111rutas. deverano las fayas (el braÑichín, coleo )

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y con el estilo que tiene la chica en plena braña Julio Concepción Suárez 237 111. RUTAS DE VERANO 25. EL VERANO EN VALGRANDE: ENTRE LAS BRAÑAS y LAS FAYAS (EL BRAÑICHíN, COLEO ...) • LUGAR Y HORA DE SALIDA: El Brañichín, sobre las 9 de la mañana. • LUGAR Y HORA DE LLEGADA: El Ruchu, sobre las 7 de la tarde. • PARAJES DE INTERÉS: Cuitu Nigru, la braña de Coleo, El Curuchu, El Fabar, El Rancañal, Los Cabezos, El Castiichu Polación ... • NIVEL DE DIFICULTAD: medio (una vez sin trabes de nieve en El Ran- cañal, bajo Coleo, se conservan los senderos). • ÉPOCA RECOMENDADA: todas, menos invierno, por los montones de nieve que cortan el paso en las pendientes de Coleo. • TIEMPOS: se hace bien en 6-7 horas. • DESCRIPCiÓN DE LA RUTA Salimos otra vez de La Vega'l Brañichín, pero ya en pleno vera- no: lo dicen los ganados que si- guen, como antaño, merodeando por La Veiga en tomo a lo que fue lugar de cabañas en piedra (hoy apartamentos, cafeterías, aparca- mientos asfaltados, columnas, ca- bles y suelos de cemento)' y nos vamos a Cuitu Nigru. Por mayor comodidad en la subida (rellenos de escombros los sende- ros), tomamos la pista que ascien- de a la izquierda hacia L'Escubiu (bajo 'las peñas'). Un poco más arriba está La Ventosa: lugar de la braña orientado al norte, por cier- to, muy 'ventoso' en las invernás. L'Escubiu es el actual Valle del Sol, en designación eufemística sobrepuesta por estrategias publi- citarias. Pero sin escubiu o sin ventosa, las peñas y el viento, cuando zumba en los inviernos, siguen teniendo los mismos efec- tos en la vaguada. El destierro for- zado de los nombres en los mapas tampoco arregla nada. La pista nos va llevando hasta el alto divisorio con tierras de Via- dangos. Dejamos las sendas que bordean Cuitu Nigru por la zona leonesa de Xistreo (al sur), y eres- teamos ligeros por todo el cordal divisorio hasta el borde del telesi- llas. También podíamos seguir la pista que asciende más baja a nuestra derecha, aunque con más rodeos. Los colores del suelo: el nombre de Cuitu Nigru entre la vegetación oscura, al aveseo Pasamos entre los edificios y las antenas de TV, y justo desde el pi- cacho de Cuitu Nigru nos detene- mos para contemplar el nombre y el paraje. Un extenso mosaico de colores contrasta a lino y otro lado

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Page 1: 111RUTAS. DEVERANO LAS FAYAS (EL BRAÑICHíN, COLEO )

y con el estilo que tiene la chica en plena braña

Julio Concepción Suárez 237

111.RUTAS DE VERANO

25. EL VERANO EN VALGRANDE: ENTRE LAS BRAÑAS yLAS FAYAS (EL BRAÑICHíN, COLEO ...)

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: El Brañichín, sobre las 9 de la mañana.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: El Ruchu, sobre las 7 de la tarde.• PARAJES DE INTERÉS: Cuitu Nigru, la braña de Coleo, El Curuchu,El Fabar, El Rancañal, Los Cabezos, El Castiichu Polación ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (una vez sin trabes de nieve en El Ran-cañal, bajo Coleo, se conservan los senderos).

• ÉPOCA RECOMENDADA: todas, menos invierno, por los montonesde nieve que cortan el paso en las pendientes de Coleo.

• TIEMPOS: se hace bien en 6-7 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTASalimos otra vez de La Vega'l

Brañichín, pero ya en pleno vera-no: lo dicen los ganados que si-guen, como antaño, merodeandopor La Veiga en tomo a lo que fuelugar de cabañas en piedra (hoyapartamentos, cafeterías, aparca-mientos asfaltados, columnas, ca-bles y suelos de cemento)'y nos vamos a Cuitu Nigru. Por

mayor comodidad en la subida(rellenos de escombros los sende-ros), tomamos la pista que ascien-de a la izquierda hacia L'Escubiu(bajo 'las peñas'). Un poco másarriba está La Ventosa: lugar de labraña orientado al norte, por cier-to, muy 'ventoso' en las invernás.L'Escubiu es el actual Valle del

Sol, en designación eufemísticasobrepuesta por estrategias publi-citarias. Pero sin escubiu o sinventosa, las peñas y el viento,cuando zumba en los inviernos,siguen teniendo los mismos efec-

tos en la vaguada. El destierro for-zado de los nombres en los mapastampoco arregla nada.La pista nos va llevando hasta el

alto divisorio con tierras de Via-dangos. Dejamos las sendas quebordean Cuitu Nigru por la zonaleonesa de Xistreo (al sur), y eres-teamos ligeros por todo el cordaldivisorio hasta el borde del telesi-llas. También podíamos seguir lapista que asciende más baja anuestra derecha, aunque con másrodeos.

Los colores del suelo: elnombre de Cuitu Nigru entrela vegetación oscura, alaveseo

Pasamos entre los edificios y lasantenas de TV, y justo desde el pi-cacho de Cuitu Nigru nos detene-mos para contemplar el nombre yel paraje. Un extenso mosaico decolores contrasta a lino y otro lado

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de Valgrande: al sur, la distanciaazulada de las tierras castellanas;al norte, la línea medio nublada delas costas de Xixón.Desde elpicu Cuitu Nigru, con-

templamos también la razón delnombre: un cuitu ('prerromano*cott-, 'muñón, prominencia sa-liente'), más el adjetivo nigruaplicado a una zona rocosa, conpoca tierra y orientada al norte.El nombre es evidente: este tipo

de suelos a l'aveseo produce unavegetación casi exclusiva de gor-bizos, gorbizas, urcias, carque-xas .... El resultado sobre el paisa-je es un tipo de coloración oscura,que florece poco y más bien tarde,respecto a la vertiente leones a,bastante más soleada.El montículo de Cuitu Nigru

(Cuetu Negru, ya en más fino)queda recubierto, así, de un tonointenso y oscuro, por toda la ver-tiente que desciende hacia la de-presión de Colea (al norte, y al

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

noroeste); y hacia El Vache Peli-grao (al nordeste): el Valle del Tu-bu, en otro eufenismo al margende la braña.Por el contrario, en pleno vera-

no y otoño, la cara sur y suroestede Cuitu Nigru, la más soleada,contrasta por la coloración amari-llenta de las escobas y peornosflorecidos en la cara leonesa deViadangos. El adjetivo 'negro'brota con los gorbizos más oscu-ros a l 'aveseo: pero sólo por lafastera asturiana.

Los nombres de la casarecordados desde la braña:LArca, La Maserina, LosPanes, La Ochera ...

Ya desde el altozano más sa-liente de Cuitu Nigru, calculamosla bajada a la braña de Coleo. Di-visamos la última cabana (la dePepe el del Nocíu), por muchosaños estancia veraniega a un últi-

Las horas en la braña sin falta de relo

Julio Concepción Suárez

mo vaquero, hoy (bien a su pesar)resignado por la edad a contem-plar la braña desde el umbral de lacasa.En una media hora pasamos en-

tre las murias de otros veyares ycabanas dispersas por los mayaosde Colea, puerto que hoy presideruidosa (electrizante) una colum-na de alta tensión, cargada de hie-rros y de cables.Estamos en pleno verano, por lo

que se ofrece la tarde larga. Con-templamos por un buen rato labraña y el nombre de Coleo desdela cabana: tal vez de la voz latinacaulae ('concavidad, hondura'), +sufijo -etn ('conjunto de'), a suvez de cávéa ('cueva'), aplicadaal puerto, casi embudiforme, hun-dido entre aquellos picos a lo ci-mero de Valgrande.Recordamos las últimas andan-

zas de Pepe el del Nocíu, al cuida-do de sus ganados por los pen-dientes pastizal es del Arca, LaMaserina, Los Panes, Los Abani-cos, Las Cinchas ... , nombres to-dos ellos, no por casualidad, fami-liares de la casa.Sin duda aquellos vaqueros

-pensamos- sentían la casa desdela braña: los nombres de este tiporecuerdan en los altos unas formasdel terreno motivadas por 'un ar-ca, la masera, W10S panes, un aba-nico, el cinchu de l'albarda ...'. Seda la circunstancia, además, deque desde Colea se ve la casa enEl Nocíu (y viceversa, claro).De ahí también, La Fuente la

Ochera: manantial escondido yfrío bajo la cabana actual de Co-lea, con la misión de refrigerar

I239

durante varios días las mantegas,las cuayás, la leche ... , que sehabía de bajar al poblado cadauna o dos semanas. Se conserva-ban en la fuente los productos enochas ('ollas') de barro, primero;de fierro, más tarde. De ahí, elnombre de La Otsera (La Ochera,hoy).

Las otras brañas recortadasa la sombra, y al cobijo, delhayedo

Desde Colea seguimos abajo ya la izquierda por una pista que dapaso a los senderos de La Viyiriza(Viguiriza, para otros): vega quetuvo cabanas a lo cimero -recuer-dan los vaqueros del Nocíu. Allíaguardaban los ganados al princi-pio del verano, mientras se quita-ban los nevero s más arriba, y apa-recían los primeros guaños (tam-bién en la braña, todo estaba, a sumodo, programado).Nos encaramamos por un buen

trecho en el cantizal del Curuchu,sobre La Viyiriza. Y desde allí re-corremos con la vista otras mu-chas brañas recortadas al bosqueen los salientes de Valgrande: enlos espacios más soleyeros y apa-cibles del hayedo, por lo que ve-mos, se talaron las fayas para for-mar maya os y levantar cabañas(bustios, en otros casos).Las brañas de Valgrande esta-

ban calculadas. Había que aprove-char a un tiempo las yerbas másfrescas de los altos, y las ventajasque ofrecía el hayedo: leña para laestancia veraniega; sombra para elsesteo del ganado; pastos limpios,

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Las penúltimas mantegas de la butla con

piniitsu

o cobijo en las invernadas. Y queno faltaran frutos para el otoño:fayucu, bellotas, mostayas, peru-yas, ablanos ...

Hasta un par de docenas debrañas rodeaban el hayedode Valgrande, todas ellascon cabañas

Encaramados en el Curuchu ba-jo Coleo, saltamos con la vista devalle en valle, y de braña en braña.A la izquierda y arriba, La Carba-zosa: conjunto de praderas y ca-bañas entre el hayedo y los altoslimítrofes con Caldas. El nombre,evidente: las carbazas, las panie-gas ... (Rumez crispus L) que pro-ducían los mayaos con exceso deabono en el verano.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Un poco más allá, bajo el mis-mo cordal divisorio (El PicuAgúa, Pena Negra ...), Las Rubias:otra braña con cabana, que los va-queros de Yanos siguen conser-vando en lo más alto de Valgran-de. Un poco más allá, bajo PenaNegra (confundida con El Negrónen los mapas de la Autopista), ElBarral: también de los de Yanosde Somerón.De vuelta por L'Ablanea (zona

de mantenimiento actual de la Au-topista), El Fasgar: grupo más nu-meroso de cabañas, con las vegascolgadas de los altos de La Cruzdel Ciegu, Bezmuy, Cuayos ... Y, asu lado, Los Cuadros, El Pedroso,Los Corralones ... Todas ellas, enparte hoy habitadas.Finalmente, por la vertiente

opuesta a nosotros, Los Bucaro-nes, Las Brañolinas, La Brañue-la ... , cada año con algún brañeromenos. Y algunas otras mayás en-tre las fayas que se fueron con laAutopista: L'Ablanea, La Vega'lMur, El Veyu Cimiru, Pedro Ca-no, El Calvete, El Yanón ...

Los trabajos artesanos queofrecían los hayedos

Sin movemos del Curuchu, re-corrimos con la vista el mosaicoprogramado de cabanas, mayás,mayaos, miriaeros ... que anima-ron el entorno de Valgrande hastacasi nuestros mismos días. En par-te, siguen habitadas.Pero al cobijo del bosque había

que pensar más que en los gana-dos. Conocidos eran los oficios delos vaqueros y vaqueras que, en

Julio Concepción Suárez 241

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Carretera

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..•. ..•.•• Inicio Ruta-Ruta= Carretera· Pista- - Camino SecundarioJ¡ Capillae Cuadrat Fuente••. Picoé Cabanad> Pobladón

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La Bisbitera del Acebal: El Branichín

las horas muertas de las cabanas,habían de fabricar con madera to-do tipo de utensilios para venderen las ferias de León: madreñas,xugos, cambiechas, ara os, estiles,paxos ... Es la otra historia de labraña.Finalmente, con el mosaico del

bosque en la retina, y con los ecosde aquellos vaqueros todavía re-sonando entre los valles de Val-grande, nos disponemos a descen-der por la cresta del cordal direc-tos al Castiichu: último salientemás fondero, ya sobre Polación.

y, abajo, El Castiichu: unaleyenda en medio deValgrande

Se uimos vi {,(I/I/II/ tlt' III,\' 1'11

(11/1'I'rI,\' pOI' 10'1Ulll'llllI'l t iurizu y

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

las cuañas del Rancañal: tal vezdel árabe rakún ('esquina, ángu-lo), por alusión al terreno escabro-so del camino. A nuestra derechaqueda abajo la braña del Fabar,con cabana y veyares todavía. Y anuestra izquierda, parte otra lomaque desciende al Ventanusu por ElPuchiscal, y a La Vega' 1Mur.Del Rancañal descendemos por

Los Cabezos: varios picachos sa-lientes en la misma loma, comoun par de pequeñas 'cabezas'. Enalgo más de una hora, nos encara-mamos en El Picu'l Castiichu: unsaliente cónico en medio de Val-grande, rodeado de leyendas (pri-mitivos pobladores, minas de oro,chalgas, tesoros ...).El Castiichu, estratégicamente

elegido en el valle del Payares,conecta a distancia con otros mu-chos castiechos y curuchos delconcejo (Naveo, Parana, altos deLinares, Casorvía, Carabanés, ElPadrún ...). Toda una red de cone-xiones primitivas (entonces sinmóvil ni internet), llegadas a nues-tros días en los nombres de losmontes.Repletos de brañas y de nom-

bres, entre los tonos veraniegosmás intensos de Valgrande, deja-mos el asentamiento castreño delCastiichu Polación, todavía dibu-jado en los fosos de la cima.

Julio Concepción Suárez 243

26. ENTRE EL SOSIEGO DE LOS GANADOS Y EL SILENCIODE LOS MAYAOS: DE L.:ABLANEA A LA VACHOTA.

• LUGARY HORA DE SALIDA: sobre las 8,30 de la mañana, en las in-mediaciones del área de L'Ablanea (aparcamiento exterior usado porlos vaqueros).

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: sobre las 4, a las cabanas de MayáVieya, en La Vachota (es preciso acordar los coches de vuelta por Tuí-za, o intecambiar llaves en el camino).

• PARAJES DE INTERÉS: las brañas de Los Cuadros, El Fasgar, El Pe-droso, La Cueva Viguina Charga, La Campa los Anxele, El Muñón del'Agua, El Puzu la Vachota ...

• NIVELDE DIFICULTAD:bajo, si no hay excesivo calor, niebla ....• ÉPOCA RECOMENDADA: junio, julio ... , cuando los vaqueros hayansubido a dar vida a la braña.

• TIEMPOS: duración corta en trayecto, 4-5 horas (se puede alargar 10que se quiera por los mayaos).

DESCRIPCiÓN DE LARUTA:Son las nueve de la mañana.

Tras L' Ablanea, la senda de losvaqueros se adentra poco a pocoen el hayedo camino de Los Cua-dros. A la derecha del arroyo, en-tre jayas y acebales, serpenteamospor los senderos tantas veces tri-llados por hombres, mujeres,niños y ganados, siempre de vuel-la entre la casa y la braña, unabuena parte del año.

La escapada de los vaquerosal otro lado de la raya

I':n una media hora, y casi dein proviso, nos plantamos ante elpurujc que se oculta al paso, siem-pro con prisas, por la autopista:1,1IS .uadros (lugares acotados pa-1'11 pastos, tal vez antes, aparcela-dos por poblados).

1\ 111 .didu que ascendemos entreIlIs ('f¡/)UI/U,\', los II/(/YU(),I' y los II/i-

riaeros se van convirtiendo enreunión de vacas y terneros sin ci-ta previa. Y sin desacuerdo mayortampoco, cada uno y cada una sedirigen a sus puestos preferidos enel ase ladero al fresco. fe la horade miriar.Es sábado y nos extrañan las ca-

banas de Los Cuadros cerradas aestas horas del almuerzu. Luegonos dicen más arriba que algunosvaqueros se había tomado el díalibre hacia Caldas: una costumbremuy arraigada en la vecindad delos altos (una cana al aire, en tie-rras de cazurros y cazurras).De cuando en cuando (antes,

hora y pico a caballo; ahora, aunos minutos de autopista), losvaqueros siguen improvisandouna salida nocturna a los pueblosleoneses, con ocasión o sin ella.Era otra forma de vecindad obli-gada, de la que no faltaban algunaque otra engarradi ha en las

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fiestas, o a altas horas ya de ma-drugada.

El Pedroso, Pena Cabrera, ElCabril: nombres entrepiedras y cabras

Seguimos campa arriba de LosCuadros, más bien hacia la dere-cha, hasta columbrar las cabanasdel Pedroso. El nombre de labraña es evidente: una explanadaen pando, salpicada de pedruscosde diversos tamaños, con pocosespacios para la campera limpia yel pastizal. No por casualidadestán allí las cabañas del Pedrosoentre pedruscos plateados.Tras charla reposada con los va-

queros, seguimos una senda trilla-da hacia el oeste (a la izquierda yarriba), en dirección a Cuayos. Alpaso bajo Pena Cabrera, cruzamosentre unas cuantas cabras encara-madas en tomo a los riscos colate-rales del camino. El nombre de lapeña, indiscutible.

Y, como si estuviera poco justi-ficada la palabra sobre lugar tancabruno, al otro lado del río, másal sur, entre L'Ablanea y El Fas-gar, frente a Pena Cabrera, se le-vanta El Cabril. Los nombres tam-poco están del todo solos, ni en lasbrañas.

Sin la nublina entre loscovayas de Cuayos

Por los repechos bien pindios,que llaman Los Praos (de praos,sólo tienen las yerbas en lo máspendiente), columbramos, por fin,Los Sucos de Cuayos: altos cime-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

ros ante las extensas praderas quese abren en torno a Viguina Char-ga (la 'vega más larga' entre laspequeñas y las cuevas -covayos-que dieron nombre a la braña).En los mirieros (moscaeros) de

estos Sucos (unos 1400 m), orien-tados al oeste, se apiñan caba-llerías y vacunos aprovechando labrisa más fresca en los puntos másexpuestos al frescor del mediodía.Incluso arriesgan el físico sobre elprecipicio que se descuelga a suspies.

Seguimos en dirección oeste lasenda bien marcada en la praderahacia la cabana de Viguina Char-ga. Luce el sol sin una nube en lareonda, por lo que no tomamosotras precauciones por la camperasin una rama: en días de nublina,entre oquedades y covayos, darvueltas y vueltas sin sentido, per-der el rumbo, es lo más fácil.

Un bocata, xunto al arrú deViguina Charga

Tras el abrevadero de Cuayos,divisamos ya la cabana y un parde veyares ('lugar de los terne-ros') que aprovechan las paredesde la peña. Y frente a la cabaña,sobre pequeña corra en piedra (pa-ra distanciar los animales), se le-vanta firme el arrú: aquel acebu(antes, mejor tixu) deshojado yconvertido en palo seco, con va-rios gayos alternos a ambos lados.Pero del arrú de la cabana en

Viguina Charga ya no pende, co-mo pendía, wlafardela de cuayá,algunas bolas de requesón, labutia de mazar; o unos calce tos ti

Julio Concepción Suárez 245

secar tras la última orbayá ...-nos contaron muchas veces losvaqueros-o En el precario ajuar delas alturas, 1 'arrú tenía, también,su función programada a lo largodel día y de la noche. Con la dis-tancia marcada por la corra, losobjetos quedaban lejos del alcan-ce de los animales.Y a pocos metros de la cabana,

los veyares: un par de corrales queaprovechan en parte las paredes yconcavidades de la caliza. Todoun conjunto seleccionado al abri-go de la peña y a espaldas delviento, nunca sabremos más si es-cogido por los hombres o por lospropios ganados.Es casi mediodía y el sol se

adueña de la braña: ni un alma enlas camperas (los animales, mi-riando). Aprovechamos tambiénnosotros la sombra para el bocata.Aunque en estos altos calizos es-casea el agua, hay fuente a unos10 munutos en dirección surdeste,junto a la cabana inmediata de LaChamargona (al otro lado del pe-queño peornal sobre la loma).Ilay agua, como bien indica elnombre. Pero chamarguiza y es-'asa.

En La Campa los Anxeles:como entre ángeles

Cuando cl calor deja un poco de111'I't: .iur, dejamos la cabana de Vi-I uinu Charga en su silencio diario,

l'011l .nzamos la subida, carba a1/'(/1'(:,1', hacia La Carnpa los Anxe-!vii ('01110 suena, sin el acentoIIl'IlSI 11111l rudo): olra escondida)11'111"'1'11 .n la cima, muy codiciada

por los ganados, tanto por la cali-dad de aquellas yerbas entre laspeñas, como por la brisa que siem-pre corre en el pasadizo que co-munica con el puerto La Vachota.El frescor del medidodía en la

campera de Los Anxeles nos hacesospechar, por lo menos, que (apesar del acento raro del topóni-mo) el nombre proceda de algunametáfora aplicada a lugar tan to-paeru. Desde luego, tumbados en-tre aquellos riscos pasamos la so-bremesa (el filanguiru) como losánxeles.Y desde el cielo verde de Los

Anxeles divisamos ya el destinode la ruta: las cabanas de MayáVieya, la pista a Los Meruxales ... ,entre Pena Tolóbriga, La Magrera,La Mesa, La Tesa ... Justo en di-rección oeste.

El Puzu la Vachota, ya sin poxa pa litigar

aguas vertientes

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246 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Un "señor" de la braña a su manera en Cuayos

Tampoco hay pérdida hoy posi-ble. Y si se metiera la niebla, la di-rección seguiría siendo la misma:sin desviarse del oeste (o un pocoal noroeste), caeremos de brucesentre las cabanas y veyares deMaya Vieya, justo bajo la masacaliza, inconfundible ahora, de laMesa.

Las corras y otros vestigiosque siempre intrigaron a losvaqueros en Los Anxeles

Como el lugar invita, y el tiem-po no apremia, prolongamos otrobuen rato elfilanguiru. y, así, "re-leyendo" el suelo reverdecido arabiar de Los Anxeles, aprecia-mos una serie de corras reducidasa vestigios de cimientos, casi im-perceptibles ya sobre la campa.Sólo el contraste del verde más in-tenso por xunio arriba, como aho-

ra estamos, las ha dejado en evi-dencia.Se trata de un par de corras ma-

yores sobre la campera, que nun-ca fueron cabanas, ni corrales depastores -según nos aclaran luegolos vaqueros-o Y los corrales delas merinas los situaron siempremás fondos los pastores, bajo lamisma explanada.El hallazgo bajo estos cimientos

en ruinas, de una punta de lanzaen hierro, toscamente forjada amano, continúa entre algunosabuelos de hoy (niños vaquerosentonces) el misterio de aquellospedruscos cuidadosamente alinea-dos en el suelo.Un poco más al norte de la mis-

ma campa, los restos de una cal-zada de piedra entre unos riscostambién intrigaron siempre a losganaderos de la zona. Nos vamoscon las sospechas de un pobla-

Julio Concepción Suárez

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248 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y el otro "dueño", también, de su yeguada

miento primitivo de verano, entretantos otros más por estos altos.

La poxa nel puzu La Vachota,o las disputas por al agua alfilo de la raya

Con la intriga de las corras yaquellos restos entre las murias,descendemos por cualquiera delas sendas hacia El Puzu la Va-chota (siempre en dirección oes-te). Damos pronto con el pozu:abajo, entre los regueros, en el án-gulo que forman las llanuras on-duladas con las pendientes máspedregosas de la braña.Aliado del Puzu la Vachota (el

de las glayas) está El Muñón del' Agua: en realidad un saliente ro-coso a modo de crestón divisorio,que, teóricamente, habría de mar-car las aguas vertientes, y en con-secuencia, los pastos, entre leone-

ses y lenenses. Pero no habría deevitar las discusiones.Las disputas veraniegas entre le-

oneses y lenenses, a uno y otro la-do de la raya, llegan hasta hoy enforma de leyenda. En esencia, queunos vaqueros, en apuesta con pas-tores, echaron poxa (cascarilla de laescanda) en el pozu donde se sumeel agua entre las vegas más llanas.Y, muy astutos los vaqueros,

volvieron a echar poxa abajo (enPancuyareo, zona lenense), dondesupuestamente tenía que flotar denuevo la poxa que habían vertidoarriba, en tierra neutral.Presentados en Foz (sobre Tras-

lacruz) los pastores leoneses, paracomprobado, cuenta la leyendaque volvieron convencidos (no to-dos, sin duda alguna) de que lasaguas vertían pa Lena y no pa I ie-rras de León. Seguro que entre lospastores leoneses la leyenda no in-

Julio Concepción Suárez

clina al mismo lado la balanza, nilas aguas.

Por las camperasesponjosas de La Vachota: eldeleite de los pies

Caminamos por las vegas de LaVachota, al tiempo que nuestrospies sienten agradecidos la tupidaalfombra esponjosa de la yerba,casi todavía en primavera: no ol-vidamos que verano viene, conprecisión de veranum tempus, o'tiempo primaveral' todavía (lat.ver véris, 'primavera'). En reali-dad, 'final de la primavera, antesdel estío ('segtmda parte del vera-no', ya más caluroso).Las camperas de La Vachota,

antes de ser castigadas por el calory por los excedentes de ganados(lo saben bien los vaqueros),abundantes en pastos por xunioarriba, son una tupida esponja pa-ra los pies. El goce de caminar,por kilómetros que se traigan en lamochila.La orquesta dispersa de esqui-

las, campanillos y cencerras delganao, invade (no sabemos si másarmoniosa o discorde), el valle al-lo de La Vachota (lat. valle + altaauta > -ota), como bien indica

,1 nombre, castellanizado en Va-11010 (que algunos incluso escri-b in Ballota, llevados, tal vez, deIn voz. bellotas.

249

Como serpentean enaquellos llanos más altos lasaguas de los regatos

Estiramos lo que podemos losminutos del reló por escenario tanantiestrés. Serpenteamos lo quepodemos, como serpentean aque-llos regatos, sin prisa por las pra-deras, ajenos al destino de susaguas, allí arriba, sin prisas tam-bién ellas, y tan calmadas.

Sólo una nota discordante de losregatos: unas cuantas rodadas dealgún todoterreno, perdidas al azarpor la paradera, nos recuerdanque, algunos días, La Vachota noes la misma braña.Un poco más arriba, ya entre las

cabanas de Mayá Vieya, confir-mamos los supuestos: bolsas ras-gadas, plásticos, botellas destripa-das, nos recuerdan lo que fueronchetos, gusanitos, bocabis, pipas,coca-cola, fanta, fritos y refritos,en bocas y manos fuera de con-trol. Nos recuerdan un domingoasonante muy lejos del bucolismoy de los versos.Desfilamos, cabizbajos tam-

bién, de Mayá Vieya, hacia El Al-to'l Palo (La Cubilla, en castella-no). En hora y pico, estamos denuevo en el asfalto, a la hora con-venida para el regreso en cochespor el Güerna,

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250 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

27. Y CON OTRA RUTA INVERSA: DE LA VACHOTA AL..:ABLANEAPOR LAS CAMPERAS DE CUAYOS

LUGAR Y HORA DE SALIDA: El Alto'l Palo, sobre las 9 de la maña-na (con calor, cuanto antes).

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: L' Ablanea, sobre las 6 de la tarde (sepuede hacer en mucho menos).

• PARAJES DE INTERÉS: en verano, los mismos que en la ruta ante-rior; en otoño, los hayedos de Valgrande.

• NIVEL DE DIFICULTAD: sin nieblas, sin tormentas, sin nublina ciega,no hay problemas.

• ÉPOCA RECOMENDADA: pleno verano o seronda (entre verdor delas praderas o el color de los hayedos)

• TIEMPOS: se hace bien en 4-5 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAEs la misma ruta anterior, pero

al revés. Y tiene sus ventajas: esmás llevadera; pesa menos el ca-lor del mediodía; se baja más quese sube; puede llevar menostiempo, cuando se acortan las tar-des ...

La dirección, entonces, siemprehacia el este (y surdeste), saliendodesde El Alto'l Palo (de las porti-llas). Ya en El Puzu la Vachota as-cendemos hacia La Campa losAnxeles, bajamos a la cabana, to-mamos el sendero de ViguinaCharga en dirección a Los Sucos,y desde allí ya observamos el re-

La tarde afumando en el teyao de la cabana

Julio Concepción Suárez 251

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252 POR LAS MONTAÑAS DE LENA Julio Concepción Suárez 253

y los vaqueros del Pedroso, pensando en baxar a casa

cinto de L' Ablanea al fondo delvalle sobre el hayedo de Valgran-de (al surdeste).Repletos de silencio, o de tonos

otoñales (según los tiempos), des-cendemos por El Pedroso, LosCuadros ... Desandamos la senda

La cabana y lO/TÚ de Viguinacharga, esperando a los vaqueros de Yanos

que se introduce en Valgrande,junto a un par de peñascos (bajolas últimas cabañas), y, en pocosminutos, por la ribera izquierdadel arroyo, damos en el aparca-miento de L'Ablanea.

Los peornales de La Floría en La Vachota: hablan solos I ~IH"lllIdll 1"' salgan al sollos primeros grichos tras el invierno

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254 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

28. EL CAMíN DEL CARRIL: DE L.:ABLANEA A CARRALUZ,POR EL CORDAL DIVISORIO DEL GÜERNA y DELPAYARES

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: 8,30, en las inmediaciones del área deL'Ablanea (aparcamiento exterior usado por los vaqueros).

• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: a Carraluz, sobre las 7 de la tarde,según el calor que haga.

• PARAJES DE INTERÉS: Los Corralones, Las Brañolinas, El Alto LosBucarones, El Monte Cuevas, La Vega Pando, El Monte las Chinares,Braña ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (sólo pendiente al principio; luego ca-si todo en llano y descenso; pero es ruta es larga).

• ÉPOCA RECOMENDADA: junio, julio (con la vida que fluye todavíaen las cabanas).

• TIEMPOS: los vaqueros y vaqueras hacían el mismo trayecto enunas 3-4 horas a caballo (a pie, nosotros, y sin paramos demasiado,6 ó 7).

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTAPasadas (y vueltas a cerrar) las

portillas del recinto de L'Ablanea,dejamos hoy el camino a LosCuadros y al Pedroso, el que tira ala izquierda sobre el arroyo (ruta26).Tomamos ahora una pequeña

pista que asciende, primero, enpendiente, para continuar, luego,por la senda a la derecha, caminode Los Corralones. A través de unpequeño bosque, damos pronto enLa Brañuela: pequeña y escondi-da braña, a unos 10 minutos esca-sos.

Los efectos de los aines ('losaludes') en las pendientesde la braña

La senda, con el trasiego de losveranos, se conserva bien. Tras elregato semiseco, contemplamos a

la izquierda la manga de camperadescolgada entre carbas y cantiza-les a los lados: Los Trabancos, ElSiirru l' Aine ...Nos explicarían luego los va-

queros de Piñera en las cabanas(Julio y Josefa) lo del aine: estaes una zona pendiente por laque, en el invierno, se deslizantrabes y aines ('masas de nieveacumuladas por la ventisca, que,de cuando en cuando, se des-prenden y arrasan lo que en-cuentran hasta el fondo del re-gueru).La Campera de los Trabancos

no tiene más pegas que la pen-diente. De ahí, también, el nOI11-bre: en los inviernos y parte de laprimavera, la campa se ve con fre-cuencia inundada por los efectosde los' deshielos que 'traban' entrelasfayas las malezas que arrastrande los altos.

Julio Concepción Suárez

La braña Los Corralones:siempre los vaqueros tras laquerencia de los ganados

Al final de la manga de praerasobre La Brañuela, pasadas laschamargas, topamos de sopetóncon el camino que viene horizon-tal desde El Pedroso. Seguimos ala derecha, y en 5 minutos damoscon las cabanas de Los Corralo-nes: seis rústicos edificios bienconservados en piedra, serniocul-tos tras la 10l11ade Esterrey.Las cabanas y veyares de la

braña, protegidos del viento nortepor la cumbre, se orientan al sa-liente. Allí vaquerian cada año losvecinos de Piñera. El propio nom-bre de Los Corralones conduce ala función de los corrales en el en-torno veraniego: los lugares parala estancia prolongada los eligenpor instinto los ganados.En efecto, la condición resguar-

dada del suelo entre las lomas deEsterrey (al oeste) y Cochéu Fur-musu (al este), se traduce hoy encan/os para miriar (durante el día),pozas para sestiar (en la noche), operonales y acebales (para res-guardarse en los días de temporal).Los hombres no habrían hecho

I1IÚS que seguir los pasos y estra-regias del ganao: para ellos levan-turon, primero, los corrales; y, pa-1':1 sí mismos y sus familias, las su-res ivas corras, ahora traducidas('11 cabanas.

l .u cadena nunca se rompe enlo.' altos: los vaqueros siguen pre-dki .ndo, incluso, el cambio deltu-mpo, observando, simplemente,Itl·. merodees del ganado en torno

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a los mayaos. Cuando se acercana ciertas horas no habituales, sa-ben que cambiará a peor; cuandola dirección es inversa, inclusocon mal tiempo, dan por ciertoque levanta el temporal.

La Cueva las Garayas, LaBrañolinas, La VegaViescas ...

Otros cuantos detalles aprendi-mos de la braña con Josefa y Ju-lio, brañeros en la ocasión. Porejemplo, La Cueva las Garayas(las glayas, las chovas, Pyrrhoco-rax graculus), por encima de lascabanas, donde algunas vaquerasrecientemente colocaron una ima-gen de la virgen asturiana (LaSantina -nos cuenta con ilusiónJosefa).Con los últimos detalles de la ru-

ta tomados de estos brañeros, y conlas imágenes de la braña en la me-moria y en la recámara, salimos deLos Corralones por la senda que sedesvía un poco más alta hacia LasBrañolinas (la otra más fonderalleva directamente a La Vega Vies-cas). En 15 minutos columbramosnuevas camperas en el alto, se-miescondidas entre las peñas, y to-paeras (de donde el nombre en di-minutivo: las brañolinas).Pero ya no hay aquí tampoco

vaqueros ni vaqueras. Distribuidasen las hondonadas fonderas delpastizal, quedan sólo las muriascirculares de lo que fueron ca-bañas. Ya desprovistas de techum-bre, estas euerras simbolizan, unavez más, la vida de un poblado enlos cordal es más altos, siguiendo

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el ritmo de pastos. Solo, bajo lascuerras, el manantial de la brañafluye al margen de los tiempos.Senda abajo, pronto damos en

La Vega Viescas: mayáu siguientepor la línea del cordal, con unascuantas tupidas espineras, queatestiguan con sus flores relucien-tes la razón del nombre en la co-liada (la viesca asturiana es la es-pinera, Crataegus monogyna, J).

Entre los tonos del abedul ylas franjas taladas de laspistas por Valgrande

Por la senda izquierda de la lo-ma (en dirección nordeste), conti-nuamos al siguiente pando delcordal: El Cochaín (sobre las cua-dras del Carrizal, L'Ablanusu, Pe-na Mermeya, Foz ... ).Reponemos agua en el manan-

tial a la izquierda del mayáu, y to-mamos el camino que asciendejunto a la columna "de alta" hacia

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

el Los Bucarones: unos metros dependiente en zig-zag, justo sobrela autopista que sigue a L' Abla-nea.La senda nos va llevando al al-

to bajo un sol picón de la maña-na, traducido en gotas que se em-piezan a descolgar de las sienessobre las piedras blanquecinasdel sendero. Aprovechamos el re-suello para contemplar a la dere-cha el bosque de Valgrande alcompleto: un compacto hayedo,mezcla de robles y abedules, ca-da uno con sus distintos tonos devalle en valle, y de torrentera entorrentera.Observamos, también, sobre la

espesura del boscaje, las penúlti-mas franjas taladas, en las que re-lucen mejor las pistas zigzaguean-tes; y observamos las columnas dehierros encaramadas sobre cual-quier picacho elegido, más o me-nos, al azar. Y pensamos ¿a cuáltocará en bingo la siguiente?

Por losfayolales de La Vegal Puzu, entre lasfueyas del invierno

Julio Concepción Suárez

y desde la braña a la casa,farde/as de arena pa fregar

A medida que nos acercamos alAlto los Bucarones, observamosque la senda se vuelve arena: unaarena más fina, amarillenta, oblanquecina, según los tramos, vaalternando a un lado o al otro delcamino, como se combina en lasplayas, según las rocas, abatidaspor el mar.Nos cuentan luego los vaqueros

de Piñera que aquellos filones dearena, tan lejos de las aguas y delmar, su función tuvieron en estospueblos de montaña, tiempo atrás.Los vaqueros recogían la arena enfarde/as (pequeños sacos), la criba-ban según el destino, y las llevabanen caballerías de regreso al poblado,para distintos usos (fregar la made-ra o los cacharros, hacer revoque ...).

La garganta de LosBucarones: el paso estrechodel Güerna a Valgrande porla cima del cordal

Serpenteamos por el arenal disi-mulado entre los brezos, hasta lacima del picacho. Arriba, nos ex-plicamos el nombre del Bucarón:un corte, más bien congosto, en lamisma cresta de la sierra; una gar-ganta angosta para comunicar arn-has vertientes (a la derecha, al sur,Valgrande; a la izquierda, al norte,L·I Güerna). Saboreamos unos mi-nutos la brisa del bocarón ennuestras sienes.y tras el receso en pleno sol de

mediodía, descendemos en hileralmcia el hayedo del Monte Cota.

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Siempre al filo del cordal, creste-amos por la vertiente del Güernahacia El Monte Cuevas. Y por lasenda que cambia de vez en cuan-do de ladera, de panda en panda,vamos dejando al frente Polación,Payares ...Por fin, nos protegen las som-

bras de los hayedos, tan cautelo-sos siempre con los rayos del sol.También lamentamos otras cuan-tasfayas calcinadas al borde de lacarba, reconvertidas ahora en ga-rrapetos y tizones inservibles.

La senda del Carril al filo dela cumbre: La Vega'l Pando,Van de la Gachina, LasTixeras ...

Unos metros más allá, el caminde los vaqueros sigue elevándosesuave por la vertiente izquierda dela loma, mientras una reciente pis-ta conduce por la derecha a La Ve-ga'l Pando: explanada vistosa confincas, justo sobre El Nocíu y LaMalvea (recordamos la ruta 15).Seguimos la senda de los va-

queros por el cordal de Yanos, yen pocos minutos damos en Yande la Gachina: praos, cuadras, ycampera en una zona que se dicefue lugar codiciado por perdices,perdigones y otras aves del monte(de donde, tal vez, el nombre).Sin perder de vista el camino,

agradecemos el agua a lo fonderode la finca de Las Tixeras. Lleva-mos casi tres horas desde Los Co-rralones y echamos de menos losmanantiales por la cima del cordal.

El camino se bifurca tras LasTixeras. Nosotros seguimos rectos

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258 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Filando y faciendo calcetos en Carraluz

en yano (siempre en direcciónnordeste por la línea de la loma):a la izquierda y abajo, llegaríamosa La Cortina en poco más de unahora.y llegamos al mayáu que sigue,

Las Estacas. Asomados a la empi-nada vertiente tras los praos (alsurdeste), contemplamos sobre lasriberas del río Valgrande los teya-os de Santa Marina, Vichar, SanMiguel del Río ... y justo al fren-te, La Estación de Payares.Del mayéu Las Estacas (vertien-

te oeste), parte la senda que con-duce hasta Piñera (algo menos deuna hora), por Candaneo, La Mor-tera, Trescabo, Siirru Fuentes, LasFoxacas, Las Casas de Cochá, Bo-ves y el pueblu.De nuevo en el senderu, pasa-

mos por Faya Tuerta, de la quenos quedamos con el nombre: unlugar de fayas multiformes, vapu-leadas por el norte y el surdeste en

estos cantos de la loma, y zaran-deadas por la ventisca en los díasde temporal. Bien torcida, retorci-da, tuerta, está algunafaya, comoindica la palabra.El caso es que todas las fayas

están aquí 'torcidas' (y retorci-das), connotando las más diversasfiguras (brazos extendidos, codoshaciendo asas, caras con grandesojos, lomos de animal.. .). Unafayas, ciertamente, tuertas, ensentido original (lo del ojo, esacepción derivada, pues, por fuer-za, 'torcido' ha de mirar el 'tuer-to', claro está).

y El Carril: el camín del alto,no por casualidad sobreCarraluz

Llegamos al mayáu que dunombre al camino por la cresta di·visoria del cordal de Vanos: 1,:1Carril (tal vez por el 110mbrc !Iv

Julio Concepción Suárez

aquellos carros más estrechos quebajaban maderas de los altos).Una cuadra en ruinas, varias fin-cas ya sin cierre, y chábanas dis-persas al azar por la pradera, sonsignos elocuentes de otra brañaque se fue quedando despoblada.Pero siguen animadas las cam-

peras: unas cuantas yeguas conpotrencos lechuzas (los del año) yalgunos quincenos (los de quincemeses) recorren la campa, atosi-gadas en corro por un caballo en-teru (garañón) que, con una gransudá, apenas las deja moverse delrecinto en pando.Nos asomamos un rato a la ver-

tiente derecha de la explanada pa-ra contemplar los sembrados deYanos, con tonos tan combinadospor estas fechas: el verde intensode la escanda por San Juan (ima-ginamos también los arveyos); elotro verdor más rezagado de laspatatas, y algunas suertes en defi-nitivo barbecho amarillento sincultivo. Imaginamos los arveyossuculentos que tanto asoleyan losde Vanos.

Horas reducidas a minutos,entre el poblado y la braña(más casi cien duros delpeaje, claro)

V para que no faltara la parado-itl, precisamente en El Carril, casiIIOSquedamos sin camino: las zar-/IIS crecen al ritmo que menguanlos gunados; los vaqueros cuentanpor minutos, en pistas y autopis-IIIS. '1 tiempo que antes eran ho-IIIS. pura llegar a caballo hasta lasI II~,'I'ías y los puertos.

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Nos dirían en Carraluz más tar-de que las 4 ó 6 horas, antes em-pleadas de las casas a las caba-nas, quedan traducidas hoya unmilagro: entre Carraluz y L' Abla-nea se emplean 6 minutos crono-metrados. Más casi cien durosdel peaje: cien duros por xubir; ycien duros por baxar. Y conten-tos.Retornamos desde El Carril el

desdibujado camin de los vaque-ros: justo por la cresta de la sierra,unos metros picu arriba, vuelve aabrirse, poco a poco, la senda pe-lada entre las urces, los brezos, laséricas, el tojo, las retamas ... , muylozanas con el verano.Y, así, siempre buscando la al-

tura del cordal, a pocos metros dela cima divisoria, pasamos entrelos riscos pedregosos de Yan de laPiedra, El Monte la Felguera, LaOxa Padrún, el alto Carro cera(con polea que baja a Yanos) ...Andamos bien por todo el alto delhayedo (Las Chinares).A medida que nos acercamos a

Braña (final del Monte las China-res), la senda se vuelve cada vezmás ancha. En cualquier caso, nohay pérdida mayor, pues sabido esque en la cima de los fayeos nohay lugar para la maleza ni el so-tobosque enmarañado. Camina-mos a la sombra y sin problemas,siempre en la dirección nordestedel cordal.Son las 5 de la tarde, cuando

nos refrescamos en La FuenteBraña: abrevadero un poco empo-zado entre algunos acebos y espi-neras de la vertiente izquierda,justo sobre el regato que descien-

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260 POR LAS MONTAÑAS DE LENA Julio Concepción Suárez

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"Inicio Ruta_Ruta= Carretera - Pista__ Camino Secundario¿, Capillae Cuadra! FuenteA PicoO Cabana~ Pobtación 2

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262 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

La Iglesia Santiso, de Carraluz

de hacia la cuadra y finca de Es-cayinas (con bastantes 'escayos",y espineras, por cierto).

y desde Braña, a Carraluz

Una vez más, en esta encrucija-da, decidimos el final de la anda-dura: volviendo un poco atrás (alsur), por la cara izquierda de LaYana y El Monte las Chinares, ba-jaríamos, en poco más de mediahora, a Yanos de Somerón.Un poco hacia arriba, por la de-

recha del Curuchu (en direccióneste), llegaríamos a La Vega' I Pu-zu, y en otra hora, descenderíamosa Fierros o a Fresneo (ruta 15).Siguiendo enyano de frente (iz-

quierda del Curuchu), una sendahorizontal continúa hacia La Yanalas Perdices, Los Picos, QuentuPelayo, Xuviles, Bendueños,Herías, Campomanes (casi un parde horas).

Nos decidimos por la ruta menosconocida para nosotros: a Carraluz,Descendemos lIDOS metros a la iz-quierda (sobre la cuadra de Escayi-nas), y tomamos la pista ampliaque lleva a Tronco (praos y maya-os en el hayedo). Por el curso delregato bajo las cuadras y las fincasd'Escayinas, entre caminos y pis-tas, vamos directos a Carraluz.A medida que el camino se

vuelve ancho entre pareones ycastañares centenarias, entende-mos que se acercan las casas delpoblado. Y así, en menos de unahora, topamos casi de sopetón conlos primeros teyaos del pueblo: elantiguo camin carral, villa carra-le Luci, que terminó en el actualCarraluz,