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6. LAS PERSECUCIONES INTRODUCCIÓN Hasta la llegada del cristianismo, la Paz Religiosa del Imperio romano no había sido jamás puesta en peligro. Se seguía una prudente y condescendiente política religiosa. Entre la esencia del Estado y su religión existía claramente una muy íntima relación. Las autoridades exigían, de parte de los pueblos vencidos e incorporados a la gran Patria Romana, el reconocimiento de las divinidades del Estado romano, pudiendo, sin impedimento alguno, seguir su culto nacional juntamente con el romano. Era muy amplio el concepto de Panteón religioso para los paganos. Pero con la llegada del cristianismo las cosas iban a cambiar de una manera insospechada y, podríamos añadir, drástica, por las consecuencias que se iban a derivar. Esta nueva religión, como bien sabemos, se había propagado muy rápidamente. Algunas de las causas de esta rápida propagación son las siguientes: * Existen unas causas generales que favorecían su propagación: - La unificación del Imperio, por las facilidades que daba para la comunicación la lengua llamada koiné, que ponía en manos de los misioneros cristianos un instrumento con el cual podían entenderse en todas partes. -La tendencia monoteística que latía en germen en los ritos y religiones orientales y fue notablemente favorecida por la propaganda judía. - La expectación general que existía de un cambio de cosas, de que se hacen eco diversos documentos de la época. * Pero al mismo tiempo existen otras causas especiales, intrínsecas al cristianismo, como son: - La fuerza misma de la verdad contenida en el cristianismo. Se presentaba como revelación divina, con fuerza avasalladora, frente a los mitos y fábulas absurdas del paganismo. La elevación y belleza de las soluciones que presentaba a las grandes cuestiones que agitaban a la humanidad, comunicaban un atractivo especial. Esto atrajo a algunos hombres, como San Justino, quien había buscado la verdad en la filosofía y religión pagana y no la había encontrado. - La elevada moralidad de los cristianos, su excelente conducta privada y pública y, sobre todo, aquella cualidad, tan desusada entre los gentiles, del amor entrañable a los demás, que impulsaba a sacrificarse por ellos. - Una serie de principios morales y doctrinales propios del cristianismo, que ofrecían especial atractivo. Tales como: el reconocimiento de la dignidad humana, particularmente el respeto y elevación del pobre y aun del esclavo, de la mujer y de todos los débiles y oprimidos por la moral pagana; su 1

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6. LAS PERSECUCIONES

INTRODUCCIÓN

Hasta la llegada del cristianismo, la Paz Religiosa del Imperio romano no había sido jamás puesta en peligro. Se seguía una prudente y condescendiente política religiosa. Entre la esencia del Estado y su religión existía claramente una muy íntima relación. Las autoridades exigían, de parte de los pueblos vencidos e incorporados a la gran Patria Romana, el reconocimiento de las divinidades del Estado romano, pudiendo, sin impedimento alguno, seguir su culto nacional juntamente con el romano. Era muy amplio el concepto de Panteón religioso para los paganos.

Pero con la llegada del cristianismo las cosas iban a cambiar de una manera insospechada y, podríamos añadir, drástica, por las consecuencias que se iban a derivar. Esta nueva religión, como bien sabemos, se había propagado muy rápidamente. Algunas de las causas de esta rápida propagación son las siguientes:

*Existen unas causas generales que favorecían su propagación:

- La unificación del Imperio, por las facilidades que daba para la comunicación la lengua llamada koiné, que ponía en manos de los misioneros cristianos un instrumento con el cual podían entenderse en todas partes.

-La tendencia monoteística que latía en germen en los ritos y religiones orientales y fue notablemente favorecida por la propaganda judía.

- La expectación general que existía de un cambio de cosas, de que se hacen eco diversos documentos de la época.

* Pero al mismo tiempo existen otras causas especiales, intrínsecas al cristianismo, como son:

- La fuerza misma de la verdad contenida en el cristianismo. Se presentaba como revelación divina, con fuerza avasalladora, frente a los mitos y fábulas absurdas del paganismo. La elevación y belleza de las soluciones que presentaba a las grandes cuestiones que agitaban a la humanidad, comunicaban un atractivo especial. Esto atrajo a algunos hombres, como San Justino, quien había buscado la verdad en la filosofía y religión pagana y no la había encontrado.

- La elevada moralidad de los cristianos, su excelente conducta privada y pública y, sobre todo, aquella cualidad, tan desusada entre los gentiles, del amor entrañable a los demás, que impulsaba a sacrificarse por ellos.

- Una serie de principios morales y doctrinales propios del cristianismo, que ofrecían especial atractivo. Tales como: el reconocimiento de la dignidad humana, particularmente el respeto y elevación del pobre y aun del esclavo, de la mujer y de todos los débiles y oprimidos por la moral pagana; su carácter superior a todos los particularismos; la doctrina moral sobre el perdón de los pecados.

-Habría que añadir la intervención de la Providencia por medio de carismas y milagros de diversas clases, que tanta impresión hace en el hombre.

- La fuerza del ejemplo heroico de los mártires y su valentía en la confesión de la fe.

Esta nueva fuerza religiosa pronto iba a desplantar la antigua política religiosa imperial. Su propuesta iba a significar un revulsivo dentro de la sociedad romana Los cristianos se presentaron con la pretensión de que su Dios era el único verdadero y que Cristo, su Hijo, había sido por Él enviado para la salvación de todos.

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Negaban todas las demás divinidades y rehuían tomar parte en los cultos propios del Estado. Era obvio que esta actitud generó el odio de la población pagana hacia ellos. Eran considerados como enemigos declarados de los cultos nacionales y, por ende, de la vida natural del Estado y del Estado mismo.

Esta expansión del cristianismo chocó con un sinnúmero de enemigos, que se conjuraron contra él. Estos enemigos fueron tres:

* El Estado romano, que levantó una serie de sangrientas persecuciones;

* Los polemistas paganos, que con sus escritos fustigaban a la Iglesia, la cual tuvo que defenderse por medio de los apologetas: es la llamada lucha literaria;

* Los herejes, que, procediendo del seno mismo de la Iglesia, le hicieron una guerra más intensa y peligrosa.

I.- LAS CAUSAS DE LAS PERSECUCIONES

El Imperio Romano, como en general todos los Estados antiguos, consideraban la Religión como una institución pública, a la que todos los ciudadanos debían adherir, al menos exteriormente. Por lo demás no se preocupaban de lo que aquellos creyesen en la intimidad de sus conciencias, y dejaban plena libertad para practicar cualquier culto que quisiesen junto con el oficial. Por eso las religiones paganas vivieron sin ser molestadas.

Distinta fue la suerte del cristianismo. Este reivindicaba un exclusivismo absoluto, es decir, no toleraba junto a sí otras formas de culto y se arrogaba el monopolio de la verdad religiosa. De ahí que el choque fuera inevitable.

Es cierto también que los hebreos fueron tolerados, gozaron privilegios y hasta pudieron hacer proselitismo.

La excepción se explica, al menos hasta cierto punto porque el judaísmo aparecía como una religión estrechamente ligada a una nación. Además no aspiraba a un verdadero universalismo sino que se limitaba a un sector reducido aunque muy activo. Otras eran las características y las aspiraciones del cristianismo.

Dos factores generaron y. fomentaron, esa sorda hostilidad del mundo romano contra los cristianos, que estalló en las persecuciones: un elemento político, la negativa a. reconocer la competencia del Estado en las cuestiones religiosas; y otro elemento más impreciso, pero no menos eficaz, la antipatía popular, que los creyentes se granjearon con su conducta.

Los cristianos en general, salvo raras excepciones no representativas, se mostraron súbditos leales en lo concerniente a la esfera estrictamente política. Son significativas al respecto las declaraciones de los mártires.

Los escilitanos (nativos de Scillum, en Numídia, pero ajusticiados en Cartago, en el 180) declararon ante el procónsul que pagaban los impuestos, reconocían la autoridad imperial y no violaban las leyes romanas. Sin embargo introducían una distinción entre política y religión totalmente nueva para la civilización antigua: no reconocían al emperador como jefe supremo de la religión y' reivindicaban el derecho a seguir la propia conciencia en lo concerniente a las relaciones con Dios (Actas de los Escilitanos, 2.6.7:9.14)

La autoridad civil perdía así aquel carácter sacro – típico de la edad antigua - que le confería plenos poderes en campo político y religioso. Usando una terminología anacrónica - porque refleja la mentalidad moderna - diríamos que los cristianos defendieron la libertad de conciencia, y también la laicidad del Estado. En efecto, introdujeron el dualismo Iglesia y Estado, religión y política.

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La negativa a rendir culto al Emperador, costumbre difundida en Oriente y Occidente, era sólo consecuencia o aspecto de una cuestión más, amplia, a saber, una distinta concepción de la naturaleza, y de las atribuciones del Estado. A este no sólo se le negaba el derecho de imponer un determinado culto, sino que se le rechazaba su totalitarismo lesivo de la dignidad y de los derechos de la persona humana, y se lo declaraba sujeto a una ley trascendente

Es falso afirmar, como aún a veces se repite, que los cristianos, por esto mismo, constituyesen un peligro para el Estado. Pero es cierto que introducían una visión totalmente nueva de la política. Y ella debía aparecer como subversiva a las autoridades constituidas incapaces de acoger ideas nuevas.

Mayor eficacia tuvo, con toda probabilidad, la antipatía popular. Inicialmente quizá la atizaron los hebreos - a menudo aparecen como propagandistas anticristianos. Luego se desarrolló por otros factores. Así, por ejemplo, cuando, algunas categorías sociales, que vivían a costa del paganismo, se sentían, amenazadas en sus intereses - como sacerdotes, comerciantes, adivinos, astrólogos, maestros de escuela, etc..Naturalmente tendían a conjurar el peligro. Para ejemplificar, podemos recordar tres episodios:

1) el tumulto contra Pablo en Éfeso propiciado y animado por los vendedores de estatuillas de la diosa Diana o Artemisa (He 19,23-40);

2) el presentimiento de Justino, el filósofo cristiano de ser un día u otro denunciado como "cristiano" por un tal Crescente, al que hacía involuntaria competencia con sus lecciones (II Apológía,8), presentimiento que se verificó a la letra!

3) la observación de Plinio en la carta a Trajano: “Las carnes de las víctimas, para las que no se hallaba sino algún rarísimo comprador, tienen ahora excelente mercado" (Epistularum liber X, 96). Este cambio de situación se debió a la represión contra el cristianismo.

4) Causaba admiración, pero irritaba al mismo tiempo, la severa conducta moral de los creyentes: su castidad, el comportamiento reservado, que los mantenía alejados de los lugares de diversión, de los espectáculos públicos.

5) Un velo de misterio envolvía su fe y sus celebraciones: más que por “la disciplina del arcano”, – de cuyo alcance aún hoy se discute - por el temor de exponerse a incomprensiones y burlas (un ejemplo doctrinal son los epitafios de Abercio y Pectorio: J. Quasten, Patrología I, pp. 167- 169). Preocupaba su difusión capilar y casi inexplicable. “Muchos de toda edad, de toda condición, de uno y otro sexo - escribía Plinio en la carta citada - están en peligro y lo estarán (de sucumbir a la seducción de la propaganda cristiana)”.

La animosidad de, los paganos llegó a tal medida, que se dejó persuadir fácilmente de la veracidad de las más inverosímiles calumnias. El apologista latino Minucio Félix, en su Octavio (200), pone en boca del pagano, Cecilio los rumores vulgares referentes a los cristianos.

Infanticidio: al neófito se le presenta un, niño cubierto de harina para que lo corte en pedazos como el pan; los participantes al culto se reparten la sangre y los miembros. La leyenda pudo originarse en una burda comprensión de las palabras de la Eucaristía.

Incesto: en las tinieblas, en que se celebran los misterios cristianos, se comete todo tipo de abusos entre hermanos. Los fieles se trataban de “hermanos”, de allí el malentendido.

Adoración de un asno: esta burlesca acusación está también atestiguada por un “graffito” hallado en el monte Palatino (una de las colinas de Roma). Representa a un hombre crucificado con cabeza de asno. Debajo se lee en griego: “Alexámenos adora a su dios”

Tertuliano en su Apología (Cap. 40) nos da a conocer, otra acusación:- los cristianos con su desprecio de las patrias divinidades, son culpables de las calamidades públicas. Pero más grave quizá, o al menos más inverosímil, fue el reproche de ser ateos.

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En el circo de Esmirna, allá por el 155, Quinto Estacio Cuadrato, procónsul de Asia, sugería a Policarpo, obispo de la ciudad, que gritase como señal de protesta:¡Mueran los ate-os!" es decir, los cristianos (Pasión griega IX, 2).

Todas estas acusaciones calumniosas deben haber impactado muichísimo. En efecto los apologistas se afanan por .refutarlas (Minucio Félix, Tertuliano, Atenágoras, Justino, etc.). Hubo otras más, pero todas se resumen en esta sola: “Los cristianos son culpables de odio al género humano” (Tácito, Anales XV 44), o en griego, de "Misantropia". Ese "género humano" era la civilizaci6n grecorromana (J.Daniélou, Nueva historia de Iglesia, I, p. 122)

No todas estas causas, que acabamos de señalar, tuvieron, el mismo peso como factores desencadenantes de las persecuciones. Probablemente al principio jugó un papel preponderante la aversión de la opinión pública. El factor político prevaleció recién con Decio, a mediados del siglo III, y a principies del siglo IV con Diocleciano y la Tetrarquía.

III. - LAS PRINCIPALES FUENTES SOBRE LAS PERSECUCIONES:

Antes de narrar en detalle el conflicto entre la Iglesia y el Imperio, conviene tratar algunos problemas generales. Y, en primer lugar, una mirada a la documentación que nos ha llegado. Algunos historiadores suelen abrigar cierto temor, cuando se aplica la crítica histórica a estos textos como si se pusieran en peligro la fe y la piedad. La auténtica crítica es aliada inseparable de la verdad. Esta mirada nos hará conocer algunos de los escritos más preciosos de la literatura cristiana antigua.

A) Actas de los Mártires - llamamos “Actas de los mártires” simplemente "Actas", a los documentos oficiales contemporáneos, que reproducen la versión taquigráfica del juicio oral y en que consta el nombre del magistrado que ejerce el poder judicial (gobernador de la provincia, prefecto de la Urbe), el lugar y la fecha, el interrogatorio y la sentencia final. Los cristianos contemporáneos los leían en la asamblea el día del aniversario del martirio. A menudo añadieron alguna frase intercalar, un párrafo final para atestiguar la ejecución de la sentencia y una doxología, como, por ejemplo, "reinando nuestro Señor Jesucristo, a quien es honor y gloria por los siglos de siglos. Amén" (Actas de Cipriano, VI).

Las Actas se caracterizaron por su sobriedad y su brevedad, esencialidad y objetividad. Excluyen todo aspecto efectista y milagrero, evitan elementos accidentales y toda retórica.

No mencionan ninguna intervención extraordinaria de Dios. Excluyen todo elemento incidental y todo rastro de retórica. Ninguna larga discusión, sólo un rápido sucederse de las preguntas y las respuestas. Esto justamente les confiere su escultórica belleza y una frescura siempre viva. ( cfr. D.RUIZ BUENO -BAC- pág. 136ss.) Son las actas de los Procesos en contra de los cristianos. Interrogatorios y sentencia final y ejecución de la misma sentencia.

Entre las más importantes se pueden citar: S. Justino y compañeros (Roma 165), Mártires Escilitanos (Cartago 180), Cipriano (Alejandría 258)... Llegó hasta nosotros, sólo una docena de Actas de este tipo. A modo de ejemplo, recordemos las más célebres: las de Justino y compañeros (Roma, 165), las de los Escilitanos (Cartago, 180) y las dobles de Cipriano (Cartago, 257.258).

B) Pasiones de Mártires. - De las Actas difieren las “Pasiones” o “Martirios” Documentos contemporáneos a los hechos, de carácter privado (Iglesia local), redactados en forma más extensa, con finalidad edificante, pero con pleno respeto de la verdad. Se conservan unos treinta escritos de este género. Junto con las Actas de Apolonio (Roma, 180) - el nombre de Actas, en este caso, es impropio - se cuenta la Pasión de los santos Carpo, Papilo y Agatónica (Pérgamo, 161-169). Son redacciones de Martirios y padecimientos de mártires, narrados por particulares pero muy cercanos a la realidad de los hechos señalados. (D.RUIZ BUENO, 136ss)

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Sobresalen por su valor, la Pasión de Policarpo (Esmirna, 155), obispo de 86 años, remitida “a la Iglesia de Dios establecida en Filomelio y a todas las santas Iglesias católicas doquiera establecidas”

La Carta d las Iglesias de Lyon y de Vienne a las de Asia y de Frigia, en que, se narra con conmoción el martirio de 50 cristianos en tiempos de Marco Aurelio (177), en Lyon (entre ellos, Blandina, una esclava, tan valiente como tierna por la edad).

Y, en fin, un documento único en su género, redactado en sus dos terceras partes - según una opinión bastante probable, aunque discutible - por sus mismos protagonistas, Perpetua y Sáturo, en la penumbra de la cárcel (Diarios de prisión): La Pasión de Perpetu,a y Felicidad, martirizadas en Cartago con cuatro compañeros, (203).

D. Ruiz Bueno elenca 41 piezas martiriales, a las que llama “textos contemporáneos al martirio, no retocados o retocados de modo insignificante; y a, los que considera relatos históricos más o menos dependientes de las actas judiciales pero en todo caso ajenos a la leyenda o ficción piadosa” (Actas de los mártires, PP. 144-145). Pues bien, esos textos son los que hemos llamado Actas y Pasiones.

C) Leyendas de Mártires o Gestas - Son relatos compuestos cuando ya habían acabado las persecuciones, a menudo a distancia de varios siglos de los hechos. Mezclan lo histórico y lo legendario. El elemento extraordinario y milagroso ocupa un lugar preponderante.

Casi todos los mártires romanos más famosos tienen su leyenda, que suele ser muy pintoresca: Inés, Cecilia, Sebastián, Anastasia, etc. Lo tardío de la redacción, las inverosimilitudes los anacronismos, la abundancia de lo maravilloso, el silencio de los testimonios anteriores imponen una actitud muy crítica y, en definitiva, su descarte.

Para muchos de ellos hay que tener una actitud muy crítica y, para algunos, total rechazo. Hay que concederles por lo menos la veracidad del hecho histórico expurgándolo de todo ropaje fantástico y novelesco.

D) Cartas, Memoriales, Homilías y Martirologíos locales: Son escritos que testimonian de parte del escritor una presencia casi ocular de los hechos narrados, o, por lo menos, conocimientos obtenidos de fuente directa. De suma importancia histórica y teológica, son las Cartas de Ignacio de Antioquía a los Romanos y a las demás Iglesias, en ellas el santo obispo describe su viaje de Antioquía a Roma a través de Asia y expresa sus ansias incontenibles de morir mártir. El ”Epistulario” de Cipriano, con la narración de los hechos de la Persecución de Cartago en los tiempos de Decio y Valeriano con toda la problemática surgida con los “LAPSI”, que más tarde originó el grave cisma donatista proporciona un cuadro interesantísimo de las condiciones de la Iglesia de Cartago entre estas persecuciones (249 a 258): en particular, las polémicas sobre la conducta del obispo, que se ocultó en la de Decio y el crítico problema de los apóstatas.

Son escritos primitivos, de tipo panegirístico y memorial, donde podemos descubrir, además de la historicidad fidedigna de los hechos narrados y del mártir involucrado, importantes noticias de las Iglesias locales, y sobre todo la calidad moral del mártir cristiano, su espiritualidad y humanidad

También los memoriales de Cipriano - como los de Tertuliano - resultan muy útiles para enterarse de distintos problemas relativos a las persecuciones. Y no hay que olvidar los calendarios locales, con brevísimo elenco mártires, que dieron, origen, a través de numerosas ampliaciones, al Martirologio Romano (plagado de errores, pero editado críticamente por Hipólito Delehaye en 1940).

Las homilías de San Juan Crisóstomo sobre los mártires, así como también los epitafios del papa San Dámaso y las poesías de Aurélio Prudencio, son fuentes que exigen mayor crítica.

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No hay que asombrarse, si la crítica pronuncia un dictamen diverso según la época en que se la aplica. En otras palabras, la Iglesia pudo haber retenido como auténticos, relatos considerados históricos por los historiadores de entonces, y hoy, en cambio, puede y aun debe negarles ese valor, de acuerdo con la moderna metodología histórica.

De las Actas, de las Pasiones, de las cartas de Ignacio de la correspondencia de Cipriano emerge la auténtica figura del mártir de Cristo en toda su humanidad.

El mártir no busca el peligro. Por el contrario, mientras le es posible, lo evita y no piensa que se deshonra con la huida o el escondite (Policarpo, Cipriano, Dionisio).

“De ahí hermanos, que no aprobemos a los que de si se presentan a los jueces, puesto que no es esta la doctrina del Evangelio (Mt. 10, 23)” escribe el redactor de la Pasión de Policarpo, (IV) a propósito de la apostasía de Quinto, que se había ofrecido espontáneamente a los perseguidores.

Y Cipriano advierte al juez, que se propone buscar a los Presbíteros de Cartago: “Nuestra disciplina prohíbe presentarse espontáneamente” (Actas de Cipriano, I).

Lejos de toda ostentación, de la búsqueda, del gesto heroico, el mártir las más de las veces afronta la muerte no en un cortejo triunfal sino en un camino solitario, en total abandono, en un sitio infame, sin que su suerte se distinga de la de los delincuentes comunes

La iconografía popular del cristiano arrojado a las fieras ante una turba ebria de sangre (por ejemplo en el Coliseo Romano) evoca algunos casos relativamente raros. La mayor parte fueron decapitados en lugares donde corrientemente se cumplían ejecuciones capitales de bandidos y homicidas (ver L.Hertling, Le Catacombe Romane e i loro martiri, pp. 139-158)

En las tinieblas, entre las inmundicias de la cárcel destinada no sólo a la custodia de los reos sino también a su tortura, privados de los más elementales servicios higiénicos, los prisioneros eran presa de los más diversos sentimientos. ¿Cuál será – pensaban - la pena menos dolorosa? ¿Era preferible morir en las garras de un león o en las de un leopardo? Imploraban de Dios la perseverancia: sabían que frecuentes solían ser las apostasías, aun después de haber superado las primeras pruebas Lloraban ante la incomprensión de sus familiares todavía paganos

Todas estas circunstancias se las halla por ejemplo en la Pasión de Perpetua y Felicidad: la terquedad del padre en querer hacer apostatar a Perpetua (III. V. VI) las tinieblas de la cárcel (III), el cepo (VIII), el deseo de conocer el propio fin (IV), las preferencias o no por una u otra fiera (XIX), la oración en comunidad (VII), etc.

Es raro el caso de encontrar a alguien que anhele con, ardor el martirio. Y es del todo excepcional el estado de ánimo de Ignacio de Antioquía, que abraza en un sólo acto de amor a Cristo y a las fieras, que le permiten "alcanzar a Dios". "Permítanme ser pasto de las fieras, por las que me es dado alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios, y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo. Estos sentimientos los expresa en su Carta a los Romanos, una de las joyas de literatura cristiana antigua.

Los escritores cristianos antiguos consideran el martirio como perfecta imitación de Cristo, por él se es verdaderamente “discípulo” del Señor. Así Ignacio en la citada Carta a los Romanos (III,2; IV,2; V,1: VI,3). EL autor de la Pasión de Policarpo, expresa esto mismo haciendo coincidir circunstancias de la Pasión de Jesucristo y del martirio del obispo de Esmirna (VI, 1-2 VII, 1-3; VIII, 2; XIII,, 1; X~V, 1-3; XVII, 1-3).

La piedad martirial ocupa un lugar importante en la espiritualidad de los primeros cristianos (verlo en H. Jédin, Manual de historia de la Iglesia, 1, PP. 429~432). La fortaleza cristiana del mártir no aparece en el ansia por sufrir y morir sino en la serenidad con que va al encuentro de su fin inevitable confiando en la gracia divina y no en las propias fuerzas.

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Felicidad, la compañera de Perpetua, dio a luz en la prisión, y por eso iba a poder asociarse a la muerte de los demás (la ley romana prohibía la ejecución de las mujeres embara-zadas). Decía en medio de los dolores del parto: “Ahora, soy yo la que padezco, mas allí habrá otro en mí que padecerá por mi; pues yo he de padecer por El” (Pasión de Perpetua y Felicidad; XV).

Es de suma utilidad una breve visión sobre la documentación que poseemos en relación a este particular período histórico, para educarnos a un sano juicio crítico y para conocer mejor los textos más preciosos de la antigüedad cristiana.

A través de la lectura de todas estas fuentes se constata como el mártir cristiano no busca el peligro; lo evita, es ajeno a toda ostentación; enfrenta la muerte con plena conciencia de lo que ello significa, de manera personal, solitaria, en pleno y total abandono a la voluntad de su Dios. Muy raramente se encuentra un verdadero impulso hacia el martirio. Se remite no en las fuerzas humanas, sino en la Gracia y Fuerza que de ella deriva. Confía plenamente en Dios y vive el martirio como la manera más perfecta para acercarse al Maestro Jesús.

La fortaleza del mártir se deriva, no del deseo de sufrimientos o de muerte (el mártir no es un masoquista) sino en la serenidad con la cual enfrenta una suerte que se hace inevitable y le acompaña hacia la meta deseada, la POSESION DEL REINO.

IV. - FUNDAMENTO JURIDICO DE LAS PERSECUCIONES

Hasta la llegada del Cristianismo, la PAZ RELIGIOSA, del Imperio Romano no había sido jamás puesta en peligro. Se seguía una prudente y condescendiente política religiosa.

Entre la esencia del Estado y su Religión existía claramente una muy íntima relación.

Las autoridades exigían, de parte de los pueblos vencidos e incorporados a la gran Patria Romana, el reconocimiento de las divinidades del Estado Romano, pudiendo, sin impedimento alguno, seguir su culto nacional juntamente con el Romano. Era muy amplio el concepto de PANTEON religioso, para los romanos.

A raíz de las ideas sincretistas , estas religiones nacionales, fueron perdiendo, cada vez más, su fuerza interior, para dar lugar al culto de la DIVINIDAD VIVIENTE, el EMPERADOR. Culto, instituido, mediante la “Apoteosis” a Julio Cesar, en el año 42 a.C.

Con la aparición del Cristianismo, entró en acción, en el Imperio, una fuerza religiosa nueva, que pronto iba a desplantar la antigua política religiosa imperial.

Los cristianos se presentaron con la PRETENSION de que su Dios era el único, verdadero y que CRISTO, su Hijo, había sido por El enviado, para la Salvación de todos.

Negaban todas las demás divinidades y rehuían tomar parte a los cultos propios del Estado. Esta actitud generó el odio de la población pagana hacia ellos. Eran considerados como enemigos declarados de los cultos nacionales y por ende de la vida natural del Estado, y del Estado mismo.

Y esta hostilidad fue fomentada, de manera entusiasta, y en todas parte, por los Judíos de la Diáspora.

El mismo culto cristiano, con su peculiaridad, su misterio e incomprensión por la mentalidad pagana, generó murmuraciones, calumnias, odios y las tres famosas acusaciones de: ATEISMO, INMORALIDAD, y DESOBEDIENCIA al Estado.

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Pero el ORIGEN PROFUNDO, de las mismas hay que buscarlo en estas tres causas:

A) Una postura negativa de los mismos cristianos frente al culto tradicional romano

B) El odio que generó en las masas populares paganas, el rechazo al culto tradicional, por parte de los cristianos; Culto y dioses, eran considerados como la fuerza y dinámica propulsora del mismo Imperio.

C) El poder del Estado Romano, como defensor natural de la amenazada religión estatal que originó la ciega hostilidad hacia la nueva religión

La cuestión del FUNDAMENTO JURÍDICO, ha sido propuesta muchas veces, pero hasta el momento no ha encontrado unánime consentimiento, por lo menos e referencia al primer período persecutorio, desde Claudio o Nerón, hasta Septimio o Decio (50,67- 250 d.C.)

1) Motivaciones paganas para perseguir a los cristianos.

A) de los Documentos:

De la Carta de Plinio a Trajano: “...Manifiestan una ciega obstinación en no querer sacrificar. Son testarudos en seguir el Cristianismo”.

Tácito no justifica la conducta Neroniana, pero sostiene que hay que castigar “esa detestable superstición...”

Marco Aurelio: “los cristianos son fanáticos seguidores de creencias distorsionadas. Profesan una fe irracional con fanatismo contradictorio. Sólo quieren oponerse a la LEX

Galeno y Epícteto: “profesan una fe indemostrable” aún admitiendo y reconociendo el valor y la elevada praxis moral de los cristianos.

Luciano: “los cristianos son unos credulones y supersticiosos”.

CELSO: (es el más agudo polemista en contra de los cristianos) según él: Los cristianos profesan una fe irracional; son enemigos del “logos”; manifiestan una desenfrenada oposición a la “Paideia” (sapiencia heredada de los padres)

Cristo no es más que embustero y estafador, y sus seguidores también, en cuanto utilizan un patrimonio filosófico y religioso que no es suyo, y peor aún, después de robarlo (a los judíos) lo tergiversan.

Tan sólo gente estúpida y de baja calaña puede abrazar y seguir semejante doctrina. Hay que reprobarlos porque abandonan la verdadera tradición de los padres, tan noble y gloriosa.

El Cristianismo es, por lo tanto, la negación del “NOMOS” (que no es sólo Ley, sino también práctica, costumbres sociales, culto religioso, tradición indiscutible)

Hay que condenar el Cristianismo por introducir novedades sin nombre y sin antigüedad, (la verdad de una doctrina, no la da la Revelación sino la antigüedad. El término Revelación era desconocido en el ambiente religioso pagano).

B) De las ACTAS DE LOS MARTIRES y de las PASSIONES se descubre el humor de la gente y su mentalidad hacia los cristianos, juntamente con las críticas.

“Los cristianos son responsables de todos los desastres naturales, puesto qu el haberse alejado del culto pagano enfadó a los dioses. Son unos dementes, irracionales, locos y obstinados. El Pueblo los acusa (son maledicencias y calumnias) de: canibalismo, incesto, infanticidio

Con la Apología cristiana, se ilustra mejor la fe de los cristianos y caen estos prejuicios y calumnias. Pero la opinión pública ya estaba contaminada.

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2.- Las razones profundas del conflicto:

Para la mentalidad pagana el Cristianismo niega un elemento central sobre el cual se fundamenta el mismo Imperio, es decir “la identificación de la Esfera Político-civil con la Religiosa”. Los cristianos no siguen las antiguas costumbres, la moral de los antiguos. Se aíslan de la Sociedad. Este era el único elemento obligante para todos los súbditos del Imperio.

Para los romanos, y en general para todos los pueblos de la antigüedad, el factor religioso es garantía del Pacto Social, y expresión de este vínculo es el Culto a la DIOSA ROMA y al EMPERADOR, que constituye la base para construir todo el entramado de la esfera civil.

Y el Emperador está plenamente consciente de ser el único vínculo de unión de un Imperio constituido por muchos pueblos muy diferentes entre si, y que sin embargo, tienen que sentirse, de alguna manera unidos por un elemento de autoridad que incluya también la esfera religiosa. En este sentido, sólo se hizo excepción con el pueblo judío, muy intransigente al respecto y no se le exigió cambios o añadiduras en relación a su culto, permitiéndoles ofrecer a su Dios, sacrificios por el Emperador, y respetando su religión poseedora de tradiciones aún más antiguas que las tradiciones romanas.

Pero la flexibilidad y el pragmatismo romanos no podían soportar a los cristianos porque: - su mensaje no entra dentro de los cánones reconocido

- la predicación y la misión cristiana pone en constante peligro las tradiciones religiosas de muchos pueblos del Imperio y de la misma Patria romana.

- y sobre todo el cristiano rechaza el “NOMOS”, es decir la tradición de los antiguos, que los romanos consideran “norma jurídica y religiosa” intocable, y la más alta expresión y manifestación de la colectividad.

El choque por lo tanto se realiza en un plano político-religioso, en cuanto que la religión interesa a los magistrados y autoridades por sus implicaciones profundamente políticas y sociales.

El historiador Teodoro Momsen afirma que: “para los romanos la religiosidad es el Patriotismo que se manifiesta en forma sacral. El orden de la comunidad exige, de parte del romano, la total adhesión a la fe romana y una conducta consecuente; toda actitud contraria hay que suprimirla, eliminarla, castigarla. Y otro historiador inglés, Toynbee, sostiene que: “un acto público de culto no manifiesta tan sólo proclamación de una fe religiosa, sino sobre todo una declaración pública de lealtad hacia la comunidad, romana e imperial.

Nace de esta forma la acusación formal hacia los cristianos: ellos son ATEOS (sin Dios, sin religión) e IMPIOS (sin piedad, sin culto), de esta forma cometen crimen hacia la Religión oficial, hacia la diosa Roma, y crimen de LESA MAJESTAD, hacia el emperador.

3.- implicaciones profundas del conflicto:

Las Persecuciones ponen a todos los historiadores, de cualquier tendencia, frente a un problema aún hoy muy vivo y discutido: el valor y el significado de la Conciencia .

Sobre esto se hace obligatoria la pregunta: ¿Respetan los Romanos la Libertad de Conciencia? La respuesta podría ser afirmativa. ¡Sí!, siempre y cuando se respete y se mantenga la fidelidad al culto oficial. Puedes adorar a tus dioses, seguir sus cultos y ritos, pero no niegues el homenaje a las divinidades romanas y no rechaces las formalidades del culto oficial.

Las Persecuciones no son una lucha entre buenos y malos. Son el encuentro-choque entre dos conceptos del mundo, entre dos mentalidades diferentes que habitan un mismo mundo.

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Todo gira alrededor del concepto que se puede tener del hombre y de su conciencia

Para lo paganos, (Cultura orientales y greco-romana) el estrecho vínculo que hay entre lo político-social y lo religioso (esfera civil y relación con lo divino), no deja espacio para una valoración subjetiva del juicio moral.

Toda negación de las normas o deberes, cuya observancia se considera necesaria para la supervivencia y la cohesión del la Comunidad, en una visión, que durante la época imperial, es totalizante, viene considerado como una grave fractura del contexto social, que hay que salvaguardar infligiendo el máximo castigo al que tiene y mantiene esta conducta anómala.

Con el Cristianismo, se reafirma de manera categórica y abierta la AUTONOMIA DE LA CONCIENCIA PERSONAL, a la que se apela para justificar actitudes contrarias a las costumbres canonizadas y universalmente aceptadas, cuando, de veras, se constata la necesidad.

Es la lucha entre el servir al Dios revelado, o servir a ídolos, no sólo como culto politeísta, sino como capitulación frente a una criatura absolutizada, que, precisamente por perder su referencia al Dios Creador, se vuelve ídolo e induce a la idolatría.

Por otra parte, esta forma de conducta, esta mentalidad, la notan también los paganos, (p.ej. Celso) cuando afirman que no se puede servir a dos señores.

En esta visión, el fundamento de la Libertad de Conciencia se une al reconocimiento que en el hombre hay algo que se escapa a cualquier injerencia humana, aún a la del poder público, en la medida en que se sacraliza el poder.

Si la LIBERTAD DE CONCIENCIA, se concibe como hoy la concebimos, hay que decir que Roma no la respetó; pero la praxis política y la visión de su mundo, no le permitió hacerlo; eran intolerantes. No se le reconocía a la conciencia individual la manifestación de ideas diferentes a las oficiales. Con el Cristianismo nace la libertad de conciencia. (Pero tampoco aquí se aplica).

En el mismo Cristianismo, hubo momentos, (y fueron muchos), en los que no se aplicó el principio de la libertad. Prevaleció la intolerancia, originada por el convencimiento de que la Iglesia católica, era la única poseedora de la única verdad, con la responsabilidad, de tener que defenderla en contra de todo posible error o desviación.

Y esta postura se hace gravísima cuando se pasa de la lucha al error, a la opresión de los hombres que lo propugnan y lo representan. El axioma: “Odio al pecado, misericordia con el pecador”, era y es siempre de difícil comprensión y aplicación

4.- Conclusión

La imagen que los paganos tienen de los cristianos, aún con las variantes aportadas a través de los siglos, es unívoca. Su presencia en la Sociedad es tan negativa que merecen ser excluidos de ella. El miedo de una desestabilización en sus seguridades y ser a su vez excluidos, suscitado por el movimiento del Cristianismo, con características tan originales y desconocidas, obliga a su marginación y, a veces, a la eliminación de sus miembros.

Resulta difícil indicar un único elemento que pueda resumir acusaciones, polémicas, críticas...etc. Hasta el año 250, el hilo conductor, se puede encontrar en la distinta visión del mundo, y en el mundo de las dos mentalidades. Las exigencias de la Fe Cristiana, la fidelidad a una doctrina consignada por Revelación divina en las Escrituras, tienen como consecuencias:

Rechazo de la inviolabilidad de la tradición romana

Rechazo de la intocabilidad del “nomos”

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Rechazo de la unidad de las esferas político-social y religiosa. De aquí las tres acusaciones de: Crimen en contra de la religión. Crimen de lesa Majestad y Ateísmo (la más grave y terrible)

El Cristianismo es visto como un cuerpo extraño y dañino para la organización social. Puede haber un cierto límite de tolerancia, pero todo lo que de nuevo puede amenazar su equilibrio desajustar la vida del mismo Imperio, tiene que ser combatido y destruido

“El Cristianismo posee factores de desestabilización, de disgregación, (así por lo menos lo entendieron emperadores y magistrados). Y en realidad su difusión y su encuentro en la Roma pagana, aceleró la caída del Imperio, sacando provecho de la disolución del mismo, ya iniciado en años anteriores.”.Por otra parte el Cristianismo tuvo el mérito de fraternizar romanos y pueblos Germánicos (los Bárbaros), poniendo las bases para una nueva Cultura, y creando el nuevo Mundo Romano-germánico-cristiano. Será entonces la EDAD MEDIA

V. - EL FUNDAMENTO JURIDICO DE LAS PERSECUCIONES

Como se dijo anteriormente, esta es una cuestión aun hoy muy discutida, y que no ha encontrado, sino hipótesis y elucubraciones, sin llegar a algo fundamentalmente sólido y científicamente probatorio, por lo menos, por lo que se refiere al primer período (67-250 d.c.)

La base del estudio hay que ponerla en estas dos fundamentales preguntas:

a) ¿Cuál el delito, jurídicamente fundamentado, por el cual los cristianos son perseguidos?

b) ¿Sobre la base de que LEY fueron los cristianos procesados y condenados?

Las dos cuestiones, evidentemente van relacionadas entre sí. Y, sin detenernos en largas discusiones, como ha habido hasta ahora, reportamos las principales hipótes;11s, que de todas maneras, sólo nos pueden dar respuestas parciales y muy circunstanciales.

1) DERECHO DE COERCION: era el poder del magistrado romano, por el cual se protegía el orden público y la paz social. El Magistrado tiene el poder de determinar el delito, establecer el proceso, dictar la sentencia (es tal vez la hipótesis mas seguida hoy, pero no explica todos los casos....)

2) LEYES PENALES EXISTENTES antes de las persecuciones, por ej. Los cristianos eran acusados de delitos públicos (infanticidio - incesto....)

Eran acusados de introducir nuevas costumbres sin aprobación de la autoridad competente. Acusados de ateísmo (rechazan el Culto oficial al emperador) de sacrilegio (desprecia el sacrificio a los dioses romanos) de lesa majestad (no rinde el culto al Emperador).

El Magistrado no hacía otra cosa, que aplicar algunas de estas leyes suponiendo la existencia de tales delitos - Pero tampoco esta hipótesis explica todos los casos.

3) UNA LEY ESPECIAL, que directamente prohibía la religión cristiana, emanada probablemente durante el imperio de Nerón, en forma de EDICTO. Esta ley, mas tarde, se reguló mediante los RESCRIPTOS de Trajano y Adriano, que analizaremos mas tarde

Esta ley pasó a la Historia como el INST1TUTUM NERONIANUM, o PRAXIS NERONIANA. (Si Nerón inició la Persecución, alguna razón tuvo que haber ) Pero al analizar la dinámica de las persecuciones de los primeros dos siglos, se llega a la siguiente conclusión:

1). No aparece ninguna ley positiva determinada que pueda definir con exactitud el delito, el iter jurídico y la pena. El mismo Tertuliano cuando habla de leyes, siempre lo hace

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de una manera y lenguaje indeterminados, y lo mismo Aten5goras de Atenas y Melitón de Sardes, a los que se remonta luego Tertuliano.

Nunca se habla de una Ley Neroniana, sino de un INSTITUTUM NERONIANUM, que esa para indicar iniciativa, praxis....

2). El Cristianismo, de todos modos, es considerado como "RELIGIO ILICITA" "superstitio", nunca reconocida por el Senado o por el Emperador de formal, y manera siempre se ha acomunado a los "Collegia illicita". Los mismos Rescriptos imperiales del siglo I lo tan solo determinan el poder de los magistrados. Las razones y las acusaciones jurídicas vienen sintetizadas por Tertuliano de la siguiente forma: "Sacrilegios, enemigos públicos, lesa majestad. Y todo esto nos puede explicar:

3). Las acusaciones de "Lesa majestad" y de "impiedad o ateísmo" del tiempo de Diocleciano (final del siglo III), la incertidumbre de Plinio en su carta al emperador Trajano, las continuas precisiones de los rescriptos imperiales (v.g. Trajano y Adriano), la probable aplicación, para los cristianos, de la ley en contra de los sacrílegos, la "Cognitio" utilizada por los Magistrados provinciales, para escoger libremente castigos, interrupción de los procesos o el iter de los mismos, todo esto inexplicable si hubiese habido una ley bien determinada en la materia.

4). De todas formas, el RESCRIPTO de TRAJANO a Plinio, gobernador de Bitinia, condena el "simple nombre Cristiano" es decir " la profesión de la fe y el Culto cristianos, en cuanto que implicaban las acusaciones antes mencionadas.

5). Las persecuciones del primer período son mas bien locales, temporáneas y dependen de muchas circunstancias, por ej. Prudencia o imprudencia de los mismos cristianos, de fanatismo de los judíos, y del furor supersticioso popular. El Estado, aún incierto, no toma de por sí la iniciativa, deja la cuestión en mano a las autoridades locales y acusaciones de privados ciudadanos, e interviene para salvaguardar el orden publico. Sin embargo no permite, acusaciones anónimas o falsas, y mucho menos propugnadas por sublevaciones populares.

6). Los jueces, en muchos casos manifiestan fastidio por el proceso en el que se le quieren involucrar, y se deciden a tomar carta en el asunto frente a la firmeza de los cristianos o para evitar males peores con un tumulto popular.

Hay jueces, que se demuestran muy severos, otros más indulgentes. Para analizar la actitud de los jueces hay también que verificar la fuente de las noticias.

7) La Religión cristiana, de todos modos, está prohibida y contra la ley.

8) El juez tiene que iniciar el proceso, y buscar, mas que la condena, la apostasía.

9) Hay que decir, que el odio y el furor popular, ya en acto o en "fieri" jugó un papel muy importante en muchos casos de las persecuciones de los dos primeros siglos.

10) Algunos afirman, que las persecuciones nos son episodios esporádicos o circunstanciales, y que hay que encuadrarlos en un contexto histórico-cultural-religioso muy bien definido, presentando una visón más amplia de la relación entre Cristianismo e Imperio, y analizar toda la evolución de las mismas, que pasa por el hecho persecutorio, y que conoce también fases de confrontación constructiva, que es necesario no desconocer.

Hasta el año 62 podemos tener presentes dos momentos de esta interrelación Cristianismo - Imperio Romano:

1) La actitud de Poncio Pilatos en el proceso de Jesús (7 de Abril del año 30 O 27 de Marzo del año 31) Lo condena en contra de su voluntad, para evitar el tumulto popular. Una primera tradición, muy antigua, nos habla, inclusive, de una Conversión del Gobernador

2) La Relación del mismo Poncio Pilato a Tiberio con la propuesta de este (Tiberio) al Senado de añadir el nombre de Jesús el Nazareno, en el Panteón de los dioses romanos, lo que

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valía darle, a la religión fundada por Jesús, el "Status" de "RELIGIO LICITA" Pero, debido a una irregularidad procesal, (se presentó antes al emperador que al Senado), el Senado la rechazó y este "SENATUCONSULTO" del año 35, vino a construir todo el entramado jurídico de la actitud posterior y de la conducta del Estado Romano hacia el Cristianismo. (sobre todo en las primeras décadas).

3) Una confusión de nombre y grupos. En el año 49 d.C., el emperador Claudio emana una ley en contra de los judíos, por tumultuosos, según nos refieren Flavio Josefo y Suetonio en su "Vita Claudii" expulsándolos de la Ciudad de Roma, y en el decreto se menciona a "impulsore Chresto", fácilmente identificable con Cristo. Tenemos noticias de este episodio también en Hch. 18,2 y 28

Para algunos estudiosos, el rechazo del Senatuconsulto del año 35, podría dar la clave para el entendimiento del primer período persecutorio y base para los edictos muy claros de Decio y Diocleciano, del 20 período.

Siempre nos movemos, en realidad, en el campo de las hipótesis, y por lo tanto, con amplio margen de futuras profundizaciones en el asunto.

La lucha titánica que tuvo que mantener el cristianismo contra el poder de los emperadores romanos, tuvo por fuerza impulsora el odio popular, la enemiga reconcentrada de los judíos y el supuesto peligro de Estado. Pero, ¿cómo fue que el Estado romano se creyera obligado a adoptar ante los cristianos una actitud tan hostil? ¿En virtud de qué ley perseguía el Estado romano a los cristianos? Es decir, ¿cómo se basaba jurídicamente la persecución?

Conocemos a la perfección la elaboradísima construcción jurídica que es el derecho romano. Y sabemos que el Imperio romano observó desde siempre la más tolerante actitud frente a toda clase de cultos y convicciones religiosas. A nadie se molestaba, excepto a los cristianos. ¿Cómo se explica esto?

1. - Problema sobre la base jurídica de las persecuciones

No cabe en la cabeza de nadie que el Estado romano, eminentemente jurídico, persiguiera sin más a los cristianos, es decir, que no tuviera o creara para el caso, una ley en que apoyar su acción persecutoria contra los cristianos. Por eso es preciso indagar sobre la base jurídica en que se apoyaban.

Por otra parte, las leyes existentes no daban herramientas suficientes, pues este problema les resultaba totalmente nuevo. Ninguna de sus leyes condenaba religión alguna. Esto obligaba a los emperadores a crear un estado de derecho propio para el caso. Parece que a partir de Decio esto ya no fue un problema, pues ellos publicaron numerosos edictos-ley donde apoyarse para la persecución. Pero en los siglos 1-II no hay tales edictos, lo cual obliga a buscar otros documentos equivalentes.

Conviene señalar, por último, que la cuestión del Fundamento Jurídico es de principios de este siglo. Antes, el estudio se orientaba por otros derroteros. Las soluciones que se plantean son diversas, aunque todas parten de la misma base: dada la naturaleza jurídica del Estado romano, no se concibe siguiera sistemáticamente una persecución sin poseer una ley o leyes que le sirvieran de fundamento jurídico. Veamos a continuación, más detenidamente las soluciones que se presentan.

A) Primera solución: se aplicaban leyes antiguas (ya existentes)

La existencia de un acto legislativo especial por el que se prohibía expresamente el cristianismo fue muy discutida. Se ha pensado que habría sido suficiente aplicar a los cristianos las leyes existentes, que castigaban el delito de sacrilegio y el de lesa majestad -que veremos después - para considerarlos culpables. Esta solución es defendida por el investigador Le Blanc y apoyada por otros muchos. Algunas de estas leyes son:

a) Contra la magia: Se creía que los cristianos cometían toda clase de sortilegios. El

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castigo era enviarlos a las bestias, clavarlos en una cruz, quemarlos vivos. Ahora bien, pero la acusación por este delito al igual que por otros, tales como el incesto y el infanticidio, sólo la voz popular les imputó estos delitos a los cristianos y la justicia oficial no asumió nunca estas acusaciones.

En este sentido no hay que buscar nunca el verdadero fundamento jurídico de las persecuciones en el derecho penal anterior.

b) Contra el sacrilegio: Incurrían en ello al desligarse de todo culto religioso, negándose a ofrecer víctimas a los dioses. Se les castigaba arrojándoles a las bestias, quemándoles vivos o suspendiéndoles de la horca.

Matizando un poco al respecto, hay que decir que el concepto de sacrilegio era muy preciso y significaba la profanación de una cosa sagrada: templos, altares, imágenes de dioses, sepulturas. Sabemos que en la época en cuestión los cristianos se abstenían prudentemente de realizar semejantes profanaciones. Sólo leyendas muy posteriores han atribuido tales hechos a los mártires cristianos. En cuanto a los cultos prohibidos según la antigua ley de las Doce Tablas estaban proscritos todos los cultos no romanos, o al menos su celebración se hacía depender del beneplácito de las autoridades. Pero ya estaba olvidada. En la época imperial ninguna ley ni ninguna autoridad se preocupaba de los innumerables cultos extranjeros e indígenas, en tanto no perturbaran la paz pública. Además, las celebraciones de los cristianos no eran consideradas como culto para los paganos. Los cristianos no tenían ni templo ni altares, ni imágenes sagradas, ni sacrificaban víctimas ni ofrecían incienso. La opinión pública les consideraba como athei, hombres sin culto.

c) Ley de lesa majestad: Está relacionada con el culto al emperador. Se le invoca para apoyar el hecho de que los cristianos tuvieron que chocar, desde un principio, contra algún punto del derecho penal romano que obligaba a perseguirlos.

El hecho de que los cristianos se negaran por principio a rendir culto al emperador, los hubiera colocado, sin más ni más, bajo las disposiciones penales de la lex maiestatis. Su contenido era de alta traición, atentar contra la patria. Bajo ella caían los sorprendidos en conventículos nocturnos, las faltas personales contra el emperador, en particular la negación del culto al emperador, considerado como símbolo del Estado. El castigo correspondiente era proporcionado a la suma gravedad del crimen. Los plebeyos eran arrojados a las bestias o quemados vivos; los nobles debían ser decapitados. Los cristianos, al negarse a participar en el culto al emperador, eran castigados como reos de lesa majestad, como traidores a la patria.

Delito de lesa majestad era en su origen lo que hoy designamos con los términos de alta traición, rebelión o sedición contra la autoridad constituida. La ley era muy imprecisa, y algunos de los primeros emperadores, especialmente Tiberio y Domiciano, la extendieron ocasionalmente a delitos de lo más ridículo, como vender un jardín donde estuviera una estatua del emperador u otros supuestos agravios a la majestad del emperador. Se comprende muy bien que una ley tan elástica podía aplicarse contra cualquiera, incluso contra los cristianos. El problema consiste sólo en si tal cosa ocurrió realmente. Pero el delito propiamente dicho presupone un delito positivo, que no se encuentra en el caso de los cristianos. En todos los procesos contra los cristianos durante los dos primeros siglos, jamás se habla de delitos de lesa majestad ni se les imputa de un modo explícito, comparado con el de magia y con el de sacrilegio, que ellos cometían rehusando participar en el culto de la divinidad imperial.

Sólo en el siglo III, los magistrados pretenden, de un modo uniforme, obligar a los cristianos, en virtud de los nuevos edictos de persecución, a ofrecer sacrificios a la divinidad del emperador y les condenan cuando rechazan hacerlo. Sin duda, se puede decir que el delito existe implícitamente desde el principio, porque el cristiano, al no considerar al emperador como a un dios, toma con ello una actitud que le expone a ser tenido como un ciudadano o un súbdito de poca fidelidad.

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Pero ningún texto anterior al siglo III establece que el verdadero y principal motivo de la persecución contra los cristianos fuese el rechazo que les hacía culpables de lesa majestad. Se les acusaba más bien, por principio, de faltar a sus deberes con los dioses del Imperio en general, sin que se les considerara por ello oficialmente ateos, como pensaba - y era vox populi - con frecuencia la ignorancia del pueblo.

Sabemos, por otra parte, que la ley de majestad era usada por los emperadores contra sus enemigos personales, contra senadores y u otros personajes encumbrados a quienes les interesaba eliminar. Las gentes sin importancia no fueron nunca afectadas ni por las mismas arbitrarias aplicaciones de esta ley. Y la mayoría de los cristianos eran gente de humilde condición.

Un mérito que se atribuye a Trajano es que, a diferencia de su predecesor Domiciano, jamás quiso que se aplicara la ley de majestad. Sin embargo fue precisamente Trajano quien dio al proceso contra los cristianos su definitiva forma jurídica.

En cuanto al culto al emperador, claro está que una negativa a prestarlo podía ser considera como un delito de lesa majestad. Sólo que no debemos imaginarnos este culto como si consistiera en una religión, o un acto cultual que se repitiera regularmente y en el que todos estuvieran obligados a participar. Lo mismo que para otras divinidades, también para el numen del emperador reinante o de otros anteriores, había colegios sacerdotales que en determinadas ocasiones debían realizar ciertos actos de culto.

Perturbar estos actos cultuales hubiera sido, desde luego, un sacrilegio. Pero el culto al emperador no requería la presencia de ninguna comunidad que tomara parte en los ritos. El individuo particular se encontraba frente al culto oficial romano en una situación parecida a la del moderno ciudadano con respecto a muchas ceremonias civiles. Quien no quiera comprometerse en tales cosas, no tiene más que quedarse en casa o tomar otra dirección. Por lo demás, jamás los cristianos se negaron a participar en semejantes ceremonias con su presencia pasiva.

En un ambiente familiar, un huésped cristiano podía presenciar uno de los cultos del paganismo. La complicación venía si, a causa de cargo, tenía que realizarlos; y esto afectaba a los funcionarios superiores. Para un cristiano situado en posición encumbrada no resultaba fácil sortear todos los escollos de la idolatría. Mas en este período era muy raro que un cristiano ocupara un cargo gubernamental. Hay quien cree que los cristianos se habían hecho reos de sacrilegio, o al menos del delito de realizar ritos prohibidos, al celebrar su culto divino.

B) Segunda solución: el poder de represión

Se ha creído poder encontrar otra causa de las persecuciones -solución presentada por el historiador Monmsen- en el poder de "coerción", esto es, en los poderes policiales que tenían todos los magistrados romanos. IUS coercitionis o derecho de represión.

De hecho, éstos tenían, para el mantenimiento del orden público, una autoridad muy amplia, que incluía también el derecho de condenar a muerte a todos los que lo turbaban: los cristianos, puesto que se rebelaban ante la prescripción de abandonar una profesión de fe que constituía por sí misma un desorden público, habrían sido condenados como perturbadores por decisión de los gobernadores, sin que fuera necesario aplicarles una ley más concreta. De esa manera hacían uso de estos poderes extraordinarios de policía. Por tanto, la base jurídica no serían las leyes penales existentes, sino los poderes extraordinarios de represión reservados para los casos de especial peligro: el ius o potestas coercitionis, es decir, el poder de "coercitio".

Ahora bien, si los magistrados hubieran aplicado sin más a los cristianos su derecho de "coercitio", ¿por qué razón habrían sentido en más de una ocasión la necesidad de consultar al príncipe - como ocurrió, por ejemplo, con Plinio el Joven, que se dirige a Trajano, y con otros gobernadores en tiempos de Antonino y Marco Aurelio- sobre las medidas que había que

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tomar con respecto a ellos?

Más de una vez habla formalmente Plinio de las medidas tomadas contra los cristianos, como consecuencia del ejercicio de la jurisdicción criminal, "cognitio", y no como consecuencia de la "coercitio". Finalmente, la "coercitio", que llega hasta la pena capital, no podía proceder contra un ciudadano romano

Pero lo que mejor prueba la poca consistencia de esta opinión es que, generalmente, los magistrados romanos ponían a los cristianos en la alternativa de apostatar, y entonces eran absueltos, o de perseverar en la confesión de su fe, y entonces eran castigados. Si en realidad se procedía contra ellos por creerlos criminales y peligrosos para el orden público, no se concibe que solamente con su apostasía fueran absueltos.

C. Tercera solución: una ley especial contra los cristianos

Nos vemos, pues, obligados a tener que admitir la realidad de una legislación especial contra los cristianos, de la cual es autor el emperador Nerón, lo que Tertuliano denominó Institutum Neronianum. Es una opinión defendida por autores de la talla de Callewaert, Ehrhard y Kirsch y aceptada hoy día.

Desde el reinado de Nerón al de Septimio Severo, que inaugura un nuevo régimen, la situación jurídica de los cristianos en el Imperio será la misma: son proscritos, no como culpables de delitos de derecho común, como el incesto, el canibalismo y la magia, que a menudo les atribuirá la hostilidad popular, debida a la diferencia de creencias y costumbres, o como culpables de seguir una religión cuya profesión estaba prohibida: Christianos esse non licet.

Luego, ni siquiera por razón de los poderes especiales de represión que poseían los magistrados romanos en casos de particular peligro; sino porque, movidos los emperadores por aquel ambiente hostil a los cristianos y por otros motivos, habían llegado a formular contra ellos una prohibición absoluta. La prohibición debía reducirse a eso: el cristianismo queda prohibido.

Entonces, era el nombre mismo de cristiano, el nomen christianus, lo que era sometido a proceso y condenado. Esta es la razón por la que se indignarían más de una vez los apologistas de la causa cristiana. Pruebas de esto las tenemos en el Rescripto de Trajano, que expondré al final de este punto, y en los procesos o actas de mártires.

En las actas más genuinas se acusa a los cristianos únicamente de serlo, y la sentencia que se da contra ellos es únicamente por ser cristianos. Esto no quiere decir que algunas veces no aparezca la acusación de lesa patria y otras calumnias lanzadas contra los cristianos.

Pero, al tratar de fundamentar la sentencia sobre una base jurídica, no se trae ninguna ley penal ya existente, sino simplemente la razón de ser cristianos

2. Idea central de la legislación contra los cristianos

De acuerdo a todo lo que venimos diciendo, cabe hacerse esta pregunta: ¿cuál fue la idea directiva que explica verdaderamente la transformación de una orden del Nerón asustado en una ley de Estado? De hecho, fue la convicción de que el cristianismo, religión rigurosamente monoteísta, cuyo Dios no admite compromisos ni con otras divinidades ni con el mundo, no podía conciliarse con los principios en que se fundaba el Estado romano, vinculado a un conjunto de tradiciones religiosas, que tal vez no andaban en consonancia con las costumbres, incompatibles con la nueva fe.

El solo hecho de que los cristianos no adorasen a los dioses de Roma, les hacía rebeldes o al menos sospechosos, antes incluso de que la adoración o el rechazo de adoración de la estatua del emperador se convirtiera en piedra de toque de su fidelidad al Imperio.

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Con los judíos pasaba algo parecido, pero éstos constituían, antes del 70, un núcleo nacional y gozaban de ciertos privilegios. Obtuvieron dispensas con respecto a la obligación del sacrificio al emperador. Pero Roma sólo llegó a distinguir entre judíos y cristianos de un modo muy progresivo. Pero un día cesó la confusión: los hebreos formaban un grupo compacto, como el de una nación, y los cristianos sólo una sociedad religiosa, dispersa desde el principio, cuyos miembros eran súbditos como los demás, los cuales no podían, por tanto, pretender ningún favor especial. De este modo, se explica la legislación imperial hostil al cristianismo.

3. Origen jurídico y forma de esta legislación

La legislación de las persecuciones tuvo probablemente sus orígenes en una vieja ley republicana que prohibía la "superstitio illicita", y tomó la forma de un edicto imperial que, como en el caso de los edictos de los pretores de la República, sólo estaba en vigor, al principio del régimen imperial, durante el reinado del príncipe que lo había publicado, excepto cuando el sucesor hacia que continuara en vigor y en cierto modo lo hacía suyo.

Esta fue tal vez la causa principal del carácter intermitente de las persecuciones. Trajano precisa, a principios del siglo II, que no se deben incoar procesos contra cristianos sin una acusación previa. Pero es necesario que estos procesos sean conforme a la voluntad imperial. Esta voluntad se expresó por primera vez de labios de Nerón. Tiempos después, bajo los dos primeros Flavios, no se habla de rigores contra los cristianos.

El mismo Trajano, llamado optimus princeps, cuando aún vivía, y estimado hasta después del Medioevo por su bondad, frente a tantas sentencias capitales contra personas que no parecían ser grandes criminales, no pudo dejar de responder y, precisamente por su respuesta, conocemos el principio de las leyes determinadas contra los cristianos. En cualquiera de los casos, las determinaciones establecidas por él contienen ya una atenuación, al prohibir que la autoridad tomara la iniciativa en los procedimientos.

Esta prohibición fue tan radical, que los mismos emperadores, cuando los cristianos no temían en manifestarse como tales, haciendo apologías de su propia fe, no respondían nunca, aún cuando tuviesen conocimiento de ellos, con rigores jurídicos.

Nada caracteriza mejor la naturaleza singular y excepcional de la legislación contra los cristianos como esta disposición, según la cual parece que el Estado se desinteresa de un delito legal hasta que no le son señalados los culpables, mientras que lo castiga con la muerte, cuando el reo es denunciado en las formas establecidas. Es como la confesión implícita del dolor de tener que castigar en base a leyes antiguas, que todavía no se tiene el coraje suficiente para abolir.

Como conclusión de todo este excursus, podemos, pues, preguntarnos: si de veras había en el derecho penal romano una disposición que los cristianos conculcaban o con su simple existencia o con su forma de vida, hasta el punto que las persecuciones debían desencadenarse, por así decir, de oficio y de modo automático, ¿cómo se explica que durante siglos se fueran dictando nuevas leyes contra los cristianos, y leyes, además, totalmente distintas entre sí por su estructura jurídica

Lo que ocurre, es que los historiadores tienen una opinión exageradamente elevada del Imperio romano como estado de derecho; y esto explica sus vanos y reiterados empeños por encontrar una base jurídica a las persecuciones. Lo que sí estaba altamente perfeccionado era el derecho civil, por cuya escuela han pasado todos los pueblos civilizados. En cambio, el derecho penal era muy deficiente, y más imperfectas eran aún las leyes de enjuiciamiento criminal.

Por consiguiente, no hay razón para extrañarse demasiado de que en este estado de derecho, tan bien ordenado en apariencia, ocurrieran en materia penal arbitrariedades e incluso actos de inhumana crueldad.

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VI. – EL ITER HISTÓRICO DE LAS PERSECUCIONES:

A) Notas preliminares:

1. - La actitud del Estado Romano: hasta el año 64, no es persecutoria. Algunas leyes y la misma actitud de los magistrados, más bien favorecen, la expansión del Cristianismo.

Tiberio quiso, según estudios recientes, admitir la divinidad de Cristo y anexarlo al panteón de los dioses Romanos, y con esto proclamar "la licitud" de la Religión por él fundada. Como hemos visto en otro momento, la oposición del Senado no permitió esto. Sin embargo prohibe que se molesten a los cristianos

La actitud del Emperador Claudio, en contra de los Judíos, por ser perturbadores del orden público, tan sólo por equivocación, molesta a los cristianos.

En los tiempos de Nerón, tenemos conocimientos de un proceso a Pablo, del cual pro-ceso, Pablo sale absuelto. Sin embargo, por motivos, aún hoy, no totalmente clarificados, más tarde la actitud de Nerón cambiará radicalmente.

La persecución no tuvo siempre el mismo desarrollo. Hay momentos de fuertes ten-siones y persecución muy cruenta, otros de paz y tranquilidad. Todo dependía del lugar y de la autoridad de turno, que aplicaba las leyes existentes, de manera amplia o de manera estricta

2. - Los dos distintos momentos: En el Iter histórico de la Persecuciones, hay que distinguir claramente dos diversas FASES o PERÍODOS, que "grosso modo" corresponden a los dos primeros siglos de la era cristiana y al tercer siglo, y más específicamente, anterior y posterior al Imperio de Septimio Severo (193-211).

En el primer período, la actitud persecutoria se rige por las directrices emanadas por el emperador Trajano (112) en respuesta a una Carta de Plinio el joven, Gobernador de Bitinia. (haremos referencia más tarde sobre el asunto). Este Rescripto de Trajano, no clarifica todos los aspectos relacionados con el proceso y la sentencia.

Más tarde un Rescripto de Adriano (128) al procónsul de Asia, (del mismo también nos referiremos más tarde), subraya más la necesidad de un procedimiento legal más correcto y formal.

3.- Aspectos particulares de cada período.

En relación al PRIMER PERIODO, hay que señalar lo siguiente:

a) El Estado, como centro de poder, no toma la iniciativa en la acusación. y esto, porque no hay leyes claras al respecto. (ya se habló de esto señalando las hipótesis)

b) La justicia Romana sólo se mueve frente a una formal denuncia, nominal y privada. Todo habitante del Imperio tenía este derecho, y tan sólo entonces intervenía el magistrado

c) El proceso no se establece para establecer la existencia de un delito sino para forzar a los cristianos a la apostasía, con promesas, amenazas y hasta torturas.

d) Característica principal de este primer período, es la esporadicidad pero todos los días el cristiano se encontraba frente a la posibilidad de un proceso en su contra. La conversión

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exigía un heroísmo poco común.

En el SEGUNDO PERIODO, el Estado interviene en forma directa. El toma la iniciativa de la persecución, y lo hace a través de EDICTOS IMPERIALES, y programando las modalidades del iter persecutorio, de forma casi sistemática, no ya en contra del cristiano particular, sino en contra de enteras categoría de persona o de la misma institución eclesial.

B - LAS PRINCIPALES PERSECUCIONES del Primer Período.

1.- Claudio (50): Como ya se mencionó anteriormente, ya el emperador Claudio, había tomado en Roma ciertas medidas en contra de los hebreos y descendientes de los mismos aún cristianos, debido a ciertos desórdenes provocados entre ellos mismos. Pero todo había sido muy esporádico y limitado a la ciudad de Roma, Se aplicó, generalmente la expulsión, según nos narra Suetonio en la "VITA CLAUDII"

2.- Nerón: (67-70): A partir del año 64 d.C., bajo el Imperio de Nerón, se inicia la práctica persecutoria. Y es el mismo emperador quien desencadena la persecución, acusando a los cristianos del incendio de una parte de la ciudad de Roma, acaecido la noche del 19 de Julio (cfr. TACITO, Anales, XV,44). Hizo encarcelar a los miembros más influyentes de la Comunidad y sucesivamente a los demás, "magna multitudo" (según las fuentes, acusándolos, no ya de incendiarios sino de "odio hacia la humanidad". Las sentencias a muerte se llevaron a cabo en los jardines imperiales de la Colina Vaticana, como antorchas vivientes. La persecución hizo un centenar de víctimas. De esta persecución tenemos confirmación indirecta en Tácito, en la Carta de Clemente Romano a los Corintios. Hablaron, posteriormente de ella Suetonio y Tertuliano.

No hay fuentes directas, por lo cual, muchos historiadores piensan que Nerón, más que iniciar la persecución para alejar de él la acusación del incendio, buscó un motivo de distracción de la opinión pública, sobre los graves problemas que en aquel momento se abatían sobre el imperio. La coincidencia del incendio hubiera sido puramente casual. La idea de la diversión, fue puesta en práctica, más tarde, también por otros emperadores.

Durante la Persecución, territorialmente limitada a la ciudad de Roma, en un impreciso año (67 ó 70), (30 de Junio???), fueron martirizados también Pedro y Pablo. En el Circo de Nerón, Pedro (al lado de la Colina Vaticana), y en el sitio llamado de las Tres Fuentes, Pablo (pero hay que demostrar científicamente esta tradición muy antigua).

La persecución Neroniana produjo un doble efecto:

a) Calificó definitivamente a los cristianos como seres "infames", confirmando oficialmente y de forma estable la hostilidad popular en su contra.

b) Determinó la práxis de la Persecución, quedando sin embargo la famosa polémica histórica sobre una ley emanada por Nerón, o la aplicación de otra ley desde hacía tiempo, decaída. Los demás emperadores de la época, han obrado por diversos motivos y diferentes modalidades. Podemos recordar los principales:

3. - Domiciano (abril del 94 - hasta el 96). Es el único perseguidor de la familia Flavia. Entre las causas, se menciona la sospecha surgida hacia los opositores de su absolutismo, que creía fuesen los cristianos, y además el rechazo de los mismos hacia el culto al emperador, sobre todo en los territorios de las provincias, debido a los numerosos movimientos mesiánicos, sobre todo entre los judíos. La Persecución empezó en Roma y se extendió a las provincias.

Entre los mártires famosos encontramos al Senador Flavio Clemente y su esposa. El mismo emperador (o el inmediato sucesor Nerva) prohibe la persecución en el 96. En este pe-ríodo Juan regresa de su exilio de Patmos.

4. - Trajano (97-117); hasta el famoso Rescripto no tenemos noticias de violencias en

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contra de los cristianos. Pero la Carta de Plinio y el sucesivo RESCRIPTO imperial tienen una importancia histórica fundamental para establecer el fundamento jurídico de las persecuciones de este primer período

El Emperador Trajano tiene un puesto especial en el proceso persecutorio por un famoso Rescripto, (112 d.c.) como respuesta a una carta del Gobernador de Bitinia, Plinio el Joven, el cual entre otras cuestiones le pregunta: si hay que dar el mismo trato a todo los cristianos, sin tener en cuenta la edad, sexo o condición social - si hay que perdonar a los Apóstatas - si hay que castigar el simple hecho de ser cristiano, aún después de la apostasía, sin la existencia de otro delito. Esta carta de Plinio es un documento importante porque:

- manifiesta la situación legal del Cristianismo en el Imperio

- notifica la gran difusión del cristianismo en esa provincia del Imperio

- notifica la constancia y firmeza de muchos cristianos y también la apostasía y la debilidad de muchos otros.

- reconoce la buena conducta de los cristianos en relación con el Estado

- manifiesta que existe una base legal para la Persecución (una ley ya existente y no un simple derecho de Coerción)

- por la casuística presentada

- manifiesta la humanidad de los jueces y sus dudas en relación a la persecución.

- es una protesta en contra de una ley considerada injusta.

En la breve respuesta (Rescripto = constitución imperial circunstancial no es ley, sino interpretación auténtica de una ley, y, por ende, adquiere fuerza de ley) el Emperador es preciso, sobre la segunda pregunta de Plinio, y un tanto evasivo sobre las otras dos.

Entre otras cosas afirma categóricamente;

- No hay que buscar a los Cristianos (norma seguida en casi todas las persecuciones posteriores)

- si hay formal acusación, se instituya también regular proceso.

- no se castiguen a los apóstatas, y tienen que demostrar su apostasía sacrificando a los dioses

- SE CASTIGUE A LOS QUE SIGUEN FIRMES EN LA FE CRISTIANA

- no se acepten acusaciones anónimas.

De todo esto se CONCLUYE que para Trajano:

- El Cristianismo sigue siendo "Religio Illicita"

- no desencadena la persecución indiscriminada, ni universal, ni duradera.

- los cristianos quedan expuesto a denuncias y penas sucesivas.

- pero, con las debidas prudencias y cautelas, pueden organizar su vida comunitaria y hacer proselitismo.

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El RESCRIPTO de Trajano, soluciona, en realidad, un caso especial en Bitinia, pero es aplicable en las otras partes del imperio, y en efecto ha sido utilizado después de la muerte de Trajano y nunca abolido por los sucesores, hasta los edicto imperiales del siglo III.

Los principios expuestos por este Rescripto se consideraron válidos hasta Decio y utilizado hasta el final de las Persecuciones.

Mártires ilustres del periodo de Trajano fueron Ignacio de Antioquía, Simeón Jerusalén, y los mártires de Bitinia. No se conocen mártires ilustres en la Persecución de Adriano, que pasó a la historia persecutoria, tan sólo por el célebre Rescripto

5. –Adriano: Para el proceso persecutorio, Adriano también reviste un papel de cierta importancia, debido al famoso Rescripto (124-25 ó 126) enviado al gobernador de Asia proconsular, Minucio Fundano, sobre una carta de su antecesor Graniano, debido a la fuerte y continua costumbre de enviar denuncias anónimas en contra de los cristianos, suscitando tumultos populares, demostraciones de plaza y revueltas del populacho.

De la RESPUESTA (Rescripto) del emperador se concluye:

- se condenen a los cristianos por el simple hecho de ser tales.

- la acusación hay que hacerla delante de un tribunal legalmente constituido y mediante regular proceso y nunca por presiones de tumultos populares o denuncias anónimas.

- Los acusadores, además de costearán los gastos del proceso, deberán demostrar que los cristianos han incurrido en algo contrario a la ley, y el juez condene en base a la gravedad del delito.

- No se acepten calumnias de ningún tipo. Al demostrársele la calumnia, se condene el calumniador y se deje libre el acusado.

6.- Marco Aurelio (161-180): Tenemos noticias de mártires en muchos lugares durante todo el periodo de su imperio. Pero no se puede hablar de sistematicidad ni generalidad persecutoria, más bien ocasional y local.

Entre las causas se puede mencionar (constante en otros casos) las públicas calamidades (terremotos, hambruna, inundaciones...) que excitan el furor supersticioso del pueblo. El Emperador, además sospecha que los cristianos se nieguen a colaborar por la seguridad y prosperidad del Imperio.

En efecto muchos cristianos se abstenían de participar a los cultos paganos, públicos y privados, promovidos por el emperador para que acabaran las calamidades y las guerras en contra de los pueblos bárbaros. La fanática propaganda montanista a favor de la abstención más absoluta a los cultos a la milicia y a los cargos públicos, propició, aún más, la ira del emperador. De esta persecución se pueden distinguir dos particulares períodos

1° - 163-177, con los mártires ilustres: como Policarpo de Esmirna, Justino en Roma y Publio de Atenas.

2° - después del 177, al renovar el Rescripto de Trajano, con los mártires de Lión.

Es muy probable, que durante este período, muchos magistrados y gobernadores hayan aplicado las leyes en contra de los sacrílegos, perturbadores religiosos y las magias. Esto, naturalmente multiplicó el número de los Mártires.

7.- Cónmodo (180-192): Durante los primeros años de su imperio, continúa la persecución, más por la legislación vigente, que por la voluntad persecutoria del emperador. Se conocen del período, los 12 mártires Escilitanos. La situación cambia radicalmente en los años sucesivos, muy probablemente por influjo de la concubina Marcia, que simpatizaba con

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el Cristianismo. Tenemos noticias de la liberación de muchos cristianos condenados a los trabajos forzados en las minas de Cerdeña y Toscana.

C) - LAS PERSECUCIONES DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO III

La condición jurídica de los cristianos cambia parcialmente. Para la mayor parte se mantiene la legislación de Trajano. Cambia radicalmente para algunas categorías muy específicas, en cuanto que el Estado las persigue de manera directa. Sin embargo las persecuciones ni son sistemáticas ni generales, y ni siquiera presentan una intensidad muy violenta. Este nuevo estilo persecutorio inicia con:

1. - Septimio Severo (193-211) Este emperador, personalmente no manifestaba odio hacia los cristianos. Era del partido democrático y liberal.

Defendió a los cristianos en muchas ocasiones, y se rodeó de muchos de ellos entregándoles cargos de significativa importancia. En esto influyeron, no poco, las princesas sirias presentes en el palacio imperial. Ellas siendo orientales practicaban una religión sincretista, y la doctrina cristiana y su fundador Jesús, despertaba un cierto interés. Tuvo relevancia, entre todas, la augusta Giulia Donna.

La actitud del emperador cambia a raíz de una revuelta de los judíos en el año 195. Por eso, prohibe toda acción proselitista, tanto de judíos como de cristianos. Es el primer edicto en contra de los neófitos y Catecúmenos, quedando limitada su aplicación y en el tiempo y en el espacio.

En el año 202 intensifica, con un segundo edicto la acción antiproselitista sobre todo cristiana, y prohibe la administración del Bautismo a los Catecúmenos (hay historiadores que niegan la existencia de este Edicto). La causa de esta actitud, parece haber sido la extensa propagación del Cristianismo en Egipto, Siria y Africa del norte. Influyó mucho más la actitud fanática de los montanistas en contra del servicio militar y la negativa a ocupar cargos públicos de parte de los bautizados.

Hay que tener presente también un cambio en la política demográfica instaurada por el emperador mediante las reformas aplicadas a las leyes "Iulia y Papía" que regulaban nacimientos y matrimonios. Además se verificaron varias explosiones de furor popular en muchas partes del Imperio debido a la falta de participación de muchos cristianos a los juegos decenales decretados por el emperador. Víctimas ilustres de este período han sido: Leonidas, padre de Origenes, y en Cartago, Perpetua y Felicidad.

2.- Los Emperadores Sirios: Durante el período de los Emperadores, orientales, llamados Sirios, Caracala, Eliogábalo y sobre todo Severo Alejandro, han tenido muy influencia, las mujeres concubinas de los mismos, y en ese ambiente sincretista oriental, se notó una cierta simpatía hacia los Cristianos.

Se goza de un período de casi 40 años de tranquilidad y paz. Hay que destacar, sin embargo el martirio de Papa Calixto, quien tuvo una importancia eminente para la Iglesia romana y universal. Soluciona la controversia penitencial, y organiza definitivamente las Catacumbas Romanas.

Este apoyo tácito a los cristianos y simpatía, provoca el resentimiento del grupo imperial romano, y. tras el asesinato de Severo Alejandro, y la llegada al poder de Maximino de Tracia (235-238), se reanuda la persecució

Eusebio de Cesarea, nos dice que: "este emperador desencadenó la persecución en contra de los Obispos y sacerdotes "antístites" como responsables del proselitismo cristiano.

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Una causa de la persecución, fue también el espíritu poco "guerrero" demostrado por los cristianos, frente a las necesidades del imperio, que se encontraba en muchas dificultades en la época.

Mártir ilustre, ha sido Papa Ponciano, exilado en Cerdeña juntamente con Hipólito, que se había hecho nombrar antipapa. El común exilio logró la pacificación de los dos, y para evitar mayores males a la Iglesia, Papa Ponciano abdica en el exilio.

D). - LA PERSECUCION SISTEMATICA Y GENERAL (250 – 312)

1. - DECIO (249-251): Hacia la mitad del siglo III, toma el poder el enérgico e ignorante general Decio. Su política se caracterizó, desde un primer momento, en oprimir to-do lo que el consideraba "el peligro para el Imperio" y se ensañó sobre todo en contra de los BARBAROS y los CRISTIANOS.

a) En este particular período las condiciones generales de la Iglesia se presentan bastante

- El Cristianismo se extiende hasta las regiones internas de las Galias, España, Dalmacia.

- Los cristianos pueden utilizar edificios para el Culto "ad hoc"

- Egipto puede contar con más de 70 grandes comunidades, con sus obispos y Africa septentrional con casi 100. En Italia hay más de 60.

- La Iglesia puede celebrar sus sínodos con la participación libre de muchos obispos.

- La organización interna eclesial está completa y perfeccionada. La jerarquía constituida y bien organizada en todas partes.

- El número de cristianos se puede calcular en tres (3) millones.

- Surgen entre los obispos, sacerdotes y fieles, hombres de cultura y profundos teólogos. Clemente de Alejandría, Orígenes, Hipólito Romano, Tertuliano, Cipriano de Cartago.

- Existen Escuelas Catequéticas y Teológicas de particular importancia. La de Alejandría está muy bien organizada, y está surgiendo la de Antioquía.

- La situación económica de la Iglesia, sin presentar grandes recursos, está sin embargo autosuficiente.

b) Frente a esta floreciente situación eclesial, la condición, política, social, organizativa y económica del Imperio se presenta poco segura e inestable.

- Desde el norte es continuo el acoso de los pueblos bárbaros.

- la situación económica es desastrosa

- Hay una fuerte crisis religiosa-moral por al influjo de las religiones sincretistas orientales.

Para hacer frente a esta situación difícil, es necesario unir todas las fuerzas disponibles, las militares, las políticas, sociales y religiosas.

El Emperador quiere

- restablecer la seguridad en las fronteras del norte

- reorganizar la disciplina en el ejercito y en la administración

- fortalecer la unidad religiosa alrededor del culto al emperador y a las tradiciones

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familiares romanas.

c) Para lograr este último objetivo, obliga a todos los ciudadanos del Imperio a abrazar el culto "oficia". El era un recio soldado del norte de Europa, profundo y convencido pagano, completamente convencido de la eternidad de Roma. Por esto emprende la lucha en contra de todas las fuerzas que está disgregando esta unidad.

De todo esto, aparecen evidentes las causas de la Persecución. No es fría venganza, sino voluntad de unificar fuerzas para superar la grave crisis en acto.

d) La actitud de algunos cristianos, sobre todo de los grupos montanistas, reacios a toda colaboración con el poder central y periférico pagano, su fuerza moral y numérica, su organización bien estructurada, debió parecerles seria amenaza para la unidad deseada, mediante la unidad religiosa.

e) En el año 250 cae la primera víctima; es FABIAN el Obispo de la Roma imperial. Y, hacia la mitad del mismo año emana un EDICTO, en el que manda que todos los ciudadanos del Imperio, en un día establecido (diverso según los lugares) debían ofrecer el sacrificio a los dioses y al emperador, en: presencia de los funcionarios imperiales.

El sacrificio se registraba y al autor se le entregaba una constancia de haber cumplido con el edicto imperial. Dicha constancia se tenía que presentar al momento de ser requerida.

Finalidad del EDICTO, era evitar el papel odioso de actuar, sólo en contra de los cristianos, pero estos fácilmente se delataban. En realidad no se buscaban mártires, sino apóstatas. Su intensidad ha sido muy diferente en las varias partes del Imperio, según el número de cristianos presentes, y a la firmeza o tolerancia de los magistrados, amén de la tremenda corrupción que se demostró. Fue muy enérgica en Africa, y más bien blanda en la misma Roma. Evidentemente, los renuentes al sacrificio, venían matados.

f) El éxito de la Persecución (que duró poco tiempo, debido a la muerte cruenta del Emperador) no ha sido útil para el Estado, en cuanto que ni logró los objetivos políticos, ni los religiosos. Y la Iglesia, si bien pasó por una dolorosa prueba, no quedó destruida, sino más bien fortalecida. Ninguno de los fines deseados se lograron, más bien el procedimiento persecutorio demostró, en primer lugar la fuerte corrupción que se había infiltrado en la burocracia del estado y en la administración pública, y además puso en evidencia que una persecución general, ya no encontraba la aprobación del público pagano.

g) Pero para la Iglesia los resultados fueron poco gloriosos, y evidenció que el aumento numérico menoscabó la profundidad espiritual y de ideales cristianos. Aumentó la cantidad pero disminuyó considerablemente la calidad. El descuido en la preparación de los Catecúmenos ha sido evidente y puso a la Iglesia a repara las fallas. Los apóstatas (LAPSI) fueron numerosos, y no sólo entre los simples fieles, sino también entre el Clero.

¿Qué había sucedido? Muchos cristianos, débiles en su fe (entre ellos sacerdotes y aún Obispos - Esmirna, Mérida, Cartago y en la misma Roma) con tal de conseguirse el "LIBELLUS" (certificado de sacrificio), sacrificaban a los dioses (SACRIFICATI), ofrecían el incienso (THURIFICATI), e inclusive, corrompiendo a los funcionarios encargados de la entrega de los "LIBELLI" conseguían el mismo sin sacrificar u ofrecer culto a los dioses paganos.

De esta forma, fueron relativamente pocos los mártires, pero numerosísimos los "LIBELLATICI" "SACRIFICATI" o "THURIFICATI" Y el problema que se originó después de la persecución fue sumamente grave Al momento de readmitir a la comunión eclesial a estos apóstatas, diversas son las posturas. Hay quienes no admiten posibilidad de perdón, otros, el perdón sin condición. Las dos posturas, la Laxista, (En Cartago, Novato y

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Felicísimo) y la Rigorista (En Roma Novaciano) originan dolorosos cismas en la Iglesia.

En el Sínodo de Cartago, (251) se llega a una solución común:

- la "PAX et COMMUNIO" a todos en punto de muerte, si habían manifestado arrepentimiento y hecha la debida penitencia. A todos los APOSTATAS en general.

- Obligar a una larga penitencia a los "THURIFICATI Y SACRIFICATI" con la reconciliación tan sólo en punto de muerte

- Conceder la reconciliación y la Paz a los "LIBELLATICI" después de un público acto de arrepentimiento y de fe.

Sin embargo los dos cismas, originados por esta cuestión de los LAPSI (Caídos) duraron algún tiempo, e, inclusive en Roma, Novaciano logro hacer nombrar "PAPA" de una Iglesia de "incontaminados - puros" (cfr. Problemas penitenciales.)

Mártires ilustres de esta persecución fueron Papa Fabián en Roma, Bábila de Antioquía y Alejandro de Jerusalén. Y durante la misma mucho sufrió también Origenes, que a raíz de los maltratos recibidos, murió poco después. Cipriano de Cartago prefirió esconderse, estimando más provechos para su comunidad y para su gobierno, en esos momentos difíciles, la vida al martirio. Se recuerda al acólito Tarcisio.

La ilusión de Decio, de poner a la Iglesia frente a una ineludible alternativa, había fracasado. No contó con el posible arrepentimiento de los apostatas.

La Iglesia resultó ser la vencedora. Una victoria no muy honrosa, que sirvió, sin em-bargo a propiciar una mejor preparación de los nuevos cristianos y al seguimiento más esmerado de las comunidades en general y de los cristianos en particular.

Más tarde, pasado un poco la problemática de los Lapsi, surge la de los "Confessores" (aquellos que habían sufrido durante la persecución sin llegar al martirio), los cuales, al momento de admitir a los arrepentidos, ellos, por encima del Obispo se sienten los únicos autorizados para esa readmisión.

La autoridad de Papa Cornelio en Roma y de Cipriano en Cartago, lograron poner punto final a la controversia. Y habría que añadir, a las conclusiones del Sínodo de Cartago, que los impenitentes, en aquello momentos, se entregaban a la misericordia divina, sin absolución por parte de la Iglesia. Para los eclesiásticos caídos, se le aplicaba la norma de la reducción al estado laical, con un trato igual a cualquier laico. Y esto también para los obispos

En el año 252, en previsión de una nueva persecución, que se creía inminente, debido a los tumultos por la muerte del Emperador durante la guerra con los Godos, un siguiente Concilio general, durante el breve imperio de Galo, absuelve a todos los Lapsi en general.

2. Valeriano: (253-260): En los primeros 4 años de su gobierno no se conocen momentos de persecución, pero en año 257, improvisamente emana un primer edicto:

- Obligación para todos los sacerdotes y obispos del sacrificio, bajo pena de exilio

- prohibición, bajo pena de muerte, de toda reunión cultual cristiana y del culto a los mártires

- se prohibe las visitas a las catacumbas o cementerios.

Este edicto, en realidad, quedó sin aplicación en Occidente, con bastante crudeza en Africa. Y a este primer edicto, le siguió otro (agosto 258) donde:

- se condena a muerte a todos los obispos renuentes al sacrificio.

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- se decreta la pérdida automática de su dignidades, bienes y poderes a senadores, aristo-cracia y miembros de la milicia, si son cristianos. y si persisten en su fe, también para ellos la muerte.

- para los demás cristianos a las mujeres de la nobleza, el exilio y los trabajos forzados en las minas imperiales.

Los edictos estaban bien estudiados y querían aniquilar a la cabeza de la Iglesia y a sus miembros más influyentes. Pero no se aplicaron en toda su crudeza.

En Occidente, el segundo edicto provocó bastantes víctimas. La persecución, duró hasta el año 259

Los aspectos que se podrían estudiar de la presente situación, serían las causas del repentino ensañamiento del emperador, hacia los cristianos. Parecen haber sido causas de tipo económico: Las arcas del Estado estaban exhaustas y las necesidades de la guerra pedían drásticas medidas económicas para recabar fondos. La Iglesia daba la impresión, en aquel momento, de una cierta organización y prestancia aún económica. Poseía lugares de culto, cementerios, personas influyentes, entre ellos, aristocracia y senadores, profesaban abiertamente su fe cristiana.

El ministro de economía de Valeriano, Macriano, era ferozmente anticristiano, y pro-bablemente influyó ante el emperador, para que tomara las medidas expresadas luego en los dos edictos. Estos reflejan bastante esta hipótesis. Se piensa, también, que siendo Valeriano, un general chapado a la antigua, como Decio, viera en la Iglesia, un factor disgregador de las antiguas "virtudes" romanas. Si hubiese habido, otras intenciones, estas se desconocen.

Mártires ilustres de esta persecución: Papa Sixto decapitado con 4 de sus diáconos, sorprendidos en las catacumbas, rindiendo culto a los mártires. Parece que entre los diáconos papales, estaba también Lorenzo. En España murió el obispo de Tarragona, Fructuoso, y en Africa (Cartago) Cipriano. y parece que en Roma, murió también el cismático Novaciano.

La persecución cesó, al nombrarse, en Roma, como emperador único a Galieno. Este hizo devolver a las Iglesias los edificios y otros bienes confiscados, y reconociendo a los Obispos como personas jurídicamente apto para representar a las comunidades, y la Iglesias como entes jurídico con capacidad para poseer. Prohibió, además, que se molestasen a los cristianos.

¿ Lo emanado fue un verdadero EDICTO DE TOLERANCIA?.

La pregunta que nos hacemos: desde este momento, a raíz del edicto, la Religión cristiana es considerada ¿Religión lícita o ilícita? Cuarenta años más tarde, la pregunta tendrá una respuesta con el estallido de la última gran persecución durante el Imperio de Diocleciano.

VII. - SITUACION DE LA IGLESIA EN VISPERAS DE LA ÚLTIMA PERSECUCION

1. – Algunos aspectos a señalar:

a) La activa propaganda cristiana desplegada durante los 40 años de paz, después de Valeriano, dio como fruto un considerable incremento en el número de los cristianos. Algunos estudiosos, refiriéndose al norte de Africa, nos hablan de una cristianización casi general.

b) El incremento numérico se puede calcular en unos 6 - 7 millones de cristianos. Casi el doble al acabar la persecución de Decio. Con el número se consolidó también la organización eclesiástica.

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c) Pero el incremento trajo como consecuencia inmediata el relajamiento del espíritu cristiano y el fervor religiosos. A mayor cantidad, menor calidad. Fenómeno general que se da entre los fieles y el mismo Clero.

Esto nos explica, como también en la Persecución de Diocleciano se dan muchas apostasías, que provocaron dolorosas divisiones y Cismas en la Iglesia y en las comunidades al tratar de la readmisión de los “lapsi”.

2. – La población cristiana del Imperio: Se podría tener el siguiente esquema general al hablar de la población cristiana del Imperio:

* Casi la mitad de la población en Asia Menor y Armenia.

* Muy numerosos en Egipto, Siria, Africa, Italia Central y Meridional.

* Con notables progresos en Grecia, Macedonia, España y Galia Meridional.

* En minoría o relativamente pocos en Siria central y meridional, Norte de Italia, Galia central y septentrional, Britania e Ilírico.

De todas maneras, la mayoría de la población del Imperio, se mantenía fiel al culto pagano, si bien este había decaído muchísimo, ya como fatigado y sin respuestas a las instancias religiosas de la mayoría de la gente, sobre todo de las clases más altas de la sociedad.

* Ya el culto a los dioses patrios es visto y vivido como simple elemento de identificación nacional o cultural.

3.- Influjo cristiano en la sociedad: Otras consideraciones importantes hay que hacer en relación con la presencia cristiana en la sociedad, su influjo y su vida.

* El culto ya es público, y se desarrolla en Basílicas y lugares apropiados a menudo amplios y bellos, no ya en casas particulares.

* Los Obispos, en muchas partes, mantienen óptimas relaciones con las autoridades locales paganas. Hay entre ellos mutuo respeto, reverencia y comprensión.

* En muchos lugares los cristianos ocupan cargos públicos superiores (Gobernadores, administradores en la misma casa imperial).

* El mismo Diocleciano mantenía buenas relaciones con los cristianos, y parece que su misma esposa Prisca y otros de la familia Imperial eran cristianos o por lo menos catecúmenos.

* Con el significativo crecimiento numérico, corresponde también, durante todo el siglo III, un estupendo desarrollo en la Literatura, la Liturgia, la Organización externa y la Espiritualidad práctica. Bien se puede decir que en este siglo la Iglesia llegó a ser universal.

* El crecimiento interno creó las bases para la exitosa penetración misional en el mundo cultural helenístico, aún antes de la persecución de Diocleciano.

4. - Factores favorables al proceso: Podríamos señalar los siguientes:

* Dos largos períodos de paz, antes y después de las persecuciones de Decio y Valeriano (250-51, 257-70).

* Una pronunciada decadencia del paganismo antiguo

* Decadencia del poder político del Imperio.

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* Una profunda crisis de las fuerzas religiosas y culturales vigentes, debido a un pronunciado sincretismo religioso y a las fuertes tendencias hacia el monoteísmo propiciado por las corrientes filosóficas de la época.

* La fuerza moral del Cristianismo frente a caos religioso del Imperio.

* La predicación cristiana, que en forma muy elevada, oral y escrita, expuso las verdades de la nueva Religión, que se presentaba como verdad absoluta y única. De capital importancia en esta época fueron las grandes figuras episcopales, las Escuelas catequéticas-teológicas de Alejandría y Antioquía, y sobre todo los escritores cristianos de la talla de Origenes, Clemente, Tertuliano, Hipólito....

* Durante todo este período, excepción hecha por las cortas persecuciones antes mencionadas, la Iglesia no había sido, prácticamente molestada por el Estado, y sin que se hubiese logrado aclarar, por completo su posición legal (el Cristianismo sigue siendo, de hecho y de derecho, Religión ilícita), asistimos a lo que podríamos llamar, un reconocimiento implícito. Las comunidades cristianas podían actuar libremente y usufructuar de sus propiedades con libertad (Cementerios, Basílicas, propiedades privadas...).

* Desarrollando libremente una acción proselitista misionera, logra grandes progresos en la extensión geográfica y en la implantación sociológica y aún quedando, el Cristianismo, un fenómeno eminentemente mediterráneo, los progresos culturales son considerables. Deja de ser la religión de los bajos estratos sociales, para entrar también en las altas esferas culturales y sociales.

* Pero, desde el punto de vista espiritual, dentro de estos progresos, no todo es beneficioso. La tranquilidad, sin el crisol del Martirio mengua la calidad de los miembros.

Se notan contaminaciones, compromisos, infiltraciones espurias. Y el despertar de la persecución encuentra a muchos cristianos no preparados para la prueba suprema. Para la Iglesia entera ha sido muy duro enfrentarse a esta nueva e imprevista situación.

* Sería, sin embargo, difícil comprender el desarrollo espasmódico de la Iglesia de la época, y el fracaso de la política persecutoria, si no se sitúa el fenómeno cristiano en el contexto más general de la evolución política y religiosa de todo el mundo romano

5. - Las Causas de la persecución: Ellas aparecen bastante complejas. No son tan sólo políticas, sino más bien político-religiosas debido al intento de querer restaurar la religión tradicional en todo el Imperio, como parte integrante de la restauración o reforma interna del Estado. Se llega a la persecución sobre todo de parte de Galerio y por el influjo que ejercen sobre él los filósofos paganos anticristianos, sobre todo Sociano Hiérocles, autor de una durísimas críticas al Cristianismo y a las Sagradas Escrituras, lo que puede explicar el ensañamiento hacia todo libro sagrado y litúrgico, con la orden de entregarlos paras ser quemados. En esta obra se defiende el sincretismo romano en contra del particularismo cristiano.

Si bien la responsabilidad mayor hay que imputársela a Galerio, no hay que excluir de la misma al mismo emperador Diocleciano, pues a él, como máxima autoridad del Imperio, le tocaba la última decisión"

Un preámbulo a la Persecución general lo tenemos en la ¨Purgatio militu" de los años 297 y 301, explicable por la indisciplina de un cierto número de soldados de fe montanista, que rehusaban cumplir con el servicio militar (se conocen tan sólo 6 0 7 casos acertados).

La orden imperial imponía a todos los soldados el sacrificio a los dioses paganos y el culto al Emperador, a los renuentes se les castigaba con la baja de la milicia y la pérdida de todos los grados alcanzados en ella y todos los privilegios acordados. Pero, en realidad, esta primera fase preambular, no produjo muchos mártires, pero preparó el clima para la:

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V. - LA PERSECUCION GENERAL DE DIOCLECIANO Y SOCIOS (303-311)

1. - La situación general del Imperio: en todas sus componentes, se presenta desastrosa, en plena decadencia, haciendo resaltar:

* Perturbación interna e inestabilidad de gobierno.

* Se alternan, en breves períodos, emperadores y usurpadores.

* hay continuas guerras civiles.

* Inseguridad interna debido a las continuas incursiones de los bárbaros en el norte.

* La Economía está en la bancarrota.

* Preocupante la insubordinación entre las milicias, sin alicientes y corrompidas...

2. - El Emperador Diocleciano trata de remediar a la situación, emprendiendo una profunda reorganización y reforma administrativa y política.

Políticamente crea en el 286 la DIARQUIA con dos Emperadores y dos capitales, y más tarde la TETRARQUIA (Dos Augustos y dos Cesares, con 4 Capitales

Administrativamente divide el Imperio en 16 Provincias, centralizando la administración en 13 diócesis y 4 prefecturas. A esta reforma, quiso dar también un fundamento religioso, proclamándose a sí mismo “JUPITER” y al coemperador “HERCULEUS” adoptándolo como hijo. Los respectivos Cesares entraron a formar parte de la familia imperial del mismo Augusto.

Económicamente impone una moneda más fuerte e implanta un política tributaria más organizada, consciente y moderna, además nuevas leyes para el control del herario público.

Religiosamente intenta la restauración de la antigua religión de los padres, la pagana. Se quiere volver “a las antiguas costumbres” que tanta gloria habían dado al Imperio.

3. - LA PERSECUCION GENERAL

3.1- LOS EDICTOS:

Iº: 23 de febrero 303 - se ordena:

a) Destrucción de todos los edificios de culto cristianos

b) Confiscación y destrucción de todas los Libros sagrados y de los utensilios del culto.

c) Los aristocráticos cristianos perdían los honores de su posición.

d) Los Libertos de la administración pública volvían a la esclavitud

e) todos los demás cristianos eran privados de capacidad jurídica.

(No se condena el nombre cristiano, ni hay pena de muerte).

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IIº: Junio-Julio 303

a) Se encarcelan todos los obispos con la obligación de sacrificar a los dioses.

b) en este momento se menciona la pena de muerte.

c) Pero, luego, a causa de dos incendios dolosos en el Palacio Imperial de Nicomedía, encrudece la Persecución. Todo el Clero de esta ciudad viene martirizado sin juicio alguno.

IIIº: Octubre 303 -

a) Se liberan los que encarcelados, habían sacrificado a los ídolos paganos.

b) Se utilizan todo tipo de tormento para obligar a los cristianos a la apostasía. Son tantos los encarcelados, que hay que soltar a los criminales comunes pues las cárceles están repletas. Son muy numerosos, en el ambiente cristiano, los “traditores” (los que entregaron libros sagrados u objetos litúrgicos), y los “lapsi” (apóstatas).

IVº: Enero-Febrero 304 - Se renueva el Edicto de Decio, obligando a todos los súbditos del Imperio al sacrificio público.

3.2 - La extensión temporal de la Persecución es muy diferente de región a región.

Oriente: (Asia Menor, Armenia, Mesopotamia, Arabia, Palestina, Fenicia, Egipto) es muy cruenta, atroz y brutal, con torturas inauditas. Se ejecutan los cristianos en grupos de diez y hasta cien a la vez, con la decapitación, el fuego, ahogamiento, se descuartizan... En estos lugares durará hasta el año 313, pues aquí nunca se publicó el Edicto de Galerio del 311, que ponía fin a la persecución cruenta. Cesó al ser derrotado Masimino por Licinio.

Occidente: (Galia y Britania): Constanzo Cloro, padre de Constantino, aplicó sólo parte del primer Edicto (destrucción de las Iglesias).

Su hijo Constantino, siguió la misma política tolerante del padre y dejó plena libertad a los cristianos, al ser proclamado Augusto en el año 306.

Italia y España: se encontraban bajo el poder de Masimiano, y la persecución duró hasta su abdicación en el año 305. Mártires importantes: Pancracio, Inés, Sebastián, Adauco, y Félix, Marcos....)

África: Duró hasta el año 305, al proclamarse Licinio como Augusto

Panonia: Cesó en el 308 al proclamarse Licinio como Augusto.

3.3 – Consecuencias para la Iglesia:

Es imposible precisar el número de mártires de esta persecución. Habrá que tomar en cuenta la situación de la Iglesia en las varias regiones (número de Cristianos y de Comunidades) y el tiempo de persecución y la crudeza de la misma. Muchos fueron los mártires en Oriente, menos en Occidente, muy pocos en las regiones periféricas del norte.

Pero a los mártires hay que añadir un gran número de “Confessores”, mutilados, enviados a los trabajos forzados en las minas imperiales, exilados, desposeídos de todos sus bienes y cargos... muy numerosos fueron los “traditores” y los “Lapsi” aún entre los “Rectores Ecclesiarum”.

4. - El Cese de la Persecución:

El 30 de Abril del año 311, el Emperador Galerio emana un Edicto de Tolerancia, que viene firmado también por Constantino. Este documento,

a) admite el fracaso de la finalidad de la persecución, es decir “forzar a los cristianos a aceptar el culto pagano.

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b) dispone que se considere el Cristianismo como “Religio” permitida, y que su culto se pueda ejercer públicamente.

c) Exhorta a los Cristianos a pedir a su Dios por la salud del emperador , por el Estado, (que se encuentra en muchas dificultades) y por ellos mismos.

Majencio, que no pudo firmar el Edicto, por ser considerado por los otros, como un rebelde y usurpador del poder imperial, lo publicó por su cuenta e impuso, además que se restituyeran a la Iglesia y a los cristianos todos los bienes confiscados.

- Febrero de 313: Acuerdo de Milán entre Constantino y Licinio. Presenta dos partes:

a) Proclama la Libertad de Culto

b) manda devolver a la Iglesia los lugares Culto y todos sus bienes.

- 13 de Junio 313: Rescripto de Licinio Gobernador de Bitinia. Presenta el mismo contenido que el acuerdo de Milán.

Con estos dos últimos solemnes documentos (311-313) terminaban las persecuciones, y al mismo tiempo caía toda base especulativa y jurídica para que revivieran La concepción política religiosa romana había superado los principios considerados sagrados e inviolables, madurando otros que, filósofos y el mismo cristianismo había ayudado a descubrir.

5. – Importancia y alcance del Acuerdo (Edicto) de Milán: Su importancia es de tipo histórico, social y religioso.

- Se renuncia a la religión pagana como Religión del Estado y se quita, por lo tanto las bases para otras persecuciones.

- Con este Acuerdo-Edicto los cristianos han logrado su más grande victoria: la instauración de la LIBERTAD DE CONCIENCIA. El Estado reconoce sus límites frente a los derechos de la conciencia humana en el campo religioso.

Con este Acuerdo-Edicto, el Estado se hace aconfesional, renunciando al principio de la religión obligatoria para todos. Pero esto tan sólo pudo durar hasta Teodosio. Este Emperador, en el año 382 proclama el Cristianismo como Religión oficial del Imperio.

Además, cada una de las comunidades cristianas reciben el reconocimiento de Entes jurídicos con capacidad para poseer, como había sucedido en los tiempos de Galieno, después de las persecuciones de Decio y Valeriano (250-253).

En relación al importante EDICTO DE MILAN, algunas clarificaciones: es difícil establecer la naturaliza jurídica del mismo (Edicto?, Rescripto?, Convenio? Protocolo?) y su autor primario. Se podría atribuir a Constantino, en cuanto que su contenido refleja su política y el desarrollo posterior de la misma, que sobrepasó el contenido del mismo Edicto, mientras que Licinio, poco más tarde, por razones personales y políticas volvió a la persecución. Probablemente fue publicado en Oriente (Licinio lo publicó en Nicomedía el 13 de Junio 313).

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VI. - QUESTIONES VINCULADAS A LAS PERSECUCIONES

1. - Las Catacumbas

1.1. - La historiografía romántica del siglo XIX, representaba con cierta complacencia a los cristianos escondidos en las catacumbas para celebrar los misterios y aun habitando allí al seguro de la cacería de los perseguidores.

La realidad, como acontece a menudo, es mucho más sobria. Las catacumbas no sirvieron, jamás de vivienda clandestina. Tampoco fueron lugar habitual de culto.. Eran sólo cementerios cristianos subterráneos, cuya ubicación conocía muy bien la policía imperial.

No debe extrañarnos la existencia de cementerios cristianos. Es natural que éstos deseasen ser sepultados junto a sus hermanos de fe.

Puede sorprendernos, en cambio, el uso de cementerios subterráneos. Pero tal uso deriva de las costumbres hebreas, etruscas y de otros pueblos, que sepultaban a sus muertos en tumbas cavadas en la roca. De allí se pasó fácilmente a sepultar en cementerios subterráneos. Por lo demás, se prestaba la naturaleza del terreno de los suburbios de Roma: lo forman largos estratos de "tufo" negro fácil de cavar y suficientemente sólido.

Para entender el largo uso que se hacían de los cementerios , hay que recordar las leyes romanas al respecto.

1.2 - La ley cimiterial romana estaba dentro de estos cuatro postulados:

A) todos tienes derecho a una sepultura (ius sepulcri)

B) la tumbas y los cementerios tienen que estar fuera de la ciudad (non in urbe)

C) la tumba es intocable y a perpetuidad (intacta sepulcra).

D) Los lugares cimiteriales no son propiedad del Estado, hay que comprarlos o utilizarlos con el permiso del propietario ( propietas sepulchri).

1.3 - Y en cuanto al tipo de Cementerios podemos mencionar los dos clásicos:

a) los Epigeos: sobre tierra, tipo Mausoleos, con una particularidad, que todos tienes una misma orientación: hacia el este, de donde nace el sol :DEUS SOLIS

b) los Ipogeos: bajo tierra, como son los Cementerios actuales y las Catacumbas. Estos están construidos a la base de una pequeña colina, con entrada horizontal, o debajo del suelo, con entrada vertical, sobre todo en zonas plana, con largas galerías comunicantes, estrechas (75-90 cm) y con trazados bastante irregulares, sobre todo las más antiguas.

En las varias galerías se abrían espacios (cubículos) para la inhumación de los personajes más importantes. Las demás personas se sepultaban en huecos excavados en el tufo. El techo de los cubículos tenía forma de cúpula o de vela de barco. Estas excavaciones subterráneas recibían aire y luz a través de unos boquetes (pozos) que comunicaban con el exterior llamados "lucernarios"

1.4 - La palabra “catacumba” proviene del nombre con que se designó el primer cementerio cristiano, el de San Sebastián, ubicado sobre la Vía Appia en el paraje denominado "ad catacumbas, y donde por un tiempo estuvieron las reliquias de Pedro y Pablo. Esta expresión latina significa" en la hondonada", de nominaba en efecto, el cementerio que se encontraba en una depresión de terreno que puede constatarse aún hoy día.

1.5. - Los mayores cementerios cristianos subterráneos se sitúan al Sur, al Este y al Noreste de Roma a lo largo de las vías consulares. En la Vía Appia se ubica San Calixto, San Sebastián y a poca distancia de éstos, Pretextato. En la Vía Ardeatina: Domitila; en la Salaria: Priscila; en la Nomentana: Santa Inés.

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En un primer momento estos cementerios pertenecían a las familias cristianas dueñas de los predios en que se hallan. Domitila era la propietaria del terreno en que luego se instaló el cementerio homónimo. La familia de los Acilios Glabriones poseía el cementerio que luego se llamó de Priscila. Y con mucha probabilidad, Pomponia Grecina (Tácito, Anales XIII, 32) era la dueña del cementerio que conocemos como de San Calixto. Cuando Calixto fue papa (217-222) y el aparato administrativo eclesiástico recibió un notable impulso, todos los cementerios cristianos de Roma pasaron a la directa propiedad de la Iglesia.

Se ha discutido mucho cómo pudo ser que la Iglesia, que vivía bajo un régimen de persecución, pudiese tener propiedades. Según J. B. De Rossi, T. Mommsen y P. Allard la co-munidad eclesiástica ante el Estado asumía la figura jurídica de una sociedad de socorros mutuos, que aseguraba a sus socios la sepultura (Collegia funeraticia o tenuiorum).

Otros, como L. Duchesne, encuentran inverosímil que la policía romana no conociese exactamente el verdadero carácter del titular de la propiedad. Admite que los emperadores perseguían, es cierto, a los cristianos, pero se mostraban tolerantes frente a la propiedad eclesiástica. De hecho1 las catacumbas fueron respetadas hasta Valeriano, en el 257.

Sólo entonces se prohibieron las reuniones en los cementerios (Acta de Cipriano, 1). Diocleciano, en el 303, los clausuró y expropió.

1.6 - Su historia - Aun después de acabadas las persecuciones, durante todo el siglo IV, fueron sepultados fieles en las catacumbas. No sólo sino que la mayor parte de las tumbas pertenece a esa época. Pero a partir del siglo V, los antiguos cementerios se redujeron sólo a objeto de interés para la piedad cristiana. Hasta que; en el siglo VIII, ante el peligro Longobardo, numerosos cuerpos de mártires fueron trasladados a las iglesias ubicadas dentro de la ciudad de Roma, y así las catacumbas comenzaron a ser olvidadas. También porque derrumbes y temporales obstruyeron la entrada.

La vida de los Cementerios Cristianos: Hasta el siglo II, es incierta la propiedad cristiana, muy probablemente se sepultaban también los cristianos en cementerios paganos o en cementerios prestados por personas influyentes amigas. Típico ejemplo las Catacumbas de Domitila y Calixto en Roma

A partir del siglo III, la Iglesia posee sus propios cementerios debido a donaciones de ricas familias que abrazaban el cristianismo o mediante regulares compras, y esto nos hace entender como la Institución eclesiástica ya tenía un cierto reconocimiento jurídico, por el hecho que podía comprar y poseer.

En el 410, el Rey Alarico, de los Ostrogodos, toma la ciudad de Roma, y prohibe sepultar en hipogeos; de esta manera las catacumbas vienen abandonadas con la sucesiva destrucción por olvido o saqueo. Entre los años 457-537, después de destrucciones y saqueos, la Iglesia inicia una época de reparaciones, trasladando, inclusive, las reliquias de muchos mártires, sobre todo los más insignes, a la ciudad y construyendo Iglesias en conmemoración de los mismos. Muchas de las antiguas Basílicas Romanas, nacieron de esta forma.

En el año 756, Astolfo, rey Longobardo, manda el cierre definitivo de todas las Catacumbas. Y se verifica, por parte del Papa Paulo I un masivo traslado de los mártires hacia las basílicas dentro de la Ciudad; lamentablemente, se abren muchos sepulcros, y con la translación, se pierde también la memoria del mártir, y la certeza histórica de su martirio.

El Renacimiento, gracias a su preocupación por la antigüedad, despertó de nuevo el interés por los antiguos cementerios. De ellos quedaban vagas referencias topográficas. Pri-mero Pomponio Leto, luego San Felipe Neri, Antonio Bosio y Onofrio Panvinio, visitaron y estudiaron, con mayor o menor seriedad científica, las antiguas galerías. Con todo, recién en el siglo XIX, se realizó una exploración sistemática por obra, sobre todo, de Juan Bautista De Rossi (1822-1894). Este Elevó la Arqueología cristiana al rango de ciencia

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1.7 - Cómo nace un Cementerio, pagano o Cristiano que fuera:

en densidad por la unión de varias Galerías o IPOGEOS de esta manera crece y

en extensión ocupa nuevas áreas, une varios núcleos

en profundidad: rebajando el suelo, excavando varios pisos (ej. en S. Calixto)

Uso sepulcral en la antigüedad: para los judíos existía la INCINERACION práctica utilizada, muy raras veces también para los Romanos. Pero, generalmente en la cultura romana existía la INHUMACION que vino a ser exclusiva y única para los cristianos.

1.8 - El ARTE en las Catacumbas. Sería este un capítulo de capital importancia para la comprensión cristiana de la muerte. Se conservan aun muchos FRESCOS en las catacumbas romanas, con colores sobre todo de tonalidades, marrón - rojo - anaranjado y negro.... muy poco el verde y el azul.

- Existen escenas paradigmáticas

- Los personajes más utilizados: Moisés y el Arca, Daniel y la fosa de los leones, - Jonás y la Ballena, Lázaro, Naím, la hija de Jairo.

Simbología cíclica, tomada de la mitología griega; ej. las estaciones, El Pavo real que pierde las plumas y las recobra, como símbolo de resurrección, el Ave Fénix, que renace de sus mismas cenizas. El Sol....

Tipos de tumbas: Paro los más ricos existían los SARCOFAGOS cuya palabra deriva del concepto griego: xarkos = comer y Faguein carne; come carne. Lugar de la descomposición del cuerpo, que estaban enterrados o al descubierto.

Los LOCULOS: excavaciones en la tierra, a lo largo de las galerías de las Catacumbas, donde se alineaban hasta 4 cadáveres, y luego se cerraban con ladrillos.

Y ARCOSOLIOS en forma de cúpula o arcos.

2. - LOS MÁRTIRES - Se ha calculado que las galerías de las catacumbas romanas suman complexivamente un 100 Kms

Si en cada metro cupiesen cinco nichos (Lóculi), se llega a un total de 500.000 difuntos sepultados en el espacio de dos siglos y medio1 desde el 150 al 400.

La comunidad romana no debió superar los 10.000 fieles hacia el 200, y los 100.000 hacia el 313. Naturalmente la inmensa mayoría de las tumbas contenían - y aún contienen- los despojos mortales de difuntos comunes. Bien pocas guardaban los restos gloriosos de un mártir. A este respecto, los estudios recientes han invalidado algunos criterios de reconocimiento, a los que en siglos pasados se habla prestado fe.

En el siglo XIX, por ejemplo, se creía comúnmente que las ampollas con un polvillo rojo, que se encontraban junto a algunos nichos, contuviesen sangre disecada, y se las tomaba como signos evidentes del sepulcro de un mártir. Hoy, en cambio, se sabe que se trata de restos de perfumes o ungüentos, que hacían las veces de nuestras flores

Tres- criterios prueban con certeza la existencia histórica de un mártir:

1) los testimonios literarios (Actas o Pasiones),

2) las inscripciones con el explícito nombre de "martyr" (poquísimos casos: el papa Cornelio, muerto en el 253; algún otro papa; Jacinto, Novaciano)

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3) rastros seguros de antiguo culto, como basílica sepulcral (así ocurrió con Pedro y Pablo, Inés, Lorenzo, Sebastián, Pancracio, Nereo y Aquiles), mención en antiguos calendarios o en inscripciones en que se invoca su nombre.

2.1 - El numero de los mártires

a) Criterios de cálculo - Los tres criterios recién enunciados nos aseguran la existencia de un millar de mártires de nombre conocido, cabalmente aquellos a los que se les daba culto. Pero es sabido que muchos quedaron sin culto: no había entonces un interés histórico en el sentido actual, es decir, no se recolectaban sistemáticamente noticias y documentos. Además en cada cementerio se veneraba un sólo mártir, el patrono del lugar, y los restantes eran descuidados. Pero no se puede menospreciar la impresión de los contemporáneos, que hablan de un número ingente de mártires.

Es absurdo, con todo, hablar de millones. Primero, porque ninguna fuente antigua proporciona esa cifra. Y luego, porque no se tiene la impresión de que disminuyese sensiblemente la población cristiana, que en tiempos de Diocleciano (28~3O5) alcanzaba los cinco millones.

b) Cálculo en números: La cuestión fue bastante debatida en el siglo XVIII. El protestante E. Dowell afirmó que el número era bastante pequeño, pero le contestó el católico Ruinart, demostrandpo, en su estudio "Acta martyrum sincera et selecta" que el número era más bien elevado. En el año 1944, el P. Hertling, S.J., volvió a llamar la atención sobre el problema, y utilizando métodos modernos de cómputo, estableció su número, cerca de 150.000. Gregoire considera este número exagerado y prefiere hablar de 4.000.

En la respuesta del P. De Moreau, se establece un número intermedio sin precisar cual. La vía de la estadística, teniendo en cuenta testigos contemporáneos, podría arrojarnos, una cifra de 200 mil, como máximo, considerando como el número de 100 mil como el más cercano a la realidad. Pero este número les parece a algunos también excesivo. Para una valuación más cercana a la realidad habría que tener en cuenta diversos factores:

- los testimonios contemporáneos, muy a menudo son indeterminados, retóricos, condicionados por una finalidad del todo apologética.

- la duración de las varias persecuciones (muy a menudo explosión de odio popular) y el probable número de cristianos implicado en ellas, que no podía ser sino un pequeño grupo.

- el alcance de la persecución (territorial o a determinados grupos de personas - catecúmenos, Clero superior....).

- La modalidad de las persecuciones, que hasta Decio dependía únicamente de acusaciones privadas.

- el número de personas que en las varias regiones pertenecían a las clases perseguidas.

- el número de los “lapsi”, de los que se escondían, escapaban, a los desconocidos como cristianos en relación con el número absoluto de los cristianos en los diversos períodos en todo el imperio y en las diversas regiones del imperio.

- el modo de aplicación de los varios edictos imperiales, por partes de los magistrados y jueces en las diversas provincias. Y sabemos, por fuentes ciertas, que no siempre y en todas partes los edictos imperiales venían acogidos de muy buena gana y por lo tanto aplicados.

- los años de tolerancia habidos en los tres siglos de persecución. 120 de tolerancia, 129 de persecución (evidentemente ni los 30 días del mes, ni los doce meses del año).

Un cómputo verosímil se puede lograr por este camino. Admitamos que la persecución de Diocleciano y tetrarcas haya arrojado un total de víctimas igual al de todas las otras precedentes persecuciones juntas.

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Para estimar el saldo de éstas, tengamos en cuenta que, durante las persecuciones anteriores a la de Diocleciano, el número de los cristianos era inferior, que las del siglo III se limitaron a ciertas categorías de cristianos (catecúmenos, jerarquía) o fueron muy breves, y que las de los dos primeros siglos fueron esporádicas, semejantes a un goteo.

Pero, ¿cuántas víctimas hicieron los tetrarcas? Se calcula que, en tiempos de Diocleciano, hubiese un millar de obispos, si nos atenemos a su participación a los concilios más importantes.

A cada obispo correspondía una Iglesia local o comunidad cristiana. De lo que se deduce que también éstas sumaban un millar. Ahora bien, si cada comunidad tuvo 50 víctimas, el número de mártires fue de unos 50.000.

Añadamos otros 40.000 sacrificados en las cuatro grandes ciudades de entonces: Roma, Cartago, Antioquía y Alejandría. En total pues la persecución de Diocleciano arrojó un saldo de unos 90.000 mártires. Y el número total, para los tres siglos, podría estimarse en 180.000.

El total podría sufrir un aumento, si - como quieren algunos - hubiese que admitir la existencia de 1.800 comunidades en tiempos de Diocleciano. En tal caso, en la última fase de las persecuciones (Diocleciano y tetrarcas), habría que elevar el número de víctimas a 140.000. Entonces el total sería el doble, 280.000 mártires. A pesar de todo, los historiadores prefieren cifras más bajas. Limitan las víctimas romanas de las tres primeras centurias (hasta Diocleciano inclusive) a unos 100.000.

La cifra puede parecerle exigua sólo a quien olvida que la población del Imperio Romano jamás superó los 50 millones. Por lo demás, junto al caso límite del mártir, hay que colocar a los desterrados, torturados, aquellos cuyos bienes fueron confiscados, y a todos los que, sin haber sido perseguidos, tuvieron siempre pendiente la amenaza de muerte.

Conclusión: El número de mártires apenas llegaría a un centenar, si sólo nos fijáramos en los nombres que aparecen en los escritos de los autores contemporáneos, en los protocolos judiciales conservados y en los demás relatos de testigos.

Se sabe que el número es bien amplio. Pero hay otro camino para establecer la historicidad de un martirio, aunque el nombre en cuestión no aparezca en ningún escrito antiguo. Si se logra demostrar la antigüedad de un culto litúrgico, puede darse por segura la autenticidad de los mártires a que el culto se refiere. La razón estriba en que, en la antigüedad, el culto a los mártires estaba íntimamente relacionado con su sepultura. La arqueología nos proporciona elementos valiosísimos para estos estudios.

Con todo, este método arqueológico o hagiológico nos permite sólo averiguar el hecho del martirio, el nombre del mártir y el día de su muerte, pues esto era lo conservado en el culto litúrgico. Otros datos se nos escapan y no es fácil determinarlos.

Los mártires se cuentan por millares. La falta de información veraz, muy sentida en los últimos tiempos de la antigüedad, fue suplida con innumerables leyendas martirológicas. Esto dio origen a una auténtica novelesca y primitiva literatura martirológica.

3. - EL NÚMERO DE LAS PERSECUCIONES:

¿Fueron de veras 10. Cómo se formó este tradicional conteo? Leyendo las fuentes aparecen varios emperadores perseguidores, el número 10 hace parte de una cierta numeración práctica. La primera formulación aparece entre los años 417-420 en el libro de Horosio "Historiae adversus paganos” Se considera el numero 10 más bien simbólico. Se cuenta cómo última la de Diocleciano olvidando que Constanzo y Valente también persiguieron a los cristianos.

- Clemente Romano habla de persecución con Nerón y Domiciano y Cuadrato también con Adriano. Justino y Atenágoras con Antonino Pío y Marco Aurelio y Tertuliano habla de

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Nerón, Domiciano, pero excluye a Trajano. Melitón de Sardes menciona, Nerón y Domiciano

- Las fuentes del siglo II mencionan a Septimio Severo y Decio

- Eusebio en su Historia Eclesiástica habla de 10 persecuciones

Nerón - Domiciano - Trajano - Marco Aurelio - Commodo - Septimio Severo - Masimino el Trace - Decio - Valeriano - Diocleciano

- otros autores basándose en otras narraciones dan números diversos (9,Sulpicio Severo, 7,Lactancio ; y los dos hablan de la llegada del anticristo como última persecución. El número hay que considerarlo altamente simbólico.

4. - MARTIRIO Y PIEDAD MARTIRIAL

La idea del martirio va unida íntimamente con la idea del seguimiento o imitación de Cristo: relación entre martirio e imitación de Cristo, paralelismo entre Cristo y el mártir Martirio era la forma más eminente de la santidad cristiana, y esta preminencia se refleja en la veneración que envuelve al mártir. El martirio cruento une de forma especial con Cristo. La unión con Cristo logra su perfección por el martirio consumado.

Orígenes ve en los tiempos de persecución la época verdaderamente grande de la Iglesia, pues los días de paz llevan rápidamente al letargo del entusiasmo por la fe.

El Martirio se presenta ante todo como una lucha suprema con Satanás. El martirio es configuración con la Pasión de Cristo es transformación en Dios y configuración con la Resurrección. La aspiración al martirio es visto como un camino hacia la total tran£ormaci6n en Jesucristo. Como participación mística en la muerte y en la resurrección de Cristo y como perfecta realización de su esencia como cristiano. El Martirio no solo edifica la Iglesia por el testimonio sino que tiene un valor redentor. Es obra de caridad fraternal. Para Clemente de Alejandría: “e1 martirio es esencialmente la perfección del ágape, la plenitud de la caridad... manifiesta la perfección de la caridad”

Y cuando no es posible el martirio cruento se encuentra la satisfacción de esta piedad y deseo martirial mediante una seria aplicación a la pureza moral, como disposición del espíritu. Así la vida de virginidad y apartamiento del mundo son consideradas como verdaderas sustituciones del martirio sangriento, y se las exalta preconiza como nueva manera de seguimiento e imitación de Cristo. Lo que falta en intensidad, se suple en tiempo.

Llama la atención cómo se presenta al mártir: sin rasgos teatrales, en tanto que el juez se demuestra, por lo común, obtuso y sanguinario. Con frecuencia el propio emperador actúa como juez, cosa que en realidad era rarísima. Es de lamentar que estas leyendas, tan leías en la edad media y en nuestro tiempo, hayan falseado hasta tal punto el cuadro de las persecuciones. Pero eso no implica que dichos mártires no hayan existido.

VII. OJEADA RETROSPECTIVA SOBRE LAS PERSECUCIONES

1. Significación de las persecuciones

El hecho de las persecuciones no puede emplearse con fines apologéticos. La pregunta de Tertuliano sigue siendo válida: "¿Y es posible que tantos mártires hayan muerto para nada?" La influencia de las persecuciones sobre la vida de la antigua Iglesia fue extraordinaria:

En sentido negativo:-Le impidieron tener una difusión más rápida.-Obstaculizaron el desarrollo de la vida cristiana de comunidad.-Pérdidas constantes e irreparables de personalidades eminentes.Ventajas:- La Iglesia tuvo que aprender a hacerse independiente del poder del estado. Esto le ayudó cuando los emperadores se hicieron cristianos, y de esa manera no dejarse oprimir por el cesaropapismo.

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-El ejemplo del heroísmo influyó en los cristianos de entonces y de hoy día.- De las persecuciones nació el tipo del santo cristiano: cultual e ideal.El heroísmo del mártir no tiene nada de fanatismo; no es un matón ni un provocador. Se aleja de un resignación fatalista. Consiste, más bien, en una perfecta consecuencia, que nada consigue descarriar, en el servicio de Dios.

LAS PERSECUCIONES - BIBLIOGRAFIA

1º.- LAS FUENTES:

Cfr. D. RUIZ BUENO, Las Actas de los Mártires. Colecc. BAC

2º.- CAUSAS Y FUNDAMENTOS JURIDICOS.

FLICHE-MARTIN, I : 302-306 JEDIN, I: 204-207

GARCIA VILL.(BAC) I: 176-182 - J.LORTZ, I: 84-89 L-HERTLING, 66-72

3º - PREOCESO HISTORICO

FLICHE-MARTIN, I: 314-328, II: 161-178; 209-221; 615-635. . J. LORTZ, I: 88-94

JEDIN, I: 208-218; 325-338; 558-568. - L. HERTLING: 72-85

GARCIA VILLOSLADA (BAC), I: 183-1196; 208-211; 295-330.

4º.- CUESTIONES VINCULADAS

FLICHE-MARTIN, I: 434-447; II: 588-597 - N.H.I., 205-211

GARCIA VILLOSLADA (BAC), I: 354-366

KIRSCHBAUM, La Tumba de S. Pedro y Las Catacumbas Romanas, 72-171

PUNTOS PARA UNA INVESTIGACION PERSONAL ESCRITA SOBRE EL TEMA DE LAS PERSECUCIONES

1.- Hacer una Síntesis sobre el tema de las FUENTES, utilizando sobre todo:

ACTAS DE LOS MARTIRES, de Daniel Ruiz Bueno, pags. 136-149.

2.- Las Causas de las Persecuciones: además de los apuntes entregados, utilizar:

D.Ruiz Bueno, págs. 67-101. Y otra Bibliografía señalada

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3.- En cuanto al FUNDAMENTO JURIDICO: Resuman las varias Teorías, utilizando

La bibliografía señalada, sobre todo Jedín, Villoslada y Fliche-Martin

4.- En relación al Proceso Histórico de las Persecuciones se puede escoger

A) Las Persecuciones del Primer Siglo

B) Las Persecuciones del Segundo Siglo

C) La Persecución de Decio y Valeriano

E) La Persecución de Diocleciano. Señalando, además del Iter persecutorio, la situación del Imperio y problemática del tiempo.

5.- CUESTIONES VINCULADAS a las Persecuciones: Escoger un aspecto y utilizar principalmente: Ruiz Bueno y Kirschbaum (La Tumba de Pedro y las Catacumbas)

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