zaragoza: dos milenios de agua

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Zaragoza : dos milenios de agua / Carlos Blázquez

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  • FUNDACIN fANELO TURRIANO

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    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

  • FUNDACIN JUANELO TURRIANO

  • .ZARAGOZA

    CARLOS BLZQUEZ

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • ZARAGOZA, DOS MILENIOS DE AGUA (Segunda edicin, abri l 2006)

    TEXTOS Carlos Blzquez Herrero FOTOGRAFIAS Carlos Blzquez, excepto las Grmadas por sus autores COLABORADORES Documentacin Laura lvarez V rnicc Blzquez Revisin textos Mari Sancho A. Menjn Traduccin Grupo FITISPOs ele la Universidad de Alcal (Carm n Valero Garcs - coordinac in- , Jason S tove~ Sonia Dorado, Mark Doyle, Beatriz Snchez y Mark Woohouse) Textos Expo Equipo Expo DISEO GRFICO F rnando Lasheras Fotografia de portada Mariano Candial FOTOMECNICA A+D Arte Digital IMPRESIN lmpr nta Flix Arilla. S. L. ENCUADERNACIN Manipulados Cuarte D.L. Z-2760/05 ISBN

    1-609-7498-7

    EDITA Acuc lis Tal l r d Estudios. S. L.

    n la c 1 boracin de Marcor Ebro y A untamiento de Zaragoza.

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • ndice Prlogos 7

    Nota del autor 13

    Captulo 1 DOS MILENIOS DE AGUA EL ABASTECIMIENTO DE AGUA A ZARAGOZA 19

    Captulo 2 OFICIOS DE AGUA AGUADORES, BOMBEROS Y LAVANDERAS 55

    Captulo 3 AGUA URBANA BAOS PBLICOS Y FUENTES DE ZARAGOZA 73

    Capitulo 4 LOS PUENTES DE LA CIUDAD DE LOS TRES ROS

    PUENTES SOBRE EL EBRO, GLLEGO, HUERVA Y CANAL IMPERIAL 101

    Captulo 5 AGUA Y ENERGA EN ZARAGOZA CENTRALES ELCTRICAS Y MOLINOS 149

    Captulo 6 LA HUERTA Y EL AGUA EL REGADO EN ZARAGOZA 183

    Captulo 7 EL CANAL IMPERIAL EL CANAL IMPERIAL, CUARTO RIO DE ZARAGOZA 211

    Captulo 8 ZARAGOZA EXPO 2008 EXPO 2008, AGUA Y DESARROLLO SOSTENIBLE 231

    BIBLIOGRAFA 241

    TEXTO EN INGLS/ENGLISH TEXT 243

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • Vista del ria Ebro y el Pilar alin sin torres (f\1 hi HP ).

    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

  • R ELEER LA HISTORIA DE Z ARAGOZA desde la pe1-spectiva del uso del agua representa la simbiosis ms clara entre el pasado, el presente y el futu ro. Es la expresin de lo que somos y que, qu iz en alguna ocasin, estuvimos tentados de olvidar, confundidos por la propia transfo1-ma-cin de las ci udades en el ltimo tercio del siglo pasado.

    El agua es el motor de los pueblos y, pese al progreso de la humanidad, sigue sindolo. No hemos sido capaces de hallar nada que lo sustit uya. Por eso debe intensificarse nuestro compromiso con el agua. La ONU no ha sido ajena a esta sensibilidad y, tras declarar el perodo (2005-2015) Dcada del Agua, ha establecido en Z aragoza la Secretaria Inter-nacional del Agua.

    La ambicin de Zaragoza de ser una ci udad especializada en todas las cuestiones que tienen que ver con el agua nos llev a optar por el lema Agua y desarro llo sost enible para organ izar la Expo Internacional del 2008. Un acontecimiento de gran magnitud para nuestra ciudad, que es t ambin un compromiso de justicia, de democracia, de vocacin de paz y de crecimiento armnico con la naturaleza.

    Esta declaracin de intenciones nos obliga tambin a actuar desde den-tro y a saldar nuestras cuent as pendientes con los ros, a volver la vista a los cauces, a dignificarlos y a extremar las medidas de racionalizacin de los usos y los consumos.

    Los 2.000 aos de historia deben servirnos para crecer como pueblo abiert o al mundo y por eso ha sido y es t an import ante la implicacin de todos, tambin de las empresas en este proyecto de enorme magni-t ud, que sita a la capital del Ebro en el mundo.

    Esta publicacin que presenta Marcor Ebro es un aporte ms de ent u-siasmo y de emocin que, sin duda, nos ayudar a ser los mejores anfitriones del planeta en el 2008.

    Juan Alberto Bel/och ALCALDE DE ZARAGOZA

    FUND~CIN fANELO TURRIANO

  • LAS CULTURAS MS FLORECIENTES siempre se han ~sentado junto a los grandes ros y Zaragoza es una muestra ms de ese axioma. Agua vin-culada a la historia, a la economa, al progreso. Agua tambin en el ter-cer milenio bajo el criterio del ahorro, de la depuracin y de la sosteni-bilidad.

    Toda la crnica histrica de los ltimos 2.000 aos de la capital arago-nesa se repasa en estas pginas organizadas a travs del hilo conductor del bien ms preciado.

    Este libro llega a sus manos en un momento crucial para la ciudad, cuando el mundo entero ha puesto sus ojos en ella como foco de sen-sibil izacin universal en la defensa del elemento perpetuador de vida. En esta tarea estamos implicados todos.

    Por eso tiene ms importancia todava el esfuerzo editorial de Marcor Ebro, que ha decidido celebrar sus 25 aos de trabajo acercndonos a todos este documento para bucear en nuestras seas de identidad. Los aspectos que marcan los orgenes de nuestra ciudad bim ilenaria, las cos-tumbres ms ancestrales, nuestra idiosincrasia y, sobre todo, el esfuerzo por crear, por transformar un entorno hostil en un lugar de asentamien-to, de desarrollo; una muestra en definitiva de la transformacin de los pueblos de la mano del agua.

    Zaragoza, abrazada por tres ros, y un canal (la ingeniera al servicio del hombre), ha tomado de nuevo el testigo de la historia y, desde un encla-ve que siempre ha estado abierto a las cu lturas, trata ahora de dirigir un discu1-so de justicia, de progreso y de respeto al planeta a todos los rincones del mundo. Y en nuestra propia casa proyectamos esta voca-cin con iniciativas que permiten el uso racional, el control y la limpieza del agua, poniendo en valor, ms si cabe, este recurso indispensable.

    Jess Sarra Contn Co~~CEJAL DELEGADO DEL CICLO INTEGRAL DEL AGUA DEL AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

    FUNDCIN JUANELO TURRIANO

  • El actual Paseo Echegaray a comienzos del siglo XX. (Archivo Coyne AHPZ).

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • M ARCOR EBRO SE CONSTITUY EN ZARAGOZA HACE YA UN CUARTO DE SIGLO; 25 aos de trabajo que se celebrarn en la ciudad donde naci y tiene su sede. Para ello nada mejo1- que patrocina1- una publicacin que resuma los veintin siglos de la historia de Zaragoza.

    Se trata de una Historia contada desde un planteamiento diferente al habitual, puesto que las ciudades son ms o menos bellas segn lo sean sus calles, plazas y edificios, pero slo mediante el agua son habitables. Como se puede apreciar a lo largo de las pginas de este libro, sobre el agua ha girado buena parte de los dos milenios largos de la ciudad de Zaragoza. A veces escasa y a veces demasiado abundante, pero siempre presente, puesto que el agua y las obras para guardarla y con-ducirla han sido - y son- vitales para la vida en una ciudad como la nuestra.

    El aprovechamiento del agua a lo largo de estos siglos ha evolucionado tremendamente. El agua es necesaria en los hogares, pero no es lo mismo abrir un grifo que esperar al aguador, o que acudir a la fuente o al ro a buscarla. Gracias a las infraestructuras realizadas, sobre todo en los ltimos siglos, para almacenar y conducir el agua, sta llega a nues-tras casas y a nuestros campos con total comodidad y garanta.

    El agua -siempre la misma y siempre diferente- sigue pasando bajo los puentes y regando la huerta.Ya no hay aguadores, lavanderas o lavade-ros, el progreso los cambi por un grifo y una toma de agua corriente en cada casa.

    Siendo hoy Zaragoza la capital mundial del agua y la sede de la prxima Exposicin Internacional de 2008, con el tema: Agua y desarrollo sos-tenible, nuestra ciudad se convertir en un referente obligado para afrontar los retos de este nuevo siglo, en el que se visl umbra que el agua ser uno de los grandes protagonistas.

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • 12

    Para finalizar; quiero agradecer a Carlos Blzquez el esfuerzo realizado para la edicin de este libro. Las largas jornadas dedicadas por l y todo el equipo de Acualis han dado su fruto en este esplndido trabajo.

    Juan Carlos Asa PRESIDENTE DE M ARCOR EBRO

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • EN LAS SIGUIENTES PGINAS hallarn un recorrido por la historia del agua en la ciudad de Zaragoza y su trmino municipal que les llevar, desde el bronce de Contrebia hasta el Pabelln Puente de la Expo, a travs de dos milenios de obras hidrulicas.

    Conocern el titnico esfuerzo de Zaragoza por mantener sus puentes y entendern la sorpresa de los viajeros de siglos pasados al encontrar una ciudad rodeada de extensas huertas y una tupida red de acequias, pero sin fuentes. Sabremos algo ms de las gentes que han tenido en el agua su medio de vida, como eran las lavanderas y aguadores, junto a los bomberos, que siguen teniendo en el agua a su mejor aliado. No cabe duda de que las obras ms vistas y vistosas relacionadas con el agua son los puentes. Veremos que atravesar el Ebro ha supuesto un esfuerzo desproporcionado incluso para una urbe como la zaragozana que siempre ha sido importante. El Puente de Piedra no es un puente comn, puesto que al no cimentarse sobre roca slida, el ro -a veces paciente y a veces violento- va socavando sin tregua sus pilares provo-cando daos de difcil y caro remedio. A esta tozudez del ro en destruir puentes slo caba oponer la de los zaragozanos en reconstruirlos. Una partida que -de momento- parece que ha ganado la ciudad.

    En cada captulo se han pretendido esbozar lo ms ampliamente posible todos los aspectos del patrimonio hidrulico de la ciudad, pero tantos aos de esfuerzos no caben en un libro que, ante todo, desea divulgar un aspecto de la historia y del patrimonio que generalmente pasa desapercibido. Por ello no se deja cerrado -ni mucho menos- este aspecto de nuestra historia, antes al contrario. Este libro deja una puer-ta abierta a futuros estudios monogrficos especializados, desde el abas-tecimiento hasta los molinos, pasando por las acequias y los puentes.

    No se ha querido hacer un inventario ni descubrir o describir todo el patrimonio fsico y documental que una ciudad como sta ha ido ateso-rando a travs de los siglos. Sin embargo, esta tarea es urgente, puesto que este legado sigue desapareciendo da a da sin que apenas nadie lo note. Salvo los puentes, son por lo general obras humildes a nuestros

    o

    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

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    ojos, aunque su construccin supusiera un gran esfuerzo; por ello mue-ren humildemente en el matadero de la incultura y la especulacin.

    Las ciudades son lo que son gracias a su historia. Heroicas o cobardes, pobres y ricas, grandes y pequeas, han ido creando su tejido urbano y su personalidad no slo a travs de visitas reales o abundancia de clero o nobleza, sino de pequeas o grandes cosas como construir un puen-te, una fuente o un molino; hechos que, por fortuna hoy son habituales.

    Al observar la documentacin municipal de siglos pasados puede entenderse la razn de algunos proyectos fallidos, que se resume en esta frase del Concejo pronunciada el 4 de octubre de 1 86 1 al tratar del problema del abastecimiento de agua: ... en esta municipalidad acaece siempre la desgracia de que los grandes pensamientos se desechan y los humildes se desvirtan, siendo de ello consecuencia que no se lleven a efecto ni los unos ni los otros. Finalmente, despus de un siglo del ltimo acontecimiento que trans-form positivamente a la ciudad, otra Expo -esta vez en 2008- hace que Zaragoza tenga un proyecto ilusionante en el que todo el mundo se esfuerza en la misma direccin, sacando adelante los grandes proyec-tos y cuidando los humildes. Slo as se transmite a la ciudad el impulso que necesita para volver a colocarse entre las principales capitales euro-peas, subiendo definitivamente al tren que perdi dos siglos antes.

    Para concluir, quisiera hacer constar mi agradecimiento y el del equipo que ha colaborado con Acualis, a Marcor Ebro en la persona de su pre-sidente, juan Carlos Asa, por la confianza depositada en este trabajo, confianza que esperamos sea recompensada mediante la satisfaccin de los lectores.

    Carlos Blzquez

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • IlPiLA\\l'I ;1111 JJ~JlUMmli~ ir S~~ iruR:iilltl~11J~t1;1~ ~ ~ " ...

    M~~a:fi por el G\J,erpo d:ef !E sia~o Mayor lJ! el -l~ erni!.a . ~ A:lio Je 'l8 6'6

    Zaragoza, 1866 (Centro Geog'"*fico del Ejrcito). . FUNDACIN

    fANELO TURRIANO ,

  • .

    . ..., ,. ''

  • A CIVILIZACIN ROMANA se ca-racteriz por su sensibilidad

    respecto a la calidad y cantidad del agua que se suministraba a las ciudades. Aunque se dispusiera de agua abundante ms cercana, o incluso de un ro junto a sus asentamientos, los romanos preferan contar con aguas limpias de manantial, y para obte-nerlas no reparaban en gastos y esfuerzo. As, a menudo construyeron largusimas canalizaciones que las conducan desde lejanos manantiales hasta sus poblaciones, incluso las de escaso tamao. Debi-do a ello contamos con obras tan notables como las conducciones de Segovia, Mrida y Tarragona o Blbilis, o tambin el sifn de Almucar (Sexi para los romanos) y la conduccin mediante tuberas de piedras taladradas en Cdiz.

    En Zaragoza seguramente existi al menos una gran fuente pblica, y adems es de suponer que, como mnimo, las viviendas de los ciudadanos ms notables contaran con suministro permanente. En este caso el consumo era regulado mediante mdu los de tubos de plomo llamados co/ix, pagn-dose el suministro de agua en funcin de su di-metro. Para evitar fraudes, los ca/ix estaban calib1-a-dos y profusamente decorados, lo que impeda su posible sustitucin por los usuarios.

    Tambin fue necesario disponer de una red de cloacas pa1-a sanear las calles y evacuar las aguas residuales y pluviales. Varias de las cloacas ms importantes de esa poca son visitables en la actualidad y algunas fueron empleadas a comienzos del siglo XIX para la evacuacin del agua de las p1-i-meras fuentes de la ciudad. ste es otro baremo

    importante para medir la calidad de vida de la Cesaraugusta romana, puesto que a comienzos de nuestra era contaba con un sistema de saneamien-to que no volvera a ser igualado hasta dieciocho siglos ms tarde.

    Es muy probable que el agua potable para la ciudad partiese de los manantiales de Marlofa (la captacin principal proceda de unas fuentes situa-das en Villarrapa y Marlofa, junto a la N-232 y a unos 21 km de la capital), desde donde era condu-cida por canalizaciones subterrneas o tuberas.

    No obstante, hasta el momento se ha conside-rado que el abastecimiento romano de Zaragoza proceda del ro Gllego y era captada a travs de la acequia del Rabal.

    Esta hiptesis es avalada por la existencia de tuberas de plomo que atravesaban el Ebro, de las cuales el archivero Juan Antonio Fernndez hizo un completo estudio manuscrito a comienzos del siglo XIX, y luego fue revisado y comentado en una publicacin del CEHOPU. A estas tube1-as se les aadieron otras que aparecieron al realizar la remodelacin de la Plaza de la Seo en la ltima dcada del siglo XX.

    No es muy probable que una ciudad fundada siguiendo los cnones ms ortodoxos de la arqui-tectura y el urbanismo romano aceptase tomar el agua de boca desde el Gllego.

    En la margen izquierda del ro estaran las casas de recreo de los ciudadanos ms poderosos, pese a que en la actualidad ya no se conserva ningn vestigio de su existencia, dada la urbanizacin sufri-da por la zona. Por ello existe la posibilidad de que,

  • PGINA ANTERIOR. Fuente de la Princesa (Archivo Coyne AHPZ).

    Af\f\IBA. Acueducto de Segovia.

    ABAJO. Clix romano (Coleccin Gavarr). Tubera romana de plomo expuesta en el Museo del Foro (Zaragoza).

    20

    en lugar de llevar el agua desde el Gllego al casco urbano, fuese al revs, y partiera del casco urbano para llevarla a la margen izquierda del Ebro atrave-sando el ro por medio de un sifn de plomo. Es ms, a falta de un estudio tcnico ms pormenori-zado, no parece probable que la pared de los tubos de plomo que se encontraron en 1804 pudiera soportar la presin que sera necesaria para que llegase el agua hasta la parte ms alta de la ciudad romana.

    Tambin hemos de pensar que segn el arqui-tecto municipal Segundo Daz, el enlosado original del Puente de Piedra no se encontraba al nivel del actual, sino bastante ms alto, ya que posiblemente el puente cumpliera tambin la funcin de azud para derivar el agua hacia los molinos. Este enlosa-do fue rebajado en 179 5 a causa de una gran cre-cida del Ebro en la que el ro estuvo a punto de penetrar en la ciudad. Es posible que durante la demolicin de este enlosado se dejasen al descubierto los tubos de plomo citados, que sin embargo no fueron encontrados hasta el verano de 1804.

    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

  • ARRIBA. Cloaca mxima ~ (Mariano Candial).

    ABAJO. Enlosado del puente de Piedra.

    Acequia del Rabal.

    FUNQf\.CIN JUANELO TURRIANO

  • ARRIBA. Presa romana de Muel.

    Fragmento del informe de Josef Costa (AMZ)

    ABAJO. Presa romana de Muel. (Archivo CHE)

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    . Con.firma . maravillbfamente ela graduacion vna ant'iguedad, que Fie obfervado en elle parage de las Fuen.c'es; porque entre las varias vezefl1uc. he ido a verlas,vna que eftava reconociendo el ter~ reno, para difcurrir.fegun cl,_lacalidad de Jasar~ g amafas que fcrian.m_ar a proiicihto,repare en vna hondura, que mar cqbierta de juncos. y yerba, pa; recia.efcond'er agua(y en la verdad la tiene.) Re~ conocila ml!y de efpa~ic;i,y halle fcr.ar

  • del siglo XIX, como se ver ms adelante. Las aguas eran conducidas mediante tuberas que, segn algunos testimonios, eran de piedra, aunque otros afirman que se trataba de alcaduces de barro coci-do. Es probable que la conduccin contase con ambos tipos de tubera.

    Uno de los documentos ms interesantes que existen al respecto es un impreso de la segunda mitad del siglo XVII , obra del matemtico Josef Costa al que en el ltimo cuarto del siglo XVII el concejo zaragozano encarg un estudio para llevar hasta la capital aragonesa agua de calidad proce-dente de estas fuentes.

    Segn Costa, desde la fuente de Calasanz hacia Zaragoza parta una conduccin enterrada que contaba con algunas arcas. Los alcaduces que con-ducan el agua eran de barro y posean tal dime-tro que servan de escondrijo para las liebres, y los perros las perseguan por su interior. Este autor afirma que la conduccin segua un itinerario para-lelo a la acequia de la Almazara y se abasteca de las siguientes fuentes:

    La Fuente de Calasanw: era la ms caudalosa Y situada a ms alta cota. A pesar de que en el

    . - _ -.~.:-____ .

    ., _ . .:- .. -._.

    --. .

    siglo XVII se dice que era similar a la Fontana de Trevi, a mediados del siglo XX no tena ni un sillar, puesto que era como un gran pozo. Desde ella parta la conduccin que llegaba a Zaragoza tras captar el agua de otros manantiales situados en sus proximidades.

    La segunda captacin era conocida con la des-criptiva denominacin de Fuente de los Alcadu-ces y se encontraba en el trmino de La Joyosa, frente a la poblacin, a 250 pasos del Camino Real y a otros seis de la acequia de la Almazara, en la que desaguaba. Manaba algo ms de dos tejas de agua.

    El agua de ambas fuentes se una en un arca o depsito de unos ocho pasos de lado ( 1 1 m) situa-da por encima de la acequia de la Almazara y fren-te a un olivar, desde donde parta hasta Zaragoza. Con el desnivel existente llegaba -quiz con alguna obra auxil iar- hasta la parte ms alta de la Zarago-za romana, en un trazado paralelo o superpuesto a la acequ ia de la Almazara y la actual autova de Logroo.

    Aguas abajo haba (y hay) otras fuentes que no fueron empleadas en esa conduccin.

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    Fuentes desde donde posiblemente se surta el abastecimiento romano de Zaragoza.

    FUNI)hCIN JUANELO TURRIANO

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    ARRIBA. Antigua venta de Terreros, junto a la que estaba la fuente de Calasanz. Alcaduces renacentistas para la conduccin de agua de las fuentes (Los Veintin Libros de los Ingenios y Mquinas. BN).

    ABAJO. Fuente romana de Glanum (Arles, Francia). Quiz fuese similar a las fuentes zaragozanas (Foto Isaac Moreno).

    24

    La Venta de Terreros estaba situada en Calasanz, a tres leguas de Zaragoza y entre la fuente y la carretera o Camino Real de Zaragoza a Pamplo-na, a un cuarto de hora de Pinseque y frente a Marlofa y La Joyosa. Era una casa de campo cuya conversin en venta o mesn fue solicitada por su propietario, Manuel Terreros, en 1770. Justifi-caba Terreros su pretensin alegando que esta era la nica fuente en cuatro leguas y todos los viajeros paraban para beber sus aguas, especial-mente ~n las noches de verano, cuando muchos aprovechaban para dormir all; la creacin de la venta se autoriz el 9 de febrero de 1770. Esta fuente fue cegada hace al menos treinta aos y casi nadie recuerda ya el paraje ni la fuente.

    El fi scal lvarez, del que se tratar ms adelante, confirm a fi nales del siglo XVI II la conduccin romana, pero situ las fuentes en los caudalosos Ojos de Pinseque, desde donde vena por ngu los y retrongul os recorrie ndo hasta Zaragoza 17.349 varas ( 14 km). Al igual que Costa, afi rmaba que en su recorrido haban comprobado que las arcas y alcaduces estaban labrados igual que /os del Agua Virgen de Roma o la fuente de Trveris. La fuente del Agua Virgen de Roma es la conocid-sima Fontana de Trevi, aunque la actual no tiene nada de aquella ant igedad, sino que es una obra de Nicola Salvi comenzada en 1732 y construida sobre una antigua obra romana.Trveris es actual-mente Trie r, una antigua ci udad romana situada en Alemania.

    De la fuente de Calasanz no perdura nada: des-cansa bajo un par de metros de t ierra y parece que no se pudo salvar ningn si ll ar del cont inuo expolio que han sufrido todas las obras pblicas del entorno de Zaragoza para proveer de piedra las construcciones de la ciudad. Las dems fuentes, en Villarrapa, Marlofa y La Joyosa, siguen fl uyendo y asombrando por su caudal y lim pieza, en tanto que los Ojos de Pi nseq ue fu eron primero drenados y luego inte ligentemente aprovechados para un campo de golf, que evidentemente se llama Los Lagos.

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • EL ABASTECIMIENTO DE ZARAGOZA HASTA LA LLEGADA DEL CANAL IMPERIAL El complejo sistema de abastecimiento romano dej de funcionar probablemente en poca visig-tica. Sabemos que en 1 187 se captaba agua del Ebro mediante Un cigeal con dos lechos, mientras que la crnica de Al-Garnati, datada en hacia e l ao 1 1 00, deca que en Zaragoza haba una fuente que slo manaba una vez al ao.

    Poco ms es lo que sabemos en los casi mil aos transcurridos ent1-e la poca del abasteci-miento romano y la Edad Media. Cabe suponer que los habitantes de la ciudad tomaran el agua directamente desde e l Ebro, llevndo la los aguado-1-es hasta las casas.

    Durante e l siglo XVI, Zaragoza se abasteca mediante aguadores y tambin haba una noria situada en e l segundo cuchil lo del Puente de Pie-dra, nico medio con que se e levaba el agua hasta la ciudad.

    Debido a la poca pendiente que ofrece el Ebro a la altura de Zaragoza, no era posible la constrnc-cin de fuentes; para llevar agua del 1-o hasta la Puerta del Ca1-men habra sido necesario situar un azud ms o menos a la altura de Gallur y constrn i1-una acequia de 42 km de longitud.

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    ARRIBA. Ojos de Pinseque en un plano de fi nales del siglo XVIII (AMZ 725 36-1-16).

    ABAJO. Vista area de los Ojos de Pinseque hoy en e l interior del campo de golf Los Lagos.

    Plano del campo de golf Los Lagos y sus caudalosos manantiales.

    FUND~CIN JUANELO TURRIANO

  • Aljibes renacentistas de los Veintin libros .. . (Biblioteca Nacional). Fuente del Conde de Aranda Archivo notarial de Zaragoza.

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    Por los datos conocidos de esa poca, pode-mos descartar totalmente la existencia de fuentes pblicas, pero no as la de conducciones de agua, puesto que de otro modo no se entiende la cons-truccin de fuentes o estanques, que se halla docu-mentada. Por ejemplo, en 1526 el protonotario Miguel Velzquez Climent encargaba a un cantero italiano, Pedro Andrs, la construccin de un pequeo estanque o zafariche para su casa; y en 154 3 un caballero zaragozano ll amado Juan de Torrellas mand construir una fuente y una pes-quera para su vivienda y huerta frente a la plaza del Pilar. Existi, asimismo, otra fuente en el palacio del conde de Aranda.

    Parece ser que para agua de boca tan s lo se empleaba la que se obtena del Ebro, bien tomada en la noria del Puente de Piedra, bien suministrada por aguadores. Los aguadores llenaban de agua sus cntaros o toneles y los cargaban en burros o carros respectivamente para transportarla de casa en casa.

    Aunque hay que suponer que las aguas del Ebro seran entonces muy diferentes a las actuales, tampoco era un agua cristalina; adems, en poca de lluvias bajaban bastante turbias. Este problema se solucionaba ~n las viviendas, clarificando el agua por decantacin tras almacenarla en tinajas. Otro procedimiento era almacenarla en alj ibes, tras recogerla del Ebro en grandes toneles; aunque esto slo era posible casi exclusivamente en las viviendas adineradas o los conventos.

    Era, por tanto, vital proteger la limpieza de las aguas del ro, para lo que se dictaron diversas normas, como la recogida en un pregn de 1506: Que nin-guno sea ossado de echar inmundicias ni cosas malas en el dicho ro ni sean ossados de lavar d'agua del 1io sinod'alla del puent de piedra [ ... ], e que los que tuvieran albellones y tintes y molinos de olio que no sean ossados de echar las dichas inmundicias.

    En 15 12 haba un particular encargado de la guardia de las riberas del ro, que impona multas a los transgresores de las normas. En 1550 ya eran dos las personas con ese cometido. Estas normas slo eran vigentes para la margen derecha o de la ciudad, puesto que en un pregn de 1567 se dice que las prohibiciones estipuladas alcanzaban s lo hasta el molino de la ciudad, que entonces se ubi-caba en el centro del Puente de Piedra.

    En la segunda mitad del siglo XVII, e l concejo zaragozano intent recuperar las antiguas fuentes romanas. Para e ll o reuni a un grupo de expertos, con el fin de que evaluasen la viabilidad de llevar agua de mayor calidad que la del Ebro hasta la ciudad.

    No parece que los trabajos realizados fuesen mucho ms all de un par de estudios, uno tcnico a cargo de Joseph Costa y otro acerca de la calidad del agua firmado por tres importantes figuras de la poca: El Doctor Lucas Maestro Negrete, Proto-medico del Reyno, El Doctor Matias de Llera, Catedratico de Visperas, maestro desde 1670, y El Doctor loseph (amora y Claveria, Catedratico de Aphorismos. Los tres se ocuparon de compro-bar la bondad de las aguas de las fuentes romanas mediante pruebas que seguan las directrices de Galeno. Tras realizar los pertinentes anlisis, entre ellos la medicin del tiempo de coccin de diver-sas legumbres, compararon los resultados obteni-

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • dos y coincidieron todos en alabar la superior bon-dad del agua de las fuentes respecto a la del ro.

    El aspecto tcnico corri a ca1-go del anterior-mente citado joseph Costa, que fue discpulo en Roma del clebre jesuita experto en obras roma-nas Athanasius Kircher ( 1602-1680).Tras nivelar el espacio comprendido entre la fuente de Calasanz y la ciudad de Zaragoza, Costa asegur que se1-a posible reunir e l agua de las fuentes y transportar-la hasta el centro u1-bano; describe , adems, los res-tos conservados de las conducciones romanas.

    En aque ll a poca, los re latos de varios viajeros que visitaron la ciudad confirman la inexistencia de fuentes pblicas: tal cosa afirman e l ingls Robert Bargrave en 1654, A. jouvin en su crnica sobre el convento de San Francisco, de 1 6 72, y la Condesa D'Aulnoy, quien escribe hacia 1679-1680 aseguran-do que, poi- falta de fuentes, los zaragozanos se si1-ven slo del agua del Ebm

    EL SIGLO XVIII: LLEGA El CANAL Los ilustrados se preocuparon especialmente po1-alcanzar nivel es de calidad del agua que garantiza-

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  • Vista de Zaragoza (Mariano Candial).

    28

    Gracias al Canal, la situacin poda por fin comenzar a cambiar. Aquella llegada del agua fue una autntica fiesta; tradicionalmente se ha venido afirmando que la: famosa Fuente de los Incrdulos supuso el fin de una poca y que Zaragoza r indi homenaje a Pignatelli por liberarla del Ebro como fuente de abastecimiento.

    Pero la realidad no parece indicar lo mismo. La llegada del Canal Imperial respecto al agua de boca, no supuso en principio, otra cosa que la comodidad de hace1- descender el agua por grave-dad, pues todos los problemas de calidad que pre-sentaban las aguas del Ebro tambin los tenan las del Canal. Resulta llamativo que, cuando por fin exista la posibi lidad de dotar a la ciudad de fuentes pblicas, el Concejo no se dedicara inmediatamen-te a canalizar el agua y a construirlas, y en lugar de eso estudiara con detenimiento la idea de recupe-rar las captaciones romanas y ampliarlas con algu-nas otras.

    En febrero de 1786, los regidores municipales de Zaragoza decidieron retomar los estudios ela-borados en el siglo XVII y volver a valorar la cali-dad de las distintas tomas de agua antiguas frente a la que traa el Ebro. Para abordar el asunto fue c1eada una comisin capitaneada por los marque-ses de Villafranca y Tosas junto con varios sndicos y procuradores.

    Por esas fechas, adems, el marqus de Florida-blanca nombr un comisionado con el mismo fin: se trataba del fiscal Jos Manuel lvarez, con el que

    el concejo deliber si sera ms conveniente traer agua de buena calidad de las fuentes de Marlofa o ms barata, aunque peor, por el Canal. Deca lva-rez que el ro Ebro

    regularmente lleva su corriente barrosa y cargada de cieno, arenas, caldos de tintes, de otras fbricas, inmundicias de las ropas que se lavan y jabones, especialmente desde que se disminuy su fuerza con la sangra que se ha hecho para el Real Canal; y aunque los vecinos ms acomodados tienen la pro-porcin de repasarla en tinajas para beberla ms pura y con menos perjuicio a la salud, la gente pobre y miserable an carece de esta comodidad y la bebe acabado de cogerla, de que sin duda les provienen enfermedades y desastres, advirtindose por lo mismo mucho mal de piedra. El 13 de julio de 1786, escribe Floridablanca a

    lvarez felicitndole en nombre del rey por haber puesto en servicio una fuente con aguas del Canal a expensas de algunas personas patriotas y le anima a obrar por s solo en este particular. Flo-ridablanca haba confiado en lvarez el asunto de las fuentes sin contar con el ayuntamiento zarago-zano, tanto que ste no fue siquiera informado acerca de la fuente que se hizo en la arboleda de Santa Engracia.

    El 3 de agosto, por fin, el fiscal lvarez enva una carta conci liadora al ayuntamiento, a la vez que un impreso destinado a las personas ms importantes de Zaragoza (los cuerpos y prelados) en el que hace constar el encargo de Floridablanca y el rey para poner fuentes en la ciudad.

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  • Estaba muy clara la apuesta del monarca, con su primer ministro, a favor de que Zaragoza se abas-teciese con aguas del Canal, sabedores de que sin la continuacin de la obra haca Sstago no se podra rentabil izar la inversin hecha, a menos que se consiguiera involucrar a la ciudad de Zaragoza en los gastos. .

    Pero e l concejo zaragozano no estaba dispues-to a ello; conside.r.aga que este tema era de la mayor gravedad puesto que las fuentes deberan manifestar la grandeza y dignidad de una obra correspondiente a la metrpoli de la Corona de Aragn, y e l agua del Canal no era la ms apro-piada para el abastecimiento de la poblacin.

    Asi, pues, el concejo trat de paralizar los traba-jos del fiscal solicitando un examen comparativo de la calidad de las aguas del Ebro, el Canal y las fuen-tes de Marlofa. El corregidor escribe al rey el 29 de agosto del mismo ao 1786 expresndole que la ciudad no puede renunciar a elegir la ms pura y saludable, y esto para facultativos inteligentes, sin detenerse en el mayor coste.Tambin se informa al monarca de que el fiscal no cont con e ll os al fabricar una que se dice fuente en el paseo ms concurrido de la ciudad, una fuente

  • Impreso para la licitacin ... de la trada de aguas

    desde Pinseque. (AMZ).

    30

    Fuente de la Princesa ... (AMZ).

    :Deseando el Ayuntamiento de la M. N.-, M. L. y S. H. Ciudad de Zaragoza proporcionar al vecindario aguas sa-lubres y surtir con ellas la Fuente de la Princesa por ahom , y despues las demas que se construyan en el cen-tro de la Ciudad, ha acordado con la competente aproba-cion del .H. l. Sr. Gere Poltico Superior de esta Provin-cia, anunciar todos los que pueden tomar parle eu esta empresa que durante el trmino de seis meses se admitirn lns proposiciones que se hicieren, dirigindolas al Sr. Al-calde , entregndolas en la Secretara de este Ayunta-miento, debiendo tenerse entendido al efecto lo que sigue.

    t. 0 Las aguas que se han de conducir la Fuente de In Princesa han de ser las del ejo grande de Pinseque, to-mndolas en su orgcn nacimiento, y de ningun modo on el principio del escorredero.

    2. 0 El acucduclo, el aren de depsito y dcmas obras debern ejecutarse con la debido solidez y en trminos que puedan servir pa1a conducir tambien la agua las dcmas fuentes que se construyan en ~Iros ponlos de la Ciudad.

    S. 0 El proyecto de las obras, planos, memoria des-criptiva y demas que requiere Ja inslruccion de 10 de Oc-tubre de i845 , se presentarn con la proposicion por el que la hiciere, sujetndose todo al ecsnmen de facullntivos inteligentes sin cuya aprobacion no se considerar admisi-ble proposicion alguna.

    -' ' Se reputa1:o mejoras qne den lugar preferencia con 1es11eclo las proposiciones que se hicieren , no solo In ventaja de el precio sino Ja obligacion de ejecutar las obras en un espacio menor de tiempo.

    5. o Una vez admitida cualquiera de las proposiciones se sacar sobre la base de la misma pblica subasta la ejecucion de las obras, prvia la autorizacion competente, y quedar favor del que la hubiese hecho siempre que no se presente postor mas beneficioso en el rci:nnte .

    6. o Los trabajos que se ejecuten en cada uno de los aos se reconocern por Cacullalivos que designar el Ayonlamiento, y el contratisln no podr recibir cantidad alguna euentn hnsla que visurados recaiga la aproba-cion pericial.

    7. 0 Ser obligncion del contratista el abono los due-os de los terrenos que se ocupen, y cuantos gastos ocur-ran , debiendo entenderse relevado el Ayuntamicnlo de todo desembolso que no sea el de que se har mencion en el siguiente artculo.

    8. 0 El Ayuntamiento se obliga entregar anualmente al coutratistn el producto que 1iudiere desde la fecha en que se formalice el contrato el arbitrio de cuatro mrs. por cada libra carnicera de todas carnes que se consumen en esta Ciudad, concedido por Real rden de 26 1le Setiem-bre de t8S5, cuyo producto se calcula fundatlamentc en cien mil reales annales.

    Y para que llegue : noticia de lodos , y todos .puedan tomar parte en Ja empresa se publica este anuncio, de-biendo advertir que hay algunos trabajos hechos y cuc pueden aprovecharse x>r el que tome su cargo la con-tinuacion de la obrn.

    Zaragoza de Fcl1rero de t84 7.

    De acuerdo'de S. E .. Gregorio Ligero, Secretario.~

    - = T----.,

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  • DEL CANAL IMPERIAL AL CANAL DE BARDENAS

    EL SIGLO XIX, LTIMOS INTENTOS POR CAPTAR AGUA DE CALIDAD El lo que respecta al abastecimiento de agua de boca, la llegada del Canal Imperial a Zaragoza ape-nas supuso cambio alguno para sus vecinos, si se excepta e l hecho de que, gracias a l, las acequias que atravesaban la ciudad, segn cuenta Pascual Madoz en su Diccionario Geogrfico de Espaa siempre bajaban rebosantes, algo que con las men-guadas aguas del Huerva no era posible. Mediante esas acequias se regaban huertas y jardines o llena-ban sus aljibes los ms poderosos. La ms impor-tante era la de La Romareda, que se bifurcaba para ll egar por un lado hasta la Puerta de Sancho y en lazar con e l final de la Almazara, y por otro dis-curra por la actual Doctor Cerrada y probable-mente por e l centro de Zaragoza.

    La acequia de las Adu las discurra por la margen derecha del Huerva y fue la que accion los moli-nos del casco urbano.

    La Guerra de la Independencia, que tantos des-trozos supuso para Zaragoza, acarre sin embargo un avance en lo que se refiere a las obras hidruli-cas: la adm inistracin francesa de la ciudad se pre-ocup por mejorar las condiciones higinicas del casco urbano, y sus gestores promovieron la cons-t ruccin de fuentes pblicas tanto para el abasteci-miento de los vecinos como para la defensa contra incendios.

    Fue Souchet, el efmero gobernador francs de la ciudad, quien pretendi suavizar su forzada estancia construyendo las fuentes que haca siglos se demandaban; encarg el/ proyecto al escultor Toms Llovet, profesor de la Escuela de Bellas Artes, quien se ocup de e ll o de 181 1 a 1813, aunque no pudo llegar a terminarlo.

    Tras la retirada francesa haba otras prioridades, puesto que buena parte de la ciudad qued en ruinas. Por e ll o, el asunto de las fuentes estuvo paralizado hasta que en 1829 alguien se acord de los proyectos de Llovet, quiz slo para recuperar lo pagado.

    El 1 3 de junio de ese ao, e l concejo zaragoza-no pidi permiso para hacer una fuente al protec-

    1

    tor del Canal Imperial, que por entonces era e l Ma1-qus de Lazn; estara situada en la plaza de San Francisco (actual Plaza de Espaa) y se cons-truira aprovechando la acequia del Pontarr-n. Se trataba de la que, andando el t iempo, y despus de muchos avatares e interrupciones que jalonaron el proceso constructivo y de canalizacin de las aguas, sera la Fuente de la Princesa o de Neptuno, que no lleg a estar en servicio hasta mediados de siglo.

    En 186 1 se public la Crnico del viaje de sus majestades ... de Anton io Flores, quien 1-elat el viaje de la reina Isabel 11 por Espaa, donde se deca que Zaragoza, a pesar de hallarse rndeada de abun-dantes y excelentes aguas no tiene ms que una fuente, la de la Princesa. Y esa fuente no trae a la ciudad las aguas manantiales como los Ojos de Pin-seque, sino que recoge las aguas del Canal Imperial y, a lo que tenemos entendido, sin un filtro que la libre de impuridades del Ebro.

    Entre 1852 y 1858 se presentaron al concejo so li citudes de varias empresas para hacerse ca1-go del abastecim iento de agua, que prevean la cons-truccin de entre doce y quince fuentes con tubos de fundicin. En 1854, una Real Orden del 4 de

    47 - Zf\Rf\60Zf\. Plaza de San 1"\iguel y Puerta del Duque de la \lic.!oria

    Fuente de la Plaza de San Miguel (AMZ).

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  • Modelo de fuente ofertada al ayuntamiento zaragozano a mediados del siglo XIX (AMZ 726 36-1-2).

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    octubre se ocupa de la redaccin de un proyecto para tal fin.

    En 1857, el ingeniero de caminos Mariano Royo realiza y analiza otras dos propuestas para llevar el agua hasta e l centro de la ciudad, una por gravedad desde el Canal lmper-ial y ot1-a desde el Ebro, en La Almazara, mediante bombas accionadas a vapor: A estas propuestas respondi el arquitecto munici pal, Jos de Yarza, que la opcin mejor segua siendo la conduccin desd~ Pinseque, ya que el agua del Canal era inadecuada para el abastecimiento humano y, adems, prosegua, el proyecto era extremadamente caro, especialmente en los hono-rarios del facultativo.

    El 23 de julio de 1861 Zaragoza segua sin fuen-tes, por lo cual el Concejo decide hacer varias, al menos, en las plazas principales, como La Magdalena, Santo Domingo, el Mercado, la Casa de las Monas -que haca esquina en la manzana derribada para hacer la avenida de Csar Augusto entre el Coso y el mercado- el Pilar y la Seo, con el fin de apro-vechar el agua sobrante de la Fuente de la Princesa: dado que sta tena un desnivel de 3,5 m desde su captacin, se consideraba que todas las dems fuen-tes podran abastecerse desde esta conduccin.

    Poco despus, e l 14 de agosto, vuelve a tratarse el tema. Pareca llegado el momento de que, tras la efmera fuente de Santa Engracia, probablemente destruida durante los Sitios, Zaragoza contase con las tan anheladas y necesarias fuentes, de las que algunas de ellas, al menos las de la Seo y San Miguel, deberan ser monumentales.

    Para el barrio de San Pablo se propuso captar e l agua desde el canal de la Misericordia, lo que hara posible la ereccin de fuentes en Santo

    Domingo, San Pablo, la Victoria, e l Portillo y el Car-men. Tambin se trat de los desages y su traza-do, algo muy importante, puesto que no exista alcantarillado desde poca romana.

    El presupuesto contemplaba la construccin de arcas pero no de filtros, con lo cual la calidad del agua siempre habra de ser mala. Parece ser que ya por entonces existan algunos sistemas de filtrado, como el que e l marse ll s M. Guigues ofreci al ayuntamiento.

    A comienzos de 1862 se presupuesta e l coste de las fuentes, ll evando e l agua desde la fuente de la Princesa a las de la Seo, el Pilar; Monas y Merca-do, junto con sus grifos y surtidores.Tambin otra conduccin para abastecer las fuentes del Portillo y Santo Domingo, y desde la acequia de San Jos a las de las plazas de San Miguel y la Magdalena. Se calcu la un presupuesto de 495.963 reales para la construccin de ocho fuentes principales de hierro y otras once veci nales de obra.

    Poco ms tarde, en marzo, se comprueba la imposibilidad de dotar a todas esas fuentes con depsitos reguladores y filtros, por lo cual se pro-pone que se abastezcan de una sola toma para poder instalar filtros ms adelante. A esta propues-ta se opuso prcticamente todo e l consistorio.

    En diciembre de 1862, Zaragoza contaba con ocho fuentes aisladas y once de vecindad, cuyo recorrido era el siguiente:

    Desde la toma en la acequia del Pontarrn hasta la Fuente de la Pri ncesa se conduca e l agua por una tubera de 18 cm de dimetro que poco antes de llegar a su destino desaguaba en un arca de hierro: desde al l se reparta a las dems fuentes excepto las de San Pablo y Santo Domingo, para las que se haba realizado otra conduccin desde la acequia que pasaba frente a la Aljafera (segura-mente, la acequia de la Romareda) .

    Desde el arca de la Plaza de San Francisco par-ta una tubera de 18 cm de dimetro que llevaba el agua por e l Coso hasta las fuentes vecinales situadas en el cruce con las calles Blancas yVerni-

    . ca. Ms adelante, a 366 m, se bifurcaba la conduc-cin hacia las fuentes situadas en la Plaza de San Miguel y en la Magdalena. La de San Miguel tena planta poligonal y en e l centro haba un surtidor

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  • con forma de cisne. En el otro ramal se colocaron fuentes frente al seminario de San Carlos y el Almud. La de la plaza de la Magdalena tena una pila circular en cuyo centro se levantaba un pilar octogonal que sostena una pila ms pequea con un surtidor tambin octogonal. Las aguas sobrantes de esta fuente eran entubadas y pasaban junto a la Universidad para finalizar en un abrevadero junto a la Puerta del Sol, que estaba situada frente al puen-te de Tablas, algo ms abajo que el de Piedra.

    ., .:

    La tubera que descenda por la calle de San Gil (hoy Don Jaime) tena una fuente en la plaza de Ario y otra frente a la calle Clavel, finalizando en las plazas del Pilar y la Seo, donde haba dos fuen-tes ms: una en la plaza esquina a la casa de la Infanta y otra pasado el Arco del Arzobispo, con objeto de prohibir la toma de agua de la fuente situada en el centro, que era la de la Samaritana, una escultura de bronce fundida en los talleres de Averly, que se mantuvo en la plaza hasta su remo-

    Fuente de la plaza de Santo Domingo.

    CJ Abrevadero Fuente Vecinal Fuente Monumental /

    Ubicacin de las fuentes monumentales, vecinales y abrevaderos junto con el trazado de las conducciones.

    - Acequia de la Romareda Acequia del Pontarrn

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  • Mercado de Zaragoza y fuente en una fotografa de Laurent hacia 1870.

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    Una ciudad que haba carecido de fuentes, o las haba perdido durante quiz quince siglos, no estaba acostumbrada a su uso, por lo que en el ao 1861, el Ayuntamiento decide dictar las siguientes normas:

    1. Tendrn prioridad en el uso del agua todos los dependientes de la Autoridad que la necesiten para apagar los incendios y riego de calles y arboledas.

    2. En las fuentes de plaza o vecinales, excepto en la de la Plaza del Pilar, se permite tomar agua a todos los vecinos y llenar en ellas sus cntaros, siempre que lo hagan con la limpieza que corres-ponde y sin promover cuestiones de ninguna especie.

    3. El turno para llenar las vasijas se establece por antigedad, es decir, en el orden en que los usua-rios vayan llegando ..

    4. Las personas dedicadas a llevar agua a las casas con cubetas, cntaros o cualquier otra vasija podrn abastecerse en las fuentes, pero guardan-do su turno igual que todos.

    S. Los aguadores que conducen el agua con carga a las casas slo podrn abastecerse de la Fuente de la Princesa, en el lugar que tienen designado al efecto.

    6. Se prohbe tomar agua de las dems fuentes para conducirla en cubas y cargas a las casas particulares.

    7. Se prohbe asimismo lavarse y de cualquier modo ensuciar el agua de las fuentes y beber en ellas sin vaso, as como estorbar el libre derecho de las gentes a tomar el agua.

    8. Los que con daada intencin o sin ella arrojen piedras o cualquier otro objeto a las fuentes, o por otros medios las inutilizaran, sern inmediata-mente detenidos para imponerles el castigo al que se hayan hecho acreedores, sin perjuicio de satis-facer los deterioros que hubiesen ocasionado.

    9. Los padres, tutores y cabezas de familia sern responsables de los daos que causen los meno-res de 14 aos.

    1 O. Los contraventores de estas disposiciones sufri-rn la pena designada en el cdigo penal si el dao que causaren .no excediese de dnco duros.

    11 . El cumplimiento de los puntos anteriores se con-fa a la guardia municipal, guardias de paseos y alguaciles.

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  • delacin a finales del siglo XX. El desage de la Samaritana era conducido hasta la Puerta de San lldefonso, donde haba un abrevadero.

    Haba an otra fuente en la esquina de las calles de la Leche y Platera, desde donde continuaba la tubera hasta el centro de la Plaza del Pilar; donde se haba colocado una fuente ornamental que con-sista en un piln sobre el que se colocaron dos tazas sobre pilares octogonales de cantera y cua-tro tritones de hierro fundido. Otro ramal de esa tubera llevaba el agua hasta otras fuentes vecinales situadas en las escalerillas de la plaza y en la calle Danzas.

    El ltimo ramal principal que sala desde la Fuente de la Princesa se diriga hacia el otro lado del Coso Alto, donde se colocaron fuentes vecina-les en la esquina con la calle del Trenque, la plaza de San Roque, Subida de los Gigantes y esquina de la calle Azoque. Frente a la casa de las Monas se instal otra fuente ornamental de fundicin, con una figura de mujer sobre un pilar octogonal de cantera; el agua sala de sus pies y de un jarrn que llevaba en las manos.

    Segua la conduccin por la acera izquierda de la calle Albardera, donde se instalaron una fuente vecinal en la subida del mismo nombre que iba hasta la Plaza del Mercado, ot ra frente a la calle Torrenueva, y otra en la esquina de la Plaza del Mercado y la calle Tripera.

    El agua captada de la acequia del castillo lle-gaba hasta la Plaza del Portillo, donde se colocaron varias fuentes vecinales: una al comienzo y otra frente a la cal le Castel lana, desde cuyo ramal se abasteca la fuente de la plaza de Santo Domingo. En el centrn de sta, y fr~nte a la calle de las Armas, se instal otra fuente con forma de copa y un alto surtidor; desde donde se recoga el agua para llevarla hasta un abrevadero frente al conven-to de Santo Domingo.

    El ramal que segua por la calle de San Pablo tena una fuente vecinal en la calle Aguadores, cuyo desage se una al de las fuentes del Mercado y la Casa de las Monas para finalizar/ en el abrevadero de la puerta de San lldefonso.

    Para 1866 se haban construido 32 fuentes de plaza y vecindad, ms tres abrevaderos. Posible-

    ;

    mente animado por el cambio que haba expe1i-mentado la ciudad con todo ello, el a1quitecto municipal Mariano Lpez se plantea incluso la posi-bilidad de solucionar los pmblemas de abasteci-miento mediante la conduccin del agua a las casas, complementada con una conveniente red de alcantarillado. Tambin se estudi la posibilidad de abastecer a Zaragoza desde el Gllego, aunque esta alternativa se desech por resultar muy cara y no contar con garantas suficientes de manteni-miento de caudales en verano.

    Una vez establecido que el suministm ms apropiado para la ciudad sera el Canal lmpe1ial, se planteaba la idoneidad de emplazar los depsitos y filtros en Casablanca, aunque finalmente fueron cri-terios econmicos, en cont1a de los tcnicos, los que decidieron emplazar la toma del abastecimien-to en Torrero.

    Otro problema que surgi entonces fue la opo-sicin de algunos mdicos a la instalacin de con-ducciones de hierro para abastecimiento de agua, resistencia que fue vencida con la ayuda de la Aca-demia de Medicina y Ciruga.

    Lamentablemente no se hizo nada, dada la ete1-na penuria de las arcas municipales, pese a que dos compaas europeas presentaron en 1872 sendas propuestas de financiacin al concejo zaragozano.

    Sln emb(U'g'O. hemos de de~laca:r, que en lo que afecto. n. clo.rlda.d dol agua no.do. hemos prosperado de3de 1878, en que. so conlilruyf, el prlmer

    gf:':~tc;;o'f.1~g~~=~c1~~~~c:!n{r!~; otro medto siglo, se escriba la hlsto-rla. de la traid.a de agua.a a Zn.ro.g'o-zu., no tcnaa qua euriblr el cronlst.a "tambin cnt.oocea se 1o.rncnt.nban lo v.aragosnnos de la poca clnrldad del

    ~:Jn==:l~~: ::~~~:in la-

    Heraldo de Aragn 13-10- 1933.

    Abrevadero junto a la iglesia de San Fernando. (Archivo Coyne AHPZ). T

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  • Detalle de uno de los planos realizados por Edwin Clarck, Punchard y Ca. en 1872. (AMZ plano 656-3).

    36

    Una de ellas era un grupo financiero franco-belga y la otra una empresa inglesa: Edwin Clarck, Pun-chard y Ca., domiciliada en Londres.Tras firmar un convenio con la empresa inglesa, por el que sta se comprometa a la real izacin del abastecimiento y alcantarillado a cambio de la concesin y privatiza-cin del agua, el concejo zaragozano lo desestim .a cat:isa del excesivo gasto que supona.

    Finalmente es el propio Ayuntamiento el que realiza un modesto proyecto en 1876, que es el que se lleva a cabo, con la extraa denominacin de Proyecto de trada de agua para riegos, quiz a causa de la oposicin de los usuarios del Canal Imperial, puesto que hubo .fuertes reticencias a que se empleasen sus aguas para abastecimiento urba-no, aludiendo a la exclusiva dedicacin del Canal a r iegos y navegacin. Los obstcu los fueron salvados porque, de un lado, result imposible continuar el Canal aguas abajo de la ciudad, y por otro se firma-ron unos acuerdos econmicos muy ventajosos para sus administradores, en virtud de los cuales la ciudad cont1ibuira a los gastos de mantenimiento y

    explotacin del Canal desproporcionadamente a su consumo. De resultas de ello, en la actualidad Zaragoza consume el 1 0% de las aguas del Canal y contribuye al 90% de sus gastos.

    Debido a la modestia del proyecto, tanto en cuanto a dotaciones como a escasez de filtros,

    . . decantadores y depsitos,. las, :propuestas del afa-mado arquitecto don "Ricardo Magdalena no sirvie-ron de mucho. nicamente podan abastecerse las fuentes pblicas, a las que hasta entonces se con-duca el agua por medio de acequias; a partir de entonces comenzaron a instalarse pequeas tube-ras de fundicin que sumin istraban el agua a las nuevas fuentes que se instalaban, y de las que se sabe que nicamente la fundicin Averly suminis-tr, hasta finales del siglo XIX, no menos de sesen-ta, junto con 6.000 metros de tuberas.

    Tras las fuentes monumentales comenz la construccin de otras ms modestas, adosadas a ciertos edificios, pero fueron eliminadas rpida-mente a causa de las filtraciones y la humedad que provocaban.

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  • EL SIGLO XX

    El siglo XIX acab sin que Zaragoza contase con una red de saneamiento y abastecimiento como corresponda a su categora. En 1905, siendo alcal-de don Flit< Cerrada, se obtuvo financiacin por 8,5 millones de pesetas, lo q~e decidi al consisto-rio a intentar de nuevo mejorar el deficiente sumi-nistro de agua mediante dos proyectos, esta vez a cargo de ingenieros de caminos. El del abasteci-miento de agua estaba firmado por Antonio Lasie-rra Purroy, en tanto que el de alcantarillado lo firm Antonio Sonier.

    Para 19 1 2 ya existan vivi~Fldas con agua corriente. Tras un parntesis de dos mileni,as, los ciudadanos de la capital de Aragn volvieron a tener agua en sus casas.

    /

    Sin embargo, dur poco la alegra puesto que la dotacin de 140 litros por habitante qued inme-diatamente pequea. De el lo da cuenta el detalle de la capacidad del depsito, que, estando prevista para mantener la dotacin durante diez o doce das, se agotaba en cuarenta y ocho horas, disminu-yendo notablemente su calidad por falta de decan-tacin, puesto que, para ahorrar en la ejecucin del proyecto, no se haban construido filtros.

    En resumen, Zaragoza ha sido, probablemente, una de las ciudades espaolas de importancia que ms tarde han contado con fuentes y con el entu-bado del agua potable domstica. La primera vez que los zaragozanos pudieron ver el agua surgien-

    do~deiJna fuente (al menos, desde la poca roma-na) fue ~n 1786, de la fuente de Santa Engracia; y

    Clarificadora de la planta potabilizadora (Mariano Candial) .

    FUN.QACIN. fANELO .TURRIANO

  • .. i:t

  • 40

    ARRIBA. Elevadora nueva de la Almozara (Mariano Candial),

    ABAJO. Elevadoras nueva y antigua de la Almazara (Mariano Candial).

    FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • en los grifos de las viviendas, a partir de principios del siglo XX, hacia 19 12.

    Ya se ha dicho que la calidad del agua de este primer abastecimiento dejaba mucho que desear, por lo que se realiza un nuevo proyecto en 1922. Su autor, Jos Lpez Pueyo, se adelant a su tiem-po, puesto que prevea un doble suministro: la idea era que se dejase una red para abastecimiento domiciliario, con agua filtrada y depurada esmera-damente, y otra con aguas ms groseras para riego de jardines y limpieza de calles. Este proyecto tam-poco tuvo efecto; sin embargo, hay noticias en el Heraldo de Aragn del 15 de enero de 1924, que informan de la reanudacin de las obras en el depsito dos das antes, y se alude a una huelga y a la vigilancia por la Guardia Civil de los 50 60 obreros que acudieron al trabajo.

    En 1929, y ante la gravedad de la situacin, se ampliaron los depsitos de Casablanca con cuatro nuevos recipientes de 68.000 m3 de capacidad, que fueron inaugurados el 1 de julio de 1931. A pesar de que con la ampliacin se aumentaba la dotacin a 200 litros por habitante y da, muy superior a lo estimado por aquella poca, el consumo era an mayor, y por lo tanto la calidad del agua se segua resintiendo.

    Posteriormente, se convoc el concurso para la construccin de dos estaciones potabilizadoras, una en Torrero y otra en Casablanca, pero hubo de llegarse hasta el ao 1946 para que se pusiera en marcha el proyecto de la estacin clarificadora de Casablanca, cuyas obras dirigi el ingeniero de la Direccin de Vialidad y Aguas del Ayuntamiento, seor Mantecn. A pesar de no solucionar el asun-to de la calidad fsico-qumi:a del agua, al menos quedaba con unas caractersticas organolpticas aceptables. Las nuevas instalaciones entraron en servicio en 1958, con una capacidad de 2 m3/s.

    Ms adelante se construy una estacin de bombeo junto al puente de La Almazara. Su finali-dad fue palia1 los graves inconvenientes que se derivaban de los cortes del Canal Imperial durante los periodos de limpieza, cuya / nica alternativa (parcial, evidentemente) era acortar el periodo sin agua mediante la introduccin de caudales proce-dentes del Jaln a travs de la acequia de Pinseque.

    /

    Esta elevacin comenz a constrni1se en 1949, pero la demora en la instalacin de las motobom-bas (tres de 500 l/s) y, sobre todo, la tube1a de impulsin hasta Casablanca, fueron el motivo de que no se recepcionaran las ob1as hasta 1958.

    La deficiente calidad de los equipos instalados motivaron que su funcionamiento fuera deficiente desde su puesta en marcha. Por ello, la tubera se emple en sentido inverso, y en lugar de elevar el agua hasta Casablanca, si1vi pa1a dist1ibui1la hacia la margen izquierda del Ebm Por este motivo fue necesario construir una segunda elevacin.

    La segunda estacin de bombeo se encuentra situada en las inmediaciones del Club Deportivo Ebro (antiguo Pa1que Sindical) y desde all se eleva hasta los depsitos de Casablanca. El edificio cuen-ta con cuatro motobombas de 750 l/s y an tiene espacio para dos ms; por tanto, la capacidad de bombeo actual es de 3 m3/s, ampliable a 4,5.

    Desde entonces, las instalaciones zaragozanas se han ido modernizando a la par que aumentaba la red urbana o avanzaba la tcnica al respecto. Por ello, la estacin clarificadora fue ampliada en 1965 y 1968 (quedando con una capacidad de 4 m3/s) y por ltimo en 1970, cuando el caudal es aumenta-do hasta 6 m3/s. En noviembre de 1998 se amplia-ron los depsitos de Valdespartera.

    La ltima actuacin ha sido la 1ealizacin del nuevo abastecimiento desde el Canal de Bardenas, actualmente casi acabadas y en pruebas hasta que finalicen las modificaciones en el embalse de La Loteta.

    EL SIGLO XXI: LLEGA EL AGUA DESDE EL RO ARAGN Poi muy poco, este captulo no finaliza con la pues-ta en se1vicio del tan esperado abastecimiento a Zaragoza desde el ro Aragn, una obra que tras un parntesis de casi dos milenios conseguir que al menos durante unas dcadas la capital aragonesa pueda contar con agua potable de calidad.

    Cuando se opt por abastecer a Zaragoza desde el Canal Imperial se tom una decisin discutTule, puesto que no se tuvo en cuenta la op-cin de las aguas de Pinseque o Marlofa. Por ello, el

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  • ARRIBA. Depsitos de Valdespartera.

    Depsitos de agua bruta en Casablanca.

    ABAJO. Construccin de los depsitos de Canteras en 1929 (Cortesa fam ilia Asa).

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    ,/ ' -~------

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  • precio pagado al Canal Imperial a lo largo del tiem-po posiblemente habra amortizado mucho antes el mayor coste de la conduccin.

    Aun considerando que el agua del Canal posea unas . caractersticas ;similares .. aJas. de .las. fuentes . citadas en cuanto a .dureza y salinidad, la contami-nacin orgnica y el alto nivel de slidos .en sus-pensin que circulaban por el Canal habran hecho inaceptablef"el agua en muchas poblaciones de la importancia d_e Zaragoza, pero entrar en el siglo XX sin agua y .con pocos recursos municipales, era un condicionante que posiblemente pes mucho en las decisiones tomadas.

    Aguas arriba de la toma en Fontellas hay ciuda-des como Logroo, Vitoria y Pamplona que hasta hace poco vertan directamente al Ebro o sus afluentes. Cuando la situacin pareca que iba a mejorar gracias a la construccin de depuradoras, pudo constatarse que por otro lado empeoraba, puesto que los retornos de los re~dos arrastran

    cada vez mayores cantidades de sulfatos y nitratos. Esta situacin ha determinado el hecho de que, a pesar de la depuracin creciente de los vertidos en las ciudades .. e l agua del Ebrq ernpeore . ms y ms cada ,ao .

    Por si esto fuera poco, en Miranda de Ebro exis-te una importante industria qumica que en caso de accidente puede dar lugar a graves problemas de contaminacin, aunque nunca de la gravedad que podra darse si ste ocurriese en la central nuclear de Santa Mara de Garoa, situada en la cabecera del ro, en el burgals valle de Tobalina. Esta central comenz la produccin en 1970, y actualmente es la segunda ms antigua de Espaa en funcionamiento, slo por dos aos anterior a Zorita, pero en tanto que el desmantelamiento de Zorita se dar entre abri l de 2006 y 2015, Garoa no tiene fecha.

    Por JPrtuna, la ciudad de Zaragoza cierra ahora est captulo del pasado, y finalmente contar con agua de calidad, en cantidad y con seguridad.

    ~ Aspecto de la nueva conduccin en la potabilizadora (en la imagen una de las dos tuberas) (Mariano Candial)

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  • ARRIBA. El colector de la margen derecha del Ebro, pasa por dentro del arco cegado del Puente de Piedra. (AMZ). Cloaca mxima (Mariano Candial).

    ABAJO. Plano del primer alcantarillado de Zaragoza en 1907.

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  • LA RED DE SANEAMIENTO, UN PARNTESIS DE DIECIOCHO SIGLOS Los romanos dotaron a la ciudad de una red de saneamiento que permita evacuar hasta el Ebro las aguas residuales.

    Desde la inutilizacin de la red romana de alcantarillado, y probablemente durante ms de mil quinientos aos, Zaragoza no cont con ningn sis-tema de saneamiento, por lo cual sus calles eran sucias y malolientes, puesto que las aguas fecales se arrojaban a la calle.

    En el siglo X IX, la construccin de fuentes con-llev el problema de la canalizacin del agua sobrante. Sin embargo, con el aumento espectacu-lar de la poblacin, pronto el problema de la eva-cuacin der las aguas residuales de los vecinos hizo mucho ms urgente la bsqueda de una solucin.

    Hasta 1 879 no se redact un proyecto de alcantarillado para la ciudad, que se entregara al concejo tres aos ms tarde. Se planteaba en l un concepto que se adelant a su tiempo en casi un siglo, cual era la reuti lizacin de las aguas 1esiduales -para usos agrcolas, tras un acondicionamiento previo. Parece ser, no obstante, qu nicamente se realizaron los alcantarillados ms precisos y wrgen-tes, a la vez que baratos, como el de la calle Alfon-so, que por entonces se acababa de abrir: sus lujo-

    ;

    sos edificios precisaban de la conexin a una 1ed de saneamiento que, es obvio, finalizaba en el Ebro.

    Pese a todo, el siglo XIX acab sin la 1ed de saneamiento que precisaba una ciudad ya muy populosa. En 1905, siendo alcalde Flix Cerrada, se consigui por fin una financiacin que permiti redactar no slo el proyecto de abastecimiento de agua -que ya ha sido citado, a cargo del ingeniero Antonio Lasierra Purroy-, sino tambin el primero de alcantarillado desde haca casi dos milenios, t ambin por otro ingeniero de caminos, Antonio Sonier.

    El boom de los aos 60 propici un crecimiento desordenado de la ciudad, tanto en el casco urba-no como en las zonas industriales de su entorno. Este catico crecimiento, unido a la falta de norma-tiva e inspeccin y. por supuesto, a la corrupcin, trajo consigo la construccin de una red poco pla-nificada y an menos eficiente, que provocara severos problemas aos ms tarde, cuando los requerimientos de calidad ambiental de la Europa a la que nos incorporamos requeran alcanzar un nivel mnimamente aceptable de calidad sanitaria y medioambiental.

    Loiltimos aos de la dictadura y los primeros de la democracia fueron especialmente desastrosos

    ..

    Depuradora de la Almazara. (Mariano Candial).

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  • ARRIBA. Depuradora de la Almazara. Generadores para abastecer de energa elctrica a la planta accionados con el gas generado en la misma.

    ABAJO. Agitadores.

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  • en este aspecto, puesto que una industria casi al mismo nivel de los pases ms desarrollados, con un sistema de saneamiento tercermundista era una combinacin que tan slo fue posible al convertir en cloacas los ros zaragozanos, encargando a stos la responsabilidad de alejar la contaminacin.

    La red de alcantaril lado del interior de la ciudad posea una evidente falta de capacidad, puesto que el crecimiento del casco urbano se haba basado en la ampliacin de los colectores, conectando un ramal tras otro para dar servicio a zonas de nueva urbanizacin.

    Esta solucin podra apl icarse cuando se trataba de aadir una nueva manzana a la red, pero cuan-do fueron calles enteras, la nica solucin efectiva fue la de acortar el trazado buscando el punto ms ce t-cano a un r-o para desaguar- el colector. Como resulta lgico, los ms afectados fueron el Ebro y el Huerva. Pero en tanto que el Ebro gracias a su caudal poda disimular mejor la carga que se arro-jaba, el Huerva se convirti en una cloaca al aire libre que era mejor ocultar.

    Ante este panorama insostenible, a principios de los aos ochenta la ciudad se vio obligada a crear un plan de infraestructuras cuya finalidad ms

    ambiciosa radicaba en lograr la depuracin de la total idad de sus aguas residuales. Gracias al mismo, en un breve plazo se pas de verter todas las aguas sin depurar; a la situacin actual, en que -salvo algunos pequeos colectores- la prctica totalidad de las aguas res iduales de Zaragoza reci-ben un tratamiento adecuado.

    ARRIBA y ABAJO. Sala de control y vista general de la depuradora de la Almazara.

    PGINA SIGUIEl\ITE. Plaza de l a Seo a comienzos del siglo XX (AMZ).

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  • ARAGOZA, LA CIUDAD de los tres ros, no tena nioguna

    fuente pblica desde la poca romana, por lo que precis durante siglos del trabajo de- los aguadores para disponer de agua en las viviendas,,Hay docu-mentacin acerca de, su actividad en e l siglo XVI, cuando se dictan normas y emiten pregones para salvaguardar la lim pieza de la parte del ro donde los aguadores cogan el agua.

    En el siglo XVI II, un escrito que dirige a los dipu-tados el fiscal de lo civil, D. josef lvarez, ofrece cumplida informacin sobre ellos: indica que en la capital de Aragn estaban empleados ,en 1786 ms de 150 hombres continuadamente en -el-ofi-cio de aguadores, cuyos brazos se roban a la agri-cultura y artes, y 400 500 burros que pudieran ahorrarse y servir para la conduccin y acarreo de otros menesteres. Este .dato significa, que -segn e l censo del Conde de Aranda de 1797- Zaragoza posea casi el 5 % de los aguador~s de Espaa.

    As, pues, a cada aguador/zaragozano le corres-pondan de media tres burros, cada uno de los cuales transportaba seis>:cntaros de veintisis-car-tillos. Eso, en teora, porque en aquel tiempo tam-bin haba aguadores que -a pesar de st:1 taxativa prohibicin- utilizaban cntaros rn.ltrahechos para que tuviesen menor capacidad. El precio que cobraban a los vecinos 'por cada carga staba .. en funcin de la lejana al ro, y oscilaba entre un mni-mo de dos cuartos y algo ms de tres.

    El agua que recogan era de r:ifima calidad, puesto que, al decir del citado }scal, er:i . vez de

    pasar por' un entarimado hasta un lugar del ro donde hubiese .corriente, los aguadores la cogan donde les era ms cmodo, esto es, en la orilla, donge haba lodazales, a.guas muertas, remansadas y cenagosas.

    Pese que probablemente fueran ciertos esos datos, estaban muy condicionados por el inters del fiscal en justificar la construccin de fuentes con las aguas del Canal Imperial; de modo que, para conocer un poco mejor este oficio, es interesante consu ltar las Ordenanzas Municipales. Las de 1794, en su artculo 29, mandan que los aguadores tomen e l agua slo de la con-iente del ro, en los sitios sealados y usando de los bancos largos que a este fin tiene dispuestos el arrendador del puente de tablas, y de cntaros referidos por el fiel del almotacn, teniendo para e ll os los alfareros e l repuesto necesario.

    En e l captulo dedicado al Agua simple y com-puesta se dice: Las aguas potables de uso comn en esta ciudad son las de)os ros Ebro y Gllego; la del Ebro, ya recibida en l

  • PGINA ANTERIOR Y ARRIBA Detalle de varios aguadores en fotografas de Coyne.

    ABAJO. ltimos aguadores de Zaragoza (Heraldo de Aragn, 13-10-1933). Aguador en Ejea de los Caballeros (C E de las Cinco Villas).

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    El agua se recoga de los ros para ponerla en tinajas en las casas, donde repose y clarifique. Debe-r haber aseo pasndolas por un cedazo, poniendo dentro algunas piedras, que podrn ser del mismo ro o pedazos de piedra de azufre, cubriendo aque-llas con un pao limpio y una tabla encima para evi-tar que en las cuevas subterrneas donde estn se introduzcan en ellas araas y otros insectos y anima-les extraos y reciban polvo o tierra. La del Ebro no padece corrupcin pero si las tenajas no se limpian a tiempo, en el mismo sedimento se recrearn algunos an imalillos. Las aguas de pozo que abundaban en la ciudad no se usaban para beber, aunque s para otros servicios domsticos.

    Las Ordenanzas citadas continan: En el Ebro se coger el agua en los puestos acos-

    tumbrados al lado de la ciudad o pretil; habr al efecto tableros o entarimados de 3 varas de ancho y 4 de largo que llegarn a su corriente en stas precisamen-te y no en las mrgenes, rebalsas, paradas o aguas muertas. Dichos tableros entarimados estarn limpios y las rampas por donde se vaya a ellos. Los burros para su conduccin no entrarn en el ro para que no mue-van el cieno con su pateo, o estercolen u orinen en las aguas.

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  • Los cntaros se traern bien cubiertos con el mayor aseo y limpieza, y en el verano con algunos ramos para que el agua llegue ms fresca. Cada carga de agua se compondr de 6 cntaros sellados en s asa con el len y armas de la ciudad. Cada cntaro tendr 26 cuartillos de agua, 2 ms o menos; se con-ducirn llenos y se descargarn sin dejar en ellos agua.

    El precio de cada carga ser segn las distancias y el establecido en fas ordenanzas del gremio de agua-dores.

    Los aguadores no impedirn a vecino alguno fa libre conduccin de aguas y estarn puntuales a servir y surtir fas casas de los vecinos siempre que se les llame.

    No usarn cntaros contrahechos o de menor cabi-da que fa referida y no los tendrn hendidos. Llevarn sus burros reatados y no se detendrn en la calle ms del tiempo preciso ni impedirn el paso ni los atarn a rejas, y los descargarn dentro de los portales de las casas, y en caso de incapacidad donde menos peryudi-quen el trnsito de las gentes.

    Los domingos y das feriados en tiempo de verano, regarn el paseo de Santa Engracia y el puente de tablas, satisfacindole el arrendador de ste el precio sealado conforme a sus obligaciones.

    Las ltimas cargas que cojan cada da las conduci-rn llenas al retirarse a sus casas y las conservarn en ellas todas las noches para acudir pronto a los incen-dios que puedan acaecer. Todos concurrirn a stos inmediatamente que oigan Ja seal de fas campanas de fa parroquia y Torre Nueva, con fa carga de agua cada uno llena, sin que fes sirva de excusa en estos casos de que los cntaros estn sentidos, y estarn en ellos a fas rdenes de los magistrados[. .. ]. El primero que llegue a los incendios con su carga tendr premio, que pagar el ultimo del bario. Los aguadores tambin podan vender aguas

    compuestas, como agua de nieve, de alofar, de cebada, de escorzonera, de horchata de chufas, sorbetes y cortadi ll os que se vendan en las plazas y calles a la grita, a excepcin de 12 a 2, en que deba cesar sta para descanso de los enfermos. Las aguas no vendidas deban tirarlas cada da.

    Ms adelante, en 1829, los .aguadores preten-dan que se les diera permiso para tomar el agua antes de que llegase a Santa Engracia, o bien se cubriese la acequia hasta all, puesto que el agua

    /

  • llevaba inmundicias que arrojaban algunas casas situadas aguas arriba, donde muchas mujeres lavaban la vaji ll a, y adems abrevaban an imales, por lo cual la escasa cali dad del agua del Canal empeoraba y poda ser peligroso su consumo.

    Para conocer algo ms acerca del trabajo de. los ltimos aguadores, se cuenta con el excelen-te reportaje que hizo Eduardo Fuembuena para e l Heraldo de Arogn y fue publ ica-do e l 13 de octubre de 1933. Este artcu lo se haca eco de la memoria de los dos lti-mos aguadores: Gregario y Ricardo.

    Gregario, con setenta aos (de los de 19 30) a las espaldas, ya estaba 1-eti1-a-do y pasaba los das en e l carasol del hospital militar en invierno y bajo el arco de San lldefonso en e l verano. Con-taba el agua-dor que lo ms duro era subir e l agua por las esca-\ eras,

    algo que frecuentemente se olvida, puesto que parece que la imagen tpica es la del aguador en la call e . Claro est que este trabajo extra lo cobra-ban, puesto que para pisos bajos, primeros y prin-cipales, cada carga de cuatro cntaros costaba 25 cntimos. Sin embargo, si la vivienda estaba ms alta de un segundo piso, el precio ascenda hasta las siete perricas, que eran 35 cntimos. Estos precios les permitan ganar hasta 8 pesetas al da, lo que significan entre 20 y 30 cargas de agua al da.

    Decan los aguadores que e l primer trabajo del da era llevar agua a los clientes fijos, y e l tiempo sobrante era empleado en captar clientes dando vueltas por el distrito en el que trabajaban.

    Poco antes de la desaparicin del oficio en los primeros aos del siglo XX, hubo serios problemas

    que estuvieron a punto de acabar en graves altercados a causa de la aparicin de

    aguadores que vendan la carga a 4 perricas. Segn cuentan aquello

    poda haber acabado mal si hubiese tardado algo ms en

    llegar el agua hasta las casas. Las familias ms ad i-

    neradas se hacan llevar el agua desde el Glle-go en grandes cubas sobre carros que cos-

    taban cinco pesetas cada una. A pesar de su

    precio, beber agua del Gllego era una distincin

    que procuraba tener lo ms delicado de Zaragoza, como

    deca el aguador: Estas fam ilias eran la baronesa de Areizaga -que segn dicen jams bebi agua del Ebro-, e l capitn general, las famil ias Yarza y Castellano, los Vizcondes de Esps, etc.

    A pesar de ser un artculo de lujo, el agua del Gl lego no subi de

  • precio en treinta aos, puesto que costaba 20 rea- ~ Bombero de Zaragoza extinguiendo un incendio Uoaqun Ruiz). les a comienzos del siglo XX y lo mismo en los pri-meros aos de la Repblica.

    Otro aguador superviviente era Ricardo, que con otros setenta aos en sus espaldas era cono-cido en la calle Azoque como El Aguador y fue e l lt imo en activo ya en los aos 20 del siglo pasado.

    Recordaba Ricardo el dinero que ganab\n con los incendios, puesto que adems del premio de 7 pesetas al primero, cinco al segundo y tres al terce-ro, se les pagaba a dos reales la cuba. Teniendo en cuenta que hubo incendios que tardaron tres das en sofocarse, hubo aguadores que ganaban hasta trescientas pesetas, una pequea fortuna, por e ll o siempre estaban prestos a la ll amada de las campanas.

    Las ltimas pesetas que ganaron los aguadores fueron durante los trabajos de construccin de l paso a nivel de la Avenida de Madrid, ya que hasta a ll no llegaba e l agua y haba que sum inistrarla a la antigua usanza. El fin de aquella obra fue tambin e l final de un oficio cuyas races quiz hubieran de buscarse -como poco- en la Zaragoza mu-sulmana, pero desaparecan tras un milenio de ll e-var e l agua a las casas porque afortunadamente era e l agua quien ll egaba mansamente hasta las viviendas.

    Desde aquel momento, los aguadores supervi-vientes dedicaron su carro y esfuerzo a otros cometidos, como el acarreo de muebles o la com-praventa de enseres, vali ndose de los contactos que tenan. Las cubas y cntaros de los aguado1es fueron primero arrinconndose, al igual que las tinajas de los ciudadanos, por si quiz volvieran a ser tiles, pero como la guerra apenas toc Zara-goza, desaparecieron poco a poco.

    BOMBEROS Hasta hace pocas dcadas, la madera era e l mate-rial bsico con que se construan las viviendas de la ciudad. En unas condiciones de escasa humedad, alta densidad de edificacin y/ fuertes vientos, el riesgo de incendios era alto de por s; pero, ade-ms, en el siglo XVI II haba ms de cien hornos, cada uno de ellos con su correspond iente provi-;

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  • PGINA SIGUIENTE. Rescate tras una avenida del ro Huerva Uoaqun Ruiz).

    ARRIBA. Buceador de los bomberos de Zaragoza Uoaqun Ruiz).

    ABAJO. Carro motobomba a vapor (Museo del Fuego de Zaragoza) Uoaqun Ruiz).

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    s1on de combustible, que no era precisamente madera, debido a su escasez y alto precio, sino algunas especies ms peligrosas de cara a un incen-dio, como son los romeros y otros arbustos. La guinda, en una situacin de tan alto riesgo, la pona la ausencia de fuentes.

    En esa poca exista un elemental servicio de bomberos, integrado fundamentalmente por agua-dores. Segn el artculo 37 de las Ordenanzas de 1794, eran ellos, junto con los albailes y sus oficia-les, quienes deban acudir a sofocar los incendios. Como queda indicado, por ese motivo estaban obligados a guardar en sus casas la ltima carga de agua del da y estar prestos para acudir en cuanto fuesen llamados. El Concejo conceda un premio al aguador que llegaba antes al lugar del siniestro, que se pagaba con la multa que impona al que llegaba el ltimo.

    Realmente tuvo mucha suerte la capital , puesto que todos los aguadores junto con los vecinos no podran haber hecho frente a un incendio de grandes proporciones, como comentaba el citado fiscal lvarez al relatar el caso ocurrido en 1778, cuando se quem el Teatro de Comedias del Hospital de Nuestra Seora de Gracia (situa-do en el actual Banco de Espaa) y murieron 77 personas.

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  • FUNQ{\.CIN JUANELO TURRIANO

  • ABAJO. Lavadero de la Balseta (Heraldo de Aragn, 20- 1 1-1 960). Lavanderas zaragozanas (Heraldo de Aragn, 14-2- 1923).

    62 FUNDACIN fANELO TURRIANO

  • A partir de 1830 el Ayuntamiento dispuso de material especfico contra incendios, y algo ms adelante, con el dinero obtenido por la venta de la piedra de la Cruz del Coso -situada donde luego se levantara la Fuente de la Princesa-, compr picos, palas, hachas y otras herramientas para su exclusiva uti lizacin en casos de incendio. Sin embargo, parte de la piedra de la Cruz se destin a la Fuente de la Princesa.

    En agosto de 1863 el concejo crea la Compaa Municipal de Bomberos con artesanos, albai les, carpinteros y fontaneros, origen del actual servicio municipal.

    LAVANDERAS Y LAVADEROS Las Ordenanzas de las que venimos t ratando, de 1794, prohiben en su artculo 27 lavar ropa desde el molino de Sancho [actual puente de la Almaza-ra] hasta pasado el puente/ de tablas y lugar de donde cogen el agua los aguadores. Estaba tam-bin prohibido lavar en la acequia del cam ino de Madrid (saliendo por la puerta del Carmen) y en el ro Huerva arriba, incluyendo el escorredero de enfrente de la torre del Marqus de Ario. En el artculo 33 se prohibe a las lavanderas usar pala de madera para limpiar la ropa -incluso llevarla- bajo multa de 4 reales. /

    El mismo documento dicta otras disposiciones: No lavarn ni ellas ni otro persona ninguna

    paos, lana, ropo, corambres, tinte7 ni otra cosa que

    250. MADRID - Riveras del Manzanares

    ARRIBA. Lavanderas en el Ebro. Detalle de la Vista de Zaragoza en 1653 po r Juan Bautista de l Mazo (Museo del Prado).

    ABAJO. Madrid, lavanderas en el Manzanares. (Coleccin Gava1T).

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  • ARRIBA Lavaderos de la margen izquierda del Ebro.

    Lavadero de Castellv.

    Entrada al lavadero de Castellv (Heraldo de Aragn 1-2-1931 ).

    ABAJO. Lavanderas tendiendo la colada en El Higinico (Heraldo de Aragn, 13-9-1 954).

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    pueda ser petjudicial en la acequia de la Almozara ni en el ro Ebro, desde las taeras por la porte de la ciudad.

    No tendern, colgarn ni enjugarn las ropas en paseos pblicos, sus asientos, tapias ni rboles.

    No se cambiarn ni quitarn las ropas unas a otras, con la pena de restituir el doble de su valor y 4 reales.

    No vestirn ni usarn en sus casas de las que se les entreguen para lavar; bajo la misma pena.

    No tratarn con hombre alguno que no sea pariente dentro de 4 grado en los lavaderos y tende-deros, con la pena de 4 reales para ellas y la de pri-sin para el hombre.

    La existencia de lavaderos fue algo normal en casi todos los pueblos de Aragn desde el siglo XVI y, sin embargo, fueron un lujo que no tuvo Zaragoza hasta bien entrado el siglo XIX. No tena nada que ver; no obstante, la imagen de los lavade-ros de las pequeas localidades con las inmensas instalaciones de que finalmente disfrut la ciudad, que en muchos casos contaban con extensiones superiores a la hectrea de superfiC:ie y con unas enormes pilas en las que centenares de lavanderas profesionales ejercan su labor.

    El proceso de lavado era el siguiente: primero se lavaba la ropa normalmente, y luego se sumerga en tinajas con una me:Zcla de agua caliente y leja durante una noche, operacin llamada colada>>, palabra que ha perdurado hasta nuestros das como sinnimo del lavado de la ropa.Tras esa ope-racin era vuelta a lavar y por ltimo se tenda a secar; se doblaba y se llevaba a las casas.

    Los lavaderos eran privados y se pagaba una cantidad por entrar (por ejemplo, 1 O cntimos en 1931 y un real en 1954), luego tambin se pagaba por el derecho a ocupar un lugar (entre 0,50 y 3,5 pesetas) en el lavadero, segn su tamao. Las tina-jas con agua caliente y leja costaban entre 35 cn-timos y 9 reales en 1931 , y en 1954 eran ya de 50 cntimos a 3,50 pesetas por el mismo volumen. En 1954 el agua caliente sola costaba 30 cntimos cada cinco litros, y haba inviernos en los que haca mucha falta. Tambin se pagaba por secar la ropa en el tendedero 30 cntimos, aunque las mantas y la lana tenan precios especiales.

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  • Las lavanderas trabajaban unas doce horas dia-rias, de seis de la maana a seis de la tarde o de siete de la maana a ocho de la tarde, segn fuese verano o invierno. Con viento, lluvia, heladas o el trrido calor estival, efectuaban su labor por unos ocho o diez reales al da en 193 1. En 1923 cobra-ban a
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    Lavaderos del centro .... de Zaragoza. En fotografa

    de la Confederacin Hidrogrfica del Ebro

    de 1927 y plano de Casaal en 1 880.

    Zaragoza y ~I antiguo hospital militar, que estaba ins-talado en el desaparecido claustro de la iglesia de Santiago. Por ello, este lavadero tambin fue conoci-do como El del Hospital, un tradicional lugar de encuentro entre soldados y lavanderas.

    Contaba con nueve grandes balsas y trescientos cuartos para tender la ropa, adems de otras insta-laciones, como unos depsitos junto a la Puerta del Carmen para decantar el agua que llegaba hasta los lavaderos y as fuese ms transparente; tambin se empleaban para surtir de agua al lavadero cuando se cortaba el Canal para su limpieza.

    Era el lavadero ms concurrido, que lleg a constituir una pequea ciudad de lavanderas por donde pas un par de generaciones. Los cuartos de las lavanderas eran una prolongacin de su vivienda, y al l tenan plantas, an imales domsticos e incluso en algn caso un pequeo melocotonero, una higuera, y hasta un olivo. Por su alqui ler pagaban (en la poca de su cierre, a comienzos de 193 1) entre 4 y 7 rea-les mensuales, en tanto que la entrada al lavadero costaba 1 O cntimos y los cuencos con leja y agua caliente entre 35 cntimos y 9 reales. El problema e1-a que, ti-as ms de sesenta aos, aquell os cuartu-chos de madera con dos pisos estaban desvencija-dos por falta de mantenimiento y con la madera podrida, lo que ocasionaba frecuentes accidentes.

    El crecimiento de la ciudad era imparable y las balsas desaparecieron para edificar un convento de monjas, posi blemente el situado en la esquina del Paseo Mara Agustn con Cesar Augusto. A partir de ese momento se agud iz el dete rioro del lava-dero, puesto que sin la decantacin de las balsas la calidad del agua em peor mucho; pero, especial-mente, porque el valor del terreno superaba con mucho al de la instalacin y no resultaba rentable invertir en mejoras. El cierre de aquel lavadero fue e l aviso de que finalizaba una poca, prolongada despus a causa de la guerra y su miseria, pero anunciada desde haca dcadas.

    A comienzos de l siglo XX llegaron a existir al menos nueve de estos establecimientos en Zara-goza. Adems del citado de Castellv o del Hospital, el resto responda a los nombres de El Carmen, que estaba en el Paseo de Pamplona y ocupaba el espacio que hoy comprende la manzana completa entre e l paseo de Pamplona, la Avenida Csar Augusto y las call es Albareda y Bilbao; probable-mente tambin fuese conocido con el nombre del Parque, puesto que se encontraba detrs de l cuartel de artillera.

    Hubo t ambin lavaderos entre la actual cal le de Hernn Corts y el Paseo de Pamplona y otros contiguos que daban a la actual Doctor Cerrada,

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  • quiz antes calle de Las Mercedes. El cierre en 1935 del primero de ellos, uno de los mayores de Zaragoza, fue otra seal del ocaso de los lavaderos.

    En la zona del Huerva estaba el de la seora Benita o Se Benita, al comienzo de la calle Miguel Servet, y el Hondo situado frente a ste, en lo que antes fue convento de San Jos, luego presidio, ms tarde lavadero, luego candromo y ahora parque. El de San Jos estaba junto al de la Ta Benita al comienzo de la calle Miguel Servet.

    El de los Cristales estaba en el Paseo de la Mina, junto a una fbrica de harinas, y ocupaba lo que actualmente es el espacio de la gasol inera y el colegio. Por ltimo estaba/ el del Pilar>>, posible-mente llamado tambin La Higinica, situado en San Agustn , en el nmero 50 de la calle Asalto, frente a la famosa fbri ca de regaliz Tu r, que fabrica-ba los productos Zara.

    El lavadero de los baos de Santa Engracia tena la particularidad de que sus pilas, adems de cubie1-tas, se encontraban en alto, por lo que las mujeres podan lavar de pie. Pasaba jurito al lavadero una caudalosa acequia que alimentaba las pilas y luego desaguaban al Huerva pOr la alcantari lla que se rea-liz para la Fuente de la Princesa. En su entorno haba un amplio espacio destinado a tendedero.

    Hubo tambin otro lavadero entre la calle San Miguel e Isaac Peral, que aparece en el plano de Casaal de 1880, pero no en el de 1899.

    Cerca del Ebro estaban el de la Sierra del Agua, sito en lo que hoy es la manzana entre el Paseo Echegaray. la Plaza de Europa y la Cal le Santa Luca; y el de Gregario o Santo Domingo, frente al convento dominico, muy cercano al anterior: No aparece en los planos de Casaal pero s en el vuelo de la Confederacin H idrogrfica del Ebro de 1927, por lo que debi ser quiz el ltimo en construirse.

    Al otro lado del ro se encontraban, en el barrio de jess, adems del citado de los Puentecicos, quiz tambin llamado el de Grasa, otro entre el puente de Hierro y el Molino de la Sal y por ltimo el de San Lzaro, situado entre los dos puentes y junto al convento.

    A comienzos de la dcada de los 50 del siglo XX los lavaderos haban desaparecido del centro de la ciudad, pero seguan teniendo gran solera y concurrencia los ltimos que permanecan abier-tos, unas instalaciones que cuando se abrieron estaban situadas en las afueras, pero a medida que

    / creca la ciudad, poco a poco, iban siendo ms cn-tricos y apetitosos para construir sobre ellos. Uno de los ms queridos fue el de la Ta Benita, llama-

    Lavanderas zaragozanas (Heraldo de Aragn, 14-2-1923). Lavandera anciana con sus hatillos de ropa. (Heraldo de Aragn, 14-2- 1923).

    FUNDACIN JUANELO TURRIANO

  • ARRIBA. Lavaderos del Huerva.

    Lavaderos de la Puerta de Sancho. Fotografas de la Confederacin Hidrogrfica del Ebro de 1927 y plano de Casaal en 1880.

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    do ms adelante de San Miguel, cuya desapari-cin fue la ms lamentada, puesto que pes mucho haber sido la Escuela de Natacin de la chiquille-ria zaragozana, en cuya balsa aprendieron a nadar miles de zaragozanos con poco gasto y riesgo.

    En el verano de 1954, de los 18 lavaderos pbli-cos que llegaron a existir en Zaragoza, ya slo que-daba uno, el Higinico o la Higinica -que posiblemente naci hacia 1870 con el nombre de El Pilar-. Tras unos 80 aos de vida estaba bas-tante destartalado y se presagiaba su prximo cie-rre , a pesar de que, al ser el nico, acudan a sus ins-talaciones las 150 ltimas lavanderas de Zaragoza.

    El excelente reportaje de Marcial Buj en el Heraldo de Aragn acerca del ltimo lavadero zara-

    gozano nos acerca a la realidad de una profesin en extincin, no por falta de trabajo sin