13:11–18).

El final de la historia (Dn. 12:1–13). Se le dice a D. que la historia llegará a una culminación, en la cual se incluye un “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces”, seguido por la liberación del pueblo de Israel, “todos los que se hallen escritos en el libro”. Luego la resurrección de buenos y malos. Los primeros “para vida eterna” y los segundos “para vergüenza y confusión perpetua”.

La interpretación del libro de D., en general, es causa de muchas discusiones, agravadas por la posibilidad de que algunas de sus profecías puedan ser catalogadas como de doble referencia. Pero, por encima de las diferencias de opinión, aun los puntos en que todos coinciden son ejemplos admirables de la inspiración de las Escrituras, “la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 P. 1:19).

DANJAÁN Lugar entre Galaad y Sidón por donde •Joab pasó haciendo el •censo ordenado por David (2 S. 24:6).

DANZA. BAILE En todos los pueblos la d. ha sido practicada desde muy antiguo. Los hebreos no fueron en esto una excepción. Su religión se expresaba en todos los aspectos de la vida. Y el realizar movimientos combinados con música proveniente de instrumentos musicales, o cantada, era cosa común en el pueblo cuando se quería hacer manifiesta la alegría. La d. entre los israelitas era primordial, pero no únicamente, una actividad de las mujeres, que la realizaban en corros, acompañándose de varios instrumentos musicales, preferiblemente el tamboril y la flauta. Así, •María “y todas las mujeres en pos de ella” danzaron tras cruzar el mar Rojo (Éx. 15:20). También la hija de •Jefté danzó al recibir a su padre que venía de una victoria (Jue. 11:34), así como las mujeres de Silo en una festividad religiosa (Jue. 21:21) y las israelitas tras la victoria sobre Goliat (1 S. 18:7). Los hombres también danzaban, pero en grupos separados de las mujeres. “Los cantores iban delante, los músicos detrás; en medio las doncellas con panderos” (Sal. 68:25). Cuando se trasladaba el arca, “David y toda la casa de Israel” bailaban delante de ella (2 S. 6:5). Este b. de David no pareció digno de un rey a los ojos de su esposa “que le menospreció en su corazón” y le dijo despectivamente que él se había descubierto “delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera” (2 S. 6:20).

Los judíos consideraban la d. como parte de la alabanza a Dios (Sal. 149:3; 150:4). Aunque por causa de la destrucción de Jerusalén la “d. se cambió en luto” (Lm. 5:15), Dios le promete a la “virgen de Israel” que un día saldrá “en alegres d.” (Jer. 31:4). Como manifestación de alegría doméstica, la d. es mencionada en la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15:25). “La hija de Herodías danzó” delante de Herodes y le agradó (Mt. 14:6; Mr. 6:22). No era costumbre hebrea, sino griega, el poner bailarinas en los banquetes. Así como se desconocen las melodías de los salmos y otras canciones de la antigüedad israelita, no se sabe la forma o los movimientos que ejecutaban los danzantes de Israel. •Música e instrumentos musicales.

DARA •Darda.

DARCÓN (Portador). Cabeza de una familia de “siervos de Salomón”, algunos de cuyos miembros regresaron del exilio en tiempos de Esdras (Esd. 2:56; Neh. 7:58).

DARDA •Dara. Personaje de la tribu de Judá. Hijo de Zera (1 Cr. 2:6). En 1 R. 4:31 se dice que Salomón “fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y D., hijos de Mahol”. La expresión “hijos de Mahol” es entendida como una referencia a una agrupación musical o coral. •Mahol.

DARDO •Armadura y armas.

DARÍO (Persa: rey-señor). Nombre utilizado por varios reyes persas.

1. Darío I, el Grande (522–486 a.C.). Sucedió a Cambises II, y éste a Ciro II, el Grande. Desató una amplia campaña de expansión territorial, y llegó hasta la India. Pero en Occidente fracasó frente a los griegos en la famosa batalla de Maratón. Organizó su imperio en siete satrapías, y levantó una red de caminos con correos muy eficientes. En tiempos de Esdras, siguiendo la política establecida por Ciro, ordenó: “Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios”, refiriéndose a la reconstrucción del segundo •templo (Esd. 6:7), obra que fue terminada “en el segundo año del rey D.” (Hag. 1:15). No debe ser confundido con Darío III, quien fue derrotado por •Alejandro Magno en el año 331 a.C.

2. Darío II (442–404 a.C.). Fue hijo de Artajerjes I. Por razones de cronología, muchos piensan que este D. es el mencionado en Neh. 12:22, donde se habla de una cantidad de levitas y sacerdotes enlistados “hasta el reinado de D. el persa”.

3. Darío el Medo. El libro de Daniel dice que “fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y D. de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años” (Dan. 5:30–31). Daniel relata el incidente de la conspiración contra él por sus envidiosos sátrapas, que indujeron a D. a tomar el lugar de Dios, ordenando que durante un tiempo sólo se orara a él. Daniel no hizo caso de eso “y abiertas las ventanas de su cámara ... se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios” (Dn. 6:10), por lo cual fue echado en el pozo de los leones. Pero “Dios envió su ángel” (Dn. 6:22) y le salvó. D. lanzó en el foso a los enemigos de Daniel y proclamó la grandeza del “Dios de Daniel” (Dn. 6:26). Muchos discuten sobre la identidad de este personaje, pues quien tomó a Babilonia fue •Ciro y las descripciones de Daniel coinciden con detalles de su reinado. Aunque persa, fue también rey de los medos. Recuérdese que el uso de la palabra “Darío” señala al cargo (rey-señor).

DATÁN •Coré #3.

DAVID Segundo rey de Israel. Reinó siete años y seis meses sobre la tribu de Judá en Hebrón y treinta y tres años sobre todo Israel desde Jerusalén (2 S. 5:4–5), un total de cuarenta años (1010 al 970 a.C.).

Orígenes. En el libro de •Rut se dan los antecedentes de su familia, indicándose que era descendiente de •Booz y la moabita. Isaí, padre de D., tuvo nueve hijos, ocho varones y una hembra, siendo D. el más pequeño de los varones. Su familia era de cierta importancia en Belén, pues Isaí estaba entre “los ancianos de la ciudad” (1 S. 16:4–5). Tenía rebaños de ovejas, las cuales D. apacentaba (1 S. 16:11). En esa actividad D. se había distinguido desde joven como “valiente y vigoroso”, habiendo tenido experiencias en las cuales enfrentó leones y osos, y los mataba cuando éstos atacaban al rebaño (1 S. 17:34–36). Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de Israel a causa de su desobediencia, envió a Samuel a ungir a D. como su sucesor (1 S. 16:1–3, 12).

Relación con Saúl. “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” y sufría ataques de locura. Sus criados le recomendaron que escuchara música y le hablaron del hijo de Isaí, “que sabe tocar ... y Jehová está con él”. Saúl le tomó cariño a D., quien en los momentos de depresión del rey “tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor” (1 S. 16:14–23). Pero tras la victoria de D. sobre •Goliat, el gigante filisteo, las mujeres de Israel se pusieron a cantar: “Saúl hirió a sus miles, y D. a sus diez miles”, lo cual causó celos en el rey. Eso le llevó a arranques de ira en uno de los cuales intentó matarlo arrojándole una lanza. Luego lo alejó, encargándole misiones difíciles, pero al ver que D. se portaba prudentemente, “tenía temor de él”. Saúl le ofreció la mano de su hija •Merab, pero D. decía que no la merecía. Finalmente Merab fue dada en casamiento a otro. “Pero Mical la otra hija de Saúl amaba a D.” Saúl la ofreció a D. si éste le daba como dote “cien prepucios de filisteos”, pensando que así D. moriría a manos de éstos. Pero D. mató doscientos filisteos “antes que el plazo se cumpliese.... Y Saúl le dio a su hija Mical por mujer”. Todo esto aumentó el temor de Saúl (1 S. 18:1–30), el cual intenta entonces asesinar a D., quien tuvo que huir con la cooperación de su esposa •Mical (1 S. 19:1–18).

Saúl insistió en su odio contra D. a pesar de que su hijo •Jonatán intervino en favor de éste (1 S. 20:1–42). Por tanto D. huyó y vino a Nob, donde estaba el arca, y fue atendido por el sacerdote •Ahimelec, quien le proporcionó para comer los panes sagrados y le dio la espada de Goliat. Cuando Saúl lo supo, ordenó la muerte de Ahimelec y de “los sacerdotes que estaban en Nob” (1 S. 21:1–9; 22:9–19). D. se refugió en •Gat, donde reinaba el filisteo •Aquis, y se hizo pasar por loco (1 S. 21:10–15), pero luego se fue a la cueva de •Adulam, donde se le juntaron los miembros de su familia y una serie de personas con problemas de distinta índole “y tuvo consigo como cuatrocientos hombres”. Fue a Moab, y dejó su familia al cuidado del rey de allí. Por recomendación del profeta •Gad pasó a tierra de Judá. Los filisteos estaban atacando a la ciudad de •Keila. Tras consultar dos veces con Dios, D. fue y la libró, pero cuando se enteró de que Saúl se disponía a buscarle allí, consultó de nuevo a Dios y recibió el mensaje de que los habitantes del lugar le entregarían, por lo cual se fue al desierto de Zif. Los habitantes del lugar le delataron con Saúl, por ello D. se fue al desierto de Maón. Saúl continuó persiguiéndole, a pesar de que en dos ocasiones D. pudo haberlo matado, pero no lo hizo porque dijo que no levantaría sus manos contra “el ungido de Jehová” (1 S. 24:1–22; 26:1–25). D. resolvió irse a vivir entre los filisteos, para que Saúl no le persiguiera allí. Finalmente, el rey israelita murió en la batalla de •Gilboa. Cuando uno que escapó de la batalla vino con la noticia a D. y se atribuyó el haber ayudado al suicidio de Saúl, D. ordenó su muerte y lamentó la tragedia de Saúl con una endecha (“Hijas de Israel, llorad por Saúl...” [2 S. 1:1–27]).

Relación con •Jonatán. Tras la victoria de D. sobre Goliat “el alma de Jonatán quedó ligada con la de D., y lo amó Jonatán como a sí mismo.... E hicieron pacto Jonatán y D.” El hijo del rey le regaló al pastor-músico-guerrero su manto “y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte”, sellándose así una gran amistad (1 S. 18:1–4). Cuando más tarde Saúl se tornó en contra de D., pidió “a Jonatán su hijo y a todos sus siervos” que lo mataran. “Pero Jonatán hijo de Saúl amaba a D. en gran manera, y dio aviso a D.” para que se escondiera. Luego intercedió con su padre, quien le prometió respetar la vida de D., pero esa promesa no fue cumplida y Saúl intentó de nuevo matar a D., quien tuvo que huir a Ramá. Allí D. y Jonatán se entrevistaron, renovaron su pacto y establecieron un plan para determinar cómo estaba el ánimo del rey en relación con D. Saúl trató mal a su propio hijo, incluso le arrojó una lanza para herirlo, furioso porque éste defendía al hijo de Isaí, “de donde entendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a D.”. Al otro día Jonatán fue y avisó a D. “y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro; y D. lloró más” (1 S. 20:1–42).

Estando D. en el desierto, huyendo de Saúl, Jonatán fue “y fortaleció su mano en Dios”, asegurándole que llegaría el día en que D. reinaría y que él, Jonatán, sería el segundo en su reino. Así, renovaron de nuevo el pacto de Jehová entre ellos. Desafortunadamente, Jonatán

murió junto a su padre en la batalla del monte •Gilboa. Esto fue terrible para D., que lamentó su muerte diciendo: “Angustia tengo por ti, hermano mío, Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres” (1 S. 31:1–6; 2 S. 1:17–27). Siendo D. rey sobre todo Israel, indagó por la descendencia de Saúl, para hacerle “misericordia por amor a Jonatán”. Así supo de la existencia de •Mefi-boset, un hijo de éste, lisiado de los pies, al cual hizo traer, le devolvió las tierras de Saúl y le honró, pues “comía siempre a la mesa del rey” (2 S. 9:1–13). Más tarde, D. perdonó la vida de “Mefi-boset hijo de Jonatán ... por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre D. y Jonatán, hijo de Saúl” (2 S. 21:7). También buscó los huesos de Saúl y Jonatán y les dio sepultura “en el sepulcro de Cis” (2 S. 21:14).

Las esposas, concubinas e hijos. D. tuvo por lo menos ocho esposas y muchas concubinas. La primera esposa fue Mical, hija de Saúl. Mical amó sinceramente a D. y le avisó cuando su padre ordenó asesinarlo (1 S. 19:10–17). Saúl la dio por mujer a otro hombre, llamado Palti (1 S. 25:44), pero D. la reclamó cuando fue rey. Mical vio a D. que “danzaba con toda su fuerza delante de Jehová” cuando traía el arca a Jerusalén y “le menospreció en su corazón”, pero D. no le hizo caso. Mical no tuvo hijos (2 S. 6:12–23).

Otras esposas fueron: •Ahinoam, de Jezreel. Dio el primer hijo a D., que lo llamó •Amnón (1 S. 25:43; 1 Cr. 3:1); •Maaca, hija del rey de Gesur, madre de •Absalón y de Tamar (2 S. 3:3; 13:1; 1 Cr. 3:2); Haguit, madre de •Adonías (2 S. 3:4; 1 R. 1:5, 11; 2:13; 1 Cr. 3:2); Abital, que le dio un hijo llamado Sefatías (2 S. 3:4; 1 Cr. 3:3); Egla, madre de Itream (2 S. 3:5; 1 Cr. 3:3). También •Abigail, que fue mujer de •Nabal, del Carmelo, quien le dio su segundo hijo, de nombre Quileab o Daniel (1 S. 25:1–44; 2 S. 3:3; 1 Cr. 3:1) y •Betsabé, madre de Simea, Sobab, Natán y Salomón (2 S. 11:27; 1 Cr. 3:5).

El caso de •Betsabé. Al enamorarse de Betsabé y tomarla, D. cayó en una cadena de pecados. Todo comenzó con su ociosidad en tiempo de guerra, luego fornicación, hipocresía, etcétera, hasta llegar al asesinato de •Urías (2 S. 11:1–27). El primer hijo que tuvo D. con Betsabé murió como consecuencia del juicio de Dios (1 Cr. 3:5), pero luego tuvieron varios hijos, uno de los cuales, Salomón, sería el sucesor. Bet-sabé ocuparía como reina madre un lugar especial junto a su hijo Salomón (1 R. 1:11–53; 2:13–25). Algunos piensan que Betsabé era nieta de •Ahitofel (2 S. 23:34).

•Absalón. Fue el hijo que más tormento dio a D. Sucedió que •Amnón, el primogénito de D. deshonró a •Tamar, hermana de Absalón (2 S. 13:1–20). Éste asesinó a Amnón, en venganza por la afrenta y luego huyó a •Gesur, tierra de su abuelo materno, donde estuvo unos tres años (2 S. 13:21–39). Pero D. deseaba ver a su hijo, y •Joab, dándose cuenta de ello, logró convencer al rey para que le hiciera regresar a Jerusalén. D. lo permitió, pero no lo recibió durante dos años más, al cabo de los cuales finalmente le dio audiencia (2 S. 14:1–33). Pero Absalón elaboró una conspiración contra su padre y éste tuvo que huir de Jerusalén. Uno de los asesores de Absalón fue Ahitofel. La guerra civil se decidió en una batalla donde Absalón fue muerto, a pesar de que D. había dado órdenes de que se le tratara bien (2 S. 18:6–15). D. lloró amargamente la muerte de su hijo.

Los hijos de Sarvia. D. tenía una hermana (algunos dicen que hermanastra), que fue madre de •Joab, •Abisai y •Asael (1 S. 26:6; 2 S. 2:18), llamados con frecuencia “los hijos de Sarvia”. Estos sobrinos de D. eran parte de su círculo íntimo, una especie de Estado Mayor. Asael fue muerto por •Abner, en la guerra civil que siguió a la muerte de Saúl (2 S. 2:17–23). Más tarde, Joab mató a Abner “en venganza de la muerte de Asael su hermano” (2 S. 3:27). D. desaprobó el hecho (2 S. 3:23–30). Pero Joab siguió siendo el principal de los jefes de D. e hizo muchas guerras para él, incluyendo el ser instrumento para el asesinato de Urías. Cuando la rebelión de Absalón, otro sobrino de D., llamado •Amasa, se puso de parte del hijo rebelde. Al vencer las tropas de D. éste quiso ganarse la lealtad de Amasa, pero Joab lo

asesinó porque estaba de por medio el puesto de general principal del ejército (2 S. 17:25; 19:13; 20:8–10). D. nunca aprobó los crímenes de Joab, pero como era su cómplice en el asesinato de Urías, no pudo mientras vivió hacer nada en su contra. Pero cuando llegó la hora de traspasar el trono a su hijo Salomón, le recomendó a su heredero Salomón que hiciera justicia (1 R. 2:5–6). Abisai compartió con su hermano Joab el mando del ejército, fue muy leal a D., llegando incluso a salvarle la vida y tuvo una brillante carrera militar.

Las conquistas. Los filisteos llegaron a capturar a •Belén (2 S. 23:13–17), pero cuando D. fue hecho rey sobre Israel y Judá les derrotó dos veces, obligándolos a abandonar el territorio (2 S. 5:22–25; 1 Cr. 14:16). Incluso llegó a tomar a •Gat, ciudad filistea (1 Cr. 18:1). Es posible que dejara ese reino como tributario, porque en tiempos de Salomón aparece •Aquis como gobernante allí (1 R. 2:39). La guardia personal de D. estaba compuesta por extranjeros, los •cereteos y peleteos, relacionados con los filisteos (2 S. 15:18; 20:23). Una vez dominados éstos en el O, D. pudo dedicarse a hacer la guerra en el territorio más allá del Jordán, en el E. Así, venció a los moabitas, los cuales vinieron a ser “siervos de D., y pagaron tributo” (2 S. 8:2). Enseguida “derrotó D. a •Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba” y a los sirios de Damasco que vinieron en su ayuda. Soba y Damasco se convirtieron en reinos tributarios (2 S. 8:3–7). Venció también a los amonitas, cuyo rey •Hanún había insultado a unos embajadores enviados por D. (2 S. 10:1–19). Al parecer D. no eliminó la monarquía amonita, sino que puso allí como rey a •Sobi, hijo de Nahas (2 S. 17:27). Ante la serie de éxitos de D., los reyes arameos que habían sido aliados de Hadad-ezer hicieron la paz con el rey israelita, y su dominio llegó mucho más allá de los territorios originalmente ocupados por las tribus (1 R. 5:1, 4; 2 Cr. 9:26). D. entonces se dirigió a enfrentar en el S a las tribus edomitas (1 Cr. 18:12–14). En adición a sus actividades guerreras, D. aumentó y aseguró sus conquistas mediante alianzas diplomáticas a la usanza de su tiempo. Así, casó con la hija del rey de •Gesur, llamada Maaca (2 S. 3:3). También hizo alianza con Toi, rey de •Hamat (2 S. 8:9–10). Cultivó, asimismo, buenas relaciones con los fenicios a través del rey de Tiro, •Hiram (2 S. 5:11). El territorio de este vasto imperio israelita de tiempos de D. comenzaba en el •Éufrates, en el N, y terminaba en el “río de Egipto”, en el S.

El hombre de Dios. Dios buscó “un varón conforme a su corazón” para sustituir a Saúl (1 S. 13:14). D. demostró tener una gran sensibilidad espiritual y mucha sabiduría. Desde joven se distinguió, no solamente por su valor al enfrentarse a osos y leones, sino por su prudencia (1 S. 18:5, 14–15). Sus defectos y hasta sus pecados nos son presentados claramente por las Escrituras, las cuales fueron “escritas para amonestarnos a nosotros” (1 Co. 10:11), a fin de que no caigamos en lo mismo. Fue un gran músico, llegando a inventar instrumentos musicales (Am. 6:5). Fue, además, un verdadero poeta. Sus salmos, fruto de sus experiencias, han bendecido a millones de personas. Aunque no es presentado como profeta, muchos de esos salmos incluyen admirables profecías sobre Cristo. El mismo Señor Jesús dijo que “D. en el espíritu” le llamó Señor (Mt. 22:43–45). Pedro dijo que el Espíritu Santo habló “por boca de D.” (Hch. 1:16). La figura de D. es de una extraordinaria importancia en la Biblia, puesto que Dios mismo decidió que sus promesas para Israel serían cumplidas a través de su linaje. Su época de gloria es tomada como paradigma para señalar otra, todavía futura, que será aun más gloriosa: el reino del Mesías. Este es presentado, a veces, como el mismo D. (Jer. 30:9; Ez. 34:23–25; Os. 3:5), o como “el hijo de D.” (Is. 9:7). El Señor Jesús es presentado en el NT como ese “hijo de D.” (Mt. 1:1; 9:27; 12:23; 21:9, 15; Mr. 12:35–36). Pero, al mismo tiempo, él aclaró que es también el Señor de D. Él es “la raíz y el linaje de D.” (Ap. 5:5; 22:16).

DEBIR (Villa lejana). Nombre de persona y lugares en el AT.

1. Ciudad cananea cerca de Hebrón. También fue llamada •Quiriat-sefer (Jos. 15:15) y Quiriat-sana (Jos. 15:49). Al entrar los israelitas en Canaán, en D. moraban los anaceos (Jos. 11:21). Josué “la tomó, y a su rey, y a todas sus ciudades; y las hirieron a filo de

espada” (Jos. 10:38–39). Aunque algunos piensan que luego fue recapturada por los anaceos y de nuevo por los israelitas, es preferible interpretar que la narración que aparece en Jos. 15:13–17 se refiere a la forma en que fue tomada originalmente. Caleb ofreció a su hija en matrimonio al que la conquistara, lo cual hizo Otoniel, hijo de su hermano menor. Tradicionalmente se identificaba a D. con Tell Beit Mirsim, pero en fechas recientes la opinión ha variado en favor de Jirbet Rabûd, a unos 12 km al SO de Hebrón. “D. con sus ejidos” fue asignada a los levitas (1 Cr. 6:58).

2. Rey de una ciudad llamada •Eglón, que quedaba cerca de Jerusalén, convocada por el rey de esta última, •Adonisedec, para combatir contra •Gabaón cuando ésta hizo alianza con los israelitas (Jos. 10:1–5).

3. Ciudad en Galaad, fronteriza con el territorio asignado a la tribu de Gad (Jos. 13:26). = •Lodebar.

DÉBORA (Abeja). Nombre de personas del AT.

1. Nodriza de •Rebeca, que la acompañó en su viaje para casarse con Isaac (Gn. 24:59).

2. Juez y profetisa en Israel. Era mujer de Lapidot (Jue. 4:4). “Acostumbraba sentarse bajo la palmera de D., entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.” (Jue. 4:5). Promovió la guerra contra el rey cananeo •Jabín y su capitán •Sísara, llamando a •Barac para que encabezara al pueblo en esa lucha. Éste no quiso ir a menos que D. le acompañara. Ella consintió, advirtiéndole: “No será tuya la gloria ... porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara”. El capitán cananeo fue derrotado y luego muerto por una mujer: •Jael (Jue. 4:8–21). D. y Barac son autores de una canción donde D. dice: “me levanté como madre en Israel” (Jue. 5:7). Este poema parece que fue escrito para ser cantado antifonalmente (Jue. 5:12). Es una de las muestras más antiguas de poesía en Israel. Se piensa que influyó en el compositor del Salmo 68.

DECACORDIO •Música e instrumentos musicales.

DECÁLOGO •Diez Mandamientos.

DECÁPOLIS (Las diez ciudades). Región al SE del mar de Galilea en la cual se formó una confederación de ciudades con el propósito de defenderse de los merodeadores del desierto. Eran ciudades sirias y otras fundadas por los griegos de la época de •Alejandro Magno. Algunos sostienen que la confederación fue formada después por el general romano Pompeyo. Aunque el nombre alude a número diez, la cantidad de ciudades afiliadas variaba, llegando en una ocasión a ser catorce, pero se seguía usando el nombre D. El historiador Plinio da los siguientes nombres: •Damasco, •Filadelfia, Rafaná, Escitópolis, •Gadara, Hipo, Dión, Pela, Gerasa y Canatá. En el NT se dice que al Señor Jesús “le siguió mucha gente de Galilea, de D.” (Mt. 4:25). El endemoniado de Gadara, al ser sanado, “se fue, y comenzó a publicar en D. cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” (Mr. 5:20). Allí también fue sanado un sordo y tartamudo (Mr. 7:31–37).

DECAR Padre de uno de los oficiales de Salomón. Este oficial gobernaba sobre “Macaz, en Saalbim, en Bet-semes, en Elón y en Bet-hanán” (1 R. 4:9).

DECRETO Declaración oficial con instrucciones y órdenes emitida por un rey o gobernante, usualmente en forma escrita. Se diferencia del edicto en que este último era leído a viva voz, mientras que el d. se colocaba en un lugar donde pudiera ser visto por todos. Al hablar de su aprobación para la reconstrucción del •templo, el rey persa dice: “Yo Darío he dado el d.” (Esd. 6:12). En el AT se utiliza esta palabra para términos que también se traducen a veces

como “ley”, “estatuto”, “ordenanza”, etcétera. Dios promete bendiciones a su pueblo: “si anduviereis en mis d. y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra” (Lv. 26:3). Moisés aclara: “Yo os he enseñado estatutos y d., como Jehová mi Dios me mandó” (Dt. 4:5). Los profetas advirtieron a Israel contra el no cumplimiento de los d. de Dios (Ez. 5:6). En el NT se mencionan los d. o edictos de •Augusto César (Lc. 2:1; Hch. 17:7) y “las ordenanzas que habían acordado los apóstoles” (Hch. 16:4). Pablo dijo que Cristo, con su muerte en la cruz, anuló “el acta de los d. que había contra nosotros, que nos era contraria” (Col. 2:14), o sea “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” (Ef. 2:15), refiriéndose a la ley mosaica.

DEDÁN Nombre de persona y un pueblo en el AT.

1. Descendiente de Cam por vía de Cus (Gn. 10:7).

2. Descendiente de Abraham y Cetura a través de Jocsán (Gn. 25:3).

3. Tribu árabe descendiente de Abraham y Cetura. Habitaba en el S de Arabia, establecida en un lugar estratégico para el comercio de especias. Se le menciona como relacionada con •Seba (1 Cr. 1:32). Se distinguían como caravaneros (“Oh caminantes de D.” [Is. 21:13]) y comerciantes (Ez. 27:15). Jeremías incluye a D. en la lista de las naciones a las cuales dio a beber la copa de la ira de Dios (Jer. 25:23). Los juicios divinos se ejecutarán “sobre Edom ... desde Temán hasta D.” (Ez. 25:13). Se identifica al lugar de la principal habitación de la tribu de D. con al-Ula, al SO de Taima en la península arábica.

DEDICACIÓN, FIESTA DE LA Fiesta que los judíos hacían para celebrar el solsticio de invierno. A partir de la purificación del •templo que hizo •Judas Macabeo después de la profanación de •Antíoco Epífanes, se modificó esta fiesta que duraba ocho días. La fecha para ello era el 25 de Quisleu. Durante ella se iluminaban las casas y se encendían muchas luces, por lo cual •Josefo la nombra como “Fiesta de las Luces”. Los judíos la llaman “Hanukah”, de la palabra que en hebreo significa “dedicación”. Muchas veces coincide en fecha con la Navidad de los cristianos. En Juan 10:22, al narrar una de sus vistas al templo, se dice que el Señor Jesús vino allí y que “celebrábase en Jerusalén la f. de la d. Era invierno...”. Esta es la única ocasión en que la Biblia menciona esta festividad.

DEDO Como señal de autoridad se utilizaba la palabra d. Así, en lenguaje antropomórfico, se hablaba del d. de Dios, que escribió la ley en las tablas del Sinaí (Dt. 9:10). Cuando los magos egipcios no pudieron reproducir la plaga de piojos dijeron: “D. de Dios es éste” (Éx. 8:19). Representa, pues, poder. El Señor Jesús obraba milagros “por el d. de Dios” (Lc. 11:20). Los cielos son obra de sus d. (Sal. 8:3). A veces se utiliza la palabra extendiendo su significación a la mano (Is. 2:8). El no hacer un mínimo esfuerzo se enfatiza diciendo que no se mueve un d. (Mt. 23:4). En distintas ceremonias levíticas el sacerdote rociaba la sangre con su d. (Éx. 29:12; Lv. 4:25).

DEDO (Medida). •Pesos y medidas de la Biblia.

DELAÍA (Dios ha levantado). Nombre de personas del AT.

1. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondía el turno vigesimotercero en el orden del culto establecido en tiempos de David (1 Cr. 24:18).

2. Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras cuyos miembros “no pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel” (Esd. 2:59–60; Neh. 7:62).

3. Padre de Semaías. Se menciona al “hijo de D.” como participante en las conspiraciones contra los trabajos de Nehemías (Neh. 6:10).

4. Funcionario del rey •Joacim, uno de “los príncipes” que recibieron la noticia de que •Baruc había leído una profecía de Jeremías al pueblo y enviaron por él para que la leyera ante ellos (Jer. 36:12–15).

DEMAS Compañero de Pablo. Cuando éste escribe a los Colosenses, D. envía saludos (Col. 4:14). Igualmente en la carta a •Filemón, donde es mencionado como uno de los colaboradores del apóstol (v. 24). Sin embargo, en 2 Timoteo (4:10) Pablo dice que D. le había “desamparado, amando este mundo y se ha ido a Tesalónica”. La expresión no señala una apostasía, sino que da la apariencia de que D. había seguido un interés personal, al irse del lado del apóstol cuando éste estaba preso por segunda vez en Roma.

DEMETRIO (Seguidor de Deméter –diosa de la agricultura). Nombre de personas del NT.

1. Platero de Éfeso “que hacía de plata templecillos de Diana” y en reunión “con los obreros del mismo oficio” agitó en contra de Pablo porque su predicación ponía en “peligro de que este nuestro negocio” –decía– “venga a desacreditarse”. Se armó un alboroto “y la ciudad se llenó de confusión”. Un escribano logró finalmente calmar el tumulto diciendo “que si D. y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros” (Hch. 19:23–41). Como el nombre de D. era muy común entre los griegos, no es posible determinar si este D. es el mismo mencionado en 3 Jn. 12.

2. Creyente que menciona el apóstol Juan diciendo de él que “todos dan testimonio de D., y aun la verdad misma” (3 Jn. 12). No se conocen detalles de su vida ni se puede determinar si es el mismo D. que causó el alboroto en Éfeso.

DEMONIOS Los pueblos antiguos estaban conscientes de la existencia de unos seres intermedios entre dios y hombre, llamados en griego daimon, que podían hacer tanto bien como mal a los hombres. En el AT no hay abundancia de referencias a los d. Los hebreos llamaban shedim y se’irim a los dioses extraños, pero los traductores prefirieron usar el término “demonio” en cada caso. Sacrificar a dioses extraños era hacerlo a los d. (Lv. 17:7; Dt. 32:17; Sal. 106:37).

Pero en el período intertestamentario se elabora más sobre el tema de los ángeles entre los judíos y se ofrecen nombres de d., como es el caso de Asmodeo, en el libro apócrifo de •Tobías, y •Azazel, en el pseudoepigráfico Primer Libro de Esdras. Este último nombre de d., piensan muchos, fue tomado de Lv. 16. Ya a esa altura se tenía el concepto de que los d. eran “espíritus inmundos” al servicio del mal.

En los tiempos del NT esta era la opinión que prevalecía. En Ap. 9:11 se ofrece otro nombre: “el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión”. La interpretación universalmente aceptada es que se trata de •Satanás, de quien la Biblia habla categóricamente como cabeza de unas huestes de ángeles caídos, que comparten su rebelión y le acompañarán también en su destino final (Mt. 25:41; Ap. 12:9). Se les llama d. No se sabe cuándo y cómo se rebelaron. Judas habla de los ángeles que “no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada”, a los cuales Dios “ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Jud. 6). Al mismo tiempo, cita al libro de Enoc (Jud. 14). Es en ese pseudoepigráfico, llamado Primer Libro de Enoc, donde se ofrecen los detalles que la tradición judía guardaba sobre el relato de Gn. 6:1–2, donde se habla de unos “hijos de Dios” que cohabitaron con hijas de los hombres. También allí se mencionan las “prisiones eternas” a que están sujetos. No hay manera de saber hoy si son los mismos que

acompañan la acción de Satanás en la tierra, pero sabemos por los evangelios que los d. tienen una tendencia a buscar cuerpos para encarnarse en ellos (Mt. 8:28–34; Mr. 5:1–20; Lc. 8:26–39).

Se les relaciona con la presencia de distintas enfermedades. Así, el Señor Jesús curó a una persona que tenía un d. que le ocasionaba mudez (Mt. 9:33), a un joven al cual otro d. le causaba epilepsia (Mt. 17:14–20) y a muchos otros a los cuales distintos d. hacían sufrir de enajenaciones mentales (Mt. 8:16; Mr. 5:1–20). También dio poder a sus discípulos para hacer lo mismo (Mt. 10:8). Los líderes religiosos de tiempos del Señor Jesús le acusaron de echar fuera los d. por el poder de “Beelzebú, príncipe de los d.” Él contestó que Satanás no puede echar fuera a Satanás (Mt. 12:24–28). El nombre •“Beelzebú”, de difícil etimología, fue repetido por el Señor Jesús en esa ocasión. Los d., por otra parte, reconocían al Señor Jesús como Hijo de Dios y temían que viniera a atormentarlos “antes de tiempo” (Mt. 8:29). El libro de Santiago confirma que los d. “creen y tiemblan” (Stg. 2:19).

La actividad de los d. es continua en su afán de oposición a Dios. Pablo recordó lo dicho en Lv. 17:7, que lo que se sacrifica a los ídolos “a los d. lo sacrifican” (1 Co. 10:20–21). También advierte sobre hombres que escucharían “a espíritus engañadores y a doctrinas de d.” (1 Ti. 4:1). Y todavía en el final de los tiempos, según narra Apocalipsis, los hombres adorarán a los d. (Ap. 9:20), pues éstos harán maravillas (Ap. 16:14). •Exorcismo. •Posesión demoníaca.

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DENARIO •Dinero.

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DERBE Ciudad en la Anatolia (Turquía) que en tiempos de Pablo se encontraba en la región de Licaonia, a unos 90 km al SE de Listra. Ante la amenaza de ser apedreados en Iconio, Pablo y Bernabé, en su primer viaje misionero “huyeron a Listra y D., ciudades de Licaonia” (Hch. 14:1–6). En su segundo viaje misionero, Pablo volvió a visitar a D. (Hch. 16:1). •Gayo era de esta ciudad (Hch. 20:3–4).

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DERECHO DE ASILO •Ciudades de refugio.

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DESCALZO Una señal de luto o gran pena era andar d. (2 S. 15:30; Ez. 24:17–23). También lo era de penitencia (Is. 20:2). Se exigió a Moisés descalzarse cuando tuvo la visión de la zarza ardiendo (Éx. 3:5). Josué tuvo una experiencia similar (Jos. 5:15). En el caso de que alguien no quisiera casarse con la viuda de su hermano, debía quitársele “el calzado del pie” (Dt. 25:7–10), como sucedió en el caso del pariente de Elimelec que no quiso casarse con Rut (Rt. 4:7–8).

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DESCENSO AL INFIERNO Varias escrituras hablan del Señor Jesús en relación con el Hades. En Hch. 2:27 donde dice: “Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción” se cita el Sal. 16:8–11 También se lee en Ro. 10:7: “...o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos?”. Y en Ef. 4:9: “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes

más bajas de la tierra?”. Es posible que éstas y otras porciones sirvieran de base para que se incluyera en el llamado “Credo Apostólico” y otros credos posteriores, la declaración de que Cristo “descendió a los infiernos”. En el texto latino se dice ad inferos, o sea, “a los lugares inferiores” (de la tierra). Además, se nos habla en la Biblia de unos “espíritus encarcelados” (1 P. 3:19), “ángeles que pecaron” y están en “prisiones de oscuridad” (2 P. 2:4). Judas menciona a unos “ángeles ... guardados bajo oscuridad, en prisiones eternas” (Jud. 6–7). El apóstol Pedro dijo que el Señor Jesús fue “en espíritu ... y predicó a” esos espíritus después de su padecimiento (1 P. 3:18–19).

En la mente de los judíos de tiempos del NT estaba muy difundido el relato sobre la caída de los ángeles que aparece en el libro pseudoepigráfico llamado I Enoc, capítulos 6 al 10. Allí se habla de ángeles que tuvieron hijos con las hijas de los hombres, por lo que se llenó la tierra de violencia. Plantea que por causa de ellos fue enviado el diluvio y que arcángeles de Dios recibieron la misión de poner esos ángeles caídos en prisiones de oscuridad hasta el día del juicio final cuando “serán enviados al abismo de fuego, al tormento, y serán encadenados en prisión eternamente”. De este libro mismo cita •Judas en su epístola. Y a esto se refiere el apóstol Pedro cuando habla de “espíritus encarcelados” (1 P. 3:19), “ángeles que pecaron” y que están en “prisiones de oscuridad” (2 P. 2:4).

Se han hecho muchos esfuerzos por buscar explicaciones que nieguen el d. al i., por lo misteriosos que parecen ser los pasajes donde se trata el tema y porque no se nos dice en qué consistía la predicación que se hizo allí. Algunos sugieren que fue una proclamación de la victoria del Señor en la cruz. Pero hasta el día de hoy no se ha sugerido una explicación aceptable que haga cambiar en el pensamiento de los creyentes la convicción sobre el sentido de las Escrituras antes mencionadas.

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DESIERTO Es una región llana o montañosa, que se caracteriza por la escasa precipitación pluvial, poca vegetación, arena en las llanuras y candente sol. Por estas razones, los d. están poco habitados y son zonas desoladas. En el Oriente Medio son abundantes las zonas desérticas. El término hebreo midbar señala una zona de pastos que durante el verano se torna seca, y desaparecen éstos. Como la vegetación no es abundante en los d., los pastores guían sus rebaños de un sitio a otro, buscando “los pastizales del d.” (Gn. 36:24; 1 S. 17:28; Sal. 65:12). Pero a veces se usa el término en un sentido amplio, y abarca zonas dentro de las cuales hay varios d. a los cuales se les puede aplicar un nombre más local. Cuando se lee que Moisés fue “a través del d., y llegó hasta Horeb” (Éx. 3:1), se está haciendo referencia a las zonas desérticas que existen entre Canaán y Egipto, incluyendo •Sinaí.

Se mencionan en las Escrituras: El d. de •Parán (Nm. 13:3, 26); el Arabá (Dt. 1:1); el d. de •Beerseba (Gn. 21:14); el d. de •Shur (Éx. 15:22); el d. de •Sin (Éx. 17:1); el d. de •Sinaí (Éx. 19:1); el d. de •Zin (Nm. 13:21); el d. de •Etam (Nm. 33:8); el d. de •Moab (Dt. 2:8); el d. de •Cademot (Dt. 2:26); el d. de Bet-avén (Jos. 18:12); el d. de Zif (1 S. 23:14); el d. de Maón (1 S. 23:24); el d. de Gabaón (2 S. 2:24), el d. de Tecoa (2 Cr. 20:20), etcétera.

La peregrinación de Israel por el d. es comparada con la llegada a Canaán, poniéndose a la primera como símbolo de la vida en este mundo, con sus dificultades y pruebas, y a la segunda como el destino esperado de abundancia y gozo. El Señor Jesús “fue llevado por el Espíritu al d., para ser tentado por el diablo” (Mt. 4:1). Las expresiones de poner una tierra, nación o ciudad, como un d., apuntan a la idea de desolación, hacerlas lugares tristes y sin valor (Is. 27:10; 33:9). La aridez del d. se utiliza para ilustrar el estado de las cosas y las personas sin la presencia del Espíritu de Dios (Is. 32:15). En ese d. espiritual surgió Juan el Bautista, una “voz que clama en el d.” anunciando el arrepentimiento (Is. 40:3–5; Lc. 3:4).

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DESJARRETAR Acción de cortar el jarrete (tendones en la pierna) de un animal. El rey •Jabín peleó contra Israel “con muchísimos caballos y carros de guerra.... Mas Jehová dijo a Josué ... desjarretarás sus caballos...” (Jos. 11:1–6). Al vencer a un enemigo, se tomaban sus caballos y se d. De esta forma se debilitaba el animal, que quedaba inútil para fines bélicos. “D. David los caballos de todos los carros” de Hadad-ezer, rey de Soba (2 S. 8:4; 1 Cr. 18:4). También se hacía lo mismo a los toros (Gn. 49:6).

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DESNUDEZ Ausencia, en un grado u otro, de ropa que cubra el cuerpo o ciertas partes de él. Adán y Eva “estaban ambos desnudos ... y no se avergonzaban”. Pero al pecar “conocieron que estaban desnudos” y se cubrieron (Gn. 2:25; 3:7). Cuando Noé se embriagó, su hijo •Cam “vio la d. de su padre”, cosa que se consideraba deshonrosa (Gn. 9:22). Algunos interpretan ese texto como si significara que Cam se había aprovechado de la embriaguez de su padre para tener relaciones sexuales con él. Otros se limitan a decir que se trató simplemente de ver las partes pudendas de su padre.

La d. no era permitida al acercarse al altar, por lo cual no se debía subir por gradas a él (Éx. 20:26) para que el público no viera la falta de ropa. El sacerdote, además, debía vestir “calzoncillos de lino para cubrir su d. ... desde los lomos hasta los muslos” (Éx. 28:42). Muchos interpretan estas ordenanzas como contrapuestas a la costumbre cananea de adorar en d. y al uso de sacerdotes que ejercían la prostitución masculina.

“Descubrir la d.” es una frase que se usa para señalar las relaciones sexualmente íntimas. Así, en Lev. 18 y 20 se establecen las prohibiciones de tener esas relaciones con ciertos parientes (“La d. de tu padre, o la d. de tu madre, no descubrirás” [Lv. 18:7, etcétera]), las cuales son consideradas incestuosas. Estas prohibiciones incluyen las uniones matrimoniales y extramatrimoniales.

La d. es también símbolo de indefensión y desamparo, mayormente por pobreza o por causa de injusticia (Job. 22:6; 24:7). En el lenguaje de Ezequiel, Dios recoge a Israel como a una moza que estaba “d. y descubierta” y la viste “de bordado”. Pero ésta se prostituye (“...han sido descubiertas tus d. en tus fornicaciones”). Entonces el juicio de Dios es, precisamente, descubrir su d. ante sus amantes, los cuales la “dejarán d. y descubierta” (Ez. 16:7–11, 36–40). Esta misma figura utilizan los profetas •Oseas (2:9), •Nahum (3:5) y •Habacuc (2:15). La d., entonces, se relaciona con una actitud de desvergüenza, la cual, siendo juzgada por Dios, conduce a una vergüenza mayor.

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DESPABILADERA Llámanse así a varios instrumentos que se utilizaban en el •tabernáculo y el •templo. Casi siempre aparecen relacionados con el candelabro. Algunos eran en forma de tijeras que se usaban para cortar los pabilos o mechas quemadas del candelero (Éx. 25:38; 37:23).

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DESPOJOS Botín de guerra. Eran las personas, objetos y enseres tomados a un enemigo tras vencerlo en batalla. Al sacerdote •Melquisedec “le dio Abram los diezmos de todo” el d. que tomó a los reyes de la llanura (Gn. 14:20). Vencidos los madianitas en tiempos de Moisés, los hijos de Israel “tomaron todo el d., y todo el botín, así de hombres como de bestias” (Nm. 31:11). •Acán pecó al tomar de “entre los d. un manto babilónico” (Jos. 7:21). David

instituyó que los d. se repartieran por igual entre los que iban a la batalla y los que se quedaban cuidando el bagaje (1 S. 30:24–25). David se gozaba en la Palabra de Dios “como el que halla muchos d.” (Sal. 119:162). En el futuro glorioso de Sion, los justos “se alegrarán ... como se gozan cuando reparten d.” (Is. 9:3).

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DESPOSAR Acto de contraer compromiso matrimonial. Entre los israelitas se conside-raba como algo muy serio aun cuando no se hubiera consumado la unión, y su violación equivalía al •adulterio. Por eso, •José pensó abandonar a •María, a la cual había desposado (Mt. 1:18–19). Generalmente eran los padres los que diligenciaban el desposorio, como en el caso de Abraham, que envió a su siervo en busca de esposa para Isaac (Gn. 24). Un hombre que se hubiera “desposado con mujer, y no la ha tomado” estaba exento de ir a la guerra (Dt. 20:7). Había reglas para los casos en que “una muchacha virgen desposada con alguno” fuere violada, según las circunstancias (Dt. 22:23–27). Se dice de Sion que en el día de su gloria “como el joven se desposa con la virgen, se desposarán” sus hijos con ella (Is. 62:5). Es la promesa de Dios para Sion: “Te desposaré conmigo para siempre ... en justicia, juicio, benignidad y misericordia.... en fidelidad, y conocerás a Jehová” (Os. 2:19–20). •Matrimonio.

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DESTINO •Fortuna.

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DEUDA. DEUDOR El que tiene deuda con otro. En los estatutos del AT estaba establecido que “cada siete años.... perdonará a su d. todo aquel que hizo empréstito de su mano” (Dt. 15:1–2). Un israelita que no pudiera pagar su deuda podía hacerse siervo del acreedor. Pero se hacía esta advertencia: “Cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo. Como criado ... estará contigo; hasta el año del jubileo te servirá” (Lv. 25:39–40). Incluso el ladrón, que si no podía pagar la restitución era “vendido por su hurto” (Éx. 22:3) se beneficiaba de aquel perdón que se hacía cada siete años. Es dentro de estos conceptos que debe ser examinado el caso de la viuda, que dijo a Elías: “Ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos” (2 R. 4:1). Igualmente el de los d. que dijeron a Nehemías: “Dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre” por causa de deudas (Neh. 5:5). Es también el caso de la parábola en que el Señor habló de alguien a quien “ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda” (Mt. 18:25). El apremio corporal por deudas podía llegar al encarcelamiento “hasta que pagase todo lo que le debía” (Mt. 18:30, 34).

De esta costumbre, sin embargo, se llegó a abusar. •Amós denunció a aquellos que “vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos” (Am. 2:6). Cuando los préstamos se hacían poniendo como prenda o garantía la ropa, ésta debía ser devuelta “a la puesta del sol. Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá?” (Éx. 22:26–27). No se podía tomar en prenda un instrumento vital para el sustento del d., como era “la muela del molino ... porque sería tomar en prenda la vida del hombre” (Dt. 24:6). Tampoco se podía tomar “en prenda la ropa de la viuda” (Dt. 24:17). Ezequiel alaba como justo a aquel “que al d. devolviere su prenda” (Ez. 18:7). El perdón de las deudas, que había sido enseñado en el AT, es llevado por el Señor Jesús a la expresión “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros d.” (Mt. 6:12).

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DEUEL Moisés escogió a príncipes, “un varón de cada tribu”, para hacer el censo en el desierto. Por Gad fue escogido •Eliasaf. Su padre se llamaba D. (Nm. 1:4, 14; 7:42, 47; 10:20).

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DEUTEROCANÓNICOS (De canon secundario). Denominación utilizada para señalar a varios libros que la Iglesia Católica incluye en la Biblia, especialmente a partir del Concilio de Trento (1546 a.C.). La expresión es atribuida a Sixto Senense (1569). Los protestantes los llaman •apócrifos y no los aceptan como inspirados ni los incluyen en el •canon. Estos libros nunca fueron reconocidos por los judíos como parte del AT. Pertenecen al período intertestamentario, después que se hubo cerrado el canon, y son: •Tobías, •Judit, •Sabiduría, •Eclesiástico, •Baruc, 2 •Esdras, 1 y 2 •Macabeos. También son d. varias adiciones hechas a los libros de Ester y Daniel. •Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros.

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DEUTERONOMIO, LIBRO DE Quinto libro del Pentateuco. Su nombre se deriva de la traducción al griego de una frase en el cap. 17 v. 18: “Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley”. Las palabras que usaron los traductores de la Septuaginta fue “la segunda ley” o “la ley repetida”. Luego, en la versión latina se lee Deuteronomium. Este término fue el que se popularizó. En el canon hebreo el libro se llama Devarim, que significa “palabras”, tomado del cap. 1 v. 1: “Estas son las palabras que habló Moisés...”

Autor. El libro se atribuye a Moisés (Dt. 31:9, 24), lo cual define también la época en que fue escrito. En el NT se hacen muchas citas de este libro, siempre presentándolas como de Moisés. Se le menciona como “el libro de Moisés” (Mr. 12:26). También dijeron ciertos judíos: “Moisés nos escribió” refiriéndose al asunto del levirato del cual se habla en Dt. 25:5–10 (Lc. 20:28). Algunos piensan que esa es una manera de referirse a los libros del Pentateuco que no necesariamente implica la autoría de Moisés. Se ha señalado la posibilidad de que el libro recibiera su forma actual en una fecha muy posterior, quizás en tiempos de Samuel, o de Ezequías, o de Josías y aun en tiempos posexílicos.

Pero la tradición judía y cristiana señala: a) que el gran énfasis del libro contra la idolatría sólo parece lógico en tiempos de Moisés, cuando comenzaba la religión israelita, especialmente después del incidente de Baal-peor; b) la insistencia sobre la necesidad de un santuario central prueba la antigüedad de la obra, especialmente por el hecho de que no se menciona a Jerusalén; c) la similitud de las leyes de D. con las de otros pueblos antiguos; d) que el ambiente religioso, social y político se asemeja más a los tiempos de Moisés que a cualquier otra época; e) que las instrucciones en contra de los pueblos cananeos y la omisión del nombre de los filisteos entre éstos señala a una época muy lejana; f) que la ausencia de toda mención sobre la división del reino también apunta a una época muy antigua; g) la ausencia de rey en Israel es clara; h) D. guarda un paralelismo asombroso con la estructura de los tratados o acuerdos firmados entre los pueblos de la época mosaica; i) que lingüísticamente no hay razón para colocarlo en una fecha diferente a la de Moisés. Pero no puede descartarse que en el devenir del tiempo se realizaran modificaciones hasta llegar a la forma actual. A pesar de todo esto, hay una corriente de opinión que expone que a lo menos una parte de D. es obra de la misma mano que compiló las historia de •Jueces, los libros de •Samuel y los de Reyes •Pentateuco.

El tema. D. es el libro del pacto. Se considera apropiado el uso del nombre de D. porque en este libro se repite la ley. Viene a ser, pues, una “segunda ley”. Estando frente a la Tierra Prometida, en territorio de •Moab, Moisés anima al pueblo a entrar y poseer la tierra (Dt. 1:5–

8). Le recuerda que “Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en •Horeb”. Ahora, se reconfirma el pacto, se repite lo esencial de éste, que son los llamados “diez mandamientos” y se establecen “los estatutos y decretos” que el pueblo debía guardar (Dt. 5:1–22). Algunos eruditos han señalado la semejanza entre la estructura de D. y la de los documentos legales, pactos o tratados que se redactaban en el segundo milenio a.C. entre los países del mundo antiguo. Se trata, pues, de la alianza entre Dios y su pueblo. El libro utiliza como trasfondo los acontecimientos que se narran en Génesis, Éxodo, Levítico y Números. Hay que notar que D. repite a veces ciertos mandamientos que figuran en lo esencial como establecidos en el libro de Éxodo, especialmente en los capítulos 21 al 23 de dicho libro. Así, compárese Éx. 21:1–11 con Dt. 15:12–18; Éx. 22:16–17 con Dt. 22:28–29; Éx. 22:25–26 con Dt. 24:10–13; Éx. 23:4–5 con Dt. 22:1–4; Éx. 23:8 con Dt. 16:19; Éx. 23:15 con Dt. 16:3; Éx. 23:17 con Dt. 16:16; Éx. 23:18 con Dt. 16:4; Éx. 23:19b con Dt. 14:21b.

Introducción del discurso: Se comienza con un relato histórico que viene a ser una transición natural con lo narrado en los libros anteriores. El pueblo ha pasado cuarenta años en el desierto. Aquellos que vivieron con más conciencia la experiencia de Horeb habían muerto. Al disponerse a abandonar la vida nómada y asentarse en la Tierra Prometida es necesario recordar los grandes hechos de Dios, su fidelidad (que se compara con la infidelidad de Israel) y renovar el pacto antes de entrar en la conquista. Esta recapitulación constituye la introducción del discurso de Moisés, la cual termina advirtiendo al pueblo que debía cumplir las leyes y estatutos dados por Dios (Dt. 1:1 al 4:49).

Primera parte del discurso: Se repiten los diez mandamientos y se sintetizan en las expresiones de Dt. 6:4–5. Israel debe poner empeño en no olvidar la historia de su relación con Dios. A partir de este momento el libro repetirá constantemente: “Acuérdate”, o algo similar. Israel debería repetir las palabras de Dios para sí y las futuras generaciones después que poseyeran las “ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste”, etcétera. Se le enfatiza que no debe hacer alianza con los pueblos de la tierra, sino destruirlos, junto con sus costumbres idólatras. Si cumplía, “Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, y te bendecirá.... Bendito serás más que todos los pueblos...” (Dt. 7:12–14). Israel ha de cuidarse que después de la conquista no fuera a pensar que lo había logrado con su brazo, olvidándose de Jehová su Dios. Moisés les recuerda que habían faltado en Horeb, y que “rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco”, pero que Dios les había perdonado (Dt. 9:24). Les insiste en la necesidad de ser fieles a Jehová y a apartarse de la idolatría (Dt. 5:1 al 11:32).

Segunda parte del discurso: Se incluyen diversos estatutos que pueden ser considerados como suplementarios al Decálogo, dispuestos en la siguiente manera: a) disposiciones de carácter ceremonial; y b) disposiciones de carácter civil y criminal.

En las disposiciones de carácter ceremonial se incluyen la centralización del culto en un lugar (Dt. 12:1–32); advertencias contra la idolatría y los falsos profetas (Dt. 13:1–18); prohibiciones de ritos de duelo que hacían los paganos (Dt. 14:1–2); leyes dietéticas, cuáles animales se podían comer y cuáles no (Dt. 14:3–21); disposiciones en cuanto a los diezmos (Dt. 14:22–29); disposiciones para la liberación de los siervos (Dt. 15:1–18); disposiciones sobre los primogénitos de las vacas y de las ovejas (Dt. 15:19–23); y disposiciones sobre las fiestas (Dt. 16:1–22).

En las disposiciones de carácter civil y criminal se incluyen el nombramiento de los jueces (Dt. 16:18–20; 17:8–13); las leyes aplicables al tema del rey (Dt. 17:14–20); regulaciones para el mantenimiento de sacerdotes y levitas (Dt. 18:1–8); y regulaciones en cuanto a hechiceros y profetas falsos (Dt. 18:9–22); leyes sobre el homicidio (Dt. 19:1–13);

una disposición sobre el respeto a los límites de las propiedades (Dt. 19:14); leyes sobre el falso testimonio, etcétera (Dt. 19:15–21).

Tercera parte del discurso: Se mezclan aquí muchos temas. Se establecen las leyes de la guerra. Hay diversas leyes de purificación, sobre el trato a los prisioneros de guerra, la disciplina a un hijo contumaz y rebelde, etcétera. También disposiciones relacionadas con el trato a los animales, las relaciones matrimoniales, la prohibición de la prostitución femenina y masculina, regulaciones de los préstamos, etcétera. Es tan variada la cualidad de estos estatutos y son presentados en forma tan entremezclada que se hace difícil clasificarlos y resumirlos. Se termina esta parte con mandamientos sobre las primicias y su forma de presentación ante Jehová (Dt. 20:1 al 26:19).

Epílogo: Se establece una ceremonia que deberá tener lugar “cuando ... hayas pasado el •Jordán”. Las tribus habrían de solemnizar su aceptación del pacto recitando las maldiciones que acarrearía la desobediencia al mismo. Asimismo, las bendiciones que traería la obediencia. Se reitera la exhortación a cumplir con el pacto y, en caso de no hacerlo, a arrepentirse, pues así “circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”. Terminadas sus palabras y habiéndolas escrito en un libro, Moisés elabora un cántico que concluye en alabanzas a Dios y recibe la orden divina de subir al monte •Abarim para ver la Tierra Prometida y morir. Moisés bendice al pueblo, sube al monte y muere (Dt. 27:1 al 34:12).

Importancia. Cuando en la Biblia se menciona “el libro de la ley de Moisés”, no se está hablando del Pentateuco, sino de D. Así, cuando se dice que •Amasías “no mató a los hijos” de los asesinos de su padre, “conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No matarán a los padres por los hijos, ni a los hijos por los padres” (2 R. 14:6), la referencia es a Dt. 24:16. Un tratamiento similar aparece en Jos. 8:31; 23:6. Se piensa que “el libro de la ley” que se encontró en tiempos de •Josías era, precisamente, D., lo que dio lugar a que el rey decidiera convocar el pueblo para renovar la alianza con Jehová, comprometiéndose a cumplir “las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro” (2 R. 22:8–20; 23:1–3). La fe judía escogió como su lema básico la expresión de Dt. 6:4–5 (“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”). En el NT se hacen referencias o citas de D. en más de ochenta ocasiones.

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DÍA La palabra en hebreo se utiliza para señalar: a) el período de luz en contraste con el de tinieblas; b) el período de veinticuatro horas; c) un “tiempo” o época; d) un tiempo específico. En el AT no se conocía la división del d. en horas. Se hacía la diferencia según los fenómenos observados de luz y tinieblas. El d. comenzaba y terminaba con la puesta del sol (“...de tarde a tarde” [Lv. 23:32]). Se mencionan la tarde, la mañana y el mediodía (“Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré” [Sal. 55:17]), pero sin establecer límites claros entre ellos. También se habla de “la vigilia de la mañana” (Éx. 14:24), “la medianoche” (Éx. 11:4; Jue. 7:19). También se usaba en Israel un método según el cual cada d. (y cada noche) se dividía en doce períodos cuya duración dependía de la estación del año. Todavía hoy los judíos ultraortodoxos utilizan esa manera de medir el tiempo.

La división del d. en veinticuatro horas fue algo que comenzó a hacerse después del exilio. Por lo tanto, en tiempos del NT sí se habla de la división en horas (“¿No tiene el d. doce horas?” [Jn. 11:9]). Esas horas se cuentan a partir de la salida del sol hasta su ocaso (Mt. 20:1–16). Las palabras del Señor Jesús sobre el “anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana” (Mr. 13:35) eran una manera de referirse a las distintas partes del d.

Los judíos dividían el período de oscuridad, o noche, en tres vigilias. La primera vigilia era a partir del anochecer, la segunda a partir de medianoche y la tercera a partir del canto del gallo. Los romanos dividían la noche en cuatro vigilias de tres horas cada una a partir del anochecer.

El cambio de la noche al d. era tomado por los paganos como el resultado de una lucha entre dos fuerzas que se oponen, pero el monoteísmo hebreo les condujo a verlo como un ciclo atribuido a Dios (“(Yo) formo la luz y creo las tinieblas” [Is. 45:7]). En relación con la soberanía de Dios, se dice que él antecede a la existencia de los d. (“Aun antes que hubiera d. yo era” [Is. 43:13]). Él trasciende la noción de tiempo (“mil años delante de tus ojos son como el d. de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche” [Sal. 90:4]). Él es el creador del tiempo y lo controla (“Tuyo es el d., tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol” [Sal. 74:16]). Mientras que el hombre tiene sus d. limitados sobre la tierra (“Los d. de nuestra edad son...” [Sal. 90:10]) y debe aprender a contarlos (“Enséñanos ... a contar nuestros d.” [Sal. 90:12]). •Hora. •Tiempo. •Vigilia.

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DÍA DE EXPIACIÓN Celebración de penitencia general para los hijos de Israel establecida en la ley, que debe tener lugar “en el mes séptimo, a los diez días del mes”, en el cual debían afligir sus almas y el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, cosa que no se podía hacer en ninguna otra fecha (Lv. 16:29–31). Era día de “santa convocación.... porque es d. de e., para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios” (Lv. 23:27–29). El sacerdote tenía que ofrecer sacrificios por sí mismo y luego por los pecados del pueblo. Tomaba dos machos cabríos y se echaba suerte para escoger a uno de ellos para el sacrificio y otro para ser enviado al desierto para llevar “sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada” (Lv. 16:22), antes de lo cual se le imponían las manos. Se realizaban varios otros sacrificios, además del macho cabrío. Una referencia específica en el NT aparece en He. 9:7, donde se habla de que “en la segunda parte” del •tabernáculo “sólo el sumo sacerdote una vez al año” podía entrar, “no sin sangre”. “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros ... entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (He. 9:11–12). Sin embargo, es de señalar que este rito sólo se menciona en el Pentateuco. No aparece en los libros históricos, poéticos y proféticos del AT. Después del exilio, la celebración tomó más auge, y los judíos lo consideran como el más importante del año (Yom Kippur).

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DÍA DE JEHOVÁ Es una referencia que hacían los profetas al juicio divino sobre su pueblo o sobre sus enemigos. La figura de la plaga de langosta en el libro de •Joel pinta lo terrible de ese d. Así, el “d. de J. de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo” (Is. 2:12) y será “terrible, y de indignación y ardor de ira” (Is. 13:9), “de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad...” (Sof. 1:14–18). “Día grande y espantoso” (Jl. 2:31), “grande y terrible” (Mal. 4:5). Este juicio debe ser temido por los mismos hijos de Israel, pues “¡Ay de los que desean el d. de J.! ¿Para qué queréis este d. de J.?” (Am. 5:18).

Deben tomarse muchas de estas profecías con un sentido de doble referencia, pues aunque hablan de los juicios que ciertamente vinieron sobre Samaria en el año 721 a.C. y Jerusalén en el 586 a.C., es evidente también su intención escatológica, que señala hacia una culminación histórica en la cual Dios aparecerá en una teofanía como un guerrero listo a combatir, que pasa revista a su ejército y lo lleva al combate, del cual resulta victorioso. Dios es vindicado y los malos destruidos. Significa también esperanza para los justos, porque en ese día “Jehová será la esperanza de su pueblo” (Jl. 3:16), pues “en aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén” (Zac. 12:8). En el NT se menciona como “el día de nuestro Señor Jesucristo”

(1 Cor. 1:8; 2 Cor. 1:14), el cual vendrá “como ladrón en la noche” (1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10). Los cristianos deben ser hallados “sinceros e irreprensibles para el día de Cristo” (Fil. 1:10), por lo cual “el que comenzó ... la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

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DÍA DE REPOSO •Sábado.

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DÍA DEL SEÑOR (DOMINGO ) Denominación utilizada por los cristianos para referirse al primer día de la semana. La palabra “domingo” viene del latín dominus dei, d. del S. La expresión d. del S. aparece en Ap. 1:10 (“Yo estaba en el Espíritu en el d. del S.”). El Apocalipsis es el último de los escritos del NT, de una fecha aproximada al 90–95 d.C. Para ese entonces, al parecer, estos términos eran ya de uso corriente entre los creyentes. De todos modos, pocos años después Ignacio dijo en sus escritos que los cristianos celebraban sus reuniones de adoración en día domingo, al cual llama el d. del S., y no en sábado. Lo mismo atestiguan el autor de la Epístola de Bernabé (100 d.C.); Justino Mártir (145–150 d.C.); Ireneo (155–202 d.C.); y muchos otros. Pero debe recordarse que en ningún lugar de la Escritura se ordena y manda que sea el domingo un día especial de adoración.

Siendo ésta la costumbre de los cristianos, el emperador Constantino proclamó el domingo como día festivo en el año 321 d.C., cosa que en términos eclesiásticos se promulgó también en el concilio de Laodicea (364 d.C.). La inmensa mayoría de los cristianos basan su práctica en cuanto al domingo en los siguientes hechos: a) porque el Señor Jesús resucitó “el primer día de la semana” y apareció ese día a sus discípulos por primera vez (Jn. 20:1, 19); b) que también su segunda aparición fue en el primer día de la semana (Jn. 20:26); c) que el apóstol Pablo se reunió con los creyentes de Troas en ese día (Hch. 20:7); d) que Pablo ordenó a los corintios que apartaran ese día sus ofrendas (1 Co. 16:2); e) que Juan, en el Apocalipsis, tuvo una visión de Cristo en ese día (Ap. 1:10); f) que en el primer día de la semana fue el evento de •Pentecostés, cuando descendió el Espíritu Santo, se predicó el primer sermón evangelístico y se realizó el primer bautismo (Hch. 2:1–42). Este pensamiento, sin embargo, no es universal, pues hay muchos creyentes que piensan que debería guardarse el •sábado. Con palabras o con hechos, otros cristianos pretenden que es mandato de Dios sustituir el sábado del AT con el domingo. La definición teológica del problema se presenta según el concepto que se tenga de en qué consisten los pactos. Hay los que consideran que el sábado formaba parte del antiguo pacto, y no del nuevo, por lo cual no creen que el domingo sustituye al sábado, aunque reconocen la conveniencia de su celebración, pero sin considerarlo como requisito legal. •Sábado. •Semana.

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DIABLO •Satanás.

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DIÁCONO, DIACONISA El término griego diakoneo significa servir, como en Mt. 4:11 (“... los ángeles llegaron y le servían [diakoneo]”) y en muchas otras partes del NT. Diakonía, a su vez, significa “servicio, ministerio”. Así, •Marta “se preocupaba con muchos quehaceres [diakonía]” (Lc. 10:40). Esta palabra es utilizada mayormente por Pablo para señalar su ministerio, como en Hch. 20:24 (“el ministerio [diakonía] que recibí del Señor”). Al que servía en un banquete se le llamaba diakonos (servidor, ministro). El Señor dijo: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor [diakonos]” (Mt. 20:26). Pablo

usa esta palabra para referirse a sí mismo (“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores [diakonos] por medio de los cuales habéis creído” (1 Cor. 3:5). No hay ningún señalamiento bíblico directo en relación con una subordinación jerárquica de los llamados diáconos o ministros ante otros, como los obispos (gr.=episkopos). Los “obispos y diáconos” son oficios relacionados, como puede verse en Fil. 1:1 y en 1 Ti. 3:1–13, pero no se habla de ellos con la idea de establecer una jeraquía en la cual uno sea superior al otro.

Es opinión de muchos que la elección de siete hermanos en Hch. 6 para “servir [diakoneo] a las mesas” marca el principio de un oficio especial en la iglesia que ésta denominó “d.,” transliterando la palabra del griego. La práctica posapostólica siguió ese patrón. La idea que prevalecía era la de dedicar personas a trabajos administrativos que dejaran en libertad a otros para persistir “en la oración y en el ministerio [diakonía] de la palabra” (Hch. 6:4). Hay que observar, sin embargo, que Esteban, que era uno de los siete, “lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”, predicó un magnífico sermón (Hch. 6:8; 7:2–60). De manera que no es claro que en el principio fuera la intención el limitar los diáconos a servicios administrativos o de acción social. Pero en el desarrollo posterior en la iglesia esto parece que fue así, como se atestigua en documentos del Siglo I y II. Los requisitos para ser obispo y d. aparecen en 1 Ti. 3:1–13.

El único caso de una mujer diácono de que se tiene noticia en la Biblia es el de •Febe. De ella dice Pablo en Ro. 16:1: “Os recomiendo ... nuestra hermana Febe, la cual es d. de la iglesia en Cencrea”. Algunos piensan que esta referencia a Febe no señala ningún cargo oficial sino que es una simple declaración de su carácter y comportamiento como sierva. La palabra “diaconisa” no es usada en femenino, sino simplemente diakonos. El uso del término femenino fue un desarrollo posterior en la historia de la iglesia. Esta participación de mujeres en el oficio de d. no prosperó mucho en la iglesia católica, pero sí en otras tradiciones cristianas, especialmente en la oriental. Las mujeres d. eran nombradas, entre otras cosas, para instruir a otras mujeres en la fe, bautizarlas y visitar las casas dedicadas sólo a mujeres.

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DIADEMA Adorno que se usaba en la cabeza, mayormente en forma de banda o cinta alrededor de ella en la cual se ponían metales o piedras preciosas (Zac. 9:16). La mitra (turbante) era parte de la indumentaria del sacerdote, con una d. (“Sobre la mitra pondrás la d. santa” [Éx. 29:6]), la cual consistía en “una lámina de oro fino” con la inscripción “Santidad a Jehová” (Éx. 28:36). Otro tipo de d. era usado por los reyes y personajes importantes. También a los novios se les coronaba con una d., preciosa según la capacidad económica de la pareja (Cnt. 3:11). Para expresar la bendición final de Israel, Isaías (28:5) dice: “En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y d. de hermosura al remanente de su pueblo”. “Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y d. de reino en la mano del Dios tuyo” (Is. 62:3). En Ap. 12:3 y 13:1 se mencionan d. sobre la cabeza del “gran dragón escarlata” y la “bestia”, pero la victoria final es del “Verbo de Dios” que tiene “en su cabeza muchas d.” (Ap. 19:12–13). •Corona. •Joyas.

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DIAMANTE La más estimada de las piedras preciosas (Job 28:17). Es un carbón cristalizado, diáfano y de gran brillo. La mayoría de las veces es transparente. Una de las piedras en el pectoral del sumo sacerdote era un d. (Éx. 28:18). Una característica especial es su dureza, la cual le permite cortar todos los demás minerales. Por eso se usa como figura diciendo: “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de d.” (Jer. 17:1), y que Dios puso a Ezequiel “como d., más fuerte que pedernal” (Ez. 3:9). Asimismo, se dice que los hijos de Israel “pusieron su corazón como d., para no oír la ley” (Zac. 7:12). El d., aunque

conocido en Israel, era importado de otras tierras, principalmente de la India. •Piedras preciosas.

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DIANA Nombre que usaban los romanos para la diosa que los griegos llamaban Artemisa. Había mucha confusión en su culto, que variaba de un lugar a otro. Usualmente era representada como una robusta y hermosa joven cazadora, con arco y flechas y acompañada por un siervo. En la mitología griega era la diosa de la caza y, a la vez, protectora de los animales. También era diosa de la luna, por lo cual sus estatuas se distinguen por tener una media luna en su cabeza.

Cuando su culto fue llevado a Asia Menor se confundió con otras deidades de la zona, sobre todo Astarté, que era también la diosa de la fecundidad y de las cosechas. Por esta razón se le representaba como una mujer con muchos senos. Esa era la D. venerada en Éfeso en tiempos de Pablo, que en verdad sólo tenía en común el nombre con las deidades similares griega y romana. Se conservan varias estatuas de esta D. asiática en las cuales aparece de pie, con las manos extendidas y abiertas, con un tocado egipcio, el talle lleno de mamas y en las faldas figuras de animales, como diosa que era de la fecundidad, “la gran madre” universal. También se le suponía diosa del sol, la luna, las estrellas y demás astros. En su honor se hacían ritos orgiásticos.

Había en Éfeso un templo erigido en su honor que era una de las llamadas siete maravillas del mundo. Por la predicación de Pablo se levantó un alboroto por la agitación de un tal •Demetrio, del gremio de plateros que tenían “no poca ganancia” con la fabricación de “templecillos de D.” hechos de plata. Éste habló de su temor de “que el templo de la gran diosa D. sea estimado en nada y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero”. Los obreros que hacían los templecillos “se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es D. de los efesios”. Un funcionario público calmó a la multitud con un discurso en el cual dijo que todo el mundo sabía que “la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa D., y de la imagen venida de Júpiter” (Hch. 19:23–41). Se suponía que D. era hija de Júpiter, lo cual puede ayudar a entender la expresión “imagen venida de Júpiter”. Pero algunos piensan que había en aquel templo una imagen que había sido tallada en alguna roca caída del cielo, o sea, un meteorito. •Artemas.

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DIÁSPORA •Dispersión.

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DIBLAIM (Dos pasteles de pasas). Padre de •Gomer, mujer que fue del profeta •Oseas (Os. 1:3).

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DIBLAT •Riblat.

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DIBÓN Nombre de lugares en el AT.

1. Ciudad “al otro lado del Jordán” que, según una antigua tradición, originalmente había sido de los moabitas pero fue conquistada por los amorreos. Pasó a manos de los israelitas cuando éstos vencieron a su rey •Sehón (Nm. 21:25–30). Pertenecía al grupo solicitado por las tribus de Rubén y Gad (Nm. 32:2–3) “Los hijos de Gad edificaron a D. (Nm. 32:34), y la llamaron •Dibón-gad” (Nm. 33:45–46), pero finalmente fue entregada como heredad a los rubenitas en tiempos de Josué (Jos. 13:15–17). En varias ocasiones pasó de manos israelitas a moabitas, quedando finalmente en manos de éstos. Hablando de la derrota de •Moab a manos de •Senaquerib, Isaías (15:2) señala el llanto que causaría. De igual manera habla Jeremías (48:18) refiriéndose a la invasión de Nabucodonosor. En ambas ocasiones el territorio de Moab sufrió grandes calamidades.

2. Lugar mencionado en Neh. 11:25 donde se asentaron personas que regresaron del exilio. Quedaba en Judá, en el •Neguev.

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DIBÓN-GAD •Dibón.

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DIBRI Padre de Selomit, de la tribu de Dan, abuelo de un israelita que “blasfemó el Nombre, y maldijo”, y fue condenado a muerte (Lv. 24:11–14).

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DICLA (Arboleda de palmeras). Uno de los hijos de Joctán, descendiente de Sem (Gn. 10:26–27; 1 Cr. 1:21). Se le supone antepasado de una tribu de árabes localizada al S de la península arábica.

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DÍDIMO (Mellizo). Uno de los discípulos del Señor Jesús se llamaba •Tomás, nombre que viene de una palabra del idioma arameo, comúnmente usado en tiempos de Cristo, que significa “Mellizo”. Como se usaba también el griego en aquellos días, al nombrar a •Tomás se dice “llamado D.”, esto es, diciéndole “Mellizo” en ese idioma. No se sabe quién era el otro hermano de Tomás. Sólo el cuarto evangelio hace mención de esta forma de llamarle (Jn. 11:16; 20:24; 21:2).

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DIENTES Esta palabra es usada en diversas expresiones bíblicas. Entre otras:

1. “Ojo por ojo, d. por d.”, para expresar que al emitir juicio sobre daños a personas el castigo debía ser proporcional al daño realizado (Éx. 21:24; Dt. 19:21).

2. “Crujir los d.”, para expresar la actitud de odio de un enemigo que ataca como una fiera (Job 16:9; Sal. 35:16; 37:12; Is. 5:29; Lam. 2:16; Hch. 7:54).

3. “Con sólo la piel de mis d.” (Job 19:20), para expresar un escape en el cual uno se salva a duras penas.

4. “A d. limpio”, para expresar una hambre extrema (Am. 4:6).

5. “Lloro y crujir de d.” (Mt. 8:12; 13:42, 50; Lc. 13:28), para expresar el sentimiento de miedo de los que son lanzados a “las tinieblas de afuera”, donde tiemblan de temor.

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DIEZ •Números en la Biblia.

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DIEZ MANDAMIENTOS El uso de la expresión “d. m.” aparece primeramente en la misma Biblia, que llama así a las “diez palabras” con las cuales Dios resumió su pacto con el pueblo de Israel (Éx. 34:28; Dt. 4:13; 10:4). Dios los escribió en tablas de piedra, cada una de ellas escritas en ambos lados. Moisés destruyó el primer juego de tablas cuando comprobó la deslealtad del pueblo en el asunto del •becerro de oro. Más tarde, Dios le proveyó de otras dos. Este pacto de Dios con Israel se proclamó en el Sinaí (Éx. 20:1–17) y se ratificó en los campos de Moab, antes de entrar en Canaán (Dt. 5:6–21).

1. No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éx. 20:2–3; Dt. 5:6–7). Dios exige la exclusividad de la adoración. Él, y no otro, fue quien les sacó “de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. En el NT se repite la idea básica de este mandamiento. Como en Stg. 2:19 (“Tú crees que Dios es uno; bien haces”) y en 1 Co. 8:4 (“Sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios”).

2. No te harás imagen (Éx. 20:4–6; Dt. 5:8–10). Esto incluye toda representación de la deidad. El representar al Señor en forma física, era pecado, como fue el caso del •becerro de oro, que fue hecho con ese supuesto propósito. Las imágenes que no fueran objeto de culto estaban permitidas, pero si se llegaba a venerar cualquiera de ellas, se convertía en abominación, como fue el caso de la •serpiente de metal. Dios mismo ordenó a Moisés que se utilizaran imágenes (sobre el •propiciatorio, en el •velo [Éx. 25:18]), pero nunca podían ellas mismas ser motivo de adoración. En el NT se repite también este mandamiento cuando se dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Jn. 5:21); o “No erréis ... ni los idólatras ... heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9, 10). Además, se amplía el concepto de idolatría, incluyendo todo aquello que ocupe el lugar de Dios, como pasa en el caso de la •avaricia (Col. 3:5). •Idolatría.

3. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano (Éx. 20:7; Dt. 5:11). Se ha enseñado que este mandamiento está relacionado primeramente con el uso del nombre divino en los juramentos, poniéndose como serio pecado el no cumplir un juramento que hubiera sido hecho invocando el nombre de Jehová. Pero también se incluye la utilización frívola del santo nombre. En el NT se prefiere que no haya necesidad de juramento para que se tenga por segura la palabra (“No juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no” (Stg. 5:12).

4. Acuérdate del día de reposo para santificarlo (Éx. 20:8–11; Dt. 5:12–15). La consagración del séptimo día para el descanso se establece como consecuencia del ejemplo de Dios mismo tras la creación del universo. Las expresiones “seis días trabajarás ... mas el séptimo es día de reposo” señalan al •sábado. En el NT se enseña: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo.... Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (He. 4:3, 10).

5. Honra a tu padre y a tu madre (Éx. 20:12; Dt. 5:16). Así como es justo y necesario honrar al Dios de la creación, se impone dar honra (lo cual incluye, ante todo, obediencia) a nuestros procreadores. En el NT se repite este precepto: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa” (Ef. 6:1–3; Col. 3:20).

6. No matarás (Éx. 20:13; Dt. 5:17). La misma ley establece en otro lugar la pena de muerte. No hay contradicción, sin embargo, pues aquí se trata del crimen o asesinato. Se enfatiza la dignidad de la vida humana. En el NT se repite el mandamiento, pues se nos dice que “ninguno de vosotros padezca como homicida” (1 P. 4: 15). Pero el Señor Jesús amplifica el concepto cuando dice: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquier que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” (Mt. 5:21–22). El apóstol Juan escribió: “Todo aquel que aborrece a su hermano, es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn. 3:15). •Homicidio.

7. No cometerás adulterio (Éx. 20:14; Dt. 5:18). El término utilizado aquí (hebreo na’af), se refiere al hecho de una mujer casada tener relaciones sexuales con otro que no fuera su esposo. En el NT se repite también la idea, pues se nos dice: “No erréis; ni los fornicarios ... ni los adúlteros ... heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9–10). El Señor Jesús, además, amplió el concepto cuando dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5:27–28). •Adulterio. •Fornicación.

8. No hurtarás (Éx. 20:15; Dt. 5:19). Se afirma aquí el derecho a la propiedad. En la tradición judía se ha enseñado que este mandamiento estaba relacionado también con el secuestro de personas. En el NT se repite la idea, pues se nos dice: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef. 4:28). La ley, que es buena, fue dada “para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros...” (1 Ti. 1:9–10). •Robo.

9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio (Éx. 20:16; Dt. 5:20). Se protege la honra de las personas y se subraya la veracidad, tanto en lo relativo a la dispersión de noticias como a las declaraciones en los tribunales. La idea se repite en el NT, donde se nos dice: “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ro. 13:9). Y “desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Ef. 4:25).

10. No codiciarás (Éx. 20:17; Dt. 5:21). El término que se utiliza (hebreo hamad) implica una acción. Algunos rabinos interpretaban que aquí no se trata del pensamiento o el deseo, si no se hacía nada por satisfacerlo, pero otros concluyeron que el mandamiento incluye los aspectos mentales. El NT repite la idea básica cuando dice: “No erréis ... ni los avaros ... heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9, 10). De igual manera: “Pero ... avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”. Asimismo: “Haced morir ... avaricia, que es idolatría” (Ef. 5:5; Col. 3:5). •Codicia.

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DIEZMO Diez por ciento de cualquier producto o fruto agrícola, así como del ganado que se dedicaba a Dios. También era la porción de un botín que se apartaba para el santuario. Es una costumbre muy antigua practicada por muchos pueblos. Los patriarcas lo hacían, como en el caso de Abraham, que dio a Melquisedec “los d. de todo” el botín recuperado tras la batalla contra los reyes de la llanura (Gn. 14:20). Jacob dijo a Dios en Bet-el: “de todo lo que me dieres, el d. apartaré para ti” (Gn. 28:22).

Después de establecido el pacto con Israel en el Sinaí, se estableció que “el d. de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es” (Lv. 27:30). El d. era usado principalmente para mantener a aquellos que se dedicaban totalmente al servicio de

Dios, que dijo: “A los levitas he dado por heredad los d. de los hijos de Israel” (Nm. 18:24). Éstos, a su vez, debían dar “el d. de los d.” a los sacerdotes (Nm. 18:26). También se usaba el d. para ayudar “al extranjero, al huérfano y a la viuda” (Dt. 26:12). Si alguien quería redimir su obligación de dar el d., esto es, si quería usar el fruto para su uso personal, tenía que añadir “la quinta parte de su precio” en dinero al valor de su d. (Lv. 27:31).

En el caso del ganado, un animal que cayere dentro del d. no podía ser cambiado aunque fuere malo “y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados” (Lv. 27:33). Con el d. se podía hacer una especie de comida comunal en el santuario de la cual participaban los levitas (Dt. 14:22–29). El descuido en cumplir con el mandamiento del d. era tomado como un robo a Dios (Mal. 3:8). Los fariseos trataban de demostrar su escrupulosidad en cumplir con los d. al exigirlos de “la menta y el eneldo y el comino”, esto es, yerbas pequeñas, pero dejaban “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe”, por lo cual el Señor les reprendió (Mt. 23:23).

En el NT la práctica de ofrendar supera al d., ya que no se hace por imposición, sino por gratitud y con alegría (2 Co. 9:7). La iglesia primitiva ofrendaba en forma muy generosa para poder suplir las necesidades materiales de los santos (Hch. 2:45; 4:34–37).

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DILEÁN Ciudad otorgada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:38). Quedaba en la •Sefela. Se le identifica hoy con Tell en-Najileh, a unos 28 km al E de Gaza.

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DILUVIO Enorme cataclismo con el cual Dios mandó un juicio sobre la humanidad. El sobrenatural fenómeno se describe diciendo que “fueron rotas todas las fuentes del grande abismo y las cataratas de los cielos fueron abiertas y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”. •Noé, que había sido instruido por Dios para ello, se salvó con su familia en un arca, en la cual había introducido también de “todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie”. Éstos “vinieron ... con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida” (Gn. 6:13–22; 7:1–15). “Subieron las aguas y crecieron en gran manera.... y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos” (Gn. 7:18–19), y “todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra murió.... Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” (Gn. 7:18–24).

Este evento tan terrible se describe en las Escrituras con un lenguaje que, aunque es claro en sí mismo y especifica que todo fue obra de Dios, ha levantado gran cantidad de preguntas en muchas mentes. Éstas surgen del intento de examinar el asunto buscando ver su posibilidad por simples causas que llaman “naturales”, sin la intervención de la Deidad. Pero una cosa es pensar en un d. causado por Dios y otra tratar de verlo como un fenómeno simplemente “natural”. Los que intentan esto último, entonces, levantan supuestas dificultades para satisfacer su preconcebido juicio de que no pudo haber acontecido un d. tal como lo describe la Biblia.

De las muchas objeciones que se proponen puede mencionarse la discusión de si se trataba de un d. universal o una simple inundación regional. El lenguaje bíblico utiliza de manera repetida la palabra “todo”. Aunque esta palabra no siempre se usa en la Biblia con sentido literal, es tanto el énfasis de su uso en Gn. 6–9, que la mayoría de los cristianos lo entienden como equivalente a “universal”. Según esa interpretación, limitar el fenómeno del d. a una sola región, digamos Mesopotamia, es algo que no puede hacerse sin violentar el

sentido de la porción bíblica que describe el d. Además, ¿cómo explicar que tantos pueblos de distintas partes del mundo hayan conservado en su memoria histórica la ocurrencia de un d. si el fenómeno fue sólo regional?

Otra supuesta dificultad se señala en lo que respecta al arca de Noé, diciendo que era muy difícil traer al arca todas las especies de animales, que éstos tampoco cabrían en ella y que, además, no había manera de alimentarlos durante el largo período de tiempo que estuvieran allí, que algunos han calculado en más de un año. De nuevo nos encontramos con el problema de tratar de negar la intervención divina en el asunto. El relato bíblico dice, incluso, que los animales “entraron con Noé en el arca” (Gn. 7:9) y repite que los animales “vinieron con Noé al arca”, lo que supuestamente complicaría aun más la cuestión, porque la imaginación tiende a pensar que Noé no los buscó sino que ellos vinieron de su propia cuenta, lo cual sería todavía menos “razonable”.

El arca de Noé era “de trescientos codos de longitud ... cincuenta codos su anchura y de treinta codos su altura” (Gn. 6:15). Calculando el codo como equivalente a unos 43, 7 cm, eso significaría que el arca era de 133, 4 m de largo, 22, 2 m de ancho y 13, 3 m de alto. Los tres pisos que tenía ofrecían una superficie total de 88.905 m2 Era como un barco de unas 13.060 toneladas. Estas dimensiones no parecen razonables si Noé estaba construyendo una nave para escapar de una inundación que sólo era regional.

Otra de las cosas que producen confusión en los comentarios sobre el d. es la suposición de que el mundo antediluviano tenía las mismas características que el postdiluviano. Así, cuando se habla de las lluvias del d. la imaginación se dirige hacia ese fenómeno tal como lo conocemos hoy. Pero habría que preguntarse si en el mundo antediluviano existía el mismo régimen de lluvias que conocemos ahora, pues leemos que “Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra ... sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (Gn. 2:5–6). La tierra fue transformada por el d., pues en su estado antediluviano era bien distinta en su clima, su flora, su fauna, la conformación de la tierra seca, la relación de ésta con los mares, etcétera. El lenguaje bíblico que habla de que “fueron rotas todas las fuentes del grande abismo y las cataratas de los cielos fueron abiertas” denota un cataclismo en el cual las aguas vinieron desde abajo y desde arriba. No es difícil pensar que el vapor acumulado por largo tiempo, se condensara y derramara de repente sobre la tierra, y que ocurrieran desórdenes de las capas terrestres que provocan la inundación del mar.

Pero si sujetamos nuestra capacidad de imaginación a lo que dice el texto, debería bastarnos que fue Dios quien tomó la decisión de hacer el d. (Gn. 6:13); fue Dios el que lo llevó a cabo (Gn. 7:4); fue Dios quien diseñó el arca (Gn. 6:14–16); fue Dios quien cerró la puerta del arca (Gn. 7:16); fue Dios quien disminuyó las aguas (Gn. 8:1). Ante estos hechos, los intentos de los no creyentes para poner supuestas dificultades a la realidad histórica del d., usando razonamientos que excluyen la participación de la Deidad son tan estériles como los esfuerzos de los creyentes que procuran ofrecer explicaciones que tratan de adaptarse a teorías que aunque están de moda no pierden por ello su carácter de hipotéticas.

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DIMNA Ciudad en la tierra de Zabulón que fue adjudicada a los levitas (Jos. 21:35).

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DIMÓN Ciudad mencionada por Isaías (15:9) en una profecía contra Moab (“Y las aguas de D. se llenarán de sangre; porque yo traeré sobre D. males mayores”). La referencia a “las aguas de D.” señala al río Arnón, que era límite de Moab" (Nm. 21:13). D. era una de las fortificaciones que se levantaban junto a ese río.

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DIMONA Ciudad que pertenecía al territorio de Judá “en el extremo S, hacia la frontera de Edom”, en el Neguev (Jos. 15:22). Es posible que sea la misma •Dibón mencionada en Neh. 11:25.

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DINA Única hija nacida a Jacob. Su madre fue •Lea. Cuando estaba su familia cerca de •Siquem, D. salió “a ver a las hijas del país”, “y la vio Siquem hijo de Hamor heveo” que “la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró”. Aunque Siquem quiso luego casarse con ella, sus hermanos hicieron una gran venganza por este asunto. Pusieron como condición para el matrimonio que todos los varones de Siquem se circuncidaran, pero los mataron luego junto con sus líderes (Gn. 34:1–31).

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DINABA Capital del reino de “Bela, hijo de Beor” que “reinó en Edom” (Gn. 36:32). Se desconoce su ubicación actual.

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DINERO Como en todas las sociedades antiguas, el comercio en Israel se hacía primeramente por medio del trueque o permuta. Ya en tiempos de Abraham, se nos dice que éste era “riquísimo en ganado, en plata y en oro” (Gn. 13:2). De manera que la riqueza se medía por la abundancia de estas tres mercancías. Cuando Abraham hizo pacto con •Abimelec, le hizo un pago en ganado para certificar la compra de un pozo (Gn. 21:27–32). Más tarde, cuando adquiere la cueva de •Macpela, “pesó Abraham a Efrón el d. que dijo ... cuatrocientos siclos de plata” (Gn. 23:16). Todo esto parece apuntar a que el patriarca vivió en una época en que todavía se utilizaban animales, así como metales preciosos, especialmente la plata, como medios de pago.

En Gn. 33:19 se lee que Jacob “compró una parte del campo ... por cien monedas”. La moneda que se menciona aquí es el término hebreo kesita, probablemente el valor equivalente a una oveja. En esa época todavía no se acuñaban monedas propiamente dichas. Una antigua traducción lee “cien ovejas”. Todavía hoy queda un recuerdo del uso del ganado como medio de pago en el término “pecunia”, que viene directamente del latín, donde significa “oveja”.

El próximo paso, pues, en el desarrollo del concepto de d. fue el uso de metales preciosos. Éstos se guardaban en varias formas (lingotes, anillos, etcétera), y se valuaban por su peso. Un siclo equivalía a unos 11.4 gramos. •Eleazar, el siervo de Abraham, dio a •Rebeca “un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez” (Gn. 24:22). Estos objetos, además de su uso ornamental, servían también como d.

El d. se portaba colgado del cuerpo, o en bolsas, o envuelto en un paño. Los hermanos de José tuvieron gran temor cuando sus sacos fueron vaciados y se encontró en ellos “los atados de su d.” (Gn. 42:35; Pr. 7:20). •Acán tomó en Jericó “un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos” (Jos. 7:21). Todavía después de establecido el reino de Israel se continuaba utilizando el siclo de plata para realizar pagos (2 S. 18:11). Cuando Jeremías compra una heredad en Anatot, dice: “... le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata” (Jer. 32:9). El siclo se dividía en mitades (heb. beka, el medio siclo —Gn. 24:22) y en geras. “El siclo es de veinte geras” (Éx. 30:13).

Las monedas más antiguas que los arqueólogos han encontrado en Israel son de los siglos VI y V a.C., mayormente griegas. •Moneda. •Pesos y medidas de la Biblia.

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DIONISIO Uno de los pocos convertidos en •Atenas después del sermón de Pablo en el Areópago. Es llamado “el areopagita”, lo cual parece indicar que era miembro de aquella famosa institución ateniense, que era una especie de consejo aristocrático que gobernaba la ciudad (Hch. 17:34). Las tradiciones posteriores le ponen como primer obispo de Atenas, e incluso por mucho tiempo se le atribuyeron unos escritos de carácter místico, pero se ha constatado que éstos se originaron varios siglos después.

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DIOS Existencia. La Biblia declara de manera directa, sin preámbulos: “Hay un solo D.” (1 Ti. 2:5). El texto bíblico comienza diciendo: “En el principio creó D.” (Gn. 1:1). De manera que en ningún momento se da lugar siquiera al pensamiento de su no exis-tencia. Para la Biblia, el negar la existencia de D. es un absurdo, una necedad (“Dice el necio en su corazón: No hay D.” [Sal. 14:1]). Este ateísmo que describe el Sal. 14 no es simplemente teórico, sino más bien habla del que lo manifiesta con sus hechos al vivir sin tomar en cuenta a Dios. La •creación misma es una evidencia de la existencia del Creador, pudiéndose entender muchas cosas en cuanto a D. por medio de ella (Ro. 1:19–21). En todas partes del mundo, aun cuando se haya caído en la idolatría, se encuentra la noción de la existencia de un ser o seres superiores. La gente se plantea que no puede haber un efecto sin causa. Y el orden que se observa en todo lo creado señala que es obra de una inteligencia. Siendo tan inconmensurable esta obra, también lo tiene que ser la inteligencia que la hizo.

Por otra parte, el hombre tiene conocimiento instantáneo de sí mismo, sabe que existe. Está consciente, además, de que no se hizo a sí mismo. Y siendo el universo tan enorme, sabe que éste no es fruto de su trabajo. Esto debería conducirle de manera natural a la conclusión lógica de que existe otro, que no es él. Es contradictorio que siendo el hombre un ser inteligente, se le ocurra que la responsabilidad de su creación no lo sea. Y siendo un ente moral ¿cómo puede ser fruto de la amoralidad?

Toda una cadena de razonamientos, entonces, deberían conducir por lo menos a la noción de que D. es, que existe.

Conocible. Revelado. El hombre no está condenado a tener sólo nociones de la exis-tencia de D. por la vía del razonamiento ante el testimonio de la creación. El cristianismo enseña que es posible llegar más allá: al conocimiento de Dios. Esto se logra, no por iniciativa humana, sino porque él decidió revelarse a sí mismo. Porque “nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mt. 11:27; Lc. 10:22). Por eso “alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra” (Jer. 9:24).

Persona. D. es una persona y “D. es Espíritu” (Jn. 4:24). Como persona, tiene pensamientos, sentimientos y voluntad, atributos que no vemos en la materia. Como espíritu infinito, es imposible de representar en figuras o imágenes, por lo cual se prohíbe terminantemente que se intente hacerlo (Dt. 4:15–21), puesto que “a D. nadie le vio jamás” (Jn. 1:18). La Biblia utiliza palabras y frases del lenguaje humano en las cuales atribuye a D. manos, brazo, ojos, etcétera. Estas figuras literarias son necesarias para comunicar al hombre diferentes capacidades de acción divina que se asemejan a las humanas o viceversa.

Es imprescindible entender que todo lo relacionado con los atributos de D. son asuntos del mundo espiritual, donde no rigen las leyes del espacio y del tiempo. Estando nuestras mentes acostumbradas solamente a razonar las cosas que están dentro de esas categorías, es natural que encontremos conceptos espirituales que nos ofrezcan la apariencia de contradicción entre sí. Como hemos visto, D. es una persona. Se nos habla de que D. ama (Ap. 3:19); odia (Pr. 6:16); siente dolor (Gn. 6:6); se enoja (1 R. 11:9); siente celos (Dt. 6:15), etcétera. Pero los panteístas pretenden negar esa realidad, alegando que siendo D. el todo y siendo el todo D., no es posible que pueda llamarse a sí mismo “yo”, ni que nadie pueda llamarlo “tú”.

Inmanencia. Trascendencia. El mismo problema se enfrenta cuando se piensa en términos de la inmanencia de D. y su trascendencia. “Inmanencia” quiere decir que D. está en todo, que nada existe sin él, que “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hch. 17:28). “Trascendencia” quiere decir que D. no se limita ni se agota en su creación, pues siendo infinito, su existencia va más allá de la realidad material que conocemos. Y aun de la que no conocemos. Las Escrituras, sin embargo, están llenas de ejemplos en los cuales D. habla de sí mismo y otros se dirigen a él como persona diferenciada (“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único D. verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” [Jn. 17:3]). Esta y muchas otras declaraciones escriturales señalan a la personalidad de D., quien no es una mera fuerza o un principio impersonal.

Unidad y Trinidad. •Trinidad. Omnipresencia. Omnipotencia. Omnisciencia. La Biblia enseña que Dios está en todas partes (“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” [Sal. 139:1–12]). “En él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hch. 17:28). Es, además, omnipotente. Y así se le llama (Gn. 28:3; 35:11; Éx. 6:3: Job 6:14, etcétera). Eso quiere decir que tiene la capacidad de hacer cuanto quiere (Sal. 115:3). Cuando Sara se rió de la promesa de que tendría un hijo siendo vieja, “Jehová dijo a Abraham: ... ¿Hay para D. alguna cosa difícil?” (Gn. 18:10–14). Job dijo a Dios: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job. 42:1–2). El Señor Jesús dijo: “Para D. todo es posible” (Mt. 19:26). Él es el “que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:11). Esa omnipotencia es algo que puede verse tanto en la creación como en el sostenimiento del universo (Ro. 1:20; 2 P. 3:5–7), pues él hace ambas cosas. Fue su omnipotencia la que “operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:19–23). Por su omnipotencia “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (1 Co. 15:43; Fil. 3:21).

Por ser omnipotente también es omnisciente, es decir, que no hay nada que pueda escaparse a su conocimiento. “No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (He. 4:13). Leemos en el Sal. 147:5 que “grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito”. Y en Proverbios 15:3 que “los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos”. El apóstol Juan declara: “Mayor que nuestro corazón es D., y él sabe todas las cosas” (1 Jn. 3:20). El conocimiento de D. abarca el futuro, pues él dice: “Anuncio lo por venir desde el principio” (Is. 46:10). La omnipotencia y la omnisciencia de D. aseguran su •Providencia. Así, ni un pajarillo “cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están contados” (Mt. 10:29–30).

Santidad. Rectitud. Justicia. D. es santo. “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:16; Lc. 5:8; He. 12:14). Este atributo suyo se repite en las Escrituras de una manera muy enfática. Isaías vio “al Señor sentado en un trono alto y sublime”, y a los serafines que daban “voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Is. 6:1–5). Después de esto, el profeta llama a D. “el Santo de Israel” unas treinta veces. La santidad de D. le separa de todo aquello que es malo o sucio. Por eso, el que quiera tener comunión con él ha de ser santo (“No hagáis abominables

vuestras personas.... Porque yo soy Jehová vuestro D.; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo” [Lv. 11:43–44]). “D. es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Jn. 1:5). D. el Padre es llamado “Santo” (Jn. 17:11). D. el Hijo es llamado “Santo” (Hch. 3:14). D. el Espíritu es llamado “Santo” (Ef. 4:30). La santidad de D. se manifiesta por su rectitud y su justicia. Ambas cosas surgen al relacionarse D. con sus criaturas, a las cuales hace demandas y leyes justas. “Justo es Jehová en todos sus caminos” (Sal. 145:17). Habacuc dijo: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal” (Hab. 1:13). “Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro” (Sal. 11:4–7).

Amor. Misericordia. Gracia. “D. es amor” (1 Jn. 4:8). Eso quiere decir que siempre ha estado y estará inclinado hacia la búsqueda del bien de sus criaturas por un impulso que nace de sí mismo. La manifestación suprema de ese amor la encontramos en que dio a su Hijo por nosotros. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros” (1 Jn. 3:16). Se demostró así, que “misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia” (Sal. 103:8). En el AT se enfatiza, en el carácter de D., su misericordia, que es esa permanente actitud en él de conmiseración hacia el pecador, que le conduce a disminuir la pena merecida por los pecados cometidos o a aliviar el sufrimiento y el dolor de los agobiados. En el NT se utiliza el término “gracia” para señalar esa misma cualidad divina, pero acentuando el hecho de que D. concede esa misericordia de manera gratuita. El hombre, por haber pecado, merece el eterno castigo, pero la gracia mueve a D. hacia la búsqueda de la solución para ese problema. Y lo hace espontánea y gratuitamente. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de D., siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:23–24). En ese amor, misericordia y gracia, D. ofrece perdón a todos aquellos que se arrepienten de sus pecados. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al D. nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is. 55:7).

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DIOS. NOMBRES DE Tetragrámaton. (Cuatro letras). Dios se reveló a Moisés con el nombre de YHWH (Éx. 3:14; 6:3). A la combinación de estas cuatro letras los eruditos llaman tetragrámaton o tetragrama. No es posible saber exactamente cuál era la pronunciación original del nombre de Dios, puesto que los hebreos no escribían las vocales. Cuando los masoretas, entre los siglos VI y X d.C., introdujeron los signos para vocales en la escritura hebrea, hacía ya muchos siglos que no se pronunciaba el nombre de Dios. Por investigaciones recientes los expertos han concluido que la pronunciación más probable es Yahvé.

Jehová. Era uso, cuando se leían las Escrituras, pronunciar Adonai (Señor) en todo lugar donde apareciera el tetragrámaton. Fue así como surgió el término “Jehová”, porque los •masoretas hicieron una combinación que incluía las vocales de la palabra Adonai, con las letras del t. Cuando Moisés recibió la orden de ir a liberar a su pueblo, dijo a Dios: “Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (Éx. 3:13–14). Este nombre proclama la conciencia que Dios tiene de sí mismo, al decir: YO. Implica la autosuficiencia divina, pues él no depende de nadie para su propia existencia. Es también una declaración de absoluta soberanía e inmutabilidad. Esto es lo que expresa el •Tetragrámaton YHWH, que en RV60 aparece como “Jehová”. Al combinarse con otras palabras surgen nombres que apuntan a determinados atributos o acciones de Dios. Así:

Jehová-elohay. (Jehová mi Dios). Señala al Dios que ha de venir. Aparece en Zac. 14:5 (“... y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos”).

Jehová-eloheenu. (Jehová nuestro Dios). Se utiliza en el Sal. 99:5, 8, 9 (“Postraos ante su santo monte, porque Jehová nuestro Dios es santo”).

Jehová-elohe Yisrael. (Jehová Dios de Israel). Aparece por primera vez en el cántico de Débora (“Yo cantaré a Jehová, cantaré salmos a Jehová Dios de Israel” [Jue. 5:3]).

Jehová-eloheka. (Jehová tu Dios). Dios lo usa refiriéndose a sí mismo cuando da los mandamientos a Israel (“Yo soy Jehová tu Dios” [Éx. 20:2–7]).

Jehová-elyon. (Jehová el Altísimo). Alude a la supremacía de Dios. Como en el Sal. 97:9 (“Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra; eres muy exaltado sobre todos los dioses”).

Jehová-hosenu. (Jehová nuestro Hacedor). Es nombre que apunta al Creador. Como en el Sal. 95:6 (“Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”).

Jehová-jireh. (Jehová proveerá). Recuerda la providencia de Dios. Este nombre surge en el episodio del sacrificio de Isaac, cuando Dios se proveyó de un cordero. “Por tanto, se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto” (Gn. 22:13–14).

Jehová-mkaddishkim. (Jehová que os santifica). La santificación del sábado es una señal “para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico” (Éx. 31:13).

Jehová-nissi. (Jehová nuestro estandarte o bandera). Tras la batalla contra Amalec, “Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nissi” (Éx. 17:15). Alude al Dios que da la victoria.

Jehová-raah. (Jehová mi pastor). Así le llama David en el Sal. 23. Alude a la protección, guía y provisión de Dios para los suyos.

Jehová-rafa. (Jehová el que sana). Este nombre no aparece transliterado en RV60. Se utiliza en relación con el incidente de las aguas amargas de •Mara. Tras sanar las aguas, Dios le dice el pueblo: “Si oyeres atentamente ... y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Éx. 15:23–27).

Jehová-sabaoth. (Jehová de los ejércitos). Alude a Dios como supremo en la corte celestial, rodeado de los ángeles (1 S. 1:3).

Jehová-salom. (Jehová es nuestra paz). Cuando Gedeón fue visitado por “el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara. Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor; no morirás”. Con ese motivo, “edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom” (Jue. 6:22–24). El nombre señala al Dios que trae paz y confianza.

Jehová-sama. (Jehová está presente). Con este nombre aparece en Ez. 48:35 (“Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama”). Recuerda la situación final, cuando Dios morará gloriosamente en medio de su pueblo.

Jehová-tsidkenu. (Jehová nuestra justicia). Es nombre que alude a Dios en tiempos mesiánicos, cuando él levante un “renuevo justo” que “hará juicio y justicia en la tierra.... y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jer. 23:5–6).

El. Esta palabra, en singular, es la que se utiliza para decir “dios”. Según el contexto, puede referirse a un dios falso. Pero señalando al verdadero Dios aparece unas doscientas

cincuenta veces en la Biblia. Significa “el primero”, o “el fuerte”. Se combina con otras palabras para formar nombres como:

Dios Altísimo. La primera vez que se usa el término es en Gn. 14:18–24, cuando •Melquisedec bendice a Abraham en el nombre del “Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra”. Debe notarse que Melquisedec lo llama “Dios Altísimo”, mientras que Abraham lo invoca como “Jehová Dios Altísimo”, lo cual podría señalar a una diferencia en el conocimiento que ambos tenían del mismo Dios.

Dios celoso. Indica que Dios no comparte la adoración. Sólo a él se debe adorar, porque sólo él es Dios. “No te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es” (Éx. 34:14).

Dios de verdad. En el cántico de Moisés se dice que es “Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto” (Dt. 32:4).

Dios eterno. Después de firmar un pacto con •Abimelec, Abraham “invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno” (Gn. 21:33). Señala al Dios de la permanencia y la firmeza.

Dios fiel. Nombre que recuerda Moisés al decirle al pueblo que “guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece” (Dt. 7:9).

Dios grande y temible. Moisés alienta al pueblo diciéndole: “No desmayes delante de ellos, porque Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible” (Dt. 7:21).

Dios grande, poderoso y temible. Nombre que surge en el contexto de una exhortación a la santidad. “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible” (Dt. 10:16–17).

Dios misericordioso. Moisés dice al pueblo que si pecaba debía confiar en Dios y arrepentirse. “Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres” (Dt. 4:30–31).

Dios Todopoderoso. Con ese nombre Dios se reveló a Abraham (“Yo soy el Dios Todopoderoso”) diciéndole que le había puesto por “padre de muchedumbre de gentes”, cuando era de noventa y nueve años y no tenía heredero (Gn. 17:1–5). Alude al Dios que todo lo puede.

Dios viviente. Josué utiliza este apelativo en el momento en que habla al pueblo para cruzar el Jordán (“En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros”). Le dice que ese Dios haría el milagro de partir las aguas (Jos. 3:10).

Elah o Elahah. En singular. Es el equivalente caldeo del hebreo Eloah. Se encuentra unas setenta y siete veces en los libros de Daniel y Esdras.

Eloah. En singular. Se deriva de la palabra Ahlah, adorar. Con Eloah se hace referencia a Dios como el único digno de adoración, el adorable. Ocurre unas cincuenta y cinco veces en el AT, como en Dt. 32:15 (“Entonces abandonó al Dios que lo hizo”), y en Dt. 32:17 (“Sacrificaron a los demonios y no a Dios”). Este nombre se utiliza mucho en el libro de Job.

Elohim. Es el plural de Eloah. Se utiliza unas dos mil quinientas veces. La primera vez en Gn. 1:1 (“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”). Estando el nombre en plural, sin embargo la acción (“creó”) aparece en singular.

Otros nombres son:

Adonai. (Señor). “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores. Dios grande, poderoso y temible” (Dt. 10:17). Dios es supremo. Está por encima de todo y de todos. Aparece por primera vez en Éx. 34:6.

Anciano de días. Se utiliza en las visiones de Daniel (“... y se sentó un Anciano de días” [Dn. 7:9, 13, 22]).

El Roi. Es el nombre con el cual •Agar se refiere al “Viviente-que-me-ve” (Gn. 16:13–14), después que Dios se le apareció junto a una fuente en el desierto, cuando huía de Sara.

El Shaddai. Aparece siete veces como “Dios Todopoderoso” o “Todopoderoso Dios”. Y alrededor de cuarenta y un veces como “el Todopoderoso”, mayormente en el libro de Job.

Jah. Este nombre se forma con la primera y la última letra del •Tetragrámaton, intercalando una vocal en el medio. Aparece unas cuarenta y nueve veces en el AT, solamente en los libros de Éxodo, Salmos e Isaías. Como en el Sal. 68:4 (“Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre; exaltad al que cabalga sobre los cielos. JAH es su nombre...”).

Roca. Moisés, en su cántico, dice: “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud” (Dt. 32:4).

Santo de Israel. Es un apelativo muy utilizado por el profeta Isaías (Is. 1:4; 5:19; 10:20, etcétera).

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DIÓTREFES (Alimentado por Zeus). Personaje mencionado por el apóstol Juan en su tercera Epístola diciendo que “le gusta tener el primer lugar entre ellos”, refiriéndose a la iglesia de Asia Menor a la cual pertenecía •Gayo. D. chismeaba al apóstol (“parloteando con palabras malignas”) y rechazaba a los que venían de parte de Juan (“no recibe a los hermanos”). Incluso los excomulgaba (“los expulsa de la iglesia” [3 Jn. 9–10]). No se sabe si D. era un laico ambicioso o un obispo que ejercía autoridad excesiva, pero es un ejemplo de personas que se han presentado en el curso de la historia de la Iglesia, caracterizándose por su exclusivismo religioso y el desconocimiento de toda autoridad que no sea la suya.

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DISÁN Miembro de la descendencia de •Esaú. Hijo de “Seir horeo”. Sus hermanos eran “Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, Disón, Ezer” (Gn. 36:20–21).

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DISCIPLINA En la Biblia, el término d. se aplica primeramente al proceso de instrucción y corrección que Dios utiliza para con su pueblo o una persona. En el AT se expresa el concepto mediante las palabras hebreas yasar y musar, que se refieren a castigar, instruir. En el NT la palabra griega es paideia. Se relaciona el término con la idea del padre que corrige a su hijo (Pr. 19:18). Así, se nos dice en Dt. 8:5 “que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu

Dios te castiga”. Por eso, “bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso” (Job 5:17–18; Pr. 3:11). El Señor “a quien ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Y esto es señal de que somos hijos de Dios (He. 12:1–10). La d. no se limita a la corrección cuando el hijo de Dios hace algo malo, sino que incluye la idea de someterlo a pruebas y dificultades, siempre con la idea de aumentar su santidad y hacerlo crecer en la fe. El apóstol Pablo estuvo sometido a esa d., por lo cual podía decir: “... como castigados, mas no muertos” (2 Cor. 6:9). El propósito de Dios en la d. es “que participemos de su santidad”, aun cuando se trate de un castigo por algún pecado cometido, pues así “somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1 Cor. 11:32).

La d. en la iglesia, aunque no designada en esa forma, es una clara enseñanza de las Escrituras. El Señor Jesús estableció un proceso que debe utilizarse para dirimir problemas entre creyentes (“Si tu hermano peca contra ti”). Primero hay que hablar con la persona; segundo, si no oye, debe volver a hablarse en presencia de dos o tres testigos; tercero, si no escucha todavía, entonces, “dilo a la iglesia”; cuarto, si no oye a la iglesia “tenle por gentil y publicano” (Mt. 18:15–17). La exhortación final es la de darle a la persona recalcitrante el tratamiento que los judíos otorgaban a los gentiles, con los cuales se procuraba no tener mucha comunión, o a los publicanos, que eran considerados como traidores a su patria y corruptos. Pero algunos piensan que este caso no se refiere a una exclusión completa de la comunidad.

La d. eclesiástica debe ejercerse teniendo en cuenta que hay distintos niveles de gravedad en las faltas. En 2 Cor. 2:1–11 Pablo menciona el caso de un hermano que le había causado tristeza, sin que se nos diga la razón de ello. Pero los creyentes de •Corinto le habían reprendido. Después de eso, recomendaba que le perdonaran y consolaran. No se trataba de una persona que había cometido un pecado público, porque ya el apóstol había escrito que en ese caso lo que se imponía era sacar de la comunidad al culpable (1 Co. 5:1–12). También escribió que “si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta [a los Tesalonicenses], a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano” (2 Ts. 3:14–15). Se observa en estas palabras un grado de d. que no llega al extremo. Pero se presentan circunstancias en las cuales la iglesia tiene que actuar con mayor radicalidad, procediendo a la •excomunión. Toda d. debe ser ejercida por la iglesia, bajo la autoridad de los pastores (1 Ts. 5:12–13). Y en los casos en que esté envuelta la responsabilidad de uno de ellos, si insiste en pecar, debe ser reprendido “delante de todos, para que los demás también teman” (1 Ti. 5:19–20). •Excomunión.

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DISCÍPULO Término que se usa para designar a una persona (aprendiz, alumno) que está aprendiendo de un maestro. No es muy utilizado en el AT. En los turnos que David estableció para los cantantes del santuario participaban “lo mismo el maestro que el d.” (1 Cr. 25:8). Puede decirse que “los hijos de los profetas” eran d. de •Eliseo, pero no se les menciona con ese nombre (2 R. 6:1). En los Evangelios y los Hechos la palabra se usa más. En tiempos de Cristo se utilizaba para los seguidores de un rabí o maestro. Así, los •fariseos tenían sus d. (Mr. 2:18). Lo mismo que •Juan el Bautista (Mt. 11:2; Mr. 2:18; Jn. 1:35).

El Señor Jesús, aunque no oficialmente reconocido como “maestro de Israel”, era tenido por el pueblo como rabí (Jn. 1:38, 49; 3:2, 26). Sus seguidores más cercanos le daban ese tratamiento. Así, vemos establecida la relación maestro-discípulo entre ellos (“... los d. le rogaban, diciendo: Rabí, come” [Jn. 4:31]). El Señor Jesús mismo aceptó que se le llamara “Maestro” (Jn. 13:13), pero hizo muy claro que aquellos que quisieran ser sus d. tenían que reunir ciertas características, incluidas en las siguientes declaraciones: sobre la entrega

absoluta a él, “Niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24; Mr. 8:34); sobre la renuncia a todo, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida.... [si no] renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi d.” (Lc. 14:26, 33); sobre la obediencia absoluta a su palabra, “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis d.” (Jn. 8:31); lo cual sería de mucha fructificación: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros.... y seáis así mis d.” (Jn. 15:7–8). Una de las características es el amor: “En esto conocerán todos que sois mis d., si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn. 13:35).

La primera comunidad cristiana se conocía a sí misma con el nombre de “d.” (Hch. 6:1, 2, 7; 9:1, 10, 19, 25, 26, 36). “A los d. se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hch. 11:26). Posteriormente, y de manera especial en las epístolas, se usaron más los términos “hermanos”, “santos”, “fieles”, “creyentes”, etcétera.

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DISÓN Nombre de personas del AT.

1. Miembro de la descendencia de Esaú. Hijo de “Seir horeo”. Sus hermanos eran “Lotán, Sobal, Zibeón, Aná ... Ezer y Disán” (Gn. 36:20–21).

2. Personaje en la descendencia de Esaú. Hijo de Aná. Su hermana era Aholibama (Gn. 36:25).

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DISPERSIÓN (DIÁSPORA) Palabra que se usa para referirse a los israelitas que no viven en Israel, ya sea por razones voluntarias o por haber sido expulsados. Santiago dirigió su epístola “a las doce tribus que están en la d.” (Stg. 1:1). Aunque Pedro dice en la primera suya que escribe “a los expatriados de la d. (gr. ”diáspora") en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia" (1 P. 1:1), es probable que esté usando el término en otra forma, dirigiéndose a cristianos que vivían en esos lugares terrenales como peregrinos, por ser ciudadanos del reino de los cielos.

Los judíos en tiempos de Cristo hablaban de “los dispersos” (Jn. 7:35). Entre las causas para la d. están: a) la caída de Samaria en el 722 a.C. en manos de Salmanasar. “El rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria” (2 R. 18:11); y b) la caída de Jerusalén (primer •templo) en manos de Nabucodonosor. “Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia” (2 Cr. 36:20).

Estas potencias militares tenían la costumbre de llevar cautiva parte de los vencidos, especialmente la clase más educada, los artesanos, etcétera. Pero existen registros que señalan que muchos judíos fueron a vivir a otras partes de manera espontánea, ya fuera por razones comerciales o de otra índole, desde mucho antes de la destrucción del primer •templo. Había israelitas que vivían en •Egipto y en •Damasco (Jer. 44:1; 1 R. 20:34). Pero ciertamente la emigración tras la destrucción del primer templo fue la de mayor impacto, pues la población de judíos en Babilonia llegó a sumar un millón de personas.

La experiencia de esta comunidad de la d. es importantísima para la formación de buena parte del AT. También se elaboró allí el •Talmud babilónico, que es la obra más importante para el judaísmo después de la Biblia. Otros fueron a Egipto, como se narra en el libro de Jeremías, donde con el tiempo incluso llegaron a construir un templo. Fue muy famosa la comunidad judía de Alejandría, donde se realizó la traducción de la Biblia al griego, llamada Septuaginta o versión de los Setenta. El Imperio Romano encontró ya una gran d. israelita,

que aumentó con el desarrollo de la influencia romana. Incluso eso coincidió con una época en la cual los judíos hacían énfasis en el proselitismo. El libro de los Hechos da testimonio de que por todas partes existían sinagogas. Por eso los primeros misioneros cristianos, Pablo y Bernabé, comenzaron a predicar aprovechando la presencia judía en las ciudades, visitando sus sinagogas, las cuales, como institución religiosa, eran precisamente hijas de la situación de la d., puesto que al no tener un templo donde adorar, los judíos tuvieron que desarrollar la manera de reunirse y estudiar las Escrituras, mientras, al mismo tiempo, apoyaban a los que habían quedado en Israel. Incluso pagaban un impuesto para el •templo.

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DIVORCIO Era una práctica común entre los pueblos paganos. También entre los israelitas, como puede verse por las abundantes menciones que se hacen en la ley mosaica sobre su existencia. Un sacerdote no podía casarse “con mujer repudiada de su marido” (Lv. 21:7, 14). Se habla de una hija de sacerdote que hubiere sido repudiada (Lv. 22:13). Un voto hecho por una repudiada era firme (Nm. 30:9). Un hombre que hubiera dicho que no había encontrado virgen a su esposa y se demostraba que no era cierta su afirmación, no podía luego repudiarla durante toda su vida (Dt. 22:13–21). De igual manera, si un hombre “se acostare” con “una joven virgen que no fuere desposada ... y fueren descubiertos”, tendría que casarse con ella y no la podría “despedir en todos sus días” (Dt. 22:28–29).

Dentro de ese marco, en el caso de que una mujer repudiada volviera a casarse y fuere repudiada de nuevo, la legislación mosaica prohibía que la misma regresara a su primer marido. El texto sobre el particular, que ha sido motivo de muchas discusiones, dice así: “Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de d., y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de d., y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer...” (Dt. 24:1–4).

En tiempos de Esdras y Nehemías, muchos judíos que habían regresado del exilio repudiaron a sus esposas para casarse con mujeres descendientes de los pueblos cananeos. Es probable que a este caso se refiriera el libro de Malaquías cuando dice: “No seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido” (Mal. 2:15–16). La NBE lo traduce: “Pues el que aborrece y repudia —dice el Señor, Dios de Israel— cubre su vestido de violencia”. Es evidente el sentido negativo con el cual se contemplaba esas acciones de d. y el énfasis en las situaciones de injusticia y tensión que aquellas creaban. En el caso de los tiempos de Esdras, los judíos que se habían casado con extranjeras fueron obligados a divorciarse de ellas.

El d. en Israel debe ser visto, no como algo ideal y prescriptivo, sino como algo que se toleraba. La ley mosaica se limitó a procurar evitar los abusos. La tolerancia se aprecia en que no había ninguna pena civil ni religiosa para las personas divorciadas, salvo el impedimento mencionado para los sacerdotes. De todos modos, el tema del d. era candente entre los judíos en los días del ministerio terrenal del Señor Jesús. Rabinos de su época, especialmente Shamai y Hillel, habían sido consultados al efecto y dieron sus opiniones sobre el pasaje de Dt. 24:1–4. Shamai dijo: “Un hombre no puede repudiar a su mujer, a menos que ella le sea infiel”. Hillel enseñó: “Puede repudiarla simplemente por un manjar mal hecho o por un plato solicitado y no servido”.

Muchos creen que el Señor Jesús se puso de parte de la escuela de Shammai, porque cuando le preguntaron “si era lícito al marido repudiar a su mujer”, el Señor contestó

diciendo que Moisés había permitido el d. “por la dureza de vuestro corazón”, pero “al principio de la creación”, no fue así. Por lo tanto, “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mr. 10:2–9). Como el tema siguió inquietando a los discípulos, que volvieron a preguntarle, el Señor Jesús les reiteró sus palabras en contra del d., incluso ampliándolas. Es de notar que los discípulos exclamaron: “Si es así la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Es decir, que la posición de Cristo al respecto fue extremadamente dura en comparación con la práctica del AT.

La expresión “salvo por causa de fornicación”, constituye lo que regularmente se llama “la cláusula de excepción”. Ésta ha motivado gran discusión en la cristiandad, y se han escrito una infinidad de libros sobre el particular. En ellos se asumen básicamente dos posiciones: una que entiende que el d. es permitido en caso de un acto sexual inmoral o infidelidad, y otra que niega toda posibilidad de d. Cualquiera que sea la posición que se adopte, debe recordarse que en la ley de Moisés la pena para el adulterio era la muerte, pero en el momento en que el Señor hablaba los judíos no podían aplicar la pena capital, decisión que estaba reservada a las autoridades romanas (Jn. 18:31). El caso de •Esteban fue un tumulto, una acción de turbas. Una persona que fuera infiel a su cónyuge no podía ser ejecutada como lo requería la ley judía. El Señor enseñó que, de todos modos, si se producía la infidelidad, el vínculo matrimonial podía considerarse roto y producirse el d. Pero no podía hacerlo “por cualquier causa”, sino sólo “por causa de fornicación”.

La vigencia de las leyes romanas fue tomada en cuenta por el Señor al tratar este tema, como puede verse en Mr. 10:12, donde dice que “si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Los estatutos mosaicos relativos al d. nunca suponen que quien lo realiza sea la esposa. El que la mujer abandonara el hogar se consideraba una infidelidad (Jue. 19:1–3; Jer. 3:20). Pero la ley romana sí permitía a las mujeres divorciarse de sus maridos. De igual manera, en los contratos matrimoniales de los judíos de •Elefantina (siglo V a.C.) que se han encontrado, ambos cónyuges podían pedir el d. Se estima que fue una costumbre tomada de los egipcios, entre los cuales vivían.

Otro aspecto del d. que ha causado mucha discusión es el llamado “privilegio paulino”, según el cual Pablo permitió el d. en el caso de que un incrédulo abandonara a un cónyuge creyente (1 Co. 7:1–15). En esta porción se fortalece el concepto de indisolubilidad matrimonial cuando se dice: “la mujer no se separe del marido ... el marido no abandone a su mujer”. Incluso cuando se añade que si llegara el caso de que la mujer se separara, ésta debía quedarse sin casar. Pero a través de la historia de la Iglesia estos mismos pasajes han sido utilizados por unos y otros para apoyar sus puntos de vista contradictorios. También en este caso el NT es mucho más estricto que el AT, puesto que la expresión: “quédese sin casar” para un cónyuge que se separa representa un concepto totalmente desconocido en el AT, donde el d. siempre se entiende como una disolución total del vínculo matrimonial, por lo que ambos cónyuges quedan en libertad para contraer nuevas nupcias.

En la historia de la Iglesia se presentaron problemas desde muy temprano en cuanto a permitir que una persona divorciada volviera a casarse. El nuevo casamiento llegó incluso a prohibirse a las viudas. Esos casos eran más abundantes que el de los divorciados. Esto ha cambiado mucho en tiempos modernos, pues ya no se discute el derecho de los que pierden su cónyuge por causa de muerte para casarse de nuevo, pero en muchos círculos cristianos se piensa todavía que no es correcto hacer lo mismo con los divorciados. •Mujer.

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DIZAHAB (Aquello que tiene oro). Lugar que se menciona en relación con el discurso de despedida de Moisés “a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente al mar Rojo,

entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y D.” (Dt. 1:1). Se desconoce cuál es su ubicación actual, pero estaría cerca del monte Sinaí.

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DOCE •Números en la Biblia.

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DOCTORES DE LA LEY •Escribas.

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DOCTRINA Enseñanza. En el AT significa “aquello que se recibe” (“Goteará como la lluvia mi enseñanza” [Dt. 32:2]). En el NT se utilizan varias palabras, mayormente didaquë, unas treinta veces y didaskalia, unas diecisiete veces. Cuando el Señor Jesús enseñaba “la gente se admiraba de su d.; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mt. 7:28–29; Mr. 1:22; Lc. 4:32). Él les decía: “Mi d. no es mía, sino de aquel que me envió” (Jn. 7:16). Al mismo tiempo, les advertía que se guardaran “de la d. de los fariseos y los saduceos” (Mt. 16:6–11) porque era hipocresía y porque estaban “enseñando como d. mandamientos de hombres” (Mt. 15:9). Después de Pentecostés, los convertidos “perseveraban en la d. de los apóstoles” (Hch. 2:42). Los primeros cristianos ponían gran empeño en educar a los nuevos convertidos (Ro. 12:7; 1 Co. 12:28–29). El apóstol Pablo advierte que en los postreros días “algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a d. de demonios” (1 Ti. 4:1) y que “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana d.” (2 Ti. 4:3). Los pastores deben esforzarse en hablar “lo que está de acuerdo con la sana d.” (Tit. 2:1).

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DODAI Oficial del ejército de David que estaba “sobre la división del segundo mes” (1 Cr. 27:4).

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DODANIM Personaje en la descendencia de •Jafet, de quien desciende un pueblo antiguo mencionado en Gn. 10:4 y 1 Cr. 1:7. La Septuaginta traduce en ambos lugares rhodioi porque según la tradición judía D. es una referencia a la isla de •Rodas.

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DODAVA (Amado de Jehová). Padre de Eliezer, profeta que anunció a •Josafat el fracaso de su empresa naviera. D. era de •Maresa (2 Cr. 20:37).

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DODO (Amado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la ascendencia de •Tola, uno de los jueces de Israel (Jue. 10:1).

2. Ahohita, padre de uno de los valientes de David, llamado Eleazar (2 S. 23:9; 1 Cr. 11:12).

3. Padre de Elhanán, uno de los valientes de David que procedía de Belén (2 S. 23:24).

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DOEG Edomita que estaba presente en •Nob cuando David recibió ayuda del sacerdote •Ahimelec. Cuando Saúl se quejaba de que nadie le informaba de los movimientos de David, D. contó lo que vio en Nob. Saúl, lleno de ira ordenó una matanza de sacerdotes, a lo cual se negaron sus siervos, pero que D. ejecutó, destruyendo incluso la ciudad de Nob (1 S. 21:7–9; 22:7–19). Se dice de D. que era “uno de los siervos de Saúl ... el principal de los pastores de Saúl” (1 S. 21:7), pero algunos traducen, en vez de “pastores”, “corredores”, porque interpretan que D. era jefe de la guardia personal de Saúl, de los que corrían delante del rey. En la tradición judía se habla de él como una persona de mucha sabiduría, consejero de Saúl. El Salmo 52 expresa los sentimientos de David en relación con el incidente con D. y Ahimelec.

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DOFCA El primero de los sitios donde se detuvieron los israelitas tras abandonar el desierto de •Sin (Nm. 33:12). Para fines de localización actual, se señala un lugar llamado Serabit el-Kadim, en la península de Sinaí.

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DOMINGO •Día del Señor. •Sábado. •Semana.

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DOMINIO PROPIO Virtud que permite el control de las pasiones, especialmente los apetitos sensuales (2 P. 1:4–8). El término “templanza” se usa para traducir el griego enkrateia, que significa ser dueño de sí mismo (Tit. 1:8; 2:2). El d. p. es fruto del Espíritu Santo en los creyentes (Gá. 5:23). Pablo predicó a •Félix “acerca de la justicia, del d. p. y del juicio venidero”, lo cual espantó al gobernador romano (Hch. 24:25). La palabra “abstenerse” se relaciona con el d. p. Así, “todo aquel que lucha, de todo se abstiene” (1 Co. 9:25), especialmente “de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P. 2:11). Hay que abstenerse “de toda especie de mal” (1 Ts. 5:22).

Las Escrituras alaban a los que pueden controlar su ira, porque “mejor es ... el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Pr. 16:32). Por lo cual se nos anima a no permitir que la ira dure demasiado tiempo (Ef. 4:26). Incluso hay que velar y no dejarse dominar por nada, aunque sean cosas legítimas (1 Co. 6:12). De igual manera, hay que ejercer d. p. en el uso de la lengua (Stg. 3:1–10).

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DON. DONES ESPIRITUALES El término griego carisma, que se traduce como “don”, señala al resultado de una obra que hace el •Espíritu Santo en un creyente, habilitándolo con alguna capacidad especial para el desempeño de una función en el cuerpo de Cristo (Ef. 4:12). El d. es una “manifestación del Espíritu para provecho” (1 Co. 12:7). El Espíritu Santo reparte los d. soberanamente, “como él quiere” (1 Co. 12:11). Esa capacidad así obtenida es una gracia que le sirve para ayudar a la edificación del cuerpo. Ro. 6:23 dice que “la dádiva [carisma] de Dios es vida eterna”. Ese es el primer carisma que todo hombre debe recibir. Luego, “cada uno tiene su propio d. de Dios” (1 Co. 7:7; 1 P. 4:10), como una cualidad irrevocable otorgada por Dios con el llamamiento (Ro. 11:29). Lo ideal es que se pueda decir de una iglesia local: “Nada os falta en ningún d.” (1 Co. 1:7). “Hay diversidad de d.” (1 Co.

12:4), a causa de “la multiforme gracia de Dios”, y hay que saberlos ministrar (1 P. 4:10). A veces el d. está en la persona, pero hay que despertarlo (2 Ti. 1:6).

En el NT se nombran los siguientes d.: En 1 Co. 12:4–11, “Palabra de sabiduría”, “palabra de ciencia”, “fe”, “dones de sanidades”, “hacer milagros”, “profecía”, “discernimiento de espíritus”, “diversos géneros de lenguas”, “interpretación de lenguas”. En Ro. 12:3–8, “profecía”, “servicio”, “enseñanza”, “exhortación”, “repartición”, “presidir”, “hacer misericordia”. En Ef. 4:7–12, “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas”, “pastores”, “maestros”. En 1 Co. 7:9, el “don de continencia”. Hay diferencias de opinión sobre si estas listas deben ser consideradas como exhaustivas o no. •Espíritu Santo.

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DOR (Habitación). Ciudad cananea cuyo rey fue vencido por Josué (Jos. 12:23) junto con otros reyes de Canaán. Fue asignada a la tribu de Manasés (Jue. 1:27), “mas los hijos de Manasés no pudieron arrojar” a los habitantes de D. (Jos. 17:11–12). Vino a ser ocupada por los israelitas en tiempos de David (1 Cr. 7:29). Abinadab, uno de los siervos de Salomón, casado con •Tafat, una de sus hijas, era administrador “en todos los territorios de D.” (1 R. 4:11). Se le identifica con Jirbet el-Burj, pequeño puerto cerca del monte Carmelo.

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DORCAS Mujer creyente de Jope, “una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir D. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hch. 9:36). Tabita en arameo significa “Gacela”. D. murió y Pedro estaba en •Lida “cerca de Jope”, adonde le mandaron a buscar. Al llegar encontró a las viudas “llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que D. hacía”. Pedro oró y la mujer volvió a vivir. De manera directa es la única mujer que se menciona como “discípula” en la Biblia. =Tabita.

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DOS •Números en la Biblia.

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DOTÁN Ciudad de la parte N del territorio de Manasés, en el extremo S del valle de •Jezreel. Además de estar situada en una ruta estratégica para el comercio, tenía muy buenos pastos. Allí José encontró a sus hermanos, que le echaron en un pozo y luego le vendieron (Gn. 37:17–28). •Eliseo residió allí un tiempo y el rey de Siria ordenó rodearla con un ejército para capturarlo porque le dijeron que el profeta informaba todos sus movimientos al rey de Israel. Asustado el siervo de Eliseo, éste le dijo que “más son los que están con nosotros que los que están con ellos” y pidió a Dios que le abriera “sus ojos para que vea” y así pudo constatar la presencia de un ejército angelical que rodeaba a Eliseo (2 R. 6:8–23). Se le identifica con Tell Dothan, a unos 22 km al NO de Siquem.

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DOTE Como las hijas eran propiedad del padre, el novio tenía que adquirir de éste ese derecho mediante el pago de una suma de dinero o entregando algunos bienes. Eso constituía la d. (Éx. 22:17). Así, el siervo de Abraham “dio cosas preciosas” al hermano y la madre de •Rebeca (Gn. 24:53). Cuando •Siquem pide a •Dina para su hijo dice: “Aumentad a cargo mío mucha d. y dones y yo daré cuanto me dijeres” (Gn. 34:12). David no se sentía merecedor de casarse con una hija de Saúl porque era “un hombre pobre”, pero le convencieron diciéndole que “el rey no desea la d., sino cien prepucios de filisteos” (1 S. 18:23–25). En otros casos, la d. era a

la inversa, es decir, el padre hacía un regalo a la hija, que aportaba esa propiedad al matrimonio, constituyendo su d. Cuando •Acsa, hija de Caleb, se casa con •Otoniel, le pide a su padre tierras con “fuentes de aguas” (Jos. 15:19; Jue. 1:15). Un Faraón tomó una ciudad y la dio como d. a su hija que casó con Salomón (1 R. 9:16). •Matrimonio.

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DOXOLOGÍA Especie de fórmula mediante la cual se invita a la alabanza de la gloria de Dios. Casi siempre es una exhortación al ser humano (Jos. 7:19). Se bendice con ella al Señor (Sal. 66:20; 72:19). La expresión es muy característica de los Salmos. En el NT aparece también la fórmula con la bendición a Dios (Ro. 1:25; 9:5; 2 Cor. 1:3; 11:31; Ef. 1:3; 1 P. 1:3). Se bendice a veces al Padre y al Hijo. Casi siempre al final de la fórmula se termina con las palabras “por los siglos” y “amén”.

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DRACMA Signo monetario griego. Era una moneda de plata que pesaba 4.3 gr. Equivalía a un denario romano o a un cuarto de siclo. Un d. era el pago por la labor de un obrero en un día. El impuesto que se pagaba al •templo era de dos d. (medio siclo) por persona. El “estatero” mencionado en Mt. 17:27 era una moneda que tenía el valor de 4 d., lo cual era suficiente para cumplir con la obligación (“dáselo por mí y por ti”). Había también monedas que valían dos d. •Pesos y medidas de la Biblia.

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DRAGÓN Palabra utilizada para traducir el término hebreo tannin, que hace referencia a un monstruo acuático. Así, en el día quinto “creó Dios los grandes monstruos marinos [tannin], y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron” (Gn. 1:21). Es un animal enorme que puede tragar a una persona. “Faraón, rey de Egipto, el gran d. que yace en medio de sus ríos” (Ez. 29:3) es una expresión que usa la figura del gran cocodrilo del Nilo para simbolizar el poder egipcio. El protegido de Dios hollará “al cachorro del león y al d.” (Sal. 91:13). En Apocalipsis, Satanás es descrito como un d. con “siete cabezas” (Ap. 12:3–17; 13:2; 16:13; 20:2), idea que está relacionada con el Sal. 74:14, donde aparece Dios magullando las “cabezas” del •leviatán, que es la personificación del caos, al cual Dios vence. No debe confundirse el d. mencionado en la Biblia con el animal de la mitología china del mismo nombre. •Animales de la Biblia.

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DRUSILA Esposa del procurador romano Félix. Estando Pablo preso, vino “Félix con D. su mujer, que era judía”. Pablo les predicó “acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero”, de lo cual “Félix se espantó” (Hch. 24:24–25). Es posible que el mensaje le tocara de cerca porque D. era una mujer bellísima, hija menor de Herodes Agripa I, y Félix la había convencido de que se divorciara de su esposo Azizos, rey de Emesa, una ciudad en Siria y se casara con él, que también era divorciado. D. y Félix tuvieron un hijo. Los tres murieron en la erupción del Vesubio del año 79 d.C.

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DUELO Es la expresión de pena y dolor por la muerte de un ser querido, pariente, amigo o dignatario. Cuando murió su esposa, Abraham vino a •Hebrón “a hacer d. por Sara, y a llorarla” (Gn. 23:2). Los egipcios hicieron d. por Jacob durante setenta días (Gn. 50:3) y luego le endecharon “con grande y muy triste lamentación” (Gn. 50:10). Entre aquellos pueblos las manifestaciones de dolor en caso de muerte se hacían de manera abierta y

sumamente expresiva. Cuando Rubén vio que su hermano José no aparecía “rasgó sus vestidos” (Gn. 37:29). Lo mismo hizo Job cuando supo de la muerte de sus hijos (Job 1:20) y •Mardoqueo al enterarse del decreto en contra de los judíos (Est. 4:1). Este gesto de d. es quizás el más característico entre los israelitas (2 S. 1:11; 13:31; Esd. 9:3), aunque le estaba prohibido al sumo sacerdote (Lv. 21:10).

Las mujeres tenían vestiduras especiales que se usaban en señal de duelo (Gn. 38:14; 2 S. 14:2). Los hombres podían ponerse un vestido de •cilicio (2 S. 3:31; Est. 4:1), como hizo Jacob, que “guardó luto por su hijo muchos días” (Gn. 37:34). Se acostumbraba lamentar al muerto echándose polvo o ceniza sobre la cabeza (Jos. 7:6; Job 2:12; Lm. 2:10). El que estaba de d. se abstenía de adornos, aun de bañarse (2 S. 12:20; 19:24). Golpearse el pecho era señal de d. (Nah. 2:7). De la misma manera era usual quitarse el turbante (Ez. 24:17) y raparse el cabello (Dt. 21:12; Is. 22:12; Am. 8:10). Al llorar, los dolientes se hacían rasguños y se tiraban del pelo (Jer. 16:6), pero estaba prohibido hacerse incisiones o heridas que dejaran cicatrices, como acostumbraban los paganos (Lv. 19:27–28). Por lo general se presenta al doliente sentado en el suelo, o yaciente (Job 2:13; Jon. 3:6). La música y la danza cesaban durante el d. (Lm. 5:15), con excepción de la música fúnebre, contratándose a veces personas que la tocaran, especialmente flautistas (Mt. 9:23). También se contrataban plañideras profesionales (Jer. 9:17; Mr. 5:38). La “lamentación” expresaba en música y verso el d. por una persona o por una tragedia nacional. En la manifestación final del reino de Dios no habrá “más llanto, ni clamor, ni dolor” (Ap. 21:4).

DUMA (Silencio). Nombre de personas y lugares del AT.

1. Hijo de Ismael (Gn. 25:14; 1 Cr. 1:30). Sus descendientes formaron una tribu árabe.

2. Ciudad asignada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:52). Pro-bablemente Deir ed-Domeh, a unos 10 km al SO de Hebrón.

3. Lugar mencionado por Isaías (21:11–12) en un breve oráculo dirigido contra Edom

DURA (Cerco, muro). Gran planicie en Babilonia. “Nabucodonosor hizo una estatua de oro ... la levantó en el campo de D., en la provincia de Babilonia” (Dn. 3:1). Se señalan varias localidades como posible ubicación, pero no hay certeza de ninguna.

E

EBAL (Desnudo, pelado). Nombre de personas y un lugar del AT.

1. Descendiente de Esaú. Hijo de Sobal (Gn. 36:23; 1 Cr. 1:40).

2. Semita. Descendiente de Joctán (1 Cr. 1:22). = •Obal (Gn. 10:28).

3. Monte al N de •Siquem, de unos 940 m de altura. Dios ordenó que en el momento de entrar a la Tierra Prometida, los israelitas deberían poner “la bendición sobre el Monte Gerizim y la maldición sobre el monte E.” (Dt. 11:29), lo cual se realizó bajo el mando de Josué tras la victoria sobre •Hai cuando “edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte E.” y “escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés”, y puso a los hijos de Israel “la mitad ... hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte E.”, y leyó “todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley” (Jos. 8:30–34). Mientras hacía esto el arca del testimonio estaba en el valle entre los dos montes.

ÉBANO Árbol que produce una madera muy dura, de color negro. Es mencionada entre las mercaderías con que negociaba Tiro. (Ez. 27:15). Nombre científico: Disospyros ebenum. •Plantas de la Biblia

EBED (Sirviente). Nombre de personas del AT.

1. Padre de Gaal, aquel que desafió a •Abimelec y fue derrotado por éste (Jue. 9:26–40).

2. Una de las personas que regresó con Esdras del exilio (Esd. 8:6).

EBED-MELEC (Sirviente del rey). “Hombre etíope, eunuco de la casa real” en tiempos del rey •Sedequías, que denunció a éste el abuso cometido contra Jeremías al ponerle en una cisterna en el patio de la cárcel y pidió misericordia para el varón de Dios. Recibió la orden de usar treinta hombres para ir a sacar al profeta, lo cual logró echando “trapos viejos y ropas raídas y andrajosas” a la cisterna para que se las pusiera “bajo los sobacos, debajo de las sogas” (Jer. 38:7–13). Por esta obra de bien Dios prometió a E. por vía de Jeremías que no sería muerto cuando Jerusalén cayera en manos de los caldeos (Jer. 39:15–18).

EBEN-EZER (Piedra de ayuda). Nombre de lugares del AT.

1. Localidad cerca de •Afec donde los filisteos derrotaron a los israelitas en tiempos de •Elí, y tomaron el arca que había sido traída por éstos al campo de batalla. Allí murieron los hijos de Elí (1 S. 4:1–11).

2. Nombre que utilizó Samuel para designar una piedra conmemorativa de la derrota de los filisteos en sus días. Primeramente había animado a los israelitas al arrepentimiento. Éstos “quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová”, por lo cual en el día de la batalla “Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos”, que huyeron. Los israelitas los persiguieron “hasta abajo de Bet-car. Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre E., diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 S. 7:1–12).

EBER En tiempos de •Esdras y •Nehemías se intentó restaurar las órdenes sacerdotales establecidas por David. E. aparece como cabeza de la familia organizada bajo el nombre de •Amoc (Neh. 12:20).

EBIASAF (Padre ha aumentado). Hijo de Coré, de la familia de levitas (1 Cr. 6:23, 37; 9:19). En Éx. 6:24 es llamado •Abiasaf.

EBLA Antigua ciudad de Siria. Se encontraba a unos 48 km al sur de Alepo, en un lugar conocido hoy como Tell Mardikh. Los arqueólogos descubrieron en sus ruinas el testimonio de la existencia de un gran reino o imperio de vigencia alrededor de los años 2300 a.C. En los restos de un palacio se encontraron miles de tabletas de arcilla escritas en una lengua totalmente desconocida, que pudieron ser parcialmente descifradas gracias al hallazgo de un vocabulario bilingüe de ese idioma y el sumerio. Aunque el nombre de E. no aparece en la Biblia, existen otros documentos hititas y egipcios que sí lo mencionan. Algunas de las tablillas contienen datos acerca de la historia del reino de E., con referencias a nombres que vemos utilizados en la Biblia, como Abraham, Esaú, Saúl, Israel y David. Hasta el descubrimiento de estos documentos esos nombres sólo se conocían en la Biblia, sin que en ningún otro lugar del Oriente Medio se los utilizara. Por eso y otros datos de importancia, esta civilización se considera de gran interés para los estudiosos de las Escrituras y la historia de Israel. Entre las tablillas descubiertas en E. algunas mencionan a ciudades como •Harán, •Sodoma y •Gomorra.

ECLESIASTÉS, LIBRO DE En el canon hebreo, el l. de E. formaba parte de los Escritos (Ketuvim), dentro de la sección llamada Megillot (los cinco rollos), junto a Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones y Ester. Por su carácter, esta obra es considerada como una de las mejores muestras de la literatura sapiencial ( •Sabiduría), en la cual se transmiten ideas que encierran la reacción pensada del hombre frente a su experiencia diaria, las conclusiones a las cuales llega y los consejos que quiere trasmitir, todo llevado al propósito último de vivir la vida lo mejor posible.

La perspectiva básica de E. surge evidente en su repetida declaración de que está hablando de las cosas “debajo del sol”, es decir, desde el punto de vista humano. La frase “debajo del sol” se usa como una precaución muy sugestiva más de treinta veces, como para enfatizar que todos sus juicios se limitan a lo observable en la vida presente. No se pretende, por lo tanto, teorizar con fines doctrinales que vayan más allá de eso. Simplemente, se quiere expresar el pensamiento humano normal y corriente, sin pretensiones de revelación. Sus expresiones no son, entonces, buena base para construir sobre ellas doctrinas desde un punto de vista “más allá del sol”.

Autor y fecha. El libro está escrito en primera persona. El autor se llama a sí mismo Cohélet. El término viene de cahal, que significa “asamblea”, o sea ecclesia en griego. Los traductores de la Septuaginta usaron esa palabra para designar al libro de E. Cohélet es, entonces, uno que habla frente a una asamblea, enseñando. Por eso el libro comienza: “Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén” (Ec. 1:1). Estas frases introductorias parecen señalar a Salomón como el posible autor de E. y así se creyó desde el principio de la iglesia. Pero, en realidad, el libro no menciona el nombre de Salomón. La expresión “hijo de David” puede ser utilizada para cualquiera de los reyes de la línea davídica. Por otra parte, el decir “yo fui rey en Jerusalén” (Ec. 1:12) no parece propio de Salomón, que hubiera dicho “soy rey”. En adición a esto, el autor dice: “También tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén” (Ec. 2:7). Esas palabras no suenan como de Salomón por el hecho de que antes de él sólo reinaron Saúl y David.

Finalmente, la situación social y política llena de injusticia que presenta el libro no encaja dentro de lo que sabemos que acontecía en tiempos del rey sabio. Por estas razones y porque el hebreo de E. es muy posterior al de uso corriente en días de Salomón, se piensa que es posible que el origen del libro se remontara a esos días, pero que fue ampliado, editado y aumentado mucho en tiempos posexílicos. La fecha más reciente que se menciona para el libro de E. es 200 a. C.

El Dios Soberano. Fuera quien fuera Cohélet, lo cierto es que se trataba de un hombre extremadamente religioso. Mientras en el libro de Ester no aparece el nombre de Dios, Cohélet lo menciona unas cuarenta veces en doce capítulos. Para él la vida se desarrolla, sí, con muchos contrastes y diferencias, pero toda ella sujeta a la decisión final de un Dios soberano. Dios es el que da el trabajo y la posibilidad de gozarse en el mismo (2:24). Dios da sabiduría a quien quiere (2:26). Gozar de la vida es don de Dios (3:13). Todo lo que Dios hace será perpetuo (3:14). Dios restaura lo que pasó (3:15). Dios está en el cielo (5:2). Dios es el que da días de vida (5:18). Dios es el que da las riquezas a quien quiere (5:19), etcétera, etcétera. No hay que asombrarse de que la conclusión de Cohélet sea “teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (12:13).

El especial método de Cohélet. Pero para llegar ahí nuestro hombre utiliza una dialéctica muy especial, colocando hechos uno al lado de otro, comparándolos, asombrándose, cayendo en el lamento unas veces y con aire festivo otras. Este método poco convencional hace que muchos se confundan porque no toman el libro en su conjunto, sino que ponen el acento en las frases que sus prejuicios o juicios previos les aconsejan. Es preciso insistir en que la única

manera de entender a Cohélet es tomando su discurso en su conjunto. Una afirmación que es tomada de manera aislada, sin su contrapartida en el resto del texto, produce confusión. Nuestro hombre utiliza un método de comparaciones, como si hiciera uso de una balanza, poniendo un concepto en un platillo, luego otro en el otro, y así sucesivamente, para luego sacar sus conclusiones finales.

Las contradicciones de la vida. No se infunde el temor a Dios negando las contradicciones. Y mucho menos tratando de reconciliarlas. Cohélet parte de la idea básica de que la persona humana tiene una especie de “conciencia de eternidad”, que Dios mismo ha puesto en ella. Eso es lo que capacita al hombre para hacer preguntas. Pero el Dios que puso eternidad en nuestro corazón (3:11) dándonos la capacidad inquisitiva de que hacemos gala a cada rato, decidió, en su soberana voluntad, no poner en ese mismo corazón la capacidad de poder contestar a todas las preguntas, y se encuentra sin poder “entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (3:11). Desde su perspectiva, limitada a como se ven las cosas “debajo del sol”, sin alusión a un futuro más allá de ese sol porque lo desconoce, porque no le ha sido revelado todavía, trata de buscar un equilibrio entre tantos altibajos de las circunstancias y las cosas, entendiendo que tanto las unas como las otras vienen, en última instancia, de Dios.

Cuenta que hubo un tiempo en que creyó que la sabiduría era la respuesta. Por lo tanto, se dedicó “a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos” (1:17). Pero encontró que el mucho saber no es nada dulce, es molestoso “y quien añade ciencia, añade dolor” (1:18). Ante una declaración como esa lo lógico era esperar que continuara rechazando la sabiduría por completo. Pero no. A pesar de la molestia y el dolor que ella trae, su recomendación constante es a que se la busque. Él mismo la buscó y la conservó (2:9), porque reconocía que con ella era mejor vivir la vida. “Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores” (7:12). Por un lado la rechaza y por el otro la recomienda.

Las obras de Dios y las obras del hombre. Una de las cosas que molestan a Cohélet es la futilidad del trabajo humano. Se puso a examinarlo detenidamente y terminó diciendo que es vanidad. Mientras todo lo que hace Dios es inmutable y permanente (7:13), el ser humano se empeña en una febril actividad que termina dejándole las manos vacías. Mientras las obras de Dios están marcadas de infinitud, el hombre no sólo no las puede imitar, sino que ni siquiera las puede alcanzar con la mente (8:17). En su propia experiencia, habiéndose embarcado en una serie de actividades productivas y creadoras, al terminar de ellas encuentra, en sus propias palabras: “Miré luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (2:11).

El problema de la muerte. Lo peor de todo, en la perspectiva subsolar, es que tanto el sabio como el necio terminan con la muerte, que es un acontecimiento nivelador. “Como mueren los unos, así mueren los otros” (3:19). El panorama que ve es oscuro. Sólo sabe, con el autor de Hebreos, que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He. 9:27). No sabe más. No ha recibido luz sobre el estado del hombre entre la muerte y el juicio, ni de lo que viene después del juicio. Habla de lo que ve, hasta donde alcanza su vista, sin telescopio de revelación. “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (3:21), dice. Sin embargo, al término de su discurso hace una declaración de fe muy clara: “El Espíritu vuelve a Dios, que lo dio” (12:7).

El problema de las injusticias. “Vi más debajo del sol: lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad” (3:16). “Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la

fuerza estaba en la mano de sus opresores” (4:1). El cuadro general de la humanidad, cuando la contemplamos desde esa óptica, nos parece un desorden. Aquellos que no han recibido el don de la fe, viendo eso, aumentan su resistencia a Dios. Cohélet, sin embargo, llama la atención de sus oyentes a la existencia de un orden en el mundo. “Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos” (5:8).

El placer como don divino. “Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor” (3:12). La legitimidad del placer se hace patente al hablar de su origen: viene de Dios. La ilegitimidad de su uso consiste, no en su disfrute, sino en su endiosamiento. Cohélet anima al placer. “En el día del bien goza del bien” (7:14). Pero no lo pongas como meta de tu vida. ¡Cuán lejos se encuentran las palabras de Cohélet de la enseñanza del monaquismo y del ascetismo que todavía hoy trata de imponer una concepción de Dios totalmente ausente de alegría! El placer que viene de Dios es un don concedido con el específico propósito de que sea disfrutado. Hacerlo es obedecer, porque se hace lo que Dios decidió. “Goza de la vida con la mujer que amas” (9:9) por ejemplo, no es una recomendación que se hace por condescendencia a la flaqueza de la carne. Tómese la expresión dentro del marco de lo que el Dios soberano ha establecido para su creación, y las cosas se verán totalmente distintas.

La juventud y la vejez. Es evidente que el discurso de Cohélet tiene la intención de enseñar a personas que tienen todavía por delante un largo trecho por vivir. Su énfasis en animar al disfrute del bien, sus advertencias contra la necedad, la recomendación de la sabiduría, todo hace pensar que en su mente estaba una población de oyentes jóvenes. Para él “todo es vanidad”, incluidas la adolescencia y la juventud (11:10). Pero aunque todas las cosas son vanidad, la vejez es la más vana de ellas. La descripción que hace de la ancianidad, un poema considerado como de lo mejor que se haya escrito sobre el tema, tiene la intención de alertar a sus oyentes sobre lo que les espera. Va a llegar la etapa de la vida en que cada momento es molestoso, “los años en los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (12:1). ¿Qué quieres tener en ese momento? La seguridad de que viviste tus días en el temor de Dios, gozando cuanto él te dio y considerando seriamente tu conducta cada vez que él permitió que te azotara el mal. No te dice Cohélet que te abstengas del disfrute de las cosas. Todo lo contrario. Pero sin olvidar un sólo momento que “Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (12:14).

ECLESIÁSTICO Libro apócrifo perteneciente a la llamada literatura sapiencial. Originalmente su título hebreo parece que era “Sentencias de Jesús Ben-Sirá, o hijo de Sirá”, pero el nombre actual le vino porque las iglesias de los primeros siglos, especialmente de habla latina, lo utilizaban mucho y le llamaban el Eccelesiasticus (perteneciente a la Iglesia). Así pasó a la Vulgata. El autor fue un judío emigrado a Egipto alrededor del año 180 a.C. En el famoso hallazgo de documentos de la Guenizá de El Cairo en el año 1896 se encontró un texto hebreo original de este libro, completo en 60%. Hasta esa fecha sólo se conocían traducciones griegas. E. no formó parte del canon judío, pero fue siempre tenido en alta estima por los rabinos. Contiene una serie de máximas, sentencias y consejos relativos a la mejor manera de vivir. Incluye una alabanza a la sabiduría de Dios y elogios sobre la vida de prominentes hombres de la historia de Israel. •Apócrifos y pseudoepigráficos del AT, Libros.

ECRÓN (Lugar árido). De las cinco ciudades principales de los filisteos, era la que quedaba más al N. Fue adjudicada a la tribu de Judá (Jos. 15:11) y en efecto conquistada (Jue. 1:18). Cambió varias veces de manos, ya con los israelitas o los filisteos. En tiempos de Elí y Samuel estaba bajo dominio filisteo, los cuales tomaron en batalla el arca de Dios y la

llevaron a E. (1 S. 5:10), pero tuvieron que devolverla por los problemas que esto les acarreó (1 S. 6:1–17). Cuando David mató a Goliat, los filisteos huyeron hasta E. (1 S. 17:52). En tiempos de Elías, el rey Ocozías consultó “a Baal-zebub dios de E.” tras sufrir una caída, lo cual motivó una reprensión del profeta (2 R. 1:3, 6, 16). Varias veces aparecen en el AT profecías en contra de las cinco ciudades filisteas, entre ellas E. En Jer. 25:17–20 se menciona entre los que habrían de beber de la copa de la ira divina “para ponerlos en ruinas, en escarnio y en burla y maldición”. En Am. 1:8, Dios dice: “Volveré mi mano contra E. y el resto de los filisteos perecerá”. “E. será desarraigada” (Sof. 2:4). “Su esperanza será confundida” (Zac. 9:5). Estas profecías señalan los desastres acaecidos a E. por vía de la invasión asiria de Sargón II en el año 712 a.C. Mucho después fue también saqueada por los caldeos. Varios lugares se mencionan como posible localización de E. Entre otros, `Aquir, que se encuentra a 16 km al NE de Asdod y Qatra, a unos 13 km en la misma dirección.

ECRONITA, ECRONEO Habitante de Ecrón (Jos. 13:3; 1 S. 5:10).

EDAR Nombre de lugar y de persona en el AT.

1. Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:21).

2. Levita, hijo segundo de Musi, en la descendencia de Merari (1 Cr. 23:21–23).

EDÉN (Delicias). Nombre de lugares y de una persona del AT.

1. Lugar donde Dios puso a Adán y Eva. Allí residieron hasta la •caída. Fue un huerto plantado por Dios con “todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer”. También estaban allí “el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gn. 2:8). De E. salía un río que se dividía en cuatro brazos (Gn. 2:10–14). La responsabilidad de Adán consistía en labrar el huerto y guardarlo (Gn. 2:15). Ezequiel hace una hipérbole comparando a Faraón con un árbol que llegó a darle envidia a “todos los árboles de E.” (Ez. 31:1–18). Después de la •caída, Dios impidió el acceso al huerto (Gn. 3:24).

A través de la historia muchos han hecho esfuerzos por identificar el sitio donde se encontraba el E., todos con resultados negativos. Incluso Cristóbal Colón, ante la exuberancia del paisaje americano, creyó haberlo encontrado. Casi siempre se olvida que el •diluvio bien pudo hacer imposible esa identificación.

2. Ciudad de Mesopotamia conquistada por los asirios. •Rabsaces la menciona en su famosa alocución ante los muros de Jerusalén en días de Ezequías (2 R. 19:12; Is. 37:12). Ezequiel la menciona entre las que comerciaban con Tiro (Ez. 27:23). Se desconoce su ubicación exacta.

3. Levita que en tiempos de •Ezequías trabajó en la limpieza de la casa de Jehová (2 Cr. 29:12). Era uno de los encargados “de la distribución de las ofrendas a Jehová y de las cosas santísimas” que las repartían entre sus hermanos (2 Cr. 31:14–16).

EDOM. EDOMITAS (Tierra roja). Nombre de persona y de lugar en el AT.

1. Sobrenombre de •Esaú, que le fue puesto por el color del guiso por el cual vendió su primogenitura (Gn. 25:30).

2. Pueblo formado por los descendientes de Esaú. Su territorio quedaba al SE de Israel, al S de la Transjordania. Es un territorio montañoso que se extiende desde el mar Muerto hasta el mar Rojo, donde queda el puerto de •Ezión-geber. Al N de E. moraban los moabitas. Se reconoce esta tierra también como “la tierra de Seir, campo de Edom” (Gn. 32:3), o “la tierra de Seir” (Gn. 36:30), o “el monte de Seir” (Dt. 1:2), o “los campos de Edom” (Jue. 5:4). El nombre de Seir parece ser anterior y estaba relacionado con los horeos, primitivos habitantes de la región (Gn. 36:20; Dt. 2:12). La capital de E. era •Bosra (Am. 1:12; Jer. 49:13). Esaú fue a habitar a E. “separándose de Jacob su hermano. Porque los bienes de ellos eran muchos; y no podían habitar juntos” (Gn. 36:6–7).

Cuando los israelitas vinieron a ocupar Canaán, ya hacía mucho tiempo que había reyes en E. Una lista de ellos aparece en Gn. 36:31–43. Al llegar a •Cades, los israelitas pidieron permiso al rey de E. para pasar por su territorio “por el camino principal”. A pesar de que Moisés fue cuidadoso en decir que les hablaba “Israel tu hermano” (Nm. 20:14–18), los edomitas se negaron. La vieja rencilla entre Jacob y Esaú pervivía. En tiempos de Saúl, hubo guerra entre los israelitas y los edomitas (1 S. 14:47), situación que se repetiría una y otra vez. El Sal. 83 presenta a los edomitas en alianza con otros pueblos en contra de Israel (Sal. 83:5–8). Bajo su reinado David conquistó a E., y murió gran cantidad de sus habitantes (2 S. 8:13–14; 1 Cr. 18:12–13; Sal. 60 tít.). David dejó a E. bajo un gobernador. Esta conquista fue muy importante, puesto que E. dominaba las rutas terrestres desde el mar Rojo y el puerto de Ezión-geber. •Hadad, un descendiente del último rey edomita, se convertiría, sin embargo, en un dolor de cabeza para Israel en días de Salomón. No obstante, parece ser que E. estuvo completamente sometida durante el reinado de •Josafat como puede verse por el hecho de que éste intentó una empresa marítima desde Ezión-geber (1 R. 22:48–49). E. logró su independencia en días del rey Joram (2 R. 8:22).

Como vasallos de Judá, los edomitas actuaron aliados a éste con el rey de Israel para atacar a los moabitas (2 R. 3:5–27). Esa campaña no fue totalmente exitosa, lo cual permitió que poco más tarde los edomitas se rebelaran “contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos” (2 R. 8:20). Esta independencia duró unos sesenta años, hasta que en el reinado de •Amasías “éste mató ... a diez mil edomitas en el Valle de la Sal”. De nuevo E. fue tratado con mucha crueldad, pues “los hijos de Judá tomaron vivos a otros diez mil, los cuales llevaron a la cumbre de un peñasco, y de allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos” (2 R. 14:7; 2 Cr. 25:11–12). Al parecer •Uzías, el hijo de Amasías, completó la conquista de E., pues se dice de él que “reedificó ... a Elat, y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres” (2 R. 14:22). Pero aprovechando el ataque conjunto de los reyes de Siria e Israel contra Judá, los edomitas volvieron a obtener su independencia en días de •Acaz. “El rey de E. recobró Elat para E., y echó de Elat a los hombres de Judá” (2 R. 16:6). Los edomitas llegaron incluso a incursionar en territorio de Judá, tomando prisioneros (2 Cr. 28:17).

Tras la conquista asiria, E. vino a ser un reino vasallo, al igual que las demás naciones en el Oriente Medio. Así es presentado en inscripciones que se conservan de los reyes •Tiglat-pileser III, •Esar-hadón y •Senaquerib. Cuando los reyes de Moab, Amón, Tiro, Sidón y Judá conspiraban para librarse del yugo caldeo, los edomitas participaban en el proyecto (Jer. 27:1–11). Al producirse la invasión caldea, sin embargo, E. se puso del lado caldeo en el ataque contra Jerusalén. En el Sal. 137:7 se recuerda ese hecho (“Oh Jehová, recuerda contra los hijos de E. el día de Jerusalén, cuando decían: Arrasadla, arrasadla”) De igual manera Lm. 4:21 (“Gózate y alégrate, hija de E., la que habitas en tierra de Uz”). Es por causa de esos acontecimientos que Isaías lanza oráculos contra E.:

“Porque en los cielos se embriagará mi espada, he aquí que descenderá sobre E. en juicio.... Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion” (Is. 34:5, 8; 63:1–6). También Jeremías 49:7–22 y todo el libro de •Abdías.

E. fue combatido por tribus árabes, y perdieron su territorio. Se fue replegando hacia el S de Judá, donde finalmente fueron conocidos como •Idumea. Pero todavía en el período helénico persistían los malos sentimientos entre edomitas y judíos. Ben Sira, el autor del Eclesiástico, escribió: “Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación: los habitantes de la montaña de Seir, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem” (Si. 50:25–26). En las guerras entre la dinastía asmonea y los seléucidas, los edomitas ayudaron a estos últimos. Judas Macabeo combatió mucho a los edomitas o idumeos, los cuales fueron vencidos en días de Juan Hircano, a fines del siglo II a.C. Se obligó a los idumeos a circuncidarse, en una conversión forzada al judaísmo. Desde entonces se consideraban parte del pueblo judío. Finalmente, un idumeo, •Herodes el Grande, llegaría a reinar sobre los judíos.

EDREI Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad o lugar de los amorreos que fue escenario de una batalla con los israelitas: “Salió contra ellos Og rey de Basán, él y todo su pueblo, para pelear en E.” (Nm. 21:33; Dt. 1:4; 3:1; 3:10; Jos. 12:4; 13:12; 13:31). Tras la victoria israelita, E. fue asignada a “la mitad de los hijos de Maquir conforme a sus familias” (Jos. 13:31). No es segura su localización, pero se señala como probable a Dera, a unos 24 km de Irbid.

2. Ciudad adjudicada a la tribu de Benjamín (Jos. 19:37).

EDUCACIÓN En los tiempos de los patriarcas la familia era la unidad básica en términos socio-económicos. Dentro de ella se producía el fenómeno de la e., mediante el cual los más jóvenes eran entrenados en las costumbres heredadas de sus antepasados. Según se fue desarrollando la historia, algunas personas (y luego familias y clanes) se especializaron en una determinada actividad productiva, pasando de padre a hijo los conocimientos.

Cuando las tribus de Israel vivieron en Egipto, estuvieron sin duda influenciadas por la cultura de ese país. Moisés fue “enseñado ... en toda la sabiduría de los egipcios” (Hch. 7:22). Al salir de aquel país y recibir el pacto en el Sinaí, los israelitas tenían la obligación de enseñar a las sucesivas generaciones la vida de los patriarcas, las leyes del pacto y las grandes acciones de Dios en su historia, especialmente el •Éxodo. Los propósitos de la e. israelita pueden resumirse en las palabras de Éx. 19:6. Dios quería hacer “un reino de sacerdotes, y gente santa”. Por eso uno de los postulados básicos de la e. era que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Sal. 111:10; Pr. 1:7).

Los sacerdotes tenían la responsabilidad de enseñar al pueblo la ley. No debían cobrar nada por ello, porque Miqueas critica a los sacerdotes que “enseñan por precio” (Mi. 3:11). También había un entrenamiento para los hijos de los sacerdotes. No se tienen noticias precisas de cómo se hacía esto, pero es evidente que se desarrollaba un proceso educativo dirigido al conocimiento de la ley sagrada, que incluía también ciertos datos sobre enfermedades y problemas civiles. Un sacerdote comenzaba a ejercer la función a la edad de treinta años y los levitas a la de veinticinco. Eso indica que el período de aprendizaje era bastante largo en ambos casos. Al final del proceso de entrenamiento de un levita se incluía la práctica, pues se les traía a servir en el •templo (“Y echaron suertes para servir por turnos, entrando el pequeño con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo” [1 Cr. 25:8]).

El método preferido de los educadores, fueren padres o sacerdotes, era la repetición (“Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos”

[Dt. 6:6–7]). Se dieron instrucciones precisas de reunir al pueblo por lo menos “cada siete años” a fin de leerle la ley (“... para que aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios” [Dt. 31:9–12]). Es posible que las palabras en Is. 28:9–13 estén basadas en la experiencia de un maestro que enseña a sus discípulos (“¿A quién se enseñará ciencia, a quién se hará entender doctrina?... Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea” etcétera).

Otro método que se utilizaba era el de contar historias, por medio de las cuales los niños aprendían los hechos de sus antepasados, siempre con énfasis en un Dios que actúa en los eventos. Los versos de fácil memorización y los proverbios eran otros de los medios de que se valían los israelitas para enseñar, como puede verse en el Sal. 78:1–4 (“Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová...”).

Los niños aprendían el oficio de pastor o agricultor observando a sus padres. Las niñas eran entrenadas para manejar los asuntos domésticos. En ambos casos, la práctica de lo aprendido se hacía a una edad muy temprana. En la familia real se establecieron ciertas costumbres con el fin de garantizar que los príncipes tuvieran una buena e. Uno de los funcionarios de David tenía la responsabilidad de la e. de los hijos del rey (“... y Jehiel hijo de Hacmoni estaba con los hijos del rey” [1 Cr. 27:32]). De un estudio de los libros de los profetas se deduce que los príncipes y funcionarios reales eran entrenados en las artes de la guerra, el gobierno, la diplomacia y la religión de Israel. En el libro de Deuteronomio se supone que el rey sería alguien que pudiera leer el libro de la ley (“... escribirá para sí en un libro una copia de esta ley ... y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida” [Dt. 17:18–19]).

La utilización del alfabeto tuvo un impacto extraordinario en los procesos educativos. Antes de eso, la escritura estaba limitada a un estrechísimo círculo de escribas profesionales y sacerdotes, que eran los únicos que podían manejar las complicadas técnicas de la escritura cuneiforme o jeroglífica. Con el alfabeto ese círculo se amplió. Cualquier ciudadano podía aprender esos signos elementales y componer sus palabras combinándolos. Un escriba israelita sólo tenía que aprenderse unos veintidós signos, en comparación con los cientos que utilizaban sus contemporáneos en otras naciones. La aritmética la enseñaban los padres a los niños a edad muy temprana (“Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar” [Is. 10:19]), pero solamente lo necesario para resolver los problemas cotidianos ( •Números en la Biblia).

Las colecciones de proverbios y dichos sapienciales eran una especie de libros de ética que se utilizaban en el entrenamiento de los más jóvenes, especialmente aquellos que tendrían alguna función en la corte. Se quería trasmitir así a las nuevas generaciones la sabiduría y las virtudes de sus antepasados. Estos proverbios y trozos de la literatura sapiencial se aprendían de memoria, procurándose luego que sirvieran de guía en la vida diaria. Es de notar que para facilitar el aprendizaje, los proverbios usan varios métodos. Algunos de ellos no son fáciles de percibir en otros idiomas, puesto que relacionaban sonidos parecidos de varias palabras hebreas, abundando las aliteraciones. Más fácil de detectar es el método que usa un orden numérico como ayuda para la memoria: “Tres cosas me son ocultas; aun tampoco sé la cuarta: el rastro del águila en el aire, el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio del mar; y el rastro del hombre en la doncella” (Pr. 30:18–19). También los acrósticos eran muy comunes. El elogio de la mujer virtuosa está escrito en esa forma (Pr. 31:10–31).

Los profetas acostumbraban formar grupos. Los soldados que Saúl envió a matar a David en casa de Samuel se encontraron con “una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía” (1 S. 19:20). Algunos hombres de Dios tenían discípulos con los cuales compartían conocimientos y experiencias. Pero estaba claro que el oficio de profeta no se aprendía, sino que era un llamamiento de Dios (2 R. 2:9–10).

Después del exilio, con la aparición de las sinagogas, se consiguió un nuevo instrumento para el fomento de la e., pues éstas se convirtieron, en la práctica, en centros de enseñanza, en adición a sus funciones culturales. Cuando se lee en Mt. 9:35 que el Señor Jesús recorría “todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos”, no debe pensarse que esta actividad sólo se hacía en los sábados. En el resto de la semana, la sinagoga era utilizada también. Las escuelas, como tales, no se mencionan en el AT. Surgieron en Israel en el siglo inmediatamente anterior al nacimiento del Señor Jesús. Un famoso erudito y líder del •Sanedrín, llamado Simeón Ben Shetah, fue el primero que creó escuelas elementales en Jerusalén y ciudades aledañas, haciendo obligatoria la enseñanza, que antes era responsabilidad sólo de los padres. No se tienen noticias de si había una escuela en Nazaret, en tiempos de la juventud del Señor Jesús. La expresión: “¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?” (Jn. 7:15), debe ser interpretada como refiriéndose a que el Señor no había recibido entrenamiento especializado como intérprete de la ley.

La única mención específica de una escuela en la Biblia aparece en Hch. 19:9 (“... se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado •Tiranno”). Se desconoce a cuál nivel educativo se dedicaba esa institución. Pero de manera indirecta podemos saber de la existencia de escuelas. Además del uso de las palabras “maestro” y “discípulo”, se menciona el término •cátedra, el cual supone una escuela. En Mt. 23:2, se lee: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”. Los maestros enseñaban desde una silla, mientras que los discípulos se sentaban en el piso. Por eso Pablo, hablando de su e. dice que fue “instruido a los pies de •Gamaliel” (Hch. 22:3).

EFA (Oscuridad). Nombre de una medida y varias personas del AT.

1. Unidad que se utilizaba para medir cosas secas. •Pesos y medidas de la Biblia.

2. Nieto de Abraham (vía unión con Cetura), e hijo de Madián (Gn. 25:4; 1 Cr. 1:33). La tribu que desciende de E. es nombrada en Isa. 60:6 junto a Madián y Sabá, los cuales “traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas a Jehová” en el día de la gloria de Israel.

3. Mujer que fue “concubina de Caleb dio a luz a Harán...” (1 Cr. 2:46).

4. Descendiente de Caleb (1 Cr. 2:47).

EFAI Personaje que es mencionado en Jer. 40:8. Era un netofatita cuyos hijos vinieron a Mizpa y se adhirieron a •Gedalías, que fue dejado como gobernador por los caldeos tras la caída de Jerusalén.

EFATA Palabra utilizada por el Señor Jesús en la curación de “un sordo y tartamudo” (Mr. 7:34). El evangelista ofrece la traducción: “Sé abierto”. Se trata de una expresión aramea, aunque algunos piensan que también puede derivarse del hebreo. El hecho de que en Marcos se usan otras palabras arameas (talita cumi; Eloi, Eloi, lama sabactani; Abba, etcétera) favorece la opinión de que se trata de ese idioma.

EFER (Gacela). Nombre de personas del AT.

1. Nieto de Abraham (vía unión con Cetura), hijo de Madián (Gn. 25:4; 1 Cr. 1:33).

2. Uno de los hijos de un descendiente de Judá llamado Esdras (1 Cr. 4:17).

3. Personaje de la tribu de Manasés, de aquellos que fueron “hombres valientes y esforzados”; fue cabeza de una familia (1 Cr. 5:24).

EFES-DAMIM Lugar donde en tiempos de Saúl “los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra ... entre Soco y Azeca”. Los israelitas “acamparon en el valle de Ela”. Entre los dos campamentos tuvo lugar el episodio de •Goliat y David (1 S. 17:1). Es posible que sea el mismo Pasdamim, donde los filisteos pelearon de nuevo contra los israelitas en días de David (1 Cr. 11:13). Se identifica hoy con Damun, un lugar a unos 6, 5 km al NE de Soco.

EFESIOS Libro del NT. Una carta apostólica.

Autor y fecha. Los manuscritos más antiguos no contienen el título de “a los E.” para esta epístola. Para explicar esto se han dado varias teorías, siendo la más aceptada que probablemente se trata de una carta circular, enviada a varias iglesias, entre ellas la de •Éfeso. Pero sucede también que algunos alegan que Pablo no fue el autor. Incluso se ha llegado a señalar que es posible que este escrito fuera de la época posapostólica. Se basa este pensamiento en muchos detalles. Es cierto que el lenguaje de E. difiere mucho del que Pablo utiliza en otras partes. Se utilizan en E. más de cuarenta palabras que no aparecen en ninguna otra de las cartas paulinas. El estilo no es tan argumentativo, sino más bien lírico. Incluso los paralelismos que existen entre E. y los escritos de Pablo, especialmente en el caso de •Colosenses, son utilizados para señalar que no fue él el autor de E., sino otra persona que estaba muy imbuida del pensamiento paulino.

Sin embargo, la conclusión de la mayoría de los estudiosos consiste en confirmar la autoría paulina de E., cosa en la cual concuerdan los llamados padres de la Iglesia, dando como fecha aproximada para la epístola los años 61–62 d. C., cuando Pablo estaba preso en Roma.

Características. Esta epístola del apóstol Pablo ha sido considerada como “una de las composiciones más divinas escritas por el hombre” a causa de la sublimidad de su contenido. Se distingue de las otras que escribió porque no se encuentran en ella alusiones personales, ni reminiscencias. Y no se colige del texto que tuviera por propósito reaccionar a alguna circunstancia o doctrina en particular. Es una epístola eminentemente doctrinaria.

Relación con Colosenses. Las similitudes entre ambas epístolas son evidentísimas, pero es casi unánime la opinión de que E. fue escrita después de Colosenses. El plan general, la estructura, es igual en ambos casos. Dos terceras partes de Colosenses (60 a 75 versículos) contienen la misma idea y una redacción parecida a E., que viene a ser, entonces, como una ampliación de la primera.

Así, en Col. 1:19 se lee: “... que en él habitase toda plenitud” y en Col. 2:9: “... porque en él habita ... toda la plenitud de la Deidad. E. lo pone de esta manera en 1:23: ”... la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo".

Col. 1:21: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente...” E. expresa en 2:12: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel”.

Col. 4:5 dice: “... redimiendo el tiempo”. E. 5:16 lo expresa así: “... aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. Y así sucesivamente.

El sublime plan de Dios. Al igual que las otras epístolas de Pablo, es posible dividir a E. en una parte doctrinal y una parte práctica. El apóstol comienza tratando de dar a sus lectores una idea del sublime plan de Dios para todos los siglos. Dios escogió a los santos “antes de la fundación del mundo” con un propósito: hacerles “santos y sin mancha delante de él”. Para ello los bendijo “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, porque Dios decidió “reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos”. Por esa razón, el apóstol ora para que el Señor dé a los hermanos “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”, a fin de que entiendan la dimensión de “la esperanza a que él os ha llamado” (Ef. 1:1–23).

Antecedentes de los redimidos. La grandeza del propósito de Dios se aprecia más cuando se tiene en cuenta la triste condición en que se encontraban los efesios antes de oír el evangelio (“muertos en vuestros delitos y pecados”). Estando así, “Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó”, envió a su Hijo a morir por nuestros pecados, para resucitarnos con él y sentarnos “en lugares celestiales con Cristo Jesús”. Todo eso, por la pura gracia de Dios (Ef. 2:1–10). Además, les recuerda que, como gentiles, estaban antes “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. Pero ahora, por la obra reconciliadora de Cristo, que es “nuestra paz”, ya no eran “extranjeros, ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:11–22).

El misterio develado. “¡Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo” era algo inusitado! El que esta obra magnífica fuera a alcanzarles era un “misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu”. Dios encargó a Pablo “la administración de esta gracia” por medio de una revelación. “Por esta causa”, el apóstol ora para que el Señor les conceda “el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”, para que sean “plenamente capaces de comprender” la dimensión del “amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:1–21).

La iglesia: unidad y diversidad. El apóstol resalta el papel de la iglesia en el plan de Dios. Cristo fue dado “por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo” (Ef. 1:22–23). La sabiduría de Dios es dada a conocer “por medio de la iglesia” (Ef. 3:10). Para que a Dios “sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades” (Ef. 3:21). Los miembros de la iglesia deben ser “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu ... un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos”. Recordando, además, la diversidad de dones y operaciones (“apóstoles ... profetas ... evangelistas ... pastores y maestros”) dados por Dios “para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:1–16).

Consecuencias prácticas. Sacados de trágica situación y redimidos por Cristo, los creyentes, viendo el gran plan de Dios, deben reaccionar con un nuevo andar, diferente al de los gentiles “que andan en la vanidad de su mente”. Los creyentes, “en cuanto a la pasada manera de vivir”, deben despojarse “del viejo hombre” y renovarse “en el espíritu” de su mente. Deben hablar la verdad; no dejarse dominar por la ira; no robar, sino trabajar para dar al necesitado; mantener un lenguaje limpio y, en fin, no contristar “al Espíritu Santo de Dios”. Les anima a la diligencia, al buen uso del tiempo, a la sensatez y al dominio propio. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. Deben los creyentes evitar la embriaguez y procurar, al contrario, el ser “llenos del Espíritu Santo”. Todos deben someterse unos a otros. Las casadas a sus maridos, los hijos a sus padres, los siervos a sus amos, etcétera (Ef. 4:17 al 6:9).

La lucha celestial. Esa realidad que el apóstol describe con un lenguaje tan alto, que pone a los creyentes en los lugares celestiales, es equilibrado con el señalamiento de la necesidad de fortalecerse y capacitarse para la lucha espiritual que se desarrolla “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad” precisamente “en las regiones celestes”. Para ello utiliza como ilustración el equipamiento de un soldado de su época. “Tomad toda la armadura de Dios”. Cinto, coraza, calzado, escudo, yelmo, espada, etcétera, “Orando en todo tiempo”.

La carta a los E. fue enviada con •Tíquico, “hermano amado y fiel ministro en el Señor” (Ef. 6:10–24).

ÉFESO Ciudad en la costa occidental de la península de Anatolia, Turquía. Quedaba a orillas del río Caistro, cerca de su desembocadura, pero ésta se fue segando hasta cerrarse como puerto. Fue fundada por tribus de origen asiático que formaron pequeñas comunidades en sus planicies, estableciendo un santuario a cierta deidad relacionada con la fertilidad que luego se convertiría en el culto a la famosa •Diana o Artemisa. Los griegos llegaron allí aproximadamente en el año 1100 a.C. y cayó en manos romanas en el año 190 a.C. En los tiempos del NT era un centro importantísimo de las rutas del Oriente Medio hacia Roma. Allí se juntaban tres de las grandes carreteras romanas y varios caminos más. Era un verdadero emporio por donde pasaba el comercio de Roma y Grecia con las provincias más orientales del Imperio. Tenía un teatro con capacidad para 25.000 personas. Es posible que fuera allí, si se habilitó como estadio, donde Pablo dice que luchó contra fieras (1 Co. 15:32), a menos que se trate de una alusión figurada al famoso conflicto con la turba.

El más grande orgullo de É. era el templo de Diana. Esta diosa era considerada hija de •Zeus y hermana gemela de •Apolo. La representaban como una doncella cazadora, armada de arco y flecha, que enviaba plagas a mujeres y animales. Se permitía libertad sexual en su culto. En É. la estatua de Diana se decía que había “venido de Júpiter” (“caído del cielo” —probablemente un meteorito) (Hch. 19:35) y se presentaba con una gran cantidad de senos en su torso. Por eso se le llamaba Artemisa Polimastros (“Artemisa la de muchos senos”). Se desconoce el proceso mediante el cual el ideal griego de pureza que acompañaba a Diana tomó aquí esta forma.

El templo de Diana, una de las siete maravillas del mundo, era cuatro veces más grande que el Partenón de Atenas. Fue destruido y reconstruido unas siete veces. Es posible que Pablo tuviera esto en mente cuando escribe desde É. a los Corintios hablando en términos de arquitectura (1 Co. 3:10–17). El servicio del templo estaba a cargo de sacerdotes, eunucos y sacerdotisas. La prostitución femenina y masculina se ejercía en sus recintos. Funcionaba allí un banco, quizás el primero en el mundo. El sacerdote principal supervisaba las operaciones y la gente llevaba allí grandes cantidades de dinero. Muy pronto obtuvo la fama de “banco de Asia”. La ciudad era famosa por la gran cantidad de magos y hechiceros que tenía. Se vendían pequeños documentos que aseguraban que podían resguardar de peligros a sus poseedores.

Pablo estuvo de paso en É., camino a Jerusalén (Hch. 18:19–21). Pero cuando regresó, encontró allí a personas que habían creído el mensaje de •Juan el Bautista. Éstos, después de oír el evangelio, recibieron el Espíritu Santo (Hch. 19:1–7). El apóstol se quedó allí hablando “con denuedo por espacio de tres meses” en la sinagoga, pero los judíos lo rechazaron, por lo cual se mudó a una “escuela de uno llamado Tiranno”, donde permaneció dos años (Hch. 19:8–10). Pablo hizo muchos milagros allí. Ciertos exorcistas judíos quisieron imitarlo, pero fracasaron, siendo atacados por los mismos demonios que querían sacar (Hch. 19:11–17). Entonces muchos magos de É. se convirtieron y quemaron sus libros. Pero un platero llamado •Demetrio, viendo que la gente se apartaba de la idolatría y perdía así el negocio que tenía vendiendo “templecillos de Diana”, levantó una turba que maltrató a algunos creyentes. Pablo fue impedido de acudir al sitio por intervención de algunas autoridades de la ciudad que

eran sus amigos. Éstas, finalmente, disolvieron la multitud con razonamientos (Hch. 19:18–41).

La estancia de Pablo en É. sirvió para propagar el evangelio en las regiones circundantes, incluyendo •Colosas. Desde É. Pablo escribió a los Corintios respondiendo a una carta que recibió de ellos (1 Co. 16:8). Cuando se fue de É., Pablo dejó allí a Timoteo (1 Ti. 1:3). Aunque Pablo no regresó una tercera vez a É., llamó a los ancianos de la iglesia a •Mileto y se reunió con ellos en la playa, dándoles un cálido mensaje antes de su partida hacia Jerusalén (Hch. 20:16–38). Más tarde les escribiría una epístola estando preso en Roma, que envió por mano de •Tíquico (Ef. 6:21). Distintos testimonios extrabíblicos dicen que É. fue centro de actividades del apóstol •Juan, y que murió allí. Lo mismo se dice de •María, la madre del Señor. La primera de las cartas del Apocalipsis se dirige a É., que es presentada como una iglesia floreciente, aunque sin su primer amor, que tiene que hacer frente a la doctrina de los •nicolaítas (Ap. 2:1–7).

EFLAL Personaje en la descendencia de Judá, hijo de Zabad y padre de Obed (1 Cr. 2:37).

EFOD Nombre de un objeto y de una persona del AT.

1. (Heb. aprox. ponerse arriba). Pieza del vestido de los sacerdotes. El que usaba el sumo sacerdote consistía en una camisa sin mangas de lino fino, con decoraciones en oro, azul, escarlata y púrpura, al cual se adherían, por un lado, dos hombreras en piedra de ónix con los nombres de las tribus de Israel y, por otro, se colgaba el pectoral, que consistía en una especie de emblema con doce piedras preciosas que tenían también los nombres de las tribus. El AT narra que el e. era utilizado también para consultas a Dios, buscando su dirección. David lo utilizó para ello cuando estaba en •Keila (1 S. 23:6–12) y en •Siclag (1 S. 30:7–8). También se llama e. a una pieza de lino parecida que era usada por otras personas que no eran el sumo sacerdote en funciones especiales. “Samuel ministraba ... vestido de un e.” (1 S. 2:18). Al llevar el arca a Jerusalén “estaba David vestido con un e. de lino” (2 S. 6:14). Por su especial relación con el culto, los israelitas cayeron en el pecado de idolatría al confeccionar un e. para fines religiosos no aprobados por Dios. Gedeón hizo un e. “y todo Israel se prostituyó tras de ese e.” (Jue. 8:27). “Un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía.... tuvo casa de dioses, e hizo e. y terafines” (estatuillas) (Jue. 17:1, 5). El profeta Oseas habla de que por “muchos días estarán los hijos de Israel ... sin e. y sin terafines” (Os. 3:4). •Ropa. Vestido.

2. Personaje del AT, miembro de la tribu de Manasés. Su hijo Haniel fue elegido con otros para “que hiciesen la repartición de las heredades a los hijos de Israel” (Nm. 34:23, 29).

EFRAÍN (Dos veces fructífero). Nombre de personas y lugares del AT y el NT.

1. Hijo menor de José con •Asenat, “hija de Potifera sacerdote de On”. E. nació antes que se cumplieran los siete años de abundancia en Egipto (Gn. 41:50–53; 46:20). A punto de morir, Jacob dio a los hijos de José el privilegio de ser considerados como sus hijos y no sus nietos (“... míos son, como Rubén y Simeón” [Gn. 48:5]), lo cual significaba que recibirían una porción en el territorio de Canaán igual que los hermanos de José. Jacob bendijo a Manasés y E. pero dio una preferencia a E. diciendo que sería “más grande” que su hermano, y que “su descendencia formará multitud de naciones” (Gn. 48:15–20). No se tienen más detalles sobre la vida de E.

2. Los descendientes de E. formaron una tribu, que con la de •Manasés, formaban la casa de José. En la bendición para las tribus, cuando habla de José, Moisés hace referencia a las dos tribus, diciendo: “Como el primogénito de su toro es su gloria; y sus astas como astas de búfalo; con ellas acorneará ... ellos son los diez millares de E. y ellos son los millares de Manasés” (Dt. 33:17). El territorio que la tribu de E. ocupó quedaba en el centro montañoso de Israel e incluía ciudades como •Afec, •Bet-horón, •Bet-el, •Ofra, •Silo, •Tapúa, •Gezer, etcétera. Al N del territorio de E. se asentó Manasés, al S •Benjamín y al E •Gad. E. desempeñó un papel relevante en la conquista de la tierra. •Josué, el líder que introdujo al pueblo en Canaán, era efraimita.

En virtud de la bendición especial de Jacob y por su papel en la conquista, los efraimitas consideraban que merecían cierta preminencia entre las demás tribus. Por eso se quejaron contra •Gedeón porque éste no les dio participación en la lucha contra los madianitas (Jue. 8:1). La misma queja levantaron en el caso de •Jefté y la guerra contra los amonitas, causando una disputa que se volvió en contienda civil. Los galaaditas pelearon contra los efraimitas, siendo estos últimos derrotados. “Los galaaditas tomaron los vados del Jordán” y cuando los efraimitas querían pasar, al huir de la batalla, les pedían que pronunciaran la palabra Shibolet. Al no poder pronunciarla bien los efraimitas, eran descubiertos y ejecutados (Jue. 12:1–6).

El salmista •Asaf comenta que a pesar de la principalía de esta tribu, Dios “desechó la tienda de José, y no escogió la tribu de E., sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion, al cual amó” (Sal. 78:67–68). La división del reino, con la separación de diez tribus que rechazaron la dinastía davídica, estuvo encabezada por •Jeroboam, que hizo carrera entre los efraimitas en tiempos de Salomón y posiblemente era nativo de esa tribu (1 R. 11:26). La preponderancia de E. condujo a que más tarde el nombre de la tribu se utilizara para designar a todo el territorio del reino del N (Is. 7:2–9; Jer. 31:9).

3. Villa no lejos de •Bet-el y •Baal-hazor (2 Cr. 13:19). = •Efrón (Jos. 15:9). = •Ofra (Jos. 18:23). Después del milagro de la resurrección de Lázaro, los líderes religiosos acordaron matar al Señor. “Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada E.; y se quedó allí con sus discípulos” (Jn. 11:53–54).

4. Bosque que quedaba al E del río Jordán. Allí perdió la vida •Absalón en batalla. Era tan espeso que “fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada”. Se desconoce la localización exacta, pero se piensa que quedaba cerca del río Jaboc (2 S. 18:7–17).

5. Puerta en el muro de Jerusalén. Cuando •Joás, rey de Israel, conquistó a Jerusalén, “rompió el muro ... desde la puerta de E. hasta la puerta de la esquina” (2 R. 14:13; 2 Cr. 25:23). Fue uno de los lugares donde se celebró la fiesta de los tabernáculos y por donde pasó el desfile en la inauguración de los muros en tiempos de Nehemías (Neh. 8:16; 12:39).

EFRATA Nombre de un lugar y una persona en el AT.

1. Lugar que por estar muy cercano a •Belén a veces es nombrado como señalando también a esta población. Algunos piensan que simplemente es otro nombre para Belén. Raquel murió al dar a luz a Benjamín en sus alrededores, “como media legua de tierra para llegar a E.” (Gn. 35:16). Booz era de esa región, pues le desearon que fuera “ilustre en E.. y de renombre en Belén” (Rt. 4:11). Miqueas la menciona en su profecía mesiánica: “Pero tú, Belén E., pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel” (Mi. 5:2). Belén E. está a unos 8 km al S de Jerusalén.

2. Mujer que tomó •Caleb después de la muerte de su esposa Azuba. Fue madre de Hur (1 Cr. 2:19, 50).

EFRATEO Gentilicio que se utiliza para señalar a los habitantes de •Efrata. Los hijos de •Noemí eran “e. de Belén de Judá” (Rt. 1:2). De igual manera •Isaí, padre de David (1 S. 17:12). También se utilizaba para indicar a personas del monte de Efraín (Jue. 12:5), como Elcana (1 S. 1:1) y Jeroboam, “siervo de Salomón” (1 R. 11:26).

EFRÓN Nombre de lugares y de persona en el AT. El término parece estar vinculado a la palabra “ofer” (gacela o venado).

1. Personaje heteo a quien Abraham quiso comprar la cueva de Macpela, el cual le contestó: “No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella”. Abraham insistió en pagar. El precio fue fijado en cuatrocientos siclos de plata que el patriarca pagó para enterrar allí a •Sara (Gn. 23:1–20).

2. Monte de la frontera de Judá, cerca de Quiriat-jearim (Jos. 15:9). Se desconoce su localización exacta. También se llama E. a otra localidad situada a unos 21 km al nordeste de Jerusalén, que aparece citada como “Efraín” (actualmente et-Taiyibe) en 2 Cr. 13:19, y como “Ofra” en Jos. 18:23.

EGIPCIO, EL Personaje mencionado en Hch. 21:38, cuando el alboroto que se levantó en el •templo por la visita de Pablo. El tribuno le preguntó a éste si no era cierto egipcio que había hecho una sedición. Las Escrituras no nos dicen nada de este hombre. Pero Josefo relata la historia de algo acontecido en aquellos días, cuando un falso mesías trató de conquistar Jerusalén desde el monte de los Olivos, y fue vencido por el gobernador Félix, que mató a sus seguidores. El E. logró escapar, por lo cual supuso el tribuno que quizás el hombre era Pablo.

EGIPTO País del N de África que hace frontera al N con el Mediterráneo, al S con el Sudán, al E con el mar Rojo e Israel y al O con •Libia. Su territorio alcanza un poco más de 1.000.000 km2, pero es mayormente desértico, con una precipitación pluvial por debajo de los 2 cm anuales. Por su centro corre el río •Nilo, que con sus inundaciones periódicas forma terrenos muy buenos para la agricultura, de donde surgió la famosa frase de Herodoto (o de Hecateo de Mileto), de que E. es un “don del Nilo”. El valle que forma el Nilo es estrecho, pues tiene un promedio de unos 19 km de ancho en el llamado Alto E., desde Asuán hasta El Cairo. En el Bajo E. está el delta del Nilo, que alcanza una anchura de 240 km. En la cuenca de este río vive 95% de la población. Se plantean varias versiones para el origen del nombre de E. Uno de los más citados lo refiere a la expresión “Hi-ku-Ptah” (la casa del espíritu de Ptah), que se utilizaba para señalar a la ciudad de •Menfis. Los hebreos lo llamaban Misrayim.

Historia bíblica. La historia de E. se conoce mayormente por sus monumentos, tumbas, estatuas, obeliscos, etcétera, en los cuales se hacían inscripciones en jeroglíficos. Este sistema comenzó representando las ideas gráficamente, luego evolucionó para representar sílabas y más tarde simples sonidos, como un alfabeto. Un sacerdote egipcio llamado Maneto escribió una historia de E. en la cual agrupaba los distintos gobiernos de ese país en una serie de treinta familias, llegando hasta los tiempos de •Alejandro Magno. A pesar de que el texto original de Maneto se perdió, esta clasificación de las dinastías egipcias fue copiada por otros autores de la antigüedad, entre ellos Josefo, y es básicamente la que todavía hoy está en uso. Algunos eruditos consideran que el viaje de Abraham a E. que se menciona en Gn. 12:10–20 tuvo lugar en tiempos de la dinastía XII (1778–1567 a. C.). Se ha encontrado un mural

correspondiente a ese período en el cual aparecen unos extranjeros que vienen aE. a comprar trigo. También se piensa que la historia de José pudo haber tenido lugar entre los períodos correspondientes a las dinastías XIII a XVII (1778–1567 a. C.). En Gn. 46:5, 29 se menciona que Faraón envió carros para buscar a Jacob. También José “unció su carro y vino a recibir a Israel su padre”. Se sabe por la historia secular que los caballos y los carros fueron introducidos en E. por los hicsos, un pueblo semita (¿amalecitas?) que conquistó a ese país precisamente porque disponía de esa novedad en armamento. Por lo tanto, se deduce que la historia de José aconteció en la época posterior a la conquista de E. por los hicsos. El hecho de que “se levantó sobre E. un nuevo rey que no conocía a José” y que comenzó a maltratar a los israelitas (Éx. 1:8–10) parece coincidir con la historia de un príncipe de •Tebas, de la XVIII dinastía, llamado Ahmosis I, que liberó a los egipcios del yugo de los hicsos.

No hay un acuerdo unánime entre los eruditos en cuanto a la fecha en que tuvo lugar el éxodo. Se menciona el siglo XV a.C., en tiempos del famoso Tutmosis III y su sucesor Amenhotep II (en griego Amenofis), alrededor del 1436–1411 a.C. Según esta teoría, Tutmosis III era el faraón de quien Moisés tuvo que huir, y regresó a E. cuando gobernaba Amenhotep II. Los arqueólogos encontraron una estela en cuya inscripción se menciona una victoria de este faraón en la cual hizo prisioneros a unos tres mil seiscientos “apiru” en una campaña desarrollada en Canaán. Generalmente se interpretaba que “apiru” es una forma primitiva para “hebreos”, pero la verdad es que también se designaba así a una gama amplia de grupos poblacionales. En El •Amarna se encontraron piezas de la correspondencia cursada entre Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV, en la forma de tablillas de arcilla cocidas. En ellas se mencionan a los “apiru”, los cuales estaban creando muchos problemas a los egipcios en Canaán y Siria. Esta es otra razón que induce a los estudiosos a pensar en el siglo XV a.C. como fecha posible para el éxodo. Se conserva en el Museo de Brooklyn un papiro de esa época que contiene una lista de siervos de una propiedad en E. que incluye los nombres de •Sifra y •Púa entre otros de origen semita del N. No se piensa que sean las mismas “parteras de las hebreas” mencionadas en Éx. 1:15, pero a lo menos demuestran que esos nombres eran populares entonces.

Ramsés II fue el primer faraón de la XIX dinastía. En su tiempo se desarrolló una guerra contra los heteos que terminó en un acuerdo de paz. Se especificó en el mismo que Canaán y el S de Siria quedaría bajo el dominio de E. Como se nos dice en Éx. 1:11 que los israelitas “edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés”, algunos interpretan que pudo haber sido en tiempos de Ramsés II que se produjo el éxodo, lo cual pondría la fecha en el siglo XIII a.C. Por otra parte, en todos los monumentos egipcios sólo se ha encontrado una referencia directa a Israel. Se trata de una estela conmemorativa del faraón Merneptah, hijo de Ramsés II (1223 al 1211 a. C). En ella se lee: “Israel yace en ruinas; su semilla ha dejado de ser”. Muchos concluyen por esto que a esa fecha ya se había realizado el éxodo.

Se calcula que David fue rey en Israel en los tiempos de la XXI dinastía, uno de cuyos reyes, llamado Amenenope, dio asilo a los sobrevivientes de la masacre realizada por •Joab, que “mató a todos los varones de Edom”. Uno de los escapados fue el príncipe •Hadad. Éstos “vinieron a ... Faraón, rey de E., el cual les dio casa y les sañaló alimentos, y aun les dio tierra” así como a “la hermana de la reina Tahpenes” como esposa. Hadad “fue adversario de Israel todos los días de Salomón” (1 R. 11:15–25). De la misma XXI dinastía era Siamun, cuya hija fue esposa de Salomón (1 R. 3:1). El faraón que dio asilo a •Jeroboam cuando éste huía de Salomón es llamado •Sisac en la Biblia (1 R. 11:40). En las inscripciones egipcias se le llama Sheshong, que gobernó alrededor del 945–924 a.C. Pertenece a la XXII dinastía. Este rey invadió a Israel en días de •Roboam “y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo” (1 R. 14:25–26; 2 Cr. 12:2–9). Existe un relieve en un templo de Karnak donde se describe esta campaña militar. E. era un verdadero imperio que incluía a los pueblos de Libia y Etiopía. En el ejército de Sisac había gran cantidad “de libios, suquienos y etíopes” (2 Cr. 12:3). Más tarde, en tiempos del rey •Asa de Judá, un general

etíope llamado •Zera realizó otra invasión cuando gobernaba el faraón libio Osorkón I (2 Cr. 14:9–15; 16:8). Al ascender •Asiria como poder mundial era inevitable una gran rivalidad con E., la otra potencia al S. Israel venía quedando entre las dos, siendo primeramente un vasallo de Asiria. Pero el rey •Oseas trató de librarse del yugo asirio entablando negociaciones con “ •So, rey de E.”, por lo cual •Salmanasar invadió y tomó a Samaria (2 R. 17:1–6). Algunos identifican a este So con el faraón Osorkón IV de la XXIII dinastía. Cuando los asirios bajo el mando de •Senaquerib invadieron a Judá en días del rey •Ezequías, era natural que el pequeño reino de Judá buscara ayuda hacia el S mediante alianzas con E. Gobernaba entonces en E. el etíope •Tirhaca, llamado Taharqa por los egipcios. Era de la XXV dinastía. Los generales asirios, frente a los muros de Jerusalén, voceaban a Ezequías: “Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí? He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en E.” Y añadían que le destruirían (“... aunque estés confiado en E. con sus carros y su gente de a caballo” [2 R. 18:20–24]). Tirhaca actuó viniendo en ayuda de Judá. Dios envió una plaga al ejército asirio (2 R. 19:35–37). Por estas razones el sitio de Jerusalén tuvo que ser abandonado. Pero, de todas maneras, los asirios vencieron en batalla a Tirhaca, lo que trajo como consecuencia la invasión de E. por •Asurbanipal y la destrucción de Tebas en el 664 a. C., hecho que fue tan terrible que unos cincuenta años después el profeta •Nahúm lo recordaría para predecir que en esa misma forma •Nínive también sería aniquilada (Nah. 3:8–10).

A estas alturas E. vino a ser un reino aliado de Asiria. Cuando ésta tuvo que enfrentar el surgimiento de sus rivales los caldeos, el faraón •Necao II, que gobernó cerca del 610–595 a. C., realizó una expedición a través de Israel y Siria para ir en ayuda de Asiria. El rey judío •Josías, que quería liberarse de los asirios, le enfrentó en •Meguido, donde murió (2 R. 23:29; 2 Cr. 35:20). Necao II hizo preso al sucesor •Joacaz y puso en su lugar a su hermano •Joacim, imponiendo un tributo a Judá (2 R. 23:31–35). Este faraón sería derrotado por •Nabucodonosor en la batalla de •Carquemis. Jeremías comenzaba entonces su ministerio profético y predijo esa derrota (Jer. 46:1–28). “Nunca más el rey de E. salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de E. hasta el río Éufrates” (2 R. 24:7). Judá quedó entonces como tributario de Babilonia. Más tarde, sin embargo, se rebeló contra los caldeos. Nabucodonosor tomó a Jerusalén y puso como rey a •Sedequías. Éste trató de aliarse con E. para rebelarse también. Contra esa alianza profetizó Jeremías. Los caldeos volvieron a sitiar a Jerusalén. El faraón •Hofra, en griego Apries, que gobernó cerca del 589–750 a.C. acudió en auxilio de Sedequías. Pertenecía a la XXVI dinastía. Nabucodonosor abandonó el sitio de Jerusalén para hacerle frente y lo derrotó (Jer. 37:7–11). Jeremías predijo que Hofra sería derrotado por sus enemigos (Jer. 44:30), lo cual aconteció cuando fue vencido por Amasis, otro general egipcio. Nabucodonosor dejó como gobernador en Jerusalén a •Gedalías, pero éste fue asesinado. Temiendo los judíos las represalias de los caldeos, huyeron hacia E., llevándose con ellos a Jeremías. Pero el profeta predijo allí que Nabucodonosor invadiría triunfante a E., tal como sucedió (Jer. 43:10–13). Es en este período que se forma en •Elefantina, en el Nilo, una comunidad de mercenarios judíos que tenía a su cargo un puesto militar fronterizo.

Después de los caldeos serían los persas los que dominarían en E. después de la invasión realizada por Cambises en el año 525 a.C. Distintos faraones pertenecientes a las dinastías XXVIII a la XXX que trataron de liberarse del dominio persa se sucedieron hasta la conquista hecha por los griegos bajo •Alejandro Magno. El macedonio fue proclamado como faraón y antes de retirarse fundó la famosa ciudad de •Alejandría. A la muerte de Alejandro uno de sus generales, Ptolomeo, quedó como rey de E. Generalmente se entiende que lo que dice •Daniel acerca del “rey del S” es una referencia a la dinastía de los Ptolomeos (Dn. 11:1–45), la cual duró hasta la llegada de los romanos, siendo la última de esa línea la famosa reina Cleopatra. Tres de los reyes Ptolomeos son mencionados en los libros apócrifos de los •Macabeos. En la tradición judía se pone a Ptolomeo II como el rey que ordenó la traducción del AT del hebreo al griego, la llamada •Septuaginta. Aunque la presencia de judíos en E. se remonta a la época de la conquista asiria y los días de Jeremías, fue con la dominación griega que se produjo un

gran aumento de su número. Esto condujo a que en el siglo I d.C. una octava parte de la población de E. era judía, viviendo la mayoría en Alejandría, que se convirtió en un gran centro cultural.

Cuando nace el Señor Jesús, E. era una provincia romana. Allí se refugiaron •José y •María con el niño para escapar de la persecución de •Herodes el Grande, y regresaron tras la muerte de éste, para que se cumpliese la Escritura: “De E. llamé a mi hijo” (Mt. 2:15; Os. 11:1). En el día de Pentecostés había judíos de procedencia egipcia entre la multitud, que entendieron el mensaje del evangelio (Hch. 2:10). Entre los que no creyeron y se opusieron a •Esteban estaban judíos de Alejandría, de donde vino más tarde a Éfeso el famoso •Apolos (Hch. 18:24–28). También se menciona un •egipcio que encabezó una revuelta en Jerusalén (Hch. 21:38). Josefo atestigua de esa revuelta. Una antiquísima tradición cristiana narra que Juan Marcos predicó el evangelio en E. y murió allí como mártir.

Religión. Las creencias de los egipcios incluían una gran multiplicidad de dioses, que comenzaron siendo locales y fueron extendiendo su culto según crecía y se consolidaba la unidad del país. La veneración al rey le tornó en deidad: Horus, que se representaba con la cabeza de un halcón. A veces se atribuía a dos deidades locales una misma función. Los egipcios resolvían el problema haciendo un sincretismo de ambas y combinando las figuras que les representaban. Por eso el dios del sol, Ra, se presenta asociado con muchas otras deidades, en vista de su carácter más universal. Creían los egipcios en la continuidad de la vida, siendo la existencia antes de la muerte sólo una parte de un todo. El individuo seguía viviendo más allá de la muerte, actuando incluso en el ámbito histórico con los demás seres humanos. Por eso al morir se hacían grandes preparativos a fin de alistarle para una existencia en compañía de los dioses. Inicialmente esto sólo se pensaba del rey, pero más tarde se aplicaba también a personajes importantes que, por medio de un ritual especial, lograban ese honor.

Las periódicas crecidas del Nilo quizás influyeron en la creencia egipcia del tiempo como una serie de siclos. El mito de Osiris logró captar la creencia popular más que ningún otro. A esta deidad se oponía Set, dios del mal, que lo despedaza y lo lanza a la tierra. Pero Isis y su hermana Nefitis lo encuentran y le dan nueva vida poniéndole bajo la tierra, donde queda como gobernante y juez del mundo subterráneo. Osiris reinaba así sobre los muertos, pero también era quien daba la vida a todo lo que crecía de la tierra, incluyendo las crecidas del Nilo. Era por tanto el dador de la civilización. No se tenía el concepto de resurrección, pero sí el de inmortalidad, pues esta deidad no resucitaba aunque seguía reinando en el mundo de los difuntos, los cuales tenían que presentarse delante de él para ser juzgados. En Menfis se considera-ba que el buey •Apis era la encarnación de Osiris. Anubis, también dios de los muertos, era hijo de Osiris y Nefitis. Otros dioses eran: Ptah, creador del universo y patrón de los artesanos y los artistas. Amón, considerado el rey de los dioses; se representaba por una figura de hombre con cabeza de carnero. Isis era la reina de los dioses, esposa de Osiris y madre de Horus. Atón, o el sol, tuvo una gran incidencia cuando el faraón Akenatón quiso monopolizar su culto eliminando a los demás dioses. Se representaba por un disco solar que emitía rayos que eran recibidos por manos humanas. Ma’at era la diosa de la verdad y la justicia, pero más que un ídolo era una concepción general sobre el orden universal que tenían los egipcios. Y muchos otros, incluyendo la adoración a animales que se consideraban sagrados.

Influencia sobre Israel. La cultura egipcia influyó sensiblemente en los países circundantes, muchos de ellos sometidos a su dominio. Algunos han señalado el hecho de que la •circuncisión, por ejemplo, era una práctica egipcia y que Abraham la recibió como señal muchos años después de su viaje a E., circuncidándose él e Ismael, el hijo que tuvo con una egipcia (Gn. 17:23–24). Además de las relaciones políticas resultantes de la actividad de E. como potencia que incluía a Canaán o Israel en su área de influencia, hay que tomar en

consideración que los israelitas vivieron dentro de aquel país durante varios siglos. Por lo tanto, las costumbres y creencias egipcias tuvieron necesariamente que influir en su mentalidad. Moisés “fue enseñado ... en toda la sabiduría de los egipcios” (Hch. 7:22). Se piensa también que el becerro de oro preparado por Aarón (Éx. 32:4) fue probable-mente una copia del buey Apis, adorado en E. Algunos detalles del mobiliario del •tabernáculo pueden relacionarse con costumbres egipcias, tal como los altares diseñados por Moisés, que guardan cierto parecido con otros que se aprecian todavía en murales y bajorrelieves de los monumentos egipcios. Lo mismo se puede decir de las figuras de los querubines alados que estaban sobre el arca y tejidos en las cortinas, pues había en E. abundancia de figuras aladas. En los templos egipcios los sacerdotes cuidaban diariamente del mantenimiento del fuego, lo que algunos comparan con lo que hacían los descendientes de Leví con el candelero.

En la literatura egipcia algunos eruditos han señalado también cierta similitud con historias y libros de la Biblia. En la famosa “Historia de Sinué”, por ejemplo, se narra un combate entre este personaje y un campeón enemigo que se parece al relato de David y Goliat (1 S. 17:1–58). Otra leyenda titulada “El cuento de los dos hermanos”, describe a un joven recto y bueno, llamado Anubis, que es incitado al adulterio por la esposa de su hermano. Anubis se niega y ella lo calumnia. El resto del cuento narra la huida y aventuras de Anubis, que termina vindicado al final, como sucede en la historia de José (Gn. 39:1–20). Se conoce también una leyenda sobre el intento de un dios airado por destruir la humanidad, que logra sobrevivir, así como también un cuento que habla de un período de hambre de siete años. En la poesía y la literatura sapiencial es donde más se señalan coincidencias con las Escrituras. El “Himno a Atón”, compuesto a fines de la XVIII dinastía es comparado a veces con el Sal. 104. Diversos poemas de amor egipcios se parecen al Cantar de los Cantares. Se establece un paralelo también entre el libro de los Proverbios y las obras sapienciales “Instrucción del visir Ptah-hotep” y las “Instrucciones de Amunemope”.

Pero lo que más marcó la conciencia de los israelitas fue el recuerdo de la época que pasaron en ese país, pues llegaron allí como una familia de unas setenta personas, y llegaron a crecer hasta convertirse en un verdadero pueblo. La opresión que sufrieron y la historia del éxodo, con las maravillas y prodigios hechos por Dios en su favor para liberarles, formaron parte central de las grandes conmemoraciones de Israel, especialmente la Pascua, dirigidas a atender a la admonición divina: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de E., y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido” (Dt. 5:15).

EGIPTO, RÍO DE Se ha discutido sobre cuál corriente de agua es la que la Biblia llama así. Los que se interesan en la discusión aluden a las palabras de Dios a Abraham: “A tu descendencia daré esta tierra, desde el r. de E. hasta el río grande, el río Éufrates” —Gn. 15:18). De manera que el r. de E. venía a ser la frontera S de la Tierra Prometida. Algunos lo identifican con Sihor, el brazo más oriental del delta del •Nilo. Pero la mayoría de los eruditos concuerda en que se trata más bien del wadi el-Arish, que limita por el N al desierto de Shur, desembocando en el Mediterráneo. Es el mismo al cual se llama “el torrente de Egipto” en Nm. 34:5.

EGLA (Novilla). Una de las mujeres de David. Madre de Itream (2 S. 3:5; 1 Cr. 3:3).

EGLAIM Ciudad que se menciona en la profecía de Isaías contra Moab: “Porque el llanto rodeó los límites de Moab; hasta E. llegó su alarido” (Isa. 15:8). Para su localización actual hay varias opiniones. Una de ellas señala a Jirbet-Jaljul, al S de Ammán.

EGLÓN (Toro joven). Nombre de lugar y de persona en el AT.

1. Rey de •Moab. “Jehová fortaleció a E. rey de Moab contra Israel” por haber vuelto “los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová”. E. “tomó la ciudad de las

palmeras” (Jericó) y sojuzgó a Israel durante dieciocho años, hasta que se levantó •Aod, que engañó a E., que era un “hombre muy grueso”, diciéndole que tenía “palabra de Dios” para él. Cuando el rey “se levantó de la silla” Aod le clavó un largo cuchillo en el vientre (Jue. 3:12–23). Las tradiciones judías admiran que E. se pusiera de pie cuando se le dijo que recibiría mensaje de Dios, por lo cual se dice que •Rut fue nieta de E. y que un descendiente suyo, David, se sentó en el trono del Señor.

2. Ciudad cananea que se confederó con Jerusalén, Hebrón, Jarmut y Laquis para pelear contra los gabaonitas por haber éstos hecho pacto con los israelitas. “Los moradores de Gabaón” pidieron ayuda a Josué y éste atacó a los ejércitos de las cinco ciudades. En esta ocasión cayó granizo del cielo y Josué dijo “en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón...” (Jos. 10:1–12). Derrotados y ejecutados los reyes de las cinco ciudades (el de E. se llamaba Debir), Josué atacó a varias ciudades, entre ellas E., la cual tomó, y mató a sus habitantes. E. quedaba en la •Sefela, cerca de •Laquis. Correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:39). Se identifica a E. con Tell al-Hasi, a unos 11 km al SO de Laquis.

EHI Uno de los hijos de Benjamín (Gn. 46:21). Se menciona como “Ahiram” en Nm. 26:38 y como “Ahara” en 1 Cr. 8:1.

EJIDO Eran los terrenos aledaños al muro de la ciudad, que se destinaban al uso común, para establecer eras o guardar ganado. Los e. de las ciudades de los levitas no se podían vender (Lv. 25:34).

EL Palabra que en los idiomas semitas se usa para designar a una deidad. Casi siempre se traduce como “Dios” en la Biblia (Éx. 15:2; Dt. 7:9). Muchos nombres de personas hacen referencia a Dios con este término ( •Elimelec, •Eliezer, •Joel, •Ismael, etcétera), así como también lugares (Bet-el), indicando un atributo de Dios, o un deseo en cuanto a Dios, o una acción de Dios. Los israelitas veían a E. como sinónimo de Jehová (Yahveh). Algunos eruditos consideran que existió cierto énfasis sobre el uso de E. en las tribus del N después de la división del reino, mientras que en las del S el énfasis se hacía sobre el término Jehová (Yahveh).

E., acompañado de un adjetivo, forma un nombre compuesto que destaca una virtud de Dios: El-Shaddai (Dios Todopoderoso); El-Elión (Dios Altísimo); El-Olam (Dios Eterno), etcétera. •Dios, Nombres de.

ELA (Terebinto). Nombre de personas y de lugar en el AT.

1. Uno de “los jefes de Esaú”, mencionado entre los descendientes de éste (Gn. 36:41). Una tribu edomita tomó su nombre (1 Cr. 1:52). Se cree que habitaban en lo que hoy es Eilat, en el golfo de Akaba.

2. Padre de uno de los gobernadores de Salomón llamado Simei, que tenía jurisdicción sobre Benjamín (1 R. 4:18).

3. Rey de Israel, hijo y sucesor de •Baasa. Su contemporáneo en Judá era •Asa. E. “reinó dos años. Y conspiró contra él su siervo •Zimri, comandante de la mitad de los carros ... y lo mató ... y reinó en lugar suyo” (1 R. 16:8–11). E. estaba “en Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo”, el cual parece que participó en la conspiración. Josefo da la noticia de que esto sucedió mientras su ejército estaba ausente atacando a •Gibetón.

4. Padre de •Oseas, el que llegó a ser el último rey de Israel, (2 R. 15:30; 17:1; 18:1, 9).

5. Hijo de Caleb. Padre de Cenaz (1 Cr. 4:15).

6. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 9:8).

7. Valle muy fértil en la •Sefela. Quedaba paralelo a otro “entre Soco y Azeca”, donde acamparon los filisteos cuando el incidente de •Goliat y David. Los israelitas habían acampado “en el valle de E., y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos” (1 S. 17:1–2). A través de este valle los filisteos podían lograr acceso al territorio de las montañas de Judea. Queda a unos 24 km al SO de Belén.

ELAD (Dios ha atestiguado). Descendiente de Efraín que fue muerto con sus hermanos “por los naturales” de •Gat que “vinieron a tomarles sus ganados” (1 Cr. 7:21).

ELADA (Dios ha adornado). Personaje en la descendencia de Efraín (1 Cr. 7:20).

ELAM (Del acádico tierra alta). Nombre de personas y lugares en el AT.

1. Hijo mayor de Sem (Gn. 10:22). Los elamitas son sus descendientes.

2. Descendiente de Benjamín que vivía en Jerusalén. Su padre era Sasac (1 Cr. 8:24–25).

3. Levita. Coreíta. Quinto hijo de Meselemías. Era portero (1 Cr. 26:1–3).

4. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. 1.254 “hijos de E.” regresaron del exilio (Esd. 2:7; Neh. 7:12). Uno de ellos, •Secanías hijo de Jehiel, fue de los que confesaron su pecado al casarse con mujeres extranjeras. Seis de ellos “dieron su mano en promesa de que despedirían a sus mujeres” (Esd. 10:2; 19, 26).

5. Padre de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Se le llama “el otro E.”, para distinguirlo del #4 (Esd. 2:31; Neh. 7:34).

6. Uno de los llamados “cabezas del pueblo” que aparece firmando el •Pacto de Nehemías (Neh. 10:14).

7. Región llana del SO de Irán, llamada hoy en día Khuzistán. “Quedorlaomer, rey de E.” fue contra quien se rebelaron •Sodoma y •Gomorra y otras ciudades (Gn. 14). En un sentido amplio las referencias a E. señalan hacia •Persia. Se le menciona a menudo conjuntamente con •Media. Su capital era •Susa (Dn. 8:2). El territorio de E. queda entre •Mesopotamia y la meseta iraní. Muchos conflictos reinaron entre los habitantes de ambas regiones, alternándose victoriosos los unos sobre los otros en distintas épocas. Los tiempos de •Quedorlaomer fueron de supremacía para los elamitas. Éste se alió con el “rey de Sinar” (Babilonia) y el “rey de Goim” (los hititas) para invadir Canaán y someter las ciudades rebeldes. Más tarde, los caldeos y los asirios bajo •Hammurabi, •Senaquerib y •Asurbanipal dominaron a E.

En la dispersión, muchos israelitas fueron llevados a E., y elamitas traídos a Israel (Esd. 4:9–10). Pero Dios prometió por medio del profeta Isaías que llegará un “tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en ... E.” (Is. 11:11). Esa nación sería instrumento de castigo para Babilonia (Is. 21:1–9). Pero también E. sería castigada, recibiendo “la copa de la mano de Jehová” como otras naciones (Jer. 25:17, 25). Entonces Dios quebraría “el arco de E., parte principal de su fortaleza”. Dios reitera que “en los últimos días ... haré volver a los

cautivos de E.” Además, “no habrá nación a donde no vayan fugitivos de E.” (Jer. 49:34–39). Entre los que escucharon el mensaje de Pedro el día de Pentecostés, había “partos, medos, elamitas...” (Hch. 2:9).

EL AMARNA. DOCUMENTOS DE •Amarna. Documentos de El.

ELASA (Dios ha hecho). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote de tiempos de Esdras. Fue uno de los que “dieron su mano en promesa de que despedirían sus mujeres” extranjeras (Esd. 10:19, 22). Era hijo de Pasur.

2. Mensajero, junto con “Gemarías hijo de Hilcías”, que fue enviado por el rey •Sedequías a Babilonia y llevó también “la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos” de los transportados allí. Era hijo de Safán (Jer. 29:1–3).

3. Descendiente de Judá. Su padre fue Heles y su hijo Sismai (1 Cr. 2:39–40).

4. Descendiente de Saúl. Su padre fue Rafa y su hijo Azel (1 Cr. 8:37).

ELASAR Región en la Mesopotamia sobre la cual reinaba Arioc, que se confederó con “Quedorlaomer rey de Elam, Tidal rey de Goim, y Amrafel rey de Sinar” para ir a someter a •Sodoma y •Gomorra en tiempos de Abraham (Gn. 14:1, 9).

ELAT (Árbol alto). A veces citada como Elot (1 R. 9:26; 2 Cr. 8:17; 26:2). Ciudad portuaria de Israel en el golfo de Akaba, muy importante por representar un acceso al océano Índico por vía del mar Rojo. Fue territorio edomita habitado por los descendientes de •Ela, uno de “los jefes de Esaú” (Gn. 36:41). Generalmente se menciona junto a •Ezión-geber, que quedaba muy cerca. En su peregrinar por el desierto los israelitas se alejaron del territorio de sus “hermanos los hijos de Esaú ... por el camino del Arabá desde E. y Ezión-geber” (Dt. 2:8). Es posible que David ocupara E. tras su victoria sobre “los edomitas en el Valle de la Sal” pues se nos dice que “puso guarnición en Edom” (2 S. 8:13–14). “Hizo ... el rey Salomón naves en Ezión-geber, que está junto a E. en la ribera del Mar Rojo, en la tierra de Edom” (1 R. 9:26) para sus expediciones comerciales. Los edomitas recobraron E. en tiempos de •Joram (2 R. 8:21–22), pero luego •Uzías ( •Azarías) “reedificó a E., y la restituyó a Judá” (2 R. 14:21–22). En el reinado de •Acaz los edomitas volvieron a tomarla, pues “el rey de Edom recobró E. para Edom, y echó de E. a los hombres de Judá” (2 R. 16:6).

EL-BET-EL (El Dios de Bet-el). Nombre que dio Jacob al lugar donde edificó un altar por orden divina en •Bet-el. Jacob “dijo a su familia.... levantémonos y subamos a Bet-el; y haré allí un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia” (Gn. 35:3).

ELCANA (Dios ha creado). Nombre de personas del AT.

1. Levita, hijo de Coré (Éx. 6:24; 1 Cr. 6:23).

2. Padre de Samuel. “Un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín ... hijo de Jeroham ... efrateo” (1 S. 1:1). “Tenía él dos mujeres; el nombre de una era •Ana y el de la otra •Penina”. Ana no tenía hijos y Penina “la irritaba, enojándola y entristeciéndola” por ello. E. le decía: “¿No te soy yo mejor que diez hijos?”. E. iba con su familia todos los años “a la casa de Jehová” en Silo. En una de esas visitas Ana oró a Dios por un hijo y Dios se lo concedió. Así nació •Samuel. Al año siguiente, “subió el varón E. con toda su

familia para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto”, pero le dio permiso a Ana para que se quedara en casa con el niño (“...quédate hasta que lo destetes” —1 S. 1:23). Una tradición judía dice que E. estuvo casado con Ana por diez años antes de tomar a su otra mujer, Penina, al ver que no tenía descendencia.

3. Nombre que aparece en varias listas genealógicas de levitas (1 Cr. 6:25, 26, 35, 36; 9:16; 15:23).

4. Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–6).

5. Funcionario de Acaz, “segundo después del rey”, que fue asesinado por •Zicri (2 Cr. 28:7).

ELCOS Ciudad donde vivía y quizás había nacido el profeta “Nahúm de E.” (Nah. 1:1). Hay una diversidad de opiniones sobre la localización de E., por lo cual es algo inseguro señalar alguna de manera específica. Sin embargo, vale la pena mencionar una de ellas que indica a •Capernaum como posible, puesto que significa “ciudad de Nahúm”.

ELDA (Dios ha llamado). Quinto hijo de Madián y nieto de Abraham y Cetura (Gn. 25:4; 1 Cr. 1:33).

ELDAD (Dios ha amado). Uno de los setenta varones que cuando fueron escogidos por Moisés “posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron” estando frente al •tabernáculo. E. se había quedado en el campamento con •Medad, sin embargo, la manifestación de profecía se dio allí también en ellos. Cuando un joven avisó a Moisés y Josué pidió que se impidiera el hecho, Moisés dijo: “Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos” (Nm. 11:25, 29).

ELEALE (Dios ha ascendido). Ciudad en la Transjordania asignada a la tribu de Rubén. Casi siempre mencionada junto a •Hesbón. Era “tierra de ganado”. Los rubenitas la edificaron (Nm. 32:3–4, 37). Pero volvió a manos de los moabitas porque en su profecía sobre Moab Isaías dice: “Hesbón y E. gritarán” (Is. 15:4). Y: “Te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y E.; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra” (Is. 16:9). También Jeremías dice: “El clamor de Hesbón llegará hasta E.” (Jer. 48:34). E. estaba situada en un lugar de muchos viñedos entre Ammán y Medeba.

ELEAZAR (Dios ha ayudado). Nombre de personas del AT.

1. Hijo y sucesor de Aarón. Padre de •Finees. Fue consagrado sacerdote junto con su padre y hermanos (Éx. 28:1). Presenció la muerte de sus hermanos •Nadab y •Abiu, que ofrecieron a Jehová “fuego extraño”, quedando E. y su hermano •Itamar como sacerdotes con Aarón (Lv. 10:1–7; Nm. 3:4; Dt. 10:6). E. e •Itamar hicieron un sacrificio de expiación sin comer de su carne “en lugar santo”. Ante la protesta de Moisés, Aarón explicó que estaban confundidos por el duelo a causa de lo que pasó a sus otros hijos (Lv. 10:16–20). E. fue nombrado “jefe de los [levitas] que tienen la guarda del santuario” (Nm. 3:32), lo cual incluía responsabilidad sobre “todo el tabernáculo y de todo lo que está en él, del santuario y de sus utensilios” (Nm. 4:16). Cuando Aarón iba a morir, Dios ordenó a Moisés que diera a E. sus vestiduras como sucesor de su padre (Nm. 20:25–28). La orden de hacer un censo fue dada por Dios a Moisés y E. (Nm. 26:1–2). Tras la guerra contra •Madián, E. estableció leyes sobre lo que había que hacer con el botín (Nm. 31:21–31, 50–54). Una vez que entraron en Canaán, E. participó con Josué en la repartición de la tierra (Jos. 14:1; 21:1). E. murió poco después de Josué. Fue enterrado “en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín” (Jos. 24:33).

2. Levita de Quiriat-jearim. En la casa de su padre •Abinadab fue dejada el arca después que la devolvieron los filisteos. E. fue “consagrado” temporalmente para hacerse cargo del arca (1 S. 7:1).

3. Uno de los valientes de David. En una ocasión “hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada a la espada” (2 S. 23:9–10; 1 Cr. 11:12).

4. Levita. Hijo de Mahli. No tuvo hijos sino hijas (1 Cr. 23:21–22).

5. Sacerdote de tiempos de Esdras que ayudó a recibir “la plata, el oro y los utensilios” en la casa de Dios al regreso del exilio (Esd. 8:33).

6. Personaje de tiempos de Esdras. Fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:25).

7. Sacerdote que participó en la conmemoración con motivo de la restauración del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 12:42).

8. Personaje en la genealogía del Señor Jesús. Hijo de Eliud (Mt. 1:15).

ELECCIÓN Término que se utiliza en teología para designar el acto mediante el cual Dios toma para sí un pueblo (Israel) o una persona (el creyente). La raíz de la palabra hebrea significa “escoger”, como en Gn. 13:11 (“Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán”). Es claro que esto es una obra de la gracia de Dios, pues él lo aclara a los israelitas cuando les dice: “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos” (Dt. 7:7). Así, se habla de Israel como “el pueblo escogido”. El elegir a Israel de entre todos los pueblos fue un acto de la soberanía de Dios, que no surgió de ningún mérito que había en el pueblo mismo. Y a pesar de sus fallos y errores todavía “Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel” (Is. 14:1). En el NT se trata a los creyentes como los “escogidos” o se habla de su “e.” (gr. eklektos, o ekloge) en más de veinticinco ocasiones (Mt. 22:14; 24:22; Mr. 13:20–27; Lc. 18:7; Ro. 8:33; 9:11; Col. 3:12; 1 P. 1:2; etcétera). Desde tiempos de los llamados padres de la Iglesia, especialmente San Agustín, se enseñó que esto implica lo que comúnmente se llama la “doctrina de la predestinación”, según la cual Dios ha determinado de antemano quiénes se han de perder y quiénes se han de salvar, por vía de su e., interpretando así pasajes como Ro. 8:29 (“...a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo”) y Ef. 1:5 (“...habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”). Pero esta enseñanza encontró sus contradictores en los cristianos que la interpretan de otra manera, pensando que la enunciación de esta doctrina en esa forma contradice los principios de la libertad del hombre y su plena responsabilidad. La discusión del tema ha durado siglos. Pero en todo caso, todos creen que los creyentes son los elegidos de Dios, si bien que no todos lo entienden de la misma manera.

ELEF (Buey). Ciudad cananea adjudicada a la tribu de Benjamín en la repartición de la tierra (Jos. 18:28).

ELEFANTINA Ciudad en una isla del Nilo, cerca de la primera catarata, donde existió un destacamento de mercenarios judíos, desde tiempos de la conquista asiria de Egipto. A principios del siglo XX se encontraron allí una serie de papiros escritos en arameo. Los mismos son de variada naturaleza. Los judíos residentes construyeron un templo. Algunos relacionan esto con la profecía de Is. 19:19 (“En aquel tiempo habrá altar para Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto”). Los documentos encontrados aportan datos muy interesantes sobre las costumbres de aquella población judía. Entre otras cosas, se encontraron testimonios de que las mujeres no podían ser obligadas a casarse, necesitándose su

consentimiento en adición al de su padre. Además, en los contratos matrimoniales se establecía que la mujer tenía el derecho de disolver la relación, algo muy raro entre israelitas.

EL-ELOHE-ISRAEL (Dios: el Dios de Israel). Nombre que puso Jacob a un altar que edificó cuando se asentó en •Siquem tras su encuentro con su hermano Esaú. Jacob “compró una parte del campo ... por cien monedas. Y erigió allí un altar, y lo llamó E.” (Gn. 33:20).

ELHANÁN (Dios es gracioso, o da gracia). Nombre de personas del AT.

1. “Hijo de Jaare-oregim de Belén” que “mató a Goliat geteo” (2 S. 21:19). En el pasaje paralelo de 1 Cr. 20:5 se lee: E. hijo de Jair mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo". Esta última porción aclara que se trataba de un hermano de Goliat. La diferencia en el nombre del padre (¿Jaare-oregim o Jair?) no es algo tan extraño, pues se da en varios otros casos de una misma persona que es referida por dos nombres distintos. Muchos eruditos discuten sobre este incidente, diciendo, por una parte, que es posible que E. fuera el nombre original de David; y, por otra, que se trataba en este caso de un hijo o hermano del otro Goliat. Por la arqueología en Israel se sabe, sin embargo, que existían personas de gran tamaño en aquella época, por lo cual es preferible considerar que E. es otro betlemita que al igual que David mató a otro hombre de gran estatura.

2. Uno de los valientes de David. Era “hijo de Dodo de Belén” (2 S. 23:24; 1 Cr. 11:26).

ELÍ (Jehová es exaltado). Nombre de personas del AT.

1. Sumo sacerdote que juzgó a Israel durante cuarenta años (1 S. 4:18). Último de los jueces antes de Samuel. Se nos dice que “la casa de Dios” estaba en Silo, lo cual debía incluir básicamente el •tabernáculo con algunas comodidades adicionales para el culto (1 S. 1:3). Allí iba •Elcana a adorar con su familia y •Ana oró por un hijo. E. pensó que estaba borracha, pero la bendijo cuando ella le explicó (1 S. 1:12–17). Destetado Samuel, fue entregado a E. y se convirtió en su sirviente (1 S. 2:21). Los hijos de E., •Ofni y •Finees, “dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión” y cometían otros sacrilegios. El anciano E. les llamaba la atención (1 S. 2:23–25), pero Dios no se complacía en eso solamente, por cuanto E. “no los ha estorbado” (1 S. 3:13). Por eso un varón de Dios pronunció una profecía sobre él y su descendencia, diciendo, entre otras cosas, que “todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril” (1 S. 2:27–36). Sin embargo, E. tenía sensibilidad espiritual, puesto que entendió que Dios llamaba a Samuel y recibió la palabra del Señor con toda humildad aunque anunciaba cosas terribles para él y su familia, diciendo: “Jehová es, haga lo que bien le pareciere” (1 S. 3:18). Más tarde, siendo vencidos los israelitas a manos de los filisteos en Afec, el arca de Dios fue tomada por éstos y muertos los hijos de E. Al recibir la noticia de que el arca había caído en manos enemigas E. “se desnucó y murió”, cuando ya tenía noventa y ocho años y estaba ciego. (1 S. 4:18).

El AT no da la genealogía de E. Josefo dice que venía de la línea de •Itamar. Otros alegan que de la línea de •Eleazar. Parece ser que tras la muerte de E. el santuario fue trasladado a •Nob. Saúl hizo una matanza de los sacerdotes que vivían allí cuando creyó que apoyaban a David (1 S. 22:20–23). Algunos interpretan esto como un cumplimiento de la profecía sobre E. y su familia. Un descendiente de E., llamado •Abiatar, escapó y estuvo con David, llegando a compartir el sumo sacerdocio con •Sadoc, pero conspiró luego contra Salomón, por lo cual éste lo echó del sacerdocio “para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de E. en Silo” (1 R. 2:26–27).

2. Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:23). Algunos opinan que esta genealogía corresponde a •María. De ser así, E. fue el abuelo del Señor.

ELÍ, ELÍ, LAMA SABACTANI Palabras que el Señor Jesús gritó “a gran voz” cuando estaba en la cruz después de las tres horas de tinieblas (Mt. 27:46). Con ellas comienza el Salmo 22. Se trata, pues, de una transliteración del hebreo al griego. El evangelista Marcos lo hace del hebreo al arameo, poniendo “Eloi, Eloi...” (Mr. 15:34). Algunos de los que las oyeron pensaron que llamaba a •Elías, porque los sonidos de “Elí” y “Eliyahu” son parecidos y se tenía la creencia de que el profeta Elías ayudaba a los que estaban en apuros y dificultades.

ELIAB (Dios es padre). Nombre de personas del AT.

1. “Jefe de los hijos de Zabulón” (Nm. 2:7). Escogido en el momento de hacer el censo en el desierto (Nm. 1:4–19). Fue de los príncipes que “trajeron ofrendas para la dedicación del altar”, tocándole hacerlo el tercer día (Nm. 7:10, 24). En la marcha por el desierto estaba “sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Zabulón” (Nm. 10:16).

2. Rubenita, padre de •Datán y •Abiram (Nm. 16:1, 12; 26:8–9; Dt. 11:6).

3. Hijo de •Isaí, de Belén. Hermano mayor de David. Era hermoso y de gran estatura, lo cual parece que impresionó a Samuel cuando fue a ungir al que sería rey de Israel (1 S. 16:6–7). Reprimió a David cuando éste vino al campamento en los momentos en que •Goliat desafiaba a los israelitas, diciéndole que había venido para ver la batalla" (1 S. 17:28). Tuvo una hija llamada •Abihail que casó con su primo Jerimot, hijo de David (2 Cr. 11:18).

4. Levita, en la ascendencia de Samuel (1 Cr. 6:27).

5. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto ... sus rostros como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–9).

6. Levita, de los “cantores con instrumentos de música” designado por sus hermanos, con otros, para oficiar en el traslado del arca (1 Cr. 15:16, 20).

ELIABA (Dios esconde). Uno de los valientes de David (2 S. 23:32).

ELIACIM (Dios levanta). Sacerdote en tiempos de Nehemías que participó “con trompetas” en la dedicación del muro (Neh. 12:41).

ELIADA (Dios sabe). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de David. Uno de los que le nacieron en Jerusalén (2 S. 5:16; 1 Cr. 3:8).

2. Padre de Rezón, aquel que fue “adversario contra Salomón” (1 R. 11:23).

3. “Hombre muy valeroso” de Benjamín, que comandaba “doscientos mil armados de arco y escudo” en el ejército del rey •Josafat (2 Cr. 17:17).

ELIAM (Dios es pariente). Nombre de personas en el AT.

1. Padre de •Betsabé (2 S. 11:3). En 1 Cr. 3:5 su nombre aparece como •Amiel, esto es, mi pariente es Dios.

2. Uno de los valientes de David. Era “hijo de Ahitofel, gilonita” (2 S. 23:34), aquel que actuó como consejero de Absalón en la rebelión contra David. Algunos piensan que es el mismo #1. De ahí surge la teoría de que Ahitofel era abuelo de Betsabé.

ELIAQUIM (Dios levanta). Nombre de personas del AT.

1. Mayordomo del rey •Ezequías que junto a “Sebna, escriba y Joa hijo de Asaf, canciller” conversó con el Rabsaces, uno de los generales del ejército asirio que sitiaba a Jerusalén. Frustrada la negociación E. fue enviado con otros siervos del rey “al profeta Isaías hijo de Amoz” a plantearle el problema (2 R. 18:18–37; 19:1–2; Is. 36:1–22; 37:1–2). En algún momento posterior el comportamiento de •Sebna, que desempeñaba el cargo de tesorero, no fue del agrado del Señor, puesto que Isaías le llamó “vergüenza de la casa de tu señor” y le pronosticó que sería sustituido por E. (Is. 22:15–25).

2. Segundo hijo del rey •Josías. Muerto éste en Meguido, peleando contra el Faraón •Necao, fue puesto en el trono •Joacaz, el hermano mayor de E., pero a éste “lo puso preso Faraón Necao en Ribla ... para que no reinase en Jerusalén.... [y] puso por rey a E. hijo de Josías y le cambió el nombre por el de Joacim” (2 R. 23:29–34; 2 Cr. 36:4). Este último nombre significa Jehová ha levantado. Algunos interpretan que Faraón al hacer el cambio quiso decir que Dios aprobaba sus acciones.

3. Personaje en la ascendencia del Señor Jesús (Mt. 1:13; Lc. 3:30).

ELÍAS (Jehová es Dios). Nombre de personas del AT.

1. Profeta de Israel. Ejerció su ministerio durante el reinado de •Acab y •Ocozías, en el siglo IX a.C. Le correspondió desarrollar una intensa lucha a favor de Jehová y en contra del culto de •Baal. El rey Acab se había casado con •Jezabel, una princesa fenicia, la cual apoyaba la adoración de Baal, llegando a tener gran cantidad de profetas o sacerdotes de ese dios. Al mismo tiempo, desató una persecución contra los sacerdotes de Jehová, salvándose algunos sólo porque •Abdías, mayordomo del rey, los escondió (1 R. 18:3–4, 13). El rey Acab permitía las actividades de su esposa. E. combatió con gran celo esa política religiosa. Esto le hizo impopular en la corte judía, porque era deseo de las autoridades mantener buenas relaciones con sus vecinos fenicios. La actividad de E. no se caracterizaba por un nacionalismo extremo, como puede apreciarse del hecho de que fue a vivir a •Sarepta, una comunidad en la costa fenicia, cerca precisamente de •Sidón, donde realizó milagros para una viuda y su hijo (1 R. 17:8–24; Lc. 4:24–26). Su lucha, pues, era eminentemente religiosa.

Comienza la historia de E. cuando se presenta delante de Acab y predice que vendría una sequía de tres años, tras lo cual se refugia “en el arroyo de Querit”, al E del Jordán, donde fue alimentado por cuervos. Al cesar el agua del arroyo, fue a Sarepta, donde estuvo hasta que se cumplieron los tres años y Dios le ordena presentarse delante del rey. E. se encuentra con •Abdías, siervo de Acab, con quien envía el recado para una reunión. Acab viene a E. y éste le reprende duramente (“Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales” —1 R. 18:18). Pide que se realice una magna reunión de “los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel”. Así se hace. El profeta de Jehová desafió a los baalistas para ver cuál dios respondía con fuego, y

resultó que nada sucedió cuando Baal fue invocado, mientras que por la oración de E. “cayó fuego de Jehová”. El pueblo exclamó: “Jehová es el Dios, Jehová es el Dios”. Y los profetas de Baal fueron ejecutados. También E. oró por lluvia y ésta llegó (1 R. 18:1–46).

Ante esto, Jezabel amenazó de muerte a E., que salió huyendo. Desalentado, pidió a Dios que le quitara la vida, pero un ángel le fortaleció para que pudiera llegar a •Horeb, donde se metió en una cueva. Dios se le reveló allí, diciéndole que él no estaba solo, porque el Señor había dejado siete mil hombres “cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”. Recibió órdenes de ir a ungir “a •Hazael por rey de Siria. A •Jehú ... por rey sobre Israel; y a Eliseo ... para que sea profeta” E. llegaría solamente a ungir a Eliseo, que cumpliría el resto del encargo con Hazael. Un discípulo lo haría con Jehú (1 R. 19:1–21; Ro. 11:1–5).

Tras el asesinato de •Nabot, llevado a cabo por Jezabel para quitarle una herencia y dársela a Acab, E. fue enviado por Dios a anunciar al rey el juicio de Dios contra él y su esposa. Pero el rey reaccionó humillándose delante de Dios, por lo cual el Señor dijo a E. que el juicio vendría en días del hijo del rey (1 R. 21:1–29). En efecto, Acab murió y reinó en su lugar •Ocozías su hijo. Éste cayó enfermo y mandó a consultar “a •Baal-zebub dios de Ecrón”. E. predijo que moriría por haber hecho eso. El rey mandó a buscar a E. con compañías de soldados, pero E. los destruía haciendo caer sobre ellos fuego del cielo. A la tercera vez, Dios dijo a E. que fuese. Frente al rey, repitió su profecía, la cual se cumplió (2 R. 1:1–18).

Aunque la actividad de E. se desarrolló mayormente en el Reino del N, también le tocó predecir un juicio sobre •Joram, rey de Judá, al cual envió una carta donde le sacaba en cara sus pecados. El castigo de Dios consistió en que perdería a toda su familia y que moriría de unapenosa enfermedad intestinal. La carta y el cumplimiento de esta profecía aparecen en 2 Cr. 21:12–20.

“Cuando quiso Jehová alzar a E. en un torbellino”, fue acompañado de Eliseo hasta el Jordán, cuyas aguas se retiraron cuando el profeta las golpeó con su manto. Poco después “un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos”, E. subió al cielo y Eliseo recogió su manto, quedando como su heredero (2 R. 2:1–12).

El ministerio profético de E. dejó una fuerte impresión en la conciencia de Israel. El profeta •Malaquías predijo que Dios enviaría a E. “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” para realizar una obra de arrepentimiento en el pueblo (Mal. 4:5–6), por lo cual se asociaba la figura de este profeta con el advenimiento de la era mesiánica. En el libro apócrifo de •Eclesiástico se hace una apología de E., diciéndose que él vendría “para restablecer las tribus de Jacob” (Si. 48:1–11). El Señor Jesús identificó a •Juan el Bautista como “aquel E. que había de venir” (Mt. 11:7–14; Mr. 9:11–13; Lc. 1:16–17), aunque el mismo Bautista no se reconocía a sí mismo como tal (Jn. 1:19–21). Muerto Juan, algunos viendo los milagros que hacía el Señor decían que él era E. (Mr. 6:14–15). Los hijos de Zebedeo, •Jacobo y •Juan, quisieron en una ocasión hacer descender “fuego del cielo, como hizo E.” para castigar a una aldea de samaritanos que se había negado a recibirlos, pero el Señor Jesús lo impidió (Lc. 9:52–56).

Los judíos asociaban la figura de E. con la de Moisés, diciendo que así como éste realizó la liberación de Israel de Egipto, E. inauguraría la restauración de Israel. Era la creencia popular de que ambos intervendrían a comienzos de la era mesiánica. Los Evangelios, cuando narran la transfiguración del Señor, dicen que aparecieron “dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y E.... y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Mt. 17:3; Mr. 9:4; Lc. 9:30–31). En el folklore judío

en tiempos del NT se tenía a E. como el auxiliador de los que sufrían injusticias. Por eso, cuando el Señor Jesús exclamó en la cruz: “Elí, Elí, lama sabactani.... Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A E. llama éste”. Y cuando alguien quiso darle a beber vinagre en una esponja, le dijeron: “Deja, veamos si viene E. a librarle” (Mt. 27:46–49). En la epístola de Santiago se utiliza la figura de E. para animar a los creyentes a la oración, diciéndose que “era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Stg. 5:17–18).

2. Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:27).

3. Sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Esdras y que fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:21).

4. Israelita que regresó del exilio en tiempos de Esdras y que fue uno de los que se habían casado con mujeres extranjeras y fueron obligados a separarse de ellas (Esd. 10:26).

ELIASAF (Dios ha añadido). Nombre de personas del AT.

1. Príncipe de la tribu de Gad, escogido para ayudar en la elaboración del censo en el desierto. Era hijo de Deuel. Capitaneaba el ejército de 45.650 de su tribu (Nm. 1:14; 2:14; 7:42, 47; 10:20).

2. Levita. “Jefe del linaje de los gersonitas”, que acampaban “a espaldas del tabernáculo, al occidente” (Nm. 3:23–24).

ELIASIB (Dios restaura). Nombre de personas del AT.

1. Descendiente de Zorobabel (1 Cr. 3:24).

2. Cabeza de una familia sacerdotal a la cual le correspondió “la undécima” suerte o turno en el servicio de Jehová en tiempos de David (1 Cr. 24:12).

3. Padre de Johanán, un levita en cuya cámara Esdras hizo ayuno “porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio” (Esd. 10:6).

4. Levita. Cantor en tiempos de Esdras. Fue de los que tomaron mujeres extranjeras (Esd. 10:24).

5. Israelita que regresó del exilio. Uno “de los hijos de Zatu” (Esd. 10:27), de los tiempos de Esdras. Fue de los que tomaron mujeres extranjeras.

6. Israelita que regresó del exilio. Uno “de los hijos de Bani” (Esd. 10:36), de los tiempos de Esdras. Fue de los que tomaron mujeres extranjeras.

7. Personaje que aparece en una lista genealógica en Neh. 12:10, 22–23.

8. Sumo sacerdote en tiempos de Nehemías, que “con sus hermanos los sacerdotes ... edificaron la puerta de las Ovejas” (Neh. 3:1). Pero “el sacerdote E., siendo jefe de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías, y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas” (Neh. 13:4–5). Es probable que el parentesco que se estableció fuera el casamiento de un nieto de E. con una hija de •Sanbalat (Neh. 13:28). De todas formas, cuando Nehemías regresó a Jerusalén supo “del

mal que había hecho E. por consideración a Tobías” y arrojó “todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara” y purificó el lugar (Neh. 13:6–9).

ELIATA (Dios ha venido). Uno de los catorce hijos varones del cantor •Hemán que “estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová”. Le correspondió la vigésima suerte en el culto (1 Cr. 25:4, 27).

ELICA Uno de los valientes de David (2 S. 23:25). Es llamado “harodita”, probable-mente porque venía de una población cercana a la fuente de •Harod, famosa en la historia de Gedeón.

ELIDAD (Dios ha amado). Uno de los varones escogidos para ayudar en la repartición de la tierra de Canaán. Era príncipe de la tribu de Benjamín (Nm. 34:17, 21).

ELIEL (Mi Dios es Dios). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los “hombres valientes y esforzados, varones de nombre y jefes de las casas de sus padres”, de la media tribu de Manasés (1 Cr. 5:24).

2. Uno de los levitas que “David puso en el servicio de canto en la casa de Jehová” (1 Cr. 6:31, 34).

3. Benjamita, jefe de familia (1 Cr. 8:20).

4. Benjamita, jefe de familia (1 Cr. 8:22).

5. Uno de los valientes de David, que era hijo de Elnaam (1 Cr. 11:46).

6. Otro de los valientes de David (1 Cr. 11:47).

7. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto ... sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–9). Es posible que sea el mismo #5 o el #6.

8. Levita. Era el principal entre “los hijos de Hebrón”. Participó en el traslado del arca a Jerusalén (1 Cr. 15:3, 9).

9. Levita de los que “fueron los mayordomos al servicio de Conanías y de Simei ... por mandamiento del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la casa de Dios” (2 Cr. 31:13).

ELIENAI (“Mis ojos están sobre mi Dios”). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:20).

ELIEZER (Mi Dios es mi ayuda). Nombre de personas del AT.

1. Siervo de Abraham. Éste dijo: “El mayordomo de mi casa es ese damasceno E.” (Gn. 15:2). El pasaje da a entender que E. era heredero de Abraham por falta de hijos de éste. En aquellos tiempos era práctica común que una pareja sin hijos adoptara a alguien fuera de la familia, mayormente un esclavo, para que les cuidara en la vejez y luego les heredara. Algunos piensan que la palabra “damasceno” no es necesariamente un gentilicio y que el nombre de E. estaba compuesto de dos palabras, siendo la segunda dammesek, pero la opinión más generalizada es que E. era de Damasco. En Gn. 24:2 dice que Abraham habló “a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en

todo lo que tenía” y le mandó a buscar esposa para Isaac. Generalmente se cree que se trata del mismo E. Una tradición judía dice que E. era uno de los “dos siervos” que Abraham tomó consigo cuando iba al monte •Moriah para el sacrificio de Isaac (Gn. 22:3).

2. Uno de los dos hijos de Moisés. Le puso ese nombre “porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón” (Éx. 18:4; 1 Cr. 23:15). Tuvo un solo hijo llamado Rehabías (1 Cr. 23:17).

3. Benjamita, hijo de Bequer (1 Cr. 7:8).

4. Sacerdote que participó en el traslado del arca a Jerusalén. Era de los que “tocaban las trompetas delante del arca de Dios” (1 Cr. 15:24).

5. “Jefe de los rubenitas” en tiempos de David. Era hijo de Zicri (1 Cr. 27:16).

6. Profeta en tiempos del rey •Josafat. Cuando este rey “trabó amistad con •Ocozías rey de Israel, el cual era dado a la impiedad e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis” E. profetizó el fracaso de la empresa “y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis” (2 Cr. 20:35–37).

7. Uno de los “hombres principales” a quienes despachó Esdras a Casifia para buscar “ministros para la casa de nuestro Dios” (Esd. 8:16–17).

8. Uno “de los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras” en tiempos de Esdras (Esd. 10:18).

9. Uno de los levitas “que habían tomado mujeres extranjeras” en tiempos de Esdras (Esd. 10:23).

10. Israelita que fue uno de los “que habían tomado mujeres extranjeras” en tiempos de Esdras (Esd. 10:31).

11. Personaje en la lista de ascendientes del Señor Jesucristo (Lc. 3:29).

ELIFAL (Dios ha juzgado). Uno de los valientes de David. Era hijo de Ur (1 Cr. 11:35).

ELIFAZ. (Dios es victorioso). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de Esaú y su mujer hetea Ada. Sus descendientes formaron varias tribus edomitas, entre ellas Temán y Amalec (Gn. 36:10–12; 1 Cr. 1:35–36). •Temán vino a ser sinónimo de •Edom (Jer. 49:7, Abd. 9).

2. El más viejo de los amigos que vinieron a consolar a Job. Es llamado “temanita”, o sea, nativo o habitante de Temán (Job 2:11). •Job, Libro de.

ELIFELEHU (Que Dios le distinga). Levita “del segundo orden”, de los designados como “cantores con instrumentos de música, con salterios y arpa y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría” en el traslado del arca a Jerusalén (1 Cr. 15:16, 18).

ELIFELET (Dios es liberación). Nombre de personas del AT.

1. Hijo de David. Uno “de los que le nacieron en Jerusalén” (2 S. 5:14, 16; 1 Cr. 3:8; 1 Cr. 14:7). Algunos señalan que parece que eran dos los hijos de David con ese nombre.

2. Uno de los valientes de David. Era “hijo de Ahasbai, hijo de Maaca” (2 S. 23:34).

3. Tercer hijo de Esec. Uno de los “hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros” en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:39–40).

4. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras, con Jeiel y Semaías sus hermanos, “hijos de Adonícam ... y con ellos sesenta varones” (Esd. 8:13).

5. Personaje que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Fue de los que “habían tomado mujeres extranjeras” y tuvieron que despedirlas (Esd. 10:18, 33).

ELIHOREF (Dios de otoño ?). Uno de los dos secretarios del rey Salomón (1 R. 4:3).

ELIM Uno de los campamentos de los israelitas durante su peregrinación por el desierto “donde había doce fuentes de aguas y setenta palmeras” (Éx. 15:27). Habían salido de Mara (Nm. 33:9) y luego pasaron al mar Rojo y al desierto de Sin (Éx. 16:1; Nm. 33:11). Se le identifica hoy con el Wadi Garandel, a unos 100 km al SO de Suez.

ELIMAS “Mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús” que Pablo y Bernabé encontraron en •Pafos, en la isla de •Chipre. “El procónsul Sergio Paulo.... deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía E., el mago”. Pablo le hizo ciego “por algún tiempo” (Hch. 13:6–11). Nótese que uno de sus nombres significa “Hijo de Jesús”, pero que Pablo le llamó “hijo del diablo”.

ELIMELEC (Dios es Rey). “Un varón de Belén de Judá [que] fue a morar en los campos de Moab” con su mujer •Noemí y dos hijos (Rt. 1:1). E. murió en Moab. Al retornar Noemí a Israel acompañada por •Rut, intentaron que •Booz, un pariente rico de E., les redimiera (Rt. 2:20). Eso incluía algunas tierras que habían quedado en la herencia de E. (Rt. 4:3).

ELIOENAI (Mis ojos están hacia Dios). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de David (1 Cr. 3:23–24).

2. Uno de “los principales entre sus familias” en la tribu de Simeón (1 Cr. 4:36, 38).

3. Uno de “los hijos de Bequer”, en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 7:8).

4. Levita. Portero en el •templo (1 Cr. 26:3).

5. Personaje que fue de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. Vino acompañado de “doscientos varones” de su familia, “los hijos de Pahat-moab” (Esd. 8:4).

6. Sacerdote que regresó del exilio en tiempos de Esdras. Era uno de “los que habían tomado mujeres extranjeras” y tuvieron que despedirlas (Esd. 10:18, 22). Posiblemente sea el mismo que según Neh. 12:41 participó con trompeta en la celebración el muro.

7. Personaje que fue de los que regresaron del exilio en tiempos de Esdras. Era uno de “los que habían tomado mujeres extranjeras” y tuvieron que despedirlas (Esd. 10:18, 27).

ELISA (Dios salva). Uno de los descendientes de Jafet (Gn. 10:4) que vino a ser cabeza de un pueblo que habitaba originalmente las costas e islas al O de Canaán. En la endecha de Ezequiel contra •Tiro, dice que “de azul y púrpura de las costas de E. era tu pabellón”, una referencia a Chipre o una región de esa isla (Ez. 27:7) donde se adquirían esos tintes.

ELISABET (Dios es mi juramento). Nombre de una persona del AT y otra del NT.

1. Esposa de Aarón. Hija de Aminadab. Tuvo cuatro hijos: •Nadab, •Abiú, •Eleazar e •Itamar (Éx. 6:23).

2. Pariente de •María la madre del Señor Jesús. Madre de Juan el Bautista. Esposa del sacerdote •Zacarías. “Era estéril ... ya de edad avanzada”. Cuando concibió “se recluyó en casa por cinco meses”. Cuando recibió la visita de María, al oír su salutación “la criatura saltó en su vientre y E. fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc. 1:5, 7, 41–42).

ELISAFAT (Dios ha juzgado). Militar. Uno de “los jefes de centenas” que se aliaron a •Joiada en la conspiración para poner en el trono a •Joás, terminando así con el reinado usurpador de •Atalía (2 Cr. 23:1).

ELISAMA (Dios ha oído). Nombre de personas del AT.

1. Líder de la tribu de Efraín, que colaboró con Moisés en el censo (Nm. 1:10). Era el comandante de cuarenta mil quinientos hombres (Nm. 2:18–19; 10:22). Fue el séptimo de los que trajeron “ofrendas para la dedicación del altar el día en que fue ungido” (Nm. 7:10, 48, 53).

2. Hijo de David, “de los que le nacieron en Jerusalén” (2 S. 5:16).

3. Personaje que era “de la estirpe real”, o sea, de la descendencia de David, cuyo nieto, llamado •Ismael, mató a •Gedalías, a quien “Nabucodonosor ... puso por gobernador” tras la toma de Jerusalén (2 R. 25:25).

4. Descendiente de Judá por vía de Jerameel. Su padre se llamó Jecamías (1 Cr. 2:41).

5. Otro de los hijos de David (1 Cr. 3:6). Es llamado “Elisúa” en 2 S. 5:14–15.

6. Uno de los sacerdotes enviados por el rey •Josafat como educadores que “teniendo consigo el libro de la ley de Jehová ... recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo” (2 Cr. 17:7–9).

7. Secretario del rey •Joacim. Oyó junto con otros funcionarios “las palabras que había oído [Micaías] cuando Baruc leyó en el libro [escrito por Jeremías] a oídos del pueblo” (Jer. 36:12–13). El rollo quedó “depositado en el aposento de E. secretario”, de donde el rey lo mandó a buscar.

ELISEO (Dios es salvación). Profeta israelita que ministró en los días de los reyes •Acab, •Jehú, •Joacaz y •Joás. Dios instruyó a Elías para que ordenara a E. como su sucesor. Al

encontrarlo en su trabajo, cuando éste araba, Elías “echó sobre él su manto”. E. mató los bueyes, quemó el arado, asó allí la carne y “la dio al pueblo para que comiesen”. Inmediatamente siguió a Elías (1 R. 19:16–21). Viniendo con él de •Gilgal un día, Elías trató de deshacerse de E., pero éste insistió en acompañarle a •Bet-el, y a •Jericó y al •Jordán. E. sabía que se avecinaba el momento en que su maestro sería llevado al cielo. Antes que esto sucediera, Elías le dijo que pidiera lo que quisiera. La respuesta de E. fue: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí” (2 R. 2:9). La expresión “doble porción” está relacionada con las leyes de la herencia, según las cuales el primogénito debía recibir “el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás” (Dt. 21:17). Cuando Elías “subió al cielo en un torbellino”, E. tomó su capa, golpeó con ella las aguas del Jordán, que se abrieron y se reunió con los hijos de los profetas (2 R. 2:1–18). Se cuentan varios milagros realizados por E. Purificó unas aguas que no se podían tomar ni usar para la agricultura (2 R. 2:19–22). Por una maldición suya murieron cuarenta y dos muchachos que se burlaban de él por su calvicie (2 R. 19:23–24). Consultado por los reyes •Joram, •Josafat y el rey de Edom en un momento en que se habían quedado sin agua en medio de una campaña contra •Moab, E. les profetizó que milagrosamente vendrían aguas, lo cual sucedió (2 R. 3:9–20). Multiplicó el aceite en las vasijas de una viuda, para mantenerla a ella y a sus hijos (2 R. 4:1–7). Una mujer de •Sunem, que le construyó una habitación en su casa para que se hospedara, no tenía hijos. E. le anunció que tendría uno. Cuando el niño creció, enfermó gravemente y murió, pero E. lo revivió (2 R. 4:8–37).

E. purificó un potaje que alguien inadvertidamente había envenenado con “calabazas silvestres” (2 R. 4:38–41). Multiplicó una pequeña cantidad de panes de cebada y trigo, y pudieron comer cien hombres de ello (2 R. 4:42–44). Sanó a •Naamán el sirio de su lepra (2 R. 5:1–15). Castigó con lepra a su siervo •Giezi (2 R. 5:27). Hizo flotar el hierro de un hacha que había caído en el río (2 R. 6:1–7). Advertía al rey de Israel los lugares donde acamparían los sirios (2 R. 6:8–12). Abrió los ojos a su ayudante e hirió con ceguera a los sirios que lo sitiaron en •Dotán (2 R. 6:17–23). Anunció una gran abundancia cuando en Samaria había gran hambre, estando la ciudad sitiada (2 R. 7:1–2). Anunció siete años de hambre sobre la tierra de Israel (2 R. 8:1). Profetizó la victoria de •Joás sobre los sirios (2 R. 13:14–19). Un hombre cuyo cadáver fue lanzado en el sepulcro de E., revivió al entrar en contacto con los huesos de éste (2 R. 13:20–21).

A Elías se le había encomendado ungir a •Hazael como rey de Siria. En su condición de sucesor de Elías, E. cumplió con esa labor yendo a •Damasco (2 R. 8:7–15). Otra encomienda que se le había hecho a Elías era ungir a •Jehú. E. cumplió con ello enviando a uno de los hijos de los profetas a •Ramot de Galaad (2 R. 9:1–10). A veces se comparan las personalidades de Elías y E. diciendo que el primero era un luchador y predicador, mientras que el segundo tenía características más de un hombre de estado que de un hombre de acción. Es interesante también observar las reacciones internas de E. ante el conocimiento profético. Cuando unge a Hazael se siente abrumado por lo que sabe que éste va a hacer. Y no pudiendo evitarlo, se pone a llorar. Este dolor y frustración ante el conocimiento del futuro es una experiencia que comparte con muchos de los profetas hebreos.

ELISÚA (Dios es salvación). Hijo de David. Uno “de los que le nacieron en Jerusalén” (2 S. 5:14–15). Es llamado “Elisama” en 1 Cr. 3:6.

ELISUR (Dios es una roca). Príncipe de la tribu de Rubén, que ayudó a Moisés en la elaboración del censo (Nm. 1:5). Era comandante de los cuarenta y seis mil quinientos hombres del cuerpo de ejército de esa tribu (Nm. 2:10–11; 10:18). Fue de los que “trajeron ofrendas para la dedicación del altar el día en que fue ungido”, haciéndolo “el cuarto día” (Nm. 7:30).

ELIÚ (Él es mi Dios). Nombre de personas del AT.

1. Abuelo de Elcana, el que fue padre de Samuel (1 S. 1:1). En 1 Cr. 6:27 es llamado “Eliab”. Y en 6:34 es llamado “Eliel”.

2. Uno de los “príncipes de millares de los de Manasés” que se pasaron a David en Siclag y que “ayudaron a David contra la banda de merodeadores” (1 Cr. 12:20–21).

3. Levita. Portero. Uno de los “que fueron señores sobre la casa de sus padres; porque eran varones valerosos y esforzados” (1 Cr. 26:6–7).

4. Persona que interviene en la última parte del libro de Job (de 32:6 a cap. 37). Como no había sido nombrado entre los amigos de Job, ni se le menciona al final de libro, algunos piensan que fue un testigo casual de la discusión, que quiso dar su opinión. •Job, Libro de.

ELIUD Personaje en la ascendencia de nuestro Señor Jesucristo (Mt. 1:14–15).

ELIZAFÁN (Dios ha escondido, o protegido). Nombre de personas del AT.

1. “Jefe del linaje de las familias de Coat” a cuyo cargo estaban “el arca, la mesa, el candelero, los altares, los utensilios del santuario ... y el velo con todo su servicio” (Nm. 3:30). También llamado •Elzafán (Éx. 6:22; Lv. 10:4). Tras la muerte violenta de •Nadab y •Abiú fue llamado por Moisés junto con su hermano •Misael para que recogieran los cadáveres de éstos “de delante del santuario, fuera del campamento.... los sacaron con sus túnicas” (Lv. 10:4–5). Entre los levitas llamados por David “para que pasasen el arca de Jehová a su lugar” estaban descendientes de E. (1 Cr. 15:8).

2. Príncipe de la tribu de Zabulón. Uno de los que encabezaron la repartición de la tierra. Hijo de Parnac (Nm. 34:25).

ELMODAM Personaje en la genealogía de nuestro Señor Jesucristo (Lc. 3:28).

ELNAAM (Dios es agradable). Padre de Jerebai y Josavía, dos de los valientes de David (1 Cr. 11:46).

ELNATÁN (Dios ha dado). Nombre de personas del AT.

1. Abuelo materno del rey •Joaquín, cuya madre se llamó •Nehusta (2 R. 24:8). Puede que sea el mismo “hijo de Acbor” que aparece mencionado como funcionario del rey •Joacim, a quien éste envió a Egipto, “y otros hombres con él ... los cuales sacaron a Urías de Egipto”. Joacim “mató a espada” a este profeta (Jer. 26:22–23). E. aparece también escuchando la profecía de Jeremías, leída por •Baruc. E. rogó a Joacim “que no quemase aquel rollo”, pero el rey no le hizo caso (Jer. 36:12, 25).

2. Tres de los mensajeros enviados por Esdras a Casifia en busca de “ministros para la casa de Dios” se llamaban E. Dos son descritos como “hombres principales” y el otro contado entre los “hombres doctos” (Esd. 8:16).

ELOI, ELOI, LAMA SABACTANI •Elí, Elí, lama sabactani.

ELÓN (Roble o terebinto). Nombre de personas y de lugar del AT.

1. Heteo que fue padre de Basemat, a quien Esaú, cuando “era de cuarenta años”, tomó por mujer (Gn. 26:34; 36:3).

2. Segundo de los hijos de Zabulón (Gn. 46:14), cabeza de “la familia de los elonitas” (Nm. 26:26).

3. Ciudad que “correspondió a la tribu de los hijos de Dan” en la repartición de la tierra (Jos. 19:40, 43). En tiempos de Salomón estaba bajo la jurisdicción del “hijo de Decar” (1 R. 4:9).

4. Zabulonita que “juzgó a Israel diez años”. “Fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón” (Jue. 12:11–12).

ELOT •Elat.

ELPAAL (Dios ha trabajado, o luchado). Personaje en la descendencia de Benjamín (1 Cr. 8:11, 12, 18).

ELPELET (Mi Dios es ayuda). Hijo de David. Uno de “los que le nacieron en Jerusalén” (1 Cr. 14:5).

ELTECÓN Ciudad que correspondió a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:59).

ELTEQUE Ciudad que correspondió a la tribu de Dan en la repartición de la tierra (Jos. 19:44). Fue asignada a los levitas (Jos. 21:23).

ELTOLAD Ciudad que correspondió a las tribus de Judá y Simeón en la repartición de la tierra (Jos. 15:30, 19:4). En 1 Cr. 4:29 es llamada también “Tolad”. Su posible ubicación actual es Jirbet Erqa Saqra, a unos 20 km al SE de Beerseba.

ELUL Nombre usado después del exilio para señalar al sexto mes del calendario hebreo (mediados de agosto a mediados de septiembre). En tiempos de Nehemías “fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de E.” (Neh. 6:15).

ELUZAI (Dios es mi fuerza). Miembro, al igual que •Saúl, de la tribu de Benjamín, pero que se unió a David cuando éste vivía en Siclag, huyendo de Saúl (1 Cr. 12:2–5).

ELZABAD (Dios ha dado). Nombre de personas del AT.

1. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto ... sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–12).

2. Levita, hijo de Semaías. Con “sus hermanos, hombres esforzados”, era portero en el •templo (1 Cr. 26:7).

ELZAFÁN •Elizafán.

EMANUEL (Dios con nosotros). Nombre que aparece en dos profecías de Isaías referentes al •Mesías que habría de venir (Is. 7:14; 8:8). Mateo interpreta el significado del nombre aplicándolo al Señor Jesús (Mt. 1:23). La idea de la encarnación de Dios fue un misterio no conocido detalladamente en el AT, pero varias profecías como estas la sugirieron.

EMAÚS Aldea “que estaba a sesenta estadios de Jerusalén” (aprox. 11 km). Tras resucitar, el Señor Jesús apareció a dos discípulos que “iban hablando entre sí de todas aquellas cosas

que habían acontecido”. Jesús les declaró “en todas las Escrituras lo que de él decían”. Cuando llegaron a E.“él hizo como que iba más lejos”, y ellos le invitaron a quedarse. Cuando “tomó el pan y lo bendijo.... les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista” (Lc. 24:13–35). No se conoce con seguridad dónde quedaba E. En tiempos de los Cruzados se pensaba que era la aldea de Abu Ghosh, pero es más posible que se trata de Latrún, a 11 km al O de Jerusalén.

EMBAJADOR Persona que es enviada como mensajero por un líder, rey o gobernante para que realice una misión frente a otras personas, generalmente de otro país. Se escogía para esto a individuos de cierta importancia. Así, vemos que Moisés envía e. al rey de •Edom y a •Sehón, rey de los amorreos (Nm. 20:14; 21:21). “Hiram rey de Tiro envió e. a David” (2 S. 5:11). •Ben-adad, rey de Siria envió e. a •Acab, rey de Israel (1 R. 20:1–9). “ •Acaz envió e. a •Tiglat-pileser rey de Asiria” (2 R. 16:7), etcétera. En el NT aparece utilizado el término: “Somos e. en nombre de Cristo” con “la palabra de la reconciliación” (2 Co. 5:19–20). Pablo se describe a sí mismo como “e. en cadenas” por causa del evangelio (Ef. 6:20).

EMBALSAMAR Preparar un cadáver, preservarlo evitando la desintegración. El embalsamamiento requería la extracción de la masa encefálica por medio de un gancho a través de los orificios de la nariz. Luego se hacía una incisión en el costado por la cual se extraían las vísceras, que eran tratadas con especias y vueltas a colocar en vasos dentro de la cavidad torácica. Todo el cuerpo era entonces sometido a procedimientos que conducían mayormente a secarlo. Al final se le envolvía en lienzos con un compuesto especial. Los hebreos no usaban esta práctica. Se conocen dos casos en la Biblia: los restos de Jacob y los de José. “Los médicos (egipcios) embalsamaron a Israel. Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados” (Gn. 50:3, 26). En ambas oportunidades hay que tomar en cuenta que los individuos eran personajes de importancia en Egipto al momento de morir. Cuando el Señor Jesús murió “Nicodemo ... vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas”. Pero el propósito no era e. sino que se hizo “según es costumbre sepultar entre los judíos” (Jn. 19:39–40).

EMBRIAGUEZ El uso del vino era parte de la vida normal entre los israelitas. La Biblia nunca lo prohíbe. Antes, por el contrario, se hacen a veces referencias a él en términos encomiables (“El vino que alegra el corazón del hombre” [Sal. 104:15]; “La sabiduría.... mezcló su vino” [Pr. 9:1–2]; “... el vino alegra a los vivos” [Ecl. 10:19]). Pero no se permitía a los sacerdotes beber vino en los momentos inmediatamente anteriores a su oficio (Lv. 10:8–11). Las Escrituras condenan la e., o sea, el uso excesivo de vino, o sidra, o cualquier bebida alcohólica, porque ocasiona escarnecimiento y alboroto (Pr. 20:1), pobreza (Pr. 21:17; 23:20–21), dolor (Pr. 23:29–30, 35), pérdida del juicio y perversión del derecho (Pr. 31:4–7) y muchos otros males.

Se narra la e. de •Noé en Gn. 9:20–27 indicando el triste suceso a que dio lugar, que termina con que el hombre de Dios lanza una maldición sobre parte de su descendencia. En la misma forma negativa se describe la e. de •Lot (Gn. 19:30–38), la de •Nabal (1 S. 25:1–38), la de •Amnón (2 S. 13:28–29), etcétera. Los profetas condenaron enérgicamente a aquellos que llegaban a la condición de estar “aturdidos del vino” (Is. 28:1). De manera particular a los que participan en orgías, a “esos perros comilones” que dicen: “Venid ... tomemos vino, embriaguémonos de sidra” (Is. 56:11–12).

El apóstol Pablo recomendaba a Timoteo que no bebiera agua, “sino ... un poco de vino por causa” de sus “frecuentes enfermedades” (1 Ti. 5:23). Pero le advertía también que un candidato al oficio de obispo no debía ser “dado al vino” (1 Ti. 3:3). Igualmente los diáconos (1 Ti. 3:8). Tampoco las ancianas (Tit. 2:3). Los creyentes, en general, no deben embriagarse “con vino, en lo cual hay disolución”, sino ser “llenos del Espíritu” (Ef. 5:18). •Vino.

EMITAS (Los terribles). Pueblo que vivía en la Transjordania, al cual desalojaron los moabitas, y ocuparon su lugar. “Pueblo grande y numeroso y alto como los hijos de Anac”, es decir, considerados como “gigantes” (Dt. 2:9–10). Los e. fueron derrotados por •Quedorlaomer, rey de •Elam, en tiempos de Abraham (Gn. 14:5).

ENAIM (Dos fuentes). Lugar “junto al camino de Timnat” donde •Tamar se vistió de ramera para engañar a Judá (Gn. 38:12–14). Es posible que sea el mismo •Enam que aparece como ciudad adjudicada a la tribu de Judá en Jos. 15:34. Se desconoce su ubicación exacta.

ENAM •Enaim.

ENÁN (Fuentes). Moisés escogió a príncipes, “un varón de cada tribu”, para hacer el censo en el desierto. Por Neftalí fue escogido •Ahira. Su padre se llamaba E. (Nm. 1:15; 2:29; 7:78, 83; 10:27).

ENCANTADOR Persona que efectúa un acto de •magia. En RV60 se traducen unos términos hebreos que significan, por un lado, aquellos que dicen predecir el futuro apelando a fórmulas y conjuros mágicos e invocando espíritus. Así, se nos dice en Lv. 20:6: “Y la persona que atendiere a e. o adivinos...” Y en Dt 18:10–11: “No sea hallado ... encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos”. Por el otro, se señala con la palabra e. a los que mediante la música u otro artificio juegan con serpientes venenosas, logrando que adopten determinadas posturas o realicen algunas acciones. El Sal. 58:4–5 habla de los que “son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el e. sea”. Y en Ec. 10:11: “Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el e.” •Magia.

ENCARNACIÓN Palabra que se utiliza para señalar al hecho de que Dios se hizo hombre, de carne y hueso, en la persona del Señor Jesús. El término no aparece así en la Biblia. Se deriva del uso que las Escrituras hacen de los términos “en carne” (gr. sarx) en relación con el cuerpo del Señor (“Jesucristo ha venido en carne” [2 Jn. 7]). Cuando el Señor Jesús resucitó, dijo a sus discípulos: “Palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lc. 24:39). La e. es imposible de entender para la razón humana. Este hecho exorbitantemente maravilloso es llamado por Pablo “el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne” (1 Ti. 3:16), cosa que desde los principios mismos de la Iglesia muchos comenzaron a negar, unos diciendo que realmente no era un hombre, otros alegando que sí era humano, pero que no era Dios. La herejía docetista enseñaba que Cristo había sido una especie de aparición y que no había “nacido de mujer” (Gá. 4:4). Los sabelianos del siglo III decían que Dios se había manifestado en tres maneras distintas, tres modos diferentes, no en tres personas, negando así el carácter personal del Espíritu Santo y del Señor Jesús, así como su e. Las influencias filosóficas que vinieron a desembocar en el •gnosticismo del siglo II influyeron grandemente en este tipo de pensamiento negador de la e.

Pero la enseñanza clara, “indiscutiblemente” (1 Ti. 3:16), de las Escrituras es que “Dios fue manifestado en carne”. En efecto, los apóstoles utilizaron esta doctrina como una especie de “piedra de toque” que ayudaba a determinar si una profesión de fe cristiana era genuina o no. Decía Juan: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Jn. 4:2). “Manifestado en carne” quiere decir, y dice, que

el Señor Jesús tenía un cuerpo humano verdadero, sujeto al espacio y al tiempo. Sus lágrimas ante la tumba de Lázaro fueron verdaderas lágrimas y su sangre en la cruz verdadera sangre. Tuvo un cuerpo que sufrió cansancio (Jn. 4:6), y hambre (Mt. 21:18), y sed (Jn. 19:28). Su muerte, entonces, fue verdadera muerte. Si él no hubiera sido verdadero hombre, de carne y hueso, no habría podido morir. La resurrección tampoco tendría sentido si Cristo no tenía un verdadero cuerpo. Para comentarios sobre la deidad de Cristo: •Jesucristo.

ENCINA Árbol de noble madera, que alcanza unos 15 a 20 m de altura, con abundante follaje, muy común en Israel. Pertenece a la misma familia que el roble. En efecto, en otros idiomas en vez de “encina” se traduce “roble”. Cuando Jacob pidió a su familia que quitaran los dioses ajenos que tenían porque iba a adorar en •Betel, recogió las estatuillas “y los zarcillos que estaban en sus orejas; y ... los escondió debajo de una e. que estaba junto a Siquem” (Gn. 35:4). •Débora fue sepultada “al pie de Betel, debajo de una e.” (Gn. 35:8). •Absalón perdió la vida porque al huir “se le enredó la cabeza en [una] e.” y allí le mataron (2 S. 18:9). Por su gran altura y frondosidad la e. era usada como lugar para citas especiales, muchas veces con motivos religiosos. Israel pecó haciendo esto último: “Sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las e., álamos y olmos que tuviesen buena sombra” (Os. 4:13). Ezequiel dice que la gente de Tiro hacía sus remos “de e. de Basán” (Ez. 27:6). Nombre científico: Quercus ithaburensis. •Plantas de la Biblia.

ENDECHA Canción triste con la cual se lamenta alguna tragedia, como la que compuso David a la muerte de Saúl y Jonatán (2 S. 1:17–27).

ENDEMONIADO •Posesión demoníaca.

ENDOR (La fuente de Dor). Ciudad que fue adjudicada a la media tribu de Manasés en la repartición de la tierra (Jos. 17:11). Situada al N de •Gilboa. Fue aquí donde Saúl vino a consultar con una mujer que tenía “espíritu de adivinación” antes de la batalla en la cual perdería la vida (1 S. 28:7–25). El Salmo 83:9–10 habla de •Sísara y •Jabín como vencidos en E. Dos lugares se sugieren como localización posible: Tell al-Ajul y Jirbat al-Safsafa.

ENEAS Creyente que habitaba en Lida. Cuando Pedro visitó esa ciudad “halló allí a uno que se llamaba E., que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. Y le dijo Pedro: E., Jesucristo te sana” (Hch. 9:33–34).

ENEBRO Arbusto muy abundante en los desiertos. Llegaba a una altura de hasta dos m, suficiente como para proporcionar una sombra para el cansado Elías (1 R. 19:4–5). Los beduinos utilizan sus raíces como combustible (Job 30:4). Cuando se quería usar una flecha como incendiaria se envolvía su extremo, un poco antes de la punta, en raíces de e. a las cuales se aplicaba fuego antes de lanzarlas (Sal. 120:4). Su nombre científico es Retama roetam. •Plantas de la Biblia.

EN-EGLAIM (Manantial de las dos terneras). Lugar en las orillas del •mar Muerto. Su ubicación actual es desconocida. Una profecía dice que vendrá un día cuando el mar Muerto estará lleno de peces y “desde En-gadi hasta E. será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande” (Ez. 47:10).

ENELDO Hierba aromática que se utilizaba como condimento y para fines medicinales. La Nigella sativa era consideraba útil para expulsar los gases de los intestinos. Los fariseos, en su exceso legalista, llegaron a exigir el diezmo de “la menta y el e. y el comino”, pero dejaban “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mt. 23:23; Lc. 11:42), o sea que se ocupaban de minucias dejando lo verdaderamente valioso. La palabra que RV60 traduce “eneldo” en Is. 28:25–27 es traducida por otras versiones como “hinojo”, lo cual es

más acertado. El hinojo (o eneldo) “no se trilla con trillo ... sino que con un palo se sacude” para sacarle las semillas, que es lo más apreciado (Is 28:27). •Plantas de la Biblia.

ENFERMEDAD •Medicina. Médicos.

EN-GADI (Manantial del cabrito). Oasis cerca de la orilla occidental del •mar Muerto. Un manantial nace a una altura de 200 m por encima de ese mar, donde desemboca tras crear varios saltos de agua. En la repartición de la tierra fue adjudicada a la tribu de Judá (Jos. 15:62). También es llamado •Hazezon-tamar (Gn. 14:7; 2 Cr. 20:2). Huyendo de Saúl, David se refugió allí, especialmente en la parte alta, “los lugares fuertes de E.” (1 S. 23:29). La presencia de agua y la temperatura caliente permitió que se desarrollara allí una abundante agricultura. En Cantar de los Cantares el Amado es “racimo de flores de alheña en las viñas de E.” (1:14). Una profecía dice que vendrá un día cuando el mar Muerto estará lleno de peces y “desde E. hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande” (Ez. 47:10).

EN-GANIM (Manantial de los jardines). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:34). Pro-bablemente Beit Jemal, un manantial existente 3 km al S de Bet-semes.

2. Ciudad en el territorio de Isacar que se adjudicó a “los hijos de Gersón de las familias de los levitas” (Jos. 19:21; 21:29). En 1 Cr. 6:73 es llamada •Anem.

ENGAÑO En el hebreo, el vocablo rama denota argucia, falsedad, traición, etcétera. Se utiliza en la historia del matrimonio de Jacob, que se despertó de la noche de bodas y descubrió que su mujer era •Lea y no •Raquel, y dijo a su suegro: “¿Por qué, pues, me has engañado?” (Gn. 29:25). Los gabaonitas engañaron a los israelitas y consiguieron vivir en paz con ellos (Jos. 9:22). •Mical engañó a los esbirros de su padre que fueron a matar a David (1 S. 19:17).

En el NT, la palabra es dolos. “Los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo ... tuvieron consejo para prender con e. a Jesús, y matarle” (Mt. 26:3–4). Del corazón de los hombres salen los e. (Mr. 7:22). Por eso viven “atestados de toda injusticia, fornicación ... e. y malignidades” (Ro. 1:29). Pero los creyentes deben desechar “todo e.” (1 P. 2:1), imitando a su Señor, “el cual no hizo pecado, ni se halló e. en su boca” (1 P. 2:22).

EN-HACORE (Manantial del que clamó). Manantial surgido milagrosamente cuando Sansón “teniendo gran sed clamó luego a Jehová” después de matar a mil filisteos con una quijada de asno. El suceso tuvo lugar en •Lehi (Jue. 15:18–19).

EN-HADA (Manantial agudo). Ciudad que correspondió a la tribu de Isacar en la repartición de la tierra (Jos. 19:21). Posiblemente el-Hadete, a unos 10 km al E del monte •Tabor.

EN-HAZOR (El manantial de Hazor). Una de las “ciudades fortificadas” que fueron adjudicadas a la tribu de Neftalí en la repartición de la tierra (Jos. 19:35, 37). Se desconoce su ubicación exacta.

ENIGMA Expresión que denota misterio, pero que puede ser descifrado. Conjunto de palabras arregladas con artificio para que su comprensión sea difícil, pero no imposible. A veces en la Biblia se da la apariencia de cierto paralelismo con las adivinanzas o acertijos, como en el caso de Sansón, que propuso un e. a los filisteos, y fue traicionado por su mujer (Jue. 14:14–18). Junto con los proverbios o refranes de sabiduría, se recitaban también e. (Sal. 49:4). En ambas cosas era famoso el rey Salomón (1 R. 10:1–3). Daniel era experto en descifrar e. (Dn.

5:12). Hay muchos e. en el Apocalipsis. Un ejemplo de ello es el número 666 que representa el nombre de la bestia (Ap. 13:18).

EN-MISPAT •Cades.

ENOC Nombre de personas y un lugar en el AT.

1. Primogénito de Caín. Padre de Irad (Gn. 4:17–18).

2. La primera ciudad en la historia de la humanidad (“Caín ... edificó una ciudad y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, E.” [Gn. 4:17]).

3. Hijo de Jared. Se nos dice de él que “caminó, pues, E. con Dios”, lo cual señala a un carácter especialmente santo y agradable a Dios, por lo cual “desapareció, porque le llevó Dios” (Gn. 5:24). Este hecho estuvo relacionado con la fe de E., pues “por la fe E. fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (He. 11:5). Estas palabras sugieren que el escritor hacía referencia a escritos más detallados sobre la vida de E., que fue una figura muy popular en la literatura hebrea, especialmente en la apocalíptica. Judas 14 dice que “profetizó E., séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares”. Se conocen hoy día tres libros apócrifos con el nombre de E.: a) el Libro etiópico de E.; b) el Libro de los secretos de E.; y c) el Libro hebreo de E. Todo parece indicar que la cita profética mencionada fue tomada del Libro etiópico de E., cap. 1, v. 9. La figura de E. aparece a menudo en muchos otros libros apócrifos, como en Sabiduría, Eclesiástico, Jubileos, etcétera. Se le pinta como un gran sabio que enseñó a los hombres la escritura.

4. Hijo mayor de Rubén, cabeza de “la familia de los enoquitas” (Nm. 26:5).

ENÓN (Lugar de fuentes). Lugar donde •Juan el Bautista estaba bautizando “junto a •Salim, porque había allí muchas aguas” (Jn. 3:23). Quedaba al O del Jordán. Se desconoce su localización exacta.

ENÓS (Hombre, humanidad). Nieto de •Adán. Hijo de •Set. Después de nacido él “los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Gn. 4:25–26). Esta expresión es traducida también como que dice: “E., el primero que invocó el nombre del Señor” (Gn. 4:25–26). Algunos piensan que se hace esa mención en cuanto a E. para contrastarlo con los citados inmediatamente antes, esto es, los que vienen de la línea de •Caín, especialmente •Lamec, que se caracteriza por la poligamia y la violencia.

EN-RIMÓN (Manantial de la granada). Una de las ciudades adjudicadas a la tribu de Simeón “en medio de la heredad de los hijos de Judá” (Jos. 19:1, 7). Llamada Rimón aquí y en 1 Cr. 4:32. En tiempos de Nehemías “algunos de los hijos de Judá” fueron a habitar en E. (Neh. 11:25, 29). Se le identifica con Umm er-Ramamin, a unos 14 km al NE de •Beerseba.

EN-SEMES (Manantial del sol). La frontera del territorio de la tribu de Judá, del lado de Benjamín, pasaba por “las aguas de E.” (Jos. 15:7; 18:17). Se le identifica con una fuente llamada “fuente de los apóstoles” por una tradición que dice que los apóstoles bebieron de ella. Queda en Ain el-Hod, unos 4 km al E de Jerusalén.

ENVIDIA Sentimiento de molestia por el bien ajeno, porque otro tiene algo que deseamos para nosotros. Generalmente produce la inclinación a negar la existencia de éste, a tratar de poseerlo o destruirlo y, sobre todo, a sentir odio hacia la persona que posee lo que deseamos. Cuando Isaac prosperó mucho “los filisteos le tuvieron e.” y segaron los pozos que “habían abierto los criados de Abraham” (Gn. 26:13–15). Los hermanos de José “movidos por e.”, le vendieron (Gn. 37:11; Hch. 7:9). La palabra hebrea está relacionada con la idea de quemadura, ardor que se siente en el rostro. “La e. es carcoma de los huesos” (Pr. 14:30). •Asaf reconoce que tuvo “e. de los arrogantes” porque les iba bien en la vida (Sal. 73:3). David aconseja: No “tengas e. de los que hacen iniquidad” (Sal. 37:1). Cuando se efectuaba el juicio del Señor Jesús, •Pilato “sabía que por e. le habían entregado” los sacerdotes (Mt. 27:18; Mr. 15:10). Los creyentes no deben andar “en contiendas y e.” (Ro. 13:13; 2 Cor. 12:20). No debemos estar “envidiándonos unos a otros” (Gá. 5:26), porque “el amor no tiene e.” (1 Co. 13:4)

EPAFRAS (Apócope de Epafrodito: buen mozo, deseable). Creyente de •Colosas que estaba con Pablo cuando éste escribe su epístola a la iglesia de esa ciudad. El apóstol dice que “es uno de vosotros”, esto es, nativo o habitante de Colosas, posiblemente el fundador de la iglesia allí. También le llama “consiervo amado” y “siervo de Cristo”, señal de que ejercía el ministerio entre ellos, incluyendo además a •Laodicea y •Hierápolis, pues Pablo daba “testimonio de que tiene gran solicitud” por ellos también (Col. 1:7; 4:12–13). E. visitó a Pablo durante su prisión en Roma, y le informó del estado de la iglesia. En la carta a •Filemón, Pablo le describe como su “compañero de prisiones por Cristo Jesús” (Flm. 23), lo que sugiere que también él estuvo preso por causa del evangelio o que se prestó para hacer compañía al apóstol en su prisión.

EPAFRODITO (Buen mozo, deseable). Creyente de la iglesia de Filipos que fue portador de una ofrenda de ésta para Pablo cuando estaba preso en Roma. El apóstol le llama “mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades” (Fil. 2:25). La palabra “mensajero” en el original es “apóstol”. E. “estuvo enfermo, a punto de morir”, de lo cual los filipenses tuvieron noticia. “Gravemente se angustió” al saber que su enfermedad había alarmado a los hermanos (Fil. 2:26–27). Ante esto Pablo decidió enviarlo de regreso a Filipos.

EPENETO (Digno de alabanza). Creyente a quien Pablo saluda al final de la epístola a los Romanos, llamándole “amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo” (Ro. 16:5). En el texto original muchos leen Asia en vez de Acaya. Esto parece más apropiado, puesto que en 1 Co. 16:15 dice que “la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya”. No se conocen las circunstancias de la conversión de E., pero muchos piensan que fue en Éfeso.

EPICÚREOS Pertenecientes a la escuela filosófica fundada por Epicuro, que nació en la isla de Samos en el año 341 a.C. Cuando Pablo visitó •Atenas por primera vez “algunos filósofos de los e. y de los estoicos disputaban con él” (Hch. 17:18). Estas escuelas eran las más populares entonces en aquella ciudad. En la teoría del conocimiento de los e. los sentidos eran la única fuente de certeza, importando en última instancia lo que ellos nos dijeran. El fin de la vida del hombre era la búsqueda de la felicidad. Y como sólo los sentidos nos muestran la verdad, la felicidad había que buscarla a través de éstos. Esto conducía a los e. a un sensualismo que luego degeneraría a dimensiones que no fueron los originalmente propuestos por Epicuro. El alma, para ellos, no era substancialmente diferente del cuerpo. Por lo tanto, todo terminaba con la muerte, de la cual no había que tener miedo, puesto que no había responsabilidad posterior para el hombre frente a los dioses, los cuales no existían, o si existían estaban muy lejos de los asuntos humanos, sin intervenir nunca en la historia. Era natural, entonces, su reacción negativa ante el mensaje del apóstol Pablo sobre la resurrección y el juicio venidero (Hch. 17:32).

EPÍSTOLA Es una carta de una persona a otra, o de un grupo a otro, ya sea con fines oficiales o particulares. Es cierto que en la antigüedad, especialmente entre los griegos, se tomó la costumbre de escribir determinados tratados, generalmente filosóficos y siempre con fines didácticos, en forma de carta, lo cual dio nacimiento a un estilo que se llamó epistolar, pero las cartas que aparecen en la Biblia no tienen ese particular estilo. Son, más bien, comunicaciones que surgieron como consecuencia de necesidades muy concretas en las iglesias o alrededor del ministerio de los apóstoles. Algunas de ellas, sin embargo, bien que podrían caber dentro de la definición, puesto que son verdaderos tratados, como es el caso de Gálatas, Efesios y Primera de Juan. Otras, aunque exponiendo verdades, hacen algunas referencias a personas y lugares.

Pablo escribió muchas cartas, algunas de las cuales no han llegado hasta nosotros. Se tiene conocimiento, por lo menos, de que habían otras dos e. a los Corintios (1 Co. 5:9; 2 Co. 7:8) y otra a Laodicea (Col. 4:16). El hecho de que Pedro, en su segunda carta, mencione las e. de Pablo y diga que algunos las malinterpretaban “como también las otras Escrituras”, es una señal de que la iglesia primitiva consideraba esta correspondencia como Palabra de Dios (2 P. 3:15–16).

En el AT existen varios ejemplos de cartas, como la que envió David a •Joab ordenando la muerte de •Urías (2 S. 11:14–15); las que envió •Jezabel para la muerte de •Nabot (1 R. 21:8–10); la que mandó •Ezequías pidiendo al pueblo que viniera a celebrar la Pascua (2 Cr. 30:6–9); las que escribió •Senaquerib blasfemando contra Jehová cuando sitiaba a Jerusalén (2 Cr. 32:17); las que enviaron los que se oponían a los judíos en tiempos de Esdras (Esd. 4:6–9), etcétera.

EPÍSTOLAS PASTORALES Con este nombre los eruditos señalan a las dos cartas a •Timoteo y la de •Tito, formando con ellas un grupo de escritos paulinos. Se utiliza esta denominación porque en ellas hay ciertos consejos dirigidos a personas que tenían la responsabilidad de cuidar o pastorear almas. Este uso no es muy antiguo, pues aparece a partir del Siglo XVIII. •Primera y Segunda Timoteo. •Tito.

EPÍSTOLAS UNIVERSALES (O CATÓLICAS) Nombre que se viene aplicando al grupo de cartas formado por •Santiago, las dos de Pedro, las tres de Juan y Judas. Se les llama así porque están dirigidas a un grupo amplio de personas, con excepción de Segunda y Tercera de Juan. El uso de este nombre es bastante antiguo. Eusebio, por ejemplo, habla de Santiago como “la primera de las llamadas cartas católicas”. De Judas dice: “La llamada carta de Judas, que igualmente forma parte de las llamadas cartas católicas”. Orígenes designó como “católicas” a 1 Pedro y 1 Juan.

EQUER (Raíz). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Ram, nieto de Jerameel (1 Cr. 2:27).

ER (Observador). Nombre de personas del AT.

1. Hijo mayor de Judá que “fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida” (Gn. 38:7). Cuando esto sucedió estaba prometido para casarse con •Tamar. No se nos dice en qué consistía la maldad de E. Su madre era “la hija de un hombre cananeo” (Gn. 38:2) y fue concebido cuando “Judá se apartó de sus hermanos” (Gn. 38:1).

2. Nieto de Judá. Hijo de Sela. “Padre de Leca” (1 Cr. 4:21).

3. Personaje en la genealogía del Señor Jesús (Lc. 3:28).

ERA Lugar que se destina para realizar la trilla de la mies y para secar la lana de las ovejas. Tenía que ser plano, con una superficie alisada, apisonada o con alguna mezcla que le diera dureza. Las había también de piedra lisa o con un fundamento de piedra, encima del cual se ponía argamasa. Usualmente, había una e. cerca de los poblados para uso común. Los terratenientes importantes tenían una en su propiedad. El sitio debía ser apropiado en cuanto a que los vientos soplaran libremente sobre él, a fin de facilitar el aventado de los granos. Gedeón pidió señal a Dios poniendo “un vellón de lana en la e.”, esperando que “el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra” y viceversa (Jue. 6:36–40). “David compró la e. y los bueyes” de Arauna jebuseo “por cincuenta siclos de plata” y allí más tarde se construiría el •templo (2 S. 24:24). Dios promete a Israel que un día “las e. se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite” (Jl. 2:24).

ERÁN Descendiente de Efraín. Hijo de Sutela. Cabeza de “la familia de los eranitas” (Nm. 26:36).

ERASTO (Amado). Nombre de personas del NT.

1. Ayudante de Pablo que conjuntamente con •Timoteo fue enviado a •Macedonia mientras el apóstol “se quedó por algún tiempo en Asia” (Hch. 19:22). Escribiendo a Timoteo, Pablo dice que “E. se quedó en 2 Corinto” (2 Ti. 4:20). Es posible que E. acompañara a Pablo en algunos de sus viajes.

2. Creyente de Corinto que envía saludos a los hermanos de Roma. Pablo le llama “tesorero de la ciudad” (Ro. 16:23). En el año 1929 arqueólogos encontraron una inscripción en un trozo de pavimento de mármol en Corinto que dice: “E., comisionado de obras públicas, echó este pavimento a sus propias expensas”. Se piensa que es posible que se trate del amigo de Pablo porque la inscripción es del siglo I, pero el cargo de “comisionado de obras públicas” era de mayor rango que el de “tesorero de la ciudad”. El nombre E. era bastante común.

EREC Ciudad en Mesopotamia que la Biblia relaciona con •Nimrod diciendo que “fue el comienzo de su reino Babel, E., Acad y Calne, en la tierra de Sinar” (Gn. 10:10). Situada en la margen oriental del Éufrates a unos 65 km al NO de Ur. En tiempos de Esdras, “Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de E., de Babilonia, de Susa...” escribieron “una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes” (Esd. 4:8–9).

ERI (Vigilante). Uno de los hijos de Gad, cabeza de “la familia de los eritas” (Gn. 46:16; Nm. 26:16).

ERIZO Animal pequeño, parecido a un ratón con numerosas púas en el pelaje del dorso. Es insectívoro. No era apto para comerse (Lv. 11:30). En un oráculo contra •Babilonia, Isaías dice: “Y la convertiré en posesión de e.” (Is. 14:23). Nombre científico: Erinaceus Pruneri.

ESÁN (Apoyo). Villa asignada a la tribu de Judá, situada “en las montañas” (Jos. 15:52). Se desconoce su ubicación exacta, pero algunos piensan que se trata de la actual Jirbet Samaa, unos 16 km al SO de •Hebrón.

ESAR-HADÓN Rey asirio (681–669 a. C.). Hijo y sucesor de •Senaquerib. Ascendió al trono tras el asesinato de su padre a manos de otros hijos rivales (2 R. 19:37; Is. 37:38). Asiria había invadido Judá y deseaba también conquistar Egipto donde gobernaba el faraón •Tirhaca, de raza nubia o etíope. En tiempos de •Ezequías el ejército asirio sintió cierta presión en su asedio a Jerusalén por causa de un ataque de este faraón. Pero más tarde, gobernando ya E., •Menfis fue conquistada en el año 671 a.C. y Tirhaca se refugió en el Alto Egipto. En el año

669 E. murió estando en campaña para apagar la rebelión de Tirhaca, que había vuelto a Egipto. Esa campaña fue victoriosa para los asirios. Como los asirios habían dominado al Reino del Norte, Israel, E. pobló a Samaria con habitantes de otras tierras a las cuales había sometido. Algunos de éstos “vinieron a •Zorobabel y a los jefes de casas paternas” en tiempos de Esdras pidiendo participar en la edificación del •templo, diciéndose adoradores de Dios “desde los días de E., rey de Asiria, que nos hizo venir aquí” (Esd. 4:2).

ESAÚ (Velludo). Hijo de Isaac y •Rebeca. Era gemelo con Jacob, que nació “trabada su mano al calcañar de E.” Se distinguió por su destreza en la caza. Por esto y por ser el primogénito tenía la preferencia de Isaac, mientras que su hermano Jacob “era varón quieto” y amado de su madre (Gn. 25:21–28). En un momento de malestar físico, E. vendió a Jacob su primogenitura “por una sola comida”, un plato de lentejas (Gn. 25:29–34; He. 12:16). Se le añadió el nombre de •Edom a causa del color de este guiso (Gn. 25:30). Más tarde Jacob tomó la bendición de la primogenitura engañando a su padre Isaac. E., al darse cuenta, “la procuró con lágrimas” (He. 12:16–17), pero ya era tarde.

Isaac dio una bendición secundaria a E. (Gn. 27:38–40), pero éste aborreció a su hermano, lo cual hizo que Jacob huyera a casa de su pariente •Labán. Cuando regresó, veinte años después, Jacob tuvo miedo de que su hermano quisiera matarlo, pero E. había sido prosperado y vino a recibirlo, “corrió a su encuentro y le abrazó, se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron” (Gn. 33:4). Los descendientes de E. formaron el pueblo de los •edomitas. •Edom. •Edomitas.

Hablando de la •elección, el apóstol Pablo utiliza una escritura de Mal. 1:2–3 (“Amé a Jacob y a Esaú aborrecí”), señalando que en este caso la misma se produjo cuando “no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios ... permaneciese, no por las obras sino por el que llama” (Ro. 9:10–13). E. es llamado “profano” (He. 12:15–17) y se le utiliza como ejemplo de aquellos que menosprecian los privilegios espirituales y santos, cambiándolos por la satisfacción de deseos temporales y vanos.

ES-BAAL (Hombre de Baal). Uno de los hijos de Saúl (1 Cr. 8:33; 9:39). •Is-boset.

ESBÁN Descendiente de •Esaú. Segundo hijo de Disón (Gn. 36:26).

ESCARLATA Se llamaba así a una tela especial que se teñía de un color rojo menos subido que la grana, usando un tinte que se obtenía de un insecto llamado cochinilla. La e. era considerada lujosa. Así, David, cuando lloró a Saúl, dice que él “vestía de e.” a las hijas de Israel (2 S. 1:24). Los soldados romanos “echaron encima un manto de e.” al Señor Jesús (Mt. 27:28). En Apocalipsis se presenta a un “gran dragón e.” (Ap. 12:3); una mujer sentada sobre una bestia e. (Ap. 17:3); es una mercadería de esta mujer (Ap. 18:12), que se adornaba con ella (Ap. 18:16). La e. era preferida por la nobleza y los poderosos de la tierra. El término es intercambiable con “grana”, “púrpura” o “bermeja” en distintos pasajes. •Colores

ESCATOLOGÍA Palabra técnica que no aparece en la Biblia. Los eruditos la utilizan combinando dos vocablos griegos: eschatos (últimas cosas) y logos (estudio, enseñanza). Viene a ser, entonces, la doctrina de las últimas cosas. Como tal, está íntimamente relacionada con el futuro y, por tanto, con la profecía bíblica.

Se nos enseña en 2 P. 1:19: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca”. Muchos errores y problemas han surgido en la historia de la Iglesia porque siempre aparecen individuos o escuelas de pensamiento que pretenden alumbrar allí donde la Biblia dice que está oscuro. El futuro, dice Pedro, es un “lugar oscuro”. La profecía es una

luz, pero no una luz total, sino “como una antorcha que alumbra en un lugar oscuro”. Cuando encendemos una antorcha dentro de una cueva llena de tinieblas, podemos ver el contorno de las cosas, pero no el detalle de ellas. Se producen sombras y reflejos, perfiles y contrastes. Pero aunque no veamos los detalles, el alumbrarnos con la antorcha nos permite dirigir sabiamente nuestros pasos. Ese es el propósito de la profecía.

Dios no nos ha dado detalles de lo que va a acontecer en el futuro, pero sí nos ha provisto de unos lineamientos generales que nos indican que los acontecimientos se mueven hacia una culminación grandiosa en la cual su nombre va a ser universalmente exaltado. Mientras tanto, nos ha revelado lo que consideró que debíamos saber. Así lo hizo también con su pueblo en el AT ( •Esperanza. •Mesías). Nos habla lo necesario sobre la •inmortalidad, la •muerte, el llamado estado intermedio, el •juicio final, el •cielo, el •infierno, etcétera. Todos estos temas forman parte de la e. Sin embargo, la mayoría de las personas, cuando se menciona la palabra e., piensan mayormente en la segunda venida de Cristo, las señales que la antecederán, el anticristo, el milenio, etcétera.

El estado intermedio. Los eruditos utilizan este término técnico que no aparece en la Biblia cuando se preguntan cuál sería la condición de los hombres inmediatamente después de la •muerte y antes de la •resurrección. La divergencia de opiniones sobre el tema se agudiza en el caso de personas que no creen en la existencia del alma separada del cuerpo. Pero, aun en el caso de los que piensan positivamente sobre el particular, se levanta la pregunta: ¿Qué pasa con el •alma, de la cual habló el Señor diciendo que hay “los que pueden matar el cuerpo, mas el a. no pueden matar”? (Mt. 10:28). Aunque la mayoría de las confesiones cristianas afirman que el alma sigue viviendo después de la muerte, difieren mucho en cuanto a lo que sucede con ésta después de separarse del cuerpo. Algunos piensan que los justos simplemente descansan o duermen esperando el día de la resurrección. Otros entienden que en ese descanso el alma mantiene su conciencia. Durante la Edad Media llegó a elaborarse la doctrina del purgatorio, según la cual las almas de los hombres que no habían muerto enteramente justos, iban a un lugar donde sufrían ciertas penas que las purificaban, antes de pasar al estado de beatitud en el cielo. Esta doctrina fue rechazada por la Reforma. Las diferencias de opiniones se acentúan en gran parte porque la Biblia misma no da detalles sobre el particular. A los hombres les parece gran cosa el tiempo entre la muerte física y la resurrección, pero hay que dudar de que eso le preocupe a Dios, pues para “con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 P. 3:8).

El apóstol Pablo escribió a los Filipenses, diciendo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger ... teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” (Fil. 1:22–24). También a los Corintios dijo: “Entretanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor ... pero procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables” (2 Co. 5:6–9). Las expresiones “estar en el cuerpo” y “ausentes del cuerpo ... presentes al Señor” hablan de la existencia del alma, que puede estar en el cuerpo o fuera de él. Después de la muerte, entonces, Pablo quería “estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. Eso indica que más allá de la muerte lo que espera al cristiano es un estado de bienaventuranza junto al Señor Jesús.

La segunda venida de Cristo. Los eruditos llaman a esto “la parusía”. El NT está lleno de alusiones y firmes promesas sobre un regreso personal de Cristo a la tierra. En los Evangelios, el Señor mismo lo promete constantemente “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” [Mt. 16:27]; “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” [Mt. 24:42]; “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” [Lc. 12:40]; “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que

donde yo estoy, vosotros también estéis” [Jn. 14:3]). Esto era esperado por todos los que creyeron en él, como se demuestra en la predicación de los apóstoles después de la resurrección. Pedro, por ejemplo, predicó del Señor Jesucristo: “A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21). Y más tarde,contestando a los que decían: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento”, explicaba: “El Señor no retarda su promesa.... Pero el día del Señor vendrá” (2 P. 3:4, 9–10). El apóstol Pablo hablaba frecuentemente de la segunda venida de Cristo. Decía que es “preciso que él reine” (1 Co. 15:25). Los tesalonicenses se habían convertido “para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos” (1 Ts. 1:9–10). Pablo les animaba a estar preparados para “la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Ts. 3:13), porque “el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (1 Ts. 5:2). El escritor de Hebreos dice: “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (He. 9:28). Santiago exhortaba: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor” (Stg. 5:7). El Apocalipsis, escrito por el apóstol Juan, presenta numerosos cuadros proféticos que anuncian el regreso de Cristo. Y termina con una ratificación de esa promesa: “Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).

¿Cuándo? El Señor Jesús dijo varias veces que sus seguidores no sabrían cuándo esto acontecería. (“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” [Mt. 24:42]; “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” [Lc. 12:40]; “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente...” [Mr. 13:35]). Más aún, el Señor decía que ni él mismo lo sabía (“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” [Mr. 13:32; Mt. 24:36]). Cuando los discípulos le preguntaron sobre el particular, les dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hch. 1:7).

No obstante todo esto, desde los mismos tiempos apostólicos se han venido haciendo especulaciones para determinar una fecha o, a lo menos, la época del retorno de Cristo, muchas veces basándose en algunas de sus propias palabras, incorrectamente interpretadas. La prueba de que esos errores vienen de los tiempos apostólicos puede verse en el hecho de que los apóstoles mismos tuvieron que aclarar a los creyentes la verdad, en vista de ciertos movimientos que se levantaban entre ellos. Pablo tuvo que explicar a los Tesalonicenses: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y a nuestra reunión con él ... no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar ... no os conturbéis ... ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.... porque no vendrá sin que antes venga la apostasía” (1 Ts. 2:1–4). Pedro aclaró que “el Señor no retarda su promesa ... sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca” (2 P. 3:9). Hay que apuntar, sin embargo, que teniendo en cuenta todas las Escrituras que hablan sobre la segunda venida de Cristo, resulta evidente que ha sido la voluntad de Dios que todos sus hijos la esperen con un sentido de inminencia, de forma tal que eso mismo les impulse a mantenerse velando contra el pecado y la contaminación.

Las señales de los tiempos. Esta expresión fue utilizada por el Señor Jesús en Mt. 16:3, cuando dijo a los fariseos: “¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!” Es claro que esas señales se relacionaban con la llegada del •reino de los cielos. Sin embargo, en la mente de los israelitas también estaba el pensamiento de que el fin del mundo sería precedido por una serie de acontecimientos de tal prodigiosidad que servirían a manera de aviso de su llegada. Por eso los discípulos le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mt. 24:3). El Señor Jesús, sabiendo que el pensamiento generalizado era que habría señales anunciadoras de la culminación del reino de Dios, advirtió: “El reino de Dios no

vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí” (Lc. 17:20–21). Por lo tanto, las descripciones que se hacen sobre “guerras y rumores de guerras” y que “se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares...” (Mt. 24:5–14) no fueron dichas como que pertenecerían a una época específica de la historia después de la ascensión y antes del retorno de Cristo, sino más bien a todo el período entre los dos eventos. Mientras que, por otra parte, “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Incluso el Señor, cuando hablaba así, anunció la destrucción de Jerusalén, la cual tuvo lugar unos cuantos años después de su muerte (70 d. C.).

Podemos entender, entonces, que el Señor nos dijo que debíamos esperar la predicación de su evangelio por todo el mundo. Por lo tanto, los creyentes deben estar interesados en la obra misionera, a fin de que todas las naciones sean alcanzadas por el evangelio y tengan la oportunidad de oír sobre la persona del Señor Jesús. Otro asunto que debe ser observado con atención es el trato de Dios con su pueblo Israel. Pablo dice “que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”, es decir, hasta que el evangelio haya sido predicado a todas las naciones (Ro. 11:25). Pero después, según el apóstol, “todo Israel será salvo” (Ro. 11:26). De manera que los acontecimientos alrededor del pueblo de Israel tienen especial significación para los intereses proféticos. A pesar de diferentes énfasis en sus exposiciones, la mayoría de los eruditos concuerdan en esperar un gran movimiento del Espíritu Santo en ese pueblo, y su final conversión. Las divergencias giran alrededor de las interpretaciones que se dan al uso de la palabra “Israel”. Si se refiere a la nación como la conocemos hoy, o si se trata de los justos judíos a través de la historia, o si es la conjunción de los elegidos, tanto judíos como gentiles.

La gran tribulación. El Señor Jesús enseñó que sus seguidores serían muy perseguidos. Pero habló también de un período especial en el cual la persecución y los sufrimientos por su nombre serían agudizados (“... porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” [Mt. 24:21–22]). Añadió: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá.... Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo.... y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria... Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos” (Mt. 24:29–31). De manera que la segunda venida de Cristo estará precedida por una gran crisis mundial, cuando el pecado personal y colectivo de los hombres hará metástasis en todas las esferas de la vida.

El anticristo. El Señor Jesús había advertido que “vendrán muchos” en su “nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mt. 24:5). Dijo también que se levantarían “falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios” (Mt. 24:24; Mr. 13:21–22). Juan, en sus epístolas, hablando del “último tiempo”, dice que ya han surgido muchos a., pero que, a la vez, “el a. viene”, como una cosa futura (1 Jn. 2:18).

Ya en Daniel se profetizaba sobre una persona, un rey que “hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios”, oponiéndose al “Dios de los dioses”, no haciendo caso de él “ni del amor de las mujeres”, honrando “al dios de las fortalezas” (Dn. 11:36–39). Este personaje es llamado por Pablo “el hombre de pecado, el hijo de perdición”, que “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2:3–4).

Este “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”, usará de “todo engaño de iniquidad”. Los que han sido incrédulos le creerán a él, pues “Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad” (2 Ts. 2:8–12). Estos engaños

portentosos inducirán a los hombres a la idolatría, pues hasta logrará “infundir aliento a la imagen de la bestia” que se confeccionará, introduciendo, además, un sistema de control mundial para “que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia”, según expone Ap. 13:11–18. Pero a este inicuo “el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Ts. 2:8).

En la historia de la Iglesia se han propuesto diversas interpretaciones, casi siempre tratando de identificar al a. con algún personaje. Como es natural, los fracasos en este sentido han sido estrepitosos. Pero no hay duda de que en el momento de su aparición en el escenario mundial, los creyentes que estén vivos entonces estarán en la capacidad de identificarlo.

El milenio. En el capítulo 20 de Apocalipsis, se utiliza unas seis veces la expresión “mil años” (Ap. 20:2, 3, 4, 5, 6 y 7). Basándose en esa fuente se acuñó el término técnico “milenio”. Dentro de la apocalíptica judía, este libro está compuesto por una serie de figuras, visiones y representaciones simbólicas. Son muchos los números que utiliza. Así, habla de siete iglesias, cuatro seres vivientes, veinticuatro ancianos, siete espíritus de Dios, siete sellos, cuatro vientos de la tierra, ciento cuarenta y cuatro mil sellados, un ejército de doscientos millones, etcétera. Muchos eruditos miran a esos números con un sentido estrictamente matemático, sin atribuirles ningún papel figurado o representativo, alegando así que interpretan el Apocalipsis en sentido literal. Pero parece difícil tomar en sentido literal, por ejemplo, que Dios tiene siete espíritus, o que la tierra sólo tenga cuatro vientos.

A pesar de esto, es tradicional que entre los eruditos se entienda que cuando el Apocalipsis habla de mil años, se está hablando en un estricto sentido matemático. Así, surge muy temprano en la Iglesia la idea de que la expresión apunta a un período de mil años en el futuro, en el cual existirá un estado de prosperidad y paz en el mundo, bajo el gobierno de Cristo, estando Satanás impedido de actuar por ese tiempo.

Partiendo de esa manera de pensar, se han levantado entre los cristianos diversas escuelas de interpretación del milenio. Las principales son: a) el amileniarismo, que no cree que Ap. 20 hable de un período futuro, sino de toda la historia de la Iglesia, pues Satanás ha sido ya atado por la muerte de Cristo en la cruz; b) el postmileniarismo, que piensa en un período matemático de mil años, tras los cuales se producirá la segunda venida de Cristo; c) el premileniarismo, que también cree en un período matemático de mil años, antes del cual vendrá Cristo. Sin embargo, los que así piensan se dividen en tres grupos: los pretribulacionistas, que creen que la iglesia no pasará por la gran tribulación, sino que será arrebatada antes; los mediotribulacionistas, que opinan que la iglesia será raptada en medio de la gran tribulación; y los postribulacionistas, que afirman que esto sucederá después de la gran tribulación.

Lo que todos creen. A pesar de las diferencias de opinión sobre “los tiempos y las sazones”, la inmensa mayoría de los creyentes esperan el retorno de Jesucristo, en persona, para reinar en el mundo, hacer juicio y someterse a sí mismo a Dios. •Cielos. •Eternidad. •Infierno. •Inmortalidad. •Juicio final. •Resurrección.

ESCEVA Judío que Pablo encontró en Éfeso. Es llamado “jefe de los sacerdotes”, o “príncipe de los sacerdotes”, lo cual puede ser que indique que pertenecía a una familia de entre la cual se escogía al sumo sacerdote en Jerusalén. “Algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos” para ver si lograban imitar los grandes milagros que Pablo hacía. “Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros ¿quiénes sois?” y atacándoles les hizo huir “desnudos y heridos” (Hch. 19:11–16). Muchos gentiles consideraban al judaísmo como una más de las religiones de misterios y no era raro que algunos judíos se dedicaran al

exorcismo entre ellos. Este caso demostró que el nombre del Señor Jesús no debía ser usado simplemente como una fórmula mágica para curar.

ESCITA Nombre utilizado para referirse a las tribus salvajes que habitaban el NE de Europa y NO de Asia, en la Rusia central. Eran gente muy fiera. La expresión en Col. 3:11 de que en Cristo “no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni e., siervo ni libre” apunta a las diferencias y divisiones que los hombres hacen entre sí. “Bárbaro” era, para un griego, todo aquel que no estuviera incluido en su cultura. “Escita” era una categoría aun inferior, pues denotaba salvajismo. Esas diferencias y divisiones debían desaparecer con el evangelio, porque “Cristo es el todo, y en todos”.

ESCLAVO La idea de esclavitud que tenemos hoy día no coincide con la práctica de los hebreos. Básicamente, un e. era un trabajador. El término hebreo que se utiliza para e., es eved, que viene de una raíz que significa “trabajar”. Pero el e. no recibía salario por su trabajo, como pasaba con el jornalero. Además, formaba parte de la familia y del patrimonio familiar del amo (Lv. 22:11; 25:46). Sus hijos nacían e. (Gn. 17:12). El amo podía buscarle compañero o compañera (Éx. 21:1–5). Los e. estaban obligados a guardar el sábado y las fiestas (Éx. 20:10; Dt. 16:11–14). Participaban de la Pascua, para lo cual tenían que ser circuncidados (Gn. 17:12; Éx. 12:44). Los jornaleros, sin embargo, no debían participar (Éx. 12:45). El criado de Abraham le iba a heredar si su amo llegaba a morir sin dejar descendencia (Gn. 15:3).

Los e. tenían sus derechos (Job 31:13). Estaba prohibido maltratarles (Lv. 25:53). Si un amo lo hacía y la persona moría, el castigo era igual a si lo hubiera hecho a un hombre libre (Éx. 21:20). Si al golpearlo le hacía un daño irreparable, aunque fuera la pérdida de un diente, tenía que darle la libertad (Éx. 21:26–27). Había que dar refugio a los e. que huían de sus amos y no se les podía devolver a sus antiguos dueños ni oprimirlos (Dt. 23:15). Esta disposición, como otras relativas a la e., no existía en las naciones vecinas de Israel (1 R. 2:39–40). El secuestro de personas para venderlas era castigado con la muerte (Éx. 21:16).

Como existía el apremio corporal por deudas, un ladrón que no podía pagar lo robado era vendido por su hurto (Éx. 22:2–3). Una persona que no pudiera cumplir con una deuda podía ofrecerse como sirviente, pero estaba prohibido tratarle como e., sino como a un jornalero, pero sin recibir paga, hasta el año del •jubileo (Lv. 25:39–41). Ningún hebreo podía ser e. de otro hebreo, porque como son e. de Dios, “no serán vendidos a manera de e.” Sólo extranjeros podían ser tomados como e. (Lv. 25:42–45). Y si un hebreo llegaba a ser e. de un extranjero, la familia tenía el deber de rescatarlo (Lv. 25:47–52). Y en todo caso había que tratar bien al e., recordando la esclavitud que padecieron los israelitas en Egipto (Dt. 15:15). Y llegado el año del jubileo, los e. hebreos debían ser libertados (Lv. 25:54). En ese momento debían darles dones (Dt. 15:13–14).

Se tomaba como e. a los prisioneros de guerra (Nm. 31:26; Dt. 20:10–11; 2 P. 2:19). Un padre podía vender su hija como e., para servicio de una casa, con intención de casarla, pero con ciertas condiciones. En caso de que el amo o un hijo suyo no casare con ella, el padre podía redimirla. Si se realizaba el matrimonio había que otorgarle el tratamiento de novia y esposa como a cualquier otra mujer no e. (Éx. 21:7–11).

La esclavitud es utilizada para ilustrar los efectos del pecado sobre el ser humano. “Todo aquel que hace pecado, e. es del pecado”, dijo el Señor Jesús (Jn. 8:34). Los creyentes eran antes “e. del pecado”, pero ahora son “siervos de la justicia” tras la •redención realizada por Cristo (Ro. 6:17; Tit. 3:3).

ESCOL (Racimo [de uvas]). Nombre de una persona y un lugar en el AT.

1. Personaje amorreo, aliado de Abraham junto con sus hermanos •Mamre y •Aner. Abraham “habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de E.”, cuando recibió la noticia de que •Lot había sido hecho prisionero por •Quedorlaomer (Gn. 14:13).

2. Valle cerca de •Hebrón hasta donde llegaron los espías enviados por Moisés a reconocer la tierra de Canaán. Por el medio del valle corría un arroyo. Los espías allí “cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo.... Y se llamó aquel lugar el Valle de E., por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel” (Nm. 13:23–24). Posiblemente Burj Haskej de hoy, a unos 3 km al N de •Hebrón.

ESCORPIÓN (ANIMAL) Alacrán. Insecto del orden de los arácnidos, muy venenoso. Abunda en las zonas desérticas, aunque también se encuentra en las ciudades (“Jehová tu Dios ... te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de e.” [Dt. 8:14–15]). Los e. mencionados en 1 R. 12:11 y 2 Cr. 10:11 (“... mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con e.”) es una referencia a un arbusto muy espinoso al cual se le aplicaba ese nombre. El Señor Jesús dio a sus discípulos “potestad de hollar serpientes y e. y sobre toda fuerza del enemigo” (Lc. 10:19). En Apocalipsis se menciona una plaga de langostas, a las cuales “se les dio poder, como tienen poder los e. de la tierra” y producían un “tormento como tormento de e. cuando hiere al hombre” (Ap. 9:3, 5, 10). Nombre científico: Scorpio sp. •Animales de la Biblia.

ESCORPIÓN (PLANTA) Arbusto muy espinoso que abundaba en zonas desérticas. Se le aplicaba el mismo nombre del alacrán, insecto arácnido venenoso. A este arbusto se refirió •Roboam cuando dijo a las tribus de Israel: “Mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con e.” (1 R. 12:11; 2 Cr. 10:11). •Plantas de la Biblia.

ESCRIBAS Saber leer y escribir en la antigüedad era un gran privilegio. El e. era una persona que se especializaba en trabajos relacionados con la escritura de documentos. Los que se dedicaban a este oficio eran empleados como funcionarios especiales para registrar las crónicas, redactar las cartas y comunicaciones de los reyes y personajes de importancia. Un e. bien entrenado debía ser capaz de preparar un documento de venta de una propiedad (Jer. 32:10–14); una carta de divorcio (Dt. 24:1–3); una petición al rey,o cualquier pieza de correspondencia. En Egipto el e. era una personalidad de alto rango. Los reyes de Judá e Israel tenían sus e. Así, en tiempos de David “Seraías era e.” (2 S. 8:17). En tiempos de Ezequías era •Sebna (2 R. 18:18). El e. de Josías se llamaba •Safán (2 R. 22:3). El oficio se heredaba de padre a hijo. En 1 Cr. 2:55 se habla de “las familias de los e. que moraban en Jabes”. Esdras es descrito como “e. diligente en la ley de Moisés” y “e. versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel” (Esd. 7:6, 11).

Después del exilio y tras cesar los profetas, hubo personas (al comienzo principalmente sacerdotes) que se dedicaban al estudio de la Torá, haciéndose expertos en ella, lo que les dio gran poder y preponderancia en la comunidad judía. En la época del Señor Jesús se les llamaba también “doctores de la ley” (Lc. 5:17), con el tratamiento oficial de rabí o rabino. Su función era enseñar las Escrituras y las tradiciones. Por eso el Señor Jesús dijo: “En la cátedra de Moisés se sientan los e. y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mt. 23:2–3). Junto con los fariseos, los e. trataban siempre de tomar a Cristo en alguna palabra. Éste los había denunciado como “hipócritas” (Mt. 23:13, 14, 15, 23, 25, 27, 29). Y dijo que sería “entregado a los principales sacerdotes y a los e., y le condenarán a muerte” (Mt. 20:18).

ESCRITURA En el Oriente Medio aparece la e. alrededor de tres mil años a.C. Hay testimonios desde esa época en e. pictográfica, cuneiforme y en jeroglíficos. Entre los pueblos semitas fue que se inventó el •alfabeto, cuando se dieron cuenta de que podían representar mediante signos escritos los fonemas de su lenguaje, que eran unos treinta. Antes de ese

desarrollo, el avance más significativo había sido la escritura cuneiforme, para la cual se utilizaban ladrillos o tablillas de barro, haciéndose incisiones en ellos. En ese tipo de escritura cada sílaba se representaba con un signo. La necesidad de escribir en otras superficies que no fueran el barro condujo a la búsqueda de un método de escritura mediante líneas que se trazaban sobre ellas. En algunas ciudades de Israel los arqueólogos han encontrado inscripciones en las cuales se utilizó un alfabeto muy primitivo, que ha sido denominado “protocananeo”. A otras que han sido descubiertas en la península de Sinaí se les denomina “protosinaíticas”. El alfabeto más antiguo, el fenicio, consta de unas veintidós letras y apareció alrededor del año 1100 a.C. Este fue el adoptado por Israel y otros pueblos. Finalmente hicieron lo mismo los arameos y los griegos. El alfabeto fenicio no tenía signos para las vocales. Éstas fueron introducidas por los griegos. Los egipcios y otros pueblos del Oriente Medio acostumbraban escribir de izquierda a derecha.

En piedra. Los documentos arqueológicos dan testimonio de que la piedra era una superficie muy usada para escribir. Los reyes del Oriente Medio acostumbraban levantar monumentos en los cuales dejaban un registro de sus victorias. Son innumerables las estelas, pirámides, columnas, etcétera, donde se encuentran estas leyendas. El pueblo de Israel no se distinguió en esta actividad al principio.

Los Diez Mandamientos fueron escritos en piedra en tiempos de Moisés, pero esto representa más bien una excepción. La prueba de ello es que para la construcción del •templo fue necesario buscar obreros para trabajar la piedra (2 S. 5:11). Como el territorio de Israel fue escenario de muchas invasiones, guerras y destrucciones, no se encuentran en él muchas inscripciones monumentales.

En barro. Este material, por su abundancia, era el más utilizado en Mesopotamia, especialmente en forma de tablilla o de ladrillo. Los arqueólogos han encontrado •bibliotecas enteras ( •Hammurabi). No hay referencias bíblicas específicas acerca de este tipo de escritura, a menos que las palabras de Ez. 4:1 se refieran a ello (“Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén”).

En papiro. Esta planta era muy abundante en el Nilo y en algunos pantanos en Israel. El tallo, de forma triangular, se cortaba en largas tiras, las cuales se ponían sobre una superficie plana, unas junto a otras, con dos capas superpuestas horizontal y verticalmente. Luego se aplicaba presión sobre ellas para que se mezclaran, resultando una capa muy homogénea que se secaba al sol. Este material ofrecía una superficie excelente para la e. Durante muchos siglos el papiro fue utilizado ampliamente para todo tipo de documentos hasta la introducción del papel, que vino de China entre los siglos VII y X d. C.

En pieles de animales. En el Oriente Medio era común la utilización de pieles de ovejas, cabras y ternero para escribir sobre ellas. Generalmente se usaba el lado del pelo, pero en caso necesario se escribía de ambos lados (Ez. 2:10). Los griegos desarrollaron un tratamiento a las pieles que facilitaba la e. en las dos caras. Al producto así obtenido se le dio el nombre de •pergamino, por haber sido, según la tradición, inventado en la ciudad de •Pérgamo. No hay referencias bíblicas sobre el uso de pieles para fines de e. Los documentos más antiguos con este material que se han encontrado en Israel son los manuscritos del mar Muerto. •Qumrán.

En sellos. Los reyes y funcionarios públicos acostumbraban labrar un sello personal, generalmente en forma de anillo, en el cual se incluía alguna figura y el nombre del dueño, con indicación del cargo. Estos sellos se utilizaban para certificar la posesión de algún objeto o indicar su procedencia. Si se trataba de cerámica, el sello era puesto antes de poner el barro en el fuego. •Jezabel ordenó la muerte de •Nabot escribiendo unas cartas en nombre de •Acab “y las selló con su anillo” (1 R. 21:8). Se han encontrado muchos sellos en yacimientos arqueológicos en Israel.

En alfarería. Es abundantísima la cantidad de documentos arqueológicos que se han encontrado en piezas de alfarería, ya sea objetos completos o en trozos que fueron utilizados como superficie para escribir. Inscripciones que indican el nombre del propietario del objeto son frecuentes. También para señalar alguna medida de capacidad en recipientes. Los arqueólogos llaman “ostraca” a los trozos de cerámica usados como superficie para escribir. La palabra “ostracismo” viene del hecho de que entre los griegos se usaban esos trozos de cerámica para votar si alguien debía ser enviado al exilio. Había que escribir en ellos el nombre del individuo. Por su escaso valor, este material era utilizado para asuntos que no fueran muy importantes, o cuando no había papiro disponible, o por causas de apremio circunstancial. •Ostraca.

En metal. Diversos objetos y joyas recibían inscripciones, generalmente con el nombre del dueño, o con una dedicatoria. La •mitra de oro del sumo sacerdote israelita llevaba una inscripción que decía: “Santidad a Jehová” (Éx. 28:36–38). Se han encontrado palabras escritas sobre plata, plomo y bronce. En •Qumrán se encontró un rollo de cobre con una lista contentiva de unos tesoros que se habían escondido por todo Israel.

En madera. En estatuas, sarcófagos y diversos enseres se hacían inscripciones. Una referencia bíblica sobre esto es el caso de la •vara de Aarón (Nm. 17:17–2-10). El profeta Ezequiel escribió sobre madera un oráculo sobre la futura unión de Israel y Judá (Ez. 37:16–23).

En cera. Se tomaba un trozo de madera sobre el cual se ponía cera. Este método permitía que la superficie fuera usada muchas veces, pues se podía borrar lo escrito. Esto fue lo que utilizó •Zacarías, el padre de Juan el Bautista, cuando para escribir el nombre (“Pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre” [Lc. 1:63]).

En marfil. Este material, usado con fines decorativos, sirvió también como superficie para escribir. En algunas piezas de marfil se escribían letras que servían para facilitar su ensamblaje posterior. También son comunes las dedicatorias a dioses.

ESCUDO •Armadura y armas.

ESCUELA •Educación.

ESCULTURA •Arte. •Escritura.

ESDRAS (Ayuda). Nombre de personas del AT.

1. Personaje en la descendencia de Judá (1 Cr. 4:17).

2. Importante personaje en la historia de Israel. Era sacerdote y “escriba erudito en la ley del Dios del cielo” (Esd. 7:12). Ocupó el puesto de sumo sacerdote, pero lo que más se enfatiza de él es su condición de escriba, lo cual se repite unas diez veces (Esd. 7:6, 11, 12, 21; Neh. 8:1, 4, 9, 13; 12:26, 36). Formaba parte de los exiliados en Babilonia, y al parecer logró allí una posición de relevancia. El rey persa •Artajerjes le envió a Jerusalén y le encomendó llevar dones reales para el •templo. También le dio poderes para nombrar “jueces y gobernadores”. Tenía, pues, autoridad política y religiosa. Un grupo de exiliados judíos le acompañó en el viaje, que hicieron sin pedir protección militar del imperio. En Jerusalén E. se enteró de los matrimonios mixtos realizados por el pueblo y sus líderes, que habían abandonado a sus mujeres judías para casarse con extranjeras, lo cual le condujo a gran aflicción. Se dedicó a ayunar y orar, y conmovió al pueblo. Como resultado, se tomó la decisión de separarse de las mujeres extranjeras.

Es posible que E. hiciera dos viajes a Jerusalén. Y que en el segundo tuviera lugar la famosa reunión “en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas” donde E. “leyó en el libro” de la ley, estando “sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello”. Esta lectura de la ley era seguida por explicaciones del texto que hacían unos levitas, los cuales “ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”. E. y •Nehemías alentaron al pueblo para que no se entristecieran, y se celebró la fiesta de los tabernáculos (Neh. 8:1–18). Durante siete días E. leyó la ley delante del pueblo. Cuando más tarde se inauguró la restauración del muro de Jerusalén, E. presidió a los sacerdotes en la celebración (Neh. 12:36).

La obra de reconstrucción del templo se atribuye a •Zorobabel y Jesúa. La restauración del muro a Nehemías (Si. 49:13–15). Pero la reorganización del culto y el renacimiento de la práctica de la ley entre los judíos se identifica mayormente con la figura de E., a quien los judíos han llegado a llamar “un segundo Moisés”. Algunos incluso le atribuyen trabajos, o de compilación, o de edición, en los libros del Pentateuco, además de Crónicas, Esdras y Nehemías.

3. Sacerdote que regresó de exilio con Zorobabel (Neh. 12:1, 13, 33).

ESDRAS, LIBRO DE En el •canon hebreo este libro figura entre los “Escritos” (Ketuvim) como una unidad con •Nehemías. Así figura también en la •Septuaginta y en la Vulgata. Algunos eruditos sugieren que la división de E. y Nehemías fue introducida por Orígenes. Lo mismo hizo más tarde Jerónimo, que denominó a los libros “I y II E.”. La Vulgata, por otra parte, incluyó dos libros más con el nombre de E., ambos tenidos hoy como apócrifos, llamándolos “III y IV E.” El texto de E. y Nehemías se ha conservado muy bien. E. fue escrito en hebreo, con algunas porciones en arameo (Esd. 4:8 al 6:18; 7:12–26).

Autor y fecha. El Talmud reconoce a •Esdras, un sacerdote y escriba, como el autor de E., Nehemías y los libros de Crónicas. Se han señalado varias razones de carácter histórico y literario que sugieren dudas sobre eso. Los libros en sí mismos no dicen específicamente que fueran escritos por Esdras. Por eso algunos exégetas, cuando se refieren al autor de ellos, le llaman “el cronista”, lo cual puede suponer o no que Esdras fuera el responsable de estas obras. En el caso específico de E., sobre todo al observar que los capítulos del 7 al 9 están escritos en primera persona, es difícil contradecir la mencionada tradición judía que lo atribuye a Esdras, el sacerdote-escriba. Desde ese punto de vista, es posible que el libro fuera escrito alrededor del año 400 a. C.

Antecedentes históricos. El imperio caldeo, que había destruido a Jerusalén y llevado muchos cautivos a •Babilonia, había caído en manos de los persas. El triunfo del gran •Ciro sobre los caldeos se produjo en el año 539 a.C. Este rey desarrolló una política de tolerancia religiosa para con los pueblos conquistados. Parte de esa política fue su famoso edicto que dio permiso a los judíos para que retornaran a su tierra si lo deseaban y reconstruyeran su •templo (Esd. 1:2–4; 6:3–5). Dentro de esta política general del reino, fue nombrado •Sesbasar, “príncipe de Judá”, probablemente hijo del último rey judío •Jeconías, para encabezar a los que quisieran retornar a Jerusalén, aunque el que aparece como verdadero líder fue •Zorobabel, nieto de Jeconías y sobrino de Sesbasar. Debe siempre recordarse que los libros de E. y Nehemías no fueron escritos manteniendo una secuencia cronológica. Son, más bien, una colección de apuntes, documentos y narraciones históricas. Eso hace que se presenten algunas dificultades incluso para determinar el orden de los acontecimientos. Algunos llegan a pensar que Nehemías vino a Jerusalén antes que Esdras.

Retorno del remanente. La intervención de Dios en la historia se muestra en la forma en que obró para que Ciro dictara su famoso decreto (“Despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia”). Se entregan “los utensilios de la casa de Jehová” a los exiliados que deseen

regresar. Aquellos que se quedaron “ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas” (Esd. 1:1–11). Se establece la genealogía de los que regresan. La lista aparece en dos versiones: Esd. 2:1–70 y Neh. 7:6–73. Algunos son identificados por el nombre de su familia, otros por su lugar de origen. Se especifican los sacerdotes, levitas, cantores y porteros, sirvientes del templo y siervos de Salomón. Hubo un grupo de personas que “buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado”, dejándose el asunto para resolverlo en consulta con Dios. Los exiliados se asientan “en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades” (Esd. 2:1–70).

Inicio de los trabajos del templo. •Jesúa (o Josué) y Zorobabel “colocaron el altar sobre su base” y “comenzaron a ofrecer holocaustos a Jehová”. “Dieron dinero a los albañiles y carpinteros”, trajeron comida y madera y, “en el año segundo de su venida” echaron los cimientos del templo. El pueblo se alegra. Algunos lloran recordando la gloria del primer templo (Esd. 3:1–13).

Dificultades para los trabajos. “Los enemigos de Judá y de Benjamín” vinieron y se ofrecieron para participar en la obra. Su oferta fue rechazada. Entonces recurrieron a la intimidación. “El pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron” a funcionarios del gobierno persa “para frustrar sus propósitos”. Esta oposición se manifiesta de diversas maneras, incluyendo una carta-denuncia ante la corte que es contestada con una orden de que se suspenda la obra (Esd. 4:1–24).

Ministerio de Hageo y Zacarías. Tras pasar unos quince años de inactividad en la reconstrucción, los profetas •Hageo (“¿Es para vosotros tiempo ... de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” [Hag. 1:4]) y Zacarías “Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa ... y la plomada será tendida sobre Jerusalén” [Zac. 1:16]) reavivan con sus oráculos el ánimo del pueblo para que continúen. Zorobabel y Jesúa, ayudados por estos profetas, “comenzaron a reedificar la casa de Dios”. Eso produce una investigación de parte de las autoridades persas que resulta en un informe a la corte. Allí se busca en los archivos y se encuentra el edicto de Ciro, y se ordena que se continúen los trabajos. Así, la casa “fue terminada” y se celebró una Pascua solemne (Esd. 5:1–17; 6:1–22).

Llegada de Esdras. Este sacerdote “escriba diligente en la ley de Moisés” arriba a Jerusalén junto con otro grupo de exiliados. Vino con unas credenciales reales. Era, pues funcionario persa con autoridad para poner “jueces y gobernadores que gobiernen a todo el pueblo”. Se da la lista “de aquellos que subieron” con él. Hicieron el viaje sin pedir protección militar al rey. Trajeron más dones reales y de la comunidad exiliada, los cuales entregaron en Jerusalén (Esd. 7:1–28; 8:1–36).

El problema de los matrimonios mixtos. Se informa a Esdras que muchos del remanente habían abandonado a sus mujeres judías, y se habían casado con extranjeras. Esdras se entristece y hace una oración de confesión. El pueblo se reúne y decide romper los matrimonios mixtos. Se nombra una comisión para estudiar el asunto “y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras”. Se da la lista de los líderes que habían realizado esas uniones (Esd. 9:1–15; 10:1–44). Muchos rabinos identifican a •Malaquías con Esdras, el sacerdote-levita. El problema que enfrentó, entonces, se hizo más complicado porque habían sido desleales a sus esposas israelitas (“Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.... no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud” [Mal. 2:14–15]).

ESDRAS, LIBROS APÓCRIFOS DE Existen varios libros con títulos de E., de valedero interés histórico y literario, pero no considerados como inspirados.

I Esdras. Aparece así incluido en la Septuaginta. También llamado III Esdras, o Apócrifo de Esdras. Es una traducción griega de los dos últimos capítulos de 2 Crónicas, más el libro completo de Esdras (excluyendo 1:6) y Nehemías. Se narra en él un famoso relato sobre tres servidores del rey Darío que compiten sobre la cosa más fuerte del mundo, si el vino, o el rey, o las mujeres, o la verdad. Jerónimo lo excluyó del •canon, considerándolo apócrifo.

IV Esdras. Libro compuesto a finales de la última década del siglo I a.C. Consiste en unos diálogos de un Esdras Sealtiel con el ángel Uriel, más unas cuantas visiones. Está escrito en prosa.

Apocalipsis de Esdras. Escrito a principios del siglo II d.C. En este libro se plantea una disputa del hombre con Dios sobre el sentido de haber creado al ser humano, se habla de las recompensas para los justos y las penas del infierno para los pecadores.

ESEC (Opresor). Benjamita, descendiente de Jonatán (1 Cr. 8:39).

ESEK (Contención). Pozo por el cual “los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra”. Como consecuencia se le puso ese nombre “porque habían altercado con él” (Gn. 26:19–20).

ESEM Ciudad que fue adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:29).

ESENIOS No se mencionan en la Biblia, pero sus enseñanzas y costumbres llaman la atención de los estudiosos porque florecieron desde la segunda mitad del siglo II a.C. hasta finales del siglo I d.C. Por lo tanto, esta secta existía en los días del ministerio terrenal del Señor Jesús y principios de la Iglesia. Las noticias sobre ellos nos vienen en los escritos de Josefo, Filón y Plinio el Mayor. Recientemente, el descubrimiento de los rollos del mar Muerto en •Qumrán ha arrojado más luz sobre ellos. Josefo los considera una de las tres “filosofías” de los judíos, junto con los fariseos y los saduceos. Filón informa que nunca fueron muy numerosos, llegando a contar unos cuatro mil afiliados.

Los e. vivía en comunidades monásticas, sobre todo en la región NO del mar Muerto. Las mujeres sólo eran aceptadas excepcionalmente. Sus vidas eran extremadamente austeras y se sostenían con el trabajo manual, principalmente la agricultura, practicando la comunidad de bienes. Odiaban la esclavitud. Se dedicaban minuciosamente al estudio de la ley y exigían de sus miembros una actitud de limpieza ritual total, practicando distintas abluciones y bautismos, algunos de ellos diariamente.

En términos religiosos los e. se acercaban más a los fariseos que a los saduceos, enfatizando la piedad personal y la separación de las cosas de la vida que pudieran dañar la pureza. Creían, como los fariseos, en la inmortalidad del alma. Pero, a diferencia de éstos, rechazaban la idea de la resurrección del cuerpo. Se consideraban el pueblo escogido, el verdadero Israel, menospreciando los cultos del templo, donde los saduceos eran más influyentes. Por eso se fueron a los desiertos. Su disciplina era muy rígida. Las comidas se hacían en total silencio y nadie podía tener una iniciativa propia, a menos que fuera para hacer una obra de caridad, pues todos estaban sujetos a las órdenes de un superior.

Para una vida con estas características, era necesario hacer un escrutinio cuidadoso de los que aspiraban a ser miembros de la secta, que pasaban por un período de prueba de unos tres años. Se piensa que también reclutaban a niños huérfanos. Algunos creen que •Juan el Bautista, que predicaba y bautizaba muy cerca de la región donde los e. fueron más populares, pudo haber tenido contactos con esa secta, en vista de sus actitudes ascéticas y sus bautismos. También sugieren algunos que la Iglesia primitiva pudo haber recibido influencia de los e. y que quizás ese fue el origen del movimiento monástico cristiano. Aunque existen muchas

cosas comunes entre esta secta y la que produjo los rollos del mar Muerto, en •Qumrán, ambas no deben ser tenidas como iguales.

ESLI Antepasado del Señor Jesús (Lc. 3:25).

ESMERALDA La Biblia menciona esta piedra preciosa con varias palabras en hebreo, y no se sabe si se trata siempre de la misma clase de mineral, pero en todos los casos hay una referencia clara a una piedra preciosa de color verde brillante. La e. era extraída de minas en Egipto. En la segunda hilera de piedras en el pectoral del sumo sacerdote había una e. (Éx. 28:18; 39:11). En la descripción que hace Ezequiel de la vestidura del rey de •Tiro, interpretada por algunos como una referencia a •Satanás, dice que incluía muchas piedras preciosas, entre ellas e. (Ez. 28:13). Juan, al tener su visión del trono celestial dice que “había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la e.” (Ap. 4:3). De “los cimientos del muro” de la nueva Jerusalén, “el cuarto, e.” (Ap. 21:19). •Piedras preciosas.

ESMIRNA (Mirra). Ciudad del Asia Menor (Turquía) donde había una iglesia a la cual se alude en una de las cartas de Juan en el Apocalipsis (Ap. 2:8–11). E. era una ciudad fundada por los griegos en el tercer milenio a. C., tan antigua como la misma Troya. Se dice incluso que fue la cuna de Homero. Quedaba en la costa de la Anatolia, en el mar Egeo, al N de •Éfeso. Fue totalmente destruida en el año 600 a. C., y permaneció así por unos trescientos años, lo cual algunos relacionan con la expresión “el que estuvo muerto y vivió” (Ap. 2:8), aunque otros sugieren que la referencia es a la diosa Cibeles, patrona de la ciudad, cuyo culto celebraba la muerte en el invierno y el retornar de la vida en la primavera.

Reconstruida por •Alejandro Magno o alguno de sus generales, se convirtió en una ciudad muy rica, compitiendo con •Éfeso y •Pérgamo por el título de “Primera Ciudad de Asia”. Había una comunidad de judíos bastante grande en E., los que al parecer hacían mucha oposición a los cristianos (Ap. 2:9). Juan anima a la iglesia en vista de los sufrimientos que le estaban deparados. No se tienen muchos datos sobre la vida de E. en los días de la carta de Juan. La ciudad moderna está prácticamente encima de la antigua, pero los trabajos arqueológicos que se realizan podrán ofrecer más datos sobre ella. El más famoso obispo de E. fue Policarpo, que murió mártir allí en el año 156 d. C.

ESPAÑA Junto con Portugal, el país de los iberos (de Iberia, como le llamaban los romanos). Se ha discutido si el nombre de Tarsis, que se usa en la Biblia, es una referencia a E. Los que así piensan señalan que esa denominación salió del nombre de Tartesus, una colonia fenicia a orillas del Guadalquivir, en España. Los fenicios y luego los cartagineses fundaron colonias en E. Más tarde los romanos la invadieron con el propósito de apoderarse de sus ricas minas de plata y oro. Las referencias a los ricos metales de Tarsis son frecuentes. “Plata batida de Tarsis” (Jer. 10:9). “Tarsis comerciaba ... con plata, hierro, estaño y plomo” (Ez. 27:12). En el libro de 1 Macabeos 8:3–4 se hace referencia a esas riquezas de E. Pero la mención más específica y conocida la hace Pablo cuando anuncia sus planes de visitar con la ayuda de los creyentes de Roma (Ro. 15:24, 28). No se sabe si el apóstol pudo realizar o no su propósito. El nombre “Sefarad” que aparece en Abd. 20, es interpretado en la tradición judía como equivalente a E. Por eso a los judíos cuyas familias tuvieron su origen allí se les conoce como “sefarditas” o “sefardíes”.

ESPECIAS Plantas y productos vegetales, tales como los clavos, la canela, la pimienta, el azafrán, la mirra, etcétera. Servían para condimentar los alimentos y también para la confección de perfumes y ungüentos, como en el caso del “aceite de la unción”, que era elaborado con “e. finas” (Éx. 25:6; 30:22–38). Los ungüentos y perfumes con especias eran usados como cosméticos. A Ester la prepararon “seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres” (Est. 2:12). En Cantar de los Cantares las referencias a e. son abundantes por su relación con el tema de la belleza y la sexualidad (Cnt.

4:10; 4:14; 5:13; 6:2). Además, eran usadas en enterramientos, como en el caso del rey Asa, que fue puesto “en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas e. aromáticas” (2 Cr. 16:14). Al cuerpo del Señor Jesús “lo envolvieron en lienzos con e. aromáticas” (Jn. 19:40).

Las e. abundaban en el Oriente y era parte importante del comercio que se hacía desde allí (Ez. 27:22). “La reina de Sabá ... vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de e.” (1 R. 10:1–2, 10). Parte de los tributos pagados a Salomón era en “e. aromáticas” (1 R. 10:25). •Plantas de la Biblia.

ESPERANZA El término hebreo miqveh se traduce como e. en el AT. Se refiere a una cosa o un acontecimiento que se espera, que está en el futuro. Job decía que “si el árbol fuere cortado, aún queda de él e.; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán” (Job 14:7). Dios, en su gracia, ofreció al hombre “preciosas y grandísimas promesas” (2 P. 1:4), comenzando con •Adán (Gn. 3:15), •Noé (Gn. 9:1–16), •Abraham (Gn. 17:1–8), el pueblo de Israel, etcétera. Es, entonces, la voluntad de Dios que esperemos en él, con la confianza de que cumplirá lo prometido. Por eso en los Salmos se dice que “de él [Dios] es mi e.” (Sal. 62:5) y que él es la “e. de todos los términos de la tierra” (Sal. 65:5). A pesar de los juicios que Dios tuvo que hacer a Israel por sus pecados, siempre le mantuvo la e. de una restauración gloriosa mediante la intervención de su •Mesías. Dios es la “e. de Israel, Guardador suyo” (Jer. 14:8; 17:13; 50:7). Por eso Zacarías dice de los israelitas que son “prisioneros de e.” (Zac. 9:12).

En el NT, se utilizan los vocablos griegos elpizo y elpis, que se traducen como e., según el contexto, siempre hablando de una expectativa de algo bueno. No se menciona mucho en los Evangelios, sino en las epístolas, especialmente las de Pablo. En el libro de los Hechos, se usa mayormente para hablar de la resurrección (“Teniendo e. en Dios ... de que ha de haber resurrección de los muertos” Hch. 24:15; 26:7). En las epístolas, la e. se presenta siempre como el resultado de la soberanía de Dios y el señorío de Cristo sobre todas las cosas. Así, se nos habla de la “e. de salvación” (1 Ts. 5:8); “la e. de la justicia” (Gá. 5:5); “la e. de la vida eterna” (Tit. 1:2). Los creyentes serán hechos semejantes a Cristo (1 Jn. 3:2–3), por lo cual se dice que él es la e. misma (1 Ti. 1:1), que es una “e. de gloria” (Col. 1:27). El “Dios de e.” llena de “todo gozo y paz en el creer” a los cristianos para que abunden en “e. por el poder del Espíritu Santo” (Ro. 15:13).

Los incrédulos, en cambio, son señalados como “los ... que no tienen e.” (1 Ts. 4:13). Antes de su conversión, los creyentes estaban “sin e. y sin Dios en el mundo” (Ef. 2:12), pero “Dios nuestro Padre ... nos amó y nos dio consolación eterna y buena e. por gracia” (2 Ts. 2:16). El ser participantes de esa e. es lo que permite a los creyentes perseverar en la fe, aun en las situaciones más duras. Y es, también, lo que les incita al amor y las buenas obras, sabiendo que su trabajo en el Señor “no es en vano” (1 Co. 15:58). •Promesa.

ESPINAS En la Tierra Santa es abundantísima la cantidad de arbustos de e. o con e. •Cardo. Los soldados romanos pusieron en la cabeza del Señor Jesús “una corona tejida de e.” (Mt. 27:29; Mr. 15:17; Jn. 19:1–5). Metafóricamente, se utiliza el término para señalar aquello que punzándonos se convierte en algo molestoso o de gran dolor. Así, si Israel no destruía a los pueblos de Canaán, éstos se convertirían en “e. en vuestros costados” (Nm. 33:55; Jos. 23:13). En un oráculo contra Sidón, Ezequiel dice que “nunca más será a la casa de Israel e. desgarradora ni aguijón que le dé dolor” (Ez. 28:24). •Plantas de la Biblia.

ESPÍRITU En muchas ocasiones en el AT se dicen cosas sobre el •alma que también se dicen sobre el e. De ambos se habla en relación con la capacidad de tener voluntad (“Y todo aquel a quien su e. le dio voluntad” [Ex. 35:21]; “El alma del impío desea el mal” [Pr. 21:10]), de pensar (“Meditaba en mi corazón y mi e. inquiría” [Sal. 77:6]; “Mi alma lo sabe muy bien” [Sal. 139:14]) y de tener sentimientos (“Mi e. se angustiaba dentro de mí” [Sal. 142:3–4]; “Mi alma también está muy turbada” [Sal. 6:3]). Sin embargo, en el lenguaje del AT se hacen

distinciones entre alma y e. Los animales “tienen alma” y el hombre “es un alma”. Pero no se dice nunca que el hombre “es un e.”, sino que “tiene un e.” que recibió de Dios, que es el “Padre de los e.” (He. 12:9) y el “Dios de los e. de toda carne” (Nm. 16:22). En la creación del hombre Dios “sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7). De manera que lo que finalmente hace hombre al hombre es ese soplo divino. El hombre, cuando muere “exhala” el e. (Gn. 25:8; 35:29). La idea de soplo, aliento y, más frecuentemente, viento (ruah, en hebreo) se asocia a eso que vino de Dios y que hace al hombre ser lo que es. El AT usa la palabra ruah para significar tanto “viento” como “e.” Cuando “la tierra estaba desordenada y vacía ... el E. —ruah— de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gn. 1:2). Para el cruce del mar Rojo, “hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento —ruah— oriental” (Éx. 14:21), cosa que es cantada luego por Moisés diciendo: “Al soplo de tu aliento —ruah— se amontonaron las aguas” (Éx. 15:8).

La declaración del Señor Jesús de que “Dios es e.” (Jn. 4:24) resume la enseñanza general del AT, extraída de pasajes como Is. 31:3, (“Los egipcios hombres son y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu”). También se habla de ciertos estados de ánimo o situaciones en las cuales hay una proclividad hacia algo, diciéndose que se trata de un “e. de sabiduría” (Éx. 28:3), o “e. de celos” (Nm. 5:14), o “e. de vértigo” (Is. 19:14), o “e. de fornicación” (Os. 4:12), o “e. de inmundicia” (Zac. 13:2), etcétera. La existencia de e. incorpóreos está atestiguada en el AT, aunque no es frecuente. Así, “el Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” (1 S. 16:14); “Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová” (1 R. 22:19–23). Pero en el NT se mencionan muy frecuentemente a e. como seres incorpóreos: los •ángeles “e. ministradores ... para servicio” de los creyentes (He. 1:14) y los •demonios o “e. inmundos” (Mr. 1:23–27; Lc. 4:36).

También continúa el NT con el concepto de e. en cuanto a la capacidad de voluntad, de pensamiento y sentimiento en el hombre (Mr. 2:8; Ro. 8:16; 2 Co. 2:13). La palabra griega pneuma —viento—, es la misma que se utiliza también para “e.” Así aparece en Jn. 3:6–8: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del e., e. es.... El viento sopla de donde quiere...” El término “e.” apunta a lo que no es corpóreo en el ser humano (“... porque un e. no tiene carne ni huesos” [Lc. 24:39]). Es aquello que pervive después de la muerte. En la cruz, el Señor Jesús, “habiendo ... clamado a gran voz, entregó el e.” (Mt. 27:50). De la hija de Jairo se nos dice que “su e. volvió” (Lc. 8:55). Esteban, al morir, dijo: “Señor Jesús, recibe mi e.” (Hch. 7:59). El pecador de Corinto habría de ser disciplinado, siendo “entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el e. sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Co. 5:5). A los dos testigos en Apocalipsis les acontece que “entró en ellos el e. de vida enviado por Dios” (Ap. 11:11). Se habla de “los e. de los justos hechos perfectos” (He. 12:23) para señalar a los creyentes que están en el cielo, así como también de “e. encarcelados” en el infierno (1 P. 3:19). Otras expresiones del NT hacen un contraste entre la •carne y el e., en una lucha entre sí, siendo la primera débil y el segundo fuerte (Mt. 26:41). En 1 Ts. 5:23 se lee: “Y todo vuestro ser, e., alma y cuerpo, sea guardado irreprensible”. Algunos han opinado, basándose en ello, que el hombre tiene tres partes: e., alma y cuerpo. Otros prefieren mantener el concepto hebreo tradicional de alma-cuerpo, o e.-cuerpo. •Aliento. •Alma. •Espíritu Santo.

ESPÍRITU SANTO En Gn. 1:2 se lee que “el E. de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Esta es la primera de las muchas refe-rencias (algunos piensan que llegan a ochenta y seis) que se hacen del E. S. en el AT. Hay que aclarar, sin embargo, que en los tiempos del AT no se pensaba en el E. S. como una persona diferenciada dentro de la •Trinidad. La palabra que se utiliza es ruah, la misma que se usa también para “viento”, o para “aliento” ( •Espíritu). Se le presenta en su actuación en la creación, sostenimiento y control del universo (“Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” [Sal. 104:30]; “¿A dónde me iré de tu E.? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” [Sal. 139:7]). Actúa sobre seres humanos, capacitándolos para algunas cosas. Así, para hacer la obra del •tabernáculo, Dios dice a Moisés: “Mira, yo he llamado ... a Bezaleel ... y lo he llenado del E. de Dios, en sabiduría y

en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éx. 31:2–3). También se habla de él en relación con el fenómeno de la profecía, cuando descendía sobre individuos, otorgándoles el don profético. •Balaam profetizó bajo la influencia del E. S. (Nm. 24:2). Igualmente Saúl (1 S. 19:23–24). David dijo: (“El E. de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua” [2 S. 23:2]).

Estas acciones del E. S. sobre individuos eran tenidas como algo excepcional y poco frecuente, pero Dios prometió que vendría un día cuando esto sería más universal (“... derramaré mi E. sobre toda carne” [Jl. 2:28]). Para ello enviaría a su Ungido, el Mesías, sobre quien reposaría “el E. de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Is. 11:2). La era mesiánica se caracterizaría por una acción evidente del E. S. entre los hombres. Juan el Bautista anunció que se acercaba ese momento, pues tras él vendría “el que bautiza con E. S.” (Jn. 1:33). Al predicar por primera vez a los gentiles, Pedro dijo: “Dios ungió con el E. S. y con poder a Jesús de Nazaret” (Hch. 10:38). En efecto, el Señor Jesús confesó que sus milagros los hacía “por el E. de Dios” (Mt. 12:28). También dijo Cristo que el E. S. vendría. Dijo que lo enviaría el Padre (Jn. 14:26) y que lo enviaría el mismo Cristo (Jn. 16:7). Esto no acontecería mientras el Señor estuviera en el mundo (Jn. 7:39), pero tras su muerte y resurrección mandó a sus discípulos “que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual ... oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el E. S.” (Hch. 1:4–5). En “el día de Pentecostés”, estando los seguidores del Señor “todos unánimes juntos.... fueron todos llenos del E. S.” (Hch. 2:1–4).

En contradicción con lo que creen muchos cristianos, en todas las épocas se han levantado opiniones que niegan que ese E. S. mencionado en esas escrituras sea una persona. Esas herejías alegan que esas declaraciones bíblicas se refieren a la “energía desplegada por Dios”, una fuerza impersonal, la acción de Dios en el mundo. Otros, como los arrianos, aun reconociendo la personalidad del E. S., enseñaron que no es Dios. Esto, de paso, implica la negación de la Trinidad y también de la deidad del Señor Jesús.

Pero las Escrituras, cuando hablan del E. S., lo presentan con características que no pueden ser siquiera imaginadas como pertenecientes a una cosa, a un objeto o a una fuerza. Los atributos de la persona son la capacidad de pensar, tener sentimientos y voluntad. En cuanto a la capacidad intelectual del E. S., escribiendo a los Corintios Pablo dice que “el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Co. 2:10). También dice a los Efesios: “Y no contristéis al E. S. de Dios” (Ef. 4:30), por lo cual se entiende que tiene sentimientos. El atributo volitivo puede apreciarse en porciones tales como Hch. 16:6–11, donde el E. S. prohibió a Pablo “hablar la palabra en Asia”. Además son abundantes las declaraciones bíblicas donde se describen las acciones del E. S. como persona, siempre con un lenguaje claro e inequívoco. El Señor Jesús dijo que el E. S. enseñaría “todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho” (Jn. 14:26). El E. “da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16). Le vemos que hace milagros, como arrebatar a Felipe y trasladarlo a Azoto (Hch. 8:39–40). El E. ordena (“Ellos ... enviados por el E. S., descendieron a Seleucia” [Hch. 13:4]). El E. realiza una labor de convencimiento en las almas (“Cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” [Jn. 16:8]). Se nos enseña que el E. S. intercede por los creyentes (“Qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el E. mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” [Ro. 8:26]), etcétera. Éstas no son cosas que realice una fuerza, sino una persona. Además, se nos dice que es posible mentirle al E. S., como lo hicieron Ananías y Safira (Hch. 5:3). Hay gente que le hace resistencia (Hch. 7:51). En distintos pasajes bíblicos se habla de relaciones con el E. S. como persona. En efecto, el Señor Jesús enseñó que “la blasfemia contra el Espíritu” es algo imperdonable y que “al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mt. 12:31–32). No se blasfema contra una cosa, sino contra una persona.

Esa persona, además, es presentada en la Biblia con los atributos de la Deidad, como la segunda persona de la •Trinidad. En Is. 6:1–13 el profeta vio la gloria del “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos”, que le dijo: “Anda, y di a este pueblo...” Este pasaje es citado por Pablo en Hch. 28:25–28, donde dice: “Bien habló el E. S. por medio del profeta Isaías a nuestros padres diciendo: Vé a este pueblo...” De manera que Pablo llama E. S. a quien Isaías designa como Jehová. En Jer. 31:31–34, al prometer el nuevo pacto, se lee: “He aquí que vienen días, dice Jehová.... este es el pacto que haré con la casa de Israel...” Esa promesa es citada por el autor de Hebreos señalando que quien habló fue el E. S. (“Y nos atestigua lo mismo el E. S.; porque después de haber dicho: Este es el pacto...” [He. 10:15–17]). En Jeremías dice “Jehová” y en Hebreos se lee" E. S.“

El Señor Jesús dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador ... El E. de verdad” (Jn. 14:16–17). El término “Consolador” en castellano no expresa en su totalidad la idea de la palabra griega que traduce (parakletos). Un parakletos es uno que está al lado de otro para representarle, para defenderle como abogado, intercediendo por él y consolándolo. Su derramamiento en el día de Pentecostés fue el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a los profetas. Pedro habló del “don del E. S.” (Hch. 2:38). Por lo tanto, no es algo que se obtiene porque se merece. Es un regalo de Dios, que lo da. Cristo había dicho que el mundo no lo puede conocer “pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros” (Jn. 14:16–17). Todos los creyentes que estaban presentes aquel día fueron llenos del E. S. La universalidad de esta experiencia formaba parte, precisamente, de la promesa (“Derramaré mi E. sobre toda carne” [Jl. 2:28]). Por eso cada persona, tras la conversión y la regeneración, recibe el E. S. (“Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el E. S. de la promesa” [Ef. 1:13]). A esto que se realiza por medio de la fe (“... a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” [Gá. 3:14]) la Escritura llama ser bautizado en el E. S., conforme a las palabras de Juan el Bautista (“Él os bautizará en E. S.” [Mt. 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16; Jn. 1:33]) y es así como somos incorporados al cuerpo de Cristo (“Porque por un solo E. fuimos todos bautizados para en un [solo] cuerpo ... y a todos se nos dio a beber de un mismo E.” [1 Co. 12:13]).

La Biblia dice que el Señor Jesús concede dones a su Iglesia en la forma de personas especialmente dotadas por el E. S., tales como: “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas ”pastores", “maestros” (Ef. 4:7–12). Pero Pablo exhortaba a los Efesios a que fueran “llenos de toda la plenitud de Dios” y “llenos del E. S.” (Ef. 3:19; 5:18). De esa manera actúa en ellos el poder del E. S., el cual, antes que otra cosa, desea trabajar sobre el carácter de las personas para que se produzca el “fruto del E.”, que “es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gá. 5:22–23). También por medio del E. S. Dios concede •dones espirituales o capacidades particulares a cada creyente, habilitándolo para servir en su reino. Una lista de esos dones, que no debe considerarse exhaustiva, aparece en 1 Co. 12:1–31 (“... palabra de sabiduría ... palabra de ciencia ... fe ... dones de sanidades.... el hacer milagros ... profecía ... discernimiento de espíritus ... diversos géneros de lenguas ... interpretación de lenguas”). En Ro. 12:3–8 se mencionan: “profecía”, “servicio”, “enseñanza”, “exhortación”, “repartición”, “presidir”, “hacer misericordia”. En 1 Co. 7:9 se nombra el “don de continencia”.

Entre los cristianos evangélicos, se presentan diferencias de opinión sobre el ejercicio de ciertos dones en el día de hoy. Se alega que algunos de ellos fueron muy necesarios en los primeros tiempos de la Iglesia pero que ya han cesado de manifestarse. Creen encontrar apoyo para esa opinión en 1 Co. 13:8, donde dice que “el amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará”. Otros señalan que esas palabras se refieren al fin de la historia, y que no debe hablarse de cesación, por ejemplo, del don de profecía y de lenguas cuando todavía el de ciencia continúa. La Escritura dice que “cesarán”, pero nadie sabe cuándo. En el día de hoy el E. S. continúa otorgando sus dones, pero hay que recordar que esa es una acción de la soberanía de Dios (“Todas estas cosas las hace uno y el mismo E., repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Co. 12:11). La expresión

“como él quiere” incluye la idea de manera, lugar y tiempo. No obstante, las mismas Escrituras nos exhortan también a procurar los “dones espirituales ... sobre todo que profeticéis” (1 Co. 14:1).

Al dar Dios el E. S. a los creyentes les está entregando un avance, un adelanto, de las virtudes del siglo venidero. “El E. S. de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida” (Ef. 1:13–14), es lo que mantiene en nosotros la esperanza (“... para que abundéis en esperanza por el poder del E. S.” [Ro. 15:13]). Por él sabemos que Dios vivificará también nuestros “cuerpos mortales por su Espíritu que mora” en nosotros (Ro. 8:11). •Alma. •Dones espiritules. •Espíritu.

ESPOSA. ESPOSO El término hebreo ish se interpreta como “hombre” o esposo, según el contexto, mientras que ishsha es mujer o esposa. El estar bien casado es una bendición divina, porque “el que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Pr. 19:22). En varios pasajes de la Escritura se utiliza metafóricamente la figura esposo-esposa para aludir a la íntima relación de amor que Dios tiene con su pueblo (“Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo” [Is. 62:5]; “Convertíos ... porque yo soy vuestro esposo” [Jer. 3:14]). Esto es especialmente característico del libro del profeta •Oseas (“En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi (”Mi marido, Mi hombre"), y nunca más me llamarás Baali" [Os. 2:16]). Las infidelidades del pueblo de Israel fueron denunciadas por los profetas haciendo uso de la figura del •adulterio. Dios era el esposo de Sion y ésta le había sido infiel (“Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado.... ¡Cuán inconstante es tu corazón.... Y no fuiste semejante a ramera, en que menospreciaste la paga, sino como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos” [Ez. 16:28–32]).

En el NT, se utiliza también la relación esposo-esposa, esta vez refiriéndose a Cristo y su Iglesia. (“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” —Ef. 5:25). Viviendo ahora como desposada con Cristo, la Iglesia espera el momento de la consumación del matrimonio: las bodas del Cordero (“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” [Ap. 19:7]). Esta especial relación de Cristo con su iglesia se utiliza para señalar los deberes del •matrimonio. Los maridos deben amar a sus mujeres “como a sus mismos cuerpos” (Ef. 5:25–29). Las esposas deben respetar a sus maridos, estando sujetas a ellos (Ef. 5:33; 1 P. 3:1). •Boda. •Familia. •Matrimonio.

ESQUIFE Bote pequeño. El barco que viajaba a Roma llevando a Pablo como prisionero tenía un e. (Hch. 27:16, 30, 32).

ESRÓM Personaje en la ascendencia del Señor Jesucristo (Mt. 1:3; Lc. 3:33). Es el mismo •Hezrón que era hijo de Fares y nieto de Judá.

ESTACA El término hebreo yeted y sus derivados se utilizan para señalar una pieza corta, casi siempre cilíndrica, de madera, que servía para amarrar las cuerdas de las tiendas, a fin de asegurarlas a tierra. Las e. del •tabernáculo eran de bronce (Éx. 27:19). E. de madera eran incrustadas en la pared, para poner cosas colgando de ellas. Ezequiel dijo que con la madera de la vid no se podía hacer ninguna obra, ni siquiera “una e. para colgar en ella alguna cosa” (Ez. 15:1–3). Se ordenó a los soldados israelitas: “Tendrás ... entre tus armas una e.”, con la cual debía cavar un hoyo para depositar sus excrementos, y cubrirlos luego con tierra (Dt. 23:13). •Jael mató a •Sísara con una e. (Jue. 4:21).

ESTACTE Aceite oloroso que se extraía de la mirra, moliéndola y mezclándola con agua. El e. era uno de los ingredientes del aceite de la unción de los sacerdotes (Éx. 30:34).

ESTADIO •Pesos y medidas de la Biblia.

ESTADO INTERMEDIO •Escatología.

ESTAÑO Metal blando de un color blanco-plateado algo azuloso, muy maleable, que en aleación con el cobre hace el bronce. Ese era el mayor uso que le daban los antiguos. Dios dijo que “la casa de Israel se me ha convertido en escoria ... son bronce y e. y hierro y plomo en medio del horno” (Ez. 22:18–19). En su endecha sobre Tiro, Ezequiel dijo que •Tarsis comerciaba con “plata, oro, e. y plomo” con aquella ciudad (Ez. 27:12). •Metales y minería.

ESTAOL Ciudad “en las llanuras” de Judá que fue adjudicada a esta tribu en la repartición de la tierra (Jos. 15:33). Aparentemente fue después cedida a la tribu de Dan (Jos. 19:41), quizás cuando “faltó territorio a los hijos de Dan” (Jos. 19:47). Sansón era danita. “El Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y E.” (Jue. 13:25). Tras su muerte “le sepultaron entre Zora y E., en el sepulcro de su padre Manoa” (Jue. 16:31). “La tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar.... [y] enviaron ... cinco hombres ... de Zora y E. para que reconociesen y explorasen bien la tierra” (Jue. 18:1–2), los cuales localizaron a •Lais. Volviendo a “Zora y E.”, animaron a sus hermanos para ir a conquistar esa ciudad (Jue. 18:1–31). La ubicación probable de E. es Eshua, a unos 2.5 km al E de Zora, 21 km al O de Jerusalén.

ESTAQUIS Cristiano al que Pablo envía saludos en su epístola a los Romanos, llamándole “amado mío” (Ro. 16:9).

ESTATERO Moneda de origen griego que valía cuatro dracmas. El Señor Jesús ordenó a Pedro que echara en el mar “el anzuelo, y el primer pez” que sacara tendría dentro un e. (Mt. 17:27). El pago de “a dos dracmas” que se estaba cobrando en aquella ocasión era el impuesto del •templo que todo judío debía pagar (Mt. 17:24–27). •Dinero. •Monedas.

ESTEBAN (Del gr., Corona). Uno de los “siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” seleccionados “para servir a las mesas” en el principio de la comunidad cristiana. No se da detalles de su actividad en ese sentido, pero se nos dice que E. “lleno de gracia y de poder hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”. Unos judíos se levantaron a disputar con él “pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”, por lo cual sobornaron falsos testigos y “soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas”. Traído a juicio, “al fijar los ojos en él vieron su rostro como el rostro de un ángel”.

E. hizo una hermosa defensa basándose en la historia del pueblo de Israel y el continuo rechazo de éste a las acciones salvíficas de Dios. Al final de lo cual llamó “duros de cerviz e incircuncisos de corazón” a sus acusadores, diciéndoles que resistían al Espíritu Santo al igual que sus padres. “Puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios”, lo cual expresó a viva voz. Por lo cual “echándole fuera de la ciudad” le apedrearon. “Un joven que se llamaba Saulo” estuvo presente y “consentía en su muerte” (Hch. 6:1–15; 7:1–60; 8:1). Como secuela de estos hechos se desató una persecución que al parecer cayó mayormente sobre los creyentes que venían del mundo helenizado, lo que permitió a los apóstoles quedarse en Jerusalén. “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hch. 8:4).

ESTÉFANAS (Corona). Creyente de Corinto. Pablo dice que su “familia ... es las primicias de Acaya y que ellos se han dedicado al servicio de los santos”, pidiendo que todos se sujetaran “a personas como ellos” (1 Co. 16:15–16). Juntamente con •Fortunato y •Acaico había visitado a Pablo (1 Co. 16:17), probablemente en Éfeso, trayendo una carta de los hermanos

de Corinto con preguntas que inquietaban a esa iglesia (1 Co. 7:1), las cuales motivaron la respuesta del apóstol en la epístola que conocemos como 1 Corintios.

ESTEMOA (Puesto de escucha). Nombre de personas y un lugar del AT.

1. Ciudad de levitas en las montañas de Judá señalada como “de refugio para los homicidas” (Jos. 21:14; 1 Cr. 6:57). David “envió del botín (de los amalecitas) a los ancianos de Judá”, incluyendo a los de E. (1 S. 30:26, 28). Su localización es la actual Es-Semu, a unos 14 km al S de •Hebrón.

2. Personaje en la descendencia de Caleb (1 Cr. 4:17, 19).

ESTER Joven judía “de hermosa figura y de buen parecer” (Est. 2:7), cuya familia había sido llevada a Persia cuando •Nabucodonosor exiló a los judíos. E. nació en Persia, sus padres murieron y fue criada por su tío •Mardoqueo. Es la heroína del libro de la Biblia que lleva su nombre, donde se narra la forma en que fue llevada al palacio real, su selección como reina, y su valentía al defender a su pueblo de las maquinaciones de •Amán. El nombre de Hadasa fue cambiado a E., que puede haber sido tomado de una palabra persa que significa “estrella”, aunque algunos piensan que se relaciona con el nombre de la diosa •Istar.

No se tienen noticias de E. en la literatura secular. Lo que sí se sabe es que los reyes persas tenían muchas esposas, cosa que se comprueba en el relato de E. Los historiadores consignan que el rey •Asuero (Jerjes I), en su expedición contra Grecia, llevó consigo a una de sus reinas, de nombre Amestris. Ésta de seguro era miembro de una de las siete principales familias de Persia, porque era obligatorio que el rey tomara esposa de una de ellas. Algunos suponen que Amestris es la misma conocida en la Biblia como •Vasti.

ESTER, LIBRO DE Este libro aparece en el •canon hebreo entre “los cinco rollos” (Megillot) o hagiógrafos. Se ha discutido mucho su canonicidad. Es particularmente interesante el hecho de que en •Qumrán se han encontrado rastros de todos los libros del AT, menos E. Se piensa que como la comunidad de Qumrán sólo respetaba las festividades prescritas en el Pentateuco, no estaba interesada en E., que es la historia de la festividad de •Purim, la cual no está ordenada en otra parte de las Escrituras. De todas maneras, el libro de E. ha sido considerado como canónico por el Talmud, el concilio judío de •Jamnia y la comunidad judía y cristiana, especialmente después del siglo I d.C.

Debe consignarse que la •Septuaginta contiene en E. unos ciento siete versículos que no figuran en RV60 ni en las traducciones modernas, porque no forman parte del original hebreo. Jerónimo los agrupó como un apéndice, explicando en cuál lugar del texto los había encontrado. Pero cuando Esteban Langton dividió la Biblia en capítulos y versículos, puso los versículos del apéndice de Jerónimo en forma consecutiva al final del texto original de E. En estas adiciones, que aparentemente son de origen griego, se incluye el uso del nombre de Dios, cosa que no figura en el texto hebreo, y se subraya, además, el carácter religioso del libro.

Autor y fecha. El autor es anónimo, pero hay que notar que era alguien muy familiarizado con las costumbres de la corte persa. No existen referencias externas al libro de E. que nos permitan ubicarlo en una fecha determinada, por lo cual hemos de llevarnos de las evidencias internas. Es claro que el lenguaje corresponde al período persa. Además, el texto carece de toda influencia griega. Se presenta a •Asuero como un gobernante del pasado, tratándosele benignamente. Parece que fue escrito antes de la dominación de los persas por Alejandro Magno. La mayoría de los eruditos identifican al rey Asuero con Jerjes, o Artajerjes. Por lo tanto, se piensa que fue escrito alrededor del año 400 a. C.

Problemas de historicidad. Se señala a menudo que este libro contiene algunos aspectos que presentan problemas en cuanto a su comprobación como evento histórico. Entre ellos:

a) Que la duración (180 días) de la fiesta ofrecida por Asuero es exagerada (Est. 1:1–4). Pero esta es una crítica que bien podría ser un anacronismo al evaluar un hecho del pasado con los criterios de hoy. Por otra parte, se ha sugerido que la fecha de este evento coincide con los meses de planificación militar para la expedición a Grecia, lo cual explicaría la presencia de las autoridades en Susa.

b) Que el rey persa tenía que casarse, por ley, con una princesa de una de las siete familias principales. Pero resulta que se tiene conocimiento de que Cambises no cumplió al pie de la letra con esa costumbre. La mayoría de los reyes orientales tenían muchas esposas.

c) Que los nombres de la historia tienen paralelo con leyendas persas. •Mardoqueo, sería el dios Marduc. Ester sería la diosa Istar. Amán sería el dios Humman. Vasti sería la diosa Masti. Parece dudoso, sin embargo, que los judíos utilizaran una leyenda idolátrica para justificar una festividad suya.

d) Que según Herodoto la esposa de Jerjes se llamaba Amestris. Pero eso no prueba que no tuviera otras reinas.

e) Que la orden de masacrar a los judíos parece exagerada. Pero eso no toma en consideración que los persas habían hecho unas matanzas horribles y sistemáticas contra los escitas.

f) Que se dice de Mardoqueo que había sido traído de Jerusalén como exiliado. Pero la verdadera traducción del texto señala que se alude a Cis, su bisabuelo.

Estas y otras cosas ciertamente se presentaban como dificultades en el entendimiento de un relato de algo que sucedió en un período del cual no se tienen muchos datos en la historia secular. Pero como ha sucedido en otros casos, las investigaciones históricas siempre dan la razón al texto bíblico. Y así sucederá cuando se sepa más de la historia de los tiempos de Jerjes o Artajerjes.

Por otra parte, los detalles que el libro ofrece sobre las costumbres persas coinciden con lo que se conoce en la historia secular. Se sabe por otras fuentes que en Persia el rey tenía un consejo formado por siete nobles (Est. 1:14); que el sistema de correos estaba muy desarrollado (Est. 3:13; 8:10); que tenían la costumbre de usar la •horca (Est. 2:23; 5:14); que creían en días de buena y mala •suerte (Est. 3:7). Lo que nos dice del carácter de Jerjes está atestiguado por historiadores. Sus fiestas eran muy famosas, así como sus regalos. Lo que dice E. en cuanto a que el imperio persa abarcó desde la India hasta Etiopía es correcto (Est. 1:1), así como también que el palacio de invierno del rey quedaba en •Susa. Los hallazgos arqueológicos que se han realizado en él confirman lo que dice este libro.

Características. Algunos eruditos han sugerido que el relato de E. encaja bien dentro del concepto de “historia novelada”, es decir, que el escritor tejió una trama de su fantasía poniendo a los personajes que creó dentro del marco de una época histórica determinada. La mayoría de los creyentes, sin embargo, aceptan la autenticidad del relato de E. tal como se presenta en la Biblia. El libro está escrito de una manera elegante, que mantiene la atención del lector desde el inicio con sus ingredientes de intriga y suspenso. La intención del autor es explicar el origen de la fiesta de •Purim, no hacer una biografía ni resaltar el carácter particular de los que actúan en el drama.

Asuero y Vasti. El relato comienza con una serie de festividades que durarían seis meses. Al final de éstas, Asuero hace una fiesta para el pueblo de Susa, donde abunda el vino. “Estando el corazón del rey alegre del vino” envió por la reina •Vasti, para exhibir su belleza “porque era hermosa”. Ésta, temiendo por su dignidad, desobedeció y no acudió al llamado del rey, que se enfurece y consulta qué hacer con ella. El consejo real recomienda que se destituya a Vasti como reina, y se ponga a otra en su lugar. Así se hace por decreto (Est. 1:1–22).

Ester. Después de un tiempo, se decide buscar la sustituta de Vasti. Se traen las jóvenes más hermosas, entre las cuales está Ester, una huérfana judía que había sido adoptada por su primo Mardoqueo. “Ester no declaró cuál era su pueblo”. Después de un tiempo de preparación, Ester fue “llevada al rey Asuero”, que se enamoró de ella “y puso la corona real sobre su cabeza” (Est. 2:1–18).

Mardoqueo. Ester “hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba”. Este Mardoqueo tenía algunas responsabilidades (“sentado a la puerta del rey”) y se enteró de una conspiración para matarlo. Informó de eso a Ester, que lo dijo al rey. Se investigó y se supo que era cierto. Se ejecutan a los conspiradores (Est. 2:19–23).

Amán. Aparece la figura de este hombre como el favorito del rey. Pero Mardoqueo no le rendía honores. •Amán se llena de odio hacia él y su pueblo. Decide destruir a los judíos. Así lo propone al rey, que acepta para complacerle (Est. 3:1–15).

El duelo de los judíos. Cuando se recibió la orden real todos los judíos tuvieron “gran luto, ayuno, lloro y lamentación”. Mardoqueo se viste “de cilicio y de ceniza”. Ester sufre “gran dolor”. Mardoqueo le recuerda que ella también corre peligro. Ester pide que los judíos de Susa ayunen por ella porque se propone presentarse ante el rey aun contraviniendo la ley que lo prohibía (“Y si perezco, que perezca” [Est. 4:1–17]).

El arrojo de Ester. La reina entró ante Asuero. Éste le extendió el cetro en indicación de gracia, y le pregunta qué quería. Ester le invita a un banquete junto con Amán. Se celebra el banquete, pero Ester no dice lo que quiere, sino que solicita que vengan a otro banquete al siguiente día. Amán se jacta con su familia de disfrutar del favor real. Su mujer le recomienda que haga preparar una horca para Mardoqueo (Est. 5:1–14).

El homenaje a Mardoqueo. El rey pierde el sueño y para distraerse pide que le lean las memorias reales. Se lee el registro de lo que Mardoqueo había hecho de salvar la vida del rey, que pregunta a Amán qué se debe hacer a una persona a quien el rey quisiera honrar. Amán, pensando que se trataba de él mismo, dijo lo que había que hacer. El rey le ordena que se haga el homenaje a Mardoqueo. Amán se ve obligado a presidir ese homenaje y se va a su casa avergonzado (Est. 6:1–14).

El banquete de Ester. En su segunda comida con el rey y Amán, Ester declara a Asuero la conspiración de Amán y lo que significaría para ella y su pueblo. El rey se enfurece y sale. Amán ruega a Ester por su vida. Cuando el rey regresa encuentra a Amán en posición comprometedora y decide que se le cuelgue en la horca que se había preparado para Mardoqueo (Est. 7:1–10).

El nuevo decreto. Mardoqueo es elevado a hombre de confianza del rey. Como la ley persa no se podía revocar, Ester convence al monarca para que dicte otro decreto que autoriza a los judíos a defenderse y aun a tomar iniciativa contra sus enemigos. Así se hace. Hay gran alegría entre los judíos (Est. 8:1–17).

La derrota de los enemigos. “Los judíos se reunieron en sus ciudades... para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal”. Las autoridades persas los apoyaron. Mueren los hijos de Amán. Los judíos deciden conmemorar este evento mediante la celebración de una fiesta todos los años. “Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos... porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje”.

ESTERILIDAD En toda la Biblia se considera el tener hijos como una bendición de Dios. Y el no tenerlos como algo indeseable, una tragedia. Incluso, a veces, como signo de juicio. Una promesa de Dios para el pueblo de Israel era que “no habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra” (Éx. 23:26). Así, en las bendiciones y maldiciones de •Deuteronomio, una de las consecuencias positivas de la obediencia sería que “no habrá en ti varón ni hembra estéril” (Dt. 7:14) y Dios haría “sobreabundar ... en el fruto de tu vientre” (Dt. 28:11). De ahí que se presenten los casos de •Sara (Gn. 11:30), •Rebeca (Gn. 25:21), •Raquel (Gn. 29:31), •Ana (1 S. 1:2), •Elisabet (Lc. 1:7), en un estado de sufrimiento por no poder tener hijos. En respuesta a la oración, Dios dio hijos a mujeres que no los tenían. Él “hace habitar en familia a la estéril, que se goza en ser madre de hijos” (Sal. 113:9).

ESTIÉRCOL Cuando se hacían sacrificios, el excremento animal, cosa impura, era quemado (Éx. 29:14; Lv. 4:11–12). Pero de otra manera, se usaba el e. como abono (Sal. 83:10) y, mezclado con paja, como combustible (Is. 25:10). Los israelitas tenían el deber de llevar a la guerra “una estaca”, para cavar con ella y cubrir sus excrementos “porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento” (Dt. 23:14). El lugar donde se lanzaban los desperdicios y el e. era el •muladar. Una expresión de rechazo de Dios a los sacerdotes que ofrecían sacrificios insinceros era: “Os echaré al rostro el e., el e. de vuestros animales sacrificados” (Mal. 2:3). Pablo decía que todas las cosas para él eran como basura, o e., en comparación con el conocimiento de Cristo.

ESTOICOS Pertenecientes a la escuela filosófica fundada por Zenón de Citio (335–263 a. C.). El nombre e. nació del pórtico (stoa) donde daba sus enseñanzas, las cuales luego fueron ampliadas por Crisipo. Cuando Pablo visitó •Atenas por primera vez “algunos filósofos de los epicúreos y de los e. disputaban con él” (Hch. 17:18). Estas escuelas eran las más populares entonces en aquella ciudad.

Para los e. la idea de la felicidad humana se basaba en el ejercicio de la virtud. Hablaban de la existencia de una razón universal, el Logos, y que el hombre tenía el fin práctico de conformar su voluntad con las leyes naturales. Al margen de que a esa razón universal se le llamara “dios” o “naturaleza”, el hombre debía acomodarse a los principios de esa inteligencia soberana. Y esto, de manera consciente y voluntaria. Eso le conduciría a un estado de impasibilidad bienaventurada que le haría reaccionar de igual manera frente a los acontecimientos, ya fueran éstos buenos o malos. Esta parte de la enseñanza sobre la impasibilidad fue lo que les hizo más famosos, por lo que todavía hoy llamamos e. a una persona que sufre sin quejarse.

En el ejercicio de la virtud, el hombre debía entender su vida como dedicada al servicio de los demás, lo que haría de manera totalmente desinteresada. Hacían, pues, un llamamiento a una vida moral. Pablo, en su discurso en el •Areópago, hizo uso de algunas ideas de los e. para proclamar su mensaje sobre el Dios no conocido. Pero los e. no concebían una vida individual más allá de la muerte. Por eso el mensaje de Pablo, que hizo énfasis en la resurrección, les pareció una locura (Hch. 17:32). Algunos de los llamados padres de la Iglesia se sintieron atraídos por las doctrinas e. y hasta existen unas cartas apócrifas

supuestamente cursadas entre Pablo y Séneca, filósofo e., maestro de •Nerón, que vivió en la misma época que el apóstol. •Epicúreos. •Atenas.

ESTÓN (Afeminado). Personaje en la descendencia de Judá. Hijo de Mehir. Padre de Bet-rafa. Es incluido entre “los varones de Reca” (1 Cr. 4:11–12).

ESTRADO Término usado en dos sentidos en la Biblia. Primero, plataforma sobre la cual se coloca el trono de un rey, o para elevar a un dignatario. “Salomón había hecho un e. de bronce” (2 Cr. 6:13). Segundo, escabel. Lugar donde el rey coloca sus pies. Salomón tenía “un e. de oro fijado al trono” (2 Cr. 9:18). Este último uso es el que más se repite. Como en el Sal. 99:5: “Postraos ante el e. de sus pies”. Dios dice: “El cielo es mi trono, y la tierra e. de mis pies” (Is. 66:1; Mt. 5:35). Y pide al Mesías que espere el momento en que pondrá a sus enemigos por “e. de sus pies” (Sal. 110:1; Mt. 22:44; He. 10:13).

ESTRELLAS Como parte de su •creación, Dios “hizo también las estrellas” (Gn. 1:16). Sabe su número (Sal. 147:4), pero son incontables para el hombre (Gn. 15:5). Por eso se utiliza la expresión “como las e.” para significar abundancia, gran número (“Multiplicaré tu descendencia como las e. del cielo” [Gn. 22:17]). La observación del cielo y los astros produce admiración (“Cuando veo los cielos ... la luna y las e. que tú formaste...” [Sal. 8:3]). En Jue. 5:20 se habla de la órbita o curso de las estrellas. Y en Job 38:33 de “las ordenanzas de los cielos”. Las naciones paganas cayeron en la idolatría adorando los cuerpos celestes, entre ellas las e. Dios prohibió eso (“No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las e., y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas” [Dt. 4:19]). Por esa razón los israelitas no fueron grandes observadores de los astros en la misma forma que los caldeos, los egipcios y los griegos. Sin embargo, en varias ocasiones el pueblo de Israel copió los pecados de los pueblos vecinos y practicó la •astrología. Josías, en su reforma religiosa, “quitó a los sacerdotes idólatras ... y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos” (2 R. 23:5). La expresión “signos del zodíaco” fue puesta por los traductores por el término hebreo mazalot, que más literalmente significa “planetas”.

Varias e. son mencionadas por nombre en la Biblia. Debe entenderse, sin embargo, que los traductores, después de largos estudios, hacen uso de las designaciones que se aplican hoy a aquellas que parecen ser aludidas en el texto bíblico. Por ejemplo, en Job 9:7–9, se lee que Dios “sella las e. El solo extendió los cielos, y anda sobre las olas del mar; él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades”.

Osa. El término hebreo hadré temán significa “las cámaras del sur” (Job 9:9). Muchos opinan que la referencia es a la Osa Mayor. En el Oriente Medio, especialmente entre los árabes, la imaginación popular veía esta constelación como una especie de entierro. Entre los israelitas la llamaban “el carro”.

Orión. Los judíos llamaban kesil (loco o necio) a esta constelación. (Job 9:9; 38:31; Am. 5:8). Este nombre viene de una vieja leyenda sobre un gigante muy cazador, pero necio, que había sido encadenado en el cielo. Los griegos la explicaban mediante un mito parecido, en el cual Orión era un hombre muy fornido, gran cazador, que se jactaba de que ninguna fiera podía con él. La Tierra, ofendida, hizo que le mordiera un escorpión, tras lo cual se le encadenó en el cielo. Una leyenda hebrea equivalente identifica a este gigante con Nimrod. Es posible que la expresión “¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión?” (Job 38:31) tenga como telón de fondo esa leyenda.

Pléyades. Los israelitas las llamaban kimá (Job 9:9; 38:31; Am. 5:8). Generalmente se ven seis o siete de ellas que parecen enlazarse entre sí. El nombre con el cual se les conoce en la cultura occidental viene de un mito de los griegos. En el Oriente Medio, como son más

visibles en el mes de mayo, se pensaba que anunciaban que las espigas ya estaban en sazón y se acercaba la siega. A fines de octubre dejaban de ser tan visibles, lo cual se entendía como un anuncio de la época de lluvias y tormentas, así como el cierre de la navegación.

Saturno. El concepto de planeta no figura en las Escrituras. Saturno tampoco se menciona como una e. en la Biblia, pero los eruditos señalan que la deidad caldea •Quiún (Am. 5:26) se identificaba con este planeta. Es posible que las palabras de Esteban en Hch. 7:43 (“Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, y la e. de vuestro dios Renfán”) contenga una referencia a esta e.

Venus. El concepto de planeta no figura en las Escrituras. Venus tampoco se menciona como una e. en la Biblia, pero los eruditos señalan que los israelitas identificaban a Venus como el “Lucero hijo de la mañana” (Is. 14:12).

La e. de Belén. La historia de los magos de oriente y la e. que les guió hasta donde estaba el niño Jesús aparece en Mt. 2:1–12. Muchos se han dedicado a especular buscando una explicación para el fenómeno desde el punto de vista astronómico. Se ha hablado de que quizás se trató de un cometa (¿Halley?), o de una conjunción de Júpiter, Saturno y Venus, o del proceso de formación de una supernova, cuando una estrella de repente aumenta su fulgor por un tiempo. En todo caso, sin embargo, permanece la convicción de que aquel fenómeno fue obra de Dios. •Astrología. •Astronomía. •Cielo. •Lucero. •Zodíaco.

ETAM Nombre de lugares y de persona del AT.

1. Sitio donde los israelitas acamparon por primera vez en el comienzo de su peregrinación por el desierto. “Partieron de Sucot y acamparon en E., a la entrada del desierto” (Éx. 13:20). Se desconoce su ubicación exacta.

2. Lugar donde Sansón se alojó después de su primer pleito con los filisteos. “Descendió y habitó en la cueva de la peña de E.” (Jue. 15:8). “Tres mil hombres de Judá” vinieron allí a protestar porque Sansón creaba disturbios con los filisteos y querían entregarle a ellos. Tras prometerle que no le matarían, Sansón fue con ellos, pero al llegar a Lehi “el Espíritu de Jehová vino sobre él” y se liberó de las ataduras, y mató mil filisteos con una quijada de asno (Jue. 15:11–15). Algunos identifican el lugar con Iraq Ismain, a unos 4 km al SE de Zora.

3. Descendiente de Judá (1 Cr. 4:3).

4. Aldea en el territorio de la tribu de Simeón (1 Cr. 4:32). Se le identifica hoy como Tell Beit Mirsim, en el N del Neguev.

5. Una de las ciudades que Roboam “edificó ... para fortificar a Judá” (2 Cr. 11:6). Proba-blemente Jirbat al-Huh, cerca de los estanques de Salomón.

ETÁN (Permanente o duradero). Nombre de personas del AT.

1. Sabio de la antigüedad con el cual se compara a Salomón diciendo que éste fue mucho más sabio (1 R. 4:31). Es probable que sea el mismo #2, pues entre los hermanos de éste estaban “Hemán, Calcol y Darda”. Tanto a E. como a •Hemán le son atribuidos salmos. A E. el Salmo 89, llamado “Masquil de E. ezraíta”. A Hemán el salmo 88, “Masquil de Hemán ezraíta”. Algunos interpretan la frase “hijos de Mahol” como referencia a un grupo especial de músicos. La sabiduría especial de éstos estaría relacionada con una gran habilidad musical y poética, especialmente para escribir salmos.

2. Descendiente de Judá. Hijo de Zera. Nieto de Judá. Padre de Azarías. Hermano de “Hemán, Calcol y Darda” (1 Cr. 2:6, 8).

3. Ascendiente del cantor •Asaf (1 Cr. 6:42).

4. Levita en tiempos de •David, entre los hijos de •Merari, designado con otros como cantor “con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría” (1 Cr. 6:44; 15:16–17). = •Jesurún.

ETANIM (Corrientes que fluyen). Séptimo mes en el calendario hebreo (mediados de septiembre a mediados de octubre), llamado también Tisri. En ese mes Salomón hizo el traslado del arca hasta el recién construido •templo (1 R. 8:2). •Calendario.

ET-BAAL (Baal es con él). “Rey de los sidonios”, padre de Jezabel (1 R. 16:31).

ETER (Abundancia). Nombre de lugares del AT.

1. Ciudad “en las llanuras” adjudicada a la tribu de Judá en la repartición de la tierra (Jos. 15:42).

2. Ciudad “en medio de la heredad de los hijos de Judá” que correspondió a la tribu de Simeón (Jos. 19:7).

ETERNIDAD La Biblia no ofrece una definición de la e. Es la filosofía la que nos explica que la e. “no tiene antes ni después, es una duración continua, simultánea, inmóvil, infinita, condensada, por así decirlo, en un ahora realmente indivisible” (Enciclopedia Espasa-Calpe, Tomo 22, pág. 1187). Pero aun estos conceptos provienen de profundas meditaciones sobre la persona de Dios, que es el “eterno Dios” (Dt. 33:27; Is. 40:28). Sabemos que la creación tiene un principio (Gn. 1:1), a partir del cual comenzó el tiempo. Pero Dios ya existía en ese principio (Hab. 1:12); “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” [Sal. 90:2]).

En esa existencia anterior a la creación, pues, no existía el tiempo. Dios está fuera del tiempo. Por eso “con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 P. 3:8).Tampoco está en el espacio, porque él es infinito. Por lo tanto, el único a quien se puede aplicar el concepto de e. es a Dios. Hay, sin embargo, eruditos que en su concepción de Dios, no lo excluyen del tiempo, alegando que el mundo temporal y el eterno no se distinguen cualitativamente en cuanto al tiempo.

El término hebreo olam, a veces traducido como “eterno”, se refiere a una continuación infinita, tanto en el pasado como en el futuro, pero también se usa para indicar un pasado remoto. Con la expresión de Gn. 31:33 (“... invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno (olam)” se refiere a Dios como un ser antiquísimo. Como no era de por sí misma suficiente para expresar el concepto de eternidad se repetía: “olam, olam (”Bendito sea Jehová Dios de Israel, de eternidad a eternidad" [1 Cr. 16:36]). En el NT se usa la palabra aiön, equivalente a “siglo”. Para expresar el concepto de e., así como el AT decía olam, olam, en el NT se dice: “por los siglos de los siglos”, utilizando de manera repetida el término aiön (Gá. 1:5). •Dios. •Inmortalidad. •Tiempo.

ETIOPÍA País en el NE de África. Egipto quedaba al N y compartía con él parte del •Nilo. El •mar Rojo lo bordeaba por el E. Al O quedaba •Libia y el resto de África al S. En la Biblia se le llama también •Cus. E. aparece a menudo muy relacionada con Egipto. En efecto, los etíopes dominaron ese país y establecieron una dinastía de faraones. •Tirhaca fue uno de ellos (2 R. 19:9). Las relaciones entre israelitas y etíopes fueron frecuentes. Moisés “había tomado

mujer cusita”, por lo cual Aarón y María lo criticaron (Nm. 12:1). Había etíopes en los ejércitos israelitas (2 S. 18:21). El general etíope llamado •Zera invadió Israel al frente de un ejército numerosísimo (2 Cr. 14:9). •Ebed-melec, un etíope que era eunuco en la corte del rey •Sedequías, sacó a Jeremías de una cisterna (Jer. 38:12). El Sal. 68:31 dice que “E. se apresurará a extender sus manos hacia Dios”.

E. recibió gran influencia de pueblos semitas que cruzaban el mar Rojo y se establecían allí, incluyendo judíos. Una comunidad etíope llegó a adoptar doctrinas y costumbres judías, considerándose a sí mismos como tales. El “eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes”, que era probablemente uno de ellos, llevó el cristianismo a E. (Hch. 8:26–39). Hasta el día de hoy persisten también los etíopes de fe judía, llamados “falashas”. En su tradición, los gobernantes etíopes se consideraban descendientes de Salomón, que supuestamente había tenido un hijo con la reina de •Sabá. La leyenda aparece en un libro etíope titulado el Kebra Negast (La gloria de los reyes). También se cree entre ellos que el arca del pacto fue llevada a E. para ser devuelta a Jerusalén cuando Cristo regrese a la tierra.

La tradición judía y cristiana en E. permitió que se conservaran en su lengua ejemplares de literatura apócrifa de gran valor, entre ellas las únicas copias completas del libro etiópico de Enoc y el Libro de los Jubileos.

ETNÁN (Regalo). Descendiente de Judá. Hijo de Hela (1 Cr. 4:7).

ETNI (Regalo). Antepasado de Asaf, el cantor (1 Cr. 6:41).

EUBULO (Bien aconsejado). Creyente de Roma que estuvo presente cuando Pablo escribía su segunda carta a Timoteo. Unió su saludo con los de “ •Pudente, •Lino, •Claudia y todos los hermanos” (2 Ti. 4:21).

ÉUFRATES Gran río que nace en la meseta de Armenia y desemboca en el golfo Pérsico. Tiene dos grandes afluentes, el Karasu o É. Occidental por el N, y el Murad, o É. Oriental. Su longitud es de unos 2.770 km Junto con el Tigris forma la Mesopotamia, una cuenca que abarca 673.400 km2. Tiene grandes crecidas en los meses de marzo, abril y mayo, debido al deshielo. Sus aguas pasan por Turquía, Siria e Irak. El nombre hebreo es Perat. Es mencionado como uno de los ríos que salía del •Edén (Gn. 2:14). A sus orillas se levantó la ciudad de •Babilonia, mientras que •Nínive quedaba en el Tigris. En adición al aprovechamiento de las crecidas para fines agrícolas, se hicieron gran cantidad de canales de irrigación con las aguas del É., al punto de convertir la tierra adyacente en una gran fuente de producción. Es posible que algunos de estos canales sean los mencionados en el Sal. 137: “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y aun llorábamos...”

En las Escrituras se alude a menudo a él simplemente llamándole “el río”, por antonomasia. Dios prometió a Abraham darle la tierra “desde el río de Egipto hasta el río grande, el río É.” (Gn. 15:18; Dt. 1:7; 11:24; Jos. 1:4). Estos límites fueron alcanzados en el reino de Salomón, que “tuvo dominio sobre todos los reyes desde el É.... hasta la frontera de Egipto” (2 Cr. 9:26). El É. es mencionado en el Apocalipsis como lugar donde están atados “cuatro ángeles.... que estaban preparados ... a fin de matar a la tercera parte de los hombres” (Ap. 9:14–15). •Río.

EUNICE (Buena victoria). Hija de Loida. Madre de •Timoteo. Aunque el nombre E. es griego, ella era judía, así como su madre. E. estaba casada con un griego. Pablo dice que ella tenía una “fe no fingida”, recibida de su madre y que trasmitió a su hijo Timoteo (2 Ti. 1:5), al cual educó en la fe judía aunque no le circuncidó.

EUNUCO Personaje que hacía diversas funciones en las cortes. Generalmente se usaba el nombre para un servidor de mucha confianza del rey. El uso de la palabra e. en los textos antiguos no significa necesariamente que la persona había sido castrada. Pero esa era la práctica si en sus funciones estaba el cuidado del harén real. Lo mismo sucedía si el gobernante era una reina. La palabra e. viene del griego euné (lecho) y echo (guardar), o sea “el guardían del lecho”. Así, los tres e. servidores de •Jezabel que la mataron por orden de Jehú (2 R. 9:32–33) posiblemente eran castrados. Jezabel era de Tiro y sus sirvientes eran extranjeros, pues a los judíos no les estaba permitido castrarse (Dt. 23:1). Otro extranjero, etíope, era “e. de la casa real” en tiempos de Jeremías (Jer. 38:7).

En el libro de Ester se mencionan muchos e., lo cual debe ser tomado con las precauciones antedichas (Est. 1:10, 12, 15; 2:3, 14, 15, 21; 4:4; etcétera). Igualmente en el libro de Daniel. Dios dice que aquellos e. “que guarden mis días de reposo y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros y nombre mejor que el de hijos e hijas” (Is. 56:4–5). Nótese el énfasis en la posición (lugar en mi casa). En el NT se relata la historia de un “etíope, e., funcionario de Candace reina de los etíopes” que se convirtió por la predicación de Felipe (Hch. 8:26–39). El Señor Jesús habló de que había "e. que a sí mismos se hicieron e. por causa del reino de los cielos" (Mt. 19:12). Algunas personas interpretaron esto con sentido literal y se castraron, como fue el caso de Orígenes, pero la Iglesia no aprobó esa práctica.

EUROCLIDÓN (Comb. de gr. Viento este y lat. Viento nordeste). “Viento huracanado” que “dio contra la nave” en que viajaba Pablo hacia Roma (Hch. 27:14). Soplaba del E-NE generalmente durante la primavera en el Mediterráneo oriental.

EUTICO (Afortunado). Joven discípulo de Troas que se quedó “rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente” y cayó “del tercer piso abajo”. “Pablo ... se echó sobre él” y lo levantó vivo (Hch. 20:7–12).

EVA Mujer de •Adán. El relato de Génesis dice claramente que E. fue creada “a imagen de Dios” (Gn. 1:27). La hizo de la misma sustancia que Adán, sacándola de su cuerpo, por lo cual Adán la llamó Varona (Isha) (Gn. 2:18–23). Junto con su marido, E. recibió el encargo divino de fructificar, multiplicarse y señorear sobre la creación (Gn. 1:28). La serpiente engañó a E. sugiriendo dudas sobre el carácter de Dios. E. vio que el árbol que estaba “en el medio del huerto” era “bueno para comer”, “agradable a los ojos” y “codiciable para alcanzar la sabiduría” (ver 1 Jn. 2:16, “los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida”) y tomó del fruto. Luego lo dio a Adán (Gn. 3:1–6). Este pecado produjo consecuencias sobre Adán, sobre la tierra, sobre la serpiente y sobre E., que quedó condenada al dolor en los partos y la crianza de los hijos. Lo que antes vendría sólo con gozo en el cumplimiento de crecer y multiplicarse sería ahora doloroso. Además, sufriría abuso por parte del varón, que se enseñorearía de ella. Después de la caída y la expulsión de Edén, E. reconoció que el tener hijos había sido posible “por voluntad de Jehová” (Gn. 4:1, 25). El orden en que fueron creados Adán y E. es utilizado por Pablo para explicar que la mujer “no debe enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre” (otros traducen “marido”) (1 Ti. 2:11–15).

EVANGELIO Palabra que en su connotación actual tiene su origen en el NT, donde es usada más de setenta y cinco veces. Significa “buenas noticias” (gr. evangelion). En el griego de Homero se usaba el término para señalar al regalo que se le daba con alegría a la persona que traía buenas nuevas. También a las buenas nuevas mismas. La historia del Señor Jesús, que tras su muerte y resurrección ofrece salvación a los pecadores es llamado “el e.” (“Además os declaro ... el e. que os he predicado.... Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día” [1 Co. 15:3–8]). La

aplicación del término a los cuatro libros sobre la vida del Señor no se hace en la Biblia misma, sino que nos viene de los tiempos de los llamados padres de la Iglesia. La palabra e. es usada por todos los evangelistas, menos Juan. Lo llaman “el e. del reino” (“... recorrió Jesús toda Galilea ... predicando el e. del reino” [Mt. 4:23]); o el “e. de Jesucristo”.

(“Principio del e. de Jesucristo, Hijo de Dios” [Mr. 1:1]), o “el e. del reino de Dios” (“Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando ... el e. del reino de Dios” [Lc. 8:1]). Con el e. se cumplió la promesa hecha a Abraham, como puede interpretarse de varias escrituras mesiánicas en el AT, como Is. 52:7 (“Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!”). Tras su resurrección, el Señor Jesús ordenó a sus discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el e. a toda criatura” (Mr. 16:15).

El apóstol Pablo utiliza la palabra e. unas sesenta veces en todas sus epístolas, excluyendo la de Tito. Lo llama “el e. de Dios” (Ro. 1:1; 1 Ts. 2:2), el “e. de su Hijo” (Ro. 1:9), el “e. de Cristo” (1 Co. 9:12), el “e. de la gloria de Cristo” (2 Co. 4:4), el “e. de nuestro Señor Jesucristo” (2 Ts. 1:8), y el “glorioso e. del Dios bendito” (1 Ti. 1:11). Él consideraba que había sido “hecho ministro” (Ef. 3:7), “apartado para el e. de Dios que él había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras” (Ro. 1:1–2). Por lo cual no se avergonzaba del e. que “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Ro. 1:16). Esto lo hacía deudor “a griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios” (Ro. 1:14), sintiendo una gran urgencia y responsabilidad por predicarlo (“¡Ay de mí si no anunciare el e.” [1 Co. 9:16]).

Algunas personas intentaron cambiar el mensaje básico del e. tratando de alejar a los hermanos “para seguir un e. diferente”. Pablo habla de “mi e.” (Ro. 2:16). Y escribe a los Gálatas que no hay “otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el e. de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro e. diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gá. 1:6–8). Ante la proclamación del e. no todos obedecen (“Mas no todos obedecieron al e.” [Ro. 10:16]). Pablo dice a los tesalonicenses que les predicó el e. “en medio de gran oposición” (1 Ts. 2:2). Pero a los que creen es “poder de Dios para salvación” (Ro. 1:16).

EVANGELIOS Nombre con el cual se designa a los primeros cuatro libros del NT: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Aunque el Señor Jesús ordenó que se predicara “este evangelio” (Mr. 14:9; 16:15), él no escribió una historia de su vida ni ordenó a sus discípulos que lo hicieran. Después de Pentecostés, los apóstoles fueron anunciando las buenas nuevas, hablando de Cristo a todo el mundo. Su mensaje, entonces, era un testimonio personal (“Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” [1 Jn. 1:1]) de los apóstoles, quienes fueron “los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lc. 1:2). La comunicación del mensaje evangélico se hizo, pues, oralmente durante varias décadas. (•Ágrafa). Las historias sobre la vida del Señor, sus palabras, sus milagros, su muerte y resurrección circularon ampliamente por distintos países, en diferentes idiomas, hasta que la comunidad cristiana sintió la necesidad de ponerlas por escrito, a fin de evitar el desfiguramiento que los hechos podían recibir en esta continua transmisión oral.

Una antiquísima tradición dice que tras la persecución de tiempos de Nerón, muertos los apóstoles Pedro y Pablo, los cristianos de Roma que sobrevivieron le pidieron a Marcos, que fue ayudante de Pedro, que escribiera lo que recordara de sus enseñanzas en cuanto a la vida y obra del Señor Jesús. Esto acontecería a fines de los años 60. Papías, escribiendo en el siglo II, habla de ello diciendo que Marcos escribió las cosas que el Señor Jesús dijo o hizo y que no fue su intención el hacer una armonía de la “Logia” del Señor. Aparentemente, se llamaba “Logia” a todos esos dichos e historias del Señor que circulaban. Se discute si ello significa que algunos habían puesto por escrito esos dichos y hechos. Papías también dijo que Mateo

organizó la “Logia” en hebreo y que luego se hicieron traducciones al griego. Algunos opinan que es posible que Mateo fuera anterior a Marcos. Lucas escribió después de estos dos. Las palabras con las cuales comienza su e. son muy iluminadoras: “Puesto que muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lc. 1:1–4). Es probable que cuando habla de los “muchos” se estuviera refiriendo, entre otros, a Marcos y Mateo. El E. de Juan apareció a fines de la década de los años noventa.

Al recoger en una obra escrita las cosas que se repetían entre las iglesias, los autores quisieron poner a disposición de éstas un instrumento que les facilitara la instrucción a los nuevos convertidos y que sirviera para la predicación del mensaje. No se sentaron a escribir una biografía del Señor Jesús. Su intención no era el hacer historiografía. Así, no escribieron los acontecimientos en estricto orden cronológico ni se detenían en grandes detalles topográficos o geográficos. Al parecer, la “Logia” estaba constituida por relatos y dichos del Señor agrupados de una forma que atendía a temas o que facilitaba la memorización. Los evangelistas compilaron estos datos. Pero al hacerlo estaban efectuando, en realidad, una certificación, puesto que dos de los evangelistas, Mateo y Juan, fueron apóstoles y conocieron personalmente al Señor, siendo, por lo tanto, testigos presenciales de las cosas. Es evidente que no hubieran incluido en sus textos nada que no fuera auténtico. Marcos, como se dijo, fue ayudante del apóstol Pedro y escribió recordando lo que aprendió de este apóstol. Lucas fue un colaborador de Pablo. Además, él mismo dice que lo que escribe lo había “investigado con diligencia”, para poner las cosas “tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lc. 1:1–3), lo que de seguro incluiría varios de los apóstoles. De manera que podemos estar seguros de que los E. recogen las incidencias de la vida del Señor Jesús con absoluta fidelidad.

Si no hay prueba cierta de la existencia de una “Logia” escrita antes de los E., no pasa lo mismo con el período posterior, pues se escribieron muchas obras. En el siglo II el movimiento gnóstico produjo varios e., entre ellos el “Evangelio de Pedro”, el “Evangelio de Tomás”, el “Evangelio de Felipe” y otros ( •Apócrifos y pseudoepigráficos del NT, Libros. •Nag-Hamadi). El •canon del NT se formó lentamente, en un proceso en el cual las iglesias fueron desechando muchos escritos hasta que todas coincidieron en reconocer a Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Los primeros tres son llamados “sinópticos”. El término surgió porque estos Evangelios se parecen mucho entre sí. De tal manera que muchos hicieron copias de ellos poniéndolos en forma columnar, uno junto a otro, para poder tener una vista de conjunto, o sinopsis, de sus narraciones. Tienen básicamente la misma estructura, comenzando con el bautismo de Juan, la tentación del Señor, las incidencias de los viajes de Cristo por Galilea y sus alrededores, el viaje a Jerusalén, los últimos días en aquella ciudad, la pasión y muerte de Cristo y su resurrección. Desde muy temprano en la historia de la Iglesia se ha discutido acerca del “problema sinóptico”, es decir, sobre las relaciones que guardan los tres primeros Evangelios entre sí, especialmente teniendo en cuenta las coincidencias, que hacen que algunos piensen en la posibilidad de que alguno copiara de otro. Muchos eruditos, sin embargo, se deciden por opinar que los dichos y hechos del Señor Jesús, al ser trasmitidos oralmente conservaban una estructura básica bastante parecida y que por eso son tan similares las historias de estos tres evangelistas que se limitaron a recopilarlas. Juan, que escribió poniendo más énfasis en la parte doctrinal que en los detalles de los acontecimientos y que incluye viajes de Galilea a Jerusalén que no están en los sinópticos, coincide con éstos en la parte inicial y en la parte final. Los testimonios de los cuatro hombres que escribieron independiente-mente los E. representan cuatro versiones coincidentes en lo esencial sobre unos sucesos, aunque difieran en detalles entre sí. Cumplen así plenamente con los requisitos que exige la ciencia histórica para considerar como verídica la ocurrencia de esos sucesos.

EVANGELISTA Persona que se dedica a predicar el evangelio. A quien se le aplicó el término por primera vez fue a Felipe (Hch. 21:8), que fue escogido para “servir a las mesas” de los hermanos, pero desarrolló un ministerio de predicación, tanto frente a multitudes, como en Samaria (Hch. 8:5–12) y de persona a persona, como en el caso del eunuco etíope (Hch. 8:26–40). El e. es mencionado como un don que Dios da a la iglesia “para la edificación del cuerpo de Cristo”, al igual que los apóstoles, los profetas, los pastores y los maestros (Ef. 4:11–12). Algunos están llamados a hacer esa obra, como fue el caso de •Timoteo, a quien Pablo anima (2 Ti. 4:5). La aplicación del término e. a los escritores de los cuatro evangelios no tiene origen bíblico, sino que fue un desarrollo posterior.

EVI (Deseo ?). Uno de los “cinco reyes de Madián” vencidos por Moisés y ejecutados cuando se hizo “la venganza de Jehová en Madián” (Nm. 31:3, 8; Jos. 13:21).

EVIL-MERODAC (Hombre del [dios] Merodac). Rey de Babilonia, hijo de Nabucodonosor II que “libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel; y le habló con benevolencia” “a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín” (2 R. 25:27–28). Su reinado de dos años (560–562 a. C.) fue algo inestable, y marcó el comienzo de la declinación de los caldeos. Murió asesinado, probablemente a manos de su hermano •Nergal-sarezer, que le sucedió en el trono.

EVODIA (Buen viaje). Creyente de Filipos a quien Pablo exhorta a ponerse de acuerdo con •Síntique para que fueran “de un mismo sentir en el Señor” (Fil. 4:2). Al parecer, habían tenido una diferencia entre ellas.

EVOLUCIÓN •Creación.

EXCOMUNIÓN Acto de separar de la iglesia a uno de sus miembros por razones disciplinarias. El término no aparece en la Biblia, pero la costumbre tiene su origen en el pueblo de Israel, en el cual se llamaba herem, que se traduce como •anatema, a aquello que se ponía aparte, se separaba y no se podía tocar, ya fuera porque estaba consagrado a Dios o porque producía contaminación. Así, los israelitas que cayeran en la idolatría, o los ídolos mismos, eran considerados herem. Lo que caía en esa categoría debía ser destruido. Ejecutados, si eran personas. Quemados, si eran objetos. El caso de •Acán es un ejemplo sobresaliente de herem, pues por causa de su pecado el mismo Israel había “venido a ser anatema” (Jos. 7:1–26). Se establecía en la ley que “el que fuere inmundo, y no se purificare, la tal persona será cortada de entre la congregación” (Nm. 19:20). En tiempos de Esdras se decidió que el que no acudiera a la convocatoria hecha para resolver el problema de los matrimonios mixtos “el tal fuese excluido de la congregación” (Esd. 10:8). En la sinagoga se acostumbraba echar fuera a cualquier persona que no cumpliera con sus regulaciones. Incluso se estableció una gradación en el castigo a las faltas, según su gravedad. Así, los padres del ciego de nacimiento “tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga” (Jn. 9:22). Por eso, “aun de los gobernantes” que creyeron en él, “no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga” (Jn. 12:42; 16:2; Lc. 6:22).

La iglesia primitiva practicaba la e., pues el apóstol Pablo enseñó: “No os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”. Al acto de hacer esto con una persona le llamó entregar “a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Co. 5:1–12). En 1 Ti. 1:20 Pablo habla de •Himeneo y •Alejandro, diciendo que los entregó “a Satanás para que aprendan a no blasfemar”. En estos casos hay, pues, e. por motivos morales y por razones doctrinales. Esto que puede llamarse parte de la fase final de la •disciplina en la iglesia tiene por propósito el evitar que el nombre de Dios sea

vituperado, preservando al resto de los miembros de la congregación de la posibilidad de extensión del mal y sus contaminaciones. •Disciplina.

EXÉGESIS •Interpretación.

ÉXODO Se llama así al acontecimiento en el cual los israelitas salieron de •Egipto. La palabra viene del latín: ex= fuera de, hodos= camino. Puede decirse que los israelitas, con el é., surgieron como una nación que llega a constituirse en teocracia por medio del pacto que Dios hace con ella en el monte Sinaí. No hay un acuerdo unánime entre los eruditos en cuanto a la fecha en que tuvo lugar el éxodo. Se menciona al siglo XV a.C. (¿Tutmosis III y su sucesor Amenhotep II [en griego Amenofis], alrededor del 1436–1411 a.C?). Como se nos dice en Éx. 1:11 que los israelitas “edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés”, algunos interpretan que pudo haber sido en tiempos de Ramsés II (XIX dinastía). Pero hay que tener en cuenta que el nombre Ramsés fue utilizado por gobernantes anteriores a Ramsés I.

La resistencia de Faraón fue finalmente vencida tras las diez plagas ( •Plagas, las diez) y el pueblo salió hacia el desierto bajo la dirección de Moisés. La ruta que siguió en su peregrinación hacia Canaán es perfectamente identificable en términos generales, pero hay dificultad en localizar ciertos detalles a causa de los cambios en la toponimia que se fueron haciendo en el decurso de los siglos. Se registran los nombres que tenían en aquella época muchos de los lugares por donde pasaron los israelitas, partiendo de Egipto, luego transitando por la península de Sinaí hasta que llegando al río Jordán, lo cruzaron.

ÉXODO, LIBRO DE Segundo libro del Pentateuco. El título viene del latín: ex= fuera de, hodos= camino, pero el nombre hebreo es Semot (nombres), que se deriva de las primeras líneas del libro, que comienza diciendo: “Estos son los nombres...” (Éx. 1:1).

Autor Se atribuye a Moisés, según la tradición judía y cristiana, aunque el libro no lo dice así. Siguiendo la tradición hebrea, el Señor Jesús, citando de este libro, dice: “¿No habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza...?” (Mr. 12:26). Algunos señalan, sin embargo, que esa era la forma en que se hacía referencia a los libros del Pentateuco. Y que la misma no necesariamente implica la autoría del líder hebreo. La mayoría de los creyentes opinan que el origen del libro está en los tiempos de Moisés, aunque no puede descartarse que en el devenir de las edades se hicieran modificaciones hasta llegar a la forma actual. •Pentateuco.

Tema. En él se narra la salida de los israelitas de la esclavitud en Egipto, la entrega de la ley en Sinaí y la vida del pueblo peregrino en el desierto hasta la entrada a Canaán.

Los hebreos en Egipto. Moisés. Se inicia el L. de É. con unos párrafos que lo conectan con las últimas palabras de Génesis, señalando los nombres de los descendientes de Jacob que vinieron a vivir a Egipto, los cuales se multiplican grandemente. Después de la muerte de José vino sobre Egipto “un nuevo rey que no conocía a José”, que teme el crecimiento demográfico de los israelitas, los oprime y pone en vigor un sistema de control de la natalidad según el cual los niños varones debían ser muertos. Las “parteras de las hebreas” temieron a Dios y no lo ejecutaban. Nace un varón que es escondido por su madre. La hija de Faraón encuentra al niño y determina contratar a una hebrea para que lo cuide, sin saber que era la misma madre del niño. Más tarde lo adopta y le pone por nombre •Moisés. Aunque éste crece en la corte faraónica, observó las “duras tareas” a que estaban sometidos sus hermanos y defendió a un israelita que era maltratado por un egipcio, al cual mató. El hecho se supo y tuvo que huir. Llegó a Madián, donde mora con un varón llamado Reuel y se casa con una de sus hijas (Éx. 1:1 al 2:25).

Llamamiento de Moisés. Moisés pasa largos años en el desierto apacentando “las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián”. El “Ángel de Jehová” se le aparece “en una llama de fuego en medio de una zarza” y le ordena regresar a la corte de Faraón “para que saques de Egipto a mi pueblo”. Moisés duda, pero Dios le confirma mediante señales. Le advierte también que Faraón no querrá dejar salir a los israelitas. Moisés dice a Dios que él no era “hombre de fácil palabra”. Dios le contesta que su hermano Aarón “habla bien” y que sería su vocero. Moisés se despide de su suegro y parte para Egipto. Allí da su mensaje a los israelitas, presentó las señales y “el pueblo creyó” (Éx. 3:1 al 4:31).

Actitud negativa de Faraón. Moisés y Aarón se presentan delante de Faraón diciendo de parte de Dios: “Deja ir a mi pueblo”. Pero Faraón se niega y aumenta las cargas de los israelitas. Cuando éstos se quejan, Faraón les dice que están ociosos y por eso dicen: “Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová”. Los capataces israelitas se quejan ante Moisés y éste lleva la queja ante Dios. Dios responde ratificando su orden de partida y vuelve a ordenar a Moisés que vaya delante de Faraón (“Di a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti”). Moisés vuelve delante del rey, que le pide que haga alguna señal milagrosa. Aarón lanza al suelo su báculo que se convierte en serpiente. Los “sabios y hechiceros” egipcios hacen lo mismo, “mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos” (Éx. 5:1 al 7:12).

Las diez plagas. Dios trae sobre Egipto grandes portentos orientados a convencer a los egipcios para que dejaran salir al pueblo.

Primera. El río Nilo y todo depósito de agua se convierten en sangre. Mueren los peces. Pero “los hechiceros egipcios hicieron lo mismo con sus encantamientos” (Éx. 7:13–25).

Segunda. Aparece una gran cantidad de ranas “que cubrieron la tierra de Egipto”. Pero “los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos”. Faraón pide que se ore para que desaparezcan las ranas (Éx. 8:1–15).

Tercera. Aarón golpea con su vara “el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos ... en todo el país de Egipto”. “Los hechiceros hicieron así también ... pero no pudieron”. Y dijeron a Faraón: “Dedo de Dios es éste” (Éx. 8:16–19).

Cuarta. Dios envía “toda clase de moscas molestísimas” sobre los egipcios, pero preserva la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas (Éx. 8:20–32).

Quinta. Dios envía una mortandad en el ganado de los egipcios, pero preserva el de los israelitas (Éx. 9:1–7).

Sexta. Moisés y Aarón lanzan al aire puñados de cenizas que se convierten en “polvo sobre la tierra” que produce “sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias” (Éx. 9:8–12).

Séptima. Dios envía “granizo, y fuego mezclado con el granizo” por todo Egipto, menos en tierra de Gosén (Éx. 9:13–26).

Octava. Dios envía una enorme cantidad de langostas, las cuales vinieron con un “viento oriental” (Éx. 10:1–20).

Novena. Dios envía tinieblas sobre toda la tierra de Egipto (Éx. 10:21–29).

Décima. Muerte de los primogénitos. Se establece la Pascua. Salida de Egipto (Éx. 11:1 al 13:22).

Cruce del mar Rojo. Dios conduce al pueblo por el camino más largo hacia Canaán. Acampan junto al mar. Faraón los persigue. Dios abre el mar Rojo para que los israelitas pasen en seco. Cuando Faraón intenta cruzar también, muere bajo las aguas junto con su ejército. Moisés eleva un cántico. El pueblo celebra (Éx. 14:1 al 15:27).

El maná. Después de llegar a Mara, donde “no pudieron beber las aguas ... porque eran amargas”, pasaron a Elim y al desierto de Sinaí. Al quejarse el pueblo por la falta de alimentos, Dios les envía el •maná. Se dan las instrucciones sobre cómo recogerlo y consumirlo (Éx. 16:1–36).

La peña de Horeb. Al faltar el agua en Refidim, el pueblo vuelve a quejarse. Dios ordena a Moisés que golpee una piedra en Horeb y salen aguas (Éx. 17:1–7).

Ataque de los amalecitas. Amalec ataca a Israel. Moisés intercede desde un monte. Sus manos se cansan, pero Aarón y Hur le sostienen los brazos y se obtiene la victoria (Éx. 17:8–16).

Visita de Jetro. El suegro de Moisés vino a encontrarse con él tras oír “todas las cosas que Dios había hecho con Moisés y con Israel su pueblo”. Trajo a Séfora con sus dos hijos. Da algunos consejos a Moisés sobre cómo gobernar el pueblo (Éx. 18:1–27).

La entrega de la ley. Moisés sube al monte y Dios habla con él (“Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante”). Dios le entrega los Diez Mandamientos y las leyes del pacto (Éx. 19:1 al 24:18).

El tabernáculo. Dios da las instrucciones para la construcción del tabernáculo y la institución del sacerdocio (Éx. 25:1 al 31:18).

El becerro de oro. Al tardar Moisés en la cima del monte, el pueblo se impacienta y pide a Aarón: “Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros”. Aarón hace un becerro de fundición y el pueblo hace fiesta. Moisés desciende del monte pero rompe las tablas de la ley al contemplar el espectáculo de idolatría, destruye el becerro. Los hijos de Leví responden al llamado de Moisés y atacan al resto del pueblo. Mueren tres mil hombres (Éx. 32:1–35).

Las dos nuevas tablas de la ley. Dios ordena a Moisés que alise dos tablas de piedra para escribir en ellas los Diez Mandamientos. Moisés sube el monte y permanece allí “cuarenta días y cuarenta noches”. Dios revela a Moisés su gloria y éste desciende con las tablas de piedra. Su rostro resplandece (Éx. 33:1 al 34:35).

Los trabajos del tabernáculo. El pueblo ofrenda para la obra. Bezaleel, hijo de Uri, que había sido “llenado del Espíritu de Dios”, dirige los trabajos junto con Aholiab, hijo de Ahisamac, con “todo hombre sabio de corazón”. Moisés suspende la entrega de ofrendas, porque sobreabundaban. Terminan las labores del tabernáculo (Éx. 35:1 al 40:38).

EXORCISMO Es el acto por el cual se intenta librar a una persona de un espíritu malo o impuro o, como se dice en varios lugares de los Evangelios, “echar fuera” un demonio. El Señor Jesús habló muy claramente que su ministerio incluía e. (“He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra” [Lc. 13:32]). La práctica del e. era ya muy antigua entre los israelitas cuando el Señor comenzó a sanar enfermos y echar fuera demonios. Los mismos fariseos tenían sus exorcistas, porque Cristo les dijo: “Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos?” (Mt. 12:27). En la tradición judía, se mencionaban a •Noé y Salomón como componedores de fórmulas de exorcismos que se habían pasado de generación a generación a

unos cuantos iniciados. El Señor Jesús, sin embargo, echaba fuera los demonios al impulso de su sola palabra, sin intermediar ceremonia, rito o fórmula alguna.

El Señor Jesús “dio poder y autoridad” a sus discípulos “sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades” (Lc. 9:1). Algunos exorcistas judíos quisieron utilizar el nombre del Señor para sus trabajos (Mr. 9:38). Los hijos de •Esceva, jefe de los sacerdotes judíos en Éfeso, eran “exorcistas ambulantes” que “intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos”, pero tuvieron un gran fracaso (Hch. 19:13–17).

EXPIACIÓN Acto por el cual, mediante un sacrificio, se busca que Dios sea propicio, satisfaciendo su justicia, borrando la culpa, purificando el alma y reconciliándola con él. En el AT, con los sacrificios se reconocía que Dios estaba airado contra el pecado y que se hacía aquello con el propósito de apaciguarlo, o ponerlo en disposición favorable, o hacerlo propicio. También el hombre reconocía su culpa y trataba de eliminarla, o purificarse, o expiarla. El sacrificio, entonces, procuraba cargar sobre una víctima inocente la ira de Dios (expiar) y ponerle en actitud favorable hacia el hombre (propiciar). El término hebreo que se utiliza para e. es kaphar. En el NT no se dice nunca propiamente “expiar”, sino “ser propicio” (gr. ilaskomai). En el sentido bíblico, “expiar” no tiene solamente un significado negativo, como indicar castigo, sino también uno positivo, señalando a purificación, a limpieza y reconciliación. Así, en Éx. 29:36 (“...y purificarás el altar cuando hagas e. por él”).

La justicia y santidad de Dios le obligan a condenar el pecado. El NT es muy enfático al presentar el hecho de que Dios está airado a causa del pecado, pues “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (Ro. 1:18; Col. 3:6; 1 Ts. 1:10). Dios proveyó soberanamente en el AT una manera para realizar la e. de los pecados por medio de los sacrificios de animales, cuya sangre se derramaba siguiendo las instrucciones divinas. Pero la muerte de un animal no podía tener el valor suficiente como para compensar la magnitud de la ofensa a Dios que el pecado representa, ni borrar la culpa (“La sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” [He. 10:4]). La explicación del propósito de los sacrificios veterotestamentarios de animales la ofrece el NT cuando dice que ellos eran “figura y sombra” (He. 8:5) de lo que habría de venir: la muerte del Señor Jesús en la cruz. Él es “el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn. 1:29). Fue necesario que Dios mismo buscara y ofreciera una salida al problema del pecado a través de la encarnación y muerte de su Hijo, que se convirtió así en ofrenda expiatoria y propiciatoria.

El hecho mismo de que fuera Dios quien tuviera la iniciativa en este sentido indica ya que la obra de e. surge de su amor hacia los hombres. No se trata de una deidad pagana, caprichosa, antojadiza y despótica a la cual hay que supuestamente satisfacer con sacrificios. Dios ama al ser humano y de sí mismo desea su bien, por eso buscó la solución. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Por lo tanto, la e. no se realiza a contrapelo de la voluntad de Dios, como quien le arrebata algo, o como si se le impusiera. Surge de Dios mismo la iniciativa de hacerla para beneficio nuestro, pues él “no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9).

El hombre, por sí mismo, no podía satisfacer la justicia de Dios, ni su consiguiente ira, pues lo que sale de él viene forzosamente contaminado, ya que “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Is. 64:6). Por eso era imprescindible que la e. se realizara en forma sustitutiva o vicaria, es decir, que una víctima sin culpa recibiera el castigo merecido por el pecador. Esta verdad se repite constantemente en el NT. Cuando instituyó la Santa Cena, el Señor Jesús dijo: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26:28). Pedro escribía que el Señor Jesús “llevó ... nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P. 2:24). De manera que la muerte de Cristo no puede ser presentada como la de un mártir, ni

decirse que sólo murió para darnos alguna lección, por más sublime que ésta sea. La muerte de Cristo, tema céntrico de las Escrituras, en las cuales se alude a ella con las expresiones referidas a su sangre, tuvo lugar “en vez de” el pecador, en nuestro lugar. Es una muerte vicaria. “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2).

ÉXTASIS Traducción de una palabra: ékstasis, la cual se utilizaba en el griego profano para señalar la confusión, el enajenamiento o la locura. Sólo la usa Lucas en Hechos. A Pedro “le sobrevino un é.” en •Jope y tuvo la visión del “gran lienzo” con los animales (Hch. 10:9–17; 11:5). También a Pablo, mientras oraba en el •templo en Jerusalén, “le sobrevino un é.” (Hch. 22:17). Se quiere aludir con este término a una experiencia psíquica en la cual la persona, influenciada por una fuerza extraña, viene a estar fuera de su estado normal. La idea está contenida en la expresión que dijeron de él los familiares del Señor Jesús: “Está fuera de sí” (Mr. 3:21).

Algunos entienden que las palabras de 1 Co. 14:19 (“... prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida”) hacen referencia a un é.

En el AT encontramos experiencias que podrían llamarse é. o trance, como el caso de los ancianos de Israel en Nm. 11:24–29; o el ejemplo de Balaam, el varón “caído, pero abiertos los ojos” (Nm. 24:3–4); los profetas que encontró Saúl (1 S. 10:5–6); etcétera.

EXTRANJERO Se traducen con esta palabra varios términos que se refieren a e. en distintas situaciones. Uno era el e. que “habitaba” entre los hijos de Israel, con residencia permanente. Otro era el que venía de paso, por razones comerciales o de otra índole. Y también los e. que no querían ser parte de la congregación de Israel o pertenecían a otras naciones. Dios dijo a Abraham: “Serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3). Este principio general permea toda la legislación que Dios dio a los israelitas cuando salieron de Egipto. Iban muchos e. con ellos, como •Bitia, la hija de Faraón (1 Cr. 4:18). Incluso •Caleb, que era miembro de una tribu no israelita, los •cenezeos, que se había unido a Israel (Nm. 32:12), especialmente con la tribu de Judá. Fue necesario, entonces, establecer las leyes que regularían el tratamiento que debían recibir en la congregación de Israel.

Los israelitas sabían “cómo es el alma del e., ya que e.” fueron en Egipto (Éx. 23:9). Dios dispuso que las leyes no establecieran discriminaciones en contra de ellos: “Una misma ley será para el natural, y para el e.” (Éx. 12:49). No se podía oprimir al e.: “No le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al e. que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo” (Lv. 19:33–34). Los jueces debían juzgar “justamente entre el hombre y su hermano, y el e.” (Dt. 1:16). Al hacer sus cosechas, debían dejar algo para el e. “Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y el e. lo dejarás” (Lev. 19:10).

Pero también se estableció que los israelitas ejecutarían el juicio que Dios había decretado sobre varias naciones por su corrupción, por lo cual no podían hacer con ellas alianza, ni tener misericordia, ni emparentar (Dt. 7:1–4). Los moabitas y los amonitas entrarían “en la congregación de Jehová” tras la décima generación (Dt. 23:3). Las personas que no hubiesen sido recibidas “en la congregación” no podían participar de la Pascua (Éx. 12:45), ni entrar en el •templo (Ez. 44:7–9). Antes tenían que circuncidarse y hacerse israelitas. Quien no lo hiciera era un gentil, un goyim, con el cual se evitaban aun ciertos tratos domésticos.

Todavía estando en la Tierra Prometida, Dios consideraba que para él los israelitas seguían siendo “forasteros y e.” (Lv. 25:23). Esta expresión está relacionada con lo fugaz de la vida en esta tierra: “E. y advenedizos somos delante de ti ... y nuestros días sobre la tierra, como sombra que no dura” (1 Cr. 29:15). En el NT el creyente entiende que su “ciudadanía

está en los cielos” (Fil. 3:20) y que está aquí en una peregrinación (1 P. 1:17). Así, como “e. y peregrinos” debe abstenerse “de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P. 2:11).

EZBAI (Brillante, lustroso). Padre de uno de los valientes de David (Naari) (1 Cr. 11:37).

EZBÓN Nombre de personas del AT.

1. Uno de los hijos de Gad (Gn. 46:16). En Nm. 26:16 aparece como Ozni, cabeza de “la familia de los oznitas”.

2. Descendiente de Benjamín contado entre los “hijos de Bela ... cinco jefes de casas paternas, hombres de gran valor” (1 Cr. 7:7).

EZEL (División). “La piedra de E.” fue el lugar donde David y •Jonatán se citaron para hablar de las actitudes de Saúl hacia el primero. No se conoce su ubicación, pero es deducible que se encontraba entre •Naiot de Ramá (1 S. 20:1) y •Nob (1 S. 21:1).

EZEM Ciudad en medio de la heredad de los hijos de Judá” que tocó en suerte a la tribu de Simeón (Jos. 19:3; 1 Cr. 4:29). Quedaba al S de Beerseba, en el Neguev.

EZEQUÍAS (Jehová es mi fuerza). Nombre de personas del AT.:

1. Rey de Judá. “Hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2 R. 18:3). Era hijo de •Acaz. Reinó durante veintinueve años. En 2 R. 18:9–10 dice que en el año sexto de su reinado se produjo la toma de Samaria por parte de los asirios. Por lo tanto, debió ascender al trono en el año 727 a.C. “A los catorce años del rey E., subió •Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó” (2 R. 18:13). Desde que E. subió al trono propulsó una reforma religiosa muy eficaz. “Abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó” (2 Cr. 29:3). “Quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de metal que había hecho Moisés” (2 R. 18:4). Convocó a los sacerdotes y levitas y les dijo que había “determinado hacer pacto con Jehová Dios de Israel”, animándoles a renovar el culto (2 Cr. 29:4–11). El •templo fue limpiado, se reinstalaron los sacrificios y se organizó el ministerio de los levitas “conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán” (2 Cr. 29:12–25).

E. quiso utilizar la renovación del culto en Jerusalén para incorporar a los que habían quedado en el territorio del Reino del Norte, especialmente de Efraín y Manasés, después de la victoria asiria, para lo cual les escribió cartas (2 Cr. 30:1). Convocó también para la celebración solemne de la Pascua “porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está escrito” (2 Cr. 30:5). La fiesta fue un éxito “y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo” (2 Cr. 30:6–27). Como resultado de la reforma religiosa el pueblo ofrendó voluntariamente, de manera que sobró alimento para los sacerdotes y levitas (2 Cr. 31:1–21).

En tiempos de E. el reino de Judá era de menor importancia que el Reino del Norte (Israel). En la primera parte de su reinado E. desarrolló una política discreta y sumisa frente a este último y los asirios. Tras la caída de Samaria en manos de Salmanasar, E. siguió con esa actitud, pagando tributo a Asiria, pero llevando a cabo una ingente obra de gobierno que evidentemente preparaba su país para un posible enfrentamiento con aquel

imperio. La paz relativa que obtuvo con su sumisión le produjo gran prosperidad y riqueza. En su época se realizó una compilación de los Proverbios de Salomón (Pr. 25:1).

E. tuvo una grave enfermedad, pero pidió a Dios misericordia y le fue concedida, alargándose su vida en quince años más. Dios, además, le prometió: “Te liberaré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé” (Is. 38:1–22). La reforma religiosa puede ser vista también como un esfuerzo de carácter político. Con el retorno al culto de los padres producía entusiasmos patrióticos. La centralización del culto en el •templo en Jerusalén reafirmaba la lealtad hacia la dinastía davídica. La invitación a otras tribus aumentaba sus recursos humanos. Además, E. se dedicó a buscar alianzas con otros países, que le sirvieran de ayuda ante un posible enfrentamiento con los asirios. Por ello hizo tratos con Egipto (2 R. 18:21; Is. 36:6), a pesar de la oposición del profeta Isaías (Is. 30:1–2). Más tarde tendría relaciones con •Merodac-baladán, rey de Babilonia, la potencia que competía con Asiria. Por el lado del O, E. ensanchó sus fronteras a costa de los filisteos (2 R. 18:8). Preparándose para la posibilidad de un sitio de Jerusalén, E. “hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad” (2 R. 20:20; 2 Cr. 32:30; Is. 22:9–11). El muro de Jerusalén, que había sido en parte destruido por el rey israelita •Joás, fue reconstruido, para lo cual fue necesario destruir edificios en la ciudad para utilizar los materiales (Is. 22:10). Construyó por todo el país “depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados” (2 Cr. 32:28).

Cuando se sintió fortalecido, E. “se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió” (2 R. 18:7). Entonces Senaquerib “subió ... contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó” (2 R. 18:13). Estando •Senaquerib en •Laquis, E. envió a decirle que se rendía, “y el rey de Asiria impuso a E. rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro”, lo cual el rey judío pagó. Senaquerib recibió el tributo, pero a pesar de eso envió una fuerza a sitiar a Jerusalén, bajo el mando de Tartán, Rabsaris y Rabsaces. Este último dio un discurso blasfemo ante los muros de Jerusalén (2 R. 18:13–37). Consultado el profeta Isaías, éste anunció acerca del rey de Asiria: “No entrará en esta ciudad.... por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad” (2 R. 19:1–33). “Aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil.... Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive”. Allí lo mataron dos de sus hijos (2 R. 19:34–37).

En los archivos asirios esta campaña de Senaquerib aparece como terminada con gran éxito, pero sin mencionar a Jerusalén, como es natural. Sólo nombran las victorias que incluían a las ciudades filisteas y a las de Judá. El incidente final ante los muros de Jerusalén aparece mencionado en los escritos de historiadores antiguos. Herodoto dice que lo que les atacó fue una legión de ratas que comieron las correas del ejército asirio, mientras que el historiador caldeo Berosio alega que fue una enfermedad pestilencial.

2. Personaje en la descendencia de Salomón (1 Cr. 3:23).

3. Uno de los “varones de los principales de los hijos de Efraín” que se opusieron a que Israel (Reino del Norte) mantuviera como prisioneros a una gran cantidad de sus hermanos de Judá tras la derrota que infligió el rey •Peka a •Acaz (2 Cr. 28:8–15).

4. En la lista de los que “volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1) figuran nombres que unas veces aluden a una localidad y otras a una familia. Noventa y ocho “hijos de Ater, de E.” regresaron del exilio (Esd. 2:16; Neh. 7:21).

5. Personaje en la ascendencia del profeta •Sofonías (Sof. 1:1).

EZEQUIEL (Dios fortalece). Profeta que predicó en el exilio de Babilonia (“...estando yo en medio de los cautivos” [Ez. 1:1]). Comenzó su ministerio unos siete años antes de la caída definitiva de Jerusalén, durante el reinado de •Nabucodonosor. Sus profecías componen el libro que lleva su nombre. No se tienen más detalles sobre su vida que los que se mencionan en dicha obra. Las palabras “aconteció en el año treinta”, con las cuales comienza el libro, son interpretadas como una referencia a la edad de E. cuando recibió la comisión profética. E. era sacerdote, pero no se tienen noticias de si había servido o no en el •templo en Jerusalén. De todos modos, su visión gloriosa de un templo futuro es uno de los aspectos más interesantes de su trabajo profético, en el cual son muy abundantes las alegorías y parábolas. El mismo E. fue puesto como lección objetiva en diversas ocasiones. Una de ellas fue cuando su esposa muere el día que los caldeos terminaron el cerco de Jerusalén. Su mensaje es de juicio, en la parte inicial, y de consolación al final.

EZEQUIEL. LIBRO DE Uno de los llamados profetas mayores. Al parecer este libro estaba antiguamente dividido en dos partes que luego fueron refundidas, pues Josefo dice que este profeta dejó dos libros.

Autor y fecha. No existen problemas serios de fecha con los oráculos de E., pues el mismo profeta se encarga de indicar cuando recibía los oráculos (Ez. 1:1–2; 3:16; 8:1; 20:1; 24:1; 26:1; etcétera). El libro fue escrito por el profeta E., que ejerció su ministerio en Babilonia durante el reinado de Nabucodonosor (605–562 a. C.).

Características. En lo esencial, el mensaje de E. es el mismo que el de Jeremías. Uno predicaba entre los exiliados y el otro en Jerusalén. Pero E. utiliza más alegorías y parábolas que cualquier otro profeta. Una de las características más relevantes del ministerio profético de E. es la forma en que Dios hace que el mismo profeta se convierta en una especie de actor que dramatiza los eventos que anuncia. Así, muchas veces la profecía se entiende a través del ejemplo del profeta mismo, que viene a representar una especie de lección objetiva a los ojos de su pueblo. El profeta repite a menudo la expresión: “Y conocerán que yo soy Jehová”, cuando termina un oráculo que habla de la intervención de Dios en la historia, ya sea para juicio o bendición.

Antecedentes históricos. Cuando los caldeos conquistaron a Jerusalén la primera vez, el rey •Jeconías (Joaquín, Conías) fue llevado cautivo a Babilonia, con parte de su familia y unas 10.000 personas de Judá. Entre ellos estaba E. que era un sacerdote. Nabucodonosor puso como rey vasallo a un tío del rey, a quien llamó •Sedequías. En el año 589 a.C. Sedequías buscó una alianza con Egipto y se rebeló contra los caldeos, no haciendo caso de los consejos de Jeremías. Mientras tanto, entre los exiliados, E. recibe la orden de profetizarles. Sus oráculos anuncian que Jerusalén sería destruida, pero que Dios, por amor de su nombre, retornaría a los exiliados a su tierra. En medio de su predicación se produce el sitio y la conquista de Jerusalén por parte de los caldeos, con la ayuda de varios pueblos. Sedequías es apresado, le sacan los ojos y le llevan a Babilonia. El profeta anuncia el juicio contra Israel, pero también contra los pueblos que fueron instrumentos del castigo de Dios. Al final, Dios restaurará a Israel y el templo será glorioso.

Visión de la gloria de Jehová. Exiliado en Babilonia, E. recibe el llamamiento, antes de la segunda caída de Jerusalén. El profeta ve “visiones de Dios”, que incluye a una “visión de la semejanza de la gloria de Jehová”. El profeta escucha una voz que le ordena ir a predicar a los hijos de Israel. Debe comer un rollo en el cual estaban escritas “endechas y lamentaciones y ayes” (Ez. 1:1 a 3:27).

Anuncio del sitio de Jerusalén. El profeta tiene que mostrar gráficamente, haciendo un modelo en barro de la ciudad santa y poniéndola como asediada por ejércitos. También

dramatiza sobre el tiempo que durará el asedio, el hambre que se pasará y la destrucción y esparcimiento del pueblo (Ez. 3:1 a 5:17).

Desolación del territorio de Israel. No sólo Jerusalén será destruida, sino que “los montes de Israel” sufrirán la desolación. Pero el Señor dice que dejará “un resto”, un remanente. Lo más trágico es el anuncio de que el templo sería destruido. La razón para estos juicios residía en que los judíos “convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos” (Ez. 7:1–27).

Transportado en visión a Jerusalén. Una figura celestial arrebata al profeta (“por las guedejas de mi cabeza”) y lo lleva “en visiones de Dios a Jerusalén”. Allí ve de nuevo la gloria de Dios pero también la idolatría del pueblo y unos varones que reciben orden de poner una “señal en la frente a los hombres que gimen” por esos malos hechos a fin de que sean salvados de la matanza que tendrá lugar de inmediato. Se repite la visión de la gloria de Jehová (Ez. 8:1 a 10:22).

Juicio y promesa. El profeta ve a los líderes del pueblo que están diciendo que no vendría el mal. Dios le ordena profetizar lo contrario. Mientras profetizaba murió uno de los líderes, lo cual hace que el profeta pregunte a Dios si pensaba destruir “del todo al remanente de Israel”. La respuesta de Dios es que aunque serían arrojados entre las naciones, les protegería (“les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos”) y luego les retornaría a su tierra. Aquí termina la visión de Jerusalén y el profeta se encuentra de nuevo entre los cautivos en Babilonia, a los cuales dice estas cosas (Ez. 10:1 a 11:25).

Caída de Jerusalén. El profeta dramatiza a una persona que sale de viaje. La explicación es que se refería “al príncipe en Jerusalén”, que sería traído prisionero a Babilonia, pero que no podría ver la ciudad. (Así pasó. A Sedequías le sacaron los ojos.) Además, E. come su pan con temblor, como señal de que así comerían los habitantes de Jerusalén. En Israel se decía que el tiempo pasaría sin que nada aconteciese, pero Dios dice “no se tardará más, sino que en vuestros días...” (Ez. 12:1–28).

Contra los falsos profetas. Eran hombres y mujeres que profetizaban “de su propio corazón.... vanidad y adivinación mentirosa”. Anunciaban paz “no habiendo paz”. No debían pensar que la presencia de justos en medio de ellos podría evitar el juicio, porque aun si estuvieran •Noé, •Daniel y •Job, ellos se salvarían por su justicia pero no evitarían el castigo a los demás (Ez. 13:1 a 14:23).

Parábola de la vid quemada. Dios compara a Jerusalén con un trozo de madera de vid que él lanzó al fuego y que no sirve ya para nada. Reitera así que convertirá “la tierra en asolamiento” (Ez. 15:1–8).

Parábola de la esposa infiel. Dios narra la historia de Jerusalén comparándola con una niña que crece y se hace hermosa, a quien él rescata de la desnudez y la pobreza y con la cual se casa. Ella se prostituyó y adulteró con los ídolos, con Egipto, con los asirios, con los cananeos y los caldeos (“¡Cuán inconstante es tu corazón...!”). Por tanto Dios tomará “a todos tus enamorados” y con ellos mismos hará juicio sobre Jerusalén, la cual ha aumentado los pecados que cometió Samaria, su “hermana mayor” (Ez. 16:1–63).

Parábola de las dos águilas. El profeta plantea la figura de dos águilas. Una arranca “el principal” de los renuevos del cedro y lo lleva “a tierra de mercaderes”, y siembra otro árbol “de la simiente de la tierra” que se convierte en “una vid de mucho ramaje”. Pero había otra águila hacia la cual esta vid orientó sus raíces. Se pregunta: “¿Será prosperada?” El profeta interpreta la parábola diciendo que se trata del rey de Babilonia, que se llevó al rey de Jerusalén, pero dejó “a uno de la descendencia real e hizo pacto con él”. Éste, sin embargo,

había faltado al juramento y había buscado una alianza con Egipto, por lo cual sería hecho preso y llevado a Babilonia (Ez. 17:1–24).

El alma que pecare, esa morirá. Estaban equivocados los que decían que “los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”. Dios proclama su perfecta justicia, que trae retribución a cada cual según sus obras (Ez. 18:1–32).

Endecha sobre los príncipes. El linaje real de Israel, que fue antes como un león, ha caído en “la trampa” de Egipto y en “el foso” de Babilonia, donde está cautivo. También le compara a una vid que dio “varas fuertes para cetros de reyes.... Pero fue arrancada con ira” (Ez. 19:1–14).

Recapitulación de las rebeldías de Israel. Frente a “los ancianos de Israel” que vinieron para consultar al profeta, Dios hace memoria de la historia de Israel con sus continuas rebeliones y la repetida misericordia divina. Pese a todas esas cosas, Dios les recogerá de entre los pueblos por amor de su nombre. Pero mientras tanto, se dictamina juicio “contra el bosque del Neguev” (Judá), en la forma de un fuego. Este mensaje hace gemir de dolor al profeta, porque “la espada está afilada” para destrucción. Es la espada del rey de Babilonia que vendrá contra Jerusalén y contra los amonitas (Ez. 20:1 a 21:32).

Pecados de los líderes. Por medio de tres oráculos Dios enumera los abundantes pecados que se cometían en Jerusalén. La casa de Israel será tratada como se trata la escoria, en un horno de fuego. Los líderes representados por los profetas, los sacerdotes y los príncipes violaron el pacto. “Por tanto, derramé sobre ellos mi ira” (Ez. 22:1–31).

Parábola de Ahola y Aholiba. Samaria (Ahola) y Jerusalén (Aholiba) son presentadas como dos hermanas con esos nombres. Ahola fornicó con los asirios y ellos mismos luego la maltrataron. Aholiba no aprendió del ejemplo de su hermana, pues hizo lo mismo con los caldeos. Hizo más, pues volvió a buscar sus fornicaciones con Egipto (“trayendo en memoria.... la lujuria de tu juventud”). Por lo cual, sus amantes la maltratarían, en tal forma que nunca más volvería a buscar la alianza con Egipto. Ahola y Aholiba son “mujeres depravadas” que tendrán que pagar por sus pecados de idolatría (Ez. 23:1–49).

Parábola de la olla. Estando en Babilonia, E. conoce el día en que Nabucodonosor comenzó el segundo sitio de Jerusalén. Emite entonces una parábola sobre una olla en la cual pone huesos a hervir. Así, dice, está Jerusalén asediada por los caldeos (Ez. 24:1–14).

Muerte de la esposa. Dios dice que la esposa del profeta morirá y le prohíbe llorar o endecharla. Así sucede. Su actitud es señal a los exiliados, pues Dios iba a profanar su propio santuario y ellos no debían llorar ni guardar duelo (Ez. 24:15–27).

Oráculos contra las naciones. Varios pueblos ayudaron a los caldeos en la toma de Jerusalén. El profeta, entonces, pronostica juicio contra los amonitas, los moabitas, los edomitas, los filisteos, los cereteos y Tiro. Como Judá se había apoyado en Egipto, también se lanzan largos oráculos en su contra. Poco después el profeta recibe la noticia del cumplimiento de la caída de Tiro y anuncia la de Egipto, conjuntamente con “Etiopía, Fut, Lud, toda Arabia, Libia, y los hijos de las tierras aliadas” (Ez. 25:1 a 32:32).

El atalaya. Dios llama la atención a los exiliados acerca del tema de la responsabilidad personal, tanto del profeta mismo como del pueblo que escucha el mensaje. El profeta es un atalaya que debe apercibir al pueblo. Si no lo hace, es responsable ante Dios. Pero si lo hace y el pueblo no se apercibe, el atalaya es libre de responsabilidad y el pueblo carga con su propia culpa. Dios juzgará a cada uno “conforme a sus caminos” (Ez. 33:1–20).

La conquista de Jerusalén. Llega la noticia de que la ciudad ha sido conquistada. Algunos de los que quedaron pensaban que por haber sobrevivido podrían poseer la tierra. El profeta les dice que no, que serían aniquilados. Dios dice al profeta que los que escuchan sus mensajes en el fondo se burlan de él, pero que cuando vean el cumplimiento “sabrán que hubo profeta entre ellos” (Ez. 33:21–33).

Oráculos contra los pastores. Los que gobiernan al pueblo son comparados a pastores que viven del rebaño, pero lo descuidan y maltratan. Dios dice que él será el pastor de su pueblo. Luego se dirige a las ovejas mismas y dice que él juzgará “entre oveja y oveja”. David será el pastor, el príncipe, con un nuevo pacto (Ez. 34:1–31).

Oráculo contra Seir. Dios reitera el juicio contra Edom, que había guardado “enemistad perpetua” contra Israel y se había regocijado con su desgracia (Ez. 35:1–15).

Futura bendición de la tierra. Dios se dirige “a los montes de Israel” diciéndoles que habían sido desolados por las naciones a causa de su ira, pero que él les restauraría (“He aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré”) (Ez. 36:1–15).

Promesa del retorno. A Dios le duele que los gentiles vean a los exiliados y digan: “Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido”. Por amor a su propio nombre les retornará a la tierra. Les dará un “corazón nuevo” y habitarán su país en prosperidad (Ez. 36:16–38).

Visión del valle de huesos. Esa promesa de restauración es ilustrada con una visión en la cual el profeta contempla un valle lleno de huesos. Dios ordena que el Espíritu venga, y les da vida. “Y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”. La explicación es que Israel estaba como esos huesos, pero Dios abriría sus sepulcros y pondría su Espíritu sobre ellos (Ez. 37:1–14).

Futura unidad de Israel. La restauración que Dios promete incluye el unir a todas las tribus en una sola nación, con un solo gobierno (“Mi siervo David será rey sobre ellos”), un nuevo pacto, con el santuario de Dios entre ellos (Ez. 37:15–28).

Último intento de las naciones. El profeta anuncia que en un tiempo futuro (“de aquí a muchos días”) muchos pueblos vendrán “de los confines del N” para atacar a Israel. Pero Dios destruirá a los invasores (“Todas las naciones verán mi juicio que habré hecho”) y el pueblo recibirá el Espíritu de Dios (Ez. 38:1 a 39:29).

Visión del templo. Los oráculos de E. terminan con la contemplación de la gloria futura de Israel resumida en un gran templo que el profeta describe detalladamente. Ve también el culto, incluyendo los sacrificios, restaurado. Asimismo, se establecen cuáles serían las fronteras futuras de la tierra de Israel y la forma en que la tierra será distribuida entre las tribus (Ez. 40:1 a 48:35).

EZER (Ayuda). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los “jefes de los horeos, hijos de Seir, en la tierra de Edom” (Gn. 36:21; 1 Cr. 1:38).

2. Descendiente de Judá. Hijo de Hur. Padre de Husa (1 Cr. 4:4).

3. Uno de los hijos de Efraín que fueron muertos en una excursión de “los hijos de Gat ... [quienes] los mataron porque vinieron a tomarles sus ganados” (1 Cr. 7:21).

4. Personaje de la tribu de Gad que fue de los que “huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto.... sus rostros eran como rostros de leones y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas” (1 Cr. 12:8–9).

5. Personaje que participó en la reconstrucción del muro en tiempos de Nehemías. Era hijo de Jesúa (Neh. 3:19).

6. Sacerdote que participó en la celebración con motivo de la restauración del muro en tiempos de Nehemías (Neh. 12:42).

EZIÓN-GEBER (Espinazo de hombre). Ciudad que quedaba muy cerca de •Elat, “en la ribera (N) del Mar Rojo, en tierra de Edom”, en el golfo de Akaba. Allí Salomón hizo naves que fueron con los siervos de •Hiram, rey de Tiro, a •Ofir (1 R. 9:26–28). También “Josafat [hizo] naves de Tarsis, las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en E.” (1 R. 22:48).

EZNITA Sobrenombre de Adino, uno de los valientes de David que “mató a ochocientos hombres en una ocasión” (2 S. 23:8).

EZRAÍTA Llámase así a los descendientes de Zera. •Hemán y Etán eran e. (encabezados de los Salmos 88 y 89).

EZRI Funcionario del tiempo de David que “tenía a su cargo.... los que trabajaban en la labranza de las tierras” (1 Cr. 27:26).