11 la esquizofrenia incipiente (1958)

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  • 8/8/2019 11 La Esquizofrenia Incipiente (1958)

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    Klaus Conrad

    La esquizofrenia incipiente (1958)Dado que pretendemos analizar el delirio mismo, y no la posibilidad de suinterpretacin segn una perspectiva histrico-vital, consideraremos primeramenteel curso del acontecer y posteriormente intentaremos mostrar sus etapas ms sobresalientes.1. - Nuestro paciente nos comunic que hacia Pascua de 1939, cuando tenadieciocho aos, se hallaba bajo la impresin de que sus padres, de alguna manera, le reprochaban que se contentase con asistir a la Escuela Superior. Se sentapresionado por algo. No era necesario que abandonase la Escuela Superior, por

    que hasta entonces no haba intentado ms que hacer su bachillerato. Adems,sus notas eran satisfactorias en general. Ms tarde, sus padres nos confesaron quehaban vivido el abandono del bachillerato como una gran desilusin. Contra loque el enfermo supona, los padres queran que terminara la Escuela Superior.Estamos seguros que los hechos contradecan aquella impresin de reproche.Imaginamos que el joven se encontraba en aquellos momentos bajo una presin determinada, para la que encontr la expresin reproche por parte de lospadres. Al seguir preguntndole de qu deduca que le hicieran algn reproche,se vea incapaz de encontrar algo concreto, y por ello, al continuar su relato, cambiaba la expresin reproche por estmulo. Todo ello, desde luego, bajo la impresin de su delirio, en plena floracin cuando refera su historia. Estmulo es,hasta cierto punto, reproche; pero en sentido contrario, es decir, presin hacia...en lugar de presin desde ... La vivencia de esta presin era, pues, lo que comenzaba a notar en dicho perodo. Con el reproche, o para ser ms preciso, reparo, surge por primera vez algo as como una barrera, porque todo reparo impideel avance precisamente de aquello que es reprochado, que es puesto en el camino (obstculo).

    As fue como abandon su fin originario, el bachillerato, y se decidi porotra carrera. Este cambio de carrera o de direccin acta como primera seal indicadora de desgracia en el camino hacia el error.Nos falta el material clnico del ao y medio siguiente. Pero, despus, nosencontramos al enfermo en el Servicio de Trabajo y volvemos a orle hablar depresin, como si se esperara de l un rendimiento excesivo. Habla adems deuna sensacin de tensin. Finalmente, este sentimiento se intensifica como sihubiera algo en el aire, o como si algo inminente fuera a suceder. No puede precisar de qu se trata; tan slo logra hacer algunas suposiciones sobre ello.Puestos a describir la dinmica de este campo, observamos que se caracteriza durante uno o dos aos por una ligera elevacin de la tensin, en el sentidode una presin y de un anunciarse barreras que obligan al cambio de direccin

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    del curso; posteriormente, aumenta la tensin en el campo y, finalmente, la vi-vencia de algo inminente. Cuando especificamos que algo es inminente que-remos significar siempre un estrechamiento del campo psquico. Ya no somos libres,ya no podemos movemos como hasta entonces, ya no podemos decidir como lohacamos, nos encontramos atados, nuestro camino se ha estrechado y se dirigea lo inminente. Empero, nos vemos compelidos a recorrerlo. Lo inminente es siem-pre positivo o negativo, en ningn caso neutro; jams se nos aparece como algointrascendente. Lo inminente es siempre significativo para nuestra vida; algo cambiaen ella, de algn modo se crea una nueva situacin. Lo inminente impone lmitesa nuestra existencia, dando origen a un aumento de tensin en el campo.Denominamos a este aumento de tensin -que en el presente caso se extien-de por un perodo de uno o dos aos- primera fase del brote esquizofrnico. Porlo general se suele hablar de estadio prodrmico, pero la expresin prdromono es exacta. No es un concepto fenomenolgico, sino nosolgico, y no nos pre-cisa nada sobre la forma de vivencia. Por ello, designamos esta fase tan caracte-rstica con la expresin tomada del argot teatral: trema. Como se sabe, los actoresllaman de este modo al estado de tensin por el que pasan antes de entrar en esce-na. Todos aquellos que, de una u otra forma, han pasado por el trance previoa salir a escena, como le ocurre al virtuoso, al conferenciante o al que va a exami-narse, lo conocen perfectamente. La expresin fiebre de candilejas acierta a ex-presar dos aspectos de esta vivencia: la sensacin de lo febril y el encontrarsea la luz, el hecho de ser iluminado por las candilejas que tanto el actor comoel virtuoso sienten en realidad y el examinado slo en sentido figurado.Trema y angustia no son siempre idnticos. Desde luego, generalmente estrmulo, tormentoso, incontrolable. Pero la tensin, por ejemplo ante la compe-tencia deportiva, ante el torneo, es tambin trema, y, sin embargo, muchas vecesen lugar de autntica angustia tiene ms bien un carcter de alegra. Cuanto ma-yores son las posibilidades de xito ms se estrechan los mrgenes de la angustiaen todo trema, y, por el contrario, cuanto ms notoria sea la conciencia de la po-sible derrota, tanto ms se ensanchan los mrgenes de la angustia.Si tratamos ahora de representamos brevemente, y con referencia a lo quems abajo diremos, la topologa de la situacin creada por el trema, nos encontra-mos siempre con algo caracterstico: el campo total est constreido, es decir,rodeado de barreras por todas partes. Uno se encuentra en un campo que no pue-de abandonar, un campo en el que se siente extremadamente limitado en su liber-tad de movimientos. Desde luego que an se conserva una libertad relativa dentrodel espacio cerrado, pero nicamente la libertad del prisionero en su celda oen el campo de concentracin. Las barreras, como si fuesen alambradas de espi-nos, impiden escapar del campo. El actor puede en el ltimo momento renun-

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    ciar y decir que se halla indispuesto, etc., lo que supondra la huida del campo,pero mientras no lo haga la situacin le indica que su camino es hacia adelante.De este modo, el campo est rodeado por una barrera externa. Y este camino ex-tremadamente estrecho lleva de modo forzoso -en el sentido de una barrera in-terna en forma de lmite de tiempo- a un punto que, al pasarlo - y esto es loesencial-, slo deja dos posibilidades: victoria o derrota, aumento o disminu-cin de valor propio. As pues, la ausencia de un camino que sea neutral parala autoestima es el denominador comn de dicha situacin. Slo al pasar por estepunto crtico se abren las limitaciones, se aligera el campo de sus barreras y que-da expedito el camino. Y con ello desaparecen inmediatamente la tensin espec-fica y el trema, incluso en el caso de disminuir la autoestima, de derrota.En resumen, podemos decir: el joven que hasta entonces no llamaba la aten-cin por su conducta, vive desde hace un par de aos en un campo alterado.Paulatinamente se han establecido barreras, y en la misma medida aumenta la tensino presin en el campo hasta llegar a una culminacin, que es experimentada comoalgo inminente.Nos hemos visto obligados a adoptar un nombre particular porque, como es-peramos demostrar, esta primera fase del brote esquizofrnico tiene una gran im-portancia en todos nuestros casos. Uno de nuestros objetivos, basndonos en otroscasos, ser lograr una imagen exacta de la legalidad del trema.

    2. Ahora se despliega rpidamente -pudiramos decir de la noche a lamaana- aquello que ya estaba contenido en el trema en forma germinal, comotensin acumulada: el delirio. Primero slo se desarrolla la temtica. Ya antes,la presin sorda del trema haba dado lugar a que el sujeto se ocupara de su futuroprofesional y a que tomara en serio el plan de permanecer totalmente en el Servi-cio de Trabajo y seguir la carrera de jefe -un nuevo cambio de carrera-. Ahora,se viene hablando de que debe ascender a jefe de tropa, siendo l el nico delcampamento. Tambin aquella equivalencia potencial de victoria y derrota se de-sarrolla en oposicin ascenso y hostilidad, vivenciados al mismo tiempo. To-do esto en lo concerniente al aspecto temtico del delirio incipiente. Pero no nosparece que sea ste el aspecto esencial. La transformacin de la estructura de lavivencia que ahora se establece es mucho ms importante. Se ha desarrollado lallamada consciencia anormal de significacin, es decir, un modo de vivenciartan caracterstico que se extiende a todos los modos intencionales imaginables,desde el percibir sensible al representar y a las cogniciones sin imgenes y a losactos del pensamiento; un modo de vivenciar que da a todo fenmeno un nuevomatiz y que nunca falta por completo en ninguna psicosis esquizofrnica. Y esmuy caracterstico de nuestra situacin actual en Psiquiatra, que no poseamos

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    ni siquiera una designacin manejable que corresponda a este modo central deenorme importancia, porque las expresiones conciencia anormal de significacin(Jaspers) o establecimiento de relacin sin motivo (Gruhle) -por ms que aciertencon el modo especfico de la vivencia-, son por lo general difciles de manejaro poco prcticas. No es posible emplearlas ni de modo sustantivo ni adjetivado.No nos entenderamos si dijramos, por ejemplo, que los barracones o los sacosde pan o los jefes de tropa significaban anormal, o que haban sido aprehendi-dos con significado anormal; ni tampoco si dijramos que el cigarrillo encendi-do, movido por un camarada que fumaba tranquilamente en la oscuridad de labarraca, fue relacionado sin motivo con el signo poltico hoz y martillo. Tam-poco son prcticas las expresiones delirio o percepcin delirante o vivenciadelirante, en primer lugar, porque no podemos aplicarlas de modo adjetivado-porque delirante es un trmino que Jaspers aplica, como se sabe, a otros fe-nmenos en los que el delirio es secundario y reducible a otros fenmenospsquicos 1_, Y sobre todo porque el concepto de delirio es demasiado generaly abarca otras muchas cosas que no tienen demasiado que ver con la concienciade significado anormal; adems, el concepto delirio no es posible definirlo demodo general.

    As pues, nos vemos obligados a introducir una nueva palabra que se puedaaplicar tanto de modo sustantivo como adjetivado, y que corresponde con exacti-tud a aquello que Jaspers describi claramente como conciencia de significacinanormal. Si tomamos como paradigma de este modo de vivenciar a la percep-cin delirante, nos encontramos que sta va siempre acompaada de la manifesta-cin del enfermo de que sabe exactamente que es as y no necesita ningunademostracin. As, nuestro enfermo saba que la maniobra que hicieron los solda-dos con los fusiles en la plaza significaba que deba prepararse. Este simple saberel significado, sin tener que preguntar por qu se sabe, caracteriza toda percep-cin delirante. El e ~ e r m o delirante se comporta como un hombre ante una reve-lacin. El significado se le impone de un modo manifiesto (revelado), y por elloel enfermo no puede comprender las dudas que las dems personas tienen. He-mos elegido para el modo de vivenciar de la conciencia de significado anormalla palabra apofana 2: la planiobra con los fusiles fue vivenciada, podemos decirahora, de modo apofnico; la lucha fantasmagora nocturna contra los enemigossupuestos en la b a r ~ a c a representaba todas las caractersticas de la apofana; laobservacin del jefe de la tropa en relacin con los sacos de pan nos permite,por lo menos, sospechar una vivencia apofnica.

    I K. Schneider emplea la expresin delirante como adjetivo de delirio, y en el resto de los casos usadeliroide .2 1 C o ~ a t y e t y : hacerse manifiesto. Con dos acentos: representar a alguien como algo.

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    De momento, mientras que slo los datos de la percepcin contenan los sig-nos de la apofana -d e modo particularmente claro, por ejemplo, en el trasladoal primer lazareto, en que ningn objeto de percepcin estaba libre de tales signos-,el espacio interior, es decir, el contenido de las representaciones, todo el mundode los contenidos e imgenes internos seguan libres de tales signos. No obstante,por la autodescripcin del enfermo sabemos que en ningn momento del cursoulterior de la apofana logr apoderarse tambin del espacio interior: se dio cuen-ta entonces, por la transmisin de pensamientos, de que se encontraba bajo hip-nosis. En este punto se evidencia que tambin sus propios pensamientos eranvivenciados de modo apofnico, de tal manera que al llegar a dicha fase se puedehablar de una apofana de todo el campo.Para todo aquello que nuestro enfermo vive de modo apofnico fuera, es de-cir, en el espacio de la percepcin, encuentra fcilmente la palabra que est puesto,y en cambio para todo aquello que pertenece al espacio interno, es decir, de larepresentacin que contiene carcter apofnico, utiliza la expresin est hecho.Sobre dichos fenmenos volveremos nuevamente, puesto que el anlisis de la to-pologa del campo vivencial apofnico es uno de los objetos ms importantes denuestro estudio.

    3. A pesar de poseer datos que indican que hasta el final del brote este mo-do apofnico de vivenciar no ces, es posible, sin embargo, hacer una subdivi-sin importante. En primer lugar, como podemos deducir de la exposicin delenfermo, perdura la continuidad de sentido, y aunque est alterada de modo apo-fnico, no obstante, est conservada como tal continuidad. El enfermo es capazde ver la situacin en su conjunto, dentro, no obstante, de una extraa reestructu-racin. La escena nocturna en la barraca o el viaje en coche o el ingreso en ellazareto son vivenciados como lo que son, precisamente como escena en la barra-ca, como viaje en coche y como ingreso en el lazareto. El mundo est todavaordenado, pero se ha centrado de modo peculiar, es decir, ha sufrido una especiede supraordenacin, o de orientacin, de modo semejante a las limaduras de hie-rro que se orientan en un campo magntico. Pero despus se produce una trans-formacin, desde el punto de vista de que la continuidad de sentido esttransitoriamente en peligro. Ciertos hechos de la situacin comienzan a dominarde tal forma que amenazan con hacer saltar la continuidad de sentido: por ejem-plo, la exploracin mdica es vivenciada como una amenaza de ejecucin; el en-fermo cree que le van a degollar. Adems, la fase que sigue tiene un carcter deimagen mucho ms fuerte que lo vivenciado hasta entonces, de manera que nosda la impresin de que ciertos hechos vivenciales vienen a constituir cuadros asin-tcticos en los que ya no es posible reconocer una continuidad de sentido. El rui-

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    do gutural que profiere un animal fuera -quiz hubiera un establo en lasinmediaciones del lazareto, o bien que otros ruidos se parecieran al sonido de losanimales- significaba que, por hipnosis, haban de transformarle en un animal.Aqu, por lo menos, hemos llegado a un lmite. Un paso ms y la continuidadde sentido de la situacin habra desaparecido por completo y se habra producidoun desdoblamiento de imgenes arquetpicas, asintcticas, que, sin embargo, to-dava contendran los rasgos vivenciales de la apofana.Esta nueva fase, que nuestro paciente slo ha llegado a esbozar, requiere tam-bin una nueva palabra, que intenta expresar aquella forma de imgenes revela-das que ya no guardan ninguna relacin de sentido real. Hablamos de faseapocalptica o de estudio de apocalipsis3. Cuando estudiemos las vivencias ca-tatnicas nos ocuparemos con mayor detenimiento de ellas.Esta fase puede hacerse ms y ms profunda, de manera que pronto resulteimposible experimentar nada con relacin a hechos vivenciales configurados. Nosencontramos ya plenamente en la descripcin del comportamiento catatnico. Lasmanifestaciones verbales en ste no son por lo general ms que formas de com-portamiento puramente formales, ya no son aplicables en relacin a su contenidode sentido.

    En el caso de terminacin por la muerte podramos hablar de un estadio ter-minal, que en el fondo no parece ser otra cosa que un coma txico. En ste yano es posible encontrar contenidos vivenciales.4. No obstante, se produce por lo general una mejora espontnea al cabode cierto tiempo. Tambin sucede en nuestro caso, a lo largo de la observacin,una lenta relajacin del campo. La apofana cesa por lo menos en dominios par-ciales, mientras que en otros perdura. As, nos dice el enfermo que ha cesado

    el influjo del pensamiento, que finalmente le dejan en paz, y que, sin embargo,siguen observndole. O bien, omos, por el contrario, que en las calles ya nadieest puesto, que las gentes van a sus ocupaciones cotidianas, pero que al escri-bir la carta el enfermo oa voces que le decan, antes de escribir, sus pensamien-tos. Finalmente, nos encontramos con ciertas dudas de que fueran realidad, comose supuso al principio, de que quizs hubiera ido demasiado lejos, etc. No obstan-te, se observa en nuestro enfermo una clara resistencia a abandonar su temticaprimera por la que se senta sometido a pruebas: No vuelva a arrojarme otravez a esa duda terrible!.Esta fijacin, que tiene completamente el carcter de una fijacin neurtica,es extraordinariamente significativa para la cuestin, tan actual hoy, de la psico-gnesis. Volveremos a hablar de esto tambin extensamente.

    3 axoxaA.r.'tEtV: revelar, manifestar.

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    A esta fase de restitucin la llamamos consolidacin; tambin la estudiare-mos al hilo del material de enfermos.5. Finalmente, en las ltimas semanas de exploracin, omos a nuestro pa-ciente manifestaciones peculiares sobre sus vivencias de transformacin de s mismocomo un todo. Ya no podr creer nunca ms en los hombres; prefiere leer nove-las baratas, a las que antes despreciaba. Ya no es capaz de asimilar lo grande ylo bello, slo puede concentrarse en lo impersonal. Ya no es despreocupado, si-no, por el contrario, se siente inquieto y oprimido: Tengo la impresin comosi mi vida fuese a estar, a partir de este instante sometida a una mala estrella...Hay en m un mal designio ... Ya no me siento tan seguro, ya no tengo confianzaen lo que emprendo.Se anuncia aqu aquella alteracin caracterstica de la manera de ser a la quesuele designarse habitualmente con la expresin poco bella e imprecisa de defec-

    to esquizofrnico. Por nuestra parte, preferimos la denominacin neutra de resi-duo. As pues, en los ejemplos presentados anteriormente se trata de signosresiduales, o, para ser ms precisos, de los signos de una prdida residual delimpulso. Tambin esto lo estudiaremos con detenimiento, siguiendo el materialde enfermos.

    Con esta divisin en fases, hemos logrado un proyecto mediante el cual va-mos a poder elaborar un gran material vivencial de la psicosis esquizofrnicas.La primera exigencia fenomenolgica, aunque implica siempre un peligro, es elestudio de casos aislados, particulares y seleccionados. Seguramente nos propor-ciona la visin ms importante; no obstante, es necesario revisar la validez desta con un material estadstico no seleccionado. Para ello se precisa un materialutilizable estadsticamente y sin seleccionar, incluso en el caso de que no nos seaposible contarlo de igual modo. Pero, a su vez, dicho material no puede sustituiral anlisis preciso de los casos aislados. En ningn caso, cuando se trata del hom-bre, puede la ciencia prescindir de ninguna de ambas fuentes de conocimiento.