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    Anarquismo y Lucha Antialcohlica en laGuerra Civil Espaola (1936 1939)

    pones el precioDistribuidora Peligrosidad Social

    distribuidorapeligrosidadsocial.wordpress.com

    [email protected] y difunde

    2. Edicin(Incluye el anexo Tabaquismo durante la Guerra Civil Espaola (1936-1939)

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    Portada: Cartel contra el alcoholismo del Departamento de Orden Pblico delConsejo Regional de Defensa de Aragn en 1937, por entonces ostentado pormilitantes de la CNT.

    Este texto fue escrito porMariano Lzaro Arbus, licenciado y profesor de

    Geografa de Historia en el IES Salvador Vilaseca de Reus (Tarragona) y porManuel Corts Blanco, Doctor en Medicina y miembro del Servicio de

    Medicina Preventiva del Hospital General de la Defensa, en Zaragoza. Una

    versin ms abreviada del texto fue publicada en formato fanzine por DistriMaligna (http://distri-maligna.blogspot.com/) en 2010. Hemos queridorescatarlo en su versin ampliada, y para favorecer su difusin hemos

    decidido difundirlo a bajo precio buscando recuperar lo que nos ha costado.

    Para consultar fuente original:LZARO ARBUS, M, CORTS BLANCO, M. Anarquismo y luchaantialcohlica en la Guerra Civil Espaola (1936-1939). Rev Proyecto: 2005.

    ndice

    Introduccin. Actitudes contra el alcohol durante la GuerraCivil........3

    Anarquismo y alcohol............6

    Alcohol en la Guerra Civil Espaola.8

    Anarquismo y lucha antialcohlica en la Guerra Civil Espaola..........................13

    Consideraciones finales........18

    Anexo...21

    Nota a la 2. Edicin: La 1. Edicin data de noviembre de 2011. A peticingeneralizada, lo hemos vuelto a editar bajo el mismo pensamiento difusorcontra las drogas y recuperando el testigo del reciente pasado abstemioanarquista.

    Distribuidora Peligrosidad Social.

    Madrid (Castilla), octubre de 2013.

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    Introduccin. Actitudes contra el alcohol durante laGuerra Civil

    Durante la Guerra Civil Espaola, en la lnea del frente de Huesca, las

    Juventudes Libertarias de Barbastro cuelgan una serie de carteles con elsiguiente texto1

    :

    EL BAR: anquilosa, es el vivero de la chulera, CERRMOSLE.LA TABERNA, atrofia y degenera el espritu combativo, CERRMOSLA.EL BAILE, es la antesala del prostbulo, matando las energas del jovenluchador, CERRMOSLE.CINES Y TEATROS, una misin: labor antifascista; de lo contrario,CERRMOSLO. Todo ser que frecuente estos lugares es merecedor del

    desprecio" ABAJO EL PARASITISMO!

    Analizando la prensa anarquista del momento, observamos crticas similaresa los centros de diversin, a la situacin cafeteril, la obsesin por el bar y lagramola. Bares, cafs y cabarets son percibidos como lugares defendidos yapoyados por el capitalismo, donde el vicio, de origen y promocin

    puramente fascista y clerical, hace desgastar las energas de los luchadores y

    provoca escndalo entre aquellos que quieren ganar la guerra y hacerla

    revolucionaria2

    . Incluso se producen incidentes violentos, como diversosataques de milicianos a cafs y tabernas en Lrida, donde pusieron las mesaspatas arriba, y por poco no hicieron lo mismo con sus pacficos

    concurrentes3

    . Estos ejemplos muestran la importancia que para losanarquistas tiene en esos momentos la lucha contra el alcohol y contra loscentros pblicos de diversin.

    Una primera y simplificada explicacin a este hecho se centra en laimportancia que en todo conflicto tiene la retaguardia, que ha de ser vistacomo un ejemplo moralizante. En general, se solicita una templanza que seamodelo para el frente y muestra de solidaridad con los combatientes, por loque son frecuentes las crticas a las actitudes frvolas que en ella se producen:en la zona republicana encontramos varios ejemplos, alguno tan tempranocomo el de Milicia Popular, que ya en octubre de 1936 exige que se ha de

    1www.guerracivil.info.Carteles (citado el 21 de junio de 2006).2Superacin. rgano de la CNT-FAI de Sabadell: 25 de Septiembre de 1937.3 SAGUS, J. Una ciutat en guerra. Lleida en la Guerra Civil Espanyola (1936-1939). Barcelona: Publicacions de lAbadia de Montserrat, 2003: 499.

    http://www.guerracivil.info/http://www.guerracivil.info/http://www.guerracivil.info/http://www.guerracivil.info/
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    acabar con la vergenza que ofrecen las terrazas e interiores de los cafs,

    atiborrados siempre de elegantes estrategas que, entre sorbo y sorbo de

    cerveza, opinan sobre la marcha de las operaciones y comentan

    despectivamente las medidas que el gobierno adopta4

    .

    El diario ABC denuncia los incidentes que se producen en los cafs deMadrid, como al que hace referencia en un artculo titulado Falsoscombatientes y falsos seoritos, de febrero de 1937: unos individuos, que se

    presentan como combatientes, intentan detener a los soldados que descansanen algunos bares y cafs, acusndoles de traidores emboscados y de seoritos.Incluso el diario difundealgunos lemas como el verdadero miliciano no tomacaf con ametralladora5o el verdadero miliciano no se hace el hroe en lacalle de Alcal6

    .

    En marzo de 1937, la campaa Pro Ejrcito Popular lanzada en Tarragonatiene, entre sus principales objetivos, estructurar la vida de retaguardia a finde terminar con la despreocupacin y alegra en que se vive y hace vivir la

    guerra; misin suya sera tambin la de cerrar los cabarets y espectculos

    que no tengan como fin un objetivo para la guerra, as como prohibir los

    bailes de los domingos7

    .

    Valencia, la nueva capital republicana, es vista desde la sitiada Madrid comoun ejemplo escandaloso a no seguir en tiempos tan difciles. ElABCrecoge unartculo de Fragua Socialde Valencia, con el elocuente ttulo de Pero, estoes una verbena?, donde se dice lo siguiente: Si esto no es una verbena, se le

    parece mucho. Creemos que ha llegado el momento de tomar en serio estos

    problemas de la frivolidad. Da grima contemplar Valencia. Por doquier

    canciones, msica de radio, bullicio, alegra desbocada, palabras sin sentido,

    desenfado, euforia y la guerra no se ha ganado todava, ni se hallan lejos

    los frentes, ni est despejado el horizonte por completo Esto Qu es?

    Vivimos en un pas de locos o se nos quiere volver locos a los dems?Imitemos el ejemplo de Madrid y sirva de modelo la moral de su retaguardia.

    4Milicia Popular; I, 64: 8 de Octubre de 1936.5ABC, edicin Madrid, 5 de febrero de 1937.6ABC, edicin Madrid, 12 de enero de 1937.7 PIQU I PADR, J. La crisi de la reraguarda: Revoluci i guerra civil aTarragona, 1936-1939. Barcelona: Publicacions de lAbada de Montserrat, 1998:538-40.

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    Pesimismo, no; pero inconsciencia, tampoco; la guerra lo exige8. Y pareceser que esta animacin tanto de da como de noche era algo que sorprenda alos que llegaban por primera vez a la capital levantina: los cabarets estabanabarrotados, desde que se abran a primera hora de la tarde, hasta que cerrabanmucho despus de la medianoche, afirma un diplomtico britnico9

    .

    En la zona nacional encontramos situaciones similares. Un tal capitn Nemocritica en el ABC sevillano que, frente a la idea de que una retaguardianormalizada, con gente paseando por las calles, riendo y tomando aperitivos,es un orgullo al demostrar que en el territorio nacional reina el orden yabundan las provisiones, es necesario y obligatorio vivir la guerra desde lasentraas de nuestro ser y con todas las potencias de la personalidad, porque

    los que batallan en los frentes exigen de nosotros esta solidaridad

    entraable10

    . Tambin se publica una nota en la que denuncia que lafrivolidad no debe llegar aconsiderarse delito de altatraicin, pero es un cmplice y unencubridor de tal delito: No loolvides t, nia bonita e

    insustancial que, cuajada de

    cintajos y de emblemas, te dedicas

    a enervar de diversos modos a los

    combatientes de la Cruzada. Al

    proceder as, no eres en el fondo

    ms que un agente de

    descomposicin de la moral

    severa exigida por la guerra11

    .

    Algunas autoridades locales se apresuran a decretar el cierre de cabarets ycafs de camareras, argumentando que no son los momentos que vive Espaade diversin ni mucho menos de vicio.La Voz de Asturiasexige: queremosun Oviedo con menos prostbulos y ms amor a Dios y a la Patria, y

    prestigiosos articulistas critican un espritu frvolo de intriga y cocktail,afirmando que los muertos por Dios y por Espaa se alzarn contra la

    8ABC, edicin Madrid, 19 de febrero de 1937.9SEIDMAN, M. A ras de suelo. Historia social de la Repblica durante la GuerraCivil. Madrid, 2003: 99.10ABC, edicin Sevilla, 20 de abril de 1937.11ABC, edicin Sevilla, 11 de abril de 1937.

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    reedicin barata, pero corregida y aumentada, de la mentalidad de music

    hall12

    .

    Anarquismo y alcohol

    El anarquismo va ms all, como lo demuestra el hecho de que la luchacontra el alcohol sea un elemento transversal a esta ideologa, ya desde susinicios. Las bebidas alcohlicas son presentadas desde los primeros textosfundadores como un siniestro veneno, que los Borgias capitalistas destinan amantener embotadas, lejos de la revolucin, las voluntades de los trabajadores:estupefactado por el txico, no siente el peso de sus cadenas y ladegradacin de la esclavitud, afirma un tratado antialcohlico con elelocuente ttulo de El veneno maldito13. Trabajadores, no bebis!Cuntos obreros, psimos padres de familia y peores maridos, olvidando losms sagrados deberes, derrochan la mitad o un tercio del ya escaso jornal

    que perciben, en libaciones alcohlicas, en la taberna, en el juego, dejando

    los hijos y la mujer sin pan, forzados al ayuno y vctimas de todas las

    tribulaciones de la vida!, proclama igualmente una conocida publicacinanarquista14

    .

    El alcohol es visto como una terrible arma del enemigo que hay que

    combatir, porque a mayor ncleo de bebedores, mayores ventajas desometimiento, ya que poco a poco la bebida quita la energa, la salud, la

    nobleza y el entendimiento y, lo que es peor, el sentido de la dignidad15

    12 ABELLA BERMEJO, R. La vida cotidiana durante la guerra civil. La Espaanacional. Barcelona: Planeta, 1976; 5 edicin: 117-99; 233; 324.

    .Producto y sostn del rgimen capitalista, el alcoholismo no desaparecer msque con l. El efecto no cesar mientras persista la causa. Incluso, el alcohol esvisto como un temible competidor de la propia ideologa revolucionaria: segnBakunin, los peligros del alcohol podan hacer fracasar la revolucin al ver lostrabajadores en su consumo una salida errnea a su denigrante situacin y una

    manera fcil de escapar de las miserias del capitalismo. Para escapar de susituacin (refirindose al pueblo) hay tres mtodos, dos quimricos y uno real.

    13 ELOSU, F. El veneno maldito. Valencia: Biblioteca Editorial GeneracinConsciente 1932: 3.14Tierra y libertad, 1 de abril de 1909.15El libertario. Semanario anarquista, 23 de junio de 1932.

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    Los primeros dos son la taberna y la iglesia, libertinaje del cuerpo o

    libertinaje de la mente; el tercero es la revolucin social16

    .

    El rechazo de algunos valores considerados degradantes y la visin utpicade una nueva sociedad han hecho que algunos historiadores hayan visto en el

    movimiento anarquista espaol un carcter primitivo o milenarista. As, sehabla de puritanos austeros que impulsaban imponer el vegetarianismo, laabstinencia sexual y el antialcoholismo a uno de los campesinados ms

    atrasados de Europa17

    .

    Esta visin ha de ser rebatida ya que, en contra de lo que afirman algunostextos sobre el celo de los anarquistas, la mayora de los dirigentes locales yasistentes a los ateneos y sindicatos creen en la moderacin, no en la

    abstinencia. El obrero consciente, el anarquista dedicado que simbolizaba elespritu y el conocimiento necesarios para crear la nueva humanidad, evita eljuego de cartas en el bar, no va a burdeles, no acude a misa ni bautiza a sushijos, y bebe con moderacin.

    Jos Monroy, dirigente de Casas Viejas, defiende que uno puede beber unpoco, pero no demasiado, para no emborracharse18. La embriaguez es malvista por los anarquistas, y esta postura ha sido considerada por algunoshistoriadores como la causa de que, en comparacin con el caso ingls, elalcoholismo sea un problema menor en el proceso de industrializacinespaol19

    .

    Debemos hacer mencin tambin a la interesante relacin que se estableceen los aos veinte y treinta del siglo XX entre anarquismo y naturismo. Elnaturismo - tanto lo que se refiere a aspectos alimentarios y de medicinanatural como de contacto con la naturaleza - tendr una influencia muyimportante en muchos pensadores anarquistas, tal como queda reflejado en

    revistas como Helios o Iniciales. En ese contexto, el rechazo al alcohol y altabaco se hacen evidentes: El obrero que ha de respirar en el trabajoatmsferas malsanas mal puede naturalizar su vida y sus costumbres. Ms,

    16BAKUNIN, M.Dios y el estado.17CARR, R.Espaa, 1808-1939. Barcelona: Ariel, 1969: 423-6.18MINTZ, J. Los anarquistas de Casas Viejas. Cdiz: Diputacin Provincial, 1994:100-2.19 DOLGOFF, S. The anarchist collectives. Workers self-management in Spain,1936-1939. Londres: Free Life ed., 1974: XIX-XX.

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    a pesar de todo le es dable evitar mltiples influencias nocivas a su salud,

    como el alcohol, el tabaco, la taberna, desaseo, y practicar otras beneficiosas,

    como la salida al campo en busca de sol y de aire puro, escoger entre los

    despojos alimentarios los menos perjudiciales. O este otro, dirigido a losjvenes para fomentar entre ellos el nudismo: Ponte en contacto directo con

    la naturaleza en aquellos momentos que la lucha por el pan te dejen libreHuye de bares y cafs; aparta de ti el tabaco y el alcohol, que te embrutecen y

    enferman20

    . De acuerdo con el discurso eugenista dominante en aquelmomento, hay que propiciar los factores eugnicos que potencian la condicinfsica e intelectual de los individuos (actividad fsica, buena alimentacin) yneutralizar los disgnicos: el alcohol, el tabaco, las enfermedades venreas y,sobre todo, destruir su causa primera: la miseria.

    Alcohol en la Guerra Civil espaolaLa Guerra Civil Espaola (como en tantos conflictos blicos de larga

    duracin) conlleva un aumento del consumo de alcohol en cada uno de losbandos enfrentados, tanto en el frente como en la retaguardia21

    .

    Durante toda la guerra, el vino (y por extensin, el resto de las bebidasalcohlicas) es considerado como una parte esencial de la alimentacin del

    individuo por el aporte calrico que se supone le otorga. No en vano, as lorecogen distintos tratados mdicos e higienistas de la poca, e incluso la

    propia tradicin castrense.

    Desde los manuales espaoles de Higiene Militar se proclama que el vinopodr tolerarse especialmente en campaa para mantener la fuerza fsica,energa moral y una cierta euforia, que en ciertas circunstancias puede ser

    til22

    20 DEZ, X. Lanarquisme individualista a Espanya (1923-1938). Tesis doctoralindita en www.tdx.cesca.es (citada el 3 de noviembre de 2005).

    . A lo largo de todo el conflicto el vino forma parte de las raciones

    reglamentarias de campaa, siendo sustituido por cerveza o sidra en ocasionesextraordinarias. En los primeros meses de la guerra, el consumo de alcohol es,incluso, ms elevado: un informe de un capitn de Intendencia del Ejrcitofranquista del Norte indica que, a fecha de 2 de Noviembre de 1936, se han

    21 CORTS BLANCO, M. Alcoholismo durante la Guerra Civil Espaola (1936-1939). Rev Proyecto, 2002; 41: 20-6.22 CRIADO CARDONA, R., MARTNEZ BRUNA, J. Higiene y epidemiologamilitar en campaa.Valladolid. Edit. Casa Martn, 1940: 22-5.

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    suministrado ya a sus fuerzas 600.000 litros de vino a razn de medio litro porhombre y da, el doble de la racin reglamentaria, un paquete de tabaco cadatres da y en dos ocasiones puros y ans23

    .

    Ante el elevado consumo, el Intendente General de Burgos llega a afirmar,

    en abril de 1937, que el actual consumo de vino alcanza un volumen tanconsiderable que no es aventurado afirmar que de continuar en la misma

    proporcin se podran tener dificultades. Hace mencin al agotamiento delas reservas, la falta de envases, la dificultad del transporte y la mala cosechade los dos ltimos aos, y propone reducir la cantidad de vino que sesuministra al frente y la supresin de este producto en las guarniciones deretaguardia. La respuesta del General en Jefe del Ejrcito del Norte, escrita amano sobre el mismo informe, es tan escueta como contundente: se dispone

    que, habiendo vino en abundancia, no se d por recibida24

    .

    El ejrcito franquista tratar de establecer un frreo control sobre laproduccin y, as, en agosto de 1938 el Ayuntamiento de Zaragoza recibe untelegrama de la Quinta Regin Militar donde se le comunica que todas lasexistencias y la produccin de cerveza de la ciudad son intervenidas por elEjrcito para no dejar desabastecidos los hospitales militares25

    .

    En la zona republicana, el despilfarro de alcohol y otros bienes al inicio de laguerra es tambin importante, obligando a tomar medidas, tanto disciplinariascomo disuasorias. Muestra de esto ltimo es un cartel con la imagen de unmiliciano y, en la parte inferior y tirados en el suelo, una botella que viertevino y medio pan. El texto alusivo dice: Milicianos! No desperdiciismunicipios, ni vveres, ni energa. En Milicia Popular se afirma, dos mesesdespus del levantamiento militar, que han llegado a los frentes de batallahasta dos millones de botellas de cerveza, aunque muestra tambin la queja delos camaradas que trabajan en las fbricas productoras al no devolverse nunca

    los envases, con el consiguiente perjuicio26

    .

    Esa situacin de despilfarro inicial y los problemas en la retaguardiaprovocan en ocasiones en el Ejrcito Popular problemas graves de intendenciacomo en el caso de la Brigada 153 mixta, ex columna Tierra y Libertad, donde

    23Archivo General Militar; Ejrcito del Norte, Armario 15, Legajo 30, Carpeta 59.24Archivo General Militar; Zona Nacional, Armario 15, Legajo 31, Cuaderno 45.25Archivo Municipal de Zaragoza, Caja 2745, Expediente 2875.26Milicia Popular; I, 4: 19 de septiembre de 1936.

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    se llega a establecer en Septiembre de 1937 un racionamiento de vino y otrosproductos, lo que provoca las protestas de los soldados (se nos ha tachado deincompetentes, de enchufados, de ladrones, de canallas, afirman losencargados de la intendencia de la Brigada27). Un testimonio de un brigadistanorteamericano explica, no obstante, que entre los militares republicanos ms

    concienciados haba, en efecto, una actitud puritana respecto al alcohol y alsexo. Emborracharse o contraer una enfermedad sifiltica debilitaban no slo

    al individuo, sino tambin al propio ejrcito. Ambos hechos eran

    frecuentemente comparados con las heridas que uno mismo se produca o con

    las lesiones por negligencia28

    .

    Aunque, como hemos visto, desde ambos bandos se anima a sus respectivasretaguardias a que soportaran las penurias con dignidad, en este contexto

    blico de drama, caresta y sacrificio no es de extraar que la poblacin (civily militar) buscase refugio en la sustancia embriagante que ms accesible leresultaba: el alcohol. Un oficial franquista confirma en su correspondencia queel elevado consumo de sus derivados provoca numerosos incidentes enZaragoza29, aunque tambin hay ejemplos similares en otras ciudades comoSalamanca o Lrida,en ste ltima ciudad especialmente durante los primerosdas de su liberacin30. En Burgos, durante la festividad de la Virgen del Pilarde 1937, y segn testimonio de uno de los ayudantes de campo de Franco, lasbofetadas entre requets y falangistas estn a la orden del da as como la

    quema de banderas de la Falange, y dems desmanes, que van in crescendo a

    medida que el alcohol se va digiriendo31

    .

    27Archivo Histrico Nacional-Seccin Guerra Civil. PS-Madrid, carpeta 33.28Testimonio del brigadista Jump JR. En: TOYNBEE, P. El tambor lejano: lo que ya

    puede decirse de la Guerra Civil Espaola. Ed. Sedmay 1977.29Archivo General de la Administracin. frica, caja M-1675.30En Burgos, durante la festividad de la Virgen del Pilar de 1937, y segn testimoniode uno de los ayudantes de campo de Franco, las bofetadas entre requets y

    falangistas estn a la orden del da as como la quema de banderas de la Falange, y

    dems desmanes, que van in crescendo a medida que el alcohol se va digiriendo. EnCervera J. Ya sabes mi paradero: cartas de la guerra civil. Barcelona: Planeta, 2005:230.31SAGUS, J. Op. Cit.: 520-5.

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    Por su parte, la seccin A remarcar del Diari de Tarragona constata elaumento en la venta de bebidas alcohlicas para ser consumidas por la

    poblacin civil en el domicilio, y, al ser interrogados los compradores sobrelos motivos de esta espordica accin, han manifestado que la bebida les hace

    ms soportables muchas preocupaciones, especialmente las que hacen

    referencia al problema de las provisiones32

    32PIQU I PADR, J. Op. Cit.: 475

    . Vinos y bebidas espirituosas seconvierten en un producto muy cotizado en las ciudades de la retaguardia: enTarragona, los precios de venta del vino pasan de 0,40 pesetas el litro en julio

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    de 1936 a una peseta en octubre (el precio mximo oficial sigue siendo de0,40), dos en julio de 1937, tres en octubre, 3,50 en enero de 1938, cinco en

    julio de ese ao y hasta 7,50 en octubre33

    . Las autoridades tratan de controlarel comercio de este producto, aunque las denuncias y los decomisos son muyfrecuentes.

    El caso de Madrid tambin es representativo: la Junta de Defensa de Madridrequisa todos aquellos suministros que llegan a la capital sitiada sin ladocumentacin requerida, tanto a travs de los carabineros que controlan las

    puertas de la ciudad como por una brigada de investigacin formada con esefin por agentes de abastos; destaca la numerosa confiscacin de productosfrescos, como huevos o productos crnicos, pero los productos que en mscantidad son detectados por entrar de manera irregular son las bebidas

    espirituosas. En un mes, entre principios de abril y principios de mayo de1937, son decomisados, aproximadamente, 1792 litros de vino, 1775 de coac,2122 de ans y 140 litros de otros licores. La mayor parte son entregados a laIntendencia militar, aunque cerca de 600 litros de ans y de coac sondevueltos a sus dueos tras confirmarse sus destinos34. Ms sorprendentesresultan los informes de los batallones de Etapas (grupos de lite que seencargan de patrullar las vas de comunicacin) que, en sus controles de lascarreteras hacia Madrid, precisan una gran parte de los productos que entran ala capital sitiada al final de la guerra, observndose que un porcentaje elevadode ellos son derivados alcohlicos. As, de un total de 2437 unidades(camiones o carros) reseadas en octubre de 1938 por estos batallones, 40 sonde coac, una de ans, dos de alcohol, 149 de vino, cinco de orujo y tres detabaco; por el contrario, slo ocho llevan corderos, dos fruta, 31 harina, 26

    patatas, 67 pescado y 221 trigo. Un mes despus son investigadas 1389unidades, de las que 120 son de vino y ocho de coac (frente a tres de aceite,

    por ejemplo)35

    . De entre las posibles causas de esta paradjica situacindestacan: la cercana de regiones productoras de vinos y aguardientes, la no

    consideracin del vino y alcohol como producto de primera necesidad, lo quehaca que los beneficios de su comercializacin fueran ms importantes, y elaumento de la demanda a causa de la angustiosa situacin de la capital.

    33Ibdem, 485.34Elaboracin propia a partir de Archivo General de la Administracin (1013) Sig.23332.35Elaboracin propia a partir de Archivo Histrico Militar, ZR, Armario 60, Legajo714, Carpeta 6, Documentos 24/25.

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    Anarquismo y lucha antialcohlica en la Guerra CivilEspaola

    Los acontecimientos del verano del 36 marcan un determinante punto de

    inflexin en el movimiento anarquista espaol: la lucha contra los sublevados,la tan esperada llegada de la Revolucin y el dilema de la colaboracin con elresto de fuerzas obreras y con las instituciones republicanas son los ejes

    bsicos del anarquismo espaol durante la Guerra. En la tarea combinada dehundimiento del mundo existente y de construccin de uno nuevo, la luchacontra el alcohol ocupa asimismo un papel esencial.

    En su lucha contra los vicios del mundo capitalista, los anarcosindicalistasdefienden un saneamiento de bares, tabernas y salas de fiesta. El 13 de febrerode 1937 se cierran los dos cabarets que funcionan en Tarragona y se

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    condiciona su apertura al hecho de que ofrezcan un espectculo decente,esto es, un espectculo socializado de variets, comedia etc., completamenteartstico, moral y con taquilla, excluyendo lo obsceno y de vicio que consista

    en alternar oculta o abiertamente con las personas de distinto sexo, con los

    consiguientes abusos de bebidas y alcoholes que embrutecen y degradan al

    hombre36

    .

    En la localidad vecina de Reus, el Sindicato nico de Espectculos Pblicosconsigue la reapertura del local Edn Concert a condicin de que se realicenmejoras en la higiene del local y la prohibicin de servir consumiciones decualquier tipo37. Proponen por otra parte fomentar una campaa antialcohlica

    por parte de los sindicatos de sanidad anarquistas con conferencias y charlas y,asimismo, defienden como alternativa a la prostitucin, a los bares y cabarets,

    la asistencia a centros culturales, bibliotecas, centros instructivos juveniles,ateneos, centros racionalistas y sindicatos de la CNT, buscando al mismotiempo sanas opciones para los msicos y las prostitutas38. Unas alternativasque han de considerarse como poco exitosas, dada la cantidad de textos dondese critica las conductas vidas de diversin, el derroche de vida en los cafs...mientras mueren los soldados en el frente de batalla39

    .

    Desde la perspectiva anarquista se aprecia en estos tiempos de guerra unavisin diferente a la tradicional sobre el problema del alcohol y elalcoholismo. El alcohlico ya no es un enfermo, vctima de la explotacincapitalista; ahora es un traidor a la Revolucin: En estos momentos deinquietudes supremas, no debe tolerarse las borracheras. El borracho es un

    ser despreciable que hay que aniquilar - afirma el semanarioAgitacin-.Elque se emborracha en estos momentos deja de ser un camarada para

    convertirse en un enemigo40

    . Un borracho es un parsito. Eliminmosle!,exige un cartel del Departamento de Orden Pblico de Aragn.

    36PIQU I PADR, J. Op. Cit.: 538-40.37 ESTIVILL PREZ, J. El cinema i el teatre en Guerra Civil a les comarquestarragonines. Tarragona: Cercle dEstudis Histrics i Socials Guillem Oliver, 2000:313.38Agitacin, Semanario de los trabajadores. Vinaroz, 19 de diciembre de 1936 y 24 deabril de 1937.39Adelante, Revista anarquista. Reus, 27 de febrero de 1937.40Agitacin. Semanario de los trabajadores. Vinaroz, 6 de febrero de 1936.

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    Los incidentes causados por borrachos en Madrid y Barcelona sonfrecuentes, y los castigos, para los anarquistas, necesarios. Es el caso de unempleado de la Cooperativa de Trabajadores de Pescados al por mayor, deMadrid, que tras presentarse borracho al trabajo es suspendido de paga por unmes41. Un importante dirigente sindicalista es tambin denunciado por otros

    compaeros por ser visto frecuentemente embriagado por las calles deValencia, y as ve frenado su ascenso a la Vicesecretara del Comit Nacionalde Tabacos por sus errores y defectos perjudiciales para la causa libertaria42

    .

    Un ejemplo del inters anarquista por la bsqueda de alternativas adecuadasa la produccin de vino, esencial para la economa de muchas regionesespaolas, es el fomento de productos no alcohlicos, como el mostillo, muylimitado no obstante por la carencia tan evidente de harina. Otro ejemplo es la

    creacin en el ao 1938 por parte de la Federacin Regional de Campesinos yAlimentacin del Centro del llamado biol-uva, el no pasarn de la anemia,una salida a la uva distinta a la de hacer vino, y que proporciona a la Espaaleal un alimento sano y nutritivo. En un folleto promocional alaban lascualidades del producto, un mosto de uva concentrado, fabricado enManzanares, y que, adems de solucionar los problemas de abastecimiento,solucionara la crisis vitivincola, mejorara la salud, se podra exportar y,finalmente, combatira el alcoholismo por medios indirectos, los ms eficaces:con un litro de mosto concentrado puede cenar una familia de seis personascon algo de pan. Con el equivalente en vino (tres litros) no slo no cena

    nadie, sino que, al no tener otra cosa, saldran todos borrachos. Losinconvenientes, no obstante, resultan numerosos: ni la calidad (psimo sabor aarrope), ni la cantidad de produccin son las adecuadas, e incluso ladelegacin de abastos del Ayuntamiento de Madrid paraliza durante muchotiempo su distribucin en la capital por considerarlo como un vino-mistela o

    bebida comparable a cualquier otra alcohlica43

    .

    Una de las reas donde el anarquismo se mantiene ms activo durante lacontienda, convirtindolo en uno de sus ms importantes medios de

    propaganda para su ideologa y su visin de la nueva sociedad, es el cine. Laproduccin y distribucin cinematogrfica de la Repblica est inicialmente

    41SEIDMAN, M. Op. Cit.: 220.42Fundacin Anselmo Lorenzo. Microfilm 43A 2 del Archivo de la CNT depositadoen el Instituto de Ciencias Sociales de msterdam.43Archivo Histrico Nacional-Seccin Guerra Civil, PS Madrid, Carpeta 1755.

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    en manos de la CNT-FAI gracias a la fuerza de su rama de espectculos: elSindicato nico de Espectculos Pblicos, mayoritario en el sector.

    La importancia del cine y su utilidad pedaggica es resaltada por distintoslderes anarquistas como Josep Alom, conseller de Cultura del Ayuntamiento

    de Tarragona, quien considera que se debe programar un cine con ttulos detendencia social que sirviesen a la obra constructiva revolucionaria,rechazando por tanto las pelculas de finalidad puramente comercial44

    .

    Coincidente en susplanteamientos, la productoraanarquista SIE Films deciderealizar una serie de pelculas

    educativas dedicadas a lahigienizacin de lascostumbres, esto es, la

    presentacin de la lucha entrelos obreros virtuosos y elcapital, secuestrador de lasconciencias y remunerador devicios y virtudes, que hacondenado a muchos al

    alcoholismo, al hospital, al presidio o a la prostitucin de sus compaeras45.De entre los largometrajes destacamosBarrios bajos, de Pedro Puche (1937),ambientado en un lugar tan denostado por los anarquistas como los bajosfondos, y donde se intentan reflejar las dramticas pugnas entre productosde relajacin y seres que no se contaminan de las impurezas del medio46

    .Esta pelcula incorpora referencias abiertas al consumo y trfico de cocana

    por primera vez en el cine espaol.

    44ESTIVILL PREZ, J. Op. Cit.: 324.45Comentarios sobre la pelculaAurora de esperanzaen la revistaEspectculo, 15 deagosto de 1937.46Espectculo, 15 de agosto de 1937.

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    En la relacin de ttulos producidos por SIE Films tambin hay referencias auna serie de cintas cortas, de unos veinte minutos de duracin y consideradascomo pelculas de complemento, que desgraciadamente se han perdido en sumayora, pero que reflejan sin duda la visin anarquista sobre los vicios deorigen capitalista. Su objetivo es remover la conciencia del pblico sobre estos

    temas. As, Prostitucin, segn el melodrama de Lus Fernndez Ardavn ydirigido por V. Cataln, se presenta como una firmsima y bien fundadadiatriba contra la lacra social que da nombre a la produccin. Por su parte,Como fieras, tambin de V. Cataln, es una viva y acerada crtica contra elalcoholismo, poniendo de relieve los estragos de tan funesto vicio, tanto en el

    organismo individual como social47. La ltima, de Pedro Puche, es unapunte jocoso-serio, segn reza un rtulo a su inicio, que se dedica tambin

    al mismo problema que la

    anterior. Estas dos ltimaspelculas no llegan a estrenarse yaque se estima que su realizacines psima y su oportunidadideolgica discutible48

    .

    Junto al cine, tambin elcartelismo - fundamental en unasociedad con un grado deanalfabetismo tan elevado - esfomentado como medio deinstruccin y de propaganda. Unejemplo es un cartel, editado porel Sindicato de las IndustriasAgrcolas, Pesca y Alimentacinde CNT-FAI, donde se presenta aun adormilado fumando,

    abrazando una botella, y con unvaso de vino y unas cartas de

    baraja en primer plano. El textoacompaante es elocuente:

    Obrero! El vicio te conducir a la desesperacin y la locura. EVITALO.

    47dem.48 DAZ, E. Cine libertario. El cine bajo la revolucin anarquista. Historia 16,nmero 322 (febrero 2003).

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    Del paso de la CNT por el gobierno republicano quedan pocas huellas. Subreve participacin (entre noviembre de 1936 y mayo de 1937) y la difcilsituacin de la Repblica hacen que sea ms significativo el hecho mismo deesa participacin de anarquistas en un gobierno que su actividad real49. Entodo caso, resaltamos la importancia de la figura de Federica Montseny,

    ministra del nuevo Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, constituido el 4de noviembre de 1936 con retazos de Trabajo y Gobernacin. Adems de porabordar el ingente problema de los refugiados, Montseny destaca por su

    poltica sanitaria orientada hacia la medicina preventiva. Se considera que laasistencia mdica socializada y las medidas sanitarias preventivas deben serlas nuevas claves de desarrollo, con vistas a ofrecer una higiene global y unarespuesta social a las necesidades sanitarias de la poblacin. Como la mismaMontseny afirma en un discurso celebrado en el Teatro Apolo de Valencia el 6

    de junio de 1937, en Sanidad procur, como poltica sanitaria, prevenir lasenfermedades para no tener que curarlas, localizar el foco infeccioso para notener que curar las epidemias, estar siempre atenta para que los casos,

    ensanchndose, no constituyan un problema50

    . Tambin proclama sufrustrado deseo de haber luchado contra aquellos males fruto de lasdesigualdades sociales y econmicas, como la prostitucin. La lucha contra elalcoholismo, evidentemente, hubiera estado incluida en esa estrategia.

    Consideraciones finalesA pesar de todos los esfuerzos citados anteriormente, podemos afirmar que

    la mayor parte de estas medidas no consiguieron sus objetivos. Entre lascausas que nos permiten explicar este fracaso, destacamos las siguientes:

    1. El contexto poltico de la Guerra Civil no es en absoluto el ms adecuado.Las prioritarias necesidades blicas y las luchas polticas internas en la zona

    republicana, que culminan en los Sucesos de Mayo de 1937, marcan la derrotade las tesis revolucionarias anarquistas y limitan su peso poltico y susposibilidades de accin. A esto hay que sumar las dificultades internas de losgrupos anarquistas, con una afiliacin en masa al inicio de la guerra de

    personas poco concienciadas, que desdibujan el compromiso personal de susafiliados. Como ejemplo ilustrativo - en este caso referido al tabaco -,

    podemos citar la indignacin de un antiguo militante de la CNT que, al volver

    49Casanova J. De la calle al frente, Barcelona: Crtica, 1997: 178-97.50MONTSENY, F. Mi experiencia en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.Valencia: Seccin de Informacin y propaganda de la CNT, 1937: 2.

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    del frente, observa que sus compaeros de retaguardia se dedican a especularcon cigarrillos, un bien muy preciado y disputado51

    .

    2. Por otra parte, la derrota de losinsurgentes en buena parte de

    Espaa y el papel de las miliciasarmadas de las organizacionessindicales, que controlan al iniciogran parte del poder en la zonarepublicana, hacen que lasincautaciones y lascolectivizaciones de tierras (entreellas las vitivincolas) y negocios

    (entre stos los del ramo de lahostelera) sean muy numerosas.Esto implica, lgicamente, queexistiera una preocupacineconmica para conseguirrentabilizar las explotaciones, y esono resulta suficiente en absoluto,como hemos visto, con productosno alcohlicos derivados de la uva.La ya citada Federacin Regionalde Campesinos y Alimentacin del

    Centro tratara de solucionar la crisis vitivincola -previa a la guerra- mediantela mejora de la calidad de los caldos y el fomento de la produccin de vinosgenerosos y licores, potenciando incluso la fbrica de ans establecida enMadrid y propiedad de la propia CNT, a pesar de las muchas dificultades(imposibilidad de adquirir calderas, carencia de anetol - esencia de ans -,etc.). Tambin, a pesar de las dificultades de transporte, trata de hacer llegar a

    la capital grandes cantidades de vino para venderlas en las bodegas y tiendascolectivizadas, inactivas por carecer de tan preciado producto. De hecho, entreel 30 de octubre y el 26 de diciembre de 1937 slo pueden llevarse a Madridunos 250.000 litros, cantidad insignificante, habida cuenta de la demandaexistente, y el problema se acentuara durante todo el ao 193852

    51SEIDMAN, M. Op. Cit.: 328-9.

    . Estoprovoca algunos problemas de conciencia entre los afiliados: un articulista

    52 Archivo Histrico Nacional-Seccin Guerra Civil. PS Madrid, Carpeta 1755;Carpeta 2467, Legajo 3629.

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    concienciado de la publicacin ilerdense Acracia se indigna porque loscomerciantes se han atrevido a trivializar los iconos revolucionarios paravender sus productos: Ans El miliciano, Papel de fumar CNT, Preciosantifascistas, Caf 19 de julio, he aqu la nueva terminologa del comercio

    En un bar de los que llevan aval de control obrero, y se consume mucho

    coac, leemos este cartel: compaero, este establecimiento te pertenece;engrandcelo53

    .

    3. Y, finalmente, hemos de sealar untercer aspecto esencial: la consideracinsocial del alcohol es, en estos momentos,tremendamente positiva. Adems de la

    propia situacin de guerra, ya de por s

    causante de procesos emocionales quepueden abocar al alcoholismo, hay unfactor que refuerza su valor social: losmitos errneos vinculados a la bebida yque, en cierto modo, todava siguenvigentes en nuestros das. El alcohol esvisto como un alimento bsico, unreconstituyente, un euforizante, unanalgsico, un buen remedio contra elfro o, simplemente, una sustancia que

    permite evadirse de tan despiadadarealidad54. Un ltimo caso puedeservirnos de ejemplo y, quizs, de conclusin: frente al intento deintervencin, ya al final de la guerra, de todas las flemas y alcoholes

    procedentes de residuos de vinificacin por parte de la Subsecretara deArmamento de la Repblica para cubrir las necesidades blicas, la Federacincampesina anarquista responde que, si se aceptara, se habra de paralizar su

    produccin de aguardientes y licores, y que es cierto que no sonconsiderados artculos de primera necesidad pero, en las actuales

    circunstancias y dado el esfuerzo que es preciso exigir a los trabajadores y

    combatientes, a veces no alimentados tan perfectamente como fuera de

    desear, casi deben alcanzar tal consideracin55

    53SAGUS, J. Op. Cit.: 499.

    .

    54 CORTS BLANCO, M. Alcoholismo durante la Guerra Civil Espaola (1936-1939). Rev Proyecto, 2002; 41: 20-6.55Archivo Histrico Nacional-Seccin Guerra Civil. PS Madrid, Carpeta 1755.

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    ANEXO: TABAQUISMO DURANTE LAGUERRA CIVIL ESPAOLA (1936-1939)Manuel Corts Blanco.Consultar en: Prevencin del tabaquismovol. 4 n 1, Enero-Marzo 2002.

    Introduccin

    Muertos, heridos, enfermos, familias divididas por una lnea de fuego,

    incertidumbre, miedo a las alarmas, miedo al silencio, hambre, sin luz, sin

    agua, sin nada; por no tener, no tenamos ni tabaco

    No cabe duda de que la Guerra que vivi Espaa entre los aos 1936 y 1939

    constituye para nuestra Historia un referente de primera magnitud. Al recordarjunto a un grupo de personas mayores sus vivencias en relacin con aquelperiodo, se constatan las penurias y el dramatismo que acompaaron a dichoenfrentamiento y a la postguerra que le sigui.

    Aun cuando tal caresta fue generalizada, afect de manera especial a laspoblaciones ms directamente castigadas por el conflicto y a muchos de losbienes fundamentales para su propia supervivencia: comida, agua, ropa,medicamentos, etc. Curiosamente, entre esos recuerdos compartidos el tabaco

    adquiere categora de bien fundamental, girando muchos de ellos en torno alas actividades relacionadas en plena lid con el hbito de fumar o a lasperipecias ideadas para conseguirlo.

    Atendiendo a los testimonios de personas que vivieron aquellos aos y a laliteratura revisada al respecto, en este trabajo se presenta una reflexinhistrica desde un prisma preventivo sobre el papel que desempe el tabacodurante la Guerra Civil Espaola (1936-39).

    El tabaco en el frente de la guerraLa doble accin relajante o estimulante que ejerce la nicotina, segn quien laconsuma y sus circunstancias, adquiri en este conflicto su mxima expresin.Mientras muchos buscaban detrs de cada calada el remedio a sus males ytensiones, otros descubran en ella el valor necesario ante tanta adversidad.Aun cuando no existen estudios epidemiolgicos realizados al respecto, atravs de testimonios personales y datos recogidos en la literatura del

    momento, podemos afirmar que durante su Guerra Civil la tasa de fumadoresen Espaa aument de una manera significativa. Dicha circunstancia ya se

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    haba constatado en conflictos precedentes y para otras poblaciones. As, setienen referencias de un notable consumo de cigarrillos entre los soldados delos diferentes pases que participaron en la Guerra de Crimea (1854-56) y decmo al regresar a sus hogares difundieron el mismo por Europa 56

    Durante la contienda espaola el tabaco result ser un bien sumamente

    preciado cuya demanda, tanto entre la poblacin civil como militar, supercon creces a la oferta del momento. Para una mayora ajena por completo a los

    problemas de salud y dependencia que el mismo pudiera ocasionar (aunquedada la inmediatez de sus penurias dicha perspectiva tampoco hubiese tenidodemasiada importancia), el tabaco lleg a convertirse en un autntico smbolo;un smbolo de unidad y compaerismo (con frecuencia se comparta el pitilloy el propio hecho de fumar), de evasin y placer (puesto que era habitual quese asociase a determinados momentos agradables: despus de comer, en

    tiempo de descanso, al leer la correspondencia, etc.), de ilusin y esperanza(en determinadas batallas ambos bandos llegaron a pactar treguas parapermitir su suministro a las posiciones ms en vanguardia). Una proporcinnotable de las cantidades existentes se guardaba para los combatientes,habiendo formado parte de sus raciones reglamentarias de campaa.Asimismo, era con frecuencia elemento fundamental en el men de la tropa;una minuta del Hospital del Hotel Ritz (habilitado como centro sanitariodurante el sitio de Madrid), en el que los enfermos o heridos que estaban casicurados completaban su convalecencia antes de volver al frente, incluamacarrones a la italiana, bacalao a la vizcana, postre de cocina, vino y por supuesto tabaco

    .

    57

    En el Hospital de Sangre del Chalet de Valle, estimulantes como caf,habanos, cigarrillos americanos, eran prdigamente distribuidos entre losencamados, y esto hasta tal extremo que recordamos haber sido distribuidosentre ellos nueve mil puros de a 0,85 el cigarro

    .

    58

    El tabaco era tambin un elemento fundamental en las donaciones quellegaban a los frentes desde la retaguardia. A finales de 1937 la Organizacin

    del Socorro Rojo Internacional reparti doce mil bolsas del milicianoconteniendo tabaco, puros de a peseta, pan de higo y una botella de coac,

    .

    56MAOSO FLORES, J, CORTS BLANCO, M. Perspectiva histrica de lasdrogas desde un punto de vista militar. Madrid: Comunidad de Madrid, 2000.57ESTELLES SALARICH, J. La Sanidad del Ejrcito Republicano del Centro. En:Monografas Beecham. Los mdicos y la medicina en la Guerra Civil Espaola.Madrid, 1986: 39-59.58 Primer Congreso Popular de la Solidaridad. Almera: Secretara de Agitacin yPropaganda: 26 y 27 de marzo de 1938.

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    aprovechndose igualmente del reparto recientemente realizado de

    veinticinco mil cajetillas de tabaco, de los que dar cuenta el informe de la

    Secretara hermana de Ayuda al Combatiente. Segn proclamaba esa mismaorganizacin, cartas, envos de libros, pequeos obsequios (como tabaco)sern lazos que estrecharn ms y ms los vnculos del frente y la

    retaguardia59 Es un hecho reconocido que durante la Guerra Civil Espaola sedistribuyeron entre los combatientes importantes cantidades de cigarrillos. Lademanda desde el frente era notable y los paquetes de que se disponaquedaban reservados para aquellos que lucharan en l. Adems, mientras queel resto de las sustancias utilizadas con sus mismos fines parecan reservarse

    para determinados cuerpos de combate (el alcohol en forma de aguardientepara las tropas de asalto de la Infantera, las anfetaminas para las fuerzas

    navales y la aviacin, etc.)

    .

    60

    Tal era el valor que desde ambos bandos se le atribua, que determinadosoficiales, con el fin de ganarse la confianza de sus hombres, asegurar lacohesin interna y elevar la moral de las tropas a su mando, hacan

    personalmente esa reparticin.

    , el tabaco se empleaba sin restricciones de esandole, ajenos por completo a cuantos problemas pudiera ocasionar.

    En la lnea de combate, y como costumbre heredada de la Primera GuerraMundial (1914-18), los soldados respetaban el ritual supersticioso de noencender ms de dos cigarros con una misma cerilla. Asimismo, en el terribletrance de los fusilamientos, sola tambin respetarse el deseo de fumar si esque era sta la ltima voluntad del condenado: Uno de los tres hermanosIturrino, los tres fusilados por los catolicarras guipuzcoanos, se dirigi a los

    del paseo: El que me acierte en el corazn gana mi reloj.Y sigui fumando61

    La importante dependencia que la nicotina genera se puso en evidencia enmuchos de los episodios de aquel enfrentamiento. De entre ellos destacamosdos, recogidos por Alberto Risco, durante el sitio al Alczar de Toledo. En el

    primero de ellos, estn varios soldados de la banda de msica desgajandouna acacia (con cuyas hojas, a falta de tabaco, hacan sus pitillos). El cande 15 les ha visto y les manda un chupinazo, como llaman ellos a las

    granadas. Uno de los que estaban encaramados en el rbol viene a tierra y

    todos ellos salen lanzados entre polvo y trilita a varios metros de distancia.

    .

    59dem.60MAOSO FLORES, J, CORTS BLANCO, M. Perspectiva histrica de lasdrogas desde un punto de vista militar. Madrid: Comunidad de Madrid, 2000.61GARCA SERRANO, R.Diccionario para un macuto. Madrid: Edit. Nacional,1964.

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    No les ha pasado nada por un milagro de Dios, y mi interlocutor concluye con

    gloriosa vanidad su relato:

    Pero la rama de acacia que estaba cortando vino conmigo al Alczar,

    porque yo no la solt de mis manos.Curiosamente aquellos rboles, con cuyas hojas se trataba de saciar la

    abstinencia que la falta de tabaco ocasionaba, pasaron por tal motivo a ser unobjetivo estratgico de primer orden para la artillera que les sitiaba.

    El segundo episodio es una alusin a esta especie de fiebre nicotnica en lacharada que propona el nmero 11 de la revistaEl Alczar:

    La solucin: Estamos sin tabaco62

    Dadas las prioridades que estableca la guerra y el hecho de que apenas setuviera conciencia de los efectos nocivos que el consumo de tabaco podagenerar, las medidas preventivas habidas al respecto fueron prcticamentenulas. No obstante, en pleno conflicto, y con la intencin de elevar la moral desus efectivos, el doctor Mira y Lpez, Teniente Coronel Jefe de los ServiciosPsiquitricos del Ejrcito Republicano, edit un Vademcum de Higiene

    Mental, diseado a modo de folleto, en el que se daban una serie de consejosen un marco de promocin integral de la salud. En l se haca una somerareferencia al dao que el tabaco produca, junto a la recomendacin al soldadode que no se prodigue en diversiones excitantes ni en abusos nocturnos,alcohlicos o sexuales. Trata de descansar cuanto puedas en tus horas derecreo. Ante todo, no trates de darte nimo bebiendo en exceso o tomandotxicos (caf, tabaco). Si lo haces as, aunque al principio te parezca mejorar,irs de mal en peor

    .

    63

    Alguno de los carteles propagandsticos de contenido sanitario que editaban

    ambos bandos en sus respectivas reas de influencia incluan tambin altabaco, si bien en el contexto de la prevencin de otros problemasconsiderados ms apremiantes como el alcoholismo o las enfermedades detransmisin sexual: El borracho dormita junto a una gran botella de vino

    .

    62RISCO, A. La epopeya del Alczar de Toledo. Toledo: Patronato de conservacindel Alczar de Toledo, 1967: 64-8.63 MIRA Y LPEZ, E. Psiquiatra en la guerra. Buenos Aires: Edit. Mdico-quirrgica, 1944: 184-91.

    EstamosTE, TI, TO, TU.

    DIOS

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    mientras un cigarrillo se consume lnguidamente en sus labios desencajados.La escritura dice: Un borracho es un parsito. Eliminmosle64

    .

    El hbito de fumar en la retaguardia

    Fume cigarrillos El contrabandista.A pesar de la incipiente publicidad delmomento, la escasez de tabaco en lasciudades de la retaguardia, al igual quela de otros muchos artculos de primeranecesidad (aun cuando es evidente quedicho producto nunca debera habertenido tal consideracin) result

    angustiosa. Lo habitual entre loshombres de aquel entonces era serfumador, buscar en cada calada unescape a las tensiones del momento,encontrar en el pitillo compartido unmotivo de compaerismo, de poder y deesperanza ante un futuro quenecesariamente debera ser mejor. Entre

    los mayores de edad se distribuyeroncartillas de racionamiento, si bien lademanda fue tan alta que a su alrededorsurgi un mercado negro en el que los precios se dispararon y del que secuentan experiencias aberrantes: Haba fumadores empedernidos quellegaban a ofrecer los vales de la comida de sus hijos a cambio de unos

    perreros (un tipo especial de cigarro). En efecto, la dependencia que producela nicotina hizo tambin sus estragos en aquella Espaa de retaguardia. Antetal panorama de penuria y con la intencin de calmar las molestias derivadasde su adiccin, muchos fumadores trataron de sustituir el tabaco por distintas

    plantas que se pudieran fumar: hojas de salvia, de higuera, de patata, etc.,aunque dada su carencia de nicotina es difcil que fuesen efectivas. Eltestimonio de una persona que vivi esa realidad la describe as: No siempre

    poda conseguirse tabaco, pues era caro y escaso. En su lugar se fumaba

    fumaque (una planta con el tallo en forma de cigarro), pelos de pinocha de

    maz, hoja de patata troceada y metida en papel de peridico... El caso era

    64 TOMS FERR, F. Los carteles valencianos en la Guerra Civil Espaola.Valencia: Ayuntamiento de Valencia, 1986: 78.

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    fumar. Los domingos sacbamos el cuartern (paquete de tabaco picado) o la

    cajetilla (la mitad de un cuartern) y, si los haba, unos ideales extra. A estos

    cigarrillos se les llamaba caldo de gallina, porque eran de ms calidad que

    los otros y sentaban como un caldo de ave en tiempos de tanto sacrificio. Se

    aplicaron las cartillas de racionamiento y aumentaron mucho los

    estraperlistas, que hacan negocio en las paradas de los tranvas vendiendo sutabaco a todos los que nos gustaba. Muchas veces bamos por los alrededores

    de la plaza de toros a recoger las colillas del suelo; despus, las

    desmenuzbamos, extraamos su tabaco y lo volvamos a liar en papel de

    fumar... Los nios, para lo nios que

    eran, fumaban demasiado e incluso

    cuando alguno te haca un recado

    podas pagarle con un ideal

    (cigarrillo sin filtro). Las mujeres, encambio, apenas fumaban. Y es que, a

    diferencia de lo que ocurra con los

    hombres, no estaba bien visto que lo

    hicieran.Tal era la angustia que la escasez

    de tabaco generaba que pudo haberciviles que llegaron a solicitar su

    incorporacin a filas ms motivados por la idea de que haba cigarrillos en elfrente que por sus propias convicciones ideolgicas.

    En esta misma lnea, se sabe que el tabaco, junto a otros productos deprimera necesidad, fue tambin utilizado como arma psicolgica a fin deacelerar la rendicin de poblaciones. Y as, anuncios radiofnicos como losemitidos desde el bando sitiador durante el asedio a Madrid afirmando que sedistribuir caf caliente a los civiles tan pronto como se tome la ciudad y unagran pila de alimentos, medicinas y otros bienes (entre los que se encontraban

    los derivados del tabaco)65

    Con una intencin psicolgica similar, la privacin de cigarrillos fueutilizada como mtodo de tortura para obtener informacin de los reos. Dehecho, si la falta de este producto en las retaguardias fue notoria, resulttodava mayor en los campos de prisioneros. Como ejemplo de aquellarealidad y de los lmites a los que puede llevar la dependencia nicotnica,

    presentamos un testimonio recogido al respecto por el escritor Rafael Torres.

    pretendan, sin duda, minar el estado anmico de

    los sitiados fomentando entre ellos las desavenencias y la rebelin.

    65GMEZ, R. Charlas de caf sobre la guerra civil espaola. Buenos Aires: Edit.Acento, 1938: 143-6.

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    As, en palabras de un preso destinado en Cabo Villano (Vizcaya), Nopodamos lavarnos porque no haba nada de agua en el interior del recinto, queno podamos franquear. La alimentacin era tan deficiente que la gente se veaobligada a saltar la tapia para comer maz en el campo y as calmaban elhambre que cada da resultaba ms atroz. El hambre lleg a tal grado que yo

    mismo vi a un prisionero morir de hambre. En su estado de debilidad haballegado a cambiar su comida por tabaco, por paradjico que pueda parecer66

    .

    Consideraciones finales

    Comer, beber y arder (fumar) suelen ser desahogos a los que se dan lossoldados a poco que puedan La misericordia de Dios, con ser infinita,

    probablemente echa un suplemento de ternura a favor de los soldados que se

    olvidan, bien que momentneamente, de ciertos preceptos67

    Sin embargo sus efectos sibilinos no se hicieron esperar. Las crnicas de lacontienda estn plagadas de ejemplos sobre la naturaleza adictiva del tabaco ylos lmites dramticos a los que la misma puede llevar: a intercambiar losvales de comida de una familia por un par de pitillos, a alistarse en la miliciasin que mediase conviccin alguna, a dejarse morir de hambre a cambio deunas caladas, etc. Y es que al sacrificio que impuso la Guerra muchosaadieron la esclavitud producida por su hbito de fumar.

    . Testimoniosindirectos como ste, recogido en un noticiario sobre la Guerra Civil, junto alos relatos de quienes la vivieron en persona indican que por entonces elconsumo de tabaco en Espaa aument de un modo significativo. Lastensiones emocionales que despert esta contienda fratricida trataron deaplacarse en muchos casos con el acceso a determinadas sustancias, de entrelas que el tabaco ocup un lugar prioritario. Adems, eran tiempos en los queeste producto estaba bien considerado y apenas se conocan los serios

    perjuicios que desde un punto de vista sociosanitario poda llegar a ocasionar.

    La Historia es con frecuencia una herramienta de primer orden para elepidemilogo y una maestra de excepcin en cuestiones referentes a la SaludPblica. Esperemos que en el tema del tabaco hayamos aprendido su leccin.

    66TORRES, R.Los esclavos de Franco. Madrid: Obern, 2000: 133-6.67GARCA SERRANO, R.Diccionario para un macuto. Madrid: Edit. Nacional,1964.

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    El alcohol ha sido utilizado desde su aparicin por los aparatos

    estatales para favorecer su dominacin sobre la poblacin, destruir

    las relaciones de compaerismo y apoyo mutuo naturales del ser

    humano y socavar cualquier grupo disidente contra l, adems de

    daar fsica y psquicamente a sus consumidores, demacrando sucuerpo y enajenando sus mentes. Los movimientos opositores al

    Poder supieron ver en el alcohol estos fines ocultos, desde los

    Hermanos Apostlicos de Dulcino en la Edad Media europea hasta

    la Rebelin Taiping contra la Dinasta Qing china. Los anarquistas

    occidentales no fueron menos en este aspecto, elaborando un

    avanzado pensamiento antialcohlico combinado con ideas

    regeneradoras del ser humano y la destruccin del Estado. En un

    contexto tan particular como la Guerra Civil Espaola, estas ideas

    se pondran en prctica en mitad de la controversia poltico-

    estratgica del conflicto, dando lugar al texto visible.